Skip to main content

Full text of "Historia antigua y de la conquista de México"

See other formats


Google 


This  is  a  digital  copy  of  a  book  that  was  prcscrvod  for  gcncrations  on  library  shclvcs  bcforc  it  was  carcfully  scannod  by  Google  as  parí  of  a  projcct 

to  make  the  world's  books  discoverablc  onlinc. 

It  has  survived  long  enough  for  the  copyright  to  expire  and  the  book  to  enter  the  public  domain.  A  public  domain  book  is  one  that  was  never  subject 

to  copyright  or  whose  legal  copyright  term  has  expired.  Whether  a  book  is  in  the  public  domain  may  vary  country  to  country.  Public  domain  books 

are  our  gateways  to  the  past,  representing  a  wealth  of  history,  culture  and  knowledge  that's  often  difficult  to  discover. 

Marks,  notations  and  other  maiginalia  present  in  the  original  volume  will  appear  in  this  file  -  a  reminder  of  this  book's  long  journcy  from  the 

publisher  to  a  library  and  finally  to  you. 

Usage  guidelines 

Google  is  proud  to  partner  with  libraries  to  digitize  public  domain  materials  and  make  them  widely  accessible.  Public  domain  books  belong  to  the 
public  and  we  are  merely  their  custodians.  Nevertheless,  this  work  is  expensive,  so  in  order  to  keep  providing  this  resource,  we  have  taken  steps  to 
prcvcnt  abuse  by  commercial  parties,  including  placing  lechnical  restrictions  on  automated  querying. 
We  also  ask  that  you: 

+  Make  non-commercial  use  of  the  files  We  designed  Google  Book  Search  for  use  by  individuáis,  and  we  request  that  you  use  these  files  for 
personal,  non-commercial  purposes. 

+  Refrainfivm  automated  querying  Do  nol  send  automated  queries  of  any  sort  to  Google's  system:  If  you  are  conducting  research  on  machine 
translation,  optical  character  recognition  or  other  áreas  where  access  to  a  laige  amount  of  text  is  helpful,  picase  contact  us.  We  encouragc  the 
use  of  public  domain  materials  for  these  purposes  and  may  be  able  to  help. 

+  Maintain  attributionTht  GoogXt  "watermark"  you  see  on  each  file  is essential  for  informingpcoplcabout  this  projcct  and  hclping  them  find 
additional  materials  through  Google  Book  Search.  Please  do  not  remove  it. 

+  Keep  it  legal  Whatever  your  use,  remember  that  you  are  lesponsible  for  ensuring  that  what  you  are  doing  is  legal.  Do  not  assume  that  just 
because  we  believe  a  book  is  in  the  public  domain  for  users  in  the  United  States,  that  the  work  is  also  in  the  public  domain  for  users  in  other 
countries.  Whether  a  book  is  still  in  copyright  varies  from  country  to  country,  and  we  can'l  offer  guidance  on  whether  any  specific  use  of 
any  specific  book  is  allowed.  Please  do  not  assume  that  a  book's  appearance  in  Google  Book  Search  means  it  can  be  used  in  any  manner 
anywhere  in  the  world.  Copyright  infringement  liabili^  can  be  quite  severe. 

About  Google  Book  Search 

Google's  mission  is  to  organizc  the  world's  information  and  to  make  it  univcrsally  accessible  and  uscful.   Google  Book  Search  hclps  rcadcrs 
discover  the  world's  books  while  hclping  authors  and  publishers  rcach  ncw  audicnccs.  You  can  search  through  the  full  icxi  of  this  book  on  the  web 

at|http: //books.  google  .com/l 


Google 


Acerca  de  este  libro 

Esta  es  una  copia  digital  de  un  libro  que,  durante  generaciones,  se  ha  conservado  en  las  estanterías  de  una  biblioteca,  hasta  que  Google  ha  decidido 

cscancarlo  como  parte  de  un  proyecto  que  pretende  que  sea  posible  descubrir  en  línea  libros  de  todo  el  mundo. 

Ha  sobrevivido  tantos  años  como  para  que  los  derechos  de  autor  hayan  expirado  y  el  libro  pase  a  ser  de  dominio  público.  El  que  un  libro  sea  de 

dominio  público  significa  que  nunca  ha  estado  protegido  por  derechos  de  autor,  o  bien  que  el  período  legal  de  estos  derechos  ya  ha  expirado.  Es 

posible  que  una  misma  obra  sea  de  dominio  público  en  unos  países  y,  sin  embaigo,  no  lo  sea  en  otros.  Los  libros  de  dominio  público  son  nuestras 

puertas  hacia  el  pasado,  suponen  un  patrimonio  histórico,  cultural  y  de  conocimientos  que,  a  menudo,  resulta  difícil  de  descubrir. 

Todas  las  anotaciones,  marcas  y  otras  señales  en  los  márgenes  que  estén  presentes  en  el  volumen  original  aparecerán  también  en  este  archivo  como 

tesümonio  del  laigo  viaje  que  el  libro  ha  recorrido  desde  el  editor  hasta  la  biblioteca  y,  finalmente,  hasta  usted. 

Normas  de  uso 

Google  se  enorgullece  de  poder  colaborar  con  distintas  bibliotecas  para  digitalizar  los  materiales  de  dominio  público  a  fin  de  hacerlos  accesibles 
a  todo  el  mundo.  Los  libros  de  dominio  público  son  patrimonio  de  todos,  nosotros  somos  sus  humildes  guardianes.  No  obstante,  se  trata  de  un 
trabajo  caro.  Por  este  motivo,  y  para  poder  ofrecer  este  recurso,  hemos  tomado  medidas  para  evitar  que  se  produzca  un  abuso  por  parte  de  terceros 
con  fines  comerciales,  y  hemos  incluido  restricciones  técnicas  sobre  las  solicitudes  automatizadas. 
Asimismo,  le  pedimos  que: 

+  Haga  un  uso  exclusivamente  no  comercial  de  estos  archivos  Hemos  diseñado  la  Búsqueda  de  libros  de  Google  para  el  uso  de  particulares: 
como  tal,  le  pedimos  que  utilice  estos  archivos  con  fines  personales,  y  no  comerciales. 

+  No  envíe  solicitudes  automatizadas  Por  favor,  no  envíe  solicitudes  automatizadas  de  ningún  tipo  al  sistema  de  Google.  Si  está  llevando  a 
cabo  una  investigación  sobre  traducción  automática,  reconocimiento  óptico  de  caracteres  u  otros  campos  para  los  que  resulte  útil  disfrutar 
de  acceso  a  una  gran  cantidad  de  texto,  por  favor,  envíenos  un  mensaje.  Fomentamos  el  uso  de  materiales  de  dominio  público  con  estos 
propósitos  y  seguro  que  podremos  ayudarle. 

+  Conserve  la  atribución  La  filigrana  de  Google  que  verá  en  todos  los  archivos  es  fundamental  para  informar  a  los  usuarios  sobre  este  proyecto 
y  ayudarles  a  encontrar  materiales  adicionales  en  la  Búsqueda  de  libros  de  Google.  Por  favor,  no  la  elimine. 

+  Manténgase  siempre  dentro  de  la  legalidad  Sea  cual  sea  el  uso  que  haga  de  estos  materiales,  recuerde  que  es  responsable  de  asegurarse  de 
que  todo  lo  que  hace  es  legal.  No  dé  por  sentado  que,  por  el  hecho  de  que  una  obra  se  considere  de  dominio  público  para  los  usuarios  de 
los  Estados  Unidos,  lo  será  también  para  los  usuarios  de  otros  países.  La  l^islación  sobre  derechos  de  autor  varía  de  un  país  a  otro,  y  no 
podemos  facilitar  información  sobre  si  está  permitido  un  uso  específico  de  algún  libro.  Por  favor,  no  suponga  que  la  aparición  de  un  libro  en 
nuestro  programa  significa  que  se  puede  utilizar  de  igual  manera  en  todo  el  mundo.  La  responsabilidad  ante  la  infracción  de  los  derechos  de 
autor  puede  ser  muy  grave. 

Acerca  de  la  Búsqueda  de  libros  de  Google 


El  objetivo  de  Google  consiste  en  organizar  información  procedente  de  todo  el  mundo  y  hacerla  accesible  y  útil  de  forma  universal.  El  programa  de 
Búsqueda  de  libros  de  Google  ayuda  a  los  lectores  a  descubrir  los  libros  de  todo  el  mundo  a  la  vez  que  ayuda  a  autores  y  editores  a  llegar  a  nuevas 
audiencias.  Podrá  realizar  búsquedas  en  el  texto  completo  de  este  libro  en  la  web,  en  la  página|http :  /  /books  .  google  .  com| 


SA33f».XS 


MW^'/ 


crz 


i^\ 


'Vía; 


4m] 


FBOX  THB  BBIQHT  LEaAOT. 

Received ÜLC.x9.L\ 


Desccndante  of  Hcnry  Bríght.  jr.,  who  died 
at  Walcilown,  Mass.,  ¡n  i636,lrc  entítietl  to 
hold  scholarships  in  Harvard  CoUcífe,  cstab- 
lished  In  íSSo^udder  Ihe  will  of 

JONATH-AN  BROWN  BRIGHT 
of  Waltham;  Ma8s..withone  half  the  income 
of  this  Legacy.  Such  descendants  faiÜng, 
othcr  persons  are  eligible  to  the  scholarships. 
The  will  rcquires  that  this  announcenient 
shall  be  madc  in  cvery  book  added  to  the 
■^  Library  under  its  provisions. 


^  i»i 


HISTORU  ANTIGUA 


TDEIA 


CONQUISTA  DE  MÉXICO 

POBSL 

Lie.  MANUEL  OROZCO  Y  BERRA, 

Vittb-pmiáetáb  áb  la  SooiedAd  de  Qeografiay  Eftadktk»,  Sodode  número  de  1a  Academia  Mexicana 

]iidiTidii9  ooRCspondiente  de  laa  Bealea  Academlaa  Bapa&ola  y  de  la  Historia»  de  Madrid; 

Honorario  de  la  Sociedad  Arqneológifla  de  Cteiiiago  de  Ohile,  Sociedad  Geográfica 

de  Roma,  Sociedad  Arqueológica  de  Paria  y  Congreao  internacional  de 

Americaniatae;  Sodo  de  número  de  la  Sociedad  de  Hietoria 

Katnral,  y  Honorario  de  laa  Sociedadea  Minera, 

Hmnboldty  Andrea  del  Blo,  Ice,  ftc 


n  nrftQU istímu i misis i  roa  ma m sopino mnm  ti  u repcblicí  ieucixi. 


Saeilbo  bajo  el  influjo  de  lo  qne  he  viato, 
leído  ó  calculado,  y  aiempre  buscando  la  yer- 
dad  y  la  Justicia.  Bespeto  la  religión,  y  sigo 
oonñadoporel  camino  del  progreso  que  es  la 
ley  impuesta  4  la  humanidad.  Subordino  mis 
Ideas  A  estos  principios:  Dios,  la  patria  y  la  fa- 
milia. 


Tomo  S^;nndo. 


^  MÉXICO. 

TmXS&AIfíX  DE  GONZALO  A.  ESTETA, 
Btm  Juan  de  Letran  nim«r«  6 

1880. 


SA33H\.aír 


\  •-•'    --  '.t 


/    xX* 


x^ 


lílC    19 


Está  asegurada  la  propiedad  literaria  de  la  obra  conforme  á 
la  ley. 


Al  décimo  Congreso  Constitucional  de  los  Estados- 
Unidos  Mexicanos^  en  testimonio  de  7'econocimiento, 
dedica  este  segundo  volumen 


El  Autor. 


LIBRO  IV- 


CAPÍTULO  L 

CALEKDABIO  PRIlOTiyO. 

Gaímdario  aapotew, ---Periodos. --Jl}i8trilnicüm.---Laé  Coeij.Ss  el  eal&ndario  pri- 
mUieo, 

SIGÚESE  la  cuenta  ó  Calendario  de  los  días,  meses  y  año» 
que  tenían  los  indios  en  su  antigüedad. 
''Cuanto  á  lo  primero»  es  de  notar  que  el  círculo  del  año  que 
tenían  los  indios  zapotecas  era  de  260  dias,  los  cuales  acabados, 
tomaban  á  comenzar  á  contar  hasta  otros  260.  Y  así  parece  que 
no  tenían  término  situado  donde  comenzar  el  año  como  nosotros 
tenemos»  Este  año  tenía  repartido  entre  si  cuatro  signos  ó  pía-' 
netas  principales,  en  que  cada  uno  tenía  para  sí  65  dias.  Estos 
eaatro  planetas  cerrían  por  los  dias  del  año,  consecutivamente. 

Y  acabados  los  65  dias  en  que  el  uno  reinaba,  entraba  el  otro. 

Y  pasados  aquellos  el  tercero  y  el  cuarto.  Y  luego  tornaba  á  en- 
trar el  primero.  Y  desta  manera  se  acababa,  y  comenzaba  el  9&Of 
feneciendo,  como  está  dicho,  en  260  dias.  Llamaban  así  á  todo 
el  año  junto,  como  á  cada  65  dias,  pije  ó  piye,  esto  es,  tiempo  ó 
dnracion  de  tiempo. 

'ítem,  cada  planeta  destos  tenía  divididos  sus  65  dias  en  cinco 
partes:  cada  parte  trece  dias,  á  la  cual  llamaban  cocij,  tobicocij^ 
oomo  decimos  nosotros  un  mes  ó  un  tiempo.  Estos  dias  así  te- 
nían cada  uno  su  nombre  propio.  Y  decían  los  indios  que  estos 
planetas  causaban  todas  las  cosas  en  la  tierra;  y  así  teníanlos 


6 

por  dioses  j  llamábanlos  cocijos  6  piídos,  que  quiere  decir,  gran- 
deSy  y  á  estos  ofrecían  sus  sacrificios  y  su  sangre,  sacándosela  de 
diversas  partes  de  su  cuerpo,  como  de  las  orejas,  del  pico  de  la 
lengua,  de  los  muslos  y  de  otras  partes.  Y  el  orden  que  tenían 
era  que  mientras  corrían  los  66  del  un  planeta,  sacrificaban  á 
aquel,  y  cumplidos,  al  otro  que  entraba  por  aquel  modo,  y  así 
por  su  orden  hasta  que  tornaba  á  entrar  el  primero,  &c.  Y  á  es- 
tos les  pedían  todo  lo  que  habían  menester  para  su  sustento. 

"A  cada  dia  de  los  trece,  y  á  todos  los  260,  como  hemos  dicho, 

'  tenían  puesto  su  nombrej.  como  parece  abajo.    Y  destos  dias  y 

signos,  á  unos  tenían  por  buenos  y  á  otros  por  aciagos  y  m'alos. 

^'Estos  dias  y  nombres  servían  para  muchas  cosas  tocantes  á 
la  vida  del  hombre.  Los  primeros  servían  para  los  nacimientos, 
porque  como  tenia  el  nombre  el  dia,  así  llamaban  al  niño  ó  niña, 
que  en  el  nacía.  Y  este  era  su  principal  nombre,  aunque  también 
tenían  otro  como  adelante  diremos.  Servían  también  para  los 
casamientos,  porque  cuando  se  habían  de  casar,  habíase  de  ver 
8Í  eran  para  en  uno.  Porque  para  ello  había  de  cuadrar  el  dia 
del  nacimiento  del  uno  con  el  del  otro,  conforme  á  la  cuenta  que 
ellos  tenían.  Lo  cual  averiguaban  los  letrados  ó  hechiceros, 
echando  sus  suertes. 

'^Servían  también  para  los  agüeros,  porque  si  encontraban  con 
alguna  cosa,  de  las  que  ellos  tenían  por  agüeros,  iban  á  ver  el 
dia  que  era,  para  saber  lo  que  les  había  de  subceder.  Servían 
también  para  los  sueños,  porque  por  allí  sacaban  lo  que  les  ha* 
bía  de  subceder. 

^'Servían  también  para  las  enfermedades,  porque  si  caía  enfer- 
mo niño  ó  adulto,  iban  á  saber  el  dia  que  era,  y  si  había  de  sanar 
ó  no.  Y  esta  ciencia  no  estaba  en  todos,  sino  en  los  que  lo  tenían 
por  oficio,  á  los  cuales  llamaban  colanij,  esto  es,  echador  de  las 
fiestas,  ó  docto  en  ellas.  Finalmente,  por  este  camino,  se  regían 
y  enderezaban  sus  actos  y  operaciones. 

''Estos  260  dias  que  dijimos,  dividíanlos  los  indios  en  veinte 
partes,  ó  tiempos,  ó  meses,  que  salen  á  1<3  cada  mes.  Y  para  cada 
13  dias  destos,  tepían  aplicada  una  figura  de  animal,  és  á  saber, 
^^ila,  mono,  culebra,  lagarto,  venado,  liebre,  &c.,  los  cuales 
pintaban  todos  metidos  en  todas  las  partes  ó  miembros  de  un 
venado,  á  donde  pintaban  las  cabezas  de  cada  uno  de  aquellos 
animales,. de  manera  que  aquella  figura  del  venado  contenía  en  sí 


todos  estotros  yeinte  sigilos.  Y  oada  uno  de  aquellos  animales, 
que  eran  veinte,  tenían  trece  nombres,  y  aunque  todos  estos  tre- 
ce nombres  eran  en  sí  como  una  cosa,  diferenciábanlos  con .  les 
añadir  ó  quitar  letras,  y  con  mudarles  los  números  como  parece 
adelante.  Como  si  dijéramos:  Pedro  cuatro,  y  Perico  cinco,  y  Pe* 
riquillo  seis,  y  Perote-  siete,  y  Pedrochote  ocho;  que  todos  signi- 
fican este  nombre,  Pedro,  aunque  en  diferentes  maneras;  y  esto 
por  les  mudar  letras  y  números  como  aquí  parece. 

'Tios  cuatro  cocijos  ó  pitaos  que  arriba  dijimos  principales,  se 
llftin^n  por  sus  nombres  propios  desta  manera:  el  primero  quta 
ckitta;  el  segundo  quía  lana;  el  tercercT  (^uta  gdoo^  y  el  cuarto  quía 
guüloo.  En  cada  pueblo,  conforme  á  su  modo  de  hablar,  añadían 
7  quitaban  algunas  letras,  asi  á  estos  cuatro  como  á  todos  los 
demás.  Los  que  tenían  cuenta  con  estos  signos,  años,  meses  y' 
dias,  eran  los  cdanijs^  sortílegos,  ó  hechiceros,  al  modo  que  nos- 
otros tenemos  nuestro  calendario,  como  todo  consta  por  el  ca- 
lendario siguiente. 

"Sígnense  los  días  del  Cocijo  quíachüla  que  son  66  dias. 


Qviáchillay  chága 

1 

Nelaba,  xono 

8 

Paiáa^cáto 

2 

P<Qaqué9ay  caá 

9 

Pélaala,  cájo 

3 

Píllatela,  chi  j 

10 

Nelachi,  taa 

4 

Neloo,  chijblt<5bi 

11 

PedgQij,  caayo  ó  gaayo 

5 

Pifiopija,  Chijbicáto 

12 

Qaelána,  xópa 

6 

Picigujj,  Chijño 

13 

PillAchina,  caache 

7 

KTi  SEGUNDO  COaJ. 

Qniagneche;  Chaga 

1 

Nichijlla,  Xiiio 

S 

Palannaa,  Cato 

2 

Peoláa.  Caá  o  gaa  * 

9 

Peoloo,  Cayo 

3 

Pillaala.  Chij 

10 

Calaxóo,  Táaótápa 

4 

Lachi.  Chijbitóbi 

11 

Peí  lópa,  Caayo  ó  gaayo 

5 

Pifiaze.  Chijbitúpa 

12 

Qnalappe,  Xópa 

6 

Pecelapa.  Chij  fio 

13 

PillA]a<5,  Ca  ache 

7 

EL  TERCERO 

COCIJ. 

Qníachina,  Chaga 

1 

Lache,  Xono 

8 

Telápa,  Gato 

2 

Pelanna,  Caá  ó  gaa 

9 

Peolaque9ay  Cayo 

3 

Peloo,  Chij 

10 

Galatél  la,  Taa  6  tapa 

4 

Niioo,  Chijbitóbi 

11 

Peí  too,  Caayo  6  gaayo 

5 

Pifiopa,  Chijbitópa 

12 

Cualapija,  Xopa 

6 

Pizaape,  Chij  fio 

13 

Pillaa,  Caache 

7 

8 


Eii  ocASTo  aoaa. 


Qoíalao,  Chaga 

1 

NiehinAy  Xono 

S 

Pichi jUa,  Cato  6  topa 

2 

Peolápa,  Caá  6  gaa 

9 

Peolao,  Cayo 

3 

Pmami9a,  Chij 

10 

Laala,  Tapa  ó  táa 

4 

Ketolla,  Cfaijbitdbi 

11 

Peolache,  Caayo  ó  gaayo 

5 

Pdfialoo,  Chijbitópa 

18 

Qualazé  Xopa 

6 

Pizopija,  Chijfio 

13 

Pülalaima,  Caache 

7 

ETi  Quurro  ooou. 

Qoíaguis,  Chága 

1 

Ndloo,  Xono 

;  8 

Pelache,  Cato  6  topa 

2 

Piohijlla,  Caá  6  gaa 

9 

Pelaana,  Cayo 

3 

Pilla  Chij 

10 

Calaloo,  Taa  ó  tapa 

4 

Laala,  Chijbitdbi 

11 

Pexoo,  Caayo  6  gaayo 

5 

Pinijohi,  Ghijbitópa 

12 

Qualúpa,  Xopa 

6 

Picio!,  Chijfio 

13 

Pil  lape,  Caache 

7 

''Sígacnse  los  sesenta  (sio)  (1)  días  del  segundo  Cocijo  quialdna 


Qnelana,  Chága 

1 

Keláa,  Xóno 

8 

Pechina,  Cato  ó  topa 

2 

Pilláche,  Cáa  6  gaa 

9 

Pelápa,  Cayo 

3 

Pillannáa,  Chij 

10 

Cálequd9a,  Taa  6  topa 

4 

Keloo,  Chijbitobi 

11 

PeUfl  la,  Cayo  ó  gaayo 

5 

Pifiax(>o,  Chijbito'pa 

12 

Qualoo,  Xopa 

6 

Pizopa^  Chijno 

13 

Pillapija,  Caache 

7 

EL  SSaüNDO  GOCIJ. 


Qaegappe,  Chaga 
Peoloo,  Cato  ó  topa 
Peochijlla,  f  ayo  o  chóna 
Caláa,  Taa  ó  tapa 
Pelaala,  Cayo  ó  gaayo 
Qualiíache,  Xopa 
Pillazí,  Caache 


Quicuija,  Chága 
Peláa,  Cato  6  t<5pa 
Peí  lache,  Cayo  ó  chuna 
Calannaa,  Taa  ó  tapa 
Peí  loo,  Caayo  6  gaayo 
Qualaxoo,  Xópa 
Pilopa,  Caache 


1                      Neláana,  Xono 

8 

2                     Pichina,  Caá  ó  gaa 

9 

3                      Qualápa,  Chij 

10 

4                      P!11am9a,  Chijbito'bi 

li 

5                     Pi&atola,  Chijbitdpa 

12 

6                      Fecelóo,  Chijfio 

7 

13 

EL  TEROEBO  COGIJ. 

1                      Lape,  Xóno 

8 

2                      Peí  loo,  Caá  6  gaa 

9 

8                      PillachiUa,  Chij 

10 

4                      Laa,  Chijbitobi 

11 

5                      Pifiela,  Chijbitópa 

12 

C                       Piciquíchi,  Chijfio 

13 

7 

(1)  Debe  decir ^  sesenta  y  cinco. 


SL  GUABTO   coca. 


Quúoée,  Chága 

1 

Calapija,  Xdno 

8 

Patalazmaa,  Cato  ó  topa 

2 

Qoaláa,  Caá  6  gaa 

9 

Veochmh,  Cayo 

8 

Pillache,  Chij 

10 

Cala  Upa,  Taa  6  tapa 

4 

Pifiannáa,  Chijbitóbi 

11 

Pelaqne^a,  Caayo 

5 

Pifíaloo,  ChijbifaSpa 

12 

Coatétta,  Zopa 

6 

Picixóo,  Chijfio 

13 

PiUaloo,  Caache 

7 

SL  QUINTO  GOOU. 

Qníegoppa,  Chága 

1 

Caladj,  Xóno 

8 

PeolápOy  Cato  ó  topa 

2 

Pillalana,  Caá  ó  gaa 

9 

Caloo,  Cayo  ó  chona 

3 

PiUaohina,  Chij 

10 

CalachillA.  Taa  ó  tapa 

4 

Cálalápa,  Chijbitóbi 

11 

Pél  láa,  Caayo  ó  gaayo 

6 

Piftaqae9a,  Chijbitópa 

12 

6 

Picitol  la.  Chij&o 

13 

Pilláchi,  Caache 

7 

"Sígnense  los  sesenta  y  cinco  días  del  Oocijo  quiagoloo. 


Qníagoloo,  Chága  1 

Peolapija,  Cato  2 

Peolaa.  Cayo  3 

Laáche.  Taa  ó  tapa.  4 
Qualauná.  Caayo  ó  gaayo       5 

PiUalao.  Xópa  6 

Kizoo.  Caache  7 


Keloppa.  Xóno 
Pelápa.  Gaa  ó  gaa 
PiUaloo.  Chij 
Nichilla  Chijbitóbi 
Pinij  Chijbitópa 
Pizeela  Chizfio 


8 
O 
10 
11 
13 
13 


EL  SEGUNDO  GOGU. 


Quíagneche  Chaga  1 

Pasee.  Cato  ó  tó^a  2 

Peolanna.  Gayo  ó  chóna,  3 

Galachina.  Taa  6  tapa  4 

Pelápa.  Gaayo  ó  gaayo  5 

QtialanÍ9a.  Xópa  6 

Píllatela.  Caache  7 


Neloo.  Xóno  8 

Pelapija.  Gaa  ó  gaa  9 

Pillaa.  Ghij  10 

Fillaache  Chijbitóbi  11 

Pifiofia  Chijbicato  ó  topa  12 

Peceloo  Chijfio  18 


EL  TEBOER  GOGU. 


Quíazóo,  Ghaga  ó  tobi 
Peí  opa,  Gato  ó  topa 
Peolape,  Cayo  ó  ohóna 
Caloo,  Tapa  ó  taa 
PechizUa,  Caayo  ó  gaayo 
Piliaá,  Xopa 
Pillaala,  Gaache 


1 
2 
3 

4 
5 
6 
7 


Naláche,  xópa 
Pecee,  caá  ó  gaa 
Pillalana,  Chiz  ' 
Pillachina,  Ghizbitóbi 
Calalála  Chizbitopa 
Piniqueca,  Chizfio 


8 

9 
10 
11 
12 
13 


10 


EL  CCABTO  coca. 


Qoíatella.  Chága 

1 

Nixóo,  xóno 

8 

Peoláa,  Gato/ 

2 

Pelóppa,  Oaa  ó  gaa 

9 

Peolapija,  Gayo  6  chón^ 

3 

Láppe,  Chij 

10 

Caláa,  Taa  6  tapa 

4 

Pifioloo,  Ghijbitohi 

11 

Pelaáche,  Caayo  6  gaayo 

5 

Pifiochijlla  Chijbitópa 

12 

Qualannaa,  xúpa 

6 

Quiciquij,  Chijfio 

13 

Pillaloo,  Caache 

7 

EL  QUINTO  COCIJ. 

Quíagaéla,  Ghaga  6  iShi 

1 

Netilla,  xóno 

8 

Pdlaohe,  Cato  6  t<5pa 

2 

Peí  loo,  Caá 

9 

Peorij,  Gayo  ó  chóna 

3 

Pillapija,  Chij 

10 

Calalana,  Taa  6  tapa 

4 

Nél  Ida  Chijbitóbi 

11 

Pechina,  Caayo  ó  gaayo 

5 

Pecceche  Ghijfío 

12 

Qoalapa,  Xópa 

6 

Pecennaa  Cbijfio 

13 

Piniquefa,  Caache 

7 

Sígnese  el  cuarto  Cocijo  principsl,  á  saber  quía  guillo. 


Qníagnilloo,  Chaga  ó  tobi 

1 

Nelála,  Xóno 

8 

Pexóo  Cato  ó  topa 

2 

Qualachi,  Caá  ó  gaa 

9 

Pelópa,  Cayo  ó  chóna 

3 

Pillazee,  Chij 

10 

Láppe,  Taa  ó  tapa 

4 

Naalapa  Chizbitóbi 

11 

Peí  loo,  Gayo,  6  gaayo 

5 

Pifio,  chijfla  Chijbitópa 

12 

QnachijUa,  xópu 

6 

Peelaba,  Chijfio 

13 

Pilláa,  Caache 

7 

KTi  SEGUNDO  COCIJ. 

Qaíaniya,  Ghaga 

1 

Neloo,  xóno 

8 

Petóla,  Cato 

2 

Pelaxoo,  Caá. 

9 

Peoloo  Cayo 

3 

Pillopa,  Chij 

10 

Calapija,  Taa  6  tapa 

4 

Tiáppe  Chijbitóbi 

11 

Peí  laa,  Caayo  d  gaayo 

r> 

Pinoloo  Chijbitópa 

12 

Qnaláohe,  xupa 

G 

PechijUa  Chijfio 

13 

Pillannaa,  Caache 

7 

• 

• 

KTi  TEBOERO  COCIJ. 

Qaíagoij,  Chaga 

1 

Caeqne^a,  xóno 

8 

Pelaala.  Cato 

2 

Coatela,  Caá  ó  gaa 

9 

Pillache  Cayo 

3 

Pillalao,  Chij 

10 

Calacij,  Ta  ó  tapa 

4 

Calapija,  Chijbitóbi 

11 

Pelána,  Caayo 

5 

Pinij  Chijbitópa 

12 

Qnallacoina,  xópa 

6 

Pinieche  Chijfio 

13 

PiUalápa  Caache 

7 

11 


KL  CUARTO    COCU. 


Qníaqoifiaa,  Chaga 

1 

Láa,  xóno 

8 

Peoloo  Cato 

2 

Peoláala,  jCaa  6  gaa 

9 

Paolaxoo  Cayo 

8 

PiUacfai,  Chij 

10 

Galopa,  Taa  6  tipa 

4 

Calazije  Ohijbitóbi 

U 

Felappe,  Caayo 

5 

Pifiolána,  Chijbitópa 

12 

Pnialáo,  xópa 

6 

Pecehijna  Chijflo 

13 

Kichilla,  Caache 

7 

RTi  QUUTLO 

coou. 

Qoiúiq^Mt,  Cfaága 

1 

Pifionaa,  xóno 

•8 

Palaque^a,  Cato 

2 

Peloo,  Caá 

0 

Calatélla,  Cayo 

3 

PiUaxoo,  Chij 

10 

Peí  loo,  Taa  ó  tapa 

4 

Lóppa,  Chijbitóbi 

11 

Pelapija,  Caayo 

5 

Piñappe  Chijbitópa 

12 

Püláa,  xupa 

6 

Quícilóo,  Chijfto 

13 

PiUaadie,  Caache 

7 

"Conforme  dios  nombres  sobredichos  se  llamaban  los  que  na- 
cían,  cada  uno  del  nombre  deldia.  Y  contábase  el  dia  del  medio 
hasta  otro  medio  dia."  (1) 

Hemos  copiado  lo  antecedente  al  pié  de  la  letra,  á  fin  de  no 
quitarle  su  originalidad.  La  forma  de  este  cómputo  aparece  bien 
sencilla.  Cuatro  divisiones  principales  consagradas  á  un  numen 
6  planeta,  y  dividida  cada*una  en  cinco  períodos  de  trece  dias. 
lios  factores  son  4,  5  y  13,  cuyo  producto  es  doscientos  sesenta, 
igual  al  que  resulta  de  los  20  períodos  de  trece  dias.  Termina- 
do un  período  de  260  dias,  sígnense  sin  intermisión  otros  perío- 
dos idénticos. 

¿De  cuál  observación  astronómica  resultaba  esta  combinación? 
Nuestro  ilustrado  Gama,  dice:  (2)  "Estas  trecenas  representa- 
ban los  movimientos  diarios  de  la  luna,  de  Oriente  á  Poniente, 
desde  que  aparecía  después  de  la  conjunción,  hasta  pocos  dias 
después  del  plenilunio;  á  cuyo  intervalo  de  tiempo,  en  que  se 
veía  de  noche  sobre  el  horizonte,  llamaban  IxtozoUztU,  ó  desvelo, 
y  desde  que  comenzaba  á  desaparecer  de  noche  hasta  cerca  de 
la  conjunción,  en  que  se  veía  de  dia  en  el  cielo,  nombraban  (7o- 
chüizlHy  ó  sueño,  por  suponer  que  entonces  dormía  de  noche." 

(1)  Arte  en  lengua  Zapoteca,  compuesto  por  el  M!  R.  P.  Fr.  luán  de  Córdoba,  de 
la  orden  de  los  Predicadores  desta  Nueva  España.  En  México,  en  casa  de  Pedro  Ba 

'li.  Afio  de  1578. — Me  facilitó  ti  original  el  Sr.  García  Icazbalceta. 

(2)  Descripción  de  las  dos  piedras,  primera  parte,  pág.  27. 


12 

En  efecto,  los  moyirnientos  de  la  luna  dieron  nacimiento  á  es- 
te sistema.  De  los  dos  factores  que  componen  el  período,  deter- 
minó el  20  la  numeración  usada  por  aquellos  pueblos;  el  13  pro- 
vino de  la  mitad  del  tiempo  que  la  luna  es  visible  á  la  vista  des- 
nuda, abstracción  hecha  de  los  dias  en  que  desaparece  poco 
antes  y  poco  después  de  la  conjunción.  £1  producto  260  no  re- 
presentaba exactamente  diez  lunaciones.  El  26  se  acerca  más  al 
valor  de  la  revolución  sideral  de  la  luna,  igual  ahora  á  27  dias  j 
un  tercio;  pero  el  13  es  igual  al  número  de  las  revoluciones  side- 
rales contenidas  en  el  año,  no  teniendo  en  cuenta  el  exceso  que 
estas  presentan.  Los  260  dias  representarían  9  y  muy  poco  más 
de  media  revoluciones  siderales;  pero  se  comprende,  que  28  pe- 
ríodos de  13  dias  arrojan  el  producto  364,  igual  próximamente 
por  la  una  parte  á  13  revoluciones,  y  por  la  otra  al  año  solar. 
Las  diferencias,  si  les  eran  conocidas,  debían  estar  sujetas  á  co- 
rrecciones después  de  transcurridos  algunos  períodos. 

El  calendario  zapoteco  aparece  ser  ritual,  adivinatorio  y  civil. 
Sin  duda  alguna  es  la  forma  primitiva  del  cómputo  del  tiempo 
usada  por  los  pueblos  de  Anáhuac.  Los  tzapoteca,  de  filiaciones 
etnográfica  distinta  de  los  nahoa  y  anteriores  á  éstos  en  las  co- 
marcas australes,  conservaron  tenazmente  su  cuenta  antigua,  no 
obstante  que  los  pueblos  que  los  rodeaban  y  ^on  los  cuales  es- 
taban en  contacto,  habían  adoptado  y  se  servían  de  las  reformas 
introducidas  por  los  tolteca. 


CAPÍTULO  n. 

BL     TONALAMATL. 

TTnuUamatL— 'Origen.— 8iffna8,^Tabla  de  ¡os  dia$  treeenalei.—Los  veinte planetae  ó 
dioeee  prxTícipatee.—Loe  símbolos  de  ¡a  trecena.—  Los  señores  6  acompañados  de  la 
noeíifi, — Tablas.— Segundos  acompañados.— Las  afees  nocturneu. — La  adivinaeion, 
— Los  hjeehiceros. — Primar  periodo  del  Tonalamatl.— Cálculo  de  los  periodos  luna" 
res.— Bl planeta  Venus.— El  TonalamaÜ  -encierra  el  cálculo  de  los  movimientos  de 
¡a  luna  y  de  Venus. 

CONSEBYABAN  los  méxica  el  calendario  primitivo  de  qne 
acabamos  de  hablar,  fá  bien  con  algnnas  corrrecoiones.  In- 
Tentado  no  sabemos  por  cuál  pueblo,  sus  distintas  formas  acu- 
san que  sufrió  varios  retoques,  ya  para  perfeccionar  los  cálculos, 
ja  para  adaptarlos  á  diversos  intentos.  Los  nahoa  llanmban  á 
este  cómputo  Metztlapohualli,  cuenta  de  la  luna;  Gemilhuitla- 
pohualliztli,  cuenta  de  las  fiestas  ó  dias  rituales,  j  Tonalamatl, 
papel  de  los  dias  ó  del  sol.  (1)  En  cuanto  á  origen,  decían  los 
méxica,  que  los  inventores  fueron  Cipactonal  j  su  mujer  Oxo- 
moco,  razón  por  la  cual  les  ponían  en  medio  de  los  libros  en  que 
las  figuras  estaban  escritas.  (2)  Conforme  áotra  versión:  ^'Dicen 
''que  como  sus  dioses  vieron  haber  ya  hombre  criado  en  el  mun- 
'do,  y  no  tener  libro  por  donde  se  rigiese,  estando  en  tierra  de 
''Cuernavaca,  en  cierta  cueva  dos  personajes,  marido  y  mujer,  del 
número  de  los  dioses,  llamados  por  nombre  él  Oxomoco  y  ella 
Cipactonal,  consultaron  ambos  á  dos  sobre  ésto.  Y  pareció  á  la 
vieja  sería  bien  tomar  consejo  con  su  nieto  Quetzalcoatl,  que 


4t 


(1)  Gama»  primera  parte,  pág.  25  y  45. 

(2)  Sahagtm,  tom.  1;  pág.  285. 


14 

''era  el  ídolo  de  Cholula,  dándole  parte  de  su  propósito.  Pare* 
''cióle  bien  su  deseo,  y  la  causa  justa  y  razonable:  de  manera  que 
"altercaron  los  tres  sobre  quien  pondría  la  primera  letra  ó  signo 
"del  tal  calendario.  Y  en  fin,  teniendo  respeto  á  la  vieja,  acorda- 
"ron  de  le  dar  la  mano  en  lo  dicho.  La  cual  andando  buscando 
"qué  pondría  al  principio  del  dicho  calendario,  topó  en  cierta 
"cosa  llamada  CipdciU,  que  la  pintan  á  manera  de  sierpe,  y  dicen 
"andar  en  el  agua,  y  que  le  hizo  relación  de  su  intento,  rogindo- 
"le  tuviese  por  bien  ser  puesta  y  asentada  por  primera  letra  ó 
"signo  del  tal  calendario;  y  consintiendo  en  ello,  pintáronla  y 
"pusieron  Ce  CepacfUy  que  quiere  decir  "una  sierpe."  (1)  Siguió- 
se el  marido  de  la  vieja,  luego  Quetzalcoatl,  y  así  alternando 
prosiguieron  hasta  rematar  la  cuenta. 

Como  se  advierte,  por  la  dualidad  que  ya  hemos  notado  en  las 
divinidades  mexica,  se  confunden  los  sexos  de  ambos  esposos: 
en  cuanto  á  lo  demás,  indudablemente  que  la  primera  leyenda  se 
refiere  á  la  invención  del  cómputo  primitivo  por  Cipaetonal  y  su 
mujer  Oxomoco,  mientras  la  segunda  tradición  se  contrae  á  la 
corrección  que  de  este  calendario  inicial  vino  á  hacer  andando 
el  tiempo  Quetzalcoatl,  con  lo  cual  el  trabajo  quedó  obra  de  los 
tres. 

Constaba  el  Tonalamatl  de  un  período  de  260  dias.  Veinte  fi- 
guras repetidas  se  distribuían  en  igual  número  de  trecenas,  y  de 
ambos  factores  20x13  resultaba  el  producto  260. 

Los*  veinte  signos  son  estos:  1,  Cipactli,  Aparece  en  las  pintu- 
ras bajo  diversas  formas,  según  hemos  visto  en  la  palabra  cipac^ 
y  siempre  como  un  ser  fantástico,  semejante  si  se  quiere  á  un 
pez  ó  á  un  monstruo  marino:  en  el  Tonalamatl,  primera  trecenni 
sale  de  entre  las  aguas  en  figura  parecida  á  la  del  cocodrilo.  En 
cuanto  á  significado,  le  llaman  espadarte  ó  peje  espada,  serpien- 
te, serpiente  armada  de  arpones,  el  padre  mi'perior  á  todos  como 
dice  Boturini,  &c.  En  realidad  es  este  un  símbolo  que  se  refiere 
á  las  tradiciones  cosmogónicas,  que  trae  consigo  la  idea  de  co- 
mienzo, principio,  origen.  Cipactli  entra  eu  la  formación  de  la 
palabra  Cipactonal,  compuesto  que  propiamente  significa  el  prin- 
cipio de  los  dias,  del  sol  ó  de  la  luz.  Cipactli  recuerda  el  primer 
instante  de  la  creación,  ó  según  el  sím]bolo  del  Tonalamieitl,  el 

(1)  Mendieta,  lib.  II,  cap.  XIV. 


fc 

cf 


15 

pnnto  en  que  las  tierras  salieron  de  las  aguas,  la  formación  de 
los  continentes. 

2.  EhecaÜ,  vienta  El  P.  Yalades,  (1)  Clavigero  y  otros,  ponen 
en  lugar  de  este  signo  un  rostro  humano  en  actitud  de  soplar; 
HO  es  este  un  signo  genuino. — 3.  Cciliy  casa. — 1.  Ctteizpalin,  la- 
gartija.— 5.  CocUl  ó  Cohuatly  culebra. — 6.  Miquiztli,  muerte. — 7. 
MaeaÜj  YenvÁo. — 8.  IbcAtíf,  coneja— 9.  ^íZ,  agua.— 10.  ItzcuinÜi, 
perro. — 11.  Ozomottiy  mono. — 12.  Malinaüi.  Ck>nocemos  repetida- 
mente el  símbolo,  el  cual  significa,  según  Ixtlilxochitl,  la  planta 
conocida  por  zacate  dd  carbonero,  dura,  áspera,  fibrosa,  que  fresca 
sirre  para  formar  las  sacas  del  carbón,  y  para  las  sogas  que  las 
aseguran. — 13.  ^cotí,  caña. — 14  Oce/ofZ,  tigre. — 15.  CWm/í/K,  águi- 
la.— ^16.  CozcacuauhiU,  quiere  decir,  águila  de  collar  ó  con  collar. 
Es  una  ave,  de  la  cual  dice  Clavigero:  (2)  ''La  especie  de  cozca- 
cuauMi  es  escasa  y  propia  de  los  países  calientes;  tiene  la  ca- 
beza y  los  pies  rojos,  y  el  pico,  blanco  en  su  extremidad,  y  en 
él  resto  de  color  de  sangre.  8u  plumaje  es  pardo,  excepto  en  el 
^'cuello,  y  en  las  inmediaciones  del  pecho,  donde  es  de  un  negro 
''rojizo.  Las  alas  son  cenicientas  en  la  parte  inferior,  y  en  la  su- 
''perior  manchadas  de  negro  y  de  leonado.''  Llámasele  en  México 
rey  de  los  zopilotes.  En  lugar  de  este  signo  Boturini  pone,  ^'Teme- 
ÜatL  Piedra  usada  en  Indias  para  moler."  (3)  Como  ya  obserró 
Gama,  no  está  autorizada  por  nadie  semejante  sustitución. — 
17.  Ollin,  ú  OUin  Tonoiiuhy  (4)  movimiento  del  sol. — 18.  Tecpatl^ 
pedernal. — 19.  Qiiiahuííl,  lluvia.  Malamente  expresada  en  el  P. 
Yalades  y  en  Clavigero,  por  ufia  nub»  de  la  cual  se  desprenden 
gotas  de  agua:  la  verdadera  escritura  gráfica  del  signo  es  la  ima- 
gen de  Tlaloc,  según  se  observa  en  las  pinturas. — 20.  Xóchitl, 
flor.  Nuestra  lámina  16  presenta  del  núm.  1  al  20  los  signos  cual 
se  encuentran  en  el  Tonalamatl,  (5)  del  21  al  40  las  variantes  to- 

(1)  Khetórica  Ghristiana,  1570,  lám.  en  la  pág.  100. 

(2)  Hiut.  antigua,  tom.  1,  pág.  44. 

(3)  Idea  de  una  nneya  bist.  pág.  45. 

(4)  Advertiremos  á  loe  lectores  que,  por  un  error  de  imprenta,  el  día  Ollin  Mtá 
fnerñ  de  su  lugar  eu  la  lista  de  Gama,  pág.  26. 

(5)  "EX  Tonalamatl  que  á  la  vista  tenemos  es  copia  del  mencionado  por  Boturini  6& 
el  S  XXX,  niím.  2  de  su  Catálogo;  el  original  pas¿  después  á  poder  de  Oama,  j  en 
segoida  al  de  Mr.  Aubin,  quien  lo  hizo  litografiar  en  París.  <'Lith  de  J.  Desportes 
i  Flnst.  Imp.  desBourds  Muets.'*  . 


16 

madas  de  otra  copia  de  Tonalamatl  que  posetmos,  j  el  41  es  la 

figura  diversa  de  Cipactli  de  este  segundo  MS. 

Sobre  estos  veinte  signos,  en  el  orden  invariable  que  les  he- 
mos fijado,  se  deslizaban  las  triadecatérídas  ó  períodos  trecena- 
les.  Siendo  ellos  veinte,  la  primera  trecena  terminará  en  el  signo 
décimo  tercero  Acatl;  la  segunda  trecena  empieza,  pues,  por 
Ocelotl,  toma  los  siete  signos  sobrantes  de  los  20,  vuelve  de  nue- 
vo al  inicial  Oipactli,  y  concluye  en  el  sexto  signo  Miquiztli;  la 
tercera  trecena  cemenzará  entonces  por  Mazatl,  y  así  sucesiva- 
mente hasta  la  última  trecena,  que  vendrá  exactamente  á  termi- 
nar con  Xóchitl,  dando  fin  al  período  entero. 

TABLA  DE  LOS  DÍAS  TBEGENALES. 

t     n.    zn.  17.    7.  VI.    7ZL  TUL   xz.   X     ZL   Z2X.  zm 

1.  Oipactli.  1  8  2  9     3  10  4  11  5  12  6  13    7 

2.  Ehecatl.  2  9  3  10     4  11  5  12  6  13  7  1     8 

3.  Oalli.  3  10  4  11     6  12  6  13  7  1  8  2     9 

4.  Cuetzpalin.  4  11  5  12     6  13  7  1  8  2  9  3  10 

5.  Cohuatl:  5  12  6  13     7     1  8  2  9  3  10  4  11 

6.  Miquiztli  6  13  7  1     8     2  9  3  10  4  11  6  12 

7.  Mazatl.  7  1  8  2     9     3  10  4  11  5  12  6  13 

8.  Tochtli.  8  2  9  3  10     4  11  5  12  6  13  7     1 

9.  Atl.  9  3  10  4  11     5  12  6  13  7  1  8    2. 

10.  ItzcuintU.  10  4  11  5  12    6  13  7  1     8  2  9  3 

11.  Ozomatli.  11  5  10  6  13     7  1  8  2     9  3  10  4 

12.  Malinalli.  12  6  13  7     1     8  2  9  3  10  4  11  6 

13.  Acatl.  13  7  1  8    2    9  3  10  4  11  5  12  6 
14  Ocelotl.  1  8  2  9     3  10  4  11  5  12  6  13  7 

15.  Cuauhtli.          2  9  3  10  4  11.   5  12     6  13  7  1     8 

16.  Oozcacuauhtli.  3  10  4  11  5  12     6  13     7    1  8  2     9 

17.  Ollin.                4  11  5  12  6  13     7  1     8     2  9  3  10 

18.  Tecpatl.            5  12  6  13  7     1     8  2     9     3  10  4  11 

19.  Quiahuitl.         6  13  7  1  8     2     9  3  10     4  11  5  12 

20.  Xóchitl.            7  1  8  2  9     3  10  4  11     5  12  6  13 


La  adjanta  tabla  de  loa  dias  trecenales  nos  presenta  á  prime- 
ra vista  la  combinación  entera.  Escritos  á  la  izquierda  los  vein- 
te símbolos  diurnos,  las  triadecatéridas  se  desarrollan  sobre 


11 

ellos,  bMia  el  ñá  de  lA  Mlmáüíi  Xm  en  que  se  eemplétik  el  pe- 
ifodo  deSGO  días.  Se  invierte  q^e  las  yeinte  trece&as  oomienzan 
en  aste  orden: 


1.  CiiMeOL 

G.  Miquietii. 

11.  Oadffiatli. 

16.  CozbMmavhtlS. 

2.  OeelofL 

•      7.  Qoifthaitt. 

IZ,  Cutizpatiii. 

17.  AÜ.                     i 

8.  IfoaatL 

•6.  Malinalli   . 

Id.OUin. 

16.  EhacfttL 

4.  Xnchiti. 

9.  Cohaatl. 

14.  ItscuintU. 

19,  Otui«ktU. 

5.  AeatL 

10.  TecpetL 

15.  Oalli. 

20.  Tochtli. 

lia  última  trecena,  qne  comenzó  por  Tochtli,  termina  naturalv 
mente  en  Xóchitl;  de  esta  manera  se  forma  el  período  armónico 
de  260  dias/producto  de  Ips  20  símbolos  diamos  por  los  13  pe** 
riodos  tre cénales.  Si  tomamos  los  números  de  orden  que  sn^esi- 
Tamente  afectim  á  cada  símbolo,  resultará  la  serie: 

La  2.  9.  3.  10.  4  11.  5.  12.  6.  18.  7.  V 


cayo  primar  termino  es  la  uniclad,  formándose -los  términos  si* 
gnientes  por  la  adición  de  siete  unidades,  adoptando  la  diféren-^ 
m  á  trece,  si  la  sama  es  major  qne  este  numero. 

!E^te  carioso^  artificio  conduce  de  In&goá  luego  á  estas  conclu- 
siones: 1*  £b  el  período  de  260  dias«  ning^in  signo  está  afecto 
dos  veces  can  el  mismo  número  de  orden.  2*  Dado  un  signo  oon^ 
sn  número  trecenal,  se  determina  inmediatamente  la  triadecá-' 
iárida  á  que  corresponde  y  el  lugar  qtré  otíupa  en  la  serie  ente- 
ra. 3'  Dado  un  término  aislado  de  la  sárie,  se  completa  toda  ella 
hasta  integrar  los  trece  términos. 

El  periodo  de  260  días  es  el  propí6  del  Tonalamatl;  terminado 
imo  se  desarrolla  otro  en  el  espacio  dé  los  tiempos'  y  otro  y  ottó" 
indefinidamente.'  ^ 

El  Tonalamail  se?  compone  de  yeinte  pinturas.  Oada  nna  de 
eUas  llera,  en  la  parte  superior  de  la  izcjuierda,  nn  cuádrete  en 
<p»  están  pintadas  nnasfigurasdeformes,  con  arreos  ysímboloi^* 
fantásticos:  "Estas  representaban  á  los  diiodes  qxre  adoraban  los 
mexicanos,  y  les  daban  lugar  preferente  entre  sus  planetas  y 
signos  celestes,  atribuyéndoles  mayor  y  más  extenso  dominüo 
que  Á  los  demás,  poír  no  Hmitárselo  á  sólo  nn  dia,  ó  una  noch^e, 

sino  á  toda  la  trecena  que  respectiyamente  les  correspondía;  6 

8 


t4 


U. 


á« 


'^sol^  6  aooiapañadoB  con  otros  do  ]oñ  misnloB  pknetaA,  figván^ 
^'doles  tambieB  todog  aquellos  atoibutod.qoe  les  auponian*^  (1)  i 
Estos  señores  principales  ó  planetas,  según  el  orden  que  guairr 
dan  en  el  Tonalamatl,  son  los  siguientes: — L  Ce  Cipactli,  y  Ehe- 
catl  ó  Quetzalcoatl,  acompañados  de  Atl  6  Clalchiuheueje. -í— 
IL  Titlacahuan  ó  Tezcatlipoca. — III.  Tescatlípoca  con  Tlatocao- 
celotl,  7  sej^n  Cristóbal  del  Castillo,  con  Teotlamacazqui  Iztla- 
catini — IV  Macuilxocliitl  ó  MacailxochiquetzalU. — ^V  Atl  óChal- 
chiiihcueye. — VI.  Piltzintecutli  y  Tezauhteotl. — VII.  Hueitlaloc 
y  Xopancallehueitlaloc. — VTIL  Ometochtli  con  Meichpochtli  y 
XocbimeipoclitH. — IX.  Quetzalcoatl  y  Quetzalmalin. — ^Xi  Mitlan- 
tecutli  y  Teotlamacazqui. — XL  Tonatiuli  con  Tlatocaocelotl  j 
Tlatocaxolotl. — ^XH,  Teonexquimilli,  Tlazolteotl  con  TlaltecutlL 
— ^XIIL  La<)  estrellas  Teoiztactlaclipanqui  y  Qnetzalhuexolo- 
OuaiihtlL — ^XIV.  Nahui  Ollin  Toüatiuh,  Chicaeí  Malinalli  y  Pilt- 
sinteculitli,  y  según  Castillo,  Piltzintecahtli  y  Quetzalcoatl. — XV. 
Teoyaotlatohua  Huítzilopocbtli,  con  Teoyaomiqui. — XVL  Oílin 
Tonatiub  Tlaloc,  con  Citlalinicue  ó  Citlalcueye — XVII.  Abuilteotl 
oon  Quetzal huexoloouaubtlL — ^XVIII.  Piltzintecuhtli  y  Tlazol* 
teotl. — ^XIX.  Tlatocaocelotl  y  Xo<^iquetzalli.-*~XX.  Tezauhteotl 
Huitzilopochtli  oon  el  signo  Teotecpatl.  (2)  No  nos  son  oonoei-' 
dos  todos  los  planetas  representadoe  por  estos  dioses;  sabemos 
que  Tezcatlipoca  es  la  luna,  Tooatiuh  el  sol,  Quetzalcoatl  el  pía* 
neta  Venus,  Citlalinicue  la  Vía  láctea,  Teoiztactlacbpanqui  la» 
oonstelaoion  del  eseorpion,  Qcelotl  la  Osa  Mayor. 
..  £1  resto  de  la  pintura,  por  líneas  borizontaleB  y  Tortioales,  esÜ' 
diTidido  en  62  partes»  igual  á  19x4  Xjae  cuatro  primeras  oási*' 
Has  verticales  y  las  nueve  inferiores  están  oeopadas  por  los  sig- 
nos que  ya  tenemos  explicados,  ootrespondientes  á  la  irecenai 
com^nzai^do  la  primera  por  Cipaotli,  y  las  restantes  en  el  orden 
que  les  tenemos  asignado.  Cada  signo  dominaba  ó  reÍAabá  sobre 
ej  día  que  ocupaba  ex^  el  periodo.  Su  influjo  era  admerso,  fausto 
ó  indi{¡erente,.segiip  su  propia  significación»  la  trecena  en  que  se 
le  consultaba,  el  número  de  ^den  de  que  iba  afecto,  la  reunkai 
6  enlace  con  loa  otros  signos. 

(1)  Owila,  laa  doB  piedrtik  p^.  88ie4, 

(2)  BofcoriBii  OatOdiBo,  pág.  66,  ta« artM yliiwiM^  am^        m  «a  óltámt$r^ 


19 

Ijos  trece  compartímieiitoB  inmediatos  están  oenpados  potlos 
nneTe  Dnéfiod,  Señores  6  Acompañados  de  la  noche,  los  cnálefl' 
ejerdian  inütijo  deoisivo  darante  la  noche,  si  bien  teniendo  en 
caenta  el  símbolo  diurno;  se  les  suponía  en  mayor  categoría  que 
á  áfitoa,  distiDgméndolos  con  diTÍsasque  expresaban  su  alta  dig- 
nidad. "HacíaA  los  indios  tanto  ^precio  da  los  nueve  acompa- 
"nados»  que  les  dajban,  por  autonon^asia,  el  título  de  QuecJtoUi, 
^nombre  de  un  pájaro  de  rica  j  hermosa  pluma,  que  era  entra 
''¿lloB  de  mucha  estimación,  y  tenían  dedicado  un  mes  enteró  i 
''gn  non^re;  era  símbolo  de  los  amantes,  y  lo  in vopaban  en '  los 
'^casamientos  con  epitalamios,  como  los  antiguos  romanos  á  Hi- 
•*meneo."(I) 

Iios  nueve  acompañados  son. — 1.  XiuhtecuUli  Tletly  compuesto 
de  tieüf  fuego;  xihtdil,  año  ó  yerba  y  tecuJiili,  señor:  el  fue^o  señor . 
del  año  ó  de  la  yerba. — 2.  Tecpadlf  pedernal. — 3.  Xpchitl,  flor. — 
4.  Cmteoil,  diosa  de  los  maizales.— ^5.  Jiñqúiztli^  muerte.— 6.  Atl^ " 
agua,  simbolizada  por  la  diosa  Chalchiuhcueye. — 7.  Tlazotteoíl, 
la  Venus  deshonesta. — 8.  Tepeyollo&iy  corazón  del  monte,  porque 
le  creían  habitador  del  centro  de  las  montañas. — 9.  Quiahuitl^ 
lluvia,  expresada  por  el  dios.Tlaloc. 

Así  los  encontramos  en  el  Tonalamatl  y  les  escribe  Gama;  Bo- 
turini  (2)  les  cambia,  sin  fundanlento,  en  esta  forma: — '1.  XiuTi" 
ieucyohtux.  Señor  del  año. — 2.  Itztetícyóhva,  Señor  del  fuego. — 
3.  PütztrUeucyohuaj  señor  de  los  niños. — á.  Cinteticyohua,  señor  del 
maíz. — 5.  Midardeucyoh'iia^  señor  del  infierno. — 6.  ChnlckihuiM^^ 
cueyohva^  señor  del  agua. — 7.  Tlazól/góhvxZy  señor  del  amor  des- 
honesto.— 8.  T^peyóloyohua,  señor  de  las  entrañas  de  los  montes. 
— 9.  ^íattíifetícyoÁMa,  señor  de  las  lluvias. — ^Xiuhteucyohua,  pri- 
mer símbolo  nocturno  se  compone  de  Xiuhteuctlí,  y  del  vocablo 
yohiut,  que  quiere  decir  noche,  derivado  de  tlayohua,  anochecer,  y 
quiere  decir,  "Noche  en  que  domina  el  Señor  del  Año.**  Véanse 
los  acompañados  en  la  lámina  16,  número  42  á  49,  y  lámina  17, 
n&nero  50. 

Ijos  acompañados  á^  la  noche  no  llevan  número  de  orden;  en 
la  secuela  que  les  hemos  asignado,  corren  por  petlodos  sucési- 
TOB  á  la  par  de  las  trecenas,  comenzando  por  que  en  principio  de 

(1)  Oasna,  primó»  paita,  pig.  "80. 
(8)  Idea  da  una  nuava  tdat,  ptfg.  58. 


•) 


20 

los  primeros  260  días,  ZioliteioahtU  Tletl  aoompana  á  Cipactli 
Para  duróos  cnenta.ezac^d^  la  dÍ8tribQCÍQD,,oonsideremos  la  si- 
guiente tabla^  d0  los  señores  de  la  noche, respecto  de  las  trecenas: 

•  ■  . 

.  123á567e910ni2. 13U  Ig  16  17  18  19  20. 

I......  1  6  9  4  8  3  7  2  6  15    9    á    8    3    7    2    6    15 

n 2  616  9483  7  2    ¡5    15948    3.  726 

m....  372616948  3    7    2    6    1    6    948    3    1 

TV. i..  4  8  3  7  2  6  15  9  4    83    7    2    6    1    5'  9    4    8 

V.....  5  9  4  8  3  72  6  1  5    9    4.  8    3T    26    159 

71....  6  1  5  9  4  8  3  7  2  6    15    9    4    8    3    7    2    6.1 

Vn...  7  2  6  1  5  9  4  8  3  726159483    7    2 

Yin..  8  á  7  2  6  1  5  9  4  8    3    7    2    6    16    9    4    8    3 

li....  9  4  8  3  7  2  6  16  9    4    8    3    7    2.6    1    5    9  ,4' 

X.. ...  1  5 .9  4  8  3  7  2  6  1  6  9  4  8  3  7  2  6  1  5 
XI....  2616  9  4  8372    61    6    9    4    8    3    7    2    6 

Xn...  3  7  2  6  1  6  9'4  8  3    726169483    7 

Xin..  4  8  3  7*2  61  6  9  48372615948 


Estos  acompañados,  que  en  el  calendario  civil  se  suceden  in- 
variablemente en  su  ord^n,. sucesivo»  en  el  Tonalamatl .están  4 
veces  cambiados  de  lugar^  porqu^  los  sacerdotes  así  lo  disponían 
piar^t  concertarles  con  ans  ritos  j  fiestas  movibles.    Bespecto  (io; . 
oacda . aoomp^adoy  unos  e;itran.9Ólo  una  vez  en  la  trecena,  los 
oJiTOii  dos  veces.    La  serie. que  forman  es  1,..5^  9,  4,  8,  3,  7,  2,  6, 
compuesta  de  nueve  termino^^  ,diQ  los  cuales  el  prinierp  es  la  uni- 
dad, j  lo«  siguientes  se  forman  pojr  la  adición  oonstante.  de  cua- 
tro unidades,  quiti^udo  nney^O,  puando  la  su^ta^  es  mayor»   ijna 
8<¿rie  completa  se  desai:ri9lla  en  9  .trepf^nas  6  sean,  117  dias.   Dos , 
series  completas  se  obtendrán  á  cabo  d^  la  décima  octava  treoe- . 
na,  ó  sean  otros.  117  dias.  ^^  las  dos  últimas  trecenas  los  acom-- 
panados  caben  dos  veces  exactas  y  ocho  fif^uras  más.    No.  hay 
completa  simetría. en  el  período  die  260,  y. la  simetría  es  . el  dis- 
tintivo de  estos  cálculos.   Primero  teníamos  §6lo  los  factores  20 
y,13;introducicl,o  el  nuevo  factor  9>  esto  quiere  decir  qiie  el  pe-, 
ríodo  completo  es  nueve  veces  260  6  2,340  dias.  La  demostración 
es  decisiva;  en  el  Tonalamatl,  el  último  acompañado  .Tepeyplojtli 
va  junto  con  Quiabuitl,  (lám.  17,  núm.  61)  dando  .á  enj^ender  que 


81 

en  el  Bigideif ée  periodo  "de  960,  ei  aoompafiado'  lie  Cipaetli  üo 
era  Xiierliteoabtli  Tletl  como  ni  prínéipio,  sino  el  indicikl^  Qiliá- 
hváÚ.  (í)  Todos  los  fiueVe  períodos  de  260  tenían  por  iníeial  ti 
signo  Cipaetli;  pero  0ns  ^acompañados  cambiarían  en  ésta  forma: 


( : 


1.  ZiulvIáosMi  Ttoa  4.  TlazoÜMtt  7.  Onitoól 

8.  Quiahiiitt  .  M.  AÜ  $.  Xoobltl 

8.  TepeyoUotU  6,  lifiqaútii  9.  T^cpaÜ 

Entonces  la  disbrU)Qc|on  de.todp^  los  signos  es  armónica.  El 
período  2,340  dias  resníta  jlgnaíinente  dé  dx  13x20,  ó  de. 20  pe- 
riodos completos  d^  117  dias*  Hasto  la  conclusión  de  este  pro- 
dncto/la  combinación  enteta  no  vólveiía  á  jler  idéntica* 

Todos  los  acompañados  se 'expr^si^n  eii  1^  pintara  por  caberas 
humanas/  con  los  a(ribiítos  j  arreos  especiales  de  cada  divini- 
dad, mas  cambian  de  poíitínao  los tcoloreó,  con  alguna  frecuencia 
Ips  atributos^  segtln  lo.  e:^ijé  el  slgni^c^p  o  inflaéncia  que.  seO(e8 
atribuía. 

Hemos  !estu(}iado 'el  orden  de  los  acqmpáñadds  sobre  las  tre- 
cenas, padei^oQ  á  'examinarle  respecto  de  los*  20  kignos.  La  tabla 
nos  dice,  que  los  acompañados  caben  dos  vécéd  'sobre  los  20  sig- 
nos, 7  doí^  dé  efld^  entran  tres  veces  en  el  período.  La  serie  tp^e 
forman  es  tambie!n  de  nueve  tenfiino&r,  1,  3,  6,  7,  9,  2,  4,  6^  8,,  és 
Aecir,  los  números  impares  y  en'ségtiidaiotí  pared:  la  serie  se 
repite  después  indefinidamente  jén  la  misí&a'fdriíja.  Tomada  la 
serie  en  xín  término  cualquiera,  I3e  lá  domiiietá  ttcilmente  hasta 
sus  nueve  términos.  Al  terminar  la  notena'  veintena  concluye 
el  período  de  loác  acompañados^  és  deóit,  á  Ids  180  dias;  los  SO 
restantes,  para.lok  260,  acal>abeñ  la  décima  téx^céra  veintena,  por 
el  signo  Tepeyolotli  como  ántes^  ém{>ezandb  la  siguiente  veinte- 
na ó  segundó  períoao  de  260  por  Quiahuitl;  Sb  tiene  una  nueta 
demostración  de  que  el  período  del  Tonalaioiatl  es  de  2,340  dias. 
La  armonía  d$  esté  período  mátimola  dicen  claramente  tos 'nú- 
meros. Es  el  producto  dé  las  cantidades  eiguieñtesr260xd;'lí:7 
X20;  180x13.  El  260  igual  á  13x20? el  IfiO^igiíal  á  20x9;  el  117 
iguala  9x13:  *    \ 

Las  trece  casas  siguientes  est£ú  ocupadas  por  otra  séiie  de 
acompañados,  los  cuales  servían  para  las  adivináéiones  y  pífo- 

(1)  Gama,  primera  porte,  pág.  33.  v^'- 


2i6$ticos.  Gama,  (1)  síb  ezpresarloe»  dice  qns  tombiw  eraii  nue- 
TB;pero  nosotros  sobre  la  pin tux»  hemos  creído  reoo&Qoer  }í^ 
S%9i^nte6>— 1*  Xinhteeuhtlí  171etL— 2.  AtL — 3.  Miqtdztli^ — i^[  To- 
natíah,  el  cual  oeapa  eonetaniemeate  la.oaarta  casa  de  la  (^eoe* 
na. — 5.  TlazolteoÜ. — 6.  Teotlamacazqui. — ^7.  Xóchil. — 8.  Tlaloo. 
— ^9.  BheoatLn-lO.  Centeoti*  Yau  colocados  sobre  las  láminas,  con 
frecnentee  irastomoa  en  su  ói^den  sucesivo. 

TABUk  GENERAL  DE  LOS  SEfiOBES  DE  Ul  NOCHE. 

I  n  III  lY  V  VI  vil  vin  ix  x  xi  m  <iii  xiv  xv  xvi  xwt  xviii 

1.  Cipactli ......  13679246dl  3 .5  7  92   4  6   Ú 

2.  Ehecatl 2  4  6  él  3  5  7  9  2  4-6  8  1  3   6  7    9 

3.  Callí ,,...3  5  7  924681  36  79246  8   1 

4.  Cuetzpallm..i'4  6  81  3  5  7  9  2  4  6  8  1  3'  6  7  9  2 
r.  Cobuatl...!..  5  t  9  2  4  6  8  1  3  6  7  9  2  4  6  8  13 
e:  Miqaiztli . .'. ,  6  8  i  3  67  9  2^  6  8  1.  3  6  7  9  2  4 
7.  Mazatl. ......  79246  81367924  68    136 

a  TochtlL 8136792463136  79   2  4   6 

9.  MI....' 9  2  4  6  8  1  3  6  7  9  2468  13  6   7 

10.  Itecuintli  1...  1  3  6  7  9  2  4  6  8  1  3  5  7  9  2   4   6   á 
IL  OzamatlL.,..  2468  1357  9  246, 8  13   6    79 

12.  Míalinftlll ....  35  7  92468  13579  24681 

13.  AcatK.....:.  4  6  8  13  5  7  9  2  4  6  8  13  6    7   9   2 

14  Óc^iotl 6792468135  792  46813 

16.  Cuaahtli  ».,,  6  8  1  3  5,  7  9  2  4  6  é  1  3  6  7   9  .2   4 

16.  Coacacuauhtli.  792  4  6  81367924  68135 

17.  Ollin. ,.  8  13579246  8  135  79   2   4« 

la  Tecpatl 9  24  6  81367924681    36    7 

19.  Quiahuitl . . . .  135  7  9  2468135792   4   68 

20.  Xochia 246813579246813   6    79 

Las  lütimas  trece  casasestin  llenas  por  diez  ^^^^  noctiirnaai 
llevando  en  el  pieo  abierto  una  divinidad:  no  atinamos  á  dar  el 
Áombre  de  estos  pá^aro^  agoreros. .  Beconóoenae  ademas  dos  íe- 
coLM^  tecolote,  buho,  con  el  pico  abierto  en  la  forma  de  un  rombo 
T  vacío;  representan  á  Cipaetonal  y  á  Oxomoco,  inventores  de 
esta  cueiQta,  4^  la  astrologia  y  senoreí^  de  ella.  Por  último^  en  el 

(1)  Gama,  loco  dt,  pág.  81. 


cuimiAoie  debajo  del  sol  se  non  una  marípoia  noctarná,  teniendo 
entre  lee  anteneeid  dsoa  Yohoalteaetli,  señor  de  la  neohe;nnmeá 
de  los  mmáaalsa  que  kan  menester  las  tíofieblas,  oomo  los  ladro^ 
ftes;  merecía  lef  ereetcia  especial  á  los  hechiceros,  y  los  astrólogos 
le  safionían  partiéiilar  inflaenoia^n  los  pronósticos:  reinaba  por 
la  noehe  ^n  eampafiía  de  loe  seiores  de  loe^ioi^y  dando  á  óstos  la 
]parta  q«e  éel  «domíaio  kt  tocaba,  por  cuya  raM&  le  pintaban  á 
wees  con  doatrostroe:  goeaba  fiesta  patticnlar  con  sacrificios  li 
noche  q«e  se  eontaba  el  signo  Nahni  Ollin,  y  todos  los  días  del 
aftov  al  anodbeoer,  le  invocaban  é  inoensaban  los  sacerdotes  del 
templo  del  sol. 

Este;  calendario  era  ritaal,  astrológico  j  adivinatorio.  Sólo  le 
entendían  los  sacerdotes  y  los  agoreros.  Los  tlamacazqni,  dee- 
poes  de  arreglar,  las  fiestas,  las.  aaimciaban  al  pneblo  para  sn 
caropIimieiitOy  al  principio  de  cada  trefcena,  á  semejanza  de  lo  qne 
los  sacerdotes  romi^K>e  practicaban  en  las  calendas.  Las  persoaaa 
dedicadas  á  su  estadio  j  práciioa  se  llamaban  ionalpouhquif  sor- 
tílego á  hombre  qtie  dide4a>liaena'fentqra#  El  modo  de  proceder 
-era  casi  idéntico  al  de  los  astrólogos  jndiciarios;  con  la  hora  dsl 
idia  del  nacimiento  de  vna  persona  acudían  al  libro  adivinatorio; 
y  conealtado  el  signo  reinante,  él  estado  que  gaardabaa  los  pla^ 
netae  y  sn  reciproco  imfinjo,  levantaban  la-fignra>  dedncían  el 
horóscopo,  prediciendo  las  virtudes  y  vicios  deHndividuo,  los 
sucesos  que  le  estabam  reservados  en  lo  futuro.  Daban  este  pro* 
BÓetioo  escrito  álos  padres  del  infante,  quienes  les  conservaban 
diligentemente,  y  después  le  entregaban  á  éste  para  qué  le  llevan 
Ja  siempre  consigo.  El  hado,  sin  embargo»  no  era  inAesible  oomo 
entre  loe  griegos,  para  quienes  un  heeho  debía  cumplirse  aunque 
ne  pusieran  loe  medios  de  evitarle;  la  mala  predicción  sólo  ser* 
^  á  los  móxioa  de  aviso  saltidalile^  siQkuestoi  que  el  sino  podía 
ser  contrarrestado,  pov  una  educación  acertada,  por  ofrendas  y 
sacrificios  i  los  dioses.  De  esta  mabera^  el  infeliz  nacido  en  con^ 
dicicfneai  aciiagas  no  debía  ser  de  ptecision  malo;  la  soledad  ne 
le  tenía  como  enemigo  indefectible, 'mir&odole  sólo  como  á  un 
enfermo  i  quien  se  debiera  atender  y  curar,  (brande  opinión  go« 
naban  entre  el  pueblO'los  tona¡f(^hqmj  (xa^o  que  se  les  tenía  eil 
concepto  de  saber  el  porvenir. 

Tras  la  ciencia  adivinatoria  venía  el  obligado  cortejo  ¡le  nigrp» 
mantee,  hechiceros,  brujos,  ¿c  Loa  heehieheros  indios,  de  todos 


9á 

dMptdcia^Qfl  j  ptmidgfBádcm,  9Ía  /abiríga  to  las  G«utti*6  euirb  las 
IfuaUifis,  míftu.aialikdóay  Qsooudidos  ea  oonátante  pngui  eoikU 
oomumdad;  ae  Yeiiga)>iui  dd.  aquel  daspegOi  l^aoMiidó  malaficioa 
aegun  m  particular  .éútQuo^ó  jsolioitfdoa  poír  paraooa  <  esfcraáa 
Qoatsa  eniemigo  pai:t¿o«l«u:..iSegaii.dl  vttlgo^  podían  tranaíoiapaaraé 
en  todo  géaarq  do  luúmalaa;  ooaoeiaii  ton  conjaroB.  j  fiakbraik 
tp^icaa.  HacíiA  nsk  eaoadtaimaatM  por  oaaároiiLo«kea«6gQÍi}a% 
Mi.qoe  Trinaran  ñigtxotí  iaCftOütoai  pw^euraudoá -todo  trance  .luseih 
tiirae  á  la  eaud^  quieu  debía  $»r  malaficiada  ElagcedÁdo»  |>ara 
Aefenderae»  ponía  oardcMi  en  puertaa  y  ventanas,  y  ai  era  aiUmoao 
daba  contra  el  hechicero,  le  arrancaba  los  cabelloa  dé  la  coróme 
Ua  de  la  cabaaa  y  le  d:ejaba  líbre,.paea  era  indeleiliábla  que  aon 
aquello  perecería:  para  esto  era  indispensable  qne  el  hechicero 
no  hubiera  tomado  algún  objeto  de  la  eaaai  pues  en  semejanto 
(Saso  $e  aaJlYaba  doila  muerte.  .. 

>  £1  sig^M)  inicial^  £heQatl  de  lad^aiaocta^a  txeoena,  el  Chi- 
enhnauhitaGuintli,.  el  Chiciihnauhialdiiialli  y  todaaJaaolu»as  o4r 
t^  de  los  bignoa»  eran.propiciaa :  piara  lo^rhechieei'os.  Algunoa 
Ae  éstoa,  jnejor  bandoleros,  llamados  temacpaJíMiqn^  tfptipmcQUOr 
huiique  ó  Mmistommey  robaban  .de  ujta  manena  quei  revela  jel  -gti^ 
fundo  terror  que  infundían,  ya  pqr  loa  exceaoa  que  perpetraban, 
ya  po)r  la  estúpida  snperaticipn  ¿  qud  el  pueblo  estaba  eiatr^ar 
d<t ,  Sei^njdoa iquinca  q  veinte»  fotmaban  la  imigen.de  Gecoatí  6 
Quetaalcoatltáttes:  ae  habían  pto:viato  del  brazo  izquierdo^  d^ 
oodo  ó  la  mano;  daiuna  jmuíec  muerta  enfel  primer  aliHubrantiienr 
koi  tomado  á  hurto:  cantanrto  y  bailando  isadirijíaná  la  casaj^ile 
iban  á  asaltar^  Uevanda  por  delante  uno  dé  ellos .  con  la  taaágQtt, 
oiro  eon  elb^asso  muerto  puesto  al-hombiro.  Ijlegados,  golpeaban 
0Dn  el  brsflo  mágico  el  anelo  del  patío  y  el  umbral  de  la  puerta  de 
entripe  bastabaaquallo^  para^qné  loa  halntanies  fingieran  dormir 
Tondandó,  ó  ae  quedaran  inmóvilea  ooaK>  aan^i^tecidost  LoaJadror 
n»a>Qtteendiaa  teas,  reunían  loa-  víveres  y  ae-  •  ponían .  á  -cíemerloe 
mk-ütp  despacio;  se  entregaban  á  exeeaoa  oon  las  mujeoes}  apana^ 
ban  los  objetos  de  sa gusto,. hacíanlos  lios,  y  sedaban  á  huir.  Solo 
antonces< sabían  despertarlos  durmientes,  á  llorar  y  dar  vocea. 
OestumJhrei  extraña,  que juáa  parece  conaeintida  .qué  impuesta.  (1) 

r 

(1)  Bespeotp  del  arte  adivinatorio  y  de  este  caíendai^o,  Táase  pnnóipiúmente  Sá- 
Itágtin,  libilV,  toto.  t,  {Míg.  282  hasta  el  Ihi.  'tVjYqüemaáa,  Ub.  %  tspl  XXX'VII. 


36 


-  Entre  los  indígenas  7  dsses  mrfaó»  edncadas  de  los  campos, 
consérranse  alganas  de  estas  ideas  absurdas,  de  origen  azteca  6 
•de  fnente  española.  El  nahual  es  un  indio  viejo,  de  ojos  enoendi- 
dos;  sabe  transformarse  en  perro  lanudo^  negro  j  feo.  La  bruja 
convertida  en  una  bola  de  fuego,  vuela  durante  la  noche,  y  pe- 
netra en  las  casas  á  ckupar  la  sangre  de  los  niños  pequenitos. 
lios  bechicefos,  forman  figuras  de  trapo  ó  barro,  les  ponen  una  ' 
púa  de  maguey  y  las  colocan  en  lugares  ocultos  ó  en  las  grutas 
de  los  montes;  de  seguito,  que  la  peraoiv  contra  quien  el  conjuro 
se  prepara,  sufrirá  dolores  agudos  en  el  lugar  señalado  por  la 
espina.  Todavía  algunos  curanderos,  como  en  los  tiempos  de  los 
dioses,  tratan  al  enfermo  haciendo  contorsiones  extrañas,  invo* 
can  á  los  espíritus,  poronuncian  conjuros  mágicos,  soplan  sobre 
el  cuerpo,  chupan  la  parte  dolorida  y  de  ella  hacen  que  sacan 
espinas,  gusanos  ó  piedrecillas.  Los  que  dan  bebedizos  enferman 
é  quien  quieren,  y  si  otros  los  curan,  los  pacientes  arrojan  obje- 
tos particulares,  marañas  de  eabelkw,  trozos  de  trenzas  de  mujer 
j  muñecos  de  trapo.  Las  que  hacen  mal  de  ojo,  con  solo  la  vis- 
ta causan  males  á  los  niños,  quítanles  hermosura,  salud  y  los 
hacen  morir.  Si  de  todo  ello  se  separa  lo  que  pica  en  sobrena- 
tural, por  ser  conocidamente  falso  y  risible,  queda  en  el  fondo 
Alguna  cosa  que  debía  ser  estudiada  con  atención.  Conservanse 
«ntre  herbolarios  y  curanderos  noticias  de  las  virtudes  de  las 
yerbas  observadas  por  las  antiguas  tribus,  y  saben  de  ciertos 
venenos  vegetales,  capaces  de  producir  fenómenos  no  bien  estu- 
diados por  la  ciencia  médica;  yerbas  y  tosigps  se  dan  á  b/eber  di- 
simuladamente, producen  trastornos  con  cuya  causa  no  se  atina, 
síntomas  fuera  de  las  clá^fLcaciones  admitidas,  y  éstos  para  el 
vulgo  casos  de  maleficio,  en  verdad  lo  son  dé  emponzoñamiento. 
Tornemos  al  Tonalamati.  Para  darnos  cuenta  de  ^^l  formación, 
sigamos  el  desarrollo  del  primer  período  de  260  dia&  Tendremos: 


PBQfSIbi  TBBCCSrA* 


1.  CipactU,  XiahtoecüiÜi  TletL 

2.  Bbeofta,  TeopstL 

3.  CaUi,  XMbiO. 

5.  Cohuatl.  Mk|aÍBtti. 

6.  MiquiztH,  A.^.   ;. 

7.  láAKail,  TUuEolteotL 


8.  Tochttt,  Tepeyolotti. 

9.  AÜ,  Qujahutt. 

10.  Itzcniíilli,;  XIbíL 

11.  Ozomatli,  Tecpfttt.    . 

12.  MalttuBi,  XoolütL 

13.  Aoati,  OeatootL 


BEOrablá.  TBaCSBNA. 


-1/ 


1.  OoeloU,  Híqttiztli,  . 

i.  CoAahtli,  Atl. 

8.  CozoacoáubÜl,  nazolteotL 

4.  OlMn,  TépeyoléUi     > 

& -^Teopat^  Qnílihmti   . 

6.  QoiahuiU,  TietU 

7.  Xóchitl,  TeopatL 


6.  CipMU,  XoohitL 
9.  Ehecatl,  CeateotL 

10.  Calli,  MiquizUL 

11.  CttetspaUiíi,  AtL 
13.  CtJáaaU,  TbHBok^oll 
13.  M^nisOi,  TepvoloUx. 


CTBGBftá.  TBCBOBNA. 


1.  Mázatl,  QoiaboitL 

2.  TocEtli,  Heü. 

3.  Atl,  Tdcpatf. 

4.  lUsoniBtli,  Xoehid. 

5.  Of^matti,  Oent0o41. 

6.  Kalizuült,  MiqoktU. 

7.  Aoatl,  AtL 


8.  Ooalotl,  TlAzoUootL 

9.  GuanhÜi  Tepeyolotli. 

10.  OózoacuaohtlS,  QttiahtiitL 

11.  Onin,  TML 

12.  TeopOl,  Teeptti.. 
18.  Qulalmiü,  XodbiÜ. 


CüáXtk  TBXCKNA* 


1.  Xóchitl,  CenteoÜ. 

2.  Cipactliy  MiquizÜi. 
Sé  ShtcaÜ,  Xa 

4.  CíOU,  TlamlteotL 

5.  CuAtJspalliii,  XepejEolotli.. 

6.  Oohiiatl,  QuiahnitL 

7.  Miquiítli,  Tlell. 


8.  liftzaü,  TecpatL 

9.  Tochtli,  Xóchitl. 

10.  Atl,  Cenieotl. 

11.  Itcouintii,  Jüquiítii. 

12.  OzoiüaÜi,  AÜ. 

18.  HalinaUi,  TlazoUeoti. 


QVIHtA  SBSOBMA. 


1.  Aoatl,  Tepeyolotli. 

2.  OceloÜ,  QuiahQiU. 
8.  Cuaahtli,  Tleil. 

4.  OozcaooAuhtU.  TéopftiL 

5.  OlUn^Xc^yO. 

6.  TecpaÜl  CenteotL 

7.  Qmaliuití,  Miqtii;^. 


8.  Xóchitl,  AtL 

9.  Cipactli,  TlazolteotL 

10.  BheoAtl,  Tspeyolotli. 

11.  QaQí,  Qtti«hiütl« 
12w  CuetjspiOUxv  TlQtL 
18.  Coboatl,  Tecpatl. 


€SXTA  TKJMtStÁ» 


1.  Miqaistü/ XDohUL 

2.  Mozatl,  OenteotL 

3.  ToohtU,.UiqaistU. 

4.  Atl,  AÜ. 

5.  Itzcuintli»  TkzoiteetL 

6.  Oxonutli,  TepejóhXli. 

7.  MalinaUi,  QuahaitL 


S.  Aoatl,  TIdtL 

9.  Ocelotl,  TecpatL* 

10.  Coaahtli,  Xóchitl 

11.  Coácaoaatihtli,  Otnteotl. 

12.  OUin/HiqUBtU. 
18.  Tecpatl,  AtL 


V 


^ftrpCA  aSECBKA 


1«  QdMiiiHI,  TIuiUmU. 
2.  Xqc^U,.  TeíffjóUtíJá. 
8.  Cipactlíf  Q¡i;yiabiritL 

4.  Ehecatlj  Tlf^ 

5.  CáOi,  Teq^ma., 

6.  Cm^p^Uíiii  XochitL 

7.  Cohoaü,  CenteotL 


8.  MiaiiisUL  HíoviaUL 

9.  Mazad,  AU.  .    r 

10.  Tochüi,  Ttofolí«otJ..   ; :  . 

11.  Atl,  TepejroioOt-    .  ■"■'    » 
13.  ItzcuiaU»,;<í«iah]iitL. 
18.  Ozomadi,.ll9t)k  :     , . 


OCTAVA  TB3M9U* 


1.  HaUnalU,  TeopaO. 

2.  Acatl,  XoolutL 

8.  Ooeiotl,  Canteoú. 

4.  Coanhüi^  Miqmzdí. 

5.  Cozcaeoaahdi.  AtL 

6.  Olliii,  TUsoUeqOi 

7.  Tecpatly  Tepeyoloüi. 


8.  QniahiiiA  Qoiahiiill,. 

9.  XoclMÜ»  TWtL 

10.  Cipacüi,  Teep^V 

11.  EheMÚ,Xo0faítLt. 

12.  Cd)i,  Centeotl. 

13.  Cuem«lUii|.JÍiqf9MÍ; 


fiOTBNA  TUBGEHA. 


1.  Cohuatl,  AtL  . 

2.  Mi<|ai^U,  TlnKoltootL 
8.  l^sad,  Tüpayoloüi. 

4.  ToohtlS»  <íanliiatL 

5.  Atl,  Tletl. 

6.  Itzcain^,  Taep^ 

7.  Ozomatli,  Xocbid. 


8.  MilíliaUi,  OemeotL 

9.  AcaÜ,  Mi^^ÜS. 

10.  Ocelod,  Ad. 

11.  Caaahdi,  Tlaaotteod. 

12.  Cozcacoanbtli^  Tép^rolodL 

13.  OUin,  Qsiabttid. 


BftCXMUL  TBBGXK A. 


1.  Teqpad^TIéU. 

2.  Qmahaid,  TecpirtL 
a  Xoohid,  Xoobid. 
4.  Cipactli.CMiteod. 
6.  EhecaÜ,  Ifiqvizaib 

6.  CaUi,  Atl. 

7.  Cuetzpallin,  Tlazokaotl. 


8.  Cohuatl,  Tepeyólotü. 

9.  MkpáitSá,  Qviahidd, 

10.  Mazad,  Tletl 

11.  Tochdi,  TMpaú. 

12.  Ad,  Xoolófl. 

13.  lUBOtiindii.  Centeofl. 


UKSÉOQQCA  ISEOBKA. 


1«  Qzomatli,  MiqíiíztlL 
2.  Kalinalli»  Ati 
8.  Aea^  TlaaolefK>ti 

4.  Ooaloa»  Tepeyolodi. 

5.  Caaohdc,  QniahmtL 

6.  Oozoaenaiilidi,  Tlotl» 

7.  OUin,  Tacpad. 


8.  Te^padi  Xo^iú. 

9.  Qmahlitd,  Oanieod» 

10.  Xochiii  Miqoizdi. 

11.  Cipaotli,  AtL 

12.  Eh6oad#  TlaaolteoO. 

13.  OaDi,  T4|p«f  olodL 


de 


BÜÓDÍOIHA  TIEtEOEHA. 


1.  Cnetep*11iii,  QoüOraia 

2.  Cohoatl,  Tleil. 

8.  Mlqu- ztli,  T6ct>ftti. 

4.  ICAsatl.Xooliití.. 

5.  To  Mtli.  Cttítaótt. 
e.  Atl,  Ifiiq^itíL 

7«  ItioaÍA¿ii|  AÜ 


8.  OzóttstU,  TlssoHeotl; 

9.  Malinalfi,  IlijWTMotil 

10.  Acaü,  QtúabultL.' 

11.  OoeloÜ,  lletL 

12.  Cuanhtli,  ^eéptiiL 

18.  CofldftealRilitiü,  XóehKl. 


DÉOnfATBRCERA    TRECENA. 


1.  OUin,  CoQteotiL 

2.  Tecpat\  Ifiqíüaffi. 
8.  Qniahv  t ,  AtL 

4.  Xoobit    Tlasolfcdotl. 

5.  Cipaotíi,T«peyolotli. 

6.  Ehaoatl,  Quahiiitt. 

7.  CaUi-Tleti. 


8.  CnetzpálUn,  Tcepáik 

9.  Cohnatl,  Xoeliill 

10.  Miqnizili,  CenteóÜ. 

11.  Mazatt,  Kiqtiiztü 

12.  Tochtli,  AtY. 

18.  Atl,  TbjBolieotl  • 


BÉOÍlCACnjARTA  TBEÓENA. 


1.  Itzcaintli/ Tepeyolcítit 

2.  Ozomatli.  Qoiahaitt. 
8.  MaünaUi  Tleti. 

4.  Acatl,  Teopaftl. 

5.  Oeaioü,  XoehifcL 

6.  OaanhÜi/OentoOlL 

7.  Ck>zcacTiauhtli,  MiquizÜi. 


8.  OUin.Atl. 

9.  Teopatl,  TlazolteoilL 

10.  Qnahuiá,  Tfi^piJyoldai. 

11.  Xochiii;  QuiabmO. 

12.  OipactU,  TleU. 
18.  Eheoaü,  TeopatL 


DÍOnCAQin»TA  TBBOENA 


1.  CaBi,  XoohUl. 

2.  CaaispalUa,  Genteotí. 
8.  Cohuatl,  Miqniztli 

4.  Miquizlli,  AÜ. 

5.  Mazatl,  Tlaeott^oAl..  .j 

6.  Toch^  TepeyolotU» 

7.  AÜ,  QuiahuiÜ. 


8.  Itzouintli,  TíéÚ^ 

9.  OzomáÜi,  T«cpatL 

10.  MalinalU,  XocbitL 

11.  AcaO,  CenteoÜ..  ! 

12.  Ooeloil,  MiqnizOi 
18.  CoanhÜi,  Atil     ' 


dAoMASEXTA  nÍBCTNA. 


1«  Cozcacuanüi,  TlaaolteotiL 
2.  OUin,  TaprfolotU. 
8.  TecpaÜ,  Qoiálniitt. 

4.  Qaiahtdll,  tlaÚ. 

5.  Xookítl,  TaepatL 

6.  CipaoOi,  Xooliia 

7.  EhecaÜ,  Canteott. 


8.  CáUi,  Miquizüi. 

9.  CaetzpaUin,  AÜ.  ^ 

10.  Cohaatl,  Tlasoltéotl. 

11.  Miqútetli,  TepejtííiMÍ 

12.  MazaÜ,  QüiahtiHL 
18.  Tooiftfi^  TleÜ. 


a» 


DÍCaUSÍSJMA   TB9GEILL 


1.  Atí,  Tecpatl 

9.  ItxciiÍBtIi,:XoehitL 

a.  OmumÚí,  Ce&tootL 

4.  MaUkiAni,  MiqoiitlL 

5.  AoaÜ,  Atl. 

6.  Ocelotl,  Tlázolteotl, 
T.  Cnauhtíi,  TcpeyolotU. 


81  Cozeacnatibtii,  Quiahititl. 
9.  Omii,Tleil. 

10.  TMpail»  TaqpaU, 

11.  Qm«hiútl,XoehiftL 

12.  Xóchitl,  Centeoa 

13.  Cipactliy  Miquiztli. 


BécnaOCTAYA  XBECENA. 


1. 

ShecaÜ,  AtL 

8. 

Atl,  Centébtl. 

s. 

CaSi,  TlazolteotL 

9. 

Itzcnintli,  Idiqmztli. 

& 

CoetiiMilUn,  Tepeyolotti. 

10. 

OzenmtU,  AtL 

4. 

Cohnatl,  QuiaboitiL 

11. 

MaUnalli,  TlazolteotL 

5. 

Miquijitü,  TleÜ. 

12. 

Acatl,  Tepeyolotli. 

6. 

MazAtl,  Tecpatl. 

13. 

OceloÜ^  Quiahuitl. 

7.  TochtK,  XochitL 


DÉCIHANOTEHA  TBECENA. 


1.  Cuautli,  Tlell. 

Sl  Gozcacaanhtiliy  Tdcpafl. 

8.  OUin^Xodáa 

4.  Tecpatl,  Cenieotl. 

5.  Quiahuitl^  Miquiztli, 

6.  Xóchitl,  AtL 

7.  Cipactli,  Hazolteótl. 


8.  Ehecatl,  TepeyolotlL 
R.'CalU,  Qniahaití. 

10.  Cnetepallin,  Tl«li,. 

11.  .Cohua'L  Tecpatl. 

12.  Miquiztli,  XochitL 

13.  Mazatl^  CenteotL 


YIGÉaiKA  TBEGENA. 


1.  Tochtli,  Míquiztlí. 

8.  Atl,  AÜ, 

S.  ItiaDoinÚi,  TlazoIteoU.  . 

4.  Ozomatli,  .Tepeyolotli. 

5.  MaUnalli,  QuiahuitL      • 

6.  Acatl,  TletL 

7.  Oodbil,  Teepail. 


8.  Cuauhfli,  XochitL 

9.  CosoaoaaohÜi, -Caniéotl. 
10.  OUia«  MiquiztU,   . 

.11.  Tecpatl,  AtL 

12.  Quiahuiil,  Tlazolte'ofl, 

13.  XbchitL  Tepeyolotli. 


!EiL  el  calendaría  lanar  prímitiyoy  dos  trecenas  se  dieron  poi?. 
yalor  dO:  una  revolución  sideral;  pequeña  esta  cantidad  para  su.. 
obj^to^  j  mucho  más  respecto  de  la  revolución  sinódica,  parece 
que  se  intentó  como  corrección  dar  cinco  trecenas  Ó  65  diasádoa 
lunaciones,  cantidad  que  vino  á  separarse  mucho  del  primer  in- 
tento^  y  á  ser  mayor  de  lo  que  se  buscaba.  En  el  Tonalamatl,. 
que  conservaba  supersticiosamente  los  antigu9s.nnaiBros  misti-;^ 


eos,  se  introdujo  el  naéVo  térmmo  nueTé,  <)0n  el  caal  el  cálenlo 
Be  aproximaba  á  la  yerdad.  En  efecto,  no  se  operaba  sobre  el 
período  260,  sino  fiíobre  niieye  veces  su  valor  ó  sean  fiJiiO  días. 
La  combinación  numérica  trago  de  precisión  los  perSodosde nue- 
ve trecenas  ó  117  días,  los  cuáles  sólo  difieren  uá  dia  é^  euátro 
lunaciones  calculadas  á  29,''£i  dias  cada  una  ó  s.eai)[  118.  ¿Sería 
que  aquellos  astrónomos  calculaban  la  revolución  sinódica  de  la 
luna  en  29/25,  ó  que  se  vieron  urgidos  á  aceptar  los  resultados 
de  la  combinación  de  sus  números  sagrados?  Esto  segundo  nos 
parece  más  seguro,  quedando  obligados  á  aplicar  ciertas  correc- 
ciones. 

Los  métodos  qtie  nos  ^^curren  para  salir  á  la  exactitud  del 
cálculo,  son  éstos:  1/  Tomando  29  veces  y  media  el  período  117 
resultan  3,451,5  dias,  los  cuales  son  iguales  á  117  lunaciones. 
.2.*  Multiplicando  entre  sí  las  cantidades  117  por  118,61  produc- 
to 13,806  es  igual  á  468  lunaciones  ó  sea  117x4:  la  cuarta  parte 
de  13,806,  es  decir,  3,461,5.  igual  á  117  lunaciones.  3.'  Y  que  va 
más  conforme  con  sus  números.  El  producto  2,340  de  los  factores 
13x20  igual  con  260,  multiplicado  por  nueve,  es  igual  á  117x20; 
y  como  cada  período  de  117  dias  quiere  representar  cuatro  luna- 
ciones, todo  el  producto  querrá  equivaler  á  ochenta  lunaciones. 
Si  al  fin  del  período  del  Tonalamatl  2,340  Se  intercalan  20  dias, 
cantidad  igual  á  la  de  sus  símbolos  diurnos,  resultan  2,360,  igual 
á  80  lunaciones:  80  igual  con  20x4  en  consonancia  con  sus  fac- 
tores constantes.  Lo  probable  nos  parece,  que  los  períodos  luna- 
res estaban  arreglados  por  el  valor  de  80  lunaciopes. 

El  Tonalamatl  no  sólo  era  cuenta  de  la  luna,  sino  también  del 
planeta  Yénus«  Tomamos  la  autoridad  del  P.  Motolinia,  (1)  co- 
piándola al  pié  de  la  letra,  para  no  desfigurarla  en  un  extracto. 
"Esta  tabla  que  aquí  se  pone  se  puede  llamar  calendario  de  los 
indios  de  la  Nueva  España,  el  cual  contaban  por  una  estrella  que 
en  el  otoño  comienza  á  aparecer  á  las  tardes  al  occidente,  con 
muy  clara  y  resplandeciente  luz,  puesto  que  el  que  tiene  bueiía 
vista  y  la  sabe  buscar,  la  verá  de  medio  dia  adelante;  llámase  es- 
ta estrella  Lucifer ,  y  por  otro  nombre  sé  dice  Sper,  y  deste  notti- 

CO  Hist  de  Io8  Indios  de  Kaera  España:  predoso  códice  MS.  en  poder  del  Sr.  V, 
Joaquín  García  Icazbalceta;  mucho  más  copiosa  qué  él  que  \ió  la  lu2  piíblioa  por  los 
ooidados  del  mismo  Sr.  Gaiefa. 


SI 

bre  y  esfarella  nnestra  SpuJíaen  ti^  tiempo  tre  U&inó  Speria.  Cómo 
ei  sol  ya  abajando  y  haciendo  los  diás  mam  peqnenoB  parece  qne 
elb  TaambiendO)  á  esta  eansa  «ada  dia  ya  apáteeiendo  tm  poeo 
más  alta,  hasta  tanto  que  la  torna  el  éól  4,  la  alcanzar,  j  paear  en 
el  yeraao  y  estío  y  se  viene  á  poner  oon  el  sol»  en  •  cuya  claridad 
se  deja  de  ver,  y  este  tíempo  y  dias  qae  apar«oe  y  sale  la  primera  - 
T€z,  y  subo  en  alto,  y  se  toma  á  perder  y  encubrir,  énesta  tierra 
son  doscientos  y  sesenta  dias,  loe  cuales  están  figurados  y  asen- 
tados en' calendario  á  tabla,  y  para  que  mejor  se  entienda  pusi- 
mos esta  figura  ó  tabla,  en  qudí  hay  doecieütas  y  sesenta  casas, ' 
contadas  de  trece  en  trece  y  en  veinte  líneas  que  son  veinte  tre- 
ce, como  si  en  una  plana  escribiésemos  veinte  renglones  de  trece 
letras,  serían  doscientas  y  sesenta  letras;  bien  ansí  van  estas 
casas  puestas  y  asentados  los  diaé  en  ellas,  por  orden,  comen- 
xando  el  primero  que  es  Cipactli  y  dice  ce  cipacíM^  un  espadarte; ' 
dos  viento%,  orne  éhecúü  y  ansí  va  discurriendo  hasta  acabar  la ' 
primera  línea  en  qne  está  trece  casas;  luego  en  la  segunda  línea 
se  asienta,  en  catorce  no  dicen  el  nombre  propio,  y  ansí  va  pro- 
cediendo y  llegando  al  veinteno  y  -áltimo  dia  que  es  xnchitl,jio 
se  dice  veinte  rosas  cempual  xuókifl  sino  siete  rosas,  chicóme  xu- 
dUtfy  porque  es  setena  casa  en  la  segunda  linea  trecenaria  por  ^ 
diyo  respetp  se  dice  siete  flores,  y  no  por  respeto  del  numero 
veintenario  de  los  nombres  propios  de  los  dias,  como  algo  está 
dicho;  yes  de  saber  que  aquestos  doscientos  y  sesenta  dias  están 
tasados  ansí  en  este  número,  porque  tantos  son  los  signos  ó  ha- 
doSy  disposición  de  los  planetas  en  que  nacían  los  cuerpos  hu- 
manos, según  los  filósofos  6  astrólogos  de  Anahuac,  y  no  és  nueva 
opinión  entre  estos  de  Anahuac,  pues  silbemos  que  en  muchas 
naciones  hay  filósofos  6  sus  escritos  que  la  tienen^ . . . « 

'H3umplidos  estos  doscientos  y  sesenta  diás  y  los  signos  y  pía-' 
netas  de  ellos,  hemos  de  comentsdr  á  contar  del  principio  que  es'^ 
Cipsietli,  é  ir  discurriendo  de  la  misma  manera  hasta  el  fin,  y  an-  * 
ai  aoabada  la  tabla  como  está  dicho,  no  hemos  por  respeto  de 
esta  cuenta  de  mirar  en  quá  meií  se  acaba  y  cumple,  é  para  sa- 
ber el  oómputo  del  ano  y  curso  del  sol,  que  no  es  su  cuenta,  ni 
por  su  respeto  se  nombra  y  son  los  signoSi  sino  por  contempla- 
ron de  la  estrella,  ni  nos  admiremos.  -A  esta  cuenta  la  llaman 
TimalpókuaUi^  que  quiere  decir,  ouenla  dei  soly  porque  la  inter- 
pretación é  inteligencia  de  «ate  vocaUe  ea  largo  modo  quiexe 


32. 

decir,  cueota  de  planetas  ó  criaturas  del  cielo  qae  atimbran  y' 
dan  lass^  y  no  se  entiende  de  sólo  él  planeta  llamado  sol,  qué 
cuando  bace  luna  decimos  frte^^iona,  esto  es»  qae  da  las  y  alambra 
la  luna;  de  la  estrella  también  dicen  dUaUcmaf  la  estrella  da  cla- 
ridad, empero  porqne  da  Inz  y  alambra,  es  más  propio  del  sol  qae 
de  los  otros  planetas,  caando  lo  bay  dicen  absolutamente  tena. 
^'Después  del  sol  á  esta  estrella  adoraban  é  bacían  más  sacri* 
ficios,  qoA  á  otra  criatura  ningnna  celestial  ni  terrenal.  Después 
que  se  perdía  en  occidente,  los  astrólogos  sabían  él  dia  que  pri- 
mero babía  de  volver  á  aparecer  el  oriental,  (1)  y  para  aquel 
primer  dia  aparejaban  guerra,  fiesta  y  sacrifiicsiosi  y  el  señor  da* 
ba  un  indio  que  sacrificaban  luego  por  la  mañana,  como  salía  y. 
aparecía  la  es^trelia»  y  también  bacían  otras  -muchas  ceremonias, 
y  sacrificios,  y  desde  allí  adelante,  cada  dia  en  saliendo,  le  ofre*»- 
cían  incienso  los  ministros  de  los  ídolos,  y  estaban  levantados: 
esperando  cuando  saldría  para  le  bacer  reverencia  y  sacrificio  dé 
sangre,  é  otros  mucbos  indios  por  su  devoción  hacíanlo  mismo. . 
El  más  general  sacrificio  de  todos  era  cuando,  babía  eclipsé  de 
soV.ca  entonces  con  gran  temor  todos,  botnbres  y  mujeres,  chi- 
cos y  grandes  y .  se  sacrificaban  de  las  orejas  ó  de  los  braeos,  y 
echaban  la  sangre  con  los  dedos  hacia  el  sol.   Tomando  á  nues- 
tra estrella,  en  esta  tíerrai  tarda  y  se  ve  salir  en  el  oriente  otros  > 
tantos  dias  como  en  el  occidente,  conviene  á  saber,  otros  doscien- 
tos y  sesenta  dias,  otroS;  dicen  que  trece  dias  más,  que  es  una  se- 
mana, que  son  .por  todos  doscientos  y  sesenta  y  tres  dias.  -  Tam- ' 
bien  taníaU'  (2)  con  todos  los  dias  que  no  parecía,  oomo  buenos 
astrólogos,  y  esto  todo  teníanlo  en  mucho  los  señores  y  la  otra: 
ge^^.  La  causa  y  ra2^n  porque  contaban  los  dias  por  esta  estre-  • 
lia  que  se  hacia  reverencia  y  sacrificio,  era  porque  estos  natura- 
les engañados  pensabais  ó  creían^  que  Uno  de  los  principales  de 
sos  dioses  illamado  TopU<¿n»  y  ^or  otro  nombre  Quetzalcoatl^ 
cuando  murió  y  deste  mmido  partió,  se  tomó  en  aquella  resplan- 
d^iente  estrella." 

_  Hasta  aquí  el  P«  MotoUnia,  cuyas  noticias  so^n  inápreeiables,  ^> 
siapuesto  que  qqs  conservan  él' sentir  de  los  astrónomos  metical; 
jxQfi.  No  puede  x^aber  duda,  jenoerrábaMC  en  el  Tonalamaél  los  • 

(1)  Xfeb0  dfdr,  «1  piaoate  (ftMmta];  d,  si  lado  oriMitaL 
<^)  Fiata  a^'la  fidjd)ril<eiioiito);  tí  ote  eqvi^^ 


33 

« 

oilcalos  combinados  de  los  moTÍmientos  de  la  lana  y  del  planeta 
Yénns.  Obligados  los  calculadores  méxica  por  los  números  de  sa 
aritmética,  retenidos,  en  sus  períodos  cabalísticos,  no  hacían  otra 
cosa  que  combinar  los  mismos  términos,  para  salir'  en  períodos 
más  ó  menos  largos  á  resultados  precisos.  Segnn  los  datos  pun* 
tualizados  por  el  docto  franciscano,  fijaban  las  diversas  aparicio- 
nes de  Yénus  en  633  dias,  es  decir,  en  dos  períodos  de  260  más 
trece  dias,  ó  sean  41  períodos  trecenales.  El  término  medio  de 
dos  conjunciones  de  Yénus  está  colocado  en  584  dias;  aquel  nú- 
mero pecaba  por  demasiado  corto.  Pero  ocurre  esta  observación; 
los  nueve  períodos  del  Tonalamatl  arrojan  la  cifra  2,340;  cuatro 
períodos  medios  de  584  son  iguales  á  2,336;  á  cabo  de  ese  tiempo 
sólo  resultaban  para  los  méxica  cuatro  dias  por  más  de  diferen- 
cia. Ellos  que  conocían  las  variaciones  del  período,  que  obser- 
vaban el  planeta  j  sabían  predecir  su  aparecimiento  como  estrella 
matutina  6  vespertina,  debían  llevar  sus  tablas  y  saber  hacer  las 
correcciones  convenientes  en  su  Tonalamatl.  Este  cálculo,  al  pa-« 
recer  inaólito,  revela  profundas  nociones  astronómicas. 


CAPITULO  ni. 

GALENDABIO  SOLAR. 

El  áia,'^Hora».'-Lo$  mé$e9,-' NemonUmL--'El  año,-~Perio<h»  treewialet.'^Lai  »e- 
ñoreé  6  aaompatíadoé  de  ¡a  noche.^Ciolas  menores  y  ma^cr, — ItiimtaXMsUm,, — 06- 
wnacUmM, — Gorreepondenda  entre  ¡os  añae—DUcusian. — Orden  de  loe  meeee, — 
Ckmoordanda  entre  ¡o»  ame aeUeay  juliano. — Intereaiaeion, — El  súUmade  Oama. 
— Dieeusion, — Fwma  einguiar  del  calendario  de  Gama» — Interealaeion, — Fieeta 
eiolica'  ^Principio  del  dia, — Conóordaneia.  ^Nuestro  eietema, 

CONTÁBASE  el  dia  civil  mexicano,  de  an  orto  del  sol  al  orta 
sigaiente;  práctica  común  á  los  persas,  judíos,  romanos,  mu- 
chos pueblos  de  Oriente  y  conocido  en  el  antiguo  estilo  babiló- 
nico. Ese  espacio  de  tiempo  se  distinguía  en  dia  propiamente 
dicho,  llamado  Tonatiuh^  sol;  tonalli^  calor  del  sol,  y  era  el  inter- 
valo en  que  estaba  el  sol  sobre  el  l^orizonte:  había  las  voces  Üa- 
coüij  dia,  cemihuiÜ^  espacio  de  un  dia,  poco  usadas  en  las  anota- 
ciones cronológicas.  Al  tiempo  que  el  luminar  permanecía  de- 
bajo del  horizonte,  se  decía  yocdli  ó  yohtiaJli,  noche.  Llamábase 
al.  orto  del  sol  Iquiza  Tonatiuh;  al  medio  dia  NepanÜa  Tonatiuh; 
al  ocaso  Onaqui  Tonatiuh;  á  la  media  noche  YohuálnqparUla.  Re- 
sultaban cuatro  grandes  divisiones  en  los  dias  iguales  á  las  no- 
ches, de  seis  horas  cada  una;  cada  una  de  ellas  se  subdividía  en 
do3  partes  iguales,  correspondientes  á  las  nueve  de  la  mañana, 
tres  de  la  tarde,  nueve  de  la  noche,  tres  de  la  madrugada:  en  to- 


r 


35 

do  ocho  diyisioii69.  Como  durante  el  afio.mada  el  Talor  del  día 
y  de  la  noche»  se  infiere  que  aquellas  divisiones  no  siempre  po- 
dían ser  iguales,  y  que  las  horas  á  que  aludimos  eran  horas  des- 
iguales, ^^oramos  si  usaban  de  aparato  para  sustituir  el  relox 
ó  la  clepsidra;  durante  la  luz  marcaban  el  tiempo  por  el  sol,  se- 
ñalando el  lugar  del  cielo  en  que  el  astro  se  encontraba  y  dicien- 
do iz  teoU,  aquí  el  dios;  por  la  noche  calculaban  y  se  regían  por 
las  estrellas.  (1) 

Veinte  diaa  civiles  componían  un  mes»  nombrado  metzüij  luna; 
tal  vez  porque  tres  períodos  de  éstos  eran  iguales  á  dos  lunacio- 
nes más  un  dia.  Los  veinte  dias  se  expresaban  con  los  mismos 
signos  diumoB  del  ToiiiJ*matl  y  en  el  mismo  orden. 


L  Cipaotii. 

G.  Miquista. 

11.  Osomatli. 

16.  CozcacnaolitlL 

2,  EheoatL 

7.  Mazatl. 

13.  Malinalli. 

17.  Ollin. 

3.  Gálli. 

8.  Tocbtii. 

18.  Aeafl. 

18.  Teopatl. 

4.  Cnetzpalin. 

9.  AÜ. 

li.  Ooelotl. 

19.  QniRhniti. 

5.  CohnatL 

10.  Itaouintii. 

16.  Owmhtli. 

20.  Xóchitl. 

Los  veinte  dias  de  cada  mes,  cualquiera  que  fuera  el  signo 
inicial,  se  dividían  en  cuatro  períodos  de  cinco  dias,  que  servían 
para  señalar  el  tumo  á  los  tianquuáli  6  mercados.  No  debe  dár- 
seles el  nombre  de  semanas,  pues  no  en  todas  partearse  verifica- 
ba el  mercado  el  misma  día. 

£1  Señor  Núfien  de  la  Yega»  obispo  de  Chiapas,  nos  informa 
que  entre  los  chiapanecas  existía  el  recuerdo  de  la  semana  pro- 
piamente dicha. — "§  XXyiÜ.  En  muchos  pueblos  de  las  pro* 
'«YÍncias  de  esté  obispado»  dice,  tienen  pintados  exi  sus  reporto- 
"rios  6  calendarios,  siete  negritos  para  hacer  divinaciones  y  pro- 
^'nósticoe,  correspondientes  á  los  siete  dias  de  la  semana  comen- 
''sándola  por  el  viernes  á  contajr,  como  por  los  siete  planetas  los 
'^gentiles,  y  al  que  llaman  üodahtmtox  (que  es  el  demonio,  según 
"los  indios  dicen  con].trece  potestades),  le  tienen  pintado  en  silla 
"y  con  astas  en  la  cabeza  como  de  carnero."  (2) 

Diez  j  ocho  meses  componían  un  aña  Sus  nombres  cambiaban 
en  diversos  pueblos,  introduciendo  alguna  confusión,  que  des- 
aparece con  poner  juntos  los  sinónimos.  La  escritura  jeroglífica 

(1)  Gama,  las  dos  piedma,  pág.  18-14. 

(2)  Couititiicionaa  dioeManaa^  ptfg.  9,  eoL  I. 


•36 

presenta  también  multitud  de  variantes,  dimanadas  de  que  los 
símbolos  se  refieren  unas  veoea  á  los*  dioses,  otras  á  las  prácti- 
cas rituales  ó  á  las  costumbres. 

L  ItzcaUi,  XochilhuitL  Tenía  lugar  la  fiesta  á  Xiuhtecuhtli  Tletl, 
y  una  solemne  al  fuego  de  cuatro  en  cuatro  años.  Itzcalli  lo  tra- 
duce Yeytia  por  retoñar  la  yerba:  Torquemada  por  resucitado 
6  el  de  la  resurrección.  El  interprete  del  Oódice  Telleriano-Be- 
mense  asegura  que  se  hacía  ''la  fiesta  del  fuego,  porque  en  tal 
^'tiempo  se  calentaban  los  árboles  para  brotar.  Fiesta  de  Fil- 
"quixtiu,  la  naturaleza  humana  que  nunca  se  perdió  en  las  veces  que 
**se  perdió  el  mundo"  Nace  de  aquí,  que  el  símbolo  ^religioso  es  el 
dios  del  fuego;  el  civil  un  templo  y  junto  un  árbol  retoñando. 
Glavigero  traduce  á  Itzcalli,  he  aquí  la  casa^  y  por  eso  en  su  ca- 
lendario pone  una  casa  con  la  cabeza  de  un  animal  emima;  in- 
terpretación y  símbolo  no  van  ajustados  á  la  verdad.  Itzcalli, 
para  los  intérpretes  de  los  Códices  Vaticano  y  Telleriano,  quiere 
decir  viveza  y  Imbilidad:  en  aquellos  pueblos  había  costumbre 
que  en  principio  de  año  tomaban  las  madres  á  sus  hijos  por  la 
cabeza,  les  suspendían  en  alto  y  gritaban  repetidas  veces,  itzcalli, 
itzcáüi,  ''como  si  dijeran,  aviva,  aviva:"  pretendían  con  ello  que 
los  dioses  desataran  y  avivaran  la  inteligencia  de  los  niños,  y  no 
como  entiende  Glavigero,  que  por  este  medio  se  procuraba  dar- 
les grande  estatura.  En  memoria  de  ésto  se  encuentra  represen- 
tado el  mes,  por  una  figura  mujeril  teniendo  un  niño  suspendido 
entre  las  manos.  Xochilhuitl,  de  xochitl  é  UhuUl,  fiasta  ó  un  dia 
de  la  semana:  fiesta  de  las  flores. 

n.  Xilcnnanaliztli,  AÜacahualoo,  CuaJinülehuaf  CihuaHhuitL  Xilo- 
manaliztli,  ofrenda  de  xiloít  6  jilotes;  nombre  usado  por  los  de 
Tlaxcalla.  Cuáhuitlehuay  quemazón  de  los  árboles:  nombí^  perte- 
neciente á  lugares  fuera  de  México.  Atlcahualco  ó  Atlacahualoo, 
nombre  admitido  por  los  mexicanos;  según  el  P.  León,  detención 
de  las  aguas,  y  es  la  interpretación  de  todas  que  más  nos  satisfa- 
ce. Cihuailhuitl,  fiesta  de  la  mujer.  El  símbolo  religioso  es  la 
imagen  de  Tlaloc  y  un  árbol  reverdeciendo,  con  el  agua  entre 
las  raíces. 

m.  TlacaxipehualtzÜi,  CohuaühuiÜ,  Significa  el  primer  nom- 
bre, desoUamiento  de  gentes,  aludiendo  á  la  fiesta  celebrada  en 
aquel  mes.  Gohuailhuitl,  fiesta  de  la  culebra.  Símbolo  religioso. 
Toteo  armado  en  son  de  guerra,  llevando  vestida  la  piel  de  un 


37 

hombre^  cuyas  manos  amarillas  le  cuelgan  á  la  espalda.  En  otra 
pintura  hemos  visto,  una  piel  humana  y  sobre  ella  nn  macuá- 
huitl,  un  chimalli  y  una  bandera. 

rV.  Tozozíontlu  De  tozoztli,  síncopa  de  tozolizüi,  derivado  del 
verbo  tozoa^  velar;  con  la  terminación  tcnüi  de  diminutivo,  Tozoz- 
tontli,  vela  ó  vigilia  pequeña,  porque  en  aquel  mes  velaba  y  ayu- 
naba la  gente  popular.  Símbolo  religioso,  Centeotl  llevando  en 
las  manos  mazorcas  de  maíz  tierno.  En  algún  calendario  se  en- 
cuentra un  pájaro  herido  por  una  púa  de  maguey;  el  ave  es  la 
tozoztli,  pasagera  en  el  Valle  y  que  llegaba  por  aquel  tiempo. 

V.  HueitozoztlL  ConlapalabraAt^e/,  grande;  vela  ó  vigilia  gran- 
de, por  que  entonces  velaban  y  ayunaban  el  rey  y  los  nobles. 
En  el  símbolo  religioso  se  ve  á  Centeotl  sobre  una  especie  de 
andas,  signiñcando  que  entonces  tenía  lugar  su  fiesta  particular; 
en  la  otra  pintura,  ave  y  púa  de  mayores  dimensiones. 

VI.  ToxccUiy  Tepopochiiiliztlu  De  todas  las  interpretaciones 
dadas  á  la  palabra  toxcaU,  la  más  genuina,  á  nuestro  entender,  es 
la  dada  por  Gama,  tomada  del  P.  Acosta:  ''una  soga  gruesa  tor- 
cida de  sartales  de  maíz  tostado."  Tepopochuiliztli,  sahumerio. 
En  el  símbolo  religioso  se  ve  á  Tezcatlipoca  armado  de  escudo, 
saliéndole  de  los  pies  una  serpiente;  lleva  los  atributos  como 
causador  de  males,  de  disturbios  y  de  la  guerra.  Clavigero  re- 
presenta el  mes  con  una  cabeza  coronada  con  una  guirnalda,  y 
el  sartal  de  maíces  tostados.  En  otra  parte  vimos,  el  sartal  de 
maíces  y  una  hacha,  recuerdo  del  sacrificio. 

Vil.  Utzálcucdizílu  Comida  de  etzaUi;  el  etzall%  conforme  al  P. 
Sahagun,  era  una  especie  de  puches  ó  poleadas,  que  todos  co- 
mían en  su  casa  durante  esta  fiesta.  ^1  intérprete  del  Cód.  Vati- 
cano asegura,  que  en  los  templos  cocían  maíz  en  solo  agua  y  lo 
repartían  al  pueblo;  aumenta,  que  la  fiesta  se  hacía  en  memoria 
de  cuando  la  tierra  fué  destruida  por  el  diluvio.  En  el  símbolo 
religioso  se  descubre  á  Tlaloc,  llevando  en  una  mano  una  caña 
lograda  de  maíz,  en  la  otra  mano  la  olla  en  que  se  condimentaba 
el  etzalli;  grandes  gotas  de  agua  rodean  la  figura,  expresando  que 
en  esta  época  está  en  su  plenitud  la  estación  de  lluvias. 

VIIL  TecuilhuitzintU,  Sahagun,  Torquemada,  el  P.  León,  es- 
criben Tecuilhuitontli,  sinónimo  de  Tecuilhuitzintli,  que  signi- 
fica, fiesta  menor  de  los  niños  y  caballeros.   En  el  símbolo  reji* 


38     • 

gioso  se  descubre  á  Hnixtocihnatl,  diosa  de  la  sal,  con  sus  atri- 
butos; en  otros  calendarios  se  encuentra  nn  signo  particular  del 
mes  de  pequeñas  dimensiones,  6  un  niño  con  los  arreos  de  la 
nobleza. 

IX.  Htíeitecuühuitl  Fiesta  mayor  de  caballeros  y  señores;  la 
principal  del  año,  en  que  los  nobles  daban  de  comer  álos  pobres, 
haciendo  fiesta  á  Xilonen,  diosa  de  los  jilotes  (xilotl).  En  el  ri- 
tual represéntase  con  la  figura  de  un  noble,  teniendo  en  la  mano 
el  signo  del  mes.  En  los  calendarios,  éste  y  el  anterior  mes  se 
escriben  del  mismo  modo,  con  solo  la  diferencia  de  ser  aquel  de 
menores  dimensiones. 

X.  MiccatthuttzMi,  Tlaxochimaco.  El  primero  era  nombre 
usado  por  los  de  Tlaxcalla,  y  quiere  decir,  fiesta  ó  conmemora- 
ción pequeña  de  los  difuntos.  El  nombre  mexicano  es  Tlaxochi- 
maco,  palabra  que  Torquemada  interpreta,  cuando  son  dadas  y 
repartidas  las  flores;  mientras  Veytia  dice,  estera  de  flores.  En 
la  fiesta  principal  del  mes,  consagrada  á  Huitzilopochtli,  la  esta- 
tua de  éste  y  de  los  demás  dioses  eran  adornadas  profusamente 
con  flores.  El  símbolo  religioso  es  la  imagen  de  Huitzilopoobtli, 
sobre  unas  andas.  En  otros  calendarios  se  advierte,  bien  un  ca- 
dáver de  niño,  bien  un  copilli  de  pequeñas  dimensiones. 

XI.  Hudmiccaühuiti,  Xocohuetzi.  La  primera  denominación  era- 
la  usads^  por  los  de  Tlaxcalla,  significando,  fiesta  mayor  de  los 
difuntos.  Los  méxica  empleaban  Xocohuetzi,  que  dice,  cuando 
cae  del  árbol  la  fruta,  cuando  madura  la  fruta.  El  símbolo  reli- 
gioso la  figura  de  Huitzilopoohtli,  oon  el  medio  cuerpo  inferior 
envuelto  y  ligado  como  un  cadáver.  En  los  otros  calendarios  los 
signos  son  iguales  á  los  d^  mes  anterior,  aunque  de  mayores  di- 
mensiones. 

XIL  OchpaniztUy  TenaJitiatüiztlu  Oohpaniztli,  barredura,  y  por 
metáfora,  escoba,  porque  entonces  se  barrían  y  limpiaban  los 
templos,  se  aseaban  los  ornamentos  de  los  dioses:  se  componían 
también  calzadas  y  caminos,  de  lo  cual  venía  la  voz  Tenahuati- 
liztli.  El  símbolo  del  mes  es  la  diosa  Toci  ó  Teotinan:  en  los 
otros  calendarios  es  una  escoba  ó  manojo  de  popotes,  (popoü). 

Xni.  Fachtli,  Teotleco.  Pachtli,  la  parásita  llamada  vulgarmen- 
te heno  (Fillandia  usneoides).  Teotleco,  vuelta  ó  bajada  de  los 
dioses,  porque  suponían  que  durante  el  mes  anterior  habían  es- 


^ 


•  39 

todo  faera  de  la  ciudad.  Llegaba  el  primero  Tezcatlipoca,  repre-- 
sentado  por  Tlamatzmcatl  ó  Titlacahnan,  el  penitente  qne  enga- 
ñó á  Quetzalcoatl.  El  símbolo  religioso  es  Tezcatlipoca,  dejando 
tras  sí  las  aguas  7,  animoiando  las  calamidades  del  jelo:  se  es^ 
cribe  «B  otros  calendarios  con  la  fígnra  del  heno. 

XIY.  HueipachÜi^  Tepeükuitt  Hueipachtli,  pachtli  grande.  Te- 
peiUmitly  fiesta  de  los  montes.  El  símbolo  religioso,  un  cerro 
con  la  imagen  de  Tlaloc  y  de  las  nnbes. 

XY.  Quechoílú  Yejtia  dice  de  esta  ave  ser  el  payo  real;  Tor- 
quemada,  qne  es  el  francolín  ó  flamenco;  esto  es  la  verdad,  según 
lo  confirma  ClaTigero,  7  es  cierto  que  por  este  tiempo  llega  á 
nuestros  lagod.  Símbolo  religioso,  el  dios  Mixcoatl :  en  otros  ca- 
lendarios, el  quecholli  ó  un  manojo  de  plumas. 

XYL  Panquetzalixñi.  Torquemada  traduce,  enarbolamiento  de 
pendones  ó  banderas;  Yeytia,  banderas  ó  pendones  de  plumas. 
Hacíase  fiesta  á  Huitzilopochtli  como  dios  de  la  guerra;  sobre 
cada  casa  ponían  una  banderita  de  papel,  izaban  la  suya  capita- 
nes y  soldados,  y  se  enarbolaba  sobre  el  templo  el  gran  están* 
darte  del  dios.  Huitzilopochtli  es  el  símbolo  religioso;  en  otros 
calendarios,  una  bandera. 

XVJUL.  Aiemoztli*  Torquemada  interpreta,  bajada  del  agua:  Bo- 
tarini,  ara  de  los  dioses;  Ixtlilxochitl,  piedra  ó  ara  del  sacrificio; 
'  Teytia  se  decide  por,  diminución  de  las  aguas.  Los  intérpretes 
de  los  Códices  Telleriano  y  Yaticano  dicen:  "En  este  mes  cele- 
''braban  la  fiesta  del  abajamiento  de  las  aguas  del  diluvio,  y  por 
''esto  le  hacían  fiesta;  digo,  cuando  se  descubrióla  tierra  ó  cuan- 
"do  ya  estaba  fuera  del  peligro  del  diluvio.  Atemoztli  quiere 
''decir,  abajamiento  de  las  aguas,  porque  en  este  mes  por  mara- 
"villa  llueve."  Esto  en  realidad  quiere  decir,  pues  hacia  esta 
época  bajaba  sensiblemente  el  nivel  en  las  aguas  de  los  lagos. 
£1  símbolo  religioso,  el  agua  descendiendo,  con  la  imagen  de 
Tlaloc,  y  análoga  figura  en  otros  calendarios. 

XYIIL  TitiÜ.  Torquemada  traduce,  tiempo  apretado;  Boturi- 
ni,  vientre  ó  nuestro  vientre.  Gama  rechaza  como  falsa  la  inter- 
pretación de  Boturini,  y  saca  la  suya  del  verbo  titixia,  rebuscar 
después  de  la  cosecha.  Yiene  la  palabra  de  la  fiesta  á  Tlamate- 
cuhtli,  señora  vieja  llamada  también  Tona,  nuestra  madre,  y  Coz- 
camiauh.  El  símbolo  religioso,  Mixcoatl,  y  Xochiquetzal  inven- 
tora del  tejido  y  del  bordado,  á  quienes  las  obreras  hacían  fiesta 


particular.  En  algunos  calendarios  se  ve  una  mano^  reteniendo 
un  objeto  por  medio  de  una  cuerda.  Ello  lo  explica  el  P.  Saha- 
gun.  *'E1  dia  siguiente,  dice,  todos  los  populares  hacían  unas  ta- 
''legas  como  bolsas  con  unos  cordeles  atadi^,  tan  largas  como 
''un  brazo:  henchían  aquellas  talegas  de  cosas  blandas,  como  !&- 
''na,  y  llevábanlas  escondidas  debajo  de  las  mantas,  y  á  todas  las 
''mujeres  que  encontraban  por  la  calle  dábanlas  de  talegazos." 

Año  se  dice  xihuiü,  yerba  nueva,  nombre  que  parece  referirse 
á  las  observaciones  rurales.  Componíase,  pues,  de  diez  y  ocho 
meses  de  á  20  dias,  ó  sean  360  dias  útiles.  Decimos  útiles,  por- 
que después  del  último  mes  se  añadían  cinco  dias  complemen- 
tarios llamados  Nemontemi,  aciagos,  vanos,  inútiles:  á  quienes  en 
en  ellos  nacían  se  tenían  por  desdichados,  diciendo  al  varón  ne- 
moquichüiy  á  la  hembra  nencihuaüy  hombre  ó  mujer  infeliz.  En  es- 
tos cinco  dias  permanecía  la  gente  ociosa;  mas  aunque  no  se  con- 
taban para  los  trabajos  particulares  ni  públicos,  formaban  parte 
de  la  distribución  del  año  y  entraban  en  los  cálculos  cronológi- 
cos. Se  puede  asegurar  que  había  dos  años,  el  civil  y  el  astro- 
nómico. 

TABLA  GENERAL  DE  LOS  DUS  TBEOEI^ALES. 

■w       ••      S>       ^V       ^M       *?       ■■•'      ^^       yC       ^^       !^      '^^       ¡S       ^£       ^^       ^M       ÜI       •• 

—  *^^>»^**><xx><SS8 

1.  CipacÜi.  1    8    2    9    3  10    4  11     6  12    6  13    7  1     8    2    9    8  10 

2.  Ehecatl.  2    9    3  10    4  11     5  12    6  13    7  1    8  2    9    3  10    4  11 

3.  Calli  3  10    4  11    5  12    6  13    7  1    8  2    9  8  10    4  11     5  12 

4.  Óaetzpalin.  4  11    5  12    6  18    7    1    8  2    9  8  10  4  11    6  12    6  13 

5.  Cohaati,  5  12    6  13    7    1    8    2    9  8  10  4  11  5  12    6  13    7    1 

6.  Miquiztli.  6  13    7     1     8    2    9    3  10  4  11  5  12  6  13     7     1     8    2 

7.  Mazatl.  718298  10    4  11  5  12  6  13  718293 

8.  Tocbtli.  8  2  9  3  10  4  11  5  12  6  13  7  1  8  2  9  3  10  4 

9.  AÜ.  9  8  10  4  11  5  12  6  18  7  1  8  2  9  8  10  4  11  .5 

10.  ItzcoinÜi.  10    4  11     5  12    6  13    7    1    8    2    9    8  10    4  11    5  12    6 

11.  Ozomaüi.  11    5  12    6  13    7    1     8    2    9    3  10    4  11     5  12    G  13    7 

12.  Malinalli.  12    6  13    7    1     8    2    9    3  10    4  11    5  12    6  13     7    1    8 

13.  Acatl.  13    718298  10    4  11     6  12    6  13    71829 

14.  Ooelotl.  1    8    2    9    8  10    4  11    6  12    6  13    7    1    8    2    9    3  10 

15.  GoauhUi.  2    9    3  10    4  11    5  12    6  13    7    1     8    2    9    3  10    4  11 

16.  Cozoaouauhtli.        3  10    4  11    5  12    G  13    7    1    8    2    9    3  10    4  11     5  12 

17.  Onin.  4  11    6  12     6  13     7     1     8    2    9    3  10    4  11     5  12    6  13 

18.  Tecpatl.  5  12    6  13     7    1     8     2    9    8  10    4  11     5  12    6  13     7    1 

19.  QoiahmtL  6  13    7    1    8    2    9    3  10    4  11    5  12    6  13    7     1     8    2 

20.  Xóchitl.  718293  10    4  11     5  12    6  13    718293 


r 


41 

Los  períodos  trecenales  se  deslizan  por  todos  los  días  del  año 
en  forma  idéntica  que  en  el  Tonalamatl.  Gomo  cada  mes  se  com- 
pone de  los  yeinte  símbolos  diurnos,  se  infiere  que  todos  los  me- 
ses comienzan  y  acaban  por  los  mismos  signos;  es  decir,  si  el 
primer  mes  empieza  por  Cipactii,  como  en  la  tabla  general,  los 
diez  y  ocho  meses  tendrán  por  inicial  á  Oipactli,  y  por  terminal 
á  Xóchitl;  mas  si  comienza  por  Itzcuintli,  v.  g.,  todos  tendrán 
por  inicial  á  Itzcuintli,  y  por  terminal  á  Atl.  Conocido  un  mes, 
todos  son  conocidos.  Los  cinco  nemontemi  tienen  por  inicial  el 
mismo  signo  del  mes  y  cuentan  la  cuarta  parte  de  los  símbolos 
diurnos.  Para  entenderse  en  medio  de  esta  igualdad,  que  daría 
motivo  á  confusión,  y  para  señalar  y  conocer  un  dia  determinado 
del  año,  servían  las  triadecatéridas,  porque  de  esta  manera  cada 
simbolo  diurno  iría  afecto  de  distinto  número  de  orden.  En  el 
Tonalamatl  la  serie  de  las  trecenas  combinadas  con  los  días,  cons- 
ta de  trece  términos;  en  la  forma  del  año  ó  combinación  de  los 
meses  con  las  triadecatéridas,  la  tabla  arroja  una  nueva  serie  de 
diez  y  nueve  términos,  diez  y  ocho  de  los  meses  y  uno  de  los 
nemontemi,  en  esta  forma: 

1.  8.  2.  9.  3.  10.  4.  11.  5. 12.  6.  13.  7.  1.  8.  2.  9.  3. 10; 

en  la  cual  se  advierte  que  los  trece  primeros  términos,  serie  del 
Tonalamatl,  se  completan  con  otros  seis  iguales  á  los  primeros. 
Esta  serie  es  constante:  si  se  comienza  por  un  término  cualquie- 
ra, se  le  integra  á  los  diez  y  nueve,  siguiendo  su  forma  inflexi- 
ble, V.  g. 

11.  5.  12.  6.  13.  7.  1.  8.  2.  9.  3.  10.  4.  11.  5.  12.  6. 13.  7. 

Observando  estos  números  se  advierte  que,  trece  son  los  ver- 
daderos términos  de  la  serie,  no  siendo  los  seis  restantes 'más  de 
repetición  de  los  primeros.  En  efecto,  la  serie  entera  termina  al 
fin  del  décimo  tercero  mes  en  que  lo  piden  13  x  20=260,  es  decir, 
los  períodos  del  Tonalamatl.  Los  cien  dias  siguientes  para  com- 
pletar loH  360  dias  útiles  del  año,  ó  mejor  dicho  ciento  cinco,  in- 
cluyendo los  nemontemi,  estarán  idénticamente  distribuidos  á 
los  105  primeros  dias  del  año,  así  en  signos  como  en  números 

de  orden.  De  esta  igualdad  resulta  gran  confusión. 

6 


42 

Para  evitarla,  se  entrelazan  los  Acompañados  6  Señores  de  la 
noche.  La  serié  perfecta,  como  yimos  en  la  tabla  del  capítulo 
anterior,  es: 

1.  3.  6.  7.  9.  2.  4.  6.  8, 

y  se  completa  en  20x9=180  dias,  en  decir,  en  nueve  meses,  20  X 
9=180;  en  los  siguientes  nueve  meses,  se  repetirán  otra  vez  los 
acompañados  en  el  mismo  orden,  formando  dos  periodos  simétri- 
cos 2x180=360.  Tres  principios  importantes  resultan  de  aquí: 
I**  Que  los  nemontemi  carecen  de  acompañados;  los  signos  diur- 
nos que  les  componen  van  sueltos  sin  interrumpir  la  simetría" 
del  año.  2"*  Los  señores  de  la  noche  son  invariables  para  todos 
los  años;  cada  uno  de  éstos  comienza  por  Xiuhtecuhtli  Tletl,  ter- 
'  minando  al  fin  del  noveno  mes  con  Quiahuitl;  comienza  otra  vez 
el  décimo  mes  por  Xiuhtecuhtli,  para  finalizar  con  Quiahuitl  al 
fin  de  los  360  dias.  3"*  Que  las  dos  series  de  los  dias  trecenales  y 
de  los  acompañados,  combinadas  entre  sí,  determinan  que  los 
cien  dias  últimos  de  la  cuenta  no  puedan  confundirse  con  los 
cien  primeros,  porque  'si  llevan  el  mismo  número  de  orden,  no 
tienen  el  mismo  acompañado.  En  efecto,  el  orden  que  guardaran 
en  el  año  que  comienza  con  Cipactli,  será: 

Primeros  mués.  ÚUimoH  meteé, 

» 

1.  Cipactli,  Xiuhtdcuhtli.  1.  CipacÜi,  Quiahuitl. 
6.  CipaoÜi,  XochitL  8.  Cipactli»  Tecpatl. 

2.  CipaotU,  Miquiztli.  2.  Cipactli,  Centeotl. 
9.  Cipactli,  Tlazolteoü.  9.  Cipactli,  AtL 

8.  Cipactli,  Quiahuitl.  3.  Cipactli,  TepeyoloÜi. 

El  período  trecenal  no  se  amolda  perfectamente  sobre  el  año 
como  el  de  los  señores  de  la  noche;  tomados  los  360  dias,  se  com- 
ponen de  27  trecenas  y  9  números;  tomados  como  se  deben  los 
365  cabrán  28  períodos  trecenales  más  una  unidad.  Resulta  de 
aquí  que  todo  año  común  acaba  por  el  mismo  número  trecenal 
en  que  comienza. 

De  la  falta  de  perfecta  simetría  en  los  meses,  signos,  diurnos 
y  períodos  trecenales;  de  advertir  que  los  factores  introducidos 
carecen  de  la  armonía  que  en  el  Tonalamatl  se  nota,  inferimos  á 
priori,  no  ser  exacta  la  forma  que  los  autores  atribuyeron  al  ca- 
lendario,  mas  dejando  esto  para  la  discusión,  prosigamos  nues- 
tro estudio. 


48 

Cincuenta  j  dos  añoB  componen  un  ciclo  menor,  nombrado 
Toxiuhmolpia,  Xiuhmolpia,  ^  Xiuhmolpilli,  Xiohtlalpillii  que 
quieren  decir,  atadura  ó  manojo  de  años.  Dos  ciclos  menores 
componen  uno  mayor  de  ciento  cuatro  años  llamado  Cehuehne- 
tílixtli,  una  edad,  nna  vejez. 

Para  anotar  y  distinguir  los  años  del  cielo  menor  fueron  to- 
mados los  cuatro  símbolos  diurnos  Tecpatl,  Calli,  Tochtli,  AcatL 
Se  les  escogió  de  preferencia  á  otros,  porque  estaban  enlazados 
con  diferentes  ideas. 

L  Recordaban  los  cuatro  pasados  soles  cosmogónicos. 

IL  Representaban  los  cuatro  elementos,  fuego,  tierra,  aire  y 
agua  La  doctrina  de  los  cuatro  elementos  fué  admitida  en  Eu- 
ropa y  profesada  en  las  escuelas  hasta  mediados  del  pasado  siglo; 
antiquísima  en  los  conocimientos  humanos,  Pitágoras  la  enseñó 
á  sus  discípulos  tomándola  de  los  sacerdotes  de  Baco,  quienes  á 
8U  tumo  la  sabían  desde  tiempos  bien  remotos.  Los  mexicanos 
admitían  la  teoría,  y  aun  parece  que  aceptaban  conclusiones  se- 
mejantes á  las  de  Diógenes  Laercio:  "De  los  puntos  proceden 
'^  líneas,  de  las  líneas  las  figuras  planas;  de  éstas  salen  los 
^sólidos;  de  los  sólidos  los  cuerpos  que  tienen  los  cuatro  ele- 
amentos,  tierm^  ftgtia,  aire  y  fuego.  De  estos  cuatro  elementos, 
"de  su  agitación  y  de  sus  cambios  en  todas  las  partes  del  uni- 
'Verso,  resulta  el  mundo  animado,  intelectual  y  esfórico."  Los 
autores  no  están  conformes  en  el  símbolo  de  cada  elemento,  en- 
contrando estas  opiniones: 

Fusgo,  Agua,  Aire,  Tierra. 


Gemelli  Careri  Calli  AoaÜ  Tecpatl  ToehÜi. 

Botoxini  (1)  Tecpatl  Acatl  Tochtli  '    CaUi 

Ve7tíA(2)  Tecpatl  Acatl  TochtH  Calli 

Aceptamos  la  versión  de  Veytia  y  de  BoturinL 
m.  Marcaban  las  cuatro  estaciones.   En  esto  igualmente  en- 
contramos diferencias:  helas  aquí: 

Gemelli  da  á  la  primavera  elsímbolo  Tochtli;  al  estío,  Acatl;  al 
otoño,  Tecpatl;  al  invierno,  Calli.  Botarine  dice  que  esto  es  ver- 

(1)  Idea  de  una  una  nueva  hist.  pág.  55. 

(2)  Veytía,  Hist.  antig.  tom.  1,  pág.  42. 


u 

dad  para  el  año  Toohtli;  más  que  cambian  en  los  demás  años  de 
esta  manera. — Año  de  Aoatl.  Acatl,  primavera;  Tecpatl,  estío; 
Oalli,  otoño;  Toohtli,  invierno. — ^Año  de  Tecpatl.  Tecpatl,  pri- 
mavera; CaUi,  estío,  Toohtli  otoño;  Acatl,  invierno. — Año  de  Oa* 
Ui.  CaUi,  primavera;  Tochtli,  estío;  Acatl,  otoño;  Tecpatl,  in- 
vierno. 
ly.  Indicaban  los  cuatro  puntos  cardinales. 


HOBTZ. 

Mietlampa, 

6ÜB. 

Httitsítlampa. 

Tlapéopeopa 

ponhente. 
OihuaUcmpa 

Gemelli               TeopaU 
Boturíni               TochÜi 
Sahagun  (1)         Tecpatl 
Torquemada  (2)  Tecpatl 

TochtU 
Tecpatl 
TochtU 
ToohtU 

Aoatl 
CaUi 
Acatl 
Acatl 

CaUi 
AcaÜ. 
CalU 
OalU 

Preferimos  la  opinión  de  Sahagun. 

No  todos  los  pueblos  de  Anáhuac  comenzaban  sus  cómputos 
por  el  mismo  signo  inicial:  empezaban  los  toltecas  por  Tecpatl, 
los  de  Teotihuacan  por  CaUi,  los  texcocanos  por  Acatl,  los  médi- 
ca por  Tochtli:  este  último  sistema  es  el  que  estudiamos.  Los 
cuatro  símbolos  tenían  este  orden  invariable;  tochtli,  acatl,  tec- 
patl, oalli.  Bepetidos  sucesivamente  recibían  el  período  trece- 
nal,  formando  cuatro  períodos  de  trece,  de  lo  cual  resulta  13x4 
=52:  cada  período  menor  se  nombraba  tlcdpiüi,  nudo  ó  atadura. 
Los  cuatro  tlal{)iUi,  llevando  también  el  número  de  orden  en  el 
cielo,  quedarán  así  dispuestos: 

Primer  UalpiUi.       Segundo  tlaípOU         Tercer  ÜaXpüU  Cuarto  taípUU 


1.  ItoohtU 

2.  n  aoatl 

8.  in  tecpatl 

4.  IVcaUi 

5.  V  tochtli 

6.  VI  acatl 

7.  Vn  tecpatl 

8.  YlIIoaUi 

9.  IXtochtU 

10.  X  acaü 

11.  XI  tMjpaÜ 

12.  Xn  oaUi 

13.  Xm  tochtU 


14.  I  acaü 

15.  nteopatl 

16.  IHoaUi 

17.  IV  tochtU 

18.  V  acatl 

19.  VI  tecpatl 

ao.  vn^aUi 
21.  vm  toohtli 

22.  IX  acatl 

23.  X  tecpatl 

24.  XloaJU 
25  XII  tochtU 
26.  XII  acaü 


27.  I  tecpatl 

28.  noáUi 

29.  m  toohtU 

80.  IVacatt 

81.  V  tecpat 
82.-  VI  oaUi 
88.  vn  tochtU 
84.  vm  acatl 
35.  IXteopaÜ 
86.  X  oaUi 

37.  XI  toohtU 

88.  xn  aoatl 

89.  XlIItecpaÜ 


40.  IcaUi 
4l'.  n  toohtli 

42.  m  acatl 

43.  IV  tecpatl 

44.  y  caUi 

45.  VI  toohtU 

46.  vn  aoatl 

47.  Vin  tecpatl. 

48.  IX  caUi 

49.  X  toohtU 

50.  XI  acatl 

51.  Xntocpaü 

52.  XIII  oaUi 


(1)  Tomo  2,  pág.  266. 

(2)  Monarq.  indiana,  lib.  X,  cap.  XXXVI. 


45 

Este  es  el  orden  satnral  en  el  cielo.  El  artifioio  en  esta  com- 
binación consiste  en  formar  períodos  iguales  en  qne  cada  sím* 
bolo  yaya  afecto  de  los  números  de  la  trecena,  sin  qne  por  ello 
puodan  confundirse.  Pongámoslos  en  esta  otra  forma: 


1  tochtU 

2acati 

8  tecpaü 

4oa]U 

5  tochtU 

6acfttl 

Ttdopati 

Scalli 

9  tochüi 

lOacaÜ 

11  tecpatl 

12calli 

18  toclitU 

1  acatl 

2  tecpatl 

8  calli 

4  tochtli 

5  acaÜ 

6  tecpaü 

rcalli 

Stodhtíi 

9acaÜ 

10  teopatl 

llcani 

12toehUi 

ISacftÜ 

Iteopaü 

SoaUi 

3  tochtU 

4acaÜ 

6  tecpatl 

GcaUi 

7  tochüi 

8  acatl 

9  tecpaü 

10  calli 

11  tochüi 

12  acatl 

13  tecpatl 

IcaUi^ 

2  tochüi 

S  acatl 

4  tecpatl 

6  calli 

6  toehtiü 

r-aoaü 

8  tecpaü 

OofúU 

10  tochüi 

11  acatl 

13  tecpaü 

13  calli 

En  las  líneas  horizontales  se  sigue  la  lectura  de  los  años  suce- 
8ÍTOS  del  ciclo;  las  verticales  arrojan  la  serie  de  trece  térnví|ps 
por  el  orden  que  afecta  á  cada  signo,  serie  idéntica  en  los  cuatro 
periodos,  aunque  en  cada  uno  comienza  por  distinto  número. 
Leyendo  en  estas  listas,  encontramos:  I""  Cada  tlalpilli  comienza 
7  acaba  por  el  mismo  signo.  2""  En  el  período  de  52  años,  ningún 
signo  Ya  afecto  dos  veoes  eon  el  mismo  número  trecenaL  S""  In* 
dioado  un  año,  se  conoce  á  aual  tlalpilli  pertenece,  j  qaé  núme- 
ro le  toca  en  el  orden  de  los  52  años. 

El  oido  máximo  de  104  años  se  compone  de  dos  períodos  si- 
métricos de  52. 

La  fiesta  Recular  del  fuego  nueyo  se  verificaba  al  terminar  el 
ciclo  menor,  á  la  media  noche  del  último  nemontemi  del  año  ma" 
ÜacUiomei  Acatl,  Esto  fué  en  el  estilo  antiguo;  pero  en  tiempos 
posteriores  la  atadura  dé  los  años  se  hacía  al  fin  del  ce  Tochtli, 
con  lo  cual  propiamente  la  cuenta  del  ciclo  empezaba  por  el  ome 
Acatl,  quedando  por  año  postrero  el  ce  Tochtli.  Esta  es  la  razón 
de  que  én  las  pinturas  según  son  antiguas  ó  modernas,  se  en- 
cuentra el  símbolo  de  la  fiesta  cíclica,  unas  veces  junto  al  ce  To- 
chÜi,  otras  unido  al  ome  Acatl. 

¿En  cuál  época  fué  trasladado  el  principio  del  ciclo  del  uno  al 
otro  signo? — ^El  intérprete  del  Códice  Telleriano-Kemense  dice: 


46 

''En  este  año  (Ce  Tochtli  1506)  asaeteó  Moimtezama  á  un  hom- 
''bre  de  esta  manera:  dicen  los  viejos  que  fué  por  aplacar  á  los 
"dioses,  porque  había  doscientos  años  que  siempre  tenían  ham- 
''bre  en  el  año  de  un  conejo.  En  este  año  se  solían  atar  los  años, 
''según  su  cuenta,  j'porque  les  era  año  trabajoso,  lo  mudó  Moun-- 
"tezuma  á  dos  cañas.  (1)"  Sigue  esta  opinión  el  Sr.  D.  José  Fer- 
nando Bamirez,  describiendo  el  monumento  cíclico  y  cronológico 
existente  en  el  Museo  Nacional  (2). 

No  nos  conformamos  con  la  opinión  del  intérprete.  Ocurre  de 
luego  á  luego,  si  fuera  cierta,  que  supuesto  que  Motecuhzoma 
n  ordenó  la  corrección,  hacienda  trasladar  la  ftesta  secular  del 
ce  Tochtli  1506  al  ome  Acatl  1507,  única  j  exclusiyamente  se  ob- 
servaría el  signo  cíclico  junto  al  ome  Acatl  1507  acompañando  en 
todos  los  demás  casos  al  ce  Tochtli.  Mas  ello  no  ocurre  así:  en  la 
misma  pintura  del  Códice  Telleriano  Ilemense,  en  el.Codex  Vati- 
cano en  la  Historia  sincrónica  de  Tepechpan,  en  la  pintura  Aubin, 
Aa,  el  signo  crónico  de  la  fiesta  secualr  acompaña  al  ome  Acatl, 
prueba  irrefragable  de  que  la  corrección  tuvo  lugar  en  tiempo  an- 
tel4pr  al  asignado  por  el  intérprete.  Desde  la  primera  lámina  del 
Códice  Mendocino  se  ve  unido  el  mamalhuaetli  al  signo  ome  Acatl. 
Confrontando  los  Códices  Telleriano-Bemense  y  Vaticano,  ve- 
mos que  el  Xiutlalpilli  acompaña  al  ce  Tochitl  1246;  falta  en  el 
siguiente  ce  Tochtli  1298,  apareciendo  por  primera  |vez  junto  al 
ome  Acatl  1299.  La  autoridad  de  la  pintura,  por  cierto  bien 
resi>etable,  contradice  los  dichos  del  intérprete,  y  establece  que 
la  repetida  corrección  se  verificó  el  ome  Acatl  1299. 

Tenemos  esta  otra  opinión  de  Gama. — "Aunque  los  mexicanos 
"comenzaban  su  ciclo  por  el  símbolo  ce  Tochtli,  no  lo  ataban  en 
"él,  sino  hasta  el  siguiente  año  ome  Acatl,  en  el  cuál  hacían  la 
"gran  fiesta  del  fuego,  que  celebraban  en  honor  de  los  dioses  se« 
"culares,  y  duraban  trece  dias,  como  se  dirá  adelanta  En  todas 
"sus  pinturas  se  ve  el  geroglífico  de  la  atadura  del  ciclo  sobre 
"el  símbolo  ome  Acatl;  y  en  todos  sus  anales  y  relaciones  ma- 
"nuscritas  expresamente  refieren  que  este  año  lo  ataban  y  saca* 
"ban  el  fuego  nuevo.  Mucho  tiempo  pasó  sin  que  yo  pudiera 

(1)  Explicación  del  Codex  Telleriano  Bemonais,  lám.  XXXV,  Lord  Eingaborong, 

Tol.  V.  píg,  163. 

(2)  Deacripcion  de  cuatro  láminaa  monumentales,  én  la  HistoriA  de  la  Oonquisia 
de  México  por  Prescott,  edic.  de  Cimiplido,  tom.  II,  pág.  lOd-115;  al  fin  del  rol. 


47 

'^encontrar  la  razón  de  esta,  mntacios,  hasta  que  llegó  á  mis 
"manos  la  Orónica  Mexicana,  escrita  por  D.  Hernando  Alvarado 
'*Tezozomoc:'por  ella  se  riene  en  conocimiento  de  la  cansa  que 
'^toyieron  para  variar  el  orden  de  la  cnenta  que  aprendieron  de 
''sus  mayores  los  tnltecas  (quienes  comenzaban  el  ciclo  por  el 
''símbolo  ce  Tecpatl)  y  de  haber  transferido  la  celebración  de  la 
"fiesta  secular  al  año  orne  Aca^tL  La  época  de  los'mexicanos  íné 
"la  salida  que  hicieron  de  Aztlan,  su  patria,  para  venir  á  poblar 
'las  tierras  de  Anáhuac;  y  esta  fué  el  año  ce  Tecpatl,  correspon- 
"diente  al  1064  de  la  era  cristiana;  mas  como  había  corrido  ya 
"la  mayor  parte  de  este  año,  y  los  subsecuentes  gastaron  en  su 
"peregrinación  sin  hacer  asiento  hasta  el  año  II  Acatl  1087,  que 
"llegaron  á  Tlalixco,  por  otro  nombre  Acahualtzinco,  donde  es- 
"tuVieron  nueve  años,  en  los  cuales  se  incluyó  el  ce  Tochtli,  que 
"era  principio  de  indicción,  corrigieren  el  tiempo  y  comenzaron 
"á  contar  desde  él  su  ciclo,  por  orden  de  Ohalchiuhtlatonac,  que 
"era  entonces  su  conductor;  pero  por  respeto  á  su  principal  <^au- 
"dillo  Huitssilopochtli,  que  después  adoraron  por  dios  de  la  gue- 
'^rra,  transfirieron  la  fiesta  del  faego  y  la  atadura  de  los  años  ó 
"xiuhmolpia,  al  siguiente  ome  Acatl,  que  era  en  el  que  había  na- 
"ddo  Huitzilopochtli,  en  el  dia  ce  tecpatl  de  él,  como  asienta  el 
"repetido  autor  (1).  T  en  este  lugar  de  Tlalixco  ó  Acahualtzinco 
'iné  d¿nde  ataron  de  nuevo  y  por  la  primera  vez  la  cuenta  de 
"sus  años,  como  lo  expresa  también  Chimalpan  y  otros:  (2)  y  en 
'los  subsecuentes  ciclos  y  lugares  donde  los  completaron,  se 
"figura  en  sus  pinturas  el  geroglífico  de  la  atadura  de  ellos,  que 
"es  un  manojo  de  yerbas  atado,  con  los  caracteres  numéricos  que 
"demuestran  los  que  habían  corrido,  ó  las  fiestas  del  fuego  nue- 
"vo  que  habían  celebrado  desde  la  que  hicieron  en  Acahualtzin- 
"co  6  Tlalixco,  el  año  ome  Acatl,  correspondiente  al  1091  de  la 
"era  cristiana:  de  la  misma  manera  lo  asientan  los  autores  indios 
"en  sus  manuscritos."  (3) 

(1)  In  oncan  Cohoatepeo  oncan  quilpique,  inin  XiuhÜapoual  ome  Acatl;  auoh  oe 
Tecpatl  in  tonalli,  ipan  tlacatl  in  Huitzilopochtii  Crónica  mexicana  citada  por  Bo- 
torini  en  el  §  8,  ntimero  2  de  su  Museo,  que  atribuye  equivocadamente  á  Chimal- 
pain. 

(2)  Ome  aoatl  xihuitl,  1091  afios  ipan  in  yancuican  iccepa  oncan  quilpillico  inin 
xinchtlaIi>ohual  huehuetque  Méxica,  Azteca,  Teochichimeda  oncan  in  Tlalixco.  Ci- 
tados por  Boturini  en  los  números  6  y  12  del  mismo  §  8. 

(8)  Gkuna,  las  dos  piedras,  primera  parte,  pág.  19. 


48 

Si  á  nuestro  turno  no  nos  engañamos,  la  resolución  del  i>ro- 
blema  se  encuentra  en  una  pintura  mexicana  bien  conocida.  (1) 
El  nombre  puesto  al  núm.  13  es  Ilhuicatepec,  interpretación  á 
nuestro  entender  equivocada.  Gompónese  el  grupo  geroglífico 
(lámina  17  núm.  53),  del  símbolo  de  la  noche,  yoaUi  ó  yohuaUi,  que 
puede  también  tomarse  en  la  acepción  de  ciüallinf  estrella  ó  es- 
trellas, ó  de  citlallo,  estrellado;  más  no  se  debe  leer  ühuicatlf  cie- 
lo, porque  no  es  este  su  símbolo.  Con  el  mímico  tepeÜ  que  ahí  se^ 
advierte,  la  lectura  propia  es  Citlaltepec.  Examinado  el  dibujo, 
sobre  el  nombre  Citlaltepec  se  alza  un  cuerpo  redondo,  abulta- 
do hacia  el  medio,  adelgazado  en  la  parte  superior  simétrico  j 
rematando  en  un  copado  manojo  de  yerbas;  es  el  símbolo  del 
cehuehuetiliztli  ó  período  máximo  de  104  años,  compuesto  de 
dos  xiumolpilli,  6  ciclos  menores  de  52  años.  Se  le  vé  atravesa- 
do por  una  flecha  por  el  medio  con  objeto  de  dividirle  en  sus 
dos  componentes  iguales.  Al  un  extrema  de  la  flecha  se  vé  una 
yerba,  xihuitl,  símbolo  del  auo^  mientras  en  el  extremo  opuesto 
se  observa  el  símbolo  acafl,  caña.  Todo  ello  quiere  decir,  que  es- 
tando en'  Citlaltepec,  la  noche  en  que  se  cumplió  un  cehuehue* 
tiliztli,  el  principio  del  primer  año  de  la  xiuhmolpia  fué  trasla- 
dado al  si^o  Acatl,  que  desde  entonces  quedó  por  inicial  del 
ciclo.  Del  cómputo  cronológico  que  la  estampa  arroja,  como  eu 
otra  parte  veremos,  resulta  que  el  cambio  tuvo  lugar  el  orne 
acatl  1143. 

Entre  la  época  adoptada  por  Gama,  1091  y  la  adoptada  por 
nosotros,  1143,  existe  la  diferencia  de  un  solo  ciclo.  Aquel  res- 
petable autor  y  nosotros  deberíamos  salir  acordes,  supuesto  que 
ambos  nos  referimos  indudablemente  á»la  misma  pintura; la  dis- 
cordancia no  puede  provenir  sino  de  la  manera  de  concordar  los 
signos  cronográflcos,  y  juzgar  en  definitiva  le  dejaremos  al  juicio 
de  los  lectores.  Con  la  autoridad  de  la  pintura,  á  nuestro  pare- 
cer irrecusable,  fijamos  el  principio  de  la  corrección  en  el  año 
ome  Acatl  1143. 

Con  ciclos  colocados  unos  tras  otros  indefinidamente,  pueden 
formarse  tablas  cronológicas  de  la  extensión  que  se  guste.   No 

(1)  Cuadro  histórica- jeroglífico  de  la  peregrinación  de  las  tribus  aztecas  que  po- 
blaron el  valle  de  M(íxico  (Núm.  1).  Acompañado '  de  algunas  explicaciones  para  su 
inteligencia,  por  D.  José'  Femando  Bamirez,  Conservador  del  Museo  Nacional.  £n 
el  Atlas  de  García  Cubas. 


49 

ecmsiate  la  dificultad  en  estoy  sino  en  que  siendo  iguales  todos 
los  ciclos,  enunciando  un  año  aislado  no  se  puede  acertar  á  re- 
ferirle al  ciclo  que  corresponde.  Ya  fué  hecha  la  observación  por 
GlayijerOy  y  respondiéndole  Gama  dice»  que  en  una  pintura  que 
dta^  están  anotados  los  ciclos  corridos  entre  dos  acontecimien- 
tos correlatiyoSy  y  añade  que  los  autores  indios  en  sus  pinturas 
históricas  tenían  cuidado  de  anotar  los  períodos  completos  tras- 
onrridos  entre  dos  sucesos.  Por  nuestra  parte  podemos  asegurar 
que  tal  anotación  no  hemos  encontrado,  y  ni  en  la  pintura  á  que 
86  refiere  Qama,  que  es  la  mencionada  arriba  de  la  peregrinación 
azteca:  tampoco  hemos  logrado  ver  alguna  señal  por  la  cual  se 
distinga  un  ciclo  de  otro,  lo  cual  no  prueba  que  en  Terdad  no  la 
hubiera,  cuando  por  el  contrario  creemos  en  la  existencia  de  al- 
gan  método  expedito  para  allanar  este  embarazo.  Lo  cierto  de 
toda  certeza  ed,  que  en  las  pinturas  históricas  y  cronológicas  i 
un  tiempo,  como  que  lleyan  escritos  de  principio  á  fin  todos  los 
anos  que  la  relación  abarca,  no  hay  necesidad  de  distinguir  el  uno 
del  otro  ciclo,  ni  existe  motivo  alguno  para  confundir  un  año  con 
otro  de  su  mismo  nombre.  La  dificultad  subsiste  en  las  fechas 
aisladas  de  años,  en  las  pinturas  de  imperfecta  cronología. 


CAPITULO  IV. 


DISCUSIÓN. 


Los  1716869,— Forma  del  Calendario»— Diaa  inici(iUes.—Intmv(üaeum»^^ComparaeÍon» 

HASTA  aquí  hemos  bosqü^ado  el  conjunto  del  BÍstema,  ha- 
ciendo casi  punto  omiso  de  las  dificultades;  tiempo  es  ya 
de  abordar  ciertos  problemas,  procurando  salir  á  resultados  sa- 
tisfactorios. Sea  el  primero  el  relativo  á  los  meses.  Los  autores 
están  conformes  en  que  son  diez  y  ocho  y  en  su  orden  sucosíto; 
pero  varían  al  señalar  el  mes  inicial  del  año.  El  interprete  del 
Códice  Vaticano,  Sahagun,  (1)  Torquemada,  (2)  Vetancourt,  (3) 
Fr.  Martin  de  León  (4)  y  Clavijero  (5)  se  deciden  por  Atlacahual- 
co:  el  P.  Duran,  MS.  admite  á  Cuauhtlitehua,  que  parece  ser  el 
mismo  que  el  '.Cuahuitleloa  de  Sahagun.  Gomara,  (6)  Gemelli 
Careri  (7)  y  el  P.  Diego  Valadés  (8)  colocan  en  primer  lugar  á 
TlacaxipehualiztlL  Veytia  (9)  y  los  comentadores  de  las  Cartas 

(1)  Ilist  general  toxn.  1,  pág.  49  y  sig. 

(2)  Monazq.  Indiana,  lib.  X,  oap.  XXXIV. 
(8)  Teatro  mex.  2.  *  parto,  trat  2,  oap.  VI. 

(4)  Camino  del  délo,  foj.  96,  vuelta. 

(5)  Hist  antigua,  tom.  1,  pág.  267. 

(6)  Crónica,  cap.  CLXXXXI. 

(7)  Giro  del  Mondo,  tom.  6,  pág.  67. 

(8)  Bhetorica  Christiana. 

(9)  Hist.  antigua,  tom.  1,  pág.  121. 


61 

de  OorteSy  (1)  opiuan  por  Atemoztli.  Gama,  (2)  pone  á  Tititl  Itz- 
«allL  De  este  problema  se  hÍ2o  cargo  Gama  (3)  resolviéndole  de 
esta  manera;  las  ruedas  en  que  están  pintados  los  diez  y  ocho 
meses,  no  tienen  señal  por  donde  pueda  distinguirse  el  oomien« 
zo:  ^'tomaron  aquellos  primeros  historiadores  el  quemas  lesaco- 
^'modaba  para  dar  principio  al  año,  según  la  idea  que  tenían  f or- 
"mada  para  comenzarlo."  Nada  definitivo  sacamos  de  aqui;  ade- 
lante daremos  nuestra  solución. 

Segunda  cuestión:  ¿por  cuál  ó  cuáles  signos  diurnos  comenza- 
ban los  diferentes  años  del  ciclo?  Esta  se  relaciona  inmediata- 
mente con  esta  tercera  tesis:  ¿la  forma  del  calendario  azteca  era 
una  sola  y  constante,  ó  múltiple  y  variable?  En  efecto,  si  la  for- 
ma era  constante,  fuese  cual  fuese  el  año  del  ciclo,  comenzaría 
siempre  por  un  signo  del  mismo  nombre  y  terminaría  igualmen- 
te por  un  símbolo  constante;  más  si  la  forma  era  yariable,  de  ab- 
soluta necesidad  todo  debía  cambiar  en  cada  año.  Partidarios  de 
la  unidad,  aunque  claramente  no  lo  manifiestan,  aparecen  Saha- 
gon,  Torquemada,  Yetancourt,  casi  todos  los  escritores  antiguos. 
Gama,  el  primero  que  discutió  científicamente  este  sistema  sos- 
tiene la  forma  única.  ''Era,  pues,  dice,  invariable,  constante  el 
"dia  del  carácter  Ce  CipactU  para  comenzar  generalmente  el 
"año  de  cualquier  símbolo  y  número  que  fuese:"  los  cinco  ne- 
''montemi  acababan  siempre  por  el  signo  ce  Cohuatl.  (4)  Sírvele 
de  fundamento  para  su  doctrina,  lo  siguiente:  "Pero  ahora  añadi- 
éremos la  autoridad  de  los  mismos  indios,  que  no  dejan  duda  en 
"que  todos  los  años  indistintamente  se  empezaban  á  contar  por 
"Cipactli.  Cristóbal  del  Castillo,  después  de  haber  asentado  las 
"20  trecenas,  que  llama  semanas,  dice,  que  acabadas  de  contar 
"éstas,  que  componen  solamente  260  dias,  para  completar  el  año 
"de  365  dias,  se  añaden  los  otros  105,  comenzando  otra  vez  á 
"contar  por  Ce  Cipactli:  (5)  de  que  se  deduce,  que  éste  era  siem- 

<1)  En  Lorenzana,  lázn.  de  la  pág.  '¿. 

(2)  Las  dos  piedras,  pág.  62. 

(8)  Las  dos  piedras,  primeTa  parte,  pág.  46  y  sig. 

(i)  Las  dos  piedras,  pág.  28  á  80. 

(5)  Ca  inieaao  omaoio  inio  ceppa  tezonqniza  iz  cempohualli  semana  maüactliomey 

tonatiuli  iz  ceoen  semana  no  cuel  ooceppa  itech  pohoa  iz  oe  Oipaoüi zan  huel 

ipan  tami  matlacpopualli  ihuan  ye  pohualli  tonatiuh.  Auoh  in  oo  iacica  mochihna 
oc  maenüpobualli  ipan  maoaiUi  tonatiuh  inie  huel  macice  zilinit]  in  caztolpohTUÜli 
ipan  yepohnaUi  on  maciorilli  tonatiuh.  Cap.  70  de  su  obra  citada. 


52 

^'pre  el  primer  día  de  cada  año."  (1)  La  (^onsecaenoia  es  inexac- 
ta y  nos  parece  sacada  muy  á  la  lijera;  lo  que  se  infiere,  porque 
eso  dijo  Oastillo,  es,  que  acabado  un  período  de  260  días,  el  pe- 
ríodo del  Tonalamatl,  inmediatnmente  le  sigue  otro  que  también 
comienza  por  Oipaotli;  mas  como  los  años  no  contienen  períodos 
completos  de  260  dias,  no  todos  |)ueden  comenzar  por  el  repe- 
tido signo  Cipactli. 

Ademas  de  quedar  destruido  el  fundamento,  ocurren  aún  estas 
observaciones.  Todo  sistema  compuesto  de  diversos  factores  ó 
períodos,  tiene  por  objeto  alcanzar  ciertos  resultados  por  la  com- 
binación y  enlace  de  esos  elementos,  dentro  de  términos,  fijados 
en  general  por  el  producto  de  los  números  admitidos,  ó  por  un 
cálculo  más  ó  menos  artificioso.  Inventar  diversos  períodos,  re- 
lacionarlos y  entretejerlos  para  salir  á  una  sola  forma  y  trunca, 
seria  un  contrasentido  sin  disculpa,  ya  que  el  objeto  pudo  alean» 
zarse  de  una  manera  más  sencilla.  Ifil  calendario  solar  se  deriva 
del  Tonalamatl,  simétrico  y  perfecto  en  su  desarrollo;  no  es  puea 
posible  admitir,  que  los  períodos  de  260  días  queden  truncos, 
que  las  trecenas  se  mutilen,  que  ningún  lugar  tengan  los  diez  y 
ocho  meses,  ni  hagan  papel  alguno  los  cuatro  símbolos  anuales 
y  los  62  años  del  ciclo.  El  calendario  gregoriano,  tipo  de  senci- 
llez, por  la  combinación  de  los  dias  de  la  semana,  los  bisiestos  y 
la  Pascua  movible,  da  origen  á  35  calendarios.  (2)  Nos  decidi- 
mos por  la  forma  múltiple,  no  inventando  la  teoría,  ni  sostenién- 
dola por  peregrina  supuesto  que  no  es  nueva,  sino  alentados  por 
el  ejemplo  de  respetables  personas,  que  también  estudiaron  pro- 
fundizando en  la  materia. 

A  causa  del  influjo  aciago  que  se  suponía  al  signo  Ce  Tochtli, 
el  principio  del  ciclo  quedó  trasladado  al  orne  Acatl;  este  era, 
pues,'  el  año  inicial  del  período  cíclico,  mientras  el  Ce  Tochtli  se 
convirtió  en  año  final.  Siendo  el  primer  año  orne  Acatl,  comen- 
zaba por  ce  Cipactli  primer  símbolo  de  los  diurnos  y  principio 
de  todo  período  de  260  dias;  conforme  á  las  reglas  ya  estableci- 
das, todos  los  meses  empezarían  por  Cipactli  y  terminarían  con 
Xochtli;  los  nemontemi  tendrían  también  por  inicial  á  Cipactli» 
contándose  en  seguida  Echecatl,  Calli,  Cuetzpalin  y  Cohuatl;  y 

(1).  Las  dos  piedras,  pág.  69. 

(2)  Manuels-Boret.  Théorie  da  Calendríer. 


63 


^mo  ignalmente  por  regla  general,  todo  año  comienza  y  acaba 
por  el  mismo  numero  trecenal,  el  último  nemontemi  se  contaría 
<!e  Cohuad, 

El  siguiente  año  yei  Tecpatl  no  vuelTe  al  inicial  Cipactli  como 
pretende  Gama,  sino  que,  siguiendo  el  desarrollo  de  los  elemen- 
tos constitutiyos,  empezará  por  el  dia  siguiente  al  en  que  termi- 
nó el  ano  anterior,  con  el  número  trecenal  que  le  corresponde, 
es  decir,  por  orne  MiquiztlL  Todos  los  meses  comenzarán  por  Mi- 
quiztli  y  terminarán  por  Cobuatl,  siendo  los  nemontemi  Miquiz* 
tli,  Mazatl,  Tochtii,  Atl,  é  Itzcuintli  afecto  con  el  trecenal  dos. 

El  tercer  año  nahui  Calli  tendrá  por  inicial  tres  Ozomatli;  co- 
rren los  meses  de  Ozomatli  á  Itzcuintli,  y  serán  los  nemontemi 
Ozomatli,.  Malinalli,  Acatl,  Ocelotl  y  Cuauhtli  con  el  trecenal 
tres.  En  el  cuarto  año  macuilli  Tochtii,  que  empieza  por  cuatro 
Gozoacuaulitli,  los  meses  se  encierran  entre  Cozcaeuauhtli  y 
Gaauhtli,  contándose  los  nemontemi  Cozcaeuauhtli,  OUin,  Tec- 
patl, Quiahuitl  y  Xochtli  con  el  trecenal  cuatro. 

Como  los  dias  del  mes  son  veinte,  y  cinco  se  toman  para  los 
nemontemi,  se  infiere,  que  el  quinto  año  chicuace  Acatl  vuelve  á 
tener  por  dia  inicial  á  Cipactli;  el  sexto  año  chicóme  Tecpatl  á 
Miquiztli;  el  sétimo  año  chicuei  calli  á  Ozomatli;  el  octavo  año 
chiconahui  Tochtii  á  Cozcaeuauhtli,  y  asi  hasta  el  fin  del  ciclo, 
aunque  afecto  con  los  números  trecenales  5,  6,  7  hasta  trece,  pa- 
ra volver,  en  seguida  al  desarrollo  de  la  trecena  y  terminar  el 
ciclo  con  el  ce  Tochtii  que  tiene  por  inicial  el  dia  trece  Cozca- 
enaubtli.  El  ciclo  entero  asumirá  esta  forma,  en  el  orden  de  los 
años  y  sus  dias  iniciales. 

Primer  tlalpilU,.  Segundo  tlalpiUí. 


H  AcatJ,  1  Cipactli. 
ni  Tecpatl,  2  Miquiztli. 
rV  Calli,  3  Ozomatli. 
y  Tochtii,  4  Cozcacuaohtli. 
VI  Acatl,  5  Cipactli. 
Vn  Tecpatl,  6  Miquiztli. 
Vm  CaUi,  7  Ozomatli. 

IX  Tochtii,  8  Cozcaeuauhtli. 

X  Acail,  9  Cipactli. 

XI  TecpatL  10  Miquiztli. 

XII  CaUi,  11  OzomatU. 

XIII  Tochtii,  12  CozcacuauhtU. 
I  ActkÜ,  18  Cipactli. 


II  Tecpatl,  1  Miquiztli 
UI  Calli,  2  OzomatU. 

IV  Tochtii,  3  Cozcaeuauhtli. 

V  Acatl,  4  Cipactli. 

VI  Tecpatl;  3  MiquiztU. 
vn  Calli,  6  Ozomatli. 

VIII  Tochtii,  7  Cozcaeuauhtli, 

IX  Acatl,  8  Cipactli. 

X  Tecpatl,  O  MiquiztU. 

XI  CaUi,  10  OzomatU. 

XII  TochtU,  11  CozcacuauhtU. 
Xin  Acatl,  12  CipactU. 

I  Tecpatl,  13  MiquiztU. 


I 


54 


Tercer  tíaipW. 

II  Calli,  1  Ozomatli. 

in  Tochtli,  2  Gozcacuauhtli. 

rV  AcaÜ,  3  Cipactli. 

V  Tecpatl,  4  Miqniztli. 

VI  Calli,  5  Ozomatli 

Vn  Tochtli*6  Gozcacuauhtli, 

VIII  Acati,  7  Cipaclli. 

IX  Tecpatl,  8  Miquiztli. 

X  Calli,  9  Ozomaüi. 

XI  TochÜi,  10  Cozcaoauauhtii. 

XII  AcaÜ,  11  Cipactli. 
Xin  Tecpatl,  12  MiquizÜi. 
I  Calli,  13  Ozomatli. 


Cuarto  tlalpOU, 


II  Tochtli,  1  Gozcacuauhtli. 
in  Acatl,  2  Cipactli. 

IV  Tocpatl,  3  MiquizÜi. 

V  Calli,  4  Ozomatli. 

VI  Tochüi,  5  Gozcacnahtli. 
vn  Acatl,  6  Cipactli. 

VIII  Tecpaü,  7  MiquizÜi. 

IX  Calli,  8  Ozomaili. 

X  TochÜi,  9  GozcacaauhÜi. 

XI  Acatl,  10  Cipactli. 

XII  Tecpail,  11  Miquiztli. 

XIII  Calli,  12  OzomaHi. 

I  TochÜi,  13  Gozcacuauhtli. 


Del  estudio  de  la  tabla  se  desprenden  las  siguientes  reglas  ge* 
nerales:  1*  Todo  año  Acatl  tiene  por  dia  inicial  á  Cipactli,  Tec- 
patl á  Miquiztli;  Calli  á  Ozomatli;  Tochtli  á  Cozcacuauhtli.  2*  El 
número  trecenal  que  afecta  el  dia  inicial,  es  una  unidad  menor 
del  número  de  orden  que  lleva  el  año  en  el  ciclo;  al  año  con  or- 
dinal uno,  corresponde  el  trecenal  trece.  3*  Los  cuatro  signos 
inciales  de  año,  no  presentan  dos  veces  dentro  del  oiclo  el  mis- 
mo número  trecenal.  4*  Enunciado  un  año  cualquiera  se  conoce 
inmediatamente  cual  es  su  dia  inicial,  con  el  número  trecenal  que 
le  acompaña.  5'  No  existe  el  más  liviano  motivo  de  confusión. 
6*  Cada  año  tiene  su  calendario  propio;  son  52  las  formas  del 
calendario  en  el  ciclo.  Extraordinaria  sencillez,  en  donde  apa- 
recía una  confusión  inextricable. 

Indicamos  que  esta  idea  no  era  nueva.  Sigüenza  (quien  cons- 
ta hizo  en  la  materia  profundos  estudios)  á  quien  siguen  Geme- 
Ui  y  Clavijero,  (1)  establece  que  el  año  Toobtli  empieza  por  Ci- 
pactli, Acatl  por  Miquiztli;  Tecpatl  por  Ozomatli,  Calli  por  Coz- 
cacuauhtli; **dando  siempre  al  signo  del  dia  el  mismo  número 
del  año."  La  regla  sería  completamente  exacta  cuando  el  ciclo 
comenzaba  por  Tochtli,  y  debe  admitirse  para  todo  el  tiempo 
primitivo  antes  de  la  correcclou;  mas  pasado  el  principio  del  ci- 
clo al  dos  Acatl,  la  cuenta  es.  la  que  establecemos.  Boturini  (2), 


(1)  Hist.  antig.  tomo  1,  pág.  268. 

(2)  Idea  de  una  nueva  hist.  pág.  56. 


56 

quiere  que  loa  cuatro  años  Tochtli,  Acatl,  Teopatl,  Oalli,  tengan 
por  iniciales  los  signos  diamos  del  mismo  nombre .  Para  esto  sería 
preciso  variar  el  orden  admitido  en  los  yeinte  símbolos  diurnos 
aceptando  qne  comenzaban,  no  por  Cipactli  como  es  la  realidad, 
sino  por  Toohtli  qne  ocupa  el  octayo  lugar.  Yeytia  sigue  las  doc- 
trinas de  Boturiniy  modificándolas  y  complicándolas  con  la  aña- 
didura de  los  dias  intercalares  en  los  bisiestos.  Gomo  natural- 
mente se  advierte,  estos  dos  últimos  sistemas  carecen  de  funda- 
mento. Nuestro  distinguido  Gama,  contradice  estas  opiniones;  (1) 
mas  aduce  razones  que  militan  contra  su  propio  sistema. 

Hemos  establecido  á  priorí,  que  el  calendario  mexicano  es  de 
íormas  múltiples.  Admitiendo  este  sistema»  todos  los  elementos 
numéricos,  todos  los  factores  que  entran  en  los  cálculos,  se  des- 
arrollan de  una  manera  constante  y  simétrica.  Los  ^52  años  del 
ciclo  por  los  360  dias  útiles  del  año,  componen  18,720  dias:  cifra 
igual  al  período  de  260  multiplicado  por  72,  número  que  á  su 
Y6Z  se  compone  de  ocho  veces  la  serie  de  los  Señores  de  la  no- 
che; igual  al  período  trecenal  repetido  1,440  veces  igual  con  936 
veces  el  período  de  los  símbolos  diurnos;  igual  con  1040  veces  los 
diez  y  ocho  meses;  igual  con  lOá  de  los  períodos  simétricos  de  180 
dias.  Los  360  dias  del  año,  igual  á  los  20  dias  por  los  diez  y  ocho 
meses;  igual  á  dos  períodos  de  180  dias,  que  son  nueve  meses  ó  la 
mitad  del  año.  Los  diez  y  ocho  meses  son  dos  veces  los  acompa- 
ñados de  la  noche.  El  ciclo  de  52  años  se  compone  de  cuatro 
veees  el  período  trecenal;  los  cuatro  tlalpilli  en  que  se  divide 
son  idénticos.  Los  trece  años  de  360  dias  componen  un  total  de 
4,680;  igual  con  el  período  de  260  dias  multiplicado  por  los  diez 
7  ocho  meses;  igual  -con  234  veces  el  período  de  I6s  20  símbolos 
diurnos.  El  calendario  primitivo  es  el  período  de  260  dias;  el 
período  del  Tonalamatl,  multiplicado  por  nueve  ó  sean  2,340 
dias,  que  caben  exactamente  dos  veces  en  cada  tlalpilli  y  ocho 
veces  en  el  ciclo.  Los  nemontemi  forman  en  cada  tlalpilli  el  pe- 
ríodo primitivo  de  65  dias  y  el  de  260  en  el  ciclo  entero.  Hay 
completa  armonía  en  la  mezcla  de  estos  elementos,  que  son  los 
componentes  del  calendario  primitivo  y  del  Tonalamatl,  relacio- 
nados de  una  manera  ingeniosa  para  reunir  en  una  sola  cuenta 
los  movimientos  de  la  luna,  de  Venus  y  del  sol. 

(1)  Las  dos  piedxaS;  nota  en  la  pág.  28. 


56 


Los  dos  tipos  más  autorizados  de  calendarios  fijos,  que  encon- 
tramos» son  los  siguientes : 


GAMA.  * 

1  TitiÜ  Itzoalli,  9  de  Enero. 

2  Itzcalli  Xoohilhmtl;  29  de  Eneío. 
8  XüomanalizÜiy  18  de  Febrero. 

4  TlacazipehnBliztli,  10  de  Marzo. 
6  Tozoztontii,  80  de  Marzo. 

6  Haeytozoztli,  19  de  AbrU. 

7  Tozcatl,  9  de  Mayo. 

8  Etzacualiztli,  29  de  Mayo. 

9  Tecoilhuitontli,  18  de  Jonio. 

10  HueyteouilhiiiÜ,  8  de  Julio. 

11  MiocaiUiiiitx)ntli|  28  de  Julio. 

12  HueymiocaiUiuitl,  17  de  Agosto. 

13  OchpaniztU,  G  de  Setiembre. 

14  Paohtli,  26  de  Setiembre. 
16  HueypachÜi,  16  de  Octubre. 

16  Quecholli,  5  de  KoTiembre. 

17  PanquetzáUztli,  25  de  Noriembre. 

18  AtemozÜi,  15  de  Diciembre. 

NemanUmi. 
4,  5,  6,  7,  8.de  Enero. 


SAHAGÜN. 

1  AÜacahualco,  2  de  Febrero. 

2  Tlacaxipehualiztli,  22  de  Febrero. 
8  Tozoztontli,  14  de  Marzo. 

4  HueylozozÜi,  3  de  AbrU. 

5  Toxoaü,  23  de  AbxiL 

6  Etzacualiztli,  13  de  Mayo. 

7  Tecuilhuitontli,  2  de  Junio. 

8  Hueytecuilhnitl,  22  de  Junio. 

9  Tlazoohimaco,  12  de  Julio. 

10  Xooohuetzi,  1  de  Agosto. 

11  Ochpaniztli,  21  de  Agosto. 

12  Teotleoo,  10  de  Setiembre. 

13  Tepeilhoitl,  30  de  Setiembre. 

14  QueohoUi,  20  de  Octubre. 

15  PanquetzaliztU,  9  de  Noviembre. 

16  AtemozÜi,  29  de  Noviembre. 

17  Tititl,  19  de  Diciembre. 

18  Itzcalli,  8  de  Enero. 

Nemontemi. 
28,  29,  30,  81  de  Enero  y  1  de  Febrero. 


El  sistema  de  nuestro  sabio  anticuario  Gama  es  el  admitido 
actualmente  en  América  y  en  Europa.  Fundado  en  sagaces  des- 
quisiciones;  en  el  estudio  comparado  de  los  trabajos  de  los  es- 
pañoles 7  de  los  indíjenas;  con  vista  de  las  pinturas  mexicanas; 
sostenido  por  buenos  cálculos  astronómicos,  forma  un  cuerpo  de 
doctrina  respetable,  ante  el  cual  no  se  sostiene  ninguno  de  los 
otros  sistemas:  sin  embargo,  Gama  no  tuvo  conocimiento  de  Sa- 
hagun:  Sahagun,  el  muy  sabio  y  diligente  investigador  de  nues- 
tras antigüedades,  el  trabajador  docto  é  incansable,  el  que  con- 
ferenció en  Tlatelolco  con  los  ancianos  y  entendidos  acerca  de 
la  formación  del  calendario.  Miramos  los  libros  de  Sahagnn  y  de 
Gama  con  profundo  respeto;  miedo,  verdadero  miedo  nos  embar- 
ga al  tener  que  decir  alguna  cosa  en  contradicción  con  ellos,  y 
si  en  la  empresa  de  hacerlo  nos  metemos,  es  porque  así  lo  te- 
nemos en  la  conciencia  y  en  nombre  del  juez  inflexible  que  se 
llama  la  ciencia.  Acertando,  quedaremos  satisfechos  solamente; 


67 

8i  nos  engañamos,  serrirános  la  derrota  de  oorrectivo  y  de  en- 
señanza. 

Antes  de  expresar  nuestras  objeciones  consideremos  todavía 
otros  problemas.  ¿El  año  mexicano  se  componía  constantemente 
de  365  dias,  ó  variaba  alguna  vez  para  ajustarse  al  movimiento 
del  sol?  En  este  capítulo,  como  en  todos,  las  opiniones  son  va- 
rias. La  mayor  parte  de  los  autores  hacen  de  ello  punto  omiso. 
Motolinia  dice:  (1)  ''Los  indios  naturales  de  esta  Nueva  España, 
''al  tiempo  que  esta  tierra  se  ganó  y  entraron  en  ella  los  españo- 
'les,  comenzaban  su  año  en  principios  de  Marzo;  mas  por  no  al- 
"canzar  bisiesto  van  variando  su  año  por  todos  los  meses."  En 
efecto^  según  esta  opinión,  como  se  consideraba  el  año  de  365 
dias  únicamente,  y  el  año  trópico  sea  un  poco  mayor,  de  donde 
yiene  el  año  de  366  dias  cada  cuatro  años,  resultaría  que  el  año 
mexicano  era  vago  y  comenzaba  sucesivamente  por  todos  los  dias 
de  los  meses,  hasta  tornar  4  su  principio  en  un  lapso  muy  consi- 
derable de  tiempo. — "No  alcanzaron  estas  gentes  el  bisiesto,  di- 
"ce  Torquemada,  (2)  y  no  es  maravilla,  pues  Aristóteles  ni  Pla- 
ntón lo  supieron,  hasta  que  Julio  Oesar  atinó  con  éU  •  •  •  Y  por- 
"qae  las  seis  horas  que  sobran  á  estos  365  dias  no  las  conocie- 
"ron,  por  edto  qo  tenía  fijeza  el  año,  y  no  comenzaba  con  pun- 
"taalidad,  como  el  nuestro,  y  así  era  en  un  dia  ú  otro,  pero 
''siempre  casi  á  un  tiempo."  Yetancourt  (3)  profesa  una  opinión 
ambigua:  "aunque  no  alcanzaron  el  bisiesto,  dice,  con  todo  en 
trece  dias  que  gastaban  en  aliñar  las  casas,  y  en  disponer  la  fies- 
ta del  fuego  nuevo,  corrían  trece  bisiestos  que  hay  en  52  años." 
Conforme  á  Sahagun,  (4)  á  10  del  mes  Itzcalli  se  hacía  una 
fiesta  al  fuego  bajo  la  imagen  de  Xiuhtecuhtli:  "En  esta  fiesta 
'ios  años  comunes  no  mataban  á  nadie;  pero  el  año  bisiesto,  que 
"era  de  cuatro  en  cuatro  años,  mataban  en  esta  fiesta  cautivos  y 
"esclavos."  Adelante  insiste  diciendo:  (5)  "Otra  fiesta  hacían  de 
"cuatro  en  cuatro  años  á  honra  del  fuego,  en  la  que  ahujeraban  , 
'las  orejas  á  todos  los  niños,  y  la  llamaban  Pillahuanaliztli,  y  en 
"esta  fiesta  es  verosímil  y  hay  conjeturas  que  hacían  su  bisiesto 

(1)  Hist.  de  los  indiosp  pág.  36. 

(2)  Monarquía  indiana,  lib.  X,  cap.  XXXVI. 

(3)  Teatro  mex.  trat.  2,  cap.  V. 

(4)  Hist.  general,  tom.  I.  pág.  75. 
\J>)  Tom.  I,  pág.  847-48. 

8 


58 

''contando  seis  dias  de  nemontemi." — ^Escnohemos  ahora  al  P. 
Dnrán^  MS:  ''A  todos  es  notorio,  escribe,  tener  el  año  365  dias» 
"los  cuales  dias  j  número  repartido  por  20  son  18  veintes  y  es- 
"tos  eran  los  meses  del  año;  pero  los  cinco  dias  que  sobraban, 
''teníanlos  esta  nación  por  dias  aciagos,  sin  cuenta  ni  provecho; 
"así  los  dejaban  en  blanco  sin  ponerles  figura  ni  cuenta,  y  asilos 
"llamaban  nemontemi,  que  quiere  decir,  dias  demasiados  y  sin 
"provecho,  y  estos  venían  á  caer  en  fin  de  Febrero,  á  veinte  y 
"cuatro  de  él,  el  dia  del  glorioso  San  Matías,  cuando  celebramos 
"el  bisiesto,  en  el  cual  dia  también  ellos  le  celebraban." — ^El  P. 
Fr.  Martin  de  León  admite  que  el  bisiesto  era  de  cuatro  en  cua- 
tro años.  (1) — ^Boturini  (2)  escribe:  "determinaron  cada  cuatro 
"años  añadir  un  dia  más,  que  recogiese  las  horas  que  se  desper- 
"diciaban,  lo  que  supongo  ejecutaron  contando  dos  veces  uno  de 
"los  símbolos  del  último  mes  del  año,  á  la  manera  de  los  roma- 
"nos,  que  uno  y  otro  dia  24  y  25  de  Febrero  se  llamaban  bix  seX" 
"io  kalendas  Martias" — ^Veytia  (3)  sigue  la  doctrina  de  Boturini 
y  agrega:  "La  mayor  parte  (de  los  autores),  y  los  de  mejor  nota 
"asientan  que  se  hacía  (la  intercalación),  en  el  año  del  cuarto  ca- 
"rácter  caña,  y  ésto  es  lo  más  regular  y  conforme  á  so  sistema." 
Sin  duda  que  D.  Garlos  de  Sigüenza  y  Góngora  profesaba  la 
doctrina  de  que  la  intercalación  se  hacía  al  fin  del  ciclo  de  62 
años,  aumentando  trece  dias,  supuesto  que  así  lo  afirma  Gemelli 
Oareri  y  lo  indica  Yetancourt.  A  la  misma  escuela  pertenece 
Clavigero:  (4)  "Pero  lo  más  maravilloso  de  su  computo,  escribe, 
"y  lo  que  ciertamente  no  parecerá  verosímil  á  los  lectores  poco 
"iniciados  en  las  antigüedades  mexicanas  es,  que  conociendo 
"ellos  el  exceso  de  algunas  horas  que  había  del  año  solar,  con 
"respecto  al  civil,  se  sirvieron  de  dias  intercalares  para  igualar- 
"los;  pero  con  esta  diferencia  del  método  de  Julio  César  en  el 
"calendario  romano,  que  no  intercalaban  un  dia  de  cuatro  en 
^"cuatro  años,  sino  trece  dias,  para  no  descuidar  su  número  pri- 
"vilegiado,  de  52  en  52  años,  lo  que  vale  lo  mismo  para  el  arre- 
"glo  del  tiempo." — Carli  escribe  de  los  mexicanos:    '^Su  gran 

(1)  Camino  del  cielo,  fol.  100. 

(2)  Idea  de  una  nueya  hist.  pág.  137. 
(8)  Hist.  antigua,  tom.  I,  pág.  110-20. 
(4)  Hist.  antigua,  tom.  1,  pág.  269. 


59 

"siglo  ó  ciclo  era  de  52  anos,  divididos  en  cuatro  indicciones  de 
'13  años  cada  una:  al  £n  del  ciclo  añadían  trece  dias."  (1) — Pedro 
de  los  Bios^  comentador  del  Códice  Vaticano^  nos  enseña:  ''ítem, 
%i  ha  da  notare,  che  il  loro  bisesto  andaya  solo  in  qnattro  let- 
'*tere,  anni  ó  segni  che  sonó  Canna,  Pietra,  Casa,  e  Coniglio,  per- 
''che  come  hanno  bisesto  delli  giorni  a  fare  di  quattro  in  qnattro 
''anni  nn  mese  di  qaelli  cinqne  giorni  mor  ti  che  aranzayano  di 
"(dascnn  anno,  cosi  ayeyano  bisesto  di  anni,  perche  di  cinquan- 
"tadae  ^n  cinqnantaane  anni,  che  é  una  loro  Et^,  aggiungeyano 
"un  anno,  il  qnale  sempre  yeniya  in  una  di  qaeste  lettere  o  segni 
"perche  come  ognilettera  o  segno  di  questi  yiginti  habbia  tredice 
"del  sue  genere  che  le  seryano,  verhi  gratia^  (2) 

León  y  Gama  asegura  que  la  intercalación  era  de  doce  dias 
7  medio  al  fin  de  cada  ciclo  de  52  años,  ó  sean  23  dias  al  £n  del 
ciclo  mayor.  (3)  Más  adelanto  lo  repite  en  estos  términos:  "Dije 
"aquellos  doce  ó  trece  dias,  porque  efectiyamente  un  año  inter- 
"calaban  12,  y  otro  13  dias;  ó  lo  que  es  lo  mismo,  doce  y  medio 
"días  en  cada  uno,  ó  25  en  el  doble  período  nombrado  Cehue- 

"hnetiliztli,  que  constaba  de  104  años de  manera,  que  to- 

"dos  los  dias  del  primer  ciclo,  se  contaban  desde  la  media  no- 
"che,  y  todos  los  del  segundo,  desde  el  medio  dia."  (4)  Hum- 
boldt  (5)  sigue  y  explaya  el  sistema  de  Gama.  "Arrojando  una 
"mirada  en  general,  dice,  sobre  las  intercalaciones  usadas  por 
'los  diyersos  pueblos,  encontramos  que  los  unos  dejan  acumu- 
"lar  las  horas  hasta  formar  un  dia  entero,  mientras  que  otros  no 
"proceden  á  la  intercalación  hasta  que  las  horas  excedentes  for- 
"man  un  período  igual  á  una  de  las  grandes  diyisiones  de  su  año. 
'^I  primer  método  es  el  del  año  juliano;  el  segundo  el  de  los 
"antiguos  persas,  quienes  cada  ciento  yeinte  años  añadían  á  un 
"aoo  de  doce  meses,  un  mes  entero  de  treinta  dias,  de  manera 
"que  el  mes  intercalar  recorría  todo  el  año  en  12  x  120  ó  en  1,440 
"años.  Los  mexicanos  siguieron  eyidentemente  el  sistema  de  los 
"persas;  conseryaban  el  año  yago  hasta  que  las  horas  excedentes 
"formaban  una  semilunacion,  y  por  consecuencia  intercalaban 

(1)  LettareB  américaines,  tom.  2,  pág.  158-59. 

(2)  KiiigEA)oroTigh,  tom.  5,  pág.  174-75. 

(3)  Las  dos  piedras,  pig.  28. 
(i)  Las  dos  piedras,  pág.  52-58. 

(5)  Yues  des  OordiUéres,  tom.  n,  pág.  59-60. 


60 

*'trec6  dias  en  todas  las  ligaluras  ó  ciclos  de  62-años.    Besultaba 
''de  aquí,  como  antes  tenemos  observado,  que  cada  ligaiura  con- 

"tenía  -Ja--  ó  1,461  períodos  pequeños  de  13  dias." 

Basta  de  autoridades;  menos  nos  hubiéramos  querido  encon- 
trar 7  las  apeteceríamos  más  conformes.  Orientémonos  en  tanta 
confasion.  ¿Era  ó  no  conocido  de  los  mexicanos  el  sistema  de 
intercalación?  Sí  lo  era;  quienes  lo  niegan  no  estudiaron  6  no  en- 
tendieron  bien  el  problema.  Entonces,  ¿la  intercalación  se  veri- 
ficaba de  cuatro  en  cuatro  años  ó  hasta  el  fin  del  ciclo'menor? 
Bespondemos,  que  de  entrambas  maneras.  Los  mexicanos  lleva- 
ban dos  especies  de  calendario;  el  astronómico,  y  el  religioso, 
civil  ó  ritual.  (1)  En  el  calendario  astronómico,  para  atender  al 
movimiento  de  los  astros,  la  intercalación  se  hacía  de  cuatro  en 
cuatro  años,  añadiendo  un  dia,  según  lo  más  probable  al  fin  de 
los  cinco  nemontemi.  A  esta  practicase  refieren  Sabagun  y  quie- 
nes le  siguen,  si  bien  se  advierte  que  confunden  y  mezclan  la  * 
forma  peculiar  de  esta  cuenta  astronómica  con  la  del  calendario 
civil.  Este  cómputo  científico  debía  de  tener  forma  particular,  y 
por  eso  se  pretende  que  el  calendario  civil  era  uno  y  fijo:  confe- 
samos no  conocer  suficientemente  las  reglas  que  en  su  estructu- 
ra presidían.  Tenía  lugar  la  intercalación  de  13  dias  al  fin  del 
ciclo  de  52  años,  en  el  calendario  civil.  Este  es  el  explicado  por 
Gama,  si  bien  le  confunde  á  veces  con  el  calendario  astronómi- 
co; de  esta  mezcla  resulta  que  alguna  de  sus  proposiciones  no 
sea  verdadera. 

Debemos  ahora  fijar  bien  la  mente  en  que,  la  intercalación  al 
fin  del  ciclo  pasó  por  diversas  correcciones.  La  primera  de  todas 
y  más  antigua  es  la  que  establece  añadir  13  dias  al  fin  del  ciclo 
menor.  Intercalar  un  dia  cada  cuatro  años  es  lo  mismo,  en  el  re- 
sultado, que  intercalar  13  dias  cada  52  años.  Por  medio  de  esta 
corrección  los  méxica  estaban  al  nivel  del  cómputo  juliano,  dan- 
do al  año  el  valor  medio  de  365,'' 25.  Iba  esto  conforme  con  sus 
elementos  numéricos;  en  efecto,  si  se  multiplican  los  13  dias  por 
las  24  horas  de  que  se  compone,  obtendremos  312  horas,  que  di- 
vididas por  los  52  años  del  ciclo,  darán  seis  horas  para  cada  año, 
ó  un  dia  cada  cuatro  años.  En  esta  cuenta  el  gran  ciclo  de  1,040 
años,  igual  á  20  ciclos  menores,  está  en  consonancia  con  el  ca- 

(1)  Olavigero,  tom.  1,  pág.  266,  nota  segunda. —Gama;  pág.  62,  &c. 


61 

lendario  primitivo  de  períodos  de  260,  pues  tenemos  260x4= 
1,040;  los  dias  intercalares  en  este  gran  espacio  de  tiempo  eran 
también  260=13x20.  Siguiendo  un  sistema  invariable  el  1,040 
era  el  gran  ciclo  simétrico;  dividíase  en  cuatro  períodos  menores 
de  260,  con  66  dias  intercalares  en  cada  uno,  13x5,  6  sean  los 
períodos  de  65  dias  del  jcalendario  primitivo.  A  su  vez  los  perío- 
dos de  260  se  dividían  en  cinco  ciclos  menores  52x5,  á  cada  uno 
de  los  cuales  corresponden  por  fin  13  dias  intercalares.  Multi- 
plicando el  valor  del  ano  trópico  365,**  242,264  por  1,040,  obten- 
dremos 379,85  V  954,560;  multiplicándolos  365  dias  del  año  az- 
teca por  1,040  7  uniendo  al  producto  los  260  dias  intercalares, 
tendremos  379,860^:  restando  una  de  otra  las  dos  cifras,  los 
8,''045,440  expresarán  la  diferencia  en  más,  que  los  mézica  con- 
taban en  su  cómputo  sobre  el  tiempo  verdadero. 

La  siegunda  coreccion  es  la  aprendida  por  Gama  de  Cristóbal 
del  Castillo:  consiste  en  intercalar  no  260  dias  en  el  gran  ciclo 
de  1,040  años,  sino  solo  250  dias;  es  decir,  25  dias  en  lugar  de  26 
en  cada  oehuehuetiliztli,  ó  sean  trece  días  al  fin  de  un  ciclo  me- 
nor, doce  dias  al  fin  del  siguiente  ciclo.  Los  períodos  de  260 
quedaban  respecto  de  los  dias  intercalares  en  esta  forma: 


13 

12 

13 

12 

12 

13 

12 

13 

13 

12 

13 

12 

12 

13 

12 

13 

13 

12 

13 

12 

De  los  cuatro  períodos  resultan  iguales,  el  primero  con  el  ter- 
cero, el  segundo  con  el  cuarto:  en  aquelos  63  dias  en  cada  uno, 
en  éstos  solo  62.  El  número  de  dias  en  los  1,040  años,  más  los 
250  intercalares,  producen  la  suma  379,850;  comparada  con  el 
tiempo  verdadero  379,851,' 954,560^  la  diferencia  1,"  954,560,  ó  sean 
casi  dos  dias,  sería  el  tiempo  que  de  menos  contaban  los  aztecas. 
Por  este  medio,  el  valor  medio  365,250,  se  había  disminuido  á 
365,240. 

Nada  tenemos  que  objetar  á  Gama  porque  sostenga  este  segun- 
do género  de  intercalación;  vamos  á  exponer  algunas  observa- 
ciones acerca  de  ciertos  principios,  á  nuestro  entender,  inexactos. 


I 


ce 


62 

Le  vemos  asentar,  que  se  intercalaban  doce  y  medio  dias  al  fin 
de  cada  ciclo  menor,  procediendo  de  manera,  ''que  todos  los  dias 
''del  primer  ciclo  se  contaban  desde  la  media  noche,  y  todos  los 
*'del  segundo  desde  el  medio  dia;  pero  lo  terminaban  &  la  media 
''noche  del  dia  26  de  Diciembre  como  antes."  (1)   Funda  esta 
teoría  en  que  la  fiesta  secular  del  fuego  nuevo  tenía  lugar  unas 
veces  de  dia,  otras  de  noche;  para  prueba  de  lo  primero  invoca 
á  Torquemada;  para  fundar  que  la  solemnidad  tenía  también  lu- 
gar de  dia,  recurre  al  P.  Acosta  de  quien  copia  este  párrafo:  "Al 
"cabo  de  los  cincuenta  y  dos  años  que  se  cerraba  la  rueda,  usa- 
"ban  de  una  ceremonia  donosa,  y  era,  que  la  última  noche  que- 
"braban  caantas  vasijas  tenían,  y  apagaban  cuantas  luces  tenían, 
diciendo,  que  en  una  de  las  ruedas  había  de  fenecer  el  mundo, 
y  que  por  ventura  sería  aquella  en  que  se  hallaban;  y  que  pues 
"se  había  de  acabar  el  mundo,  no  habían  de  guisar  ni  comer:  que 
"para  qué  eran  vasijas  ni  lumbre;  y  así  se  estaban  toda  la  noche, 
"diciendo,  que  quizá  no  amanecería  más,  velando  con  gran  aten- 
"cion  todos,  para  ver  si  amanecía.  En  viendo  que  venía  el  dia, 
'"'tocaban  muchos  atambores  y  bocinas,  y  fiautas,  y  otros  instru- 
"mentos  de  regocijo  y  alegría,  diciendo  que  ya  dios  les  alargaba 
"otro  siglo,  que  eran  52  años,  y  comenzaban  otra  rueda.  Sacaban 
"el  dia  que  amanecía  para  principio  de  otro  siglo,  lumbre  nue- 
"va,  y  compraban  vasos  de  nuevo,~ollas,  y  todo  lo  necesario  pa- 
"ra  guisar  de  comer:  y  iban  todos  por  lumbre  nueva  donde  la 
"sacaba  el  sumo  sacerdote,  precediendo  una  solemnísima  proce- 
"sion,  en  hacimiento  de  gracias.porque  les  había  amanecido  y 
"prorogádoles  otro  siglo  (2)." 

De  las  palabras,  "sacaban  el  dia  que  amanecía  para  principio 
"de  otro  siglo,  lumbre  nueva,"  pudo  tomar  Gama  la  inducción 
que  á  su  intento  cuadraba;  pero  confunde  que  persona  tan  ver- 
sada en  nuestras  antigüedades,  haya  admitido  una  autoridad  tan 
en  abierta  contradicción  con  todos  los  autores.  Acosta  da  moti- 
vo á  engañarse  por  descuido  en  la  redacción;  su  párrafo  mismo, 
sobre  todo  en  la  frase,  "porque  les  había  amanecido,"  manifies- 
ta que  también  él  creía  en  que  el  fuego  se  sacaba  de  noche.  Era 
creencia  religiosa  que  el  mundo  debía  acabarse  al  terminar  uno 

(1)  Las  dos  piedras,  pág.  58. 

(2)  Hist  nat.  y  moral,  lib.  6,  cap.  2. 


r 


63 

de  los  ciólos  menores;  si  al  finalizar  la  noche  del  último  nemon- 
temi  la  tierra  quedaba  en  tinieblas,  hombres  y  animales  y  todo 
perecería;  mas  si  el  sol  radioso  emprendía  como  siempre  su  car- 
so  acostnmbraáo,  señal  era  de  qne  el  mnndo  estaba  salvado  y  go- 
aria  de  existencia  por  otros  52  años.  Por  esta  creencia,  el  faego 
nneyo  se  sacaba  sin  excepción  de  noche:  los  fieles  esperaban  con 
ansiedad  febril  la  salida  del  sol,  y  la  ceremonia  carecía  de  razón 
de  ser  practicada  á  la  luz  del  medio  dia,  estando  ya  como  esta* 
ba  resuelto  el  problema  de  existencia.  Era  una  innovación  im- 
posible de  ser  consentida  por  el  dogma  religioso.  Becuerdo  dia- 
rio de  la  creencia  era  la  alegre  fiesta  con  que  los  sacerdotes  cele- 
braban la  salida  del  Tonatiuh,  y  en  la  misma  se  fundaba  en 
contar  el  dia  desde  el  orto  del  sol.  En  ninguna  parte  encontra- 
mosjiudioado  que  los  dias  se  contasen,  unos  desde  el  medio  dia, 
otros  desde  la  media  noche,  cosa  que  resultaría  contra  el  ritual 
7  las  costumbres:  todos  los  dias  civiles,  sin  excepción,  principia- 
ban á  la  salida  del  astro  luminoso. 

La  intercalación  de  26  diasen  el  cehuehuetiliztli revela  un  gran 
paso  dado  hacia  el  verdadero  conocimiento  del  tiempo,  fundado 
nn  duda  alguna  en  muy  atentas  observaciones.  Profundo  pasmo 
produce  en  nosotros  la  tercera  corrección,  atestiguada  de  un  mo- 
do irrecusable  por  una  antigua  pintura.  ^'Examinando  en  Boma 
el  Codex  Borgiano  de  Yeletri,  dice  Humboldt,  (1)  he  reconocido 
el  curioso  pasaje  del  cual  infiere  Fabrega,  (*)  que  los  mexicanos 
"conocieron  la  verdadera  duración  del  año  trópico.  Escritos  en 
"cuatro  páginas  se  ven  20  ciclos  de  62  años,  ó  sean  1040  años;  al 
'^  de  este  gran  periodo  se  observa  el  signo  tocMi  preceder  in- 
"mediatamente  en  los  geroglificos  de  los  dias  al  cozcaciiauhili^  de 
'lanera  que  están  suprimidos  los  siete  signos  del  agua,  perro, 
"mono,  malinalli,  caña,  tigre  y  águila.  Supone  el  P.  Fábrega  en 
"su  comentario  MS.,  que  esa  omisión  se  refiere  á  una  reforma 
"periódica  de  la  intercalación  juliana,  supuesto  qne  la  supresión 
"de  ocho  dias  al  fin  de  un  periodo  de  1040  años,  por  un  método 
"ingenioso  convierte  un  año  de  365**,  250  en  otro  de  365^  243,  que 
"sólo  es  mayor  que  el  verdadero,  según  las  tablas  de  Mr.  Delam- 
'l>re,  en  0^,0010  ó  sean  V  26.''  Guando  se  ha  tenido  la  oportuni- 

(1)  Vues  des  Oordilléres,  tom.  2,  pág.  81. 

{*)  CkKL  Borg.  foL  48^63.  Fábrega,  MS.  fol.  k,  p.  7. 


6á 

*'dad  de  examinar  gran  número  de  pintaras  geroglíficas  de  los 
''mexicanos,  y  se  ve  el  extremo  cuidado  con  que  están  ejecuta- 
''daSy  hasta  en  los  más  pequeños  pormenores^  no  se  puede  admi- 
''tir  que  la  omisión  de  ocho  términos  en  una  serie  periódica,  se 
''deba  á  la  simple  casualidad.  La  observación  del  P.  Fábrega 
"merece  ser  consignada  aquí,  no  porque  sea  probable  que  una 
"nación  emplee  efectivamente  una  reforma  á  su  calendario  des- 
"pues  de  los  largos  periodos  de  1040  años,  sino  porque  elMS.  de 
"Yeletri  parece  probar  que  su  autor  tuvo  conocimiento  de  la  ver- 
"dadera  durac:on  del  año.  Si  cuando  los  españoles  llegaron  á 
"México  existía  una  intercalación  de  25  días  en  101  años,  es  de 
"suponer  que  esta  intercalación  más  perfecta,  había  sido  prece- 
"dida  por  la  de  13  días  en  52  años;  la  memoria  de  este  método 
"antiguo  se  ha  de  haber  conservado,  y  puede  ser  que  el  sacerdo- 
"te  mexicano  que  compuso  el  ritual  del  Museo  Borgiano,  haya 
"querido  indicar  en  su  libro,  un  artificio  de  cálculo  propio  para 
"rectificar  el  antiguo  calendario,  sustrayendo  siete  diaa  del  gran 
"período  de  20  ciclos.  No  se  podrá  juzgar  de  la  verdad  de  esta 
"opinión,  sino  cuando  hayan  sido  consultadas  mayor  número  de 
"pinturas,  así  en  América  como  en  Europa;  porque,  no  me  can* 
"saré  de  repetirlo,  cuanto  hasta  hoy  sabemos  del  estado  antiguo 
"del  nuevo  continente,  nada  es  en  comparación  de  lo  que  un  dia 
"se  descubrirá,  si  se  llegan  á  reunir  los  materiales  exparcidos 
"por  ambos  mundos,  que  han  sobrevido  á  siglos  de  ignorancia  y 
"de  barbarie." 

Humboldt  desconfiar  de  sus  propios  ojos;  prefiere  dudará  con- 
ceder superioridad  á  los  bárbaros  sobre  los  civilizados,  en  un 
punto  difícil  de  observación  astronómica. 

El  Códice  Borgiatto  expresa  el  tipo  perfecto  de  la  intercalación 
azteca.  Los  dias  intercalares  en  el  gran  período  simétrico  no  fue- 
ron 260,  ni  250,  sino  252.  Los  cuatro  períodos  quedaron  igi}ales 
en  esta  forma: 


13 

13 

13 

13 

12 

12 

12 

12 

13 

13 

13 

13 

12 

12 

12 

12 

13 

13 

13 

13 

65 

ó  sean  63  dias  en  cada  uno.  Los  dias  en  el '  gran  oiclo  de  1040 
años,  más  los  252  intercalares,  suman  379852;  el  tiempo  verda- 
dero cnenta  379851',  954560;  la  resta  O",  045440  6  V  5'»  2*,  6016, 
expresa  la  diferencia  que  al  fin  de  1040  años  existía,  entre  el  ver- 
dadero valor  del  año  trópico  y  el  adoptado  por  los  sacerdotes 
astrónomos  aztecas.  Deberían  transcorrir  mny  más  de  23000  años 
para  componer  nn  día.  Maravilla  tan  grande  perfección,  que  ha- 
bla mny  alto  en  favor  de  los  pueblos  de  Máxico.  Descubierto 
por  ellos,  aprendido  si  se  quiere  de  pueblos  más  antiguos,  de  to- 
das maneras  este  cálculo  astronómico  era  muy  más  perfecto  en 
el  Nuevo  que  en  el  Antiguo  Mundo. 

La  corrección  no  se  hacia,  como  parece  indicarlo  Humboldt, 
al  fin  del  gran  ciclo  de  1040  años;  tenía  lugar  al  fin  de  cada  ciclo 
de  52,  como  consta  en  todos  los  autores,  bastando  para  ello  te- 
ner á  la  vista  las  tablas  para  saber,  si  debian  intercalarse  trece 

6  doce  dias.  Al  fin  de  cada  ciclo  se  concordaban  los  calendarios 
astronómico  y  civil,  á  fin  de  hacerlos  caminar  concordes. 

ün  calendario  de  365  dias  con  un  dia  intercalar  cada  cuatro 
aSos,  sea  cual  fuere  el  número  de  los  meses,  se  parece  más  en 
realidad  al  calendario  juliano,  que  lo  que  pudiera  semejarse  al 
calendario  egipcio,  en  el  cual  no  existe  intercalación  alguna.  De 
aquí  el  intento  de  concordar  ambos  cómputos,  formulando  el 
problema  en  estos  términos,  ¿el  dia  inicial  del  calendario  nahoa 
á  cual  dia  corresponde  en  el  calendario  juliano?  En  esta  mate- 
ria, como  en  todas,  luchamos  contra  la  discordancia  de  los  auto- 
res. En  un  antiguo  MS.  que  parece  pertenecer  al  P.  Olmos,  se 
dice  que  el  calendario  mexicano  comenzaba  á  primero  de  Enero. 
Qama  fija  el  nueve  de  Enero,  en  lo  cual  le  sigue  Humboldt.  Tor* 
quemada  el  uno  ó  el  dos  de  Febrero.  "En  el  Tktelolco  juntó 
''muchos  viejos  dice  Sahagun,  (1)  los  más  discretos  que  yo  pude 
"haber  y  juntamente  con  los  más  hábiles  de  los  colegiales  se  al- 
*'tercó  esta  materia  por  muchos  dias,  y  todos  ellos  concluyeron 
**dxciendo  que  comentaha  el  afio  d  segundo  dia  de  Febrero,'*  Siguen 
el  parecer  del  docto  franciscano  Yetancourt,  Fr.  Martin  de  León 

7  Yeytia  Los  Códices  Vaticano  y  Telleríano  Bemense  señalan 
el  veinte  y  cuatro  de  Febrero.  Acosta,  á  quien  sigue  Clavigero, 
el  veinte  y  seis  de  Febrero.  El  P.  Duran  y  el  P.  Yalades,  el  pri- 

(1)  Sahagvn,  tomo  2  pág.  265. 

9 


66 

• 

mero  de  Marzo.  Motolinia,  en  principio  de  Marzo.  Ixtlilxochitl, 
el  veinte  de  Marzo.  Gemelli  Careri  el  diez  de  Abril.  Esta  cues- 
tión y  la  del  orden  de  los  meses  son  correlativas.  Tomando  cada 
quien  diverso  mes  para  comenzar  el  año,  fuerza  era  hacer  cambiar 
la  fecha  inicial.  No  es  esta  la  áuica  causa  de  error;  consideraban 
el  calendario  azteca  como  de  forma  invariable;  sin  atender  á  que 
el  problema  era  complexo  y  sin  examinarle  bajo  todas  sus  fases, 
partían  de  un  principio  aislado,  verdadero  si  se  quiere,  pero  que 
aplicado  como  regla  general  debía  salir  á  consecuencias  ab- 
surdas. 

Por  otra  parte,  el  objeto  comparado  tampo(*o  tenía  formas  fijas. 
Refresquemos  la  memoria  en  cuanto  al  cómputo  europeo.  El  ca- 
lendario romano,  dejado  á  cargo  de  los  pontífices,  había  llegado 
á  la  mayor  confusión;  para  arreglarle,  Julio  César  hizo  venir  de 
Alejandría  al  astrónomo  Sosígenes,  quien  dando  al  año  trópico 
el  valor  medio  de  365,^25,  dispuso  que  todos  los  años  fuesen  igua- 
les de  365  dias,  y  que  para  recoger  las  seis  horas  sobrantes,  ca- 
da cuatro  años  se  contasen  366  dias:  este  dia  complementario  se 
debía  añadir  al  mes  de  Febrero,  intercalándolo  entre  el  24  y  el 
25:  el  24  en  aquella  cuenta  se  denominaba  sexto-calendas,  y  á  fin 
de  no  interrumpir  el  orden,  al  nuevo  dia  intercalar  se  dijo  bis- 
sexto-caieíidas,  de  donde  se  deriva  el  nombre  de  bisiesto  dado  á 
todos  los  años  de  366  dias.  Llámase  á  esta  reforma  ji/Ztana,  y  ca- 
lendario  juliano  al  dimanado  de  ella:  comenzó  á  regir  el  año  44 
antes  de  J.  G. 

El  concilio  de  Nicea,  celebrado  el  año  325  de  la  Era  cristiana, 
fijó  la  Pascua  por  medio  de  una  regla  que  consideraba  que  el 
equinoccio  de  primavera,  tendría  siempre  lugar  el  21  de  Marzo. 
Pero  como  el  valor  dado  al  año  juliano  era  de  365**  25  mientras 
el  verdadero  es  365*^242264,  resultaba  que  el  primero  era  mayor 
que  el  segundo  14"  8';  así  es  que  transcurridos  cuatro  años,  el 
equinoccio  no  ?  erificaba  á  la  misma  hora,  sino  mucho  más 
temprano  0,*'Ú30944  ó  44"  34  .  Acumulada  esta  diferencia  en  los 
años,  fué  haciendo  retrogradar  el  equinoccio  del  21  de  Marzo  al 
20y  luego  el  19,  &c.,  de  manera  que  en  1582,  en  que  eran  pasados 
1257  desde  el  concilio  de  l!}icea,  la  diferencia  se  elevaba  á  9"*  724, 
cayendo  el  equinoccio  á  11  de  Marzo,  en  lugar  del  21.  Para  ob- 
viar este  inconveniente,  el  pontífice  Gregorio  XIII»  hizo  nueva 


67 


reforma  al  calendario,  conocida  por  réfori)ia  gregoríana:  quitó  de 
pronto  la  diferencia  de  dias,  determinando  que  el  dia  siguiente 
al  4  de  Octubre  1582,  no  se  contara  cinco,  sino  quince  de  Octu- 
bre, y  para  prevenir  el  antiguo  trastorno,  se  dieran  reglas  mas 
ajustadas  para  la  cuenta  de  los  años  bisiestos.  Según  esto  nues- 
tros cálculos  solo  tienen  quj  ver  con  el  calendario  juliano. 

Esto  supuesto  comenzamos  por  relacionar  los  años.  Esta  em- 
presa es  sencilla,  supuesto  que  somos  dueños  de  esta  verdad  his- 
tórica: El  año  1519  en  que  D.  Hemarído  Cortés  llegó  d  las  playas  de 
México  contaban  los  naturales  el  ce  Acatl  de  su  cid^.  Conforme 
con  ello  están  los  autores  de  nota,  como  Sahagan,  Ixtlilxochitl, 
Acosta,  Torquemada,  Sigúenza,  Boturini,  Clavijero,  Yeytia,  Ga- 
ma &Q.:  confírmanlo  plenamente  los  Códices  ^elleriano  Remen- 
ee 7  Vaticano,  la  pintura  sincrónica  de  Tepechpai/.  y  de  México, 
la  pintura  publicada  por  Aubin,  así  como  varios  escritos  de  au- 
tores indios.  Aceptando  este  punto  de  partida,  todo  el  trabajo 
consiste  en  colocar  el  1519  junto  al  ce  acatl,  y  desarrollar  para- 
lelamente la  serie  de  los  anos  hacia  arriba  y  abajo  cuanto  se 
quiera. 

Para  determinar  el  principio  del  ciclo  tenemos  esta  autoridad. 
'*La  última  fiesta  solemne  que  hicieron  de  este  fuego  nuevo,  fué 
^'el  año  1507;  hiciéronle  con  toda  solemnidad  porque  no  habian 
''venido  los  españoles  á  esta  tierra.  El  año  de  1559  acabó  la  otra 
gavilla  de  años,  que  ellos  llaman  toxiuhmolpia:  en  esta  no  hicie- 
ron solemnidad  pública,  porque  ya  los  españoles  y  religiosos 
estaban  en  esta  tierra,  de  manera  que  este  año  de  1566,  anda 
en  quince  años  de  la  gavilla  que  corre."  (1)  Confirman  las  pin- 
turas este  aserto  contándose  entre  ellos  el  Códice  Mendocino. 

« 

Veamos  si  salen  acordes  estos  datos. 


«< 


« 


<f 


<( 


Pfitner  UalpUU. 


Segundo  tíalpiUi 


UmcuÜ,  1507. 
in  iMjpati,  150S. 
IV  oaUi,  1509. 
VtochÜi,  1510. 
VI  acAtl,  1511. 
VntMspatl,  1512. 
Tmealli,  151S. 


IX  toohtli.  1514.  II  tocpati,  1520. 

X  a/caü,  1515.  m  caUi,  1521. 

XI  tMspaÜ,  1516.  IV  toohtU,  1522. 

XII  oaUi,  1517.  V  acatl,  1523. 
Xni  tochtli,  1518.  VI  tecpatl,  1524. 
I  acatl,  1519.  VII  «allí,  1525. 

Vni  tochtU,  1526. 


IX  acatl  1527. 

X  tecpatl,  1528. 
XIcalli,  1529. 
Xn  toohtli,  1530. 
Xm  acatl,  1581. 
I  tecpatl  1582. 


(1)  Sahagun,  tom.  I,  pág.  847. 


68 

Tercer  UalpiUi  Cuarto  talpOU 


II  calli,  1533.  IX  teepati.  1640.  II  toehtU,  1546.  IX  calH,  1553. 

m  tochtli,  1534.  X  caUi,  1541.  Jll  aoaÜ,  1547.  X  tochtl,  1554. 

IV  aoatl,  1535,  XI  tochtli,  1542.  .IV  teopaU,  1548.  XI  aoaü,  1555. 

V  teopatl,  1536.  XH  aoatl,  1543.  Y  edli,  1549.  XH  toopail,  1556. 

VI  caUi,  1537.  XIII  tecpati,  1544.  VI  tocEtli,  1550.  XIII  ealU,  1557. 

VII  tochUi,  1538.  I  calli,  1545.  VII  aoaü,  1551.  I  tochtli,  1558. 
Vniacatí,  1539.                                 ^  VIII  tecpati,  1552. 

La  correspondencia,  paes,  es  exacta.  Adyertíremos  una  con- 
cordancia importante;  los  bisiestos  julianos  concurren  constan- 
temente con  los  ai)t>s  del  símbolo  Tecpatl 

Para  la  relación  entre  los  dias,  admitamos  solo  las  dos  fechas 
más  autorizadas;  el  2  de  Febrero  de  Sahagun,  y  el  9  de  Enero 
de  Gama.  En  ninguno  de  los  dos  sistemas  la  fecha  del  primer 
año  inicial  de  ciclo  podía  quedar  siempre  la  misma.  Tomemos  el 
caso  más  propicio,  el  del  calendario  astronómico,  con  la  interca- 
lación cada  cuatro  años.  En  un  primer  ciclo,  todos  los  años  co- 
menzarían en  efecto  por  9  de  Enero  y  terminarían  el  8  de  Enero 
supuesto  que  había  trece  dias  intercalares  como  en  el  calendario 
juliano;  en  el  segundo  ciclo  tendría  igualmente  la  misma  forma; 
pero  como  entonces  el  calendario  azteca  solo  intercalaba  doce 
dias,  mientras  el  juliano  conservaba  los  trece  dias,  resultaría  un 
dia  de  diferencia,  y  el  siguiente  cehuehuetiliztli  no  comenzaría 
otra  vez  por  nueve  de  Enero,  sino  por  ocho.  Se  aumentaría  la 
diferencia  de  un  dia  en  cada  ciclo  en  que  se  intercalaran  sola- 
mente doce  dias:  por  consecuencia,  no  es  posible  que  los  días 
iniciales  de  todos  los  ciclos  sean  de  la  misma  fecha. 

En  el  calendario  civil  resulta  lo  mismo,  aunque  en  otra  for- 
ma. "El  año  mexicano,  dice  Humboldt,  (1)  comenzaba  en  el  pri- 
mer del  año  oduhmolpilli,  por  el  dia  que  en  el  calendario  grego- 
riano corresponde  al  9¡de  Enero.  El  quinto,  el  noveno  y  el  dácimo 
''tercero  año  del  ciclo,  empezaban  respectivamente  por  el  8,  7  y 
'^6  de  Enero;  en  cada  año  del  signo  tochüi  perdían  un  dia  los 
"mexicanos,  y  por  efecto  de  esta  retrogradacion,  el  año  oalli  de 

(1)  Vnee  dee  CordUléree,  tom.  2,  pág.  60.  Resume  lo  que  dice  Gama,  parte  pri- 
mera, pág.  52  j  76. 


. 


69 

"^ia  cuarta  indicción,  comenzaba  el  27  de  Diciembre,  j  finalizaba 
''en  el  solsticio  dé  Inyierno,  el  21  de  Diciembre,  no  teniendo  en 
''cuenta  Ibs  cinco  dias  inútiles  ó  complementarios.  Besnlta  de 
"aqni  que  el  último  de  los  Tiemontemi  llamado  cohuatl,  culebra,  y 
''considerado  como  el  dia  más  desgraciado,  porque  no  pertenecia 
"á  periodo  alguno  de  trece  dias,  cajese  al  fin  del  ciclo  en  26  de 
"Diciembre,  y  que  los  trece  dias  intercalares  trajesen  de  nueyo 
"el  principio  del  año  al  9  de  Enero." 

Admitimos  por  bueno  el  cálculo  y  le  tenemos  por  perfecto,  en 
el  supuesto  de  ser  trece  los  dias  intercalarios;^pero  ¿podía  suce- 
der lo  mismo  en  el  ciclo  en  que  tocaba  intercalar  doce  dias?  En 
este  se  suprimía  un  dia;  y  el  último  dia  del  ciclo,  con  todo  e  in- 
tercalación, no  podía  volver  al  8  de  Enero,  para  que  el  siguiente 
ci<do  comenzase  á  9,  sino  que  concurría  con  el  7  de  Enero,  y  el 
ano  siguiente  tendría  por  inicial  el  8  de  Enero  del  calendario  ju« 
liano.  Otra  observación:  la  pérdida  del  dia  no  tenía  lugar  en  el 
signo  tocftüi^  sino  en  el  tecpatí,  que  es  el  que  concurre  con  los 
años  bisiestos,  y  la  diferencia  en  el  dia  inicial  del  año  se  haría 
sentir  en  los  años  del  símbolo  cálli  inmediato. 

Establecido  el  sistema  en  la  forma  que  hemos  visto,  nos  dice 
Chima:  (1)  "Pero  para  concordar  los  datos  de  los  españoles  con 
los  de  los  indios,  en  los  tiempos  anteriores  á  la  corrección  gre- 
goriana, es  necesario  tener  cuenta,  no  solamente  con  los  dias 
que  habían  retrocedido  los  indios,  sino  también  con  el  error  que 
tenía  entonces  el  calendario  de  los  españoles,  y  sumando  am- 
"bas  diferencias,  se  sabrá  con  precisión,  el  dia  que  corresponde." 
De  esta  regla  fundamental  parte  para  examinar  algunas  fechas, 
que  asegura  se  resuelven  en  su  cómputo,  siendo  imposibles  en  los 
demás.  "Sea,  por  ejemplo,  asegura  en  el  lugar  citado,  .el  dia  8 
"de  Noviembre  de  1519,  en  que  entró  en  México  la  armada  es- 
pañola, que  los  mexicanos  dicen  haber  sido  en  el  mes  nombra- 
do QnechoUi  del  año  ce  Acatl,  primero  de  la  segunda  indicción 
"de  su  ciclo,  en  el  cual  habían  omitido  ya  tres  bisiestos,  suman- 
"do  pues,  estos  tres  dias  con  la  diferencia  que  hay  entre  8  y  17 
"de  Noviembre  que  debían  contar  los  españoles  (por  llevar  co- 
^'rridos  entonces  9  dias  completos,  que  componen  los  4A  minutos 
"que  intercalaban  de  mías  en  cada  bisexto,  desde  el  año  325,  en 

(1)  Las  dos  piedras,  primera  parte,  §  45,  pág.  76. 


u 


\ 


tí 


70 

<'qae  se  celebró  el  sagrado  concilio  Niceno,  hasta  el  1600),  la  sa- 
"ma  doce  añadida  al  dia  ocho  concurrirá  con  el  dia  20  del  pro- 
pio mes;  al  cnal  corresponde  precisamente  en  los  calendarios 
mexicanos  el  dia  16  del  mes  QaechoUi,  nombrado  4  Cozca- 
"caauhtli.  Pero  aquel  año  ce  Acatl  habla  empezado  tres  dias 
'^ántes  del  9  de  Enero:  aunque  el  dia  16  del  mes  QuechoUi  y  4 
"Cozcacuauhtli  coinciden  con  el  20  de  Noviembre,  se  deben  re- 
''trotraer  á  17  del  mismo,  que  es  el  dia  exacto  que  debían  contar 
"los  españoles,  supuesta  ya  hecha  la  corrección  que  necesitaba 
"el  calendario  juliano  de  que  entonces  usaban.*' 

Pasa  á  considerar  la  fecha  de  la  prisión  de  Oaauhtemoc,  fijada 
por  los  mexicanos  en  el  año  Yei  Calli,  mes  Tlaxochimaco,  dia  ce 
Cohuatl,  acompañado  Atl,  y  relacionada  con  el  12  de  Agosto 
1521.  Examina  cómo  no  cuadra  en  ninguno  de  los  ajenos  siste- 
mas; y  como  lo  mismo  suceda  en  el  suyo,  entra  en  largas  expli- 
caciones, divaga,  y  por  último  declara  que  la  fecha  no  debe  to- 
marse al  pié  de  la  letra.  (1)  "Hablando,  pues,  el  primero,  (Cris- 
"tóbal  del  Castillo)  metafóricamente,  dice,  que  se  acabó  la  guerra: 
"perdió  su  dignidad  é  impetio  GuauhtemotziD,  y  so  destruyeron 
"los  mexicanos  y  tlatilolcas,  en  aquel  dia,  que  por  sus  efectos 
"debía  contarse  una  culebra,  cuyo  acompañado  fué  el  agua;  en 
"el  cual  dijo  el  gran  Tlalloc,  qué  cesaría  de  una  y  otra  parte  la 
"ominosa  revolución  de  la  guerra  y  que  este  fatal  suceso  fué  en 
"el  año,  que  en  la  cuenta  de  sus  ciclos  se  enumeraba  Yei  Oalli, 
"tres  casas.  Esta  es  la  genuina  intrerpretacion  que  debe  darse 
"al  sentido  metafórico  que  contienen  las  palabras  que  abajo  van  ' 
"asentadas. ''  (2) 

Este  punto  de  la  correspondencia  es  para  nosotros  el  capital 
de  la  cuestión.  Estamos  absolutamente  conformes  en  que  deben 
llevarse  en  cuenta  los  bisiestos  intercalados  en  el  calendario  ju- 
liano de  cuatro  en  cuatro  años,  para  añadirles  en  el  calendario 
mexicano  al  fin  de  cada  ciclo;  pero  nos  parece  complicado  á  la 

(1)  Las  dos  piedras,  primera  parte  1 48  al  5 1,  pág.  79  á  83. 

(2)  Ca  iniquao  tzonquiz  in  necaliliztli.  in  noman  in  chimalli;  izoeuli  in  teoatl  tta- 
ebinolli  inio  poliohqae  in  Tenoohca,  Tlatiloloa.  Auch  ca  huel  iqoao  in  on  oalao  T(k 
natioh,  yehuatl  ixcemilhtiitanalpohaalli:  ca  yehaaÜ  iz  ce  Cohoatl  iniqnecbol  atl  on> 
can  tlatoa  in  Hoey  Tlalloc  moncahui  (yaomalinaltezahuitl.  Auch  impan  initla  po- 
hnalli  in  xiutlalpohuatli,  ca  yei  Calli  in  zihaitl.  En  el  citado  MS.  cap.  50. 


71 

pAT  de  inútil  andar  bascando  el  tiempo  verdadero  que  los  espa- 
ñoles debían  contar,  haciendo  la  corrección  de  lo  que  el  ano  ci- 
TÍ1  juliano  excedía  al  trópico.  Existia  en  realidad  nna  diferencia 
en  tiempo;  el  eqninoccio  había  retrogradado  y  no  se  verificaba 
el  21  de  Marzo;  pero  esto,  que  debía  apreciarse  en  los  cálenlos 
astronómicos,  nada  tenía  que  ver  con  las  fechas  civiles.  Cuando 
los  castellanos  contaban  8  de  Noviembre,  este  dia  y  no  otro  nin- 
gano  era  en  sus  cómputos;  no  se  le  debe  corregir  como  no  se 
corrigen  las  fechas  de  aquella  ópooa,  permaneciendo  siempre  8 
de  Noviembre:  el  viejo  j  el  nuevo  estilo  solo  han  sobrevenido 
después  de  la  corrección  gregoriana,  á  fin  de  llevar  la  relación 
entre  las  datas  comunes  de  los  pueblos  cristianos  j  de  los  que, 
como  los  Busos,  conservan  la  antigua  cuenta. 

Has  sea  cual  fuere  la  corrección  que  deba  efectuarse,  es  ab- 
solutamente innegable^  queda  fuera  de  toda  controversia,  que  si 
se  encuentra  una  fecha  cierta  del  calendario  azteca,  que  concuer- 
de  con  otra  también  cierta  del  calendario  juliano  seguido  por  los 
castellanos,  ambas  concurrirán  en  un  solo  j  mismo  dia.  Si  to- 
mado este  punto  de  partida  ambos  calendarios  se  desarrollan 
paralelamente  no  cabrá  la  menor  duda  en  que  su  relación  será 
auténtica  y  verdadera,  al  menos  en  el  año  en  que  se  ejecuta  la 
confrontación.  Este  procedimiento  vamos  á  emplear  sin  desalen- 
tarnos porque  Gama  diga,  que  el  camino  fué  ya  recorrido  sin 
obtener  resultado  satisfactorio.  La  fecha  escogida  es  precisa- 
mente la  desechada  por  Gama.  Yei  CaU^  TlaxocMmaco,  ce  Co^ 
haüf  acompañado  AÜ,  concuerda  con  eí  12  de  Agostó  1521,  Si  de  la 
comparación  que  emprendemos  resulta  un  absurdo,  la  andamia- 
da vendrá  al  suelo  por  su  propia  gravedad;  si  sale  conforme  con 
los  principios  ya  establecidos,  el  problema  quedará  resuelto  y 
la  verdadera  estructura  del  calendario  azteca  quedará  conocida. 


CAPÍTULO  V. 


NUBSTRO  SISTEMA. 


Diicuiion  deldta  ttcúgido.—CaientUmo  comparado  para  lú^l.-^Regku  para  la  for- 
mación de  un  calendario  cualquiera. —liafiegta  dcUca. — Culminación  de  las  pUya- 
da». — La  intercalación. 

ESTAMOS  obligados  á  no  dar  nn  paso  sin  entrar  en  nueva 
disensión:  la  fecha  adoptada  no  está  llana  como  parece.  D. 
Hernando  Cortés  relata  la  prisión  de  Gaanhtemoc,  así  como  la 
subsecuente  entrevista,  aumentando:  '*E  yo  le  animé,  y  le  dije, 
''que  no  tuviese  temor  ninguno;  y  así  preso  este  señor,  luego  en 
''ese  punto  cesó  la  guerra,  á  la  cual  plugo  á  Dios  Nuestro  Señor, 
"dar  conclusión  martes,  dia  de  Santo  Hipólito,  que  fueron  trece 
"de  Agosto  de  mil,  y  quinientos,  y  veinte  y  un  años."  (1)  Bemal 
Díaz  escribe:  "Prendióse  Guatemizy  sus  capitanes  en  18  de  Agos- 
"to,  á  hora  de  vísperas,  dia  de  señor  San  Hipólito,  año  de  1521."  (2) 
Por  3U  parte.  Gomara  nos  dice:  "De  la  manera  que  dicho  queda 
"ganó. Fernando  Cortés  á  México  Tenuchitlan,  martes  a  trece  de 
"Agosto,  dia  de  San  Hipólito,  año  de  mil  y  quinientos  y  veinte 
"y  uno:  en  remembranza  de  tan  gran  hecho  y  victoria,  hacen  ca- 
"da  año  semejante  dia  los  de  la  ciudad,  fiesta  y  procesión,  en  que 
"llevan  el  peudon  con  que  se  ganó."  (3)  En  efecto  esta  costum- 
bre de  sacar  el  pendón  por  la  ciudad  el  dia  de  San  Hipólito,  tre- 


(1)  Cartas  en  Lorenzana,  pág.  300. 

(2)  HÍ8t.  Tordadera,  cap.  OLVI. 

(8)  Gomara,  Crón.  cap.  CXXXXIII. 


78 

ce  dd  Agosto,  tuyo  lugar  por  primera  vez  en  Mexioo,  el  año  1528 
segon  ooDsta  por  q1  cabildo  del  mismo  mes.  (1) 

Torquemada  (2)  acepta  qne  la  victoria  fué  á  13  de  Agosto,  auD- 
que  despaes  expresa:  ''algunos  dicen,  que  se  ganó  la  ciudad  el 
''dia  de  Santa  Clara;  pero  que  por  no  estar  entonces  esta  santa 
"en  el  calendario  y  tabla  general  del  rezado,  no  la  hallaron  en 
"ella  cuando  quisieron  notar  el  dia,  j  asi  pasaron  al  inmediato 
"que  se  le  sigue,  donde  están  los  benditos  Santos  Hipólito  y  Ca- 
"siano.'*  (3)  Yetancourt  sigue  opinión  semejante  escribiendo» 
"Vné  esta  victoria  martes  13  de  Agosto,  dia  de  San  Hipólito: 
^'aunque  hay  quien  diga,  qué  la  prisión  fué  á  doce  sobre  tarde  y 
"la  publicación  de  las  paces  á  trece  año  de  1621."  (4) 

"Otra  razón  hubo,  dice  Gama,  (5)  para  que  se  confundieran 
"más  los  españoles,  y  no  llegaran  á  conocer  la  correspondencia 
"de  los  dias  y  meses  de  nuestro  calendario  con  los  de  los  indios 
"y  es  el  dia  que  señalaron  éstos  de  la  toma  de  la  ciudad.  En  to- 
adas las  historias  escritas  por  ellos,  así  de  los  autores  conocidos 
'como  de  los  anónimos,  se  refiere  esta  data  con  el  símbolo  y.ca- 
'^ráctev  numérico  ce  OohuatL  Unos  hacen  también  mención  del 
"mes  Tlaxochimaco."  El  mismo  Gama,  quien  parece  haber  he- 
cho especial  estudio  acerca  de  este  punto,  menciona  la  historia 
de  uno  de  los  guerreros  mexicanos  que  se  hallaron  en  el  cerco 
de  México,  y  le  sirve  de  guía  la  autoridad  de  Cristóbal  del  Cas- 
tillo, quien  ''dice  haber  sido  la  prisión  de  Cuauhtemozin  por  la 
"tarde  al  ponerse  el  sol.  Auh  c%  huel  iquac  in  onccdac  Tona- 
tiuhr  (6) 

"Rindiéronse  los  mexicanos,  dice  Sahagun  (7)  y  departióse  la 
guerra  en  la  cuenta  de  los  años  que  se  dice  ires  casas,  y  eu  la 
cuenta  de  los  dias  en  el  signo  que  se  llama  ce  Ooatl'\ 

Perplejos  nos  dejaron  estas  encontradas  versiones,  fundadas  co- 
mo estañen  respetables  autoridades.  Meditando  uu  poco  creemos 

(1)  Libros  de  Cabildo,  14  da  Agosto  1528. 

(2)  MoQsrq.  indiaoA,  lib.  IV,  cftp.  Gilí. 

(3)  Las  dos  piedras,  pág.  80|  nota. 

(4)  Teatro  mexicano,  trat.  2.  cap.  X. 
\Cy)  Las  dos  piedras,  pág.  79. 

(6)  Las  dos  piedras,  pág.  81,  nota. 

(7)  Hist.  general,  lib.  XII,  cap.  XL,  primera  edición. 

10 


ce 
u 


74 

haber  encontrado  la  soinoion  del.  problema.  A  hora  de  vísperas 
íaé  en  realidad  la  prisión  de  Oaauhtemoc,  tras  la  caal  tuyo  lugar 
la  entrevista  con  D.  Hernando,  de  donde  se  siguió  la  rendición 
de  los  guerreros  mexicanos;  pero  acercándose  la  noche  y  presen- 
tando el  cielo  aparatos  de  lluvia,  los  castellanos  se  retiraron  á 
sus  cuarteles,  llevándose  los  prisioneros.  ''Luego  el  dia  siguien- 
^te  de  mañana  se  pregonó  la  paz,  y  mandaron  á  los  que  estaban 
^'acorralados  que  saliesen  seguramente  á  sus  casas  á  reposar  y 
''consolar.'*  Este  mismo  dia  se  verificó  segunda  entrevista,  en  el 
mismo  sitio  en  donde  la  del  dia  anterior,  entre  Oortós  y  los  tres 
reyes  vencidos,  Cuauhtemoc  de  México,  Goanacoch  de  Texcocó 
y  Tetlepanquetzalin  de  Tlacopan,  para  concertar  el  rendimiento 
y  la  §(ujecion,  con  la  entrega  del  oro  que  en  la  ciudad  había, 
dándose  orden  en  el  modo  que  los  señoríos  quedaban  y  manera 
de  recojer  los  tributos.  (1)  Las  entrevistas  fueron  dos  y  no  una 
sola.  Cortés,  de  quien  tomó  Gomara,  y  andando,  el  tiempo  Ber- 
nal  Díaz,  no  menciona  másTdel  dia  de  la  captura  del  rey;  por  un 
olvido,  que  nada  tiene  de  extraño,  omitió  la  segunda  conferencia, 
ya  por  parecerle  cosa  de^poco  momento,  ya  por  no  hacer  más 
abultada  su  relación;  cuenta  su  conversación  con  Cuauhtemoc,  y 
sin  percibir  que  algo  se  le  quedaba  por  decir,  fijó  la  fecha  d«l 
13  de  Agosto  en  que  se  publicó  la  paz,  sin  advertir  en  que  recaía 
sobre  el  dia  de  la  prisión:  era  una  inadvertencia  y  nada  más. 
Mucho  más  puntuales  los  historiadores  mexicanos,  como  que  se 
trataba  de  hechos  muy  capitales  en  su  historia,  consignaron  en 
sus  anales  los  sucesos  verdaderos,  distinguiendo  acertadamente 
los  dos  dias,  con  sus  propias  fechas,  el  de  la  cautividad  del  mo- 
narca, y  el  de  la  publicación  de  las  paces:  el  primero  fue  lunes 
12  de  Agosto  1521,  el  segundo  el  martes  13  de  Agosto,  solemni- 
zado como  dia  verdadero  del  rendimiento  de  la  ciudad  y  princi- 
pio de  la  dominación  española  en  México. 

Si  al  lector  parecen  livianas  nuestras  razones,  vamos  á  darle 
nna  demostración  matemática.  He  aquí  el  calendario  formado 
1»ajo  la  base  de  que,  lunes  12  "de  Agosto  1521  era  al  mismo  tiem- 
po ce  Cohuatl  acompañado  Atl,  del  mes  Tlaxochimaco.  Coloca- 
das ambas  fechas  una  delante  de  otra,  desarrollamos  simultánea- 

(1)  Sáhagan,  lib.  XII,  oap.  XLI  de  la  segunda  edic.  oap.  XL  y  XLI  de  la  primera 
TofqQemada,  lib.  lY,  oap.  CII. 


75 

mente  hacia  arriba  y  háoia  abajo  los  dos  calendarios  juliano  y 
mexicano,  y  veamos  á  donde  nos  condncen. 


ÁÉO  YEI  CALLI  (tres  CASAS).  1521. 


Añ&jtUianc 

J/oai  p  dia$  trtoena¡e$, 
I.   ITZCAT.TJ. 

« 

fcwo.      Hiéraole« 

30 

2  O'^omatli. 

Xiuhtecuhtli  Tktl 

Jueyes    . 

31 

3  Malinalli. 

Tecpatl. 

VébMTO.  Viernes 

1 

4  Acatl. 

Xóchitl. 

Sábado 

2 

f)  Ocelotl. 

Centeotl. 

Domingo 

3 

n  Cuauhtli. 

!^iquiz'lí. 

Liínes 

4 

7  Cozcacuauhtlí. 

Atl. 

Martes 

5 

8  Ollin. 

Tlazolteotl. 

Miércoles 

6 

9  Tecpatl. 

Tepeyollotli. 

Juayes 

7 

10  Quiahuitl. 

Quiahuitl. 

ternes 

S 

11  Xóchitl. 

Tletl. 

Sábado 

9 

12  Cipactl). 

Tecpatl. 

Domingo 

10 

13  Ehecatl. 

Xóchitl. 

lüínes 

11 

1  Calli. 

Centeotl. 

Máries 

12 

2  Cuetzpallin. 

Miquiztli. 

Miércoles 

13 

3  Cohnatl. 

Atl. 

JnéTes 

U 

4  Miquiztli. 

Tlazolteotl. 

Viernes 

15 

5  Mazatl. 

Tepeyollotli. 

Sábado 

16 

6  Tochtli. 

Quiahuitl. 

Domingo 

17 

7  Atl. 

Tletl. 

Liines 

18 

8  Itzcointli. 

Tecpatl. 

II.  ATLAOAHÜALOO. 


Martes 

19 

9  Ozomatli. 

Xóchitl. 

Miércoles 

20 

10  Malinalli. 

Centeotl. 

Jueves 

21 

11  Acatl. 

Miquiztli. 

Viernes 

22 

12  Ocelotl. 

Atl. 

Sábado 

23 

13  Cuauhtli. 

Tlazolteotl. 

Domingo 

24 

1  Cozcacuauhtli. 

Tepeyollotli. 

Lunes 

25 

2  Ollin. 

Quiahuitl. 

M&rtes 

26 

3  Tecpatl. 

Tetll. 

Miércoles 

27 

4  Quiahuitl. 

Tecpatl 

76 


Ifino. 


Juérea  • 

28 

5  Xochtli 

Xóchitl. 

Víérne» 

1 

0  Cipactli. 

Cenleotl. 

Sábado 

2 

7  Ehecatl. 

Miquiztli. 

Domingo 

3 

8  Calli. 

Atl. 

Lunes 

4 

9  Cuetzpalin. 

Tlazolteot!. 

Mirtes 

5 

10  Cohuatl. 

TepftyoUotlí 

Miércoles 

6 

11  Miquiztli. 

Quiahuitl. 

Juéres 

7 

12  Mazatl. 

Tletl. 

Viérneri 

S 

13  Tochitl. 

Tecpatl. 

SU>ado 

9 

1  Atl. 

Xóchitl. 

Domingo 

10 

2  Itzcuintli. 

Centeotl. 

m.  TLAOAXIPEHÜALIZTLI. 


Lunes 

11 

3  Ozomatlí. 

Miquiztli. 

Martes 

12 

4  Mallinallí. 

Atl. 

Miércoles 

13 

5  Acall. 

TUzolteoÜ. 

Jueves 

14 

6  Ocelotl. 

TepeyollotU 

Viernes 

15 

7  CuauhUi. 

Quiahuitl. 

Sábado 

16 

8  Cozcacuauhtlí. 

Tletl. 

Domingo 

17 

9  Ollin. 

Tecpatl. 

Lunes 

18 

10  Tecpatl. 

Xóchitl. 

Martes 

19 

11  Quiahuitl. 

Centeoti. 

Miércoles 

20 

12  Xóchitl. 

Miquiztli. 

Jueves 

21 

13  Cipactli. 

Atl. 

Viernes 

22 

1  Ehecatl. 

Tlazolteotl. 

Sábado 

23 

2  Calli. 

TepeyollotU 

Domingo 

24 

3  Cuetzpalin. 

Quiahuitl. 

Lunes 

25 

4  Cohuatl. 

Tletl. 

Martes 

26 

5  Miquiztli. 

Tecpatl. 

Miércoles 

27 

6  Mazatl. 

Xochtli. 

'Jueves 

28 

7  Tochtli. 

Centeotl. 

Viernes 

29 

8  Atl. 

Miqniztli. 

Sábado 

30 

9  Itzcuintli. 

Atl. 

IV.  TOZOSTONTU. 


Abril. 


Domingo 

31 

10  Ozomatii. 

Tlazolteotl. 

Lunes 

1 

11  Malinallí. 

TepeyollotU 

Martes 

2 

12  Acatl. 

Quauhuitl. 

Miércoles 

3 

13  Ocelotl. 

Tletl. 

Jueves 

4 

1  Cuauhtli. 

Tecpatl. 

Viernes 

5 

2  Cozcacuauhli. 

Xóchitl. 

77 


Sábado 

6 

3  Ollin. 

Centeotl. 

Domiogo 

7 

4  Tecpatl. 

Míqaiztli. 

Lúnés 

8 

5  Quiahnitl. 

All. 

Martes 

9 

ñ  Xóchitl. 

Tlazolteotl. 

Miércoles 

10 

7  Cipactli. 

Tepeyollotli. 

Jueves 

11 

8  Ehecatl. 

Quiahaitl. 

Viernes 

13 

9  Calli. 

Tlctl. 

S&bado 

13 

10  Cuetzpalin. 

Tecpatl. 

Domingo 

14 

11  Cohuatl. 

Xóchitl. 

Lunes 

15 

12  Miquiztli. 

Centeotl. 

Martes 

16 

13  Mazatl. 

Miquiztli. 

Miércoles 

17 

1  Tochtli. 

Atl 

Jaénes 

IS 

2  Atl. 

Tlazolteotl 

Viernes 

19 

3  Itzcuintli. 

Tepeyollotli. 

y.  HT7EIT0Z0ZTLI. 


I 


Majo. 


Sábado 

20 

4  Ozomatli. 

Quahuitl. 

Domingo 

21 

5  Malinalli. 

Tletl. 

L6nes 

22 

6  Acatl. 

Tecpatl. 

Martes 

23 

7  Ocelotl. 

Xóchitl. 

Miércoles 

24 

8  Cuauhtii. 

Centeotl. 

Jueves 

25 

9  Cozcacuauhtli. 

Miquiztli. 

Viernes 

3C 

10  Olliu. 

Atl. 

Sábado 

27 

11  Tecpatl. 

Tlazolteotl. 

Domingo 

28 

12  Quiahuitl. 

Tepeyollotli 

Lunes 

29 

13  Xóchitl. 

Quiahuitl. 

Martes 

30 

1  Cipactli. 

Tletl. 

Miércoles 

1 

2  Ehecatl. 

Tecpatl. 

Jueves 

2 

3  Calli. 

Xóchitl. 

Viernes 

3 

4  Cuetzpalin. 

Centeotl. 

Sábado 

4 

5  Cohuatl. 

Miquiztli. 

Domingo 

5 

6  Miquiztli. 

Atl. 

Lunes 

6 

7  Mazatl. 

Tlazolteotl. 

Martes 

7 

8  Tochtli. 

Tepeyollotli 

Miércoles 

8 

9  Atl. 

Quiahuitl. 

Joéves 

9 

10  Itzcuintli. 

Tletl. 

TL  TOXGATL. 


Viernes  ¡O 
Sábado  11 
Domingo     12 


11  Ozomatil. 

12  MalinalU. 
'13  Acatl. 


Tecpatl. 
XrcbiU. 
Centeotl. 


78 


Lunes 

13 

1  Ocelotl. 

Miquiztli. 

Martes 

14 

2  Ouauhtli. 

Atl. 

Miércoles 

15 

3  Oozcacuaubtli. 

Tlazolteotl. 

Jueces 

16 

4  Ollin. 

TepeyoUotli. 

Viéroes 

17 

5  Tecpatl. 

Quiahuitl. 

Sábado 

18 

6  Qaiahuitl. 

Tletl. 

Domingo 

19 

7  Xóchitl. 

Tecpatl. 

L&nes 

20 

SCipactli. 

Xóchitl. 

Martes 

21 

9  Khecatl 

Genteotl 

Miércoles 

22 

10  Calli. 

Miquiztli. 

Juéres 

23 

11  Cuetzpalín. 

Atl. 

Viernes 

24 

12  Cohuatl. 

Tlazolteotl. 

Sábado 

25 

13  Miquiztli. 

TepeyoUotli. 

Domingo 

26 

1  Mazatl. 

Qaiahuitl. 

Lunes 

27 

2  Tochtli. 

Tleil. 

Martes 

23 

3  Atl. 

Tecpatl. 

Miércoles 

29 

4  Itzcuintli. 

Xóchitl 

TIL  ETZACUALIZTLI. 


Junio. 


Juéres 

30 

5  Ozomatlí. 

Centeotl. 

Viernes 

31 

6  Malinalli. 

Miquiztli. 

Sábado 

1 

7  Acatl. 

Atl. 

Domingo 

2 

8  Ocelotl. 

Tlazolteotl. 

Lunes 

3 

9  Cuauhtli. 

TepeyoUotli 

Martes 

4 

li  Cozcacuahtli. 

Quiahuitl. 

Miércoles 

5 

U  Ollin. 

TleÜ, 

Juéres 

6 

12  Tecpatl. 

Tecpatl- 

Viernes 

7 

13  Quiahuitl. 

Xóchitl. 

Sábado 

8 

1  Xóchitl. 

Centeotí: 

Domingo 

9 

2  Cipactli. 

Miquiztli. 

Lunes 

10 

3  Ehecatl. 

AU. 

Martes 

11 

4  Calli. 

TlazalteoU. 

Miércoles 

12 

5  Cuetzpalin. 

TepeyoUotU. 

Jué?es 

13 

6  Cohuatl. 

Quiahuitl. 

Viernes 

14 

7  Miquiztli. 

Tletl. 

Sábado 

15 

H  Mazatl. 

TecpaU. 

Domingo 

16 

9  Tochtli, 

Xóchitl. 

Lunes 

17 

10  Atl. 

Centeotl. 

MártM 

18 

11  Itzcuiatli. 

Miquiztli. 

TUL  TE0üD:iHU1T01ITLI. 


Miércoles    19 
JuéTes        20 


12  Ozomatli. 

13  MalinalU. 


Atl. 
Tlazolteotl. 


79 


Jalio. 


ViérDef 

31 

1  Acatl. 

Tepeyollotli. 

Sábado 

23 

2  Ocelotl. 

Quiabuitl. 

Domingo 

23 

3  Cuanhtli. 

Tletl. 

Lunes 

34 

4  Cozcacuauhtli. 

Tecpatl. 

Mkrtei 

25 

5  Ollin. 

Xóchitl. 

MiércoUs 

36 

6  Tecpatl. 

Cnteotl.e 

Jué?es 

27 

7  Qaiahuitl. 

Miquiztli. 

Viernes 

28 

8  Xóchitl. 

Atl. 

Sábado 

29 

9  Cipactll 

Tlazol  teotl. 

Domingo 

30 

10  Ehecatl. 

Tepeyollotli. 

Lunes 

1 

n  Calli.     . 

Quiahuitl. 

Martes 

2 

12  Cuetzpalin. 

Tletl. 

Miércoles 

3 

13  Cohuatl. 

Tecpall. 

Jueyes 

4 

1  Miquiztli. 

Xóchitl. 

Viernes 

5 

2  Mazatl. 

Centeotl. 

Sábado 

6 

3  Tochtli. 

Miquiztli. 

Domingo 

7 

4  Atl. 

Atl. 

Lunes 

S 

5  Itzcuintli. 

TiazoUeotl. 

IX.   HUEITJBCUILHUITL. 


Martes 

9 

6  Ozomatli, 

t^epeyollotli. 

Miércoles 

10 

7  Malinalli. 

Quiahuitl. 

Jueyes 

11 

8  Acatl. 

Tletl 

Viernes 

13 

9  Ocelotl. 

Tecpatl. 

Sábftdo 

13 

10  Cuauhtli. 

Xóchitl. 

Domingo 

14 

11  Cozcacua^ihtli. 

Centeotl. 

úLnes 

15 

12  Ollin. 

Miquiztli. 

Martes 

16 

13  Tecpatl. 

Atl. 

Miércoles 

17 

1  QuiahuitL 

TiazoUeotl. 

Jaéves 

18 

3  Xóchitl. 

Tepeyollotli. 

Viernes 

19 

3  Cipatli. 

Quahuitl. 

Sábado 

M 

4  Ehecatl. 

Tletl. 

Domingo 

21 

5  Calll 

Tecpatl. 

Lunes 

22 

6  Cuespalia. 

Xóchitl. 

Martes 

23 

7  CohaaU. 

Centeotl. 

Miércoles 

24 

8  Miqaístli. 

Miquiztli. 

Jueyes 

25 

9  Mavatl. 

Atl 

Viernes 

26 

10  Tochtli. 

Tlazolteotl. 

Sábado 

27 

11  Atl. 

Tepeyollotli. 

Domingo 

38 

12  Itzcuintli. 

Quiabttítl. 

Z.  TLAXOOHIMÁOO. 


Lunes 
Martes 


29 
30 


13  Ozomatli. 
1  Malinalli. 


Tletl. 
Tecpatl. 


m 


Ajáoste. 


Miércoles 

31 

2  Acatl. 

Xóchitl. 

Juéreé 

1 

3  Ocelotl. 

Centeotl. 

Viernes 

2 

4  Cuauhtlt. 

Miquiztli. 

Sábado 

3 

5  Cozcacuauhtli. 

Atl.       , 

Domingo 

4 

6  Ollin. 

Tlazolteotl. 

Lunes 

6 

7  Tecpatl. 

Tepelloyotli. 

Martes 

6 

8  Qulahuitl. 

Qui^huitl. 

Miércoles 

7 

9  Xóchitl. 

Tletl. 

Jueves 

8 

10  Cipactli. 

Tecpatl. 

Viernes 

9 

11  Ehecatl. 

Xóchitl. 

Sábado 

JO 

12Callí. 

Centeotl. 

Domingo 

11 

13  Cuetzpalin. 

Miquiztli. 

Lunes 

13 

1  Cohuaa. 

AU. 

Martes 

13 

2  Miquiztli. 

Tlazolteotl. 

Miéccoles 

14 

3  Mazatl. 

Tepoyollotli. 

Jueves 

15 

4  Tochllí. 

Quiahuitl. 

Viernes 

16 

5  Atl. 

Tletl. 

tSábado 

17 

6  Izcuintli. 

Tecpatl, 

XI.  XOGOHÜBTZI. 


Setbre. 


Domingo 

18 

7  Ozomatli. 

Xóchitl. 

Lunes 

19 

8  Malinalli. 

Centeotl. 

Martes 

20 

9  Acatl. 

Miquiztli. 

Miércoles 

21 

10  Ocelotl. 

Atl. 

Jueves 

22 

11  Cnauhtli. 

Tlazolteotl. 

Viernes 

23 

12  Cozcacuauhtli. 

TepeyoUotli. 

Sábado 

24 

13  Ollin. 

Quiahuitl. 

Domingo 

25 

1  Tecpatl. 

Tletl. 

Lunes 

26 

2  Quiahuitl. 

Tecpatl. 

Martes 

27 

3  Xóchitl. 

Xóchitl. 

Miércoles 

28 

4  Cipactli. 

Centeotl. 

Jueves 

29 

5  Ehecatl. 

Miquiztli. 

Viernes 

30 

6  Calli. 

Atl. 

Sábado 

31 

7  Cuetzpalin. 

Tlazolteotl. 

Domingo 

1 

8  Cohuatl. 

Tepeyollotli. 

Lónes 

2 

9  Miquiztli. 

Qaiah*iltl. 

Martes 

3 

10  Mazatl. 

Tletl. 

Miércoles 

4 

11  Tochtíí. 

Tecpatl. 

Jueves 

5 

12  Atl. 

Xóchitl. 

Viernes 

6 

13  Itzcuintli. 

Centeotl. 

Xn.  OOHPAKIZTLL 


Sábado  7 

Domingo       8 


1  Ozomatli. 

2  MallioaUi. 


Miquiztli. 
Atl. 


81 


Lúnef 

9 

3  AcaU. 

Tlszolteot]. 

If&rtef 

10 

4  Ocelotl. 

TepeyoUotli. 

Miércoles 

11 

5  CuauhÜt. 

Qaiahuitl. 

Joé?M 

U 

6  Coxcacttatthtli. 

Tletl. 

Viéraei 

13 

7  OUin. 

TecpatL    * 

S&bado 

14 

8  Tecpatl. 

Xóchitl. 

Domingo 

15 

9  Quiahuitl. 

CenteotL 

Lunes 

16 

10  Xóchitl. 

Miquiztli. 

M&rtes 

17 

11  Cipactli. 

AU. 

Miércoles 

18 

12  Ehecaa. 

Tlazolteotl. 

Jné^es 

19 

13  Calli. 

TepeyoUotli. 

Viernes 

9a 

1  Caetzpaliii. 

Qniabuitl. 

Sábado 

91 

3  Cohuatl. 

Tletl. 

Domingo 

23 

3  Miquiztli. 

TecpaU. 

Lánes 

33 

4  Mazatl. 

XechitL 

Mirtos 

H4 

5  Tochtli. 

CenteofL 

Miércoles 

25 

6Atl. 

Miquiztli. 

Joéres 

26 

7  Itzcuintli. 

zn.  tboujeoo. 

Atl. 

Viernes 

27 

8  Ozomatli. 

Tlazolteotl. 

.S&bado 

^ 

9  Malinalli. 

TepeyoUotli. 

Domingo 

29 

10  Acatl. 

QuiauhuitL 

Lunes* 

30 

11  Ocelotl; 

Tíetl.      ' 

Octakre.  Martes 

• 

1 

12  Cuauhtlí. 

Tecpatl. 

Miércoles 

3 

13  Cozcacuauhli. 

Xóchitl. 

JuéVes 

3 

1  OUin. 

Centeotl^ 

Viernes 

4 

2  Tecpatl. 

Miq,uiztli. 

Sábado 

5 

3Quiahüífl/ 

Atl. 

Domingo 

6 

4Xochiü.  '•    '  ' 

TfaiolteoÜ. 

Lunes    * 

7 

5  CipactH. 

TepeyoUotli. 

Martes 

«             1 

CEhecatl.     .*    * 

Quiahuitl. 

Miércoles 

9 

7  Calli. 

Tíetl.           '     * 

Jueves 

10'^ 

•  * 

8  Cuetzpalio.    ' 

Tecjpatl. 

Viernes 

11 

9  Cohuatl^ 

Xóchitl:-"  ■ 

Sábado ' 

12  ' 

10  Miquíltli. 

Centeotl. 

Domingo 

13 

11  Mazatl. 

Miguiztn. ' 

Lunes 

14   ' 

12Tochüi.'  ■"  .   ;  . 

Atl.'^      • 

Martes 

15  . 

ISAtl.     .                 '     . 

Tláíolteótl;  •'  •  ' 

Miércoles 

1    16 

1  Itzcumtli; 

TepfeyoUofli.'     ' 

•!siyr*iu£i^PitiiHk/i4'L  •' 

L. 

Jueves 

17    > 

2  Ozomatli*            ' 

Qushuitl.       '   ^ 

Viernes 

■W'^ 

dMalinalH..  >    ;  : 

TletU  c        :i    *; 
11 

88. 


Sábado 

19. 

4  Acatl. 

T«»cpatl. 

DoifMAgO 

2Q 

5  Ocelotl. 

Xóchitl. 

Lunes 

2L 

6  Cuauhtli. 

CfiteotU      . 

M&rtes 

2? 

7  QoKcacuauhtli.. 

Miquiztli») 

Miércol^ 

.23. 

!  8  OÍliii. 

Atl 

Jueves 

24, 

9  TecpatL     . 

Tl»^Iteo(l« 

Viernes 

25  ) 

10  QuiahuitL 

TepeyQllQtli« 

Sábado 

26.. 

11  Xóchitl. 

Qvifthuitl. 

Domingo 

27 

12  Cipactli, 

T^etl. 

Lunes 

23i 

13  EhecatU 

Tecpatl»: 

Manes  . 

29 

1  Calli.                    : 

Xocrhitl. 

Miércoles 

30 

2Cuetspalin*  . 

CenteotL 

Jueves 

31 

3  Cohuatl» 

Miquiztli. 

N^vbre.    Viernes    . 

1 

4  Miquiztli. 

Atl 

Sábado, 

3 

5  Mazatl. 

TlacoUeod. 

Domingo 

3 

6  Tochtli.} 

T^eyolletli. 

Lunes 

4  ' 

7  Atl. 

Quiahuitt . 

•     Martes 

^ 

8  ItzcuiatU. 

Tletl. 

• 

4 

X7.  oracflot.TiT. 

Miércolet 

1    6 

9  OzomatU. 

Tecpatl. 

JuévjQs 

7 

lOMalinaUi. 

Xoohitl. 

Viernes 

8 

11  Acatl. 

CenteotL 

Sábado 

9i: 

12  Ocelotl. 

Miquiztli. 

Domingo 

10 

13  CuauhtU, 

Att. 

Lunes 

11 

1  Cozoac^auhtli.) 

TlazoUeotU 

Martes 

12 

2  0llin. 

TepeyollotU^ 

Miércoles 

13 

3  Tecpatl. 

QiiiafauitL 

Jueves 

14 

4  Quialmitl. 

Tleü. 

Viernes 

w 

S  XochiÜ. 

TecpatU 

Sábado 

xo 

6  Cipactli. 

Xóchitl. 

Domingo 

17 

7Ehecatl. 

Centeotl. 

Lunes 

18 

S  Calli. 

MiquiztlL 

Martes 

19 

9  CuetzpeUii« 

Atl. 

Miércolai 

20 

10  Cohuatl, 

Tlasolteotl. 

Jueves 

n 

11  Miquiztli. 

Tepeyollotll. 

Viémee 

22 

12  Mazatl. 

Qui^uitL 

Sábado 

23 

13  Tochüi. 

Tletl. 

Dorainfo 

24 

lAtL 

Tecpatl. 

Lunes 

2$ 

2  ItzcutlkÜl. 

Xóchitl. 

XYL  MjfflfflKDIIUSni 


Martes.       26 
Miércoles  .97. 


3  OzomatU. 

4  Malinalli. 


Cenfeotl. 
Miquiztli. 


8S 


Juayes 

S8 

5  AcatL 

Atl. 

Viernes 

9f       ' 

6  Ocelotl. 

TlazoUeotL 

Sábado 

90 

7  Cuauhai. 

Tepeyollotli 

Diebre*    Domingo 

1 

8  CoTOMOMSilIfi. 

QoJahuiU, 

Lüxuts 

S 

9  OUin. 

TlétlJ 

Martes 

» 

10  Tecpatl. 

Tecpatl 

Miércoles 

4 

11  Qu¡fth«i«L 

Xóchitl. 

Juévvs 

d 

12  XocbiU. 

Genteotl» 

Viernes 

e 

13  Cipacaí. 

Miquictli» 

S«b&ao 

7 

1  Ehecatl.    • 

Atl. 

Domingo 

8 

2  Calli. 

Tlazoltaotl. 

Lunes 

9 

3  Cuetz^in. 

TepeyolloUL 

M&rtes 

10 

4  CohuaU. 

QoiabaUl* 

Miércoles 

11 

5  MiquisllL 

Tletl. 

Jnéres 

12 

6  MazatL 

rDscpatl. 

Viernes 

18 

7  Tochllú 

Xóchil 

[Sábado 

14 

8  Atl. 

CénteotU 

Domingo 

15 

9  Itzcttintlí/ 

MiquizUL 

XVn.  ÁTSliOBXVL 


Lunes 

18 

10  Ozomatli. 

Atl. 

M&rtes 

17 

11  Malinalli. 

Tlazolteotl. 

Miércoles 

18 

12  AcatL 

TtpeyoUotli, 

Jueves 

19 

13  OcelotL 

QniahaitL 

Viernes 

20 

I  Caauhtli. 

Tletl. 

Sábado 

21 

2  Cozcacuaahtli. 

Tecpatl. 

Domingo 

22 

3  OUin. 

Xóchitl. 

Lunes 

23 

4  Tecpatl. 

Ceoteotl. 

Martes 

24 

5  QiiiahuRL 

MiqvistU. 

Miércoles 

2& 

eXochitl. 

AtL 

JuéTCS 

26 

7  OipactU. 

TlnolteoU. 

Viernes 

27 

8  KhecatL 

Tepejollotli. 

Sábado 

28 

0  Oalli. 

Ctniahuitl. 

Domingo 

20 

10  Oaetzpaliii. 

Tletl. 

LCines 

80 

11  OoIraatL 

Teepad. 

Ifáitoi 

81 

12  MiqaiatlL 

XochM. 

Miércoles 

1 

la  Mazatl. 

Oenteotl. 

Jué?es 

3 

1  Tochtií. 

Miquiztli. 

ViérnM 

3 

2  Atl. 

AtL 

Sibudt 

4 

a  ItzeaiDtlL 
XVm.  TITITL. 

TbaoItMlL 

Domingo 

5 

4  OanmattL 

Tepeyottotll^ 

Lunes 

8 

SMaÜBallL 

amMtl. 

u 


Ukttm 

7 

6  Acatt. 

Tletl. 

Miércolef 

8 

7  OceloÜ. 

Tecpatl. 

Jttéref 

0 

8   Cuanhtlí. 

Xóchitl 

Tiérnet 

10 

9  Coscseuahtti* 

CeoteotL 

Sábftdo 

• 

11 

10  Ollin. 

Miquiztli. 

Domingo 

13 

11  TecpatU 

Atl. 

L6n«f 

13 

13  QuiahuitL 

Tlazolteotl. 

Martas 

14 

13  Xóchitl. 

TepeyollotlL 

Miércoles 

15 

1  Cipactli. 

Quiahuitl. 

Jueves 

15 

3  EhecatL 

Xiuhtecuhtli  Tlett. 

Viérnet 

17 

3  CallL 

Tecpatl. 

Sábado 

IS 

4  Cuetzpalin. 

Xóchitl. 

Domingo 

19 

5  Cohuatl. 

Centeotl. 

Lunes 

90 

6  Miq^li. 

7  Mazatl. 

Miquiztli, 

M&rtes 

al 

Atl. 

Miércoles. 

92 

8  Tochtli. 

TlazalteoU. 

Juérea 

23 

9  Atl. 

TepeyoUotlí 

Viernes 

24 

10  ItzcQÍntli, 
MlBKOKTEaa. 

Cuauhtli. 

S&bado 

25               11  Ozomatli. 

Domingo 

26               12  Malinalli. 

• 

Lunes 

27                13  AcaÜ. 

M&rtes 

28                 1  Ocelotl. 

Miércoles 

29                2  QuiahuitL 

Examin6mo3.^El  año  tres  Calli  comienza  con  el  dia  inicial  dos* 
Ozomatli.  Todos  los  meses  empiezan  por  Ozomatliy  llevando  el 
número  trece  nal  de  la  serie  respectiva:  también  los  nemontemi 
tienen  por  principio  el  Ozomatli.  El  año  comienza  y  acaba  por 
el  mismo  número  trecenal.  Los  acompañados  se  desarrollan  for- 
mando dos  series  i  ignales,  qne  terminan  al  fin  del  noveno  y  del 
decimoctavo  mes.  Todo  resulta  Begnn  lo  venimos  indicando.  T 
esto  no  puede  ser  una  simple  casualidad;  porque  es  iínposibler 
admitir,  que  mezclados,  relacionadoá  j  confundidos  loa  dias,  los 
meses,  los  años,  las  trecenas,  los  acompañado^  salgan  de  una 
manera  fortuita  á  un  resultado  claro,  ordenado,  bien  dispuesto 
7  entendible.  Con  esta  pru6.1;)a  irrecusable  demostramos  h,  pos* 
teriori,  cuanto  habiamos  avanzáclo  á  priori.  Si  así  es  exacto,  que- 
da resuelto  definitivamente  el  piroblpma,  de  cuál  es  el  mes  inicial 
del  año,  que  tanto  ha  preocupado  á  los  autores. 


85 

Besnmamos  ahora  las  bases  segtiras  de  naestro  sistema^  no 
ma  inoarrir  en  la  falta  de  recaer  eu  repeticiones.  Los  dias  del 
mes  son  Teinte  en  esta  forma: 


1  GipaotU. 

6  HiqniztlL 

11  OxomatU. 

16  Co«oaoa«iblli« 

8  EheoaÜ. 

7  MazaÜ. 

12  ICalinaUi. 

17  0UÍ1U 

S  CaUi 

a  Tochtíi 

13  AcatL 

18  TecpatL 

4  Oaetzpalin. 

9  AÜ. 

14  OoéloÜ. 

19  QulahuitL 

5  €k>hnatí. 

lo  ItKoointíi. 

15  OoMihtii. 

20XoehitL 

En  el  orden  en  que  les  hemos  colocado,  cada  grupo  Ueya  al 
frente  los  días  por  los  cuales  eomienaan  ios'^anoHy  é  indican  Um 
nemontemi  correspondientes  á  los  años  del  día  inicial  Oipi^ctlif 
Miqniztli^  Ozomatli  j  Oozcaooanhtli. 

Los  meses  son  diez  j  ocho;  su  nombre  y  la  manera  verdadam 
en  que  se  suceden,  es  éste: 


lltzcaDi 

2  Atlaoaliaaleo. 

3  TlBcaxipehaAliztli. 

4  TozoztonÜi. 

5  HaeytozozÜi 
S  TozoatL 


7  EtsamudizUi 

8  Teotiilhiutoiiti. 

9  HaeyteeailhmU. 

10  Tlaxochimaoo. 

11  Xoeohnei2á. 

12  Oohpaoiztii. 


13  Teotleco. 

14  Tepoilhnití. 

15  Qaeoh^m. 

16  PanqnetsaÜBtlL 

17  AtomosÜ!. 

18  TitiU. 


Como  comprobación  de  que  el  año  comenzaba  por  Itzoalli,  te« 
nemos  los  dichos  de  los  intérpretes  de  los  Códices  Vaticano  j 
Telleriano-Bemenae,  al  referir  la  costumbre  de  tomar  por  la  ca- 
beza á  los  niños  y  levantarles  en  alto  gritando,  itzcáUif  üzcaUt^ 
aviva^  aviva.  Otra  congruencia  señalaremos.  "El  Tlanquechol  de 
^os  aztecas,  que  es  la  espátula  color  de  rosa  (Flatalea  aiaia  de 
''Lineo),  pasa  todos  los  años,  por  el  mes  de  Noviembre,  de  loa 
países  setentrionales  al  Valle  de  México»  por  cuya  causa  los 
antiguos  mexicanos  dieron  á  su  mes  catorceno  el  nombxld  de 
QuechoUi."  (1)  De  paso  haremos  i^oiar,  que  la  observación  cabe 
en  nuestro  sistema  mejor  que  en  ningún  otro,  supuesto  que  nues- 
tro mes  Quooholli,  al  que  asignamos  el  decimoquinto  lugar,  oae 
integro  dentro  del  mes  de  Noviembre. 

Los  signos  para  denotar  los  años  son  Tochtli,  Acatl,  Teepatl, 
CaUi,  repetidos  sucesivamente;  marcados  con  los  nunieros  treoe- 


át 


u. 


L  D.  J60M  SKBehez,  «I^Kijfcnraleca,"  toxn.  2,  pág.  250. 


86 


'UáleB  7  repaFtidosen  ebatiro  Üalpilií,  fosman  el  cido  de  S2  a&os^ 
como  tenemos  xlidia  Guando  el  oido  comebzaba  por  Toehtlí«.el 
día  inicial  de  los  años  de  este  nombre  .era  GipactU;  de  loa  de 
Acatl,  Miqniztli,  de  los  de  Tecpatl,  Ozematli,  y  de  los  de  Oalli, 
Oozcacuaahtii;  dando  siempre  al  signo  del  dia  el  mismo  número 
del  auó.  Mas  después  que  el  comienzo  del  ciclo  fué  trasladado 
al  oipe  AcaÜ,  cambió  la  correspondencia  en  esta  manera:  al  año 
Acatl  pertenece  Cipactli;  al  Tecpatl»  Miqniztli;  al  Calli,  Qzoma- 
Üi;  al  Tochtli,  Cozcacanhtli;  pero  el  número  trecenal  del  dia  ini- 
«iaty  es  una  unidad  menor  qtie  el  número  que  afecta  al  año:  áltño 
«^n  9I  treoenal  uno,  corresponde  el  dia  inicial  oodl  el  núioeroire* 
cM.  > Después  de  adoptada  esta  última  oorrecoion»  el  orden  de  lo» 
años  del  ciclo,  con  sus  dias  .iniciales,  quedó  organizado  en  Mli^ 
'inanera:  ' 


Primer  tlcOpCOi. 


n  AoatJ,  1  Cjpaotli. 
m  Teopatl,  2  Miqniztli 
rV  Csdii,  3  OzomiitlL 
y  ToobtM,  4  Gozeacoauhtli. 
TI  Aqi^I,  ¿  C^ftoüi. 
Vn  TecpaO,  6  lüqmztli. 
Vin  Calli,  7  Ozomatíi 

IX  Tochtli,  8  GozcacaaiüitlL 

X  Acafl,  9  Opaetlt 

na  Teé^aü.  10  >f  iqviztfi. 
Xli  CíOli,  11  OfeomAtli, 
XIU  Xoohdi,  U  CozcacojiTibai* 
I  Acatl,  13  Cipftcüi. 

H  Calli,  í  Ozomafli. 

tBí  Tochtír,  3  OonyMiiá«üil2i.'' 

2¥  AfiaU,  Sí  Cipaotíi 

Y  TocpaO,  4  MÁq^afztU. 

VI  Calli,  6  Ozomatii. 

vn  Tochtli,  6  Cozcfcctiftulitl^ 

Vm  Acatl,  rClpWlü. 

IX  Tecpaü,  8  MiqoiztlL 

X  Qüli,  9  Ozomatii. 

XE  Tochtli,  10  CoBcacuauhtjli 
XH  Acatl,  11  Cipactli.  '' 

Zni  Tecpaü,  12  Miquiztlí. 
I  Calli,  13  OzomatlL 


Séffunio  tia^pOU, 

U  Tecpatl,  1  MiquizÜi. 
m  Calli,  2  Ozomatii. 

IV  Tochtli,  3  CozcacuaohtlL 

V  Acatl,  4  Cipactli. 

VX  Tecpaü,  5  MiquiztU. 
vn  Calli,  6  Ozomatii. 

VIII  Tochtli,  7  Cozcaouauhtli. 

IX  Acatl,  8  Cipactli 

X  Tecpatl,  O  Miqtii2ti!i. 
Xt  CdUi,  10  OBomatiL 

Xn  Tdc^tli,  11  CozcaovanhOL 
XUI  Acaü,  12  CipactU. 
I  Tecpaü,  13  MiquizÜi. 

OuQrto  Uálpim. 


n  Tochtli,  1  Cozcácttfttthüi. 
m  AcaÜ,  2  GipacÜJ. 

IV  Xqopail,d  Miqniztli. 

V  Calli»  4  Ozomaüi 

VI  Tochüi,  6  Cozcacuahüi. 
vn  Aoatí,  C  fcípactli. 
Vni  Tecpatl,  7  MiquizOi 

IX  Calli,  6  Ozomatii 

X  ToohtU,  9  Cozoacnaohtli 

XI  Acatl,  io  Cipactli. 
Xn  Tecpaü,  11  MiquizÜi. 
XTTT  Calli,  12  Ozomatii 

I  TofdtfU»  18  .CoMMOMlitli 


m 

Ijo8  peziodos  treoen&lM  óittiAdáotiiiéridas  ñe  deslizan  póf'^to- 
ébB  los  dias  de  los  meses,  de 'I  os  ññoñ^-j  del  ciclo,  formando  Icta 
periodos  de  260  drae  igtralee  á  13x20.  Oada  nno  de  estos  {rérío- 
dos  eomie&aa  ini^riablemente  por  nno  Cípactli  y  termina'  pót 
trece  Xóchitl,  Tepitiéndoee  en  la  misma  f briba  haeta  la  dóndlM- 
moík  del  ciclo.  Dentro  d^  ¿ada  periodo,  cada  signo  de  los  días  ^ 
afecto  con  nn  ndmero  treeénal,  qne  em  sti  tompleto  desotróUo 
forma  esta  tíétié  de  trece  términos: 

L    8.    2.    9.    3.    10.    4    IL    6.    12.    6.    la    7. 

* 

De  donde  se  infiere,  que  dentro  de  estos  períodos  ftatodamen- 
tales,  ningún  signo  diurno  ya  afecto  dos  yeces  con  el  mismo  nú- 
mero de  orden. 

Tomada  la  s^rie  por  un  término  Cualquiera,  ae  la  completa  íook 
loa  términos  anteriores^  ▼•  (P*-- 

4    11.    5.    12,    6.    13.    7.    1.    8.    2.    9.    a    10.       ,  ' 

Lia  cual  dará  en  todos  los  casos,  los  números  trecenales  que 
aifectan  un  signo  diurno  cualquiera. 

lios  meses  constan  de  20  dias;  todos,  en  uu  año  determinado^ 
comienzan  y  acaban  por  los  mismas  dias,  aunque  no  con  los  tjdis- 
mos  números  trecenales.  En  loa  años  Aoatl,  empiezan  por  Oi- 
pactli  7  acaban  por  Xóchitl;  en  los  años  Tecpatí,  el  dia  inicial 
68  Miqui¿tli  j  el  final  Cobuatl;  6n  los  Calli  3on^  reispectíyamenté 
03K>matli  é  Itzcuintli,  y  por  último  en  losToclitli,  Oozcácuáuht|¡ 
y  Oaaubtli.  £1  dia  inicial  de  los  meses,  afecto  por  los  números 
trecenales,  presentará  ia  serie  conocida  dé  trece  términos;  mas 
eotno  los  meses  son  diez  y  ocho,  l¿v' serié  det  año  constará  del 
mismo  número  d^  términoíi,  ó  mejor  dicho,  dé  .diez  y  nueyé,  té- 
Hiendo  en  cuenla  que  los  nemontemi  comienzan  también  por  él 
dia  inicial  de  los  meses.  La  serie  pot  el  signo  diurno  inicial  de 
los  meses  de  un  año  será: 

1.  8.  2.  9.;3..i0.  4  11.  ».  12.  6.13.  7.  1.  &  i  91  a  10. 

No  importa  comenzar  por  un  téñnino  ctulqüietay  tx»^^^  ^ 
BÓñe  quedará  Mei^a  aiguienflo  el  orden  inflexible/ y.  gr.: 

13.  7.  1.  8.  2.  9.  3.  10.  4  IL  6.  12.  6.  13.  7.  1  8. 1  9. 


88 

.  JPa.aqní  se  infiere  que  los  fcreqe  primidros  meaeiEi,  que  forman 
un  período  completo  de  260  dias,  no  se  pueden  confundir  entre 
fii;  pero  que  I09.  últimos  cineo  meses  son  la*  repetición  euoesivm 
de  loe  cinco  primeros:  el  decimocuarto  igual  al  primero^  el  dá- 
oimqquinto  igual  al  segundo^  ei  décioioeexto  igual  al  tercero,  «1 
déciipaosétimo  igual  al  cuaar fco,  el  décimOctaro  igual  al  quinta 
Para  evitar  la  poa»f  aaio^  que  de  aquí  resultaría»  sirven  los  due- 
ños señores  ó  acompañados  de  la  nochei  que  son  nueve: 


1  }(liilitecithtH  TletL 

^CésAeoÚ. 

7  TlazolteoÜ. 

2  TecpatL 

5  Miquiztli 

8  TepeyolloilL 

3X90^L 

6Atl 

S^QaSahuid. 

Aunque  en  el  calendario  no  llevan  número  de  orden,  nosotros 
«elo;hépftoS'pueeto  para  poder  distinguirlos  Mcilmeñte,  supues- 
to que  el  número  indicará  el  signo  de  que  se  trata.  Los  acom- 
pañados durante  los  trescientos  sesenta  días  del  año  forman  con 
los  meses  dos  períodos  completos  de  180  días,  20x9.  De  aquí 
se  sigu,e^  que  los  acompañados  de  los  nueve  primeras  meses,  son 
erectamente  iguales  á  los  de  los  nueve  meses  últimos;  pero  00- 
mo  los  dias  trecenales  son  diversos^  se  seguirá,  que  durante  el 
anó^  ningún  signo  diarno  esté  afecto  con  el  mismo  número  d^ 
orden  é  idéntico  acompañado.  La  forma  de  los  señores  de  la  no- 
¿he  es  igual  para  todos  los  años;  el  primer  dia,  inicial  va  acom- 
pañado en  el  prim6r  mes  por  Xiuhtepuitl  Tletl,  terminando' él 
noveno  mes  con  Qaiabuitl;  el  décimo  mes  comenzará  otra  vez  por 
!üiulitecuitl  Tletl,  finalizando  el  decimoctavo  mes  por  Quiahuitl: 
los  nemontemi  no  tienen  acompañados.  .Pe  esta  forma  inflexible 
pe' saca  cual  es  el  acompañado  por  el  cual  e^omienza  cada  n;ies4e 
los  diez  j  ocho  del  año:  la  serie  qne  arrojan  copeta  solo  de  nueve 
términos,  repetidos  los  cuales  darán  el  año  entero.  Los  .  signos 
Djocturnos  inicíales  de  los  diez  7  ocho  meses,  en  todos  los  añoe 
sin  excepción,  serán:  ,   ,    .      . 

1.  a  5.  7*  9.  2.  4  6.  a;s=l.  8.  5.  7.  9.  2-4.  6.  8. 

. .  En  me^io  de  tantos  períodos  eomo  se  mezclai)^;  sé  relacionan 
y  conjuntamente  ee  diesatrollan,  presentando  una  inextricabto 
eonfasion,  reina  una  sencillez  admirable,  una  claridad  cerdada- 


89 

nmente  asombrosa:  más  &cil  os  formar  un  calendario  azteca  de 
un  año  onalqaiera  que  se  pida,  qne  responder  á  la  misma  pre» 
gnnta  respecto  de  un  calendario  de  la  misma  fecha  ya  sea  jaliaao 
6  gregoriano.  Las  reglas  apuntadas  hasta  aqní,  sobran  para  nues- 
tro intento.  Supongamos  que  se  nos  pide  el  calendario  del  uno 
AeatL  Ocurriendo  á  la  tabla  del  ciclo,  el  ce  Acatl  es  el  año  déd- 
moteroero  del  primer  tlalpilli;  su  dia  inicial  en  el  primer  mes 
trece  Cipactli;  todos  los  meses  comenzarán  por  Cipactli  j  termi- 
narán por  Xóchitl;  los  números  trecenales  qoe  afectaran  á  Ci- 
pactli en  principio  de  cada  uno  de  los  meses  y  de  los  nemonte- 
mi,  según  la  serie  de  los  dias: 

13.  7.  1.  8.  2.  9.  3.  10.  4  11.  5.  12.  6.  13.  7.  1.  8.  2.  9- 

De  principio  á  fia  de  cada  mes,  se  seguirá  el  orden  de  los  nú- 
meros trecenales,  sobre  los  yeinte  dias  del  mes.  Los  nemoatemi 
serán:  9  Cipactli,  10  Ehecatl,  11,  CUli,  12  Cuetzpalin,  13  Oohuatl: 
el  año  habrá  terminado  por  el  mismo  número  trecenal  coa  que 
comentó.  Los  .acompañados  son  invariables  para  todos  los  años* 

Supongamos  todavía,  que  se  nos  pide  un  mea  determinado  de 
cierto  año,  v.  gr.,  el  catcrceno  mes  del  año  dos  Tecpatl.  Dos  Tec- 
patl,  primer  año  del  segando  tlalpilli;  catorceno  del  ciclo  de  52 
años;  tiene  por  inicial  uno  Miquiztli,  todos  los  años  comenzarán 
porMiqaiztli  y  terminarán  por  Cohuatl;  la  serie  de  los  dias  tre- 
cenales es: 

1.  8.  2.  9.  3.  10.  4.  11.  5.  12.  6.  13.  7.  1.  8.  2.  9.  3.  10. 

Si  de  esta  serie  tomamos  el  catorceno  término,  y  el  mismo  de 
la  serie  de  los  acompañados,  tendremos: 

XrV.    TEPEILHUXTXi. 


1  Miqmztii,  QuiahuiO. 

2  MazaÜf  XiahtecahÜi. 

3  Tochtü,  TdCjpatL 

4  AÜ,  Xóchitl. 

6  ItzoaintU,  Ceatdofcl, 

6  Ozomatii,  MiqaizUi. 

7  Malinalli,  Atl. 

8  Acatl,  Tlazoltéotl. 

9  Oeelotl,  TapeyollotlL 
XOCuavhtU,  QaUliiiitL 


11  Cozoaotiatihtii,  XinhtecnhtlL 

12  Ollin,  Tecpatl. 

13  Ttocpatl,  Xoohiti. 

1  Qai^ultl,  Centeotí. 
2XoehUl,  Miquiatü.    . 

3  OipaotU,  Ati. 

4  Ehtfoatl,  TlazoltaoÜ. 

6  Calli,  TepeyoÜotll. 

e  Caetrpalia,  QuiahuiÜ. 

7  Cohnaill,  Xiahtacmti. 

12 


90 

De  molde  viene  este  ejemplo  para  patentizar  cierta. di&reneia 
■que  tenemos  estableíoida.  El  mes  decimocuarto  ee  igaal  al  pri- 
nu^r  mes,  en  cuanto  al  orden  de  los  jüas  y  los  números  treoena- 
•l63  cambiando  en  los  acampanados  de  la  noche;  en  efecto,  el  pri- 
mer tármino  de  la  Bérie  de  los  dueños  de  la  noche,  no  es  el  mis- 
mo que  el  decimocuarto  y  el  termino  nos  confirma  la  regla  general; 
el  primer  dia  dpi  ano  coincide  con  Xiuhtecuitl  TlétL  Tendremos 
bajo  estos  conceptos: 

1.  rrzCALLL 

1  MiquizÜi,  Xiohtecahtli  TletL  11  GozcacuauhÜi,  Tecpatl. 

2  Mazatl,  TeopaÜ.  12  Ollin,  Xóchitl. 

8  Tocbtli,  Xóchitl  13  Tecpatl,  Centeotl. 

4  Atl,  Centeotl  1  QtdahoiÜ,  MiqnizÜi. 

I  Itzoointii,  Miquixtli.  2  Xóchitl,  AtL 

e  OzomaÜi,  xa  3  Gipaetli,  Tlazolteotl. 

7  Malinalli,  TlazolteotL  4  Ehecatl,  TepeyoUoÜi 

é  Acatl,  Tepeyollotli.  5  ^alli,  Quiahuitl. 

9  Ooelotl,  QuiahnitL  6  Cuetzpalln,  XiuhtecuhtU. 
10  Oaa«htli»  Xinhtéeuhtli.  7  Cohuaü»  Tecpatl. 

Los  dias  de  un  mismo  año  no  pueden,  pues,  confundirse;  por* 
que  aunque  lleven  el  mismo  número  trecena!,  les  distingue  el 
diverso ,  acompañado. 

De  la  manera  que  se  puede  formar  un  mes  determinado,  se 
puede  obtener  un  dia  de  un  mes,  ó  encontrado  el  número  trece- 
nal  de  un  signo  diurno,  señalar  los  trecenales  que  le  afectan  to- 
do el  año.  .     . 

La  fiesta  secular  ó  cíclica  en  que  se  sacaba  el  fuego  nuevo;  te- 
nía lugar  en  los  tiempos  primitivos  al  fin  del  año  XIII  Oalli,  úl- 
timo del  cuarto  tlalpilli  y  por  eso  el  signo  cronográfico  acompa- 
ñaba al  I  Tochtli,  indicando  ser  el  primer  año  del  ciclo.  Después 
de  hecha  lá  corrección,  el  símbolo  del  fuego  nuevo  fué  traslada- 
do el  II  Acatl»  verific^dpse  la  ceremonia  al  fin  del  I  Tochtli, 
que  del  primer  lugar  del  ciclo  fué  llevado  al  último.  Terminado 
el  año  final  del  ciólo,  entrados  los  cinco  neñiontemi-  los  mexica- 
nos apagaban  el  fuego  y  rompían  sus  trastos  y  útelnsilios,  pues 
8Í  el  mundo  había  de  acabarse,  inútil  era  todo  ello.  La  ceremo- 
nia de  encender  .el  fuego  sagrado,  se  hacía  á  la  media  noche  del 
último  nemontemi.  Torquemada  hablando  de  esta  ceremonia,  di* 


81 

ee:  ''Llegados^  pneSj  al  IngBj;  lurriba  dicho,  si  no  era  el  pnoto  de 
'teedia  noche,  aguardaban  á  que  lo  fuese,  lo  cual  conocían  en 
^que  las  Pléyadas,  que  son  las  que  noi^otroa  llamamos  Cabriliaa» 
''«Ataban  encumbradas  enmedio  d^l  cielo;  porque  era  el  tiempo 
'^e  este  jubileo,  cuando,  en  el  año  salen  estas  estrellas,  coa  el 
''principio,  de,  la  noche  (1)."  Adelante  aumentad  ^'y  para  la  certi- 
"ficacipn^  de  ésto,  tomaban  por  señal  el  moTimienio  de  las  Oabri- 
'ülas,ó  PléyadaSy  la.  noche  de  esta  fiesta,  que  ellos  llamaban 
"Toxiuhmolpim  1^  cji^l,  (como  decimos  en  otra  parte)  caía  de  tal 
"manera,  qu^  la^, dichas  Fleyadas  ó  Cabrillas,  estaban  enmedio 
"del  cielo  á  la  nyedia  noches  en  respecto  del  horizonte  mexicano, 
"que  comunme^nte,  es  el  mes  dé  Diciembre.  Y  en  esta  misma  no^ 
"ehe  sacaban  el  fuego. nue^o.  (2)" 

Estos  asertos  4^1  escritor  franciscano,  no  son,  ni  pueden  ser 
yerdaderos.  Si  conforme  á.  su  autoridad,  el  año  comenzaba  á  uno 
6  dos  de  Febrero,  imposible  resulta  que  finalizara  en  Diciembre. 
Ignalfiftente  inexacta  es  la  observación  astronómica.  Según  loa 
cálenlos  de  mi  buen  amigo  D.  Francisco  Jiméi^ez,  en  1607,  últi- 
mo ano  en  que  tuvo  lugar  la  fiesta  solemne  del  fuego  nuevo,  la 
estrella  Aldebaran  (a.  del  Toro),  tenía  el  24  de  Noviembre  la 
ascención  recta  media  de  é^  8^  j  una  declinación  de  15^  29'  N.; 
en  consecuencia,  aquella  noche  pasó  por  el  meridiano  de  México 
i  las  12''  2"  de  tiempo  medio,  con  una  distancia  zenital  de  3^  51' 
&  Así  es  que  en  Diciembre  j  mucho  monos  en  Febrero,  las  Ca- 
brillas no  podían  estar  "encumbradas  enmedio  del  cielo,"  ni  sa* 
lír  al  principio  do  la  noche.  Ya  había  hecho  la  observación  Ga- 
ma» (3)  quien  fija  el  orto  aorónico  de  las  Pleyadas,  en  el  horizonte 
de  México,  á  las  &"  25"*  de  la  tarde  del  primero  de  Noviembre,  j 
escribe:  "pero  una  hora  poco  más  ó  menos,  antes  de  la  verdade- 
"ra  media  noche  en  que  saca];>an  el  fuego  j  hacían  el  sacrificio 
^'del  cautivo,  no  era  diferencia  notable,  mayormente  cuando  ellos 
"no  observaban  con  insjtrumento  alguno  el  tiempo  en  que  llega* 
''ban  puntualmente  al  meridiano,  ni  «necesitaban  de  esta  exacti- 
"tud  para  cumplir  con  su  rito  j  ceremonia  secular;  bastándoles 
"tener  el  m/>vimiento  de  las  Pleyadas»  como  una  señal,  qj^e  á  po- 
"eo  más;  o  ^n^nos  les*  diese  á  conocer  la  media  noche."  En  efecto^ 

(1)  Monarq.  indijana,  IJb.  X,  cap.  XXXIIL 

(2)  Loco  cif.'cap,  X,'  <^«P.  XXXVX 

(3)  Imb  dos  pUdntt,  pág;  SO^  uot*  Mgttncbu 


.92 

las  Pléyades  servían,  así  como  otras  estrellas,  para  determinar 
la  hora  apetecida;  pero  ni  el  orto  ni  la  culminación  verdaderos 
entraban  como  elementos  én  la  composición  del  calendario.  La 
práctica,  sin  embargo,  hace  presumir,  que  la  ceremonia  de  encen- 
der el  fuego  nuevo  tuvo  principio  en  una  ¿poca  en  que  las  Pin- 
jadas se  encontraban  precisamente  en  el  zenit  á  la  media  noche. 
Nacido  el  sol  del  siguiente  ciclo,  con  la  certeza  deque  el  mun- 
do lograría  de  vida  62  anos  más,  los  mexicanos  empleaban  los 
doce  6  trece  dias  intercalares  en  fiestas  j  regocijos,  y  en  reponer 
sus  muebles  j  utensilios.  Esta  intercalación  tenía  lugar  al  fin  de 
cada  ciclo,  desarrollándose  en  el  periodo  de  260  años,  igual  con 
62x5.  Tenía  lugar  de  esta  manera.  El  valor  del  año  trópica 
365\  242264,  en  los  62  años  del  ciclo,  se  convierte  en  18992% 
597728;  los  365  dias  del  año  azteca,  eii  los  mismos  52  años,  aña- 
didós  los  trece  dias  intercalares  (rebordemos  que  la  intercalación 
en  el  período  de  260  años  era,  13, 12, 13,  12, 13),  suben  á  18993'; 
Testando  entre  sí  ambas  cantidades,  la  diferencia  0^402272  ex- 
presará la  fracción  de  dia  que  por  más  contaban  en  sus  cálcalos 
los  astrónomos  aztecas.  Al  fin  del  segundo  ciclo,  el  valor  del 
tiempo  verdadero  quedaba  siempre  18992''.  697728,  pero  para  los 
aztecas,  que  sólo  intercalaban  doce  dias,  j  que  ademas  óontaban 
con  la  fracción  antedicha  por  más,  el  tiempo  quedaba  expresado 
por  18992*,  402272;  por  consiguiente  la  diferencia  O*,  195456  ex- 
plica la  fracción  de  dia  que  los  mexicanos  contaban  de  manos  al 
fin  de  los  104  años.  Al  terminar  el  tercer  ciclo,  el  tiempo  verda- 
dero estaba  expresado  por  la  cifra  18992\  597728,  más  la  diferen  - 
cia  acabada  de  encontrar,  es  decir,  18992*,  793181;  se  intercalaban 
trece  dias,  en  todo,  18993;  la  diferencia  por  más  de  0^206816  es 
la  sola  subsistente  al  fin  de  los  156  años.  En  el  cuarto  ciclo  el 
tiempo  verdadero  volvía  á  ser  18992^697728;  los  dias  intercalares 
eran  doce  más  la  fracción  acabada  de  encontrar,  es  decir,  18992% 
206816;  la  diferencia  en  menos  0\  390912  es  la  subsistente  á  los 
208  años.  Por  último,  en  el  quinto  ciclo  el  tiempo  verdadero  es- 
tá representado  por  18992^988640;  se  intercalaban  trece  dias,  lo 
cual  produce  18993%  la  diferencia  por  más  0^  011360,  es  finalmen- 
te el  tiempo  en  que  los  aztecas  diferían  de  los  verdaderos  cálcu- 
los astronómicos,  al  fin  del  ciclo  sagrado  de  269  años.  Al  termi* 
nar  cada  uno  de  estos  periodos  se  acumularía  la  misma  diferencia 
hasta  completar  un  dia  en  muchos  millares  de  «nos. 


CAPÍTULO  TL     ,  < 

XL  CALEKDABIO  AfiTBONÓMICÓ. 

I^utUo  de partCd<i,^JB!l  toütído  de  Infnemo.-^Oorreipondeneia  enire  lo»  áku.^La 
ecrreeeion  gregcriana. — Táblaepmta  loe  afío$,—Bignoe  y  Hmbolae.-^ Tabla  generad 
de  earreípandeneia. 

PARA  terminar^  abordemos  las  últimas  caestiones^  y  princi- 
palmente la  estrnctnra  del  calendario  azteca  en  sí  y  en  su 
relación  con  el  calendario  juliano.  ¿Cuál  era  el  punto  astronómi- 
co que  determinaba  el  ano?  Según  las  mejores  autoridades  res- 
pendemos,  que  el  solsticio  de  InTÍerno.  Torquemada  (1)  nos  in- 
forma: ''De  tres  fiestas  que  estos  indios  celebraban  á  los  dioses 
'*de  las  lluvias,  llamados  Tlaloques;  era  la  última  ésta,  que  les 
''hacfan  en  este  mes  sexto  décimo,  el  cual  corresponde  á  nuestro 
''Diciembre,  cuyo  primer  dia  era  el  segundo  del  dicho  Diciem- 
"bre.  La  razón  de  ordenarles  esta  fiesta  era,  kaber  llegado  el  sol 
'*á  lo  más  alto  de  su  curso  y  carrera,  que  (como  iodos  saben),  á 
"los  veintiuno  de  este  mes  hace  cursó,  y  vuelve  á  desandar  lo  an*» 
''dado."  Befiérese  el  cronista  al  mes  AtemoztIi;ms^s  debemos  ad- 
yertir^  que  admitiéndole  que  el  año  comienza  á  primero  de  Fe^ 
brero,  el  decimosexto  mes  empezará  á.28  de  Noviembre  para 
terminaren  17  de'  Diciembre,  números  que  excluyen  aquella 
conclusión. 

No  siempre  se  detuvo  Torquemada  á  cpncprdar  las  contrAdic- 
ciones  en  que  incurría,  no  obstante  lo  cual  establece  ¿Da  verdad 
aseverando,  que  el  mes  Atemoztli  comenzaba  á  dos  y  acababa  á 

(1)  Monavq.  indiana,  lib^  X/  c(ip.  XSLYHl, 


9á 

t 

veintiuno  de  Diciembre  solsticio  de  Invierno.  Esta  buena  auto- 
ridad, apoyada  en  las  doctrinas  de  Cristóbal  del  Castillo,  sirvió 
de  base  á  Gama  para  la  formación  de  su  calendario.  Toma  por 
primer  mes  á  Itzcalli,  dándole  por  día  inicial  el  9  de  Enero;  for- 
ma el  cómputo  d^  los  años  llevando  en  cuenta  el  cambio  intro- 
ducido por  los  dias  intercalares, — "hasta  el  último  del  ciclo,  que 
"venía  á  coincidir  su  principio  con  el  dia  27  (1)  de  Diciembre,  y  á 
"finalizar  el  último  de  los  cinco  dias  nemontemi  ene]  26  del  mis- 
"mo  Diciembre.  Despreciados  como  iniítiles,  en  sentir  de  los  in-. 
"dios,  estos  cinco  dias,  daban  fin  al  ciclo  ó  último  año  de  ól  de 
"365  dias  útiles,  el  21  del  mismo  mbs/  qhe  es  el  dia  del  solsticio 
"hiemal  (2)."  Pero  á  pesar  de  la  doctrina,  el  año  invariable  de  Ga- 
ma termina  á  8  de  lionero;  comienza  como  debía  por  el  mes  Itz- 
calli,  auAque  en  realidad  adopta  el  Tititl,  que  para  nosotros  ea 
el  último  mes. 

Admitimos  como  exacta  la  base  del  solsticio  de  Invierno,  j 
que  el  mes  Atemoztli  tenía  como  términos  el  2  y  el  21  de  Di- 
ciembre; pero  discrepamos  en  que  esta  relación  se  dejase  por  es<- 
tableoer  hasta  el  fin  del  ciólo.  Nos  fundamos,  fuera  de  otros  da« 
tos,  esL  que  pT&nto  tan  cardinal  se  dejase  de  un^  manetra  va^a,  sU'- 
jeta  á  cambios.  Eq  cuanto  á  que^  mes.  Atemoztli  fuera  el  último 
del  año,  iito  hay.razon  para  adoptarlo,  estando  ya  demostrado  lo 
contrario  en  lugar  anterior.  Esto  supuesto,  la  verdadera  forma 
del  calendA^io  y  bu  oorrespondeucia  con  el  calendario  juliano  es 
esta: 


I  lizoalH,  comienza  á  16  de  Enero; 

n  AÜAcahnaloo,  6  de  Peinero. 

m  TUottzipehiialisIli,  25  de  Febrero. 

IV  Toeo^lfOiitiú.  17  de  Mano. 

V  HaeytozozÜi,  ñ  de  AbriL 

VI  Toxcall,  Q6  de  Abril 

Vn  EtseeuallzUi,  16  de  Majo, 
ym  Teenilbvitontli,  5  de  Junio. 
IX  HniQjteoniUiaiti,  95>  de  JuniOh 


X  Tlazóchimaco,  15  de  Julio. 

XI  Xooohueizi,  4  de  Agosto. 

XII  Oehpanñtii,  94  de  Agocto. 
Xin  Teotieco,  13  de  aetiembre. 

XIV  Tepeilhuid,  3  de  Octubre. 

XV  QaechoUi,  23  de  Octubre. 

XVI  Panquetsaliztli,  V¿  de  Koriembie. 
XVn  Atemoztli,  2  de  IMoiembre. 
XVm  Tititl,  22  de  Ploiembra. 


Tititl  terminaba  á  10  de  Enero;  contábanse  los  nemontemi  en 
:X1, 12, 13, 14  y  15;  el  inmediato  16  de  Enerq  principiaba  el  nue- 
^Yo  a5o« 


(1)  En  lugar  de  27  debe  leerse,  Teintiono. 

(3)  Las  dos  piedras,  Téanse  los  párrafos  84,  35  j  principalmente  el  37. 


96 

Tal  es  la  forma  j  correspondencia  que  nos  resulta»,  así  para. el 
calendario  aptronómico  como  para  el  ritual;  más  eon  esta  defe- 
rencia. £1  calendario  astronómico  se  desarrolla  en  la  formar  que 
tesemos  establecida;  pero  como  la  intercalación  se  Teriñcaba  de 
caatro  en  cuatro  aiios,  la  correspondencia  no  se  trastornaría  res- 
pecto del  calendario  juliano»  con  el  cual  iría  acorde.    Esto,  ^n 
embargo,  solo  tenía  lugar  durante  lob  ciclos  en  que  se  intercala- 
ban trece  dias,  pues  en  los  ciclos  en  que  esa  misma  intercalaéion 
consistía  en  doce  dias,  sobreviene  un  dia  de  diferencia,  lo  cual 
interrumpía  la  relación  primera.  En  el  período  de  260  anos  ^e 
intercalaban  63  dias  en  el  sistema  azteca^  mientras  en  el  juliano 
esa  misma  cifra  subía  á  65;  luego  durante  cada  uno  de  los  perio- 
dos místicos  de  260  años,  se  introducía  una  diferencia  constante 
de  dos  dias,  la  cual  iría  acumulándose  indefinidamente.  Aunque 
en  el  calendario  ritual  se  hacía  la  intercalación  al  fin  del  ciclo, 
resultaría  que  éste  j  el  astronómico  yolvian  á  coincidir  al  termi- 
nar el  ciclo,  y  ambos  volvían  á  principiar  en  la  misma  fecha,' 
desapareciendo  todas  las  desigualdades  introducidas.   En  el  ca- 
lendario astronómico  todos  los  años  del  ciclo  comenzarían  en  la 
misma  fecha,  la  cual  no  cambiaría  sino  en  los  cidos  en  que  la  in* 
tercalacion  fuese  de  doce  dias,  mientras  en  el  calendario  ritual 
se  trastornaría  un  dia  al  cabo  d,Q  cada  cuatro  años. 

La  coxrespondencia  verdadera  ent;re  los  ealendaríos  azteca  y 
juliano,  estaJblecida  arriba,  es  á  nuestro  entender  la  exacta,  te- 
niendo que  llevar  en  cuenta  los  diaa  de  referencia  introducidoif 
en  el  período  de  260  años.  De  aquí  resulta  una  deducción  sin 
réplica;  mientras  que  el  cómputo  de  los  mexicanos,  por  medio 
de  sus  correcciones,  marcaba  siempre  el  tiempo  ^tronómico  ver- 
daderoy  el  juliano  se  alejaba  más  y  más  del  equinoccio  de  prima*  . 
vera;  había,  pues,  entre  ambos  una  diferencia  en  tiempo. 

¿Cuál  era  entonces  esta  diferencia?  Si  nuestro  sistema  es  ciar* 
to,  todos  los  puntos  que  imnoa  estableciendo  deben  estas  w. 
perfeoFtii  armonía;  la  diferencia  la^rrojacá  c<;m  evidencia  la  muea* 
tra  dal  calendario  «uloptadik  áote?,  ^n  U  lOD^l  el  año  yei  Oalli  oo^ 
menzó  á  30  de  Enero  de  152L  Para  damoa  oompleta  cuenta  íor«i 
mwpip9  el  eido  entero,  indicMtdo  la  correspondesLoia  de  los  «ños 
coi^ocine  )ia  tenesmos  ya  enccmlm^e  f<m  ejípreeioci  del  día  inicial 
dece^^afio.  Te^E^einos: 


96 


n  Acatl  1S07,  3  de  Febrero. 
in  Tecpfttl  1508,  3  de  Febrero. 
IV  OaUi  1509,  3  de  Febrero. 
▼  ToohtU  1510,  2  de  Febrero. 
VI  Aoatl  Iftl  1,  2  de  Febrero. 
Vn  Tecpatl  1512,  2  de  Febrero. 
Vm  CalU  1613,  1  de  Febrero. 

IX  Tocfatli  1514,  1  de  Febrero. 

X  AeaÜ  1615,  1  de  Febrero. 

XI  Tecpatl  J516,  1  de  Febrero. 
Xn  Calli  J517,  81  de  Enero. 
TTH  TochtU  1518,  81  de  Enera 
I  Acatl  1519,  81  de  Enero. 

n  Tecpatl  J520|  81  de  Enero, 
m  CaUi  1521, 80  de  Enero. 
IV  Tochtli  1522,  80  de  Enero. 
y  AcaÜ  1523,  80  de  Enero. 
VI  TecpaÜ  1524,  80  de  Enero. 
Vn  Calli  1525.  29  de  £^ero. 
YIII  Tochtli  1526,  29  de  £^ero. 

IX  Acatl,  1627,  29  de  Enero. 

X  Tecpatl.  1528,  29  de  Enero. 

XI  Calli  1529,  28  de  Enero. 
Xn'Tochüi  1530,  28  de  Enero. 
XIU  Acatl  1531,  28  de  Enero. 
I  Tecpatl  1532,  28  de  Enero. 


n  CalU  1588,  27  de  Enero, 
m  Tochtli  1534,  27  de  Enera 

IV  AcaÜ,  1585,  27  de  Enero. 

V  Tecpaa  1586,  27  de  Enero. 

VI  Calli  1587,  26  de  Enero. 

VII  Tochtli  158S,  26  de  Enero, 
vm  Acatl  1539,  26  de  Enero. 

IX  Tecpatl  l.'^40,  26  de  Enero. 

X  CalH  1541,  25  de  Enero. 

XI  TochtU  1542,  25  de  Enero. 

XII  Acatl  1548,  25  de  Enero. 
Xm  Tecpatl  1544,  25  de  Enero. 

I  CaUi  1545,  24  de  Enero. 

II  TochiU  1546,  24  de  Enera 

III  Acatl  1547,  24  de  Enero. 

IV  Tecpatl  1548,  24  de  Enero. 

V  CaUi  1549,  23  de  Enero. 

VI  TochtU  1550,  23  de  Enero. 

VII  AcaÜ  1551  28  de  Enoo. 

VIII  Tecpatl  1552,  28  de  Enero. 

IX  CaUi  1553,  22  de  Enero. 

X  TochtU  1554,  22  de  Enero. 

XI  AcaÜ  1555.  22  de  Enero. 

XII  TecpaÜ,  1556,  22  de  Enero. 
Xi  II  CaUi  15h7,  21  de  Enero. 

I  TochtU  1558,  21  de  Ebero. 


Observando  la  tabla  se  desprenden  estas  conclusiones.  Cuatro 
aSos  consecutivos  Calli,  Tochtli,  Acatl,  Tecpatl  llevan  el  mismo 
dia  inicial;  coiicurriendó  con  Tecpatl  los  bisiestos  julianos,  aun- 
que Tecpatl  comienza  por  la  misma  fecha  de  los  años  anteriores, 
contando  tin  dia  menos  qtie  el  bisiesto,  termina  polr  consecfuen- 
cia  un  día  antes  que  éste,  determinando  que  el  Calli  siguiente 
empiece  un  dia  antes  que  el  anterior  de  su  nombre.  *  Lb,  corres- 
pondencia entre  el  principio  de  los  años  cambia' un  áia  por  cada 
bisiesto,' 6  séán  trece  variaciones  en  tinos  ciclos,  doce  solamente 
enotro^.  •     • 

'Supóttienído  unoiclode  trece  *  bisiestos,  tendréiiicfsríll  Acatl, 
inicial  delecte,  empezó -j^or  ttes  de  Febreroj  él  áltimo  año  I 
Todhtli  1^58  comenzó  por  21  de  Enero,  terminando  el  último  de 
stts  nemónteiíai  en  20  de  Enero  de  1550;  en  la;  noche  de  este  dia 
debió  tener  lugar  1a>fi^stft'>  cíclica  del  fdego  nu^vo;  siguiéndose 
Inegó  lÉi4nt^^atAeÍdnide4é^  trece  diai^;  que  B6  oMtaton  del  21 
de  Enero  al  2  de  Febrero,  de  manera  qué  el  intíiedib.to  H  Acatl 


97 

1£S9  empeló  otra  yez  por  tf«8  de  Feto^ro.  En  uño  de  estos  ci- 
ados no  exietía  difereiMÚa  alifuna.  No  aconteoia  lo  mismo  en  los 
ciclos  caja  interoalacion  ooostaba  de  doce  días.  Comenzando  el 
n  AcaÜ  6  3  de  Febrero,  el  I  Tochtli  correría  del  21  de  Enero 
1658  al  20  de  Enero  1659;  mas  cottio  se  intercalaban  solo  doce 
dias,  que  se  contarían  del  21  de  Enero  al  primero  de  Febrero,  el 
siguiente  11  Acatl  1559  comens^aría,  no  á  tres  sino  á  dos  de  Fe- 
brero. 

Be  nos  presenta  esta  dificultad;  ¿el  ciclo  que  Tangos  examinan- 
do recibió  trece  ó  doce  dias  intercalares?  Besnelve  el  problema 
la  autoridad  que  tanto  nos  preocupo  del  P.  Sabagun^  quien  ase- 
gura que  consultado  el  caso  por  muchos  dias  en  Tlatelolco,  a8| 
cou  los  ancianos  como  con  los  estudiantes,  todos  concluyeron  di- 
ciendo: que  Comenzaba  d  ano  d  segundo  dia  de  Fdyrero,  Este  dicho 
de  muy  grave  peso,  por  dimanar  en  esta  materia  del  P.  Sahagnn 
j  que  cobra  todavía  mayor  firmeza  como  resolución  tomada  en. 
una  asamblea  caracterizada,  confirma  plenamente  nuestros  aser- 
tos. En  efecto,  la  concordancia  del  dos  de  Febrero  se  referia  al 
ciclo  en  que  tenía  lugar  la  consulta,  es  decir  al  11  Aeatl  1669. 
Ahora  bien,  el  II  Acatl  1607  concurrió  con  el  tres  de  Febrero; 
solo  recibió  doce  dias  intercalares,  porque  si  hubiera  admitido 
trece,  el  siguiente  ciclo  habría  empezado  también  á  tres  de  Fe- 
brero; comei^zó  por  dos,  no  .queda  duda  alguna  en  que  fueron  so- 
lo doce  los  dias  oompiementarios.  Definitivamente  podemos  ase- 
gurar, que  la  intercalación  en  los  cinco  ciclos  del  periodo  de  260 
años  fué  esta: 

n  Acatl  1351,  trece  dias  intercalares,  principió  á  4  de  Febrero. 
H  Acatl,  1403,  doce  dias  intercalares,  4  de  Febrero. 
H  Acatl,  1465,  trece  dias  intercalares,  3  de  Febrero. 
n  Acatl  1507,  doce  dias  intercalares,  3  de  Febrero. 
U  Acatl  1559,  trece  dias  intercalares,  2  de  Febrero. 

Todos  Iqs  períodos  anteriores  j  posteriores  guardarán  el  mis-r 

mo  orden,  teniendo  en  cuenta,  que  como  al  principio  y  al  fin  de 

cada  período  se  reúnen  dos  ciclos  de  trece  dias  intercalares,  tres 

ciclos  consecutivos  tendrán  el  mismo  dia  inicial.    Desde  que  el 

principio  del  ciclo  fué  trasladado  al  II  Acatl,  siguiendo  la  co- 

13 


96 


necoion  deQaetzalooatly  hastfl  el  oídlo  en  qne^  tnro  lugar  la  eo- 
rieeoion  gregoriana»  el  pcinoipTo  de  eadaeieló  M:- 

3 

n  Acatil  1091«  treoe  diae»  6  de  Pebr^rp.  .    . 

II  Acatl  1143»  doce  dias»  6  da  üebr^ro. 
II  Acatl,  1195,  trece  días,  5  de  febrero, 
II  Acatl  1247,  doce  días.  5  de  Febrero. 
II  Acatl  1299,  trece  días,  4  de  Febrero. 
II  Acatl  1351,  trece  días,  4  de  Febrero. 
It  Acatl  1403,  doce  dias,  4  de  Febrero. 
II  Acatl  1455,  trece  días,  3  de  Febrero. 
II  Acatl  1507,  doce  dias,  3  de  Febrero. 
'  II  Acatl  1559,  trece  dias,  2  de  Febrero. 

«  YéamoB  esta  otra  demostración.  Si  nuestros  cálenlos  yan  aoer* 
tedos,  supuesto  que  el  calendario  azteca  estaba  ajustado  al  tiem* 
po  astronómico,  mientras  el  cómputo  juliano  se  alejaba  más  y 
más  de  la  exactitud,  ambos  deberán  de  coincidir  en  el  mismo 
punto  al  verificarse  la  corrección  gregoriana.  Para  ello  seguire- 
nios  la  corresponde Dcia  de  los  años  astecas,  acompañados  de  los 
anos  de  la  Era  vulgar  j  de  su  día  iuicial.  Tendremos: 


n  Aoatl  ir>59,  2  de  Febrero. 

III  TecpaÜ  1560,  2  de  Febrero. 

IV  OaUi  1561,  1  de  Febrero. 
Y  ToohftU  1562,  1  de  Febroro. 
VI  Aoatl  1563,  1  de  Febrero. 
Vn  Tecpatl  1564,  1  de  Febrero. 
ym  CaUi  1565,  SI  de  Enero. 

IX  ToohÜi  1566,  81  de  Enero. 

X  Aoatl  1667,  3 1  de  Enero.  : 

XI  Teq^atl  1668,  81  de  Enero. 
Xn  Calli  1569,  80  de  Enero. 
•gm  TochÜi  1570,  80  de  Enero. 


I  Acatl  1571,  30  de  Enero. 

II  Tecpatl  1572,  30  de  Enero. 

III  Calli  1573.  29  de  Enero. 

IV  Toohtli  1574,  20  de  Enero. 
Y  Acaü  1575,  29  de  Enero. 
YI  Tecpatl  1576,  29  de  Enero. 
VII  OaUi  1577,  28  de  Enero. 
YIII  TochÜi  1578,  28  de  Enero. 

IX  Aoatl,  1579,  28  de  Enero. 

X  Tecpatl  1580,  28  de  Enero. 

XI  CalH  1581 ,  27  de  Enero. 
xn  ToohtU  1582,  27  de  Enero. 


Con  el  año  XII  Toobtli,  decimoprimero  del  segundo  Tlalpillí, 
en  el  sexto  ciclo  de  la  Era  de  México,  coincidió  el  1582  de  la  Era 
cristiana^  en  que  tuvo  lugar  la  última  corrección  del  calendario 
de  las  naciones  civilizadas  de  Europa.  En  el  ano  1582  aconteció 
el  equinoccio  de  primavera  á  once  de  Marzo,  diez  dias  antes  de 
lo  que  debía,  ya  que  el  concilio  de  Nicea,  celebrado  en  325  tenía 
dispuesto  que  aquel  fenómeno  celeste  concurriera  siempre  con 
el  21  de  Marzo.  Para  quitar  el  error  dispuso  el  papa  Gregorio 


XTTT,  que  el  dia  siguiente  al  juevefl  4  de  Octubre,  no  se  eontara 
ebcoi  sino  viernes  quinos  de  Octubre. 

Formemos  ahora  nuestro  calendario  azteca  XII  Toobtli,  dán- 
dole la  eorrespendenoia  con  el  calendaiio  juliano^  SI  XI{  Toch- 
tlí  llera  por  dia  inicial  el  11  OoseacuauhtlL  La^s^ria  de*  loejsi* 
meros  trecenales  que  afectan  á  Oosoaouauhtll  al  principio  de  los^ 
meses  y  de  los  nemontemit  será: 

IL  5.  12.  6.  13.  7.  L  a  2-  9.  3.  10.  4  11.  5,  12.  6.  13.  7. 


El  11  Oozcacuauhtli,  coincidió  con  el  27  de  Enero,  pero  como 
Tamos  á  hacer  la  corrección  verdadera^  teniendo  en  cuenta  que 
habían  pasado  once  dias  intercalados  de  más  en  el  calendario 
jolianoy  que  no  lo  habían  sido  en  el  azteca,  j  que  se  suprimía* 
ron  diez  dias  mái  en  la  corrección  gregoriana,  quedando  redu- 
cido aquel  año  á  355  dias,  á  fin  de  no  mutilar  también  nuestra 
euenta  tenemos  que  Ueyar  el  principio  del  año  al  6  de  Enero.  En 
este  supuesto,  tendremos: 


I  ItzoáUí,  6  de  Enero. 

n  AÜacahualeo,  26  de  Enero. 

m  TlaoaxipehoftKatli,  15  de  Febrero. 

IV  Tozozt<xita,  7  de  Manso. 

V  Hueyftozoztli,  27  de  Marzo. 
YI  Tozoatl,  10  de  Abril 

YU  Etzaciudiztli,  6  de  Majo. 


Vm  TeonilhiiitontU,  26  de  Mayo. 
IZ  HaejteeiiUhaítl(  15  de  Junio. 

X  Tlazoobimaco,  .5  de  Jalio. 

XI  Xocobnetzi,  25  de  JttUo 

XII  Ochpaniztli,  14  de  Agosto. 

XIII  Teoüeoo,  8  de  Setiembre. 


XIT.  TEFEILIIUITL. 

Setbre^      Domingo 

23 

11  Cozcacuaubtii. 

Quiahuitl. 

Lún^s 

24 

12  OlUn. 

XinhteonbtU  Tletl . 

Mártee 

25 

13  Tecpatl. 

Tecpatl 

Miércolef 

26 

1  Qniahuitl. 

Xóchitl. 

Juérree 

27 

a  XochiÜ. 

CenteoU, 

Tiéroea 

28 

3  CipactlL 

Miquizrlí. 

Sábado 

29 

4  Ehecatl. 

Atl. 

Domingo 

30 

5  Calli. 

-TlazolteotU 

Octubre.    Lunes 

I 

6  Cuetzpalin. 

TcpeyoUotH. 

Martes 

2 

7  Cohvatl. 

Quiahuili. 

Miércoles 

3 

8  MiqnizÜi. 

Xiqbtecuhtii  Tletl. 

Jueves 

4 

9  MazatL 

Tecpatl. 

Vtéma 

15 

lOToehtIi, 

Xoe/uU 

Sábado 

16 

11  Atl. 

Centeoil. 

Domingo 

17 

12  Itzcuintli. 

Miqoiztli. 

•I 


lift 

LiiMS'        18  .    13  OtoMtlL  Ari. 

M&rtet        19  1  Malifaa}lí^  ,  ,     .    TUzolteotl. 

MiércoUs  ;20  2  ÁcatL  Tepcyollotli. 

Ju^vea        21'  '    3  OceiJtl.        '    '  '  QrtUÍióitr; 

'  rk/ñtií'^    ft   '  «^CttittbHi.      *  i  HuliteMihlliíTiiea! 

%t  QttMfiottil*28tde  Oolnbre.*  .  .  XVII -^ntozUi,  3.^  Qicd^^O^yf^., 

XVn  Pnq<yfttorti«tli,  If  4»' NoTÍaio^»,, .  XyiI(Tiiitl>  22. de  Dicitmbre. 


nemonteM:' 


<« 


E^ero.    M&rté« 

11 

7  'Cozfeactrthtlí. 

Miércoles 

12 

8  Ollin. 

Jüéire»    * 

18 

>      9  TecpaU. 

ViérDef. 

H    . 

í  10  Q.u¡ahu¡tl.    . 

Sábíftip     . 

15      . 

11  Xóchitl. 

El  siguiente  afio  XIH  Acatl,  con  su  dia  inicial  doce  Cipactli^ 
<K>inenzó  por  el  domingo  16  de  Enero  1583,  fecha  &  lá  cnal  refe- 
rimos el  verdadero  comienzo  del  año  azteca.  De  entonces  acá,  el 
calendario  astronómico  va  igual  y  üo  discrepa  del  gregoriano,, 
supuesto  hacerse  la  intercalación  de  cuatro  en  cuatro  años,  res- 
pecto del  calendario  ritual  babr4  <i^^  tener  en  cuenta  los  dias  no 
intercalados  para  ajustar  la  correspondencia  exacta.  La  supre- 
sión de  los  dias  cayó  en  el  XIY  toes  mexicano  Tepeilboitl,  y  el 
Tiéraes  15  de  Qctubre  concurrió  con'el  dia  diez  Tochtli,  acom- 
pañado de  Xóchitl.  Por  úHimo  todo  año  azteca  ocupa  Ias  fech0.s' 
de  un  año  gregoriano,  desde  el  16  de  Enero  hasta  el  31  de  Di- 
ciembre, y  más  los  primeros  quince  dias  del  año  siguiente;  así 
un  año  mexicano  podrá  presentar,  en  ciertas  fechas  concordan- 
cias con  dos  años  distintos,  aunque  sucesivos  de  nuestra  cuenta 
cronológica. 

Ponemos  en  seguida  dos  tablas  de  correspondencia  entre  los 
dias,  ya  para -los  años  comunes,  ya  para  los  bisiestos.  Qrdena- 
das  por  los  20  dias  del  mes  azteca,  en  la  cabeza  de  las  columnas 
se  indican  la  relación  con  los  meses  del  calendario  juliano  ó  gre- 
goriano; sígnenselos  nemontemi,  y  al  fin  una  columna  suple- 
mentaria para  los  casos  en  que  fuere  menester.  Sabido  un  dia 
del  año  mexica,  á  primera  vístase  presentará  la  correspondencia 
entera.  En  ésta,  cómo  en  las  demás  tablas,  toda  relación  que  se 
busque  se  lallará  fácil  y  completamente,  aplicando  junto  á  la 
columna  de  la  izqi^ierda  listas  móviles  con  los  nombres  de  aque- 
llo que  se  desee  confrontar. 


»  101 

En  cnaAtoá  los  timbólos- pan  -expresar  los  freinie  días  del 
nes,  los  números  del  1  al  20  de  nuestra  lámina  16  les  represen- 
tan, tomados  del  Tonalamatl;  repetición  de  los  mismos  j  sus 
Tañantes  son  los  dibajos  del  21  al  40,  copiados  de  nn  códice  BiS*: 
de  otra  tercera  pintara  obtarimos  el  máméro  41,qae  representa 
otra  de  las  f orinas  del  CipacÜL  Oorrett:del  núm.  42  al  50  de  la 
lám.  17,  los  sefiores  6  áoompañados  de  ia  noáie,  segnii  les  pie- 
ssnta  el  repetido  Tonalamatl:  el  61  indion  la .  manera  de  «lotar 
el  fin  de  un  periodo  de  260  diaa  y  el  principio  del  aiguiente.  En 
eeantoal  námero  52  as  la  maestra  de  on  ciclo  completo,  segnn 
el  sistema  ántigno,  teniadode  la  pintnra  Aubin. 

COBBESMHDXNCtá  BB  LOS  BUS.  AftO  BISÚBSTO. 


,-:  B  t>.'    .  .M-  e  S  M"    .  M-  s  K  c  •►^  >.t>.  t^ 


a 


1  21  10  1  21  10  30  20  9  29  l9  8  28  17  7  27  16  6  26  16 

2  22  11  2  22  11  1  21  10  30  20  9  29  18  8  28  17  7  27  16 

3  23  12  3  23  12  2  22  11  1  21  10  30  19  9  29  18  8  28  17 

4  24  13  4  24  13  3  23  12  2  22  11  31  20  10  30  19  9  29  18 

5  25  14  5  25  14  4  24  13  3  23  12  1  21  11  31  20  10' 30  19 

6  26  15  6  26  15  5  25  14  4  24  13  2  22  12  1  21  11  31  20 

7  27  16  7  27  16  6  26  15  5  25  14  3  23  13  2  22'  12  1  21 

8  28  17  8  28  17  7  27  16  6  26  15  4  24  14  3  23  13  2  22 

9  29  18  9  29  18  8  28  17  7  27  16  5  25  15  4  24  14  3  23 

10  30  19  10  30  19  9  29  18  8  28  17  6  26  16  ^  25  15  4  24 

11  31  20  11  31  20  10  30  1^  9  29  18  7  27  17  ^  2ñ  .16  5  25 

1  21  11  31  20  10  80  19  8  28  18  7  27  17  6  26 

2  22  12  1  21  11  31  20  9  29  19  8  28  18  7  2T 

3  23  13  2  22  12  1  21  10  30  20  9  29  19  8  28 

4  24  14  3  23  13  2  22  11  1  21  10  30  20  9  29 

5  25  15  4  24  14  3  2S  12  2  22  11  1  21  10  30 

6  26  16  5  25  16  4  24  13  3  23  J2  2  22  11  31 

7  27  17  6  26  16  5  25  14  4  24  13  3  23  12  1 

8  28  18  7  27  17  6  26  15  5  25  14  4  24  13  2 

9  29  19  8  28  18  7  27  16  6  26  15  5  25  14  3 


12 

1  21  12 

13 

2  22  13 

14 

3  23  14 

15 

4  24  15 

16 

5  25  16 

17 

6  26  17 

18 

T  27  18 

19 

8  28  19 

20 

9  29  20 

102 
00BBB9vdMiMrau.'»rcBB  um  bu».  áSo  cowm. 


1  31  10 

'2  82. 11 

1  '21  10  80  20 

9  2CI  18    8  28  17 

727  1« 

i2.£3  11 

3  &Í  12 

2  22  11 

1  21 

10' 30  19    9  29  18 

•  8:2«'.iir, 

t  £3  IS 

4^  24  laí 

3!28  12 

2  22iLLSV20  10.30  19 

:.B.3ÍI,»S. 

4  24  13 

i  5  25l:U 

4M  13 

^ a  23.13! 

i-aiu 

31  20, 

10  SQ  le 

5  25  14 

6  26  15 

5  25  14 

4  24 

13 

2  22  12 

1  21 

11 

31  20 

6  26  15 

%  274^ 

.  6;  26  15 

5       26; 

M 

l(  23  23 

2  ?2 

12 

1  21 

7  27  16 

8  28  17 

7  27  16 

6  26 

15 

4  24  14 

3  23 

13 

2  22 

8  28:17 

9  29  18 

8  28  17 

7  27 

16 

5  25  15 

4  24 

14 

3  23 

9  29  18  10  30  19 

9  29  18 

8  28 

17 

6  26  16 

5  25 

15 

4  24 

10  ÍO  19  11  81  20  10  00  19 

9  29 

18- 

7  27  17 

6  26 

16 

5  25 

11  31420  42    1  21. 

11  Jl  20 

10  80 

19 

8' 28  18 

7  27 

17 

6  26 

12    1  21 

13    2  22 

12    1  21 

11  31  20 

:.9.^.19 

8  28 

18 

7  27 

13*   2 122  14    3  23 

13    2  22  12    1 

21  10  30  20 

9  29 

Í9 

8^ 

..14  ,.3..23. 

15    4.24 

14    3  23 

13    2.22, 

11     1.21.M>  30.^0 

9¡29 

.45.:4;24, 

16  :ó  25. 

-15  .,4  24 

14     3  23 

12 .  2  22  U     1 

?1. 

10-30 

* 

.16  «5  25. 

17     6.26, 

16.    5.  ?5: 

15    4.24  13    3  iZ 

12,    2.22.  Jl  31 

I7i  .6.26  18,.  7.27  17  6  26  16  5  25  U    4  24  13  3  23  12.  1 

4;18.    7  27.  19    8i28:18.  7v27  17  6  26  15    5.25.14  4  24  13  2 

ii9'  8  28  20.   9,29  19  8  28  .18  7.27  16    6  26,15  5.25  14^.  3 

20.    9    121.10,80  20  9  29.19.  8.28  17.  7.. 27  16  &  ?6  15;  4 


»i 


'  Tenían  también  dignos  para' expresar  las  divisiones'  del  tiem- 
f)0.  Dift,  en  geneT*al,  quedaba  escrito  jíor  meSlo'  dé  nn  cítcuUlIo 
con  nn  puntó' central  y  dividido  en  las  cuatro  fracbiones.  que  le 
distiuguían,  núm.  54.  El  nies^  semejante  úl  dia.  Helaba  tas  cua- 
tro divisiones  que  se  le  consideraban,  núin.  55.  El  áño^  núm.  '66, 
lomado  de  Ctavigero.  !En  cuanto, al  ciclo,  se  escribía  de  diversas 
nia^eri^.  Co^aideradq  cómo'  at4do  o  ipanojo.  de  yerbas,  se  le  en- 
ene^tra  bajo  la  forma  del  nupi.  57  4^^  ^^^^  Clavigero,  ó  bajo  el 
númi  58  tomado  de  la  peregrinación  azteca.  tJna  pintura  anti- 
gua nos  da  la  representación  granea  de  la  manera  de  obtener  el 
fuego  frotandp  los  .maderos,  núm.  59,  de  ][q  goal  viene  á  ser  oomo 


108 

vn  compendio  el  signo  oronográfico,  núm,  6Qs  qae.  se  enouentra 
en  los  Códices  Meudocino,  TeUerii^io*BemM^  y  Vaticano»  El 
mismo  ciclo  se  represanU.á  Teces  por  la  imigen  del  £aego,  núnt 
61,  caal  le  tri^  Granados^  en  bjib  Tardes  afaericaoss,  6  bi^ 
por  su  símbolo,  num.  62,  copi<ylo  de  V  piedra  descifrada  por  J)^ ' 
Alfredp  Cha^ero.  Todavía  qaeda  la  variante  num.  63,  cual  M 
a  Hist.  sinerónica  de  Tepechpan  j  de  México,  con  au 
correlativa  nu^.  61,  de  la  paitara . A ubin,, en  qn^  ^aparece  con)0 
un  nndo  o  un  ha^  de  canas*  £1  diüm^  66,  con  el  día  en  la  par  te  n/a^ 
perior,  la  noch^  en  la  infe.rior,.  significa  el  oscurecer  ó'diando.sf 
tocfui  Qn  éLKorizoute  la  luz  y.las  tinieblits,  según  el^nalamail; 
los  signos  en  sentido  inverso  darían  idea  del  amanecer.  El  num. 
66,  copiado  de\  Cod^  efe  Mendoza,  ^oi^  da  no^ic^a  da  la  ocupación 
astronómica  de  los  sacerdotes,  presentando  uno  áe  ellos  expian- 
do atentamente  las  estrellas  durante  la  noche  y  siguiendo  el  cur- 
so de  una  determinada,  para  conocer  el  tiempo  que  servía  á  las 
prácticas  religiosas.  Del  num.,  67  al  84,  lám.  18,  representan  los 
meses,  según  un  antiguo  MS.  publicado  en  Paris;  por  último,  el 
num.  85  presenta  los  nemontemi  (1). 

Tamos,  i  i^xffáuat  este  capítulo  con  una  tabla  de  correspon- 
dencia entre-  lo»  añps  mexicanos  y  ^e  If  ^ra  vulgar,  propia  pajia 
coníront^  las  épocas  de  nuestra  historia  antigua.  £1  intento  90 
es  nuevo.  £n  al  tom.,  III  MS.  del  ramo  de  historia,  en  el  AxcM^o 
general,  se  encuentra  un  artículo  intitulado:  "Cómputo  cronológi- 
co de  los  iudio^  m,exicanos/'  que  se  atribuye  á  D.  Carlos  de.  9i^ 
gúenza  y  Gón|;ora.  -  Le  acompanauna  tabla  comprendiendo-d(BÍ 
ano  1186  al  1711«  bien  formad/^;  se  imprimió  en  la  tercera  serie 
de  documei^tps  paraja Historia  iie  México,  pag.  227-24J3.      .«  f  t 

!Ea  el  mismo  volumen  MS.  se  encuentra: — "Calendario  indiano 
^tnlteco,  principiando  desde  la  creación  4el  mundo  hasta  el  año 
''de  1821,  enfrontado  con  el  europeo.".  Comprende  4,160  años, 

(1)  Yéase  relatiYAmente  al  calendario,  Saliagan,  tom.  1,  pág.  49— I9d,  279—3^9; 
iom.  2,  pág.  269-^265.  Motolioia,  teat.  1,  eap.  V.  Tórquemada,  lib.  X,  eap.  XXXIU 
7  cig.  Acottá,  Ub.  Vi,  Cflp.  II.  Gomara,  pig.  429.  Ijorenzana,  pág.  2L  GUtri^ofo, 
tom.  1,  pág.  2(^— {&S8,  8U9— 415.  Fr.  Ififirtiñ  ato  León,  fol.  95—100.  Véyt&i,  iom^'I, 
cap.  y  al  XL  Boturíni.  pág.  44—59.  GeipelU  C^ren»  tom.  6,  cap.  5.  León  j  Gaipa, 
Descripción  de,  las  (los  piedras,  Ac.  Granados,  Tardes  americanas,  pág.  52y  sig.  p. 
jDozán,  MS.  E^ifemio  Hendoea  y  Manuel  A.  Komoj  Nociones  de  Cronología  ünirer- 
mal,  pág.  209-:-EVa.  Yelancouri,  trat.  2,  pM.  2.  Hamboldt,  Vues  des  OordíB^NS, 
tmn.  1,  pág.  832,  tom.  2,  (pág.  1,  dtc,  J^i,  ^  « 


♦  • 


lOé 


y  aunqae  obra  da  Botarini  no  está  ajustado  á  lo  qti6  habevto* 
JogteiMster.  Imprimióse  en  el  TQlámen  dicho  de  docamentos,  p4g. 
846-284  Antes  de  ásto,  cuando  en  1826  publicaba  D.  Carlos  Biis- 
lamante  su  Chimalpaín,  copiaba  el  "Calendario  ttilteoó,**  totn.  1| 
páf(.  193,  trunco  y  ^slooado.  En:  Clavigero,  tom.  1,  pág.  400-3  s0 
encuentra: — "Años  mexicanos.  Desde  la  fundación  hasta  la  con- 
"quista  de  México,  con  la  correspondencia  de  los  dé 'nuestro  ca- 
*lendario."  Tabla  bien  formada,  abraza  el  periodo  de  1,325  ¿ 
1621.  Finalmente  en  la  obra  de  Veytia,  tom.  1,  p¿g.  305-18  se  ha* 
Ban  las  'fTablas  cronológicas,"  que  son  exactas.  Las  que  noso- 
tros ponemos  abrazan  el  período  de  la  era  cristiana  hasta  1582. 


TABLA  CBOKOLOalCA  GEKEBAL: 


AHos  de  Jtnusrinlo. 


4  Calli  1 

6  Tochtli  2 
6aoatl  3 

7  tecpatl  4 
8oalU  6 

9  tochtli  6 
10  acatl  7 
il  tecpatl  8 

12  ealH  9 

13  tochtli  10 
1  Acatl  11 
a  tecpatl  12 

8  calli  13 

4  tochtli  14 
6  acatl  15 

6  tecpatl  16 

7  calli  17 

8  tochtli  18 

9  acatl  19 

10  tecpatl  20 

11  calli  21 


12  tochtU  22 

13  acatl  23 

1  Tecpatl  24 

2  calli  2ó 

3  tochtli  26 

4  acatl  27 
6  tecpatl  28 

6  calli  29 

7  tochtli  30 

8  acatl  31 

9  tecpatl  32 

10  calli  33 

11  tochtli  84 

12  acatl  35 

13  tecpatl  36 

1  Calli  37 

2  tochtU  38 

3  acatl  39 

4  tecpatl  40 

5  calli  41 

6  tochtli  42 


7  acatl  48 

8  tecpatl  44 

9  calli  45 

10  tochtli  46 

11  acatl  47 

12  tecpatl  48 
18  calli  49 

1  Tochtli  60 

2  acatl  61 
3teepatl  62 
4  calli  53 

6  tochtli  84 

6  acatl  56 

7  tecpatl  66 

8  calli  57 

9  tochtli  58 

10  acatl  69 

11  tecpatl  60 

12  calli  61 

13  tochtli  62 
1  Acatl  63 


105 


2  tecpatl  61 
3caUi65 
4toofatIi  06 
5MaÜ67 

6  tecpatl  68 
7calli  69 

8  toohtli  70 

9  aeatl  71 

10  tecpatl  72 

11  calli  73 

12  toohtli  74 

13  aoatl  76 

1  Tecpatl  76 

2  calli  77 

3  toohtli  ?a 
4acatl  79 

5  tecpatl  80 
€  caUi  81 

7  tochtU  82 

8  aoatl  8S 

9  tecpatl  Bí 

10  calli  85 

11  toohtli  86 

12  aoatl  87 

13  tecpatl  88 

1  Calli  89 

2  tochtli  90 

3  acatl  91 

i  tecpatl  ^2 

5  calli  93 

6  tochtli  94 

7  acatl  95 

8  tecpatl  96 

9  calli  97 

10  tochtli  98 

11  acatl  99 

12  tecpatl  100 

13  calli  101 

1  Tochtli  102 


2  acatl  103 

3  tecpatl  104 

4  calli  105 

6  tochtU  106 

6  acatl  107 

7  tecpatl  108 

8  calli  10» 

9  toohtli  110 

10  acatl  111 

11  tecpatl  112 

12  calli  113 

13  tochtli  114 

1  Acatl  115 

2  tecpatl  116 

3  calli  117 

4  toohtli  118 

5  acatl  119 

6  tecpatl  120 

7  oalli  121 

8  tochtli  122 

9  acatl  123 

10  tecpatl  124 

11  calli  125 

12  toohtli  }126 

13  aoatl  127 

1  Tecpatl  128 

2  oalli  129 

3  tochtli  130 

4  acatl  131 

5  tecpatl  132 

6  calli  138 

7  toohtli  134 

8  acatl  185 

9  tecpatl  136 

10  calli  1S7 

11  toohtli  136 

12  acatl  189 

13  tecpatl  140 
1  Calli  141 


2  toehüi  142 

3  acatl  143 

4  tecpatl  144 

5  oalli  146 

6  tochtli  146 

7  aoatl  Í47 

8  tecpatl  148 

9  oalli  149 

10  tochtli  150 

11  acatl  151 

12  tecpatl  152 

13  calli  163 

1  Toohtli  154 

2  acatl  156 

3  tecpatl  156 

4  oalli  157 

5  tochtli  158 

6  aoatl  169 

7  tecpatl  160 

8  calli  161 

9  tochtli  162 

10  aoatl  163 

11  tecpatl  164 

12  calli  165 
18  tochtii  166 

1  Aoatl  167 

2  tecpatl  168 

3  calli  169 

4  toohtli  170 

5  acatl  171 

6  tecpatl  172 

7  oalli  173 

8  tochtli  174 

9  acatl  175 

10  teopatl  116 

11  calli  177 

12  toohtli  178 

13  aoatl  179 

1  Tecpatl  180 
14 


106 


2  calli  161  : . 

2  tecpatl  209 

2  acatl  259 

3  ioclitli  ]i8S    . 

3  calli  221 

3  tecpatl  260    .     . 

é  aoatl  183 

4  tochtii  282 

4  0alliSSl 

6  tecpntl  Wá  '. 

6  acatl  223 

.      6  tochtii  262 

6  calli  186  :  * 

6  tecpatl  224. 

6  acatl  263 

7  tochtii  186 

.     7  calli  225 

7  tecpatl  264 

8  aoatl  187 

8  tochtii  ^26  : 

8  calli  205 

9  tecpatl  188 

•    9  acatl  227     :. 

9  tochtii  266 

10  calli  180  ' 

10  tecpatV  S)28- 

<  .  10  aoatl '267*.    ■ 

11  tochtii  1ÍK>*  i 

11  calli;  229 

:  íll  tecpatl  268 

12acatl.l91  . 

<  .12  tochtii. -290 

,    •  '12  calli  ^     . 

13tecpatl.l92: 

13  acatl  :2ai: 

,13  tochtii  270            : 

1  Calli  .103 

1  Tecpajbl  ^32 

lAcatl.27l        • 

2tochtlll04  ■ 

2  calli  2313   ..  , 

I  <     2  tecpatl  Vf% .   . 

3acatll95< 

3  tochüi  934 

..  .•     3calli27»:     :.. 

4  tecpatl ,196. ' 

'     4acatt935;- 

4  tochtii  2X4- 

6callild7 

.    5  tecpstV,236  i 

6  acatl  079. 

6  tochtii  108 

.    6  calli  .23?:. 

•  :•    6  tecpatl  276.!.. 

7acatV199'. 

7  tochtii  fl38    ; 

7  calli  2517:     ■•  . 

8  tecpatl  :2(K) 

8  acatl!J939. :     . 

.     ••     8  tochtii  2^. 

9  calli  «01, 

9  tecpatlidlO 

9  acatl  279! 

10  tochtii  a02! 

;.  10  calli  241; . 

10  tecpatl  280 

llacatU03  . 

.    :  11  tochtii  242  . 

.       .11  calli  281              :. 

12  tecpatl.íXH,    , 

12  acatl  243 

:    12  tochtii  282 

13  calli  205 

13  tecpatl, 244'    . 

13  acatl  283 

1  TochtU  206 

1  calli  245    . 

-     1  Tecpatl  284 

2  acatV  207 

2  tochtii  046 

.     2calIi2B5 

3tec{iatl206 

3  acatl  247  . 

3  tochtii  286 

4  calli  209 

4  tecpatl  ,2^1  . 

4  acatl  287 

6  tochtii  210   , 

5  calli  249    . 

5  tecpatl  288 

6  acatl  211 

6  tochtii  250  . 

6  calli  289 

7  tecpatl  212 

7acatl-251 

7  tochtii  290 

8  calli  213 . 

8  tecpatl  252 

8  acatl  201 

9  tochtii  214 

9  calli  253    . 

9  tecpatl  292 

10  acatl  215  r 

4      10  tochtii  254 

10  calli  283 

11  tecpatl  1216     . 

11  acatl-2d5 

11  tochtii  2ft4 

12  calli  217    . 

12  tecpatl  .256 

12  acaÜ  295 

13  tochtii  21» 

13  calli  257 

'  13  tecpatl  ;296 

lAcaU219. 

1  Tochtii,  258 

lCamQ97 

lorr 


2  io«btli.98B 
8seatl-fif9 

4  tecpatT  800 

5  ealli  mt 

6  toohtlí  Hftí 
7«acatl8e3 

8  ieopfttl  sel 

9  ealli  305 

10  tochtli  306i 
llacatl607 

12  teepatl  308 

13  calUt809:  . 
1  Tochttt  810 
SacattSll.'.'. 

3  teepatl  313 

4  ealli  813  .. 
6  toohtUrj8M 

6  acatl  815 

7  tecpatt  316 

8  ealli:  317:  • 

9  toehtli  atl8 
10acatlt819<j 

11  teepatl.  S20 
12calll331    . 
13  toehtli  .9^. 

1  Acatl  d2a 

2  tecpatl^é- 

3  eaia925 

4  toohtli  326 

5  acatl  327. 

6  teepati<828 

7  ealli  ^ 

8  tochtli  330. 

9  aoatl,  331  . 

10  teepatl  332< 

11  calU  833 

12  toehtli^  334 

13  acatl  835 

1  Teepatl  836 


r  t 


>     í 


I" 


I    • 


.  f 


2  «allí  887    . 
8  toehtli  888 

4  aeatl  889 

5  teepatl  .940 

6  ealli  ««1.: 

7  toehtU  842 

8  aoaU  843 

9  teepatl  344 

10  ealli:346 

11  «oehtU;346 
12aeat)847'  • 
18  teepatl  848 

1  Calti'649 

2  toehtli  8SQ 
8aoaa;S61     . 
4  teepatl  .8(2 : 
6  ealli  893   • 
6  toehtU  864  . 
7aca(d355> 

8  teepatl  9i6  -. 

9  ealli  >»»7. 

10  toehtU  868  N 

11  acaU  869 

12  teepatl  ,360 

13  ealliSQl: 

1  ToehtU  862 

2  acatl  aeS. 

3  teepatl- 344 

4  ealli.8^ 

5  tochtU  369- 

6  acatl  867 

7  teepatl  848 
8ealUd69  . 
9  tochtU  ^70 

10  acati  871 

11  teepatl  372 

12  ealli  d7a 

13  tochtU  374 
1  Acatl  376 


2  teepatl  876 
8  ealli  377 

4  toehtU  378 

6  aeatV  379 

'  6  teepatl  880 

7  caUi  881 

8  toehtli  282 

9  acatl  883 
10  teepatl'884 

■  11  ealli-  886 
12  toehtU  886 

.  13  aeatl  367   . 
1  TeepiOá  888 
2eall>889 

3  tochtlüSSO 
4acatli881 

6  teepatl  '892i 
6calU883 

7  toohtli  894 

8  acatl  305: 

9  teepatl  896;. 

10  ealli  897 

11  toehtli-t98 

12  acatl  899 

13  teepatl,400 

1  CaUi  401 

2  tochtU  !4(I2 

3  acatl  ém 

4  teopatíl  i404 . 
6  ealli  406 : 

6  toehtU -406- : 

7  acatl  407 

8  teepatl  ;408 
9caUi409    . 

10  tochtU  410, 

11  acatl  411 

12  teepatl  412 
13ealU413    . 

1  TochUi  414 


106 


Sacad  415 
3  tecpatl418 
4ca1U417   ' 

5  toohtll  418 

6  acad  419 

7  tecpatl42a 
8oaIli421 

9  tocbtlt  423 
10acatl4S3' 

11  teopatl  484 

12  calU  425     ' 

13  tochtli  426 

1  Aoail  427 

2  teq>atl  438 

3  oalli  439 

4  toohtU  <aO 
6  acatl  481 

6  teopatl  483 

7  caUi  483 

8  toohtli  4S4 

9  aoaiíl  435 

10  tecpatl  436 

11  calli  487 
13  tochtii  438 
13  acatl  439 

1  Teopatl  440 
2caUi441 

3  toéhtli  443 

4  acatl  448 

6  tecpatl  444 
6  oalli  445 
T  toobtli  446 

8  acatl  44V 

9  tecpatl  448 

10  calli  449 

11  tochtii  460 
13  acail  451 
13  tecpatl  453 

1  Calli- 453 


2  tochtii  '454 
3aoatI46d    . 

4  teopatl  456  : 

5  calli  467!  - 

6  tochtii  468  > 

7  acatl  4S9 

8  tecpatl  «60 

9  oalli  461 

10  tochtii  462 

11  acatl  463 

12  tecpatl  464 

13  calli  466 

1  Tochtii  466 

2  acatl  467 

8  tecpatl  468 
4  oalli  469 
6  tochtii  470 
6  acatl  471 
7^teopatl  473 

8  calli  473 

9  tochtii  474 

10  acatl  476 

11  tecpalA  476 

12  calli  477 

13  tochtii  478 

1  Acatl  479 

2  tecpatl  486 

3  oalli  4ítl 

4  tochtii  483 

5  acatl  483 

6  tecpatl  484 

7  calli  485 

8  tochtii  486 

9  acatl  487 

10  tecpatl  488 

11  calli  489 

12  toohtli  490 

13  acatl  491 

1  Tecpatl  492 


2caUii98 

3  tochtii  494 

4  aoatl  405 '  ri 

5  teopatl' 496 

6  oalli  497 

7  tochtii  498 
8aoatI499' 
9  tecpatl'  500 

10  oalli  601 

11  tochtii  503 
13  soatl  603 
13  teopatl  504 

1  Calli  606 
3  tochtii  606 

3  acatl  607 

4  tecpatl  606 
6  oalli  600 

6  tochÜi  610 

7  acatl  511 

8  teopatl  612 

9  calli  613 

10  toohtli  614 

11  acatl  516 
12teopaa516 
18  calli  517 

1  Tochili  618 

2  aoatl  619 

3  tecpatl  690 

4  calli  521 

6  toohtli  523 

6  acatl  533 

7  tecpatl'  534 

8  oalU  636 

9  toohtli  636 

10  aoatl  537 

11  tecpatl  533 
13  oalli  5-29 
13  tochtii  630 

1  Acatl  631 


190. 


Sieepail643 

2  a?atl  671 

.   2  tochtli  610 

SoaUiSaa 

3  terpatl  672 

3  acatl  611> 

átocbtliSSl. 

4  calli  578 

4  tecpatl  6ia 

5  aeatl  6t5 

6  tochtli  674 

6  calli  618' 

6  tecpatl  586 

6  acatl  575 

6  tochtli  614 

7  oalli  537 

7  tecpatl  676' 

7  acatl  616 

8  iochtli  688. 

8  calli  677 .   .  . 

8  tecpatl  616 

9acatl589; 

9  tochtli  STB 

9  calli  617- 

10  tecpatl  510 

10  acatl  67» 

10  tochtli  618  • 

11  calli  641 

11  tecpatl  680  > 

11  acatl  619 

12  tochtli  512 . 

12  calli  68i  .     • 

12  tecpatl  620 

13  acatl  54? 

13  tochtli  582 

13  calli  621 

1  Tecpatl  54á 

1  Acatl  588 

■  1  Tochtli  632 

2  calli  546 

2  t«cpatl  684 

2  acatl  628 

8  tochtli  5á6 

3  calli  686 

3  tecpatl  624 

4  acatl  547 

4  tochtli  586 

4  calli  626 

5  tecpatl  548 

.   6  acatl  587 

6  tochtli  626 

6  calli  640 

6  tecpatl  688. 

.     .    6  acatl  627> 

7  tochtli  650 

7  calli  689 . 

7  tecpatl  628 

8  acatl  551 

8  tochtli  690 

8  calli  629 

9  tecpatl  552 

9  acatl  691 

9  tochtli  680 

10  calli  563 

10  tecpatl  692 

10  acutí  681 

11  tochtli  664 

11  calli  593 

11  tecpatl  682 

12  noatl  558 

12  tochtli  694 

12  calli  633 

13  tecpatl  556 

13  aeaU  695 

13  tochtli  684 

1  Calli  6S7 

1  Tecpatl  696 

■     1  Acatl  636 

2  tochtli  568 

.  .2  calli  697  '    • 

2  tecpatl  636 

3  acatl  589 

3  tochtli  698 

3  calli  637 

4  tecpatl  560 

4  acatl  699 

4  tochtU  638 

5  calli  561 

•;  6  tecpatl  600 

6  acatl  6S8> 

6  tochtli  662 . 

6  calli  601. 

6  tecpatl  640. 

7  acatl  563 

7  tochtli  602 

7  calli  641 

8  tecpatl  664 

8  acatl  603 

8  tochtli  642 

9  calli  565 

9  tecpatl  604 

9  acatl  643 

10  tochtli  666 

10  calli  695 

10  tecpatl  644 

11  acatl  567 

11  tochtli  606 

11  calli  646 

12  tecpatl  568 

12  acatl  607 

12  tochtli  646 

13  calli  569 

13  tecpatl  608 

13  acatl  647 

1  Tochtli  570 

1  Calli  C09 

1  Tecpatl  648 

106 


2aeatl£l5 
3  tecpatI416 
4oa1U^7 
5tocbtU.4Z8  . 

6  acatl  419 

7  tecpatl-48a 
8oal1í4ai 

9  tochtli  433 

10  acatl  423- 

11  teopatl  4M 

12  calU  425 

13  tochtli  426 

1  Acatl  427 

2  tecpati  428 

3  calli  429 

4  tochtl!  <aO 
6  acatl  481 

6  tecpati  482 
7oalli483 

8  tochtli  484 

9  acati  435 

10  tecpati  486 

11  calli  4S7 

12  tochtli  438 

13  acatl  439 

1  Tecpati  440 

2  calli  441 

8  toóhtU  442 
4  acatl  448 
6  tecpati  444 
6  calii  445 
T  tochtli  446 

8  acatl  447 

9  tecpati  448 

10  calli  449 

11  tochtli  460 

12  acatl  461 

13  tecpati  462 
1  Calli  453 


2  tochtli  154 

3  acatl  465 

4  tecpati  456  ■ 
6calli45r-  ■ 

6  tochtli  458' 

7  acatl  459 

8  tecpati  «eO 

9  calli  461 

10  tochtli  462 

11  acatl  463 

12  tecpati  464 

13  calli  466 

1  Tochtli  460 

2  acatl  467 

3  tecpaU  468 

4  calli  409'    . 

5  tochtli  470 

6  acatl  471 
7„tecpatl472 

8  calli  473 

9  tochtli  474 

10  acatl  475 

11  tecpati  476 

12  calli  477 

13  tochtli  478 

1  Acatl  479 

2  tecpati  486 

3  calli  4^1 

4  tochtli  482 
6  acatl  483 

6  tecpati  484 

7  calli  485 

8  tochtli  486 

9  acatl  487 

10  tecpati  488 

11  calli  489 

12  tochtli  490 

13  acatl  491 

1  Tecpati  492 


2  calli  488 

3  tochtli  494 

4  acatl  405    '' 

5  tecpati  496 

6  calli  '497 

7  tochüi  498 

8  acatl  499 

9  tecpati' 500 

10  calli  601 

11  tochtli  502 

12  acatl  503 

13  tecpati  S04 

1  Calli  505 

2  tochtlit  506 

3  acati  6D7 

4  tecpati  506 
6  calli  600 

6  tochüi  610 

7  acatl  511 

8  tecpati  512 

9  calli  513 

10  tochtli  514 

11  acatl  515 
12tecpaÜ516 
13  calli  617 

1  Tochili  518 

2  acatl  519 

3  tecpati  620 

4  calli  521 

5  tochtli  622 

6  acatl  523 

7  tecpati  524 

8  calli  626 

9  tochtli  626 

10  acatl  527 

11  tecpati  523 

12  calli  629 

13  tochtli  530 
lAcátl531 


IW. 


S  teepatí  643 
ScalUSSa 
é  tocbtli  SSá. 

5  acatl  liS5 

6  tocpatl  586 

7  calli  537 

8  tochtli  688. 

9  acatl  589  i 

10  tecpatl  610 

11  calli  6a 

12  tochtli  Stí . 

13  acatl  5á3 

1  Tecpatl  644 

2  calU  546 

3  tochtli  546 

4  acatl  547 

5  tecpatl  548 

6  calli  649: 

7  tochtli  650 

8  acatl  551 

9  tecpatl  552 

10  calli  668 

11  tochtli  664 

12  acatl  55S 

13  tecpatl  656 

1  Calli  657 

2  tochtli  568 

3  acatl  559 

4  tecpatl  560 

5  calli  561 

6  tochtli  562 , 

7  acatl  663 

8  tecpatl  664 

9  caUi  665 

10  tochtli  666 

11  acatl  567 

12  tecpatl  568 

13  calli  569 

1  ToohfcU  670 


2  acatl  671 

3  terpatl  6TS 

4  calU  578 
6toohUi6T4 

6  acatl  575 

7  tecpatl  676  ■ 

8  calli  677  >   . 

9  tochtli  578 
10  acatl  579     . 

iU  tecpatl  580  > 

12  calU  58i      ' 

13  tochtli  582 

1  Acatl  583 

2  tecpatl  584 

3  calli  566 

4  tocbtli  586 

5  acatl  587 

6  tecpatl  588. 
.     7  calli  689 . 

8  tocbtli  590 

9  acatl  591 

10  tecpatl  592 

11  calli  593 

12  tochtli  594 

13  acatl  695 

1  Tecpatl  596 
.  .  2  calli  597  / 
-  3  tochtli  69& 

4  acatl  699 
•'.  6  tecpatl  600 

6  calli  601 

7  tochtli  602 

8  acatl  603 

9  tecpatl  604 

10  calli  605 

11  tochtli  606 

12  acatl  607 

13  tecpatl  608 
1  Calli  C09 


.  2  tochtli  610 
3  acatl  611' 

-  4  tecpatl  612 
6  calli  613  < 

6  tochtli  614 

7  acatl  515 

8  tecpatl  616 

9  calli  617 

10  tochtli  618  < 

11  acatl  619' 

'  12  tecpatl  620 
13  calli  621 

-  1  Tocbtli  632 

2  acatl  628 

3  tecpatl  624 

4  calli  626 

6  tochtli  626 

6  acatl  627' 

7  tecpatl  628 

8  calli  629 

9  tocbtli  630 

10  acatl  631 

11  tecpatl  632 
•12  calli  633 

13  tocbtli  684 

1  Acatl  635 

2  tecpatl  636 

3  calli  637 

4  tochtli  638 

6  acatl  ^9> 

. .  6  tecpatl  640. 

7  calli  641 

8  tochtli  642 

9  acatl  643 
10  tecpatl  644 
n  calli  645 

12  tochtli  646 

13  acatl  647 

.  1  Tecpatl  648 


112 


2aoatl888 
3  teopatl  88á 
é  calli  885 
6  toehtli  886 

6  acatl  887 

7  teopatl  888 

8  calUí  889 

9  toohtli  890 

10  acatl  891 

11  tecpatl  892 
12oalli893    . 
13  toobtli  89é 

1  aoatl  895 

2  tecpatl  896 

3  calli  897 

4  toehtli  898 
6  acatl  899 

6  tecpatl  900 

7  calli  901 

8  toehtli  902 

9  acatl  903 

10  tecpatl  90é 

11  calli  905 

12  toehtli  906 

13  acatl  907 

1  teopatl  908 

2  calli  909 

3  toehtli  910 

4  acatl  911 

6  tecpatl  912 

6  calli  913 

7  toehtli  9U 

8  aoatl  915 

9  tecpatl  916 

10  calli  917 

11  toehtli  918 

12  acatl  919 

13  teopatl  920 
1  calli  921 


2  toehtli  ^2 

3  aoatl  923 

4  tecpatl  924 

5  calli  925     . 

6  toehtli  926 

7  aoatl  927 

8  teopatl  928 

9  calli  92» 

10  toehtli  980 

11  acatl  931 

12  tecpatl  932 

13  calli  933 

1  Toehtli  934 

2  acatl  935 

3  tecpatl  938 

4  calli  937 

6  toehtli  938 

6  acatl  939 

7  tecpatl  940 

8  calli  941 

9  toehtli  942 

10  acatl  943 

11  tecpatl  944 
12caUi945 
13  toehtli  946 

1  Acatl  947 

2  tecpatl  948 

3  calli  949 

4  toehtli  960 

5  aoatl  951 

6  tecpatl  952 

7  calli  953 

8  toehtli  954 

9  acatl  955 

10  tecpatl  956 

11  calli  957 

12  toohüi  958 

13  acatl  959 

1  Tecpatl  960 


2  calli  961 

3  toehtli  962 

4  aoatl  968 

6  tecpatl  964 

6  calli  965 

7  toehtli  966 

8  aoatl  967 

9  teopatl  968 

10  calli  969 

11  toohtli  970 

12  aoatl  971 

13  teopatl  972 

1  Calli  973 

2  toehtli  974 

3  acatl  975 

4  teopatl  976 

5  oalli  977 

6  toehtli  978 

7  acatl  979 

8  teopatl  980 

9  oalli  981 

10  toehtli  982 

11  acatl  983 

12  tecpatl  984 

13  calli  985 

1  Toehtli  986 

2  acatl  967 

3  tecpatl  988 

4  oalli  969 

'  5  toehtli  990 

6  acatl  991 
.  7  tecpatl  992 

8  calli  993 

9  toohtli  994 

10  aoatl  995 

11  tecpatl  996 

12  calli  997 

13  toehtli  998 
1  Acatl  999 


i:8 


2  tecpatl  1000 

3  ealli  1001 

é  tochtii  1002 

5  acstl  1003 

6  tecpatl  1004 

7  oálli  1005 

8  tochtii  1006 

9  acatl  1007 

10  tecpatl  1008 

11  calli  1009 

12  tochtii  1010 

13  acatl  1011 

1  Tecpatl  1012 

2  calU  1013 

3  tochtii  1014 

4  acatl  1015 

5  tecpatl  1016 

6  calli  1017 

7  tochtii  1018 

8  acatl  1019 

9  tecpatl  1020 

10  calli  1021 

11  tochtii  1022 

12  acatl  1023 

13  tecpatl  1024 

1  Calli  1025 

2  tochtii  1026 

3  acatl  1027 

4  tecpatl  1028 

5  calli  1029 

6  tochtii  1080 

7  acatl  1031 

8  tecpatl  1032 

9  calli  1033 

10  tochtii  1034 

11  acatl  1035 

12  tecpatl  1036 

13  calli  1037 

1  TochtU  1038 


2  acall  1039 

3  tecpatl  1040 

4  calli  1041 

5  toohtli  1042 

6  acatl  1043 

7  tecpatl  1044 

8  calli  1015 

9  toohtli  1016 

10  aoHÜ  1017 

11  tecpatl  1048 

12  calli  1049 

13  toohtli  1050 

1  Acatl  1051 

2  t«cpatl  1052 

3  calli  1053 

4  toohtli  1054 

5  acatl  1055 

6  tecpatl  1066 

7  calli  1067 

8  toohtli  1058 

9  acatl  1059 

10  tecpatl  1060 

11  calli  1061 

12  tochtii  1062 

13  acntl  1063 

1  Tecpatl  1064 

2  calli  1065 

3  tochtii  1066 

4  acatl  1067 

5  tecpatl  1068 

6  calli  1069. 

7  tochtii  1070 

8  acatl  1071 

9  teuspaÜ  1072 

10  calli  1073 

11  toohtU  1074 

12  acatl  1075 

13  tecpatl  1076 
1  OaUi  1077 


2  tochtU  1078 

3  acatl  1079 

4  teopatl  1080 
6  oallt  1081 

6  tochtii  1082 

7  acatl  1083 

8  tecpatl  1084 

9  calli  1085 

10  tochtii  1086 

11  acatl  1087 

12  teopatl  1088 

13  calli  1089 

1  Toohtli  1090 

2  acatl  1091 

3  teopatl  1092 

4  calli  1093 

6  tochtii  1(J94 

6  acatl  1095 

7  tecpatl  1096 

8  calli  1097 

9  toohtli  1098 

10  acatl  1099 

11  tecpatl  1100 

12  calli  1101 

13  toohtli  1102 

1  Acatl  1103 

2  teopatl  1104 

3  calli  1105 

4  toohtU  1106 
6  acatl  1107 

6  tecpatl  1108 

7  oalli  1109 

8  toohtli  1110 

9  acatl  1111 

10  teopatl  1112 

11  oalli  1113 

12  toohtli  1114 

13  aoatl  1116 

1  Tecpatl  1116 
15 


114 


2  calli  1117 

3  tochtli  111» 

4  acail  1119 

6  tecpatl  1120 

6  callí  1121 

7  tocLtli  1122 

8  acaU  1123 

9  tecpatl  1124 

10  calli  1125 

11  tochtli  1126 

12  acatl  1127 

13  tecpatl  1128 

1  Galli  112d 

2  tochtli  1130 

3  acail  1131 

4  tecpatl  1183 

5  calli  1133 

6  tochtii  1134 

7  acatl  1135 

8  tecpatl  1186 

9  calli  llb7 

10  tochtli  1138 

11  acatl  1139 

12  tecpatl  1140 

13  calli  1141 

1  Tochtli  1142 

2  acatl  1143 

3  teopati  1144 

4  calli  1145 

5  tochtli  1146 

6  acatl  1147 

7  tecpatl  1148 

8  calli  1149 

9  tochtli  1150 

10  acatl  1151 

11  tecpatl  1152 

12  calli  1153 

13  tochtli  1154 
1  acatl  1155 


2  tecpatl  1156 

3  calli  1157 

4  tochtli  1158 

5  acatl  1159 

6  tecpatl  1160 

7  calli  1161 

8  tochtli  1162 

9  acatl  1163 

'  10  tecpatl  1164 

11  calli  1165 

12  tochtli  1166 

13  acatl  1167 

1  Tecpatl  1168 

2  calli  1169 

3  tochtli  1170 

4  acatl  1171 

6  tecpatl  1172 

6  calli  1173 

7  tochtli  1174 

8  acatl  1175 

9  tecpatl  1176 

10  calli  1177 

11  tochtli  1178 

12  acatl  1179 

13  tecpatl  1180 

1  Calli  1181 

2  tochth  1182 

3  acatl  1183 

4  tecpatl  1184 

5  calli  1185 

6  tochtli  1186 

7  acatl  1187 

8  tecpatl  1188 

9  calli  1189 

10  tochtli  1190 

11  acatl  1191 

12  tecpatl  1192 

13  calli  1193 

1  Tochtli  1194 


2  acatl  1195 

3  tecpatl  1196 

4  calli  1197 

5  tochtli  1198 

6  acatl  1199 

7  tecpatl  1200 

8  calli  1201 

9  tochtli  1202 

10  acatl  1203 

11  tecpatl  1204 

12  calli  1205 

13  tochtli  1206 

1  Acatl  1207 

2  tecpatl  1208 

3  ovil  i  1209 

4  tochtli  1210 
6  acatl  1211 

6  tecp  itl  1212 

7  calli  1213 

8  tochtli  1214 

9  acatl  1215 

10  tecpatl  1216 

11  calli  1217 

12  tochtli  1218 

13  acatl  1219 

1  Tecpatl  1220 

2  calli  1221 

3  tochtli  1222 

4  acatl  1223 

5  tecpatl  1224 

6  calli  1225 

7  tochtli  1226 

8  acatl  1227 

9  tecpatl    1228 

10  calli  1229 

11  tochtli  1230 

12  acatl  1231 

13  tecpatl  1232 
1  Calli  1233 


116 


5IioolitU1284 

3  acakl  1235 

4  tecpatl  1236 
6  calli  1237   • 

6  tochtli  1288 

7  acaü  1239 

8  tecpatl  1240 

9  calli  1241 

10  tocbtli  12é2 

11  acatl  1243 

12  tecpatl  1244 

13  calli  1M5 

1  Tochldi  1246 

2  acj.tl  1247 

3  tecpatl  1248 . 

4  calli  1249    . 

5  toclitlí  1260  . 

6  acatl  1251 

7  tecpatl  1252 

8  calU  1253 

9  toclitli  1254 

10  acatl  1255    * 

11  tecpatl  1256 

12  caUi  1257 

13  tochtli  1268 

1  Ao  itl  1259 

2  tecpatl  1260 

3  calli  1261 

4  tochtli  1262 

5  acatl  1263 

6  tecpatl  1264 

7  calli  1265 

8  tochtli  1266 

9  acatl  1267 

10  tecpatl  1268 

11  calli  1269 

12  tochtli  1270 

13  acatl  1271 

1  tecpatl  1272 


«• 


2  calli  1273 

3  tochtli  1274 

4  acatí  1276. 

6  tecpaü  1276 

6  calli  1277     . 

7  tocbtlil278 

8  acatl  1279 

9  tecpatl  1280 
.  10  calli  1281 

:  11  tochtli  1282 
1 12  acatl  1286 
13  tecpatl  1264 
lcaim283 

2  tochtli  1286 . 

3  acatl  1287 

4  tecpatl  1288 

5  calli  1289 

6  tocbtK  1290 

7  acatl  1291 

8  tecpatl  1292 

9  calli  1293 

10  tochtli  1294 

11  acatl  1296 

12  tecpatl  1296 

13  calli  1297 

1  tochtli'  1298 

2  acatl  1299 

3  tecpatl  1300 

4  calli  13101 

6  tochtli  1302 

6  acatl  1303 

7  tecpail  1304 

8  calli  1306 

9  tochtli  1806 

10  acatl  1807 

11  tecpatl  1308 

12  calU  1809' 

.  13  tochtli  1310 
1  acatl  1311 


.-    2  tecpatl  1312       '. 

3cami8l3   .    ■ 

4  tochtli  1314 
..     6  acatl  1316 
.•     6  tecpatl  1316     . 

7  calü  1317  , 

.     8  tochtli  1318  . 
•      9  acatl  1310 

10  tecpatl  1320     . 
'   11  calli  1S21 
'  12  tochtli  1322  .        i 

13  acatl  1328 

1  tecpntl  1324        • 

2  calli  1825 

3  tochtli  1826 

4  acatl  1327 

6  tecpatl  1328 
6  calli  1329 
-     7  tochtli  1380 

8  acatl  1331 

9  tecpatl  1332 

10  calli  1333 

11  tochtli  1334 
>    12  acatl  1335 

13  tecpatl  1836 

1  calU  1387 

2  tochtli  1338 

3  acatl  1339 

4  tecpatl  1340 
6  calli  1841 

6  tochtli  1342 

7  acatl  1843 

8  tecpatl  1844 

9  calli  1345 

10  tochtli  1346 

11  acatl  1347 

12  tecpatl  1348 
18  calli  1349 

1  tochtli  1360      . 


116 


2  aoafl  10&1 

8  teopaül -laS2 
4  ealU  1B63 
6tochtli':^54 
6aoatíI355 

7  teopatl  3d5& 

8oaim:i35!r 

9  toohtli  ildSB 

10  acatllS^ 

11  tecpatl  11360 

12  oalli  1861 

13  tochtU  1368 
1  acatl  1393 

a  tecpatl  13Í64 

3  oalli  1365 
4tochtlil386 
6  acatl  1867 

6  teopatM368 

7  oalli  1369 

8  tocbtli  1*70 

9  acatl  1371 

10  teopatl  1372 

11  calli  1373 

12  tocbtli  1374 

13  aoatl  1375 

1  tecpatl  1376 

2  oalli  1377 

3  tochtli  1378 

4  aoatl  1379 

6  tecpatl  1380 

6  oalli  1381 

7  toohtli  1382 

8  acatl  1883 

9  teopatl  1384 

10  calli  1385 

11  tochtli  1386 

12  aoatl  1337 

13  teopatl  1388 
1  oalli  1389 


2  toohtlilSdO 

3  aoatl  1361 

4  teopafl:i$9B 

5  oalli  1393 

6  tocbtli  1394 

7  acatnSidS 

8  teopatí'13916 
9oami397 

10  tochtli  1398 
llacatM3t99 

12  tecpatl  1400 

13  calli  1401 

1  Tochtli  1402 

2  aoatl  1408 

3  tecpatl  1404 

4  oalli  1405 

6  tochtli  1406 

6  acatl  1407 

7  tecpatl  14018 

8  calli  1409 

9  tocbtli  1410 
•10  acatl  1411 

11  tecpatl  1412 

12  calli  1413' 

13  tochtli  1414 

1  Acatl  1415 

2  tecpatl  1416 

3  calli  1417 

4  tochtli  1418 

5  acatl  1419 

6  tecpatl  Í4SÍ0 

7  oalli  1421 

8  tochtU  1422 

9  acatl  1423 

'  10  tecpatl  1424 

11  oalli  1425 

12  toohtli  1426 ' 

13  acatl  1427 

1  Tecpaitl  1428 


2  oalli  Hm 

3  toohtfííl430 

4  acaÜ  1431 

5  teopatl  1432 

6  calli  1483 

7  tochtli  1434 

8  acatl  1435 

9  teopatl  143S 

10  oalli  1487 

11  tochtU  143& 

12  aoatl  1439 

13  tecpatl  1440* 

1  CaUi  1441 

2  tochtli  1442 

3  acatl  1413 

4  tecpatl  1444 

5  oalli  1445 

6  tochtU  1446 

7  acatl  1447 

8  tecpatl  1448 

9  calli  1449 

10  toclttli  1450 

11  acatl  1451 

12  teopatl  14^ 

13  calli  1453 

1  Tochtli  1464 

2  acatl  1455 

3  teopatl  1456 

4  calli  1467 

5  tochtU  1458 

6  aoatl  1459 

7  tecpatl  1460 

8  calli  1461 

9  tochtli  1462 

10  acatl  1463 

11  teopatl  1464 

12  calU  1465 

13  toohtti  1466 
1  Aoatl  1467 


117 


2  teepaü  Í468 

3  caUi  1469 
4toohtli  1470 

5  auaÜ  1471 

6  teepatl  1472 
Toalli  1473 

8  tochtli  1474 

9  acatl  1475 

10  teepaü  1476 
U  eaUi  1477 

12  toohtU  1478 

13  aoatl  1479 

1  Teepatl  1480 
a  calli  1481 

3  toohtli  1482 

4  acatl  1483 

5  teepatl  1484 

6  calli  1486 

7  toobtti  1486 

8  aeatl  1487 

9  teopati  1488 
IDcaUi  1489 

11  toohtU  1490 

12  aoatl  1491 
la  teepatl  1492 

1  Calli  14&Z 
a  toohtU  1494 

3  aoatl  1495 

4  teepatl  1496) 
6  oalU  1497 

6  tpeUtK  1498 
7-  acaÜ  1499 

8  teqpatl  1500 

9  callt,  1501 

10tQchtU1502 

11  acaÜ  1603 

12  teepatk  1504* 

13  calU  1505 

1  Tochtli  160d 


2  aeatl  1507 

3  teepatl  1508 

4  caUi  1509 

6  tochtii  1510 

6  aeatl  1511 

7  teepatl  1512 

8  ealU  1513 

9  tocbtli  1514 

10  aeatl  1515 

11  teepatl  1516 

12  oalli  1517 

13  toohtli  1518 

1  Aeatl  1519 

2  teepatl  1620 

3ii»ini.l¿ai 
4  toehüi  1522 

5.aía»tL1523 
6  teepatl  1524 
7ealU1525 
a  toohtU  1526. 
9  aeati  1627 

10  teopail  1628 

11  ealU  1629 

12  tochtU  1530 
13aeaU1531 

1  Teepatl  1532 

2  oalli  1533 

3  toehtU  1534 
4acatiil585 

&  teepatl  153^ 

6  oalli  1537 

7  toohjüá  1538i 
a  aoatl  1539 
9teepaai54a 

10  «aUi  151^1 
U  t9ohUi  1549 
l2aoaf;L1543 
)3  teop»t^  im 
\  OiaU154& 


2  toehtU  1546 

3  aoatl  1547 

4  teepatl  1548 

5  calli  1549 

6  tochtli  1550 

7  aeatl  1551 

8  teepatl  1552 

9  oalli  1553 

10  tochtli  1554 

11  acatl  1555 

12  teepatl  1556 

13  oaUi  1557 

1  TochtU  1558 

2  acatl  1559 

3  teepatl  1560 

4  oalli  1561 

6  tochtU  1562 

6  acatl  1563 

7  taopatl:  1564 
8.oalU  ld6& 

9  toohUi  166fr. 

10  acatl  1587 

11  teepatl  16«ft 

12  oalli  1569 

13  tochtü  1670^ 

1  Aoatl.  1571 

2  teepatl  15721 

3  «alU  1673 

4  tochtU  1574 
^  aeatl  1575 

8  teejpatl  1576 

7  oaUi  1577 

8  tochtU  1578 

9  acatl  1579 
io  teepatl  1580 
n  «aUi  1581 
;2  to<;htU  1582 


«  « 


I    i 


I  - 


I    •    I 


I  r 


>         4 

1         -• 


/ 


CAPÍTULO 


<^^  •    CALENDAHIO'  MATA. 


.     •:    ' 


'  — Xm  ^n«»  d&u  <¿y^  ti^ni^^.  —PeriáÍM  iréoenmim,^^Cielo  de  52  añ^i;  kaiun. — FW- 
mad/mM  añc—InUwaíaeCon.'-Láe  Bacáb.^JSéttcian  de  lee  únoa.cífnioeiákt 
era  vulgar.  -^Loe  AJkaU  J[aiun,--€bmsfioind9neia  ^re  ¡m  anas  mojfdy  ^téteea^^ 


Tabldr'óponológieek' 


[I 


I 


! 


•í 


NTES  de  entrar  al  examen  del  Calendario  maya,  ramos  A  co- 
piar'ciertas' nociones,  qW^or  i9stkr'contenidaB*en  nn  lib]K> 
raro,  contentarán  •licnriosidad:''''  ''  •'  '•  r  .  !  .  -  ' 

'TTeníablibi^o^  dé  cortesas  de*  árboles  6on  nn  bettin  en  blrtnto 
y  perpetuo  de  10  y  12  varas  de  larpfo,  (Jné  se  cogfa!n  doblándolos 
como  un^' palmo,  y 'én  éstos  piotabáh  eon  colores  laquentade 
BUS  añtís,l:i!?  guerras,  pestes,  hUratíánes,  inundaciones,  hambtejy 
otros  sucesos,  y  "óór  uno  de¿foB  líbtóár''  que  quité  ¿t  nnbs  idóla- 
tras,  VI  y  lBup!á¿  i^tíe^"  á  una  parte  llámáTbn  MayaciirHl,'y  á  otra 
Ocua  KttcKíll  que  quiere  decir  ibueiJtéísTepentinas,  y'tíémííos  en 
que  loci'  cúefVo^  se'  entraron  á^tictiaét  Tos 'cadáveres  *ek  ías  Casa&r. 
y  la  inunda cíóri'^fl  ntiracan  ffáiAdróí  l2Íimveci7,  anejijkbíoiide  ár- 
boles. ^-TÚviertln  noticia  que  el  toWdfto*  S6  afía  dfe  acafcar,-  y  qué 
avia  gloria  é  infierno.  Contntlb^^  í^  ^¿¿'¿or  Lunad  dé '3^5  dikft 
como  nosotros  también.  Xíoiftáyoii' Araño  solsl^  p¿r' meseii  de 


U9 

Ttinte  dias,  con  fiéis  dias  de  oamcnlaces  oorrespondiendo  á  mnw- 
iros  mefies  por  este^órden: 

4 
f 

"A  12  de  ISüero  Ilamaxon  Ytax  Vtuo  Kin  Ytobol  Kin,  por  «ais  Mm 

A  1  de  Febrero  Qac  que  eAn  sos 


A  *!2  de  Febrero  Ceh  '    A  17  de  Julio  Poop 

A  )8  de  Mar^  Mac  '                    A  6  de  Agosto  Voo 

A  2  de  Abril  Kan  Kin  A  26  de  Agoaro  Qip 

A  22  de  Abril  Muan  A  Id  de  Setiembre Qeo 

A  12  de  Mayo  Paaz  A  23  de  Octubre  Xul 

A  1  de  Junio  Kayab  A  14  de  KoTÍembre  Taax  Ein 

A  21  de  Junio  Gum  Ku  A  4  de  Bieiembre  Mobl 

A  11  de  Julio  Vayeab,  por  otro  nombra    A  23  de  Diciexábre  Cbeen. 

'^Esta  qnenta  de  dif^z  y  cebo  meses  y  los  seis  diás  de  canicu- 
lares son  los  mismos  365  de  nuestro  año  solar;  serTÍanles  de  mu* 
ebos  útiles,  y  particularmente  para  saber  los  tiempos  en  que 
avían  de  rozar  pus  montes,  y  abrazarlos,  y  esperar  las  agnas^  j 
sembrar  su  trigo,  maÍ2^  y  las  otras  legumbres,  que.siembrsun  en 
diferentes  tiempos.  Y  oomo  nueR^tros  labrAdoK:e0  en  España  ob- 
si^ryan  tales  y  talos  d.ias,y  dizen  Otubre  hecha pan^  y  cuhre^  y  otros 
refrancilIoQ.  Así  ni  más,  ni  menos  usav^n,  y  usan  estos  Indios 
sos  refr/incillos  en  etitos  18  meses,  y  seis  dias  (}e  caniculares  pa* 
ra  sembrar,  y  mirar  por  su  salud,  y  curarse  como  nosotros  eft 
Verano,  Entío,  Otoño  y  Invierno.  T  aunque  los  primerps  religie- 
sos,  Santos  y  verdaderos  Viñadores  de  lesu  Cbristo,  proeuraroB 
desterrar  esta  quenta,  entendiendo  que  era  supersticiosa  p^ra 
usar  de  su  ge^itilidad,  no  aprovecL,á,  porque  los  m^a  ^0  9abw 
por  tradición  de  sus  mayores.  Y  i;abiendo  yo  ¿sto;  bi£e  grai^dM 
diligencias  por  Faber  la  verdad,  comunicando  e^ta  m^^;^ ria  eóft 
Tin  gran  Religioso  varón  Apostólico,  llamado  Fr.  Alonso  Solana 
7  con  otro  uo  menos  Ibimado  Fr.  Gaspar  Nágera,  grandes  Minis- 
tros, y  pr»*(licadores  destos  ludios:  á  los  cuales  se^uf,  y  sigo  enf 
afirmar;  que  no  és  perjudicial  esta  quenta  pnia  la  Chfistiandad 
destos  In^lioR,  antes  útil  como  osla  referido,  para  que  sepan  los 
tiempos.  Otras  muchas  cosas  de  su  gentilidad  supiéramos,  los 
Curas  y  Ministros,  y  por  ellas  como  por  símiles,  ó  refutándolas*» 
les  predicáramos  en  su  lenguaje  propio,  y  natural.  Pero  los  pri- 
meros Kííligiosos  recogieron  y  quemaron  estos  libros  inadverti- 
damente. Habla  van"  con  el  demonio,  á  quien  llamavan  Xíbilba, 
que  quiere,  decir  el  que  se  desaparece  ó  desvanece. 


120 

^'Deinai  desto  eont&van  ras  eras,  y  las  assentaban  eü  I0»  librar 
de  veinte  en  veinte  años,  j  por  lustros  dé  quatro  en  qtiatro.  -& 
primer  año  fijavan  en  el  Oriente,  llamánilole  CvMiáb;  el  segando 
éá'el  Ponieilie,  el  tercero  en  el  Sur,  el  quarto  en  el  Korte,  ^y^es- 
to  les  servía  de  letr^  Dominical;  y  llegando  estos  lustros  a  cfnco 
que  hazen  veinte,  años,  Ilamavan  Katun  y  ponían  una  piedra  la- 
brada sobre  otra  piedra  labrada  fixada  con  cal  y  arena  en  las 
paredes  de  stts'teib|3flbs,  6  casas  de  los  Sacerdotes;  y  ésto  sé  v¿ 
el  dia  de  hoy  eüios  edifecios  que  tengo  referido,  y^  se  poátó'i^r 
en  las  paredes*  sobre,  que  edificaron  las  seldas  los  Heligiosos  en 
el  Convento  desta  Ciudad,  que  caen  al  Sur,  qne  son  paredes  y 
bobedas  de  los  antiguos;  y  ésto  hazían  para  memoria  perpetua. 
En  un  pueblo  que  es  de  la  Encomienda  de  mi  madre,  llamado 
Tiaíuatahtim^  que  quiere  decir,  lugar  donde  se  poiie  una  piedra' 
bbtada  sobre  otra:  dé  suerte  qué  este  pueblo  era  como  entre  no- 
C>troB  el  arcbivo  de  Simancas;  y  el  común  lenguaje  del  ios  paní 
decir  tengo  sesenta  años,  era  oxppelnahil,  tengo  tres  eras  de  años^ 
idest,  tres  piedrats,  idest,  sesenta  años;  y  para  dezir  setenta,  di^* 
ten  Tanoochtu  Campd,  idest,  tres  eras  y  media,  ó  quatro  eras  mé^ 
líos  media;  y  este-lenguaje  y  quenta  aprendí  para  en  mis  sermo- 
nes hablarles  con  propiedad  y  á  su  gusto,  (doctrina  es  de  Beto- 
fieos  adequarse  con  la  capacidad  del  auditorio).  Lo  qual  refiero 
etí  prueva,  que  no  eran  tan  bárbiaros  ¿stos  de  Tucatan,  como  loÍ 
Caribes,  Chichimeobs  ó  Choortales  de  otras  Provincias."  (1) 

EDasta  aquí  la  copia.  El  sistema  que  vamos  á  seguir  y  á  eia* 
fiñiiar  eá  el  del  Sr.  D.  Pió  l^erez,  reputado  actualmente  como  et 
Más  exacto.  (2)  Le  extractaremos,  pondremos  entre  comillas  leí 
^e  tomemos  al  pié  de  la  letra. 

r 

~ .  (1)  Infom«  contra  Idolomm  Cultores  del  Obúpo  de  Yucatán,  por  el  Dr.  D.  Té^ 
fso  Sanchep  de  Aguilar.  Impreeo  en  lEedxid  1639,  4.  ®  FoJivb  S7-89.  Cogottodo, 
^Qsknria  de  Tneftthaa,  lib.  IV,  cap.  V,  copia  la  relación  de  Sánchez  de  Aguilar, 
aunque  introduciendo  algunas  Tariantes. 

(2)  Para  el  calendario  maya,  Tiíase:  Belacion  de  las  cosas  de  Yucatán  sacada  de  lo 
^tie  escribid  el  Padre  Fr.  Oiego  de  Jjanda  de  la  drden  de  San  Francisco.  Paris,  1864. 
Texto  espaftol  jr  traducción  francesa,  pág.  202  á  822.  B.  Pió  Pérez  formó  un  primer 
aitíoulo,  cujatraduooion  inglesa  aparece  en  los  Incidente  of  trarel  in  Yucatán,  h^ 
^Obn  L.  Stephens,  New  York,  1847,  tom.  I,  pág.  434-458.  unos  cuatro  aAos  das- 
pnea  apareció  segundo  artículo  en  el  Begistro  Yucateco,  tom.  3,  pág.  281-89,  S23-82| 
&ás  abundante  en  doctrina  que  el  anterior,  si  bien  con  falta  de  algunas  tablas  y  deí 
afananaque  para  1841  y  1842.   Brasseur  de  Bourbourg.  tomándole  según  afirma  ñá. 


"i 

<f 


MI' 

Xa  estruotnra;  del  calendario  maya  es  idéntieameiiie  la  rntema 
que  la  del  méxíca;  cambia  como  eii  liataral  en  loa  Boit)fb)-^s»  j  dJb' 
QDA  maceraeBéuekil en  la  interoajAcien  j  eti  loa  períodos  crono^ 
l<^icoa  Coméiieémos  por  las8eiKM'j^ntMSt--''Al  4iallamfA>an  Kití,* 
es  decir,  sol,  j  en  esto  se  parecen  á  otras  naciones  qae  Oiientaír' 
los  días  por  sdlesí  lo  diridían  en  dos  pattes  naturales;  á  sabér,^ 
la  noche  y  el  tiempo  eli  qne  aquel  asbo  está*  sobre  el  boríflOn-'' 
'*te.  £n  éste  distinguían  1&  parte  ^ncT  antecede  al  nacimiento  del' 
aol,;  expresándola'  mn  las  palalnras  haeh  JuUsícab,  mny  de  mananA»' 
ó  con  lú  de  nujiihrckoó  kin\  ant^  qae  salga  el  sol»  6  eon  la  d#' 
^yoi  ahdhqjxe  señala  la  madmgadiw  Con  la  palabra  Aoázoai  desiji^ 
^aban  el  tiempo  que  corre  de  la  salida  del  sol  al  medio  día;  é* 
''éste  le  llamaban  chnn  kih^  qne  es  eootraocion  de  ckumuo  kini 
''centro  del  dia  ó  medio  dia,  annqne  en  la  actualidad  désignatt 
''con  esta  palabra  las  bo^as  qtie  se  acercan  al  medio  dia.  Txdqp' 
kin  llamaban  la  bora  en  que  el  sol  dedina  en  el  arco  dinmo' 
aparentemente,  esto  es,  á  las  tres  de  la  tarde.  OcnaMn  es  la  en<-' 
"trada  de  la  noche  ó  pnesta  del  sol.  Para  significar  la  tarde,  di<- 
cen  qne  cuando  refresca  el  sol  y  lo.  expresan  diciendo  cu  zítícl 
"¿tn.  La  noche  es  akub,  su  mitad  ó  media  es  ohumuk  ahab^  y  para 
"señalar  el  tanto  del  dia  ó  de  la  noche  iiftermedio  á  los  puntos* 
"dichos,  señalan  en  el  arco  diamo  del  sol  lo  qne  ^te  ha  corrido- 
ó  correrá,  y  por  la  noche  la  salida  ó  estado  de  alguna  estrella  6 
planeta  conocida" 
Veinte  eran  los  dias,  diyididos  de  cinco  en  cinco,,  en  esta  for-* 


4t 


4* 
■St 


Kan 

Mnlac 

Gix  ó  hix 

Canao 

Chiecban 

Oo 

Mftn 

Ajan  ó  aban 

Quimi  ó  cimi 

Cbuen 

Quibócib 

Imix 

Bfauik 

£b 

Caban 

Ik 

Ijamat 

Beta 

Eda-Nab  ó 

eznab  Akbal 

BegÍHtro  Yncateco,  indtiyó  el  artículo  en  eíUbro  del  P.  Landa,  con  traduockm  frin- 
ceaa,  pág.  366.418.  No  obsiaxite  decine  copia,  pneenta  el  testo  solablea  rariaatea» 
por  adidon  ú  omisión,  lo  cual  no  atinamoa  á  explicar.  Acompafian  la  traducción  id^ 
ganas  notas  del  Sr.  Brassemr,  enderezadas  prindpalmente  á  combatir  el  sistema  da 
los  katum,  ó  rectificar  el  sentído  de  algunas  palabras:  no  deja  de  haber  en  ellas  inez- 
actitudes  y  aun  fabos  testimoniofi.  Del  Begiistro  Tucateco  copió  igualmente  el  Dfo* 
/'iozurio  UmTezflal  d«  Híat.  y  da  Geog .  «1  árt  istíttlado  CronoJogía  líUBataaa. 

16 


ií 


122 

^Es  necesario  advertír  qne  la  traánccion  de  estos  nombres  no 
'^8  tan  íá¿i\  como  pbdía  considerarse,  porqne  la  significación  de 
''algunos  se  lia  perdido,  ja  porqne  se  hananticnado  aya  porque 
'*]as  palabras  se  tomaron  de  nna  lengaa '  erkra'ñft,  6  finalmente, 
''porqne  como  no  están  en  uso  j  sn  escritura  no  está  bien  arre- 
''glada  á  la  pronunciación,  tienen  Tarios  significados  sin  poderse 
"atinar  el  que  tenían  yerdaderstnente. — 1.  JTon,  en  la  actualidad 
'Isignifica  el  mecate 'ó  hilo  de  henequén  torcido. — ^2.  Chicehan^  si 
"fuera  cAicAoTt  se  entendería  pequeño,  mas  del  modo  escrito  nó 
"es  conocida  su  significación.^-^.  QuintLt  ó  dmi,  asi  es  el  preterí-' 
*H¡o  del  verbo  quimil,  morirse;  pero  como  es  nombre,  qni¿á  signi- 
'%ca  cosa  distinta. — 4.  Maidk:  es  perdida  su  verdaderji  acepción, 
"pero  si  se  divide  la  expri>sion  man-£¿,  viento  que  pasa,  quizá  se 
'entendería  lo  que  faé.-^5.  Larfiai:  éste  se  ignorü'ló  que  -'debe 
"significar:  entre  los  nombres  de  los  dias  que  Boturii^i  halló  en 
'^OazMoa,  se  halla  escrito  Lamhát. — 6.  Midx\c:9^  halla  igualmente 
"entre  los  del  referido  Chiapás;  aunque  si  es  raíz  del  Yerbal  mu- 

íuebát,  pudiera  entenderse  por  reunión  6  amontoriattiieuto. — 7. 

Oc:  es  lo  que  cabe  en  el  hueco,  de  la  mano  encojida,  formando 
'Vjoncha, — 8.  C/¿t/«7í.*  antiguamente  ^ed<scía  para  significar  tabla 
'^huefické:  líambien  hay  un  árbol  llamado  zaotíhvsnché  ó  chuenche 
'*blanco. — ^9.  '-B6,  Se  dióe  perla  escalera.— ^10.  Been:  también  es 
"nombre  ofaiapaneco*  como  los  dichos  anteriormente,  y  solo  se 
"halla  en  el  idioma  maya  el  verbo  beenfah,  gastar  con  ecónomfa. 
"-^11.  Oix  ó  Hix:  etítá  entre  los  de  Cbiapas,  en  el  uso  actual  se 
"encuentra  el  verbo  hiixtah^  bajar  toda  la  fruta  de  un  árbol,  qui- 
"tar  todas  las  hojas  de  una  rama,  y  el  nombre  iixcay,  como  an- 
"tiguamente  se  escribía,  quesignifíca  leviza  ó  dija,  cuero  de  un 
"pez;  y  la  palabra  hihixí,  áspero. — 12,  Meíi,  artífice. — 13.  Quih  6 
*'Cib,  cera,  iffela  ó  copA!é-»-^14.  C^ban,  de  significación  descbnoci- 
"da. — 15.   Edznab  6  -E'znoJ,  del  mismo  modo  desconocida. — ^16. 

Gav/oLCf  iáem!— 4.7*  Akau ó  ájau,  ^l  rey  ó  el* período  de  24  anos. — 

18.  Imix:  desconocido;  solo  por  trasposición  de  alj^una  letra  po- 
"día  entenderse  ipaíz  ímjn, — 19.  Ik,  viento,  aire.— 20.  AkbaJ:  des- 
"cónocido:  también  se  halla  entre  los  dias  ehiapandcos  escrito 
"Agfi-nal.*'  • 

De  estos  veinte  dias  se  formaban  los  meses.  Mes  se  dice  U, 
que  también  significa  lupa:  "en  los  manuscritos,  antiguos  se  le 
"da  el  nombre  de  Uinoden  singalar  j  üinahb  en  plural,  á  los  diez 


i€ 
it 


123 

''y  ocho  meses  del  año/hftoiendose  extensiva  esta  denommacion 
''ó  palabriiy  á  la  aérie  y  á  cada  uno  de  los  nombres  particaiares 
''que  señalan  los  Teinte  dias  que  componen  el  mes.  La  voz  Ui- 
'Stoi  me  parece  derivativa,  y  así,  cuando  procede  de  ü  luna,  en 
''su  primera  significación,  entonces  indica  ser  lunación  ó  mes,  y 
"enando  se  deriva  de  ÍTmes,  significará  las  partes  que  de  é\  di- 
"manan  ó  los  dias  que  lo  fovtnsu-'* 

lios  meses  son  diez  y  »oclio;  el  inicial  se  llama  Pop;  su  orden 
aneesivó  y  su  relación  con  el  calendario  juliano  son  los  siguientes: 


1  Pop  prinoipüiba  á  16  dé  Julio 


10  Yaax  principiaba  ¿  12  de  Enero 


S  Uo 

tt 

á  5  de  Agosto 

11  Zac 

n 

á  1  de  Febrero 

S23p 

»9 

á  25  de  Agosto^ 

12  Qoek 

ff 

i.  21  da  Febrero 

4  Zodz 

9» 

¿  14  de  Setiembre 

18  Mao 

99 

á  13  de  Marzo   ' 

5  Zeoo 

fi 

á  4  de  Octubre 

14  Kankin 

tf 

á  2  de  Abrü 

e  Xul 

ff 

á  24  de  Octubre 

15  Moan 

»> 

á  22  de  Abril 

7  Dzejazkin,, 

á  13  de  HoTiembre' 

•  16  Pax 

99 

á  12  de  Mayo 

a  Mol 

f» 

á  8  de  Diciembre  . 

,  17  Kayab 

>l 

¿  1  de  Junio 

9  Deben 

f» 

ft  23  deBic^embre 

18  Cum)(ií 

fl 

á  21  de  Junio 

<i 


ဠ


M 


'En  la  trádui^cion  de  estos  nombres  resultará  lo  mismo  que  en 
la  de  los  dias,  pues  por  ser  alj^nnos  t«n  autignos  ó  tomadoade 
extraño  idioma,  no  se  sabe  lo  que  significan,  y  los  otros,  tenien- 
do á  veces  dos  aofipcion<»s,  se  ignora  la  cierta. — 1.  Pfyp,  estera  ó 
««petate. — 2.  Üo,  rana, — ^3.  Zip,  soló  hay  un  árbol  linmado  Zipché. 
*' — L  Zodz  ó  Ztyo,  murciélagn.— 5v  Zec,  se  ignora. — 6.  Xtd,  t^rmi- 
««no. — "^  Dzeyaxkin  6  ¡yeyaxkiif,  se  ignora. — 8.  Mof,  reunir,  reeo- 
*^r,  y  mool  significa  garra  do  animal. — ft  Dchen  6  ók&it,  pozo.— 
**10.  Yaax,  verdeó  fezul,  o  de  t/^^/íT/ primero,  resultando  sol  de 
primavera.  — 11.  Zgc^  blanco.— 12,  Quek  6  6'cA,Vfínado.-*-18. 
Macy  tapa;  cerrar. — 14  Kccfikin,f>o\  amftriHo:  quizá  porque  en 
"este  mes  por  las  quemas  de  los  montes  rozados  para  séttibmr,  el 
**8ol  tf  su  luz  éá  amarilla  por  el  humo  de'  la  atmós^fera:— 15.  Moan, 
•dignifica  el  dia  nublado  dií^pue.si?o  á  lloviísnar  a  ratoa.— 16>Í*ax', 
•instrumento  de  música. -¿-17.  Cayah^  cauto. — ^^18.  Cnmkú,  la  fuí^r- 
^t/&  explosión  como  la  de  uñ  cañonazo  lejano  que  se  oye  y  al 
•^prineipio  de  laS  aguas,  producido  qni^  por  los  pantanos  que 
'■»«  hienden  al  secarán,  ó  por  lá  explosión  de  un  royo  en*turho- 
'^adas  distantes.  También  llámanse  jun  ku  sonido  ó  ruido  de 
^•üios."  .       .  .' 


M 


*€ 


4t 


124 

Enooniramo»  en  el  P.  Landa  (1)  esta  intetBsaitte  noticia:-^ 
''Tienen  BU  año  perfecto  cUs  COO  y  LXV  días  y  VI  botas.  Bhíi 
''denlo  en  dos  mameraa  de  meaes,  loa  unos  de  i-XXX  días  qne^ 
ae  llaman.  U^  que. qoínre  decir  Itma,  la  cual  contaban  desde  qne* 
solía  nnevar  haetaqiie  no  parecía.'! — ''Otra;manera  de  mesaa  te*' 
"láam  de  á  XX  días,  á  \o,^  cuales  llamaban-  üincd»Un''Ekek;  dea^- 
''tos  tenía  el  año  entero  XYUI^  y  más  los  cinco  días  y  seis  ho*' 
"refs^  DestaBseis  horas  ae  haeían  cada  cuatro  años  un  dia,  y  así 
"tenían  de  cuatro  en  cuatro  anoa  el  año  de  CCOItXYI  dias;'* 
Notaremos  solamente  por  ahora,  que  de  los  meses  de  treinta  dias 
no  encontramos  noticia  alguna  en  los  otros  calendarios. 

El  año  hadb  ae  componía  de  los  diez  y  ocho  meses  de  á  yeinte 
dias  cada  ano,  los  cuales  formaban  360  diüs;  para  integrar  cIti^ 
lor  del  año  que  contenía  365,  se  añadían  cinco  dias  complemen* 
tarios  llamados  xtna  haba  kin,  sin  nombre.  "También  los  llama- 
"ron  tiayab  6  nayeebjaab]  mas  esta  denominación  tiene  dos  íq- 
"terpretaeiones^  porque  la  palabra  iiayab  puede  derivarse  del 
"nombre  uay  que  significa  cama,  celda  ó  aposento,  presumiendo 
"que  los  indios  creyesen  que  en  ellos  descansase  el  año,  ó  salie- 
se el  siguiente  como  de  un  depósito,  conjetura  que  tiene  en  sa 
apoyo,  el  que  en  algunos  manuscritoa  se  llamase  u  ndjaab  ma- 
"dre  del  año^  ó  uayab  dchab.  cama  ó  aposento  de  la  creacioii. 
"También  pueden  derivarse  del  verbo  uay  que  significa  corroer 
con  leches  eáustioas  de  las  plantas  ú  otras  materias^  corrosivas 
y  en  apoyo  de  esta  opinión  algunos  los  llamaban  u  yail  kiiv  ó  u 
ycLÜ  haabf  que  se  traduce  lo  doloroso  ó  trabajoso  de  los^  diaa  6 
del  año,  porque  creiaa  que  en  ellos  sobrevenían  muertes  repea« 
tinas,  pestes;  el  que  faesea  mordidos  por  animales  ponzoñosos 
"ó  devorados  por  las  fierae,  temiendo  que  si  saltan  al  campo  á 
"sus  laborea  ae  les  estacase  un  palo  ó  les  sucediese  cualqnáev 
''otro  género  de  desgracia." 

Dase  el  nombre  de  semana  ¿  los  períodos  trecenal^s;  ¿stoa  so 
deslizaban  sobre  todos  lr>s  dias  de  los  meses  y  los  eomplemen* 
tarios,  como  en  el  calendario  azteca.  Al  día  inicial  del  año  se 
decía  cueh  hoab^  cargador  del  año.  Como  en  su  lugar  vimos,  ja 
que  los  dias  eran  v^nte»  y  trece  loa  números  del  periodo^  cada 
mes  contendría  una  trecena  ó  triadecatérida  más  siete  nrumeros; 

(1)  Belacion  dé  las  cosas  de  Tacatas,  pág.  202. 


ét 


1  Hna  m  wms 

de    1  á    $ 

Süaxaeibn 

de    8  á    9 

8  Ca  in  bolón 

de    2  á    9 

9  BoloDté  ox 

da    9  á    8 

'8  Oxte  lahum 

de    8  á  10 

10  Lahnnte  caD 

de  10  á    4 

4  Can  in  bnlao 

de    4  á  11 

11  Bulucté  hó 

de  11  á    5 

5Homlahcá 

de    5  á  19 

126 

«ito  determinaba  que,  como  todos  los  meses  comenzaban  j  con- 
elafan  por  los  miamos  signos  diurnos,  se  distinguían  los  nnos  de 
los  otros  por  el  numero  ordinal  qne  les  acompañaba.  Los  mayas 
cooocían  esta  caenta  de  su  calendario  á  la  cual  llamaban  buhcoc^ 
disponiéndola  en  esta  forma. 


ISLaheámoae  de  12  á    6 

6  üao  te  oxlahun  de    6  á  13 
18  Oslaban  te  nao  de  13  á    7 

7  Uno  in  han  de  7  á  1 
1  Han  in  Taxac  de    1  á    ^ 

8  Vazac  in  ca  de    8  á    2 

9  Ca  in  bolón  de  2  á  9 
9  Bolonté  ox  de  9  á  8 
8  Oxté  lahun  de    8  i  10 


Esta  cuenta  arroja  la  serie  que  habíamos  encontrado  en  nnes- 
ira  tabla  de  los  días  trecenales;  1,  8,  2,  9,  3,  10,  4, 11,  5, 12,  6, 13, 
7, 1,  8,  2,  9,  3,  10,  la  cual  se  compone  de  solo  trece  términos  pro- 
longándose á  diez  y  nueve  para  que  abrace  los  diez  y  ocbo  me- 
ses y  los  dias  sin  nombre.  Dado  el  día  inicial  del  año  con  su 
número  trecenal^  ó  el  inicial  de  un  mes  cualesquiera,  la  serio 
presenta  inmediatamente  los  números  trecenales  que  acompañan 
los  dias  iniciales  de  los  demás  meses  y  el  principio  de  los  cinco 
complementarios,  en  un  año  pretérito  6  futuro. 

£1  Sr.  Pérez,  asi  como  Gama,  tiene  el  número  trece  como  sa- 
grado y  dice:  ''Es  muy  probable  que  los  indios,  antes  de  la  co- 
''rreccion  de  su  cómpato  usasen  de  neomenias  para  arreglar  c^ 
''carso  natural  del  sol,  señalando  li  cada  neomenia  veinte  y  seis 
"dias,  que  es  poco  más  ó  menos  el  tiempo  en  qne  la  luna  se  deja 
'Ver  sobre  el  horizonte  en  cada  una  de  sus  revoluciones.  Dividie- 
'^ron  este  tiempo  en  dos  trindecatéridas  que  les  sirvieron  de  se- 
'^manaB  señalando  á  la  primera  los  trece  primeros  dias  en  que  la 
"lana  nueva  se  deja  ver  hasta  la  llena,  y  la  segunda  los  otros 
"trece  en  qne  decreciendo  se  ocultaba  á  la  simple  vista." 

El  ciclo  de  52  años,  katun,  es  el  azteca.  Los  años  se  distin- 
guían por  los  nombres  Kan,  MnluCy  Hix^  CattaCy  que  acompaña- 
dos del  periodo  trecena!,  producían  estas  cuatro  indicciones. 


I  Kan 

I  Muluo 

IHix 

ICaoao 

CMnluc 

nHix 

II  Canao 

IIKan 

iUHix 

mCanoo 

TU  Kan 

in  líolao 

126 


lY  Caoao 

IV  Kan 

IV  Muluc  1 

IV  Hix 

VKan 

V  MuluQ 

VHix 

V  Cauao 

VI  Muluc 

VI  Hix       ' 

VI  Cauao 

VI  Kan 

VII  Hix 

VII  Oiuao 

VII  Kin 

VIIMuhic 

VIII  Oauae 

VIII  Kan 

VIII  Mnluo 

VIII  Hix 

IXKau 

IX  Muluo 

IXXix 

IX  Catiae 

X  Mnltic 

XHix 

X  Cauac 

XKftn 

XI  Hix 

XlOaaao 

XI  Kan 

XIMnlmo 

XII  'Caoac 

XTTKon 

XII  Molao 

XUHi» 

XIII  Kan 

XIII  Maluo 

Xn  Hixl 

XIII  Ganao 

tt 


tt 


fi 


fC 


**Las  cuatro  incliccíones  6  semanas  de  años  que  resultan  de  la 
revolución  particular  de  los  dias  iniciales  desde  el  número  1 
hasta  el  13,  cuyo  conjuuto  da  la  suma  de  52  años,  era  lo  que 
''llamaban  los  indios  un  Katun,  porque  al  fin  de  este  período  ce- 
lebraban grandes  fiestas,  y  .levantaban  un  monumento  eu  el 
que  colocaban  una  piedra  atravesada,  corao  lo  indica  la  palabra 
**^//-¿2í?i,  para  memoria  y  cuenta  de  los  siglos  ó  katunes  que  pa- 
usaban. Debiendo  notarse  que  hasta  no  completarse  este  perío- 
"do  no  yol  vían  á  caer  los  dias  iniciales  eu  los  mismos  números, 
"por  lo  cual  con  solo  citarlos  sabian  á  qué  tantos  del  siglo  esta- 
'*ban,  ayudando  á  ésto  la  rueda  ó  cuadro  en  que  los  grababan 
"por  medio  de  geroglíficos,  y  les  servía  para  señalar  sus  dias 
"fastos  y  nefastos,  las  fiestas  de  sus  templos,  sus  asuntos  sacer- 
"dótales,  y  prediccioues  sobre  las  temperaturas  y  fenómenos  es- 
"tacionales." 

En  efecto,  el  año  se  componía  de  28  períodos  trecenales  más 
un  día,  es  decir  terminaba  con  el  mismo  número  trecenal  que 
empezaba.  El  primer  año  del  katun  era  I  Kan,  el  cuál  tenía  por 
inicial  el  día  Kan  con  el  número  1;  pasa  los  los  meses,  los  dias 
complementarios  serían  Kan,  Chichan,  Quimi»  Manit,  Lamat  el 
cual  llevaría  también  el  número  trecenal  uno.  El  siguiente  año  II 
Muluc  comenzaría  por  el  dos  Muluc,  sus  dias  complementarios 
son  Muluc,  Oc,  Chuen,  Eb,  Been  que  a  abando  con  el  número 
dos,  determina  que  el  año  III  Hix  empiece  por  el  día  Hix  con 
el  trecenal  tres.  Como  las  consideraciones  son  idénticas  para 
todos  los  años,  resulta  esta  regla  general  absoluta,  todo  año  del 
katun  lleva  por  inicial  un  dia  de  su  mismo  nombre,  con  un  nú- 
mero trecenal  del  mismo  valor  que  al  año  corresponde  en  el  ci- 
clo. Así,  esta  forma  variable,  que  viene  á  poner  fuera  de  duda 
nuestro  sistema  de  calendario  azteca,  es  de  la  mayor  sencillez» 


127 

Basta  en  realidad  enoaciar  un  ano  para  formar  inmediatamente 
el  calendario  qae  le  pertenece.  Pronqnoíemos  v.  gr.  III  Mulao. 
I>iremo8  inmediatamente  qne  es  el  tercero  de.  la  cuarta  indio- 
eion,  caadragéaimo  segundo  en  A  Jcatun;  aa  dia  inicial  es  tres 
Mnlac;  todos  los  meses  comien;i¿iu  cou  Mnlue  con  loft  dias  trece- 
nales  3, 10,  4, 11, 6, 12.  6, 13^  7, 1,  8,  2,  9,  3.  10, 4, 11,  5;  los  oomr 
plemantarios  serán  12  iMulttc,  18  0(5,  1  Obuen,  2  Eb,  3  Been,  lo 
que  determina  que  el  siguiente  IV  Hix  empiece  por  el  dia  cua- 
tro Xix. 

No  celebraban  los  mayas  la  fiesta  del  fuego  nueto.  Cada  ano^ 
en  los  dias  complementarios,  considerado."^  aciagos,  hacían  la  fies- 
ta al  dios  Mam,  abuelo.  ''A  este  le  traían  y  festejaban  cou  gran 
pompa  y  magnificencia  el  primer  dia;  en  el  segando  se  dismi- 

lioia  la  solemnidad;  el  tercero  lo  bajaban  del  alt^r  y  le  coloca- 
''ban  en  medio  del  templo;  el  cuarto  le  ponían  á  los. umbrales  ó 
"puertas  del  mismo;  y  el  quinto  liacían  la  ceremonia  de  echarle 
"y  despedirlt»  para  que  se  iuese  y  pudiese  principiar  el  año  une- 
''to  en  el  siguiente  que  es  el  primer  dia  del  mes  Pop  á  16  de 
"Julio." 

Respecto  de  la  intercalación  asegura  el  Sr.  Pérez,  que  los  ma- 
ya conocían  el  bisiesto  y  ''sin  duda  alguna  hacían  la  intercalar 

cion,  aunque  del  modo  de  verificarla  no  hayan  dejado  noticia 

aJ/^una.*'  Consultando  después  las  opiniones  de  Yeytia  y  de  Bo- 
turini  se  resuelve  por  la  de  este  último,  si  bien  no  expresa  si 
adopta  la  intercalación  de  cuatro  en  cuatro  años,  ó  la  de  trece 
dias  al  fin  del  ciclo.  La  solución  del  problema  la  suministra  el 
P.  Xianda.  Arriba  copiamos  el  pasage  en  que  dice  qu^,  de  cuatro 
en  cuatro  años  tenían  él  año  de  366  dias.  £n  cuanto  á  la  manera 
la  deducimos  de  estas  palabras,  tornadas  de  la  p¿g.  234. — ''Con 
''estos  retruécanos  y  embarazosa  cuenta  es  cosa  de  ver  la  libera- 
'lidad  con  que  los  que  saben  cuentan  y  se  entienden,  y  mucho 
''de  notar  que  salga  siempre  la  letra  que  es  dominical  en  el  pri- 
^'mero  dia  de  su  año,  sin  errar  ni  faltar,  ni  salir  otra  de  las  XX 
''allí.  Usaban  también  des  te  modo  de  contar  para  sacar  des  tas 
"letras  cierto  modo  de  contar  que  tenían  para  las  edades  y  otras 
"cosas  que  aunque  son  para  ellos  curiosas,  no  nos  hace^  aquí 
"macho  al  proposito;  y  por  eso  se  quedarán  sin  decir  que  el  ca- 
"rácter  ó  letra  de  que  se  cdmenzaba  su  cuenta  de  los  dias  ó  ca- 
"lendario,  se  Uama  Him-Imix,  el  cual  no  tiene  día  cierto  ni  seña- 


4< 


\ 


128 

^lado  ea  que  oaigs»  Pbrqae  omU  uno  le  muda  la  propia  onenta 
"y  ooQ  todo  eso  no  falta  el  salir  la  letra  que  viene  pordomÍDical 
^'el  primero  del  año  qae  se  sigue.'* 

El  P.  Lauda  se  confunde  un  poco.  Los  dias  iniciales  del  año 
son  Kan,  Muluc,  Hix  7  Cauaa  Imiz  es  el  décimo  octavo  de  los 
dias,  7  por  consecuencia  el  Hnm-Imix  nunca  podía  dar  principio 
á  la  cuenta  del  calendario*  El  Hun-Imix  solo  puede  presentarse 
euando  al  signo  Imix  toque  el  número  uno  {htm^  uno)  en  la  serie 
trecena!;  de  aquí  que  este  dia  fuera  variable  ^n  los  meses,  se- 
gún el  inicial  que  tenía  el  año.  La  intercalación,  pues,  se  hacía 
de  cuatro  en  cuatro  años,  7  tenía  lugar  en  el  díaHan-Imix;  7  co- 
mo había  dos  dias  del  mismo  nombre  en  el  año,  los  sacerdotes 
sin  duda  tenían  la  facultad  de  añadir  el  dia  intercalar  al  Imix 
que  mejor  cuadrara  á  las  fiestas  7  ritualidades.  El  intercalar  se 
repetía  Hun-Imix«  no  recibiendo  numero  diverso  trecenal,  pues 
de  otra  manera  se  interrumpiría  el  orden  estableckio,  trastor- 
nándose los  dias  iniciales  de  los  años.  Calculamos  que  el  año  en 
que  tenía  lugar  la  intercalación  era  en  el  signo  Oauac,  porque  es 
el  cuarto  de  los  signos  del  ciclo;  como  dia  encabeza  la  cuarta 
quintena  de  que  Imix  forma  parte;  principalmente,  porque  el 
inicial  de  Kan  principio  del  ciclo  se  trastornaría,  si  no  se  elimi- 
naría el  dia  que  se  ajustaba  cada  cuatro  años  por  la  aglomera*^ 
cion  de  las  seis  horas. 

La  identidad  de  los  calendarios  mézioa  7  ma7a  no  puede  po- 
nerse en  duda.  La  historia  viene  á  comprobarlo:  este  cómputo 
fué  el  enseñado  á  los  tolteca  por  Quetzalcoatl;  cuando  este  legis- 
lador fué  arrojado  de  Tollan,  se  refugió  en  Yucatán,  en  donde 
bajo  el  nombre  de  Kukulcan  vino  á  predicar  sus  nuevas  doctri- 
nas: á  la  destrucción  del  reino  tolteca,  los  emigrados  se  dirigie- 
ron al  Sur  en  busca  de  asilo,  que  encontraron  en  la  península:  el 
taumaturgo  7  sus  discípulos  llevaron  allá  su  cómputp  de  los  años. 
Los  maTa  conservaron  invariable  el  conocimiento  que  recibie- 
ron. Dieron  por  valor  al  año  trópico  366,*^  25,  7  á  fin  de  reoojer 
las  seis  horas  sobrantes  intercalaban  un  dia  cada  cuatro  años:  el 
calendario  juliano  al  pié  de  la  letra,  con  el  cual  iba  en  perfecta 
relación,  alejándose  ambos  el  mismo  número  de  dias  del  verda- 
dero movimiento  del  sol.  Los  méxiea  cambiaron;  de  los  interca- 
lares cada  cuatro  años,  13  en  el  ciclo*  pasaron  á  25  en  el  ciclo 
máximoi  7  en  seguida  á  la  corrección  del  período  de  260  años. 


1» 

''Entre  1*  mneliediii&bM  46  4io998  qva  artí  gente  adoKaba^  di- 
ce al  P.  Landaí,  pág.  206^  adoraban  auatoo  Uanadoa  Baeab  oada 
nao  de  aUoa*  Setos  decían  éran^caairo  JiamancM^  á  ka  enalea 
^aso  Dios  «nando  crió  al  mando  á  lae  onalaro  partos  de  ^1»  aqa- 
tpatando  el  cielo  no  se  eagreae.  DeciaÁ  también  de  estos  Baoabes 
4ne  escaparon  oaando  el  mando  jaé  del  diluvio  destrmdo.  Ponan 
i  eada  \mo  deatos  otros  nombres  y  senálanse  oon  elloÉ  á  la  parte 
del  mnndo  que  Dios  le  tenia  puesto  temendo  el  dalo,  j  apnS- 
pianle  una  de  laa  cuatro  letras  dominicales  á  Aj  ÍIb  paree  en 
que  está;  y  tienen  saniJ^das  las  miseriaa  6  faUoea  sucesos  que 
decían  habían  de  suceder  en  el  año  de  cada  uno  deátosi  y  de  las 
lateas  con  ellos." — 'Xa  primera»  puea»  de  las  letras  dominicales 
dioe  adelante  pág.  208,  es  Kan»  £1  ano  qne  esta  latra  servia  ora 
-al  mgúj&ro  á^l  JSFacoi  que  por  otros  nombres  llaman  Bobnü,  Kandl, 
Baoab,  Kan-^tioJitum,  KanrxAcikab.  A  ésto  señalaban  la  parto  del 
medio  día.  Ija  segunda  letra  es  Mdve^  señalábanle  al  oriento,  su 
año  era  agüero  el  Baoah  que  llaman  OcmeieMif  Chacoiy  BaocA, 
Chac  pauahUnn,  Cha<HDÍlhchac  La  torcera  letra  es  Ix.  Su  ano  era 
agüero  el  Baoah  que  llaman  Zaxs3Ani''Zacal"Bacab^  Zac-fiauoMun, 
Zao-mbchaCi  señalábanle  i  la  parto  del  Korto.  La  cuarto  letra 
ea  Cauac:  su  año  era  agüero  el  B&eab  que  llaman  Momuekf  Ehdr 
JSaoab,  Sk-pauahiuñf  Skxdíehc^  á  esto  señalaban  á  la  parto  del 
Paniento." 

▲demás  del  ciclo  de  52  años,  hcditm,  usaban  de  otro  gran  ciclo 

de  312  años  llamado  ajau  Icatun^  compuesto  de  trece  períodos  de 

24  años. — ''Cada  período  6  ajau  katun  se  dÍTÍdía  en  dos  partos; 

"ana  de  20  años  que  era  incluida  en  la  rueda  6  cuadro,  por  lo 

''que  lo  llamaban  Amfmutnn  Lamaitun  6  Lamaité;  y  la  otra  de  oui^ 

''iro  anos  4a  significaban  como  pedestoldela  antorior,  y  la  tiio- 

'laban  Ghdt  oc  fcaiun,  6  Laíh  oc  iatun,  que  todo  quiere  decir  pe^ 

''deatal'  A  estos  cuatro  años  los  consideraban  como  intor<3alares 

'^j  como  no  esiatonies,  «(snayépidolos  aciagos  por  esto,  y  4J  modo 

''de  loa  cinco  dias  complementarios  del  año,  los  llamaban  tomr 

''bien  n  yaü  hoab  6  años  trabajosos."  Esto  ciclo  era  desconocido 

á  loa  azteca;  pero  sin  duda  estaba  relacionado  con  el  cido  de  62 

años,  supuesto  que  si  el  312  resulto  de  24x13,  tam|)ien  es  igual 

á6x52:  el  período  initoroaiardelesmáiieadei^0afioa,8eirans* 

ionio  entra  los  ma^a  en  312. 

"Nadie  duda  que  eatos  períodosí  époasa  6  edades,  como  las 

17 


180 


^llamaron  los  esaritores  €i0pafiolesrb>iiiiiTdii  sn  íiOBibre  de'  ajau 
'^iaBífuny  porque  «omenttbftá  oontarse^desdé  él  dia  c^aú  ségruido, 
^^^deios «áo8  que ptiñeipiabá» en  Gaiutey  señalándolod-óon 'elréáí^ 
'^eotí^o  numeFO  de  la  semana  en  que  daiañ;  mas  eoioio  tetmiña^ 
^^am  dé  24  en  24- años  dichos  periodos,  jamás  podían  tener  n^ 
t'^ieros  coivelatiyoB  y  según  an  orden  aritmético,  sino  con  el  si- 
''gttienie:  13, 11,  9,  7,  ^  3, 1, 12, 10,  8,  6,  4,  2.  Es  probable  que 
'principió 'en>  el  número  Í8  por  haber  acontecido  en  él  algnn  su*- 
^oeso  notable^  pnes  después  se  contaban  por  el  8;  y  acabada  la 
Moonqnisia  de  eata-penimnla  propuso  un  escritor  indio  se  co- 
^^enzaseníá  contar  por  el  11  sjau,  porqüe^en  él  se  verificó  aque- 
'11a.  Habiéndose  dicho  que  el  13  ajau  katun  debió  comenzat  por 
''un  dia  segundo  del  afio,  precisamente  fué  éste  el  de  12  Gattác, 
t'^duodébimo  de  la  primera  indicción,  cuyo  segundo  dia  fué  trece; 
•''él  11  ajau  katUn  en  el  10  Oauac;  y  asi  sucedí vamente  en  los  de- 
'^mas  períodos,  siendo  de  notar  que  la  secuela  de  los  demás  niá- 
^'meros  de  ellos  solo  se  encuentra  de  24  en  24  años,  lo  ^ue  acaba 
''de  cojQfirmar  que  este  era  su  período  y  no  el  dé  20,  como  sigú- 
enos creyeron." 

El  punto  de  partida  adoptado  por  el  Sr.  Pérez  para  relacionar 
los  ajau  6  ahau  katun  con  Jos  afios  de  la  era  rulgaf  ,  es  que  según 
las  autoridades  más  respetables,  el  año  1392  concurrió  con  el  7 
Cauac,  cuyo  segundó  dia  8  Ahau  dio  principio  á  la  serie.  De  aquí 
la  formación  de  los  dos  ajau  siguientes: 


B  Ahau  Katun.    1494  VI  Cauao 


1392  VH  Cauao 
1893  vm' Kan  ' 
ISMIXMtato 
131 6.x  Bix  .  .  . 
Vmjl  Oaoao 
1897.Xn  K^n 
1898 'Xm  MiüUó 
189éIHÍi:    . 
14Q0JI.Cmo  . 

^i«oi  m  Kul 

4402  lY  Muluo 
1103  V  Hix      • 


1405  Vn  Kan 

1406  ym  Mñiao 
lK>7IX:Hk 
14P8.XQ»ium.  - 

1410  XÍI  ÚjÜvifi 

1411  xm  xix 

14191  CüM 
14l8pK»n 

1414  m  Molae 

1415  IV  Hix   . 


1416  y  Cauao 
Í417,  VI  Kan  ' 
1418  ríl  Malho' 

ui9VniHix 

liao.  IX  Cvmt 
im  X  Kan 

1422  XI  Molao 

1423  Xn  BQx 
1434  zm  Ootiao 
1425  ISén 
^426  n  Moloo  . 
1427  m  ^iz 


1429  V  Kan 

1430  VI  Mulno 

1431  Vn  Hü 
1483  Vm  Cámó 
im  Tí  Kan 
1434  X  Mi4ao 
1435XI3ÍX 
1436  xn  Cáüae 
l487XIIIEa& 

1438  I  HiüiM 

1439  HHix 


6  Ahau  Kaiun    1428  IV  Ciniap 


'^SumameDübe  iti:ipbrtánte  y  ventroso  era  él  uso.  de  esté  oiólo^ 
*^ues  cuando  en  las  historias  se  citat^a:  el  B/ajau^tpor' ejemplo,  y 
^^deepiies  de  trascurridas  dtrf»  época»  oón  dif^eliiés  aconieoi- 


V  I 


131 

««mientes,  s^wolxia»  á  miar  OMop  presente  el,T(Bte^áí^^mai:m]fmr 
"ponían  pMM^os  }o8  619  «notai  que  compoi;ií«Q '  el .  qjglio  >  ó/wmiufk 
^kaíun  como,  decíap*  Im  cü»8  se  hacían  de. yazáos  ouq^o^í  7I^!11b- 
'^éndose  al  principio^  medio,  6  fin  de  la  |á|)iQca,  ó  y^titanAofó 
"señalando  loa  anoa  que  de  «lia  habían  paaado  euaAdo  el  hedko 
"aconteció;  peto  la  cita  más^exacta  que  podían  hacev/  eia  dojig- 
"nando  el  ajam  katmi,  I99  a:^a  que  habían  pasado,  el .  n(anBta  7 
'fnombre  del  que  se  oootabay  el  mes,  día  7  ae^iana  en  que  se  tB- 
"rificó  el  suceso." 

El  carléndario  maya  era  arürid'yreligioBO;  daba  los  tiempde  pa- 
» siembras  7  ooscf chas;  señalaba  las  fiestad;  ayunos  y  péniteh- 
eias  pedidos  por  el  culto;  también  era  adÍTÍnatório  y  astrológico, 
los  días  según  su  signo  se  dividían  en  felices,  aciagos  ó  indlfe- 
Tentes,  é  influían  buena  6  mala  coiidicion,  próspera  6  adVéMa 
fortuna  en  los  nacidos  en  ellos. 

Tratemos  ahora  de  relacíonattacrcnolo^  maya  con  la  azte- 
ca. P^ra  lograrlo  ÍPormaremos  un  katun  ma;fa,  comenzando  por 
el  inicial  I  Kan  correspondiente  A 1425  según  la  tabla  antéri^, 
colocando  á  su  lado  el  año  méxioa  que  le  cortespoínde  ségun 
nuestras  tablas  geiierales.  Tendíamos: 

1^  I  Ean  11  Oalli.  1449  YI  Hix  3  Acatl. 

1426  n  Mnlao  12  1¿ehm.  1444  YQ  Cauao  4  TeopatL 

1427  m  Hiz  13  AcatL  1446  Yin  Ean  5  CallL 

1428  lY  Oanao  1  TecpatL  1446  H  MÍilac  6  TochUL 

1429  Y  Kw^  iOaUí.    •  1447X2:ix7Ao«tL 

1430  YI  Mttlvo  a.ToohtíL  1448  XI  Oatwo  8  Toepail       , 

1431  Yn  Hix  4.  AoAtt.  1449  XHKaa  9  OaUL 

1432  Yin  OitoiM  6  TkMpaAL  1460  Xm  Maluo  10  TooktlL 


1433 IX  Kittii6  CWti: .         ,:      1461  IHizllAfiatL 
1434  X  Slnlne  7  TedbtUí  1462  H  Oamao  12  Teopfttl. 


1436  XI H»  9  AoatL  1463 IH  Kan  12  OaUL 

1436  Xn  CftiUM  9;Tdop«a  1464IY.MiÜaol  ToehtlL 

1437  XmEaa  lOOaUt  1466  Y  Xiv2 AcatL  ■ 
1438 1-tfAlmo.  1}  TMhUa. .  1466  YI  Oaoao  3  Teo^. . 

1439  U  9iz  12  A«atL  ,    , ;  •      1467  YH  Ean  4  OaUL 

1440  m.ÓaTiAc  13  TffCpAtL  1468  YIH'Mtllno  6  TochtlL 

1441  lY  ÍKan  1  Calli-    /  1469 IX  Hix  6  AeatL 

1442  Y  Mi^  ^  I««))^  .  1460  X  Omm-?  Xeoitttl  : 


m 


MWVIKtoSCiím. 
a^O  Vtí  Mirktc  é'Toólrtfi. 
1471  ^mi  Xit  6  Aéittl. 
M79 IX  Ofttxaé  «  TéopatL 
KTSXEanTCallL 
1474  XI  Mtttao  B  TfcclitH. 
1476  Xlt  Bix  9  Ac^tr 
147B  lEin  Oftiiftc  10  Teqiaffl. 


14ffll  Sí  ÍKáñ  8  €&11i. 
%4SSÍ  2^  !ÉCtilnto  dTodíQi. 
1463  3DI  «ix  39  ^cfttl. 
1484  ÍCnuM  11  TPéopfttl. 
1436  ÍI  Eiin  12  OáHL 
.l4eé  m  Muhio  18  todifilL 
Is^xVdixlAoáitl. 
24S8  y  CáüBe  2  Tecpi^il. 


Pe-aqn^  se  (deipK0B4Att3M'«igiuaii4es  ^oiiielwiobed.  P^íM  ca- 
nuoteres propios  de  ion  años,  Kah;  cDnre0|)Onde  áOaUii  Mitku»^ 
ÜWhtIii  JSkLá  Acadj.  OauAc  ^  Té<spatl.  £1  katun  comii^tiz»  pot  el 
inigf^mo  tercero  año:del  oiclo rueacioiwe  qae  empieaaea  II  Aoaif, 
6  lo^qae  eg  lo  mieino,  el  pxúicij^io  del  eido  ¡a9teoa  ooi&oide  oon 
el  trigésimo  primero  del  maya.  I>iOB  aaos  4^.  BÍf^o  Oauae  eoinci- 
4eH  egcaetameBjte  etm  los  lHBÍestos:}<eliaíio0i  y  es^l  básieeio  -dé  su 
^n^y^ta  La  tabla  general  4b  o^rre^pondeadia  reenltará  de  pro- 
Mgaivla  en  les  ^olos  antevioiíes  y  poeteri<^ee* 

Para  determinar  los  stioeeo&4e  la  historia  de  yiiioa(4MaL:p<N»e- 
mos  la  siguiente  tabla  gen^MÚ  auponológlaa:  pMra  compendiar  es- 
cogemos el  período  de  los  Aban  katun^  «dividiendo  los  años  en 
antes  y  despnes  de  iraestru  era.  Yán  señaladosoon  rxm,  *  :l9iBI.|>e- 
liodoB  de  912  anos,  ^eonensaado  en  el  13  AJiav. 

Í^Oa  ANTES  DB  JESUCBISTO. 


793  yn  CttoM  s  É^ 

769  T  Omiiuif  6  AJAti 
745]irC!MtstBé'á}ati 
931 1  Caioao  a  JLJao 
*697  XnOftMollS  A}aa 

649  YlD;<C&«Aor»^JMi 
62&'VII  Ciábalo  ^ÍAtjiui 
601 IV  GátiaaVSuAijM  ' 
677lIC!a«mfl-3áij«tt    • 
653  XHE  Oliaao  lI&JAa 
6a9ZlCaaa6l3'AJM 
605IXOMMelOÍija« 
481  ^VSiClMtac  8  ajan 


467  y  Oa«lio  6  ^}«a 
433  WíÉOitaikí^á'Áym 
409I(;ktt»4SÍJl^' 
*3dl^  l^iCmiMJXa  Ajim 
361 X  0*iia«(  ^iiAjaa 
337  yUt  <3¿iiÑuiiÜ  áj«« 
313  yi  (Stuam  9  4^' 
289  IV'€$í;tím«-J^'  - 
265  It  leíMAé  8  iija»  < 
241  £]2i'0a«ád  lAjaii 
217 XIOmmo IS  Aj«a 
198 IX  CftBao  m  Ajaa 
169  yn -Oáfofte  8  Ajan 
146  T^GJ^MMio^^iA^    • 


183 


121  m  Caoao  4  Ajan 
97 1  CauM  2  Ajau 
^3  Xn  Cauao  19  Ajau 


49  X  Caoao  11  Ajaa 
26  Yin  Oanac  9  Ajan 
1  YI  Caaac  7  Ajau 


AfiOS  DE  JX8ÜCBI8T0. 


(L  Vn  Kan). 
84  lY  Caaao  6  Ajau 
48  n  Cauac  3  Ajau 
72  Xn[  Oauao  1  Ajau 
96  XI  Oauac  12  Ajau 
120 IX  Oauac  10  Ajau 
144  Yn  Cauac  8  Ajau 
168  Y  Cauac  6  Ajau 
192  m  Cauac  4  Ajau 
216 1  Cauac  2  Ajau 
«1S40  xn  Cauac  13  Ajau 
264  X  Cauac  11  Ajau. 
288  Ym  Cauac  9  Ajau 
312  YI  CafiAo  7' A^ 
Sie  lY  €iauao  5  Ajtt« 
Ml^  II  CiMae  9  Ajau 
884  XZn  Cauao  1  Ajau 
40»  XI  Oattae  12  Ajau 
432  r^  CauAC  10  Ajau 
466  YH  Catíac  8  Ajau 
480  T  Oauac  t)  Ajau 
504  mCáli&cÉ' Ajau 
628  I  Oauac  2  Ajau 
«662  XP  CJifiac  13  Ajau 
676  X  Ci^uito  11  Ajau 
600  Yin  Ofbuao  9  Ajau 
624YI(>ffkc7Ajan 
648  lY  iQauao  6  Ájau  : 
672  n  Oauac  3  Ajau 
ÍMXm«Ma0lAJM 
7aOrXICMM»UAÍM 
74419CaiM0.^ftAJMü 
788  YS  GéJmo  ar# 


792  Y  Oauac  6  Ajau 
816  m  Oauac  4  Ajau 
840 1  Cauac  2  Ajau 
«864  xn  Oauac  13  Ajau 
888  X  Oauac  11  Ajau 
912  Ym  Oauac  9  Ajau 
936  YI  Cauac  7  Ajau 
960  lY  Oauac  6  Ajau 
984  n  Oauac  3  Ajau 
1P08  Xni  Oauac  1  Ajau 
1032  XI  Catiac  12  Ajau 
100$  IX  Oauac  10  Ajau 
1080  Yn  Oauao  8  Ajau 
11»4  ¥  OÉKtac  6  Ajati 
1128ineaQae4Ajatt 
116t  I  Oauac  9  Ajau 
niT»  xn  Oauac  1»  Ajau 
ttO»X  Oauac  tlAjott 
1224  Ym  Oauac  9  Ajau 
1248  Xt  Oáuác  7  Ajau 
1272  lY  Oauac  B  A}ai« 
1296  n  C^uac  8  Ajau 
1320  XTTT  Oauac  1  AJatf  ^ 
1344  XI  <3mM  12  Ajau 
1368  Tfi  Cauai^  10  Ajau 
1399  YIX  OauM  8  Ajau 

i-íaayqaiwf  Ajan 

1440mOanaci4Ajau 
1464 1  Oauac  2  Ajau 

"01488  xa  C  WM  lA  Ai«1l 

mÍSJS'X  Qam0;U  AjW: 


]£6A  YI  OaMcií^Aiia 


1         « 


t    J    i 


•  • 


u-  :.' 


;   /  1 1 .  •   . 


i.. 


j-  .. 


»*";.  . 


•  ir 


II  i       /      1    -    ..      ».    . 


• 


»     ., 


)  •       • 


;   <M 


I' »  •  I 


•  j.    i* 


/í    : 


I  -■ 


y. 


' '    t 


'  ;:  ^ 


K  •       •        ',     '    t    I    .•     *     '    /     I'».  ■. 


.íj 


/  .    .'.;• 


»   I 


í  I 


OAPittrtJLO  THL 


íf^.; 


I 

r»  *  *  '      <  ' 


/  '.''.: 


*  {•'- 


r.  . 


4»;  . 


i      / 


<       t. 


)\ 


;"  í 


OWmtfurfo d^ JUff^YftwK-^i!» <;i|CliM»»t.-~i?g  jy¿»ii|0^-sP0  i^iií^^ 

ABA  co^p^pl^tar  cia^iijl^noa/Bea¡posib;©,(J^e^^^       ^^  f^aí^p- 
dariojyT^p9is„¿  :f§iy4r,cB^as  noticias  p]^fr^«jQites  p^s.^n 
llegado  á  l%jipaiK)v,<JfiB^epp^  por  Mets}^^^!^  ^jf^gs  ^ififi^  i^l 
mes  eraftjji^^  ^^í^^.^j^^  ,;^  -^  ¿  ,.,^^,^^  ,  ,  ...^. 

AcaÜ      '   *''"^*'Tó<Jpa<l&'^  OalU' "•^^  "' '"^ó»o4ftí  ^' '• 

Ooelotl    ■     ■  '-'^afctkifl^ '^  Xilotl    '  "   'f-AÍI'   ' 

OnixtU    "  '  •  ^'  Oiiie  i<ídfitblúÜ  Coatí - 

Teoti  ytonal' ' ''  tété'éttí  tóicAtó  TzontetííSÁíttf  =>^  <jáiAi(  *  '^ ' ' 

NahnioUi " ''■ '  'TWiflatí  * ' '  '*^ - '  Mazatl '" '•'  '• ' ISfeA  ' '  *'í^'' 

CopiiAiib»  «ft<Wttbáit>é«f8  ^^é  de  la  ki(i4  ád  liSl  T^  %ÜÍ. 
soltamos:  «i  ¡éa.  tigtMai  W  é^ake  oTidentoMéxM  4<WAMltX4!áltíi- 
peada  la%l^¿lrttfitt^ffe<¿xtts^ier  iiitrodMi^btliii^Ml*^^^ 
eoBStaa  eiill^dBi^nii  íabiiMMÍÍ8  y  el  órdwí.4tM  wteA  4b!btiye 
á  las  inieiales  de  las  qnintenas.  L&s  meses  eran  diez  y  oeho,  s|en» 


i'. 


las 

do  iambifi^  dÍTevao  el  dxdea  de  oaloaaoMiL  y  desoonóeidA  alguui. 
de  las  Apelaoioiies* 


Pimqnetasáliztli 
AtetnoEztli     " 


'XfV'*'i*p^^TtV 


¡Tz^hjo 
Qaeehtilí 


Tzincohu  PaditU 

'  MlMBfMMSlhliiii 


« '  -    *  I 


'; 


Dos  veces  está  repetido  Qaecíiuli:  el  inicial  es  1?ant<i^aezali^- 
Üi.  Xios  signos'^dé  loft  anos,  son  Tochtli^  Acatl,  Tecpatt^  Calli:  ^a' 
el  ano  dé  360'  dias^  m¿s  los  cinco  eoinplemeátarios  Jimnontéifii^ 
(iiemontemi)i  desgraciados  ó  inútiles,  ^ada  dice  acerca  de  la  in-^ 
tercalacion.  (1).'        '  .       '  '. 

.Sespéctp  del  calendario  usado  en  el  reino  $,&  Acolh^acaa  te- 
nemos pocas  noticias.  Sabemos  qap  el  año  inicial  de  su  ciclp  Q'ft 
Acatl,  de  manera  qtie  el  período  de  62  años  guardaba  esta,  forma: 


lAcátl' 
UTebpail    ' 
m  Calíi' 
IVTooliíM 
V  Acatl-      '• 
VITecpatl 
Vn  Cálii      • 
YHI  To«hiH 
IX  Aéail' 
XTecpvtL' 
XlOfelll  ' 
XnToohtíi 
XTTT  Aeátl    ' 


T  Tcfepht! 
•H-Oallí'    • 
In  TD«litli 
IV'Adrtí     • 
VTfecpatl' 
'^Oíflli 
Vil  íooKtíi 
^VHI'Aoátl 
IX  Técpati 
XOálli       • 
Xl'Tooli«i 
XHAcatl 
Xni^cpatt 


lOaHi 

nTóOMH    > 

THAeM 

iVTftepirti" 

VCftlíi  ' 

VI'ToohUi 

TTI  Aibatl-'  ' 

YSn  TMptM^'   TUS  CalU  . 

IX  CalK '         '  'IX  TóChfli 

X'ToeimH     •  •  XAcatt 

•XI  Acatl '  ■•        H  'Técpatl 

TH'TlMJpatl      XnOiffi 

XinealK         XHETochtli 


IToehtS 

nAtwti 

miPecpatl 
itGalli 
T^feehtli 
VlAyáitl 
'  VH  Teepfttl 


<     ( 


••;.-*    i 


•  I 


.  El  iiño  iniokl  4«iioiiilo  ttexoooaaoMetft  él.<áSoÍB0k3t:  cnmritoi  áeL 
laáui»  coa^ícKesfai  «aipéaaba^poar  ;To(ofaUi^  á  -el  «^otnio  iéroNW) 
contMdo  ddlll  Aoati.  I{Q9;diMimpiiiesdo:hikqiHbtM^ 
en  el  calendario  de  Meiztitlan^  se  eontabaa  pofr^JíBiaMi'liBcpBÜil 
fi>IMiiT3Q<&tlté' dé^mpdofl^jtt  joada iééa  tenía  pa|rÍBÍ6JiaL«n  dift^'e 

Bémiamo  iwim]>t0  yoMaieltntiiaeni  iveee&tfl  ignalvalíiqve^dl^anoi 

'I  '  ■        • 


(1>  DesoipdondAkPnnriiidadaMeztitUApof  Q^biielda  QhaTM.  1.  ^  de  Oe- 
tabre  de  1579.  IfS.  en  poder  M.(3v«  P*  iomípk^Qtva^  Iiwheliietii. 


H99 

ibft  dal  mdo.  Bi  el  simeM»  da  ios  meiesr  é^m^eúm^amatám*- 
rios  7  manera  de  hacer  la  interpalaoion,  el  oómpato^de  Texo^OD' 
se  basaba  sobre  el  de  México.  Bespeoto  de  la  comparación  con 
el  calendario  joJi^nOi  admitimos*  la  fecha  sena,1.a4a  por  L^ilÜxcH 
chitl;  el  pimev  año  del  oido-eomensaba  poVíSO  de^  Marzo,  b«H 
cando  sin  dada  aqiieikAi  astoínotnos  el  eq«teo«do  de  primaifwai 
En  cnanto  á  los  años  no  había  diferencia  algtma;  correspondfsit 
igualmente  i  los  años  de.  nnestra  era^  snpnesto  ane  la  diferencia 
soló  óons^iía  en  el  ^rcten  corYelaiÍTO'  de  los  oiclocr. 
:  Co  vamcb  adaráiído:  A  cada  uno  de  los  autores  que  han  salido 
á  diverso  sistema,  les  podemos  señalar  li^  razoh  que  les  sirvió  da 
fundamento;  su  error  estriba  en  dos  hechos  principales,  en  nó 
haber  estudiado  el  problema  bajo  todos  sus  aspectos,  conten- 
t^dose  con  adoptar  por  únicos  los  pocos  elementos  qué  á  la 
vista  tenían;  achacar  id  calendario  azteca  ló  que  era  precio  de 
otros  pueblos. 

Aunqp^  ooui  algunas  varíi«ites(  supuesto- ^aq*  tenemos  aán  qf^e 
advertir  goa  los  de  Teotibu^mi  comenzabas  jBC  ciclo  por  CaHí^ 
todo»  loa  pnebiqB  de  rafa  naheansabaa  cm  Sfi  Sf lendario  lor miH 
moa  nombce^  da  los  díaselos  indios  de  Kico^agaa,  segui|i  Ovis-f 
do,  (L)  llam»hn\  á  las  21  flestas/que  al  aft^.  tintan  Ayat, :  Oedot^ 
Oate,  C<moqif0afei  OUin;  Tufiei»^  QuiahuU^  SoóMt^  Cipat,  Maé,  Ca- 
li, QwM^foíy  Ckmti  Mmde,  Miusqi^  iTo^fe,  .^^  J|;féi|K,  OpofMte,,  JIfipkr 
Zina2,  ^cnftx  liafveiintepñufirBf  palabras,  atmyíe  estr^opeadm^ 
no  dejan  duda  a^rca  de  su  Qr%en  y  en^pleo^  orifican  IfM  di|0 
del  mes,  %iiora^o  lo  que  AofitcT  quiere  decir,  ni  por  qn^  oei|pp 
aquel  lugar.  .Breguntados  Iqs  indios  por  Fr. .  Brsncisco  Bc^adi' 
lia, — *^n  aüo  {guanta  tieoqpoi  tiene  entre  vasoIrvB? — Bespondi^. 
'"ron:  Tiene  diev  cempuales,  é  qada  eemrpual  m  veynte  dias^  j  efk» 
''ta  es  nuestra  cuenta  7  no  por  lunas."  A  este  respecto  el  año 
dsibía  éSBfln  20ft  fcBis,.  eosa  que  no  •enteDAémósi  •  átvibayendó^  la 
oaeoridad  en  qkb  jaste  pasaje  'qoedpK  jQS^áíqM  al  le^gsoso  móAm^ 

vo  iiiteiioío»d0>inqiiürir«8tapunto^7a4^e.^lpt^ 
bf^iíimo' qtiécíai' contestas^  M    > 

Bes|»ecto  da  loBfHDebloa  da  «tivém  JHaoicwetéogtáfieá^  asKa^ 

0raadb:loBimicteaa;-^^*9ayaiitraQstosi  iadk>S[  ad^jues  aalfoii4- 

micos  de  grande  conocimiento  de  estrellas,  7  por  ellas  del  c6m- 

(1)  HJgt.  nat.  y  gwwil  4é  Uc  Ii^mt  ■  M»^  4»  mspi  4 


137 

p«to  de  mm  mñosé  qoa  apraiiáia  deade  nuamtm  ea  algimos  liaa|é8, 
7  iiommLÍB^w^0manM  loñ  nomhtúB  da  iedoa  loa  dkúi  dal  m»,  411» 
8M  oan  iantaidifarmcia^qva  40ft.iiiLgigfidiMDlioalávlotfaaaákui». 
BeparlBtt  iui»^dai|  peófeota  de  lar -vida  en  !<»iwart»  y  ddaí  afioé». 
dando  izíBoaF de  eUoa»  ¿  fada  «na^de.Iaa  cnatvo.  paakaa  deA  muidb^ 
Otienie»  Aquilón,  Poiuente  7  Mediodía»  7  ooníonae  á  la^  pairfoi 
que  aplican  aqueHob- toaba: áñoa aei pxDmeteaipkaBftad  jiet&pota- 
lea;  i  loa  afioa  dai  Oriamke  deaaaban  pw  fSsUloa  7  aalnéaUas;  Á 
lea  del  N<Hrta  ieiiÍbB'pcritturiaB;.áilaadíri  Poaiente  toanioa:  paara 
la  ge]tenciaii^7  maUaplieaeioii:  de  k»lwmbiwi,  7  feankoa  pasa 
loa  frnéea;«l  Sur  tenian  pot  nocivo  de  escaakros  7  aeeo»  catorea, 
7  obaarvaoi  qaa  deada  aa  geoiOídad  ea  loa  teeee  aSoii  del  Snr  lea 
habim  Taaidaiodoa  gas  tkalugoa  de  kaaelNreSr  pestes  7  gaenras, 
7  la  piaUbaar  eomo  la  boea  da  mi  draf^oi»  eehaado  Usmas;  y  pa^ 
sadca  leatwoaañeadd  Snreoqpeaában'daaaeTola'edadpor  et 
Orieatet  7 tlaaiorárdoee de  Maráo 7 dáa del  glorioso doetof  Saü 
<3rq[ori<K  dávaida  dtaa  7  bobor.ineaaa  daáTeiatofdiaa,  7otio  máa 
de  etaoo^  7.á8te  át  eabadb  onatonraaos  oobui  naastuo  bisiesto  lo 
Taiiakaa  i  seis  díaa»  por  las  seia  hoiáaifae  sobnuí  eada  «ao^  qaa 
nurili^sadaa  por  eeaiso  aoos  baoeit  SA  boraa  que  eansia  día  ea»' 
bal  qoe  aobrai  kla  d65^diaadeli  aia  aaaal  7  eatonoea  UarnaAiatt 
en  sa  leagaa*  Á  aqpelloa  aeia  dias^  Mea  aseagoado^  enátioo,  y 
en  esteinua  babfaa  de  sembrar  algaoas  aásasutetas  ¿para  ^r  por 
eHaa,  oobio  aoá  aaestsaa  eabañiselM  la  f erüíidad  dsl  ano,  7  oier<' 
io  qne  tienea  algtfaoa  taa,  regalado  eaie  ooaociinieiiio  qoe  laa 
mam  TOcea  proveen  la  abmidaBoiade  agaaa  6  aeqaedad  de  viea^ 
ioB^pas  bft»  de  a^gniíeae.*' <1) 

iioa de  Deeaabtopeo  oeMarabaa :1a fleftade  ana difantoa,  ^ea 
A  meano  mea  de  Kcfnaabte^  qae  asiol  Aaod^imo  de  an  eómpa*» 
io  de  dieK>7  oeko  meaes  qae  dan  al  ano,  eaqMoaxido  de  dooa 
de  Marzo,  en  qae  dieron  panto  á  an  eqniaáoccio  7  estaéien  del 
8(^ianniriaWee&rB»diadala  6clSplftQ%.7ocA  asa»  páatoaqllie 
aaadSaa  iloa  días» dagalsaa  an  méaeíaiáüeo  7:Taiiable  del eín*' 
ooydándole  ácada  eaaftiD  aaós  cómo  á  naeaho  btssoato^  otm> 
día  máa  qne  lo  bacía  de  seis  7  era  el  último  de  sa  año,  7  por  es- 
ta Tsariedad  le  Uaaiabaa  nMa  peqaeao»  deaooneertado  7  aobra  de 
los  demás,  7  no  lo  contabaií  entre  los  diee  7  ocbo."  (B) 

O)  Bnigoe,  OéegrtESe»  émdti^OáÉt  lí,  FáM,  «ip.-'XXnn;  fbf.  )86  t. 
í%)  BMgat»  flflojntfflb  diaari^flai^  U  p«sK<sp»'  WJI^t^  SOS  y 

18 


188: 

.  l^tQg  oalendarioe  pxMeniáa  la  misma  distríbuoion  que  el 
xioa»  m^artátidose  en  el  8ietoma>d0vinte»»Uoton><delicaal'£ovmttii 
una  ieroera  olaae;  loe  días  intesealaM^  aa  ee  afiadelí'  <al  c&n  del 
wAo^  ni  ee  reoogenesloe  méfle&ideLaio,  ekio  <|«é  Mjantan  á  loe 
diáa  c  complenteniaff  kw^  temando  ^un'  gfeapd  de  i  éeie  ^eii/  loe^  anoe 
bieieiftoÉ.  -  .*-     *    =..j     \'\  ■^^\>.\  .  .  ^..  .u*- 

•  Al  míeme  iSm]e&íperteneee«eledenda]áa.d^  Petan.  Iia¿  •  w;  .-é>\ 
*%\.mfíAá  de  conia^áe  lo  antigBo.qmei  nskia^  aeí  dé  días,  méaes  y 
anoei  como:  de  edadee  j  eeaer:qáé'edid^era^a.pz88ente  (quapa* 
laeUos  ana  edad, solo  iOQftfitaí  de  i«jivtalenbe)#  j.qmi^profeoía 
ania  sobre  diebo  ano  y  edad;'qáe:todoxonata  de  imbe  tibuos  de 
á  qneoria  dé  lax^o  7:  'oomc'  oinob^dedoe  de  aneko,  de  >  cesteeaa'de 

árboles  hecluiB>4ol^^l<^d<M^^  lu^i^  9Mindaí7'át>oi¡iáyá»anecade 
biombos^  ooib  el  .grosor  eada.Uo}adel  oastó  de  mi  real  de  £  odia 
mexicano/  Estos  ^rtán<  piniadoe  por^  una  párie  y^otra  can;Tarie« 
dad  de  figárse  y  eáractéreáíi(de  loe  qnelesTsá^an  también  en  sne 
aaitignallas  los.  indios  iiiesdeaBOs)'qne  indican  no  solo  laqnenta 
de  loa  di^o8«diaa>i  meses  y  a&es^  sino  ]as  edades  y  las  pxopke-* 
sia^iqueenB  Idoloá  y.jBsmnlfldyreé  le»  ancmciaron,  ó  -  por/mejer ' 
deeic  el  Pemenioi  mediante  el  <)nltoqxié' en  umi»  piedras  lep.iri*- 
boAnban. .  Son  laa.EdaQes  en  nráiáero  treze:  cada  Edad  tiene  tu 
Xdolo  distinto  y  su  sacerdote  con  distinta  propkeaía^de  sncesos* 
Estas  Edaiiee  4zeBe  están  repartidaa  en  ttesMí  partes  qtm  diaiden 
á  este  Sejmo  de  Taioáian  y  cada  JBdad.con-  su  ídolo,  «aoerdqte  y 
prdpheBÍa^ reyna  en yna destas  tvcM  partesdnsia  tien»,'  según, 
la  tienen  repartido.  Ko.pasga losaeiabree  dé  los idqpios^  sacarr> 
dotes,  ni  partes  de  la  tierra»  por  no.áicleaiaí^^BKDqfneitengo.lie*' 
chor  Tin  tratado  :deatÍMsu  qnentÍMi  antí)|[ttás,>  oMi{tddas  «ná  di&veii- 
oias:y  «xplieacioñes,  fxú  <fUd  á^todoeieoBsie  y  -el.onrioso  lo 
aprenda,  qne  sinmaeiiáa  asedpiro'qpe'CaiPaiá  cara  nos  pueden; 
'^eñderi les  indios."  (1) . )  •  * w.  ^     .   r;.r , .  ^     . 

Zja»  pifin|eras3U)tícias^nede(eLdalendarib  da  Ohiapae  nonoos-t 
nnis pártenédam al  6r« ObáspaD^íSV.  Fteáeiebo N^mesdé  la  Yega; 

(^)jfamosáeopiariaeint€gms:áfcideconségyarlea  todo  sninter^ 

'  ...  .        , 

(1) .  IMlacáae  d#  kf  4p$  eatiadá  OÍA  liifft  á:l%  oofiTow 
Cehaches  Fr.  vln^r^  de  Ksea^fAo  y  J^pla^.^f^^  de  ^yvmj  13  dd  Djddxnb^  do^ 
1695,  ál  6  de  Abril  de  1696.  MS. 

(2)  ConBt»faeipnee> dyq^pHBín dal  Oi|íqpa4q ^.Oángifí^xm^ nita.  3d, § %SYfIL 
al  numero  35/  ^XIXL  D^áqtí  tnosMa^  Bolmiai,  Mea  de  o»  a^eTAfaMi»  pág. 


189 

'^línu  89  I XXYEIC  En  srachos  pu^loB  dé  las  protineias  de 
este  Obispado  iiétete  "pmtedob  en  etuí  reportoriós,  6  oaléndairióet^ 
siete  negrjfoff  -pita  hacer  dÍTÍáaeioxiee,  y  pronóétiocHi  correspóií* 
dientes  'é9da  ildle'^diáe  déltt  beftiúa  eoMenz&ndala  p6r  el  vierHee 
áeónfar/  tóttó 'ptft'rlok  firíMé  planetaa  loe  gentiles, y  ftl  que  llá-^' 
iñaii  Ooslabttíiiox  (qtie  ^  él'  demánio;  ctegnh  lee  itídide  dicen  eoit  - 
treee  poieÉrtridéü)  le  iienen  piniadó  en  silla  y  eon  astas  eñ  la  ea- 
béza  oomc^  iéí  téáímfík):  Tienen  los  indios  ^an '  miéd<y  al  negro; 
porqne  léis  chm  lá  mléindtía  de  tino  de  rae  piiniit^os  ascendient- 
es de  color  éiSépitó¡  qne'ftté'gráñ  gneiteador/y  orüeUsimo;  se^ 
gmi  consta  por  un  cuadernillo  historiad  antíqbísiinoy  que  én  sti' 
idioma  escrito  para  en  nuestro  poder.  Los  de  Oschno,  j  de  ottros 
pnebloa  de  los  llatiod  ipénéran  hinofao  al  cfue  llaman  c  Yálahau, 
tpie  qniere  decir  ii^gro 'principal/  6  sefior  de  négtoá:  lo  cnal  pa- 
rece, qtte  alude,  at  étdtodeOhns  primogénito  dé  üham,  de  qnien 
afirman  grarísinios  doctores,  qne  por  castígo  de  Dios  se  toltió^ 
negro,  y  túé  con  sns  délácendfetttes  poblador,  y  fundador  de  la ' 
Etiopía-  Oriental,  y  Occidental  También  Teñeran  como  señor,  y 
goarda  del  pueblo  al  ikdio,  qíté  basta  boy  llaman '  en  •  algctnas 
pfOTtncias  Oómcáriiufny  alndieádo  al  parecer  al  cnalrl^  faijo  de 
Ghatn,  y  en  algtüiod  pueblos' de  Soi^Onueco  se  lia*  asado,  y  usa 
este  apellidd  de  Oham,  y  Ganan,' y  por  él  conocen  ál^ntíaé»  fami-* 
lias  de  los'indioé,  y  al  qnef  llaman  licour  del  pveblo,  y  guarda  de 
él  aígnificah-  con  el  noidbre  de  CSíam.   Dé  cnyos  descendientes 
prüuitiToe  tienen  pties^  en  sae  calendarios  les  liomlires,  y  pin- 
tadoe  en  pc^lSüs  figuras;  con^diferéneiade  los^^qtie  fuieron  total- 
mente geiiddlee'cóucariacterés  raros,  'y  de  los  4né  sé  volvieron 
cristíanos:iienentÉÍmbieñ  escrito- en  sn  idioma  el  animal,  avé,  6. 
astro,  6  elemento,  en- qnien  cada  uno  adoraba' al  demonio,  y  dis^"" 
trilrai^oS  p<^diae  aqnlftlloB  prlmitivóÉi  gentiles  para  señalarles 
con  sn  animtf  por  ángeles,  qne  dicen  ser  de  ^arda  á  los  chiqni*-' 
Ilo0qnenábeiL'''-'f'i'  •"  '•''     »  '       f  i .  •  • - 

"Nihn.  83'glXSIE.   Por  cábesa  del  calendario  está  presto  ett 
mío  primitiva  ifikiu  e»lengnfe  lattáa^'qüeiii^hífédfe  Belo,  nieto' 

114-1»;  té)4ift;iHkt  aatigtt<taim.  1,  p£g.  tKyamfigeé>4  Uuíi  Antigua; :tom.  1, 
péig.  5na^  9.  Pie  ^f^r^,:  ^>lea#nP  Yn^íte^o.  ^ifS  ]|«(f  ednpvUtiui  notioias,  7  Ion 
aomivM  de  l<f»  die^  y  oeho  m^s^n, .  antes  igaoná$8,'D.  Em^terio  J^jÁed»,  De^cnpr 
éUm  geográfica  del  Departáis ento  de  CldapaB  j  Soooniuoo^  pablioada  en  libro  laelto 
y  en  «I  Bolétin  de  la' Bbo.  dtf  Gíéogr/.    •     =        '    '  'i 


derKdmirobt  bimieto  da  Olma»  y  cwir^^'  A|qtp49  Obm^^l  9Q«1 
roboró  la  idolatríi^  entra  iDsbabüoAkMi'y  e^ld^^  71  l^ig^.W  4ift. 
en  loa  cele])clM:ipe.t»M  v^odé^xm»  eet(.epvrai»toeVl^emkM^  Utíno 
de  NuK>  en  Imo^  pera  eoloeado  úem^re  en  ifununér  Ingv»  j  ml 
adoraeiQii  al«d^  á.la  ceiba,  qae  es  sn-ácbolt  q«a.ti(^iiw  en  ko^' 
laa plazav de aw'pnebloa ¿TÍeia^Jolaí eaea 4^  oelbi^^j deíhqp 
de  ella  baoea  bw  el^ccHone^  de  ak^<#>.7  tee;  eeAQMfa  eo»  bsa» 
oeroe»  y  tiexiea  por  mn^  .^^f^mia^o^  x^a^'^en  laa^.vfl^^en  dA^^^fHU,. 
ceiba  soa  por  ¿biK^  viene  oa  linaje  y^HíMift  ffiwtiv  W7  ^M^ 
gna  la  tíanea  pintada^  7  alganoa  mae«tiaa  negnakiataa  grandes^ 
€jp/d  se  han  ecmTevtído  ha&  espUaadp  \o  lóleiádQ^  7  ^M  ifmebw 


»i 


"Ndm.  31  §  XSX  Yotaa  ep  el  lieireem  gentUí  qu^  aa<4  pmsto 
en  el  calendario^  y  en*  el  coadernUb»  bk^jee^eeeprjto  eú  idioma  . 
de  indioa  va  nombrando  todos  los  parajes^,  7.  paablos»,  donde  esi- 
tATo,  7  hasta  estes  tieanpos  en  el  de  Teopisa  ha  beMdo  g(»neri^ 
eion»  qnei  llaman  de  VoUinfsc  dice  apás»  ^e  ee  el  Sañor  del  PcJa 
hieoa,  (que  lU^nan  TepanagMate),.«Kiie  fiú  la  paiad  grande  (qna 
ea  la  Ibrre  de  Babel>t  qme  por  mendatio  de  Koe  sm  abuelo  se  hi^ 
w  desde  la.  tierra  hasta  el  cielo,  7  qne  él  ea  el  priiner .  boniÍNí% 
qne  envió  Pm>s  á  dividir,  7  repartir  eatl^  tierra  de  Iss  Indias,  7 
qne:  allí  donde  vio  .la"*,  pared  grande  ee.le  dip  ^  <^^  pueblo  an 
diferente  idioma:  dice  qne  en  Hnehtieta^  (qn^es  pneblode  Sdoo-« 
noaeo)  esinvoi  7  qne  aUípnso  dantas,  7  nn  tesoro  chande  en  nna 
Gasa  lóbrega,  qne  fabriíeó  á  soplosi  7  nom(bi^.seniHr%  ooz^  tapia» 
ñas  qne  le  gnardesen.  Esta  t^soto  era  de  anas  tinajas  tapadaa 
con  el  misma  bapro,  7. de  nna  pieaa  doad^  estaban  grabadas  aja 
piedra  l^safigniiss  da  los  indina  gentiles  aiitÍ0cipStrqi|eesiian  «o». 
eL  calendario  con  obslnhihnitesi  (qne  son  nnaa  piedreeüas  tarden 
macizas)»  7  otras  i^ras  snpers^ioiosaa»  qne.  iodo]jie  sacó  de  nna 
cnevaí  7  lo  entinig^ls  misma  india  senpr%  7last«i|fí«ne0,  ó  guar- 
das de  ella,  7  en  la  plaza  de  Hnehnetan  se  qnemaron  pnbliesr 
mente  enendo  hicimos  la  visita  de  diahe  proñ^i^  por  el  año  de 
USl^lyá  este  Voten  h>  veners^^  mnobo  todos  los  indi^  7.  en  al*. 

guna  provincia  le  tienen  por  el  corazón  de  los  pneblos." 

'^nm.  36  §  XXXL  Been,;  es  el  tercie  dMmo  gentil  del  eden-f 
dario,  en  cnyo  cnademiHa  hi&ióiico  escrito  éa  idioma  infia  ttae» 

qne  dejó  escrito  sn  nombre  en  la  piedra  parada,  qne  es  nn  tíítló. 
que  está  en  el  pueblo  de  Comitlan,  7  en  dicho  cuadernillo  va. 


141 

poiii€fiido  STMci&tftmente,  por  geoerftcionM  los  xioml>res  de  los 
Hfíñoies  prhnüivoB,  j  Mcendkiites  antignos,  las  guerras  <iite  unos 
con  otros  tnvieroD,  j.  los  soldados  de  cada  parcialidad,  7  dice 
que  Ghinax  fa¿  gran  guerrero,  7  así  en  todos  los  calendarios,  7 
cnadernillos  de  figuras  le  pintan,  con  bandera  en  la  mano,  7  re- 
mata B«  historia  diciendo,  que  murió  ahorcado,  7  quemado  por 
el  nagual  de  otro  gentil.  También  hace  memoria  de  Lambat,  que 
es  el  octaTOf;entil  del  calendario.  De  estos  cuatro  que  son  Yo- 
tan^  Lambaif  Been  7  Chinax,  se  hace  la  cuenta  por  meses,  7  dias 
en  los  más  de  los  calendarios,  porque  estos  referidos  debieron 
de  ser  los  que  más  propagaron  en  estas  provincias,  7  asi  son  los 
más  celebrados,  7  venerados  como  santos  para  señalar  los  na* 
Eludes;  7  porque  no  se  pierda  entre  los  padres  curas  la  memoria 
de  los  gentiles  para  predicar  contra  ellos,  7  sus  supersticiones, 
se  ponen  aqui  por  el  orden  que  están  en  sus  calendarios  corres- 
pondientes á  las  veinte  generaciones  de  señores,  según  7  como 
están  en  el  orden  siguiente:  Hoz,  (alias  Ninus)  Igh,  Votan,  Gha- 
nan,  Abagh,  Tox,  Moxio,  Lambáis  Molo,  (en  otros  Mulu),  Elab, 
Batz,  Euob,  Been,  Hix»  Tzíquin,  Chabiu,  Chic,  Chinax,  Gahogh, 
Aghual.'* 

Déjase  entender^  que  no  estamos  conformes  con  todas  las  apre- 
ciaciones en  loa  anteriores  párrafos  contenidas.  Llámanos  mu- 
cho la  atención  el  período  de  siete  dias  empleado  en  los  pronós- 
ticos^ adivinaciones,  igual  al  de  la  semana,  que  se  comenzaba  á 
contar  por  el  viernes.  Ese  pequeño  período,  foé  conocido  por  la 
ma7or  parte  de  los  pueblos  de}  antiguo  continente,  j  le  tuvieron 
los  egipcios,  los  asirios,  los  chinos  7  Ips  hinducí  desde  la  más  -re- 
mota antigüedad.  Esta  reminiscencia  curiosa  no  deb^  dejarse  en 
olvido,  pues  junta  á  la  de  los  meses  de  treinta  dias  de  los  ma7a, 
pudiera  servir  un  tanto  para  fijar  el  origen  del  calendario. 

Enseña  el  Sr.  Yega^  que  la  cuenta  de  los  meses  7  dias  se'  ha- 
cía por  los  cuatro  signos  Yptan,  Lambat,  Beén  7  Chinax;  en 
efecto,  eran  los  nombres  de  los  años,  7  en  la  lista  de  los  dias  de- 
ben  ser  los  iniciales  de  ios  cuirtro  quintiduos  en  que  el  me^  se 
dividía,  según  lo  demuestra  <el  orden  en  que  están  escritos.  Sin 
embargo,  asegura  que  el  principio  de  la  cuenta  está  ocupada  por 
MinttB,  nombre  transformado  en  Irnos,  escrito  ensu  nómina  Mox, 
lo  caal  no  va  conforme  con  el  principio  anterior.  En  nuestro 
eoncepto,  Imoü  es  el  dia  intercalari  haciettdo  el  mismo  papel  que 


el  Han  Imix  del  calendario  ma^a,  por  lo  Qual  va  ají  b^nii^  de  Ifk 
liat^  siu  ser  por  eso  el  inicial^  Segim  ésto  el  orden  d^  los  Telóte 
días  del  mes  es  el  siguiente: 


Votan 

Lambat 

Been 

€liimax 

Ghanan 

Molo  ó  Mulu 

Hix 

Oahogb 

Abagh 

Elab 

Tzíquin 

Anhual 

Tox 

Bata 

Ohábin 

Mox  ó  Imox. 

Moxic 

Bnob 

Ohio 

Igh  • 

Según  observa  él  Sr.  Pineda  varios  de  estos  nombres  pertene- 
cen á  la  lengua  zotzil,  significando  toj\  pino  ú  ocote;  chij,  came- 
ro; aghualy  hijo  ó  hija.  El  Sr.  Pió  Pere?  dice: — "¿Quién  no  vé  en 
el  segundo  dia  del  mes  cliiapeño  .Ohanáti,  si  sé  reduce  á  la  escri- 
tura y  á  la  pronunciación  yucateca,  (pues  la  gÜ  equivale  á  la  k 
cuando  se  pronuncia),  es  lo  mismo  que  Kanan  ó  Kan,  que  todo 
significa  una  misma  cosa,  á  saber,  lo  amarillo  6  este  color?  ¿Mu- 
luc  én  todo  igual  á  Muluc,  Aghual  á  Akbal  ó  Ak-ual  como  suele 
escribirse,  Igb  á  Ik,  Lambat  lo  mismo  que  á  Lamat,  Been  j  Hix 
iguales  á  Been  7  Hix^  con  solo  la  trasposición  de  su  orden?  Todos 
estos  datos  y  él  que  algunos  nombres  de  los  dias  yucatecos  no  tie- 
nen significación  conocida,  inducen  á  creer  que  ambos  calendarios 
tuvieron  tm  origen  coioiun,  solamente  con  la  iñutacion  qué  los  sa- 
cerdotes por  sucesos  particulares  ú  opiniones  propias  hicieron  en 
ellos,  y  eL  uso  de  nuestros  peninsulares  sancionó;  dejando  los 
otros  por  costumbre,. ó  ^orqtíe  les  era  conocida  su  significación, 
que  al  presente  se  ha  olvidado/' 

Los  nomblres  dé  I03  meses,  según  el  Sr.  Pjineda: 


Tzun 

Olalti 

Nichcum  • 

1 

Poin 

Batzul  ) 

Sisac 

Huciasac 

• 

Moo 

Tlol 

Oqninajual 
Veh    . 
.  Elech  ' 

Sbanvinquil 
Xchíbalyiuquil 
Toxibalvinquil 
Xcl^anibalvinquil  . 

Max 
Yaxquin 

"AJgujQioq  de  estos  nombres  están  eip^lepgua  ¿s^tzili  y  los  dsmi^ 

.se  ignpra  en.qqe  lepgua  0^  haUap.  Este  <>alefi^¡darip..e^  religi^Bo, 

pues  arregla  laa/^esta^  ostensibles  y  no; ostensibles  de  l<^aindi« 


143 


genas;  y  agríepla  por  indicar  los  tiempos  en  que  deben  hacerse 
las  sementeras  j  las  eosechas." 

*Moc  es  el  mes  en  que  deben  componerse  las  cercas,  y  OlaUi 
en  el  que  se  han  de  hacer  las  siembrast  sea  cual  fuere  el  eatodo 
de  la  atmósfera;  de  manera  que  si  se  pierde  por  falta,  ó  pot  ex- 
ceso de  lluvias,  7^  no  se  haee  en  ningún  otro  mes,  aun  cuando 
el  temperamento  ó  los  riegos  lo  permüíaiu  Veh:  en  este  mes  ao- 
brevienen  las  enfei^medades  de  las  plantas,  en  particular  un  i»- 
secto  que  como  el  pulgpn  las  debilita  y  destruye;  y  en  el  de 
JElech  los  Tientos  saludables  que  deben  curarlas.  Mas  en  el  easo 
da  no  ser  favorables,  la  pétdida  ed  segura  en  muchas  plantas, 
como  en  la  patata,  que  ya  no  florece  ni  da  cosecha.  Nichcum  in- 
dica lá  inflorecencia.  Sbanvinquü  la  fecundación,  y  XcMbatvin- 
qtnl  ToxibcdviTiquü  y  Yoxtbaivinquü  los  tres  tiempos  de  la  forma- 
ción del  grano  el  de  perla,  el  de  leche,  y  el  farináceo.  Poin:  en  este 
xnes  deben  castrarse  las  colmenas,  y  levantarse  las  cosechas.  Mux 
indica  la  proximidad  del  frío,  y  Yaxquin  el  tiempo  de  Pascua.'* — 
No  llamaran  la  atención  estas' reglas  al  saber  que,  esté  antiguo 
<»Jendario,  está  hoy  en  uso  entre  los  indios  de  Ohíapas.  . 

Ijos  diez  y  ocho  lúeses;  á  2D.dia8  cada  uno,  componen  360;  pa- 
ra completar  el  ano  aumentan  después  del  ultimó  mes  los  cinco 
días  complementarios.'  Oadá  cuatro  a&os  aumentan  el  dia  inteis 
calar  á  los  dias  iniciales,  de  manera  que  entonces  son.  seis:  este 
método  de  intercaladion  coloca  esté  cálendátib  en  la  tercera  de 
las  especies  que  venimos  observando,  i         . 

Ck>nocían  el  ciclo  de  cincuenta  y  dos  afios,  disponiéndole  en 
eata  forma: 


ITütan 
n  Lambst 
mBeen 
IV  Ohinax 
Y  Votan  . 
VI  Lambat 
VHBeen 
VniChinax 

IX  Votan 

X  Lambat 
XIBeen 


I  Lambat 
IIBeen 
m  Chinax 

IV  Votan 

V  Lambat 
Vlfl^en 
VIÍ  Ohinax 
Vm  Votan 
TX  Lambat 

• 

X  Been 

XI  Ohinax 


I  Been 
n  Ohinax 
m  Votan 

IV  Lambat 

V  Been 

VI  Ohinax 
Vn  Votan 
VniLam^t 

IX  Been     ; 

X  Ohinax 

XI  Votan 


I  Ohinax 

n  Votan 

•  • 

m  £iambat . 
IV  Been 
y  Chinax 
VI  Votan 
Vni^ambat 
Vin  Been 
IZCUnax 

X  Votan 

XI  Lambat 


XUjOhinaz       XIIYotan         XÜLambat      XIIBeen 
Xm  Votan       XniLambat     XHIBeea         XHI  Cbiiu» 

Nada  encontramos  respecto  del  período  treoenal;  pero  el  Verle 
-i^lieado  á  la  distiíibtidion  del  ciólo  nos  hace  entender,  qvte  si- 
guiendo la  segla  f^eneral,  se  aplicaba  también  á  los  días  de  los 
-meses,  como  en  los  calendarios  azteca  y  maya.  Entonces  seria 
-cierto,  qne  todos  los  anos  tenían  por  inicial  nn  día  de  su  mis- 
mo nombre,  y  con  tm  xiúmero  treoenal  idéntico  «1  de  orden  qne 
aquel  tenía  en  el  cido.  A  nuestro  entender,  las  expresiones  del 
*Sr«  Vega  en  que  se  refiere  al  demoniq  Oozlahuntos  con  sns  trece 
potestades,  hacen  alusión  al  período  trecenal;  representaría  la 
pintura  el  número  simbólico,  encabezado  por  su  signo  principal. 

Del  calendario  dé  Michoacan  alcanzamos  noticias  truncas.  Te- 
semos en  nuestro  poder  el  MS.  original  de  letra.de  Boturini,  qiie 
sinió  á  Yeytia  para  sus  estudios  (1)  por  desdicha  no  está  com- 
pleto, comienza  en  22  de  Marzo  y  termina  en  31  de  Diciembre, 
faltándole  el  tiempo  intermedio  de  V  de  Enero  á  21  de  MarsK). 
Apunta  los  nombres  de  catorce  meses,  el  de  los  dias  complemen- 
tarios, y  pone  la  correspondencia  con  los  dias  de  nuestro  cóm- 
puto, añadiendo  los  dias  de  la  semana  señalados  por  las  letras 
•dominicales.  Según  se  advierte  el  dia  inicial  corresponde  al  6  de 
Abril,  y  de  cuando  en  cuando  van  anotadas  algunas  festivida- 
des cristianas  entidioma  latino,  lengua  en  la4nial  están  escritos 
los  meses  deJ[nuestro  calendaria  Vamos  á  copiar  tan  curioso 
MS,  hasta  ahora  inádito,  dándole  la  Terdadera  forma  que  debe 
tener  y  completándole  en  cuanto  sea  posible:  conservamos  al  pió 
de  la  letr  a  la  ortografía  del  original 

L  Inihacani.  18  yñ  tzonyabi 

Abril.       6ynxichari  14yntzimbi 

7ytichini  16  yn'ihihui 

•8  yn  rini  16  ynixotzini 

'9ynpari  ITyrichini 

IfiynChon  Í8ynyabi 

lltyn'thahuí  19  yníjhanííii 

I2yntzini  WynoDon 

(1)  ^EEWi  wtigiis,  toní.  l,qptfir^^7* 


m 


21ya.y^lW  .. 

23  ./Q  beori 
M  ysi  tbaáti  . 

29  y»  JSani     ; 
IL  Jfn  Dehtiwu 

26  yíi  xicJIíiHvi  ■ 

27  yiL  chi»i,  . 

28  yn  ripí . 
2Qycpw 

30  yn  Chon,  . 
Hayo.      1  y^  tbahvi 

2jfttpijii 

3  yp  tj^noyabi 

4  yn  tzimbi 

6  yjai  ;xot%ÍQÍ 

7  ypi  cbim. 

8  y»  y ftbÍH 

9  yn  thanini. 

10  yno  JípH 

11  yuyalbi 

;10yiieUuui  ;. 
•    13:ypV<^i  : 
14  yja  thaati  • 

IIL  fñij^fanifmi. 
36  yp  p(icbari 

ISyATiui      : 
19  7?i'p«Lri. 

21  Ji^  iliaJb)!! 

22yA  taÍPi  :. 

23  3|n  teo»ya^ 

24  yn  izinbji  ^ 

25  nutMh^  "I 
26yjBͻ4^t0Uii: 

27  ynwWíí  . 


<-. 


'I 


:  ' 


28  ya.  jaVja*. 
2B.yii  Üamú 

31  yn  yalbí  ; 
Jnnia      l.yA  eUtii^i- 
2  ya«bori  ; 
'  3  yni^biw^i.  i 

4  yn  bani     ' 
IV.  \fytíuriwí\iu 
S.ypaticláíwi, 
6yxi.cVini 
7  yp  oriui  .  .\ , 

9  j/tt  Í7/>Q» 

10  y<i  tl^aJ^^  í 

11  y^  teipí  ,,r 

12  y»  traopjrabi 
l|,yi>tsiiiiij^i.  .. 
14  y^  tiii¡\ui 
jl6  yiMXol^infi ; 
16iy^i<íl^V^i  .  j 

17  y»  yí|bi¿  .  1 

18  5PiitfeaiPÍri;:¿ 

19  jrw.Z)(^^;  .: 

20  ja.  yaJbi  .'1' 
2Xj;upttppi.,:' 

22  yín^^rí  .- 

23jym^baati  '; 

24  y«:,fiflWJtí.  ;  ¿ 

25j:íi.3íic}iaif 
26  y;i  ,<Aipj,  - 

;í7..yarÍMÍ  W* 
29j|ip.i^ri.  t. 

29sB^;i7/iW  C 
80  yi»  JAfaikái) 

Julio.        lyrttew  Y 
2  y».*3oy^l?í 

"     19 


U6 


f^  jnixotzlni 

6  Tni^hini 

7  yn  yabiü  ' 

8  yn  thaniri 

9  yno  Don 
lO^yn  yalbi 
11  yaettani 
lá  yta  beorí 

18  yoitliHati 

14  yn  Bani 

VI.  In  iectUkolókuL 

15  y  ti  xichari 

16  yn  chini 

17  yn  riui  . 
IB  fn  parf 

19  yn  Ckon 

20  yn  thafaui 

21  yn  tsíni 

22  yn  tzonyabi 
23^t2rinbi   ' 

24  yn  thihui 

25  yuixoteitii 

26  yniehinl 

27  yn  yabin 

28  yn  thaniri 

29  yno  Den 

80  y  n  yelbin 

81  ynettnni 
Agpñlc    1  yn  beori 

8  yn  thaati 
8  yn  Bani 
f^II  Imatúiohuk 
é  yn  xichari 

6  yn  ohini    - 
6^5[n  ribi  . 

7  j^  parí  ■ 
8'yñ'  Ühén  '- 
9^yÉ[  f&ahtal 


Setbre. 


lOyntdni 

11  yn  tsoyabi 

12  yn  tasinbi 

13  yn  ihikui 

14  ynixoteini 
Í5  yniohini 

16  yn  ybbin 

17  ^n  thaniri 

18  yno  Don 

19  yn  yulbin 

20  ynetfeuni 

21  yn  baori 

22  ynithaati 

23  yn  bani 
VIH  Ittbaókaa. 
24b  yn  xichari. 
2Í5  yn  ohini 

26  yn  rini 

27  yn  pari 

28  yn  Ohon 

29  yn  thahni 

30  yn  tzini 

31  yn  t2onyabi 

1  yn  tzinbi 

2  yn  ththui 

3  ynixotzini 

4  ynichini 
6  yn  yabin 

6  yn  thaniri 

7  yno  Don 

8  yn  yelb 

9  ynettnni 

10  yn  beorí 

11  ynithaati 

12  yn  *>---• 


{hoKtqui, 

13  yn  xichá 

14  yn  chini   ' 
16  fe  rini 


i 


16  yn  paii 

17  yn  Cho/H 

18  711  thfthui 
19yiiidQÍ 

20  jn  t2on7iabi 

21  yo  tzinbi 
2ft  yn  ihihui 

23  ynizotzini 

24  ynichini 

25  yo  yabin 

26  yn  thaniri 
Vt  ynaDan 
28yiiyelbÍ9 
2ft  ynettriiii 
30  yn  beori 

Ootubre.  1  ynitbaati 
líyn  Bani 
X  In  thaxiqui 

3  yn  xiohftrC ' 

4  yn  «hini 

5  yn  riui 

6  yn  parí 

7  yn  Ghon 

8  yn  tbahni 

9  yn  tzini 

10  yn  tzoyabi 

11  yn  tzinbi 

12  yn  tíiihui 

13  ynixotxini 

14  ynidbini 

15  yn  yabin 

16  yn  tbaniri 

17  yiu>  Don  - 

18  yn  yelbim 

19  yttdttnni 
20'jm  baori 
21yiiiihaiti 
ÍÜynJSani 


.  23  yn  xicbítfi 

24  yn  obini 

25  yn  rini  • 

26  yn  pari 

27  In  Chan 

28  yn  tbahoi 

29  yn  tsíni 

30  yn  tzonyabi 

31  yn  tzinbin 
Noybre.    1  yn  ihihui 

2  ynizotzini 

3  ynichini  ' 

4  yn  yabi 

5  yn  than 
ñyno  Don 

7  yn  yelbi 

8  ynettnni 

9  yn  beori 

10  yn  thaati 

11  yn  hani 

XIL  In  fhec\otahuu 

12  yn  xiehari 

13  yn  chini 

14  yn  rini 

16  yn  parí 
lid  yn  Chon 

17  yn  thahni 

18  yn  tzini 

19  yn  tzonyabi 

20  yn  tzinbi 

21  yn  thihui 

22  ynixotzizu 
98  yn  cbini 
24  yn  yabin 
25yntlumiri 
ÜBynóDon 

27  ya  yelbin 

28  ynettnni    • 
89  yn  beorí 


w 


tílataAi  . 
Dicbre.     1  yú  bani    : 

XIIL  In  teyvhihiízifL 

2  yn  xiohati: 

3  jn  chipi     . 
éynrini' 

6  jn  parí 

7  yn  thahnl 

8  yn  teini  ' 

9  yn  («onyabi 

10  yn  tdubitl 

11  yn  thihm 

12  ynixoteini 

13  yni^hini 
14lyn  ynbia'^ 

15  yn  tiíaAÍri 

16  'yvjQ  Don 

17  ya  yanbin 

18  ynittuni 
;  19  yü  beorí 

20  ynithaatl 

21  ynbam  - 
XIV.  In  tho^Joitúhuu 

22  yn  ziohati 

23  yn  ehíni 

24  y n  riüi 
25yoj)jftri' 
•26  yn  Choñf  * 
27  yn  thahui 
28'yn  tzini    . 
2fl:)rn  t«onbftjí 

30  yá  tzurbise 

31  ^7t  tíiihin' 
Eneto.      3k  yjaitotBirili- 

2  yjaichiní : 

S  yn  yabinTíl 


7  yAéttim  T  ^ 

B  yn  beon  r-  • 

9  yniibaati  ' 

lO^jynifiTd'  i\' 

11  yn  tichad.<: 

12  yn  c^ini ' 
13yntitti 
lárydrpaii.  ;.* 

15  y»  €ho^  •' 

16  3m  (ha^ntL 
liyiítzinir  '.. 

18  ^ynteonyaAli 

19  yn  tziikbi 
20yniMkmt   . 

21  ymtotsint 
S2yni^ini  .. 
23{rtiyabin; 

24  yn  tbaaíii 

25  ypú  Dorh 

26  yn  yalbi  » 

27  yn  ettunr; 

28  yto  beQví -^^ 

29  jTfiHbMtr 
SOTyn  é^ní    •  ' 

31  yl»  ^úol^áiei! 
Febrero,  liyn.cbini .  * 
^  yn  riui 

S^yilpayri  <[ 
ét'yipOhon  (i, 
6  jra  thft^jrut  i 

6  ytt  teiú  :  \ 

7  ^  teonyttlf  i 
ftyir.tziiibíír' 

10  Jmítotffíiit 


.U  gteiAini ;, 


\ 


1 1.- 


UA 


18  jn  thániri 
14  yno  Don 

ÍS*fé  et^ni     • 
17  yn  beori 
IdyuithÍMát 

fil  yn  «hipt 
.'Sfiyii  riai 
118  yi^  parí 
íáffnOhM  : 
^  yp  tiíaliiii 
"96  791  tnni 

2ypttotrini 
Syniekslá 
4  jn  jMú 
¿yniihuiki    . 

Ty^Tolbi 
.8  ytt  éttimi 
9  ya  beof i  - 
10  yuTtfaaati 


I  ' 


«AbriL 


11  y»  Bani 

XVIIL 

IS  yn  xichari 
13  yn  ohSni 
14yfkríÉi 
15  yn  pari 

17  yn  tliaiiQi 

18  ya  isnni 

.  19  yn  iBonyAbi 
dD^jm  ieiiibi 
^  yn  ¿AtAtt¿ 
22  yttixofadai. 
33  yniohini 
S4yA7afai 
SSytttbaiim 

ÍH^yfko  Den 
97  yn  yelbi 
98ynattani 
!39'yn  baori 
30yniihaali 
>&!  yn  iami 

in  ttLayabvte.    - 

4 


6Ü 


«4Éa**É 


El  ofiigiiiaVpfeadalii^«ÍKaiM«  yUnfcnOT  tarkaéeade  esaritlix% 
qoe  lMBMM.dejado.an  siUMapéethtoa  lagafaa:*  dos  Taceii  as  ab^ 
mMifcift  brtofpáfiada  la  palabra  yoa  i^onieni^ata  lonaá  ya  dUiai 
Pa  eátár  aaetitoi»  ióa  notnhwa  Jíio  Den^  Jk  kmmir  Indum^  ik.tíá* 
ÜMÍJO^á:  lataa  oofexa4a  y  4  iraoBs  autjiaeabH  y  di'rídir  asaoiaaMn^ 
te  loa  diaa  an  cuatro  quintidaos^  ialsríaAa  aoa  loa  ioifOuQaÉi  a¿ 
ómlué  ra|iaiid<Ja aKaa^etanaa  aiHoorde  ioa  aoo6:.e«éoao8a -ai  Ar- 
dan wsdádavo  da  attoa  eaaiaJüoiéaAes 


160 

Lio  Boa           laBani            InOhon  :Eii  ThilK«|i 

In  yelbi    .    . .  Id  xicdi^i         In  thahoi  luixpteini 

Inneitimi         In  ebiiii             In  t2áni  I^ichin^ . 

In  beorí           lo.xioi               Intasonjabi  .  Iny^io^ 

In  thaaU          I|\  pwr)  .            In  tzíubin  .  :,{9  tbiiM 


<  i 


No  Be  puede  ftacttr  sil  usaban  ó  no  del  periodo  i. trtoa&aL  Los 
einoo  oomplem«itartosno  llevan  nombre  de  dia»dis(in|g;lii¿ndos6 
por  sn  apelaoion.coleotira  In  taayabiri,  y  por.una.figurá  del  sol, 
aigno  genArioo.  del  dia:  Inferimos  de  esto  qne  jsolo  los  S60  días 
látiles,  formadas  >del  producto  de  los  18  meses. por  los  20  días  de 
eada  uno,  eran  nominados,  y  que  los  cambios  que  dejbáan  sobre* 
Teñir  por  loa  bisiestos  debían  verificarse  sobre  Ips  ineaes  mis* 
jaos.  En  efecto^  notamos  que  debiendo  ser  /tkx  i}^/»  eMtticial  del 
año,  el  calendario  que  tibiemos  á  la  vista  cocníensaipof  In  ¿cicia- 
rif  sétimo  en  el  áeden  de  los  dias.  Debe  habeñiproiienido  esto  de 
que,  al  sobrevenir  el  bisiesto  cada  cuatro!  aBM,ia  «lelite  de  loa 
860  dias  no  cae  ezactaínente  sobre  los  meses^  pues  siendo  enton- 
ces 361  tomará:  los  969  nombres  más  el  inicial*  es  deeir,  n  ^oñ* 
menso  por /no  •i>bn,«nnLfinalizará /ntfamniV. el  .última' dia,  sino 
que  tomará 'también  «1  inmediato  Ino  Dcn^  déáerminendo  que  el 
año  siguiente  émpieeeípor  In  ydbi.  Por  cadaifaiéíesto  retrograda- 
rá un  dia,  y  como  aqití  comienza  el  ano  poriélaátimode  los  del 
mes,  sacamos  que  el  calendario  .pertenece  á  un  «ño  que  dista  24 
.  años,  al  manos,  del  inkial.  La  intercalación,  ipnes, :  debía  tener 
lugar  por  el  métoda  azteca,  aumentando  al  fln  4el  wU^  los  dias 
intercalares,  trece  sí  ^  ciclo  era  de  62  años.  jJ^n ,  pst^  i  «upuesto, 
el  dift  inicial  del  ciclo  no  coincidía  con  el  6  dp..Al^il^^^|io  con  el 
81  de  Marza 

Los  autores  que  de  este  calendario  hablan^  le  llaman  de  Mi- 
éhoacan.  Según  las  observaciones  manuscritas  del  Sr.  D.  Fer- 
niROdo'&Mnives,  qn»  á  la<-visto|tef  nwcw»;  janjpalflbii^s;acr  oorliés- 
poifdea  al  idioma  tamaqp^i  mno  al -maklátfliaoa/) jiq  . obstante. ^Iqr. 
esál  ^te  cámputo  era  iri  nttado  en  aquel;  vámb^  i  A^neo. .  los ,  nsart* 
jlataiBea»  cuando  {nerón/ á.estkbLtVseffse  aliará  iAsisneiaa  ^elrejr 
CBunaoo^  i  llevaron  esta  cuenta  ;del  táemjiO|  jqna^n*  seguí  d^iiitf 

adoptada  por  los  micboaMnesés^  V  ;• ij.  ;>  fd  •  .  >  i,,i  ^¿  íj  r.^i  ^i 

Uslo «8* lo  que  heao» sabido mMomioBBthomtí^ áA. js^mücMío*'^) 
Stt  estudio  nos  convence  deMtáiffiadíids  de^  todos  los^elMMnkMT. 


qte  cpyípoaeA  lAr.^^üiMoion  4e  los  mtift«o»t|^Ml¿p%  ^Jmíh% 
huñc, BÍBg9n9  Qin>  babUU^ftad»  á  nu^yor  pf^rlftcpton, { njyniiqBft 
xttTttU  ffiejor  el  «stedo  dn  fidelaotp  que  a^oaMtiQns  que  f«  MmOkt 
Uo  «Éfti&to  ezaeto-  ^íofn^ds^  año:  en -<4I<^  Bobif^p^iyMotí  i  im 
bmíquob  aaierieaMfv* ««  kiMroa  AuperiorM  i  lus  «íiátí^Mr  j  fpnr 
lopeaa  ApAaibnado  jiiieio  paiMeri  ««Ito  e]i,D«e«fcra  bpoi^  f^m^ 
iMto  i^os  iMHlifilM6iLUt  MSM  daaiM<íra  pMiia^  paní  q«9  .noi 
sltf»  de  dÍMulpa,-  dopiaoKNl  }a  eigiiíii^teawtorMad,  qfi&T^r  ciexu 
io  no  M  teebará  de  ipateÍAl.r^"Bl  .eeUdo  de  aae. 4X>0!QdJOÍentot 
aatroaómieoe»  diee  ÍCr.  Mjchel  Cbéi^er  habiendo  4«  loe  iWPlíb 
eaaoé,  ^l)  pareoe  deooiary  ó  müj  noteblee  medipa  d^  iohft0r^aíDÍQik 
iSiiiia  atingencia  Inaudita  en  sus  áTaIuaoi6ne8;iiel^aa  eleaih 
ledo  el  talor  del^b,  no  «elo  n^dc^ae  loll  is^nimieflfdel  tienipo 
da  OÓBar,;  sino  muobo  mejor .<)Ué  la;  SfUfoiie-  ofiísvikl  bi^Q. loe reirt 
nadoe  de  Franeiecol  y  de  Chirlo^  Y»  S«  nétodo:  4^  interqali^ 
eioB,  Uetando  en  cuenta  la  fraocíon  de  dia^ua  entra  ^údm  dusaí 
eton  exacta  del  ano-tBo^eo,  equivalía  eo^  !eofia*diíieireniÁ^.|i.'<p*r 
tableddo  por  la  reforma  gregoriana;  eeguné^ta  ee  intercalaban 
S4  día»-  en  <tien  áfioei  (2)  loe  aitéca  interealaba^  86  en  :l% 
aSoer  la  diferencia  ea  .muy  pequenab  £1  ralor  del  aM  ti»$picei  M 
de 365  m^8  lafmcoion«repteeentadA por .6^ 48"  46.t eBt%firi^ceHM| 
de  cerca  de  un  cuarto  de  din  por  afio^  que^obliga  4rie4ef^*r  iu| 
dia  euéero  6  mupoílioetdieil  desfnleftde  cierto  /petíodo»  ifle- nnimeo 
wél  ciüendario  lntfodutÁdo.poiLJttI¡o.Géeardenn'^aartp#9c;M)iMl 
de  dia»  de  mafnera-quei  en  loe  tíempoe  del  Pap^  GHif^xiQ  lUXk 
m  faabÍA  adelantado  el:  tiem))e  dte^  dilMu  Ja  jeforma  gir#^oi:ian# 
decretada  en  1589^'  por  la  oual  ee.inieveala^  un  dia  cn4^.  euatvft 
ante,  ealyo  Iob  añdeeecuUurea  en  <|ue  •  lia*  ^M^p^on  tÍMe  l^ 
gar  tsee  veeee  en  cadií^^^uatro^  >anpone  que.  )a'freecípn\iee'.4<^'(f 
48r  12*:  el  «fio  medio.del  .oabuBdaiHa|pQegoriaao.re0ultap<»^«v»^ 
Bii>7or  en  23f  ó  sea  un  dia  e»  onMioml.4iPoli:ipaTe(  \m  ft^xiteMt 
él^ano  m^dio  aleaba  tomiamalmQaten  áfí"-  é&r  (^^  dA»tiifX)ic4«» 
en  e£b  medio )eatiiba4K)n{ottte'loedUonl0fte¿leb*4#  derlo«'MÍ«6r 
nettee-del'Califíi.Alamon**'»  •     ff/f  -^     .  i-.i  i  *     ..\:>.^  •.       .  í.  .t\ 

tio  que  be  taos'diclM  acética  de  lo9i2¿no¿kek9itMMtTüÉiduáeei(. 
d#  kÉr  náhoa,  no  ee  '\o  i^ue  en  reblidad^abíanf  eino  Ib '  q«e  •  pmki 

(t)'tieifexi4|«ñiéiiiO'ft«ttgd«m«r9iriaj'1864^t^  i-.  ,  \<  ^.  /Jo 


»fmnnii»ini,  ^T«at»7ffate4Íii4nil0.éiQa  ■'!■•'    ^r   .-^    ■  ' 


Ui 

étoiilliik.^  Eltos;  <6éliid  tódM  lo»  ^«i^M^^lbMiSilá  ««t«t»,  ]»Má.tfofi'  dé 
láP«flNle»^adillxi'dé'4M'éiLei^d6  ^déilé¿té«i  íftó^ÉBM»  aas  MToltéibiíM 
é^é  Mt*ttiiftwdtíWití)iá»aétoii  pai»  niédj^i  el  M^mpa.  i^atodidb 
¡Mf  t^^^fiMÍ  tth^ra  bál]«tt;ób',*])áMtf6  ^«^lall  t>#ffilí«it«ft  ^M^AtfUi  dst^ 
MVSfft^M^qíeíááT^báMd^  éHt  Iw^Kothírtéiilim  de  te  Ihbw:  sm 
lipiirié^iil»ii0oloiMttf,^'^i^tb )^  destt  reTolttdi<»;' la r«¿ 

l^kkridad  ^  4ÍIIISÍ  fá;<^»>pétidttiMoií  form&t  dedneoloMB  dite^ 

dhrMO^iaftJ  producto  ide  Idi  tectbí^eé^  90  ftindiiaiéiik)  cU  m  éí^ 
m6il^,  19-el  iitám«^<«ttgMM3&4é(  iM  ptiá^páie^  dhrinii^MM  y 

<>  {Bstef  prit)i^r'p«rfi9d0<iMi(lkiitil^  eonsatvó  ieoAcMMte^  en  te 
lÉélnoiia  déUán  %tíbii0«  Lód  piieblw  ti¿hMr  le  a|dieavon.«i  í¿6^ 
^  atíéüto  de  Veátitfi  pof*  Medí<í  det  tiaéM  fiíctor  mteire;  hix¿€T0  de 
jM^eeabrea  que  píeisKlea  á9a»!rehe,>delo9pktBetM  ^ae  ifiAujrea 
éCAiAlokm'eih  eJ  bedibre,  el  'perfod]»  qoed^  teamfomade  <e»  obb 
HtÁ^o  de  ftñUXdíM.  'Obtioordiir  las  .«pari0ii<sía9  celéatep  de  Metei 
M  ^  l^c6Í!lu&tee¿itl  ^n  Ide  del  Httcleitlafiti  dOíttalpnl,  dieron  íkU)^ 
i^tf  á  loé  eaeerdcAeír 'pÉra^]^r<$fétfda(i  aeditaeieitec,  y  ül  .paeU« 
fita  a^Mt  fae  oreéñdae  tielígiMae  del  aategoniscáa  y  dé  lab 
Mfbhae  efttÉe  IbiMtíLt&pttea  y  Qaetaakbatll 
^^  E^de'ttiay  aiitigtio/loa  urieindoi  en  la  éienda  de  loe  aetraé, 
Ik^biaiii 'ftéf^ide  aténliatoehte  el  <»ri^  del Toaattah  pórlaesfen^ 
"ÍÍÁBÍh  y  Aja  la  iiéna  eA  i\  eediMdel  mundos  loa  efok»  y  lostébexí* 
fée  ftupeliorei»  giMbaá  8cA)fe  elta  y  la  rodeaban.  Bl  mo^niteiitia 
flet*ip4dró  4e  lÁXvtt  etñk}^  ibtptaMA&  en  la  ee«rt(Áira  elmbólioii 
IRAt  élé()^)Ktth«ri01fiiT.  SstOB  eftÉft^o  motimienios  adirartldoi 
j^f^kaas^flé'erafeádaa'qne  eü»lervfl  «di  ^aMto,  no  «mnoiMi  qpü 
déet2iMi|i(>néaapbrm«etf  eni^  fijos  al  N.  y  ar&  diél 

•raedbl',  4  en^  kivgu^e  aeiMo^iMeo  to  de^tevmraacion  de  loe  soi»i 
Mlbiiyito4eá'eÍ^itl¿o6iO&(  lía^nB^emelen edde laanttfaábViM 
3J4ftr4áií>^nii  ai(ii«ít^pt^ao'debe*pMee¿tereéd  Ibe  oM^ein^doteet 
basta  fijar  sobre  el  horizonte  pnntos  aparenta  dé  •eoi]l|ite.M0hm, 
pe9ar(date7tnisiai}á|iíntél;aolriM>*fodos'loS}dt^^  nÍ4S(  pone  $or 
lifejif  ia«|»8dJigateS(al'2l  7  ni  O»;  nótMtt  Ja  deaviftcinn  hastaí  lA 
Ingar  fijo  hacia  al  N.,  sn  retrogradacion  hasta  otro  pnnto  fijo  ha- 
cia el  S.,  el  camino  eeoáániid  de  ^  y  ven,  y  por  áltímo  Mt  dnta- 
oiondeesas  evolacione8.«nLdnBiáBÍtea)  ««^gno^el  te«Éninnlb;4e 


t6» 

Chima,  (ly  <6*fttn  ttrtfeafla^'lliléáfir  éobre  las  rodsk  íé  Clmpült&peo, 
Aterminando  íós  solstibios  y  'idqüitioecioa,  él  éc^ddr'por  cotísé^ 
eiteneia,  y  la  álibeecióú  "tfó  la  metídiana:  Qa©  coboóían  el  Vetda-^ 
dero  meridiano  consta  de  las  obserTaciooes  dé'^n^b6tdt  y  de 
úfpíñOfiá^  trtéÉt^o^  <wto^atrfbta6;  también 'fea  tíékó^q^^ 
minaban  poi*  la  somlrríí  el  paso  del  sol  sobré  el  '-n^ístiio  meridia- 
no, 7  sns  dos  trátísHós  por  él  ¿ebit  de  la  ciudad  de  lléxico. 

Del  eolfifticiódé  estío  ál;de  invierno,  pasan  la  estación  de  estío 
eon  la  dntttcióií  dé  9Bfi  Áias  y  lá  dé  otofio  de  89,7,  for tiíando  nn 
total  de  183,3  días;  tenemos  del  solsticio  de  rñtiéfnó  kt  de  estío, 
el  invierno  qne  dnía^  69  días,  y  la  primaveTa  dé  ^,9,  es  dfecir, 
181,9  dias.  En  teoría,  ambas  duraciones  'dé  tíeúipo'  debían  ser 
ignales,  y  como  el  sol  permanece  como  estacionario  tinos  pocos 
de  dias  en  los  puiító.^  solsticiales,  los  piimitívos  observadores 
qne  este  cómputo  compusieron,  íiéñalaron  éomo  verdadero  valot 
de  aquel  tiémp'o  eú  180'dia8,  númetos  redondos.  El  período  te- 
nía por  iiftctorés,  el  fnhdametital'  20,  élutimeró  sagrado  de  los 
nneve  pAauettis  dérTonálamatl.  iSbaflo  kótar  se  compuso  de  dos 
veces  el  período  de  180,  ó  sean  360  dtt^s:  ijnedó  dividido  em  dos 
fraeeibiieér  ísifñétridas;  t^nnpnéstk  cüda  xtítá  de  nneve  partes  de 
SDdias,  en  qné  los  acotbpañados  6  áéfiói^éád^i  la  noche  dos  vBces 
podían  desarrollarse  idénticamente:  ¿obre  6siü  tiniéi^n  á  aco- 
modarse loa  trece  námeros  principales  dé  la  ciencia  adivinatoria, 
é  introdncido  el  ntievo  factor  prodttjo  los  cnt^ésos'resnltados  qnn 
nos  son  conocidos.  Si  afló  solar  qnedó'  apoyado  sobre  él  solsti- 
tíode  invierno.  .  .,,  . 

'Bet^nerda  el'BOO  la  división  enfados  del' círcnlo,  conocida  pcfr 
los  antiguos  ptieblos  civilizados,  y  la  del' afio  devanas  ^acióneSi 
oon  sus  tnésés  de  treinta  días,  correspondiente  á  ññ  zodiaco  de 
doce  constelaciones.  En  la  ciencianahoa,  los* nneve signofs celes- 
tes parece  que  corresponden  al  arco  del  horizonte  recorrido  por 
él  sol  entre  lórtrdpíbos,  nda  Vez  de  ida',  oti^a  de  Vuelta:  la'  ¿is- 
íha  divísioü'^  existía  en  el  cfarsó  diurno  del  astro,  nné Ve  signos 
para  el  día,  otros  nueve  para  la  noche;  nacía  de  aquí  tln  zodiaco 
de  18  signos,  cada  uno  dé  tos  cuáles  ocupaba  un  espacio  de  20^ 
en  él  círculo  níáximo:  estos- é1rank>s  diez  y  óciho  'meses  dé  W 
áiñSi.  VhtA  ajustar  él  afié  al  tíiovimiento  verdadero  del  sol,  fue- 


%  ajustar  él  añé  al  tíiovimiento  verdadei 


20 


ellos  el  auo  ^e  ^lu^o  de  SGS^dia^,  qaedaiidq  Ipe  siixiliarea  opma^ 
pe|$adizoB,  sin  cabida  ea  ípajiemdoa,!  9Ín  ^l  i^4^ip  benéfico,  da 
IcMB  ftignos  eele9ie8« ,  ,  .  .   ,     .,  .  ,.  ... 

Ii<')s  calcoladoxes  naboa  (qoiaiero^  concordar  Ifm  cómputoB  de  Uv 
Inniki  de  Y^nnAj del  Tox)8tiu|[t.;  eadecin  relaoíoxiav loe  calendar 
ríos  de.  260  j  de  36Q  díaa*  Np^da  má^  liat^ral  ijue  bu^oar^ .  por  Uk 
mnltípUcacipn  de  los  factores,  el  prodacjÜp  de>)tro  del  cnal  $e  er- 
xDQnizaran;  p^oeiélronee  en  preeeocia  el  StM  j;  el  X3  primitiiroe,  cqa 
el  9.  ó  más  biea^jci  dai>lQ  18.  dandi^  lugar  á.  estos  .períodos.  (A) 
a0xX9=26á»(B|*2qxÍ3xa=^2a40,  (O  2Qxl3xia-i690.  (P).36a. 
x'260=9d60Ór  (A)  :eala  novena  parte  4e  (^X.  (C)  v?xactttinent& 
igual  con  4oa;yeiie|i.  (B)v(D}  .contiene  .veint^  Y<»c§e,exac^a  ^  (C) 
7  cuarenta  á  (A).  (0]¡,  dividido  por  360  da  ppr  cociente  13;  diyir 
dido  260  produce  18;  í^íi  jí^cir,  13  p^riqdos  ^piares,. .igeal.  con.lS 
lona^res.  Bajorestos  elementcMi  se  desarroña^.f^ltiempoi    .. 

Presenta  el  añp^n^  anpn^álín  qne  no  d^1»e8e^p^ee^en  olyi-. 
do;  respecto]  del  pj^rio¡dp  4ff^2^  dia8^.,f^lQ,  eufnrta  360;  p^ra  el 
cómputo  astronppoicoy.pa^a  el  arxegla  4^1, ano, trópico,  tiei^e.365; 
cok  un^casp  ía  diÍBíCgiQJ^jea  iOO, ,en  el.ptrp  105  :dias,- JEJ  tla^lli 
contiene  l3  anqs  ^^p^etos  ó  jea^fi  36^  |iei:íodos  .trec^^le^^,  fu. 
decir,  47^  dias;  igual  coi|l  IS^p^jíodos  de  860»  igual  tcpn  18^  pe-, 
ríodos  de  260;^  igua^^con  (G),  ru^  j65  j$  seA  ^n  cusirto  dí^i  ¡^60.  'En^ 
el  ciclo  nienor  .compuesto  d^;lf]ie;c^trotl^pilUytepenios 
=d8Q80;.  iguaü  oo^.52  peripj^os.de,  860  ^áspipo  de260;de  losi  p^r 
ríodos  trecenales  1460;' cuatro  períodos  completos  de  4680,  máa) 
un  residuoi.de  260.  J^i  lp,a.£actor^e  y,  su^  pro^fitos  ,8ie,i^l,a^san»^ 
mjdZclaAi  p.7Pj4^^A  (;oi3pbinapíope6  pieI:^S|  r<:8ull^.9^dos  fíjof^;.  cons- 
tantei99epte  reapare(«e.;e^.loia  cájcnlos,  j  no:M;  land^vi^enAo  al-, 
gunp,paT^atri];)qir¡todo  enO;á^U]:v.con9Íiert9  d,eWdo  ala  siinple. 

c^sual¡d/v3.,  ,;••.  *  r.l.  ....'.       ■   .  ••;     -o'    .    -•      I    :,.  ,i 

JBjl,  cf^en^darío  ^ssí^  ^;e|i)iiQaelenven,tp^;  aparece  snl^if^ndo 

diversas  niodifíca^.ionpa  ^  ^ímbplp  iniciaJ  cb  los  sic^os^  en  J^ 

cie})oia  cQsp^ogQiMea^  fué  el^tf^ppaijl;  tecpatl^  el.  símbolo  4^1rfaeg9. 

arrojado  del  cíe  lo»  el,  producto  v  de.Io&dipses.y  de  las  di^a^jS^?'^ 

bre  1^  tiefrshr  el  qn^i^  dio/princijpip  á,  las  ciencias  ;  Á  ^^^ár^e^  el 

Teoteqpatl^  el  ^liofiaileXf  ,ocupa^^  l^ar  preferente  ^  el  Tpna|i|f^ 

matL  Eu  el  dia  ce  Tecpatl  fué  criado  el  universo:  aquel  símbolo 

sagrado  quedó  en  abandono  al  terminar  el  cu^t9  4^  loa  .soles 


166 

ODWK^nioos»  yélpriiKñpio  áelos  oiolos  oottenaá.  á  contain»  per 
toohtli; «a  ^deUntor  0I  toohtUira  hko  de  mal-afi^ro,  j  laiitedar 
n  da  los  añoa  7  k  fiMta  aialica  fiKirim  taraaladada*  al  inmedíatQ 
oiii^aQati.  í    í    . '  .; 

JÜs^  cambios  imtrodi4e?o]i  profandasTariaeioDes  en  lareabrue*^ 
tora  del  ciólo.  Los  aaos  teaiaQ  al  principio  por  signos  técpail; 
callit  iQohtii,  acailt  e^toa  místeos  signos^-  presidiendo  tecpaü^ 
disiiribQian  los  Yeint»  dias  del  mes  en  U>8  cuatro  qniniidnos^  loa 
sfsibolos  anaos  corriespondian i  Iqs!  diurnos,  dá,  manara  gne  et 
sño  t^pall  tañía  por  inicial  el  día  teícpatU  caUi  á  calli  4ca  Cuan- 
do al  aímbi^  iiiicíal  del  ciólo  pasd  de  ieopatl  á,  tocbtli,  el  míticío 
CSipaotli  QcxiípÁ  el  ppimer  lug^  de  loa  dias,  trastortiándoecf  el  ór.-* 
den  p^miti^p;  taopatl»  caUi,  iochtli  7  lacatí  dejaron  de  ser  iniciar 
le%  pediendo  su  lugar  á  abroa  diversos.  CipacUi  vino  ¿.predomí* 
nar  an  el  calendario  sola^i  como  predominaba  en  el  Tonalatnatl^ 
En  el  úlUmo  oambío  de  ce  tochtli  al  orne  aCfkt]^  los  sigBOfi  inicia* 
les  de,  año  no  sufrieron  trastorno;  pero  el  períodp  trecenal  yincí 
i  influir  en  el  número  de  orden  de  que. estaban  acompasados,  at 
principio  d^  los  anos.  ,>-    . 

Ht'chando  una  ojeada  sobre  Ipp  pueblos  civilizados  al  Sur  del 
em,tipf(Dte  americano,  vemos  que  los  astrónomos  peruanos  á  se* 
mejaoza  de  )pf,  azteca»  seguían  iQs.monrimieBtos.  del  sol,  de  1$ 
lana  7  de.  Venus.  Aunque  nq  se.  daban  cuenta  exaota  del  orden 
da:Ia.e3fera,  servíanles  los  astros  para  computar  el  tiempo.  Ll^ 
maban^  ^1  so)  Inii;  á  la.  luna, Qut7Za, diciendo  á  su coujunoioiimí^^r^ 
U, de.  Icf^ ¡una;  Y énuB  er|i  Cha^oa^eu  decir  crínit^  ó  crespa,  por  la 
la?  ^ue  arr<^ja;  entre  ]as  estrellas  llamábanles  la.  atención  las  C^«. 
bf itlsA.  l&n  cuanto  Á  los  mf  dios  prácticos  de  pbser^acion ,  es  qur« 
ripso  oír  al.Inca.Qaroilaza — "Cop  .todaísu  rusticidad  alcaLZfin>m 
loa  Incpusique  el  mpvim lento  del  sol  se  acaba  en  un.^ño,  al  cual 
llan^ar/op  ^y^^f^mj  ^  misma  palabra^  sin  mutación  alguna,  es  y#r-. 
bp  7  signi^pS;  atar,  Jj^a.  gente  oomun  contaba,  por  cosechas. — .11-; 
cfomaron  también  loa  solsticios,  los  . cuales  dejaron  escritos  cou 
ij^ñales  grandes  7  nptoriu  que  fueron  ocbp  torres  que-  labraron 
al  O^enta  7  otrus  pcho>f I  Pppiente  de  Qoa^, j puestas  <de  cua^rpr 
«ft  cuatro,  do^  pequeñas  de  á  tres  estad9Si  poco  más  ó  menos  di^ 
i4tQ^^a  ine<3yi^da  otri^  doA  grai)def;.li^ik  poqueñ|ks  ataban  de.  18, 
á20.piiso^  la  un^de  U  otr^;:á  loslfl4os  ^tro  tantp; espacio,  estat, 
hfoí  ka.  pitrafi  dof  >ones  grsn^esi  qn^  eran  xnupho  n^7pres  qup 


156 

lasque  en  Espa&i^'servíaii  dé  atalayas,  j  eatas^  gtandes  sef^iaii* 
de  jgiuur  lar  y  dw  ari»o  patla  qtiede66tibríekéii  m^jor  las  tortas  pe^ 
quedas^  el  especio  iqde  eniflre  Ituí  peqbeftae  babíá,  par  áéríáé  él  e^l 
pasaba  al  salir  y  al  ponerse,  era  el  panto  de  los  solstieidH.  lana' 
nsiM  tovres  d«l  Oriente  ooi^eepoudíatt  i'k«  etras  del  Ptmiédte 
dfarl  eoletieio  Ternal  fS  htemal.^^Pam  Wipifiearel  solstioiose  ponte 
ñ  Ipca  en  oievta  pvnto  al  salir  ^\^\  j  tA  ponerse,  y  mitaba4' 
tet  fe  salíay  se  ponía  por  entibe  las  áee  totireé  peqneñksqM  ésl»* 
ban  al  Oriente  y  al  Poniente,  laeónaAesycrdejé  enpiá  elañó  Í660.* 

^Contafon  los  meses  por  Innaey  no  porcina  y  aunque  dieron 
al  aflo  dooé  Innae,  como  el  afto  séltrkiteeda  al  lañaren  once  diae,- 
no  sabiendo  ajtistareimn6  eon  el  étro,  tenían  onenta^Km  el  te^^ 
TÍiniento  del  sol  por  los  sdletieios,  para  ajastar  el  afló  jr  eónlafló' 
y  no  con  les  lunas.  Dh  ¿staníanera  diticlían  él  uno  del  oir^;  ri- 
giéndose por  sna  sembrados  por  el  solar  y  no  por  el  lunar;  y 
aunque  haya  quien  di^qne  ajustaban  el  afioeoliar  con  el  lunar, 
le  engañaron  en  la  relación;  penqué  si  supieran  ajustatlos  fijaran 
los  solsticios  en  los  dias  de  k)S  meses  que  sdn  y  no  turieran  ne- 
cesidad de  estar  mirando  cada  dia  las  torres  para  Yer  el  salir  y. 
poneré  el  sol  por  derecho  dellas." 

'^También  alcanzaron  los  equinoccios  y  los  celebraban  muelle. 
En  el  de  Mar^^o  cegaban  los  maizales  del  Otfzeo,  con  gran  fiMM/ 
priocipahnente  el  de  Ocdlcampafa,  qué  era  como  jardín  del  eoL 
En  el  de  -Setiembre  hacían  una  de  las  cuatro  fiestas  principales 
del  sol,  que  llamaban  Oitua  Paymi.  Para  verificar  el  equiaoCoio- 
tenían,  collimnas  de  piedra,  riquísimamente  labradas,  puestas  x 
en  los  patios  6  plazas  que  había  en  los  templos  del  sol;  cuya 
sombra  obserraban  cuidadosamente  los  sacerdotes.  Tenían  laa 
eortimnas  piiestas  en  el  céntimo  de  uu  cerco  rédoVidó  muy  grande 
qife  tomaba  todo  el  ancho  de  la  plaza  6  patio;  por  medib  del 
cerco  echaban  por  hilo  de  Oriente  á  Poniente,  una  Hfh  que  pov 
larga  experiencia  sabían  dónde  habían  de  poner  el  un  punto  y 
el  dtro.  Por  la  sombra^quek  columna  hacía  sóbrela  raya,  veían 
que  el  equinoccio  se  iba  acércaiido;  y  cuándo  la  sombra  toncaba 
>á  raya  de  medió' á-  me^,  desde  ^ué  salía  el  fi6l  háistá  que  se 
ponía,  y  que  á  medicí  dla^bañaba  la  luz  del  sol  toda  la  oolnuma 
en  derredor',  fidn  hacer  soáibrá  á  parte  alguna,  decien  ^e>  siqtiel 
dÜBi  era  él  'edtíin^flll.'  EéfoiÉces'fl^ddraabsn  laM^  eotumnito'  éwai 
Ifoses  y  yéAfKñ' tñotfmtk  y  paulan  ebbr*  ellas  la  silla  del  sol  jr 


m 

deoían  qq^  fíqvifil  día  tfé  a^c^taba elsol^tiii  toda an  lius datleno 
anilaao  aobra  4%«6l)aa:Co)u«ia^&  Porlo  c^alaA  particolaü  adó?*. 
laban  al  aol  aqoal  dia  eoa  ikiajr'Orea  oateniaoiotiaside^fieskas  y  la 
pi^seiUabaii  ricas  olraitdaaf'  (1) 

Segua  el  xaibmo  ajator»  aoataban  Um  atiaaes  por  lunas,  Uamanr 
doáaiaboa  Quüla;  dividíatdea . ea  dos  mitades  eojütadaa  por  la 
cvaeianke  j  lá  mapgüiaijte  .dtíi  a4tro,  y  arrc^glaban.  las  semaiiafl 
por  Jos  cuatiias  del  aúsmo^  2^  jfcsiúe«4o  loadlas  oqmbra  parlácn*! 
Isr.  lioames^a»  .aa  .«1^70 .4rdea  ao  vaín  Asoaformea  tgdoa  los  imiío* 
lasy  aaUuoabail  Baja^i,  Pura  Qpi«q«i«  ó  Caaiay^  Hátqja  puony^ 
Ingalamo  PacfaiqMictiyi  ArÍKaa(|QÍt,>A.tmiQu^i]i  Áydáprai^  Aacaj^ 
Ca^qoi^  Chagaagilar4PÍ9,.yapaq^lz,  Coya  J^'cbi»  Orna  Rajiai 
Pachai(|uiz,  Aya  .Mavea  JBayiai;  esto'  fiQmaa4latiü:a . es  la.. de 

Balboa.  ,  .       ' .  . 

Loa  chibcbasi  dÍTÍdiaii  el  dia  Sua-  y  la  noche  Za,  en  cuatro  par- 

•«,1  >.•■  "»  • 

tes;  St*a  .mena  de  la  salida  del  sol  al  medio  dia;  Sua  meca  del 
medio  dia^al  ^oca^so;  Zasca  del  ooaao  á  la  media  noj^be;  Cag^ii  de 
lá  media  noche  al  orto  del  sol.  Tres  áias  formaban  xina  sen^ana, 
al  c;ab9  de  la  cual  babia  un  gran  mercado  en  Tmimequ^.  Diez 
semanas . cofnponlan  ^Imes  ó  i^na.luna»  llamado  Suna,  gran  ca- 
mino» puf(jue  .en  la.  lupa  Uena  tenía  ji^ai;  uq  gran  sacrificio  en 
la  plaza  pública,,  á  la  ci^ul  iba  desde  cacla.pjiieblo  un  ca,miuo  sina; 
fp^  arrancaba  de  la  casa  del  tithüa  ó  jefe^de  la  tribu.  El  JSu9ia, 
sin  embargo,  no  cojpeneaba  Á  contarse,  de^^ela  llena  de  Ja.  luna» 
si^p  desde  el  dia  siguiente^  Los  treinta  dias  de  i;na  lunación  se 
contaban  por  los  números  At^,  Bosa,  Mica^  Moiyluca,  iBisca,.Tai 
Gubupqua,  3^^bpza>  Aca,ybchica,  repetidos^ tf es  veces:  á  CuU«p- 
gua  de  la  prirpera  §érie  toca.ba  el  iJiltimt^  pua^to;á  Hisca.de  la 
segunda,  lá  coníuneion;¡á  Mica, de  la  tercbra,  el  primer  cuajrtQ  j 
i  Vbcbiliigka  la  ,luna  llena-.  Tres  pequeños  cicloateníai)  paraaíre* 
¿í»x  el  tieqapo;  el  añp.xúral  de  doce  lunas ,ó  .^uniacorrq^ondjfm* 
te  de  una  estación, de  lluyias  4  la  inmediata;  e\,zocarw6  ano  .civil, 
compuesto  de  veinte  sum;  el  ciclo  astronán^ico  ó.,  añp  délos  sa- 
joer.dc>ie?J,  cuya  duja<?ipfv.er¿íi  de,.treii\tay  siete  au/ia.  Estando  dir 
.yidido^el  apq.ru^al  eif  doce  lunas,  ^os  xcques  anadian  al  fin  del 
;terce^  anp,  ,un  tcjreex  Jueía  análogo  .al  jtm  da  los  chinp^. . , 

(1)  €húr«%ÍKe;  OétoenHurióédél' 9étú,  íib.'  2;  t«p,  d?.28;  Ub.  3;  éap.  22f,  libi  k, 
/9^.  .2P.  yé^^  tiimbúa  Moaiespcp»  SAemoÁfis  «^bre  al  Poní»» p49.  6S  y  101, .  Acoco- 
ta, Üb.  6/ cap.  8^  Femández,  HÍ8t.  delí^ení,  2.  "  parto,  lib.  3,  cap.  10.  Balboa, 
Bóst.  del  P«rti,  cap.  9.  Herrera»  déo.  5,  lib.  4,  cap.^!»*    .  ''  i-    '^*  • 


'^e  igual  manera  qne^  enbé  Im  pueblos  de  rasa  tártara,  ¿1 
eiolo  de  seaeota  anoa,  presidido  po#  doce  ania&al^a, estaba  divi- 
dido en  cinco  partes,  así  el  ciólo  de  los  Mayséas  de  veinte  años 
de  treinta  j  siete  auna  estaba  dÍTÍdído  én  onatro  pequemos  cidoK 
de  los  cnales  el  primero  cerraba  en  Aia<»,  elMgnndben  ti&(Af/rfca, 
el  tercero  en  ^MiíAtcAa  Aúea  j  el  cnabrto  éingueta:  representaban 
las  cuatro  estaciones  del  granda  iib.  Oada  uno  de  estos  ence^ 
rraba  187  lunas,  correspondientes  á  qnince  aSos  ebinos  j  tibé« 
taños,  y  por  consecuencia  iguates  á  las  verdaderas  indiccionta 
usadas  en  tiempo  de  Constantino.  Po:^  esta  división  d^  00  j  dé 
15,  se  aproxima  mucho  más  el  calendario  de  los  Muyscas  al  dé 
los  pueblos  del  Asia  oriental,  que  no  el  de  los  mexicanos  qué 
contaba  cíelos  de  cuatro  veses  trece  ó  ^2  años»  Como  cada  afió 
rural  de  12  y  de  13  suna^  se  distinguía  por  uno  de  los  dies  jero<» 
glíficos  representados  en  la  fig.  4,  y  las  series  de  10  y  de  15  tér- 
minos tienen  un  divisor  común,  se  sigue  que  las  indicciones  ter* 
minaban  constantemente  por  los  dos  signos  de  la  conjunción  y 
de  la  oposición.'*  •  ' 

''Al  priacipio  de  cada  indicción  tenía  Ingar  un  sacrificio,  cuyas 
ceremonias  bárbaras,  según  lo  que  sabemos,  parece  que  tienen 
relación  con  las  ideas  astrológicas.  La  víctima  humana  se  lla- 
maba guesa,  errante,  sin  casa,  y  quihica,  puerta,  porque  bu  muer- 
te anunciaba,  digamos  asi,  la  entrada  de  otro  nuevo  ciclo  de  185 
lunas:  sem^autes  nombres  recuerdan  el  Janua  de  los  rotnános 
colocado  en  las  puertas  del  ciclo,  y  al  cual  dedicó  Numa  el  pri- 
mer mes  del  año,  tanquam  bioifites  dei  menaeni.  (1)  El  gueaa  ere  un 
niño  arrancado  á  la  casa  paterna,  precisamente  de  un  pueblo  si- 
tuado en  las  llanuras  llamadas  Llanos  de  San  Juan,  que  se  es- 
tienden  desde  las  laderas  orientales  de  las  Cordilleras  hasta  las 
márgenes  del  Guaviare:  de  este  mismo  país  de  Oriente  había  sa- 
lido Bochica,  símbolo  del  sol,  cuando  por  primera  vez  apareció 
entre  los  Muyscas.  El  gueaa  era  cuidado  con  mucho  esmero  en 
el  templo  del  sol  en  Sogamozo,  hasta  los  diess  años  de  edad;  en- 
tonces se  le  llevaba  á  pasear  por  los  caminos  hechos  célebres 
por  los  milagros  de  Bochica,  cuando  ¿st«  les  recorría  instruyen- 
do al  pueblo.  A  la  edad  de  quince  años;  cuando  la  víctima  tenía 
un  número  de  auna  igual  al  de  la  indijocion  del  ciclo  muyaca»  se 
le  inmolaba  en  una  de  agüellas  plazas  circulares,  cuyo  centró 

(1)  Macróbios,  Hb.  I,  osp.  IS.  . 


169 

oenpÁba  titfa  elevada  oolamna.  Iios  peruanos  óonociaa  la  obr 
serviioiaú  gnnmónica:  tenían  gran  Teneraoion  por  laá  Columnas 
erigidas  en  la  eindAd  de  Quito,  porgue  el  sol,  seguq  su  dicho,  so 
eblocaba  inmediatamente  sobre  la  parte  superior,  y  las  sombras 
del  gnomon  eran  más  cortas*  que  eu  el  restó  del  imperio  úe  los 
Incas.  Lo^  puntales  y  las  columnas  de  los  muyscits,  representar 
das  en  muchas  de  sus  esculturas,  ¿no  serrirían  para  observar  la 
amplHúd  de  las  sombras  equinocciales -y  solsticiales?  El  supues- 
to es  tanto  más  verosímil,  cuanto  qtíe  entre  Ips  diez  signos  de 
los  meses  encontramos  dos  vece^,  en  las  ciír^^  tu  y  suhuza;  u;na 
cuerda  añadida  á  uo  puntal,  y  que  los  mexicanos  conocían  el  uso 
del  gnomon  de  hilos.'*  (1) 

Comparando 'estos  sistemas  croüológicos  con  los  del  Norte,  se 
advierte  que  soU  diversos,  presentando  no  obstante  algunos  pun- 
tos de  sermejanza.  Los  peruanos  y  los  azteca  pretendían  concor- 
dar las  revoluciones  de  la  luna,  de  Venus  y  del  sol.  La  cuenta 
de  los  pueblos  australes  se  buscaba  en  la  luna,  como  en  los  tiem^ 
pos  primitivos  de  los  nahoa;  contaban  por  meses  lanares  de 
treinta  dias,  de  los  cuales  conservaban  t(eminiscex)|pia  los  mayas. 
Los-  chibchas  al  fin  de  su  ciclo  niáximo  tenían  su  sacrificio  hu- 
mano, parecido  al  de  los  méxica  en  su  fiesta  secular;  el  de  éstos 
recuerda  la  fiesta  del  fuego  que  los  hindus  hacían  en  honra  de 
Darma-Bajafa,  aunque  allá  los  devotos  pasaban  cantando  y  bai- 
lando sobre  la  lumbre  que  les  quemaba  los  pies.  (2)  La  víctima 
guesa  eu  su  tiombre  presenta  la  niisma  idea  de  los  nemontemi  y 
de  los  dias  complementarios  de  la  península  yucateca.  Los  días 
se  suceden  por  series  y  los  cómputos  se  desarrollan  por  el  en- 
lace de  los  diversos  términos*  Se  comprende  que,  en  tiempos 
remotos,  debieron  ser  mucho  mayores  los  puntos  de  contacto. 

Los  pueblos  civilizados,  de  México  y  Michoacan  hasta  Nica- 
ragua, patece  que  bebieron  en  la  misma  fuente.  Cada  uno  puso 
nombre  á  lós  meses  y  á  los  dias  en  su  propio  idioma;  con  peque- 
ñas variaciones  es  la  misma  la  división  del  año,  y  se  apartan  en 
la  intercalación  parA  ajustarlo  á  la  marcha  del  sol.  Los  zapoteoa 

(1)  Humboldt,  Vnes  des  Cordillires,  tóm.  U,  pág.  2^-67.    Eceqniel  Vricoechea, 
llémwia  iite»  ]M«tisfM«aes  NM^gndbd^ 
tora.  IV,  pág.  138. 

(t)  Xonno  CeUda,  HUk  daiciip.  f  lUwttes  ds  las  HUgtorfic^  iovL  I,  p^^.  Mf« 


m 

89  Bey  aran  de  t^dps,  cotnsi^^Tafidq  mt^oto  el  priwtiyp,  pal^p^dfttíQ 
lunar;  ei^  esto  pi^n^o  e^táu  á  la  aíti^-a  de  1qsi  johilpchaf^  pf^^OQ 
<jue  5obr^  ell^^  no  |j;vieroDi  ií?flpio  ÍHftdoeti[ipjaajde^Qiíjetzalcoat^ 
Jjos  matlatzínci,  üptrpducto^eB,  a.epfifi.  pre3upÍ5^f>,9,,,(ilel  cajeníjía-; 
ríy  en  Micthua^í^^  4e&ponocen  ,el  Rerípdo  ^^exí^ií^J.^  (jp^^^ai^iX^  dfi 
f andamento  al, có^pu^oj^^^^^  S¡n,d^t^^^^J^^^        toJf 

teca  lleTa.ron  la  i^l^ijppjft.9prreccÍQi^  de^eu  (50JDpLputo^.c^Qnpló|gicQ  ái 
Yucatán;  p^ro  los  iiia^a^^pu9bJ,o  m.Tf/antJ^iio^.tieuíf  yp»  a\^  ci^leii- 
dario  conocido  C5?p.pflS.;po;p|^re»^n^<?io»^J/58:  de.ellqoj,  ftíi^  .epí^baj?* 
go,  algunos .sqn  d^^^pngpfdqs  en  la  lep^^uft^.lo^ -otirq?. pQrti^^c^ii 
á  la  de^Cliiap^s.^  Loí^  phippappp^^  flu<^  tap)bie?i.lia(Qe|q  ala;rfJie  de 
muy  grande  antigüedad,  ofrecen  eñ  la^  denpipj^n^i^f^e3  fia  IpA 
dias.yidfi  lo^  »ií^9^  sonf^op^e.Jíil^Qpi^apa^ria.y^ 
tomados  del  zotzil:  ellos  consejry^ron,  para  s^us  adivinaciones  «el 
periodo  de  fíiete  dias,  ignorado^  epja^  co^tun^bje^^jiíí  ,1a*  ^en;ip,f 
•  naciones.,  De  esto¿  cortos  datos  nq  pocjemos  tonxar,ftui,damiento 
para  de^ucir^  cual  de  iaq.uell<^9  pu^l^Joa  fuá ^  el  iuveníto.ir  4e\,pr^ 
naitivo  sistema:  la  bís^oria  uqs  autpriea  par»  ^segu^ftr^  iq[ue  .lo# 
tolteca  son  los  autores ^e  la  fornia^noder^^a*  ',    i  .; 

*  Entrando  en  lacuestipp  de  Q?:ígen,  HuinboUU^(l)  emijfe  r^zot- 
nes  concíiiy.ente,9  par^^asignar  el  Asia.,  Spm93^b^9lutaments.d/^ 
la  misma  opinión,  tr^tái)dpse  4©  la  ^P^.oft  iPFi^útivA»,  PP^,^  .par^ 
la  moderna,  pretendíaos  tener  expli^juqioi^.  dj,iíersa:  sia  ejQibairi' 
go,  el  ilusfire  sabio  no^  prestará  susfelqcu^ntes.palabr.^s^  JA^^^ 
madas  en  extraqto,  ya.jyl  pié  de  la  letra,  j  ^  eíl^  yi^ijíeino^  la^ 
humildes  nuestras.  :i     . 

lios  nahoa  contaban  ^eldia  desde^e^  .prto  d^l  ^pl,,,  ctpnqo  loa 
persas,  los  egipcios  j  babilonios,  y  lí^^^ayor  party^  dja  ÍQ^^pu^* 
blos  asiáticos,,  exceptuando  ,,log  .chinos.  ,1,1^  dÍT^isi(jp^.del  .día -^f^ 
ocho  partes  es  propia  de, los  hindu^  j  .de.l9p¡rfli|a%nofi  ,J^e.la  ee- 
mana  de  sietQ  dias  conservaban  el  recuerdo  las  tribus  de  Cbiapa 
y  Xoconocnco.  En  el  calendario  l^ndu  la^  fieslf^p^js^ij.  Ip^igy^^ei^; 
los  doce  meses  de  treinta  dias  pe  ^iv^den  e,p  dos  (}i^nce:|^a^,^¿i4T 
miñosa  j  08Gura/qxi9  comiénzala  re^peipjjily^jgpip^Qte.^gprf  la?  lv>P9;f 
nueva' y  llena.  (2)  *       . 

El  medio  de  distinguir  con  signos  los  años  del  ciclo,  es  idén- 

<!)•  Vk6B4M.Coiüll¿iMj  évUbleM  la dbotiliM  y% «vÉbndtf  éA ^uHÁÚtoAo é» loft 

mexioanos,  ya  del  de  log  muyaoas.  >    '    . 


161 

tico  ftl  empleado  por  hw  ki&duB,  tibetánoa,  obinósv  japobeset^ 
•iros  poftbtoft  aaiáticoa  de  raza  tártara,  quienes  distisgueB  loa 
BK869J  los  anee  por  aéríés  periódicas  con  distintos  térmiQok; 
kw  yéinie  aigooa  nahoa  recuerdan  los  yogas  del  almanaque  aa- 
trologico  de  lioa  bíndva/  añadidos  á  loe  28  dias  de,  los  mokes  liá« 
Bares.  "Dal^n  iírter^s  particular  los  mexicanos  i,  los  aeimteei- 
ffikhfcos  Éucedídos  en  los  Cuatro  dias  de  los  símbolos  del  cíelo; 
la  misma  superstieion  se  encuentra  entre  los  persas,  quienes 
para  dar  na  aigikp  á  oada  dia  del  mes  Y^^^f^^'^^'  anadian  A  loa 
4ooe  espíritus  celeste»  de  los  meses,  18  ministros  de  orden  in^ferioT. 
Los  mexicanos,  tenían  for  feliz  él  dia  que  Ueyaba  el  signo  del 
Afio,  los  persas  distinguían  los  días  presididos  por  el  mismo  án- 
gel que  presidia  el  mes/' 

Losnuére  slpñoresó  acompañados  de  la  noche  recuerdan  los 
aneve  ^rq.s  astrológicos  de  los  pueblos  de  Asia,  quifffiea  unían 
á  los  siete  planetas  visibles,  dos  dragones  inVisibles  que  erati 
causa  de  loe  edipses.  Los  oíaeo  días  complementarios  del  año 
persa  se  llamaban  pendjeMdauxditieh,  furtivos. 

"Yamos  á  probar,  como  antes  ofrecimos,  que  la  analogía  se 
muestra  principalmente  en  la  división  del  tiempo,  en  el  empleo 
de  series  periódicas  y  en  el  ingenioso  método,  aunque  embara- 
J9D8C)  y  complicado,  de  no  designar  por  cifraslos  diasdel  aSo,  si- 
no por  signos  astitológieos.  Los  tolteoas,  piztecas,  chiapanecas  y 
otros  puebloscde  raaa' mexicana,  contaban  por  ciclos  de  SÍ  años, 
divididos  en  cuatro  «períodos  de  trece;  los  chinos»  japoneses,  cal- 
Buicos,  iBongdles,  mantcbo^  y  otras  hordas  tártaras,  tieiren  ci- 
elos dé  60  anos  di^vididosén  eipoo  pequeños  periodos  de  12  años. 
Los  paeblos  da  Asía,. así  eomo  los  de  América,  tíeneü  nombrtsfs 
pafletíonlares  pava  losados  encerrados  eh  un  ciclo;  todaívía  se  di- 
esen Lassa  y  en  NáDgasa<£ki,  oomootto  iifempo  eü  México,  que 
éste  ó:  aquel  acoro técimieato'  tuvieron  logar' en  año  del  •  conejo, 
del  tígré  ó  del  perso. '  ]Ringuno  de  esos  pueblos  tenía  uu  nombre 
partíijalar  para  cada  uno  .dé  los  años  del  ciclo,  phr  lo'cual  dg- 
bfanda  recuarrir  al  artificio  de  la  oorrespoindisnoiá  de  las  serias 
periodieásJ  Estas  entre  los  mexicanos  eiraa  trece  números  y  {cua- 
tro signos  jeroglíficos;  en  los  pueblos  del  Asia  arriba  nombrados, 
las  series  no  eran  de  números,  sino  de  signos  correspondientes 
á  las  doce  constelaciones  del  aodiapo  y*  por  los  nombres  de'  los 

elementos,  que  considerados  eomo  macho  y  hembra  ofrecen  diez 

21 


162 

Mminof.  Bl  espíritu  de  estos  métodos  es  el  mismo  en  1»  oró- 
nblc^ia  de  loe  pueblos  amerioanos  y  asiáticos,  quedando  la  Ten- 
taja  de  la  simplicidad  de  parte  de  los  primeros.  Para  designar 
un  japonés  la  época  en  qae  un  Daiaí  subió  al  trono»  no  dice  que 
faé  el  año  cuma  (caballo),  del  segundo  período  de  doce  afios,  si- 
no que  nombra  el  décimo  noTeno  año  del  cielo  agua  mncko^  oot- 
haJlo^  colocado  entre  los  años  metal  hembra^  serpiente.  Para  darse 
idea  olara  de  las  seríes  periódicas  del  calendario  japonés,  es  pre- 
ciso recordar  qne  aquel  pneblo»  á  semejanza  del  tibetano,  caen- 
ta  cinco  elementos,  á  saber,  la  madera  jfceao,  el  fnego yíno,  la  tie- 
rra toií^no,  el  metal  ó  plomo  hcaañuo^  j  el  v^a  midamo:  cada  ele- 
mento es  macho  6  hembra,  según  se  les  señkden  las  salabas  je  6 
to,  distincioií  qne  también  se  acostumbraba  entre  los  egipcioa. 
Para  distinguir  los  60  años  del  cido,  combinan  los  diez  elenien- 
tos  <5  principios  terrestres,  con  los  doce  signos  del  zodiaco  lla- 
mados signos  celestes."  (1) 

"£1  uso  de  las  series  periódicas  se  encnentra  también  en  Chi- 
na, en  donde  10  kan  combinados  con  12  tcki  sirven  para  designiir 
los  dias  6  los  años  de  los  periodos  de  60  dias  ó  de  60  años.  En- 
tre los  japoneses,  los  chinos  y  los  meucano?,  solo  sirven  las  se- 
ries periódicas  para  distinguir  52  ó  60  años;  por  el  contrario,  los 
tibetanos  han  complicado  de  tal  manera  el  artificio  de  las  series, 
que  tieuf  n  nombres  para  192  y  aun  para  252  años.  Al  designar 
Y.  g.  la  época  memorable  en  que  el  gran  Lhama  Ean-ka-gnimb6, 
con  el  consentimiento  del  emperador- de  la  China,  reunió  los  po- 
deres eclesiástico  y  secular,  los  habitiintes  de  lihassa  citan  el 
tAo fuego  mascudinOf  pdgaro,  (me  po  ciaX  del  décimo  cuarto  eiolo 
transcurrido  después  del  diluvio.  Cuentan  quince  elementos; 
cinco  del  género  masculino,  cinco  del  femenino  y  cinco  neutros; 
combinéndoles  con  los  doce  signos  del  zodiaco,  dejando  de  nom- 
brar los  primeros  doce  años  del  ciclo  hastadespues  de  los  signos 
celestes,  sin  unirles  ningún  elemento,  obtienen  denominaciones 
para  12xl6+12»192  años.  Añadiendo  60  años  designados  por 
la  combinación  de  los  diez  elementos  masculinos  y  femeninos 
oon  los  doce  signos  del  zodiaco,  forman  su  gran  cielo  de  262 
años.**  (2) 

(1)  Taw  dtt  eotdiaMrefl,  Wm.  I,  {Kg.  8S4. 

CS)  YnMim  CoéáSBktkn;  tom.  I,  pág.  990.  ' 


'^zaminemos  ahora,  la  a^if^ogía  qae  ofr^can  las  denoiQJnacip- 
nea  de  loa  dias  mexicanos  con  las  de  los  signos  del  zodiapn  tibj^ 
tanoy  cíiino^  tártaro  y  mongol,  la  caal  es  palpable  ep  los  ocho  je- 
roglíficos aíl^  ctpacílif  ocdoüy  tochili^  oohuaÜ^  cuahutli  ozomaili  é  ^- 

"Atl^  >^gna,  est^  frecuentemente  designado  por  nn  jeroglificó, 
cujas  Hneaii  paralelas  7  onduladas  recuerdan  el  signo  qtre  ahora 
empleamos  para  designar  el  Acnario;  eí  primer  Ue  ó  eatasterüi- 
mo  del  zodiaco  chino,  la  ratacAov,  también  se  encuentra  frecuen- 
temente exprefrado  bajo  figura  de  agua.  Aconteció  un  gran  dilu- 
vio en  tiempo  del  emperador  Tchohueii-hia,  j  el  signo  celeste 
hiuen-hiao,  que  por  su  posición  corresponde  á  Acuario,  es  el  sím- 
bolo de  aquel  reinado.  Así  es  qae,  como  lo  observa  el  P.  Souciet 
en  bus  indagaciones  acerca  de  los  ciclos  Jf  de  los  zodinoofr,  la 
China  y  la  Europa  están  de  acuerdo  en  representar  con  nombres 
distintos,  el  signo  que  llanuimos  amphora  6  aquaritis.  Entre  los 
pueblos  occidentales,  el  agua  que  sale*  del  vaso  del  aquarius  for- 
maba también  una  constelación  particular,  á  la  que  pertenecen 
laa  hermosas  estrellas  Fomahnvd  y  Deneh  hxxtos,  como  lo  prue- 
ban muchos  pasajes  de  Aratus,  de  Geminus  y  del  escoliasta  de 
Germínicus." 

*^Oipactli  es  un  animal  marino:  este  jeroglífico  ofrece  grande 
analogía  con  el  Oapricornio,  llamado  por  los  hindus  y  otros  pue- 
blos del  Asia  monstruo  marino.  El  signo  mexicano  indica  un  ani- 
mal fabuloso,  un  cetáceo  con  la  frente  armada  con  nn  cuerno: 
Gomara  y  Torquemada  le  dicen  espadarte^  nombre  con  el  que 
los  españoles  designan  al  narval,  cuyo  gran  diente  es  c(»noe:do 
por  cuerno  de  unicornio.  Boturini  toma  este  cuerno  por  un  arpón 
y  traduce  la  palabra  cij)actli  por  serpiente  armada  de  arjconesm 
<Sonio  el  signo  no  representa  un  animal  real,  natural  es  que  su 
iorma  vatié  más  que  la  de  los  otros  signos:  alguna  ves  el  cuerno 
aparece  como  una  •  prolongación  del  ocico,  como  en  el  famoeo 
pezcflcyona^iie,  T^presentadoen  lugar  del  pe:s  austral  Va  o  el 
Centre  del  Caprieomio  en  algunos  planisferios  indios;  algunas 
Teces  falta  enteramente  el  eaemo.  Observando  las  pinturas  7 
los  relieves  antigaos  se  descubre  lo  mal  que  hicieron  Taladla, 
Boturini  y  Cl'avigero»  representáudo  el  pifitóer  jeroglifico  de  los 
-dia»  mexicanos  como  tiburón  ó  lagarto:  M  el  C¿d.  Borgianola 
4>abesa  del  oipactli  et  semejante  á  la  de  un  cocodrilo,  y  Soníimit 


\ 


164 

'At^  éste  nombre  al  diecimo  signó  del  zodiaco  indío^  que  63  núes-- 
tte  Capricornio.**     , 

•  *^Ocdotl,  tif^re^  el  jaguar  (felis  onza)  de  las  regiones  cálida?  de 

México;  tochtli,  conejo;  ozomaUi,  el  mono  hembra;  üzcuintli  perro;. 

jqohvatl^  sier píente;  p  ttau/¿¿7í^  pájaro;  soi|  ^^tastoriamo  que  bajo  lo? 

.«i,i«mo3  nombres  se  pncuentran  en  el  zodiaco  tártaro  y  tibetano.  ]^n 
.^^trpnomia  china»  ]a  liebre  no  soio  designa  el  cuarto  («íe  ó  signo  ' 
. ^^^^iacOjí sino  que  %&  le  mirii  en  la  lunja^q^e  d^sáe.la ópqca  re* 
.  4fto,t^  jdel  fe^n2(do4e  ^ao  .e^atabaffigu^a^aconiQ  up  di;$co,.  dentro  del 

.cualJiubía  una  liebre. senjkada  sobre.  las  patas  traceras,  dando 
..TiieH{is  á  mi  palo  dentro  de  nn  baso  cual  si  es^taviera  ocupada 
■:  ^  haoer  nxai^tequillA;  idea  pueril  que  puede  haíi^er  nacido  en  las 
.  estepas  de  la  ^artari^y  habita^a^  por  pueblos  paatores  y  en  don- 
.  der  abundan  las  Uebres.  El  pigno  ozqnwfli  d^Xos  n^exicanos  co^ 
^  ^e^ppnde.  al  lieau  de  los  chinos,  ^.petcl^i  de  los^j^antchous  y  al 
^.prehotí  de  lp9  tibe  taños;  los  tres  npnibrpsde^gnan  el  mismo  ani- 
.mal.  Pracion  parece  3er  el  signo  /¿an?/ani.tan  conocido  en  la  mi- 
.  biología  d^Í03  indiis;.y  la  posición,  del  astro»  9olocadoen  la  mis- 

.m^línea  de  los  Oemelos  y  el, polo  de  la  eclíptica,  corresponde 

exactamente  al  lugar  que  ocupa  el  signo  en  el  zodii^'Q  tártaro, 
^l^ntre.  Cájioe^  j:  Toro.  En  el  ciclo  de  los  ^abes.se  encuentran 
.  .también  mo^po;  son  las  estrellas  de  la  .constelaoion.delpan  ma- 

jyor,llamad,os.j^Z  curúd  §n  elcatálpgp  de  Kazwiní^  JEnlroen  eartos 
.^jioi;{^^Píce^,  r^Bspecto  del  signo  (?iw7í^q¿?í,.pp^  de  la 
.^zquft  tórrúú,  .colocado  entre  las  cpn^telacioAe^  dp  los,  pueblps 
,  ip^i^go\es,  ii^ftulichoas,  ^tec^ay.toltecas,  es  pjjnto  miiy  impor- 
,  ^ntie  J}p  EÓlq.pi^rfi  I^  historia  de  la  astronomía,  sino  también  pa- 
[  ía  U  Í(;le  ]^3  ^emigraciones  de  los  pueblo^;;. .,._., 

V  "iPfi  9igí^  iéf|fi^i'i^t^h  pBrro^  nesppnde  .aLadftepQPxUtii|KK  signo  del 
, .  f^di^csp,  tárti^Pk  al  %<  ^  Ips  tibati^np»;  al  ñobc\i  á^  io»  mant<^ous 
cy  wlM  d^,}os  j^piipsQs.:  I^Meaaiel^k.Gattlpil^iieeljjperri^  delzp- 

z^¡HiPi\ÚQ;mtf^ñ  l^'ifí^WlAq^  ¡i^ÁVík^  dtoirád;«i%^q'tío»9C^«;  Áa 
(^nám  ]d^.  ^P%if  ig4P^.  im^  c^QmjieA^ieoíi.  la;r4itft».i4^i»iiMi  üsáces  .Mtá 
.Ktí^iM^^W^^  Jkf^^  porrUA  pexrp  ci^ítarcQu»  £ifitarA;k>»/xá^canDs^ 
•^^Uzí^ivMh^^f^fS^^c^W^^  vnofk  feli4M|iiÓ9A(d(vsa>  íUamiuba. 

jií^AM^f  <l^^u3(l^^.^n^^^  ^  otroitiempoi  oiertod  eaaidr'úpe* 
t4QHii^^9^í<^^W9<4^o  <^il^  yBzpairtioip^laM  (kl.pearro  y  di^Llobo,  y 


196 

que  Hernández  nos  ha  hecl^o  conocer  imperfectamente^  la  rasa 
4e  asios  animales  conocidos  bajo  el  noijibxa  de  xoloitzcuintli^  íUit 
cmtipozoíli,  tepeitzcuinüi,  yerosímilmen^ no  ha  sido  ,destraida  del 
todo,  siendo  probable,  se  haya  ir^tírado  á.loa  ^opgi^ea  xnás  99^^^  - 
nos  y  apartados,  porque  en  la  parte  del^aís  qae  he  recorrido 
nunca  he  oidq  hablar  da  un  perro  salvaje,  Ijo  Gentil  y  Baill  j  co* 
metieron  un  error  al  decir,  que  ¡apalabra  mecA/r,  que  clesigna 
nuestro  camero,  significa  perro  salvaje;  esa  palabra,  de  la  leu-  ' 
^a  sanskcrita,  es  el  nombra  válgar  del  cordero,  encontrándose 
empleada  mar  poéticamente  por  un  autor  indio,,  al  describir  el 
combate  de  los  guerreros,  diciendo^  *'qae  sus  cabezas  erai^  do^ 
mecha  (carneros),  porsus  brazos  dos  elefantes  j  por  sus  píeseos  . 
nobles  corceles."  r  •  i 

'^La  tabla  aig}lielft^  contiene  los  ^ig;aoiddl  zodiaco  tártaro,  j; 
los  dias  del  calendario  mexicano/*  .    / 


/, 


ZodU«Q  d^  los  tártiuroi  ^Bunto^^ip.  gpdyep  á»  lo»  muTÍftapoe, 

■*"  •  •         '       i    .  .       .     »"^  -.     ». 

Pm#,  tigrp.  (.  Ooe^/ílr  tigrew 

Ta^uifú,  Jtiebre.    ,  .  TochUi,  Jtiebce,  ooofóck 

Ifognit  aerpiw^-  .  .OoAuajH.Hftriíieiite»  •  ;  . 

Nohaíf  perjco. ...      ;  .    ,  J/spu^Vrí/tV {mrra 

•  JTfJtfa,  p.ájar9>,gaHi{ia.v  .  .    í?íK<í*Wtí|  páJAtfQ»  ríguiíU^. 


^t 


j  •»'•• 


**Sili  inoluir  Ib»  jerolífloos  agua,- «tí,  y  el  mnñsítruo  tM'riuAúí^'' 
pcuHU,  qxMQ  iam  paFpabl&atit^lbgia'^ofrefceíi  éoti'los  c&taftteri^méS' 
de  Aettai^io  j  C!apricomi(i,  los  seis  fApfñn^  del'  zodiaco  tátiiáro  qiMÍ '' 
86  enooe&ttfan  em  él  eatondari^  ifi(íthMvñd;'ík)nsQfic)eM^9pÜraRa*^^ 
eer  extrettadaiUéftle  probe^bW/^ué  los  puebles  dé'ló9  Víoií  conÜ-*  t 
nente»  tomancm  «m  ideá«  asIrMágieaü  Y^i^^k 'mid¿áA  ftíénte;'  tater ' 
razgos  de  semejnn^,  "sbbi-e  los 'ctiates<ii!r»T8fit¿b»,  'úó  ésfán  toméir' 
doS'd« pinturas  infórmete 6'Hleg¿ric&<r; qué Bé^ptetíbéná  9ér iuMr*'^ 
preiadaa  «ártaú  ehhAt^ú  }M  hipótésis'<](ae^e  pretenda  ^étabfó** ' 
eer.  CoaisiritándD  las  obraa  Mittpue9tei<i4éi^é'él  prlübipló  de  lü 
confpitsla)  j«  potdfcJs  autoras  indh><»,7Vi^poi<  Ic^  e^áftafés/todos'^ 
los  cuales  ignoraban  hasta  la  existencia  de  un  zodiaco  tártaro, 
se  descubre  que  en  México,  desdp  el  pi|^o«étim9  de  naestrar-Qr^ 


166 

se  Damaban  los  dias  tigre,  perro,  mono,  conejo,  como  ahora  en  to- 
dala  Asia  oriental  se  dan  lo^  mismok  nombres  d  loa  a3(fs,'e a  tibe- 
taño,  tártaro,  mantchon,  mongol, 'baltñ^co,  chinó,  japonés,  cores, 
y  tín  Itó  lénfífütás  Be  Tonquíh'  y  de  Coóhinchina.^  (1) 

Hasta  aqai  la  copiál  ,Ño  la  proseguimos  porf^iu'é  sería  preciso- 
tomar  entero  el  precioso  trabajo  del  sabio  barón;  bastÁ  lo  expues- 
to para  adoptar  la  conclusión  .de  qué,  el  calendario  meücanó  tie- 
ne origen  asiático.  'l>ébemo3  hacer  estas  salvasila  semejans^a  de 
]o^  condisimientos  cronológicos  no  establece  para  nosotros  igual- 
dAl.dé  raza,  ni  descendencia  próxima  de  los  americanos  de  los 
pnebliís  asiáticos;  significa  solamente  relaciones  casuales,  ó  bus- 
cadas eutre  ambos  continentes.  Éstas  relaciones  son  muj  auti- 
gna^t;  pertenecen  á  la  época  remota  dél  calendarlo  azteca,  á  su- 
form  ioíon  ptimitira,  á  la  ementa  de  la  luna,  j  tal  vez  a\iñ  á  la  de^ 
Venus.  .... 

Sespecto  de  la  época  moderna,  nuestra  opinión  es  diferente*- 
La  ultima-forma  del  balenáario  es  lá  tolteca,  introducida  por  el 
gran  reformador  Quetzalcoatl.  Para  nosotros,  el  hombre  blanco 
7  barbado  es  un  misionero  islandés.  De  este  hecho,  que  nos  pa* 
rece  deonostrado,  inlerimos  que  la  estructura,  el  h^tento  y  el  re- 
sultado del  teléndario  azteca,  son  idénticamente  los  mismos  que 
los  del  calendario  juliano:  los  mismos  365  dias  en  un  i^o,  con  su 
día  intercalar  cada  cuatro  *  años,  como  genuinatnente  se  ha  con- 
servado en  el  calendario  yucateco.  Se  pregnútaifá,  si  tal  origen 
suponemos  á  la  corrección  de  Quetzalcoatl,  ¿por  qué  no  se  en-* 
eaapjU*a  ^l  periodo  de  siete  dias  de  la  semana,  ni  la  división  en 
doce  n^eses,  ni  la  duración  de  éstos?  La  respuesta  nos  parece  ob- 
via» los  tolteca  tenían  ya  su  almanaque  propio,  fundado  en  sas  pe<- 
ríodos  detenaiiiados,  con  sus  facttores  simbólicos  consagrado» 
por  las  oostuDibret^  xeligipsas;  no  admitieron  eómputo  nuevo,  si- 
np  solo  el  cálculo  que  arreglaba  al  ano  el  movimiento  del  soL 
No  podían  convenirles  los  meaea  desiguales  de  origen  romano, 
ni  las  denominaciones,  ni  los  miamos  extranjeros^  para  ellos  sin 
sigaificado;  sobre  el  mc4de  que  les  era  conocido  fundieron  los 
nuevos  cálculos,  que  les  parecieron  más  exactos  que  Ids  suyos,  y' 
da  aquí  sos  ingeniosos  esfuerzos  para  ooaoordar  las  stfraa  astro- 

O)  T«M4i«OoráiIIM«,  Um*  IX,  pág.  13  7  fig. 


167 

lógícaii  20»  13,  9  7  el  período  de  260  dias,  con  los  nuevos  perio« 
dos  de  360  y  de  365,  para  salir  á  la  combinación  de  los  ciclos  de 
52  años:  aprovechadas  aquellas  nociones  por  los  astrónomos  mé- 
xiea,  resultaron  las  diversas  intercalaciones  que  llevaron'  el 
dilcnlo  á  tan  sorprendente  exactitud.  En  las  dos  épocas  que  nos- 
otros distinguimos  en  el  calendario,  en  la  remota  vemos  una 
oomnoicacion  con  Asia,  en  la  moderna  una  comunicación  con 
Enropf :  el  Mundo  nuevo  ha  tenido  relaciones  con  el  Antiguo. 


/ 


1     . 


f.'     • 


í .  . 


I        •  .»   t 


,  •  /    •     ■ 


»• 


*  *  •  »  • 


LIBRO  V. 


CAPITULO  L 

Geoqbafia. — ^Imperio  mexicano. 

SiUnmn  y  limiteñ.-^DUüiones  poUUcas.Suaíitecapan.'-'Otomiei.'-'ToUmaca. — 
JiíatlatziTioa,^  OeuatMa,^Provtnoía  ds  ln  TeotldlpaTh.  "ZotvUoUan.'-CíutlaUoa, 
— TlahiUea.^Cohttixea,—'  Topi  ó  tlapaneea,  •^Jfuehco.—M'ísBteca.^  TradicUmeB» 
— ChaUno», — Oh-uehones  y  popolocos, — Cuicateca  --Mazateoa, — Oh£nanteoa, — TVa-' 
poUoa,  Leyendoi, — Chántales,  —  Triqui». — ffuavss,  —  if ¿c». — Zoques.  —  CJdapa- 
neca.-'Xooonochoo.—  Ouetlaeht¡an.--CoaU<ieoíUco. — Provincias  centrales.-^ VaUe 
áe  México.-^  TlaxcáUa.-'O/ioloüan.'-fftíexoUinco. 


CUANDO  las  haestes  castellanas  derrocaron  los  tronos  de  I09 
soberanos  del  país  de  Anáhuac.el  imperio  de  México  era  el 
mayor,  principal  y  mis  poderoso.  Se  extendía  próximamente  en 
tre  los  20*  30'  y  15^  de  latitud  Norte.  Al  N.  los  límites  no  estaban 
bien  definidor,  confinando  por  aquel  rumbo  con  tribus  broncas, 
sin  domicilio  fijo.  Oünfinaba  al  O.  con  el  reino  de  Tlacopan,  y 
con  el  reino  de  Michhuacan  en  lindes  que  en  su  lu^ar  señalare- 
mos y  venían  á  terminar  en  la  desembocadura  del  rio  ZacatoUan. 
Al  SO.  y  al  S.  eran  suyas  las  costas  del  Pacífico  hasta  la  remota 
provincia  del  Xoconoshco,  cerca  de  Iqs  7*  longitud  E.  Al  NE.  y 
B.  le  correspondían  las  playas  del  Golfo,  desde  una  fracción  del 
Huastecapan  hasta  la  desembocadura  del  Coatzacoalco.  Al  E.  ñ,^ 


169 

nilmetíte  le  sertfá  de  linde  el  mismo  Coad^aeoftlcfo,  y  abruando 
la  provincia  de  Ghiapan  iba  á  terminar  en  el  Xoconochco. 

Dentro  dééstfi  |iérímetrb'lrrf  guiar  estaban  cóoféñídnéi  los  rei- 
nos coligadhB  de  Tlaco'pan  f  ÁcoIlniíicaTr,  el  independiente  festa- 
do  de  Metztittan,  la  llamada  república  de  Tlaiteala  y  los'territo^  - 
ríos  libres  de  Cholotlan'y  dé'  Saexotzihco.  El  resto  estaba  ocu- 
pado por  variedad  de  tribus,  en  diverso  estado  de  j^delanto  so- 
cial anas  de  filiación  nalioa,'  otfas  de  diferentes  troncos  etnográ- 
ficoa  Fuera*  de  los  Itndes,  al  NE.  vagaban  tribus 'sdWajes;  al  NO. 
había  algiiñós  pequefio.4  señoríos,  que  decrecían  en  civilización  á 
medida  que  se  adelantaban  á  latitudes  más  boreales,  é  iban  & 
terminar  en'éofúoi'a  t  California.  'AI  E.  ee  encontraba  el  eenoríó  ' 
■  de  Tabasco,  y  adélahtá  la  península  dé  Mayápan  con  sus  seño- 
res independiéis  tes:  estos  ^í^es,  cas!  de^sconbtídos  &'  los  m^xli- 
ca,  retíibíail  el' nombre  de  Oóíolidalcd.  '     ■ 

Enumeremos laiifhúbus sometidas.  EtHiixtecapan o'Cúexteca- 
pan  se  extendífi  sobre  la^  costas  del  tí-olCo,  ocupando 'la  parte  S.  . 
delEstado  deTamauUpas,  la  N/de  Veracru'z  y  la  oriental  de  S.  ' 
Luis  Potosí;  al  Ni  tenía  los  olives  ¿alvaje3,  al  E.  el  xnar  y  aí  0# 
y  S.  tocaba  con  el  señorío  de  MetztUían  y,  el  reino  de  Aculhuá-. 
can.  iPropíaménteaquoIlá  tribu  era  libré;' inYadida'frecüeutemenf-  . 
te  por  mexioa  y  acolliua,  alguiíos  de  sus  pueblos  pagal)au  el  tri- 
buto, mientras  16^  áema^ Vivían  exentos  ele  pacho.'  Sej^up  latra- 
'  diciou  aquella  gente  llegíj  ¿  la  tierra  viniendo  eq'barcos  por  la* 
mar,  razón  por  lo  que  a.  lá  provincia  dé  PSnuco  llamaban  Pau- 
tlan,  í^anotlan,  Pauóayan,  lugar  por  dónde' pasan;  decíante  tam-.' 
bien  Tnuacaj^líilpan,  tíeri-a  de  bastimentos,  y  Xocbítlalp'an,  tie- 
rra de  ílorési.  Üaciendo  abusión  &  su  tertilidad.  .Üenían  la  cabeza 
ancha'y  cliaba;  los  cabellos  teñidos  de 'coIorW  <?omo  amarillo  ó 
colorado,  íargos  y  tendidos  á  la  espalda;  lo3  dieuteáal^ugoíádos,  * 
artificialmente  acabados  óii  punta  y  teñidos  dé  ilerfro:  vestían  ¿a- 
lanamente;  adornándose  con  plumas.  Jpyas  de  oro  y  sus.  piedras 
preciosas.  Eran  lapidarios,  plateros  y  buenos  teje(ior.es;  de*  su 
tierra  venían  los  tejidos  llámkdbs  c&o?i/¿7/>iaíZí  ó  cefzó^cúácJUli/, 
mantas  de  múolios  colo^re/j.  Se  liacían  notables  porque* andaban 
con  BUS  vergüenzas  descubiertas,^  y  s^  liQradab/in  la  nariz,  en- 
sanchaban el  abujero  con  líojas  de  palma,  y  ponían  en  el  Horado' 

un  canutillo  de  oro  dentro  del  cual  atravesaban  un  plumaje  co- 

11»»  *  *       . 


170 

Iprado*  (1)  lia  leo^oaPmaxteM  ó  ouexteoa  perjkeneod  á  la  familia 

Los  oiomie^f  en  mc^xioano  otpncaj,  son  antiqaísimoB  en  Aqálmats. 
Actualmente  están  derramadas  por  JdS  E^^tadoa^de  México,  de 
Hidalgo  j  d^  San  Lnis^  QQapan  Qae^4^^^  7  ^^  m;iyor  parte  de 
GofiDajoatOy  7  ae  les^nouentratambiem  Qn.üP.laxcaUf^j'Veraornz; 
en  los  tiempQs  antiguos  oonparon  mayor  extensión,  supne$jbo  ha- 
llarles mezclados  con  los  totonaca  y  los  tepeaua,  cercanos  í,  los: 
h^a^^eca^  7  que  cie|4¡o9  pueblos  de  las  llc^i^ras»  oeap^d(»s  por 
gentes  de  ot^a?  ramas^  etnográficas,  conservan  i^uu  nombres  oto* 
míes:  penetraron enel.mismf)  Yalle .de  Mexipo,  viv^encjo  todayía  , 
en  las  ásperas  montan^,  que  lo  limitan  há^ii>  ^l  !(•  J^»  Anterio- 
res, en  nuestro  cqnceptpi  á  las  iuTasiqnea  de  las  tribus  naiboa,  lo 
'sonsin  disputa  á  la.tplteca;  cuando  estos  llegaron  á  establecer  su 
monarqnía,  pusieron  su  capital  lo^a^'.qn  lapo^lfhcipn  pton^í  de 
Mamenhi.  De  acuella  épopa  sin  jdnda  data,  que  Jos  otonca  lla- 
neros quedaran  ¿dispersos  ei^tre  las  nuevas  tribus  invasoras,  ó 
fueran  arrojados  hacia  las  ipontanas,  donde  pudieron  mante- 
nerse libres  á  favor  de  la  fragosidad  del  terreno. .  . 

tios  situados  míis  al  K.  conservaron  siempre  sn  primitiva  rus- 
tiquez; vagueaban  por  la  tierra  manteniéndose  de  la  caza  7  de  Tos 
frutos  expon  tan  eos  del  suelo;  los  más  australes  al  contacto  de  la 
civilización  nahoa,  se  domesticaron  un  tanto  7  levantaron  pué-  . 
blos  de  cierta  importancia,  á  los  cuales  fneron  á  perseguirles  las 
armas  de  los  m^xica.  Aj¿  pertenecían  al  imperio  los  más  hábiles 
7  cercanos,  mieutras  los  más  distantes  7  broncos  jamas  receno- 
cieron  7ugo.  Los  mansos,  como  pueblos  cazadores  7  montañe- 
ses, 8i  bien  se  regían  en  cierta  policía,  estaban  divididos  en  pe- 
queños señoríos;  obedecían  á  unos  mandones  semejantes  á  los 
calpixque^  habiendo  otros  de  ma7or  categoría  nombrados  otonüa- 
macaojue:  las  palabras 'son  mexicanas  7  pudieran  corresponder 
á  las  autoridades  puestas  por  los  conquistadores.  Sus  dioses 
eran  Yocipa,  con  t<)mpIo  de  paja,  en  el  que  oficiaba  uñ  sacerdo- 
te mft7or  dicho  Tecutlato,  asistido  por  ministros  inferiores,  7  por 
jóvenes  educados  como  en  monasterio;  hacían  penitencias,  sacá- 
banse sangre  con  puntas  de  mague7,  ▼elAlt>an  7  tacaban  los  ins- 
trumentos sagrados:  adoraban  también  á  Otoutecutli  su  primer 

|1)  Sthagan,  tom«  8,  pág.  182. 


m 

conductor,  &  Xoxíppa  y  á  Atetein.  Decían  Ünduhque  &  sus  adi- 
TÍnbs.  consültaado  ct)n  ellos  bus  lances  de  guerra  j  cosas  del 
porrenir.       ^        -        ■ .  ^  • 

Annqae  sn  priDcipat  ocilpacfioñ  eiftlá  casa,  caltiyaban  la  lie- 
n%^  si  bfet)  no  aptoTechában  cn^l  debíérali  las  cosechas,  pnes 
laegb  qné  los  'íratos  comenzaban  i  preiien tarso  los  consnmfan 
con  poca  previsioD.  -  Sns  ó^áS'  eran  litndiláes  y  de  paja.  YeStían 
los  bomf)res  páHdamente  ,aañqne  sé  les  echaba  ^  cara  sobrecar- 
garse de'áigeiFi  íf  adornos  en  manera  ridítínia;  nsaban  bezotes  y 
orejeras,  dktingniéhdoso  por  el  Talor  y  ftnnra  de  las  piedtas  los 
señores,  fl^uerretos  y  gente  commi:edrtábaíiso  el  cabellóla  media 
cabnza  de  atriís  muy  Cortó,  dej&iidólo  én  la  ^arte  delanteta  cre- 
cido, á'Io  cual  llamaban  pibcheqt».  Las  mujeres,  de  liinas  á^e  ra- 
paban la  cabeza;  de  'm62á«r,  dejaban  cirecer  los  cabellos  sin  pei- 
narlos, y  solo  citando  ya  habían  sido  madres  se  los  componían; 
ridiculas  en  el  Teistír  Como  los  hiomhres  eran  apodadas  por  com- 
puestas; tibian  zarcillos  ú  orejeras;  se  pintaban  pecho  y  brazos 
de  labores  azules,  haciéndolas  permanentes  juntando  las  carnes 
con  lancetas;  se  emplumaban  con  plumas  coloradas  pies,  piernas 
y  brazos;  afeitábanse  el  rostro  '«ón  el  betutt  amarillo  llamado  te^ 
ctnaAuiff;  sobre  el  cual  ipon^Eih  rojo  en  las  mejillas;  teníanse  los 
dientes  de  negro:  laii  viejas  se  cortaban  un  poto  de  pelo  sobre  la 
frente,  atildándose  cual  si  fueran  mozas.  BiiiTOs  y  valientes  te- 
nían marcada  propensión  á  la  holganza.  Lo^méxica  tratándoles 
oomo  eselávM  les  despreciaban,  teniéndoles  por  toscos,  torpes  é 
inhíbiles:  cuando  los  míézica  reñían  entre  sí  6  apodivban  á  los  ni- 
ños por  poca  capacidad  les  decían  otomf.  Bu  su  prístina  exten- 
sión debían  confinar  al  N.  con  las  tribus  bárbaras  de  los  cuachi- 
chiles;  al  £.  los  ouexteca  y  totonaca;  al  S,  los  mazahua;  al  O. 
Ifíchhuacan  (1)  Hablaban  lengua  particular. 

Los  totonaca,  en  los  Estados  de  Yerscmz  y  Puebla,  sobre  la 
costa  del  Golfo,  confinaban  antiguamente  por  el  N.  con  los  cuex- 
teca,  por  el  O.  y  S.  con  los  nahoa;  antes  debieron  lindar  con  los 
otorafes,  que  todáTÍa  se  encuentran  por  ahí.  El  país  es  cálido  y 
fárti!;  dábanse  bien  los  mantenimientos,  produciéndose  el  liqui* 

(1)  Sahagnn,  ton.  8;  pÁg,  .1S2«28*  Clarigexo,  ten».  1,  pág.  4/  96,  MotolinU,  epüM 
toUpiOTenioAl,  pág.  9.  TorqueioaclB,  Ub.  I,  oap.  XII,  lilk  til,  oap.  X  y  XXL  Ala- 
gr»,  Hiflt  de  la  CompaiUa  de  Jasas,  tom.  2,  pág.  168.  Sspinosa,  Ohronioa  apoatóU- 
aa/Mrtffioa,  pág.  I^. 


dámbar  llamado  xoohhcozoü  j  el  algodón  arbóreo  dicho  cuaüicaU. 
Yivíau  loa  ,habit  u)tA3  ejü|  polkia^-bajo  eljio^^do  de  distintos  ^^f 
ñores,  sieado  el  priaoipal  el  de  Cempoalla»  cerca  de  la  oosbf:.T08F, 
tíaq  cp4  deceacia  asi  ]iQip^res,Q<xmaan):yere^y  d^  coloras  pied#- 
minantes  aK)il  7  blanco:.  er,a4  .blf  ocpfw.de  baenoa  roatroa;  a^veAta*- 
jados  ofíQJi^leü  de  artea  q^ef^aicas»  '^iaüngnidoa  ep  el  ^ntp  j 
buenpü  l^ailadpr^a  con  gracia,  j  liadqs  m^n^M.  ..  '  ,  .      .•  . 

Siguiendo  sus  tradicoionesj  aaUeroade  OUicomoztQc,  ju^tpopu 

lo^  xalpaneca^  divididos  eif  T^AP^i^  P^^ f!Í^lid^^'4fKir  deJAndo  ú  Ipa 
chiolúmaca  to^av^eun.^a^^eij^cjidxa^^^adoif  eraadd4  lf¡  9)iaQUi|  . 
leik;<iaa».y  vimeroniii  pajr^j: ^  lao^uacan,  de  cuyas. piramidciif  se 
dicen  <}0^sf^aG^r.es,JSr9.fc^i;Qs.^oriqr^9q[i,(is  ^sfo,  últimp .  porque  . 
Jai  pir,ámld«^  c.opyr^pq.pd^M.qiviUziciotí  diatinjtajiaou  mii^más: 
anti||U£^i.  Pifigiiat^clpa  del  h^^v  q  uri;idqs  ,pqr.  fvlguA^  .c^iusa  d»-  « 

jaron  i^  TeotihQ^a9,.diiiÍ£(iandps^  á.A^R^itiptX^P^'^^^i^^r  "^  . 
catlan,  ^  el  B^fcftdo  de  ,£i^i^bla)f  p§s.i]:p(v}0  \iv^O  ^^í^tfo  lejg^uas 
adelaivte  &  unasaítasy  ásperas. aiex^A^  pxte|nd^i\4a^e  dei  ahí 
hasta  las  cp^faas  4^  la  mar.    ....      %  r .      .    i 

Iloa  avecindados,  en  Mis^aibU^ao^p,  jíaej^Q^i  goberuadqa .  por  . 
nmeve^nofesy  ^^a.ui\Ot,dj»  ^<}s  (^al^,fffi'}í^^o^-^^\  viír  i^  miá^K)^  v 
de  ochenta  anos,  Esto^  grades, arefo^dp^i.qo^cinppnti^mosad^  , 
mas  ep  Ips  chichin^(^  ji  ei^  lof»  toli^ca.  J^pi^  in4^<^A*á  cr^i^r  qiarey  \ 
en  aqa^^QSjtipi^poa^oontajpi^ul^S'r^i  í|Usperriq4osiM;o-  ' 

nológ^p^sv  y  ^q^e  bie^n  qife  el  a^uq  f|i^;raxlf^  ift^por  número  de  di^g. 
que  3,6$^  óqfie  tjuviQrala  mis^nc^  ó ja^QT.or  4urafúqni  aimmerahaa 
bago  1%  nji^ínft  ^in^stía^á.  todo^;!^»  ^^^iF^ W®-  cfbÍHi^. ^^  el  pi^i^o-  . 
do.  Jil.pcifn^  jey^sefí^ipp  Yin^acat},  qi|ÍM i9?u4ejitó  á.Bu^  aub- 
ditps,en,pa?  yji^Ji^q?^,  l^iV}i«*^W  ,PPPg??®Wí?iá:Jo^  vei^rte  mos, 
de  su,re\nfd)0  8q}>r^YÍnp»urc^;eri^<4  l^pbra^ued^^  oniafiqo  anas^í 
y  en  seguida  una  pe8tiyi^j^i^v,p^  qa?í^.>s,p|^uartaR  qued^kb^wx ;  por 
los  caizipoSj£{^iv.  Bfp^li^ifra.,  ¥#é^{^i(l|no..9ix^;i^,a^  te^*mimiir  at|s 

ooheíxta.aíipft;,  niEe^p^e.,en  vn,jlf^#a5?9f^lí,,de§aFP^í'«ció|y  i^o  se  fcur 
vomás.potjq^^py^^j.  I   .       ...    ^iy^;-,,i,^      ..-,-:.       '    :    •: 
Sucedióle  su . hijo  X^poii^^ji,  en  f^^uyp  i(i^nu>p:  l^s  chl<»himacja  ^  . 
pm4ieiítMQP^..W*?¥to  Wo»fcft,eiv.9i^.lii^     ^^t^^t»  de. la  cwbe^??-'^. 
ra  seis  leguas,  llamado  Nepoalco.  Los  totonaca  quisieron  domes- 
tiear  álos  btoníbob  cfaichimecasiuconftepfUirlo^  y 'faraute  esto 
infi'ucltóso-  trabajd'Mttrió-XíitóiftAtt.''l)^j5  prjrif  sUceSftr  &  su  hijo* 
Tenizfcli,'^quíen   teniiento  dos  líérñaádos',  dio  á  IcJiQacziatecutitli  ' 


1*73 

el  señorío  de  MiahuatlaD,  y  á  Itecnpiíiqm  el  de  Tianqnizoltió  ó 
Qai:ihnii7tlAii.  Teni¿tli  goberiró  en  paz  Bvcediéndore  tm  hijo  Pa- 
iiiD,  y  sin  hacer  cosa  qtte  de  contar  soá,  aigtiiíroiise  Nahtaacatl, 
Ithiialt^nnfeecahtlí  qne  8ó«tnvo  utia  pp[ierra  contra  sus  vecinos  los 
de  Tzanhtta  é  Iztacmaztitlai),  y  despnes  Tlaixéhuateniztli  y  Ca- 
toxcan.  Los  dos  hijos  de  este  Nahuacatl  é  Ixeahnitl  reinaron  al 
principio  juntos  en  el  mayor  concierto,  mas  habiéndose  hecho 
traición  doraé.^tica  se  pusieron  en  guerra,  la  nación  se  dividió  en 
bandos,  que  después  de  recio  pelear  di6  por  -resultado  que  loH 
príncipes  se  Iré  tiraran  á  distintiía  provincias  y  parte  del  pueblo 
86  dispersara. 

Aprovechando  los  disturbios  los  chíclrfttíeca  se  apoderaron  del 
Totonacapan,  tednjeron  al  pueblo  á  servidumbre  y  coronóse  por 
rey  Xihiíitfpopoca.  Este,  segiiii  «firman,  á  los*  tres  años  era  va- 
ron  perfecto;  mago  y  encantador  tomaba  las  formas  qtie  quería, 
comía  corazones  de  hombres  que  sus  H^übditos  le  daban  en  tri- 
buto; pronosticó  la  venida  de  los  españoles,  y  por  temor  de  ver- 
les desapareció  y  nunca  más  se  supo  de*  él.  Sucedióle  Mótecuh- 
zoma,  y  á  éste  Ciíaiihtlachunna,  en  cuyo  peinado  te  conquistaron 
los  máxica,  teniendo  fin  aquella  mo^narqu^  De  entonces  queda- 
ron divididos  en  pequeños  señoríos,  sujetos  al  tíibut'o  y  á  las 
exacciones  del  imperio.  (1) 

La  lengua  totonacá  es  particular,  itaezclada  de  mexicano  y  ma- 
ya, principalráente  con  la  primera  (2).  Esto  para  nosotros  indica 
m  contaoto  dé  mucho  tiempo  con  los  nahoa  y  con  los  cuxteca,  ' 
vecinos  ambos  de  la  tribu:  éste  hecho  y  que  su'tnonárquía  con- 
taba unos  Vni  siglos 'dé  duración,  nos  hace  admitir  que  los  to- 
tonacá eran  muy  antiguos  en  Anáhuac,  anterioí^és  no  sólo  á  los 
clnchiniecá,  sinóá  sus  antecesores  los'tolteca.    * 

Los  matíatjiziilca;  reducidos  hoy  á  Cbííró  y  tres  pueblos  más 
en  Míchoacan,  formabAn  én  ío  anliggo  un  efetrfdo  considerable, 
8a  priTrcIpal '.asiento  era  el  valle  de  Tolocan;  confinaban  al  Ñ, 
con  los  otomíes  y  los  mazahua;  ai  E.  con  los  otomíes;  al  g.  con 
los  cuitlateca,  y  al  O.  se  internaban  en  Michhuacan  hasta  Inda- 
partipeo  y  Tiripitio.^Lá  ciudad  más  importante  era  Tolocan, 

(1)  Aihiagtm,  tomos,  pág.  I3l.  'Torquemada,  líb.  III,  cap. '  iViii.  ClavigerOy 
tom.  I,  pág:  6.  .  ' 

(2)  Pimentel,  Cuadro  comparativo  y  déscríptívo  de  las  lenguaa  de  Me'xico,  tom» 
í,  pág.  845. 


174 

contáBdose  piros  señoríos. entre. loa  oaales  se  i^umpraba  el  de 
Tenantzínco^  con  los  paeblos  sijijetos  de  Atlatlauboo»  Tenaagp, 
Calimajft,  Tepemaxalco,  Malinalco  7  Ocuilla.  (1)  Eucoutrában- 
se  también  matlatziaoa  en  Xalatlaco,  Cua^htepec»  Atlapnlco, 
Caaulnac,  Ocoyoacae^  Tepehnexojocan,  Cuaubpauoaja,  Teote- 
nan  o,  Zoquitzinco,  Xocbiacan  Xiuhtepec,  Cepajauhtla/  Tex- 
caltitlau,  Tejapilcoy  Temazcaltepec.  (2)  Aunque,  agrie  altores, 
los  matlatzinca  no  estaban  muj  adelantados;  cultivaban  maíz» 
frijoles  y  huauhtU^  careciendo  de  la  sal;  vestíanse  de  hilo  de  ma* 
guey.  Bioos,  fuertes  y  valientes;  eran  grandes  trabajadores  7  ca- 
mina a  I   mucho  llevando  cargas  pesadas.  [El  dios  principal  de 

_  « 

los  de  Tolocan  se  llamaba  coltzin;  hacían  sacriccios  humanos  po. 
niendo  la  victima  dentro  de  ui^a  red,  la  cual  r^torcían  hasta  qpe 
los  huesos  salían  por  las  mayas;  rociaban  la  8anp;re  delante  del 
ídoloo  He  su  historia  poco  se  sabe.  Cuando  los  mé:^ica  empren- 
dieron su  peregrinación  los  matlatziqca  se  les  unieron  en  las> 
primeras  joruadas,  siendo  una  de  las  tribus  despedidas  por  or- 
den de  Huitzilopochtli.  Tomaron  entonces  hdcia  el  S.,  encou- 
trándoles  luego  establecidos  en  el  fértil  valle  d^  Tolocan:  como 
ya  dijimos  antes,  al  mencionar  los  diversos  nombre  porque  eran 
conocidos;  solicitados  como  auxiliares  en  la  guerra  contra  los 
tecos,  penetraron  en  Michhuacan,  donde  se  avecindaron  en  tie- 
rras regaladas  por  el  rey  Characu.  No  obstante  su  fiereza,  fue- 
ron conquist  dos  por  Af  ayacatl  y  pagaban  tributo .  al  imperio. 
Hablaban  lengua  particular,  llamada  Matlatzinca  ó  prinda.  (3) 
Aunque  bajo  la  autoridad  antes  citada  hemos  puesto  á  Ocuilla 
entre  los  pueblos  matlatzinca  sujetos  á  Teuatzineo,  los  de  aque- 
lla población  pertenecían  á  linaje  diferente  y  hablaban  lengua 
particular.  '^Estos  que  se  llaman  ocuilteca  viven  en  el  distrijto 
''de  Toluca^  en  tierras  y  térmixtbs  suyos,  son  de  la  misma  vida  y 
''costumbre  de  los  de  Toluca^  aunque  su  lenguaje  es  diferente: 
"usaban  también,  y  muy  mucho  de  los  maleficios  y  hechizos."  (4) 
En  la  Geografía  de  las  lenguas  de  México  consideramos  el  oooil- 

(1)  BeUcion  de  AtUtlaaoa,  por  elocnregildor  Gsepar  áé  Solis:  1380.  MS.  «a  po4«r 
del  Sr.  García  leazbalceta. 

(2)  Eelacion  del  Arzobispado  de  Méxioo:  MS.  del  Sr.  García  leazbalceta» 

(3)  Sahagan,  tom.  8,  pág.  128.   Torquemada,  lib.  II.  cap.  1.  Clarigero,  pág.  5  y 
98.  Baaalenqae,  Crónica,  lib.  I,  cap.  XV.  Beamnont,  HS.  lib.  1,  cap.  X. 

(4)  Sahagan,  tom.  3,  pág.  130. 


175 

ieoa  oomo  de  1a  familia  matlatzinca;  sía  dada  noa  equivocamos  j 
asi  nos  lo  hace  oompreudeír  el  8r.  Pimeatel  (1),  qaien  ademas 
asegara  que,  eegao  !o  qae  ha  podido  aineci<;aar  el  idioma  queda 
«xtiugoido.  Ita,  clasiñcaciou  la  liicimoaaígaiendo  gn^ves  autori- 
dades. Esistáó  en  realidad  la  ien;:i;aa  oouílkeca.  Pues  Fr.  Juan 
Grijalva,  enumerando  las  lenguas  en  que  los  religiosos  predica- 
baoy  dice:  *'Ocouilteo.%  que  es  lengua  singular  de  aquel  pueVilo, 
*y  de  solo  echo  yisitas  que  tenía  sujetas  á  sí,  j  así  somos  solos 
'Uos  que  la  sabemoa"  (2)  Parece  ser  reaio  de  una  de  las  tantas 
iribu<3  anteriores  á  h\H  ic.vaci^nes  nahoa^ 

Al  N.  del  valle  de  México  y  al  O.  de  los  otomías^  se  extendsa 
la  provincia  deaomiuada  Teotlalpan  ó  tierra  de  los  diose»^  por- 
que aquellas  tierra'»  estaban  destinadas  al  sustento  d^l  culto:  las 
principales  cabeceras  eran  Tiz;iyocaú,  Totcuahjooc;m«  Sapotlao, 
Nauoalpa,  Temazculapau,  Taquixquiao,  Apasio,  Tetlapanalo- 
yau  Hucipotla,  Xilotziaco  y  Tezcatepeo,  habitados  por  lo4  me- 
xicanos y  otomíes  mezclados.  (3) 

Tomando  ahora  la  costa  del  Pacifico,  la  provincia  mii  distan- 
te en  aquella  direcciou  era  la  de  Zacatolan,  encerrada  entre  líV co- 
rriente del  rio  del  mismo  nombre»  las  playaa  del  mar,  y  hacia  el 
O.  poco  más  ó  menos  el  rio  Iztapa.  No  nos  atreveremos  á  ne.o^ar 
que  al  N.  del  ZacatoUan  no  hubiera  alguna  población  sujeta  á  los 
méxica;  pero  evidentemente  el  reino  de  Coliman  era  indepeu- 
diente»  y  no  tributaba  al  imperio  como  pretende  Clavigero,  eaga- 
ñado  por  la  poblacioil  de  Coliman  nombrada  en  la  matricula  de 
tributos.  En  la  demarcación  que  vamos  aeñalaudo  &e  habla  ac- 
tualmente el  mexicano  por  los  indígenas;  todavía  en  el  último 
tercio  del  si^lo  XYI  existían  pueblos  con  lenguas  diferentes,  hoy 
desaparecidaSé  En  los  pueblos  de  Poehutla,  Chepilla,  Toliman 
y  Xoohitlan  se  hablaba  ix>limeco:  en  Iztapa  y  Pantla  el  parUeco; 
en  Xiuhtla,  AxAlo^  Ihuitlan,  Huitalatlan  Coahuayutlan  y  Coyu- 
quilla  el  ehumbía.  (4)  No  podremos  decir  de  estas  hab*a)  á  qué 
funUia  etnográfica  pertenecían,  aunque  se  puede  asegurar  que 

(1)  Cuadro  desorip.  y  oompantiro  de  las  lengiiat  da  Méxioo»  tom.  8,  pág,  94. 

(2)  Hiai.  da  la  <Szden  da  Saa  Agnatm,  edad  n,  capí  YIXI. 

(8)  Belaoion  del  arzobispado  por  D.  Alcmao  da  Montufar:  IdLS.  del  Sr.  Jcazbal- 
cata. 

{i)  Belaeion  de  ZacatulA  por  al  alcalde  mayor  fiamando  de  Vasconas:  1680.  M8. 
aa  poder  del  Sr.  D.  Joaquín  García  loasbalcete. 


176 

a 

8ti8  poseedores  representaban  lí  Icmsi  pneblos  qaé  oeupaban  el 

•  paÍ8«  antes  de  presentarae  las  invasiones  de  ias  tribos  nahoas^  de 
terminadas  háoia  el  NO.  por  el  litoral  del  Pacífico. 

Los  •  cnitlabeoa  confinaban  al  Nj  con  los  matlatzinoa,  al  O.  con 
.  los  tarascos  y  ZacatoUan;  al  S.  con -el  Pacífica;  al  E.  con  l'íis  jx>- 
pi  7  cohnizoa.  Maxaaltepecj  sobre  la  costanera  sa capital;  (1)  es* 
'te  pneble  deBapareeió,  fundándose  más  al  N.  la  qne  actnalmente 
ekiste.  En  1580,  segan  el  MS.  da  Hernando  deVascones,  se  con- 
taban 28  pneblos  én  donde  se  hablaba  la  lengna  cuitlateca:  (2) 
hoy,  segUD  noticias  fidedignas  únicamente  subsisten  Ajachitían, 
S.  Cristóbal  y  Polintla  de  la  municipalidad  de  Ajnchitlan,  dis- 
trito del  mismonombí^,  y  Atojko,  distrito  y  municipalidad  de 
Teopan,  Estado  de  Onerrero.  El  repetido  Vaseotíes  refiere  que 
existían  los  idiomas  tiatzihniskcoy  tuzteco^  tlaeoiepekíía  y  ouyutuma^ 
teco,  de  los  cuales  nó  qneda  memoria,  extinguidos  por  la  fuerza 
expansiva  del  mexicano  y  del  español.  En  cuanto  á  la  etimolo- 
gía de  la  palabra  cuitlatecatl,  dice  el  Sr.  Pimental:  (3)  **Oui(lafl 
•"significa  exoremenio^  y  asi  está  reconocido  por  todos  los  que  lia- 
^'blan  mexicano,  y  poír  Molina  en  su  Yoeabulario;  th.n  es  pospo- 
**flicion  que  equivale  á  lugar  efe,  así  que  OuiÜHtlan  significa  "lu- 
"gal?  de  excremento."  De  Ouitlatlan  se  deriva  OuUIcUeonfiJ,  (ecatl 
"es  una  variedad  eufónica,  6  una  alteración  por  cualquier  otra 
"causa,  de  Üacail,  persona  ó  gente,  con  que  se  marcan  los  nom- 
"bres  nacionales/'  Aunque  la  etimología  aparece  bien  sacada,  no 
nos  atrevemos  á  admitirla  confiadameat¿,  antes  de  ver  el  nom- 
bre géroglífico.  En  verdad  qa^cuitUM  significa  excremento;  pe- 

•  lo  también  es  ejfiá&n^,  que  'hay  muchas  palabras,  en  el  mismo 
Tócabulariokie]ldDolina;  llevando  •la  radical  eziiffa,'  que  se  apartan 

'  de  aquel. significado:  *^céiüücuiiey  fnitamny  mádiu».:"  ^^cuitlamiz^ 
ÍUy  león  graiide  y  pardo:^'  *^ Ouitiapan  muladaT  .ú  hombre  penezo- 

-fio  y  negligente,"  ^to.,  etc.  Ko  adinitimos  qu^íUmsigúiñ^ue  lu^ 
f($r  defis,  prepdsici<ki'ió  posposición  íZan  significa,  ''junto,  entre, 

'  debajOj  jüxta,  apud,  ad^  spb,  subter,  ínter:";  (4)  com^expresaZz^ar: 
Cuitlatlan  dice,  junto  al  excremento,  si  su  radical  se  refiere  en 

(1)  Clavijero,  tom.  Iv'pií^.'lfl'      •      ' '/     .  ■     .  i   .    . 

(2)  Vide  Geogr.  de  las  lenguas,  pág.  2S2.   ' 
(8)Oaadrodeflcrip.  .yoomparaÜTO^iom..  1,  pág,  89,  .    , 
{i)  Arte  de  la  lengua  mexioaxia  por  Aldama  y  Guevara,  §  388. 


177 

realidad  á  esta  acepción.  Menos  admitimos  la  siguiente  etimolo- 
gía dada  por  el  Sr.  Pímentel:  (1)  ^^MaíkUzinco  es  nna  palabra  mexi- 
eana  qne  significa  "lugarcito  de  las  redes/'  pues  se  compone  de 
maSaUf  red,  y  la  particala  tzinco  '^qne  expresa  diminución."  Tzin- 
00  es  reverencial  y  no  diminutivo:  (2)  matlatzincatl,  matlatzinca 
es  un  gentilicio  formado  de  Matlatzinco;  ya  hemos  dicho  lo  que 
significa  tziTico  en  los  nombres  propios  de  lugar.  El  Sr.  Pimen- 
tel  incluyó  la  lengua  cuiüateca  eu  la  familia  azteca,  con  el  carác- 
ter de  dudoso. 

Los  tlahuica  formaban  una  pequeña  provincia,  cuya  capital 
era  Cuauhnahuac  (Cuernavaca,  Estado  de  Morelos);  tenia  al  N. 
las  montañas  que  cierran  el  Valle  de  México;  al  O.  los  matlatzin- 
ca; al  S.  los  cohuixca;  los  lindes  al  E.  indeterminados.  Llamaban 
á  la  provincia  Tlalnahuao,  junto  de  la  tierra;  le  correspondía 
ademas  del  territorio  de  Cuauhnahuac,  Ayacapitztla  llamada  en 
lo  antiguo  Xihuitza  capitzalanf  "porque  los  señores  que  la  gober- 
naban traían  unos  chalchihuites  atravesados  en  las  narices,"  y 
sns  pueblos  sujetos,  (con  la  ortografía  del  MS.  que  consultamos), 
Epazulco,  Atlahuimulco,  Ecatepec,  Zacatepec,  Calalpa,  Tetlicuy- 
Incan,  Tecocuzpan,  Tecaxeque,  Ilucan,  Zahuatlan,  Suohitlan, 
Atlitec,  Texcalcán,  Zoquiapan,  Achichipico  y  Apango.  Los  ha- 
bitantes hablaban  nahoa;  se  les  apodaba  de  inhábiles  y  toscos: 
el  país  producía  algodón  y  abundancia  de  bastimentos.  (3) 

Los  cohuixca  confinaban  al  N.  con  los  tlahuica  y  los  matlat- 
rinca;  al  O.  con  los  cuitlateca;  al  S.  con  el  Pacifico;  al  E.  con  los 
tlapaneca  y  mixteca.  Los  pueblos  principales  de  la  provincia 
Guiaxa,  según  los  encontramos  ortografiados,  son:  Yohuala,  Co- 
cula,  Tlazmalaca,Mayanala,  Oapa,  Huitziltepec,  Nuchtepec,  Pil- 
eaya,  Teticpac,  Goatlan,  Acuitlapan,  Zacualpa,  *  Xahualcingo, 
Cttitlapilco,  Coatepec,  Tasco,  Hueyiztucan,  Atzialan,  Tenango, 
Acamixtlahuacan,  Tlamacaxapan,  Tepecuacuilco,  Techichilco, 
Teloloapan,  Ichcateopan,  Tetoltepeque,  Oztunca,  Capetlahua- 
yan,  Alahuiztlan  y  Zicapuzalco.  Los  cohuixca  hablaban  mexica- 
no, mas  en  sus  pueblos  del  N.  se  usaba  también  el  matlatzinca, 

(1)  Cuadro  descrip.  y  comparatÍTO,  tom.  3,  pág,  64. 

(2)  Vide  la  gramática  de  Aldama  y  Guevara,  §§.  36,  42,  368. 

(3)  Sahagan,  tom.  3,  pág.  134.  Eelacion  de  Acapiztla  por  el  alcalde  ii^yor  Joan 
Gutiérrez  de  Liebana,  1580:  MS.  en  poder  ^  del  Sr.  D.  Joaquín  García  Icazbaloeta. 
Clarigero,  tom.  1,  pág.  5. 

23 


te 
tt 


ce 

U 


178 

y  en  los  del  E.  el  choutali  mencionándose  igualmente  el  maUame, 
tuzteco,  (exorne,  mazateco  e  izcuco  qu#  ya  desaparecieron.  '*Estos 
coJiuixcas  y  tlapanecas,  son  unos  que  á  uno  solo  llaman  cohuix^ 
catl  y  tlapanecatl,  y  están  poblados  en  Tepecuaouilco  y  Tlach-» 
('malaca,  y  en  la  provincia  de  Chilapan,  los  cuales  hablan  len- 
"gua  mexicana  y  son  ricos."  Se  dividía  en  varios  estados  parti- 
culares como  los  de  Tzompanco,  Chílapan,  y  Teoitztla  lioy  Tis- 
tla.  (1) 

Los  yope,  yopi  ó  yopime,  se  extendían  en  lo  antiguo  á  mayor 
extensión  que  la  que  ocupan  actualmente:  confinaban  al  N.  y  al 
O.  qpn  los  cohuixca:  al  S.  con  la  mar,  y  el  E.  con  los  mixteca: 
Acapulco  caía  dentro  de  su  demarcación,  así  como  Tepesuohe, 
Zalzapotla,  Acatempa  y  Xiqaipila.  (2)  Actualmente  se  les  en- 
cuentra reducidos  á  unos  pueblos  del  distrito  de  Tlapa,  Estado 
de  Guerrero,  mezclados  con  los  mixteca  y  nahoa,  bajo  el  nombre 
de  Tlapaneca. — "Estos  yopimes  y  tlapanecas,  son  de  los  de  la 
comarca  de  Topitzinoo,  y  Uámanles  yopes  porque  su  tierra  se 
llama  Yopitzinco,  y  llámanlos  también  tlapanecas  que  quiere 
*'decir  hombres  almagrados,  porque  se  embijaban  con  color,  y  su 
"ídolo  se  llamaba  Totectlatlauhquitezcatlipuca,  quiere  decir  ido- 
"lo  colorado,  porque  su  ropa  era  deste  color,  y  lo  mesmo  vestían 
"sus  sacerdotes,  y  todos  los  de  aquella  comarca  se  embijaban 
"con  color.  Estos  tales  son  ricos,  hablan  lengua  diferente  de  la 
"de  México,  y  son  los  que  llaman  propiamente  tenimes,  pínome, 
"chinquinie,  choclionte,  y  á  uno  solo  llaman  pinotl-cTiochon.  A  estos 
"tales  en  general  llaman  tenime  que  quiere  decir  gente  bárbara,  y 
"son  muy  inhábiles,  incapaces  y  toscos,  y  eran  peores  que  los 
"otomíes,  y  vivían  en  tierras  estériles  y  pobres,  con  grandes  ne- 
"cesidades  y  en  tierratj  fragosas  y  ásperas;  pero  conocen  las  pie- 
"dras  ricas  y  sus  virtudes."  (3) 

Esta  misma  tribu  es  conocida  bajo  la  denominación  de  chochos 
ó  chucJiones  en  Oaxaca  y  Veracruz;  popolocos  en  Puebla;  tecos  en 
Michoacan;  tecoxines  en  ^bIíxco;  pupulucas  en  Guatemala:  do  la 

(1)  Sahaguu,  tom.  S,  pág.  135.  GlaTigero,  tom.  1,  pág.  5.  Belacion  del  Arzobis- 
pado, por  D.  Alonso  do  Montufar,  MS.  en  poder  del  Sr.  D.  Joaquín  García  loaz- 
balceta.  Belacion  de  Iguala  por  el  corregidor  Femando  Alfonso  de  Estrada,  1579: 
MS.  perteneciente  al  Sr.  García  loazbalceta. 

/2)  Belacion  del  arzobispado,  porD.  Alonso  de  Montufar,  1579.  MS. 

(3)  Sahagun,  tom.  3,  pág.  135. 


179 

fEanilia  mixteca,  debe  haber  penetrado  al  Anáhaao  desde  tiem- 
pos muy  remotos,  notándose  los  pedazos  esparcidos  agrandes 
distancias^  arrojados  por  las  invaciones  de  la  raza  nahoa.  El  Sr. 
Fimentel,  en  su  mnj  importante  trabajo,  coloca  el  chnchon  oon 
dos  dialectos  y  el  popoloco  en  la  familia  de  lenguas  mixteco-za- 
poteca.  (1) 

Bodeados  por  los  mixtéeos  y  teniendo  al  S.  el  Pacífico  se  ha- 
llan los  amácheos  ó  amusgos:  en  un  MS.  hemos  encontrado  que 
en  Guatemala  existen  pueblos  del  mismo  nombre.  Corresponden 
al  Estado  de  Guerrero,  encontrándoles  repartidos  en  28  pobla- 
ciones. El  Sr.  Pimentel  coloca  elamuchco  en  la  familia  mixteco- 
zapoteca. 

Confinaba  el  Mixtecapan^  al  O.  con  los  cohuixca  y  los  tlapane- 
ca;  al  N.  con  los  popoloea  y  los  méxica;  al  E.  con  los  cuicateca, 
tzapoteca  y  chatinos;  al  S.  con  el  mar:  ocupaban  fracciones  de 
los  actuales  Estados  de  Guerrero,  Puebla  y  Oaxaca.  Toda  la 
tierra  por  ellos  ocupada  tomaba  el  nombre  de  Mixtecapan;  lla- 
mábase Xicayan  la  parte  comprendida  entre  Guerrero  y  Puebla. 
En  los  tiempos  del  imperio,  y  desde  muy  antigao,  el  país  estaba 
diyidido  en  diversos  señoríos  más  ó  menos  poderosos,  de  los 
coalas,  los  de  Xicayan  sufrían  el  yago  de  México,  mientras  los 
domas  quedaban  independientes. 

Hablando  Sahagun  de  la  provincia  y  de  la  ocupada  por  los 
tzapoteoa,  dice  ser  tierra  fértil,  amena  y  rica;  dábase  cacao,  la 
rosa  aromática  teonacaztli,  la  iploxuchitl  y  la  goma  elástica  ú  ólli, 
i  lo  que  deberá  agregarse  la  nocheztU,  grana;  criábanse  aves  de 
rica  pluma  como  el  quetzaltofoü  y  muchos  pájaros  grandes  y  chi- 
cos; había  cantidad  de  oro  y  plata,  con  piedras  preciosas  como 
turquesas  y  cTicdchihintl  Como  ademas  abundasen  los  manteni- 
mientos, los  méxica  apellidaban  al  país  Tlalocan,  "que  quiere 
decir,  tierra  de  riquezas,  y  paraíso  ierrenoiy  "El  trage  de  ellos 
era  de  diversas  maneras,  unos  traían  mantas,  otros  como  unas 
laquetillas,  y  otros  los  maxtles  con  que  cubrían  sus  vergüenzas: 
sus  mujeres  son  grandes  tejedoras  y  muy  pulidas  en  hacer  la- 
bores en  la  tela,  y  con  razón  lo  son,  pues  son  de  tan  buena  y 
rica  tierra.  Traen  imán,  axorcas  muy  anchas  de  oro,  y  sartales 
de  piedra  á  las  muñecas,  y  joyeles  de  éstas  y  de  qro  al  cuello: 

(1)  Ooadro  compazativo  y  descriptíTO  da  las  lenguas  de  México,  pág.  468. 


180 

traen  también  cotaras  como  los  hombres;  pero  las  de  éñioB  son 
más  pulidas:  usaban  también  cataras  hechas  de  vUi,  De  éstos 
porque  eran  ricos  y  no  les  faltaba  nada  de  lo  neoesario,  se  decía 
que. eran  hijos  de  Quetzalcoatl."  (1)  A  propósito  de  esto  último 
encontramos  la  tradición,  de  que  al  venir  á  establecerse  Que- 
tzalcoatlá  Cholollau,  después  de  despedido  de  ToUan,  envió  á 
varios  de  sus  sectarios  &  las  provincias  mixteca  y  tzapoteca^  loa 
cuales  las  civilizaron,  construyendo  allá  los  célebres  palacios  de 
Mietlan.  (2) 

Los  tzapoteca  estaban  sin  duda  más  adelantados  que  sus  ve- 
cinos los  mixteca,  y  por  ello  les  apodaban  con  el  nombre  de 
mizfoguijxi,  gatos  salvajes,  aludiendo  á  sus  costumbres  broncas 
y  lo  áspero  de  sus  montañas. 

Antes  hemos  puesto  las  ideas  de  estos  pueblos  acerca  del 
principio  del  mundo  y  del  hombre;  no  obstante  ellas,  la  mayor 
parte  de  los  mixteca  creían,  que  sus  projenitores  tuvieron  co* 
mienzo  en  dos  árboles  frondosos,  crecidos  á  la  orilla  del  arroyo 
junto  al  pueblo  de  Apuala;  del  uno  salió  un  hombre,  del  otro  la 
mujer,  y  de  su  consorcio  la  nación:  (3)  era  un  pueblo  autócton 
que  no  sabía  darse  cuenta  de  su  origen.  Apuala  en  mixteco  se 
dice  yuiatnoho,  rio  donde  salieron  los  señores,  y  yuta  tnuhUy  rio 
de  los  linajes.  Los  hijos  de  los  hijos  de  los  árboles  se  derrama- 
ron por  la  tierra  dividiéndosela  en  cuatro  partes:  á  la  Mixteca 
alta  dijeron  nt^r/zn  vui  ñuhu  '^que  es  cosa  como  divina  y  estimada^ 
''del  verbo  yehe  ñuhú,  que  es  ser  tenido  y  estimado.  A  la  parte 
*'de  los  chuchones,  llamaron,  tocuijñuhu^  por  la  misma  razón,  y 
"tocuij  mvdzavuiy  que  es  chuchen  mixteca,  por  la  participación  y 
'^comunicación  que  tienen  con  los  mixtéeos  y  mucho  parentesco. 
"A  la  parte  que  cae  hacia  Oaxaca  tocuisi  ñuhu,  por  ser  también 
"tierra  estimada;  á  la  Mixttdca]  baja  pusieron  nombre  de  ñuniñe^ 
"por  ser  tierra  cálida,  y  toda  aquella  cordillera  hasta  Puctla  que 
"es  principio  de  la  costa  llamaron  ñuñumay  por  las  muchas  nie- 
"blas  que  allí  se  ven  ordinariamente,  y  por  su  espesura  parece 
"humo,  que  en  la  lengua  mixteca  se  llama  ñuma.  A  la  costa  del 
"mar  del  Sur  que  se  sigue  á  Puctla  llamaron  ñundaa,  por  ser  tie- 

(1)  Sahagun,  tom.  3,  pág.  136.  Clavigero,  tom.  1,  pág.  5  y  98. 

(2)  Torquemada,  lib.  III,  cap.  VII. 

(3)  Bargoa,  Geográfica  c^escripcion,  segunda  parte,  cap.  XXIIL 


181 

^'rra  llana,  y  ñuñama^  que  es  la  caña  del  maíz,  y  ñundeui,  porque 
''se  parece  mejor  en  aquella  tierra  el  horizonte  que  llaman  sdha- 
**andeoui  que  quiere  decir  el  pié  del  cielo."  (1) 

A  la  llegada  de  los  mixteca,  el  pais  estaba  ocupado  por  los 
chuchones.  D¿dase  cuál^sea  el  primer  asiento  de  los  conquista- 
dores, asegurando  unos  que  Sosola,  los  otros  la  áspera  llanura 
entre  Achiutla  y  Tilantongo;  á  todos  rumbos  levantaron  fortale* 
zas  cual  si  estuvieran  amenazados  de  graves  peligros.  (2)  Dicen 
las  leyendas  primitivas,  que  una  de  las  partidas  de  los  descen- 
dientes de  los  árboles,  discurría  por  la  tierra  mandada  por  un 
valeroso  capitán;  penetrando  en  lo  que  después  fué  la  Mixteca, 
no  encontró  enemigos  á  quien  combatir;  mas  como  el  sol  le  mo- 
lestara con  sus  rayos  luminosos,  se  figuró  que  el  astro  le  defen- 
día el  país,  y  enojado,  embrazó  el  escudo,  requirió  el  arco,  y  dis- 
parando sus  saetas  le  dejó  muerto.  El  bravo  gorrero  fué  el  pri- 
mer rey  de  Tilantongo,  muy  temido  siempre  y  tenido  en  mucho 
por  los  señores  comarcanos.  (3)  Tal  vez  sea  este  un  mito  que  re- 
cuerda el  culto  del  sol  practicado  por  los  antiguos  moradores  de 
la  comarca,  extinguido  por  los  invasores  mixteca. 

Erigieron  dos  santuarios  principales.  El  de  Yanguitlan  tenía 
un  patriarca  asistido  de  ministros  inferiores;  abajo  de  unos  ce- 
rrillos había  una  capacísima  gruta  donde  estaba  el  ídolo,  al  cual 
venían  á  hacer  sacrificios  y  traer  ofrendas  lo.s  habitantes  de  las 
llanuras.  El  primero  en  categoría  era  el  construido  sobre  la  as- 
perísima montaña  de  Achiuhtla.  El  pontífice  que  allí  tenía  su 
residencia  era  un  verdadero  oráculo;  de  los  países  más  lejanos 
iban  á  consultarle  acerca  de  sus  negocios,  á  pedirle  remedio  y 
favor  en.  sus  trabajos.  Los  sacerdotes  para  ser  admitidos  sufrían 
un  año  de  áspero  noviciado;  jóvenes  que  nunca  hubieran  perdi- 
do BU  pureza,  pasaban  el  año  velandc*,  haciendo  penitencia,  en 
continuos  oración  y  ayuno,  ayudando  en  las  cosas  del  culto  á  los 
ministros:  su  vida  austera,  limpia  y  ejemplar,  llamaba  la  aten- 
ción de  todos.  La  fama  de  los  santos  anacoretas  llegaba  hasta 
el  mismo  Motecuhzoma  IL  Cuando  los  castellanos  desembar- 
carón  sobre  la  costa,  aquel  suceso  conmovió  hondamente  el  Aná- 

(1)  Arte  en  lengua  mixteca,  por  Fr.  Antonio  de  ios  Reyes:  prólogo. 

* 

(2)  Bnrgoa,  geográfica  descripción,  cap.  XXIII. 

< 

(3)  Burgoa,  geográfica  deBcripcion,  cap.  XXXIII. 


182 

hnac;  preocupado  aun  más  el  monarca  mexicano,  envió  comisa- 
rios á  pedir  la  explicación  del  caso  al  pontífice  de  Achiuhtla; 
éste  previno  grandes  rogativas,  dispuso  sacrificio  solemne,  y 
vestido  con  su  trage  sacerdotal,  rodeado  por  el  humo  del  incien- 
so, penetró  solo  al  santuario:  quienes  fuera  se  quedaron  oyeron 
voces  4ue  decían  repetidas  veces,  "que  se  acabó  ya  su  señorío." 
Triste  y  ^acongojado  salió  el  pontífice,  dando  aquella  fatal  nueva 
á  los  comisarios,  (i) 

Entre  los  dioses  adorados  en  el  santuario  teníase  por  princi- 
pal el  llamado  Corazón  del  pueblo:  "era  una  esmeralda  tan  grande 
"como  un  grueso  pimiento  de  esta  tierra,  tenía  labrado  encima 
"una  avecita  ó  pajarillo  con  grandísimo  primor,  y  de  arriba  á 
"abajo  enroscada  una  culebrilla^con  el  mismo  arte,  la  piedra  era 
"tan  trasparente,  que  brillaba  desde  el  fondo,  donde  parecía  co- 
"mo  la  llama  de  una  vela  ardiendo;  era  antiquísima  alhaja,  que 
"no  había  memoria  del  principio  de  su  culto  y  adoración."  (2) 
La  joya  fué  destruida  por  los  religiosos  dominicos,  á  fin  de  ata- 
jar la  idolatría.  Conceptuamos  que  pájaro  y  culebra  no  repre- 
sentaban otra  cosa  que  el  nombre  de  Quetzalcoatl,  estando  la- 
brada la  piedra  en  su  recuerdo. 

De  los  pontífices  de  Achiutla  quedó  la  fama  de  uno  de  los  más 
principales.  Grande  y  austero  penitente  era  Dzahuidanda,  sus 
virtudes  le  habían  alcanzado  la  protección  visible  del  dios.  Cuan- 
do tenia  necesidad  de  un  ejercito,  subíase  á  unas  alturas  vecinas 
á  la  montaña  del  santuario,  llevando  consigo  un  talego;  recogido 
en  santa  oración  sacudía  después  el  talego  del  cual  salían  solda- 
dos en  gran  número,  prevenidos  con  todas  armas:  disciplinados 
ahí  salían  en  silencio  para  caer  de  improviso  sobre  la  provincia 
que  había  de  ser  invadida.  Uno  de  estos  milagrosos  ejércitos 
desbarató  las  tropas  de  los  méxica,  les  persiguió  hasta  cerca  de 
8U  capital,  taló  campos  y  sembrados,  y  en  tanto  aprieto  puso  á 
Motecuhzoma  lE,  que  el  altivo  monarca  pidió  treguas,  mandan- 
do en  adelante  embajadores  y  presentes  al  pontífice,  pidiéndole 
consultase  al  corazón  del  pueblo.  (3) 

El  pueblo  de  Teotzacualco,  en  los  tiempos  que  roconocía  por 
fleñor  á  Ocañana,  veinte  leones,  traídos  de  Tilantongo,  quedó  su- 


(1)  Bnrgoa,  g«ogr¿ficft  descripoion,  cap.  XXm. 

(2)  Burgoa,  geográfica  descrípoion,  cap.  XXVIII. 
($)  Bnrgoa,  geogrifíoa  descripción,  cap.  XXVI. 


183       # 

jeto  á  Motecnhzoma  II,  recibió  guarnición  mexicana  y  pagaba  el 
tributo:  estaba  asentado  en  los  montes  de  Yucanduza,  sierra  pin- 
tada. Los  pueblos  del  Mixtecapan  llevan  comunmente  dos  nom- 
bres; mixteca  el  uno  que  le  viene  de  la  tribu  que  le  habitaba, 
méxica  el  otr6  en  recuerdo  de  la  conquista.  Amoltex>ec,  cerro  de 
amolUf  era  Yucumana,  cerro  de  jabón;  estaba  sujeto  al  señor  de 
Tututepec  y  le  tributaba.  "Hacia  la  parte  del  Sur,  diez  leguas  del, 
'/tiene  una  muy  gran  sierra,  en  la  coronilla  de  la  cual  está  una 
"peña  muy  grande,  y  en  ella  hay  una  concavidad  del  tamaño  de 
"una  gran  portada,  y  en  lo  alto  de  ella  están  tres  manos  esculpi- 
das coloradas,  y  así  mismo  cuatro  ó  cinco  letras  que  parocen 
"griegas;  dicen  los  naturales  que  antiguamente  pasó  por  allí  un 
"hombre  y  les  predicó,  y  dejó  allí  aquellas  señales;  no  saben  dar 
"razón  de  lo  que  les  dijo,  y  del  pie  de  la  peña  mana  ap^ua,  á  doü- 
"de  hay  una  fuentecita  de  ella,  la  cual  es  muy  buena."  (1) 

Los  de  Cuilapa,  Coyolapan  de  la  matrícula  de  tributos,  com- 
batieron á  los  de  Teotzapotlan,  les  vencieron  exigiéndoles  tribu- 
to, que  le  pagaban  Mictla  y  Teticpac.  (2) 

De  los  pueblos  llamados  Peñoles,  los  deitzcuíntepec,  Eztleta, 
Cnauhxolotecpac  y  Huictepec,  son  mixtéeos,  Totomachapa  y  Eo- 
tepec  chatinos:  todos  reconocían  el  señorío  de  México,  y  comba- 
tían al  independiente  señor  de  Tututepec.  La  cueva  que  está 
junto  á  Totomachapa,  "tiene  la  boca  de  gran  altara,  que  habrá 
diez  estados  á  la  cuiabre,''  mira  al  S.  y  corre  hacia  el  N.  andado 
como  un  cuarto  de  legua  en  el  interior,  no  se  le  encontró  tórmi- 
no.  En  tiempo  de  aguas  sale  por  la  boca  un  considerable  arroyo. 
Los  mixteca  hacían  allí  sus  sacrificios  y  de  partes  lejanas  venían 
en  multitud  los  peregrinos,  á  consultar  á  los  dioses  y  pedirles 
agua  para  los  sembrados  (3). 

Los  Chatinos  tienen  al  N.  y  O.  á  los  mixteca,  al  E.  los  tzapote- 
ca,  y  al  S.  el  Pacifico.  Nada  sabemos  de  ellos,  sino  que  habitan 
en  los  departamentos  del  Centro  y  de  Jamiltepec,  Estado  de 

(1)  Belacion  de  Teotzacualco  y  Amoltepeo,  por  el  corregidor  Hernando  de  Ger- 
Tintes:  15S0.  MS.  del  Sr.  García  Icazbaloeta. 

(2)  Belaoion  del  Vicario  de  Chilapa,  AgoBtin  de  Salazar:  1580.  M.  en  poder  del 
Sr.  D.  Joaqnin  García  Icazbalceta. 

(3)  Belacion  del  oorregidor  Joan  Lópea:  1579:  MS.  de  la  colección  del  Sr.  García 
leasbaloeta. 


•        184 

Oaxaca.  Entre  ésta  tribu  encontramos  á  los  papabucos  reduci- 
dos al  pueblo  de  Elotepec,  á  los  soltecos  en  el  de  Sola. 

Los  chochos  ó  chuchones,  antiguos  moradores  del  país,  antes 
de  la  invasión  de  los  mixteca,  están  hoy  reducidos  á  diez  y  seis 
pueblos  en  el  Estado  do  Oaxaca,  encerrados  á  todos  rumbos  por 
BUS  vencedores.  De  la  misma  filiación  etnográfica  son  los  cho- 
chos ó  popolocos,  que  todavía  subsisten  en  el  Estado  de  Puebla 
mezclados  en  parte  con  mexicanos,  que  les  rodean  al  O.  N.  y  E., 
en  parte  con  los  puctecos  que  tienen  al  S.  En  lo  antigut>  forma- 
ban una  de  las  provincias  interiores  del  imperio,  siendo  sus 
principales  ciudades  Tecamaohalco  y  Quecholac;  extendíanse 
hasta  Coxcatlan  y  todavía  en  el  siglo  XYI  se  les  veía  en  Tlaco- 
tepec,  y  en  S.  Salvador  unidos  con  otomíes  (1). 

Sujetos  también  á  México  estaban  los  cuicateca:  lindaban  al 
N.  con  los  mazateca,  al  O.  y  al  S.,  con  los  mixteca,  al  E.*  con  los 
chimanteca  y  tzapoteca.  La  provincia  de  Cuicatlan  tomaba  su 
nombre  de  cidcatl,  canto,  ó  de  cuicani,  cantor.  La  provincia  de 
Mazatlan  quedaba  al  N.  de  la  anterior:  su  nombre  debe  derivar- 
se de  mazatl,  venado.  La  Chinahtla,  con  su  capital  del  mismo 
nombre  tenía  al  N.  á  los  mexicanos,  al  O.  los  mazateca  y  cuica- 
teca  al  S.  y  al  E.  los  tzapoteca.  Los  habitantes  eran  feroces  y 
guerreros,  combatían  con  lanzas  de  desmesurado  tamaño,  de  las 
cuales  usaban  con  destreza  y  seguridad;  su  idioma  era  gutural  y 
áspero.  Los  chinanteca  llamados  también  tenez,  se  mostraron 
desde  muy  temprano  amigos  de  los  castellanos.  Estas  tres  frac- 
ciones corresponden  actualmente  al  departamento  de  Teotitlan, 
Estado  de  Oaxaca.  ' 

Los  tzapoteca  ó  zapoteca  confinaban  al  O.  con  los  cuicateca, 
mixteca  y  cliatinqs;  al  N.  con  los  chinanteca  y  los  nalioa;  al  ,E. 
con  los  mixe,  los  zoques  y  los  huave;  al  S.  con  el  Pacífico.  Este 
pueblo  como  su  hermano  el  míxteco,  era  también  autócton;  ig- 
norando su  origen,  decía  haber  venido  ya  de  animales  bravos  co- 
mo el  león  y  el  tigre,  ya  de  los  árboles,  ya  de  escollos  y  peñas- 
cos. No  conservaban  memoria  alguna  del  tiempo  en  que  en  el  país 
se  estallecieron,  sabiéndose  únicamente  que  allí  eran  antiquísi- 
mos. Nr  se  descubren  ruinas  antiguas,  mirándose  solo  algunas 

(1)  Bclacion  de  Cuzcatlan  por  el  corregidor  Juan  de  Castafieda:  1580  MS.  en  po- 
der del  Sr.  Oiiivia  Izcazbáloeta.  Olarigero,  tom.  1  pág.  6. 


185 

obras  de  tierra  ó  piedras  que  parecen  ser  primitivas  (1).  Teotza- 
potlan  teníase  por  capital  siendo  ésta  el  granero  principal  pa- 
ra el  ejército,  por  lo  cual  se  llamaba  Loobvanna,  lagar  de  man- 
tenimientos (2). 

Mictlan,  en  mexicano  infierm^  en  tzapoteco  Ljobaa,  el  centro 
del  descanso»  era  un  santuario  celebre  y  panteón  de  los  reyes  de 
Teotzapotlan;  sus  primorosas  ruinas  duran  todavía  atestiguan- 
do el  alto  grado  de  civilización  á  que  sus  constructores  llegaron. 
El  edificio  estaba  situado  en  el  centro  de  un  valle  sombrío  ro- 
deado de  montañas;  en  los  tiempos  de  su  mayor  explendor  com- 
poníase de  cuatro  compartimientos  superiores,  labrados  curio- 
samente, á  los  cuales  correspoiidían  otros  cuatro  compartimien- 
tos inferiores  escavados  en  la  roca.  De  los  ,  primeros  uno  servía 
de  aposento  al  pontífice,  otro  á  los  sacerdotes,  él  tercero  estaba 
destinado  para  el  rey  cuando  venía,  el  cuarto  para  los  señores 
que  al  santuario  concurrían;  la  vivienda  del  pontífice  estaba  ade- 
rezada con  más  esmero  que  las  demás,  habiendo  allí  un  trono  le- 
Tantado  compuesto  de  un  alto  cojín  con  espaldar  de  pieles  de 
tigre,  relleno  de  plumas  menudas  y  yerba  blanda,  superior  á  to- 
dos los  demás  asientos  de  la  cuadra,  sin  exceptuar  el  que  al  rey 
correspondía:  los  demás  adornos  en  las  cuatro  cámaras  consis- 
tían en  esteras  finas  y  pintadas,  pieles  curtidas,  lienzos  para 
abrigarse  durante  el  sueño.  De  las  inferiores,  la  cuadra  del  fren- 
te servía  de  santuario,  estando  los  dioses  colocados  sobre  una 
gran  loza  destinada  á  altar;  la  segunda  la  tenían  consagrada  pa- 
ra panteón  de  los  pontífices,  así  como  la  tercera  para  los  reyes: 
la  cuarta,  de  la  cual  dicen  ser  muy  espaciosa,  escavada  en  la  ro- 
ca por  mucha  distancia,  sostenido  el  techo  por  hileras  de  colum- 
nas monolíticas,  como  los  de  la  sala  lo  estaban,  tenía  de  conti- 
nuo tapada  la  entrada  con  una  gruesa  loza.  En  aquel  lóbrego 
espacio  eran  arrojados  los  cadáveres  de  las  víctimas  y  do  los  ca- 
pitanes muertos  en  la  guerra,  á  cuyo  efecto  eran  traídos  del  lu- 
gar en  que  sucumbían,  aun  cuando  fuese  de  muy  lejos:  devotos  y 
penitentes  había  que  demandaban  morir  allí,  y  una  vez  admitido 
el  empeño,  los  sacerdotes  tomaban  la  víctima,  con  particulares 
ceremonias  la  conducían  á  la  entrada,  quitaban  la  losa  y  despí- 


(1)  Burgoa,  geográfica  desoripoion,  oap.  XXXIX. 

(2)  Bnrgoa,  geográfica  descripciou,  cap.  XXXX. 


24 


186 

diéndose  del  mártir,  volvían  á  cerrar  la  puerta  dejándole  ente- 
rrado vivo  (1). 

No  tenemos  datos^para  formar  juicio  aoerca  de  su  religión, 
pensamos  que  debía  ser  mezclada  como  la  de  los  demás  pueblos 
de  Anáhuac,  que  estaba  compuesta  de  doctrinas  disímbolas  per- 
tenecientes á  épocas  diversas.  Füao  significa  dios:  Voqui  Cillaj 
XeetaOy  Piyeexao,  Chülatao,  quiere  decir,  el  señor  increado,  el  que 
no  tiene  principio  mJ^n'^Piíao-Cozaana,  criador  de  los  seres;  Co- 
quiza-Chibatiya,  Cozaanatao,  el  señor  que  sostiene  y  gobierna  las 
cosas:  al  lado  de  estas  '-palabras  pertenecientes  sin  duda  al  más 
puro  monoteismo,  encontramos  á  Coqtii  La(^  numen  de  las  galli- 
nas; Pitao  Xoo  de  los  terremotos;  ¿Co^aana  de  la  pesca  y  de  la 
caza;  Gocobi  de  las  mieses;  Cociyo  de  las  lluvias,  etc.,  (2)  mues- 
tra ya  de  un  grosero  politeismo.  La  religión  de  los  méxica  se  ha- 
bía infiltrado  entre  ellos;  conservaba  los  niimenes  de  su  antigua 
creencia  nacional;  uniendo  las  prácticas  del  nuevo  culto;  sacában- 
se sangre  de  la  lengua'y  de  otros  lugares  del  cuerpo,  y  si  bien 
oon  mucha*menor  frecuencia  que  sus  maestros,  en  ocasiones  so- 
lemnes sacrificaban  víctimas  humanas.  Estas  eran  colocadas  so- 
bre una  gran  losa,,  descubríanles  el  pecho  que  les  rompían  para 
sacar  palpitante  el  corazón,  que  tomado  por  el  gran  sacerdote  le 
llevaba  á  la  boca,"para  ofrecerlo  luego  á  los  ídolos. 

El  pontífice  llevaba  el  nombre  de  Huijatoo,  grande  atalaya  6 
el  que  lo  ve  todo;  decíanse  los  sacerdotes  Copavitoo  guarda  de  los 
dioses.  (3)  Estos  ministros,  dé  más  de  una  vida  austera,  guardaban 
castidad  ejemplar:  para  evitar  que  cayesen  en  pecado,  mutilaban 
desde  niños  á  los  consagrados  al  ministerio,  los  cuales  servían 
en  el  templo  en  cortos  años,  hasta  llegar  á  la  categoría  de  sacer- 
dotes: estos  niños  se  decían  Bijana,  dedicados  á  los  dioses.  (4) 
Era  absoluto  el  pontífice,  superior  al  rey  y  por  él  temido  y  res- 
petado; los  pleveyos  no  le  podían  ver  á  la  cara  sin  caer  muertos 
por  su  atrevimiento;  único  medianero  entre  los  hombres  y  los 
dioses,  era  el  solo  dispensador  de  gracias  y  beneficios:  este  per- 
sonaje trae  el  recuerdo  del  gran  Lhama  del  Tibel,  dios  para  los 

(1)  Burgo»,  geográfica  decripcion,  cap.  UIL 

(2)  Vocabulario  de  la  lengua  zapoteca,  hecho  y  recopilado  por  el  M.  B.  padre  fray 
Jvan  de  GórdoTa.  México,  167S. 

(3)  Borgoa,  geográfica  descripción,  cap.  LXXIL 

(4)  Burgoa,  gregráflca'defloripcion,  eap.  LYIII 


187 

hombres,  espíritu  y  oráoalo  superior  á  todo.  El  pontífice  no  es- 
taba mutilado;  nunca  se  unía  á  mujer;  pero  en  ciertas  fiestas  le 
era  permitido  embriagarse,  y  entonces  le  llevaban  solteras  dis- 
tinguidas, que  6i  salían  madres  eran  cuidadas  con  esmero:  si  el 
fruto  era  varón,  este  sucedia  al  pontífice  y  nunca  por  elección, 
cual  si  quisiera  seguirse  la  encarnación  directa  del  primado. 

iEln  las  ocasiones  solemnes  vestía  una  ropa  blanca  de  algodón 
semejante  á  una  alba,  encima  una  como  dialmática  ó  casulla  la- 
brada con  figuras  de  pájaros  y  fieras,  en  la  cabeza  una  mitra  de 
plumas,  el  calzado  tejido  con  hilos  de  colores;  el  conjunto  pre- 
senta cierto  sabor  oriental.  Ceñudo  y  mesurado  penetraba  en  el 
santuario:  hacía  acatamiento  á  los  dioses  y  les  sahumaba  con  el 
incienso;  encarándose  luego  á  ellos  comenzaba  á  hablar  entre 
dientes,  y  á  medida  que  la  oración  seguía  ó  la  inspiración  llega- 
ba, se  le  veía  estremecerse,  temblar  con  sacudidas  nerviosas,  ha- 
cer visages,  prorrumpir  en  palabras  incoherentes  y  bramidos;  los 
circunstantes  le  miraban  con  temor  y  asombro,  hasta  que  vol- 
viendo del  rapto  decía  á  los  fieles  la  voluntad  de  los  dioses,  bien 
pidiendo  sacrificios,  bien  dando  respuesta  á  las  consultas  que  le 
hacían.  (1)  Era  el  espíritu  de  los  dioses  que  hacía  hablar  á  los. 
oráculos  antiguos. 

£1  enterramiento  de  los  reyes  tenía  lugar  con  grande  aparato. 
El  cadáver  estaba  vestido  de  sus  mejores  ropas,  adornado  de 
plumas,  joyas,  collares  de  oro  y  piedras  preciosa»,  en  la  mano 
izquierda  el  escudo,  en  la  derecha  un  venablo;  los  acompañantes 
iban  llorando;  prorrunpiendo  en  lamentos  y  sollozos,  y  al  com- 
pás de  fúnebres  instrumentos  cantaban  la  vida  y  hazañas  del  ma- 
logrado señor;  así  conducían  los  despojos  hasta  la  pira,  recogían 
las  cenizas  poniéndolas  en  una  urna,  que  colocaban  en  la  cáma- 
ra del  panteón.  (2)  Guando  los  méxica  tomaron  á  Mictlan,  desa- 
pareció el  Httijatoo;  sacerdotes  y  habitantes  fueron  traídos  á  Mé- 
xico para  piorir  en  las  aras  de  Huitzilopochtli. 

El  segundo  santuario  era  el  situado  junto  á  Teotitlan,  en  la 
cumbre  de  la  montaña  coronada  por  la  alta  paña  de  Xaquija.  El 
templo  era  antiquísimo  y  del  ídolo  allí  reverenciado  fingían 
''su  origen  haber  venido  del  cielo,  en  figura  de  ave,  en  una  lu&ii- 

(1)  BurgoA  geográfica  de89ripcion,  cap.  Luí. 

(2)  Bnrgoa,  loco  oit. 


i 


188 

nosa  constelación.''  ¿Referíase  esto  á  la  caída  de  algún  aeréoli- 
to,  presenciada  por  las  tribus  primitivas,  recogido  como  el  cuer- 
po de  un  dios  precipitado  de  los  cielos?  El  origen  del  culto  per- 
díase en  la  noche  de  los  tiempos;  acudían  los  peregrinos  de  muy 
lejanas  tierras  á  pedir  remedio  á  sus  necesidades,  y  el  mismo 
ídolo  daba  las  respuestas  en  acento  formidable,  desentonado  y 
confuso,  que  no  entendidas  nunca  por  los  fieles,  eran  explicadas 
por  los  sacerdotes  como  interpretes  de  la  divinidad.  (1) 

El  pueblo  de  Teticpao,  llamado  en  zapoteco  Zeetoba,  otro  se- 
pulcro, porque  allí  había  un  templo  en  donde  se  enterraba  á 
los  señores  que  de  sangre  real  no  tenían  cabida  en  Mictlan;  de 
más  antiguo  le  decían  Qaehuiquíjezaa,  palacio  de  piedra,  por  el 
que  levantaron  sobre  una  gran  losa  para  vivienda  de  los  sacer- 
dotes. La  vida  futura  la  comprendía  aquella  nación  á  semejanza 
de  griegos  y  romanos;  eran  los  campos  Elíseos,  con  sus  jardines, 
aguas  bullidoras,  praderas  fértiles,  contento  y  satisfacción,  con 
ferias  y  contrataciones,  junto  á  una  vida  de  juventud  que  no  tur- 
baban los  achaques  de  la  vejez.  (2)  Esta  pintura,  por  material 
^ue  sea,  reposaba  en  la  creencia  de  la  inmortalidad  del  alma.  En 
Consonancia  con  ella,  el  doceno  mes  de  su  calendario  celebraban 
cada  año  la  fiesta  á  sus  difuntos;  disponían  en  platos  y  jicaras 
gran  cantidad  de  alimentos  condimentados,  que  al  cerrar  la  noche 
colocaban  en  mesas  ó  cañizos  á  la  luz  de  las  teas;  las  personas 
provectas  de  la  familia  se  sentaban  en  cuclillas,  con  los  ojos  ba- 
jos sin  mirar  á  las  viandas  por  temor  de  que  con  su  vístase  ahu- 
yentaran las  ánimas,  rogando  toda  la  noche  á  los  huéspedes  noc- 
turnos porque  les  alcanzasen  de  los  dioses  en  cuya  compañía  vi- 
vían en  el  otro  mundo,  salud,  buenos  temporales  y  abundantes 
cosechas:  estaban  creídos  en  que  las  almas  venían  á  gustar  los 
manjares,  que  si  bien  permanecían  era  ya  consumida  la  sustan- 
cia y  esencia.  Al  siguiente  día,  sin  probar  lo  más  mínimo  de  la 
ofrenda,  salían  á  repartirla  á  pobres  ó  forasteros,  y  si  no  les  en- 
contraban la  derramaban  en  lugares  apartados;  para  ellos  la  co- 
mida aquella  era  bendita  y  sagrada,  siendo  gran  pecado  volver  á 
tomarla  una  vez  ofrecida  á  los  difuntos.  (3)  También  son  estas 
costumbres  aztecas. 

(1)  Burgoa,  ibid.  « 

(2)  Burgoa,  geográfica  descripción,  oap.  XXXYIII. 
(8)  Burgoa,  geográfica  descripción,  oap.  LXXIV. 


189 

Oaentan  sus  historias  que  un  poderoso  ejército  méxica,  enyia* ' 
do  por  Motecuhzoma  II,  atravezó  el  país,  se  apoderó  de  las  tie* 
rras  de  los  huares  en  Tecuantepec,  conquisto  á  Xoconochco,  in- 
ternándose triunfante  en  Cuaubtemallan.  Reinaba  á  la  sazón  en 
Teotzapotlan  el  renombrado  rey  Cocijoesa,  quien  celoso  del  po- 
derío  de  su  rival  intentó  atajarle  los  pasos;  coligóse  al  efecto  con 
el  señor  del  Mixtecapan,  del  cual  logró  le  diese  veinte  y  «cuatro 
capitanías  mandadas  por  otros  tantos'  esforzados  guerreros,  y 
reunido  un  poderoso  ejercito  marchó  en  busca  de  los  contrarios. 
Se  apoderó  de  los  pueblos  sometidos  á  México,  dominó  á  los  fe- 
roces mixes,  desbarató  las  guarniciones  del  país  de  lo^  huave, 
entrando  triunfante  en  Tecuantepec  A  la  nueva  de  aquel  descala- 
bro, el  orgulloso  monarca  de  los  colhna  envió  á  la  venganza  nu- 
merosísimas tropas,  dando  la  orden  á  su  general  para  no  dar 
muerte  al  rebelde,  sino  traerle  vivo  á  la  capital  para  ser  ejem- 
plarmente escarmentado.  Supo  Cocijoesa  la  tempestad  que  le 
amenazaba,  y  no  pudiendo  combatir  en  campo  raso,  se  encasti- 
lló al  otro  lado  del  rio  en  la  montaña  que  corre  de  Xalapa  hasta 
una  legua  de  Tecuantepec,  construyendo  muro  y  contramuro  de 
lajas  y  peñas,  abasteciéndose  con  víveres  para  un  año;  agua  te- 
nía de  algunos  manantiales,  ademas  de  lo  cuál  hizo  construir  ca- 
paces algibes*  El  ejercito  de  los  mexica  liego  al  pie  de  la  forta- 
leza; mas  no  considerándose  suficiente  para  dar  el  asalto,  sentó 
sus  reales  al  pió  de  la  montaña,  con  intento  de  asediar  el  fuerte 
rindiéndolo  por  hambre.  Durante  la  noche  por  senderos  que  les 
eran  conocidos,  los  sitiados  hacían  salidas  siempre  costosas  pa- 
ra los  sitiadores;  estos,  escasos  de  vituallas,  fatigados  del  servi- 
cios, maltratados  porel  clima,  hacían  esfuerzos  inauditos  por  al- 
canzar algunas  ventajas:  en  valde  recibieron  dos  ó  tres  refuerzos, 
su  brio  quedó  siempre  quebrantado  por  la  constancia  y  el  arro- 
jo de  los  bárbaros.  Los  mexica  estaban  mermados  en  más  de  la 
mitad;  con  sus  cráneos  y  huesos,  los  zapotecos  habían  construido* 
una  especie  de  baluarte  en  la  montaña,  y  perdida  toda  esperan- 
za, después  de  siete  meses  de  asedio  levantaron  el  campo,  vi- 
niéndose á  México  á  ocultar  su  derrota. 

Temeroso  Motscuhzoma  del  triunfante  caudillo,  ya  que  no  pu- 
do vencerle,  quizo  atraerle  por  amistad;  pactaron  paces  y  alian- 
za, á  condición  que  los  zapoteca  dí> jaran  píiso  frjinco  por  su  te- 
nitorio  á  las  tropas  del  imperio,  y  para  sellarla,  Cocijoesa  casa- 


190 

ría  con  una  hija  de  Motecuhzoma^Uamada  Copo  de  algodón^  her- 
mosa doncella  muy  amrada  de  su  padre.  Aceptado  el  consorcio^ 
estaba  perplejo  el  tzapoteco  ignorando  cu&les  serían  las  prendas 
de  su  prometida,  ya  que  eraprobervial  la  astucia  y  mala  ié  del 
monarca  culhua.  Una  tarde,  estando  bañándose  Oocijoesa  en  el 
sitio  que  después  se  llamó  el  Charco  de  la  marquesa,  solo  y  reti- 
rados los  sirvientes,  vio  aparecer  delante  de  sí  una  moza  de  ra- 
ra belleza,  de  garbo  y  gentileza;  turbado  á  su  vista  preguntóle: 
¿qué  quieres?  ¿Quien  eres?  "To  soy,  respondió,  hija  del  empera- 
dor Motecuhzoma,  con  quien  trata  de  casarte,  y  aficionada  de  ta 
fama,  pedí  á  mis  dioses  me  trajeran  á  verte."  Sacó  en  seguida  ja- 
bón y  jicara  á  usanza  de  su  tierra,  labó  el  cuerpo  del  prometido, 
platicaron  de  las  bodas,  con  las  prevenciones  para  ejecutarlas,  y 
ella  al  despedirse  mostró  en  la  mano  un  gracioso  lunar  con 
bello,  señal  por  la  que  los  embajadores  pudieran  reconocerla  ca- 
so de  que  su  padre  no  quisiera  entregarla,  desapareció  en  se- 
guida. 

Grandes  y  suntuosos  fueron  los  regalos  prevenidos,  nobles  y 
muchos  los  embajadores  que  á  México  vinieron  de  parte  de  Cdcijoe- 
za.  Becibidos  los  presentes,  oída  la  pretensión,  Motecuhzoma 
presentó  algunas  de  sus  hijas  á  los  embajadores,  pidiéndoles  es- 
cogieran entre  ellas  la  que  mejor  les  pareciese,  mas  no  estaba  en- 
tre ellas  Copo  de  algodón;  esta  alzó  disimuladamente  la  mano  á 
componerse  el  pelo,  descubrió  el  lunar,  á  cuya  señal  pidieron  á 
aquella  por  su  reina  y  señora;  entregándola  muy  á  su  pesar  el 
falaz  rey.  Conducida  Copo  de  algodón  en  hombros  de  sus  vasa- 
yos,  festejada  suntuosamente  de  posada  en  posada  por  todo  el 
camino,  llegó  á  Teotzapotlan,  donde  se  verificaron  los  desposo- 
rio3.  con  variedad  de  regocijos  y  «araos,  deslumbradores  final  los 
que  pintan  los  cuentos  de  hadas.  Leyendas  infantiles  de  los  pue- 
blos cemicivilizados,  que  hacen  sonreír  por  candidas  y  bien  sen- 
tidas. 

Pasado  algún  tiempo,  llegaron  emisarios  del  emperador  pi- 
diendo á  su  hija  le  descubriese  los  lugares  donde  tenía  sus  fuer- 
zas y  depósitos  de  armas  el  rey  zapoteca,  pues  &  la  sombra  de  la 
paz  pensaba  entrar  con  poderoso  ejército  en  la  tierra,  á  fin  de 
vengar  el  reciente  descalabro;  Copo  de  algodón  ofreció  hacerlo, 
mas  ayisó  de  ello  á  su  esposo,  y  Cocijoesa  tomó  en  seguida  tales 
precauciones  de  defensa,  que  Motecuhzoma  se  vio  obligado  á 


191 

desistir  de  su  empeño.  Mucho  se  amaron  los  desposaos  siendo 
fruto  Cocijopij,  rayo  del  aire,  quien  siendo  mancebo  fue  nombra- 
do rey  de  Tecuantepec.  Cuando  comenzaba  á  gobernar,  poco 
tiempo  antes  de  la  venida  de  los  castellanos,  sus  vasallos  le  pi- 
dieron inquiriese  el  significado  de  una  pintura  que  en  sus  tie- 
rras había.  ''Está  en  distancia  de  cuatro  leguas  de  este  sitio  de 
"Tehuantepec,  otro  que  llamaron  Guixipecocha  en  su  lengua,  y 
"hoy  es  pueblo  de  la  Magdalena,  en  el  campo  cerca  de  un  arro- 
"yo,  un  peñasco  de  hasta  quince  o  veinte  ee^tados  de  alto,  y  oer- 
"ca  de  la  cumbre  una  prodigiosa  figura  de  tiempo  inmemorable 
"de  su  antigüedad,  y  entre  las  peñas  á  distancia  de  doscientos  pa- 
uses, se  ve  una  estatua  de  un  religioso,  con  hábito  blanco  como 
"el  nuestro,  sentado  en  una  silla  de  espaldar,  la  capilla,  puesta, 
*la  mano  en  la  mejilla,  vuelto  el  rostro  al  lado  derecho,  y  al 
"izquierdo  una  india  con  el  traje  y  vestido  que  hoy  usan  de  co- 
**bija  ó  manto  blanco,  cubierta  hasta  la  cabeza,  hincada  de  rodi- 
*llas  como  cuando  en  este  tiempo  se  confiesan."  Cocicopij  acce- 
dió á  la  súplica,  dirigiéndose  al  santuario  que  entonces  había  en 
la  laguna  llamada  hoy  de  San  Dionisio,  donde  se'adoraba  al  C07 
razón  dd  reyno;  revistióse  las  insignias  sacerdotales,  consultó  al 
dioi,  y  después  de  mucho  tiempo  que  el  sacrificio  duró,  tornó  á 
la  muchedumbre  que  le  esperaba  diciendole  con  semblante  tris- 
te y  acongojado:  "Hijos  mios,  lo  que  me  ha  respondido  el  gran 
"dios  es,  que  se  ha  llegado  ya  el  tiempo  en  que  lo  han  de  echar 
"de  esta  tierra,  porque  presto  vendrán  sus  enemigos  de  donde 
"nace  el  sol,  y  serán  unos  hombres  blancos,  á  cuyas  fuerzas  y 
"armas  no  han  de  poder  resistir  todos  los  reyes  desta  tierra."  (1) 
Esta  creencia,  común  á  todos  los  pueblos  de  Anáhuac,  determinó 
á  los  zapotecas  á  entregarse  sin  combatir  á  los  castellanos. 

Los  zapoteca  eran  más  civilizados  que  los  mixteca.  Usaban 
'del  calendario  primitivo  y  no  les  era  desconocida  la  escritura  je- 
roglífica. Oonocían  las  virtudes  medicinales  y  las  aplicaciones 
útiles  de  las  plantas,  de  las  gomas  y  de  los  bálsamos;  ^eran  pri- 
morosos en  el  arte  da  fundir  los  metales,  sobresaliendo  en  la 
construcción  de  dijes  y  adornos  de  oro  y  plata;  sabían  curtir  con 
perfección  las  pieles,  aplicándolas  á  sus  pinturas,  vestidos  y  usos 
domésticos:  como  arquitectos  quedan  todavía  las  ruinas  de  sus 

(1)  Burgoa,  geográfica  descripción,  cap.  LXXn. 


192 

fortificaciones,  palacios  j  templos.  Llevaban  por  traje  una  á  ma- 
nera de  turca  sin  maiigas  ni  cuello,  de  algodón,  pintada  á  su  usan- 
za, que  les  llegaba  á  las  rodillas,  y  á  los  principales  hasta  los 
pies;  la  gente  menuda  solo  jtraía  un  maxtlatl  para  tapar  sus  ver- 
güenzas; dejaban  crecer  el  pelo,  se  lo  trenzaban  y  dejaban  colgar 
á  la  espalda. 

Bodeados  por  los  zapoteca  y  confinando  al  S.  con  el  Océano 
Pacifico,  se  encuentra  una  fracción  de  chontales  (Estado  de 
Oaxaca);  era  un  pueblo  bárbaro  y  feroz,  rudo  de  costumbres,  sin 
vestidos  para  cubrirse,  sin  habitaciones,  muy  atrazados  en  civi- 
lización. Al  E.  tenían  á  los  triquis,  tribu  también  salvaje,  redu- 
cida hoy  á  cuatro  pueblos. 

Los  huaves  ocupan  al  presente  las  lagunas  australes  del  iztmo 
de  Tecpantepea  Tienen  al  O.  á  los  zapoteca;  al  N.  á  los  zapoteca 
y  á  los  zoques;  al¿E.  al  Xoconochco;al  S.  el  Pacífico,  quedan  redu- 
cidos á  xsinco  pueblos.  Los  indios  de  San  Dionisio  Tepehuazotlan 
llaman  en  su  lengua  Duicquialoi,  mar  superior,  á  la  laguna  más  bo- 
real y  Duicquialiai,  mar  inferior,  á  la  más  austral;  dividen  ésta  en 
dos  partes  por  una  línea  que  juntaría]el  canal  de  Santa  Teresa  con 
la  boca  barra,  y  nombran  JDuicnamnlet,  mar  de  Poniente,  á  la  del 
O.  y  Duicnahiianot,  mar  de  Oriente,  á  la  del  E.:  dicen  al  Pacífico 
Nadamduic,  mar  grande,  y  las  islas  se  conocen  por  Monapoatiac 
y  NcUartiac.  (1). 

Los  huaves  ó  huavi  son  originarios,  según  parece  de  Nicara- 
gua; sin  saberse  la  causa,  dejaron  su  país,  fiando  su  vida  á  sud 
frágiles  embarcaciones,  costearon  la  mar  rumbo  al  N.,  desem- 
barcando en  las  playas  del  iztmo.  Aquel  país  estaba  ocupado 
por  los  tnixes,  quienes  de  buen  grado  cedieron  las  llanuras  por 
estar  acostumbrados  á  vivir  en  las  montañas,  ó  bien  fueron  ven- 
cidos  y  rechazados  á  las  alturas.  Los  huave  se  extendieron  has- 
ta Tecuantepec  y  Xalapa,  ocupando  una  gran  extensión  de  tie- 
rras fértiles,  donde  vivían  contentos  y  felices-,  cultivando  el  sue- 
lo y  haciendo  de  su  nueva  patria  un  vergel.  Los  méxica  en  el 
reinado  de  Motecuhzoma  11,  conquistaron  el  país  imponiéndole 
tributo;  siguióse  inmediatamente  la  invasión  de  los  zapoteca  al 

■ 

(1)  Beoonocimiento  del  iztmo  de  Tehuantepeo  mandado  practicar  porD.  José 
Qaray  en  los  afioa  1842  y  1843.  México,  1844.  Pág.  7. 


193 

mando  de  Oooijoesa,  con  cuyo  motivo  perdieron  casi  todo  su  te- 
rritorio, quedando  reducidos  á  las  islas  de  las  lagunas. 

En  la  isla  donde  boy  se  encuentra  el  pueblo  de  S.  Dionisio  del 
mar,  hay  un  montecillo  conteniendo  una  extensa  gruta:  era  éste 
un  santuario  venerado  de  los  zapoteca,  consagrado  á  la  divinidad 
que  tenia  por  nombre,  Alma  y  Corazón  del  reyno.  Las  paredes 
de  la  gruta  estaban  labradas,  teniendo  altares  para  los  ídolos. 
Pensaban  del  Alma  y  Corazón  del  reyno  que,  cual  otro  gigante 
Atlas,  sustentaba  el  mundo  sobre  sus  hombros,  y  para  que  la 
comparación  sea '  completa,  decían  que  cuando  vacilaba  ó  se 
meneaba,  la  tierra  se  extremecía  con  terremotos:  de  su  poder 
dependían  los  buenos  temporales,  las  victorias  contra  los  ene- 
migos. (1) 

Lindan  los  mixes  al  N.  con  los  nahoa  y  los  zapoteca;  al  O.  en 
parte  del  S.  con  los  mismos  zapoteca;  al  S.  y  al  E.  con  los  zoques. 
Pueblo  bárbaro,  parece  anterior  á  los  zapoteca;  en  lo  antiguo 
ocupó  la  tribu  más  amplio  terreno,  de  parte  del  cual  fué  despo- 
seida,  ya  por  los  huave,  ya  por  sus  sempiternos  enemigos  los 
zapoteca.  Cazadores  valientes  y  atrevidos  lidiaban  contra  las  fie* 
ras  de  su  montañoso  país,  ''de  su  naturaleza  son  arrogantes,  al- 
"tivos  de  condición  y  cuerpo,  y  todo  lo  dice  el  tono  de  la  voz 
"con  que  hablan  siempre  á  gritos,  y  aunque  los  más  atribuyen 
''esta  ruidosa  articulación  á  su  natural  desmedido  y  enojoso,  he 
"advertido  que  lo  intratable  de  las  sierras  les  ha  hecho  de  cos- 
"tumbre  natural  la  vocería>  porque  siendo  los  montes  seguidos 
"nnos  tras  otros  tenían  en  barrancas  profundas  sus  habitaciones, 
"entre  selvas  que  sacude  el  viento,  y  entre  arroyos  que  se  preci- 
"pitan  en  raudales,  y  de  todo  resulta  tan  confuso  murmullo,  que 
"era  menester  para  entenderse  hablar  en  sobreagudas  con  des- 
"entonado  estruendo."  (2)  Estos  intrépidos  montañeses  defen- 
dieron palmo  á  palmo  su  suelo  contra  sus  más  adelantados  ve- 
cinos, y  más  de  una  vez  triunfaron  de  los  invasores  blancos. 

En  cierto  tiempo  no  determinado,  los  mixes  estuvieron  man- 
dados por  un  poderoso  señor  llamado  Cóndoy,  cuya  residencia 
estaba  en  la  serranía  del  Cempoaltepec,  sobre  unaeminencia  ha- 
da el  S.  cerca  del  pueblo  de  Atitlan,  en  una  gran  gruta  escondi- 

(1)  Bargoa,  geográfica  descripción,  cap.  71,  72  j  75. 

(2)  Bnrgoa,  Geográfica  descripción,  cap.  LVI. 

26 


194 

da  entre  los  riscos  de  la  montaña.  Condoy  era  on  bravo  guerra* 
roy  miedo  de  sus  enemigos  y  ante  el  cual  los  peñascos  más  alti- 
vos se  humillaban  inclinándose  en  señal  de  obediencia;  salía  de 
su  madriguera  al  frente  de  sus  mejores  soldados^  llevando  el  ex* 
terminio  y  el  saqueo  á  sus  comarcanos.  Oansados  de  sus  depre- 
daciones aliáronse  zapoteca  y  mixteca,  desbarataron  á  los  mero- 
deadoreSy  logrando  encerrar  al  jefe  en  la  gruta  de  Atitlan,  á  cu- 
ya boca  pusieron  leña  encendida,  sofocando  con  el  humo  al  ven- 
cido Oondoy.  Si  ésta  es  la  versión  de  los  vencedores,  en  contrario 
aseguran  los  mixes,  que  el  Oondoy  no  tuvo  padres,  salía  en  edad 
perfecta  de  la  gruta  á  gobernarlos  y  defenderlos,  y  no  le  mató 
el  rey  de  Teotzapotlan,  sino  que  cuando  se  hubo  cansado  de  la 
guerra,  acompañado  de  gran  número  de  soldados  llevando  mu- 
cho oro  y  los  despojos  de  sus  enemigos,  se  entró  por  la  cueva» 
tapó  la  puerta  y  se  fué  á  provincias  lejanas.  Después  tenían  allí 
los  mixes  el  sepulcro  de  sus  señores  y  distinguidos  capitanes  (1). 

La  crónica  dominicana  que  seguimos,  refiere  haciendo  el  elo- 
gio de  Fr.  Juan  de  Ojedo,  visitador  de  los  mixes,  que  subió  á  la 
cumbre  de  la  montaña  Oempoaltepec,  '^y  vido  aquella  cima  que 
^'descuella  sobre  las  nubes,  y  tocó  con  sus  manos  la  tierra  me- 
''morable  de  un  peñasco  con  lo  raso  de  una  mesa  que  hace,  y  en 
''él  esculpidas  dos  plantas  como  si  las  esculpieran  á  cincel,  con 
''todos  los  músculos  y  forma  de  los  dedos  como  si  se  imprimie- 
"ran  en  cera,  y  la  tradición  de  los  indios  desde  su  gentilidad  es, 
"que  la  tuvieron  de  sus  mayores,  y  dejaron  escritos  en  sus  pieles 
"y  caracteres,  que  un  hombre  blanco  y  anciano  que  vino  de  la 
"mar  del  Sur,  con  el  hábito  que  pintan  á  los  apóstoles,  había  Ue* 
"gado  á  estos  mixes,  y  predicádoles  en  su  lengua  algunas  cosas 
"del  Dios  verdadero  que  habían  de  adorar,  y  los  naturales  de  es- 
"ta  nación  lo  quisieron  matar,  y  que  subiéndose  á  aquella  peña 
"dejó  estampadas  las  huellas,  y  po  le  vieron  más  (2)*' 

La  tradición  de  la  venida  de  hombres  blancos  y  barbados  la 
vemos  derramada  hasta  los  pueblos  más  australes;  pero  entre 
las  naciones  cercanas  á  la  costa  del  Pacífico,  el  aparecimiento  de 
la  raza  extrai^era  fué  por  aquel  Océano  en  contraposición  á  los 
méxica  que  la  señalan  por  el  Atlántico:  en  todos  los  casos,  los 

(1)  Burgoa;  geográfica  desotipoioii,  cap.  LX.  7  LXI 

(2)  Bargoa,  geográfica  descripoioiiii  oap.  IX 


195 

extranjeros  Tienen  ensañando  nuevas  doctrinas  religiosas.  Acaso 
ambas  tradiciones,  reunidas  malamente  en  una  sola  por  los  es- 
critores, se  refieran  á  la  venida  de  distintos  predicadores,  perte* 
necientes  los  unos  á  Europa,  los  otros  al  Asia.  La  cruz  de  Hua- 
tulco  también  la  trajo  un  hombre  extranjero.  Según  los  mixto- 
ca  'Meron  venir  por  la  mar,  como  si  viniese  del  Perú,  un  hom- 
^re  anciano,  blanco,  con  el  traje  que  pintan  á  los  apóstoles  de 
^túnica  larga,  ceñido  y  con  manto,  el  cabello  y  barba  larga,  abra- 
^sado  con  aquella  cruz,  y  espantados  del  prodigio  acudieron  mu* 
'^chos  á  la  playa  á  verle,  y  él  los  saludo  muy  benévolo  y  manso 
''en  su  misma  lengua  natural,  que  es  mixteca  y  algunos  dias  es- 
'^vo  con  ellos  enseñándoles  muchas  cosas  que  no  pudieron  en- 
'tender,  que  lo  más  de  los  dias  y  las  noches  se  estaba  hincado 
''de  rodillas,  que  comía  muy  poco,  y  cuando  se  quiso  ir  les  dijo, 
"que  les  dejaba  allí  la  señal  de  todo  su  remedio,  y  que  la  tuvíe- 
"sen  con  mucha  veneración  y  respeto,  que  tiempo  vendría  en  que 
"^es  diese  á  entender  el  verdadero  Dios  y  Señor  del  cielo."  (1) 

Oosa  singular  son  las  señales  en  las  rocas  de  pies  y  manoSi  es- 
tampadas de  un  modo  milagroso.  Las  plantas  impresas  en  el 
Oempoaltepec  traen  á  la  memoria  las  huellas  de  los  pies  de  Bud- 
ha,  en  la  parte  superior  de  una  elevada  roca,  llamada  Pico  Adán 
por  cristianos  y  musulmanes,  Samanhda  por  los  cingaleses,  en 
la  isla  de  Seylan.  "Esta  señal  pedrestre  ó  aripada^  data  del  ter- 
"cer  viaje  de  Budha  á  Ceylan,  snbió  á  las  nubes  elevándose  so* 
'^re  la  montaña,  la  cual  se  levantó  de  su  base,  recibió  en  el  aire 
'la  impresión  del  pié  sagrado,  y  en  seguida  cayó  en  el  lugar  que 
"hoy  ocupa."  (2)  • 

Los  zoques  se  extienden  por  los  actuales  estados  de  Oaxaca, 
Ghiapas  y  Tabasco,  lindan  al  N.  con  los  mexicanos  y  los  chonta- 
íes;  al  E.  con  los  tzendales,  zotziles  y  chiapanecos,  al  S.  con  Xo- 
conochco;  al  O.  con  los  huaves,  mixes  y  tzapoteca.  "Los  zoques 
"(en  la  actualidad)  habitan  la  región  montañosa  del  E.  del  itsmo 
"de  Tehuantepec,  desde  el  valle  de  Chicapa  al  S.  hasta  el  rio  del 
"Corte  al  N.:  ocuparon  primitivamente  una  provincia  chica,  si- 
"tuada  en  los  confines  de  Tabasco,  y  fueron  sometidos  por  la  ex- 
"pedidon  que  llevó  á  Ghiapas  Luis  Marin.  Se  parecen  en  algu- 

s 

(1)  Bnrsoa,  geográfica  desoripoion,  cap.  LXIX.  * 

(2)  darel,  histoire  pütoreoque  dM  reUgions,  tom.  1,  pág.  382. 


s 


196 

''nos  de  sus  rasgos  á  los  mizes;  pero  son  de  formas  más  atlétioas» 
**j  se  les  distingue  fácilmente  por  lo  marcadas  que  tienen  las  fac* 
"ciones,  y  la  rara  costumbre  de  afeitarse  la  corona  de  la  cabeza. 
"Gustan  desenfrenadamente  de  licores,  son  ordinarios  y  yulga- 
"res  en  sus  modales  pero  son  pacientes,  sufridos  é  industriosos. 
"Cultivan  grandes  cantidades  de  naranjas  deliciosas,  maíz  y  ta* 
'l)aco  en  los  trechos  de  tierra  abierta  en  la  sierra,  y  tienen  en  to 
"do  el  itsmo  una  celebridad  merecida  los  efectos  que  fabrican  de 
^'ixtle  y  de  pita.  Mentalmente  son  de  una  ignorancia  lamentable^ 
"pues  las  ideas  de  la  Divinidad  y  la  religión  son  vagas  é  indefi- 
"nidas."  (1) 

Los  chiapaneca  tienen  al  N.  los  zoques  y  zotziles;  al  O.  los  zot- 
ziles;  al  S.  el  Xoconochco;  al  O.  los  zoques.  Varias  veces  hemos 
mencionado  esta  tribu,  sin  disputa  una  de  las  más  antiguas  en 
Anáhuac;  ellos  en  sus  tradiciones  se  decían  los  primeros  pobla- 
dores del  Nuevo  Mundo.  De  los  autores,  unos  los  hacen  origi- 
narios de  Nicaragua,  diciendo  que  se  situaron  sobre  el  peñón  ás* 
pero  que  está  en  la  orilla  del  rio  de  Chi apa,  manteniéndose  siem- 
pre en  guerra  contra  la  guarnición  mexicana  de  Zinacantlan.  (2) 
Otros  les  hacen  descender  de  los  toltecas  y  de  la  familia  de  los 
kicheés.  (3)  Decían  también  que  los  primeros  pobladores  habían 
venido  de  la  parte  del  Norte,  y  que,  cuando  llegaron  á  Soconus* 
co,  se  separaron,  yendo  los  unos  á  habitar  el  país  de  Nicaragua^ 
y  permaneciendo  los  otros  en  eT  de  Chiapan.  Esta  nación,  según 
dicen  los  historiadores,  no  estaba  gobernada  por  un  rey,  sino 
por  dos  jefes  militares,  nombrados  por  los  sacerdotes.  Así  se 
mantuvieron  hasta  que  los  últimos  reyes  mexicanos  les  sometie- 
ron á  aquella  corona.  Hacían  el  mismo  uso  de  las  pinturas  que 
los  mexicanos,  y  tenían  el  mismo  modo  de  computar  el  tiempo; 
pero  empleaban  diferentes  figuras  que  aquellos  para  represen- 
tar los  años,  los  meses  y  los  dias.*'  (4)  Sus  principales  ciudades 
eran  Teochiapan,  Tochtla,  OliamuUa  y  Tzinacantlan;  vivían  con 
los  quelenes  cuya  población  principal  se  decía  Teopixca. 

La  última  provincia  á  este  rumbo  es  la  de  Xoconochco,  perte- 

(1)  El  itsmo  de  Tehaantepec.  Besultado  del  reconocimiento  por  el  mayor  J.  B. 
Bamaxd;  México,  1852.  Fág.  285. 

(2)  Bemesal.  Hist.  de  la  provincia  de  Chiapa  y  Guatemala,  lib.  V,  cap,  XIIL 

(3)  Juarrofl,  tom.  II,  p¿g.  64. 

(4)  ClaTÍgero,  hist.  antigua,  tom.  1,  pág.  99. 


197 

neciente  hoy  al  Estado  de  Ohiapas.  En  lo  antiguo,  el  reino  de 
ios  mames  se  extendía  por  el  partido  de  Guegüetenango,  ana  frac- 
oion  del  de  Qaetzaltenango,  y  el  Xoconochco,  con  su  capital  del 
mismo  nombre.  (1)  Los  mames  era  un  pueblo  antócton,  que  ha- 
bitó la  provincia  desde  tiempos  muy  remotos;  los  olmeca  llega- 
dos de  la  parte  de  México  les  redujeron  á  servidumbre;  emigran- 
do una  fracción  de  los  vencidos  á  Guatemala.  Quienes  en  Xoco- 
nochco  quedaron  fueron  invadidos  aún  por  los  tolteca,  empuñan- 
do el  cetro  del  reino  mame,  uno  de  los  hermanos  de  Nímaquiché. 
Este  nuevo  señorío  sostuvo  porfiadas  guerras  contra  sus  vecinos 
los  kicheés,  hasta  que  el  rey  de  éstos,  Kikab  II,  les  derrotó,  obli- 
gándales  á  ocultarse  en  los  bosques.  Ahuitzotl,  octavo  empera- 
dor de  México,  se  apoderó  del  Xoconochco,  quedando  desde  en- 
tonces sujeto  al  tributo.  (2) 

Yolviendo  ahora  á  las  costas  del  Golfo,  hemos  visto  que  por 
allí  se  encontraban  los  cuexteca  y  los  totonacos.  Entre  éstos  al 
O.  y  terminando  en  el  actual  rio  de  Alvarado,  al  E.  se  extendía 
la  provincia  de  Cuetlachtlan:  con  su  capital  del  mismo  nombre 
(hoy  Cotasta):  la  parte  de  la  costa  en  donde  desembarcaron  los 

castellanos  y  en  donde  actualmente  está  el  puerto  de  Yeracruz, 

• 

se  llamaba  Chalchiuhcuecan.  Entre  la  anterior  y  el  rio  Coatza- 
coalco  corría  la  provincia  de  la  misma  denominación,  última  por 
aquel  rumbo  perteneciente  al  imperio. 

En  las  dos  anteriores  provincias  se  hablaba  lengua  nahoa,  co 
mo  igualmente  en  otros  pequeños  señoríos  que  ocupaban  la  par- 
te central  del  país,  de  los. cuales  eran  los  principales  del  otrQ  la- 
do de  las  faldas  del  Popocatepec,  Tepostlan,  Yautepec,  Huazte- 
pec,  Chictla,  Ytzocan,  Acapetlayocan,  Cuauhquechotlan,  Tehua- 
can,  Atlixco,  etc.,  correspondientes  hoy,  unos  al  Estado  de  Pue- 
bla^  otros  al  de  Merelos. 

Todo  el  país  estaba  lleno  de  abundante  población,  cuidadosa- 
mente cultivado,  con  ricas  ciudades  y  multiplicados  villorrios. 
Bajo  todos  esos  aspectos  era  superior  el  Yalle  de  México,  centro 
de  la  civilización  azteca,  en  donde  no  solo  se  alzaban  las  capi- 
tales de  las  principales  monarquías,  sino  otras  muchas  ciudades 
de  importancia.  México  Tenochtitlan,  .capital  del  imperio,  oou- 

(1)  Jaarros,  tom.  2,  pág,  9. 

(2)  Torqnemada,  lib.  III,  cap.  YTi.  JoanoB,  loeo  oit 


198 

paba  el  lugar  que  ahora;  pero  como  las  aguas  del  lago  inradían 
una  gran  extensión^  la  cindad  estaba  construida  sobre  una  isla. 
Fuera  de  Tlacopan  y  de  Texcoco,  capitales  de  sus  respectivos 
reinos,  se  contaban  las  ciudades  florecientes  de  Chalco,  Xochi- 
milco,  Mizquic,  Ouitlalluac,  Itztapalapan  y  Ouaubtitlan,  cabece- 
ras de  otras  tantas  provincias  conquistadas;  Culhuacan,  capital 
del  extinguido  reino  de  los  colhua;  Atzcapotzalco,  que  lo  fué  del 
reino  tepaneca;  Xaltocan,  de  una  provincia  otom!.  Se  veían  ade- 
mas Otompa,  Mexicatzinco^  Huitzilopccbco,  Coyoliuacan,  Aten- 
eo, Coatlichan,  Huexotla,  Chiauhtla,  Acolma,  Teotíbuacan,  Izta- 
palocan,  Tepetlaoztoc,  Tepepolco,  Tizayocan,  Citlaltepec,  Ooyo- 
tepec,  Tzompanco,  Tultitlan,  Tetepanco,  Ehecatepec,  Tequix- 
quiac,  &C.  (1)  Al  N.  ToUan,  capital  que  fué  de  los  tulteca,  y  más 
allá  las  ciudades  de  los  otomíes,  de  IsCs  cuales  eran  principales 
Xilotepec  y  Nopalla. 

Dentro  del  imperio  existían  tres  estados  independientes.  La 
llamada  república  de  Tlaxcalla  confinaba  al  O.  con  el  reino  de 
Acolbuacan;  al  S.  con  CboloUan  y  Huexotzinco,  y  el  señorío  de 
Tepeyacac,  sujeto  á  México;  al  E.  con  provincias  del  imperio;  al 
N.  con  los  totonacos  por  la  provincia  de  Zacatlan:  su  capital, 
Tlaxcalla.  Sus  límites  corresponden  casi  exactamente  á  los  del 
actual  Estado  de  su  nombre,  pues  por  privilegios  antiguos  fue 
conservada  la  demarcación.  Sus  fronteras  estaban  guardadas  por 
broncos  otomies,  atraídos  á  su  territorio  por  la  señoría. 

CfholoUan,  ciudad  teocrática  y  libre,  gozaba  de  corto  terreno, 
perteneciéndole  el  sitio  llamado  Cuetlaxcoapan  donde  los  espa- 
ñoles fundaron  Puebla  de  los  ángeles:  es  antiquísima,  sin  acer- 
tarse á  saber  quiénes  fueron  sus  fundadores.  La  construcción  de 
su  gran  pirámide  se  atribuye  por  la  tradición  al  gigante  Xelhua, 
lo  que  quiere  decir,  que  pertenece  á  las  naciones  primitivas  des- 
conocidas á  los  pueblos  modelrnos.  En  la  estampa  de  la  peregri- 
nación azteca  consta,  que  los  chololteca  se  lea  unieron;  mas  des- 
pedidos con  las  demás  tribus,  caminaron  al  S.  viniendo  á  esta- 
blecerse en  Cholollan,  ya  de  muy  antiguo  fandada,  de  la  cual 
tomaron  nombre,  en  lugar  de  comunicarlo  á  la  ciudad.  Desde 
ñu  tiempo  primitivo  aparece  como  un  santuario  venerado,  Se 
dioses  que  no  dejaron  nombre;  residencia  por  algún  tiempo  de 

(1)  OlATigero,  tnm.  1,  pág.  i. 


199 

Qaetzalcoatl,  al  maroharse  el  tanmatargo  los  sacerdotes  le  to- 
maron por  patrono,  adorándole  como  á  dios  del  fáre:  los  cholol- 
teca  eran  de  la  familia  nahoa»  y  bien  por  esta  cansa,  bien  por  el 
contacto  de  los  méxica,  adoptaron  el  cnlto  general,  con  profasion 
de  penitencias  j  sacrifióios.  En  los  tiempos  modernos  se  llama- 
ba Santuario  de  todos  los  dioses,  acudiendo  turbas  de  romeros 
de  las  provincias  más  remotas  á  pedir  remedio  á  sus  penas.  La 
ciudad  santa  contaba  tantos  templos  como  dias  el  año,  cada  uno 
con  dos  ó  tres  altas  torres,  lo  que  bacía  subir  el  número  de  ellas 
á  cuatrocientas,  descoyando  entre  todas  las  del  templo  mayor, 
lia  afluencia  de  peregrinos  y  la  aplicación  de  los  sacerdotes  de- 
terminaba que  el  número  de  sacrificios  fuera  grande;  según  afir- 
man, solo  de  niños  perecían  seis  mil  en  cada  ano. 

Contaba  la  ciudad  veinte  mil  casas  de  cal  y  canto,  sin  otras 
tantas  repartidas  por  estancias  y  aldeas:  las  calles  anchas  y  bue- 
nas; los  templos  blanqueados  con  cal  ó  yeso.  Los  habitantes 
andaban  vestidos  de  algodoií,  labrado  con  plumas  y  pelos  de  co- 
nejo, aunque  por  las  leyes  suntuarias  los  pobres  solo  usaban  te- 
las de  nequen;  eran  de  buen  tamaño  y  parecer;  las  mujeres  tra- 
bajadoras y  entendidas  6n  sus  haciendas;  los  hombres  buenos 
mercadares,  oficiales  de  todas  ^rtes,  sobresaliendo  en  la  alfare- 
ría, que  al  dicho  de  los  castellanos^  ''fué  la  loza  tan  hermosa  y 
''delicada,  como  la  de  Florencia  en  Italia."  El  gobierno  era  teo- 
crático, ejecutándose  las  cosas  de  la  guerra  por  un  capitán  asis- 
tido por  el  consejo  de  seis  nobles.  Los  españoles  encontraron 
pobres  mendicantes,  que  no  eran  permitidos  en  ningún  otro  lu- 
gar, y  allí  se  toleraban  por  ser  penitentes  que  venían  en  ro- 
mería. (1) 

Huexotzinco  estaba  situado  en  las  quebradas  del  Popocatepec, 
y  fue  trasladado  al  lugar  que  ahora  ocupa  por  los  religiosos 
franciscanos:  (2)  fue  ciudad  populosa,  á  la  que  se  atribuyen  cua- 
renta mil  vecinos. 

Tlaxcalla,  OholoUan  y  Huexotzinco  no  debían  su  independen- 
cia al  número  ni  al  valor  de-  sus  guerreros,  sino  al  pacto  de  la 
guerra  florida  ó  sagrada,  según  en  su  lugar  veremos. 


(1)  Torqnemada,  lib.  m,  oap.  XIX. 

(2)  Toiqaemada,  lib.  m,  cap.  XX. 


CAPITULO  n. 

TLA.COPAN. — TEXCOCO.— SEÑORÍOS  INDEPENDIENTES. 
JSeino  dé  T¡acapan,^Mazahiui.—Beino  de  Texeoco.^MttstiUcm.'-Reino  de  Mick- 

■ 

huacan. — Bdno  de  Colima,— Reirio  de  XaUxeo  y  pequeños  eehorioe  independientee^ 
— Otamies.  —  Iztacchiehimecá.  —Ooras.  -^Tepecanfis,  —  Huióliolee.  —  CoJoUanee. — 
Caacanee. — Tepehua  7ies.  —Aeaxeeé,  —SabcUbos,  —Xixmee, — Tebaca.  Siruríoajf  nu 
diferentes  tribus,— CaMtae,^Pimae  y  sus  divisiones.— SérCs.-^OpíUas  y  sus  <tfine9. 
^'California  y  sus  gentes.  • 

EL  reino  de  Tlacopan,  el  más  pequeño  y  de  menor  importan- 
cia de  los  coligados,  se  componía  de  algunas  poblaciones 
tepaneca  y  de  la  provincia  de  los  mazaliua;  su  capital  Tlacopan, 
(hoy  Tacuba),  en  la  margen  occidental  del  lago.  Comunicábase 
con  México  por  medio  de  una  amplia  calzada  construida  sobre 
las  aguas.  Los  mazahua  ó  ma^ahui  tienen  al  N.  á  los  tarascos  y 
otomíes;  al  E.  los  otomíes;  al  S.  los  otomíes  y  matlatzinca;  al  O. 
los  tarascos:  su  lengua  es  de  la  familia  otomí.  La  posición  geo- 
gráfica de  la  tribu  indica,  que  es  contemporánea,  ^\  no  más  an- 
tigua que  su  congénere. 

Confinaba  el  reino  de  Texcoco  al  N.  con  el  Huaxtecapan;  al 
E«  con  Tlaxcallá,  al  S.  con  el  Imperio  de  México;  al  O.  con  el  la- 
go y  con  el  imperio.  Los  lindes  no  estaban  bien  definidos  en  los 
dias  de  la  conquista  española,  pues  los  reyes  de  México  que  pa- 
ra entonces  se  habían  sobrepuesto  á  sus  colegas,  tomaban  para 


201 

sí  lo  que  les  conyenáa  ooa  desprecio  de  los  tratados.  Su  exten- 
sión por  otra  parte  yarió  oon  los  tieo^pos,  según  fué  imperio  chi- 
ohimeca,  proYÍncia  sujeta  á  los  tepaneca,  reino  de  Acolhuacan. 

Para  darnos  cuenta  de  lo  que  era  en  su  último  período,  vamos 
i  copiar  dos  documentos  auténticos.  El  primero  es  una  nómina 
de  las  poblaciones  sujetas  á  Texcoco  en  los  tiempos  de  Neza- 
hualoojotl  y  de  Nezahualpilli,  tomada  de  un  antiguo  MS.  mexi- 
eanoy  traducido  del  original  por  el  Sr.  P.  José  Fernando  Bamí- 
re^i  quien  me  franqueó  una  copia.  Dice  así: 

"Las  cabeceras  que  pertenecían  al  reino  de  Tetzcoco,  eran: 


Huexotlan 

Coatlichan 

Ghimalhuacan 

Otompa 

Teotihuacan 


Tepetlaoztoc 
Ouauholiinanco 
Acolman 
Tepechpan 


Chiauhtlan 
Chiulinauhtlan 
Tollantzinco 
Xicotepec 


Tezojocan  Tetzcoco  Pantlan 


"Pueblos  que  solo  iban  á  servir  á  Tetzcoco: 


Ooatepec 

Iztlapalocan 

Papalotlan 

Xal  tocan 

Ahuate  pee 

Oztototicpac 

Axapoclico 

Aztaquemecan 

Tizajocan 

Tlallanapan 

Tepepolco 

Coyohuac 

Oztotlatlauyan 

Aohichilacachyocan 


Tetliztacan 

Tliltzapoapan 

Tecpanmolanco 

Tenchol 

Xococapan 

Tamazollan 

Teocuauhtla 

CbamoUan 

Chicontepec 

Teonochtlan 

Teccizapan 

Xocotitlan 

Xocliimilco 

Ahuatlan 


Cozcat^cotlan 

Ayacaclitepec 

Tecatlan 

Xicallanco 

Patzoquitlan 

Cauchicol 

Tonallan 

Temoac 

Cozoquentla 

Tlapalícbcatlan 

Cihuatlan 

Tlacotepec 

Tziuhcoac 

Macneztlan. 


El  segundo  MS.  que  también  debí  á  mi  muy  sentido  amigo  el 
Sr.  Bamírez,  es  éste: 

^*, y  para  que  á  Y,  mag  le  conste  que  era  la  provincia  de 

'Tezcuco  al  tiempo  que  el  dicho  vro.  capitán  (Hernán  Cortés)  vi- 

"no  á  esta  nueva  españa  estaban  debajo  del  dominio  é  señorío 

26 


i 


202 

''del  dicho  mi  tio  (Oacainaizin)  6  de  la  cibdad  de  Tezcnco  los 
"pueblos  y  proyincias  siguientes: 

''Otúmba  (Otompa)  con  su  snbjeto  qnestá  en  inra  real  ooroíÚL 

'^Teipeapnlco  Qon  su  snbjeto,  &. 

"Ahnatepeo      Guanhtlantzinco    Tiánqnilncan    Tepetlaoztoc 

•  ''A^apnchclio    Coatepec  Iztapalnca 

''Todos  los  sobredichos  pneblos  estaban  señalados  6  dedica- 
''dosr  para  el  servicio^de  la  casa  de  dicho  señor. 

''Los  pneblos  que  mis  pasados  ganaron  por  gnerra  donde  te- 
"nían  renteros  6  tierras  son  los  siguientes: 

"T.ulancingo  (Tollantzinco).  En  Ohaloo,  cierta  parte  del  que 
"está  en  yr.  real  corona. 

*'Acoac.  Tuchpa.  En  Ouauhnahuac,  cierta  parte  del  ques  del 
"marques  del  Valle- 

"Tlatlauhtepec.  Tuchtepec.  Toluca,  cierta  parte  del  <fuestá 
"encomendado  al  marques  del  Valle. 

"Tlalcotzauhtitlan. 

"Los  pueblos  donde  tenían  caballerías  ganadas  por  sus  per- 
"sonas: 

*  "En  Azcaputzalco  En  Ouauhtitlan  En  Tepo^otlan 
"En  Suchimilco  En  Taouba  En  Ecatepec 
"En  Cnauhtiapa  En  Aticpac  EnTaltiÜan 
"En  Huacalco .  En  Ouyuacan  En  Ohicoloapa 

"Los  pueblos  que  partían  los  tributos  entre  México  y  Tezouco 
"y  Tacuba  son  los  siguientes: 

"Goayxtlayuacan  (Coaixtlahuacan).  Ayli^apan  (Ahuilitzapan). 
"Cuauhtuchco.  Tepeaca  (Tepeyacac).  Ootlaxtlan  (Cuetlachtlan). 

"Los  pueblos  queran  comarcanos  &  la  dha  cibdad  de  Tescuco 
"aubjetos  que  tributaban  á  la  dha  cibdad  son  los  siguientes: 

"Huexutla  Tepechpa  Papalotlan  Xicotepeo 

"Coatlichan  Chiconauhtla  Oempoallan  Pahuatlan 

"Chimalhuaoan  Te^ayuca  Oztoticpao  Tlaoulultepeo 

"Aeulma  Tlalanapan  Teutivuacan  Papalotiopao. 

"Todos  estos  dichos  pueblos  arriba  contenidos  solían  ser  sub- 
^etds  desta  dha  dbdad^de  Tescuco  é  tenían  en  ella  sus  casas  é 


203 

''tributaban  é  obedecían  al  señor  de  Tescuco  7  no  á  otro  alguna 
**6  como  vino  Tro  capitán  don  hemando  cortes  nos  quitó  é  des- 
"poseyó  de  todos  los  dichos  pueblos  7  nos  dexó  tan  solamente 
'%  cabecera  ques  la  cibdad  de  Tescuco  con  qiuitro  subjetos  que 
''se  llaman  Yuexutla  (Huexotla),  Coatlicban,  Chiauhtla,  Te^ayu- 
''ca  é  no  más,  &o.  (1) 

El  re7no  se  decía  de  Acolhuacan,  ''que  es  tanto  como  dbcir. 
"tierra  7  provincia  de  los  bombres  hombrudos»  7  por  la  misma 
"razón  al  lenguaje  que  generalmente  en  toda  esta  provincia  ha- 
"blan  llamaron  AcolhuatlatolL"  El  cronista  de  quien  tomamos 
estas  palabras  asegura,  que  en  los  tiempos  de  su  gentilidad  el 
reino,  "corría  prolongado  desde  el  mar  del  Norte  á  la  del  Sur, 
"con  todo  lo  que  se  comprende  á  la  banda  del  Poniente  hasta  el 
"puerto  de  la  Yeracruz,  salvo  la  ciudad  de  Tlachcala  7  Huexo- 
"tzinco  7  de  presente  la  tiene  tan  corta  7  estrecha  que  |no  pasa 
"de  diez  leguas  por  lo  más  largo,  7  de  travesía  apenas  tiene 
dos."  (2)  Evidentemente  que  la  demarcación  se  refiere  á  los  tiem- 
pos de  los  señores  chichimeca,  7  ni  para  entonces  abarcaba  to- 
da la  extensión  indicada;  mermáronse  mucho  los  términos  des- 
pués, 7  en  la  época  de  la  conquista  ocupaba  el  lugar  que  le  se- 
ñalamos, correspondiente  á  una  fracción  del  actual  Estado  de 
México  7  á  una  parte  del  de  Hidalgo.  Texcoco,  la  capital,  esta- 
ba situada  en  la  ribera  del  lago,  tan  importante  como  México, 
era  ma7or  que  ésta  en  extensión,  supuesto  que  Huexotla,  Coa- 
tlichan  7  Ateneo  estaban  á  ella  tan  unidas  que  eran  como  sus 
arrabales.  (3)  Le  correspondían  como  pueblos  importantes  Otom- 
pan,  Tepepolco,  Ohiauhtla,  Tetzo70can  7  Tepetlaostoc'  La  gru- 
ta de  Cnauh7acac  distante  como  una  legua  de  Texcoco,  en  la 


(1)  "Sacado  de  xm  memorial  dirigido  al  rey  por^"I>on  hemando  pimentel  nex* 
'^aTvaloayittl,  (Kezahoalooyotl) oaciqae  y  gobernador  de  la  proyinoia  de  Tez- 

"caco... .i.  hijo  legítimo  de  Cuanacotzi  y  nieto  de  Ne^avalpitzintli,  sefiorea  qae  fae- 
"ron  de  la  provincia  de  Tezouoo,  &c.,  &c." — El  original  no  tiene  fecha  ni  firma, 
''mas  es  antiguo  j,  aegan  parece,  el  Borrador  del  autor.  Pertenece  á  los  fragmen- 
**tos  del  mnaeo  de  Botorini,  eonservados  en  el  Museo,  y  se  encuentra  listado  en  él 
"Inyentario  2.  ^  ntím.  26,  del  que  formó  D.  Patricio  Antonio  López  en  15  de  Juli» 
''de  1745,  y  cuyo  original  existe  en  el  Archivo."-  -Kota  del  Sr.  D.  José  Femando 
Bamírez.    • 

(2)  Belaoion  de  Tezoooo  escrita  por  Juan  Bautista  Pomar,  descendiente  de  sus 
antiguos  reyes  1582.  MS.  en  poder  de  nuestro  amigo  el  Sr.  García  Icazbalceta. 

(8)  dayigero,  tom.  1,  p¿g.  2. 


« 


204 

montaña,  es  tan  capaz  qne  puede  albergar  oómodamente  dos- 
cientos hombres,  célebre  por  haber  servido  de  habitación  á  los . 
chichimeca,  así  como  otras  varias  que  se  encuentran  en  la  co- 
marca (1). 
Pertenecían  á  Acolhuan 

Gempoalla         Tlaquilpa  Tzacuala  Tecpilpa 

Huitznahuac      Atlican  Acxotla  Tlalnexpa 

Tecpa  Coatepec  Mexotxoc  Tetzahuapan 

Qaijahuac  Nopalapan  Tlatecomulco  Necuametepeo 

Ahuacuauhtitlan  Hueytepec  Tzapotlan 

Pero  Cempoalla,  Tlaquüpa  y  Tecpilpa  con  los  pueblos  de  su 
jurisdicción,  pasaron  á  ser  parte  del  imperio  de  México,  acudién- 
dole  con  navajas  para  las  macanas,  j  una  canoa  que  en  señal  de  • 
tributo  llevaban  á  la  capital:  Ahuitzotl  les  impuso  la  carga  de 
tributar  mantas,  gallinas  y  todo  género  de  volatería  (2) 

Epatzoyocan  con  sus  barrios  Tezcacohuac,  Ouachalcac,  Tza^ 
potla,  Tepa,  Oztotlatlauhco,  Oztoyuca,  Xala  y  Tochatlauhco, 
pertenecieron  á  Acolhuacan,  y  en  el  reinado  de  Itzcoatl  queda- 
ron por  mitad  para  México  y  Tezcoco,  á  fin  de  que  tuvieran  los 
imperiales  navajas  para  sus  macanas  que  en  su  ciudad  no  te- 
nían. En  la  época  de  Itzcoatl  quedaron  bajo  el  dominio  de  Mé* 
xico,  Pachuea,  Tzontepec  y  Temazcalapa,  quedando  para  Texco- 
co  los  pueblos  de  Tetliztacan  Tepechichilco,  Tianquizmanalco  y 
Cihuayuca  (3). 

Lastres  monarquías  coligadas,  México,  Texcoco,  Tlacopan, 
dominaban  sobre  las  provincias  enumeradas;  su  territorio  cons- 
tituía el  Anáhuac  propiamente  dicho;  representaban  la  civiliza- 
ción nahoa.  Por  medio  de  la  conquista  habían  sujetado  á  su  do- 
minio las  tribus  de  diversa  filiación  etnográfica,  entre  las  cuales 
habían  infiltrado  sus  costumbres,  &u  saber  y  su  culto;  sus  cono- 
cimientos eran  la  herencia  recibida  de  los  tolteca,  y  las  tres  na- 
ciones que  fundaron  los  reinos,  méxica,  acolhua  y  tepaneca,  que 

(1)  Juan  B.  Pomar,  MS.. 

(2)  Relación  de  Sempuhuala  del  corregidor  Luis  Obregon:  1580:  MS.  en  poder 
del  Sr.  D.  Joaquín  Gharcía  Icazbalceta. 

(3)  Belacion  de  Epazoynoa  por  el  corregidor  Luis  Obregon:  158).  Belacion  de 
Teiliztaca  por  el  corregidor  Luis  Obregon:  1580.  MdS..  en  poder  del  Sr.  D.  Joaquín 
Oardá  loazbaloeta. 


206 

de  la  misma  cepa  Tenían,  no  hicieron  otra  cosa  que  extenderlo»* 

y  mejorarlos. 

A  esta  misma  civilización  correspondían  algunos  estados  inde- 
pendientes. El  señorío  de  Metztitlan  (en  el  Estado  actual  de  ]^i- 
dalgo)  comprendía  las  provincias  de  Molanco,  Malila,  Tlanohinol- 
ticpac,  Yamatlan,  Atlihuetzian  Xochicoatlan,  Tianquiztenco>  Hua- 
zalinco  j  Yahualica.  Yahualica  al  E.  era  presidio  j  frontera  contra 
los  cuexteca,  Xilitla  al  O.  confinaba  con  los  bárbaros  chicbime- 
ca;  terminaba  al  S.  en  Zacualtipan,  al  N.  tenía  las  tribus  salva- 
jes: era  por  este  rumbo  el  término  de  los  pueblos  civilizados. 

Pronterizo  con  Acolhuacan,  entrambos  se!,liicieron  guerra  casi 
continua. 

''El  nombre  de  Metztitlan  proviene  dicen  los  naturales,  de  qu& 
los  primeros  moradores  desta  provincia,  cuando  tuvieron  guerras 
con  las  provincias  circunvecinas,  tenían  costumbre  de  dar  asal- 
tos en  los  enemigos  las  noches  que  hacía  luna,  7  pQr  maravilla 
daban  batalla  de  dia,  7  así  les  llamaban  los  metztlitlaneca,  que 
quiere  decir,  los  de  la  luna.  Otros  dicen  que  el  nombre  de  Metz- 
titlan tuvo  origen  de  una  luna  pintada,  que  está  en  un  cerro  al- 
tísimo 7  agudo,  7  por  la  parte  del  Norte  está  de  peña  tajada,  7 
en  la  misma  pena  está  pintada  una  luna  '7  un  escudo  con  cinco 
pintas,  á  manera  de  d&dos,  que  parece  cosa  imposible  que  hom- 
bre humano  ni  con  ningún  artificio  pudiera  hacer  aquella  pintu- 
ra; 7  ansí  los  habitadores  desta  provincia  en  su  principio  llamar 
ron  este  lugar  de  Metztitlan,  que  quiere  decir  junto  á  la  luna.'*  (1) 

Los  habitantes  hablaban  el  azteca,  algo  corrompido.  La  reli- 
gión era  la  mexicana,  teniendo  por  dioses  principales  á  Tezcatli- 
poca,  Ometochtli  7  Hue7tonantzin:  como  dioses  propios  nom- 
braban las  dos  mujeres  Aochitlachpan  7  Tecpaxoch  7  los  cua- 
tro varones  Ytzcuin,  Hue7tecpatl,  Tentemic,  7Nanacatltzatzi.  Los- 
a7unos,  penitencias  7  sacrificios  eran  los  del  derictual  de  Mé- 
xico. Dos  grandes  sacerdotes  tenían  en  su  templo  principal,  nom- 
brado Chicuei  Aochitonal  7  Ghionei  Ocelotl,  los  cuales  caso  de 
muerte  eran  electos  por  el  señor.  Estaban  regidos  por  un  jefe  ó 
soberano,  asistidos  de  dos  ancianos  para  administrar  justicias. 
Los  nobles  casaban  con  cuantas  mujeres  querían,  la  gente  baja 

(1)  BeUcion  da  la  proyincia  de  Metztitlan  por  el  alcalde  mayor  Gabriel  de  ChATez: 
1579.  MS.  del  Sr.  García  Icazbalceta. 


206 

solo  podía  tener  una;  mas  á  todos  era  permitido  el  rupedio  por 
voluntad  ó  enojo.  Las  leyes,  sin  embargo,  castigaban  el  adulte- 
rio, así  como  el  homicidio,  la  delación  y  el  falso  testimonio:  los 
prisioneros  eran  irremisiblemente'  sacrificados.  "Las  armas  de 
que  usaban  eran  arcos  y  flechas  de  gran  fuerza  y  certesisima 
puntería,  varas  tostadas,  de  braza  y  media  de  largo,  con  puntas 
de  pedernal;  tirábanse  con  unos  sarmientos  ó  correderas,  que  lle- 
vaban más  fuerza  que  una  jara  de  una  ballesta;  espadas  de  palo 
con  filo  de  navajas.  Las  armas  defensivas  eran  rodelas  de  ca- 
nas macizas,  que  llaman  otlatl,  endidas  y  menudas,  de  medio  de- 
do de  ancho,  atadas  unas  con  otras  muy  fuertemente,  un  lienzo 
ó  cañizo  de  largo  á  largo  y  otro  atravesado;  y  por  ser  esta  made- 
ra tan  dura  como  hueso  y  llevar  tortísima  contestura,  es  bastan- 
te á  reparar  el  tiro  de  una  saeta  de  ballesta  castellana.  Oou  es- 
tas rodelas  se  escudaban  y  defendían  de  las  piedras,  que  con 
hondas  se  tiraban,  que  es  una  de  las  más  dañosas  armas  ofensi- 
vas que  usaban."  (1) 

Pasando  ahora  al  !N0<  encontramos  el  reino  floreciente  de  Mi- 
chhuacan.  Dejando  para  su  lugar  lo  correspondiente  á  su  histo- 
ria, fijaremos  sus  límites  copiando  lo  que  ya  hemos  dicho  en  otra 
parte.  El  P.  Beaumont,  que  escribió  en  vista  de  los  planos  y  de 
los  documentos  de  les  tarascos,  asegura  que:  "Guando  se  descu- 
"brió  por  los  cuatro  españoles  mencionados,  Oaltzonzin  rey  de 
"Michoacan,  era  también  señor  y  soberano  de  la  provincia  da 
"Xalisoo.  Partía  sus  confines  con  los  de  México  en  Yxtlahuacan, 
"distrito  de  Tula,  y  de  allí  hasta  la  mar  del  Sur,  exündiéndose 
"160  leguas,  y  desde  la  provincia  de  ÍSacatula  atravesando  hacia 
"el  Norte  hasta  Zichu,  más  de  160  leguas,  en  'cuyos  términos  se 
"incluían  grandes  poblaciones,  como  la  ciudad  y  provincia  de  Mi- 
*'choacan^  y  las  de  Zaoatula,  la  de  Taximaroa,  y  los  pueblos  di- 
"chos  de  Avalos,  é  infinidad  de  otros  abundantes  de  gente  belico- 
"sa."  (2)  Da  á  estas  posiciones  cien  leguas  de  E.  á  O.  ciento  cin- 
cuenta de  N.  á  S.,  con  350  de  circunferencia,  entre  los  17^  hasta 
cerca  de  los  22^  lat.  N.  Adelante  pone  como  fronteras  del  reino 
y  fortalezas,  "Yuririapúndaro,  Taximaroa  ó  Tlaximaloyan,  Mará- 

{!)  BdBoion de  Metztitlan.  MS. 

(2)  CnSnioa  de  la  proyincia  de  S.  Pedzo  y  S.  Pablo  de  Miohoaoan,  por  el  B.  P. 
Fr.  Pablo  de  la  Potísima  Conoepoion  Beanmo&i.  MS.  ea  nuestro  poder.  Cap.  9. 


"^ratío,  Tflitáouaro,  Aoámbaxo  y  Tzüiapéouaro.  La  capital  era 
'^Izintzontzan  ó  Ghincila,  dicha  por  los  mexicanos  Haiteiüdlla.*' 

Ea  el  plano  que  á  la  obra  acompaña  está  marcada  la  línea  de 
ciróiinscripcion.  Marcarían  las  fronteras  Atoyac,  Sapotan,  Tete- 
la,  Xochitlanj  Outzamala,  y  hasta  cerca  de  Tepecuacoillo  6  Ygna- 
la  en  el  Estado  de  Guerrero;  pasaría  junto  á  Temasscaltepeo  y  el 
valle  de  Tolueai  dejando  dentro  del  perímetro  á  Tlalpujahua^  y 
Oontepec;  comprende  á  Querétaro,  Chamacuero,  Toliman,  Toli- 
manejoy  Q.  Miguel  el  Grande  y  Zichú;  dejaría  fuera  el  terreno 
ocupado  por  los  chichimecas  blancos;  tomaría  por  Apaceo  el  curso 
del  rio  Tololotlan,  y  desviándose  al  N.  tocaría  en  territorio  del 
Estado  de  Durango,  para  concluir  en  la  mar  del  Sur  con  el  cur- 
so del  rio  Chiametla.  Mucho  de  ésto  es  evidentemente  falso,  pues 
consta  por  el  testimonio  dé  la  historia  que  no  todo  aquello  co- 
rrespondía al  Michhuacan. 

Boturini  (1)  copia  la  demarcación  dada  por  Beaumont,  sin  otra 
diferencia  que  poner  distrito  de  Tdnca,  donde  éste  escribe  distri" 
ío  de  Tula. 

Beaumo^t  y  Boturini  copiaron  del  siguiente  documento,  que 
nos  proporcionó  el  Sr.  D.  José  Fernando  Bamirez.  (2) 

^Ttem  si  saben,  que  Don  Francisco  Tangajuan  Padre  de  D. 
"Antonio  Huitzimengari  y  Abuelo  de  dicho  D.  Constantino  hi- 
'^o  del  dicho  D.  Antonio,  se  extendía  y  tenía  á  los  términos  con 
"la  provincia  de  México  nueve  leguas  de  ella,  ha^ta  Yxtlahuacan, 
"que  cae  en  el  distrito  de  Toluca^  donde  llegaron  la  gente  de 
"guarnición  de  dicho  D.  Francisco  Tangajuan,  gran  Cazontzin,y 
"desde  dicho  pueblo  de  Yxtlahuacan  hasta  la  mar  del  Sur  cien- 
"to  y  cincuenta  leguas,  y  desde  la  provincia  de  Zacatula  atrave- 
"sando  acia  el  Norte  hasta  Sichú,  que  son  másjde  ciento  y  sesen- 
"ta  leguas,  en  lo  cual  entran  y  se  incluien  muchos,  y  muy  gran- 


(1)  Ide*  de  una  nuera  hiftom,  pág  26  del  Catálogo. 

(2)  **Notidas  saoadae  de  una  informaoion  judicial,  practicada  en  1594;  á  pedimen- 
to de  D.  Conatantino  Hnitaimengari,  nieto  de  Caltarntzin,  ifltimo  rey  de  Miehoa- 
oea,  oon  el  objeto  de  probar  la  extensión  de  ena  dominios.  La  determinación  genén- 
cade  loa  límitea,  se  encuentra  en  la  siguiente  pregunta  del  interrogatorio,  absuelta 
de  conformidad  por  los  testigos.  El  documento  que  aquí  se  extracta  es  copia,  no 
mwf  eorreota,  que  sacó  D.  Ifariano  VcTtia  de  la  de  Boturini,  quien  menciona  su  ori- 
ginal en  el  §  XIY  vúm.  8  del  Catálogo  de  aa  Mu$to  Tndian4f\  Nota  del  8r.  Ba- 


ao8 

''des  pueblos,  qne  hasta  agora  están  poblados  de  mnobo  núme- 
''ro  de  gente  como  son  la  oindad  y  provincia  de  Michhuacan  y 
''la  de  Culima,  y  Zacatula,  pueblos  de  Avalos,  y  todos  los  demás 
^'pueblos  contenidos  en  el  Memorial  firmado  de  dicho  D.  Oons- 
''tantino,  qne  pide  se  maestra  á  los  testigos  para  que  digan  lo 
"qne  saben.'* 

''Los  pueblos  de  la  corona  real  qne  caen  en  el  Obispado  de  Mi- 
chhnacan  son  los  siguientes: 

''Jlfichhuacan  y  sus  barrios  de  la  Laguna,  Arimao,  Ouiseo,  Ca- 
^'pula,  Ginagua,  Ghocándiro,  Ouaníqueo,  Guanajo,  Xaso,  Necotlan, 
''Teremendo,  Tiripitio,  Tinguindin,  Tlapalcatepec,  Taimeo,  Jn- 
cato,  Zinapécuaro,  Maravatío." 


Vcareo 

Tuzantla 

Asuchitlan 

Oirándaro 

Ouayamco 

Ghilchotla 

Xacona 

Tazazalca 

Xilotlan 

Xiquilpa 

Liitlan 

Tancítaro 

Orirapúndaro 

Águila 

Estopila 

Huitlan 

Alima 

Acauhtlan 

Atliacapan 

Gaxitlan 

Ouzoatlan 

Zacalpan 

Escayamoca 

Ecatlan 

Quacoman 

Guepantitlan 


ümaíacatlan 

Mitlan 

Macuillititzaquala- 

Pistlan  (yan 

Goscaouauhtlan 

Motin 

Maronta 

Papatlan 

Pomaro 

Pasmona 

Gomayahua 

Petlazoneca 

Tezoacan 

Tlacoabayan 

Tecolalpa 

Tlaohinatla 

Tamatla 

Tepetitango 

Tecoman 

Tlacatipa 

Tecoxhuaca 

Tecociapan 

Xolotlan 

Xecotlapa 

Xuluapa 

L^tlahuacan 


Yescatlan 

Alimanxi 

Alcozahuimitlanexo 

Almoloya 

Ghiapa 

Epantlan 

Guacatitlan 

Nahualapa 

Ocotlan 

Tecocitlan  el  Tiejo 

Xicotlan 

Oztutla 

Auatla 

Ensaputlanexo 

Gohuatlan  ^ 

Gontlan 

Goyre 

Gihuitla 

Otro  Gihuitla 

Ahuatlan 

Ghacala 

Cihucatlan 

Ghipila 

Mescalohu&can 

Miquia 

Pantla 


909 


FoohotlA 

Ilinitlan 

Chápala 

Pnttlan 

Ixtapa 

Zazola 

Quetzalapan 

Aoliihnilí 

Tzacnloo 

Atlan 

Haitlalotlaii 

Cooula 

Qnahqnatla 

'  Hnixtlan 

Teoauztlatlan 

Tohtotla 

Lanava 

Tepeqne 

Tepolohico 

ToIimaB 

Tecohnatotla 

Tecpan 

Zozotlan 

.   Ooqtdxnatlan 

Taloaoan 

•  Azutla 

Xocoiepeo 

Tecomatlan 

Atechoneala 

Tozpa 

Texoapan 

Axalo 

• 

Tzapotlan 

Tepetina 

Qnixtlan 

Tamazula 

Ximalcota 

Axmiqne 

Pungarabato 

Ihuitlan 

Amaqueca 

Cachan." 

Yanstepeo 

Atoyao 

Si  buscamos  en  nnestra  carta  general  los  pueblos  que  ann  du- 
ran de  la  nómina  acabada  de  copiar,  no  darán  ni  con  mucho,  la 
extensión  asignada  por  Huitzimengari  y  por  los  dos  autores  que 
le  copiaron,  al  reino  de  Miohhuacan. 

Para  irnos  acercando  á  la  verdad,  hé  aquí  otro  documento,  de- 
bido igualmente  al  sabio  D.  Fernando  Ramírez. — ''Kómina  es- 
tractada  del  **  Cuaderno  de  tasaciones  fecho  de  ciertos  Pueblos 
f'de  la  Provincia  de  Miphoacan  por  el  Br.  Ortega,  Alcalde  Ma- 

"jor  en  ella. á  pedimento  del  Lie.  Benavente,  Fiscal  de  Su 

"Mi^estad  de  la  Beal  Audiencia." — Bn  miércoles  31  de^  Abril  de 
1528. 


Golantia 

Oolatla  ó  Coyuca 
Pungaravato*  (a)  Ta- 
•^       (zantla 
Dequ»  (a)  Asuchitlan 
Guaymeo 
Cuhseo 
Zinagua 
Guaviquaran 
Animaro 
Sicactan 


Tepacatepeo 

Amula 

Tamazula 

Tuehpa 

Zapotlan 

Avalos 

• 

Sindonguaro 

Ohaudan 

Quaraquio 

Zirándaro 

Tacándaro 


Tucatl 

Mazamitla 

Xiquilpan 

Guarachan 

Cauayo 

Tarecuato 

Chilchotla 

Artlaga 

Tazazalca  6  Yragato 

Tlatzan 

Zacapo 

27 


sao 


Farándero 

Comanja 

Vcareo 

Tanoitaro 

Vrbaya 

Taimeo 

Acámbaro 

Gaaniqaéo 

Guraandiro 

Catzan 

Capula 

Mazamila 

Tatzazalbo 

Cavigaran 

Lacacaguana 


Iztapa 

Vruapa 

Canicaaran 

Tepehuaoan 

Oinagua 

Tacambaro 

Yorirapnanduro 

Guaoana 

Turicato 

Cuiseo 

Ohuíoáüdiro 

Xaoona 

Yuriragnadn^o 

Chararo 

Maravatio 


Taximaróa 

Indaparapeo 

Tanchitaro 

Teremendo 

Jaso 

Tíripitio 

Nara&jau 

Tamazalapaa- 

Zaynla 

Atoyao 

Tancitata 

Ohilnatia 

Tzacoalpci 

Cooula 

Colima 

Motín 


''Sacado  de  la  copia  d».  Yeytia  j  MSS.  d^Bobtrimi,  eitadoa  en 
la  nota  de  la  nómina  anterior." 

El  Sr.  Lejarza  asegara  que  el  reino  de  MiokoMan^  "ecoUlnaba 
''hacia  al  Oriente  y  medio  dia  eon  loa  dominios  de  toa  mexieanos, 
''y  BapubHoa  de  Mablaleingo;  por  el  Norte  oon  las  tierras  de  Ips 
"obiüMmecas  y  por  el  Koroeeie  oon  otroe  diyereoB  eetados  inde- 
''pendientes..  Ixtlahuaoatt»  Zicb4  OhapaUae»  y  el  mar  Fiacífi^o 
■^eran  como  ka  frontaBas»  deeiereudo  fieu  limites  por  todos  k^ 
"dos."  (1) 

"El  reino  de  Miohuacan,  dice  Olavigero^  (2)  que  era  el  más  eo- 
cidental  de  todos,  confinaba  por  Levante  y  Mediodía  con  los  do- 
minios ^e  los  Mexicanos;  por  el  Norte  con  el  país  de  loiiOhicki- 
mecos  y  otras  naciones  bárbaras,  y  hacia  el  Oeeidente»  con  b1 
lago  de  Ghapallaín  y  con  algunos  estados  independi^itee«  La  ca- 
pital Tzintzantzan,  llamada  por  loa  MexioaAOS  Haiisitzillai  es- 
taba situada  á  la  orilla  oriental  del  hermoso  lago  de  F^acuaro. 
Había  ademae  otras  ciudades  importantes  como  las  de  Tirlfífeio, 
Zacapu  y  Tarecnato." 
.   De  estas  autoridades  comparadM  y  de  la  lectura  atentado  bus 

(1)  AnáÜBÍfl  eitftcUstioo  de  la  proTÍnoia  de  lÜohotean,  por  D.  Jaan  Joié  Miurtllaes 
de  Lejarza,  México:  1^24. 

(2)  Hist.  antigtta»  lom;  1,  pág.  1. 


9U 

atómaaa  aseamos,  qad  el  reino  d»  MMihiiao»Q  confisáfa»  al  H 
ooa  al  reino  de  Tlacopan  é  imperio  de  México;  ál  N.  £.  ee  e&te»- 
día  kaata  Zichú»  al  N.  su  líinile  natural  era  el  lago  ^e  Olu^aUo^ 
y  al  N.  O.  ieaía  eatodos  independientes;  al  S.  oontaba  algunos 
paebloe  wi  la  provincia  mexicana  de  ZaoatoUan,  aunque  el  liada 
natnral  &ra  el  rio  Megcalta;  al  O.  con  el  reúio  de  Oolimfe^  fooán* 
dolé  de  la  costa  del  Pacifico  la  intermedia  entre  las  fronteraa  ét 
Colima  j  el  rio  Zaeatollan.  Abarcaba  el  actual  Estado  da  Mi^ 
cboacan,  con  fracciones  de  Qaerétaro  j  de  Xalisco*  La  majot 
parte  del  territorio  estaba  ocupada  por  los  tarascos,  que  hablan 
\ma  lengua  par|ieular;  la  parte  N.  E.  estaba  habitada  por  oto 
flftíes  y  por  tribus  ebichimeoas,  en  el  centro  y  al  E.  vivinii  los 
matlateinoa 

El  reino  de  Oolima  confinaba  al  N.  coa  señoríos  indepeúdiatt- 
tea;  al  E.  y  S.  con  el  reino  de  Michiiuacan;  al  O.  con  el  mar  Pa^ 
(ttfieo.  Tenía  como  subordinados  en  los  tiempos  de  la  conquista 
cuatro  jefes;  Zoma,  rey  de  Xicotlán^  Gapaya»  rey  de  Autlan;  Mi- 
Bottaooya,  rey  de  Tzapoizlan,  y  el  señor  de  Zauyan  ó  Zayulaqulaa 
tMÍa  capitanes  de  armas  en  PisicÜan,  Tuxpam,  Tamasula,  Tsar 
potlan»  Cocuis^  Teculutlan,  Tzuohimiloo».  Tuito^  Ohaoidan,  Xi*- 
quilpan,  Acatlaa,  Ameca,  Tzacnaloo,  Tchaluta,  y  Amacueca  (1). 
En  toda  aquella  demarcación  se  hablaba  la  lengua  nahoa»  y  todo 
d  rráio  comprendía  el  actual  Estado  de  Oolima^  máa  una  frac- 
ción de  Xalisoo. 

Sasta  aquí  llegaba  propiaiaente  la  oireunscripcion  de  los  pua^ 
blos  de  civilisacion  nahoa;  en  este  espacio  florecían  las  ciencias 
y  Ita  artes  de  los  tolteca.  Fijándonos  ahorft  en  el  amplio  terri- 
torio que  id  N.  se  extiende,  enoontraxemos  dos  divisiones  bien 
abarcadas;  la  del  N«  O*,  banda  respectiyamenie  estrecha  á  lo  lar- 
goda  las  costas  del  Pacifico,  ocupada  por  tribus  qne  sino  eran 
dviUiaadas  habían  dado  los  primeros  pasos  en  el  camino  del  ade^ 
Unto,  fijándose  en  la  tierra  de  una  manera  permanente;  la  di- 
lision  del  N.  £.  ocupada  por  tribus  broncas  y  vi^abundlb& 

Al  N.  Oi  la  lengua  nahoa  se  encuentra  en  Xalisco  y  hasta  Si- 
aalba.  Queda  todaTÍa  patente  que  las  emigraciones  de  la  inmen- 
áafaraiUaí  nahuaü  no  solo  pasaron  por  aquí,  sino^e  dejaron  es- 

(1)  EOflUnia  de  la  conqniíta  de  la  Kaera  Galioia  esoríta  por  el  Lie.  D.  liatíaa  de 
la  Mota  Padilla.  MévMO,  167D.  Cap.  XIL 


»  \ 


212 

tableoimientos  fijos;  las  relaciones  qae  la  familia  tiene  oon  los 
pvebloff  del  N.  demuestran  plenamente  qne  sti  cuna  quedaba  ei» 
a^tiel  rumbo.  La  conquista  de  aquellas  rejones  es  anterior  á  la 
peregrinación  de  los  mexica.  De  su  biatoría  no  queda  otra  cosa 
que  la  tradición  conservada  por  Pantecatl,  hijo  de  Xonacatl,  se<- 
ñor  de  Aoaponeta,  recogida  por  .el  P.  Tello  j  copiada  por  Beau*- 
mont  (1).  Según  ella  los  invasores  eran  oriundos  del  N.;  estre- 
chados por  las  montanas  penetraron  en  Sinaloa  por  Petlatan,. 
Cluliacan  7  Chiainetla,  adelantando  hasta  Xalisoo,  en  cuyo  terri- 
torio se  extendieron  hasta  el  lago  de  Ohapallan.  Diez  anos  des- 
pués hubo  una  segunda  invasión  procedente  también  del  remoto 
Chieonostoc  que  siguió  la  marcha  por  Oohuátlicamao,  Matlaca- 
hualan,  Panuco  á  los  llanos  de  Chimf^lco  ''que  son  los  valles  de 
*'la  Puana,  Xuchill,  Nombre  de  Dios,  donde  están  los  pueblos  7 
^'IugareB'de  Pipiolconic,  Chimalcoi  Matlacahualan,  Cohuatlica- 
''mac;"  tomaron  por  Sain,  Fresnillo,  Truxillo,  Yalparaiso,  Zaca- 
tecas, Xerez  7  en  el  valle  de  Tuitlan  fundaron  la  celebre  ciudad 
«i^as  ruinas  ee  conocen  1107  por  de  la  Quemada:  de  ahí  salieran 
á  conquistar  los  valles  de  Tlaltenango,  Teul,  Xuchipila  7  TetE>- 
oaltiche.  Ajsi,  la  invasión  se  había  operado,  no  solo  sobre  los  üs- 
tadoB  de  8inaloa  7  Xalisco,  sino  sobre  los  de  Durango  7  Zaca- 
tecas. 

W  país  estaba  ocupado  pbr  diversas  tribus  en  estado  salvaje, 
á  las  cuales  dan  los  nombres  de  cazcanes  7  tepehuanes  en  Zaqb^ 
tecas  7  Durango,  7  para  Xalisco  cocas,  tecuexes,  choras,  jecual- 
mes,  gojoles,.tejoquines^  apócanecos,  tza7ahueco3  ¿c,  los  cuales 
eran,  cazadores,  andamian  desnudos  7  carecían  de  domicilio  fijo. 
De  los  invadidos,  los  unos  se  mezclaron  oon  los  vencedores,  dan- 
do origen  con  sua  diversas  lenguas  á  la  corrupción  de  la  nahoa; 
los  otros  se  retiraron,  encastillaron  7  defendieron  conservando 
su  natural  independencia.  Los  eoras  ó  choras  se  encerraron  en 
las  montañas  del  Na7arit,  otros  se  refugiaron  en'  las  serranías 
Tepic,  Xora  7  Ahuacatlan.  Donde  los  nahoa  fundaron  Teocalti- 
ohe  vivían  los  teouixis,  á  quienes  pertenecía  la  comarca  en  que  ee 
fundaron  Alitic,  Xalostotitlan,  Mexticatan,  Yahualica,  OJaootlan^ 
Teocaltitlan,  Ixtlahuaean,  Guacuala,  Ocotic  7  Aoatie:  "eatoa  te* 
cueces  llaman  á  los  indios  cocas  de  toda  la  provincia  de  Tonalan^ 

(1)  Or($xdoa  de  Miehoaean.  MS.  Cap.  23.  Mota  Padült,  cap.  1. 


ai3 


N 


qae  no  eran  de  bu  lengua  tlaxomnlteoas."  (1)  Esioe  tlaxomultecae 
hablaban  lengtia  partionlar  y  habitaban  en  Tlajomnlco.  En  la  pro- 
TÍnoia  de  Zentíspac  vivíanlos  torames,  y  en  la  de  Acaponeia,  al  N. 
los  iepehuanes,  al  E.  los  ooras,  y  al  S.  confinando  con  los  torames, 
los  tzayahnecos  ó  ¿ayahuecos.  De  Jalostotitlan  para  Comanja 
vadeaban  los  chichimeca»  probablemente  de  la  familia  de  los  ohi- 
diimeoas  blancos  ú  otomíes.  LosTecoxines»  tecojines,  tecoqninesi 
tenían  bu  principal  asiento  en  el  valle  de  Caotlan,  donde  aho* 
ra  se  encuentra  Tepic,  (2)  y  se  extendían  á  la  Magdalena,  Anal- 
co» Hostotipaquillo  y  barrancas  de  Moehitiltic/  Estos  .tecoxines 
eran  los  tecos  de  Michhuacan,  de  la  familia  popolocaí  que  juntos 
con  los  cazcanes  habían  penetrado  hasta  Ameca.  (3)  En  sus  re- 
laciones aseguran  los  religiosos  franciscanos,  que  los  ..conventos 
que  fundaron  en  Oolotlan,  Nostic  y  Chimaltitan/  le  fueron  en 
tierras  pertenecientes  á  la  familia  de  los  teules  chichimecas,  que 
usaban  el  idioma  propio  llamado  tepecano.  Por  último,  existían 
los  gojolea  y  los  acaponecas,  á  los  cuales  nd  sabemos  dar  colo- 
cación. 

El  nombre  del  actual  Estado  de  Jalisco  lo  tomó  del  antiguo 
reino  de  Jalisco,  cuya  capital  estaba  asentada  en  un  rincón  de  la 
ot^a  parte  del  rio  Seco,  en  el  camino  para  Compostela,  donde  se 
notan  aún  algunps  cimientos;  en  la  actualidad  es  una  corta  po- 
blación, una  y  media  legua  al  Sw  O.  de  Tepic.  Los.  límites  del  rei- 
no, según  el  plano  MS.  de  Beaumont,  comenzarían  en  el  rio  Chi- 
la,  dejarían  dentro  de  sí  Compostela  y  Tetitlan,  avanzarían  al  E. 
hasta  cerca  de  Xuohipila  y  Tlaltenaugo  en  Zacatecas,  volve- 
rían al  N.  O.  hasta  alcanzar  á  Feyoton.  en  el  Nayarit,  y  dejando 
fuera  á  Guazamota,  terminaría  en  el  rio  de  las  Gañas,  incluyen- 
do la  provincia  de  Acaponeta.  Semejante  demarcación  nos  pa- 
rece exagerada;  el  señorío  comprendía  los  pueblos  de  Túxpam, 
Guaynamota,  Pochotitlan,  Tepic,  Huhichichila,  Mecatan,  Gua- 
ristemba,  y  Talcocotlan. 

Cuando  los  castellanos  invadieron  la  comarca  fueron  muy  bien 
recibidos  por  la  reina  que  entonces  imperaba  en  Xalisco;  con- 
iormándose  con  la  dominación  extranjera  en  virtud  de  la  tradi- 

(1)  Beaumoni,  Crónica  de  Miohoacan,  oap.  21,  al  fin. 

(2)  Mota  PadUla,  cap.  23. 

(3)  Bflacion  de  Ameca  por  Antonio  de  Lejya:  1579.  MS.  del  Sr.  García  IcasbaU 
4oeto. 


214 

tioñ  entre  ellos  etistente  de  la  venida  de  los  hombres  biaiMOS  j 
b&rbados.  En  el  centro  del  pueblo  había  un  aUisiino  ieoealli,  al 
qué  se  snbía  por  sesenta  gradas,  de  planta  cuadrangular,  encala* 
do  y  bruñido,  con  un  bracero  en  cada  ángulo,  dispuestos  los  cua- 
tro de  tal  manera,  que  el  incienso  en  ellos  quemado  cubría  como 
con  una  nube  el  santuario  superior.  La  reina  condujo  á  los  cas- 
tellanos al  templo,  en  lo  alto  del  cual  estaban  los  sacerdotes  ofi- 
ciando, asombrando  %  los  TÍsitantes  que  un  hermoso  papagayo 
descendiera  del  templo  y  viniera  á  posarse  manaamente  en  el 
liombro  de  la  soberana.  (1)  • 

Ademas  del  reino  de  Xalisco  existían  algunos  señoríos  inde- 
pendientes. Tales  eran  los  de  Coynan,  Zula  y  el  de  Ponzitlan  con 
sus  pueblos  sujetos  de  Atotonilco  el  alto,  Zapotlan,  Tolotlan,  Ayo, 
Aguacatlan,  Ocotlan,  Otatan,  Jamay  y  Tolotlan.  Seguían  al  E« 
Juanaoatlan,  Zapotlanejo,  Oolimilla,  Tepatitlan,  Teocualtitan, 
AfCatic,  Matatlan,  Ázcatlan,  Teocuatitan,  Mesquiquí,  Tecualti^ 
tan,  Jalostotitlan,  Alitiqui.  Al  N.  de  Cüolima,  estaba  Tonalan  con 
sus  pueblos  Tololotlan,  Tlaquepaque,  Cuescomatitlan,  Coyula, 
Tetlan,  Atemajac,  Zalatitlan,  Tetlan,  Atemajac,  Mesquitan,  Oo- 
yutlan,  Analco,  Tateposco,  Flajonralco.  Quedaba  adelante  Zapo- 
pan  con  sus  pueblos  Cópala,  Nestipac,  Tepetitlan,  Zoquipa,  Oco- 
tilan,  Tacotlan,  Huentitlan,  Tesistnn,  Zcatan.  En  las  cercanías 
del  lago  de  Ohapalla  se  veían  Tlayacapan,  Cósala,  Zapotitlan, 
Oyastan,  Mexcalla,  Tlalohichilco,  Yxtlahuacan,  Eczican,  Tocóte- 
pee,  Cajititlan,  Axixia,  Chapalla,  Tizapan,  Tala  y  Teuchitlan,  Al 
O.  quedaba  Etzatlan  con  sus  pueblos:  al  N.  Juchitepec,  y  ade- 
lante Camotlan,  Amatlan,  Amatlan  de  Jora,  Atenamica  y  otros  va- 
rios. 

Incuestionablemente  que  aquellos  pueblos,  aunque  de  filiación 
nahoá,  estaban  muy  menos  adelantados  que  los  méxica;  ademas, 
quedan  pocas  noticias  suyas,  pues  no  dejaron  pinturas  jeroglíñ- 
cas.  Su  religión  era  confusa  y  mezclada.  Adoraban  &  Piltzintli; 
el  dios  niño,  el  cual  se  apareció  á  Cuanameti  en  las  llanuras  de 
Yxtlahuacan  Nepantlatli;  tenía  la  figura  de  niño,  enseñando  á 
sus  devotos  que  había  en  el  cielo  un  Dios  creador  de  todas  las 
cosas;  el  cielo  era  de  plata,  había  muchos  plumajes  y  piedras  pre- 
ciosas, viviendo  una  señora  que  jamas  envejecía,  de  la  cual  ha- 

(1)  Hoto  Padilla,  oap.  XII  Beanmont,  cap  93. 


216 

bfam  tomado  éarne  los  hombres;  á  ese  mismo  niSo  debían  los  m« 
eos  y  laefleelias  para  defenderse  de  bus  enemigos.  Piltzintli  parece 
ser  idéntSoo  al  Piltzinteeuhtli,  dios  de  los  nmos  de  los  méxioa; 
era  námen  ptiooípal  de  los  de  Aoaponeta,  cuya  proyincia  se  dio 
de  buen:  grado  á  los  españoles»  por  haberle  oamplido  la  predio^ 
oion  de  qoe  llegarían  de  donde  nace  el  sol  loa  hombres  blancos  j 
barbados.  (1)  • 

PUtBÍntii  ó  Teopilt&antli  era  dioe  de  los  temporales.  Demás  de 
él  reeo&Odían  aquellos  pneblos  á  Herí,  numen  de  la  ciencia,  el 
cual  había  pronosticado  la  llegada  de  los  ccmqnisiadores  blan** 
eos,  y  Nayarit  representado  con  arco  y  flecha  en  las  manos,  dios 
de  las  batallas.  (2)  No  quedan  rastros  de  grandes  teocalli  que 
pudieran  atestiguar  la^grandeza  de  su  culto;  se  menciona  que  te- 
nían sacerdotes,  practicando  los  sacrificios  humanos  aunque  en 
much^  menor  escala  que  los  méxica. 

Sus  armas  ofensivas  el  arco,  la  flecha,  la  honda  y  macuahuitl: 
las  defensiyas  el  chimalli:  los  señores  y  jefes  entraban  sin  armas 
á  la  batalla,  Ueyando  solo  un  bastón  en  la  mano  con  el  que  sa- 
cudían á  los  cobardes  é  inobedientes.  Sus  habitaciones  eran  de 
adobes:  sus  artes  poco  adelantadas  consistían  en  tejidos  grose- 
ros» curtir  pieles,  fabricar  trastos  de  barro:  el  traje  correspondía 
á  su  rusticidad  y  solo  las  mqjeres  iban  cubiertas  honestamente. 
Cultiyabanmaíz,  frijoles  y  calabazas. 

En  el  pueblo  de  Tetlan,  del  señorío  de  Tonalá,  había  un  numen 
llamado  Tetlan,  al  cual  representaban  en  ñgura  de  hombre,  te- 
niendo una  piedra  en  la  mano;  abogado  era  de  los  del  pueblo,  por 
cuya  causa  los  moradores  usaban  como  arma  principal  la  honda 
y  la  piedra.  En  nuestro  concepto,  el  nombré  del  uno  y  del  otro 
tuvieron  origen  en  un  fenómeno  natural,  pues  Tetlan,  de  fc^Z  pie- 
dra, y  con  la  preposición  Han  quiere  decir,  junto  á  la  piedra.  "A 
"la  orilla  del  pueblo,  en  la  parte  oriental  por  donde  pasa  el  arro- 
*llo  existía  un  grande  y  grueso  peñasco  de  cerca  de  tres  varas  de 
"elevación  y  dos  y  media  de  diámetro,  sobre  otros  de  menos  mo- 
"le,  apoyados  en  puntos  diamantinos  y  en  tan  fiel  paralelo  y  en 
"tal  proporción  y  equilibrio,  que  tocada  la  piedra  con  un  dedo 
"se  movía,  y  aplicada  la  potencia  de  tres  caballos  permanecía 

(1)  Beanmant,  Cixm.  de  Midiuaoan,  cap.  23.  M8. 

(2)  Moto  Padilla,  cap.  l. 


216 

'Inmóvil,  no  excluyendo  esta  potencia  la  de  diez  ó  más/*  El  pue- 
blo de  Tetlan,  poco  después  de  la  conquista,  fué  trasladado  á 
San  José  de  Analco;  la  piedra  quedó  movible  en  su  sitio,  respe* 
tada  por  los  dueños  del  predio,  hasta  que  habiendo  pasado  á 
manos  de  un  bárbaro  propietario,  por  evitar  el  tráilisito  •  de  los 
curiosos,  la  destruyó  en  1853  por  medio  de  la  pólvora.  (1) 

La»  tribus  nahoas,  como  antes  hemos  indicado,  se  extendieron 
también  sobre  los  actuales  estados  de  i^aacalientes  y  Zacate- 
cas, fundando  los  principales  señoríos  de  Teul,  Teocaltiche,  Ilal- 
tenaiígo  y  Xuchipila,  con  otros  de  menor  importancia  como 


Tenancingo 

Mecatabasco 

Apotzol 

Moyahua 

Nochistlan 

Yahualica 

Teocualtitan 

Guacuala 

Teponahuasco 

Tuchitlan 

Manalisco 


Huejotitlan 

Teooaltitanejo 

Teocaltitan 

Huejucar 

Nostio 

Xalpa 

Jayagua  , 

Metzquituta 

Guixpalau   * 

Mesticatan 

Tlacotlan 


Ytztiahuacan 

Ocotic 

Contla 

Suisquilco 

Tepec 

Meohoacanejo 

Acasico 

Tlahusagua 

Mexquitio 

Tenzonpa  (2) 


Siguiendo  siempre  la  costa,  el  nahoa  avanzaba  hasta  Sinaloa: 
subsiste  ahí  la  población  de  Ouliacan  ó  sea  Gulhuacan,  cuyo  nom* 
bre  ha  dado  lugar  á  extraviadas  conjeturas.  Aquí  terminaba  la 
lengua  propiamente  dicha,  debiendo  advertirse,  que  el  número 
de  gente  y  su  civilización  iban]menguando  á  proporción  que  ocu- 
paban más  altas  latitudes. 

Al  E.  de  los  pueblos  que  acabamos  de  enumerar,  había  otros 
que  servían  como  de  transición  á  las  tirbús  salvajes.  Los  prime- 
ros que  se  presentan  son  los  otomíes,  ya  nombrados  en  el  impe- 
rio de  México;  éstos  también  iban  siendo  más  y  más  broncos  á 
proporción  que  al  N.  avanzaban.  Los  no  sujetos  álos  emperado- 
res de  México  ocupaban  los  actuales  Estados  de  Qaerétaro  y 
Ouanajuato,  con  una  fracción  de'S.  Luis  Potosí   Confinaban  al 


(1)  Mota  Padilla,  oap,  VL  En  la  nota  pág.  42. 

(2)  Hilarión  Bomero  Gil,  Memoria  sobre  loa  deaoabrimientoa  que  loa  eapafiolaa 
hicieron;  ¿m^  Boletín  déla  Soo.  de  Geogr.  tom.  8,  pág.  493. 


217 

N.  con  los  pames  j  onaehiolifles;  al  O.  oon  los  uahoa^  al  S.  com 
los.  táraseos.  En  aquellas  comarcas  la  triba  estaba  en  nn  estado 
incipiente  de  adelanto*  Según  sus  creencias,  los  nacidos  proce- 
dían de  los  dioses  llamados  Padre  viejo  j  Madre  viejai  "y  que 
''éstos  habían  procedido  de  nnas  oueyas  questán  en  un  pueblo 
"que  80  dice  Ckiapa^  que  agora  tiene  en  encomienda  Antonio  de 
'la  Mota,  hijo  de  conquistador,  questá  dos  leguas  del  de  Xilo* 
''tepeo  háeia  el  medio  dia."  (1)  Llámase  ahora  el  pueblo  Ohiapa 
de  Mota,  en  el  Estado  de  México.  ¿Será  éste  el  célebre  Ohico- 
moztoc  de  las  tradiciones  aztecas? 

Las  tribus  bárbaras  merodeaban  sobre  aquellos  terrenos;  aun- 
que de  procedencia  cuachiohíl  las  relaciones,  les  llaman  ¿etaccAi- 
thimeca  6  chichimeca  blancos.  La  denominación  chichimeca  pro<- 
piamente  se  refiere  solo  á  la  nación  bárbara,  de  lengua  particu- 
lar, que*del  NO.  vino  á  destruir  el  reino  tolteca  y  con  su  unión 
con  los  acolhua  dio  nacimiento  á  la  monarquía  de  Aculhnacan; 
en  seguida  el  nombre  de  singular  pasó  á  colectivo,  pues  los  es- 
critores llamaron  indiferentemente  chichimeca  á  toda  tribu  sal- 
vaje, sin  atender  á  su  filiación  etnográfica,  ni  al  lugar  de  pro- 
cedencia. 

Hemos  visto  que  los  choras  ó  coras  quedaron  encerrados  en 
la  sierra  del  Nayarit  por  la  invasión  nahoa;  ésta  misma  redujo  á 
los  huioholas  y  á  los  oolotlanes  ¿  estrechos  límites  al  E.  de  los 
coras.  Los  tepecanos,  al  E.  de  los  huicholas  y  de  los  coras,  con- 
finaban al  N.  con  los  zacatecas  y  al  S.  oon  loa  cazcanos.  Los  teules 
ohichimecas  6  cazcanes  lindaban  al  S.  con  los  cocas  y*tecuexes, 
al  N.  con  los  tepecanos  y  zacatecas;  sus  principales  pueblos  des- 
de el  valle  de  Tlacotlan  eran  Xuchipila,  valle  y  rio  de  Nochistlan, 
Tlalfbnango,  Teocaltiche,  Tenancingo,  Talpa,  Mecatabasco,  Ja* 
yahuo,  Hezquitituta^  Moyagua,  Ouíxpalan,  Apulco,  Tenaynca, 
y  otros.  (2)  £ki  el  pueblo  de  Tiuxl  ó  Teul,  corrupción  de  teotl^ 
dios,  tenían  su  principal  adoratorio  y  fortaleza,  ''nombrado  en 
"todo  el  reino  por  estar  en  él  el  templo  grande  de  los  ídolos  y 
''casa  de  adoración,  á  donde  todos  los  indios  de  diversas  partes 
"ocurrían  á  éstos  á  cumplir  sus  votos  y  adorar  sus  dioses;  esta- 

(1)  Beladon  de  Qnerétaio  por  el  alcalde ¡xoftyor  Hernando  de  Vargas:  1852.  UB. 
del  Sr.  D,  Joaquín  García  loazbalceta. 

(2)  Beauaont,  cap.  22.  Mota  Padilla,  oap.  IX. 

!28 


218 

''ba  este  pueblo  delfTenli  en  1&  mesa  que  baoe  una  peca  tajada 
"en  la  oiroanferenoiai  con  solo  nna  entrada  por  la  que  ae  ñvibÍA 
''por  nmos  esoiáenes  grandes:  sa  población  j  asiento  forkíaimo» 
"j  en  medio  de  la  mesa,Ien  una  plaza  bies,  capas,*  manaba  una 
''fuente  de  agua  dulce^  la  que  se  recogía  en  una  alberca  fabriea- 
''da  de  pulidas  piedras,  j  la  circunferencia  de  la  plaza  ocupaban 
''las  casas  de  seis  mil  indios  moradores."  (1) 

Los  tepehuanes  partían  términos  al  N.  con  los  taradiuauBuaes  y 
condios;  al  £.  con  los  irritílas  y  zacatecas^  al  S.  con  los  zacatecaa 
7  los  coras;  ai^O.  con  los  nahoa^  los  xiximBSf  acaxee  y  tebaoa»  y 
otra  Tez  los  nahoa:  asi  la  tribu  se  «xtendia  desde  Ohihuabua, 
por  Durango  y  Zacatecas,  hasta  conftnar  con  Xalixco.  De  (éstos  ao 
dice  que  tenían  las  mismas  costombres  de  los  de  Sinaloa,  aumeCi*- 
tando  en  particular  el  P.  Fonte  lo  siguiente  acerca  de  los  del  piur^ 
tido  de  Ocotlau.  "Estos  ge&tiles  guardan  la  ley  natural  con  gran* 
"de  exactitud.  £1  hurto,  la  mentira»  desonestidad  est&  muy  lejos 
"de  ellos.  La§más  ligera  falta  de  recato  ó  muestra  de  liviaüdad 
"en  las  mujeres,  será  bastante  para  que  abandoné  el  marido  A 
"las  casadas  y  para  jamas  casarse  las  doncellas.  La  embriaguea 
"no  es  tan  común  encestas  gentes  como  en  otras  más  ladinas,  no 
"se  ha  encontrado  entre  ellos  culto  de  algún  dios,  y  aunque  con- 
"servan  de  sus  antepasados  algunos  ídolos,  más  es  por  curiosi- 
"dad  ó  por  capricho,  que^por  motiro  de  religión.  El  más  famo* 
'%o  de  estos  ídolos  era  uno  á  quien  llamaban  Yamari,  y  había 
"dado  el  nombre  á  la  principal  de  sus  poblaciones.  Era  una  pie* 
'*dra  de  cíhco  palmosgde  alto,  la  cabeza  humana,  el  resto  como 
"una  columna,  situada  en  lo  más  alto  de  un  montecillo  sobre  que 
"está  fundado  el  pueblo.  Ofrecíanle  los  antiguos,  flechas,  olías 
"de  barro,  huesos  de  animales,  flores  y  frutos."  (2)  Contradice* 
se  el  buen  religioso,  supuesto  tener  dioses  que  adoraban. 

Las  emigraciones  nahoa  dejajron  huellas  en  aquella  comarca. 
Cerca  del  Zape,  "en  la  sima  de  la  roca,  nace  una  fuente,  y  al  de* 
"rredor  hallaron  los  padres  muchos  ídolos  y  fragmentos  de  oo- 
"lumnas  al  modo  de  las  que  usaban  los  mexicanos.  En  el  ralle 
"observaron  también  algunas  ruinas  de  edifídios,  que  les  hicieron 
"creer  que  habían  hecho  allí  asiento  los  mexicanos,  en  aquella  fa- 

(1)  MoiB  Padilla,  cap.  X. 

(2)  Alegre,  Hisi  de  la  Compaflía  de  Jesús,  tom«  1,  pág.  452. 


219    ' 

*teo8&]ornatTa  desde  las  regiones  septentrionales  que  están  cons* 

"tantes  en  aits  historias^*'  (1)  Nota  el  antor  que  los  nombres  de  * 

"Atotonilco/Ocotlan,  y  otros,  son  mexicanos  y  dice:  "Cabando  de- 

'%mte  de  la  iglesia  que  ahora  se  fabrica,  se  hallaron  á  cada  paso 

'•ollas  bien  tapadas  con  cenizps  y  huesos  humanos,  piedras  de  va- 

**rios  colores  con  que  se  embijan,  metales  y  otras  cosas,  y  lo  que  ; 

'*lea  causaba  más  admiración  eran  las  estatuas  y  figuras  que  des- 

''cubrían  de  varios  animales.  A  mi  me  la  causó  ver  una  que  pa- 

**recía  vivamente  un  religioso  con  su  hábito,  cerquillo  y  corona 

"niiiy  al  propio.  Y  lo  que  he  podido  entender  de  indios  muy  vie- 

'^09,  es  que  pararon  aquí  los  antiguos  mexicanos  que  salieron  ' 

**del  Norte  á  poblar  ese  reino  de  Máxico,  y  no  debieron  de  ser  1 

''pocos,  pues  una  media  legua  está  llena  de  estos  como  sepul-  j 

"oros  y  ruinas  de  edificios  y  templos."  (0) 

liOfl'acaxees  pertenecían  á  los  actuales  Estados  de  Durango  y 
de  Sinaloa;  tenían  al  jI7.  y  al  E.  á  los  tepehuanes;  al  O.  los  teba- 
oa  y  los  sabaibos;  al  S.  los  xiximes.  Ocupaban  la  sierra  llamada 
Topia,  cuyo  nombre  se  deriva  de  que  una  india  vieja  se  convir- 
tió en  piedra,  en  forma  de  jicara  que  ellos  en  su  lengua  llaman 
iopiaf  y  era  adorada  en  el  valle  más  ancho  y  bien  poblado  de 
aquella  región.  La  palabra  acaxee  parece  ser  la  mexicana  acaxitl^ 
alberca,  y  topia  corrupeion  de  ioptl%  ídolo  ó  efigie  de  una  divini- 
dad. 

"Vivían  los  acaxees  junto  á  los  ojos  y  charcos  de  agua,  en  pe- 
quenas  fracciones  y  sobre  los  picachos  y  mogotes  difíciles  de 
trepar,  pues  aunque  eran  de  una  misma  nación  y  lengua,  las  ran- 
cherías se  hacían  entre  sí  continuada  guerra;  era  la  causa  que 
por  pequeño  que  fuera  el  agravio  que  alguno  recibía,  luego  reco- 
gía á  sus  parientes  y  con  ellos  tomaba  cumplida  venganza;  y  á 
su  turno  este  segundo  obraba  de  la  misma  manera,  y  así  nunca 
terminaba  la  querella.  Iban  á  la  guerra  con  todas  ísus  riquezas 
de  tilmas,  chalchihuites,  plumería  y  armas.  Estas  consistían  en 
arcos,  flechas,  carcaxes  de  pellejos  de  leones,  lanzas  de  brazil 
colorado,  y  se  adornaban  con  "una  cola  hecha  de  gamuzas  teñi- 
"das  negras,  y  sacadas  unas  tiras  largas  que  salen  de  un  espejo 
"redondo,  puesta  en  una  rodaja  de  palo  tan  grande,  como  un 

(1)  Alegre,  Hist.  déla  Comp.  tom.  1,  pág.  415.  * 

■ 

(2)  Loco  cit.,  tom.  2,  pág.  54. 


4Í 


4Í 
4t 
át 
U 


4( 
U 


'  220 

^'plato  pequeño^  y  esa  asentada  en  el  fin  del  espinazo,  baja  la-  oo- 
^'la  hasta  las  corbas  en  un  cordel  con  que  van  ceñidos."  La  mar 
cana  llevaban  atravesada  como  daga,  la  tilma  atravesada  por  el 
pecho  7  la  cara,  las  piernas  y  los  brazos  pintados  ó  embijadoei 
de  amarillo  ó  de  negro  de  ollin  del  comal  con  ceniza;  el  chimalli 
guarnecido  de  plumería,  ''los  cuales  son  como  las  vaseras  de  vi* 
drios  y  cálices  con  los  cuales  se  revuelven  y  adargan  metido 
todo  el  cuerpo  debajo  de  ellos.'*  En  la  mano  izquierda  tenían  el 
arco  y  la  lanza,  con  la  derecha  flechan^  y  en  cayendo  hn  enemi* 
gO|  con  una  hacha  pequeña  le  cortan  la  cabeza,  y  ésta  se  llevan 
si  no  pueden  todo  el  cuerpo.  En  volviendo  á  sus  tierrasi  ''si  traen 
algún  cuerpo,  media  legua  antes  de  llegar  al  puebloi  para  que 
las  mujeres  que  ayunaban  mientras  iban  á  la  guerra  y  las  da- 
mas que  Qstán  en  el  pueblo  les  salgan  á  recibir;  ellos  esperan 
en  un  puesto  que  para  ello  tienen  señalado,  donde  hay  muchas 
^'piedras  lachas  á  manera.de  canal,  largas,  de  más  de  cuatro  piéa 
j  cubierta  como  albañal,  por  las  cuales  van  metiendo  los  cuer- 
pos que  traen,  y  dan  á  la£i  mujeres  las  manos  para  que  las  lle- 
ven colgadas  al  cuello  como  nóminas."  Llegados  á  sus  casas  que 
son  de  terrado  y  con  puertas  muy  estrechas,  junto  al  árbol  de 
zapote  que  tienen  en  el  patio  (y  al  pié  del  cual  dejaron  una  fle- 
cha ó  un  hueso  de  hombre  muerto  para  que  su  ídolo  les  diese 
victoria)  sobre  una  piedra  lisa  dejan  la  carne  mientras  la  ponen 
á  cocer;  luego  desmenuzan  el  cuerpo,  cortándole  por  las  coyon- 
turas  y  le  ponen  en  dos  ollas,  teniendo  cuidado  del  fuego  dos  vie- 
jos destinados  al  intento,  durante  toda  la  noche  que  los  demás 
gastan  en  baile  y  regocijo  con  la  cabeza  del  muerto  en  las  ma- 
nos. A  la  mañana  sacan  los  huesos  mondos,  que  guardan  en  sus 
casas  fuertes  con  las  cabezas  ó  los  cráneos  en  señal  de  sus  victo- 
rias. La  carne  deshecha  ya,  la  reyuelven  con  maiz  ó  frijolea  co- 
cidos, y  á  cada  uno  de  los  que  asistieron  al  baile  dan  su  percipa 
en  un  cajete;  la  primera  ración  pertenece  al  ídolo  y  al  guerrera 
vencedor,  á  quien  hacen  un  agujero  en  el  labio  inferior  en  medio 
de  la  barba  que  pasa  de  un  lado  á  otro,  por  el  cual  meten  un 
hueso  con  un  botón  por  dentro  que  sale  de  fuera  como  tres  dedos» 
se  hacen  tantos  agujeros  cuantos  hombres  han  matado. 

Ayunan  rigurosamente,  y  mientras  dura,  ni  comen  cosa  oon  sal, 
ni  tocan  persona,  ni  hacen  nada,  solo  comen  un  poco  de  maís 
tostado  ó  pinole,  que  beben  en  una  calabacilla  que  traen  oolga- 


281 

*  ■ 

dft  en  señal  del  aynno:  éste  gnardan  cuando  ran  i  la  guerra,  6  si 
Ten  algnn  xixime  que  son  sus  enemigos;  cuando  siembran,  cose* 
ohan,  pezcan  6  tienen  devoción.  Llaman  á  sus  ídolos  Tesaba  y  al 
principal  Nejnncame,  ^1  qne  todo  lo  hace:  elnémen  protector  de 
las  sementeras  era  de  forma  de  ponejo  6  venado,  á  fin  de  qne  és- 
tos animales  no  las  talaran;  el  qne  onidaba  de  la  caza  de  los  sier* 
TOS,  nnas  grandes  astas  del  mismo  cuadrúpedo;  una  águila  muer- 
ta era  el  dios  de  la  volatería  y  un  navajon  de  pedernal  cuidaba 
de  que  las  flechas  no  se  descompusieran.  Otros  ídolos  había  eu 
figuras  humanas  ó  solo  las  cabezas,  entre  las  cuales  había  una 
^ue  ''era  la  cabeza  de  un  hombre  bien  hecha,  con  un  cucurucha 
"como  de  capilla  de  un  fraile  capuchino."  Cuidaban  de  los  dio- 
ses unos  sacerdotes,  que  finjen  tener  el  poder  de  sanar  las  en- 
fermedades por  medio  de  cpnjuros,  hablar  con  los  ídolos  y  reme- 
diar las  necesidades  de  la  comunidad,  por  el  imperio  que  tienen 
sobre  los  elementos. 

''Tienen  estos  ídolos  unos  altares  muy  fijos,  hechos  de  figura 
"circular,  comenzando  con  un  círculo  muy  pequeño,  dp  compás 
"de  dos  palmos,  y  sube  una  vara  en  alto,  hecho  de  piedras  Ua- 
"nas  con  barro  y  luego  otro  mayor  que  cerca  aquel  del  mismo 
"altar,  y  luego  otro  y  otro  hasta  ^[ue  viene  á  ser  un  compás  de 
"dos  varas.  lEn  este  altar  tenían  los  ídolos  y  ofrecían  las  ofren- 
"das,  y  cuando  no  había  otra  cosa,  ofrecían  y  ofrecen  todavía 
"una  hoja  de  árbol  puesta  una  piedrecita  encima;  otras  veces  un 
"manojo  de  zacate,  y  encima  la  piedra  para  que  no  se  vaya.  En 
"las  juntas  de  los  caminos  suelen  tener  un  montón  de  piedra,  en 
"el  cual  ponen  un  manojito  de  zacate  y  una  piedra  encima  para 
no  cansarse  en  el  camino." 

Comunmente  andan  desnudos;  en  la  cintura  llevan  ceñida 
un  cordel  delgado,  con  flecos  y  borlas  de  un  geme  de  largo  y 
cuatro  ó  seis  dedos  de  ancho  en  la  parte  delantera;  cúbrense  al- 
gunos con  tilmas  de  algodón  o  pita  sacada  del  maguey,  teñidas 
algunas  veces  de  azul,  6  de  pieles  adobadas.  Se  sientan  sobre  la 
planta  del  pié  derecho,  doblando  la  rodilla  y  poniendo  el  empei- 
ne del  pié  contra  el  suelo,  causa  por  la  cual  tienen  allí  muchos 
callos.  Conservan  largo  el  cabello,  cuidándolo  con  esmero  y  se 
lo  trenzan  con  cintas  blancas  de  algodón.  Traen  al  cuello  gran- 
des sartas  de  caracoles  y  conchas  de  algunos  mariscos,  j  lo  mis- 
mo en  las  muñecas  de  las  manos:  se  agujeran  la  ternilla  de  la  na- 


222 

riz,  7  se  oüelg^a  con  an  oordo&  una  piedra  verde  de  las  que  Ua- 
man  ohalohihuites;  llevan  en*  laa  orejas  muchos  zarcilloa  negvo0» 
cada  uno  con  una  cuenta  blanca,  ó  arillos  de  plata,  ó  de  oobxe 
"tan  grandes  como  manillas,  j  en  grandísima  afrenta  entraii  ellos 
''cuando  alguna  vez,  estando  borraclioa,  íes  desgarran  las  orejas." 
Traen  algunos  ligas  en  las  píernasi  hechas  de  las  piernas  de  los 
venados  que  han  muerto,  y  lo  mismo  en  la  garganta  del  pié,  pov> 
que  dicen  que  así  trepan  por  las  montanas  con  facilidad:  cansán- 
dose se  sangran  de  las  piernas  con  una  flecha  aguda»  practican- 
do lo  mismo  en  Ih  frente  cerca  de  las  cienes  cuando  les  duele  La 
cabeza. 

Yendo  de  camino  las  mujeres  llevan  la  carga  en  un  cooostíe, 
que  tiene  la  forma  de  un  huacal  angosto  en  lo  bajo  7  ancho  por  acri- 
ba; en  éstos  va  el  bastimento,  que  es  el  maíz  blanco  en  masorea, 
encima  los  utensilios  para  guisar  7  comer,  7  arriba  de  todo  el 
niño  ó  niños  envueltos  en  una  tilma,  que  allí  van  durmiendo»,  á 
los  lados  van  los  papaga70s  7  las  guacama7a8,  que  crian  j  cui- 
dan para  tomarles  las  plumas  7  adornarse  con  ellas,  7  adamas 
pandjsn  las  pesuñas  de  los  venados  matados  por  el  marido,  en- 
sartadas en  unos  cañutos  de  caña,  que  con  los  huesos  de  los  mis- 
mos cuadrúpedos  van  haciendo  ruido  como  cascabeles:  el  hom* 
bre  carga  á  la  espalda  los  muchachos  grandeciUoSi  7  en  esta 
forma  la  pareja  lleva  toda  su  hacienda.  Comen  en  los  saminos.  7 
en  la  guerra  iln  poco  de  maíz  tostado,  7  como  alguno  derramas, 
si  van  muchos  juntos  les  siguen  los  cuervos  para  comer  el  des- 
perdicio, 7  ésta  era  señal  para  descubriif  que  se  acercaban 

Es  gente  mediana  de  cuerpo,  bien  agestada  7  proporcioo^dtti 
de  color  no  mu7  oscuro,  7  no  se  ra7an  el  rostro  sino  los  de  Uk 
provincia  de  Baimoa;  son  alegres  7  conversan  con  afabilidad  7 
risa;  ni  son  huraños,  ni  esquivos,  *  ni  melancólicos,  ni  retirados, 
ni  temerosos,  sino  atrevidos  7  mu7  liberales,  que  acostumbran 
poner  á  la  puerta  de  su  casa  una  olla  de  pinole,  7  de  ella  bebe 
todo  el  que  pasa,  sea  propio  ó  extrañó.  Qozan  de  buen  eQtMuU- 
miento,  prosiguen  con  tezon  lo  comenzado,  7  no  les  eran  ágenos 
algunos  rasgos  caballerosos.  Jugaban  i  la  pelota  i  la  manera  de 
los  méxica,  7  les  era  familiar  el  patoUi.  (1)  Nos  hemos  detenido 


Aots«6flea«ll>io.  Unrr.  cUhút.  jdogoogr. 


283 

un  tanto  en  la^desuspoion  de  eéte  pndMo  aa4ropó&gO|  porque 
tÍMdo  de  filiaoíoii  ihahoa^  sirva  para  comparar  con  los  pueblos 
cmüzadoB  de  la  misma  raea. 

De  la  misma  familia  aoaxee  Mam  los  papudóé  j  los  iecayos  qae 
▼ivian  háeia  al  miiieral  de  Topia;  (1)  y  loa  baimoa»  qne  yiTÍan  há- 
.  da  el  N.  Les  coTrespondian  también  los  9(¿baibo8^  situados  entre 
k»  tebaea  al  ^.  j  los  xiximes  al  Sur.  (3) 

Los  xiximes  tenían  al  N.  á  los  aoaxeea  al  K  y  S.  los  tepekua- 
nes,  al  E.  á  los  nahoa,  al  8.  los  qaboa-y  tepebuanes.  Yiyían 
en  el  corazón  de  la  sierra,  en  los  puntos  más  escabrosos  ¿intran- 
sitables.' Era  sin  comparación  la  tribu  más  bárbara  y  brutal;  ene- 
miga jurada  de  los  acaxees  con  quienes  estaba  en  continua  gue- 
rra. Más  que  ningunos  otros  salvajes,  tenían  la  repugnante  y 
atroi;  costumbre  de  comer  carne  humana;  y  no  solo  era  la  de  los 
prisioneros  que  en  sus  raanos  caían,  sino  que,  para  proreer  de 
'sustento  á  su  familia,  salían  á  las  montañas  en  busca  de  un  aoa- 
xee como  á  cassa  del  renado:  los  huesos  y  Ins  calaveras  los  colga- 
ban como  trofeos  en  las  paredes  y  puertas  de  sus  habitaciones  y 
en  los  árboles  cercanos.  En  el  traje  y  en  las  costumbres  eran  se- 
mejantes á  sus  vecinos:  traían  largo  el  cabello,  trenzado  con  cin- 
tas de  ^versos  colores,  usaban  de  las  mbmas  armas  que  aque- 
Bos,  y  hablaban  lengua  propia,  aunque  hermana  de  la  acaxee. 

Xios  Tebojca^  de  la  familia  d»  las  tribus  acabadas  de  nombrar, 
q^aedaba  al  O.  de  los  acaxee.* 

En  el  actual  Estado  de  Sinalóa,  hacia  el  término  del  náhoa, 
siguen  al  N.  muchas  pequeñas  tribus  con  nombres  diferentes. 
Sobre  el  rio  llamado  hoy  del  Fuerte,  comenzando  por  su  origen 
en  las  montañas,  se  veían  los  einaloas  que  dieron  nombre  á  la  co- 
marca, y  siguiendo  al  O.  los  tehnecos  6  tegtiecos,  luego  los  zuaqves, 
y  hasta  tocar  con  el  mar  los  ahornes.  Los  vacoregties  6  guazcwes 
vivían  en  las  playas  del  Pacifico,  sustentándose  de  la  pesca;  se 
decían  venidos  del  N.  en  cuyo  suelo  colocaban  el  paraíso  y  la  ha- 
bitación de  las  almas  de  los  muertos,  en  cuya  memoria,  por  un 
año  entero,  daban  grandes  gritos  y  sollosos,  una  hora  antes  de 

(1)  Alegre^  Hist.  da  U  Oom.  iom.  1.  pág.879« 

OD  A1«SM^  Hírt»  de  U  Oomp.  t«mo  1,  pá^  43S.  Viilt»  d«l  Obispado  de  Dozin- 
gr  p«r  «1  Ufano»  S?.  D.  Pedio  XamaMMi,  Obupo  do  sa  "DiáonéM,  HS<  ei^  podor  del 
8r.  D.  /ooé  Fernando 


224 

salir  7  de  ponerse  el  sol.  Los  hatucarts^  qve  eran  cazadores;  los 
comoporÍ8,  también  pescadores,  ocupaban  una  península  á  siete 
leguas  de  Abóme;  de  carácter  feroz  7  Valientes.  Los  zoes,  tzoea  ó 
iroe$,  venidos  del'N.  junta  con  los  abomeSTecinosdelossinaloas. 
Los  huites  brocoSy  7  desnudos  vagabundos.  Las  pequeñas  tribus 
de  los  (xxyrcftíiy  nios^  ohveras^  gente  bosal,  oaJiuimetos  resavidos  7 
serranos,  chicoratos  7  hasopoHy  chicaras  vecinos  de  los  chícoratos» 
etc. 

Según  los  autores  que  nos  han  servido  de  guía,  (1)  habitan  es- 
ios  bastos  países  muchas  diferentes,  aunque  pocas  numerosas 
naciones.  Causan  la  diversidad  el  idioma,  ó  solo  la  situación  de 
la  ranchería,  7  frecuentemente  solo  la  eiiemistad  entre  pueblos 
del  mismo  origen.  Las  chozas  son  de  bejucos  ó  de  carrizos  en- 
tretejidos, sostenidos  por  horcones,  con  los  techados  de  madera 
revocada  con  barro;  en  los  pueblos  de  la  Sierra,  7  en  algún  otro, 
había  ademas  dos  grandes  casas  de  piedra,  en  la  una  de  las  cua- 
les se  recogían  de  noche  los  hombres  7  en  la  otra  las  mujeres, 
para  estar  espeditos  ^os  guerreros  caso  de  una  sorpresa.  Para 
defenderse'  de  las  inundaciones,  formaban  sobre  los  árboles  más 
juntos  una  especie  de  tablados,  con  tierra  encima,  para  poder 
eneender  fuego.  Las  puertas  de  las  casas  eran  mu7  bajas,  7*  de- 
lante desellas  había  un  cobertizo  ó  portal  á  cu7a  sombra  pasa- 
ban los  calores  del  sol,  '7  eu  cu7a  parte  superipr  ponían  á  secar 
los  frutos.  Cultivaban  maíz,  frijol «7  otras  semillas  groseras,  sem- 
brándolas á  corta  distancia  do  sus  chozas,  recogiendo  la  cosecha 
á  los  tres  meses:  conocían  la  tuna,  la  pitahalla,  7  Tas  frutas  sil- 
vestresj^de  éstas  7  del  mague7  sacaban  bebidas  embriagantes 
para  sus  fiestas.  La  embriaguez  no  era  vicio  particular  7  vepr- 
gonzoso,  sino  público  7  autorizado;  se  ponía  principalmente  en 
ejercicio  en  las  juntas  en  que  se  deliberaba  la  guerra  7  al  salir  á 
campaña.  Al  tomar  de  la  guerra,  plantaban  en  una  lanza  la  ca- 
beza, brazo  ó  pié  de  los  enemigos  muertos,  bailando  al  rededor 
al  son  de  roncos  atambores  7  descompasados  gritos,  añadiqndo 
cantos  que  tenían  por  asunto  alabar  á  la  nación  7  afrentar  á  los 

Ci)  Historia  d«  los  trivmphos  de  nuestra  Santa  Fee  entre  gentes  las  más  bárbaras 
j  fieras  del  nuevo  Orre;  Conseguido  por  los  soldados  de  la  milicia  de  la  Compañía  de 
/esus  en  las  Misiones  de  la  prorincia  de  Nueya  Espafia.  Escrita  por  el  P.  Andrea 
Ferez  de  Bivas,  Prorincial  de  la  Nueva  Espafia,  natural  de  Oórdova.  Madrid,  1<M5. 
—Alegre,  Hist.  ¿e  la  Comp.  tom,  1,  pág.  239-S5. 


Tencidoa.  Ooncorr^n  a1  b^ile  las  jnsjereft  y  I^s.jóyenes;  ieroiÜM^ 
4o,  Bolo  lofinguerrdro&iomaban  parte  en  las  lib^oÍGiies  y  en-  tor 
mar  tabaco  en  ca£as  delgadas  ,y  faraeoaB:  famado  el  tabaop  ,en 
compañía  de  nación  diferente,  nacía  nna  aliaoiza  solemne;»  caya 
transgresión  se  Tengaba  craelmente.  Sns  armas  el  areo»  la  fler 
cha  con  ponzoña  qne  siendo  fresca  no  coraba  antídoto  alganOi 
porras  pesadas  de  madera,  picas  6  chnzos  de  brazil;  las  defensi* 
Tas  consistían  en  esendos  ó  adargas  de  cuero  de  caimán:  pintá- 
banse rostro  y  cuerpo  de  colores  brillantes»  adornándose  con 
plumas  de  guacamaya. 

Gozaba  particular  estimación  la  TÍrginidad.  En  algunos  pne* 
blos,  las  doncellas  traían  al  cuello  una  concha^jciácar  primorosa* 
mente  labrada»  señal  de  su  condición,  siendo  muy  grande  afren- 
ta perderla  antes  del  matrimonia  Este  se  contraía  solo  con.  el 
expreso  consentimiento  de  los  padres;  á  su  presencia  y  á  la 
de  los  parientes,  quita  el  marido  á  la  desposada  la  concha  de  las 
vírgenes.  Se  repudia  á  la  mnjer  por  pretextos  libianos,  y  solo 
los  jefes  pueden  tener  varias  esposas:  las  doncellas  caminan  por 
los  campos,  de  i|na  en  otra  nación,  sin  temer  el  menor  insulto. 
Hombres  de  trato  infame  había  en  Culiacan  y  en  ChiameÜa,  ca- 
sos se  daban  en  Sinaloa,  mas  todos  eran  mirados  con  desprecio 
y.  horror. 

No  reconocían  gobierno  ni  ley;  el  poder  de  los  jefes  consistía 
en  ciertas  distinciones  concedidas  á  su  nobleza,  y  en  la  faealtad 
de  couTopar  á  la  tribu,  para  emprender  guerra  6  concertar 
aliai^zA-  La  ancianidad  gozaba  de  las  prerrogativas  de  los  no- 
bles; la  edad  y  la  sangre  eran  superiores  al  valor  y  la  glpria  mi- 
litar. Las  mujeres  se  cubrían  de  la  cintura  abajo  con  lienzos  de 
algodón;  los  hombres  andaban  de  común  del  todo  desnudos.  Ja- 
neas reñían  con  los  de  su  pueblo,  ni  con  sus  aliados;  practicaban 
generosa  hospitalidad  con.  propios  y  extraños,  manos  con  los 
enemigos.  El  homicidio,  el  hurto,  el  engaño,  el  trato  inicuo  casi 
UQ  tenía  ejemplar  entre:  ellos;  la  carne  humana  la  comían  solo  los 
pueblos  4e.  la  sierra».  No  t^ían  altares  ni  ídolos,  ni  culto  de 
ninguQa.claae^  y  ^oio  tenían :  iniedo  á,  ciertos  ándanos,  especie 
de.paédieos,  que  gozaban  reputación  de  heefaioeros.  Su  única  oe^ 
remonia  consiistiaienencender.una  gran  hogaeraen  la  plaza  del 
pueblo,  á  cuyo  rededor  se  áentabaa  los  guerreros  y  los  ancianoSi 

29 


220 

famando  cañas  con  tabaco;  en  medio  de  ttn  profando  silencio 
se  levantaba  el  de  mayor  autoridad,  pronunciando  nn  discurso 
conforme  al  objeto  á  que  se  habían  reunido:  el  orador  decía  al 
principio  6on  voz  mesurada,  dando  lentamente  vuelta  &  la  pía- 
ssa;  á  medida  que  la  importancia  del  asunto  crecía,  la  voz  era 
más  fuerte,  mayor  la  aceleración  del  paso,  y  en  el  silencio  de  la 
noche  llegaba  á  oírse  en  todo  el  pueblo.  Media  hora  6  más  du- 
raba la  peroración,  y  terminada  tomaba  asiento  el  orador  en 
medio  de  inumerables  aplausos,  convidándole  con  la  pipa:  otro 
ocupaba  la  estensa  tribuna,  y  después  otros,  pasando  así  gran 
parte  de  la  noche.  Aquellas  aremgas  llenas  de  figuras  y  desaho- 
gos, que  á  los  pue]^los  civilizados  parecerÍAu  groseros,  tenían  la 
fuerza  bastante  para  oonmorer  el  corazón  de  los  salvajes,  encen- 
diendo en  su  pecho  el  amor  de  la  patria  y  la  venganza  contra  el 
enemigo. 

La  mayor  parte  de  estas  naciones  vivía  á  la  orilla  de  los  ríos^ 
para  gozai;  de  agua  y  terrenos  cultivables,  en  pequeños  pueblos 
ó  aldeas,  apartados  más  ó  menos  según  las  comodidades  de  la 
tierra.  Los  habitadores  de  las  montañas  y  de  las  marismas  se 
sustentaban  de  caza,  raíces,  frutas  silvestres,  y  bebían  de  las 
aguas  estancadas;  los  de  la  costa  gozaban  del  pescado,  sirvién- 
doles de  pan  para  comer  el  fresco,  el  que  preparaban  seco:  no 
era  este  obstáculo  para  que  alcanzaran  salud  y  lai^a  vida.  Los 
Sinaloas  eran  de  gran  estatura,  mayores  que  los  americanos  y 
aun  los  europeos,  muy  sueltos  y  líjeros.  "Cuando  llueve,  si  quie- 
'^ren  defenderse'  del  agua,  el  remedio  es  coger-  una  macolla  -ó  ma- 
"nojo  de  paja  larga  del  oanipo.  Este  atan  por  lo  alto,  y  sentándose 
'^el  indio  lo  abre  y  pone  sobre  la  ot^beza,  de  suerte  que  le  cubra 
'^el  cuerpo  al  rededor,  y  ese  le  sirve  de  capa  aguadera,  de  techo,  y 
''casa  6  tienda  de  campo,  anunqu  3  este  lloviendo  toda  una  noche. 
''Esta  es  la  defensa  de  la  lluvia,  y  para  la  dé  los  soles  fortísimos 
"desta  tierra  no  La  tienen  mejor.  Porque  todo  el  reparo  es  incar 
"unos  ramos  de  árboles  en  la  arena,  y  sentarse,  vivir  y  dormir  á 
"esta  sombra."  El  viento  resisten  en  el  cuerpo  desnudo,  y  el  abri- 
go coxitra  los  f rios  del  invierno  consiste  en  encender  candeladas, 
entre  láa  onales  se  acuestan  sobre  la  arena.  Para  caminar  en  1m 
noches  destempladas. usan  llevar  en  la  mano  un  tizón,  el  cual 
aplican  cerca  del  estómago  para  recibir  el  calor,  Uerando  todo 


22T 

el  cnérpo  i  la  inclemencia.  ^'Esie^an  pérégtinó  g^eW  de  gente 
"es  mnobo  menor  en  número  qne  las  labradoras,  j  con  ial'modoí 
^de  TÍvit  están  inia  contentos- que  sí  tiiTierán  lósi  haberes  y  pa- 
blados-Ael  mnndo."  (1)'  Sas  tradiciones  están  oolistaniefs  éñ  ase» 
gnrar  su  origen  dé  los  países  boreales  j  sus  relaciones  con  loa 
naboa*  • 

En^ritndo  ya  en  Sonora,  sobre  la  costa  del  mar  rojo  ó. de  Cdr** 
tas,  la  primera  na^^ion  qué  encontramos  al  S.  del '  Bstado  de  lia 
cahito;  di^dese  en  yaquis  que  viven  orillas  del  rio  Yaqni,  Hiaqní, 
Taqnimi,  y  mayoe  qne  tienen  sns  pueblos  sobi^e  el  rio  Mayo. 

Siguen  al  N.  los  pimas^  cuya  lengua  se  llama  pirma,  oorat  ^tjBtw^ 
me:  en  su  lengua  se  llaman  otama  en  singular,  ohatoma  en  plural^ 
Divídensd  en  pimas  altos  y  pimas  bajos;  los  primeros  vanear  tei^ 
minar  en  la  frontera  con  los  Bstadoa-Unidos.  De  ía  misma  íá¿ 
milia  son  las  tribus  que  llevan  por 'nombres  eobaipuria,  8cbaé,  pó^ 
Üapiguas^  pioUos^  y  los  pápagos,  pnpcAolria  6  papalotes:  otras  variase 
se  enumerau,  que  hoy  corresponden  al  vecino  territorio. 

Los  sériSi  á  lo  largo  de  la  costa,  están  limitados  al  N.  por  los 
pimas,  al  O.  por  los  pimas  bajos  y  los  ópatas,  al  S.  por  los  ya* 
quis.  £s  la  más  pequeña  de  aquellas  naciones,  mas  también  ]m 
más  cruel,  la  más  falas  y  salvaje:  b&  preferido  ser,  exterminada 
á  reducirse  á  vida  política.  Perezosos,  indolentes,  se  entregan 
con  [tanta  pasioQ  á  laeníbriagueai,;  que  las  madres  dan  con  la  boí» 
ca  el  aguardiente  á  los.  niños  más  pequeños.-  Son  altos,  biea  for>- 
mados  y  las  mujeres  no  carecen  de  belleza*  Es  proverbial  lá 
ponzoña  con  que  envenenan  aus  fleohaa,  por  su  efecto  moitíia- 
ro:  componen  el.  jago  venenoso  con  multitod  de  ingredientes, 
añadiendo  al  confeccionarlo  fracturas  supersticiosas.  Perteneodn 
á  esta  tribu  los  salineros,  tepocaSj  guaymas  y  npdnguaymas* 

Los  ¿patas  confinan  al  N.  con  los  pimas  altos  y  los  apaches: 
al  E.  con  la  Taraumara;  al  S.  con  los  pimas  b^jps,  al  O.  con  los 
pimas  y  los  séris.  La  lengua  ópata  se  dice  también  ure,  ore,  te* 
güima,  sonora.  Se  subdividen  en  ópatas  tegüis,  ópatas  tegXlmasi  j 
en  ópatas  cogüimaohis:  (2)  Pertenecen  también  á  la  misma  &mi* 
lia  los  co7i¿Za,  baiuct^s,  sahvaHpas^Jdmens  y  gitasaves;  les  corres- 
ponden igualmente  los  endeves^  hegnes,  hequis^  hebes,  eudevas  y  ba^ 

(1)  Pérez  de  Bívbb,  tiempos  de  la  fé,  pág.  8t 

(^^  Hotious  estadürticafl  de  Sonora,  por  D.  Franciaoo  Yelasoo. 


S28L 

4^Ti^Ui>i  tmidl>]^8iíom«0irT4))m  i9l  xwmrio  ckJas  iñl>i¥i  a$I^»i 

JbsÁgPja  a]ga^f^mt6ÍODeiro9  <M^  por  6u  fnrógemtprJ  MotMAb^ 
|tetn%  i;q!iiw'«9  ra  l^ngf^a  U«axui]>an  tamo  mM^  nuestro  primea 
prinoipio,  esperándole  aún  que  Tolviera  entre  ellos  cual  i  tenía 
o&ejBi|p;(m48  esto  es  solp  nn«  rejninisoepPbQJa  de  loi9(  tiempqs  mo- 
d^rníps»  4ii^.  WliV^;s  m>  ,eAtepdier<^  bien  los  bim^os  eatequisjM. 
Np :VQ9On0cjim  dipsea  j|i  t^ian  ídolos,  lú  altares»  ni  culto;  algu-r 
nos  ,aneijuios.<||Le,nni^  al  ofieío  de  curanderos  el  de  doctores  y 
i9ágic9iB»  e.mifi  quienes,  enseñaban  algimas  doctrinas»  con  supers- 
tf)9icru^s  para  dpmiuar  los  elementos  y  obligar  á  la  naturaleza  les 
c(íersl;ca^nto  habían  menester.  Creían  en  la  inmiortaUdad  del  al- 

»  * 

miQk  y  en  un  juicio  particular  de  }a$.ac«U)nes  en  la  otara  vida:  sacfr- 
i^^  aguaros  de  los  anipaales  j  de.  los  fenómenoa.naturales.  Según 
e^t^  lUtímo  no  había  ía}ta  da  religión  que  nunca  falta  por  comple- 
to.  sino  .qp9  laa  cteenoiaa  se  encontraban  en  estado  incipiente. 

No  usaban  tanto  la  embri^uoz  como  otras  naciones»  sacando 
sus  bebidas  fermentadas  delonaíe,  inezcal,  tpna»  y  del  sanco  cuyo 
afecto  duraba  por  rarios  di^.  Les  eran  comunes  las  reuniones 
jú>cturnas  de  las  demás  tribus»  con,  sus  prolongadas  arengas.  Pi^ac- 
ticí banse  los  matrimonios  de  una  manera  singular.  Puestos  en  hí- 
•lera  los  y  las  jóvenes  qua  se  habían  de  desposar»  en  presencia  de 
toda  la  tribu  y  á  una  señal  echaban  á  huir  las  mujeres;  á  cierto 
iiempo.despi^es»  preña  otra  señal,  partían  á,  la  carrera  los  hombres 
^pazando  una  persecución  que  terminaba  cuando  cada  cual  se  ha- 
biáapóderado  de  una^jóvenagarrándolapor  la  tetñla  izquierda»  es- 
ia:era  su  noria»  bastando  aquel  acto  para  que  ambos  quedaran 
casados. 

Becieh  nacidos  los  tíiñós,  con  una  espina  les  pican ^al  rededor 
de  los  párpados,  dejándoles  impresos  con  tizne  dos  arcos  de  pun- 
iíos-negros,  repitiendo  la  operación  por  el  rostro  y  cuerpo  con- 
forme "^ikn  entrando  en  edad:  los  pimas  tienen  estas  pintas  como 
iñedio  para  realzar  su  hermosura.  Oada  niño  6  niña  tienen  su 
péH^  és  decir  ún  hombre  ó  mujer  respectiyamente  de  los  p^ríen- 
-tes  6  extraños  que  á  ello  se  ofrecen;  dScen  id  infante  cuáles  son 

(1)  B^laoiones  de  SonorO;  en  loe  ASS.  del  Aiehiro  generáL 


8118  óbligacionési  tentándole  el  cuerpo  y  tlfándóTésf  3e  bHzos  7 
piernas,  tros  lo  cual  el  jpérí  queda  identificado  con  el'xiino. 

Enterraban  á  los  muertos  poniéndoles  en  ta  sepultura  sus  ^^^^^^ 
tidós,  ^inas;  una  porción  de  pinole  7  una  olía  de  agua.  Las  mv 
^rés  por  algunos  diíUcontíbiióSy*  recogían  en  una  jicara  la  teclíé 
de  sus  pecbós,  para  irla^á  verter 'sóBre  él  sépulóro  de  su  bijo. . 

Ecftfe  los  opáta  {jírmci^álmenfe,  ^ara  que  ún'mbzo  fuera. pro- 
móVidó^át  grado  de  guerrero,  era  ménestéVqúe  hiciera*  su  noví* 
ciado' saliendo  algunas  Veces  cóiitfa  él  enemigo;  portándose  cóh 
falor,  él  capitáb  délpuel^^b  probedla  á darle  el  ^ádó.  'Reunidos 
los  guerreros,  sé  escogía  tm  padrino  quien  ponía  las  xdanós  so* 
bre  los  hombros  del  candidato;  en  ésta  forma,  el' capitán  le  di* 
zigla  una  plática  acerca  de*  sus  deberes,  7  sacando  del  óarcifi 
una  jgarrá  seca  de  águila,  le  arañaba  basta  bacér  brotar  sangtéf 
desdé  él  boinbro  blasta  ta  muñeca  de  la  mano,  ño  siguiendo  lí« 
néás  rectas  sino  ondoladás;  laego  sobre  él  péclio  7  después  éh 
muslos  7  piernas:  la  prueba  debía  sufrirse  sin  dar  la  más  míni- 
ma prueba  de  debilidad.  Incorporado  á  los  guerreros  no  ternu* 
ñabán  sus  trabajos;  mientras  ténfa  el  lugar  manos  antiguo  lé  tb« 
caba  Velar  de  continuo,  no  se  acercaba  ala  lumbre  por 'más  fría 
que  fuera  la  ndcbe,  7  si  sé  dormía  6  intentaba  acercarse  i^l  fué* 
go,  le  echaban  agua,  le  denostaban '7  hacían  que  sufriera  la  ü¿- 
temperie  sin  murmurar.  ^ 

Para  salir  á  campaña  se  preparaban  la  noche  anterior  cóh  una 
junta  en  que  el,  capitán  recordaba  á  todos  su  deber  7  sus  proe* 
US.  Astutos  7  cautelosos  cómo  todos  los  salVajes,  su  principal 
intento  era  dar  una  sorpresa  ó  albazo;  7  logrado,  en  Tez  de  per- 
seguir al  enemigo  hasta  destruirle,  se  contentaban  ooneldespo* 
jo  tomado,  cortaban  la  cabellera  á  los  muertos  7  con  ellas  baila- 
ban sobre  él  campo  de  batalla.  Si  derrotados,*  vólTÍan  á  su  pU/v- 
blo  de  noche  7  en  silencio:  si  vencedores,  salían  las  mujeres  pre- 
cedidas de  una  yieja  7  de  la  esposa  del  capitán,  saludaban  á  Jos 
guerreros,  7  mientras  éstos  colgando  las  armics  á  las  j)uertas  de 
sus  casas  se  quedaban  de  espectadores,  ellas  tomaban  la  cabelle* 
ra,  la  pisaban,  le  echaban  agua  caliente  7  ceniza,  bailando  a>Is6ñ 
de  las  canciones  que  tienen  compuestas  al  intento:  á  los  prisio- 
neros, cualesquiera  que  fuera  su  sexo  7  edad,  las  viejas  les  que* 
xnaban  el  cuerpo  con  tizones,  principalmente  los  muslos,  hacién- 
doles bailar  é  impidiéndoles  el  dormir  hasta  que  cafan  ezténúiBk* 


sao 

dos.  Lq0  ópatas  acostumbraban  traer  la.  mano  de  nnode  sus 
enemigos,  para  revolver  cou  ella  el  pinole  rq^één  aquella  cere- 
monia se  ofrece  á  los  danzantes  (1). 

.  ^as  i^ribus  dé  X)aIiforniá  no  tuvieron  otra  entrada  ^ue  por .  el 
Korte,  la  forma  de'  la  península  las  precisaba  adelantar  Üácia  el 
B.,^de:mánéra'  que  las  pás  australes  al  llegar  al  término  de  la 
tierta  debían  perecer  como  prensadas  por  las  demás;  esto  acpn* 
ie'ciocoñ  \oA  pérícues.  quienes  vinieron  á  peiderse  en  i3.  José  del 
Cabo.  La  parte  media  la  ocuparon  los  guaicmaSy  Gubdivididos 
en  core»,  coñchá8¡  nchitas.y  artjpa^.  Vivieron  en  la  parte  boreallos 
cocfiimi¿%  con.sua  subtribus  los  cdués  ^ñlos  didués. 

:- Aquellos  pueblos  sé  encontraban  en  un  estado  lamentable  da 
¿trazo.  Subdivididos  en  familias,  no  reconocían  gobierno  ni  ley, 
pues  el  mando  de  sus  jefes  era  precario  y.  solo  para  la  guerra  6 
la  caza.  No- tenían  casas,  ni  trastos  de  barro,  ni  lienzos  con  que 
yestirse;  abrigábanse  como  las  fieras  debajo  de  los  árboles  ó  en 
las  grutas;  los  bombres  iban  desnudos,  las  mujeres  medio  cu- 
biertas con  bilos  sacado»  de  las  hojas  de  la  palma,  ó  cañutos  en- 
cartados de  carrizo.  Pesconocian  la  agricultura,  manteniéndose 
con  los  frutos  expontáneos  de  la  tierra,  animales,  inmundas  sa* 
bandijas  y  pieles  secas^  sin  embargo  no  comían  carne  humana, 
ni  eltejoñ  porque  decían  que  se  parecía  al  hombre.  La  escasez 
(de  mantenimientos  les  hacia  adoptar  algunas  prácticas  asquero- 
sas: hartos  de  pitahayas  cuaiMo  era  su  tiempo,  recojían  después 
las  pepitas  arrojadas  y  no  digeridas,  para  lavarlas  con  esmero, 
jtostarlas  y  comerlas  de  nuevo.  Los  del  K.  atan  á  .un  cordel  del- 
gado un  pedazo  de  carne  y  en  esta  forma  le  tragan,  después  de 
dos  6  tres  minutos*la  extraen  del  estómago,  tirando  del  cordel 
que  ha  quedado  ''pendiente,  y  vuelven  á  mascar,  tragar  y  sacar 
repetidas  veces  hasta  que  la  carne  se  consume:  algunas  veces  se 
juntan  varias  personas,  y  á  Ia/:edonda  va  corriendo  el  bocado  de 
uno  en  otro. 

*  ..  Sus  armas  eran  el  arco  de*cínco  pies  de  largo,  y  la  flecha  con 
punta  de  {>edernal  para  lá  guerra;  dé  madera  dura  para  la  caza: 
combatían' á  sus  enemigos  de  una  manera  desordenada,  con  gran- 
des alaridos,  más^furia  que  valor;  en  lá  batalla  empleaban  una 

(1)  Véanse  pan  las  tiibua^^e  Sonora  los  «scritos  coatenidos  en  la  Tercer  sdiie  d» 
dpptunvi^  pasa  la  historia  de  México:  México  1859.  ^ 


231 

espeeie  de  dardo  y  la  poi^ra.   Aunque  en  ciertas  creencias  reli* 
gíosas,  no  tenían  ni  ídolo  ni  al  tai;  ni  culto  externo,  no  obstante 
loenal  tenían  ideas  confusas  de  algunas  divinidades.   No  falta- 
han  tampoco  charlatanes  que  curaban  las  enfermedades  con  más 
empiritismo  que  ciencia,  haciéndose  pasar  por  magos  que  dispon 
BÍan  de  los  elementos  y  conocían  la  suerte  futura  de  los  hom- 
be&  Casábanse  con  una  sola  mujer,  á  excepción  de  los  pericués 
gne  eran  polígamos;  el  marido  tenía  absoluta  autoridad  sobre  su 
esposa.  No  amaban  tanto  á  sus  hijos  que  no  mataran  á  los  que 
00 podían  mantener,  y  las  mujeres  primerizas  procuraban  el 
ftborto,  porque  aquel  niño  no  fuera  débil  y  enfermizo. 
Antes  de  aquellos  pueblos  bárbaros  vivieron  en  la  California 
gentes  más  adelantadas.  Entre  los  27^  y  28^  lat  se  ven  grutas 
en  cuyas  paredes  se  distinguen  figuras  de  hombres  con  trages  y 
adornos,  y  animales  de  aquella  localidad  y  de  otros  que  allí  son 
desconocidos.  En  las  cuevas  y  rocas  lisas  se  distinguen  pinturas 
de  hombres,  pescados,  arcos,  flechas,  y  ciertas  rayas  que  seme- 
jan caracteres  de  escritura;  los  colores  son  amarillo,  colorado. 
Tarde  y  negro.  Estas  pinturas  se  encuentran  en  los  lugares  más 
altos,  por  lo  que  los  naturales  juzgan  ser  obra  do  jigantes.    En 
nn  peñón  altísimo  hay  una  serie  de  manos  estampadas  de  colo« 
rado:  hacia  Puzmo  una  cantidad  de  trazos  remedando  una  ins* 
crípcion.  *'Por  más  que  se  ha  preguntado  á  los  indios  califor-  i. 

''nianos,  qué  significan  las  figuras,  rayas  y  caracteres,  no  se  ha 
''podido  conseguir  razón  alguna  que  satisfaga.  Lo  más  que  se  || 

''ha  averiguado  por  sus  noticias,  es  que  son  de  sus  antepasados,  i 

^'y  que  los  de  hoy  ignoran  absolutamente  la  significación."  (1) 

« 


.  (1)  Hístoda  de  la  antigua  6  baja  Oalifomia;  obza  p<$slama  del  P.  IVanciseo  Javier 
daTÍgero,  de  la  Oompafiía  de  Jesos.  Traducida  del  italiano  por  el  Presbítero  D.  Ni- 
colás María  de  San  Vioente.  Méxioo:  1652L  Coarta  aéríe  de  dooomentos  para  la^biff- 
ioria  de  Máxioo,  toxn.  Y. 


*»_»,■. 


CAPEtÜLO  rti. 

f 

Begion  del  l^. — ^BsaioN  áxjbtbml. — ^Idioiüls. 

rof.^  Tarahumarei."^  C<m^i08,—Apaoh€i,-^PieonM  ó  Jatumibm.-^  TamauUp^oot» 
JBáffian  <MMtraL^Ah%uMboi,'-(JhantalM,--'lM^ 

mu  tubtribwL^KiMi  y  9U$  r^es.^TMottílea.-^TBenáaies.-^Mayai.'^  TtgaaapiUi 
mtbtribu9,^El  noffuaUsmo.—Lenguat  de  M¿xieo»^Orden  hUtórioo.—Famüia  OtO' 
mi.—'FamiUamayayiUB  ramaa.-^Fa/ifíiUa  MixtóGO.'-Zapoteca.'-Farnüia  mátí" 
ama  y  ius  aflnei,— OhUMfnica.^Lenguai  perdidat. 

PASAMOS  ahora  á  las  regiones  central  j  del  NE.  El  primer 
pueblo  que  nombraremos  será  el  pame:  linda  al  N.  con  los  pi« 
sones  y  janambres;  al  E.  con  los  mismos  y  con  los  Iiuaxteca;  al 
B.  con  los  otomíes,  al  O.  con  los  cuachichiles.  Tribu  salvaje,  sus 
restos  quedan  aún  en  el  Estado  de  San  Luis  Potosí.  (1) 

A  la  misma  demarcación  correspondieron  los  cuachichües,  hoy 
extinguidos,  que  se  extendían  entre  los  irritilas  y  coahuiltecas 
al  N.;  los  tamaulipecos,  pisones  y  pames  al  E.;  los  otomíes  al  S.¡ 
los  zacatecas  al  O.  Los  cuachichiles  Tagueaban  ademas  por  los 

estados  de  Zacatecas  y  Goahuila,  (2)  bajo  los  nombres  de  guachis 
chües  6  guachichiles. 

(1)  sesiones  da  Bio  Verde,  iom.  XXX  de  los  HSS.  del  ArchÍTO  general. 

(2)  Infonnaoion  de  los  oonrentos,  doefcrinsa  j  conTersiones  que  se  han  fnndado 
«n  laprorincla  de  Zacatecas.  Afio  de  1602.  MS.  en  el  tom.  XXXI  de  la  oolecoioadel 
AxobiTO  generaL 


> 


'2813 

• 

'  Ii08  saoftteoas  lindaban  alN.  con  los  itritílasi  al  E.  con  loa  im- 
illas y  los  enacliíchilss;  al  S.  y  al  O.  oon  los  pueblos  de  Xaliseo 
jlos  tepéhnanes.  Se  extendían  por  Zacatecas,  á  cuyo  ^  Estada 
-comunicaron  su  nombre,  hasta  Dnrango.  Bl  conista  de  la  pfch 
▼iñcia  sacaiecana  comprende  en  sn  descrípción,  no  solo  las  tri- 
bm  de  la  localidad,  sino  tainbién  á  todas  lús  barbaras  qne  esta- 
ban derramadas  al  N.  y  al  E.  Píntalas  como  absóintámeñté  bíf- 
-baras,  Tajp^mtindas,  sin  casas,  abrígíndose  durante  el  invierno 
en' las  quebraduras  de  los  montas  y  en  las  grutas;  diestrísimoe 
tiradores  de  arco,  viten  de  la  casa  y  de  los  productos  naturales 
de  la  tierra,  comiendo  las  sabandijas  más  repugnantes.  Gubdi- 
vididos en  pequeñas  parcialidades,  se  ha^n  entre  si  guerra  cons- 
tante; feroces  y  craeles,  dan  muerte  á  cuanto  encuentran,  infrin- 
giendo á  sus  victimas  crueles  tormentos;  se  complacen  en  comer 
la  carne  humana.  A  ios  que  se  distinguen  por  valot  ó  agilidad,  en 
muriendo,  aunque  sea  de  enfermedad  asquerosa,  se  lo  comen  pa- 
ra adquirir  por  comunicación  de  la  carne  las  cualidades  del  di- 
funto. Abandonfiox  á  los  enfermos  bajo  un  árbol,  dejándole  á  la 
cabecera  un  poco  de  agua  y  algunas  frutas  silvestres,  sin  que 
vuelvan  á  acordarse  de  él  padres  ni  parientes.  'Empleaban  fie- 
chas  con  ponzoña. 

No  reconocen  otra  autoridad  que  la  de  sus  capitanes,  que  son 
los  más  valientes.  Son  polígamos;  en  algunas  tribus  las  mujeres 
son  comunes,  en  otras  no  se  reconoce  parentezco  y  puede  tomar- 
se á  la  madre,  á  la  hermana  ó  á  la  hija:  no  hay  ceremonia  para  el 
matrimonio,  y  la  separación  se  ejecuta  á  voluntada  Al  nacer  el 
primero  de  los  hijos  de  una  mujer,  se  reúnen  los  parientes  y  mu- 
chos convidados,  dan  á  beber  al  padre  una  bebida  compuesta 
con  la  raíz  del peyot,  que  no  solo  embriaga  sino  que  adormécela 
sensibilidad,  le  ponen  sobre  la  piel  de  ún  venado,  y  en  seguida 
los  circunstantes  le  sajan  todo  el  cuerpo,  con  huesos  afilados  6 
dientes  de  animales,  hasta  dejarle  hecho  una  lástima:  ésto  espa- 
ra  que  el  niño  herede  el  valor  de  su  padre.  Divertíanse  con  bai- 
les grotescos,  cantos  desacordes,  instrumentos  músicos  compues- 
tos de  troncos  huecos;  su  goce  principal  es  la  embriaguez,  sa- 
biendo confeccionar  bebidas  fermentadas.  Salen  á  la  guerra  pin- 
tados los  cuerpos,  con  dibujos  de  animales  y  sabandijas,  adorna- 
da la  cabeza  con  plumas  de  colores. 

Suponen  ciertas  divinidades  tutelares  álos  rios,fuentes,  borá- 

'  80 


• 
les  y  pUntaa;  Ust  yerbas  tienen  virtud  para  dar  ciertas  cualida- 
des, 6  certeros  tiros  en  la*  caza  ó  victoria  en  la  gnerra.  Hay  al- 
guna materialisiia,  qne  piensa  que  el  hombre  perece  al  morir:  al- 
guqas  adoran  á  los  astros^  otras  forman  ídolos  y  les  labran  oasn- 
.<)bas  pajizas  en  que  abrigarlos;  no  ¿alta  alguna  que  adora  el  fue- 
go, teniendo  un  sacerdote  de8tinad6  á  conservarle  perpetuo.  Fuer- 
tes, robustos,  ágiles,  gosan  de  un  oído  fino/de  una  vista  perspi- 
caz, sabiendo  seguir  el  rastro  á  sus  enemi|^^por  los  campos  cu- 
biertos de  yerba,  y  sobre  las  piedras.  Astutos,  Cautelosos,  des- 
confiados, lo  muestran  todo  en  sus  tratos  y  relaciones;  tienen 
g^an  ingenio  en  proporoioaarse  caza  y  pesca,  por  medio  de  pro- 
'Cedimientos  cariosos.  (1) 

Las  tribus  de  lengua  irrifAla  se  extendían  entre  los  tobosos  al 
N.,  los  coaliuiltecos  al  E.,  los  cuachichiles  y  zacatéeos  al  S.,  al 
O.  los  tepehuanes.  Al  N.  quedaban  los  tóbo8¿8f  con  los  conchos 
al  O.  y  los  coahuilteoos  al  E.  Finalmente  los  coahuiltecos  se  ex- 
tendían hasta  las  fronteras  actuales,  con  los  E.  ü.,  y  aun  más 
allá.  Estas  naciones  estaban  fraccionadas  en  multitud  dé  subtri- 
bus,  y  tanto  que  hemos  encontrado  hasta  148  nombres  diversos. 
Los  tobosos  formaban  un  pueblo  bárbaro  y  guerrero,  que  nunca 
dejo  las  armas  de  la  mano,  prefiriendo  morir  que  reducirse  á  las 
misiones. 

Extendíanse  por  los  estados  de  Ooahuila  y  Nuevo  León.  Los 
menos  broncos  vivían  junto  á  la  lagaña  de  Tlahuclila.  Eran  há- 
biles, más  bien  hechos  de  talle  y  más  dóciles  que  sus  circunve- 
cinos; en  exfremo  tímidos  y  por  eso  muy  dados  á  lá  superstición. 
£1  fondo  de  su  creencia  la  componía  el  miedo  á  los  malos  espí- 
ritus, llamados  en  su  lengua  CacJiinipnisAyer  el  polvo  levantado 
en  remolino  por  el  viento,  se  arrojaban  á  tierra  invocando,  prac- 
ticando lo  mismo  por  la  noche  cuando  veían  pasar  por  el  cielo 
las  exhalaciones;  creían  en  los  sueños;  y  para  precaver  de  la 
IQuerte  al  padre  ó  á  la  madre  enfermos,  ahogaban  al  más  peque- 
"ño  de  los  hijos  como  víctima  expiatoria.  Pariendo  la  mujer,  el  ma- 
rido se  metía  á  la  cama,  se  abstenía  por  cinco  6  seis  dias  de  car- 
ne y  peces,  por  teinor  de'  que  los  animales  no  se  dejaraii  cojer  en 

(1)  Chronica  de  la  provincia  de  N.  S.  P.  S.  Francisco  de  Zacatecas:  compuesta 
por  el  M.  B.  P,  Fr.  Joscph  Arlegin.  México,  1737.  Tercera  pa^te,  cap.  III  al  IX. 


i 


235 

Ja  caza  y  la  pesca:  al  terminar  el  tiempo  Tenía  un  sacerdote^  y 
aac^dolet  de  la  casa  por  la  mano,  conclnia  el  ayuno.  Las  cabe- 
xas  de  lo8¡  venados  muertos  guardaban  para  que  les  fuesen  propi* 
jaÍAmBí  el  dueño  de  ellas  moría,  al  cabo  de^l  ano  los  parientes  las 
/^acaban  de  la  casa  al  ^nocheceri  con  canto  triste  y  lloroso,  yendo  ! 

al  último  de  todos  una  anciana  con  la  cabe^  del  venado  que  se  te-  i 

nía  por  principal,  la  cual. iban  á  colocar  en  una  pira,  sobre  a]gur 
ABs  flecbas;  al  derredor,  papaban  lanpcbe,  la  anciana  llorando, 
cantando  y  bailando  loa  asistentes,  hasta  el  amanecer  que  encen- 
dida la  hoguera,  la  cabes^  quedaba  reducida  á  cenizas,  y  sepul- 
tada 1^  memoria  del  difunto.  Caohinipa  era  el  autor  de  la  muer- 
te, y  estaban  persuadidos  de  que  si  veían  morir  á  sus  parientes, 
ellos  al  punto  morirían;  por  epo  enterraban  á  sus  enfermos  an- 
tes que  acabasen  de  morir.  No  guardaban  ni  recelaban  sus  don- 
4)ellas,  ni  procuraban  casar  intactas  sus  mujeres,  dejábanlas  pues 
á  su  albeldrío,  por  lo  que  muchos  años  vivían  en  libertad,  y  des- 
pués de  casadas,  á  su  gusto  dejaban  un  varón  para  tomar  otro. 
A  los  muertos  lloraban  los  parientes  por  algunos  dias,  cantando 
y  bailando,  en  la  mapana  y  en  la  tarde  al  deredor  de  la  sepultu- 
ra dando  grandes  voces  y  alaridos,  refiriendo  las  hazañas  y  bra- 
vezas del  finado:  pintábanse  entonces  el  rostro  como  una  cala- 
vera con  Jágrimas  en  las  mejillas,  sin  duda  para  tener  estas  fin- 
gidas, si  en  sus  ojos  no  las  encontraban  verdaderas.  (1) 

Oefraremos  hacia  este  rumbo^  elN.  O.,  con  la  mención  de  los 
iarakumares  con  apaches  al  N.,  los  conchos  al  E.,  los  tepehuanes 
al  S.,  al  O.  los  pimas  y  otras  pequeñas  tribus.  Los  conchos  con 
los  tarahumares  al  O.,  al  S.  los  tepehuanes;  al  E.  los  ooahuilte- 
cos;  al  N.  nuestras  fronteras  actuales  con  los  E.  U.  Por  los  ¿zpo- 
óhes  tribu  eubdividida,  vagabunda  y  feroz.  Los  tres  pueblos  caían 
en  términos  del  Estado  de  Coahuila.  (2) 

(1)  P.  Andrés  Pérez  de  RÍTas,  lib.  X,  ''de  las  misiones  de  Parras."  Alegre  Hist. 
de  la  Crnnp.  tom.  1.  Cuarta  aáie  de  Docnmeotoa  para  la  hiat.  de  México,  tCHn.  III  j 
IV.  Boeumentos  para  la  historia  de  Coahuila,  tom.  XXIX  de  los  MSS.  del  ArchiTO 
general  Mota  Padilla,  cap.  LXIX.  Artículo  * 'Misiones/*  en  el  Diccionario  üniTer- 
sal  de  Hist.  y  de  Geogr.  Tercera  serie  de  documentos  para  la  hist.  de  México,  tom. 
1,  pág.  4S1  y  sig. 

(B)  Cuarta  sáriede  doomnentoi,  tom.  IH,  pág.  833  y  sig.  Tomo  IV,  pág.  02  y 
Mg.  Visita  del  obispado  de  Dunmgo  por  el  Sr.  Tamaron.  MS.  en  podjsr  del  Sr.  I>« 
Joflé  Femando  Bamirez.  V.  Apaches  en  la  Geogr,  de  las  lenguas  de  México. 


2ád 

En  Tamanlipas,  sobte  la  costa  del  Golf  o,  nos  testa  meáciobár 

los  pisones  6  janarnbreSf  j  tamanlipeóos,  de  los  cuales  sabemofs  t>o« 
co  que  decir.  SabdiTididos  en  peqaenas'ffábeiónés/cónttbmbrw 

diferentes,  mu j  atracados  eh  oiTilisacioñ,  A|>étiaí¡i  áéinbrabah  ál* 
gtinas  semillas,  7  yiYÜAí  en  choísas  de  paltxs  7  zaéáte.  ]^éstós  slh 
embargo  éiisten  de  haber  idVido  p6r  álií  i>néUós  m&a  cítíÍízIbI* 
dos.  En  el  valle  de  Sania  Bárbara,  "sé  Vén  Ibnbbds  vestigios  dé 
''pueblos  anti(^os  de  indios  qué  éziáteh/habfi^ndáée  éhcóntnído 
''eütérrados  dentro  de  las  ruinas  íclolos  db'diférentes  figuras  7 
''taíñáños,  7  hornos  con  cantidad  dé  céniíías  de  éüs  sacrificios  j 
"muchas  ofrendas,  qué  había  con  sus  ídolos  coikio  sálén  ho7  en 
"el  pafaje  desta  misicn,  7  otros  á  corta  distancié,  coligiéndole 
"haber  dominado  esta  tierra  otras  Uácioíiea  bárbaras,  qtte  las 
''que  se  hallaron  en  la 'pacificación.'*  (1) 

Arrojando  una  mirada  lijera  sobre  la  región  boreal  que  acaben 
mds  de  recorrer,  encontramos  que  aquella  2óiia  estaba  ocupadk 
por  tribus  de  la  misma  filiación  7  de  divei'sos  trohcos,  en  todos 
los  estados  sociales,  desdé  el  próximo  á  la  civilización  nahoá» 
hasta  la  condición  más  primitiva  7  Salvaje.  Al  NE.  los  pueblos 
van  dtsminn7endo  en  ntimero  7  en  saber  en  proporción  constan* 
te  de  S.  á  N.,  hasta  terminar  en  los  degradados  californios  7  en 
los  feroces  apaches.  La  religión  méxica,  aparenté  todavía  en  Xar- 
lisco,  va  cambiando  hasta  hallarse  con  tribus  que  no  tienen  cul- 
to aparente,  ídolos  ni  altares,  ni  sacerdotes;  sin  embargo,  no  son 
ateos,  supuesto  que  tiehen  ideas  acerca  de  ciertas  divinidades 
que  en  el  cielo  moran,  teniendo  cuidado  más  6  «nénos  eeímerado 
de  los  hombres.  Hacia  el  centro  7  én  la  región  N]PS.  viven  tribus 
bárbaras  7  errantes:  los  pueblos  que  se  fijaron  á  la  tierra  como 
agricultores  ocupan  menor  cantidad  de  terreno,  sé  rénnen  7  agru- 
pan como  bnscando  las  relaciones  sociales,  mientras  los  vaga- 
bundos que  sacan  su  sustento  de  la  caza  7  de  los  frutos  del  sue- 
lo, necesitan  grandes  espacios  en  que  moverse,  ocupando  exten- 
sas comarcas  á  donde  llevan  la  desolación  sobx^  todos  los  sáres 
vivientes. 


(1)  Descripción  general  de  la  nuera  colonia  de  Santander,  7  reladonea  iadiyidoa- 
les  en  orden  al  reconocimiento  é  inspección  de  todoaa  teirenoypneblOi  y  del' dé  «na 
parte  de  la  Sierra  Qorda,  por  el  teniente  coronel  de  ingenieros  1).  Agostin  López  de 
la  Cámara  alta,  1557.  MS.  en  el  Archivo  generaL 


Sobre  la  región  central  ee  descubren  ra^ae»  den^ovtrandp  I^ 
existencia  de  naciones  civilizadas.  '0a8a$  grandes  en  Ghihnana,, 
el  Zape  en  Dnrango,  la  Quemada  en  Zacatecas»  la  ciudad  de  Ba- 
ñas en  QiierétarOy  parecen  marcar  una  corriente  de  ciyilizacioqi 
anterior  á  la  irrupción  de  las  tribus  broncas  qup  ocupaban  aque* 
Has  coscareas.  Pero  obserrando  atentamente»  se  descubre»  que 
todos  esos  monumentos  no  tienen  caracteres  idénticos»  pertene* 
eiendo  á  distintas  épocas  y  á  diversos  constmctores;  no  son  obra 
de  un  solo  pueblo»  sino  que  marcan  distintos  centros  de  adelan*- 
ia  Los  arquitectos  no  dejaron  historia»  ni  siquiera  su  nombre. 

PasaxKios  ya  í  la  región  austral  Hemos  dicho  que  el  limite  del 
imperio  de  México»  sobre  las  costas  del  Golfo»  estaba  marcado 
por  el  rio  Coatzacoalco.  Entre  éste  y  los  chontales  al  Oriente  se 
extendían  los  ahucdidoos,  pueblo  de  filiación  nahoa»  brusco  y  aun- 
que agricultor  poco  entendido. 

Los  choiücdes  moraban  en  el  actual  Estado  de  Tabasco.  Los 
hemos  encontrado  esparcidos  desde  Guerrero  y  Oaxaca»  y  se 
adelantan  hasta  Guatemala.  En  Tabasco  estaban  encerrados  en- 
tre los  ahualulcos  al  R»  el  mar  al  N.»  los  mayas  al  E.»  los  zoques 
al  S.  Kada  se  sabe  de  ellos  fuera  de  ser  fuertes»  guerreros,  des- 
confiados» poco  amigos  de  decir  la^verdad»  tenaces  para  guardar 
un  secreto,  y  poco  sociables.  En  mexicano  chontdlli  significa  ex- 
tranjero ó  forastero»  dando  á  entender  qne  los  nahoa  les  tenían 
como  pueblo  advenedizo.  Hácese  mension  en  Tabasco  de  nnos 
indios  oUribes,  qne  venían  de  Guatemala»  de  los  cuales  solo  sabe- 
mos que  eran  bárbaros. 

En  el  vecino  Estado  de  Cbiapas  las  tribus  están  agrupadas  en 
pequeños  espacios.  Fuera  de  los  pueblos  mencionados  al  hablar 
del  imperio  de  México,  contenia  otros»  entonces  independientes. 
Los  laeanáonea,  con  su  sub tribu  los  xoquinoes,  vivían  empeñola- 
dos  en  las  montañas  en  la  parte  oriental  de  Ohiapas,  corriendo 
hasta  1%  Yerapaz  en  Guatemala.  Los  chañoháles,  hablando  una 
lengua  mezclada  de  zotzil,  cazdal»  maya  y  trokek. 

Los  chotes,  tribu  avecindada  de  tiempos  remotos  en  Guatema- 
la, que  dividida  tal  vez  por  las  irrupciones  de  los  maya,  la  nna 
fracción  mora  al  E.  de  Chiapas»  la  otra  en  Yerapaz.  Son  de  ja 
misma  familia  los  mapanea  6  ^yccdeSy  quienes  tenían  al  S.  á  los 
Choles,  al  E.  y  N.  los  itzáes-petenes»  y  a^  O.  loa  lacan^ones  y  xo- 


238 

qninoes:  (1)  también  eran  4^  su  estirpe  los  manches  ajoyas  6 
axcyes  y  los  chotes  uchines.  (2) 

De  \oH  puntune  se  dice  que  se  encontraban  en  los.  alrededores 
del  Palenque.  / 

'  El  Jcichéy  quicTiéó^uÜateca  es  tronco  de  una  familia  numerosa  do. 
lenguas,  en  su  mayor  parte  derramda  en  Guatemala:  en  Cbiapas. 
podemos  decir  que  tenía  su  límite  oriental.  Aunque  la  nación  de 
los  quicbées  no  nos  pertenecía  eñ  la  actualidad,  no  será  fuera  de 
camino  decir  pocSs  palabras  acerca  de  su  historia  antigua. 

Siguiendo  al  pié  de  la  letra  la  autoridad  de  su. cronista  el  P. 
Ximenez,  (3)  los  ki<sbée8  se  gobernaron  al  principio  por  tres  per- 
sonas nombradas  Conachi,  Beleheb-queh  y  Gvlel-ahau:  habiendo 
adoptado  después  el  sistema  monárquico,  ésta  fué  la  genealogía 
de  sus  reyes. 

I.  Balam-quitzé,  "tigre  de  risa  dulce,  ó  de  mucha  risa  mortífe^' 
ra  como  veneno.  ''Este  parece  que  fué  el  que  inventó  sacrificar 
"hombres  al  ídolo  Tohil,  según  se  dice  en  bus  historias,  y  éste 
"hurtaba  los  hombres,  y  ésto  es  de  los  indios  extraños  que  apre** 
"hendía,  no  de  los  propios,  que  fué  el  estilo  general  de  todos 
"los  indios."  Beinó  en  Izmachi,  "barbas  de  la  cara,"  en  donde 
comenzaron  á  labrar  edificios.  Tuvo  por  hijo  á 

II.  Cocavib,  "adorno  fuerte  ó  que  mpcho  se  adorna/*  Hizo  un 
viaje  hacia  Oriente,  para  recibir  su  reino  del  señor  dé  Hacxit.    • 

IIL  Balam-Conaché,  "tigre  de  palo." 

IV.  Cotuha-ztayub,  "cera  de  águila  que  oprime."  Quedó  divi- 
dida la  tierra  en  veinte  y  cuatro  señoríos;  estos  jefes  eran  como 
consejeros  para  disponer  de  la  paz  y  de  la  guerra. 

y.  Cucumatz-Cotuha,  "culebra  fuerte,  cara  de  águila."  En  su 
tiempo  se  revela.ron  los  de.  Ilocab,  marchó  contra  ellos^  les  ven- 
ció y  sacrificó  los  prisioneros.  La^apital  Izmachi  fué  trasladada 
á  Cumarcacha,  "casa  vieja  ó  rancho  apolillado,"  donde  se  fabri- 
có templo  para  los  dioses.  "Este  mismo  rey  fuá  el  que. levantó 
"gente  de  guerra,  y  empezó  á  poner  fronteras  contra  los  enemi- 
gos, haciendo  en  aquestas  fuertes,  para  defensa  y  refugio  do 
los  que  estaban  en  fronteras," 


41 


"'  (1)  Vniagatiérre,  el  Peten.itzá,  pág.  278. 
•    (2)*  Vülagutíerre,  pág.  160. 
fS)  Lm  historias  del  origen  de  los  indios,  p<g.  162  y  sig. 


2S»  V 

VI.  Tepepnl-Ztayñl,  "magestuoso,  fuerte  y  delesnable  como 
palo  aKsado:" 

VIL  Qaicab-Cavizimah,  "de  mnchos  brazos,  y  qne  se  adorna 
de  puntas  como  dé  lanzas  ó  zaetas."  Le  tenían  por  hechicero 
como  &  Cncnmatz. 

Vm.  Tepepnl-Ztaynl.  En  su  reinado  se  insurreccionaron  los 
cachíquiFés,  levantando  rey  propio.  "Comprendía  todo  aqueste 
"reino  del  Quiche,  según  se  colige  de  las  historias  de  ellos,  des-  . 
"de  Soconusco,  San  Antonio,  todo  lo  que  hoy  tienen  los  padres 
"franciscanos  desde  Quetzaltenango,  Solóla,  Totomicapan  y  Ati- 
"tan,  que  es  la  nación  Sutuhil,  todo  el  Cachiqüil  que  comprende 
"todos  estos  Sacatepeques,  lo  que  tocaba  al  cacique  de  Zacapu- 
"Jas,  y  sin  duda  tocaba  también  la  provincia  de  Verapaz,  y  por 
'la  similitud  de  las  lenguas  no  hay  duda  que  tocaban  los  zoziles 
"y  tzendales  de  las  Chiapas;  porque  aun  estando  divididos  los 
"cachiquilei,  fué  mucha,  cuando  entraron  los  españolea.  Ingente 
"que  juntó  el  rey  del  Quichá,  y  no  podía  juntar  tanta  gente  y 
"quedar  todo  tan  poblado,  después  de  tantos  como  murieron." 

IX.  Tecum-Tep^pul,  "grandeza  y  magestad  amontonada." 

X.  Vaxaquicaam  y  Quicab,  "ocho  mecates,  brazo  de  luna  ó  de 
chile."  En  su  reinado  aconteció  el  Quiché-vinac.  "Dicen  que  un 
indio  del  reino  Tepan  Guatemala,  y  aun  dicen  que  era  su  hijo, 
era  ^an  brujo.  Este  se  venía  de  noche  á  los  edificios  del  Qnichó 
donde  dormía  el  rey,  y  daba  grandes  aullidos  y  voces,  diciéndale 
muchos  baldones  y  oprobios  al  rey,  llamándole  mamacaixouj  vie- 
jo agrio  y  amargo;  aunque  «naden  que  le  decía  Cutuha  debía  de 
ser  por  baldón,  porque  Cotuha  fué  mucho  antes  que  so  levanta- 
sen los  de  Ouatemala;  y  viéndose  baldonado  el  rey  y  molestado 
'de  aquel  brujo,  llamó  á  los  brujos  que  tenía  y  prometió  grandes 
premios.  Y  ofreciéndose  uno  que  había  de  crédito  en  este  arte, 
salió  en  su  busca,  y  topado  con  él  y  queriéndolo'  coger,  de  nn 
salto  se  iba  á  otro  cerro;  pero  lo  mismo  hacía  el  quiche,  y  si- 
guiéndolo de  aqueste  modo  mucha  distancia,  lo  hubo  de  apre- 
hender con  mucho  cuidado,  porque  los  cordeles  con  que  io  ataba ; 
los  quebraba.  Y  llegando  á  la  presencia  del  rey,  le  hizo  su  aca- 
tamiento, y  le  dijo  el  rey,  qne  si  él  era  el  que  daba  gritos  de  no-, 
che,  y  díchole  que  sí,  dijole;  pues  ahora  rerás  qué  fiesta  hace- 
mos contigo:  y  juntándose  los  señores,  sé  formó  nn  baile  para;' 
celebrar  la  presa  de  aquel  brujo,  y  tránísformándose  en  águilas,- 


240 

leonea  y  tigreSi  bailaban  iodos  arañando  al  pobre  indio.  Y  es* 
tando  ya  para  sacrifioarlo  les  dijo  á  todos  y  al  rey:  '^agnaírdad  un 
"pocO)  y  oíd  lo  que  os  quiero  deoir;  sabed  que  ha  de  yenir  tiem- 
"po  en  que  desesperéis  por  las  calamidades  que  os  bao  da  so- 
'^breyenir  y  aqueste  mama-caiason  también  ha  de  morir»  y;  sabed, 
''niK)s  hombres  vestidos,  no  desnudos  como  vosotros,  de  pies  á 
''cabeza  y  armados,  éstos  han  de  ser  unos  hombres  terribles  y 
'dueles,  hijos  de  la  Teja;  quizás  será  esto  mañana  6  pasado  ma- 
''ñaña,  y  destruirán  todos  estos  edificios,  y  quedarán  hechos  ha- 
''bitacion  de  lechuzas  .y  de  gatos  del  monte,  y  cesará  toda  gran- 
''deza  de  aquesta  corte;"  ''y  habiendo  dicho  esto  lo  sacrificaron»" 
— Obsérvese  que  no  es  esta  otra  que  la  tradición  de  los  hom^ 
bres  blancos,  que  vendrían  á  destruir  los  reinos  indígeiías. 

XI.  Yucub-noh-cuyatepech,  '^siote  signos,  porque  este  Noh 
''significa  un  signo  como  los  nuestros  del  zodiaco,  adornado  de 
''argollas,  porque  este  rey  solía  usar  de  aqueste  adorno.'* 

XIL  Oxib-queh-beleheb-tzi,  "tres  venados  y  nueve  perros." — 
"Este  era  el  que  reinaba  cuando  vinieron  los  españoles,  y  quien 
'les  dio  la  guerra,  y  siendo  cogido  en  la  traición  de  que  quería 
"matar  á  los  españoles,  fué  quemado  y  puesto  en  su  lugar  el 
"hijo." 

XTIL  Tecun-Tepepul,  último  rey,  bajo  la  dominación  caste- 
Uaná* 

El  P.  Jiménez,  suponiendo  cuarenta  años  de  reynado  á  cada 
rey,  coloca  al  principio  á  la  monarquía  hacia  el  año  de  1054  de 
nuestra  era,  tiempo  en  que  declinaba  la  opulencia  de  los  mayas 
é  iba  á  extinguirse  en  Anáhuao  la  monarquía  tolteca. 

Al  E.  de  los  zoques  quedaban  los  tzotziles  y  los  tzendales  del 
Estado  de  Chiapas*  Pueblos  de  la  misma  filiación  etnográfica, 
son  descendientes  de  los  quelenes,  pueblo  antiguo  que  hace  tiem* 
po  desapareció.. 

La  península  de  Yucatán  estaba  enteramente  ocupada  por  los 
mayas.  Daremos  ^n  sn  lugai;  lo  que  sabemos  de  su  historia.  Por 
ahora  splo  importa  saber,  que  un  señor  supremo  gobernaba  el 
MayapAn,  h&cía  el.  sigl^  XY,  teniendo  por  capital  la  ciudad  taw- 
bij^n  de  Mayapan;  una  revuelta  i*edujo  laiamilia ,  importante :  da 
los  Xim  al  señorio.de.  Maní,,  quedando  subdivida  el  país  en  más 
do.  cuarenta  señoríos.  Aquel  fraccionamiento  uq  privó  de  toda  sa 
premacía  al  rey  de  'übsá^  coniiiderado  siempre  como  el .  prim^r^ 


241 

ni  rompió  la  unidad  nacional,  pues  legislación,  costumbres  y  len- 
guaje continnaron  sin  mutación  alguna. 

Para  aquella  época,  6  poco  después,  una  colonia  maya  fué  &  es- 
tablecerse á  Yerapa^  sobre  la  laguna  de  Peten;  los  colonos  to- 
maron el  nombre  de  üzoex^  de  petenes,  y  conforme  se  faeron  es- 
parciendo á  lo  lejos  tomaron  distintos  apellidos.  Oasi  junto  al  la- 
go habitaban  los  chatan  itzctex,  al  N.  y  al  N.E.  los  cóbooces;  (1)  los 
chañes  más  retirados  al  N.,  y  sin  poderles  asignar  un  lugar  fijo 
•  los  chataes,  pnqves,  tutes,  los  chinamitas  enemigos  de  los  lac^ndo- 
nes>  los  tulunqvies  6  tirampies  y  los  qtteaches  6  cheaques.  Otras  tri- 
bus hay  de  la  misma  familia,  que  ya  quedan  fuera  de  nuestro  in- 
tento. 

En  aquellos  pueblos  había  una  creencia  á  la  que  los  autores 
dan  el  nombre  de  nagiiálismo.  En  la  inteligencia  vulgar  de  las 
gentes  de  nuestros  campos,  el  nagual  es  un  indio  viejo,  desaliña- 
do, feo,  de  ojos  redondos  y  colorados,  que  sabe  transformarse  en 
perro  lanudo  y  sucio,  para  correr  los  campos  haciendo  daños  y 
maleficios.  El  nagualismo  deOhiapas  era  diverso.  ''Los  naguolis^ 
*'tas  propagan  su  doctrina  por  medio  de  almanaques,  en  los  cua- 
tíes están  insertos  los  nombres  propios  de  todos  los  naguales, 
"de  las  estrellas,  de  los  elementos,  de  los  pájaros,  de  bestias, 
"de  peces  y  de  reptiles,  con  observaciones  aplicables  á  los  me- 
ases 7  á  los  dias,  á  ñn  de  que  los  niños  recien  nacidos  queden 
"dedicados  al  signo  del  calendario  correspondiente  al  dia  de  su 
"nacimiento:  precede  á  esta  consagración  una  ceremonia,  en  que 
"los  padres  dan  su  consentimiento  expreso,  y  se  forma  un  pacto 
"explícito  por  medio  del  cual  el  niño  se  entrega  á  los  naguales, 
'^tos  designan  la  müpa  6  lugar  donde  deberá  presentarse  ala 
"edad  de  siete  años,  para  ratificar  su  compromiso  en  presencia 
"de  los  naguales.  Entonces  le  hacen  renegar  de  Dios  y  de  la  Yír- 
"ei^^$  7  advirtiéndole  que  no  se  espante  ni  haga  la  señal  de  la 
"cruz,  abraza  afectuosamente  al  nagual,  quien  por  arte  diabóli- 
"ca  toma  instantáneamente  una  figura  espantosa  y  parece  á  6 
"encadenado.  Aunque  con  frecuencia  se  presenta  bajo  el  aspeo- 
"to  de  una  bestia  feroz,  como  león,  tigre,  etc.,  queda  persuadido 
"el  niño  por  una  malicia  infem  al,  que  el  nagual  es  un  ángel  en 

(1)  ViUagatiezre  Soto-Mayor,  Hist.  de  la  oonqtdsta  de  la  proTinoia  Itzá.  Primem 
parte,  pág.  494. 

81 


242 

• 

"viado  por  Dios  para  velar  por  el,  protegerle,  y  que  debe  inro- 
"carle  en  todas  las  ocasiones  que  tenga  necesidad  de  su  ampa- 
í'ro."(l) 

Se  comprende  de  luego  á  luego  que  el  almanaque  á  que  se  ha- 
ce referencia,  es  el  adivinatorio  ó  Tonalamatl»  usado  entre  los . 
pueblos  civilizados  mahoas  para  formar  el  horóscopo  de  los  ni- 
ños j  predecir  su  suerte  futura,  el  signo  del  dia  del  nacimiento 
y  el  de  los  planetas  reinantes,  acompañaban  por  toda  la  vida,  y 
su  influjo,  siendo  maligno,  solo  podía  contrastarse  por  medio 
de  buenas  obras.  Suprimiendo  la  parte  mentirosa  y  absurda  do 
las  transformaciones  diabólicas,  se  comprende  igualmente,,  que 
los  naguales  no  eran  otros  que  los  indios  persistentes  en  sus 
antiguas  idolatrías  y  costumbres,  que  buscaban  y  hacían  oculta- 
.  mente  prosélitos,  haciéndoles  apostatar  de  las  nuevas  creencias. 
Lo  ejecutaban  bajo  la  sombra  del  artificio  y  del  misterio,  huyen- 
do del  castigo  de  las  autoridades  cristianas.  El  nagualismo  no 
era  secta  nueva,  sino  la; prosecución  del  culto  primitivo  y  na- 
cionaL 

Con  algunas  excepcioDes,  los  pueblos  de  la  reglón  austral  co- 
rresponden á  los  civilizados:  el  estado  social  adelantada,  se  pro- 
longa hacia  el  E.  por  las  naciones  de  filiación  maya.  Mas  en  es- 
ta comarca  se  observan  dos  fases  absolutamente  diversas.  Los 
monumentos  esparciados  del  Palenque  á  Quirigua  y  por  la  pe- 
nínsula áe  Yucatán,  atestiguan  una  civilización  mucho  más  anti- 
gua, adelantada  y  perfecta,  que  la  que  ostentaban  aquellos  pue- 
blos en  la  época  de  la  invasión  de  los  hombres  blancos.  La  se- 
gunda y  última  civilización  tenía  puntos  de  semejanza  con  la  de 
los  nahoa,  resultado  de  comunicaciones  en  los  tiempos  moder- 
nos. La  primera  se  podía  considerar  como  extinguida,  la  segun- 
da, híbrida  y  mezclada,  crecía  en  su  desarrollo  progresivo,  aun- 
que menos  artídtica  que  la  anterior. 

Pasando  á  otro  orden  de  ideas,  creemos  que  la  verdadera  fi- 
liación de  los  pueblos  debe  de  preferencipk  sacarse  de  los  idio- 
mas que  hablan  y  no  de  su  religión  y  sus  costumbres.  Nosotros 
nos  declaramos  monogenistas;  por  consecuencia,  aceptamos  una 
lengua  primitiva,  la  hablada  por  el  primer  par,  padres  del  géne- 
ro humano.  Entendemos  la  formación  de  los  idiomas  de  una  ma- 

(1)  El  doctor  Faul,  Félix  Cabrera.  Antiquites  americaiixes,  pág.  208. 


243 

ñera  sencilla.  Separada  una  familia  en  dos  ó  más  fracciones,  aun- 
qne  todas  ellas  llevan  el  mismo  lenga^ge,  cada  una  deberá  irlo 
modificando  bajo  la  influencia  de  multitud  de  causas,  físicas  las 
unas,  intelectuales  las  otras.  Obraban  el  clima,  el  aspecto  de  la 
tienra^  los  productos  del  suelo,  ios  animales  amigos  ó  contrarios 
del  hombre,  las  ocupaciones  á  que  se  entregue,  y  por  último,  fue- 
ra de  otras  yárias,  la  organización  social,  la  perfección  del  cul* 
to,  el  estado  de  desarrollo  intelectual  que  alcance  en  las  artes  j 
las  ciencias.  Se  concibe  que  las  hablas  deben  ser  más  broncas 
en  sonidos  bajo  los  yelos  del  polo  que  en  el  calor  de  los  climas 
templados;  los  pueblos  montañeses  deben. tener  un  lenguaje  más 
pobre  en  palabras  que  los  habitantes  de  las  llanuras;  las  tribus 
cazadoras  y  vagabundas  no  tienen  un  lenguaja  tan  elaborado  co- 
mo los  moradores  de  las  ciudades:  una  es  la  lengua  del  bárbaro, 
otra  la  del  hombre  civilizado.  Los  cambios  sobre viQuen  de  una 
manera  lenta,  gradual;  se  aceleran  6  retardan  por  causas  al  pa- 
recer imprevistas;  se  hacen  unas  veces  en  sentidos  casi  parale- 
los, ó  más  ó  menos  divergentes;  pero  siempre  como  elemento  in- 
dispensable entra  el  tiempo,  mayor  ó  menor  según  circunstancias 
que  no  siempre  puede  apreciar  la  observación. 

Para  los  tiempos  en  que  las  familias  estaban  esparcidas  por  el 
globo,  una  de  ellas  se  multiplica,  crece;  se  extiende  sobre  una 
gran  comarca,  absorbiendo  las  pequeñas  tribus  que  encuentra, 
ya  porque  las  destruye  ó  porque  se  las  asimila:  se  hace  podero- 
sa y  se  establece  borrando  lo  que  no  es  de  su  especie;  predomi- 
na durante  una  época  más  ó  menos  dilatada;  mas  luego  se  debi- 
lita, se  fracciona,  desaparece  al  fin  cediendo  el  lugar  á  una  nue- 
va evolución  de  la  humanidad.  Al  subdividirse  perdió  la  unidad 
nacional;  las  fracciones  cambiaron  por  otro  su  nombre  primitivo; 
al  contacto  de  sus  vecinos  ó  por  voluntad  propia  cambian  de 
dioses  y  de  costumbres;  pero  sa  idioma  no  le  abandonan,  y  por 
grandes  transformaciones  que  haya  sufrido,  avisa  siempre  el 
tronco  de  que  procede,  expresa  de  una  manera  terminante  su  fi« 
liacion. 

Se  deduce  que  las  lengaas  deben  tener  un  orden  rigoroso  de 
sucesión;  como  el  hombre  tiene  un  ¡árbol  genealógico  no  inte- 
rrumpido, como  las  naciones  una  cuenta  cronológica  sin  laguna. 
Pero, la  ciencia  no  conoce  completo  nada  de  esto.  Faltan  en  lo 
absoluto  datos  para  los  tiempos  antehistóricos;  se  procede  á 


244 

tientas  j  por  conjeturas  p^ra  restablecer  lo  perdido  en  la  noboe 
de  los  tiempos;  se  concibe  que  la  cadena  estuvo  íntegra  y  perfee^ 
ta;  pero  ahora  la  encontramos  rota  en  mil  pedazos,  que  no  sabe- 
mos colocar  en  sus  respectivos  lugares;  faltan  muchos  eslabones 
que  jamás  atinaremos  con  cuántos  sean,  j  que  si  les  supiéramos 
reconstruir  no  sabríamos  acomodar. 

Nosotros  personalmente  ignoramos  cuál  es  el  orden  sucesivo 
que  guardan  las  lenguas  de  México;  tendríamos  por  atrevimien- 
to imperdonable  decir,  ésta  es  la  más  antigua,  aquella  le  siguió, 
ésta  otra  es  la  más  moderna.  Los  esfuerzos  de  la  ciencia  logra- 
ron clasificarlas,  agrupándolas  por  familias,  y  esto  incuestiona- 
blemente admitimos  y  aceptamos.  A  falta  de  cosa,  mejor,  noso- 
tros vamos  á  colocarlas  por  orden  histórico.  Sin  que  se  entienda 
que  pretendemos  prejuzgar  cuestión  alguna,  los  datos  de  nuestra 
historia  antigua  nos  servirán  de  guía;  los  pueblos  que  primero  se 
presentan  serán  por  lo  mismo  los  más  antiguos,  siguiéndoles  en 
su  orden  los  que  aparezcan  sucesivamente.  Seguimos  al  pié  de 
la  letra  la  clasificación  general  hecha  por  el  Sr.  D.  Francisco 
Pimentel.  (1)  El  *  indica  que  la  clasificación  es  dudosa.  Antes  una 
salvedad.  En  mi  geografía  de  las  lenguas  incluí  un  ensayo  de 
clasificación  de  las  mismas  lenguas.  Comencé  por  confesar  que 
era  del  todo  ignorante  en  la  materia  y  añadí:  *'Así  pues,  nada 
''entiendo  de  sus  sistemas  gramaticales,  ni  de  sus  diccionarios; 
''ni  menos  las  he  analizado  y  comparado.  Las  clasifiqué,  siguien- 
''do  única  y  exclusivamente  la  autoridetd;  es  decir,  adopté  como 
"verdades  demostradas  las  opiniones  que  los  autores  de  las  gra- 
"máticas  asientan  acerca  del  parentesco  ó  afinidad  de  las  len- 
"guas;  totúé  por  buenos,  en  la  misma  línea,  los  dichos  de  los  mi- 
"sioneros,  como  versados  que  estuvieron  y  peritos  que  fueron 
"en  los  idiomas  de  los  indígenas;  creí  en  las  respuestas  que  á 
"mis  consultas  dieron  las  personas  que  gozan  reputación  de  ser 
"sabedoras  en  la  materia."  El  Sr.  Pimentel  encontró  que  rectifi- 
'ear  en  la  sobre  dicha  clasificación,  dirigiendo  la  censura  contra 
mi  Gomo  se  advierte,  no  tengo  en  ello  la  menor  responsabili- 

(1)  Cmadro  descriptÍTO  y  oomparaÜTO  de  las  lengiUB  indígenaade  México,  6  tra- 
tado  da  filología  mexicana  por  Fnmciaco  PimenteL  H ádco,  1874,  1875.  Tom.  8. 
Capitulo  cincnanta  y  ocho  y  dldmo.  CatÜogo  general  y  olaaiflceoion  de  las  lengtiM 
indígenas  de  México. 


246 

dad;  respondan  quienes  aparezcan  cnlpableSi  que  yo  lo  boj  úni- 
camente por  ignorancia,  al  admitir  opiniones  ajenas  que  no  su- 
pe ayalorar. 

Según  nuestros  conocimientos  actuales,  los  ótomíes  aparecen 
como  los  más  antiguos  en  Anáhuac.  Se  eútreyee  que  la  familia 
ocupó  al  N.  un  gran  terreno;  las  inyasiones  de  otros  pueblos  les 
arrojaron  de  las  llanuras  para  dejarles  confinados  en  las  mon- 
tañas, en  donde  yiyieron  encastillados,  mirando  tranquilos  pasar 
i  sus  pies  la  emigración  de  las  tribus.  Esta  familia  forma  el 
cuarto  orden  del  Sr.  Pimentel,  en  esta  forma: 

"Lenguas  cuusi-^nuynosildbicaa. 

m 

"XSX.  Familia  OthomL 
'lOá  El  Othomíe  ó  Hiflahai. 
'105  El  Serrano. 
"lOe  El  Mazahua. 
"107  El  Pame  con  sus  dialectos. 

"108  El  Jonaz  ó  Meco.  (Acaso  restos  del  antiguo  Chiohime- 
*'eo,  aegaa  explico  en  el  capítulo  correspondiente.)" 

Por  datos  feacie&tes  históricos  sigue  la  familia  Maja,  tercer 
orden  del  ^r.  Pimentel, 

"Lenguas  patilosüábicaa  stnUtíais. 

"XV.  Famüia  Maya. 

'W  El  Yncateco  ó  Maja 

"81  El  Punctuno 

"88  El  Lacandon  ó  Xoquinel 

"OS  El  Peten  ó  Itzae 

"34  El  Ghañabal,  Oomiteoo,  Joeolabal 

"85ElCholóMopan 

"86  SI  Ohorti  6  Chorte 

"87  El  Cakohi,  Oaichi,  Cachi,  Cakgi 

«88  El  Ixil,  Izü 

"89  El  Ooioh 

"90  El  Quiche,  Ytlateoo 

"91  El  Zntnhil,  Zatu£^,  Atiteca,  Zacapnla 


246 

"92  El  Cachiquel,  Cachiqml 
"93  El  Tzotzil,  Zotzil,  Tzimanteco,  Cinanteco 
«94  El  Tzendal,  Zendal 
"95  El  Mame,  Mem,  Zaklohpakab 
"96  El  Poconchi,  Pocoman 
•'97  El  Atche,  Atchi 
"98  El  Huaxteco  con  sns  dialectos 

*99  El  Haitiano,  Quizqneja  ó  Itis  con  sns  afines  el  Cubano^ 
Boriqna  y  Jamaica." 

"XVI.  Familiu  Ohontal. 
*100  El  Chontal  (Dudoso  en  sn  carácter  morfológico) 

"XYII.  Idiomas  oriundos  de  Nicaragua. 

^101  Huave,  Huazonteca.  (Dudoso  respecto  á  la  familia  de 
lenguas  de  Nicaragua  á  que  realmente  pertenece). 

^lOS  El  Ghiapaneco,  afín  del  Nagrandan^  (dudoso  en  su  carác* 
ter  morfológico). 

"XYIII.   Familia  Apache,  rama  de  las  lenguas  Athapasca^ 

"103  El  Apache  fie  que  se  conocen  ocho  dialectos  (c.  56) 

"a  Apache  N.  Americano 

"b  Apache  mexicano 

"c  Mimbreño  (Coppermine) 

"d  Pinaleño 

"e  Navajo 

"f  Xicarilla  ó  Faraón 

"g  Lipan 

"h  Mescalero." 

Corresponden  á  esta  familia  los  pueblos  de  nuestra  region^ 
austral,  los  de  la  América  Central  y  los  de  las  islas.  AI  N.  deja- 
ron sobre  la  costa  del  Golfo  á  los  Cuixteca;  hacia  nuestras  fron- 
teras con  los  E.  U.,  de  la  misma  formación  etnográfica,  se  pre- 
sentan los  apaches.  De  esta  procedencia,  unas  ramas  son  las 
constructoras  del  Palenque,  de  Uxmal  y  de  Quirigua,  ya  extin- 
guidas, mientras  las  otras  viven  todavía  la  vida  salvaje. 

En  nuestra  enumeración  toca  su  Ingar  al  segundo  orden  del 
Sr.  PimenteL 


247 

^'Lengwis  polisilábicas,  polisintéticas  de  justa  posición. 

9 

''Xm.  Familia  Mixteoo-Zapoteca.   . 

'*68  El  Mixteoo  dividido  en  once  dialectos 

''69  El  Zapoteco  con  bub  dialectos  de  que  he  citado  ocho  (c  37) 

"70  El  Chuchon,  dos  dialectos 

"71  El  Popoloco 

"72  El  Cuitlateco 

"73  ÍEl  Chatino 

"74  El  Papabnco 

"75  El  Ajnnsgo 

"76  El  Mazateco,  dos  dialectos 

♦77  El  Solteco 

*78  El  Chinanteco 

"XIV.  Familia  Pirinda  ó  Matlatzinca. 
"79  El  Pirinda  ó  Matlatzinca  con  sus  dialectos." 

Pertenecen  á  los  pueblos  civilizados  de  la  región  central,  for- 
mando grupos  separados  por  los  nahoa. 

Históricamente  hablando,  la  familia  más  moderna  la  constitu- 
ye el  primer  orden  del  Sr.  Pimentel. 

"Lenguas  polisilábicas  polisintéticas  de  svb-flexion. 

Grupo  mexicano  ópata. 

"I.  Familia  mexicana. 

"1  El  mexicano  ó  náhuatl.  Sus  dialectos  sod:  ^ 

"a  El  Conchos 

'Tt)  El  Sinaloense 

♦c  El  Mazapil 

"d  El  Jalisciense 

"e  El  Ahualulco 

"fía  Pipil 

"g  El  Niquiran 

"*2  El  Cuitlateco 

"ü.  Familia  sonorense  ú  ópata-pima. 

"3  El  Opata,  teguima  ó  tequima^  sonorense 

"4  El  Eudebe,  heve  ó  hengue,  dohme  ó  dohema,  batuco 


248 

"6  El  Jova,  joval,  ova 

'^6  El  Pima,  nevóme,,  ohotama  ú  otama,  con  sas  dialeotos, 
siendo  los  más  conocidos 

"a  El  Teooripa 

"b  El  Sabagui     . 

«7  El  Tepehnan  con  sus  dialectos 

*'8  El  Pápago  ó  papabicotan 
^'9  á  12  El  Yuma  comprendiendo  el  Cachan,  el  Cocomaricopa 
ú  opa,  el  Mojave  ó  mahao>  el  digneño  ó  Goñeili  el  Yavipaii  ya- 
mipai,  yampaio. 

''*13  El  Oajnenchei  encapa  ó  jallicaamay 

"U  El  Sobaipure 

"15  El  Julime 

^16  El  Tarahumar,  con  sns  dialectos,  entre  ellos: 

^'a  El  Yárogio  ó  Ohinipa 

"b^El  Guazápare 

"c  El  Pachera 

''17  El  Oabita  ó  Sinaloa.  Sns  dialectos  más  conocidos: 
.  "aElYaqni 

*%  El  Mayo 

"c  El  Tebneco  ó  znaqne 
"18  El  Gnazave  ó  Yacoregne 

"19  El  Chora,  Ohota,  Oora  del  Nayaril  ó  Nayarita.  También 
al  Pima  suelen  llamar  Cora,  y  este  mismo  nombre  tiene  nn  idio- 
ma en  la  Baja  California.  El  Nayarita  cuenta  tres  dialectos: 

"a  El  Mnntzicat 

"b  El  Teacncitzin 

""o  El  Ateanaca 
"20  El  colotlan 
"21  El  Tabar  y  sus  dialectos 
"22  El  Huichola 
*23  El  Zacateco 

"24  El  Acaxee  ó  Topia,  comprendiendo  el  Sabaibo,  el  Tebaca 
y  el  Xixime,  este  último  de  clasificación  dudosa 

m.  Familia  Comanche-Shoshone. 

^'25  El  Comanche  con  sus  dialectos,  llamado  también  Na  uní, 
Paduca,  Hietan  ó  Jetan 
"26  El  Caigna  6  Kioway 


2^(9 

''27  El  Shoshone  ó  Ohochone 
^^28  El  Wihinasht 
.     *'29  El  Vtah,  Tutah  ó  yuta 
''30  El  Fah-ntah  ó  paynta 
"8l  El  Ohemegne  6  Oheme-huevi 
^'3Í  El  Oahuillo  6  Oawio 
"38  El  Kechi 
"34  El  Nótela 
"35  El  Eiflh  ó  Eij 
"36  El  Femandeño 
"37  El  Moquí 

'OPerteneoen  á  la  familia  Shoslione  otros  varios  idiomas  qae 
se  hablan  en  los  Estados-ünidosi  enya  ennmeracion  completa 
no  corresponde  al  plan  de  mi  obra,  limitada  á  las  lenguas  ¿e 
México  y  á  presentar  algnnos  ejemplos  de  las  limítrofes  que  apa- 
rezcan i^es  de  aquellas.  En  otras  obras  se  irán  sucesivamente 
s^uiendo  las  analogías^^hasta  su  término  en  un  tratado  general. 

"lY  Familia  Tejana  ó  Ooahuilteoa" 
"38  El  Tejano  ó  Ooahuilteeo  con  sus  dialectos 

*V  Familia  KereS'Zuñi 

'^39  El  Keres  ó  Quera  dividido  en'tres  dialectos 
Eiwomi  ó  Eioamcy  Oochitemi  ó  Quime»  Acoma  y  Acuco. 
^'40  El  Tesuque  ó  Tegua 
"41  El  Taos,  Piro,  Suma,  Picón 
"42  El  Jemez,  Taño,  Peco 
"43  El  Zuñi  ó  Cíbola 

"YI  FamiUa  Mutzun 
"44  El  Mutsun 
^'45.  El  Rumsen. 
"46  El  Achastli 
"47  El  Soledad 
"48  El  Costeño  ó  Costanos 

"A  la  familia  Mutsnn  ó  Bumsen  pertenecen  otros  varios  idio- 
mas de  California,  según  Taylor,  lo  que  es  preciso  tener  presen- 
te cuando  se  trate  de  una  clasificación  general  de  las  lenguas 

32    ...vaül 


250 

amorioanas.  Para  mi  objeto  basta  con  lo  que  lie  explicado  sobre 
el  Mutsnn  en  los  capitnlos  22,  23  y  24." 

"Vn  Familia  Quaicura 

"49  El  Gnaioara,  Yaionra  ó  Monqni 

"50  El  Aripa 

"61  El  Vchita 

"62  El  Cora 

"53  El  Concho  6  Lanretano 

"  Vlll  Familia  Cochiní  Laimon 

''54  á  57  El  cochiní  dividido  en  cuatro  dialectos,  ó  más  bien 
lengaas  hermanas,  á  saber,  el  Cadegonio  y  los  idiomas  usados 
en  las  piisiones  de  a  Javier,  S.  Joaquín,  y  Santa  María.' 

"68  El  Laimon  ó  Lajamon  .^ 

"IX  Familia  Seri 

"69  El  Seri  ó  Ceri 

"60  El  Guaima  ó  Gayama 

"61  El  Vpanguaima 

Familias  independientes  entre  si  y  dd  grupo  mexicano-ópata, 

"X  Familia  Tarasca 

"62  El  Tarasco 

^63  El  Chorotega  de  Nicaragua  (muy  dudosa  su  analogía  con 
el  Tarasco.) 

"XI  Familia  Zoque-miie 

"64  El  Mixe  con  sus  dialectos 
"66  El  Zoque 
"66  El  Tapijulapa 

"Xn  Familia  Totonaca  (idioma  mezclado.) 
."67  El  Totonaco  dividido  en  cuatro  dialectos" 

A  estas  familias  corresponden  los  pueblos  de  tas  regiones  cen- 
tral 7  boreal;  á  los  depositarios  de  la  civilización  tolteca;  á  tri- 
bus bárbaras  y  errantes  aún  no  salidas  del  estado  salvaje.  Ex- 


261 

iiándense  hacia  el  N,  hasta  muy  altas  latitudes,  comprendiendo 
multitud  de  tribus  en  los  E.  ü.  En  América,  como  en  Europa,  el 
N.  ha  sido  el  almacigo  del  género  humano.  De  allá  han  bajado, 
como  impetuosos  torrentes,  esas  emigraciones  sucesiyas,  que 
empujando  hacia  el  S.  á  las  tribus  anteriores,  han  acabado  por 
tomar  su  lugar  después  de  largas  series  de  choques  y  desasjbres. 
Béstanos  mencionar  á  los  chichimeca,  que  siguieron  inmedia- 
tamente á  los  tolteca  y  fueron  fundadores  del  reino  de  Acolhua 
can.  De  los  autores,  unos  les  hacen  de  procedencia  nahoa,  y 
otros  de  estirpe  de  los  otomies:  ambas  opiniones  resultan  falsas^ 
pues  los  chichimeca  hablaban  lengua  particular,  que  parece  ha- 
berse extinguido.  .Conforme  á  la  autoridad  de  uno  de  nuestros 
principales  cronistas.  "De  estos  chichime^as  unos  había  que  se 
áecísk  nahuü'^ichimecas,  XíarnÁadose  de  nahoa  y  de  chichimecas, 
porque  hablaban  algo  de  la  lengua  de  los  nahoa  ó  mexicanos  y 
la  suya  propia  chichimeca.  Otros  había  que  se  decían  otonchichime' 
eos,  los  cuales  tenían  este  nombre  de  otomies  y  chichimecas,  por- 
que haHában  la  lengua  suya  y  la  otoml  Otros  había  que  se  llama- 
ban cvextecaohichimecas^  porque  habUthan  la  lengua  chichimeca  y 
guaxteoa."  (1) 

uno  de  los  cronistas  de  la  nación  dice:  "De  suerte  que  Tetz- 
cotl  puede  ser  yerbo  chichimeca.  No  se  ha  podido  saber  su  ver- 
dadero significado,  porque  los  chichimecas  que  primero  le  pusie- 
ron el  nombre,  no  solo  se  han  acabado,  pero  no  hay  memoria  de 
su  lengua,  ni  quien  sepa  interpretar  los  nombres  de  muchas  co- 
sas que  hasta  ahora  en  aquella  lengua  se  nombran,  etc."  (2) 

Otro  de  los  escritores  nacionales  escribe:  '^Entró  en  la  sucesión 
del  imperio  Techotlalatzin,  aunque  el  menor  de  los  hijos  de  Qui- 
natzin,  por  sus  virtudes  y  haber  estado  siempre  sujeto  á  la  vo- 
luntad y  gusto  de  su  padre;  y  por  haber  sido  el  ama  que  le  crió 
señora  de  la  nación  tulteca,  natural  de  la  ciudad  que  en  aquel 
tiempo  era  de  Culhuacan,  llamada  Fapaloxochitl,  fué  el  primero 
que  ti8Ó  hablar  la  lengua  náhuatl  que  ahora  se  llama  mexicana,  por-- 
que  sus  pasados  nunca  la  usaron,  y  así  mandó  que  todos  los  de  la 
nación  chichimeca  la  hablasen;  en  especial  todos  los  que  tuvie- 
sen oficios  y  cargos  de  república."  (3)  Torquemada  sirve  tam- 

(1^  P.  Bahagan,  tom.  3,  pág.  130. 

(2)  Bdlacion  de  Texcoco  por  Jaan  B.  Pomar.  MS. 

(S)  IztlflxochiiU  Hift«  Chichimeca,  cap.  18.  MS. 


253 
bien  de  fandamento  á  nuestro  propósito,  (1)-  así  oomo  el  Sr. 

> 

menteL  (2) 

En  nuestros  estadios  hamos  encontrado  los  nombres  de  mu- 
chas lenguas  perdidas,  ademas- de  la  chiohimeca»  de  las  amales 
no  sabremos  afirmar  si  eran  iguales  ó  diversas  de  las  conocidas. 
El  catálogo  es  éste: 

En  Ohiápas  el  ccadcHf  tróktk^  zotdem  y  qttden. 

En  Oaxaca  el  chantalenOf  hitatiquemane,  Ixcateco. 

En  Guerrero  el  ÜatzihuÍ8téco¡tmsteco,  tiaootqpehua,  cuyiUumateeOf  ¿s- 
cuoo,  maüame,  texome^  tolimeca,  chumbia,  tiateoo,  texcateco,  camotecOf 
panleca^  tepuzleoo. 

En  México  el  macoaqxte. 

En  Guanajuato  el  guaxabana. 

En  Miohoacan  el  teoa,  y  dudosos  di  caeunioa  j  tequijana. 

En  Xalisco  el  ÜaacomvUeca^  tecueoce^  cocoj  tepecano. 

En  Zacatecas  el  odotUm^  oaxcariy  cuachichiL 

Eñ  Tamaulipas  el  óLive^  asanambre^  tantítulipeco. 

En  Nuevo  León  el  hucdahuiaes. 

9 

En  Coahuila  el  codhmUecd^  tobazo,  irrüüa. 

En  Durango  el  cdcaru 

En  Sinaloa  el  huite^  mediotagndf  táhuecat  paccLéa^  zoe,  baimena, 
vooronifTiiOf  oahuimdOf  ohuera,  bOsopUf  chicorato. 

En  Chihuahua  eljuKm/e. 

En  Sonora  el  macoyahuy^  vayema,  pvtima^  baiuroque^  tepararUO' 
na,  tepáhtie. 

En  California  el  pericL 


<!)  Monnaiq.  Indiana,  lib,  1,  oap.  XIX. 

<3)  Cnadro  deaoriptiTO  y  oomparaüTOy  primen  edidon,  tom.  1,  pág.  155. 


SEGUNDA  PARTE 


y 


EL  HOMBRE  PREHISTÓRICO 


EN  MÉXICO. 


LIBRO  I. 

CAPITULO  L 

LA  FAUNA  Y  EL  HOMBRE  PRIMITIVOS. 

La  paiótnUologia  humana,^3u  olffeto,—Pt^mifiarei,'^TabladéclaiiJUcMo^,--An' 
tígü0dad del eanUnenU  amerkanc—Periodo  gladai.'-La  fauna jigante$ca.''Ma^ 
todott,-^  S¡dpha$. « —  Tapiru9.^»Eqwu, ^BM.-^OMon.'^CameHa»  Uama, — 8ui 
serofa. — JBguui  aaimu$.'-Ca9^&ridei  OJtíemei^^Cmfnu  AíM/rieanu^.'—FeUz  atrox, 
-^Mtgatherium,  ~*  líploáon,^  3£tga¡anw.—0¡ifptodan.  —  ItgetUnUpotMoiU.  —  T^- 
9eiiKftíntlü'-JS:o¡MitmdntU,'-Ttoluchi»^Iíu0ara  prófaian  de  fé.  —  SI  hombre 
Urdttirío  de  Oa¡Ufomia,-^Sl  hombre  de  líatehee.—JSeito»  en  Ocueonade  Ccúnty,^ 
Un  la  América  del  Sur.-^En  la  isla  de  Ouba.—En  el  Valle  de  Méxiee.-^En  Jf#- 
Uae. — En  Sanara. — Dedueeiane$. — La  AÜánUda  terciaria — Ináuedonee. 

HAY  una  ciencia  de  reciente  data,  importante  por  sus  trascen- 
dentales aplicaciones,  y  llena  de  inte'teB  á  la  par  que  de  curio- 
sidad. Llámase  la  Paleontología  humana^  que  según  la  definición 
de  ELamj  (1)  es,  la  historia  de  ícw  razas  humanas  cuyos  despojos  ó  re- 
iquias  perteneceii  á  los  depósitos  anteriores  á' los  dd  período  actual 
Bu  ol>jeto  naturalmente  es,  rastrear  el  principio  del  hombre 
sobre  la  tierra,  y  por  medio  de  las  obras  de  sus  manos,  recons- 
truir la  historia,  de  la  humanidad  y^  su  desarrollo  intelectual, 
desde  su  i^paricion  en  nuestro  planeta  hasta  los  tiempos  conoci- 
dos por  la  historia.   De  aquí  los  otros  nombres  aplicados  á  la 

(l)  Préoif  á%  Paleontologie  hnmaine  por  le  DooUur  E.  T.  H«my.  Farif  1870. 


256 

ciencia  de  prehistórica  ó  antehistórica,  y  también  paleoarqneclogía 
6  sea  arqueología  antigua  ó  primitiva:  Quatrefagues  quisiera  que 
se  adoptara  la  denominación  de  Paleoantrqpólogía,  abarcando  las 
ideas  del  estudio  del  hombre  fósil  y  de  sus  obras. 
Apóyase  sobre  variadas  ciencias,  prestándole  fundamento  prin- 
.   oipal  la  geología,  y  si  en  general  sigue  un  método  análogo  al  de 
ósta,  de  ella  se  diferencia,  en  que  la  paleontología  humana  es 
propiamente  la  historia  particular  del  hombre,  mientras  la  geo- 
logía lo  es  de  ]fi,  tierra  por  aquel  habitada:  ofrecen  muchos  pun- 
tos de  contacto,  mas  no  son  la  misma  cosa. 

Procede  en  sus  indagaciones  por  un  medio  eficaz  cuanto  cien- 
tífico. Conocido  un  terreno,  determinadas  su  fauna  y  su  flora,  si 
allí  se  encuentran  rastros  del  hombre,  se  infiere  que  el  sor  inte- 
igente  es  contemporáneo  de  los  animales  y  de  (las  plantas  allí 
existentes,  y  que  la  antigüedad  de  todos  debe  medirse  por  la  de 
la  capa  geológica  quedes  contiene. 

De  aquí  nace  que  en  las  determinaciones  de  esta  ciencia  debe 
atenderse  á  tres  caracteres  principales.  Carácter  geológico  ó  de  ' 
yacimiento,  que  consÍ8te,^no  propiamente  en  la  parte  mineraló- 
gica, sino  en  la  estratigráfica,  ó  sea  la  disposición  afectada .  por 
las  capas,  bancos  ó  estratos  en  su  natural  supersposicion.  En 
esta  materia  juzga  la^eología,  los  terrenos  se  sujetan  á  las  cla- 
sificaciones por  ella^  admitidas,  y  sus  fallos  no  son  apelables  en 
lo  que  atañe  á  las  edades  respectivas^de  las  distintas  formaeio- 
nes.  Se  subentiende,  que  la  clasificación  reposa  sobre  la  integri- 
dad del  yacimiento. 

Carácter  paleontológico.  Según  Vilanova  (1),. — *'se  funda  en  la 
naturaleza  de  esos  seres  orgánicos,  animales  y  plantas,  que  aca- 
rreados por  las  aguas  ó  habiendo  perecido  en  su  seno  y  deposi- 
tados en  el  fondo  denlos  mares  ó  lagos,  después  de  sufrir  un  cam- 
bio á  veces  completo  en  su  naturaleza  primitiva,  se  presentan 
hoy  como  el  elemento  indispensable  para  determinar  las  sucesi- 
vas evoluciones  que  ha  experiméntelo  la  tierra  en  su  largí^  y  pe- 
regrina historia.  Cada  terreno  ofrece  un  conjunto  de  fósiles  ve- 
getales y  animales,  ó  en  otros  términos,  una  fauna  y  una  flora, 
distinta  de  las  anteriores  ó  posteriores."— Ayudan  en  esta  sec- 

« 

(1)  Origen,  natoraleza  j  antigüedad  del  hombre,  por  el  Doctor  D.  Juan  Vilanova 
7  Piara.  Madrid,  1872. 


f 


257 

cion  los  ramos  relativos  de  la  historia  uatural,  botánica,  zoología 
¿a,  auxiliados  poderosamente  por  la  anatomía  comparada.  Ani- 
males y  plantas  se  clasifican  bajo  las  categorías  de  extinguidos, 
emigrados  ó  existentes. 

Ca.rácter  arqueológico,  referido  exclusivamente  al  hombre. 
Este  puede  manifestarse  por  su  esqueleto  ó  por  alguno  de  sus 
fragmentos.  La  antropología  determina  las  diferentes  razas,  la 
capacidad  moral  dé  los  individuos,  7  la  distribución  del  hombre 
en  el  globo  terrestre.  Los  cráneos  se  clasifican  por  el  índice  ce- 
fálico,— "ó  sea  la  relación  del  diámetro  transversal  máximo^  con 
el  diámetro  antero-posterior,  que  se  supone  igual  á  100.  En  su 
virtud,  se  llaman,  siguiendo  la  clasificación  de  Broca,  DóUcocefa" 
loa  puros,  ó  propiamente  dichos,  aquellos  en  que  la  relación  del- 
diámetro  transversal  respecto  del  antero-posterior  no  llega  á  75; 
Subdolicocé/alos  aquellos  en  que  el  índice  oscila  entre  75  y  77; 
Mesocé falos  ú  Ortocé/cdos  aquellos  en  qué  el  índice  marca  de  77  á 
80;  de  esta  cifra  á  85  Subtraquicé/alos,  y  por  último,  más  allá  de  ^ 
85  Braquicéfcdos  puros."  (1)  t 

Si  no  por  sus  despojos,  el  hombre  se  manifiesta  por  sus  obras 
como  armas,  utensilios,  productos  de  la  industria,  cerámica,  di<« 
bnjo,  escultura  y  construcciones  que  se  refieren  á  la  arquitectu- 
ra, como  sepulcros,  monumentos  y  ciudades.  La  arqueología  so- 
brevigila  esta  sección,  reúne  los  objetos,  los  ordena,  los  clasifica 
é  infiere,  después  de  maduras  reflexiones,  la  cultura  de  los  artí- 
fices, y  el  grado  á  que  llegaron  en  la  escala  de  la  civilización. 

Una  tercera  clase  de  manifestación  la  suministran,  las  huellas 
dejadas  por  el  hombre  lEíobre  los  huesos  fósiles,  ya  rompiéndolos 
para  aprovechar  la  médula,  ya  dejando  sobre  ellos  señales  de  sus 
armas  ál  tiempo  de  dar  la  muerte  á  los  animales,  ó  al  separar  de 
los  despojos  la  carne  y  los  tendones,  £c.  Prueba  es  esta  suficien- 
te en  su  caso,  si  bien  no  se  le  tiene  por  tan  satisfactoria  como 
las  otras. 

La  arqueología  dividió  al  principio  lasobras  del  hombre  en  dos 
grandes  secciones,  la  una  caracterizada  por  los  metales,  la  otra 
por  la  falta  de  éstos.  A  medida  que  los  descubrimientos  fueron 
mayores  se  hizo  indispensable  otra  clasificación;  en  consecuen- 


(1)  YiUmoTa,  pág.  174. 

33 


268 

cia,  la  edad  primitiva  ixxé  subdividida  en  época  de  la  piedra  bru- 
ta ó  del  sílex,  j  en  época  de  la  piedra  pulimentada,  siguiendo  la 
época  del  bronce,  y  la  del  hierro.  Hasta  entonces  la  presencia 
del  hombre  sólo  había  sido  notada  en  los  terrenos  cuaternarios; 
descubierto  después  en  los  terciarios,  ha  tomado  nueya  forma  la 
clasi&cacion,  que,  según  Yilanova,  (1)  es  ahora  la.siguiente: 


(1)  F4g.  15S. 


350 


j     •    "» 


i 

Q 


a 


1 
^ 


tea 

0 


I 


^ 


23 


1^1 


60o  k 


'3 


o 

I 

0 


I 


i*^ 


a 

0> 


1^4 


c5 
o 

»— « 

I 


> 

H 

E* 

H 
H 

o 


5* 


< 


H 


á 


.1 


L 


860 

Terminados  estos  pequeños  preliminares,  la  primera  cuestión 
qae  naturalmente  se  presenta  es  la  que  atañe  á  la  antigüedad 
del  continente  americano.  Incompetentes  nosotros  para  formu* 
lar  un  juicio  acertado  en  la  materia,  ocurrimos  á  los  peritos  en 
lá  ciencia,  copiándoles  sus  doctrinas.  En  el  presente  caso  pedi-^ 
remos  sus  acertados  conocimientos  &  nuestro  buen  amigo  el  Sr. 
Barcena  (1) . 

''El  conjunto  de  hechos  que  he  referido  en  los  capítulos  ante* 
rieres,  dice,  y  en  uaa  parte  de  éste,  nos  conducen  á  algunas  hi* 
pótesis  sobre  el  aspecto  que  presentaría  durante  el  tiempq  me- 
sozoico, y  en  una  parle  del  que  se  siguió  á  éste,  el  lugar  que  hoy 
ocupa  el  territorio  mexicano. 

''En  efecto,  las  rocas  correspondientes  al  tiempo  mesozoico  se 
presentan  en  casi  todos  los  Estados  del  país;  y  como  están  for-^ 
mados  de  sedimentos  marinos,  es  claro  que  en  el  lugar  que  hoy 
se  encuentran  existieron  las  aguas  del  mar,  cubriendo  muy  gran- 
des extensiones,  y  sólo  habría  entonces  algunos  islotes  esparci- 
dos correspondientes  en  su  mayor  parte  á  las  ramificaciones  de 
las  montañas  rocallosas  que,  apoyándose  en  el  N.,  se  extendían 
hacia  el  S.  E.  formando  el  núcleo  principal  del  continente  ame- 
ricano. 

"En  la  excelente  obra  de  geología  del  profesor  J.  Dana  se  ver 
un  mapa  en  que  están  señalados  la  tierra  firme  de  este  continen- 
te y  el  espacio  ocupado  por  las  aguas  en  el  perív)do  cretáceo.^ 
Los  mares  se  extienden  desde  el  Golfo  mexicano  y  para  el  inte- 
rior del  continente,  en  una  dirección  N.  O.— S.  E.,  pasando  por 
el  lugar  que  hoy  ocupan  nuestros  Estados  fronterizos.  La  hipó^ 
tesis  hecha  por  aquel  sabio  profesor  sobre  la  posición  de  los  ma- 
res cretáceos  en  nuestro  territorio,  se  confirma  plenamente  cou 
las  obserraciones  que  he  citado;  y  aun  pueden  extenderse  los 
límites  asignados  á  esos  mares,  prolongándoles  del  E.  al  O.^ 
uniendo  las  aguas  del  golfo  con  las  del  Pacífico,  pues  ademas  de 
la  evidencia  que  tenemos  de  que  existen  rocas  mesozoicas  en  los 
Estados  de  Téracruz,  Hidalgo,  México,  Morelos  y  Guerrero,  ten-- 
go  noticia  de  que.se  encuentran  también  en  Jalisco  y  Michoacan, 
principalmente  en  las  montañas  que  forman  las  costas  del  Fací- 

« 

(1)  Datos  para  el  estudio  de  las  rocas  mesozoicas  de  México  y  sus  fósiles  caraote- 
xísticos  por  Mariano  Barcena:  Mázico,  1875.  Fág.  33  y  sig. 


261 

fioo;  7  aun  he  Visto  algunas  muestras  de  rocas  cretáceas  proce- 
dentes del  último  de  los  Estados  mencionados.  Mi  maestro  el 
Sr.  D.  Antonio  del  Castillo  me  ha  informado  también  de  que  en 
las  lozas  que  usan  en  Colima  para  las  construcciones  se  ven  nu- 
merosas impresiones  de  amonitas.  • 

*'La  figura  adjunta  es  una  copia  del  mapa  del  profesor  Dana  (Y. 
nuestra  lám.  núm.  )  j  en  el  cual  he  añadido  la  continuación  del 
mar  cretáceo  en  México,  encerrando  con  puntos  el  espacio  mar- 
todo  por  mi,  y  que  las  observaciones  posteriores  lo  extenderán 
probablemente  hacia  el  N.'  del  limite  que  hoy  le  señalo. 

''En  vista  de  estos  hechos,  deducimos  fácilmente  que  al  termi- 
nar el  tiempo  mesozoico  había  pocas  tierras  emergidas  en  esta 
parte  del  continente  americano,  y  que  las  aguas  marinas  lo  ocu- 
paban casi  por  completo,  á  lo  menos  en  su  parte  central. 

''Llegados  á  estas  conclusiones,  nos  queda  por  determinar  la 
época  y  el  modo  de  formación  de  las  montañas,  que  hoy  vemos 
constituidas  por  los  sedimentos  de  aquellos  mares.  La  natura- 
leza de  los  fósiles  que  contienen  y  la  de  las  rocas  principales  que 
sirvieron  de  agentes  de  levantamiento,  nos  marcan  con  mucha 
aproximación  la  época  en  que  se  formó  una  gran  parte  del  terri- 
torio mexicano.  Algunos  de  los  fósiles  citados  nos  demuestran 
que  aquellos  mares,  en  los  cuales  vivían,  existieron  al  fin  del  pe- 
ríodo cretáceo;  pero  debemos  creer  que  el  levantamiento  de  las 
montañas  que  hoy  forman  los  sedimentos  de  aquellos,  se  verificó 
ya  en  el  período  terciario,  puesto  que  en  esos  agentes  del  levan- 
tamiento vemos  á  las  rocas  traquíticas  que  corresponden  al  tiem- 
po cenozoico.  Al  fin  del  cretáceo  debieron  ser  los  mares  poco 
profundos  en  muchas  partes,  como  lo  indican  algunos  de  los  fó- 
siles referidos,  y  cuyos  géneros  se  encuentran  en  los  sedimentos 
de  las  aguas  someras.  Esos  mares  poco  profundos  serían  muy 
cenagosos  y  estarían  abundantemente  provistos  de  animales, 
pues  la  caliza  que  depositaron  sus  aguas,  es  notoriamente  fétida 
y  debe  contener  muchas  sustancias  orgánicas. 

''El  primer  fenómeno  ígneo  que  ocasionó  el  levantamiento  de 
los  lechos  de  aquellos  mares,  debe  haber  sido  terrible  y  simul- 
táneo, como  puede  deducirse  por  la  magnitud  y  uniformidad  de 
«US  efectos.  La  dirección  N.  O. — S.  E.  casi  constante  que  presen- 
tan los  planos  de  estratificación  de  esas  rocas  mesozoicas,  indica 
que  la  dirección  del  movimiento  fué  igualmente  en  ese  sentido* 


262 

circunstancia  que  también  índica  la  dirección  más  general  de  las 
VBtas  y  galerías  que  se  hallan  en  las  mpn tañas  en  que  me  ocu-^ 
po.  Las  plegaduras  y  otros  accidentes  de  contracción  que  pre- 
sentan los  planos  de  estratificación,  íaanifiestan  que  el  impulso 
que  sufrieron  no  fue  solamente  de  abajo  hacia  arriba  y  en  !a 
dirección  referidia,  sino  también  en  sentido  lateral,  en  el  que  fue- 
ron comprimidas  fuertemente  las  rocas  hasta  que  se  doblaron,, 
formando  las  estratificaciones  onduladas  y  en  zig-zag  de  que  hi- 
ce mención. 

'^Buscando  la  dirección  y  causa  de  esas  presiones,  podemos-, 
supoiier,  atendida  la  naturaleza  de  los  agentes  del  leyantamiento, 
que  el  gran  foco  de  morimiento  existió  en  el  lugar  que  hoy  ocu- 
pa la  cordillera  de  los  Andes,  y  que  las  enormes  masas  traquíti- 
cas  que  allí  se  levantaron,  invadieron  .con  sus  ramificaciones  una- 
gran  extensión  hacia  el  N.  O.,  levantando  y  metamorfizando  en- 
tonces los  lechos  marinos  formados  por  las  aguas  cretáceas.  Co- 
pio el  centro  de  movimiento  estaba  hacia  el  S.  E.,  y  las  masas 
que  allí  aparecieron  eran  de  mayor  importancia  que  sus  ramifi- 
caciones, es  de  creerse  que  todo  su  impulso  se  dirigía  en  el  mis^ 
mo  sentido  que  hoy  guarda  la  cordillera  de  los  Andes,  y  hacia 
el  N.  O.  del  continente  dónde  la  resistencia  que  ofrecían  las  gran- 
des masas  paleozoicas  que  allí  se  encontraban,  detenía  aquel  im« 
pulso,  y  de  esto  resultó  esa  compresión  que  los  extremos  del 
mismo  continente  ejercían  sobre  su  parte  media.  La  figura  ge- 
neral del  territorio  de  la  America  y  la  dirección  del  esqueleto 
montañoso  que  parte  delN.,  atraviesa  nuestra  República  y  sigua 
hasta  los  Andes,  pudieran  apoyar  las  hipótesis  anteriores.  A 
esos  mismos  fenómenos  se  debe  probablemente  la  constancia  en 
la  dirección  de  las  resquebrajaduras  que  después  ocuparon  las 
sustancias  metalíferas  que  formaron  las  vetas  en  las  rocas  sedi- 
mentarias, así  como  en  la^  mismas  masas  porfídicas,  que,  encon- 
trándose en  la  parte  media  del  continente,  ^participaron  de  las 
presiones  de  los  extremos,  pues  en  muchas  de  las  montañas  de 
pórfido  se  encuentran  criaderos  metalíferos  en  nuestro  país. 

''Pasado  ese  primero  y  más  importante  cataclismo,  siguieron 
otros  que  produjeron  rocas  pirogénicas  y  las  sustancias  que  lle- 
naron las  resquebrajaduras  existentes  en  las  masas  levantadas 
al  principio. 

"En  tan  terribles  cataclismos  acabó  la  fauna  antes  existente  r 


'     263 

7  al  lado  de  las  montañas  quedaron  grandes  cayidades,  en  las 
que  se  depositaron  las  pocas  agaas  aisladas  que  quedaron  de  I09 
mares  7  las  que  deben  kaber  formado  algunos  sedimentos  ter- 
ciarios que  se  descubrirán  probablemente  en  muchas  partes  de 
nuestro  territorio. 

'^Aunque  tengo  intención  de  hacer  un  estudio  especial  de  las 
rocas  cuaternarias,  que  también  ocupan  mu7  grandes  extensio- 
nes en  nuestro  país,  creo  oportuno  hacer  aqui  algunas  obserra- 
ciones  sobre  su  origen^  para  dar  una  idea  del  tiempo  7  de  la  ma- 
nera en  que  se  acabó  de  formar  una  gran  parte  del  territorio  de 
México,  tal  cual  se  observa  actualmente. 

^Si  examinamos  las  grandes  llanuras  7  la  ma7or  parte  de  los 
Talles  que  están  encerrados  en  la  inmensa  red  que  forman  las 
montañas  mesozoicas  7  las  terciarias  de  pórfido  7  basalto,  vemos 
que  los  lechos  que  se  hallan  en  aquellos  están  formados  de  de- 
tritus de  las  rocas  de  las  edades  citadas  7  también  de  materiales 
volcánicos  de  los  correspondientes  al  tiempo  cenozoico,  7  mu7 
especialmente  á  su  último  período.  Los  sedimentos  en  que  se 
hallan  esos  materiales  son  de  origen  lacustre,  7  por  tanto  pueden 
entreverse  otroá  dos  grandes  fenómenos  verificados  después  de 
las  escenas  antes  citadas,  uno  de  ellos  fué  también  plutóníco  7  el 
otro  diluvial;  el  primero  proporcionó  muchos  elementos  con  que 
terraplenarlos  grandes  huecos  formados  entre  las  montañas  me- 
sozoicas 7  terciarias,  7  las  aguas  pluviales  distribu7erpn  esos  ele- 
mentos, así  como  los  que  arrancaban  de  todas  las  rpcas  de  las  cor- 
dilleras 7a  formadas.  Las  a^as  se  depositaron  enlas  partes  ba- 
jas, 7  nuestro  territorio  no  presentaría  entonces  más  que  sus  re- 
des montañosas  7  numerosos  lagos  entre  los  huecos  que  dejaban 
aquellas.  Llegado  este  período  de  reposo,  7a  fue  posible  la  exis- 
tencia de  los  seres  en  esta  parte  de  la  América,  7  se^pobló  por 
r|i:;as  de  animales,  que,  á  juzgar  por  sus  restos,  que  ho7  desente- 
rramos de  los  sedimentos  posterciarios,  serían  de  origen  asiáti- 
co, aunque  en  el  estado  actual  de  nuestros  conocimientos  no .  es 
posible  determinar  con  exactitud  su  procedencia  7  si  existieron 
puentes  de  comunicación  entre  el  antiguo  mundo  7  el  moderno. 

''Lo  cierto  es  que  en  el  período  posterciario  existió  en  México 
una  fauna  compuesta  de  animales  colosales,  7  sus  restos  son 
análogos  á  los  que  se  encuentran  en  los  terrenos  posterciarios 
de  otras  partes  del  mundo,  que  esa  fauna  se  extngiuió  por  com- 


961     ' 

ploto  y  SU8  despojos  están  depositados  en  los  terrenos  lacustres 
que  son  tan  comunes  en  nuestro  país." 

El  cuadro  anterior,  diseñado  con  mano  maestra  por  el  Sr.  Bar* 
cena,  aunque  pequeño,  basta  para.nuestro  intento:  de  él  se  dedu- 
ce una  verdad  coaquistada  ya  por  la  ciencia:  el  Nuevo  Mundo, 
geológicamente  hablando,  es  tan  antiguo  como  el  llamado  Yiejo 
Mundo.  En  efecto,  hacia  el  periodo  medio  terciario  la  parte  bo- 
real del  continente  americano  tenía  casi  la  forma  actual,  con  la 
flora  y  fauna  propias  de  la  época.  (1)         • 

En  el  período  terciario  se  produjo  un  fenómeno  curioso.  La 
depresión  de  la  temperatura  determinó  que  los  hielos  boreales 
avanzaran  de^  una  manera  permanente  hasta  los  42^  lat.  N.,  pro- 
duciendo el  período  glacial  Los  efectos  de  los  hielos  se  notan 
en  América  unos  10^  más  al  Sur  que  en  Europa,  de  manara  que 
los  efectos  fueron  en  nuestro  continente  más  intensos:  el  frió  al- 
canzó su  máximum  al  fin  del  período  terciario,  prolongándose  su 
acción  por  una  gran  parte  del  post-flioceno.  (2)  La  extensión  del 
fenómeno  en  América  llama  la  atención,  supuesto  no  existir  mon- 
tañas cubiertas  de  nieve,  como  los  Alpes,  ni  aun  siquiera  colinas 
de  altura  mayor  que  la  media.  En  1852  y  en  compañía  del  profe- 
sor M.  James  Hall,'examÍDÓ  Sir  Charles  Lyell  el  terreno  de  tras- 
porte glacial  y  de  las  rocas  erráticas  del]  Berkshire  en  Maosa- 
chussets,  así  como  la  comarca  cercana  á  Nueva  York  á  cerca  de 
210  kilómetros  de  la  costa  del  Atlántico,  en  una  latitud  N.  42^ 
35'.  El  terreno  se  ve  atravesado  por  regueros  de  fragmentos  de 
rocas  desprenclidas,  dispuestos  en  Ifieas  rectas  j  paralelas,  co- 
rriendo en  esta  forma  á  través  de  valles  y  colinas,  en  distancia 
de  8,  16,  32  kilómetros  ymás'á  veces.  (3) 

Dos  fueron  las  épocas  glaciales,  ó  al  menos,  durante  aquel  pro- 
longado período  los  hielos  alcanzaron  su  mayor  desarrollo,  en 
seguida  estrecharon  sus  límites  sin  desaparecer,  avanzaron  de 
nuevo,  y  disminuyeron  por  último  hasta  extinguirse.  En  el  espa- 
cio invadido  la  vida  se  hizo  imposible,  perecieron  las  plantas,  y 

(1)  Manoftl  of  Geologj,  by  James  D.  Dana.  New  Tork:  1875.  Pag.  521. 

(2)  L'  ancienneté  de  l'homme  prouvee  par  la  giologié  et  remarques  sor  lea  theo- 
ries  relatives  á  V  origine  des  espéoes  por  Tariation,  par  Sir  Charles  Lyéll.  París,  1870. 
Pag.  889. 

(S)  Lyell,  r  ancienneté  de  V  homme,  pág  393. 


266 

los  animales  inTieron  que  emigrar  al  S.  en  busca  de  nn  clima  be- 
nigno. 

Formado  el  continente^  la  vida  apareció  representada  por  fau- 
na j  flora  totalmente  desconocidas  en  nuestros  tiempos.  Bevela 
la  ciencia  que  allá  en  el  período  posterciario,  vivían  en  nuestro 
suelo  mamíferos  jigantescos  de  los  cuales  no  tenemos  idea  al- 
guna, porque  desaparecieron  también  en  época  lejana.  Vamos  á 
dar  ligera  idea  de  ellos,  para  noticia  dé  nuestros  lectores,  mejor 
en  forma  de  relaciones  históricas  y  arqueológicas,  que  afectan- 
do la  científica. 

Mastodon,  Los  indios  de  N.  America,  que  vieron  los  huesos  á 
orillas  del  Lago  Salado,  le  llamaban  Padre  de  ha  bisontes;  dijeron- 
le  los  naturalistas  Animal  del  Ohio^  Elefante  dd  OhiOy  j  Mam" 
mootUh  dd  Ohio;  Ourier  le  puso  Mastodonte  por  la  forma  de  los 
dientes.  Este  mamífero  tenía  próximamente  la  forma  j  la  talla 
del  elefante  actual,  aunque  el  cuerpo  debía  ser  más  alongado  y 
los  miembros  más  gruesos;  estaba  provisto  de  cuatro  defensas, 
las  dos  menores  en  la  mandíbula  inferior,  las  dos  mayores,  muy 
prolongadas,  en  la  superior.  Es  diverso  del  Mammouth  ó  Ele" 
^has  prímigenius.  (2) 

Los  restos  del  Mastodon  Americanus  se  encuentran  esparcidos 
hacia  la  parte  boreal  de  los  E.  U.,  y  en  la  Carolina,  Mississippi, 
Arkansas,  Texas,  en  Ganada  y  Nova  Scotia.  (3) 

En  México  quedan  señales  de  su  existencia  en  muchos  luga- 
res. ''Se  encuentran  osamentas  de  mastodontes  principalmente 
cerca  de  la  hacienda  de  la  Labor,  aunque  no  hemos  tenido  la  di- 
cha de  recogerlas  en  estado  que  pudieran  servir  para  clasificar 
la  especie  á  que  pertenecen.  D.  Manuel  Olasagarre,  persona  ins- 
truida y  de  profundos  conocimientos,  propietario  de  la  hacienda, 
posee  un  molar  sacado  de  aquel  terreno,  y  Mr.  Bitchió,  antes  do 
marchar  á  Inglaterra,  depositó  en  una  casa  de  comercio  dos  es- 
queletos, el  uno  mayor,  el  otro  de  un  individuo  pequeño,  los  cua- 
les no  pudimos  ver  por  estar  ausente  el  propietario.  Propon- 
dríamos, sin  embargo,  llamar  la  especie  cuyos  numerosos  restos 
encontramos  en  la  Labor,  Mastodon  Ohapalensis,  porque  el  ani- 
mal parece  haber  vivido  y  muerto  en  los  lugares  en  donde  se  en- 
euentran  sus  despojos." 

(2)  La  terre  aTsnt  le  d^tige  par  Lotiia  Fgmix,  PariB,  1866.  Pág.  81S  y  ñg. 

(3)  Dana,  Oeology,  pág.  567. 


266 

"La  diversidad  de  lugares  de  México  en  que  se  hallan  osamen- 
tas de  elefante,  mastodonte  y  tapir  (Estados  de  Jalisco,  Guana* 
juato,  México,  Puebla,  etc.,)  su  posición  en  los  terrenos  de  alu- 
viones lacustres,  generalmente  poco  lejanos  del  gran  lago  de  Cha" 
pala,  bacen  creer  que  alguna  gran  invasión  de  las  aguas  hizo  pe- 
recer aquellos  animales.  En  efecto,  todo  el  valle  de  México;  las 
montanas  de  Fachuca  hasta  la  mitad  de  su  altura  (515  metros  so~ 
bre  México)  de  depósitos  arcillosos  análogos  á  los  formados  por 
las  aguas  de  los  lagos  de  Texcoco,  Chalco  y  S.  Cristóbal;  los  va* 
lies  de  Actópan  y  de  Ixmiquílpan;  las  pendientes  del  puerto  de 
Zimapan:  todo  el  Bajío,  las  llatiuras  de  León  y  do  Lagos,  las  de 
Guadalajara  y  á  un  de  Tepic  (200  leguas  al  O.  de  México),  {nre- 
sentan  pruebas  inequívocas  de  la  antigua  ocupación  de  las  aguap, 
en  las  eflorescencias  salinas  de  los  llanos  y  de  la  ciudad  do  Gua- 
dalajara,  del  Bajío,  del  valle  de  Santiago,  de  las  llanuras  de  Mé- 
xico (Iztapalapa,  Texcoco,  villa  de  Guadalupe,  etc):  pruebas  son 
también,  la  superficie  plana  y  los  depósitos  de  aluvión  que  for- 
man el  sue]p  de  aquellos  valles;  los  numerosos  lagos  que  ocupan 
aún  algunas  fracciones  de  los  inmensos  llanos  extendidos  entre 
las  Cordilleras,  todo  lo  cual  da  testimonio  de  una  antigua  y  po-. 
derosa  ocupación  de  las  aguas.  Las  erupciones  y  la  emisión  de 
lavas  cerraron  grandes  valles  en  donde  se  formaron  estanques'á 
los  cuales  afluyeron  las  aguas,  rotos  después  por  causas  análo- 
gas, por  el  levantamiento  del  terreno  ó  la  fractura  de  las  barre- 
ras/' (1) 

^'Los  aluviones  cuaternarios  texanos  han  suministrado  muchos 
dientes  y  osamentas  de  Mastodon,  Elephaa  y  Equm,  y  el  difunto 
doctor  Berlandier,  (2)  quien  ejecutó  una  exploración  muy  com- 
pleta de  la  parte  N.  E.  de  México,  tenía  en  su  poder  una  colec- 
ción de  muchos  dientes[fósiles  de  elefante,  que  fueron  comprados 
por  un  oficial  del  ejército  de  los  E.  U.  Es  pues  muy  probable 
que  los  exploradores  descubran  en  los  aluviones  antiguos  de  los 
estados  de  Tamaulipas,  Nr  León,  Coahuila  y  Yeracruz,  restos  de 
esas  generaciones  perdidas  de  animales  jigantescos,  que  pobla- 
ron los  dos  hemisferios  antes  de  la  época  actual."  (3). 

(1)  Coup  d'  oeil  Bur  la  Laguna  de  Chápala,  par  H.  Galcotti, 

(2)  y.  Diario  de  -viaje  de  la  Comisión  de  Límites.  México,  1850. 

(8)  Notes  geológiques  bus  les  frontieres  entre  le  Mézique  et  les  Etats-Ünis^  par 
■M«  J.  Marcon.  Arcbiyes  de  la  Comission  Scientífíque  da  Méxique.  Tom.  2,  pág.  75- 


267 

''El  Nuevo  Mundo  estuvo  un  tiempo  habitado  por  dos  especies 
de  masiiodonte,  y  Cal  vez  por  mayor  número  de  esos  enormes  pro- 
boscidianos.  Una  de  las  especies,  llamada  Madodon  Ohiotlcus  ó 
Jtf.  giganieti8y  era  propia  de  la  América  Se tentrional,  donde  se  en- 
coentran  sus  reliquias  desde  el  Oregon  y  Arkansas  hasta  el  Ca- 
nadá. La.6egunda  especie,  distinguida  de  la  precedente  por  al- 
gunas particularidades  en  la  conformación  de  los  dientes  mola- 
res, ha  sido  descubierta  en  varias  partes  de  la  América  del  Sur, 
y  recibió  el  nombre  de  Maatodon  Andium.  En  fin,  la  mayor  par- 
te de  los  paleontologistas  piensan,  que  la  mayor  parte  de  las  osa- 
mentas recogidas  en  las  misitaas  regiones,  deben  pertenecer  á 
una  tercera  especie  del  mismo  género  designada  bajo  el  nombre 
de  Mastodon  Humbcidtü.  El  fósil  encontrado  en  Temazcaltepec  no 
pertenece  al  M.  Ohiaticus,  y  debe  atribuirse  á  una  de  las  dos  es- 
pecies de  la  América  meridional,  probablemente  al  M.  Andium; 
pero  el  fragmento  de  diente  representado  en  el  dibujo  del  coro- 
nel Dontrelaine  es  muy  incompleto,  y  muy  inciertos  los  caracte- 
res'en  que  reposa  la  distinción  entre  el  M.  Andium  y  el  M,  Hum- 
icidiü  para  poder  decidir  acerca  de  este  punto.  Sea  lo  que  fue- 
re, el  descubrimiento  de  estas  reliquias  en  los  alrededores  de 
México  suministra  nueva  prueba  de  la  extensión  de  la  antigua 
fauna  de  la  América  meridional,  hasta  mucho  más  allá  del  N.  del 
istmo  de  Panamá,  y  de  la  separación  existente  en  otro  tiempo 
entre  la  fauna  de  México  y  la  propia  de  la  América  setentrio- 

nal.  (1) 

Mtphas.  En  los  E.  ü.  existieron  dos  especies  de  elefantes,  el 
E.  Americany^  Dekay  tan  grande  como  el  europeo,  y  en  latitudes 
más  boreales  el  elefante  asiático  B,  primigenius.  De  S.  á  N.  se 
extendían  desde  Georgia  y  Texas  á  México,  mientras  al  O.  se  en- 
contraban en  el  Canadá,  Oregon  y  California.  Aparece  que  las 
especies  fueron  mas  abundantes  hacia  el  S.  en  el  valle  del  Missi- 
ssippi,  prefiriendo  un  clima  más  benigno  que  el  E.  primige- 

bíus.  (2) 
"La  familia  zoológica  de  la  cual  forman  parte  los  elefantes, 

está  representada  en  la  época  actual  por  dos  especies,  propia  la*^ 
una  de  África,  habitadora  la  otra  de  la  India  y  grandes  islas  ad- 
yacentes; pero  durante  los  períodos  geológicos  precedentes  esos 

(1)  Milne-Edwnrdg,  Archives  de  la  Commission  Sientiflqne,  tom.  2,  pág.  218. 

(2)  Dana,  Oeology,  pág  566. 


268 

jigantesoos  mamíferos  eran  más  namerosos  y  ocupaban  una  su- 
perñoie  mucho  más  considerable  del  globo,  eonstitujendo  dos 
géneros  muy  distintos;  el  de  los  mastodontes,  reconocibles  en 
las  gruesas  taberosidades  cónicas  de  que  está  erizada  la  super- 
ficie triturante  de  los  dientes  molares,  y  el  de  los  elefantes  en 
los  cuales  esos  mismos  dientes  están  guarnecidos  de  pequeñas 
crestas  transversales  formadas  en  las  láminas  de  esmalte.  Los 
mastodontes  habitaron  en  Francia  y  otras  partes  de  Europa;  vi- 
TÍan  también  en  gran  número  en  la  América  del  Norte;  encon- 
trándose las  osamentas  en  estado  fósil  desde  la  bahía  del  Eschs- 
oholtz  hasta  Texas.  Hacia  la  mismlt  época  alimentaba  la  India 
muchas  especies  de  elefante,  y  otro  animal  del  mismo  género 
organizado  para  resistir  el  frió  de  las  regiones  polares,  el  Mam^ 
motUh  ó  Elephas  primigenius  Ouyier  que  ocupaba  la  parte  seten- 
trional  de  los  dos  hemisferios. 

''ün  descubrimiento  debido  al  célebre  viajero  Alejandro  de 
HumboÚlt,  nos  enseñó  que  en  aquella  época  antediluviana  los  ele- 
fantes, propiamente  dichos,  se  extendían  más  al  Sur  y  habitaban 
en  México.  En  efecto,  Humboldt  encontró  cerca  de  la  ciudad  de 
México,  en  Huehuetoca,  uu  fragmento  de  diente  molar^  que  su 
amigo  Cuvier  reconoció  haber  pertenecido  á  un  animal  de  aquel 
género,  considerándolo  el  gran  naturalista  como  proveniente  del 
mammouth.  Cierto  número  de  reliquias  análogas  fueron  encon- 
tradas recientemente  en  aquella  parte  central  de  América,  en 
Texas  y  aun  en  Georgia,  y  el  estudio  atento  de  los  fósiles  hizo 
reconocer  que  pertenecían  á  una  especie  particular  de  elefante, 
muy  distinta  no  sólo  del  mastodonte  y  del  mammouth;  sino 
también  de  todos  los  otros  proboscidianos,  sea  de  la  época  ao« 
tual,  sea  del  período  geológico  anterior.  M.  Owen  dio  nombre  á 
aquel  mamífero  fósil  de  Elepliaa  Texiantisr-pQro  otro  hábil  paleen* 
tologista,  el  difunto  Mr.  Falconer,  le  había  hecho  conocer  pre* 
cedentemente  bajo  la  denominación  de  ElephoLB  Cólurnbi;  y  esta 
denominación  debe  prevalecer,  supuesto  que  en  cuestiones  de  es- 
ta clase  decide  el  derecho  de  prioridad. 

'^Así,  el  Nuevo  Mundo,  que  en  nuestro  tiempo  no  posee  nin- 
guna especie  de  la  familia  de  los  elefantes,  contaba  antiguamen- 
te al  menos  con  tres  representantes  de  éste  tipo  zoológico;  el 
mastodonte,  el  mammouth  ó  E.  primigenias  y  el  elefante  mexi- 
cano ó  E.  CólumbL  Los  dos  primeros  han  sido  objeto  de  profan- 


289 

dos  estadios;  pero  el  Elepha9  Cdumbi  está  aún  imperfectamente 
conocido,  pues  tenemos  muy  pocos  datos  acerca  de  su  distribu* 
cion  geográfica,  y  casi  nada  sabemos  del  conjunto  de  la  fauna 
antediluviana  de  México,  de  la  cual  formaba  parte  este  animal, 
El  mastodonte  y  el  mammouth  de  las  regiones  setentrionales. 
¿Yiyían  en  la  parte  tropical  de  América  al  lado  del  E.  Columbi 
6  tenían  dominios  diferentes  como  sucede  con  los  elefantes  asiá- 
ticos? En  un  período  más  ó  menos  remoto  en  la  historia  del 
globo,  ¿serían  Máxico  y  la  India  los  dos  puntos  extremos  de  una 
región  zoológica,  cuya  porción  media  ha  bajado  al  fondo  del  Océa- 
no Pacífico,  á  consecuencia  de  una  oscilación  de  la  costra  terres- 
tre, como  más  tarde  parece  que  se  separaron  las  partes  seten- 
trionales  de  América  y  de  la  Asia  en  que  vivía  el  mammo- 
uth? (1) 

Después  de  la  publicación  de  la  monografía  del  Dr.  Falconer, 
otras  dos  especies  de  elefantes  E.  mirifuus  y  E.  imperator^  Jban 
sido  extraídas  de  las  formaciones  pliocenas  del  valle  de  Niobra- 
ra  en  Nebraska;  pero  podría  muy  bien  suceder  que  una  de  ellas 
sea  reconocida  más  tarde  como  idéntica  al  E.  ColunibC"  (2) 

Nuestro  suelo  presenta  multiplicadas  reminiscencias  acerca 
de  la  existencia  de  los  elefantes.  Según  las  doctrinas  del  S. 
Milne-Edwadrs,  se  encuentran  despojos  del  elefante  mexicano  ó 
E.  Cduníbi^  ademas  de  en  Huehueloca,  en  la  barranca  de  Begla 
cerca  del  Beal  del  Monte,  hacienda  de  Salcedo  en  el  valle  de 
Toluca,  en  las  orillas  del  lago  de  Chalco,  en  las  colinas  vecinas 
á  Ghapultepec  y  en  los  alrededores  de  Puebla.  El  Dr.  Weber  (3) 
asegura  que  los  restos  se  observan  en  gran  abundancia  en  el  es- 
tanque geográfico  del  Bio  Bravo;  en  los  Estados  de  Tamaulipas 
y  de  Nuevo  León,  siendo  los  puntos  principales  el  rancho  del 
Beparo  cerca  de  Guajuco,  la  cantera  de  Guadalupe  no  lejos  de 
Pesquería  Chica,  las  cercanías  de  las  aguas  sulfurosas  del  Topo; 
al  S.  de  Nuevo  León  entre  Montemorelos  y  Linares,  en  el  mis- 
mo Linares  y  en  Monterrey.  Nota  el  Sr.  Weber  que  el  pueblo 
menudo  conoce  aquellos  fósiles  por  Tiuesos  de  jigaiites,  empleán- 
doles en  usos  medicinales.  Desde  tiempos  antiguos  se  enc^ntra- 

(1)  Milne-Edwardfl,  ArohivdB  de  U  Commisdcm  Soientiflqae. 

(2)  LjeU,  randennete  de  Thonune,  pág.  483. 

(S)  Axohivei  de  la  oommisBioa  Soientifiqne,  tom.  8,  pág.  58. 


' 


270 

ron  huesos  jigantescos  en  Aclangatepec,  cercanías  de  Tlaxcala, 
Texcoco,  Toluca,  Cnajimalpa,  &c.  Conocido  es  que  se  descubren 
en  California  en  una  colina  inmediata  á  Kada-kaaman. 

"Señalé  en  el  terreno  cretáceo  del  distrito  de  Sahuaripa,  So- 
nora, en  las  vertientes  de  la  Sierra  Madre,  numerosas  grutas  de 
las  cuales  sirvieron  algunas  de  sepulcro  á  las  antiguas  poblacio- 
nes indias;  es  muy  probable  que  aquellas  cavernas  encierren  in- 
dicaciones de  los  tiempos  prehistóricos:  en  las  cercanías  se  en- 
cuentran osamentas  fósiles  de  grandes  animales,  cq.  las  cuales 
las  poblaciones  locales  ven  todavía  la  prueba  de. la  existencia 
de  una  raza  de  jigantes.  La  Sierra  Madre,  en  la  vertiente  ocupa- 
da por  las  poblaciones  tarahumares,  ofreco  igualmente  cavernas 
notables,  habitadas  algunas  por  las  fracciones  de  aquella  tribu 
que  viv«ín  en  estado  salvaje.  En  los  aluviones  de  los  alrededo- 
res de  Chihuahua  se  han  recogido  dientbs  de  elefante,  con  indi- 
caciones de  la  presencia  del  hombro.  Al  S.  O.  de  aquella  ciudad, 
antes  de  llegar  al  Bolsón  de  Mapimí,  se  ven  en  el  aluvión  osa- 
mentas jigantescas,  por  lo  cual  aquella  parte  del  territorio  se 
llama  llano  de  los  Jigantes,  A  lo  largo  de  la  gran  cadena  es  donde 
abundan  principalmente  los  restos  fósiles  y  las  cavernas  con  osa- 
mentas y  objetos  humanos;  recordaré  las  de  Sestin,  del  Zape,  y 
los  aluviones  auríferos.  El  oro,  con  restos  de  grandes  elefantes. 
Más  al  S.,  en  los  alrededores  de  Durango,  los  resto?  están  mez- 
clados con  Vestigios  do  hachas  do  hermosas  dimensiones.  Al  pió 
do  la  Serranía  de  Zacatecas,  en  términos  do  la  Cieneguilla,  se 
encontró  la  cabeza  entera  con  las  defensas,  de  un  elefante;  en  las 
cercanías  se  vieron  accidentalmente  instrumentas  de  piedra.  La 
Sierra  de  Guanajuato  ofrece  interesantes  indicios,  primero  en  la 
cumbre  del  Cubilete,  en  sepulcros  de  carácter  completamente 
primitivo;  segundo  en  el  lecho  de  los  arroyos,  que  de  las  cañadas 
superiores  salen  á  la  de  Mar£l,  en  donde  se  hallan  numerosas 
hachas  de  diversos  tamaños  y  algunas  osamentas  fósiles^  entre 
las  cuales  citaré  el  diente  de  un  individuo  del  género  hos.  El  va- 
lle de  México  fué  también  un  acantonamiento  primitivo;  los  al- 
rededores de  Texcoco  en  particular  ofrecen  restos  fósiles  y  ha- 
chas de  silex  muy  notables."  (1) 

(1)  E.  GoilleminTanire,  Arobiyesde  la  Commiaion  Soientífique,  tom.  8,  pág.  408 


271 

El  capitán  Nicolás  (1)  señala  un  yacimiento  fosilífefo  impor- 
tante en  el  cerro  del  Tecolote,  y  cercanías  de  Zacoalco,  Estado 
de  Jalisco.  El  coronel  Doutrelaine  (2)  marca  bajo  el  mismo  pun- 
to de  vista  la  hacienda  de  Canaleja,  14  k  al  N.E.  de  Toluca,  Te- 
mazcaltepec,  y  el  cerro  de  Juquila,  distrito  de  Jamiltepec,  Esta- 
do de  Oaxaca,  no  Jejos  de  las  costas  del  Pacífico. 
^  Según  las  noticias  que  nos  ha  suministrado  nuestro  amigo  el 
Sr.  D.  Mariano  Barcena,  son  muy  comunes  en  nuestro  país  los 
terrenos  posterclarios  de  aluvión,  compuestos  principalmente  de 
tobas,  margas,  Ac:  su  presencia  repetida  demuestra  la  unifor- 
midad y  aun  regularidad  de  los  fenómenos  que  los  produjeron. 
En  esos  depósitos  posterciarios  abundan  los  restos  del  masto- 
donte y  principalmente  los  de  elefante.  Son  notables  en  esta  lí- 
nea, el  rallo  de  Ameca,  Estado  de  Jalisco,  y  los  valles  de  S.  Mar- 
tin, Cocula  y  Zacoalco  con  aquel  relacionados;  del  primero  saca- 
ron huesos  muy  bien  conservados,  remitidos  á  Europa  pocos 
años  há.  Despojos  semejantes  ofrecen  el  valla  de  Aguascalientes 
y  el  llano  del  Tecuán  i  que  estií  relacionado. 

TapWus.  Llamáronle  los  españoles  anta,  danta,  gran  bestia;  en 
las  lenguas  americanas  le  nombran  tapiiy  tapiíra,  beorí,  tlacaxo- 
lotl,  Jiuaríarx,  sacTia-vaccr,  d'c.  (3)  En  Auvernia,  Francia,  se  en- 
cuentra el  Tapirus  élegans  formando  parte  de  la  fauna  pliocena 
de  Europa;  se  halla  fósil  igualmente  otro  muy  parecido  al  Ta- 
pirus  ameñcainis,  (4)  Dana  lo  menciona  fósil  en  los  E.  U.,  y  Ga- 
leotti  le  encontró  junto  con  el  mastodonte  y  el  elefante  en  los 
Estados  do  Jalisco,  Guanajuato,  México  y  Puebla.  Una  especie 
de  tapir  vivo  todavía  en  Tehuantepec  conocida  por  danta  ó  anta- 
burro,  Tapirus  terrestris.  "Ocupa  en  gran  numero  el  curso  supe- 
"rior  de  les  rios  Ohicapa  y  Ostuta,  no  menos  que  todos  los  gun- 
"tos  selváticos  de  la  sierra  en  donde  existen  buenos  pastos  y 
"aguas  abundantes.  Las  carnes  de  este  animal  son  de  un  gusto 
"bastante  agradable.*'  (5) — "Según  los  informes  que  recibí,  dice 

(1)  ATchiTes  de  la  Commision  Scientíñque,  tom.  2,  pág.  215. 

(2)  Archiyes  de  la  Commision  Scientífiqne,  tom.  3,  pág.  410. 
(^3)  ClaTigero,  Hist.  antigua,  tom.  2,  pág.  807. 

(4)  Precia  de  paleontología  Humaine  par  le  Docteur  E.  T.  Hamy.  Paría,  1870. 
Pág.  71  y  86. 

(5)  Reconocimiento  del  istmo  de  Tehuantepec  en  1842  y  43.    Londres,  1844 
P»g.  102. 


« 

^'D.  Antonio  Peñafiel  j  Barranco,  en  la  Cañada  existe  el  tapiro, 
"Tapiriis  americanus;  aquí  (Oaxaca)  es  conocido  con  el  mismo 
''nombre  vulgar  de  anteburro  como  en  Yeracruz;  habita,  según  se 
"dice,  los  lugares  pantanosos  de  este  último  Estado  j  los  rios 
''solitarios  de  las  Mixtecas,  en  lugares  pocas  veces  señalados  por 
"la  planta  del  hombre."  (1) 

Equus.  "Los  caballos,  así  como  los  bueyes,  eran  cosmopolitas, 
dice  Hamj  (2),  en  los  primeros  momentos  del  período  posplio* 
ceno.  Se  les  encuentra  por  todas  partes  con  razas  ó  yariedades 
que  algunas  yeces  recibieron  nombres  especialea  {equtis  adamüi" 
cus,  piscenensis,  Lasteti,  (¿c,)  entre  los  cuales  hay  uno  muy  nota- 
ble, nombrado  plicidens  por  Mr.  Owen,  á  causa  de  las  complica- 
ciones que  presenta  su  esmalte  dental  Casi  ignoramos  las  rela- 
ciones que  pueden  existir  entre  los  equídeos  cuaternarios  y  nues- 
tros caballos  domésticos,  por  lo  cual  es  por  ahora  imposible 
fijarles  su  límite  en  el  tiempo.  En  cuanto  al  límite  en  el  espacio, 
sabemos,  después  de  publicada  la  memoria  de  Mr.  Bayle^  sobre 
la  fauna  de  Monsourah,  (3)  que  un  caballo  fósil  títíó  en  Argelia. 
Dientes  de  estos  solípedos  se  encuentran  en  España,  Italia,  Fran- 
cia, Bélgica,  Alemania  y  aun  el  Norte.  América  poseyó  muchas 
especies,  que  sensiblemente  difieren  de  los  caballos  cuaternarios 
y  recientes  del  Mundo  antiguo.  (4) 

"Entre  los  fósiles  traídos  de  Niobrara  en  1858  por  M.  Hayden, 
describe  el  Dr.  Leidy  un  rinoceronte  tan  parecido  á  la  especie 
asiática,  B.  IndicuSy  que  le  refirió  á  éste;  pero  nota,  y  es  cosa  muy 
singular,  que  la  fauna  pliocena  de  esta  parte  de  la  América  del 
Norte,  se  aproxima  mucho  más  á  la  fauna  pospliocena  y  recien- 
te de  Europa,  que  á  la  que  ahora  puebla  el  continente  america- 
no." — "Eesulta  en  verdad  más  y  más  evidente,  que  cuando  que- 
ramos estudiar  la  geneaología  de  los  cuadrúpedos  extinguidos 
abundantes  en  el  terreno  de  acarreo  de  las  cavernas  de  Europa, 
será  preciso  buscar  la  principal  fuente  de  indicaciones  en  las 
Américas  del  Norte  y  del  Sur.  Treinta  años  hace,  si  se  hubieran 
buscado  tipos  fósiles  para  llenar  una  laguüa  entre  dos  especies 

(1)  La  IfaturaUzay  penódico  de  la  Sociedad  de  Historia  Natural.  Tozn.  n,  pág. 
2S9. 
(2>  Paleontología  humaine,  pág.  16S. 
(8)  BoU.  Soc.  Géol,  de  Fr.,  2».  serie,  i.  XI,  p.  MS,  185é. 
(4)  Cf .  Ljell,  Ane.  2.  >*  ed.  pag.  485.    - 


^S78 


odo8  géneros  d^  la  MhU  de  ios.  oaballoB,  (es  áfiéitj  de  Ih  giran  fa- 


milia dé  los  SQlípedos)^  so  ¿uláera  emtdo  aofidMite  reunir,  eñ 
oaanfco  posible  fiierai  los  nkateruües'saminifiikrados  {)or  los  contif 
nenies  ;de  Europa  Amia  j  áírica..  ProbaUementé  se  pensaría; 
qne  confo.itl  detfcubvitQÍMtQ  de  Amárl/»,  ni  al  Norte  ni  el  Sixt 
presentaron  an  represestiante  títo  deresta  familia^  caballo,  asno, 
cebra  ó  conaf^a»  erít  inálíMmácar  más  allá  úel  Ocámo  la  presen» 
cía  de  sus  especia  ^f<$sUes«  (Cuánto  ba  dambiado  ahora  el  pttn<* 
to  de  vista  bajo  el  enal  tomamos  esta  coestion!  Mr  Darwin 
desc^riiiel  primevo  los  «restos  de  un  caballo  iÓsil  en.su  yiaje  á 
la  Amárioa  del  Sur/ y  deépoes  foercrir  halladas  -otims  dos  espe^ 
dea  en  ^1  mismo  continente.  Lo  mismo  aconteció  en  la  América 
del  Norte,  en  el  solo  valle  de  Nebraska,  donde  ál  decir  del  Sré 
Leidy,  babís  redoijffido  M.  Hayden  ana  especie  del  caballo  domés- 
tico, imposible  de  selr  distinguida,  sé  encontraron  despnes  otros 
cinco  géneros  fÓ3Íles  da  solipedotí  llamados  Hip/^arioai,  Froto* 
bippns,  MQrycbippns,  Hippochipns  j  Paralxppns.  Es  nn  total 
de  doce  especies  de  cabállost  perteneeientei  á  siete  g&ieros  (oom« 
prendido  el  Ancldlorium  mismo  de  Nebraska),  el  descubierto  en 
las  fomacion«es  terciarias  j  posterciarias  de  lote  E.  XJ."  (1) 

En  las  escavaciones  del  Teqttixqniac,  con  motivo  de  las  obras 
del  desugne,  se  eácontrarótooin  cráneo^  mandíbalae  inferiores  y 
muelas  áe  caballo. •;Bxiste 'en  di  Mnseo  'Nacional  nn  diente ,  del 
efiMS  ^fíHkñgenius,  procedente  iambien  del  Talle.  El  Sr.  Barcena 
posiee  HA  mdlar  mnyjbien  conservado  de  6fut»,  tomado  en  el  Olí* 
var  del  Conde,  cerca  de  Tacnbaya.  Dana  hJace  meiMñon  para  los 
E.U.  de  i^baUoü  mucho  mayores  qne  los  xmo3ernos¿ 

Bo8.  '*Segan  las  observaqjiones  y  los  hechos  reóojidos^  dice  «3 
Dr.  Bekfyt  del^m^^^iolerir  <qne  en  ojkrotíúsmpoexiatieiñni^nlos 
límites  acta9les4f  toa  E.'U^  cmtroj  áiuLoi^co  especies  del  géne^- 
Tobo^f  distas  CDDlqsfKibreviveiel^af  oTTiénca/iw,  bisonte/'  '^EliSbi 
ca^fibifrúnfiy  .vistp  rfósU  en  Big-Bdné^  ^k,  difiere  par  1»  forma  del 
m^inep  y  li^  disposición  de  los  cuernos  delbidlálo  j^.del  bisante 
de  los  E.  U."  "El  Bo9  lairi/ona  Harlam^se  háUdeaKsnitniol^;  si 
parece  al  anroeh,  JBes  wus^  Cnvier ,  recójido  á  d¿illas  del  Bhím<^  El 
Boapayasii  Dekaj,  se  halló  en  las  ostilJae  del  MÍ8m«áppl'>(2):) 


ti 
tí 


T       If. 


(1)  Syell,  L'aaoi«mi«td  de  L'homme,  ptfg.  48^ 
(3)  Antiquítíes  Amesicaines,  pág.  92 

85 


I 


S7« 

Sftcáronse  del  tajo  de  TóqQixqaiab  <  (Dráneoe  en  disperso»  estar 
dos^  defenBaa,  miiedaa,  inaodíbnlaB  inleriores  y  hjámeros  de  buey, 
BosprisGus.  OuilIenmi.FaraiTe  aéfiála  nn  diente- del  génbtt)  beéi 
recogido  p<»r  él ea  Oiiaiiajtiaíto./D.' Mariano' Báirwna  indiea  feth 
toa  del  mismo  animálfen'^epaidtlah;  Bstiulc^de  Jaliaeo.  Noeetla 
extraño^  en  coneepto'deiifiebtroBAiatMaKetae^  delermiiiarlapre^ 
seneia  del  anroelí  leátre.loa  despojo» fóéileé  de  Tequixqtíiac.  OQáS 
cabezas  jde  bo8  extraídma  de  aquél  logar,  -pai^ecen  pertenecer 
á  distiátas'  espeóiea.  Existen  en  el  Mtieeo  Daeional  dos  ekceleii*' 
tes  ejemplares  de  esos  «ranees,  nnoMe  -itís  Males  mide  oerea  de 
Taray  níedia  entre  los  extrranbs  de  loir  lejes  Imesosos  de  loa 
onémos,  y  mayor  sería  la  Idngitiid  si  exiistieran  los  casqnillés 
oóroíeosqne'faLtan*  t.  ..  ! .     .  r       . 

^  CHotoru  lilamsdo  Caroiífu  en  el  OtaflrI»ir'l>arbita  las  regiones 
frías  en  ApaáDiea,  Bnsia^  Bnecia,  Nornegá;  ImlUndosele  en  est»- 
(do  fósil  en  la  Alemania  central  y*  basta  Bélgióa»  ■ 

CameUns  Uama.  En  el  Teqoixqniaei  vertebrad  oornioales,  mtie» 
las  y  reato8/,de  mandíbulas.  El  líaoia;  6  mo/oraucíímiáp  camera 
del  Pera,  aotnalmente  solo  se  encaenibra  en  Snr  AmáricaL  Nnes^ 
tro  amigó  .el  Sr.;Lio.  D.  Alfredo  Oharero*  posee  ¿Una  -mandíbnla 
sacada  de  las  lomas  de  Taonbay a. 

8m*8or(^a.  Cráneo  y  mixebis  en  eLTeqnlxqniac;  Diee  Ratime^ 
yer^  qne  en  la  última  parte  del  plé^íodo  de  piedüja» -habla -en  En^ 
ropa  dos.razaa^  del  pnéroo  domá^ico;  la^  una,  grande^  derivada 
del  jabalí;  lá  otra,  más  pequeña,  llamadn  pueproo  de 'ios  pantanos. 
¿W-éor^a  j9iaitis¿nA  {1} 

Equua  aaimta.  JUandibiilas  inferiores  y  famelasen^  el  repetido 
Teqnixquiad  *    ^  -     '  '      'V.  ^  -  ' » 

.  MetndonálrémoB  ta8^kn,>ootn<>'enlK»nti'a(lM  tosSi  -^.^  A 
^ashoraidm  Bhi^mis  Fbster,  gra»  «diedor)  \{uii  tlélie'  áfiñid«íd'  éon 
el  Oas^  €kmadein$Í8  Eúhl,  y  medía  ><sasi  ¿Itrco '{^tft.  ^I31''0bnn» 
¡^bienmnt«[  Haarlan,' cj[U0  igualaba  si  no 'eíee^d'^éfi'  tamaño,  al 
dervo  irlandés  lEU  léoii  jFVN»  ^•^(xr  \L.  casi  tan  grande  6omo  él 
lxritáÉdo6:  osos  dé  dátersas' especies,  &0.  {^  -'- 
[ /JhgtUháAm' M:Anék^  propio  de  solo  kmétí^ 

cm  córrespénde.al  ¿rdeá  de  los  >JPereE0S08¡  ffira  'mucho,  mayor 


fl)  LyeUi  L'aiuñennete  de  rhoxmne,  pág,  SI. 
(2)  l>W|t  Oeology,  pág.„567. 


qtie  todpfl  loSs  destentados  actnalm^n^e  existeAtesy  snpnesto  qnp 
uno  de  aus  esqueletos  mide  18  pies  delfurgo,  y  su  altara  era  dé 
dos  7  medio  metros.  Sus  piernas  .ofrecen,  reunidoi^  I98  caraeto; 
res  á»  Igs  pormigu^ros^/de.  loaJ^^tons^y  de  los  Chlamj  fóxos,  7 
gruesas  7  xoacizcs^  ix|áfi  eran  oolumnas  para  soportar  el  gran  peso 
delindÍTiduo^que  (5rganos  de.  locomoción;  terminaban  en  gnin4e$ 
manoa,  :axmik4aB  de  lai^fas  garras*  La  cola,  gruesa  7  dura,  le  serr 
TÍa  da  defensa^  7  también  de  apoyo  junto  con  las  patas  traseras, 
para  ouanda  levantaba  y  esgrimía  las  patas  delanteras  q  las  ocur 
paba  eai  Taacai^-H  tierra.  Manteníase  de  yerbas  y  de  raíces,  deaf- 
cubiriendo  la  estructura  de  sus  diente9  molares  que  no  era  carní- 
voro. ''La  orgaiiizapioA.  auatomica  de  sus  miembros  denota  una 
'^locomoción  pesada,  lenta  y  difícil,  pero  ofrecen  el  más  solido 
''sosten  y  mis  admirablemente  combinado  para  el  peso  de  un 
"animal  enorme. y  sediantario,  especie  de.  máquina  viva  para  ora* 
"dar,  casüiJfnóyil  y  de  incalculable  potencia,"  No  es  sólo  parti- 
cular de  Sur  América}  ya  que  el  Megatherium  mirábile  L.  ha  sido 
encontrado  en  Georgifa,  Skinddaway  Island  y  Carolina  del  Sur. 
"£n  los  g;abínet€»9  de  historia  nati^ral  de  Madrid,  y  otra  ciudad 
da  España,  se  ven  ires.  esqueletos  de  Megi^tberium,  llevados  d^ 
1&  América  del  8^  iin^o  el  ano  1789,  de.  las  orillas  del  Luxan,  á 
tres  leguas  de  Bue^^oa  Aires;  oXx^  de  Lemia  en  1795,  y  el  terce- 
ro del  Paraguf^y,  el  .cual  fué  descrito  por  Bru:  se  dice  que  la  ca- 
beza del  fémur  tii^ne  98  pplgadc^  de  circunferencia."  (1) 

Myhdon.  Perteneciente  también  4  la  familia  de  los  perezosos. 
Han  sido  descritas  tres  especies,  dos  del  Sur  y  una  de  N...  Ame^ 
rica.  Elxsquele^o  deji  ifíj^íoc^on  ro&u^.t^  O.Tr^,  mi4^  once  pies  de 
kurgo,.  de  man^a  qiie^  el  animal  fué  mucbp  mayor  qué  el  búfa- 
lo del  .O.  1^1  norte  ame];;ci^no,Jlfj(2oc2an  Jarlaníf  se  encontró  al 
Eb  y  al  <X[  delrMiasissippi  y  ,en  ^Ir  QrQgou.  (2)  "Más  pequeño 
quealM€fg4ib^^|n{,SQ  diÍQren,c.iai  de,  éste,  en  la  forma  de  lof 
dient(»s,  que |io  ^^ai^^^jmilare^^ni  pree^epta^an  xpolares  de  super- 
ficie ^gast^da-y  plf  n%,indicand)Ooqua  el  añimM  se  alimentaba  de 
veigetale?»  probablfeawnte  da.  b^jas  y  xQtoñ  ^prnos.  Como  pre- 
fi0&t&  ai  i^SBiio  j^^n^|q;pezu^as;y  jgarrae'  en  cada  pié|  se  ba  creí- 

(1)  Figuer,  Lá  Feíre  avant  le  ÜAog^  -pág.'  877  j  é^  Daii%  Q^ogJtúP^'  t^9- 
AntíqmUiB  amerioainea,  ptfg.  91. 
(S)  Dana,  Gaologjr,  pig.  ses. 


. .. ». 


é76 

do  qx^e  formaba  el  paso  entre  los  animales  ongnicnlados  á  los 
ungulados.  Se  conocen  tres  especie?,  las  cnales  rÍTÍañ  én  las 
Pampas  de  !Eíaenos  Aires."  (1) 

Mégcücnix.  **A  indicación  del'  ílnstre  Wasbington,  ntío  dé  los 
primeros  j  niás  distinguidos  presidentes  de  la  Bepifblica  de  Io9 
E.  IL,  reconoció  Mr.  Jeflferson  los  restos  de  nn  Perezoso  jigan- 
tescOy  encontrado  en  una  caverna  del  Estado  de  Yirginia,  del 
cual  se  vio  después  un  esqueleto  entero  en  el  Mississippi,  con 
los  cartílagos  adheridos  todavía  á  los  huesos,  en  buen  estado 
de  conservácronrJefferson  llamó  á  esta  esrpecie  Megaloñix;  Tie- 
ne grandes  analogías  con  el  Perezoso;  excede  su  talla  ú  la  de 
los  bueyes  más  corpulentos;  el  hocico  aguzado;  las  mandíbulas 
armadas  dé  dientes  cilindricos;  los  remos  anteriores  mucho  rñ&a 
largos  que  los  posteriores;  la  articulación  del  ptó  oblicua  so- 
bre la  pierna:  dos  dedos  gruesos,  cortos,  armados  dé  uñas  largas 
muy  fuertes,  el  índice  más  débil,  con  una  menos  poderosa;  la  co- 
la fuerte  y  sólida.  Tales  son  los  rasgos  principales  del  Megalo- 
¿IX,  de  forma  níínos  pesada  que  el  Megaterium."  (2).  Fuera  de 
los  lugares  en  N.  América,  que  dan  testimonio  de  este  animal  en 
Virginia,  Greenbrier  Óoíinty,  y  Big-Bone  Ltnct  sus  restos  se 
encuentran  derramados  en  Sud  América,  desde  xas  Pampas  has- 
ta el  extremo  de  Magallanes.  Becibió'  el  notnbre  dé  Megalonix 
por  alusión  á  sus  grades  garras,  tln  cuarto  género  á  fin  de  es- 
ta tribu,  es  el  Scdidotherium^  del  cual'se  han  obtenido  siete  esr- 
pecies  en  Sud  América,. uns^  de  ellas  mayor  que  el  Megalo- 

w^A^)        ^-      ^  :  * 

,  Glyptodon.  'u)el  jgrpipo  del  ArmadiOo  6  DasyptcSy  el  género 
(j^lyptodon  contiene  muchas  especies  jiganteséáis.'- Estola  anima- 
les tienen  una  concha  semejante  á  la  dé  una  tortuga;  en  el  ^Olypt(^ 
don  cfavipeSf  Qwen,  la  longitud  de  la  coi^óha,  medida  á  lo  largo  de 
la  curvatura;  cuenta  cinco  p)ésr  y  la  toial ^longitud  haÉtá  Iéí 
eitr^idad  de  íá  cola;,  ílueve  pies."  SI  género  VhímydfjtKerium 
contiene  otras  esü^cies  acorazadas,  tma '  de  laS  ¿nales  és  tan 
grande  como  un  ^nocei^putCf  y  el  génef&'PáShytJterímnóifoBáel 
tainaño  dé  tin  tuey:"— (4)  "Bl  Glyptódon  e<e  paréód  mticho'ií  loé 


(1)  .9 ifiniOTr  Ia  Tem  avanl  le  DáKuge,  pág.  361.  vi  - .  U 

(2)  Figuier,  La  terr©  avant  le  Déluge,  pág.  881.  . ,.  ^  ,      .        ..    ..  ^j,  ^ ^  . 
(8)  Dana,  Geology,  559.                                .  ,  .         "  ./ 

(4)  Dana,  Geology,  pág.  570. 


?77 

J)a8¡/pu8  6  1a,to^B.  Contaba  diez  y  seis  dientes  en  cada  mandí- 
Dola»  cavadoa  lateralmente  eix  dos  atareos  larg9s  y  prof  andos  qiie 
diyidían  l^  superficie  molar  en  tr^s  porciones;  de  aqlií  el  nom- 
bre Gljptodon^.  El. pié  posterior- era  macizo^  presen táxido  dó8 
falanges  ungueales,  ,cort^  y  deprimidas;  el  animal  estaba  cu- 
bierto y  protegido  por  una  coraza,  ó  carapacho  sólido,  compues- 
to de  placas^  qne  vistas  por  la  parte  inferior  parecen  exagonales 
y  están  unidas  por  suturas  dentadas,  mientras  en  la  cara  supe- 
rior una  especie  de  dobles  rosetas." — **El  Cflyplodoñ  davtpes  vi- 
TÍa  en  las  Papapas  de  Buenos  Aires,  y  no  media  menos  de  dos 
metros  de  Ipi^itud.*' — ''El  Scfdatopleuron  no  se  diferencia  tanto 
del  Glyptodon  que  pueda  formarse  con  él  género  aparte,  y  es  sin 
dudí^  especie  de  aquel.  La  diferencia  entre  ambos  reposa  en  la 
estructura  de  la  cola;  en  el  primero  es  maciza,  en  el  segundo  es- 
tá compuesta  de  doce  anillos.  Por  lo  demas,jDrganízacion  y  há- 
bitos son  los  mismos:  el  Schistqpleuron  como  el  Glyptodon,  ét¿ 
herviboro,  alimentándose  de  raíces  y  fragmentos  vegetales.*'  (1) 
Se  había  creido  que  el  animal  era  propio  de  Sud  América;  aho- 
ra se  hape  preciso  reformar  esta  opinión.  De  las  escavaciones 
del  Tequixquiac  se  han  extraido  los  despojos  del  Cllyptodón^ 
clasificados  y  descritos  por  nuestros  inteligentes  ingenieros  T). 
J'uan  Nepomuceno  Cuatáparó  y  D.  Santiago  Bamírez.,  Casi  aí 
fin  de  su  notable  trabajo,  dicen:  ^Qoinparando  esta  especió 
con  las  estudiabas  hasta  ahora,  á  la  que  más  se  asemeja  eS  &  I¿ 
'  descrita  por  Owen,  encontrada  en  el  piso  sub-apepiño  de  1&& 
Pampas  de  Buenps  Aires,  de  la  cual  difiere  por  las  dimensiones, 
la  forma  de  la  coi^cha^  los  huesos  de  la  cabeza  y  otros  caracté» 
res;  y  en  estas  diferencias  nos  heiños  fundado  para  considerarla 
como  nuéya:  y  mientras  no  se  averigüe  estar  ya  conocida,  pro- 
ponemos lo  sea  con  el  nombre  de  piexicand'''  (2)  Los  restos  vis- 
tos en  Tequixqúiác  parecen  pertenecer  á'dos  ó  más  individuoi. 
.  Nos  ha  comunicado  él  Sr.  Barcena,  que  seguñ  informes  qué 
recibió^  hace  algunos  años  sacaron  á  ínme():iácionéd  die  Mascota, 
Estado  de  Jalisco»  una  ^an  concha  fó^il,  <|ue  juagaban  ser  úp 

(I)  Figoier,  La  Terre  aran  l6  D<Üage;  pág.  dt5.  '^  '    ^  > 

(Sr)  Desoripcion  de  tm  iiDaxní^ero  fósil  de  especie  desconocida,  perteneciente  al  ^ 

'-"■'•  •    ':  •      ■        ,'  I  O,       í  •         - 

ñero  Qlyptodon,  encontrado  entre  luá  capas  posi-tereiarias  dé  Teqmxqniacrdn  el  di 

tñto  de  Znmpango:  Mtfzko  1S75. 


278 

tortuga,  7  la  cual  se  había  separado  en  machas  "piezas  esquina-^ 
das.  Mascota  queda  cercana  á  las  costas  del  Pacífidó,  en*  donde 
ae  encuentran  grandes  llanuras  abundantes  en  resliós  'de  paqoi** 
de^mos  fósiles,  y  aunque  de  noticias  tan  Vagas  nada  se  púedé 
dedacir,  acaso  sería  esto  una  indicación  de  la  antigua' existencia 
del  Glyptodon  en  aquellas  comarca^, 

^o  hemos  visto  mencionado  el  p.érro;  el  más  fiel  y  antiguo 
compañero  del  hombre.  |Durante  lá  edad  4^  piedra  exi&rtió  en 
£uropa  una  raza  de  talla  mediana,  y  en  la  edad  de  bronce  vivía 
el  gran  perro  de  caza.  Los  mexicanos  distinguieron  tres  cuadra^ 
pedos  domésticos  con'el  nombre  de  üzcuinÜi;  palalbra  traducida 
perro  por  los  castellanos  por  la  semejanza  de  aquellos  oón  este 
aiiimal.  Abandonados  unos  por  el  hoiiíbté  actual,  extinguidos 
otros  casi  por  completo,  bien  merece  hacerse  de  ellos  una  ligera 
inencion.  • 

ItzcuiniepotzoÜú  De  üzcuinÜi  y  tepalzotti,  jorobado.-^^'Era  del 
iltmano  da  un  perro  maltes  y  tenía  la  piel  manchada  de  blanco^ 
leonado  y  negra  La  cabeza  era  pequeña  con  respecto  ál  cuerpo 
j  parecía  unida  íntimamente  á  éste,  por  ser  el  pescuezo  grueso 
7  corto.  Tenía  la  mirada  suave,  las  orejas  largas,  la  nari?  con  una 
promiiiencia  considerable  encima,  y  la  cola  tan  pequeña,  que 
apenas  le  llegaba  á  media  pierna;  pero  lo  más  $ÍDgular  en  él  era- 
pna  joroba  que  le  cogía  desde  el  cúelld  hasta  el  cuarto  tracero. 
XSl  pjaís  en  que  más  abundaba  este  cuadrúpedo  era  el  reino  d^ 
^ilighoacan  donde  se  llamaba  JJiora.'*  (1)       ' 

T^f)eitzcu{ntlL  "Ttaj  en  los  cantones  de  Córdoba  y  Oirizaba,  di- 
ce B.  Antonio  Peñafiel  y  Barranco,  nn  animal  conocido  con  el 
Qombre  de  Tepeitzcuintli,  que  en  mexicano  significa  perro  del 
monte,  designado  con  el  de  Tuza  real  en  la  Cemada  dé  Tlaoólula^ 
j  en  el  Cayahual  del  Estado  de  Hidalgo;  es  él  Ccdogeñus  paca,  j 
pertenece  á  la  tribu  de  los  Ca víanos  del  P.  GervaiSs." — ''Entre  lofií 
cuadrúpedos  peculiares  de  la  tierra  de  Anáhuac,' cuya  especie  no 
8C  encuentra  en  la  América  meridional,  ni  en  otros  países»  «apa* 
noles  del  Norte  ^del  Nuevo  SÍundó,  él  célebre  historiador  Olavi- 
gero  señala  el  Tepeitzcuintli,  que  ''es  una  fiera  tan  pequeña  que 
''no  excede  4^1  tamaño«de  un  cachorro;  pero  tan  atrevida  que 
^'aaom^te  á  los  ciervos  y  tal  vez  los  mata.  Tiene  el  pelo  largo^ 


(1)  CS»TÍgero,  hist  antígiii,  tom.  I^  pág.  40. 


079 

"IaxK%  taimbiett  lá  oolá»  el  cuerpo  nagro,  j  la  eabesa^  el  oaello  y 
''fil.  pecho  blaneiM."— Esta  ligera  deacripoioii  dEal  sabio  luBtoxia4 
dpr  mexicaBo  so. co^^reapon^e  de  ningnaoi  modo  á  lo  qiie.se  oono* 
ce  en  el  Sstado  de^Yera^iiz^xxael  nombre  de  TepeiiscmnilL-** 
D..!FranoÍ8co  Ciordero  y  Hojob  hace  del  anixaal  la  sigaieBte  clat 
aificaciojx: — i*'La  PacOf  conocida  Tulgarmente  en  algunos  pontos 
de  la  BepubUca.con  el  nombre  de  TepeitzcuinÜi  y  en  otros  .con 
d  de  Ouahutvza,  es  nn  cuadrúpedo  que  pertenece  á  la  sétima  fa* 
milÍ4ide  los  Boedores.(GaTÍdeoe)»  á  la  primera  tribu  {Casianos) 
y  ál  género  Co^Iegenus  de  Fr.  Cnvier,  el  cual  tiene  por  tipo  el 
animal  descrito  antiguamente  bajo  el  nombre  de  Cavia  paea^  de* 
bicudo  agregársele  también  el  gén^o  Oateopera  de  Haslon."  (1) 
Xoloitíxsuinili  "Es  mayor  que  los  dos  precedentes,  pues  en  al- 
gunos individuos,  el  cuerpo  inide  cuatro  pies  de  largo.  Tiene  las 
orejas  dere  chas»  el  cuello  grueso  y  la  cola  larga.  Lo  más  singu* 
lar  de  este  animal  es  estar  privado  enteramente  de  pelo;  pues 
sólo  tiene  sobre  el  hocico  algunas  cerdas  largas  y  retorcidas. 
-Todo  su  cuerpo  está  cubierto  de  una  piel  lisa,  blanda,  de  color 
de  ceniza,  pero  manchada  en  parte  de  negro  y  leonado.  Estas 
tres  e0p6cie8.de  cuadrúpedos  están  extinguidas,  ó  cuando  más 
sólo  se  conservan  de  ellas  algunos  individuos."  (2) 

Téchieki.  ^El  teckichi  que  también  se  llamaba  aleo,  era  un  cua- 
drápedo  de  México  y  de  ot^os  países  de  América  que  por  ser  de 
la  figura  de  perro  fué  llamado  así  por  los  españoles.  Era  de  ún 
'  aspecto  melancólico,  y  enteramente  mudo,  de  que  tomó  origen 
la  iábulA  de  que  los  petrósdel  mundo  antiguo  enmudecían,  cuan- 
do eran  trasportados  al  nuevo.  Los  mejicanos  comían  la  oñmé 
del  teehichi,y  si  hemos  de  dar  fé  á  los  españoles,  que  también  la 
comieron,  era  gustosa  y  nutritiva^  Los  españoles,  después  de  la 
conquista  de  México,  no  teniendo  todavía  rebaños  de  ninguna 
especie,  hacían  la  provisión  para  sus  buques  con  ^Bxhe  de  estos 
enadrupedosi  y  asi  extinguieron  muy  en  breve  la  raza,  aunque 
«ca  muy  numerosa."  (8) 

Algunos  animjiles  pudiéramos  nombrar  aun  como  osos  jigan- 
tesoos,  lobos,  bestias  semcgniites  á  la  paartem  que  Mupaban  las 


(I)  La  KftIonleaBa,  tom.  II,  pag.'  259. 

P)  ClftVigalo,  likt  Átigti%  totn.  1,  ptfg.  41. 


cavernas  del  Srasil,  y  poces  más.  Así,  la  América  ha  visto  apa- 
recer, multiplicarse  y  extmgnirse  loa  grandes  mamíferos  antidi- 
loTÍanos:  de  los  aaímalas.iTÍT08  aún,  cosmopolitas  y  svjetos  al 
homhre,  poseyó  por  lo  ménoa  el  4sabalIo^  el  asno^  el  boey  ^y  el 
puerco,  desaparecidos  en  tiempos  remotos,  vueltos  á  traer  por  loa 
oastellaoos  en  el  siglo  XVX  Las  altas  crestas  de  las  montanas 
porfídicas  y  traquí ticas;  los  grandes  lagos  qne  ocupaban  las 
ouencas  de  los  valles;  la  exhnberante  y  crecida  flora  distinta  en 
parte  de  la  actual;  loa  mamíferos  jigantescos  que  se  eitendían 
con  tan  extrañas  figuras  sobre  el  suelo,  debían  dar  á  loe  paisajes 
de  nuestro  país  una  fisonomía  grandiosa  ei^trana»  en  totalidad 
diversa  de  la  que  en  nuestros  dias  miramos.  Én  cierta  época,  el 
hombre,  e}  último  ser  salido  de  la  creación  y  el  más  importante, 
presenciaba  ya  aquellas  grandiosas  esqenasieu  el  valle  de  Méxi- 
oo  era  contemporáneo  de  los  animales  que  vivieron  en  el  periodo 
po8t-teifciario« 

Antes  de  exponer  las  noticias  que  hemos  recogido  acerca  de 
la  antigüedad  del  hombre  en  el  Nuevo  Mundo,  necesitamos  ha- 
cer nuestra  profesión  ds  fe,  en  lo  tocante  á  la  cuestión  del  orí'» 
gen  del  hombre*  Muchas  hipótesis  se  han  formulado  acercada 
ella,  y  su  pluralidad  nos  parece  la  prueba  más  patente  de  que 
la  ciencia  ignora  por  completo  Jo  que  pretende  resolver»  ya  que 
inventa  sistemas  contradictorios,,  embrollados,  conocidamente 
absurdos.  Abrumada  nds  dejaron  la  cabeza  Lamark  y  Darwin 
con  las  leyes  de  la  j^erexicia  y  de  la  variabilidad;  la  cpArelaoion ' 
^1  crecimiento  con  su  reguladora  la  compensación; la  competen- 
cia ó  concurrencia  por  la  vidla  y  la  selección  natural,   Nps  .hab 
maravillado  las  cj^istalizaciones  rudimentarias  de  Mad«  BoyCré. 
Nos  asombramos  de  las  cpnclusiones  materialistas  y  ateas  de 
Burm^ter.  En  ninguno  de  esos  sistemas,  y  én  otros  más  enconr 
traiuos  )a  verdad  que  de  buena  fe  buscamos.  Pareciérónnios  los 
raciocinios,  tan;ÍQge;iiiosos,  ^omo  faltos  de  fundamento  para  ser 
tomados  por  una  demostración;  lograron  .divertir,  cautivar  á:TQr 
.oes  la  mente,  sin  que  la  rMon  se rindi&ra,  aunqoe.no  estaba  en- 
«QttstUlada  en  idea  preconcebida  ninguna:  nos  Iparéce  que  ae^baa 
gastado  esfuerzos  inauditos  de  ingenio,  pretendiendo  oscurecer 
la  luz  que  á  raudales  brota  de  la  verdad  eterna.   Ya  .que  sonaos 
incapaces  para  discutir,  diremos  sólo  cuál  es  la  abandera,  en  que 
nos  hemos  filiado  como  partidarios^'  QrsíeiisoB,  y  rabitMal  é  intuí- 


28i 

tivameilto  preferirnos^  (criquielFatiéa  por  orgullo,  aunque  ia  razón 
no  fea  eientfóea)<'toaer  nneetro  origen  4e  la  pareja  creada  por 
Koe,  á  deaoen^r  eli  üiiea  reeta  ai  tranareveal  del  orangotab, 
del  eliitopanoeo*6'4ergorllla;  preferimos  poseer  nna  alma  deste- 
llo de  laDití^idad,  á  hombrear  libretitente  con  la  materifli  sin  sa^ 
ber  qoé  baoer  dé  nosotros*  eh  asta  vida' 7  en  la  fatura.  En  suma: 
la  Santa  ProTÍdenoia  creótÁi'  hombre  y  traa  mujer,  de  quíetiea 
desciende' el  géneiy)  baik^ano. 

Entrando  en  la  enameracion.  de  los  heehos  recogidos  por  la 
ciencia,  oomenaaremos  por  lá  California.  Én  el  Congreso  inter- 
nacional de  1867,  M.  Wiliam  B.  Blake,  profesor  de  mineralogía 
j  geología,  llamó  la  atención  acerca  de  las  riqaezaj3j>rehistóríca8 
de  aqneUa  comarca,  en. qne^  los  instrumentos  de  piedra  se  en* 
cuentrau  reunidos  con  osamentas  de  mammonth  y  de  mastodonte, 
en  grandes  aluviones  cubiertos  por  una  papa  endurecidí^  d^  ce* 
nizas  volcánicas,  de  doude  se  deducía  la«  existencia  del  hombre 
ánies  de  la  época  de  actividad  volcánica  en  aquel  paía  Tiempo 
después,  cavando  nn  pozo  cerca  del  campo  de  los  Angeles,  con- 
dado de  Calaveras,  fué  encontrado  un  cráneo  humano  á  153 
pies  de  profundidad,  bajo  un  suelo  cubierto  por  cinco  ó  seis  c%- 
pas  de. la  cenizt^  endurecida  llamada  lava  en  California,  alterusf- 
das  con  gravaa.  M.  Whitney,  director  del  Geciogical  Survey  es- 
tablece que  si  ''la  irrapcion  derla  gran  masa  de  materiales  vol- 
^'cánicos  en  la  vertiente. podidental  déla  SierraNevada,  comenzó 
^'en  la  época  pUocena,  continuó  durante  el  post-pUoceno  y  tal 
"vez  hasta  en  los  tiempos  moderiios/'  (1)  el  cváneo  del  campo 
de  loa  Angela  m^a  antiguo  •  qua  aquellos  diversos  fenomenpfi 
eruptivos,  «pertenecía  á  nuestra  époc^  pliooena.**  (2)       .     * 

Según  JBEamjF»  ^^  carta  que  el  profesor  Whitney  dirigía  á  M. 
Desor  acerca  de  aquel  desóubrimi^to,  confirmaba  la  exiatenoia 
del  hombre  en  lae  costas  del  Pacífico^  '^en  un  tiempp  en  qua  la 
vida  vegekaly  animal  era  enteramente  diversa  de  la  actual,  y  en 
una  época  en  que  se  produjo  una  erocioA  vertical  de  cerca  dé  doe 
ó  tres  mil  pies  (600  4 100  metros)  én  las  rocas  duras  y  oristaUr 

(1)  Bibl.  Unir.  Arch.  So.  Phyi.  et  Nat.  Porrier  1867. 

(2)  Hamy»  Paleontologie  húmame,  pág.  68. — Origen,  naturaleza  y  antigüedad  del 

« 

hombre  por  el  Dootar  D.  Joan  Yilanora  y  Piera.  Madrid,  1872.'  Pág.   163,  üana, 
Geology,  pág.  678.  -        ^      . 

36 


sadfts."  (1)  De  eftte  hecho  4^njd^ot^  Humy  y  Yilanova  la  exUi«* 
teiusia  del  homl^re  i^rpimp;  más  ocmo  ead^asmito  enonentea  da 
preQÍaion,.co&taraneda^Qfi»fa^teii  ditdM:ae  han  anfioitedoicpntira 
el  descahriiQientOy  pot  nQ^eéiar  autetíHeado  pc^algim  obflerra^ 
dor  cieptífíoo:  el , profesor  J[e>ffiries  •\yiiAa&  aBegiina;qiievel:<$ráiueo 
Be  parece  mucho  al  de  u^n  ÍQdÍQ!modeiaio»yH»e  objeta  por  á^timo 
que  la  edad  de  la  la^a  .no  eatá  bien  ídetenQUiad&'  (2)  . '  i    . 

En  1857  fué  presentado  un  fragmento  di^'dráneo  por  O:  R»  Wkiií*^ 
low,  encontrado  en  condiciones  análoga»  al  anterldr;  lo  que  pa* 
rocería  confirmar  la  existencia  del  hombre  terciai^io.  Dana  samí- 
aiafara  la  noticia.  . .  i    ,    :  !  , 

Para  época  posterior  el  liombre  se  revela  de  manera  más  cía- 
ra.  Vilanova,  toniando  losdaton  de  Lyell,  (8)' escribe:  "Después 
de  lo  dicho  parece  oportuno  decir  alg^o  acefrcá  de  algunos  restos 
humanos  encontrados  en  la' gran  cuenca  del  Mississippi,  en  el  lu* 
gar  llamado  Natchez,  taüto  más  famosos,  cnanto  que  han  servi- 
do de  dato  para  hacer  valuaciones  más  ó  menos  aproximadas 
acerca  del  tiempo  que  se  ha  necesitado  para  formar  el  actual  del- 
ta del  Mississippi,  cálculo-  que  se  ele  Va,  según  el  Dr.  Dówer,  á 
90,000  anos,  y  algunos  siglos  toas  por  Lyell.  En  Vicksbutgo  exis- 
te una  meseta  formada  de  cieno  diluvial,  cubriendo  el  terreno 
terciario,  observándose  entre  los  desuna  capa  6  depósito  que  al- 
canza á  44  metros  de  eispesor  en  Natchéz,  formkda  de  grava  com- 
puesta de  grandes  fragmentos  de  zoófitos  silíceos  y  de  pedazos  de 
rocas  paleozoicas,  formación  que  pudiera  pertenecer  al  período 
glacial.  A  128  kilómetros  al  Sur  de' Yicksburgó  y  en  la  misma 
orilla  izquierda  del  rio,  está  situado  J^atchez,  continuándose  has- 
ta allí  y  más  arriba  él  cien6  superior  que  ocupa  los  18  metrod  de 
la  parte  alta  de  la  costa.  En  ambos  puntos  se  parece  mucho  di- 
cha formación  al  Loes  del  Bhin;  'así  por  los  caractóres  minera- 
lógicos, cuanto  por  la  alternativa  de  capas  estériles  y  ricas  en 
fósiles.  Entré  éstos  se  cuentan  gran  nfimero  de  conchas  terres- 
tres, pasando  insensiblemente  los  horizontes  que  las  contienen, 
á  otros  con  moluscos  fluviátiles.  Figuran  entre  los  primeros  mu- 

,  Q)  BaU.  Seo.  AnthTop.,  1869,  2  s«r.  t.  IV 
(2)  Duna,  Oeology,  pig.  578. 
(8)  I/ttociexmete  de  rhomme,  pág.  22Ó  y  8¡g. 


tíisa  espeéies  de  Hétü:,  EkliíjkíaSf  PupaSy  OydoatoTfuzs^  ¿e.,  y  entre 
las  8ef{niidM  Tarias'  LinM!í6cí9,.PlafwrbUiJ^altuíinMy  Fhytas  y  Cy^ 
éta»}niímBy  otn»  'actaalmente  viras  en  aquena.o<>marca." 

"M etced  á  la  ttcil  desagregaoion  da  estei  depósito  dílnvial  y  á 
las  cónVulsioned  más  6  menos  violentas' qne  allí  experimentó  el 
terreno,  efecto  de  los  terremotos,  se*  han  Carinado  en  dicha  mese-* 
ta  mnchos  valles  de  erócion.  En  nno  de  estos  barrancos,  llamado 
dial HCammoüth,  dónde  snele  alcanzarhasta  18 metros  de  profun- 
didad, se  observa  ttna  capa-  arcillosa  inferior  al  cieno  amarillo, 
eonténiendo  hnesos  de  Masiodon  hiotieusy  una  especie  de  Megah' 
ntxy  algunas  de  bueyes  y  caballos,  extiiogaidas  unas,  tivas  según 
se  cree  otras,  y  asociado  á  estos  «estos,  el  Sr.  Didceson,  del  mis- 
mo Katchez,  encontró  un  hueso  humano  de  la  p^vis,  cuya  tinta 
flegra  y  estado  de  conservación'  parece  ser  igual  al  de  los  otros 
fósiles,  procedentes  todos  de  una  capa  que  está  á^  9  metro»  de 
profundidad.'' 

'después  de  hecha  ésta  descripción-,  el  mismo  de  quien  la  to- 
mamos dice,  qtie  mi^tras  no  se  posean  más  datos  relativos  al 
verdadero  yacimiento  de  dichos  restos,  y  hasta  que  algún  geólo- 
go experimentado  lo  atestigüe  encontrando  en  su  propio  yaci- 
miento el  resto  humano,  debe  aplazarse  toda  opinión  definitiva 
acerca  de  su  antigüedad,  y  haciendo  después  la  comparación  en- 
tre el  valle  del  Misiáissippi  y  el  del  8omma,  en  Frapcia,  se  inclina 
"á  creer  que  éste  es  más  antiguo,  futidát^dose  principalmente  en 
que  mientras  en  América  todas  las  conchas  que  contiene  dicho 
depósito,  aunque  acompañiuido  al  mastodonte  y  Megalonix  viven 
aán,  en  Abbeville  se  encuentra  la  drena flumincdi^^  que  no  hi^ 
Iñta  ya  en  ningún  rio  de  Europa.  Por  último,  dibe  el  mismo,  que 
siendo  el  antiguo  Loeeíde  Natchezanteriorá.latotalidiMil  del  del- 
ta moderno  del  Mississippi,  el  cual  empezó  sin  dndaá  formarse 
después  ó  durante  el  levantamiento  que  experimentó  la  cuenca 
puesta  hoy  á  69  metros  sobre  el  nivel  primitivo,  si  el  huesa  hu- 
mano de  Natchez  es  realmente  contemporáneo  del  Mastodonte 
y  Megalonix,  habiendo  calculado  él  mismo  eB  50,000  años  el  tiem- 
I>o  transcurrido  para  que  el  delta  se  formara,  fácil  es  compren- 
der que  aquellos  restos  debían  ser  mucho  más  antiguos.  Besul- 
tando  de  todo  ello  que  si  ulteriores  descubrimientos  vienen  á 
confirmar  el  de  que  se  trata,  podrá  considerarse  el  4elta  del  Mi- 


284 

88Ís8Ípi  como  un  cr(H[i6metro  mucho  mis  segaro  j  ezactOi  q^jfe 
los  que  se  han  tenido  hasta  ahora  presentes  en  Borppa."  (1)  . . 
Notioia«i  del  hombre  prehistórico  ó  de  sns  obisas  encoatrapi<M» 
en  las  reláciorea  de  IwurquQÓlogos .  J.  D^snojer,  />E6m  d'efe- 
pJiaTit  et  cCindustrie  humaine  4an3  íes  olwviorM  de  Ick  LuUmm  (Yer-j 
milion  Bay),  ParS8/1867,  Kock,  Transact  o/  the  Acad,  Science  o/ 
Saint  Zuia,  1857  (Oasconade-County):  Wiliam  P>  SUke,  Instnim 
merds  en  pierrede  Ja  CoHfofme,  1867  <TuolíüDane);  y  el  repetido 
Ch.  LyeU  anministra  précioeos  datos  acerca  de  lofst  depósitos  dq 
Nueva  Orleans^  de  los  arrecifes  coralinos  de  la  Florida,  en  loa 
cuales  ^'algunos  fósiles  humemos  fueron  encontrados  por  el  con- 
''de  PonrtaliSf  en  un  conglomerado  calcáreo  que  hace  parte  de  la 
*<fiérie  de  loa  arrecilea:  Agassijs  1  ^  supon^  10^00  años  de  edad, 
^^adoptaodo.  su  niodo  de  estimación  a^rca  de  la  Tclpcidad  4^ 
aor^eekutamieiltto  de  aq^ellM  formacipnes.'' (2) 

Befiere  el  Dr.  Koch  haber  encontrado  carbonea,  reunidos  6 
huesos  de  mastodonte  0n  el  valle  de  Osage  en  Missouri^  y  tam- 
bién en  el  rio  Pommede-ter)re,  diea^  millas  de  su  unión  con  el  Os»*- 
ge.  (3)  '*Una  de  estas  observaciones  .^B  la  descripción  hecha  pojr 
el  Dr.  A  C.  Koch  (4)  del  nmstodonte  encontrado  en  Gasconada 
Ociunty  {Misaouri),  que  parecía  muerto  á  pedradas  por  los  indion 
y  queikiado  después  en  parte/'  El  fuego^'  dice,  no  fué  ciertamen- 
te accidental;  parece  por  el  cdntrária  haber  sido  encendido  p<9 
el  hombre,  y  según  las  apariencias,  con  objeto  de  matar  al  mis«- 
mo  animal,  que  no  podía  moveráe  hundido  en  un  lodazal. .  •  •  •" 

*S..  .Todos  los  huesos  no  consumidos  por  el  f  aego  conservá#- 
ban  su  posición  original,  estaban  rectos  en  el  barro,  y  no  pare- 
cía estuviesen  descompuestos.  Las  porciones  exteriores,  por  el 
contrario,  habían  sido  en  parte  insumidas.  •'  •  •"   ' 

*^..  ;.En  medio  dé  las  cenizas  y  de  los  huesos  había  un  gran 
número  dé  pedazos  de  roca,  traídos  ciertamente  de  las  orillas  del 
rio  'Bonrbense^  para  ser  lanzadas  al  animal,  porque  la  capa  de 
barro  de  que  acabo  dé'  hablar  no  contiene  el  canto  más  pequenez 


i:: 


(1)  Vilanova,  antigüedad  del  hombre,  pág.  230. 

(2)  L'ancieiüíete  de  Thomme,  pág.  50. . 

.  (35  Daña,. Geology,  píig.  078.  .  *  ^    ^• 

(4)  Trans.  óf  the  Academy  oí  soienoe  of  Si.  libáis,  1857.  I^ág.  $1« 


-    f 


II 


986  , 

7  en  la  orilla  del  rio  encontré  rocas  parecidas  á  los  trozos,  j  es 
etidente  qtie  las  fneron  á  toiáar  de  a^uel  logar. • . ." 

^.  • .  .Encontré  iambien  en  medio,  de  Jas  oeniz^bfi  huesos  y  pie- 
dras, m^ettas  r  puntas  de  flsGha,  una  lanea  de  piedra  y  liachas 
también  de  piedra/'   .^ 

^'^Afinna  el  mismo  antor,  qne  eninn  segundo 'easo  eneontró  mu- 
eiías  flechas  de  piedra  mezeladas  álaosantenta  de  nnmasitodon* 
te/*  una  de  las  puntas  de  flechase  encontraba  bajo  éí  hueso  del 
muslo  del  esqueleto,  reposando 'éste  sóbrcjr  el  arma,  de  manera 
que  tío  ptrdo  ser  coioeada  después  del-lmeísoy  cosa  que.  observé 
^pn  mu(£o  cuidado..  (1)      . 

-  6i  del  Norte  pasamos  al  Suri — '*En  diversas^ par te& del  litoral 
de  Chile  j-  del  tPeiúf  sa  distinguen  capas  eontemépdo  abundan- 
tes conchas,  todas  específicaalente  id^ticas  á  las  que  pululan  to- 
davía en  el'Paoíflco;  En  una  capa  de  esta  .especie^  en  la  isla  de 
fian  Lorenzo,  cerca  de  Luúna^  encontró -Hr^  Parwin/:á  nna  altitud 
de  16  metros  sobre.él  mar,  pedaaos  de  hilo  de  algodón,  trénziM^ 
de  junco  y  una  mazorca  de  maíz,  evidentemente  depositados  allí 
eon  las  conchas.  A  la  misma  altura,  cm  la  vecina  tierra  ^rme,en- 
eontiró  otros  hechos  caraotarísticoa  para,  comprobar  su  opinión, 
qoñ  el  antiguo  leelú^  delmar  había  subido,  tatnbiet  en  aquel  lu- 
f|PY  26  metros^  después  deKestabfocimiento  de.la^  razi^p  perua- 
nas. Esas.capaa  de  conchas  se  eneilésvtranigti^meiite  en  innu*" 
merables  puntos  i  grandes  alturas,  .entiré  los  And^a  de  Chile^  el 
Perú  y  la  costa,  y  hasta  ahora.uo  ise  h4n  obsc^rvado  restos  huma*- 
Bos.  La  ^conservación  durante  un  tiempo .  inde^uida  dQ  materiafi 
tan  altersfblesi como  él  hilo,  se.jsxptiéa  par  JlAifalta  {Completa  de 
lluvias  ep  el  Perú;  si  las  mismas  materias  ¡(lubieraA  estado  con- 
tenidas en  las  ai^naa  pérmeabhts  eip^rgidJis  d^  un  ñ?  de  Suro*- 
pát  ó  de  otro  ptflds  eB  que  11^ va.  auoique  sesi  .4qrani$t  ijn^.  peque- 
ña parte  del  año,  hubieran  psobablebiente  desaparecido  deí  to- 

•da/'-(2). :.-...         ,;    . .  .;\..  /; 

-  ..Yilanova  dice:-r-"podemos  añadir .  que  en.  el  dfcpartame;Q:to  de 
-<3hiriqui,  íal  Nofte.del  Estado.de  Pan^4i  ^^  encuentran  sepul- 

ems  llamados  Ouaca$t  perten^entsp  á  .una  ^aza  ya  extinguida, 
pafo  muy  sica  y.  poderwa»  i  i^efix,  ff>x  los  objetos  en  oro  y  co- 

(1)  L'Homme  ayant  V  hisioíre,  par  Sir.  Jonli  Labbook.  Paria,  1867.  Pág.  286. 
(3)  LjaD,  raneienenta  de  rbenuno,  pág.  62.         , . 


Í88 

m 

éstas,  se  han  descQl>ierto  en  nnevas  escavaciou^  y  se  }r&  re qo^ 
nocido  aquel  carácter  en  la  testara  reciente. 
.  "Sobrepuesta  á  la  marga  .se  encuentra  la  toh^q^ne^  ,s$^an  lo 
liemos  hecho  ya  notar,  cubre  el  suelo  del  Distrito  en  casi  toda 
su  extensión.  "-^"£n  los  taludes  qu^  coi^^titu^ren  los*  limites  de 
anchura  de  esté  tajo,  en.las  regiones,^  y  Ó.»  s^,  ej:tieiíde  la  to- 
ba en  capas  horizontales»  formando  n^a  estrAtificaci^n  p^fecta* 
mente  determinada." — "Al  través  de  dichas  cap^s:y  con  inclina- 
ciones variables,  se  extienden  unas  grutas  qou^ad^  por  la  cali' 
za  cretácea,  que  suele  extenderse  entre  las  caras  de  la  estratifi- 
c  icion." — "Estacr  mazas,  en.au  superficie,  presentan  efloresi^en- 
cias  y  ampollas^  que  dan  al  copj.uiito  el  aspecto  globoso  y  esta-* 
lactífero  de  los  depósitos  marino^»  y  en  las  partes  que  no  han 
estado  á  la  acción  de  U  iut^mperiei  está  en  cpnpreciones  más  ó 
menos  endurecidas."  (1) 

La  formación  pertenece  al  post-terciario:  la  marga  contÍQn^ 
los  fo^siles,  que  no  han  sido  encontrados  en  la  caliza,  y  esto  for- 
ma el  carácter  geológico  del  yacimiento, 

El  carácter  paleontológico  lo  auininistrai^  los  restos  allí  eur 
contradosi  pertenecientes  en  su  ntiayor  Qarte  á  ,loa  órdenes  de 
los  desdentados,  paquidermos  y  rumiante^;,  (^lyptcdon^  Eleplias^ 
Equue,  Equua  aaimy^f  Bos^  MachratKJienia,  (JervuSi  Su^-scrpfá,  ¿c« 

"Sedimentos  modernos.  ComprendeiQos  ibpjp  Qste^  título,  gr$in- 
des  depósitos  d^  tierra  arcillosa^  de  i^^oolQr' bastante  oscuro, 
debido  probableinentQ  .á  la  descomposipjon  d^numqrosos  res- 
tos da  .plantas  q^ie  ánn  bq,  d^cúbren  ^n  ellas,  cu^do^se.exa^ii- 
x^an  con  atejc^ciop,:  e^ta  form^c^oi^  Uegfi  á  ^  espesor  ^asta  de.,3(>^ 
metros^.está.earacterizada'por^na;inf^Qn^djad  ^de  cpuphasiósi- 
les,  pertemeciqxxte^  á  los  j^c^cíosj  Qast^^p*)¡j¿ifi^  í)el  prinie^.  óz;- 
iden  sólo  he^^  e;ic^ntradQ,un  gónje^o^  Cido^  W^  eapecies^.oo- 
mo  se  sabe,  son  fluviátiles.  Del  segando  órde^  son  los,  cuatro 
géneros  resj^ante^  ^119  apareooví  en  ,lf^  CQlecQipn:  u^no.  terrestre/ 
^M^ice,  y  los  otros  tres  J^cjustoes  Plavbrlns^^f^hf/eáey  ÍAm^i^''— 
''t>e  estos  ultimpp  laii  eonchas  sen  ^umerpsísim^i  do^miinaAda 
^gun^  rocas  do  tal  manera,  que  c^l  eolor  osouro^^l  terrena. se 


>i 


(1)  Me^aoria  pm  la  Carts  ^eolégioa  dal  Diafcriio  do  Zviopan^^  la  hugfm^  ten* 
inada  por  loa  ingemarM  dtmtnaB  Joan  K.  OiuU|wi^  Toluca^ 


transforma  en  blanco." — 'Tanto  p^r  esta  circunstancia  cnanto 
porque  los  G.  Cyclas  y  Hélice  se  hallan  hasta  cierto  punto  lor 
ealizados  en  esta  formación,  debe  deducirse  que  ésta  fue  lacus- 
tre, y  que  aquellos  fueron  trasportados  mecínicamente  por  el 
Agua  de  los  rios."  (1) 

Según  el  informe  del  ingeniero  D.  José  Manzano,  (2)  cuatro 
'especies  de  conchas  de  agua  dulce  han  sido  allí  encontradas;  dos 
unÍTalTas,   Planorbía  j  UrnTieá;  dos  Tivalvas,  Anoponta  signa  j 
Cydas,  .       ' 

Suministran  el  caarácter  arqueológico.  'OBntre  las  conchas  ma- 
rinas, dos  especies,  una  univalva  Strombus,  la  otra  vivalva,  pare- 
ce pertenecer  á  las  myairas  6  i  las  solandceas;  no  es  posible  estu- 
diarla por  estar  cortada  y  agujerada,  como  para  servir  de  ador- 
no.^— En  cuanto  á  obras  del  hombre, — ^'lo  más  notable  que  se 
ha  encontrado  es  una  jarra  pequeña  en  forn^a  elegante,  una  pi- 
pa, un  jarro,  un  molcajete  ó  E^alero,  un  plato,  una  esfera  de  toba 
arenosa  dura,  ídolos  pequeños  y  pedazos  de  loza."  (3) 

Por  desgracia,  no  se  indica  en  cuál  de  las  capas  fueron  encon- 
trados estos  objetos,  para  poderles  asignar  siquiera  una  edad 
xselativa. 

Para  el  carácter  antropológico  tenemos: — "Bestos  orgánico^ 
humanos:  de  éstos  hemos  encontrado  diferentes  partes  del  es* 
qneleto;  pero  creo  que  sólo  puede  considerarse  como  íÓsil  una 
mandíbula,  éncontrada.en  barro  á  seis'metros  de  profundidad; 
parece  ser  de  uü  individuo  como  de  siete  años,  pues  los  dientes 
y  muelas  que  deberían  habet  sustituido  á  los  que  están  fuera  de 
la  mandíbula,  están  todos  dentro  de  los  alveolos."  (4) 

6egun  los  informes  que  hemos  reoc^do  de  alguno  de  los  in- 
genieros de  las  obras  del  Tequixquiao,  la  mandíbula  humana  fui 
encontrada  en  un  lecho  lacustre  de  formación  reciente,  y  .no 
pmepba  para  el  hombre  del  Yalle  de  México,  una  edad  consi- 
derable. 

Afortunadamente  para  la  ciencia  existe  una  prueba  urecitsa- 
ble,  auténticaí  de  la  antigüedad  del  hombre  en  esta  comarca. 

r  ^       • 

.  ^1)  |Cemoria;parft  la  óarta  geol<$gica,  pág.  21. 
^8)  Memoris dtl Biiaisteiiode Fomento,  liédoo,  1670.  Pág.  807. 

(3)  ItortoariH  de  Fomeiito,  looo  ét 

(4)  Memoria  4e  Fonenlo,  ibid  ^^ 

w 


^* 


290 


En  la  formación  post-teroiaria,  en  la  capa  de  marga,  de  entre 
los  restos  fósiles  que  clan  al  yacimiento  su  carácter  paleontoló» 
gico^  tomó  uno  de  los  ingenieros  encargados  de  las  obras,  el  hae- 
so  sacro  de  un  caballo,  de  talla 'superior  á  la  de  los  caballos  ac- 
tuales, en  el  misma  e^tado  fósil  de  los  demás  restos.  Aprove*- 
cLandala  figura  natural,  se  le  dio  artificialmente,  por  medio  de- 
un  instrumento  cortante,  la  forma  de  una  cabeza  de  cuadrúpe- 
do, las  orejas  paradas  y  puntiagudas,  hocico  prolongado,  la  nariz 
con  dos  aberturas,  Jos  ojos  redondos:  el  conjunto  toma  el* as- 
pecto análogo  ai  de  un  carnicero.  ]Sste  valioso  despojo  perte- 
nece; á  la  colección  de  nuestro  amigo  el.Sr  .D.  Alfredo  Chavera, 
y  ahor^  está  en  nuestro  pod^er.  Atora  bien,  la  obra  no  puede 
ser,  ni  es  producida  por  lá  QasualiduJ;  revela  la  presencia  del 
hombre,  armado  de  útiles  duros  que  pudieran  atacar  el  hueso, 
yx^ón  pret^isiones  de  escultor  intentando  reproducir  alguno  de 
los  animales  que  á  la  vista  teuiji;  la  época  del  hueso  y  déla 
obra^  debe  referirse  al  del  yacimiento  geológico  y  paleoñtológí- 
fiOp  en  donde  fue  recogido;  resulta,  pues,  fuera  de  duda,  que  el 
hombre  existía  en  el  Yalle  de  Mésico  Áuranie  la  época  post- 
^tj^rciaria,  j  eja  contemporáneo  d^  la  fauna  cuyos  despojos  árro- 
jan  Ahora  las  escavacipñ'ós  del  Téquiiquiaa 

Por  lo  g^ue  valgan,  aumentados  las  siguientes  noticias.  Ga- 
fando &  ínmeoiáciones  dq  la  fábrica  de  papel  llamada  de  Pena 
Pobre,  pepetradás  dos*capis':de'lava  divididas  por  una' delgada 
i^termQdiá.  de  tierra,  fue  encontrada  la  cabeza  de  un  pequeño 
ídolo  de  t)pro  copidó,.  semejante  por  el  dibujo  í  las  obras  de  ce- 
rámica ajDtigua,|.  y  el  cual  estaba  reunido  á  algunos  huesos  que 
los  obreros  dispersaron.  ^  A  nuestro  entender,^  la  presencia  del 
hombre  en  aquel  lugar  fué  anterior  á^  las  erupciones  badálti<^áa 
del  Pedregal  de  San  J^i^gel  eix  el ,y alie,  y  sea  cual  fuere  la  edad 
que  á  éstas  conceda  la 'ciencia,  siempre  quedará  por  cierto  qaé 
q1  hombre  vivía,  con  ciejrtOg^radq  de  adelanto,  en  los  tíempoB 
prehistóricos.  /  ' 

'  ^Al  ejecutad  los  rebajes  en  la  barranca  de  Metlac,  para  el  tra-» 
zo  del  camino  de  fierro,  salieron  dos  cabe  citas  de  barro  cocido. 
Según  la  clasificación  de  nuestro  entendido  amigo  el  Sr.  I>1  Ma* 
riano  Barcena,  yacían  len  toba  caliza  de  la'  época  aibtttal,  y  eatc^ 
ban  acompañadas  de  impresiones  de  'hojas  de  una  dicbtil^oñia, 
(¿qv^fffi?)   Tenían  las  cabe  citas  la  p'articÍEifairidad  de  ténat/ol 


:costro  teñido  da  negro,  AmbAs  pertenecen  á  la  colecten  del  Si:;' 
ChaTero. 

.  "Ke  siendo  lq^  pequeños  depósitos,  s^ime^tarios  .qne.  poder 
mos  llamar  contemporáneos,  7  en  la.  mayor  parte  de  los,  cuales 
fie  encuentra  019,  la  formación. (]^a se  debe  C9nsiderar  como  i|ir 
mediatamente  anterior. á  la  volcánica^  es.  la. au^ternari^  cif7Q.tif 
po,  en  Sonox^  ser  encuentraren  eLyaUe  die;!  Quiri^Oj.  circuz^yala^ 
do  todo  ^1  por  cadenas. de  montañas  independientes.  .Es.  uno  d^ 
los  más  extensps.7<fkme;Q]Ct;3  de  esta  parte  de.  Sonora^  y  eat^Mti^ 
do  18  leguas  al  ÑK  de  Alamos.  £1  arroyo  que  lo  .atraviesa  Ixa 
arrastrado  en  sus  diversas  corrientes  la^  capas,  soperiore^i  for- 
madas por  los.de^tritus  de  las.  montañas,  y  en  los  apoa de.  1847  ó 
1848,  época  en  que  hubo  una  gran  corriente,  cavó  más  profun- 
damente dejando  descubiertas  papaa  notables  por  sus  restos  fó- 
siles: siendo  los  que  másll^aman  la  atención,  colmillos. y  costilla^ 
de  elefantes  jigantescos,  y  sobre  todo,  el  mascar  inferior,  el  for 
mur  y  la  tibia  de  un  individuo,  de  la  especievbumana.-  Dichos 
restos,  que  se  conservaban  en  Alamos  cómo  objetos  curiosos,  so 
perdieron  cuando  en  1868  una  creciente  arrastró  más  de  la  ter- 
cera parte  de  aquella  población.  Según  quien^Ios  tenía,  que  era 
un  médico  francés  D.  Pedro  Perron,  el  jigante  de  quien  formaron 
parte  debió  téil6r'una  estatura  dos  veces  más  grande  que  la' me- 
dia' actual;  sietído  mayor  proporcionalmente  la  del  elefante  que 
ta  de  los  dé  la  fauna  actual.  No  son.  esos  los  únicos  fósiles  que 
se  han  encontrado  en  ese  valle  y  que  se  han  perdido  por  falta  de 
aprecio  en  las  personas  qvie  los  han  encontrado;  hay  restos  de 
otros  animales  que  enriquecerían,  no  lo  dudo,  la  geología  del 

país."  (1)      ,        .  "        ,     ■ 

^Despueé  de  la  ískxiñá  jigantesca,  la  ciencia  geológica  ños  pre- 
iStuteL  al  liombre.  8é  asigna  ia  época  terciaria;  y  aquel  se  mani- 
fiesta en  él'Nilevo  Qontinénte  por  los  cráneos  de  California;  .en 
él  an'tigtíopdrW  huellas  encontradas  en  Saint  .Prest,  Thenaj» 
Ponanee,  &el'  Así^  pbdéüios  admitir  Ia  indicción  de  Hamyy  Yi? 
lánova;^^l  litombré-es  tan-  aobiguo  eñ  América  como  en  Europa^ 
En  elYalld  dO'M^oo'el  ser  inteligente  se.  rebela]|efi  lá  época 

-    ..  .        i     .  i  ,"-    '-í'.      /i  j.  >  '  ''1    -  •    *'    *     ■  #  .    .   :.  ^  :    '  ' 

(1)  Stunario  estadístico  del  ramo  de  nfínería  en  el  Distrito  de  HeunosillO;  en  el 

períó¿a<50  intitoládb  **^  Brót>a|;adór  Indust^ial,*^  periódico  ¿e  Ú  Sociedad  znliieía 


\ 


■<  *' 


post-ieroiaiJa;  es  ebntemporánéo  de  los  mamíferos  colosales  de 
la  fauna  extinguida.  En  el  Mando  Ñnero,  como  en  el  viejo,  sé 
ItanienmpUdo  las  diversas  eTolnciónes  geológicas  7  paleonto- 
lógicas qne  forman  la  hiéttoria  de  unestro  planeta;  aquí,  como 
álUy  el  hombte  se  esparce  por  el  ierreno  lial)itable9  mirando  cam* 
biar  4as  condiciones  climatológicas,  trasformárse  la  ffóra  y  la 
fanna.  Nuestro  mundo  sólo  tiene  de  rmevOj  el  nombre.  Es  un 
nombre  impropio  qtie  le  impuso  en  el  siglo  XYal  ser  descubier^ 
lo  poT'Oistobal  Oolon,  quien  restableció  la  comunicación  cons» 
tante,  ique  en  los  ^mpos  remotos  babfa  sido  interrumpida  por 
álgun  olTÍdado  cataclismo. 

Haciendo  deducciones  de  lo  que  llévameos  referido,  el  bombee 
prébistórico  de  la  ¿poca  del  mastodonte,  usaba  de  laa  armas  de 
piedra;  conocidas  le  eran  el  hacba  j  la  lanza,  babía  adelantada 
basta  emplear  la  flecba.  Combatía  á  los  jigantes  mamíferos  de 
la  fauna  extinguida,  aprovecbando  según  aparece,  el  estado  pre« 
cario  en  que  el  monstruo  quedaba  indefenso;  si  no  es  que,  des- 
confiando de  sus  fuerzas,  conducía  &  su  terrible  enemigo  &  tram- 
pas,  de  antemano  preparadas.  Es  ya  evidente  qne  sabía  traspor- 
tar  el  fuego,  baciéndolo  servir  á  sus  intentos. 

En  el  Yalle,  el  bombfe  post-terciario  contemporáneo  del  gljp* 
.  todon,  sabe  labrar  el  bueso,  dándole  forma  determinada.  Tiene 
el  instinto  de  la  escultura,  sea  cual  fuere  la  perfección  que  á  la 
obra  se  conceda»  posee  un  instrumento  cortante, .un  cucbillo  de 
piedra,  el  cual  aplica  á  las  mil  cosas  que  nosotros  no  podelnoa 
señalar;  pero  que  podremos  deducir  del  valor  de  un  útil  de  esta 
clase  én  nuestras  costumbres  actuales.  -      . 

Antea  de  la  época  productora  de  laa  sxiateriaa  eruptivas  que 
d^^rpn  forma  al  pedregal  de  Qsok  Aiaijgelj/el  hombre^  4x>ni)cía  la  pQr 
i:¿n4ca;  el  fragmento  allí  encongado  pisesupo&e  aJ^uBt  adelanto 
e^  el  art^  del  alfaitpro.  Se  piiodo  suponer  q^e  es4s  figur^UiMs.  ^4íei 
Itíguetea  pura  ninas;  pero  b\  s^  admite  que  «epr^ie^i^t^bop  Ifl^ji 
6  penaiies»  debía  existir  ^  una  t^€fgpnía  7  iun  t^  0úiOé^  Tgid* 
iÜQ  repreienta  los  primer  os.  alb^ores  desuna  dñl^gfu^W*    ;    .,  ^.. 

Presentase  naturalmente  el  problema  de  la  presencia  del  bom- 
bre  en  América,  Fácil  solución  presenta  en  los  sistemas  que  ^- 
ñuten,  ^a  los  diversos  eentros  de  creación,  ja  la  proauc<uoa  es? 
pontánea.  Para  nosotroSi  que  nos  hamos.  déoWadQ  moAOgenisbu^ 


8^  erbra;  tozul^iaa  de  pooa  dififwltad»  admitielidcí  i  páon  h^/d/íti 
tUtnkiiuáoa  eftiie  q1  antiguo  j  el  awto  mondo. 

£ü  Isa  fenna  ao^nal  de  loe  «oirntetea^  el  Mimeho  de  B^hmg^ 
qiie  separa  al  N.  el  Asía  de  le  4ijiiéi:iee».k6lado  dwteie  m»  |MN 
^  qoii8i4Biable  del  aoo^  noft  basieriplMni  e^pUioarelpeeo  delliíMe* 
Ipife  de  acuella  part«  4M  »mdo  á  la  iMéiefcrai  Y  eñib  jm  es  ui 
BnpiMatoi4bsii»)rd0«  pi^ee^itt  teíbms  UfiesbpiiMAdteAtoári^  eüá: 
Mnesoeido  e^^ufNittoe  4fiae  qi«*  Ae»  d^'oeíeMKeiiéBaa  g<  a^ 
^»ii#flAe  4e  e(Mimtíftoirp%  4^  libeedtdaak^iieBtaciilb  jnaUdU^ 

Pe?»  qI  wteeelMi  d^  BeliJWBg no  albaoMái  éspliaafa.  el  patods 
iM  aoipialee  ieckw.  ^r  e«il  mUitro  s«iadfavii«l»  eLMA«Mird«í 

^  mav^ferós  ]»abitadoytede  hbifoamUfitnUi  jáAmmm  Jk.yidB 
al  i^rieo  Ugectv  eitadidüe  ew  «edáAs'dAJooeoiyaaMki  ^^ata:  tme 
dteJoe  eebteMma'de  lefpMLfp&nJkf  ioilatéa  daetir-famarderiif!!: 
gen?  Habernos  menester  ofehMrnKCpMa.ife  deBbBfeáeio¿.iÉdte 
4íreofoa  y  aptoQpiadtls*    •  ^  í     ;    .1 

^  Adioitírloa  eakáiaDdftdaeaila  l^gfasa^MlikjQieiieiawiima)  Iio«( 
hechos  que  nos  liirten/da.ti'^te  ^  jiartida  «eoA.'  iab^gal^leai  Jotf 
oi6Mirftoe.atttídilaKÍeBíea.  timenoi  en  aiaaflhro  bantÍMnie«  jaidíen* 
dfe  Idih  iDHanu»  especies  que  loe:de  Asia^^  .fitm^  1  Emmüí  ív>«^. 
eém  parie  laii^ología^  q^oela  lotmkde  íaetiehr^  MofAéJlmmi^ 
ana  en  isa  disfinjliaa  épeeafei  paleoMoléKWífts^  •  aMftbtaAwv  MvnfcMnT 
jeambi^áii'GlAtÍBinkmeiitéi  anpqoejio  ádTirtamoa  laa  diSwcénh 
dea  stnorpoi^iiétfpds  senmlááreai  OranihacBáaolisnÁsplaéffiiMii 
¿  BeptosiiMMMüIuvi  díslóeado  hi  delitadaioestra^aali  ghibc^  dejáibi 
dolé  ñáp^MñJúiSármlbdB.  latfi  fobeectaoionai  da  laa  safaíos¿.lÉiipi 
podido  tener  logar  en  los  terrenos  ermegidos:  ¿sabemtóaialga  dá 
lodifliíitieiipdoey  da  lasnravéladpitsaqifbieLleBdoidé  Ifií  aiares^aoa 
]iaiim.'aLpsi4>Btersav  ai^nUadtí?'       •  ;  k.:» 

:fiaíaarded«ocÍBaes:tiaaa  áleoaámuai^  hi  tíémm^^lésfáktñfAtm 
casi  á  hi  ¿aéegorf^d»dnÉM>frtnlOMiiie8^  fiéwdmiatia^bMmqpbiMail 
BfedBdvMB^ean;Bietfir(^/dekar  efefsÉlea^'indfcftlsr  naíteiaiitra 
UMBiM'iiá  Aiq^rioB;.  Bl  dS^^páio  ^l^ogd  Mamisi4diehaafto 
atttMi]Ukié«ifci«^bnÉBeaaAmánriaddri^ 
JUkraeakE^'kiaatsAeaéíÉ  cUiá  AtUbtidaMMÍaraL  4)oitaaaM>aiW 
UidaMsé^faiÁlMmlda  Uk  Jlbra¿pid»a|i>Saá|n|D#a  ¿i  lisa  la 
Atlántída  de  Platón.  Beñere  este  sabio  en  el  diálogo  titulada 
Tííneo,  haber  sido  informado  pov  i<  tif».  jlalai^mi» WjSW fc  for 


S9Í 

S^pio  teoiki^  kfl  insfanioeíoiies  de  los  'tíí^ceiéoteBA^  %bíb,  habéis 
le  contado  uno  de  loff'«tiekQlM  qtte  étt49Íglos  -iteiootos  eudti^ 
eftvn'gtÁneontttiente  etf  el  Atlántíeo;  tnjck  'habitantét  habfan 
bbiAa  MnquistoB  en^Eoro^ai  Bm  tíetm  iiérHnñdá,  Éi?te  á^conr 
8MaeiÍeia'>de  gráasNlea  oaidN^lÍBinoB,  desapareéis  tragada  por  él 
Mttr  en  «n  dia  y  lina  noc&ei  BbU  tiefr»  kaíbía  sido  meneiMadai 
isées  flor  elliiaforMidov  atto!pe<rMa«oeU^i  4i«ftdo  pdr  Frocl^ - 
1  .ForfiBdav>dÍKpQtaB  né  bm  «rigfaiad^  4e  tal  ^relMiotL '  !Ki^Bla 
ChágéBM^  ^orlbricvt^imblfioo^AmbiUe^  Matto-^Bran,  Wíímkk/tík 
admftaolá  Peridoitto^  Aawttifwo  i]>ltaffoéÜno>'  Tegtaliiaio,  Engelj, 
'  SberéKr'^l^oaí^^'or'V'Bvdb^  Ba  pveJnJeíeido^r  úl^ 

iibb  lá  opinipn  üe  per  la'Uktiántida  vaa  líbttla  ii^igjQa  de  crédito: 
'  0dn  máiiOB  ioadavitaló»  páflu  pW  verdadee :  kÍ8ti5rica¿  algunos 
asertos  d|e  fiUradoto^  sin  haterse  aperetÜido^e^ette  los  erCtieoií^ 
Baora  nosotvds^fkxelatoidp  lossaiserdotos  deSais,  es  el  leraerdo 
jtaMioicnialdeiisflboí^erto^ypfattÍTOi  •        ■'"   "•'     : 

La  geología  viene  demostrando  ahora  la'ésiBt^iioiar  de  lür 
'^  gran  oontuMnie e]rel|AtMtiti«oj  puente  de-  oóaranieacioniéiftre 

la>EtDK>pa  7  la  As^^rica.  Cagamos* á/Qainy  ^)¿^:  r^ 
ii'^^baexitteMia  de  eoxMíiiisaaiones  teinstres entre  el  Antigvo 
;  e)  Maevo  ACss^,  eti  4p<>cas  muy  yem(»tas^  ha  sido  aranta  de 
gfindM  debatas^  desde  el  siglo  XY»  El:l?imeo  y  el  Oritias  ¡nos 
lia¿teaidgíelreM«rdpdé3inaiáe^  de  eielo  puro^ 

dnloe  tiirug  suelo  fárül^  mayor  que  el' Asiay  el  AMca»  y  que  se^ 
gimiFlatoy^  ludbía  ooupadb^n  otro  tiempa  el  Ml^típo:  los  erC*» 
Bnínes  de  iúm  iiidfgenas'lsrf  attajercb  'la  oóleñ  i  oeleste^  y  en  sen 
gaüaoiii^espantosl)  düu▼io^.ldse  ^ desapaiedeor  la  AUántida  bajo 
lifa agfaaSiV 'i    '-  ''  >..»us.i  s  ^(A  ¡i  ■  •  i  .v, 

hsr  defada^fMlla  algp^ap :  por  ílos  iBUtnerosos  ü^bstáonlos 
i  la  nsTegacion  se  presentan 'etiiial|{»nss'^para^idel,igra]| 
^afastíguair  mtiL  laí  submersian  de  QBa'tievn^  .e«r^  =  jneiíGiria 
bufido :saWs¿a)dél*ahddd|>er»Aartaidi^  i  T  i  >  * 

o-ifSiOMCmaBmÍMi ttsi Asetes^*  Ib AiaiMe%' &enn^sncaairsÉasi^ 
einrfidewlnsrjeomo  tos  tMltos  del  f^diíj  fibosósque^  UiUaidkdd 
iíotiiro  j^tair.gteánHesáii  »e1so!onts..  IiofcfdeÍM|acsefct¿ét;l¿iaBfe 
Ubf  ssearar  ele  Já  texistenoá  día  lá  Ajtlántídaí^  éroiwséntns  ea  áí* 
^rdeliiio«og8|iisma|*las 


9Mk 

gado  él  cóntíneiBte  amerieáno  pot  oaadio  íb  aqnelfla  tienrrA»  boy 
*  desaparecida.  Préíiíaióripa  al -prij^oipio,  merced  i  laa  ideas  in-; 
glesaa  acerca  del  hmtdimetito  y  -leTaniaimeft^  paroialeB>  l^ 
Atlájktida  se  traaformó  en  na  ecmtíDMte  euateni^rio;  .pero  jio* 
es  éste  del  qae  se  trata:  los  trabajos  recientes  de  los  .pal^qn^olor. 
gistas,  y  de  los  geologoa  americanos  y  franceses,- IwireTelad^  una 
Atíántida  terciana^  basando  su  ei^is^noia  en^  dntos  precipsoSi; 
suministrados  por  ambaa  cíeneíasran  estos  últimos  tiem|K>a»" 

^or  imperfectos  que  se  so^ngau»  ImcdDoÉBia&tosr.pc^aaRt&n 
lógicos  habían  arrojado  alguna,  lus,  sobra  taa*  osonra  aaaatíoa» 
Así|  el  estudio  de  las  coniAm  tenñarias  3aloa&  D«»í  había: da* 
mostrado  á  M.  Conrad»  la  identidad  espeéífioa  da  ouMb  námera' 
de  eHas,  como  rénn»,  üeoeaidbs^  petoiietes,  ▼«Aufeaa;  faáiotorias^i 
Aé.,  con  las  conchas  eorrespondieates  cleria  oapaa  ífanosaaia  ^1). 
Así  también  probó  el  examen  oomparativo  de  los  iasanlos^  quiSt 
gran  número  de  especies  yítcu  todavía  üoy,  en  ambas  playaa  dai 
OcéancaA.tlántico^  piresentando  ligeins  tariantea  antiia  .lag^Lsta^) 
rra  ^  Alabama.'^ '(?)''        •-'•/•     i 

*^or  otra  parte,  VM.  Pbnel,  Aymard,  ¿¿ó.y  descubrían  los  vei^ 
tebrados,  cuyos  afines  fósiles  ó  ritos,  no  se -éniu^ntran  sino  én^ 
la  contracosta  deY  Atlántico;  eran  los  iJkdgdre&i  enyda*  eéngéife*^ 
res  perj^enecen  á'la  Amóricá  del  Norte;  los  DtáUpkÍ9,  qbe'aóníiai- 
contras tableinente  los  «ariaiíe^,  ahora  eiclusly¿^  én  la^-Amérióa^ 
del  Sur;  los  Oeofrypes,  que  ligan  nuestros  tbpbs  á  los  (hnélylww 
de  lofli  E.  17.;  los  Archaorriya  y  los  PáSaníemay  que  recuerdan  laa 
formáis  más  características  de  la  fáun«  áníérícaifa;  nh  ta|>fr  qaft^ 
es  casi  el  Ameríoanué;  un  oso  muy  padecido  al '  dé  las '  Oordilt^ 
xas; un  ine^qníherfon  poco  direrso  del  de  Brasif,  Acl  (9)      '   "^  ■' 

^^f^les  analogías  que  j^rpsiguen,  en  los  goneroá  y  aun  énlaé  es-. 

¡  C94^^*  ji^utoriziEUi  á  I9S  &oólogos^'  á  considerar  como  fitcités  las  no- 

I  municaciones;  entre  los  dos  continentes  teclaños.  Bl  estudio  da 

las  ^oras  fósiles^  pern^ite  descubrir  las  müsinas  jiémejansas,  ehtra 

¡  los  TCgetales  del  Aittiguo  y  del  KuéTO  Hu4do.  ;T!SSL  TTñger,  (4) 

I  (9)  ch.  i^ín,  ibi¿.  i<  «día:  pág.  4ft.  '    - ;  i  ri  f 

(S)  Panel,  op.  oU.  ptfffk  45,  d4,  S8,  USftig,    I       -  '~   :; 


296 

7  Pswald  Heer  (1)  guiados  por  Ift  botiniea,  defiesáen  la  ekisten^ 
éia  de  im  oontmente  attántico  tert^iarío.  Snmiiñstrando  la  aoUL 
^^exjdieaoionpIáQsibk  que  se  puede  iinaginar,  4é  la  analogía  de  la 
**ñ9tA  ndóceáá  de  la  Exiropa  oeafead  y  la  fl(ira  aetaal  de  la  Aní^ 
rica  órfttrtaL"  <5fy'  ^ 

Bor eiítinétiteii  aatorálHetaa,  HM.  O^^tlottib.y  de  YerBénil,  ataa^- 
ban  de  produoír'ett  apojo  4ñ  ésta  teoría  vmá  áéiñ6«bt¿ci¡xm  gdOf^. 
lógica  dérigtau  peso.  Si  se  isiimBk  el  btaoiMo  laapa  4d  Espafia^pu^ 
bUcMMhoi  pOF  ettoü  el  afloaníterior,  (8)  sedisifaigiieQ  en  aqiiella,pe- 
BÍiiáttla'ireadiuaaiiaoi  depósitos  teseíaBos  ÍM»itrM«  Se  .  utieo^ 
dtiel-miatD^xididaal  sobre  ¡gran;  aparte  de  Oástttla  la  Niiera,  Á% 
Twil  asi  la^Mlansriía»  i  Pixiliaen  GiufdaUjára,  y  d^  .Calera,  al  a 
lauita»4A.lAeal^iLel  rewí^de  Y«lejieia;ioiid^  ^Si0i3l¡5^  kiléiae^ 
troB  e&  la  mayor  íongüíiiii  *  y  íüíi  de^  adiiolmra  máxima»  represen» 
tslidaiilia'aapeEflciédelúr  m^nos  QO^OOOkilódietfos  cn^dra^QB;, 
Ál^N*  ooápaalasgimdolagdieivrfario  «o*  p^te,  oc^iiside^ra^le  4a 
flatri^iifc,  átíJürwffyn  y  OasiiHa  U  Yieja»  d^ade  jiaa  eercasj(a^  4e) 
Manresa  en  Cataluña»  hasta  Salamanca  y  Zaiftpra  .^fi  c|l  re^n^  dé, 
Jj0Qn,  efíii^aaLocifiptnd  de  más  dar  600  kil^n^ettoa,  y,.un^  ami)litüad 
mddia  de  e^í  .lÜjMÍL  fiLteiceex  lago  intj^rmedio  eptre  los  anterjio- 
t^  efttiaópos.eonsidBrsble  y ^psti  ^ situada eiv  las  px:oYÍQCÍas  der 
T^rwLy  f^^laltayod,'  oq^  I80^196]dlómetix>^.de  largo,  y  cerojai, 
da  20. de  ancl^  Si  á  UnI  80,000  kilómetrQS  cuadrado^  del  lago  de~ 
Castilla  la  Nqfta,  se  unen  loa  60,000  ¿el  catalan-castellai^p  y  loa 
^^  4p^d^' TevQel,  seobtieM  Ift  knportante  suma  ^e.l454¡[)p^(^ 
iM^roff  fiv4^!^  9<oiij^qa,  eu  la  península  ibérica  ^or  eí  ter* 
cifori^  laoof ^:#df ip^:el  esD^Ejor  dd  este  vAsto  deposito  lleg^y 
pasa  de  3pí>  pies  ei|fl¡«qtosl^g^  v  .     .   ^,    -^rz 

,  *^9^  jpf^jí^TBMB^  de  sedimentos  de  agua  dulce»  .d^t^ósUa^^a^ 
lejitament¿  en  bapas  bonaEomaies  áe  calcáreas  arcillosas  án^o-. 
gas ^ la^ de f&a^tHQwen,  barros^ gypi^os,. pugin^ae  cantos TOaa-^ 

i>gU4p.fal*6sis)i^i^ide  uunenso^-nosi  que  nan  t€&r<^do  dus  a^tiaB, 

(1)  o.  Heer,  Dio.  Insekten  Fai3iiader,t9rtiM||;eVpd|^  K^ivi^púmeii  «a|;fr9atifS. 
Leipiig,  1847-5$,  in.  4 o  -  no»  tertiaria  Mi^^,  pOfX  ^W^^m  \9fi^Pk ^%T) 
P)  Ch.  Lydl,  2«  edío.  teano,  pá^^M^ -i:  , .»  .i       '     -■:.  ^.  ..     ... .  ;  /,  '     :., 

(3)  E.  de  VemevUSMerCMtomMM«,-g|riitBÍ«>oMA^ 
S "?  edio.  ParU»  1868,  in-f oBo. 


á9t 

en  aquellos  gírandes  estanqueB,  durante  an  lapsa  considerable 
de  tiempo. 

.  '^ales  rios  snpotien  por  sí  mismos  grandes  conlinentes,  qtié 
énla  reconstrucción  de  nuestro  hemisferio  en  el  pasado,  no  pne-* 
den  ser  colocados  sino  hacia  el  IfO.  Las  rocas  antiguas  de  I09 
Pirineos  álN*.;  los  granitos  y  los  genios  de  los  montes  Carpen'^ 
fánicbs;  las  masas .  silnrianás  de  la  Sierra  Morena;  los  'móñtétf 
Imcitanos^  de  Sakmanca  7  Tiltafráirca,  impedían  el  paso  á  las 
agnaa  dnlbes.  Af  S.'  j  al  Ú.  fas  depóritos  téraarids  marinod  efe 
Andalacía  y  de  Mnrcia,  dé  falencia  y  dtí  Clatalnfia,  formabail  los( 
bordes  de' un  mediterráneo  en  qtre  se  precipitaban  las  agnas  ié 
los  lagos.  Queda  el  KO;  á  dohde  los  geólogos  irán  á  buscar  las^ 
fuentes  de  los  rios  terciarios;  el  NO.  en  qne  sin  dtida  se  encon*' 
ttuba  el  Continente  Atlántico;  entre  España,  Irtanda'  j  los  Es- 
tados Unidos,,  sirrfendó  de  puente  á  las  emigraciones  niás  <5^mé<>>' 
nos  IdhtiEks  Jla  las  pl^ntasi  dé  lúa  ttnÜxiflles  y  del  hombre,  eá  la* 
apoca  terdflfcL^'    '^     '•  f     •  -"•  :    ■• 

'*QtLé  hayáú  seguido  está  ^a,  ^egtm  piensan  MM.  E.  de  Tér^' 
neüti  y  Collo'mb;  qae  sé  prbdt^raii  por  medió  de  uña  comnni*^ 
cación  terrestre^^^utrela  AméñiM  yel'Asia  Oriental,  eomo  qaie-^ 
retí  MM.  Asa  Gray  y  Dlivier;  (1^)  que  ta  general  timesen  Itgar, 
4S6tnó  cree  |1.  Charles  Dttrwin^  i^Yvot  las  partes  setentrionáles 
del  Antiguo  y  del  Iffnevo  Mnndó,  ^reunidos  casi  cpntimiacnénter 
''^or  iiértas'  qtte  entonces  podían  servir  de  puentes,  y  ahora  son 
''yitransitáblés  por  el  frio',^'  poco  iái{>orta  ú  la  sotnoion  dd  pro*' 

hi^iÁá.^     • :    '  *'  /'  '.*?'*    '  '■'  '■  '•  •  ■ '  • 

Sai^tá  áqní  l|k  dopiáíf  fagamos  AlgtMU  reÜdxioiies.  Démostra* 
dá:  U  etistenbiqi  del^Iiómbre  én  áti6sfr<y  éÁ^tiüenté  ^áde  fa-épo^* 
oá  téréíaríá,  lo  enlatad  &ace  tídíitémpordñeo  «c^él  del  Ti^jo  ]ftm« 
^;  con*  certeza  ^e  las  ]^ríhiitíyas  coiminieacfonés  db^Amárite  ooú 
E^dt^'á  pói  él '  E.,  con  el  A^  jlc^t  él  O.,  cambian  cplñpletettien<í 
1^  dé  aspeci^  ias  cneltioneB  tantsi^go  ifecfa^o  oontrotéitidás, 
^célréa  déi'orí¿en  délós'Ümericáiííos.  En  efeót»,  hújñ  pasado  i&* 
féci^tnenté  de  Asltt,  Ifá^a  dado  lá  Vaélta  por  ÍEÍfirdpá,  sié)úiprd 
¿íaíésk  i^(^i^veiiká¿ú ^é'la;  lk¿ft  amdríóAiía  Vielié  dejos  hútú:^ 


(^  dhl  ÍHxim,  Í^^QHg^e  des  .esp^  par  sclfiótíóik  natiírétfi^  d; «;  édÍA:^£^&L 
íaili,  Í66S,  ín  a>,  piíg.  4*J.-0f.  SdíSmper,  ©¿L  6l  pag.  98.'    ' 

88 


N. 


39» 

brea  cercanos  ^  la  creación.  Esta  raza  antiquísima  es  la  propia 
del  «meló,  con  au  lenguaje,  con  su  oiyilizacion  peculiares.  3pa 
ociosas,  ppr  consecuencias  las  porfiadas  ,di^pu);a9  acerca  de  ú  los 
primitivoa  pobladores  fueron  griegos,.  jcarta^peaes«  españoles  ó 
iaraélitas:  es  aJbsurdoderivarlps  pueblos- antiguos  de  I09  ipodelr^ 
nos.  Las  comparaciones  de  costumbres  7  lenguas,  tomadas  cqh* 
Dao  argumentos  para  establecer  los  orígenes,  son  .igualmente  ^u- 
pericas:  ni  se  puede  Babe;r  cuál  fué  aquel  idioma  primitivo  911 
BU  prístina  rudeza,  ni  sq  atinará  á  descifrar  el  estado  incipiente 
j  rudimentaario  de  la  primera  ^nilia:  no  cab,e  comparación  en* 
tre  lo.conocidp  7  lo  ignorado.  De  entonces  para  abora  transen* 
rrieion  mndios  siglos,  en  que.  mil  cambios  se  verificaron,  perdis 
dps  en  la^pche  de  los  tie^ipos. 

.La  c^estipA  actjiual  <)on8Íste,  en  ras^^ear;,  cu^to , posible  fuera, 
de  cuál  nianera  vivió  en  I06  siglos  repotos  el  ser  inteligente; 
cómo  se  eztesulió  sobre  el  oontinepite,  por  niedip  de. las  emi^a- 
dones,  de  las  diferentes  tribus;  cuáles  fueron  los  ^(P^os  esf¡a'*. 
dos'de  su  civiUsaciojí  dudante  el  tiempo,, ^^ducldos  de  íasi  obras 
que  á  nuestro  poder  llegaron,  juz^ndolas,  ja  bajo  el  aspecto  do 
la  aptitud  prppia,  ya  bajo  el  influjo  q^e  l^ayau  ejercido  la  imita- 
ción Q  el  enseñamiento,  .  La  comparación  4e  idiomas  7  oostum- . 
pres^será  (^e  inmenso  proveclip,  apliega  á  j(fi  determinación  de 
las  Qomnnicaciones  que  los  amerf^^os  ha^an  podidp  tener  cpi^ 
los  pueblos, dj^l  antiguo  Mundo,  deducieDdo  si  tuvieron  lugas 
ái^tj^  16  después  de.  rbtoí^  los  puentes  de  comunicación.  : 

También  la  cuestión  respecto  de  los  animales  cambia  total* 
mefite,  No  se.^eguAtará  abpra  la  causa  de  qu^  ^cíei^ta.  clase  de 
Ipa  útiles  no(Jhieriui:encp];itcadQ8.  ^nAjpiérioa;  mejor  deberá  in-r 
quirirselos  Kiotivos  que  tr^ijeron  suextermi|iu>...Éneatp  cj^pítu- 
lo,  ^  pu^de»  .ap^tar  fápilioenl^  laa.  resp^si^cú  Se  comprenda 

*  que  Jpaiprand^  mami&rpa  ^ufflvib^eroi^  cuando  te^n^ina^p.^ 
perípdp  geoi^l^co  á  qw  eorresiKÍpd^,  1^  faltaron  Up  cpndicio- 
Aefi  jlfiológica^  /f  que.  les  tenia  f^sgetpa.^giSuprjdmp  OÉÍlajBedor  4^1 
ig^iiyeriip;  6  jn^J^ieQ^segjo^l^rc^eo,^^^^  á^sayarepjierp^  á. 

<;maeenenqa  deiUiÁW^  ^taeliamo  díl^Tiat*  ^BiL^Qnfmto  4  h^ 
cuadrúpedos  cosmopolitas,  propios  de  la  Spoca  actual,  dismmu- 
yeron  en  los  grandes  trastornos  eniptivpjEt,  y  upsi^^lPi^^^ll^^W^ 
^^ft^P'^PP^^^i^^^^^^^T^^  y  sacarles  provecho,  quedando 

,  abandonados  al  estado'  si^^aje.  pprécioron  bajo  las^gaixas  de  loi| 


299 

earniceros  ó  á  los  golpes  de  las  tribas  cazadoras.  Los  soles  oos- 
mogónioos  de  los  méxica  son  los  recuerdos  de  las  grandes  catás- 
trofes: el  Atonatinh  de  la  invasión  poderosa  de  las  aguas;  el  He- 
tonatinh  de  la  época  de  los  inmensos  trastornos  Tolcánicos;  el 
Tlaltonatinh  de  los  moTÍmientos  seismoldgicos  producidos  en  la 
costra,  terrestre  por  los  embates  del  fuego  central. 


# 


*  1 


•    •   I 


t  t 


•    'O 


»    #  • 


f 


.'** 


<   *  t 


**.     I       {    .    • 


K.t'         ;  !*l    «  J       ■         I        *V 


fíí. 


•  t 


j .''     r'' 


<       r 


y.-:    f  ■ «    I  'i    { > .  í^  w 


#< 


if. 


■  É      ,  •  » 


•■•    • 


•   s.«       •   »   • 


«.    f 


• 

»»       -    I  •  ■    I 


»    •         *"         '*       fí 


•  f»i':.A 


t    * 


>.  * . 


;  *    '   sj:.'  >v¡  !..  í»? 


*  '.rioc; 


y  .      «    .11   I       «    J    .il'illA    J.  «. 

f  r 

•  .  ,    .'      •       »       ^  r 


y 


CAPITULO  n. 


XL  HOKBBK  PBBHXSldBiaO. 


♦ 


no9.-~OonehaM  y  {ea/raiocki.-'Oobre.-~KUaoenmod^  troghdUoi.^Bkl' 

don»  9o6ialM,'^Dt¥mn3^  ¡etUo  da  la  humanidcuL 


EL  hombre  es  superior  al  bruto,  en  cuimtó  se  diferencia  la  in- 
teligencia del  instinto.  Llamamos  instinto  á  1¿  suma  do 
conocimientos  que  del  Creador  recibió  el  animal,  parasuoonser- 
yacion,  defensa»  reproducción,  j  para  desempeñar  el  papel  que 
tiene  asignado  en  la  creación.  En  todos  los  casos  el  instinto  es 
completo;  si  parece,  por  ejemplo,  inferior  en  el  gusano  que  en  el 
elefante,  esto  proviene  de  las  diversas  funiñones  que  tiene  que 
^cutar,  mas  no  porque  el  gusano  no  esté  dotado  de  los  medios 
perfectos  de  atender  á  su  emplSa  El  instinto  es  constante;  ni 
cambia»  ni  se  perfecciona.  El  gorrión  actual  fabrica  su  nido  en 
la  misma  forma  j  de  los  mismos  materiales  que  el  primitiro;  él 
peiTO  ladra  aun  cuando  se  le  críe  apartado  de  sus  iguales;  la 
araña  tejedora  no  inventa  todavía  diversa  urdidumbre  para  su 
tela:  todo  el  reino  animal  ha  permanecido  estacionario.  El  ani- 
mal sabe,  no  aprende. 
I>e  la  inteligencia  forman  parte  el  instinto  y  la  facultad  de  la 


abstracción.  La  inteligencia  no  pennanece  estacionaria;  cambia, 
06  pnlimentay  se  desarrolla,  se  transforma  de  mil  maneras  dife- 
rentes. ^1  hombre  sabe,  aprende,  é  inventa.  Las  manifestacio- 
nes de  la  perfección  física  j  moral  del  aér  inteligente  constitn- 
fBik  sn  cÍYÍlizacion.  La  perfecciones  la  le  j  impuesta  por  el  Crea- 
dor á  la  humanidad. 

La  historia  comienza  enando  los  hombres  adquieren-  los  me- 
dios adecuados  para  perpetuar  los  acontecimientos:  antes,  sólo 
puede  existir  la  tradiei(^.  Llamamos  nosotros  hombre  prehistó- 
rico, al  que  existió  antes  de  la  historia,  nuestra  definición  no 
preocupa  ninguna  idea  religiosa.  Para  rastrear  algo  de  los  suce- 
sos pasados,  á  falta  de  los  documentos  escritos  y  de  la  tradición, 
quedan  los  monumentos  grandes  ó  pequeños,  obra  del  hombre,  y 
en  áltimo  término  las  rcTelaciones  de  la  ciencia. 

Dice  la  relacícm  bíblica,  que  el  hombre  vivía  exento  de  pSna 
en  un  lugar  delicioso;  se  hizo  reo  gustando  la  fruta  del  árbol 
prohibido  7«4b  allí  fué  arrojado  quedando  sujetó  i,  comer  el  pan 
son  el  sudor  de  su  rostro.  Llámase  á  esto  la  maldición  de  Dios. 
Vué  fina  maldición  digi^a  de  la  Divinidad;  supuesto  que  al  colo- 
car al  hombre  en  la  alternativa  de  alimentarse  ó  morir,  puso  en 
la  cabesa  7  en  el  corazón  de  éste  la  necesidad  del  trabajo,  fuente 
de  todo  adelanto,  germen  de  las  obras  útiles  j  grandes.  Consi- 
deradlo bien;  suprimid  ^n  et  hombre  ese  móvil  siempre  rena- 
oíente,  y  será  menos  que  la  ftera- que  impelida  por  el  hámbVe 
tíme  que  ocuparse  en  poner  acechanzas  á  su  presa;  menos  que 
la  planta  sujeta  á  la  tierra  para  sacar  la  savia:  la  inteligencia  hu- 
biera quedado  encasquillada  en  una  roca. 

8e  infiere  de  la  constitución  humana,  que  buscar  los  produo- 
tos  espontáneos  del  suelo  fué  su  primera  indeclinable  ocupación. 
Kb  sabemos  salir  de  este  dilema:  ó^lOreador  colocasu  hechura 
ea  época  y  lugar  que  hicieran  iiñposible  el  perecimiettto  del  ser 
ndmade,  antes  que  pudiera  convertirse  én  Efedentario  agricultor; 
dios  primeros  padree- de  los  pueblos,  al  encontrarse  en  el  pi^ 
que  fué  üi  cuna,  eran  ya  poseedores  de  varios  conocimientos. 
Bajo  el  primer  aspecto,  ^1  paraíso  biblico  resulta  s6  sólo  un 
pensamiento  verdadero,  élbo  prelimdamente  filosófico. 

lias  primaras  reYeSadones  de  la  paleontología  huteana  versan 
Morea  del  fuego  y  de  las  armas.  Si  se  niega  «er  iaturtito,  el  usé 
áA  fuego  fué  el  msyof  de  los  deseubiteieirtos  Aél  hoi&bre  ptl^ 


mitíiYo.  A  nuestro  entender,  ni  el  inoendio  de  xm  árbol  por  el  rajo, 
ni  la  combustión  producida  por  una  reacción  quiinica^  pudieron 
eneeñar  á  los  rústicos  de  entonces,  el  aprovechar  un  elemento 
que  devora  ó  daña  cuanto  toca;  ha  de  haber  sido  indispensable 
la  vida  en  una  comarca  atormentada  por  el  fuego  subterráneo^ 
en  época  de  corta  actividad.  Tiempo  mucho  ha  de  haber  tras- 
currido^ entre  tomar  la  llama,  saberla  trasladar  á  otro  sitio,  con- 
servarla, 7  hacer  el  último  supremo  esfuerzo,,  renovarla  cuando 
por  casualidad  se  extinguiera.  Dueño  el  hoai^bre  del  fuego,  había 
dado  un  paso  jigantesco:  era  la  modificadLon  de  los  alimentos,  el 
prinpipio  de  lac^  cpmodidades;  calor  p^ra  defenderse  de  la  intem- 
perie, luz  para  disipar  las  tinieblas;  nacían  lasartesf  que  produ- 
jeron los  sólidos  utensilios  de  barro,  el  ladrillo  j  la  canoa.  Cuan- 
do al  pié  del  árbol  copado,  ó  de  la  gruta  nfbtural,  ó  en  la  informe 
chaza  de  ramas,  que  eran  el  abrigo  de  los  descubridores,  se  puso 
el  f uegQ^  contínuam'ente  alimentado  con  leños  qiie  se  retorcían 
chisporroteando,  y  al  rededor,  hombres,  mujeres  y^  niños  se  sen- 
taron á  contemplar  admirados,  se  hizo  fijo  y  a]^otoao  el  hogav 
doméstico,  se  constituyó  definitivamente  la  familia  y  en  ^la^l 
elemento  primero,  de  la  swiedad.  .'  ^ 

Las  armas  significan  li^  propia  defensa,  eo^^fara  los  animales 
epormes  y  bravos  de  las  faunas  antiguas.  De,  la  ra^úr  informe 
desgajada' del  árbol^de  los  cantos  arrojados  pon  lam^au),  se.  po- 
sa á  la.  hacha  de  ¡liedra,  á  la  lanza  ajrmada  de  un  hueso  penetran- 
te,, y  n^^s  tarde  á  la  flecha,  que  ya  presupone  un  madero  clásico 
labrado»  una  cuerda  retorcida  de  fibras  vegetaiesi  la  correa  saoa-^ 
da  de  una  piel,  ó  los  ten4oneB  arranpados  á  un  cuadrúpedo.  £1 
más  inocente  de  los  empleos  dados  alas  armas. fué»  el.de  la.pro- 
jteccíon  á  la  familia;  siguióse  la  caza,  matansa  de  los  anímales  por 
necesidad  ó  por  codicia;  sobrevinieron  las  <sontiendas  en  que  se 
vertióla  fiangiie  humana^  cuando  separadas  las  tribus  se  combatía^ 
ron  para  disputar  qna  parte  deligua  limpiai^iun  c^mpoil^o  dei^- 
tofkr  17odayía  duran  hoy»  la  cacaí  empico'  ^p  los  desocupados»  '1a 
guerra  de  derecho  iiq'usto  de  las  na(Hones  fuertes^  »  ^  ^  "^  ■  :  •> 
^,;jS^gi9Íéi;^se  los  i|tíies'  aplvsa^l^  á  i^,.ai;t^9^  los  pn»4aeÍiQ0  de 
las  diversa  industrias^  más  4r^no8(#)S00S|!^d6  materi^Bs  Daáaó 
menos  <^Iicadp8>:<»^lormejfdgnHlQ.  de  adalan^a  ^l^sai^íadp  por 
iQft  fttí$0i9A«  Xras,^..necf|s^ÍD^seprespptarqnlo^¿tily.lo  agca^ 
4^^^:  afilio:  otifíl  »e]Ci^i4atf  4igW  7  «49^990  PA^a  ei£«Janaq|0b 


pues  el  arte  de  bien  parecer  no  era  desconocido  de  las  razas  pt^- 
históricas,  y  la  moda  hizo  las  delicias  de  la  mnjér  desde  los  tiem- 
pos primitivos.    .      , 

De  las  obras  del  hombre,  en  México,  no  estamos  aún  en  esta- 
do de  dar  cumplidas  noticias*  Si  bajo  el  punto  de  vista  artístico 
han  sido  juzgada^  con  tino  y  se  las  conoceen  su  aspecto  arqueo- 
lógico, fáltanles  los  caracteres  esenciales  geológico  y  |>aleontólo- 
gico  para  poderlas  distribuir  en  series  de  clasificación.  Este  es- 
tudio, ahora  incipiente,  sólo  podrá  cumplirse  en  él  porvenir  pot 
los  hombres  científicos.  Qarémos  por  nuestra  parte  cuanto  nos 
sea  posible;  examinaremos  aquéllas  obras  por  sus  diversas  con^ 
diciones,  y  guiados  por  los  ensañamientos  de  la  historia  podré- 
'  mos  señalar /algunas  diferenci&is.  Descúbrese  en  general  cuando 
pertenecen  á  distingos  pueblos;  se  distingue  por  ellas  ciertos  gra- 
dos de  adelanto,  si  bien  (^frecen  un  tipo  que  puede  llamarse  naF- 
cioual.  Los  materiales  empleados  pueden  dar  cierta  medida  acer- 
ca de  su  antigüedad. 

En  Europa  se  distinguen  dos  grandes  épocas:  1&  I^eriodo  de 
la  piedra;  2*  período  de  los  metales.  Subdivídese  aquella,  en  pe- 
ríodo de  la  piedra  bruta,  y  período  de  la  piedra  pulinientada.  Sé 
divide  ésta  ejx  los  períodos  del  bronce  y  del  hierro.  En  México 
no  se  puede  aplicar  está  clasificación.  Sin  duda  alguna  existió 
una  época  dé  la  piedra,  bri^ta,  á  la  cual  siguió  la  de  la  piedra  pu- 
lÍQientada;  pqro  lá  .verdadera  separación  entre  ambas  no  nos  es 
conocida.  De  los  mett^es^fué  aésconocidoelhie)rro;  existieron ^el 
cobre  j  ,el  bronce.  El.  tiso  de  los  metales,  sin  embargó,  no  extin- 
guió elídela  piedrín;  cuando  aparecieron»  en  tiempo  de  una  civi- 
lización adelantada,  ^tuViérón  sus  aplicaciones  prácticas,  no  obs- 
tante lo  cual^subsistie^pn  las.  armas  y  los  utensilios  de  piedra^ 
hasta  jque  fué  extinguida  la  civilizacipn  mexicaiía.  De  aquí  nace, 
por  ahora,  está  división:  I""  Época  de  la  piedra  bruta, <  ó  primiti- 
va: 2*?  Época  ae'la  piedra  pulíiUentada,  indefinida,  mezolada  con 
la  presencia  del  cobre.  Respecto  de  los  materiales  se  presentáis 
tres  divisiones  bien  margadas:  1^  El  silex  6  pedernal,  (ecpaü;  íf' 
L^  obsidiana,  ^itzíli;  ^  Lfts  ¿iedrscs'  pulidas,  teÜ.        ' 

lElefiriéndose  Hatiiy  á  los  instrumentos  de  jiiedra;  en  el  Yi^ó 
Mundo,  en  la  edad  del  Mammón th,  asigna  como  materiales  de  qué 
están  formados,  "la  cuarcita,  traquita,  pholonita,  ágata,  obsidia- 
na^ tomadas  casi  siempre  de  las  variedadea'del  'úl&x^  siendo  los 


usados  más  frecuentemente  los  bíUx  pirámacos^  córneos  j  pas- 
poides."  ^'Empezando  por  los  instrumentos  de  piedra,  dice  Yila- 
nova,  debemos  notar  la  circunstancia  de  que  la  materia  más  co- 
munmente empleada  por  el  hombre  en  todas  las  comarcas  del 
mundo,  en  que  hasta  el  presente  se  han  encontrado,  es  el  cuar- 
zo ámorjo  ó  pedernal,  la  cuarcita  y  la  obsidiana;  en  tiempos  pos- 
teriores echa  mano  de  otras  sustancias.  ¿Habrá  alguna  razón 
que  explique  este  hecho  singular?  Nosotros  la  encontramos:  1"* 
en  ser  estas  rocas  muy  abundantes,  en  particular  el  pedernal: 
y  2"*  en  la  propia  estructura  y  fractura  concoidea  que  las  carac- 
..teriza,  en  virtud  de  las  cuales  no  debió  ser  difícil  al  hombre  prí- 
miÜTO,  apreciar  el  resultado  de  un  golpe  seco,  <;on  lo  que'  hoy 
se  llama  percutor,  contra  un  pedazo  cualquiera  de  dichas  rocas/^ 

Adnñtida  la  presencia  del  hombre  en  el  terreno  terciario  su- 
perior, en  la  época  paleolítica,  los  restos  de  sus  obras  encon* 
tradas,  se  reducen  á.  útiles  bruscos  de  pedernal,  como  cascos 
irregulares,  flechas  toscas,  perforadores,  &c  (1)  Entre  nosotros 
nada  existe  de  este  período;  si  algo  relativo  ha  sido  visto,  los 
curiosos  no  han  sabido  distinguirles,  y  como  objetos  de  formas 
no  bien  definidas,  fiíeron  desechados  <somo  inservibles,  cual  pie- 
dras brutas  sin  significado  alguno. 

Nuestras  observaciones  nos  dicen,  que  el  silex  fué  empleado 
en  México,  desde  los  tiempos  más  remotos;  pero  como  su  uso 
fie  prolongó  hasta  la  época  moderna,  im|!>brta  conocer  los  carao; 
iéres  distintivos  de  las  piezas  antiguas.  El  silex,  toma  el  color 
del  depósito  en  que  permaneció  sepultado,  presentando  tintes 
amarillos  de  ocre,  rojizo  oscuro,  gris,  gris  negruzco»  blanco  6 
blanco  azulado;  proviene  de  que  la  superficie  ha  sido  descom!- 
jpuesta,  en  un  espesor  variable  de  4  ^  6  milímetros,  formando  la 
jpatinoj  6  sea  la  película,  superficial  de  «Uíeato  de  cal.  A  veces  se 
notan  las  dendritcLS,  cristalizaciones  superficiales,  generalmente 
de  óxidos  mezclados  de  fierro,  y  de  manganeso,  de  un  gtis  negruz- 
¡QOf  en  figuras  muy  n^etnudafi  arborecéntes,  semejantes  &  ciertas 
plantas  marinas. 

Correspondientes  á  la  época  arqueolitica,  en  que  el  hombre 
ge  manifiesta  en  el  Yalle,  tenemos  bien  definidas  las  hachas,  los 
QUfChiUos  y  las  flechas. 

O)  Aaftigaadid  dtí  liombM,  p<g.  170* 


\ 


306 

Gaiándonos  por  las  formas  ^más  acentuadas,  distinguiremos 
las  hachas  de  sílex  en  primer  Ingar,  en  las  que  llamaremos  de 
corte.  Presentan  al  un  extremo  pnnta  más  ó  menos  agnda,  mien- 
tras al  opuesto,  terminan  en  filo  en  línea  recta.  A  este  tipo  per- 
tenecen dos,  "encontradas  en  Texcoco  por  M.  J.  Bowring,  hace 
más  de  quince  años;  son  de  silex  gris  y  casi  de  la  misma  forma. 
Mide  la  mayor  18  centímetros  de  longitud^  con  un  espesor  má- 
ximo de  sólo  8  milímetros;,  están, hábilmente  talladas  por  frac- 
turas concoidalos,  con  los  bordes  bastante  cortantes,  sobre  to- 
do, hacia  la  punta,  habiéndose  obtenido  el  filo  á  golpes,  y  no 
por  medio  de  raspaduras.  Es  la  arma  en  su  simplicidad  pri- 
mitiva, labrada  con  la  franca  destreza  de  una  mano  ruda,  pe- 
culiar de  la  edad  primera;  las  análogas  á  esta  arma,  han  sido 
encontradas  en  Europa,  en  los  aluviones  más  antiguos,  con  los 
restos  del  hombre  revelando  su  existencia  en  la  jépoca  cuater- 
naria  (1)" 

Las  hachas  de  punta,  presentan  una  aguda  al  un  lado,  termi- 
.  nando  en  el  contrapuesto  en  un'fílo  más  ó  menos  curvo.  Le  di- 
cen agesta  forma  ovalada,  laceolada  ó  amigdaloidea,  si  bien  las 
distinguen  por  laceolada  larga  si  la  punta  es  prolongada;  laceola- 
da corta  si  la  punta  es  menor;  amigdaloidea  si  ambos  extremos 
son  curvos.  (2)  El  primer  tipo  es  común  en  Francia,  Liglat^inpf, 
Bélgica,  España,  Tebas,  Babilonia,  Palestina  y  ^n  el  Hindostán; 
el  segundo  en  Inglaterra,  y  el  tercero  en  Inglaterra,  Francia, 
España  6  Hindostán.  Una  hacha  del  tipo  lanceolada  larga, 
se  sacó  de  la  isla  de  Cozumel,  Yucatán;  está  labrada  á  golpe 
y  la  patina  de  que  está  revestida,  le  dan  carácter  de  grande 
antigüedad. 

Estas  armas  son  semejantes  á  las  tj^adas  actualmente  por  al* 
gunos  salvajes  de  la  Oceania.  Indican  cierto  estado  de  adelanto, 
y  sin  duda  fueron  empleadas  no  sólo  en  la  caza  y  en  la  guerra, 
sino  también  en  cortar  madera,  para  alimentar  e^I  fuego,  ó  para 
idgi^nos  usos  industriales. 

Las  láminas  de  silex  para  puntas  de  lanzas  se  pueden  cl£i.sifi- 
car  en  tres  formas  principales.  La  lanceolada  propiamente  di-;, 

(1)  Ezpioration  mináralogiqtie  des  regions  mégicainos,  par  H.  E.  Qaülomin  Ta- 
layne.  París,  1869.  Pág.  239. 

(2)  Hamy,  pág.  184.  Vilanova,  pág.  219. 

89 


S06 

cha,  terminando  en  punta  más  ó  menos  aguda,  mientras  el  ex« 
tremo  opuesto  es  curvilíneo:  el  tipo  es  muy  común  en  Europa. 
La  triangular,  en  cuya  parte  inferior  se  nota  un  apéndice  desti- 
nado á  quedar  fijo  sobre  el  asta:  la  forma  no  es  de  las  más  co- 
munes. Las  de  doble  punta,  ó  terminando  en  punta  por  ambos 
extremos:  este  tipo  es  el  encontrado  por  Lartet  y  Christy  en 
Langerie-Hante,  y  por  H.  de  Fezry  en  Solutre.  (1)  Dos  ejem- 
plares notables  tenemos  á  la  vista:  el  uno  sacado  del  cerro  de 
Texcotzinco  cerca  de  Texcoco,  mide  0,°^2i  de  largo,  O,"*  070 
en  su  mayor  anchura,  con  O,™  010  grueso;  la  figura  fué  obtenida 
por  percucion  así  como  los  filos,  siendo  de  regularidad  per- 
fecta. El  segundo  fue  hallado  en  la  isla  de  Cozumel,  hacién- 
dole importante  la  patina  amarilla  de  ^cre  de  que  está  reves- 
tida. 

Las  armas  no  presentan  dimensiones  constantes,  y  aun  la  fi- 
gura cambia  un  tanto.  Debe  observarse,  que  las  lanzas  de  doble 
punta  sirvieron  también  como  cuchillos,  en  cuyo  caso  se  les  acó- 
S.odabaun  mango,  que  permitía  manejarle  ynsarla  segunda 
punta  cuando  la  primera  estaba  embotada. 

Las  flechas  afectan  comunmente  la  forma  triangular  más  6 
menos  prolongada,  teniendo  un  apéndice  para  ser  fijadas  en  el 
a^B.  Las  cortas  son  comunes  en  todos  los  países;  las  prolon- 
gadas son  idénticas  á  las  de  Monte  Govio  y  de  Molia  en  la  Li- 
guria. (2) 

En  su  lugar  respectivo  dimos  cuenta  del  uso  que  los  mexicanos 
hacían  de  la  obsidiana,  itztli.  La  obsidiana  de  Pénjamo,  segon 
nos  dice  el  Sr.  Barcena,  parece  que  fué  mtiy  apreciada  por  los 
hombres  prehistóricos,  si  ha  de  juzgarse  por  los  objetos  fabrica- 
dos de  esta  roca,  vistos  á  largas  distancias  del  yacimiento.  En 
el  valle  de  Ameca,  Jalisco,  en  el  lugar  nombrado  Lomas  del  tio 
Ayala,  cerca  de  la  hacienda  del  Cabezón,  se  encuentran  restos 
humanos  y  con  ellos  unos  pequeños  objetos  denominados  botones, 
son  discos  casi  circulares,  con  un  horado  que  no  corresponde  al 
centro,  pulidos  por  ambas  caras,  formados  los  bordes  por  perca- 
oion:  servían  para  collares,  pulseras  y  adornos. 

De  la  manera  en  que  Idñ  méxica  labraban  la  obsidiana,  sacan 

(1)  Hamy,  pág,  887. 

(2)  Hamy,  pág.  18. 


307 

lo8  esquimales  sus  trozos  de  sílex.  '^Parece,  dice  Lubbock,  (1) 
qae  los  fragmentos  de  obsidiana  no  se  sacaban  por  percucion, 
sino  por  una  fuerte  presión;  según  Sir  E.  Belcher,  (2)  los  esqui- 
nales emplean  el  mismo  procedimiento  en  la  fábrica  de  sus  ins- 
trumentos de  petrosilex.  "Escogen,  dice,  una  pieza  de  madera, 
^'en  la  que  labran  una  cavidad  en  forma  de  cuchara  y  colocan  so» 
"bre  ella  el  trozo  de  piedra  que  van  á  trabajar,  luego  oprimen 
"verticalmente  sobre  el  borde,  ahora  de  un  lado,  ahora  del  otro, 
''hasta  que  á  fuerza  de  arrancar  pequeñas  astillas  dan  á  la  piedra 
'la  figura  de  una  lanza  ó  de  una  flecha,  con  los  filos  dentellados." 
El  teniente  Beckwith  asegura,  que  tos  indios  de  la  América  del 
N.  emplean  casi  el  mismo  artificio," 

Los  fragmentos  de  obsidiana  se  encuentran  derramados  por 
todo  el  país,  indicando  un  uso  general  de  la  roca  vitrea.  En  las 
comarcas  remotas  se  hallan  con  frecuencia  los  núcleos,  cosa  que 
indica  que  los  trozos  eran  llevados  á  lugares  distantes  para  ser 
labrados,  constituyendo  un  comercio  de  cierta  importancia.  En 
la  isla  de  Cozumel,  junto  con  las  armas  de  silex,  fué  desenterra- 
do un  núcleo,  y  en  la  península  de  Yucatán  se  encuentran  flechas 
y  figuras  del  mismo  mineral.  En  Casas  grandes  del  Oila,  con 
tiestos  de  loza  lindamente  pintada  de  blanco,  rojo  y  a2ul,  se  ven 
numerosos  pedazos  de  flechas  y  lanzas,  así  como  los  fragmentos 
saltados  al  labrar  los  trozos.  Tratándose  de  regiones  mucho  más 
lejanas,  refiere  Wilson,  (3)  según  el  informe  dirigido  á  la  Ame' 
rican  Ethmologiccd  Society  por  el  Dr.  Gerad  Troost,  que  en  los  re- 
conocimientos por  éste  practicados  en  muchos  sepulcros  del 
Tennessee,  fueron  hallados  lares,  adornos  y  utensilios  de  ruda 
construcción  íotmados  de  productos  naturales,  fuera  de  metales, 
abundando  los  objetos  de  obsidiana:  esto,  y  descubrir  conchas 
de  los  mares  australes  hizo  inferir  al  observador,  que  la  raza 
constructora  era  oriunda  de  alguna  comarca  tropical — "MM. 
Squier  y  Davia  aseguran,  que  en  los  túmulos  del  Mississippi  se 
encuentran  lado  á  lado,  en  el  mismo  lugar,  cobre  nativo  del  La- 
go superior,  mica  de  los  Alleghanies,  conchas  del  Golfo  y  obsi- 

(I)  li'Homme  avant  lliistoiro,  pág.  Se. 

f2j  Trans.  oí  the  Ethnologieal  Sodetj.  New.  Ser.  Yol.  1,  ptf .  188. 
(8)  Pxelúfltorio  man,  reaearohea  ídU>  ftba  oiigtai  ot  tMÚMMÜmk  m  the  oíd  aad  the 
New  WoxkL  Londoii,  1888.  Pág.  141. 


308 

diana  de  México."  (1)  Todavía  hoy  los  Habitantes  de  la  tierra  del 
fuego  usan  flechas  con  punta  de  obsidiana.  (2) 

No  hemos  visto  hachas  de  este  material  vitreo,  sin  duda  por 
ser  quebradizo;  se  le  empleaba  principalmente,  como  ya  sabe- 
ZQOS^  en  las  navajas  para  el  maxiuahuiüy  las  láminas  en  cuchillos, 
los  fragmentos  menores  en  lancetas,  y  era'  común  en  las  puntas 
de  flecha  de  diversas  figuras. 

El  período  de  la  piedra  pulimentada,  llamado  también  neolí- 
tico, se  distingue  de  los  anteriores,  en  que  armas  y  objetos  no 
están  formados  á  golpe  sobre  tnateriales  de  fractura  franca,  sino 
que  son  de  rocas  duras  y  vistosas,  de  formas  elegantes,  de  su- 
perficie liflft  y  pulida,  sin  ser  para  ello  obstáculo  la  textura  del 
fósil.  Generalmente  recibieron  empleos  la  diorita,  piroxenita, 
anábolita;  serpentina,  el  jade,  la  nefrita,  el  grupo  de  piedras  de 
los  pórfidos  magnesianos,  y  de  los  feldespáticos  y  petrosilex.  En 
México  se  dan  ejemplares  de  estas  materias  primas,  aunque  lo- 
mas frecuente  es  el  jade,  el  granito,  la  diorita,  el  jaspe,  la  piedra 
lidia,  no  siendo  muy  raro  encontrar  la  serpentina. 

Dividiremos  las  hachas  de  piedra  pulida  en  dos  secciones,  de- 
corte,  y  de  punta.  Las  hachas  de  corte,  por  regla  general,  pre- 
sentan un^Slo  formado  por  dos  caras,  ya  planas,  ya  más  6  menos 
curvas,  inclinadas  una  sobre  otra  en  un  ángulo  á  veces  de  45*^: 
el  extremo  opuesto,  á  veces  plano,  cambia  mnch4,s  veces  en  una 
superficie  redondeada,  más  ó  menos  convexa.  Por  la  punta  tenía 
el  uso  de  la  íi¿rma,  por  el  lado  opuesto  el  de  precutor  ó  martillo. 
El  instrumento  presenta  doá  variedades;  en  la  primera,  las  caras- 
terminales  son  planas;  en  la  segunda  desapar3cen  las  aristas,  y 
la  figura'  es  curva  sin  llegar  á  cilindrica.  A  veces  presentan  una 
ranura  destinada  á  recibir  '^1  mangó.  Hacha  de  corte  de  caras 
planas  es  el  número  13,  en  diorita,  de  procedencia  dudosa,  aun- 
que  mexicana.  Hacha  de  corte  curvo  el  námeró  14,  en  pórfido 
dorítico,  sacado  de  la  isla  de  Oozumel.   '   ' 

Hacha  coh  ranura  es  el  arma  del  numero  15, '^'figttada  de  pla- 
no y  de  perfil,  procedente  de  la  Oañada  de  Santa  Ana,'  cerca  de* 
Guanajuato,  que  me  fue  regalada  por  el  Dr.  Vidal.   Es  un  canto 
de  diorita,  destinado  por  su  forma-para  el  empleo  que  se  le'  dio: 

iX)  Imbbook,  L'Homme  av«Dt  rUstoira,  {><{;.  IS».' 

<2)  Lubbock,  loco  cit,  pág.  442.  .r '     .         i    . 


809 

tina  ranura  para  recibir  el  mango  fué  practicada  en  un  lado  de 
la  hacha,  y  se  obtuvo  el  corte  por  dos  planos  en  bicel,  encon- 
trándose en  un  ángulo  de  65^.  La  arista  es  correcta,  y  los  dos 
planos  presentan  tan  hermoso  pulimento  que  permiten  ver  la 
estractura  cristalina  de  la  roca." — "En  el  número  16  copié  una 
hacha  sacada  en  el  valle  del  Teul;  es  una  arma  de  pórfido  dor!- 
tico,  más  acabada  y  de  forma  más  elegante  que  la  de  Guanajua- 
to.  El  lugar  del  mango  está  señalado  por  sólo  un  lado  como  en 
la  precedente,  el  cual  es  uno  de  los  caracteres  de  las  armas  pri- 
mitivas. No  se  distingue  en  ella  parte  alguna  pulida." — "El  ar- 
ma enorme  figurada  por  ambos  lados  en  el  número  17,  mide  30 
centímetros  de  largo.  Todas  sus  caras  están  cortadas  con  per*- 
fecta  regularidad;  la  ranura  de  encima  pasa  á  los  costados,  el 
■corte  es  agudo,  y  la  arista  muy  rectilínea,  fué  obtenida  por  fric- 
ción en  las  dos  caras.  Esta  masa,  casi  cilíndrico-cónica,  es  de 
diorita;  fué  sacada  de  los  terrenos  de  la  Cañada  de  Santa  Ana, 
por  el  Dr.  Dugues,  quien  tuvo  la  bondad  de^regalármela."  (1) 

Colocamos  en  esta  sección  las  hachas  alongadas,  que  son  de 
poco  grueso,  afectando  la  forma  del  fruto  llamado  mango  de  ma^ 
nila.  Ejemplo  cumplido  de  este  tipo  es  el  Hache  azteque,  copiada 
en  las  Vue^  dea  CordíUéres,  lámina  XXVIII,  y  de  la  cual  dice 
Humboldt: — "Esta  hacha  de  feldespato  compacto,  que  pasa  al 
verdadero  jade  de  Saussure,  está  llena  de  jeroglíficos;  la  debo  á 
la  benevolencia  del  Sr.  D.  Manuel  Andrés  del  Rio,  profesor  de 
mineralogía  en  el  Colegio  de  Minería,  y  autor  de  un  excelente 
tratado  de  oritognosia;  la  deposité  en  el  gabinete  del  rey  de 
Prusia  en  Berlin.  El  jade,  el  feldespato  compacto  (dichter  fel- 
dspath),  la  piedra  lidia  y  algunas  variedades  de  basalto,  son  las 
sustancias  minerales  que  así  en  los  continentes  como  en  las  is- 
las de  la  mar  del  Sur,  sirvieron  á  los  pueblos  salvajes  y  á  los 
semicivilizados,  de  materiales  primeros  para  sus  hachas  y  oteas 
diversas  armas  defensivas.  I)el  mismo  ínodo  que  griegos  y  ro- 
manos conservaron  el  uso  del  bronce  mucho  después  de  la  in- 
troducción del  hierro,  aztecas  y  peruanos  siguieron  sirviéndose 
de  las  hachas  de  piedra,  aun  cuando  el  cobre  y  el  bronce  fuera 
entre  ellos  muy  común.  Nunca,  en  nuestras  largas  y  frecuentes 
esGursiones  por  las  Cordilleras  de  las  dos  Américas,  pudimos  des* 

(1)  Guillemin,  Ezploration  minenaógiqae,  pág.  240  y  sig. 


810 

cubrir  el  jade  en  btl  yacimiento,  y  cnanto  más  rara  nos  parece 
esta  roca,  tanto  más  nos  admira  la  gran  cantidad  de  hachas  de 
jade  que  se  encuentran  en  casi  todos  los  lugares,  otro  tiempo 
habitados,  en  que  se  hacen  excavaciones,  desde  el  Ohio  hasta 
las  montañas  de  Chile." — ^Wilson  reproduce  el  dibujo  de  Hum- 
boldt  bajo  el  titulo  Engraved  Aztec  Hatched. 

Las  hachas  de  punta,  son  generalmente  anligdaloides,  ó  se- 
mejantes á  una  almendra.  Se  encuentran  en  México  dé  primoro- 
so trabajo,  siendo  las  más  acabadas  la  de  Palenque,  Yucatán  y 
Centro  América.  En  formas  más  ó  menos  prolongadas,  son  idén- 
ticas á  las  de  basalto  en  Francia,  ó  de  dorita  en  Inglaterra,  pu- 
blicadas en  las  BelíqidruB  Aquitanice,  por  MM.  Ed,  Lartet  y  el  H. 
Oristy,  pág.  15;  á  las  de  diorita  de  la  América  del  Sur,  de  las  in- 
dias inglesas  y  de  Francia,  &a  La  igualdad  es  tan  palpable,  que 
había  llamado  la  atención  mucho  antes  de  que  á  este  estudio  se 
consagrara  particular  empeño.  ''Jussien,  que  reconoció  algunas 
armas  americanas,  hachas,  cuñas  y  flechas  del  Canadá,  y  de  las 
islas  caribes,  estableció  un  notable  paralelo  entre  estos  instru- 
mentos, y  los  del  Antiguo  Mundo,  cuando  todavía  gran  número 
de  personas  instruidas,  las  tomaban  á  principio  del  siglo  XYIIIy 
por  piedras  de  rayo.  En  una  Memoria  leida  en  la  Academia  de 
las  Ciencias,  (1)  año  1723,  demostró  que  las  piedras  labradas  con 
tanta  paciencia  por  los  americanos,  y  á  falta  de  fierro,  por  ellos 
empleadas  en  armar  sus  flechas,  y  labrar  la  madera,  son  semejan- 
tes á  las  recogidas  en  nuestras  comarcas;  de  donde  inñere:  "que 
^'nuestro  continente  estuvo  antiguamente  habitado  por  salvajes, 
^á  quienes  las  mismas  necesidades,  y  la  carencia  del  hierro,  im- 
^'pusieron  la  misma  industria."  Hechos  inútiles  sus  instrumen- 
tos, fueron  sepultados  en  grandes  cantidades,  allí  se  conserva- 
ron, y  hé  aquí  las  piedras  caldas  con  los  rayos."  (2) 

•La  idea  de  Jussien,  ha  sido  plenamente  confirmada  por  el  es- 
tudio, quedando  reconocido  que,  bajo  el  aspecto  de  forma,  de 
materiales  y  de  empleo,  las  armas  americanas  son  idénticas 
á  las  en  gran  número  encontradas  en  Scandinavia,  y  muchas  re- 
giones del  Viejo  Mundo.  I^Puede  explicarse  esta  semejanza,  por- 

(1)  De  Josfdeo,  De  Torigliie  et  de  Fasage  de  pleires  de  foudre.  (Mem.  Acad.  So. 
1723,  in4<?:,  pág.  6.) 

(2)  Hamy,  píg.  22. . 


r 


WLl 

que  dadas  las  mismas  condiciones,  el  hombre  procede  de  la  mis- 
ma manera  en  casos  iguales.  Ahora  la  respuesta  no  puede  satis* 
facer,  porque  fuera  de  las  semejanzas  ya  demostradas,  es  de  no* 
iar,  que  las  materias  primas  ó  no  se  encuentran,  6  al  menos  no 
son  comunes  en  los  diversos  países  que  presentan  aquellas  ar- 
mas, lo  cuál  prueba  evidentemente  comunicación  entre  los  pue- 
blos, relaciones  inmediatas  y  frecuentes.  De  este  capítulo  se 
toma  argumento  para  deducir  la  unión  de  la  América  con  Eu- 
ropa. 

Según  aparece  en  nuestras  antiguas  pinturas,  las  hachas  de 
piedra  recibían  un  mango  de  madera  algo  corvo,  más  grueso  en 
la  parte  superior,  que  hacia  la  empuñadura,  iguales  en  todo  á 
las  hachas  célticas.  (1)  Evidentemente  que  en  tiempos  antiguos 
sirvió  de  arma  en  la  caza  y  en  la  guerra;  pero  también  es  cierto, 
que  en  los  tiempos  históricos,  pierde  aquel  empleo;  y  entre  los 
pueblos  de  México,  queda  solamente  aplicada  á  usos  industria* 
les.  Nuestro  Museo  Nacional  guarda  hachas  de  piedra  con  ranu- 
ra, de  tales  peso  y  dimenciones,  que  un  hombre  forzudo  podría 
manejar  con  esfuerzo;  pero  las  hachas  modernas  son  cortas,  al- 
gunas muy  pequeñas  é  impropias  por  lo  mismo  para  drenar,  y 
algunas  hay  de  una  y  dos  pulgadas  de  largo.  Estas  ya  no  son 
hachas,  eran  cinceles  empleados  en  labrar  las  piedras  duras, 
obrando  como  perentores  para  el  silex  y  la  obsidiana.  Muy  ra- 
ras son  las  lanzas  y  flechas  de  piedra  pulimentada;  las.  primeras 
easi  siempre  fueron  de  silex;  las  segundas  de  pedernal  ó  de  ob" 
sídiana. 

I/as  rocas  duras  fueron  empleadas  para  formar  adornos.  De 
los  más  primitivos  son  las  cuentas,  que  ensartadas  en  hilos  de 
plantas  ó  en  tendones  de  animales  servían  de  gargantillas,  pulse- 
ras, pendientes,  &e.  Las  más  antiguas  parecen  ser  pequeños 
cantos  rodados,  tomados  de  los  rios,  de  cuarzo,  diorita,  feldes- 
pato, espato  cklizo,  &c,;  así  se  infiere  de  la  falta  de  unidad  en  la 
materia  prima:  de  la  figura  globulosa  é  irregular  al  mismo  tiem- 
po; de  las  quebraduras  que  las  afean,  estando  en  partes  bien  y 
en  otras  mal  pulidas;  en  la  desigualdad  del  tamaño:  se  buscaba 
en  los  cantos  una  forma  adecuada,  y  el  artífice  no  sabía  labrar- 
los oon  perfección.    Hacia  eljcentro  de  las  caras  más  planas,  Ue- 

(1)  V.  Lnbbodc,  looo.  di.  pág.  7a 


813 

yan  un  horado,  hecho  oon  un  perforador  cónico,  supuesto  serlo 
el  taladro,  j  además  la  piessa  era  atacada  por  ambos  lados  con- 
trapuestos, porque  el  agujero  tiene  la  forma  de  dos  conos  tocan* 
dose  por  el  yértioe.  Si  se  juzga  por  las  impresiones  que  las  pie- 
dras presentan;  pudiera  ser  que  se  aplicaran  sucesiyamente  per- 
foradores de  distintos  gruesos,  á  los  cuales  se  hacía  obrar  á  gol- 
pes, moyiéndoles  circularmente  con  la  mano  en  cada  esfuerzo, 
ayudándolo  con  agua  y  arena  fria  resistente.  Las  cuentas  finas, 
eyidentemente  más  modernas,  son  de  esmaragdita,  feldesfato, 
rocas  yerdes,  y  minerales  reputados  nobles  en  todos  los  países, 
teniéndose  en  mayor  precio  el  chalchihuUl;  la  figura  regular,  lo 
acabado  del  bruñido  y  la  bondad  del  material,  las  distingue  dé 
las  anteriores.  El  distintivo  principal  consiste,  en  ser  oilíndrioo 
el  taladro. 

De  las  cuentas  de  barro  cocido,  las  unas  son  lisas,  pintadas  de 
colores  brillantes.  Las  finas  son  de  mejor  barro,  y  Ueyan  en  re- 
lieve labores  y  figuras,  las  cuales  son  á  veces  del  mejor  gusto. 
En  su  lugar  dejamos  ya  dicho  lo  que  los  médica  alcanzaron  en 
las  artes  del  alfarero  y  del  jojista. 

Los* hombres  antiguos  se  adornaban  también  con  bayas  de  al- 
gunas plantas,  dientes  y  huesos  de  animales,  conchas  y  caraco- 
les. Hemos  visto  que  en  las  esoavaciones  del  Tequizquiac  se  en- 
contraron conchas  de  agua  dulce  y  marinas,  perforadas  para 
servir  de  adornos.  Caracoles  marinos  nos  ha  regalado  el  Sr.  Bar- 
cena sacados  de  un  túmulo  en  el  Estado  de  Jalisco,  y  el  mismo 
Sr.  encontró  ostras  en  los  túmulos  de  la  Sierra  Gorda.  Servían 
como  collares  ensartados  en  hilos,  y  según  la  forma  que  se  lea 
daba  en  ciertos  casos,  suspendidos  á  cuerdas  pequeñas  al  chocar 
lobunos  contra  los  otros,  debían  hacer  el  ruido  como  de  oasoabef- 
les.  Los  caracoles  marinos  que  tenemos  á  la  vista,  núm.  19,  están 
cortados  por  la  voluta  en  una  sección  perpendicular  al  eje;  en  la 
parte  superior  llevan  una  ranura  formada  con  un*raspador,  por 
la  cual  se  hacía  la  suspensión.  Esto  es  en  los  alongados;  en  los 
.  redondos  ae  ha  buscado  para  el  hilo  una  comunicación  interior, 
raspando  contra  una  piedra  dura  hasta  formar  dos  agujeros. 
Llama  la  atención  el  núm.  20;  es  una  rebanada. sacada  por  sec- 
ciones perpendiculares  al  eje,  de  un  caracol  marino;  la  limpieza 
del  corte  y  lo  pálido  de  las  superficies,  la  hacen  una  pieza  difí- 
cil para  artistas  que  no  usaban  instrumentos  de  fierro.  Conchi^ 


r 


W8  • 

• 

tas  y  earacolitoB  marinos  hemos  visto  procedentes  del  Palenque 
y  de  Yucatán,  tallados  de  nna  manera  primorosa,  en  líneas  suti- 
les, cual  si  fueran  beckas  con  útiles  de  acero,  con  dibujos  repre- 
sentando flores,  frutos,  dioses,  figuras  fantásticas  y  tal  vez  ins- 
cripciones. 

No  acertamos  á  determinar  cuál  sea  el  primer  metal  que  atra- 
jo la  atención  del  homlbre  primitivo;  sin  nociones  de  comercio, 
exento  aun  de  codi(»a,  los  metales  llamados  ahora  preciosos  ca- 
recían de  valor  estimativo.  Su  atractivo  no  debía  consistir  en 
esto,  sino  en  el  brillo  ó  apariencia  exterior,  y  condición  indis* 
pensable  debió  ser  en  cada  comarca,  la  abundancia  de  metal  de- 
terminado y  la  resistencia  que  opusiera  á  dejarse  trasformar  por 
la  mano  del  hombre.  Oro  y  cobre  se  pusieron  en  primera  línea. 
Aquel  se  recoge  en  forma  de  pepitas  en  los  ríos  y  placeres,  y 
debe  haber  sido  visto  desde  muy  temprano;  más  la  pequenez  de 
los  granos,  su  dureza,  la  alta  temperatura  á  que  se  funde,  le  han 
de  haber  hecho  casi  inútil  en  los  primeros  dias.  Qaedó  entonces 
el  cobre,  frecuentemente  encontrado  en  estado  nativo,  en  trozos 
considerables;  maleable  para  recibir  ciertas  formas  á  golpes  de 
martillo;  que  se  presta  con  facilidad  relativa  á  ser  separado  de 
su  matriz;  no  se  liquida  á  grandes  temperaturas  y  es  dócil  para 
ser  empleado  en  la  industria.  De  tales  condiciones  es  fácil  en- 
tender, por  qué  el  hombre  prehistórico,  en  América  y  en  Europa, 
dio  la  preferencia  á  este  metal  Nuestros  pueblos  primitivos 
consideraban  el  cobre  como  una  variedad  de  piedra;  al  menos 
así  lo  da  á  entender, el  nombre  mexicano  fepuxíli^  compuesto  de 
la  radical  tetU  piedra,  y  de  ptiztecüi,  cosa  que  se  quiebra  como  pa- 
lo. En  la  lengua  chippewa  se  dice  ozahwabUc  de  ozah  amarillo  y 
taalíbik  piedra. 

La  indicación  mis  antigua  en  América,  respecto  del  laboreo 
del  cobre,  la  suministran  las  minas  del  Lago  Saperior  en  los  E. 
XJ. — "Siguiendo  una  depresión  continua  del  suelo,  dice  Lu- 
bbock,  (1)  llegó  al  fin  á  una  caverna,  en  la  cual  habían  tomado 
cuarteles  de  invierno  muchos  puerco-espin*  Apercibiendo  las  hue- 
llas de  escavaciones  artificiales,  levantó  las  tierras  acumuladas  y 
descubrió  no  sólo  una  Veta  de  cobre,  sino  también  gran  cantidad 
de  mazos  y  martillos  de  piedra  pertenecientes  á  los  aatigitos 

CD  liooo  Qit,  pég.  S05: 

40 


y 


•  3U 

obreros.  Las  observaciones  subsecaentes  hicieron  descubrir  es- 
oa raciones  antiguas  de  gran  extensión,  de  25  &  30  pies  de  pro- 
fundidad, derramadas  en  una  superficie  de  muchas  millas.  Las 
tierras  de  ahí  extraídas  están  arrojadas  á  los  lados;  los  fosos  se 
han  azolvado  gradualmente  con  materias  vegetales,  acumuladas 
en  los  siglos  trascurridos  desde  que  las  minas  fueron  abandona- 
das, y  sobre  ellas  brotaron  los  jigantes  del  bosque,  vivieron  y 
acabaron  para  convertirse  en  polvo.  M.  Kuapp,  agente  de  las  mi- 
nas de  Minnesota,  encontró  395  anillos  en  el  tronco  de  un  sabino 
crecido  en  un  montón  de  tierra  extraída  de  una  mina  antigua: 
M.  Foster  menciona  el  gran  grueso  y  la  edad  de  uu  pino,  crecido 
^  \         y  muerto  después  de^haber  sido  abandonadas  aquellas  obras;  M. 

O.  Whitterley  cita  no  sólo  los  árboles  vivos  ahora  en  los  desier- 
tos foso?,  algunos  de  los  cuales  cuentan  más  de  trescientos  años, 
y  aumenta: — "Se  distinguen  en  el  mismo  lugar  los  troncos  po- 
"dridos  de  una  ó  de  varias  generaciones  precedentes,  que  fueron 
''árboles  llegados  á  total  crecimiento,  muertos  luego  de  vejez." 
Asegura  el  mismo  escritor  en  comunicación  dirigida  á  la  Asocia- 
ción Americana,  para  la  junta  de  Montreal  en  1857,  que  aquellas 
antiguas  minas  se  extienden  por  100  á  160  millas  sobre  el  borde 
meridional  del  lago." 

"En  otra  excavación  se  ei?contró  una  maza  de  cobre  nativo,  de 
más  de  seis  toneladas  de  peso;  reposaba  sobre  un  sosten  artifi- 
cial de  encina  negra,  conservada  en  parte  por  la  inmercion  en 
el  agua;  al  lado  se  encontraron  muchos  instrumentos  y  útiles  de 
cobre,  siendo  los  más  comunes  mazos  y  martillos  de  piedra,  sa- 
cándose de  un  solo  lugar  diez  carretadas.  Ahí  mismo  existían  ha- 
chas muy'grandes  de^dioríta,  propias  para  recibir  el  mango  res- 
pectivo, y  gruesas^mazas  redondas  de  diorita  como  para  servir 
de  rodillos:  en  el  interior  tenían  horados  de  algunas  pulgadas  de 
profundidad,  sin[duda  para  recibir  un  trozo  de  madera,  que  mane- 
jadas por  muchos  hombres  á  la  vez  sirvieran  de  martinete  para 
romper  las  rocas  y  las  mazas  de  cobre.  Algunas  había  rotas,  y 
quedan  sobre  las  piedras  las  señales  de  los  golpes  aplicados  con 
ellas."  '\ 

Los  mineros  del  Lago  Superior  pertenecen  á  una  raza  desco- 
nocida. Se  advierte  que  su  industria  estaba  montada  en  grande 
escala:  de  hallarse  los  instrumentos  y  los  artefactos  en  los  mo- 
numentos al  Sur  d^  aquella  localidad,  se  infiere  que  el  uso  del 


816 

metal  faélidoptadQ  por  varias  naciones  adelantadas  en  civiliza- 
ción, con  las  ciiale's  mantenían  los  mineros  frecuentes  relaciones 
comerciales. 

Dado  el  primer  paso«  conocer  el  metal  y  labrarle  con  instru- 
mentos de  piedra,  siguióse  sujetarle  al  fuego,  fundirle,  vaciarle 
en  moldes  construidos  al  intento:  vendría  después  tratar  por  el 
fuego  el  mineral,  para  separarle  de  la  matriz,  cuando  no  estaba 
en  estado  nativo,  Ta  dijimos  lo  (Jüe  los  mexica  sabían  hacer  en 
esta  materia,  y  cuan  adelantadas  estaban  las  artes  del  fundidor 
y  del  platero. 

Es  sentir  común  de  los  anticuarios,  no  haber  precedido  &  la 
del  bronce  un^  época  marcada  del  cobre;  lo  contrario  aparece  en 
América,  hubo  una  época  de  cobre^^puro,  á  la  cual  siguió  la  liga. 

Las  antiguas  razas  americanas  procedían  de  una  manera  aná- 
loga á  las  de  Europa.  Llámanse  en  Dinamarca  kiokenmodingos 
(Kjokkeqmodingo)  á  ciertos  montículos  compuestos  de  millares 
de  conchas  de  ostras,  cardium  y  otros  moluscos  que  sirvieron  de 
alimento  al  hombre,  mezclados  con  huesos  de  cuadrúpedos,  aves 
y  peces:  colocados  esos  depósitos  á  lo  largo  de  la  costa  de  casi 
todas  las  islas  danesas,  se  les  tiene  como  monumentos  de  muy 
alta  antigüedad.  Lyell  encontró  y  registró  idénticos  restos  en 
Massachusetts  y  Georgia  de  los  Estados  Unidos.  J.  Wyman  pu- 
blico una  obra  interesante  acerca  de  estos  mismos  objetos  intitu- 
lada Ají  Account  of  some  of  the  kjókkenrnoddtng  or  sJiell-heaps  in  Mai- 
ne  and  Massachusetts,  Salem  1867.  Existen  también  en  la  penín- 
sula de  la  Nueva  Escocia  á  29  leguas  de  Halifaz;  en  la  Florida 
oriental.  "En  Fernandina  y  en  los  Bluffs  de  San  Juan,  dice  Yi- 
'lanova^  existen  numerosos  altozanos  llamados  en  el  país  Shell- 
''Heaps,  muy  análogos  á  los  kiokenmodingos  de  Dinamarca,  los 
"cuales,  á  juzgar  por  los  instrumentos  de  piedra  y  hueso,  por  lo 
tosco  de  la  cerámica  y  por  otros  indicios,  deben  ser  obra  de  ra- 
zas muy  antiguas  y  completamente  extinguidas." — Coutinho  los 
ha  descubierto  en  el  Brasil  y  Mr.  Darwin  ha  hecho  la  descrip- 
oion  de  los  de  la  Tierra  del  fuego. 

Tenemos  indioaciones  precisas  de  que  en  México,  así  como  en 
Europa,  hubo  tiempo  en  que  el.hombre  prehistórico  vivió  en 
las  cavernas,  era  troglodita.  Si  ciertas  de  nuestras  grutas  fueran 
exploradas»  revelarían  secretos  arqueológioos  no  imaginados. 


J 


816 

Los  pueblos  primitivos  montañeses,  abrigados  en  las  grandes 
cadenas  de  montanas,  no  tuvieron  otro  refugio,  y  allí  han  de  ha- 
ber dejado  Us  señales  de  su  existencia.  La  costumbre  de  vivir 
en  las  cuevas  se  prolonga  hasta  los  tiempos  históricos;  los  chi- 
chimecas  la  practicaron  cuando  hicieron  su  irrupción  en  el  valle. 
La  vida  del  troglodita  fue  general  en  America.  Así  lo  dicen  las 
cavernas  íosilíferas  exploradas  en  los  E.  U,,  presentando  aspec- 
to idéntico  á  las  de  Europa;  así  lo  prueban  las  del  Brasil,  en  don- 
de el  Dr.  Lund  y  Mr.  Claussen  encontraron  los  despojos  del 
Scelidojherium,  del  Glyptodon  y  del  Ghlamydotherium  con  otros 
carniceros  extinguidos,  con  los  restos  de  animales  existentes  aún 
en  el  continente,  conchas  del  buHmus,  molusco  terrestre  común  á 
Sud  América,  y  los  esqueletos  de  una  tribu  contemporánea  de 
aquella  remota  fauna. 

Bajo  el  adelanto  social  la  vidí>  de  los  pueblos  se  ha  dividido 
en  cuatro  categorías:  1'  El  estado  salvaje,  el  cazador.  2*  El  pas- 
tor con  su  rebaño  trashumante,  la  vida  patriarcal.  3*  EU  agricul- 
tor, ó  el  hombre  fijo  á  la  tierra  para  demandarle  el  alimento.  4;* 
Las  naciones  constituidas  ó  el  hombre  de  las  ciudades.  Esta  cla- 
sificación no  es  adaptable  á  México;  falta  aquí  el  segundo  termi- 
no ó  la  vida  del  pastor,  pues  no  se  encuentra  rastro  de  que  el 
hombre  supiera  sacar  provecho  de  los  animales  útiles,  sin  duda 
por  haberles  extinguido. 

Los  objetos  que  hemos  presentado,  los  monumentos  que  pa- 
samos á  examinar,  dicen  claramente  que  el  hombre  americano 
se  fué  perfeccionando,  pasando  por  todos  los  grados  de  civiliza- 
ción. De  cuál  manera  tuvo  lugar  ese  desarrollo  gradual,  no  po- 
demos decirlo;  las  diversas  fases  de  la  civilización  mexicana,  por 
un  fenómeno  que  como  otros  muchos  le  es  peculiar,  saltan  de  sú- 
bito á  los  ojos  enteras  y  armadas,  cual  salió  Minerva  del  cerebro 
de  Júpiter.  No  podemos  darnos  cuenta  cumplida  de  su  cuna,  de 
las  causas  que  influyeron  en  su  perfección,  cómo  ni  cuándo  cum- 
plieron sus  ya  pasadas  evoluciones.  Aquí  están  las  obras,  allí 
los  monumentos;  pero  sin  historia,  sin  siquiera  el  nombre  del 
pueblo  consti-uctor:  es  un  cementerio  en  que  las  lápidas  carecen 
de  inscripciones,  borradas  por  la  corriente  de  los  siglos. 

Al  afirmar  la  .mejora  del^ombre. primitivo,  no  pretendemos 
decir'  que  todas  las  familias  habitadoras  del  continente  alcansa- 
ron  la  misma  perfección.  El  desarrollo  de  la  Üamauidad  dépen- 


317 

de,  no  sólo  de  su  aptitud  intelectual,  sino  de  los  objetos  que  la 
rodean,  de  mil  condiciones  que  no  siempre  pueden  ser  bien  apre- 
ciadas: La  configuración  de  un  país,  sus  accidentes  climatológi- 
cos, determinan  la  vida  y  las  costumbres  de  sus  moradores.  Aun 
en  idénticas  circunstaneias  dos  pueblos  no  progresan  uniforme- 
mente; el  carácter  predonfinante  en  la  familia,  las  necesidades  á 
que  consagra  mayor  cuidado,  imprimen  diverso  rumbo  á  sus  es- 
peculaciones: á  veces,  el  nimio  apego  á  las  costumbres  y  el  ho- 
rror al  cambio,  dan  un  sello  de  inmutabilidad  &  las  naciones.  En 
los  tiempos  de  la  conquista  no  todos  los  pueblos  habían  llegado 
al  mismo  grado  de  cultura.  Hoy  mismo,  cnando  casi  toda  la  faz 
de  la  América  está  trasformada,  en  ciertas  comarcas,  se  escu- 
chan los  alaridos  de  los  bárbaros,  atacando  al  blanco  con  el  mis- 
mo encarnizamiento  que  al  mastodonte  á  al  mammouth  de  los 
tiempos  post-terciarios.  El  Viejo  Mundo  presenta  el  mismo  fe- 
nómeno; mientras  admira  la  cultura  alcanzada  por  los  pueblos 
europeos  y  algunos  asiáticos,  entristece  contemplar  el  estado  sal- 
vaje de  las  tribus  de  la  África  central,  produciendo  el  mismo  des- 
aliento la  Oc^anía.  Parece  que,  en  materia  de  adelantos,  el  ge- 
nero humano  está  condenado  al  suplicio  de  Sísifo;  llevar  un  pe- 
ñasco por  la  empinada  ladera  de  una  montaña,  sin  alcanzar  ja- 
mas la  cumbre. 

Tras  millares  de  anos,  los  actuales  habitantes  del  globo  pre- 
sentan marcadas  semejanzas  con  los  hombres  prehistóricos.  Ha- 
my  equipara  á  los  bárbaros  del  tiempo  del  mammouth  con  algu- 
nas tribus  oceánicas,  y  estíiblece  que  las  costumbres  de  los  tro- 
gloditas son  las  mismas  que  las  de  los  puebloá  hiperbóreos  ac- 
tuales, que  tienen  un  reno  congenere  al  que  vivió  en  Francia, 
Suiza,  &c.  Siguiendo  sus  inducciones,  tomadas  alguna  vez  al  pie 
de  la  letra,  (1)  el  empleo  de  la  piedra  ha  sido  general  y  bajo  las 
mismas  formas,  encontrándose  por  fbdas  partes,  entre  los  salva- 
jes de  nuestros  dias  el  percutor,  cuchillos,  punzones  y  flechas  de 
sílex.  De  los  útiles  de  hueso,  el  punzón  de  Eyzies  está  modifica- 
do apénp,s  en  la.  O.ceanía;  el  hueso  fusiforme  déla  misma  esta-* 
cion,  coloc0,3o  oblicuamente  en  un  astil,  forma  lá  flecha  del  po- 
linesio;  el  arpón  de  cjieiites  recurrentes  en  uno  ó  en  ambos  la- 


(1}  Pág.  S5f  fiiá^' 


m    • 

•  *  ^  h 

'  ./**.' 


r 


318 

dos,  existe  entre  los  pescadores  de  la  Ooeanía,  de  la  América  del 
Norte,  de  la  Tierra  del  fuego,  <&c.  Los  lapones,  los  esquimales,  los 
tchoutcliis  usan  aún  las  armas  y  los  útiles  de  las  grutas  y  de  loa 
abrigos  de  Yézere  y  de  la  Lesse;  el  cuchillo-sierra  se  fabrica  en 
Laponia  y  en  Groenlandia,  como  antes  en  Langerie-Hante  ó  en 
Saint'Martin  ó  Excidenil;  el  raspador  de  los  esquimales  es  idén- 
tico á  los  de  Eyzies  y  de  la  Magdalena;  la  punta  de  hueso  del  ti- 
po, de  Aurignac,  arma  el  hiderd  del  groenlandés.  El  arpón  y  el 
alisador  del  mismo  Aurignac,  son  semejantes  á  los  de  los  esqui- 
males; el  arpón  del  tipo  Eyzies  tiene  sus  análogos  en  la  indus- 
tria hiperbórea,  y  aun  sustituido  el  hierro  al  hueso,  conservan 
los  instrumentos  de  pesca  su  forma  primitiva. 

'Tasando  al  estudip  de  los  usos  y  de  las  costumbres  de  los 
pueblos  del  Norte,  hallaremos  las  mismas  analogías.  Las  princi- 
pales huellas  dejadas  por  los  trogloditas  desde  Aurignac  hasta 
Chaleux,  consisten  en  la  gran  cantidad  de  huesos  fracturados  pa- 
ra extraerles  la  médula;  Morlot  recuerda  á  este  propósito,  que 
''entre  los  lapones  y  los  groenlandeses  la  médula,  caliente  aún 
por  el  calor  animal,  es  .para  ellos  cosa  muy  apetitosa,  y  bocado 
de  distinción  ofrecido  á  los  extranjeros  y  á  los  empleados  del  go« 
bierno." 

"Como  los  habitantes  de  nuestras  grutas,  los  samoyedos  rom- 
pen los  cráneos  para  comer  los  sesos  crudos,  todavía  humeantes; 
de  esa  materia  cerebral  forman  los  indios  de  América  una  legía 
para  preparar   as  pieles.*' 

"Ciertos  esquimales  hacen  hervir  sus  líquidos  con  piedras  ca- 
lentadas; hay  fundamento  para  creer,  como  ya  dijimos,  que  el 
mismo  empleo  tenían  lo.s  muchos  cantos  llevados  de  muy  léjoa 
á  las  grutas,  por  los  indígenas  de  la  Europa  occidental.'' 

"Según  Kane,  Parry  y  Boss,  esos  mismos  esquimales  produ- 
cen el  fuego,  ya  por  fricción  como  en  Eyzies,  ya  por  percucion 
con  la  pirita  de  hierro  como  en  Chaleux. 

"A  las  grutas  cuaternarias  en  que  sucesivamente  fue  ron  acu- 
mulados tantos  restos  orgánicos,  en  mayor  ó  menor  grado  de 
descomposición,  corresponden  las  habitaciones  de  invierno  des- 
critas por  Hans  Egedes,  verdaderos  osarios  donde  están  amon- 
tonadas las  carnes  crudas,  la  grasa  de  los  mamíferos  y  de  los  pe- 
ces, y  residuos  de  todas  clas^  derramando  un  hedor  insoporta- 
ble. En  el  NortSi  como  un  tiempo  en  Franoiai  colocan  los  sidvajes 


r 


319 

cerca  del  difunto  sus  utensilios,  y  también  trozos  de  animales; 
pero  cuando  las  zorras  y  los  perros  desentierran  el  cadáver,  los 
naturales  miran  aquella  profanación  con  la  más  amplia  indiferen- 
cia. En  las  estaciones  del  Perigord  frecuentemente  andan  dis- 
persos los  huesos  humanos;  también  los  esquimales  dejan  con- 
fundidos cerca  de  sus  cabanas  los  huesos  del  reno,  del  caballo, 
¿c,  con  los  de  sus  difuntos  y  los  restos  de  los  animales  que  les 
sirvieron  de  alimento." 

"Así  por  los  usos  y  las  costumbres,  como  por  el  material  in- 
dustrial y  artístico,  los  hiperbóreos  actuales  son  semejantes  á  los 
trogloditas  cuaternarios  de  nuestro  país,  y  ya  establecimos  que 
no  se  diferencian  mucho  entre  si  por  sus  caracteres  anatómicos." 


0 


^ 


CAPITULO  in. 

LOS  MONUMENTOS. — (REGIÓN  BOREAL). 

OoAOA  grandes  de  Ghihtiahua.—Deacripeion.^  Carácter  principal,  los  túmulos, — 
Oléelos  ericontrados. — Examen, — Los  túmulos. — Su  generalidad, — Antigüedad  en 
Europa. — En  América. — Posición  del  cadáver. — Olletas  enterrados  en  los  túmu- 
los.— Signijicacion. — En  los  túmulos  de  Casas  grandes. — Brazaletes  de  Conchas. — 
Cerámica. — Un  aerolito. — Metate  [metlatQ.—Matt.^Alffodon.'^Coneideraeiones, 
— BacMmba.  —Babicora.  —Jfazatlan.  —Ruinas  del  Zape. — Ciudad  agrícola, — Cñat- 
ehihuites.—Teul. — Lago  de  Cliapala. — Ciudades  de  canoas  y  de  RanoA  en  la  Sierra 
Oorda.—Aztalan  en  el  Wisconsin. — I'ío  son  los  mexicanos  los  constructores  de  las 
ciudades.-' Cuatro  manifestaciones  de  la  dviUzadon  del  Thombre  prehistórico  en 
México.  • 

EL  rio  llamado  de  Casas  Grandes,  en  Chihuahua,  corre  en  di- 
rección general  S.  á  N.,  y  recibiendo  pequeños  afluentes  va 
á  perderse  en  la  salobre  laguna  de  Guzman.  A  corta  distancia 
de  la  orilla  izquierda  de  la  corriente  se  alzan  algunas  alturas 
irregulares,  y  á  ellas  paralelas,  en  el  lado  opuesto,  se  dilata  la 
Sierra  de  la  Escondida;  dejan  entre  ambas  un  yalle,  con  anchu- 
ra media  de  12  á  15  kilómetros.  .  Allí,  en  lat.  N.  30°  20'  13",  y 
long.  O.  de  México  8^  47'  7",  se  hallan  las  ruinas  denominadas 
también  de  Casas  Grandes. 

Las  construcciones  principales  están  sobre  la  izquierda  del 
rio,  y  consisten  en  el  Vigía,  (palabra  que  no  debe  preocupar  el 


821 

■ 

ánimo  del  lector»  por  ser  de  aplicación  vnlgar  y  moderna),  coló* 
cada  en  la  altara  más  próxima  á  la  corriente,  iro2&o  piramidal  de 
tres  pisos,  de  Im  25  de  espesor  cada  uno,  diatninujendo  de  aba- 
jo para  arriba,  con  una  escalera  para  subir  á  la  plataforma  su- 
perior, teniendo  el  conjunto  un  pensamiento  semejante  al  domi- 
nante en  los  teocaUi  mexicanos:  es  de  piedra  seca.  Al  pie  de  es- 
ta misma  altura,  en  dirección  OE.  para  el  jio,  sigue  el  llamado 
templo,  edificio  cuadrado  de  100  metros,  flanqueado  el  lado 
oriental  por  otros  dos  cuadrados  de  60  metros:  en  el  interior  del 
primero  se  perciben  paredes  formando  un  laberinto,  bastante 
complicado  para  detener  el  paso  á  los  poco  observadores. 

'^Entre  estas  ruinas,  dice  Di  Pedro  García  Conde,  (1)  se  en- 
cuentrsin  dos  especies  de  habitaciones  muy  distintas:  la  primera 
consiste  en  un  grupo  de  piedras  construidas  de  tapia  y  exacta- 
mente orientadas,  según  los  puntos  cardinales:  las  masas  de  tie- 
rra son  áh  un  tamaño  desigual,  pero  colocadas  con  simetría,  y 
descubren  mucha  habilidad  en  el  arte  de  construirlas,  por  ha- 
ber durado  un  tiepapo  que  excede  de  trescientos  años.   Se  reco- 
noce que  este  edificio  ha  tenido  tres  altos  y  una  azotea,  oon  es- 
caleras exteriores  y  probablemente  de  madera.  Este  mismo  gé- 
nero de  construcciones  se  encuentra  todavía  en  todos  los  pueblos 
de  los  indios  independientes  del  Moqui  al  NO.  del  Estado.    Las 
más  de  las  piezas  son  muy  estrechas,  cbn  las  puertas  tan  pequ0- 
ñas  y  angostas,  que  parecen  calabozos.    Todavía  existe  en  mu« 
chas  partes  el  enjarre  de  las  paredes^  cuya  finura  é  igualdad  de- 
tnueatran  la  inteligencia  de  los  arquitectos.  Éste  edificio  está  cix;- 
cundadb  á  varias  distancias  de,  montones  de  piedra  sin  ningunf^ 
regularidad,  y  varían  en  tamaño  de  cinco  á  die;z  varas  cuadra- 
das; jHay  también  vestigios  de  un  canal  que  servía  sin  dada  pa« 
ra  conducir  el  agua  de  un  ojo  á  las  inmediaciones  de,  Im  casas." 

Aunque  no  conformes  con  las  opinioees  del  Sr.  PiaccíaC/ondei 
¿cpiamós  sus  palabras  para  formar  idea  aproximada  ^9,  :|kquellaa 
ruinas.  La  construcción  en  los  'edificios  es  uniforme;  las  pase- 
deis,  de  cosa  de  un  metro  de 'espesor,  están  compuestas  de  trozos 
regulares  4e  tierra  6  sean  grandes  adobes  paralelepípedos,  uni- 
dos con  tm  chñiéhto  en  que  entra  la  arena;  interior,  y 'exterior- 
mente  están  reYOcadad  oón^'tm  estuco  blanco,  de  grano  finó,  per- 

(1)  Edmjo  «sUidbtfoo  Mbi^  «1  Estado  de  Cháuáütia,  Chfinahiu,  1B4%  pto.  f i« 

41 


822 

fectamente  pnlido.  Las  piezas  llevan  las  puertas  en  uno  de  los 
ángulos,  recibiendo  mayor  claridad  y  ventilación  por  medio  de 
ventanas,  má»  1}ien  tragaluces,  circulares  de  O,  ^  25  de  diámetro, 
abiertas  y  labtadas  en  piedras  talladas,  empotradas  en  los  ma-* 
ros,  únicas  que  recuerdan  el  arte  del  cantero:  los  aposentos  es- 
tuvieron techados  sobre  vigas  en  azotea,  y  los  suelos  superior  é 
inferior  eran  del  estuco  bruñido  de  las  paredes. 

Los  materiales  de.  construcción,  pueden  servir  en  la  clasifica- 
ción de  los  monumentos;  pero  en  casas  grandes,  el  ,tipo  caracte- 
rístico está  suministrado  por  los  túmulos.  Son  éstos,  montones 
artificiales  de  tierra,  de  piedra,  ó  de  ambas  cosas,  de  alturas 
diversas  y  forma  conoide,  conteniendo  nn  sepulcro,  bien  con 
uño  ó  varios  esqueletos,  según  su  caso,  bien  con  cenizas  suel- 
tas ó  en  una  urna:  dánles  á  estas  obras  diferentes  nombres 
vulgares,  llamándose  en  mexicano  tlcdtetetli^  monton.de  tierra. 
Para  la  descripción  de  los  túmulos  del  lugar  que  estudiamos, 
oigamos  á  Guillemin  Tarayne.  (1)  "En  las  tumbas,  principal* 
mente,  ban  sido  hallados  los  reatos  de  la  industria  antigua» 
Según  el  gran  número  de  túmulos  descubiertos  por  la  erocion  de 
las  corrientes  del  rio,  parece  que  era  la  costumbre  depositar  los 
muertos  en  la  cercanía  del  agua,  uso  muy  común  en  otros  pue- 
blok  Las  tutn1}as  ofirecén  lá  forma  de  cubas  de  piedra  secti^  la 
séceíon  horizontal  de  una  elipse  de  1°^  50  en  el  diámetro  mayor, 
nn  metro  en  el  menor,  y  lo  mismo  de  altnra: .  el  cadáver  está 
'  seíit&dó  en  cuclillas,  envuelto  en  un  lienzo  tejido  apretadamentei 
con  fibras  de  un  vegetal  que  recuerda  el  agave;  al  rededor  de  los 
despojos  ñé  encuentran  vasos  ú  objetos  de  lá'  predilección  de) 
difunto, /cólü6  collares,  brazaletes,  alfarería^  &c.  La  t9rtuga  y  la 
lagartija,  fueron  sacadastámbien  de  las  tunabas.*^  Siguiendo  los 
aciertos  de  García  Oonde,  los.túínulos  son  muy  numerosos,  *  por 
las  orillas' dé'  lós  tíos  dS  Üásas  gandes  y  Janos,  en  la  extensión 
de'máé  de  veinte  leguas  de.  largo  y  diez  de  ancho. 

'Los  objetos  recogidos  en  aquella  lopali4^d,  so|i:  hiMsliaiB  d|| 
piedra  pulida,  metates,  lienzo,  idoUllps  de  barro,. ipasig^  cofan* 
ñes  y  finas^  collares  de  cpnchas,  bra^al^t^  de  hnaaq;  Jf . jbpyc^^gi^ 
y  la  lagartija  áe  ooore,.  y  se  n^enpi^^  un  aerolito. 


;  I 

i 


323 

''Las  minas,  dice  Gaillemin,  (1)  no  parecen  sujetas  á  nn  plaa 
regalar  en  sn  disposición  general;  las  construcciones  están 
espaciadas  á  considerables  distancias  entre'  sí^  constitajendo 
centros  aislados,  extendidos. á  los  lados  del  rio  y  sobre  las 
mejores  tierras,  ocupando  una  superficie  de  60  kilómetros  caa« 
drados.  Esa  gran  extensión  indica  el  pensamiento  de  un  pueblo 
agrícola,  atendiendo  mejor  á  estar  próximos  á  sus  sembradoSi 
que  $  aglomerarse  en  un  centro  compacto,  para  oponer  resisten- 
cia mayor  á  una  invasión  Parece  que  Ias  habitaciones  fueron 
construidas,  para  proteger  á  a:us  habitantes  contra  sorpresas  6 
ataques  exteriores,  pues  son  verdaderos  puntos  bastionados  por 
la  disposición  de  los  edificios  fianqueándose  entre  sí,  y  teniendo 
para  fuera  muy  corto  numero  de  aberturas.  Esta  ciudad,  apa- 
rece antes  que  todo,  haber  sido  i;n  establecimiento  agrícola^ 
habilitado  de  medios  preventivos  de  defensa," 

Nos  ponemos  por  primera  vez  frente  &  frente,  ante  las  ruinas  de 
una  de  nuestras  ciudades  antiguas,  ihonton  de  escombros  sin  nom- 
bre, sin  historia,  formando  las  páginas  confusas  de  una  crónica 
presente  sólo  en  la  mente  de  Dios.  Pero  esas  mismas  suministran 
un  testimonio  irrecusable,  del  adelanto  del  hombre  prehistóri- 
co. Salió  del  estado  salvaje,  pasó  por  la  condición  del  cazador^ 
y  fijado  á  la  tierra  para  pedirle  el  pan  cuotidiano  por  medio  de 
la  agricultura,  se  hizo  ciudadano:  la*  familia  fué  primqro  tribu^ 
y  ahora  se  convierte  en  pueblo,  tal  vea  en  pación.   Siempre  la 
reunión  de  edificios  formando  una  ciudad,  presupone  precisa- 
mente un  pueblo  más  ó  menos  poderoso,  uiii4o  por  las  mismas 
necesidades,  por  idénticas  cost]xmb]res,  por  creencias  -«omunesj^ 
un  gobierno  máfi  ó  menos  rudimental,  categorías  sociales,  reglas 
ó  leyes  .á  que  se  ajustan  las  acciones  públicas;  la  arquitectura  en 
cierto  adelanto;  artes  correspondientes  á  las  exigencias  ó  capri- 
cho^ de  los  moradores,  ui^  gran  desarrollo  en  la  agricultura,  con 
el  donocimiento  del  gran  cultivo  para  proveer  al  mantenipiiei^to 
de  la  multitud,  en  ot^ps  qúeha.ceres  ocupada;  en  fin,  demuestra 
la  traslorn^acion  completa  de  aquella  fracción  del  genero  hu- 
mano, I^vaptada.de  la  condición  salvaje,  á  la  culta  y  civilizadaí^ 
Para  formar  una  idea  aproximada  de  lo  que  las  ruinas  de  C^ 
sas  grandes  significan,  vamos  á  ocuparnos  en  cada  uno  de  los 

Cl)  Looo  di.,  ptfg.  178. 


324 

objetos  allí  encontrados;  si  nn  tanto  nos  divagamos,  será  por 
una  sola  vez,  j  para  servir  de  explicación  en  todos  los  casos 
análogos.  Comenzamos  por  los  túmulos. 

"En  Inglaterra,  dice  Lubbock,  (1)  se  les  puede  ver  sobre  casi 
todas  las  colinas.  Sólo  en  las  Oreadas  se  estiman  en  más  de  dos 
mil  los  existentes;  en  Dinamarca  son  aún  más  abundantes;  se  les 
encuentra  en  toda  Europa,  desde  las  costas  del  Atlántico,  basta 
las  montañas  del  Owral,  cubren  las  grandes  estepas  del  Ásia^ 
desde  las  fronteras  de  Busia,  hasta  el  Océano  Pacífico,  j  de  las 
llanuras  de  la  Siberia,  hasta,  las  del  Indostan,  en  América  se 
cuentan  por  millares  y  por  decenas  de  millar;  también  se  en* 
cuentran  en  África,  donde  las  pirámides  representan  el  desarro* 
Uo  más  admirable  de  la  misma  idea:  así^  el  mundo  entero  está 
sembrado  de  estas  tumbas*" 

"Tocante  á  la  época  á  que  pertenecen  estos  monumentos  fu- 
nerarios, dice  Yilanova,,  (2)  que  siempre  suponen  un  grado  más 
de  cultura,  relativamente  á  la  época  del  Beño,  en  la  cual  el  hom- 
bre limita  todas  i^s  construQoiones  y  enterramientos,  á  una  gru- 
ta 6  caverna  cerrada  por  medio  de  una  loza  puesta  de  canto;  se 
£á  disintido  mucho^  así  como  respecto  á  la  raza  que  levantó  el 
Menhir,  el  Dolmen  ó  el  Túmulo.  Según  el  Sr.  de  Bosteten,  hay 
motivos  para  creer  que  en  las  costas  del  Malabar,  en  el  Indos- 
tan,  hay  que  buscar  el  origen  del  Dólme,  que  fué  levantado  por 
pritnera  vez  por  un  pueblo,  cuyas  huellas .  6  vestigios,  pueden 
todavía  observarse,'  deisde  la  Crimea  hacia  las  regiones  áel  Nor- 
te, por  la  Silicia,  el  cual,  desde  SuiBcia  y  Dinamarca  sígijiió  las 
costas  del  mar  del  Norte  y  del  Océano,  extendiéndose  hasta  la 
Bretaña,  donde  debió  haqer  un  gran  alto,  pasando  por  las 'islas 
ánglo-normandas,  á  Inglaterra,  y  bajando  hasta  los  Pirineos  y 
más  acá,  donde  tantos  restos  dejó  de  su  gran  poder.'* 
'  "Algunos  quieren  vei^  en  el  vasco,  el  representante  actual  de 
¿qttelia  raza  braquicéfalá  ó  de  cabeza  reaondead^y  qae  tantas 
analogías  conserva  con  la  de  la  época  del  iteno,  opinión  cdnfir- 
ñiada  hasta  cierto  pui\to,  por  el  idioma  extrañp  que  ha  conser- 
taido  puro  á  través  de  los  siglos,  sin  una  sola  raíz  de  las  lenguas 


(1)  Pá«.  ae. 

)2}  Oxígen,  naturaleza  j  ántigfiedad  del  hombre,  pág.  298. 


926. 

"Sea  de  esto  lo  que  se  quiera,  lo  cierto  es  que  la  manera  da 
colocar  los  cadáveres  en  este  nuevo  modo  de  enterramiento,  es 
decir,  puestos  en  cuclillas  ó  doblados  sobre  sí  mismos,  es  muy 
distinto  del  que  usaba  el  hombre  del  Reno,  y  miiy  análogo,  por 
otra  parte,  al  que  se  usaba  en  Oriente,  de  modo  que  lo  más  pro- 
bable es  que  una  nueva  raza  procedente  del  Asia,  introdujo  en 
Europa  esta  costumbre.  ¿Pero  cuándo  ocurrió  esto?  O  en  otros 
términos,  ¿á  qué  época  puede  remontarse  este  acontecimiento, 
de  los  tiempos  anteriores  á  la  historia?  Para  responder  á  esta 
pregunta,  debe  consignarse,  en  primer  lugar,  que  aquella  raza 
no  conocía  el  uso  de  los  metales,  porque  de  otro  modo  lo  hubie- 
ra introducido  en  Europa,  donde  al  menos  los  primitivos  monu- 
mentos megalí ticos,  no  encierran  sino  instrumentos  de  la  segun- 
da edad,  de  piedra." 

"Ahora  bien:  el  metal  se  usaba  en  Babilbnia  y  Nínive,  y  el 
hierro  lo  cita  ya  Moisés  en  el  Deuteronomio  y  en  el  libro  de  los 
Jueces;  y  como  quiera  que  las  ciudades  citadas  remontan  á  dos 
mil  años  antes  de  nuestra  Era,  resulta  que  el  pueblo  de  los  Dól- 
menes debió  invadir  nuestro  continente  hace  cinco  ó  seis  mil 
años,  época  en  la  cual  sin  duda  alguna  no  era  conocido  el  metal 
en  Oriente." 

En  América,  la  costumbre  dé  depositar  los  cadávores  en  los 
túmulos  aparece  como  muy  general,  duró  por  un  tiempo  muy 
considerable,  y  marcó  uno  de  los  tipos  de  la  civilización  prehis- 
tórica. En  los  E.  U.,  según  Squier,  los  túmulos  son  innumerables» 
'Tíecir  que  son  innumerables,  no  es  exageración  en  el  sentido  or- 
dinario de  la  palabra;  se  les  puede  bontar  por  millares,  y  por 
decenas  de  millar."  En  México,  no  obstante  haber  sido  destrui- 
'  dos  por  centenares,  ya  para  satisfacer  una  ociosa  curiosidad,  ya 
por  instigaciones  de  la  codicia,  pues  se  supone  haber  en  ellos 
tesoros  ocultos,  abundan  en  todas  las  regiones  planas  y  montar 
ñosas.  Se  extienden  á  Centro  América  por  el  istmo  de  Panamá» 
pasan  al  Brasil  y  al  Perú,  continuando  para  regiones  más  aus- 
trales. 

Evidentemente  los  túmulos  de  los  E.  U.  tienen  alguna  reía- 
cion  con  los  de  Casan  grandes.  Describiendo  Lyell  aquellos,  es- 
cribe: (1)— "Nadie  sospechaba  antes  de  las  indagaciones  cientí- 

m  Pág.  46. 


326 

ficas  de  Squier  y  de  Dayis,  acerca  de  "los  antiguos  mouamentos 
del  Valle  del  Mississippi,"  (1)  que  las  llanuras  de  aquel  rio,  mu- 
elios  siglos  antes  de  que  allí  se  esiablecieran  los  colonos  f  ranee- 
Bes  é  ingleses,  hubieran  estado  ocupadas  por  una  nación  muy 
más  avanzada  eü  las  artes  y  mucho  más  antigua  que  los  indios 
dé  piel  roja  encontrados  por  los  europeos.  Existen  en  la  cuenca 
del  Missíssippi,  y  particularmente  en  ^1  valle  del  Ohio  y  de  sus 
afluentes,  centenares  de  túmulos  qlie  fueron  los  unos  templos, 
estos  puntos  de  observación  ó  de  defensa,  aquellos  sepulcros;  el 
pijeblo  constructor  desconocido,  juzgando  por  los  muchos  crá- 
neos sacados  de  las  3epulturas;  pertenec3  á  la  raza  mexicana  ó 
^olteca.  Algunas  de  esas  obras  de  tierra  son  bastaatemente  gran- 
des para  contener  en  sn  recinto  de  20  á  40  hectáreas,  y  el  volu- 
men dé  uno  de  esos  montículos  fué  apreciado  en  550,000  metros 
cúbicos,  de  manera  que  cuatro  de  ellos  compondrían  nn  volumen 
mayor  que  el  de  la  gran  pirámide  de  Egipto,  que  cuenta  2.000,000 
de  metros  cúbicos.  De  muchos  de  ellos  se  han  sacado  vasijas, 
adornos  esculpidos,  diversos  objetos  de  plata  ó  cobre,  armas  de 
piedra;  siendo  muchas  de  silex  no  pulido,  de  forma  muy  análoga 
á  los  antiguos  instrumentos  de  silex  encontrados  cerca  de  Amiens 
y  de  otros  puntos  de  Europa." 

'*Claro  es  que  los  constructores  de  los  túmulos  del  Ohio  jbenían 
jrelaciones  comerciales  con  los  habitantes  de  regiones  remotas, 
porque  entre  les  objetos  sepultados  hay  cobre  nativo  del  Lago 
Superior,  mica  de  los  Allegliany8>  conchas  marinas  del  Golfo  de 
México,  y  anfibolita  de  las  montañas  de  aquel  país." 

"El  número  extraordinario  de  los  túmulos  prueba  la  larga 
duración  de  un  período,  durante  el  cual  una  población  agrícola- 
y  sedentaria  hizo  progresos  considerables  en  la  civilización,  has- 
ta el  punto  de  necesitar  grandes  templos  para  celebrar  su  culto, 
y  extensas  fortificaciones  para  defendjsrse  de  sus  enemigos.  Casi 
todos,  los  túmulos  están  circunscritos  á  los  valles  fértiles  y  lla- 
nuras de  aluvión,  y  algunos  al  menos  son  tan  antiguos,  que  los 
rios  Avieron  tiempo  para  corroer  los  terraplenes  que  los  sostie- 
nen, y  retirarse  luego  &  más  de  un  kilómetro.  Cuando  los  prime- 
ros colonos  penetraron  en  el  valle  del  Ohio,  encontraron  aquella 
región  ocupada  por  nn  bosque  espeso  y  allí  los  cazadores 'de  piel 

(!)  Smithfloman  Contribution,  vol.  I,  1847. 


• 

roja,  que  lo  recorrían  sin  tenet  residencia  fija,  y  sin  conserYar 
el  menor  recuerdo  de  sus  más  civilizados  predecesores.  El  úná*> 
eo  dato  que  se  puede  obtener  para  calcular  el  tiempo  mínimum 
trascurrido  desde  que  los  túmulos  fueron  abandonados,  se  to* 
IDA  de  la  edad  y  de  la  especie  de  los  4i'boles  que  crecen  sobre 
algunas  de  aquellas  obras  de  tierra;  cuando  en  18á2  visite  á  Ma* 
xietta,  el  Dr.  Hildreth  me  llevó  á  uno  de  aquellos  montículos  y 
me  enseñó  el  lugar  donde  había  crecido  un  árbol,  cuyo  tronco  al 
Ber  cortado  presentó  800  círculos  de  crecimiento  anuaL  El  di- 
fimto  general  Harrison,  presidente  en  1841,  versado  en  la  cien- 
da,  notó  en  una  Memoria  acerca  de  esta  materia,  que  muchas 
generaciones  de  árboles  deben  haber  vivido  y  perecido,  antes  de 
que  los  túmulos  se  cubrieran  de  la  variedad  de  especies  que  os- 
tentaban cuando  el  hombre  blanco  los  vio  por  la  primera  vez,  y 
eran  las  mismas  de  las  del  bosque  de  las  Cercanías.  ''Podencos 
estar  ciertos,  dice  Harrison,  que  mientras  aquellirs  obras  de  tie- 
rra sirvieron  para  algo,  no  se  dejó  crecer  los  árboles;  pero  cuan- 
do fueron  abandonadas,  como  en  toda  tierra  abierta  nuevamente 
en  el  Ohio,  debieron  durante  tiempo  dar  exclusivamente  naci- 
miento á  una  ó  dos  especies  de  plantas,  como  la  acacia  amarilla, 
y  el  nogal  blanco  ó  negro;  cuando  estos  primeros  ocupantes  del 
suelo  perecieron  uno  tras  otro,  probablemente  debieron  ser 
reemplazados  por  otras  esencias,  en  virtud  de  la  ley  de  agricul- 
tura que  establece  la  sucesión  periódica  ^n  las  cosechas,  y  en 
seguida,  después  de  gran  número  de  siglos  (tal  vez  millares  de 
años),  se  pudo  establecer  la  diversiclad  notable  de  esencias  que 
caracteriza  el  Norte  de  América,  y  es  superior  con  mucho  á  lo 
que   presentan  bajo  este  aspecto  los  bosques  europeos." 

Acerca  de  la  manera  con  que  los  esqueletos  están  colocados 
en  los  túmulos  del  Yiejo  Mundo,  dice  Lubbock:  (1) — ''No  puede 
dudarse,  que  durante  el  período  neolítico  de  la  edad  de  piedra, 
s  e  enterraba  el  cuerpo  en  posición  sentado.  En  resumen,  parece 
probable,  aunque  nada  podemos  afirmar  positivamente,  que  en 
la  Europa  occidental,  aquella  posición  del  cadáver  caracteriza  la 
edad  de  piedra;  la  incineración  la  edadde  bronce;  mientras  que, 
cuando  el  esqueleto  está  extendido,  sin  mucho  titubear  se- puede 
atribuir  la  tumba  á  la  edad  de  fierro.  Es  preciso  admitir  tam- 

ÍI)  Pág.107 


828 

bien,  que  las  pruebas  no  son  decisivas,  recordando  que  dorante 
el  período  anglo-sajon,  unas  tríbns  quemaban  sus  muertos, 
mientras  otras  los  enterraban." — ^No  nos  es  posible  pata  México 
asignar  una  regla  general,  porque  los  autores  se  contradicen  con 
frecuencia,  y  las  esoavaciones  de  los  túmulos  no  han  sido  ejecu- 
tadas con  el  cuidado  apetecible.  Aparece  sí,  como  evidente,  que 
la  posición  del  difanto  dentado  en  cuclillas,  envuelto  en  un  su- 
dario y  ligado  con  cuerdas  formando  vueltas  cpn  cierta  simetría 
es  la  más  remota;  recuerda  la  costumbre  asiática,  y  las  antiguas 
pinturas  colocan  así  el  cadáver  en  memoria  de  aquel  hechct  pri« 
mitivo.'  Esta  clase  de  enterramiento  la  podremos  llamar  por 
inhumación. 

Ls^s  naciones  históricas  procedían  por  medio  de  la  incinera* 
cíon;  es  decir,  quemaban  sus  muertos,  y  sepultaban  las  cenizas  . 
en  sepulcros;  aunque  no  abandonaron  por  completo  su  antigua 
costumbre,  de'Ho  cual  resulta  que  ea  los  tiempos  modernos,  se 
encuentran  en  las  tumbas  ya  esqueletos,  ya  urnas  cinerarias. 

Existe  otro  uso  que  parece  corresponder  á  una  época  interme- 
dia entre  las  anteriores;  era  quemado  el  cuerpo,  y  se  conservaba 
el  cráneo  entre  dos  vasijas  de  barro.  Este  género  mixto  se  en- 
cuentra practicado  por  el  pueblo  prehistórico  que  vivió  en  las 
orillas  del  lago  de  Chápala,  y  que,  como  veremos,  habitó  tam- 
bién en  Teotihuacan  y  tal  vez  en  otros  lugares.  El  cuerpo,  ten- 
dido horizontalmente,  corresponde  á  la  época  de  la  dominación 
española. 

Casi  en  todos  los  túmulos  se  encuentran  diversos  objetos  co- 
locados al  rededor  de  los  ;despojos.  Alguien  pretende,  que  la  ma- 
yor significación  que  á  ello  paede  darse  es,  el  hoj^ror  profesado 
por  las  antigaas  tribus  á  las  cosas  pertenecientes  á  su  difunto, 
razón  por  la  cual  las  sepultaban  con  su  dueño;  unos  conceden 
ser  una  prueba  de  amor  por  ei  muerto, 'y  en  algunos  casos  señal 
de  distinción,  sin  importancia  moral.  Otros  opinan,  por  fin,  que 
debe  referirse  á  un  sentimiento  religioso,  á  una  creencia  en  la 
inmortalidad  del  alma,  en  una  vida  futura  semejante  á  la  aban- 
donada, en  la  cual  eran  menester  los  vestidos,  las  armas,  los  úti- 
les, y  aún  algunos  alimentos  para  emprender  el  ignoto  camino. 
Nos  arrimamos  á  esta  última  opinión,  juzgando  de  lo  conocido  á 
lo  desconocido.  Los  pueblos  históricos,  que  ya  no  levantaban 
túmulos,  ponían,  sin  embargo,  en  los  sepulcros  joyas  de  valor. 


» 


qnemaban  el  cadáver  oon  bus  más  ricos  trajes,  le  ponían  en  el 
labio  una  esmeralda  par»  servirle  de  corazón,  sacrificaban  escla- 
TQpy  sirvientes,  y  le  daban  por  indispensable  compañero  nn  te- 
¿kichi  para  sacarle  á  salvo  de  los  tortuosos  senderos  del  camino 
del  otro  mundo:  todo  ello  reposaba  en  el  dogma  de  la  inmortali*- 
'dad  del  espiritn,  en  la  idea  del  castigo  ó  de  la  recompensa,  se- 
gún el  mérito  de  las  acciones.  Para  nosotros,  esta  misma  creen- 
ciia  ú  otra  muj  análoga  entraba  ja  en  las  convicciones  de  los  des- 
•conocidos  constructores  de  los  túmulos,  de  manera  que  les  conr 
-cedemos  una  religión,  nn  culto,  el  sentimiento  del  alma  impere» 
oedera,  la  distinción  entre  el  espíritu  y  la  materia,  cosas  &  la 
verdad  que  hablan  muy  alto  en  favor  de  la  cultura  de  aquella 
parte  de  la  humanidad.  A  veces  los  objetos  de  oro  colocados,  en 
ios  túmulos  eran  de  gran  valor:  "yo  ayudé,  dice  el  conquistador 
anónimo,  á  sacar  de  una  sepultura  cosa  de  tres  mil  castella- 
nos." (1)  Semejante  testimonio  apoya  la  codicia  vulgar  por  los 
tesoros  escondidos,  y  marca  por  quiénes  y  cuándo  comenzaron 
á  ser  profanados  los  s^pnlcros  actiguos. 

Los  objetos  de  los  túmulos  de  Gasas  grandes  son:  brazelete 
de  hueso  de  búfalo,  con  un  apéndice  ancho  agujerado  para  reci- 
bir un  adorno  colgante;  collar  de  conchas  marinas  del  golfo  de 
California,  ensartadas  en  un  hilo  de  color  oscuro,  del  mismo  ori- 
gen que  el  tejido  de  las  tumbas;  brazelete  para  niño,  compuesto 
de  fedondelás  formadas  de  conchas,  retenidas  por  dos  piedras 
la  una  roja  y  la  otra  azul,  ésta  parece  artificial,  recordando  por 
el  tinte  y  por  el  aspecto  las  piedras  eacontradas  en  las  tumbas 
de  Egipto.  (2)  En  cnanto  á  la  cerámica,  se  sacan  ollas  de  barró 
negro,  con  cuatro  agujeros  cerca  del  borde,  contrapuestos  de  dos 
en  dos  para  recibir  una  cuerda  en  forma  de  asa,  colgar  el  traste 
6  llevarlo  á  la  mano.  La  cerámica  fina  es  de  un  estilo  correcto  y 
elegante,  pintada  de  negro,  rojo  y  amarillo;  los  dibujos  recuer- 
dan el  carácter  ciriaco.  El  arte  del  alfarero  está  representado  de 
nn  modo  muy  ventajoso,  superior  sin  comparación  al  de  tiempos 
mí&  modernos. 

Hicimos  mención  de  la  tortuga  y  de  la  lagartija  de  cobre,  úni- 
ca indicación  hasta  ahora  de  los  metales. — "M.  MüUer,  director 


(1)  Colee,  de  docnm.  para  la  Hist.  de  México.  Tom.  I,  pág.  398. 

(2)  Guillemin  Tañare,  p<g.  178. 


42 


830 

de  la  .casa  de  moneda  de  Ghihnahna,  hizo  un  descúbrinueuto 
muy  importante  en  el  gran  templo.  En  una  escavacion  praotica- 
da.en  una  det  las  cámaras  .del  labeñnifOyápoca.profondidadyiipfi^ 
xedó  una  maza  lenticular  de  hierro  meteórico,  de  60  centímeti^og 
de  diámetro,  cuidadosamente  envuelta  en  una  estofa  .semejante 
á  la  empleada  en  enyolver  los^cadáveres  de  las  tumbas  de  aque- 
lla localidad.  Este  aerolito,  ¿fué  encontrado  én  aquel  sitio  ó  traí- 
do de  fuera?  ¿los  antiguos  le  verían  dber?  Cierto  es  que  lo  mira- 
ban como  objeto  extraordinario,  y  celebrarían  .tal  vea  su  caida 
como  la  muerte  de  un  dios  desconocido,  al  cual  sepultaron  en  su 
templo.  En  todos  tiempos  han  de  haber  sido  asuntos  de  ideas 
supersticiosas,  las  mazas  de  hierro  meteórico.  tan  abundantes  en 
Chihuahua.  Probablemente  el  uso  del  hierro  hubiera  comenza- 
domucho  antes  de  la  conquista  de  D.  HJernando  Cortés,  así  co- 
ma el  del  oro,  de  la  plata,  y  del  cobre  nativo  de  los  filones,  si 
aquellos  trazos  no  fueran  objeto  de  superstición."  (1) 

Metate  es  voz  de  nuestro  idioma,  tomada  de  la  palabra  me- 
xicana metlaiL  Es  una  piedra  dura,  labrada  en  íorma.  de  un  pa- 
ralelógramo,  la  cara  superior  más  ó  menos  cóncava,  y  sostenida 
por  tres  pi^,  uno  en  la  parte  anterior,  dos  en  la  posterior;  por 
medio  de  un  rodillo  de  piedra,  dura  también,  sirve  para  triturar 
el  grano  y  formar  la  pasta  destinada  á  la  confección  de  las  torti- 
llas ó  pan  de  maíz.  Este  útil  se  encuentra  por  todas  partes;  pla- 
no las  más  veces  y  liso,  muy  cóncavo  en  Matlaltoyuca  y  en  otros 
sitios;  delgado,  medio  curvo  y  con  labores  en  Centro  América:  (2) 
en  Jalisco  diferencia,  pues  lleva  por  tres  lados,  fuera  del  delan- 
tero, un  reborde  que  sirve  para  que  el  moledor  no  salga  más 
allá  y  la  masa  no  se  derrame  por  los  costados.  El  metate  encon- 
trado  en  Casas  grandes  nos  llama  la  atención  por  ser  de  la  mis- 
ma especie  que  los  de  Jalisco.  Presenta  la  forma  de  un  cajón, 
sin  uno  de  los  lados  menores,  sostenido  por  dos  pies  delanteros 
de  menor  altura  que  los  dos  pies  traseros,  quedando  por  conse- 
euencia  incluido  hacia  adelante,  en  el  sentido  en  que  la  pasta  se 
desprende.  (3) 

(1)  GKdllemin  Tarayre,  pág.  170. 

(2)  Nioaragua,  his  people,  soenery,  monomonts,  &o.  by  E.  G.  Squier.  New  Torx, 
1856.  Vol.  I,  pág.  272. 

(8)  Bartlet'8  Fers.  Kar.,  tom.  11,  pág.  847  y  sigs.  Year  Banoroft,  The  KaitveSía- 
MS,  tom.  lY,  pág.  613» 


331 

En  nna  escavacion  practieada  en  las  lomas  de  Tacubaya,  á  cna- 
iro  metros  de  profundidad,  ftieron  sacados  trastos  groseros  de 
barro,  y  tiná  piedra  oblonga,  un  tanto  curva,  sostenida  por  tres  rn- 
"dimebtarios;  eyidentemente  era  un  metate  primitivo,  útil,  inven- 
tado quién  sabe-  ctlantos  siglos  há,  y  que  aún  dtira  en  nuestras 
costnníibres,  resistiendo  los  embates  de  la  actual  cÍTÍlÍ2acion 
Era  casi  idéntico  al  descrito  por  Zimmermann  (1)  bajo  el  nom- 
bre de  molino  primitivo,  y  del  cual  dice: — ^*'M.  Menard  publicó 
én  1869  una  Memoria  para  describir  una  piedra  encontrada  en 
Penchesteau,  cerca  de  Nantes,  en  una  tumba  de  la  época  de  qne 
tratamos  (edad  de  piedra):  tenía  sesenta  centímetros  de  ancbu- 
ta,  estaba  ahuecada  por  un  lado,  y  reconocíase  claramente  que 
fie  usaba  para  trkurar  los  granos  con  una  piedra  redonda  á  pro** 
pósito  para  el  objeta  Eh  la  figura  132  (núm  21),  representamos 
el  molino  primitivo  de  Penchasteau,  según  el  modelo  depositado 
en  el'Museo  de  San  Germán." 

''Se  comprende  que  uña  piedra  semejante  bastase  para  la  ope- 
ración, porque  en  la  actualidad  existen  algunos  pueblos  salva- 
jes que  emplean  el  mismo  {Procedimiento." 

"VéasQ  ahora  Jo  que  dice  Livingstone  en  sus  Exploraciones  dd 
Zambese  y  de  sus  cruentes.  (África  Central). 

"El  molino  de  algunas  tribus,  como  los  Mcmgajns  y  los  Maha-^ 
Jólos,  se  compone  de  una  gran  piedra  de  granito  ó  de  sienita,  de 
quince  á  diez  y  ocho  piflgadas  i^uadradas^  por  cinco  ó  seis  de 
gi'ueso,  y  de  un  pedazo  de  cuarzo  6  de  otra  roca  igualmente  duta 
del  tamaño  de  medio  ladrillo;  uno  de  los  lados  de  esa  especie  de 
muela  es  convexo,  de  modo  que  se  adapta  á  un  hueco  practicado 
ta  la  piedra  inmóvil.       ^ 

"Guando  la  mujer  tiene  que  moler,  se  arrodilla,  coge  con  las 
dos  manos  la  piedra  convexa,  la  introduce  en  el  hueco,  hacÍ3ndo 
luego  un  movimiento  análogo  al  del  tahonero  que  amasa,  y  car-» 
ga  sobre  aquella  con  todo  el  peso  de  sm  cuerpo  para  producir 
mayor  presión.  La  piedra  está  inclinada  por  un  lado  para  que 
Taya  cayendo  la  harina  en  un  paño  dispuesto  al  efecto." 

La  descripción  de  Livingtone  se  puede  aplicar  á  nuestras  mo- 
lenderas actuales,  así  como  á  las  primitivas  de  Penchasteau  y  de 


(1)  Origen  del  hatahn.  Problemas  y  niaiaTillas  de  la  natanleza.  México,  1871« 
1^.  901. 


332 

las  tribns  americanas.  Por  poeo  qae  llame  la  atención  esa  pie-, 
dra  labrada,  viene  á  descubrir  con  solo  sn  presencia  mil  y  mil 
cosas  de  la  pasada  edad.  En  efecto,  revela  el  conocimiento  del 
maíz,  su  cnltivo  de  ana  manera  constante,  su  empleo  én  la  con* 
feccion  del  pan,  7  todos  los  pormenores  de  la  vida  sedentaria 
del  agricultor.  Gomo  se  advierte,  esta  gramínea  formaba  desde 
aquellos  tiempos  remotos. el  fondo  de  la  alimentación  de  los 
pueblos,  que  con  el  pimiento,  los  frijoles  y  el  cacao,  también 
muy  antiguos  en  México,  se  conservaron  hasta  los  tiempos  bis* 
toricos.  « 

El  uso  del  algodón  es  antiquísimo  en  América.  Darwin,  como 
dijimos,  lo  encontró  jnnto  con  el  maíz  en  la  América  del  Sur,  en 
un  yacimiento  de  remota  formación.  Oomun  es  encontrar  en  tú- 
mulos y  en  escavaciones  una  especie  de  media  esfera  de  barro 
cocido  ó  de  piedra,  lisa  ó  con  adornos,  con  un  taladro  en  sentí- ' 
do  vertical;  todos  saben  ser  el  pezón  del  huso  (malaccUl),  el  cual 
recibía  una  varilla  de  madera  dura  pasada  por  el  horado.  Este 
invento  servía  para  hilar  el  algodón,  y  demuestra  evidentemente 
un  nuevo  y  precioso  ramo  de  industria. 

El  algodón  era  usado  en  la  India  desde  la  más  remota  anti- 
güedad. Herodoto  menciona  la  planta  con  referencia  á  aquel  país 
asegurando  que  los  babilonios  y  los  egipcios  se  vestían  de  lana, 
de  lino  y  de  cáñamo,  de  manera  que  no  conocían  el  algodón* 
Según  las  noticias  que  consultamos,  hasta  poco  antes  de  la  era 
cristiana  no  se  encuentra  huella  de  la  fábrica  de  telas  de  este 
textil  en  Persia,  en  Egipto,  y  en  las  riberas  del  Mediterráneo; 
el  uso  pasó  á' Grecia  y  á  Boma  mucho  tiempo  después.  La  plan- 
ta fué  aclimatada  el  siglo  X  en  España,  y  hasta  1250  comenzó 
la  industria  algodonera  en  Barcelona.  Es  evidente  que  el  hom- 
bre prehistórico  europeo  no  tuvo  conocimiento  de  esta  materia 
prima. 

Es  muy  digno  de  nota,  qne  los  agricultores  de  Europa  apren- 
dieron desde  muy  temprano  el  aprovechamiento  del  trigo,  del 
centeno  y  del  mijo,  granos  desconocidos  en  los  alimentos  de 
América;  los  americanos  no  tenían  más]  gramínea  que  el  maíz,  á 
su  vez  no  sabida  en  Europa.  De  la  misma  forma  y  del  tamaño 
de  nuestro  mcdacatl  se  hallan  allá  y  principalmente  en  las  pobla- 
dones  lacustres  de  Suiza,  los  husos  destinados  también  para  hi- 


833 

Iar;pero  en  aquellas  estaciones  se  tejían  la  lana,  el  lino,  el  cá- 
namo, mientras  aqní  se  sacaban  los  hilos  del  algodón,  del  agave 
y  del  pelo  del  conejo,  cosas  desconocidas  de  los  europeos.  El 
contraste  es  muy  palpable,  y  se  verifica  precisamente  en  lo  re- 
lativo al  alimento  y  al  vestido,  asuntos  de  vital  importancia  para 
el  hombre,  y  en  conocimientos  de  interés  propio  que  una  vez 
aprendidos  no  se  dan  al  olvido.  La  Atlántida  terciaria,  demos- 
trada por  la  ciencia,  nos  dio  pié  para  admitir  la  comunicación 
entre  América  y  Europa,  la  corroboramos  con  la  identidad  de 
las  armas  de  piedra:  atendiendo  ahora  á  que  los  utensilios  de 
cobre  sólo  guardan  pocas  semejanzas,  y  á  las  desemejanzas  ab- 
solutas acabadas  de  notar,  se  puede  aventurar  con  algún  funda* 
mentó,  que  el  puente  de  comunión  se  rompió  antes  de  la  época 
én  que  los  hombres  prehistóricos  americanos  y  europeos  pasa- 
ran del  estado  salvaje  al  del  cultivador.  Las  comunicaciones  con 
Asia,  quedaron  existentes  todavía;  de  allí  vino  el  cultivo  del  maís, 
del  pimiento,  del  frijol,  y  del  algodón;  de  allí  son  oriundos  los 
túmulos  y  la  inhumación  del  cadáver  sentado  en  cuclillas;  de 
allá  proviene li  varias  costumbres  y  muchas  ci'eenoias:  las  relacio- 
i^es  con  los  pueblos  asiáticos  se  prolongaran  por  tiempo  ipdefi- 
nido,  según  iremos  mirando,  aunque  el  puente  directo  de  comu- 
nicación desapareció,  ''antes  que  el  trigo  se  cultirase  en  el  llano 
eentral  del  Asia." 

Resumiendo  las  nociones  esparcidas,  podremos  formular  nues- 
tro juicio  acerca  de  las  ruinas  de  Gasas  grandes.  Corresponden 
los  edificios  á  la  edad  remota  de  arquiteetnra  d*  las  obras,  de 
tierra  amasada,  y  no  er^  .desconocida  por  kis  constructores  la 
piedra  tallada^  Tenía  la  ciudad  por  cenito  principal  el  señalado 
per  el  Yigia  y  el  Templo,  y  había  otros  lugares  d^  población, 
como  fórm»:ido  un  sistema  de  pequeñas  alquerías  sujetas  á  una 
cabecera.  La  ciudad  existió  por  mucho  tiempo;  el  necesario  pa- 
ra que  los  túmulos  cubrieran  en  tan  considerable  número  el  sue- 
lo, estando  destinados  como  lo  estaban  á  sólo  los  jefes,  los  sa- 
cerdotes principales  y  las  gentes  distinguidas.  Dicen  el  templó 
y  los  idolillos,  que  había  una  religión  politeista;  creían  en  la  in- 
mortalidad del  alma  y  en  la  vida  fui^i^ra,  al  colocar  en.  los  túmu- 
los los  nienttUos  indiapensables  en  el  .otro  suindo.  Bevelan  los 
metates  el  cultivo  del  mtfLs;  y  é!  empleo  del  gnmo  an  hacer  pan. 
Hilaban  y  tejían  las  fibras  dé  nn  textQ  semq'añte  al  agave;  ¿nó 


3M 

coDoeerían  el  algodón?  resolverá  este  problema  el  encontrar  6 
no  el  malacatl.  Propiresaba  el  arte  del  alfarero  y  había  vasijas  de 
barro  coman,  para  los  quehaceres  domésticos,  otras  finas,  pinta- 
das y  barnizadas  de  colorea  brillantes  y  formas,  airosas,  con  di- 
bujos de  un  género  recordando  el  tzapoteco.  Si  es  cierto,  cual  lo 
enuncia  García  Conde,  el  estar  orientados  los  edificios,  debemos 
conceder  á  aquel  pueblo  desconocido  algunas  nociones  en  la 
ciencia  astronómica.  Las  armas  de  piedra,  y  los  pocos  objetos  de 
cobre  como  de  lujo,  allí  encontrados,  señalan  el  principio»  si  se 
quiere,  de  la  edad  de  los  metales.  Empleaban  el  hueso  del  bison- 
te, y  fabricaban  adoraos  de  conchas  marinas:  ¿indicarán  estas  la 
procedencia  de^la  nación  de  las  costas  de  Calüornia,  ^  serán  so- 
lo la  prueba  del  comercio  mantenido  por  ella  con  los  pueblos 
pescadores  de  Occidente?  En  suma,  los  moradores  de  Gasas 
grandes  eran  sedentarias  y  agrícolas^  muy  adelantados  en  el  ca^ 
mino  de  la  civilización:  ya  aparecen  extinguidos  los  animales 
compañeros  del  hombre,  ó  al  menos  no  habían  sabido  domestir 
Carlos;  se  aprovechaban  sí,  de  los  despojos  del  búfalo.  (1) 

Coutinuamos  nuestro  xelato,  por  tanto  tiempo  interrumpido* 
En  las  inmediaciones  del  canon  de  Baehimba  existe  un  cerro  có- 
nico, con  un  parapeto  de  piedra,  subiendo  en  espiral  del  pié  á  la 
cumbre.  En  Babinoora  hay  una  serie  de  edificios  bien  conserva* 
dos,  á  lo  largo  de  una  corriente.  Dícese  haber  muchas  ruinasen 
la  parte  de  la' Sierra  Madre  frecuentada  por  los  eassadores  tara- 
humares.  Las  cortas  noticiad  llegadas  á  nneiltro  conooimientOi 
no  nos  permiten  formar  juicio  acerca  de  aquéllod  jnonumentoa 

"En  las  inmediaciones  de  Matotlan,  á  corta  profundidad  en  el 
aluvión,  y  en  las  orillas  de  láis  lagunas  que  se  extienden  al  Sur 
de  la  ciudad,  se  encn'enttan  arihas  de  piedra  como  hachas  y  fle- 
chas, morteros  (3)  y  reliquias  de  cuernos  de  oierv'os  y  de  pira* 
guas.  • 

(1)  Véase  luüntlM  Cmü  grandes  de  Cliih«áli«a»  vadenas  de  loe  AatOEta  eitodos, 
JkjSíBgai,  (D^BÍoAdtiilaJPfOiHiioia'delf.  S«  P.  5,  Ftspciaoo  de  Zacatecas,  parte  se* 
gnadm  oap.  VI, .  Qilm.  37.— Escudero,  Notíoias  estadis^.  ^éí  Estado  de  Cl^lia&luiaff 
pág.  234.~-AÍbum  Mexicano,  tom.  I,  pág.  37.4. — ^Tom.  V.  del  Bol.  de  la  Soc.  de 
Oe9grafía  y  Estadíistioa,  Ensayo  de  Ckffcía  Conde,  pág.  106  y  tágl 

(B)  XMÍoe  maKioi<m(niortíérif9  áiben de sev k»  MUluscOi;  iaoktiHm,  buAapuBamto 
cdnosTVdftft  píed9^ ávrm éd^J^i^^io/ w)ff|^piaoipox te^i>t^.y ^enfcr^a pa^ n^ 
lai  sálai^  de  0^- ea  9on^íj?o^eo  ^  pj^t^.  .      , 


836 

^*£n  el  distrito  de  Sahuar^pa,  Sonora,  entre  el  Beal  Viejo  y 

Ariyechi,  encierran  las  cavernas  restoa  antiguos*  £n  el  mismo 
distrito,  cerca  de  Trinidrid,  se  encudnti^aQ  momias  indias  ninj: 

bien  conservadas.  Otras  cavernas  están  revestidas  por  el  inte* 
rior,  de  pintaras,  acerca  de  las  enales  no  conservan  tradición  al- 
guna los  indios  actuales;. se  distiiignen  délas  pintaras  modernas 
en  tener  los  perfiles  negroa»  mientras  ^tas  están  dil^ujadas  com 
el  ocre  rojo  de  que  acostumbran  pintarse  la  cara  las  tribus  del 
Norte."  (1) 

ílefieTe  el  P.  Alegre  (2)  que  en  la  misión  del  Zape,  (Dnrangc^, 
encontraron  los  misioneros  en  la  cima  de  una' roca  domde  brota 
una  fuente,  muchos  ídolos  y  fragmentos  de  columnas,  piedras  de 
varios  colores  para  embijarse,  y  en  el  valle  ruinas  de  edificios. 
En  otro  higar  añade  (3)  que. cavando  el  terreno  para  fabricar  la 
iglesia,  '^se  hallaban  á  cada  paso  ollas  bien  tapadas  con  cenizas 
7  huesos  humanos,  piedras  de  varios  colorea  con  que  se  embijan, 
metates  y  otras  cosas,  y  lo  que  les  cansaba  más: admiración eraa 
las  estatuas  y  figuras  que  descubuian  de  varios  animales:"  una 
media  legua  está  ocupada  por  aquellos  vestigios.  Siguiendo  la 
relación  de  Gúillemin  Tarayre: — ''Oerca  de  Sestiu,  conocido  pot 
sus  placeres  de  oro  y  situado  hacia  los  26''  lai,  vi  cavernas  con 
vasos  y  otros  objetos,  denotando  una  civilización  avanaada.  Más. 
al  Sur,  en  el  valle  del  Zape  y  bajo  los  SS'^'lat.,  encontré  los  ^resh 
tos  de  lina  extensa  ciudad,  ocupando  toda  la  paorte  desoubierii^ 
la  anchura  del  mismo  valle»  La  margen  izquierda  del  xio  que  och 
rre  hacia  Sestin  la  determina  una  serie  de  colinas  de  pocá.aljbS'^ 
ra,  prolongándose  por  la  una  parfe  hasta  la  Sierra  de  Gmauace- 
vi,  y  por  la  otra  hasta  la  ¡Kerra  de  Esoobat(  la  cumbre.de  oada 
colina  fué  un  centro  de  habitaeion^  mientras,  se  extienden  al  pié 
los  terrenos  cultivados:  muy  largo  hubiera  sido  proceder  al  te- 
eonocimiento  de  aqúelloi^Jtenraplenee  cae!  iguales,  y  por  eso  mi 
limité  á  formar  el  pUano  ^caotó  da  los-  qué  están  á  700  metros  al 
N.  del  raadho  M  Saáta  Ana,  á  Blh^metros  4^1  Zape^"^ 

''Es  tma  sieriede  terraipleBes  xélamonados,  formando  terrados 
ezactamenie  drientados,  ycnyos  boudes  smlpeKioires  los  ienninaii 


(i)  ArdhivM,  Ion.  m,  pife.  «**.  ^   ' 

(9)  CM.  de  la  Oomp.  d6  JesoalTom.  I,  pág.  415. 

(8)  Loco  eit,  Tom.  ü,  pág.  54.— Bivaii,  pág,  589. 


336 

hileras  de  piedras  fijas  al  saelo;  cuatro  de  estos  terrados  limitan 
un  patio  cuadrado,  en  medio  del  cnal  se  indica  nna  pequeña 
construcción  por  piedras  puestas  en  figura  cuadrada;  al  E.  de 
este  primer  patio  hay  dos  terraplenes  abarcando  un  espacio  rec- 
tangular, cerrado  por  sólo  tres  lados.  Becuerda  esta  disposición 
la  de  la  antigua  ciudad  de  Teotihuacan,  en  la  que  los  terrados 
distribuidos  en .  el  mismo  orden,  sirven  de  base  á  habitaciones 
construidas  con  materiales  sólidos,  mientras  en  el  Zape  parece 
qpesólo  sustentaron  casas  de  materiales  lijeros,  como  los  jacales 
^  los  indios  de  la  Sierra.  Por  cada  lado  del  edificio  principal 
baja  una  rampla  de  dulce  pendiente  hasta  el  pié  de  la  .colina,  á 
los  campos  en  que  se  cultiva  como  en  otros  tiempos  el  maíz.  Las 
tierras  están  limitadas  á  600  metros  por  un  arroyo  permanente 
de  cierta  importancia,  que  desciende  de  las  altura^  de  la  Ciéne- 
ga de  Escobar,  y  desagua  en  el  rio  del  Zape.  Las  otras  colinas 
del  valle  presentan  grupos  de  terraplenes  á  veces  mas  extensos, 
dispuestos  bajo  la  misma  forma,  pudiéndose  avaluar -en  50  kilo-' 
metros  cuadrados  el  espacio  ocupado  por  aquellas  construccio- 
nes. De  otro  género  son  los  vestigios  sobre  la  roca  tubular  que 
domina  el  pueblo  del  Zape,  pues  son  restos  de  obras  estableci- 
das sin  orden,  compuestas  de  piedras  superpuestas,  recordando 
las  cabanas  que  en  los  terrenos  pedregosos  levantan  los  pastores 
del  antiguo  mundo:  débense  estos  trabajos  bárbaros  á  los  indios 
oocoyomes;  tribu  salvaje  ya  extinguida,  haciendo  8<$lo  dos  anos 
que  una  anciana,;  último  resto  de  aqtiella  horda;  murió  en  el 
Zape." 

^^Alguuas  cavernas,  que  sirvieron  de  refugio  á  esos  pueblos» 
yacen  en  las  orillad  del  rio^'  al  N.  del  Zape:  se  encuentran  en  ellas 
osamentas,  cerámica  grosera^  y  flechas  de  silex"^  (1). 

Meditando  acerca  de  estos .d«to9¿  y  descartando  po?, modernas 
Ias  obras  barbaras  de  los  cocoybmBS,  descubrimos  que  a<lueUo« 
restos  pertenecen  ^  dos  éprioas  diversas*.  Jliró  columnbd  viatá6 
por  los  mísioperos  jesuítas»:  los  idólijilofií.  y  las:  reprasento&ibnes 
áe^  animales,  y  principalmente  laa  oeniflaar  y  loa  hüeftoa  humanos 
conservados  en  lab  ollas,^  aénsan  una  raza  diversa  de  la  de  CasM 
grandes,  ó  al  menos  costumbres  profundamente  modificadas,  ya 
que  á  la  inhumación  en. el  túmulo  sigua  la  incin^acion  y  los  des- 

(1)  Explorátion  mi&6nilo{;iqQi»,' pág,a88»    ,.      .    .:  •; 


337 

pojes  coDserTados  ea  urnas  fuueran^-  Xios  habitantes  del  Zape- 
estaban  muy  más  adelantados  que  los  de  Casas  grandes,  y  rela- 
tivamente eran  más  modernos.  Los  terraplenes  descritos  por 
Guillemin  recuerdan  bajo  todos  aspectos  las  construcciones  de 
la  misma  clase  {moundsj  de  los  E.  U.;  r.l  simple  examen,  dan  la 
misma  forma,  idéntico  sistema,  igual  destino:  no  parece  sino  que 
una  fracción  de  la  raza  boreal  se  desprendió  de  su  asiento  pri- 
mitivo, para  venir  á  dar  muestras  de  su  saber  a  las  regiones  aus- 
trales. A  cálculo,  basado  en  ciertas  consideraciones,  creemos  que 
estos  terraplenes  son  anteriores  á  las  colinas. 

Correspondiente  al  mismo  Estado  de  Durango  encontramos 
que  el  P.  Arlegui  vio  con  sus  ojos  huesos  de  jigantes,  y  entre 
Durango  y  San  Juan  del  Bio  una  muela  de  muy  grandes  dimen- 
siones: (1)  más  adelaute  repite  la  noticia  de  los  jigantes.  (2)  En 
el  terreno  llamado  la  Breña,  cerca  d^  la  ciudad  de  Durango,  se 
encuentran  muchas  grutas  subterráneas,  formadas  por  las  ampo- 
lladuras  de  aquella  antigua  formación  volcánica;  de  aquellas  ca- 
vernas sacó  el  Sr»  D..  Fernando  Eamírez  algunos  objetos  de  an- 
tigüedades, entre  ellos  una  tortuguita,  de  media  pulgadíi  de  diá- 
metro, de  piedra  dura  perfectamente  labrada.  Notó  el  observador  ' 
tres  nombres  dados  á  ciertos,  lugares,  que  revelan  tres  lenguas 
borradas  en  aquella  comarca,  y  que  la  niano  de  Dios  ha  espar- 
cido á  largas  distancias.  (3) 

Descúbrense  ruinas  desde  las  montañas  de  Chalchihuites  has- 
ta el  valle  del  Súchil.  El  pueblo  que  allí  vivió  sin  dejar  la  menor 
seña  .de  su  fisonomía,  fue  sin  duda  el  descubridor  y  explotador 
de  la  veta  de  gemona  llamada  en  mexicano  cholchihuüL 

■  Cerca  del  pueblo  de  San  Juan  del  Teul  (Zacatecas),  quedan 
vestigios  de  una  ciudad  antigua,  y  á  poca  distancia  una  colina  en 
cuya  cumbre  existió  el  templo  de  una  divinidad  muy  reveren- 
ciada por  los  nayaritas.  Aquellas  ruinas  pertenecen  á  un  tiem- 
po remoto,  cual  lo  atestiguan  los  restos  allí  encontrados^  sobre 
todo  una  hacha  de  piedra  lidya,  número  23,  que  no  puede  ser 
obra  de  los  bárbaros  cascanes  y  nayaritas.  ''Sus-  l^uenas  propor- 

(1)  Chzonioa  de  Zacatecas,  pág.  6.  ^ 

(8)  Opna  ót. ,  pág.  .67.  « 

(3}.NoUcia8  hifltárioas  de  Donogo,  pág.  6— BoL  de  la  Sao.  de  Geografía  y  Ettad., 
iom.  V,  pág.  10.  j 

43 


338 

clones,  lo  fino  del  trabajo,  la  elegancia  de  la  forma,  denotan  en 
el  fabricante  nn  estado  artístico  avanzado,  no  alcanzado  jamas 
por  los  teules  ni  los  cascanes.  £1  dibujo  de  esta  arma  notable, 
presenta  nn  filo  cortante  y  curvilíneo,  rematandt)  en  pnnta  en  la 
parte  superior;  lleva  hacia  el  medio  una  ranura  á  la  cual  se  adap- 
taba el  mango;  otra  segunda  aislaba  la  cabeza  del  arma  á  gaisa 
de  masa,  herizada  de  pitones,  dos  de  los. cuales  figuran  los  ojos, 
mientras  un  apéndice,  en  forma  de  hccico,  completa  la  represen- 
tación de  una  cabeza  de  aiiimal."  (1)  Las  tribus  bárbaras  mo-  ' 
dernas  ocuparon  aquellas  ruinas,  las  trasformaron  al  apropiár- 
selas, y  es  preciso  separar  lo  que  á  entrambas  épocas  corres- 
ponde. (2) 

Las  ruinas  principales  de  esta  región  son  las  llamadas  de  la 
Quemada,  por  estar  situadas  en  tierras  de  la  hacienda  de  este 
nombre,  en  el  Estado  de  Zacatecafi:  el  Cerro  de  loa  edificios  que 
las  contiene  dista  de  la  casa  de  aquella  cinco  kilómetros  al  N.E- 
En  la  cumbre  de  esta  eminencia  se  destacan  grandes  construc- 
ciones consistentes  en  patios  espaciosos,  viviendas  de  diferentes 
clases,  amplios  pasadizos,  y  aquí  y  allá  pirámides  de  diversos  . 
tamaños,  el  todo  en  armonía  con  el  plan  atribuido  ahora  á  loi8 
constructores;  en  efecto,  á  juzgar  por  el  conjunto,  aquello  parece 
ser  el  palacio  del  jefe  de  la  comarca,  con  viviendas  para  sus  ser- 
vidores iumejJiatos,  un  templo,  varios  altares  piramidales  y  cá- 
maras para  los  sacerdotes,  vigías  ó  atalayas  sobre  las  mismas 
pirámides.  Para  resguardo  de  aquellos  objetos  privilegiados,  una 
parte  de  la  falda  del  cerro  está  revestida  de  mampostería,  y  lo 
demás  defendido  por  una  gruesa  muralla,  con  su  cindadela:  esta 
circunstancia  la  hacía  una 'plaza  fuerte,  prevenida  contra  toda 
acechanza,  y  capaz  de  cónteneruna  gran  multitud,  ya  para  la  ce- 
lebi^bion'de^ab  fiestas  religiosas  p  poiíticas,  ya  pata  resistir  un 
asalto  <í Tin  acédio. 

'Buitíinistró  la  localidad  los  matelriálés  de  construcción:  consis- 
ten  en  lajaá,  ó  sean  lozas  cortadas  en  superficie  plana  por  el  fren-  ' 
te,  colocadas  en  hiladas  regulares,  y  unidas  con  un  batro  rojo 

ft)  GuiUemin  Tarayre,  pág.  221. 

(2)  Fragmentos  del  P.  l^o;  García  Icazbaloeta,  Doo.,  tom.  11^  pág.  363-8.— Los 

copia  Bdanmónt  eñ  isu  cróhioa  áe  ifiidMackn,  y  loó  sigae  ¿omero  Gil,  Bd.  de^Ia  Soou 

de  G«og.,  tom.  YIII,  pág.  497. 


339 

mezolado  con  zacate;  *'hí  argamasa  tiene  tal  consistencia,  dice  en 
el  articulo  relativo  el  Diccionario  Universal  de  Historia  y  de 
(Geografía,  j  los  edificios  están  tan  bien  construidos,  que  sin  du« 
da  estarían  casi  intactos  cuando  los  descubrieron  los  espauoles, 
y  ha  sido  necesaria  la  barbarie  de  los  primeros  que  colcmizaron 
aquellas  comarcas  para  destruir  de  propósito  tan  graneles  mo- 
namentos,  á  fin  de  encerrar  bestias  entre  sus  edificios  y  fo'mar 
cercas  ó  potreros  con  los  materialt^s  que  de  los  mismos  mona- 
pientos  extraían."  Derribados  los  techos  no  se  sabe  desde  cuan* 
do,  la  intemperie  há  descamado  las  paredes,  revocadas  en  un 
tiempo  con  un  oompuef^to  semejante  al  de  Oasas  grandes. 

A  la  derecha,  ocupando  la  eítrenaidad  austral  de  la  plataforma, 
atrae  la  atención  «u  monumento  notable:  es  un  patio  riictangu- 
lar,  de  60  sobre  74  metros,  limitado  al  S.  y  al  O.,  por  muros  rec- 
tilíneos en  talud  de  piedras  secas,  y  al  que  se  baja*  por  tres  es- 
calones, prolongados  en  toda  Ja  longitud  del  lado  N.;  el  cuarto 
lado  al  E.,  parece  haber  servido  de  peristilo  á  un  monumento 
macizo.  Una  columna,  todavía  en  pie,  la  basa  de  la  que  se  alzaba 

en  la  extremidad  boreal,  y  una  ó  dos  allf  derribadas,  permiten 
completar  la  serie  de  siete,  tal  vez  ocho,  que  formaban  la  colum- 
nata exterior  de  aquel  edificio,  cayo  destino  parece  hab  ^r  sido, 
el  de  uii  teopan.  La  palabra  temph  es  la  más  propia  que  pueda 
ocarrir  para. darse  cuenta  de  la  impresión  producida  por  aquel 
monumento:  mide  por  dentro,  30  sobre  39^Qietros.  Once  co  i.m- 
nas,  todavía  enhiestas,  forman  un  rectángulo,  que  en  los  ejes 
mide  15  sobre. 26  metros,  es  eldiámetre  de  las  columnas  1'"  80; 
8on:GÍUn.drioá8;iainba5«B  ni  capiteles,  y  de  altura,  de  6^  30:1a 
hileraopuesr^^áilaeAtra^,  otieatk  una  coluteüa  máis,  cinco  en 
Tes  xle< cuatro.   Esta  disposición,  quis  pudiera  c&ocar  en  el  pla- 
no, nada  tieob'de  disparatado  fiara  el  observador,  que  pene- 
trando al  recinto,  se  colocara  en  el  eje  de  entrada,  en  el  lugar 
dond^  falta  la  oimétrica  de  la  columiía  décima  primera;  en  efec- 
to, los  intercolummios  ÍMtonde  tal  tnanera  calculadoH,^  que  de^ 
aqhel  pauto  sé  vieran  las  columnas  de  la  segunda  hilera,  colo- 
cadas sÓBtenléndó  de  eje  en  eje,  el  mismo  ángulo  visual.   Los 
muros,  deigual'aléura  alas  pilasivasj  tienen  un  espesor  de  2  m  70p 
presentan  una  fiola^ entrada  de  diés(  metros  de  ancho,  pues  la  brcr' 
cha  del  ángulo  N^K,  es  obra  de  un  derrumbe."  (1) 

(1)  GaiUexnin  Taxayxe,  pág.  192. 


340 

Pe  la  pirámide  sitnada  á  la  entrada  de  la  fortaleza,  arranoau 
diversos  camiDQS,  visibles  dojade  no  fueron  destripados  .en  las 
tierras  cultivadas^  entreQorta(k>s  por  vías  trasversales^  dirigién- 
dose á  las  diversas  alturas  del  valle,  en  las  cuales  se  registran 
monumentos  de  menor  importancia,  casi  del  todo  destruidos- 
Aquellos  restos  se  extienden  desde  el  Oerro  de  los  Ediñcios,  pa- 
T^  el  Sur  hasta  Yillanuevay  en  distancia  de  15  kilómetros,  lle- 
nando el  valle  en  toda  su  a,mplitud,  de  12  jkilómetros. 

^0  se  descubren  pinturas»  geroglíficos,  ni  esculturas,  luera  de 
cinco  culebras  grabadas  en  hueco  sobre  una  roca;  alli,  menos  que 
en  las  otras  ruinas,  se  encuentran  objetos  de  arte,  tal  vez  por  es- 
tai:  ocultos  por  los  escombros.  Se  hallan  poca  cerámica,  barros» 
metales,  y  hachas  de  piedra  pulida.  El  núm.  24  '^es  "de  piedra 
dura^  cuarzosa,  cortada  en  bisel  por  un  lado,  mientras  por  el  otro 
presenta  una  cabeza  que  sirvió  de  martillo,  á  juzgar  por  lo  gas- 
tado 7  las  fracturas;  tiene  la  ranura  para  recibir  el  mango.  Fuó 
recogida  también,  una  cuña  de  piedra  lidja.  Las  flechas  de  silex 
son  los  objetos  más  comunes.  Busque  mucho  tiempo  en  vano  1& 
obsidiana;  recordando  la  predilección  de  las  hormigas,  en  uno 
d^  los  barrios  del  antiguo  Teotihuacan,  de  cubrir  sus  hormi- 
gueros de  fragmentos  de  obsidiana,  no  tardó  en  encontrar  so-> 
bre  ellos,  trozos  pequeños  de  la.  roca  vitrea."  (1)  En  el  Museo 
nacional,  existen  dos  preciosos  ejemplares  en  diorita,  de  hachas 
de. este  .tipo:  parece  que  son  peculiares  de  esta  región,  no  apa» 
recie^do  las  amigdaloideas  sino  en  la  regíqn  austral.  D.  Luis  de 
la  Bosa,  vio  en  la  argamasa  los  olotes  daljaaaíz."  Solamente  se  ha 
hallado,  pala!br^s  del  Dio*  Univ.,  una  tortuga  de  piedra,  que  pro- 
bablemente ^s  serpentina;  no  hemos  logrado  verla;  pero  se  nos 
asegura,  que  en  la  parte  inferior  de  éUa,  está  esculpida  una  ca- 
ña, que  como  se  sabe,  es  el  símbolo  Acatlf  del  calendario  me- 
xicano." 

•Inferimos  de  estos  datos,  que  aquella  comarca  estaba  ocupada 
por  un  mismo  pueblo,  disemíjiado  en.,  el  valle,  ahupado  en  diver- 
sos ceptros,  siendo  el  principal,  llamémosle  capital,  el  Oe^o  de 
loe  Edificios,  re^dencia  del  jefe  y,santaario  del  dios.  Oolonia  agrí- 
cola 7  sedentaria  cultivaba»  el  maiz;  temía,  sin  embargo,  los  ata*^ 
ques  de  tribus  bárbaras  ó  naciones  rivales  enemigas,  ya  que  la- 

(1)  Gaillemin  Tarayre,  pág.  216. 


K 


yantaba  fortifioaciones.poderosas  para  hacer  intespügnables  sus 
GÍtidades.  Adelantado  en  arqnitectúra  sabe  alzar  la? columnas  cttja 
réminitmeneia  se  enonentra  por  primera  Tez  en  él  Zape,  annque 
el  estilo  es  seco»  severo,  falto  de  ornamentación.  Consagra  parti- 
cular esmero  á  los  caminos,  por  los  cuales  liga  &  la  capiiÁl  las 
poblaciones,  dando  á  entender  relaciones  estrechas  por  mottro  cte 
obedeekniento  ó  de  comercia  Aquella  organización  social  estaba 
muy  adelantada,  se  hacía  sentir  entre  los  subditos  de  un  a^  mane- 
ta éScaz,  j  debía  ser  ün  cnanto*  despótica.  No  se  puede  juzgar 
éé  las  artes  por  ser  póéas  las  reliquias  encontradas;  la  tortuga 
debe  de  tener  relación  con  las  de  Gasas  grandes  y  de  lá  Huaxteca^ 
ya  como  símbolo  religioso,  ya  como  notación  crónica;  si  se  pudie- 
ra demostrar  que  el  acatt  era  signo  cronológico,  se  dedociría/el 
que  eran  ya  poseedores  de  la  ciencia  del  calendario.  Es  notable 
que  en  p1  Xorte  hagan  papel  este  mismo  ahrmal  y  la  lagartija. 
*'La  colección  mis  notable  de  lagartijas  y  de  tortugas,  dice  M. 
Laphan,  descubierta  hasta  ahora,  está  á  milla  y  media  £il  6.  O. 
del  pueblo  de  Pewaukee.    Consiste  este  grupo  en  siete  tortugas, 
ddá  lagartijas,  cuatro  terraplenes  oblongos,  y  una  de  las  escava- 
ciones  notables  á  las  cuales  hemos  aludido."  (1)  Pueden  multi- 
plicarse las  citas  á  este  propósito.   El  templo,  cerrado,  aléjala 
comparación  entre  aquel  culto  y  el  de  los  pueblos  históricos;  el 
santuario  desierto,  la  falta  de  esculturas,  privan  al  observador  de 
poder  diístingtíír  la  figura  de  los  dioses.  El  altar  piramidal,  visto 
por  la  primera  vez  en  Casas  grandes,  y  que  s^  descubre  también  en 
el  Norte,  reaparece  aquí,  tomará  mayores  proporciones  en  la 
región  central,  y  será  el  teocalH  de  los  pueblos  civilizados.'  Líts  so- 
las culebras  aisladas  grabadas  en  la  roca,  nada  dicen  todavía. 
¿Serán  una  inscripción,  una  fecha,  una  divinidad?  No  lo  sabembs; 
aquella  anotación  epigráfica  recuerda  qne  la  serpiente  es  un  sig- 
no místico,  común  y  muy  frecuente  entre  los  pueblos  de  Amórica 
y  de  Asia. 

**E1  género  de  construcción  empleado  en  la  Quemada,  dio 
Ouillemin,  (2)  suministra  algunos  datos  interesantes  acetca  'de 
los  pu'eíblosqué  aHí'hsbltatoñ.  Aplicando  las  sabías' indicaciones 
aplicadas  por  íí.  Violet-Ie-Ihió  á  la*j  antigüedades  fotografiadas 

(1)  liubbocfc,  p*g.  Í22fl. 

(2)  Exploration  míiMtalosi^niei  ptfg.  Sil. 


3i2 

por  M.  Chamay,  se  enonentra  en  el  coDJanto  de  constraociones 
recorridas,  la  prueba  de  lat  existencia  de  una  casta  organüsadora 
7  la  indicaoíau  da  la  sangre  blanca  como  elemento  dominador  en 
ella,  y  también  la  presencia  de  una  numerosa  multitud  servil,  que 
baja  podido  emprender  j.remataa:  trabajos  tan  inmensos,  ejecu- 
tados de  una  sola  yez.  La  perfección  en  la  albanileria»  lod  muros, 
las  columnas,  y  más  aún,  la  argamasa  empleada. (sin  cal,  es  ver- 
dad, porque  faltaba  en  los  alrededores)  indican  los  caracteres  tí- 
picos de  las  razas  turanianas  y  finnicas;  es  decir,  de  los  pueblos 
amarillos,  como  los  obreros  de  aquellos  grandes  trabajos.  La  cas- 
ta directora  pertenecía  evidentemente  á.  la  raza  blaoca;  el  ariano 
Afinca  su  presencia  en  laforma  del  coUt,  representando  lá  cabana 
de  madera  del  berve  blanco,  en  las  construcciones  en  talud,  todas 
de  piedra  seca,  y  en  la  sabia  disposición  de  los  edificios,  concu- 
rriendo á  la  vez  á  las  exigencias  de  la  vida  política  y  religiosa,  y 
á  las  ingeniosas  combinaciones*  realizadas  para  la  defensa."  (1) 

£1  extenso  y  hermoso  lago  de  Chápala  debe  haber  atraído  á 
sus  orillas  á  los  hombres  primitivos;  lo  prueban  las  restos  que 
las  olas  depositan  en  las  márgenes  -de  tipos  «ntiguos  y  de  seme- 
jantes á  los  de  filiación  nahoa-  Allí  ^e  encuentrat)  las  cenizas  de 
los  difuntos  con  los  cráneos  conservados  y  enteros,  género  de 
enterramiento  muy  peculiar,  pues  reúne  juntas  la  ialiumacion  y 
la  incineración.  JSl  estudio  que  ha  de  practicarse  debe  ser  inte- 
^gente,  para  distinguir  la  época  remota  de  la  histórica,  pues  en 
ambas  vivieron  ahí  las  tribus. 

La  Sierra  Gorda  de  Querétaro  contiene  preciosas  ruinas  de 
eiudades  fortifioidas.  Poco  tiempo  hace  fueron  descubiertas,  y 
las  primeras  noticias  descriptivas  las- debo  manuscritas  al  Sr. 
D«  Mariano  Barcena.  Dicen  así: 

''En  las  investigaciones  que  han  hecho  los  paleontologistas 
para  determinar  con  precisión  la  época  en  que  apareció  el  hom-^ 
bre  sobre  la  tierra,  se  han  visto  obligados  á  recurrir  á  la  arqueo* 
logia  á  fin  de  caminar -con  más  seguridad  en  un  problema  de  tan 
difícil  resolución.  En  las  montañas  de  la  Sierra-Gorda  existen 
numerosas  ruinas  de  poblaciones,  que  fueron  habitadas  por  loa 
antiguos  moradores  del  país,  y  las  cuales  nos  dedicamos  á  estu» 

(l)  YéaBd  para  las  rninaa  el  art  dd  Dio.  unir,  de  HisL  j  d«  Qeogr.,  Quemad» 
ptuinaa  de>-*Moaaioo  Mixioano,  iom.  I,  pég.  185  7  aíg..  Seo.,  fta,  ¿ce. 


343 

para  ver  si  podíamos  proporcionamos  algan  dato  acerca  de 
tan  importante  cuestión." 

''A  4  leguas  de  £1  Doctor,  se  encuentra  el  Oerro  de  Canoas, 
masa  calcárea  de  difícil  acceso,  bastante  elevada  y  dirigida  K.  E. 
á  S.  O.  La  parte  superior  está  terminada  por  una  meseta  espa- 
ciosa, donde  se  ven  las  ruinas  de  una  serie  de  baluartes  y  forti- 
ficaciones, colocadas  con  una  habilidad  admirable,  revelando  la 
inteligencia  guerrera  de  sus  autores.  Por  el  lado  N.  E.  como  á 
12'"  del  principio  de  la  meseta,  se  encuentran,  las  ruinas  do  la 
primera  fortificación,  de  base  cuadrada  y  s^uida  de  otras  tres 
colocadas  en  serie  á  distancias  muy  cortas.  A  éstas  siguen  otras 
en  la  misma  dirección,  protegidas  lateralmente  por  dos  grandes 
fortines  que  ocupan  una  gran  parte^  del  perímetro  de  la.  qaesetai 
y  se  terminan  en  Is^  direcciosi  de  un  baluarte  principal,  que  aun- 
que muy  arruinado  en  la  actualidad  tiene  cercado  12'°  de  altura. 
Siguiendo  la  línea  de  la  meseta  hacia  el  S.  O.,  se  presenta  una 
gran  plati^rma  rectangular  de  500  metros  cuadrados  de  super- 
ficie.. Parece  que  este  lugar  es  el  que  más^e  cuidaba  de*  defender, 
porque  ademas  de  estar  resguardado  por  dos  grandes  fortines  de 
3  de  altura,  se  notan  á  3us  lados  las  ruinas  de  una  serie  de  ba- 
luartes pequeños  y  muy  aproximados.  Después  de  la  plataforma 

.  siguen  diversos  grupos  de  fortificaciones  de  diversas  altaras,  si- 
tuadas de  tal  manera,  que  al  mismo  tiempo  que  protegen  los  ba- 
luartes del  centro,  se  aproximan  á  los  bordes  de  la  meseta  para 
defender  los  puntos  más  accesibles.  Al  entrar  á  la  explanada  del 
4»rro,  donde  termina  una  rampa,  ^stá  colocado  oblicuamente  un 

^gran  fortín  que  domina  todo  el  camino.  El  número  de  fortifica- 
ciones que  puede  cont^nse  asciende  á  45,  y  algunas  de  ellas  con- 

.  servan  en  parte  su  figura.  Uno  de  los  baluartes,  situado  en  el 
extremo  S.  O.,  se  compone  de  un  zócalo  de  2"'50  de  altura,  que 

.sostiene  un  muro  en  talud,  coronado  por. una  saliente  sobre  §1  cual 
86  apoya  un  torreón  ya*  arruinado;  los  demás  baluartes  que  están 
menos  conservados^  parecían  tener  formas  aemejaQtes  á  la  an- 
terior." 

« 

'^odas  las  fortificaciones  están  construidas  con  lajas  calizas 
paralelipípedas,  unidas  por  cimientos  calcáreos  y  arcillosos.  So- 
hKe  las  ruinas  de  dichas  fortificaciones  había  crecido  un  hermosa 
bosque  de  encinas,  que  la  mano  de  la  ignorancia  destruyó  últi- 
mamente por  medio  del  fuego.  En  uno  de  los  baluartes  princi- 


su 

pales  se  conserva  nn  tallo  carbonizado,  cuya  sección  horizontal 
tiene  cerca  de  1"  de  diámetro,  que  por  el  numero  de  zonas  que 
es  posible  contatle  puede  asegurarse  que  tuvo  más  de  trescien- 
tos anos  de  existencia.  Las  observaciones  p^eológicas  del  terreno 
y  la  naturaleza  del  cimento  con  que  están  unidas  las  lajas  cali- 
zas, demuestran  claramente  que  estos  constructores  militares  son 
relativamente  recientes,  pues  el  cimento  está  en  pjran  parte  for- 
mado por  una  arcilla  rojiza,  idéntica  á  la  que  depositan  actual- 
mente las  aguas  pluviales,  y  que  provienen  de  la  alteración  de 
las  ma^as  de  pórfido,  así  conio  de  las  pizarras  margosas." 

"A  tres  leguas  NO.  de  Canoas,  están  situados  algunos  cerfós; 
rodeando  el  pequeño  valle  está  la  ranchería  de  Ranas.  En  la  ma- 
yor parte  de  estos  cerros  existen  numerosas  ruinas  de  poblacio- 
nes indígenas,  que  testifican  la  civilización  y  el  gusto  arquitectó- 
nico de  sus  habitantes.  Sobre  una  eminencia,  al  N.  del  valle,  Be 
ven  los  restos  de  una  pirámide  cuadrada,  cuya  base  tiene  20  me- 
tros de  lado.  Se  subía  á  ella  por  cuatro  escaleras  perfectamente 
orientadas,  que  conducían  á  la  plataforma  superior.  Cer^a  de  la 
pirámide  existen  los  vestigios  de  un  gran  sepulcro  ó  coesillo,  que 
sólo  guardaba  un  cadáver;  tal  vez  de  un  personaje  distinguido, 
como  lo  demuestran  la  magnitud  del  túmulo,  ¿sí  cómo  la  varie- 
dad de  los  accesorios  encontrados  junto  á  la  osamenta,  y  consis- 
tían en  conchas  marinas,  utensilios  de  barro,  cuentas  de  espato 
calizo,  &c.  Al  pié  de  e'sta  colina  está  una  encina  frondosa,  que 
los  habitantes  del  lugar  llaman  el  Árbol  bendito,  porque  según  la 
•  tradición,  bajo  su  sombrk  decía  misa  y  explicaba  la  doctrina  cris- 
tiana á  los  indígenas  el  P.  Soriano,  religioso  dominico.  El  a!tai§ 
era  tma  roca  calcárea,  que  domina  grande  espacia  de  terreno. 
•Próxibo  á  ella  óstátin  manantial  circular  de'Z  metros  de  diáme- 
tro; sus  aguas  síon  diáfanas  y  de  sabor  calcáreo :  en  ellas  fueron 
bautizados  los  nuevos  cristianos.'* 

**Cerca  de  Ranas  y  por  el  rumbo  de  El  Doctor;  se  ven  numero- 
sos coesillos  en  los  cuáles  se*  encuentran  algunas  cotíchas  marintkB, 
que  serían  tal  vez  guardadas  por  los  indígenas  en  memoria  de 
sus  peregrinaciones  por  las  costas.  A  intnédiaciotíes  de  San  Juan 
tíélBio,  y  ptiíJcípííM^t'e  en  las  rhinis'fl.fe  /S^n  Selmétían,  hay 
iiuchós  cóeéktos  ¿eáíéjáütfefe^  A  16^  aütéríoreá; '  Sóáteriiendo  ídolos 
de  esmarydiía  y  ótrBs  objetos  curiosos.  Estos  monumentos,  que 
acreditaií  la  civilización 'de  nuestros  antepasados  y  sutnínistran 


V 


$45 

á  la  historia  preciosos  datos,  debían  estar  bajo  el  cuidado  de 
nuestras  sociedades, científicas,  y  en  especial  de  U  de  Geogri^fia, 
Estadista  é  Historia,  la  c^nal  debería  (Solicitar  del  GVibierno  (Su- 
premo una  ley  que  garantizase  su  oonservaciob,  é  impusiese  pe- 
nas á  los  que  tratasen  de  destruirlos,  cóitíO  haoei)  algunos  de  los 
habitantes  de  las  inmediaciones  de  Canoas,  qu^  han  removido  el 
terreno  para  semblar  maíz,  destruyendo  gran  pslrte  de  las  mag- 
nificas fortificaciones  que  he  mencionado." 

El  Estado  de  Guanajaato  no  presenta  vestigios  algnnog  de  im- 
portancia, respecto  de  grandes  ciudades.  ÉncaáiitrAuse  en  los 
carros  de  San  Gregorio,  en  lá  hacienda  de  Tupataro,  alganas  gru- 
tas que  parecen  ensanchadas  por  las  manos  del  hombre.  En  las 
llanuras  del  Bajío  suelen  encontrarse  alganos  tumuloíí,  qne  bajo 
una  espesa  capa  de  cenifejí  presentan  esqueletos  con  la  cabeza  cu- 
bierta con  un  cajete  ó  braseriHo  de  barro,  teniendo  al  lado  Sé- 
chas,  cuchillos,  armas,  collares  de  huesos  de  aves  y  piedrecillas 
lisas  de  calcedonia.  (1)  Beaumont  menciona  algunos  objetos  de 
MiohoacHm,  que  no  aparecen  de  gran  importancia,  y  L^jarza  in- 
^ca  algunas  ydcutm  6  sepulcros,  una  pirámide  y  un  crimino.  (2) 
En  la  sierra  cerca  de  Deremendo,  se  descubrieron  el  año  1712 
inmensas  grutas  deliiempo  de  la  gentilidad,  con  recientes  ofren- 
das de  los  serranos  de  aquellas  comarcas.  (9)  Dícese  que  en  las 
montañas  de  Santa  María  Jiquilpau  se  presentan  ln§  ruinas  de 
una  ciudad,  entre  cuyos  escombros  se  hallan  ópalos  y  ventuti- 
nas  muy  bien  labrados.  (4) 

En  el  Informe  que  D.  Manuel  Gutiérrez  rindió  al  intendente 
de  Gnadalajara  á  19  de  Abril  de  1805,  habla  de  vestigio»  encon- 
trados á  cada  pasó  en  los  montes,  con  figuras  de  piedra  ó  barro 
que  parecen  ídolos),  hachas  de  ptédra,  dardos  de  pedernal,  mór- 
tdrillos'-para  moler  el  maíz  y  algunos  utensilios.  Aparecen  eñTo- 
ñalá  las  ruinas  de  una  ciudad.  Menciónanse  las  ruinas  de  larQn)e- 
mada,  y  se^  refiere  con  relación  al  P.  Florencia,  en  su  historia  ¿tel 
santuario  de  Zapópan,  que  los  .indios  del  valle  de  Baíid^n^as  de- 
cían que,  en.  tiempos  antiguos  había  llegado  por  la  nlat  ui^  vaf^on 

'  '(1)  BOL  «lela  Soc.  ««  Geo^.,  tiiím;&,-pág,  7.- 

(2)  Análisis  estadístico,  pág.  166. 

(3)  YiUAsefiOr  7  Sancbes^  TlMirtio  Bmarioasó,  «egunda  paité,  pag.  70. 

(4)  Bol.  de  Im  Boó.  dd  OeDgT.>  segunda  ^^a.  iom.  IT,  pág.  569; 

44 


346 

llamado  Matías  ó  Mateo,  que  había  predicado  la  religión  cristia- 
.  na:  como  oomprobaoion  del  hecho,  se  veían  algunas  cruces  en  la 
sierra  de  Ohaoala,  y  cerca  de.  este  lugar  una  crua  bien  labrada, 
teniendo  esculpidas  en  la  peaña  ci  )rtas  letras  desconocidas  con 
puntillos  que  parecían  hebreas  ó  ciriacas.  (1)     - 

No  obstante  esta  pobreza  relativa,  el  Estado  de  Jalisco  ha  su- 
ministrado uno  de.  los  objetos  más  curiosos  en  materia  da  arqueo- 
logía. E>9  un  disco  delgado,  de  cobre,  de  0,"^28  de  diámetro.  Sacado 
de  junto  á  un  arroyo  y  de  debajo  de  una  roca  cerca  de  Zapotlan, 
el  tiempo  ha  destruido  toda  la  parte  central  y  aun  una  fracción 
de  la  circunferencia.  A  lo  que  se  puede  juzgar  por  lo  que  queda, 
es  una  imagen  del  sol,  según  lo  indican  las  cuatro  figuras  seme- 
jantes á  una  A  peculiares  de  estas  representaciones,  los  cuatro 
.  hacAS  qne  indican  los  manojos  de  ray(>e  luminosos,  y  los  ocho 
pfuntos  numerales  que  anotan  las  divisiones  diurnas.  Dentro  de 
tres  circunferencias  concéntricas  se  observan  plumas,  follajes, 
adornos  caprichosos  y  dibujos-que  por  estar  trancos  no  pueden 
.ser  interpretados.  Lo  verdaderamente  curioso  del  objeto  e»,  que 
según  se  distingue  por  el  reverso,  fué  atacado  por  med'o  de  un 
cincel  golpeado  con  un  martillo,  lo  cual  indica  muy  gran  te  ade- 
lanto en  el  artífice  constructor.  Este  disco  y  la  medalla  encon- 
trada por  el  capitán  Dupaiz  en  el  Palenque,  son  las  dos  únicas 
muestras  de  este  género  encontradas  en  México.  Pieza  tan  im- 
portante fué  donada  al  Museo  Nacional,  por  el  Sr.  D.  Mariano 
Barcena,  quien  me  permitió  sacar  un  dibujo.  (2) 
.  No  tenemos  otros  datos  parajussgar  de  las  ruinas;  por  ellos  apa* 
recerque  Lis  pueblos  Gonstructoi*es  corresponden  á  la  época  del 
túmulo  y  de  la  inhumación.  Situados  en  la  montana,  rodeados 
sin  duda  de  tribus  broncas  y  belicosas,  apuraron  la  ciencia  de  la 
castramentación  en  hacer  inespugnables  sus  ciudades.  Las  con- 
chas marinas  pueden  indicar  un  comercio  con  los  pueblos  de  la 
costa;  su  cerámica  y  los  denias  objetos  revelan  un  buen  adelanto 
en  la  civilización.  No  se  podrá  pronunciarla  última. palabra  has- 
ta adquirir  mayores  pormenores. 

Edhaudo  una  ojeada  general  sobre  esta  región,  encontramos 
en  ella  las  ruinas  de  varias  ciudades  populosas,  capitales  tal  vez 

^i;  BoL  de  la  Soo.  do  Oeogr.  iegunda  époen,  tom.  m,  pág.  277*80L 
(3)  Véue  AnslMjM  Mnseo  Nacranal,  ^enu  Sánobes,  tom.  i,  pág.  895. 


847 

de  naciones  de  cierta  importancia.  Laa  huellas  de  estas  civiliza- 
ciones extinguidas  comienzan  báciael  N.,  en  el  territorio  de  los 
E.  U.  Allá  los  terraplenes  {mounds),  son  jmuy  numerosos  en  la 
parte  central,  disminuyen  hacia  el  Atlántico,  y«son  rarcs  en  la 
América  inglesa  y  al  O.  de  las  mpntañas  Hocallosas*  Los  anti- 
cuarios americapoB  dividen  aquellas  obras  en  recintos  defensi- 
TOs  ó  fortificaciones»  setos  sagrados  destinados  al  culto  ó  á  otros 
objetos  análogos,  túmulos,  terrados  para  los  sacrificios,  terra- 
plenes-templos, y  tertaplenes-animales,  por  que  las  construccio- 
nes llevan  la  figura  del  hombre,  de  aves,  de  cuadrúpedos,  &c. 
Bvidentemente  aquellas  construcciones  estuvieroup  habitadas,  y 
dicen  que  la  población  era  crecida;  pero  los  edificios  debían  ser 
de  materiales  poco  solidos,  supuesto  no  registrarse  las  rtiiinas  de 
los  palacios,  ú  otras  que  semejaran  aquellas  reliquias  á  las  de 
una  ciudad.  Las  más  importantes  bajo  este  aspecto  son  las  rui- 
nas de  Aztalan.  (1)'  Este  nombre,  que  debe  corregirse  por  AzÜan^ 
fué  dado  al  lugar  por  su  descubridor  Mr.  Hyer,  fundado  en  que 
Humboldt  asienta  ser  los  a^steca^  oriundos  del  Norte  y  haber  sa- 
lido del  sitio  llamado  Asilan:  como  se  advierte,  es  bien  liviano 
fundamento. 

Siguiendo  la  descripción  del  Sr.  Lapham,  es  un  cuadrilátero 
irregular,  cerrado  por  tres  lados  con  una  pared  de  tierra,  no  de 
ladrillos  como  algunos  dicen,  formando  el  cuarto  lado  el  rio  Bock, 
el  muro  del  N.  mide  631  pies,  él  del  O.  1.419,  y  el  del  S.  700,  dan- 
do un  perímetro  de  2.750  pies,  con  una  superficie  de  diez  y  siete 
y  medio  acres  cuadrados.  "La  pared  de  tierra  se  ensancha  á  la 
parte  exterior,  casi  á  distancias  regulares,  por  túmulos  (mounds) 
del  mismo  material;  se  les  dice  estribos  ó  bastiones,  no  obstanjbe 
ser  evidente  que  nunca  pudieron  servir  para  ninguno  de  estos- 
objetos.  La  distancia  de  uno  á  otro,  varía  de  61  á95  pies,  siendo 
escasamente  mayor  la  distancia,  que  por  térnxino  medio  es  de 
82  pies.  Tienen  cerca  de  40  pies  de  diámetro,  y  de  dos  á  cinco  de 
altura.  En  la  pared  del  N.,  y  en  mucha  parte  de  la  occidental, 
tienen  la  misma  altura  del  muro  inmediato;  en  la  austral,  y  en  la 
porción  S.  de  la  pared  occidental,  Ison  más  altos  que  el  muro,  y 
á  cierta  distancia  aparecen  como  un  arco  de  túmulos."  En  la 

'1)  The  antíqnites  oí  ViTisconsíii,  as  snrreyed  and  deacribed  by  L  A.  Lapham,  ci- 
vil engineer,  WaahingtoD,  1865.  Pág.  41. 


8á8 

parte  interior,  se  oontieBen  restos  de  paredes  con  apéndices  co- 
mo las  principales,  y  dos  pirámides  de  dos  pisos  semejantes  á  las 
obras  de  este  género. 

Nada  existe  allí  para  juzgar  aquellu  ruinas,  con  el. mismo  ca- 
rácter arquitectónico  que  el  de  las  ciudades  del  Sur;  nada  f aera 
de  las  pequeñas  pirámides,  que  asemeje  aquello  á  las  obras  del 
atte  aztecíu  Lc#8  terraplenes  nos  parecen  una  modificación  que 
no  comprendemos,  del  empleo  de  los  túmulos,  y  mejor  diríamos 
que  era- una  especie  de  necrópolis,  y  no  las  murallas  de  una  ciu- 
dad fortificada.  Ignoramos  si  el  uso  de  los  túmulos  vino  de  N.  á 
S.,  ó  fué  el  movimiento  en  sentido  contrario;  de  todas  maneras, 
nos  atrereríamos  á  afirmar^  que  la  civilización  allá  manifesta- 
da, fué  más  rudimental,  no  llegó  á  la  altura  dé  las  estaciones 
australes. 

Las  ciudades,  propiamente  dichas,  comienzan  con  las  Casas 
grandes  de  las  orillas  del  Oila»  háola  los  83^  lat.  Ellas  dan  el  tipo 
característico  de  las  ruinas,  acusando  pueblos  sedentarios  muy 
más  adelantados  en  el  camino  del  progreso;  construían  de  una  ma- 
nera más  sólida  y  perfecta,  fortificaban  como  verdaderos  ingenie- 
ros militares,  levantaban  grandes  obras  con  reconocidos  objetos 

sociales. 

G.  de  Berghes,  levantó  el  plaiio  de  la .  Quemada,  el  año  1833, 
dando  á  las  ruinas  el  nombre  de  C'oatlicamac.  Desde  que  Clavi- 

gero  publicó  su  obra,  explicó  el  viaje  de  los  mexicanos,  señalando 

como  lugares  de  tránsito,  en  la  peregrinación,  el  rio  Colorado 

hacia  los  35^  lat..  Casas  grandes  del  Gila,  Casas  grandes  de  Chi^  - 

huahua;  atravesando  la  Tarahumara,  llegaron  á  Haeieolhuacan, 
el  actual  Caliacan  de  Sinaloa;  Cbicomoztoc,  que  identiñpa  con 

las  ruinas  de  la  Quemada;  del  país  do  los  zacatecas  por  Ameca,  . 
Cucula,  y  Sayuía  en  Jalisco,  á  las  provincias  marítimas  de  Coli- 
ma y  de  Zacatula,  para  salir  á  Malinalco  y  por  fin,  á  Tula:  (1) 
Como  se  ve,  se  ÍBibarcaban  en  el  itinerario  todas  las  ruinas  de  im- 
portancia entonces  conocidas.  La  razón  de  ello  era  clara:  teni- 
do-por  inconcuso,  como  lo  es  en  realidad,  que  los  mexicanos 
eran  prigmafio's  del  Norte;  presentes  aquellas  ruinas  en  la  men- 
te del  esarítor,  relacionó  ambas  ideas,  y  asento  que  aquellas  ciu- 
dades eran  obra  de  los  mexi,  quienes  durante  su  azaroso  viaje,  las 

alzaron  ó  dejaron  colonos  que  las  fabricasen;  la  explicación  era 

•'    '  *      •   ' 

(1)  Olayigero,  tom.  I,  pág.  1C5  y  siga. 


ingeniosa  cuanto  plausible,  y  satisfizo  por  completo  á  los  estu- 
diosos.de  loa  presentes  tiempos.  No  sabemos  si  la  idea  es  origi. 
nal  de  Clavigero;  la  hallamos  igualmente  en  el  P.  Alegrey  en  otros 
autores,  y  aun  se  encuentran;  de  ella  rastros  en  las  creencias  po- 
pulares, aun  bajo  la  forma  más  absurda.  "Es  un  hecho  singular, . 
dice  S^uier,  (1)  que  el  nombre  y  la  fama  del  último  emperador 
azteca,  son  queridos  por  los  indios  actuales,  desde  las  orillas  del 
Gila,  hasta  las  del  lago  de  Nicaragua;  los  pecos  del  Nuevo  Méxi- 
co, y  los  indios  de  Nicaragua,  abrigan  aun  la  creencia  de  que 
Montezuma  retornará  algún  dia,  y  restablecerá  su  antiguo  impe- 
rio." Bien  mirado,  era  más  defendible  que  los,  toltecas  fueran 
los  constructores  de  k>s  edificios. 

De  entonces  acá,  la  ciencia  arqueológica,  recibió  nuevo  en- 
sanche, se  han  logrado  diversos  e  importantes  descubrimientos, 
y  aquel  sistema,  pulverizado  pot  la  evidencia,  no  puede  ser  aho- 
ra sostenido.  Las  construcciones,  en  efecto,  presentan  puntos  de 
semejanza  con  las  aztecas;  más  ofrecen  tales  desemejanzas,  que 
se  aventura  macho,  fallando  acerca  de  su  identidad.  Bazoixes 
por  otra  parte  perentorias,  alejan  e^ta  conclusión.  Las  emi- 
graciones de  la  gran  familia  nahoa,  toltecas,  colhuas,  tepaue- 
cas,  mexicanos,  dejaron  bien  trazado  su  camino  sobre  la  costa 
occidental,  desde  Sonora  y  Sinaloa,  ppr  Jalisco,  hasta  Guerrero; 
sus  colonias  abarcaron  todo  aquel  aspacio,  viniendo  á  plantar 
BUS  principales  establecimientos  en  el  Valle,  y  extendiendo  su 
lenguaje  á  los  Estadq^  de  México,  Hidalgo,  Puebla,  Tlaxcala  y 
Yeracruz,  llevando  sus  armas  victoriosas  más  al  Sur.  Si  algún 
grueso  de  eqiigrantes  de  esta  filiación,  vino  por  la  parte  central 
del  país  ó  la  región  N.E.,  ninguna  señal  permanente  dejó  de  su 
paso.  ConsuU&ndo  las  pinturas  jeroglíficas,  es  decir,  los  docu- 
mentos históricos  auténticos  de  aquellos  pueblos,  colocan  los  lu- 
gares del  itinerario  en  sitios  conocidft,  y  si  algunos  están  perdi. 
dos,  los  siguientes  marcan  el  derrotero,  sin  autorizar  en  manera 
alguna  el  camino,  por  el  rumbo  de  las  ciudades  arruinadas.  En 
toda  la  superficie  recorrida,  no  se  encuentran  ruinas  de  impor- 
tancia, que  les  puedan  ser  atribuidas  á  los  emigrantes  nahoas; 
ni  podía  ser,  porque  no  se  alzan  grandes  obras  en  el  poco  tiem-> 
po,  contado  en  cada  mansión»  ni  se  atina  la  razón  de  emprender-- 

(1)  Nioaeagoa,  tom.  H,  pág.  85* 


850 

las  con  el  propósito  firme  de  abandonarlas:  labraron  sus  gran* 
des  edificios,  en  los  sitios  elegidos  para  su  final  asiento.  La  his« 
toria  admite  á  los  tolteoas,  como  los  más  civilizados;  los  mexica* 
nos,  aparecen  en  sus  principios  un  tanto  salvajes;  progresaron 
después  de  establecidos  en  las  islas  de  la  laguna  al  contacto  del 
eaber  de  sus  vecinos.  Aun  cuando  los  mexicanos  hubieran  trai«- 
do  el  rumbo  marcado  por  Clavigeru,  carecían  casi  en  lo  absolu- 
to, de  los  medios  de  fabricar  tan  grandes  monumentos  como  los 
de  Casas  grandes  y  la  Quemada.  Por  último,  correspondiendo 
aquellas  colonias  á  los  pueblos  históricos,  adelantados  hasta  po* 
seer  una  escritura,  hubieran  durado  hasta  padecer  la  conquista 
española  como  tepanecas,  colhuas  y  mexicanos,  ó  hubieran  deja- 
do memoria  suya  como  los  toltecas.  Al  N.  de  las  fronteras  del 
imperio  de  México,  los  conquistadores  blancos  sólo  encontraron 
tribus  broncas  y  bárbaras,  con  las  cuales  ninguna  relación  te- 
nían las  ruinas:  los  colonos  europeos  hallaron  aquellos  edificios 
cual  ahora  existen,  sin  tradición,  sin  pueblo  á  quien  poder  atri- 
buirlos. 

Consideradas  bajo  todos  sus  aspectos  aquellas  ciudades,  corres- 
ponden a  la  época  prehistórica.  No  atinaremos  á  decir  cuántos 
años  precisos  cuenta  cada  una;  pero  por  sus  tipos  peculiares  se 
les  puede  atribuir  una  antigüedad  relativa.  Clasifícanlas  los  tú- 
mulos, los  terraplenes,  las  columnas  y  las  fortificaciones;  par- 
tiendo de  esta  base,  existió  primero  Casas  Grandes;  después  la 
ciudad  aerícola  del  Zape;  en  seguida  el  mismo  Zape  en  su  se- 
gunda época,  conjuntamente  con  la  Quemada;  al  uttinio  las  ciu- 
dades de  Canoas  y  de  Ranas  en  Querétaro;  tal  vez  reminiscen- 
cia de  la  misma  Quemada.  Nos  fijamos  de  preferencia  en  estos 
caracteres,  y  no  en  los  suministrados  por  los  materiales  de  cons- 
trucción, porque  éstos  los  determina  la  naturaleza  de  la  coinarca. 
en  que  se  alzan  las  obras;  así,  en  Chihuahua  no  abunda  la  pie- 
dra, y  por  eso  los  edificios  fueron  fabricados  principalmente  dé 
tierra;  contribuyó  la  laja  para  las  paredes  de  los  templos  y  de  los 
palacios  de  la  Quemada,  y  ese  material  impidió  que  allí  tíe  re- 
gistren estatuas  ni  bajo  relieves.  Admitidas  cuatro  épocas  dis- 
tintas*, viene  la  necesidfeíd  de  admitir  cuatro  pueblos  diversos,  6 
uno  mismo  con  las  costumbres  profundamente  modificadas  por  el 
tiempo;  de  todas  maneras,  son  cuatro  manifestaciones  muy  mar- 
cadas de  la  civilización  del  hombre  prehistórico  en  Mágico.  Ca- 


.361 

da  una  de  ellas  da  testimonio  de  un  señorío  poderoso,  constitui- 
do, adelantado  en  las  ciencias  y  en  las  artes,  diversos  bajo  to- 
dos aspectos  de  los  pueblos  broncos  no  domesticados,  posee  dores 
después  del  país.  No  queda  la  menor  razón  suya;  no  haberse 
conservado  siquiera  la  tradición,  autoriza  á  pensar  que  á  seme- 
jantes épocas  de  adelantos  siguieron  sucesivamente  invaciones  de 
pueblos  salvajes,  que  destruyeron  á  I03  moradores  ó  los  empu- 
jaron hacia  otras  comarcas,  sin  que  los  vencedores  supieran  ó 
quisieran  sacar  provecho  de  sus  conquistas.  Sería  aventurado 
afirmar  ser  estos  los  únicos  testimonios  de  la  mejora  del  hombre 
en  México;  para  llegar  á  esta  altura  debe  haber  pasado  por  multi- 
tud de  tanteos,  perdidos  en  los  muchos  siglos  trascurridos,  des- 
de su  aparecimiento  en  América  hasta  los  tientos  históricos. 

Advertiremos  de  nuevo,  que  poBsdenar  el  sistema  de  Clavigero, 
no  nace  de  desatinada  pjresuncion;  a  ello  nos  precisa  la  evidencia 
de  los  hechos»  no  conformes  con  las  opiniones  de  aquel  sabio  es- 
critor. Nuestra  historia  adelanta  sustituyendo  á  supuestos  gra- 
tuitos, los  acontecimientos  verdaderos  sostenidos  por  los  docu- 
mentos. Se  notará  que  en  ciertos  puntos  hemos  cambiado  de  pa- 
recer respecto  de  lo  que  hemos  asentado  en  otros  lugares;  así  es 
indispetisablé  cuando  el  estudio  perfecciona  el  saber,  y  nada  ex- 
traño encontraremos,  ser  combatido  á  nuestrq  turno  por  persona 
entendida  y  mejor  informada. 


CAPITULO  IV. 

I 

LOS  MONUMENTOS.— (BEGION  CENTRAL). 

Pueblos  anteriores  á  la  ^poca  históriea.—Cmlieaaon  Uapoteca.^ToUan.-^Teotihua- 
can.— Pirámides.  ^Túmulos,  -^Ciudadela.—Eazas.—CoTíítideraciímes.— Pirámide 
de  C7iolollan.—Túmitlos  de  XiqtUpUoo.^CJula,— Monte  Altan,— Zaac/iila.'-Bqio 
relieve  singular..— Pirámide  de  PapanÜa  —Pirfímide  de  Xochiealco.—Fartijicacio^ 
nes  anttgips  en  el  Estado  de  Veracrm.—T€oeáUi  de  Cuauhtochto.—Chalchiamula. 
^Otras  fartiJu<ieiones.--TeoGaUi  de  Teopant^pec.—'Los  teocalUde  Tehuantepec.— 
tuinas  tzapoteoaa  de  Mietlan.— Instrumento  músico  de  una  costilla  fósil  de  elefan- 
te.—La  pipa.— Tabaco.—Su  etimologia,—La  pipa  es  anterior  en  el  v(üle  á  los 
tiempos  históricos,— Obseroaeian  y  conclusiones. 


DAMOS  el  nombre  de  región  central,  al  país  comprendido 
entie  los  21^  lat.  y  parte  de  los  actuales  Estados  de  Chia- 
pas  7  de  Tabacco.  Fuera  de  éste,Jio.sometido  toc^TÍa  al  imperio, 
el  resto  de  aquella  comarca  había  caído  bajo  el  poderío  de  loa 
señores  de  México,  formando  una  porción  de  su  patrimonio;  a 
llevar  hasta  allá  sus  armas,  llevaron  sus  costumbres,  sus  dioses, 
BU  culto  sangriento  y  los  caracteres  principales  de  su  civilización* 
Los  castellanos,  que  la  encontraron  enseñoreada  de  todos  los  pue- 
blos, la  llamaron  civilización  mexicana,  imponiendo  una  denomi- 
nación hasta  cierto  punto  inexacta,  porque  quienes  la  trajeron 
al  valle  fueron  los  toltecas;  de  ellos  aprendieron  los  acolhua>  y  de 


_    868 

•  • 

estos  los  ínexi:  éstos  últimos  la  perfeceionaKon  j  la  proplagaron, 
si  se  quiere,  mas  no  faerou.  los  inventores. 

A  la  llegada  de  los  tolteca  á  Tullan,  es  decir,  al  comenzar  .pro*> 
piaz&ente  I03  tiempos  historiaos,  el  país  estaba  habitado  por  tri- 
bus anteriores^  que  siu  duda  no  eran  las  primitivas.  Se  encon- 
traban ya  viviendo  en  las  montañas  que  ahora  todavía  habi- 
tan á  los  broncos  ótomíes,  de  lengua  partionhtr,  oon  sus  her- 
manas los  mazahua; .  los  totonacos  hablando  un.  idioma  afín  del 
mexicano;  los  huaxtecos  de  la  faniilia  etnográfica  maya;  los  ul- 
mecas  y  xicu%lancas  francamante  nahoas;  los  mixtéeos  y  los  tzapo- 
tecos  de  lengua  extraña.  Los  tzapoteca  tenían  civilización  propia; 
comparada  con  la  t^>Ueca,  parecen  dimanar  de  la  misma  proce- 
denqia^  siendo  muy  semejante  por  la  escritura,  por  el  sistema  de 
calendario,  por  el  adelanto  en  la  arquitectura  y  por  la  cerámica; 
pero  atentamente  examinadas  se  advierte  presentar  grandes  de- 
semejanzas, provenidas  de  ciertos  rasgos  característicos,  que  pu- 
dieran llamarse  nacionales.  Fundada  la  escritura  geroglífica  ba- 
jo idénticos  principios,  la  tzapoteca  ofrece  diverso  dibujo,  los 
objetos  asumen  otr^s  formas  convencionales,  los  colores  son  más 
chillantes,  la  distribución  de  los  sucesos  sigue  otra  marcha:  á 
poco  estudio  no, es  posible  confundir  un  manuscrito  mixteco  con 
otiro  tolteca,  acolhua  ó  mexicano.  Dieron  á  sus  edificios  cierta 
fisonomía  particular,  modificaron  los  signos  de  la  anotación  cro- 
nológica, y  por  lo  qué  atante  á  sus  obras  de  cerámica,  les  hicie- 
ron tan  ú^nicas  qu  labores  y  composición,  que  á  priinera  vista  son 
reconocibles  sus  ídolos,  sus  adornos  y  sus  umak  funerarias.  Los 
tzapotecas  deben  haber  modificado  sus  conocimientos  al  contacto 
de  los  pueblos  históricos;  pero  siempre  es  cierto  que  su  civiliza-* 
cion  precedió  en  el  valle  á  la  de  los  toltecas. 

Al' fundar  óstos  su  sesorío,  en  el  Valle  y  en  lugares  muy  ám* 
tantes  al  Sur,  existían  ya  populosas  éiudades,  siendo  las  principa.^ 
les  Chplloilan,  Teotihuacan,  y  ToUantzinco.  El  mismo  ToUan 
llftbia;sido  ya  fundado  por  los  otomíes  bajo  el  nombrada  Mamen" 
ii,,  (1)  eoft  el  signifi<^ad6  déipudíh  de  múchagente,  j  los  tolteeaa  ser 
apoderaron  del  lu^ar,  lo  embellecieron,  y  lo  hiciere»!  capital 
de  su  reino. 

Teotihuacan  es  nombre  de  la  lengua  mexicana»  aí^ificandOi 

*•'*•■ 

(1)  Betanoovxt,  Teatro  meaduaio,  4.  p.  t  2^  aiítt*  148.  .  j 


S54    _ 

• 

36gan  Betancourt,  (i)  lugar  donde  se  adoran  los  dioses;  Yeyti*  (2) 
tracluce  liabitacion  de  los  dioses;  nos  atreTemos  á  deoir  que  íh  pa- 
labra está  formada  de  teoti,  dios,  la  ligatura  ti^  kua  partioola  de- 
notativa de  posesión,  y  del  afijo  o^íh^  lugar:  lugar  de  los  poseédorcB 
de  dioses]  lugar  de  los  que  adoran  dioses.  Be  todas  maneras  la  eti« 
mologia  confirma  el  aserto  de  ser  aquella  ciudad  un  reverenciado 
sautuarioy  condición  que  puede  explicar  su  existencia  antehistó- 
rica, 7  su  conservación  durante  las  vicisitudes  subsecuentes. 

Los  monumentos  principales  allí  existentes,  se  dividen  en  lag 
pirámides,  los  túmulos,  y  la  fortaleza.  Las  primeras  llaman  paiv 
ticuiarmente  la  atención.  Consultando  los  autores  de  más  nota^ 
parecec  convenir  en  que  la  fabrica  de  esos  monumentos  se  debe 
á  los  toltecas;  Torquemada  (3)  se  separa  de  la  opinión  común,  y 
la  atribuye  á  los  totonacos.  Lo.s  toltecas  no  ievautaron  obras  do 
esta  clase,  y  sabemos  estar  ya  construidas  cuando  llegaron  á  Ta- 
llan. Dos  pensamientos  constantes  bMlIuraos  en  nuestros  escrito- 
res de  historia  antigua;  amoldar  á  f  aerza  de  ingenio  la  cronología 
mexicana  en  la  biblica;  desechar  toda  tribu  anterior  á  las  nacio- 
nes históricfiís,  atribuyendo,  por  consecuencia,  todas  las  ruinas  de 
origen  dudoso  á  los  toltecas.  De  aquí  la  mayor  parte  de  esas  con- 
clusiones aventuradas,  con  que  se  extravian  y  dqslucen  las  gran, 
des  prendas  de  hombres  tan  distinguidos  como  Torquemada^ 
Veytia  y  Clavigero. 

Sirviendo  de  punto  de  partida  la  pirámide  de  la  luna,  3íestU 
Itzacual^  800  metros  al  Sur,  se  levanta  la  pirámide  del  sol,  Tona^ 
tíuh  lizacualf  y  1,150  metros  á  ik  parte  austral  de  éste,  se  ven  laa 
ruinas  denominadas  Ciudadola:  numerosos  túmulos  rodean  la  pti- 
merá  pirámide,  formando  una  calle  ó  avenida  llamada  Miooaft; 
camino  de  los  muertos;  arrancaen  el  frente  boreal  del  Meztli^pasa 
por  delante  d^lTonatiuh,  y  termina  cer<^dela  pequefia  corriente 
?ras  la  cqal  se  ialza  la  Cindadela.  (4). 

£1  Me2^1i  Itzacual  es  ima  pirán^ide  cuadi^angular,  en  la  base 
130  na  de  N.  á  S.,  y  42ib  de  alturd»  Con  u^  pequeño  errói^  los  W 
dos  están  orientados  signiendo  los  verdaderos:  meridiano  y  parÁ» 
lelo^ ,  Estavo/íormada  de  cuatro  pisos,  de  los  caíales  se  distinga€^ 

'  \2y  Yfist.  asitíguk  de  México,  Metíteo,  18S6,  Tom.  I,  pág.  247. 

(3)  MonaTq.  Indiana,  lib.  III,  cap.  XVm. 

(4)  Yuea  des  oordiUereB,.téA)»i,  pág.  lOCL  -  ^ 


<•• 


ahora  tres,  presentando  el  aspeeto  general  de 'una  colína, 
jada  por  los  derrnmbes  producidos  por  la  intemperie^  y  los  cao»' 
tas  j  magueyes  crecidos  alli  desde  moclio  tiempo  há.  La  fábrica- 
es  en  capas  sobrepuestas-  de  piedra  y  Iodo,  toba  volcánica  (lepO' 
icUt)^  mezclada  con  tierra,  y  de  basalto  escorioso  (tezantli),  reraelto 
igualmente  con  lodo:  la  cara  exterior  lleva  un  revocado  de  cal  y 
arena  fina,  bruñido  con  esmero.  Conviene  lo  acabado  de  leer  al 
Tonat'iuh  Itzacnal,  pirámide  igualmente  cuadrangular,  232^' de 
N.  á  8.,  224m  de  K  á  O.,  y  62^  de  altura.  (1) 

"El  grupo  de  las  pirámides  de  TeotibuMcan,  dice  Humboldt  (2) 
está  en  el  valle  de  México,  ocho  leguas  al  N.  O.  dé  la  capital,  en 
una  llanura  nombrada  Micoail  ó  camino  de  los  muertos.  Obsér* 
vanse  allí  dos  grandes  pirámides  (3)  dedicadas  al  sol  {T(ynatiuh) 
y  á  la  \yín9í(MeüU)y  rodeadas  de  muchos  centenares  de  pequeñas 
pirámides,  foriñando  calles  dirigidas  exactamente  de  N.  á  S.  y  de' 
E.  á  O.  De  los  dos  grandes  teocaUt,  mide  el  uno  55  y  el  otro  44 
metros  de  elevación  perpendicular;  la  base  del  primero  tiene 
208°^  de  largo,  de  donde  resulta  que  elTonatiuh  Itzacaal,  según 
las  medidas  practic^idas  por  el  8r.  Oteiza  en  1803,  es  más  alto 
que  el  Micerino  6  la  tercera  de  las  tres  grandes  pirámides  de 
Diyzeh  en  Egipto,  y  la  longitud  de  la  base  casi  igual  á  la  de  Ce-* 
phrén.  Las  pir^ímides  menores  que  rodean  las  casas  del  sol  y  de 
la  lana,  cuentan  sólo  de  9  á  10  m  de  elevación,  y  según  la  tradi*^ 
cion  indígena,  sirvieron  de  sepulcro  á  los  jefes  de  las  tribus.  Al- 
rededor de  Cho^s  y  de  Micerino  en  Egipto,  se  distinguen  tam- 
bién ocho  pequeñas  pirámides  colocadas  simétricamente,  paralelas 
á  las  faces  de  las  mayores.  Los  dos  teocaHi  de  Teotihuacan  tenían 
cuatro  pisos  principales,  subdivididos  cada  una  en  escalones  cu- 
yas aristas  son  todavía  visibles:  el  núcleo  es  de  barro  revuelto 
con  piedreoillas,  y  está  revestido  de  una  capa  de  f§zontli  6  amig- 
daloideá  porosa.  Esta  construcción  recuerda  una  de  las  pirámi- 
des egipcias  de  Sakhara,  de  seis  pisos,  y  segan  la  relación  de 

m 

(1)  l>iílerbu  ettea  medidas  de  las  BeftUadas  por  Hatnboldt  en  su  Ensayo  polítfb^^ 
tOBL'I;  pi^.  167.' 
<2>  Memoria  de  ios  teab^jós  ejeoatados  por  la  oomisidn  Ciqatifloa  de  !^chiic8J 

J«8ikfí*aéft5:  R<g/3«.  .  '     '  :  .        ;. 

[3]  Esclaircissemeus  de  11  Langlés  aa  Voyage  de  Norden,  tom.  III,  pág.  827, 


336 

Poeocke  (1)  es  un  montón  de  cantos  y  de  argamasa,  revestido  ez^ 
teriormente  de  piedras  brotas.  En  U  cnmbre  de  ios  grandes  ieo^ 
ai2K> mexicanos  había  dos  estatuas  cólosaleb  del  sol  y  de  la  Inna^ 
de  piedra  y  con  Mminas  de  oro,  quitadas  por  los  soldados  de  Oor- 
tés.  Cuando  el  obispo  Zumárraci^a,  religioso  franciscano,  empren- 
dió dostruir  lo  relativo  al  culfco,  á  la  historia  y  á  las  anbigñedades 
de  los  pueblos  indígenas  de  America,  hizo  romper  los  ídolos  de 
la'llanura  de  Micoátl.  Se  descubren  aún  lo3  restos  de  la  escale- 
ra construida  de  grandes  piedras  talladas,  que  antiguamente 
conducía  á  la  plataforma  del  teocaUi.^* 

Es  dudoso  si  las  pirámides  de  Teotihuacan  contienen  alguna 
construcción  central,  pues  aunque  emprendidas  en  diversos  tiem- 
pos algunas  horadaciones,  ninguna  logró  atravesar  los  mouumen- 
tas  de  manera  conveniente:  hace  pensar  -prir  ia  afirmativa  el  pozo 
vertical  del  Meztli  Itzacual,  cuadrado,  de  V^G  por  lado,  revei3tidis^ 
las  paredes  de  toba  volcánica.  Si  de  sepulcro  no  sirvieron,  está  pro* 
bado  que  fueron  templos,  consagrados  en  lo  antiguo  á  divinida- 
des desconocidas,  derribadas  de  sus  altares  por  el  sol  y  la  luua, 
ya  en  los  tiempos  en  que  los  toltecas  establecieron  su  monarquía 
en  Tollan.  Consta  de  aquella  época  que  los  pueblos  estaban  muy 
adelantados  en  la  astronomía,  y  como  lugares  eminentes,  los  tem* 
píos  servían  de  observatorios  astronómicos.  En  el  Códice  Men* 
docino  se  consigna  ser  nna  de  las  ocupaciones  de  los  sacerdotes 
observar  los  astros,  ya  para  informarse  de  los  fenómenos  celes- 
tes, ya  par  i  señalar  las  horas  del  culto.  Servían  también  de  for- 
talezas en  los  tiempos  modernos,  y  Cortés  relata  la  heroica  de- 
fensa hecha  por  los  mexicanos  de  su  gran  teocalli. 

Así  como  en  el  N.  son  comunes  los  túmulos,  se  hallan  también 
pirámides  si  bien  de  forma  diversa  de  las  mexicanas.  Tales  son 
*Oaíi  construcciones  de  Nowark,  el  túmulo  cerca  de  Florencia  en 
Alabama,  de  45  pies  de  altura,  440  de  circunferencia  en  la  base 
y  150  en  la  cara  superior;  el  montículo  todavía  mayor  sobre  el 
rió  Eotowan,  también  en  Alabama,  con  circunferencia  de  1,200 
pies  en  la  base,  140  en  la  cima,  y  más  de  75  de  altura;  las  obras 
de  la  embocadura  del  rio  Scioto  con  más  de  20  millas  de  longitud;  el 
gran  montículo  de  Selserstown  (Mississippi)  ocupando  seis  acres 
de  tierra;  la  pirámide  truncada  de  Cahókia  de  que  yft  hablamos* 

(1)  Toyage  de  Pooooke,  edie.  de  Keucháta,  1752«  Tom.  I,  ptfg-  147 


m 

Todos  eatos  farabajpcr.  7  otros  ji^ichos  qne  pudieran  pier  cUadoí^ 
Indican  una  población  numerosa  á  la  vez  que  sedentaria,  pobla- 
ción á  la  cual  no  hubiera  dado  la  caza  loa  el^meptoe  necesarios, 
teniendo  que  sacar  la  mayor  parte  de  sus  recursos  de  la  agricul- 
inr^,  pjies  se  U^  calculado  en  un  ^paía  cubierto  4^  bosques^  que 
un  cazador  há  menester  .oO»000  acres  á  su  disposición  para  proveer 
á  sus  necesidades."  No  existien,  dicen  los  Sres.  Squier  7  Daíría, 
ni  existía  §1  siglo  XVI  una  sola  tribu  india  entre  el  Atlántico  7 
el  Pacifico,  fuera  de  las  naciones  semiciyilizadas  del  Sur,  que  tu- 
vieran los  medios  de  subíiiste^cia  necesarios  para  aplicarse  á 
obras  de  trabajo  improductivo,  7  ni  una  sola  que  hubiera  llegado 
iLtalesIf^do  social,  en.  que  se  pudiera  obligar  al  pueblo  &  em- 
prenderlas." (1)    ....     . 

Los  montones  de  tierra  np  parepen  corresponder  .todos  á  la 
misma  época,  ni  estar  aplicados  &  los  mismos  destinos.  En  los 
tumulps  propiamente  dichos  sé  hallan  á  veoes  cajas  de  piedra 
labrada  enperrando  un  cráneo:  cuentas  y  adornos  curiosos  de 
berilo,  serpentina,  heliotropo  7  pbsidiana;  pplyo  de  oro,  anillos 
priniorosos  7  J07HS  del  mismo  metal,  va&ios  7  diversos  objetos 
valiosos,,  Otrp  contenido  es  el  de  los  túmulos  del  Camino  de  los 
muertos,  pues  son  yerdaderos  edifioios»,  cubiertos  no  se  sabe 
cuándo,  tal  vez  para  preservarlos  del  tiempo  ó  de  la  profanaciou. 
Según  relata  el  Sr.  Alxnaraz,  gefe  de  la  Comisión  de  Pachuca,  viíS 
en  uno  de  ellos,  "cuatro  paredes  cortándose  «en  ángulos  rectos  7 
iormando  un  cuadrado;  están  inclinada^,  7  dentro  se  encuentran 
unos  escalone^  que  le  son  paralelos;  en  la  parte  superior  de  és- 
tos nacen  otras  ciiatro  p;irede9»igfi.almente  inclinadas,  contenien- 
.  do  un  peqi^eno  cuarto;  creí  que  era  un  túmufo,  aunque  dudo 
jflioerca  de  su  yerda<)ero  objeto."  El  destino  de  estas  construccio- 
nes no  está  averiguado,  s}  bie;i  se  advierte,  desde  (^ue  fueron  re- 
jconocidi^i^  por  la  Comisión  fr^ancess^  que  son  obras  superpues- 
tas correspondientes  á.tres  épopas.di^KersfS,  dando  testimonio  de 
rina  reimota  antigiiedad,  durante  la  cual  se  sucedieron  diíerex^teb 
xazas  con  distintas  pirilizaeipnes- ,  . 

El  moi^umeAtp  conpcidp  con  el  nombre  de  Cindadela,  es  de  una 
x»)nstruc^ipn  p/gqticulan,  Cuai|rp  m^rosf  qué  se  cortan  en  áni^uIÓB 
xectos» -cierra^  por  decirlo  así,  unouadrado  casi  perfecto.  El  es* 

n,  LabboclL'pág.  1'3  >. 


AnaQ 

uoo 

pesor  deles  muros  es  de  80"  y  fat  altura  media  de  10",  con  exeep- 
dqn  del  occideBtal  que  tiene  6";  los  caras  son  como  en  la'  i^inehe- 
fa  de  la  pirámide  anterior,  con  talad,  dejando  en  la  parte  sope* 
rior  nn  plano  horizontal.  Sobre  la  ^muralla  hay  U  tlaUeles  coló* 
cados  simétrieatnente,  conforme  se  Te  ^n  el  plano;  4  en  él  «lado 
Bar,  4  en  el  del  N.,  3  en  el  del  K  y.  3  en  el  del  O.  En  el  centra 
del  monamento  se  encuentra  ana  peqneña  pirámide  de  base  caa- 
drangülar,  dominando  todo  el  edificio  como  lo  haría  actualmente 
en  nuestras  fortiñcaciones  el  caba]lero>alto:atinqae  deteriorada, 
parece  tuyo  un  piso  ó  escalón,  conservando  aún  los  Testigibs  de 
la  rampa  que  conducía  á  la  parte  superior,  por  el  lado  oriental. 
Tiene  adherido  en  la  cara  occidental  un  tlaltel/  y  se  encuentra 
otro  algo  más  distante  hacia  el  mismo  rumbo."  (1)    .       ' 

Humboldt  no  menciona  la  Giüdadela.  Sin  duda  algalia,  este 
e^  un  nombre  vulgar  impropio  para  designar  el  objeta  Maroa 
ele  80**  de  ancho  y  10"  de  altura  constituyen  una  aberración  tñ 
él  arfe  militar  de  aquellos  días,  y  f aera  preciso  suponer  que  el 
Terdadero  parapeto  no  existe,  y  se  alzaba* sobre  la  cara  exterior 
de  semejantes  macizos.  Supongo  no  haber  sido  examinado  el  mo-^ 
númentó  con  la  merecida  atencioh;  acasGr*  esos  sólidos  de  tierra 
contengan  encerrados  edificios  como  los  del  caiñino  de  los  muer* 
ios:  en  todo  casó  no  lo  creemos  una  fortificación.  •  ' 

t  >  * 

El  tipo  principal  de  Teotihuacan  son  los  túniulos  asociados  á 
las  grandes  pir4mides.  Ambas  coicas  sé  refieren  á  una  ¿poca  pre* 
histórica  remota.  La  primiera  manifestación  en  nuestro  país  se 
encuentra  en  Casafa' grandes;  allí  estáki  juntos  él  túmulo  y  la  pe- 
queña pirámide,,  montones  de  tierra  alzados  plira  distinguir  los 
dos  pensamientos  predominantes'  en  aquellk  sociedad,  el  altar  y  • 
el  sepulcro,  la  divinidad  adoi^da,  el  ^y  6  el  jefe  respetado.  "Se 
aómpfende  queásí  debió  Béi  al  principió,  porque  altar  y  sepulcro 
¿e  cor tatí  dimehsioties  no  exigían  el  dotíctrrso  de  gran  úútneto  de 
personas,  y  acusan  la'^ivilíSQEkCion  iií ci^^iénté.      /^ 

Predominó' indisputabléiiiente  la  ide«refigio«^,ysiendo  éjem- 

ÍIo  e\  pequeño  altar,  plegó  á  tomar  desíñedidás  proporciones  en 
k.gráu  pirámide,  ya  ^ai'á  satisfacer  él  orgullo  de'iih  tuoülirdi,  & 
contentar  el  gusto  dé  Üq  píieblo  ptDderpso.  Está'ttttsfortnslcioh 
supone  una  nación  grande,  rica,  agrícola;  ñdoy  adelantada  en  ci^ 

(1)  Men.  de  PMhtioft,  pág.  868. 


TÍlizacioD^  constituida,  mandada  más  6  menos  despótieamento^ 
Mn  lina  multitud  resignada,  trabajando  en  proyecho  de  sus  amos, 
lo  cnal  nos  induce  &  creer  q^e  ayquellos  hombres  estaban  dividi- 
doe  en  castaa  £>1  túmulo  se  extendió  á  todas  p^i^tes;  la  pirámide 
06*  halla  en  pocos  lugares,  porque  sólo  corresponde  á  ciejpto  gra- 
do de  dÍYÍIizacion« 

Llanyi  la  a^^cion  que  en  las  c^jas  cinerarias  apalre^Q^  splo  el 
eráneo;  le  acompañan  objetos  precipsQp  para  declarar  el  perte- 
necer á  personas  prominentes.  El  beoho  pudiera  explicar  por 
qué  en  aquellas  ruinas  se  encuentran  <;on  profusión  unas  cabeoi- 
tas  de  barroi  terminadas  en  un  apéndice,  destinadas  á  ser  embur 
üdas  sobre  algún  objeto;  acaso  el  cuerpo  de  los  difuntos  s^  entria* 
gaba  á  las  llamas,  conservando  únicamente  la  cabeza  como  parte 
principal  d^l  IlqjíA)^,  y  én  ^as  fosaasQ  ponían  las  cabecitas  para 
conmemorar  la  raza  de  cada  quien.  En. efecto,  examinadas,  verá- 
se  que  no  están  formadas  ad  libitum;  á  poco  que  se  les  pompare 
80  da  con  ejemplares  id^énticos,  demostrandoque  los  artífices  co- 
piaban de  personas  existenites. y. determinabas.  Buscando  en  ya- 
rías  eolecciones^en  primer  logar  encontramos  ciertos  tipos  primi- 
tiyos,  acusados.por  la  cli^e  del  ^arro,  por  el  dibujo  y  la  ejhcucioiv 
Sin  asignarle, órr^on  oréi^ico,  que  solo  p^ede. darle  el  terr&uo  d9 
donde  se  sacan^  sigqe.un  tipo  distingiiible  pqr  las  dos  protube- 
rancia?  da  la  frente,  y  la  |alta  de  pelo,,  como  si  aquellos-  indivi- 
duos acostumbraran  rapa^rse-  Con<  la  cabeza  también  U^,  aun- 
que, con  la  frente  anjcba^  ofrecen  otrps  una  fo.rma  redonda  y  bi^n 
proporcflonada»  .  Ticnefi  estos  ^guvii^es  ¿lecciones  semejante»,  la 
nariz  abultada  j*  cbats>«lo8  labjo^  salient^Si  los  ojqs  medio  cerra- 
dos copio  si  se  r^^r^B- personas, muertas;  por  eso* forma  con- 
traste un  tipo  remedo  de  un  individuo  vivo  expresando  alegría: 
guéd;uile  euja  boca:  y  siqbrQ  un  9J0  restps  del  cplorgrojo.  ^on  que 
astaba  pintadq,  Taialúen.  rapados  .i^parecei^^^gtinos;' pero  llevan 
tres  adornos  al. medio  y  á.lps  lados  de  la  fraiite.  IJuos  llevan  el 
pelo  en  una  e8pjecíe,d<^  bandas,  ^n  f6«pa.pij;amidal,  recogido  en 
lar  parte  superior  por  ua  larzo  Qplg^nte  á  la  izquierda;  del  mismo 
género  sop  aquellos. ^.qmd  la  n^pda.  apsü^^co  más  exagerada.  0^- 
sérvase  á  yeces  dispuesto  el  pelo  en  figura  de  tejado,  con  un  ador- 
no sobrepuesto  alrededor;  tiene  de  muy  singular  el  adorno  so- 
t>fe  los  ojos,  que  si  de  fiempos^  modernos  foera^  lo  compararia- 
mos  á  grandes  gafaa,  7  no  pu^de  ser  odtrar  ooaa  que  distintivo  de 


dignidad  6  de  raza.  El  mismo  distiutiVo  ú&  observa^  si  bien  el 
ejempIaV  parece  haber  formado  pftfrtede  nna  pipa,  pues  el  ta%ó 
que  tierii  adherido  no  i^iiede  ser  confundido  con  et  del  pito  o 
silbato.'  Tipo  egipfeió  parece  el'  de  unos  con  .la  bandft,'  sobré  fá 
frente  y  las  dos  especies  dé  alas  laterales;  están  bien  niarcadas 
las  orejas  redondas,  comunes  á  varias  de  éstas  fippirits.  Diátlíigue 
á  no  pocos  la  especie  de  turbante  que  lesCifie  la'  cabeza,  y  los 
lienzos  que  bajando  por  la  mejilla  cierrah  debajo  de  la  barba!, 
remedatído  e!  tocado  del  pueblo  judío  en  ciéttá  'éjpóca,'  ó  el  de 
algunas  de  las  naciones  asiáticas:  casttalidád  será  ésta,  pero  coad- 
yuva il  los  indicios  que  hemos  idd  encontrando.  Diverso "  tipo 
ofre^ce  cortado  el  pelo  entre  las  sienes,  en  una  moda  muy  cono- 
cida en  los  tiempos  históricos,  iisada  t<^davfá  por  algunas  razas. 
Varios  adornos  recuerdan  él  tipo  egipcio,  si  bien  fee  hace  precisó 
observar,  que  son  fragmentos  de  diostsis.  A"  ^'oco' reflexionad  sé 
hará  patente,  que  los  modelos  exanliñados  pertenecían  unos  á 
tipos  conocidos,  iníSntras  los  otros  son  complétAiufente  extraños, 
Sd  apartan  totalmente  de  !<>  registrado  en  los  tiempos  históricos. 
Poco  importa  hayamos  dicho  que  son  semejantes  á  lós'judios,  á 
los  asiáticos,  ó  á  los  egipcios;  no  áérán  ellos  bn  verdad;  perosiiem- 
pre  queda  plenamente  demostrado,  qué  fhér'a  ¿el  período  de  las 
crónicas  relatadas  por  las  pinturas  geroglífícas^  hubb  pueblos  cbii 
trages  desconocidos,  razas  diversas  de' las  de  los  tiempos  nboder* 
nos,  civilizaciones  manifestadas  por  obras  no  puestas  en  ^rádtU 
ca  de  tólteca,  acólhua  ó  mexicanos.  Teotihuacan  es  ntá  ciudad 
singular;  fundada  en  uii  tiempo  remoto,  fuá  teatro  de  tina  civilt 
zacion  muy  adelantada;  presto  ablfigo  á  diféfénítes  pueblos,  pai4i 
los  cuales  fu¿  siempre  un  santtilltrio;  N^iÓla^'étfngraciónesYeniditi 
del  Norte,  y  se ,  rHóflificó  bajo  su  influjo;  subsistió  dttrknte  el  pe- 
ríodo liislofico  pasando  poí  diversas  Vicisitudes,  ^  queila  íc&á 
en  pié,  perdida  ¿ir  i^rlmlliv|>  hñportaucia,  pflffá  dat  testinionio  ¿té 
los  siglos,  qi;e.  coUTo*  tiü  soplo  'jasaron*  Sobre  sus'  venerable's  y 
derruidos  inOnuinéntóíBi;  'El  tietbpd  y  Ibá  hombres  arralando  los 
edíficip's,  nb  "han  Jlodido  toAavíá  ¿o'ntals  ptriíiiiáes;éláttar  de/Hib 
'divinidades  sefá  el^ujtimo  qúó  péVéÍc¿  én"  lk'rtílnu*j(^enerat '(I).. ' 


'I  »  .  í  I  ».  f    i    - 

«4  '        '     .       I  •       .'  .        »*    I  .     t        >J    • 


escrito  aócrca.de  las  Firámides  do  Teotihuacan^  quién  quiera  ten^r  ^  la  Viflia.  él  catá- 
logo, conAtde^lí  BáUroft;  the^lTatíyé  Báee«;  i^itf/V/iN^;  m,  nota  ír. 


861 

Toca  meuQitinar  ahora  la  pirámide  coQgénertade  Chalollan,  Ea^'» 
iado:  de  Puebla.  "El  teoaáli  de  Gholala»  dios  Haiaboldi,  (1)  oonar 
ia  de^^íQQaibró'pifkDS  de  igual. alinra;  pareee  ^ue  estuvo  perfecta*" 
mente -orieotado  i  los  caatoo ;  puntos  cardinales,  .aunque  <soibo 
las  ariataa  de  los, pisos  no  están  Visiblea,  es  difiéil  reconocer  la 
dirección  primitiTa.  fS^te.  monumento  piramidal  mide  una  base 
mayor  que  la  de  todos  los  edificios  del  mismo  género  eneontrii^ 
dos  en  el  antigua  mundo:  lo.medieoil  ciiidí>do,  asegurándome  quA 
su  altura  perpendicular  es  de  51  metix>s»  j  la  longitud  de.  los  la* 
dos  de  la  base  439  metros,  Torquemad^vlé  da  77^  BetancourtfiS, 
Glavigero  £il;  Béri^al  Díaz,  soldado  de  la  expedición  de  Cortés, 
se  entretuvo  en  oobtar  los  escalrxnea  da  las  eacaleras jle  loa  teoca^ 
Ui,  j  encontró  114  en- el  gran  templo  de  Tenochtitlan»  117  en  el 
de  Tezonco,  j  120  en  el  de  Oholula.  La  base  de  ésta  es  dos  ver 
ees  mayor -que  la  de  Oheops,  y  su  aliura.escede  muy  poco  ¿  lá 
de  Micerino.  Comparando  laadimensioues.de  la  easadel  sol  dé 
Teotihuacan^  con  las  de  la  pirámide  de  Cholula»  se  advierte  que 
el  pueblo  jBonsiructor  de  estos*  notables  monumento»  tuvo  úiteu«> 
cion  de  darles  la  misma  altura,  con  las  basasen  relación  de  1  á9L 
£n  cuanto  4  la  proporcion^ntre  la  bie^se  y  la  altura,  es  diversa 
en  los  moDunientos^  En  las  tres  grandes  pirámides  de  Pjyzeh  las 
alturas  son  á  las  bases  oomo>.  1  á  1  7;  la  pirámide  de  Papiiñtia.de 
1  á  1,  4;  en  la  gran  pSrámida  de  Teotihuacan  como  1  á  3,  7;  eñ  la 
de  Cholula  eomo  1  á  7,  8.  Este  último  monumento  está  eonstrui*- 
do  de  adobes  ixúmWi)^  akarnado»  coa4;apa8  de  barro.  Me  asegu* 
varón  los  indios  cholultecos  estar 'hueco  el  interior  de>  la  pinámU 
de,  y  qué,  cuando  Cortés,  estuvo  eá  la  ciudad,  sus  antepasados 
ocultaron  alli  ^graik  ünmero^  de !  guerreros  para  eaer  dé  improviso 
sobre  I6s  españoles;  lqs>  ihateriales  de  que  está  eonbtr nido  el  kó^ 
caüifjei  sifeneío  de  ll>a  histmdikloareB  oontemporánebaí,'  (3)  bo^ 
ce¡n  muy'.poed  probable  semé- jan  te  iasért^.*^  *  i^ 

'•Siil  embargo,  no  puedie. pónér&é  en  duda  (inehab&i  en  el^iar- 
ierior  de  la  piráibicb^asL  ¡cómo  en  otros  ¿aoca&Voavidadea'Conbi- 
derables  para  servir  de  sepulcroa  á  los  ijadfgenas;  una  cirdüos- 
ihncia  particular  «lo  puaío  en  olarcu  fiiete*  ú  ociho  años  há  que  fué 
cambiado  el  camino  deíPobblá  á  Métiod,  ^ué  antes  pasaba  al  17^ 


(1)  Tnes  des  cordillárefl,  iom.  1,  pág.  lO-l. 

(2)  Cartas  da  Hernán  CJQrtés»  pág.  SS  ea  Lorensana. 


46 


102 

de  la  pirámide:  para  alinear  la  vía  se  cortó  el  primer  piso,  de  ma- 
nera'qae  cosa  de  un  octavo  quedó  aislado  semejante  á  nn  mon- 
ton  de  adobeá  Ejeontando  la  obra  se  encontró  en<|l  interior  nna 
oasa  cuadrada,  constraida  de  piedras,  sostenida  por  vigas  de  ci** 
pros  cHpresstis  dvdicha:  contenía  dos  cadáveres,  ídolos  en  basalto* 
Y  gran  número  de  vasos  barnizados  y  pintados  artísticamente.  Ko 
se  dieron  la  pena  de  conservar  los  objetos;  pero  se  asegura  ha* 
ber  visto  con  cuidado,  qne  la  eaSa  enbierta  de  adobes  y  de  capas 
de  barro,  no  tenía  ninguna- sidida. . ; .  Becooocimcslos  restos  de 
Ift  casa  subterránea,  observando  nua  disposición  particular  en  los 
adobes,  que  tendía  á  disminuir  la  presión  sufrida  por  el  techo: 
eomo  los  indígenas  no  sabían*  construir  bóvedas,  colocaban  hori- 
eontalmente  f^randes' adobes  de  mbdo  qne  Ins  superiores  adelan* 
taban  sobre  los  inferiores,  resultando  un  ensáfidblado  por  gra- 
das, supliendo  en  cierta  manera  el  arco  gf^ticb,  del  cual  se  han 
hallado  vestigios' en  muchos  edificios  egipcios.  Interesante  sería 
oavar  nna  galería  á  través  del  teooalli  de  Oholula,  para  examinar 
la  oonstrucoion  interior;  y  admira  no  lo  haya  intentado  el  deseo 
de  encontrar  tesoros  ocnltoe.  ' 

Exiite  aun  'Ctltre  los  indibs'cholultecos,  diceHntnboldt  en  otro 
lugar,  (I)'  otra  tradición  muynotnble,  éonformeá  la  cnai,  la  gran 
pirámide  ño  estuvo  destinada  ^riihitivamente  al  culto  de  Qne- 
t2alcoátl.  A  mi  vuelta  á  Earopst,  examinando  en  Boma  los  HS3' 
mexicanos  de  la  Biblioteca  del  Yatieimo,  ví  que  la  misma  tradi- 
ۇcm  se  eiicnentra  consignadav  en  el  MS.  de  Pedro  de  los  Bios, 
religioso  Üomínicoi.qne  en  1566,  copió  cuantas  pinturas  pudo  ha- 
ber á  las  manos.  '^Antes  de  la  gran  inúndadoÁ  -  (apackikftüiztiijf 
^que  ttiLvó  Itigar  ouiatro  mil  anos  después  de  la\¿rQacibn  del  mnn* 
'^do,  el  páds.de  Anáhnac  estaba  habitado*' pbr  jigántes  (2Vocnífl¿- 
**iaseque\  quienea  no  perecieron,  quedaron  traeformados  en  peces» 
**á  exoepcioii  de  siete  refugiados  enj  las  eaveriías*  Escurridas  las 
'agitas,  ebjigante  Xelhulk,  apellidado  el  arquitecto,  fuó  á  Gholo- 
'Oían  y  eh  ioieiDoria  de  la  montaña*  TlaloSi  qute  había  servido  de 
''asilo  á  sus  seis  hermanos,  constmyó^qna  oclnmn»  artificial  en  for» 
'tea  de  pirámide:  hiso  fidnriear  loa  jtdobes  en  íla  plrovineia  de 
'TUtlmáoalcD,  al  pió  de  la  BieMrá  de  Oobotl;  y  p&ra  tHtsportarlos 

"á  OholoUan,  colocó  una  fila  de  hombres  que  se  los  pasaban  de 

*     •  »        • 

{1)  Ibid.  pág.  m. 


*^ 


'teano  en  mana  Yiaron  Iob  dioses  eon  encga  un  edificio  que  debía 
''alcanzar  las  nubes,  é  irritados  contra  la  audacia  de  Xelhua,  lahr 
''saron  fuego  sobfie  la. pirámide,  peredberoa  mncbos  obreros^  no 
''se  prosigilio.la  obra»  y  después  faá  consagrada  á  QastzalooatL" 

"Esta  histoiia,  reeuerda  las  antiguas  tradioi&Bes  orientales» 
eonsignadasr  por  los  hebreos  en  loe  libros  santos.  <Eax  tiempo  de 
Oortés,  los  oholul tecos  conservaban  una  piedra,  que  enyuelta  en 
un  globo  de  fn^^o,  kabía  caido.de  las  nubes  en  la  oima  de  la  -pi- 
rámide: éste  aeroUto  tenia  la  forma  de  sapo.  Pava  proban  el  P- 
Bios  la  alta  antigüedad  de  la  fábula  de  Xelbuat,  observa  estar 
contenida  en  un  éantar  entoDado  por  los  Oholultecas  en  sus  fias- 
tasy  danzando  alrededor  del  teocaUi,  j  que  comenzaba  por  las  pa- 
labras: Tálamo»  Judulaez^  que  no  sqn  de  ninguna  .de  las  lenguas 
actuales  de  M&LÍoo«  En  todas  las  partea  del  globo,  en  las  Cor- 
dilleras, eoiáo  en  la  isla  de  Sámobracia  en  ei,  mar  Egeo,  se  con*- 
sewan  en  los  ritos  religiosos,  fragmentos  de  las  lengaas  primi*- 
tívas." 

Según  el  Itf S.  del  corregidor  Gtabriel  de  Bojas» .  (1581),  (1)  la 
ciudad  se  llamaba  Tullan  C&olollan  Tlaobiuhaltapec,  signifiean* 
do  esta  última  palabra;  ''cerro  hecho. á  mano."  Por  lo  iocante  á 
qnísnes  son  los  constructores  de  la  pirámide,  tarían  los  parece^ 
zes.  Acabamos  de  Ter  el  del  P.  Bios,  atribuyéndola  á  los  jigan- 
tes,  en  imitación  de  la  torre  de  Babel.  Boturini,  (2)  asegura  ser 
obra  de  los  tulteoas,  7  que  se  llamaba  antiguamente,  segnn  una 
pintura  en  su  .poder,  ^^^TkiUcati  ChaJchihuaÜ  onazia  JEcaipetl^  que 
significa:  Monumeanto^  ó  piedra  Preciosa  deia  NcMon'  Ihtlteoa^  qm 
anda  can  sa  serviz.  buscando  á  la  región  dü  AyreJ'  Yejtia  (8)  la 
pone  á  caenta  de  los  ulmecas,  quienes,  confoorme  á  su  cronolo- 
gía, fundaron  la  eiudad.de  OholoUany  el<  año*  8^979  ded .  mxuidq, 
19l7'de  la  Era  Cristiana.  Estálvacilacito  dejunestra^  nosaberáe  á 
dencift cierta,  el' origen  déla  pir^imide,  si  biefa  inethitÍYameoite 
ae«le  supone  muy  ániigub».  anterior  áio$  tiempos  historióos.  A 
naestro  entebder,  el.pníeblo  consiructor  del  monumento,  poseía 
la  misma  oíiríilisacioa  que  la  de  los  artífices  de  Teotihuacan^>i;al 
^asfaerpn  ambos  49CMiiasmp6ráDeÓ3:  tombiah  Ckolollan  fué  iin 


Cl)  Dica  üñiV,  ári.  Ck^lolii.  MB,  en  poder  del  8r.  JK  Joaquín 'Qfttéía  Ic«BSbah»ta. 
(2)  IdM  de  «Qá  ttMevá  UsMiá  géñetál  IfMrfd,  1746.  Bág.  ItS^ 
m  Hkt  áalág.  d0M4ís^oo/t6Í&  I,  IH^- 1<^. 


sahtiíaTio  ¥en6rado,  aQi  igualmente  prédoxninaba  la  idea  reli- 
giosa. 

JBn  su  estado 'actual,  la  pirámide:  presei^ta.  el  aspecto  de  una 
colina  cabieirta  de  yerbas  y  de  arbustos.'  Destinada  siempre 
al  caito»  fué  temiplo  de  divinidades  desconocidas  en  la  época  re* 
xnota^  en  la  liist^iea  antigua  tné  t'^ocalli  de  Qnetzalcoatl;  los  mi* 
sioneros  cristianos  pusieron  allí  una  cruz,  derribada  dos  veces 
por  el  rayo;  ahora  sostiene  una  capilla  consagrada  á  Nuestra  Se* 
ñora  de  los  Remedios.  Olridábamos  decir,  que  bácia^  el  O.»  freft* 
te  á  los  cerros  de  Tecaxete,  y  Zapoteca,  existen  dos  obras  pris^ 
máticaí  deiiominadas  Aloozac  ó  Ixienenetly  y  Cerro  de  la  Cru^ 
de  16^1^  de  altara. 

Los  túmulos,  en  la  región  que  vamos  examinando,  presentan 
dos  marcadas  diferencias.  Los  unos,-  idénticos  ¿  los  de  Casas 
Grandes,  son  de  pequeñas  proporciones,  sirviendo  de  sepulcro  á 
un  solo  cadáver.  Los  otros,  de  tipo,  arqui^ectónibo  notable,  son 
mucho  mayores,  contienen  una  verdadera  cámara  sepulcral  des- 
tinada á  una  familia,  tal  vez  á  nna  dinastía;  criptas  que  debieron 
servir  para  su  objeto,  durante  varias  generacnones. 

Ejemplo  de  loe  primeros,  son  ios  túmulos  de  Xiquipileó,  Es- 
tado de  Méxica  En  Mayo  1873,  fueron  enriados  á  la  Sociedad  de 
Geografía  y  Estádistic»,  los  objetos  hallados  en  uno  de  ellos- 
Conservado  del  esqueleto  sólo  él  cráneo,  preseáta  el  aspecto .  fó- 
sil, la  frente  es  estrecha,  la  parte  posterior.abultada,  teniendo  1a 
forma  redondeada  de  la  raza  braquicéfiila/  que  en  Eiiropa  presen..^ 
ta  tanta  analogía,  con  la  de  la  época  del  reno.  Junto  á  losdespb- 
jos,.yaeían  las  mandíbulas  fósiles  de  un  carnicero,  techiehi  6  cfígtsü^ 
y  una  vasija  labrada  en  arenisca  blanda,  de  la  foi-ma  más  tosca  j 
.primitíva.  TbdK^  ello  indica  muy  alta  antigüedad. 

Treá  coartos  der  legua  al  K.  de  Cbila,  (Mixieea/  Estado  de  Pás- 
bla),  en  el '«ferro  de  la  Tortuga,  hay  una  construcción  piramidal 
de  20  varas  de-altura,;(|e  piedras  labradas  unidas  con  lodo^  y^re* 
vasti^a^e  u«a  capa  de  argamasa  de  cal,  «I  pió  y  en  ei-^bgulO'NK* 
^'pepmaneoe'un  ^sepulcro  subterráneo  en  forma  de  cruz^  revostír- 
«'do  iiiteriórmente  de  piedi-zis  labradas»  unidas  oon  cal,  y  enlncr- 
''das  con  mezcla  blanca.  La  entrada  está  á  la  superficie  del  te- 
*'rreno,  se  baja  en  ól  por  seis  escalones  de  vara  y  media  de  p]a- 
"no,  que  daúentradaá.runa  plazuela  cuadrUonga  de  unas  dos 
''varas  de  longitud,  y  vara  y  media  de  latitud,  y  de  aitura  fotr;as 


365 

^dos  vara»;  diobaplazaela  tiene  en  sns  tres  earás  otros  tantos  ca- 
^one^de  vara  y  media  de  pibfundidad  horizontal,  y  nna  vara  en 
''¿nadro  de  cavidad.  Ann  se  registran  nnas  osamentas  linmanas. 
''El  cielo  qne  cobre  esos  sepulcros 'ó  «añones  es  d^  nua  mezida 
^*mnj  sólida  de  eal  batida,  del  grne«o.  algo  menos  de  una  cuarta. 
*^ÍM  altura  total  de  su  profundidad  sobre  el  nivel  del  terreno  He* 
''ga  hasta  tres  varas  y  tres  onartiú»."  (1) 

Este  ejemplo  de  la  seguyda  clase  difiere  esencialmente  del  pri« 
mero.  La  eonstraecion  en  de  piedras  talladas,  unidas  con  un 
mortero  de  ca);  el  monumento  entero  está  resguardado  con  la 
misma  argamasa;  la  cámara  sepulcral  no  consta  de  piedras  bru- 
tas, y  se  descubre  el  intento  de  formar  los  cielos  á  manera  de 
bóveda:  ya.es  la  obra  pulida  de  ud  arquitecto.  Se  diría  al  verlos 
que  son  los  túmulos  daneses,  (2)  aunque  sin  temor  de  errar,  se 

paede  asegurar  que,  estos  americanos  revelan  mayores  gasto  y 
adelanto. 

Para  nuestro  objeto  es  inútil  dar  la  descripciou  completa  de 
oada  monumento,  y  basta  con  enunciar  los  caracteres  principa- 
les; si  el  lector  desea  los  pormenores,  puede  ocurrir  á  los  libros 
especiales.  Dos  leguas  al  O.  de  Oaxaca^  sobre  unas  aUuras,  se 
encuentran  las  fortificaciones  de  Monte  Alvan;  obra  de  los  izo,- 
potecos.para  defenderse  de  los  mexicanoj»:  encierran  ciertos  mo- 
numentos de  feeha  anterior.  Por  ejemplo,  la.  losa  conmemorati- 
va allí  existent  %  (3)  grabada  en  bajo  relieve,  al  parecer  con  sig- 
nos gráficos,  es  de  un  género  de  escritura  completamente  espe- 
cial, no  tiene  seme}anza  con  las  figuras  geroglíficas  de  las  nacio- 
nes históricas;  la  forma,  el  dibujo,  la  distribución  son  absoluta- 
mente nuevos  para  nosotros,  y.  sólo  le.  encontramos  referencia 
con  las  esculturas  del  Xochicalco.  Allí  mismo,  sobre  el  punto 
más  dominante^  se  alza  un  túmulo  de  figura  cónica,  y  20  varas  de 
altura;  está  atravesada  por  una  galería  recta  de  S.  A  N.,  de  26 
varas  de  largo,  2  de  ancho,  y  2  y  media  do.  elevación^  cerrado  el 
eielo  por  una  bóveda  elíptica.  A  la  izquierda.de  la  entrada,  so- 
bre losas  de  una  piedra  dura  pulida,  hay  esculpidas  cinco  figú- 

(1)  Amiquitíes  Mezíeame&  P*ri%  1834.  Begittida  «zpedidoa  daL  ofipituí  Daptiz, 
lám.  XVín,  niÜD.  58  y  64. 

(2)  liabbodc,  pág.  S6. 

(ft)  Seguida  «xpedickni  da  Dupaix,  Um.  XXI,  niím.  54. 


366 

ras  humanas.  De  las  cuatro  primeras,  tres  están  éiy  pié,  y  la  otHi 
sentada;  compL^tamente  desnudas,  llevan  en  la  cabeza  uniiooaálo 
semejante  al  egipcio,  que  podrá  ser  distintivo  de  dignidad  ó  da 
raza,  obesos  j  de  fisonomía  particular,  no  son  nipueden  ser  me- 
xicanos como  asegura  Mr.  Lenoir,  siendo  absolutamente  falsa  en 
teoría,  suponiendo  fueran  allí  enterrados  los  rejes  de  México* 
El  quinto  personaje  está  sentado;  cábrele  la  cabeza  una  especie 
de  casquete,  del  cual  pende  un  cordón  ,&  la  parte  posterior,  y  se 
distingue  sobre  el  rostro  una  especie  de  máscara:  á  la  izquierda 
y  encima  de  la  figura,  se  ve  un  grupo  geroglifico,  que  podrá  ser 
un  nombre  ó  una  fecha.  Bepetimos  qne  estos  signos  nos  son  com- 
pletamente extraños,  y  bí  la  preocupación  no  nos  extravía,  deben 
ser  tomados  como  muestras  de  una  escritura  antiquísima,  ante-* 
rior  á  las  tros  de  que  dan  testimonio  los  monumentos  de  nuestro 
país.  (1)   .       ^ 

Cerca  de  allí  hay  otro  túmulo,  atravesado  por  una  galería  en 
dirección  ^.  S.  revestida  de  piedras  artísticamente  labradas,  ce- 
rrada por  losas  en  ángulo  ó  caballete  á  la  manera  de  las  bóve- 
das del  Palenque.  (2)  ''Otra  construi^cion  se  halla,  y  es  la  prin- 
"cipal  en  volumen,  complicación,  orden  y  proporción  geometri- 
^'ca.  Consiste  en  una  mole,  túmulo  ó  cerro,  fabricado  artificial* 
"mente  de  piedra,  arena,  tierra  y  caL  El  plano  exterior,  ó  la  cir* 
^'cunferencia,  denota  la  base  de  un  cono,  y  el  de  su  interior  ern- 
"cífero,  ocupa  en  la  mayor  parte  esta  fábrica  central,-  lo  interior 
ó  el  sólido  total  que  debemos  suponer  vacío.  En  el  centro  se 
halla  una  vivienda,  habitación,  morada»  ó  capacidad  de  plano 
"cuadrilátero;  de  cada  lado  nace  un  brazo  ó  galeiiaque  se  dirige 
'*á  los  cuatro  vientos  cardinales.  Esta  habitación  sepulcral,  que 
"por  tal  la  contemplo,  está  terminada  ó  coronada  por  un  cielo 
"semiesférico  ó  cónico.  La  interior  está  revestido  de  piedras  es- 
"cuadradas.  «.Su  altura  vertical,  desde  el  centro  del  plano  hasta  Is 
"cúspide  del  cdnOi  diez  varas,  la  plazuela  seis  varas  en  cuadra 
"cada  Itiraza  tiene  de  largo  diez  varaa,  su  altura  dos  varas  y  má** 
"dia,  de  aiicho  vara  y  media.  Los  cielos  son  semicirculares  y  %n 
''todo  vestido  de  piedras  escuadradas."  (3)  Estas  obras,  y  otras 
pocas  qne  ajamos  de  mencionar,  si*  no.  nos  engañamos,  dan  tes- 

(1)  Seg.  Exped.  de  Dupaix,  lám.  XXU  á  XXIY,  niím.  56  a  71, 

(2)  ídem.  lám.  XXV,  ntím.  72. 

(8)  Loco.  dt.  lam.  XXVIIl,  úiíin.  77. 


967 

tímonio  de  un  pneblo  diverso  del  tzapoteco  y  del  mixteeo,  mnj 
ad<=^lautado  en  ciyilizAcion,  con  nocipnes  a^trondmioas,  y  una  es* 
eritnra  primf^a,  ahora  desoonoeidA. 

Cerca  de  Zaachil%  antigua  capital  de  los  reyes  iBapoteoos,  hay 
mnliltad  de  taamloa  oouicos,  conteniendo  osamentas  humanas^ 
ídolos^  restos  de  oevámiea,  y  cosa  muy  digna  de  notar,  ladrillos 
cocidos  de  garandes  dimensiones:  en  la  falda  de  uno  de  los  moun^ 
mentos,  sobre  un  peiíasoO)  está  grabada  en  hueco  la  planta  de  ua 
pié  enorme.  En  nuestro  concepto,  el  principal  descubrimiento 
alli.Terifíoado  consiste  en  una  lámina  conmemorativa,  de  piedra 
pesada  y  dura,  tres  cuartas  de  largo,  una  tercia  dé  ancho  y  tres 
pulgadas  de  grueso.  Ocupa  el  centro  una  especie  de  altar,  com- 
puesto de  una  barra  sosteniendo  una  figura  en  líneas  rectas,  for* 
mando  dibujos  que  recaerían  las  ventanas  en  forma  de  cruz  del 
Palenque;  encima  hay  un  símbolo  remedando  el  oe  acaü  de  las 
anotaciones  cronológicas  de  los  mexicanos,  y  padece  confirmarlo 
el  circulo  de  arriba,  que  debe  ser  el  numeral  uno.  A  ambos  lados 
del  altar  se  hallau  dos  personajes;  los  cuatro  tienen  vuelto-  el 
rostro  al  punto  central,  esb;tn  desnudos,  y  sentados  con  las  pier- 
nas cruzadas  á  la  manera  oriental;  el  tocado  es  diverso  al  usado 
por  las'*nacioues  de  Anáhuae,  notándose  que  la  primera  figura  á 
la  izquierda  presenta  una  especie  de  turbante  rematando  en  los 
hojas  de  una  planta,  diversa  sí,  pero  tal  vez  en  relación  con  la 
representada  en  el  altar:  la  barba  y  el  bigote  del  personaje  acu- 
san  |ina  .costumbre  totalmente  diversa  á  la  de  las  naciones  ame- 
ricanas. El  ave  posada  sobre  la  cabeza  de  la  segunda  figura,  se. 
me  ja  más  i  ana  paloma  quezal  cohbii  reverenciado  por  los^me^ 
xi.  £1  segnndo  individuo  á  la  derecha  paipeée- empuñar  una^espi*^ 
ga,  que  pudiera  se?:  la  masoTca  del  maíz,  ó  bieii>  el  minhuaÜ  te^ 
minal  de'  la  planta;  (1)  Abstirdo  sería  lanzarse  á  los  «spacios  imar 
ginarioSipara  desoifrarv  ki  Iápid«;  creeinos,!BÍn  embargo,  que  en  lo 
absoluto  es  iáscripéion  taapoteoa^ó  mejicana;  es  de  una  civiliza* 
eion  totalmente  diversa,  coa  semejanzas' ala  délos  pueblos  orien- 
tales.   .     ■'■•..      í  '*'  •■     •        »    ^    '  .      -      í 

£n  la  parroquia  dd^l  mÍHm»>!Zaaebila  exísteotre^  fosas  con  ba- 
jos relieves;  la  mayor,  simplemente  ornamental,  ofrece  entre  sus 
dibujos  la  especie  de  adormidera  con  qucrloa^piudbÑlos  dé  Qrién- 


(0  Se^rmáa  ezpcd.  lánuA  niíxxL  98. 


ji 


3fl8 

te.  representan  el  loto  sagrado:  bu  las  otras  dos  descabrimoa  el 
género  de  escritura  de  M.oQtp  Al  van.  (1) 

De  los  objetos  hallados  en  a<)>iielloa  túmulos^  los  unosson  iza- 
potemos,  los  otros  esencialmente  diyersos.  Llaman  la  atención 
estas  palabras  de  Dopaíx:  (2) — '^Eu  el  mismo  p;rupo  dé*  cerros  le~ 
▼antadüS  ^^mano,  se  encontró  en  nn  subterráneo  ó -sepalcro  y  á 
poca  profundidad,  una  hilera  de  calaveras  puestas  cada  una  en 
un  plato  de  un  tamaño  regular,  el  que  hará  ver  sui  dibujo;  tenien- 
do este  plato  otra  cabecitp.  artificial  sin  adornos  ni  orejas  que  ha* 
ce  cuerpo  (xni  él:  el  cabello  suelto  ^tendido  horizontalmente  }iá- 
oia  dtras/'  Xta  costumbre  de  conservar  el  cráneo  la  observi^mos 
ya  en  Chápala  y  en  Teotihuacan.  £1  pueblo  de  Za^ichila,  ante-t 
rior  sin  duda  á  los  tzapotecos»  ¿sería  de  la  misma  raza,  ó  pro£e« 
saría  las  mismas  costumbres  de  aquellos?  ¿La&  cabecitas  de  bai- 
rro  tendrán  el  mismo  objeto  de  distinguir  las  razas  en  Zaachila 
y  en  Teotihuacan? 

Las  pirámides  no  fueron  sólo  de  tierra,  existiendo  dos  ejem- 
plos notables  délas  de  piedra  labrada.  La  de  Papan  tía,  2  ie- 
gu&s  al  O.  de  la  población  del  mismo  nombre.  Estado  de  Yera. 
cruz,  fué  descubierta  por  D.  Diego  Buiz  en  el  paraje  dicho  en  to« 
tonaco  Tajin,  rayo  ó  trueno. — ''La  pirámide  de  Papantla,  dice 
Humboldt,  (3)  no. está,  construida  de  adobes  ó  de  barro  mezclado 
con  piedras  y  revestida  de  una  capa  de  amigdaloidea,  como  laa 
pirámides  de  Cholula  y  d^  Teotihuacan;  los  materiales  emplea- 
dor en  ella  consisteü  de  inmensas  piedras  porfiriticas  talladas, 
uni^HS  por  medio  de  mezola.  Menos  noéable  es  el  edificio  por  su 
tamaño  que  por  su  disposición,  el  sumo  .  pulimento  de  las  pie- 
dras, y  la  regularidad  del  corte;  la  base  es  cuiadrada  de  25  me- 
tros por  lado,  la  aHura<  perpendicular  sólo  llega  á  16  ó  20  metros* 
Elimonumenbo,  Qomo.  todo^  ios  teocalli  mexicanos,  se  compone 
de  varios  pisos;  se  le  distinguen  seis  y  se  oree;  que  el  sétimo  es- 
tá oculto  por  la  vegetación  jSK^un^nUda  en  la  base.  Una  gran  es-, 
olleta  de  67  gradto  conduce  á  la  cima  iruncada,;  l«gar  donde  áo 
practicaban  los  sacrificios  de  víctimas  humanas;  á  cada  lado  de 
la  principal  boy  otra  pequeña  escáleray  estando  los  revestimien- 

(OlUd.  lám.  III,  aiím.  101. 

(2)  Idam.  lám.  LIX,  niíin.  113. 

(8)  Eani  PoUtíque,  pág.  274.  .       -      .       ,  . 


869 

toB  llenos  de  geroglifiooSi  e^tre  lus  cuales  eon  reconocibles  ser* 
pientea  y  cocodrilos  esculpidos  en  relieve  Cada  piso  presenta 
gran  número  da  nichos  cuadrados,  distribuidos  sistemáticamen- 
te; en  el  primero ^se  cuentan.^  á  cada  lado,  en  el  segundo  20,  en 
el  tercero  16;  el  total  sube  á  366  en  el  cuerpo  de  la  pirámide,  y 
á  12  en  la  escalera  del  E.  El  P.  Márqpez  supone  que  jdl  número 
378  se  refiere  al  sistema  de  calendario  de  los  mexicanos,  y  cree 
que  en  cada  nicho  estaba  repetida  una  de  las  20  figuras,  que  en 
el  lenguaje  geroglifico  de  los  toltecas  servían  de  símbolos  para 
designar  los  dias  del  año  común,  y  los  intercalares  al  fin  de  los 
ciclos:  en  efecto,  el  año  se  componía  de  18  meses  de  20  dias,  re- 
sultando 360,  á  los  que,  según  el  modo  egipcio,  se  añadían  los 
cinco  intercalares  ó  nemontemi;  la  intercalación  tenia  lugar  cada 

52  años,  aumentando  al  ciclo  .13  dias,  de  donde  resulta. .  -. 

360+6+13  =  378,  signos  simples  ó  compuestos  de  los  dias  del  ca- 
lendario civil  llamado  cempohiiaUhuitl  ó  tonalpohtuíüi,  para  distin- 
guirlo del  cemWiuiÜapohiiálizUi  6  calendario  ritual,  usado  por  los 
sacerdotes  para  indicar  los  tiempos  de  los  sacrificios.'' — ^Esta  pi- 
rámide, que  se  dice  obra  de  los  totonacos,  corresponde  á  los  tiem- 
pos Históricos.  (1)      / 

Seis  leguas  al  3.  del  antiguo  Cuanhuahuac  (Cuemavaca,  Esta- 
do de  Morelos),  se  encuentra  una  colina  aislada,  según  las  medi- 
das barométricas  de  Álzate,  de  101  varas  de  altura  sobre  la  super- 
ficie del  suelo;  la  circunferencia  inferior  está  rodeada  de  un  pro- 
fundo y  ancho  ioso,  y  la  falda  dividida  en  aneo  terraplenes  de 
alturas  desiguales,  sost^iidós  por  cortinas  de  mamposteria,  in- 
clinadas al  KE.,  á  fin  de  proporcionar  escuxrimiento  á  las  aguas 
pluvialea  Sobre  la  caora  superior  se  extiende  un  espacio  cua- 
dxangular,  según  las  medidas  de  Dupaix  89  varas  de  N.  á  S.  y 
102  de  E.  á  O.,  señalado  por  un  muro  de  2  varas  de  alto  y  una 
da  ancho,  de  grandes  poedrM  labradas  á  escuadra.  Sn  el  centro 
se  alzan  loe  restos  de  una  pitámide  cnadra&gular,  26  varas  en  la 
oanwdel  K.  y  22  en- la  del  E.:  lo  ahora  existente  es  el  primer 
cuerpo,  compuesto  de  una  basa  en  declive  6  tiilud,  encima  el  fri- 
so yertical,  terminando  por  una  corniza  saliente,  construido  el 
todo  de  piedras  paralepípedas,  de  uno  á  cerca  de  dos  metros  de 


(1)  I>iic  aotíolii  Monimienti  di  aiohitettax»  meancanai  illiuteti  da  D.  Sietro  Mir- 

qoaz,  Soma,  Presso  fl  Salomom,  180^. 

47 


370 

largo,  cortadas  á  escuadra,  j  tan  finamehte  pulidas  que  para  unir- 
las no  ha  sido  menester  en  muchas  partes  argamasa  ni  betún;  so- 
bre las  caras,  donde  no  se  hacen  muy  notables  las  junturas  de 
las  piedras,  se  distioguen  grandes  bajos  relieves  de  hombres,  ani- 
males, símbolos  y  dibujos  ejecutados  con  primor,  y  según  toda 
apariencia  cuando  los  muros  estaban  terminados.  (1)  Diversos 
túmulos  de  piedra  y  tierra  se  observan  al  rededor  del  monumen- 
to, el  cual  parece  haber  estado  pintado  de  bermellón. 

En  los  dibujos  de  Castañeda  se  notan  los^  restos  de  un  segun- 
do cuerpo:  refiere  Álzate  que  cuando' visito  las  ruinas  en  1777,  se 
le  informó,  que  pocos  años  antes  aún  todo  el  monumento  estaba 
en  pié,  y  había  sido  destruido  porque  los  bárbaros  dueños  ó  ad- 
ministradores de  las  haciendas  de  azúcar  inmediatas,  necesitan- 
do piedras,  para  sus  hornillas,  emprendieron  una  bandálica  mu- 
tilación. Álzate  restaura  la  pirámide,  dando  un  dibujo  en  la  lám. 
in,  núm.  2;  pero  lo  hizo  á  nuestro  entender  con  tan  poco  tino, 
que  sólo  sirve  para  desorientar  á  los  poco  precavidos.  El  vulgo 
llama  al  lugar  Xochicalco,  de  xochitl,  flor;  calli,  casa,  y  el  afijo 
de  nombres  geográficos  oo,  en;  en  la  casa  de  floi^s:  dícenle  igual- 
mente Castillo  de  Xochicalco. 

Eq  la  parte  boreal  de  la  colína,  debajo  del  primer  terrado,  se 
halla  la  entrada  á  un  subterráneo  escavado  en  la  roca  viva,,  con 
los  pisos  de  mezcla  pintados  de  almagre,  las  paredes  reforzadas 
con  mampostería  y'  encaladas,  y  los  cielos  sostenidos  por  bóve- 
das. Las  galerías  menores  miden  de  anchó  0,"838  y  de  altura 
Im  666;  la  entrada  franquea  el  paso  á  un  pasadizo  recto  en  di- 
rección N.  S.;  terminado  por  un  espacio  cilíndrieo,  ahora  des- 
truido, que  servía  de  respiradero  6  ventilador  á  unos  4  metros 
de  la  entrada,  corriendo  de  E.  á  O.,  arranca  otra  galería,  en  cu- 
yo teriúino  se  presentan  á  ella  perpendiculares  dos  pasillos  pe- 
queños, dando  entrada  á  una.  sala  cuadrangular  de  unos  12  me- 
tros de  largo  por  10  de  ancho,  sostenida  la  bóveda  por  dos  sie- 
sos pilares  dejados  aislados  en  la  éBcavacion:  en  el  angula  iz- 
quierdo de  la  casa  hay  otro  ventilador,  de  bóveda  cónica  en  pie- 
dras talladas  regular  y  científicamente. 

*  '. 

(1)  Vues  des  Cordilléres,  tom.  I,  pág.  129  y  sigs.— Primera  expedición  de  Dupaix 
am.  XXXI  y  XXXn,  ndm,  83  á  86.— Deseripoion  de  las  a&tígüedadss  de  Xoehioal- 
00,  por  D.  José  Antonio  Álzate.  México,  1791. 


/ 

i 


371 

Álzate  j  Dnpaix  dicen  ser  dé  mexicanos  esta  obra.  Hnmboldt 
refiere  la  opinión  de  quienes  la  atribuyen  á  los  toltecas;  i>ero,  co- 
mo juiciosamente  observa,  ''esta  nación  es  para  los  anticuarios 
mexicanos,  lo  que  los  colonos  pelasgos  fueron  por  mucho  tiem- 
po para  los  anticuarios  de  Italia;  todo  lo  que  se  pierde  en  la  no* 
che  de  los  tiempos  se  atribuye  á  aquel  pueblo,  en  el  cual  se  cree 
encontrar  los  primeros  gérmenes  de  la  civilización.*'  Véanse  las 
láminas  sin  ideas  preconcebidas;  y  fácilmente  se  notará  que  ni 
los  relieves  ni  los  geroglífícos,  ni  la  arquitectura,  ni  los  materia- 
les, ni  la  ornamentación,  ni  nada  se  parece  á  sus  congéneres  en- 
tre mexicanos  y  tzapotecos.  En  la  parte  subsistente  del  monu- 
mento se  notan  proporciones  calculadas,  formas  correctas,  con- 
junto grandioso.  Las  figuras  humanas  están  sentadas  con  las 
piernas  cruzadas  á  la  manera  oriental,  mientras  en  las  pinturas 
mexicanas  están  siempre  en  cuclillas.  A  lo  que  de  pronto  puede 
ocurrir,  las  dos  figuras  inferiores  por  el  tocado,  la  posición  y  los . 
signos  simbólicos  que  las  acompañan  parecen  ser  dioses;  los  dos 
cocodrilos  de  los  extremos  pudieran  muy  bien  ser  dragones  fan- 
tásticos, arrojando  fuego  ó  humo  por  las  fauces:  allí  se  ve  tam- 
bién el  terrible  símbolo  de  la  serpiente;  común  á  pueblos  ameri- 
cano y  asiáticos.  Los  relieves  del  friso  parecen  referirse  á  una 
dinastía  6  serie  de  reyes  6  señores,  con  sus  nombres  geroglífícos; 
el  del  penúltimo  hacia  la  derecha  está  compuesto  de  un  peque- 
ño círculo  dividido  en  cuatro  partes  iguales  por  un  diámetro,  y 
la  mitad  de  un  exágono;  los  mismos  dos  signos  van  repetidos  en 
los  otros  nombres,  acompañados*  de  caracteres  ya  iguales,  ya  di- 
versos. Salta  á  la  rísta  el  intento  de  una  éí^critura,  vulgar  ó  mí« 
tica,  sin  punto  alguno  de  contactó  con  las  escrituras  gráficas  dé 
los  pueblos  históricos:  si  alguna  relación  existe,  es  con  las  escul- 
turas de  Monte  Alvan  y  de  Zaachila,  con  las'  cuales  forma  tipo 
particular. 

Aquel  era  un  templo  consagrado  á  deidades  desconocidas;  en 
el  subterráneo  tenían  lugar  las  iniciaciones  ó  la  parte  del  culto 
prohibido  á  los  profanos;  los  túmulos  servían  dé  sepulcro  á  je- 
fes y  sacerdotes,  los  terrados  y  murallas  lo  convertían  en  pode- 
rosa cindadela:  era,  pues,  un  santuario  reverenciado,  cuyos  se- 
ñores temían  los  ataques  de  un  pueblo  pujante.  Templo,  sepul- 
cro, fortaleiza,  tal  vez  observatorio  astronómico,  cumplía  con  sus 
múltiples  oficios,  á  la  manera  del  monumento  de  Beal  Berith  en 


372 

ijenas  de  Canaam.  Alrededor  de  la  colina  debió  alzarse  tina 
dudad  populosa,  metrópoli  de  una  grau  colonia.  El  pueblo  ea- 
tuyo  muy  adelantado  en  ciyilizacioni  á  juzgar  por  lo  ejecutado  en 
en- la  arquitectura  y  en  las  artes  de  ornato;  la  piedra  de  que  es- 
tá cpnstruido  el  edificio  no  se  encuentra  en  nftichas  leguas  á  la 
redonda;  las  rocas  labradas  son  de  dimensiones  colosales;  mucho 
se  sabía  en  materia  de  mecánica  para  trasportar  esas  moles  de 
lugares  distantes,  subirlas  a  la  cumbre  de  la  colina,  y  colocarlas 
en  el  sitio  requerido.  En  las  pinturas  egipcias  se  ve  la  muche- 
dumbre arrastrando  sobre  rodillos  las  grandes  estatuas  de  Mem- 
mon,  subiéndolas  á  las  alturas  donde  han  de  colocarse  por  me- 
dio de  rampas;  aquí  el  procedimiento  debió  en  parte  ser  idénti- 
co, y  en  lo  demás  venció  la  ciencia  las  dificultades  que  no  es  da- 
ble  allanar  á  la  sola  fuerza  bruta.  Admira  que  sin  instrumentos 
de  hierro  se  puedan  escavar  galerías  en  la  roca  viva,  y  más  aún 
revestir  de  mampostería  las  partes  fiacas  de  la  obra,  formar  co- 
lumnas para  sostener  la  techumbre,  hacer  verdaderas  bóvedas 
desconocidas  á  los  mexics;nos,  tallar  piedras  para  dar  á  los  res- 
piradores la  forma  cónica:  aquellos  arquiteotos  en  lo  absoluto 
fueron  aztecas,  no  pertenecieron  á  ninguna  de  las  naciones  his« 
tóricas.  Entonces,  ¿cuál  es  su  nombre?  ¿En  qué  época  existió? 
¿Por  cuáles  vicisitudes  atravesó  para  perderse  en  la  noche  del 
olvido?  A  nada  sabemos  responder;  presumimos  que  esa  (¿vili- 
zacion  procedía  del  Oriente,  que  existió  en  tiempos  muy  remo- 
tos; que  desde  entonces  muchas  hojas  del  libro  de  la  vida  se  lle- 
naron con  las  evoluciones  cumplidas  por  la  humanidad;  que  una 
invasión  bárbara  derribó  al  dios  del  santuario,  arrojó  á  los  gue- 
rreros de  la  fortaleza,  expulsó  al  rey  del  palacio,  al  pueblo  de  su 
metrópoH,  cayendo  todos  bajo  los  golpes  del  conquistador  ó  hu- 
yendo delante  de  su  empuje  para  incógnitas  comarcas. 

Quedan  rastros  de  pirámides,  teooallis  y  túmulos  eü  el  jpaía 
montañoso  del  Estado  de  Yeracruz,  entre  el  Cofre  de  Ferote  y  el 
Pico  de  Drizaba,  encerrados  en  fortificaciones  inaccesibles,  den- 
tro de  campo  cercado  por  las  márgenes  acantiladas  de  los  ríos  y 
de  las  barrancas.  Obras  son^  generalmente  hablando,  de  los  pue- 
blos históricos;  pero  junto  á  los  modernos  hay  otros  edificios  que 
por  su  carácter  revelan  pertenecer  á  distintas  civilizaciones,  que 
las  tribus  modernas  encontraron  ya  fabricadas,  y  dejaron  en  pié 
por  respeto  á  su  antigüedad.  Aqui  y  acullá  asoman  los  túmulos» 


873 

conteniendo  \ok  nnos  esqueletos,  trastos  de  loza,  pnntas  de  fle- 
chas en  obsidiana,  j  huesos  que  pai^ecen  del  huajolote  (huexóloU) 
señalando  una  primera  época,  más  moderna,  sin  embargo,  que  la 
de  Casas  grandes,  y  en  que  se  encuentran  vestigios  de  los  anima- 
les domésticos;  y  los  otros  túmulos  presentan  urnas  funerarias» 
con  cenizas  y  huesos  humanos  calcinados. 

"Hemos  visitado,  dice  D.  Carlos  Sastorius,  (1)  algunas  de  estas 
fortificaciones  antiguas  en  los  cantones  de  Córdoba,  Huatusco  y 
Coatepec;  algunas  son  casi  inaccesibles,  y  su  entrada  se  consigue 
sólo  con  escaleras  y  sogas.  Tienen  el  carácter  común,  que  á  más 
de  servir  para  la  defensa,  encierran  un  número  de  edificios  des- 
tinados para  el  culto,  teocallis  y  vestigios  de  edificios  de  mucha 
extensión,  como  viviendas,  cuarteles,  y  tal  vez  palacios  de  los 
sacerdotes  ó  caciques.  En  algunas  se  encuentran  manantiales  y 
restos  de  estanques  grandes,  artificiales;  en  otras,  cañeriiis  de  cal 
y  canto^  para  introducir  el  agua  de  manantiales  distantes." 

"En  la  cordillera  de  Matlaquahuitl  ó  del  Gallego,  sierra  cal- 
cárea que  corre  de  N.  á  S.  desde  el  rio  de  Jamapa  hasta  San  Joan 
de  la  Punta,  existen  varias,  según  el  testimonio  de  cazadores  que 
penetraron  el  monte  espeso  de  la  sierra,  hallando  grandes  ruinas 
de  piedra  labrada,  esculturas,  &c.,  &0." 

''En  la  falda  oriental  del  volcan  de  Drizaba,  en  los  espinazos 

que  bajan  hacia  los  pueblos  de  Calcahualco  y  Apatlahua,  hay  dos 
castillos  antiguos  de  que  tengo  noticia  hace  doce  años,  sin  haber' 

tenido  oportunidad  de  visitarlos.  Últimamente  se.  dio  noticia  en 
un  diario  de  Jalapa,  sobre  el  fortín  de  Calcahualco,  que  contiene, 
á  más  de  fortificaciones,  varias  pirámides  y  un  depósito  de  cadá- 
veres momificados." 

"A  tres  leguas  de  Huatusco,  en  un  despeñadero  espantoso,  en- 
tre dos  barrancas,  hay  un  castillo  muy  interesante,  con  torres  y 
teocallis,  parecidos  á  uno  de  aquellos  de  la  Edad  Media  de 
Eurcpa." 

Hasta  aqui  el  Sr.  Sartorius.  Ignoramos  cuál  sea  lá  semejanza 
que  pueda  caber  entre  una  fortificación  azteca  y  las  de  la  Edad 
Media  europea.  En  el  lugar  del  antiguo  Cuauhtocheo  (Huatusco), 

(1)  Fortifieaoiones  antiguas,  (Estado  de  VencnuB}.  Boletín  de  la  Soc.  de  Geog.  j 
Estad.  Segunda  época.  Tom.  I,  pág.  820. 


374 

existía  una  pirámide  de  tres  oaerpos,  en  piedra  lábradaí  con  ana 
escalera  hasta  la  plataforma  superior,  en  la  cual  se  alAha  un 
santuario  cerrado,  sostenida  la  techumbre  por  tres  pilastras;  la 
forma  recuerda  las  estructuras  del  Palenque,  y  las  columnas  ale- 
jan el  monumento  del  carácter  mexicano  que  pretende  fijársele, 
una  de  las  esculturas  allí  descubiertas,  por  la  limpieza  de  eje- 
cución, el  tipo  del  rostro,  la  regularidad  de  los  ador úos,  y  lo  ori  • 
ginal  del  objeto,  vienen  á  confirmar  el  anterior  aserto.  Si  en  otro 
sitio  hubiera  sido  encontrada  la  escultura,  se  le  tomaría  por  una 
divinidad  fecunda  de  la  teogonia'egipcia,  ó  por  uno  de  los  mitos 
nebulosos  del  culto  de  Budha.  (1).  En  tierras  de  la  hacienda  de 
San  Antonio,  cerca  de  Chalchicomula,  hay  una  pirámide  del  gé- 
nero de  la  anterior,  sólo  que,  cuando  Dupaix  la  vi6,  tenía  de  me- 
nos el  santuario.  (2) 

De  la  fortaleza  de  Centla,  orillas  de  la  barranca  de  Chavastla, 
al  N.  de  Huatusco,  casi  nada^queda  en  pié  de  sus  pirámides,  gran- 
des edificios  de  piedra  labrada  y  prolongadas  fortificaciones;  ta- 
lado el  terreno  para  formar  sembrados  de  tabaco,  fueron  derri- 
badas las  obras  para  formar  las  chozas  de  los  plantadores  y  los 
corrales  para  las  béstias.f  Al  N.  de  Centla,  y  en  las  reuniones  de 
las  barrancas  de  Xicuintla,  Chistla  y  otras,  hay  varias  fortifica- 
ciones sin  faltarles  pirámides  y  túmulos. ~  Plaza  muy  importante 
fué  la  de  Tlacotepec,  pues  sus  murallas,  trabajadas  con  arte,  se 
extienden  por  gran  trecho  cubriendo  una  ciudad  populosa.  En  las 
dos  fortificaciones  llamadas  de  Palmillas,  fuera  de  los  restos  de 
pirámides  y  viviendas,  se  noto  un  acueducto  de  cal  y  canto  de  más 
de  una  legua  de  extensión.  Las  ocho  ó  diez  leguas  cuadradas  re- 
gadas por  los  arroyos  que  nacen  entre  los  puel3los  de  Pozojapa  y 
Jolutla,  están  cubiertas  de  ruinas;  allí  están  las  ile  Calcahualco, 
y  como  á  una  legua  al  SE.,  en  el  fondo  de  una  barranca,  un  gran 
monumento  de  piedra  labrada,  del  que  á  la  orilla  del  agua  queda 
un  fuerte  muro  sosteniendo  una  línea  de  columnas  monolíticas  á 
nueve  pies  de  distancia  una  de  otra.  En  el  potrero  de  Cozoquitla 
abundan  las  pirámides  y  los  túmulos;  de  uno  de  los  menores,  exa- 
minado por  el  Sr.  Sartorius,*dice: — "La  construcción  era  bien  ra- 
ra. El  núcleo  formaba  una  caja  de  dos  varas  de  largo  y  una  da 


(1)  Fjímera  exped.  de  Dupaix,  lám.  IX  y  X,  núm,  9  y  10. 

(2)  ídem.  lÁxú,  Xn,  niim.  13. 


875 

anchoy  qae  contenía  nn  esqueleto  hnmano  muy  deBcompuesto, 
7  onos  trastos  de  barro  (cajetes)  como  hoy  los  labran  todavía  loa 
indígenas  de  Talcomnlco.  El  contenido  de  estos  eran  puntas  d& 
flechas  de  obsidiana  y  nnos  huesos  crurales  de  ave  (huajolote)r 
La  situación  del  esqueleto  era  de  S.  á  N.  La  tapa  de  la  caja  era 
de  lajas  grandes,  y  todo  el  exterior  tenía  su  revoque  de  mezcla 
fina.  Sobre  este  núcleo  se  formó  la  pirámide  toda  de  mezcla  y 
piedra,  pero  en  diferentes  capas;  así  que  cada  una  tenía  su  revo- 
que separado,  y  estos  cuerpos  correspondían  á  los  escalones  de 
la  pirámide.  Al  Poniente  no}faltó  la  escalera  para  subir  á  la  pla- 
taforma." (1) — En  la  hacienda  de  Tuzamapan,  había  ruinas  im- 
ponentes por  su  belleza,  según  los  antiguos  refieren,  y  fueron 
arrazadas  para  tomar  la  piedra  y  construir  el  Puente  del  Bey, 
ahora  Puente  Nacional. 

La  zona  de  que  acabamos  de  hablar,  recuerda  las  fortificaciones 
esparcidas  por  las  afluentes  del  Mississippi,  si  bien  las  de  nues- 
tro país  pertenecen  á  época  de  mayores  adelantos,  así  en  el  arte 
de  la  guerra  como  en  el  de  la  cástrame  litación.  Parece  que  desde 
tiempos  remotos  aquellas  montañas  sirvieron  de  abrigo  á  ciertas 
tribus  emigrantes,  que  en  seguida  tuvieron  que  defenderse  con- 
tra las  irrupciones  de  los  pueblos,  impulsados  de  N.  á  S.  por  el 
movimiento  general 

El  tipo  del  teocalli  es  invariable,  constando  de  diversos  pisos 
superpuestos  en  diminución  de  abajo  á  arriba,  rematando  en  una 
cara  plana,  á  la  que  se  sube  poruña  «'v^i-vr'rt;  la  re^^cla  pí**""""' 
presenta  excepciones  dignas  de  notar.  Cerca  del  pueblo  de  Teo- 
pantepec.  Estado  de  Puebla,  sobre  una  cumbre,  se  alza  una  pi- 
rámide de  cuatro  pisos,  de  piedras  labradas  á  escuadra,  unidas 
con  cal;  mide  18  varas  de  largo  en  la  base  y  24  de  altura.  La  es- 
•alera  corre  por  las  caras  laterales,  dividida  en  cuatro  fraccio- 
nes. (2)  Poco  más  ó  menos  eu  esta  forma  describe  Clavigero  el 
templo  mayor  de  México,  alejándose  de  la  verdad  por  f  andarse  en 
la  estampa  de  fantasía  de  la  relación  italiana  del  Conquistador 
anónimo. 

Tres  leguas  al  O.  de  Tehuantepec  yacen  las  minas  de  una  ciu- 
dad.  Queda  bien  conservada  una  pirámide  de  cuatro  cuerpos, 

(1)  Loco  dt. 

(2)  Primen  ezped.  de  Dupaiz.  Lám.  lü,  mím.  S. 


Í76 

orientada,  de  cal  y  canto,  revestida  por  nna  capa  de  mezda  de 
cal,  arena  y  almagre:  tres  escaleras  lleran  á  la  plataforma,  la  prin- 
cipal al  O.  y  dos  laterales  al  N.  y  al  S.  Sobre  el  segundo  cuerpo 
fueron  empotradas  losas,  dejando  una  cabeza  saliente,  formando 
cuatro  hileras  regulares,  de  cinco  en  cinco.  Dupaix  opina  tenían 
el  objeto  '^de  sostener  teas  encendidas,  6  cabezas  humanas  de  los 
sacrificios;"  paréoenos  colegido  por  el  número  20  de  las  losas  en 

,  oada  compartimiento,  igual  al  de  los  días  del  mes,  que  más  bien 
ae  trata  de  perpetuar  alguna  cuenta  del  calendario  como  en  la 
pirámide  de  Papantla,  cosa  que  podía  ponerse  en  claro  sabiendo 
el  total  de  losas  en  todas  las  caras.  (1)  Allí  mismo  hay  otro  teo- 
calli  de  forma  semejante  á  un  casco  esférico,  sosteniendo  un  se- 
gundo cuerpo  paralepípedo;  la  escalera  principal  mira  al  Orien- 
te, y  la  acompañan  dos  laterales  al  N.  y  al  S.  Los  materiales  son 
idénticos  á  los  del  anterior,  observando  Dupaix  que — "El  aspec- 
to que  presenta  el  segundo  alto  es  digno  de  nuestra  admiración; 
vemos  dos  frisos  paralelos  con  sus  molduras  cuadradas,  las  que 
encierran  unas  losas  grandes  de  mármol  blanco  escuadradas,  en- 
riquecidos de  geroglíficos-  en  relieves,  pero  ya  muy  deteriora- 
dos/' Si  los  dibujos  al  pie  de  la  estampa  son  copia  de  aquellos 
geroglíficos,  sin  temor  de  equivocarnos,  se  puedo  asegurar,  que 
fuera  de  los  puntos,  que  pueden  ser  anotaciones  numéricas,  les 
signos  son  diversos  de  los  mexicanos,  tzapotecas  jr  palencanos,.y 

.  corresponden  á  los  de  Xochicalco.  Parécenos  también,  que  este 
teocalli  es  correlativo  y  complementario  del  anterior,  estando 
destinados  ambos  á  perpetuar  el  conocimiento  del  calendario  usa- 
do por  el  pueblo  constructor.  Una  tercera  pirámide  es  do  forma 
cónica,  con  ocho  pisos,  y  por  último,  hay  una  cuarta  construcción 
asumiendo  la  forma  de  un  trozo  de  cilindro.  (2) 

Las  ruinas  de  Mictlan  están  situadas  en  un  país  desolado  y 
árido,  10  leguas  al  S.  E.  de  Oaxaca,  camino  para  Teliuantepec. 
Mictlan,  en  mexicano,  contracción  de  midlanti^  significa  infierno 
y  también  mansión  de  los  muertos;  la  palabra  tzapoteca  que  le 
corresponde  es  Yoopaa,  que  quiere  decir  tierra  de  sepiú^cros.  Se- 
gún consta  por  las  mejores  autoridades,  en  aquel  lugar  se  con- 

(1)  Tercera  exped.  Lám.  III,  niím.  6. 

(2)  Loco  cit.  Lám.  V,  niím.  8  y  9. 


377 

servaban  los  restos  de  los  principales  teapotecos;  los  soberanos 
de  aqnel  país^  en  ciertos  tiempos  presói^itos  por  la  religión  ó  á  la 
muerte  de  alf^nno  de  sns  próximos  parientes,  se  retiraban  á  este 
Ingar  para  entregarse  á  prácticas  devotas  y  desahogar  el  dolor 
qne  les  atormentaba:  una  Orden  de  sacerdotes  estaba  encargada 
de  los  fúnebres  aposentos,  teniendo  en  ellos  constante  morada. 
Los  palacios  de  Mictlan  méreeeii  este  nombre  en  la  parte  qne 
tienen  de  habitacionies;  en  general  son  más  bien  templos,  bajo 
nn  tipo  absolntamente  diverso  al  de  loa  teocalli.  La  constrnc- 
don  de  las  paredes  consta  de  nn  núcleo  de  tierra,  al  cna'l  están 
pegadas  peqneñas  piedras  cuadradas  en  forma  de  mosaico,  lle- 
vando esculpidos  adornos  complicados  y  primorosos,  en  labores 
llamadas  por  los  arquitectos  grecas,  meandros,  laberintos  y  ara- 
béseos.  Estas  decoraciones  de  lineas  armónicas  y  correctas  se 
parecen-  á  las  usadas  en  la  Oran  Grecia  y  entre  los  romanos,  aun- 
que, como  observa  Humboldt,  '^semejantes  analogias  nada  prue- 
ban acerca  de  antiguas  comunicaciones  de  los  pueblos,  pues  en 
todas  las  zonas  el  hombre  ha  producido  una  repetición  rítmica 
de  las  mismas  formas,  repetición  constitutiva  de  lo  que  vaga* 
mente  llamamos  grecas,  meandros  y  arabescos."  Llama  la  aten- 
ción que  en  los  grandes  salones  de  los  templos,  quedan  todavía 
enhiestas  columnas  de  pórfido  monolíticas,  sin  basa  ni  capitel, 
redondeadas  en  la  parte  superior,  destinadas  á  sostener  la  te- 
chumbre. "LaS  columnas,  dice  el  repetido  Humboldt,  anuncian 
laánfancia  del  arte,  y  j^on  las  únicas  que  se  hayan  encontrado 
hasta  ahora  en  América."  Verdad  era  esta  en  los  tiempos  del 
sabio  barón;  ahora  las  columnas  han  sido  vistas  en  otros  monu- 
mentos. 

Befíere  la  historia  que  Ahuitzotl,  antecesor  de  Montecuhzoma 
I  n,  se  apoderó  dos  veces  de  Mictlan;  los  sacerdotes  de  Yoopaa 
quedaron  muertos  en  la  batalla  ó  fueron  conducidos  á  México 
para  ser  sacrificados  en  las  aras  de  Huitzilopochtli;  el  hdyatao  6 
pontífice  desapareció  con  toda  su  familia,  y  los  guerreros  vence- 
dores quemaron  y  destruyeron  los  santuarios,  según  costumbre. 
De  entonces  data  la  ruina  de  templos  y  palacios,  después  no  re- 
parados completamente  por  los  tzapotecos.  La  destrucción,  pues, 
corresponde  á  los  tiempos  históricos,  y  he  aquí  la  razón  de  no 
conceder  t  aquellos  monumentoe  una  gran  antigüedad. 

Sin  embaído,  nos  ocurren  algunas  reflexiones  contra  menasje- 

48 


378 

te  conclusión.  El  templo  cerrado,  gin  más  las  qne  la  recibida  por 
las  pnertos  formadas  'sobre  pilastras  macizas  de  piedra,  parece 
ser  un  reflejo  de  las  construcciones  palenoanas,  conjfirmando  la 
semejanza  el  terrado  que  sostiene  el  templo  y  las  escaleras  que 
lo  franquean.  Las  excavaciones  subterráneas  recuerdan  á  Xochi- 
calco,  y  la  forma  cruciforme,  de  aquellas  criptas  no  pertenece 
en  lo  absoluto  á  la  civilización  azteca.  La  columna  monolítica  es 
propia  del  Zape  de  la  Quemada,  de  algunos  lugares  en  Yeracruz, 
y  aquí  viene  á  tener  su  mayor  desarrollo.  Falta  el  teocalli,  y 
subsiste  el  túmulo  en  su  mayor  perfección.  Todo  ello  nos  hace 
congeturar  que,  como  aconteció^ en  Teotihuacan  y  en  ChoIoUan, 
en  Yoopaa  existió  un  venerado  santuario  de  los  tiempos  prehis- 
tóricos, del  cual  se  apoderaron  los  tzapotecas  al  establecerse  en 
la  comarca,  lo  apropiaron  á  su  culto  dejando  tal  vez  los  antiguos 
dioses,  reparando  y  embelleciendo  las  obras  sin  alterar  el  plan 
primitivo  (1). 

Procedente  de  Oaxaca  hemos  visto  un  objeto  curioso.  Es  una 
costilla  fósil  de  elefante;  en  el  un  extremo  está  bien  esculpida  la 
cabeza,  ál  parecer  de  una  víbora,  si  bien  hacen  dudar  las  dos 
grandes  orejas  que  la  acompañan,  y  las  dos  manos  terminadas  en 
cuatro  dedos,  insertas  inmediatamente  sobre  el  cuello:  el  extre- 
mo opuesto  lleva  labores  formando  la  cola  del  animal.  La  parte 
exterior  convexa,  esta  dividida  simétricamente  por  ranuras  ver- 
ticales, dejando  salientes  redondos,  mientras  en  el  interior  las 
incisiones  son  planas  y  en  menor  número.  £1  fósil  es  antiquísi- 
mo; la  obra  moderna,  y  correspondiente  á  los  tzapotecas  históri- 
cos. Según  las  señales  de  fricción  allí  observadas,  sirvió  á  no 
dudarlo  de  instrumento  músico,  raspando  con  palo  ó  hueso  so- 
bre el  saliente  de  las  ranuras,  ala  manera  practicada  todavía  hoy 
por  los  negros.  La  clasificación  del  reptil  nos  parece  difícil,  y 
no  resolvemos  decir  sea  del  todo  mítico  ó  fantástico.  Álzate  (2) 
menciona  la  culebra  bimana  traída  de  Tanoítaro,  remitida  por  él 
al  conde  Buffon,  y  colocada  por  éste  como  intermedio  entre  la 


(1)  Margoía,  Bol.  de  la  Soo.  de  Qeogr.,  tom.  VIL  pág.  170.-— Mendieta,  Hist 
eeles.^  pág.  89¿. — Borgoa,  Descripción  geográfica,  tom.  ü,  pág.  259. — Humboldt, 
Vues  des  CordiUéres,  tom.  II,  pág.  278.  Essai  politique,  pág.  263.— Dapaíx,  segun- 
da expedición.— La  Ilnsteaeion  meiioana,  tom.  n,  pag.  493,  Ae.,  &o.,  ftc 

(2)  Gaceta  de  literatura  de  21  de  Setiembre  de  179a  Kiim.  2,  pág..  18. 


379 

culebra  y  la  lagartija:  hemos  visto  ejemplares  de  la  misma  espe- 
cie hallados  en  el  Estado  de  Paebla,  conservados  en  n^a  botica 
de  la  ciudad:  no  sería  extraño  que  vista  por  los  tzapotecas  aque- 
lla rareza,  la  quisieran  perpetuar  en  su  escultura.  La  culebra 
bimana,  sin  embargo,  carece  de  orejas  tan  pronunciadas.  Otra 
notable  particularidad  es,  que  la  espina  dorsal  y  las  costillas  van 
señaladas  cual  si  el  ahimal  estuviera  despojado  de  piel  y  de  car- 
ne para  enseñar  el  esqueleto  desnudo:  en  el  Museo  nacional  exis- 
ten un  coyote  y  una  vibora  en  piedra;  aquel  con  los  remos  cual 
si  fuera  vivo  y  el  cuerpo  descarnado;  ésta  con  los  huesos  desnu- 
dos de  la  espina,  siguiendo  ambos  el  mismo  pensamiento.  Na 
alcanzamos  la  significación  de  ello.  Vimos  también  otro  ejemplar 
idéntico,  quebrado  por  el  medio  en  costilla  fósil  de  elefante,  los 
dos  ex^  la  colección  del  Sr.  Chavero. 

Vamos  á  terminar  lo  relativo  á  esta  región  central,  dando  al- 
gunas noticias  acerca  de  la  pipa.  Lubbock  (1),  refiriéndose  á  los 
E.  U.,  asienta: — "Las  pipas  son  tal  vez  las  muestras  más  carac- 
terísticas dé  la  antigua  cerámica  americana.  Algunas  constan  de 
sólo  la  chimenea,  semejantes  á  las  pipas  comunes,  de  las  cuales 
difieren  en  carecer  del  tubo;  aparentemente  se  aplicaban  los  la- 
bios directamente  á  la  chimenea.  Otras  hay  muy  adornadas,  y 
muchas  representan  monstruos  ó  animales  como  el  castor,  la 
nutria,  el  gato  salvaje,  el  ciervo,  el  oso,  el  lobo,  la  pantera;  el 
ratón,  el  opossum,  la  ardilla,  la  morsa,  el  águila,  la  lechuza,  el 
cuervo,  la  golondrina,  el  perico,  la  zorra,  el  gallo  salvaje  y  mu- 
chos otros.  Lo  más  interesante  es  la  copia  de  la  morsa,  de  la  cual 
se  han  encoQtrado  siete  en  los  terraplenes  del  Ohio,  y  no  son  es- 
culturas groseras  acerca  de  las  cuales  pueda  caber  fácil  engailo» 
''la  cabeza  truncada,  el  hocico  grueso  semicircular,  las  narices 
singulares,  el  labio  superior  saliente  y  arrugado,  los  pies  ó  ale- 
tas propias,  los  bigotes  notables,  todo  está  claramente  indicado 
y  hace  reconocer  inmediatamente  al  animal."  (2)  La  morsa  se 
encjientra  en  nuestros  dias  más  allá  de  las  costas  de  la  Florida, 
es  decir,  á  mil  millas  de  distancia." 

No  obstante  no  corresponder  á  los  pueblos  históricos  del  Va- 
lle, las  pipas  se  encuentran  con  frecuencia  en  túmulos  y  escava- 

(1)  Pág.  208. 

^2;  Sqnier  and  IHitú,  loeo  di.  pág.  262. 


380 

ciones,  asumiendo  diferentes  formas.  De  las  que  á  la  vista  tene- 
mos, una,  provenida  de  Oaxaca,  de  barro  color  de  ocre  oscuro,  es 
casi  idéntica  á  las  modernas;  la  chimenea  de  gran  tamaño  y  las 
dimensiones  del  tubo,  indican  que  el  tabaco  se  colocaba  picado, 
y  se  aspiraba  el  humo  chupando  entre  los  labios.  La  sacada  en 

las  obras  del  desagüe  de  Tequixquiac,  es  de  barro  negro  con 
barniz  rojo;  el  corto  diámetro  de  la  chimenea  demuestra,  que  las 

hojas  de  la  planta  se  colocaban  enrolladas  como  en  el  acayeü.  La 
encontrada  en  Teotihuacan,  parece  corresponder  á  la  misma  cla- 
se. De  procedencia  desconocida  son  dos  en  pizarra;  perfecta- 
mente trabajadas,  formando  grupos  de  hombrea  y  pájaros  fan- 
tásticosi  tienen  un  tipo  especial  que  no  creemos  pertenezca  al  de 
ninguna  de  las  naciones  históricas:  la  chimenea  es  estrecha,  dd 
manera  que  podría  recibir  más  del  extremo  del  rollo  de  las  ho- 
jas; la  parte  del  tubo  termina  en  una  cara  plana,  extensa,  para  no 
poderla  meter  en  la  boca,  indicando  que  la  punta  de  los  labios  se 
ponia  en  el  agujero,  y  se  aspiraba  con  fuerza  el  humo.  La  chi- 
menea de  una  de  ellas,  no  es  cilindrica,  sino  oval.  £1  conoci- 
miento y  el  uso  del  tabaco  en  la  región  central,  corresponden  á 
los  tiempos  prehistóricos  remotos;  la  pipa  es  anterior,  con  mu- 
cho, al  establecimiento  en  el  Valle,  de  las  naciones  de  raza  na- 
hoa,  y  las  diverjas  formas  de  las  pipas  acusan  diferentes  mane- 
ras de  fumar;  según  las  hojas  de  la  planta,  se  colocaban  enteras  y 
enrolladas,  ó  deshechas:  modas  sacadas  por  diversos  pueblos,  6 
en  tiempos  apartados. 

En  el  Museo  Nacional  se  cbnservan  diferentes  tipos  de  pi- 
pas. Sacadas  del  rumbo  de  Aztcapotzalco,  hay  dos;  la  primera,  de 
barro  negro  y  barniz  del  mismo  color,  ofrece  la  chimenea  en  for- 
ma cilindrica  muy  prolongada,  mientras  la  seguhda,  de  material 
idéntico  á  la  del  desagüe,  es  ancha  en  la  parte  media  y  más  an- 
gosta á  los  extremos.  Otras,  pertenecientes  al  Valle,  llevan  la  chi- 
menea casi  esférica,  aunque  con  ciertas  variaciones  en  los  ejem- 
plares. En  general  presentan  pocos  adornos,  si  bien  se  notan*al- 
gunos  fragmentos  de  barro  blanco  y  fino,  con  decoraciones  de 
rostros  y  dibujos  de  buen  gusto. 

Terminamos  el  capítulo  segundo,  deduciendo  por  las  armas, 
y  los  instrumentos  de  piedra  y  de  hueso  de  los  pueblos  salvajes 
actuales,  cuáles  debían  ser  las  costumbres  de  las  tribus  prehis- 
tóricas colocadas  en  idénticas  condiciones.  El  método  allá  adop- 


381 

todO|  faé.proeeder  de  lo  oonooido  ¿  lo  desconocido^  de  lo  menos  á 
lo  mia  remoto.  Aplicando  alupra  el  mismo  principio,  trataremos 
de  encontrar  cnáles  erap  las  ideas  doxplnantes  del  hombre  an- 
tehistórico en  nuestro.  yaSs,  .manifestadas  por  las  obras  de  su 
mano. 

Nos  parece  evidente  qne  la  humanidad  entera,  sobre  todo 
en  tiempos  de  poca  cultura  industrial,  dirige  el  esfuerzo  de  su 
trabajo,  á  las  cosas  que  le  parecen  útiles,  y  de  las  cuales  saca 
ciertos  provechos  en  consonancia  con  su  modo  de  ser.  La  repe- 
tición constante  de  la  misma  obra,  demuestra  que  corresponde  á 
una  idea  dominante  en  el  constructor,  á  una  preocupación  del 
entendimiento  del  pueblo,  á  quien  pertenece,  siguiendo  un  rum- 
bo constante.  Así  las  armas  primeras  y  primitivas,  muestras  de 
la  existencia  del  hombre  sobre  el  globo,  nos  revelan  el  estado 
salvaje  de  las  familias,  su  idea  predominante  de  reduplicar  sus 
fuerzas,  su  necesidad  de  combatir  contra  los  grandes  mamíferos 
de  la  época  cuaternaria  y  contra  el  hombre  mismo,  y  proveer  á 
su  subsistencia,  dando  muerte  á  los  animales.  De  aquí  en  último 
análisis,  la  significación  dada  á  las  armas  de  piedra  bruta,  de  si- 
les no  pulido,  de  las  ideas  de  la  guerra  y  de  la  caza.  Este  es  el 
primer  punto  de  partida  conocido»  que  podemos  señalar  á  los 
habitantes  de  México. 

Pasando  á  los  monumentos,  repetidos  por  todas  partes,  guar- 
dando el  mismo  intento  á  tranrés  de  ciertas  modificaciones,  como 
elementos  indispensables  en  todas  las  comarcas,  aparecen  las  pi-* 
rámides  y  los  túmulos.  La  pirámide  consagrada  á  la  diviifidad, 
y  por  consiguiente  expresión  de  la  idea  religiosa;  el  túmulo  des- 
tinado á  venerar  los  despojos  mortales  del  jef^  manifestación  del 
estado  social,  del  principio  de  autoridad.  Ambas  ideas  corres- 
ponden á  pueblos  adelantados  en  civilización,  enteramente  age- 
ñas  bajo  esta  forma  á  las  tribus  salvajes.  Entre  el  punto  de  par- 
tida y  éste  de  comparación,  debe  mediar  un  abismo;  abismo  de 
tiempo,  abismo  de  vicisitudes  sufridas  por  la  humanidad  y  de 
tanteos  desgraciados  emprendidos  por  la  inteligencia. 

Para  los  tiempos  del  silex  no  podemos  conceder  otra  organi- 
zación que  la  de  la  familia,  y  esta  sí  conocía  el  fuego.  Su  abrigo 
era  el  bosque,  porque  la  tierra  llana  dejaba  indefenso  al  hombre 
á  la  intemperie;  [el  bosque  era  la  guarida  de  los  animales,  y  de 
aquí  el  estado  constante  de  peligro  y  de  temor  del  ser  humano* 


t* 


882 

Yiviendo  de  los  frutos  espontáneos  de  la  tierra,  cada  familia  ha- 
bía menester  un  gran  espacio  de  terreno  para  subsistir;  así,  pues, 
no  podía  ser  numerosa,  y  á  medida  que  aumentaba  tenía  que 
fraccionarse,  marchando  el  excedente  en  busca  de  localidad  pro- 
pia. El  mando  residía  en  el  padre  de  la  familia,  como  un  embrión 
del  principio  de  autoridad:  el  sentimiento  religioso  sólo  era  ru- 
dimentario, consistiendo  en  vagas  aprehensiones,  en  la  admira- 
ción 6  el  miedo  dimanados  de  la  vista  de  los  fenómenos  meteo- 
rológicos  7  naturales,  en  el  presentimiento  de  lo  desconocido:  la 
guerra  no  pasaba  los  límites  del  duelo  personal. 

De  las  segregaciones  consecutivas  nacieron  dos  órdenes  de 
hechos.  Consistió  el  primero  en  esparcirse  el  género  humano; 
irradiando  del  centro  primitivo  y  de  los  contros  subsecuentes. 
Cada  grupo  se  apartaba  definitivamente  dé  la  familia  primordial, 
sin  grandes  lazos  que  romper  al  tiempo  de  la  emigración,  pronto 
se  perdía  la  memoria  de  los  unos  para  los  otros;  con  el  tiempo 
llegaban  á  ser  completamente  extraños,  sin  liga  de  ninguna  es- 
pecie; entregado  cada  uno  á  la  contemplación  de  diversos  obje- 
tos, sujetos  á  distinta  alimentación,  á  otro  género  de  vida,  adqui- 
rían diversas  costumbres,  se  formaban  distintas  creencias,  y 
acababan  por  diferenciarse  cual  si-  nunca  hubieran  tenido  punto 
alguno  de  contacto.  El  segando  orden  de  hechos  tuvo  lugar  en 
la  lengua,  cuyas  trasfdrmácíones  debieron  aún  ser  muyeres.  "El 
lenguaje  de  cada  familia,  dice  Bagehot,  (1)  debió  cambiar  del  de 
la  faipilia  de  origen,  á  cabo  de  una  6  dos  generaciones.  Como  no 
había  literatur'a  escrita,  ni  comunioaciones  verbales,  la  lengua 
de  cada  una  debía  trasformarse,  (la  lengua  de  las  comunidades 
de  este  género  está  siempre  en  trasformacion),  siguiendo  dírec^ 
clones  diferentes.  La  una  estaba  sometida  auna  serie  de  causas, 
de  acontecimientos,  de  relaciones  diversas  de  la  otra.  Bien  pron- 
to se  produjeron  diferencias  importantes,  y  cuando  se  trata  de 
hablar,  lo  qué  los  filólogos  llaman  diferencia  de  dialecto,  fre- 
cuentemente equivale  á  una  diíPerencia  real  y  completa  de  idio- 
ma: todo'cambio  seguido  de  pensamiento  se  hace  imposible." — 
En  aquella  época  embrionaria,  los  idiomas  no  estaban  sujetos 
aún  á  la  gramática,  y  el  diccionario  era  muy  mezquino;  se  conci- 

(1/  Lpis  scienti^qnesduddveloppementdes  nations  parW.  Bagehot.  París,  1873. 
Pág.  156. 


868 

be  que  Iob  oambios  podieron  ser  tales,  que  lenguas  salidas  del 
mismo  ironeo  no  llegaran  á  oonyenir  en  las  palabras  primitiyas, 
ni  en  la  gramátiea,  ni  en  el  diccionario. 

Donde  obraron  cansas  excepcionales  y  los  medios  de  alimen- 
tación fnenm  abundantes  y  permanentes,  la  familia  pndo  crecer 
en  cierto  Hmite.  Los  indiiidnos  formaron  nuevas  familias  que 
permanecieron  unidas,  y  del  conjunto  resultó  la  tribu.  La  mayor 
reunión  de  hombres  debió  traer  una  gran  modificación  en  las 
ideas;  el  lenguaje  era  común;  la  creencia  religiosa  se  participaba 
en  común,  acrecida  con  las  observaciones  individuales  comuni- 
cadas á  la  comunidad;  la  autoridad  se  extendía  á  más  amplia  es- 
fera de  acción;  la  guerra,  de  personal,  se  hacía  más  ó  menos  co- 
lectiva. De  entonces  debe  datar  el  pacto  entre  la  religión  y  la 
autoridad,  para  prestarse  mutuo  auxilio.  £1  jefe  obligaba  á  los 
subordinados  á  acatar  la  creencia;  esta  defendía  al  jefe  con  todo 
su  poder.  La  íaerza  se  rechaza  con  la  fuerza,  y  en  aquellas  tri- 
bus todavía  salvajes,  el  poder  del  jefe  podía  ser  contestado;  pero 
si  el  mando  se  ejercía  á  nombre  de  la  religión,  ya  estuviera  fun- 
dada en  el  reconocimiento  de  uno  ó  de  muchos  dioses,  ya  sólo 
en  preocupaciones  ó  augurios,  la- obediencia  seria  tranquila  y  el 
principió  de  autoridad  {mdría  fácilmente  perpe.tuarse.  Siempre 
que  sobreviniera  la  colisión  de  dos  tribus,^  vencería  la  más  nu- 
merosa; en  igualdad  de  número  triunfaría  la  mejor  armada  en 
condiciones  iguales,  la  más  instruida,  la  mejor  constituida  social- 
mente.  Dedos  tribus  disputándose  la  mistna  comarca,  ia  una 
'  debía  ser  exterminada,  supuesto  que  el  isuelo  no  pudiera  pro- 
veer á  la  subsistencia  de  entrambas.  Se  concibe  cuan  dilatado 
tiempo  debió  trascurrir  para  dar  estos  primeros  pasos,  siempre 
los  más  diñciles,  y  cuánta  sangre  debió  derramarse,  desapare- 
ciendo una  tras  otra  multitud  de  tribus,  sin  dejar  l'\  menor  hue- 
lla sobre  la  hasr  de  la  tierra. 

El  orden  de  progreso  que  vamos  señalando  para  el  hombre 
primitivo  no  es  de  pura  imaginación;  le  fundamos  en  el  estado 
que  guardaban  los  pueblos  de  Anáhuac  al  tiempo  de  la  conquis- 
ta española;  en  la  organización  encontrada  por  los  misioneros  en 
las  distintas  tribus  salvajes.  La  secuela  del  progreso,  como  la 
vamos  señalando,  tampoco  debe  entenderse  como  cosa  absoluta- 
mente fija;  tomamos  de  la  civilización  los  puntos  más  aparentes 
en  el  orden  de  su  natural  desarrollo,  sin  pretender  por  ello  es- 


88é 

iablecer  que  los  variados  eleme^a  conptitatívos  da  los  pooblos 
no  puedan  combinaraa  de  n^l  majoaras^  dando  eu  cada  combina- 
ción resultados  diferentes.  La  hnpianidad  no.  parece  haber  ca- 
minado á  la  perfección  en  línea  ^ecia;  ejecuta  su  marcha  como 
en  zig-zag,  y  no  pocas  veces  eyidantemente  retrocede. 

La  primera  tribu  cultivadora  allanó  la  tierra  á  lo  largo  de  al- 
gún raudal  permanente.  Sacando  de  la  agricultura  la  parte  prin- 
cipal de  su  subsistencia,  se  hizo  sedentaria,  y  sólo  una  fracción 
de  los  individuos  prosiguiió  el  ejercicio  de  la  caza:  esta  nueva 
organización  debilitó  de  pronto  el  espíritu  gaerrero,  y  muchas 
tribus  debieron  sucumbir  ante  los  salvajes  al  dar  este  paso  im^ 
portante.  Las  que  salieron  airosas  de  la  prueba  cobraron  sin  du- 
da mayor  vigor,  y  uniendo  la  perfección  en  las  armas  á  los  cono* 
cimientos  alcanzados,  se  sobrepusieron  á  sus  enemigos.  Concu- 
rrieron á  la  guerra  un  mayor  número  de  hombres  al  mando  de 
un  solo  jefe;  lan  tribus  vencidas  no  eran  exterminadas,  pues  con* 
tando  con  alimentos  suficientes,  bastaba  dar  muerte  á  los  guerre- 
ros, conservando  á  las  mujeres  y  á  los  niños  para  incorporarlos 
á  la  colonia  y  acrecerla.  Naturalmente  se  afirmaba  y  extendía  el 
principio  de  autoridad.  Junio  al  hogar  doméstico  y  al  amor  de 
la  lumbre  se  vivificábanlas  oreaciones  fantásticas,  tenían  cuerpo 
las  relaciones  maravillosas»  y  tomaba  forma  la  creencia  íntin^: 
del  seno  de  la  familia  se  ha  de  haber  elevado  la  primera  oracjUm 
&  la  Divinidad*  Entonces  principiaron  l^s  arteS;  útiles;  las  ajvmaa 
de  piedra^  pulimentada^  la  cerámica  tosca^  el  metate  la  arquiteo* 
tura  sólo  podía  producir  chosas  de  ramas,  de  piedras  amontonar 
das,  de  tierra  mal  compTiesta»,  obras  insegura  y  endebles  que  no 
pudieron  dejar  huellas  á  su  destrucción.  Imperfecto  como  era 
aquel  estado^  anunciaba  la  trasfori^acion  4^  la  tribu  en  pueblp. 

Tras  una  serie  de  generaciones»  el  pueblo  se  convierte^  eu  na- 
ción. Esta  nueva  faz  se  manifiesta  en  el  N.  de  nuestro  país  en 
Casas  grandes.  Allí  están  palpables,  materializados,  digamos  así, 
los  tres  principios  C9nstitutivos  que  vei^ipos  persiguiendo.  El 
altar  de  forma  regular,  de  materiales  escogidos,  con  un  tipo  par- 
ticular y  propio  que  ya  no  desaparecerá.  Encima  había  uha  dei- 
dad imitativa  ó  simbólica,,  en  piedra,  en  madera  ó  en  barro,  re- 
presentando la  imagen*  de  la  idea  concebida;  y  alguien  cuida  de 
aquel  dios,  y  se  encaxga  de  presentar  las  ofrendas,  dirijir  las  pre- 
ces comunes,  presidir  al  culto^  enseñar  las  doctrinas:  junto  al  al- 


.iar^y  al  nánufoi  (NrtárAtél*«tóetdóteO  fH  íuijltilb'iio'édtfavó  iiuií¿a 
•deféiñada  á  ^Morfftp  lors  dei»i^q}o9  d^ ift  géiité  cdmuñ;  pí))cá,H  ¿li- 
gíendo  el  ooBOanto-dd  lia  diOfiftmidád,  dólb  Hél  levatitftti  dé  f]!Vadb  o 
por  f aerea  pamobjeiM  T«V«»6DcÍA;doé'pbt  ^á  íntrltifúd^  '^  iúálóáli 
ima  M>nvieddü  armitf¡;ad& í5%l  hábito^ del  óbédeelaíietiCó  á'tih  po- 
der firme  y  sin  contrftdíecion.  Btidenfeibéirté  aquálTá  idea  relí- 
gfidiai  eno^rraba  ia«l<)ho  de  stipet^eídsb/  hi7¿fattá^  él  ptlnbip^ 
de  antoftiááé  era  ^ar^^^déspótieo  -  y  >irtí¿/l:  StitAá  ^  \6úí^i{¡6á  dh 
ix»jf(hñ  éstati  láe  artüaáí/  y  tiparéééií  también  eh  Iá3'ef^cá.rat^ibn68; 
la  ^nerra  diira,*t9l$h>'ei  q^d  ee^la'iñódíftéaid^l  ^'!Láb  aiWas  'sbn'  de 
piedra  pálida,  a^  emplcia  la  obsidiana,  t^'  níota  ulgttta  co^a  de 
iortifiéaeidtieü^  et  láodKÍd6'bá<5ét  la  ^derra'é^pei^éMót)a)al  con^ 
tacto  de  laft  ideas '^ae^berío^anafl:  aqtiélla  pláía  ee  defiende  íc^e 
-upa  aanma  entable,  y  qneda^^égnra  etiaúdó  él  ^jár^itd  se  aleja 'á 
-incm'8i<me«  extraluti:  La  hiistoriá  dicé'qñe  éndémejantés  éírcnñs- 
tancias  ¡a8  tribafl  bárbara»  veriéida»  qti^dán  reducidíis  á  U  feá- 
'da^ritnd;  el  pa^blo  máe  ^elaniado  tstf  dé  i^ü  fuerza  para  domes- 
üoar  al  koiñkre  oóisfc  á  laís  bestias  salvajeíii  iinpbniáüdole  ^el  ytl- 
fp  le  fijaá  la  tierra,  le  alecciona,  t^rfa  en  el 'él  ']iíf>ito''del  trabajo 
y  de  ia'discipifaiay  ledonTÍet*teen  hbmbret  asf/las  dós  taáydres 
ñnrazoneircbl'g^Deto^hQi^atio,  )áfjgaet¥á  ylá  esclaíViind,  dírvie- 
toü  ea  4os  deeignios  de  la  PtdVidendfa  para  Ih  peVfebción  y  él 
.  deeartoUo  de  la  htóiiatódád.  •  ^      ..  .< 

Del  eüeerdefei  del  guerrero,  <Íel  eBeffaro,  tomaron  origen  las 
eft«ia9:-idi^er  crntédo  iuétitaíble;  él  pérfdctb  pá'fa  eñt6nóéa.--«^na 
nación  de  ^eairtias  ee'Vari^dá'yeompttesta;  obtiene  de  ana 'manera 
praetieabte  eir  las  «^edades  primitivas  lá  cóópéráóibti  cóástaüte 
de  personas  de  o{niestos  eara<st^é^/ cooperación  qtié  ^úÚb  4)pS^ 
eáaMbsedttMMs'^éstiiio  de  los  ittáyBred  hifañfod^dé  la  cí^lizit- 
Moa.^ 'JSti'lü^  idpoéa  pñtnffiiVa  es'patticalármenté^  téátUjoaa  la  di* 
•  ?i8ioiiL'e»tire'la  ¡tosíaidélbd  ^éj^t^ofr^  de^'lby'sáceíaotes;  por 
-poco  p#ptilai%s  4ae  seá^f  ho¡f'lá8}ei?ák][áíaá's^¿erdol!alé^,'  'es  inii^ 
'  probabfe'  «tlte'étaf  én  néikó  ebiheítá^^Hi  '^^léiícíia'pará  trasmitirse  á 
través  de  los  siglos.  En  aqnella  épooa  no  podía  étistlifuna  clá- 
-ae  éntrela  %  ItM  traba^óé  de  )si  iírtelf^éncia^  BÍ no'  ¡£ '  Condición 
-€le'éBthi  ^r^éfgida  ^flá  ^eencia  dé'qné  qtiieh  4tiiera  que  ofen- 
diera á  nno  de  sns  miembros,  sería  indefectiblemente  castigado 
por  el  cielo.  En  esta  clase  aparte  los  descnbti&ietftós  se  tiacían 

eon  lentitud,  t  con  la  misma  se  operaban  cieñen  progresos  da 

49 


886 

disciplina  inteleotaaL  Un»  eomamdad'  de  eate  gáieso/  .d^gmé^ 
riameate  es  impx'opia  parai  la  g^e^cra»  y  la  oreeneia  que  impide 
á  los.  ciudadanos  dar  muerta  i  lo&^eerddtes»  no  e».de  prdveolio 
en  ana  guerra  con  el  eztraiiKero;  poeas  naciones  temen  matar  á 
los  sacerdotes^e  sus  enemigos  y  m«olia8  oiviliaaoiones  saeerdio- 
tales  parecieron;  sin  dejar  sus  bmellasi  ánte3  de  haber*  m^darado. 
Uni^  eivilizacion.de  .esta  das^  no  se  eftíngttiffá,  .si  ub*  casta  de 
guerreros  le  presta  -su  {«erza^y  está  obligada  il  defeid^rla;  entóm* 
ees. aquella  combinación  tend^ muchas  probabilidades  de  evife- 
iencia.  La  cabeza  del  salólo,  dirigirá  e}rbr,azo  del  soldado/'  (1) 

A  la  sombra  de  las  ideas  fundam^atidas,  .ae  mejorarán  las  an- 
.tiguas  obrMJ^  de  las  mafioe  y  se  inv^^ntarán  otsrato  i^tueyas.  Por  eso 
la  ceráo^ic^  de  las  ruinas  de  Oasas  Grandes  Bs  vistosa,  sus  obras 
en  piedra»  artiaticaSy  apai;ecefi  utenMli'^s  antes  descottoeidoíii  y 
arrojan  las  primeras  muestrits  de  los  objetos  de  cobre  como  pa- 
ra referirse  á  la  edad»  de  los  metales. 

"Ahora  podemos  darnos  cuenta  de  en  que»  se  em?pleaba  el  man- 
do antes  de  la  historia,  si  así  puede  decirse^  Se  empleaba,  diga- 
mos asii  en  esAablecer  su  O0n^¿ei?0£a  iotelectoal,  costiUnbres  con- 
tinuas y  coherentes,  en  la  preferencia  deloisgoé^s  unilotmes.á 
los  violentos,  en  la  facultad  4wab]e,de  preferir  coando  era  nece- 
sario el  porvenir  aj  .presente,  en  .ecitableeer  las  condiciones  preli- 
minares sin  las  cuales  no  puede  com6n2ará existiría cívilisaeidn» 
y  cuya  falta  acarrearía  sm^jtárdida  aun  cuando  habiera, principia- 
do. Carecía  el  hpmbre  primitivo,  así  coi^o  el  sal¥aJ0actaaI,.dalM 
cuali4^^es.prelimi;n^res.ó  z^ijecesa^ias;  peTo  aquel  se- diferenciaba 
de  éste,.^n  qjacera  capaz dqadqu^rir]ia3  y ^dueatse  en  C^lás, por- 
que suruati^ipalezi^-era  a(Ln  tiema  y  flexible^  y ítal  vez,  por  ex<^afio 
que  parezca^  las  ci|t»nsi^nciaa  exteriores  {)e  eran  más  favomibleB 
que  lo  so^.par^  el  salvj^  ,de  ^oy  pi^f»  ajkwizar  la  Oi^vjlizaoUiii. 
iSn  fin»  loi^.tiempQS  jpE^14stó];icqs  sefCmplesarc^  jen .  haccQ  eá^z 
al^hqinbre  ^.^scribir  1^  lMf(torii^,,;e]iejaa]^T.algWiKir  eosaque  po- 
^néV  en  ella,  ciando -la  ea9riJ9Íairf^r  y  podencos  vev  conv>  todo.^Ub 

"  .Ajplic^'n^o  laf  mBf»¡i^\ ^iifvi^  dJ?dA^cil;^^)í(?||,Jque  en  la.edo- 
M^,^&^h4^M  ÉW^  ^nbsiftí9,JÍagívVía'^ÍTO«r4^^       pri»- 

:AKi  '^^^'V^íffí^  "V  f.  -oí  ',;.  . " .  ^^f.vu  j)  -. .  ;  ..  >  ■.,  't  .   r 


^ioade  irntefída^.y  uM^pOBo,  ftabo^dtoadM  etuA  á  1m  fltonoio* 
nes 'GÓDoedida^  al^ndtito  de  la  tierra  Pbv  el  oontrario,  en  IsQ^ia-^ 
X0ada,Cau<Huiy'BuiM»  laafcves ideas ^redosmiaiitee resaUaai  de 
nBa  Btaneva  acentuada.  SI  templo  y  el  palaoio  están  protegidos 
por  ¿lertoi»  maraUas;  loa  tres  objetos  oonstrnidos  bajo  un  -  plan 
meditado  ycientíáuso,  ret^laá  nñ  piieblü  mny  snperíor  i  todo  lo 
ántes.exíetente.  La  Qoemada  es  ana  TetdadenfantetiPÓpoli,  que 
por  medió  dé  eaminoe  se  nMe  4^  lo  lejos  oon; las  eiadadea  subóf- 
dinada^,  llevaoido  pov  medios  «xpeditoa  4  todas  ellas  la  volnn- 
tad  de  nii  jefe  dáspo^ia»  ayudado  por  km  sacerdotes  y  obedecido 
-ciegamente  per  U'^ente  mennda. 

En  la  rejipon  boreal  encoaf^amos  cuatro  fases  principales,  de 
la  civilizaoioB  prehistórica;  en  esta  oentrat,  que  vümos  estudian- 
do, oreemos  hallar  otras  tres  manifestaéiones  diversas.  La  pri- 
mera está  representada  por  Xochiealoo,  Monte  Álvan  y  2a^<^i- 
la,  pareciendo  ser  la  más  antigua  en  e^te  rumbo.  El  templo'y  el 
palacio  están,  defendidos  por  fortificaciones  como  en  la  Quema- 
da; pero  aquíy  de  piedras  labradas  á  escuadra,  esculpidas  oon 
primor,  revelan  mayores  adelantos;  la  arquitectura  es  eomplicni- 
da  y  científica,  presentando,  la  bóveda  desconocida  á  las  demás 
naciones^ 'denlas  obras  de  huí  sacadas  tía  rostro  y  un  adorno 
prismático  ^nesalaragdita,  existentes  eu  el  Museo  Nacional,  son 
de  ejacncion  respéci»!  de  las  lineas  y  del  pulimento  casi  inimita- 
bles. Todo  indica  una  nación  civilisadá,  superior  bajo  muchos 
aspectoa  á^  los  pMblos  cuyos*  nombres^asaron  á  la  historia.  He- 
mos Vieio^  ademas,  juzgando  por  oomgwaeion,  que  aquella  na« 
eion  <teniaya<uiia  csiA'itiira,  y  si  bien  ntf  puede  asegurarse  i  si  eia 
aimbólicafó'íoiiáéica,''el  selO'heióho  deinuedi^a  estar  en  aquel puá- 
^fe  bien  significativo,  on  qde  el  hombi^  pi^tende  fijar  sus  pensa- 
mientoa  de  unatmanei^a  data  y  pénttanente/ 
.'  Los  túmulos  4e¥tamadosen^  todas  4iíréocí<^e8'aiesti}yiian  bf- 
bessoidlí  leraátado  pequeños  Tillorrios»  de  cabanas  endebles,  des- 
'apaaréoidoa  ain^dejat  nonibré^  él' Maulero:  del  jefe  fuá  como^ísl 
'  sepulcro' de  lá  ti^ibu.  fi^idetítemeute  que  los-tóinulosno  dDrreé- 
pfNMteb  á  I4  misma  ápéctt}  ni  á  idántiioo  desarrollo  intelédiéúl]  su- 
puesto que^  isbmohton  de  tieiíra  íbárbaíro^db  Siq^pilcOy^emejo- 
xa  en  el  labraábiidé4osca  pilBKfra,lpá^a^petfé«i(rik>»arié  cif'Wiiafip- 
ia  de  cantería  con  galerías,  bóvedas  y  bajo  relieves.  Llama  muy 
mucho  laüteáciOn'ol  réeiodel  oandsévo  éaoontrikdp  en  1*  t^m- 


^faj6.:pfMrUQii]Ai.  cexflo'fltii^ia-de  lod  pueblMi  abtifiiioft  delrYáeja 

<Miiftdo.-P;aira.  loa  ^{MÁop^fdl^.pésso  íQ6l^9teíeilikli(&ifinil&-coiuiiff- 

4ai$ipa  de3úrio,  yiUkaitcá^arla^ioimdácioÉas  per- 

ífias?twJan^e0Q&idb.la:ga«2da  d^  losiMferos  áiSink>;<la8t  giiíe|$Q^ 

.dncttrgadrci&.al^OcyrTiQraeLéttidado  da  sq  in^anao^ié-adQtfabah  »en 

Sici\il^  igual.  cattO  ieaían  kn  japimaaai^iJ^  «-elra  rreo.dé  nmanfe 

^uim  mataVa  uu.|^QrM..£iiiira  k>£km»:(Í9aBM(fim  iiidiipwBBaWp 

jfi»  laa  9xeM)iuaaataru)iaii»er4aal'eiibll9k49ufaftoá¿»U7^ 

]p:co9a  el  difiuitd»  pmea  a4t^.'a8Í  sb  fM^dií^ui^aic  eaBl  otro.-xdim- 

do  el  caudaloso  Chicahnaliuapaa(Qj»n0T«iía||Qaii,!3r  ^allaciMiii^e* 

.jfo  aeg^ro.en  las.  dífi^^nU^es  do  aquel.  p^Ugraéo^fi^gec  al  fierro 

.ara  el  guiada  la  pt^aYida^.:     .       :      .»    .ii     :.:>.:.  -      i 

.  La  seganda  faz,  d^  t^aDaioioa  digAmoe.  mí,  «poci^Bpoiidieiita  en 

-ati  principio  ík  )oa  (iaaipos  pjre}|iatáj'iaQf^:^aM.&a4^^'^^^¿*^^ 
vamelite  kiatóricoa»  la  repipe^eutaa  laagtaadtlsipkáteidéade  Teo- 
Jáhuacan  y  de  CholaU4#i>.  Co^^fprqiáiidpiiotk  él  iiBaigalaaral  Uamii* 
jooa  pirámides  á  ^taa  leoo^t^nDbfliQO^BraiaKi^e  rigorpaamatt^ha- 
.blwdo  no  mareaoan  tal  n^mhvñ.,  puea  loa<piapai  dil^entea  aoi  qua 
m  divideti  y  Ja  superficie  pUú^  aUpárM?!  laadfiQ  eLaapeeto  de 
(tro2S08,  afectando  una  :forma.{>ira|i^idaIi  Beqia  la^pcimeraobaaor- 
vacion  sobre  ser  ctatio  laaaec^toa  e«^  qiip.esiáaMUiádidiiiíatt*-^^ 
Bámero  cuatro dio^.  Cbarel,  (1)  taí^fícei lar  di?iak>0  de^aj^ko  d]> 
ouatro  estacioaea;  l»del  día  au  caateoiparteat  haianatrQtfaaaade 
la  luna;  loa  cual(rQpunto^<oardíaalea;  l^acto^farq  ialé]tia»boa;ílfta 
cuatro  calidades  .del<waspo»  el  ír«o»  el  oeX^f  io  aa&a  yioi  faéma- 
.'do;  el'ouadxado  ó  |[>rímerá  aup^<fieíe.»tariu¿nadar||v>rJí]iéaaipaíré8« 
£n:su  sentido  más  lato^.el  ouafldrQax;io;reprfl0eiMa:^Lainndd«ma- 
•ierial;  de  aquí laa.ouatrp  eabeeaa  d^ Bi^lutta,  laa>oüatro arejasde 
Júpiter,  los  cuatro  dioses  tganii|las»kia<QiiatooudÍQflafibde«tinadas 
•  fkór  loa.  siamesas. y  por  ios  giiiegoa  paita  yaW^n  Icfaicaatraarin- 
oonea  del  mundo,  los  cu^trO.ingelea  del  mande^laareniittadadd- 
Idea  del  mando,  las. cuatc0  fpantsB  del .Qaoge^  loamiatisario«(jle 
4aaba  que  vnaoea  de  lastetaa.da.lajYa^ilAdamla^  Ids  iOuatií»qÍQs 
'deUia&ertiQ»  ¿cw — ^L^a^neiusanos  t^tlía»>vafteralÚQn  pótaidáflM|- 
^9p  opi^trp)  ^tffibuyündpla  li^at  pr^teanto  aii;;}oa:ctt<iiilp9^'«i  li(3 
-^MoitoiaroAQlQgiifiaaiy.a^  < .  ir.    i 

•11109  iliBtrirtt^«iwiaft4af  nHatovavBvEbfd^  oil'/wm 


^Íi£iñHitíM«ílá  ¿btliis'dMeiimíeíi  a^OUtis'efrafi^s,  toma  ida*^^ 

nfeh^yaé  laTortMéz^  nól^t^obe  pálf  lictñáW^ 

na»  í)0¥«éYlícy;  díi^i^fttétiaer  á^ó  el  yñiidípio  réir^ósD  eri  'eli)i:«-'- 
doAlttkirW/  4'e^¿  á'^  ¿iftiibán  müVeiü'aCloíf  fós  dlfos^db^  erfent)]!- : 
tás,'y;4flé'6Ó'fi^íiMW'e^e¿ád'  él  ^aó^ftote  airi¿fa  a«{-lád  áeci<v 

^AétaSMé  í<¿it>if3J%b^'^0Ínaá£P;lá4éycUda  misada  que  ásnap!'^ 

pi^ l9^¥é^s^da'«á¿DlaS  yo^fo  f^»Wfi!ca(9on;  Pdéás'amaa^^^ 
liáli  tiiÉíl'<¿y  álTI? y^^^  YáKIé'^i^búaéalA  pafeéióMal  pHnci{^e,  "«'un 
iBó«ú^a^ó'aiMIÍbgfttia(^,''^{ibé?fcña^'^ki£Sr'  <!l6á^o$6^:  todo  Tó^'^alP' 
s6¥bil9¿l'i^ait)^Migtodb:  íik  liirfliMH  ^nfitdiá  eiitós  áseWoi^ 
<%<aM)W«i1'a'>í&^0á«ii¿tfcf/'üMii^}ttd&a't^ 
no  sacerdotal  Así,  aparece  que  las  granÍ3^'|AMftiidés  'aótt  bÜrb^ 
•de  nn  caito  antiguo,  común  &  naciones  poderosas,  arraigado  pro* 
fundamente  en  la  multitud. 

La  tercera  faz  de  estas  ciWlizaciones,  se  encuentra  en  las  for- 
talezas del  Estado  de  Yeracruz.  Aparecen  el  túmulo  y  el  pala- 
cio, es  decir,  doR  aspectos  de  la  misma  idea,  juntamente  con  la 
pirámide  de  diversos  cuerpos:  lo  principal  son  las  obras  milita- 
res, haciendo  inespugiiables  lugares,  fuertes  de  por  sí,  encerra- 
dos dentro  de  las  márgenes  acantiladas  de  profundas  barrancas. 
Xia  idea  de  la  guerra,  preocuponsasí  exclusivamente  á  aquellos 
pueblos;  poseedores  de  una  organización  social,  y  de  un  princi- 
pio religioso,  es  su  afán  defenderse  de  sus  enemigos,  poner  tal 
irez  un  valladar  á  las  irrupciones  de  las  tribus,  en  su  movimiento 
ae  N.  á  a 

En  la  somera  relación  antecedente,  se  descubre  á  los  hom- 
bres prehistóricos,  en  todos  los  grados  de  su  primitivo  adelanto, 
desde  el  más  rudimentario,  hasta  ser  tal  vez  más  perfecto  que 
en  los  tiempos  subsecuentes.  Sin  duda  semejante  progreso  no 
Be  cumplió  sin  contradicción.  La  barbarie  de  las  tribus  salvajes, 
los  celos  de  los  pueblos,  igualmente  adelantados,  pusieron  sórioa 
obstáculos  al  progreso,  y  no  poeaa  veces  acarrearían  la  extinción 


890      * 

da  ras98  entesas.  Ija  hq;imi¥i<iad  oompf  á  precio  de  «nogre  j  de 
lagrimóla  distancia  qne  ,av/^iaa  en  el  cainina  de  la  oiyiliwéiaiu 
. .  Aqngne  no  ccfiiirepqpQndaii,  á  uipa  señe  ^rowAágM  >  exacta,  jUs 
nii|uw..cojU>oada8  del  septentrión  jj.  mediodi^  i^parecei  tofnadas  j 
OQi^ipnilisdas en  co;ijanto(, 4^?f^  oiyilisBa^íon  an,,geii4|nJr s^t^ia-. 
peid^ccionadp,  signien¿^»  el  mnibo  de  las  mis  ^taa  i  las  ip^A.ba*-' 
jas  If^itudec^lOeogr^cas.  8ea;queinfliiyali^{drtilida4dal  tenre<-\ 
no,  lo  Jbenigoo  delclim%  loiibandante  de;las  agi^ks,  lo  traap^r^nt^ , 
7  iiennoBO'dar  la.  átiaósfera,  el  )ipmbrp  parecer  qae.ffii  arrimf^  i^* 
£<(Qa4or,  bi]Acando  los  rayos. directos  del  s<d4,pai»  calentara. sul 
lonibre»^  |aa  obras  de  sn  mano  j  ^as  cpncepeioneade  s«  intelqfea- 
eia.  Eln  el  Viejo  Mundo,  las  primitivas  civilizaciones,  se  alsu^vQn « 
efi  los  paisca  calientes,  á  las  mirgenes  da  I9B  g|!an4e8  rios,  jcomo 
di  Nilo  y  elJpliifrates,  eí  ^ESgrisy  e)  Indo  7 lel  Q^istgi^ .  I^  Améri- 
ea,  1^  dvilizaciones. históricas,  madtirarqfq  en  Jasr  cprnarfispr  in> 
ier|rQpÍQades,  á.](as  oríUáade.lps  gse^des  Jajgos  qiie  . cubrieron ^1 
s^elo,  en  la  época  cuaternaria.  To^as  ellas  estaban  besaidan  so* 
bre  los  elementos  primitivos^  Ja  guerra»  4  prinei|^  relwiwo#  T 
el  príi^pio.de  av^Hridiud  .\ 


r 
I 


4    .       a. 


•.'       •' 


f  • 


^•«■•••^iPi""^' 


J 


•/I    -.     >..--•         ■•-<■: 


•  •  •  ?  I        '  T 


I 


^ 


1,4       •.       4k  /  <j 


r 


I   ■ 

w 


I 


\f        »    ii     . 


r 


I      • 


,  .      ♦         .  »  J,     .  ,      i'  .  t.  ..  -•■      . 

I  *  •  «  ■  • 


I    r   «     •     •   »    « 


CAPn!F]iO.Y. 


'  ¡.  ■■•■.         •     '•  , 


.( , 


im  icoiniiiaarro&-«-^skai(ni  itf«ruL). 


4 


Chiekm Ita(á.^M4mvnífiíUoe,  AmIUí^^  QaMé^lmM99^n$,  ¡a  lifmUh  dCkmmL 
Ohiohameked  ó  (km  colorada,  XM— PiÍAteraiL— J72  CMüh.-^  KfMi-^JOítkpA 
^üjnnaL-^Oata  dd  Ch>bemador,--La  FU9fa.'r-€^  d$  l^  Toriufi9$,^Jja  úma 
dakuJlíat^iu,''^amd^.^ÍP^áif^  d^  'JSí¥m^^44  A.dMno.-^Gma  de 

fae  Paiamae^^Ofteade  la  Vifla,'T-Wy^wa$.'--/3fiumnJ3^ 
^Pirámide  de  KtüMaa^.-r'Sl  CáraeoL-^Trfe  fam  de  Jfik  .emK^9ieh,^I$eámal^ ' 

COMPIl£NJ)E]yfOSe^,e/ltadil^;pp,d^^^  GhUpa^álA 

frontera  con  G(iatemalii,ÍQolii7e94p;47^lW^ T  3opQni|Aeo* 
Pore^Ui'  relaoj^ouados  ^n  loa  áfi  eater  jr^giol^.taadrá9lailff>otíToa 
para  tjiabla):;  de  Um  mpiijmiwtperxl^  CS^ntro  A^^ri^  0:(tendiéi^^ 
non  ht»^  Q9P!^p  7  Q^ii^lg^a,  que  ai  ea^  liieri^  A^  gp!kUiti^  üla 
nneatra  Bepúblioa,  caen  nataralmente  en  el  dominio  de  nuestraa 
indagaoionea  arqneológicaa. 

Bntre  los  aotiooarioa  enropéoa  Heva  el  nombró  dé  Menbif  nba 
piedra  monoíftíea,  tallada  m&A  6  m&ios  ifuatieanientei  én 'posición 
Tertícal  id  lado  de  nn  sepulcro:  ai  áite  está  compuesto  también 


r  • 


392 

de  grandes  piedras,  se  deaomina  Dolmen»  y  se  llama  Cromlech 
el  sepulcro  megalitico  rodeado  por  una  ó  más  hileras  de  piedras 
enhiestas  ó  Menhir.  No  tenemos  idea  de  que  en  nnestro  paía 
haya  existido  el  Dolmen  propiamente  dicho,  pareciéodonos  en- 
denté la  presencia  del  Menhir  é  igaalmente  del  Cromlech.  Hó 
aquí  nuestras  pruebas. 

Dupaiz  (1)  menciona  una  piedra  asentada  en  la  roca,  una  legua 
al  O.  de  Palenque,  prismática,  de  cuyo  verdadero  primitivo  ta- 
maño  no  puede  darse  cuenta  por  estar  quebrada.  Conforme  á  la 
tradición  de  los  chiapaneca,  Been  fué  uno  de  los  veinte  hombres 
ilustres,  cuyrs  nombres  quedaron  consignados  en  los  dias  de  su 
calendario. — "Been  viajó  por  todo  el  Departamento,  dice  Pine- 
da (2),  dejó  señales  diferentes  en  los  puntos  ó  pueblos  principa- 
les por  donde  pasaba,  loé  tuíááéWlbh^  qae  existe  hasta  el  dia, 
es  una  piedra  parada,  en  figura  de  lengua  ó  de  lanza,  de  dos  y 
media  ó  tres  vf^Mjd»;fa»rf^yvdofr4€QNñiWiieiui«h(S^n  la  cual  es- 
cribió su  nombre.  Como  á  seis  leguas,  hicia  el  Poniente  de  la 
ojadadide  Comiian^  «cette  éel  eiitopOiDoiikbrado  ijúttté,  se  encuen-' 
t]tf^.unaique.«oaffMe'de*'iim«ripeÍ0ái  sin  itiida  t^^t  el^tráscuT^o  del 
tiempo.  Los  JlidígeDM  le  iriMitéín  flp¿teii¿bión,'qmMndo'se  el  sdm* 
bréro«y^el  pafiuelo'de  la  cat9»M^y pty>stérttándosé'délánte^de  éllá; 
le  aAan'  y  ríegiín'eoü'<p{ttntás^y4oVei»  «torosas,  en  t^mino^  de^en- 
cctaiMriie  á^é«^ié  Qhnioátoftdetferrii -^getáty-á  tímkh  de  la  des- 
conapoUieioii'  de  Vu^ellasr- toman  tete  ya  Séca^,  sé  fmtán  las  sieáes 
odD^Ilas^  y  húi  Nevan  ^eéíiié'  twa  reH<}tífá:  Ún  l«é  1)aciéiiSa&  dé- 
Bm«ffi6«3r^BMnáVi8te,''en  "¿tvallirdé^S^  otfad  dos  de 

láwislka  ágttfá:  tto^lels  tril^iH^Vadorácidl^,  y  sé  ófmérva  &  su  con- 
toiM^>n^ehoViftWt^xte^Mtetóttés  ai^]%^  había 

otra  cerca  del  pueblo  extinguido  de  Jíltepec,  en  el  partido  de 
Téí^iMiiéi  l^ffÁ '(k^e^kíOÁ^^noM^  ^'dfa  sá^vé  dej 

télW{tto>ft^s'i^nt(M'4«ill{yft*':^  MfeVeVédiós  4[  déte^li-^ 

Mirv^^  ééatfiá€í¿mpéSiÍiX^^^ eálbar  aidtHiViÍé¿to»  éír  los  f^asadbs^ 
tidtf^árfyé^d  ^i«á^Mft^fúáeifáriá«''^bt9ii«(»  dé'k^  ilúr  ftie-' 

i^  ««ittfáóS^ek^itf  fadl'^d^^^ 


39% 


(» 


tos  de  Copan,  si  bien  aún  más  extraordinarios  é  inoomprppsibles¿ 

de,]iftj»iii^j«4ai%tfx>,bab^,idwa#r«id¡^^  U.pió^  4e  : 

alteí»tíy  W¿ífriftiB»a^  iW^^tiSf  |]|í^.d«t»oalip«>Wi9  y.wediO'  4e  : 
gl»fW<VidetftF;3f«íWda.q.i*ft^^^  «i^:»cai%4e  q«<^  el  tape/ 

74iipV^(pplif)«^ <^iM^LilÁ>bttb^^   l¡»i|djdf> ?jt l^p^oiAOJ  J^ifo^va^ 
d^^^  ^ttT^^^A.iSííúg^n^'irTr^^i^  í^^pfwblpqíi^  Usia* 

y^s^Á  ^  hff^iftffk|í5pí4ji<i^í»i<>^  e^Cfog^i:  laajHeáiww  mar  . 

y9«P  PJiMtígiii^^}¿l^^^cflRjWrif^f  si  jERW  Gciitosó  l^rgas,^  gnie^ 
8«í9  4  fW8»<fc&#HÍ^¿»<ÍH¿»j«.^^4«*^  PWiW  qpe»l»^ra»,i?andes; 

--7f*^«s4ft  e#^:«l^í<^t«^Up  ¡ri  »W»oat€ípbens.».VM*ios;por  pri-  . 

Píur^ciffpii  l9^  fiíftitwcip.  /«^á^.  ^ikWe#  y,f«ánaB.  ia^ligiWea.4^ 
ci3i^fi^^ ,tf^íS(]|í^qf.)^l)(^nipra49^;  ,^.  aizabp-.e^. billas:  d^.^res»  • 

pié^¿  ,9fleftfcw  tLWfn^WPWf  OT^iía^á  *wafc¿oai>t^^iá4do^e^.de  var-  \ 
rip,j]ii^s^.^f9jryvdAíi(:f()«M^.^^  > 

d^4;^ba4«í^»,3f,í€|<|#}^afl  j^      l^a^  a»idp;l4^tUil^fM;e«tMiia«eA 
l%^i&pa4i^^9fí^QA^^qf)Alis4  9^;^b^  , 

En  íilgu^iai^  jji^^q,  ^/^tii^])4^,,)(^tai-A%.ba^^.4^  OM^  gModM  , 
tí^fp^lqf^  fin^lop  Ql^^lf)P,se)Yell.ír^^pa.4a^co^frtr^ílfiol>Ba  y 
to»j,(;M^s%leBi4e¡fi4c;aÍtiiTfri  wi^^w^ei^  ojor^jS/pfkttQKM  iutenpiiiar* 
p^|df  ^!^.^9f  <^  .T^B^^>A<>«  ;c^t4r^80|,ii^ij^iyipi.i^s^;pp^uchaa'  i^ia^^ 
Rfl9!ÍrftfttfwÍ.^>. W»Sf^*í?«^       Jio^A.ir»ii^}%itfi^  .Spq  *aii . 

R?fllpefl^8^WMr<?pb»p?^aas,,fl\i^#o.p^edaf^^^     ff^atenidf  t^i  0di^. 

ta&y  New  Tork.  1884. — Ineidente  of  trarel  in  Central  Amerie*,  ChUpas  and  Tuoa- 
ttfL  New  Yotk:  1846.  A  eatas  edioionaa  rag ttf eda|«.to.  <iÉÉi^i«je4>#i4i*aa» :|> 


aefcoal  á  U  de  TueaUBp  iom.  L  pág.  201.  .'   r   M  ,      .,..>.:       -.  / 

50 


^« 


3^ 

fioio  en  que  un'  hombre '  pudiera  morerAe;  y  atm^i^  se  presenta 
la  idea,  hubieran  servido  para  soportar  tina 'eálaáda,  no  se'en-' 
eoéntran  en  ellas  el  menor  vesiÍYf^o . « . .  Eneietrán  una  Süperfieie 
de '409  pi¿s  enadrados,  é  incomprensibles,  ciómo  kéü  «a  ttsb  y  ob^^ 
jeto»  añaden  mnoho  al  interés  y  á  lalulmitácidn  üin^irado  por  ias 
minas;"  (1)        •  -  •  •' •     •'•       ■    •  •'     •'  ••'•"•■  '  ••'  •'»''■ 

Otro  monnm^ntO'dela  m1smaí<^asé  énlas  raiiMU  d¿  AüeiS. — '4já 
lámina  opuesta^  habla  iodarf a  Stepfaenár,  <S)  re{>reseiita  «1  iáiiin- 
lo  qnti  ée  Mza  frcmte  4  frente  de' la  poerta  de  láhadendá,  lláitía^ 
doel  í^alamo.  La  subida;  por  el  faido  Sor,  sé  compone  'de  uña 
amfplía  eséalera-  de  ÍÍ7 '  püé  dé  Ittti^'  k>  qit»  le  d*-  «n  a8pe<^  de 
roda  ^ndeza,  igttd  á  las  dé  sn' especie  qne-se^  en^t^entran  en  el 
pafe.  Oada  escalón  mide  enatrd  pMs  cilico  pnlgadas  de-  larp^o  j 
nn  piá  oinoo  pnlf^as  de  alto.  Laí  platafelf  toa- superior  ésde  23S 
pies  de  laigo  y'60  de  anoho,  y  sobre  ella  se  leyantaa'36  ^instes  6 
columnas,  en  tfes  líneas  paralelas  "de  í  tres,  &  disiatíéia  cada  tmá 
de  10  pies  de  N.  á  S.  y  15  de  R  á  Oi;  tienen  dé  lé  á  16  {fiéis  de 
alto,  y  están  formadaé  de  piedras  diferentes  de  tinó  á  dos  -piás  de 
espesor:  pocas  *haii  sido  derribadas,  aunqoo  mnchais  eareoen  ya 
de  la  piedra  superior.  No  existen  tos  ti  gios  de  construcción  6  de 
techo,  y  si  algtino  exAstié  deMa  ser  de  madeta,  aunque  sería  esto 
fuera  de  lugar  ^  impropio,  tratándóéé  de  tan  fuerte  estrñctura 
de  piedras/' — Stephens  quedó  maravillado  de  aquella  obra  cuyo 
objeto  nó  pudo  comprender.  TSó  pretendenios{>esetrar  el  miste- 
rio; pero  piedras  rústicas,  oolumnas  de  pie2as  como  las  miliarias, 
columnas  en  alineamientos^  recntárdaniois  CroraIeb&'  europeos;  y 
no  estando  destinados  -á'éostefte^  ub  edificio,  podemos  apdmitír, 
siquiera  «da  como-  hipótesis,  que  eran  recintos  sagrados,  en  los 
cuales  se  practicaban  los  Titos  dcúna^religión  desconocida. 

Las  tuinfts  de  Quírigua  en  la  Ameritía  Oentral  se  componen  de 
a^nas  pirámides  'de  tierra,  c^ya  lorma  no  ha  sido  bien  ezami* 
nada  todavía;  le  dan  el  principal  carácter  grandes  piédtes  talla- 
das monolíticas,  con  figuras  y  grupos  gerdp^fieós^fi  semejanza  de 
tea  de  Oopan» — ^^'Iios  monumento^  éoti^miliyoreV  qtíe  los  de  Go* 
pan,  pero  están  esculpidos  en  bajo  relieve,  son  manos  ricos  en 
ctibnío  y  mis  borradoa  y  carcooudos,  pvobablettteate  porpert«« 

41)  1bi}6  á  Ymatent  ton.  H,  ]Mís,  S17.   '  ' 

(2>  YUje  á  Tuofttttn,  tom.  II,  pág.  441.  '       ! 


806' 

ivMmépoekmiB  Bntígatí.  Una  cosa  es  incladable,  m9iñ6 
sai  grao  smáBá;'f$itéiAó  el  sombre»  deeoónoeída  sti  hk* 

Oopan^  orillas  del  rib  da  su  nombí^  *era  tiaa  gran  dudad  amu- 
rallada; ias  Minias  en  la  mátg^i»  datagna  abnseirtaD'  aéii  de  se* 
senta  á  noventa  pies  de  altura.  Dentro  del  recinto  se  alsan  pi- 
ráiMdas7  tttmolos^  Mstoa  dé  ediAmoa  llamados  peíais  y  tem- 
pkMy  j  fnigméiitóa  ooloisaleaide  eacaltora.  El  ti^o  prineípal  .de 
las  vainaataé  deiif  a  da  ios  ídolos  7  de  loa  altaras.  Ooasisten  los 
féoloa  en  piedfas'priamilioas  moa^ítioaade'  kasfe  19  'pies  de 
ritavai  éde  frante yS da  lada;  «1  frente pnraseataertt  altó  relieve 
xmBf  haágaii  da  Tsron  aw  pié;  aLroetip^  yáÜAtt  del  anciano  al  jÓTSn^ 
oon<el  pelo  lanutada-yt  oiqreMh)  en  guedejas  lateMAei,  ii  bien 
cionbian  á  faeés,  óttMeoí  antaramente,  teniendo  encima  adornos 
ooarpHeadoB  da  «a*tooado  aompoteto  de  .plumajes,  animalea  j 
figuras  sválbóUioas.  UsTan  éoUares,  y  en  el  •  busto  un  tariado 
TÓsiido,  á^Tseea  eonmedallones.  Lasimaaods  eslán- asentadas  so-- 
breiel  peaho>,  ana  las  palaaa  hacia  afuera^  dejando  Ids  'pulgiires 
á  la  vistan  Una  eapecia  de  táaica^con  borlas  cubre  baata  el  mus^ 
le^  colgando  por  delaoie  una  banda  eentral  baata  k>s  piiís,  recor- 
dando el  maaeüañ  deltragé  meaiaano.  Se  nos  antoja;  ver  un  cal- 
son  ajuatado' basta  la  rodlUa»  mas  si  no  es  Terdad/«aU$  ^e  notan 
adocnóa-oomodacncntasL  Finalmeate,  lospii^  están  calsiEidoa 
con  saadatiaa,  muy  samejantas  á  las  da  las  esttMmas  romanase 
la  adad  alámca.  Una  mujer  se '  distíngua  en*  lea  ídolos,  dif eren-^ 
te  da  loa  demss  e*  las  enaguas^*  basta  las  espiattlas, '  cnbieirtaa 
caaí  u»a  red.  toinada'  sacb  maya  «on  una  aueniaí'  Ix^s  cMtadoa 
yipavta  poétorlor  de  <  los  «atmnlitos  oiÉeceií  Mbufjos  eapricl^é-'* 
sos,  figávas^  faumanaa  en  diyersas  actitudes,  baciéndity  tai  ves  re^'^ 
IsfsUmá  pasajes  bistótioos  6  mitológicos,  ó- bien '  taifas  ide 
geroglíficos/deatinadas  sin  dada  á  deéir  los  nétnbres'ó  atributos- 
de^- léti  dioses  '6  ide  los  béhles^  AquelloB'trbaia  de  'oacuHura  ba^ 
esn  buen 'éllM9*0{''sa' les 'podría  «/bjetat  estÉfr 'aobrecargados  da 
aldóniea|i  i^  to'dekaS'lteT^en  elfos  guM^;armonía^  y  en  los^^^ 
en  qUe^l  eseilltbr  fué  sobrio^,  üegifin  á  sef  cle^áinteÉ.'  Los  coa»- 
tfuctoVes-Bé'^levafbn  bíaMa  artistas,  y  nada  se  puede  pedir  más 
deffoado  á  obreros  que  no  disponían  de  instrumentos  de  bierro. 


(1)  Siepheos,  Onteil  Améric%  tom.  H,  HS-  ^^ 


;•• 


396^  > 

Go^dOrprg^aoto;  A^  lIi^eiirUiBapioft  r«T6láiiiiiit|)tt€Ído  aiBy.adelaBL*-  - 
taióyf^{e».Ja|^jl^lu»AK|0s^i4típ0rk>iriá  0^  éák.^ 

Valle:  si  con  semejantes  x^aestrasde  saber  se  insiste  enllIaMSBti 
hág\í0^^/^  la^UQUafl^YMat^;  r^^oU^úñi  9fílbwh  diabela  támbín  páM 
apdli4f»rrJ94rblttw<4  loai^lMritoSjy^^^^ fos Igriegoftw^sAi^t^ote' 

..^or  io  re$pci(^^ya^i(ra;lAiftiM(f^t'Cbim¿4el  panto:  Jb,  Aioá  Ifaut 
Sif()kí«qp^;<li)jse  ^llMnoifétto^M  el^dqeto  más  ^ * 

n^>4%ajUlCMÍiojd^e«Mtlaii  ^niOepuá  46  ukbwbáaé/i^^  Iio^alteies» 
lo^AiQi^mp  4tejli9ftídQÍQs»fíO$itltoft.4e;iuiitéto«lta|^      roca;  tioBaá: 

n^^^,#4i)ri»Q^iW«mM|&V/4iier^l«QS»*  «ttAi  aoi^^'^^^^'^^^'  7  ^^* 
cQpii4^cf  iPcpn}^iwt<>8!de!WtsflciM%*iL()^^  on^ 

t«iélM^(}%  jr'49iOtopaH«^0^  p^eda  ^dá^yiiy^irse:  Ig  ioniía:^  diflerm 
e»,tr^.síl/plipi.a${)t!^tQi>j.$JA;  duda  aadaimiQ  itiMa^  peiaoioii  imii,  el 
í4pW»A^<ito  (k^tQiiiú^  8etél:«f¡^.,fia^wetieiiri»ft  0d4»i  ohatrb  ^6bM, 
corito^  QA.la.pia«i4'rQi)a,  ^Jbi)04uitiimafcfen.bA]oi4UMYe»  uiii^^ 
cQ.ajeiiApik^!ai^;Q^%9saPr9MA  lo.d^  El  ^. 

tar.'d^Jíq|«^fla[t]^ito  tatdQ^sa¿lipi¿s;{ib«i  kdo^  ómttra  de  altom»: 
e4tii]id<)^4ii)^i4ld«il9f^ai?d^«|>arftof^'€iB;4rala  (P^poa  gen>-\ 

gHfi9CH^,,rdl)^l4#]>daiSÍ^.4iidaftIf(ttaJaocmtfi^  la  Hiato* 

riikidQr^v^  pifdblQ  flM9t#riQS€W;)»0hHadg^r^ 
; r jt0^a^Mid.0.)^  -oaatro  oama  la^átis  »MGítidaa  ^adtro-perao^ 
Diiíj^xlaa  ¿tos'deUKdo^aocidMiailiaMi  las^prÍMMipalisjjafeftó  jgno«. 
ris«rMjrmf^^l,^}Q86rf^  Yiii^t<9i.toLnb<)  al^oAfto^imaltt.asjkiitiatiaa  en^, 
pQmdM^ea^lii^^tó'negi^ifMi^»»:  lasiOtrM  4!«^tl>rQa>jfigtirali  Tan' 
diii^idM'P^r.  iffMim)  püirtea;  .aj^j^iÍMida.  eadft  ^<UMk  ¿  atf  oaadilkv  i 
IifMiPMiK>im]pepkfi>lM  Qfité4iism^clM  itocb  la*>  yÁtcnas  4}r«ffadMh 

safepif^9it^¡ríi|it|te^i€|l<is  .w»^^itfl»f^9i«drQglS&taa'  ^i^a*  .aQiif»d^vftd0%! 
rg<{Hff4tNttdc^.fa»f^MaÉft*flíelj»aft»^  x&em», 

b«^  ^rkM  je0jr^>7^'}w  sMrosB  i^n,  4^111^  k(m]fa4iü»  Aonetrniai»  lof^ 

Ga4o;  jll#t%p)  ^d|(iíifmmw]imíi^  §mk<h^jum»  4ar>lQ«  -iainMiiifil^fc 


'pi^esent^a  en  Oftpfírñ/ ^ri  otros  Fugares;  íósf  ásütítb^  "pírítiM'jpal^s 
d^  qué  1»  ésóíuWifri  sé  enearfjá'B^ülks  feitállafl,  loé  '^feYrfefr^Wy 
las  ármaér  la  fálih' éJiahlútd  de  tóflóeÜleí  fnaiatíé  fi  c^e*';llttó'ábti^l 
pwblo  tío  étk  bafalUaor  diiío  éírtre^do  S  la-pas?;  y-fkcrt^afe'sér 
■dominaío.-*    -"  '    '  '■'•  ^•-    '*  -    •  '"  '•  ^  "^i  •'"-»'  i-  ''-v  >x'>'iM'>!ai 

'Observaremos  quQ'loá  grandes'  muros  dé'  la  ciudad^  le'  nacen 
tina  plaza  fuerte/ dispuesta  parala*^  guerra.  'Áumériláreípo^  i  la 
aescripcion  del  altar,  ser  aquellas  figiitas  áe  íípó  orieníát  en  to- 
ÍQ  él  conjuntó,  üb  sólo* por  la  mañera  de  ostár'sentadasi  sino  táni- 
Dien  por  el  tocado  en  el  cual  sin  esiuetzo  se  ye  una  especie  ae 
turbante,  ea  los  trages  y  adornos,  en  la  oreja  noraaaua  por  nxx 
Cuerpo  cilindrico,  en  la  fisonomía  y  fin  toáoslos  JDormenoresi'po- 
eos  "monumentos  del  Nuevo  Mundo  lletáu  lanacentuadoet  sello 


'M'  '-'^l    .'.    í       iii       •   •-     ;    jr  •   .  ■;.  i 


de  su  origen'  asiático.    * 

Las  piedras  rústicas  j  las^oolumjaas  áptey  ji^encip,u9.dnfl ,jpa)r^- 
oe  que  procedieron,  á  los  moijplitq^  ^filpidos.de  .jl^u^r¡jgi;a,y  do 
Copan.  Sin  duda  que  estas  obras  no  son  hechur;a,  de  ,Í,of»  ifi^odf- 
dores  de  las  ciudades  ar|rj;iina4a8  en  .l¡!;uoi^t^%^:^iptj^i;q^  ¿p.pás  . 
antiguo  y  fueron  coaservadas  por  .J^^pp^to^.  t^ppcpjPftjrrg^p^fli- 
den  á  la  misma  epooa^  y  su  grado  de  perfecoipu  ^j^st^l>|e^e  J^f  ^if- 
cesión  cronológica.  Los  «lonume^itop  n^ono}ítÍQpai  de.Ó^^jjRi^aajr 
de  Copan  son  anterioras  al  Palenque,  á  Chioben  ][tz^  y,  ¡i^  U^np^^. 

Los  edificios  en  que'vaipos  ¿  oouparpos^ipii^^f^V^tk^qJi^^Oftiit^- 
gQa  p§culiare8„:qaq  1^  i^op  comi;m^fri;Dos.pftrí«i3.i?fi¿^ifií4ea.tes 
constituyen.  La  un^  as  la,pir4n^idp  t^un^^a^^^s miQióídfiiYftUiiós 
pipos,.caadrai3[guJar  u  qblQ^ga^r6ve»tí4^de'p^ídrM^(^^►l>líi4»ftó  de 
una  oapa.de  mezfila  ó  Qstuco,  ^.vqeas  pi^tf^4a  4^  IX>ift..4^.d^L8W)a- 
Bio^e^  va^iarble^;  lina  e^cali^ra  de.g]7^4a&*d^  «4>Ql»m¿  Wp  rPi9^ 
^f^  ímplUj  con  p^^mwifx  p  fiin  él,.ooBd^fie^¿U.pftTft  s^o^gr^rde 
,U  pirámide,  tefjpimuda.^n  mja  superficie ,pUM^ >'Bi3^3i^.  .^t0i  j^e 
^alza  el  edi^cip)  #^u^da  parte;  >?cwplefm«iu(^ri&.j^  la  ^i^itm^t- 
<?iqn^  P»9Í  invftripbleip^utp  la  pl^  áfi  l^,«m.p9  .AH.pi^rl^lieló* 
gr^ijiQ..diyidi4o[  eu  jdof  <;<Mp.partimi^utoa  pp]5  i»Ba^«ce¡d  iiitecMo- 
j¿^la^arlap^á  loa  Jí¿9?f  pjrjbcipipalef:  1q«  m^taryj^ai  píp4r^  ÍAhroda 
lI9'^íf]^AÍ^A  yWei^arTÍ'^^iP^tra^^^.pl^^ftli^e  ^fm  (^94rüát4' 

:.?^% fer¡n^^^p0j:¡)ii^ci^o3  de,,^J^^9»¡.fm'^mi^  iogmám 


.998 

» 

se,  correspondientes  6  en  posiciones  diversas^  se»  abren  en  la  p%- 
red  intermedia,  quedando  dividido  el  interior  en  cierto  numero 
de  cámaras»  de  una  sola  entrada  cada  w^  J  Wfn  Tentaaas  ni  tra- 
galuces. £n  el  exterior,  los  muros  se  lerantan  vertiealmeate, 
mientras  por  el  interior  suben  i,  ploma  hasta  cierta  altorf^,  indi- 
nándose luego  por.  medio  de  hiladas  sucesivas,  avanzando  una 
sobre  otra,  hasta  aproximarse  á  distancia  de.  algunas  pulgadas» 
cerrándose  este  espacio  por  losas  que  vienen  á  tener  el  oficio  de 
una  clave.  Por  este  procedimiento  quedaU  formadas  bóvedas  con- 
la  sección  de  un  trapecio,  aunque  en  algunos  casos .  arcos  y  b^ 
vedas  asumen  la  forma  triangular,  pues  los  muros  se  tocan  por 
la  parte  superior  en  un  ángulo  próximamente  d^  45^,^  esto  deter- 
mina la  forma*  del  terrado  superior  á  dos  aguas,  con  los  laterales 
igualmente  inclinados.  Lo  que  cambia  por  completo,  casi  en  ca- 
da caso,  es  la  parte  decorativa;  la  fachada,. siempre  de  piedra  ta- 
llada ó  de  estuco,  ofrece  diversas  labores,  distintos  objetos,  cual 
si  en  cada,  una  se  llevara  la  intención  de  relacionarla  con  el  des- 
tino del  edificio. 

Las  obras  de  este  género  resultan  un  tanto  pesadas,  aunque  se 
les  construiría  así  para  resistir  el  empuje  de  los  terremotos;  os- 
curas, expuestas  á  la  intemperie,  á  no  admitirse  que  las  puertas 
se  cubrieran  con  cortinas  durante  la  noche  jen  tiempos  de  vien- 
tos ó  lluvias:  las  dimensiones  les  prestan,  empero,  un  carácter  de 
grandeea,  y  la  decoración  las  hace  aparecer  artísticas  y  hermo- 
sas. Los  <^jeitos  allí  encontrados,  la  distribución  de  las  cámaras, 
determinan  á  creer  que  son  templos;  quedaba  el  santuario  etí'  él 
éentro  del  loiido,  loa  compartimientos  inmediatos  esfctfban  des- 
tinados para  las  ofrendas,  y  el  ccírredor  contenía  á  los*  fieles,  tal 
vee  sólo  á  los  sacerdotes  jr'á  los  iniciados,  pues  siendo-estrefchos 
no  podían  abrígar  una  muehedtimbre:  sin  dudü'  el  ¡iuebló  a^is- 
tía-á'las'  deremoéiais  del  culto  desde  el  ^ió  de  las  pirámides,^  ihi- 
•  raudo  de  lejos*  lo  qué  se  le  permitía  de  los  •misterios;  La  poca 
luffáquelüSBntráAas'del  frente  daban  pá30,elést^r  bilocado  el 
altar  y  el  áids  éh  él  fondo  raás  sombrío,  ^ós  hace  p^néár  qtie 
•M*  aquélla  i^i^^imí^  había  muóhti'de  ¿tecretottárias  prát^icá^dfii- 
bíM^de  pá^Mr  á)a claridad^ déla' luz ^t!fid!al7 y 'í^aralle¿án>  al 
ndoéft  había  ^akdültades  q¿e  tenóerj  fiüiSBbá'ptírTás^c^ 
ÍEidispemblératraí^SafH  bé^^és^^  {eiíi^lb8;^!ós  "^t^uéSds  'par^ 
^OM  déstí¿aé(oi^'ét«)1iísiyaméiitJ^'ti[  íd(ifó'í^á  los  dbjétos  de  Sú  ¿ffi- 


r. 


to;  se  concibe  que  envíos  mayores  teui&a  h&bifcacion  los  sacerdo- 
tes, viviendo  en  una  especie  de  x^munidad.  '' 

Esta  clase  dé  edificios  üon  los  más  f recnente%;  pero  se  ven  otros, 
bigo  las  bases  comunes  de  construcción,  abj^rcan^o  una  gran  su- 
per^cie  y  conl^eniendp  p%tios  interiores^,  corredores,  pasadizos, 
tonres,  escaleras,  ^c.:  la  distribución  general  no  deja  duda  acer- 
ca de  qup  se  trata  :de  pfilacios,  de  liabitaciones  destinadas  &  los 
jefes  supremos»  á  sus  familias  y,  servidunxb3*e.  Pocas  constrac- 
clones  difieren  de  las  enunciadas^  calificiidas  como  afectas  á  reu- 
niones  públicas,  aunque  no  se  comprende  su  objeto  verdadero. 
,  Sepultados,  bajo  la  vectación  tropical  de  Chiapas  y  de  Yuca- 
tan»  yse^u  las  pirámides  sosteniendo  las  reliquias  de  templos  y 
de, palacios;  la  superficie  por  ellas  ocupada  marca  la  exjbension 
de  la  ciudad  primitiva|f»en  la  cual  sólo  se  distinguen  montopes  de 
escombros  ó  tronos  ojiutilados  de  estatuas  inconrpletas.  No  se 
perciben  las  calles,  pocas  veces  las  plazas;  no  tropieza  el  pié  con 
las  casas  de  la  gente  menuda  que  debieron  ocupar  la  llanura, 
pues  de  materiales  poco  sólidos,  sus  restos  hau  de  estar  confun- 
didos en  el  suelo  de  la  actual  pradera  Observanse  algunas  ve- 
ces murallas  de  circunvalación,  con  apéndices  (^ue  hacen  pensar 
en  reductos^  y  puertas  de  socorro.  En  un  país  como  la  penínsu- 
la yucateca  donde  escasean  rios  perennes  y  no  abundan  los  ma- 
nantiales, la  fa^ta  de  agua  potable  es  el  mayor  estorbo  á  la  reu- 
nión de  un  gr^  número  d^  individuos;  para  obviar  el  ^nconve- 
nient^,  los  antiguos  constructores  approvachaban  los  pozos  natu- 
rales, constrtií^^u  reprei)aa  ó  aguadfis»  y  labraban  en  la  rqca  de- 
pósitos subterráneos  para  recoger  las  aguas  pluviales  y  gua^/d^' 
lasjpa^a  loatie^fppqa  secos.  Estas  obr^  no  las  menos  admira- 
bles^.  de  aqieeUa  ^poca,  áflff.  un  .tipo  pecujliar  á  las  ciudades» 
maravillas  dpi  arite^^bajp  jQu^enqi^ier  i^ipeptoi  q^e>  se  lea  considere* 

Maprcadcia  los  puntos  cofiunjes  4e  semejanza»,  pasjE^mpf  á  denir 
pofc^  palsJbirasj  ^a/^c^  4)?  cadaTuonumentpién  parjticalar.  .Exjyji- 
tísJ^^e^  las  cm4«  consistoi^ialfis  df^  Ocppingq  do§  lápidas. en.  pie- 
dra, sacsd^^  de,3jQmlf^.rpn^lp,.dojiJeg^  cnyo  nombire 
Qn  lepgUA^wdal^Sfgi^i¿9a.^^^  (l);;Il^rese]ata  ^.ij^ia 
un  prisionero  desnndo,  los  ojos  cerrados,  y  sujetos  los  brazos  á 
la  espalda  por  cordeles:  cúbtele  la  cintura  una  faja  con  las  pun- 

-►    .     .      y        .,'«■•■■  -^     •  , 

/ 

<1)  DnpaSx,  tercera  ezped.  lám.  VIII,  ^i(m.,ld  y  ;I4.      .     .  >;^       ^^ .,         .  .^ 


tocado  es  una  especie  áe  gorro  cóti'tmplumajer,  y  Ik^'^Arté  infe- 
rior délas  orejas  esíí  íiítrátteSáda  |)or  ana  éintá,  rbdfeitódrt  el  ¿ue- 
*!Io.  La  éegulida  lápida  coíitWne  dbs' figurasí'seíitadtt  la  iiñá  ééa 
•lai  pierna»  cruzadas;  páraídála  otra,  y  ¿uaí  sí  ésttíViéran  en^cbn- 
versacion;  cascos  guerreros  coA  pitimas'y  pi¿í)s'^de  kVe,'  ábfígáb 
las  cai)fizas;  ctíWtt  su  de^iÁdéi  coú  la  ftijá  de  puiítfts  bdlga^tes, 
•y  hay  en  la  orla  dibujos  (jué'ptídfe^n  tonsairse  ptír*^^eró^fficog. 
Las^  estatuas  mutiladas  dé  Ofe6cnigo  (ChiapaáV  cát^deu  de'^la 
cabeza,  por  lacual  no  6é  fes  ptiédé  juagar  ccnreiáctltud^  atttí^tíe 
puede  asegurarse  ser  del  todo  difélrientea  3e^  laá  de  Gbpáín.''(l) 
Los  templos  guardan  el  tipo  general  (2)  síu  éiaíWt^ó -áéi  ^^qt/é^la 
puerta  termina  en  el  arcó'itriangülar  y  la  factáflíf  éu  éatá'60  carece 
de  adornos;  Dupaix  observa  cótrio  ibuy  sfa^tilár/ éiibóiitrárÉíe  allí 
las  dos  úiicas  pirámides  éotnplefcas  acabadaá  eti  Ci5í=í^íae',  Supues- 
to el  ser  las  demás  trúnbadias.  Steplien^  '(9)  visitó  támbieln  flkj[^i- 
Uas  ruinas,  creyendo  ver  sbbí'e  la  puerta  del  santuario  el  globo 
alado  de  los  tfeiliplbs  egipcios.  Observando  felíáibujoí^'ni'paireáe 
'bieh  expresado  el  globo,  estarían  las  alas  en  sentido  inversb,  y 
faltan  las  serpientes,  símbolo  del  *trerftipby'*de  lá^éferntdad.  A 
nuestro  viáta  es  una  especie  de  trofeo  compuesfo  dé  uif''e'sfcudo 
central,  de  un  arco  con  su  ctierda'y  alguno  de  los  ádóríioa  da 
'  glumas  para  la  cabeza;  los  puütos  d¿Fmedio  "podrían  dbrrespoh- 
der^á  tina  fecha.  Para  bosót^^ÓH/ las  rtinaaf 'de  Oébtíngo'  sólo  oñ*e- 
«etí  una  reminiscencia dél^Bídéilque/'perlfenecefrá'eRáté  tipo,  añu- 
squé degenerado  iá  imperfecto,  y  son  déíiémpós^muy  pdstefibrés 
•almodélo.     •■  "''''  '-^'-■■•'    •.^•: --^íi-'ii'-r  ^-^  '    *'/ 

Las  ruinas ^del¿Páleñque  toinán  stí  nombíe-  del*  piléHo^'Stimé- 
diato;  ¿e  ignora  lá  vérdádeita'défébaiíniEioion,  'peMi¿ÜI  en  la  tíótÜe 
de  los  tiempoa  con  la  dél  pié\ñb}i¿húÍtUGtír''&tíñ^^ 
villas.  LlámiímíodfiMS  asf,  porque  en  déápécHó'def'áefííáán^'d'e'per- 
fionas  poco  ifatítruidas^haVi "atraidb la át^enótoüi^el  mundo  cfe^- 
'tiflcb,  cantÍTando  lá  tadtote  7  dánSo  momo  á^-pKffttndits  ia-v^Mi- 

~  §6 (aserrarla  t>«éf¿¿ta!^e& de  dettiaVAiíeiÓB' ^kti  tsl pKif Aéity 7  él 

i;  »-.>■        1        ••    ■!         •    •     '•■    .   7     '.      'i      ••'.     .':    R     L  >    '  •■>      .•''    ■    ■    ■  ■■•        •■   ■'■   «''iíf.lí    ;      '.r 

(r)  Dupaix,  IcxSo  oit.  lam.  IX,  niíms.  15  y  16. 

{7¡)  DniMdZp  ibid,  lám.  X,  ntím.  17. 

(3)  Centoa  América,  tom.'n,<píg;Wft^^'      '  "**  '^^  "        '''**  ''''•''^    '^ 


M 

templo.  El  palacio,  IjxetA  de  los  patíos  interioresi  las  viviendas 
7  los  corredpreSi  contiexie  dos  cosas  peculiares:  una,  la  torre  cua- 
drada de  cua^o  pisos»  con  escaleras  interiores,  y  servia  parado- 
minar  con  la  vista  la  llanura;  la  otra,  las  ventanas  de  diversas 
formas  en  las  paredes  intermedias,  llamando  la  atención  las  de 
figu^  de  cruz  griega,  de  brazos  iguales,  y  las  deT  ían,  recordan- 
do la  cruz  con  asa  de  las  pinturas  egipcias. 

Palenque  es  la  ciudad  de  los  bajos,  relieves  y  de  las  inscripcio- 
nes. En  el  palaciojí  ya  en  los  macizos  al  lado  de  las  entradas,  ya 
juiíto  á  las  escaleras  y  en  las  capearas  interiores,  se  presentan 
imágenes  de  hombres  ó  de  mujeres,  en  estuco  pintado  ua  tiempo 
de  rojo  ó  sobre  piedra;  parecen  cuadros  alegóricos,  acompañados 
de  caractáres  geroglíficos  explicativos!  Los  templos  muestran 
aún  en,  el  santuario  los  objetos  del  culto,  entallados  en  piedras 
duras,  cpnlosjsacerdotes  ó  iniciadps,  y  en  las  paredes  líneas  ver- 
ticales de  signos  de  i|na  escritura  curiosa»  relatand!o,  á  no  dudar- 
lo, los  preceptos  religiosos^  la  leyenda  mitológica,  ó  algún  suceso 
histórico  digiio  de  memoria- 

Las  figuras  monstiniosaa  egipcias  ó  hmdus,  mexicanas  ó  tza- 
poteicas,, declaran  inmediatamente  su  intento  mítico  y  mitológi- 
co; pero  la  r^r^sentacion  jiatural  de  objetos  animados  ó  inani- 
mados iiecho^^jj^or  los  ¡decoradores  de  todos  los  países,  Von  re- 
trato de  las  persopise  ^..de  las  cosas  que  les  rodean,  é  impropio 
faera  s^po^er  qi^e  copespondieran  á  ideales  de  tipos  descono- 
cidos. Por  esta  rifi^on  debemos  admitir^  que  las  facciones  y  los 
bragas  di^nj[ado9  ej^los  relie ves^  son  trages  y  facciones  da  la  po- 
blación Jhal^dora  de  los  monumentos.  Dos  rasgos  distintivos 
pr0S9ntl^n^^^e^as  cabezas;  la  prolongación  posterior  del  crá- 
neo^ «elíjante  á  la  practicada  por  algunos  pueblos  antiguos  de 
Am4riea»jc!0Qp  los  peruanos,  it^c.;  la  forma  de' la  nariz,  q^uépor 
oon^rast^  in%ye  eii  hacer  más  aparante  aq^lla  prolongación. 
Esto  0egun^.l9  había  notado  ya  DupaiiTj  (1)  diciendo  en  sú  jen- 
8PW*  ijigénuof-T-''^  jaecesario  advertir,.,  que  sin  embargo  de  la 
c^K'^^^9tj§/^  dibujo  que  en  general ,  observamos  en  los  dichos 
relieves^  no  podx;eWs  m^nos'^dé  exU*anár  eíper$l  amanerado  de 
loa  JiqattffBp  ime%  deij^^ia  oima  do  la  cabeza  hasta  la  extremiaaa 
i/^WW9V^^  ivV^W^  l^V^^.  9  cuaotanie  dedrculo,.c^ntra  él 

••      .         !^^í•»  •       ''■*'..      '        ■■!•••*    I  ■'  •     ■      '      '      ■"      '[•..■*'' 

(1)  L«DO«.iMí«««iSTTríS.'  'i<í 


'«ja 

•  ■  ■ 

Orden  perenne  ele  la  figura  original;  7  para  hacer  más  risible  es- 
te fenomejiOy  afectan  dé  presentarnos  £iá  vista  unas^  narices  des- 
medidas y  perfiladas.'  E^Vefd^d:'qné  el  perfil  de  ifna  figura  ütial- 
quie];a  es  más  fáqjilde  sflc^f  qusW  fiüénte;  Coíño  qtrieta  ^úe  sea, 
está  porfía  nos  dá  muchb^ qWp^nsar/ de  manehí! ique  las  caras  y 
laá  vestiduras*  aüuiiciaÍA  ^na  casta  dé  liotabvés' ^e8Con<iyicida  de 
los  historiadoras  anti'gttóisf  y  íQbddTÍíoé/lá^qtie  existía  en  áquélláís 
tiempos  remotísimos  d©.  nuestras' eta^."*     * 

Notamos  en  las  formad  del  óiíierpode¿hcrd0,'armonía'yWle2Á 
'la  ¿souótnía  fuera  hermosa'áin  lá  boca'  abultada;  dista  mucho  b1 
cbnjuíito  del  tipo. apaéticaTiCt;  y  bielí* pudiera  tolnati3é*í)qr  el  déla 
raza  ártaña^*  Pdr'Io^toóknlé  á  lanáriz/podisto  éxpiica- 

'cion.  Cuándo  él  l4liil&teiti6^e/Pomenió  Cóto'j^tó  el  Mtisre»  y^rfcii- 
tecó  délos  padres*OAmáóhó¿;  tupimos  bcaáion  díé  estudiar -los 
olijelos  eitr£^dos  ti^ll^¿ble^qtie.  Ojb^rvadas  his'figtkfi^aflr  hUmattas, 
sólo  aíguna»^  osi^éntÁÁ  I^  Cü^vii  á&tattá  isn'lbsTTelieVés;  presentan 
las  demás  un  órgano 'n'atfural.  A4^ellás/al  prrriiev  eximen;  ad- 
vierten (]^ue  la  partc^  saliente  está  sobrep'áeátai' éicpresándold  in- 
teiicionalmente' las línéá^,  desd^ lá^fi^üte'Ha^áSserca'' d^l ^lAre- 
~mo  de  la  nam,  no  dejando  la^&etíóT'dtlda*  iiiC€fñ!la'd6'su'  ólSjfeto. 
í^ruebá  és  .ésta  conclúy^ntd  d&  np^átarke  ddooiá  natural,  s&o 
de  un  distintivQ,  un  ájSomo  cciivéncib^ál  psnrá  táa¥cftfTÍtLa  tribu, 
una  r^?a  ó  tipa  condjféip'u  eá  áqu^Uá  sc/cfeá&ífc"    '•'  ^  •  '  '•  ^  " 

!En  lo  relativo, al  tragé,  sé.^r^áén^iñ/al  aiériim/dúii 
^'cádos. ;  Eí  tuio  .'párfecé'  ^érténfeoet.'^'^^lafr  dlteetí  supéirioreit,  y 
consiste  en  un  'lóca¿(á^  ¿ompifedlo  ^  de  uá  jgóHrÓ^  'éti¿^  tiintás',  pFá- 
¿áfi^:  y  adornos;*  peildiéiiiré^''¿^'  t^B'dr^áfe^,  éólhiré^-íÉÍás  é'^^m^- 
nos  aíichos,  y  uñ  sartal:  4eci^^^ 


"cuentas  y^b^r^ádos;;  i^^W  ei^ftií^'xlé'l/^  V]k(ltt«'iMmáé;^7 
'  Ziui'4a1^á8  8eme]aate^á;'Í^'^¿'1i&  ba1iatTriJC8<^órsÜ»é-.''fB{yQ«b'Ui8 


oillo  es  el  traje  de  la  gente'  menada;  tocado  ligero,  collar,  pulse- 
ras 7  el  paño,  enredado  á  la  cintura,  d  or'pnwtwir  onlgiWiliOOi  ^ 


.  CHertos  .p»4!^loii6f  m  estofo  par^oen  representar  dio9e8rvA.ta- 
\íb4ó^  de  Tin  ja^^9ffpiifi49^Q^  e^áix  9ei^iiadpa  á  ría  maBera.  orió^- 
tal  ^bre  .uu  l}^npo  ternunadp  p^r  doa  oabesa&de  Tin  animai  bx;ayo 
icpíf  9US[Cf^l(rq^y  y  aatriban^o;  solure  }m  p^aa  con  gaitas,  Paf;eeiHi 
diopf^8»porq\i^.  abajo  del  rQlie¥drl^77sie^aa,<^e  piedra»  dasji¡^na4&Sf 
en  niiestrp^i^qipüpeptP»  ár^eibir  las  otr^ndas..  En  lod  temptos.  ^xia- 
tf n  dos  olDJetQS  notables,  copaagradqaievi4enteinei)te,  al  ,Qultp«  E}1 
psincipaly  iná.9.cQnoaidQ|  por  jl^abjir  Us^madpSQbradame.nt^;|a  a^en- 
ciop,  es, el  nombrado  2>p]r  d«^lar,C!raZ|  (l)*á  cauaad^  que  en  el  een- 
tro;del  ];eííe^eaa distingue  ^ji^nz^ latina  fpn  vario^  adorno^, á 
cada  lado  xtua  fispir^^  en  :pié  e]»a<^ifarid  de  ofrendar,  con.  1q9  trages 
quB  ppdiera^  H^x.deXpH  t^G^.4ot^g.AiÍa'Íqa^Wados,.7:oe^rr^4o 
elcuadrovgrandea  ^|al^^aa■d^  gerogUi^pos.  El  ae^^dp  réUeTei 
mencionado -8($lp  por  Stepbefns,. {9).  difiere. d^l  anterior  Qn  99ten- 
¿ar.en.el  .ce(ntro  la  imágep  d^aol,  ^steinida  9o,bre,una.ie9ipecj)9  de 
andas  por  YJiejos  aacerdoteg^  .se^^doa.á^on:  Ijis  piernas.  cruzadp6| 
la?, cab^zaa reclinadas  j,  la^^.m^ojsfirn^e^.qn  tierra,' onal  siles 
agobiara  eil^peso;  los  personajes  rlafaerales^^ncU^ 
|aBftá8ticf¿,:?0jnj»i4vi  de. escritura  ge- 

liogUfica...  -..„.  r ...  .  -f:"  ,^  ;r;   .1 '  ,  •,  .  .     .:".....  5?  í 

1^ ,p;wrtef decorativa,, jí^  ^u  la?  Raw.¿les#  ja  spbre  laa  ptiertoiS  del 
subtemiieQ^bajo:  d  palí^c^o,  ion;  ^^rltí^ii^^^    :  elegantes^'  de  If^eas 
gracipsá?^  con.pájaros^y  cn^ri^qfií^Ht^sticpft  Ja  sei^flipnte  ir^- 
pfi^^^ffi^rBj^  inga^"^, Joreay íl|?i^t9s,;p9ef tas^y  l?bo;r^9  unidas, 
'    .Á?:m?mW#%W9oipa».(3;^Sic9^^^  ponías 

??*»(» W<>ifyi,^f  ?PÍtWf*vd?r  los\p^ebJos -^ientftl^^^ :..,..,    ; '. ; ' 
Qcüp^ij^nOs  yaí!en..J^psppn3p^^  de  Yucatán, ,co. 

.  menfaíi$mp§*fWl^  P^Í*^ll»4.#**«»Í!4»MHM«íte^wW^  JEn  4qs  tipjíi- 

pos  dpi  P;.J[4aíid«^íI«  juxáinídea  y>íi»Ai6w#;ieían^.í^  ó 

flftOei  afe«%- a^fdwfc^Jlg»i|a^  W^^ 

gcsa^^fo^lf^B  de  »#dBAtP^ca9a%^^ft  PÍI*^ftiwÍ!icj|?4  J¿  ci^i^á. 

primitiya  era  un  santuario  reverenciado,  al  que  acudí antpeij^i- 
^RQg-de  JQ9.  .JftgaKps.í(#íd^iíi}4«ff.:  ftí|»ÍW^  ,eí>  9PBWft9>ffi[tres 
-«Ff  »^ldtSg«^<M.destíié4<»|4:fli^^  dfiíPÍ^JRdel 

(1)  Dnpaiz,  tercerA  ezped.  lám.  XXXYI.— Stephens,  Central  América,  tom.  II, 

(2^  Loco  dfc.  fr<Mitiflpieio.  '    . '  *  '^    ", "    '  * 

^8)I>upaix,Uniiiia8XXVyXXVIl.     .,  ..  -       . ,       .'f    .i 


4éí 


legisladot  y  taimiatürgo  ZamtkíL '  fii-^del  Tado  xitifitral  de  lá  plaza^ 
tí¿  denomÍDaba  ítzfttxiatttl,  gnardaVá  él  eorazoñ  y  las  oettiüalr^de 
Zamná,  y  sobre  él  está  cohstrnMia'Ia  parroqnia  y 'el  oonrento  que 
'fáé  de  religiosos  írancis'cailos,  fundado,  segttn  el  P.- Lkndá,  <1)  el 
año  1545.  La  pirámide  delN/llevaba  et)  lo  antígnó  el  nóhibre  de- 
kiáich'kakmó  ó  861  con  rostro^  por  dépositaifse  allí  él  rostro.  Es 
el  montiinento  mayor  de  str  clase  en  Itzamalyen  todo  Yucatán.  El 
P.  Landa,  (2)  qne  lo  rió  pocos  aSosdespnes  de  la  conqnista,  lo  dea- 

,' cribe  de  esta  manera:— ^"Hay  aqaf  en  Itúmal  nn  edificio  entré 
los  otros  de  tanta  altura,  qne  espanta,  el  cnal  i^e  verá  en  esta  figu- 
ra y  en  esta  razón  dé  ella.  Tiene  20  gradas  de  á  mis  de  dós-biie- ' 
nos  palinos  de  alto  y  ancho  cada  trno,  y  tenía  más  de  den  pi^  de 

'  largo.  Son  estas  gradas  de  tíiñy  grandes  piedras  labradas,  aun- 
qne  con  el  mncho  tiempo 'y  estar  al  agua,  están  ya  feas  y  maltra- 
tadas. Tiéné  déspnes  labrado  en  turno  como  señala  esta  raya,  (d 
te)  redonda'labrada  de  cantería  tina  muy  fnérte  pared,  á  la  cnal^ 

'  coino  estado  y  medio  en  alto  sale  nna  caja  de  hermosas  piedras 
todo  á  la  redonda  y  desde  ellas  se  torna  despiíes  á  «égair  la  obr& 
Hasta  igualar  con  la  altnra  de  lá  plaza  qne  se^ha($e  después  de  la 
primera  escalera.  Después  de  la  cual  plaza>  se  hace  otra  buena 

'  placeta,  y  eñ  ellit  algo  pegado  á  la  pared,  está  hecho  un*  cerra biex^ 
alto  con  su  escalera  ál  tnediodía,  donde  caen  las  escaleras  gran- 
des y  encima  está  una  hermosa  'capilla  de  cantería  bien  labrada. 
Yo  subí  en  lo  alto  de  ésta  capilla,  y  coino  Yucatán  ertierra  lla- 
na, sé  ye  desde  ella  tierra  cuanto  puede  1»  tista  déánzar  á  xnara- 
▼illa  y  se  ve  el  mar."  Sté^hené,  (8)lá  describe  éít  bretéíií  palabras: 
^os  ó  tres  cuadras  distante^  dé  la  plaza; 'dice,  visible  en  todas 

'  sus  grandes  proporciones; -Ée  alzaba  tá  más  estbpendá  dé  las  pi- 
ráíííides  qué  hü'biéralnos  "fisto  en  el  país,  teñíendb  q^izá  de  seis- 
dentóíEí  ifsét&dénttik  i>i^tf;de^)aigo^  póf  Sesenta  déüHttra,  y  en  la 

'  ctiái  créemoe,  fuera  de:  diida,  *se  énciénMMüt  com^trucciones  in- 

tenores.    '•••;»•'*" ^-  

'El  templó  del  O.;  éira  él  ooiiocido  por  Kab-íul;  ^ano  obradímjt. 

^  «79ene  unos^óscieátos  pies  dé  kÍEi;o,í^trei]ltaáé  alto,  {lampar- 
te que  caía  al  corral,  (de  la  casa  de  la  Sra.  Méndez),  estaba  com- 


(1)  Loco  eit  pég.  sao. 

(2)  Ibid.  pág.  828. 
(8)  YiBie  á  TQoataa,  tom.  n,  ]pág.  435 


1 


406. 

I^letemente  arruinada;  pero  la  que  daba  á  la  casa  aparecía  de  xm 
-oabo  Á  otroy  cubierta  de  colosales  adornos  en  eaineo,  maolios  de 
los  onales  habían  caído,  y  entre  cuyos  fragmentos  se  descubría 
una  cabera  gigantesca  de  siete  pies;  ocho  pulgadas  de  altura, 
por  siete  pies  de  ancho.  El  fundamento  de  la  oiv^  son  piedras 
ealiéntes  cubiertas  de  estuco;  de  la  barba  se  prolonga  una  pie* 
dra  de^fm  pié  seis  pulgadas  de  largo,  destinada  tal  vez  para  que- 
mar copal,  como  en  una  especie  de  altar.  Era  la  vez  primera  que 
mirlamos:  un  adorno  de  esta  dase  en  la  parte  exterior  de  estos 
monumentos.  La  severidad  y  la  fiereza  en  la  expresión,  nos  re- 
^sósfdaban  á  los  ídolos  de  Copan,  y  sus  dimensiones  colosales  rela- 
eíonadas  -con  las  de  la  gran  pirámide,  producían  una  impresión 
extraordinaria  de  grandeza,,  (1)  Stephens  Uegá  á  Itzamal  duran- 
te las'fiestas  ^de^la  Santa  Oruz,  y  enmedio  de  aquella  alegre  ea- 
odna;  no  podía  meaos  dé  volver  los  ojos  ¿I  los  grandes  túmulos, 
querdesooUaban  sobre  los  techos  de  las  casas/  y  «qu  cuyos  ma^ 
texialés  ha  pido  construida  la  ciudad  entera,  sin  aparpeer  ^ne 
ellos  disndnuyan  en  sus  colosales  proporciones,  estando  desti- 
nados apareQtemente  á  subsistir,  miéotoas  las  débiles. estructu* 
sÉs  de  8Uf(  más  civilizados  conquistadores,  se  reducirán  á  polvo. 
LcM  pQ^ai  noticias,  hastiar ioas  que'  da  Xucatau  tenemos,  colo- 
nial'la  Sudación  de  la  ciudad  de  Itaamal  en  los  tiempos  más  an- 
tigupB^  aquellos  monumentps,  en  rigor  hablando,  pertenecen  á 
la  4%K>oa  histórica;  mas  eomo  las  reladonés  no  saben  decir  el 
lombre'de  los  pueblos  constructores,^  y  corresponden  propia- 
mente á  los' tiempos  oscuros,  caben  dentro  del  estudio  que  va- 
mos {nraeticando.  Itzamal  materializa  la  primitiva  civilización 
delofa  mfíijMt  aparece  ya  formada,  en  cierto  grado  de  robustez, 
ignorándose  ^l  camino  seguido  para  llegar  á  semejante  altura. 
SiULicaraciéres  principales  los  suministran  las  obras  piramidales; 
túmulos  pa2ra  encerrar  los  despojos  de  Zamná,  se  trasformaron 
por  último  en  templos.  Las  pirámides  allí  asumen  una  construc- 
««bu  l^eouliar:  nd  son  de  tierra  ni  por  pisos  sucesivos  como  las  de 
Teotükuaóan  y  QholoUan;  de  piedra  y  mésela^  presentan  mayo-' 
feaanafegiaa  con  las  pirámides  de  S^pto,  si  bien  se  apartan  en 

'"-'"■■  ¡        '  •  ■    •.    ..        ...  

<^  SteplMBi  ^ufi^itax,  tOQL  11/  pág.  tói.  Otro  dibujo  de  la  mianu  oabei»  se  ea- 

entütni  en  la  obn  intiinlada:  Viewa  oí  anoitfntinoiiitiiiontiin  Central  Am^rioa»  Ohiá- 
¿pta  and  Tooatan  hj  Jt,  CaÜMnrood.  Azoh.  Kaw  Tock.  1SÍ4. 


.' 


406' 

róV  ÉiHinéádás^  llevando  en  la  parle  superior  uña  cáiá  ^lana^para: 
sosteWf 'los  edificios.' OübioTtaá  de  esítiicó  las  faak;'k>« ^ádi^rndS:' 
siguen  ei  ^tipo  cclbsal  de  lá  ¿ónslíucoion  enleifá/  Oón  ííiertdtt* 
ptmtos  dé  con'tacjó^oon  las  obras^  posterioréé,  en  nadA  Híe  ^tefijev 
Ébx  éfntíargo,  ala arqúiléctárá  de OKíhén ó  dé  Utínil;  descubrién- 
dose qii^  aquel  era  un  pnéblo  dé  cRrérso  grado  de  ¿iviHzéteión. 
Tatiibi'éá  éía  áverso  de  lo^  de  Gbóiollatí  y  de  Teotihtiícttb,  sí 
bien  tiene  con  éstos  lá  coinñn  fiísónomfa  de  levantar  grandes'  mo- 
les, etígir  sus  templos,  y  fórtnar'ébn  ellos  los  sanlttáltios  mto»- 
vereñciadós.  Lá  áriiuíteditn'a  era  c/e vera  y'toóihitae^^^  ctíttlc<J*' 
frespóndíá  á  pueblos  emqiíienés'dóiüiinaba' *el  'sentimiento  i^eti- 

¿foso,:.       •;  y'";;  '    •'''^-  ;''"'•'      '•  -•'    •    •^-  •  '• 

tÜtíchen,  Fe  forma  Aé'cTci^'hocáyyckehí,  pozo}  Ghiohén  Ití», 
quíere^ééir,  el  poiso-áe^lós  ítiabS-  <Eas  tuinas  esttfci  itfine&faKÍa»' 
á  Ib'  BAbiendá  de  aquel  notnbre,  ¿ivididas^or  él  oíamiiio'  real-  de 
TaYladblid';  ocu'pstn'dnás' dos  millas  dé  extensión,  si  bien  fnera 


blas.'^^Nó  éstá^codslfirfdd  sobre  titi'térifsiaó^rtifld8l^,'«kió  (ri^l^ 
fierra  fuá^éscayáda  iA  redtidbr  pará^'daiíé- cierta  *elé(Va<íd«5' el 
frente  carece '  dé  ádo^ñoV'mii^á  m  Év^itiidé  149ptéíí^pdl?  46/0^ 
¿k¿há\Coñdñcóá1U''pkrte  superior  4$  piéltde 

Aáciro,  toiiiplétaáiónté  arruinada,  y  el'  niSiüe^o'cfoios  -dtf|Mrta- 
liíentóy ió  t)ie2as,*es  ffó  díei  foihb.  '^  el  extremo  aüstáral  hay  itn» 
pt^rtá  de\entrada  i^krá'  nna^  cStáurb^  én'la'  ónal  réi^n  el-  mém 
grande  y  m&s  impenetrable  íftisterio; '  tiene  diez  y  ntievé  pQ^0  de 
lar¿o,  por  ochó  ¿íes  seis  pt!gíid!í¿3  dé' a^feho,  y  etif  la  piftved  Sel 
fólidó/'ke  ve  otra  ba3a;y  eSÍréSíral  puerta,  cOB4¿irf<Jandü  doo  -otra 
pfé¿&  dé  las  misthás'diiSien\^óÚés','  anuiré  con  ei^'iso  "atiplémia 
¿ílo*qú4  él  antéñor/^El  dintel 'á8'fc*ta  pueítá'-es  de  píiedm,  7  mí 
la  parte  snpérior/^feátá  escxflpido  -  éü' lftij¿  réliisVé  ^duf  dtbtijcv  9^^ 
por  la  t)Osiclóh'<itió  guftlrdfc;h%.'aad«131ifoníb¥e=al'««^ 
los  indios  ilam'aü':  AcáK»ilb7stgtíyfié^d(>i'«^6^4t8^  tn:*imiMBB/f 
porqué  ^o  péúefti^ándó  la  loW^ibo  ^  ^á  'i«<|«49a".>evteirib/i«ftt 
tan  oscnra  la.cfimara,  que  es  muy  dificil  tomar  la  copia  del  di* 
bnjo.  £stia.  fué  lá  prláíéríi  ve¿'qtie  eñ^^údáktin  én^cfnti^Mñttd  ^e- 

(1)  8tq>hfliw,  TttOfttaa,  tom.  n,  pág.  290. 


407 

roglíficoB  A&iciilpidps  en  piedra,  inouestionablemente  del  mismo 
tipo  qne  I09  de  Cópaa^y,  Palenque.-  I/á  fijara  sentada  parece  es-  - 
tár  practicanáó  algún  ^tctó  de^éncatítfei¿íe¿to'6  de  culto*  réligio-  ' 
SO,  o  idolátrico,  que^  pód^r  ^eeíltí^  ^tfdefóct^Méménte'éipllca^ía• 
*'eI  que  escrifcé  en  las  tínie't)ía¿*'  '¿H^  íAerza  'fímóa  puede  atear 
aquellos  monumentos  y  dejar  patentes  los  secretos  que  enoie- 
rran,  aunque  jamás  podrá  desentrañar  1o¿  misterios  contenidos 
en  aquella  escultura.  (1)  El  Acaboiib,  está  sentado  á  la  manera 
orientaí, -recordando' por  ét  trage,  los  medallones  de  Palenque; 
la  nariz  está  prolongada,  eü  la  pübta;  cual  eü  éste  fuera  el  dtstin-  ^ 
tivó  de  la  raza,  alza  la  mano  sobre  ttña' Vasija, -conteniendo  al*' 
parecer  un  alimento,  y' su  acción  no  deja'tráslutíír  el  intento  d^l  * 
escullóf.  La  escritura,  *^yid^nteme!ntó  es*  calctiliforme;  la  ñtiftiU  ' 
tectura  coq  la  fachada  sip|  adornos;  tddo  dicel  qde  a(][üel  inonú^  ^ 
mentó  es  cóngeiiere'  con  los  del  Paletl^ue,  y  por  la  éscíítura  eá  * 
también  afin  con  Oopan.    Así  esta  faz  de  la*  civilización  maíyá  ^ 
parece  iniciarse  Con  loa  cQnocimietotM^dbsfmndidcs  det^hiapás 
y de.Gnatemala;    t  •    '  -^  *    *     •    í    lí   .. 

Xa  Gcáatkláé  Étonjás  ^'es  noiéibl^i*  pl»r  db  hai^k  ¿stado  de  c(m« 
servaeioD,  la  bello  y  ri^o  de  stia  adórtib^J  iVeíáU  y  Sos  ^diís  tiene 
de  altura  lé  fftcháda,  é6(á -treinta  y  aiib^^attttho'«l<ediBéio7preh 
secta  dos  t^e^izás-  de  ^ibvrjo '  delicadki  y  de  bfMm¿{|ptt8tó.   Se  ven ' 
sobre -lá  puerta  Veinte  peqneSes  paquetee  gero^Moos,  eai  cuatro  ' 
hileras  de  cinco  cada  unaV arriba  de  lob  cuales  9^  alza' la  corniza    ^ 
superior;  sobre  ellos  se  proyecta «nft'Knéá  de  íseis  adornos  re- 
cairros,"séme}antbs  a  los  de  la  Ofiosadel  Gkibeisado^  en  üxmal, 
pareciéos ala  toompa  de  nn  jdlefuirte,  y  «n.el  beatro  del' espacio  > 
superior,  enbima  de  la  p«ierla>*ettun  molía  pblooga hay  los  res* 
tos  de  lina  fif^úr^  Bei^tAda^  adkyrnada  la  icabeaa.  eoi)  plumajes.   Ei 
resto  de  los  adomos'es  de  ese  tipo  p^cailiar,daraeterÍBtico.de  las 
antipas  ciiidades  amerioañas,  absotaiasaente^direrso  delde  nin- 
gnn  otro  pueblo  con  el  cual  pneda-eslítr  el  lector  &iáiliarizbdo. 
Las  plantas-  tiopieales  y  las:enredade?^fhs;^|i^.i9n.l%  pa^^ta  supe- 
*  rior;eréB9ea  y  í%úe  eiáao  sobi»  la  oorüissajeii  £8|ito^,  a^uimentaban  ; 
ectraordm^riamente  elefeüto  pintQr/9GWH>d0  U.|i^legi^n);p  ffcl^a- 
da."  (2)   Las  Monjas  sonde  un  carácter  distinto  del  Acaboiib, 

<1)  Btephene,  loco  dt.  pág  291. 
(2)  Ibid,  pág.  292. 


4.'.  *    ' 


.'»  .     •    :  .^>  r^ 


I 


408 

corresponden  ya  al  tipo  de  lo  que  llamaremos  la  edad  de  oro  de 
aquellas  constrncoiones  armoniosas,  artísticas,  revelando  qne 
los  constraotores  supieron  alzarse  hasta  hábiles  arquitectos  y 
exquisitos  decoradores:  aquella  fachada  es  de  efecto  agradable, 
de  gusto  acribado.  (1)  Estas  diferencias  dan  razón  á  Btephens 
para  asentar  (2)  que  las  ruinas  de  Chichen  son  magníficas.  "Los 
edificios  son  amplios^  algunos  en  buen  estado  de  conservación» 
aunque  las  fachadas  en  general  no  estaban  tan  prolijamente 
adornadas  como  las  qne  habíamos  visto,  parecían  más  antiguas 
y  de  escultura  más  ruda,  si  bien  las  cámaras  contenían  decora- 
ciones y  objeto?  nunca  vistos  por  nosotros,  extraordinariamente 
interesantes."  £n  efecto,  los  edificios  no  parecen  corresponder  á 
la  misma  data,  y  estudiados  pueden  dar  idesi  de  la  t^asformacion 
q^e  la  civilización  palencana  sufrió  allí,  para  tomar  el  carácter 
propio  de  los  itsaea 

Las  Monjas  no  están  aíftlodM,  oorresppndieAdo  á  un  grupo,  de 
edificios,  ocupando  una  gran  extensión.  "Bajando  de  nuevo  al 
piso  inferior,  al  fin  de  la  ala'de  aquellas  oonstrocciones,  se  en- 
cuentra él  edificio  llamado  la  Iglesia^  de  26  pies  de  frente,  11  de 
ancho  y  81  de :  altura,  la  coal  por  ser  conxparativamente  grande; 
aumenta  el  buen  aspecto.  Dividen  la  fachada  tres  carnizas,  coa 
los  espacios  intermedios  ornumentados  ricamente,  siendo  la  es- 
'^  cultura  ruda  aunque  grandiosa.  La  decoración  principal  se  en- 
cuentra sobre  la  puerta  teniendo  á  ^^ada  lado  figuras  sentadas, 
aunque  desgraciadamente  muy  mutiladas.  La  porción  encima 
de  la  segunda  comiza,  es  sólo  una  pared  ornamental,  como  laa 
qne üabíamos  visto  en  Zayí  y  en  Labná.  ]Ql  conjunto  está  bien 
conservado,  y  consiste  el  interior  eft  una  sola  piídza,  un  tiempo 
estucada,  presentando  en  la  parte  superior  de  las  paredes  deba- 
jo del  arco,  huellas  de  una  línea  de  medallones  de  estuco,  conte- 
niendo nn  tiempo  geroglíficos."  (3) 

'  ^'Dejando  aquella  aglomeración  de  construcciones^  tomando 
hacia  el  N.  de  las  Monjas  á  distancia  de  cuatrocientos  pies,  ae 
alza  el  edificio  más  importante  de  Chichen  por  su  (úntoresoa 

(2)  Oathenrood,  lám.  21.  Véanse  1m  fotografías  de  Ohamaj. 

(3)  Ynoatan,  tom.  IL  pág.  284.  .... 
(1).  Looo  dt  pág.  SM. 


409 

apariencia,  único  en  su  género  de  los  qiie  habíamos  yisto,  excep- 
tuando el  de  Mayapan,  aun  más  arruinado.  Su  forma  circular  lo 
hace  conocer  por  el  Caracol  6  escalera  espiral,  por  su  distribu- 
ción interior.  Yace  encima  de  dos  terrados,  el  inferior  de  los 
cuales  mide  de  K  á  S.  223  pies,  y  de  E.  á  O.  150,  todo  bien  pre- 
servado. Una  escalera  de  45  pies  de  ancho,  con  20  escalones,  su- 
be hasta  la  plataforma;  á  cada  lado,  formando  como  una  balaus- 
trada, se  ven  los  ouerpos  enlazados  de  dos  gigantescas  serpien- 
tes, de  tres  pies  de  ancho,  existentes  todavía  en  varias  porciones; 
entre  las  ruinas  de  la  escalera  vimos  una  de  las  cabezas  gigan- 
tescas, terminando  en  lo  bajo  de  los  escalones.**  *'La  platt^^prma 
del  segundo  terrado,  mide  80  pies  de  frente  j.  55  de  ancho,  y 
tiene  otra  escalera  de  42  pies  de  amplitud,  con  16  escalones.  £n 
el  centro  de  ésto9,  y  contra  la  pared  del  terrado,  permanecen  los 
testos  de  un  pedestal  de  seis  pies  de  altura,  el  cual.probablemen- 
te  sostuvo  algún  ídolo.  En  la  plataforma,  y  á  quince  pies  del 
último  escalón,  se  alza  el  edificio,  de  22  pies  de  diámetro,  con 
cuatro  pequeñas  puertas  hacia  los  lados  cardinales.  Gran  por- 
ción de  las  partes. superior  y  laterales,  han  venido  al  suelo;  so- 
bre la  coruiza  se  eleva  el  techo,  disminuyendo  hasta  acabar  en 
punta;  la  altura,  inclusos  los  terrados,  es  de  unos  60  pies,  y 
cuando  estuvo  completo,  debía  presentar  una  grandiosa  aparien- 
da»  aún  en  medio  de  los  grandes  edificios  que  lo  rodean.  Las 
puertas  dan  entrada  á  un  corredor  circular,  de  cinco  pies  de  an- 
cho;.la  pared  interior  tiene  también  cuatro  puertas,  en  los  puntos 
intermedios  cardinales  correspondientes  al  N.  E.,  N.  O.,  S.E.  y  S* 
O.  Estas  puertas  dan  entrada  á  un  segundo  corredor  circular,  de 
cuatro  pies  de  ancho,  y  en  el  centro  hay  una  masa  circalívr,  apa* 
rentemente  de  piedra  sólida,  de  siete  pies  seis  pulgadas  de  diá- 
metro, y  én  cierto  lugar,  á  la  altura  de  ocho  pies  del  piso,  hay 
una  abertura  cuadrangular,  tapiada  con  piedras,  que  procuré 
destapar,  suspendiendo  la  operación  por  ser '  peligrosa,  á  causa 
de  que  las  ,piedra3  caían  en  el  estrecho  corredor:  el  techo  vaci- 
laba adem&s,  y  uo  pude  averiguar  á  dónde  conducía  aquéllu  aber- 
tura, suficiente  para  contener  el  rostro  dé  un  hombre  en  pié,  y 
ver  el  exterior  desde  lo  alto.  Las  paredes  de  los  corredores  es* 
taban  estucadas  y  adornadas  con  pinturas,  cerradas  con  el  arco 
triangular.  Nuevo  era  el  plano  de  este  edificio,  que  en  lugar  áe 

52 


esolareoer  los  seoretps  hoy  ignorados,  arroja  mayor  oscuridad 
solare  estas  toísfGrióyiá'extrilctiiras/*''(^^  *      ''/;.*.'' 

Á  420:piéá  al'Sf.  'Ó:  dóí  Ckta&ol,  sé'V¿  la  Casa'Ooioradá,  flam^^ 
da  Phicháncliób,  p'or  los  mayas.  "Éí  terrado  'sa1}r¿,(}ué  descansTa,- 
es  de  62  pí¿s  de  largo  y  55.d'e  anclíó;  mide  la  estíaíera  20  pies' dé 
ancíAira:  eredificío'cuentáíá'tííls  de  fícente; V 23 alfeostadb.  *^ 
parte  superior  dé  la  córiii2£í;  éstíí.  ticamente"  ¿domada*  &aiiq[ite 
los' adornos  se  eñcuefatran  mtíy^ésti'opéadó'3.''Sti3  ttes'  puertafir* 
dan  aun  coríedol:  del  tdmáñó  del  edificio,  y  á  Ib  latgo  déla  pa- 
red iuteriót'derfondo/hay  una  piedtálabráda óbn  tlia  Hiera  de 
geroglíficos.**  (2)  La  esóri'tura  es  del  generó  'de*  lá  Uttiúáda  rál- 
culiforme.    .    \  *  /'  .  ;;    *    /     •  •        '        /' 

Jjos  noml)res  á^ignad^s  á  Ids  édífíciQs  son  dé '  lá  éb^e'tíliá  Vulgar, 
no  debiendo  próoctípár^eláliímó  del  leciof;  por^eso  Stephéiifei  lla^ 
mó  Gipnació  ala  cbnstrüociott  de  qüb  Vamos 'á'Iíablar:  'HJónsis- 
t^  en  dos  inmensos  muróá  parálelos  de  261  ptí^  de  Urgb,  iiteiufá 
de  grueso,  y  á'di¿tan,óia''de  l^O.  'A'cíenpiés  delaettremidád^bo-; 
real,  úiirando  al  espacio  abierto  entré' jod  iuxtros,  se  alza  sobre 
una'  elevación  'ui^  édiábib  de  33  pies  de  l^rgó  óbíi  una  sola;  pfe^a^ 
caido  ei  frente,  y  leyaiítadas  de  eútre  Ids  éscdíábro^  los  restos  de 
dos  columpas  cuida^osanlente  llenas  de  esculturas;  g^ctédá  él*  itr- 
terior  descubierto,  lleno  desde  el  piso  hasta  el  pido  del  atcój  coii 
figuras  en  .bajo  relieve,  carpomidieU  y  borradas,  En  eíotfd  értté^ 
mo,'y  &  cien  píes  áp  df&táucia  d^l  tnismo.  espado;*  sb  ve  'óitó 
edificio  de  J50  pi¿s  dé  largó,  arruinado  también,  bfrefcién&oí'íoÉr' 
vestigios  de  otr^s  dos.columna^  laicamente  adprn^cts'  con  figuras 
esculpidas.en  bajo  relieve."— **En. el  oentro'délós  grandes  ifauros ' 
de  piedra,  exactamente  en  ftr.ente  una  de  otra  5^  á  la  jEtltura  dct26 
pi&  del  suelo,  .están  dos  anillos  macizos  dé  piedra^  dé  oüatrb 
piéá  de  diáuxetro  y  un  pie'iina  pulgada  4e  grueso;  el  diámetro  del 
daro  es  de  un  pié  siete  pulgá^áé.  En  el  borde  de  cada  anillo  es- ' 
tan  esculpidas  d9s  serpientes  entrelazadas/^  (3)  St'¿p1iéns  qhiere; 
ver  en  esta  eg^tructurá  un  juego  de  pelota  m.éiióanó. .'      -  •  •  •      »> 

Eu  núeatro' 
chen.  es 


(O  nád.  pág.  298. 
,(2)  Ipemphg.  800.  .rv.  ,         , 

(8)  Pág.  808. 


41L 

m 

S.  áé\  muro  órfental' del  Gipnaoio, '  compueslo  deudos  eaenpcs  ei 
unVsobré  el  piso^  et  otro  á  25  piás  sobre  el  anteirirH':  la  obrnüsa 
de  éste  rei)rés6iita  tina  serie  de  tigres  en  bajo  ve!  ie ve.  El  oaerpo 
inferior  ha  perdido  el  frente,  dejando  al  descñMeifo  'los  rpítos* 
dé  dos  columnas ' llenas  d;e  figuras  éséalpidas;  la«ip.tredos  dé. 
aqnella  pieza  están  cubiertas  enteramente  -de  figuras  en  bá.jó  ce* 
liste,  talíAdas  con  priiftor.  (í)  Los  indina  :llaman  &  aquello  iika 
dánm  de  los  antigme,  y 'Stephens,  no  obsta^lei  la»  diferencias  'qa^ 
nota,  las  cotnpárfa'y  encuentra Bemejitniesrá  lais  ¿guras  de 'la  pie- 
dra llamada  en  Méxix^de  los'sacrifioi&s;  sigiiiettdoenellolaiideci'. 
cobstante  de  sacar  idénticos  I09  trabajos^  maj^s  y  akteoas:  3u^ 
gando  por  el  dibnjo  dado^r  el^nismo  Stepfaestycd  b^jo  relie W: 
repfés'eáta  algún  ioonvénio  ó  fp^aieto  entre  guerrefós;  por  sraofao' 
<^ué  la  imagitiádon-se  preocu^e^á  trates  de  ksiertas.seisejsiizas' 
aparentes,  qtte  sí  eíhtfam,  á  ip()í¿p  estadio  se- oónvehcerá  el  ánimo! 
dé  ijüé  liik  a¥biádilrás,  Ids  ({aseos  yplumajfeSylas  avmas  mismas  ton.> 
diVeWasr  de  las  iaiQÍiMtít&,  dettaparaeiéndKy  toda  duda  al  ebntem* 
plát 'el' dibujen  corree to^as  propbreimies  del  cíierpo,  y  los  ador-, 
nos  Kmpios  del  ba^o  reli^vb  d<d  Xfto!;     • 

Sa  ^sai^arécríio  Ia*ésdiLlera  pata  átlbir  al  'segundo  cuerpo;'  EL 
frente  de  ^te,édtii  fl¿ste&ldo  por'pil*aÁres -maGiisos,  algnnod  de- los* 
ouáles  'subsidien  ^cttidadosamen^d  ¿seuipídes.  ''El  dintel  deja 
piiéria  éJb'nna  tIj^  de  zapote  ricamente  labraba;  las  jambas  eatin 
sentadas'  en  k^  ^escóiAbros^  presentando  lá  parte  descubierta 
^guras  esculpidSfd  oon  rioós  plumajes.  Por  aquí  entramos  á-unil' 
pieza  interior,  cctyas  paTedesytecbumb re,: desdé  él  piso  hasta 
et  picó  del  át<^,  ^stán  *  cubiertas  de  pinturas,  reprssentandó  en 
vivos  y  btilki^t&s  colores,  figuras  humanas,  batallas,-  oasás,  arbo- 
les y  escenas  AeiÉk  Vidadom^tica,  y  muy  .propia'  en  una  de  las. 
paredes  una  gran  eanoa*  El  sentimiento  de^  sorpred»  ^  «aatisfae*». 
cibn  probado  á  la  vista  de  aquellos  objetos,  fué  seguido,  de  úh; 
graá  desagrado,  potqtke  todo  está  mutilado  y  deságcnrado:  eb  c(lr 
guñas  "piíñee  éPeslu^do  está  rotó,  ev  otras  bay  hendidut^as  en 
los  tnuroií;  y  aunque  alguna^'  fíguiias  -e^n  'enteran,  se  ro|nt>e  ^á 
ve^s  la  conexión  y  el  enlaoá  Por  mucho  tíemípojestunfiíosi  tita-i 
beando  con  W  ff agmeotes!  det  j)kiinris  qve  .KabíflttiM«toMiUri^^ 
dojíquenos  hacífqytlafdarte  inipiíeñoa  de  f)eMar  qud,  en  0ite 


(1)  Pág.306. 


c 


a2 

arte  tan  perecedero,  los  constraotoree  oborígenea  habían  adelan* 
tado  aún  más  que  en  la  eseultára,  y  abora  encontrábamos  la 
pmeba  de  ser  exacto  nuestro  pensamiento.  Los  colores  son  el 
iPBrde,  amarillo,  fojo,  azul  y  un  rojizo  oscuro  empleado  invaria- 
blemente  en  las  carnes."  (1)  Vuelve  Stephens  al  tema  de  ser  aque- 
llos dibujos  mexicanos. 

Oatherwood,  quien  hizo  la  copia  de  algunos  de  aquellos  diba* 
jos,  los  ju^a  de  esta  manera:  '^Eu  otro  ramo  de  las  artes  indi- 
can  mayor  grado  de  cÍTÍIÍ2¡aéion  que  el  que  demuestran  en  la 
construcción  de  las  pirámides  y  de  los  templos;  me  refiero  al  arte 
de  pintar,  á  la  preparación,  mezcla  y  uso  de  los  colores.  En  yer- 
dad  que  su  pintara  es  muy  superior  á  su  escultura  y  á  su  arqui- 
tectura, y  la  aplicaban  como  los  egipcios  á  la  deooracion  arqui- 
feotónica;  en  el  contraste  de  los  colores  habían  avanzado  sobre 
lo  que  practicaban  los  mismos  egipcios,  aproximándose  más  al 
estilo  manos  severo  de  los  fréseos  de  Pom.peya  y  de  Hercula- 
no*  •  •  «Mencionaré,  siu'  embargo^  que  en  una  de  las  piezas  de  las 
oonrftrucoiones  deXlIhichen  Itzá,  hay  pinturas  cubriendo  todas  las 
paredes  del  piso  á  la  techumbre;  tendrá  la  pieza  (hablo  por  re- 
cuerdos) 25  piás  de  largo,  10  de  ancho  y  16  de  alto.  Las  figuras 
miden  de  seis  á  ocho  pulgadas,  representando  los  asuntos  más 
interesantes,  relativos  á  la  vida,  á  la  animacitm  y  á  la  naturaleza: 
aquí  se  ven  guerreros  preparándose  para  el  dombáte,  aUá  el  ca- 
lor de  la  pelea»  castillos  atacados,  defendidos  y  tomados;  segui- 
dos de  varios  castigos  militares,  éstos  forman  una  sección  en  la 
pared;  más  adelante  las  labores  de  la  agricultura,  plantando,  se- 
gando y  cosechando,  con*  el  cultivo  de  flores  y  fritos;  continúan 
escenas  domesticas,  y  otras  aparentemente  de  especie  mitológi* 
ca,  y  en  verdad  que  cada  una  de  ellas  suministra  el  conocimien- 
to íntimo  de  la  vida  de  los  indios  allí  pintados.  Son  tan  multi- 
plicados los  asuntos  que  no  puede  hacerse  mención  de  todos,  y 
tal  el  número  de  figuras  y  objetos,  que*  ni  en  un  mes  se  pudieraa 
copiar;  y  ine  dieron  una  muy  alta  opinión  de  la  civilización  de 
aquel  pueblo,  muy  superior  á  la  de  los  indios  con  quienes  había 
tratado.  Desdichadamente  aquellas  hermosas  muestras  del  arte, 
se  están  destmyelido,  y  cada  dia  la  irá  aiimen,taiido.T 

Tanto  ó  más  que  }as  vistas  de; las  ruinas  importaría  la  0opi#. 

(1)  Pág.  31C. 


«ompleta  yáBsousta  de  aquellas  pintatM;  ncks  eote^arían  ^eli^yir 
da  7  costombres  de  un  pueblo  desaparecido,  Hog/^Af^^i  tax^  alto 
{(xádo  dé  editara.  Dapaix  mamona  ootx  eatiin^on  laa  putnras 
ú»  Palenque;  A  kfque  podemos  vec  w  1%  l^AÍM  ppblio^da  por 
St^pbens,  creemos  que  la  paite  superior  represei^t^  '4  xm  músi- 
oo>  tocando  nn  inaiaramanta  oompnéatQ  de  noi  aro  cari(X)  coa  tres 
cnerdas  en  lo  alto,  kerido  por  medio  de  xvx  palo  recuryo;  la  figu- 
ra lleya  delante  de  la.  boca  el  símbolo  delca^to^da  los  geroglifi- 
eos  meadcanos,  el  mismo  que'  se  adrierte  en  la  última  figura  á  la 
derecha:  es^  pues,  nn  músico  a/oompaSado  de  personas  can^dp 
en  coro.  En  la  segunda  línea  se  ye  una  anciana  metiendo  6.  sa- 
cando dé  una  olla  unas  bolas  de  aUmento,  que  recuerdan  los  t^ 
males:  la  olla  descansa  sobre  las  piedras  que  entre  los.  aztecas 
formal>an  elÚJecudlU  ú  hogar.  Sigue  otra  vieja  ocupada  en  moler; 
és '¿▼identeraénte  él  meÜaU  el  qué  tiene  deliúa?te,  lo  que  indica,  q1 
«altivo  del' máíz^  7  el  empleo  del  grano  en  los.alime^tos  que  fue- 
roi^  comunes  á  laa  razas  americanas  del  Sur.  Las  dps.figui^  si- 
gtiidntes  conveman, aunque  noa»  compréndela  intencfoB.  £n el 
principio  de.  la  tercera  linea  se  trata/de  la  i|onsulta  á:ima  divini- 
^•daá^'él  aÁp^etó  d^  ésta  és.defortnei  de  un  ani^o^l^  de  maneifi  que 
áqifél  puebk)  tenía  símbolos  terriblea,  it^oos,  se.  ha^bía  lanzado 
á  la  idolatiía,  perdiendo  la  dóc^riba  e^idtpfiAistaprediQí^f  por 
Zamná.  Signen ima  guarreros  combatiendo;  sus  armas' so^^lan- 
fias,  qneíá  la  manera,  ea  qué  están  iomadaa  podi^raajer.  ^dos 
>óaeafía7ae,  iiótándqsé  qiBe:el  del  medio  empw^nn^  especie  de 
clafa  armada  dé  púas,  recordando. q1  fMowífíuitíí  ó  espada  n^xi- 
"Cana  dé  tiempos  más  modernos.  Las  dos  p^rim^r^  .figura^  de  la 
-éuarta  f faiea,  hombre  7  mujéáí,  son  nsoánidcencia  4^  núa  .costum- 
bre íntima  practicada  aún  en  algunas  tribus  d^.  S^itnoi;^:  Siigue 
un  signo  idáatico'al  qué  en  la  escritura  m#zimna  B^lw^.f^fichi' 
máCUy  significa  fi^erra  ó  batalla.  Se  rafier^  eyí4«A^ní/Bn|^  al 
'cnadro  siguiente;  es  nba  gran  canoa  propia,  de  un  pUf^)>)9  b^í- 
timo,  los  tripulantes  acomodan  en  ella  á  im;a.tmijeri  mientras  xm 
hombre  va  precipitado  de  cabeza  al  mar,  casas  per  canas  áia  cos- 
ta, 7  más  distantes  se  perciben  reocrridaaporalgsnos  guerreros; 
es  una  espedicion  pir&tíca,  una  irrupción  en  país  enMaigo,  )r  el 
botin  es  trasportado  á  la  canoa.  Signifique  un  agravio  bpcho  á 
tierra  lejana,  ó  un  desembarco  en  la  costa  7ucateca  de.  geiites 
desconocidas,  la  embarcación  da  idea  de  ciertas  aven^raa  marí- 


Ué 

tímas,  7  dé'  ^e'en  aq«^taí4$p(>4i  Mtabfia  adolantftáaB.iiuí 

86  .encti^6<«  nuil  W  la  ^ra .  queisirvq  da  .c)a.Yrf.al«nio;>e«  Mr 
Tiosá,  iSé  Í9dl¿Fteé  büíUaliitdt  «ttire'  los  :<)ae  predomiiuio  ei  r^o;  jr<6l 
verde.  ''Bl^eáent^iiiiá  rtkda^figa*alituHBnar>  rodeada,  de /g^oo- 
glfddofe'  qu^  i'Bfdadíablétnettte  'oHMitaiir  sni  fa¿Bioriá>  tidWiSiO.  pvig^- 
das  d6  '4arga  '|)0r'  IS'de-'aiíehwa,  Tenltaiiido  Tel  toSoi  iBoioC*  (L) 
PhitúrMy  j;éÍH^lí¿d08  réftérén  i  Eíiifbá.la'^pbca  d0:CfaMie&,  A 
dos  le|^aflí<4é'XtiI  víó  tattibi^iii;  Stepbe&sidibiijesiqueh  ie: jréoordj»- 
ron  las  pró<3Ssiotíés  dd  las:  totubas  dei^ebaap^)  qü  lUrbideipis- 
liáras' semejatíteá  í  }a^  áé  £mie,  (3)  tai  oaiaQr.ea  Saj8i^a1[,.^é)/jí7 
■Talbota/{5)'  ••'  *   -  •'•  ■  -«f  ■^'  •     -n'  •:-  .•     ,.  'c  ..  i  I'.'    t.l  :  t)í..ia* 

El  édifii^^  láás  a^aréBto  de  .CUriokotí  es  al  Oiatillo..  8a.  fliaUa\á 
'distarla  dé'  500  pies  al-  90.  del^i^oio,  midktndoielteiímdQ^e 
S.  á  K  196  )s^^'lO  ]^Igadas,  yidé  E.i^O.  ilO^  jr^&diiííalÁumji^ 
lado  oriental  yr&áeútA^ÚQBi  sscalsva  4e  81^  pías  ¡dé  smofaiara^  ji .  fil 
N;  otra  de  45 ^bn '90  éséAlóQaeí^'aitpiái^ei^llaB.ae»  Yfiii>dos  «cim- 
asas colosales  áe  sé)^ietité  oón  b&  bott^ábieütery^la  lebgttad^llie-. 
TK  €ja  i^UtatoriM'  supetlst  de  K.  i  B. ^tídnia J61/piés  Jiiá  áfi:  &  á 
Ó.; éledrfiléié, «u las^iaismaa üise^^dioheéi á8  y:^ (£(ó'j)tf44Íf!llo 
dé  nótásófílátlKIi^Hértal^'lé^'dii^éB'de  gx^ 

^eséiiV^dáél/  tttt  b¿jo;t¿lié^é  cJfifpiediniysps^^jd¡tfcndo^4a.^Sft$yqLa 
en]r&^  Vástído  ^"¿dt^iíO^rééabrdaavelí]^^^  y<íU«íai¡t  jj^^saúq^me 
ofreté  ^o^*^ikÍÉéi'4«adt»dta3¡dé  fep¿B  4;^p61gflidae  ,díé/«l^«r#;.7 
l^^él^'I^tflgatlaá  {Kn*  ladd;>oiúft  ñWtio 

'caráfl/iófj^feáiido-  MMtísas  vi^as^da  'iMpote,  taUjkdMiprlft<MEfiS!f^ 
teenté  oon  ctikoSbd^ítí(á4iíoadoadüiajaís/aiiiú^^ 
cotóidotfp^''él-'lieiiíj^:'*  (6)íjí^^ííó  a  »  "í/-  /-i .,  1;  >;í  ,  ;  j  j  r.  .»7(f 
dtephi^s  ref#Éritié'-stitjaid6ii;0erai  da  ki|.  íuímís  «te  ChÍAli9%i^n 

*  eata§^ltó»M7^'Y^iá'íteebinttrtiob'>uoaío^  t^egse^I: 

est^  iglt(d«ídeá^iiO'lQ^r(av<a(ni8lmidar^eniÍA  mis»na;¿{»p(oa,  pcffflf  e 
se^senl^m'^ffeMigbNf  ¿eí  iiamposíAivBxaosi  aanqa^  iQ^iidieAii^- 

"•     '     .'h  prMnj"  \¡  r   r't*')  ...  ai  1«,  :•  .so./.i  -i  t  J/j-.ii;?  *HTír  .*;/*'»ru/ií  xi 


a  iÉéj«r<eofts»wadiMqna^ii¿hfca?ite^^  íma^  el' aspeóte  de 

tmé^gran^áitft^ífjídad;  ÍBAaAiAdeHMi»to^qtie4A-«ns  ••^fieios.  upoB 
eé&>¿M  inejM^ad  otM»;<{^J*%Mí]iÍ9fy«l0S'li«n^deilMbertara8- 
'WniAú  4Biftr«.4M  tí^ttpM^  ^m  ^oénstmeoifotí/^  (1)'S&  «leeto.t  •éa 
<9fb0é^i^Jeta  €tt»tfthen<  qué^fer^léoíitUnc^  üen.üDs'ediicios  eg.notfs 
Vee^  cMMv^' ieverii/MfMHooiiQfAiMd^  artl4ete)M^Jd|rtt|I08de8- 
«ündiMi  0ollr€M^  siilriitdi^iiiiéatrMP  Ibr  demiifll  <Mnipíai4aiií  iatUoraa  de 
'MV«adM^MMtmt4o6'4#iIyl•dtM;'lacáC^^  uiBtaa^no'.M:  en 

feéAdB  tM  MálMÍda  7  fWft«lf»:'¿o«irel^4iatoral  admttirviÓBrobve- 
MTcte  lae#l^«illiea»d€^*«OitMl|fij€Már<4^^  Id  i^eqoeriáiir  áais 

'OÍJM)a**tartiW!as*j  v-'i. ..:!..  ».M  r  uí  -..-i  -í^íí'      ..  ;.,  .  ii    ,  .  •  .     ..-^  ., 

BeanM  tlito*  <|íie  'Ohklieii  pireeeDÉá  marcadi»  analogías  oón 
Btdctt^qiie:  ^^ehsMSiiiiioi.óaeo  «a  >h|klla  Eidwh.  I^aataíMAdeieate 
nMAMT^se  eiieti0ii;liríitt«ii 'ka  tietiÍAi^deoiMkunidadidBl  paefailode 

^iflteAe^Qafito^úpiilkíká'éladadi  iJesoaMai^lw^eídA&éíoaíisolM^ 

"DiiméDtaoiim  «bilit>tt«UQhi  y  ftkáeéoia^t<oii  fa^paiqtdwiwidadiqiie 
eliff8iito:<ll^Ub¿de'^e»]M^'ípMÉeiita4cfe  adohMM^tédci»6¿iUaaBo 
d64áJ^ptttt3fl^4él^iKb  jdtMbeí)>^)  it^  ifit.pitfade 

freAté|<  jr^al'  ^Ifi^úlimiUmaA  iw^Mso^/i^  la.  itaiiaíoii  la  láxtiiaovdi* 
'riariii^i*yi€tt»>áé^iÉdoitw<a#4ftfli^ 
laií<M«urtinMÉÍMcwdaiOMi]iUr'4e&flilaiparte  ttrfiHbr haatá'  hí loto- 

ittiaa^qbeMéi^f^isgfct^ite^'t^ 

e^iiÁaüMÍiiiifíifAá(4M^^  •««(  lei4M^4#  laroemn;" 

pllóatfí»«i44abMí^éiiftMM^óK^«6  4M0tta^n¿ei^ 

'etíé9íí^íá&>é^titpT^^  4á  'Jpft»te'itil^rioivMp'«linMbiiaba>  d»  ila 
"^oÉÉtiiflá,  áí Jiift^«btifií¿ltfá»4e4ic(b«r  ptidaeiMadd  tnik  «ttetaftáAgfaáft^, 
-«iip«riw  A4a'^teftte4tteibií«ie'T]hifltta.i>tAoo^^  eóiww- 

.'bio  laiitípítéHM»  jittí^a  i^oi4m  )N^iMi»áe  dovesi^d^  a^toíadml* 

tidoffwiáwéototK^'lii^ 

liMa^Tri6lá>de«tea>coaoéidasí  jCix^iiQedila  ImUDárie, 

Mde^imáMPf^0eB<fiMk«diaá^  iN^  «aaieépaeie^ae^ofreii- 

'TdáxpraisMMbi|>ar  Iloa:«Mb6i4oi^  ;rier 


f 


(1)  Pág.  828.  '"*'  -^  •    '"  '    ' 

I    '  (2)  9tepheii0,  Tnofttan,  tom.  I^  oap.  XVII,  pág.  888:  '     V  {  : 


Los  dinteles  da  las  pooriM  sea  ide  f^esM<¥Ígw  de  MCbdUra  de 
zapote»  lÜl.qae  SteUpeofli  arv«M¿  de  miO  de  loK  M^&sip»,  '"lepre- 
•senta  una  fignmíCa  pié  sobre  «nii^espieiijbe;  el  yosteo'iestíL abona- 
do y  caMomido;  el  tocado  lo  for«ia  ftn^grfoi  plumlkje»  y  el  oarée- 
ter  general  áé  la  figuva  y  de  ios  adornos  es  al  aniamoi^ue  :e^ 
da  las  p«raoiiaíS  representadas  e&  las  pav^  Aqnel 

jEaá  el  priíaier.t^bjeto  por :  nosotros  daa^nbjerto,  0Qn  ian  notable 
semejansa  en  los  detalle^ >y  lelafiíoña&dQ  tan  edtareebamante^tlQs 
constructores  de  aquellas  dístantoa  eiudades."  (l)í£k>brelas  jafii<- 
baa  de  una^^pnerta  existen  ^io^  ipapoa  tallados  en  piedra»  (9)  Re- 
presenta la  primera  un  guerrero  en  pié,  delante  del:eiiial,ae.MrQ- 
dula  una  persona  ornsando  los  braaos  sobre  el  tpeobó^  Xiaaegun- 
da  presenta  un  personaje  ex^pié/y  la.igMMarrodiUada  delunle 
lexsfreoe  úñaArma^  Iíios  tocados  y  lob.vestidM  son.  idáiitioos  4 
los  palfineanás»  y  no  deja  dudí^  acerca  de  la  iNunejanmla  línea  ^e 
eseritusahcalcmUforin^  colocada  enlafaajad^l  irelieve«  Llaimwla 
ateneipn  queí  losr^üostros  ostenten  una  naiía  re^ta  icaipinelongada 
a|  iutfiaonto^  igual  i  la  ya  notada  en  0]iijolm^en4a  eai^a  del.^'que 
escnbe  en  IsSiittmeUafr."  ^4^  explicamos  que  ániXM^ifque  la  ña- 
fia aírqAéádá  en  pMtÜBa,  sigttificÉndo.  categoría  <^  Ms4irpor  w3ití9- 
cion/.podemosí  ásegaran  qua  eato^potesoa  |»i9o]m¿aciotir.toQÍaapti- 
caeion  semcyanto;  si  se  admitoe  lacgumento^Mpftdi^ea  anedkt  que 
elpaeblo.de  Obicüensel  de^SabykstilTielxwnetaeímfa^c^^  ^1 
palencanoi  y  aanq^del  JBU4nio  otigenf  s^dif^^nciabw^eAi^piviQl^re 
ya  que  se  dlstins^iian.  por  el  aiomo^r>Ai(ffM$^6tpBiímrj:ym4^ 

•  PdLenque^  tomo  h^mo^  repodo,'  usau/el  massOatl  -mmw^JÍ^- 
mado  por  los  jniigrasea;^  cpi»o  otn>  pnnto^ei  Min^*an«H  ^klcéMos 
que/ el  9ixm9k4jafm^  mencionada  se  ocokipoteite  i^lmo  ariiMf^  de 
punáw  latei^Sitjr  torminado  ein  nnlt  cvOM^aar.redoAdiG^  .también 
«rnada  de,pMtae(en.ia.Mina>ints«iáiMl^ae*ti^ 
ataa.de:€!lij(Cbe»i  y  el  ^m^wníMia  «otecsi  ali^bien  .niodíficado:  és^» 

,  supuesto;  qmej^Mtre»oeam<rfH  de  J^es  tn«H>a4e;ohsidiaqsc '  í 
fScteéiinadíir  iMitecradea  se ^ levan tsi.^un  are»,?) ffdftlá.püama 

•  iorma^fle^los^demas^iBoi  ja9a.ábertwa^d«Í]A)Mí<s^psaa^^ 

i  da  |i>nBtiQ;f<^ion»4M#kme  ien  au  .0tond«m*>lLse^^JaáebWéocp]í^ 
su  historia;  pero  en  su  de8oladÍMí3''lQled|identflelairt]üju^ 

(1)  Locod*.  pág.  40«.  ..  .^ 

(2)  Ibid.  pég.  412.  » 


417 

■ 

lo  rodean,  «e  alza  oomó  la  orgiillosa  memoria  de  algnn  triunfo 
Tcmáfío;  aeaso  como  el  arco  de  Tito  en  la  vía  sagrada  de  Boma^ 
foé  erigido  para  conmemorar  algona  viotoria  so^re  los  enemi- 
gos/'(1) 

Antes  de  terminat  con  lo  relativo  á  estas  minas,  mencionaré* 
moe  nn  hecho  notable.  Sobre  nüo  de  los  grandes  terraplenes  con 
los  escombros  de  dos  edificios  armiñados  á  la  derecha  yá  la  iz- 
qnierda,  en  el  centro  ''hay  un  cercado  de  piedra  de  27  pies  cua- 
drados de  superficie  y  7  de  altura,  como  el  que  rodea  la  Picota 
en  üxmal,  y  al  examinarla  encontramos  que  la  base  de  las  pie- 
dras estaba  esculpida  y  llena  de  geroglíficos.''  El  mismo  objeto 
llamado  Picota  en  Uzmal  (2)  fué  visto  sobre  otra  piTámide,  y  se 
encuentran  otros  semejantes,  derramados  en  los  patios  ó  en  las 
caras  superiores  de  los  terrados.  Según  infiere  8  te  phens  y 'nos 
informan  algunas  personas,  esas  piedras  cilindricas .  enhiestas, 
tienen  atingencia  con  el  culto  del  phallus,  reconocido  por  los  pue- 
blos de  Oriente.  Los  habitantes  de  Palenque  practicaban  el  mis- 
mo culto,  y  pruebas  evidentes  tenemos  encontradas  en  los  figu- 
rines de  barro  y  de  piedra  de  aquella  procedencia. 

Xlabpak  contiene  un  buen  ejemplo  de  lo  que  en  aquellos  edi- 
ficios se  llama  camscen^adas,  es  decir,  grandes  macizos  de  piedra 
y  mezcla,  cuyo  objeto  aun  no  ha  podido  ser  explicado.  Dofs  fren- 
tes opuestos  ofrecen  bajos  relieves.  '*£n  estos  lugares  habia  ba- 
jos relieves  esculpidos,  y  exceptuando  Palenque,  era  el  sólo  lugar 
en  que  durante  nuestros  viajes'  los  hubiéramos  encontrado.  Oa- 
minibamos  en  dirección  del  Palenque,  aunque  á  gran  distancia 
de  él;  era  menos  pedregoso  el  aspecto  del  país,  y  la  vista  deaque* 
líos  relieves  y  el  tamaño  y  la  profusión  de  los  adornos  de  estu- 
co nos  hacían  pensar  que  más  allá  de  la  superficie  de  la  piedra 
calcárea,  los  consltuctores  habían  sujetado  sus  obras  á  los  mate- 
riales que  á  la  mario  tenían,  y  por  eso  en  Palenque  en  lugar  de 
fabricar  las  fachadas  de  piedras  labradas  las  decoraron  con  es- 
tuco, en  los  que  'pusieron  más  esmero  por  no  tener  los  relie- 
ves;" (8)  Sin  duda  por  estar  maltratados  y  confusos  aquellos  di- 
bujos, juzga  Stephens  ser  inferiores  á  los  del  Palenque.  Notamos 

(1)  Loco  dt,  pág.  899. 

(2)  Ibid.  página»  887  y  89T: 

(8)  Stephens,  Yacatan,  tom.  ü,  cap.  IX. 

63 


^8 

en  UQQ  de  loa  cuadros,  qiae  la  figltira  no  6ólo  tiene  prolangada  ia 
n^i^iz  sinoreccurya  haoia  arciba;  01  ladíetinoion  en  aquellos  pue- 
blos consiatia  en  estos  adíanos,  donosos  debían  de  estar  los  no-* 
bles  de  aquella  población.  De  todas  maneras  Chiclieny  Kabah  7 
Xlabpak  parecen  correepondec  á  la  misma  época  en  Yucatán/  y 
traer  directamente  bu  civilización  4^  los  moradores  del  Palenque. 
A  pesar  de  la  prevención  con  que  un  norte-americano  mira  las . 
cosas  propias  de  los  pieles  rojas»  Stephen^^n  Yucatán  marcha- 
ba de  sorpresa  en  sorpresa»  y  tal  vez»  á  pesar  suyoi  exclama  re* 
petidas  veces,  que  aquello.no  lo  imagiuaba,  que  nunca  había  yisto 
cosa  semejante.  La  admiración,  creció  de  punto  en  Uxmaly  á  fe 
con  sobrada  jitsticia.  Aquella  gran  ciudad  es  una  verdadera  ma- 
ravilla, ya  tío  tome  por  la  extensión  de  los  terrados,  y  de  los  edi- 
ficios, ya  se  atienda  al  primor  y  á  la  limpieza  de  los  adornos.  De 
éstos  nos  dice  el  apreciable  viajero:  "£1  estilo  y  carácter  de  aque- 
llos adornos  son  absolutamente  diversos  de  cuantos  habiamog 
visto  antes,  ya  en  éste  ya-  en  cualquier  otro  país;  no  tienen  seme- 
janza alguna  con  los  de  Copan  ó  Palenque,  pudiando  tenerse  co- 
mo únicos  y  peculiares.  Entre  los  objetos  inteligibles  hay  cua- 
drados y  diamantea,  con  bustoe  y  seres  humanos,  cabezas  de 
leppardo,  y  compuestos  de  hojas  y  ^ores,  y  de  los  dibujos  cono- 
cidos en  todas  partes  por  ^reco^.  Todos  los  adornos,  sucediéndose 
unos  á  otros  son  diferentes,  formando  un  conjunto  extraordina- 
rio, rico  y  complexo;  de  efecto  á  la  par  grandioso  y  bello.  La 
ejecución  no  es  menos  sorprendente  y  peculiar  que  el  efecto  ge- 
neral. No  son  superficies  ó  simples  piedras  representando  cada 
ui>a  por. separado  un  objeto  entero,  sino  que  cada  adorno  ó  com- 
binación está  formada  sobre  una  piedra.separada,  en  la  cual  está 
entallada  la  parte  que  le  corresponde  y  colocada  después  en  su 
sitio  sobre  la  pared.  Cada  piedra  por  sí  es  una  ^queña  fracdoiiy 
que  colocada  al  lado  de  las  otras,  contribuye  al  todo,  que  sin  ella 
quedaría  incompleto.  Tal  vez  debería  llamarse  con  más  propie- 
dad, mosaico  esculpido."  (1) 

.•<<La  casa  del  Gobernador  es  una  de  las  más  extensas  6  impor- 
tantes construcciones  de  Uxmal;  está  fabricada  enteramente  de 
piedra  labrada,  midiendo  el  frente  320  pies  con  40  de  ancho,  la 
altura  cerca  de  26.  La  fachada  tiene  olice  puertas  y  una  en  cada 

(1)  ptepheiis,10entral  Amárioa,  tomo  II,  pág.  421» 


tí» 

lado  final;  las  piezas  son  estrechas,  no  excediendo  en  lo  gefiexal 
de  12  pies,  precisamente  el  espacio  para  colocar  nna  hamapa»  Jo 
que.  constituyó  j  constituye  los  lechos  del  país;  algunos  midan 
60  pies  de  largo  y  23  de  altura:  no  aparecen  en  ellos  decoraeio* 
nes  interiores  y  carecen.de  ventanas.  La  parte  inferior  del.edi'^ 
ficio  es  de  piedra  labrada  plana,  siendo  la  superior  singularmen- 
te rica  en  •  adornos.  Comprendiendo  el  frente,  los  costados  y  la 
parte  posterior,  cuenta  752  pies  de  acabados  dibujos,  en  los  cua- 
les quedan  aún  visibles  las  huellas  del  color.  En  todas  las  piezas 
se  empleó  el  arco  peculiar  del  país;  los  dinteles  de  la  puerta  son 
de  madera;  material  más' costoso  que  la  piedra,  aunque  manos 
duradero;  desdichadamente  se  han  destruido,  y  las  obras  que 
sustentaban  han  caido  en  algunos  lugares,  perdiéndose  mucho  de 
la  belleza  del  edificio.  El  adorno  sobre  la  puerta  principal  con- 
siste  en  una  figura,  sentada,  de  la  cu^  quedan  vestigios;  el  toca- 
do de  plumajes  está  más  entero,  siendo  desproporcionado  pava 
el  tamaño  de  la  figura;  á  cada  lado  se  ven  barras  paralóla»  de  pie- 
dra, entre  las  cuales  se  notan  muy  bien  esculpidos  geroglífioos. 
Tal  vez 'fié  quisieron; representar  en  la  cornisa  los  repliegues  de 
una  serpiente,  dando  la  vuelta  y  envolviendo  todo  el  edificio.  La 
Oasa  del  Gobernador  se  alza  sobre  tres  terrados,  el  más  bajo  de 
3  pies  de  altura,  250  de  ancho  y  575  de  largo;  el  segundo  de  20 
pies  de  altura,  250  de  ancho  y  545  de  largo;'  el  tercero  de  19  pies 
de  altura,  30  de  ancho  y  360  de  largo:  todos  son  de  piedra  y  en 
regular  estado  de  preservación."  (1) 

''Cerca  del  centro  de  la  plataforma,  á  80  pies  del  pié  de  la  efl*  > 
calera,  hay  un  recinto  cuadrado,  compuesto  de  dos  capas  de  pie- 
dra, en  el  que  se  alza  en  posición  oblicua,  cual  si  se  estuviera 
cayendo  ó  hubiera  ^ido  trastornada  por  algún  esfuerzo,  una  gran 
piedra  cilindrica  de  ocho  piésde  altura  sobre  la  tierra  y  cinco  de 
diámetro;  llama  fuertemente  la  atención  por  sus  extrañas  é  irre- 
gulares proporciones,  sin  relación  con  la  regularidad  y  simetría 
de  los  objetos  alrededor.    Por  su  {flpcion  aparente,  indudable- . 
mente  estaba  destinada  á  algún  uso  importante,  y  relacionada 
con  otros  monumentos  allí  vistos,  induce  á  creer  que  tiene  atin- 
gencias con  las  ceremonias  y  ritos  de  aquel  antiguo  culto,  que  / 
existió  entre  las  naciones  orientales.  Los  indios  llaman  á  la  pie-                          / 


(V)  Oatherwood,  pág.  IS.^Stepheiui,  Yucatán,  tom  I,  cap.  vm^  ptfg.  163  y  aig. 


I 


/.» 


•^%' 
^  ^ 


< 


dÍM^'^La  Pio6ta.*'  (1)  Ya  Timos  arriba  presentar  Kabah  la  misma 
vMiiiiisoeiieia. 

A  sesenta  pies  de  la  Picota  había  un  túmulo  circular  de  uno» 
seis  pies  de  altura;  esoaTado7por  Siephens  (2)  á  instancias  del  Sr. 
Otiira  Carrillo,  se  eneontró  dentro,  á  unos  cuatro  piás,  un  sólo  tro- 
nzo de  piedra  esculpida,  de  tres  pi^  dos  pulgadas  de  largo  j  dos 
de  altura.  'Tareoe  que  se  quiso  representar  una  doble  cabeza 
de  gato  6  de  lince,  y  está  entera,  á  eiccepcion  de  tener  un  poco 
quebrada  una  pata:  la  escultura  es  ruda."  La  figura  á  que  el  en- 
tendido viajero  se  refiere  es  idéntica  al  asiento  ocupado  por  al- 
guna de  las  divinidades  del  Palenque  (Y.  Dupaix),  y  sin  duda 
existió  sobre  el  loino  del  animal  bicéfalo  algún  dios  de  la  estirpe 
de<los  de  aquella  ciudad,  üxmal  con  su  picota,  sus  geroglífícos 
7  esta  piedra,  se  refiere  también  al  Palenque,  aunque  indudable- 
mente de  más  lejos  que  Ohichen. 

Sobre  la  gran  plataforma  del  segundo  terrado,  en  el  ángulo 
N.  O:  existe  la  casa  de  las  Tortugas,  llamada  así  por  una  hilera 
de  ellas  entra  los  adornos  de  la  cornisa.  "Este  edificio  mide  94 
pies  de  frente  y  34  de  ancho,  contrastando  fuertemente  con  la 
Oasa  del  Gobernador  en  dimensiones  y  adornos.  No  tiene  las 
rioas  y  primorosas  decoraciones  de  aquel;  pero  se  distingue  por 
la  belleza  y  proporción  de  sus  dimensiones,  lo  simple  y  severo 
de  los  adornos;  nada  tiene  que  raye  en  lo  ininteligible  ó  grotesco, 
nada  que  choque  al  gusto  más  puro  arquitectónico,  aunque  des- 
graciadamente se  está  delatruyendo."  (3)  Todos  los  edificios  in- 
dicados y  pocos  más  ya  en  ruinas,  ocupan  los  terrados  que  sus- 
tentan la  Oasa  del  Gk>bernadcr. 

^  Lia  Oasa  de  las  Monjas  se-leívanta  también  sobre  tres  terrados; 
eL  inferior  de  3  píos  de  altura  y  20  de  ancho;  el  segundo  de  11 
pMs  por  45,  y  el  tercero  de  4  piás  de  alto  y  5  de  ancho  á  lodo  el 
largo  del  edificio.  El  frente  de  óste  mide  279  pies,  de  forma  cua- . 
drangular  y  con  un  patio  interior,  al  que  da  entrada  una  puerta 
6- más  bien  xm  arco.  El  pat|^resenta  cuatro  inmensas  fachadas 
adornadas  condpletamenti^e  los  más  ricos  y  primorosos  ador- 
noS)  superiores  á  todos  los  de  üxmal;  mide  214  piós  de  ancho  y 


\^ 


(1)  Siephens,  Yacatan,  tom.  i;  pág.  ISl. 

(2)  Loco  cit.  pág.  18Z 
(S)  {bid.  pág.  186. 


m 

258  de  largo.  Ija  -fachada  más  importauie  es  la  de  la •  is5qoi^fda< 
"Tiene  173  pies  de  largo,  j  se  dijtiugue  por  dos  serpientesvoloaft- 
les  entrelazadas,  que  se  extienden  por  todo  el  edificio,  conteniendo 
los  adornos/'  (1)  Jja  cola  de  las  serpientes  termina  como  las  -de 
los  terribles  animales  llamados  víboras  de  cascabel;  la  cabeza  es 
la  de  nn  dragón,  con  las  fauces  abiertas,  asomando  entre  ella» 
un  rostro  humano.  Sin  duda  alguna  representan  la  Oihuacoatl 

6  mujer  culebra  de  los  mexicanos,  pintada  de  la  misma  manera 
en  los  geroglíficos  aztecas,  j  tenida  por  iSstos  como  la- Eva  ó  pri- 
mera madre  del  género  humano:  curioso  6  importante  es' encon- 
trar este  mito  en  pueblos  tan  diversos  y  distantes»  La  facha- 
da á  la  derecha  de  la  puerta  es  la  más  entera.  "Es  la  más  pura 

7  fiíobria  en  dibujos,  y  descansa  la  vista  con  esta  agradable  com- 
binación de  los  complicados  diseños  de  los  otros  frentes.  El 
adorno  sobre  el  centro  de  la  puerta  de  entrada  es  el  más  impor- 
tante, complicado  y  peculiar  al  estilo  empleado  por  los  construc- 
tores, revelando  sus  mayores  esfuerzos  artísticos.  Los  adornos 
sobre  las  otras- puertas  son  menos  sorprendentes,  más  simples  y 
agradables.  En  el  centro  de  ellos  se  ve  una  máspara  con  la  len- 
^a  de  fuera  de  la  boca,  y  encima  un  complicado  plumaje;,  entre 
las  barras  horizontales  hay  una  hilera  de  adornos  de  punta  de  dia- 
mante, visibles  en  ellos  los  restos  de  una  pintura  roja,  y  enjel 
término  de  cada  barra  una  cabeza  de  serpiente  con  la  boca  abier- 
ta" (2) 

En  el  centro  de  la  Casa  de  las  Monjas,  se  ve  otra  picota.  Más 
bajos  se  alzap  varios  edificios  muy  arruinados,  á  una  porción  de 
Jos  cuales  dio  Stephens  el  nombre  de  Casa  de  los  Pájaros,  por- 
que el  adorno  exterior  se  componía  de  plumas  y  pájaros  ruda- 
mente esculpidos.  'fLa  porción  restante  consiste  en  piezas  muy 
anchas,  dos  de  las  cuales  miden  63  pies  de  largo,  14  de  ancho,  j 
cerca  de  20  de  altura,  siendo  los  más.anchos  en  üxmaL  En.uno 
de  ellos  se  ven  los  vestigios  de  ana  pintura  bien  conservada,^  j 
en  el  otro  hay  un  arpo  qtíe  es  el  que  nías  se  aproximaá  los  prÍ9« 
cipios  de  ia  estructura  de  clave  en  todas  las  ruinas.  Esipuy  sa« 
mej^te  á  los  arcos  primitivos,  si  así  pu^dep  llamarse,  de  Ipa 

(1)  StephtBi,  TvMtan,  Ioib.  X,  «ipu  XIV,  páf.  dOt»  , 

(S)  Loeo  elt.  pág.  SOS.  \'  , 


éttnscos  y  griegos,  eomó  seven  en  Arpiño,  del  reino  de  Ñapóles, 
y  en  TirjuB  de  Grecia.*' (1) 

De  estas  construcciones  se  pasa  á  la  casa  del  TJnano  6  del  Adi- 
vino, colocada  áobre  el  mayor  terrado  de  los  tJxmal,  y  desde  cu- 
ya cima  se  descubre  la  ciudad  entera;  tiene  235  pies  de  largo,  155 
de  ancLo,  su  altura  88,  é  incluyendo  el  edificio  105:  los  extremos 
están  redondeados,  de  manera  que  propiamente  aquella  no  és 
una  pirámide  sino  un  trozo  conoide.  Se  encuentran  allí  adornos 
primorosos,  superiores  á  todos  los  detnas,  "y  aparecen  sobre  una 
pared  en  contraposición  los  emblemas  de  la  vida  y  de  la  muerte, 
confirmando  la  creencia  de  existir  allí  el  culto  practicado  por  los 
egipcios  y  por  todas  las  naciones  orientales,  que  como  hemos  di- 
clío,  prevalecía  entre  los  de  üxmal*'  (2).  Sobre  el  patio  de  aquel 
edificio  se  alza  aún  otra  picota.  ' 

De  esta  altura  y  pasando  por  la  Oasa  del  Gobernador,  se  va  ¿ 
la  Casa  de  las  Palomas.  ''Mide  240*piés  de  largo  el  frente,  y  está 
muy  arruinado;  las  piezas  llenas  de  {escombros,  y  á  lo  largo  del 
techo  corre  longitudinalmente  ana  oonstruccion  de  figuras  pira- 
midales, semejantes  i  los  frentes  de  algunas  antiguas  casas  ho- 
landesas, de  las  cuales  alguna  queda  entre  nosotros,  aunque  ma- 
yores y  más  macizas.  Son  nueve  construidas  de  piedra,  d^  cerca 
de  tres  pies  de  grueso  y  con  pequeñas  aberturas  oblongas,  de  las 
cuales  toma  el  nombre  el  edificio,  por  semejar  un  palomar.  To- 
das estuvieron  cubiertas  de  figuras  y  adornos  en  estuco^  pexjna- 
'  meciendo  todavía  álgdiios  fragmentos.  En  el  centro  hay  un  aroo 
de  diez  pies  de  ancho,  y  se  pasa  á  un  patio  dé  180  pies  de  largo 

7150  dé  ancho,  en  cuyo  centro,  arrancada  de  su  lugar,  se  ve  la 
'  gran  piedra  tan  frecuentemente  mencionada,  A  derecha  ¿izquier- 
da se  distinguen  dos  hileras  de  edificios  arruinados,  así  como  en 
«1  fondo  del  patio,  con  otra  puerta  en  él  centro.  Atravesando  él 
'bat^ó  y  entrando,  por  esté  último. arco,  ¿é  laítibe  por  una  escalera, 
ahora  ai'ruinada,  á  btiro.  patio  de  100  pies  de  largo  por  85  de  an- 
'Í6hd,  con  hilera^  de  rumoES  á  los' lados,'  y  al  éxtreaió  tiii  gran  teó- 
'  ¿áili  de  200  pies  de  largo,^  120  de  aúóho  y  cerca  de  50  de  altura. 
'  XTxiá  aúchá  éscalelra  cóíidaoé'  á  ^á  parte  superior,  en  la  que 'se  éii- 

d)  Ibid.  pág.  31S.  •        ^ 


ft)  Id«m  páf .  814. 


c'«    .  •<.-•«. 


^03 

cmeatra  un  largo  y  estrecho  edificio  de  lÓO  pies  por  90;  drvldiab 
en  tres  compartimientos*'  (1) 

^^Ademas  de  esto  existía  1^  Casa  de  la  Vieja,  completamente 
arroinadaé  Soplando  nna  vez  un  viento  fnette  vimos  los  réstols 
de  la  pared  del  frente  caer  á  sn  empnje.  Está  á  400  6  600 pies  dé 
la  Casa  del  Gobernador,  y  toma  el  nombre  de  la  estatua  mutila* 
da  de  una  vieja  allí  colocada."  (2)  '      - 

No*  son- estos  los  únicos  vestigios  en  ütmnl;  otros 'mnehqs 
existen  en  espera  de  otro  inteligente  observador.  La  ciudad  se 
extendía  por  nna  distancia  mny  considerable,  y  ai  se  atiende  á 
qne  por  todas  partes  hay  restos  de  obras  hidráulicas,  de  excava- 
ciones en  la  roca  para  recoger  el  agua,  se  puede  inferir  sin  des- 
confianza que  allí  habitó  por  muchos  a£os  una  población  inmen- 
sa^ gastando  ({ran  parte  de  sus  f aerzas  en  la  coinstrucción  <3e 
templos  y  palacios. 

Los  arquitectos  de  XJxmal  conocieron  el  -  uso  de  la  coluxrma, 
que  también  se  encnentra  en  otras  partes  dé  la  península.  En 
Kabah,  por  ejemplo,  '^en  dos  de  las  puertas  del  edificio  princi- 
pal vimos  pilares,  y  fué  la  vez  primera  que  los  encontramos  em- 
pleados en  su  uso  legítimo,  conforme  á  las  reglas  conocidas  de 
arquitectura,  es  decir,' como  soportes,  lo  cuál  anadió  gran  iiite- 
■res  á  laH  novedades  allí  eta^contradas.  E¡9os  pilares  no  tenían  úias 
de  seis  píes  de  altura,  rudos  y  sin  pulir,  con  trozos  de  piedras 
cuadradas  por  basas  y  capiteles,  carecían  de  inagestad  arquitec- 
tónica y  de  la  grandeza  que  én'  otros  estilos  acompaña  la  presen - 
'  eia  de  las  columnas,  porque  carecían  de  justas  proporciones;  y 
«n  efecto,  estaban  adaptadas  á  lá  parte  inferior  del  edificio. '  Los 
dinteleede  las  puertas  eirán  de  piedra."^)  En  uno  de  lo^  edl- 
ficioe  de  Zayí,  las  columnas  forman  la  enti^da  princi{)ál,  son  re- 
dondas, esbeltas,  adaptadas  á  su  intento  y  con  capiteles  cuadra- 
dos en  una  forma  casi  perfecto;  sobre  la  misma  fachada  se  ven 
oolumnillas  empotradas,  con  adornos  terminales,  y  en  el  centro 
apareadas  y  de  muy  buen  efecto.  En  otra  de  las  construcciones, 
la  fachada  está  compaeste  de  columnillas  ocupando  toda  la  al- 
tura del  primer  piso.  (4)  Del  mismo  género  son  las  de  las  ruinas 

.  <  »  .p  •  •    •  ■ 

(1)  Pág.  818.  •*>'    í-  'í    ' 

(2)  Ibld.  pág.  820.  •  '  •' 
'3)  StepheiM,  Yacftten,  iom.  I,  ]H^.1iéS.  -^    '     •              •'  •  *'  '  :  ^'    " ■ 
(4)  Stephens,  TnoAtan,  tom.  n,  pág.  20 7  27.  '•              .:.:!•     :    *>> 


del  randia  de  Saonioté;  (1)  Iw  de  Sabaoché,  (2)  y  Lal^ná.  (3)  Ea 
Kiaio  ai  columnaa  cilindricas  Ueyan^loa  adornos  teismitialeB  y 
oentral^y  est^n  ínter cala,dab.  oon  bellos  ador noa  romboidales, 
dando  á  la  fachada  mu j  b^o,  aspecto.  {4) .  Mn  Obunhuhu  apara- 
oen  solo  I  )s  fastes  cilindricos,  sin  basas  ni  capiteles,  haciendo 
un  efecto  magnifico;  (5)  de  esta  espacie  son  los  de  Bolonohen  {6!) 
y  Sa  ?akal.  (7)  Las  hay  también  en  Ghichen  y  en  Tuluom. 

Según  puede  inferirse  de  las  nociones  que  nos  restan  acerca 
de  las  pirámides  de  Itzamal,  aquellas  .construcciones  no  todas 
deben  de  ser  macizas.  Así  lo  prueba  al  menos  el  Satun-Sat^  pecr 
dddero  6  Laberinto  de  Mazcanú,  el  cual  es  un  terraplén  conte- 
niendo en  el. interior  ana  serie  de  habitaaionesi  construidas  de 
cal  y  canto,  y  cerradas  por  la  bóveda  peculiar  del  paLs.  Ste- 
phens  (8)  le  visitó  detenidamentei.y  en  18á7  formó  plano  eftaoio 
de  la  localidad  D.  Salvador  Maria  Bodrígueas. 

No  aparece  hasta  ahora  que  el  tómalo  propiamente  dicho  sea 
tan  común  en  Yucatán  como  en  las  regiones  can^tral  y  boreal  de 
nuestro  territorio.  Sin  embargo,  encontramos  esta  curiosa  men- 
ción en  Stephens»  (9)  En  la  hacienda  de  San  Franciscoi  cerca  cb 
Ticuly  se  escavó  un  túmulo  compuesto  *'de  una  estructura  oua« 
drada,  de  piedra,  de  cuatro  pies  de  altura,  llena  la  parte  supe- 
rior con  tierra.y  piedras  unidas.  Yacía  en  una  milpa,  á  la  mitad 
de  la  distancia  de  dos  altas  pirámides  que  evidentemente  sostor 
vieron  obras  importantes,  con  las  cuales  parecía  tener  aquel  in- 
mediata relación.  Distinta  de  las  construcciones  qae  la  rodeaban, 
permanecía  intaQta,  sin  que  aparentemente  hubiera  sido  removí-  * 
da,  desde  qfie  encima  se  pusieron  las^píedras  y  la  tierra.'*  De»- 
tro  fue  hallado  un  cadáver,  sin  envoltura  de  ningo^na  clase*,  '^sie»* 
tado,  con  el  rostro  vuelto  al  oriente,  las  rodillas  pegadas  al  estó- 
mago, los  br^os  doblados  por  loa  cpdosi  y  las  manos  en  el  ouello. 


(1)  tooo  oit  pág.  86.         ■      '        , 
f í)  Ibid.  >í¿:  42.  ' 

<«)  PigB.  64  y  fl«. 
.Í4>  F<g.  73. 

(5)  Pag.  181. 

(6)  Pág.  14a 

(7)  Píg.  28S. 

(8)  8tep1iMi%  TuMlftB,  tom.  I,  pág  8>S  j  tff^, 
0)  Looo  oit  pág.  2767  aig. 


4K>Hio  SQsieiiieiido  la  cabesuL"  Fa¿  recogido  tiii  mstrttmeriio  de 
jMtft  de  citttro,  de  dos  pulf^as  de  largo,  eon  puatá^en  tiu  estre« 
-flio  y  Qu  horado  en  el  otri>,  j  íúé  recoAo&ído  por  los  indios  ptír 
tma  agnja.  Bec  igióse  también  na  jarro  ó  cántaro  ¿e  barro  bür- 
dOy  tapado  con  nna  piedra  plana,  vacío  del  todo.  La  posición  del 
eadáver  refiere  aqael  tnmnlo  á  los  tiempos  más  antignoa,  así  co- 
mo los  yasos  desenterrados  en  aqnelta  localidad  la  relaciónMi 
con  Palenque.  (!) 

'*^Eú  la  baciénda  de  Eantnnll,  á  diez  y  8ei¡^  leguas  distante  de 
la  costa,  existían  Tarios  túmulos,  en  nno  dé  los  cuales,  excavando 
para  sacar  piedras  para  construir,  encontraron  los  indios  un  se- 
'pnlcro  con  tres  esqueletos,  de  los  cuales,  segün  el  cura,  uno  era 
de  hombre,  el  sejuñdo  de  mujer  j  el  otro  de  un  niño,  aunque 
desgraciadamente  en  tal  estado  de  decadencia,  que  al  recoñócef- 
los  se  hicieron  polvo.  A  la  cabecera  de  los  esqueletos  había  dos 
grandes  vasos  de  tierra  cota,  con  tapaderas  de  lu  mismo,  y  en 
nno  de  ellos  una  gran  cilescion  de  adornos  indígenas  como  cuen- 
tas, piedras  y  dos  conchas  esculpidas  en  bajo  relieve,  y  muypei> 
fectas;  el  objeto  representado  en  ambas  es  el  mismo,  y  aunque 
diversos  en  los  pormenores,  son  del  mismo  tipo  que  las  figuras 
del  vaso  de  Tical  y  de  los  esculpidos  en  las  paredes  de  Ghichen. 
El  otro  vaso  eitnbi  completamente  lleno  con  puntas  de  flecha  no 
de  silex.síno  de  obsidiana,  y  como  no  hay  eú  Yucatán  volcanes 
de  dónde  ésta  pudiera'  tomarse,  aquel  descubrimiento  prueba 
relaciones  con  las  regiones  volcánicas  de  Máxico.  Fuera  de  ello, 
y  de  más  interés  é  importancia  que  todo  ello,  encima  de  las  fle- 
chas se  encontraba  un  cortapluma  con  su  cacha  de  cuerno:"  (2) 
fKn  duda  que  ese  ^cortapluma  no  fué  fabricado  en  el  país,  su- 
puesto que  allí  no  era  conocido  el  fierro;  indica  una  relación  con 
d  antiguo  mundo,  y  el  tiempo  más. cercano  á  que  puede  perte- 
necer es,  al  descubrimiento  de  las  costas  por  los  castellanoa. 
Tal  vez  éstos  iroc'iron  la  navaja  por  oro,  y  como  objeto  cnri«>80 
fné  sepultada  en  la  tumba  con  el  cadáver  del  jefe  poseedor. 

Las  ruinas  de  Mayapan  existen  en  el  rancho  de  San  Joaquin» 
eorrespondieñte  á  la  hacienda  de  Xcatiehacan,  diez^eguas  al  SL 

../-"••.       . '       .  ■        •         .  ¡  '.  . '    ■<■ 

(1)  Pág.  S75. 

(I)  Stopbaiik  TvMliii,  tom.  IX.  pág.  Sil. 

64 


I 


436 

de  Herida.  Ocapaunna  eiremiferaiicia  de  trea :  millaa,  yeaUbi 
contenidas,  dentro  una  cerca^  la  aatigaa  muralla  ^que  eñ  uiLtieBa^ 
po  rodeaba  la  oindad.  Los  edificios  no  quedan  enteroSi»  y  se  hth 
ce  .mención  de  sólo  dos,  como  mejor  oonser  vados.  ^'A  corta  diatas- 
cia  de^  la  hacienda,  aunque  invisible  por  tos  árboles,  se  alza  la 
gran  pirámide  que  habiamos  visto  desde  la  Iglesia  de  Teeóh,  á 
tres  legnas  de  distancia;  tiene  60  piás  de  altara  y  100  piás '  cua- 
drados de  base,  y  como  los  terrados  de  Palenque  y.Uxmal,  es  una 
obra  artificial  construida  sólidamente  sobre  lar  Usaxura.  Aunque 
tís^  de  gran  distancia  sobre  la  copa  de  los  árboles,  estaba,  t^n 
boscoso  el  campo  que  apenas  se  distinguía  estando  ya  al  pió,  y 
la  misma  pirámide,  aunque  presentando  sus  pirimitiv^, propor- 
ciones^ estaba  tan  cubierta  que  más  parecía  una  colina^' ¿notable 
0Í' por  su  forma  regular.  Cuatro, grandes  escaleras,  cada  una  d^ 
25  piós  de  anchura,  dabau  paso  á  una  esplanada  á  seis  piós  de  la 
cima:,e9ta  esplanada,  mide  seis  pies  de  ancho,  y  á  cada  lado  una 
escalera  para  llegará  la  cima.  Las  escaleras  estañen  ruinas,  han 
desaparecido  los  escalones,  y  trepamos  apoyáiidpnos  en  las  pie^ 
dras  y  en  las  ramas.  La  parte  superior  es  una  plataforma  de  pie- 
dra plana,  sin  ninguna  estructura  ni  vestigios  de  .ella.  Probable- 
mente era  la  gran  pirámide  de  los  sacrificios,  donde  el  sacerdote, 
en  presencia  del  pueblo  reupido,  arrancaba  el  coraron  á  las  vic- 
timas humanas."  (1)  Según  la  tri^dicion,  esta  pirámide  estaba  coif* 
sagrada  á  Kukuloan,  y  aunque  lá  creemos  un  templo,  pudiera  ser 
que  allí  no  tuvieron  siempre  lugar  los  sacrificios  hunuinos.    * 

El  segundo  edificio  se  encuentra  sobre  una  pirámide  arruina- 
da de  30  pies  de  altura.  "Es  dificil  decir  cuál  fuá  la  forma  de  la 
pirámide,  aunque  el  edificio  era  circular.  El  exterior  es  de  pie- 
dra plana,  de  10  piós  de  altara  hasta  la  cornisa  inferior,  y  ,14 
hasta  la  parte  superior;  la puer.^  mira  al  O.  y  ti(»n^,el  dintel  de 
piedra,  l^a  pa'red.  exterior  mide  coinco  pi^  de  ,gr<;^9o¿  la  p.uei;(fi 
.condacé  á  xin  pasadizo  .cii;cplar.de,,jtf/es  piós  de  Hnphp,  y.h^yiflP 
el  centro  una niasar sólida jciUj^dj;if^de.pi^dr%'MQ  puerco  ab^ 


tura  de  ningún  ^&ero. ;  E|,  diámetro  tot^l  del  ^di^pi^o  es  .de  25 
'pies,  así^  deduciendo  el  doble  ancho  de  la 


......    ... .,.:..      !»l?«íedydetR*8i,4iw, 

el  macizó  interior  es  de  nueve  pies  de  espesor.  Las  paredes  pre* 

aentan  cuatro  ó  cinco  capas  de  estuco,  con  restos  de  pinturas,  de 

(1)  BtmjMM^  Yucatán,  lom.  I,  pág.  Ui.   ''i  •*'   '       »  ^        '  •**'   '      "  ^^ 

iv- 


J 


y 


487 

1m  c«ftle8  quedan  visiUefi  el  rojo,  amArillo,  azul  y  blanco.  (1)  Es- 
to edificio  es  semejante,  annqne  no  idéntico^  al  Caracol  de  Ohi- 
cben  Ittái 

Entre  Ibá  escombros  se  hallan  piedras  escnipidas;  (2)  algunas 
évidentetneDte  son  del  tipo  del  Palenque  y  presentan  semejanzas 
con  Cliiclieh  y  Uxmal;  pero  otras,  fuera  de  toda  duda,  son  abso- 
Intame'áte  de'nn  género  diverso  y  no  pertenecen  á  la  misma  ci- 
TÜi^acion.  Cierto  es  que  sobre  Mayapan  se  desataron  los  íiirores 
de  la^aerra,  siendo  ésta  la  causa  de  que  sus  construcciones  fue- 
ran demolidas:  mus  también  es  evidente,  que  otros  lugares  aso- 
lados también  dejaron  vestigios  de  'mayor  importancia,  dejando 
en  sus  veBtigios'Ias  señales  de  su  pasada  grandeza.  Nada  de  esto 
último  hay  en  Mayapán;  fuera  de  ciertas  obras' pertenecientes  á 
una  época  antigua,  artíértícas  y  bíeti  formadas,  lo  demás  es  tela- 
tivamente  mucho  más  atrasado,  bien  lejano  por  cierto  d^I  gusto 
primero:  Evidentemente  se  distinguen  íillf  dos  épocas  distintas; 
lá  segunda  de  atraso  y  decadencia.  Los  terraplenes  son  de  me- 
nores dimensiones;  los  edificios  menos  sólidos;  menos  frecuentes 
'la  bóveda  y  el  ar66,  peculiares  de  aquella  i^egion:  la  pirámide  de 
Kukulcan  difiere  de  sus  congéneres,  no  sustenta  templo  ni  pala- 
cio.'Mr.  BrasSeur(3)  encontró  dos  piedras  labradas,  con  trazas 
evidentes  de  corresponder  á  la  civilización  palencana. 

.  Acerca  de  la  antigüedad  de  los  monumentos. de  que  acabamos 
de  hablar,  los  autores  le  suponen  una  muy  remota,  adelantándo- 
se Dnpaix  hasta  admitir  que  pertenecen  á  los  tiempos  antedilu- 

'  víanos/ Sólo  BtepHenSí  que  había  confundido  la^scritura  calcu- 

.liformecotí  la  mexicana,  y  uñó  de  los  r^ljeves  del  Palenque  cpn 
la  piedra  ttamada  Calendario,  opina  de  manera  contraria,  expre- 
sándose de  este  modo: — ^*Me  inclino  á  creer,  que  no  existen 

'soJ^cIeiftés  pruebas  para  ádmiiir  lá. gran. antigüedad  asignada  á 
estas  ruinas;  que  'no  son  obra  ¿e  un  pueblo  ^desaparecido,  cuva 
nistoria  no  haya  llegado  a.nosptros^^sipo  que,  por  el  contrario, 

'fundado  e¿  las  VeHexioii^sya  hechas,  infiero  que  fueron  construi- 
das póir  las  razas  habitadoras  del  país  en  los  tiempos  de  la  con- 

^   (1)  Loee  eift.  pág.  lae. 

(2)  Pág.  184.  .t      íf  .i.      ...   -      .    /  ;•    • 

(8)  Ax«hivM  de  1a  Oonunlñon  SdiuitfílqQe  du  M^néfti».  .Tgüi  %i9kk^r '  ' 


4S8 

quista  españolo,  ó  por  algono  da  svs  no  muy  remotos  pr<3tt^ 
nitores/'  (1) 

El  juez  que  debe  dirimir  esta  ouestion,  no  son  las  opf^iQffCia 
particulares,  sino. los  documentos- históricos.  Conforma  al  en  que 
su  lugar  veremos,  los  f  updadores  de  Itzamal  llegaron  á  la  penín- 
sula yucateca  el  primer  año  del  13  ajan,  697  antes  de  la  Era  Cris- 
tiana. Entre  ^9  y  386  antes  de  Jesucristo,  entraron  los  segw* 
dos  pobladores,  no  haciéndose  mención  del  reiiK>,  de  Chiohen 
Itzá,  hasta  el  ajan  corrido  entre  los  años  73  y  50.  Se  hape  refe- 
rencia i  Uxmal,  en  el  dos  ajan,  que  comprende .  á  los  añoa  528  á 
651  de  la  Era  Cristiana.  Chiohen  quedó  destruido  ¿  principios 
del  siglo  XL  Estas  fechas  establecen  la  antigüedad  relatira  ,áfi 
las  diversas  ciudades,  diciendo  que  Chiohen  Itzá  llevaba  cinco 
siglos  de  abandonada  antes  del  XVI.  w  que  tuvo  lugar  la  cojii- 
quista  española. 

Evidentemente  los  mayas,  domeñados  por  Iqs  castellanos»  no 
construían  de  la  misma  manera  que  sus  progeiiiitores.  Bepresem* 
taban  la  civilización  de  Kukulcan,  la  que  llevaron  los  tpltecas  á 
su  país,  modiñcada  por  ¡último  en  sus  relacioii^es  eon  los  meixica. 
Nayapan,  Maní,  Tibolon,  ofrecen  reminiscencias  de  bellos  edifi- 
cios^ aunque  muy  inferiores  á  los  de  Chiohen  y  Uxmal.  En  esta 
edad  se  notaba  verdadera  decadencia. 

Para  los  mayas,  los  monumentos  de  los  itzaes  eri^i  ruin^  6 
ignoraban  la  historia  y  aun  el  nombre  de  los  arquitectos.  El  his- 
toriador de  Yucatán  nos  dice: — "Quienes  fuesen  (loa  artífices)  se 
ignora,  ni  los  indios  tienen  tradición  de  ello.**  (2^  En  efecto,  loe 
indios  conocen  aquellas  obras  bajo  el  nombre  Xlab-pak;  paredes 
de  piedra,  y  preguntados  acerca  del  origen,  responden  ToU^h 
uc/ien  uincoob,  son  las  casas  de  loa  homb,res  antiguos.  En  balde 
se  fatiga  Mr.  Stephéns  en  hallar  semíejanza '  entre  los  edificios 
vistos  por  Hernández  de  Córdova,  Oríjalva,  Hernán.  Cortés  y 
Bernal  Díaz,  con  los  de  üxmal  y  Kabah;  los  que  aquellos  desea- 
bridores  vieron  llamaron .  fuertemente  su  atención,  porque  er^ 
los  mejores  y  más  grandes  de  los  que.  hasta  entonces  .encontra- 
ban, mas  no  por  ser  comparables  á  los  primeros  restos  que  ban 
puesto  admiración,  aun  en  hombres  que  contra  ellos  abrigan  las 

(1)  C«aURil  AmeiiM,  lom.  II,  pág.  449. 
(S)  (MeoiMOk  Ukw  IV, 


J 


43» 

mayores  prevenciones.  Nos  hemos  detenido  á  rectificar  ^sta  opi- 
nión, porque  al  hacer  Mr.  Stephens  el  inapreciable  servicio  de 
dar  á  conocer  al  mnndo  sabio  las  riquezas  arqueológicas  de  la 
América  Central,  Cbiapas  j  Yucatán,  divulgó  sus  conclusion^v 
que  con  el  peso  de  su  autoridad  pueden  ser  admitidas  siu  pouer^  . 
les  correctivo  alguno. 

Hemos  visto  qué  la  región  en  que  nos  ocupamos,  es  absoluta-  ^ 
mente  diversa  bajo  todos  aspectos  de  las  otras  dos.  En  ella  cree* 
mos  descubrir  tres  faces  diferentes  de  civilizacioQ.  La  primera, 
por  más  remota,  comenzó  con  los  primeros  pobladores  de  Yuca- 
tan.  Dístínguense  por  sus  grandes  -  pirámides  de  carácter  colo- 
sal j  rudo;  una  religión  espiritualista,  mezclada  con  el  culto  de 
los  astros  y  del  fuego.  A  ella  pertenece  el  primitivo  reino  de  It- 
zamal.  Nada  se  sabe  del  origen  del  pueblo,  poco  de  sus  institu- 
ciones sociales:  tiene  un  pié  en  la  historia,  otro  en  las  tinieblas 
de  lo  pasado. 

Cbichen  Itzá  representa  la  segunda  faz.  Es  la  edad  de  oro  de 
los  itzaes,  la  que  indica  mayor  poderío  y  e3plendor:  á  ella  co* 
rresponden  las  ciudades  arruinadas  de  la  península  del  mismo  ti- 
po. Esta  civilización  es  la  más  adelantada  en  America,  sin  que 
tema  entrar  en  comparación  con  las  primitivas  etrusca,  griega  ó 
romana.  Aquel  pueblo  era  gran  arquitecto,  é  inventó  el  ¡arco  y  la 
bóveda  americanas;  llegó  á  la  escritura  fonética,  al  conocimiento 
del  calendario.  Por  mucho  que  sea  el  rigor  con  que  se  juzguen 
sus  bellas  artes,  habrá  de  convenirse  en  que  pueden  servir  de 
modelo  á  los  demás  pueblos  del  continente;  originales,  sin  remi- 
niscencias marcadas  de  ajeno  estilo,  se  hacen  noiables  en  sus  re- 
lieves de  estuco,  inimitables  en  sus  piedras  duras  talladas,  te- 
niendo en  cuenta  que  carecían  de  instrumentos  de  hierro.  La 
ánica  muestra  de  estatua  encontrada  en  Palenque  (1)  no  corres- 
ponde á  los  relieves  allí  vistos;  pesada,  burda,  con  manos  y  pies 
casi  rudimentarios,  aprieta  sobre  el  pecho  un  objeto  que  recuer- 
da los  albogues  romanos:  viste  un  pantalón  exótico,  remedando 
el  tocado  al  de  las  figuras  egipcias.  No  es  el  trage  ni  la  fisono- 
mía de  la  nación  palencana,  y  acaso  sea  obra  de  pueblo  diverso 
7  más  antiguó.  Pintaban  con  más  primor  que  esculpían*  (2) 

(1)  stephens,  Central  America,  tom.  II,  pág.  Zi9, 
(i)  Dapaiz,  teioexa  expedición,  pág.  27. 


4a> 

Procedentes  del' Museo  de  los  padres  Oainaolxos,  liemos  con.- 
templado  variados  objetos  que  dan  idea  de  las  costumbres,  y  muy 
alta  del  grado  de  perfección  á  que  había  llegado  la  cerámica.  Una. 
figura  de  muy  fino  barro  blanco,  desnuda  con  un  modelado'  dig- 
no de  un  escultor;  rodéale  la  cintura  el  ex  maya,  cubriéndole  la 
j^  cabeza  una  especie  de  sombrero  de  copa  alt  \.  y  ala  angosta  ple- 
gada como  un  fafalá:  una  semejante  presciitan  las  pinturas  de 
Chichen.  Altarcillos  de  barro  idénticos  á  los  de  Copan,  con  una 
pirámide  en  que  se  destacan  tres  cabezas  simbólicas,  que  pare- 
cen representar  la  trinidad  maya,  ó  el  trimurti  de  los  hindus. 
Figuras  sentadas  con  las  piernas  cruzadas  á  la  manera  oriental, 
cubierta  la  espalda  con  una  capa  corta,  diversa  á  la  luenga  ame- 
ricana, entregadas. al  parecer  á  una  tranquila  contemplación,  ala 
manera  de  los  santones  ó  penitentes,  tan  comunes  en  la  India» 
Tipos  que  recuerdan  el  culto  del  phallus.  Preciosas  hachas  de 
roca  verde  de  la  edad  de  la  piedra  pulimentada;  cuentas  maci- 
zas con  horados  cónicos  de  los  tiempos  remotos,  ó  de  bairo  con 
labores  complicadas.  Vasos  de  tierra  gris,  ya  cilindricos,  ya  de 
Variadas  formas  elegantes,  llevando  en  relieve  personajes,  ins- 
cripciones geroglíficas,  adornos  del  mejor  gusto.  Conchas  y  ca- 
racoles pequeños  dibujados  tan  delicadamente  cuíil  si  estuvie- 
ran entallados  con  el  más  delgado  buril. 

No  abundan  las  arma<$;  aquel  pueblo  cuidaba  poco  de  conquifK 
tas,  no  alindaba  con  tribus  enemigas,  vivía  entregado  á  las  dul- 
zuras de  la  paz.  La  cruz  y  el  sol  son  los  objetos  aparentes  de  sa 
culto,  si  bien  aparecen  testimonios  de  un  variado  politeismo.  Sé 
ven  ofrendas  hechas  de  niños,  sin  entreverse  que  Sean  para  uso 
sangriento,  sino  sólo  para  ponerlas  bajo  la  protección  del  numen; 
nc  encontramos  datos  para  admitir  en  esta  época  los  sacrificios 
humanos,  ni  nos  hacen  variar  de  opinión  las  reflexiones  de  Ste- 
phens  acerca  de  los  altares  de  Copan.  Al  considerar  los  pala- 
cios de  los  reyes  y  los  templos  de  los  dioses  sustentados  á  tanta 
altura,  mientras  las  chozas  de  la  multitud  cubrían  la  llanura  al 
pié  de  las  pirámides,  no  se  puede  menos  de  pensar  que  aquel 
.  pueblo  vivía  en  la  más  espantosa  servidumbre;  sacerdotes  y  no- 
bles se  imponían  á  los  plebeyos  de  una  manera  absoluta»  distin- 
guiéndose hasta  por  ese  adorno  pegadizo  á  la  nariz,  que  tan  par- 
ticular hacía  su  fisonomía.  Así  se'  comprende  esa  inmensa  y  ru- 


J 


áSl 

da  labor  de  los  terrados,  emprendida  á  costa  de  los  pecheros,  sin 
más  proyecho  que  la  ostentación  de  los  señores* 

La  tercera  faz  de  la  civilización  la  representa  Mayapán.  Ma- 
japan,  que  aparece  fundada  en  la  época  de  Uxmal,  siendo  una 
ciudad  antigua,  como  lo  atestiguan  algunos  de  sus  moDumentos. 
Kukulcan  no  fué  su  f andador;  cuando  el  profeta  llegó  á  la  penín- 
sula, tiempo  había  que  los  reyes  de  Mayapan  estaban  confedera- 
dos con  los  de  Chidien  y  de  Uxmal.  Destruidos  estos  reinos  ha- 
cia el  siglo  XI,  Kukulkan  estableció  en  Mayapan  la  sede  de  un 
gobierno  teocrático,  de  cuya  época  datan  las  construcciones  mo- 
dernas. Destruida  la  antigua  civilización,  la  nueva  introdacida 
por  Kukulkan,  la  llegada  de  los  emigrados  tolteca,  las  invasiones 
de  tribus  bárbaras,  el  trato  con  las  guarniciones  de  los  m¿xica 
atraidos  por  los  Cocom,  determinaron  el  estado  en  que  aquellos 
pueblos  se  encontraban  en  la  época  de  la  conquista  española. 
Mayapan  marca,  pues,  la  decadencia  del  arte  arquitectónico  de 
los  itzaes;  allí  se  introdujeron  el  culto  politeísta,  los  sacrificios 
humanos,  las  costumbres  nahoas;  las  semejanzas  entre  las  civili- 
zaciones central  y  austral  que  antes  no  existían. 


1  » 


LIBRO  II. 

CAPITULO  L 

Comunicaciones  con  el  Antiguo  Mundo.. 

Canfigurcusíon  actual  de  los  amUnerUes.-^Oorríentss  marinas. --Unidad  de  la  raza 
americana.  — L09  patagones.  — Basa  hiperbórea:  los  esguimdUs. — Comunieaciones  con 
el  Asia. — Negros  en  America.— Comunicaeúm  con  las  islas. — Idiomas.— Unidad  y 
pluralidad  de  las  lenguas  americanas.-^ Lsn^ua  nahoa.— Lenguas  de  la  Polinesia. 
—  Civilieaeiml—Ofiolairia. — El  phaU'us.—El  budohismo  en  América.— Bl  Foü' 
Sang. 

LA  ciencia  admite  que  hubo  puentes  de  comunicación  entre 
el  Antiguo  y  el  Nuevo  Mundo;  esos  puentes  se  rompieron 
en  época  remota  é  ignorada,  quedando  separados  los  continentes, 
perdida  la  memoria  de  su  antiguo  trato.  Busquemos  si  queda 
algún  rastro  ó  recuerdo  de  comunicaciones  posteriores,  algunas 
de  las  cuales  hayan  podido  influir  en  la  civilización  americana. 
Poniendo  los  ojos  en  un  Mapamundi,  advertiremos  que  lo  lla- 
mado Yiejo  Mundo  es  una  reunión  de  tierras  en  que  se  encnen- 
.  tran  Europa^  África  y  Asia;  la  América  queda  sola,  separada  del 
otro  continente  por  inmensos  mares.  El  Nuevo  Mundo  se  en- 
sancha hacia  el  N.,  y  en  sus  más  altas  latitudes  se  aproxima  á 
Europa  por  la  costa  oriental,  al  Asia  por  la  occidental,  corre  des- 
pués prolongándose  al  Sur,  se  estrecha  en  Panamá,  aumenta  de 
nuevo  asumiendo  una  forma  triangular  cuyo  vértice  inferior  es  el 


j 


cabo  de  Hornos  Es  el  aspecto  nohial:  no  podemos  afincar  qiie 
siempre  idéntico  en  el  pasado,  cyae será  el  mismoen  lo  íatató. :>.% 
'^América  se  aproxima  al  antiguo  continente  á  ménos^e  6(XI^< 
leguas  marinas  de  20  al  grado  eenatorial,  por  tres  punios:  eiiisé' 
Escocia  ó  Noruega  y  la  Groenlandia  oriental;  entre  el  cabo  NO., 
de  Islanda  y  las  costas  del  Labrador;  entre  el  África  y  el  Brasik 
La  pnmera  distancia  es  casi  la  mitad  de  las  otras  dbs.  Bl  cánaL 
del  Atlántico  entre  cabo  Wrath  en  Escocia  y  Kniglitonbay  (lat. 
69^  15')  al  S.  de  Scoresby  Soand  en  la  Groenlandia  oriental,- tie» 
ne  sólo  270  leguas  de  amplitud,  encontrándose  la  Islanda  intex*. 
media  en  esta  travesía:  es  la  distancia  del  Havre  á  Yarsovia». 
De  Stadtland  (62^  7')  en  Noruega,  el  mismo  punto  de  la  Ghx^n>. 
landia  oriental,  se  cuentan  280-  leguas  marinas.  La  llanura  lon^' 
gítudinal  del  Atlántico  que  separa  las  dos  grandes  masas  conti* 
nentales,  al  presentar' ángulos  entrantes  y  salientes  eorrespon- 
dientes,  al  menos  entre  76^  N.  y  30^  S.,  se  ensancha  ^ácia  el  pa- 
ralelo de  España  ó  d»l  cabo  Finisterre  en  Terra  Nova,  donde  mi* 
de  617  leguaa  marinas.  Se  estrecha  ^seguuda  vez  cerca  del  Ecua* 
dor,  ei^tre  África  (costa  de  cabo  Bozo  .cerca  del  banco  de  Bissar» 
gos  y  Sierra  Leona)  y  el  cabo  de  §an  Boque,  La  distancifi  de? 
continente,  á  continente  en  direCQÍQn  N£!'SO.«  .sobre  la  cual  se 
encuentran  los  islotes  y  los  escollos  de  las  Boseas,  Fernando  No- 
ronha,  Pinedo  de  San  Pedro  y  French  Shoal,  es  de  510  leguas, 
suponiendo  el  cabo  d^  Sierra  Leona  con  el  editan  Sa^bine  i^a 
Ipng.  15°  39'  24",  y  el  cabo  de  San.  Boque  €«i  long.  37o  37',26"  se- 
gún él  almirante  Boussin  y  el  hábil  observador  M.  Giry.  1&. 
Plinto  más  próximif  d^  África  es  probabletn#)it0  Ih  punta  Toiro, 
ocirca  del  pueblo  d'd  Bom- Jesús  (lat.  S.  &^  7-)  mientras  el  saJlen-, 
^te  más  oriental  de  América  es  da  2^  ó;3°.máa  al  9.»entre.Bio  JPa- 
raby  lado  Norte,  y  latadade'Peirnambuco.  La  ao<$hiia'a.deL4t<UÚQff. 
tico  entre  Sierra  Leona  y  el  Brasil,  es  como  la  distancia  entre  el 
Havre  y  Moscou,  6  mejor  á  Tenoslau  en  Busia.  Las  travesías  tan 
conocidas  del  Mediterráneo  nos  suministran  comparaciones  más 
fáciles  de  ser  entendidas:  hay  de  Eseociaiá  lá  Groenlandia  orien* 
tal  (minimum  de  distancia),  como  de  Gibraltar  al  eabo  Bou;  de 
África  al  Brasil,  como  de  Gibraltar  á  Bengasi  y  á  las  eostfts  dd 
la  Cirenaica.'' (1) 

(1)  Hamboldt,  Hiat.  4»  la  'géogiKiitía  Ha  KMtmri  C^nOáaH.  Trát.  S.  «to.  M* 

56 


Determina  la  posioion  de  las  tierras,  que  las  costas  o^ientalea 
de  América,  den  frente  á  las  occidentüles  de  Europa,  y  Afric^, 
entre  las  cuales  se  extiende  el  Océano  Atlántico;  las  costas  occi- 
dentales de  América,  miran  á  las  orientales  de  Asia^  quedando 
intermedio  entre  ambas,  el  Oceaao  Pacífico.  ''La  extensión  del 
Nuevo  Continente,  es  inmensa  en  la  parte  boreal,  dice  Hum* 
boldt,  (1)  sobre  todo  más  allá  de  los  60^  lat,  en  que  el  máxi- 
mum de  amplitud  continental  de  £.  á  O.,  del  cabo  del  Principe 
de  Galles  á  la  tierra  de  Edam,  ó  si  se  prefiere  un  punto  defcer- 
Biinado  con  mayor  precisión  astronómica,  por  el  capitán  Sabi- 
na, á  Boseneath-Inlet  en  la  Groenlandia  oriental,  es  de  251<^¿  ó 
de  148^  20^  En  aquella  altura  los  dos  mundos  se  aproximan 
tanto  hacia  el  lü  de  Asia,  que  sólo  los  separa  un  estrecho  de  17^ 
leguas  marinas  de  amplitud,  (2)  y  los  Tchoukches  de  Asíp«  no 
obtante*  su  odio  inveterado  contra  los  esquimales  del  golfo  de 
Eotzebue,  pasan  algunas  veces  á  las  coatas  americanas." 

"Cuando  se  considera  atentamente  la  configuración  extraor- 
dinaria del  Asía,  y  esa  cadena  de  islas  que,  casi  sin  interrupr 
cion,  se  prolonga  de  la  península  de  Eamtchatka  por  las  Kouri- 
les,  Teso,  el  Japón,  las  Lieou-Kieon  (Loo  Chob),  Formóse,  laa 
Bachis  y  las  Babuyanes  á  las  Filipinas,  de  los  20^  á  los  52^  lát., 
se  concibe  cómo  ese  largo  reguero  de  islas,  de  tamaños  diversos, 
que  forman  con  el  litoral  del  continente  diversamente  articula- 
do, cuatro  Mediterráneos  de  much/is  salidas,  (los  mares  de  Okhotak, 
déTaraikaí,  del  Japón  y  de  la  China,)  debió  excitar  á  los  pueblos 
del  continente,  á  formar  relaciones  comerciales,  d-e  colonización 
y  de  propaganda  religiosa,  con  los  habitan tel^  de  ias  islas  con- 
trapuestas). Los  profundos  estudios  en  estos  áítimos  tiempos  d^ 
Abel  Bemusat,  Klaproth  y  Siebold,  acerca  de  la  historia  del 
Japón,  de  la  China  y  de  Corea,  prueban  la  ínflueneía  que  sus  re. 


(1)  Loco  cU.  pág.  58. 

(2). Según  las  obseryacionea  practicadas  durante  la  expedición  del  Blossom  (Bee- 
eliey,  tom:  11.  pág.  678,^  la  amplitud  del  estrecho' de  Behring  está  determinada  por 
la  í)08SDioo:del  oajbo  listen  Aú,  lat.  6#*  S'  te,''  longitud  de  Paría,  17tih  4*  U'^j  por 
la  jdel  oabo  átü  Príncipe  dü  Galles  en  América,  lat  65*  33'  30/'  long.  180»  19'  84.''  La 
¿ífftftT>ftia  entre  ambos  babos,  es  por  oonsAcuencia,  calculando  ei^  el  supuesto  da  seTi 
la  tierra  ssférica,  de  52'  9/'  2,  solamente.  Oook  creía  que  la  amplitud  del  estrecho  era 
de  sólo  cuarenta  y  cuatro  millas.  Casi  al  medio  del  oanal,  se  encuentran  las  islas  da 
S»a  XHofiotM  (islaB.4#  Kaasenteivii,  JjMamkoM^  Fainri^  BoA) 


• 

laciones  ejercieron  en  los  progresos  de  la  oiyilizacion»  y  en  la 
extensión  del  budliismo/'  (1) 

Para  nuestro  objeto,  deben  tenerse  en  cuenta  las  corrientes 
máximas.  Una  de  ellas,  atravesando  el  Océano  Indico,  dobla  el 
cabo  de  Buena  Esperanza,  sigue  las  costas  occidentales  de  Áfri- 
ca; del  litoral  de  Angola  toma  al  N.  £L,  á  través  del  Atántico*, 
hasta  el  cabo  de  San  Boque  en  América,  donde  «e  bifurca  en 
dos  ramales:  el  septentrional  entra  en  el  Golfo  de  México,  s« 
tranforma  en  corriente  oáiida,  pasa  cerca  de  la  ]flori4a,  sigue 
hasta  las  costas  de  Groenlandia,  j  al  litoral  de  Europa.  Inder 
pendientemeute  del  viento,  que  siendo  propicio,  puede  acelerar 
la  marcha  en  proporción  á  su  ímpetu,  se  calcula  que  sola  la  co- 
rriente ecuatorial,  hace  caminar  una  embarcación  á  razón  de 
quince  leguas  diarias,  mientras  la  del  Golfo  arrastra  con  doble 
velocidad.  "La  corriente  del  Golfo,  llevó  una  vez  hasta  la  costa 
^'de  Escocia,  los  despojos  de  un  buque  de  guerra,  inglés,  que  f  u4 
"destruido  por  un  incendio  en  las  cercanías  de  Francia.  Cerca 
«'del  cabo  López,  en  la  costa  occidental  de  África,  naufragó  otro 
"buque  inglés,  y  la  corriente  ecuatorial  llevó  hacia  el  E.,  al  Gol* 
"fo  de  México,  y  luego  la  del  Golfo  hacia  Escocia,  unos  barrilea 
"de  aceite,  que  formaban  parte  del  cargamento.  Las  aguas,  do 
«'Groenlandia,  llevaron  cierto  dia.á  las  costas  de  Tenerife,  ana 
^'botella  arrojada  al  mar,  á  algunas  leguas  de  distancia  de  .la  pun«> 
"ta  meridional  de,  Groenlandia."  Las  corrientes  combinadas  coii 
los  vientos  constantes  pueden  traer  embarcaciones  de  la  Ocea? 
nía,  á  las  costas  del  Ber u  y  de  la  California:  nuestros  abuelos:^ 
para  ene  ntrar,  como  decían,  la  vu^UaddFomeidej  traer  el  g^ 
león  d^  F^ipinas^  tenían  que  entnar.en  la  región  de  los  vientos 
constantes,  lo  que  indefectiblemente  los  condupía  ^  las  costas  de 
California. 

Ocupémonos  primero  de  la  raza  americana,  Sería  un  erxov 
adoptar  las  palabras  de  UUoa:  "quien  ha  visto  á  nn  indio,  los  hn 
Visto  á  todos."  Humboldt  (2)  dice  á  este  propósito:  "Los. indios 
de  Nt^va  España,  ^n  general,  se  parecen  á  los  del  Canadá  y  la 
Florida,  el  Feru  y  el  Br<asil,  en  el^eolor  pscuro  y  pobrizo,  los  oa« 
bellos  lacios  y  lisos,  ^oca  barba,  cuerpo  cargado,  ojo  prolongar. 


r 

I 


'436 

do  con  «1  extremo  inclinado  á  las  sienes,  pómulos  salientes,  la- 
bios gruesos,  y  la  dulce  expresión  de  la  boca;  contrastando  con 
la  toitada  sombría  y  severa.  Fuera  de  la  hiperbórea,  la  raza 
americana  eá  lam'etios  nuraerosaV  auuijtte ocupando  el  mayor  es- 
pacio en  el  globo.  En  millón  y  medio  de  leguas-  quadriulas,  des- 
de las  islas  de  la  Tierra  del  fuego,  el^io  dé  San  Lorenzo  .y  el  es- 
trecbo  de  Behring,  sorprende  á  pvimera  vista  la  semejanza  de 
las  facciones  de  lóS  habitantes,  se  cree  reconocer  que  toJos'des- 
ciohden  dermistoo  tronco,  á  pesar 'de  la  inmensa  diferencia  que 
los  separa  por  lo^  idiomas.  Sin"émbargo,  rqñexionando  atenta- 
mente en  aquel  aite'  de  íamiliA.,  se  desctibre,  al  vivir  mucho  tiem- 
po entre  los  indígenas  de  América,  qué  los  viajeros  celebres  ob- 
servando sólo  á  algunos  individuos*  en  las  costáíí,  exagoraron  sin- 
gularmente la'  analogía  de  formas  de  las  razas  aaiericañas.^ 
'*'  **El  cültivó'intelectual,  contribuye  mucho  á  diversificar  la  fiso- 
lioinía  propia  de  los  pueblos  bXrbaros,  en  la  tribu  y  en  la  hor- 
da, más  no  en  los  individuos.  Lo  mismo  se  observa,  fcomparando 
iÓÁ  animalos  donaesticos  coh  lok  que  viven  en  los  bosques".  Al 
Juzf^at  los  europeos  acferca  de  la  seniejáuzade  las  ra2:\s  de  piel 
inuy  oácuta,  están  sujetos  también  á  una  ilusión  particular:  se 
pT*eocupnn  con  el  tinte'tau  diverso  del  liuestro,  y 'la  semejanza 
del  colorido,  hace  desaparecer' á*  sus  .'ojos  la  diferencia' de  tas 
facciones' iüdividualest  él  nuevo  colono^  tiene  dípc'itltácl  en  recó- 
ñocer  &  Ids' indígenas,  porque  se  fija*  manos  en  la  expresión  dulcé^ 
ifaélati cólica  ó  feroz  del  rostro,  icjue  en  el  color  rojo  cobrizp,  y  6n 
Jí»  cabellos  negros,  lustrosos,  gruesos  y, de  tar manera  lacios, 
que  só  les  creería  constantemente  mojados/'''  '. ,         '   '  ^ 

''•Eú  el  retrato  trazado  por  el  excelente  observador  M.'.Volhéy,' 
'¿te  los  indios  del  Canadá,  sé  reconoce"  Indudablemente  &  los  pue- 
blos esparcidos  por  las  praderas  de  los  rios  .Apure  y  .Carohy. 
Erifeteel  mismb  tifio  en  amb&s  Amáricasj  pero  los  europeos  que- 
Han  nkVegádd'dn  los  grandes  tíos  Orinoctf  y  Amatónás,  y  quié-. 
fies  han'  tenido  motivo  de  ver  mi  gran  námero  de  tribus  someti- 
das al  gobierno  monástico  dé  lais  misiones,  habrán  observado  que 
lá  raiza  átnericaná  presenta  algunos  pueblos  táu  esencialmente 
diversos  entre  s!  por  las  facciones^  como  las  numerosas  vacieda- 
des de  la  raza  del  Caucase^  los  circasianos,  moros  y  persas.  La 
forma  elevada  de  los  paAiigones*  habitentes  del  ettremo  aosteal 
del  nuevo  continente,  se  encuentra^  pcff  deóuílo  lusíj  en  Im  "Cáñ* 


48^7 

bea  habladores  de  las  lUo^irAs  desde  el  Delta  del  Orinoco  liaQtc^ 
las  fuentes  del  rio  Blanco;  pero  que  enorme  difexencia  en  la,tat, 
Uí^la  fisonomía  j  la  constitución, físiepk  de  los  caribes,  (pueblos 
sin  duda  á<d  los  más  robustos  d^  Ja  tierra»  que  ^o  debeA  cpafun-. 
dirse  con  los  degenerados  zamh)%  llamados  un  tiempo  oaribes  en 
la  isla  de  San  Vicente,)  y  los  cuerpos  pecados  dolo»  indios  chay- 
maa  de  la  provincia  de  GomaBá:  cnanto  no  difieren  entreí^  sí  los 
indios  de  Tlaxcala  j  los  lipanes  y  chichimecos.de  la  parte  septen- 
trional de  Mexica"- 

El  mismo  Humboldt  nos  dice  en  otro  lugar.  (1) — "Las  nacio- 
nes de  América,  excepto  las  veoinas  al  círculo  polar,  forman  una 
Bola  raza  caracterizada  por  la  confirmación  del  cráneo,  el  polor 
de  la  piel,  rareza  extremada  de  barbas  y  los  cabellos  lacios  y  li- 
sos. La  raza  americana  tiane  relaciones  muy  sensibles  con  los 
pu^ebloB  mongoles  en  que  se  cuentan  los  descendientes  >  de  los 
Hiong«nu,  conocidos  un  tiempo  Y^ojo  el  nombre  de  hunos,  loa 
kalkas,  los  kalmukos'y  los  burattes.  Prueban  las  observaciones 
recientes,  que  n»  sólo  los  habitantes  de  Unalaska,  sino  tambiea 
ma<;;hos  puoblos  de  la  America  meridional,  indicau  por  los  carac- 
teres osteológicos  de  la  cabeza,  uu  paso  déla  raza  americana  á  la 
mongola.  Cuando  hayan  sido  mejor  estudiados  los  hombrea  ozu- 
«TOS;  del  Africa,.y  el  enjambre  de  los  pueblos  habitado;res  del  inr 
torlqr.  y  del  N.  E.  de  Asia,  designados  vagamente  por  viajeros, 
sistemáticos  bajo  los  nombres  de  tártaros  y  tschudes,  aparece- 
rán menos  aisladas  las  razas  caucásica,  mongola»  americana,  ma- 
laya y  negra^  y  se  reconocerá  en  esto  gran  familia  del  género  hu- 
mano, lun. sólo  tipo  orgánico,  modificado  por  circunstancias,  que. 
tal  vez  quedarán  por  siempre  desconocidas." 

''Aunque  los  pueblos  indígeuas  del  n^avo  continente  estén  uni- 
dos ppr  relaciones  íntimaa,  ofrecen  en  sus  facciones  móviles,  ei^ 
tinte  más  6  m^ÓQOS  oscuro  y  la  altura  del  cuerpo,  diferencias  tan. 
notables  .com9  Iqs  árabes,  los  persas  y  los  slavps,  todos  ellos  de 
la.c^za  caucásica.  Las  hordas  que  recorréis  las  ardientes  llanu- 
ras de  las  regiones  equÍQocoiales  no  tienen,  sin  embargo,  la  pi^L 
máp  Primeara.  qi|6  ^os  mont^iñeses  o  los  barritantes  de  las  zonas  tép- 
plada.Sy,pM porque, ^n  1^  especie  humana^  asi  como  en. los.  ani-r 
]X^ail^;h|i>yff,cii^rta  ép9¿.a  de  la  Ti4a  orgá^úcf^  más  allá  d&  1^  ouaX 


438 

.68  casi  nula  la  inflaencia  del  clima  j  del  alimento,  sea  porque  lit 
desviación  del  tipo  primitivo  no  se  hace  sentir  sino  despnes  de 
nna  larga  serie  de  siglos.  También  es  verdad,  qne  todo  concurro 
á  probar  que  los  americanos,  lo  mismo  que  los  pueblos  de  raza 
mongola,  tienen  menor  flexibilidad  de  organización  que  las  de- 
mas  naciones  de  Asia  y  Europa/* 

Por  último,  el  doctor  americano  Morton,  en  su  Orania  asienta: 
— "A  pesar  de  estas  analogías,  no  se  puede  desconocer  que  exis- 
ten entre  ellos  diferencias  tan  marcadas  como  inexplicables,  sien- 
do una  de  ellas  el  tinte  de  la  piel,  que  por  la  influencia  del  aire 
j  de  la  luz  varía  de  una  manera  singular  desde  el  color  ordina* 
rio  hasta  el  pardo  osciiío,  sin  poder  atribxrirse  semejante  varia- 
ción tan  solo  al  clima.  Sin  embargo,  estas  son  excepciones  á  las 
reglas  generales,  que  en  nada  alteran  la  conformación  física  es* 
pecial  de  estos  hombres.  El  americano  nunca  deja  de  serlo,  j  el 
caribe  de  formas  atléticas,  el  raquítico  chayma,  el  bronceado  ha- 
bitante de  California  y  el  borroa  de  blanca  tez,  siempre  pertene- 
cfen  áia  misma  raza,  &  pesar  de  sus  diferencias.** 

La  unidad  de  la  raza  americana  no  debe  tomarse  en  un  senti- 
do absoluto.  Ahora  tiene  establecido  la  ciencia,  que  si  es  una 
verdad  este  principio,  quiebran  la  regla  general  algunas  notables 
modificaciones,  provenidas  por  el  clima,  la  alimentación,  el  gane- 
ro  de  vida,  las  costumbres  &c.,  así  como  también,  aunque  en 
escala  menor,  los  contactos  que  pueda  haber  habido  con  pueblos 
extraños  por  medio  de  comunicaciones  casuales.  La  más  impor- 
tante de  las  diferencias  consiste  en  dos  formas  de  cráneos  reve- 
lando dos  razas  distintas,  una  más  inteligente  que  otra,  distin- 
guiéndose una  muy  antigua,  tal  vez  primitiva,  pasi  idéntica  por 
las  condiciones  osteológicas  dé  la  óabeza  ala  raza  habitadora  de 
Europa  en  los  tiempos  prehistóricos.  La  observación  tiene  en 
cuenta  las  diformaeiones  artificiales  que  algunos  ptíeblos  ameri- 
canos hacían  sufrir  &  la  cabeza  de  los  niños,  coíáó  la  que  se  ob- 
serva en  los  cráneos  de  las  antiguas  momias  del  Perú,  con  tantad 
analogías  de  forma  con  los  relieves  del  Palenque. 

La  unidad  de  la  raza  americana  es  consecuencia  forzosa  de  los 
hechos.  Mientras  existieron  los  puentes  de  comunicación  entre 
los  continentes,  los  pueblos  pudieron  mezclarse  7  modificarse; 
pero  rotas  las  comunicaciones,  la  raza  americana  quedó  aislada, 
tomó  en  todas  sus  ramas  el  mismo  aire  dé  familia,  7  las  éBféréb- 


cías  sólo  pudieron  3er  obra  del  tiempo  y  de  las  condiciones  bio- 
lógicas. 

La  raza  americana,  conocida  bajo  el  nombre  genérico  de  in- 
dios, en  la  clasificación  humana  recibe  la  denominación  de  Baza 
roja.  Tal  denominación  es  defectuosa  bajo  el  pnnto  de  vista  et- 
nográfico, snpnesto  que  muchos  de  los  pueblos  colocados  en  es- 
te grupo  nada  tienen  de  rojo  en  el  color.  ''Los  indios  de  Amóvi- 
ca  se  aproximan  &  la  raza  amarilla,  propia  de  Asia,  por  los  cabe- 
llos, generalmente  negros,  gruesos  y  lacios,  la  poca  barba  y  el 
tinte  que  varía  del  amarillo  al  rojo  cobrizo.  Parte  de  ellos,  por 
la  pariz  saliente  y  los  ojos  grandes  y  rasgados  recuerdan  lá  raza 
blanca.  La  frente  es  may  deprimida;  pero  ninguna  otra  raza  tie- 
ne la  parte  posterior  del  cráneo  irnís  voluminosa,  ni  las  órbitas 
mayores."  (1) 

Diremos  ahora  algunas  palabras  respecto  de  dertos  pueblos 
de  America.  Los  antiguos  creían  en  los  gigantes,  y  por  contrapo- 
sición los  griegos  inventaron  los  pigmeos,  entretenidos  en  pelear 
contra  las  grullas.  Durante  el  siglo  XYI'los  gigantes  volvieron 
á  estar  de  moda,  y  entonces  se  suponía  que  de  ellos  había  una 
nación  entera  en  el  nuevo  contii^ente.  He  aquí  el  origen  de  aque- 
lla creencia.  Relatando  Pigaffetta,  compañero  de  Magallanes,  el 
descubrimiento  del  estrecho  de  este  nombre,  asegura  que  un  ha- 
bitante de  aquella  costa  pasó  &  bordo,  y  ''que  su  corpulencia  y 
''estatura  eran  tales,  que  sin  violencia  le  apropiaban  el  distinti- 
vo de  gigante:  la  cabeza  de  uno  de  nuestros  medianos  hombres 
''no  le  llegaba  más  que  á  la  cintura,  y  era  grueso  á  proporción." 
Tbomas  Caveudi  íaX0Í)86)  i  >  •■'  los  naturales  de  lejos  y  juzgando 
per  la  huella  del  pió,  18  pulgadas  de  largo,  atribuyó  á  los  hom^ 
bres  8|  codos  de  altura;  por  esto  puso  al  país  Patagonia  y  á  los 
indígenas  paiagones.  El  almirante  Yan  Noort  (1598)  por  relación 
de  un  muchacho,  asegura  que  el  país  estaba  habitado  por  cuatro 
naciones,  tres  do  talla  común,  la  otra  do  10  á  12  piós  de  altura. 
El  capitán  holandés  Sebaído  de  Weert  (1598)  vio  en  el  estrechó 
siete  canoas,  coi^  salvajeisi  de  10  á  11  piós  de  alto.  El  almiratttd 
Spilbergen  (1614)  guiado  por  la  vista  de  un  individuo  observado 
en  la  costs»  jv^ga  que  eira  inayor  que  los  naturales  mencionados 
por  PigjrfFetia.  El  capitán  Shelvóck  (1719)  asegura— "Que  lama- 

-.  '  ;  -  ,        •  '    . 

a)  LesBacafllnmudnes,  par  Ixmis  Flgnier.  Paris,  iST?.  iNg.  465. 


4áú 

"jot  parte  de  la  gente  es  áe  ^statura  ordinaria;  pero  q^ue»  segnu 
'*Mr.  Frezier,  en  la  parte  interior  del  continente  hay  una  casta 
"de  talla  extraordinaria^  j  qae  probablemente  fue  informado  por ' 
"testigos  de  ¥Íata  de  que  algunos  de  ellos  tenían  de  9  á  10  pies 
de  alto."  £1  comandante  Byron  (1764:)  refiriéndole  al  mismo  ob- 
jeto escribe: — ''Sa  estatura  era»  tan  extraordinaria,  que  adu  sen* 
^^tádos»  así  venían  á  ser.  casi  tan  altos  como  el  comandante  en 
"pié."  (1) 

Nunca  convino  mejor  el  adagio,  á  luengos  viajea,  luengas  ipen- 
tiras.  La  extraordinaria  talla  de  los  patagones  ha  ido  disminu- 
yendo poco  á  poco  ante  la  verdadera  observación,  no  obstante 
cuanto  asegura  el  P.  Torrubia  en  su  Gigantología  impresa  en 
1756«  D.  Fernando  Ibañez  dé  Bcheverría,  quien  en  1762  acompa- 
ñó á  Buenos  Aires  al  marqués  de  Yaldelirios,  describiendo  Jias 
regiones  meridionales  de  América,  dice: — "¿Qué  indios  las  habi- 
litan? No  ciertamente  los  fabulosos  patacones  que,  según  se  pre* 
''tende,  ocupan  este  distrito.  Algunos  testigos  oculares  que  han 
'^vivido  y  comerciado  con  ellos,  me  han  dado  su  exacta  descrip* 
."cion.  Son  de  La  misma  talla  que  los  españoles,  y  nunca  he  visto 
^'alguno  que  tuviese  más  de  dos  varas  y  dos  ó  tres  pulgadas/'  £1 
misionero  Mr.  Falker  relata: — ''Los  paJiagones  ó  pueleches  son 
''un  pueblo  de  gran  talla;  pero  numia  he  oido  hablar  de  esta  ra- 
*'zá  de  gigantesi  de  que  han  hecho  mención  algunos  viajeros,  aun- 
''que  he  visto  los  individuos,  de  diferentes  hordas  de  loa  indios 
meridionales."  Loi^  capitanes  Wallis  y  Oarteret  (1766),  les.  midie- 
ron realmente  y  les  dan  seis. pies  y  de  cinco  á  siete  pulgadas  de 
altara.  Boagainville  (1767)  los  midió  igui^ente,  coníormanidd 
con  Wallis.  (2)  Según  D.  Antonio  de  Alcedo  (3)  los  patagone»  ó 
tirumenos,  "nación  bái:barade  indios,  que  vive  en  los  montes  6 
"s^lvlbs  de  las  tierras,  Magallánicas  al  N.  del  Estrecho,  y  al  Le- 
/'vánte  del  Beino  de  Chile,  en  la  provincia  llamada  Chica,  por 
'*la  opinión  más  genei^almente  recibidaí,  son  de  más  talla  que  la 
"¿om^,  pero  no  gigantas." — ''Los  viajeros  modernos,  afirma  Fi- 
ggiier,  (4:)  heun  redjicido  á:ju|kas  proporoton^a  los  dichos  délos 

r        -       •      -  •     *  *     ,  •    'i  -     '  ;  < '  .   '      '  ■ 

(1)  VUjerdelComáDdiiilWB/rob«  J^^a¿^d,[17¡lf^«  Ii^.:i^  .     i 

¿2)  Hist  •  de  AsQérica  por  BX]¡bé^i¡poúf;e^niáem,íA2r.  Tom.  II,  p^g.  7ft. 
($)  Diooionario  geográfico-históiico  de  las  Indios  OcádenUlefl.  Madrid  1788. 
(4)  Les  Baees  JimiuitnM^  pág.  2&  .:'- 


J 


antiguos  nategan tes;  b1  nataralista  francas  Alcides  d'Orbignj,  hsk 
niedido  f^ran  número  de  patagoDes,  y  enoaentpa  su  talla  media. 
de  1*»  73.  Tul  es  el  límite  extremo  de  altura  á  que  puede  llegar 
la  especie  humana.  En  cuanto  al  limite  de  lo  pequeño,  lo  sumi* 
nistta  el  pueblo  de  los  boschímanes»  habitantes  del  Sur  de  Áfri- 
ca; el  viajero  inglés  BarroD,  midió  á  todos  los  individuos  de  una 
ttibut  j  halló  ser  su  talla  de  I°^31.  Así,  pues,  la  talla  humana 
varia  O™  32,  es  decir,  la  diferencia  entre  tin  patn^u  y  la  de  un. 
boschiman." — J^n  América,  los  dos  extremos  están  representados 
por  lo.4  patagones  y  los  cbaymas*. 

Pasemos  ahora  del  Sur  al  Norte. ~-*''La  rama  hiperbórea,  dice 
Figuier,  (1)  se  compone  de  los  diversos  pueblos  vecinos  al  círcu- 
lo polar  ártico,  ;tenieudo  en  genenil  la  talla  pequeña  y  los  carac* 
teres  principales  de  lu  raza  angarilla.  Denramados  sobre  una  su* 
perfície  inmensa,  aunque  poco  numerosos,  los  pueblos  de  la  raza 
hiperbórea,  son  nómades,  y  sólo  tienen  por  animales  domésticos 
perros  y  renos;  se  .üimentan  cou  los  productos  de  la  caza  y  de  la 
pesca;  aman  apasionadamente  los  licores  fuortos,  y  gozan  de  una 
civilización  rudimental.  Alguno  de  aquellos  pueblos  debería  tal 
vez  ser  coloo<ido  entre  los  de  la  rama  mongólica,  así  como  otros 
en  la  raza  blanca,  supuesto  haber  perdido,  bajo  la- influencia  del 
clima  y  d«  su  modo  de  existencia,  los  caracteres  de  la  raza  ania" 
rilla.  Como  sea  difícil  crear  una  clasiñcacion  adecuada,  conser- 
Taramos  los  grupos  admitidos  por  M.  de  Homalins  de  Haloy, 
quien  establece  siete  familias  entre  los  pueblos  hiperbóreos,  to- 
inando  por  base  las  afinidades  del  lenguaje,  nombrándolas  lapO" 
na,  samoyedaf  kamiadiudala^  esquimal^  ienisseiima,  inkaghira  y  ko- 
riakaj' 

Estos  pueblos,  sin  duda  alguna  de  origen  común,  se  extienden 
'  por  las  regiones  boreales  de  Europa,  Asia  y  América.  La  familia 
ile  los  esquimales  se  encuentra  en  el  Nuevo  Mundo,  desde  la  Groen* 
landia  hasta  el  estrecho  de  Behring,  siendo  por  el  tipo  absolut|i« 
mente  diversa  de  la  rama  americana,  pareciéndose  loaocho  á  los 
pueblos  de  la  Asia  septentrional  y  á  los  mongoles.  '^Eatre  los  as* 
qniiualea,  la  parte  oseosa  de  la  cabeza  tosía  una  forma  pirami-* 
dal  más  pronunciada  que  entre  los  mongoles  de  la  parte  superior 
de  Asia»  lo  cual  depende  del  estrechamiento  li^teral  del  cráneo; 

(1)  Lm  BaeeB  homainet,  pág.  238. 

66' 


m 

tal  signo  de  degradación,  revela  la  inferioridad  moral  y  sooial  de 
aquellas  pobres  gentes.  Tienen  los  ojos  negros  peqneños  y  sai* 
vajes  sin  yivacidad  alguna,  y  entre  los  esquimales  de  Groenlan- 
dia la  nariz  es  poco  saliente,  chica  la  boca,  el  labio  inferior  más 
grnesos  qne  el  superior.  Se  ha  visto  en  algunos  barba  muy  abun- 
dante. Ordinariamente  los  cabellos  son  negros,  algunas  reces  ru- 
bios, y  siempre  largos,  gruesos  y  en  desorden;  el  color  claro,  la 
talla  no  pasa  de  cinco  piás,  son  pesados  y  con  ^cierta  propensíott 
á  la  obesidad."  (1) 

Zímmermann  (2)  coloca  en  la  rama  mongólica  6  turáuica,  ''no 
•*8Ólo  los  mongoles  propiamente  dichos,  ffis  tártaros  y  los  kal- 
"mukos,  sino  también  los  magyares  en  Europa;  los  chinos,  los 
"japoneses  y  los  habitantes  de  Kamlschatka,  en  el  extremo  orien- 
"tal  de  Asía;  y  en  el  Norte  de  América  hasta  Groenlandia,  los 
"esquimales." 

"Los  esquimales  de  raza  tártara  se  extienden  desde  Kolyma, 
al  O.  de  Asia,  en  las  costas  del  continente  y  en  las  islas  hasta  el 
golfo  de  Anady;  en  las  islas  del  estrecho  de  Behring,  las  Aleu-- 
tianas,  desde  el  promontorio  de  Aliaska,  eu  la  costa  setentrional 
á  lo  largo  del  mar,  en  las  costas  y  en  la  bahía  de  Hudson  y  de 
Baffin  hasta  el  estrecho  deDavis.  Se  habla  la  misma  lengaa  des- 
de el  cabo  NE.  de  Asia,  hasta  la  punta  meridional  de  la  antigua 
Groenlandia.  El  interpreto  esquimal  del  capitán  Pranklin,  saca- 
do de  las  orillas  de  la  desembocadura  del  Ohesfcerfield,  compren- 
día los  vocabularios  compuestos  por  los  misioneros  de  Labra- 
dor. (3) 

"Los  tschutschi  habitan  el  país  situado  entre  Kolyma  y  el  es- 
trecho de  Behring  al  N.  de  los  kosiaks,  se  tienen  por  de  origen 
americano  eu  razón  de  sus  formas  físicas,  sus  costumbres  y  su 
lenguaje  semejante  al  de  los  indios  de  Norte  America,  mientras 
tienen  poca  afinidad  con  las  tribus  asiáticas  sus  veoiuas.  Según 
el  Capitán  Cochra^e,  "los  tschutschi  son  de  gran  estatura,  bien 
"hechos  y  vivos,  de  facciones  fuertemente  acentuadas  y  el  color 
*Vle  la  piel  algo  oscuro.  Se  rapan  la  cabeza,  se  pintan  algunas 
"partea  del  cuerpo,  llevan  gtandes  pendientes  en  las  otéjisj  tíé 


'Xí]  Figuier,  Haces  hamaines,  pág.  234^ 
(2)  Bazafl  humanas,  México  1871.  Pág.  409. 
(S)  Ai^tíamttfs  amérioaines,  pág.  160.  .  .     Oi  .*. 


I  *  I 


;;o 


448 

'Pristen  como  los  indios.  Aquel  pueblo  es  salvaje  y  grosero;  nada 
''sabe  aoeroa  de  su  origen,  del  tíempo  en  que  se  estableció 
''en  el  país,  ni  de  las  diversas  naciones  tártaras  sujetas  á  Rusia, 
''de  las  cuales  no  entiende  la  lengua.  Su  manera  de  expresarse, 
'aunque  eomprendida  por  los  kosiaks,  no  tiene  afinidad  alguna 
oon  los  idiomas  de  Asia."  (1) 

No  puede  caber  duda  ninguna;  entre  Asia  y  América  ha  habi- 
do frecuentes  comunicaciones,  verificadas  por  el  estrecho  de 
Behring,  paso  todavía  existente  entre  ambos  continentes. '  Han 
tenido  lugar  verdaderas  emigraciones,  las  de  los  pueblos  borea- 
les asiáticos  que  bajo  el  nombre  de  esquimales  vinieron  á  esta* 
Mecerse  en  nuestras  regiones  árticas.  La  emigración  ha  tenido 
también  lugar  de  América  para  Asia.  Los  tschutsohi  de  filiación 
americana  se  encuentran  sobre  aquella  costa,  siendo  tal  vez  cir- 
cunstancia no  casual  el  habitar  un  lugar  llamado  Kolyma,  idén- 
tico al  Colima  de  nuestras  costas  occidentales,  y  palabra  que  no 
parece  pertenecer  á  la  lengua  mexicana  pura.  Las  emigraciones 
de  los  esquimales,  sin  embargo,  deben  pertenecer  á  una  época 
comparativamente  reciente,  á  aqaella  en  que  asiáticos  y  ameri- 
canos tenían  formado  su  tipo  peculiar,  que  ya  no  cambiaron.  Por  ; 
otra  parte,  las  tribus  hiperbóreas  han  permanecido  en  las  regio- 
nes frias  sin  mezclarse  ni  confandirse,  conservando  su  carácter 
nacional,  lo  .que  indica  quo  poco  ó  nada  han  influido  en  la  for- 
mación de  la  raza  americana.  Esta  existía  de  por  si  muchos  si- 
glos antes  sin  duda,  y  los  puntos  de  contacto  que  la  ligan  con 
las  razas  asiáticas  estaban  ya  formados  t>or  relaciones  mucho 
más  antigaas. 

Del  paso  que  pre3enta  el  estrecho  de  Behring,  tomaron  fun- 
damento varios  autores  para  resolver  el  debatido  problema  del 
ori^ea  d3  la  población  americana.  (2)  Insuficiente,  como  hemoa 
apuntado  par»  explicar  la  presencia  de  los  animales  actuales  y 
mucho  menos  de  los  extinguidos,  se  hace  inútil  también  para 
señalar  el  origen  deL  hombre,  que  por  la  ciencia  corresponde  al 
período  ieroisurio.   Sirve  sólo  el  sistema,  para  sostener  las  rela«> 

(9)  Bólodon  del  gran  )^t<A»leihá  BAtítóBk  de  Ift  población  de  las  Áni^^ricBs,  é^.,  por 
«IF.  Franeiaoo.  Xavier  Alexode  Orno,  ^.^^En  México,  Al&o  de  1768.— Véanse  las 
aiMctaáonea  de  OlaTigero,  Ao.  ^  . 


ciones  que  en  rdalidad  liau  etkktíilo  eat/ve.lod'oontineAtea  aaiáti^* 
oo  y  americano/ 

Sin  ap^r taraos  todavía  de  las  razas,  uod'har^mo.s  esta  pregun- 
ta: ¿existían  negros  en  Améáoa?  Algo  dijicHoa.ya  al  habUr>del 
dios  IxtUlton  7  de  los  soles  cosmogónicos;  aumentemos  ahora 
algunas  palabras.-^^'M.  Eafiíiesque  (1)  es  de  parecer  absoluto 
que  Juiy  nacióles  negras pi^imiliiHis  de  Améiidcu  Ha1>iendo ofrecido 
la  Sociedad  de  Geografía  de  Paris,  dice»  nn  premio  para  la  me^ 
jor  Memoria  dobre'  el  origen  de  los  negros  de  Asia,  la  remití  el 
ano  anterior  dos  trabajos;  el  uno  trataba  de  los  negros  de  Ada, 
donde  demostrá  la  añnidad  de  sus  lengua^»  con  las  de  los  negros 
africanos  j  polinesios,  así  como  con  las  do  los  bindus  y  de  loa* 
chinos:  el  otro,  relativo  á  las  naciones  negras  establecidas  antes 
del  descabrimíeutd  de  Colon,  en  el  cual  me  propuser  probar,  así 
su  aKistenoia  como  la^s  semejauz&s  de  leugaaje  con  los  negros  de 
África  y  d)  Polinesia.  « 

'Tara  machas  personas  es  un  hecho  completamente  nuevo  la 
existencia  de  poblaciones  negras  americanas;  para  dar  de  oUaa 
alguna  idea,  voy  á  enumerar  brevemente  las  tribus  que  han  de*- 
.jado  rastros  evidentes  en  las  dos  Américas. 

^'1*  Los  antiguos  Garaolee  de  Haití,  repi^esentados  eomo  una 
nación  de  bastías  en  los  cantos  históricos.  -Y.  Boman  y  Martur. 

'*2*  Los  Gaiifui^iapis  de  las  islas  Caribes,  llamados  también 
caribes,  negros  ó  guauinis,  raza  negra  de  la  familia,  caribe.  Y^ 
Bochefort  y  Herrera. 

''3^  Los  Árguahys'Ast  Catara,  mencionados  como  casi  negros, 
por  García,  en  su  obra  sobre  las  Indias  occidentales/  '  . 

''4*^  Los  Atoras^  negros  de  Baleigh  ó  yarur<is  de  los  españoles, 
de  color  negrnsco  ó  pardo  subido»  existentes  aún  en  las  omllas 
del  Orinoco:  siis  vedtos  les. llaman  monas» 

^'5"  Chaymas  de  laGuaynna,  negros  oscuposcomo  los  hotento* 
tea  V*  M.  de  HumboldL 

''6^  Los  Manjipas  y  Poi^cigis  de  Nierhoff,  Ids  Motayas  Kuivet^ 
¿ücí,  ori(](inariós  del  Brasil»  negros  p4xdos  e<>ii  los  cabrios,  qr^^^r 
pos.  y.  Tespucio  y  Pigaffeta. 

^'7^  Los  Nigritas  de  P.  Martyr  en  el  istmo  delDarien,  ^xiifte^- 
tea  aún  en  la  provincia  de  Chpn,  con  el  nomine  de  c^itfOinaSt^^ih 


(1)  Antiquités  «mérieaínes,  pág.  iCS. 


■«•♦  \> 


446 

na»  6  cMno^i'  V.  Mollien.  Negros  de  tinte  desagradable  ó  negros 
eolKrizos. 

"8*  Los  de  Popayan  nombrados  Manabi%  con  la  piel  negrnzoa, 
las  fKccíones  y  el  pelo  de  los  negros.  V.  Stevenson. 

"9*^LoH  6^twí6a5ye7ara9deTagn35galpa,  cercado  Honduras,  lla- 
mados hoyZambos.  V.  Jnarroe,  &c. 

'    "10.  Los  Bnulen  ó  Esteros  de  la  Nueva  Oalifornia,  negros  de 
«olor  desagradable.  V.  Venegas,  Langsdorf,  &c. 

**ll.  Los  indios  negros  encontrados  por  los  españoles  en  la 
Lnisiana.  V.  la  invasión  de  Soto. 

"12.  Los  negros  de  ojos  de  luna,  (raoón-eyed)  y  Muios,  unos 
descubiertos  en  Panamá,  los  otros  destruidos  por  los  iroqueses. 
T.  Bardon,  Ac. 

"Entre  estas  naciones,  la  lengua  Yarura  tiene  cincuenta  por 
(rientó  de  afinidad  con  la  Gcinna,  cuarenta  por  ciento  con  el  A- 
flliantl  ó  el  Pjinty  de  Guinea,  y  casi  treinta  y  tres  por  ciento  con 
las  lenguas  de  Palah,  Bornou  y  Congo  en  Africi.  En  Asia  tiene 
una  relación  de  treinta  y  nueve  por  ciento  con  los  negros  Sa- 
inang,  y  cnare'nta  por  ciento  con  los  de  Andamau,  así  como  con 
lós  de  Au  4tralia  y  de  la  Nueva  Holanda." 

Pudiera  objíít.vrse  contra  alguno  de  los  ejemplos  antes- eriun^ 
ciados;  ser  de  origen  reciente  la  formación  de  esas  tribus,  d-^bí- 
áa  á  la  mezcla  de  sangre  africana  en  el  tiempo  de  la  trata  de  es- 
clavos, como  se  nota  en  México  con  pnrte  de  la  población  en  las 
costas  de  Veracruzy  tierras  del  interior;  paro  esto  nada  tiene 
■  que  ver  con  las  fracciones  existentes  antes  de  la  conquista  es- 
j  pañola.       '       • 

i  Herrera  (1)  escribe  estas  palabrasf  relatando  el  viaje  de  Colon 

en  1493: — **Dixo  iambien  que  por  aquel  camino  pensaba  expe- 
rimentar lo  qué'deoían  los  indios  de  la  Española,  que  habían  ido 
á  ella  de'la  parte  del  S.  y  del  SE.,  gente  nt^g^a  que  traía  los'hie- 
iTOs  dé  las  azagayas  de  un  metal  que  llamaban  guanin\  del  cual 
había  enviado  á  los  reyes,  hecho  el  ensaye  á  donde  se  halló,  que 
de  treinta  y  dos  partes,  las  diez  y  ocho  eran  de  oro,  y  las  seis  de 
plata  y  las  ocho  de  cobre." 

^'  E?rta  gente*  negra  era  diversa  de  los  caribes  de  Jas  Antillas  me- 
.  ñores  llamados  Canibales  por  Colon. — 'Torma  notable,  dice 

(1^  IMc.  I,  üb.  m^eap.  IX. 


•'^ 


r  446 


■ÍV 


Hamboldt,  (1)  de  los  voces  Calina  j  CqlUnago;  nombres  qne  se 
daban  los  caribes,  de  las  cuales  los  eruditos  (propter  rabiem  o%- 
BÍnam  anthropophagorum  gentis)  formarou  caaíbales  para  la- 
tinizarlas. G¿i.rcia,  en  sus  sueños  semíticos  (Origen  de  los  ameri- 
canos, piíg.  68)  -deriva  la  palabra  caníbal  de  Annibal  y  del  fe- 
nicio. (Belat  List,  t  11,  pág.  503;  tom.  III,  pág.  537). 

Eefíriendo  Gomara  (2)  el  descubrimiento  de  la  mar  del  Sur, 
dice:  ''Eotró  Balboa  en  Quareca,  no  halló  pan,  ni  oro,  que  lo 
habíau  alzado  antes  de  pelear;  empero  halló  algunos  esclayos 
negros  del  señor.  Preguntó  de  donde  los  habían,  y  no  le  supie- 
ron decir  ó  entender,  más  de  que  había  hombres  de  aquel  cplor 
cerca  de  allí,  con  quienes  tenían  guerra  muy  ordinaria.  Estos 
fueron  los  primeros  negros  que  se  vieron  en  Indias,  y  aun  pien- 
so que  no  se  han  visto  más." 

De  la  presencia  de  los  negros  en  América  se  infiere,  para  nosr 
otros,  que  han  existido  algunas  comunicacioues  en  el  África» 
La  gran  anchura  que  el  Atlántico  toma  en  aquellas  latitudes,  el 
atraso  en  la  navegación  de  los  habitantes  de  ambas  costas  con* 
trapuestas,  excluye  el  supuesto  de  que  semejantes  comunicacip* 
.nes  hayan  sido  meditadas,  .teniéndose  que  admitir  que  fueron 
obra  de.  la  casualidad,  ayudada  por  los  vientos  y  por  las  corrien- 
tes marinas.  Consta  de  una  manera  evidente,  que  Pedro  Alvares 
Cabral,  con  destinoá  la  ludia  oriental,  salió  con:  una  armada  di^ 
Lisboa  á  9  de  Marzo  1500;  tocó  en  las  islas  de  Cabo  Verde,  y  to^ 
mando  luego  al  O.  para  huir  de  las  calmas  de  los  mares  de  Gui- 
nea, fue  arrebatado  por  los  vientos  hasta  las  costas  del  Brasil, 
descubriendo  el  continente  americano  a  22  de  Abril,  ^in  pensar* 
lo,  sin  ser  aquel  su  designio. 

Salta  á  la  vista  esta  observación*  Cabral  salió  salvo  de  la  bo* 
rrasca  en  buques  bien  construidos,  provistos  de  bastimentos;  la^ 
malas  embarcaciones  de  los  negros  hubieran  zozobrado,  y  supOt 
niendoque  resistieran  á  las  olas  no  llevábanlas  vituallas  sufi- 
cientes para  la  travesía.  Concedemos;  mas  entre  muchos  naa« 
fragios  se  pudo  presentar  un  caao  feliz  por  circunstancias  excep* 
clónales,  y  estos  casos  raros  trajeron  los  negros  á  la  América. 

Todavía  respecto  de  la  raza,  hemos  visto  que  la  presencia  del 

(i;  Hiütoire  de  la  géographie,  tom.  n,  pág.  79. 

(2)  Hüit.  de  Indias,  oap«  ISJL  «  . 


Ikombre  en  Cuba  se  refiere  á  una  época  muy  autigua.  Las  comu- 
mcacioues  entre  las  islas  del  Atlániáco  y  oon  el.  continente,  son 
¡imegables.  Hablando  Beaumont  (1)  de  las  costumbres  de  los 
indlQi  de  la  Española,  dice: — ''No  sacaban  fuego  con  piedra  de 
lumbre,  habiéndolas^  muy  buenas,  en  sus  tierras,  sino  que  cogían 
dos  palos  uno  muy  poroso  y  otro  más  duro;  encajaban  este  den- 
tro del  otro,  y  con  suma  presteza  y  violencia  lo  volteaban  como 
quien  hace  chocolate,  y  con  esta  fuerte  colisión  sacaban  fuegp» 
que  se  pegaba  al  palo  poroso,  como  si  fuera  auna  yesca.  Con  el 
fuego  labraban  sus  canoas,  y  lo  mismo  hacen,  como  veréma^^i  los 
naturales  de  las  ludias  Occidentales,  que  en  esto,  como  c^si  en 
todo,  tienen  las  mismas  costumbres  que  los  de  las  islas.  Quita- 
ban lo  quemado  oon  una  especie  de  piedra  verde  muy  dura  en 
forma  de  hacha,  y  enhuecaban  el  madero  escogido  para  el  efec- 
to. Se  discurre  mucho  sobre  esa  pleára^  porque  no  se  pudo  en- 
contrar en  toda  la  isla  cantera  donde  se  diese,  y  la  opinión  de 
algunos  es,  que  venía  del  rio  de  las  Amazonas,  cuyo  fango,  ex- 
puesto al  aire,  se  endurece  y  toma  este  color;  pero  la  dificultad 
es  asentar  el  como  pudo  llegar  á  las  manos  de  estos  naturales^ 
que  no  comercilEkban  con  nación  alguna;  y  cómo  podía  venir  tan- 
ta porción  y  tan  de  lejos  ^ara  el  usp  de  esos  pueblos.  Como  no 
ten:í^n  hierro,  no  usaban  otras  armas  que  piedras,  macanas  y  fle- 
chas. £1  modo  de  hablar  en  aquel  país  no  era  uniforme,  csada 
provincia  tenía  su  dialecto  particular;  pero  la  lengua  que  se  ha- 
blaba en  el  centro  de  la  isla  era  la  cortesana  y  la  más  estimada^ 
que  se  entendía  en  las  demás  provincias.  Estas  lenguací  no  teníaK 
nada  de  bárbaro,  pues  por  la  dulzura  de  algunas  de  sus  voces^ 
como  canoa,  hamaca,  sabana,. <&c.,  que  hemos  adoptado  en  nues- 
tra lengua,  se  coiLoce.  Se  aprendían  con  facilidad,  excepto  uno  ú, 
otro  dialecto  que  costaba  algún  más  trabajo  saber  su  pronun^ 
ciaoion."  ;  .  .  • 

A  lo  que  alcanzamos  acerca  de  la  constitución  geológica  de  la^ 
islas,  parece  que  en  algún  tiempo  formaron  parte  del  continen^^ 
te.  Los  productos  del  suelo  sí  eran  iguales,  y  Ip^  antiguos  isld^ 
ños  usaban  de^sbaoo,  del  maíz,  del  maguey,  de  la  tuna,  &o\  pa^ 
ra  los  mismos  objetos  que  los  continentaleiS.  La  raza  era  la  i]úb-> 

(1)  Crónica  de  Michoacan.  Escrita  por  el  B.  P.  Fr.  Pablo  Beaumont.  Tom.  1, 
eap.  19.  MS, 


ma,  laB  costumbres  muy  detnejantes.  Bi^n  se  advierte  ser  nn 
Cuento  Valgar  lo  del  fango  del  río  Amazonas,  si  bíe»  queda  por 
cierto  que  aquellas  rocas  verdee,  que  en  la  isla  no  se  encueiitraii> 
y  que  tan  comunes  eran  en  el  continente  empleadas  en  forma-de 
hachas,  demuestran  relaciones  estrechas  mójs  ó  menos  antipraas* 
Bespecto  de  la  lengua,  la  de  fklgiinas  islas  al  menos  pertenecía  á 
la  familia  maya,  como  el*  haitiano,  el  quizqueja  6  itis,  el  cnbanOy 
el  boriqua  y  el  jamaica.  (1)  A  la  misma  ¿Emilia  etnográfica  per*- 
f  enecen  los  huasteca,  los  cuales,  según  la  tradición,  llegaron  por 
la  mar  á  nuestras  costas  orientales;  tal  vez  en  cierta  época  los 
pueblos  de  esta  filiación  hicieran  algunos  adelantos  en  el  arte 
de  navegar,  por  medio  de  los  cuales  pudieron  invadir  las  islas, 
tocar  en  la  costa  de  México  é  ir  después  á  establecerse  en  la  pe- 
nínsula de^  Yucatán.  Los  indios  de  la  Española  consei'vaban  igual- 
mente la  tradición,  de  que  vendrían  por  Oriente  loa  hombres 
blancos  y  barbados* 

Pasando  ahora  de  las  razas  á  las  lenguas,  pensamos  que  ellen** 
guaje  es  uno  de  los'priñcipales  atributos  del  hombre.  Algunos 
filósofos  aventuran  que  los  animales  hablan.  Lo  aceptamos  bajo 
el  aspecto  de  expresar  con  gritos,- gruñidos , silbos,  ¿c,  las  neoer 
sidades  que  los  acosan  ó  Ias  pasiones  que  los  mueven;  pero  ¿esos 
sonidos  están  ajustados  á  las  verdaderas  condiciones  de  un  len- 
guaje?  ¿servirán  en  efecto  para  formar  juicios  acerca  de  las  co- 
sas abstractas?  A  esto  sólo  pueden  contestar  los  animales,  y  con 
ellos  aun  no  nos  ponemos  en  relaciones  suficientes  por  medio  de 
la  lengua.  Establécese  por  algunos  pensadores  una  diferencia  de? 
eísi va;  eP  hombre  aprende  á  hablar,  el  bruto  sabe  hablar.  Este 
tiene  un  idioma  propio  á  cada  especie,  sin  cainbio,  sin  modifioa- 
eior,  siempre  el  mismo  desde  las  primitivas  geúet^áciones;  aquel 
trasformasu  habla,  .la  varíay  perfecciona,  la  attmenta  confor- 
me lo  ha  menester.  El  uno  se  expresa  por  instinto,  el  otro  por 
estudio  y  aprendizaje.  Én  todos  los  paíf^es,  una  misma  especie 
d^  perro  ladra  4&  tin^  manera  idéntica;  sea  aislado  de  sus  con- 
géneres desde  el  nacer,  sea  llevado  de  tino  á  otro  continente,  sea 
qü^  se  le  críe  entre  animales  de  especie  diversa:  él  zéntzontle  de 
cuatrocientas  voces  dará  al  viento  sus  cantos  melodiosos,  aún 
cuando  esté  empollado  por  una  gallina.  El  hombre  recien  nacido^ 


(1)  Pimentel,  CnaAco  descriptivo  y  comparatiro,  tom.  S,  pág.  556« 


jȒ 


é4d 

trasportado  á  ¡otra  comarca,  no  hablará  la  lengua  de  bus  padres 
ni  la  usada  en  el  país  de  su  nacimiento»  si^io  que  aprenderá  la 
que  oiga,  la  que  se  le  ensene;  aislado  y.  solo  invjentará  la  nífLnei:a 
de  ponerse  en  comunicación  con  sus  semejantes,  conforme  á  lo 
que  Tea  ó  escuche.  Los  niños,  durante  suj»  primeros  anos,  inven- 
tan un  lenguaje  convencional  tan  sólo  entendido  por  las  madres. 
Sirve  la  palabra  para  expresar  las  ideas.  El  poder  inventivo 
de  la  inteligencia  humana  es  hasta  ciarto  punto  indefinido;  el  ór-* 
gano  de  la  articulación  está  construido  de  una  manera  maravi- 
llosa para  producir  sonidos;  el  hombre  forma  juicios  distintos, 
aún  al  examinar  las  cosas  bajo  el  mismo  aspecto;  la  parte  física 
7  aún  la  moral  se  modifican  con  las  condiciones  biológicas:  óstas, 
y  otras  más,  entre  las  cuales  no  es  la  menos  importante  la  del 
tiempo,  son  Jas  causas  determinantes,  forzosas,  de .  la  variación 
del  lenguaje.  Para  permanecer  cuenta  como  principales  apoyos 
con  la  costumbre  y  la  necesidad  de  darse  á  entender  en  la.  fami- 
lia, en  la  tribu,  en  la  nación.  Si  las  lenguas  progresan  y  se  mejo- 
ran, también  por  causas  que  no  siempre  podemos  comprender, 
las  vemos  ir  en  decaimiento  y  aún  á  veces  perecer.'  Si  una  fami- 
lia civilizada  fuera  llevada  ai  desierto,,  olvidaría  en  más  ó  m^noa 
generaciones  su  saber,  su  lengua  se  haría  pobre  en  cuanto  tuvie« 
ra  relación  con  las  ideas  perdidas  y  los  objetos  ausentes,  varian-^ 
do  en  lo  relativo  á  la  nueva  manera  de  ser. 

Aproximativamente  se  cuentan*  en  Suropa  seiscitotás,  entre 
lenguas  y  dialectos;  en  América  se  hace  subir  las  unas  y  los  pttoa 
á  mil  ciento  sesenta.  En  este  total  se  contienen  muchas  hablas 
de  origen  coinun,  que  puedan  ier  agrupadas  en  familias.  Sinem* 
bérgo^  existen  lenguas  tan  disimboliÉt  como  el  othomi  y  el  nihoa^ 
incapaces  de  ser  admitidos  bajo  la:  misma  clasificación, 
hay  ricos,  expresivos»  con  el  sello  de  unscuidadosA 
pudiendo  sostener  paralelo  con  el  latín  y  el  gñego,  llamadas  por 
antonomasia  lenjguas  sijbias,  maa  tan^ien  sé  ven  ottos  pobres» 
biDUcos,  dando  testimónid  de  un' estado  casi  salvsje.  A  pesar  de 
tales  diferencias,  los  filólogos  convienen  eA  qne  todas  las  Jengoaa 
americanas  preseijttan  un  tipo  oornup^  ^  cmal  «a  eonsécuenfiia  ío^ 
sosa  de  lá  unidad  de  la  rasa»        . 

I>ela  pWaKcíadde  lenguas,  derivada  sin  duda  ^  una  «&!« 
dad  primitiva»  se  infice  que  la^poblaéioaiMneivean»  tivi6'<9iÉi 

W 


m. 

« 

constantemente  fraccionada,  sabdividida  en  tribus  aisladas  ó  con 
pocas  relaciones,  en  estado  social  cercano  ál  del  salvaje.  Elsas 
fraccionen  nómades,  subsistiendo  de  la  caza' o^  de  la  peséá/éb&fi^ 
nadas  á  cotnárcas  éú  diversas  condiciones  geográficas  y  eiiiñatd^ 
lógicas,  formaban  las  diversad  hablas,  tendiendo  á  sep^irafsénúíll  ' 
y  más  del  tronco  comun^basfa  hacerse  completamente'  extrañas.' 
entre  sí.  Las  lenguas  bien  formadas  pertenecen  á  los  puoblos  ci- 
vilizados; las  brancas  y  radas  corresponden  á  las  '  tribus  f^alvá- 
jes\  Si  alguna  presenta  un  idioma  perfecto  en  contraste  con  su 
desarrollo  intelectual,  prueba  que  esa  tribuun  tiempo  ffjrmópat- 
te  de  una  nación  adelantada,  de  la  cual  so  separó^  para  recaer  éh 
el  estado  primitivo  déla  naturaleza.  Para  lo;5  idiamíis' absoluta- 
meíif e  siií  relación,  es  precisa  admitir  que  por  el  tiempo,  por  la 
guerra  constante  que  entre  sí  ínaütiénén  las  tribus,  porla  pes-  • 
te,  la  emigración,  &c.,  perecieron  las  familias  que  conservaban  las 
trasfbrmaciones  intermedias.  Sujijógá-'-fe  élsistema^quo  so  quie- 
ra acerca  de  las  lenguas,  siempre  qtíedará  por  evidente,  que  eh 
la  actualidad  no  concusemos  su  géiVealogía'cornrpleta,  faltando  eá 
esa  inmensa  cadena  mtíltitud  de  e^álábonesj  que  habcn  imposibíe* 
la  clasificación.  Estos  eslabonéis  fiíltos,  son  !ásíéTi<^as  perdSdaá, 
dé  las  cuales  ofrece  México- "no  pócbsfejemjílóé.'     -:  • 

"Respecto  de  ios  idioiiás,  deberiiós  "nÁtht  a^gtinas'  particuíárf- 
dades."Bii  las  costas  >é'n  las  isla&'fle  la  llueva' California,  ¿sí 
como  más  al  N.  desde  lofs  43^'dé  lát:,?iTistá  la  entrada  ¿Jél  ftfíh- 
cipeíOuiiletrtñ&en  t30^  lat'i'dondQ'  ¿^^  las  ranbh^rías  ée 

loa6áqBÍiÍQaleaj'estáb>pbbláda¿  d«>s  ttusas  que  ;difiet6iíí  e'^endiivt-  ' 
mealtó  '^axa  el  lenpfUAje  f  '«1  cáráoter r  Hadases'  la  una  YiícnaÜ^  > 
nembié  del  ptíet té  ttAm¿do:iaKptcrpiMÉ¿itté  J^o^tka7¿á  tA  otra  >le- ^ 
di«en.'kÉu«U9M'(4í(MtíkAi;>'Am^  ^bcmentrfiín  áí  lo  :l¿rf^  d^l  >^ 
Miírfáfaaficoi^iáaiiM)drs6titi««í^l«lloi:fid^ 

lo^iilxttaodbcb^ i«t'^d8^i87',  lir róstaesUí  Maipáéait>or, i^s  «qm^ J 
nad^s^&eranÁe.&^nQklti^eB  ócupadolb  ^ov-q^i»  Alud^nis^'lb^  , 

lacStfiíia  4^BeIiting,'  Ift-otrá^  mUA' biih(á'fde':ílti'tiiGfaiibfe:-estáii  * 
8e|iflri^M'pót4tnaí  ri&abherla  'd^  ^68^«ii»ii¿Ie;s;  dlcka-lsehi^HBakJ 
IitmJí^úgaMA^''e¡s^iaai''(Mki^^  Siga** 

Uachmutzi  y  Kinaitzí,  se  parecen,  é  indtoKü^^rah  ¿fibidoid^ícdn  la*; 


^1. 

señalado  primeramente  por  M.  Haijxiboldti  ^y  en  8#gai4ft  pot; 
Vater." 

''Esa  terminación  de  las  palabras»  ea  tan^comun  á  las  lengua* 
de  los  Eoluschi  j  de  los  ügaliacbmQtzíi  ^que  en  200  ypces  presan* 
iadaa  por  M.  Besanoff,  un  dozavo  acab^  en  Ü,  Üi  o  tte.** 

"M.  Yater,  (1)  comparando  los  bocabúlariosi  de  las  dos  lepgUM 
con  el  mexicano,  encontró  en  200  palabras,  qjie  designan  los.  nuiik 
mos  objetos,  26  polisílabos  de  la  lexigua  mesicanai  teniend<^  tan. 
grande  añnidad»  que  parecen  derÍTados  de.  las  .mismas  raí<* 
ees.".  (2)  ..    .  •   . 

Ahí,  esa  gran  familia  de  lenguas  afines  del  naboa,  arrancan 
desde  altas  latitudes»  se  extiende  en  i;n ;  gran <  espacio  bácia  el; 
ITorté,  invade  en  uQa  muy  gran  extensipn  nuestrp  pais»  alejando^ 
se  al  S.,  t asta  Nicaragua. 

Barton,  aseguraba  ein  l/llt  que  los  indios  Mobawks, tienen  ni»: 
dialecto  casi  enteramente  tártaro.  (3)  ' 

Si  por  la  forma  actual  díe  tierras  y  aguas^  quisiéramos-  datnoi 
cuenta  exacta  de  la  manera  en^xjue  hfinsido  pobladas  las.ínnuilier 
rabies  i^las  del  Océano  P|Eicífiao,.tal>Tez  no  «e^icontrariaviQs  'Ul^a 
hipótesis  satisfactoria,  pues  tropezamos : con.  la  incipiente  cultura 
de  muchos  de  aquellos  pueblos,  y  su  ignorane|a  de  ;|a  navegar 
cion;  sin  ,émbargo,.se  ti^ne  á  la  vi^taCiS^  he^bo  evidente, , las  ifnv 
las  están  habí tadívs.  Verdadero  compteí^  eJi.^tTPUK)  actual  ^d^»  lotf) 
isleñps,  en  el  gru^Q  de  la  .sociefiad  existen  l^,i^rai8,  ^^omparar 
l)les  á  los  túmulos  i^u^ropeos.  y.ain^ic4«i/(^;,;!GL  oapitan  iCo<Ai( 
describe  las  estatuas  colosales  de.p^r^nde.la isla  de*  Pa^o^iaa^, 
seinejanties  bajo  algicvnos  aspectos,  4  1^  d^;4Z.apaterp  ex|  Clentrpí 
Am.éripa,  y  que  no  ^OA  9^^^  de  los habi^Qiesd^ jipy.^  Des^ábreter 
sgien  Ujüf^  Yiíí#  grÉa\^,s,piedrasique.reoiwfida«  los^nxeJUi^íir^'Tp- 


aáelarita^*,^^  i  lo^.'^iv^a^  \)i0biÜftttt««idt; 

la  Oceania.  <*\  '  .;  . . 

(2)  Antiqnités  américainati,  pág.  M, 

(3)  Antiqaidto  amérieaines,  pág.  46,  .tlCT.    :   }  ../  .'r«.'>  ."•  í^n*?  4*\-^'  í 


452 

cion  asiática,  nota  Zimermmann  c[ue  '^Lob  habitantes  de  Améri- 
ca, se  distinguen  apenas  de  los  polinesios,  en  cnanto  al  color,  la 
estatura  y  el  cabello,  7 -ofrecen  entre  sí  tan  poca  diferencia,  que 
desde  los  primeros  descubrimientos  hasta  nuestros  dias,  casi 
nunca  so  ha  dudado*  qii€  pertenecen  todos  á  una  raza  única."  (1) 
Esa  comunidad  de  raza,  se  comprueba  por  medio  del  lenguaje. 
GkUatin,  había  obaerrado  jala  analogía  de  estructura,  entre  las 
lenguas  americanas  y  las  de  la  Polinesia,  principalmente  con  las 
del  Oi^on  7  el  Gheroquee;  la  analogía  existe-  también  respecto 
-  de  los  idiomas  de  Sud  América.  ''A  este  propósito,  nota  el  Bev. 
Bichara  Gkirnett,  que  machas  de  las  lenguas  del  continente  ame* 
rioano,  presentan  uña  analogía  general,  así  con  la  familia  poli- 
nesia como  con  las  lenguas  del  Déccasn,  en  el  método  d^  distin- 
guir las  varias  modificaciones  del  tiempo,  y  añade:  'Todemos 
«^asegurar  en  términos  generales,  que  el  verbo  sud^americano,  se 
''forma  precisamente  bajo  los  mismos  principios  que  el  del  Ta- 
«'muí  y  de  otras  lenguas  déla  India  austral,  y  consiste  en  una 
'^aie  verbal,  en  un  segundo  elemento  que  define  el  modo  de  ac- 
''don  y  de  un  tercero  denotativo  del  sugeto  6  persona.'*  Estos 
datos  acerca  de  las  relaciones  filológicas  entre  las  islas  del  ar- 
chipiélago de  la  Polinesia  con  él  eontiñente  americano  y  la  Asia 
austral,  se  corroboran  teniendo  en  cuenta  las  notables  reliquias 
de  escultura  megalíiica,  y  de  antiguas  construcciones  de  piedra 
en  las  islas  del  Pacífico,  notadas  hace  mucho  tiempo  por  el  ca- 
pitán Beechey,  en  algunas  de  las  islas  más  cercanas  á  las  costas 
dé-  Ofailé*  y  del  Perii,  observadas  recientemente  en  Bonabe  y 
otrta  i^las  próximas  á  las  costas  asiáticas.  Algunas  de  ellas  se 
referían  por  stls  caracteres  generales  á  una  emigración  o<;eáni- 
ea,  probablemente  en  una  era  de  civilieacioñ  insular,  durante  la 
OQat  se.  venflcarota  empresas  marftimas  en  una  escala  muy  su- 
IMrier  i'hMT  emprendías  por  los  modernos  naTegantes  mala-' 

yo»."  (2)  ^        . 

.-  f«El '  profesor  *H«  &^  Wilson,  en  su  edición  Rig  Veda  Sarihita, 
aflM»ta  cómo  eoüa  .especial,  digna  dé  ser  sabida,  que  en  la  época 
remota  del  más  moderno  de  los  Vedas,  consta  que  los  arias  asíá- 
tiooe  fueron  un  tiempo  marineros  y  comeroiaiites:  eon  la  péiíée* 


(1)  Bmh  huuuuM,  tup,  y.,  ptfg.  896. 

<!t)  PlBéhiitorio  man,  by  Dtaid^Waine^  LflMiM^ISes.  "Pdg,  5M. 


m 

cion  de  ambos  empleo^»  aqtiellos  ayentoz^rioq  im^ítíiivps  pudie^ 
ron  pasar  prontamente  á  los  grapog  más  cercanos  de'  islaa;  4e 
allí  á  los  más  remotos  el  paso  bxé  tan  fácil  como  aUora  puede  s^r^ 
lo,  y  basta  ecluar  una  ojeada  sobre  una  oafta  bidrpgráfíca  del  P^ 
eífico,  para  demostrar  que«  un  bote,  arrastrado  algunos  gradoaal 
S.  de  Pitcairn  ó  de  las  islas  australes,  puederser  llevado  por  it^ 
fuerza  de  las  corrientes,  tomando  el  camino  directo  á  las  oostaa 
de  Chile  y  del  Perú»  Pebe  tenerse  presento,  que  en  las  más  prxen- 
tales  de  las  islas  polinesii^s,  encontró  el  capitán  ;Beechey  las  ea« 
tatúas  colosales  y  los  túmulos  de  piedras  talladas,  miicbas  deellaa 
caídas  y  mutiladas;  esas  eatátuas  eri^;  sólo  objeto  de  raga  admi-^ 
ración,  y  no  recibían  culto  de  los  naturales^  incapaces  de 'haber 
fabrieado  obras  semejantes.  Esculturas  idénticas  se  yieion  en, 
otras  islas,  ahora  desiertas,  indicando  con  otros  rastros  una  an* 
tigua  historia  del  todo  diversa  de  la  de  las  razas  -actuales.  Loa 
ayentureros,  por  el  camino  de  la  mar,  pueden  haber  poblado  el 
Sur  del  Nuevo, Mundo  n^ucho  tiempo  antea  que  la0  latitudes  al 
N.  E.  de  Asia  recibieran  en  sus  inhospitelarias  estepas  los  pri-^ 
meros  nómades,  y  se  abrieran  paso  por  el  estrecho  al  N.  del  Pa- 
cífico;" (1)  '  .  . 

Bespecto  de  eemejanz^  en  las  lenguas,  oigamoa  finalmente  á 
Humboldt:  "Se  prueba,  .dice,  por  estudios  hechos  con  minucioso 
cuidado,  y  por  mótodos  no  seguidos  antes  en  las  etimologías,  que 
existe  un  pequeño  numero  de  palabras  comunes  á  los  dos  conti- 
nentes. En  83  lenguas  examinadas  por  MM.  Barton  y  Yater,  m 
han  encontrado  170  voces,  cuyas  raíces  parecen  ser  las  mismas^ 
siendo  fácil  de  convencerse  que  semejante  analogía  no  es  aeci- 
dental,  porque  no  se  funda  únicamente,  en  la  armonía,  imitativa 
ó  en  la  igualdad  de  conformacioiL  de  los  tSrgaiiog  que  Ipiaae  cfifi 
idénticos  lo^  primeros  sonidos  articulados  ppr  los  niños,  i  En  17Q 
palabras  relacionadas  entre  si,  tres  quintosrecuerdan  el  mantchoii 
el  tunguse>  el  mongol  y  el  samoyeda,  y  loa  otros  dos  quintos  el 
celta,  y  el  techude,  el  l^oo,  elcofto  y  el  congo:  esas  palabras  fuer 
ron  halladas  comparando  la  totalidad  de  las,  lenguas  americana^ 
con  las  del  antiguo  .mundo,  pues  tpdavía  no  conloemos  unidio» 
ma  americano»  que  de  preferencisiá  otro,  SfB  refiera  á  un  grupo  d9 
lenguas  asiáticas,  alrioanaa  ó  europeas.  Lp.qo^  han  «vaiuqfidp  ñ^r 

(1)  Pr«h¡8toxienyüi,  pi(8>  ^1. 


tos  sabios,  signienSo  teorías  abstractas,  acerca  ele  lá  pretendida 
pobreza  de  todas  láS  letrgttas  americanas  j  3e  la  extremada  iin* 
perfección  de  sn  sistema  ntiÉnáríco,  es  tan  aventurado  como  los 
ftsertos  acerca  de  la' debilidad  y  de  la  estupidez  de  la  especio  lia- 
iJKiaña  en  el  nuevo  cobtinente,  la  pequeñ'ez  dé  la  naturaleza  viva 
y  la  degeneración  de  Itis. animales  llevados  del- uno'  al  otro  con- 
tinente:" ^      "  .<•.•.:■•... 

En  lo  relativo  á  la  civiHaíacion,  lieinosbedhó  notaren  los  luga- 
res respectivos,  las  grandes  áualógfás  que  eristetí  entre  la'níexi- 
cáíía  y  \tíñ  asiáticas;  'preseíttandó  támbteiíi  ÍA  religión  puntos  muy 
4ltaTcados  do  áetírejáñ^a'^ñtre  Ta  de  los  mejicanos  y  la  Cristiana. 
Recordemos  eii^cttatitó  í*  lái  priiSierálo*  qúípoá,  la'escríttlra,  el 
calendario  prinritóvb,  Ibs  relieves^las  creencias,  Ac,  Ad/tí^niendo 
que  indicar  algo  más.  Es  aparente  en  ¿uestro  país  la  ofiolatría. 
Laserpíente'figura bu  las  creencias  teogónicas  y  cosmogónicas 
de  los  hindus,  yes  titi  ínito  eutre  las  naciones  aibericanas  del 
Norte  al  Sur,  desde*  los  tiénlpds  más  temotos.  Se  le  ve  en  Copan 
y 'en  muchas  de  las  ciudades  arrc^iñadas,  y  es  muy  común  én  Mé- 
xico. La  mujer  serpiente  figura  entré  las^  tradiciones  asiáticas; 
en  el  buddhaismo  Niuoua  6  Nsti-va,  hermana  y  esposa  de  Po-hir 
tenía  cuerpo  de  serpiente,  cabeza  dé  buey  y  el  cabello  suelto;  se 
la  llamaba  Niu-hi,  y  Niu-honng^  soberana  de  las  vírgenes;  Hoang-^ 
móü,  madre  soberana;  y  Pht-ming,  la  luz  pacífica.  (1)  Eí  mismo 
símbolo,  aunque  con  rostro  humanó,  se  ve  esculpido  en  UxmaT. 
Sabemos  que  la  Cfhuacoatl  ^Eva  de  los  méxicá,  no  era  otra  cosa 
que  el  mismo  mito.        •  ^    -     : 

•  Antiguo  entre  los  pueblos  asiáticos  era  él  culto  del  lingan  y  el 
yóiii,  del  phallus  y  del  cteis.  **El  mundo  animado  del  hombre, 
dice  M.  Creuzei*,  xeiábiá  de  él  ambois  sexos,  representados  por  el 
cielo xla  tiertá;  él  cielo,  principio  fecundante;  la  tierra,  fecun- 
dada,'  mtijeril-y  fuente  dé  humedad:  todas  las  cosas  salieroii  ¿tela 
áliaiíza  de  estos  principios.  Las  fuerzas  vivificantes  del  cielo  se 
concenti*an  &a  el  sol,  y  la  tiérta,'  fija  eternamente  en  el  lugar  qué 
¿dipa;  recibe  las  emanaciones  del  astro  poderoso  por  medío'^é 
Ik'htn^/qtie  derrama  sdbre  la  tierra  los  gérmenes  depositados 
por  el  sol  én'stt'fécúhdó  senó.'EI  lingan  es  conjuntamente  el  í^ítn- 
lüolo  y  el  iñistetió  do  éste  pensamiento  religioso.  Los  doce  lin- 

(1)  ClATel,  HiitoiM piitoiMqiid án nUgioni,  tom.  í^  p^gf.  iU.   *'    ' 


m 
9-  w 

gám  déla  C^dia»  divididos  ea  zuasculínos  y  femeninos,  en  pLatlus 
7  en  cteis.nos  dan  Ibs  doce  dioses  y  las  doce  diosas  de  la  Gre- 
ciíky  es  decir,  al  sol  recorrieiido  sns  doée  casas,  y  la  luna  sus  fa- 
^es  análogas  á  través  del  zodiaco.    '  /  i  • 

,  ,'*É1  mismo  símbolo^  con  él  misrbo  mentido,  se  encuentra  en*^íó- 
das  las.  religiones  antiguas.  En  los.bajos  relieves  del  templo  prin- 
cipal de  Tebas,  en  Egipto,  ^e  veía  á  Osiris  desnudo,  teniendo  el 
phallus  en  la  riianp  derecíia,  del  qiie  sé  lanzaban  los  planetas  y 
los  iastrós  representados  por  figuras  humanas,  dispuestas  en  el 
orden  ^ue  las  esferas  ocupan  en  el  cielo.  Xiamisma  idea  está  ex- 
pir^saídja  por  el  poeta  Hesiodo,  al  atribuir  al  amor  la  creación  d^l 
universo..  El  plialliVs  representa  un  papel  importante  en  lá  leyen- 
da de  Osiris;  est^  dios,'  tomado  frecuentemente  por  el  sol,  pereció 
víctima  de  laníalignidacl  y  de  la  ambición  de  su  hermano  Typhon, 
las  tinieblas,  la  humedad  y  el  frió,  quien  le  tendió  emboscadas 
y  le  asesinoL;  fué  su  cuerpo  despedazado,  y  dispersados  los  trozos. 
Isis,  .esposa  idé  Osiris,  es  dec¡r,'la  Itina,  recogió  los  fragmentos  á 
excapcion.del  phallus  arrojado  por  Typhon  en  el  Nilo,  con  lo  oiial 
el  rio  había  sido  fecundado,  y  éste,  &  su  turno,  derramaba  la  fd- 
cündidad  en  lá  tierra  por  medio.de  inundacigues  periódicas/'  (1) 
Estas  preencias.  absurdas  parecen  de  la  inventiva  de  pueblos 
ígnqrai^tes  y  desnudos.  Como  expresión  de  la  fuerza  fertilezante 
dérsol,, aquel  símbolo  se  encuentra  en  láíj  naciones  americanas, 
y  aun  entre  las  salvajes.  "En  1790  deiscubrió  el  médico  Arthaut 
un  phallus  de  mármol,  en  la  caverna  de  Borgne  en  San^o  Domin- 
go: tenía  un  agujero  en  ía  parte  inferior  para  llevarlo  como  adorr 
no'  suspendido  á  un'cordoií.  Desde  la  más  reniota  antigüedad  se 
ponían  un  dije  igual  las  mujeres  dé  Asia,  de  la  Grecia  y  de  Ita-» 
lia,  y  el  cual  uso  está  hoy  todavía  en  vigor  en  algunos  pueblos 
de  Bretaña.  Es. precisó  colocar. entre  los  símbolos  phálíicos  la 
cruz  con  ajSa  ó  cruz  de  Osirio,  que  las  señoras  egipcias  se  sus- 
pendían ai  cuollo.  Eii  fín,  este  tipo  emblemático-  fué  consagrado 
por  los  sacerdotes  arquitectos,  y' Taá  columnas'de  ío's  templois  y 
las  que  aisladla  se  elevan  at  medio  dé  lóslcampos,  deben  consi- 
derarse como.'utros  tantos  phallus  dedicados  por  ía4evocion  del 
hombre  á  la  íecundidád  solar."  (2)    ' 


•     4   ♦.      .'  ■    >.«  . 


(1)  Clayel,  Hiatoire  pittorenque  des  )!«ligions,  iom.  I,  pág.  7. 
(9)  Glarel,  Histoira  pittorMque  des  religiom,  tom.  I,  pág.  9. 


456 

Del  género  de  las  colamoas  aisladas  son  los  monamontos  qne 
ea  Uxmal  y  en  otros  lugares  son  llamados  picotas.  Entre  los  ol>* 
jetos  sacados  del  Palenq^ue;  repetimos  haber  visto  algunos  qns 
no  dejan  duda  alguna  acerca  de  su. destino..  No  encontramos  én 
las  pinturas  mexicanas  cosa  que  corresponda  exactamente  .á  ésta 
categoría,  aunque  se  puede  asegurar  que  una  piedra  tosca  del 
cerro  de  lasNavajas,  sirvió  de  culto  i  los  montañeses  primitiyos 
de  aquel  distrito,  que  labraban  los  lechos  de  obsidiana.  Hemos 
Tisto  pruebas  fehacientes  del  mismo  culto  relativas  al  Perú. 

Hepetidas  veces  hepios  indicado  ciertas  semejanzas  en  la  civi- 
lización americana  con  las  asiáticas.  L:ís  semejanzas  son  palpa* 
bles,  y  no  siempre  podran  explicarse  por  la  casualidad.  Para 
nosotros  es  una  convicción  que  existieroq  relaciones  más  ó  menos 
estrechas  entre  ambos  continentes;  ¿pero  cuándo,  cómo  se  verifi- 
caron? Ko  sabemos  responder;  sin  embargo,  haremos  algunas 
indicaciones.  .       "    . 

En  1761,  Hr.  de  Guignes  publicaba  una  memoria  bajo  este,  tí- 
tulo:— BechercJiea  sur  les  navigations  dea  Chinoü  du  colé  de  TAmért* 
que  et  sur  qudques  peuples  situis  aus  exlremité  orientales  de  VAsie,  (1) 
— Establecía  en  ella,  que  durante  el  siglo*  V.,  algunos  monjes 
budhistas  salidos  de  la  China,  después  de  una  larga  travesía  ha- 
bían llegado  á  un  país  desconocido,  al  cual  llamaron  Fou-Sang^ 
en  donde  establecieron  sus  doctrinas.  El  Fou-Sang  era  la  Amé- 
rica. I/a  descripción  del  nuevo  país  la  tomaba  el  autor  de  la  pu- 
blicada en  los  grandes  Anales  de  la  China,  intitulados  Nan-Szu, 
debida  á  'Ma'Touan-Lin,  traducida  por  el  mismo  de  Guignes  y  el 
profesor  líeuman,  y  que  nosotros  tomamos  del  francés.  Dice  así: 

"En  el  reinado  de  los  Tsi,  en  el  primer  año  del  Origen  eterno 
(499  de  Jesucristo),  un  sacerdote  budhista  chino,  que  por  nom- 
bre monástico  tenía  el  de  Hoei-Chin  (compasión  universal),  vino 
del  Fdu-sang  al  distrito  de  JSoukouang  y  á  los  distritos  vecinos, 
7  contó  que  el  Foa-Saug  está  situado  á  cerca  de  20,000  Ii,  al  K 
de  Ta-han  y  del  Imperio  del  Medie.** 

"Aquel  país  produce  muchos  árboles  Fou-Sang,  cuyas  hojas  son 
parecidas  á  la%  del  árbol  Twg  (Pryanda  cordata),  mientras  las 
yemas  por  el  contrario,  se  páre.cen  á  Jas  del  bambú,  y  las  comen 

(1)  MtfmoireadorAoad^miedet.Insóription,  eldeiBdUai  Loitres,  1  XXVÍn,  pig. 
503  7  8ig. 


^7 

los  habitantes;  el  fnjito  tiene  forma  de  .pera,  9.miq.ue  es  rpjo^  De 
la  corteza  se  fabrica  uüa  especie  de  tela^  qne  les  sir?e^  para  y^a- 
tírse,  y  también  ana  especie  de  estofa  adornada*" 

"Las  casas  están  construidas  con  vigas  de^  ii^adej^»  8Íen49  4f^~ 
conocidas  las  plazas  rodeadas  de  muros  j  fprti&cfidaSr"  <        * 

"Los  habitantes  de  aquel  país  tienen  ^ca^^ctére9.par<ik Ja  ^(sri^ 
tnra»  j  fabrican  papel  con  la  corteza  del  Foa-Sang.  Nó  titintn 
armas,  ni  se  hacen  la  guerra;  pero  con^  medio  gpbemamieiital 
tienen  una  prisión  del.  Norte  j  otra  del  Sur. ,  X^ps  culpables .  da 
Jfáltas  ligeras  son  encerrados  «^n  la  prisión  del  8ut,  los  culpable» 
de  falfaE»  grayes  en  la  prisión  del  Norte;  áé  maneta  que  los.  qvie 
pueden  ^canzar  gracia  son  encerrados  en  la  prisión  del !  Sur^^  y 
los  otros  en  la  del  Norta  Los  hombres  y  las  teujeres.aprisi^Mia- 
dos  allí  de  por  vida,  tienen  libertad  para^casarse;  pero  los  nífios 
nacidoe  de  aquellas  uniones  son  .vendidos  como  esclava;  <b)B 
muchachos  á  la  edad  de  ocho  años,  las  muchachas  despuoa  da 
cumplido  su  noveno  año." 

^Cuando  un  hombre  de  calidad  se  hace  reo  de  crimen,  se  reú- 
nen en  concejo  en  un  lugar  excavado,  se  derrama  cenisui  >ewi- 
bre  el  culpado  y  se  despiden  de  él." 

"Si  el  culpable  pertenece  á  una  clase  inferior,  sólo  él  es  casti* 
gado;  más  si  pertenece  &  Una  clase  superíor,  la  degradación  ál- 
oanva  á  sus  hijos  y  á  sus  nietos.  Los  culpables  de  la  clase  máa 
elevada  son  castigados  hasta  en  su  sétima  generación/' 

"El  título  del  rey  es  Ichi:  los  nobles  d&  primera  clase  se  nom- 
bran Toui4ou^  los  de  segunda  pequeños  Toui4ou,  loa  de  la  tercera 

•  «  j. 
"Cnando  el  soberano  salé  de  su  casa,  va  precedido  de  cuerpos 

y  de  trompetas.  Varía  el  color  de  sus  vestidos  según  los  años; 
son  azules  durante  los  diez  primeros  años  del  ciclo  de  diez  años, 
rojos  en  los  dos  años  siguieptes,  amarillos  durante  el  tercer  pe- 
ríodo bisanual,  rojos  durante  el  Quartó,  y  negros  durante  el 
quinto.      • 

''Los  cuernos  de  los  bueyes  son  de  tal  tamaño  que  pueden  con- 
tener diez  medidas  (boisseaux),  asi  es  que  los  habitantes  encie- 
rran en  ellos  toda  clase  de  objetos."  I  ... 

"Los  caballos,  loa  bueyes  y  los  ciervos  gou  nocidos  a  los.  pUr 
rrnajes  (voitures).^" 


•    '  J 


68 


'4¿8 

"Los  bíerTOd  son  el  ganado  del  país,  y  fabrican  mant^equilla 
cofiíalecñe.         •      .    .  . 

"El  árbol  Fotí-Sáng  tiene  peras  rojas  todo  ólañotlay  ademas 
fiítoaíatías  y  cañas;  estas  TÍItimás  sirven  para  preparar  esteras." 

•*No  hayliiefío  eñ  aquel  país/  sino  sólo  cobre,  oro  y  plata,  los 
enales'  oat^e^^n  áé  valdr  y  no  sirven  de  moneda  en  las  transac- 
tfkon&s.    ^    ^     '. 

[.  ^^^Ooncluybnse  losfnatYimonios'  dele,  matrera  'siguiente:  qtíien 
Quiere  casarse  se  construye  nna  ctitíañ&  delante  de  la  puelrta  de 
4l¿  tnqi'ada de  lamnjer  que  pretende,  y  á  mananay'  tarde  timpia 
y  triegai  el  6uek>rá  cabo  de  un  ano  decide  la  pretendida;  si  se  nié- 
gay^t  Koiabre  se  retira;  si  consiente,  iieiíé  Ingar  el  jüatrimonio.^' 

"A  la  muerte  4e  sus  parientes,  los  habitantes' del  Fón-Bang 
•yonan  durapte  siete  días:  se  lamentan  durante  cin<;ó  dias  si  el 
dfttíflto  es  abuelo  paterno  ó  materno,  durante  tres  días  sie^  bef- 
man^é  hermana,  tio  ó  tia.  Durante  ese  tiempo  se  mantienen 
sentados  de  la  mañana  a  la  noche  delante'  de  la  fmágeil  det  dí- 
fonto,  absortos  en  la  oración,  aunque  sin  llegar  vestidos  de  due* 
lot  Cuando,  muere  el  rey,  el  hijo  que  le  sucede  permanek^e  tres 
años  sin  ocuparse  en  los  negocios  del  eatado." 

"Antiguaoj^eute  aquellos  pueblos  |io  vivían  coiiforme-  £  las  le- 
yes, de  Buddba;  pero  aconteció  que  durante  el  segundo  año  de  la 
,Qran  Inz  de  Song  (458  antes  de  Jesu^^risto)  que  vinieron  á  aque^ 
país  los  mongas  mendicantes  del  remo  de  Kípin  (Samarcanda)^ 
derramaron  la  religión  de  Buddba  y  con  ella  los  libros  sagitados 
7  las  santas  imiígenes.  Enseñaron  al  pueblo  las  reglas  de  la  vid» 
monástica  y  así  cambiaron  sus  costumbres." 

Elmonge  que  esto  relata  cuentíi^  también  prodigios  de  un  .país 
más  oriental  que  el  Fou-Sang,  á  distancia  de  mil  ¿t,  al  cual  llama 
el  Reino  de  las  mujeres. — "Los  habitíu^tes  del  reino'  dice,  son 
blancos,  tienen  el  cuerpo  velludo  y  cabellos  que  llegan  hasta  la 
tierra.  A  4a  segundado  tercera  luna  Jas  mujeres  van  á  b^arse  á 
un  rio  y  se  hacen  grávidas;  dan  á  luz  á  la  sexta  ó  sétima  luní^.  En 
lugar  de  seno  tienen  detras.de  la  cabeza  cabellos  blanco^,  de 
donde  sale  un  licor  que  sirve,  para  aliriíentar  á  sus'  hijos^  Se  di- 
ce que  ciéú  dias  después  dal.  nacimiento,  los  ni^os  están  capaces 
de  andar,  ]^,que  parecen  hombres  hechos  áJos  tres  o  cuatro  años, 
tiásmíu^erie^  huyen'  á  lii  vista  de  un '  extranjero,' y  son  muy  res- 
petuosas con  sus  esposos.  Aquellos  pueblos  se  alimentan  con 


459 

tina  plániñÉt'  que'  liene  íbI  guato  y  el  olor  de  la  sal,  y  qne,  por  está 
caúsá;  lleva  el  noiübre  dé  planta  salada;  sua  hojas  se  parecen  á  las 
déla  planta 'llamada  en  chino  Sie-Tiao,  que  es  una  especie  de 
absiñtó.**- '    "^      .... 

Según  e]  historiador  chino  Xii-Yen,  que  yivía  al  cqmenzar  el 
siglo  Vir,  i^iPoti-lSang  distaba  de  la  China  44,000  fi  há¿ia  el  E-; 
parfieudó  dé  la  provincia  de  Leau-Torig,  q.1 1^,  de  Pe-kíng,  reco- 
rriendo l%dO0  U  se  llegaba  ál  Japón  ó  sea  Niphon;  siguiendo  al 
K.  estaiba  eí  piíá  (J^  lú^Wen-chin  á  7,000  li,  á  loa  5,000  Iia\  É.  que- 
áabá  él  páíd  dé  Td-Hí^n,  y  por  último  á  lo^  20,000  /¿al  E.  que- 
daV¿, él 'Fou-Sarig..!Dé  (íuignes  identificaba  los  lugares  en  está 
forma:  Eeao-Tong^  conpQido,  la  China;  Niphon,  conocido,  el  Ja- 
pon;  Wen-chiJi,  determinado,  H  i^á  de  Teso;  Tá-fian^  determi- 
nado,'erRímt^chatka;  Fou-Sang,determiivido,  la  California/  De 
donde,  fuera ^ dé  otros  d^tos,  las  reláciones.'de  los  -chinos  con 
America. 

Klaproth,  (1)  distinguido  orientalista  prusiano,  atacó  en  1831 
el  trabajo'  dé  GÜígnes..  .Convenía  en  las  fuentes;  mis  pasando  4 
las  determinapiÓDes  de 'lugar,;  admitía  las  dé  los  ires  primeros^  y 
pretende  qué  'Ta-Énn  és  la  isla  dé  Krafto,  y  él  Póú-Saug  la  cos- 
ta SE.' 4®  NiphónJ  Por  ¿onsecuencia,  no  había  tal  América.  Hó 
aquí,  ádethas,'  algunos  dé  sus  argumentos. — "La  circunstancia  de 
que  tat)ia  viñas  y  caballos,  en  el  país  de  ÍFóu-áang,  basta  para 
probar  cjiné  nó  érá  una  parte  de  la  América,  en  la  cual  estos  ,do3 
objetos  np  fueron  introdupidos  por  los*  españoles  sino  después* 
del  descubrimiento  dé  Cristóbal  Colon  en  1492." — Las  distan- 
cias en  la  ruta  sobrepujan  con  mucho  á  la  realidad;  los  chinos 
no  tenían  ningún  medio  para  deteri^inar  la  longitud  de.eus  tra- 
Teaíafi  por:lainiiar/'*^'/Laidenti(iaddel  Ta^Haii  eon'la  isla  de  Ta- 
rakai  (Jeso)  demostrada  una  ve/,  no  permito  buscar  el  pató  de 
Pou-áang  fen 'Aifa'éfíííá."-^**Sér¿L  breciso  desechar  toda  la  relación 
del  Fou-Sang  como  fabulosa,  o  encontrar  un  medio  de. co^oif 
llalla <soQ  l&iraalidad^y  s&ríaf.Buponearitíexaata'ia  divexíoton indi- 
cada por  el  viajero  al  E.  Se  puede  presumir,  qué  se  iiiarchaba  en 
línea  réttía  aríErpara^aáar  et  estrechó  de  láPérpuse,  yendp  á 

<1)  ]Qaabto«pkaft>8iir  lü^t^f  ct»  Foo-iSaPlpy  •  mteáUotahi  chais  tsrt  liv«M'<ibliK>lé  et  pris 
«om.  ZXI, 


f 

11 


la  larga  de  la  coata  setexitrional  de  Yeso;^  pero<qtiQ  Uegs^o^á  la 
punta  oriental  de  esta  isla,  se  volvía  al  S.  llegando  de  esta  ma- 
nera á  la  parte  SE.  del  Japón,  qa^  era  el  país  qae  se  llamaba 
Fou-Sang.  En  efecto,  éste  es  uno  de  los  antiguos  nombres  del 
imperio. 

Contra  Klaproth  y  en  defensa  de  Guignes^  Iiau  salido,  en  1841 
Friederich  Nenman,  profesor  de  lenguas  orientales  en  la  Uni- 
versidad de  Munich;  (1)  M.  de  Parayey  en  1844;  (2)  tKosé  Feroz 
en  1862,  (3)  M.  Gustave  ó  Eichthal  en  1864;  (4)  el  Dr.  Godron  ea 
1868;  (5)  M.  Charles  G.  Leland  en  1875.  (6)  En  sentido  contra- 
rio escribieron  el  P.  Hyacintbe,  quien  llama  á  le  relación  de 
Hoei-Chin  "a  conaummale  hwmbug;  en  Octubre  de  1870  el  Dr. 
Betschneider,  (7)  y  en  1875  M,  Docien  Adam.  (8) 

M.  Lucíen  Adam,  el  último  de  los  campeones  que  han  saltado 
á  la  palestra,  resume  la  cuestión  y  la  presenta  bajo  diversas  fa- 
ses; vamos  á  seguirle  en  sus  argumentaciones,  permitiéndosenos 
hagamos,  también  nuestras  observaciones. 

!Kefíriéndose  á  la  determinación  de  Ips  lugares  entre  Leao- 
Tong  y  Fou-Sang,  dice: — "Estimo  con  MM,  Neuman  de  Paravejt 
José  Pérez,  d*Eichtal,  Godron  y  Leland,  que  sobre  estos  dos 
puntos  De  Guignes  tiene  razón  contra  Klaproth,  y  que  en  reali- 
dad conocieron  los  chinos,  al  menos  desde  el  siglo  VI,  la  exis- 
tencia del  Nuevo  Mundo,  descubierto  después  el  año  1,000  por  el 
islandés  Leif  Erikson,  en  1488  por  Jean  Cousin  de  Dieppe,]y  en 
en  1492  por  Cristóbal  Colon," 

"Me  apresuro  á  añadir,  siguiendo  al  comandante  Maury  y  al 


T 

(1)  Le  Réoit  d'Hoei-Ghin  avec  oommentaires. 

(2)  li'Ain^ríqae  boub  le  nom  da  pajB  de  Fou*SAog. — ^An&aleg  de  Flüloeopbie  ehré^ 
tienne,  8^.  serie,  iom.  IX,  1844. 

(3)  M(ímoire  sor  les  relatioDs  defl  anciens  Amérioatta.  aveoiea  peaplea  da  TBii* 
rope,  de  TAsie  et  derAfrique, — Bevue  oriental^  et  américaine,  tom.  VÜI,  186Sy 
pig.  162  r«ig. 

■  (4)  Des  prigiaea  aa&üoo-bOHdohiqaea  da  la.  civUiaatUm  aiui<rieaiiaá.--«Beva«  ar* 
ohcQlogique(186Í7l865.)  '    ' 

(jS\  une  Missioa  boudobiate  en  Amériqae,  an  Ve  siéola de l'Era  ahtetiaiiae.— AsuM^ 
les  des  Voyages  (Setíembre  1868). 

(6)  Fuaang  or  the  disoorery  of  America  by  Ghineae  Baddhist  priesta. 

<7)M«BM>ria  en  el  Chineas  Beooider  and  misaionai^r  jeracnal  of  Hoag^Kong, 

(8)  La  Fon-San^. -^Compte-renda  da  Congrea  iimtarpafcional^ea  amérioaaialea»  ^aiv 
ey»  Paria,  1875.  Tom«  1,  pág.  144  y  sig. 


461 

eoronel  Eennos,  antiguo  oficial  de  la  marina  de  los  K  U.,  qne  se 
ptiede  ir  de  Ohina  á  América  por  las  islas  del  Japón,  las  Eouri- 
leSy  la  costa  de  Eamtscbatka,  las  islas  Aleontianas  y  Alaska,  sin 
perder  de  vista  la  tierra  sino  por  .algunas  horas,  y  que  por  lo  mis- 
mo el  descubrimiento  de  América  no  presentaba  á  los  marinos 
chinos  ninguna  dificultad  seria."  (P^g.  147.) 

''Queda  por  saber  si  la  descripción  del  Fou-Sang  por  Hoei- 
Chin  se  apliea  á  una  porción  cualquiera  del  continente  america- 
no, con  tal  exactitud  que  debemos  tener  al  monge  chino  como 
testigo  de  visuV* 

A  esta  pregunta  respondo  sin  vacilar,  que  sólo  un  muy  peque- 
no  número  de  los  hechos  referidos  por  Hoei-Chin,  presentan  un 
carácter  verdaderamente  americano;  que  los  demás  son  de  pura 
fantasía  absurda,  y  que  el  conjunto  de  la  relación  no  permite  re- 
conocer al  documento  el  valor  de  un  testimonio  digno  de  fe." 
(Pág.  161.) 

En  nuestro  humilde  concepto,  estas  conclusiones  cambian  el 
aspecto  de  la  cuestión.  M.  Adam  admite  el  descubrimiento  de 
América  hecho  por  los  chinos,  la  introducción  del  buddhismo  en 
nueBtrp  continente,  las  demarcaciones  geográficas  de  De  Guig- 
Bes;  lo  que  repugna  por  absurda  es  la  relación  del  monge  Hoei- 
Chin.  Aquí  debía  terminar  la  cuestión,  á  no  ocurrírsenos  decir 
algunas  palabras  en  defensa  del  mouge  buddhista,  siquiera  sea 
para  rectificar  algunas  ideas  de  nuestros  contemporáneos. 

La  relación  de  Hbei-Chin,  contiene  dos  partes:  la  descripción 
del  Fou-43ang,  en  que  aparece  como  testigo  de  visu;  la  noticia  del 
Beino  de  las  mujeres,  en  que  se  da  por  testigo  de  oidas.  Esta  se- 
gunda, en  realidad,  debe  ser  desechada  en  su  mayor  parte  por 
absurda,  á  no  ser  que  se  admitan  las  explicaciones  de'D.  Jo^é 
Pérez,  (1)  que  satisfacen  en  algunos  puntos.  De  todas,  maneras^ 
la  relación  no  es  más  absurda  que  alguna  contenida  eii  los  viajes 
de  Marco  Polo,  6  en  las  de  otros  viajeros  antiguos  en  que  se  pin* 
tá  á  los  dragones,  los  pigmeos,  el  rey  de  los  ciclopes,  los  hom- 
bres blemmye,  labio  pata  sol,  monocle,  &c.  Debemos  atenernos 
ala  primera  narración. 

Atacando  los  dichos  del  monge  chino,  dice  M.  Adam: — "La  fal- 
ta del  fierro,  el  papel  de  corteza,  la  ausencia  de  monedas  meta- 

■  ,  r  •  -  ■       •  ' 

(1)  S«Tii«  orienúto  «i  aaiááOMiit.  tom.  vm,  pág.  187  j  68. 


462 

licas,  son  en  efecto  rasgos  de  la  oívilizaciou  americapa;  pero  e%  , 
necesario  advertir,  que  los  mismos  hechos  se  repica  ^n  la  his- 
toria de  otros  muchos  países  situados  al  É..  de  Ghina^  notable- 
mente ^n  la  de  las  islas  Licou-'Khiou,*'--Bi^p^.gerp.cpí*respoude 

la  señal  á  América. 

^^  •  •    .    ,  .  I   ,       •        , 

"El  ciclo  de  diez  anos  se  usí^ba  en  el  Perú;  p^rq  q1  Fpu-Sang 
no  puede  ser  colocado  pu  la  America, del rSur.  ]y¡.  LQlaqd,  (jue  no 
quiere  perdf^r  el  beneficio  del  ciclo  deceíi{il,^upoi>e.qU'e  eu  el  si- 
glo V  estaba  habitado  México  por  losi  antecesores  de. los  perua- 
nos." (Páp;.  151.) — Causa  verdadera  mará  villa  que  argumentemos 
contra  los  dichos  de  uu  hombre  que  existió  hí^ce  XIV  siglos,  to- 
mando por  fuiulauíf  nto  .'lo  que  á  muestra  vislp,  pasa,  sin  tener 
para  el  jfcietnpb  intermedio  historia,  docui^entos,. edificios,  ni  tra- 
diciones: cuando  todo  está  borrado,  perdido  eu  lat  jxocho  de  los 
tiem,pos,  teniendo  para  dirigirse  en  Ja.iiirlagacion  de  los.  hechos 
los  pocos  ráíJÍros  que  aquí  y  acullá  se  salvaron  del  olvido.  Si  tal 
69  nuestro  criterio  para  discurrir,  .absolutamente  nada  debemos 
tener  por  verdadero,  porque  .en  nuestragrCo.staSidelN.  E..,  al  tiem- 
po de  la  .conquista*  española,  ijo  h^bía  Foii-Sang,  ni  J^uddUismo, 
ni  civilizpiciqn,  ni  nada.  ¿Y  por  eso  podemos  negar,  que  jfQ  exis- 
tió  ántps?  ¿La,sco>sas  quedaron  estacionarias  durante.  ?¡.I  siglos? 
¿Sin  tener  evidencia  podemos  ne^ar  lo  q\ie  cppista  que  J^gii^en  di-  . 
jo  en  su  .tiempo  j  lujgai-,  fuera  de  los  caso^  en  que  sp.^ejjJite?  di- 
chos sean  contrarios. á  los  hechos  a4niit¡clos?.  No  se  opone. á  la 
razan -que  hubiera  en  el  ÍJou-S^ng  un  cioljO  de,<^ipp  j^^pg^fy^ygaipk 
ellono  es  preciso  suponer^  como  q^uiere  M.  Í4olí>nd.  qijp^  Jpí^.ai^te-^ 
cesores  Aq  1o3  peruanos  habitaran  en  jtfexico  durante  el  siglp  Y:  ? 
el  períoob  decenal  forma  part^  de  ]ok  nutne|rajCion  ^^^.-xQii^c^os.paQ- 
blos*  Americanos.    ..."   -  '  •      • 

"Füéra  dé  estos  cuatro  hechos^  p^osiíjueM.'A^^  cua-ry 

les  los  ^^  ^      "  *  '  '---'  —  ''*'-—--        ^-  -  ^  " 

timo 

nááa^ 

sambs  nuédtra  ignorancia;  meditando  eTp^.saiVfC^e  discutimos. 

nada  encontramos  en  la  descripción  de  las  costui^bre^  coAtr^^np 

á  la  razpp,  y  aun,  algo  d^  lo  allí  referido  ¿reW^ 

meianzas  con  los  usos  de  los  pueblos  nistdricos.     <  -,     . 

Las  objeciones  que  pudieran  tener  fundamento^  son  las  siguien- 
tes:—"En  primer  lagati  el  árbol  Fon-Sang.  descrito  por  el  moa- 


m 

ge,  no  es  en. lo  absoluto  el.magjci^y  ó  el  gran  aloes  americ€kno/' 
(Pag,  151.)— ^n  efecto,  la  descripción  del  mongo  no  corresponda 
en  todas  .sus  partes  al  ágaye.  Guiados  los  botánicos  por  la  maU 
descripción  del  viajero,  han  creido  ver  en  el  árbol  ya  el  HibiscuM 
Üosasinensi^,  ya  el  IIilnscu$  SjuriacuSf  ó  la  Dryanda  cordata,  vege- 
tales que  no  pertenecen  a  America.  Perfectamente.  Pero,  por-» 
qiie  no  corre{$ppn(le  ^deRcripcion  al  agave,, ¿se  infiere  que  la  re- 
lación, es  falsa?  ¿N9  podrá  correspouder  á  otra  planta?  Los  ame- 
ricanos sacaron  telas  de  la  corteza  de  varios  árboles,  y  es  biei» 
sabido  que  del  maj^uey^  se  apropiaba^  para  e^te  uso  las  fibr^,  < 
no  la  corteza  de  que  Cívrece  propiamente:  tiene  epidermis. — "íTp-. 
to  respecto  del  árbol  Fou-^a^g,  que  Hoei-Ching  no  menciónalas  - 
largas  púas  que  caracterizan  el  maguey,  y  n.ada  dice  del  licor  a^- 
coliólicó  que  se  extrae  .en  Mókíco  del  corazón  de  la  planta." 
(Piíg.  153.)— íío  es  el  ¿gaye,  es  un  árbol  rque  no  conoce  vos;  aun 
cuíxndo  del  <'igave  se  tratara^,  el  monge  nada  podía  mencÍQn9>r  j^el 
pulque,  porque  e^  ipyexíif>  muy  poster,ior  al  siglo  V. 

"La  zoología  dpi  moi^ge  budílhista*  «s  tan  incorrecta  oomo.STi.. 
botánica,  porque  los  carbaUos  fueron  impprtadoa  de^Euro^^a  en^  • 
America  ol  siglo  XVI,  y  e^  pabido  que  aj  tiempo  de  Ja  conquista  .^ 
los  Labitaiites  del  Nuevo .Mui^do  no-iei^ífi^n  bestias  de  carga  .n>.. 
carruajes^  [voltures.]  Los  pretendidos. rebaños  d\  cieryp-sonevi-' . 
denfemente  rebaSos  ele  renos,  Eu  cua¡fttoá  los  br^oyes-ó  biapnteg,  . 
se  eucontraron  domésticos,  no  e^já-ífpíijiftdel  Pacific^,. wdpi^do  ♦ 
debía  natup^lm^nte  bjjfi(oar¿se  ^l¡Fou-^apg,^inQ  en  el  antógup  rei- 
no <IeClJ^Qla,'QS  decíii,  en  el  ííueyp.Méxica.actual,  en,<jíoud0  ías 
casasr  están.  copstruicWdj^  ladf^Uft  j^ij^dos^ry  en  doAde.  Ip^.  ÍAdipft 
llamados  pumos  (siq)  vivenfenrplazq.Sf  jfúe^tesp^r^  d^fendeirse  <^6. 
las  incursiones  de  los  rieles  rojas. *'*^(Pág.  153.) 

Se  admite  evidentemente  que  los  ciervos  son  los  renos.  Se  ad- 
mite igualmente  la  presencia  del  bisonte  ó  buey  americano:  ¿será 
razón  suficiente  que,  porque  en  los  tiempos  modernos  se  le  en- 
contró domesticado  en  el  reino^de  Cíbola,  se  niegue  que  en  tiem- 
pos antiguos,  XIY  siglos  hace,  estuviera  domesticado  también 
en  la  costa  del  Pacífico,  ó  donde  quiera  que  el  Fou-Sang  deba 
ser  colocado?  ¿La  región  en  que  hoy  vive  un  animal  determina^ 
do,  excluye  otra  localidad  para  su  existencia  durante  otra  época 
distinta?  El  boa  americanus  está  ahí,  y  nada  tiene  de  contranata- 
ral  que  se  le  encontrara  en  estado  doméstico  en  el  Fon-Sang. 


464 

Bespectó  del  caballo,  es  evidentes  que  fué  traído  á  América  dd 
Etiropa,  después  de  la  conquista  española;  pero  también  es  cier« 
to  qué  én  ellínevo  Mundo  existieron  muchas  especies  de  caba- 
llos, que  si  bien  quedaron  extinguidas,  no  corresponden  todas  á 
la  misma  época  antigua.  En  Ingar  de  desechar  magistralmente 
el  caballo  del  Fou-Sang,  ¿no  sería  éste  un  dato  precioso  para 
fijar  la  época  en  que  todavía  vivían  en  América  los  últimos  repre- 
sentantes de  los  solípedos?  Se  objetará,  que  si  tal  supuesto  fuera 
admisible,  las  naciones  civilizadas  que  del  Norte  vinieron,  hu- 
bieran conservado  el  uso  6  la  memoria  del  caballo;  pero  respón- 
deteos, que  esas  mismas  naciones,  que  debieron  conocer  el  bú- 
falo, íio  conservaron  del  animal  útil,  ni  el  uso,  ni  el  recuerdo. 

Pensamos  qun  la  palabra  ^voitures,''  no  corresponde  len  reali- 
dad á  nuestra  traducción  ''carruajes;*'  en  nuestro  concepto,  sig- 
nifica un  ingenio  cualquiera  de  trasporte,  como  el  trineo  de  loa 
esquimales,  como  las  camas  de  madera  que  servían  para  condu- 
cir  los  grandes  pesos.  Las  prisiones  al  Norte  y  al  Sur,  que  pare* 
cen  á  M.  Adam  **contf  Ueu;*^  las  ceremonias  para  el  matrinionio, 
las  peiias  aplicadas  &  los  delincuentes  de  diversas  categorías,  que 
el  mismo  autor  califica,  *^ér  todo  imaginario  y  con  el  aollo  de  un 
absurdo  manifiesto'*  (pág.  154),  á  nosotros  nos  parecen  admiai- 
bles,  naturules,  sili  que  tengan  nada  de  extraordinario,  y  lo  repe- 
timos^ él  lector  habrá  notado  ya  muchas  semejanzas  en  las  cos- 
tumbres de  loa  pueblos  amei^canos. 

M:  Adam  tiene  razón  en  no  admitir  á  Quetzalcoatl  como  un 
personaje  búddhico.  No  obstante,  etisten,  y  hemos  ido  señalando 
en  sud  lugares  respectivos,  multitud  de  hechos  que  parecen  deri- 
Tados  áel  buddhismo  ó  de  alguna  de  las  civilizaciones  luiiátioas. 


.     .    ...:    *    •« 

r 

1 

.  1    ' 

^ 

t 

-4u.  u  r  :r  • 

1 

,  • 

* 

*»••   i)'>  i  : 

• 

»»«'  '• ' 

-•*  •  1  '.i) 

. 

I 


CAPITULO  n. 

ooMimKUiCtoias  ow  xu  txmévo  vonok 

If0m{HÍmmeiai,^Lo$fenieio§.^El  mar  de  Sargato.—La  América  deioubierta  por  h$ 
/Meíoi.-^  Interipdon  dé  Grane^Oteek.  -^Dighton  WríUng  Rock.--  Inmripeion 
d§  Pamh^  en  él  BradL—InéoripoSan  dé  Téguila,'-HvÜramannaland,'--Loé  piu 
jMUL— TVidawia  QueUalooatL  -^ Iíadoe,^Zo§^  hermanoé  ZenL—Juan  BéMnif,'-»^ 
AhñéQ  8anéké9,—Loé  tártarcé^^Opiniona  <{vMr«aff.*-Fú|;00  éomaiei.-^Reüéladó' 
%té  del  Jfwto  Munda^'^JSeJlexienéé^---ünidad  de  la  éMUaadon  ameriearuu^Ccn» 

m 

é 

r 

SI  del  contineote  asiático  Tolremos  la  vista  al  europeo,  noa 
Damarán  la  atención  ciertos  hechos,  que  po  por  ser  cono* 
cidos  dejan  de  ser  significativos.  Indicaremos  brevemente  algu* 
nos  de  ellos.  En  Séneca,  el  trágico,  se  lee:  (1) 

;  Yenient  annis 

Sfidcnla  ^eri^,  quibas  Oocetuant 
Vincnla  rejum  lanet;  et  ingeiía 
Pateat  telli^:  Tjpbisqoe  novoa 
DetciE^t  Orbes»  ineq  sit  terris 
Ultima  Thnle. 

Estas  palabras  pndiMau  IcvnaiM  por  una  irMdadmra  prófeofa. 
Dfoese,  qne  tras  largos  siglos  el  Ooéstíiú  romperá  küs  barreras^ 
mostrará  nuevos  orbes  y  Thule  no  será  la  última  parte  conocida 


;í.  í' 


69 


466 

de  la  tierra.  Tliule,  (1)  llamada  hoy  Islandia,  era  la  última  parte 
del  mundo  conocida  de  los  antigaos  hacia  el  Norte.  En  Virgi- 
lio, (2)  Eliano,  (3)  el  geógrafo  nubiano  Edrisius  y  San  Clemente, 
discípulo  de  los  apóstoles  (4)  se  hacen  claras  alusiones  á  la  exis- 
tencia en  el  Océano  de  un  continente  hasta  entonces  desconoci- 
do. Pomponio  Mela^  De  situ  orbía,  representa  la  tierra  dividida 
en  dos  continentes,  uno  de  los  cuales  contiene  la  Europa,  la  Asia 
y  la  África,  mientras  el  otro  encierra  á  los  Antichthones,  prolon- 
gándose hasta  los  antípodas.  La  misma  forma  daba  al  mundo 
Marco  Polo  en  la  edad  media.  (5)  Todas  estas  nos  parecen  re- 
miniscencias de  un  mundo  que  se  pierde  en  el  pasado,  recuerdo 
yago  de  una  idea  que  se  borra  más  y  más. 

Arias  Montano,  GQue^^X^aíf^jYP^&^íÍP  J  otros,  afíirmau  que  Li 
isla  Española  era  el  Ophir  de  donde  Salomón  sacaba  oro,  condu- 
ciéndole en  s4i)srltóÍati*^£V}!H;telid^dd  bt]^iuÍóÉr,rqülí  él  renombrado 
Ophir  es  el  Perú.  Ambas  opiniones  aparecen  con  poco  funda- 
mentó. 


»ia 
Via- 
jes notables:  el  primero  bajo  el  mando  de  Atlas,  hijo  de^épCu- 
no;  el  segundo  cuando  fueron  arrojados  por  una  tempesta 
Kf^oBta  dé  AífrTca  á  lo  más'Kjanb  del  Óé^¿nd  AÍÍKúíico,  *f  )lí 
TfM  k  ün&  ferin  iila 'ál  Orhe  ía-^Df&íá;  ffl  ie^Séírf'iriítfs/tíeyn 
dé.&al¿lhori,'  cxí¿ná6Íóis  tirréncíá;  'desé^naienffeB  d¡'  l¿SÍ?éiiífi?ó^í 
fueron  en  busca  del^ótó  de  O^Út^ '■  » '  ■^';"  ''^^^  ''  '    ""'■'''  "''  ■"^" 

M.  Paul  Gaffarel  presentó  al  Cldif(i|r^6''d¿^ Americanistas  de 
Nancy  un  precioso  trabajo  iiftítohcdó  Pfil^UtiMS'éh 'Amé^iie,  del 
cual  vamos  á  tomar  los  d&b&ííV¡lí¡BÍtúp<ñikí/Ufd.  -  ^•r/o^'/ 

Los  fenicios  eran  enten<MdoB'ynuer<í]¿dQ'i^B^  sólo 

hacían  viajes  siguiendo  las  costlus^  del  &ú^«^ó  (K$¿del3<ÍL  Sao  que 


f'TT 


'■■'  .^r-;Ü 


/8)  Vari»  HÍBtorii»,  IlbrX[I,.cap.  1«.    ,     ,     .^n    .  .      r    .     ,   .    ,   ,  ^.,„., 
•'Ü)  ÜHgkneñ;  lib.  II,  cAp.  3.  , 

(5)  Histoire  da  del  par  Camflls  FUunmarion.  Paris,  1872.  Pág.  806  y  8e9« 

(6)  Honiiiu.  De  ozígine  geatitim  americmainm,  Ubé^mi^sftftf  ft  -^'^^^ 

ea 


Nojarece.c.abe|Ji^d^enqAe,ppi^^^ 


"bañcos'de  algas  flotantesi  y  los  griegos  TWijo\fíiQt^jf^i^j^^f^ 
.di)  sus  relaciones.,  ^o^f^lA^f^i^mémM'^^Vmh^^^   ' 


para' D%egm-  s%  n9talja.,ei».a4^elíí)¿,'^rfij^|^       l^ fsón,íila  .é».jfli 

maramaci?,  fs  má^  expl^cit9,^^oda3íía; .  "íi^s  fe,ll^09S,<?^„í^^fía9j,eft- 
"triljé, .  (juíina.vegaljaa  íná^  .alia  .de.W,  colupiQjis^fJie  Bt^r^ulef, 
"íne^'pn (Arrebatadas  ppr  aU|yieuto.  4^  ^!*^«  J.  *^iV?fiP9?  4^  ^aatio 
"^ia^  de  mar^li^  ll.egarou  á  las  .r-egi^nps  d^siejrii,>i^  Jle^^  de  ,t«|- 
"reci  en  4onde  eneoiít?:^rpp  to^iqá^f ei|^,'a%n^c^'",.5}9ofe^t9, 
(6)  'eii  sú '  'fisiona  í/e  (^9  ^Ifintas^  f  Ú*bU  tsfcr»W<ín.4e,  í^s  -^ga:^, 
■cuja.;fú>rzá^y:ta^^^^ 

.  ''^j:^.'^M.^%  }^.  cpluif  paa  de.Hér<»ul^p^^^^  lí)  q»ft,p»p«i^e,.alfaíf- 
"z&  pirbpórÁ^onesr  gigai)tes9asi  as^  0^1.9  grjteeq  opmo  Qn,el  taq^n- 
"no.^  Avienu^ij  (7),^a  fin»  en  su  tradi^i^don.del  ^drip^9  de  JSiinÜ- 

.  r  '■  *'^  \.  '.  *        '  '  t 

(1^  Compíe-rendú  du  Congres  Intématiotlál  des  am^ríci|nÍJBteB,  too).  í^  p^.  lOÍ. 
•(2)-'Pénñ  (JiffareL  "La  rñer  dii  Bargassés,  feuÉ'etln' dé  la  Soofet^  de  g^ogra^íáe. 
Décembre  1872.  '  .>T':.'.-     '>  •;  .    .      .  ,       v^ 

^;  (i)  Aristote,  keteoí;,iI,^I.;?iy...,      r      ,         c..».   „.    .. 
(5)  De  mirabilibfis  con^ultatiouibipt.  ,£d  Bi^t,  p..  ^06. 
<é)  téopidraste.  tot:  plant.' rv.  7  *  *   '*     ,         '   '    * '" 

;:iíñiipcri4^«M»m?C«tgitmft)tKnis  fMqvBQi.   ^    '.  J  I 


♦ 


Bio  aulla  late  flf  bra  i^pellnnt  ratexn» 
Sic  segnuí  htunor  «quoiis  pign  stupet; 
Adjidt  et  ülad  plturimam  ínter  gorgitei 


Ezatare  f aonrn,  ^»obp^.ftklgvi^fnlb%'.\  n  .;  im:  n    t.,t  •.   )  '*•. 


168 

óotí,  iñéUcióiia  A  Vat  de  Mtgñsso:  ^£ne!má  de'  TftB  oUs  sé  levantalL 
"ñtníié^ósaB  ál|$ad/qtlé  coh  sa  eslitedliamiéntó  fottnan  mil  obsti- 
^eálos.'  NingttH  sopló  ifnjíéle  la  naré;  laa  bondaa  permanecen  itt- 
"^ótiles  y  peréKOdáB.  Las  algas  estáti  sembradas  én  gran  canti- 
"^ad  eti  él  abislíio^  y  !fréctíéiíteúeiite  detienen  la  marcha  de  las 
'^aves;  á  Itts  ctíalés  tétiéneá  bomó  \óh  inncbó.**  Los  fenicios,  pnes, 
ü^abodérbiíl  et  mat'  dé  Sargaso.  ¿'Bealmente  fueron  detenidos  en 
^tú  marchb  por  lacada  de  algas  flotantes,  6  según  su  costambre 
'éiagéVaron  fob  péli^prtís'de  aqtteRa  m^vegaeion  para  alejar  á  los 
Ijnqnés  estráñ jetos?  '   ' 

'  'Besp)Ek;td  deí\^sc(AbTÍtti{(in'to  de  Am<$rica,  hé  aquí  loa  pasajes 
Ijne  lo  com'prTiebáb^'f o^adtfs  del  t^a1t>ajó  de  M.  GaffareL  (1)  '*Dq0 
'escritores  ^riego^,  él  antdt  anónimo  del  Tremado  de  las  Maravi* 
Vé»  y  Dfodótd  dé'Srcilia;  han  hablado  dé  ana  grande  isla,  ver- 
dadero Continente  situado  ínáñ  alUde  las  columnas  de  Héri^ales, 
"á  muchas  jomadaii  dé  naregación  de  la  tierra  firme,  adonde  los 
"fenicios  fueron  arrojados  pót  la  tempestad.  Gomo  estos  pasajes 
•jion  muy  curiosos,  les  dtarémos  íntegros;  he  aquí  él  primero. — 
^'^fESn  él  mar  qué  se  e)ctiénde  más  allá'  de  las  columnas  de  Hercu- 
les, se  cuenta  que  los  cartagineses  descubrieron  una  Isla  de- 
'iBÍerta.  Bstaba  éublerta  de  bosques  de  variadas  esencias,  surca- 
'8a  por  rios  navég&bles,  fecunda  en  productos  de  todo  género  y 
'lejana  en  muchoé  ¿lias' dé  navegación.  Atraídos  los  cartagineses 
']^r' la  fertilidad  Üél  suelo,  hicieron  á  ella  frecuentes  viajes,  y 
"jt'un  algiinos  sé  establecieron  ^llá;  pero  el  senado  de  Cartago  ame- 
'!na^  coii  el  dltimo  suplicio  á  cuantos  de  ahí  en  adelante  emigra- 
sen á  aquella  isla."  Querían  juntamente,  detener  la  emigración 
'  qué  tomaba  grandes  propoirciones,  y  reservarse  en  un  caso  des- 
graciado un  retiro  seguro." 

^'Diódoro  (2)  sé  éxpliéa  en  esiotf  términos:  '^A  la  parte  de  la  Li- 
bja,  hay  una  isla  en  alta  mar,  de  considerable  éxtensioh,  y  si- 
tuada en  el  Océano.  Dista  de  la  Libya  mi]^^os  días  de  navejpia- 
cion,  y  está  sitioikda  al  Occidente.  Si^  soelo^es  lértU,  ^montanDBO, 
poco  llano,  y  de  .grande  beHeea.  Bstá^tlrilvMadvpor  rios  navega- 
bles; hay  numerosos  jiai^ttes  ^tttadm  «fe  toda  espede  de  árbo- 
les, y  vergeles  regados  por  mentes  de  agua  dulce.  Hay  casas  de 


ll    t  ....'Tu 


(9)  Oomptd-rendu,  tom«  l,<'p<9*  MUT, 

(1)  Diodore,  ÜTre  V.  1 19-20.  Hoafer,  1  II,t^  tiM. 


Mmpo  Bontnouiaente  wastraída^r.  7  ^m  jiirdiiie?  «t^Ují  ^or^ap-r 
dos  con  abrigos  oobierk>s  de  floxss;  aquí  j^a^^aii  los  l^abitantes  .j^ 
esiioty  gozaodoWoIijiptapaaiMilt^  de  IfM  bi^ii^sq^e l^aqanipiñii^ lef.. 
prodiga  en  abQQdf»ci%  Jja  vegíou  naont^oe^  e^tá  q^bi^^t^  4^, 
espesos  bosque  7  de  abóles,  ficatales  4>^.  tpda  e^peoi^;  ^  ejübel][er 
oen  la  manñoa  en  l^  montonas^  I09  x^U^^  7  nninerofa^.  f^i^t^s^  r 
ifii  una  palabra,  itpda  If  i^l^i  está  mnj  b^A  i^ega^  ¡^r  jas  agni^, 
dulces,  que  contribuyen  no  ^ólo  al  pU^r  4e  I09  h%í)Uau<fe8«,  si^^.^ 
á  manieaenr^a  la  ssiliid  7  U  f^^M  *  •  •  •  • «  l^l  aire,  es  t»ji,  f^wpM?:  i 
áxs  que  los  frutos  d^  los  ácboles  j  los  demás  p^oduQtpf^  Qrecea. 
abundailtemenie,  44rA)^<i^  U  na#7ar  p^rte  djdji  ai,ip#  JBn  fin»  est^  ifh. 
la  es  tan  hermosa»  que  más  bien  parece  la  pni^9Íoi^  ^e][vs  de  .^c» . 
dioses»  que  de  los  l^oaib^s. , 

'Tor  causa  de  estar  tan  lejana  del  contin^n^,  ^  4^la  í^ib^.  ^a.i 
otro  tiempo  desconocida»  7  <^<$  descubierta  4:9  esta  inax^eraf  li>e|í^ 
de  muy  antiguo»  hacían,  los  feí^cios  u^.  ^omerci^  iparitinw>  ipiQr. 
extepso;  establecieron  mu^chat  colonias  ^ n  laübya»  7  en  los.  paí-í, 
sea  occidentales  de  Europa;  BUSyeqEipró^ikS  les  salíaf:^  á  .n^^rf^villa^ 
y  Iiabiendo  reunido  grande^  riquezas»  inte^^ro^ ,  na¥egar  iná% 
alláde  las  columnas  de  B^reulesv  en  la^  ma^,  que  f^.llAmi^Oqéano»; 

Mientas  bogaban  siguiendo  laa  cos^áa  de  la  I^ibya,  fueroi^^ 
arrojados  por  violentos  vientos  muy  lejos  en  el  Qp¿s>no;  cpíi^ba^-k 
doe  por  la  teinpestad  durante  muchos  dias,^  abordaron: al  fin  ^  la. 
isla  de  que  hemos  hablado.  Habiendo  conocido  la  ^quezi^  de^ 
sueloy. comunicaron  su  descubrimiento '.á  todo  el  tn^ndo¡  por  est^^ 
rasBon  los  tyrrhenos^  que  eran  poderqfsqis  en  el  mar»  quisieron  jiaxn* 
Inen  ei^viar  una  colonia;  perp  se  loa  impidieron  los  cartagineses.. . 
Temían  estos  últimos»  ppr  una  parte,!  que  g^n  número  de  sus  con- 
ciudadanosi  atraidos  por  la  belleza,  de  la  risla,  desertasen  da 
la  patria»  j  por,  otra  parte»  la  miraban  cf>mp  un.i^ilp^  capo  de. 
que  sucediera  algqna  desgracia  ^  Qartago^pqrqiie  siendo  4ueños^ 
de  U  mar»  podían  trasportarse  con  sus  lamiliffcs  ¿  la  ifla^que  q^e-*; 
daría  ignorada  bar  a  sus  vencedores.'*  ,      ' 

De  esta  isla  piaravUtosa  Mpntaigae  (1)  7  Béókman^  (2)  han  4i* 
chp»  que  jamás  exisiid^  sü^o  e^  la  inMU^ij^^^^  ,^f^}  filoaic{(b  7  del 

pbam  d'Moovd  arac  nos  tanw  umiítm.'* 
(S)  BMknuii.  CoBnMntmivaf  «arlíf 


7r. '.ii  '•^  •»     i;i      r,-*^   TT      Yf 


¿(i^:f  l¿8-b¿áífe6/bV^é  tós'jgtjlcié  tóá  t¿a'  ablft's' am'^íicánqS,'.' 
cifila^  ín'&¿iiííjíoné8|,'repntááa4' fenfciaé/y 'uo  éncóñtráteío  en. 
tod'(9éltb  ifíizonés  sáfí,¿ieil^es  pá^ra'pforiuíiéiai;  3tí^l^íb.'áe^mtivó,|* 
r^sdoié  sá  opi'pxóií'eá  estos  tórmtáos:  ''jÉ^dcóa'pró'BÍénias  soíi  íñáa ' 
"árt¿fes'así/téá:í  íñeVeyn  ína^or'Wciíiróril/  t^é'ild'kiil'es  'dV pro!" 

"los  argnmQntoB  sólido^  qne  nos  faUíín"íóVfáví[iíV'y,"  qué  ^Étír  fez 

'•kóa'pAtA  Úeúi^r^^    ''  ^'^; '";;'''/'  ";'.'  .■'''■^-  ^  • ;':  ^"■'■;'  'V :  ".' . 

'ICbtaÓ  p¿fi|to!S'la  oñríósidáaj  atioi^tó^árííúáós^tgTiifó^^ 

a^éVjji'Je  '¿st¿'&át¿ríaf-Jtiíí^8-'de1iÍ3-de¿ctitóMÍéñt<>^  íe  fó^ V-' 

-••*'J>-'.  L'_'.«__i  ^i'_yi«'_>  íi'_-i_.i-!*  <»j^Li»^'í%  >_Wj.^  L*  "4*1  _ij<-'_'f-_ »::•.••'•   ^"i¿    'A *•'-•- 


•    »•»%.*; 


ítas  por  Jrlutarco,  y  la.návégacionae  JKutnymones,  que  en  n^- 
a  SQ  relacionfin  con  nuestro  onjéto.  rlp  áeguida,  viene  esta  no-  * 


iramo^:  ''La  inscripción 

montaña  de  Graye-Oreek,  al  O.  de  los  Alleghanys,  cerca  de 

(1)  D4  jfi.«ia:'í4i'tít*  f  Ató^'itó  &í¿,Ébné  áiáBi.""-^" '  '•"  •  ^^-^  '^  '^> 


r 


nna  priiuora  impresioa  en  oera,  (2)  se  hizo  un  m^ddéldád'en  yé^^ 
Iftipíalf  aM)bMKÍbi  cnal  oBtá  grabadflilá  ing<»rj;i>o|¿D^/%et  ^ní^ac- 

Báb^  Á.&m  hm^ liobmhiacioii)  so*  i[)olb»:08ctffbi  Les  cktkc^^s 
gi»táiiginlpi|te,v^f<Bi3QÍ  sin^jdnda'al -groaeW  ii¿trtii¿fept€r-  del  ^M- 
lodarí  ftt^  sauia^par^üó •redofil^at  lo0tráKQ«,  qt!^-0ón'Ie^blW 
%a»qi¿a'/pQbd^rafiiddoB.:Saípe2^6cto  eensMP^aéíobi^;  medita  liec^' 
dnfav  éi  iftgihkartididh.d idii];«m<Mittm6ttta/^tf»ti  pdr 

SBtgeráiaBftikeia  Bsaalai:  !#él  ei  ionáb  d^Mun  ÍÍHmAo*  Con  fá'4&á- 
cripcíon  fué  exhumado  un  esqueleto,  que  aún  Uevabatun  k^fn^até^ 
tauii£eVbcft<e¡jpmdirasrtpxáo¿6aaay  i^vníájy  aollaTps^y¿^«éFilMi/de 
atetdk.  iBor  Hfir^inoptioirtogiyqcínoa,  ad  liiui^ocmtiiadb  «gualménfó^ 
i|jÍftipá^íA(fiQ5ftotiia:és£árioa^  ofca/ornameptal  «8ctilpidi^,>  -alilllotf 
4Q>]t^i^fiádl»^li¿Juiíág6n.in|orpiá  de  j^  hiimaiio;  A.  • '{HíineVa* 
TOtac#W^M*:itn^Ia  íxiae<i{MiÍ9iijAoi]ia  iai^o^lx^Tsutada  nLd¿s(m^ 

1iJk34a;pitt4^iW6t^»erjMito»«aiiMJi*.  '  -  ' »  *'-,  .     •••'  •  ■  ->'  '         ■:  -'' 

-oVPmdm.  fíQ!R.4^QÍ/r^.Ipa;C{vra()|¿rQs^  EiÜín^dlapnáatoi)  en  ivé9 

lÍAf#S(|{|hfa]E^j^ij^(Ífi4%  iutltilei9Íot^  lativab»  ¿B;¿áAroa«L»  'mueba¿> 

p«MÍsM>  $f^(>0lpr^t«itfttt{i9eió  á^dbMS laidi^KcftQioade laiascvip^ 
oionde  Grave-Creek,  porque  en  elIaenoontrA)}&{eiU|(iio,  y  tambreh: 

9í»An^&r£4>^)o3.e];\ii}íltos  ^u^J^.júAi^r^n^olqaJbta  dfi:.fiHi  lexáíneiip 
ei^|^da»aauff?dp  tnr;rQHe$nocer,AU.^^9QnJii)|tQírtodQa  lo»  «caráota^' 
iaB  ás;flWá^^«íiP9ÍfliVSpi?íítÍ<5|ip  .X«iwrí.prof^apr(4e,habreoiei«fc 
«fl»?^*YW  dfi  Kft¥^t'?*^*.PWr9»l>%i<J»^.ÍWtf.»»>aJfab>9to:j| 
.®ftK%g5fl  íí(ia.Ellft?¿^.q^  epti^^n4í?f>fj€4:,n^4TQ  Id».  AqtieBóBj 

P.MM9ií»®a£?r  sí  WHqi,,atf»(Jjei?4p.4flpB;,ei^rt^^^  l^trtó.  .ettín^ 

tado  un  alfabeto  en  una  tumba.  Jomard,  (3)  que  compuso  dos 
Memorias  acerca  de  este  asni^to,  pretende  .q^ue  los  caxactéres  de 
Grave— Oreé^,'s¿n  idénticos  ¿'ló¡^  que  usan  los'^p.yar^av  (!(»  ^* 
ImMcA»  49Ai4lto»  áiüp^Ñ'  l^ahMi^ jrd^idQ  da  loa  &DÍoióa:  no  'titia- 

(2)  M.  Soihwab.  Baroe  Arohéologiqtie.  Fot.  1857. 
Mm,  et  á  oet^e  oooassion  sur  Tidioine  libjen. . . .  •  c-  *  .     ''-'  •>-'{ 


] 


bea  ea  afirmaír  tMibie%  qnt  k  faMMnpmoQ  da  GnT^«Ored^  tía* 
ne  origen  fenkia" 

.  *'U.  dd  CAsteluau,  (1)  t>ié]»ift  de  la  miama  naaeía.  M.  Xaupea 
Qdiwab.  (2)  ¿a  dado  esta  tradaodon:  (3)  '<Le  ehef  da  reangn^ 
f^on  qoi  sei  f endo,  ensaite  daña  oes  Ueú  (oú  daoé  oakte  He)  a 
*!ñxÁ  cea  statates  á  jamáis.*'  Es  cierto  qae  11  Opp^  pairtídacia 
^'de  la  misma  teoría^  da  uaa  tradaecion  may  diversa:  ''Sépafta- 
^e  de  oelui  qai  a  6tó  assessiné  ea  oet  eádrait.  Puisae  DiaOt 
^poar  le  Teiiger,  frapper  son  asaassin,  an  hu  traaahant  la  aiaui^ 
'.Teziateaoe/'  .¿Ajoaál  de  losi  dos  (úrieaialistas  oreeiémos  de  pra* 
Isteneii^'  (4) 

Anaientamos^  que  en  el  Congreso  dé  los  ameriosiuataa  de  Maa- 
cji  presentas  L.  Léiy— Btng,  (6)  naeVa  tradaecion  de  loa  oaxaeM-«' 
sefi  de  GraYe-*Graek,  que  ensayada  por  medio  del  hebreo,  arrofá 
eata  leyenda:  Ce  que  ta  dis,  tu  Timposes;  tu  briUea  dans  (ton^ 
¿lan  impétaenx,  rapide  (comme  le)  chamois.^  Dorante  la  ttesiiMt 
objetó  el  Sr.  Godron,  que  el  ciamoíi  no  Sítete  en  Américéi  £  ky 
caal  respondió  el  S.  LéTy*-Bing,  ''qne  sin  inoonVeniento  se  po- 
día snstitnür  la  palábiía  duzmoiSf  por  ía  de  eaalqüiera  fAsío  atti** 
malrápido  en  la  oarrerai*'  Nos  Agoramos  qne  nuestros  léetóie% 
á  la  vista  de  las  tres  «raduccioáes,  quedarán  perplejos  taal  MMh' 
otros  hemos  quedado* 

•  La  Digkion  Wrüthg  Jí(xd&— ^Slstisilnada  sobre  la  margen  daré* 
oha  de  el  Tanton  Kiter  (el  Assonet  ó  Cohannet  áe  los  indioi)¡ 
en  el  territorio  de  Berkeíéy»  óondado  de  Bristol,  Estado  dé  MaJB- 
áacknssetts,  en  los  41^  45"^  90"  de  lat.  K.  Es  un  tro20  errático  da 
gneiss  ó  granito  secandariOy  que  ¿iene  casila  forma  de  una  pirá- 
mide tf  aneada  de  4"  dé  basé'  sobre  l^^^TO  dé  altura.  Del  lado  del 
rio  presenta  nü  plano  indinado  de  cerca  de  60,^  siendo  párpnrii- 
en  él  vórtice»  rojiza  en  el  medié,  vérdé  en  la  base,  una  frádfará» 
qne  se  fe  hizo  hacia  1830,  descubre'  qhe  su  granó  es  gris  clard 


1  f 


.(8)  Dajftmoa  ISÉ^ttiOiioeiMiASéilía' original  ÍNsoáá»psn^qéa  él  IMor  pm^ik 
pannUki,  rin  temor  de  qaa  faeran  matiladM. 
(4)  Pmü  Qtmeaá,  WkmAmÉÉ  te  AÉiM«im«.  Compfe-niids,  toAk  1,  pég  Ui. 

(fi) M.  htfT^ing,  mnVbamdp^kmm^á&Qmf^^teék,  OsiS|iIíj  i iSÜSi isiSi  1» 


4B1 

lüi  Olii'dtlimaiiaft  le  todaron  de  playa  en  playa;  pdlidb  poD  wi 
firotamieolor  'dis  limoliae  aigloé,  faé  cólooido  aobra  la  ooeka  ameti- 
casa^  á  doAfda  dos  veees  pov  día  tiene  todavía  la  mar  £  «abrirla 
ciui  raa  ondas/ooma  niia  «ntigitaL  aioiga  (1) 

La  roca  de  Pi¿[bfofn  preaenta  uof  üiaoripetoiieii  oarscMreades* 
oeaoeidoii»  ae<Mttpa&ida  de  figuraa  da  hombrea^  de  áaimalea  y  da 
irignoa,  oüya  interpretación  ha  ejeroitado  la  pamenoia  de  lf)s  me* 
qneólogos  desde  el  siglo  XYIL  En  1680  sacó  Danforthiio  dibu*^ 
jo»  ''jW  indiob  átioiajaoa  lé  ^ontarba  como  á  aqoeUa  roea  aé  re« 
faria  una  trad{ci<av  iegaa  la  coal  naa  oaaa  de  madet a  bab&BL;  'tnd«> 
do  imoa  boiabrea  <q«e  náyegaban  aáhté  el  rio  AsbosiiesA  y  amas*; 
batíaroii  feliadieiúe  contra  loa  indígenaa.  ^Eato  demaostar 
''daramente»  dide  laaM  Greesiwood^  diado  por  Miohael.  Laá^ 
^^ue  loa  ioldioA  aneiáaoa  boHaideraban  eomo  muy  antigiia  laiissr 
^'ortpdon  de  Dighio^  rock,  y  que  la  atribaían  á  kombrea  ^  rana 
«'«rtranjera.'*  (2) 

Nuevo  dibujo  iiaoó  Ootton  Mather»  de  Bcpion»  en  1713#  (9)qna' 
repitió  Greenwood  en  1730,  ''aunque  no  copió  sino  las  partea'qoe' 
Ilévabam  la  hadla  cierta  del  tírabajo  del  hombre;  se  permitió»  sin 
embargo,  restituir  las  líneas  dudosas,  annqae  indispensableSf  ,a<»*« 
gnu  ñf  para  oompletalr  las  figuras." 

Seirel,  pro&sor  de^kngnáa  oriantales,  tomó  tiof  ia  mx^  exaota 
e&1768,  con  vSsta  de  la  cnül  Wintrope  escribía  de  Cambi&dgé 
(New  Enj^nd)  dl'djoeU)r^Hollia,  entré  otíras  coaas  lo  signkinta: 
—«''PaVece/(' pesar  dd  la  imperfécoioo  de  las  lineas;  que.  i»e  ipul^y 
sentan  cuatro' figurad:  'dos  &  la  derecha^  setteja&tes  á  la  d^  túúi. 
mujer  y  de  su  hijo;  dos  á  ta  derecha,  que  casi  éon.del  imianó  taW 
•  mano*  En  Ja  paítte^  inferior,  hacia  el  médi(>,8eitoazó  groseramen- 
te la  ftgura  de  iIa:  cuadrúpedo  con  coiernt^s»  Ninguna  de  eétaa  ft^r 
guras  i<|íarec^  ed  la  copia  de  las  Fhikbophícal  Tranaooticmp  n.  33A^f : 

^¿Trasdron  Iciís  indios  estos  cámotóresi  para  recordáis  utí  aacok* 
tecimiento  memorable,  ó  sin  otro  objeto  que  divertir  algunas  de 
eaaa  horas  de.pf^o.daquertan^s  teniasi?  Si^empre  será.Qioirtp.q^ 

(1>  M.  O.  OnTier.  SoodeDighton.  OoBilptQ.reiUlaé  iMi»  1#-P^  M9.  '  \ 

(2>  Aopona^  üHm^toftMtmk Iniwd|awin  I»  J^okéIi  M^mim^M  tb«i  Bm.  Htdwi 

flieiy  ot  AntíqaittriM  of  London,  toI  Yin,  I7»r,.pp.  .^i,  2m*y-..Ql]S«rrMk«a  mu 
Ha  ^wtiNi-lwwritptloa,  l^MRaael}ChariM¥dkaatgF  {é3Baiáoh$fm,.Yia,,pé^  aoiK 
(3)  MiehMl  Loii,  op.  eí*;  p,  f Ua^  :  i  :  ,r,>, 

60 


la  facilidad  de  la  nayegadRÍXJÍia(rti|.Jlu:ro6a^  ^coius^eift^lA^ 
loB  ^ae'*8«pGQMuiqae  eop  trabiajo  <«8  lobm  d^ '  rld»  jfetíidfeg  Yé&MÍBs 
dd  l8Sc^o¿»i¡aBfd0;íilS}ar0Íui:<Jtixlsaieii'jdn  ella  bt»á'  ÍMoriptfíoy  ttáfiT' 
bisn  ^^ro^ifíoa  qaafaUábática»  j  lariettribttfeiiíá  loÁ«bifiaft«^'6;^ 
l»§ápoiieáes4'^*(2)i  ó-..  :.>.m  : :{  Í1V7  i!; '  I  *.:  í-f  í'vr.' '  .- 
-  i^Matbiea ].  {f i^fiAde  ^ua  laiinsliripaibn  dei  Bi^t^it  Bndk/  ei;aí 
obnridalaaáAlaáto^  y  áep.remoiitaba  al  kiuí^^i  oinisdó^bSDSx:Caam!«l 
teíoim  c^hB^motí#o(dánio  i]iv^Ujoidé'>Sadiosvvfrf  d^-^ios^^tlaates^ 
]faááo'paái  A/ttifttca<xm*Dl^'0Ío  d«t  hao4v  nn  tñAadadelcomorólo/ 
14st>ilaáaniot¿4níeljOeik«iia  Soiperia-aii 4iMipB d^rFa^oaaMab:' 
jHsúho  aa^9ÍAte»idd  k^iSTUMbaobi  <l^  lifr  AtUntidav'íljdO&íasflqft' 
áfitefi  de^a^esa  liiilganiíi&ade^ueijloQ  OÉ^racfcérea^&i  U'roeift  fiotíi" 
los  del  sistema  numérico  de  los  chinos,  que  se  etíóilcieQitTaiíaiiHn'' 
l60iro«iafa¿i/  qoí^nea  póír  iibedioíddlo»  ^lóbgOA  Jes,vib]bíerMÍfle 

¿JQoíDi^'da  <^á]bQlmíafiráih  áini^acíiitf  i)iié  da  iatevi^oi¿ir!«&.dé; 
ocíg(tt^^iéiáoio|''Bi.dibqjoi]3dp«sen4iá  imaasceDápagádat  qti^fifaK. 
senté,  y  una  tercera  futura;  parar «¡i^^Ueáriad'bproMQiTa^! diosas;- 
flaümale^^'pes00plllBj  naide^y  <iiiaittti>  qaiez^  «áf  íifai  Boaroroda  fantlt- 
flifv' hasta  gaeár  «sá«te?<>eraie8cena'^  fótaTa  qph  es^el  regvesó'ST  la/ 
patidÁr/^^)  Eii-viata  de  las  dtícbrlorái'pbdiefliMtdjgcir  má'Mi  Paúl; 
G«fl|hP«i:*«^f£siaa0xpl{caéioiie8  denotauítila  ^wd  «iitÜezade  «é^ 
pi(0ikutipa#o  poir^i^to  soa^Iñen  ^oai-ile».  >A*f«a^ 
bat  d#inÍMáádb,íG¿bidRi  ««ridxtravíá.?  (5).  r.oL  :  .^.^  i-.  / '    .  .  ; 

iZlaJN»ead^  &iig<ti<m.há>dodb'mbti¥orpkriíi¿«dlMi9  skiráYagaii^ 
düsk  Bol768^:px«di:¿attdoidi  B»r.EárhfiiáliM'^ÍM¡beiáfáSaúík* 
tfiAft  Tmmbc^li^  ji^bdriíadot'dé  Cóntt^otloütjyde  la^'A9áiil|lea''gé^ 
iMral  del  IMádo/iB6St«cv(^«Btii«M»pÍ^iM)li«.>  Segaülniiilldi- 

pp.  293,  297).  et  ptr  Bafa,  Ant,  Amer.  pp.  375,  376. 
(2)  Miohael'li^r^  Qp.^oil<tt  VSa,p:9^.  '^^    »••  .  .  *:  -■      ^»  .../f.»  .r     i/  ♦{< 

-fA)»Oo9Mk>a4M|iBi^lfjM»  pfi|0litt;  suljaé  M  wátha^sve  lA^BieadAiiodB»** 
air  ftalltviwirt.  vmi-1)pflS,  W,  WltóltJ  M  ♦ '  ••'  K.to  1 '.    .-.n./Tj..    /.  .o  V    . 

.  W=14«9ftA10iidÉM 'Siwb  «irliéUrÉppMi^  4il^Aaiítf44M^4fo'-ltó 
BMit  arani  Ohristophe  Colomb.  P»ri8,  Thcnrín,  18«^p.v|Sé(''  'i    .^loJ  ;v./'«;M  ;&} 


«YO 


Htní  flélA'nte  de  jfbsue  y  siis^  israelitas^  y  1íá(>ieDCtD  andado  erran- 


éli  los  caYacterés  'púfticgs  grabados  ¿^i  m'ucl)^^  rx)cas»  de  Massa- 
cnUss^tt^/eTi  la  rVca  con  caráct^reB^femcm^^  ÍDighton,  j  *e¿la 
süjécidíi  sucesiva  4e  Ipi'  indios: 'ÍE9 tos ^'eían,*  pues,'  losliíios  de' 
Onam,  y  la  AmeiricapertenQciáLala  descenaencia  de  Japnet,  aue 


llAini 


americanos.  (1)  DojCtrina  exceiénte,,8ijio  adoleciera  de  barbara, 
y  ausurcia*     .  _    ^      .  .  ....  ^  .      -    . 

Jbnji  'íates  y  W"/móuI ton  sostuvieron  él  *.orí¿en  fenicio  de  la 
roca.  (2)' .fit  Coronel  Chalés  villencéy  dr^purríadQ  esita  manera; 
-^*Iiá*'léngua  alffonquipa.y  él  antiguó' scylhá-irlándes  son  idén- 


Or  de  lá^Sibeifa  y'pusférón*  enjambrÁs  de  poblaciones  Á  la  -^me- 
i^ca.**'— Mira  los'  caracteres  del  Digliton  Kool:  coínp  idénticos  $ 
los  copiados  poi'Síranlemberg  de  una  piedra  colocada. vertical-. 
•  mente  cerca  del  rio  Ienisel,.en  8iberia,-e  mnere  que  la  inecrip- 
Clon  del  Tanfou  lue  grabada  por  .un  pueblo  letrada  que  paso  a^ 
Sioena  a  America:  ^ese  pueblo  lue  destrui,ao  en  parte  por  laa 
¿anuea.lioraas*d¿  tártaros  vagabundas  que  le'  siauiefon"  y  fúé- 
ron  Jos, padr^  de  los  ipdios  salvajes. fiíctuales.    (o)       ..    ^     .« 

*^ára  Moreau  de  X^aihmartiñ,'  en' 183^;  era 'un  fragmentó  de  la 
esfera  celeste  oriental,  ó  un  tema  astronómico  que  debía  cumplir- 

(1)  Micliaellx>rt,  jptta^^cfeí^9^,jpl,.,^^  '   "'^'* 

Hi  ÁbarigÜMl  and  (klUiM^^Mma^  |l«Mtarl<r^«é«Mo]|}  1«M>I«6.  't  1,^^*  8^i 
(8)  Vdlanoey.  Op. dt.  Awhaologia.  t.*«lríi). •>**«<».'''  ^  "  *  '-'   ■'^^-^^^    '. 


06  á  la  medía  noche  del  ^  de  Diciembre,  ¿poca  jdel.  aolatieio  dt 
inyierao: Teiaen el dibajo  machas  conateUcionea  j áan una  fe*' 
cha  astronómica.  (1) 

^'Schoolcraft  emite  ana  opinión  casi  tan  singular  como  la  dCel 
coronel  Yailancey.  O^vi^ando  qae  los  indios  no  conocían  el  nao 
del.fierro  y  ni  aún  de  las  piedras  talladas  qne  dieron  sn  nombre 
á  uno  de  los  períodos  de  la  historia  del  hombre,  7  que  por  con* 
secuencia  les  era  imposible  grabar  sobre  el  granito  inscripcionea 
semejantes  &  la  del  Tontón  Biver,. creía  el  docto  anticuarioi  funr 
dado  en  la  relación  del  jefe  Chingwaok,.  que  la  inscripción  QOUr 
memoraba  un  combate  entre  dos  tribus  indias.**  (¿) 

Tomando  las  ideas  diverso^rumbo.  los  anticuarios  daneses  Oh» 
Bafu  y  Fian  Kagnnseo,  reconocieron  que  se  trataba  de  caráota* 
res  rúnicos»  refiriéndose  la  inscripción  ¿  la  mansión  de  loa  islán*» 
deses  €01  el  Massachnssetts,  de  la  núsma  opinión  se  hicieron  Le- 
le well  y  SL  Gravier.  (3)  El  trabajo  de  M.  G,  Qrayier,  de  donde 
tomamos  la  mayor  parte  de  las  anteriores  mdicacioneSi  .presen* 
ta^o  al  Congreso  internacional  dé  americanistas4e  Nai^oj^,  (á)  pa» 
rece  ser  el  más. satisfactorio,  ya  ,qo^  de  tanta  como  se^ ha. logra- 
do Yer  en  el  Pighton  Bockj^  nosotros  sólo  alcanzamos  á  distin- 
guir la  mayor  parte  de  los  objetos  señalados  por  el  autor.  Seguil 
él,  figuras  y  caracteres  s^  refieren  á  la  mansión  del  islandés  Thor- 
finn  Karlsefn  en  el  Vinland. 

Nos  parjdce  un  contr^entido  buscar  muy  al  ST.  las  pruebas  del 
descubrimiento  de  América  por  los  fenicios:  si  taleapruebas  exia* 
ten,  debísA  encontrarse  de  preferencia  en  la  América  del  Sur,  i 
dpnde  sin  duda  fueron  arrojados  aquellos  navegan  tes,  según  el^ 
tenor  de  la3  relaciones.  Como  para' responder  ¿estas  observación 
nes,  algunos  periódicos  dieron  la  noticia  en  ISTS»  qi^  un  ^sdavo 
del  Senhor  AWes  de  Costa,  había  encontrado,  en  la  hacienda  da 
Ponto  alto,  cerca  de  Parahyba  ^rasil),  una  piedra  labrada  &  cín« 
cel,  conteniendo  una  inscripción  en  carapt&res  .desconocidos.  El ' 
in^titut9  histórico  encargó  al  4brector  Dr.  liadislao  NetV>  la  das* 


(1)  Moreau  ám  Dammártín,  L»  Pieirt  dtf  Taoton,  aptid  Joaxiud  dt  rinstiiot  hlilo* 
iqme,  t  IX,  Pmíb,  1888»  pp.  \4JML  . 
i2)  LubbocOc,  L^Honune  vnnt  l^fabtdn,  «mL  Baibier,  p:  998. 
(i)  L0l«w«ll,  Mékttoire  sor  te  ttétm  Xo^,  p.  SS^-^SkaTiei;  IMoaaterta  d«  VJkmá- 

f^i»>pwflw;KpqaM»a%iL  IH»  iisalmíi>iliá»lsisiwl»aiMi»  -  ^ 


tíh»cioíi  de  la  piedca  moiitimeiital,  j  cle8onl)rió  li&ber  sido  eri- 
gida pot  unos  fenicios  de  Sidon,  salidos  del  puerto  de  Azioiige- 
l>er;  (Acaba)  en  el  Mar  Bojo,  el  año  nueye  6  áiez  del  reinado  de 
Híram»  qnienés  despnes  de  navegar  doce  mesea  lunares  por  la  cos- 
ta de  Egipto  (África),  fueron  arrojados  por  los  Tientos  á  aquella 
tierra.  La  desctfpclon  consiste  en  ocho  renglones  de  caracteres 
{finidos,  sin  separación  entre  las  palabras  ni  puntos  Tócales,  pu»- 
tualizando  el  número  de  las  naTes,  el  de  Hombres  7  mujeres,  co- 
menzando y  terminando  por  uña  iuTocacion  á  Alonim  Bolonuth, 
los  dioses  y  Isa  diosas.  Hubo  dos  Hiram:  el  primero  reinó  entre 
los  años  9Í30  y  947  tntes  de  Jesucristo;  el  segundo,  que  fué  un  dea* 
pota  oscuro,  entre  558  7  652:  á  este  reinado  de  Hiram  II,  corres- 
ponde el  Tiajé,  26*  años  después  del  sitio  de  Tiro  por  Nabucodo* 
nosor,  7  cuatro  antes  de  Giro.  (1) 

'  Bespecto  de  la  inscripción  dé  Farahyba,  dice  M.  Paul  Gaffa- 
rel:  (2) — ^*^odoslos  quehan  tenido  á  sú  disposición  una  copia  del 
documento  soni5asidel  mismo  parecer,  7  M.  Schlottmann,  último 
sabio  que  ha  tn&tado  la  cuestión,  no  titubea  en  creer  que  es  una 
tiueTa  supercbería  arqueológica.  Kosotros  tenemos  de  todo  pun- 
ió la  misma  reserTa.'' 

Mucho  tienipo  bemos  gastado  en  realidad,  para  salir  á  esta  con- 
clusión:  no  existe  todaTíá  una  prueba  fehaciente  de  la  mansión 
de  los  fenicios  en  América. 

Varias  inscripciones  del  género  de  las  de  QraTe-Creek  7  del 
Bighton  Bock,  han  sido  descubiertas  en  Korte  América,  de  las 
cuales  algunas  han  sido  destrozadas.  De  las  otras  ignoramos  si 
tienen  explicación  satieífactoria.  ETidentemenie,  las  que  presen- 
tan las  huellas  de  los  instrumentos  de  Berro,  por  más  que  se  ig- 
nore su  origen,  no  son  obra  de  los  indios  actuales,  ni  tal  Tez  de 
BUS  ^progenitores:  puede  admitirse  qué  pertenecen  á  naciones  ex- 
trsñas  a  nuestro  continente,  que  intencional  o  ea6ualmen|;e^  pu- 
sieron el  pié  en  donde  los  monumentos  se  encuentran. 
'En  nuestro  país  teníamos  noticia  de  una  roca^  en  e^  Estado  de 
Jfaliiscó,  (nibiertf^  de  gerogtíficos  extranoÍ9;  mas  cutoidQ  ía  Socie- 

(1)  Noto  líoaclo  de  Bio  de  Janeiro.  Inecription  phenidenne  de  Para}i7ba.~Cf 
iBOüegr  Lhemtiinélfuág,  1864;  n.  SCAKetlodie  Phoeniziea  in.  Braeilien,-^BeTiM 
aStí^aíd  du  81  ociolhre  1874.  > 

(2)  Oompte  renda,  tom.  I,  pág.  126. 


\ 
\ 


^ 


gó 

litólo  *e 

•fio' 

tan .  ^     ,    ,^^^  ,.^^  ,,. .,     ,^  .To,.»rf 

áínéndánistás,  M..'E/S£kuYoÍ3  CÍ)  insi^ti^.  ajrma(JQi3pnfimeyas.d(;v* 
crúmentos,  en  aamostw  el  establecimiento  desuna  cplonia,J4r'lw^- 
aéáa  éñ  America.  Xja  cplunia  IIe^ii;9a  el  npft^ryp^qüp^HyíqcftPVWi^jfc- 
láticf^, estaría  situaría  frente  el'Marl¿Ún(3[daJ98,ir}(inde^es^  ^  Ip 
qúe^noj  corrjüsponde  en  la  America  del  ís«'2>JlJx¡ij,eYO^|9rp^iQp^, 


Jqnos  qran  cristisgaos^  yes  tí  ^n  ropas  teUc^as^^  i|^;|.|j^n,4el4drip  y 
d^l  éabaíÍQ,  y  ^aciáii!pro'cesioneSflIe'y^aidQ  )}|i^déraj|^depplega^|t|i. 
Pkrá'dórrót^otár  sus  ^seijlos/  finencioua  j^l  ^e^vc^I^to  Cluistü^q.  Le 
Cíerq,  quieb  ¿lu'rante  él. siglo ^XVIIIi  viyiá.dopeañpfir/fitt  ^  Ct»- 
pesia/a  la  orilla  dereclia  dp  l^an  Lorenzo^  y^^upontié  ui^iQero^QB 
restos 'd^l  ci'ls tonismo,  ^1  cult9  de  la^ornz  j^ef|^ÚH3(^|}CÍf^t.d^ 
lá  oración  dpmiiiicál;  j  al  jesuíta  J9sápli-^]:an9oU  Xía^tau,  qui^ 
a^egü^á  qye  parálqs  saNaj^sdelCanfi'dá^^l.cristif^isilic^erajD^ 
1)ién^na  recordación  que  úná  nueva  cre^iu^iai  r        s  • , 

^  ^'Hé  aqtii  lo  qiie  &q  sabe^  aceita  de  la  Gj^aud^Irliu^a^.dijp^M. 
£.  BeaúYoi¿  ál  tei'minár  su  trabajo;  i^<>n  nocípBes  bien  insufioif^a- 
ted  pata  nn'ai^untó  tah  interesante^  átmquei  sm  embargo^  sufi- 

..     .        .:,..-;    -,  .'.':'•::      .  1   ..-.•   ^  .:>•  :"^   -^I- •':->''  «^-"^Ví  ('i 

(1)  La  dÍQ'cony^erte  daJ^onyaofi  Mondd  par  |l«f  LdancUi^  et,  l^^i^^ipfi^^MA^t'MM  da 
OhriBtia^inné  en  Améríque  áyánt  Tan  1000,  par  M.  £.  Bet^uyQis. — Gomptf.;^f^^a' 
tom.  I,  pág.  41  7  Big. 


4WCI0I  ukdi:KKyiuur!Qaf  áfbltSíítíBVií  Mand^f  j-  iixi&  iatvüdurjcUon'il 

4)bQ«,F$9í^«te6toblel(ídí»i  A^aíleif jadelúté,  Yobk  ái  lÓ8^Í8lábd6áe8Íl|i 
¿g)^iyii«r4A  bAbev  ^^^(ftfbi.eDlOiel  NQeyo'iMiBido}:pero  «jlosrQerptf- 
't»p(t^qfl^  lohaj^ab^^nK^ivdidc^.lppis.elpoqtrafio/Te&eTeiK  loon  rlli 
'te%y^'CrMqiiMa»«9^x^nUilaukla'3r  ea  LAjBfterica!Laibíiior'8ÍdQHp9^- 
^díditfflii|)or  loi9')ftl«nflteM.  h^tíúaeacid^  o(m  que  ifalataíDoiik  ejtrtÁB 
^(^td^8i:.6Sk  AUáT;t>]HiHiiQbA4ef  1$  (|ie  a!bsii*ldábt^za  dice  elpntor/Ma) 
li}9kotiadpiS!4ftbá8>4«i>if(^&  SH:fr[-ÍJüBr(it'«b  <  drpojí*  néibs.  EhouFadó^ 
Ho»'Ulmiéia^9íMh  iipr.  Iqp  .aaiimddrea  'do4o8'  AltqaihecUú^'qjM'cfti 

'.frtw?idtttorfi«tiifti^ll'Qi.".(JÍ)o.j  .-.  •  '  ■  ^  .^.  li  •'  '.•/♦.■'  *^!  ':   -í" 

ffljcmlúdwdeMft^^tt 4*109  ifllandefao  preoedÍAcóii  eirlrlandli*^ 
4^  A«lár(Oat<era&'^»d^a»  0remHa«  qtoipá»'predi«ap  di  crñrtifL- 

.jiiáfs^  dfil|»a«eht><^  IO0;  {áifaÍMi  dálhavstf-el-  xkomibre-  de  papas^l^ 
"No  existen  realmente  en  las  Orcades,  diceM.  E.  'BeaiiTpÍB('l(B) 
orfla^  út  la  airftgfiai^oJ^ladÍQtf  ceiia;  peib  aubqné  Idñ^fmpcíi  no 
4i^arQn>d^84esideiioiaJDj^  l)ob  efio  suirómlnré  dejó  de  contieirvaarsiB 
^p'^;4e  }a&  iplae-dé  Sapa  TléSctdBb  j!  Papa  stronaa^  asi  eotto.ésL 
laaloeaUdadés  dl^  Piplayv -Jordnl),  qi»^  ^om^usV:^  bádá  ISSOst 
iniólÁdá  da  fSfc^cia»  haJs^t^  d^^  moa^  Pap^f  teftiá^  ouya  posicToaüip 
Há  oooaMex  TaíabieméniiaarSkétiatads  rbay  tres.ñfauff!  qM  veéaev- 
ái^á  ^Qii'papáe;  £afKi  *«eoiltv(Pape7r«rt<M6)^;:!P¿9ÍÍK  ttK2e^(Pápeyd8- 
tía),  así  cometa tm^ioibifiio' del  iFapiL"  !•  I  .  :  '  '  i  >.  < 
]*!^QS>^,e^\»sS¡ilM''yXÑt9M:  Itealidadea  MúqodQ  su  áoiabredélos 
|^l|)aa^'lp  jQ^jifitjOa^en  tc^os -iiaa^íiermtf^  la  .fií^&>rta  ^(^riisgrid. 
D^ne«li^£báblar  :de  i^  aligaos  liabitaiateafda  las'  Otdadesj  loii 
fó^to  ({fetí^jr-t  loa  iF^lMiérel  a«a4or !  wáiámo)  ASade:*4*'Sao8  papt» 
Viipa;<MSil]Iia]iad^aiiHizo^  deloayéstidd^'bl^iiepBy^eqiie  seTÜh 
.V^tt*4o)BQjp  kw^.bí^lecúíáMíocls,.pori^  todos  loi 

5!^Ql&aiáat«cQaj8o4'ilbiBAados  ptipm;  (9)  todavid  háj  la  lela 
.^^Uéira<a%.iiombxa/'-.  .-  ».♦     ■»     /—  ••••  1  •.       -  .'i".-- 


t  i 


(1)  Saxonifl  Gramatici  Historia  dAnica,  práf.,  édit.  de  P.  E.  MuHar.  Copenluigna. 
1839,  in40  t.L 

.  '^y  CquÉp>M?éndfaí  taBB>X^<g>:^9y  rig^.  t   .    -. 

.  (8)  .^'Sst*  88 .én  efcoto  el  Hástiokr  eh,q«e  tfe  dxüplea  la  psStfJbtm  papa  en  iH  JPoífim 
JMtm  [Tb^  An0qiie.i(tii|i;r^«nr3láZOJ''ci^iarf  smada  en  antigiio  IriAyá,  publto»- 
da  por  la  Sodedad  proyindalJtíaofkDa^  [W^ri^q»,  lAM,i&-n4^:p.  49^  81i][  Á^a». 


'^stos  sMrtos  «stán  perfeetam^iite^  i$<mef do  ^iM  lo  ^^ne  Alé 
IFiodlié  refiere  de  loBpapM&njioB^áe  saa  obmsr  Ouatido  los  ao- 
TCíegoft  86  eetabladevoii  en  Islanda,  Lacia  el  ultimo  Marto  del  si- 
¿\o  IX»  '^existían  allí  eriatianosde  los  llaaiadoe  fMp(i#  pM  los  bo- 
'^egos;  pero  éstos  se  alejaron  en  seguida  porque  no  querfati 
''permanecer  ]con  los  paganos;  dejaron  libros  islandeseSi  cafaipi^ 
**mn%  7  cruces,  de  lo  caal  se  puede  inferir  qpe  eran  irlandeses»" 
Áxé  en  otra  de  sus  obras,  suministra  casi  las  mismas  }ndicacio- 
nesi  7  añade  otras:— ''Antes  que  la  Irlanda,  dice,  fuera  coloniza- 
''da  por  la  Noruega,  había  en  la  isla  de  esos  hombres  que  los  no- 
"ruegos  llaman  papas;  eran  cristianos,  y  se  piensa  que  tenían  de 
"los  países  situados  al  O.  del  mar,  porque  se  encontraron  entré 
''ellos  libros  irlandeses;  campanas  y  cruces,  7  otros  muchos  ob- 
'^etos  de  que  se  puede  inferir  que  eran  hombres  del  Oeste.  B»- 
"toe  hallazgos  fueron  hechos  en  el  E-,  en  PApe7  7  en  Pap7l¿:  por 
"los  libros  ingleses  se  descubre  que  había  relación  etfire  aquer 
'líos  países." 

Bespecto  del  descubrimiento  de  los  islfindeses,  es  un  hecho 
completamente  averiguado  acerca  del.coal  no  cabe  la  menor  cltt* 
da.  Las  tierras  por  ellos  risitadas  llevan  en  las  sagas  los  siguieu* 
ites  nombres:  Hdlvland,  país  de  peñascos,  el  Labrador.  Maridando 
país  llano  7  ondulado,  que  debe  corresponder  al  Kuevo  Bruns*» 
inek  7  á  la  Nueva  Escocia,  6  á  alguna  de  las  costas  septentrio- 
nales del  golfo  de  Ban  Lorenzo.  Vinland,  tierra  de  viñas,  ahora 
los  Estados  de  Bhode-Island  7  de  Maesachussetts. 

Hemos  dado  7a  noticia  de  los  viajes  emprendidos  por  los  is- 
lándeses,  tomándoles  po)?  fundamento  para  estableéer  que  QlM- 
izalcoatl  había  sido  un  misionero  de  aquella  nucion.  Iioe  dates 
que  ahora  danios  <i  nuestros  lectores  vienen  confintsando  plenfr> 
mente  aquella  opinión.  En  efecto,  no  puede  ponevse  «n  duda  qué 
jiquellos  misioneros  oristáanos'  era^  hombres  bianeoa  7  barbar 
do^  vesüdes  de.  tvajes  alares  blancos,  semejantes  en  todo  al 
personaje  histórico  7  mítico  que  tanto  nos  bu  ooupaiflo.  Otra 
nueva  confirmación  encontramos,  no  despreciable.  Los  sacerdo- 


C   '. 


menta  los  pueblos  eatólicos  reserran  la  palabra  ^is*  ^efigaar  ai'aobfinM^ontífioa, 
jr  ao^«]0 fliicaaii<ipa*lúa^ en élaentub de  «imple ntotitadoté,  ainoea «IgvDallIiiigiiaa 7 
bajoionafiorma  mátiá  meno»  alterada:  fffkffe,  en  üemaii;  pope,  e^rtm^páp,  [audia- 


tes  mexicanos  conseryaban  el  nombre  de  papas,  lo  mismo  qne 
los  misioneros  islandeses,  y  el  nombre,  aunque  ya  explicado  en 
su  lugar,  no  puede  achacarse  á  causa  casual.. 

Para  terminar  estQ  capitulo,  vamos  á  mencipDar  a^gui^os  de  loa 
principales  viajes  que  tienen  relaciop  con  América,  emprendidos, 
antes  del  descubrimiento  del  inmoitial  Qolon.  l^tencióaase  el  via- 
je de  los  árabes  almagrurinos,  hacia  1147;  perp  en  realidad  fue 
emprendido  al  África.  Más  célebre  es  la  expedición  de  MadoCí^ 
hijo  segundo  de  Owen  Guineth  ó  Gujnedd,  príncipe  de  Nortb- 
Walles.  Disgu3tado  por  guerras  de  sucesión,  salió  con  sus  par-, 
tidarios  del  puerto  de  Abergwilly  en  las  costas  de  Irlanda,  tomó 
al  N.  y  fue  á  tocar  en  tierras  desconocidas  el  año  1170.  Dejó  allí 
120  personas,  tornó  á  la  patria  pintando  con  vivos  colores  las  be^ 
llezas  de  las  tierras  descubiertas,  indujo  á  muchos  de  sus  com- 
|>atriotas  á  seguirle,  saliendo  segunda  vez  al  frente  de  diez  na- 
ves, sin  volverse  á  saber  cosa  de  el.  Piensan  que  esta  colonia  se 
estableció  en  Virginia  (Estados-Uuidos)  ó  en  la  Florida,  uq  ^fal- 
tando quien  asegure  que  en  la  Nueva  España.  (I)  Budos  ataques 
ba  sufrido  por  los  eruditos  esta  colonia  welche,  si  bien  encuen- 
tra también  defensores  acérrimos.  (2)  El  poeta  gallois  Meredi- 
tho  la  celebró  en  sus  versos  el  año  1477,  quince  años  antes  de  la 
primera  expedición  de  Colon. 

De  1380  á  1404  se  colocan  los  viajes  de  los  hermanos  venecia- 
nos Nicolo  y  Antonio  Zeni.  (3)  Las  tierras  por  ellos  visitada? 


(1)  The  Elistory  of  Walles,  written  GriginaU^^  in  Biitiiiúi^  hj  Caradoc  of  LhAnear*» 
van,  engUflhed  by  Dr.  Powel,  Ae.  London;  1774.  • 

(2)  Antíqnités  américaineB,  pág.  154. 

(3)  Según  M.  Beauvois»  los  viajes  di^  los  heimanosZeiülae^^ii  publicados  x>or  vez 
primera  bajo  el  título  DeUo  acoprimento  deWisole  'Fríilanda^  Eslanda,  JSnffrax^n^ 
da»  EstoUlaná4  et  Icaria^  faUo  mito  ü  Polo  Ártico  da  duñfratem  Zmi  M,  Jíicoh  ü 
K,iM,  ÁntaniOf  libró  uno^  con  un  mapa,  en  seguida  del  DH  ooinmemtarii  del  viaggi 
in  Perma  di  M,  Oaterino  Zeno  ü K.  Yeniae,  1558,,peqael^  in-8 ^— Bepsoducádoen 
la  colección  J)eüe  na/oigatiorU  et  viaggi  de  Eamutáo,  tom.  2,  Venecia,  X606;*-j  en  .la 
Distertazione  intomo,  al  aiaggi  e  scoperU  setlentrionali  di  Nicoio  ed  AnimUo  friúlM 
Zeni,  por  el  cardenal  2urla,  Venecia,  laOS.r-TracLpaidos  al  latín  por  Job.  Is.  Póta- 
nos en  su  Mentm  Daniearum  hMori<$,  ^stevdana.  1631|  in  f oL  p.  705-763  en  da. 
use  por  iT.  H.  Bredsdorff  en  Oranland*  lUetorUké  MCndeimaerker,  tom.  III,  p.  (1^9. 
577.  jlCfr.  Brcmarques  sur  les  voyages  au  Kord  attribués  aoz  Yéoitiens  Zem,  |Mur  C. 
C  Zabrtmann,  etuNcrdisk  Tyduhnflfur  OlcO^ndighfd^  toin.  11,.  libro  1^^  Gopeoi- 
bagae  1333,  in-S  ^  -Bredsdóríf  acerca  de  la  carta  más  antigua  conocida  de  laQfroen-^ 

61 


en  America  lian  dado  texto  á  los  geógrafos  para  porfiadas  con* 
tiendas. 

El  piloto  polaco  Juan  Szkolny  (Scolmns),  quien  en  1476  esta- 
ba al  servicio  del  rej  Cristian  II  de  Dinamarca,  descubrió  las 
costas  del  Labrador,  pasando  delante  de  Noruega,  Groenlandia 
y  la  Erislandia  de  los  Zeni.  (1) 

''Según  los  anales  de  Baronio,  continuados  por  Odoric  Bay- 
naldi,  los  franceses  de  la  Baja  Bretaña  descubrieron  Terranoya 
y  el  Canadá,  un  siglo  antes  del  viaje  de  Colon,  j  los  primeros  que 
hicieron  aquel  descubrimiento  de  vuelta  á  Europa  lo  comunica- 
ron á  Juan  I,  rey  de  Portugal:  afírmase  también,  que  el  piloto 
que  de  ello  dio  la  primera  noticia  á  Colon,  fué  uno  de  los  bas* 
eos  que  fueron  á  Terranova,  llamado  Alonso  Sánchez." 

D.  Martin  Fernández  Navarrete,  (2)  saliendo  por  la  honra  del 
ilustre  Colon,  cual  si  esto  pudiera  amenguar  su  fama,  rectifica  el 
hecho  diciendo: — ''La  fábula  de  que  un  piloto  de  Huelva,  llamar 
do  Alonso  Sánchez,  navegando  de  España  á  las  Canarias  cerca 
del  año  14S4,  fué  arrojado  por  una  tormenta  hasta  la  isla  de  San* 
toDomingo,  y  que  volviendo  á  la  Tercera  comunicó  á  Colon  su  via* 
je  y  derrotero,  la  oyó  contar  el  Inca  Garcilaso  á  bu  padre,  que  sir* 
TÍó  á  los  Beyes  Católicos,  y  á  los  contemporáneos  de  los  prime* 
ros  descubridores  y  conquistadores.  (3)  Del  Inca  la  tomaron  D. 
Bernardo  Aldrete,  Bodrigo  Caro,  D.  Juan  de  Solórzano,  D.  Fei;# 
nando  Bizarro  y  otros  posteriores,  (á)  Francisco  de  Gomara  y  el 
P.  Josef  de  Acosta  refirieron  el  suceso  sin  citar  al  descubridor.  (5) 
Gonzalo  Fernández  de  Oviedo  tuvo  esta  narración  por  falsa,  6 


landk,  en  N&ríUsk  iídMkiift  iam.  Til,  libro  1,  Copenh.  1835;  p.  198.211,  é  iairo- 
dnecion  á  los  viajes  de  los  Zeni  en  Onm^ndB  hid.  Mindesm,  tom.  IFI,  pág»  52S- 
558:  notas  sobre  sus  yiafes,  su  yi^ay  su  mapa.  Ibid;  pág.  577-62á.  G.  Grayier,  22^ 
eotno.  dsfÁmériqüó,  pág.  134-211-      ' 

(1)  Htttnbdldt,  Hist.  de  la  géo^rttplüe,  ton^.  II,  pág.  153. 
'  (9)  Colección  de  IO0  vi^esy  déBcubril^iento6  que  hicieron  por  mar  los  espaftol^s 
desde  ñnés  del tígloXY,  &.  Madrid,  1835.  Tom.  1,  pág.  XLYU. 

(8)  IfMsa  OflorciL  Coment.  Beales,  lib.  1,  cap.  .8. 

(4)  Aldrete/ Varias  ^  AntigUed.  de  EspaRa,  Ub.  4,  cap.  17,  p"\B67.— Caro.  Antf- 
gÜed.'Ub.  i,étip,  70,  fól'  207  y.— Solórzano,  Indiarom  Jure,  tom.l,  lft>.  t,  cap.  fi.-  -. 
Piiarr»,  Vaibnes  üitisUeS,  del  Naevo  ttnndo,  cap.  2. 

(5)  Gomar»;  Uisl.  dB  laa  Indiai,  cap.  18.  Aoosta,  Hisi,  i|at  de  Ips  ladiiui ,  lOk  l^ 

oap:i«.     ' 

i  » 


483 

por  nn  cuento  que  corría  entre  la  gente  vulgar.  (1)  Pudo  ser  asi 
respecto  &  la  persona  de  Alonso  Sánchez  j  á  las  círcanstancíail 
de  su  viaje;  pero  Fr.  Bartolomé  de  las  Casas,  que  tuvo  á  la  vista 
unos  libros  de  memorias,  escritos  por  el  mismo  Cristóbal  Colon, 
refiere  que  tratando  en  ellos  de  los  indicios  que  había  teuido  de 
tierras  al  occidente  por  varios  pilotos  y  marineros  portugueses 
7  castellanos,  citaba  entre  otros  á  un  Pedro  Yelasco,  vecino  de 
Palos,  que  le  afirmó  en  el  monasterio  de  la  Bdbida  había  parti- 
do del  Fayal,  y  andado  150  leguas  por  la  mar,  descubriendo  á  la 
vuelta  la  isla  de  Flores;  á  un  marinero  tuerto  que  hallándose  en 
el  puerto  de  Santa  María,  y  á  otro  gallego  que  estando  en  Murcia 
le  hablaron  de  un  viaje  que  habían  hecho  á  Irlanda,  y  que  des- 
viados de  su  derrota  navegaron  tanto  al  NO.,  que  avistaron  una 
tierra  que  imaginaron  ser  la  Tartaria,  y  era  Terranova  ó  la  tie- 
rra de  los  Bacallaos;  la  cual  fueron  á  reconocer  en  diversos  tiem- 
pos dos  hijos  del  capitán  que  descubrió  la  isla  Tercera,  llama- 
dos Miguel  y  Gaspar  Cortereal,  que  se  perdieron  udo  después 
del  otro.  Añade  Casa?,  que  los  primeros  que  faeron  á  descubrir 
y  poblar  la  isla  Española  (á  quienes  el  trató)  habían  oido  á  los 
naturales  que  pocos  años  antes  que  llegasen  habían  aportado  allí 
otras  hombres  blancos  y  barbados  como  ellos.  (2)  Los  vasconga- 
dos pretenden  también  haber  descubierto  un  paisano  suyo,  que 
se  llamaba  Juan  de  Echaide,  los  bancos  de  Terranova,  muchos  án- 
ies  que  se  conociese  el  Nuevo  Mundo."  (3) 

Brerewood  afirma  que  la  América  ha  sido  poblada  por  los  tár- 
taros: (4)  sus  proposiciones  absolutas  no  nos  satisfacen. 

"Gomara  asegura,  dice  Humboldb,  que  en  el  siglo  XVI  se  pre^ 
tendía  haber  encontrado  en  las  costas  de  Qaivira  y  de  Cíbola 
^El  dorado  del  México  boreal,  /isunto  fabnloso  de  una  antigua 
civilización)  los  fragmentos  de  una  nave  del  Cathay.  (5)  En  aque- 
llos tiempos  tan  Cercanos  á  la  Edad  Media,  así  como  alguna  ves 
en  los  nuestros,  la  credulidad  interpreta  hechos  mal  observados, 
para  establecer  sistemase  La  dispersión  de  la  flota  que  Ehoubi. 

(1)  Oviedo,  Hist.  gen.  de  IndíM,  lib.  2,  oap.  S.  ' 

(2)  Casas,  Hist.  de  Ind,  Ub.  1,  cap.  l^jU. 

<8)  Dicción,  geog-hist  tom.  1,  p^.  83l.  y^iom.  Ü,  pig.  8Í$. 
<4)  Antiqtiitás  am¿rioaineB,pág.  118. 
{5)  Historia  general  de  Indias,  pág.  117. 


48á 

laí  Khan,  hermano  de  Manggon  Elakban  j  fiuidador  de  la  dinas- 
tía de  los  Yuan,  ^nvip  el  ano  1281  para  conqniBtar  el  Japón,  hi- 
TO  nacer  las  hipótesis  por  las  cuales  explican  Beinhold  Foster  y 
M.  Banking,  los  grandes  cambios  sobrevenidos  en  la  civiliáacion 
j  en  el  estado  político  del  Perú.  {1}  Mo  parece  indubitable  que 
los  monumentos,  la  división  del  tiempoi  las  cosmogonías  y  ma- 
chos mitcfs  disentidos  en,  mi  obra.  Monumens  des  peuples  indigéiies 
de  VAmá'iqve,  ofrecen  analogías  palpables  con  Ihs  ideas  del  Asia 
oriental»  analogías  que  anuncian  antiguas  comunicaciones,  y  no 
8on  el  simple  resultado  de  la  identidad  de  position  en  la  que  so 
encuentran  los  pueblos  en  la  aurora  de  la*  civilización.  (2) 

Las  tradiciones  del  Perú,  acerca  de  los  gigantes,  están  confor- 
m^&  al  asegurar  que  éstos  llegaron  por  el  mar  Pacíñco.  "También 
cuentan  I03  indios  de  lea  y  los  de  Arica,  que  solían  antiguamen- 
te navegar  á  unas  islas  al  Ponieoite,  muy  lejos,  y  la  navegación 
era  en  unos  cueros  de  lobo  marino  hinchados."  (3) 

Bespecto  de  viajes  casuales,  Plinio  (4)  recogió  diversos  ejem- 
plos de  nautas  en  el  .mundo  antiguo^  llevados  muy  lejos  de  su 
destino  y  contra  su  voluntad,  sin  poder  afirmarse*  que  los  que 
menciona  sean  los  únicos  en  su  genero.  Acosta  (5)  refiere,  que 
pasando  á  las  Indias  vio  las  tierras  de  America  quince  dias  des- 
pués de  salido  de  las  Canarias,  debido  á  la  fuerza  de  los  vientos, 
lo  cual  le  hace  exclamar:  "Así  que  me  parece  cosa  muy  verosí- 
''mil,  que  hayan  en  tiempos  pasados  venido  á  Indias  hombres 
"vencidos  de  la  furia  del  viento,  sin  tener  ellos  tal  pensamiento." 
Conocidas  son  las  jsircunstanoiaa  de}  desOUbrímiento  casual  del 
]3rasil,  por  ^Ivarez.Cabral.  £^  evidentemente  cierto  que  el  año 
183,3  fue  arrastrada  por  la  tempestad  uü  junco  ohíno  hást^  Ifts 
postas  del  Oregon;  Washington  Irving,  que  habló  eoa  los  náu- 
fragos, da  los  pormenores  del  acontecimiento. 

.  (1)  Hwtorieal  BeiKazcbb«  ob  ihe  oonqla^sl)  of  Pferq,  Hezico  ajoíd  Bogotá  in  íIml 
th^rteenth  century  b7t]ieMoi]^;pl3,'1827,  pág.-34-4l^  i^  obra  está  ínktmaxnente 
figada  á  la  otra  qne  lleva  08te  título:  Besearches  on  the  wars  and  sports  of  tli6  Mon- 
gola and  Bomans,  1826.  V    . 

(2)  Histoire  de  la  géographie,  tom,  2^  pág.,  6a.  .    !       . ' 

(8)  Acosta,  Híst  nat.  7  mor^  Ub,  I,  oajj^f  XIX 

(4)  Ub.  n,  cap.  69,  y  lib.  VI,  eap.  22. 

<$)  BSst  ntt.  7  moral,  lib.  I,  cap.  ZD^  .       ^ 


El  Nuevo  Mundo  se  lia  fie  bal^er.xairekdib  al  Ailtigitó,  'sanqbM 
T^oe&  En  tire  los  iu4ioioB  qoe  Cohm  te]iia.acereá  :de  la  exialáoh 
oiai  de  naeyas  .tierraSi  elinméra  sa  kijo.Dj  íB'exikandbt '  (1)  á  quien 
.eQpíaS[erreray.(2)  laáisignientea:  Hibló IX. Orístóbialoon Martín 
Yüoe&te,  práoticQ  en  :1a  aavegaeioii  dé  las  Azeiree,  qnlen  le  afirmó 
que  estbndo  ái450  lej^paae  al  O.  del  óab^ide  San  Yicexxte,  iomdjim 
madeXiGi  labiiado  aciki&oÍQsamente|< yunque  no. eoa  insérumenio  4* 
Jiiectow  Pedro-  Oorrea^  onsado  cdn  ia-  kermEaiiii'dd'aui  esposa»  le 
-eertifioó  kaWT}ata/OÍro.  maderp^idenfiioa  «o  la:isla  de  Puerto 
SsAto,  y.  eañaft  miy  f^rueaas,  '^que  ep  eadaóafin^o  pudieran  caber 
.faee  liaualbfesda.agaa"  no  sabiéndose  qúbi^en  toda  Europa  hap- 
biese  otras  semejantes.  Le  oertífieaacon  Iqs  teoibos  de  las  Aeorai^ 
que.  cuando  soplfib^n  Tientos  de^O.  j  lüT.  0^,  llegaban,  4  las  coataa 
de. las  islas.  Qraciosa.y.Faj^Ii  .pinos  desconocidos  en  aquellas 
j^artes.  Jja  mar  arroji  &  laísla^.d^  Flqares  dp£f  cajdá^^^^^r /'que 
mosbr^ban,teji:^r  las.  caras  muj  ^cbas,  y  otro  ge0to  que  tienen 
los  oristianos/'  "Otra  yez  se  vieron  dos  canoas  ó  almadias,  con 
o^aa  moTedi:gBi,  que  pasandjO  de  una  á  otra  isla,  los  debió  4c  echar 
la  fuerza  del  viento^  j.  comp  o^uñea^s^  hunden,  yinieron  4  P^^^i^  ^ 
las  4lzoi;es."  Todos  esijo^indicloj^jf  puchos  ni^s  ep  que  no  se  ha- 
ya paralo  la. ataqcion^.faeronpQinpletamente  i];i^tiles  paralaf 
persogas  yi^lgares  qm  na  supieron, aprovechadlos;  en  manos  del 
liombre  de  geuio^  deJÓs:Í3tóbal  Cpíqu,  produjeron  el  descubrimieiij' 
to  del  Nuevo  Hundo. 

Lot.bft^híe?.  compilados  aqai,  loaque^^daria^Plidiex^amos  aAo« 
eir»  arrOjtfn  esta  eoni^lnaion  «.^id^ntei  biw^eiisítido  z:elaoiones  en«r 
tre  el. fltntígno  y  el  nuevo  coptinent^./I^.^fi^s  relaciones  pooa4 
eayiá)>p0rf0ciiaiinentis  averiguadas;  alf^u^nassontconfusad  y  dudosas, 
no  eíieaaean  las  que  llevan  el  signo  de^ezageraciones  sisten^áticat 
¿de.  pf  conocida  stiperdlierí  a.  Las^oinoínicaciones  más  autentioetf 
Boih  las  que  se  han  verifioado  pose  loa  lugares  mis  fáciles;  pói:  el 
l^prte^  que  dio  paso  á  los  esquimales  del  Asia  y  no.  opuso  m^ 
barrera  impenetrable  á  los  navegautecreiiropeos.  Se  refi0reA4 
tiempos  hmís  o  menos- remotos;  es  natural  que  la^  másrrecieateA 
sean  las  claras  y  precisas,  poique  ya  eaistian  medios  seguros  pan 

.  :  •        'I 

,  •'lili 

iiy  YJdadal  AlmirMite,  eq[».  VIU. 

■ 


\ 


.486 

n  perpetfB&r  loá  LeohoSf  Biayor  era  el  amor  ala  ciencia»  los  pae- 
falaa  se  oomHnieabaa  con  mayor  frecuencia.  Lo  que  eabemoff 
acerca  de  esta  materia,  no  se  puede  admitir  como  el  completo 
«njunto  de  todo  lo^  aoaeeido;  mocho  ha  de  haber  pasado  desa- 
percibido, de  macho  no  se  llevó  caenta  en  los  tieiipos  de  atraso 
j  de  ignorancia.  Las  cómaBica^ioaes  casuales  son  posibles,  aun*, 
«(ue  esto  n6  sea  argumento  para  suponerlas  subsidiarias.  Sin 
eiabaigo,  multitud  de  ellas  no  han  de  haber  dejado  recuerdo,  ym 
parq.tie  los  nautas  arrastrados  pcnr  Tientos  7  cofrie&ies  no  ptfdl#- 
ton  volverá  su  patria»  ya  porque  aun  cuando  retomaroiK  ww 
pláticas  se. tomaron  á  fábula,  ó  no  se  aupo  sacar  provecho  algtttté^ 
easo  de  concederles  importancia.  -^ 

Deinostradas  6  no,  las  comunicaciones  han  sido  varia8,'y  no 
con  Un  pueblo  en  particular,  sino  con  pueblos  de  dhstintas  cos- 
tumbres y  religiones.  Así  lo  prueban  al  manos  los  usos  y  las 
creencias  religiosas  de  las  naciones  americanas.  Be  sostiene  i¡n^ 
ésas  prácticas,  en  apariénéia  iguales,  no  significan  relación  al^^ 
na  entre  pueblos  distintos,  porque  el  hombre  procede  dé '  tiná 
manera  idéntica  en  casos  análogos,  sea  cual  fuere  la  apoca  en  quQ 
viva  y  el  país  de  residencia.  Bzacta  es  la  regla,  mas  no  absoluta* 
El  hombre,  sin  recurrir  á  copiar,  inventa  cnanto  le  es  indispensa- 
ble para  vivir,  y  dos  pueblos  Y.  g.,  coincidirán  entener'  diose^ 
altares,  sacriñcíos  y  preces,  sin  que  por  ello  sus  religiones  ten- 
gan un  origen  común;  pero  si  los  dioses  son  de  lois  mismos  maiíe- 
riales  y  formas,  si  el  altar  asumfe  -el  faoasmo  aspecto,  «i  saeriftcios 
y  preces  entrañan  los  mismos  intentoSi  eutáuces  no  podrá  méaoe 
de  establecerse  la  filiaoton,  aun  tropseattdo  con  algunaa  diferen** 
oías  esenciales.  Tampoco  debe  buscarse  una  identidad  ab^ofantat 
en  todos  y  cada  uno  de  los  elementos  componentes  de  una  idea» 
las  semejanzas  indican  relaciones^  no  identidad  de  rasa,  y  bien  se 
comprende  que  las  enseñanzas  de  esta  manera  alcanzada,  se  mo^ 
difican  por  las  naoiones  que  las  reciben.  Los  americanos  poeeíaru 
ttna  oivilieacion  propia;  al  poneree  en  contacto  con  pueblos  em^ 
inmos  y '  recibir  alg^n  nuevo  conocimiento,  lo  asimilaron  á  to 
que  ya  sabían,  lo  desfiguraron,  digamos  así,  para  darle  el  acqpeetd 
nacionaL 

Si  el  estrecho  de  Behring  es  insuficiente  pava  explicar  la  pre- 
sencia de  los  animales  en  América,  también'  lo  es  tratándose  de 


481 

1a  oiTilisaeioxi  amerieana.  Loa  esqtdmaléiB  6atán  moy  atrasadoai 
mpénns  alcanean  las  id^as  más  vadimentarias;  no  son  ellos  qnio- 
Bes  pudieron  enseñar  á  las  nackMies  del  Sor  los  adelantados  oo« 
nbehnieatos  qne  poseían.  Pudiera  suponerse  que  eayeron  en 
aquel  estado  de  atraso,  después  de  haber  pasado  por  cierto  es¿ 
tado  de  adelanto;  pero  entonces  •  les  quedarían  señales  de  su  pa* 
sado  saber,  que  no  existeui  7  en  Verdad  de  Tardad  que  las  comar- 
cas'habitadas  por  los  esquimales  no  fsola  propias  para  el  dessorvo* 
Uo  de  la  civílisacioli.  Grupos  de  perscmas  insAmidaSy  impulsadas 
por  eausaá  urgentes^  pudíeton  ^renir  de  las  pútes  centrados  del 
▲sia,pa^are)esAredhO7deaceadM¿lospákeéintetiropÍ0ale8}  fae* 
xa  de  ser  el  vikje  casi  imposible  por  demasiado  lai*go  y  poligiosflv 
^  sppu^a^  no  p^de  ei^^Hcar  las  ftcAables;  semeíanBaB  coa  loa 
pueblos  del  Asia  aastr^l  y  de  la  0«eanía>  no  satiaiaoe  reapecto 
de  las.  civilisqiciones  del  PeníL .  Es .  indispensable  admitir^  como 
tesis  general»  que  las  comuoicaoiOnea  aaiátioas  tuvieron  Ingftr»  mí 
por  el  estrecho  de  JBebring»  jcomo  i  tifar^  del  inmenso  Ocáaoo 
Pacífico,        ... 

Guando  en  loe  tiempos  primitítw  existían  puentes  naturales 
de  oomunioaéipn»  debieron  Teñftiarse  verdaderas  emigraciones; 
bembres,  lenguas,  eostumbreSi  cÍTiHeaoion,  animales,  fueron  ao* 
muiMa  Por  los  pasos  fácifes,  restos  de  los  antiguos  puentes,  las 
emigraciones  quedaron  reducidas  á  deistminadas  tonas.  Botas* 
por  completo  aquellas  comunicaciones)  la  Jíamüia  americana  cesó 
do  ornüarse  con  los  pueblos  ieKtvanos»,  aaukai<S  su  tipo  peculiar, 
epnseryó  paralen  adelante  sus  condicione»  an&tómioas  y  fisioló- 
gicas, su  civilización  propia  y  parjgicnlar. 

Data  de  entonces  la  unidad  de  raza,  de  lengua  y  de  conocí- 
nkientos.  Aislados  de  los  demás  pueblos,  los  americanos  se  des* 
arrollaron;  bajo  sus  pi^opios  esfuerzos,  modificándose  bajo  las 
influencias  atmosféricas  y  topográficas,  las  condiciones  biológi- 
cas y  la  perfección  da  la  inteligencia.  Hechas  imposibles  las  re- 
laciones permanentes,  las  casuales  quedaron  reducida»  á  peque- 
nos  grúipos  de  individuos.  Por  poco  ilustrados  que  á  éstos  se 
suponga,  dejaron  siempre  en  los  pueblos  con  los  cuales  se  pusie- 
ron en^contactOj  el  germen  de  ciertos  conocimientos.  Si  del  gru- 
po £ormaba  parte  ui^  letrado,  un  sacerdate,  por  ejemplo/ lleno  de 
la  ciencia  de  la  nación  de  donde  procedía,  unido  sú  saber  &  su 


4á8 

partf otox  e^^anj^nvá  sa  trajo  y  «as  <;oii  tambres,  se  abría  eámi^ 
no  .para  t^niarseea^iiiaasifQ'/jr.  si  iiigeai<>' ly^qüerec  no  leiatia* 
bs|i».A6  levantaba  al  ^Dcaiabrad^  puesto  de  eivilizadoTt  i>eoibieiif 
4o  4el  agradecimiento. di),  los  p«eUoa  «álrajes  loa  lioradresr  di*^ 

vinos*  •    ••.".;    t  '.      I  •..  '  '.....'  -.      '  •  .    . 

Se  infiere  /qne^fiemejatote  in&ijo*débia  ser  pncroial.  logérkitókí 
en  las 'creencias  y  eostriolbtles  d6  nif  pueblo,  según  las  ei^tibs^ 
tannáas I  obraría'  más  ó  meaos*  enéi^éamente  sobre  los  p\tebto# 
veéinós; pero  ñúnea  se  snstítiiiría  püd»?  ooilipleto  alas'  creeneiab 
f  éostttmbres  nacionales,' llegando  al  <^ábd  ánüa  trasformiDftitoj 
qué'  le  óomanieara  eleello  rnfiígeéiL  Se-^Kolmeirvaclo, 'qne  si  \ok 
Sfiserioánoa  eshivialron^ci  eobtaciío'eon  aÁü^tíeos  j  ensópeos,  y 
de  éstos  recibleircm  enseñanfza  én  'ttíWÍe)4a  dé  trsbs,^  tr^idi^idnes^ 
edito,  ifeo.,  no  sé  ooncábe'cómoles  eran  íctesconotíides  6  noprao* 
tioabanoiertoB-^nociniieatosal  parecer* viilg3i;res,1itfÉds  para  \k 
vida  7  ptiífi^a  de  ponitivós  adelanto^  La  explicación  e^  obtia. 
BasW  para  lo'primero  la  4dotrina' oral  j  la  aplicación  de  los  mé^ 
todos  artísticos  conocidos  de  los  discípulos;  era  indispensable 
para  lo  segando,  apUoar  la  {Ho^cti^ái  é  materiales  :tal  vest  das^o* 
|iOQÍdps<. .  Una  noción  ustronónueái ae  trasiáité.en.plátiósa,  ae  ^a 
7  perpetua  pote  lo^  medios  f^iíificos  nanfe^lesi  áqnieoes  la  ensenante 
aa  reciben;  pava^  ápirendíarjí  a« pitar  él  Mentí,  fuella  detla-iKSoet 
•aidact  de  loa  inaesstroa:BiJMj:<^  fohdidloriyrherhstq^  era  ibdiapeiH 
aable  el  cHadero  iñatíliieb.      .>{);/.  míi  .  •.   .  t 

.   Nos  creeni<^si€iuio¥ifladoa'7á  pk/ra  aeéétarf  eslks  Goudtisiones: 

Antes  dé!  'descubrimiento de  CHstóbalCólori,  América liá fe^ 
nido  relaciones  con  el  Antiguó líu ¿do.*  '"•       •  .     .     • 

Los  pueblos  americanos  fuvieroüsrf^civilizacion  propia,  <íon 
todos  los  caracteres'  esenciales  de  1á  drlf^fcalldiid,  en  la  cual  vi- 
faieron  &  injertarse  las  ideas  de  lafe  civiliawiciones  asiáticas  por  el 
Occidente,  y  más  tarde  las  de  la  europea  por  el  Oriiénte. 

Termina  aquí  el  estudio  del  hombre  prehistórico  en  México, 
Se  nos  dirá  que  hemos  propuesto  muchas,  problemas  y  resuelto 
pocosj  que  aventuramos  siatemas  no  demostrados,  que  sostene- 
mps  ilusiones  ^n  lugar  de  verdades..  Todo  ellp  puedj^  ser.  Pero 
la  culpa,  más  que  de  nosotros,  és  de  la  materia  tnismfv  Cuanto 
posible,  fundamos  nuestros  asertos  en  las  demostraciones  de  la 
ciencia,  en  las  deducciones  de  la  lógica;  si  aquella  es  todavía  in- 


489 

suñciente,  si  ésta  se  reciente  de  nuestra  ignorancia,  pecados  son 
de  los  cuales  no  somos  responsables.  Asunto  oscuro  y  dificulto- 
so, poco  tratado  aún  entre  nosotros,  de  precisión  resultará  un 
trabajo  defectuoso  al  ponerle  por  primera  vez  la  mano.  Trunco 
como  es,  sirve  de  punto  de  partida;  con  datos  suficientes,  en  me- 
jores condiciones  que  la  nuestra  respecto  de  corazón  y  de  inteli- 
gencia, mis  compatriotas  darán  la  perfección  que  falta  á  mi  po- 
bre labor.  Harto  de  sinsabores,  de  penas  y  de  afán,  llevo  gasta- 
dos basta  aquí. 


62 


«.Avy. 


í« 


TERCERA  PARTE 


HISTORIA  ANTIGUA. 


i  ' ;  /    1 


1 

1 


LIBRO  I. 


CAPITULO   I. 

Los  Mayas. 

Loi  piffontm.  ^JMta  dé  daioa  cumpUdoi  para  la  hütoria  de  la  peninnda.—Stimoh^ 
ffia  de  la  palabra  Tucatan.—üódice  Maya  de  D,  PiePéreg.-^DatoecranMffÉoae,^ 
.Beeúifieaeioneei^Loe  mecano  eon  toUeoa.—GiganUee.^Lak  doe  lénigraeianea. — 
Unidad  de  la  raga  y  de  ¡a  lengua  maya.-^Zamná.^  Votan^^Dhereos  crigenee  d¿  la 
'  ,^hilieaoion  auetroL — Itaannal.'^Laagrandea  pirámide$¿^^SeffundaenUgaeÍon,-*^€fht' 
t  then-*Iteá,'^Uwial.^Ma¡fqpan,^ I>eet7i$eeíon  de  Chie^en-Jteá.-^IC'ukulkaiii,*^ 
Loe  O^f^m.^Ck^fonieaeion  de  Ifaifapan.'''JJa  mdñrápcU  tomada  por  loe  VUeee. 

I  OS  pueblos  de  Anájioac  oonaervaban  anáníme  tradieion,  se* 
\  ^  gna  la  caa1>  sos  primeros  progenitores  fueron  gigantes, 
'dallóse  eu  la  Memoria  de  los  indios  viejos,  dice  Fr.  Gerónimo 
d^  Mendieia,  (1)  cuando  fuero^  coaquistadps  por  los  españoles, 
q^ae  en  esta  Nueva  España  en  tiempos  pasados  hubo  gigantes» 
eóxnó  es.  cosa  cierta.  Porque  en  diversos  tiempos^  después  que 
esta  tierra  se  gano,  se  han  hallado  huesos  de  hombres  muy 
grande)E(.  El  P.  Fr.  Andrés  de  Olmos,  tratando  de  esto),  dice  que 
A  tío  en  México,  en  tiempo  del  virey  D.  Antonio  de  Mendoza, 
en  su  propio  palacio,  ciertos  huesos  del  pié  de  un  gigante,  que 
tenían  casi  tjín  palmo  de  alto:  entiéndese  de  los  cse8^elos  de  los 
dedos  del  pié.  T  yo  me  acuerdo  que  al  virey  D,  Luis  dé,  Velas* 

(1)  Hist.  EolAsUst.  Indiana,  Ub|  n,  fli|^  SU.     '     ;.         . 


494 

co,  el  TÍejo^  le  llevaron  otros  huesos  y  muelas  de  terribles  gi. 
gantes." 

Cuando  los  castellanos  penetraron  en  Tlaxcalla,  preguntando 
á  loa  indios  por  sus  progenitores^  éstos  respondieron:  ''que  les 
habían  dicho  sus  antecesores,  que  en  los  tiempos  pasados,  que 
había  allí  entre  ellos  poblados  hombres  y  mujeres  muy  altos  de 
cuerpo  y  de  grandes  huesos,  qu3  porque  eran  muy  malos  y  de 
malas  maneras,  que  los  mataron  peleando  con  ellos,  y  otros  que 
quedaron  se  murieron;  é  para  que  viésemos  que  tamaños  é  altos 
los  cuerpos  tenían,  trujeron  un  hueso  ó  zancarrón  de  uno  dellos^y 
era  muy  grueso,  el  altor  del  tamaño  como  un  hombre  de  razona- 
ble estatura;  y  aquel  zancarrón  era  desde  la  rodilla  hasta  la  ca- 
dera: yo  me  medí  con  él  y  tenía  tan  gran  altor  como  yo,  puesto 
que  soy  de  razonable  cuerpo;  y  trujeron  otros  pedazos  de  huesos 
como  el  primero,  mas  estaban  ya  comidos  y  deshechos  de  la 
tierra;  y  todos  nos  espantamos  de  ver  'aquellos  zancarronesi  y 
tuvimos  por  cierto,  haber  habido  gigantes  en  esta  tierra."  (1) 

Invadía  Ñuño  do  Guzman  á  Xalixco,  y  llegando  á  Tala,  vi6 
algunos  pueblos  abandonadod,  y  otros  en  ruinas;  preguntando  á 
los  circunvecinos  la  causa,  respondieron;  ''que  dos  veces  había 
estado  poblado;  la  primera  de  gigantes  que  de  las  costas  del  Sur 
y  Poniente  habían  venido,  y  eran  hasta  veintiuna  6.  ventidbs 
personas,  de  cuerpos  desmedidos,  que  lo  más  del  día  estaban  ti- 
rados al  sol,  y  acercándose  á  los  poblados,  los  desamparaban  los 
habitadores^  y  abandonaban  sus  bastimentos  de  que  se  proveían^ 
y  no  hacían  otro  daño;  que  sólo  había  tres  mujeres  menores  qup 
los  hombres,  y  que  poco  á  poco  se  fueron  extinguiendo;  y  se  h^ 
hecho  verosímil;  porque  en  el  valle  de  I09  Cnicillos  se  ha^  diM- 
cubierto  muchos  huesos,  éi  parecer  de  hombres  muy  corpttleur 
tos,  aunque  hay  quien  diga  ser  03amentas  de  peces  y  otros  ani- 
males marítimos,  con^o  ballenas*  que  pudieron,  caando  eí gene- 
ral diluvio,  haber,  quedado  en  la  tierra  ^  tiempo  que  se  i^ecógie- 
ron  las  aguas  á  su  centro.'^  (2J  Fr.  .Gregorio  García,  da  larga 
cuenta  de  I09  gigantes»  eñ  diversos  lugares. de  sti  obra.  (8)  . 

•  ^  •     I*  •  •  • 

Cl)  Pernal  Diáz,  Hist.  7erdaLra,.oap.XXÍyÍli;       ,  .  '  , 

(2)  Hi8t.  fio%  c<^!q^pÍ8ta  de  la  ^royincaa  ^  la  Hueya  (Hlioiiy  ^gc  í>.  ^^túis  dá  í% 
Mota  l4dilla',  cap.  Vli. 
(8)  Otigan  délos  indios  del  NaoT^lfiíaiB.  .'    ( 


r 


406 

No  sólo  los  indioa  tenían  aquella  creencia,  que  también  eria 
común  á  loa  mismos  castellanos.  Entre  loa  muchos  autores  que 
pudiéramos  citar,  mencionaremos  al  distinguido  natoralidta  Her«* 
nández.  (1)  Acosta  nos  dice:  (2)  ^'Esta^do  yo  eo  México,  ano  de 
ochenta  y  seis  (1586),  encontraron  un  gigante  de  estos  enterrado 
en  una  heredad  nuestra,  que  llamamos  Jesús  del  Monte,  y  nos 
trajeron  á  mostrar  una  muela,  que  sin  encarecimiento  ^ería  bien 
tan  grande  como  un  puño  de  hombre,  y  á  esta  proporción  lo  de- 
más, lo  cual  yo  vi,  y  me  maravillé  de  su  disforme  grandeza."  Afir- 
ma Torquemada,  (3)  haber  tenido  á  la  vista  una  gran  muela,  y 
que  existían  muy  grandes  huesos  en  el  convento  de  San  Agus. 
tin.  ''Y  nadie  se  maraville,  ni  tenga  por  fábula  lo  que  decimos  de 
estos  gigantes;  porque  hoy  dia  se  hallan  huesos  de  hombres  de 
increíble  grandeza,  y  la  muela  que  en  mi  poder  tuve,  se  sacó  de 
una  quijada,  que  ya  como  tierra  se  iba  desmoronando  y  hacien- 
do ceniza;  cuya  cabeza,  afirman  muchos  que  la  vieron,  (de  loa 
cuales  son  fray  Gerónimo  de  Zarate,  que  era. predicador  y  minia- 
tro  de  los  indios  del  principal  convento  de  Tlaxcalla,  y  Diego 
Muño?  Camargo,  gobernador  de  los  mismos  indios,  en.  esta  dicha 
provincia,)  que  era  tan  grande  como  una  muy  gran  tinaja  de  las 
que  sirven  de  vino  en  Castilla;  la  cual,  aunque  trabajaron  mucho 
por  sacarla  entera,  no  pudieron,  porque  se  deshacía  y  quebraba 
toda."  Fr.  José  Arlegui,  (4)  escribe,  que  los  primeros  habitantes 
de  Skcatecas^  después  del  diluvio,  fueron  gigantes,  y  lo  funda 
en  una  muela  sacada  en  el  pueblo  de  San, Agustín,  entre  Duran- 
go  y  San  Juan  del  Rio, 

Nuestro  ejrudito  Clavi^^ro,  tratando  esta  cuestioD,  la  resuelve 
en,  estos  t^minos:  "Tono,  dudo  de  su  existencia,  ni  en  aquel 
''(México)  ni  en  otro^  países  del  mundo;  pero  ni  podemos  adivi- 
"n«  eltiempp  .n  qu,  vivieron,  aunque  hay  motivos  para  creerle^ 

4       '  ,  .  , 

.  .  i      •  I  ■  •  .  T  ] 

.  _  _  •  ■       ■■  ;  n 

(1)  -''Per  multo  gfg^fttitiim  non  Vnlgaris  mgii!tú¿6iies'08ta,  i^r^kÓBoe  dles  in- 
Ttnta  Bnai,  <nim  mpiod  T^MKOwaoi^itiim  tpnd  TaUociasuflo.  Bmo  9atímk  notiepn  ««ni^ 
^pftm ni ftd^.^eaft iUki a4 Bfic^ ^aegifeiQ «^t f«ifim nonn^ laUt fk .n^tfB-  jodioii- 
ri  mol^  Aeri  no^p^ASQ,  ante  qi^m  lacto  V^jxy  Adeo  T^rmn  esi  atqne  indubitatum 
qnod  Plinias  nosier  dixít:  natura  yim  átqae  xnajestaífcem  omnibos'  momentet  fldet 


carere." 


(2)  Hiat.  nat.  j  moral  de  lapi  Indiaa..  lib.  Vil,  «ap.  HI,  ,     ,  ^  . 

(8)  Monarq.  Indiana,  lib.  t,  oap.  XTtT. 

(4)  Ohxomca  de  la  ProvinoU  de  N.  8.  P.  3.  tntLokéó^  £aeiittieÉr,  úitpitíi 


'^muy  remoto,  ni  podemos  creer  qae  baya  una  nación  entera  de 
^'gigantes,  como  se  han  imaginado  los  citados  antores,  Bino  al« 
'^gnnos  individnoB  extraordinariamente  altos,  de  las  naciones 
''conocidas,  ó  de  otras  más  antignas,  que  han  desaparecido  en* 
''toramente."  (1)  Fundamentos  de  este  aserto  es  el  texto  de  la^ 
Sagrada  Escritura,  Gigantes  erant  super  ten'omín  diehus  iíLis,  Gen. 
yi,  y  los  '^cráneos,  huesos  y  esqueletos  enteros  de  desmesurada 
'^tamaño,  desenterrados  en  diversos  tiempos  y  lugares  en  el  te- 
"rritorio  mexicano,'"  vistos  por  Tarips  autores;  no  púdiendo  ser 
btiesos  de  elefante,  como*quiere  Mr.  Sloane,  porque  aquello» 
despojos  fueron  hallados  en  su  mayor  parte  en  sepulcros,  y  ja- 
mas apareció  "un  esqueleto  de  hipopótamo,  ni  aun  un  colmillo 
"de  elefante." 

Hemos  hecho  esta  narración,  no  para  censurar  á  los  distingui- 
dos escritores  citados,  pues  sería  estupido  pedirles  conocimien* 
tos  distintos  de  los  admitidos  en  sus  tiempos,  sino  más  bien,  \>úr 
ra  dar  una  de  tantas  muestras  de  las  formas  que  revisten  las 
ideas  humanas,  y  como  cambian  y  se  trasformati.  La  creencia  en 
los  gigantes  'sacaba  en  México  su  principal  fundamento,  de  los 
huesos  desenterrados,  que  no  púdiendo  ser  de  grandes  animales, 
que  aquí  no  habían  existido,  de  precisión  pertenecían  al  hombre» 
Ahora  reconoce  la  ciencia  que  los  grandes  mamíferos  fueron  co- 
munes en  nuestro  continente,  y  demuestra  la  anatomía  compa- 
rada que  esos  despojos,  tan  frecuentemente  encontrados,  corres- 
ponden á  los  antiguos  y  gigantescos  animales  antediluTianos. 

Idéntica  doctrina,  reposando  sobre  iguales  fundamentos,  er» 
admitida  por  todos  los  pueblos  de  Anrérica  y  de  la  ilustrada 
Europa. — "Como  ciertos  huesos  del  elefante,  dice  .ífguier,  (2) 
tienen  alguna  sétnejanss^  con  los  del  hombre,  so  les  ha  tomado 
frecuentemente  por  huelgos  humanos.  En  los  primeros  tiempos 
históricos,  las  grandes  osamentas  accidentalmente  desenterra- 
das, pasaron  :por,  perjiei^eoer  á  los  semidioaes  ó  á  loahéi^oea,  con- 
lirtíáidose  después  en  gigantes.  Hablamos  ya  del  error, cometi- 
do jpórióls  ^iego9,  al  tomat  1»  rótula  de  un  elefante  por  la  49* 
ÍLi2¿L '%  Ibs  huesos'  tan^bien  de  un  élefaóie  fósil  debe  attibuirse 

(1)  Hist.aiitigiut,ioiii.  lVp<«f'^8>ytoin;'3,l^ág.  1»T.  ".  ;  '^^ 


k 


m 

el  gigante  de  que  habla  Plinio,  (1)  descubierto  por  un  terremoto. 
Al  mismo  origen  debe  referirse  él  pretendido  cnerpo  de  Orejes;' ' 
de  longitad  de  siete  codos,  (4  metros)  descubierto  en  Tegea  por 
los  espartanos;  (2)  el  de  Asterio,  hijo  de  Aj^ir,  desctibierto  en  la 
isla  Ladea,  de  diez  codos  de  alto,  segnn  Páusanias;  en 'fin,  los 
grandes  huesos  hallados  en  la  isla  de  Bodas,  de  que  habla  Phe- 
geou  de  Tralles."  (8) 

*'Llenar!anse  yolámenes  con  la  historia  de  los  pretendidos  gi- 
gantes encontrados  en  antiguos  sepulcros,  y  esos  volúmenes  exis- 
ten, siendo  mny  numerosos  en  la  literatnra  de  la  Edad  Media 
bajt>  el  titulo  de  Oiganfólogía.  Todos  los  hechos  más  6  meóos 
positivos,  todas  las  relaciones  verídicas  d  imaginarias  encerradas 
en  esas  compilaciones,  se  pueden  explicar  por  el  descubrimien- 
to accidental  de  huesos  de  elefante,  mejor  que  de  cualquiera  otro* 
de  nuestra  época  ó^del  mundo  antiguo.^* 

Considerable  es  el  numero  de  las  obras  relativas  á  los  gigan- 
tes, correspondientes  &  lajEdad  Media  y  el  Benaotmiento,  apo- 
yadas en  las  autoridades,  como  dice  Hamy,  (4)  de  San  Agustín, 
Boccaoio,  Kircher,  Lambecio,  Chassanion  de  Monstreuil,  Ges- 
ner,  Valerias  Odrdus,  &c. — "Para  terminar,  escribe,  recordára- 
mos la  molar  humana  de  la  dudad  de  Dios  (lib.  X,  cap.  9),  de  la 
cual  podría  sacarse  un  centenar  de  dientesde  un  hombre  común;  el 
gigante  de  BeydeQ,  cerca  de  Lucerna^  con  talla 'de  nueve  codos; 
el  esqueleto  humano  encontrado  en  Boma  en,  1500,  más  alto^de- 
cían,  que  los  maros  de  la  ciudad;  el  coloso  de  Trapani;  los  gi- 
gantes de  Amberes  y  de  Bruselait,  en  fin,  a^ceroa  de  los  cuales  dis- 
putaron largamente  Chassanion  y  Yan  Gorp,  colOcdhdolos  este  úl- 
mo  en  su  verdadero  lugar,  no  como  hombres  de  los  tiempos 
antiguos,  sino  como  elefantes.  (6)  El  iósU  paseado  en  toda  Eu- 
ropa por  el  charlatán  Mazayer,  bajo  ell^ombre  de  Teutobochus, 
rey  de  los  cimbrios,  era  un  mastodonte  descubierto  en  Cháteau-^ 
Langon  el  año  1613:  (6)  Los  huesos  d^fe^td' animal  encontra-' 


(1)  Lib.  vn,  cap.  XVI. 

(2)  Plinio.  loco  cit;  Aulo^Gelio,  lib.  XVÍ,  cap.  X. 

(3)  Ibegeou,  Demirabü.,  cap.  XVI.  ' 

(4)  TréÁB  de  Paléontologie  hnmain«,  pág.  20. 

(5)  Cf.  Goropiua  Becanufl,  Origines  AntíVwpian»,  í.  IL-^l>e  giganttbtíff  chxtAa- 
qne  reliquíis. . .  .aathore  J.  Cassanione  Mono«trolieiiÍBe.  Baail»,  IdSO^  pet.  in^. 

(6)  Tíffiot,  Difieoiir  Téritable  cto  la  vie,  de  la  mort  et  des  ob  da  Qeant  Tcftrtobc- 


4d8 


,* 


dos  por  M.  Jouannet,  báq  1832»  en  un  granero  d^  Bordeaux,  figu* 
rán  boy  en  lá  galería  paleontológica  del  Museo*^  (Axm.  XI). 

''Aunque  en  todos  los  pueblos  de  la  tierra»  dioe  Huo^Wdt,  (1) 
la  ficción  de  los  gigante^»  de  los  titanes  y  d^  l(>^  cíclopen,  pare- 
ce indicar  el  conflicto  de  Ips  elementos  ó  el  estiido  del  glol}o  al . 
salir  del  caos,  es  indudable  que  eix  las  doft  i^méricas  han  tenido 
grande  influjo  en  su  historia  mitológica,  los  enormes  esqueletos 
de  animales  fósiles  derramados  en  su  superficie.  £n  la  punta  de 
Santa  Elena,  al  K  de  Goayaquili  se  hallan  einormes  despojos  de 
cetáceos  desconocidos;  poif  e^  las  tradiciones  peruanas  afirman, 
que  una  colonia  de  giganta  desembarcó  en  aquel  lugar,  en  don* 
de  mutuamente  se  destruyeron.  Bu  la  Nueva  Granada  y  en  la 
Cordillera  mexicana,  abundan  las  osamentas  de  mastodonte  y 
de  elefante,  pertenecientes  á  especies  desaparecidas  de  la  super- 
ficie del  globo;  por  esQ  también,  la  llanura  que  ¿2700  metros  de 
altura  se  extiende  de  Suanoha  á  Santa  Fé  de  Bogotá,  lleva  el 
nombre  de  Campo  de  ha  gigardes.  Es  muy  probable  que  losulme» 
cas  se  vanagloriasen  de  haber  combatido  á  los  gigantes  en  las 
fértiles  llanuras  de  Tlaxcalla,  porque  allí  se  encuentran  dientes 
molares  de  elefante  y  de  mastodonte,  tomados  por  el  pueblo  en 
todo  el  país  como  dientes  de  hombres  de  estatura  colosal/' 

Hemos  caminado  hasta  aquí  casi  en  la  oscuridad.  Algunos  des- 
tellos luminosos  nos  dejaron  percibir  aquí  y  acullá  las  formas  in- 
distintas de  algunos  objetosj  la  antorcha  de  la  ciencia  no  ha  si- 
do suficiente  para  alumbrar,  cual  quisiéramos,  las  ¿pocas  remo- 
tas, y  si  la  curiosidad  ha  encontrado  interesantes  problemas  en 
que  ejercitarse,  la  inteligencia  no  queda  plenamente  satisfecha. 
Estamos  y/^  en  la  aurora  de  nuestra  historia.  Tendremos  prime- 
ro el  crepúsculo,  los  hombres  y  las  cosas  no  se  mostrarán  en  to» 
da  Su  plenitud,  pero  sobrevendrá  la  luz  y  todo  quedará  alambra- 
do con  la  claridad  meridiana: 

Comenzamos  nuestra  labor  por  el  pueblo  más  antiguo  conocí- 


cus  &c.  Lyon,  1613. -Véase  acezcn  de  este  desoabrimiento'y  del  proceso  científico  á  qua 
dio  lugar,  Quesnay,  Becherches  critiques  et  historíques  sur  la  chirugie  eu  Franco 
Parúl,.  I7i4r  viA,  pág.  273  ^  síg,— Blai^villeí  Bcho  du  monde  savant,  1835,  pág.  ^4 
—Ed.  f'ourAÚ^tVañéUa.historiq^es  et  Uttóraires,  tonLlX,  pág.  241.  (BiU.  Elzevir 

deJannet.)       .;  ^  .  *   ^  •.  :        * 

(1)  Yu^^es  Ooidülére»,  tóm.  II,  pág.  125. 


499 

éo^  par  los  raárjafe;  L»  poriiúitiva  historia  de  Yno&tan  ós.  tronca  y 
ooifasa.  Admira  scoaejaniie  deficiencia,  pues  los  pueblos  de  la 
península  eran  verdaderamente  civilizados,  poseían  ana  escrita* 
7a  fon;éttc&  para  perpetuar  las  hazañas  de  sos  héroes  j  loa  tras-^ 
tornos  de  sus  monarquías;  sus  aaeerdolíaa  eran  los  historiógraSds 
délas  ciadades,  y  á  nnesfarassi.'tiempoa llegaron  aIganos.de  sus 
artistioos  manuscritos.  No  explioa  la  falta  de  datos  el  auto  de  fe 
ejecutiado.por  Fr.  Diego  de^Landa  con  todos  los  documentos  que 
i  las  manos  pftdo  haber,  porque  la  misma  dastracoion  fué  ejecu- 
tada en  México  por  los  primeros  misioneros»  j.  sin  embargo,  las 
relaciones  antiguas  fueron  salvadas  por  sus  dueños  ó  reparadas 
por  los  letrados  en  los  tiempos  subsecuentes.  Allá  también  hubo 
escritores  despaes  de  la  conquista  española;  el  mismo  P.  Landa 
reparo  su  error  recogiendo  las  tradiciones  antiguas,  salvando  del 
olvido  el  abecedario  maya,  dando  la,  explicación  del  calendario: 
de  todo  ello  no  resultaron  materiales  suficientes,  porque  los  mon^ 
ges  cronistas  poco  lograron  recoger  á  pesar  de  sus  porfiadas  di* 
ligeucias.  Nos  parece  que  el  mal  viene  de  más  antiguo.  Los  mar 
jas  del  ultimo  período  fueron  los  destructores  de  la  primitiva  d* 
vilizacion;  ellos  abandonaron  los  preciosos  monumentos,  acaba- 
ron de  intento  ó  por  descuido  con  los  manuscritos.  Los  pGCOS 
que  de  estos  documentos  se  salvaron  no  han  sido  descifrados 
todavía. 

La  península  yucateca,  perteneciente  hoy  á  la  Bepública  Me* 
xieana,  so  llamaba  en  lengua  maya»  "  Vlumü  Cuz  y  Etd  Ceh^  que 
"quiere  decir^  tierra  de  pavos  y  venados,  y  que  también  la  11&* 
"man  Peten,  que  quiere  decir,  isla."  Preguntando  por  señas  loa 
castellanos,  "cómo  era  suya  aquella  tierra,  respondieron,  ci  u 
"tJuzn,  que  quiere  decir,  dicen  lo,  y  que  los  españoles  la  llama- 
"ron  Yucatán^  y  que  esto  se  entendió  de  uno  de  los  conquistado- 
"res  viejos  llamado  Blas  Hernández  que  fueron  con  el  adelanta- 
ndo la  primera  vez."  (1)  El  P.  Lizana,  (2)  se  conforma  con  la  eti- 
mología antigua  que  ^a,  la  significación  de  tierra  de  pavos  y  ve- 
nadosi  escribiendo  u  luumü  cutz^  u  luumil  ceb.  El  MS.  indígena 
traducido  por  el  Sr.  Pérez  la  nombra  6V¿acnoi;¿/a;i,  considerando- 

(1)  BelacioQ  de  las  cosas  de  Tticatan,  sacada  de  lo  que  escribid  el  padre  Fray  Die- 
go de  Landá,  de  la  Orden  de  San  Francisco.  Pmblicada  porel  Abato  Braasenr  do 
Bonrbourg.  Faris,  1864.— Fig.  6^. 

(2)  Loco  Git  pág.  818. 


600 

la  eoma  isla.  Segnn  Fr.  Antonio  de  Boni^sftl,  (1)  de  tres  distinf» 
tas  frases  viene  la  palabra  Tncatan.  1.  Pitegnntando  loa.  sóida* 
dos  de  Hernández  de  Oárdova  por  nn  gran  paeblo  cercano,  loar 
indios  respondieron  tecktan^  iedetany  no  te  entiendo,  no.  te  fistien^ 
do.  2.  Preguntaban  los  castellanos  si  había  tfucOf  de  que  se  ha^ 
ce  el  pan  octmbif  j  los  naturales  conteatacon  Ylatli^  por  el  pueblo 
en  que  se  producía.  3.  Que  inquiriendo  los  españoleada  algunaa 
cosas,  los  indios  decían  TdoquÜan^  sefialando  á  un  pueblo  flufi 
nombrado.  Eatas  tres  etimologías  .oopáa  Oogolludo^  (2)  anmanr. 
tando,  que  Si  bien  en  tiempo  de  la  gentilidad  la  península 
no  tenia  un  nombre  comun^  cuando  loseastellanos  la  descubrie- 
ron se  nombraba  Mayapan,  esto  es,  el  penden  6  la  bandera  .dq 
los  majasé 

.  El  entendido  presbítero  D.  Qrescencio  Carrillo,  (3)  ocm  la  au-. 
toridad  del  Códice  chumayd^  admite  como  da  buen  origen  maya 
la  palabra  Fetoaían. —«•''Estos  recientes  descubrimientos,  dice,  han 
hecho  descifrar  al  punto  la  significación  puesta  en .  el  texto  del 
nombre  Yucatán  ó  YucaJpeteUt  palabra  compuesta  de  estas  tres: 
Tu,  Caly  Peten.  El  vocablo  Ya  de  la  raíz  u,  que  á  más  de  luna  y 
mes,  significa  como  en  este  caso,  perla,  cuenta,  rosario  ó  gargan- 
tilla. Gal  significa,  garganta  ó  cuello,  y  P^^  tierra;  país  ó  cual-' 
quier  región  como  isla,  península,  continente,  etc.  De  modo  que 
la  palabra  Yucatán  ó  Yucalpeten,  expresa  literalmente  el  bello 
nombre  que  los  mayas  quisieron  darle  á  su  tierra  de  ''La  Perla 
die  la  garganta  del  continente." — Hespecto  del  idioma,  "la  len- 
gua de  Yucatán  se  llama  Mayathan  que  quiere  decir,  lengua  de 
maya."  (4) 

Siguiendo  el  ejemplo  del  Sr.  Carrillo  y  adoptando  en  parte 
sus  doctrinas,  tomamos  para  fundar  la  cronología  de  la  historia 
de  Yucatán  el  MS.  maya,  que  tradujo  del  mismo  idioma  el  S.  D. 
Pió  Piárez,  y  dice  al  pió  de  la  letra: 

(1)  Historia  do  la  ^rorixlcia  de  S.  Vicente  de  Chy&pa  y  Guatemala.  Madrid, 
M.I>C.XIX,  Ifb.  V,  cap.  VII,  n.  2. 

> 

(2)  Historia  de  Tuoathan  compuesta  por  el  M.  R.  P.  Pr.  Diego  López  Gogolittdo. 
Madrid,  1688.  Lib.  segundo,  cap.  I. 

C3)  Manual  de  Historia  y  Geografía  de  la  península  de  Tucatan  por  B.  Crescencio 
Camilo.  Mérida  de  Tucatan,  1868.  Pág.  113-14,  «n  la  ng^At 
(4)  Landa,  Beladon  de  laá  oosas  de  Yaoatan,  pág.  14.      «^  •  -  ,.   . 


.1 


801 

"■  iPriñcipáké ^fobáa dclakUoria aiMgua do  Yucatán.  (I) 

^'H^  aquí  \m  iém  da  EAtimo»  (^pocw)  corridos  desdé  que  M 
quitaron  de  la  tierra  y  oaaa  de  NonoHial  en  que  estaban  los  ona* 
teo  Tntnl  Xia  al  Oeddsnte  de  Zaina: 

^.  El  país  de  «donde  ráneron  taé  Tnlapan.  •  . 

''Cuatro  katnnes  emplearon  en  andar  hasta  qne  llegaron  aquí 
oon  Hblon^OliantoK^f  j  >  sus  parsiales.  Ouando  salieron  para 
fasta  isla  (península)  se  coptába  el  ajau,  él  6%  el  4"*  y  él  2"*  sjau, 
Mto  «s¿  que  81  áñfMrunpMoDn  en  caminar;  porque  en  el  pnmer 
ano  del  13/  ajáu  Ueí^aroiirá  esta  isla  (peníbsula),  y  son  por  junto 
81  anos  los  que  anduvieron  salidosde  su  país,  y  vinieroa  á  está 
iala  (peuínsula)  de  dhaonoTÍtaa*  rEstos'Scm  los  afiqs,  8L 

''n.  SU  &*  ajan»  el  &*  sgan,  el  2?  qau  IIaró  Ahme<»i  Tiitufadu: 
un  año  Ulanos  deciento  estuvieron  en  esto  pais.  dé  OhacaoTilaii 
(Yucatán)*  Loa  afios  son  estos:  99  anos» 

•  'HE.'  Sucedió  entonces  que  se- descubriese  la  prcMoeia  de  Zi*» 
j^üd^Oaan  Bakhákl  ó  Btoealar.  B14'  ajan,  el  2.*  ajau,  y  18.''  ajau, 
sesenta  años,  mandamsii  ó  gobernaron  «n  Ziya&«-Oaan,  y  luego 
bajaron  aquL  Eá  los  años  que  gobernaban  en  lai  provincia  de 
Bacalar,  se  descubrió  Ohiehen  lisa,  60  años. 

''lY.  El  11.*  ajan^  9/  «gau,  7/  ajau,  6?  ajau,  8?  ajau^l?  ajau,  esto 
éSy  ciento  y  veinte  añoSi  reinaron  en  Chichen  Iteá,  y  se  deepcUó 
ó  destfcuyói  yéndose  á  habitaren  OLampotoni  doncUi  tuneron'ca^ 
fas  los  Itsaes,  los  hombres  sagrados.  Suma  de  los  años  120. 

^'Y.  En  el  6^  ajau  se  posesionaron  del  terreno  Se  Champoton; 
ci  4*  ajau,  el  2^  el  Í3«,  el  IV,  ú  K  el  7^  el  6í,.el  3^,  el  1%  el  12?, 
él  10?,  y  en  el  8.%  fué  destruido  y  despoblado  Champoton.  Dos* 
cientos  sesenta  años  haofa  que  reinaban  en  Champoton  los  Itxaeft 


(i)  si  S.  D.  ÍPid  1?értk  ^pió  esto  docámdiiCó  en  'Maní,  de  im  libro  intitalAdo:  CJd- 
hÉHí  Baimí  qke  i^lM  iávfm  «i  larufdiMrid;  lé  ttadojo  del  11111^»  al  eipafiol,  jr  de- 
dIodU  onitfaiá  Mr.  J<An  L.  StefAieniL  ISHediatíngoido  'Twjeio  norte4mie]ioa]io  tas- 
da  jo  U  xelftoion  al  inglés,  pnblioándolA  090  el  texto  maya  al  frente  en  an  4íbm-Jncí- 
jtenti  óftrawt  in  Tueatan^  toL  n,  Appekáh,  pá^.  4^5-7-69.  Tomada  de  la  miams 
foeáte  del  6r.  Petes,  el  Bi.  BráasKurde  Bonxboarg,  la  tradujo  al  francés,  jj^nblicán- 
data  también  con  el  texto  inaya'en  la  Akaim<d§$e^ú9udé  Ih^tUm^t  JHeff^de  L$m'* 
da,  pág*  420—29.  La  tradi^o^ion  Ofigfnal  7  boaaentarfoa  del  Sr.  Pió  PéioK»  oo^él 
él  Sr.  OarfiUo  en  s«  Manual  de  Historia  y  Geo^;rafíade  ia  península  de  Ynoatam,  pég. 
16—Í7f  aamentandolas  nidie%oioneli  qne  le, parecieron  pata  la  mejor  iñteligancia  c^l 
SJMoAto.  De  la  obra  del  Sr.  Ottrillo  cojamos  nosotros. 


cuando  yol  vieron  en  bnsoft  desasoasás,  y  entonces  fiafíaisoiiUoB 
Iteae^  algnnos  Katunes  (¿popiR)B>^  Jsojo^losi/aónteS'id^poyfeiklos. 
Eata  es  la  suma  de  los  a&es.  26(X^.    i*  .•     'j  *   •/.  ^  >i  A  •  !•  uiY',r.\.^\ 

'^VL  El  6"  ajan  j  4"*  ajaa;á'loivCii&r€niifai>a&es  fvDhaiártoáas6tt^ 
iar  sns  moradas  otrajez^y  pi^irdi^rw  ^  Ql^fimpo^» -^^1^  .4» la 
eTimad(^los^u9^»^0.  ..  ,     ,    .  . ,  .»f.,í..í      -i.ir  •.:.,.'      >• 

''YII.  £niaete]£aánb)d6l'2^a)a(u»  s»9(ibló?4b«tiik)i¿)l}aihlkitten 
üxmal;  el  3?  ajan»  el  18?»  e¡L  11?,  «1 9?,<eA  7?,  eL5%<  el  3-  el  li?  y  A 
10? aJMii  eetoee» doBetenio»  ape6^4<Kohéqn«flr«n«a reinoqeu  en^él» 
eon  el  gobernador 'de  Okicliesl^Itzá  y^él  d»'2fiiysilpan.'<Lk<ñnina 
de  loa  «nos.es.est|^'2Q0  años.'  "'L-  !''t  ivni...  •«:  p  ¿cw  r.>;..  N. 

<•  VnL  ^  P  libados  los*  Icatn^ee  del  1^^  íiJWtf ;  *¥•  i^ijaií;  6^  AJiiü,i  éá  eí 
8?  fñé  ren^^  6  derrotado  él'  gebértiáÁbr  Üeí  Ohiiiien^BbsáJ  por- 
cfaéeraeneüDfgb^de  Hniifld~éél;  ^;t]fberbádór  de*  la'fotiátez^  de 
Mayapan,  ciudad  murada;  y^  ésto  btMíédió'á'Otká^ib-icliaac;  dé 
OMeben^ÜBá.  'Norenta  nñoe  efesMt  trascnrtidoe  <ÍMÍptMB'deí  lá'úl- 
tim'acé^dca  apiintabdá^* cnafidoisbcedióieaCó^^eáél  8«  ajan  bajólos 
siete  j^eivef dSifnayálpaneDses^noayQB  noaobvéeison  eefos;  <Afazin-' 
teyuinOban»  Téznnteoabí,  Táxcal^J^ante^Miti  Xtch-t-Yeone/ lis^ 
tecuat  y  Eakalte-Oai  Sateia.de'los  años,  9(1     ' 

•  •TEi  ten  este  misníó  período '6  htiún  del  8"'ajau,  Aieroná  3és- 
trulr  al  Irey  UliSiil/  poríjue  le  liaría  la  guerra  al  rey  de  Izatnal 
TTlií/^Trece  di^iODés  dé  ^ctnltíatientes' tenía,  cuando  Ibs 'disper- 
só Hii'nkc^eet,  «para  esreilrmentbi^roiii  ia'^éhrá  se  obnclüyó  en  él 
ft^^ajao^álóS'SMt  años.   .   •  '-r-  "■^  \  '  .  "'v    '   '•'■•'   •• 

^''3Í.'  Eí  é?  aj¿u,'el'4^  ajáú,  2? ajaítf,  1**  aj>u,  íí*  ajáu, fué irivadí- 
do  <)br  tes  hombiés  de  Itzá  y  bu  rey  XTlihil,  el  terriéotio  fórtiÓbado 
dé  Mayalpan,  porqtfó't«DÍatnutáUáB/y  porque  gobernaba  en  eo* 
mun  el  pueblo  de  aquella  ciudad.  Ochenta  y  tres  años  habían  tras- 
onxrido  y  ^1  principio  del  ll?;9Ja^  fi;^é.deatj(^i4o  MayiJpfku.p^r  los 
señorea  de  los  YiUses  (^os  que  tenían  ene  ciudades  en  l^a  parte  mon^^ 
tsñosa);  y  también  Hé  destrnidc^  TancaSi*de  Mayalp^n:  ¡SSafios^ 

'*XÍ.  ETS*?  ajaji  jfue  destruía^ 
íh  2k]ñXLy4L'  aiau,,en  el  año  2."^  ajau  pasaron  pqr  la  prin^era  Tez.jlo» 
españoles»  qoe  le  pusieron  el  ncnabre  de  Yucatán  á  este  pafs.^ 
Haefa  60  años  que  era  destruida  la  fortalesa. 

**XII.  El  13^  ajau  y  ll*  ajáu  hubo'  péate  y  virtieras  en  Ibs'.casl'' 
iillos.  £n  13*?  ajau  murió  AhjpuU  cuando  fyUab^i^  s^i^^añps  fiarfti. 


^03 

que  se  acaba,ra.  €^  13?  ajap.  ^e  con^ba,est&  s^pp  ú  0rie9te,(de  la 
Baedaó  Calendario  maya},,  y  pfiíi^íjjlQ  eu  el  4*?  Kan,  el  dia'18 
del  mea  ¿ip^  el  9  Imix.áia  én':qae  murió  Ahp^uU.  y-par^que  se 
sepa  en  i^úiaeros ^de  lQs.íuap^  d^  la  Era  Cristiana)  fue  el  año  de 
1536,  se^e^ota  9inppá^ÍÉk^Q^tu^pciqfi,^áB\s^^^i^^  de  Hayapao. 

''XIH.  Aún  of^  bf^^  terpijx^Q  el  11*^ .  ajati,  f^^i^ido  >  Uegairpfi 

los  espaífiílem  hog^i^i^^Oi^W^fí^h^vi^^^^^^  mtJk9s),q\i^  d^l  Q^im^ 
i%,y^\^iQv:fn^U]Jl^g$^^,^  :^ni  q\  9?  jí,jw,ponien;aQ  á 

jüí^raasar. Ifi  reUgi/?n.oásliÍA|V9^;f^;M(^epj&á^  ejlbatv- 

tismo.  En  este  mismo  9"*  fláf^UrlJ^gP  q1  Püina^r  Obiaj^.TQxpbl^ 

{  ObsárFAS» 496)1»  ^reiaakiíi-etoíifteiMí^ii  ea'esée  MB-^propi^mei^te 
no  es  Uña  bistoiiW(^^9^nis%Biis4kiteflii>óp&&,'mi^  aiMPocáable  por 
oiarto^  pneA^fija*  la^unabirépciQaB  tofeabMÉie  limo^éédsA  4]it6& 
Fam*  a}sat£9Eií)af  ot^Qologla  ídft:cisá»  4o^mei»tOi  «a^  .preeiao.<ténér 
e(Q  paeuto;!?^  Qto»»Latittor*aántileloi  iS$ftiLill  SOauda  aada  uno, 
olvidando  los  4  del  complemento,  y  que  su  verdadero  valor<fi|i 
24;.aig»iendo,eV  «interna  de  fifa]ie?wUrio  del  Sc-PioPéi:^;^.  nq  oibs- 
tante  l.Q.que  0n..cputrario  diga  I^ras^epr  de^jpourb<^^gjj2?  Qu^;!^ 
serie  de  }98  katupes  no.efltá  Sftí0xi4í>  aw  pi;qp¡ed$d^  j  ^  P^?ci^<> 
integrarla  (dji  mucbcMS»  <^o^  ^  S,fr-  Pipt^^^d^»  tradac^r  del  MB.^ 
tazo  estas  obpervacioj^e^  ,(X)  pías  ^1  ejesc^tar  la  <}ai;i:eccioD»  1^  v¿^; 
ñficó  ajustando  el.pf^lAjQ^pip.  4^1  opmp^tq  ^\.  fño.¡lM  de  la  e^ 
ynl^r, deteniéndose  a^,l^;f%opjúd£^i^oif}ii ^e.qi^e  ^i^e ,toma el 
total  de  años  2328  que  }fi,  rej[/i9Íon,  arroja,  aerí^  'Jtii^m^^^  ?^I9^.^ 
''mente  excesivo  para  cpnoo^^ arlo  .popí  l^.l^ÍB^f?j^.?i6f^?¥ÍA»  Pl?^ 
"haría  que  la  población  detesta  proyincpia  fu^se  quarenta  años 
"más  antigua  qijie  la  fandaciojx.de.iílpina  y  áiin,  diez  j  siete  añps 
"anterior  aí  establecimiento  de  las  Olimpiadas,  lo  que  me  parece 
"no  probable/'  (2)  ,  .,,.,.  .,,    , 

El  escrúpulo  del  Sr.  F.ér^.;s..cfir6ce  b^sta  d^  apariencia  ^e  ípjxr 
d^rneuto,  pues  nad^  ^i^n^n  que«ver  oon.la  historia  de  iYucfitaD,  la 
fnndacjion  de  Boma  si  laé-  Olimpiadas»  Si  el  documento  es  digno 
de  fe,  domo  nn  la  concede  el  Sr.  Pérez,  debe  admitírsele  en  toda 
su  integridad;  falta  literaria  y  muy  grande  sería  mutilarle  al  an- 


»  1 


ri)  tííaiiüal  de  iAtt.  y  ée  géogr.  da  tuestan,  pág.  19. 
(2)  íiOoo  dt,  pág.  25.     ' 


601 

tojo  de  nn  juicio  arbitrario.  Así  lo  siente  el  Sr.  Carrillo,  (1)  quien 
asegura  que  se  expone  á  errar  lá  persona  que  siga  al  Sr.  Tétese 
Bajo  estas  bases  Hacemos  ^1  siguiente  cómputo.  (2) ' 

L  Los  emigrantes  vivían  en  la  tierra  j  casa  de  Nono-ual,  en 
donde  estaban  los  cuatro  iDutulxin,  al  Occidente  de  Zuina:  aquel 
país  se  llamaba  Tnlapaa.  Elnpréhdiferon  su  viaje  en  el  8^  ajan 
i(793  añoff  antes  de  Jesncristo),  caminaron  los  ajaú  8 — 6^^-4 — %  j 
en  el  primer  año  del  13,  (697  antes  de  Jesucristo),  llegaron  á 
Ohacnovitan,  que  los  villeros  repntafban  isfat,  al  mondo  de  Ho* 
lon-Okaiite-penj.  Oami&aroh Oéanos. 

n.  Trascurrieron  los  ajan  13— 11—9-^7—6—8—1— 12— 10-« 
— e— 1,  hastaqne  en  el  2  ^an  (Ii0»^-«8M  antes  de  Jeanoristo)  (3) 
llegó  iümeicat  Tatalxín.  Como  el  «atoar  no  practea  el  año  eaot  otr 
da  a;^n,  las  feehav queda»  iiideoisaaen'24  aflos  que  forman  el  pe» 
xfodo.  De  la  primera emigraóioa-mandada  por  fiolon-Chante^eiq 
Á  la  segunda  acaudillada  por  Ahttiecat  Tutnlxin,  pasaron  nnos 
dOOaños; 

IIL  Estos  segundos  emigrantes  descubrieron  lá  provincia  de 
Zijan-Óaan  Bak-halal  ó  Bacalar,  en  donde  gobernaron  desde  sñ 
negada  el  S  ajan  (409— 384  antes  dé  Jesucristo),  13—11—9—7— 
-6—8—1—12—10—8—6—1  2,  basta  el  13  ajan  (73—48  antes  de 
Jesucristo),  esto  es,  méía  de  un  ajan  katún  completo,  6  sea  xñás  dé 
812  años.  Durante  este  período  se  fundó  Chicben-Itzi. 

IV.  El  reino  de  Cbicben^Itzá  duró  los  ajan  11—9—7—^—3, 
hasta  (][ue  en  el  1  ajan  ^'sé  despobló  ó  destruyó,  jendose  &  habí- 
^^tar  en  Champoton,  donde  tuvieron  casas  los  Itzaes,  los  hombrea 
^sagrado^"  La  duración  de  esta  monarquía  se  cuenta,  pues»  del 
11  ajan  (49—24  antes  de  Jesucristo),  hasta  el  1  ajau  (72—95  de  la 
Era  Cristiana),  ó  sean  más  de  120  anos. 

V.  Trascurrieron  los  ajau  12—10—8,  hasta  que  en  el  6*?  (168—191) 
ee  posesionaron  del  terreno  de  Champoton;  siguieron  los  ajan 
4— 2— 13— 11— 9— 7— 5— 3^1— 12— 10,  y  en  el  8  (466-4T9),  fuá 
destruido  y  despoblado  Champoton.   Más  de  288  hacía  que  rei- 


(1)  Manual  de  hiat.  j  de  geogr.  de  Tuoaftan,  pág.  37. 

(2)  Véaae  la  aárie  de  loa  ahau  katan  id  fia  del  lib.  IV  cap.  Y H,  de  la  primera  par* 

ie.  La  aárie  de  loa  ajan  ea  ealat  IS-^lX-^^-n-ÍHí^-*-!— 1*-'1<>^*^-*®-^— *• 
(8)  Téngaae  preaente  que  éí  primer  niímero  indica  el  principio  del  ajan,  j  el  ae- 

ignndo  el  ftn. 


r 


W5 

Baban  en^Cliaflipoion  I09  ItsáM,  cuando  Toltieron  en  bnaoa  de 
sus  eafirai^,  j  exit6iic6d'{>a0ai>oii los Iteaea algunos kakQaoabqo loa 
montes  despoMádos.  > 

YI.  Paró  el  6  ajan,  7  en  el  4  (60Í*--527)  toMan»^  asantar 
8US  moradas  otra  vez  7  perdieron  á  Obampoton.  . 

VIL  AhcuitokTntuWü  pobló  áUimareii  el  í  ajan  (528-^ 
él  y  sus  suce'sórés  reinaron  fcmtiamente  oón  los  gobernadores  ák 
Chiohen-ltzá  y  de  Mayaípan,  los  ajan  '2— 13— ll~>^-*--6— 8^ 
1—12—10,  esto  es,  240  años,  contado  todo  el  10  ajan  (744--7eT). 

TUL  Pasados  los  ajan  8— 6— 4— 2— 13— ll--«^7— 5-^— 1-^ 
12—10,  en  el  8  (1080— llOSyfn^  derrotado  y  vénoido  Chacfidb- 
cbaab,  gobernador  de^Chiclien«Itzá,  por  Httttac-eel,  goboñíador 
de  lá  fortaleza  de  Mayapan,  qnien  tenía  bsjó  sns  ordenen  los  si#- 
te  guerreros  nombrados  AhzinteyuM^han,  Tetnnteenm,  Taical, 
Pante-Mit,  Xnch-Tecnt,  Itztecnat  y  KakaKe-Oai 

IX.  En  este  mismo  8  ajan  (1060—1108),  Hnnao-eel,  gobenu^ 
dor  de  Mayapan,  destrnyó  al  rey  ülmil  aunque  tenía  trece  diti«- 
siones  de  combatientes,  porque  hacia  la  guerra  á  Ulil,  rey  de 
Izamal. 

X  En  el  áiguiente  6  ajan  (1104—1127),  XJlmil,  rey  de  los  hom* 
bres  de  Itzá,  iuradió  el  territorio  de  Mayapan.  La  guerra  dur¿ 
los  ajan  4—2—13,  hast^  que  al  principio  del  }1  (1200—1228), 
"fué  destruido  Mayaípan  por  los  señores  de  los  ( Vitzes  los  que  te- 
'^nían  sus  ciudades  en  la  parte  montañosa),  y  también  fué  des- 
'fruido  Tancah  de  Mayaípan.^ 

XL  Trascurrieron  los  ajan  9 — 7-r-5— 3 — 1—12^0,  basta  el  8 
(1392 — 1416,)  en  que  faé  destruido.  MayapSA»  (po^^  aegunda  vez;) 
corrieron  los  ajan — &--4¿  '^y  en  el  año  S?  ajan,  pasaron  por  la 
*' primera*  vez  los  españoles,  qué  le  pnsielron  él  hombre  de  Ya* 
''catan,  i  este  país."  (1) 

XXL  En  el  13  ajan  (1488-1511)  j  el  11  ajan  (151^—1535)  bu- 
bñ  peste,  y  viruelas  em  los  oasiiUos.  "En  13- ajan  <(1488-r-lfill) 
murió  Ahpulá  duando  faltabain  8  años  "^ara  qtie  se  acabara  el  ISfí 


(I)  Bato  oonmp9oáBbeám ^etm  km mbm  j^MmMMwm  trntétj  -Et 2  fcfsn  nái  ptátimo 
á  la  oonqninta  espafiola,  taé  el  corrid»ant»^l<Wi  wám  léé'i^láBt,  y  mé  «brtí  «n  €** 
te  período,  ninguno  de  los  deaoubrimientogí  de  los  r^friipmfeii  en  k»eoSk«i  .de  Ysoa* 
ian.  SI  ajan  q««  eorF^^kondoMelll  (iMS-^lM6^>^ltfea^  18  am«KÍ«c^  taqiie.ftié 
deiionbierta  la  América,  y  el  oominente  americano.  ;   / 

64 


006 

a^Q.  Se  oontafaft68to'aSia«l'Oi:ieoÍ!9'(46  laBfoada  6  calendario 
^BB^79¡}jr^jfemépiá  en;  él  é?  £mit  »l  4ia  IS.del  m^úi  J^íp  el  9  Imix, 
día  en  que  murió  AhpuUy  y  para  que  se  Bepa^n  ttuxa¿roa.(d|^  Ips 
a3o»del|^era*iaflhi^ua).íué'el  Qí&Qd«15S6y  seswta  aaos  d^  la 
fortaleza  de  Ma3raiíaA.'í<.(l):  !.  .      .    .         ,  , , 

/  ,jf3íiá»:UfifkWín^,^,;^vipTf\,  f)^|ide  .^l  Sf-  Oarrillo  (?)  qno 
Jl<^{mQ.]faj99Qi^lt(^...(^oeede]^  los  hombres  son 

h^rinis^no?  en  la{&m^a  kup;^p%  P^P*  deacendemps  de  los  miii^- 
.nios  p{|d^esf'p;^ain9pqi:qfi^  l|^i^g^as  salieron  de  «n  t^pncp 
común»  tras^rridofst  lo^  pig|p3t  [  separ^a^  máf(  jr.mák  laa  á^e^ 
ratíw  t^mi^^f  (^  pi|edf  f^fg^arj;ah€^va;  que  talps;  los  íd^ioíi^M 
sean/:i^pitol^34  lieií^pídeipQstíf^QJbp^Jling  nar 

bóa.7'el4¥^ya,^nic^<exi&.ti^  pf^rep^^o .aljg^no;  air^  ^^^^  ^^  aumenta 
)a.'di/^enpi^^^rOÍvilíza^ip^,lp^  distípios  iienxpo  y  lugar  en  que 
ambas  naciones  florQ^ierp^,  fie  hapo  insostenible  el  aserto  de 
q^  me^a.ytqmoi^iseafitberipanos  enlafanúlia  etnográáca.  Tan 
4¥ÍdeAi;e  noap/ireo^,  estOy  qneiuo  in^btiinos.  ' 
.;i]^QS  príipGro|^.liabitaiiteí},.||e  Yucatán,  fueron  gigantes.  Las 
pruebas,  como  siempre,  consisten  en  los  grandes  huesos  sacados 
d^  Iqs  sepi^lc^os,  aumentándose  como  corroborantes,  las  garandes 
pir^midj^s  de^  I^amal  y  dq  otras  partes  de  la  península,  la  gran 
altara  de  Los  escalones  de  aquellas  escaleras,  los  bultos  de  me- 
dia  talla  en  los  bast^oijies^  del  mismo  Izamal,  qué  representan 
hombres  mjay  crecidos.  (3)  ,  .    ^ 


(1)  Esto  i^lcysipn  ^tá  también  eqradiL.  En  el  13  ajaú,  no  puede  caber  el  afto  )536, 
que  precisamehié  es  él  principio  doT  9  ajáu.  La  dootrihade  los  á]au  se  tQñ()a,  para  sa 
confit>iitaoión'áonl^iiaotffulian60/en<^tie'^bfio  1892,  ''el  enal  según  todos  los 
''maautfciito^jy  «I^^oi  ^  éUpsap^gr^ulofie  ei^  el  t#stix]^oniq,4^.p>  .^sme  de  Bur- 
"0iB,  e^pfitor  J  co^uiaU<^^.  ^  e»t^  p^íiysula,  7  cuyos  escritos  s^e  han  perdido» 
"fué  el  referido  afto  en  el  cual  cay<$  7  Cauaó^  j  dio  principio  en  su  segundo  dia  e* 
"8  Ahau,'*  (D.  Pío  Pérez,  Cronología  anti^a  de  Yucatán,  §tX.)kñiese  mismo  §  ÍX, 
se  ñíioe  ókVgo  aOtO^: Ho^ Pérez;  de^la  lidúÁiéáél  AhpnlB aqti( nombrados  resolviendo 
qte  ffié  á  );r  fle  BaUMÍibri:  1498,  stfüpuest^'  qu»  el  IS  t^m  cam^nfó  en  UisB,  Bepíti^ 
lo  mSfímp.  ftl.  hfíOW.  e4#n^fÍB j4b1  i/LS^  >(Ma|in^  ^  hkt.  y  .de  g;eQgr.  de  la  peninsulA 
de  Yucatán,  pág.  27,)  Pero  el  Sr.'  Pérez,  si  no  nos  engaflamos,  cayó  en  un  error;  la 
muerte  de  Ahpulá,  no  aconteció  el  sexto  afio  del  13  ajan,  lo  que  da  por  bueno  el  afio 
140^;  flifto  ^^cnaado  flJtabÉa  «Uafloa  pwá  qwfco  áoaba»  •!  IS  ajan/*  coma  asienta 
alMS,'lo  «nal  aoiooa  cA^aeooMoiaftinloiett  IMS4 
'  (9>  Uánaal-da  tíiit  y  ds/geogr^  aap.  IL 
(B)  £Aada»^looo.eití  pág.  aaS^i^Hanreía,  ideo.  XV^  Kb.  K«  <m^  iy.--Gai!|ilk>>  lft# 


nnal  de  hiat.  y  de  geog.  pág,  78.   « -  r-  ..  .\    •>» 


807 

De  lis  dos  eonigracioxtes  á  que  haee  relwoiioUi  ^MS.  mnjBj 
laiprimara  7  más  nnmepofiaa,  se  presentó :  vpor  la  -  parta  ojccideii!* 
Uíf'  miénkxBA  Im  sagtuida  j  m^s  peqpena,  tQTO  Itigav  por  la  costa 
oriental  de  la  penínsabL  Pbveataxaaoá,  esloi.anlágao  idéeíam 
al  orienta  Cen^ial,  pequeña  bajada^  7  ál  ^pcmmite,  Nohenrial, 
la  -grande  biqada!;  despdev  dijeron  al  :E«>  Likin,  ^onde'se  le*- 
Tanta  el  éoi  satot^  nosotros^  ffidnoopeileLTerbo  lihilj  levantarse, 
aláarbe  ó  sabir,  .7  deV nombre  Kih,  q«ie.  signi&ea  j»oI;"  7  al  O., 
£/At^^tX  eaida  6.  final,  del  sol,  6  dondo'Se!  asconde  dé  noso- 
4í*oá  (1)  •'•■  t     ■ 

Pernos  TÍató  qwd  los  primeros  7  más  mmñtÓBtni  ecnigra&tea^ 
mandados  por  Holon-chante-peuj,  dejaron  el  país  de:sn>reí^ideiD- 
eía» el  afío  79S^ántés  deJesnorisito^  •camitiaroii  9S;.kños$  fBÚ^  el 
ano  697,  entraron  por  lea  eóstaa  oeoidcinit^&ed  de  iál  penínsnlade 
Yncatab,  á  la  cual  llamaban  Ohaonovitaniylrtspiítabattíflla.  Acerca 
delpais  depvoeedaneía'yidiosii  notnbTamse  Tntapao;7  sar  laiie- 
na  7  casa  de  Neno^-iiai  4n  qoe  estaban  loa  ctiatK)  •  Tntnl*Xitt  al 
Occidente  de 'ZnÍDa:  El  tumbo  pov  d<Mide  llegaron  á  Yncatan;  el 
nombre  Talápañ,  que  es  de  la  lengua  nahoa,  así  como  eLde  Tu* 
tal«Xiii  (Moil-xikky  pájatapreeibso^)  encontvar  en  la  historia' da 
Héidco,  hacia  el  Yalle,  una  tribu  llamada  nonobáaloa,  ooa  haícen 
pensar  en  que  las  tierriis  en  que  estnTieron  avecindados,  fne« 
ron  las  del.  Valle  mismo  7  eus*  cercanías.  Además  .de  los  cueste^ 
cade  la  familia  ma7a,  se  dice  que  llegaron  .á  Ja  cos4ia  de 'Panuco 
por' la  mar;  (2)  esta  tribu,  de  una  lengua  que  sólo*  se  habla  •mu'» 
oho  más  al  S.,  písreoe  indicar  el  camino'  seguido  por  el  antiguo 
tronco  día  la  familia;  7  más 'cuando 'encontitamos  la  r^míniscen'- 
ciay  de  que  los  ouixteoa  penetraran  alguna  rez  aV  interior  de-Iás 
tierras.  Bespecto'^d^  la  segunda  e^mSgraeipn,  las  tradiciones  aset 
gnran  que  era  oriunda  de  la  isla  de  Gúbaj-  (8)^  SI  bj^bla^  de  los 
aborígenes  de  algunas  dela^  Antillas,  eomo  el  haitiano^,  cubano, 
boriqúa  7  jamaica,  pertenece  igualmente  á  la  familia  maya.  Es- 
to nos  da  luz  para  distinguir,  que  entre  los  siglos  TlIIy  V  ín- 
ies  de  la  era  cristiana,,  aa  yerii^cab^u  las  emigraciones  de  las  na- 

(1)  Uzana,  I>07Ooi<mRrio  d«  Kbebtniflefitmi  de  ItamáL  iISSS^enBrttasétirsIé'Bimr- 
boiücfi^  fég.  3(íe*rSM-r^Oogallaéo,  nb.  {IV,  éap.  Ml.^-Oangyto,  UmanMk  «U  bÍBl.  y 
de  geog.  pág.  71-*72.  .    •  .         .1         : 

C9)  Sahagan,  hist.  genera]  de  las  oooaa  de  Nuera  Espafia,  toaof;  3,  peg;  ISÜ. 

(3)  CJogoUudo,  Hb.  IV.  cap.  DI.     1  '  -    -^  '   C  i^  ♦  '  •' 


dones  mayaÉi,  detarmhiadfts:  de  K.  á  S.»  abarcñdo  ees  t¿Táiio» 
•aes,  las  islas  y  el  contíBeaie.  Aquellos  pueblos  debian  estar 
adelaaiados  en  la  oaTegacíocí,  ya  qne  eii  gran  KÚmexo  podiait 
trasladarse  ¿  través  de  las  aguas  'del  golfb. 

Los  pobladores  de  Yucatán,  pertenecen  á  la  'misma  rama  ei* 
'  nográñoa,  y  por  esto  podemos  admitir  la ;  ooncldston'del  Sr.  Oa!- 
rrillo,  (1)  que  no  hay  memoria  de  que  en  Yucatab,  Iiubiese  h»^ 
"bido  ninguna  raza  diferente  de  la  primera,  ñi  de  ique  ée  hable 
^^en  toda  ella,  y  aun  en  los  lugares  circubredaos,  iotro  i4iomá 
''que  el  maya  ó  yucateco."  El  hecho  verdadero,  natural  fy  lági^ 
fio,  excluye  las  imaginaciones  á  que  han  ocurrido  loa  autores-  pa- 
ra explicarlo. 

Con  los  emiglfantes  vino  un  oéleíbre  personaje -nokúbrado  Zam* 
ná,  Itzamná,  Itzamatul,  (2)  que  reunía  los  earaotéres  de  claeeF* 
dote,  tivilizador,  legislador  y  taumaturgo.  *'fil  nombré  ,de  Zam- 
ná  ó  Iteamná,-  parece  una  contracción  de  la  frase  maya  Jü»  ocum, 
tocio  6  sustancia  del  cielo,  ó  de  esta  otra  en  péiméra  persona 
¥Uaen  caan^  ésto  es»  "Yo  soy  el  rocío  ó  la  sustancia  del  cielo,"  y 
de  la  misma  palabra  Bz  se  derivó  el  nombre  de  Itsá  y  de  Itzaos 
que  se  daban  á  sí  miamos  los  primeros  fundadores  del  impetio 
maya,  que  aportaron  á  Yucatán  viniendo  del  Orienté  y  del  Ockfi- 
dente.  (3)  Decíanle  también  Itemat^,  el  que  recibe  tj  posee  la 
gracia  ó  rocío,  ó  sudtanoia  del  cielo.  Guando  le  {ifeguhtában  €6» 
mo  sé  llamaba,  respondía:  Itzén-oaant  Itzen  mttdal^  yo  soy  el  rocío 
del  cieilo  6  la  sustancia  del  cielo  ó  dé  las  ñtibes  del  cié  la  (4) 

Estableció  una  monarquía  y  fu:ndó  como  capital  la  ciudad  éb 
Itzamal,  que  quiere  decir  rocío  diario  ó  sustaniéia  ctiotidiana  del 
cielo.  Desde  ahí  gobernaba  la  nación,  y  no  sólo  era  consultado 
por  todos  los  pueblos  para  darles  enieSaniza  y  •  dirimir  sus  con<t 
tiendas,  sino  .que  sanaba  los  enfermosi  resucitaba  los  muertos  j 
predecía  las  coÉttS  futuras.  (5)  ElSr.  Carrillo,  (6)  admitiendo  una 

(1)  >Mantiftl4«  hkt  y  de  geog.  pig.  74. 

(2)  Cqgol)ado,  lib.  IV.  onp.  JII,  dio.  "Con  las  (gentes)  delJOocidente  vino.  uno. 
qne  era  como  Baoerdote  sajo,  llamado  Zamná."  El  Sr.  Carrillo,  id  oopiar  este  paos 
Je,  (Ifannal  de  hist.  y  de  geogr.  pág.  118.)  pone  OríerUe  en  higfítádficcidenU, 

(8)  Cinülo,  Minnal  ds  Iiiát  y  de  geogr.  pág.  IIT. 

(4)  Lüanb»  t^ad  Bnaseitr»  pági  SSa— ^Cogonndo,  üb^  IV.  flup.  vnL--<>cdBo^ 
Compendio  de  la  hist  de  Tncatan,  Mérida,  1871.  Pág.  69. 

(5)  liMia»  pág.  S66.    ^ 

Jfi)  Manual  de  nisk  y  de  geogr.  de  Toeatan,  pág4^16» 


500 

de  las  tuitas  imagiiiaciones  del  Sr.  Brasseur  de^ourboiirg,  &u-< 
pone  qw  JZaniiiá  ó  Itzamná,  fuá  mandado  por  su  padre  Votan  á 
eiVüúsar  aquella  r.egion.  (1)  No  nos  atreTerémoa  á  aceptar  seme^ 
í^te  aáerto,  que  nos  p^reoe  desnudo  da  todo  fundamento. 

Lo  po0o  que  sabemos  de  la  historia  de  Votan,  lo  debemos  al 
Sr.  Nwez  de  la  Vega.— ''Núm.  34,  §  XZX.    Votqn  es  el  tercera 
gentil,  que  está  puesto  en  el  Calendario,  y  en  cuadernillo  hísto-: 
rico  escrito  en  idioma  de  indio,  va  nombrando  todos  los  parajes 
j  pueblos  donde  estuvo,  y  basta  estos  tiempos  en  el  de.  Teopisca 
ba  habido  generaciones  que  llaman  de  Vptanes:  dice  más,  que  es 
el  señor  del  J^aJo  hueco  (que  llaman  Tepanaguaste),  que  vio  la  pa- 
r0d  grande  (que  es  la^orre  de  Babel),  que  por  mandado  de  Noé 
su  abuelo  se  hi^o  desde  la  tierra  hasta  el  cielo,  y  que  él  es  el  pri- 
mer hombre  que.  envió  Dios  á  dividir  y  repartir  esta  tierra  de 
Indias,  y  que  allí  donde  yió  la  pared  gran4e  se  le  dio  á  cada  pue- 
blo su  diferente  idioma;  dice  que  en  Huehuetan  (que  es  pueblo 
de  SpconupiQo),  estuvo,  y  allí  puso  dantas  y  un  tesoro  grande  en 
una  casa  lóbrega,  que  fabx:icp  á  soplos,  y  nombró  Señora  con  ta- 
pianes  que  le  guardasen.  Este  tesoro  era  de  unas  tiliajas  tapadas 
ooin  el  mismo  barro  y  de  uns^  pieza  donde  estaban  grabadas  en 
piedra  la  figura  de  los  indios  gentiles  antiguas,  que  están  en  el 
calendario  con  chalchihuites,  (qaason  unas  piedras  verdes  ma* 
oizas),  y  otras  figuras  supersticiosas,  que  todo  se  sacó  de  una 
cueva,  y  lo  entregó  la  misma  india  Señora  y  los  tapianes  ó  guar- 
das de  ella,  y  en  la  plaza  de  Haehuetan  se  quemaron  publica- 
mente cuando  hicimos  la  visita  de  dicha  provincia  por  el  auo  de 
1691:  á  este  Votan  lo  veneran  mucho  tpdos  los  indios,  y  en  algu-^ 
n^  provincia  le  tienen  por  el  corazón  de.  los  pueblos. 

"Núm.  35.  §  XXXL  Been  es  el  tercio  décimo  gentil  del  Calen- 
dario, en  cuyo  cuadernillo  histórico  escrito  en  idioma  indio,  di^^ 
que  dejó  escrito  svv  nombre  en  ^a  piedra  paradaí  que  es  un  bitio 
que  está  en  el  pueblo  de  Comitlan,  y  en  dicho  cuadernillo  va  po^ 
niendo  suscintamente  por  generaciones.  19a  ;;io^]t}rif  a  do-.lpB  «seno- 
res  primitivos  y  ascendientes  antiguos,  los  guerras  qua  unps:co^ 
otros  tuvieron  y  Ipa  soldacjos  de  cada  parcialidad,^  dice  que  (7/u- 
nax  fué  gran  guerrero^  y  así,  on,  todci^  los  palendarios  y  cuader- 

(4)  Cartas  pa^  servir  46  iotro^ticoioa  á  H  hf atoiift  primitiva  áe  Im  nacionOB  eiti- 
lizadaB  de  la  América  Septentrional.  Carta  i^  nota  26,  '    .  .   .       .;.... 


<» 


da  á  la  familia  maya:  (1)  fi^ftnoa  filólpg^^  la  suponen  diversa  de 
la  maya.  De  ana  ó  de  oteSf  i^VtfPdrA.res^llai  qae  las  pueblos  oons- 
tmetores  no  son  hermaiKís^  jejltnogr^ficao^pte  hi^blando.  YoUn^ 
civilizador  de  CMapaa,  2><>  a9..piMenta.p9r  las  oqstas  del  Ailáixti- 
oo,  sino  por  las  del  PaCíQcfi;  ;ba  niBcesUado  afcrayesar  las  aguas 
del  grande  Oaásüoo^  comQ.Btóor  del  pfdo  btieco.  La  bistoria  es 
tranca  y  confasa.  La  eras  encontrada  en  el  .templo  como  objeto 
de  adoración,  los  velieTes>en  los  palacios,  los  adornos  en  las  cons- 
tracciones,  otras  tnncbas  congruencias  dan  á  esta  civilización  cier- 
to sabor  asiático,  qae  nos  baoe  adoptar  la  conclusión,  por  cierto 
no  nueva,  de  que  Votan  es  uu  BuddliiL  Di^Ipaa  es  la  época  á  que 
esta  civilÍ2!acion  pertenece,  aunque  es  muy  antigua. 

Al  grupo  de  Copan  y  da  Quirigua  no  podemos  asignarle  civi- 
lizador ni  historia,  aunque  también  pertenece  á  tiempos  remo- 
tos. Ofrece  en  uno  de  sus  altares  una  de  las  mejores  pruebas  de 
su  contacto  con  el  Asia.  Debiendo  su  principio  los  tres  grnpos 
á  paeblos  diversos,  esto  sirve  pava  explicar  sus  diferencias;  sus 
semejanzas  demuestran  que  estuvieron  en  contacto,  sin  acertarse 
á  decir  durante  cuáles  tiempos. 

Terminada  esfca  nece3ari,a  digresión,  volvemos  á  nuestro  asun- 
to. Muerto  Zamn.á,  Itzamná,  It^mat-ul  la  gratitud  popular  le  con- 
cedió los  honores  divinos.  Sus  restos  faeron  divididos  en  tres 
fracciones,  sobre  cada,  una  de  las  cuales  ^,  levantaron  las  inmen^ 
sas  pirámides,  que  habiendo  dado  materiales  de  piedra  y  tierra 
para. las  construcciones  modernas,  subsisten  todavía  en  Itzamal, 
alendo  en  su  especie  las  niayoi:e8  en.  la  península.  El  túmulo  al 
O.  de  la  plazaSoontenía  la  mano  der.echa  del  profeta,  llamándose 
por  eso  KalMdf  noano  obradox]^  t  En  el  templo  allí  sustentado  ofre- 
cían los  fieles  grandes  limosnas,  y  tanta  era  la  fama  de  los  bene- 
ficios que  se  alcanzaban,  que  de  las  partes  remotas  de  Tabasoo,, 
Ohiapas  y  Guatemala  acudían  en  tropel  los  peregrinos.  Tanto 
era  el  concurso  de  gentes,  que  del,  pié  de  la  pirámide  arranchaban; 
cuatro  amplias  calfsadas  hácia.los  puntos  cardinal^,  qi^  atrave-» 
safasp  la  tierra  de  Yucatán  basta  sus  cpnfines,  prolongándose  has- 
ta los  países  limítrofes;  vestigios  de  estos  caminos  se  encuen- 
intA  todavía,  recordando  las  antiguas  vías  romanas. 

Sobre  la  cabeza  se  absaba  la  pirámide  mayor  de  jtodas^  y  es  la 

£1]  Pimentél,  Cuadro  desoriptivo  y  oomparat«  tcoo.  III,. páp  o56L 


513 

colocada  al  N.  de  la  plaza.  Llamábase  Kinich-Kahmó^  ''sol  con 
rostro  qae  sus  rayos  eran  de  fuego."  A  este  templo  se  acudía  por 
remedio  en  tiempo  de  peste  6  de  males-  comunes.  Hombres  y 
mujeres  traían  ricos  presentes;  recibíanles  los  sacerdotes,  y  á  la 
hora  de  medio  dia,  en  presencia  de  la  muchedumbre,  bajaba  el 
fu'^go  Á  quemar  el  sacrificio,  al  mismo  tiempo  que  despendía  vo- 
lando uua  guacamaya  de  variados  y  lindos  colores.  Los  sacerdo- 
tes decían  al  pueblo  lo  que  sucedería  respecto  de  la  peste  ó 
hambre. 

Sobre  el  corazón  y  las  cenizas  iué  alzado  el  túmulo  sobre  el 
cual  descansa  la  parroquia  actual,  y  el  monasterio  de  los  anti- 
guos franciscanos.  Llamáronle  Fp&pp-Hol-Chac,  ''casa  de  las  ca- 
bezas y  rayos,"  porque  allí  moraban  los  sacerdotes,  personajes 
venerados  considerados  como  señores  para  dar  castigos  y  recom- 
pensas, dignos  de  respeto  y  cuyas  palabras  no  podían  ponerse 
en  duda.  Su  nombre  era  Ahkin^  derivado  del  verbo  kingah,  "sor- 
tear ó  hechar  suertes,"  porque  los  sacerdotes  las  echaban  du- 
rante los  sacrificios  para  augurar  las  respuestas  á  las  preguntas 
-  de  los  fieles. 

**Otio  cerro  hay,  que  era  casa  y  morada  de  un  gran  capitán 
que  se  llamaba  líimpidoc,  y  éste  está  entre  mediodía  y  ponien- 
te: si<^uifica  el  nombre  de  este  capitán  en  castellano,  "Capitán 
que  tiene  ejército  de  ocho  mil  pedernales,"  que  eran  los  hierros 
de  sus  lanzas  y  flechas  con  que  peleaban  en  sus  guerras.  Su  ofi- 
cio deste  era  el  major  y  esta  gente  servía  de  sujetar  los  vasallos 
y  obligalles  á  que  subtentasen  al  rey,  ó  ídolo  y  á  los  sacerdotes 
y  pAra  deff^nsa  de  todos  los  sujetos  á  este  reyno  y  guarda  de  sus 
templos.  Estos  eran  los  oráculos  más  nombrados  de  ItzmcU^  6 
Jtzamal,  que  hoy  llaman."  (1) 

Las  instituciones  religiosas  enseñadas  por  Zamná  se  mantu- 
vieron eii  los  siglos  subsecuentes.  Los  tres  grandes  santuarios 
primitivos  en  nuestro  país  Itzamal,  CholoUan,  Teotihuacan,  se 
distinguen  por  sus  grandes  pirámides;  el  culto  en  aquellos  luga- 
res practicado  pasó  á  las  siguientes  generaciones,  defendiendo 
los  ftnoTmes  templos  las  ciudades  abrigadas  á  sus  pies.  Aparece 
que  el  mando  supremo  lo  ejercíanlas  clases  de  sacerdotes  y  gu6« 

(1)  liizana,  apud  Brasseur,  pág.  356^64.— Oogollndo,  lib.  IV,  cap.  III  y  VIII.— 
Canillo.  Manual  de  hist.  y  de  geogr.  c»p.  VI. 

66 


5W 

/ 

<       .        .  r  '• 

rrerosj  aunque  predominando  aquellos;  el  pueblo  debía  ser  es- 
clavo, aunque  adelantado  eñ  civilización,  ya  que  podía  consumir 
para  ostentación  de  sus  Jefes,  la  gran  suma  de  'trabajos  y  de  gas- 
tos que  representan  las  altivas  pirámides:  aquel  estado  social' 
debía  ser  Un  tanto  semejante  al  de  los  egipcios,  en  los  tiempos 
de  los  Faraones  de  las  grandes  construcciones.  Los  símbolos  de 
aquella  fe  son  mitf  s  de  un  pueblo  civilizado.  El  rocío  celeste  6 
lá  gracia  espiritual;  la  mano  obradora,  Ó  una  Providencia  crea-  , 
dora  y  cuiJailosa  de  su  obra;  el  sol^  padre  del  calor,  de  la  luz  y 
de  la  fecundidad,  produciendo  el  milagro  diario  de  bajar  sobre 
el  holocausto  á  consumirle,  lío  era  aquel  el  politeismo  grosero 
admitido  por  la  raza  de  los  últimos  siglos;  luezcla  de  cierto  es- 
piritualismo  místico  y  del  cfulto  del  fuego  y  del  sol;  presenta  el 
verdadero  saber  de  las  religiones  más  adelantadas. 

Mientras  se  as<^guraba  y  extendía  él  poderío  de  los  seSores  de 
Itzamal,  nueva  colonia  al  mandodeAlinlekatTutulxiu  se  presen- 
tó por  la  costa  oriental  de  la  península,  entre  los  años  409-384 
antes  de  Jesucristo.  Los  nombres  geográficos  comprueban  la. 
relación  histórica;  los  emigrantes  se  establecieron  en  la  provin- 
cia de  Ziyan-Caan  Bakhalal,  denominada  hoy  Bacalar.  Nada  se 
saba  de  la- historia  de  estos  pobladores  isleños,  procedentes  de 
las  Antillas,  fuera  de  que  el  gobierno  por  ellos  establecido  se  ex- 
tendió hasta  los  años  73-48  antes  de  Jesucristo.  Sin  saberse  á 
punto  fijo  la  fecha,  durante  este  periodo  fué  fundada  la  ciudad  y 
el  reino  de  Chichen-Itzá. 

Chicheii  Itzá,  diez  leguas  al  SE.  de  Itzamal,  significa  ''á  orillas 
del  pozo  á(^  Itzá."  No  se  introducía  aún  ningún  elemento  extran- 
jero; la  ciudad  tomaba  la  denominación  de  los  itzaefi,  nombre  que 
los  mayas  se  atribuían,  conservando  la  radical  iVs?,  rocío  ó  sustan- 
cia del  cielo,  de  donde  procedían  las  palabras  Itzamná  ó  Itza- 
mal. (1)  Nada  sabemos  de  la  dinastía  del  nuevo  reino,  fuera  de 
haberse  destruido  entre  los  años  72-95  de  la  era  cristiana.  Los 
itzaes  ú  hombres  sagrados  de  allí  salidos,  se  dirigieron  tobre 
Chumpoton,  en  la  costa  occidental  de  la  península;  debieron  en- 
contrar» serios  obstáculos  en  la  marcha,  pues  no  pudieron'  apode- 
rarse'del  lugar  sino  hasta  «ntre  los  años' 168-191.  Duró  el  seño- 
río de  Ohampoton  hasta  456-479;  los  hombres  sagrados  yol  vieron 

4 

(1)  Carrillp,  Manual  de  hist.  y  de  geógt,  pig.  128. 


entonces  en  buscada  sns  casas,  Tiyieron  algún  tiempo  en  los  mon- 
tes despoblados,  hasta  qije  entre  50Í-527  recobraron  á  Chiv-benr 
Itzá.  Esta  narración  desc^nada  sólo  deja  entrever  empañadas 
guerras,  desastrosos  conflictos,  sin  atinarse  á  entender  cuáles  eran, 
los  elementos  sociales  que  entre  sí  se  combatían,  X^os  monumen- 
tos dicen,  estat  para  entonces  muy  adelantada  la  civilización;' ya 
se  levantaban  las  grandes  ciudj^es,  aparecían  los  lindos  monu- 
mentos, primor  de  arquitex^tura,  lo  cual  dimanaba  del  concurso 
de.lad  artes  y  las  ciencias. 

Entre  628-551,  Ahcuitolc  Tutukiu  fundó  á  Uxmal,  al  SO.  delt- 
zamnl.  El  nombre  Tutulxin,  presentado  por  el  jefe  d^la  segun- 
da emigración,  no  es  patronímico,  es  de  dignidad,  significando  ae^^ 
ñor  ó  príncipe.  La  regiou  boreal  de  Tucaiin  contaba,  entóncea^ 
fuera  del  sanbuario  de  Itzamal,  las  tres  monarquías  de  Caichea^ 
Itzá,  de  Uxmal,  y  de  Mayapan  que  ya  aparece  fundada.  Seguu 
^1  decir  del  MS.  las  tres  vivían  en  paz,  ligadas  en  una  especia 
de  confederación. 

La  armonía  duró  siglos,  durante  los  cuales  aparece  haber  co- 
brado gran  preponderancia  el  señoríp  de  Máyapun.  JCntre  1080 
*1103,  gobernaba  en  la  ciudad  amurallada  Hunac-eel:  bin  salxer- 
se  la  causa,  declaró  la  guerra  á  Chacxib-cliaac,  señor  de  Oiii<- 
cben-Itzá,  y  enviando  contra  él  sus  siete  capitanes  Aliziuteyut- 
Chan,  Tezuntecum,  Taxcal,  Pante-Mit,  Xuch-Vecut,  Itztecuafc,  y 
Eakalte-Cat,  le  venció  y  arrojó  de  la  ciudad,  acabando  por  se- 
gnnda  Tez  el  señorío  de  Chiclieu-Itz:!.  En  aquel  mismo  ajan 
1080-1103,  el  Señor  de  Mayapan,  Hunac-eel,  venció  á  ülmil,  rey  de 
los  hombres  de  Itzá,  aunque  tenía  trece  divisiones  de  combatien- 
tes, porque  hacía  la  guerra  á  Ulil,  rey  de  Itzamal. 

\El  MS.  maja  calla  los  motivos  porqiie  fué  destruido  Chicben- 
Itzá;  mas  ''según  dicen  los  antiguos  de  los  indios,  reinaron  tree 
señores  hermanos,  los  cuales,  según  se  acuerdan  haber  oído  á  &u8 
pasados,  vinieron  á  aquella  tierra  de  la  parte  del  poniente  y  jun- 
taron en  estos  asientos  gran  población  de  pueblos  y  gentes,  loa 
cuales  rigieron  algunos  años  en  mucha  paz  j  justicia.  Eran  muy 
honradores  de  su  dios,  y  así  edificaron  muchos  edificios  y  muy 
-galanos. '.  • .  Estos  señores  dicen  vivieron  sin  mujeres,  y  en  muy 
grande  honestidad,  y  todo  el  tiempo  que  vivieron  así  fueron  muy 
estimados  y  obedecidos  dé  todos.  Después,  andando  el  tieihpOy 
ialtó  el  uno  dellos,  el  cual  se  debió  morir,  aunque  los  indios  ^i- 


51« 

cen  salió  por  la  parte  de  Bac-lialal  de  la  tierra.  Hizo  la  ausen- 
cia deste  como  quiera  que  ella  fuese,  tauta  falta  en  los  que  des*» 
pues  del  rej];ían,  que  comenzaron  Inego  á  ser  en  la  república  par* 
cíales  7  en  sus  costumbres  tan  deshonestos  y  desenfrenados  qne 
el  pueblo  los  vino  á  aborrecer  en  tal  manera,  que  los  mataron  y 
se  desbarataron  y  despoblaron,  dejando  los  oñcios  y  el  asiento 
Iiarto  hermoso  porque  es  cerca  de  la  mar  diez  leguas."  (1) 

Poco  más,  poco  menos,  hacia  esta  época  se  presentó  en  YucaA 
tan  el  célebre  personaje  llamado  Kukulcan,  en  concepto  de  los 
autores  el  mismo  Quetzalcoatl,  arrojado  de  ToUan,  capital  de  los 
f  olteca.  Dicen  de  éJ,  haber  reinado  en  Chichen-Itzá  y  ser  el  fun- 
dador de  Mayapan.  (2)  El  MS.  auténtico  que  seguimos,  contra- 
dice en  lo  absoluto  este  segundo  aserto,  pues  hemos  yisto  que 
Mayapan,  6  como  escribe  el  documento  para  los  tiempos  anti- 
guos, Mayalpan,  llevaba  ya  de  existencia  yarios  siglos.  Bespecto 
de  lo  primero,  Kukulcan  podrá  haber  vivido  en  Chichen-Itzá  al 
tiempo  de  su  ruina,  mas  no  fué  rey  de  allí,  como  no  lo  fuédeTo- 
Uan,  constando  su  pretensión  de  establecer  sus  dogmas  sin  aspi- 
rar al  supremo  mando  civil. 

Cuando  Kukulcan  se  presentó  por  la  costa  occidental,  Yucatán 
ardía  en  guerras  civiles.  El  predicador  concilio  los  ánimos,  res- 
tableció la  concordia;  sus  doctrinas  alcanzaron  copioso  fruto,  sus 
sectarios  aumentaron  en  tal  manera,  que  de  consentimiento  co- 
mún de  los  hatab  ó  señores  le  señalaron  á  Mayapan  para  sede  de 
su  religión.  Píntanle  con  los  mismos  caracteres  que  en  Tollan  le 
representan;  justo,  sin  mujer  ni  hijos,  pacífico,  inteligente.  Ense- 
nó á  los  maya  las  mismas  creencias  que  á  los  tulteca.  Dimana 
de  aquí  la  adoración  de  la  cruz  encontrada  en  Yucatán;  (3)  la 
semejanza  con  los  ritos  cristianos;  la  predicción  de  la  venida  de 
los  hombres  blancos  y  barbados  por  la  parte  del  oriente,  y  la 
destrucción  de  los  señoríos  profetizada  por  los  sacerdotes  ma- 
yas, (4)  Con  la  predicación  de  Kukulcan  ó  Quetzalcoatl,  á  quien 
admitimos  como  un  misionero  islandés,  desaparece  por  comple- 
to, como  tenemos  dicho,  todo  lo  que  estos  hechos  presentarían 

(1)  Landa,  Beliu4<ni  d«  las' cosas  de  Ynoatacn,  pág.  340.— Herrera,  déb.  IT,  Hb^ 
X,  .cap.  II*.  ■ 
.  (2)  Landa,  ¿.!  YL— C/iniUo,  Hañiua  de  bkt.  oap.  VII  j  VIII. . 

(8)  GogoUudo,  lib.  1,  oap  11.  Lib.  IV^  cap.  tü., 
' '  {i)  Cogolludo,  lib.  H,  cap.  XF. 


de  extraordinario,  j  las  snpiiestas  profecías  quedan  reducidas 
á  doctrinas  aprendidas  recordadas  al  pueblo  por  los  sacerdotes. 
En  la  religión  maya  puso  los  fundamentos  Zamná;  KukuIcaBf 
segundo  civilizador,  yino  á  ingertar  en  ella  sus  doctrinas,  siendo 
este  el  primer  punto  de  contacto  introdijioido  entre  las  dos  civi? 
lisaciones  diversas  de  los  mayas  y  da  los  tol teca. 

'^Que  este  Eukalcan  tornó  ¿  poblar  otra  ciudad^  tratándolo 
^n  los  señores  naturales  de  la  tierra  en  que  el  j  ellos  viviesen, 
j  que  allí  viniesen  todas  las  cosas  y  negocios,  y  que  para  esto 
elidiesen  un  asiento  muy  bueno  ocho  leguas  más  dentro  enH 
tierra  que  donde  está  ahora  Herida,  quince  ó  diez  y  seis  leguasr 
de  la  mar,  y  que  allí  cercaron  de  una  muy  ancha  pared  de  pie- 
dra seca  como  medio  cuarto  de  legua,  dejando  solas  dos  puertas 
angostas  y  la  pared  no  muy  alta,  y  que  enmedio  desta  cerca  hi- 
oieron  sus  templos  y  que  al  mayor,  que  es  como  el  de  Chichen- 
Itzá,  llamaron  Kukuloan,  y  que  hicieron  otro  redondo  con  cua-» 
tro  puertas,  diferente  de  cuantos  hay  en  aquella  tierra  y  otros 
muchos  á  la  redonda,  juntos  unos  á  otros,  y  que  dentro  desta 
eercado  hicieron  casas  para  los  señores  solos,  entre  los  cuales  re- 
partieron  toda  la  tierra,  dando  pueblos  á  cada  uno,  conforme  á  la 
antigüedad  de  su  linaje  y  ser  de  su  persona,  y  que  £ukulcan 
puso  nombre  á  la  ciudad,  no  del  suyo,  como  hicieron  los  Itzaes 
en  Chichen-Itzá  que  quiere  decir  el  Po^so  délos  lizaeSf  mas  llamóla 
Mayapan,  que  quiere  decir  el  Pendón  de  la  maya,  porque  á  la  Ien«* 
gua  de  la  tierra  llaman  Maya,  y  que  los  indios  llaman  Ichpa,  que 
quiere  decir  Dentro  de  las  Oeroas"  (1) 

-  Insistimos  en  que  Kukulcan  no  sacó  de  cimientos  á  Mayapan, 
sino  que  en.  ella  estableció  el  centro  de  su  propaganda  religiosa^ 
aprovechando  los  muros  que  hacían  dar  á  la  ciudad  el  título  da 
amurallada.  Las  ruinas  atestiguan  ademas  estos  hechos,  presen* 
tando  en  sus  edificios  las  épocas  diversas  en  que  fueron  consr 
traídos. 

El  orden  establecido  por  el  pontífice  legislador,  produjo. ua^ 
•estado  floseci^nte,  recordado  amoit)sa2nente  por  la  tradición;  A 
Ifr  sombí^  de  la .  pasi  progresaron,  las  a;f  tes  y  las  cienciiis,  logpraor 
do  los  pueblos  las  yentejas  del  reiiiado  de.  oro  de  Saturno.  Eu^ 
IcuLeán  vivió  en  gra^  armonía  eon  loa  señores.  cqngs^gadoS;  eif 

(1)  Luida»  Beladon,  pág.  86.— Heneía,  d^o.  iy,.lil>.  X,  aap.  {I. 


\ 


SÍS 

Mayapan,'  y  cuando  tras  aljB;ttnos  años  dejó  tañó'  establecido  eir 
períeóta  amistad/ae  tornó  ríói' el tíaminoatie  había. venidt).  De^ 
túvose  en  ChAmpoton,  y  efri  ra^inorm^  finya,  consrtrúyó  deñtiro  ^ 
la  mar,  á  tiró  de'  piedra  dé*  Ja  ribera,  tíri  edificio  semejante  ál-d© 
Ghiéhétt-Itzd,"?gttal  tal  Yé¿^ «MeTantador  bajo  su  hómfetéieró  Ma- 
yapnn.  No  se  sriponjí^díelprófetav que  andando  'eltiempo^faíé 
deificado -por  el'h¿radediíáteWo  ¿íoptiíar.^l)       • -•  •'  '  «^ 

•  Ausente  el  pontífice,  léligrférron  para  gobernar' éñ'ltfayap^'tií^ 
féíe  de  lá^  caák  do'Odcóm;  la  tñás  noble  y  principal  ó  Ws  ífea, 
ÍS 'étde'tr  en  la  éfiídáS  vfirió  éíntónéeái  Dentro  de  lóá  muros 'íidlo 
ÉiáBrii  las  'caRas  Sei^lós'iaa'aerdbtes  y  de  íos  seño*¿»-cótl'ii[)3''tem«i 
plo^;  iré  dfspliso -^hé  án'la  ^xrteextéríót  conHtruyeteeíh«*»bioi* 
das'las:gentes'de^í5err¡do,  á^lóíide  acuSiesen  loft  jj^ueblos'sujetósí 
cada  áenhr'ó  bátáb  -tériía'Tin'.niayordomo,  dislihgtiidQ  "^t  Btíá 
vara  gorda  jr  larga  llamada  (Jaííícw,  los  «uále»  se  enteiídíáü  coa 
los  vasallo^,  xécógíiendó  de  ellos  el  ttibtitó  qúé^aVeéSfií^  daí)ají 
Cbni^istente  en  ares,  maíz,  sa?i  pesca,  'éaza,  ropa  y  demás* nedelsa- 
rios  il  ía  vida.  Llevaban  allí  á  los  mancoá  y  ciegos  para  sustea^ 
tarlós.'  E'^s  batab  nombraban  gobernadores  para  los  pueblos  <Jüé 
Ips  estaban  ¿ujolos,  encargávidoles  el  buen  tratamiento  de  k>6 
pltbéyosy  que  loshicier^m  trabajitr.  Los  batab  estaban  (>bÚgai¿> 
dos  á  visitar  al  Oírcom,  acómpañrtrie  y  festejarleá  fin  'de  pasa} 
la  vida  eii  regocijó  y  pasatiempo,  ayudándole  .en  él  despacho  dé 
los  nfegócios.*  '    '  ■      ^*     '  -    '•' 

'  'El  cuerpó'dü  siace+dótes  tenía  uéó  iupirém'o ' llamado  Akkinr- 
Mai  ó  Ahau-  Can-Mai,  el  sacerdote  Ma!  ó  el  gran  sacerdote  Ititíy 
reverenciado  prófuiídamente  por  los  batab,  á  quienes  daba  con- 
cejos y  réspues^tásá-aus  pregün^^as.^Kotenta  bie^As/TÍvíendoda 
laá  ofrendas  de  los  fieles,  de  los  rejgalos  de  los -señores  y  de  los 
presentes  de  los  sacerdotes  de  los  pueblos.  Sucedíanle  en  la^dig^ 
XítdMdi3Us'liijos;y  parientes  m^s  cercanos/  oficiaba  sólo  eti  los 
casos  solemnes,  y  proveía  de  ministros  á  todos  los  puebloá  Lá 
ciencia  yesi día  eir  Ídí>:GÍas^  sae^rddial,  16  tsüál  6^«dl¿at'  los  libros 
depila  y  estaba  encargada  de  la «nseña^za.  Lo«>kijoB  de  k>8  aa«- 
dérdbtés  y  los  ise^^nndos  9#  los  batab,  «ieraísn  tolunfabd^  oompo^ 
fifan  aquAllfi  clase  "privile^ada.  Lk9cie¿da9Cultivadafiip0Fa4^^ 
Bós^  minisiíros  éraii^  la  cuenta  ^nrc^ológica  y  del  ealeudañc^  ^ 


519 


ritual  con  sus  ceremonias,  la  "administración  de  sns  sacramen^ 
tos,"  el  arte  adivinatorio  y  loa  horóscopos,  las  profecías,  la  me- 
dicina para  aliviar  las  dolencias,  la  historia  y  autigüedades,  la 
lectara  y  la  escritura  y  la  aritmética:  (1)  en  suma,  "eran  los  de- 
positarios del  saber. 

Parece  que  aquellas  innovaciones  no  se  verificaban  sin  contra- 
dicción. El  rey  ülmil  de  los  Itzaes,  el  mismo  que  había  sido 
vencido  por  Hunac-eel  en  el  ajau  1080 — 1113,  invadió  en  el  si- 
guiente ajau  (11X4 — 1127)  **el  territorio  fortificado  de  Mayapan, 
"porque  tenía  murallas,  y  Jporque  gobernaba  en  común  el  pue- 
"blo  de  aquella  ciudad."  Prolongáronse  las  hostilidades,  hasta 
que  unidos  los  itzaes  con  los  Vitzes  ó  montañeses,  tomaron  á 
Mayapan,  destruyendo  á  sp^señgr/Iyaincaíi^  en  el  ajau  1200 — 1223. 

Los  pueblos  civilizáclos  de  Yucátaií Ve  habían  establecido  de 
preferencia  hacia  el  N.  Las  emigraciones  de  las  tribus  quede 
México  se  desprendían  para  erSar,' pasaban  por  el  camino  tra- 
zado entre  las  costas  del  Pacífico  y  la  prol,)ngacion  de  la  cadena 
montañosa  de  los  Andes,  sin  inquietar  en  lo  más  mínimo  á  los 
^ayas.  Entre  las  montañas  y  los  límites  de  las  comarcas  ocupa- 
das'por  los  pueblos  civilizados,  se  extendía  un  gran  terreno.m- 
termedió  ocupado  por  tribus  de  procedencia  maya,  en  estado 
salvaje  ó  muy  poco  adelantadas.  De  aquella  tierra  subió  labor- 
da  invasora  da  Mayapan,  apellidada  en  el  MS.  Yitzes  ó  monta- 
ñeses. *  Sin  duda  que  aquella  irrupción  hizo  retrogradar  la  civi- 
lización de  la  ciudad  vencida,  preparando  la  época  de  decad^en- 
oia  en  que  al  fin  cayó  aquella  metrópoli. 

Pero  la  ciudad  sagrada  de  /iyukulcan  nd  p^r^^ció.  Fa&njdlD^él 
primer  estrago,  parece  que  lossal^ajes  fie  dokneiF^ticaron  al  con- 
tacto de  las  doctrinas  del  gran  tegiálador,  supuesto  Ipiaber  segui- 
do existiendo  la  dinastía  de  los  Coooni,  y.  coátar^e  todavía  ^Bt 
yapap  como  capital  de  Ip,  monarquía  ■  Cocom.sa  llamaron  .tpdo9 
aquellos  sobe  ranosi  biea  .como  nps  parece,  por^uj^  era  i^ste  el 
título  de  la  supijema  dignidad;  ó  ppr  conservar. lel.  nombre,  de 


familia. 


ií'  •' 


í-, 


(1)  Lauda,  Belaoion  de  las  cosas  do  Ynoatan,  {  VIL— Herrera,  dée.  IV,  lib.  X, 


CAPITULO   II. 

JJOB  lUTAS. 

* 

Jfueoa  in9€uí(m,-^Zoa  tiaubUtts.—J>€tíruccion  dé  Ifaifapan,—J9uews  ettadoi^—Co^ 
c<nne$,---Tutulonu,^CfMé8.^C<üamidadeg — Profeeicu.^OerMmo de  Águüar.-^ 
ChmaJo  Chíerrerc^Epoeas  de  la  hUtoria  maya. ^Religión. ^Dio$  únuso.— Trini- 
dad.'-Oreaeümde¡hon^re.^B<mt¿9mo,'^Oonfeuon.--  Vida  futura.— Diaae».— So- 
óerdotes.—Jf(mjcu.— Ofrendas  y  Boerifidas.'-Los  Batab.—Leyes.—Armai  y  guó- 
rreroi. — VetUdo.  —MarUenimierUae, — Pintura  del  cuerpo. — Farsa  ntes. — CantOf 
músiea,  baile.— Mercaderes jf  moneda.— Tierras  y  su  cultivo.-  -Matrimonio.—Criaí^ 
9a  de  las  mujeres,— Deformación  del  crdneo.-^Oeremonias  eon  los  d¿funt4}s.—Prác 
Heos  y  supersticiones» 

NUEVA  emigración  se  presentó  perla  parte  del  Sur,  de  hacia  el 
rumbo  de  Chiapas.  Del  jefe  Tatulxiu  tomó  la  tribu  el  nombre 
de  tutvlxius.  Sin  saberse  de  dónde  eran,  vaguearon  cuarenta  anos 
por  los  despoblados  de  la  península,  hasta  llep^ar  á  las  montañas^ 
diez  leguas  de  Majapan,  donde  comenzaron  á  poblar  y  hacer  bue- 
nos edificios.  Yiyian  quietamente  sin  enemistades  ni  pleitos;  no 
usaban  armas,  empleando  para  la  caza  lazos  y  trampas,  y  ''tenían 
'^cierto  arte  de  tirar  varas  con  un  palo  grueso  como  tres  dedos, 
'^agujerado  hacia  la  tercia  parte  y  largo  seis  palmos,  j  que  con 
^*él  y  unos  cordeles  tiraban  fuerte  y  severamente."  (1)  Esta  ar* 
ma  recuerda  el  aÜaÜ  de  los  móxica.  Begíanse  por  leyes,  ejecuta- 

(l)  LandAy  Beladim  de  Xacaton,  pag.  46. 


mi 

das  ptiHimal mente.  Al  adultero  mataban  machucándole  la  cabeza 
oon  una  piedra,  caso  deiíjne  no  le  perdonase  el  ofendido;  la  adúí- 
lera  no  tenía  más  pena  de  la  infamia,  entre  ellos  reputada  por 
muy  grave.  El  fóraador  de  doncella,  moría  á  pedradas.  Aquel 
•pueblo  era  en  realidad  civilizado,  y  de  él  asegnra  Landa  ''que 
hicieron  muy  buenos  edificios  en  muchas  partes."  (1)  El  rumbo 
de  proceden(»a,  lo  pooo  que  de  sus  costambres  nos  dic^,  nos 
hace  conjeturar  que  era  una  nación  iniciada  en  la  civilización  tol- 
teca,  empujada  hacia  el  Sur  por  las  irrupciones  de  los  bárbaros 
chichimeca,  verificadas  en  las  tierras  de  México. 

La  condición  pacífica  de  los  tutulxins  les  atrajo  el  amor  de  sus 
vecinos,  ^^os  de  Mayapan  tomaron  mucha  amistad  con  ellos,  y 
'^hol^aron  que  labrasen  la  tierra  como  natarales,  y  que  así  estos 
'^e  Tutulxiu  86  sujetaron  á  las  leyes  de  Mayapan,  y  así  empa- 
'^rentaron  unos  coa  otros,  y  que  como  el  Señor  Xiu  de  los  tutul- 
'^ius  era  tal,  vino  ¿ser  muy  estimado  de  todos.'*  (2)  El  Sr.  Ca- 
milo, insistiendo  en  la'  identidad  de  origen,  admite  ''que  eran 
''restos  de  la  gran  nación  tulteca*"  (3)  Sin  aceptar  el  fundamen- 
to, creemos  admisible  la  opinión,  y  así  vienen  á  explicarse  las  se- 
mejanzas entre  las  civilizaciones  yucateca  y  mexicana,  tan  disím- 
bolas en  las  épocas  anteriores. 

La  amistad  de  los  tutulxiu  aumentó  en  mucho  el  poderío  de 
los  Cocom,  acrecentado  con  los  años  de  prosperidad  y  paz,  fruto 
déla  alianza.  XJuo  de  aquellos  monarcas,  soberbio  con  su- poderío, 

codicioso  de  riquezas,  pretendió  establecer  su  dominio  sobre  los 

■  ■  • 

pueblos  vecinos.  No  fiando  en  las  propias  fuerzas,  acudió  á  los 
gobernadores  de  las  guarniciones  méxica  en  Tabasoo  y  Xicala- 
nco,  de  los  cuales  obtuvo  un  grueso  de  tropas  para  defender  á 
Mayapan.  Auxiliado  por  los  extranjeros,  Oocbm  tiranizó  k\  pue- 
blo, hizo  con  escándalo  esclavos  en  las  provincias,  cargando  tan- 
to la  mano  en  los  excesos,  que  era  insoportable.  M'atáranle  los 
oprimidos;  mas  los  tutulxins  nada  podían  contra  los  aguerridos 

(1)  El  ^.  Oarrino,  Compendio  d«  1»  blst.  delTiidatan,  pág.'  SO,  admite  qn^  los  ki* 

ctcilkhM  fandiuíoii  eft  Ik  «iomla  stmí  oladad  dtf  Usmftl.  Si  hcmocí  de  dar  ¿récfíto  ál 

IfF.  maya,  este  tMito  es  inioeienSble. '  Oaando-eetar  nadon  llegó  á  la  pebfnstila,  üx- 

mal  eontaba  varios  éiglos  de  esUr  fundada,  'y  mtty  bueti  tleaipo<le  haber  aidd  hasta 

desirnida.  '  j      ..'•..    .- 

(S)  ÜMuda,  t^á  BnMMTÍip/f  VmJ^Herrera,  ááo,  IV.  W,  X  eip.  ti.  ' 

(3)  OompéndiOidfftehM. -AeTboaCan.  p4g.S8*¿«^¿   '''•'■li- 

66 


m 

adymied|zo^;eraix  ^ebjjies,  loa[  4?m4u^.p^6b}pB,  j  de  pr<»Qto  todos 
se«Qmefci^rojc^.al  p^aado  3^  IJqco  ¿pqp9.%prwdieron  ^e.los 
.8ql4^Qs  ^11  x)rgfuaizi^cíoj}  inilitar|,I^f  .¡bigpuiürpn^iaa  armas  QÍ^Aai- 
]V^s,3f  defensij'a^^^aiapíJpjp^  ...  ...i 

.  'í^'^^9M^^fil;C?o^9«?>  siTce^di^nidjQteiofsqaü^ 
^px  pjipTQ^  conyéaiofi  f¡on  Ipa  gohe^xm^pxp^.  ,de.33abft8cq.  j.^caih 

íaftCQ,  xjaetiq.  ipás.^roRas.i^éyijqa^  Mf^apw^  Iflsfijiftdp^JSe  moft- 
trjiroA'i]^sod.ei^tGSf  é.  in^gjip^tab^^^jr^uai.aGQ^Ui^J^r^         ^<HiJÍp6 

.pueblos  vencido?,  ¿a: juíu^síí^ qp*»ip»1?e?4«?lpff  ffla3[í^4.twar9P 
las  armas  comedí;?! ».Xido  Iftgqo^-jc»^  A)í^ei)^4©ilf.lH?aía^HÍp»4í!^ 
;l?n^/;^,Xutal-¡Kiu,,vi;uieB4o.:Í0S;dfp^%pu^^^  4.,qplyí<5ar^Q  jpajo 
su  bimder^j.  r^uS  v^r^ci  ^l^é3^tft,4^  Joa  cftift^^  ^nflp.co^auí^a 

¿ación  por  d^b^Uj^u^.  s,^a,f^C2^b^í'4iMf^Pí^"4í9íj|^^^^^  debejét- 
.ci^o.mejor.orgajo,izadi?i  los  iaAj*S;  ,t|Biiaiíftrp%,pQy.4pabfty^ter>8 
trqp&s  de  O.opotn.,  Bn,  balde  lósf  j:eíM^Qs  de.^^^x^p^í^  sye^  ^Q08i;j[a- 
rop  en  Mayapai^  perseguido^;  ^]i -y. ;^tíadís>,liívC.íu.dad  Ju4:  to- 
mada por  asalto,  quedando  de3tTui^a?eil|k:y.f^fLn,tQ  coxn^tepía.' Los 
.^iseros  que.á.l^  dp^truocion  escapt^non,  flj^pQ^B^onsei.en  todas 
direcciones,  llevan^  los  sa.cer/l^ptesitos  libren^  de  sijia.  ciqnciasi.  (1) 
.Aaí  íterminaróutla  |(^iadad  j  I^s  instituciones  ije  .^^ukulcan  en^I 
8  ajau  del  cómputo  maya,  entre Icyaaños  ^392— lil5.  (2).  ^ .  f 
. : .^TruiDada.laix^trópoH  sagrada^iloc^batab reoo oraron &u< prís- 
tina indep^nde^eia,  quedando  sub^ividvlb  ^li  P^íb  en^  varÍQs,.S9- 
nprios.DQe^tre  eUoa  se  atizaron  trej^  jp^pincipale^  XiajEamíliaCg- 
>cqm  rp^^epió  ea  >Iajapan,.  perdienda,€ip^f]a> :vida  la  lia,QÍend^;  )ia* 
;bía;  de*  ^1)%  un  bijo  é.  la  sazón  en  la  tÍBr^t49  'Culijiaji.e.l  cqal,  sa- 
bedor'de  la  catástrofe,  tornó  ala  península,  fennió  sü,srparienta8 
y  parcial^s^  Q  intentó  reeob)^ar  9U  pexdi4&bQ):Qneia.',No|piid<;». lo- 
grarlo, ;aunque  poróó  con  la^  armas^  <^ntentá];ido^a  p\  fi,n  con  es- 

(1)  Landa,  Relación  de  Yuofltaa,  %  yHI.  .a^jcwra,  ddc.  IV,  Uí>.,  X,  o^p.  11.   j  . 

j(2)  Herrera  fíjfi  el  «nceso,  diciendo:  *ij  hairáque  se  despobló,  según  la  puerta  de 

'*lb8  indios,  hasta  qVie  llegaron  los  éaRtellanos  á  Yucatán,  setenta  afios."  (Déc.  IV, 

lib.  X,  cap  II.)  Si  el  calculóse  refiere  al  principio  de  la  conquista,  (irj27)  resultará 

.la  dofitrufioipuen  14ff7:  ai  s^.  iama  <|el'dea(mbrimlentp  .d«  la«i  cQstaa  [idlTj.^iresqltará 

.  J-^í;  oa  amboa  oasoaias/al  mié  dealcfBxtado  Ab  to^ámpvAoa  CfigQUado.QecnbBc  <ij 

/'la  acolaron  eeisca  de  los  aftps  dei  Seflor  deil^SO  (segua  el  oóaapnto  de  laa  ecMeaide 

*1oB  indios]  á  loe  260  aftOB  de  sn  fundación."  (íá\k  IV,aap.  III.)  Esta  autoridad  es 

la  más  conforme  con  el  MS.  A  la  cuenta  del  P.  Landa,  quien  escribía  en  196<0.'"bá 

CXXV  afloa  giiekiie  d^biírat4*f  (|%..6a>loieuali9glai^,el8noea9  á  IMh'lbtU  niama 

cuenta  signe  el  Sr.  OaxriUo.  (QompeoOio  de  la  hím.  4e  Yéiaten,  pág.  aZi) 

f>0 


táld^i^rgé  ^  la  ^proTincia  de  Zotuta^  t  edífieatido  poT  capital  la 
<3Ítidad  da  !Cibok>i>  ( T^idQM)}  que  e¿ '  leDgáa  maya  sigDifiea^'i^ 
ytidos  liemos^  ^pidái  :!De  losr  doce  eacerdótes  da  May^pan^  'eliptiiíci- 
^Ltenáa  una^bija^la  cual  casó  coa  Ah  Obel^eo^a  también  süc^t- 
diote  7*  fbé  iniciado  poi  «tí  late^po  eon  laa  cienpiaa  de  «u  ^ás^^ 
;raóibiíBiido  cÍQrta esoríiurá aa  la  tabla-  dalbrako^iEqmerólo/'  Ala 
dfisime^ieiLxi&Ja'diiid^d^.  SBtDBÉiDÓ  oóa'Ioá  BaceitLcxiea  j  los  fielee 
£áüa  la  eoeta,  hizo'  asiento  en  Tícóoh».  exteindieDdose  Ittcffi^  á  Ib 
{óoviaaia  llaaiada>dé  Aküiiobeló  délos  Oliele^/inyaleapital e^a 
JtaamaljTatQl-^XttiAe  labró:  lá-Bcteya  ciudad  de  Mnni/ioanpHiidb 
Bk  tórritcíñoi^cHio;  Mani^qnieter-decir^* jD¡0sá  jfa  Ití  ¿pooa  delajéli- 
éífUid  y:  ffpaádeeuu  Mmcaánto  ÁloB.jeñioA  de  la  gaarniQÍcii  taóxicá, 
-se  les  périutio.iise ;ó.'qpedaise;  thad^iendó -  esdof^do  lo ' segilíidoy 
se  lea  eoncediió  poUar  en  la^pooTinciaide!  Cannl,  á  eondieion  de 
ÍBraaakaxi  pnablos  en  que  .Tdyiexati  sóloÉi,  sin  pbderseauezQliar  con 
loikfnayáaj  Así  peirmaaasaieron  ibastáila  segpiiidá  gnénra  coii  Iob 
i^ástellanoBi  (1) . ..  >,''..[  •       .'       .. 

Estos  SQ[ñDrío3i  fruto  de  la  desmembritciQn  nacional,  venían  ex- 
presando laa.idé&s.]d>j:inbipakd  d  lós^trest.elémabios  coostilutÍYós 
da  aquella  S9<;»edad<.  L6s  Gocom  re|>rQ8(antában  la  idea  extran- 
'J9ra>  comenzando  én  Knkttlcan^ . ter min ando  en.losmexioa^era  el 
^lamento  extraño  introducido  en  la  primitiva /civilización».  JjQh 
^ntúl-rXin,  xecieb  ivenidoa  áda  pienínsiíla,  ee.  convirtieron  en  el 
páciido  4a  la  ñscáoaifdidad^  Les  Obeles,.  asBojádoa  del  santuario 
de  Mayapan,  fueron  á  asentarse  en  el  antiquísimo  da  Ibsamali 
así,  dea;pnéS''dp.muc1ios  siglosi  se  fundieron  en  iioo  sólo  los  cul- 
•icís  de  Kukaban  y.  de  Itaamná;  etn  aqnelias  .fi^ándes  piráhvideB 
jque  Jbabían  isabido  resistir  Ülas  \iaÍ!«itnde6  de  tahtes^^éneracione^. 

.  £1  éatádo<^deigtten:afifk  hifix>  perpetuo  entre  los  batab^  sobre vV 
Djendoi  multitud  da  cumbates  xiscujroa  sin  ^)abida  en  la  historia. 
jPooQ.ni&sdieiuii  sjttu.pasó  en  aquella  manera,  y  no  obstante  el 
rotínllm  desaaoftíego,  crecaó  mucho  la  pobl^ion;  y  mejoró  el  ont- 
•tivci  dela.tÍ0irrf^  .Aunque  á  medias,  aquella  era  uiía  ielicidad, 
disipada  en  un  solo  dia.  Una  noche»  per  inviaino^  comelisó  &  lais 
seis  de  la  tarde  un  recio  viento,  que  convertido  en  espantoso  hu- 
racán, termjmó.á.  iaaaátad  del  dia  siguiente;  todos  los  árboles 

•  ''  ■         '••        •     ••        . 

(1)  Lauda,  apndBmBaear,  {  IX.— Herren^  déo.  lY,  lib.  X,>Qtii,  XIL'«*rCáftillo 
Gompendio  de  la  Idat  de  Tueatan,  leodon  XOk   •!"'  •    - 


8M 

quedaron  arrancados  dé  raíss,  las  oasas  alias  derribadas  y  4ie«> 
iñadas  por  el  f  aego  de  los  Jbogarea;  la  ¿aza  muerta,  los  hómbv^ 
muy  mermados.  Los  infelioes  majas  se  dieron  áteparar  los  de* 
sastres  sufridos^  torasoiúrieñdo  quines  años  en  que  lieedificáron  sus 
papisas  moradas,  y  lograron  abundantes  coaeehaáL  £1  nltimo  da 
estos  años  íaé  el  más  fértil,  y  cuando  iban  á  coger  los  frates^ 
se  presentó  nna  peste  de  fiebres  malignas,  de  las  cuales  pereoiaa 
los  enfermos  en  yeinticuatro  horas:  tan  grande  fué  la  mortandad, 
que  cantidad  de  panes  quedaron  abandonados  en  los  campos  ain 
haber  quién  les  reeogiesai  Otros  diez  y  seis  anos  Tinieron  bnenos, 
siguiéndose  porfiadas  guerras  y  tan  desastrosas,  qne  al  decúr  im 
los  autores,  murieron  en  batallas  ciento  cincuenta  mil  hombres.  (1) 

Al  malestar  ñsico  yino  á  unirse  la  inquietad  moral.  Los  ago 
Teros  ó  profetas  recordaban  al  pueblo  los  antiguos  dichos  de  Ea- 
kulcan,  acerca  de  la  venida  de  los  bombres  blancos  y  barbados, 
la  destrucción  de  los  señoríos,  la  ruina  de  la  patria.  Oía  el  pae- 
blo  con  profundo  terror  las  profecías  concebidas  en  lenguaje  rí^ 
mico  y  oscuro  del  sacerdote  Patsdn  Yaxun  ChaUf  del  gran  saoer- 
dote  Na  han  Pech,  de  Ah  Knkil  Ckel,  de  Ah  Na  Pnc  Tun,  del 
gran  sacerdote  de  Maní,  el  celebre  Chilan  Balam,  y  de  algunos 
otros,  asi  antiguos  como  modernos.  (2)  Predicaban  aquellas  si- 
bilinas un  Dios  único,  la  desaparición  de  los  impotentes  ídolos, 
la  presencia  de  los  hombre  bUncos  armados  de  la  cruz  ó  de  la 
señal  llamada  vakomche^  ^^paloenhiesto  de  gran  virtud  ooatra  los 
demonios."  (3) 

Causa  natural  reconocía  que  aquellas  antiguas  profecfas  salis^ 
ran  de  nuevo  á  luz,  pasando  de  booa^n  boca.  Hemos  ^dicho  an- 
tes, que  Colon,  durante  su  cuarto  viaje,  dio  en  la  isla  Gnanaja 
^1502)  con  una  gran  canoa  eoQQO  galera,  tripulada  por  indios  de 
Yucatán:  (4)  al  regresar,  aqui»llos  navegtfntes  debieron «onW  tatt 
maravillas  que  habían  visto,  entre  ellas  á  losliombrés^blancosy 
barbados  del  Oriente,  prometidos  por  Kukulcan.  Nuevas  notioiáS 
recibieron  después,  por  medio  de  los  mercadereSi  de  haberse  es* 
tablecido  los  forasteros  ^n,  el  .Darie&  • 

(1)  Lttnda,  apud  Brftsseur,  9  X.*>Hevréra,  d¿b.  IT,  l(b.  %  <mp.  IIL 

(2)  Cogolludo,  lib.  II,  cap.  XI.— Landa  §.  XI. 
(8>  lAaad,  pág.  64.     '  i 
(O  Henrara,  déo.  I,  Ub.  V,  eap.  U. 


Poeos  anos  despnev  los  natarales  de  la  peninsnla  tavíeron  en* 
tre  ellos  á  los  priioeros  castellanos,  cuando  todavía  no  era  ni  aún 
sospechada  la  existencia  de  México  por  los  hombres  del  Anti» 
gno  Mnndb.  Durante  la  gnerra  del  Darien,  euoendidapor  las  pa- 
siones de  Diego  de  Nicnesa  y  Vasco  Náaez  de  Balboa,  año  1511, 
salió  nna  pequeña  carabela  oon  destino  á  Santo  Domingo,  llevan- 
do á  Valdivia  con  otros  compañeros,  á  fin  de  dar  cuenta  al  almi- 
rante de  lo  que  pasaba  y  entregar  20,000  ducados  pertenecientes 
al  rey.  Cerca  de  Jamayoa  se  perdió  la  carabela  en  el  bajo  de  las 
Víboras;  arrojado  al -agua  el  batel  se  entraron  hasta  veinte  hom- 
bres, sin  pan,  agua  ni  aparejo,  mirándose  en  tan  gran  necesioad, 
que  bebían  de  lo  que  orinaban.  Trece  6  catorce  dias  estuvieron 
em  el  mar,  muriendo  siete  ú  ocho  hombres,  hasta  que  cimento  y 
las  corrientes  arrojaron  á  los  náufragos  á  una  costa  desconocida» 
Yti<;atan.  Tomada  tierra,  cayeron  en  manos  de  un  batab  que  les 
hÍ2o  prisioneros:  á  Valdivia  y  otros  cuatro  sacrificó  á  los  ídolos 
y  se  los  comió,  encerrando  á  los  demás  en  las  jaulas  de  madera 
en  que  se  poní<in  á  engordar  lai^^íctimas.  Los  cautivos  lograron 
romper  la  jaula,  huyeron  á  tiento  por  los  montes,  teniendo  la 
fortuna  de  caer  en  poder  de  un  batab,  enemigo  del  primero,  lla- 
mado Ahkiu  Cu  tz. 

Este  los  bi/o  esclavos  perdonándoles  las  vidas,  tal  vez  por  con- 
tradecir á  su  contrario.  Siete  eran  las  personas  escapadas,  de  las 
cuales  murieron  de  los  malos  tratamientos  cinco,  sobreviviendo 
únicamente  dos»  Qerónimo  de  Agnilar,  natural  de  Ecija,  que  ha* 
bía  recibido  las  órdenes  sacerdotaleif)  de  Evangelio,  y  Qt)nzalo 
Guerrero,  de  oficio  marinero.-  Murió  el  batab  Ahkin Cutz,  suce- 
diéndole  el  nombrado  Ahmay.  Tres  años  vivió  Aguilar  en  dura 
servidumbre,  acarreando  agua  y  leña,  haciendo  humildemente 
enanto  su  amo  quería,  sin  alzar  los  ojos  á  mirar  á  las  mujeres  por 
temor  de  despertar  celos  en  los  hombres.  Notado  esto  último  por 
Ahmay,  para  probar  la  virtud  del  esclavo  le  puso  en  tentaciones 
con  mujeres  mozas,  de  las  cuales  salió  victorioso.  Enviáronle 
una  vez  á  pescar  en  compañía  dé  una  india  hermosa  de  catorce 
anos:  llegados  á  la  playa,  ella,  como  bien  industriada  que  iba,  col- 
gó una  hamaca,  é  invitó  ál  blanco  á  que  viniera  á  compartirla. 
Aguilar  se  apartó  un  tanto,  encendió  fuego  contra  el  frío,  hacién- 
dose sordo  á  las  invitaciones  de  la  hermosa,'  quien  unas  vece^  le 
llamaba  con  palabras  blandas  y  otras  le  .denostaba  por  no  ser 


y 


6B6 

hambre.  Toruifáos  de  la  éxpedióion,  Ahmáy  pregiíntó  á  la  in^fia 
poi-  el  resnUado,  delante  de  muehas  gentes,  ycomo  elta  dijera  la. 
verdad,'  él  esclavo  aiibió  macho  en:  el  condepto  de  su  señor,  quien 
desde  entonces  le  confió  casa' y  ¿stmilia.  Aguiiar  resistía  por  sns 
órdenes  sagradas,  y  porque  había  hecho  juramento  de  no  tener 
acceso  con  mujer  infiel. 

Ij  i  condición  del  blanco  mejoró  aún  tomando  parte  en  una  ba-' 
talla  contra  un  batab- enemigo  de  su  amo¿  en  la  oual  contribuyó 
eficaamente  con  su  Talor  y  óoiisejos  á  obtener  la  yictoriá.  .Poro 
estQ  puso  en  peligro  su  vida.  Loa  batab  circunvecinos  pidieron 
que  el  esclavo  fuera  sacrificado  á  loé  dioses  por  ser  extranjero; 
por  fortuna  Ahmay  no  prestó  su  consentimiento.  Pusieron  ase- 
chanza<Íftontra  la  vida  de  Aguiiar,  y  siendo  inútiles  tomaron  las 
armas  para  alcanzar  sú  intento  por  fuerza.  Ahmay,  considerán- 
dose débil  para  resistir,  reunió  en  consejo  á  los  principales  de 
BU  pueblo,  de  los  cuales  algunos  opinaron,  por  entregar  al  eselaí-' 
ro:  mas  el  batab  lo  rechazó,  considerándolo  como  una  debilidad- 
indigna  de  un  guerrero.  AprestánDüse  al  combate,  teniendo  la* 
gar  una  cruda  batalla,  dirigida  por  Aguiiar^  en  la  que  por  medio 
de  una'  celada  bien  dispuesta  quedaron  roiíos  y  desbaratados  los 
enemigo^),  aunque  muy  superiores  en  número,  con  gran  gloria  de 
Ahmay.  Desde  entóiices  el  generoso  batab  nd  fue  inquietado  por 
nadie,  logrando  gran  preponderancia  entre  los  áeñores  comarca- 
nos, grangeáudose  Aguiiar  grandes  oonsidei^aoiones. 

Respecto  de  Gotízalo  Guerrerró,  había  pasado  ánlanos del  ba- 
tab* de  Chetemal,  en  lá  provincia  de  Bakhalal,  llamado  Naohan- 
chan;  ayudó  á  su  amo  á  ganar  algunas  batallas,  con  lo  cual  alcan- 
zó nombrad(ade  valiente,' subiendo  á  los  primeros  puestos  mili- 
tares; casó  eon  una  aeñora  principal,  en  quien  tenia  hijos,  y  adop- 
tando las  Costumbres  de  la  tierra  tenía  el  cuerpo  pintado,  la» 
orejas  horadadas,  no  distinguiéndose  al  primer  aspecto  de  loS' 
mayas.  (1)  Nos  hemos  detenido  en  esta  hiatori'a,  porque  puede 
servir  de  muestra  para  otros  naufragios  antiguos,  y  porique  de 
e^tos  dos  hombres  andando  el  tiempo,  el  uno  sirvió  de  intérpre- 
te á  D.  Hernando  Oortea,  el  otro  fuá  él  motdr  dé'la.  guerm.que 

los  indios  hicieron  á  Francisco  Hernández  de  Córdova.  (3) 

■  '  •  •  •  •  • 

(1)  Gomara,  Crónica  de  la  N.  E.  cap.  XIL-r-CogoHodo,  lib.  1,  cap.  VH  y  VXII.^* 
Herrera,  déo.  H,  lib.  IV,  cap.  Vn  y  VIH. 

(2)  CojgoUudo,  lib.  1,  cap.  Vni, 


u¡Bn 

lia  iüTasion  de  Oórdova  se  yerificó  él  año  1517;  al  sífcntetit©,' 
1518,  invadió  las  costas  Juan  de  Qrijálva,  y  todavía  en  1519 'sfe 
presentó  la  armada  de  I>.  Hernando:  al  siguiente  año,  1520,  asoló ' 
la  península  la  peste  de  virnelas.  M  MS.  con  sn  constante  lacb^ 
nismo  dice:— '*E1 13^  ajan  (1488-1511)  y  11  njau  (1512-1535)  hh- 
bo  peste  y  viruelas  en  los  castillos."  I).  Francisco  de  Mbntejo 
comenzó  la  conquista  de  la  península  él  año  1527;  mas  aquella 
primera  empresa  fué  desgraciada:  emprendida  de  nuevo  con  vi^ 
gór  por  D.  Francisco  de  Montejó,  hijo,  eñd537,  se  rfa  por  termi- 
nada en  la  batalla  de  San  Bernabé  á  1Í  de  Junio  15ál. 

Siguiendo  las  doctrinas  del  Sr.  Carrillo,  (1)  la  historia  anti- 
gua de  Yucatán  se  divide  en  cuatro  épocns  principales.  1*  Del' 
principio  de  la  emigración  y  dé  las  instituciones  establecidas 
por  Zamná,  hasta  la  fundación  dé  la  monarquía  de  Chichen-Itzál 
2*  De  los  reyes  de  esta  ciudad,  á  la  llegada  de  Kukulcan  ó  Qué- 
tzalcoatl.  3*  De  Kukulcan  á  la  destrucción  de  Mayapan.  4'  De 
este  acontecimiento  al  principio  de  la  conquista  española,  en 
1527.  Por  nuestra  parte  prolongaríamos  esta  última  ópoca  has- 
ta 1541. 

Besumiendo  nuestras  doctrinas,  la  primera  época  se  distingue 
por  el  legislador  Zamná,  su  culto,  sus  instituciones  y  las  gran- 
des pirámides  de  piedra:  da  el  aspecto  propio  y  genuino  de  aque- 
pueblo,  lleva  el  sello  primitivo  y  nacional.  El  principio  deaque. 
lia  civilización  es  desconocido,  mas  ya  estaba  adelantada  cuan- 
do Zamná,  Itzamhá,  Itzamatul,  daba  la  última  mano  á  la  organi- 
zación social,  preparando  con  sus  instituciones  el  porvenir  de 
la  nación.  . 

La  segunda  época  es  de  marcados  adelantos.  Se  robusteció  el 
poderío  de  las  monarquías;  se  vieron  florecer  laia  artes  en  las 
maravillas  de  la  arquitectura,  y  para  prodncir  los  frutos  artísti- 
cos y  sociales  para  entonces  notados,  preciso  era  que  los  pueblos 
estuvieran  ventajosamente  constituidos.  Se  nota  cierto  elemento  '- 
afifiático.  Así  lo  dicen  los  níonumentos,  el  arte  decorativo,  los  tra- 
jes representados  en  los  bajo  relieves,  principalmente  en  Copan* 
y  en  Palenque,  lod  objetbs  de  uso,  la  cruz,  algunas  doctrinas  re- 
ligiosas,  &c.,  ¿a:  del  éoüjanto  de  estas  observaciones,  hemos  in- 
ferido  relacioneb  con  los  wuebloft  del  Asia,  determinadamente 

r  '  '  I  •  •  ■ 

.        I    ..  ,  ..    _     .  .    .  .       ■  -.  ..        _  ^ 

T  '"  ■  -        f  ,         *  ' 

(1)  Oom^endio  de  hwt.  delucatan,  pág.66. 


con  alguno  que  profesaba  }a  religión  búddbica.  La  civilización 
en  estos  do9  períodos  es  absolutamente  diversa  de  la  de  las  na^ 
ciones  de  Anáhuao:  ninj2;un  punto  de  contacto  tenía  con  los  tol- 
teca,  por  raza,  lengua,  tiempo/  escritura,  en  fin,  por  nada. 

En  la  tercera  época  comenzó  la  decadencia.  Se  inició  con  la 
presencia  de  Kukulcan  y  las  nuevas  doctrinas  reformadoras^  A 
pesar  de  que  el  legislador  era  europeo  7  por  consecuencia  de 
una  raza  muy  más  adelantada  que  la  americana;  no  obstante  ir 
d.e  entre  los  tolteca  y  haber  sido  seguido  por  ellos,  su  reforma 
fuó  moral  y  no  artística.  Por  eso  Mayapan,  perteneciendo  por 
origen  á  la  edad  de  oro  del  arte^  al  ser  recompuesta  para  metró- 
poli sagrada,  quedó  muy  inferior  á  Chichen-Itzá,  Uxmal  y  Pa- 
lenque. Destruido  Tollan,  gran  numero  de  los  emigrados  de  ella 
oriundos,  se  avecindaron  en  la  península;  llevando  su  civiliza- 
ción, fueron  &  modificar,  á  trasformar  la  maya.  La  consecuencia 
era  natural;  diversas  como  eran,  al  ponerse  en  contacto  y  pre- 
ponderar la  nahoa,  la  sociedad  y  sus  obras  tomaron  el  tipo  del 
pueblo  influente,  y  en  verdad  de  verdad  que  los  tolteca  no  eran 
tan  aventajados  arquitectos  como  los  itzaes.  Los  méxica  lleva- 
dos por  los  Cocom  á  Mayapan,  acabaron  por  introducir  sus  cos- 
tumbres, su  culto,  sus  instituciones  militares  y  sociales,  coa  los 
repuguantes  sacrificios  humanos  antes  desconocidos  en  Yucatán: 
entonces,  todos  estos  elementos  extraños  se  mezclaron  en  las 
creencias  nacionales,  dando  por  final  resultado,  perderse  la  pris- 
tina  pureza  de  las  doctrinas  con  las  abonadas  por  la  novedad 
Conservóse  algo  de  lo  predicado  por  Zamná,  revuelto  con  las  doc- 
trinas de  Kukulcan  y  las  politeistas,  sangrientas  y  abigan'aJas 
de  los  mexica.  En  esta  época  si  las  civilizaciones  maya  y  tol- 
teca presentan  muchos  puntos  de  contacto. 

En  la  cuarta  época,  la  irrupción  de  tribus  extrañas  acabo  por 
determinar  la  mudanza.  Aquellos  pueblos  trajeron  al  trato  co- 
mún sus  costumbres,  y  de  su  mezcla  y  de  la  de  sus  ideas,  brota- 
ron los  choques  y  contiendas  sostenidas  por  los  batab  encontra- 
dos por  los  castellanos.  El  pueblo  maya  presentaba  una  arqui- 
tectura propia  bien  adelantada,  algunas  costumbres  que  le  eran 
p.eculiares,  Clareadas  semejanzas  con  las  naciones  habitadoras, 
del  Valle  de  México.  En  cnanto  á  los  edificios  primorosos  del  ;* 
pasado  tiempo,  eran  ruinas  abandonadas,  de  cuyos  oonstructo- 
res  nada  sabían  decir  los  degenerados  herederos  de  los  primiti- 


r 


6S9 

T03  imperios.  Los  mayas  del  siglo  XYI  eran  pueblo  cnlto^  mas 
no  comparables  á  los  de  Chiohen  Itíá  y  üxma^* 

Bosquejaremos  lo  que  erau  los  mayas  á  la  llegada  de  los  cas- 
tellanos. Comenzando  por  la  religión,  la  de  los  mayas,  así  como 
la  de  los  mexic»,  presenta  marcadas  semejanzas  con  el  cristianis- 
mo, de  donde  los  antigaos  cronistas  inferían  con  acierto  que  la 
religión  católiai  había  sido  predicada  eu  América.  (1)  Creían  en 
un  dios  únicOj  incorpóreo,  por  cuya  razón  no  se  le  podía  repre- 
sentar ni  tenía  imagen  alguna:  llamábase  Hunab  Ka,  todas  las 
cosas  procedían  de  él,  y  tenía  un  hijo  nombrado  Hun  Itzamná  ó 
Yaxcocahmat.  (2)  Aquella  deidad  era  conocida  también  por  Noh 
-yum-Kab.  Según  indujo  Fr.  Bartolomé  de  las  Casas,  reconocían 
una  trinidad  compuesta  de  Izona,  gran  padre;  Bacab,  hijo  del 
gran  padre;  Echuah,  el  espíritu.  Bacal  era  hijo  de  la  doncella 
Chiribias,  quien  tenía  por  madre  á  Ixchel.  Bacab  fué  azotado,  le 
pusieron  una  corona  de  espinas  en  la  cabeza,  y  amarrado  sobre 
un  palo  murió,  aunque  resucitado  al  tercer  día  subió  al  cielo  con 
su  padre:  en  seguida  vino  Cchuab,  "y  hartó  la  tierra  de  todo  lo 
que  había  menester."  Preguntados  los  indios  cómo  sabían  esto, 
respondieron,  "que  los  señores  lo  enseñaron  á  sus  hijos,  y  asi 
''descendía  de  mano  en  mano  esta  doctrina.  Añrmaban  que  en  el 
^'tiempo  antiguo  vinieron  á  esta  tierra  veinte  hombres,  y  el  prin- 
"cipal  de  ellos  se  llamaba  Cozas  y  que  éstos  mandaban  que  se 
^'confesasen  las  gentes  y  que  ayunasen."  Ayunaban  en  efecto  el 
viernes  en  memoria  de  la  muerte  de  Bacab.  (3) 

''El  hombre  había  sido  formado  de  tierra  y  zacate  ó  pajas  del- 
egadas, y  que  la  carne  y  huesos  se  habían  hecho  de  la  tierra,  y 
"el  cabello,  barba  y  vello  que  hay  en  el  cuerpo,  era  de  las  pajas 
"ó  zacate  con  que  se  había  mezclado  la  tierra."  (4) 

Muy  particalares  eran  las  ceremonias  en  su  bautismo.  Acos- 
tumbraban poner  á  los  niños  una  cuenta  blanca,  pegada  á  los 
cabellos  de  la  coronilla  de  la  cabeza,  y  colgada  de  la  cintura  por 
un  bilo  delgado,  una  Conchita,  que  vexiía  á  descansar  sobre  la  par- 
te honesta;  ambas  cosas  no  podían  quitarse  sin  parecer  muy  mal, 

(1)  Cogoüado,  Ub.  IV,  cap.  VL— Torqnemaaa,  lib.  XV,  oap.  XUX. 

(2)  CogoUndo,  lib.  IV,  cap.  YL 

(SyCftní^  hist  apoIógéti)Bft.^IC6me8aI,  lib.  V,  cap.  VIL— Tovquemacla,  lib.  XV, 
cap.  XLIX.-CogoUado,  Ub.  IV,  cap.  VL 
(4)  CogoUadO;  Ub.  IV,  cap.  Vn. 

67 


530 

hasta  pasado  el  bautismo,  ceremonia  que  tenía  lugar  entre  los 
tres  7  doce  años,  sin  que  pudieran  casarse  antes  de  pasar  por 
ella.  Dábasele  el  nombre  de  zihüy  nacer  de  nuevo,  palabra  que 
compuesta  con  verbo,  hacía  caput-zihüy  nacer  de  nuevo,  en  la  acep- 
ción de  Ihi  palabra  latina  renaseor.  IJno  de  los  padres  se  hacía- 
cargo  de  la  fiesta,  daba  aviso  á  los  que  aún  tenían  hijos  por  bau- 
tizar, j  se  concertaba  con  el  sacerdote  el  dia  que  no  faei*a  acia- 
go: los  padres  y  los  oficiantes  ayunaban  tres  días  antes,  abste- 
niéndose además  de  sus  mujeres. 

Llegada  la  fiesta,  todos  los  neófitos  acudían  á  la  casa  escogi- 
da, reuniéndose  en  una  sala  espaciosa,  6  bien  en  un  patio  limpio 
y  regado  con  las  hojas  del  árbol  llamado  cihom;  colocados  en 
hileras,  se  disponían  los  niños  á  un  lado,  las  niñas  al  otro.  Lle- 
gaba el  sacerdote  acompañado  de  cuatro  ancianos  oficiantes,  que 
tenían  por  nombre  Chaces;  el  sacerdote  se  sentaba  sobre  un  ban- 
quillo, en  el  centro,  y  ellos  en  banquillos,  en  cada  uno  de  los 
cuatro  ángulos,  cerrando  el  espacio  por  medio  de  unos  cordeles, 
que  en  las  manos  tenían.  Sobre  est  js  cordeles,  entrábanlos  padres 
de  los  chicuelos  que  habían  ayunado.  Procedíase  entonces  á  la 
purificación  del  lugar,  ó  sea  á  arrojar  al  mal  espíritu.  El  sacer- 
dote ponía  por  orden,  en  la  mano  de  los  niños  y  niñas,  un  poco 
de  maíz  molido  y  unos  granos  de  incienso,  que  ellos  echaban  en 
el  braserillo  que  el  oficiante  empuñaba;  acabados  todos,  daban 
á  un  hombre  el  braserillo,  los  cordeles  que  los  chaces  tenían  en 
las  manos,  y  un  vaso  con  un  poco  de  su  vino,  cosas  que  aquel 
debía  sacar  fuera  de  la  población,  dejarlas  á  distancia,  y  tornar 
sin  haber  bebido,  ni  volver  la  cara  atrás.  Con  esto  quedaba  ex- 
pelido el  demonio,  y  para  acabar  de  limpiar  el  lugar,  se  barrían 
las  hojas  de  cihom,  regando  con  las  del  árbol  nombrado  copo. 

El  sacerdote  vestía,  ''un  jaco  de  pluma  colorado,  y  labrado  de 
''otras  plumas  de  colores,  y  que  le  cuelgan  de  los  extremos  otras 
^'plumas  laicas,  y  una  como  coroza  en  la  cabeza  de  las  mismas 
'^plumas,  y  debajo  del  jáóo,  muchos  listones  de  algodón,  hasta 
"el  suelo  como  colas,  y  con  un  hisopo  en  la  mano  de  un  palo 
"corto  muy  labrado,  y  por  barbas  ó  pelos  del  hisopo,  ciertas  co- 
alas de  unas  culebras  qué  son  como' cascabeles.",  (i.)  Cada  niña 
estaba  acompañads^  de  una  mifjer  ¿^iciaúai  qui^/exá  .^u  madfinik} 

(1)  Landa,  apnd.  Brasseur,  pág:  150. 
TU 


S31 

cada  Diño  del  hombre  sn  padrino;  los  chaces  Colocaban  en  la  ca- 
beza de  los  baatizandos,  un  paño  blanco  preparado  por  la  ma- 
dre de  cada  uno,  j  preguntando  á  los  grandecillos  «si  habían  co- 
metido pecado,  los  confesaban  y  apartaban  á  un  lado.  En  el  ma- 
yor recogimiento  y  silencio,  el  oficiante  recitaba  las  oraciones, 
rociando  con  el  hisopo  empapado  en  la  agua  bendita.  ''Esta 
^'agua,  hacían  de  ciertas  flores  y  de  cacao  mojado,  y  desleído  con 
"agua  virgen,  que  ellos  decían  traido  de  los  cóncavos  de  los  ár- 
boles, 6  de  los  montes."  (1)  Sentábase  acabada  la  bendición,  y 
daba  al  promovedor  de  la  fiesta  un  hueso,  con  €|1  cual  iba  y  ama- 
gaba á  cada  neófito,  nueve  veces  sobre  la  frente,  mojaba  líiegb 
el  hueso  en  la  agua  bendita,  y  les  untaba  la  frente,  las  facciones 
del  rostro,  entre  los  dedos  de  las  manos  y  de  los  pies,  sin  pro- 
nunciar palabra. 

Acabado  esto,  levantábase  otra  vez  el  sacerdote,  quitaba  los 
paños  blancos  de  la  cabeza,  y  otros  que  á  la  espalda  llevaban 
con  plumas  de*  un  pájoro  hermoso,  y  unos  cacaos;  cortaba  con 
an  cuchillo  de  piedra,  la  cuenta  que  los  niños  tenían;  los  ayu- 
dantes, con  un  manojo  de  flores  y  un  tabaco,  amagaban  nueve 
veces  á  cada  muchacho,  tras  lo  cual  les  daban  á  oler  las  flores,  y 
afumar  el  humazo.  Recogían  los  presentes,  que  consistían  pria- 
oipalmeñte  en  comida,  daban  un  poco  á  los  niños,  y  ofrecían  un 
poco  de  bebida  á  los  dioses,  que  apuraba  sin  descansar  el  mi- 
nistro llamado  Cayom.  Las  muchachas  se  retiraban  primero, 
cortando  las  madres  el  hilo  que  á  la  cintura  retenía  la  conchi- 
lla, dando  á  entender  que  eran  libres  para  casarse;  los  padres 
repartían  presentes  entre  los  circunstantes,  terminando  la  fiesta 
con  regocijos  y  un  banquete.  El  promovedor,  fuera  de  hacQr  los 
gastos,  ayunaba  los  nueve  dias  siguientes.  Decíase  á  esta  fiesta, 
Emkúy  bajada  de  Dios.   (2) 

El  nombre  de  quien  instituyó  esta  ceremonia  se  descubre  fá- 
cilmente: lo  dicen  las  colas  de  la  víbora  que  componían  el  hisopo 
y  laa  plumas  ricas  llevadas  por  los  neófitos  á  la  espalda.  £ra 
Kukulcan,  la  serpiente  de  plumas  *de  qtietzalU,  6  plumas  finas,  el 
Quetzalcoatl  de  México.  La  institución  del  bautismo  era  general 

(1)  Landa,  loco  cit. 

(2)  Landa,  apud.  Brasseuí,  'f  XXTI.— CogoUudo^  lib,  ÍV  Oñf^  7^.— Bernegal, 
lib.  V,  cap.  VII.— Herrera,  d^o.  IV,  lib.  X/cap.  IV.  ' 


682 

en  Yacatan,  y  no  parece  Terdadero  lo  afirmado  por  algunos  ao- 
toreSp  (1)  acerca  de  ^ue  aquellos  habitantes  practicaran  la  cir- 
cuncisión. (2}  ■ 

Tenían  confesión  auricular.  En  peligro  de  muerte  invocaban 
con  lágrimas  á  Kue,  palabra  convertida  en  Ku,  Dios,  en  sentido 
abstracto,  diciendo  en  alta  voz  sus  pecados  al  sacerdote  si  pre- 
sente estaba,  á  los  padres  j  madres,  los  casados  el  uno  al  otro: 
los  parientes  que  jío  presenciaban,  acordaban  al  penitente  las 
faltas  omitidas.  Confesábanse,  no  de  los  pecados  de  intención, 
fiino  de  los  de  hecho,  como  harto,  homicidio,  la  carne,  falso  tes- 
timonio: no  era  falta  la  unión  del  señor  con  su  esclava.  Hacíase 
pública  la  confesión,  para  que  los  parientes  oraran  para  alca.nzar 
la  remisión;  mas  esto  daba  motivo  á  reyertas  entre  los  cónyu- 
ges, si  por  acaso  el  enfermo  convalecía.  (3)  Eq  Nicaragua  la  con- 
fesión se  hacía  en  secreto  con  el  sacerdote,  quien  no  revelaba  los 
pecados,  no  encontrándose  memoria  del  caso  en  el  cual  se  hubie- 
ra faltado  al  secreto.  En  Chiapas  la  costumbre  era  semejante  á 
la  de  Yucatán,  aunque  la  confesión  tenía  lugar  <^ada  vez  que  las 
mujeres  estaban  próximas  al  alumbramiento,  ó  cuando  hombres 
y  mujeres  querían  casarse.  A  las  mujeres  confesaban  otras  mu- 
jeres, las  cuales  luego  publicaban  las  faltas  de  la  enferma,  y  de 
la  novia  decían  delante  de  todos:  Nuestra  laja  ha  pecado^  dando 
todo  ello  motivo  á  disgustos  y  agravios.  (4) 

Creían  en  la  inmortalidad  del  alma  y  por  consecuencia  en  la  ' 
vida  futura,  con  castigo  y  recompensas.  Los  buenos  iban  á  un 
lugar  deleitable,  de  mucha  dulzura,  donde  nada  daba  pena,  abun- 
dante en  comidas,  en  perpetuo  descanso  y  holgura  á  la  sombra 
del  árbol  Txxxché^  ceiba.  El  lugar  de  penas  se  llamaba  Mitrud,  en 
donde  los  demonios  atormentaban  las  almas  con  grandes  necesi- 
dades de  hambre,  frió,  cansancio  y  tristeza:  el  principal  de  los 
demonios  de  aquel  lugar  era  Hurüiau.  El  mal  espíritu  se  decía 
Sxbilba,,  el  que  se  desaparece  6  desvanece.  Para  «Joanzar  la  glo- 
ria servían  la  confesión  y  las  buenas  obras;  mas  también  la  lo- 
graba quien  moría  ahorcado.  Por  eso  oon  pequeña  ocasión  de 

(1)  Pineda,  lib.  2,  cap.  8.— El  Doctor  lUacaa,  vida  de  León  X,^lib.  6,  cap.  23,  f  8» 

(2)  CogoUndo,  lib.  IV,  cap.  VI. 

(8;  Landa,  §  XXVIL— CogoUudo,  Ub.  lY,  oap,  VII» 
(4)  Bemesal,  lib.  TI,  cap.  XI»  niím.  2. 


^8 

tristeza»  trabajo  ó  enfermedad,  tió  íaltáBk  cfcñhii  sé  aüorcásé,  es- 
tando  seguros  de  qne  la  diosa  de  la  horca,  Ixtab,  venía  por  el  al- 
ma para  conducirla  al  paraíso.  (1) 

A  estas  ideas  venían  ¿juntarse  las  de  un  politeismo  complica-. 
do.  El  dios  principal  era  Kinchnhtzu,  quien  tenía  por  esposa  á 
Ijo-'áml-^vok,  inventora  de  tejer  el  algodón.  Hijo  del  dios  finico  era 
Itzamná,  autor  de  la  escritura.  Ix  Kan-hoz  era  madre  de  otros 
dioses.  Ixchebdyttx  enseñó  la  pintura  y  el  arte  de  las  lat)ores  en 
las  telas.  Presidían  á  la  medicínala  diosa  Ixchdy  Su  com {bañero 
OU~hduntun.  Numen  del  canto  era  Xodnbum^  j  de  la  música  y 
poesía  Ah  Kin  Xooc,  por  otro  nombre  Pidimtea  Para  la  guerra 
contaban  á  Kukulcan;  á  Eac  npctcae,  mirada  de  fuego,  quién  en  la 
gaerra  llevaba  una  rodela  de  fuego  con  que  Re  abroquelaba;  Ah 
^Tiuy  hak  que  entraba  á  lu  batalla  en  hombros  de  cuatro  capita- 
nes. Sustentaban  el  cielo  sobre  los  cuatro  puntos  cardinales,  y 
•dirigían  los  vientos  2ac^i  Bacah,  Canal  Bacab,  Chacal  Sacab,  y  Skd 
JBéoab.  El  gigante  Okao  inventó  la  agricultura,  y  por  ello  era  se- 
ñor de  los  panes,  truenos  y  relámpagos.  Mtd  Tum  Tzec  reinaba  en 
los  malos  tiempos  y  sus  dias  eran  aciagos.  En  la  fiesta  Vayeyáb 
ndoraban  un  palo,  bajo  el  nombre  de  ifam,  abuelo,  que  desprecia- 
ban en  seguida. 

Ted  cuzam  tenía  las  espinillas  como  una  golondrina;  Lahun^ 
-chaam  tenía  dientes  disformes;  Ahtubtun  escupía  piedras  precio- 
sas; Aaxt  convertía  en  flores  á  los  indios  que  se  labraban  el  cuer- 
po, "ídolos  de  los  mercaderes,  y  éstos  tenían  uno  de  piedra  en 
particular  muy  venerado.  Habíalos  de  los  caminantes,  pescado- 
res, cazadores,  de  las  milpas  y  otros  que  invocaban  en  los  tiom- 
**pofl  tempestuosos.  Dios  y  diosa  del  vino,  y  uno  antiquísimo  de 
**un  gran  hechicero.  Diosa  de  los  que  se  ahorcaban,  que  decían 
'*se  les  aparecía.  ídolo  del  amor,  de  las  farsas,  de  los  bailarines, 
^'y  otra  infinidad  de  idolillos  que  ponían  á  las  entradas  de  los 
"pueblos,  en  los  caminos,  en  las  escaleras  de  los  templos  y  otras 
^4>ftTtes."  (2) 

Los  de  Campeche  adoraban  á  Kinchahauhnban,  dios  de  las 
crueldades,  sacrificándole  víctimas  humanas,  y  los  dé  Tihoó  (Mó- 
rida))'  i  Ahohun  cesan  y  á  Vadom  vJuián.  El  ídolo  de  Cozumel,  que 


(1)  Landa,  §  XXXm.— CogoUlido,  Ub.  IV,  oap.  VU. 

(2)  CogoUndo,  Ub.  IV,  oap.  VIH. 


■4C, 
tt 


tenia  una  fleelia  en  la  mano,  se  decía  Ahhtdané  6  AlJivbMh,  La  dio* 
sa  de  las  monjas,  .bija  de  nn  rey,  se  nombra];)a  ZuJmy  kok^  faego 
virgen,  y  á  ella  dedicaban  las  niñas.  Tenían  tambiek^  por  dioses 
á  sua  reyes  muertos,  y  á  peces,  culebras,  tigres  y  otros  animales. 
Aquellos  ídolos  eran  pocos  de  piedra,  algunos  de  madera»  y  .la. 
mayoría  de  barro;  apreciaban  tanto  los  de  palo,  que  se  heredaban 
como  co^as  de  valor.  (1) 

Los  templos  eran  muchos  y  suntuosos,  y  faera  de  los  públi* 
eos,  los.  particulares  tenían  sus  oratorios  ó  casas  de  oración*  Loa 
santuarios  principales,  fuera  del  de  Itzamal,  ei:an  el  pozo  de  Chi« 
chen-Itzáy la  isla  de  Oocumel  ó  Aouzamil,  isla  de  las  golondri- 
nes.  A  esta  acudían  multitud  de  peregrinos  con  ofrendas,  ha* 
biendo  caminos  labrados  por  la  península,, que  venían  á  terminar 
en  la  costa  occidental,  á  finrde  hacer  Mcrl  la  peregrinación,   (2) 

Los  sacerdotes  eran  los  depositarios  de  las  ciencias;  dividían* 
se  propiamente  en  cuatro  clases.  Los  Chüam  Bedam^  conocedo-* 
res  de  la  voluntad  de  los  dioses,  cuyas  respuestas  comunicaban 
al  pueblo,  por  lo  cual  se  les  tenía  en  gran  estima,  aconteciendo 
que  les  llevaban  en, hombros.  Los  Kin,  hechiceros  y  médicos, 
que  curaban  las  enfermedades  con  medicinas  ó  con  suertes  y  adi* 
TÍnaciones.  Los  Chaces,  que  eran  cuatro  ancianos  elegidos  para 
servir  de  ayudantes  en  las  fiestas.  Los  Nacon,  de  los  cuales  ha- 
bía dos  clases;  el  Nacon  perpetuo  ó  que  abría  el  pecho  á  las  víc- 
timas humanas,  cuyo  oficio  se  tenía  por  despreciable:  el  Nacon 
trienal,  capitán  en  la  guerra  y  destinado  á  ciertas  fiestas  princi- 
pales, empleo  de  mucha  honra.  (3)  Los  saceriotes  de  estos  tem- 
'*plos  traían  vestidas  unas  ropas  de  mantas  de  algodón,  largas  y 
'blancas,  más  que  los  otros  que  no  lo  eran,  los  cabellos  cuanto 
''podían  crecidos  y  revueltos  que  nunca  los  peinaban,  ni  podían 
''si  no  los  cortaban,  pprque  los  untaban  con  la  sangre  de  los  sa- 
"crificados;  y  así  andaban  tan  sucios  como  se  deja  entender."  (4) 

Había  recogimiento  de  hombres  viviendo  ¿'manera  de  monjes- 
Junto  á  los  templos  había  aposentos  destinados  á  ciertas  donoe^ 

(1)  CogoUadclib.  IV,  oap.  VIIL^-Laada,  §XXVn. 

(2)  Laada,  §  XXVIJ.-^Cogottiido,  Uh.  IV.  oap  VJI.— TerquemacU,  Hb,  IV; 
cap.  IX. 

(8)  Landa,  §  XXVIT. 

(4)  CogoUudo,  lib.  IV,  oap.  Vil. 


m 

Uas  qnB  ge  dedicaban  al  culto.  2f ombrábase  la  fltperiora  Ixnáocbí 
JSjcUun,  la  que  está  sabida  én  gaerta»  la  cual  tenía  cuidado  del 
orden  y  moralidad  de  las  virgenee.  Semejantes  á  las  Vestales, 
cuidaban  del  faego  perpetuo  que  en  loií  templos  se  conservabaí 
7  ai  se  apagaba»  moría  la  que  le  tocaba.  Si  TÍolaba  la  castidad, 
también  moría.  Unas  se  manteniaín  de  por  vida  en  el  moDásterio, 
según  stt  voluntad;  otras  salían  para  casarseí  previa  licencia  del 
sumo  sacerdote.  (1) ; 

Para  pedir  amparo  á  los  númenes,  acudían  á  oraciones  largas 
7  devotas.  Consistían  sus  ofrendad  en  comida,  frutos,  flores,  y 
cuantos  objetos  parecían  bien  á  su  *piedad.  Ayunaban  según  lo 
piBscribía*  el  ritual,  absteoiéndose  á  veces  de  comer  bocado  en 
dos  ó  tres  dias.  .Los  sacrificios  eran  del  propio  cuerpo,  de  ani- 
males, y  en  Iqs  últimos  tiempos,  aprendido  de  los  méxica,  vícti- 
mas Lumanas.  Los  hombres  se  cortaban  pedaoillos  del  exterior 
de  la  oreja,  del  cuerpo,  ó  de  la  parte  superfina  del  sexo,  para  ofre- 
cerlo á  los  ídolos  con  la  sangre;  por  ósta  costumbre  "se  engañó 
^'el  historiador  general  de  Indias,  diciendo  que  se  circuncida- 
''ban."  (2)  Se  agujeraban  las  mejillas,  el  labio  inferior  y  la  lengua 
á  los  lado59,  pasando  por  los  agujeros  pajas  más  ó  menos  largas 
con  grandísimo  dolor.  Juntábanse  cuantos  querían,  y  haciendo 
un  agujero  en  el  genital,  pasaban  la  mayor  cantidad  de  hilo  que 
podían,  con  el  cual  quedaban  unidos  sin  poder  separarse;  quien 
más  sufría  era  tenido  por  más  valiente.  Oon  la  sangre  untaban  á 
los  númenes.  , 

Las  mujeres  no  se  sacaban  sangre  del  cuerpo,  ofreciendo  sólo 
cuanto  de  la  tierra  podíbn,  aves,  peces  y  animales;  de  ello  vivo 
para  el  sacrificio,  muerto  como  ofrenda  ó  guisado  para  el  consu* 
mo  de  los  sacerdotes.  Los  sacnrifloios  humanos  aprendieron  los 
maya  de  los  méxica.  (3)  El  sacrificio  común  se  hacía  por  los  cua*  ^ 

tro  c^iaces^  quienes  tomaban  a -la  víctima  por  pies  y  manos,  ten* 
dienddíla  sobre  la  piedrfi,  y  el  Nacon  abría  el  pecho  para  arran- 
car el  corazón,  presentándole  al  sacerdote  para  ofrecer  al  ídolo. 
Si  el  sacrificio  tenía  lugar  en  lo  alto  del  templo,  el  cadáver  era 
despeñado  por  las  escaleras  abajo:  en  ciertas  ocasiones  era  deso- 

(1)  Oogollndo,  lib.  IV,  cap.  11. 

(2)  LendA,  §  XXVni. 

(8)  Hnren,e  déo.  IV,  lib.  X,  cap.  III. 


«36 

liado,  tistidDdo  la  piel  un  sacerdote,  como  én  la  fiesta  méziea  dé 
Xípe.  También  tenían  el  sacrificio  á  flechazos.  Aunque  los  maya 
habian  aceptado  esta  bárbara  costumbre,  no  la  practicaban  eii 
tan  grande  escala  como  las  naciones  de  Anáhuac;  las  TÍctimas  en 
proporción  eran  pocas,  tomadas  de  entre  los  prisioneros  de  ciien* 
ta,  de  los  esclavos  comprados  para  el  objeto,  de  los  niños  ofrecí^ 
dos  por  sus  padres.  Hombres,  mujeres  ó  infantes  eran  vistos  con 
grande  reverencia,  cuidándolos  y  engordándolos  para  que  estn^ 
vieran  sanos  y  gordos  Oomían  la  carne  del  sacrificado  como  los 
méxica,  dándole  el  mismo  valor  místico;  fuera  de  este  caso,  aquel 
pueblo  no  era  antropófago.  (1) 

Los  señores  ó  batab  eran  déspotas,  si  bien  su  voluntad  estaba 
sujeta  por  las  costumbres  y  las  leyes.  Vivían  de  las  sementeras 
que  el  pueblo  les  labraba  en  común;  del  tributo  impuesto  á  loa 
vasallos;  de  una  parte  de  la  caza,  de  la  pesca  y  de  la  sal  que  es- 
taban obligados  á  darle.  El  poder  se  heredaba  de  padres  á  hi- 
jos. Sí  muerto  el  batab  no  dejaba  heredero  qapaz  por  ser  niño^ 
el  hermano  mayor  del  difunto  ó  el  más  hábil  subía  al  trono,  te- 
niendo cuidado  de  educar  á  su  sobrino;  mas  al  llegar  éste  á  la 
mayor  edad,  no  le  cedía  el  mando,  sino  que  continuaba  hasta  mo- 
rir, siendo  en  realidad  el  verdadero  soberano.  Si  el  finado  batab 
no  tenía  hermano,  los  sacerdotes  y  gente  principal  nombraban 
al  regente.  (2)  Los  demás  hijos,  hermanos  del  heredero,  eran  aca- 
tados y  tenidos  como  señores.  Los  batab,  ayudados  por  los  no- 
bles, administraban  justicia,  disponiendo  cuanto  creían  conve- 
niente para  el  orden  de  los  pueblois.  (3) 

.  Había  jaulas  de  madera,  como  las  de  los  méxica,  que  servían 
de  cárcel  para  custodiar  los  presos  y  los  destinadas  al  sacrificio. 
A  los  presos  se  les  amarraban  las  manos  á  la  espalda,  poniéndoles 
al  cuello  una  collera.  Las  penas  se  imponían  sin  remisión,  no 
dándose  apelación  de  las  sentencias.  Los  prisioneros  de  guerra, 
si  era  gente  menuda,  quedaban  hechos  esclavos;  si  principales,  se 
les  sacrificaba,  á  no  ser  que  se  rescatasen.  El  adáltero,  llevado  á 
la  casa  del  señor  y  en  presencia  de  los  principales,  era  atado  á  un 

(1)  Landa,  §  XXVIII.— CogoUudo,  Ub.  IV,  cap.  VII.— Herrera,  déc.  IV,  lib.  X» 

cap.  III. 

(2)  Landa.  apad  Brasaear,  §  XXIV. 

(3)  Landa,  §  XX. 


VSi 

palo;  si  el  marido  le  perdonaba  quedaba  libre,  y  si  no,  le  niftebn- 
üaba  la  cabessa  con  nna  piedra:  á  la  mnjer  dejabnn  libré,  que  ha- 
cerlo así  se  tenia  por  grande  infamia  ^ara  ella.  Qaien  cortonnpíá 
doncella,  forjaba  mnjer,  ponía  acechanzas  A  esposa  ó  hija,  ó  alia- 
Haba  ttna  éasa  con  intento  deshonesto,  tenía  pena  de  muerte. 
Bl  homicidio  se  pagaba  con  la  yida,  ó  se  daba  un  esclavo  en  pa- 
go; si  el  matador  era  menor  de  edad,  quedaba  hecho  esclavo.  El 
traidor  y  el  incendiario,  pena  de  muerte.  El  ladrón,  por  pequeño 
que  el  hurto  fuese,  quedaba  por  esclavo  hasta  que  podía  redi- 
mirse. 

Los  hijos  de  esclavos  nacían  esclavos;  salían  de  servidumbre, 
redimiéndose  6  pasando  á  la  clkse  de  tributarios.  El  que  casaba 
con  esclava,  ó  en  ella  tenía  hijo,  se  hacía  esclavo  del  dueño  de 
aquella;  lo  mismo  acontecía  oon  mujer  que  se  casaba  con  escla- 
vo. Si  poco  después  de  la  venta,  moría  el  esclavo  6  huía  sin  en- 
contrársele, el  vendedor  devolvía  una  parte  del  precio.  A  los  qué 
Tondaban  las  casas  con  designios  sospechosos,  les  prendían  por 
más  6  menos  tiempo,  según  la  gravedad  de  la  sospecha,  ó  le  cor- 
taban el  cabello,  que  era  gran  afrenta.  No  se  pedia  juramento, 
pronunciándose  grandes  maldiciones  contra  quien  fuera  menti- 
roso. Nunca  fue  usado  el  castigo  de  azotes.  Si  el  delincuente  era 
algún  señor,  juntábanse  los  del  pueblo,  le  prendían  y  labraban  el 
rostro  de  la  barba  hasta  la  frente,  lo  cual  se  tenía  por  grande 
afrenta.  La  satisfacción  de  los  delitos  menores  era  con  sangre  6 
puñadas.  Aun  cuando  se  asegurs,  de  buena  intención  por  igno- 
rancia 6  poca  advertencia,  de  mala  fe  por  poner  defectos  en  los 
indios,  para  que  apareciendo  criminales  ante  la  ley,  so  les  pudie- 
ra hacer  esclavos,  no  aparece  probado  que  los  mayas  practicasen 
el  pecado  nefando.  (1)  Los  jueces,  nombrados  por  el  señor  def 
cada  pueblo,  oían  á  los  litigantes,  fallando  inmediatamente;  éstos' 
les  hacían  alpinos  presentes  que  Servían  como  de  honorarios. 

Sus  armas  ofensivas  consistían  en  arco,  flechas  armadas  coa' 
punta  de  pedernal  ó  dientes  agudos  de  pescados,  lim^^ias  y  sin' 
ponzoña,  lan:{as  pequeñas  con  pedei^Uál,  y  hachas  de  cobre,  de 
figura  de  las  mésica,  que  así  les  servía  de  arma  cómo  de  labrar 
madera.  Las  armas  defensivas,  rodtilas  de  cañas  majadas,  refor- 
zadas con  pieles;  jacos  de  algodón  ó. pita  [colchados,  súfíóientea 

(1]  CogoUudo,  Ub.  IV,'cap.  CV.^-Latta»,  J  JÜCIII  >  itXX. 

68 


para  resistir,  los  golpes;  alfn^noa  oapitanes  6  principales  traían 
mo^^ione^dQ  madera,  t.Iqs  demás  se  adornaban,  con  piellejos  de 
leones  y  tigres,  plumas,  y  diiesji 

El  ej^rcítp  contaba  dos  jefes. principaleai  El  t^no. perpetuo  ¡jr 
cuyo  o>£ioio  se  berodaba  en  la  familia.  El  otro  llamado  ^ocon,  da- 
raba  por  tres  auOsS,  y  ade  mas  ,de  mandar  en  la  guerra  debía  ha^ 
eer  la  fiesta  del  mes  Pax:  en  los  tres  años  era.  tenido  en  granjre- 
verencia,  no  se  aoereaba  ni  á  su  propia  mujer,  no  comía  carne  ai- 
no  pescados  é  iguanas,  no  se  embeodaba,,  y  las  valijas  de  su  ser- 
vicio conservaba  aparte,  para  que  mujeres  no  le  sirviesen. 

Oom poníase  el  ejército  de  cierta  gente  escogida  que; en  los 
pueblos  había,  llamada  holcane.s,  1^  cual  no  recibía,  soldado  sino 
durante  la  guerra,  y  esto  de  quepta  del  capitán,  q\iieu  si  de  lo 
suyo  np  t^nía  acudía,  al  pueblo  . por  auxilio.  Si  los /¿o/aa7M»«  no 
bastaban  al  intento,  se  escogía  la  gente  necesaria  en  la  población. 
Salían  á  campaña  precedidos  de  un  gran  estandarte;  guerreros 
principales  conducían  en  hombros  á  los  númenes  Kukulcan.  Ka* 
kupacat,  (Mirada  de  fuego)  y  Chuykak;.  (El  que  prende  fuego), 
marchaban  en  silencio,  aunque  á  la  hora  del  combate  aiTojabau 
grandes  gritos.  Conocían  murallas  hechas  de  piedra,  y  fortifica- 
ciones pasajeras  de  madera  6  varas.  Los  gilerreros  se  pintaban 
cuerpo  y  rostro  de  varios  colores,  á  fin  de  pouer  miedo  en  los  ene- 
migos, y  después  de  la  victoria  quitaban  &  los  .muertos  la  quija- 
da y  limpia  de  la  carne  poníansela  en  el  brazo.  CompotiLuí  la 
música  guerrerp.  el  tunkvl  ó  iankul^  tambores,  trompetas,  silbatos, 
caracoles  marinos,  sonaja»,  flautas  y  una  concha  de  tortuga  re- 
picada con  eljasta  de  un  ciervo,  (1) 

Los  mayas  son  bien  dispuestos,  altos  y  fuertes;  algo  estevados 
porque  las  madres  acostumbraban  llevar  a  sus  hijos  &  horcaja- 
das en  los  cuadriles.  Tenían  á  gala  ser  biscos,  para  lo  cuid  col* 
gabán  á  los  niños  del  pelo  un  pegotillo  que  les  Ueg  iba  al  medio 
d^  las  Olajas,  y  ellos  alzando  los  ojos  adquirían  el  estrabismo.  Las 
frentes  y  cabezas  tendían  chatas,  deformación  que  les  hacían  cuan- 
do chicos:  no  criban  barbas,  pues  las  madres  les  quemaban  los 
rostros  con  paños  caliente''.  Se  dejaban  crecer  el  cabello,  á  excep- 
cipn  de  la  parte  superior  de  la  cabeza  en  que  se  cortaban  una  es- 
pecie de  corona.  Bañábanle  pon  frecuencia;  eran  amigos  de  bue- 

(1)  Ltfida,  §.  XXIX.r-Cprríno,  Mamúa  de  bist,  pág.  16i. 


r 


680 

Bcmolocea^  fot  lo  cual  ni^Aban  maeho  de  flotas  y  ramilletes.  Su 
Testielo  ooQ8Í8lía  en.UDa  faja  ancha  llamada  e:z;  (el  maxtlatl  délos 
méxic  i),  vdvttelta  ala  cintura,  j  onyas  puntas  caían  la  una  delan^ 
tetla  otradetraa:  estas  puntas  estaban  labradas  cariosamente  de 
pluma  ó  labores  de  colores.  Una  mantalargay  cnadrada,  annda*^ 
da  al  .pecho  6  sobre  Um  Üotubres^  les  servía  de  capa,  y  traían  en 
los-piáa  sandalias  de  cánamo  ó  cuero  de  venado  seco  7  sin  cur- 
tir, anudadas  con  correas.  (1) 

La  base  del  alimento  era  el  mafz,  preparado  ya  en  pan,  ya  en 
aioie,  ya  en  diversas  bebidas  á-lá  manera  de  los  m^xica.  Usaban 
también  del  cacao,  coa  el  cual  confeccionaban  líquidos  sabrosos 
j  refi:igeraBtes.  Conocían  legumbres  de  diversas  clases,  y  aunque 
carne  comían  poca,  consumían  la  de  los  venados^y  aves  monteses 
que  tomaban  de  la  caza,  y  de  las  aves  dom^BticttS  que  criaban 
muchas.  Comian  los  hombres  apartados  de  las  mujeres,  laván- 
dose al  concluir  manos  y  boca.  Hacían  del  maíz  bebidas  fermen- 
tadas para  sus  bailes  y  ripgooijos.  (2) 

Tenían  por  gala  y  valentía  labrarse  los  cuerpos.  Para  ello  pin- 
taban Hobre  la  carne  las  labores  qñe  querían,  y  los  oficiales  que 
en  ello  entendían  sajaban  delicadamente  sobre  el  contorno,  po- 
niendo en  las  heridas  cierta  tierra  negra  ó  carbón  molido,  con  lo 
cual  la  pintura  se  hacía  indeleble.  Aquella  labor  se  llevaba  &  ca- 
bo poco  á  poco,  no  sólo  por  ser  el  dolor  mucho,  sino  porque  á 
veces  se  encona|t»an  y  empodrecían  las  sajaduras.  Ya  sanos  os- 
tentaban ¿guras  de  sierpes,  águilas,  aves,  animales,  con  diferen- 
tes labores. 

Gustaban  de  convites,  ya  en  las  fiestas  religiosas,  en  las  pú- 
blicas ó  privadas,  acabados  casi  siempre  por  embeodarse.  "Ha- 
^'cen  el  vino  de  miel  y  agua,  y  cierta  raíz  de. un  árbol  que  para  es- 
''to  criaban,  con  lo  cual  se  hacía  el  vino  fuerte  y  muy  hediondo." 
Las  mujeres  hermosas  escanciaban  y  presentaban  de  beber,  vol- 
viendo el  rostro  hasta  que  les  presentaban  el  vaso  vacío.  Gasta- 
ban en  aquellas  comidas  cuanto  nopodían,  pues  á  veces  daban 
[Nresentes  á  los  comensales  de  mantas  y  otros  objetos. 

Ciertas  de  sus  recreaciones  eran  muy  donosas.  Tenían  ciertos 
larsanjtes,  llamados  Balzanif  que  representaban  fábulas  é  histo-* 

(1)  Landa,  §.  XX.— Oogolludo,  lib.  IV,  cap.  V. 
(2;  Lauda,  $.  XXL— CogoUado,  Uh.  IV,  cap.  V. 


640 

rias  auiigaasi  decían  chkAes  t»ara  barlar,-  y 'motejaba»  iSoiiF^caeift 
en  ios  superiores  sus  defectos  y  faltas:  esoogiase  para  ello  geai^ 
te  chífstosay  satírioa.  Daban  por  metáfora  el  nombre  da  J3a/nu% 
''al  que  es  decidor  y  obotorrero,  y  remedan  en  sos  líepreaeiiti»- 
ciones  Á  los  pájaros." 

Eran  afectos  á  la  música;  cantabaü  y  bailaban  á  la  manera  da 
los  méxica.  £1  tunktU,  es  atabal  de  palo  hueco,  el  teponojíli:  ha^' 
bía  un  atambor,  que  se  tañía  con  un  palo  que  tenía  la  punta  con 
una  bola  de  goma  elástica,  que  producía  un  sonido  pesado  y  iris- 
te;  t]K>mpetas  de  madera»  delgadas;  terminando  por  el  un  cabo 
en  calabazas  largas  y  retuertas;  la  concha  limpia  de^a  tortuga, 
que  golpeada  con  la  palma  de  la  mano  arroja  sonidos  lágnbres: 
pitos  y  silbatos  de  caña  ó  de  huesos  de  venado,  caracoles  giaa« 
des  y  flautas  de  caña. 

El  cantor  principal  que  enseña  el  canto  y  en  los  bailes  Ilev» 
el  compás  se  llama  Solpop,  y  es  quien  tiene  á  su  cargo  el  tunkul^ 
Cantaban  alabanzas  á  sus  dioses,  historias,  fábulas  y  antiguallas» 

En  el  baile  llamado  Cdomche  6  de  las  cañas,  salían  al  medio 
de  la  rueda  de  los  danzantes  dos  de  ellos;  él  uno  con  un  puñado 
de  bohordos  que  se  queda  enhiesto;  el  otro  que  se  pone  en  co- 
cliUas:  al  compás  de  danza  y  música,  aquel  tira  con  toda  bu  fuer- 
za los  bohordos  ó  cañas  á  éste,  quien  con  un  palo  pequeño  se  de- 
fiende desviando  los  tiros.  Acabado  el  lance  vuelven  á  la  rueda 
y  otrcs  dos  ocupan  sus  lugares.  En  un  baile,  representación  de 
la  guerra,  se  reunían  hasta  ochocientos  bailarines  con  pequeñas 
banderas,  haciendo  evoluciones  y  acometidas  sin  faltar  al  com- 
páa  Incansables  en  este  ejercicio,  perseveran  dia  y  noche  en  el 
baile,  llevándoles  allí  de  comer  y  beber.  Frecuentemente  lóá 
hombres  no  danzaban  junto  con  las  mujeres.  (1) 

Los  diversos  númenes  que  adoraban,  dan  idea  de  las  artes  que 
sabían.  Los  carpinteros  y  alfareros  constructr)res  de  ídolos,  des- 
empeñaban su  oficio  con  muy  particulares  ceremonias,  ayunos 
y  penitencias.  Los  médicos  y  cirujanos  curaban  con  yerbas  y 
emplastos,  así  como  ensalmos  y  conjuros^  El  gremio  de  mercar 
deres,  considerado  y  numeroso,  emprendía  largos  viajes  á  los  paí- 
ses circunvecinos,  á  Tabasco  y  México,  llevando  de  toda  clase  de 
mercaderías,  sal  y  esclavos.  El  comercio  se  hacía  por  trueque, 

(1)  Landa,  §.  XXII.~-CogoUudo,  lib^  IV,  eap.  V. 


641 

ftnnqne  conocían  también  cierta  especie  de  moneda.  Servían  de 
ella,  caentas  de  piedra  finas  que  usaban  por  adorno,  campanillas 
y  cascabeles  de  cobre,  conchas  coloradas  puestas  en  sartales,  los 
granos  del  cacao,  piedras  preciosas  j  bachuelas  de  cobre  que  lle- 
Taban  de  Anáhuac  En  los  contratos,  sobre  todo  de  esclavos,  no 
mediaban  escrituras;  bastaba  para  darles  validez  que  los  contra- 
tantes bebiesen  ante  testigos.  Mentía  faera  que  alguien  negara 
BU  deuda;  pagábala  luego  que  podía,  j  caso  de  muerte  del  deú" 
dor,  su  mujer,  bíjos  y  parientes,  quedaban  obligados  á  satisfaz 
cerla.  (1) 

Las  tierras  eran  comunes,  por  lo  cual  carecían  de  lindes  deter- 
minados, señalados  sólo  entre  las  provincias  vecinas,  ó  cuando 
en  algún  terreno  se  habían  sembrado  fírboles  frutales  6  cacao. 
Las  tierras  las  hftcía  sujas  el  primer  ocupante,  aunque  á  cada 
xnatrimonio  se  conce<lía  un  espacio  de  20  medidas  en  largo  y 
otras  tantas  de  ancho,  llamado  hun-uinic.  Comunes  eran  también 
las  salinas  encontradas  á  la  orilla  del  mar.  La  labranza  estaba 
poco  adelantadla:  entre  Enero  y  Abril  quemaban  la  yerba  seca,  y 
llegadas  las  lluvias  venían  con  un  taleguillo  de  grano  y  un  palo 
puntiagudo;  hacían  un  hoyo  en  el  suelo,  depositaban  cinco  ó  seis 
granos  de  simiente,  tapándolos  con  el  mismo  palo:  el  resto,  has- 
ta la  cosecha,  quedaba  á  merced  del  tiempo.  Beuníanse  en  gru- 
pos' hasta  de  20  en  20,  haciendo  en  comunidad  la  labor  que  les 
correspondía;  en  reuniones  de  50  en  60  hacían  también  la  caza  y 
la  elaboración  de  las  salinas,  repartiéndose  amigablemente  los 
productos,  después  de  dar  al  señor  lo  que  le  correspondía.  En- 
tre sí  se  mostraban  amip;ables  y  dadivosos;  concedían  franca  y 
desinteresada  hospitalidad  á  los  caminantes:  nunca  se  presenta- 
ban, á  sus  señores  sin  llevar  un  regalo.  (2) 

Tenían  mucha  cuenta  en  observar  el  origen  de  sus  linajes.  El 
Bombre  de  los  padres  se  perpetuaba  en  su  descendencia  maecu* 
lina,  pues  las  hijas  no  le  heredaban;  los  varones  llevaban  como 
nombre  el  del  padre,  y  como  apellido  el  de  la  madre,  así  qué  el 
liijo  de  Chel  y  de  Chan,  se  llamaba  Na-Chel-Ohan.  Por  los  nom- 
tees  reconocían  el^parentesco,  evitando  siempre  el  casarse  eou 
persona  del  miateo  origen. 

(1)  UodA,  §•  XXm.-  Cogullndo,  Ub.  IV,  cap.  III. 
(S;  IiMidA,  §.  XXIIL-'Oogcdkido,  Ub.  IV,  Mp.  III. 


5ia 

A  la  herencia  no  eran  admitidas  la»  hembras,  las  cuales  sólo 
recibían  de  los  bienes  una  pequeña  porción,  á  título  de  dádiva. 
Los  hermanos  repartíanse  por  partes  iguales,  quedando  mejora- 
do el  que  había  trabajado  en  allegar  la  hacienda.  Si  sólo  que- 
daban mujeres,  pasabau  los  bienes  á  poder  de  los  deudos  más 
cercanos.  Poníase  curador  á  los  niños,  y  caidiban  de  c>nseryar 
el  depósito  que  se  les  confiaba,  hasta  resiiúuirlo  &  la  mayoría  del 
tutoreado,  haciendo  la  entrega  delante  de  los  señores  y  princi** 
pales,  rebajando  lo  que  habían  gastado  en  la  crianza.  De  los  col- 
menares, sembrados  de  cacao,  &c.,  nada  devolvían,  reputándose 
la  cosecha,  como  la  compensación  de  mantener  el  plantío.  (1) 

Casábanse  á  edad  de  veinte  años.  Los  padres  buscaban  espo-  . 
sas  á  sus  hijos;  pero  era  reputado  vergonzoso,  procuraran  marido 
á  sus  hijas.  Concertado  el  matrimonio^  dábase  á  la  novia  una  es-  - 
pecie  de  donas,  consistentes  en  ve^^tido^i  y  cosas  de  poca  sustan- 
cia; reunidos  los  parientes  el  dia  señalado,  que  debía  ser  de  Jbnen 
agüero,  el  sacerdote,  en  presencia  de  los  suegros,  hacía  una  larga 
plática  dando  á  entender  á  los  novios,  convenirles  aquella  unión; 
sahumaba  la  casa  para  purificarla,  y  con  ciertas  oraciones  bende- 
cida á  los  contrayentes,  que  ya  quedaban  casados.  Tenía  obliga* 
cion  el  marido,  de  servir  cuatro  ó  cincQ  años  á  su  suegro;  no  cum- 
pliendo bien  con  el  trabajo  era  arrojado  de  la  casa,  y  su  mujer 
era  dada  á  otro,  de  lo  cual  se  seguían  graves  escándalos.  Los 
viudos  se  unían  por  voluntad,  sin  intervenir  ceremonia  alguna. 

Casaban  sólo  con  una  muger.  No  podían  contraer  matrimonio 
con  quien  llevara  el  mismo  nombre  del  padre  del  novio,  con  su 
madrasta,  cuñadas,  tías,  por  parte  de  la  madre:  con  las  demás 
parientas  se  unían  aun  cuando  fueran  primas  hermanas.  Duran- 
te el  matrimonio,  se  exigía /de  las  mujeres  que  fueran  fieles;  la 
menor  apariencia  de  infidelidad,  traía  pendenciad  y  disgustos 
que  terminaban  por  el  repudio.  E^taa  separaciones,  ^ran  fre- 
ouentes>  y  no  obstaba  para  que  do  nuevo  volvieran  á  qnirae,  que 
la  esposa  hubiera  vivido  oon  otro  varón.  Si  al  tiemp(T  del  repu- 
dio Iqs  hijos  eran  pequeños,  les  llevaA^a  la  madre;  ^  ei^an  ^raii- 
d^^las  hein^br^s  «pertenecían  4  1a. esposa,  los  viS)ro<itoAl  esposa' 
La  facilidad  más  grande  existia  para  tornaarse  ó  4ej^r^et  (SO.Loft; 


.:^ 


(1)  Landa,  §  XXIV.  }    .     1    /.       .    . 

(2)  Landa,  §  XXV.-Herrw%,  ^  ^Vv  l¡b,  XX,  oap.IV.  .  :  .    »"..::, 


64S 

viudos  no  se  casaban  hasta  después  de  un  año,  y  haciendo  lo 
contrario,  se  les  tenía  por  destemplados,  creyendo  que  por  ello 
les  sobrevendrían  males,  (1) 

Las  mujores  de  Yucatán,  son  bien  formadas;  de  color  claro, 
oscurecido  despaes  por  el  sol  y  los  baños;  algunas  son  bien  her- 
mosas. No  se  pintaban  el  rostro,  mas  por  p^nlanura,  se  hacían  los 
dientes  como  sierra,  lo  cual  practicaban  alt^uuas  viejas,  limando 
con  ciertas  piedras  y  agua:  horadábanse  la  ternilla  de  la  nariz, 
poniendo  en  el  horado,  un  pedacillo  de  ámbar;  Traían  pendien- 
tes en  las  orejas,  y  ae  labraban  el  cuerpo  de  la  cintura  arriba,  á 
excepción  de  ios  senos,  con  labores  más  fínas^jue  los  hombres. 
Bañábanse  con  frecuencia  en  agua  fria  ó  caliente,  no  guardando 
gran  honestidad.  Pintábanse  de  colorado  como  los  hombres,  po* 
niendo  al  co^or  una  goma  oliente  y  pegajosa,  llamada  iztah-té,  j 
pot  medio  de  moldes  con  figuras,  pintábanse  pechos,  bray.o8  y 
espalda,  quedando  olorosas  y  muy  galanas,  pues  aquella  unción 
les  duraba  muchos  días.  Cuidaban  mucho  del  cabello,  que  se  lo 
trenzaban  y  adornaban,  distinguiéndose  por  el  tocado,  las  don* 
celias  de  las  casadas.  Fuera  de.la  enagua,  vestían  una  especie  de 
saco  largo  y  ancho,  abierto  por  ambas  partes,  amarrado  á  la  cin- 
tura; cuando  iban  de  camino,  usaban  la  manta  de  dormir,  cu- 
briéndose la  cabeza.  (2) 

Criaban  á  las  mujeres  en  gran  honestidad  y  recato.  Volvían  la 
espalda  á  los  hombres  cuando  les  encontraban,  y  lo  mismo  ha- 
cían cuando  les  daban  de  beber.  Eran  hacendosas,  trabajadoras 
y  granjeras,  celosas,  avisadas  y  corteses,  de  poco  secreto,  y  no 
muy  limpias  en  sus  persogas  y  casas,  aunque  con  frecuencia  se 
bañaban.  Devotas -y  religiosas,  no  se  sacaban  sangre  del  cuerpo 
como  los  hombres,  ni  asistían  á  los  sacrificios,  salvo  en  cierta 
fiesta  celebrada  por  lasr  viejas.  Acudían  en.  el  alumbramiento  á 
médicas  que  las  asistían. con  ensalmos,  poniendo  debajo  de  la 
«ama  á  la  diosa  I^cchel,  abogada  en  aquel  lance  terrible.  (3) 

"Que  las  indias  criaban  4  sus  hijps  en  toda  aspereza  y  desiiu-^ 
dez  d,el  m^ndo,,  porque  ík  cuatro  ó  cinco  dias  nacida  la  criatura 
la  poní;ii\  tendidita  en  oa  l§cho  pequie^  hecho  de  varillas,  y  alli' 

(1)  Landft,  §  XXVII. 

(2)  Landa,  §  XXXI.— Herrera,  d^c.  IV.  lib.  X,  cap.  IV. 

(3)  Landa,  §  XXXH.— Herrera,  déc.  IV.  Ub.  X,  cap.  IV.  '  '   ^ 


6H 

boca  abajo  le  ponían  enti^  dos  vajillas  la  cabeza,  la  nna  en  el 
colodrillo  j  la  otra  en  la  frente;  entre  l^ta  cuales  se  la  apretaban 
reciamente,  y  le  tenian  allí  padecieofdo. basta  que  acabados  al- 
gunos dias  le  quedaba  la  cabes;^  Uaná  ;  amoldada  como  lo  usa- 
ban todos  ellos.  Era  tanta  molestia  j  peligro  de  los  niños 
pobres,  que  peligraban  algunos,  y  el  autor  dosto  vio  agajerár- 
sele  á  uno  la  cabeza  por  detrás  de  la^  oreja?,  y  así  debían  haceor 
inuchos,"  (3) 

Lloraban  con  gran  lástima  í  sus  difa&tos,  de  dia  en  silencio, 
de. noche  con  altos  y  dolorosos  gritos:  muchos  días  andaban  l^is*^ 
tes,  eutregados  á  abstinencias  y-ayunos,  especialmente  el  marido 
por  la  esposa.  JSnvaelto  el  difunto  en  los  sudarios^  llenábanle  la 
boca  del  maíz  molido  llamado  ¿01^677^,  y  piedras  délas  que  usaban 
por  moneda,  á  fin  que  no  les  faltase  de  comer  en  la  otra  vida. 
Enterrábanlos  dentro  ó  á  las  espaldas  de  las  casas,  poniéndoles 
en  la  sepultura  algnnos  de  sus  dioses,  si  era  sacerdote  algunos 
de  sus  libros,  si  hechicero  san  piedras  y  hechizos.  De  común 
desamparaban  y  dejaban  yerma  la  casa,  á  no  ser  que  faera  mu<- 
cha  la  familia,  en  cuyo  caso  se  hacían  compañía  perdiendo  el 
miedo  al  difunto. 

Qaeniaban  á  los  señores  y  gente  principal,  poniendo  las  ceni- 
zas en  grandes  vasijas,  ó  en  estatuas  huecas  de  barro.  De  per- 
sonas de  menor  dignidad  quemaban  parte  del  cuerpo,  colocando 
las  cenizas  en  una  estatua  de  madera,  la  cual  tenía  un  hueco  en 
el  colodrillo,  que  se  tapaba  con  la  piel  de  aquella  parte  que  al 
difunto  se  quitaba:  la  figura  se  ponía 'entre  los  ídolos,'  teniéndola 
en  gran  reverencia.  "A  los  señores  antiguos  de  Cocom  habían 
^'cortado  las  cabezas  cuando  murieron,  y  cocidas  las  limpiaron 
'*de  la  carne,  y  después  aserraron  la  mitad  de  la  coronilla  para 
'^atras,  dejando  lo  de  adelante'  con  las  quijadas  y  dientes;  á  estas 
'^nkedias  calaveras  suplieron  lo  que  de  carne  les  faltaba  de  cierto 
"betún  y  les  dieron  la  perfección  muy  al  propio  de  cuyos  eran, 
"y  los  tenían  con  las  estatuas  de  las  cenizas,  lo  cual  todo  tenían 
''en  los  oratorios  de  sus  casas  con  sus  ídolos  en  muy  gran  reve- 
''renoia  y  acatamiento,  y  todos  los  días  de  sus  fiestas  y  regoei- 
'^'os  les  hacían  ofrendas  de  sus  comidas  para  que  no  les  faltasen 

(8;  Landa,  §  XXX. 


i 


645 

^«tt  U  otea  vida»  donde  pensabaD  deseansabaD  sns  almas  y  les 
'%proT6oliaban  sos  doiie&"  (1) 

Eran  aaperstioiosos  y  creían  en  aiifaeros.  Oreianen  los  ^neñois, 
iaitarpretándolos  y  aplioáudolos  á  I03  negocios  que  les  preoca- 
pidbaa.  £1  graznido  del  pájaro  Uaniado  Kípohch,  tenían  p&r  mal 
presagio,  oomo  los  oastellanos  con  la  zorra  y  el  onoltUo.  Para  np 
cansarse,  los  caminantes,  cnando  eaeneiibcaní  nña  gran  piedra,  le 
kaeen  reitperenoia  y  ponen  una:  rama  encima^  y  oon  otra  rama  se 
samiden  'las  rodillas:  eoande  ee  kk  pneakaí  del  sol  y  la  posada  aon 
está  distante,  encajan  noa  piedra  en  el  primer  árbol  qne  éncnto- 
tran,  á  fin  de  qne  el  sol  no  desaparezca  tan  prestoi  ó  bien  con  el 
mismo  objeto  se  arrancan  alguna  pestaña,  soplándola  hacia  el 
astro  laminoso. 

En  los  eclipses  de  sol  y  de  luna,  hacen  aballar  á  los  perros, 
pellizcándoles  cnerpo  y  orejas,  y  dan  grandes  golpes  en  tablas, 
bancos  y  puertas;  decían  que  la  luna  muere  y  la  picaba  la  espe- 
cie de  hormiga  llamada  Xvlah  Mientras  el  algodón  estaba  sem- 
bradoy  no  comían  carne,  para  lograr  una  buena  cosecha.  Los  cu- 
randeros curaban  con  ensalmos,  y  había  hechiceros  que  coa  pa- 
labras mágicas  amansaban  las  víboras  de  cascabel,  hasta  tomar- 
las impunemente  con  la  mano.  No  habitan  las  casas  nuevas  has- 
ta que  el  nigromante  viene  á  purificar  la  morada,  arrojando  con 
sus  conjuros  á  los  malos  espíritus. 

Los  sortílegos,  para  adivinar  lo  futuro  ó  descubrir  lo  oculto, 
echaban  suertes  con  puñados  de  maíz,  contando  á  pares  y  nones. 
Las  hechiceras,  con  palabras  cabalísticas,  hacían  abrir  una  £or 
antes  de  sazón,  y  la  daban  ó  hacían  oler,  ó  ponían  debajo  de  la 
almohada  de -la  persona  cayo  amor  querían;  mas  sí  la  interesada 
olía  la  rosa,  perdía  el  juicio  por  algún  tiempo,  llamando  á  gran- 
des voces  a  quien  era  causa  de  su  afición.  Algunas  mujeres  so- 
lían dar  bebedizos,  con  los  cuales  privaban  de  razón  á  quien 
pretendían  hacer  mal.  Por  agüero  ahogabas  á  los  perrillos  sin 
pelo  llamados  tzone,  que  criaban  para  su  comida  y  regalo,  antes 
de  gustarlos:  esta  práctica  recuerda  la  abusión  judaica  vedada  por 
el  apóstol.  Los  de  Cozumel  tenían  un  baile  particular  en  que 
flechaban  un  perrillo,  al  cual  sacrificaban  después;  para  pasar  á 
la  tierra  firme  hacían  sacrificios  y  preces,  invocando  á  los*dioses 


<1)  Laodft,  §  XXXUL— Heixez*,  áíc  IV,  Ub.  X,  eap.  IV. 


69 


546 

de  las  agaas.  Loa  pescadores  de  la  proyincia  de  Titzimin  haeían 
sacrificios  á  los  dioses  marinos  en  las  cosiaB  de  Ohoacsa,  antes  de 
ayentnrarse  á  sus  granjerias.  (1) 

Hernández  de  Corcova  descubrió  la  isla  á  qae  poso  nom- 
bre de  Mnjeresy  por  haber  encontrado  ahí  los  ídolos  de  las  diosas 
de  aquella  tierra,  Aixchdy  Jxohebdiax^  Lóbumé  é  BAunieta^  vestí* 
das  á  la  manera  de  laa  indias.  (8) 

'  Esto  conocemos  de  los  mayas,  pueblo  antiquísimo»  de  civUiaa- 
cion  singular  y  muy  adelantada  en  su  origen,  que  cumplid  una 
misteriosa  evolución  para  venir  en  seguida  á  retroceder  al  con- 
tacto de  las  costumbres  nahoa. 


(1)  CogoUndo,  üb.  IV,  caprlV. 

(2)  Landa,  §  III. 


J 


CAPITULO   IIL 

MiCHHUAOAN. 

't>rigen,^La  relajan  del  Petamutí.-^HiretiUeatcme.—Su  muerU.'—Sieuvrancha  y 
$u$  dswendientes.^La  diata  Xaratang(L—Tra9formacíon. —  Vrevap€ani  y  Paua-^ 
mims.-'Fundacian  de  Pátsxuaro.-^Muerte  de  Vretapeaniy  Patuusume.—Faria- 
eurL^-Muerte  del  sacerdote  Nacan. — Muerte  de  Aramen. — La  hQa  de  Ohanshori, 
— Jfuevo  matrimonio  de  Tariacuri,  —  Btripan  y  Tangaxockn,  —  Cvratame. — La 
profeeia  de  Tariacuri, — Conquietoi, — Higuangaje. — Fundación  en  Ttsinteontean, 
— Dedicación  del  Cu  llamado  Querétaro.^Muerte  de  OunUame,— Vuelve  Tariacu- 
ri á  Pátzeuaro, — Conquista».  — Muerte  de  Tariacuri,  — Ditieion  del  reino  entre  Mi- 
ripanf  Tangaxoan^é  Higuangaje.— Linajee. 

COMO  ya  sabemos,  el  reino  de  Michhuacan  era  independiente 
del  imperio  mexicano.  Aunqae  de  la  misma  civilización  na* 
lioa,  etnográficamente  no  pertenecía  á  la  misma  lamilia,  siendo 
el  tarascoj  el  mexicano  lenguas  absolutamente  diversas.  No  hay 
datos  para  fijar  el  tiempo  en  que  la  nación  puso  su  asiento  defi- 
nitivo en  la  comarca  en  que  la  encontramos,  si  bien  calculamos 
que  el  hecho  tuvo  lugar  en  época  un  tanto  remota,  pues  ya  se  la 
menciona  en  la  estampa  geroglífica  de  la  peregrinación  moxica. 
Consta  que  el  país  estaba  ocupado  por  los  tecos  de  la  familia  po- 
poloca,  &  los  cuales  redujo,  mezclándose  en  seguida  con  ellos. 

Acerca  del  origen  de  la  tribu  existe  una  leyenda,  con  dos  va- 
riantes. Salidos  los  méxica  de  Chicomoztoc  y  prosiguiendo  su 
camino,  llegaron  al  lago  de  Pátzeuaro;  «airando  el  sitio  apacible 


548 

7  alegre,  rogaron  á  bu  dios  que  si  aquel  no  era  el  lugar  que  se^ 
les  tenia  destinado,  permitiese  al  menos  que  una  parte  de  loe^ 
emigrantes  se  quedase  poblando  la  tierra.  Concediólo  Huitzilo- 
pochtli,  dando  en  sueños  &  los  sacerdotes  la  industria  por  la  cual 
debían  conseguirlo.    Fué  ésta,  que  entrándose  á  bañar  al  laga* 
una  porción  de  hombres  y  de  mujeres,  quienes  á  la  orilla  queda- 
ron, tomaron  todas  las  ropas  de  los  bañadores,  prosiguiendo  ace- 
leradamente su  marcha.  Al  salir  del  agua  los  robados,  mirando* 
se  desnudos,  y  pesarosos  de  la  huida  de  sus  compañeros,  resol- 
vieron quedarse  en  la  comarca.  "Dividida  la  nación  mexicaüa  en 
"tres  partes,  la  una  quedó  en  Michoacan  y  po.bló  aquella  provin- 
'^cia,  inventando  lengua  particular,  para  no  ser  tenidos  ni  cono- 
ácidos  por  mexicanos,  agraviadas  de  la  iiijuria  que  se  les  había 
^'hecho  en  dejallos;  y  la  otra  parte  quedando  en  Malinalco."  (1) 

Según  la  otra  variante,  viniendo  en  marcha  todos  juntos  los 
méxica,  unas  cuadrillas  se  adelantaron  hasta  el  rio  Tololotlan,  j 
no  teniendo  otra  manera  de  pasar  la  corriente,  formaron  balsa» 
de  troncos  de  árboles,  unidos  con  los  maxÜaily  que  les  cubrían  la» 
vergüenzas;  era  este  todo  su  vestido,  y  como  al  pasar  á  la  orilla 
opuesta  había  quedado  inutilizado,  para  cubrirse  pidieron  d  las 
mujeres  sus  huipilU;  ellas  quedaron  entonces  descubiertas  de  la* 
cintura  arriba,  eUos  sólo  tapados  hasta  los  muslos^  deshonestos 
siempre  y  haciendo  ruido  con  sus  vergüenzas.  Alcanzados  por 
sus  compañeros,  fueron  agriamente  denostados  por  verlos  tan 
desnudos,  motivando  la  reconvención  una  ruptura,  que  dio  por 
resultado  que  los  privados  de  ropas  se  quedaran  en  Michuacan.  (2) 

Sea  cual  fuere  la  parte  verdadera  de  esta  tradición,  siempre 
quedará  por  insostenible  que  una  fracción  de  los  méxica,  por 
odio  ó  por  cualesquier  otros  motivos,  hayan  cambiado  de  idioma 
de  improviso  y  conjuntamente,  hasta  salir  á  una  habla  tan  abso^ 
lutamente  diversa  de  la  que  usaban.  Bepetimps,  tarascos  y  nahoa 
son  de  familia  etnográfica  diversa;  las  tribus  tuvieron  muy  distin- 
to origen. 

Respecto  de  la  historia  de  a^uel  pueblo,  no  quedan  noticias 
muy  antiguas,  estando  reducidas  las  que  sabemos  á  una  curiosa 

(1)  Doran,  hist.  délas  Indias  de  Nueva Espafta.  tom.  1,  pág.  21.28. -~TezQzom<xv 
Crónica  Mexicana,  .MS.—Veytía,  hist.  antigua,  tom.  2.  pág.  IOS. 

(2)  Mufioz  Camargo,  Hist.  de  Tlascalla«  MS.— Veytía,  hist  antig.  tom.  2,  pág,  IM^,. 


549 

^relación  moderna.  (1)  Habia  una  fiesta  llamada  Eguataoonscuaro, 
.6  de  las  flechas,  en  la  caal  se  hacia  justicia  de  los  delincuentes, 
ililef^ado  aquel  dia^  el  gran  sacerdote  llamado  Petamuti,  se  yesiía 
ia  eamiseta  negra  dicha  ucatatarareqtteque;  poníase  al  cuello  unas 
tenacillas  de  oro,  una  guirnalda  de  hilo  en  la  cabeza,  con  un  tren- 
'2ado  como  mujer  y  un  plumaje;  á  la  espalda  una  calabaza  con 
Carquesas  engastadas,  y  un  bordón  ó  lanza  al  hombro.  En  aquel 
•arreo  se  dirigía  al  patio  del  palacio  del  rey,  en  donde  estaban 
teunidós  señores  y  principales;  el  Angatactiri  ó  gobernador,  los 
quejosos,  y  los  reos  llevando  las  manos  atadas  &  la  espalda  ó  su- 
jetos por  el  pescuezo  con  colleras.  Sentado  en  asiento  principal, 
•«1  Petamuti  oía  las  querellas  y  sentenciaba  de  la  mañana  al  me- 
^io  diaj  á  esta  hora  empuñaba  su  bordón  y  refería  á  la  asamblea 
la  historia  de  sus  antepasados. 

**Vosotros  los  del  linaje  de  nuestro  dios  Curicaberi,  que  habéis 
^*venido,  los  que  os  llamáis  Eneami  y  üaca/uhireti,  y  los  reyes  lia- 
^mados  Vanacaze,  todos  los  que  tenéis  este  apellido,  ya  nos  ha- 
bernos juntado  todos  aquí  en  uno,  donde  nuestro  dios  Tirepeme 
Curicaberi  se  quiere  quejar  de  vosotros  y  há  lástima  de  sí.  El 
empezó  su  señorío  donde  llegó  al  monte  llamado  Virucuarape- 
xo,  monte  cerca  del  pueblo  de  Zacapotacanendan;  pues  pasándo- 
se algunos  dias  comp  llegó  á  aquel  monte,  supiéronlo  los  seño- 
^res  llamados  Zizanbanacha,  Estos  que  aquí  nombro,  eran  seño- 
^res  de  un  pueblo  llamado  Naranjan,  cerca  desta  cibdad." — La 
relación  duraba  hasta  la  noche,  oyendo  todos  atentos  sin  comer 
ni  beber.  (2]      , 

En  este  exordio  la  historia  de  Michhuacan  se  abre,  sin  ningún 
antecedente,  presentando  á  los  Ziranbanacha  ó  Zíranbanecha,  se- 


(1)  Belaoion  délas  oeremonias  y  ritos,  población  j  gobierno  de  los  indios  de  U 
pToyincia  de  Meohuaoan,  heeha  al  Illmo.  Sr.  D.  Antonio  de  Mendoza,  virey  y  gober- 
nador de  Nueva  Espafia.  Sacada  del  códice  original  C. — IV. — 5,  existente  en  la  Bi- 
bUoteca  del  Escorial  por  D.  Florencio  Janér.  Madrid.... Copia  de  este  MS.  existía  en 
Washington  en  la  colección  de  Peter  Forcé,  y  trxé  la  que  ns<5  Brasseur  de  Boorboorg 
[Hist.  des  nations  dvilisées  duMexique,  tom.  8,  pág.  57,  nota  6.]  Oonserramos  la 
ortografía  de  los  nombres  cual  la  encontramos  en  la  impresión  del  original,  muy  di- 
I  TStrsa  por  cierto  de  la  adoptada  por  Brassenr. 

,  (2)  Belaoion  de  Mechnaoan,  pág.  125  y  sig. 


.X€ 


550 

ñores  de  Naranjau;  el  rey  que  á  la  sazón  gobernaba  se  decía  Zir^ 
cinziracamaro.  De  improviso  se  presentó  una  triba  cazadora, 
mandada  por  Hire  Ticatame,  quien  se  apoderó  del  monte  de  Vi- 
ructiarapexo  (1)  en  donde  puso  sobre  un  altar  á  su  dios  Curicabe" 
ru  Mirando  cerca  á  los  de  Naranjan,  envióles  emisarios,  quienes 
lacónicamente  dijeron:  "Hireticatame  quiere  leña  para  los  fogo- 
nes de  CuricáberV*  Según  la  costumbre  de  nuestros  antiguos 
pueblos,  demandar  un  servicio  equivalía  á  pedir  la  sujeción  y  el 
tributo;  si  eljlieclio  se  efectuaba  sin  contradicción,  señal  era  de 
admitir  de  grado  el  yugo;  si  se  rehusaba,  de  necesidad  seguía  la 
guerra.  De[dia<yíle  noche  los  sacerdotes  de  Curicaberi  ponían 
incienso  en  losjbraseros  y  fuegos  sagrados,  hacían  las  ceremonias* 
de  la  guerra  é  invocaban  á  los  dioses  de  los  montes  llamados  An- 
gamucaracha:  se  disponían  al  combate. 

Zircinziracamaro  no  tenía  fuerzas  para  defenderse,  reunió  á  sus 
guerreros  y  les  dijo: — "Muy  altamente  ha  sido  engendrado  Curi' 
cáberiy  y  con  gran  poder  ha  de  conquistar  la  tierra.  Aquí  tenemos 
una  hermana,  Uevádsela'para  que  le  haga  mantas  con  que  se  abrí-- 
gue  y  comida  que  le  ofrezca  así  como  á  Hiretiticatame,  traerá  le^ 
lia  del  monte  para  los  fogones,  y  tendrá  la  estera  y  el  hacha  con 
que  corta  leña,  pues  de  continuo  anda  por  los  montes  invocanda 
á  los  Angamuoaracha  para  hacer  flechas  para  la  caza.  Tomarále 
el  arco  cuando  venga  de  la  caza,  hará  mantas  y  comida  para  su 
marido  Ticatanié  y  se  pondrá  á  dormir  al  lado  de  Curicaberi  para 
apartarle  el  frió  y  hacerle  de  comer.  Diréis  esto  á  HiretiticcUame^ 
porque  ha  de  conquistar  la  tierra  Ct¿nca6erí.*'-r-Partierori  los 
mensajeros,  y  llegados  delante  de  Ticalam  les  preguntó: — ¿A  que 
venís,  hermanos? — Respondieron  éllos:--Tus  hermanos  llamados 
Zizanbanecha  nos  envían  á  tí,  y  te  traemos  esta  señora  que  es  su 
hermana, — y  le  dieron  la  embajada.  Respondió  él: — Esto  que  di- 
cen mis  hermanos  todo  es  muy  bien;  seáis  bien  venidos. 

Hérítiticatame  aceptó  agradablemente  el  'don,  dio  de  comer  á 
los  mensajeros,  les  regaló  mantas,  y  al  despedirles  les  dijo: — De- 
cid á  vuestros  señores  que  saben  cómo  mi  gente  anda  por  los 
montes  trayendo  leña  para  los  altares,  haciendo  flechas  y  andan- 
do por  el  campo  para  dar  de  comer  al  sol,  á  los  dioses  celestes 
de  las  cuatro  partes  del  mundo  y  á  la  madre  CtverapaveH  con  los  - 

(1 )  Este  nombre  se  encoeutra  ortografiado  Virínguaraupexo,  Vrínguaranpexo,  • 


f 


661 

yenados  qae  flechamoB.  Acontece  qne  lo8  venados  heridos  huyen 
7  no  los  segoimos  por  ser  noche;  mas  atamos  algnnas  ramas  para 
sjggnir  el  rastro;  mirad  que  no  toméis  los  venados  así  flechadoSj 
porqne  son  para  dar  de  comer  á  los  dioses;  juntaos^  avisaos  unos 
Á  otros  de  esto,  y  mirad  que  no  los  toméis  porqne  tendremos  ren« 
cillas  y  reñiremos;  cubrid  los  venados  herido^  con  ramas,  y  aun-^ 
que  comeréis  la  carne  para  hacer  salva  &  los  dioses,  no  os  llevéis 
los  pellejos.  Idos  en  buen  hora. 

De  aquella  nnion  nació  Sicuirandia.  Tiempo  después  Ticatame 
flechó  un  venado,  y  no  le  acertando  bien,  huyó  herido;  puso  so- 
bre el  rastro  algunas  ramas  y.  se  tomó  á  velar  &  los  dioses.  Al 
dia  siguiente,  siguiendo  el  rastro,  encontró  que  el  venado  había 
muerto  en  la  sementera  de  Quierecuaro  cerca  de  Zacapo;  pero  la 
pieza  no  estaba  ahí,  porque  siendo  la  fiesta  de  Vapanscuaro,  que 
cae  á  25  de  Oetubre,  habiendo  salido  las  mujeres  á  buscar  ma- 
zorcas de  maíz,  vieron  al  venado  muerto,  avisaron  á  los  hombres, 
y  éstos  lo  llevaron  á  la  casa  del  señor  llamado  Zizamhcm.  Siguien- 
do la  huella,  HiretUicafamen  llegó  al  lugar  en  que  estaban  deso- 
llando al  venado,  y  como  no  sabían  estaban  rompiendo  el  pelle- 
jo; enojóle  esto,  y  reconvino  y  pidió  la  entrega  de  su  propiedad; 
negáronse  los  de  Zacapo  bajo  pretextó  de  haberle  cazado  ellos, 
mas  Ticatame  les  enseñó  su  flecha  que  la  pieza  aún  tenia  en  la 
herida.  Siguióse  un  altercado  en  que  Ticatame  fue  maltratado; 
pero  como  era  águila  Vacuseechay  armó  su  arco,  hirió  en  las  es- 
paldas á  uno,  luego  á  otro,  y  se  tornó  á  su  casa. 

Ouando  Ticatame  llegó  á  su  morada,  saludóle  su  mujer,  y  díjo- 
le: — "Seáis  bien  venido,  señor  padre  de  Stcuirancha.''  Respondió 
el: — ''Toma  tu  hato,  y  vete  á.tu  casa  á  tus  hermanos,  y  no  lleves 
á  mi  hijo  Sicuiranchay  que  yo  le  tengo  de  llevarsiK>nmigo,  que  me 
quiero  mudar  á  un  lugar  llamado  Zichaxucuaro^  y  llevaré  allí  á 
Curitíáberi;  vete  á  tu  casa."  Beplicó  la  mujer: — "¿Qué  decís,  se* 
ñor,  por  qué  me  tengo  de  ir?"  Díjole  TioaJtam^: — "No  sino  que 
te  has  de  ir,  porque  he  flechado  á  tus  hermanos."  Dijo  ella:— 
¿Qué  dices,  por  qué  los  flechaste,  qué  te  hicieron?  El  respondió: 
— "¿Qué  me  habían  de  hacer?  No  íaé  más  de  que  me  llegaron  á 
un  venado,  que  les  había  avisado  que  no  me  tocasen  á  los  vena- 
dos que  yo  flechase.  Sube  en  la  trox  y  entra  dentro  y  saca  á  Cvr' 
Hcáberi,  que  le  quiero  llevar."  Respondió  la  mujer: — "Señor,  yo 
no  me  quiero  i^  á  mis  hermanos,  mas  contigo  me  tengo  de  ir* . 


\ 


652 

¿Cómo  no  se  hará  hombre  mi  hijo  Sicuiranoba,  j  qui^á  me  flecha* 
rá  con  los  míos?"  Dijo  el  marido: — ''Sí,  anda  acá»  yámonoa."  Sa- 
cada el  aroa  donde  estaba  üurioaberi^  lióla  Tioakumñ  j  se  la  pasQ 
á  la  espalda,  la  mnjer  tomó  el  hijo  á  cuestas,  y  así  bajaron  el  mon-' 
te:  al  llegar  á  Queréeuaroj  dijo  la  esposa: — "Señor,  tú  llevas  á  Vu- 
riccA&t^  en  tu  favor  ó  ayuda,  ¿pues  qu¿  será  de  mí?  En  mi  casa 
«stá  un  dios  llamado  Vasoricuare  (1)  ¿no  te  esperarás  aquí  un  po- 
co, y  subiré  hacia  el  monte,  y  tomaría  siquiera  alguna  manta  de 
mi  dios,  y  la  pondría  en  el  arca  para  tener  por  dios  y  guardalla?" 
— ''Sea  así  como  dices,  dijo  Ticatame,  vó  que  también  ese  dios  que 
dices  es  muy  liberal,  y  da  de  comer  á  los  hombres."  Fuese  la 
mujer,  subió  el  monte  por  un  recuesto,  y  no  sólo  tomó  la  manta 
sino  al  mismo  VasatHcuare;  de  vuelta  al  campo,  viole,  y  dijo  Tt- 
catafne: — "Traele  en  buen  hora,  muy  hermoso  es;  estén,  aquí  jun- 
tos ól  y  Guvicaberi'*  Puestos  juntos,  en  el  arquilla  los  dioses,  los 
viajeros  llegaron  á  ZicaaxucMro,  é  hicieron  sus  casas  y  un  Cu.  (2) 

Pasado  tiempo,  Sicuirancha  era  ya  un  guerrero.  Los  de  Naran- 
jan,  (3)  recordando  la  injuria  recibida,  mandaron  mensajeros,  lle- 
vando por  regalo  un  collar  de  oro  y  unos  plumajes  verdes,  á 
Oresta,  señor  de  Cumachen,  para  rogarle  se  uniese  á  ellos  6  inter* 
cediese  con  su  dios  Turestipeme  para  destruir  á  TicaJtame. 

Aceptó  Oresta,  y  juntos  los  guerreros  se  pusieron  en  celada 
junto  al  agua  que  está  cerca  del  pueblo,  en  donde  colocaron  co- 
mo señal  de  guerra  un  madero  todo  emplumado.  Muy  de  maña- 
na la  esposa  de  Ticatame  vino  á  la  fuente  por  agua;  los  embosca- 
dos le  saludaron  en  su  lengua,  que  eran  serranos,  preguntándola 
si  era  ms^ire  de  Sicuiranclia;  respondió  que  sí,  y  ellos  la  dijeron 
que  eran  sus  hermanos  y  el  intento  que  los  traía  contra  Ticata- 
me. Como  oyó  aquello  empezó  á  llorar  fuertemente,  arrojó  el  cán- 
taro y  fuese.  Al  entrar  á  su  casa  llorando,  díjole  Ticatamen: — 
''¿Quién  te  ha  hecho  mal,  madre  de  Sicuirancha?  ¿Por  que  vienes' 

a 

(1)  Nombre  ortografiado,  máii  adelante  Vtuoneuare. 

(2)  Belaoion  de  Meohuacan,  pág.  183—34. 

(3)  Braaseur,  Hist.  dea nationesciTilÍB^ea.  tom,  3,  pág.  58,  dioB que  Naxanjan  es- 
taba flüaado  á  ooria  diataaoia  de  la  ribera  boreal  del  lago  de  Pátooaaxo;  no  ea  exacto. 
Karanjan,  llamado  hoy  Naranja,  se  enenentra  á  poca  diatanoia  de  la  orilla  aostial  de 
la  lagaña  de  Zacapu  ó  Tarejero.  ^ohamiOUiKV,  aegnn  la  relación,  estaba  en  un  lu- 
gar "pooo  más  de  tres  leguas  de  la  cibdad  de  Meohueean."  Pág.  184. 


553 

así  llorando?"  Respondió  ella: — "Vienen  mis  hermanos,  los  que 
se  llaman  Zizanbanecha  y  los  de  üumachen,'^ — "¿A  que  vienen?  pre- 
guntó Ticaiamen." — ''Dicen,  respondió  ella,  que  á  probar  conti- 
go, porque  flechaste  á  sus  hermanos."  Dijo  él: — "Bien  está,  ven- 
gan y  probarán  mis  flechas  las  que  se  llaman  hurespjndi,  que 
tienen  los  pedernales  negros,  y  las  que  tienen  los  pedernales 
blancos  y  colorados,  y  amarillos,  estas  cuatro  maneras  tengo  de 
flechas:  probarán  una  de  estas  á  ver  á  qué  saben,  y  yo  también 
probaré  sus  varas  con  que  pelean,  á  ver  á  qué  saben." 

Llegados  los  Zizanbanecha,  y  asaltando  la  casa,  Ticataine  defen- 
dió la  puerta  á  flechazos,  dando  muerte  á  cuantos  intentaban  pe- 
netrar; pero  hacia  el  medio  día  agotó  las  flechas,  y  se  defendía 
dando  de  palos  con  el  arco:  entonces  arremetieron  contra  él,  le 
mataron  enclavándole  con  las  varas,  le  sacaron  muerto  fuera  de 
la  casa,  y  pusieron  fuego  á  ésta.  La  mujer  lanzaba  lastimeros 
gritos  dando  vueltas  alredor  de  los  muertos,  mirando  á  su  mari- 
do que  estaba  verdinegro  de  los  golpes.  En  esta  sazón  llegó  Si- 
cuirancha,  que  había  estado  cazando  en  el  monte,  y  preguntó: — 
"¡Ay,  madre!  ¿quién  ha  hecho  esto?" — Eespondió  la  madre: — 
*'¿Quién  había  de  hacer  esto^  hijo,  sino  tu  tio  y  tu  abuelo?  Ellos 
son  los  que  lo  hicieron."  Dijo  Sicuiranchá: — "Bien,  bien.  ¿Lleván- 
se  quizá  á  nuestro  dios  (Juricaberí?'* — **Hijo,  allá  le  llevan." — 
''Bien  está,  exclamó  Sicuirancha,  quiero  ir  allá  también,  y  que 
me  maten.  ¿A  quién  tens^o  de  ver  aquí?"  Siouirancha  se  puso  en 
persecución  de  los  robaoores;  mas  estos  habian  sido  ya  castiga- 
dos con  enfermedades  por  el  dios,  de  manera  que  cuando  aquel 
les  alcanzó  estaban  caidos  por  el  suelo  como  embriagados,  ^t- 
cuirancha  recobró  á  Curicaberi;  tornando  á  su  casa,  abandonó  el 
lugar,  y  vínose  con  toda  su  gente  á  situar  en  Vayameo,  "lugar 
cerca  de  Santa  Fee,  la  de  la  cibdad  de  Mechuacan."  (1) 

Sicuirancha  hizo  construir  en  Vayameo  un  Cu  para  Curicaberíf 
casas  para  los  papas  ó  sacerdotes,  hacía  traer  leña  para  el  fuego 
sagrado,  y  entendía  en  las  guerras  del  dios:  murió  y  fué  enterra- 
do al  pié  del  Oú  ó  templo.  Sucedióle  en  aquel  pequeño  reino  su 
hijo  Paiuicunie,  quien  engendró  á  Vapeani  su  sucesor.  Fbpeant  tu- 
vo por  hijo  á  Oaraiame,  también  rey.  De  manera  que  fueron  cua- 
tro los  señores  de  Vayameo;  Sicuirancha^  Pauacume,  Vapeani  y 

(I)  Bdadonde  MéchiuoMi,  p<g.  IS7, 

70 


566 

isleño.  Después  de  estos  mutuos  obsequios,  los  ohiohimeca  pre- 
guntaron por  los  objetos  que  á  la  vista  tenían,  recibiendo  los 
siguientes  informes.  La  isla  sobre  la  cual  se  alzaba  un  gran  Cú 
'era  Xarájcuaro  por  otro  nombre  Varutaten  hazicunn;  el  principal 
de  los  dioses  se  decía  Hacuizecatapeme,  su  hermana  Ptirnipecuxa- 
retí,  y  entre  otros  muchos  Caroen,  'Miritexarenivari  Chúumare  y 
Tangaclmrani:  el  señor  se  nombraba  üaricatén.  La  otra  isla  se 
nombraba  Tiripitíkonto,  VanquipeJiazicurin  6  Pa^andan;  sus  dio- 
ses principales  ühurüiripeme,  Vnazihireclia  y  su  hermana  Cama-- 
vaperí,  el  señor  se  llamaba  Zuangua.  (1)  Los  moradores  de  Pa- 
candan  llevaban  el  nombre  particular  de  tribu  Huren  de  Tiechan- 
De  todo  ello  sacaron  los  chichimeca  Yacanze,  que  los  isleños  te- 
nían la  misma  lengua  que  ellos,  con  poca  diferencia  en  algunos 
vocablos,  y  que  aquellas  tribus  eran  hermanas  suyas  y  de  la  mis- 
ma sangre.  (2) 

Interrogado  el  pescador  cómo  se  llamaba,  respondió  que  Curi- 
paxavan.  Preguntado  si  tenía  alguna  hija,  dijo  que  no,  porque  él 
era  ya  viejo  y  su  mujer  mañera.  Urgido  con  que  le  aseguraran 
que  aquello  era  falso  y  que  Guricáberi  había  de  conquistar  tie- 
rra, confesó  que  tenía  una  hija  aunque  pequeña  y  fea. — ''No  ha- 
ce al  caso  que  sea  pequeña,  respondieron  ellos,  ve  y  traénosla,  y 
"sácala  acá  fuera,  y  también  nosotros  nos  subiremos  al  monte, 
"y  mañana  haremos  flechas  y  esotro  dia  nos  juntaremos  aquí,  tú 
^'y  nosotros,  y  hablaremos  siempre  aquí,  y  no  lo  sepa  ninguna 
"Ta  y  tu  mujer  solos  lo  decid  uno  al  otro."  Separáronse,  y  al 
dia  concertado  vino  á  la  orilla  el  pescador  con  su  hija:  mucho 
tiempo  esperaron,  y  se  creían  ya  engañados  cuando  los  chichi- 
meca  llegaron  creyendo  á  su  turno  que  el  pescador  no  había  si- 
do puntual.  Yieron  á  la  niña  que  no  era  grande,  la  tomaron,  pre- 

(1)  El  higo  de  Pátzouaro,  en  el  Estado  de  Miohoacan,  mide  unas  cinco  leguas  en 
8U  major  extensión  de  NO.  a  SE.,  y  unas  catorce  de  circunferencia.  En  el  interior 
se  levantan  cinco  islas,  Xanicho,  Xarácuaro,  Pacanda,  que  se  cree  haber  sido  una  an 
tigua  prisión  de  los  tarascos,  Yehuen  y  Tecuen. 

(2)  Brasseur,  tom.  8,  pág.  53  ,dice:  "El  más  poderoso  de  sus  jefes  era  el  rey  de  las 
"islas  de  Pátascuaro,  á  quien  se  daba  el  título  de  El-Henditare,  es  decir,  de  Bellor 
^'por  excelencia."  En  la  relación  que  seguimos  nó  encontramos  esto,  y  antes  bisa 
bailamos,  que  cuando  los  chichimeca  llamaron  al  pescador,  éste  respondió:  "JXn»- 
*'dUare9  que'quiere  decir,  ¿qué  es,  seftor?"  (Beladon  de  Mechuaoaa,  pág.  142.)  Los 
nombres  de  los  jefes  de  las  islas  hemos  puesto  arriba. 


L 


557 

riñiendo  al  padre  que  si  eu  semejante  caso  le  preguntaban,  res- 
pondiera, que  habiendo  salido  la  niñaá  tierra  por  necesidad,  los 
ebichimeca,  qne  en  celada  estaban  á  la  orilla,  la  habían  rohado. 

Los  Yacanaze  tomaron  á  Cfiricabeñj  trasladándose  rí  Tarimi- 
ebúndiro,  que  era  nn  barrio  de  Páfzcuaro;  allí  creció  la  muchacha 
de  la  laguna,  casó  con  Panacume,  el  meaor  de  los  hermanos,  dan- 
do á  luz  un  hijo  que  se  llamó  Tufiacun,  Sabido  esto  por  Cari- 
eaten^  señor  de  la  isla  de  Xaracuaro,  llamó  al  pescador  á  pregun- 
tarle por  su  hija;  respondió  él  con  la  historia  del  robo,  mas  (7a- 
ricafen  le  replicó  no  tratarse  de  aquella  mentira,  sino  de  que  fuera 
á  convidar  á  los  señorea  chichimeca  oara  pasar  a  la  isla,  en  don- 
de los  honraría  haciéndolos  sacrificadores  de  los  dioses.  Guripri^ 
xaran  atravesó  las  aguas  en  ku  c:iuoa  y  vino  &  dar  su  mensaje,  el 
cual  fué  aceptado  inmediatarneíite.  Vrevapeaní  y  Pca.iacnmc  en- 
traron en  la  canoa,  desembarcando  en  la  isla  con  gran  contento 
de  los  moradores;  después  de  darles  de  comer,  les  cortaron  los 
cabellos  que  tenían  muy  largos,  hiciéronles  unas  entradas  en  las 
molleras,  diéronles  unas  guirnaldas  de  hilo  para  la  cabeza  y  nnas 
tenacillas  de  oro  para  el  cuello,  con  lo  que  Paiiacume  qnedÓ  ins- 
talado por  sacvificfidor  en  Xardciiaroy  mientras  Vrevapeani,  de- 
sempeñaba las  mismas  funciones  en  CuacarixangcUien, 

Pocos  dias  duró  aquel  estado  de  cosas.  Tarapechachan.shori  se- 
ñor de  Curincuaro,  (1)  envió  embajadores  á  üuncaien  para  que 
despidiese  de  la  isla  &  los  chiohimeca;  no  haciendo  caso,  recibió 
nueva  embajada  con  el  mismo  objeto,  é  intimidado  entonces  el 
señor  de  Xaracuaro,  quitó  &  los.  dos  sacrificadores  bezotes  y  ore- 
jeras, tranzados  y  maxtles,  y  á  empujones  les  echó  á  la  tierra 
firme,  así  como  &  sus  compañeros.  Ellos  se  fueron  á  su  asiento 
anterior  de  Tariinicliundiro^  tomaron  á  su  dios,  y  se  trasladaron 
al  lugar  mismo  dePátzcuaro.  Ahí  encontraron  las  señales  que  su 
numen  les  había  dado  para  fijarse  definitivamente.  Las  peñas  lla- 
madas Pelazecuay  que  debían  servir  de  fundamento  a  los  templos, 
puestas  en  aquel  sitio  por  el  diojf  del  infierno;  una  fuente  de 
agua  limpia,  y  unas  piedras  toscas  como  ídolos  por  labrar,  y  di- 
jeron:— "Ciertamente,  aquí  es,  aquí  dicen  los  dioses   que  estos 

(1)  Qnien  paleografía  este  MS.  del  siglo  XVI  no  asertó  sin  duda  á  descifrar  bien 
la  letra,  pues  este  nombre,  evidentemente  de  una  sola  y  misma  población,  se  halla 
ortografiado,  Caringuaro,  Corinquaro,  Curinquaro,  Carínguaro,  &c. 


t 


it 


558  . 

^'son  losr  dioses  denlos  chíchimecas,  y  aqaí  se  llama  Pazc'/aro  don- 
de está  este  asiento,  mirad  que  esta  piedra  es  la  que  se  debe 
llamar  Zirüacherenq^Ji^  j  esta  Facusecha,  que  es  su  hermano  ma- 
jor,  Y  ^stft  Tingarata^  y  esta  Mivecua  ajeva,  pues  mirud  que  son 
cuatro  estos  dioses.'*  Limpiaron  el  lugar  cortando  las  matas  j 
los  árboles,  levantando  en  seguida  sus  templos:  decian  que  en 
aquel  lugar  y  no  en  otro  ninguno  estaba  la  puerta  del  cielo,  por 
donde  descendían  y  subían  los  dioses.  Cuando  la  cabecera  se 
mudó  á  otra  parte,  permanecieron  en  aquel  lugar  (donde  se  pen- 
só hacer  la  catedral)  tres  templos  con  tres  fogones  ó  fuegos  per- 
petuos. 

Pasando  algunos  dias,  ühanshori  de  Ourincuaro^  mandó  sus 
emisarios  á  los  Vacanaze,  pidiéndoles  llevasen  leña  para  alimen- 
tar el  fuego  de  los  dioses;  ellos,  que  sabían  lo  que  significaba  el 
pedido,  respondieron  que  acudirían  con  sus  arcos.  Provocada  y 
aceptada  así  la  guerra,  se  hicieron  plumajes  para  las  espaldas, 
de  plumas  de  águila,  banderas  de  plumas  de  gallinas,  blancas,  y 
al  tercero  dia  señalado,  acudieron  al  lugar  llamado  Atacuaho. 
Los  de  Ourincuaro  no  se  hicieron  esperar,  trabándose  hacia  el 
medio  dia  un  reñido  combate,  que  aunque  no  decisivo,  tuvo  por 
resultado  que  los  hermanos  Vrevapeaiii  y  Patíocume,  fueron  he- 
ridos, retirándose  en  hombros  de  los  suyos,  á  Pátzcuaro. 

Ignorando  los  de  GuríncuarOf  si  los  señores  chichimeca  eran 
muertos  de  las  heridas,  llamaron  á  una  vieja,  mujer  de  Guruzapiy 
Á  la  cual  dieron  dos  mantas  de  paga,  y  otras  dos  para  regalar,  á 
fin  de  que  sirviese  de  espía.  La  vieja  atravesó  los  yervazalee,  mo- 
jada por  el  rocío,  llegando  á  la  media  noche,  á  donde  los  Vacanace 
estaban  á  la  sazón  reunidos  con  los  isleños  que  habían  venido  á 
visitarlos.  La  vieja,  aunque  desempeñó  bien  su  cometido,  fue  re- 
conocida como  emisario  del  enemigo,  y  despedida  de  la  casa;  pero 
los  isleños,  que  conocieron  á  la  mujer  ser  de  Curinciiaro,  se  pen- 
saron que  era  trato  doble  de  los  chichimeca  para  hacerles  daño, 
se  levantaron  apresuradamente,  huyendo  con  sus  señores,  á  las 
islas  del  lago. 

Cuando  loa  heridos  estuvieron  sanos,  temiendo  los  de  Cuarin* 
cuaro,  que  los  ofendidos  tomaran  venganza,  determinaron  ma- 
tarlos. Al  efecto,  se  concertaron  con  los  isleños,  para  que  fueran 
á  decirles,  que  estando  tristes  y  apesaradas,  las  mujeres  que  los 
chichimeca  habían  dejado  en  Xaráouaro,  fuesen  por  ellas  para 


I 


559       / 

traerlas  á  sas  casas;  los  de  Cuarincuaro^  se  emboscarían  cerca  de 
la  orilla,  j  al  llegar  los  engañados  príncipes,  les  darían  mnerte. 
A  maravilla  desempeñaron  su  papel  los  traidores;  Vrevapeani  j 
Pauacume,  cayeron  en  la  red;  tiznáronse,  se  pusieron  en  la  cabe- 
za las  guirnaldas  de  cuero  que  usaban,  la  aljaba  á  la  espalda,  en- 
cima los  jubones  de  guerra,  y  en  las  piernas  unas  pezuñas  de  ve- 
nado. Ya  de  partida,  los  sacerdotes  Chupüam^  Nuviiuxn  y  Teca- 
cuay  informados  de  la  causa  que  la  motivaba,,  les  hicieron  adver- 
tir, que  aquellas  palabras  no  eran  de  los  isleños,  sino  de  los  de 
üuríncuaro,,y  por  lo  mismo  pérfidas:  insistiendo  los  príncipes  en 
ir,  los  papas  les  aconsejaron  llevaran  buenos  y  ligeroá  explora- 
dores para  no  dejarse  sorprender.  La  advertencia  era  juiciosa. 
Al  llegar  los  viajeros  á  Cazapuhacarucu^  como  los  corredores  iban 
delante,  pensaron  los  de  (Jurincuaro^  que  aquellas  eran  sus  víc- 
timas, y  alzáronse  todos  á  una;  viéronlos  de  lejos  Vrevapeani  y 
Panacunie,  teniendo  tiempo^  para  volver  salvos  á  sus  casas. 

Poco  después,  tornaron  los  isleños  con  el  mismo  mensaje,  dán- 
dose por  inocentes  de  la  presencia  de  los  de  Ourinciíaro,  en  la 
celada,  ofreciendo  que  á  las  mujeres  traerían  á  un  lugar  cercano 
de  la  orilla  del  lago.  Aquella  vez,  como  la  primera,  el  cebo  de  las 
mujeres  hizo  morder^el  anzuelo  á  los  chichimeca,  vistiéronse  co- 
mo antes,  disponiéndose  á  partir;  en  balde  los  sacerdotes  les  hicie- 
ron ver  el  peligro,  pues  obstinados  como  siempre,  sólo  admitieron 
el  consejo  de  llevar  dobles  corredores.  Ninguna  precaución  fué 
suficiente:  los  de  Curincuaro,  divididos  en  tres  celadas,  dejaron  pa- 
sar á  los  corredores,  y  á  Vrevapiani,  hasta  la  tercera;  descubrién- 
dose entonces,  y  le  flecharon  hasta  dejarle  sin  vida.  Patiocume, 
más  ligero,  huyó  á  los  suyos;  mas  alcanzado  á  la  subida  de  un 
monte,  fué  también  muerto,  llevando  los  matadores  el  cadáver  á 
reunirlo  con  el  de  su  hermano. 

Al  saber  los  sacerdotes  la  triste  nueva,  tomaron  un  collar  de 
oro  llamado  Cazaretagua,  y  unos  plumajes,  díiúgiéndose  al  lugar 
de  la  catástrofe.  Encontraron  por  los  suelos  los  cadáveres  y  á 
los  isleños,  mirándolos  y  dándoles  punzadas  con  los  remos.  Los 
sacerdotes  ofrecieron  el  rescate  de  los  cuerpos,  que  los  isleños  no 
querían"uceptar,  diciendo  no  ser  ellos  los  autores  del  crimen;  to- 
maron por  fin  el  collar  y  los  plumajes,  entregando  los  despojos 
de  los  príncipes  Vanacaze.  Los  rescatadores  llevaron  los  cadá- 
veres á  Pátzcuaro,  los  quemaron  en  el  lugar  del  Pefazecua;  pu- 


660 

sieron  las  cenizas  en  dos  ollas  adornadas  por  faera,  con  másca- 
ras de  oro  y  collares  de  turquesas,  las  ataviaron  con  pluma- 
jes verdes,  enterrándolas  al  lúgubre  sonido  de  las  trompe- 
tas. (1) 

Quedaban  tres  vastagos:  Getaco  y  Aramert,  hijos  de  Vrcoapeani, 
en  edad  juvenil;  Tariacuri^  hijo  de  PaitacKiiie  j  de  la  hija  del  pes- 
cador, chiquito  todavía,  que  no  andaba  con  fuerza.  Los  tres  her- 
manos andaban  juntos,  los  dos  mayores,  entregados  á  los  placeres, 
se  embeodaban  y  daban  á  mujeres,  y  andaban  llevando  el  niño  á  la 
espalda.  Los  sacerdotes  Chupifan,  Nuxivxin  y  Zetacy  calculando 
sin  duda,  que  de  los  jóvenes  no  podían  sacar  provecho,  ée  dedi- 
caron á  educar  al  muchacho;  con  este  objeto,  hicieron  retirar  al 
lugar  de  Vacañavaro  á  Cetaco,  y  Aramen,  y  con  Taniacuri,  se  fija- 
ron* en  Pátzcuaro.  Ahí,  amonestaban  al  niño  trajera  leña  para  el 
fuego  de  Guricaberi,  le  enseñaban  sus  deberes  de  rey,  y  le  incul- 
caban la  venganza  que  debía  tomar,  por  la  muerte  de  su  padre  y 
SU3  parientes.  Al  principio,  correspondió  poco  el  alumno  á  la 
enseñanza  de  sus  maestros;  mas  poco  á  poco  fué  entrando  en  ra- 
zón, mirándosele  asiduo  eü  traer  leña  para  el  fuego,  caza  para 
dar  de  comer  á  los  dioses  celestes,  á  los  de  las  cuatro  partes  del 
mundo,  y  al  del  infierno,  disponiéndose  también  para  la  guerra. 

ün  poco  crecido,  ponía  en  los  términos  de  sus  enemigos  la  le- 
ña y  ramas  destinadas  para  el  fuego,  colocando  encima  una  fle- 
cha en  señal  de  desafío.  Poco  después,  corrió  el  litoral  del  lago, 
arrojando  de  la  ribera  á  los  isleños,  establecidos  en  varios  luga- 
res, impidiendo  la  salida  de  los  de  Xardcuaro,  á  la  tierra  fir- 
me. (2)  Guricaten,  mirándose  bloqueado  en  su  isla,  mandó  á  sus 
sacerdotes  fuesen  a  Zurunban^  sacerdote  de  Xaratanga,  para  pe- 
dirle auxilio  contra  los  chichimeca:  Zurunban  entró  de  buen 
grado  en  la  liga^  nombrando  al  sacerdote  Nacan,  (3)  á  fin  de 
concertarse  con  lo3  de  GiírinciuirOy  y  pasar  á  la  isla,  para  se- 
ñalar el  tiempo  y  la  manera  decaer  sobre  el  enemigo  común.  Al 
llegar  Nacan  á  Siraueni,  fué  recibido  por  su  señor  GiiaracuHy 
quien  informado  del  objeto  del  viaje,  se  mostró  enemigo  de  los 
Vacanaze,  y  aun  prometió  juntar  sus  guerreros  á  los  de  la  liga. 

(1)  Relaoion  de  Michoacan,  157—62. 

(2)  Eelacionde  Michoacan,  pág.  162—66. 

(8)  El  nombre  eaU  ortografiado  Naca  y  Nacan. 


m 

Apenas  salido  el  emisario,  Guaraem'i,  eavió  un  sacerdote  á  par- 
ti^ar  lo  qQe  ae  tramaba  á  Tariaoure;  por  oonsejo  de  éste,  aquel 
mismo  sacerdote  partió  á  la  isla  á  informarse  de  Nacan  cuándo 
Ydlvería,  y  por  cuál  camino»  pretextando  que  Cuaracuri  le  espe- 
raba para  darle  de  comer.  En  efecto,  Nacan  yino  á  la  casa  de 
Cnnracuri  oomo  estaba  conyenido,  y  comió  copiosamente;  pues- 
to en  camino,  Getaco  y  Aramen  le  aorprendieroi?,  llev&ndole  he- 
rido á*  presencia  de  TariacHrL 

Nacfin  fae  llevado  al  templo,  y  sacrificado  á  Curicaberi;  coci- 
do el  cadáver  por  Cuaraeuríf  envió  el  cuerpo  á  los  isleños,  los 
bfazos  con  los  hombros  á  los  do  Curinctuiro,  y  los  muslos  á  Zu- 
runba%  diciendo  á  todos  ser  loS  despojos  de. un  esclavo  de  jfa- 
7naeuri,  que  les  enviaba  para  hacer  la  salva  á  los  dioses.  Los 
emisarios  de  Tartacwrí^  tuvieron  üxt^  para  dejar  que  Zurunban 
comiera  la  carne,  avisándole  después  que  Ho  era  de  víctima  in- 
molada,  sino  la  de  sn  sacerdote  Nacaru  Aquella  burla,  agotó  la 
paciencia  del  adorador  de  Xarcdanga^  quien  envió  á  sus  guerre- 
ros á  las  órdenes  de  su  jefe  Viana,  para  arrojar  de  Vacafuivaro  á 
Cetaco  y  AraTnen^  quemar  las  trojes,  destruir  las  sementeras,  des- 
honrar á  las  mujeres  y  quitarles  las  ropas.  Cumplido  todo  al 
,  pió  de  la  letra,  los  dos  príncipes  tuvieron  que  refugiarse  en  las 
tierras  de  Cuaracuri,  pues  Tariacuri,  temiendo  la  furia  del  ene- 
.  migo,  había  abandonado  á  I%tzcuaro,  hasta  que  pasada  la  tor- 
menta, volvió  á  su  mismo  asiento.   (1) 

Áramen  era  joven  y  hermoso^  acudiendo  una  vez  al  tiánguez,  ó 
mercado  en  Paroo,  se  encontró  con  la  esposa  de  Caricaten,  señor 
de  la  isla  de  Xárdcuaro;  vióronse  y  amáronse.  Desde  entonces, 
ella  atravesaba  muchas  veces  las  aguas  del  lago,  el  bajaba  al 
mercado,  y  en  secreto  pasaban  sus  coloquios:  no  fue  tan  oculto 
su  trato,  que  no  lo  supieran  las  mujeres  de  Xárdcuaro,  lo  divul- 
garan en  una  noche  de  embriaguez^  llegando  á  oidos  de  Carica- 
ten.  Para  vengar  su  injuria,  mandó  emisarios,  que  después  de 
haber  comido  con  bramen,. intentaron  matarle;  mas  aunque  re- 
cibió un  flechazo  en  la  espalda,  pudo  saltar  una  pared,  huir,  e  ir 
á  morir  al  pió  de  una  encina.  Los  sicarios,  habiendo  perdido  su 
víctima,  tomaron  á  las  hermanas  de  Arámai,  atáronlas  y  llevá- 
ronlas á  la  isla.  Garicaten,  se  enojó  porque  le  presentaban  aque- 

Cl)  Belacion  de  Mechuacan.  pág.  167^82. 

71 


562 

lias  mujeres,  en  lugar  del  seductor,  y  lleno  de  fordr)  mandó  sacri- 
fieárlas  en  el  Cá  de  Pícrítáten,  arrojando^ lo»  tmfk^t^ií  las  agtuM 

del  lago.  (1)  "    '    .  '     ^  •  '    '''^'^'      ' 

Tariacuri,  sintió  mudho  la  muerta  de  su  pTíinO/ y  no  pudiendo 
vengarla  por  entonces,  se  acercó  cott  ísus  guerretoa  á  las  tierras 
de  Gurincuaro^  tomando  asiento  en  el  monte  de  Hoatapeoío.  El 
anciano  Chashort,  mirándose  amenazado,-  ocm  acuerdo  de  su  fa* 
miiia,  ofreció  una  de  sus  hijas  por  esposa  al  jefe  ohichimeéa; 
aceptada  la  alianza,  la  paz  quedó  e^bleoida  entre  aínbas  tri- 
bus. Mas  aquella  mujer  era  mala;  tenía  relaciones  enminales, 
ibase  sin  licencia  á  ütirinctiai'o,  y  por  último,  desapareció  de  la 
casa.  Tarzocz^W,  fué  á  buscarla  &  la  toorada  de  su  suegro;  pero, 
no  pudo  encontrarla  porqué  se  liabia  ocultado,  y  tornóse  solo  y 
enojado.  Chcmskorif  hizo  f raer  i  su  hija,  le  reconvino  y  enrió 
con  su  esposo;  mas  ella  en  el  camino  se  emborrachó,  cometió 
adulterio  con  XorapUiy  Tarequezhigfltan^  entrando  con^o  confusa 
al  hogar  domestico.  En  la  fiesta  de  Pui^eeotaguwt^Oy  mientras  Ta- 
riacuH  fue  éX  ínoute  á  traer  leña  para  Curicaheri,  la  infíel^espo- 
sa  pasó  la  no^he  con  aquellos  sus  amigos,  en  retozo  y  embria- 
guez; al  tornar  el  príncipe,  la  encontró  dormida, '  sucia  del  vino, 
en  desorden  los  vestidos,  tiznado  el  busto  y  el  rostro.  Pruebas 
sobradas  eran  aquéllas  de  su  infidelidad,  mas  el  esposo  no  quiso 
matarla,  por  no  indisponerse  con  Ctianskoii. 

La  pena  trastornó  el  ánimo  de  Tariacuriy  entregándose  con 
ardor  á  traer  lefia  á  Guricaberiy  descuidando  el  descanso  y  la  co- 
mida; con  el  trabajo  y  el  pesar,  estaban  consumidas  las  fuerzas, 
pálido  y  flaco,  estaba  próximo  á  espirar.  Notólo  una  tía  suya, 
quien  compadecida,  le  dio  alimento  por  engaño,  aconsejándole 
después,  se  dirigiera  á  Zurunban,  el  sacerdote  de  Xaraíanga,  pa- 
ra obtener  una  nueva  esposa.  Siguiendo  el  medio  acertado  de  la 
anciana,  Tariacuri,  (2)  se  dirigió  al  adorador  de  la  diosa,  quien 
le  dio  dos  hijas  suyas,  mucho  número  de  mujeres  que  las  sirvie- 
ran, con  un  gran  regalo  de  ropas  y  alhajas.  Cuando  la  adúltertf 
vio  entrar  las  nuevas  mujeres  en  casa,  moríase  de  celos,  huyó  á 
su  pueblo  de  Ourinouaro,  y  nunca  más  volvió.  (3) 

• 

(1)  Belacion  de  Mechuacan,  pág.  182—84. 

(2)  Bepetidas  veceB  se  eucuentra  eu  la  relaciou,  Oariacuri  por  Tariacurí. 

(3)  Béladon  de  Mechuacan,  pág.  185—204. 


S63 

I 

Ofendido  Gharishari  por  el  desairo  qa^  había  recibido  en  su 
hija,  pues  la  creía  inocente/ hizo  ataviar  4  sus  sacerdotes^  ^tpmiá 
á  su  dios  líureridequevecaraf  y  viniendo  á  ffocUaropexo  quito  del 
templo  d  Guncdberi,  apartándole  á  un  lado  j  colocando  en  dú  lu- 
gar al  'numen  cíe  Corincuaro;  se  apodiard  de  íos  esclavos  a^áre* 
jados  para  la  fiesia  de  Sicidndir%  sacrificándolos  &  Hurendeque- 
vecára.  El  jefe  chichimeca  abandono  el  lugar,  dirigiéndose  con 
su  gente  á  Vrexo,  donde  forufíó  un  Cií  de  céspedes  para  Curicor- 
beru  Sabiéndolo  los  guerreros  de  Curincuaro,  vinieron  con  objeto 
de  destruir  el  Cu;  mas  fueron  completamente  derrotados,  per- 
diendo multitud  de  prisioneros,  que  fueron  sacrificados  por  las 
mujeres,  corriendo  la  sangre  como  uñ  arroyo  hasta  el  pié  del 
templo,  y  luego  por  el  patio:  las  cAbezas  puestas  en  varales  da- 
ban  gran  sombra.  Aquella  victoria  dio  gran  fama  á  Tariacuri, 
sometiendo  en  seguida  á  Vacapu,  Zurumu  hucapeo  y  Santaiigd 
por  la  fuerza  ó  sometimiento  voluntario*  (1)    . 

Según  la  costumbre  de  aquellos  pueblos,  siendo  muy  anciano 
el  señor,  elegían  por  jefe  &  su  hijo,  y  reinaba  aunque  su  padre  no 
hubiese  muerto.  ChauBhori  estaba  ya  eHi  aquel  caso,  por  lo  cual 
los  de  Curiacuaro  alzaron  por  rey  á  Vrescua.  Luego  que  se  vio 
en  el  poder,  mandó  á  sus  viejos  con  mensaje  á  Tariaciiri  para 
decirle,  que  habiendo  hecho  una  expedición  á  Occidente,  envia- 
ra para  el  dios  Vrendequevecara,  plumajea  largos  verdes,  plumas 
ricas,  collares  de  turquesas,  plata  y  oro.  lios  mensajeros  fueron 
bien  recibidos  por  Tariacmi,  quien  en  lugar  de  los  objetos  pe- 
didos les  entregó  flechas  de  diversos  colores,  con  pedernales . 
blancos,  negros,  amarillos  y  colorados,  explicándoles  que  aque- 
llos eran  los  plumajes  y  alhajas  pedidas.  Vrescua  les  pedia  el 
tributo,  Tariacuri  les  declaraba  la  guerra.  Vrcscua  se  rió  de  lo 
que  llamaba  locura  de  los  chichimeca,  rompiendo  con  desprecio 
las  flechas;  mas  Chanslíori  le  advirtió,  que  mejor  fuera  haberse- 
las  puesto  al  dios,  para  precaverse  de  la  divinidad  á  que  estaban 
dedicadas. 

Los  isleños  andaban  entonces  en  guerra  civil.    Los  de  la  isla 
Pacanda7i  destruyeron  su  pueblo  á  los  isleños  llamados  Hurende- 
tiecJia,  quienes  viéndose  destruidos  vinieron  á  pedir  socorro  á" 
Tariacuri.   Este  vino  con  sus  guerreros  al  monte  de  Arizirinda; 

<1)  Belacion  d«  Mechoacan,  pág.  205-9. 


5U 

al  verle  tau  cerca;  los  de  Curínctiaro  y  los  isleños,  qaa  se  habían 
apoderado  de  Pátzcuaro,  huyeron  los  unos  á  su  pueblo,  los  otros 
al  lago,  entrando  viotoriosos  á  su  antigua  capital. 

Xá  mujer  adultera  había  dejado  á  Tariacuri  un  hijo  llamado 
Curaíame;  siendo  éste  de  alguna  edad,  fué  enviado  á  Curincuaro 
para  que  se  educase,  encargándole  su  padre  se  ejercitase  en  el 
servicio  de  los  dioses  y  no  se  emborrachase;  mas  el  muchacho 
era  de  mala  Índole  y  se  entregaba  álos  vicios.  Afligido.  Tariac^rt 
por  verse  con  tan  mal  sucesor,  no  hacía  sino  pensar  é  indagar 
del  paradero  de  sus  sobrinos  Hirepan  y  Tangaxoaiu  ICran  éstos 
hijos  de  Ce  taco  y  Aramen,  los  cuales  muertos,  y  siendo  el  tiempo 
en  que  los  chichimeca  estaban  perseguidos,  tuvieron  .que  andar 
errantes  por  diferentes  pueblos,  en  unión  de  una  hermana  y  la 
viuda  de  Cetaco;  estando  en  la  mayor  miseria,  comían  los  mu- 
chachos de  las  raíces  y  frutos  que  pisados  estaban  por  los  sue- 
los en  los  mercados.  Admitidos  por  caridad  en  la  casa  de  algu- 
nos parientes,  fueron  sucesivamente  despedidos  por  ocuparse 
más  de  la  caza  y  del  servjcio  de  los  dioses  que  de  las  faenas  do* 
mésticas.  De  pueblo  en  pueblo  se  acercaron  á  Pátzcuaro,  en 
donde  fueron  notados  al  traer  leña  para  Curicaheri  por  los  sa- 
cerdotes GhúpUanif  Tecacua  y  Nuriuan;  advertido  Tariacuri  qui- 
so ver  á  los  jóvenes,  mas  habían  desaparecido.  Al  reir  del  alba 
los  sacerdotes  fueron  &  Pareo  por  toda  la  familia,  trajéronla,  sien- 
do recibida  con  muestras  de  ternura  por  Tariacuri:  después  de 
agasajarlos  les  puso  en  YaiuicuitÍ7*o,  donde  hizo  casas  para.  Ios- 
papas  veladores  y  templo  para  los  dioses.  (1) 

Tariacuri,  sabiendo  que  su  hijo  Curatame,  se  perdía  en  Corin^ 
cuaro,  lo  hizo  traer  á  Xaramu,  donde  le  puso  un  Cii,  y  casa  en 
que  velasen  los  papas;  pero  el  mancebo  no  hacía  más,  que  em- 
borracharse y  bailar  desatentado  por  su  habitación.  Llegada  la 
fiesta  de  Pureootaciutro,  el  insensato  mancebo  convidó  á  su  pa- 
dre para  ir  á  yisitarlo,  y  éste  ocurrió,  llevándole  grandes  regalos 
como  señor.  Aunque  Curatame  le  recibió  con  atención,  comen- 
zada la  plática  y  pretendiendo  el  poder,  arremetió  con  Tariacuri, 
asiéndole  por  la  garganta  y  dándole  dos  golpes  contra  la  pared. 
£1  ofendido  padre  se  retiró  con  sus  regalos;  mas  Curatamey 
uniendo  la  usurpación  á  la  irreverencia,  se  apoderó  de  Páizcua- 

(1)  Relación  de  Mechoacan,  pág.  214-22. 


r 


6|56 

rOf  daolarándose  jefe.  Tariacuri  ae  retiró  al  barrio  nombrada 
Otdú^  mieairas  JSRripan  j  Tangaxoan,  andaban  por  los  n^utee 
érajendo  leña  para  los  cues. 

)Pasado  nn  ano,  Curatame  convidó  á  nna  fiesta  á  su  padre  2b- 
rtacuri  y  á  sns  primos  JSiripan  y  Tangim>o(,n;  mas  éstos  no  qui- 
sieron asistir,  decidiéndose  á  celebrar  la  solemnidad  cada  cpal 
por  sn  parie.  Andando  por  el  campo*  acertaron  á  verse,  mas  co- 
mo se  tuvieron  por  enemigos,  Tariacuri  emprendía  la  fuga.  Sa- 
lidos del  engaño  se  4ÍBron  la  bienvenida^  si^aiendo  nna  comida 
frugal  y  amistosa.  Levantados  los  manjares,  Tariacuri  hizo  re- 
tirar alas  mujeres,  y  una  vez  seguro  de  l^  intenciones  deMiri- 
pan  y  de  Tangaxoan  y  de  su  enemistad  con  CurcUameriy  abrióles 
•BU  pacho  revelándoles  las  cosas  del  porvenir.  Becordolea  las  mi- 
serias y  persecuciones  por  las  cuales  habían  pasado  los  Vacanaxe; 
pasando  la  vista  por  los  señoríos  de  sus  enemigos,  fué  ad virtien- 
do que  en  todos  habían  muerto,  ó  quedado  sin.  mando  los  apti- 
guos  jefes;  habíanles  sustituido  jóvepQS  que  traían  guerras  in- 
'testinas  por  apoderarse  del  mando» .  estando  divididas  las  fami- 
lias y  las  tribus;  aquellos  débiles  guerreaddres  estaban  corrom- 
pidos por  los  vicios  y  la  crápula  ^  no  podrían  defenderse;  Curi- 
caheri  los  había  entregada  en  manos  de  loa  chichimepa*  "Si 
^'decis  verdad  que  no  quex-ei^  ir  á  laa  fiestas  4^  mi  hijo,  oídme: 
''vosotros,  señores,  tres  señores  habéis  de  6er«,  fiiripan  será  se- 
ñor de  una  parte,  y  Taiigaxpan  en  otra^y  mi.hjjp  menor  llama- 
'do  Higuangaje  en  otra  parte."  Higmngaje  era  hijq  de  la  nueva 
esposa  y  á  la  sa^pn  era  sacrifígador.  Acabada,  la  larga  qonferen- 
«eia,  Hiripan  y  Tangaxoan  se  tornaron  á  sn  asiento,  á  la  casa  de 
-ios  papas  á  hacer  vela  y  oración.  (1) 

Algunos  dias  después,  los  isleños  de  Cayumeo  mandaron  por 
«emisario  á  Zapiuaiame,  proponiendo  á  TaiHacuri  se?r  admitidos 
•entre  los  chichimeca;  aceptada  la  proposición,  hombres,  mujeres, 
ancianos  y  niños,  se  embarcaron  en  sus  canoas  trayendo  en  la 
proa  á  sus  dioses  Oaroo'iichaya  Nurite^  Xaranaua^  Varichuuacua- 
re  Tangachurani.  No  huyeron  tan  de  secreto  que  sus  enemigos 
no  los  persiguieran;  mas  socorridos  por  los  Vaca^axe,  que  los  ea^ 
peraban  en  la  orilla  y  soltaron  f^^ohas  contra  loa  perse^guidorea, 
.•salieron  salvos  á  tierra,  .situándo.se  en  Atería.  Desde  entonces 

..(l)  Belacion  de  MechoaoaOi  pág.  222-23S, 


ti 

Ái 


66^ 

SRHpan  y  Tdngaxocín  se  dldron  á  conquistar  It^  riberas  del  lago 
de  t^átzcnáro,  y  úo  bóñténtos  cou  ocupar  los  terrenos  para  la  ca* 
za»  mirando  que  eran  buenas  las  tierral  de  donde  después  fue 
Tzintzonfzan,  con  tnafis  tráido  aQ' ífdiwijdu  sembraron  sus  semen-: 
tetas,  añadiendo  también  seiíibtados  de  Yrijolés.  (ly  ^ 

Irritado  Cumíame  pot  aquellas  Hazañas,  íñándó  éim'isarios  á  su 
padre  diciándole;  que  sieúdo  eí  verdadero  séuor,  se  le  sometie^ 
ran  sus  primos;  dálría  por  empleo  á  Birxpan  que  le  sacara  el  ori- 
nal, á  Tangaxoán  que  le  tuviera  la  taza  cií&ndo  bebiese.  Tarior 
curi  envió  los  men-$ajeros  á  ambos  jóvenes,  quienes  rojos  de  ira 
al  oir  la  embajada,  respondieron  con  desabrimiento.  Pai*tidos  los 
mensajeros,  Hiripan  jr  Tangaxoán  atravesaron  el  lago  en  sus  cá* 
noas,  viniendo  á  consultar  con  Tariacuri^  quien  no  sólo  aprobó 
8a  conducta,  sino  que  les  dio  á  su  hijo  Higicangaje  para  que  los 
acompañase  en  sus  correrías. 

Pasado  tiempo,  Tartacuri  dijo  á  sus  sobrinos  é  hijo: — **To  os 
'^quiero  dar  una  parte  de  Curícaberi,  que  es  una  navaja  de  las 
''que  tiene  consigo,  y  esta  pondréis  en  mantas,  j  la  llevareis  allá  ^ 
^j  á  tssta  traeréis  vuestra  leña,  y  hareisle  un  rancho  y  un  altar 
donde  pondréis  esta  navaja."  Ellos  la  tomaron,  pasaron  el  lago^ 
levantando  en  Tzintzontzan  una  trox  para  la  navaja,  un'  Cu  con 
casa  para  los  papas  que  ITamatan  del  Águila,  Cuando  todo  es  tu* 
▼o  acabado  vinieron  á  ver  á  Tartacuri;  pero  éste  se  enojó  gran- 
demente porque  habían  hecho  templo  cuando  no  tenían  órdéD 
para  ello,  y  tomando  el  arco  los  flechara,  si  de  presto  ellos  no 
hubieran  huido.  Después  se  sosegó  el  irritado  jefe  reflexionan- 
do:— ''¿Qué  tengo  de  decir?  que  mis  hijos  no  tienen  culpa,  que 
''no  lo  hicieron  de  su  autoridad,  sino  que  yoles  di  aquella  piedra.^ 

Entonces  para  hacer  la  dedicación  del  nuevo  templo  ocurrió  á 
una  malevolencia.  Era  costumbre,  cuando  moría  el  señor,  matar 
algunas  personas  para!][que  le  hicieran  compañía  y  servicio  en  el 
otro  mundo;  los  cadáveres  ponían  en  la  sepultura  y  encima  el 
del  jefe,  llamando  aquello  su  estrado  y  cama.  Tartacuri  llamó  á 
los  papas: — "Pues  ve,  Chupitan,  le  dijo,  al  señor  de  la  isla  de  Pla- 
^exndan,  llamado  Barapame,  díle  que  ya  somos  viejos  y  cansa- 
^doS)  y  que  queremos  ya  ir  al  dios  del  infierno;  pues  que  dónde 
"tomaremos  á  la  partida  gente  que  llevemos  con  nosotros  para 

<i)  Belaoion  de  Mechotcan,  pág.  21^9-24^. 


se? 

''AMatro  Mtmdo»  y  diráald  .<me.$eiítl«4oiid6  ha  de  ser  la  pelea» 
'^en  una  aeiveiiiera  d^  laaie.^^rde,  4  ila^ribaraf  y  ftue  «i; jo  jo^ta^ 
'.troiiUiá  >Qf^  sayos,  i|ii»í»9ii.0llm  ^w.murierQn  sevin  971  oapaajr 
'^estrado  para  mi  jniiertVy.y  sijí)  ta^jtare  .4^  los  mios  que  iam* 
"bien  será  estrado  para  sa  muerta.  Qu^  d<Mide  los  habernos  de 
"Uevar  á  la  partidW  :     , 

Ckupitan  fué  á  PacaMchn  eou  el  ^neuBaje  á  Barapeme,  quien  se 
afligió  pensando  que  iba;  ¿  perder  i^  sus  subditos;  por  miedo  ó 
por  eostumbps .  olreció  mandar  al  Ipgi^r  desqtuado  oieu  guerre- 
ros, auuqne  arrepentido  después  mandó  aviso  de  que  sólo  serían 
sesenta.  Llegado  el  dia  convenido»  los .  F^/oa/iase  se  emboscaron 
en  la  orilla;  al  llegat  los  de  Pí^ocmdan  se  alzaron  de  improviso 
coa  grandes  gritos,  cautivando  á  todos,  llevándoselos  con  gran 
raido  y  cantando.  Cuarenta  mandaron  á  Pátzcuaro  para  sacrifi* 
cor  á  CuricaherU  los  otros  veinte  trajeron  al  nuevo  Cu  llamado 
QueretarOf  sacrificándolos  para  hacer  con  ellos  la  dedicación.  (1) 

Concertados  TarUicuH^  sus  sobrinos  á  hijo,  enviaron  al  papa 
Ckupitan  con  mensaje  á  Curajtamey  pidiéndole  ayuda  contra  los  de 
Xaracuaro  y  Faoandan.  £J1  jefe  usurpador  de  PcUzcuaro  túvolo 
por  bien.  Se  bañó,  hizo  vela  por  la  noche  en  la  casa  de  los  pa- 
pas, y  en  amaneciendo  se  puso  el  carcax  á  la  espalda,  una  tira  de 
cuero  de  tigre  como  guirnalda  en  la  cabeza»  con  cascfibeles  de 
víboras  que  le  colgaban  por  las  sienes,  un  collar  de  huesos  de 
pescados  de  la  mar;  atravesó  el. lago  rodeado  de  sus  criados,  sen- 
tado en  una  silla  en  la  canoa,  con  una  manta  puesj;a  de  plumas 
de  pata.  Siripan,  Tangaxoan  é  Higuangaje  saliéronle  á  recibir  to- 
dos tiznados,  con  sus  insignias  de  valientes  guerreros.  Llevado 
Curatame  al  aposento  que  le  tenían  destinado,  quitáronle  el  car- 
cax y  dieron  de  comer;  según  costumbre  del  desarreglado  prin- 
cipe, pidió  nno  y  se  lo  dieron;  cuatro  tazas  tomó  y  otras  cuatro, 
acabando  por  emborracharse.  Todavía  pedía  de  beber,  y  cuando 
llevaba  la  taza  á  la  boca,  Tangaxoan  sacó  una  porra  que  llevaba 
oculta  y  le  dio  un  golpe  en  la  garganta  que  le  hizo  caer  de  bru- 
ces; repitió  los  golpes,  hasta  que  CmrUame  quedó  tendido  en  el 
suelo,  ensangrentados  los  plumajes,  un  brazo  á  una  parte  y  otro 
á  otra.  Alborotóse  la  servidumbre,  mas  Tangaocoan  la  sosegó  di- 
ciéndole  que  aquello  no  iba  con  ellos,  siendo  cosa  que  sólo  ata- 

(1)  Relación  de  Mechoaean,  pág.  245.2G4. 


66a 

¿ía  á  Io3  señores. — "Y  pasarte  la  lugmia  los  mensajeros  j  dije* 
^'roB  á  Tariacurí'  **iM  sobri&os  nos  enrían  i  tí  qae  te  hioiásembs 
^'saber  que  riñeron  con  Curaíemié."  Dl^éS  Tariaeuri:  ''¿Maláron- 
'le?"  Dijeron  ellos:  ''Si,  señor.**  Díjdles  Tariaeuri:  ^'¿Quíén  le  ma- 
"to?"  Dijeron  ellos:  «ranjfoxaon  le  mató."  Dijo  Tariaeuri:  ''Va- 
cílente hombre  es:  muera  el  bellaoo  Injariosoy  bien  hideroni 
^'echadle  en  la  laguna."  T  eeháronle  en  la  laguna,  y  tornaron  á 
"traer  lena  para  los  cues,  y  vínose  Tariaeuri  á  su  primer  asiento 
"de  Patzcuaro,  donde  estaba  su  hi¡o' Curatamé  por  señor.*'  (1) 

La  diosa  Xaratanga  apareció  en  sueños  á  Tangaxoatiyj  Curioa- 
herí,  á  Hiripin;  ambas  divinidades  les  prometieron  que'  llegarían 
á  ser  señores.  Los  númenes  estaban  en  su  favor,  de  manera  que 
la  diosa  Abir%mme  hizo  un  prodigio,  para  hacer  huir  de  su  pue- 
blo á  Zinzurd,  señor  de  Iziparamucu^  Aquello  fué  el  preliminar  de 
un  gran  triunfo,  pues  faé  tomado  el  pueblo  de  Tariaran,  quema- 
do y  destruido;  cautivado  su  señor  Huiacha  con  todas  sus  muje- 
res y  riquezas,  y  llevado  &  Pdtzcuaro  le  sacrificaron  en  unión  de 
muchos  de  los  suyos.  Fuertes  ya  los  Facaiteze  con  sus  triunfo^, 
y  con  el  auxilio  de  sus  amigos  y  aliados,  se  derramaron  por  to- 
do el  Michhuacan  extendiendo  á  lo  lejos  su  dominio.  Divididos 
en  peqaeños  señoríos,  los  invadidos  no  podían  resistir,- huyendo 
en  todas  direcciones,  llevando  sus  tesoros  y  sus  dioses.  Los  chi- 
chimeca  tomaban  de  aquellas  rique^s  las  plumas,  dejando  para 
los  dioses  el  oro  que  creían  ser  excremento  del  sol,  la  plata  ex- 
cremento de  la  luna,  y  las  piedras  preciosas:* 

A  la  mitad  do  aquellas  conquistas  murió  TarukcurL  Según  ós- 
te  lo  tenía  determinado,  el  reino  quedó  dividido  en  tres  fraccio- 
nes: la  primera,  con  su  t^j  Hxguancfqje,  tuvo  por  cabdeera  ÁPáíz- 
cuaro;  de  la  segunda  fue  señor  Tangaxoan^  quien  puso  su  capital 
en  Tzintzonfzan;  la  tercera  tuvo  por  jefe  á  Hiripan  con  la  ciudad 
principal  de  Cuyacan.  Hecha  la  partición,  de  consumo  prosi- 
guieron las  conquistas  extendiéndolas  :i  lo  lejos,  procurando  de- 
tener Á  los  fugitivos,  darles  asiento  en  los  pueblos,  estableciendo 
orden  y  la  antigua  disciplina,  nombrando  nuevos  señores  en  lu- 
gar de  los  quitados  por  la  guerra.  (2) 

Aquellos  tres  reinos  no  duraron  largo  tiempo  separados.  Hí- 

(1)  RdUeion  de  Mechuaoan,  pág.  257. 

(2)  Relación  de  Mechoaoan,  pág.  273-281. 


669 

ripan,  señor  de  Oajacan,  (1)  dejó  al  morir  un  hijo  llamado  Tica- 
tame,  quien  faé  durante  su  vida  rey;  mas  á  su  muerte  aquel  seño- 
río quedó  bajo  el  dominio  de  los  reyes  de  Tsintzontzan.  Sin  em- 
bargo, Ticatame  tuvo  un  hijo  nombrado  Tucuruan^  quien  á  su  vez 
enjendró  á  Paguengata.  En  Cuyaoan  estaba  el  dios  Curicaberi^ 
''que  era  aquella  piedra  que  deoían  que  era  el  mismo  CurioaberV* 
En  el  reino  de  Pátzcuaro,  Higuangaje  tuvo  muchos  hijos,  mas 
siendo  malos  porque  se  emborrachaban  y  mataban  á  las  gentes 
con  navajas,  les  mandó  matar  á  todos.  Sucedióle  un  hijo  nom- 
brado también  Higuangaje,  á  quien  quitó  la  vida  un  rayo;  por  es- 
ta causa  fué  deificado,  puesto  en  unas  de  las  islas  del  lago,. per- 
maneciendo ahí  hasta  que  los  oastelianos  saoaron  los  despojos 
con  los  tesoros  que  les  acompañaban.  Tangaxoan  tuvo  entre 
otros  hijos  á  Zizispanducuare,  quien  quitó  á  Ticatame  al  dios  Ciiri- 
caberi,  le  llevó  á  Tzintzonizan  y  colocó  los  tesoros  del  numen  par- 
te en  las  islas,  parte  en  su  propia  casa.  ZizUpandcuniare  reunió 
bajo  BU  cetro  las  tres  monarquías,  (2)  se  defendió  contra  los  me- 
xica^  que  destruyeron  á  Taximaroa^  extendió  sus  conquistas  en 
diroccion  de  Colirna  y  Zacatula^  y  fue  un  gran  señor*  Sucedióle 
Zuangua^  gran  guerreador  también,  quien  igualmente  ensanchó 
por  la  conquista  su  patrimonio.  Siguió  Tangaxoan  II,  por  oti^o 
nombre  ZincicJta;  á  instigación  de  su  hermano  Timaje  hizo  ma- 
tar á  sus  heriaanos  bajo  pretexto  de  que  se  le  querían  alzar  con 
el  reino:  gobernaba  cni^ndo  llegaron  los  castellanos.  (3) 


(1)  Hoy  Cojuca  ó  Cuyacau,  á  la  orilla  del  rio  de  Im  Balzafi, 

{2)  Belacion  de  Mechuacan,  pág.  13. 

(3)  Relación  de  Mechuacan,  pág.  292-03.  Esta  es  la  narración  que  hemos  forma- 
do, siguiendo  el  documento  original,  narración  bien  diversa  en  muchos  puntos  d^ 
la  publicada  por  el  Sr.  Brasseur  de  Bourbourg  (Tom.  8,  pi^g.  r>l  j  sig.)  Impreso 
él  antes  MS.  anda  en  manos  de  todos;  comparando  pueden  los  lectores  saber  de  oa- 
jñ  parte  está  la  mayor  fidelidad. 

72 


'   \ 


i    t  . 


II    i . 


CAPITULO    IV 


MICHHÜACAN. 


Oharaeu,-^Gu«rras  óorUra  Unméxica.—PródigüM  anunciando  ia  wnida  de  tó$  cade- 
üan^s.^Zuanffua. — Moetecuhzoma  pide  eooarro  á  loe  taraeeos.'^Zimidh'é  Tanga- 
xoan,Saer{fleioé  de  ¡09  embc^aáoree  fnéxica,-^Cvoüigaci(m.^IÍ<mibre8,'^lUUgian. 
'^Dioeee.^Fieeta  de  tas  prinUeiaí  de  ¡08  campa8,—8ae^rUfte$,'-CferarqtUa  eaeer* 
daUU,^8acHfie(oé  huma9u>e,^Antropofagia,-^Prúfteia.-^OrffanÍ9aeian  íoeiaL'^ 
líobUta^^Qftmioé  y  eargoe.-^El  Catond.'^Sertieioe  de  m  eaea.— Suettion,'^ 
Muerte  y  exequiae.-^BleeGion  y  proeiamaóion.-^CertmMiia  de  ia  guerra.^ChnUnr- 
ffeiite9,^Arma$.'~-Üombate8,^Eipia8.--Oaiutiúo$,'^JBhBé^ui^  he  muertoe  en  la 
gtietra.^'Leyes  y penas.^-'IfambrandetU^  de  Ide  eeñeree.^M'atrimíníio.-^Eepudia, 
—lyajee,— Artes  meednicas. — PttUura  en  madera. — Moeaico  de  plumas, 

HEMOS  establecido  la  historia  de  Michhuacau  por  la  relación 
que  juzgamos  más  auténtica;  pocas  noticias  aparecen  en  al* 
gnnos  autores,  que  como  complemento  aumentaremos  aquí.  Según 
una  versión:  ''Diez  7  nueve  monarcas  contó,  (Michliuacan)  desde 
HuahtizUzicatziii  hasta  OaUzotzin  6  Ginzica.  (1)  No  dice  los  nombres, 
ni  el  orden  sucesivo  de  esos  reyes,  pareciendonos  exótico  el  ape- 
llido del  primer  monarca. 
El  cronista  de  Michhuacan,  (2)  escribe: — ''Sólo  sabemos  de 

''tres  de  sus  reyes,  que  representa  el  pendón  donde  están  las 


(1)  Tardes  americanas.    Sácalas  á  luz  el  M.  R.  P.  Fr.  Josepb  Joaquín  Granado». 
México,  1778;  Pág.  184. 

(2)  Crónica  de  la  provincia  de  los  Santos  Apóstoles  B.  Pedro  j  S.  Pablo  de  Mi- 
ohoaoan»  porFr.  Pablo  de  la  Purísima  Concepción Baatitnottt.Iib.  l,cap.  Vni. 


671 

^ármás  del  señorío  de  la  cindad  de  Tzinizuntzan,  que  sou  el  rey' 
"Ohigtíanga,  y  el  rey  Sinsipha  Taiiguajuan;  y  que  liubo  otto  Ua- 
*'mado  Characa  6  Boyífiño,  según  .una  relación  antigua  que  cita 
"el  venerable  paidre  Basalenque,  y  se  mencionar  A  en  el  capituló 
"X."  (1)  La  relación  indicada  fué  escrita  en  lengua  piriñda  por 
uno  de  los  primeros  indios  bautizados.  Beinando  Charácu,  inva- 
dieron el  reino  los  tecos,  gente  de  lengua  popoloca  de  la  misma 
estirpe  que  los  de  iTecamachalco  y  Tecoac,  quienes  ayudados  por 
ot^as  tribus,  se  presentaron  por  el  Occidente.  No  contando  el 
r^y  con  fuerzas  suficientes  para  reprimir  á  sus  contrarios,  ocu- 
rrió á  los  matlatzinca,  nación  belicosa,  enemiga  de  I03  méxiofet,- 
porque  llevaban  con  impaciencia  su  yugo:  seis  capitanías  de  gue- 
rreros salieron  de  Tollocan,  presentáronse  á  Characu  y  recibidas 
órdenes  se  pusieron  en  campaña.  Ayudóles  la  fortuna,  muchos 
enemigos  quedaron  muertos  en  los  campos,  fueron  los  sobrevi-^ 
vientes  escarmentados,  tornando  Tos  vencedores  á  pedir  el  pre* 
mío  de  sus  servicios.  Diéroules  tierras  en  que  se  avecindaran, 
con  el  gravamen  de  servir  en  la  guerra  cuando  fueran  requeridos; 
escogieron  los  términos  enti*e  Teripitio  é  Indaparapeo;  las  fami- 
lias nobles  fundaron  á  Charo,  las  de  menos  calidad  á  Undameo*,- 
la  gente  menuda  se  extendió  por  los  altos^  que  en  tiempos  mo- 
dernos se  llamaron  de  Jesús  y  Santa  María.  (2)  No  acertamos  á 
saber  quién  fué  Characu,  á,  no  ser  que  lo  identifiquemos  con  Zi^ 
zispandacuare,  á  quien  se  le  llamara  el  Niño  al  principio  de  su 
reinado. 

Méxica  y  tarascos  fueron  constantes  enemigos,  sin  que  todo  el 
poder  del  imperio  fuera  parte  para  apoderarse  de  Michhuacan. 
Axayacatl  marchó  con  poderoso  ejército  contra  los  tarascos;  asen- 
tó su  campo  en  términos  de  Tlaximayolan,  y  después  de  dos  dias 
de  encarnizada  combate  en  que  pereció  la  ñor  de  los  guerreros, 
Ouachic  y  Otomitl,  tuvo  que  retirarse  huyendo  lí  su  capital.  (3) 
En  el  reinado  de  Motecuhzoma  II,  fué  cautivado  el  valeroso  gue- 
rrero Tlahuicole,  á  quien  se  dio  el  mando  de  un  poderoso  ejérci- 
to con  orden  de  invadir  el  reino  de  Michhuacan.  El  intrépido 
general  llevó  sus  guerreros  sobre  las  fronteras,  extendiendo  sus 

(1)  Basalanque,  Cróiiic.  S.  Nicolás  Tolent.  aug.  de  Michoacon,  cap.  15,  lib.  1. 

(2)  Crdnioa  de  Michoaoan,  por  Beaamont,  lib,  1,  cap.  X',  MB. 
(S)  Doran,  hiai.  de  las  Indias  de  N.  £.,  oap.  XXXVII. 


572 

correrías  por  Tlacomalojan,  Mararatío,  Acámbaro  y  Tzinapé- 
cuaro,  7  aunque^  no  pudo  tomar  Us  plazas  ni  yencer  d  loa.tarai-^ 
eos,  qnitóles  cuantioso  despojo»  con  algunos  prisipneros.  (1)  Máa 
que  TÍctoria,  aquella  expedición  faé  descalabro.  Para,  vengarse 
Moteouhzoma  previno  muy  cuantioso  ejército,  dando  orden  á  sus 
generales  de  no  descansar  hasta  alcanzar  el  vencimiento.  Yién- 
dose  amagados  los  tarascos  de  peligro  tan  grande  y  no'  teniendo 
suficientes  fuerzas  que  oponer  á  los  contrarios,  ocurrieron  á  un 
ardid;  reunieron  copiosos  mantenimientos  de  comida  y  bebidas 
fermentadas,  que  pusieron  á  lo  largo  de  la  línea  ocupada  por  los 
méxica.  Comenzada  la  batalla,  tras  liviana  resistencia,  huyeron 
los  michhuaca  en  la  dirección  convenida,  siguiéndoles  con  ardor 
los  vencedores;  mas  cuando  estos  llegaron  á  la  vista  de  las  vian- 
das, cesaron  la  persecucipn,  entregándose  á  comer  muy  de  pro- 
pósito, de  hambrientos  ó  de  seguros.  Cuando  estuvieron  hartos 
y  embriagados,  los  tarascos  cayeron  muy  de  pensado  sobre  ellos^ 
matando  la  mayor  parte,  cautivando  a  muchos.  (2)  Muy  más  san- 
grienta fué  aquella  rota  que  la  primera. 

Pasaron  estos  últimos  acontecimientos  en  el  reinado  de  Zuan- 
gua,  llamado  también  Tzihuanga..  Poco  tiempo  después  comen- 
zaron los  prodigios  precursores  de  la  venida  de  los  castellanos. 
Por  cuatro  años  continuos  los  templos  se  hendían,  no  obstante 
que  de  nuevo  los  cerraban,  cayéndose  las  piedras  de  alto  á  bajo, 
sin  razón  conocida.  Papas  y  devotos  tenían  sueños  en  que  los 
dioses  se  les  aparecían  pronosticándoles  males  próximos  á  veri- 
ficarse. Vigxú,  señor  de  Ycareo,  tenía  entre  otras  una  manceba, 
á  quien  la  diosa  Ctterabaperi  sacó  de  su  casa  una  noche;  llevóla 
el  numen  primero  por  el  camino  de  México,  después  por  el  de 
Araro,  sacó  una  jicara  que  traía  atada  á  las  enaguas;  la  lavó,  pu- 
so dentro  agua  con  una  simiente  j^blanca,  y  dándole  á  beber  la 
despidió  diciéndole  quién  la  había  de  llevar  en  adelante.  Yendo 
por  el  camino  que  la  diosa  le  señaló,  encontró  una  águila  con  una 
gran  berruga  en  la  frente,  que  erizaba  las  plumas,  silbaba,  y  de- 
cía ser  el  dios  Ciiricaberí:  ''sube  aquí  encima  de  mis  alas,  la  di- 
jo, y  no  tengas  miedo  de  caer."  Obedeció  la  mujer,  que  sobre  tan 
extraña  cabalgadura  fué  trasportada  al  pié  de  la  montaña  de  Xa- 

(1)  Torquemada,  Ub.  2,  cap.  LXXXII.— Glavigero,  hist.  ani.,  tom.  1  pág«  204. 

{2)  Beaamont,  Orón,  de  Micho^can,  Ub.  1,  cap.  X,  MS, 

> 


573 

naota  liíicario,  y  levantada  después  en  lo  alto.  Con  asombro  dis- 
tinguió que  los  dioses  estaban  congregados,  entiznados  todos, 
con  sus  guirnaldas  de  trébol  y' demás  insignias,  sentados,  coíi 
muchos  manjares,  diversas  maneras  de  vino  tinto  y  blanco  de 
maguey,  de  ciruelas  y  de  miel.  "Dijo  el  águila  &  la  mujer:  ''sien- 
"tate  aquí  y  verás  lo  que  pasare;"  obedeció  y  estuvo  atenta.  Es- 
taba Curitacaheri,  el  mensajero  de  los  dioses,  con  su  hermano  Ti- 
ripainectiarencha,  Curicaheri^  la  madre  de  los  dioses  Ciutravaperij 
Xnraíanga,  Hurendecicavecaro^  Querenclcuxngapeii,  todos  los  dioses 
de  la  mano  derecha  y  de  la  mano  izquierda,  Tiripamecuarencha  al- 
zó la  voz  recordando  al  congreso  los  tiempos  pasados,  y  cómo  es-  • 
taban  prestos  á  venir  nuevos  hombres  que  todo  lo  existente  des- 
truirían, sin  dejarlos  cues,  ni  los  fogones,  ni  levantar  más  humo. 
Terminó  su  discurso  diciendo:  "T  tií,  mujer,  que  estás  aquí,  que 
"nos  oyes,  publica  esto  y  háganselo  saber  a!  rey  que  nos  tiene  á 
"todos  en  cargo,  Zuangua.r  Los  dioses  se  retiraron  limpiándose 
las  lágrimas. 

Pasó  eato  al  reir  del  alba,  y  al  terminar  la  visión  era  de  noche, 
encontrándose  la  mujer  sola  al  pie  de  una  encina,  sin  otro  obje- 
to delante  que  un  gran  peñasco.  Tomó  por  el  monte,  cantando, 
hasta  que  á  la  media  noche  fue  descubierta  por  los  papas  de  la 
diosa  Cuerahaperi,  á  quienes  refirió  cuanto  había  visto.  Ellos  tu- 
.  vieron  el  sueño  por  grande  agüero,  hicieron  sus  ceremonias,  de- 
terminando avisarlo  al  rey:  puestos  en  camino,  llegando  á  Árata- 
cuaro  encontraron  á  Zuangua,  que  estaba  borracho.  T)iéronle  la 
relación,  que  no  le  maravilló  mucho,  puesto  que  á  su  turno  con- 
tó á  los  sacerdotes,  como  estando  un  pescador  en  una  balsa  pes- 
cando con  anzuelo,  picó  un  gran  bagre,  saliendo  luego  del  rio  un 
caimán  que  arrastró  al  pescador  al  fondo  de  las  aguas,  aquel  dios 
caimán  hizo  la  misma  predicción  al  pescador,  sacándole  luego 
fuera  del  rio  para  ir  á  dar  aviso  á  Zuangua.  (1) 

Cuando  los  castellanos,  al  mando  de  D.  Hernando  Cortés,  hi- 
cieron pié  en  las  costas  del  imperio  y  dieron  á  conocer  su  deter- 
minación de  penetrar  hasta  la  capital  del  Anáhuac,  Motecuhzo- 
ma  envió  una  embajada  compuesta  de  diez  personas  principales 
con  ricos  presentes  de  turquesas  y  chaícJiihuitl,  plumajes  verdes, 
diez  rodelas  con  cercos  de  oro,  maxtlatl  y  mantas  finas.  Llegados 

(1)  Relación  de  Mechuacan,  pág.  67—75. 


57é 

-á  Taximaroa,  el  gobernador  deaqnella  frontera  lea  dio  paso  has- 
ta Tziützotzan,  en  donde  fueron  recibidos  por  Zuangua,  hablando- 
les  por  mectió  del  nahuatlato  6  intérprete  Nuri  tan.  Los  embaja- 
dores expusieron  la  llegada  de  los  hombres  blancpSjclescribieron 

.sus  airmas  y  los  animales  desoónociaos  sobre  que  Tenían  caballe- 
ros, mencionaron  los  combates  contra  ellos  tenidos;  terminando 
jQon  pedir  socorro  de  gente  á  fin  de  exterminar  á  los  invasores. 
Beceloso  Zuangna  de  los  mexica,  para  cerciorarse  de  la  verdad 
•de  los  hechos  que  le  habían  relatado,  previa  consulta  de  su  con- 
sejo, determinó  que  los  embajadores  volvieran  á  México  acom- 

,  panados  de  cuatro  intérpretes,  los  cuales  deberían  informarle  de 
lo  que  con  sus  ojos  vieran.  (1) 

Mientras  los  Michuaoa  quedaban  inquietosi  haciendo  conjetu- 
ras acerca  de  los  blancos  y  de  sus  caballos,  explicándoselo  todo 
wpor  las  antiguas  trasformaoiones  de  sus  dioses,  loa  mensajeros  y 

'  nahuatlatos  tornaron  á  México.  Embarcados  en  canoa  entraron 
á  la  ciudad  de  noche,  los  intérpretes  dijeron  á  Motecuhzoma,  que 
mientras  se  aprestaban  las  tropas  que  en  socorro  debían  venir, 
.ellos  traían  encargo  de  cerciorarse  con  sus  ojos  de  cuanto  á  su 
señor  había  sido  contado.  El  emperador  los  regalo  ampliamente 
y  en  seguida  fueron  llevados  por  el  lago  hasta  Texcoco,  subidos 
en  un  alto  monte,  mostráronles  desde  allí  las  llanuras  de  Ti^xca- 
Ua  en  que  á  la  sazón  estaban  los  extranjeros.  De  vuelta  á  Méxi- 
co, Motequhzoma  les  hizo  comprender  la  necesidad  de  destruir  á 
ios  intrusos,  uniendo  las  fuerzas  de  las  monarquías  poderosas 
de  Anáhuac,  supuesto  que  su  división  acarrearía  la  pérdida  de 
una  tras  otra.  Esto  relataron,  y  Zuangua,  siguiendo  el  aviso 
egoísta  que  predominó  en  todos  los  señores  indios,  no  envió  el 
socorro  pedido.  (2)  Cada  uno  pensaba  en  que  los  forasteros  des- 
truirían á  sus  enemigos,  dejándoles  á  ellos  libres  y  vengados;  ca- 
so de  guerra,  cada  uno  se  salvaría  con  sus  propias  fuerzas:  así  los 
invasores  vencieron  sucesivamonte  las  pequeñas  fracciones,  ca- 
yendo en  la  misma  servidumbre  los  mal  aconsejados  príncipes. 
Las  viruelas  traídas  por  un  esclavo  negro  de  la  "armada  de 
Panfilo  de  Narvaez,  se  habían  derramado  por  los  pueblos  cau- 
.sando  horribles  estragos;  de  la  costa  penetró  la  peste  al  interior, 

(1)  Relación  de  Mcchoacan,  pág.  75-- 78. 

(2)  Relación  de  Mechoacan,  pág.  78—83. 


575 

t 

iuvadió  á  Méxieo,  adelantándose  después  al  Korte  multiplicando 
sus  YÍctimas  en  todas  las  poblaciones..  £;a  Michhnaoan,  el  asola- 
dor  azote  hizo  sucumbir  á  los  papas  principales,  perecieron  mu- 
clios  de  los  más  nobles  señores,  y  el  mismo  anciapo  cfiz^ci  Zuan- 
gua  perdió  la  vida.  Reunidos  los  ancianos  entraron  ^n  consulta 
para  alzar  nuevo  rej,  y  dirigiéndose  á  Zizincba  Ta^i^axoan,  el 
mayor  de  los  hijos  del  difunto,  le  dijeron:  "Señor,  sé  rey.  ¿Oómo 
^ha  de  quedar  0sta  casa  desierta  y  anublada?  Mirad  que  daré- 
^mos  pena  á  nuestro  dios  Curicaberu  Algunos  dias  haz  traer  le- 
^'ña  para  los  cues."  Respondió  Zizincha:  "No  digáis  esto,  viejos. 
''Sean  mis  hermanos  menoreb,  y  yo  seré  como  padre  de  ellos,  ó 
^'séalo  el  señor  de  Cuyacan  llamado  Paguingatik"  Dijóronie: 
*'¿Qué  dices,  señor?  Ser  tienes  señor.  ¿Quieres  que  te  quiten  el 
"señorío  tus  hermanos  menores?  Tu  eres  el  mayor.*'  Dijo  el  oa- 
zonci  después  de  importunado:  "Sea  como  decis,  viejos,  yo  os 
"quiero  obedecer;  quizá  no  lo  haré  bien;  ruegoos  que  no  me  ha- 
"gais  mal,  mas  mansamente  apartadme  del  señorio.  Mirad  que 
"no  habernos  de  estar  callando.  Óid  lo  que  dicen  de  la  gente  que 
"viene,  que  no  sabemos  qué  gente  es;  quizá  naserán  muchos  dias 
"Ibs  que  tengo  de  tener  este  cargo.'*  Así  quedó  por  señor,  man* 
dando  matar  á  sus  hermanos,  á  pretexto  de  que  le  ofendían  con 
sus  mujeres,  y  trataban  de  quitarle  el  señorío.  (1) 

Cuando  la  multitud  estaba  todavía  en  el  duelo  del  viejo  cazón- 
ci,  llegaron  otros  diez  embajadores  mésica  de  parte  de  Ouitla- 
huac,  hecho  saber  á  Zizincha,  dijo:  "Llevadlos  á  las  casas  del  po« 
"bre  de  mi  padre,"  y  lleváronlos  y  dijótonles:  "Seáis  bien  veni- 
"dos,  no  está  aquí  el  cazonci  que  es  ido  á  holgarse."  Envió  el 
"hijo  del  cazonci  á  llamar  á  los  señores,  y  dijo:  "¿Qué  haremos  á  esto 
"que  vienen  los  mexicanos?  No  sabemos  qué  es  el  mensaje  que 
"traen,  vayan  tras  mi  padre  á  decillo  allá,  á  donde  va  al  infierno; 
"decídselo  que  se  aparejen,  que  se  paren  fuertes,  que  es  la  cos- 
"tumbre  así."  Y  hiciéronselo  saber  á  los  mexicanos,  y  dijeron: 
"Baste  que  lo  hamaifdado  el  señor,  ciertamente  que  habernos  de 
"ir,  nosotfbs  tenemos  la  culpa,  ó  presto  mándelo,  no  hay  donde 
"nos  vamos:  nosotros  mismos  nos  venimos  á  la  muerte."  Y  com- 
"pusiéronlos  como  solían  componer  á  los  cativos,  y  sacrificáron- 
"los  en  el  Cu  de  Curicaberi  y  de  Xaratanga,  diciendo  que  iban 

(1)  Rekc.  de  Mechoacan,  pág.  8-1—85. 


676 

"con  BU  mensaje  al  cazonci  muerto:  decian  que  les  trajeron  ar- 
omas de  las  qtze  tomaron  á  los  españoles,  y  ofreciéronlas  en  sns 
'*cues  á  sus  dioses."  (1) 

Esta  relación  aceptamos  por  verdadera,  como  más  auténtica» 
no  obstante  lo  que  escribe  Éoturini.  (2)  Dice  que  Cuauhtemoc, 
pidiendo  de  nuevo  socorro,  mandó  embajadas  al  gran  txUzontzin 
Tangajuan^  quien  inmediatamente  mandó  juntar  en  los  llanos  di- 
chos de  Avalos,  cien  mil  guerreros  tarascos  y  cien  mil  teochichi- 
mecos.  En  aquella  sazón  murió  uaa  hermana  del  monarca,  la 
cual  velada  cuatro  dias  en  un  sótano  del  templo  mayor,  resucitó 
mandando  llamar  á  Taugajuan:  di  jóle  que  no  con  venia  dar  soco» 
rro  á  los  mexicanos,  porque  la  gente  extranjera  que  les  hacía  la 
guerra  había  de  ser  señora  de  toda  la  tierra,  sobre  la  cual  do- 
minaría la  santa  ley  que  traerían..  *'Ypara  mfís  evidente  testimo- 
*'nio,  el  dia  de  la  feria  principal  vería  por  la  región  de}  aire  venir 
''de  la  parte  del  Oriente  un  mancebo  con  una  luz  en  la  una  ma- 
"no,  y  en  la  otra  una  espada,  que  era  la  arma  que  esta  nación  re- 
''cien  venida  usaba,  y  pasando  por  encima  de  la  ciudad,  iría  á 
^'ponerse  por  la  de  Occidente;  y  habiendo  sucedido  todo  á  la  le- 
"tra,  el  rey  prestó  entera  fe  á  estas  y  demás  cosas  que  le  dijo  su 
^'hermana,  dejó  las  armas  despidiendo  á  sus  soldados,  y  recibió 
"de  paz  en  su  reino  á  los  españoles.**  En  todas  las  naciones,  aún 
en  las  más  civilizadas,  á  las  grandes  catástrofes,  al  decir  del  vul- 
go, precedieron  extraordinarios  prodigios;  de  esas  leyendas,  las 
unas  fueron  inventadas  a  posiet^ori,  las  otras  contienen  hechos 
reales,  que  revestidos  de  fantásticos  arreos,  se  acomodaron  al 
propósito  de  la  preocupación  pública. 

La  conquista  del  reino  de  Michhuacan  sale  fuera  de  los  lími- 
tes del  cuadro  que  nos  hemos  trazado,  por  lo  cual,  suspendiendo 
la  relación  histórica,,  pasamos  á  la  civilización.  Míclihuacan,  co- 
mo vimos  en  los  nombres  gentilicios,  es  nombre  de  la  lengua  me- 
xicana; ignoramos  cuál  era  el  propio  de  aquel  reino  en  el  idioma 
de  sus  naturales.  Eespecto  del  nombre  de  la  nación,  habiéndose 
presentado  tres  españoles  en  Tzíntzontzan,  después  de  la  con- 
quista de  .México,  al  tornarse,  "llevaron  dos  indias  consigo  que 
"le  pidieron  al  cazonci  de  sus  parientas,  y  por  el  camino  juntá- 

(1)  Belac.  dé  Hechoaoan,  pág.  84. 
(3)  Catálogo  del  Museo  Indiano,  §  XIV. 


577 

'^banse  con  ellas  y  llamaban  los  indios  qne  iban  con  ellas  á  los 
^'españoles  tc^aacuCf  que  quiere  decir  en  su  lengua  yernos,  y  de 
"allí  ellos  después  empezáronles  &  poner  este  nombre  á  los  in- 
'*dios»  y  en  lugar  de  llamarlos  tarascue,  llamáronlos  tarascos^  el 
"cual  nombre  tienen  agora  y  las  mujeres  tarascas."  (1)  En  con- 
firmación aducimos  esta  autoridad:  ^'Y  los  castellanos  la  dieron 
"este  nombre,  porque  cuando  entraron  en  este  reino,  los  indios 
"principales  les  daban  sus  hijas,  y  tarascue  es  tanto  como  yerno, 
"y  de  aquí  quedó  la  tierra  de  los  tarascos  y  la  lengua  tarasca"  (2) 
Este  apellido,  pues,  es  invención  de  los  castellanos,  aplicado  des* 
pues  de  la  conquista  de  México.  Ellos  en  su  idioma  se  decían 
Eaearni  y  Cacaj)uirdi;  (3)  aunque  hemos  ya  observado  en  la  rela- 
ción, qué  cada  una  de  las  tribus  tenia  nombre  diverso,  que  per- 
dieron al  sujetarse  al  cetro  de  los  reyes  Yacanaze. 

La  deidad  principal  era  Tucapacha^  dios  único,  creador  de  to- 
das las  cosas,  dispensador  de  la  vida  y  de  la  muerte,  de  los 
buenos  y  malos  temporales:  invocábanle  en  sus  tribulaciones, 
mirando  al  cielo  entendiendo  que  ahí  estaba.  Creían  en  la  in- 
mortalidad del  alma,  la  vida  f  atura,  el  cielo,  el  juicio  final  y  el 
fin  del  mundo.  Tupacluí  hizo  de  barro  un  hombre  y  una  mujer, 
los  cuales,  entrándose  á  bañar,  se  deshicieron  en  el  agua:  entonces 
Tupacha  los  volvió  á  formar  de  ceniza  y  de  algunos  metales,  que- 
dando fuertes  y  siendo  los  progenitores  del  genero  humano.  Hu- 
bo un  diluvio  que  destruyó  todos  los  seres;  salváronse  en  un 
madero  como  arca,  el  sacerdote  Tezpi,  su  mujer  é  hijos,  con  dife- 
rentes animales  y  semillas.  Menguando  el  agua,  Tezpi  soltó  un 
zopilote,  el  cual  se  entretuvo  con  los  cuerpos  muertos;  otros  pá- 
jaros envió  que  tampoco  volvieron,  hasta  que  el  tzintzon,  colibrí, 
retornó  trayendo  en  el  pico  una  ramilla.  (4)  En  todo  ello  no 
pueden  menos  de  verse  las  doctrinas  cristianas. 

Mezcladas  á  estas  ideas  encontramos  el  culto  del  sol,  de  la  luna, 
del  fuego,  y  de  los  dioses  de  las  cuatro  partes  del  mundo,  de  los  de 
lamanoderechay  de  la  izquierda,  todo  lo  cual  se  refiere  á  la  astro- 
latriayá  mitos  astronómicos.  Cuando  los  chichimecas  Vacanaze 

(1)  Belacion  d«  Mechoacan,  pág.  86. 

(2)  Herrera,  dco.  m,  lib.  m,  oap.  IX.  Boaiiuijut,  Uü;  1,  cap.  VIL  MS. 
(8)  Relación  de  Hechoaoan,  pág.  128. 

<4)  Herrera,  déc.  m,  lib.  III,  cap.  X. 

78 


678 

llegaron  á  Miohoacan,  traían  á  su  dios  CuHcaberi^  que  parece 
era  una  piedra;  al  hacerse  dueiio  del  país,  ésta  quedó  como  prin- 
cipal divinidad,  la  cual  tenía  en  la  isla  Apvpato  consagrado  un 
tesoro  de  diez  arcas  de  plata  fina  en  rodelas,  mitras  para  las 
víctimas  y  plumajes  verdes.  (1)  Las  tribus  invadidas  tenían  cada 
cual  su  dios  particular,  aunque  hermanos  de  Curtcuberi;  así  ve- 
mos en  el  pueblo  de  Curínciiaro  achurin  al  dios  Vndebecuabecara, 
en  PeclicUaro  á  Tirepeniextigapeti;  en  Harauco  á  Tinpeme  Turup- 
ten;  qh  Pareo  &  Tiripeme  CaJieH,  Xaratanga,  diosa,  tenía  ja  tem- 
plos y  papas  ó  sacerdotes;  (2)  reunido  el  reino  bajo  los  Vacana- 
ze,  ésta  quedó  como  la  segunda  divinidad  y  en  compañía  de  su 
hijo  Manovapa,  tenía  también  consagrado  tesoro  en  ApupcUo, 
puesto  ahí  per  los  antecesores  del  cazoncL  En  Xanicho  había  otro 
tesoro  de  plata,  mitras  llamadas  angartUi  y  tortas  dichas  curín- 
da,  dedicado  á  la  luna  por  Zuangua.  (3) 

Curitacaheri^  mensajero  de  los  dioses,  y  su  hermano  Tiripame* 
cttarencJia,  la  diosa  Guei^avaperi^  madre  de  los  dioses,  á  la  cual  sa- 
crificaban victimas,  echando  los  corazones  en  las  fuentes  terma- 
les de  Araro)  los  vapores  que  de  ella  se  desprendían  decían  que 
formaban  las  nubes  que  estaban  &  cargo  de  la  diosa,  la  cual  las 
enviaba  al  Oriente,  su  morada.  Se  introducía  en  las  gentes,  po- 
niendo ánimo  en  ellas  para  ser  sacrificadas.  '^Era  tenida  en  mucho 
''en  toda  esta  provincia  y  nombrada  en  todas  sus  fábulas  y  ora- 
''ciones,  y  decían  que  era  madre  de  todos  los  dioses  de  la  tierra 
''y  que  ella  los  envió  á  morar  á  las  tierras,  dándoles  mieses  y  se- 
"millas  que  trujesen.  Tenía  sus  aves  en  el  pueblo  de  Avaro  y 
''otros  pueblos,  y  su  ídolo  principal  en  un  Oú  que  está  en  el  pue- 
"blo  de  Cinapeauaro,  encima  de  un  cerro  en  donde  parece  hoy 
"dia  derribado,  y  decía  la  gente  que  esta  diosa  enviaba  las 
"  hambres  á  la  tierra."  (4) 

En  2%aoapu  había  un  gran  dios  á  quien  tenían  por  autor  y  prin- 
cipio de  los  bienes;  ofrecíanle  las  primicias  de  las  mieses,  incienso, 
mantas,  joyas,  esteras,  floras,  cuanto  precioso  tenían  y  víctimas  hu- 
manas. En  aquel  templo  asistía  el  gran  sacerdote  llamado  CurU 

(1)  Belac,  de  Mechoacan,  pág.  97. 

(2)  Belacion  de  ^íechoactfQ,  pág.  140. 
(8)  Belacion  de  Mechoaoan,  pág.  97.-98. 
(4)  Belae.  de  Meohocan,  pág.  19.— 21. 


i 


679 

nacauerí,  á  quien  Veneraba  el  pneblo  como  á  co&a  celeste.  En  la 
fiesta  anual  celebrada  para  ofrecer  las  primicias  de  los  campos, 
el  cazonci  salía  de  Tzíntznntzan  atravesando  el  lago  hasta  Tzi- 
rondaro,  ahí  tomaba  la  tierra  firme,  siguiendo  por  una  calzada 
limpia  y  bien  compuesta;  llegado  al  santuario,  poníase  de  rodi- 
llas delante  del  sacerdote,  le  besaba  la  mano  y  entregaba  los 
magníficos  regalos  destinados  al  dios:  nobles  y  pecheros  hacían 
aquellas  humildes  rcTerencias,  ofrendando  cada  quien  según  sus 
facultades.  *'Era  el  ídolo  descomunal,  que  ostentaba  con  singula- 
t'res  adornos  su  fiereza,  y  cada  joya  que  orlaba  su  vestidura  co- 
rrespondía un  haz  de  condenados  de  los  que  le  ofrecían  en  sa- 
crificio." (1) 

Los  templos  ó  Cú  eran  semejantes  &  los  de  los  méxica;  junto 
á  ellos  estaban  las  viviendas  de  los  sacerdotes,  quienes  velaban 
por  la  noche  haciendo  oración  y  manteniendo  el  fuego  sagrado. 
Hemos  visto  que  el  culto  de  los  dioses  lo  simbolizaban,  en  la 
preocupación  de  traer  lena  para  los  fogones.  Los  sacerdotes  pre- 
dicaban al  pueblo,  poniéndole  gran  espanto  para  seguir  sus  doc- 
trinas, pidiéndole  entera  sumisión  á  sus  mandatos;  todos  tenían 
que  conformarse,  porque  el  cazonci  los  apremiaba.  ''Traían  los 
cabellos  largos,  y  coronas  abiertas  en  la  cabeza  como  los  de  la 
iglesia  católica,  y  guirnaldas  de  fluecos  colorado^'  (2)  Para 
el  sacrificio  salían  atezados  de  negro,  enmarañados  los  ca- 
bellos, ceñida  á  la  frente  una  cinta  de  cuero,  rodelas  de  plu- 
mas en  las  manos  y  vestiduras  blancas  labradas  de  negro.  (3) 

"En  cada  cú  6  templo  había  un  sacerdote  mayor,  como  obispo, 
"diputado  sobre  los  otros  sacerdotes:  llamaban  á,  todos  estos 
"sacerdotes  ciira^  que  quiere  decir  abuelo,  y  todos  eran  casados, 
y  veníanles  por  linaje  estos  oficios,  y  sabían  las  historias  de 
sus  dioses  y  sus  fiestas."  (4)  Infiérese  de  esto,  que  formaban 
una  verdadera  casta  sacerdotal.  Dividíanse  en  una  gerarquía  per- 
fecta. El  sacerdote  supremo  ó  pontífice  era  el  Petamntt,  que  re- 
sidía en  Tzintzuntzan:  los  curítiecha  eran  loa  predicadores,  en- 
jcargados  también  de  traer  la  leña;  los  cimcUacha  ó  curipecha  po- 

(1)  Beaomont,  Crón.  de  Michoacan,  lib.  T.  cap.  VI ÍL  MS. 

(2)  Herrera,  déc.  UI,  lib.  III,  cap.  X. 

(3)  Beaomont,  CnSn.  de  Michoacan,  lib.  í,  cap.  VIH.  MS. 

(4)  Belac.  de  Mechoacan,  pág.  21. 


580 

nían  incienso  en  los  braseros  y  traían  ramas  y  juncia  para  las 
fiestas:  los  tímecha,  que  llevaban  cargando  á  los  dioses  en  las  vba- 
tallas;  los  axamiedia  ó  sacrifícadores  á  cuya  dignidt^d  correspon- 
dian  el  cazonci  y  los  señores;  los  opitiecha  6  encargados  de  tener 
asegurada  la  víctima  por  manos  y  pies;  los  pasariecha,  sacrista- 
nes  y  guardas  de  los  dioses;  los  hatapatiecha^  que  venían,  cantando 
delante  de  los  cautivos  que  traían  de  la  guerra;  los  quiquiecha 
que  llevaban  arrastrando  al  cadáver  de  la  víctima,  y  ponían  la 
cabeza  eu  los  varales;  los  hirijyacha,  encargados  de  hacer  las  ora- 
ciones y  conjuros  propiciatorios  pava  la  guerra,  los  cuales  eje-^ 
cutaban  en  los  templos,  junto  á  los  fuegos  que  allí  ardían,  con 
los  olores  llamados  andaningua.  Había  también  atabaleros,  toca- 
dores de  bocinas  y  cornetas.  (1) 

Kespecto  de  las  víctimas  humanas,  encontramos  que  al  dios 
T'oras^  ''sacriñcaban  culebras,  aves  y  conejea,  y  no  los  hombres, 
''aunque  fuesen  cautivos,  porque  se  servían  de  ellos  como  de  es- 
''clavos."  (2)  Si  tal  acontecía  en  el  culto  de  este  numen,  no  pa- 
saba lo  mismo  con  las  otras  divinidades.  La  relación  que  nos 
sirve  de  guía,  hablando  de  las  costumbres  s^guida^  de  la  guerra, 
dice  textualmente:  "y  entraban  en  las  casas,  y  cativaban  todas  las 
"mujeres  y  muchachos  y  viejos  y  viejas  y  ponían  fuego  á  las  ca- 
"sas  despueg  de  haber  dado  sacomano  al  pueblo,  y  tomaban 
"ocho  mil  cativos  aquella  vez,  ó  diez  y  seis  mil,  y  ponían  miedo 
"grande  en  los  enemigos,  y  traían  todos  estos  cativos  á  la  cib- 
"dad  de  Mechoacan,  donde  los  sacrificaban  en  los  cues  de  CuH-' 
"caberi  y  Xaratanga,  y  los  otros  dioses  que  tenían  allí  en  la  cib- 
"dad  y  por  la  provincia,  y  guardaban  los  mochadlos  y  criaban- 
"los  para  su  servicio  para  hacer  sus  sementeras,  los  viejos  y 
"viejas  y  los  niños  de  cuna  y  los  heridos  sacrificaban  antes  que 
"se  partiesen  en  los  términos  de  sus  enemigos,  y  cocían  aque- 
"lias  carnes,  y  comíanselas.'*  (3)  Consta  además,  que  los  sacerdo- 
tes comían  los  corazones  de  las  víctimas,  abandonando  el  cadá- 
ver al  pueblo:  resulta^  pues  que  los  sacrificios  eran  frecuentes  y  nu- 
merosos, y  que  los  michhuaca  se  entregaban  á  la  antropofagia  en 
mayor  escala  que  los  méxioa.  Los  sacrificios  tenían  lugar  idén- 

(l)Sdlac.  de  Meohoacan,  pág.  21—22. 

(2)  P.  Sahagnn.  tom.  ?,  pig.  188. 

(3)  Belac.  de  Meohoaoan.  pág.  d5. 


581 

tióaméhte  como  entre  los  demás  pueblos,  tomando  U  víctima 
por  pies  7  manos,  tendiéndola  sobre  la  piedra  y  arrancándole  el^ 
corazón:  las  cabezas  conservaban  en  unos  varales.  En  la  fiesta 
de  SicuindirOy  los  hauripicipeclia  bailaban  vestidos  los  pellejos  de 
los  esclavos  sacrificados.  (1) 

Sin  duda  que  los  chicbimecayacanaze,  al  penetrar  en  Micliliua- 
can,  encontraron  ya  establecida  entre  los  aborígenes  la  costum- 
bre de  los  sacrificios  humanos.  Los  sacerdotes  que  educaban  á 
Trt>7«c?ír¿,  le  decían,  inculcándole  la  venganza  que  había  de  tomar 
por  la  muerte  de  su  padre:  ''mira  que  sacrifican  en  la  isla  de  la 
'^laguna.  ...  en  Pacandan  también  sacrifican.  ...  en  Curincua- 
"ro.  ...  en  Cumaclien,  ...  en  Zacapu  y  en  Zizabaren  que  es  Na- 
rarijan,"  (2) 

Michhuacan  tuvo  también  su  profeta  que  vaticinara  la  venida 
de  una  nueva  doctrina.  Bajo  el  reinado  de  Zuangua  vivió  en 
Eronffarícnaro  (lugar  donde  se  está  en  atalaya  ó  espectacion)  un 
gran  ¿ficerdote,  acreditado  por  su  profunda  sabiduría,  justificada 
conducta  e  irreprensible  justicia,  al  cual  tributaba  el  pueblo  el 
más  profundo  respeto,  consultándole  en  sus  dudas,  y  acatándole 
en  sus  resoluciones.  Entre  otras  ceremonias  instituyó  la  llama- 
da Pevanscuaro,  semejante  á  la  cristiana  del  nacimiento  de  N.  S. 
Jesucristo,  y  la  de  Tzitácuaremciuiro  imitando  la  Eesurreccion. 
'T  creyeron  tanto  las  profecías  que  les  hacía  de  que  presto  ven- 
"dría  quien  les  enseñase  la  verdad  de  lo  que  debían  creer  y  ado- 
^'rar,  y  las  exhortaciones  de  que  se  mostrasen  dóciles  á  ella,  que 
"según  afirmaron  varios  indios,  que  habían  sido  sus  subnlter- 
''nos  en  el  ministerio,  este  fué  el  motivo  de  que  con  tan  grande 
"prontitud  y  facilidad  se  admitiera  la  religión  cristiana,  en  una 
"nación  que  no  conserva  con  menos  tenacidad  que  las  demás  In- 
"dianas;  las  costumbres  y  tradiciones  de  sus  mayores."  (3) 

Michhuacan  contenía  tribus  de  distinto  origen  etnográfico.  La 
población  principal  formábanla  los  tarascos;  los  otomles  y  cier- 
tas tribus  broncas  llamadas  chichimeca  ocupaban  la  frontera 
NE.;  al  O.  y  al  8.  vivían  familias  de  lengua  mexicana;  hacia  el 

• 

(1)  Bdac.  de  Mechoaotn,  pág  20. 

(2)  KeUcion  de  Mechoacan.  pág.  163. 

(3)  F.  Bamivw,  Jiuniita,  Hist.  del  Colegio  de  Paizotuvo,  citado  por  Moreno,  vi- 
daa  de  D.  Vasco  de  Qoixoga,  pág.  28^— Beaumont,  Cn$xL  lib.  1,  cap.  Xlt.  1ÍI8. 


582 

centro  y  E.  se  habían  aveeindado  los  matlatzinea.  Sajetq  á  un 
sólo  cetro  por  Zirispandacaare,  el  reina  estalla  dÍTÍdido  en  cna- 
tro  provincias,  correspondientes  á  las  fronteras  principales,  re- 
gida cada  una  por  un  gobernador,  de  sólo  menor  gerarquía  que 
el  cazoncí.  Cada  pueblo  tenía  un  señor  llamado  carachaoapacha^ 
nombrado  por  el  rey,  y  cuidaba  de  que  sus  subordinados  traje- 
sen leña  para  los  cues  y  acudiesen  á  la  guerra  cuando  fuesen  lla- 
mados. Eran  nobles,  así  como  los  acharclia,  que  de  continuo 
acompañaban  al  cazoncí  y  le  tenían  palacio.  Los  ocambecha  reco- 
gían los  tributos  y  hacían  ejecutar  las  obras  piiblicas,  bajo  la  vi- 
gilancia de  un  superintendente  mayor. 

Aparece  que  todo  estaba  organizado  como  por  gremios,  en  la 
mejor  policía.  El  pirovaque  vandari  tenía  cargo  de  recoger  las 
mantas,  algodón,  y  esteras  del  tributo,  para  repartirlo  en  las  ne- 
cesidades comunes.  El  tareta  vaxatari  superior  de  los  mayordo- 
mos que  cuidaban  de  las  sementeras  del  cazoncí,  con  otro  en- 
cargado de  la  construcción  de  las  casas,  y  renovación  de  los  cues- 
El  cacari,  diputado  sobre  los  canteros  y  pedreros:  cada  uno  de 
éstos  se  entiende  que  era  el  superior,  al  que  seguían  empleados 
inferiores.  El  guavicoti  ó  cazador  mayor;  el  curuhapindi  que  en* 
tendía  en  la  caza  de  patos  para  sacriñcar  á  Xaratanga;  el  varunv 
superior  de  los  pescadores  con  red;  y  el  taranta,  de  los  pescado* 
res  de  anzuelo.  El  cávaspaii  recogía  las  semillas;  el  atari  6  ta- 
bernero mayor;  el  cuzuri,  pellejero  y  zapatero;  el  usguarecuru 
guardador  de  los  plumajes.  Cuidotba  de  los  montes  el  piicurigua^ 
ri;  de  los  tambores  y  bailes  el  curimjim;  de  la  ropa  el  cheregue^ 
cuauri;  de  los  arcos  y  flechas  el  guatiicoguauni;  del  maíz  el  guen- 
que;  de  las  canoas  el  hicharuta  vandari;  con  el  barquero  mayor 
elparicuti  Jefe  de  los  espías  de  guerra,  jefe  de  los  mensajeros  y 
correos,  vaxanoti  Todos  estos  oficios  se  tenían  por^suceaíon,  pa- 
sando de  padres  á  hijos  ó  hermanos,  aunque  nombrados  por  el 
cazoncí.  (1) 

Ademas  había  encargados  de  dar  de  comier  á  las  águilas  de  la 
pajarera  real,  á  los  leones  y  adives,  y  á  un  lobo  y  á  un  tigre  que 
cuando  eran  grandes  los  flechaban  y  ponían  otros  chicos;  un  en- 
cargado  de  los  médicos,  de  los  labradores  de  jicaras  {uraniaiari), 
de  los  pintores  (chumcJia)y  délos  alfareros  {incazicnaví)^  de  los  que 

(1)  AelAC  de  M«ohoMAD,  pág.  13-18.  .    . 


688 

hacían  flores  y  guirnaldas  para  la  cabeza,  de  los  mercaderes  que 
buscaban  por. rescate  oro,  plumas  y  piedras  preciosas.  Los  va- 
lientes guerreros,  caballeros  del  cazonci,  se  llamaban  guanga- 
riecha^  distinguiéndose  con  bezotes  de  oro  ó  turquesas  u  orejeras 
de  oro.  (1)  . 

£1  rey  ó  señor  principal  llevaba  el  título  de  cazoncL  Encon- 
tramos ortografiada  lá  palabra  Calzontfdy  Caltzontziii,  Caczdtzin,  &. 
Según' la  versión  de  Herrera,  cuando  Zinzicha  vino  á  México  á 
dar  obediencia  &  Cortés,  mientras  sus  nobles  venían  ricamente 
ataviados,  él  traía  vestidos  humildes  y  plebeyos,  los  mézica,  apo- 
dándole por  ser  su  enemigo  y  venir  de  su  voluntad  á  rendirse,  'le 
'llamaron  alpargate  viejo,  y  este  nombre  se  le  quedó  para  siem- 
"pre,  sin  que  jamas  le  llamasen  otro."  (2)  Dicese  también  que  le 
dijeron  CaUzoivtzi^  que  significa,  él  que  nunca  se  quitó  el  cahadoy 
porque  jamas  rijidió  homenaje  al  emperador  de  México,  quitán- 
dose el  calzado  como  era  costumbre:  (d)  En  nuestro  concepto, 
Cazoncí  es  el  verdadero  título  de  dignidad;  los  mexicanos,  por 
encono  y  desprecio,  jugando  con  la  palabra,  formaron  Caczoltzhu 
introduciendo  la  radical  de  eactli^  zapato,  el  diminutivo  despre- 
ciativo; y  el  tzin  reverencial. 

El  cazoncí  era  absoluto,  y  aparece  que  solo  se  sujetaba  á  ciertos 
ministros  de  su  religión;  dueño  de  vidas  y  haciendas,  los  vasa- 
llos le  tributaban  cuanto  tenían,  dándole  mujeres  é  hijos  si  era 
su  buen  querer.  Así  el  pueblo  estaba  sujeto  á  estado  servil,  vi- 
viendo en  la  más  espantosa  servidumbre.  La  condición  de  los 
nobles  y  señores  era  más  llevadera,  aunque  no  exenta  de  veja- 
ciones, pues  acudían  al  servicio  del  rey  y  hacíanla  guerra  luego 
que  para  ello  eran  requeridos.  (4) 

£1  servicio  de  la  casa  de  cazoncí  se  hadía  exclusivamente  por 
mujeres;  de  ellas  tenía  un  gran  número  hijas  de  principales  ópa- 
rientas  suyas,  las  cuales  fuera  de  las  faenas  domésticas  no  te- 
nían otra  obligación  que  salir  á  danzar  en  las  fiestas  con  el  rey^ 
preparar  las  ofrendas  de  pan  y  de  mantas  para  Curtcaberí,  pues 
eran  reputadas  como  esposas  del  dios.  Encerradas  en  una  especie 

(1)  Kelacion  de  Meehoaoan,  pág.  18. 

(2)  Herrera,  déc.  JH,  lib.  IH,  cap.  Vm. 

(3)  Moreno,  Tida  de  D.  Vasco  de  Qníroga,  pág.  27,  nota. 

(4)  Herrera,  déc.  XI J,  lib.  ni,<cap.  X.—Beanmont,  lib.  1,  cap.  VIII.  MS. 


584 

dé  serrallo,  bajo  la  gnarda  de  un  anciano,  serrian  á  bu  dueño  des- 
nudas de  la  cintura  arrlBá.  Si  alguna  disgustaba  al  amo,  éste  la 
daba  en  casamiento  á  algún  noble,  quien  con  aquel  relieve  que- 
daba satisfecho. 

La  irej'i  era  la  señora  principal  de  todas,  y  como  la  esposa  na- 
tural del  cazonci;  la  guardadora  de  sus  joyas  se  decía  chuperipatt; 
le  servía  de  beber  la  atari;  le  hacía  las  salsas  la  iyamati;  guar- 
daba las  mantas  la  sigiiapuuvi;  vigilaba  á  las  esclavas  la  paca- 
penme;  la  guardadora  de  las  mantas  de  los  dioses  la  gnapimeoia. 
Esto  fuera  de  las  camareras  que  le  daban  de  vestir,  de  las  que 
hacían  de  pajes,  cocineras,  hacedoras  de  pan  de  maíz,  limpiado- 
ras de  las  alhajas,  cuidadoras  de  las  semillas,  del  calzado,  de  la 
pesca  y  de  otras  menudencias.  La  principal  que  vigilaba  á  la  ser- 
vidumbre, se  llamaba  guataperi. 

Dueños  era  11  do  numerosos  esclavos,  ya  de  las  familias  de  los 
muchachos  que  fueron  cautivados  en  la  guerra  y  perdonados  del 
sacrificio,  ya  de  los  que  se  vendíam  en  tiempo  de  hambre,  eran 
condenados  por  las  leyes  ó  se  compraban  á  los  mercaderes;  és- 
tos labraban  las  sementeras  y  hacían  el  servicio  doméstico.  En- 
traban también  en  aquella  ser\^idumbre  los  vandonzxcuarecha^  que 
recitaban  fábulas  y  cuentos,  y  truhanes  que  decían  guerras  y  pa- 
satiempos. 

De  aquel  trato  íntimo  con  las  mujeres  resultaban  muchos  hi- 
jos; luego  que  alguno  nacía  se  le  daba  &  criar  poniéndole  casa 
particular,  á  la  cual  acudían  los  parientes  de  la  muJ6r  cuyo  hijo 
era,  dándoles  el  cazonci  esclavas  y  esclavos  de  los  no  sacrifica- 
dos que  se  llamaban  iei^pacuaebacclicL  (1) 

En  materia  de  sucesión  acostumbrábase  que  cuando  el  cazonci 
era  anciano,  uno  de  sus  hijos  comenzaba  á  mandar  para  indus* 
triarse  en  las  cosas  do  gobierno,  y  era  el  rey  á  la  muerte  de  su 
padre:  caso  contrario,  sucedía  el  hijo  nombrado  por  el  monarca 
antes  de  morir.  (2) 

Enfermando  el  cazonci,  curábanle  sus  médicos  que  eran  muchos, 
y  arreciando  la  enfermedad  enviaban  por  los  médicos  de' mayor 
fama  del  reino;  declarado  el  achaque  incurable,  se  participaba  á 

(1)  Belaa  de  MeohuAcan  pán^.  22-24. 

(2)  Belao.  de  Mechoaoan,  pág.  55.— Zurita,  Sumaría  relación  de  los  seAoree  de 
Hueva  Espafia.  MS.— Torquemada,  íib.  Xt,  cap,  XVlTI. 


685 

todoi^  ios  gobernadores,  señores  y  nobles,  los  cuales  venían  in- 
mediatamente con  sus  presentes;  teniáidose  por  traidores  á  quie- 
nes no  a^tdían,  sahidando  al  enfermó  aún  cuando  estuviese  muy 
á  cabo,  foda  aquella  corte  estaba  con  gran  silencio  en  el  patio, 
delante  de  tin  portal  en  que  estaban  la  silla  é  insignias  del  señor- 
Muerto  el  oazonc!,  los  del  patio  alzaban  gran  grito  llorando  aquel 
lance  fatal,  se  abrían  las  puertas  de  la  cámara  procediéndose  á 
disponer  el  cadáver;  lavábanle,  poníanle  una  camisa  fina,  sanda- 
lias de  cuero  de  venado  muy  labradas,  al  cuello  unos  huesos  de 
pescado,  cascabeles  de  oro  en  las  piernas,  collares  y  pulseras  de 
turquesas,  orejeras  y  brazaletes  de  oro,  un  bezote  fino  y  en  la 
cabeza  un  rico  plumaje.  Sobre  un  alto  estrado  hacian  una  cama 
gruesa  con  muchas  mantas  de  colores,  sobre  la  cual  ponían  al 
ataviado  difunto,  tapándole  con  otras  mantas,  cual  si  estuviera 
durmiendo;  encima  ponían  un  bulto,  con  su  cabeza  y  cuerpo,  ata- 
viado de  la  misma^manera  que'  el  muerto,  tan  parecido  á  él  que 
la  vista  se  engañaba:  entonces  entraban  las  mujeres  de  la  casa 
real,  llorando  con  lastimeros  gritos,  lo  cual  duraba  por  buen  es- 
pacio. 

El  nuevo  cazoncí  señalaba  las  personas  que  debían  acompañar 
al  finado  al  otro  mundo:  eran  siete  de  sus  esposas  cada  una  con 
oficio  particular  en  la  asistencia  doméstica,  y  más  de  cuarenta 
servidores  entre  los  cuales  iban  platero,  cazador,  remero,  ataba- 
lero, barrendero,  portero,  &c.,  y  uno  de  los  médicos  que  asistie- 
ron á  la  cabecera:  no  se  permitía  ser  de  la  comitiva  á  ningún 
criado,  si  no  era  de  los  determinados.  Lavaban  á  todos,  ponían- 
les mantas  blancas,  y  daban  á  cada  uno  los  objetos  que  habían 
de  conducir.  Todo  el  cortejo  se  teñía  el  rostro  de.  amarillo,  po- 
niéndose en  la  cabeza  guirnaldas  de  trébol.  A  la  media  noche, 
los  hijos  del  difunto  y  los  grandes  señores  tomaban  en  hombros 
los  despojos;  en  dos  hileras  procesionalmente  precedían  los  des- 
tinados á  la  compañía  real,  en  seguida  los  nobles,  los  guerreros 
distinguidos,  al  fioal  el  féretro;  alumbraban  con  gruesos  hacho- 
nes .de  tea,  tocaban  trompetas  y  tañían  huesos  de  caimanes  y  con- 
chas de  tortugas,  entonando  á  ese  compás  un  antiguo  cantar  en 
que  se  decían  loores  y  alabanzas  del  señor;  los  de  delante  iban 
barriendo  el  suelo  y  decían:  ''Señor,  por  aquí  has  de  ir,  mira  no 
pierdas  el  camino.'* 

Acompañada  por  la  multitud,  la  procesión  se  dirigía  al  templo 

U 


586 

mayor,  daba  cuatro  vueltas  al  rededor  de  una  gran  pira  de  le£o6 
de  pino  de  antemano  preparada,  colocando  encima  de  ésta  los 
despojos;  al  son  del  canto  y  de  la  música,  se .  ponía  f Q^go  á  la 
pira,  y  mientras  ardía  achocaban  con  parras  á  los  ini^ces  ser* 
YÍdores  del  muerto,  á  los  cuales  emborrachaban  de  antemano, 
enterrándoles  con  lo  que  conducían  á  la  espalda  d^l  templo  de 
Curicaberi.  Al  amanecer  recogían  las  cenizas  y  huesecillos  que 
habían  quedado,  junto  con  los  metales  derretido^;  colocábi^os 
en  una  manta,  formando  nuevo  bulto,  al  cual  ponían  una  máscara 
de  turquesa  y  adornos  de  plata  y  oro  como  el  principio.  Hecho 
un  ancho  sepulcro  &  los  pies  de  la  escalera  del  Gú  de  Curicabe- 
ri, le  tapizaban  con  esteras  finas,  ponían  una  cama  de  madera 
sobre  la  cual  colocaban  el  bulto  de  las  cenizas  encerrado  en  una 
tinaja  mirando  hacia  Oriente,  llenando  el  resto  con  rópieis,  alha- 
jas, armas,  utensilios  y  buena  provisión  de  comida  y  bebida.  Ce- 
rraban el  sepulcro  con  vigas,  poniendo  encim^  varas  para  formar 
techo,  echándole  tierra  para  cubrirlo. 

Los  asistentes  se  retiraban:  bañábanse  primero  para  que  la 
enfermedad  no  se  les  pegara,  yéndose  en  seguida  al  palacio;  ahí 
recibían  un  poco 'de  algodón  para  limpiarse  el  rostro,  y  una  abun- 
dante comida;  terminada,  todos  los  comensales  permanecían  sen- 
tados, cabizbajos  y  tristes.  Cinco  dias  duraba  el  duelo  general, 
y  durante  este  tiempo  no  había  mercado,  ni  se  encendía  lumbre 
en  las  casas,  ni  se  molía  maíz,  ni  andaban  las  gentes  por  las  ca- 
lles: sólo  los  señores  y  los  nobles  iban  una  noche  á  la  casa  de  los 
papas  á  tener  oración  y  vela.  (1) 

Al  dia  siguiente  de  sepultado  el  cazoncí,  juntábanse  los  gober- 
nadores y  señores,  principales,  ancianos  y  valientes  hombres,  á 
conferenciar  acerca  de  quien  debería  ocupar  el  trono.  Aunque  esto 
estaba  ya  determinado,  aquel  congreso  prooeclía  como  si  fuera  li- 
bre, fijándose  en  el  heredero  legítimo;  hecha  la  elección,  iban.á 
comunicarla  al  agraciado,  quien  rehusaba  la  honra,  señalando 
personas  más  dignas  que  él;  excusábanse  1ch3  aludidos,  insistían 
los  electores,  y  sólo  á  cabo  de  cinco  dias  de  importunidades  se 
dabatpor  vencido  el  electo,  aceptando  como  á  la  fuerza  el  codi- 
ciado trono.  El  dia  señalado  iba  el  sacerdote  principal  con  toda 

(1)  Belac.  de  Mechoacan,  pág.  55— 59.— Torquemada,  Kb.   XIII,  cap.  XLVT.^ 
Beaumont,  CnSn.  de  Michoacan,  lib,  1,  cap.  IX.  MS«      ^ 


687 

la  nobleza  á  la  casa  en  que  vivía  el  nnevo  rey;  saludábale  el  pon* 
tifioe  con  el  nombre  de  guanga  6  valiente,  diciendole:  '^Señor^ 
por  tí  venimos  para  qne  entres  en  la  casa  de  tu  padre."  Respon- 
día: ^'Pláceme  de  ir,  abuelo."  Poníase  una  guirnalda  de  cuero  de 
tigre  en  la  cabeza,  carcax  con  flechas,  pulsera  de  cuero  de  cuatro 
dedos  de  ancho,  manillas  de  enero  de  venado  en  el  pelo,  pezuñas 
de  ciervo  en  las  piernas;  formábase  una  procesión  en  que  iban 
delante  el  pontífice  con  diez  de  los  sacerdotes  mayores,  detras  el 
rey  y  en  seguida  la  nobleza  y  señores  del  reino;  el  pueblo  agru- 
pado abría  calle  para  que  el  cortejo  pasara,  dando  alegres  voces. 
Llegados  al  patio  del  palacio  real,  los  sacerdotes  le  saludaban 
con  el  titulo  de  guangitapagito,  equivalente  á  majestad,  tomando 
asiento  en  una  silla  colocada  en  el  portal. 

Rodeado  de  los  guerreros  y  nobleza  el  cazoncí,  levantábase  el 
pontífice  pronunciando  con  voz  grave  un  discurso,  en  que  incul- 
caba á  los  concurrentes  la  obligación  en  que  estaban  de  ser  fieles 
al  nuevo  rey,  obedientes  á  sus  mandatos,  prontos  á  ejecutar  cuan- 
to se  les  mandara,  pues  el  rey  estaba  en  lugar  de  Curicaberi. 
Cuando  había  terminado  el  pontífice,  tomaba  la  palabra  alguno 
de  los  grandes  dignatarios,  y  así  por  su  orden  pasaban  el  dia  en 
aquellos  razonamientos.  A  la  postre  se  ponía  en  pié  el  monarca, 
y  más  que  agradecía  amenazaba  á  los  señores  con  ^la  muerte,  si 
faltaban  á  sus  deberes.  Terminaba  aquel  acto  con  un  convite 
general. 

En  la  noche  iba  á  velar  con  los  papas  de  Curicaberi;  á  la  me- 
dia noche  hacían  los  sacerdotes  la  ceremonia  de  la  guerra:  al 
amanecer,  con  gran  séquito  de  sacerdotes  y  dignatarios,  iba  por 
leña  para  ofrecer  al  fuego  sagrado.  Vuelto  al  palacio,  sentado  en 
la  silla  real,  daba  nuevo  banquete  á  los  señores;  terminando,  car 
da  gobernador  de  provincia  ó  señor  del  pueblo,  presentaba  su 
regalo  en  señal  de  trfl^uto,  retirándose  cada  quien  á  su  demarca^ 
cion  para  hacer  saber  á  los  subditos  la  feliz  noticia. 

Pocos  días  después  los  papas  ouritiecJta  se  repartían  por  el  rei- 
no .pidieAdo  leña  para  los  fogones;  reunida  á  los  diez  días  y  amon- 
tonada en  el  patio  del  templo  mayor,  el  cazoncí  iba  de,  nuevo  k 
velar>  y  el  Idripati  hacía  la  ceremonia  de  la  guerra.  Al  tercero 
dia,  daba  orden  á  los  guerreros  vacuaocechoj  águilas,  de  salir  á 
campaña,  enviando  sus  mensajeros  y  correos  por  todas  la^  pro- 


588 

^iacias;  él  mismo  se  ponía  en  campaña  dos  días  después,  diri- 
giéndose á  la  frolitera  de  Cuinaeho,  para  hacer  ciento  ó  ciento 
veinte  cautivos.  Estos  y  los  prisioneros  hechos  en  las  fronteras, 
•eran  sacrificados  &  la  diosa  Cnerabapañf  á  los  dioses  celestes  de 
las  cuatrQ  partes  del  mundo,  del  infierno,  á  Guricaberi  y  señores 
sus  hermanos,  á  la  diosa  Xaratanga,  dioses  primogénitos,  y  á  los 
llamados  Nirahanecha.  Con  estos  actos  quedaba  reconocido  como 
cazoncí.  Daba  premios  &  los  guerreros  que  habían  cautivado  pri- 
sioneros, y  entrándose  á  su  casa  tomaba  por  esposas  las  mujeres 
'  que  habían  sido  de  su  padre,  mientras  le  llevaban  las  hijas  de 
los  nobles  y  señores.  (1) 

Para  salir  &  campaña  hacíase  primero  la  ceremonia  de  la  gue- 
rra. Por  la  fiesta  de  Anziñascuoro  mandaba  traer  el  cazoncí  leña 
para  los  Cues,  y  en  la  vigilia  estaba  toda  puesta  en  rimeros  en  el 
patio  del  templo.  El  papa  lEripati,  cinco  sacrifícadores  y  cinco  cm- 
ritieclm,  hacían  pelotillas  de  olores  llamados  andaningua;  poníanlas 
sobre  una  raja  de  encina,  y  cuando  estaban  comcluidas  las  metían 
en  calabazas  que  los  (inimeoha  llevaban  á  la  espalda,  colocándo- 
las en  las  puertas  de  las  casas  de  los  sacerdotes.  A  la  media  no- 
che tocaban  sus  cornetas  en  lo  alto  de  los  cues,  observaban  una 
estrella  que  ignoramos  cuál  sea,  y  encendían  un  gran  fuego.  El 
Hxripaii  se  acercaba  al  fogón,  tomaba  de  las  pelotillas  olorosas 
y  decía:  "Tu,  dios  del  fuego,  que  apareciste  enmedio  de  las  ca- 
nsas de  los  papas,  quizá  no  tiene  virtud  esta  leña  que  habemos 
traído  para  los  cues,  y  estos  oloi'es  que  tenemos  aquí  para  dar- 
te: recíbelos  tú  que  te  nombran  primeramente  Mahaiia  de  oro, 
*'y  á  tí,  Uredecudbecara,  dios  del  lucero^  y  á  tí  que  tienes  la  cara 
^^bermeja,  mira  que  con  grita  trajo  la  gente  esta  leña  para  tí.*' 
En  seguida  nombraba  los  enemigos  del  reino,  principiando  por 
México,  diciendo:  **Tu,  señor,  que  tienes  la  gente  de  tal  pueblo 
*'en  cargo,  recibe  estos  olores  y  deja  alguno  de  los  vasallos  para 
^'que  tomemos  en  las  guerras."'  Venían  entonces  los  papas  cuiri^ 
pecha  y  con  muchas  ceremonias  ponían  de*los  olores  en  lá  llama, 
pidiendo  á  los  dioses  diesen  enfermedad  en  los  pueblos  que  iban 
á  conquistar,  con  esta  oración.  ^'¡Oh  dioses  del  quinto  cielo!  ¿Có- 
''mo  no  ños  oiréis  de  donde  estáis?  Porque  vosotros  solofií  sois 
''reyes  y  señores,  vosotros  solos  limpiáis  las  lágrimas  de  los  po- 

U]  Eelac.  de  Mechoacan,  pág.  60—66. 


•  589 

''bres."   Estas  mismas  palabras  repetía  á  las  cuatro  partes  deF 
mondo  y  al  infierno.  (1) 

Dos  XK)ohes  se  repetía  la  ceremonia,  arrojando  las  balas  de  olo- 
res al  faego,  termii^adaa  que  eran  las  oraciones:  caando  el  Hiri- 
pati  practicaba  esto  en  T2Ínt;iK>iitZAn,  repetían  lo  nüsmo  los  hiru- 
pacha  en  todas  las  provincias.  Llegada  la  fiesta  de  Anziñascna- 
ro,  el  c^aoncí  mandaba  á  los  correos  llamados  baxaréocha  ftiesei> 
alas  provincias  á. pedir  la  gei^te  de  gnerra;  en  cada  pueblo  el  se* 
ñor  reunía<el  número  de  soldados  que  le  tocaba;  en  la  noobe  se 
hacía  aún  la  ceromonia  de  la  guerra,  y  se  disponía  á  la  maarcba 
llevando  los  papas  ¿mitt¿eo/¿rt  cargados  i  los  dioses  tutelares  de  la 
población.  Cada  uno  de  aquellos  coi^tiugéntes  iba  provisto  de  las 
armas  y  alimentos  necesarios,  sin  permitir  en  su  compañía  mujer 
de  ninguna  especie. 

Las  armas  euau  ^rcos,  flechas,  hondas,  porras  gruesas  de  en- 
cina, poniendo  á  algunas  de  ellas  gi>  la  cabeza  púas  de  cobre: 
los  hombres  valientes  iban  armados  da  unas  varas  recias,  y  en  la 
punta  un  gancho.  Las  armas  .defensiívas,  consistían  en  rodelas 
adornadas  de  plumas  blancas  de  f^arssa,  dedicadas  á  Curicaberi, 
ó  de  plumas  rojas  de^papagayo  ó  de  taintzones,  según  la  catego- 
ría del  guerrero.  El  oomun  de  los  soldados,  usaba  un  jubón  de 
pita  de  maguey;  los^distinguidos  por  valientes,  jubón  de  algo- 
don,  y  los  jef0&  y  señores  lo  mismo,  aunque  adornado  de  plu- 
mas ricas:  pintábanse  rostro  y  cuerpo  de  colorado,  negro  ó  ama- 
rillo. Sus  pendones  y  estandartes  eran  labrados  de  plumas  fi- 
nas, con  mucho  primor.  Su  música  militar  caracoles,  bocinas,  y 
otros  instrumentos  destinados  á  producir  pavoroso  ruido. 

Reunidos  los  contiDgentes  de  todos  los  pueblos,  distribuíanse 
en  la  forma  que  disponía  el  general  en  jele:  ^'poníase  en  la  cabe- 
''2a  un  gran  plumaje  de  plumas  verdes,  y  una  rodela  muy  gran- 
''de  de  plata,  á  las  espaldas,  y  su  .carcax  de  cuero  de  tigre,  y 
'unas  orejeras  de  oro,  y  unos  brazaletes  de  oro,  y  su  jubón  de  al- 
"godón  eiicarnado,  y  un  mástil  arpado  de  cuero  por  los  lomos,  y 
"cascabeles  de  oro  por  las  piernas,  y  un  cuero  de  tigre  en  la 
"muñeca,  de  cuatro  dedos  de  ancho,  y  tomaba  su  arco  en  la  ma- 
"no."  (2)  En  aquel  arreo,  sentábase  en  una  silla,  y  rodeado  da 

(1)  Belao.  de  M«oboaoa&,  pág.  2&— 27. 

(2)  Adac.  de  MeobMcan,  pá^  30. 


590 

rñUB  capitanes  y  de  los  sacerdotes  de  Guricaberi  y  Xaralanga,  di- 
^rigia  un  largo  discurso  á  sus  subordinados,  recordándoles  sus 
deberes  de  soldado,  y  las  penas  en  que  incurrían  no  cumpliendo* 
los.  Acabado  el  discurso,  seguían  bajo  el  mismo  tema  los  seño- 
res de  Cuyacan,  Pátzcuaro  y  Xaeona.  Dispuesto  el  plan  de  ata- 
que, enviábanse  espías  á  observar  al  enemigo,  6  reconocer  las 
poblaciones:  Uevabaa  una  bolicae  de  ios  olores  que  habían  ser- 
vido para  la  ceremonia  de  la  guerra,  plumas  dé  águila,  y  dos  fle- 
chas ensangrentadas,  todo  lo  cual  ponían  cautelosamente,  ya  en 
una  sementera  cercana,  ya  junto  al  Cu  ó  la  casa  del  señor  del  pue- 
blo. Era  éste  un  hechüso,  para  vencer  á  los  contraríos.  De  regre- 
so al  campo,  daban  los  informes  apetecidos,  y  pintaban  con  ra- 
yas  en  el  suelo,  la  traza  del  pueblo. 

Llevaban  la  vanguardia,  los  hombres  valientes  de  Tzintzon- 
tzan,  seguidos  de  los  papas  que  iban  cargando  á  Curícaberi  y  Xa- 
ratanga,  en  pos  de  los  cuales,  formados  en  dos  hileras,  se  veía  á 
los  sacerdotes  conductores  de  los  dioses  mayores.  Los  corredo- 
res ó  tropas  ligeras^  estaban  acompañados  por  su  dios  particu- 
lar, llamado  Pungaranohcu  Combatían  en  desorden,  arrojando  fe- 
roces gritos;  más  que  concierto,  aquello  era  confusión  y  ruido. 
Consistía  el  principal  intento,  en  hacer  prisioneros  para  el  sa- 
•crificioy  recibiendo  señaladas  recompensa  los  guerreros  que  se 
distiguíau  por  hazañas  señaladas,  ó  por  haber  tomado  el  mayor 
número  de  cajitivos.  Á  estos  les  ataban  las  bocas  con  unos  cueros, 
á  manera  de  jáquima  de  las  bestias,  para  impedirles  dar  voces. 
Daban  batallas  en  campo  abierto,  usaado  de  común  de  celadas, 
á  las  que  eran  atraídos  los  contrarios  por  las  tropas  ligeras.  Si 
una  plaza  se  defendía,  caso  de  ser  tomada  era  saqueada^  reduci- 
da á  cenizas,  los  habitantes  pasados  á  cuchillo:  los  pueblos  que 
se  entregaban  sin  resistencia,  eran  recibidos  como  hermanos. 

Los  prisioneros,  tapada  la  boca  con  los  cueros,  amarrado  al 
pescuezo  un  manojo  de  cañas  recias  y  largas,  eran  conduci- 
dos a  Tzintzontzan.  En  la  puerta  de  la  ciudad,  había  dos  alta- 
res,, en  que  los  papas  colocaban  á  los  dioses;  los  sacerdotes  cu- 
ritiecJuí  y  opitiecha^  con  una  calabaza  á  la  espalda,  y  xina  lanza  al 
hombro,  salían  al  encuentro  de  los  cautivos,  dábanles  la  bien 
venida,  y  cantando,  los  llevaban  á  la  presencia  del  cazqpcí,  dán- 
doles en  seguida  de  comer.  Metíanlos  después  en  la  cái'c^lnom- 
brada  Curiwequero,  donde  los  atendían  y  engordaban,  hasta  He- 


591 


X 


gaf  la  fiesta  en  que  habían  de  ser  sacrificados.  Hemos  visto  que 
á  las  majeres,  niños,  viejos  y  viejas,  mataban  para  comerse  las 
carnes.  (1) 

8i  algún  señor  moría  en  la  guerra,  poníase  triste  el  cazón  cí, 
y  decía:  "por  este  mataron  los  dioses  de  los  nuestros,  por  pro- 
abarnos  como  mantenimientos/'  Las  viudas  de  los  muertos  en 
la  guerra,  mesábanse  los  cabellos,  dando  grandes  gritos;  después 
formaban  unos  bultos' de  mantas,  con  sus  cabezas,  cubriéndolos 
con  otras  mantas,  cual  si  hubieran  fallecido  de  muerte  natural; 
llevábanlos  ea  seguida  al  templo,  colocándolos  junto  á  los  fogo- 
neS|  poniéndoles  su  arco  y  flecha,  plumajes  colorados,  guirnal- 
das de  cuero,  con  muchas  ofrendas  de  pan  y  vino:  al  sonido  de 
las  cometas  y  caracoles,  quemaba  cada  familia  el  bulto  que  le 
correspondía,  recogiendo  las  cenizas,  que  guardaba  en  una  olla» 
que  era  enterrada  con  el  arco  y  las  flechas.  La  viuda  se  retira- 
ba á  su  casa  á  proseguir  el  duelo,  sus  parientes  le  decían:  "está 
"y  vive  en  esta  casa  algUEos  dias,  y  está  viuda  algunos  días,  mi- 
'^ando  como  va  tu  marido  camino,  y  no  te  cases.*'  (2) 

Leyes  y  penas,  eran  inmoderadas  por  crueles.  Si  algún  prin- 
cipal tomaba  alguna  de  las  mujeres  del  cazoncí,  moría  por  ello, 
así  como  sus  mujeres,  hijos,  parientes  y  cuantos  en  su  casa  es- 
taban, confiscándole  además  sus  bienes  y  sementeras.  A  los  no- 
bles, por  delitos  no  muy  graves  poníanlos  en  la  cárcel;  por  de 
mayor  entidad,  los  degradaban  y  desterraban,  y  á  su  mujer  dejá- 
banla desnuda,  quitándola  las  enaguas.  Al  hechicero  rompían 
la  boca  con  navajas,  arrastrábanlo  vivo,  y  lo  mataban  cubriéndo- 
lo de  piedras.  Si  hermano  6  hijo  del  cazoncf  no  vivía  con  deco- 
ro; era  condenado  á  muerte,  asi  como  las  amas  que  le  criaron, 
ayos  que  le  cuidaron  y  criados  que  le  servían,  confiscando  toda 
su  hacienda.  Al  forzador  de  mujer,  rompían  la  boca  hasta  las 
orejas,  y  después  16  empalaban.  £1  primer  hurto,  se  perdonaba, 
previa  una  gran  reprensión;  al  segundo,-  el  ladrón  era  despeña- 
do,-dejando  que  su  cuerpo  fuera  comido  por  las  aves  del  cielo. 
El  homicda  no  tenía  pena  señalada,  porque  el  crimen  se  come- 
tía rarísima  vez. 

(1)  Belac.  de  Mechoacan,  pág.  28— 36.— Herrera,  déc.  IIT,  lib.  III,  cap.  X.— 
BMumont  crón.  de  ^tíohoaoaIIf  lib.  1,  cap.  VIIT.  MS. 

(2)  Belac.  de  Mechoacan,  pág.  37. 


592 

Los  gobernadores  y  señores  de  los  pueblos  conocían  de  loe 
delitos,  mandaban  prender  al  delincuente,  hacían  las  informa- 
ciones necesarias  de  viva  voz;  ayerignado  el  hecho,  remitía  el 
reo  al  sacerdote  mayor  quien  le  presentaba  al  oazonci  para  que 
pronunciara  la  sentencia.  A  veces  por  orden  del  cazoncí  iba  un 
mensajero  llamado  vaxanoti,  prendía  á  la  persona  que  le  deaig* 
naba,  le  quitaba  las  insignias  y  daba  la  muerte  con  una  porra: 
en  ocasiones  esta  justicia  se  encargaba  Á  }o9  sacerdotes.  Los  mi- 
nistros principales  de  aquella  magistratura  Uevabaf^.en  la  mano 
una  vara  negra  como  de  ébano,  gorda  y  con  plumaje  colores  en 
el  ^^^tremo  superior,  con  unas  pedrezuelas  que  sonabanfcomo  cas- 
cabeles; cu£(p;ido  pasaban,  los  hombres  salítin  de  sua  casas  para 
acompañarlpa.  <1)      , 

Cuando  moría  algún  señor  de  un  pi^eblo^  ^us  hermanos  y  pa- 
rientes venían  á  ver  al  cafsoncí  trayendo  el  bezote  d^  070,  los  bra- 
zaletes^ collares  y  orejeras  de  turquesa^,  insignias  del  señorío: 
presentados  ante  el  rey,  dábanle  noticia*del  fallecimiento,  pi- 
diéndole nombrara  á  quien  debía  suceder,  escogía  al  que  pare- 
cía más  discreto,  el  que  tiene  ma9  tristezas  omisigo^  Qdgun  su  manera 
de  expresarse;,  dábale  nuevas  insignias,  xegalospara  el  «graciado 
y  su  mujer,  y  en  compaüía  de  uno  de  los  papas  curitiecha  le  vol- 
vía á  su  pueblo.  Llegados  á  éste,  ayuntada  toda  la  gente»  el  C2i- 
ritieclia  daba  á  entender  cómo  aquella  persona  había  sido  nom*" 
brada  por  el  cazoncí,  la  obligación  que  tenía  de  regir  en  justicia, 
y  cómo  todpa  debían  obedecerlo  y  respetarlo.  £1  señor,  los  an- 
cianos, la  gente  menuda,  tpmaban  la  palabra  sucesivamente,  re- 
cordando los  recíprocos  deberes,  terminando  la^  arengas  con  un 
convite:  así  quedaba  el  agraciado  metido  en  el  señorío.  Cuatro 
dias  y  cuatro  nophes  asistía  al  templo  haciendo  oración  con  los 
papas;  después,  seguido  de  sus  vasallos,  iba  á  traer  leña  para 
les  fogones,  y  despedía  al  curitiecho^  colmándolo  de  regalos.  Aquel 
papa  retornaba  á  TzintzQntzan,  dando  cuenta  de  lo  ejecutado  al 
sacerdote  mayor,  quien  lo  comunicaba  al  cazoncí:  "Sea  ansi»  de- 
''da  este,  pruebe  á  ver>  si  no  le  hiciere  bien,  quitalle  hemos  del 
'^oficio,  y  probará  otro  en  su  lugar  á  ver  como  lo  hace."  (2) 

(i)  BelAc.  de  Meohoaoan,  pág.  38-39.— Herrén,  déc.  ?II,  lib.  ni,  oap.  X.-^Betn- 
mont,  Cr^n.  de  Michoaoan,  lib.  1,  cftp.  VIII.  MS. 
(2)  Bdaeion  de  Mechoaoan,  pág.  40-44, 


593 

En  aqnel  reino  era  ooatumbre '  la  poligamia.  El  soberano  pa- 
saba la  YÍda.^n  uii  volnptnoao  serrallo.  Los  Dobles  tenian  á  vein- 
te mujeres  j  ánu  m&s,  y  daban  una  en  premio  á  los  capitanes 
que  en  la  guerra  se  distinguían,  oosa  que  ellos  tenían  á  grande 
honra.  (1)  Verificábase  el  matrimonio  sin  el  consentimiento  de 
las  mujeres.  Si  el  cazón  cí  que  ria  casar  álgaua  desús  hijas,  la 
hacía  ataviar  lujosamente,  le  daba  una  comitiva  de  mujeres  que 
llevaban  en  cestillas  y  petacas  las  ropas  y  alhajas  de  la  novia/^ 
llamando  á  los  papas  curiliecha,  encargaba  principalmente  ¿ 
uno.  llevara  aquella  mujer  á  la  casa  de  sú  maridó.  Prevenido  es- 
te, adornada  la  casa,  reunidos  todos  los  parientes,  al  llegar  el 
sacerdote  tomaban  todos  asiento,  dejando  eoinedio  á  los  despo- 
sados.  Tomando  la  p^abra  el  curitiecJia  decía:  ''He  aquí  ésik 
"señora  que  envía  el  rey,  yo  os  la  traigo,  no  riñáis,  sed  buenos 
"casados,  bañaos  el  uno  al  otro,"  y  seguía  inculciíndóles  sus  de- 
rechos conyugales.  Contestaba  el  marido  aceptando,  dando  las 
gracias  por  el  favor,  prometiendo  obediencia  y  ayuda  al  reyí 
terminaba  el  consorcio  con  un  convite.  Bastaba  que  el  cazonc: 
lo  determinara,  para  que  un  noble  tomara  por  esposa  la  mujer 
que  se  le  señalaba.  (2) 

Los  nobles  se  casaban  con  sus  parientas,  no  tomando  jamas 
mujeres  que  no  fueran  de  su  linaje.  En  estos  enlaces  precedía 
pedir  á  la  hija  de  un  señor,  y  una  vez  otorgada,  era  enviada  á 
la  casa  de  su  futuro  esposo,  con  cierto  acompañamiento  de  hem- 
bras llevando  las  ropas  y  alhajas;  intervenían  los  sacerdotes 
para  hacer  las  amonestaciones  usuales,  terminando  la  ceremonia 
por  el  convite  de  costumbre.  Los  plebeyos  concertaban  sus  ma- 
trimonios por  medio  de  sus  parientes,  sin  que  en  ello  intervinie- 
ran los  papas.  Los  que  se  unían  por  amores  se  concertaban  en- 
tre sí,  sin  dar  aviso  á  sus  padres.  A  veces  dasde  chiquita  estaba 
la  mujer  prometida  á  determinada  persona:  en  esté  caso,  elhoin- 
bre  tomaba  por  esposa  á  la  suegra,  y  cuando  la  hija  crecía  en- 
traba en  posesión  de  ella.  Casábanse  también  con  sus  cuñadas, 
habiendo  muerto  sus  maridos,  pespues  de  terminado  el  matri- 
monio y  estando  la  mujer  en  la  casa,  antes  de  consumar  el  vín- 
culo, el  hombre  iba  cuatro  dias  por  leña  para  los  fogones,  mién- 

(1)  Herrera,  dác  III,  lib.  III,  cap.  X. 

[21  Belao.  de  Mechoaoan,  pág.  éfi-i?. 

75 


694 

tras  la  hembra  barría  la  morada  j  parte  del  camino  por  donde 
áebía  volver  el  marido;  aquello  era  como  oración  para  ser  buenos 
casados.  La  noclie  qué  se  linían,  si  eran  nobles,  puestos  en  el 
lecho  los  cubrían  con  las  ropas  las  criadas;  si  plebeyos,  la  mujer 
tapaba  ál  varón,  entrando  después  á  compartir  el  lecho  común.  (1) 

Solo  tenían  prohibido  para  contraer  matrimonio,  los  padres 
con  los  hijos,  los  hermanos  entre  sí,  el  sobrino  con  la  tia.  Sus- 
citadas diferencias  en  el  matrimonio  hasta  el  punto  que  los  cón- 
yuge? quisieran  separarse,  ocurrían  por  primera  vez  al  petamuti 
exponiéndole  sus  quejas;  el  sacerdote  los  amonestaba  vivieran 
en  paz^  recordábales  que  ya  tenían  casa  é  hijos,  despidiéndolos 
para  irse  juntos.  Intentada  de  nuevo  la  demanda,  &  la  tercera 
vez  el  pontífice  pronunciaba  la  separación  diciendo:  "Ya  voso- 
''tros  queréis  dejar  dé  ser  casados,  dejaos  pues,  ¿á  quién  lo  ha- 
''^l^is  de  decir,  pues  tantas  ^eces  os  habéis  quejado?"  El  varón 
tomaba  otra  esposa,  sin  que  esto  obstara  para  que  la  antigua  si- 
guiera en  la  casa,  pues  no  podía  ser  abandonada;  sí  la  cogía  en 
adulterio,  quejábase  al  petamuti^  quien  la  mandaba  matar.  Si  la 
culpa  era  del  marido,  porque  se  divertía  con  otras  iñújeres,  los 
padres  de  la  esposa  se  la  quitaban  para  darle  otro  esposo.  Si 
después  del  segundo  matrimonio  no  vivían  em  paz,  echábanlos 
en  la  cárcel  y  no  podían  separarse.  La  mujer  que  entre  todas 
quería  ganar  él  atnor  y  preferencia  del  esposo,  ocurría  á  los  sor- 
tílegos llamados  xurimecha;  éstos  tomaban  dos  granos  de  maíz  y 
una  jicara  llena  de  agua;  si  arrojados  los  granos  en  el  agua  se 
limndian  juntos  al  fondo,  señal  era  de  que  por  siempre  estarían 
unidos;  si  uno  de  los  granos  sobrenadaba  y  el  otro  se  sumergía^ 
daba  á  entender  que  el  varón  prefería  á  otra  esposa.  (2) 

Los  michhuaca  eran  robustos,  bien  formados,  valientes  y  be- 
licosos, grandes  tiradores  de  arco  y  fiecha,  diestros  en  el  manejo 
de  las  armas.  Vestían  á  semejanza  de  los  méxica:  algunos  prin- 
cipales traían  una  especie  de  túnica  larga  hasta  media  pierna,  la 
capa  6  manta  cuadrada  anudada  sobre  uno  ú  otro  hombro,  cacüi 
ó  sandalias  de  cuero,  retenidas  con  correas  anudadas  al  tobillo; 
los  plebeyos  usaban  el  maxtlatl  ó  pañetes  para  tapar  sus  ver* 

[1]  Belae.  de  Mechotoan,  pág.  47-63.— Torquenada,  lib.  Xm,  cap.  VII.— Beaa- 
mont,  CrózL  de  Miohoaoan,  lib.  I.  cap.  Vm.  MS. 
[2]  Belao.  de  Meohoacan,  pág.  58-55. 


695 

güeBjsaSi  con  mantas  de  hilos  groseros.  'Tías  indias  y  los  DQ.a^* 
''natas  traían  el  pelo  levantado  y  amarrado  alrededor  de  la  ca- 
"beza,  formando  varias  trenzas  con  cordones  de  algodón  de  di* 
"versos  colores:  los  demás  de  la  plebe  traían  el  pelo  snelto  con 
"nna  ú  otra  plnma  en  la  cabeza."  Tejían  las  ropas  de  algodón, 
nnas  blancas,  negras  otras/  de  variados  y  hermosos  colores; 
adornábanlos  con  hilos  de  pelo  de  conejo  de  nna  manera  mi;y 
carioca. 

Labraban  de  la  enea  preciosas  esteras  que  les  servían  de  es- 
trados, alfombras  y  camas.  Curtían  cueros  de  toda  especie  da 
animales,  dejándoles  ó  no  el  pelo,  aplicados  en  los  usos  domés- 
ticos ó  en  los  zapatos  de  los  nobles,  pintados  con  mucho  arte. 
Sacaban  cuchillos,  navajas,  y  otros  instrumentos  cortantes  y  pun- 
zantes, de  la  obsidiana  llamada  por  ellos  tzinapu.  Lós  alfareros 
construían  las  vasijas  y  vasos,  paralas  diferentes  necesidades  de 
la  vida,  y  los  carpinteros  tallaban  de  madera,  jicaras,  bateas,  y 
ciertos  vasos  llamados  tecomates.  Los  canteros  labrabaii  las 
piedras  unas  con  otras,  pues  carecían  dé  instrumentos  de  íiie* 
rro,  formando  figuras  de  mucho  primor.  Carpinte]:os  y  entalla- 
dores, manejaban  la  madera  con  hachas  de  cobre:  lo$  Iapi4arib8 
pulían  las  piedras  preciosas  restregándolas  con  cierta  arena,  de 
ellos  conocida.  Sabían  dar  al  cobre  la  dureza  ^I  liierrb,  jr  epn 
estos  útiles  trabajaban  como  si  fueran  de  hierro. 

Sobresalían  en  la  pintura  y  barniz  que  daban  á  la  madera,'  que 
á  pesar  del  uso,  se  conservaban  frescos  y  brillantes,  distinguién- 
dose entre  todas  las  bateas  de  Perivan  y  de  Cocüpaó.  Xuréntó  el 
ingenio  tarasco  las  cosas  singulares  de  pluma,  "con  sus  mismos 
''nativos  colores,' asentado  de  la  misma  manera  que  lo  hacen  en 
"un  lienzo,  los  más  diestros  pintores,  con  delicados  pinceles.  So* 
"lían  en  su  gentilidad  formar  de  estas  plumas,  aves,  animales, 
"hombres,  capas  y  mantas  para  cubrirse,  vestiduras  para  sus 
"sacerdotes  y  dioses,  coronas,  mitras  y  rodelas,  mosqueadores, 
"con  otros  curiosos  objetos  que  le  sugería  su  imaginación.  Es- 
''tas  plumas  eran  v9»rdes^as^;iÁefi^^U|^  pardas,  ama- 

"rillas,  negras  y  blancas,  no  teñidas  por  indastria,  sino  como  las 
"crían  las  aves,  que  c<^ían  y  mantenían  vivas  al  intento,  valién- 
"dose  hasta  do  los  más  mínimos  pajarillos.  El  modo  de  engas- 
'tar  las  plumas,  era  cortarlas  muy  menudas;  y  en  lienzo  de  ma- 
"guey,  que  es  la  planta  de  la  tierra,  con  cola  muy  templada» 


696 

^iban  orfciB^nizaBdo  las  plnmas  que  arrancaban  de  uno  á  otro  p¿« 
'^jarp  mnerio,  con  nnas  pinzas,  y  pegándolas  á  la  penca  ó  tabla: 
/'se  valían  de  sns  nativos  colores  para  dar  las  sombras  j  demás 
"necesarios  primores  que 'caben  en  el  arte,  según  pedía  la  ima- 
.  ''gicacion  que  querían  pintar»  Cada  partícula  se  ponía  de  por  sí, 
*'con  tal  presteza,  que  seguían  la  línea  y  círculo  del  bosquejo,  y  la 
''iluminación  formaba  en  la  pintura  una  vistosa  primavera.  De 
'las  plumas  de  estos  y  otros  pájaros,  hacían»  estos  indios  sus 
"plumajes,  y  unas  imágenes  de  pluma  tan  particulares,  princi- 
"palmente  en  Pátzcuaro,  que  seguu  refiere  Acosta,  se  admiró  el 
"señor  Felipe  ÍI,  de  tres  estampas  que  dio  á  su  hijo  Felipe  III, 
''su  maestro:  la  misma  admiración  causo  al  Papa  Sixto  Y,  un  cua- 
''dro  de  K.  P.  S.  Francisco,  que  enviaron  á  Su  Santidad,  hecho 
"de  plumas  por  los  indios  tarascos"  (1) 

La  civilización  de  Michhuacan,  era  del  mismo  género  que  la 
de  México;  menos  sombrío  y  sangriento  el  culto,  más  atrasada 
ef  las  ^iejicias.  A  p^^ar  de  la  incontestable  necesidad  de  la  escri- 
tura, nos  llama  la  atención  que  los  tarascos  no  le  consagraran 
grap  caidadOf  j  aun  barruntamos  que  la  dejaban  en  olvido.  Na* 
da  dicen  los  autores  Q,cerca  dé  los  documentos  gerog1ífico3,.ni  al- 
•  g^nz^os  de  ellos  han  llegado  á  nuestros  días,  y  las  pinturas  de  que 
hace  mención  Beau|nont,  juzgando  por  las  que  á  su  obra  acom- 
pa^Qi  son  representaciones  materiales  de  los  hechos,  dibujos  y 
np  e^eritara,  temiendo  que  sea  obra  exclusiva  de  pintores  poste- 
riores i[  la  oof^quista. 

'      ^-  'y--'  í  .'  •.  *  .    •         •      


•        a     « 


1     '  '■ 


FIN  BBX.  1<01H>  SECnnDO. 


(1)  Beatimont,  Ción.  cto  MiohoMan,  Ub.  1,  o«p.  VICL  MS. 


, 


ÍNDICE. 


LIBEO   OUABTO. 


PUginas. 

OapIttjlo  i,  Calendario  primitivo. — Calendario  zapoteco^  Pe^ 
riodos^  Distribución^  Los  Cocijy  Es  el  calendario  primitivo.      5 

CapItülo  II,  £1  tonalamatl. — Tonolamaily  Origen^  Signos^, 
Tabla  d&.lós  dios  trecenales^  Los  veinte  planetas  ó  dioses 
principales-^  Las  símbolos  de  la  trecena^  Los  señores  4  aeom* 
paitados  de  la  noche^  Tablas^  Segundos  acompañados^  La0 
aves  nocturnas^  La  adivinación,  Los  hechiceros^  Primer 
periodo  del  Tonalamatl,  Cálculo  de  los  periodos  lunares^ 
El  planeta  Venus,  El  TonalamaÜ  encierra  el  cálculo  de  los 
movimientos  de  la  luna  y  de  Venus 13 

CAPlTmiO  III,   Calendario  solar. — El  dia,  Horas,  Los  meses^^  . 
Nemontemi,  El  año.   Periodos  trecenales,  Los  señores  ó 
acompañados  de  la  noche.  Ciclos  menores  y  mayor,  ínter* 
colación.  Observaciones,   Correspondencia  entre  losjuños. 
Discusión,  Orden  de  los  meses.  Concordancia  entre  los  años 


698 

PáginM. 

azteca  y  juliano^  Intercalación^  El  sistema  de  Gama^  Dis- 
cusión^ Forma  singular  del  calendario  de  Gatna^  Interca- 
lacion^  Fiesta  cíclica^  Principio  del  dia^  Concordancia^ 
Nuestro  sistema 34 

Capítulo  IV,  Díscubíod. — Los  meses.  Forma  dd  calendario^ 
Dios  iniciales,  Irde^'caladon,  Comparación 60 

Capítulo  V,  Nuestro  sistema. — Discusión  déldia  escogido,  Ca- 
lendario comparado  para  1521,  Reglas  para  la/ormadon  de 
un  calendario  cualquiera,  Lajiesta  cíclica.  Culminación  de  las 
piéyadas.  La  intercalación 72 

Capítulo  VI,  El  calendario  astron^ico. — Punto  de  partida. 
El  solsticio  de  Invierno,  Qorresponjdencia  éntrelos dias,  La  co- 
rreccion  gregoriana,  TaMas  para  los  años,  Signos  y  símbolos. 
Tabla  ge7iei*al  de  con^espondencia 93 

Capítulo  VII,  Calendario  maya. — M  dia  y  stis  divisiones,  Dios 
dd  mes,  Los  meses,  Meses  de  treinta  días.  El  año,  Loh  dnoo 
dias  sin  nombre.  Periodos  treoenales.  Ciclo  de  62  años,  katun. 
Formación  del  año,  IniercaJacion,  Los  Bacab,  Belacion  de  los 
años  con  los  déla  era  vrdgar,  Los  Ahau  Katun,  Corresponden- 
da  entre  los  años  maya  y  aüeca,  Ta!üa  cronológuxL' 118 

Capítulo  VIII,  Varios  calendarios. — Calendario  de  MetztiÜan, 
D^  Cvlhuncan,  De  Nicaragua,  De  la  Sílxteca,  De  Tecuante* 
pee,  En  el  Peten  Bzá,  En  Chiapas  y  Soconusco,  Período  de  siete 
dias,  Cál^ndanio  MaÜabinca^  y  de  MiMuaoan,  Periodos  aS" 
ttOHÓmióosi  Cambios,  Calendario  dd  Perú,  Cdendixrto  dé  loe 
Ohñohas,  Comparaciones,  Origen,  Dos  ^oocckspar0dúah»ida^ 
fio  kzteoai  Origen  íisiátioo,  Contactó  europeo. >«'<»...«  134 


LIB»0  QUDSrEO. 

CAa^froto  I,  Geografía,  Imperio  Mexioato»— ^ien^'on  y  lip^ 
tes,  Divisiones  pdítioas,Huas(épaoan,  Otomíes,  Totcnaoa,  il<^- 
Uaieinca*  Oadlteoa.  Provincia  de  la  Il^Mp^n,  \JZacaióUat^ 
OitUUifeca,  Tiahuioa,  Cohuixca,  Topi  ó  Uapanecn,  Muchco, 
Mtaieixitf  Tradicioms,  Chatinos,  Ckuchones  y  pf^fcHocos,  Cui- 


699 

Páginas. 

eateca,  Mazateca^  Ohinanteca,  I\sapoteca,  Leyendas,  Ohóníah^^  ' 
Tftquis,  Huave%  Mtx€%  Zaqties,  Chiopaneca,  Xoconockcr^,  Que- 
Üachilan,  Coatzoacoalco,  Provinciaa  centrales,  Valle  de  MheA^' 
oOf  Tlaxccdla,  CkoloUan,  Huexotzinco ^  168 

Capítulo  II,  Tlacopan,  Texcooo,  Señoríos  independiantes; 
— R^rvo  de  Tlacopan,  Mazahua,  Reino  de  Texcoco,  MetztiHan, 
Reino  de  Michhuacan,  Reino  de  Cofima,  Reino  de  Xalixco  y ' 
pequeños  señoHos  independientes,  Otomies,  Iztachichimeca,  Co' 
ras,  Tepecanoft,  SuichoJes,  Cclotíanes,  üazcanes,  Tepelmanes^ 
Acaxes,  Sabaibos,  Xiximes,  Tebaca,  Sinalóa  y  sus  diferentes** 
tribus.  Cahitas,  Pimas  y  sus  divisiones,  Séris,  Ópatas  y  sus 
afines,  California  y  sus  gentes HOO 

Capítulo  III,  Región  del  NE.,  Región  Austral,  Idiomas. — 
Pames,  Cucachichiles,  Zacatecas,  Irrítitas,  Tobosos,  (jcáhuiUe- 
coSf  Lajuneros,  Tarahumares,  Conchos,  Apaclies,  Pizones  ó  ja- 
nambres,  Tamaulipecos,  Región  austral,  AliuaMcos,  Chxynta- 
les,  Locándonos,  Chañábales,  Choles  y  sus  subtribus,  Ktchés  y' 
sus  reye%  TzotzVes,  Tzendales,  Mayas,  Ytzaca  y  zus  subtribus^ 
El  naguállsmo.  Lenguas  de  Méxvo,  Orden  histórico.  Familia 
Otómi,  Familia  maya  y  sus  ramas.  Familia  Mixtea,  Zapote^ 
teca,  Famüia  mexicana  y  sus  afines,  ChicJiimeca,  Lenguas  per^ 
didas 232 


SEGUNDA  PARTE,  EL  HOMBRE  PREWSTORICQ  EN  MÉXICO. 


LIBRO  PRIMERO. 


Capítulo  I,  La  fánña  y  el  hombre  primitivos. — La  paleonto^ 
logóla  humawt.  Su  objeto.  Preliminares,  TaUa  de  clásifícacum. 
Antigüedad  dd  continente  americano.  Periodo  glacial,  LáfaU'- 
na  gigantesca,  Mastodón,  ElepJias,  Tapirus,  Equns,  Bos, '  ^to^ 
ton,  XíaméUas  lloMa,  Bifs  scrofa,  Equus  asimus,  Caétotide» 


600 

Págiaas. 

OMenaes^  Oervus  Americanua,  Félix  atrox,  Megath^ivm,  My* 
lodqfn^  Megodonia^  Olyptodon,  Jlzcuintepof^tíi,  TepeüzcuinÜi, 
XókjltfscuinUif  Techichiy  Nuestra  profesión  d&fé^  El  hombre  ter- 
» ciaríp  de  California,  El  hombre  de  Naíchez,  Beatos  en  Gasco- 
na fe  Oouniy,  En  la  América  del  Sur,  En  la  isla  de  Cuha,  En 
el  Falle  de  México,  En  MtÜac,  En  Sonora^  Deducciones,  La 

AÜántida terciaria.  Inducciones 255 

Capítulo  II,  El  hombre  prehistórico. — Necesidad  del  traba- 
jo, Elfuejo,  Las  armas,  Divison,  El  Süex,  Hachas,  Lanzas, 
Flechas,  Ohúdlana,  Piedra pulimenfadd,  Sachas,   Cuentas  y 
adornos,  Conchas  y  caracoles.  Cobre,  Kiokenmtídingos,  Los  tro- 
gloditas.  Divisiones  sociales^  Desarrollo  lento  de  la  humanidad,  300 

Capítulo  III,  Los  monumentos,  (Región  Boreal).— Casas  gran- 
dea,  de  Chihuahua,  Descripción,  Carácter  principal,  los  túmu- 
los, Objetos  encontrados,  Examen,  Los  túmulos,  Su  generali- 
dad, Antigüedad  en  Europa,  En  América,  Posición  dd  cadá- 
ver. Objetos  enterrados  en  los  túmulos,  Significación,  En  los  tú- 
mulos di  Casas  grandes,  Brazaletes  de  Conchas,  Cerámica,  Un 
aerolito,  Metate  [metlatl],  Maíz,  Algodón,  Consideraciones,  Ba- 
chimba,  Babicord,  MazaÜañ,  Ruinas  del  Zape,  Ciudad  agríco* 
la.  Chalchihuites,  Tetd^  Lago  de  Chapola,,  Ciudades  de  ca- 
noas y  de  Bañas  en  la  Sierra  Gorda,  Aztalan  en  d  Wisconsin, 
No  son  los  mexioanoB  los  constructores  de  las  ciudades.  Cuatro 
manifestaciones  de  la  civilización  del  hombre  prehistórico  en 
México 320 

Capítulo  IV,  Los  monumentos,  (Región  Central). — Pueblos 
anteriores  á  la  época  histórica,  Civilización  tzapoteca,  Tollun, 
TeoUhuacan,  Pirámides,  Túmidos,  Ciudadela,  Bazas,  Considje^ 
ract'mjes.  Pirámide  de  Clioldlan,  Túmulos  de  XiquipUco,  Chi- 
la.  Monte  Alvan,  Zaachila,  Bajo  relieve  singular.  Pirámide  de 
PapanJtla,  Pirámide  de  Xochicalco,  Fortificaciones  antiguas  en 
el  Estado  de  Veracruz,  TeocaUi  de  CuaulUochto,  Chalchicomvn 
la,  Otras fortificacioiies,  TeocaUi  de  Teopaníepec,  Los  teocjlli 

,     de  Téhuantepec,  Buinas  tzapotecas  de  Mictlan,  Instrumento 
músico  de  una  costilla/ósü  de  elefante.  La  pipa,  Tabaco,  Su 
etimología,  La  pipa  es  anferior  en  d  vaUe  á  los  tiempos  hiato- . 
ru»if  Observación  y  oandusiones 862 


6Q1 


^     •      €       «  -J  t^     « 


Capítulo  V,  Los  monumentos,  (Región  Austral). — Men/iir^ 
Bélmen^  Cromlech,  Menkir  de  Chiapas,  Cromlech  de  Sihó,  de 
Chichea  Itzá  y  de  Ahé,'  QMiiftgm,  (Ajyw?»  Rasgos  generales  á 
los  monumentos  de  Ckiapas  y  YuccUan,  Rasgos  particulares, 
OoodngOy  Palenque,  Escritura  cálcviifcrme.  Es  absduiamenie 
diversa  de  la  mexicana,  Rzamal,  Sus  pirámides,  Chichen  liza, 
Monumentos:  Aoahaiib;  Vasa  d^  lasi,  flfoi^ofi^  la  ilglesifi,  el  CarQr 
cd;  CJáe^uÉnáiób  6  Caéa  CohrajdU^,  Xtol,  Finturas,  M  Casti- 
llo, Kabah,  Xlabpak,  UmusiHf  Pctsff^ael  Oób^rnad^yLa  Piooj 
ia,  CoBddeh»  To9ttugaa,\La€asa,delas  Mo^ijfiSf,  Casa  ^lo^ 
Pájaros,  Ca»a  dd  JSr^na  ó44  Adipipp,  Gasa  de  las  Palomas, 
Oasade.la  l^i^  ColmniAa^  Sai\iv]^j¿fa¿^  ^úrnti^»  M^yapan, 
PtréñAds  dk  Kuladcan^  El  CaviBicol^  Tref/aímde  la  civiliza-; 
doñ,Réainalidíríliíbci$n\iait^^  UxmrJ,,la  edad 

* 

de  oro,  Mapapan!,  la  dec^denfiiq^ ,,,..  ^,y. ,..  391 


'        ,  L[BRO'  áEGUNDO. 

«  « 

0APfr6i/>  I,  Ooi&upiQftoiones  cop  q1  Ajiti^ao  ]^aiido.--6'or;/r- 
guradónqelwl de,hs eontínfipUsiiJoYrient^ marinas^  Unidad 
de  la  rosta  amefkana,  J^  patagones^  liuza  hiperbórea:  los  esqui- 
males, CommioaoiQnei^coT^el  Asia,  Negros  en  América,  Comu- 
nioadon cenias  id^^  Idioma»,  Unidad  y  pluralidad  de  las 
lengua»  ameríoámLíi  Le^ffua  nahoa^  Lenguas  de. la  Polinesia, 
Civilización,  jQfiolati'íu,  El  phoUus,  Ell^udoliismo  en  Ainérica, 
IHf\^mg.,....,,^.,.,\,.. :...., ........  432 

Oapétülo  n,  Co]]^UQÍc^<?i26i^.con.pÍ  ^t^uo  Mundo, — Remí- 
niséenéiás,  Las/eMcu>^,  El  inar  de^  Sargazo,  ha  América  des- 
úub{erta'parJi9sf(ilfÍQÍgs;  Ix\s^ipcifin di^  tírq,ye-(Jr^h,  ptgfiton 
Writín^  jSo^  fiimipoion  de  M,av^^^l>c^  en  el  Jirasil,  Jiiscrip- 
ohn'deTeqiUlá,'B!^r§maflinqhpid, ¿^  Toduuíd  Qnt- 
tzaleóaílXM^hCf  ítositeriiumos  íZ^ni,  Jm^  Szkolnjf^  Alomó  fían- 
cK&iilLos  tártatoSi  Opiniones  diyxf6as„  .Vicijvs.^affif^lés,  Re  re- 
lacione» dd  Nwvo  llfyifulfí^^Refieañone^,^  Uni(ToJ  d^fa  círifizn-  ^ 
don  américana\  G(¡^M^iow^' T. .,...,.. .    —  456 


602 

TERCERA  PARTE,  HISFORIA  ANTIGUA. 


lilBBO  PBCMBBO. 


túfítDMB. 


(h^PíTüLO  I,  Los  Majas. — Los  gigantes^  Falta  de  dato»  cumplú 
dos  para  la  historia  de  la  peninMidai  Eiimólogia  de  ia  palabra 
Yucatán^  Códice  maya  de  D.  Pió  /Vrear,  Datos  crcnMgicos^ 
Sectt/lcacioneSf  Loé' maya  na  son  toUeon,  OiganteSf  Las  dos 
émigracionesy  Unidactde  la  raza  ydeta  lengua  maya,  Zamnd, 
Votan^  diversos  orígenes  á/e^  cirSúnoíem  anatrci,  Útamoi,  Lbís 
grandes  pirámides^  Segunda  emigración,  Chicha^JStxá^  Uxnud, 
Mayapan,  Déstruócum  de  Okichenr-Jtzá,  Kúcktdhan,  Las  dh 
ooMy  Organización  de  Mayapan,  La  meírápoli  4amadá  par  lo^ 
Vitzes 498 

OáPÍTXTLO  II,  Los  JllAyaa.— Nueva  invasión,  los  tutulxius.  Des- 
trucción de  Mayapan,  Nuevos  estados,  Cocomes,  Tutulxius, 
Cheles,  Calamidades,  Profecías,  Oeróninio  de  'AguHar,  Goma» 
lo  Outrrero,  Épocas  ck  la  historia  maya,  Bdigion,  Dios  úni-^ 
00,  Trinidad,  Oreadon  dd  hombre.  Bautismo,  Confesión,  Vida 
futura.  Dioses,  Sacerdotes,  Monjas,  Ofrendas  y  sacrificioSf  Los 
Batab,  Leyes,  Armas  y  guerreros,  Vestido,  Mantenimientos, 
Pintura  ¿d  cuerpo.  Farsantes,  Canto,  música,  ¿otfe;  Mercada 
res  y  moneda.  Tierras  y  su  cultivo.  Matrimonio,  Crianza  de 
las  mujeres,  Deformación  dd  cráneo.  Ceremonias  con  los  d^un^ 
ios.  Prácticas  y  superHidones i ........ .  690 

Obpítülo  m,  Miohhaacan. — Origen,  La  relación  dd  Petamu- 
ti,  Hiretiticatame,  Su  muerte,  Sicuirancha  y  sus  desoendien^ 
les.  La  diosa  Xarata^kga,  Trasformacion,  Vrevapeaniy  Pauor 
eume.  Fundación  de  Pdtzcuaro,  Muerte  de  Vrevapeani  y  Paua» 
cume,  Fariacuri,  Muerte  dd  sacerdote  Naccm,  Muerte  de  Ara* 
men.  La  hija  de  Chanshori,  Nuevo  matrimonio  de  TariacfUri, 
Hiripan  y  Tangaocoan,  Curatame,  La  profecía  de  IVtnacvrH 
Ccynquistas,  Mguangaje,  Fundación  de  Txintsonimn,  Dedica- 
don  dd  Cú  llamado  Querétaro,  Muerte  de  Ouratame^  Vudve 
Tariacuri  á  Pátxeuaro,  Conquistas,  Muerte  de  Tariacuri,  Di^ 


603 

PágillML 

visión  del  reino  entre  Hiripan,  Tanffoxoan  i  Jliguangaje,  lA- 
nqjes 647 

Gapítuu)  IYi  Michhaaoan. — Characu,  Querrás  contra  los  méxi- 
caj  Prodigios  anunciando  la  venida  deloscastéUanoSf  Zuangua^ 
Modtecuhxoma  pide  socorro  á  los  tarascos^  Zimücha^  Tanga- 
woan^  Sacrificios  de  los  embajadores  méoHcaf  CivÜizacion,  Nom- 
bres, Bdigion,  Dioses,  Fiesta  de  lasprimidas  de  los  campos, 
Sacerdotes,  Oerarquía  sacerdotal.  Sacrificios  humanos,  Antro- 
pqfagia,  Frcfecifi,  Orga$iixacion  sodal,  Nóbieza,  Gremios  y 
cairgo^  El  Cazoncí,  Servicios  de  su  casa,  Sucesión,  Muerte  y 
tsaequias,  Ekodon  y  prodamadon,  Ceremonia  de  la  guerra, 
Oontingenfes,  Armas,  Combates,  Espías,  Cautivos,  Exequias 
parios  muertos  en  la  guerrcL,  Leyes  y  penas.  Nombramiento 
de  los  señores.  Matrimonio,  Repudio,  Trajes,  Artes  mecánicas, 
Pintura  en  madera.  Mosaico  de  plumas 670 


-•♦•♦■ 


.  f 


■    \    V 


'     t 


«    »     • 


•    1*'    J  > 


3.    • 


J|b 


/