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Full text of "Cuba primitiva. Origen, lenguas, tradiciones e historia de los indios de las Antillas Mayores y las Lucayas"

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CUBA  PRIMITIVA 


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BA  PRIMITIVA 


ORIG-EN", 


LENGUAS,  TRADICIONES  E  HISTORIA 


ÜO: 


INUIUS  BE  LAS  ANTILLAS  MAYORES  Y  LAS  LUCAYAS. 


1POZ3 


Don  Antonio  Bachiller  y  Morales, 


Individuo  de  Mérito  de  la  Academia  Keal  de  Anticuarios  del  Norte,  de  búa 

Sociedades  Históricas  Americanas  de  Nueva  York  y  de  la  de 

Pensil vania,  Delegado  en  Cuba  del  Congreso  de 

Americanistas  de  Madrid,  etc.,  etc.         ^a\®  ^i_T^*  C 


-*-*-* 


EDICIO^COUREGIDAY/ÜMENTADA 


HABANA: 

i. RÍA    DE  yVllC.lM   I       DE      )lLLA. 

CALLE  DEL  OBISPO,  581  00. 

1  í  '■: 


Es  propiedad  del  autor. 


Imprenta  "La  Corresfondencia  DE  CUBA»"  callo  de  Obrapla  núm.  2é. 


;  l;i:ni IESEliAL       CONGRESO  INTERNACIONAL  OE  AMERICANISTAS. 

Oesáreo  Feruaudez  Duro. 
No. 

Todas  las  comunicaciones  relativas 
¡ii  Congreso,  se  ulriglráu  al  Secretarlo 
General, 


§     aeáit/,  p Ve  (¡J'e/uáíe  t/e  /;'//. 


m.  f.<m* 


neo    V 'jnr/¿M/ci  te  ^//¿oia/ed. 


Jíuy  v.  ////r  y  é&  hm  distinguida  consideración: 

terminadas  satisfactoriamente  las  Sesiones  del  Congreso, 
tengo  el  gusto  de  noticiar  d  'f<(.  que  fué  leida  su  intere- 
sante Jíemoria  acerca  del  libro  {{<Wuba  FrimitivaP  siendo 
recibida  con  el  aprecio  que  merece  y  acordándose  qué  si 
imprima  con  las  actas. 

Próximamente  le  dirigiré  un  volúm&n    de    RELACIONES 
Geográficas  y  el  catalogo   de  /<<   exposición  primeras 
publicaciones  del  Congreso,  y  d  su  tiempo  las  actas  y  m< 
morías  que  compondrán  dos  tomos  con  ilustraciones. 

Sr  repite  d  sus  órdenes  atento  seguro  servidor 


MEMORIA  A  QUE  SE  REFIERE  LA  CARTA  ANTERIOR. 


Üüh/v  Ihímitíva, 


El  objeto  de  este  libro,  es  la  conservación  de  iodos 
los  recuerdos,  antigüedades  y  las  voces  de  los  indios 
fainos  que  poblaron  la  grande  Antilla.  El  autor  se 
ocupa  de  este  asunto  y  lo  estudia  desde  1838,  en  cuyo 
año,  en  que  recorrió  la  Isla  de  Cuba,  notó  él  gran 
número  de  voces  indias  que  se  mezclaban  en  la  lengua 
vulgar  del  pueblo.  ■ 

Creyó  que  debía  comenzar  su  trabajo  extractando 
en  Estudios  preliminares  cuanto  se  había  escrito,  á 
su  alcance,  sobre  el  origen  de  indios,  sus  lenguas;  y  las 
relaciones  entre  los  dos  mundos.  Así  lo  ha  verificado 
en  les  catorce  capítulos  de  la  primera  parte.  Al 
iniciar  sus  trabajos  tuvo  que  combatir  una  creencia 
seguida  entonces  por  iodos:  suponían  que  era,  maya 
la  lengua  de  Cuba,  y  sobre  esto  punió  la  opinión 
después  varió  hasta  para  los  antiguos  sostenedores  dé 

ese  error,      ('orno  es  de    suponerse,    no   lia  olvidado  la 

polémica,  ni  los  esludios  propios  y  ajenos  en  Cuba, 


—  8  — 

La  base  de  los  trabajos  de  los  americanistas  sobre 
las  lenguas  antillanas,  tiene  que  ser  la  Relación  sobre 
las  antigüedades  de  los  indios,  hecha  por  Román  Pane, 
lego  que  acompañó  á  Colon,  de  cuya  orden  escribió 
sus  tradiciones.  Le  ha  parecido  al  autor  que  esa 
relación  debia  ser  la  1?  Sección  de  la  2f  parte  de  la 
obra,  y  como  venerable  monumento  de  las  antigüeda- 
des de  los  tainos,  que  comprende  multitud  de  nombres 
que  tienen  que  figurar  en  los  diccionarios  ó  listas 
alfabéticas,  que  se  proponía  escribir:  al  efecto,  ha  tra- 
ducido de  nuevo  y  confrontado  la  relación,  cuyo  original 
castellano  se  ha  perdido,  con  otras  traducciones  y  sus 
comentarios,  que  acepta  ó  impugna  en  los  lugares 
respectivos. 

La  segunda  parte  contiene  las  Secciones  y  apéndi- 
ces siguientes: 

Sección  1?  Relación  de  R,  Pane. — Antigüedades 
de  los  Indios. 

Sección  2?  Lista  enciclopédica-alfabética  de  los 
nombres  históricos,  las  tradiciones  y  el  idioma  de  los 
indios  tainos  ó  pacíficos. 

Sección  3?  Palabras  usuales  en  Cuba  de  origen 
indio,  sus  diversas  acepciones  en  los  departamentos; 
vegetales,  rios,  animales,  pueblos  y  lugares. 

Termina  con  una  Sección  4?  de  apéndices,  señala- 
dos con  letras: 

A.  Lista  de  palabras  indígenas  de  Cuba  (C),  las 
Lucayas  (L)  de  Jamaica  (T),  recogidas  por  Raünes- 
que  de  cronistas  y  viajeros:    se  rectifican  errores. 

B.  Algunas  ligeras  analogías  de  la  lengua  tupídel 
Brasil,  con  las  Antillas  Mayores. 

C.  Etimologías  de  varias  palabras  que   no  son  de 


—  O  — 

oifgen  español,  traídas  de  regiones  americanas  y  do  las 
( Sanarías. 

IK  Discurso  pronunciado  en  las  fiestas  de  inau- 
guración de  la  Audiencia  Pretorial  de  la  Habana  en 
1839,  en  cuya  época  se  creia  que  la  lengua  maya  fué 
la  de  Cuba;  y  se  reimprime  el  original  español,  que 
únicamente  se  publicó. 

Tal  es  el  plan  del  libro  que  presento  al  Congreso 
de  Americanistas,  como  una  muestra  de  mi  afición  á 
los  estudios  que  forman  el  objeto  de  su  institución. 

Habana  y  Agosto  de  1881, 


CUBA    PRIMITIVA, 


PRIMERi   PARTE. 

ESTUDIOS    PREL11YIINARES    Y    COMPARATIVOS. 

(  ¡APÍTULO   I. 

Del  orifica  de  los  Indios  Occidentales, 


Apenas  descubierto  el  Nuevo  Mundo,  debieron  los 
escritores  europeos  ocuparse  del  origen  de  los  ameri- 
canos, con  mayor  razón  cuando  era  preciso  salvar  las 
tradiciones  religiosas  que  sostienen  la  uni'dad  de  la 
especie  humana:  y  es  singular  que  en  los  siglos  XVI  y 
XVII  se  iniciasen  todas  las  opiniones  que  han  sido 
repetidas,  6  impugnadas  ó  robustecidas  con  estudios 
más  ó  menos  completos,  hasta  nuestros  dias. 

La  obra  más  extensa,  más  científica  y  mejor  con- 
cebida, la  escribió  enlatin  Jorge  Horn  y  iud  publicada 
con  el  siguiente  título:  Georgi  /Ion/i  de  originibas 
Americanis,  libri  quatuor. — (Hemipoli — 1669*)  El 
autor  de  esta  obra  comienza  por  hacer  una  descripción 
de  la  America,  después  de  expresar  los  motivos  que  le 
impulsaban  á  publicar  sus  antiguos  trabajos  sobré  la 
materia:  toma  por  punto  de  partida  el  examen  de  los 
caracteres  físicos  de  los  Indios,  para,  emprender  uw 
trabajo   de   exclusión,    separando    todos    los    pueblos 


—  12  — 

conocidos,  desde  los  más  contrarios  á  su  color,  formas 
y  costumbres,  y  recapitula  los  sistemas  basta  aquella 
fecha  indicados  para  determinar  el  origen  de  los  Indios, 
desde  la  opinión  que  se  debatió  en  los  primeros  años: 
utrum  indi  oh  adamo  oriundi  an  vero  media  qwoedam 
specie  inter  simios  et  homines  essent,  basta  todas  y  cada 
una  de  las  demás  opiniones  que  enumera    (1). 

Es  evidente  que  los  textos  que  antes  se  referían  á 
las  tierras  desconocidas,  que  se  tenían  por  fabulosas, 
debieron  aceptarse  bajo  distinto  criterio  por  los  que 
veian  realizada  la  existencia  de  aquellas  mismas  .  co- 
marcas. Los  libros  de  Platón,  de  Aristóteles  y  de 
otros  antiguos,  son,  pues,  testimonio  de  que  nunca 
llegaron  á  ser  completamente  extrañas  las  relaciones 
del  antiguo  y  del  nuevo  continente.  Las  suposiciones 
etimológicas,  fundadas  sobre  bases  poco  seguras,  tales 
como  las  que  se  referían  á  la  antiquísima  ciudad  de 
Yuktan,  cuando  el  nombre  de  esa  península  como  el 
de  cabo  Catoche  son  dos  errores  históricos  demostra- 
dos, debidos  á  la  falta  de  conocimientos  de  aquellos 
idiomas  en  los  descubridores,  han  tenido  que  ceder  á 
la  realidad,  esa  realidad  que,  si  bien  tiene  que  inducir, 
no  puede  ni  debe  imaginar. 

La  opinión  de  Acosta  es  que  los  americanos  vinie- 
ron del  Asia  LLcx  Assia  ortos",  porque  es  región  tan  cer- 
cana cuanto  que  la  separa  de  America  un  exiguo  estre- 
cho; y  que  solo  por  tempestades  pudieron  ser  arrojados 
de  otro  modo,  lo  que  se  prueba  con  los  animales  cono- 
cidos; esta  opinión  es  de  un  hombre  versadísimo  en  la 
observación  de  las  cosas  de  Indias.  Copia  Hora  esta, 
como  todas  las  demás  opiniones,  y  concluye:  "difícil 
nos  parece  la  cuestión,  pero  no  inexplicable.  La 
dificultad,  además,  consiste  en  que  por  muchos  siglos 
no  se  ha  tenido  acceso  á  esas  partes:  por  la  antigüedad 
y  la  incuria    de  las  gentes    en  las  certidumbres  de  sus 


(i)    ¿Acuso  los  indios  descienden  ¿le  Adant  ó  son  una  especie  entre 

los  monos  y  el  Innnbrc? 


—  13  — 
orígenes,  sin  el  uso  de  la  escritura;  en  continuas  gue- 
rras, vagando,  de  lodo  lo  cual  resulta  la  esclavitud,  los 
destierros  y  las  mezclas:  eran  bárbaros  en  su  mayor 
parte,  con  infinita  variedad  de  lenguas  á  que  ha  de 
agregarle  la  negligencia  humana."  El  aator  compren- 
de que  es  más  fácil  destruir  las  suposiciones  hechas, 
que  inquirir  el  origen  de  los  americanos,  pero  que  no 
es  temerario  el  intentarlo. 

Lo  primero  que  inquiere  es  si  los  hombres  vinieron 
á  America  antes  6  después  del  Diluvio,  y  decide  por 
muchas  razones  que  es  de  creerse  "que  después  del 
Diluvio,  en  diferentes  tiempos,  ora  por  casualidad,  ora 
voluntariamente  y  por  mar  vinieron  á,  las  ludias  los 
hombres  y  los  animales. "  Las  comunicaciones  tuvie- 
ron (pie  ser  por  los  estrechos,  que  suelen  estar  helados 
por  la  corta  distancia:  así  advierte  que  no  hay  fieras 
ni  cuadrúpedos  de  cierta  alzada  en  las  islas  lejanas  de 
los  continentes  como  la  Española  y  Cuba.  Siendo  las 
navegaciones  dilatadas,  lio  es  extraño  qué  no  se  encon- 
trasen los  animales  domésticos  de  Europa. 

En  cuanto  á  las  gentes  que  vinieron  en  diversas 
ocasiones,  son  muchas;  pero  hay  (pie  distinguir  entre 
lo  que  es  probable  y  lo  que  es  evidente.  Es  probable 
y  verosímil  (pie  vinieron  de  varias  partes  de  Europa, 
Asia  y  África;  pero  es  evidente  que  fueron  Fenicios. 
Escitas  y  otros  de  (pie  se  ocupa  llorn  en  los  libros 
de  su  obra. 

¿Que  gentes  no  vinieron  á  America?  No  vinieron 
los  negros  etiopes,  porque  no  se  encuentran  los  cabellos 
crespos  á  manera  de  lana;  no  los  celtas,  ni  los  norue- 
gos, ni  los  suecos,  ni  los  ingleses,  porque  no  se  hallan 
los  colores  rubios  ó  rojos  característicos  en  los  hom- 
bres de  esa  raza.  Agregase  á  esto  la  falta  de  espesas 
barbas,  lo  que  excluye  á  otras  muchas  variedades. 
Respecto  del  lenguaje,  apenas  hay  alguna  palabra  (pie 
otra,  no  bastante  para  suponer  pobladoras  á  las  nacio- 
nes (pie  las  usan.  En  cuanto  á  los  judíos,  sobre  no 
existir  un  tipo  nacional,    no  se    encuentra    huella  de  la 


—  14  — 
circuncisión,  qüci  es  rito  indispensable  de  esos  religio- 
narios. Apesar  de  oslo,  ha  encontrado  después  Mr.  d<> 
Bourbourg  algunos  recuerdos  de  costumbres  judías, 
que  acaso  se  expliquen  por  relaciones  internacionales. 
También  se  ha  querido  encontrar  el  elemento Hegro 
en  los  Caribes  y  en  los  Cliurrúas;  pero  esta  observa- 
ción es  moderna.  Mr.  Bonté  lia  pretendido  sostenerla 
con  autoridades  que  no  son  satisfactorias  porque  se  an- 
ticipó Horn  á  contestarlas.  Efectivamente,  Herrera,  y 
otros  historiadores  hablan  de  negros;  mas  ¿eran  los  ne- 
gros de  cabello  lanudo?  ¿No  había  razas  más  ó  menos 
oscuras,  hasta  asegurar  Oviedo  que  conoció  india  que 
no  era  más  trigueña  que  las  castellanas?  Pedro  Mártir 
de  Angleria  y  Gomara  observaron  que  los  negros,  ó 
llamados  negros  teñían  el  cabello  lacio  de  los  demás 
indios.  Los  sacerdotes  pintados  de  negro,  los  antillanos 
con  bija  y  jenipa,  (jagua)  explican  que  hasta  por  cau- 
sas artificiales  no  fué  extraño  que  se  hallasen  diferen- 
tes tintes  entre  los  habitantes. 

Horn  cree  que  las  emigraciones  de  América  par- 
lían  del  Istmo  de  Panamá,  cuya  lengua  era  común  en 
las  islas  mayores  y  cuyos  nombres  se  encuentran  usa- 
dos en  gran  número  en  el  resto  de  las  Indias  Occiden- 
tales. Expresa  esos  nombres  en  algunas  páginas,  de  lo 
cual  deduce:  "Que  todos  los  indicios  son  de  que  por  el 
Istmo  de  Panamá  se  hallan  los  orígenes  de  la  pobla- 
ción que  se  extendió  al  uno  y  otro  lado." 

De  esto  deduce  que  el  número  ele  habitantes  cre- 
ció desde  dicho  punto  en  dos  direcciones,  y  que  la 
América  Septentrional  se  civilizó  primero,  habiendo 
recibido  comunicaciones  por  tres  puntos:  los  Fenicios 
del  Occidente,  los  Escitas  del  Setentrion,  los  Chinos 
del  Oriente;  y  por  intervalos  también  otras  gentes. 

Va  antes  se  ha  dicho  que  Horn  acepta  como  expli- 
cación de  los  orígenes  á  las  lenguas,  pero  no  por  pala- 
bras aisladas,  cuando  siendo  uno  el  origen  pueden  ser 
diversos  los  idiomas,  y  más  atendiendo  á  la  diferente 
pronunciación  de  las  letras  y  aun  palabras,  en  pueblos 


~  15  — 

distintos  entre  los  cuales  se  carece  á  kcvc*  del  Sonido 
de  algunos  signos.  Las  mismas  variaciones  se  verifican 
en  las  costumbres  y  en  la  religión:  por  todas  esas  con- 
sideraciones creyó  Acosta  que  debía  prescindirse  de  la 

autoridad  y  usar  en  el  caso  de  solo  la  razón:  solírationi 
continendum. 

No  es  posible,  sin  traducir  literalmente  al  escritor 
que  vamos  siguiendo,  copiar  todas  las  razones  en  que 
Tunda  su  teoría;  pero  es  indispensable  recordar  lo  que 
dice  de  los  Fenicios:  "entre  los  antiquísimos  civilizado- 
res de  la  America,  es  preciso  dar  quizá  el  primer  lu- 
gar ¿i  los  Fenicios,  peritísimos  en  la  navegación,  que 
viajaron  por  todo  el  orbe"  y  que  los  puntos  lejanos  á 
([lie  fueron  tienen  que  ser  las  Indias  Occidentales,  lo 
funda  en  varios  textos  sagrados  y  profanos. 

No  olvida  indicar  que  los  Griegos  confundían  á  los 
-  Judíos  con  los  Fenicios  y  que  se  mezcló  á  los  Amo- 
rróos con  los  Moros.  Las  colonias  de  Fenicios  existie- 
ron por  toda  Furopa  y  África,  en  donde  dice  que  de- 
generaron. "Los  Fenicios,  desde  España  y  África  na- 
\egaron  con  frecuencia  á  America.  Strabon,  Eudoxio 
y  otros  hablan  de  esas  navegaciones — uexUrmsmaré\ — 
y  no  son  los  únicos  que  cita. 

La  facilidad  con  que  puede  irse  de  las  Canarias  ó 
Afortunadas  con  vientos  casi  siempre  favorables,  hacia 
la,  America,  y  las  guerras  que  experimentaban  las  ciu- 
dades fenicias,  (pie,  como  dice  Erathósthenes,  obliga- 
ban á  la  expatriación,  hacen  creer  que  atravesaban  el 
Atlántico  para  residir  en  otros  climas.  Así  lo  dice 
Diodoro  expresamente  de  los  Cartagineses:  los  espa- 
ñoles (enicios,  durante  las  guerras  púnicas,  es  proba- 
ble que  llegasen  al  Nuevo  Mundo,  como  lo  piensa  La- 
lio,  aunque  no  nos  queden  noticias  de  sus  naves  ni  de 
las  tierras  á  donde  aportaron  en  el  Atlántico.  Para 
Hora  es  indudable  (pie  hay  tres  viajes  históricos  de  Ion 
Fenicios  á  estas  partes  occidentales. 

¿Los  Atlantes  eran  Fenicios?  Asilo  cree  Horn, 
fundado  en   la  Mitología  y  en  la  llisjoria. — Gadir   era 


_1í;  _ 

hermano  deNeptuno,  y  este  nombre  es  Fenicio,  y  (ra- 
dio, voz  fenicia  también.  La  Atlántida  6  isla  Atlán- 
tica de  que  conserva  memoria  Platón,  como  un  hecho 
histórico  y  no  ana  fábula,  tuvo  ese  nombre,  coma  todo 
el  mar  de  los  Fenicios:  Non  sefábulam  sed  veram  tasto- 
riam  narrare.  En  comprobación  cita  á  Prócnlo,  Mar- 
celo, Crantor  y  otros,  entre  los  cuales  figura  Serrano. 
Así  la  Atlántida  es  la  América  (1). 

La  segunda  navegación  de  los  Fenicios  la  deduce 
de  Diodoro,  ya  sin  lugar  á  dudas  ni  mezcla  de  tabulas: 
en  tiempos  antiquísimos,  navegando  los  Fenicios  fuera 
délas  Columnas  de  Hércules,  fueron  arrojados  por  los 
vientos  á  una  isla  del  Atlántico,  que  describe:  de  esto 
tuvieron  noticias  los  Cartagineses  y  después  las  visita- 
ron desde  Gades  (Cádiz)  y  condujeron  colonias  á  ellas: 
se  atribuye  á  los  Cartagineses  el  descubrimiento  como 
isla  diferente.  Además  de  estas  navegaciones  se  ha- 
bla de  otra  salida  de  la  misma  Fenicia. 

El  hecho  que  sirve  de  fundamento  al  escrito,  con- 
siste en  los  viajes  que  se  atribuyen  á  los  Fenicios  des- 
de el  tiempo  de  Salomón,  por  paises  lejanos,  de  los 
cuales  traian  oro,  marfil,  monos  y  papagayos.  Cree 
que  el  oro  y  los  demás  objetos,  excepto  el  marfil,  pro- 
venían de  la  América;  las  cuevas  ó  minas  que  encon- 
tró Colon  en  Santo  Domingo  ó  Haití  son  para  él  un 
indicio  vehemente,  pues  los  Indios  no  sabian  elaborar 
los  metales  de  esta  manera.  Se  esfuerza  en  demostrar 
que  las  navegaciones  de  Tharsis  y  de  Ophir  tienen 
relaciones  con  la  América,  pues  aunque  no  había  allí 
marfil,  éste  podian  tomarlo  de  otras  partes,  como  se 
lleva  ahora  de  Europa  á  Indias.    . 

Después  de  recordar  las  tradiciones  históricas  de  los 
viajes  y  esas  relaciones  entre  el  Antiguo  y  Nuevo  Mun- 
do, hace  constar  las  colonizaciones.     Las  Canarias,  las 


(1)  Mr.  Despreaux  hace  observaciones  sobre  la  identidad  de  la  América 

con  parte  de   la   isla  sumergida,    las   que  se   leerán   en  el  capítulo  IV    de 
esta  obra.  - 


—  17  — 
Hespérides  y  las  Cassitérides  son  nombres  quetestiliean 
la  navegación  fenicia  extra-Hades.  El  nombré  de  Ca- 
narias no  debe  derivarse  de  (7¿m,  como  se  pretende  por 
algunos,  con  referencia  á,  los  grandes  perros  (pío  en 
ollas  se  hallaron,  sino  de  (Jananens,  con  veri  ida  la.  ?/  en 
r — Canareus,  Canarias;  como  en  Nébmlvadnesar  y  Ne- 
hacailrr.iar,  Nisbon  y  Nisbor;  mucho  más  no  habiendo 
tales  perros,  como  lo  expresa  Gomara -(1).  Es  tam- 
bién conforme  con  ün  texto  (pie  cita,  que  los  Fenicios 
"fuera  de  las  Columnas  de  Hércules  llegaron  á,  Cer- 
nem,  y  de  ahí  navegaban  al  opuesto  continente."  La 
designación  de  este  punto  es  tanto  más  determinada 
por  Strabon  contra  Erathóst henos,  (pie  no  puede  ser 
otro  que  las  Afortunadas,  con  mayor  razón  cuando  se 
dice  que  no  podia  continuarse  más  allá  la  navegación, 
porque  lo  impedían  las  yerbas  marinas,  supematantJs 
copiam.  Voy  eso  le  llamaron  los  portugueses  Mar  de 
Sargaso.  De  todas  las  islas  á,  ninguna  conviene  la  de- 
nominación con  más  justicia,  pues  debe  conjeturarse 
que  el  nombre  de  Cananas  se  corrompió  en  Ccrnem 
por  los  Griegos. 

Así  como  de  Canarem  salió  Canaria,  del  mismo 
modo  de  Amorco  nació  Gomera.  Gomara  observa  que 
Gomera,  Telde  y  Ayatirma  son  palabras  que  provie- 
nen de  Mauritania.  De  los  restos  de  la,  lengua  de  los 
Guanches  deduce  que  los  Canarios  son  oriundos  de 
África,  afines  de  los  moros  de  Berbería.  Minio,  Juba 
y  hasta  Píndaro  le  sirven  de  autoridades:  Latió  croe 
(pie  las  ruinas  que  se  encontraban  en  aquellas  islas. 
desiertas  en  la  época  de  Plínio,  pertenecían  á,  los  isle- 
ños, acaso  venidos  de  América:  'forte  tu  Anicneam^ 

Poro  las  navegaciones  de  los  Fenicios  á  las  Afor- 
tunadas y  Cassitérides,  que  eran  frecuentes,  tuvieron 
íiue  darles  á,  conocer  la  América:  así   se  deduce  de  un 


(l)  Viera  Clavijo,  que  luego  oitare*  sobre  la  A.tlantida,  cree  randadamen- 
te l<>  contrario. 

•  > 


—  18  — 
texto  de  Platón  uex  Atlántica  Ínsula  perpenire  al  alias 
próximas:  Mnc  ad  oppositimi  continentew"  De  la  At- 
lántica pasaron  á  las  otras  islas,  y  luego  al  continente. 
Encuéntranse  las  huellas  de  esto  en  la  lengua,  por  las 
palabras  de  origen  fenicio,  en  las  islas  Yucayas,  y  en 
otras  partes  se  confirma  lo  que  acaba  de  decirse:  gua- 
cana,  madanina  se  derivan  de  Canaan,  con  el  artículo 
(jua,  así  como  de  madian  la  otra  palabra,  Caonao,  Ca- 
nabacoa,  que  se  encuentran  en  Haití,  se  hallan  en  el 
mismo  caso.  Haití,  que  significa  áspero  y  terrífico, 
acaso  venga  de  chittei  (quitei).  Esos  y  otros  nombres 
y  las  descripciones  de  Plutarco,  Theopompo  y  iEliano 
que  colocan  esas  regiones  á  muchos  dias  de  navega- 
ción del  estrecho  de  Hércules,  con  las  demás  circuns- 
tancias que  comprenden,  lo  acreditan  para  Horn  de 
un  modo  cierto.  De  la  palabra  Pamis  se  derivan  Pa- 
namá, Panuco,  Puna,  porque  era  indiferente  decir  IV- 
nis  ó  Pañis.  Prescindiendo  de  otras  muchas  palabras 
que  trae  el  autor  en  comprobación  de  su  sistema,  no 
es  posible  que  echemos  en  olvido  lo  que  dice  de  nues- 
tra Isla,  aunque  no  sea  ciertamente  decisivo.  Ñola 
que  la  que  llama  celebérrima  ciudad  de  la  Abana 
(así  lo  escribe)  en  la  Isla  de  Cuba  y  el  nombre  de 
Obaliana  de  una  de  las  isletas  del  Jardín  del  Rey,  son 
procedentes  de  la  ciudad  de  la  Ilavana,  que  es  fenicia. 
La  palabra  caníbal  puede  deducirse  de  la  lengua 
púnica  rafa,  raplia,  significa  hombre  tremendo.  Carel 
significa  ó  fuerte  ó  campo  militar,  de  donde  caribe  sig- 
nifica pueblo  belicoso  ó  áspero  y  fuerte.  El  nombre 
Annibal  era  patronímico,  y  según  Herrera,  Canib  sig- 
nificaba hombre  fuerte  y  se  descompone  en  bal,  hom- 
bre; hanun,  fuerte.  Entre  los  haitianos  son  más  con- 
cluyentes  esos  recuerdos:  sinato,  significa  lo  mismo  en 
ambas  lenguas;  la  ira,  el  celo;  cjuaibba,  vé;  macabuca, 
qué  quiere  ! ;  mayaní,  nada;  slba,  piedra;  copel,  bálsa- 
mo ó  betún;  canoa,  nave;  guasábara,  rnotin;  boa,  casa: 
cu,  templo;  macana,  espada  do  madera;  cjua,  artículo 
demostrativo.     Estas  son    las  palabras    que    conserva 


—  19  — 
Mártir,  á  lasque  pueden  agregarse  tetoca,  estáte  quieto; 
techeta  sinato  guamechina  (pronunciase  la  ch  como  g,) 
señor  muy  irascible.  Elorn  pretende  demostrar  que 
todas  esas  voces  ó  son  íntegramente  fenicias,  6  con 
corta  variación. 

Guaca,  región  ó  vecina;  tarima,  parte  posterior 
(podexjj  de  las  cuales  sale  Guaca/tarima,  nombre  de 
una  provincia;  atábeira,  madre  de  Dios,- y  según  otra 
etimología,  el  Creador;  areito,  caución;  anacaona,  flor 
de  oro;  amaca,  lecho  colgado.  Hay  más  semejanza 
que  la  casual  entre  estas  voces  y  las  fenicias  con  que 
las  compara  el  escritor,  así  como  respecto  de  las  de 
cas¡ que,  quebi,  liba,  señores;  taino,  iara,  nobles;  hasta 
conviene  con  la  observación  de  Pedro  Mártir  de  que 
los  haitianos  expresaban  las  aspiraciones  délos  hebreos 
y  árabes. 

En  cuanto  á  la  etimología  de  los  nombres  de  las 
Afortunadas,  se  han  ilustrado  cuanto  ilustrarse  pueden, 
en  la  magnífica  obra  de  los  Sres.  Barker-Vebb  y 
Berthelot,  publicada  bajo  los  auspicios  del  ministro 
trances  Guizot    (1). 

En  investigación  de  antigüedades  poco  adelanta  á 
Viera  y  Clavijo,  pero  por  su  mayor  extensión  y  com- 
prensión contiene  más  pormenores,  y  hace  justicia  á 
la  imparcialidad  de  aquel  sacerdote  español  (pie  hasta 
se  burlara  de  las  preocupaciones  populares.  Viera  cita 
á  menudo  á  Horn,  ¿i  quien  españoliza  llamándole  llor- 
ido, y  lo  acepta  ó  lo  combate  según  lo  cree  6  no  fun- 
dado, en  sus  estudios  sobre  Canarias.  Volvamos  á  lo 
que  deduce  t'ste  respecto  de  las  Americas. 

También  considera  como  huellas  dejadas  por  los 
Fenicios  los  siguientes  nombres  propios:  Aberíatnago, 
fírnomia,  Benberoica,  Avetiberoica  Bogotá,  Anakius:  la 
primer  palabra  significa  hijo  de  Magon;  la,  segunda, 
hijo  de  Omnian,  familias  fenicias  y  árabes.     De  estos 


( 1 )     Bufaire  NaturélU  ñes  lies  Canariea,  i  veis,  fol.— 1839, 


—  20  — 

hombres  hay  varios  derivados  en  otras  regiones' de 
Indias.  Las  palabras  Ben,  Abenbéroica  (de  Jamaica) 
pertenecientes  á  los  últimos  reyes,  expresan  esa  filia- 
ción; y  Bogotá,  rey  de  Nueva  Granada,  es  semejante  á 
Bogud,  rey  de  Mauritania. 

Eso  mismo  se  observa  en  Vocear,  Boccm,  Borus 
y  Bocud:  Analc  es  voz  derivada  de  los  Anaqueos,  que 
predomina  en  los  reyes  como  Anahius,  Anaxarat  y 
Anacaona. 

Por  lo  que  hace  á  las  costumbres  y  religión  de  los 
Fenicios,  poco  pudo  conservarse  ante  la  irrupción  es- 
cita "cuya  inmensurable  multitud  inundó  á  los  Feni- 
cios como  un  bárbaro  diluvio  y  los  absorvió."  Se  mu- 
daron y  olvidaron  las  costumbres,  dejando  pocos  re- 
cuerdos la  existencia  de  sus  ritos. 

Desapareció  de  las  colonias  de  los  fenicios  de  Amé- 
rica, el  uso  de  las  letras,  así  como  del  África,  de  las 
Baleares,  y  otras  del  antiguo  mundo  que  indudable- 
mente poseyeron:  no  es,  pues,  de  extrañarse.  No  obs- 
tante, todavía  se  pueden,  según  él  rastrear  algunos  orí- 
genes, que  tienen  que  referirse  á  esos  antiquísimos 
tiempos. 

El  culto  de  Cam  lo  encuentra  indicado  en  varios 
puntos  y  principalmente  en  las  Antillas.  Los  Cernís 
son  para  él  corrupción  de  la  palabra  Cam,  que  se  en- 
cuentra en  Carnes,  voz  del  Japón;  pero  desde  luego, 
si  no  hubiera  más  que  este  dato,  habría  que  abandonar 
un  propósito  sin  fundamento;  el  autor  todavía  halla  en 
la  unión  de  la  palabra  Cam  y  Belo,  escrita  la  primera 
con  cli  en  su  forma  latina,  semejanzas  con  Chile  y 
Chamba!;  esas  ligeras  apariencias  las  procura  apoyar  en 
algunas  otras  señales  más  decisivas  y  ritos  religiosos. 
Es  cosa  para  él  histórica,  indudable,  la  colonización 
de  la  América  por  los  Fenicios. 

Y  ya  se  ha  dicho  que  no  fueron  los  únicos  que  la 
visitaron  y  colonizaron  de  antiquísimos  tiempos.  Los 
Españoles,  tanto  en  la  época  Fenicia  como  con  poste- 
rioridad, la  visitaron  también;    los    Guaráicos  ofrecen 


—  Si- 
esos recuerdos  en  la  provincia  de  Santa  Cruz,  confor- 
me lo  diceAcosta.  Si  es  extraño  que  el  erudito  Mas- 
den  echase  de  menos  en  sus  tiempos  el  que  no  se  hu- 
biesen estudiado  los  orígenes  del  lenguaje,  demos- 
trando el  tránsito  y  colonización  fenicias,  porque  ya 
se  había  publicado  el  trabajo  de  Horn.  El  sabio  cata- 
lán (1)  demuestra  con  mayor  número  de  autoridades, 
si  cabe,  "la  existencia  de  comunicaciones  de  los  Feni- 
cios y  Cartagineses  con  la  América,  y  que  los  Gadita- 
nos tuvieron  relaciones  con  aquella";  fija  en  el  siglo 
décimo  cuarto  antes  de  la  venida  de  Jesús  esos  pri- 
meros viajes. — El  abate  Domenech  (2)  lia  confirmado 
recientemente  esas  relaciones,  y  aunque  que  tal  vez 
desconoció  el  trabajo  de  Masdeu,  agrega  á  las  autori- 
dades por  éste  citadas  europeas  y  arábigas,  las  orien- 
tales de  otro  origen:  tomare  de  este  trabajo  algunos 
datos. 

La  invasión  de  los  Escitas  en  América  fué  comba- 
tida por  algunos  que  creyeron  que  no  podia  ser  cierta 
por  no  encontrarse  caballos  en  América;  pero  Horn 
asegura  que  no  siempre  los  usaron  y  que  las  tribus  de 
ellos  que  vinieron  á  América,  pertenecían  á  los  hunos, 
kitlios  y  chicas,  lo  cual  procura  demostrar;  sin  perjuicio 
de  continuar  en  el  otro  capítulo  los  estudios  iniciados, 
por  decirlo  así,  por  Horn,  no  podemos  concluir  éste  sin 
hablar  de  algunos  que  le  precedieron  y  de  otros  que 
aun  suponen  más  antigua  que  la  fenicia  la  colonización 
de  las  Américas. 

Teodoro  de  Bry,  en  su  célebre  obra  sobre  la  Geo- 
grafía de    su  época  (o),  se  ocupó  antes  que  Horn  del 
origen  de  los  Indios,  haciéndose    cargo  de  los  diferen- 
tes sistemas  que  se  habían    propuesto  y  objecionándo 
los,  para   convenir  en  que   había  gran    oscuridad  en  la 


íl)    Historia  Critica  de  España,  vol.  lil.  Lib.  <>. 
c¿)    Bevue  Oriéntale et  Amerioaine,  vol.  IV,  pag,  85 y  otras. 
(:*)    America  Nona  et  postrema  par 8      Francfort,    ir.n.v   Gap.    S  IV  j 
siguiente. 


22 

materia,  y  que  no  la  sacaban  de  ella,  por  cierto,  las  tra- 
diciones de  los  naturales.  El  término  de  su  trabajo 
fué,  por  lo  tanto,  la  incertidumbre  causada  por  el  esta- 
do de  barbarie  primitiva  en  que  supone  á  los  primeros 
pobladores;  no  siendo  extraño  para  él  ese  estado,  por- 
que según  los  viajeros  se  encontraban  en  España  y  en 
Italia  en  aquella  época  hombres  tan  fieros  y  agrestes, 
que  fuera  de  la  cara  y  formas  exteriores,  líhumani 
niJiil  omnino  hahent" 

Juan  de  Laet,  que  también  describió  la  América, 
adoptó  la  obra  especial  de  Grocio  sobre  los  orígenes 
de  los  Americanos,  y  ya  tué  más  extenso  en  sus  obser- 
vaciones, bien  qne  no  con  gran  provecho  positivo:  su 
libro  comprende  la  disertación  de  Grocio  y  le  triplican 
las  anotaciones  y  apéndices  (1). 

Grocio  presenta  varios  sistemas  de  colonización,  ya 
de  Escitia,  ya  de  Noruega,  y  aun  de  la  China:  discute 
sus  fundamentos,  acepta  unos  y  no  se  conforma  con 
otros.  Su  comentador  es  más  severo,  se  extiende  en 
conjeturas  y  se  fija  en  las  navegaciones  de  los  europeos 
por  Islandia  y  Groelandia,  impugnando  los  orígenes 
germánicos  que  en  las  lenguas  quiso  ver  Grocio.  Para 
completar  su  trabajo,  hace  una  revista  crítica  muy  inte- 
resante sobre  las  opiniones  de  los  demás:  las  de  Acos- 
ta,  á  quien  dedica  muchas  páginas,  las  de  Lescarbot, 
y  de  Berewood,  que  se  ocupa  de  las  lenguas  y  religio- 
nes. Expuestos  los  sistemas  de  tres  "doctísimos  varo- 
nes, uno  español,  otro  francés  y  otro  inglés"  que  deja 
anotados,  se  propone  agregar  sus  observaciones  propias 
para  que  se  pueda  formar  un  juicio  más  aproximado  á 
la  verdad. 

No  extractaremos  las  dos  observaciones  y  un  cu- 
rioso apéndice. sobre  la  lengua  del  Brasil  porque  hemos 
de  hacerlo  de  estudios  mas  recientes,    pero  sí  diremos 


(i)    Joarmis  dé   Laet  Antuerpiani. — lSTotao  ad  disertátionem  U~ 
Orotti. — De  origine  goiitimji  aniericanuin. — Parisiis. — 1643. 


que  Laet  prefiere  los  elementos  geográficos  y  étnicos 
para  exclarecer  el  asunto.  Recuerda  las  navegaciones 
fenicias,  y  tiene  en  cuenta  la  mayor  proximidad  de  las 
Azores,  las  Canarias  y  Cabo  Verde,  deduciendo  que 
no  hay  dificultad  de  que  del  Cabo  Verde  se  pasase  al 
Brasil — "y  favorecen  estas  conjeturas  las  costumbres 
de  los  autololos,  con  los  cuales  tienen  afinidad  los  bra- 
sileros; y  fueron  los  autololos,  gétulos  y  no  etiópicos, 
esto  es,  que  su  color  tampoco  desdecia  del  de  los 
brasileros." — Expresa  que  hay  otros  puntos  por  donde 
hay  tradiciones  de  trasmigraciones,  y  del  estudio  de 
las  lenguas  cámbricas  é  hibérnicas,  deduce  que  no  hay 
semejanza  entre  ellas  y  las  americanas.  Sostiene  con- 
1  ni  ({rocío  que  no  hay  motivos  para  negar  que  los 
Escitas  poblaron  parte  de  la  América,  por  la  identidad 
de  sus  costumbres  con  las  que  cita  de  los  indios,  y  se 
ocupa  mas  de  los  irlandeses  y, groenlandeses,  de  su  go- 
bierno y  costumbres.  Pasando  á  la  parte  oriental 
examina  los  mismos  problemas  que  respecto  á  la  occi- 
dental y  busca  los  puntos  más  cercanos. 

Comparando  las  lenguas  americanas  entre  sí  (el 
hurón  y  el  mejicano)  deduce  la  variedad  mas  completa 
de  esos  dos  idiomas  y  lo  mismo  resulta  con  el  brasile- 
ro y  el  jao  de  la  América  Meridional.  En  cuanto  á 
las  Antillas,  hace  pocas  referencias  á  Pedro  Mártir:  y 
como  luego  recorre  Laet  los  usos,  costumbres,  estatura 
y  demás  circunstancias  parece  olvidado  de  su  objeto  y 
nada  concluye  fijamente  dejando  libre  al  lector  en  el 
campo  de.  las  conjeturas. 

Hay  quien  crea  que  se  encuentran  algunas  palabras 
egipcias  escritas  en  las  ruinas  de  América.  Es  indis- 
putable que  existe  semejanza  entre  los  restos  de 
Egipto  y  los  de  Méjico,  Chiapas  y  Yucatán;  el  misio- 
►  ñero  español  que  ha  conservado  los  signos  de  esas 
composiciones  semi-hieráticas,  acaso  proporcione  un 
nuevo  Champollion  á  los   geroglíficos  americanos  (l)j 


(J.)    irrisín  dmei'icana  i  I-.ükIi. 


—  24  — 

pero  desde  que  se  ha  hecho  esa  indicación  he  procu- 
rado estudiar  los  restos  de  la  lengua  púnica  en  la  in- 
terpretación de  las  inscripciones  egipcias,  conservadas 
en  caracteres  y  no  en  jeroglíficos,  valiéndome  de  los 
estudios  hechos  sobre  ellos. 

He  examinado  los  dos  tomos  publicados  por  Gustavo 
Seyffarth — ^JDclhujua  et  litteris  veterum  JEffyptiorwm" 
— (Leipsic,  1825.)  Contiene  todos  los  ensayos  de  I. 
A.  G.  Spolm  para  reconstruir  la  gramática  y  el  glosa- 
rio de  los  Egipcios.  El  trabajo  del  sabio  alemán,  com- 
parando los  mudos  caracteres  demóticos  con  las  pala- 
bras griegas  y  copias  y  aprovechando  todas  las  analogías, 
aun  no  está  terminado;  pero  llegó  á  fijar  hasta  diez  y 
siete  leyes  á  la  escritura  deniótica  ó  alfabética  de  los 
Egipcios:  sus  formas  son  tan  varias  que  lia  contado 
hasta  ochocientas:  dedujo  que  era  cóptica  la  lengua, 
por  lo  general;  que  entre  las  formas  elípticas  que  adop- 
taba en  la  escritura  era  una  la  supresión,  muchas  ve- 
ces, de  las  vocales  en  medio  de  las  palabras  captas  y 
griegas  que  se  hallaban  en  las  inscripciones. 

De  la  misma  manera  lie  estudiado  la  obra  ^Agius: 
Bella  Imgua púnica"  que  también  comprende  una  gra- 
mática y  un  diccionario  de  lo  que  de  ella  resta;  la  úni- 
ca analogía  que  encuentro  en  ambas  lenguas  es  la 
supresión  de  las  vocales  en  la  escritura.  Sin  embargo, 
en  las  formas  del  verbo  es  notable  su  semejanza  con 
el  mejicano. 

En  el  maltes  ó  púnico  se  expresan  las  personas  del 
modo  siguiente: 

Singular.  Plural. 

Primera  pers:  en-in-n.  Primera  pers:  en-ni-no-n. 

Segunda  pers:  t-tu-te.  Segunda  per:  ía-t. 

Tercera  pers:  i-  Tercera  pers:  í. 

Véase  en   el    capítulo  12    de  esta   obra  que    para 
conjugar  el  verbo  indiano  iccihim  se  ponen  las  siguieu- 


tes  iniciales   para  expresar  las   personas  u-t-y-an-ca  y 
qu¡  (1). 

Antes  se  habló  de  las  relaciones  de  los  españoles 
antiguos  con  la  América:  Mr.  Baudrimond  (Histoire 
des  Basques  Jutscaiddunais  primitifs — París  1854)  ha 
publicado  sobre  los  restos  de  la  lengua  euskaraó  vasca 
primitiva  lo  siguiente: — "Se  encuentran  muchos  nom- 
bres del  origen  vasco  en  la  América  meridional,  desde 
el  Amazonas  hasta  el  rio  de  la  Plata,  asi  como  en  las 
Cordilleras  hacia  el  Norte  hasta  la  Luisiana.,, 

Andes  Andiac,  altos,  era  imposible  poner  i\\\  nom- 
bre más  característico  á  esta  cadena  de  montañas. 
Uruguay,  de  Ura,  aguaya,  agua  que  mana  constante- 
mente de  fuentes;  en  quichua,  ara;  significa  llanura  ó 
lugar  bajo.  Paraguay;  para,  quiere  decir  lluvia  en  qui- 
chua y  paraguay,  agua  constantemente  alimentada  pol- 
las lluvias.  El  Orinoco  recorre  una  comarca  poblada 
de  ciervos;  y  oren,  es  ciervo  en  vascuence;  abai,  buena 
agua,  rio  ancho  del  Perú  que  sale  del  lago  que  forma 
el  rio  Parapiti;  abai  es  tanto  mas  vasco  cuanto  que  se 
desconoce  la  b  en  la  lengua  quichua  que  se  habla  en 
el  Perú.  Pilachiquir,  montaña  de  Colombia;  pila,  sig- 
nifica reunión  en  vasco;  significa  corona  en  quichua. 
Picacho  (2),  montaña  de  Colombia  y  en  vasco  significa 
montaña  ó  pico  de  piedra.  Cayambóuro,  montaña  en 
los  Andes  junto  al  Ecuador,  las  tres  cuartas  partes  de 
i'sic  nombre  son  vascos,  y  la  última,  bouro,  quiere  de- 
cir cabeza." 

uArinos, — Ariha,    en  vasco,  rápido;    salü 
rio,  es  el  nombre  de  un  rio  del  Brasil." 


os    de  un 


(1)  En  la  obra  titulada — ltL  Irlanda" —  por  MM.  de  Chavannes  y  lint 
Ilard-Breholes  Be  copian  con  referenoia  aMr.  Capo  do  Feuillidé  que  se  ocu- 
pé fie  la  lengua  y  literatura  irlandesa  (pag.  'M7),  dos  versos  de  Planto,  que 
éste  conserva  en  púnico,  y  atribuye  al  cartaginés  Uannon:  en  seguida  pono 
la  tradueion  en  lengua  irlandesa  y  casi  son  idénticos,  líeconooo  que  si  aOUll 
da  en  letras  la  lengua  irlandesa,  que  BÍ  se  pronunciasen,  la  hariau  áspera  J 
dura,  se  eliden:  ollamte fodhla  se  pronuncia,  ola f ola  y  "el  formidable  uom 
bre  TigernacBe  prenuncia  Tierna." 

[2)  Esta  palabra  es  española  y  un  india,  como  supone  el  .tutor. 


26  — 


Capítulo  II. 

Continua  la  materia  del  anterior  y  se  fija  la  atención  en 
los  caracteres  físicos  de  la  raza. — Sifué  antidiluvia- 
na la  población  que  construyó  el  Palenque  y  otros 
monumentos. 


Aunque  Bochart  escribió  extensamente  de  propó- 
sito sobre  la  lengua  púnica  y  fenicia  (1),  tampoco  en- 
contramos las  numerosas  semejanzas  de  las  palabras 
que  halla  nuestro  Horn:  todo  el  libro  segundo  de  su 
Geografía  se  ocupa  de  la  afinidad  del  fenicio  y  púnico 
con  el  hebreo;  de  lo  que  se  encuentra  en  Sanchonia- 
tori,  scriptore  vetustissimo,  en  Herodoto,  Josefo,  Plan- 
to y  otros.  Es  muy  curioso  su  trabajo  sobre  los  ver- 
sos conservados  por  el  último  escritor  y  acerca  de  sus 
diversas  interpretaciones;  pero  nada  nos  parece  deci- 
sivo sobre  el  objeto  que  se  investiga:  sus  analogías 
casi  siempre  aventuradas  ya  se  expresan  en  el  trabajo 
de  Horn.        \ 

Que  la  mayor  parte  délos  americanos  proceden  de 
razas  asiáticas  ó  éstas  de  América,  lo  que  no  es  posible 
demostrar  históricamente,  lo  prueba  el  examen  de  los 
habitantes  de  ambos  paises  respecto  de  las  familias  tri- 
gueñas, amarillas  ó  las  pieles  rojas.  No  puede  confun- 
dirse con  un  habitante  de  origen  europeo  ó  africano 
con  ningún  indio  desde  el  patagón  á  los  hurones;  es 
uno  su  aire  de  familia,  como  ha  observado  el  Pr.  Mar- 
tin de  Moussi  (2);  su  tinte  varía  desde  la  caoba  oscu- 


(1)  GeograplwcB  Sacres  pars  prior; — Phaleg  &.  Pars  se  cunda.     De 
Zingua  Phcnicia  et púnica.     Cadomi  1646,  in  Col. 

(2)  Unitée  de  la  Rase  Americaine  $n  l&Jfóvue  Oriental  otJn/íf'rainr 


ra,  presentando  lodos  los  matices  intermedios;  cabellos 
siempre  negros  parecidos  á  veces  á  la  crin  del  caballo, 
ojos  estrechos  á  ocasiones  ligeramente  oblicuos,  papila 
muy  oseara,  esclerótica  amarillosa;  nariz  tan  pronto 
aguileña  como  chata  á  veces;  barba  jamás  espesa;  pies 
y  manos  pequeños  y  talla  variable. 

Ha  observado  el  mismo  Doctor  que  en  primer  gra- 
do los  proventos  del  hombre  caucásico  enteramente 
blanco  y  una  india,  tienen  cualquiera  rpie  sea  la  raza 
de  esta,  los  mismos  caracteres;  que  al  segundo  grado 
la  barba  es  igual  á  la  del  padre,  y  al  tercero  no  quedan 
mas  caracteres  que  los  caucásicos;  lo  que  no  sucede  en 
las  mezclas  con  negros  cuyos  frutos  conservan  el  color 
mate  por  mucha  que  sea  su  blancura  por  muy  largo 
tiempo,  dándose  fenómenos  de  atavismo  6  sallo  airas 
con  más  frecuencia  en  ésta  que  en  las  mezclas 
indianas. 

Hay  sin  embargo  diferencias  entre  los  indios  que 
Orvigny  ha  querido  clasificar,  pero  que  no  están  com- 
pletamente justificadas  y  que  no  son  mayores  que  las 
que  distinguen  á  los  alemanes,  franceses,  ingleses,  ita- 
lianos, portugueses  ó  españoles  entre  los  europeos. 

Cualquiera  que  vea  á  un  chino,  á  un  cochinchino 
de  nuestros  colonos  de  labor,  le  hallará  mas  semejanza 
con  los  mejicanos  y  yucatecos  que  con  casi  todos  los 
demás  hombres  que  conoce.  El  mismo  Dr.  Moussi 
nos  conserva  un  hecho  histórico  reciente  que  confirma 
las  doctrinas  de  Horn,  que  se  anticipó  á  todos  en  esta 
materia.  El  habla  de  su  propia  observación  y  como 
testigo,  después  de  haber  estudiado  en  América  el  ca- 
rácter americano. 

"Agregaremos  ahora,  dice,  que  entre  los  tipos  indo- 
americanos  hay  uno  que  tiene  extremada  semejanza 
con  el  mogol,  la  mayor  parte  de  los  Annanitos  que  aca- 
ban de  \cv>r  en  París  (1862)  serian  lomados  inmedia- 
tamente en  la  Plata  por  guaremis  del  Brasil  y  de  Para- 
guay si  llevasen  su  trage. — Humboldt  cuenta  (pie 
vi  en  do  los  mejicanos  indígenas  á,  los   Chinos,  decían; 


"He  ahí  nuestros  padres  y  tíos":  lo  mismo  pueden  de- 
cir de  los  annianitas  los  guarnáis" — y  quién  sabe  si 
hasta  el  nombre  es  un  recuerdo:  gua  es  el  artículo, 
arani  ¿no  podría  ser  una  corrupción  de  Aniari? 

El  etnólogo  citado  termina  así:  ''Sabemos  que  las 
diversas  comarcas  de  alguna  civilización  hacen  venir 
del  Norte  sus  primeros  habitantes;  ¿porqué  rechazar 
ese  hecho  histórico?  con  mayor  razón  cuando  si  consi- 
deramos la  constitución  física  nordeste  que  ocupan  los 
rusos,  la  cadena  de  islas  Aleucianas  y  lo  poco  extenso 
del  estrecho  de  Bering  ¿qué  habría  de  extraordinario. 
ahora  muchos  siglos,  en  una  inmigración  de  tribus  mo- 
go las  y  su  diseminación  en  todo  lo  que  llamamos  nue- 
vo continente,  que  probablemente  será  tan  antiguo  co- 
mo los  demás  como  lo  demuestra  la  geología?" 

Si  bastara  el  examen  recíproco  de  las  lenguas  y  el 
recuerdo  de  ciertas  costumbres,  no  pueden  dejar  de 
producir  mayor  convencimiento.  El  antes  citado 
Horn  demuestra  que  la  Escitia,  que  comprendía 
una  vastísima  extensión  de  terrenos  y  de  tribus 
diversas  hasta  el  Océano  glacial:  mogoles,  ma- 
giares, abaros  &c,  hizo  irrupciones  numerosas  en  di- 
ferentes épocas.  En  este  se  halla  conforme  el  abate 
Domenech  que  desempeñó  su  trabajo  bajo  un  plan  aná- 
logo, y  que  no  lo  cita  á  no  ser  el  que  llama  un  autor, 
al  hablar  de  las  Canarias,  cuya  opinión  ya  hemos  visto 
El  abate  Domenech  extracta  las  tres  divisiones 
consignadas  en  una  crónica  escrita  en  dialecto  escita, 
fenicio  según  O-Connor  (crónicas  de  Ealo),  que  autén- 
tica ó  nó,  encierra  noticias  acerca  de  las  grandes  emi- 
graciones antiquísimas  de  los  escitas:  pero  la  verdad 
es  que  el  escritor  Horn  desempeña  mas  cumplidamen- 
te su  propósito  bajo  el  mismo  orden  que  aplicó  á  la  de- 
mostración de  la  colonización  fenicia.  Las  tribus  lu- 
do-escitas y  los  Celta-escitas  dominaron  el  mundo  y 
todavía  en  el  Génesis  (1)  se  habla  de  las  tribus  que 


(1)    Capítulo  2 9 


—  2í>  — 
se  repartieron  por  las  "islas  de  las  naciones  y  sus  fami- 
lias fueron  el  principio  de  pueblos  que  cada  uno  tenia  su 
lengua  (1)."     Los  mismos  fenicios  eran  una  tribu  de 
escitas  del  Asia  Occidental. 

Los  motivos  de  la  emigración  en  masa  de  los  pue- 
blos fueron  las  guerras,  la  abundancia  de  hombres;  y 
eran  causas  permanentes  de  cpie  se  realizasen  en  el 
vasto  territorio  del  Asia.  Solo  los  himnos  contaban  en 
su  patria  120  tribus.  La  invasión  fue  posterior  á  la 
colonización  fenicia.  La  historia  ofrece  sin  embargo 
huellas  de  que  hubo  inmigraciones  ¿i  intervalos,  algu- 
na como  la  de  los  cMcMmecas  después  de  la  época  cris- 
tiana Vinieron  aquellos  por  Oriente  y  por  Occidente 
si  bien  los  huimos  se  allegaron  en  su  mayor  parte  por 
Oriente,  y  también  los  alanos,  avaros,  talaros,  mogo- 
les &c.  Para  demostrarlo,  cita  palabras  de  esos  pue- 
blos y  por  lo  mismo  cree  que  fueron  muchos  los  tala- 
ros entre  ellos. — Esos  vestigios  son  las  siguientes  vo- 
ces: TamogaM,  Mogoles,  Mayolies,  Cotan,  Baida,  Tan- 
fiar,  Coto,  Cotón,  Paila,  Tangora,  Tangarola  y  otros 
muchos  que  puede  ver  el  curioso  (2). 

Hay  que  tener  en  cuenta  que  la  terminación  an  es 
tatárica:  Alzotlan,  Mechonean,  Teut'itlan,  TI  zapan,  de. 
Se  encuentra  confirmado  ese  pensamiento  en  el  nso  de 
esa  terminación  en  todo  el  Oriente,  que  ha  sido  im- 
puesta por  los  Tátaros.  No  se  hallan  sino  en  Balman 
y  Maguan  en  Haití.  De  la  misma  manera  quedan 
nombres  propios  escitas:  Ax,  axan  se  aplica  á  reyes  y 
cosas  reales  por  los  tátaros  turcos:  en  Paria  se  encuen- 
t  ra  Mcrcbax-,  en  Florida  NaquaMoc-,  en  Méjico  Axaguea: 
en  Virginia  Saquen .y  así  otros  muchos. 

Y  es  muy  notable  el  paralelo  que  verifica  entro  las 
costumbres  de  los  Indios  y  los  Feríanos  ó  Fonos  de 
que  habla  Tácito,  los  escitas  septentrionales.     Sin  ar- 


en   Gen.  Cap.  X,  y  .",. 

(2)    Págs.  343y  siguiente.     De  origiuibuB  Ac 


—  30- 
mas  de  hierro  usaban  Hechas  con  huesos  de  pescado 
los  dos  pueblos:  ilSencscimt  imberbes"  — envejecen  sin 
barbas;  no  construían  edificios  sino  chozas  humildes 
de  paja.  Así  es,  que  después  de  transcribir  las  cos- 
tumbres de  los  himnos  dice  Horn:  ''y  están  pintadas 
las  costumbres  de  los  nómades  y  antropófagos  lan 
gráficamente  que  parecen  descriptos  los  Chichi  mecas 
y  Brasileros  mudado  el  nombre."  Y  sin  embargo  de 
esas  semejanzas  no  encontramos  tampoco  la  huella  de 
un  mismo  origen  en  lo  poco  que  se' conserva  de  las 
lenguas  de  Escitia.  liemos  tenido  á  la  vista  un  traba- 
jo reciente  de  Van  Thielen  (1)  y  no  se  encuentra  nada 
que  recuerde  la  América,  que  no  sea  una  prueba  aun- 
que remota  de  la  descendencia  común  de  la  lengua 
sánscrita:  notable  y  frecuente  indicación  de  la  unidad 
primitiva  de  la  especie  humana.  Van  Thielen  ha  re- 
cogido con  escrupulosidad  todas  las  palabras  que  se 
conservan  comentadas  por  los  antiguos  escritores,  so- 
bre los  Escitas  con  el  ánimo  de  averiguar  si  eran  los 
ascendientes  de  los  eslavos  de  nuestros  días  y  les  ha 
hallado  relaciones  con  las  raices  iranianas  del  Sánscri- 
to. Solo  alguna  palabra  se  asemeja  á  las  americanas; 
por  ejemplo:  Papayos,  nombre  de  Júpiter  entre  los 
Escitas,  y  papaya,  una  fruta  y  el  vegetal  que  la  pro- 
duce en  las  Antillas;  colax,  lugar  montañoso,  cerca  del 
mar  y  halan,  montaña;  KulaJcsan  en  sánscrito,  cuyas 
formas  se  encuentran  en  palabras  mejicanas» 

No  obstante  la  semejanza  de  las  costumbres  bélicas 
es  tanta  que  no  puede  ser  mayor  en  el  estado  de  los 
monumentos  que  nos  quedan.  Entre  las  civiles  y  eco- 
nómicas es  singular  que  el  maiz  ó  sea  el  trigo  turco, 
fuera  la  base  de  alimentación  en  América  y  que  en 
ninguna  parte  crezca  mejor  que  en  Asia  y  Escitia;  que 
la  chicha  que  se  conocía  en  toda  la  América  formada 
del  fermento  de  su  grano,  la  usaban  los  persas^  turcos, 


^1)     Aúnales  de  Arqueoloyíc  de  V  Belgiquc,  t.  1(?  pág.  40. 


—  cí- 
clanos y  japoneses  con  el  nombre  de  ciá  aunque  la  be- 
ben caliente. 

De  la  China  y  el  Japón  quedan  otros  recuerdos  que 
deben  tener  su  origen  en  antiguas  comunicaciones  por 
el  mar  Pacífico,    los   nombres    chinos  y  japoneses    y 

oíros  recuerdos  históricos.  Paravey  (1)  se  ha  ocupa- 
do de  demostrarlos  después  con  otro  propósito,  que  el 
que  les  señala  Hora:  Chiapancc,  CMapa,  Totoma  cltia- 
piuti,  Chiapóli,  Chiopa,  Kar,  Japan,  Tampa,  Guarnan- 
goxin,  Tumba*  Taniby  y  Guarnan  fia.  En  el  Japón  Tonas 
es  el  sol,  la  luna  y  astros;  en  Méjico  se  llama  al  sol 
Ton  nicas,  á  la  luna  Tona  y  en  Haití  ai  noble  Taino. 

De  la  misma  forma  se  encuentran  palabras  «de  otra 
procedencia  asiática  y  de  puntos  que  seria  muy  largo 
enumerar.  El  instruido  filólogo  George  Hora  á  quien 
no  cita,  hasta  la  tercera  edición  de  la  Biblioteca,  Bru- 
net,  no  solo  escribió  esa  obra  que  nos  ha  servido  de 
guia,  con  ligeras  excursiones,  sino  que  escribió  otra 
muy  curiosa  titulada  "Orbis  Imperans"  y  es  un  trata- 
do de  geografía  muy  apreciable:  en  é\  coloca  á  las  Ca- 
narias en  el  Imperio  de  América  y  condensa  su  opinión 
sobre  los  orígenes  americanos  del  siguiente  modo,  que 
s<1  proponía  demostrar  y  demostró  (2).  "Se  pregunta 
|por  que  puntos  se  pobló  la  America?  Ño  debe 
dudarse  que  lo  fué  por  varios  lugares  y  en  di- 
ferentes tiempos.  Si  el  Asia  está  unida  á  la  Ame- 
rica por  algún  punto  (o)  estará  determinada  la 
vía  terrestre:  si  las  divide  un  estrecho,  la  trave- 
sía se  ha  hecho  por  naves  y  barcos.  Otros  vinie- 
ron por  Occidente  por  la  Nueva  Zembla  y  Groenlandia; 
aunque  no  de  Suecia  como  pretende  (¡rocío;  otros  por 
el  Oriente.de  la  China,  del  Japón  por  las  tierras  nue- 
vamente descubiertas.    Pero  todos  los  isleños  v  muchas 


(1)  Memoire  sur  Vorigine  Japonalse,  arabo  ei  basque  fie  !<t  civilization 
des peuples  du  platean  de  oogotá.^Pañs  I 

(2)  Pág.  :«7. 

(:?)    Se  imprimió  la  obra  eo  l»¡7<>. 


gentes  del  Continente  de  América  se  puede  demostrar 
que  proceden,  según  el  citado  escritor,  de  los  fenicios 
y  de  sus  colonos  los  Cartagineses.  La  muchedumbre 
es  proveniente  de  origen  escita  ó  tártaro  principalmen- 
te los  Mejicanos,  Peruanos  y  Brasileros,  y  no  es  dudoso 
que  de  Bretaña  cuando  los  destruyeron  los  Sajones  fue- 
ran muchos  prófugos  al  Nuevo  Mundo  y  de  España 
cuando  la  tempestad  Serracénica.  Degeneraron  de  sus 
primeros  orígenes  y  es  difícil  descubrirlos  después  de 
mezcladas  la  lengua  y  las  razas. 

En  las  Memoires  de  la  Societée  Ethnologique  tomo  2? 
pág.  172,  se  encuentra  un  artículo  sobre  la  historia 
primitiva  de  las  razas  oceánicas  y  americanas  que  es 
adición  ala  Historia  y  origen  délos  Fulahes.  Hay 
entre  las  diez  disertaciones  que  contiene,  cinco  refe- 
rentes á  los  americanos.  Desde  la  VI  á  la  X  discurre 
— sobre  las  relaciones  de  la  Polinesia  y  la  América, — 
semejanza  de  sus  sepulturas, — de  las  relaciones  de  las 
lenguas  Caribe  y  Polinesia, — de  algunas  lenguas  ame- 
ricanas y  el  Copto, — de  la  Caribe  con  el  (OuhfeJ  Yo- 
Mil.) 

El  mejicano  D.  Manuel  Náxera,  en  una  disertación 
latina  que  publicó  no  ha  mucho  (2J,  ha  dado  una  idea 
completa  de  la  lengua  de  los  Othomies  demostrando 
que  sus  verbos  solo  constan  de  una  sílaba  y  á  lo  más 
de  dos,  formándose  el  imperativo  uniéndole  la  segunda 
persona.  Que  todas  sus  palabras  son  verbos,  pues  ca- 
leciendo del  sustantivo  tienen  que  formarlas  por  ese 
medio.  Si  quieren  decir  ego  snm  bomis  al  nombre  nhean 
bueno  le  agregan  Di  nhean  ó  Dn  a  nhean.  Los  ver- 
bos hechos  de  nombres  con  dos  sílabas  envuelven  un 
doble* significado.  Compara  muchas  palabras  de  la 
lengua  China  con  los  Otomies  encontrándoles  gran  se- 
mejanza, así  como  en  las  reglas  gramaticales  según   la 


(1)  Biblioteca  Americana,  pag.  399  (por  Leclere)  Pari.s  1867. 

(2)  De  lingua  ottomitorum  discertatio  auctore  EnmanueU  Xáxcra.  iiip- 
xicani  academice  litherariee  Zacatecaitim. — Philadelphice  1835. 


—  33  — 
obra  de  Remusai  Por  áltimo,  tradujo  mía  de  fas  poe- 
sías de  Anacreonte  que  inserta  antes  en  griego  y  en  la- 
tín, y  analiza  y  comenta  detenidamente.  Sostiene  que 
es  lengua  monosilábica  sin  parentesco  con  la  Mejicana, 
Cora,  Huasteca,  Tarahumura;  es  un  ramo  de  la  len- 
gua de  Coníucio  é  hijos  de  los  Chinos  ó  sus  huéspedes 
cuando  la  aprendieron. 

No  solo  Brasseur  de  Bourboug  y  los  escritores  nacio- 
nales, de  quienes  luego  se  hablará,  supusieron  orígenes 
hebraicos  en  los  indios  de  América;  pero  observa  el 
Obispo  Gregoire  (1)  al  citar  á  algunos,  que  esas  seme- 
janzas no  constituyen  una  prueba  de  común  origen, 
principalmente  respecto  de  ciertas  purificaciones  lega- 
les en  que  hay  prácticas  análogas  en  sectas  cristianas 
y  no  solo  en  los  salvages  del  Nuevo  Mundo. 

La  observación  del  dicho  Obispo  se  comprueba 
fácilmente  estudiando  las  relaciones  de  los  viajeros: 
cuando  Gumilla  describe  la  circuncisión  que  dicen 
practican  las  naciones  de  Cuiloto  y  Uru  y  de  otros 
puntos,  comprendemos  que  ni  ese  nombre  merece  por 
analogía:  los  indios  ahí  como  en  Yucatán  se  labraban 
ó  hendian  el  cuerpo  para  grabarse  figuras,  y  lo  que 
llaman  circuncisión,  era  una  carnicería  que  tenía  que 
hacerse  á  los  diez  ó  doce  años,  para  que  no  muriera 
en  el  acto  el  paciente,  que  era  cruel.  El  mismo  dice 
que  en  1721  encontró  en  el  bosque  á  un  niño  mori- 
bundo. Era  más  bien  como  observa  Mr.  Paw,  una 
costumbre  nó  rito  religioso,  y  que  más  que  circunci- 
sión era  escisión  ó  cortadura;  tan  contrario  á  la  ver- 
dad fuera  suponer  que  los  botoeudos  han  adoptado  la 
irregular  costumbre  á  que  deben  el  nombre  por  haber 
recibido  de  los  judios  de  Boma  el  Judeum  pondus  6 
estuche  de  cobre  de  que  habla  Marcial  (2). 


(1)  Histoirie  de8  Motes  reUgieuses  eto,  tom.  '-'•"  p4g.  987. 

(2)  Sobre  esta  materia,  réase  &  Paw,  Becherches  pkilosophiques  sur  les 

Amcricaim.    Sect.  IV  lil>.  IV  pág.  95. 

:* 


—  M  — 

Efectivamente  Perrin  (1)  entre  los  misioneros  y 
el  rabí  Meñasech-Ben-Israel  (portugués  de  proceden- 
cia), han  hecho  mérito  de  esas  semejanzas,  sostenien- 
do el  rabino  que  ios  americanos  descendían  de  las  diez 
tribus  (2).  De  los  Caribes,  dice,  el  mismo  Grregoire 
se  cree  que  descienden  de  los  Judios,  porque  se  casan 
con  sus  parientas  y  no  comen  carne  de  cerdo.  Tam- 
bién Cook  creyó  hallar  en  las  islas  de  la  Sociedad  tra- 
zas de  judaismo. 

Esas  semejanzas  pueden  tener  un  aparente  funda- 
mento en  que  sea  cierto  el  hecho  de  no  comer  carne 
de  cerdo  los  Caribes:  ¿pero  cómo  habían  de  comerla 
cuando  no  existian  esos  animales  en  las  islas  ni  en  los 
alrededores!  Lo  que  es  en  los  tiempos  posteriores  á 
la  invasión  europea  aun  suponiendo  que  no  la  coman 
¿de  qué  manera  conservaron  el  recuerdo  de  la  prohibi- 
ción y  la  respetaran  los  que  apenas  lo  conservaban  de 
la  Divinidad  y  aun  se  les  supone  con  razón  ó  sin  ella 
antropófagos? 

Si  se  ha  discutido  mucho  por  lo  visto  sobre  el  orí- 
gen  de  los  americanos  en  los  tiempos  históricos,  no  ha 
faltado  quien  los  suponga  antidiluvianos,  por  lo  menos 
en  lo  referente  á  las  naciones  á  que  pertenecen  las 
ruinas  del  Palenque  y  demás  descubiertas:  y  aunque 
hemos  de  volver  á  ocuparnos  del  célebre  Votan,  anti- 
cipamos que  de  él  se  dice  que  provino  de  Cuba  y  se 
quieren  enlazar  con  ésta,  no  solo  las  leyendas,  sino  los 
hechos  de  los  semi-dioses  del  Paganismo.  En  el  Mu- 
seo Mexicano  se  han  publicado  artículos  interesantes 
en  este  particular,  que  es  preciso  extractar  para  com- 
plemento de  estas  indicaciones. 

La  publicación  de  las  Antigüedades  mexicanas  hizo 
decir  al  "Correo  de  la  Europa"  de  22  de  Abril  de 
1843  (3)  que  se  había  descubierto  una  ' 'América  An- 


(1)  Hist.  des  Sedes  religieuses. 

(2)  Perrin  Voyage  dansl'Indostan  etc.  Tom.  2?  pág,  31. 

(3)  Museo  Mejicano  tom.  2?  pág  35. 


—  36  — 
ligua." — uSi  llaman  Nuevo  Mando  á  la  América  de 
Colon,  deberá,  decían,  llamarse  Viejo  Mundo  ala 
América  de  Saint  Priest  y  sus  sabios  colaboradores, 
que  nos  han  hecho  conocer  una  Vieja  América,  donde 
los  monumentos  contemporáneos  de  las  primeras  eda- 
des del  mundo  testifican  una  civilización  más  avanza- 
da que  la  que  existia  o. 000  años  ha  en  nuestro  triple 
( Jontinente." 

Prescindiendo  de  varias  reflexiones  sobre  los  pri- 
meros pobladores,  que  en  parte  repetirían  lo  que  lie- 
mos dicho,  se  encuentran  las  que  se  refieren  al  concepto 
antidiluviano  de  la  población  de  América  y  de  la  espe- 
cialidad de  su  raza:  son  las  siguientes. 

"La  opinión  de  un  hombre  como  el  barón  de  Hum- 
boldt  que  ha  explorado  la  América  tan  largamente,  es 
una  opinión  solemne  y  suficiente  para  dar  entero  cré- 
dito á  Betancourt  y  Torquemada,  dos  profundos  ob- 
servadores que  estuvieran  convencidos  de  que  la  Amé- 
rica fué  poblada  antes  del  diluvio " 

"Mr.  de  Saint  Priest  nos  dá  á  conocer  la  opinión 
de  Bernardo  Romans  quien  en  su  historia  natural  de 
la  Florida,  cree  firmemente  que  Dios  ha  creado  una 
raza  de  hombres  originarios  de  América."  Ese  pensa- 
miento está  contradicho  por  casi  todos  los  estudios  pos- 
teriores }ue  se  han  indicado  en  esta  obra  y  se  comple- 
tarán en  los  siguientes  capítulos:  la  procedencia  se 
suponía  Asiática»  El  autor  de  las  Antigüedades  agrega: 
"Se  pretende  que  los  monumentos  de  Mitla  y  sobre  todo 
los  del  Palenque,  son  antidiluvianos.  Esta  opinión  se 
apoya  en  el  testimonio  de  Humboldt  quien  establece 
que  las  montañas  de  la  América  no  son  menos  anti- 
guas que  los  Alpes  y  de  otras  partes  de  Europa.  Ella 
se  apoya  igualmente  en  los  escritos  de  Betancourt  y 
Torquemada  y  otros  autores  que  han  sostenido  que  la 
América  está  poblada  antes  del  Diluvio.  Evidente- 
mente no  fueron  los  mejicanos,  pues  á  la  llegada  de 
los  españoles  ignoraban  completamente  la  existencia 
del  Palenque.     En  cuanto  á  los  tultecas,  que  por  al- 


—  36  — 

gunos  siglos  ocuparon  las  llanuras  de  Méjico,  es  tam- 
bién muy  verosímil  que  ignoraran  la  existencia  de  los 
monumentos  del  Palenque.  Se  conjetura  que  los  tul- 
tecas  pudieron  haber  construido  la  gran  pirámide  de 
Cholula  sobre  el  modelo  de  las  pirámides  de  Teo- 
tihuacan,  infinitamente  más  antiguas;  pero  aun  sobre 
esto  hay  alguna  duda,  porque  su  famoso  libro  divino 
(el  Teo-amoxtli)  compuesto  en  el  octavo  siglo  por  el 
astrólogo  Huematin  y  que  contenia  la  historia  de  la 
mitología,  el  Calendario  y  las  leyes  de  la  nación,  no 
mencionan  fundación  alguna  monumental.  Está  ave 
riguado,  además,  que  los  tultecas  que  habitaron  el 
nordeste  por  un  crecido  número  de  siglos  no  dejaron 
allí  traza  alguna  de  monumentos." 

4 'Entre  las  naciones  que  han  precedido  á  los  tulte- 
cas. ..  comprendiéndose  Votan,  ninguno  echó  raices 
en  Yucatán para  fundar  allí  una  ciudad  en  un  ra- 
dio de  tres  ó  cuatro  leguas  de  extensión  é  ilustrada  con 
porción  de  monumentos  que  atestiguan  un  poder  colo- 
sal y  una  civilización  de  las  más  adelantadas.  Algunos 
solos  monumentos  secundarios  esparcidos  pueden  atri- 
buirse á  Votan  y  á  otros  pueblos;  mas  cierto  es  que  se 
llega  á  más  de  mil  años  antes  de  Jesucristo,  sin  haber 
encontrado  á  una  nación  que  haya  estado  en  situación 
de  poder  construir  una  ciudad  como  el  Palenque  y  que 
solo  la  casualidad  hizo  que  la  descubrieran  los  españo- 
les al  cabo  de  tres  siglos  que  ocupaban  á  Méjico  — " 
''Parece  pues  evidente  que  los  pueblos  del  Palenque 
han  debido  ser  envueltos  en  una  gran  catástrofe  uni- 
versal, como  el  Diluvio,  que  haya  destruido  á  la  espe- 
cie humana  sin  cambiar  absolutamente  la  faz  de  la 
tierra." 

En  comprobación  de  ese  pensamiento  copia  las  si- 
guientes palabras  de  Mr.  Lenoir:  'Yo  no  terminaré 
sin  expresar  el  asombro  y  admiración  que  deban  cau- 
sar los  vestigios  de  una  civilización  tan  magnífica  en  el 
centro  de  un  hemisferio  considerado  por  el  espacio  de 
tres  siglos  como  apenas  salido  del  estado  salvaje.  Una 


—  &7  - 

ciudad  de  ocho  leguas  de  extensión.  ..  construida  en 
un  clima  fértil  y  en  una  de  las  situaciones  mas  favora- 
bles, adornada  con  edificios  que  conservan  todavía  ade- 
más de  su  aspecto  original  un  carácter  muy  notable  de 
grandeza  y  de  sencillez,  una  ciudad  semejante  olvida- 
da, ignorada  por  muchos  siglos,  completando  en  la  so- 
ledad una  destrucción  comenzada  por  una  inmensa  ca- 
tástrofe cuya  memoria  se  ha  perdido,  tiene  derecho  de 
excitar  un  grande  inferes,  prueba  elocuente  aunque 
muda  para  nosotros,  de  una  civilización  tan  adelantada 
como  la  del  Asia  y  del  Egipto." 

El  escritor  concluye  con  algunas  otras  reflexiones 
de  poca  importancia,  é  indicando  la  conveniencia  de 
que  las  naciones  europeas  envíen  una  comisión  cientí- 
fica que  explore  esas  riquezas. 

En  el  propio  Museo  Mexicano  (1)  se  impugnó  la 
teoría  de  esa  población  antidiluviana,  pretendiendo  de- 
mostrar: l9  que  no  hay  prueba  de  que  haya  habido  se- 
mejante población;  29  que  las  que  hubo  después  no 
eran  de  raza  asiática;  39  que  su  extinción  ó  disminu- 
ción fué  por  la  erupción  volcánica  en  que  todos  convie- 
nen; 49  que  la  mesa  central  por  lo  menos  estuvo  pobla- 
da por  mucho  tiempo  hasta  la  llegada  de  los  asiáticos." 
Clavijero  se  ocupó  de  este  asunto  aun  antes,  y  de  ello 
se  tratará  en  el  siguiente  capítulo. 


(1)    Pág.205. 


38 


Capítulo  III. 


Escritores  españoles  que  se  han  ocupado  del  origen  de 
los  indios. — Indios  de  los  Estados  Unidos. — Investi- 
gaciones recientes  en  la  América  Española. 


Solórzano,  Calancha  y  García  se  esforzaron  en  en- 
contrar la  explicación  del  origen  délos  americanos  para 
salvar  una  dificultad  religiosa,  antes  que  histórica: 
después  escribió  en  Indias  el  oidor  Rocha  su  curiosísi- 
ma obra  titulada:  ' '  Tratado  único  y  singular  del  origen 
de  los  Indios  Occidentales  del  Perú,  Méjico,  Santa  Fé  y 
Chile. — Lima  1631."  En  este  laborioso  escrito  juzgó 
los  cinco  sistemas  que  le  habian  precedido  ó  para  apo- 
yarlos ó  para  combatirlos.  La  obra  tiene  setenta  y 
tres  hojas  en  cuarto  español  pero  numeradas  en  solo 
una  de  sus  paginas,  sin  las  entradas  ni  los  índices:  la 
imprimió  Contreras,  con  un  apéndice  sobre  cometas, 
digno  del  atraso  de  la  época. 

Rocha  quiere  demostrar  que  fueron  españoles  los 
pobladores  del  Nuevo  Mundo,  que  eran  vizcaínos,  como 
lo  pretende  comprobar  con  palabras  y  semejanzas  vas- 
cuences. Comparando  planos  y  nomenclaturas  geográ- 
íicas,  presenta  una  lista  de  mas  de  setenta  nombres  de 
pueblos  y  lugares,  sin  advertir  que  casi  todos  pertene- 
cen al  Asia:  hasta  descubre  parentesco  en  que  se  llama 
Chile  á  la  antigua  Gotia.  Esto  lo  explica  para  suponer 
en  seguida  otras  emigraciones  de  pueblos  que  comer- 
ciaban con  los  españoles.  Cree  que  los  Toltecas  des- 
pienden  de  las  diez  tribus  dispersas  de  Israel 


—  39  — 

Juan  Buxtorfio  (1661)  censuró,  aunque  mucho 
después,  esta  suposición:  "non  sine  stupore  video  in 
his  judeorum  deliriis  sinon  penitus  credere,  saltem  illis 
íidem  derogare,  sed  hesitabundos  quasi  animi  dubios 
ad  illa  obherere.  El  libro  que  contiene  este  párrafo  se 
titula:  Thcopliiíi  Spezüii  elevaüo  relationis  Montezinia- 
rae  de  repertis  in  America  tribubus  Israeliticis — &.  Ba- 
silae  1661." — Buxtorfio  no  tuvo  conocimiento  de  la 
obra  de  Rocha. 

Nuestro  oidor  no  pudo  concebir  que  su  sistema 
careciera  de  impugnadores,  por  la  diferencia  física  de 
los  ludios  á  los  españoles  y  la  falta  de  barbas  en  la 
mayoría  de  aquellos;  pero  se  anticipa  á  todos  los  argu- 
mentos atribuyendo  al  largo  transcurso  del  tiempo  esa 
diversidad:  y  como  escribía  en  1631  supuso  que  ya 
los  criollos  no  eran  completos  Indios,  porque  habia 
poco  tiempo  que  existían  en  el  país,  y  no  dudaba  que 
seguirían  perdiendo  los  caracteres  europeos,  caucási- 
cos. El  tiempo  ha  demostrado  ya  lo  que  siempre  fué 
un  error. 

En  épocas  posteriores  se  ha  escrito  accidentalmen- 
te ó  de  propósito  sobre  la  población  de  América:  nues- 
tro gran  Feijóo,  ha  indicado  una  hipótesis  que  carece 
de  fundamento;  el  sabio  mejicano  Clavijero  se  atuvo  á 
los  caracteres  físicos  existentes  para  presentar  sus 
ideas  en  un  sistema  menos  ingenioso,  pero  más  ra- 
cional. 

"Los  Americanos,  dice,  descienden  de  diversas  na- 
ciones, ó  de  diversas  familias,  dispersas  después  de  la 
confusión  de  las  lenguas.  No  podrá  dudar  de  esta  ver- 
dad el  que  tenga  idea  de  la  muchedumbre,  y  de  la  ex- 
traña diversidad  de  las  lenguas  americanas.  En  Méji- 
co he  contado  35  de  las  conocidas  hasta  ahora;  mas 
numerosas  son  las  de  la  América  Meridional.  A  prin- 
cipio del  siglo  pasado  contaban  los  portugueses  150  en 
el  Marañen.  Es  cierto  que  entre  algunos  de  estos 
idiomas  se  descubre  tanta,  afinidad,  que  muy  en  breve 
se  echa  de  ver  el  origen  común  do  que  emanan;   tales 


—  40  — 
son  la  Eudeve,  la  Opata  y  la  Famhamara  en  la  Améri- 
ca Setentrional  y  la  Macobi,  la  Toba  y  la  Abipona  en 
la  del  Mediodía:  pero  también  hay  otras  muchas  que 
difieren  mucho  entre  sí  mas  que  la  Hebrea  y  la  Iliri- 
ca.  (1)  Puedo  asegurar  sin  riesgo  de  engañarme, 
que  entre  los  idiomas  vivos  y  muertos  de  Europa  no  se 
hallan  dos  mas  diferentes  entre  sí,  que  lo  son  las  len- 
guas Mejicana,  Otomita,  la  Tarasca,  la  Maya  y  laMeji- 
teca,  que  son  las  dominantes  en  diversas  provincias  de 
Méjico.  Así  que  seria  un  despropósito  decir  que  las 
lenguas  americanas  no  son  mas  que  dialectos,  y  tan 
diferentes  que  no  conserven  muchas  voces  comunes,  ó 
á  lo  menos  alguna  afinidad  ó  traza  de  su  origen. 

'  '¿Quién  creerá  lo  que  dice  el  P.  Acosta,  atribu- 
yendo la  especie  á  los  mejicanos,  aunque  sin  impug- 
narla! Esto  es,  que  habiendo  llegado  los  aztecas  ó 
mejicanos,  después  de  su  larga  peregrinación  al  reino 
de  Michoacan,  quisieron  establecerse  en  aquel  país, 
atraidos  por  su  amenidad;  pero  no  pudiendo  caber  en 
él  todo  el  cuerpo  de  la  nación,  consintió  el  Dios  Huit- 
zilopochtli  en  que  algunos  permaneciesen,  y  para  ello 
sugirió  á  los  otros,  que  mientras  aquellos  se  bañaban, 
les  robasen  sus  vestidos  y  continuasen  su  marcha;  que 
los  que  se  bañaban,  viéndose  privados  de  ropa,  y  bur- 
lados por  sus  compañeros,  se  enojaron  en  tales  térmi- 
nos, que  no  solo  resolvieron  quedarse,  sino  que  adop- 
taron otro  idioma,  y  de  aquí  proviene  la  lengua  Taras- 
ca. Aún  más  increible  es  la  historia  adoptada  por  Go- 
mara y  otros  escritores,  á  saber:  que  de  un  viejo  llama- 
do Istac  Mejicoalt  y  de  su  mujer  Itancueilt,  nacieron 
seis  hijos,  cada  uno  de  los  cuales  hablaba  una  lengua 
distinta.  Llamábanse  Tolhuac,  Tenoch,  Olmecatl,  Gica- 
llancatl,  Mijiecal  y  Otomilt  y  fueron  los  progenitores  de 
otras  tantas  naciones,  que  poblaron  la  tierra  de  Anahuac. 


(1)     Historia  antigua  de  Méjico,   edición  de  Londres,    tomo   segando, 
rtacion  primera  y  página  206. 


disertación  primera  y  página  206. 


—  41  — 
Esta  era  una  alegoría  con  que  los  mejicanos  quedan 
significar  que  todas  aquellas  naciones  tenían  un  origen 
común,  pero  los  escritores  citados  la  transformaron  en 
historia  por  no  haberla  entendido." 

líLos  americanos  no  traen  su  origen  de  ninguno  de 
los  pueblos  que  existen  actualmente  en  el  antiguo  mundo: 
á  lo  menos  no  hay  razones  para  creerlo  así.  Esta  con- 
clusión se  funda  en  las  mismas  razones  que  acabo  de 
exponer,  pues  si  los  americanos  descendiesen  de  algu- 
no de  aquellos  pueblos,  se  hallaría  alguna  traza  de 
estos  en  sus  lenguas,  por  muy  antigua  que  fuese  su 
separación;  pero  semejante  traza  no  se  ha  podido  des- 
cubrir, aunque  muchos  autores  la  han  buscado  con 
mucho  empeño,  como  puede  verse  en  la  obra  del  domi- 
nicano García.  He  confrontado  prolijamente  la  lengua 
mejicana,  y  otras  americanas  con  muchas  vivas  y  muer- 
tas del  antiguo  continente,  y  no  he  podido  hallar  entre 
ellas  la  menor  afinidad.  La  semejanza  del  Teolt  me- 
xicano con  el  Theos  griego,  me  indujo  á  comparar  estas 
lenguas;  pero  las  he  hallado  diferentísimas.  Este 
argumento  es  mas  eficaz  con  respecto  á  los  america- 
nos, por  su  constancia  en  conservar  los  idiomas  que 
hablan.  Los  mejicanos  conservan  la  suya  á  pesar  del 
dominio  de  los  españoles;  y  la  de  los  otomites,  que  es 
dificilísima,  ha  resistido  al  de  los  españoles  y  mejicanos, 
por  espacio  de  dos  siglos  y  medio." 

"Si  los  americanos  provienen,  como  yo  creo,  de 
diversas  familias  esparcidas  después  de  la  confusión  de 
las  lenguas,  y  separadas  desde  entonces  de  las  otras 
que  poblaron  el  antiguo  continente,  en  vano  se  fatiga- 
rán los  escritores  en  buscar  su  origen  en  las  lenguas  y 
usos  de  los  pueblos  asiáticos.  No  dudo  que,  en  virtud 
de  lo  que  dicen  los  libros  santos,  habiéndose  multipli- 
cado suficientemente  la  posteridad  de  Noé,  mándase 
Dios  expresamente  que  se  separasen  las  familias,  y  que 
cada  ana  fuese  á  poblar  el  país  que  se  le  babia  seña- 
lado: Moisés  en  su  cántico  habla  así  al  pueblo  de 
Israel:     "Acuérdate  de   los  tiempos   antiguos,   consi- 


—  42  — 
dera  de  una  en  una  las  generaciones:  pregunta  á  tu  pa- 
dre y  te  lo  declarará,  á  tus  mayores  y  te  lo  dirán. 
Cuando  el  altísimo  dividía  las  gentes,  cuando  separaba 
los  hijos  de  Adam,  fijó  los  límites  de  los  pueblos,  se- 
gún el  número  de  los  hijos  de  Israel,"  en  lo  cual  se 
representa  al  Señor  en  acto  de  dividir  las  familias,  y 
de  prescribir  límites  á  los  paises  que  debían  ocupar. 
Los  hombres  que  emprendieron  la  construcción  de  la 
torre  de  Babel,  se  decian  unos  á  otros:  "Venid,  edifi- 
quemos una  ciudad  y  una  torre,  cuya  cumbre  llegue 
hasta  el  cielo,  y  hagamos  célebre  nuestro  nombre,  an- 
tes de  esparcirnos  por  todas  las  tierras."  Sabían,  pues, 
que  debía  llegar  la  época  de  esta  dispersión,  y  Dios, 
porque  con  aquella  temeraria  empresa  se  oponían  á 
sus  designios  acerca  de  la  población  de  la  tierra,  con- 
fundió su  lenguaje,  y  así  les  fué  necesario  separarse  y 
dividirse.  Es  verosímil  que  Noé,  anciano  venerable, . 
y  reverenciado  por  todos  como  padre,  habiendo  sobre- 
vivido 350  años  al  diluvio,  señalase  á  cada  familia  su 
distrito,  según  las  instrucciones  que  habia  recibido  de 
Dios,  porque  de  otro  modo  no  hubiera  podido  verifi- 
carse la  división  sin  guerras  sangrientas,  queriendo 
cada  cual  permanecer  en  su  pais  nativo,  sin  exponerse 
á  los  peligros  y  desastres  que  debían  temer  en  regiones 
desconocidas.  Esta  opinión  mia  se  apoya  eu  la  tradi- 
ción de  los  chiapianeses,  acerca  de  Votan,  primer  po- 
blador de  Anahuac,  de  quien  ya  he  hablado.  No  se 
debe  creer,  sin  embargo,  que  la  primera  población  de 
América  se  debe  á  las  primeras  .familias  que  se  sepa- 
raron en  Babel,  sino  á  sus  descendientes,  pues  ellas 
iríanse  encaminando  poco  á  poco  hacia  aquella  parte,  y 
multiplicándose  en  su  larga  peregrinación." 

Uno  de  los  escritores  más  notables  del  siglo  XVIII, 
el  P.  Pedro  Murillo  Velarde,  después  de  referirse  á 
las  opiniones  de  Solórzano,  quien  cita  á  otros,  á  Acos- 
ta,  á  Maluenda,  á  Pineda  y  á  Oviedo  entre  los  españo- 
les, recordando  de  los  extranjeros  á  Genebrardo,  dice: 
"Lo  mas  verosímil  es  que  los  hombres  y  animales  pa- 


—  43  — 
saron  á  la  América  por  alguno  de  los  polos  ártico  ó 
antartico,  ó  porque  por  ahí  es  tierra  continente  con  el 
mundo  antiguo,  ó  porque  siendo  pequeña  la  travesía 
del  mar,  fue  fácil  pasasen  en  pequeñas  embarcaciones, 
y  los  animales  pudieron  pasar  por  alguna  parte  donde 
el  mar  está  en  tiempo  helado  ó  nadando  en  pequeñas 
travesías;  y  así  no  es  menester  decir,  que  fueron  cria- 
dos allí  después  del  diluvio,  ni  que  fueron  llevados  por 
•ministerio  de  ángeles,  como  dice  García  que  escribió 
un  libro  entero  del  origen  de  los  Indios,  y  salimos  de 
la  dificultad  que  tanto  fatigó  á  San  Agustin,  de  cómo 
pasaron  los  leones,  tigres,  panteras,  lobos,  zorras  y 
otros  animales  ñeros  y  nocivos,  que  no  es  creíble  que 
los  hombres  los  pasasen  en  embarcación  es." 

El  Congreso  de  los  Estados  Unidos  dispuso  en  3 
de  Marzo  de  1847  que  recojiese  el  Ministerio  de  guer- 
ra datos  déla  historia  y  condición  de  las  tribus  indias 
de  la  república.  Se  nombró  una  comisión  de  personas 
competentes  y  de  jefe  á  Mr.  Scoolcraft.  Los  cinco 
magníficos  volúmenes,  que  honrarían  las  oficinas  de 
cualquier  país  del  mundo,  que  ha  publicado  la  Comi- 
sión, trabajo  de  varios  años,  ofrecen  respecto  de  las 
lenguas,  noticias  apreciables  y  muchos  vocabularios. 
Hay  150  tribus  con  sus  dialectos,  que  pueden  redu- 
cirse á  siete  lenguas,  de  que  parece  proceden:  son  la 
Apalache,  Achalaca,  Chicorea,  Iroquesa,  Dacotah, 
Sclwhona  y  AJgonquina. 

El  origen  de  los  Indios  de  los  Estados  Unidos  os 
tan  oscuro  como  el  de  todos  los  demás:  la  comisión  lo 
reconoce  así  y  conviene  en  que  solo  hay  en  todas  las 
absurdas  relaciones  de  los  naturales  una  cosa  común. 
y  es  la  creencia  de  una  emigración  primitiva:  cítase  la 
tradición  de  los  Osages.  El  hombre  vivia  de  peces, 
el  castor  lo  enseñó  á  construir  las  casas  y  le  dio  por 
compañera  á  su  hija,  de  la  que  descendía  la  nación. 
rilase  el  origen  de  los  Chichiryecas  al  principio  ence- 
rrados en  cavernas  de  donde  salieron,  por  las  grietas 
que  (Jieron  pptrada»]  Sol,  para  embarcarse:    [qegO  ñau- 


—  44  — 
fragaron  y  fueron  salvados  por  halcones.  Confírmase 
con  el  descubrimiento  que  hizo  Boturini  de  una  carta 
iteneraria  en  que  se  describe  la  emigración  acaecida 
en  1038  años  de  nuestra  era,  que  duró  186  años  ha- 
cia las  riberas  del  Mississipí,  que  habitan  otras  razas. 
De  esto  se  deduce,  que  los  Indios  Americanos  lian  ve- 
nido de  las  orillas  del  Indo.  Además  de  la  semejanza 
físico-moral  de  las  razas  americanas  y  asiáticas,  se 
recomiendan  hasta  las  observaciones  microscópicas  de 
la  Sociedad  de  Filadelfia,  que  ha  demostrado  hasta  la 
identidad  de  la  forma  de  los  poros  de  los  cabellos  y 
de  la  barba,  ovalados  en  aquellos,  redondos  en  los 
otros  hombres. 

De  las  Antillas  no  se  encuentra  otra  cosa  que  una 
referencia  á  la  reina  Anacaona  y  la  letra  y  música  de 
una  canción  que  dice  así: 

Aya  bomba  ya  bombai  (Bis). 
La  massana  Anacaona  (Bis). 
Van  van  tavana  dogai  (Bis). 
Aya  bomba  ya  bombai  (Bis). 
La  massana  Anacaona    (Bis). 


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-  45  — 

En  estos  versos  ni  las  v1v 
dé  ya/2  van  ni  la  de  forana  pa- 
recen propias  de  la  ortología 
que  se  conserva  del  haitiano, 
Se  supone  ser  un  areito  de 
"Haití.  Véase  el  capítulo  XII 
de  este  libro. 

De  la  raza  que  ocupaba  la 
América  antes  que  los  indios, 
se  han  escrito  varias  Memo- 
rias. La  más  notable  por  el 
número  de  observaciones  que 
contiene,  es  la  que  publicó 
el  doctor  Cristiano  Augusto 
Adolfo  Zesterman  y  que  tra- 
dujo Mr.  Turner  al  inglés,  que 
imprimió  la  Sociedad  Etnoló- 
gica Americana  con  notas  de 
Squier  y  tradujo  al  castellano 
la  Redacción  de  las  Memorias 
de  la  Beal  Sociedad  Económica 
de  la  Habana. 

La  semejanza  dé  los  obje- 
tos y  construcciones  hechas 
con  tierra,  las  tradiciones  de 
una  colonizacion-irlando-celta 
anterior  á  Colon,  aunque  va- 
ga, le  hacen  sostener  que  hu- 
bo una  emigración  muy  anti- 
gua del  Noroeste  de  Europa, 
cualesquiera  que  fuese  el  pue- 
blo que  la  llevó  á  cabo.  La 
íorma  dé  las  construcciones 
descubiertas,  las  de  los  uten- 
silios de  cobro,    no  de   htoi/cc, 

de  barro  y  piedra,  todo  lo  confirma  en  la  identidad  de 
origen  de  los  pueblos  de  que  son   únicos  restos.     Las 


tí 


—  40  — 
láminas  de  Squier  copiadas  de  las  antigüedades  de 
América,  hacen  creer  al  escritor  alemán  que  era  cau- 
cásica la  gente  que  construyó  esos  magníficos  monu- 
mentos: y  se  apoya  en  una  observación  análoga  de 
Humboldt;  pero  el  sabio  arqueólogo  americano  Squier 
le  ha  contradicho.  De  los  estudios  más  recientes  no 
pueden  olvidarse  los  de  Gustavo  Eichtal  sobre  los  res- 
tos bádhicos  de  la  civilización  americana  (1).  Comien- 
za los  estudios  por  un  examen  geográfico  de  las  rela- 
ciones entre  el  Norte  de  Asia  y  el  Noroeste  de  la  Amé- 
rica, analizando  la  Memoria  de  Mr.  Guignes  sobre  la 
navegación  de  los  Chinos  por  la  América  (1761)  expli- 
cando varias  particularidades  del  boudhismo,  y  am- 
pliando las  indicaciones  de  Humboldt:  demuestra  la 
existencia  de  esa  religión  éntrelos  Pieles  Bojas;  y  con- 
sidera existen  en  las  ruinas  del  Palenque  restos  de  ese 
culto.  Para  ilustrar  el  texto  copia  varias  de  las  lámi- 
nas de  las  ruinas  y  las  coloca  en  paralelo  con  las  co- 
rrespondientes del  Asia,  pareciéndose  tanto,  que  la  se- 
mejanza raya  en  identidad:  así  sucede  con  las  figuras 
acurrucadas  de  los  nichos  del  frente  del  edificio  llama- 
do en  Yucatán  la  casa  de  las  monjas  y  un  budha  escul- 
pido en  las  paredes  del  templo  Indra-Saba  en  Ellora. 
Igual  demostración  gráfica  hace  comparando  los  asien- 
tos de  Boudha  con  los  animales  acolados  de  las  colum- 
nas americanas.  Los  ensayos  y  pruebas  terribles  de  la 
suspensión  por  garfios,  el  culto  de  la  tortuga  y  las  hue- 
llas del  diluvio  le  parecen  cosas  inexplicables  en  Amé- 
rica sin  una  propaganda  budhica. 

Mi  apreciable  é  inteligente  amigo  Brasseur  de 
Bourbong  en  1864  ha  publicado  una  disertación  sobre 
los  orígenes  americanos  en  la  que  se  confirman  mis 
ideas  sobre  los  pobladores  de  las  Antillas  mayores, 
que  desde  que  leí  los  trabajos  de  Codazzi  me  parecie- 


(1)    Etuñe  sur  les  origines  boudliiques  de  la  civilisation  amcricaine.  Pa- 
s.  1865. 


—  47  — 

ron  los  más  exactos  ó  menos  aventurados.  (1)- — Des- 
pués de  examinar  el  estado  de  la  ciencia  al  descubrir- 
se el  Nuevo  Mundo  y  consagrarse  un  glorioso  recuer- 
do á  Colon,  hace  notar  la  coincidencia  unánime  de  los 
pueblos  antiguos  en  la  existencia  de  un  cataclismo  que 
trastornó  al  globo. — Los  libros  religiosos  que  llama  ri- 
tuales le  ofrece  datos  para  los  estudios  tradicionales,  y 
recorre  así  todas  las  leyendas,  desde  la  Caniyar,  Vira- 
cocha hasta  la  del  P.  Román  sobre  las  Antillas  y  prin- 
cipalmente en  la  obras  referentes  á  Guatemala  y  Yu- 
catán, en  donde  encuentra  las  huellas  egipcias. 

Pero  sin  decidir  sobre  cuestiones  que  siempre  que- 
darán siu  resolver,  es  cosa  singular  que  se  hable  de 
los  cares  como  el  pueblo  mas  análogo  á  los  de  este 
nombre  en  América  á  punto  de  sostenerse  qué  ó  de 
aquí  fueron  para  allá  ó  de  allá  vinieron  á  las  Indias 
Occidentales:  se  verá  mas  adelante  que  tienen  que  sel- 
los caribes  del  continente  á  que  se  refiere  el  artículo 
que  publiqué  en  Marzo  de  1842  (2)  y  no  lo  es  menos 
que  en  las  tradiciones  haytianas  haya  encontrado  el 
sabio  abate  las  mayores  semejanzas. 

Los  cares  (3)  tenian  grandes  relaciones  y  poder  en 
Asia,  África  y  Europa:  según  D'Eckstein  designó  á 
los  cares  con  la  palabra  B  arlar  opliojioi  (que  habla 
la  lengua  de  los  Bárbaros.)  Los  Griegos  y  Romanos 
fueron  los  que  generalizaron  esc  nombre:  eran  los 
vecinos  mas  considerables  de  los  griegos  en  el  Asia, 
célebres  por  su  antigua  dominación  en  los  mares. 
Eckstein  se  apoya  en  Herodoto  y  observa  que  aún  hay 
la  palabra  Bárbaro  se  aplica  á  los  pueblos  de  Nubia  y 
Libia:  que  las  huellas  de  esas  familias  se  encuentran 
en  una  gran  parte  del  África  y  aún  en  Europa    con  el 


(1)  Des  soitrccs  de $  Hittoire  du  M&xique  étdeV  dmerique  ('éntrale 
dan*  le  monumento  egypUens  et  de  l'  histotre  primitive  de  r  Egypte  éfans 
les  monumento  amerioatns. 

(2)  Véase  el  capítulo  IX  de  esta, obra. 

(;{)  Los  cares,  digo,  y  no  twrps,  porque  se  forma  el  plural  de  "care"  j 
86  oonserva  más  la  semejanza,  como  se  dice  -emihc"--  y  no  caribo." 


—  48  — 
nombre  de  Bárbara  6  Berbere.  Barth  nos  pinta  la 
familia  Varvar  como  una  de  las  grandes  divisiones  de 
la  Libia  moderna.  Var  significa  hombre  en  la  lengua 
de  los  Turejes.  Observa  el  abate  Brasseur  que  la 
repetición  de  la  palabra  var  significa  hombre  por  exce- 
lencia-, y  efectivamente,  la  duplicación  de  las  palabras 
aumenta  su  significación  en  haitiano,  como  se  verá  en 
los  diccionarios  de  la  segunda  parte  y  siguientes  de 
esta  obra. 

El  mismo  abate  observa  que  los  cares  ocupaban 
una  grande  extensión  en  la  América:  cita  á  Caras  ó 
Carlari  en  Honduras,  Caribe,  Caracora,  Carabacos,  Ca- 
racas, Carlos  etc.  Cree  que  los  Cares  han  dejado 
huellas  en  las  Canarias  como  estas  en  las  Antillas. 
Que  el  nombre  Brbr  dado  á  una  de  las  pirámides  de 
Ejipto  y  las  consideraciones  que  acompaña  prueban  la 
procedencia  primitiva  de  esos  pobladores.  Habla  lue- 
go de  la  semejanza  de  costumbres  con  los  Iberos  y 
Vizcaínos.  Según  las  demostraciones  de  Echstein,  á 
quien  sigue  al  célebre  americanista  por  lo  que  hace  al 
antiguo  mundo,  los  cares  lo  dominaron  antes  que  los 
Arlas,  y  los  predecesores  de  los  Fenicios:  sentado  esto 
se  pregunta  el  segundo:  "Debemos  admirarnos  de  que 
los  encontremos  igualmente  en  toda  la  América,"  y 
comienza  la  demostración: — En  América,  dice,  vemos 
reproducirse  lo  que  en  Asia. — "Dimlban  caracol  y  sus 
tres  hermanos  se  presentan  como  una  de  las  causas  de 
la  inundación  que  destrozó  el  continente  y  produjo  la 
mar.  De  su  espalda  sale  la  tortuga  como  la  primera 
tierra  á  que  llegaron  y  cultivaron  con  sus  manos;  con 
su  ayuda  los  hombres  encontrarán  mujeres  á  quienes 
unirse.  Una  tradición  antigua  conserva  entre  los 
Guaranis  el  origen  de  la  gran  familia  de  los  dos  her- 
manos Tupi  y  Guaraní  que  después  de  la  gran  inunda- 
ción abordaron  á  las  costas  del  Brasil  con  sus  mujeres 
é  hijos.    (1)     En  consecuencia  de  graves  disensiones  se 

(1)    Es  curioso  el  texto,  porquo  al  descubrimiento  de  América  los 
Guarauis  aun  no  habian  construido  ciudades. 


—  40  — 
separaron  estos  hermanos  diseminándose  en  la  osten- 
sión de  las  vastas  regiones  cu  que  se  les  conocía  con 
los  nombres  de  Tupi,  de  Giiar,  (Jar  6  Car  que  se  en- 
cuentran en  gran  número  de  naciones.  Las  tradicio- 
nes antiguas  de  Quito  muestran  los  Cares  desembar- 
cando por  el  Océano  Pacífico  desde  donde  se  extienden 
al  interior  en  que  sus  jefes  tundan  mas  tarde  la  dinas- 
tía de  los  Scyris A  un   Cara  salido   del  valle  de 

Coquimbo  se  ligan  los  recuerdos  antiguos  del  lago  de 
Titicaca  que  hablan  de  la  matanza  de  hombres  blancos 
de  Qhucmjto.  Los  innumerables  estados  de  origen  core 
ó  caraibe  que  existían  en  la  época  de  la  conquista  ó  en 
el  interior  de  la  América  ó  sobre  las  costas  que  bañan 
los  dos  mares,  atestiguan  el  antiguo  poder  de  esta  pro- 
digiosa raza/'  Las  investigaciones  de  Eckstein  sobre 
el  culto  de  los  Dioses  Macares  ó  Macarios  le  parecen 
al  abate  aplicables  á  los  cares  de  América:  y  si  bien 
ambos  derraman  profundísima  erudición  en  el  particu- 
lar, no  son  decisivos  en  la  cuestión  del  mismo  origen. 
Convenido  que  hubo  un  gran  pueblo  en  América,  cuyos 
rasgos  se  encuentran  en  toda  la  Meridional,  en  las  Islas 
Occidentales  y  aún  en  alguna  sección  Septentrional. 
Los  escritores  españoles  lo  han  demostrado  y  en  otra 
parte  referiremos  cuanto  parece  histórico  ó  tradicional, 
no  hipotético  y  fantástico,  pero,  las  aplicaciones  á  Mé- 
jico y  á  las  naciones  ^emicivilizadas  del  Perú  no  parecen 
exactas.  Unos  indican  ser  esos  Indios  de  todas  par- 
tes, como  es  uno  el  blanco  del  Norte  y  del  Mediodía; 
pero  si  hay  diferencia  entre  un  anglo- sajón  y  un  ita- 
liano, aún  mayor  la  hay  entre  el  yucateco,  el  mejicano, 
el  floridano  y  el  que  nos  pintan  en  las  Antillas;  respec- 
to de  esa  misma  palabra  Macare  y  los  Dioses  que  de- 
nominaba son  exageradas  las  etimologías:  Machar  sig- 
nifica en  quiche  el  abrazo  de  una  prostituta,  ¿qué  rela- 
ción puede  haber  entre  los  dos  nombres?  y  aun  va 
mas  lejos  el  abate  citado:  mi  entusiasta  amigo  se  fun- 
da en  una  licencia  poética  del  prosaico  Castellanos  en 
sus  Varones  Tlmtres  de  Indias,  y  dice  que    Maracaibo 


—  oí)  — 

debe  ser  Macaraibo,  y  aun  cree  que  este  nombre  sea 
una  inversión  de  Macaraibo  (1).  Oree  que  el  Melcarl. 
el  Hércules  fenicio,  representado  en  Cádiz  por  dos 
peces  como  á  los  gemelos  Bnnaphude  Guatemala,  son 
lo  propio  que  Macare.  Las  etimologías  de  Semi  que 
ya  indicó  Horn  y  que  amplió  Kafinesque,  le  ofrecen  ;'t 
nuestro  escritor  motivos  para  confirmar  su  creencia. 
"Pan,  dice  en  los  monumentos  ejipcios  se  llama 
Ivlien,  dios  de  los  Chemmis,  bajo  la  forma  fálica  en- 
vuelto en  pañales:  por  eso  se  llama  Khem  el  encerra- 
do. Así  se  encuentran  Chcnmis,  Chemes,  Senies  ó 
Cernís  y  esos  genios  protectores  en  Haiti  ya  figurando 
un  hueso  ó  un  bastón  envueltos  en  algodones,  como  el 
Flaquimilotli  ó  paquete  sagrado  de  los  Mejicanos,  ó 
Dios  Priapo  de  los  Mándanos;  y  discurriendo  sobre  las 
otras  formas  de  Pan,  agrega:  "el  verdadero  Zamna,  el 
que  se  debe  á  sí  mismo,  era  Itzen-Maycal,  Itzen  Caan 
la  sustancia  de  las  nubes,  el  rocío  del  cielo  buscando 
más  pruebas  mitológicas  observa  que  el  can  ó  con-op  ó 
con-ub,  el  poder  que  sopla  ó  vaso  superior  es  el  mismo 
nombre  que  se  encuentra  en  las  campas  ó  vasos  egip- 
cios ó  dioses  penates  del  Peni.  Pero  esos  recuerdos 
referentes  á  otros  paises  no  son  tan  contraidos  á  las 
Antillas,  en  estas  desaparecen  las  huellas  egipcias  para 
encontrarnos  con  los  sencillos  Tainos,  á  los  descendien- 
tes de  esa  raza  caribe  buena  que  dominó  la  América 
meridional  en  casi  toda  la  que  no  dominaron  los  pe- 
ruanos. Si  los  cares  fueron  los  progenitores  de  los  ca- 
ribes ¿cómo  las  doctrinas  de  Eckstein  se  pueden  apli- 
car con  preferencia  á  las  tradiciones  antillanas; 

"En  estas  islas  (las  de  Occidente)  dice,  en  que  los 
Cares  aparecen  en  el  origen  de  la  historia  encontramos 
el  mito  de  Gala  que  da   nacimiento  ;i  Urano  en  la  no- 


(1)  La  cita  de  Castellaaos;  pág.  533  ton  i.  II  canto  3  no  corresponde: 
cada  Elegía  se  divide  en  cantos  y  debe  haberse  cometido  alguna  errata  por 
el  editor  de  las  obras  de  Mr.Brassenr  de  Bourbong.  El  canto  á  que  se  refiere 
comienza  en  la  pág.  332.  "Maearona  es  un  jefe  de  Bonda: 

"Al  ''naonda''  de  Bonda  "Maearona " 


—  51  — 
che.     Yaíú    ó    Giaia,  el  Ser  poderoso  de  la  Mitología 

haitiana,  el  padre  de  (.¡¡(tía,  el  que  encierra  en  el  seno 
de  la  tierra  figurado  por  una  calabaza,  en  la  cual  se 
convierten  los  huesos  en  peces  (1)  de  donde  salen  pa- 
ra sumergirse  en  el  Océano,  que  encerraba  una  partí» 
del  mundo.  Prosigue  comparando  esta  tradición  con 
la  del  viejo  mundo:  hay  en  las  leyendas  haitianas  una 
víctima,  que  es  Dimiban  caracol,  que  desata  la  calaba- 
za en  que  estaba  encerrada  la  mar  y  los  peces  y  de  su 
espalda  uace  la  tortuga  sobre  la  cual  los  Caras  cons- 
truyen su  habitación  y  comienzan  el  cultivo  de  sus  tie- 


rras." 


La  leyenda  habla  de  la  enfermedad  que  padecía 
Caracaracol,  y  que  del  tumor  de  la  espalda  le  sacaron 
una  tortuga  hembra,  pero  antes  habían  estado  en  casa 
de  Basa  manaco,  y  dice  el  texto  que  cuidaron  de  la 
tortuga.  Es  verdad  que  no  está  claro  el  pasaje  porque 
dice:  "y  de  esta  manera  fabricaron  su  casa  y  cuidaron 
de  la  tortuga,"  pero  de  esto  no  se  deduce  que  la  tortu- 
ga haitiana  fué  lo  que  era  en  la  Mitología  de  la  India 
Oriental.  Lo  más  que  puede  decirse  como  presun- 
ción es  que  tienen  parentesco.  La  Mitología  Oriental 
hace  figurar  Ja  tortuga  como  la  base  de  los  tres  mun- 
dos, no  como  tierra  cultivada,  ni  como  simple  manifes- 
tación de  la  creación  de  la  tierra.  En  ese  primer  tér- 
mino tres  elefantes  sobre  la  inmensa  tortuga:  luego  el 
hemisferio  de  la  tierra  como  el  domo  de  una  catedral, 
y  encima  sobre  un  círculo  de  muchos  elefantes  las  nu- 
bes, y  los  siete  compartimentos  celestes  que  terminan 
en  una  aureola  de  gloria  con  el  símbolo  de  la  Divini- 
dad. (2)  Todo  esto  queda  encerrado  por  un  ofidiano 
ó  inmenso  culebro).  Tal  vez  al  notarse  que  era  hem- 
bra la  tortuga  que  se  extrajo  de  Caracol,  hacia  alusión 
á  que  era  la  comida  favorita  de  los  indios  é    iba  á  ser 


(i)     En  el  diccionario   en  la   segunda    parle    do    rota  Obi»  86  colocara  la 
versión  de  esta  leyenda  tradicional. 

(8)    Cesar  Cantú.  Taróla.  Storia  Universale  nnin.  i). 


base  del  sustento:  la  tradición  refiere  ese  hecho  en  mo- 
mentos en  que  buscaba  casabe  el  indio  y  lo  pedia  á 
Basamanaco  y  que  allí  se  hizo  uso  del  saco  de  cojoba. 
el  que  originó  la  enfermedad. 

Dá  por  supuesto  nuestro  abate  que  los  cares  lubri- 
caron y  cultivaron  inmediatamente  sobre  la  tortuga  y 
esto  no  se  expresa  en  las  tradiciones  haitianas.  De 
los  hermanos  gemelos  solo  se  conserva  el  nombre  de 
Caracaracoel,  y  por  lo  visto  era  denominación  indivi- 
dual y  no  de  raza  ó  nación:  explica  la  tradición  que  se 
llamaron  caracoles  los  que  tenían  las  manos  ásperas 
como  con  sarna  ó  lepra.  Las  dos  primeras  sílabas  de 
las  palabras  á  lo  más:  "Salió  Caracaracoel,  escribió  el 
P.  Román,  que  quiere  decir  sarnoso"  (1)  era  un  califi- 
cativo que  determinaba  una  enfermedad,  como  nom- 
bre individual  el  de  Dimiban. — Los  hombres  Camina 
e  Hiaima  aún  recuerdan  los  Cauunianos  de  Asia,  los 
Hadrubaba  y  los  Kadru,  los  hombres  brunos  de  Gre- 
drosia.  Observa  que  esa  semejanza  de  nombres  tiene 
relaciones  con  los  usos  y  costumbres:  ladrón  de  muje- 
res es  el  haitiano  Gua-Ha-Hiona,  el  jefe  de  los  hijos 
de  Hiona,  que  se  lleva  de  la  cueva  del  Sol  las  mujeres 
á  Matinino,  donde  fundó  un  reino  de  mujeres,  como 
los  Cares  y  luego  los  Fenicios,  y  encuentra  á  Cobo  en 
el  mar  y  una  bella  que  lo  seduce  y  le  comunica  un 
mal  que  fácilmente  se  conoce:  es  la  sífilis.  (2) 

De  todo  lo  cual  se  deduce  que  hay  en  la  América 
la  reproducción  y  el  reflejo  de  la  región  de  los  Bárba- 
ros (Varvara,  Gárcara,  Caracara)  en  que  los  hombres 
serán  esclavos  voluptuosos  de  la  Diosa  de  los  placeres, 
en  que  como  dice  Ariano  las  mujeres  reinan  sobre  el 
otro  sexo.  También  reaparece  aquella  isla  de  la  cos- 
ta de  Gedrosia  en  que  una  ninfa  del  mar  exigia  el  tri- 
buto de  amor  á  los  marinos.  No  es  imposible  que 
todo  esto  fuese  casual,  mucho  más  cuando  la  aventura 


[1]  Hos  nomines  ipsi  caracaracoles  se  appellant.  Mártir.  D.  1?  lib.  IX 
(2)  En  otro  lugar  de  esta  obra,  en  las  palabras  "l&wináras,   Jupas  y 
Fainas"  se  expresarán  las  opiniones  sobre  el  origen  de  este  mal. 


—  .)o  — 

deljeffe  haitiano  no  termina  como  la  de  los  marinos  de 
la  isla  del  Antiguo  Mundo:  y  esta  observación  no  se 
le  oculta  á  mi  ilustrado  amigo.  Las  Indias  eran  poco 
adoradas  por  sus  rudos  compañeros,  pues  las  enco- 
mendaban de  preferencia  los  trabajos  del  campo,  re- 
servándose ellos  la  pesca  y  en  algunos  países  la  guerra. 

Otra  referencia  hay  en  Nava,  lugar  á  donde  fué 
á  curarse  Gua-Ha-Hiona  del  mal  que  le  trasmitió  la 
encantadora  marina:  le  recuerda  á  Nar  Nara  Nairits 
de  las  leyendas  de  la  India  y  en  América  el  rio  Nara, 
afluente  de  las  Amazonas.  Y  también  descubre  en 
las  pocas  tradiciones  haitianas  la  memoria  de  un  pue- 
blo (pie  no  era  ya  el  que  encontraron  los  españoles. 
En  la  relación  del  P.  Román  halla  conservada  la  noticia 
de  que  aprendieron  del  excelente  Gua-bonito  á  labrar 
el  oro  y  las  piedras,  los  Giianinos  y  Sibas.  Bartolomé 
( !olon  encontró  escavaciones  formadas  por  explotacio- 
nes de  metal  abandonadas  hacia  siglos.  Pedro  Mártir 
y  Saint-Rémy  hablan  de  objetos  de  arte  elaborados  en 
las  Antillas,  y  se  encuentran  según  cree,  cuevas  arre- 
gladas artificialmente  con  estatuas  y  figuras  grabadas 
en  la  piedra.  En  cuanto  á  los  edificios  ciclópeos  y 
<pic  se  han  querido  hallar  en  Cuba,  es  una  verdadera 
ilusión.  Las  ruinas  encontradas  en  Morón,  ni  merecen 
ese  nombre;  el  ídolo  de  piedra  que  existe  en  la  Universi- 
dad de  la  Habana,  con  varias  Semis  de  barro  cocido  es 
lo  poco  que  en  ella  queda.  (1) 

Las  semejanzas  de  nombres  y  de  ritos  entre  los 
dos  mundos  la  quiere  buscar  Brasseur  de  Bourboug 
en  la  apariencia  física.  Refiriéndose  á  la  narración  de 
Eckstein  y  describiendo  el  mar  de  las  Antillas  y  las. 
costas  vecinas,  dice:  "Esa  es  donde  el  autor  debiera 
colocar  ese  lugar.  .  .  así  como  el  asiento  de  los  verda- 
deros Etiopes  de  Occidente."  Después  de  hablar  de  la 


(l)    Véanse  en  la  segunda  parte  bis  palabras  CiboneyeSy  €\iba  y  //</'" 
aunque  creo  <|iio  debe  escribirse  Sibotyi  con  8,  que  es  como  se  pronuncia; 

la  escribí  antes  como  fue"  costumbre  b&corlo, 


—  54  — 

0 

falta  de  comunicaciones  posteriores,  observa  que  los 
más  antiguos  navegantes  y  aun  los  principales  de  ellos, 
aparecen  en  la  raza  de  Cham  y  principalmente  en  los 
Cares:  y  de  estos  pasó  la  superioridad  á  los  Fenicios  y 
á  los  Etruscos. 

Sin  negar  el  primitivo  origen  de  todas  las  razas  se 
inclina  á  creer  el  escritor  francas  que  las  poblaciones 
de  que  hace  mención  vinieron  de  América:  así  los 
Caldeos,  los  amos  de  Babilonia,  esta  raza  de  sacerdo- 
tes extranjeros,  eran  de  origen  Lidio  y  Occidental,  y, 
lo  que  es  más  significativo,  salieron  del  Atlántico,  co- 
mo lo  indica  el  nombre  de  Neptuno.  De  estas  curio- 
sas investigaciones  históricas  resulta  mucho  conjetural: 
los  pueblos  de  África,  los  Etiopes  de  Occidente,  los 
(Uires,  los  Carlos,  los  Caribes  y  demás  pueblos  que  se 
citan,  no  pueden  borrar  las  variedades  de  la  especie 
americana;  no  es  posible  que  un  hijo  de  América  con- 
tunda á  un  yucateco  con  un  floridano,  ni  á  un  caribe 
con  el  primero.  Hay  en  el  yucateco  más  de  Asia  que 
de  otra  parte,  hasta  en  su  mirada.  No  queda  duda 
que  al  descubrir  los  españoles  la  América,  no  encon- 
traron las  razas  que  construyeron  los  edificios  cuyas 
ruinas  casi  egipcias  se  encontraron  mucho  después.  No 
queda  duda  que  ni  los  mexicanos  ni  los  peruanos  eran 
tampoco  la  familia  que  desde  las  vertientes  del  Orinoco 
hasta  las  islas  de  su  Archipiélago  constituian  la  raza 
caribe.  Sea  ó  no  la  radical  car,  procedente  de  los  Ca- 
res, es  sin  disputa  un  indicio  innegable  de  unidad,  la 
huella  de  los  nombres  y  las  demás  semejanzas  de  que 
hemos  de  ocuparnos  respecto  de  América."  No  se  de- 
be dar  importancia,  sin  embargo,  á  débiles  pruebas 
mitológicas:  en  la  misma  palabra  Caracas  encuentra  un 
origen  hebreo  el  filólogo  Azais  (1).— "Caracas,  dice. 
pais  de  la  América  Meridional  (preparación  de  la 
mentira);  Cara  preparación,  hebreo;  Carsh,  mentira, 
hebreo"  y  cita  á  Carasca  antigua  ciudad  española;  Cará- 


(1)  Dieu  et  Vhomme  el  Ja  parole,  pág,  153, 


—  Oü  — 


cas.  ciudad  de  America,  Venezuela,  y  por  último  los 
CaracuSj  especie  de  moros  en  Bezieres,  que  hablan  ca- 
talán, y  pasan  una  vida  errante,  vienen  al  mercado  dia- 
riamente, y  son  embusteros,  disimulados  y  hambrientos: 
Azais  no  ve  en  ellos  á  los  Caracoles  de  Haití,  no  obstan- 
te lo  expuesto. 

"Los  egipcios  recibieron  á  pesar  de  su  pretendida 
antigüedad,  dice  César  Canto,  de  otra  parte  sus  colo- 
nias y  habitantes.  Los  egipcios  acojieron  á  sus  Dio- 
ses, esto  es,  su  civilización,  de  los  Etiopes,  los  cuales 
se  consideraban  tan  anteriores  á  ellos  como  estos  á 
los  indios.  Y  aún  hoy  en  la  Etiopía  los  Bar  abra  se 
peinan  como  se  ven  las  pinturas  egipcias,  y  tejen  san- 
dalias de  palma  como  se  encuentran  en  los  sepulcros" 
y  usí  continúa  Cantú  expresando  otras  semejanzas.  (1) 
El  Coronel  Galindo  escribió  desde  el  año  1832, 
una  serie  de  observaciones,  describiendo  las  ruinas  de 
Copan  v  otras  dirijidas  á  demostrar  que  fué  la  Amé- 
rica la  cuna  de  la  civilización  y  del  género  humano.  [2] 


(2)  Slorit  Umversale,  Cap.  X  17  Época  II  pág.  272  a 273.  (Bdioioij 
octai 

(:t)  Véanse  los  artículos  titulado,-  antiguos  poseedores  del  <'<ntii>t<  nt( 
iinericano,  en  l-><  CQlnwia,  periódico  español  publicado  en  Londres, 


—  56  — 


Capítulo  IV. 


Comunicaciones  entre  la  América  y  el  Mando  Antiguo, 
después  de  la  venida  de  Jesu-Cristo. 


Después  de  la  venida  del  Salvador  se  conservó  por 
mucho  tiempo  la  noticia  de  las  comunicaciones  con  ei 
mundo  trasatlántico:  pero  como  observa  el  sabio  Mas- 
deu,  la  refutación  que  hizo  de  la  creencia  de  los  antí- 
podas el  venerado  San  Agustín,  cuya  reputación  de 
sabiduría  era  igual  á  la  de  su  santidad,  debió  in- 
fluir en  que  se  creyesen  fábulas  las  relaciones,  históri- 
cas que  han  debido  recobrar  su  fuerza  con  el  descu- 
brimiento de  las  Américas. 

Los  restos  del  cristianismo  que  han  solido  encon- 
trar los  viajeros,  aparte  de  los  artificios  humanos  de 
que  hace  mención  el  P.  Ximenez  en  sus  Escolios,  y 
de  que  hablaré  más  adelante,  demuestran  que  después 
de  la  predicación  del  Cristianismo  vinieron  sus  cre- 
yentes á  estas  regiones.  El  célebre  P.  Mier,  que  to- 
mó una  gran  parte  en  el  movimiento  político  y  litera- 
rio de  su  país  (1)  escribió  un  discurso  refiriéndose  al 
sermón  que  predicó  sobre  la  aparición  de  nuestra  seño- 
ra de  Guadalupe,  en  que  probó  que  el  Evangelio  habia 
sido  predicado  en  México  antes  de  la  llegada  de  los 
españoles:  que  Guazalcahualt  era  Santo  Tomás,  y  la 
Virgen  alguna  imagen  escondida  por  la  persecución  que 
sufrieran  los  cristianos  de  Huemac,  rey  de  Tula.     No 


(1)  Historia  de  la  Revolución  de  Nueva  España,  tomo  2?,  pág.  77d 
apéndice.  Lleva  el  nombro  del  Sr.  D.  José  Guerra,  pero  es  el  mismo  Dr, 
1).  Servando  Mier  y  Noriega. 


—  ,)l 

(la  como  historia  el  hecho,  sino  como  cosa  probable  y 
cita  cu  su  apoyo  la  misma  creencia  deD.  Carlos  de  Si- 
mienza y  Góngora;  de  un  jesuíta  mexicano  que  escribió 
en  Manila,  de  Becerra  Tanco  y  de  otros.  Digna  es  de 
leerse  la  disertación  por  curiosa;  y  autorizada  con  mu- 
chos párrafos  que  demuestran  la  existencia  de  nociones 
de  la  revelación  á  los  indios  entre  los  indígenas.  De 
paso  asienta  que  hasta  el  siglo  V  del  cristianismo  hubo 
comercio  continuo  entre  la  China  y  México.  Cree 
Micr  que  el  Santo  Tomás  á  que  se  refiere  la  predicación 
del  cristianismo,  no  es  el  apóstol,  sino  un  célebre  obis- 
po que  floreció  en  el  siglo  V  ó  VI  y  también  fué  santo 
predicador,  y  trajo  discípulos. 

Del  estudio  de  los  manuscritos  mexicanos  dedujo 
Micr  (1)  que  la  población  de  América  tiene  dos  oríge- 
nes, como  lo  ha  sostenido  Hervás  por  el  examen  de  las 
lenguas:  uno  de  los  pueblos  que  vinieron  de  la*  Tartaria 
China,  otros  por  las  Antillas,  de  gentes  que  eran  de  la 
Atlántida,  cuya  inmigración  no  es  un  pasaje  oscuro  de 
¡a  historia  mexicana:  en  estas  se  habla  hasta  del  núme- 
ro de  los  que  se  salvaron,  y  se  designan  los  montes,  cu 
donde  llaman  todavía  al  agua  Atl  y  Attáhuey  al  mar. 

Ks  preciso  convenir,  sin  embargo,  en  que  muchas  de 
las  reminiscencias  que  parecen  cristianas,  pueden  tener 
orígenes  orientales,  como  en  la  Trimurti  asiática  hay 
una  cosa  parecida  á  nuestra  Trinidad.  Las  comuni- 
caciones con  las  gentes  asiáticas  se  comprueban  con 
el  aspecto  físico  de  los  indios.  Las  crónicas  chinas, 
los  trabajos  del  Dr.  Müller  y  las  etimologías  de  Vater, 
han  hecho  reconocer  á  Donlenech  que  la  trimurti 
indiana  tiene  analogía  con  lio,  Ifuitzilopochtli  y  llaloc. 
y  la  trinidad  peruana  Con,  Pachacamal  y  ffüiracocha. 
Las  demás  creencias  se  explican  por  las  religiones  de 
Bhuda  y  Brama,  los  cultos  de  Fó  de  China,  de  Bonzo 
en  Japón,    QuezalcoaU  y  Manco  ('((¡tac    en  México  y  el 


(I  )     Historiada  le  licvolucion  <i<  Nuevn  España,  pág.  X  X  X  \    noto**, 


—  5$  — 
Perú,  y  cu  creencias  de  los  Mogoles  y  Calmucos.   Hay 
que  reducir  á  cortas  nociones  las  del  cristianismo. 

El  padre  Lozano.  (1)  cronista  de  las  misiones  ame- 
ricanas, conviene  en  que  Santo  Tomás  predicó  el 
Evangelio  en  la  America  Meridional  hasta  en  los  pun- 
tos mas  lejanos:  entre  los  veinte  pueblos  que  visitaron 
los  jesuítas  en  las  márgenes  < le  Parwiapani,  encontra- 
ron la  tradición  del  Diluvio  Universal,  nuestros  primó- 
los padres,  Noé,  el  Arca  y  otros  recuerdos  bíblicos — 
"que  antiguamente  oyeron  sus  mayores  al  Pay-Zumy", 
que  así  llamaron  al  apóstol  Santo  Tomé,  que  evangelizó 
estos  países.  El  padre  Lozano  escribió  antes  que 
Micr,  y  creia  que  el  Apóstol  fue  el  predicador  y  no  el 
otro  obispo  que  vivió  cinco  siglos  después. 

Pero  los  estudios  de  la  Peal  Academia  de  anticua- 
rios del  Norte  en  Copenhague,  de  que  tengo  la  honra 
de  ser  miembro,  son  obras  que  demuestran  la  comuni- 
cación y  colonización  del  mundo  americano  mucho 
antes  de  Cristóbal  Colon,  por  los  escandinavos.  Las 
inscripciones  islandesas  encontradas  después  de  aque- 
llas investigaciones  hechas  en  los  sagas  del  Norte,  han 
contribuido  á  probar  la  exactitud  de  las  relaciones. 
Carlos  Eafn,  secretario  de  la  Real  Academia,  ha  publi- 
cado una  Memoria  en  que  se  han  incluido  los  principa- 
les viajes  de  los  islandeses  por  Groenlandia  hasta  Flo- 
rida; ha  publicado  un  plano  que  los  explica:  yo  he  ver- 
tido esa  obra  al  español  (2)  adicionándola  contrabajos 
posteriores,  y  los  que  les  precedieron  hechos  por  los 
españoles  y  otros  europeos,  que  le  sirven  de  comple- 
mento. 

¿Pero  existirán  esos  tipos  entre  los  indígenas,  en 
la  población  actual?  Han  desaparecido  confundidos 
con  los  que  hoy  caracterizan  la  mayoría  de  la  raza 
india  que  aún  se  conserva:  habían  desaparecido  al  des- 


(1 )  Historia  de  la  Compañía  de  Jesús  de  la  -provincia   del  Paraguay, 
dos  tomos  en  folio. 

(2)  Antigüedades  Americanas.— Noticias  que  tuvieron  Jos  europeos  de 
América  antes  del  descubrimiento  de  Cristóbal  Colon, — Habana  1845. 


—  50  — 

cubrirlos  españoles  el  Nuevo  Mundo,  aunque  encontra- 
ron algunas  huellas  entre  los  naturales. 

Las  sociedades  y  las  academias,  los  etnólogos  actua- 
les en  lo  general  convienen  en  las  teorías  que  publicó  en 
el  siglo  XVII  el  sabio  Hora  por  solo  el  aspecto  físico 
y  su  inmensa  erudición,  principalmente  filológica. 

Lakey  ha  escrito  (1)  sobre  esos  trabajos  y  deduci- 
do el  origen  mogólico  ó  escita  de  los  pueblos  america- 
nos salvajes,  y  en  cuanto  á  los  civilizados  encuentra 
que  provienen  del  Sur  de  Asia  y  de  Egipto:  esto  se 
funda  1?  en  la  filología;  2?  en  la  anatomía;  39  en  la 
mitología;  4o  en  los  geroglíficos;  59  en  los  conocimien- 
tos astronómicos;  69  en  la  forma  de  la  arquitectura  y 
ornamentación;  y  7?  en  los  hábitos  y  costumbres. 

Antes  de  terminar  esta  exposición  de  las  curiosas 
investigaciones  generales  sobre  el  difícil  problema, 
pero  no  temerario,  como  dijo  el  siglo  pasado  un  escri- 
tor varias  veces  citado,  es  preciso  no  olvidar  los  estu- 
dios especiales  del  Gobierno  de  la  República  de  los 
Estados-Unidos  y  de  algún  etnólogo  notable.- 

Todavía  en  la  cuestión  general  se  levanta  una  duda: 
¡  vinieron  del  Asia  los  pobladores  de  América,  ó  fueron 
de  América  al  Asia!  ¿Las  ruinas  del  Palenque  y  de 
la  América  de  aspecto  egipcio  son  anteriores  ó  poste- 
riores á  sus  pirámides?  La  existencia  de  las  pocas 
palabras  egipcias  que  se  conservan  ¿se  debe  á  que  las 
lia  tomado  la  lengua  maya  ó  fué  maya  la  lengua  de  los 
egipcios  y  de  América  recibieron  su  civilización?  Mi 
respetable  amigo  Brasseur  de  Bourbourg  se  ocupa  con 
aplicación  en  descifrar  los  manuscritos  mexicanos  ó 
(•entro-americanos  con  la  clave  que  ha  publicado  él 
mismo  del  religioso  español  Fr.  Diego  Lauda:  y  duda 
y  vacila  sobre  estos  oscuros  problemas,,  que  solo  po- 
drían resolver  las  traducciones  ó  las  lenguas  usuales  de 
los  gcroglííicow  y  caracteres  ahora  hallados  en  las  mag- 
níficas ruinas  americanas. 


(1)    dn  inquirer  foto  the  orlgin  ofthe  áiitiq.  o/  imérica,  p  íg.  21 


—  GO  — 

Pero  si  la  mayor  parte  de  los  escritores  se  han 
ocupado  de  traer  á  los  habitantes  de  América  del  an- 
tiguo continente  y  alguno  en  llevar  de  América  la  ci- 
vilización á  Egipto,  otros  han  creido  que  no  hay  nece- 
sidad de  esos  esfuerzos,  por  que  antes  del  Hundimiento 
de  la  Atlántida  estaban  únidns  el  África  y  la  America, 
fundándose  en  las  formaciones  geológicas  y  la  dirección 
de  los  cabos,  islas  y  promontorios. — Mr.  Despreaux 
escribia  en  México  en  1843,  que  todos  los  datos  acre- 
ditan que  las  Canarias  estaban  unidas  á  las  costas  de 
África  y  esta  con  la  América  por  las  Azores,  Madera. 
Canarias,  Lucayas,  San  Martin,  Santa  Lucía  hasta  Ja- 
maica. Es  curioso  entre  otras  observaciones  la  si- 
guiente: "Durante  mi  residencia  en  Canarias  pude 
proporcionarme  tres  momias,  un  hombre  y  dos  muje- 
res conservadas  según  el  antiguo  sistema  egipcio.  El 
hombre  es  de  una  estatura  gigantesca,  lo  que  se  con- 
forma con  las  tradiciones  sobre  los  antiguos  atlantes. 
Las  mujeres  tienen  los  cabellos  largos,  negros,  áspe- 
ros y  trenzados  con  tiras  de  cuero  teñidas  de  encarna- 
do 6  verde;  el  vestido  está  plegado  por  delante  y  una 
especie  de  zarape  corto  les  cubre  el  pecho.  El  calza- 
do se  compone  de  una  suela  fijada  al  pié  con  correas 
teñidas  de  encarnado,  y  guarnecida  de  piedrecitas  de 
obsidiana  muy  bien  trabajadas.  El  hombre  tiene  por 
vestido  una  túnica  y  un  manto  fijado  sobre  el  pecho 
por  un  nudo  que  llaman  ellos  tamarco.  ¡Cuál  sería 
mi  placer,  cuando  llegando  al  interior  de  los  Andes, 
encontré  allí  á  las  mujeres  vestidas  del  mismo  modo,  y 
(pie  su  peinado  era  idéntico  al  de  mis  momias!" 

Mr.  Despreaux  observa  que  las  armas  eran  idén- 
ticas entre  los  indios  y  las  que  se  encuentran  en  las 
ruinas  de  esos  otros  puntos. — :Sus  monumentos  son 
también  piramidales. 

El  sabio  D.  José  Viera  y  Clavijo,  á  quien  aludimos 
en  nota  anterior  (1),  cree  (pie  el  nombre  de    Camrim 


l)    ídem  pég.  51  tomo  1, 


—  61  — 

procede  de  los  grandes  canes  que  tenían,  siendo  histó- 
rico que  regalaron  dos  ;i  Juba;  y  el  nombre  no  era 
indígena,  sino  que  lo  daban  los  que  llamaban  can  al 
perro,  pues  fué  Plinio  el  primero  (1)  por  la  multitud 
de  perros  de  cstraña  grandeza}  de  Jos  cuales  sr  le  ¡levaran 
das  á  Juba. 

En  cuanto  á  si  Rieron  ó  no  parte  de  la  Atlántida, 
deduce  el  mismo  escritor  lo  siguiente:  "1?  que  quizás 
las  Canarias  fueron  en  otro  tiempo  una  península  de 
África;  2(?  por  efecto  del  diluvio  de  Noé  se  formé  de 
esta  Península  lamosa  la  Atlántida  de  Platón;  3?  que 
destruida  después  la  Atlántida  solo  quedaron  las  emi- 
nencias de  sus  montes  mas  elevados,  que  son  nneslras 
islas;  49  que  el  renombre  de  la  Atlántida  que  tuvo  la 
isla  platónica  y  de  Atlánticas  las  Afortunadas,  con  toda 
esta  parte  del  mar  Océano,  se  derivó  del  monte  Atlan- 
te, de  la  Mauritania,  que  dio  crédito  á  sus  contornos." 

También  dice  Viera  que  es  probable  que  hubiera 
algún  punto  de  unión  con  la  América,  de  todo  lo  cual 
resulta  que  nuestro  compatriota  se  anticipó  al  viajero 
francés. 

Aunque  hay  cierto  aire  de  familia  entre  algunas 
palabras  de  los  dialectos  de  Canarias  y  los  de  las  Anti- 
llas, no  hay  identidad.  En  esas  islas  africanas  se  ha- 
blaban distintas  lenguas  en  los  lugares  habitados.  El 
célebre  Viera  recojió  algunas  de  Canarias,  de  la  lengua 
(íuanchinesa,  de  Palma,  déla  Isla  de  Hierro  y  de  la 
(lomera.  El  mismo  escritor  decia  de  esas  diversas 
lenguas,  que  le  parecian  dialectos  de  otra: — "El  aire 
de  los  términos,  agregaba,  y  el  genio  de  las  voces  es 
semejante.  La  mayor  parte  de  sus  dicciones  comien- 
za con  Te  ó  con  che  6  con  (lúa,  según  se  puede  obser- 
var fácilmente  en  los  nombres  de  muchas  poblaciones 
y  campos  que  conservan  los  (pie  les  pusieron  los  natu- 
rales. (  2) 


(I)    ídem  lomo  1  pág.  '1<». 

e¿>    Noticias  sóbrela  Historia  General  da  Canarias,  tomo  I  pág.  i  '•'' 


—  02  — 
Guairo,  Guadaya,  Guadayeque,  Guadamojete, 
Guayonja,  etc.,  etc.,  son  ejemplos  de  ese  aire  indiano 
;i  que  se  hizo  antes  referencia. — En  Cuba  predominan 
los  nombres  indígenas  en  las  plantas;  y  es  notable  que 
en  Canarias  apenas  se  conozcan  con  otros  nombres 
que  los  vulgares  por  sus  aplicaciones  ó  efectos. 


63 


(  'A)'ÍTtTLO    V. 

Se  procura  demostrar  que  los  indios  de  Yucatán  no  po- 
blaron á  Cuba. — Lengua  maya  y  quiche  comparadas 
con  la  délas  Antillas. — Autoridades  que  corroboran 
la   demostración. 

Cont  rayéndome   á  la  población  eu  especial   délas 

Antillas,  en  que  *se  han  reproducido  las  mismas  opi- 
niones, las  hay  aún  más  contraidas.  Alejo  de  Vene- 
gas,  citado  por  Torquemada,  cree  que  los  fenicios  ó 
cartagineses  poblaron  las  islas  que  descubrió  Colon. 
que  eran  conocidas  antes  por  más  de  2.000  años,  y 
cita  á  Aristóteles:  ''y  no  será,  dice,  fundamento  temera- 
rio afirmar  que  los  cartagineses  las  poblaron;  y  luego 
de  los  moradores  de  dichas  islas  se  poblasen  todas  las 
provincias  de  Tierra  Firme que  aquellos  carta- 
gineses que  poblaron  la  isla  [barruntamos  por  firmes 
señales  que  es  la  Española]  se  multiplicaron  los  hom- 
bres y  cundiesen  basta  Cuba  [1]."  El  autor  explica 
así  la  población  por  toda  la  America  hasta  las  islas  de 
Javi  que  están  al  Oriente. 

Esta  opinión  no  era  singular,  pues  le  parecía  tan 
bien  al  P.  Lizana  que  explica  que  el  clima  y  la  falla 
de  posteriores  comunicaciones  con  Cartago  los  hizo 
bárbaros  y  toscos  [2];  pero  dejemos  la  cuestión  de 
origen  y  estudiemos  lo  existente  al  llegar  los  espa- 
ñoles. 


(1)  Monarquía  Indiana,  lib.  E,  cap.  X..  pá^r.  *-s- 

(2)  Del  Principio  y  Fundación,  I'.  :'..    (Publicados  por  ol  abato  Bra 
<Mir  de  Bourbourg. 


—  G4  — 

Una  preocupación  muy  general  ha  enlazado  á  los 
aborígenes  de  Cuba  con  Yucatán:  la  lengua  de  esa  pe- 
nínsula se  ha  querido  que  fuera  la  de  Cuba;  y  no  hay 
para  ello  más  razón  que  el  estar  Cabo  Catoche  cerca 
del  de  San  Antonio.  Otros  recientemente  han  queri- 
do que  los  antiguos  cubanos  fueran  á  Centro  América 
y  dejaran  allí  esas  magníficas  ruinas  que  admira  el 
mundo  y  han  hecho  estudiar  una  civilización  que  ha 
desaparecido,  dejando  expandidas  huellas.  Antes  se 
supusieron  transmigraciones  de  los  habitantes  de  Cu- 
ba hacia  Florida,  en  demanda  de  la  fuente  de  la  ju- 
ventud, cuyas  aguas  rejuvenecen.  Los  primeros  espa- 
ñoles de  tan  buena  fé  creyeron  esto  i'iltimo,  que  se 
bañaban  en  cuantas  aguas  iban  encontrando  sin  hallar- 
se rejuvenecidos:  así  lo  experimentó  Juan  Ponce  de 
León,  que  recorrió  todas  las  islas  Blmini  durante  seis 
meses,  sin  topar  con  la  prodigiosa  fuente. 

En  medio  de  tantas  contradicciones  no  faltó  alguno 
que  buscase  la  relación  etnológica  de  las  Antillas  con 
el  continente  por  el  otro  lado:  quien  más  atinado  á  mi 
juicio  encontró  enlace  entre  las  formaciones  del 
continente  meridional,  indicándose  en  la  cadena  del 
archipiélago  las  cimas  de  las  antiquísimas  montañas 
que  coronaban  los  terrenos  que  yacen  bajo  el  mar  ca- 
ribe y  la  entrada  del  golfo  mejicano.  Si  la  geología, 
si  la  historia  no  pueden  hoy  resolver  la  cuestión  solas, 
los  restos  de  la  lengua  que  tienen  analogía  y  parentes- 
co meridional,  separan  por  abismos  la  procedencia  sep- 
tentrional, por  más  que  sea  una  la  variedad  del  indio 
americano  en  la  noche  impenetrable  de  la  creación,  en 
el  misterioso  génesis  de  la  Humanidad. 

El  profundo  Duponceau  ha  encontrado  en  el  arti- 
ficio gramatical  de  las  lenguas  americanas  un  carácter 
general  que  ha  llamado  polisintético:  aunque  su  traba- 
jo ha  sido  sobre  las  lenguas  septentrionales,  los  idio- 
mas caribes,  el  galibí  y  sus  pariente  ó  afines,  ofrecen 
la  misma  particularidad.  En  galibí  la, adición  de  una 
letra  indica,   por  ejemplo,  las  personas  de  los  tiempos 


—  65  — 
si  se  anteponen  ó  posponen:  con  pocas  palabras  expre- 
san así  muchas  ideas. 

Las  teogonias  y  tradiciones  religiosas  pueden  ser- 
vir para  distinguir  las  familias;  estudiando  lo  que  nos 
ha  conservado  el  P.  Román,  el  laborioso  P.  Ximenez 
y* los  pocos  restos  de  tradiciones  indias;  veremos  que 
deben  buscarse  los  orígenes  de  Cuba  en  la  parte  con- 
traria á  la  creencia  más  general.  Lástima  es  que  hu- 
biera escritores,  por  otra  parte  muy  recomendables, 
como  Remesa],  que  creyeran  inútil,  vano  y  estéril  em- 
peño el  de  conservar  las  leyendas  de  los  indios  de 
Centro  América.  Parecíale  al  humano  escritor  que 
era  cosa  harto  inconveniente  conservar  unos  recuerdos 
desconcertados  y  absurdos,  y  que  por  otra  parte  eran 
ocasión  de  que  los  indígenas  no  fueran  sinceros  cris- 
tianos. Remesal,  como  el  venerable  Obispo  Las  Ca- 
sas, quería  que  las  conversaciones  fueran  verdaderas  y 
bien  preparadas:  el  célebre  P.  Motolinia,  conservador 
de  las  tradiciones  aztecas,  condenaba  la  escrupulosi- 
dad de  esas  exigencias:  pero  la  piedad  exagerada  reli- 
giosa hizo  desaparecer  los  anales  de  esas  gentes,  y  lo 
que  nos  queda  no  es  suficiente  para  rastrear  los  oríge- 
nes de  ellos,  solo  en  cuanto  son  apreciables  para  dis- 
tinguir las  familias  americanas. 

¿Y  en  dónde  se  halla  alguna  referencia  á  las  tradi- 
ciones de  las  Antillas?  No  se  encuentra  ninguna  en 
el  continente  septentrional:  la  palabra  huracán  solo  y 
enjdiferente  sentido,  acaso  alguna  otra  que  se  haya  es- 
capado á  mi  observación. 

Tradujo  el  Rev.  P.  Francisco  Ximenez.  La  histo- 
ria del  origen  de  los  indios  de  la  provincia  de  Guatema- 
la, de  la  lengua  quiche  que  ha  dado  á  luz  en  Yiena  el 
Dr.  Scherzer  (1857);  pero  por  su  lectura  se  conoce 
que  ha  sido  escrita  después  de  la  conquista:  en  ella  se 
habla  de  ¡os  cristianos  y  délos  que  poseían  la  tierra  al 
ocuparla  los  españoles,  aunque  antes  de  los  sucesos  de 
los  primeros  hombres  creados  por  sus  divinidades.  La 
crítica  juiciosa  escrita  sobre    la    apreciación  de  ciertas 


—  66  — 
semejanzas  al  caos,  al  espíritu  de  Dios  vagando  sobre 
las  aguas,  al  diluvio  y  al  infierno  no  podrán  determinar 
si  esas  son  tradiciones  ó  interpolaciones  de  los  mismos 
indígenas  ó  de  la  piedad  de  los  misioneros  con  religio- 
sos fines. 

Sin  embargo,  no  hay  un  solo  dato  que  se  refiera  á 
los  indios  de  las  Antillas  en. esa  teogonia;  ya  se  ha  di- 
cho que  se  lé*e  la  palabra  huracán,  nombre  de  un  dios 
que  significa  pierna  y  otras  veces  corazón  del  cielo.  La 
lectura  de  ese  libro  causaba  al  buen  padre  Remesal  fa- 
tiga, cansancio  y  eso  mismo  tienen  que  experimentar 
cuantos  lo  lean:  ''porque  esa  materia  está  tan  llena  de 
cosas  sin  concierto  y  que  tan  lejos  están  de  ser  del 
gusto  del  entendimiento  con  su  substancia  ni  con  su 
modo,  que  antes  le  fatigan  y  cansan  las  cosas  tan  sin 
orden  y  que  lo  mismo  es  trasladarlas  de  la  memoria  ó 
libros  de  los  naturales,  ó  lo  que  los  autores  dichos  es- 
cribieron, que  imaginarlos  el  pensamiento  más  descon- 
certado del  mundo." 

Huracán,  Chipocaculha,  Baxa-caculha,  Ugaxcen, 
creadores,  madres  y  padres,  de  concierto  con  otras  divi- 
nidades ó  seres  superiores,  dieron  vida  á  los  seres  en- 
sayando ó  tanteando  por  decirlo  así  la  de  los  hombres 
actuales.  En  una  confusísima  relación  en  que  hablan 
los  molinos,  platos,  tinajas  y  todos  los  animales;  donde 
las  ruedas  de  los  molinos  dicen:  "holi,  holi,  huqui, 
huqui"  y  se  remedan  otros  ruidos,  se  habla  de  tres 
creaciones  distintas  hasta  lograr  que  resultare  un  hom- 
bre que  los  reconociera  y  ensalzase  como  las  demás 
criaturas.  Primero  se  vahan  de  una  sustancia  que  se 
alteraba  con  la  humedad  y  deshacía:  le  desbarataron, 
pues,  y  volvieron  á  amasar.  Entonces  con  el  consejo 
de  Huracán  y  otros  se  formó  de  madera;  pero  el  hom- 
bre de  palo  se  olvidó  de  dar  gracias  á  Huracán,  el  co- 
razón del  cielo,  y  se  oscureció  la  tierra  y  empezó  una 
llovizna  noche  y  dia,  y  todos  los  animales  vinieron  y 
acusándole  hasta  los  molinos  y  los  platos  y  tinajas;  le 
mordieron  los  perros  &.  &.     Eran  ya  muchos  los  hom- 


bres  de  palo  que  se  destruyeron  para  dar  lagar  al  hom- 
bre actual:  el  hombre  de  madera  era  realmente  de 
corcho  y  la  mujer  de  corazón  de  espadaña. 

Después  que  se  destruyó  el  poder  de  los  seres  del 
Infierno  y  que  dos  de  los  seres  vencedores  se  convir- 
tieron en  el  Sol  y  la  Luna,  se  esclareció  el  cielo,  de- 
terminaron Tepen  y  Cucumtz  en  montón,  cabildo  ó 
consejo  hallar  lo  que  pretendían  que  era  carne  de  hom- 
bre. El  gato  de  monte,  el  lobo,  el  chocoy  y  el  cuervo 
presentaron  las  mazorcas  ó  espigas  de  maíz  amarillo  y 
blanco  de  Paxil  y  Cayala,  dos  pueblos  ó  lugares  riquí- 
simos de  lodo  género  de  frutos  que  era  el  paraíso.  La 
palabra  maíz  del  traductor,  es  la  otra  reminiscencia  ó 
analogía  de  tierra  de  las  Antillas;  pero  allí  no  se  llama 
maíz  á  este  grano.  De  nueve  preparaciones  ó  bebidas 
que  de  este  grano  hizo  la  Xcumane  sacaron  Tepen  y 
Cucumtz  los  hombres  actuales  que  se  llamaron  Balan- 
quitze,  Balamacab,  Mahucatah  é  Iquibalan.  Más  tarde 
se  reformaron:  no  salieron  perfectos  al  crearse  porque 
sabian  mucho;  les  echa  vaho  en  los  ojos  para  que  no 
vieran;  se  quedaron  dormidos  y  al  despertar  se  encon- 
traron con  cuatro  mujeres  Cuhapaluna,  Chomiha. 
Tzummiha  y  Caquixaha. 

Cuando  llegaron  los  españoles  estaban  en  la  12? 
generación  y  las  historias  á  que  nos  referimos  se  ex- 
tienden hasta  la  14^  y  se  leen  los  nombres  cristianos 
de  Rojas,  Corté.3  y  Robles  entre  los  descendientes  de 
de  aquellos  antisonoros  nombres  indígenas. 

La  ligerísima  relación  hecha  hasta  aqui,  demuestra 
que  no  hay  rastro  en  esas  fábulas  de  la  gente  taina, 
yucaca  y  siboney.  El  huracán  y  el  maís  (esta  de  la 
parte  del  traductor)  son  las  únicas  reminiscencias,  ni 
otra  cosa  hay  ni  objeto. 

La  única  palabra,  huracán,  no  se  encuentra  escrita 
de  un  modo  idéntico  en  el  diccionario  galíbi,  hiorakan 
es  la  más  parecida;  significa  lo  mismo  que  maboya  ó 
mabuya,  espíritu  malo,  el  diablo. 

El  laborioso  abate  Brasseur  de  Bourbourg   ha  pu- 


—  68  — 

blicado  en  París  (1861)  el  Popol  Vuh,  libro  sagrado 
de  mitos  de  la  antigüedad  americana:  creía  que  el  ma- 
nuscrito era  inédito,  pero  solo  lo  era  el  original,  que 
ya  se  había  publicado  la  traducción  del  P.  Ximenez, 
cuyo  manuscrito  vio  el  escritor  francés  encomiando 
sus  conocimientos  en  la  lengua  indígena,  y  le  atribuye 
el  descubrimiento  del  códice  á  fines  del  siglo  XVI I, 
aunque  lo  considera  poco  conocedor  de  los  anales  me- 
xicanos, y  con  las  preocupaciones  de  su  tiempo;  pare- 
cíale el  libro  ininteligible  y  la  traducción  insoportable. 
En  cuanto  al  Dr.  Scherzer  dice  que  desconoce  hasta 
los  provincialismos. 

La  nueva  impresión  del  libro  se  ha  hecho  con  el 
texto  original  en  quiche,  y  es  su  lectura  un  nuevo  apo- 
yo de  lo  que  dejo  dicho.  Más  clara  la  narración,  divi- 
dida en  capítulos,  y  mejorado  acaso  el  original,  no  hay 
ningún  vestigiode  antiliana  semejanza.  Es  verdad  que  en 
esencia  los  dos  libros  no  son  más  que  uno;  hay  algunas 
variantes.  Donde  se  colocó  la  palabra  animales  para 
dar  razón  de  la  tierra  del  mais  amarillo  y  el  blanco, 
nuestro  escritor  nacional  pone  bárbaros,  mientras  que 
los  determina  el  francés;  cuando  llega  á  hablar  de  la  4? 
creación  en  que  se  forman  los  cuatro  primeros  hom- 
bres, se  explica  en  una  nota  que  es  la  casta  sacerdotal 
y  noble  de  lo  que  allí  se  trata;  pero  ni  siquiera  se  llama- 
ba el  mais  como  en  las  Antillas;  el  texto  dice:  ílc¡ana~ 
haV\  uzaqui-liaV\ 

En  la  notable  introducción  que  le  sirve  de  comen- 
tario, solo  se  encuentra  la  palabra  ChieMazthi,  en  el 
sentido  que  nuestro  chichicaste,  (pág  XI,  nota)  palabra 
que  suponemos  traida  de  México  á  Cuba.  En  las  tra- 
diciones Tzendales  que  comenta  Ürdoñez  (pág.  LX1X) 
dice  que  un  gran  número  de  indios  instruidos  de  Yuca- 
tan,  aseguraban  que  habia  sido  poblado  del  Oriente  y 
venido  de  las  Canarias  por  las  Antillas  (1). 


(1)  Colon  notó  gran  semejanza  entre  los  indígenas  canarias  y  los  de  Hay- 
ti.  Berthelot  halla  parecidos  los  nombres .  que  se  conservan  de  amitos 
países. 


—  69  — 

Kl  mismo  Ordofíez  cree  que  Valun  Votan,  la  tier- 
ra de  Votan  es  Cuba  (pág.  LXXXVIII.)     De  esto  se 

infiere  que  unos  dicen  que  de  Cuba  fueron  y  otros  que 
;i  ella  vinieron  los  primeros  pobladores;  pero  ¡y  las 
pruebas ! 

Respecto  de  los  caribes  observa  el  abate  Brasseur 
de  Bourbourg  que  los  españoles  encontraron  en  todo  el 
litoral  de  la  América  continental  que  descubrieron  en 
el  siglo  XVI  los  mismos  indios  de  Caramari,  Carta- 
gena y  Santa  Marta:  raza  guerrera  de  quienes  se  jacta- 
ban descender  los  paises  vecinos.  Como  los  nahuas  se 
deprimían  la  frente,  siendo  niños,  para  que  se  les  pre- 
sentasen más  salientes  los  ojos.  Poco  antes  de  la  lle- 
gada de  los  españoles  se  habían  visto  en  las  Antillas: 
la  etimología  de  su  nombre  que  significa  guerrero  en 
guaraní,  indica  como  la  palabra  naliual  el  orgullo  de  la 
raza.  Al  llegar  á  este  punto  no  se  le  ocurre  al  sabio 
americanista  señalar  ningún  parentesco  etnológico  en- 
tre Yucatán  y  los  cubanos;  por  el  contrario  reproduce 
otra  teoría  no  más  fundada:  copia  á  los  que  dijeron 
(pie  los  indios  meridionales  creian  haber  venido  de  las 
llanuras  de  Florida.  Para  el  francés  los  caribes  ejer- 
cieron en  la  América  septentrional  la  influencia  "que 
los  nahualts  de  Méjico." 

;  Y  qué  datos  hay  para  asegurar  que  sean  unos  mis- 
mos! ¿quién  habla  de  las  tradiciones  de  Florida?  Es, 
pues,  una  cosa  demostrable  que  no  hay  nada  común 
entre  los  indios  de  las  Antillas  y  los  del  Yucatán  y  de 
Centro  América.  El  examen  de  la  lengua  maya  aca- 
ba de  destruir  la  preocupación  que  he  venido  comba- 
tiendo. 

El  ílArte  de  la  lengua  maga  reducido  á  sucintas  re- 
glas, g  el  lexicón  gucatecOj  por  el  padre  Fr.  Pedro  \\r\ 
tran  dé  Santa  Rosa  maestro  de  lengua  maya  en  el 
convento  de  Han  Francisco  de  Mérida  ( México,  1  TIC. )" 
ofrece  la  prueba  material  de  que  ninguna  palabra  ma- 
ya es  usada  por  los  indios  haitianos,  ni  yucayos,  ni 
siboneyes,  ni  con  mucha  diferencia,     Entre  las  voces 


—  70  — 

antillanas  que  nos  quedan,  baile,  se  dice  areito-,  y  en 
yucateco  okol-,  cama,  hamaca  aquí  [Cuba]  y  allá  chac, 
chachu-,  cesto,  macuto,  jabuco,  y  xac  en  yucateco;  todo 
es  diferente  y  hasta  para  expresar  el  fenómeno  natural 
que  llamaban  huracán  los  isleños,  dicen  los  yucatecos 
molayih,  xanatjik  á  pesar  de  tener  á  huracán  en  otro 
sentido. 

¿En  que  se  ha  podido  fundar  la  presunción  de  que 
la  lengua  de  Cuba  era  la  misma  maya  y-  que  se* pobló 
por  los  indios  de  Yucatán!  Personas  muy  discretas  y 
estudiosas  han  sostenido  esa  verdadera  suposición:  pre- 
ciso me  será  insistir  en  otro  lugar  en  sostener  lo  con- 
trario. Yo  creo  que  el  único  fundamento  del  error  es 
uno  que  cometió  el  célebre  italiano  Pedro  Mártir,  que 
todos  copiaron  después,  á  pesar  del  desengaño  que  de- 
bió producir  el  aserto  del  verídico  cronista  Diaz  del 
Castillo.     Hé  aquí  la  clave. 

Efectivamente:  Horn  trasladó  de  Acosta  las  siguien- 
tes palabras:  "la  lengua  varaguaiana  es  de  todas  (las 
de  América)  extensísima:  en  todo  Paraguay  y  Brasil 
se  entiende  como  en  Yucatán  y  otros  puntos  desde  el 
estrecho  de  Magallanes  y  Santa  María."  A  lo  que 
agregó  que  si  se  entiende  en  Yucatán,  también  en 
Haití,  y  en  Cuba,  porque  los  intérpretes  de  Cortés  que 
llevó  de  Cuba  á  Yucatán  entendían  la  lengua  del  pais, 
que  como  dice  Pedro  Mártir,  si  no  era  el  mismo  idioma, 
eran  consaguíneos  (1)  (a).  Y  no  tenia  razón  Pedro 
Mártir:  el  ingenuo  Diaz  del  Castillo  cuenta  que  los  in- 
térpretes que  llevó  Cortés  eran  Melchor  y  Julián,  in- 
dios que  trajeron  de  Cuba  de  las  primeras  expediciones 
á  la  descubierta.  UY  estándolos  esperando,  dice  Diaz, 
vino  una  india  moza  de  buen  parecer  y  comenzó  á  ha- 


(t)    De  Oria,  gent.  American,  lib.  I,  pág.  107. 

(a)  Las  palabras  de  Pedro  Mártir  son  las  siguientes:  "Ubi  illuxit  acce- 
dunt  barban,  appellant  interpretes  Gubenses  nostros,  quorum  idioma,  si 
non  idem,  consanguinenm  tamen. — De  Ynsulis  Nuper  inventis,  pág.  335. 
Colon  157  í. 


—  Ti- 
bial' la  lengua  de  Jamaica y  como  muchos  de  nues- 
tros soldados  y  yo  la  entendíamos  muy  bien  aquella  len- 
gua que  es  la  de  Cuba  nos  admiramos  y  preguntamos: 
¿cómo  estaba  allí?"  lié  ahí  que  eran  lenguas  distintas 
y  semejantes  las  de  Cuba  y  Jamaica.  Contiene  ese 
hecho  una  prueba  de  las  posibles  comunicaciones  que 
podían  tener  los  pueblos  americanos.  La  india  contó 
que  hacia  dos  años  que  fué  arrojada  á  aquellas  costas 
en  una  canoa  en  que  iban  á  pescar  indios  de  Jamaica, 
en  número  de  10,  á  los  islotes;  y  las  corrientes  los 
echaron  en  aquella  tierra  en  donde  fueron  sacrificados 
sus  compañeros  á  los  ídolos.  Véase,  pues,  qué  pronto 
se  combatió  sin  éxito  el  error  de  Pedro  Mártir  que  co- 
pia Ilorn,  la  narración  del  más  verídico  de  los  cronis- 
tas, testigo  presencial  de  los  acontecimientos  (1). 

Otros  escritores  lejos  de  buscar  enlaces  históricos 
entre  Yucatán  y  las  Antillas,  los  hallan  muy  distintos 
al  explicar  la  leyenda  de  Votan:  tenemos  que  comple- 
tar nuestro  trabajo  de  referencias,  si  bien  no  ocultare- 
mos la  mas  favorable  á  los  que  sostienen  la  anterior 
fábula  para  poner  fin  á  este  capítulo. 

D.  Pablo  Félix  Cabrera,  de  Guatemala,  con  vista 
de  los  geroglíficos  mexicanos,  ha  procurado  demostrar 
las  relaciones  entre  fenicios  y  americanos.  Teoría 
ingeniosa  que  merece  tomarse  en  consideración.  Ca- 
brera observa  que  Trípoli  se  llamó  Chivin:  asila  divi- 
sa de  Votan  dice:  "Yo  soy  serpiente  porque  yo  soy 
Chivin,"  debe  leerse  Trípoli.  Cree  que  Votan  es  nieto 
de  Hércules  Tirio;  que  la  isla  española  es  la  antigua 
Septimania;  que  la  ciudad  de  Alceta  es  Valun;  que 
las  siete  serpientes  son  las  Islas  Cananas.  Cabrera 
lleva  á  Votan  á  Roma  y  agrega  cosas  maravillosas, 
concluyendo  con  que  la  colonia  cartaginesa  que  vino  á 
América  fué  durante  la  primera  guerra  púnica.     Habla 


il)    Conquista  de  Nueva  España,  oap,  VJII,  pág.  !>.   (Coleo,  üo  Kivaüj 
neira  t.  28,1 


de   la  predicación    del  apóstol  Santo   Tomás   aunque 
con  mas  estension  en  otra  parte  (1.) 

Es  pura  leyenda  mas  fantástica  que  histórica  lo 
que  queda  de  Votan:  condensa  esas  tradiciones  un  es- 
critor mexicano  en  los  términos  siguientes:  "Según  la 
primera  versión,  Votan  era  nieto  de  Noé:  asistió  á  la 
construcción  de  la  torre  de  Babel,  gran  casa  en  que 
cada  uno  recibió  su  idioma  particular,  y  Dios  los  envió 
á  tomar  posesión  de  las  tierras  indianas." 

''Otra  versión  presenta  á  Votan  como  originario 
de  Tiro,  Trípoli  en  Siria.  El  descendia  como  la  na- 
ción Chivin  de  Helth,  hijo  de  Canaan.  Otros,  en  fin, 
le  hacen  descendiente  de  Hércules  y  de  Cadmo." 

"Además  en  la  relación  que  el  mismo  Votan  cuidó 
de  dejar,  indica  su  origen."  "Yo  soy  culebra,  dice, 
porque  yo  soy  Chivin  perteneciente  á  una  nación  céle- 
bre por  haber  dado  nacimiento  al  gran  Cadmo....  quien 
mereció  ser  mudado  en  culebra  y  elevado  al  rango  de 
los  dioses.  Y  con  la  gloria  de  su  raza  entonó  un  canto 
á  siete  naciones  Tzequitas,  que  á  la  vuelta  de  muchos 
años  encontró  las  siete  familias  que  yo  había  conduci- 
do á  Valun- Votan  y  á  los  que  distribuí  tierras." 

"Diodoro  cuenta,  agrega  el  escritor,  traduciéndolo 
de  un  periódico  europeo,  que  Hércules  navegó  al  rede- 
dor del  mundo  y  llegó  hasta  Septimania,  hoy  Cuba, 
donde  fundó  á  Alceta,  capital  déla  Isla.  De  este  mo- 
do puede  explicarse  como  Votan  nieto  de  Hércules 
tirio,  vino  á  embarcar  en  Alceta  que  llama  Valun- 
Votan,  su  primera  colonia  en  el  nuevo  mundo  (2.)" 

4 'Parece  que  Votan  emprendió  viajes  al  antiguo 
hemisferio  y  que  se  hallaba  en  Roma  á  tiempo  de  verifi- 
carse la  erección  del  templo  de  Rómuloy  Remo.  Fué 
el  primero  que  suministró   á  los  cartagineses   y  á  los 


(1)    Kivero.     Antigüedades  Peruanas,  cap.  I. 

[2]  Uno  de  los  apéndices  de  mis  Apuntes  para  la  Historia,  de  las 
Letras  é  Instrucción  Pública  de  la  Isla  de  Cuba,  t.  II,  pág.  143,  contieno 
mi  juicio  sobre  estas  tradiciones  con  motivo  de  la  memoria  que  escribió  mi 
amigo  el  I)r.  Valdés  Agm'rrc, 


romanos  las  primeras  noticias  de  América,  á  donde 
cada  uno  de  estos  pueblos  se  apresuró  á  mandar  una 
colonia  antes  de  la  primera  guerra  púnica.  Habiéndo- 
se prolongado  la  ausencia  de  Votan,  á  su  regreso  en- 
contró que  nuevas  colonias  se  habían  reunido  á  las  que 
habia  conducido  á  Cuba."  (1) 


i  i  -     ri  Museo  Mexicano  fc.  II,  pég.  35  (1    13.) 


—  74 


Capitulo  VI. 

Investigaciones  más  recientes. — Tradiciones  de  las  An- 
tillas.— Inconvenientes  históricos. — Deducciones  geo - 
lógicas. — Codex  Chimalpopoca. 


Nada  se  encuentra  especial  sobre  las  Antillas  en 
trabajos  de  investigación  y  recolección:  se  refieren  á 
demostrar  la  unidad  de  origen,  suponiendo  que  la  po- 
blación pasó  del  Antiguo  al  Nuevo  Mundo.  Pero  si 
los  europeos  defienden  sus  tradiciones,  también  con- 
servan las  de  los  nuevos  pueblos  en  curiosas  narracio- 
nes. Según  las  tradiciones  de  los  caribes  de  las  islas 
menores  conforme  á  los  escritores  críticos  como  Cham- 
plain,  y  descriptivos  como  Laborde,  y  lo  observa  Sou- 
vestre  (Au  out  du  monde),  Lucho  formó  el  mundo  que 
conocemos;  los  sacerdotes  caribes  contaban  que  había 
hecho  todas  las  cosas;  que  vino  de  un  mundo  que  se  halla 
sobre  las  nubes,  país  de  los  genios  y  de  las  almas. 
Creó  primero  la  tierra  sin  aguas,  ni  flores,  ni  montarías. 
No  hay  puntos  de  semejanza  entre  el  origen  del  mun- 
do, según  esta  tradición  y  la  quiche. 

Más  podia  relacionarse  con  la  egipcia  la  teogonia 
en ribe:  según  los  egipeios  el  sol  varia  de  nombres:  al 
mediodía  es  Ba,  de  noche  Atan;  y  como  autor  de  la 
vida  Kheper.  Neitt  es  la  madre  del  sol;  Nub  la  vaca 
que  recibió  á  lloro-,  y  Nun  el  soplo  divino  mens  agitat 
molem  (1).     En  los   nombres  que  se    van  4  copiar  de 


(l)    Itevuc  des  JJeux  Mondes,  pág.  182,  t.  71  (18G7.) 


las  tradiciones  americanas,  se  encuentra  algo  semejan- 
te: Bacuman  (los  frutos)  contiene  la  sílaba  lia  ya  co- 
nocida y  que  entra  en  la  composición  de  los  nombres 
de  los  faraones,  desde  que  se  consideraban  como  santi- 
ficados ó  dioses  con  el  hecho  de  ser  reyes.  Pero  es  la 
verdad  que  la  semejanza  se  queda  en  el  sonido  mate- 
rial, porque  tienen  las  palabras  otra  significación. 

Los  caribes  concibieron  una  idea  de  Lucuo  mas 
levantada  que  los  que  le  hicieron  formar  al  hombre  de 
harina:  le  bastó  tocar  el  ombligo  con  su  propia  pierna; 
de  ese  contacto  nacieron  diez  grandes  caribes,  que  lue- 
go se  elevaron  al  rango  de  Dioses. 

El  primero  se  llamó  Noiun  (astro  de  la  tarde):  orgu- 
lloso de  su  belleza  se  mostró  á  la  tierra  toda;  pero 
Ilu'ni  (el  sol)  se  presentó  á  poco  y  Noum  abochornada 
con  el  paralelo  se  escondió  para  no  salir  más  que  de 
noche.  Los  otros  grandes  caribes  se  dividieron  el  pa- 
tronato de  los  demás  fenómenos  y  cosas  notables  de  la 
tierra:  AcJiinaon,  presidió  la  lluvia;  Juluco,  el  arco  iris; 
Curumon,  las  olas;  Sábacn,  las  tempestades;  Raciman, 
los  frutos;  Simacani,  los  cometas;  Cuaima,  es  el  gci'o 
de  los  semis  ó  ¿ternes,  genios  buenos  hijos  de  Lucuo  y 
dé  las  primeras  mujeres. 

Esa  teogonia  contiene  sus  incidencias  característi- 
cas. El  arco  iris  (Juluco)  tiene  los  colores  que  le  dis- 
tinguen porque  ese  dios  se  alimentaba  de  peces,  lagar- 
tijas, hojas  verdes  y  colibries;  Racionan  se  representa- 
ba en  formado  serpiente  con  cabeza  de  hombre:  vivia 
sobre  un  árbol  llamado  calata,  desde  donde  ofrecía 
frutas  á  los  pasajeros  y  luego  se  convirtió  en  estrella. 
Sicomani  anunciaba  como  un  cometa  la  ira  del  cielo. 

La  tierra  influida  por  el  sol  se  [linchó,  formando 
montañas  y  creándose  la  vejetaeion.  Esa  fué  la  épo- 
ca de  la  creación  de  los  primeros  hombres  que  vivían 
muchos  anos  sin  envejecer  porque  se  mantenían  siem- 
pre de  pescado  joven*     Lucuo  vivió  mucho  tiempo  con 

sus  criaturas  y  al  cabo  se  marchó  al  país  de    los    semis 
donde  residió  en  lo  adelante. 


—  76  — 

Su  ausencia  fué  causa  de  que   se   disminuyese   la 

pesca,  y  se  aumentasen  las  contrariedades  de  la  natu- 
raleza y  los  hombres  vivieron  como  fieras  ó  animales 
silvestres.  Lucho  se  compadeció  y  se  apareció  á  un 
anciano  y  le  reveló  los  medios  de  mejorar  con  el  traba- 
jo su  situación.  Lucuo  rompió  su  bastón  en  menudos 
pedazos,  que  enterró  encargando  al  anciano  que  vol- 
viese á  verlos  dentro  de  algún  tiempo:  á  los  nueve 
meses  encontró  el  viejo  convertidos  en  yucas  los  peda- 
zos en  que  dividió  Lucuo  el  bastón.  También  en  las 
islas  mayores  hay  algo  de  esta  tradición  agrícola. 

Cuando  los  caribes  se  encontraron  felices,  olvidaron 
á  su  dios  y  no  le  presentaron  casabe  ni  otra  ofrenda 
(alahris).  Entonces  hizo  descender  los  rios  sobre  la 
tierra  desde  el  cielo,  cuya  agua  era  el  sudor  de  los 
sentís  y  la  tierra  fué  inundada,  no  salvándose  mas  hom- 
bres que  algunos  en  las  montañas  que  son  los  ascen- 
dientes de  los  hombres  actuales. 

La  existencia  del  diablo  ó  espíritu  malo,  con  el 
nombre  mabuya,  es  una  de  las  creencias  de  los  indios: 
y  tanto  los  semis  como  los  mabuyas,  se  multiplican 
constantemente,  porque  los  hay  de  los  distintos  sexos. 
Los  boyes  ó  sacerdotes,  pueden  conjurar  al  mal  espíritu 
que  está  en  guerra  siempre  con  los  espíritus  buenos; 
4in  senti,  que  se  llama  cocheixi,  asiste  á  cada  sacerdote 
para  ayudarle  en  los  trabajos  profesionales. 

La  calabaza  ó  higuera  en  que  estaban  contenidas 
las  aguas,  según  la  tradición  haitiana,  como  las  aguas 
provenientes  de  los  sudores  de  los  semis,  son  ridiculas 
versiones;  pero  ambas  pueden  recordar  un  hecho  histó- 
rico' que  acaso  comprueben  los  geólogos  con  el  tiempo: 
la  separación  de  las  islas  del  continente,  t^~ 

Ño  es  posible  encontrar  tradiciones  históricas  ad- 
misibles, acerca  de  la  primitiva  población  de  las  Indias 
Occidentales.  Ni  las  teorías  de  García  [1],  ni  del  oidor 


(1)     Origen  ciclos  Indios  del  Nuevo  Mundo  ó  Indiis   Occidentales 
Segunda  impresión.    Madrid  1729. 


—  77  — 

Rocha  [1],  ó  la  del  subió  Ilervás  [2],  están  libres  de 
objeciones.  El  ilustre  Clavijero  lo  ha  demostrado  res- 
pecto de  otras  [3];  pero  el  mismo  Hervás  [4]  ha  reco- 
nocido á  mi  anterior  propósito  la  existencia  de  mi  hecho 
escrito  en  las  formas  con  que  se  presentan  las  Antillas 
y  Lucayas  que  indican  un  cataclismo;  las  que  él  atribu- 
ye al  hundimiento  de\a  Atldntida,  y  autores  modernos 
al  levantamiento  de  la  cordillera  de  los  Andes. 

•'Las  alteraciones,  sucesivas  en  la  faz  de  \u 
tierra,  principalmente  en  lo  que  en  la  actualidad  ocu- 
pan los  mares,  que  en  los  continentes  que  aun  du- 
ran, han  sido  ciertamente  pequeñas,  han  podido  se- 
parar naciones  que  tenian  una  misma  descendencia. 
Así  los  caribes  de  la  Florida,  que  parecen  convenir  en 
origen  con  los  caribes  (del  continente)  de  Tierra  Firme 
ó  del  Orinoco,  de  estos  se  pudieron  separar  cuando  los 
muchos  y  grandes  rios  que  desaguan  en  el  golfo  mexi- 
cano lo  formaron  y  rebosaron  sus  aguas  é  hicieron  el 
archipiélago  de  islas,  promontorios,  picos  y  bajíos  que 
le  rodean Las  alteraciones,  que  en  la  su- 
perficie terrestre  han  hecho  muchas  causas  naturales 
y  principalmente  las  que  han  formado  las  islas  ó  han 
separado  el  continente,  han  dividido  y  alejado  no  pocas 
naciones,  que  descendian  de  una  misma  familia." 

Esto,  que  es  racional  y  científico,  está  conforme 
con  las  tradiciones  vaga,s  é  incompletas  de  los  caribes 
de  las  Antillas,  como  lo  hemos  indicado  ya:  los  de  las 
Antillas  menores,  en  efecto,  atribuían  su  formación  al 
diluvio  causado  por  los  sudores  de  los  buenos  genios; 
v  en  cuanto  á  las  mayores  6  tainos  á  la  ruptura  de  una 
calabaza  que  inundó  la  tierra,  de  que  solo  quedaron 
enjutos  los  puntos  mas  elevados  que  ahora  son  las  islas. 


(1)  Tratado  único  y  singular  $;  lo  extracto  en  otro  logar  de  onta 
obra,  y  publiqué  un  juicio  en  periódicos  de  la  Habana,  reproduoido  »mi  [os 
de  La  Isla  do  Cuba. 

(2)  Catálogo  de  las  lenguas.    Madrid  1800.  T.  I?  XI  ínt,  Trat.  i .' 
(:J)    Storia  Ande,  del  Messico. 

(4)    Catálogo  de  las  Lenguas  t.  1"  pag.  83, 


—  7S  — 
Esto  no  ha  podido  Impedir  que  entre  esas  islas  se 
hayan  continuado  comunicaciones  por  las  costas  del 
continente  como  las  de  Paria,  que  tanto  llamó  la  aten- 
ción del  cronista  Oviedo  desde  les  tiempos  de  la  con- 
quista. 

Según  las  tradiciones  de  las  Antillas  mayores  que 
Pedro  Mártir  de  Angleria  (1)  conserva  6  extracta  me- 
nudamente de  la  relación  del  hermano  Román  (2),  que 
por  orden  de  Colon  escribió  un  sumario  de  los  ritos, 
creencias  y  anticuallas  de  los  indios  de  Haiti,  fueron 
inundaciones  las  que  crearon  las  islas.  Según  esas 
tradiciones  eran  autoctones  los  haitianos:  en  dos  cue- 
vas llamadas  Caxibajaguá  y  Amaiauna  bajo  la  custodia 
de  Macocael,  convertido  en  piedra,  encerró  Guagoniana 
á  los  hombres.  Salieron  las  mujeres  y  los  niños,  que 
acosados  del  hambre  en  la  isla  de  Matutino  gritaron 
toa,  toa,  es  decir,  madre:  entonces  fueron  convertidos 
en  ranas,  y  toa  es  la  voz  con  que  se  designa  ese  animal. 
De  los  antros  en  que  vagaban  los  hombres  lograron  es- 
capara lgunos  buscando  mujeres,  por  un  descuido  de  Ma- 
cocael  por  el  que  fué  convertido  en  piedra  según  que- 
da dicho.  Vieron  efectivamente  una  noche  ciertos 
seres  que  les  parecieron  mujeres  y  quisieron  cojerlos  y 
detenerlos,  pero  se  les  iban  de  las  manos;  y  entonces 
buscaron  hombres  de  manos  ásperas  que  habian  sufri- 
do lepra  y  les  habian  quedado  las  manos  escabrosas  y 
se  llamaban  car  acar  acoles.  Con  este  medio  lograron 
pescar  los  resbaladizos  seres,  aunque  pocos,  pero  no 
quedó  remediado  el  mal:  las  cuatro  al  parecer  mujeres 
que  se  detuvieron  car  ere  femínea  natura  comperiunt. 
Por  consejo  de  los  viejos  encargaron  al  pájaro  que  lla- 
mamos carpintero  "qui  acuto  rostro  intra  ipsarum  in- 
guina  foramen  effodiat" — cuya  operación  quedó  practi- 
cada. He  reducido  á  su  última  expresión  este  extracto, 


( 1 )  De  Bebus  Americanicis  et  novo  orbe  Decañis,  '.\  pág.  102,  Colonia  1574. 

(2)  Como  introducción  á  la  2*  parte  de  esta  obra  pondré  íntegra  la  rela- 
ción por  mí  traducida,  corrigiendo  las  erratas. 


—  Tí)  — 
que  áerriuestrii  que  se.  creían  aborígenes  los  hombres 
y  no  venidos  de  otros  climas.  Pero  el  nacimiento  de 
los  mares  fué  para  ellos  posterior  al  suyo;  como  el  sol 
y  la  luna  que  salieron  de  dos  agujeros  de  las  cuevas 
Bithaitél  y  Maróhu  que  allí  enseñaban.  El  origen  del 
mar  dio  sus  formas  al  archipiélago  como  ahora  se  en- 
cuentra. Habiendo  perdido  Yaya  su  único  hijo,  lo  en- 
cerró en  una  calabaza  ó  güiro  como  un  sepulcro:  im- 
paciente y  curioso  á  los  pocos  meses  abrióla  y  vio  con 
asombro  que  estaba  llena  de  grandes  y  pequeños  pe- 
ces de  muchas  especies.  Divulgóse  la  noticia.  Cuatro 
hermanos  nacidos  de  un  solo  parto,  euatrigenitos,  de 
cuyo  alumbramiento  murió  la  madre,  quisieron  cojer  de 
esos  peces:  tomaron  la  calabaza  en  cuyo  acto  fueron 
sorprendidos  por  Yaya:  huyeron  cayéndoseles  la  calabaza 
de  las  manos,  que  se  rompió  derramándose  el  agua  y  los 
animales,  llenándose  los  prados  y  toda  la  tierra  menos 
la^  cumbres  de  las  montañas  que  dieron  por  resultado 
á  las  islas.  No  es  necesario  hablar  de  los  viajes  de  los 
jóvanes  hermanos;  del  prodigioso  nacimiento  de  la  mu- 
jer que  les  sirvió  de  compañera  y  completar  sus  absur- 
das leyendas,  todo  será  tratado  en  otro  lugar:  aquí  cons- 
te que  se  creian  originarios  de  la  Isla. 

Muy  diversa  es  la  tradición  de  Haití  que  en  sus 
Fastos  Universales  inserta  Mr.  Buret  de  Longchamps 
(1823)  y  reproduce  Ce'sar  Cantú  en  las  ilustraciones  de 
su  Storia  Univefsale  (l).  "Los  habitantes  de  Haití 
creian  que  cuanto  en  el  universo  existe  trae  su  origen 
de  la  unión  de  dos  seres  llamados  Tara.rtailicfontos  y 
Tepapa  que  tenían  forma  de  un  escollo.  Engendraron 
una  hija  Tefotrntatatayo  (el  año  y  los  meses  colectiva- 
mente). De  la  misma  manera  se  reprodujeron  las  es- 
trellas y  los  planetas.  Entre  los  hijos  de  los  primeros 
seres  los  hubo  inferiores  llamados  Fafaas:  de  dos  Fa- 
inas que  habitaron    de    antiguo    la    tierra   vinieron  los 


(l)    Storia  Universale lib.  1'.'  Sohiarram.  E 


—  80  — 
hombres.  Nació  el  primer  hombre  redondo  como  una 
pelota,  pero  su  madre  á  fuerza  de  tirones  y  trabajos  le 
dio  sus  formas,  y  tuvo  por  nombre  JEotho  que  quiere 
decir  viento.  No  habiendo  mujeres,  se  unió  á  su  pro- 
pia madre  con  la  que  tuvo  una  hija  que  solo  dio  á  luz 
hembras  de  su  especie  por  algún  tiempo  hasta  que  lo- 
gró tener  un  varón,  que  con  sus  hermanas  pobló  la  tie- 
rra. Tañe  fué  el  otro  hijo  de  las  primeras  madres  á 
quienes  los  haitianos  consideran  muy  influyente  en  los 
sucesos  humanos.  Tal  es  lo  que  se  expresa  y  extracto 
de  una  para  mí  errada  versión,  que  por  lo  menos  no  es 
indígena  de  Haití. 

Si  se  examina  la  situación  de  las  Antillas,  parece 
indicarse  que  su  población,  sino  ha  sido  anterior  á  la 
formación  de  las  islas  del  archipiélago  de  ellas  y  del  mar 
caribe,  vino  por  la  parte  del  continente  meridional  en 
que  existian  numerosos  caribes,  é  indios  semejantes  á 
los  que  hallaron  en  las  islas  los  conquistadores  españo- 
les: todos  unos,  como  dijeron  al  verlos  y  con  idénticas 
costumbres. 

Las  investigaciones  históricas  de  Brasseur  de  Bour- 
boug  han  venido  á  dar  un  apoyo  más  á  la  tradición 
haitiana,  que  suponía  que  los  hombres  habian  salido 
de  Haití  para  poblar  el  mundo;  el  escritor  francés  solo 
se  refiere  á  las  Antillas,  pero  le  quita  esa  honra  á  Hai- 
tí para  darla  á  Puerto-Rico.  Sobre  esa  creencia  he  pu- 
blicado en  mis  Tradiciones  Indias,  insertas  en  la  Amé- 
rica Ilustrada  (Nueva  York)  una  idea  general:  ahora 
copio  de  mi  propio  escrito,  los  siguientes  párrafos  que 
hacen  á  mi  actual  propósito:  u el  célebre  ame- 
ricanista Brasseur  de  Bourboug  ha  encontrado  nuevos 
datos  en  su  gran  descubrimiento  arqueológico  del  Co- 
dex  Chimalpopoca,  manuscrito  mexicano  que  contiene, 
según  él  dice,  la  historia  de  una  larga  serie  de  años. 
El  abate  piensa  que  es  la  historia  genuina  del  género 
humano  desde  el  período  glacial.  Es  un  tomo  en  8? 
que  abraza  el  texto  mexicano  y  su  traducción,  ocu- 
pando aquel  la  parte  superior  de  la  página,  con  certifi- 


-81  — 
ración  final  de  que  es  copia  de  un  antiguo  ejemplar1 
conservado  en  México,  que  autoriza  el  oficial  público 
encargado  de  su  conservación.  Lo  vio  el  redactor  de 
The  Wored,  de  Nueva  York,  cuando  leyó  el  discurso 
que  aquí  procuro  dar  á  conocer.  La  circunstancia  de 
estar  escrito  en  caracteres  comunes  todo  el  libro,  se  ha 
explicado  por  el  descendiente  de  Mocteczuma,  educa- 
do por  los  españoles,  que  quiso  conservarlas  tradicio- 
nes cuando  supo  por  los  nobles  mexicanos  que  los  ma- 
nuscritos en  geroglíficos  los  iban  á  quemar:  los  monjes, 
los  1  railes  y  soldados  querían  hacer  desaparecer  esos 
símbolos  ó  auxiliares  de  la  idolatría.  En  1540  caye- 
ron algunos  franciscanos  en  la  cuenta  de  que  esos  ge- 
roglíficos contenían  la  historia  del  país,  y  entonces  ya 
quedaban  pocos. 

''En  este  libro  citado,  se  lee  la  historia  verdadera 
del  período  glacial,  la  de  la  formación  de  lámesela  del 
Ailantis  (donde  está  el  Océano- Atlántico)  y  su  relación 
es  conforme  con  los  monumentos  que  se  encuentran 
en  Yucatán.  El  laborioso  y  entendido  abate  ilustró 
su  lectura  ó  discursó  con  la  exhibición  de  dibujos  que 
representan  las  figuras,  el  rompimiento  del  hielo  y  los 
sucesos  que  siguieron. 

''Yo  voy  á  suprimir  todo   lo  que  no  se  refiera  á  la 
aparición  de  las  islas  en  las  cuales  se  hospedó  la  fuente 
de  la  humana  vitalidad,  según  el  Codex  CMmcüpopoca : 
y  aunque  difieren  sus  pormenores  de  la  tradición  anti- 
llana, con  ella  coincide  la  que  de  las   islas  se  pobló  la 
tierra:  entre  esas  diferencias  es  una  que  supone  á  Bo- 
riquen  la  cuna  del  hombre,  cuando  los  tainos  creían  que 
fué  en  Haití  y  aún  existe;  la  cueva  allí  que  lo  acredita, 
y  la  isla  Matimno  ó  délas  mujeres,  que  son  datos  más 
materiales  que  el  simple  dicho  del  uodege.    Sin  embar- 
go, voy  á  seguir  exponiéndola  tradición  Chimalpopoca. 
"Las  cuatro  islas  que  se  formaron  al  romperse  los 
hielos  son   Cuba,   Haití,  Jamaica  y    Puerto  Rico,  las 
cuales  han  sufrido  grandes   convulsiones,  v  (Mitre  oirás 
las  que  les  causó  el  diluvio:  el  libro  dice  (pie  se  llamó 


—  82  — 
Noachian,  lo  que  se  parece  á  Noé,  como  si  lo  hubiera 
puesto  el  educado  de  los  europeos,  príncipe  Azteca, 
para  inclinar  á  sus  paisanos  á  recibir  como  cierta  la  re- 
velación judaica.  Es,  no  obstante,  el  diluvio  de  Noa- 
chiam  uno  de  los  períodos  históricos:  como  el  causado 
por  Yaya-el  en  la  leyenda  ó  areito  antillano. 

"El  hombre  apareció  cuando  se  descubrieron  las  is- 
las y  fué  Puerto  Rico  el  lugar  más  antiguo  de  su  habi- 
tación, no  se  explica  si  como  producto  de  creaciones  su- 
cesivas ó  un  ser  formado  de  súbito  como  hoy  lo  conoce- 
mos. El  libro  habla  efectivamente  de  cuatro  islas,  pero 
sus  nombres  son  traducción,  y  traducción  libre,  del  in- 
tréprete  como  debe  suponerse  cuando  se  habla  de  Puer- 
to Bico:  que  es  castellano  puro,  que  miente  por  la  bar- 
ba porque  ni  es  solo  un  puerto,  ni  es  rico,  que  digamos, 
el  objeto  á  que  se  aplique:  en  cuanto  á  los  otros  nom- 
bres son  todos  tainos  de  los  indios  nobles  ó  buenos  de 
las  grandes  Antillas  y  las  Bahamas  ó  Lucayas:  pero 
aplicados  por  Mr.  Brasseur  de  Bourboug. 

"En  ambos  lados,  dice  el  libro,  que  se  abrió  la  tie- 
rra en  cuatro  puntos:  en  el  primer  espacio  está  Acalt 
(Puerto  Rico);  en  el  segundo  Tepalt  (Haití);  en  el 
tercero,  Calli  (Cuba);  en  el  cuarto  Tochthi  (Jamaica). 
Para  dar  origen  á  Acalt  se  reventaron  cuatro  de  las 
siete  cuevas  de  Ozts  (las  islas  Canarias)  arrojando  to- 
rrentes de  fuego  que  llegaron  á  Alito  (Perú)  y  están 
esparcidos  en  ambos  lados  (el  Atlántico)." 

Por  más  respeto  que  nos  merezcan  las  interpreta- 
ciones de  esas  tradiciones,  no  parecen  indiscutibles: 
solo  en  cuanto  al  número  de  las  islas,  aun  cuando  no 
les  correspondan  los  nombres  antiguos  á  los  modernos, 
son  las  mismas  de  estos  mares,  por  la  razón  muy  sen- 
cilla, pero  muy  doble,  de  que  no  hay  otras  de  su  impor- 
tancia y  estension. 


—  83  — 


Capítulo  VIL 


Tradiciones  sobre  orígenes  de  la  nación  caribe  del  conti- 
nente— Lafiteau,  Dutertre,  Bristock,  Bochefort  y  otros. 


Entre  las  poblaciones  que  encontraron  los  españo- 
les en  su  edad  de  piedra,  eran  de  las  más  adelantadas, 
las  caribes  del  continente;  y  su  aspecto,  y  la  mayor 
parte  de  sus  cualidades,  concuerdan  con  las  descripcio- 
nes contemporáneas,  en  especial  de  Oviedo,  respecto 
de  los  naturales  de  Cuba,  y  los  entusiasmados  juicios 
del  cronista  Torquemada  (1):  pero  á  nuestro  propósito 
es  más  allegado  á  lo  expuesto,  lo  escrito  por  el  Padre 
Gumilla  (2):  *  'Entre  todos  ellos  (los  indios)  se  hallan 
naciones  que  se  precian  de  muy  entendidas  y  cierto 
que  en  el  aire  del  cuerpo,  el  desembarazo  y  modo  de 
hablar,  en  la  mayor  suavidad  del  lenguaje  y  en  otras 
señales,  hay  naciones  que  han  manifestado  ventajas  so- 
bre otras.  La  sobresaliente  y  dominante  en  Orinoco,  es 
la  nación  caribe  que  se  extiende  por  la  costa  oriental 
bástala  Guyana  y  aún  hoy  vive  mucha  gente  de  ellos  en 
Trinidad  de  Barlovento  y  en  las  tres  islas  colocadas 
junto  ala  Martinica:  ni  sabemos  que  haya  en  aquellos  paí- 
ses nación  que  los  iguale  6  los  exceda.  Lo  cierto  es,  co- 
mo después  veremos,  en  valer  se  tiene,  y  á  veces  vence 
á  los  caribes  cuando  suben  armados  Orinoco  arriba  y 
llegan  6  procuran  abordar  á  los  cabe  res. 


(1)    Monarquía  Indiana,  cup.  85. 

{'2)     Orinoco  ¡lastrada,  cu  v;irios  capítulos  del  primer  tomo. 


—  84  — 
é'Son  los  cafibes  de  buen   arte,   altos  de   cuerpo  y 
bien  hechos:  hablan  desde  la  primera  vez  con  cualquie- 
ra con  tanto  desembarazo  como  si  fuera  muy   amigo  y 
conocido." 

Y  no  debemos  omitir  las  palabras  de  Torquemada 
con  referencia  á  Haití:  ''Hubo  hombres,  dice,  y  mu- 
jeres de  tan  buena  disposición  y  compostura  en  los 
rostros;  que  aunque  lo  tenían  algo  moreno,  especial- 
mente las  mujeres,  podían  ser  señaladas  y  miradas  en 
España  por  ríiuy  hermosas  y  conoció  en  la  Vega  mu- 
jeres casadas  con  españoles  nobles  y  caballeros  (que 
ellas  eran  señoras  de  pueblos^)  que  eran  de  admirable 
hermosura  y  casi  tan  blancas  como  las  españolas." 

Agrega  que  eran  de  "muy  buenos  y  proporcionados 
cuerpos — dice  que  era  mayor  la  hermosura  en  Jaraguá; 
pues  la  gente  de  las  Lucayas,  auna  mano  así  hombres 
como  mujeres  eran  de  mucha '  gracia  y  hermosura. 
Los  de  la  Isla  de  Cuba  y  Jamaica,  lo  mismo." 

Y  dijo  Colon  de  los  indios  de  las  Antillas:  "no  se 
lian  hallado  hombres  monstruos  como  muchos  pensa- 
ban antes;  es  toda  gente  de  muy  lindo  acatamiento  (1)." 
Y  esa  raza  esbelta,  hablando  lenguas  diversas,  se  en- 
cuentra en  toda  la  América,  casi  siempre  frente  al  indio 
más  parecido  á  los  asiáticos,  que  han  traído  los  euro- 
peos á  América  para  suplir  á  los  negros. 

Y  esa  raza  esbelta,  que  no  recuerda  la  mongólica, 
con  rasgos  caucásicos,  hablando  lenguas  diversas  se 
encuentran  en  toda  la  América,  casi  siempre  frente  á 
frente  al  indio  más  parecido  á  los  asiáticos,  llevando  el 
mais,  la  yuca,  la  hamaca  y  las  mismas  costumbres.  Es- 
to ha  sido  reconocido  por  escritores  recientes;  pero 
que  la  profunda  observación  de  los  primeros  cronistas 
dejó  trazada  en  los  hechos.  Castañedas  halló  en  los 
quiribas,  no  el  tipo  indiano  ó    asiático,  sino  el  morisco: 


(1)    Cartas  (en  castellano,)  dft  Colon  á  Rafael  Saxis  ó  Sánchez  Biblio- 
teca Rara,  vol.  XYI,  pág.  82. 


—  85  — 
' 'sus  mujeres  ¡son  bien  hechas:  su  fisonomía  más  parece 
morisca  (árabe)  que  indiana  (1.)" 

;Y  se  puede  confundir  un  caribe  ó  sus  semejantes 
con  un  yucateco  ó  brasilero  de  otras  tribus!  Los  que 
hemos  visto  los  indios  del  Sur,  los  de  Florida  y  aun 
varios  pieles  rojas  del  Norte,  no  es  posible  que  los  con- 
fundamos. Los  (pie  no  los  han  visto,  que  examinen 
las  crónicas  antiguas  y  modernas,  y  notarán  la  diferen- 
cia. El  Padre  Lauda  dice:  "Los  indios  de  Yucatán  son 
bien  dispuestos,  altos  y  recios ....  y  comunmente  son 
estevados^  porque  en  su  niñez  las  madres  los  llevan  de 
una  parte  á  otra,  van  á  horcajadas  en  los  quadriles. 
Tienen  á  gala  ser  vizcos  lo  cual  hacían,  colgándoles  del 
pelo  un  pegotillo  (2)."  El  viajero  ingles  Bullock  ha 
pintado  también  estevados  algunos  indios  de  su  viaje  á 
Méjico,  acaso  exagerando  el  pensamiento  del  Padre 
Lauda,  que  él  no  pudo  leer  por  estar  entonces  su  libro 
inédito  [3].  Al  lado  de  esos  indios  de  ojos  vizcos  ó 
asiáticos  medio  verticales,  rechonchos,  estevados  ó 
cotorros,  están  las  otras  tribus  que  han  creido  de  indu- 
dable procedencia  caribe  algunos  escritores.  Brasseur 
de  Bourbourg,  pretende  haber  demostrado  que  las  po- 
blaciones de  México  y  Centro  América,  que  exponía, 
por  la  prueba  que  suministran  las  lenguas  y  costum- 
bres, hasta  las  embocaduras  del  Orinoco  son  caribes;  la 
misma  raza  que  poblaba  á  Cuba,  Haití  y  las  otras  An- 
tillas.   (4) 

Esos  indios  aventajaban  también  en  orgullo  á  los 
demias,  no  podian  comprender  que  descendían  de  otras 
tierras,  porque  se  creían  los  únicos  seres  dignos  de  ser 
hombres,  cuando  se  les  preguntaba:  ¿De  dónde  vinieron 
sus  mayores?  contestaban: — "Ana  carina  roto,"  que  se- 


(l)     Voyage  de  ('¡hola,  \\>.  3me.  pág.  354. 

Relación  de  las  rosas  de  Yucatán  $  X  X  pág.  '  12. 
fiil    sixilt  month  ofresid.  and  Trav,  ¡n  México.  (Lámina^  <!<•  las  \m 
jiñas  78,  186  y  L99.) 

(1)    Revue  Oriéntale  ei  Americaine,  T.  Vil  pág.  288. 


—  86  — 
gnu  Gumilla,  significa: — "Nosotros  solamente  somos 
gente."  Júzganse  dueños  y  superiores  de  los  demás  y 
aseguraban  sin  rodeos  de  modestia,  ni  humildad  ni 
aparente: — UA  macón  poporóco  itoto  nanto"  que  según  el 
propio  misionero,  significa: — "Todos  los  demás  son  es- 
clavos nuestros.7' 

La  nación  Saliba,  que  es  afín  de  la  caribe,  y  la  Acha- 
gua  explican  el  origen  de  los  caribes  de  una  manera 
que  descubre,  á  ser  cierta,  que  lo  dudo,  las  rivalidades 
de  la  familia.  Dicen  los  Salibas  que  Purú  envió  á 
su  hijo  á  matar  una  serpiente  horrible  que  desolaba  al 
Orinoco,  y  el  demonio  fué  condenado  al  infierno  con 
júbilo  de  los  habitantes;  pero  les  duró  poco  la  alegría, 
porque  la  corrompida  serpiente  produjo  unos  gusanos 
de  dos  délos  cuales  salieron  un  hombre  y  una  mujer, 
de  los  que  proceden  los  caribes,  que  han  heredado 
las  cualidades  sanguinarios  del  cruel  reptil. 

Más  genuina  es  otra  versión.  Creen  los  Achaguas 
que  los  caribes,  sus  parientes,  descienden  de  tigres: 
para  probarlo,  de  la  palabra  Chabí  que  dan  en  su  lengua 
á  esa  fiera,  hacen  Chabinabí  que  es  como  llaman  los 
caribes;  otros  derivan  el  nombre  de  Cliabí  (tigre)  y 
Chabina  (lanza  ó  chuzo)  de  cuya  unión  resulta  que  son 
hijos  del  tigre  y  de  la  lanza.  De  esto  se  deduce  que 
por  ninguna  tradición  se  trasluce  cómo  vinieron  los 
(¡randes  caribes  á  Tierra  Firme,  y  tampoco  los  de  las 
Antillas  dicen  nada  histórico  de  su  aparición  allí:  ni 
aún  hay  acuerdo  entre  las  suposiciones  más  modernas. 

El  siempre  citado  Pedro  Mártir  de  Angleria  expo- 
ne que  los  caribes  de  las  islas  procedían  del  continente 
de  la  nación  caribanct:  "unde  caribes  insulares  origi- 
nen! habere  nomenque  retiñere  dicatur."  El  nombre 
y  la  procedencia  era  continental,  en  donde  se  hablaba 
la  lengna  de  las  islas  hasta  Coiba,  en  donde  ya  era  dis- 
tinta. Las  diferencias  de  vocablos  eran  pocas:  en  la 
Española  se  llamaba  casique  al  régulo  ó  jefe;  en  la  pro- 
vincia de  Coiba  Chebin  y  Tiba  en  otras  partes:  el  noble 
en  la  Española  taino,  y  én  Coiba  saco,  y  más  lejos  ¡jura. 


—  87  — 

El  insigne  llenas,  que  siempre  extrañare  no  ver 
más  apreciado  en  España  por  los  suyos,  en  vista  de 
los  trabajos  impresos  y  manuscritos  del  respetable  Gi- 
lli,  dice  lo  siguiente:  "La  lengua  caribe  es  la  más  uni- 
versal de  las  naciones  de  Tierra  Firme,  y  fué  idioma 
de  los  indios  que  poblaban  las  islas  Antillas."  Según 
esos  trabajos,  habia  25  dialectos  caribes  desde  el  Ori- 
noco al  mar  de  las  Antillas,  y  según  Ruscbing,  son  27. 
El  abate  Gilli  entre  las  reglas  que  da  para  conocer  los 
dialectos  caribes,  es  el  uso  de  la  terminación  oto  de 
muchas  de  sus  palabras  (1.) 

'Todos  los  autores  convienen  en  que  era  caribe  la 
lengua  que  se  hablaba  en  todas  las  Antillas."  ^fa  duda 
para  el  Abate  Hervás  consistia  en  saber  cómo  las  po- 
blaron: y  en  verdad  no  estuvo  atinado  en  adoptar  las 
menos  probables  de  las  suposiciones,  aunque  no  se  de- 
cide definitivamente  sin  pruebas  (2).  Los  indios  de 
la  isla  de  San  Vicente  dijeron  á  Mr.  Du  Montel,  como 
se  lee  en  sus  Memorias,  que  la  raza  dominante  en  los 
primeros  tiempos  fue  de  los  arnacos  y  parte  de  ellos  se 
retiraron  á  las  Antillas,  viniendo  por  Tabago;  que  los 
Calibitos  fueron  sus  amigos.  Los  prófugos  de  la  tira- 
nía de  Aruacos  que  dominaban  á  los  caribes,  nombra- 
ron sus  casiques  y  fueron  amigos  de  los  calibitos  y 
enemigos  de  los  aruacos.  Esa  alianza  parece  dictada 
por  el  temor  que  debian  inspirar  sus  antiguos  compa- 
triotas. 

Los  habitantes  de  Haití  relataban  que  sus  antepa- 
sados (3)  unidos  á  los  calibitos  salian  de  Tierra  Firme 
para  hacer  guerra  á  los  aruacos  que  habitaban  en  las 
Islas,  y  los  caribes  mataron  á  todos  los  varones,  y  que- 
daron las  hembras  con  ellos,  y  por  eso  la  lengua  de  las 
mujeres  que  se  conservó  entre  ellas,  es  semejante  en 
algunas  cosas  á  las  palabras    de   los  aruacos  del  conti- 


iJ)    Hervas,  Catálogo  de  las  lenguas,  t.  1,  pág.  20]  (todo  el  capítulo  III.) 
(\!)     !«l.  pág.  203. 
( :?)    Hervás,  Ibideiw 


—  88  — 
ncnte  ó,  Tierra  Firme.     Es  cosa   generalmente  sabida 
que  las  mujeres  de  las  Antillas  hablaban  lengua  distin- 
ta que  los  hombres. 

La  facilidad  con  que  los  indios  corrompían  su  idio- 
ma y  hasta  lo  olvidaban,  se  demuestra  en  casos  prácti- 
cos en  las  misiones  y  se  consignan  en  los  diccionarios: 
en  ellos  se  encuentra  boutefaa,  por  vasija,  y  es  nuestra 
botella;  pero,  por  perro,  aplicado  á  ese  animal;  camicha, 
por  vestido,  que  es  nuestra  camisa,  que  ha  viajado  de 
Roma  á  las  Indias;  caballito,  una  especie  de  bote  (1) 
por  su  semejanza  al  que  usan  los  niños  hecho  de  ma- 
dera; palta  (proniinciese  paja)  por  túmulo  en  Minessota; 
y  hasta  en  las  islas  Sandwich,  que  suena  capa,  por  ves- 
tido. Nada  tiene  de  extraño  que  se  mezclase  la  len- 
gua de  los  vencedores  y  de  los  vencidos,  y  aún  se 
modificase. 

Consta  por  esas  diversas  versiones  acerca  del  orí- 
gen  de  la  población  de  las  Antillas,  que  cuando  se 
hablaba  de  inmigraciones  se  suponian  del  lado  de  la 
que  por  mucho  tiempo  se  llamó  Costa  ó  Tierra  Firme. 
Fácil  fuera  aumentar  las  autoridades,  Dutertre,  Lafi- 
teau,  &,  porque  es  lo  general.  Un  escritor  únicamente, 
pero  de  grave  autoridad,  á  pesar  de  no  llevar  el  libro  el 
verdadero  nombre  de  su  autor  (2)  ha  creido  que  los 
caribes  todos  descienden  de  los  que  supone  habitaban 
en  la  America  Septentrional  cerca  de  Florida. 

Rochefort,  que  es  el  seudónimo  aludido,  se  estasía 
copiando  cuanto  dice  el  inglés  Bristok  de  los  apálachi- 
uos,  y  les  dedica  una  digresión  notable  para  consignar 
su  estado  de  civilización  (3).  Según  ese  escritor  los  ca- 
ribes vivían  con  el  nombre  de  cof achiques  ó  cofachetis 
cerca  de  los  apaíachinos  de  Florida.  Estos  eran  adora- 
dores del  sol;  supersticiosos,  pero  idólatras  los  caribes. 


(1)  San  Nicolás  (periódico)  Nueva-York  [1874)  n  5?,  vol.  IV 

(2)  Véase  á  Pinelo,  Biblioteca  Occidental  *fc 

(3)  Histoire  uaturelle  ct  moral  des  islcs  Anlillcs  d'  Amerique,  cao. 
pág.  350.  Roterdam  1681. 


—  89  — 
Los  cofachites  tuvieron  guerra  con  aquellos  y  termina- 
ron por  someterse  aceptando  su  religión  y  costumbres, 
y  se  vistieron  como  sus  vecinos.  La  sumisión  no  fué 
sincera,  pues  tuvieron  siempre  el  pensamiento  de  en- 
lamarlos: un  siglo  duró  ese  estado  de  unión,  interrumpi- 
da por  guerras,  que  tuvieron  por  consecuencia  la  sepa- 
ración definitiva  de  una  parte  de  los  cochafites  que  los 
arrojaron  sus  mismos  compatriotas  coligados  con  los 
apalachinos.  Aquellos  cofachites  á  quienes  hace  pa- 
dres de  todos  los  caribes  de  ambos  continentes  y  de 
sus  Islas,  pasaron  á  las  Antillas  desde  donde  poblaron 
los  extensos  lugares  en  que  se  encuentran  caribes.  La 
que  supone  cuna  de  los  caribes  no  llevaba  ese  nombre 
y  significa  en  esa  versión  hombre  añadido,  como  si  di- 
jéramos, recien  llegado:  así  lo  dice  el  mismo  Bristok 
cuando  explica  que  caribe  en  lengua  apalachina  es  lo 
propio  que  gente  añadida. 

No  se  ha  probado  que  efectivamente  eran  caribes 
los  cofachites,  contra  los  que  hay  datos  más  respetables, 
(1)  pues  como  se  ve  en  una  obra  delinca  Garcilaso,  el 
intérprete  Juan  Ortiz,  que  hablaba  la  lengua  apalache 
que  aprendió  en  sn  largo  cautiverio,  jamás  les  habló 
de  gente  vestida,  de  nada  de  lo  que  trae  Bristok,  el 
mismo  Ortiz  ú  Orotiz  andaba  desnudo,  con  un  pañete; 
y  por  poco  lo  matan  los  mismos  que  lo  iban  á  buscar. 
En  apalache  habló  á  los  cofachites  cuando  se  encontra- 
ron: si  hubieran  sido  caribes  ó  añadidos,  recien  venidos 
y  unidos  ¿i  los  apalachinos,  algo  se  hubiera  indicado; 
pues  luego,  decia  Bristok,  crecieron  y  se  multiplicaron 
y  separaron  finalmente:  todo  hace  creer  que  los  cari- 
bes vinieron  de  otros  puntos  en  donde  se  encuentran 
compactas  y  numerosas  poblaciones,  que  lejos  de  ser 
cofachites  ni  sus  aunes,  hasta  desconocen  el  sonido  de 
la  /en  sus  dialectos.  Dice  Bristok  que  todavía  se 
conservan  algunas  palabras  caribes  en  la  lengua  de  los 
cofachites  que  se  quedaron  con  los  apalachinos,    como 


(l)    La  Florida  por  Guroilaso  lib. 3,  C  3. 


—  90  — 

boutlon,  maza;  pero  esa  es  palabra  de  los  caribes  fleche- 
ros: macana  es  la  que  usaban  los  antillanos  y  caribes  de 
la  América  del  Sur;  lo  mismo  puede  decirse  de  bonarí, 
etoton,  allonba,  allonani,  taonabo,  akaruboue.  Solo  la 
palabra  mabuya,  aunque  aplicada  al  diablo,  figura  en  el 
caribe  del  continente,  significando  una  culebra.  Agre- 
ga que  algunas  veces  le  dan  el  nombre  de  earaibc,  pero 
no  da  el  fundamento. 

El  modo  que  supone  los  trajo  á  las  Antillas,  es  tam- 
bién inverosímil:  los  que  se  separaron  de  sus  compa- 
ñeros del  continente  septentrional  se  ampararon  de  las 
naciones  ribereñas  del  mar,  donde  fueron  bien  acojidos; 
pero  es  el  caso  que  arribaron  unas  canoas  ó  piraguas  á 
consecuencia  de  un  naufragio  con  12  hombres  de  Si- 
guateo,  una  de  las  Lucayas,  en  dos  buques,  los  cuales 
les  ponderaron  el  clima  de  su  isla.  Los  cofachites 
oyeron  con  júbilo  las  noticias,  porque  estaban  disgus- 
tados en  su  nuevo  país:  determinaron  su  hégira  ó  éxo- 
do y  hurtando  los  barcos  ó  canoas  de  sus  huéspedes, 
hicieron  rumbo  á  Siguateo,  en  donde  fueron  bien  acoji- 
dos. Ocuparon  luego  la  isla  de  Ayai,  desierta^  y  des- 
de ahí  se  extendieron  por  las  demás  islas  y  pasaron  al 
continente,  donde  se  establecieron  en  poderosas  nacio- 
nes de  que  luego  hemos  tenido  conocimiento. 

La  tradición  de  Bristok  carece  de  todo  fundamento 
y  está  en  contradicción  con  los  hechos  geográficos. 
Únicamente  se  parece  á  lo  que  Cárdenas  conserva  en 
las  siguientes  palabras:  "El  nombre  de  esta  región 
[Florida]  fué  Cantío,  tierra  famosa  entre  los  indios 
circunvecinos,  que  según  su  opinión  más  cierta,  vinie- 
ron de  ella  á  poblar  la  isla  Española,  la  de  Cuba,  San 
Juan  de  Boriquen,  Jamaica  y  otras;  y  volvieron  á  ella 
los  de  la  isla  de  Cuba,  antes  de  la  dominación  de  los 
españoles,  á  buscar  un  rio  flos  de  CubaJ  ó  fuente  que 
dicen  remozaba.  Asentaron  un  pueblo  en  la  Florida, 
cuya  generación  aún  dura.'' 

La  tradición  del  historiador  de  la  Florida  difiere 
completamente  de  lo  anteriormente  expresado,    y    no 


_.  1)1  __ 

se  explica  el  motivo  de  que  se  encuentren  ó  nó  voces 
caribes  entre  las  apalachinas,  y  el  confuso  hecho  his- 
tórico de  la  existencia  de  indios  de  distritos  caribes  en 
el  concepto  de  añadidos  6  recién  llegados. 

La  relación  de  Bernardo  de  Escalante  Fontaneda 
[1]  encomiada  por  Muñoz,  también  contradice  al  ingles 
y  á  su  entusiasta  traductor.  Las  relaciones  de  Cuba 
con  Florida  descritas  por  quien  vivió  entre  esos  indios 
y  sabia  sus  lenguas,  lejos  de  reconocer  puntos  de  con- 
tacto, acredita  que  al  llegar  los  cubanos  á  aquel  terri- 
torio arrastrados  por  una  preocupación  vulgar,  fueron 
íiechos  prisioneros.  Efectivamente,  como  aparece  de 
la  misma  certificación  de  Escalante,  salió  de  Cartagena 
de  Indias  y  naufragó  sobre  las  costas  de  Florida  con 
otros,  y  como  naufragó,  sirvió  luego  de  intérprete  á 
sus  compatriotas,  compañeros  de  infortunio. 

Copiémoslas  palabras  decisivas  en  esta  tabula: 
'Se  había  dicho  que  los  indios  de  Cuba  adoraban  al 
rio  Jordán  (de  Florida)  pero  esto  no  es  verdad.  Juan 
Ponce  de  León,  fiándose  de  las  relaciones  de  indios  de 
Cuba  y  Santo  Domingo,  hizo  una  expedición  para  su 
reconocimiento  en  Florida,  sea  por  la  gloria,  ó  porque 
pensó  rejuvenecerse  bañándose  en  el  rio.  Pero  todo 
era  mentira  de  los  cubanos  y  otros  isleños  que  decían 
que  el  Jordán  estaba  en  Florida.  Durante  mi  perma- 
nencia en  el  país  como  prisionero  me  he  bañado  en 
cuantos  rios  encontré  sin  hallar  el  buscado.  Há  largo 
tiempo  que  un  gran  número  de  indios  de  Cuba  abor- 
daron, buscando  el  Jordán,  á  la  provincia  de  Cao  los 
[otros  escriben  Calos~\  cuyo  padre  [pues  era  el  nombre 
del  casique]  se  llamaba  Senqueme;  los  hicieron  prisio- 
neros, y  con  ellos  se  formó  una  aldea  y  sus  descendien- 
tes viven  todavía. 

"Es  ridículo  que  Juan  Ponce  de  León  hubiera  ido 
á  buscar  el  Jordán  á  Florida."     En    cuanto  á  los  ana- 


(l)    Teruaus  Compane,  Vovages,  Belations <$',  i.  20,  p 


—  W2  — 
lachinos,  viven  como  todos  los  indios  según  el  autor  y 
lo  que  antes  hemos  visto  con  el  testimonio  de  Orotiz  ú 
Ortiz;  todos  andan  desnudos  y  se  cubren  los  sexos  con 
pedazos  de  pieles  y  tejidos  de  algodón. 

La  verdad  histórica,  en  vista  de  lo  expuesto  hasta 
aquí,  es  que  los  habitantes  de  Cuba  y  Costafirme  eran 
todos  unos,  como  dijo  el  Almirante;  y  que  hayan  venido 
del  continente  á  las  islas,  ó  por  el  contrario,  son  la  va- 
riedad misma  de  la  raza  india  menos  parecida  á  la 
mongólica:  iguales  en  caracteres  físicos  y  costumbres 
á  los  indios  caribes  del  continente;  hermanos  ó  guai- 
tiaos,  como  ellos  se  llamaban. 


<U  — 


Capítulo  Vil  I 


Se  insiste  sobre  los  caraetéreá  físicos  de  ios  caribes. — ■ 
Huellas  de  una  lengua  muy  extensa  en  la  América  Me- 
ridional.— Caribe  tamanaca. — Idiomas  de  Guayana. 
— Otros  estadios. 


Los  caracteres  físicos  de  las  variedades  caribes,  si 
se  exceptúa  el  uso  del  pelo  largo  que  también  lleva- 
ban los  siguayos,  convenían  perfectamente  con  los  tai- 
nos que  habitaban  las  Antillas  mayores:  ellos  mismos, 
cuando  encontraban  españoles,  gritaban  anunciándose: 
Taino!  taino!  como  si  dijeran,  no  somos  extranjeros,  no 
nos  confundáis  con  los  flecheros  de  la  Caribe,  somos 
buenos.  Me  parece  que  para  los  cubanos  y  antillanos, 
caribe  significa  extranjero  primero  que  todo.  Era  pre- 
ciso buscar  el  origen  cubano  en  donde  se  encuentren 
palabras  que  expresen  objetos  naturales  no  debidos  á 
las  conquistas;  y  el  mapa  levantado  por  Codazzi  ofrece 
esos  nombres  de  lugares,  montes,  ríos  y  tribus  ó  igua- 
les ó  análogos  á  los  que  se  ven  en  las  Antillas  y  dc^di^ 
el  Paria  bástalas  riberas  del  Orinoco,  y  aún  más  ade- 
lante: (pie  los  caribes  de  las  islas  menores  tuvieron  di- 
versas costumbres  no  les  baria  más  diferentes  de  sus 
antepasados,  que  al  italiano  del  Imperio  el  romano  de 
la  República.  Acaso  fueron  flecheros  y  piratas  por  los 
pocos  recursos  de  sus  pequeños  territorios. 

Casi  la  totalidad  de  las  tribus  indias  (pie  cubren  el 
Brasil  dvsiU^  las  fuentes  septentrionales  del  Amazonas 
hasta  Para  y  (Paragua)  lia  siglos  pertenecen  á  los  tupis, 


—  94  — 
guaraníes  en  la  parte  meridional;  yá  caribes  enla  del 
Norte:  aunque  hay  cien  tribus  más  de  lenguas  distin- 
tas, éstas  no  han  influido  en  la  lengua  introducida 
de  Europa,  el  portugués;  pero  no  ha  sucedido  así  con 
la  de  los  tapuyas;  antes  numerosos,  y  en  posesión  de 
la  zona  septentrional,  que  fueron  vencidos  por  los  tupis 
y  estos  por  los  portugueses.  La  lengua  del  Brasil 
contiene  mezcladas  con  la  portuguesa  hoy  muchas  pa- 
labras indígenas  y  la  tupí  se  habla  aun  por  un  millón 
de  indios  (1). 

Aun  en  cuanto  á  la  ferocidad  y  antropofagia  de  los 
caribes  flecheros  creía  Colon  que  se  les  atribuia  por- 
que el  estar  armados  y  su  carácter  guerrero  inspiraba 
temor  á  sus  convecinos:  "pero  yo  formo  el  mismo  con- 
cepto de  ellos  que  de  los  demás."  (2)  De  la  misma  opi- 
nión son  varios,  y  eso  mismo  creen  los  redactores  de  la 
Revista  Española  y  Portuguesa  (3). 

Las  lenguas  hermanas,  los  dialectos  son  más  nume- 
rosos en  las  Indias  Occidentales  que  en  ninguna  otra 
parte  del  mundo:  en  el  curioso  cuadro  que  ofrece  el 
encadenamiento  geográfico  de  las  lenguas  americanas 
y  las  asiáticas  tomadas  de  los  datos  de  Vater,  Hum- 
boldt  y  Smith  Barton  se  nota  en  su  extructura  un 
íntimo  parentesco.  ¿Pero  de  dónde  proceden  las  pala- 
bras haitianas  y  de  las  Antillas  mayores,  aparte  de  los 
sistemas  y  basándose  en  hechos,  si  nó  históricos,  geo- 
gráficos, naturales?  Mi  opinión  es  que  proceden  de 
las  variedades  caribes  del  continente  en  que  hoy  se 
encuentran  palabras  iguales  ó  análogas,  ú  objetos  seme- 
jantes, aunque  no  es  otro  el  origen  étnico  de  las  Anti- 
llas menores.  Si  la  palabra  Antilla  no  fuera  tan  arbi- 
traria como  otras  muchas  impuestas  por  el  capricho  de 
los  hombres,  pudiera  decirse  que  las  islas  se  alzaron  al 
hundirse  el  continente  cuando  se  formaron  los  Andes. 


(1)  Bevue  Moderne,  pág.  90,  tomo  35  (1865). 

(2)  Carta  de  Colon  á  Saxis  ó  Sánchez. 

(3)  Tomo  1  (1857)  pág.  128  y  31(>. 


—  í)5  — 
En  hi  lengua  baitiana  iUi  significa  hijos  sonarían  eti- 
mológicamente como  las  hijas  de  hs  Andes:  esto  no  es 
sino  demostrar  lo  fácil  que  es  abusar  de  las  etimologías 
aisladas,  que  solo  son  aceptables  por  otras  considera- 
ciones. 

Por  eso  me  aventuro  á  creer  que  vinieron  de  los 
indios  de  la  América  Meridional,  y  así  lo  publiqué  hace 
muchos  años  (véase  el  capítulo  en  que  más  adelante 
hablo  de  mis  estudios  especiales):  esos  nombres  de  ár- 
boles, frutos,  rios,  montañas  y  hasta  alimentos  (cazabe, 
arepa,  etc.)  que  existían  allí  y  en  Cuba  basta.  El  que 
desee  recibir  la  misma  impresión,  que  lea  la  excelente 
obra  de  Codazzi  (Geografía  de  Venezuela)  y  en  especial 
los  cuadros  ó  listas  en  que  agrupa  esos  objetos.  El  cu- 
bano al  leer  la  lista  de  plantas  y  otros  cuadros,  cree  que 
se  describen  los  campos  de  su  tierra,  y  aun  los  nom- 
bres que  desconoce  por  su  significación,  tienen  la  forma 
de  su  lengua. 

Eran  feroces  los  caribes  en  los  combates,  pero  solo 
se  reputaban  los  de  las  islas  menores  como  antropófagos 
y  aun  no  es  cosa  indiscutible  para  algunos:  pero  no  eran 
los  únicos  seres  humanos  que  tuvieron  ese  vicio  abomi- 
nable; lo  mismo  en  Europa  que  en  las  demás  partes  del 
mundo.  Los  indios  comían  á  sus  prisioneros  y  de  las 
víctimas  que  sacrificaban  por  razones  dignas  de  execra- 
ción, pero  que  no  constituyen  la  antropofagia  habitual 
que  se  atribuye  á  los  isleños  de  las  Antillas  menores,  co- 
mo se  discute  en  otro  lugar. 

Aun  que  respecto  de  los  antillanos  de  las  mayores 
se  notaban  diferencias,  no  solo  de  isla  á  isla,  sino  en 
los  territorios  de  cada  una:  eran  los  del  Occidente  de 
Cuba  como  los  siguayos  de  Haití  más  valientes,  así  co- 
mo los  de  Boriquen.  El  Et.  l\  Tomón  de  la  Orden  de 
P.  1\,  dice  (1)  al  hablar  de  los  indios  de  Cuba,  que  te- 
nían poco  más  ó  menos  el  mismo  carácter  que  los  de 


(i  )  Pég.  115,  <::{<;,  537,  640 y  641. 


—  96  — 
Haití;  que  podían  confundirse  en  el  mismo  origen, 
pero  que  eran  más  francos,  más  capaces;  parecían  te- 
ner algún  conocimiento  de  la  inmortalidad  y  de  las 
penas  y  recompensas  de  la  otra  vida.  Cita  en  refe- 
rencia el  desembarco  de  Colon  en  1492;  y  la  conver- 
sación que  un  casique  anciano  tuvo  con  el  Almirante, 
en  que  reconociendo  el  terror  que  su  venida  había 
inspirado,  le  recordaba  la  justicia  divina  y  concluyó: 
'si  tú  crees  que  has  de  servir  á  Dios  y  que  Dios  pre- 
mia y  castiga  conforme  á  las  obras  ,que  en  bien  ó  en 
mal  hayas  hecho,  te  guardarás  bien  de  dañar  á  los  que 
no  te  han  ofendido." 

Los  escritores  contemporáneos  no  están  de  com- 
pleto acuerdo  respecto  de  la  identidad  de  estos  pue- 
blos y  su  lengua  y  acaso  el  error  común  de  suponer 
analogías  entre  la  lengua  maya  y  la  cubana  se  funda 
en  un  error  de  los  que  cometió  Pedro  Mártir  de  An- 
¡y\evm  y  que  han  notado  sus  críticos. 

Colon  en  su  Diario  [1]  y  lo  corrobora  el  Obispo 
Las  Casas  que  lo  copió,  cree  que  "eran  todos  unos  y 
así  mismo  la  lengua  y  eso  lo  expresa  terminante 
en  la  carta  que  escribió  á  Ilafael  Saxis  ó  Sánchez  que 
original  se  halla  en  Milán:  "en  todas  estas  islas  no  vide 
mucha  diversidad  de  fechuras  de  la  gente  ni  en  las 
costumbres  ni  en  la  lengua,  salvo  que  todos  se  entien- 
den que  es  cosa  muy  singular."  (2)  Y  sin  embargo, 
dice  el  mismo  Colon  en  su  Diario  que  encontró  en  la 
Española  unos  indios  que  por  sus  señas  son  los  sigua- 
y  os  que  llamaban  al  oro  tuob  y  no  cama  como  en  las 
otras  partes  de  la  isla.     En    San  Salvador  y  en   otros 

nosay y  que  hay  mucho  tuob  en  Guanina   [isla.] 

Esto  indica  que  expresaban  algunos  objetos  con  distin- 
tos nombres  y  en  lo  demás  se  entendían. 

El  cura  Bernaldez,  el  amigo  de  Colon,  dice:    "En 


(1)  Navarrete  Colccc.  de  viajes,  t.  1. 

(2)  Biblioteca  rara,  yol.  XVI,  dettrar.  ant.  de  colombo,  pág.  «SI. 


todas  aquellas  partes  no  hay  diversidad  de  costumbres 

ni  eú  la  hechura  de  las  gentes,    ni  en  las   lenguas . 

todos  parecía  se  entendían  y  eran  de  una  lengua"    [1]. 
Lo  que  atribuye  al  trato  y  comunicación. 

( hiedo  dice:  ''La  primera  lengua  que  el  Almiran- 
te I>.  Cristóbal  Colon  topó  fué  la  de  las  islas  Lucayas, 
y  la  segunda  la  de  la  isla  de  Cuba  y  la  tercera  la  de 
esta  isla  de  Haití,  de  las  cuales  ninguna  se  entiendo 
con  la  otra."  [2]  La  aserción  de  Oviedo,  que  era  con- 
temporáneo también  á  los  sucesos,  destruiría  por  com- 
pleto los  asertos  anteriores,  si  el  mismo  no  se  contra- 
dijese en  su  propio  libro.  "La  gente  de  la  isla,  dice 
en  otra  parte,  de  Cuba  6  Fernatídina  es  semejante  á 
la  de  la  isla  Española,  aunque  en  la  lengua  difiere  en 
algunos  vocablos,  puesto  que  se  entienden  los  unos  con  los 
otros  (3).  Si  se  entendían  en  la  lengua  salvo,  algunos 
vocablos,  es  cierto  lo  dicho  por  el  Almirante;  y  además 
conviene  Oviedo  en  que  eran  iguales  en  ritos  y  en 
creencias,  excepto  en  cuanto  al  matrimonio:  en  este  la 
novia  se  entregaba  á  los  convidados  de  su  clase  prime- 
ro que  al  marido  y  terminada  la  ceremonia,  exclamaba: 
manicato!  manicato!  como  quien  dice  esforzada!  esfor- 
zada! y  que  valia  para  mucho.  Lo  mismo  asegura  que 
se  practicaba  en  Jamaica. 

La  vastísima  extensión  que  ocupaban  las  naciones 
que  hablaban  dialectos  caribes  es  notable:  se  cree  que 
los  araguas  ó  araguacas,  aruac  6  aruacos,  que  de  todos 
esos  nombres  se  ha  usado,  habitaban  al  principio  las 
Antillas,  aun  las  que  ocupan  los  caribes  flecheros  ó 
antropófagos.  No  obstante,  lo  dicho  á  favor  de  mi 
creencia  sobre  el  origen  de  los  antillanos,  no  quiero 
ocultar  las  opiniones  contrarias,  aunque  no  tengan  pa- 
ra mí  fundamento.     Cree  Jehan,  luego  citare  su  obra, 


(1)  Crónica  de  los  Bey €8  Católicos  & 

(2)  liist.  general,  y  natural,  de  la,8  Indias  lii>.  V"I.  cap.  I-XIII   pág 
235ylib.  XYII  cap.  Vlil  pág.  41)1). 

(\\)     ídem,  pág,  27,  98  4226,  tomo 29 


—  98  — 
al  hablar  de  las  Antillas  mayores,  que  las  hay  de  la 
familia  Maya  Quiche:  dialecto  de  la  misma  lengua  ma- 
ya: y  es  lo  singular  que  toma  de  Humboldt  la  larga 
lista  de  palabras  de  Haití  adoptadas  por  el  inundo 
europeo  hoy,  para  prueba,  en  lo  que  no  se  lee  una 
sola  palabra  yucateca;  y  de  este  idioma  hay  numerosos 
diccionarios  y  aun  buenas  gramáticas  relativamente. 
Tan  fácil  es  copiar  errores  sin  reserva  ni  obstáculo. 

Antes  de  los  trabajos  de  Humboldt  que  han  conclui- 
do por  dar  la  preferencia  en  condiciones  físicas  á  la 
hermosa  variedad  caribe,  y  á  la  extensión  de  su  domina- 
ción, escritores  españoles  habían  recojido  los  datos, 
muchas  palabras  indígenas  que  acreditan  su  huella  en 
casi  toda  la  América,  esto  aparte  de  la  prioridad  de  los 
imperecederos  trabajos  de  Hervás,  (pie  siempre  será 
el  primero,  entre  los  primeros  filólogos. 

Si  examinárnoslas  obras  de  Gumilla,  el  Orinoco  Ilus- 
trado, encontraremos  en  los  bosques  de  Apure  un  jefe 
de  la  nación  Guanera;  que  la  nación  saliba  usa  de  las 
palabras  hamaca,  chicha,  chinchorro;  que  las  naciones 
del  Orinoco  emplean  las  palabras  bejuco  y  macana;  que 
se  llama  peramen  el  lacre  de  las  colmenas;  hay  seibas, 
así  llamadas  en  las  costas  de  Santa  Marta;  que  en  el 
Orinoco  tiene  el  mismo  nombre  y  se  llaman  canoas  y 
piraguas  las  almadías  que  formaban  los  indios,  'rain- 
bien  se  encuentran  las  voces  mangle,  cabuya,  tutuma 
en  Apure;  que  se  dice  bufo  á  un  culebrón  temible  [y 
según  Torquemada  se  le  da  ese  nombre  al  diablo  en 
las  islas  de  Barlovento],  se  llama  allí  jején  al  insecto 
que  todos  conocemos;  yuayacan,  niguas,  caima!),  jobo, 
tolete  (estaca  de  dos  púas)  que  sus  frutos  son  la  yuta, 
hi  pifta,  ananás y  la  papaya,  la  pita.  (A  anón;  y  se  alteran 
poco  otras  palabras,  como  hadare  por  burén,  carozo  en 
vez  de  corojo  y  se  escribió  antes  coroxo.  (1) 

D.  Antonio  Julián  en  la  Perla  de  América  enume- 


(1)    Historia  Naíurál  ¡/  General  ele  las   tnflias,    pág.  27,   93  ;i   266, 

lomo  II. 


—  99  — 
ira  entre  las  palabras  indígenas  del  continente  ;i  siena- 
ga,  chicha,  curen  [1],  Lozano  en  la  Mistoriq  de  la 
Compañía  de  Jesús  del  Paraguay  referente  á  los  traba- 
jos de  los  Jesuítas  habla  de  las  extensas  comarcas  en 
que  se  usaba  la  lengua  guaraní  que  cultivaban  el  mais 
y  layuca,  base  de  su  alimento;  que  llamaban  macana  a 
la  misma  arma  que  los  isleños;  que  á  una  especie  de 
conejo  designaban  por  el  nombro  cuí  ó  cuy  en  plural 
cuyes  (curíeles)  que  es  animal  de  las  Antillas  (2) 

En  lengua  Guaraní  se  halla  la  voz  maní  aplicada  al 
mismo  objeto  que  en  Cuba.  Los  salvajes  del  Brasil 
llamaban  manóbí  al  maní  según  Lery  (3)  y  no  deja  de 
ser  notable  que  en  Filipinas  se  llamaba  mani-naní  á 
una  sustancia  alimenticia  especie  de  balato  6  gusano  de 
mar.  (4)  Para  completar  esas  rarezas,  el  nombre 
maní  expresa  lo  mismo  que  señor  en  lengua  de  Angola 
y  si  hemos  de  creer  la  líistolre  de  Voyages  (5)  en  ella 
se  encuentran  vegetales  que  ahora  conocemos  .en  Cuba 
como  ñam  ó  ñame,  malanga,  guayabas  y  mandíola 
(yuca);  pero  con  excepción  de  guayaba  que  es  antillana 
y  mandioca  que  es  del  Brasil,  ninguna  de  las  otras  os 
americana. 

En  otros  parajes  de  África  se  registran  palabras 
usadas  en  América,  pero  que  solo  se  parecen  en  el  so- 
nido, teniendo  diversa  significación:  Managua  significa 
en  Riff  (6)  "¿Quien  esf  Gua  es  lo  mismo  que  si;  guad 
es  rio;  y  una  palabra  frecuente  en  nuestra  agricultura  y 
que  tomamos  de  los  Canarios,  como  he  demostrado  en 
mi  Historia  del  Azúcar,  la  voz  zoca  es  del  RiíFen  signi- 
ficación de  vieja  y  si  termina  en  ¿,  es  el  viejo. 

.  Los  escritores  extranjeros  no  han  contradicho   sino 
que  s,e  han  aprovechado  de  los  trabajos  de   loa    espa- 


(1.  l'.iir.  92,  117  y  154. 

el)  BiO.  Univ.  de  Genéve  i.  60  pág.  360. 

(:'»)  //'•/.  a'un  VoyoQe,  <fpág.  ~*¿-r>. 

(4)  ])i¡iz  Arenas,  Memoria  sobré  el  com  reio  <!<■  Filipinas  \ 

(5)  Pág.  34  i.  v. 

(ti)     t'n  Prisionero  del  Riff. — Apéndice.     Vocabulario. 


—  1 00  — 
ñoles.  Es  curiosa  la  lista  que  coloca  Ilakhuit  en  él 
t.  3,  pág.  687  á  692  de  su  conocida  Colección  y  com- 
prende los  nombres  de  seis  naciones,  pueblos  y  casi- 
ques  que  encontró  Raleigh  (1617)  en  su  segundo  viaje 
á  Guyena:  en  ella  se  ve  el  predominio  de  la  raza  Cha- 
ribe,como  él  escribe  el  nombre,  en  esa  grande  exten- 
sión de  terreno.  Hé  aquí  lo  que  dicen  dos  polígrafos 
de  los  más  modernos. 

1?  Según  uno  los  caribes  se  llamaban  á  sí  mismos 
carina,  calina,  calinago.  Se  hablaba  en  las  Antillas  y 
en  donde  hablan  destruido  á  los  araguacas  y  calibís:  en 
la  actualidad  se  habla  en  Cumaná,  Nueva  Barcelona, 
las  Guyanas  y  tribus  independientes  del  Orinoco,  Cao- 
ni,  &. 

2?     Los  chaimos. 

3?     Los  cumanagotos. 

49     Los  tamanacas. 

5?     Las  guayanas. 

6o     Los  araguacos. 

Toda  esa  extensión  comprendía  la  lengua  caribe 
Tamanaca  (1). 

Larouse  en  su  gran  diccionario  dice  que  los  princi- 
pales dialectos  caribes  que  aun  existen  son  (2J. 

1?     El  araguaco. 

2?     El  guyané's  ó  guyano. 

39     El  cumanagoto. 

4?     El  palenca. 

5?     El  guribe.- 

6?     El  pariacoto. 

7?     El  tamanaca. 

8?     El  chaima. 

Los  trabajos  de  Schomburgk  (3)  sobre  las  lenguas 
y  dialectos  de  las  tribus  de  la  Guyana,  han  demostrado 


(1)  Dictionaire  de  lisgüísüque  pág.  382. 

(2)  Palabra  caraibe  pág.  361.     Para  la  ortografía  he  seguido   á   Iler 
vas:  este  dice  que  son  50  los  dialectos. 

(3)  Remark  to  acompany  a  comparativo  vocabulary  of  eigliteen  lau- 
guages  and  dialecte  of  indian  tribus/  &.     London  1848 . 


—  101  — 
que  su  origen  es  caribe,  pero  que  hay  tal  variedad  en- 
tre ellos  que  esas  lenguas  y  dialectos  no  tienen  mas 
semejanza  (Mitre  sí  que  el  francés  é  italiano  en  Europa. 
Pero  las  huellas  de  la  lengua  caribe  de  los  que  decian 
— "Nosotros  no  unís  somos  gente."  "Los  otros  son  nues- 
tros esclavos"  se  halla  siempre;  cuya  circunstancia  y  el 
respeto  que  aun  ahora  inspiran  sus  restos  deben  á 
juicio  de  ese  escritor  llamarla  atención  de  los  etnó- 
logos (1). 

Yo  he  querido  hacer  también  una  excursión  por  los 
trabajos  más  recientes  acerca  de  los  indios  en  general 
y  de  los  septentrionales  en  particular:  nada  encuentro 
que  me  indique  parentesco  inmediato  con  los  caribes: 
su  (Mía  mucho  la  unidad  de  la  especie,  la  procedencia 
asiática,  pero  no  hay  muestras  de  la  hermosa  variedad, 
que  variedad  es  humana,  que  poblada  las  Antillas  ma- 
yores, varonil,  casi  caucásica.  *En  comprobación  pon- 
dré ligerísimos  extractos  de  las  obras  que  ennmere,  de- 
jando para  otros  lugares,  aun  muchas  autoridades  que 
confirman  mi  creencia  ya  expuesta. 

Juan  Me.  Intosh  publicó  en  Nueva  York  en  1843 
una  nueva  edición  de  la  obra  The  origin  ofthe  North 
Amerieam  Inclian.  En  ella  ha  copiado  del  original  de 
varios  escritores  antiguos  y  modernos  que  hacen  á  su 
propósito  en  sus  lenguas;  ha  formado  cuadros  biográ- 
ficos de  guerreros  de  sus  tribus;  copia  el  pasaje  céle- 
bre de  Diodoro  de  Sicilia  que  habla  de  la  navegación 
fenicia;  pone  íntegro  el  párraío  del  manuscrito  Vati- 
cano firmado  por  Vespucio,  que  trae  Boullet  en  sus 
memorias  de  la  lengua  céltica;  extracta  en  español  de 
Juan  Pérez  su  opinión  de  que  los  indios  de  Groenlan- 
dia y  del  Labrador  parecen  ser  los  mismos;  que  el  dia- 
lecto de  los  Esquimales  es  de  Groenlandia  y  tienen 
otras  muchas  semejanzas.  Del  Santini  trae,  en  italia- 
no, los    párrafos  en    que  asegura  que    los  coriacos   de 


1 1 )    Véase  el  cap.  \i  y  otros  Lugares  ele  la  2!  parte  do  esta  obra,  ep  que 

¡Miau  los  restos  de  esas  Lenguas, 


—  102  — 

Siberiá,  los  Tombueses  y  Kamschadales  son  de  una 
misma  procedencia.  •  Con  otras  autoridades  análogas 
deduce  que  la  población  de  América  viene  del  Asia. 
Da  las  mismas  razones  que  Horn  y  nada  nos  dice  de 
lo  que  buscamos  que  no  sea  repeticiones  del  propio 
tema  de  la  unidad. 

El  Padre  Sonét  Missions  de  VOregon  et  voy  ages  aux 
Montagnes  líocheuses  aux  sources  de  la  Coló  nbie,  Aha- 
has  &  Sascatrliawia  (1845-1846)  hace  la  misma  deduc- 
ción y  traduce  al  francés  lo  que  dice  Me  Intosch  en 
sus  referencias  de  párrafos  originales  ó  en  la  lengua 
de  otros  autores  como  Santini;  copia  los  cuadros  Com- 
parativos de  las  lenguas  indias  que  forma  de  Santini, 
Barton  y  Albernethy  (1)  semejante  á  lo  que  se  lee  en 
el  libro  antes  citado  (2)  aunque  el  francés  no  mienta 
el  libro  que  explota  y  parece  seguramente  un  trabajo 
anterior. 

Arturo  J.  Jolines  publicó  en  1856  una  obra  de 
más  pretensiones:  Philological  Proof,  of  the  original 
Unlty  and  recent  origin  ofthe  Human  Race,  Redacto 
tablas  ó  cuadros  en  que  compara  las  lenguas  de  todo 
el  mundo.  Es  trabajo  curioso  y  un  tanto  fantástico. 
Nada  de  nuevo  en  la  ciencia,  porque  se  limita -á  de- 
mostrar el  origen  asiático  de  los  indios  hasta  con  la 
cita  del  novelista  Cooper,  El  Ultimo  Moliicuno.  Com- 
bate á  Duponceau  y  á  los  que  le  siguen.  Se  compla- 
ce en  el  resultado  de  su  obra  que  cree  demostrativa 
hasta  la  evidencia  de  la  unidad  del  hombre  del  viejo  y 
nuevo  mundo. 

El  hijo  del  Honorable  Kennedy  del  ya  citado,  mi 
difunto  amigo,  ha  insertado  en  los  Ensayos  y  obras  suel- 
tas de  aquel  (1861)  un  trabajo  de  1854  que  he  indicado 
antes,  en  el  que  sostenía  que  hubo  una  emigración  del 
África  de  que  proceden  los  caribes.  Se  funda  en  que 
hay  palabras  africanas  en  el  idioma  caribe    hoy:    ¿pero 


(1)  Pág.  ;'>?r>. 

{■:)  Pá|.  íoi. 


—  103— 

«•iiáudo  se  han  recogido.'  Cuando  ya  había  negros  in- 
troducidos en  Indias.  Esta  observación  ocurre  al  ver 
k  s  esfuerzos  de  Johnes  con  el  propio  objeto  aunque 
en  otra  forma. 

Los  trabajos  de  Hora;  como  casi  lodos  los  ameri- 
canistas en  los  primeros  siglos  del  descubrimiento,  se 
fundaban  en  la  necesidad  de  buscar  el  tránsito  de  los 
indios  á  America  para  conservar  el  dogma  de  la  unidad 
de  la  especie.  Muchos  sabios  de  nuestros  dias  admi- 
tieron esa  unidad,  hasta  que  los  descubrimientos  geoló- 
gicos recientes  dieron  base  á  la  creencia  ó  suposición 
del  hombre  prcadamita.  con  el  hallazgo  de  sus  restos 
realmente  fósiles.  ¡Vcvo  no  es  muy  singular  para 
honra  de  llorn.  que  Mr.  Bodier  haya  llegado  por  ca- 
minos distintos  á  casi  idénticos  resultados  al  publicar 
en  1868  sus  Orígenes  de  la  humanidad^  Pues  bien; 
Rodier  ha  encontrado  en  America  la  huella  de  dos 
razas,  la  japética  de  los  notos  y  la  escita:  ésta  empezó 
a.  extenderse,  según  el  cree,  el  año  34,000:  "los  escitas, 
los  hombres  cazadores  de   rengíferos,   penetraron    en 

Europa  Central  mucho  antes  del  año  20,000 han 

(Mitrado  por  Laponia  ó  por  Italia  y  España. — De  esta, 
península  pasaron  con  certeza  á  la  Atlántida,  hoy  su- 
merjida.  En  antigua  época  pudieron  pasar  de  allí  «i 
la  América solo  por  analogía  podemos  remon- 
tarnos á  los  tiempos  en  que  se  verificó  el  pasaje  de  los 
hombres  á  América.  Contentémonos  con  examinar 
las  antiguas  poblaciones  de  este  continente. . . , . .  La 
gramática  escita  domina  todo  el  Norte  de  América, 
comprendiendo  la  región  de  los  lagos,  los  valles  supe- 
riores y  los  afluentes  del  Mississippí  y  el  lado  del  Atlán- 
tico hasta  la  Florida  en  las  diversas  tribus  y  familias 
esquimales,  groelandeses,  atacapas,  algonquinas,  iro- 
quesas.  En  los  mismos  valles  del  Mississipí,  por  ejem- 
plo, los  cheroquíes.  En  la  América  Meridional,  cordi- 
llera de  los  Andes,  el  estudio  de  las  lenguas  ofrece  el 
mismo  resultado:  el  escilismo  sobrepuesto  á  los  otros 
elementos  más  antiguos  que   resisten   con  más  vigor. 


__  104  — 
El  abuso  de  la  síntesis  en  la  composición  de  las  pala- 
bras, el  polisintetismo  se  debilita;  el  uso  de  preñjos  y  de 
preposiciones  en  Chile  y  Araucania,  son  por  el  contra- 
rio, el  carácter  no  exclusivo,  pero  dominante  en  esos 
idiomas.  En  el  Sur,  en  los  orígenes  de  los  rios,  está 
representado  el  escitismo  por  un  corto  número  de  desi- 
nencias, descendidas  probablemente  poco  á  poco  de  los 
Andes.  En  resumen,  todo  el  Norte  hasta  el  grado  40 
de  latitud,  con  las  mesetas  y  montañas,  hasta  Chile,  es 
aproximadamente  en  América  el  lote  del  escitismo  ba 
jo  el  punto  de  vista  gramatical,  y  aún  puede  decirse 
etnológico  y  social.  Las  lenguas  guaraníes  y  sus  se- 
mejantes, se  extienden  por  casi  todo  el  Brasil,  tienen 
prefijos  y  admiten  sin  polisintetismo  un  gran  número 
de  fórmulas  desinentes  escitas.  Yendo  al  Norte  se 
entra  en  la  región  de  las  lenguas  caribes  que  se  esca- 
lonan hasta  el  mar  de  las  Antillas,  casi  con  los  mismos 
caracteres  de  las  guaraníes  con  más  tendencia  al  esci- 
tismo." [1] 


(1)    Ucrne  Moderne,  París,  pag.  424  y  siguientes,  tomo  49.  Año  1868; 


ío: 


Capítulo    IX. 

Las  descripciones  geográficas  como   monumentos  de  los 

orígenes. — Antropología. — Estudios  propios  y  ágenos 
sobre  estas  materias  en  Cala. — Error  demostrado. 


Los  nombres  indígenas  geográficos  que  determi- 
nan montes,  rios  y  localidades,  son  monumentos  que 
ha  sabido  explotar  el  ilustrado  D.  Fermín  Caballero, 
respecto  á  España,  en  una  interesante  nomenclatura: 
no  es  verosímil  que  los  viajeros,  los  transeúntes,  ni  los 
conquistadores  borren  los  nombres  de  los  lugares  que 
recorran,  contemplen  ó  visiten.  Por  esa  razón  el  estu- 
dio comparativo  de  sus  designaciones  tendrán  que  ras- 
trear, si  no  comprobar,  la  idéntica  ó  semejante  proce- 
dencia de  los  pueblos. 

Los  nombres  que  nos  quedan  de  los  habitantes  pri- 
mitivos de  Cuba  se  encuentran  en  Haití  y  en  más  de 
quinientas  leguas  hacia  las  islas  y  la  tierra  firme  de 
Paria,  como  lo  reconocieron  conquistadores  ó  descu- 
bridores ó  viajeros  primitivos;  así  los  cronistas,  lo  mis- 
mo Pedro  Mártir  de  Angleria  que  Torquemada.  Nue- 
vos estudios  nos  revelaron  después  en  la  America  del 
Sur,  voces  de  las  Antillas  hasta  las  orillas  del  Orinoco, 
y  nos  lo  confirmaron  los  datos  que  los  precedieron  de 
los  cronistas  de  Paraguay. 

Cuando  en  mérito  de  este  y  otros  antecedentes 
publiqué  por  primera  vez  mis  sospechas  sobre  el  origen 
de  los  indios  de  Cuba,  luchó   con  la  general  opinión  dr 

que  procedían  del  Yucatán:  tuve  un  discreto  impugnador, 


—  10G  — 
y  no  quiero  olvidar  en  este  capítulo  ninguna  circuns- 
tancia. Yo  me  refería  ;ilos  caribes  del  continente,  mi 
antagonista  á  los  de  las  islas  menores:  de  quienes  decia, 
con  gracia,  que  fueron  de  1490  á  1520  los  desplobado- 
res;  pero  ni  aún  esos  lo  fueron  tanto  que  lo  lograran 
matando  los  varones,  que  pudieron  y  dejando  las 
Jienibrds,  que  conservaron  su  idioma,  y  las  islas  conti- 
nuaron habitadas.  Lo  singular  es  que,  también  en  el 
Pera  se  encontraron  dos  lenguas,  una  para  las  mujeres, 
otra  para  los  hombres;  lo  mismo  en  el  Guaraní.  (1) 

En  cuanto  á  la  etimología  de  la  palabra  guagiro, 
se  negaba  por  el  crítico  la  cercania  de  la  península  de 
ese  nombre  á  las  islas;  pero  basta  ver  el  mapa  para 
comprender  que  me  refería  á  la  posibilidad  y  aun  faci- 
lidad de  las  comunicaciones  y  á  la  noticia  general  de 
que  existían  constantes  relaciones  entre  el  continente 
y  las  islas  y  hasta  alianzas  entre  los  calibís  y  caribes 
contra  los  aruacos  6  aruages.  En  las  décadas  del  escri- 
tor milanos,  varias  veces  citado,  se  encuentra  hasta  el 
recuerdo  del  itinerario  de  esos  viajes.  Las  comunica- 
ciones no  solo  eran  posibles  por  la  vecindad  de  las  islas 
del  archipiélago  entre  sí  y  el.  mismo'  continente  del 
Sur,  sino  que  constituye  esa  noticia  un  hecho  histórico. 
Pudiera  suceder  que  también  la  hubiera  "con  el  conti- 
nente septentrional,  pero  no  existen  sino  vagas  referen- 
cias y  la  fábula  de  la  fuente  del  Jordán  en  el  Cantío, 
ni  es  lo  mismo  ir  que  venir;  y  las  tradiciones  dicen  que 
cú\í  fueron  y  lian  quedado  hasta  hoy.  Los  marinos  creen 
que  es  mas  fácil  ir  al  continente  que  volver  con  las 
corrientes  que  son  contrarias.  Y  este  hecho  servía  de 
fundamento  y  disculpa  para  los  que  creían  la  suposición 
imaginada  por  Bristok,  como  puede  verse  en  Roche- 
fort  (2) 

Si  esos  restos  consignados  para  la  memoria  de 
unas  gentes  que  ya  desaparecieron,  se  ven  escritos    ci\ 


(1)  Charlevoix,  lílat.  du ParagtiQ,ij,  t.  3,'pág.  371. — Apón/iic©. 

(2)  Hidi.  nat.  ct  mor.  de  les  Islcs.cVAmcriqw, 


—  107  — 
os  árboles,  las  sierras,  los  objetos  inanimados;  si  esos 
nombres  se  mezclan  con  otros  nombres  indígenas  en 
cosas  que  usamos,  muebles,  alimentos  y  objetos  con- 
fundidos y  adulterados  ó  modificados  en  las  lenguas  ac- 
tuales— en  ellas  tenemos  que  buscar  los  orígenes . 

Por  eso  al  estudiar  los  trabajos  del  italiano  Codazzi 
sobre  Venezuela,  al  leer  los  periódicos  de  esa  parte 
del  mundo,  me  pareció  demostrado,  ó  por  lo  menos 
digno  de  señalar  por  ese  rumbo  del  Sur  la  emigración 
de  los  indios  de  las  Antillas.  En  el  Varo  Industrial  de 
la  llábana  de  4  de  Marzo  de  18  Í2  publiqué  un  corto 
escrito  con  ese  tema,  titulándole: ''Entretenimientos 
históricos  sobre  la  Isla  de  Cuba. — El  idioma  primitivo." 
El  lijero  trabajo  fue  reproducido  por  los  periódicos  de 
la  Isla  y  varios  de  la  América  latina  y  tuvo  la  honra  de 
ser  impugnado  por  un  escritor  entendido,  en  él  Diario 
de  la  Habana. 

La  impugnación  me  empeñó  en  el  deseo  de  pro- 
fundizar el  examen  de  un  estudio  que  inició  en  Puerto- 
Príncipe  en  1838,  y  desde  entonces  procuró  reunir  los 
datos  de  que  es  resultado  este  libro.  Mi  artículo  ínte- 
gro es  el  siguiente,  que  tomo  del  Redactor  de  Cuba, 
que  lo  reprodujo: 

EirTREIENIKIEXTOS  IWOS  SOBRE  LA  ISLA  E  CUBA, 

EL    IDIOMA    PRIMITIVO. 


;(  Hial  fue  el  idioma  primitivo  de  los  cubanos!  El 
idioma  de  los  aborigénes  que  se  nombraban  siborieyes, 
¿era  acaso  especial  de  Cuba  y  Santo  Domingo,  ó  se 
extendía  ;i  otras  islas  y  parte  del  continente  americano? 
Si  hojeando  libros  antiguos  y  revolviendo  bibliotecas, 
pudiéramos  tener  un  exacto  conocimiento  del  lenguaje 
siboney,  ¿qué  habríamos  adelantado!  Algo,  ciertamen- 
te: conservar  las  reliquias  de  un  idioma,  con  rj^ic  vemos 
mezclar    el    nuestro.      Apenas    hay  vallé,  rio,    sabana. 


—  108  — 
que  no  lleve  un  nombae  indiano:  ¿qué  significa  para 
nosotros?  Los  campos  mismos  están  cubiertos  de 
aldeas  y  caseríos,  ¿y  quienes  los  habitan!  Descendien- 
tes de  conquistadores,  hijos  de  europeos  introducidos 
en  el  país:  ¿y  por  qué  les  llamamos  guagirosl  Esta 
palabra  no  es  del  repertorio  de  nuestra  lengua,  tampoco 
pertenece  á  las  europeas,  ¡acaso  se  llamaron  así  los 
habitantes  del  campo  de  Cuba?  No;  Siboneyes  eran 
sus  pobladores,  y  la  etimología  de  la  palabra  gaxót'ui 
(hombre  á  quien  se  llama  usted)  es  harto  violenta,  si 
puede  admitirse  el  supuesto  de  que  perteneciese  á  la 
lengua  de  los  Siboneyes.  Parece  que  estábamos  con- 
denados á  no  llegar  al  conocimiento  de  estas  cosas  por 
la  confusión  de  las  dos  razas  española  é  indiana  que 
hoy  forman  una  sola;  pero  todavía  creemos  que  pueden 
agotarse  los  esfuerzos,  todavía  concebimos  que  hay 
medios  de  ilustrar  algo  esas  épocas  que  se  pierden  en 
la  noche  de  los  tiempos. 

Basta  examinar  el  mapa  para  convencerse  de  que 
las  islas  del  archipiélago  de  las  Antillas  fueron  en  los 
primitivos  tiempos  parte  del  continente  americano. 
Desde  el  tiempo  de  la  conquista,  se  notó  por  los  histo- 
riadores que  habia  rasgos  de  fraternidad,  de  familia,, 
entre  las  islas  y  el  continente:  hablando  de  la  religión 
de  las  Indias,  dice  el  célebre  historiador  Torquemada: 
"Las  gentes  de  la  Isla  Española  y  Cuba  y  la  de  San 
Juan  de  Puerto-Rico  y  Jamaica  y  todos  los  Lucayos, 
y  comunmente  en  todas  las  demás  que  están  qitasi  en 
renglera,  desde  cerca  de  la  Tierra  Firme  (que  se  dice 
la  Florida)  hasta  la  punta  de  Paria,  que  es  en  Tierra 
Firme,  comenzando  del  Poniente  al  Oriente,  bien  por 
más  de  500  leguas  de  mar,  las  gentes  de  la  tierra 
"firme  por  aquella  ribera  de  Paria,  y  todo  lo  que  de 
allí  abajo,  hasta  Veragua,  quasi  todo  era  una  manera 
de  religión."  Esta  indicación  nos  hace  concebir  la 
esperanza  de  que  pueda  fijarse  la  etimología  de  algunos 
nombres  indígenas,  y  guiados  por  este  deseo  ilustrar  la. 
historia  antigua, 


—  109  — 
Los  trabajos  del  Si\  Codazzi  vienen  al  apoyo  de 
estos  asertos,  ])iies  leemos  en  su  obra,  digna  de  todo 
elogio,  multitud  de  nombres  que  nos  son  conocidos  y 
([iie  rectifican  y  dan  nuevo  crédito  á  lo  que  pudiera 
deducirse  de  lo  expuesto  por  Torquemada.  Puede 
creerse  en  vista  de  esto,  que  los  lugares  indicados  por 
el  antiguo  historiador  y  el  moderno  geógrafo,  pertene- 
cieron á  unas  mismas  gentes,  por  más  (pie  diversas 
Costumbres  y  aun  dialectos,  dividan  la  gran  familia  en 
muchas  tribus,  lieproduciremos  los  nombres  á  que 
nos  referimos,  pero  antes  queremos  hablar  de  la  eti- 
mología de  la  palabra  guagiro.  La  sílaba  gua  que  en- 
tra en  la  composición  nos  hace  creer  que  tenga  paren- 
tesco con  el  idioma  caribe,  y  no  debe  confundirse  la 
nación  caribe  del  continente,  con  la  que  ha  hecho  ce- 
lebre con  sus  atrocidades  á  las  islas  pequeñas  del  archi- 
piélago de  las  Antillas.  Encontramos  en  el  continente 
una  tribu  numerosa  de  indios  llamados  guagiros,  existe 
una  península  que  lleva  el  nombre  de  la  Goayira.  Es, 
pues,  evidente,  que  de  ese  punto  hubimos  el  nombre. 
Los  habitantes  del  campo  aún  se  molestan  en  el  día 
de  (pie  se  les  llame  guagiros,  ¿pero  qué  tienen  de  co- 
mún con  los  indios  del  continente  hombres  descen- 
dientes de  Europa?  ¿se  llamaron  así  los  cubanos  alguna 
vez? — Creemos  que  si  supiésemos  el  significado  de  la 
palabra,  fácilmente  resolveríamos  la  cuestión.  Pero 
si  acudimos  á  analogías,  desde  luego  podemos  decir 
que  los  indios  llamaron  guagiros  á  nuestros  campesi- 
nos, por  reconocer  que  eran  semejantes  á  esos  seres 
que  sostenian  un  activo  comercio  con  todas  las  islas,  y 
(pie  aún  en  la  actualidad  se  les  reputa  por  uno  de  los 
más  inteligentes  é  industriosos  naturales.  Todos  nues- 
tros juicios  son  comparativos,  cuando  tenemos  térmi- 
nos <pie  comparar,  y  los  aborígenes  que  vieron  una 
raza  de  más  poder  moral  é  inteligencia,  no  pudieron 
dejar  de  hacer  comparaciones  con  objetos  que  les  eran 
conocidos.  De  esto  mismo  puede  creerse  que  nace  la 
odiosidad  con  que   nuestros  campesinos  repugnan   el 


-  110  - 
hombre.     Nuestros  padres  no  querrían    verse   compa- 
rar con  los  indios  bravos. 

Desde  las  épocas  inmediatas  á  la  conquista  tene- 
mos conocimiento  de  que  los  indios  forasteros  se  intro- 
ducían en  Cuba:  sea  un  ejemplo  la  invasión  de  los  Ma- 
curiges,  de  que  hablamos  en  nuestro  artículo  sobre  la 
Geografía  antigua  de  Cuba.  Sabemos,  por  otra  parle, 
que  la  raza  caribe,  hermosa  y  hábil,  fué  el  origen  de 
las  tribus  que  poblaron  las  islas  menores,  y  que  influ- 
yeron en  gran  parte  del  resto.  Ya  dijimos  la  distinción 
que  debe  tenerse  presente.  Lo  cierto  es  que  en  el 
continente  se  encuentran  hoy  nombres  de  territorios, 
rios,  árboles  y  animales,  idénticos  á  los  indígenas,  y 
que  estudiado  el  idioma  que  se  habla  por  los  indios, 
adquiriríamos  las  nociones  que  indicamos.  La  proxi- 
midad de  la  península  de  la  Goagira  á  las  grandes  An- 
tillas, y  la  circunstancia  de  la  identidad  de  nombres, 
confirman  nuestros  asertos. 

La  palabra  toa  [rana]  de  la  lengua  siboney,  se 
encuentra  en  la  orilla,  enfrente  del  continente,  la  isla 
de  las  Toas:  aquí  tenemos  el  rio  de  la  Toa.  La  palabra 
botuto,  la  trompa  sagrada  de  los  indios  del  continente 
es  nuestro  fotuto.,  adulterada  con  la  introducción  de 
una/,  que  tal- vez  no  fué  nunca  letra  del  alfabeto  sibo- 
ney.  La  terminación  bacoa,  tan  común  entre  nosotros, 
Guanabacoa,  Guasabacoa,  se  encuentra  precisamente 
en  la  provincia  de  la  Goagira,  CJiichibacoa,  Cwnanacoa, 
léase  además  el  rio  Manatíes,  el  rio  Guay  abita,  estre- 
cho Yabita,  rios  Casigua,  Yara,  Morrocoy,  Guara  y 
Guama!.  Entre  los  árboles,  la  palma  yagua,  icaco,  cují 
maguey ,  gigua,  seiba,  guásima,  mamey,  y  agrumo,  jobo, 
guama,  majagua,  lairenes,  [Yerenes]  caimito  y  guaná- 
bana. 

Muchos  más  nombres  pudieran  encontrarse  en  el 
útil  trabajo  del  señor  Codazzi.  Cuando  leemos  ésto  no 
podemos  dejar  de  concebir  esperanzas  de  adelantar 
más  nuestros  estudios. 

Deslindado  el  parentesco  de  los  primeros  habitantes 


—  1 1 1  — 
lie  Cuba  con  las  naciones  del  continente,  nuestra    his- 
toria antigua  será   ilustrada  ron    nociones   curiosas    y 
tan  útiles  cuanto  pueden  serlo  los  trabajos  de  esta    na- 
turaleza. 

En  otro  artículo  hablaremos  de  lo  que  nos  queda 
del  lenguaje  siboney  pero  esto  no  pande  solo  de  nos- 
otros, y  no  sabemos  la  época  en  que  cumplamos  la 
oferta. 

Mi  ilustrado  impugnador  no  sólo  se  ocupó  en  con- 
tradecir los  particulares  que  comprendía  mi  artículo, 
en  el  Diario  de  la  Habana  de  15  de  Agosto  de  1842. 
sino  que  edificó  por  su  parte  lo  que  creia  más  funda- 
do: hízolo  con  muestras  de  conocimiento  y  quiero  con- 
signar lo  que  entonces  dijo  y  me  luí  servido  de  criterio 
para  mis  estudios  posteriores,  procurando  llenar  el 
programa  que  me  presentó.  Esto  me  proporciona  ha- 
blar de  los  servicios  que  me  han  prestado  mis  amigos 
proporcionándome  realizar  mis  encargos,  prestándose 
á  satisfacer  mis  aficiones  literarias.  La  partí1  de  ven- 
sura  á  que  me  refiero  es  la  siguiente: 

"Quisiéramos,  decía,  encontrar  esa  confirmación, 
pero  no  la  hallamos.  ¿Qué  prueba  el  que  allí  en  el 
continente  haya  nombres  cubanos:  Que  los  españo- 
les los  han  llevado.  Los  castellanos  se  establecieron 
en  Haití  y  en  Cuba,  aprendieron  la  lengua,  y  de  Cuba 
la  trasplantaron  á  las  otras  colonias.  Todas  aquellas 
voces  que  no  tenían  equivalente  en  el  idioma  de  los 
conquistadores,  fueron  adoptados  por  estos,  como 
caoba,  canoa,  tnaguei,  güayacan,  macana,  etc.,  y  la  intro- 
dujeron en  México,  Costa  Firme,  Perú,  Chite  y  Fili- 
pinas. Si;  hasta  en  Filipinas;  y  en  diccionarios  mala- 
yos hemos  encontrado  voces  haitianas,  llevadas  allá 
por  los  españoles.  Los  teminoles  llaman  á  sus  jetes 
mico;  los  mexicanos  ilatoani)  los  peruanos  caraca-,  los 
araucanos  toqui;  sin  embargo,  generalmente  se  les  dice 
cacique,  voz  siboney  propagada  por  los  españoles.  Los 
aztecas  deciañ  acal;  los  españoles  han  hecho  prevale- 
cer la  voz  cauca  también  de  Haití.     Solis  dice  nue  los 


—  112  — 

mexicanos  llamaban  á  las  grandes  canoas  piraguas) 
más  este  autor  de  muy  prolija  dicción,  pero  de  poco 
criterio,  ignoraba  que  esa  voz  era  siboney,  y  que  los 
españoles  fueron  los  que  la  introdujeron  en  México, 
y  cuya  lengua  basta  haber  saludado  para  conocer  que 
no  es  de  su  caudal  la  voz  piragua.  Alerta  contra  los 
autores  como  el  citado 

"Mientras  no  se  nos  muestre  una  nación  que  hable 
la  lengua  siboney  ó  haitiana  más  ó  menos  pura,  nada 
hacemos  con  alguna  docena  de  voces  muestras  que  se 
usan  aquí  ó  allá.  Es  verdad  que  los  españolas  'llevaron 
á  México  la  voz  pulque  araucana;  á  Chile  el  tambo 
quichua;  á  Cuba  el  allnázote  mexicano;  pero  ninguna 
lengua  ha  sido  propagada  por  ellos  en  las  Indias  como 
la  siboney.  Las  primeras  leyes  de  Indias  contribu- 
yeron á  esto,  y  se  dijo  Naboría  en  Guatemala,  y  en 
Chile  casabe  y  pitahaya  en  California  y  el  Perú.  Los 
descubrimientos  y  conquistas  de  Costa  Firme  salieron 
de  Haití  y  luego  quedaron  aquellas  costas  dependientes 
en  lo  civil,  eclesiástico  y  judicialmente  de  la  misma 
Haití.     ¿Ño  habia  de  propagarse  allí  la  lengua? 

"Resulta,  pues,  que  se  ha  creído  hallar  la  etimolo- 
gía de  la  palabra  guajiro  en  la  Guajira  de  Venezuela; 
y  la  lengua  siboney  en  aquellas  costas  y  raza  caribe. 
Lo  primero  y  lo  segundo  no  hallamos  pruebas  que 
nos  convenzan;  lo  tercero  nos  parece  referido  de  otro 
modo  en  la  historia." 

"Concedemos  que  el  estudio  de  la  lengua  siboney 
puede  ser  útil.  Hay  dos  sendas  para  estudiarla:  una 
literal  y  otra  práctica." 

"Olvidemos  nuestras  preocupaciones  y  vamonos  á 
vivir  entre  las  montañas  de  Jiguaní  ó  del  Canei,  y 
estudiemos  sus  idiotismos,  no  castellanos,  y  ya  tendre- 
mos adelantado  algo." 

"Copiemos  de  todos  los  historiadores  de  Indios  las 
voces  no  castellanas;  agreguemos  las  provinciales  de 
Cuba,  y  eliminemos  luego  las  extranjeras,  y  algo  ha- 
bremos adelantado." 


—  113  — 
•  /he  cuántas  lenguas  sé  necesita   saber  para  «slc 
trabajo?" 

"Yo  creía  provincial  la  voz  fufú,  que  usan  los  ne- 
gros; y  es  inglesa,  es  el  grito  ¡food!  ¡foodf  á  comer, 
que  les  daban  á  bordo  del  barco."  [1] 

"También  la  de  guasi-guasi  (lavar),  y  es  la  inglesa 
¡wash,  washr 

"También  la  piquinini  (pequeño),  y  es  la  gallega 
pequeñino"  .    • 

"Así  mismo  la  hauizote  (perseguidor)  y  es  la  me- 
xicana xVhnitzotl,  el  D.  Pedro  el  Justiciero  de  las  Az- 
tecas, monarca  fiero  e  incansable." 

■'Igualmente  la  de  atol  y  es  del  mexicano  atoll í;  y 
lambiéndote  y  achiote,  y  aguacate  y  cacao,  y  guajolote 
y  zapote  y  más  de  otros  mil." 

"Y  además  chinchorro  y  alcatraz que  son  españoles 
y  antiguos." 

'Y  siendo  siboneyes  las  voces  papaya,  cay  aya,  pi- 
tahaya, maya,  yucaya  creí  que  lo  era  Zaliumaya  [cier- 
ta malanga  venenosa]:  y  luego  hallé  que  derivaba  de 
¿ahumar,  zahumerio,  por  los  vértigos  que  causa  al  que 
la  come,  especie  de  embriaguez,  lo  cual  se  dice  en  el 
pais  humo,  y  rústicamente  jumo,  de  donde  se  derivan 
((jumarse  [embriagarse]  jumatán  [borrachera]  y  sal/u- 
rna ya  [yerba  que  emborracha.]" 

El  crítico  pone  varios  ejemplos  de  frases  vulgares 
anticuadas  en  Castilla  que  conservan  nuestros  campe- 
sinos y  continúa  sobre  los  siboneyes: 

"Algunas  voces,  dice,  que  los  historiadores  han 
definido  podrán  servirnos  de  norte.  Guanin,  el  oro; 
turei,  el  cielo;  toa,  la  rana;  vacan,  el  medio;  macana, 
el  garrote  ó  bastón;  sahína,  la  campiña;  noboría,  el 
criado;  mato  ó  nitaino,  el  noble;  conuco,  la  sementera: 
batei,  la  plaza;  aréito,  el  baile;  canoa,   la  embarcación; 


(1)    Ha  encontrado  las  palabras  ñame  y  fufa  <'l  viscónda  de  S.  Javier 
en  Sierra  Morena: — Tres  «ños  en  Fernando  /'<">.     Lo  anoto  en  i- 


— 11,1  — 

cauque,  el  rei;  behique,  el  sacerdote;  sentí,  el  ídolo;  ca- 
zabi,  el  pan;  hamaca,  el  lecho;  Z>o7?¿o,  la  casa,  etc." 

"Formando  lista  de  voces  del  país,  no  castellanas 
ni  de  otra  lengua,  se  tendrá  un  vocabulario  siboney;  y 
siguiendo  una  especie  de  criptografía  pueden  restituir- 
se voces  de  significación  perdida.  Así  con  más  de 
tres  mil  voces  á  la  vista  lie  podido  presuMir  que  algu- 
nas pueden  significar  v.  g.:" 

"Habana, — pradera  ó  tal  vez  bosque. 

(íuanicú, — rio  de  oro. 

Ji-guaní, — arenas  de  oro. 

Ciba-nicú, — rio  ó  arroyo  de  piedras. 

Ciba-nacan, — pais  rodeado  de  pedregales  [y  co- 
rresponde exactamente  á  su  situación.] 

Gugi-guani-co, — pais  del  poniente,  de  la  aurora 
vespertina. 

Jobo-sí, — la  piedra  del  Jobo;  ó  un  terreno  pedre- 
goso donde  hay  Jobos. 

Guaninao, — algo  de  oro. 

Batabanó, — ciénaga,  pantano. 

Guanacaje, — palmeras  ó  paraje  rodeado  de  palmas. 

Maisí, — pedregal  donde  hay  maiz. 

Pijirigua, — malo,  inferior,  lugar  vil. 

Manicaragua, — sitio  de  los  montes. 

Mayabeque, — algo  de  pina  de  ratón  (una  planta.) 

Mayaglgua, — piñales  de  ratón,  malos,  molestos, 
perjudiciales,  etc. 

"Estas  han  sido  inferencias  muy  aventuradas  que 
aun  no  me  atrevo  á  asegurar;  pero  puede  decirse  con 
cierto  poeta: 

"Se  puede;  ¡o  comprendo;  otro  h  adobe? 

"Esforzándose  á  estudiar  sin  pasión,  sin  preven- 
ción, temiendo  siempre  errar,  y  no  admitiendo  sino  lo 
bien  demostrado,  podremos  conocer  la  lengua  siboney 
algo  más  de  lo  que  hoy  se  conoce,  y  en  tanto,  si  no 
hemos  podido  adelantar  nos   contentaremos  con  haber 


hablando  sinceramente  al  lector,  inspirándole  confianza 

de  cuanto  pueda  causarlo  ilusión,  á  fin  de  que  no  nos 
formemos  sistema,  sobre  bases  poco  examinadas. 
Quizá  la  obra  del  Sr.  Codazzi,  que  no  conozco,  nos 
daría  luces  sobre  esto.  El  Diccionario  caribe  de  Ro- 
chefort  seria  útil  también;  pero  no  lo  he  podido  exami- 
nar. Entre  tanto  quien  creyere  fácil  adelantar  en 
estas  investigaciones,  póngase  á  ello,  que  se  lo  agrade- 
cerá muchísimo  este  aficionado. — A.  D." 

Tampoco  habia  yo  leido  el  diccionario  de  Róche- 
lo rt  que  solo  contenia  el  dialecto  de  los  caribes  de  las 
islas  menores,  según  lo  explicaba  el  sabio  Hervás  en 
su  estudio  sobre  las  lenguas,  y  habían  sido  vanas  mis 
diligencias  para  conseguir  un  ejemplar.  Mi  querido 
discípulo  el  distinguido  Doctor  D.  Antonio  González 
de  Mendoza,  fué  á  Europa  y  le  hice  encargo  de  que  me 
lo  enviase  y  sino  hallaba  la  obra,  la  hiciera  copiar  de 
la  Biblioteca  nacional  de  París,  indicándole  el  número 
con  que  lo  habia  visto  citada:  Mendoza  no  encontró  el 
libro,  pero  fué  á  la  Biblioteca  al  punto  determinado  y 
allí  estaba  á  pesar  de  que  la  noticia  se  referia  á  una 
época  anterior  á  la  revolución  de  1789.  Se  tomó  la 
pena  de  copiarlo  y  enviarme  el  manuscrito  por  el  co- 
rreo. Mi  excelente  amigo  y  compañero  en  aficiones 
americanas,  el  honorable  Kennedy  me  envió  de  Lon- 
dres después  un  ejemplar  impreso  de  Rochefort,  apén- 
dice á  su  Historia  de  las  Antillas. 

Su  lectura  me  convenció  cada  vez  mas  de  que  debia 
buscar  por  el  mediodía  la  procedencia  de  los  indios  del 
tipo  caribe  de  raza  pacífica  ó  noble;  como  ellos  mismos- 
se  apellidaban:  los  tainos.  Después  de  publicado  mi  ar- 
tículo se  modificó  la  opinión  que  antes  era  general, 
fundada  en  la  suposición  de  Bristock:  en  los  textos  ó 
compendios  de  geografía  se  fué  reduciendo  á  menos 
extensión  la. antigua  creencia.  En  vano  vi  en  la  obra 
moderna  de  Jean  colocadas  las  Antillas  mayores  (Mitre 
los  dialectos  mayas:  Haití,  Cuba,  Puerto  Rico  y  Ja- 
maica, de  la  familia  mai/a  quiche" 


—  11G  — 
"Maya  6  Yucatana.  Cuba,  Haití! 
Puerto  liico?  Jamaica,  etc."  (1) 

Como  se  ve,  no  estaba  muy  seguro  el  autor  de  su 
doctrina,  pues  los  signos  de  interrogación  que  usa  lo 
indica:  error  era  común,  general  en  Cuba,  que  todos 
participaron:  no  habia  para  el  fundamento  ostensible, 
solo  el  que  los  indios  llamaban  maya  á  la  pina  de  ratón, 
y  que  venia  mucho  jeniquén  de  Campeche  y  otros  obje- 
tos que  se  llamaban  campecherias . 


Cuarenta,  y  un  años  después  de  escritas  mis  pre- 
sunciones y  conjeturas,  negadas  por  los  contemporá- 
neos, en  1882  he  leido  en  la  apreciable  obra  del  sabio 
alemán  Peschel,  (The  Races  oí  Man  1876)  la  siguiente 
confirmación:  "Las  pequeñas  y  las  grandes  Antillas 
como  las  Bahamas,  fueron  habitadas  antes  de  1492 
por  una  raza  en  extremo  pacífica,  que  Von  Martina 
ha  llamado  Taini.  Los  restos  de  su  lengua  que  nos 
quedan,  aunque  no  dan  claro  indicio  de  su  origen,  se 
lia  visto  recientemente  que  están  relacionadas  con  los 
Araguas  (Arwaks)  de  Sud  América,  que  aun  habitan 
las  Gruyanas."  Y  como  he  dicho  en  el  artículo  Aragua 
[1852]  citando  áG.  Brett  sobre  el  idioma  allí  usado  es 
dato  concluyente. — Véase  la  palabra  Aragua. 


117  — 


(  Japítulo  X. 


Algunos  estudios  más  Itechos  en  (Jaba  sobre  la  lengua  de 
los  habitantes  dé  las  Antillas. 


En  nuestra  propia  isla  algunos  contemporáneos  se 
han  ocupado  del  estudio  de  los  restos  de  la  lengua  in- 
dígena. Como  van  á  ver  nuestros  lectores,  no  se  lia 
determinado  nada  con  fijeza  ó  han  tenido  que  dar  solo 
conjeturas  más  ó  menos  fundadas.  Las  fechas  de 
ellas,  que  procuro  fijar,  demuestran  cpic  son  posterio- 
res á  la  corta  discusión  que  provocó  el  artículo  que 
antes  publique  en  el  Faro  Industrial  de  la  Habana  y 
lie  reproducido  ahora. 

Todos  los  he  tenido  presentes  y  además  una  co- 
piosa lista  de  palabras,  de  cosas,  y  de  objetos  forma- 
da y  recojida  en  mis  excursiones  por  la  Isla:  -  he  co- 
piado no  solo  las  voces  que  he  creido  de  origen  indio 
que  he  oido  á  los  llamados  indios  de  las  orillas  de  Ca- 
magüey,  á  los  Holguineros  y  gentes  del  Caney,  sino 
que  he  notado  los  que  tienen  diversa  acepción  en  el 
( )riente  que  en  el  Occidente  de  Cuba.  Algo  he  perdido, 
pero  aún  mucho  aparecerá  en  la  segunda  parte  de  este 
libro,  así  como  varias  voces  que  se  llaman  criollas  y  pro- 
ceden de  México,  y  otras  partes  como  guaracha  que  de 
allá  vino.  [1] 

El  ilustrado  1>.  Tranquilino  Sandalio  de  Xoda,  que 


(\)  Para  esto  último  uir  be  valido  <!<•  un  corto  vocabulario  de  LJ 
El  Pensador  Mexicana,  en  su  célebre  /'<ri'i<till<>  8ami{ 


—  118  — 
había  sostenido  la  procedencia  yucateca  de  la  lengua 
cubana,  modificó  en  1857  su  opinión  y  en  los  Anales 
y  Memorias  de  la  Sociedad  Económica  publicó  un  curio- 
so estudio  "sobre  los  Guagiros  de  la  Vuelta  de  Abajo." 
En  él  convino  en  que  existió  una  gran  nación  de  que 
son  un  resto  los  antillanos  y  que  probablemente  ocupó 
las  islas,  Costafirme  y  tal  vez  la  costa  oriental  de  Flo- 
rida: que  unos  la  llaman  Achagua,  otros  Arauca,  cuyos 
nombres  no  eran  conocidos  en  Santo  Domingo. 

¿Y  tal  vez?  dice,  la  costa  oriental  de  Florida:  yo  no 
encuentro  en  ninguna  parte  relaciones  normales  entre 
los  antillanos  y  el  continente  septentrional  como  lo  he 
razonado  hasta  ahora;  y  los  escritores  contemporáneos 
del  descubrimiento  explican  en  sus  narraciones  la  dife- 
rencia de  las  familias  que  habitaban  el  septentrión  y 
las  islas.  Hernando  Escalante  [1]  nos  dice  que  el 
príncipe  Calos  (Calos)  de  la  Florida  poseía  dos  pobla- 
ciones en  las  islas  mas  próximas  de  las  Lucayas,  llama- 
das Guaragumbe  (pueblo  de  lágrimas)  y  Cuchiaga 
[lugar  del  martirio.]  Esos  nombres  no  indican  frater- 
nidad ni  bien  estar.  A  las  lágrimas  y  el  martirio  de 
esos  infelices  habitantes  domeñados,  agrega  Calés  sig- 
nifica cruel  y  ese  nombre  era  el  del  jefe  del  territorio 
bárbaro  y  belicoso  mas  cercano  á  los  lucayos,  pues  no 
distaba  20  leguas  el,  uno  del  otro  país. 

Noda  copió  ordenadamente  los  recuerdos  de  los 
cronistas  y  en  cuanto  á  sus  observaciones  propias,  hay 
juicios  con  los  cuales  no  estamos  conformes:  tanto 
aquí  como  en  la  segunda  parte  de  este  trabajo  expon- 
dré mi  parecer  leal  y  francamente.  "Yo  pienso,  dice 
por  ejemplo,  que  el  nombre  casique  era  tal  vez  más 
usado  en  Haytí  y  el  de  guagiro  en  Cuba,  puesto  que  se 
ha  conservado  en  esta  y  aquel  prevaleció  en  aquella. 
Oviedo. .  .  .es  el   único  que  yo  sepa  haya  tratado   de 


(i)    Calece,   de   Teniaux  Compans,  Helatíon  et  r¡>>/ti</cs  mr  Flori" 
líe,  t  ^0, 


—  llí)  — 

este  nomine  y  lo  ('([iiipara  al  de  rey,  casique  ó  señor " 

Yo  no  veo  ni  concibo  esas  distinciones  gerárquicas  que 
oíros  y  el  misino  Noda,  queriendo  encontrar  los  trata- 
mientos do  Excelencia,  Usía  y  aun  Majestad  en  la 
lengua  de  los  humildes  y  pacíficos  antillanos:  yo  per- 
sisto en  creer  que  la  voz  guagiro  vino  del  continente, 
en  donde  la  hallaron  luego  los  españoles:  y  he  reunido 
(Mi  el  artículo  Guagiro  de  mi  diccionario  enciclopédico 
cuanto  he  buscado  sobre  la  palabra:  Oviedo  en  térmi- 
nos muy  claros  dice  todo  lo  contrario  que  lia  enten- 
dido mí  ilustrado,  pero  alucinado  amigo;  Oviedo 
dice  que  en  Tierra  Firmo  se  dá  á  los  caciques  el  nom- 
bre de  (íuüffho.  [1] 

La  lista  de  palabras  que  formó  contiene  (i4  voces 
de  las  cuales  no  me  parecen  aceptables  algunas,  por 
ejemplo,  Xicara  es  mejicana;  Tiba  es  de  la  America 
del  Sur  y  equivale  á  geí'e  como  lo  enseña  el  P.  Simón. 
No  cree  el  mismo  Noda  que  sea  muy  segura  la  signiíi- 
< 'ación  que  dá  á  más  de  -siete  y  de  ellas  tengo  que  vol- 
ver á  ocuparme  en  otras  partes. 

Al  hacer  esta  reseña  sobre  las  antigüedades  y  res- 
tos indianos,  es  debido  un  recuerdo  especialísimo  á  mí 
compañero  y  amigo  1).  Felipe  Poey;  él  copió  en  su 
bien  empleado  viaje  por  Europa  todo  lo  correspondien- 
te á  Cuba,  y  sus  enlaces,  de  las  obras  inéditas  del  ve- 
nerable Las  Casas.  Las  Memorias  de  la  Sociedad 
Económica  han  publicado  dos  veces  esos  preciosos  do- 
cumentos y  otros  no  menos  interesantes  del  propio 
origen.  De  esa  fuente  lian  reproducido  casi  todos  los 
(jue  se  lian  acordado  de  los  primitivos  dias  de  Cuba. 
Cuando  algunos  han  querido  seguir  otro  rumbo,  antes 
y  después  han  dado  nombres  semi-moriscos  á  los  indios 
y  confundido  su  mitología  con  la  de  Yucatán.  Daría 
pruebas  sino  considerase  (pie  los  poetas  á  quienes    me 


(1)     Sumario,     pég,    181,   cap,    X,    l.    £8  de  la  Biblioteca  de  Atdorn 
Españoles, 


—  120  — 
refiero  no  han  tratado  exprofeso  esas  materias;  y  que 
sus  versos  no  dejan  de  ser  apreeiabilísimos  y  dignos  de 
aplauso  porque  se  hayan  equivocado  en  esas  nomencla- 
turas. 

Entre  los  escritores  que  han  querido  fijar  su  aten- 
ción en  estos  estudios  filológicos,  ha  sido  otro  el  ilus- 
trado D.  Antonio  Del  Monte,  dominicano,  autor  de  la 
Historia  de  su  país,  también  mi  colega  y  amigo.  [1] 
Cree  que  fué  uno  el  idioma  yucayo  en  todas  las  islas: 
que  era  rico,  fluido,  sonoro,  original  y  de  sencillo  arti- 
ficio; que  un  simple  monosílabo  ó  disílabo  agregado  a 
la  voz,  altera  su  significación.  Para  probarlo  se  vale  de 
los  nombres  propios  únicos  que  nos  quedan,  aunque  en 
esto  me  parece  equivocado  mi  respetable  decano  [2] 
Dichas  raices  antepuestas  ó  pospuestas,  y  aun  interca- 
ladas, variaban  el  sentido.  De  ello  presentaba  el 
siguiente  cuadro: 

I. 


En 


ana. 


V-     Ana-caona,  Ana-na,  Ana-mú. 

29     M-ana-jú,  Guac-ana-gari,  M-anatí. 

3-     Magu-ana,  Igu-ana,  sab-ana. 

II. 

En  agua. 

V-     Agua-cate,  Agua-bueña,  Agua-jé. 
2r-     C-agua-ma,  Gu-agua-sí,  Y-agua-sa. 
o?     Dicay-agua,  Y-agua,  Jac-agua. 

III. 

En  coa. 
IV     Coa.  Coa-ibai,  Coa-guatejc. 


(1)  Historia  de  Santo  Domingo,  1853,  pág.  37Q. 

(2)  Fué  decano  del  Colejiio  do  Abobados  de  la  Habana. 


—  121  — 

2?    O-coa-je,  G-ua— coa— nejo,  Ba-coa-nabo: 

:v:     Majiba-coa.  (Vivaba-coa.  Barba-coa. 

Supone  el  Sr.  Del  Monto  que  las  terminaciones  en 

ana  son  aplicables  á  la  agricultura,  plantas,  frutos  y 
sus  poseedores:  Guanábana;  Anana,  Guatápana,  Anay- 
boa,  Guacanaguari,  Anacoana. 

La  terminación  ó"  componente  agua,  se  refiere  á  cor- 
rientes, costas,  frutos  acuosos,  y  sus  poseedores:  Di- 
cay  agua,  Aniguayagua,  Jacagua.  Macagua  y  Magua. 

La  apreciación  que  hace  de  la  sonoridad  de  la  len- 
gua es  justísima:  el  uso  de  diptongos  de  que  presenta 
ocho  combinaciones  en  ai,  ao,  ei,  ta,  ío,  /,  oa,  uá,  y  la 
abundancia  de  vocales  en  las  dicciones  son  datos  sufi- 
cientes. El  idioma  yuca  yo,  que  asi  lo  llama  siempre, 
le  parece  análogo  al  italiano  cu  su  formación  histórica; 
hasta  concibe  semejanza  entre  la  gesticulación  de  yu- 
cayos  é  italianos.  Aquella  presunción  del  historiador 
reducida  á  la  eufonía  puede  comprobarse  efectivamente 
con  los  restos  que  nos  quedan.  Es  frecuente  el  plural 
terminado  en  i:  la  palabra  casabe  se  encuentra  escrita 
cazabL  Aparte  de  que  la  z  es  introducción  europea  ¿no 
será  la  terminación  i  el  plural  de  pan!  En  esto  todo 
tiene  que  ser  conjetural:  veremos. 


Don  José  Gabriel  García  dominicano  lia  escrito 
Memorias  para  la  historia  de  Quisqueya:  (1)  en  el  nú- 
mero IV?  del  Apéndice  incluye  un  catálogo  del  idioma 
haitiano  que  conserva  el  uso, — "enriquecido  con  la  no- 
menclatura de  las  voces  cuyo  significado  se  recuerda 
por  tradición".— No  es  un  diccionario  ni  una  teoría  re- 
constructora  de  la  lengua:  tiene  cuatro  cortas  secciones 
<pie  titula:  1,  voces  que  cambian  de  sentido  conser- 
vando enlace  con  la  idea  generadora:  II.  voces  termi- 
nadas en  una  sola  vocal,  en  diptongo  y    en   triptongo: 


(1)    Santo  Duming<> 


—  122  — 

III,  voces  que  terminan  en  consonante  sin  miz  cono- 
cida; IV,  voces  formadas  por  composición. 

Ejemplos  de  la  1?  "Anaftor;  Anacaena,  nombre  de 
la  reina  de  Yaraguá." 

De  la  2?  í(Capá.  Madera  de  construcción;  Guabá, 
insecto  ponzoñoso." 

De  la  o*  uAge,  ñame  raíz  nutritiva;  Alcatraz,  ave 
indígena/' 

De  la  4*?  liAna,  ílor,  caona  oro,  Anacaona  flor  de 
oro,  Maniotibél,  casi  que  subalterno." 

De  ese  modo  discurre  sin  atender  á  más  que  las 
combinaciones  silábicas,  y  cometiendo  algunos  errores 
como  sobre  la  palabra  age  que  ni  es  el  ñame,  ni  acaba 
en  consonante.  El  trabajo  es  útil  por  cuanto  conserva 
voces  que  pertenecen  á  la  naturaleza  física  de  Haití  que 
no  se  conocen  en  las  otras  Antillas,  que  no  por  ser  mu- 
chas dejan  de  ser  interesantes.  El  Sr.  Garcia  ha  es- 
crito otras  obras  y  figura  con  distinción  entre  los 
amigos  de  las  letras  y  el  progreso,  á  que  contribuye 
con  su  inteligencia,  conocimientos  y  entusiasmo.  Co- 
mo lo  advierto  desde  luego,  tomo  de  dicho  señor,  mu- 
chas palabras  topográficas;  pongo  su  apellido  en  las  fi- 
lológicas y  todas  las  que  traduce,  aun  que  no  piense 
como  él,  quedando  á  salvo  el  criterio  de  cada  cual. 


12;;  — 


Capítulo   XI. 


( 'arácter  polisintético  de  las  lenguas  americanas  g alibi, 
quiche,  mexicana,  otomí,  ara  una  y  sus  análogas. 


Los  trabajos  especiales  sobre  la  lengua  de  los  abo- 
rígenes de  Cuba,  se  refieren  á  datos  geográficos,  é  in- 
ferencias y  conjeturas;  la  familia  que  la  habitó,  como 
la  que  ocupaba  á  las  islas  hermanas,  no  nos  lia  dejado 
más  que  algunos  nombres,  y  los  cronistas  nos  han  con- 
servado el  recuerdo  de  su  belleza  tísica,  y  con  más  de- 
tenimiento el  autor  de  la  Historia  nafa  ral  y  moral  de 
¡os  indios  [Oviedo];  bien  que  el  venerable  Las  Casas 
repugnó  la  parte  moral. 

Tenemos  que  ocurrir  á  estudios  sobre  las  lenguas 
del  continente  y  demorarnos  en  las  que  nos  parezcan 
más  emparentadas  con  los  que  aún  conservan  nombres 
semejantes  á  los  antillanos  en  restos  de  indios  que  vi- 
sitan aun  modernos  misioneros.  Empezaremos  por  los 
libros. 

( 'oino  han  observado  el  anticuario  Squier  (l)y  an- 
tes que  él,  1  lumboldt,  Vattcr,  Pritchaurt,  Gallatin, 
Morton,  Duponceau  (2)  y  otros  (pie  han  ilustrado  la 
filología  americana,  la,  raza  americana  es  una  con 
escasas  variedades;  y  es  muy  digno  de  notarse  que  por 
diferentes  caminos  todos  han  venido   al   mismo   resul- 


(\)    El  símbolo  de  la  serpiente,    Sabana,   braduooion  del  Sr,   Oaroia, 

15. 
("■i)    Duponceau  se  ha  detenido  en  lo  mutiealo. 


.__  124  — 

lado.     En  los  capítulos  anteriores    he   tenido  ocasión 
de  citar  aun  á  otras  autoridades. 

En  cuanto  á  las  lenguas,  Duponceau  les  encontró 
una  misma  forma  gramatical,  aunque  variasen  en  las 
palabras  y  no  se  entendieran  entre  sí;  Humboldt  ha 
confirmado  esa  observación.  Es  verdad  que  lia  sido 
impugnada  por  algunos. 

Efectivamente  irnos  quieren  que  el  idioma  hebreo  sea 
el  origen  de  los  demás;  otros  que  el  sánscrito:  y  hay 
quien  divide  el  mundo  en  razas  nobles  y  salvajes.  Por 
lo  que  hace  al  orbe  antiguo,  Azara  no  solo  ha  encon- 
trado indudable  la  procedencia  hebraica,  sino  que  ha 
descubierto  referencias  á  ese  idioma  en  las  lenguas 
americanas:  por  ejemplo.  Jamaica,  significa  separada 
del  mar j  pues  iam  es  mar  y  iaga  separar,  en  hebreo,  en 
lo  que  no  hay  mas  diferencia  que  la  <j  en  lugar  de  la  e; 
y  lo  misino  dice  de  Caracas  según  lo  indique  en  el 
capítulo  III;  y  no  es  lo  único,  pues  varias  partes  del 
cuerpo  humano  y  otros  objetos  son  para  él  derivaciones 
hebreas  (1).  Su  interesante  y  erudito  trabajo  se  ocu- 
pa más  de  etimología  que  de  formas  gramaticales. 
Mr.  Chavé  continuando  los  trabajos  de  llenan  busca 
también  en  el  sánscrito  el  origen  de  las  lenguas;  y  es- 
cribió un  ensayo  de  etimología  filosófica  para  desen- 
volver su  sistema  (2)  que  precedió  al  anterior;  pero  mas 
expresamente  sobre  tormas  en  una  obra  en  que  se  pro- 
puso demostrar  que  í¿Dos  lenguas  radicalmente  distin- 
tas, suponen  necesariamente  dos  primitivas  y  variadas 
organizaciones  celébrales  propias  de  nuestra  especie." 
El  estudió  las  formas  [3]  de  las  lenguas  indo-europeas, 
y  semíticas  en  las  que  encuentra  elementos  radical- 
mente diferentes,  que  llamó  pronombres  simples  y  sus 
derivados  y  verbos  análogos.  El  hebreo  no  es  más 
para  él  que  el  sánscrito  de  las  razas  semiticas  [4]. 


(1)  Dieu  <fc.  La  Laugue  PrimíUee,  1853. 

(2)  Essai  de  Etimologic  Philo8&phiquef  1 8  V¿ 
{'.i)  Les  Zangues  ctlcs  Haces,  1862. 

(4J  ídem  pag.  39. 


—  1 2r>  ~ 

Las  formas  polisintética  y  aglutinante,  untes  enun- 
ciadas, vienen  á  caracterizar  eri  un  tercer  grupo  Jas 
lenguas  americanas:  Renán  llama  "las  dos  grandes 
razas  nobles"  ala  ariana  ó  indo-europea  y  á  la  semítica 
ó  siro-arábiga;  y  pueblos  salvajes  los  demás,  que  no  han 
podido  encarnar  como  aquellos  las  palabras;  cuyas 
lenguas  aparecen  muy  inferiores.  Un  discípulo  y  ad- 
mirador de  llenan,  explicando  la  multitud  de  lenguas 
americanas,  las  desprecia  por  ser  vagas,  móviles,  raras 
é  incoherentes  "gritos  discordantes.11 

Un  escritor  católico  que  se  anuncia  solo  con  sus 
iniciales  X.  O.  escribió  y  publicó  en  Monreal  [Cana- 
dá] una  impugnación  muy  detenida,  en  que  demuestra 
grandes  conocimientos  [1]  impugnando  esos  asertos,  y 
hasta  negando  que  sean  aglutinantes  las  lenguas  ameri- 
canas; pero  demostrando  que  tienen  formas  gramati- 
cales muy  notables.  No  acepta  la  aglutinación  como 
forma,  porque  dice  que  sq  debe  á  que  suponen  mono- 
silábicas esas  lenguas  y  simple  superposición  de  sila- 
bas sus  grandes  palabras:  él  trae  una  de  32  como 
ejemplo  del  algoquino  [2]. 

Es  muy  común  en  las  lenguas  americanas,  como  se 
lia  observado  en  las  Antillas  mayores  y  menores,  que 
las  mujeres  hablen  una  lengua  distinta  de  la  de  los 
hombres:  [o]  son  muchas  las  citas  de  Rivero,  quien 
también  se  refiere  á  Azara:  dice  este  que  los  indios 
Albayas  de  Paraguay  hasta  varían  de  palabras,  con- 
forme sea  ó  no  casada  la  persona  que  habla.  El  pro- 
pio Rivero  atribuye  á  todas  las  lenguas  americanas  de 
carácter  polisintético  que  les  permite  con  afijos  dar  á 
una  palabra  muchas  significaciones. 

Antes  se  ha  hecho  notar  esa  singularidad  de  (pie  se 
hablen  dos  lenguas  en  un  país  entre    las    familias,  y  se 


(1)  Jugement  ei'ronec  de  Mi\  Emest  Señan  sur  Jes  l%ngea  sduvage 
por  X.  o.  Monreal  1864* 

(2)  [dem,  pág.  82. 

(:{)    Rivero,  Antigüedades  ¡'mimias,  cap.  y. 


—  120  — . 
ha  atribuido  á  las  guerras  en  que  se  destruían  los  hom- 
bres y  se  conservaban  las  mujeres;  pero  si  esto  se  dijo 
respecto  de  las  Antillas  ¿será  lo  mismo  en  el  resto  de 
la  America?  ¿y  lo  que  dice  Azara  de  esas  variedades 
de  lenguas,  conforme  fuesen  casadas  6  no  las  interlo- 
cutoras?  En  el  antiguo  mundo  solo  se  recuerda  que 
entre  los  romanos  juraban  los  hombres  por  Hércules 
(Mehercule)  y  las  mujeres  por  Castor  (Mecastor). 

Voy  á presentar  algunos  ejemplos  deluso  de  alijos 
y  formas  gramaticales  de  los  americanos.  Notan  se 
coincidencias  curiosas  en  el  paralelo  con  las  lenguas 
del  viejo  mundo.  No  me  parece  tan  grande  el  abismo 
que  separa,  según  llenan,  á  los  que  llama  salvajes  de  las 
variedades  que  califica  de  nobles;  pero  tampoco  me  alu- 
cinan las  etimologías.  Las  formas  gramaticales  mis- 
mas ofrecen  admirables  parecidos.  El  lingüista  prác- 
tico N.  O.  ya  citado  al  impugnar  á  Renán,  y  con  otro 
propósito,  pone  tres  formas  hebreas  enfrente  de  tres 
algonquinas  que  solo  por  la  anteposición  6  posposición 
de  los  pronombres  difieren,  siendo  en  la  esencia  extra- 
ordinaria la  analogía  que  ofrecen  hasta  en  los  afijos. 

\  SabaktaNI,  me  has  abandonado  NI.  mi,  yo    m  rA 
\  ladeKA,  tu  mano  KA,  de  tí,  á-J    ¡ 

RaqhelO,  su  pié  O,  de  el, 

NInaganik,  me  abandonas         NI,  mi  yo,     -¿  ¿  1 
)  KInindjata,  tu  mano  KA,  de  tí,     J¡,- j^  \ 

(  Osit,  su  pié  ( ),  de  el  ella^  fn  J 

En  la  lengua  galibí  se  distinguen  las  personas  de 
los  verbos  por  solo  la  adición  de  una  letra  consonante 
en  las  que  se  encuentra  la  N.  oirá  vez  aunque  para 
distinta  persona.     Ejemplo: 

Yo  hago,  S-icassa, 
Tu  haces,  flfl-icassa, 
El  hace,    N-icassa. 


—  m  — 

En  donde  se  ve  que  las  tres  leí  ras  S.  M.  X.  desig- 
nan las  personas  ( 1). 

En  la  lengua  mosquito  la  adición  es  final  y  no  se  en- 
cuentran esas  letras  consonantes  radicales  y  sí  como 
excepción  la  sílaba  man  6  ina  en  la  segunda  perso- 
na. En  el  verbo  ser  /yí/V/,  tú  eres,  man,  kam.  En  los 
verbos  regulares  las  terminaciones  son:  ne,  mtt,  a;  pero 
hay  muchos  irregulares  y  es  tanta  esa  irregularidad, 
que  en  el  mismo  verbo  citado  Jcaia  se  encuentra  que  el 
infinitivo  es  Jcaia;  kan  el  pretérito  perfecto;  kama  el  im- 
perativo y  sika  el  participio  gerundio  (2).  Así  es  que  la 
sílaba  ma  que  en  las  lenguas  de  origen  sánscrito  es  el 
primer  elemento  del  yo  personal,  es  la  segunda  perso- 
na en  mosquito  y  cuando  es  afijo  terminal  representa  el 
ne  hebreo. 

En  la  lengua  mexicana  se  lbrma.ii  los  verbos  con 
anteposiciones  6  posposiciones  de  letras  ó  sílabas:  así 
es  que  la  letra  o  se  antepone  para  los  tiempos  perfec- 
tos: o-nieei/fiiea,  yo  habia  hecho.  A  veces  se  les  pos- 
pone una  letra  ó  sílaba,  á  6  ya:  yo  hacia  Niccihuen/a 
para  el  futuro  una  z.  niccihuaz.  Sin  ocuparme  de  las 
irregularidades  del  verbo,  las  personas  se  expresan 
por  alijos  iniciales:  A7,  ti,  airi,  ún<  ed,  qui. 

Yo  hago,  A'i-cchihua. 
Tú  haces,  77-cchihua. 
El  hace,       ^/-cehihua. 

Xosotros  hacemos,  77-quiccihua. 
Vosotros  hacéis,  .[/¿/¿-quiccihua. 
Ellos  hacen,  Qui-cmlm&.  [3] 

El  verbo  (pie  es  en  tenias  las  lenguas  el  elemento 


(l)    Gram.  gálihi,  pág.  9,  que  precede  al  Dtottonafre  QaUbi.  Stalsun 
Rustique. 

(*.*)    Andcrsou  A  Gram.  oftlie  Afosfcito  «v-  pág.  23. 

(!5)   Guiñe    (Irla    cmircrsatio.i  tu    tTOÍ8   hiiit/nrs    por    Pedro  di'  Arenas. 

(Trad.  <1<*  Cirios  Romcy)  pág  12 


—  128  — 

que  indica  la  acción  parece  más  destinado  á  servil'  de 
huella  para  calificar  la  elaboración  de  la  palabra  en  las 
diversas  razas.  Duponceau  dice  respecto  de  las  lenguas 
de  los  indios  de  los  Estados  Unidos:  "El  verbo  es  en 
estos  idiomas  el  jefe  supremo  del  lenguaje:  atrae  á  su 
círculo  mágico  todas  las  demás  partes  del  discurso  y 
las  hace  obrar,  mover,  sufrir  y  aun  existir  de  la  mane- 
ra ó  en  la  situación  que  le  agrade.  Un  sabio  profesor 
de  los  Estados  Unidos  ha  considerado  al  verbo  de  los 
indios  como  el  Atlas  que  lleva  el  mundo  en  sus  espal- 
das [1]."  Por  los  pocos  ejemplos  que  he  transcrito,  el 
carácter  de  las  lenguas  americanas  es  el  mismo  en  todo 
el  nuevo  mundo  y  así  lo  dice  también  Duponceau.  [2] 

En  los  adjetivos  varían  las  terminaciones  en  algu- 
nas lenguas  de  que  trae  numerosos  ejemplos  Scool 
kraft  [3]  respecto  de  los  Estados  Unidos  es  una  la 
terminación  si  se  califican  seres  animados;  es  otra  si  se 
aplica  á  inanimados;  y  especialmente  en  izzi  cuando 
son  personales. 

Y  esa  notable  variedad  que  hace  mudar  de  signili- 
cacion  la  palabra  por  la  adición  ó  mudanza  de  letra, 
se  advirtió  muy  de  atrás  en  las  lenguas  de  Centro 
América:  el  Padre  Ximenes  publicó  un  Tesoro  de  la 
lengua  Quiche  que  se  incluyó  en  extracto  en  la  gramá- 
tica de  esa  lengua,  impresa  por  el  abate  Brasseur  de, 
■Bourbourg  en  que  el  sacerdote  español,  anticipándose 
á  contestar  al  desprecio  de  llenan,  encomia  la  riqueza 
de  sus  formas:  "No  es  ni  Babel,  ni  confusión,  sino  un 
método  tan  regular  que  causa  admiración  á  quien  bien 
lo  considera.  Pues  juzgando  todo  el  alfabeto,  desde 
la  A  hasta  la  Z,  van  formando  monosílabos,  (no  lo 
cree  así,  sin  embargo,  el  editor  francés)  ya  de  una,  ya 
de  dos,  ya  de  ninguna  consonante,  que  es  maravilla  el 
ver  tal  orden,  y  que  si  alguna  lengua  puede  decir  que 


(1)  Memoire  sur  le  sisteme grammaticalc  $:  püg.  19:?. 

(2)  itfmpág.  429. 

(?>)    The  Zmerican  Inctians.  1851  pág.  '2(!. 


—  li>í>  — 

es  ordenada  por  el  demonio  como  algunos  han  dicho. 
por  ser  enemigo  de  todo  orden  y  consonancia. "  El 
Padre  Ximenez  reconoce  irregularidades  que  supone 
de  Fácil  vencimiento. 

La  palabra  polisintética  de  que  tantas  veces  hemos 
usado  ya,  es  de  origen  americano,  y  la  ha  aceptado  Du- 
ponceau,  porque  cree  que  expresa  mejor  que  otras  el 
carácter  de  una  lengua,  que  abunda  de  palabras  com- 
puestas, formadas  por  la  unión  ó  interposición  de  sílabas 
en  apariencia  insignificantes.  Así  como  hay  lenguas 
monosilábicas  elípticas  desnudas  deformas,  como  el 
Chino;  así  como  las  hay  polisilábicas,  sintéticas^  simé- 
tricas, con  flexiones  y  desinencias,  como  el  sánscrito: 
las  lenguas  que  no  presentan  las  formas  últimamente 
expresadas  como  el  mexicano,,  el  algonquino,  el  iroqués. 
pertenecen  á  las  que  los  americanos  llaman  polisin- 
téticas. No  pretende  Duponceau  negar  que  haya 
puntos  de  contacto  entre  los  tres  grupos;  y  aun- 
que al  principio  creyó  que  todas  las  lenguas  america- 
nas eran  polisintéticas,  luego  se  convenció  de  que  no 
lo  era  la  otomí.  Demostróselo  el  mexicano  D.  Manuel 
N  ajera:  tenia  éste  30  años  de  edad  y  temia  á  la  autori- 
dad de  quien  contaba  75,  y  era  considerado  como  un 
maestro;  pero  le  animó  el  mismo  Duponceau  y  creyó 
cumplir  con  su  deber:  "Hoc  enim  et  mihi  et  meo  Mé- 
xico debeo" — dijo — y  escribió  su  interesante  memo- 
ria (1).  El  sabio  reconoció  su  error  en  cuanto  á  con 
siderar  un  carácter  absoluto  en  la  generalización  y  lo 
expresó  en  el  prefacio  de  su  obra  (2). 

Aun  en  el  otomí,  semejante  en  sus  formas  al  chi- 
no en  muchos  casos,  sin  que  se  pretenda  suponer  que 
se  han  tomado  del  uno  ó  del  otro,  se  halla  un  rasgo 
casi  general  en  las  otras  lenguas  americanas:  la  falta  ó 
carencia  del  verbo  sustantivo  ser,  y  el  auxiliar  haber. 
El    mismo    Nájera,    al    traducir  una    estrofa  de  Ana 


(l)    De  Lingua  Othomitorwn  THsser tatio  (Philodelphia.  hdccccxxxv 
páu-.  32.     Véase  en  <-st;i  obra  el  cap.  2. 

Memoria)  pátr  68  v  siguientes. 

!> 


— 130  — 
ereonte,  se  vio  en  la  necesidad  de  reconocerlo  prácti- 
camente. La  primera  cosa  que  choca  en  el  sistema 
verbal  americano  es  la  omisión  del  verbo  ser:  no  hay 
palabra  que  exprese  -el  sé r  abstracto:  Duponceau  lo 
dice  y  lo  demuestra  con  el  examen  de  lenguas  de  las 
dos  grandes  secciones  del  nuevo  mundo.  En  el  Ga- 
libí  como  en  el  Algonquino  no  hay  palabra  que  expre- 
se el  sustantivo  ser  ni  el  auxiliar  haber,  de  las  lenguas 
en  que  se  tiene  hasta  por  necesario  (1). 

Los  nombres  suelen  ser  frases  en  las  lenguas  ame- 
ricanas. Duponceau  ofrece  ejemplos  de  la  lengua  chi- 
lena entre  otras,  tomadas  de  las  obras  de  Molina.  He 
aquí  uno. 

Tiluanclovin:  Yo  no.  deseo  comer  con  él. 

Se  compone  así: 
/en  lugar  de  m,  comer;  la  n  signo  de    la   primera 
persona  singular  del  presente  de  in- 
dicativo puesta  al  fin  de  la  palabra:  el 
resto  se  forma  de  las  voces  significa- 
tivas siguientes:  duan,  desear;  cío  y  la. 
no;  vi;  él,  w,  forma  verbal  traspuesta 
de  la  primera  sílaba/  , 
He   dicho   que    una   sola   palabra  se  une  á   otras 
muchas  y  representan  distintas  ideas,  y  de  esto  es  buen 
ejemplo  lo  que  llama  Duponceau  verbos  circunstancía- 
les.    En  la  lengua  chilena  da  el  ejemplo. 
Eliin,  dar. 

Muelen,  dar  en  acción,  ser  donante. 
Eluqiien,  dar  más,  demás. 
Eluduamen,  desear,  dar. 
Elullen,  dar  realmente,  de  buena  fe; 
Elumen,  ir  por  dar,  ir  á  dar. 
Eluyaem,  ir  dando. 
Clumon,  tener  ocasión  de  dar. 


(1)  Essai  déla  grammairc  (¡alibi,  pág.  11.  { París,  17C3).— -Bn  un  texto 
.'interior  escrito  en  español  se  dice  que  tiene  el  otomi  los  verbos  ser  solamente 
y  .ser  alguna  cosa:  se  tradujo  6  imprimió  en  francés  en  1663  con  el  título 
Elemente  de  la  gramairc  othomi  suivies  di  un  voeabulaire  comparé  otítom  i- 
clrinois,  se  tiraron  pocos  ejemplares  y  tengo  uno. 


—  131  — 

Elupan,  venir  para  dar,  venir  á  dar. 

Elupen,  dudar  si  dará, 

Elupran,  dar  sin  razón,  sin  objeto, 

Ehtpun,  pasar  dando. 

Elunquen,  dar  en  apariencia. 

Eluremun,  dar  inspiradamente. 

Elulun,  venir  para  dar. 

Eluvalen,  poder  dar,  tener  medios  de  dar. 

Elumeprem,  ir  para  dar  en  vano. 

El  autor,  observa  Duponceau,  agrega  una  etcétera. 

Los  semipronombres  y  pronombres  que  son  nece- 
sarios, en  la  lengua  mexicana  v.  g.,  para  darse  á  enten- 
der, ocupan  algunas  páginas  de  la  obra,  tan  rara  como 
apreciable,  del  padre  Horacio  Carochi  (1).  El  llama 
semipronombres  los  que  entran  en  la  composición  co- 
mo afijos  de  preposición,  nombres,  adverbios  y  verbos; 
y  pronombres  los  que  tienen  significación  propia:  los 
ejemplos  que  pone  son  idénticos  en  las  formas  á  los 
chilenos,  pero  es  singular  que  se  componen,  como  se 
llama,  á  los  afijos  y  son  verbos,  preposiciones  y  adver- 
bios: sea  no  primera  persona  (mió);  plural  to  (nuestro) 
y  la  tercera  i  (suyo)  y  que  esta  tenga  por  plural  in  ó  im, 
que  hemos  visto  antes  que  en  chileno  es  la  primera. 
Es  curiosísima  la  teoría  que  enseña  el  capítulo  4?  del 
Arte  Mexicano  en  que  se  aprende  prácticamente  lo  que 
es  el  carácter  polisintético  de  las  lenguas  americanas, 
en  especial  los  semipronombres  conjugativos.  A  los 
verbos  circunstanciales  de  Duponceau  hay  que  agregar 
los  impulsivos,  aplicativos,  reverenciales,  frecuentativos. 
y  coligados:  sin  embargo,  no  hay  tampoco  en  ese  idio- 
ma ni  el  sustantivo  ser,  ni  el  auxiliar  haber. 

Si  los  araguas  ocuparon  á  Cuba  vencedores  ó  ven- 
cidos, si  la  lengua  de  ellos  se  mezcló  con  otra  proceden- 
té,  si  los  tainos  fueron  anteriores  como  lo  pretendían  en 
Haití,  no  os  dudoso  que  eran  hermanos  ó  como  decian 


(l)  Arte  de  la  Lengua  Mexicana,  (México  L645)  pág.  i<»  v   siguienti 

oap.  4'.' 


— 132  — 
r/uatiaos,  del  continente  meridional.  Como  demuestro 
en  la  segunda  parte  de  esta  obra,  en  el  artículo  a  ra- 
gua ó  arawack  hoy  mismo  se  encuentran  palabras 
haitianas  ó  cubanas  en  la  boca  cíe  los  salvajes  que  fijan 
la  varia  ortografía  con  que  las  usamos  en  español. 
Podemos  encontrar  ejemplos  de  sus  sencillas  combi- 
naciones que  producian  una  verdadera  riqueza  en  el 
habla.  Los  araguas  desconocían  los  sonidos  de  la  c  y 
de  \af:  en  la  conjugación  variaban  la  radical  n  del  in- 
finitivo en  him;  al  reflexivo  lo  terminaban  en  mina;  la 
terminación  Jcuttun  era  signo  de  hacer. 

Vssalcusun ,  lava  r. 

VssuJcussahim,  ser  lavado. 

Vssukiissunuua,  lavarse. 

V6suh(sunh(tun,  hacer  lavar. 

La  letra  m  antepuesta  al  verbo  le  da  sentido  nega- 
tivo, akutun,  comer;  makutun,  no  comer;  ausika,  amo; 
mausika,  no  amo  [1]. 

En  el  gran  diccionario  de  Larouse  palabra  AráwJcs 
se  dice  que  los  principales  caracteres  de  esa  lengua 
son  la  ausencia  de  la  fy  la  c,  en  esos  sonidos  y  la  casi 
confusión  de  la  r  y  la  /.  Fórmanse  los  sustantivos  con 
afijos  pronominales,  sujetos  auna  declinación  rudimen- 
taria cuyos  casos  principales  son  el  dativo  y  ablativo 
que  terminan  en  oiinium  y  ourla.  El  plural  se  forma 
con  las  terminaciones  nonti,  enouti  ó  auti. 

Esta  lengua,  según  el  mismo  escritor,  tiene  analogía 
en  cuanto  á  los  pronombres,  con  las  lenguas  de  los  cari- 
bes de  las  islas,  y  parece  que  posponen  las  preposicio- 
nes como  las  lenguas  aglutinantes.  Dice  que  existe 
una  traducción  de  la  Biblia  en  este  idioma:  yo  solo  he 
visto  y  tengo  á  la  mano  la  de  los  Actos  de  los  Após- 
toles. 

En  el  artículo  caraiba,  antes  citado,  dice  Larousse 
que  en  los  dialectos  6  lengua  general  de  los  caribes,  se 


(1)    Dict.  de  Linguistiquv,  pá<r.  :W4  art.  caribes  tamanaques. 


—  loo  

notó  mucha  semejanza  con  el  italiano;  que  son  armóni- 
cos en  sus  palabras  que  terminan  en  vocal:  que  los 
sufijos  oni,  ani,  euni  unidos  á  los  verbos  hacen  los  sus- 
1  ant  i  vos;  que  el  sufijo  oca  indica  el  instrumento;  y  ti 
gle  personas.  Por  esa  razón  abucura  significa  el  que 
lleva  una  canoa;  abucaraca,  el  timón;  apara,  matar; 
aparu//,  el  asesino. 

Además  de  confundir  la  /  y  r  como  ya  se  ha  dicho, 
y  es  herencia  de  las  personas  poco  educadas  en  Cuba, 
aun  en  el  castellano,  también  confunden  la  b  y  la  j),  la 
c  y  la  //.  y  aun  otras:  esa  movilidad  de  sonidos  es  causa 
de  que  se  diga»  Gálinayo,  Calinago,  Galibí,  Caribe, 
siendo  así  calina,  galina  y  caribe  semejantes  en  los 
conceptos. 

Los  idiomas  americanos  ofrecen  el  notable  contras- 
te de  ser  semejantes  en  las  formas  gramaticales,  varia- 
dísimas en  sus  vocabularios.  Ya  lo  dije  al  hablar  de 
los  diccionarios  recojidos  por  Scoolkraft,  pero  es  idén- 
tico lo  que  pasa  en  las  demás  regiones  de  Colon. 
Castclnau  trae  XXVII  vocabularios  indios;  todos  se 
distinguen  por  la  variedad.  Apenas  tienen  mas  pun- 
tos de  analogía  que  la  palabra  taita,  padre,  en  Guara- 
ní, el  Paraguay  y  algún  otro  país;  la  frecuente  termi- 
nación en  oto  y  el  artículo  gua  con  perseverancia 
usado. 

Como  el  P.  Carochi  respecto  del  mexicano  [1],  el 
I  \  Montoya  [2]  en  el  Guaraní  habia  llamado  la  aten- 
ción sobre  las  formas  singulares  de  las  gramáticas 
americanas.  El  fundamento  de  esta  lengua  con  sus 
partículas,  decia,  es  que  muchas  de  ellas  por  si  no  sig- 
nifican nada,  pero  compuestas  con  otras  enteras  6  par- 
tidas, (pues  muchos  las  cortan  en  composición)  hacen 
voces  significativas;    á  cuya   causa  no   hay  verbo  fijo 


(1)  Explicad  P.  Carochi  la  pronunciación  de  la  ¿dando  otra  a   La  A: 
<ii  la  ortografía  azteca. 

(2)  Tesoro  para  la  intefigenoia  del  Guaraní.    Ghrestomathia  rfi  / 
gua  Brasileira  pelo  ¡>.  E  FjBreira  Franca, 


—  134  — 
porque  se  componen  de  esas  partículas  ó  nombres  con 
otros:  ut,  a,  cvc,  ó,  yáf  fia,  pee"     Pone  en   seguida  los 
ejemplos. 

Pocos  han  negado  hasta  ahora  el  carácter  polisin- 
tético á  las  lenguas  americanas;  y  sólo  uno,  que  sepa- 
mos, ha  demostrado  la  singularidad  de  una  monosilá- 
bica. Además  de  los  citados  Sres.  N.  O.  y  Brasseur. 
de  Bourbourg,  se  cuenta  en  esos  pocos  al  honorable 
Kennedy,  entre  los  que  niegan  la  cualidad  polisintética 
á  las  lenguas  americanas;  pero  no  lo  han  demostrado 
como  Nájera  en  cuanto  al  otomí. 


—  135  — 


Capítulo  XII. 


Restos  de  ¡os  dialectos  de  Cuba,  Haití,  Jamaica,  Borin- 
quen  y  las  Yucayas. — Trabajos  de  restauración  de 
Rafinesque  sobre  su  gramática. 


Moke  ha  dedicado  un  capítulo  [1]  de  su  bella  His- 
toria de  los  Pueblos  Americanos,  á  los  habitantes  de  las 
Antillas  mayores;  y  ha  levantado  un  plano  de  la  Amé- 
rica antigua  en  que  señala  los  límites  de  la  "Raza  Pa- 
cífica1:— esa  región  la  componen  las  diedro  islas  mayo- 
res. Cree  por  su  posición  que  fueron  habitadas  más 
tarde  que  el  continente,  pero  su  aislamiento  les  pro- 
porcionó el  que  se  conservasen  y  creciesen,  á  pesar  de 
los  sacudimientos  sociales  que  las  rodeaban,  destru- 
yendo y  reemplazando  otras  nacionalidades.  Su  raza 
lebe  ser  anterior  á  las  grandes  emigraciones  que  inva- 
dieron y  trastornaron  el  continente  indiano.  Aunque 
originarios  de  la  misma  variedad  primitiva  del  conti- 
nente, parece  que  se  separaron  cuando  aun  era  medio 
bárbaro  el  país.  El  jesuíta  Hervás  también  cree  que 
si  proceden  del  Antiguo  Mundo  los  americanos,  cuando 
salieron  de  el  aún  no  se  usaba  el  hierro;  fue*  en  la  edad 
«Je  piedra,  pues  no  se  halla  alusión  á  ese  metal,  más 
que  en  las  tribus  del  Norte:  solo  cinco  que  consigno  en 
mis  Antigüedades  Americanas, — las  cuales  mantuvieron 
relaciones  el  siglo  IX  con    los  europeos  que   tuvieron 


l)  Histtirc  des  pevplos  aniericaiiut,  cap,  [Ipag,  i.' 


—  136  — 

establecimientos  en  Groenlandia.  Moke  conviene  en 
las  cualidades  superiores  de  la  raza  caribe  en  los  tér- 
minos que  hemos  visto. 

Las  tradiciones  de  las  islas  confirman  la  antigüedad 
de  su  residencia,  pues  se  creian  autoctones  y  que 
allí  fué  la  cuna  del  género  humano;  su  numerosa  po- 
blación al  descubrirla  (Jolón,  pues  Haití  tenia  para 
algunos  un  millón  de  habitantes,  lo  que  es  exagerado, 
indica  una  larga  residencia;  ésto  se  confirma  aun  redu- 
ciendo á  500.000  el  número  de  las  almas  que  le  dio  el 
testigo  y  observador  Frederman. 

Si  este  libro,  uno  de  los  mas  recientes  sobre  la 
materia,  da  una  antigüedad  muy  remota  á  los  antilla- 
nos, ya  Rafinesque  en  1838,  habia  publicado  una  obra 
sobre  filología  y  por  distintos  rumbos,  aunque  incom- 
pleta, llegó  al  propio  resultado;  pues  creía  que  los  hai- 
tianos y  cubanos  tenian  fin  origen  Pclásyico.  El  mis- 
mo se  admiraba  de  su  aserción. 

Deducia  también  que  habia  algún  parentesco  cou 
la  lengua  maya,  en  lo  cual  no  me  parece  que  tenia 
razón:  no  da  más  prueba  que  el  uso  de  la  palabra 
maya;  y  la  suposición  de  que  macorix  6  macorige  es 
corrupción  de  maya-cor ix:  en  Cuba  hay,  y  pudo  ad- 
vertirlo, Mayabeque,  Mayarí  y  aun  otras  palabras;  pero 
si  eso  fuera  bastante  yo  diría  que  los  antillanos  des- 
cienden de  Italia,  porque- ella  tenia  el  mes  de  Mayo, 
llaman  mátale  al  cerdo;  tienen  á  malo  árbol  adornado 
de  flores;  usan  el  adverbio  maisí,  cierto  que  sí,  que  es 
literalmente  nuestra  punta  de  Maisí.  Podria  observar 
que  eran  vascuences,  advirtiendo  que  la  voz  mais  6 
maiz  en  lengua  éuscara  significa  grano  suelto,  libre; 
que  cliichia  aunque  allá  significa  pedazo  pequeño,  es 
nuestra  chicha,  pues  los  indios  mascaban  el  maiz  para 
prepararla;  que  canib,  es  cuchilla,  y  por  lo  mismo  que 
herían  y  mataban  los  indios  flecheros  se  llaman  caribes, 
aunque  ni  conocian  el  metal  que  compone  el  instru- 
mento que  les  daba  nombre.  Todo  esto  es  mas  fun- 
dado  que  lo  que  trae  Rafinesque  sobre  el  parentesco 


—  .137  — 
de  la  lengua  maya:  juegos  de  palabras  que   tienen  que 
ser  arbitrarios. 

Y  no  obstante  lo  que  en  esencia  digo  sobre  el  vas- 
cuence y  lo  que  escribí  en  el  Faro  Industrial  rfe  la 
Habana,  de  11  de  Octubre  de  1849,  sobre  la  palabra 
mate,  el  señor  Kennedy,  entusiasta  cultivador  del  vas- 
cuence, lo  encontraba  muy  semejante  al  yucateco;  y 
Mr.  Maury  citado  por  Michel  (\)  dice:  "La  lengua 
éuscara  parece  ser  el  eslabón  que  liga  á  la  familia  xujro- 
tártara  con  la  lengua  americann.  y  lo  que  ésto  confir- 
ma es  la  identidad  en  las  especialidades  del  vasco  y  de 
algunos  idiomas  que  se  hablan  en  el  Norte  de  Amt'ri- 
ca  á  la  extremidad  de  Kamtchatka,  desde  Hungría 
hasta  el  Japón/'  Antes  expone  el  sistema  de  declina- 
ciones por  las  postposiciones,  en  las  conjugaciones  y 
la  extrema  analogía  del  verbo  que  les  son  comunes. 

La  procedencia  Pelásgica  no  es  tampoco  indiscuti- 
ble: podria  quedarse  en  los  guanches,  pues  si  se  refle- 
xiona bien,  siendo  los  pelasgos  anteriores  á  los  griegos 
é  italianos,  á  ellos  podrian  referirse  las  semejanzas 
notadas.  En  cuanto  á  las  otras  lenguas  americanas  sí 
tiene  que  haber  analogías  principalmente  con  las  her- 
manas araguacay  sus  afines  hasta  los  taos  de  Tucuman 
y  aun  de  la  Patagonia.  Formula  el  tanto  por  ciento  de 
esas  analogías  Eaíinesque,  asegurando  que  es  de  un  70 
por  ciento  con  los  araguas,  que  es  como  llama  á  esa 
nación,  y  5G  por  100  los  caíri.  Es  mucho  menos  la 
proporción  con  otras  naciones. 

Como  resultado  de  los  estudios  filológicos  y  fonoló- 
gicos deduce  que  en  la  lengua  taina  hay  la  huella  de 
cuarenta  y  cuatro  nacionalidades.  Xo  me  parecen 
indiscutibles  ni  aceptables  muchas  de  esas  huellas, 
sino  por  el  contrario,  violentas  unas,  arbitrarias  otras, 
si  se  exceptúan  las  varias  que  se  refieren  á  la  América 
Meridional.     Las  semejanzas  casuales  de  la    formación 


/'"'    I  asque,  ir,\<¿.  1 1. 


—  138  — 
de  las  cuarenta  y  cuatro  palabras  antillanas  con  otras 
muchas,  no  es  suficiente  prueba  de  una  procedencia 
singular  de  una  familia  humana:  no  me  parecen  decisi- 
vas las  comparaciones,  mucho  menos  cuando  ni  es  á 
veces  aceptable  la  ortografía  que  se  adopta.  La  expli- 
cación filosófica  de  ciertas  analogías,  especialmente  en 
las  formas  gramaticales,  la  indica  el  ilustre  autor  del 
Cosjtios,  por  la  aplicación  de  unas  mismas  facultades  de 
seres  de  la  propia  especie  (1)  á  los  diferentes  objetos 
del  mundo  físico:  en  lo  que  los  lingüistas  modernos 
fundan  los  grupos  de  las  lenguas  monosilábicas,  sinté- 
ticas, y  los  americanistas  las  polisintéticas. 

De  ninguna  lengua  de  las  extinguidas  hay  más 
nombres  que  de  la  antillana;  pero  las  frases  más  exten- 
sas que  se  conservan,  las  tenemos  en  las  obras  de  Pe- 
dro Mártir  de  Anglería.  En  cuanto  al  areito  de  Ana- 
caona que  he  copiado  en  capítulo  anterior  y  cuya  músi- 
ca se  ha  colocado  en  otra  parte  de  este  trabajo,  no  es 
todo  lo  auténtico  que  era  de  desearse:  fué  facilitado 
á  Scoolkraft  por  el  Reverendo  Hamilton  Pierson  [2] 
quien  lo  obtuvo  de  Guillermo  J.  Simone,  de  Port-au- 
Prince;  era  éste  vecino  de  Charleston,  a,unque  residió 
muoho  tiempo  en  Haití.  En  lo  que  hace  á  la  música,  dice 
Pierson  que  es  superior  á  la  de  las  tribus  americanas 
de  los  Estados  Unidos;  pero  D.  Joaquín  Pérez,  domi- 
cano,  en  sus  Fantasías  indígenas,  [1877],  copia  la 
parte  de  una  tradición  que  se  conserva  referente  á  ese 
areito,  en  que  puede  haber  semejanza  y  la  diferencia 
es  de  explicarse  por  la  de  la  ortografía  de  las  dos 
partes  francesa  y  española:  bombe  [española]  bombal 
[francesa].  He  oido  pronunciar  á  dominicanos  gqmbe, 
Lo  que  cito  del  Sr.  Pérez  es  un  fragmento: 

Igi  aya  bombó 


(1)  La  anidad  humana  es  defendida  por  lluniboldt  y  otros  sabios  ale 
manes:  véase  la  introducción  del  Cosmos  por  Diaz  Quintero 

(2)  Segunda  parte  pág.  309  de  la  Información. 


—  131)  — 

Uno  do  los  elementos  más  repetidos  del  haitiano, 
ya  lo  indicó  Pedro  Mártir  de  Anglería,  que  era  el  ar- 
tículo (/na  que  entra  en  la  composición  de  las  palabras. 
Tiene  significación  propia:  este,  esta,  esto,  como  los 
demostrativos;  otros  se  hallan  en  la  composición  que 
parecen  relativos  ó  indicativos  de  los  primeros,  son 
alijos  i,  My  liin,  ni,  n,  zi,  (si),  ¡i,  etc.  También  figuran 
como  artículos  en  composición  ó  prefijos  las  letras  o  y 
a;  aquella  significa  semejanza,  comparación;  esta  es  in- 
dicio de  posesión,  el  genitivo  castellano,  lo  mismo  que 
de.  Dedúcese,  pues,  que  gua  no  se  traduce  el  en  es- 
pañol y  que  este  artículo  es  el  i  indiano  en  los  demás 
ejemplos  puestos  antes.  El  articuló  o  equivale  á  como 
en  el  sentido  puro  que  adjetiva  al  sustantivo:  por  ejem- 
plo siba,  piedra;  sibao,  pedregoso. 

Demuestra  su  narración  el  citado  escritor  con  los 
siguientes  ejemplos  de  artículos. 

Gua-yaba Esta  yaba  [fruta]. 

Gua-má Este  grande. 

Gua-tiaos. . . .   Estos  hermanos. 
Ma-sa-gua.  .  .   Gran  plano  igual. 

Bala-gua Mar  igual,  océano. 

I-gua-na. La  iguana,  lagarto. 

Ni— taino El  bueno,  el  noble. 

Mi-taino Superior,  noble. 

Si-ani Esposa,  mujer  casada  [Eyeri] 

i  1  in-quali Los  hijos. 

Siba-o Pedregoso,  roquero. 

/Y-na De  la  flor,  del  centro. 

A-boria .   Del  trabajo. 

A-ma De  lo  grande,  agua. 

A-reito De  baile,  del  canto. 

l>e  los  ejemplos  he  suprimido  el  de  A-máca}  por- 
que so  escribe  con  //  y  so  conserva  en  los  campos  de 
('uba,  la  aspiración  que  han  respetado  los  europeos 
ribiendo   hamaca.     Parece  que   esos  artículos  ser 


^c 


—  110  — 
viau  para    suplir  las  desinencias    en  las    declinaciones; 
como  en  otras  muchas  lenguas  aún  europeas. 

Parécelc  á  Kafinesque  que  los  femeninos  se  forma- 
ban convirtiendo  la  o  en  a  como  en  español  é  italiano 
faino,  taina,  bueno,  buena;  hito,  hita,  hombre  6  mujer. 
En  la  dificultad  de  tener  datos  fijos  sobre  los  géneros 
de  los  nombres,  se  suponían  masculinos  los  termina- 
dos en    i,  s,  n,  u,  I,  y  quizás  neutros  algunos. 

La  duplicación  de  una  sílaba  indica  amplitud  como 
en  las  lenguas  orientales:  bi,  vida;  bibi,  madre,  y  mujer 
casada  en  los  dialectos.  Ua,  habitación;  baba,  padre 
[Kafinesque  usa  de  la  b  ó  la  v,  en  esta  palabra].  Ma 
grande  y  mamá,  madre.  Jan  [escrito  por  los  cronistas 
xaii]  es  torta  y  jan  jan  [xauxau]  torta  grande,  refirién- 
dose al  casabe.  Se  conserva  plurales  en  s  y  en  i  como 
el  español  ó  el  italiano;  taino,  taini,  hito,  hitos.  He 
hecho  sobre  esto  una  ligera  observación:  hay  palabras 
que  en  singular. acaban  en  i  como  semi,  y  el  plural  en 
es,  semes;  cazabe  en  plural  cazabi.  Casaba,  dice  el 
Dr.  Fermín  y  otros,  pero  cúidese  de  la  diferen- 
te pronunciación  de  las  vocales  por  los  que  las  escri- 
ben, El,  hijo;  ili,  hijos;  diiho,  asiento;  duhos,  asien- 
tos. En  el  dialecto  eyeri  muchos  plurales  terminan  en 
um;  eyeri,  hombre;  eyerkun;  inaru,  mujer;  inanun. 
mujeres. 

Los  adjetivos  se  ponen  unas  veces  antes  y  otras 
después  de  los  sustantivos: 

Hai-tí .   Tierra  alta. 

Ana-caona De  flor  de  oro. 

Buhui-tihu. . .  -  Sacerdote. 

Ejemplos  de  posición  inversa; 

Bo-hito Anciano  hombre,  sacerdote. 

Yaya-el Hijo  tierra. 

N-abor-ias  . .  ,   Los  obreros,  trabajadores. 


— 111  — 

Fórmanse  algunos  adjetivos  con  el  alijo  o:  siba, 
piedra,  roca;  siba-o,  pedregoso,  roquero;  siba-y-o  mon- 
tana pedregosa. — Tttrey,  el  cielo;  turcy-yua,  celeste, 
celestial.  Buhos,  riqueza.  Duihsi,  ricamente  ó  ri- 
queza. 

Los  superlativos  se  forman  por  la  duplicación  de  la 
sílaba:  ua,  viejo,  tierna,  muy  viejo.  El  i  ruto  co;  coco, 
muy  fructífero  ó  fructuoso  y  es  la  nuez  de  una  palma. 

El  afijo  ma,  amplifica  la  significación  de  la  palabra. 

Los  pronombres  son  á  su  parecer  muy  sencillos: 

317,  m,  primera  persona  en  significación  de  yo.  me. 
mi,  mió. 

Alúa  ¿será  lo  misino  que  nuestro* 

77,  t,  segunda  persona  tú,  vuestro,  tuyo,  tuya. 

Le  /,  tercera  persona  él,  este,  eso,  esa. 

La  forma  de  los  plurales  es  desconocida  ó  dudosa, 
acaso  por  inflexiones:  la  mayor  parte  de  estos  pronom- 
bres son  italiano  puro  para  el  escritor  inglés,  y  pudo 
añadir  y  español  revuelto. 

Poco  ó  nada  dice,  que  se  sabe  del  verbo:  las  raras 
muestras  que  ofreció  del  verbo  ser  demuestran  que 
seria  tan  irregular  como  el  inglés. 

Ei,  ser;  tei,  ser  tú;  bel,  siendo. 

Beira,  existencia;  daca  ( (lacha)  yo  soy. 

El,  el  es;  si  {si)  este  es,  esto  es. 

Para  mí  ese  verbo  lo  han  creado  las  traducciones. 
Los  españoles  abusaban  del  sustantivo  ser;  cuando  las 
mujeres  casadas  decían  en  ciertas  circunstancias:  ex- 
forzada! exforzada!  hubo  quien  agregara  "cómo  si  di- 
jera soy  para  mucho." 

Encuéntrase  el  verbo  confundido  y  mezclado  en  to- 
da lengua  polisintética,  esto  se  ve  en  el  análisis  riel 
verbo guártoco-él  como  lo  verifica  Uafmesque,  para  ha- 
llar que  el  es  la  espresion  del  tu  en  tercera  persona:  gm- 
roco-cl  que  traducimos  nosotros  conocemos  e$;  supo 
hiendo  que  VOCO  sea  conocer  yo  traduciria:  esto-  COHOCer- 
hija  y  en  español  este  es  consecuencia,  es  hija  de  aquello, 
pero  el  verbo  sustantivo  es  nuestro:  la  exige    la  índole 


—  142  — 

<le  la  lengua.  En  algunas  lenguas  antiguas  y  en  todas 
las  americanas  es  intraducibie  el  égo  siim  qui  sum:  se 
necesita  un  rodeo  y  el  uso  de  otras  palabras  y  artificios 
gramaticales. 

Como  en  otras  lenguas  la  m  antepuesta  al  verbo 
le  dá  un  sentido  negativo:  macabuca  no  me  importa;  de 
manera  que  acalca  debe  significar  lo  contrario  aunque 
no  se  haya  ocurrido  á  nuestro  guia. 

Pedro  Mártir  ha  conservado  el  siguiente  fragmento 
que  copia  el  filólogo,  aunque  con  algún  error  que  sal- 
varé con  presencia  del  original  latino,  pues  parece  que 
lo  tomó  de  la  traducción  italiana.  Lo  haré  para  dar 
una  idea  de  la  sintaxis  india  mucho  más  análoga  á  los 
neolatinos,  á  su  juicio  que  á  la  anglosajona.  Como  en 
su  obra  latina  Pedro  Mártir  acentuó  las  palabras,  pon- 
dré acentos  y  rectificaré  la  ortografía.  Conviene  que  se 
sepa  que  se  trata  de  un  diálogo  entre  marido  y  mujer; 
de  que  resulta  un  milagro;  ó  dos;  mejor  dicho,  en  que 
se  muestra"  el  espíritu  de  la  época.  Exigía  el  marido  á 
la  mujer  lo  que  ésta  negaba  por  la  santidad  del  lugar. 

Empieza  la  mujer: 

ITALIANO. 


1  Teítoca,  teítoca.  quieto,  quieto,  tacitu. 

Téquita mucho molto. 

Cynato  . . airado irato. 

Guamequína . .  el  Señor Gran  nume. 

2  Guaibá anda .  .  -  -  val. 

Cynato airado irato. 

Macabuca no  importa  .  - .  non  curo. 

Guamequína  .  .  el  Señor .  - Gran  mime. 

i)     Aborta sierva serva. 

Baca  (dacha) .  soy  yo sonó. 

EJEMPLOS  DE  COMPOSICIONES  DE  LAS  PALABRAS 

Ca-sa-bi,  pan:  ca-sa-bi,  suelo,  fruto,  vida. 


—  143  — 

Manatí,  animal  de  eso  nombre;    Ma-na-tl,  gran- 
cusa- alta. 

Ture  y,  cielo;  T-ur-ey,  tu-luz-existe. 

Areiti,  canto,  ritos;  a-rei-tí,  de-ritos-alto. 

Naniqui,  espíritus;  na-ni-qui,  cosa-activa. 

Maroyo,     la     luna:     ma-ro-yo,     grande—amable- 
mente. 

Cuenta  Rafinesque  setenta  y  cuatro  radicales  que 
figuran  en  la  composición  de  las  palabras: 

A,  de,  como,  semejante. 

Ac,  santo,  sagrado,  religioso. 

Am,  agua,  raiz;  lleno. 

An,  masculino,  pueblo,  gente 

At,  primero,  único,  solo. 

Ba,  padres,  mayores,  morada. 

Bal,  mar,  onda,  notante,  habitación. 

¡hm,  viento,  aire. 

Bao,  música,  lira,  instrumento. 

Bal,    paliza,   jueiro.    entretenimiento,    bolo    ó   pe- 
lota. 

Bou,   segundo,    doble,   gemelo,     dos,     inmediata 
mente. 

B¿,  vida,  mujer  casada. 

Boa,  habitación  casa. 

Bar,  trabajo,  obra,  vasallo,  servicio. 

Ca,  tierra,  suelo,  terreno,  seco. 

( 'an,  pez,  malo,  veloz  6  aceleradamente. 

Chi,  activo,  espíritu,  obra,  vivo,  viviente, 

( 'Jiom,  cálido,  caliente,  seco. 

Chuc,  tornarse,  agravar,  prender. 

Cot  suelo,  fruto,  fuente,  ¡  perro?  hilo. 

Coai,  alegría,  delicia,  felicidad. 

Cu,  capilla?  altar? — corazón,  fuego,  todo 

Cus,  gusano,  rastreando. 

Di,  actual,  din,  hora. 

hall,  ricos,  riqueza,  tesoro,  propiedad. 

Ei,  existencia  ¿ser.' 

El,  hijo,  tribu,  muchacho.  ;cl  es? 


—  144  — 

Furf  opaco,  oscuro,  cercado,  furia  (  1  ) 

Gia,  pájaro,  ave,  volante. 

Grúa,  tal,  este,  aquello,  estos,  ^sos. 

Guey,  cascara,  concha,  hueco,  cerrado. 

Ha,  sí,  cierto,  seguro. 

Hi,  el,  indicación,  aquí. 

Hio,  casa,  choza. 

Htiib,  cabeza. 

I,  señal  de  vida,'  acción. 

lo?  Dios,  tipo  de  la  vida. 

In,  mujer,  femenino. 

Itj  hombre,  masculino 

Iz  (s),  ojos,  mirada, 

L\  Li,  este,  el,  esto,  etc.,  á  veces  Y. 

Ma,  grande,  aumento,  ancho:  madre,  agua. 

Mas,  alimento,  comer  etc. 

Mij  m,  mi,  mió. 

Na,  cosa,  flor,  lagarto,  propuesto. 

No,  n,  tu  cosa,  mi  cosa. 

Núj  noa,  bote,  navegación,  ¿noble? 

0,  igual  semejante,  pariente. 

Ob,  cobre,  amarillo, 

Op,  muerte. 

Pit,  leña,  purpureo. 

lia,  ¿rey?  ¿real? — rito,  evidencia,  procedencia, 

Bi,  masculino,   pueblo   hombres. 

Bis,  rojo. 

lio,  amor  querer. 

Sor,  poniente,  tarde,  pasado,  lejos. 

Tab,  tubo,  pino: 

Tai,  tiao,  hermano,  amigo,  bueno. 

Ti,  levantado  alto,  eminente. 

Toa,  pecho,  leche  (2). 


(1 )  Aunque  me  propongo  discutir  las  dudas  que  se  me  ofrecen,  mas 
adelante,  me  anticipo  á  decir  que  Fur  y  Furidi  y  cuantas  palabras  se  escri- 
ben con/no  son  antillanas  de  los  tainos:  aquí  es  visible  la  sustitución  de/ 
por  h;  acaso  en  lugar  do  la  T  de  Turey. 

(2)  Y  rana,  que  lo   dicen  los   cronistas. 


—  145  — 
,  restar,  paz,  quietud. 

Va¡  viejo,  anciano(l),  cuba,  hueco,  origen. 

lar,  guerra;  guerrero. 

Xa»,  torta,  cocida  al  horno,  pan. 

Xíf  fuerte;  picante,  pimiento. 

Yar,  fin,  postrero,  respiradero. 

Vu,  blanco,  claro. 

Za,  (2)  fruto,  copioso  yerba. 

Zem,  ángel,  deidad,  ídolo. 

Zífypiedra,  roca. 

Zic,  rey,  gobernador  [régulo]. 
En  su  oportunidad  se  discutirán  en  pormenor  las  for- 
mas de  las  palabras  que  se  conservan;  las  que  han  adop- 
tado los  colonos  y  sus  descendientes  y  aun  en  Europa; 
pronto  daremos  principio  á  la  segunda  parte  de  esta 
obra. 


(1)  Creo  que  es  ha  6  na,  oomo  lapa'abra  siguiente  es  indudablemente  bar 

(2)  Con  s  oomo  las  siguientes. 

to 


—  146  — 


Capítulo  XIII. 


Bestos  materiales  de  la  época  primitiva  de  Cuba  y  las 
demás  Antillas  y  Yucayas.     (1) 


Mr.  Edgar  La  Selve  (de  Port  au  Prince)  ha  publi- 
cado en  Les  Archives  de  laSocieté  Americaine  de  Fr an- 
ee (2)  un  artículo  titulado  Haití  antes  de  Colon,  que 
exajerado  por  el  amor  patrio  del  autor,  aún  cree  que 
han  quedado  recuerdos  sobre  el  progreso  intelectual 
del  país  de  más  importancia  de  la  que  tienen  para  los 
demás:  cita  al  señor  de  la  Borde,  encomiando  la  hospi- 
talidad, la  falta  de  ambición,  de  avaricia,-  del  fraude, 
de  las  blasfemias  y  mentiras;  la  sinceridad  de  los  cari- 
bes. 

"Haití,  dice,  está  cubierto  de  poblaciones  agrupa- 
das que  le  hicieron  dar  el  nombre  de  Bohío.  Depósi- 
tos aglomerados  de  piedras,  mudos  restos  de  grosera 
escultura  son  monumentos  anónimos;  vestigios  de  los 
primitivos  habitantes  haitianos.  Entre  esas  esculturas 
sus  semis  (escribe  zemis)  se  ven  aún  con  los  ojos  azo- 
rados; teniendo  una  azagaya  en  una  mano  en  actitud 
de  lanzarla  y  haciendo  señas  con  la  otra." 

"Alonso  de  Ojeda,  el  vencedor  de  Caonabo  (escribe 
Kaonabo)  y  Nicolás  de  Ovando  (1504)  (3). de  Anacao- 
na y  Cotubama  iniciaron  una  guerra  que  terminó  á  los 


(1)  Parte  de  este  capítulo  lo  he  publicado  en  Nueva  York,   en  The 
Magazine  of  American  Híst&ry. 

(2)  1874  á  1875  pág.  357 1.  1? 
(%)    Oviedo  lib.  III,  cap.  I. 


—  147  — 
trece  años,  con  la  de  Enrique  en  que  concluyo  la  joven 
civilización  indiana." 

k 'Sobre  estos  territorios  que  corresponden  á  Ma- 
íz na,  Mariai,  Iliguey,  Maguana  brilló  la  Quisqueya  ca- 
ribe; los  sumís  pronunciaban  sus  oráculos,  los  butíos, 
los  interpretaban;  Iluoiou,  el  de  los  relámpagos  deslum- 
bradores, se  lanzaba  de  las  cavernas  sagradas,  criptos 
tallados  en  la  roca,  rodeados  de  grandes  murallas,  que 
encontramos  todavía,  pero  desaparecen  en  el  cielo 
6  Turcy  (escribe  Thurcy).  Espiando  la  salida  de  la 
blonda  luna,  los  pueblos  salían  en  tropel  de  sus  ¿aba- 
ñas exclamando:  nomn!  nouun!  El  poderoso  cacique 
(ruacanagarl  bogaba  en  su  canoa  sobre  el  Ifatibonico 
desafiando  á  Couvoumou,  tan  potente  como  Micliabou, 
el  genio  de  las  Aguas,  el  semejante  en  lo  terrible  á 
Adamastor,  el  Huracán  genio  de  las  tempestades.  Allí 
los  siguayos  (escribe  aguayos)  ejercían  sus  hostilida- 
des sobre  todos,  y  Guarionex  reinaba  en  la  vega,  la  be- 
lla, más  que  la  de  Granada  que  los  conquistadores  lla- 
maban la  real" 

*  "A  la  sombra  de  sus  mameyes,  con  sus  frutos  de 
ambrosía,  tenían  sus  letrados  y  cultivaban  la  poesía.  Las 
artes  de  los  casiques  tenían  sus  cantores,  los  sambas-, 
la  mujer  cacique  Anacaona  (flor  de  oro)  (1)  hermana 
de  Bohequio,  esposa  de  Kaonabo,  hija  de  Xaragua,  uni- 
da ala  Ataguana  por  el  matrimonio,  debía  menos  á  su 
nacimiento  y  á  su  rango  que  á  su  talento  poético,  su 
celebridad  y  su  influencia  sobre  los  guerreros.  Una 
de  sus  composiciones  ha  llegado  hasta  nuestros  dias;  y 
encontramos  en  ella  el  perfume  de  las  odas  de  Tirteoy 
de  los  cantares  de  Bertrand  de  Born."  (2) 

Mitigando  el  entusiasmo  del  escritor  haitiano  me 
ocuparé  de  todos  los  recuerdos  antillanos  y  lucayos.  La 


(1)  7ó*Be  -'Anacaona"  en  élAtmuaire  du  ('omitid'  Arctootogii 
Hcaine  1. 1.  pág.  170. 

(2)  lliht.  des  casiques  d'  naiti,  por  E.  Ñau.     Pon   ;tu    Prinoe;   |£3T>. 
llist.  de  la  Lit.  Haitiaii  p:  Edgar  La  Sel  ve.    Port  au  Prinoe  L874. 


—  148  — 
dilatada  excursión  que  hemos  hecho  demuestra  que 
como  dice  Rafinesque:  "Asia  es  la  tierra  de  las  fábu- 
las; África  la  de  los  monstruos;  America  la  de  lo^  sis- 
temas." (1)  Si  por  la  filología  y  la  historia  se  ha  discu- 
tido, dudado  y  vacilado  sobre  esos  sistemas  respecto 
de  los  orígenes  americanos;  las  ciencias  naturales,  los 
estudios  paleontológicos  vienen  á  terciar  en  el  debate, 
presentando  restos  materiales,  fósiles  humanos  en  toda 
la  América,  que  hacen  suponer  sino  anterior,  contem- 
poráneo al  hombre  americano  de  todos  los  demás.  Es- 
te capítulo  reasumirá  lo  que  existe  en  complexo  de  la 
época  en  que  los  europeos  descubrieron  las  Antillas  y 
las  huellas  preadamíticas,  sin  perjuicio  de  más  porme- 
nores en  los  artículos  especiales  de  la  segunda  parte. 

Los  túmulos  ó  superconstrucciones  de  diferentes 
formas,  que  en  toda  la  América  existen,  están  en  las 
Antillas  reproducidos  por  lo  que  en  Cuba  se  llamaron 
Caneyes  de  los  muertos. 

La  palabra  Caney  pertenece  al  idioma  de  los  indios 
de  las  Antillas  mayores,  y  por  consiguiente,  al  que  ha- 
blaron los  cubanos  á  quienes  llamó  Siboneyes  el  vene- 
rable obispo  Las  Casas:  significa  habitación  cónica  y 
por  extensión  se  aplicó  en  el  Oriente  y  en  otros  lugares 
más  sinuosos:  caneyes  son  en  el  terreno  ciertas  eleva- 


(1)  Singular  pensamiento  es  hablar  de  letrados  ó  literatos  cuando  el 
país  no  tenía  letras  ni  signos  gráficos  que  Jas  suplieran:  poro  si  Haití  no  los 
tenía,  el  ya  tantas  veces  citado  Rafinesque  en  carta  dirigida  á  Mr.  Champó- 
Ilion  sobre  los  Sistemas  gráficos  de  América  y  los  glifos  de  Otolum  ó  Pa- 
lenque en  la  América  Central,  le  decías    "Según  mis  investigaciones se 

pueden  clasificar  en  12  series  de  lo  simple  alo  compuesto,  los  medios  de  fijar 
el  pensamiento  en  América:  Ia  símbolos  ó  glifos  dolos  toltecas,  aztecas,  etc.; 
2a  símbolos  abreviados  representando  objetos;  3?  quipos  como  los  peruanos: 
4a  Wampums  de  conchas  y  cuentas  ensartadas;  5a  caracteres  rúnicos  seme- 
jantes á  los  eeltas,  etc.;  6a  marcas  y  signos  simbólicos  usados  por  los  'rale- 
gas,  Xatchez  y  otras  tribus  del  .Norte  y  de  México:  7a  símbolos  alfabéticos 
explicando  sílabas  y  cornisas  como  se  Vé  en  Otolum,  la  Tobas  Americana; 
8a  grupos  de  símbolosy  parábolas  como  se  vé  en  los  monumentos  Mayas  etc. ; 
9a  series  de  letras  que  expresan  sílabas  dispuestas  en  líneas  como  los  Clero- 
Meé;  10a  alfabetos  semejantes  en  su  uso  á  los  do  Asia  y  Europa  que  se  ven 
en  inscripciones  de  las  dos  Américas;  11a  los  signos  en  medallas,  monedas, 
etc.,  introducidos  por  los  otros  pueblos  de  las  demás  parles  del  mundo;  12.'; 
sistema  numérico  do  signos  gráficos  parecidos  á  los  del  continente  occi- 
dental."! 


—  uo  — 
c iones  que  afectau  la  ligura  de  conos  truncados:  cané- 
ele rio  las  sinuosidades  que  á  vista  de  pájaro 
señalan  curvas  análogas  y  aún  no  falta  algún  pun- 
to ú  orilla  del  mar  que  lleva  ese  nombre,  como  el  que 
sirvió  para  el  primitivo  puerto  comercial  de  Santi  Spi- 
ritus  en  el  mar  del  Sur.  Por  lo  mismo  el  caney  de  los 
muertos  no  expresa  aglomeración  de  cadáveres  ó  ce- 
menterio, sino  algo  parecido  á  lo  que  en  los  Estados 
Unidos  se  llama  j3f<Htn¿,  y  en  castellano  sería  terraplén 
ó  túmulo,  construcción  sobre  el  terreno;  destinado  á  se- 
pulturas, el  caney  es  cuando  de  terreno  se  trata,  una 
elevación  artificial,  obra  del  hombre.  No  es  el  teocalli 
mejicano,  que  á  tanto  no  llegaron  los  indios  buenos  ^  los 
pacííicos  y  mansos  moradores  genuinos  de  Cuba;  pero 
ofrecen  de  los  pocos  restos  que  en  Cuba  quedaron  del 
tránsito  de  los  seres  que  nos  han  precedido  en  la  his- 
toria; y  digo  que  quedaban,  porque  van  desaparecien- 
do con  grandísima  rapidez. 

Publicaba  la  Keal  Sociedad  Económica  de  la  Ha- 
bana sus  Memorias  [1844]  cuando  los  periódicos  de 
Puerto  Príncipe  dieron  la  noticia  de  la  existencia  de 
esqueletos,  fósiles  humanos,  lo  que  entonces  era  cosa 
poco  importante.  Hay  en  Cuba  muchos  depósitos  de 
osamentas  humanas  no  sólo  en  caneyes,  sino  en  las  nu- 
merosas cuevas  que  los  conservan:  allí  están  revueltos 
los  restos  de  negros  simarrones,  de  indios  que  en  ellas 
se  refugiaron  y  perecieron  déla  peste  de  la  viruela  ó  por 
huir  del  trabajo  que  les  hacían  cometer  el  crimen  del 
suicidio.  Los  negros  especialmente  los  minas;  los  asiá- 
ticos ó  chinos  han  ocurrido  en  nuestros  dias  á  ese  re- 
medio supremo  de  poner  termino  á  los  sufrimientos  de 
la  servidumbre.  La  noticia  camagüeyana  no  era  una  no- 
vedad: las  Memorias  las  reprodujeron:  la  existencia  de 
esqueletos  fósiles  era  considerada  como  común:  la  pa- 
labra fósil  era  para  los  más  equivalente  á  cosa  oculta, 
enterados  de  la  etimología  de  ella:  fósilis.  Los  hombres 
dé  la  ciencia  como  I).  Andrés  del  Rio,  aplicaban  el 
sistema  de  Bercélio  á  la  mineralogía  entera  con  el  nom« 


—  150  — 
bre  de  Orictonocia  ó  "Conocimiento  de  los  fósiles." 
A  nadie  ocurrió  que  la  geologia  que  por  sus  órga- 
nos más  respetables,  Cuvier  y  Lyell,  combatia  enton- 
ces á  los  preadamistas  iba  á  abandonar  el  más  deter- 
minado de  sus  asertos,  consistente  en  que  era  el  hom- 
bre de  los  últimos  seres  que  aparecieron  en  la  creación 
en  las  capas  dé  las  formaciones  de  la  tierra.  Pero 
veamos  lo  especial  del  descrubrimiento  cubano. 

No  se  encontrará  quien  no  haya  oido  hablar  en 
Cuba,  Santo  Domingo  y  Puerto  Rico  de  los  depósitos 
de  osamentas,  cadáveres  en  cuevas  y  caneyes  de  los 
muertos  que  la  tradición  enlaza  con  los  indios.  "Ha 
muchos  años,  decian  los  periódicos  citados  que  había- 
mos oido  hablar  de  los  que  se  encuentran  en  la  juris- 
dicción (Puerto  Príncipe).  (1)  Dio  la  noticia  don 
Bernabé  Mola,  que  la  adquirió  de  su  compatriota  don 
Francisco  Antonio  de  Agramonte:  ambos  inteligentes 
y  ambos  interesados  en  el  estudio  y  progreso  del  país. 
La  pintura  que  hicieron  de  los  terrenos  es  semejante  á 
la  que  trazaron  los  que  hablan  de  los  esqueletos  halla- 
dos en  la  isla  de  Guadalupe,  de  que  luego  me  ocupare. 
"El  punto  en  que  existe  ese  que  llamaríamos  cemen- 
terio, dicen,  en  que  reposan  los  mencionados  esquele- 
tos, está  en  la  costa  Sur,  inmediato  á  la  batería  de 
Santa  María  Casimba  [2]  y  estero  ó  sitio  llamado  por 
este  motivo  de  los  caneyes  puesto  que  se  ven  por  allí  di- 
seminados varios  de  estos  sepulcros  de  forma  cónica  bas- 
tante achatada  y  presentando  vistas  de  perfil  la  aber- 
tura de  sus  ángulos  muy  obtusa.     El  rumbo  del  lugar 

mencionado . es  el  O.  S.  O.  (de  Puerto  Príncipe)  y 

con  más  exactitud  un   cuarto  más  para  el  O.   franco, 
como  á  lf)  leguas  provinciales  ó  cubanas  (de  5000  va- 


(1)  Memorias  de  la  Sociedad  Económica,  pág.  457,  nihn.  102  año  1844. 

(2)  Casimba  es  un  hueco  en  las  rocas,  en  la  tierra  ó  árbol  en  donde  so 
deposita  el  agua:  los  marinos  españoles  la  escriben  con  c.  Me  parece  voz  in- 
dígena y  se  encuentra  en  la  lengua  general  del  Brasil,  bien  que  sólo  aplicada 
á  los  depósitos  do  aguas  de  las  rocas  en  las  costas,  pero  no  se  conserva  en  la 
pronunciación  lo  mismo  que  en  ceiba,  ciba,  cibao,  etc. 


—  lui- 
rás) en  línea  recta."  Se  atribuye  el  hallazgo  á  ser  ba- 
jas y  anegadizas  las  costas  del  Sur  en  especial  la  de 
Vertientes  y  por  el  curso  de  los  siglos  han  sido  invadi- 
dos por  el  mar:  "así  lo  demuestra  el  hallazgo  de  los 
esqueletos  á  que  vamos  contraidos,  pues  sólo  puede 
vérseles  y  observárseles  mientras  permanece  baja  la 
marea,  que  queda  en  seco  el  expresado  Cementerio. 
Descúbrense  en  el  como  incrustados  en  el  fondo  duro, 
varios  esqueletos  al  parecer  de  los  dos  sexos  y  de  ni- 
ños, pues  los  de  éstos  se  encuentran  colocados  entre 
las  piernas  de  los  que  parecen  de  mujeres.  La  alta 
talla  de  los  esqueletos  nos  hace  presumir  sean  de  raza 

india extinguida  casi  totalmente." 

Tampoco  era  nuevo  el  supuesto  de  que  en  las  An- 
tillas habia  esos  depósitos  en  la  misma  forma.  En  las 
playas  de  la  isla  de  Guadalupe  se  habian  encontrado, 
incrustados  en  dura  roca  caliza  esqueletos  humanos; 
de  ellos  habla  Zimmermann  negándoles  el  verdadero 
carácter  de  fósiles.  (1)  A  primera  vista  era  decisivo 
el  encuentro  de  un  fósil  humano;  pero  se  tuvo  por  cier- 
to que  la  materia  aluvial  y  otros  objetos  recientes  que 
allí  se  hallaron  hacia  creer  que  no  pasaban  de  algunos 
centenares  de  años:  se  realizó  la  sospecha  de  Zimmer- 
mann y  aún  hubo  quien  explicó  los  esqueletos  dicien- 
do que  eran  restos  de  una  batalla  allí  dada  entre  cari- 
oes  y  calibies  en  1710. 

Aquellos  esqueletos  no  indicaban  pues  una  época  más 
alta  que  el  diluvio  de  Moisés:  la  geología  apoyábala  Biblia 
y  la  filología  venía  á  buscar  análogos  argumentos:  Joh- 
nes,  dos  años  después  escribia  sobre  esto  una  obra  (2). 
La  obra  principia  invocando  á  Cuvier  y  á  Lyell  en  la 
Teoría  de  la  Tierra  del  primero  y  Geología  del  segun- 
do. El  sabio  Sheuchzer  habia  publicado  desde  el  si- 
glo pasado  una  copiosa  serie  de  restos  fósiles,  que    11a- 


(h    Ilitchcock,  Elementarv  Gteology,  pág.  loo  <184l). 
(2)    PkiloliMfica!  Proof of  too  original  uuityand  rocont   origiu  oí  \hv 
Kan  (184a). 


—  152  — 
ma  del  diluvio,  en  la  expandida  Fkisica  Sacra,  y  obras 
especiales  sobre  la  misma  materia:  al  hacerlo  extrañó 
que  fuesen  tan  escasos  los  restos  humanos  de  que  sólo 
había  encontrado  dos  vértebras  ennegrecidas  y  una 
gran  porción  de  un  esqueleto  (1).  Tengo  á  la  vista  la 
lámina  que  los  representa,  excelente  por  su  ejecución 
en  dibujo  y  grabado,  como  todas  las  de  la  obra  ante  las 
cuales  depoco  tienen  que  envanecerse  los  artistas  actua- 
les. Creyó  el  ilustre  médico  y  sabio  profesor,  que 
allí  estaba  petrificado  casi  todo  el  espinazo  y  parte  de 
un  cráneo  humano;  pero  Cuvier  ha  demostrado  que  era 
¡una  salamandra!'  Hasta  una  parte  del  hígado  pareció 
fosilificado  al  sabio  antiguo  maestro.  El  homo  Diluvii 
testis,  ante  cuyos  restos  hizo  patéticas  reflexiones  el 
piadoso  Scheuchzer,  era  un  gran  lagarto.  Los  que  en 
1844  eran  preadamitas  lo  serían  por  intuición  proféti- 
ca,  porprincipios  teóricos,  como  Voltaire  y  Barthelemy 
que  precedieron  á  Niebourg  y  Mommsen  en  criticar  las 
fábulas  históricas;  como  Zimmermann  que  se  anticipó, 
a  priori,  sobre  los  descubrimientos  paleontológicos. 
.Los  esqueletos  de  Guadalupe,  que  eran  dos.  se  remi- 
tieron á  los  museos  de  Europa.  No  se  ignoraba  el 
descubrimiento  en  Cuba  en  1844,  pues  lo  cita  el  arti- 
culista de  que  he  tomado  los  párrafos  antes  copiados, 
aún  supuso  que  el  orden  de  su  enterramiento  le  au- 
torizaba para-conjeturar  la  existencia  entre  ella  (la  ra- 
za extinguida)  de  alguna  práctica  bárbara,  como  los 
que  ha  observado  en  otras  partes." 

Pero  esos  huesos  indianos  y  otros  recuerdos,  apa- 
recen no  sólo  en  caneyes  sino  en  las  cuevas.  Mi  amigo 
don  Andrés  Stanislas  los  encontró  en  Puerto  Eico  y 
me  habló  de  ellos  varias  veces;  los  hay  en  las  demás 
islas.  Los  Estados  Unidos  están  llenos  de  obras  con 
datos  geológicos  en  los  cuales  halla  la  ciencia  actual 
paleontológicas  decisiones  para  la  destrucción  de  erro- 
res antiguos.     Carlos  Lyell,    el  más  respetable  cam- 


(l)    Fhmque  Sacrée,  i.  lc.\  lámiiica  XOIX. 


—  ids  — 

peón  de  la  doctrina  de  la  reciente  aparición  del  hom- 
bre en  la  tierra,  lia  reconocido  que  un  esqueleto  que  se 
ha  encontrado  en  el  Delta  dr\  Míssissipf,  destruía  su 
teoría.  Calcula  el  Dr.  Douler  que  téüíú  50,000  [1] 
años. 

Mount  Jollid  es  [2]  un  gigantesco  caney  en  sus  for- 
mas hasta  en  su  achatamiento  superior.  En  Cuba  se 
ha  demostrado  la  existencia  del  hombre  fósil  también 
por  la  iniciativa  del  sabio  naturalista  don  Felipe  Poey, 
sobre  muestras  recogidas  por  el  incansable  explorador 
de  Cuba  don  Miguel  Rodríguez  Ferrer,  de  que  teñe- 
mos  que  ocuparnos.  El  hombre  prcadamita  ha  veni- 
do á  demostrar  un  hecho,  que  el  llamado  mundo  anti- 
cuo no  fue  poblado  primero  que  America;  y  que  Cuba 
es  una  parte  de  ese  mundo  primitivo,  cosa  que  los  ale- 
manes sostienen  con  científicas  razones. 

Las  cavernas  de  las  Antillas,  como  se  dice  antes, 
han  conservado  muchos  restos  de  los  indígenas  y  aún 
en  las  Bahamas  se  han  encontrado  huellas  de  que  al- 
gunas veces  sirvieron  de  habitación  á  los  naturales  an- 
tes y  después  de  la  llegada  de  los  españoles.  Alguien 
ha  negado  la  posibilidad  de  que  pudieran  ser  habita- 
das; pero  es  que  no  las  han  visitado.  Las  inmensas 
cuevas  de  Cotilla,  Chepa-Lopez,  muchas  otras  de  Cu- 
ba son  palacios,  cuyas  gigantescas  arquerías  ocultan 
senderos  y  habitaciones  no  del  todo  exploradas.  La 
mitología  de  los  indios  buenos,  los  Tainos,  suponen  que 
el  sol,  la  luna,  salieron  de  la  cueva  de  Jobaba,  y  des- 
pués de  su  diluvio  toda  la  humanidad  vivió  en  cuevas 
en  Haití  que  ai'm  se  señalan  allí.  Respecto  de  las 
Bahamas,  hermanas  etnológicas  de  las  grandes  Anti- 
llas, ha  creido  Mr.  Eduardo  Palmer  [The  Amcriccui 
Naturalist.  pág.  248  vol.  9]  "que  muchas  cuevas. .  .'. 
sino  han  sido  habitadas  siempre,  las  ocuparon  tempo- 
ralmente, pues  se  han  encontrado  en  ellas    á   menudo, 


I  i  )    \a)  Ron,  V  ilumine  fo88Üe,  pág.  20. 

Prieat.  A nurica a  AnüquitioB,  pág.  790  |  ii,ir.  Vi  \ 


—  154  — 
objetos  de  su  uso."  En  Nasau  se  conservaba  en  el  mu- 
seo un  objeto  hallado  en  una  cueva  de  las  Bahamas,  con 
esta  moderna  inscripción:  "Iridian  idol  or  stool":  es  de 
madera  y  aunque  tiene  esculpida  una  cara  humana,  es 
más  bien  un  utensilio  doméstico  que  un  semi.  Mr.  Pal- 
mer cree  que  es  un  molino  ó  mortero:  se  parece  á  los 
llamados  metates  en  Méjico,  que  son  de  piedra:  pero 
participa  de  la  batea,  que  es  de  madera  en  todas  las 
Antillas;  los  que  usaban  como  pasadores  los  cubanos 
eran  de  piedra.  Se  calcula  al  utensilio  de  Nasau  so- 
bre 300  años  de  duración.  Esos  restos  son  de  la  edad 
de  piedra. 

Los  osarios  son  restos  de  la  misma  época  casi 
siempre;  de  hombres  y  animales  perdonados  de  una 
total  destrucción  para  que  sirvan  de  discusión  á  los 
geólogos.  Hay  también  restos  preadamitas  y  son  raros. 
Para  la  ciencia  hoy  tienen  mas  interés  estos  datos  que 
los  groseros  objetos  de  su  industria.  En  Cuba  hay  mu- 
chos osarios  en  sus  cuevas:  allí  donde  no  penetran  los 
murciélagos,  que  cubren  con  sus  excrementos  el  pavi- 
mento por  inmensas  capas  de  guano,  se  ven  á  menudo. 
¿A  qué  época,  á  que  raza  pertenecen? 

Alguna  muestra  ha  ocupado  la  atención  de  los  sa- 
bios. D.  Felipe  Poey  ya  lo  he  citado,  >  (Bepertorio  Fí- 
sico Natural  de  la  isla  de  Cuba,  t.  1?,  pág.  150J  califi- 
ca de  caribe  el  cráneo  fósil  que  le  presentó  el  Sr.  Ro- 
dríguez Ferré r,  por  la  presión  del  cráneo  aunque  "sub- 
sisten dudas  de  que  los  caribes  se  aplastaban  el  cráneo 
con  unos  aparatos."  Pero  los  caribes  no  solos,  sino  otros 
indios  de  Cuba,  se  aplastaban  la  cabeza,  según  Herre- 
ra que  cita  á  Oviedo  [iib.  cxv.]  bien  que  los  cubanos 
lo  hacian  de  diferente  modo:  y  se  les  endurecia  tanto 
el  cráneo,  que  una  espada  con  frecuencia  se  amellaba 
ó  saltaba  al  herirle.  Labat  (Nouveau  Voyage  aux  iles 
(V  Ameriqíie,  pág.  94,  t.  2)  dice  como  testigo  que  los 
caribes  les  seguían  aplastando  el  cráneo  á  sus  hijos  re- 
cien nacidos. 

La  costumbre  de  desfigurar  las   cabezas  se  practi- 


—  loo 

caba  por  los  indios  y  se  ha  conservado  hasta  nuestros 
días  sin  exceptuar  á  las  mujeres:  The  Fíat  Ileaded 
Wotnan  que  se  exhibe  en  una  obra  reciente  [The  incili- 
Races  of  Man  by  Woods,  t.  11,  pág.  1319]  es  una 
muestra.  Clatin  y  Kane  hablan  de  esa  costumbre  sin- 
gular, y  el  segundo  con  mas  detención.  Castelnau  [Ex- 
pedí tion  de  V  Ameriqxiedu  Sud]  también  es  testimonio 
de  que  en  la  otra  parte  de  America,  corno  en  el  Norte 
v  las  Antillas,  se  conservó  esa  costumbre:  esplica  [t. 
4.]  que  los  caribes  ponen  la  cabeza  del  niíio  dentro  de 
dos  tablas,  una  en  la  nuca  y  otra  en  la  frente,  durante 
seis  meses  después  de  su  nacimiento,  y  celebran  con 
una  fiesta  á  la  separación  del  aparato. 


156  — 


Capítulo  XIV. 

Cráneos  naturalmente  prolongados;  de  otras  épocas; 
prehistóricas. 


¿La  forma  prolongada  de  los  cráneos  cubanos  era 
suficiente  razón  para  llamar  caribes  á  todos  los  que  los 
tienen?  No  siempre  se  debe  al  arte  esa  forma.  Ob- 
serva el  Sr.  Rivero  (1)  que  según  estudios  recientes 
del  Dr.  Tschudi  entre  centenares  de  cráneos  antiguos 
del  reino  de  las  Incas,  distinguió  tres  razas  que  prece- 
dieron á  su  constitución  política.  Hasta  una  rarísima 
depresión  que  en  ellos  encontró  no  podia  ser  artificial 
[3?  forma]  porque  se  halla  en  un  feto  de  siete  meses 
que  destruye  la  suposición:  se  vé  en  el  número  VII 
del  expléndido  Atlas  de  la  citada  obra.  Esos  cráneos 
diversos  estaban  agrupados  en  familias  en  sus  Ruacas 
[pág.  28]  "á  corta  distancia." 

La  ciencia  ha  aceptado  la  división  entro  los  crá- 
neos comunes  y  los  que  Morton  llama  caribes:  el  pro- 
fesor Retzius  ha  dividido  los  cráneos  en  braquiocéíalos 
y  dolicocé* falos,  según  sean  redondos  ó  prolongados. 
Pero  no  se  pueden  llamar  europeos  ó  caribes,  pues 
cráneos  semejantes  á  los  de  las  razas  rojas  y  america- 
nas se  encuentran  en  las  formaciones  de  la  edad  neolí- 
tica, de  piedra  pulida  de  Europa,  lo  mismo  en  Espa- 
ña [Vizcaya]  que  en  Inglaterra  y  en  Francia,  fueran  ó 


1)    Antigüedades  del  Perú,  pág.  2;J. 


—  157  — 
lió  los  primeros  habitantes;  parece  que   precedieron  h 
los  Esleimos  en  la  edad  paleolítica.  [1] 

Otro  dato  más  importante  fue'  el  fragmento  de  un 
hombre  ó  de  ser  humano  realmente  fósil  en  Cuba:  es 
notable  que  casi  siempre  se  hayan  hallado  asL  Asegum 
A.  Anserin  [2]  que  si  bien  desde  1847  comenzó  Bou- 
elier  des  Perthes  á  examinar  restos  de  hombre  fósil* 
hasta  186G  no  descubrió  el  profesor  Cochi  un  cráneo 
completo,  aparte  algunos  fragmentos  discutibles:  y  ese 
cráneo  pertenece  al  hombre  de  nuestra  raza.  UE1  crá- 
neo encontrado  en  Toscana  pone  término  á  las  dudas* 
siendo  de  las  proporciones  de  nuestra  cabeza  y  del 
tipo  prolongado  " 

Dehese  el  descubrimiento,  ya  indicado,  de  un  res- 
to humano  fósil  en  Cuba,  al  Sr.  D.  Miguel  Rodríguez 
Ferrer,  quien  no  desdeñó  las  noticias  que  tuvo  de  D.  Pe- 
dro Santacilia,  en  un  viage  de  investigación  que  le  en- 
comendó D.  Pascual  Madoz,  para  recojer  materiales 
para  el  artículo  Cuba  en  su  gran  Biccionarrio  Geográfi- 
co. Es  satisfactorio  el  encuentro  de  una  mandíbula  hu- 
mana en  estado  fósil.  Reconocida  por  el  sabio  Poey, 
fue  regalada  por  su  poseedor  al  Museo  de  Madrid 
en  1850. 

El  profesor  Graells,  como  el  Dr.  Lund,  en  el  Bra- 
sil, halló  reparos  que  le  autorizaron  para  negar  que 
fuese  humano  aquel  resto:  pero  una  comisión  numero- 
sa, pues  se  agregaron  los  Sres.  Pérez  y  Villanueva. 
convino  con  el  parecer  del  naturalista  Poey,  honra  de 
Cuba  y  de  la  Ciencia,  á  los  22  años  de  olvido,  dice  el 
mismo  Sr.  Rodríguez.  [3] 

En  los  depósitos  cuaternarios  del  Brasil  se  lian  en- 
contrado entre  guijarros  ó  cdscalho  del  Brasil  en  los 
placeres  auríferos  y  diamantíferos,  restos  de  industria 
humana.  Por  ejemplo,   hachas  de  piedra    serai    pulidas 


(\)    Thepresent  Phace  of  prehistoric  Archoology.    British  Quíirtorl.y   !. 
wiw:    The  Ecleotio  Magazino.    Yol.   XVIII  pág.  84. 
(2)    Curtositd  (hila  Sc¡(  mcia  contemporánea  Anuo  1 1. 
('A)    Naturaleza  y  civilización  ñe  la  grandiosa  isla  ñe  Cuba,  \<  < 


—  158  — 
de  diorita  y  granítica  como  las  de  sílice  en  Francia.  Así 
mismo  morteros  ó  pilones  de  la  propia  sustancia  y  va- 
sos informes,  groseros  de  alfarería,  con  gruesas  paredes: 
Mr.  Liáis  recibió  varias  muestras.  Se  han  encontrado 
puntas  de  flecha  entre  los  fragmentos  de  alfarería;  hue- 
sos de  animales  de  razas  perdidas,  el  Ptatyonix  Cuvie- 
rij  tan  bien  conservado,  que  aun  tenia  sus  uñas.  Con 
esos  restos  últimos  se  han  encontrado  los  del  hombre, 
lo  que  no  habia  sucedido.  Los  restos  humanos,  cráneos 
descubiertos  por  el  Dr.  Lund  son  del  tipo  americano, 
porque  dice  tienen  el  frontal  excesivamente  comprimi- 
do y  se  manifiesta  contrario  al  pensamiento  de  que  dicha 
compresión  sea  artificial.  Tienen  los  dientes  incisivos 
planos,  como  ciertas  momias  egipcias.  [1];  pero  la  con- 
temporaneidad de  los  restos  humanos  con  los  otros  la 
ha  demostrado  Clausen. 

Los  restos  humanos  de  hombres  y  grandes  cuadrú- 
pedos fósiles  en  Cuba  como  en  el  Brasil  como  en  el 
continente  americano  del  Norte,  podrán  ser  objeto  de 
discusiones;  pero  son  datos  incontrovertibles  ya:  l9  de 
que  vivió  el  hombre  en  esos  tiempos  prehistóricos  en 
las  Antillas,  como  en  otros  países,  así  como  existieron 
los  grandes  cuacrúpedos  extinguidos:  2?  de  que  predo- 
mina en  los  indios  conocidos  en  ella  [Cuba]  la  raza  de 
cráneo  prolongado  ó  dolicoséfalo. 

Y  no  solo  se  reduce  á  lo  expuesto  lo  que  nos  queda 
de  los  restos  antillanos;  se  encuentran  otros  algunos  de 
objeto  desconocido:  de  todo  hay  muestras.  En  187G 
decia  el  juez  Daly,  en  New -York,  como  presidente  de 
la  de  Sociedad  de  Geografía:  "Se  ha  encontrado  en  la 
Isla  de  Cuba  una  caverna  con  restos  caribes,  que  indi- 
can que  toda  la  isla  fué  habitada  antes  por  los  cari- 
bes." [2] 

Los  restos  que  se  conservan  en  las  Antillas,  de  la 


(1)  Liáis,  Cliniats,  Geologie,  Fauna  et  Greognhpie  Botanique  du  'Bresil. 
p.  241,  1834. 

(2)  The  Popular  Sciencie  Monthhj  n.  LTX. 


—  15í>  — 
industria,  ó  el  poder  creador  del  hombre,  no  pasan  de 
la  ¿poca  de  piedra;  y  aun  se  cree  que  no  es  cosa  ave- 
riguada que  hubiera  llegado  á  la  segunda  ni  en  las 
grandes  Islas,  ni  en  las  Lucayas,  suponiéndose,  aunque 
sin  fundamento,  que  los  objetos  de  piedra  pulida  dura 
se  han  traido  del  continente.  De  las  Lucayas*  no  he 
visto  más  que  uua  reliquia  de  que  se  habla  en  el  ar- 
ticulo anterior. 

En  cuanto  á  las  grandes  Antillas,  sin  ser  numero- 
sa es  más  abundante  la  herencia  que  nos  han  dejado. 
Desde  los  primeros  cronistas  tuvimos  noticias  de  los 
dujos,  asientos  de  forma  de  animales,  y  hasta  con 
adornos  de  oro  en  Cuba;  de  ellos  ha  llegado  hasta  nues- 
tros dias  el  sitial  de  un  casique  que  describió  D.  Josc' 
M*  de  la  Torre  en  el  periódico  habanero  La  siempre 
viva. — Nos  habló  el  P.  Román  de  las  figuras  y  mate- 
rial de  los  semis  de  Santo  Domingo,  y  aún  de  sus  le- 
yendas: la  extravagancia  de  sus  figuras  la  expresaron 
los  cronistas  con  la  palabra  caratona,  como  si  digeran 
máscara.  El  P.  Charlevoix  adornó  su  obra  con  facsími- 
les y  semejanzas  de  esos  dioses,  talismanes  ó  amuletos, 
que  todo  pudo  pudo  ser,  en  que  predominan  las  toas, 
las  hicoteas  ó  tortugas.  Fueron  los  objetos  mitológicos 
de  las  Antillas  motivo  de  estudio  especial  en  1790 
¿poca  en  que  se  encontraron  algunos  en  Santo  Domin- 
go ó  Haití:  Mr.  Arthaut  [1]  creyó  encontrar  muchos 
indicios  del  culto  de  Falo  entre  los  indios.  En  1810  con- 
firmó ó  repitió,  que  es  más  exacto,  esa  observación 
Mr.  Walton  [2].  El  escritor  inglés  comparó  un  ídolo 
encontrado  en  Santo  Domingo  con  otro  que  se  halla 
en  el  panteón  indostánico  de  Mr.  Moore,  y  lo  consideró 
un  Lingam  completamente  semejante.  A  mí  no  se  me 
parecen,  ni  después  de  la  explicación:  el  pudendum  fe- 
menino que  señala  con  la  letra  B  no   tiene   la    forma 


(1)  Den  Divinités  Generatrices  ches  les  Anciens  et  les  Mademes.    Yol.  2, 
giK.Ufr 
(a)    Present  State  of  Spanisk  Colonice,  pég«  i<¡?. 


—  IGO  — 
con  que  se  representa  en  la  India,  en  donde  el  círculo 
es  el  Sol,  lo  varonil.  Cuando  se  ponen  unidos  á  Yoni 
(femenino)  y  Lingam  [masculino]  ó  sean  los  dos  se- 
xos, es  otra  aún  la  forma:  es  el  culto  de  los  salvas: 
Mr.  Squier  ha  publicado  la  figura  exacta  de  un  ídolo 
complejo.  (1)  Podrá  ser  ó  nó  el  haitiano  reminiscencia 
fálica,  pero  no  es  el  ídolo  con  cabeza  humana  colocado 
en  un  pedestal,  cuyo  disco  no  rodea  á  Lingam  en  figu- 
ra de  argha  ó  yoni. 

Poseía  el  Ldo.  D.  Desiderio  Estrada,  entre  otras 
curiosidades,  en  Cuba,  un  ídolo  de  piedra  imico  en  sus 
condiciones,  encontrado  en  dicha  isla:  en  1848  le  fué 
regalado  á  D.  Miguel  Rodríguez  Ferrer,  á  quien  se  lo 
pidió  la  Universidad  de  la  Habana,  en  cuyo  gabinete 
se  halla  conservado.  D.  Andrés  Poey  ha  publicado  esa 
figura  análoga  á  muchas  otras  encontradas  en  América 
[2]  en  1853.  Se  ha  reproducido  en  varias  partes  y  tam- 
bién la  trac  la  preciosa  obra  de  Mr.  Charton  [3]  Tam- 
bién ha  copiado  Charton  una  de  las  figuras  fálicas  que 
copia  Walton;  y  que  Poey  encuentra  semejante  en  las 
facciones  del  ídolo  dominicano  y  el  cubano,  y  este  le 
parece,  ya  un  perro  echado  descansando  en  sus  cuartos 
posteriores,  ya  vé  algo  de  mono  en  su  aspecto;  pero 
son  impropias  las  facciones  oscuras.  Las  orejas  del 
supuesto  lingam  tienen  cuatro  oídos;  podrá  ser  la  pru- 
dencia, que  debe  oir  mas  que  hablar;  y  el  ídolo  cubano 
debe  tener  oídos  de  mercader  como  dice  nuestro  refrán 
á  los  sordos  que  carecen  completamente  de  esos  órga- 
nos. Al  viagero  Rodríguez  Ferrer  se  le  figura  ver  el 
demonio  en  el  curioso  resto  de  que  hablamos.  Otro 
ídolo  de  piedra  se  encontró  también  en  Baracoa;  en 
forma  de  pescado,  el  propio  Sr.  Rodríguez.  Los  semis 
antillanos  son  por  lo  común  de  barro  de  alfarero:  y 
hasta  nuestros  dias  se  conservó  en  Gruanabacoa  [Cuba] 


1 1 )    El  símbolo  de  la  Serpiente  pág.  45  trad.  del  Sr. 

(2)  lYansactions  of  thc American Etnolog ¿cal Socie tí/,  yol.  VIII.  pag.  1! 

(:\)     Voyae/e.s  Ancíens  et  Mvdefnee,  t.  :»  pag.  161. 


—  101  — 

la  industria  de  tinajas  y  jarros  de  construcción  indígena 
con  colores  oscuros  ó  rojos  morenos.  Dicen  que  en  los 
lugares  donde  visitaban  los  caribes  so  encuentran  ob- 
jetos de  piedra,  basáltica  y  de  otra  naturaleza.  En  la 
Española  hallo  Desconrtilz  [1]  una  hacha  que,  equi- 
vocándose, destina  á  los  sacrificios  sangrientos  que 
nunca  allí  hubo;  y  una  especie  de  sirena  con  monstruo- 
sa cara  y  pechos  de  mujer.  Los  mas  notables  por  las 
(orinas,  abundancia  relativa  y  hasta  ignoradas  aplica- 
ciones, se  hallan  en  Puerto  Rico. 

El  rey  de  Dinamarca  regaló  al  gabinete  de  la  So- 
ciedad de  Anticuarios  del  Norte  en  Copenhague,  una 
obra  admirable  hecha  en  diorita  con  forma  extraña  y 
aplicación  desconocida.  Es  una  maza  ó  hacha  con  la 
figura  que  los  pintores  dan  á  la  quijada  del  asno  de 
Sansón  [2]  En  los  últimos  tiempos  se  han  dedicado 
muchos  á  la  recolección  y  estudio  de  la  Edad  de  Piedra 
de  las  Antillas:  en  el  Gabinete  de  Antigüedades  del 
Parque  Central,  de  Nueva  York,  existe  una  colección 
curiosa  de  esa  época.  En  un  periódico  mensual  se  han 
publicado  algunas  noticias  que  creo  de  interés.  [3]  Allí 
se  vé  que  entre  las  recolecciones  hechas  en  las  Anti- 
llas se  remitieron  á  París  [18G7]  para  la  Exposición, 
por  el  Dr.  Chaminier  y  Mr.  Guesde,  de  Guadalupe, 
varios  objetos;  sabemos  por  conocimiento  personal  an- 
terior que  en  la  sección  española  figuraron  los  ídolos 
cubanos  en  esa  fiesta  industrial. 

Sir  Roberto  Schomburg  ha  recojido  muestras  ó 
restos  en  Santo  Domingo,  de  esa  época:  En  todos 
figuran  objetos  hechos  con  piedra  dura  perfectamente 
pulimentados.  Hablando  de  los  caribes  dice:  "Los 
300  ó  400  que  quedaron  se  retiraron  con  Enrique,  el 
último  casique,  á  Boya,  población  cerca  de  30  millas 
de  la  ciudad.     Esos  combatidos  fragmentos   de    una 


( i )     Voyage  <C  un  naluraliste. 

(2)  Caoinet  <C  Antiquitéa  ámericaines  á  Copenhague,  pag.  27, 

(3)  Scribner's  Moumlv,  Atigust  L875- 

íi 


—  1G2  — 
numerosa  nación  pronto  se  desvanecieron  y  disiparon, 
y  en  1851  no  se  encontraba'un  indio  puro  de  los  mi- 
llones que  poblaron  á  Santo  Domingo.  Vive  solo  su 
lengua  en  los  nombres  de  los  lugares,  rios  y  plantas 
todo  induce  á  creer  por  los  nombres  del  pueblo  qué 
los  usaba  es  idéntico  á  los  caribes  de  Aragua  y  de 
Guayana."  El  periódico  aludido  observa  que  esos 
objetos  de  piedra  que  se  encuentran  donde  no  lian  vi- 
vido esos  caribes,  demuestran  si  no  civilización,  perse- 
verancia rara  en  dar  sin  instrumentos  de  hierro  las  for- 
mas deseadas. 

Entre  los  objetos  recolectados  son  los  mas  nota- 
bles, como  ya  indiqué,  los  que  se  han  llamado  collares 
de  piedra  (stone  collars):  los  hay  de  varios  tamaños  y 
peso;  pero  en  toda  forma  se  parecen  á  los  collares  pa- 
ra los  caballos  de  los  coches.  He  examinado  algunos, 
con  otras  antigüedades  de  que  di  cuenta  en  la  América 
Ilustrada  y  el  Mundo  Nuevo  de  New- York.  Si  no  se 
hubiera  descrito  antes  (1858)  en  las  Memorias  de  la 
Peal  Sociedad  de  Antiqu  arios  del  Norte  de  Europa;  y 
si  no  aparecieran  en  el  catálogo  de  Blackmore  en 
Salsburg,  hubiera  dudado  de  la  autenticidad  de  tales 
objetos,  que  nadie  ha  sospechado  á  que  se  aplicaban 
hasta  ahora. 

Los  collares  (de  Puerto-Rico)  los  trajo  á  Nueva- 
York  D.  José  Ortíz  y  Tapia  (1373)  y  además  una  nu- 
merosa serie  de  restos,  fragmentos,  jarros,  vasijas  de 
alfarería  y  muchas  de  piedra  con  labores.  Todo  lo  cor- 
respondiente á  la  edad  de  piedra  de  las  Antillas  lo 
vendió  al  Gabinete  del  Parque  Central.  El  Sr.  Ortíz 
se  imaginaba  que  eran  los  collares  aplicados  á  los  pri- 
sioneros que  se  sacrificaban;  pero  no  daba  razón  nin- 
guna en  su  apoyo,  ni,  ya  lo  dije,  hubo  nunca  sacrificios 
sangrientos  entre  los  tainos.  Los  objetos  vendidos  se 
encontraron  en  Ponce  [Puerto-Pico]  en  lugares  escar- 
pados y  entre  precipicios  peligrosos.  Los  collares  pe- 
san el  que  menos  25  libras,  el  que  más  80.  Son  no 
obstante  semejantes  en  el  anillo    que   forman.     El  de 


—  1  ai- 
mas  peso  y,  por  supuesto,  mayor  tamaño,  por  el  grueso 
del  aro  ó  hueco  es  próximamente  de  12-8  pulgadas 
inglesas  en  el  anillo  que  ofrece  al  objeto  que  habia  de 
colocarse.  No  son  esos  solos  los  objetos  desconocidos. 
sino  otros  de  piedra  basáltica,  ó  granítica  que  parecen, 
sin  serlo,  fragmentos  de  dichos  collares. 

Los  antillanos  que  aún  conservan  utensilios  de  orí- 
gen  indio,  fácilmente  conocen  los  burenes  para  el  casa- 
be y  las  tortillas  de  mais,  y  las  piedras  para  moler  ó 
pasar  las  sustancias  que  usaban  para  alimentarse:  los 
guayos  formados  de  madera  y  piedresillas  de  pedernal 
rodadas  de  los  rios;  las  generaciones  posteriores  em- 
plean la  hoja  de  lata  y  han  mejorado  su  forma:  y  en 
Cuba  aún  se  llama  guayo  en  el  Centro  y  Oriente;  en 
Occidente  rayo.  Hay  piedras  acanaladas,  en  frag- 
mentos que  acaso  sean  guayos  mas  perfectos. 

Entre  las  anticualías  de  Cuba  pertenecientes  á    la 
industria  humana,  también    se  han  hallado  algunas  de 
aplicación  desconocida;  no  he  tenido  ocasión  de  verlas 
personalmente,  pero  los  curiosos  pueden  leer  las   rela- 
ciones parciales  que  siempre  reprodujo  el  Faro  Indus- 
trial de  Ja  Habana  en  los  varios  años  en  que  en    él  in- 
tervine en  la  redacción    ó  dirección   que   tuve   desde 
1841  (Habana):  muchas    ha  reimpreso   la   Revista  de 
Cuba  enl877.  La  más  notable  se  dijo  encontrada  en 
la   Vega   de   los   Almacigos  dónde  residía  D.   Rafael 
González.  Decíase  que  al  cavarse  la  tierra  solían  en- 
contrarse unos  objetos,  obra  del  hombre,  que  tenían  la 
forma  de  montantes  ó  espadas    hechas  de    piedra    de 
amolar,  asperón;  se  han  medido  hasta  de  cinco   palmos. 
Su  aplicación  es  desconocida  por  su  fragilidad,  no  sir- 
viendo ni  como  macana,  ni  arma  capaz  de  herir  ó  per- 
judicar.  Los  muchachos  y  el  pueblo  usaban  los  pedazos 
como  piedra  de  afilar.  En  el  articulo  ''Haití"  me  ocupo 
de]  irían  "Cercado  de  los  Indios",  por  Schomburgh. 

En  una  lectura  reciente  de  la  Universidad  de 
llaward,  el  profesor  Witney  ha  manifestado  (pie  las 
calaveras  sometidas  á  su  examen,    son    'indudablemente 


—  1G4  — 
de  la  edad  pliocena.  El  análisis  químico  ha  demostrado 
que  son  verdaderos  fósiles,  habiendo  perdido  por  com- 
pleto las  sustancias  orgánicas  y  el  fosfato  de  cal  reem- 
plazado al  bicarbonato.  El  mismo  profesor  ha  separado 
de  los  cráneos  las  sustanciasen  que  estaban  envueltos 
cuando  se  hallaron  en  la  estrata  en  que  estaban  en 
Talle  Moutain.  [1] 

El  Cosmos  de  la  Juventud,  de  la  publicación  Alema- 
na, en  sus  mapas  sincrónicos  de  las  primeras  forma- 
ciones, coloca  parte  de  las  Antillas  y  en  especial  á  Cu- 
ba, entre  los  terrenos  primitivos:  no  es,  pues  extraño 
que  en  ella  hubiera  hombres  antes  que  en  otras  partes. 
No  sin  fundamento  ha  dicho  Agassiz:  "América  en  lo 
que  concierne  á  la  historia  física,  ha  sido  falsamente 
llamada  el  Nuevo  Mundo.  (2)         (Vea se  Indios.) 


(1)  The  popular  Science  Montkly  y.  LXXXI  (Agosto  de  187S.) 

(2)  (¡eological  Sketches.— Cap.   I. 


105 


SEGUNDA  PARTE. 


Sección  primera. 


Relación  sobre  las  antigüedades  de  los  indios,  hecha  por 

mandato  de  Colon,  por  el  hermano  Román  Pane, 

del  orden  de  San  Gerónimo. 


La  relación  que  va  á  leerse  en  seguida,  la  colocó 
el  hijo  del  Almirante  en  la  vida  que  escribió  de  su  pa- 
dre, de  que  sólo  se  encuentra  una  traducción  italiana, 
pues  se  presume  perdido  el  original  castellano:  tenía  el 
R.  P.  Sarmiento  desde  1731  un  ejemplar  de  esa  histo- 
ria, efectivamente  traducida  al  italiano  por  don  Antonio 
Ulloa,  que  se  publicó  en  Venecia  en  1531;  se  la  pidió 
prestada  don  Andrés  Barcia,  que  se  ocupaba  en  im- 
primir una  colección  de  historiadores  primitivos  de  In- 
dias; tradujo  otra  vez  al  castellano  ese  trabajo  y  lo  in- 
sertó en  su  colección;  pero  no  devolvió  la  obra  presta- 
da, según  lo  dice  el  nunca  sufrido  escritor,  en  su  me- 
moria curiosísima  sobre  la  antigüedad  de  las  Bubas, 
Tuvo,  pues,  que  comprar  un  ejemplar  de  la  versión 
castellana.  Tal  es  la  historia  de  lo  ocurrido  con  la 
obra  de  don  Fernando  Colon. 

Hasta  se  ha  dudado  de  la  autenticidad  del  li  bro  y 
se  ha  escrito  otro  para  defenderla;  pero  apócriíó  ó  nó¡ 
es  genuina  la  relación  de  Fr.  Román  que  se  insertó  en 
la  susodicha  historia.  Eli  francés  se  tradu  jo  en  1  68  1 
con  título  más  extenso;  La  vio  de  ChristopJie   Colowb 


—  1GG  — 
et  la  dcscouverte  qxdil  á  faite  des  ludes  Occidentales,  vid- 
f/ai  re  mente  appeles  le  Noveau  Monde   composé  par  Fer- 
dinad  Colomo  sonfils  et  traduit  en  f raneáis.  Yo  hago  una 
nueva  traducción,  y  como  los  nombres  indios  han  sufri- 
do grandes  alteraciones,  según  lo  indica  Hurnboldt,  pro- 
curo restituir  lo  que  alcanzo;  teniendo  presente  á  Ovie- 
do, P.  Mártir,  Kafinesque   y  Brasseur  de  Bourbourg. 
No  he  tenido  á  la  vista  la  traducción  de  Vcnecia, 
ni  he  querido  adoptar  la  incorrecta  edición  de  la  co- 
lección de  los  escritores  primitivos  de  Barcia;   pero  he 
examinado  detenidamente  la  Historia  del  Sig.  don  Fer- 
nando ColomJjOj  impresa  en  Milán  en  1614   (1  tomo  en 
8?  menor  con  494  págs.)     Es  una  correcta  y  bella  im- 
presión que  ha  venido  á   confirmar   todas   mis  sospe- 
chas sobre  la  desnaturalización  de  la  edición  de  Barcia 
que  ha  introducido  los  errores  consiguientes.    No  creo, 
ni  es  presumible  que  puedo  resolver  todas  las    dudas, 
sin  embargo  he  creido  que  debia  colocar,  los  nombres 
indios  que  trae  en  su  relación  el  P.  Pane:  el  lector  for- 
mará así  su  juicio  propio  al  ver  cuan    diversos   son   de 
los  que  contiene  la  rctraduccion  española  y  Francesa, 
inclusa  la  Revue   des  Haces  Latines.     Prestóse  á  las 
equivocaciones  de  la  wpor  la  b  y  de  la  u   en  la  sílaba 
ana  la  ortografía  de  la  época.     En  esa  bella  edición  de 
Milán  usa  el  escritor  italiano  de  la  misma  rara  licencia 
de  poner  v  al  principio  de  la  palabra  que  empezaba  con 
w;  á  colocar  la  u  en  la  combinación  va  y  resulta  así  na, 
que  es  el  ha  indígena.     Lo  mismo  hacían   los    españo- 
les.    Los  Benedictinos  franceses  en  su  curioso    I)ictio- 
naire  Diplomatique,  han  escrito  cuanto  puede  decirse  so- 
bre esa  confusión  que  fué  general.     Yo  no   he   podido 
ver    la   edición  de  Milán  hasta  que  la    encontré    en  la 
gran  librería  de  Astor  en  Nueva  York,   pues  aún  tuve 
tiempo  para  que  sea  menos    desautorizado    mi  trabajo 
con  su  noticia.    Ha  sido  en  el  año  de  1878.  (1) 


(1)  Hay  en  la  Biblioteca  un  gran  volumen  en  que  se  inscribe  el  noin- 
bre  y  residencia  de  los  visitadores  que  lean  sus  libros;  mis  últimas  visitas 
fueron  en  13,  14  y  30  de  Setiembre  de  1878. 


—  107  — 
'Y<>,  el  hermano  Román,  pobre  ermitaño  del  or- 
den de  San  Gerónimo,  escribo  por  mandato  del  [lus- 
tre Almirante  y  vi  rey,  Gobernador  de  las  islas  y  de  la 
tierra  firme  de  las  Indias,  lo  que  ha  podido  saber  de  Ja 
creencia  e  idolatría  de  los  indios,  así  como  sobre  sus 
divinidades:  es  el  objeto  de  este  escrito.  Cada  uno 
adoraba  los  ídolos  (pie  tenía  en  su  casa,  llamábanlos 
sentís  y  teniaa  formas  especiales.  Creen  que  hay  en 
el  cielo  un  ser  inmortal  que  nadie  ha  podido  ver;  que 
tiene  una  madre,  pero  que  no  lia  tenido  principio  y  lo 
llaman  Yocauna-Gua-Maonocon;  y  á  la  madre  Atabeira 
Mamona  i  Crua*cara-pita,  JÁclJa,  Gitimasoa,  que  son  cin- 
co nombres.  Me  refiero  á  la  isla  Española,  porque 
no  he  estado  en  las  otras,  en  que  nada  he  visto.  Sa- 
ben del  lado  que  vinieron;  dónde  tuvieron  origen;  cómo 
se  hizo  la  mar;  á  donde  van  los  difuntos.  Creen  en  la 
aparición  de  los  muertos  en  los  caminos,  cuando  uno  de 
ellos  vá  sólo;  cuando  muchos  van  reunidos. 

"I.  De  donde  han  venido  los  indios. — La  isla  Es- 
pañola tiene  una  provincia  que  se  llama  Caimana,  en 
donde  se  halla  una  montaña  que  se  denomina  Canta, 
en  donde  hay  dos  grutas  ó  cuevas  dichas  Caji-Bajagaa 
(1)  Amayauna.  De  la  llamada  Caji-Bajagua  salió  la 
mayor  parte  de  las  gentes  que  pueblan  la  isla.  Los  que 
vivian  en  la  gruta  hacían  guardias  de  noche,  y  se  enco- 
mendó ese  cuidado  á  Macocael  á  quien  sorprendió  la  sa- 
lida del  Sol.  Viéndole  ya  elevado,  por  su  poco  cuidado, 
cerraron  la  boca  de  la  cueva.  Algunos  que  fueron  á 
pescar  quedaron  convertidos  en  árboles,  que  se  cono- 
cen con  el  nombre  de  liobi  (jobos,  hobos)  ó  mirabo- 
lanos. 

'La  razón  por  la  cual  Macocael  velaba  era  para" des- 
cubrir el  mejor  lado  á  donde  debia  enviar  ó  repartir  el 
mundo:  por  desgracia  suya  tardó  mucho  tiempo. 


(1)    Podro  Mártir  escribe  Cim-Baxagua'.  los  escritores  de  la  <'i><>;  i 
ban  de  la  x  v  rio  de  j,  para- evitar  los  errores  á  une  podio  inducir  i 
tmnbiacíon  [atina  de  ln  Intn 


—  168  — 

'•  II.  Como  los  hombres  se  separaron  de  las  muje- 
res.— Sucedió,  pues,  que  un  tal  Gaagoniana  (1)  encar- 
gó á  otro  llamado  Giadrauaua  que  fuera  á  buscar  yerba 
digo,  con  que  se  lavaban  el  cuerpo  cuando  querían 
asearse.  Fué  antes  de  ser  de  día,  y  el  sollo  sorprendió 
en  el  camino  y  lo  convirtió  en  un  pájaro  parecido  al 
ruiseñor  que  canta  como  el  y  se  denomina  Giahuba- 
Bajiael.  Viendo  Guagioniona  que  el  que  habia  mandado 
por  digo  no  volvía,  determinóse  á  salir  de  la  cueva  de 
Cajibajagna. 

"III.  Giiagogiana  (2)  indignado  con  sus  enviados 
que  no  les  traían  digo,  con  lo  que  quería  lavarse,  dijo  á 
las  mujeres:  Dejad  á  vuestros  maridos;  vamonos  á  otros 
países  donde  tendréis  muchas  joyas.  Dejad  vuestros 
hijos  y  traédnosla  yerba  cuando  volváis,  y  nos  reunire- 
mos con  ellos. 

"IV.  Guagugiona  partió  con  las  mujeres,buscando 
otros  países,  y  llegó  á  Matinino  (hoy  Martinica)  en 
donde  las  dejó;  y  ól  siguió  á  otra  región  designada  por 
la  tierra  de  Guanin.  Dejaron  á  los  niños  cerca  de  un 
arroyo;  y  cuando  tuvieron  hambre  empezaron  á  llorar 
llamando  á  sus  madres.  Así  llorando  y  pidiendo  el  pe- 
cho, decían  toa,  toa  (madre,  madre)  y  fueron  converti- 
dos en  ranas. 

"V.  Volvían  otra  vez  de  la  isla  Española  que  se 
llamaba  Ayti  por  sus  naturales  que  así  le  nombran;  es- 
tas y  las  otras  islas  decían  Bulii  \_BoM,  ¿casas?  ó  ¿habi- 
taciones?] Como  no  tienen  alfabeto  ni  escritura  no  re- 
cuerdan bien  lo  que  han  oido  decir  á  sus  mayores:  se 
contradicen  y  no  pueden  así  escribirse  ordenadamente. 
En  el  tiempo  de  Giialiagiona  [otra  forma  del  mismo 
nombre]  en  que  se  llevó  todas  las  mujeres,  también  lo 
hizo  con  la  de  un  casique,  Ana-cacugia    [Ana-flor,    ca- 


(1)  Vagoniana  escribe  Pedro  Mártir  y  lo  han  repetido  olios   muchos, 
Me  parece  error,  ó  se  usó  de  u  vocal  y  se  dio  causa  á  él. 

(2)  Se  vé,  pues,  que  Guaguguiaua,  Guamin  y  Graagiouíaúa  es  una  min- 
ina cosa. 


cugia,  cacao]  engañándola  como  ;i  las  demás.  Eran  pa- 
rientes Guagoniana  y  Ana-cacitgia:  ambos  se  embarca- 
ron en  una  canoa  y  dijo  aquél  &  este:  'Mira  el  bello 
cobo11  [caracol  de  mar]  y  siguiendo  la  designación  mien- 
tras lo  miraba,  Guagoglona  lo  cogió  por  los  pies  y  le 
arrojó  al  agua;  y  de  esta  manera  se  posesionó  de  todas 
las  mujeres  para  sí  y  las  dejó  en  Matinino,  en  que  se 
recordará  que  solo  quedaron  mujeres;  y  se  fué  á  la  isla 
de  Guan'ni  que  se  llamó  así  por  las  cosas  que  llevó  á 
ella. 

'VI.  Gualiagiona  retornó  á  la  montana  de  Cauta 
de  donde  se  llevó  las  mujeres.  Se  dijo  que  estando  en 
la  región  de  donde  había  venido,  notó  que  se  habia 
quedado  una  mujer  en  el  mar:  de  lo  que  se  alegró  mu- 
cho; pero  pronto  buscó  gran  número  de  bañadores  que 
lo  limpiasen,  pues  estaba  cubierto  de  úlceras,  que  nos- 
otros llamamos  mal  francés.  Estos  lo  pusieron  en  una 
Guanara,  quiere  decir  lugar  retirado  y  allí  se  curó. 
Ella  le  pidió  licencia  para  seguir  su  camino  y  él  se  lo 
concedió.  Esta  mujer  se  llamaba  GuabonUo.  Guagonia- 
na  le  mudó  el  nombre  desde  entonces  y  se  llamó  Bibe- 
rosí- Guagoniana  y  Gabonilo-,  le  regaló  muchos  guanta  i 
|  joyas  de  oro  de  poca  ley]  y  sihas  [piedras]  para  que 
las  llevase  atadas  al  brazo:  en  el  país  los  colesibi  son 
piedras  parecidas  al  mármol,  que  llevan  en  brazaletes; 
y  los  guanini  en  las  orejas,  que  se  agujerean  siendo  ni- 
ños; son  de  metal  del  tamaño  aproximado  de  un  florín. 
Tuvieron  principio  los  guanini,  según  dicen,  al  usar- 
los GuabonUo.  Albeborael,  Gualiagiona  y  el  padre  de 
Afbeborael.  Guagoniana  se  quedó  en  el  país  con  su  pa- 
dre que  se  denominó  Jüanna;  su  hijo  por  el  lado 
paterno  fué  Ilia-üi-Guanin  que  quiere  decir  hijos  de 
ffiauna;  pero  solo  conservó  el  nombre  de  Guun'ui  has- 
ta hoy.  La,  taita  de  escrituras  es  motivo  de  confusión, 
mas  yo  no  quiero  arreglar  á'  mi  albedrío,  sino  que  ros- 
peto  su  tábidas  como  las  oigo. 

"VII.     De  como  hubo  otra  veí  mujeres  en   Haití. 
■Ellos  dicen  que  un  dia  se  fueron  á  bañar  los  hom- 


—  170  — 
bres  al  mar:  llovía  á  la  sazón  mucho;  siempre  ansiosos 
de  tener  mujeres,  y  así  cuando  llovía  buscaban  las  hue- 
llas de  sus  píes  con  cuidado.  Ninguna  noticia  tenían  de 
su  paradero;  pero  el  indicado  dia  vieron  ellos,  bañán- 
dose, descender  de  los  árboles  como  cayendo  de  las 
ramas  unos  objetos  con  figura  de  seres  humanos,  pero 
sin  sexos  visibles.  Procuraron  atraparlos,  mas  se  les  es- 
currían como  si  fueran  anguilas  [así  lo  dice  Pedro  Már- 
tir, otros  dicen  águilas  que  no  las  hay  en  Haití.]  Por  lo 
que  llamaron  de  orden  del  casique  dos  ó  tres  hombres 
más  á  propósito  para  suplir  su  poca  destreza  en  retener- 
los: siendo  cada  cual  de  estos  caracol,  que  eran  los  de 
manos  ásperas.  Encontraron  cuatro  caracaracol  y  los 
presentaron  al  casique  [caracaracol  es  el  plural  de  ca- 
racol.~\Se  llamaba  así  los  que  sufrían  una  enfermedad 
que  ponía  áspero  el  cuerpo.  Fácilmente  se  apoderaron 
de  aquellos  seres  y  tuvieron  una  consulta  sobre  el  mo- 
do de  convertir  en  mujeres  aquellos  seres  sin  sexo. 

"VIII.  De  cómo  hallaron  el  medio  de  que  fuesen 
mujeres. — Buscaron  un  pájaro  que  se  llama  Inrire,  y 
antes  Inrire-Caiiuiaicl  que  perfora  los  árboles  y  se  dice 
en  nuestra  lengua  pico  (es  el  carpintero:  no  dáel  nom- 
bre indio  Pedro  Mártir,  fuente  de  la  mayor  parte  de 
los  que  se  han  ocupado  de  este  asunto;  así  es  que  Noda 
asegura  que  se  ignoraba  el  nombre  indio,  y  lo  repite 
un  poeta  reciente  dominicano).  Ataron  de  pies  y  ma- 
nos á  los  seres  en  cuestión  y  les  ponia  sujeto  con  un 
lazo  el  pájaro  encima:  creyendo  éste  que  eran  troncos 
usaron  de  su  pico  y  horadaron  donde  debían  tener  el 
sexo  las  mujeres.  Así  cuentan  los  indios  que  lograron 
tener  mujeres,  según  oyeron  á  sus  mayores.  Como  es- 
cribo de  prisa  y  hasta  sin  suficiente  papel,  no  he  podi- 
do corregir  lo  que  digo  en  otra  parte,  aunque  en  ver- 
dad yo  no  hago  más  que  repetir  lo  que  me  dicen  que 
creen.  Veamos  cómo  explican  el  origen  del  mar. 

"IX.  Cómo  se  hizo  el  mar. — Había  un  hombre 
llamado  Yaya  (otros  dicen  Giagia)t  su  hijo  se  llamaba 
Yayaél.  El  hijo  quiso  matar  al  padre  y  éste  lo  desferró 


—  171  — 
á  un  lugar  en  que  estuvo  cuatro  meses:  después  de  este 
tiempo  lo  mató  su  pudre  y  lo  encerró  en  una  calabaza 
(güira)  y  lo  colgó  del  tocho  de  sn  casa  donde  perma- 
neció mucho  tiempo.  Llego  un  (lia  en  el  cual  queriendo 
ver  á  su  hijo,  Yaya  dijo  á  su  mujer:  yo  quiero  ver  á 
mi  hijo,  y  estuvo  conforme  la  mujer.  Habiendo  bajado 
la  calabaza  la  abrió  para  ver  los  huesos  de  su  hijo,  pero 
hallaron  multitud  de  peces  grandes  y  chicos  en  que  se 
habían  convertido  los  huesos.  Determinaron  comérse- 
los. Un  dia  en  que  Yaya  había  ido  á  su  conuco,  es  decir, 
;i  su  heredad,  vivían  cuatro  hijos  de  un  solo  parto  de 
una  mujer  conocida  por  Itaba-Taituna,  á  quien  los  ex- 
trajeron del  vientre  porque  falleció  al  parir".  El  primero 
<pie  nació  fué  caracol,  que  quiere  decir  sarnoso,  y  tuvo 
por  nombre los  demás  fueron  innominados. 

"X.  Los  cuatro  gemelos  de  Itaba-Tahuuna  se 
convinieron  en  examinar  la  calabaza  donde  estaba  Ya- 
yaél  convertido  en  peces;  solo  tuvo  ánimo  para  descol- 
garla Dimidián- Caracol.  Hartáronse  con  los  peces  y 
mientras  comian  vieron  volver  á  Yaya  del  couuco  y 
quisieron  colgar  otra  vez  la  calabaza;  pero  en  la  preci- 
pitación no  la  ataron  bien;  cayó  en  tierra  y  se  rompió. 
Salió  de  ella  tanta  agua  y  con  tal  de  multitud  de  pe- 
ces, que  se  cubrió  la  tierra  y  se  formó  la  mar.  Partie- 
ron de  allí  y  se  encontraron  con  un  hombre  llamado 
Con-ely  que  era  mudo. 

"XI.  Lo  que  sucedió  á  los  cuatro  hermanos  que 
huian  de  Yaya. — Tan  pronto  como  llegaron  á  la  puerta 
de  Basa-Manaco,  y  que  oyeron  que  traía  casabi  dije- 
ron: "Ayacaiio-Guaracoel,  es  decir,  conocemos  al  que 
es  nuestro  abuelo.  Demidian  Caracol,  viendo  delante 
de  sí  á  sus  hermanos,  pasó  delante  de  ellos  y  entró 
para  ver  si  podian  conseguir  algún  casabi;  casabi  es  el 
pan  que  se  comia  en  la  tierra,  Habiendo  entrado  Cara- 
col en  casa  de  Ayacauo  le  pidió  casal)}:  él  se  puso  la 
mano  en  la  nariz  y  le  lanzó  un  gaanguio  sobre  las  es- 
paldas, qué  estaba  lleno  de  Cújoba  (pie  tenia  para  el  dia. 
Es  el  enjoba  un  polvo  cjuc  usan  pafa    purgarse  y  otras 


—  172  — 
cosas.  Lo  toman  con  una  caña  del  largo  de  medio  brazo 
y  ponen  un  extremo  en  la  nariz  por  donde  lo  absorven; 
en  el  otro  extremo  ponen  (el  cojiba  ó  tabaco)  polvo  y 
los  purga  completamente.  Y  también  les  dio  casábi 
aunque  se  retiró  indignado  porque  se  lo  pidieron. 

Caracol  se  reunió  luego  con  sus  hermanos  y  les  con- 
tó lo  que  le  habia  pasado  con  Basa-Manaco,  quejándo- 
se del  dolor  que  le  causaba  el  golpe  recibido  con  el 
(juanguio.  Reconociéronle  la  espalda  los  hermanos  y 
notáronla  muy  hinchada  y  á  él  moribundo.  Intentaron 
aliviarle  sin  conseguirlo:  tomaron  una  manaya  de  pie- 
dra y  la  abrieron  saliendo  una  tortuga  hembra  viva. 
Cuidaron  de  ella  y  fabricaron  su  casa.  Algo  más  hay 
que  decir  sobre  esto. 

Creen  por  otra  parte  que  el  sol  y  la  luna  salieron 
de  una  gruta  del  país  de  uk  casique  llamado  Maquin- 
nec  (escrito  Macliinnecli  por  P.  Mártir),  cuya  gruta  se 
conoce  con  el  nombre  de  Yobana-Boina,  á  la  que  tie- 
nen en  gran  estimación.  La  conservan  muy  pintada  á 
su  modo,  sin  figuras,  pero  con  muchas  hojas  y  adornos 
y  cosas  parecidas:  en  la  gruta  hay  dos  semis  de  piedra 
del  tamaño  de  medio  brazo  con  las  manos  atadas  y  en 
actitud  especial.  Son  muy  estimados  y  cuando  no  llue- 
ve los  visitan  y  luego  llueve.  A  uno  llaman  Boinoel,  al 
otro  Maroyo  (Pedro  Mártir  escribe  Biuthltely  Marohu). 

"XII.  Délo  que  estas  gentes  creen  sóbrelos 
muertos. — Piensan  que  hay  un  lugar  que  se  llama 
coaibai  á  donde  van  los  muertos  en  un  punto  de  la  isla 
que  le  dicen  Soraya  (país  del  poniente).  El  primero 
que  se  encontró  en  Coaibai  fué  Maqnetaurie  Guayaría, 
señor  que  era  de  ese  lugar,  casa  y  habitación  de  los  di- 
funtos. 

XIII.  De  la  manera  con  que  están  los  muertos. 
— Se  piensa  que  durante  el  dia  están  encerrados,  pero 
que  por  la  noche  se  pasean  y  comen  de  una  fruta  que 
llaman  guanaba  (así  lo  dice  Pedro  Mártir:)  el  texto 
que  traduzco  dice  guabasa,  lo  que  creo  error;  Charlc- 
voix,  en  su  historia  de  Santo  Domingo,  dice  que  era  el 


mamen  Ia  fruta  que  comían  los  espíritus  ó  muertos,  el 
texto  de  Milán  dice  guabazza  de  la  yrosezza  de  un  me- 
locotof/no.  El  P.  Las  Casas  expone  que  el  fruto  de  más 
semejanza  con  el  mamey,  de  los  de  Europa,  es  el  me- 
locotón: "Cuanta  al  calor  y  manera  de  la  carne  de 
ellos;1  pues  son  mayores  y  muy  diferentes  en  lo  demás. 
Agrega  que  sólo  se  producían  espontáneos  en  Guaca- 
yamariraa,  y  que  los  españoles  los  llevaron  á  otras  pro- 
vincias de  la  isla  etc.,  si  bien  degeneraron.) 

Por  la  noche  hacen  sus  festines  en  que  comunican 
con  los  seres  vivientes.  Para  distinguirlos  basta  reco- 
nocerles el  vientre  con  la  mano  y  si  no  tienen  ombligo 
les  dicen  operito,  que  es  muerto,  pues  creen  que  los 
muertos  no  tienen  ombligo.  Suelen  equivocarse  en  el 
reconocimiento:  si  se  acuestan  con  alguna  mujer  de 
Coaibay  desaparecen  al  estrecharlas  entre  los  brazos. 
Es  lo  que  creen  los  indios.  Cuando  una  persona  vive, 
su  espíritu  se  llama  Goeis,  cuando  muere  Ópia:  pien- 
san que  á  veces  aparece  el  espíritu:  agregan  que  cuan- 
do alguno  ha  querido  combatir  con  ellos  en  forma  de 
hombre  ó  mujer,  desaparecen  y  si  el  que  lo  intentaba 
ponía  su  mano  sobre  un  árbol,  quedaba  unido  á  el  en 
ese  momento.  Grandes  y  chicos  creen  que  los  muertos 
se  aparecen  en  la  forma  de  sus  padres,  hermanos  ó  pa- 
rientes ó  de  otros  que  tuvieron  vida.  El  fruto  que  co- 
men los  muertos  es  del  tamaño  de  un  membrillo.  Solo 
salen  los  muertos  de  noche,  así  es  que  pocos  se  aven- 
1  uran  á  salir  solos  á  esas  horas. 

"XIV.  Origen  de  esas  creencias  y  su  permanen- 
cia.— Hay  ciertas  personas  que  practican  la  medicina, 
que  hacen  muchas  supercherías  y  las  llaman  Bohuti 
(Boití  escribe  Pedro  Mártir  que  traduce  augures:  luego 
venimos  otras  formas)  que  practican  la  medicina  supo- 
nen con  sus  artificios  que  saben  los  más  hondos  secre- 
tos y  hablan  con  los  semis  y  cuando  enferman  les  qui- 
tan ó  extraen  el  mal.  I  le  visto  por  mis  propios  ojos 
parte  de  esas  cosas  y  añado  lo  qué  he  oido  de  los  ve- 
cinos principales,  que  creen  en  estas  Rábulas  más   pro- 


—  174  — 
fundamente.  Como  los  moros  por  sus  escrituras  éstas 
tienen  sus  reglas  fijas  que  les  gobiernen.  Cantan  al 
son  de  un  tambor  que  llaman  Mayonan,  hecho  con 
tronco  hueco  de  árbol  fuerte  y  ligero;  la  parte  donde 
se  toca;  tiene  mucha  fuerza,  en  figura  de  tenazas  de 
albeitar:  es  de  un  brazo  de  largo  y  medio  de  ancho;  del 
otro  lado  tiene  una  abertura  oblonga,  y  se  toca  con  un 
bastón  ó  palo  que  termina  en  una  bola  de  goma  y  pa- 
rece una  maza;  el  todo  se  asemeja  á  una  calabaza  de 
cuello  largo.  El  sonido  que  produce  se  oye  desde  una 
legua  y  media  de  distancia.  (P.  Mártir  llama  Maguey 
al  dicho  tambor  en  la  Década  3^  lib.  7;  lo  mismo  en  el 
extracto  que  hizo  de  la  relación  del  P. 'Román  Pane,  lo 
denomina  así  y  se  publicó  en  Venecia  en  1534.  Del 
tambor  monstruo  Cavarre  que  usaba  en  el  continente 
trae  el  dibujo  y  lo  describe  Gumilla  en  su  Orinoco 
Ilustrado.)  Acompáñanse  para  cantar  su  areitos,  lo 
que  aprenden  de  memoria:  los  principales  son  los  que 
tocan,  que  aprenden  desde  niños  á  cantar  y  tañen  se- 
gún sus  costumbres. 

"XV.  Las  prácticas  de  los  bohiques  [boitios,  otras 
veces  tequina,  maestro,  así  escrito  por  Pedro  Mártir 
aun  en  la  traducción  italiana  antes  citada,  y  no  techina 
usando  del  sonido  de  la  ch  italiana]  en  la  medicina  y 
enseñanza  de  las  gentes  son  ¡propias:  pero  no  siem- 
pre sanan  los  enfermos.  Todos,  especialmente  en  la  es- 
pañola tienen  muchos  semis  de  diferentes  formas:  uno 
consiste  en  un  hueso  de  sus  padres  ó  parientes,  ó  uno 
de  piedra  ó  madera;  de  estos  y  aquellos  hay  muchos. 
Unos  hablan  otros  hacen  aparecer  las  cosas  que  se  comen, 
muchos  dan  origen  á  las  lluvias,  otros  á  los  vientos.  To- 
do esto  lo  creen  éstas  pobres  gentes  que  se  proveen  de 
dioses,  mejor  dicho  de  diablos,  careciendo  de  nuestra 
Religión.  Cuando  alguno  enferma  se  le  lleva  al  Bu- 
chu-ilihii  [boítio,  se  confundió  mucho  la  o  y  la  u,  hasta 
alguna  vez  por  Las  Casas  que  no  era  gallego  ni  catalán] 
que  es  el  susodicho  médico.  Se  prepararon  con  ayuno, 
pues  deben   él  y  el  enfermo  estar  ayunos,  al  principiar 


—  1 75  — 
la  ceremonia:  el  medico  que  asiste  al  enfermo  se  purga 
simultáneamente  con  el  paciente:  aspiran  el  polvo  de 
[cojoba]  cohobo,  por  la  nariz  hasta  embriagarse  que  no 
puedan  darse  de  sí  cuenta;  pronuncian  palabras  extra- 
ñas dirigidas  á  los  semis,  que  les  contestan  sobre  las 
causas  de  la  enfermedad  y  siempre  atribuyen  éstas  á 
aquellos. 

XVI.  Délo  que  hacen  los  B ucJi us-Uíhu— 'Cuando 
van  á  visitar  ti  un  enfermo,  antes  de  salir  de  sus  casas 
sacan  del  fondo  de  sus  cazuelas  el  tizne  ó  el  polvo 
de  carbón  vegetal  y  se  cubren  de  negro  el  rostro  y  así 
dan  la  consulta:  enseguida  toman  unos  huesecillos  ó 
carne,  lo  envuelven  en  algo  y  lo  ponen  en  la  boca,  ya 
purgado  el  enfermo  entra  en  la  casa  otra  vez  el  médi- 
co y  se  sienta  delante  de  él  sólo:  antes  salen  de  la  casa 
los  niños  para  que  no  interrumpan  y  quedan  una  ó  dos 
personas  principales.  Cuando  está  sólo  toma  algunas  ho- 
jas de  la  yerba  de  la  Gioia  [parece  errata  de  cojoba  es- 
crita á  la  italiana  wjioba  que  es  como  está  en  el  texto 
en  la  relación  de  Bassa-Manaco]  á  la  hoja  grande  de  Gio 
la  que  es  la  que  toman  por  lo  común;  agregan  otra  de 
una  cebolla,  de  medio  cuartillo  de  largo,  la  mojan  has- 
ta formar  una  pasta  y  la  ponen  por  la  noche  en  la  bo- 
ca lo  que  les  sirve  de  vomitivo  arrojando  lo  que  han  co- 
mido. Cantan  entonces  y  beben  del  jugo  susodicho 
[falta  la  referencia  en  el  original]encendiendo  una  an- 
torcha. 

Descansando  algunos  instantes  el  médico  se  levanta 
y  dirige  hacia  el  enfermo  que  e^tá  sentado  solo  en 
medio  de  la  habitación  y  lo  rodea  ó  gira  á  su  alrededor 
dos  veces,  según  quiere;  y  le  coje  las  piernas,  palpán- 
dole de  la  cintura  á  los  pies;  y  lo  estira  con  fuerza  co 
mo  si  quisiera  arrancarlo  de  su  lugar:  esto  terminado 
sale  de  la  habitación  y  cierra  tras  si  la  puerta.  Le 
habla  desde  afuera  así:  Yeic  para  la  montaña  ó  íil 
mar  donde  (pusieres;  se  vuelve  al  lado  inverso  ponién- 
dose las  manos  juntas;  sopla  como  por  una  eervatana 
y  colócase  ambas  manos  sobre  la  boca  que    cierra:   sus 


-  176  — 
manos  tiemblan  en  seguida  como  si  tuviera  gran  frío; 
sopla  sobre  sus  manos  y  recoje  el  aliento  como  si  sor- 
biera la  médula  de  un  hueso.  Luego  aspira  al  enfer- 
mo en  el  cuello,  ó  en  el  estómago,  en  las  espaldas, 
megillas,  el  seno,  en  el  vientre  y  parles  en  general  del 
cuerpo.  Concluido  lo  cual,  se  saca  de  la  boca  lo  que 
digimos  al  principio  que  se  metió  en  ella:  si  es  comes- 
tible le  dice:  Ya  ves  lo  que  te  habia  hecho  dafio  en 
tu  cuerpo  de  donde  té  lo  he  sacado:  advierte  que  ha 
salido  de  donde  tu  semi  lo  habia  colocado,  por  que  no 
le  rezabas  ú  orabas,  ni  puesto,  ni  hecho  altar,  ni  sa- 
crificado nada. 

Si  es  una  piedra  (Pedro  Mártir  hace  extensivos  á 
otros  objetos  las  virtudes  que  se  atribuían  aquí  á  la 
piedra:  cita  los  granos  de  Malúz,  en  la  traducción  ita- 
liana de  Venecia)  le  dice:  consérvala  muy  cuidadosa- 
mente: suponen  que  esas  piedras  son  muy  útiles  en  los 
partos  de  sus  mugeres;  las  guardan  como  cosa  preciosa 
envueltas  en  algodones  y  les  ofrecen  manjares  de  lo 
que  comen  como  á  sus  mismos  semis  domésticos.  Los 
grandes  dias  festivos  son  los  señalados  para  ofrecerles 
mucha  comida  como  pescado,  carne,  nan  y  otras  cosas. 
Lo  colocan  todo  en  la  casa  del  semi  y"  recojen  al  dia 
siguiente  lo  que  han  comido;  siendo  así,  Dios  nos  ayu- 
de, que  el  semi  es  cosa  inerte,  como  hecho  de  piedra 
y  madera. 

"XVII.  Como  los  dichos  médicos  suelen  equivo- 
carse.—Cuando  han  terminado  todas  sus  prácticas  los 
médicos,  y  el  enfermo  se  muere,  si  tiene  muchos  pa- 
rientes ó  el  difunto  es  señor  de  pueblos  y  poderoso,  se 
investiga  la  conducta  del  Boitío;  porque  los  que  quie- 
ren perseguirles  y  hacerles  mal  lo  verifican  así:  para 
saber  si  el  el  enfermo  ha  muerto  por  culpa  del  médico 
por  falta  de  dieta  como  le  previno,  toman  una  yerba 
llamada  gaeyo,  que  tiene  las  hojas  gruesasy  largas,  que 
también  llaman  sacón,  Toman  el  jugo  de  las  hojas, 
cortan  al  muerto  las  uñas  y  cabellos  de  la  frente:  lo  re- 
ducen á  polvo  entre  dos  piedras  y  lo    mezclan   con    el 


—  177  — 
jugo  (lo  la  yerba  para  que  lo  beba  el  muerto;  se  le  echa 
por  la  boca  ó  la  nariz.  Entonces  se  le  pregunta  al 
muerto,  si  observó  el  precepto  de  la  dieta.  Esta  pre- 
gunta la  repiten  muchas  veces,  hasta  que  contesta  cla- 
ramente como  si  estuviera  vivo;  y  viene  á  satisfacerlas 
preguntas,  diciendo  que  el  Boitío  no  cumplió  con  su 
dieta  y  fué  causa  de  su  muerte  por  la  inobservancia;  y 
luego  mandan  que  pregunte  al  médico,  pues  tan  claro 
lo  culpa  el  muerto.  En  seguida  entierran  de  nuevo  el 
difunto. 

''Usan  otro  medio  de  investigación  aveces,  que  es 
haciendo  un  gran  luego  como  para  formar  carbón,  y, 
cuando  la  madera  está  en  brasas,  ponen  al  difunto  so- 
bre el  brasero  y  lo  cubren  con  tierra,  como  para  hacer 
el  carbón  y  allí  lo  dejan  por  un  término  voluntario. 
Hacen  las  mismas  preguntas  y  responde:  que  nada  sabe; 
se  repite  hasta  diez  veces  después  de  que  habló,  sí  está 
muerto?  pero  no  responde  á  esas  diez  interpelaciones. 

"XVI 1 1.  De  cómo  se  vengan  los  parientes  cuan- 
el  muerto  responde  después  de  tomar  el  brebaje. — Los 
parientes  se  reúnen  en  espera  del  Boitío  al  que  dan 
una  paliza  que  le  quiebra  las  piernas,  los  brazos  y  rom- 
pen la  cabeza:  queda  al  parecer  molido,  en  la  persuasión 
de  haberlo  matado.  Creen  que  por  la  noche  vienen 
culebras  de  todas  clases,  blancas,  negras,  verdes  y  de 
otros  muchos  colores,  que  lamen  las  contusiones  y  frac 
turas  al  médico.  Dura  esto  dos  ó  tres  dias  al  cabo 
délos  cuales  el  médico  se  levanta,  y  marcha  alegre- 
mente para  su  casa.  Los  que  lo  encuentran  le  pre- 
guntan ¿no  habías  muerto"?  Y  él  contesta:  los  setnis 
en  forma  de  culebra  me  han  socorrido.  Los  parientes 
del  difunto  montan  en  cólera,  pues  lo  creyeron  muer- 
to; se  desesperan  y  procuran  por  hacerlo  morir,  y  si 
pueden  atraparlo  le  sacan  los  ojos  y  lo  castran:  porque 
creen  que  eg  preciso  esto  iiltimo  para  hacer  morirá  un 
médico. 

"Lo  que  hacen  para  saber  lo  que  quieren  de  los 
que  queman  y  como  se  vengan  entonces. 

12 


—  178  ~- 

• 'Cuando  descubren  el  fuego,  si  el  humo  se  eleva 
hasta  el  cielo,  perdiéndose  de  vista,  y  desciende  y  en- 
tra en  la  casa  del  médico:  éste  si  no  observó  la  dieta 
cae  enfermo  á  su  vez,  se  cubre  de  úlceras  y  pierdo  la 
piel  ¿i  pedazos:  es  la  señal  de  que  no  se  abstuvo  y  la 
razón  de  que  muriera  el  enfermo.  Estos  son  los  en- 
cantamientos que  conocen  estas  gentes. 

XIX.  De  que  modo  hacen  y  conservan  los  semís 
de  piedra  ó  de  madera. — Los  que  se  forman  de  piedra 
se  hacen  así:  cuando  un  caminante  nota  removidas  las 
raices  de  un  árbol,  se  detiene  aterrorizado  y  pregunta 
lo  que  es.  El  árbol  responde:  me  llamo  Boitío  y  eso 
dice  quién  soy.  Entonces  el  hombre  busca  un  Boitío 
le  dice  lo  que  ha  pasado,  y  el  brujo  ó  adivino  corre  al 
árbol  que  ha  hablado:  se  sienta  debajo  de  él  y  hace  co- 
joba como  antes  se  dijo  en  la  historia  de  los  cuatro 
hermanos.  Hecha  la  cojoba  se  pone  de  pié  dándole 
los  títulos  de  un  gran  señor,  y  le  interroga  de  esta  ma- 
nera: ¿Díme  quién  tú  eres,  qué  haces  aquí;  lo  que  quie- 
res? y  ¿para  qué  rhe  has  hecho  llamad  Di  me  si  lo 
corto  y  deseas  venir  conmigo!  Si  vienes  conmigo 
¿cómo  quieres  que  te  lleve!  Te  haré  casa  con  sus 
pertenencias.  El  árbol  convertido  en  semi  ó  diablo  le 
contesta  del  modo  que  se  le  antoja:  lo  corta  ó  se  obser- 
van sus  mandatos.  Le  construye  una  casa  y  sus  per- 
tenencias, y  le  hace  la  cojoba  durante  el  año:  la  cojoba 
es  el  sacrificio  ó  culto  para  rogarle  ó  adorarle  y  com- 
placerle; para  preguntarle  y  saber  del  semí  lo  que  lo 
conviene  así  como  para  pedirle  que  lo  enriquezca. 

"Cuando  se  trata  de  obtener  victoria  de  los  ene- 
migos entran  en  una  casa,  lo  cual  sólo  pueden  hacer 
los  principales:  el  jefe  es  el  primero,  que  hace  la  cojo- 
ba y  toca  el  tambor,  (Charlevoix  trae  en  una  lámina 
la  representación  de  esta  escena  y  la  figura  del  tam- 
bor ó  maguey,  sólo  más  pequeño  que  el  gran  tambor 
que  describe  Grumilla).  Durante  esta  ceremonia  nin- 
guno de  los  presentes  habla  hasta  que  el  jefe  no  ha 
terminado:  entonces  quedan  algunos  instantes    con    la 


1  7!>  — 
cabeza  inclinad»  y  los  brazos  sobro  las  rodillas.  Le- 
vanta la 'cabeza  luego;  mira  al  cielo  y  habla:  todos  res- 
ponden simultáneamente  en  voz  alta;  y  después  qae 
lodos  han  hablado,  le  dan  gracias;  él  cuenta  las  visio- 
nes que  ha  tenido  en  la  embriaguez  de  la  cojoba  que 
ha  tomado  por  la  nariz;  díceles  lo  que  ha  hablado  con 
el  se  mi;  (pie  ganarán  una  gran  victoria,  que  sus  enemi- 
gos huirán,  ó  tendrán  gran  mortandad;  ó  habrá  una 
guerra  ó  hambres  ó  cosas  de  este  género,  según  se  le 
ocurra  narrar  al  embriagado.  Considérese  cómo  esta- 
rá  su  cabeza  cuando  aseguran  que  han  visto  dar  vuel- 
tas desde  sus  cimientos  á  los  edificios  y  confundirse, 
y  á  los  hombres  andando  con  los  pies  en  el  aire.  La 
ceremonia  de  la  cojoba  la  hacen  á  los  ídolos  como  á 
los  cadáveres  según  lo  he  dicho  arriba. 

"Los  gemís  de  piedra  son  de  diferentes  formacio- 
nes. Dicen  unos  que  se  hacen  de  los  huesos  ó  cuerpos 
disecados  de  los  muertos  por  los  médicos,  y  los  enfer- 
mos guardan  los  mejores  para  hacer  parteará  las  mu- 
geres.  Hay  otros  que  hablan,  siendo  de  la  figura  de 
un  gran  nabo  de  hojas  extendidas  por  tierra,  como  la 
alcaparra,  y  esas  hojas  se  parecen  en  la  forma  á  las 
del  álamo  negro.  Otras  tienen  tres  puntas  y  creen 
que  ciertamente  producen  la  yuca)  tienen  raices  pare- 
cidas al  rábano  silvestre.  La  hoja  de  la  xutola  tiene 
seis  ó  siete  puntas  que  no  sé  á  quien  compararla.  Aun- 
que he  visto  algo  semejante  en  España  y  otras  paites. 
El  tallo  de  la  yuca  es  de  la  altura  de  un  hombre.  Ha- 
blemos ahora  de  sus  semis  y  de  los  errores  en  que, 
caen. 

"XX.  Buja  i)  A  iba  (parecen  nombres  diversos  del 
mismo  semi  que  luego  dice  se  llamaba  Baidrama),  creen 
los  indios  que  fué  quemado  por  ellos,  cuando  esla- 
vo guerreando,  que  les  crecieron  las  brazos,  y  otra  vez 
los  ojos;  y  se  aumenta,  eorporalmentc  si  ge  le  lava  con 
jugo  de  nuca.  La  yuca  era  pequeña,  y  con  agua  y  dicho 
jugo  lograron  que  engruesara;  deeian  (pie  hacia  daño 
la  yuca  á  los  que  habían  bocho  el  semi,    porque  no  lo 


—  180  — 
habían  dado  á  comer  de  ella.  Este  semi  tenia  por  nom- 
bre Baidrama  [este  sustituye  como  he  indicado  antes 
los  de  Arma  y  Bujay  se  daban  al  mismo  ídolo].  Cuando 
alguno  enfermaba  llamaba  al  Boitío  y  le  preguntaba 
de  lo  que  provenía  la  enfermedad;  y  les  decían  que 
Baidrama  lo  enviaba  á  requerirle  porque  no  habia  man- 
dado de  comer  á  los  que  cuidaban  su  casa,  y  así  les 
trasmitía  el  Boitío  lo  que  Baidrama  le  habia  dicho. 

"XXI.  Dicen  que  cuando  fabricaron  la  casa  de 
Griiamoreto,  que  era  un  hombre  distinguido,  vieron  al 
semi  sobre  el  techo  de  la  casa,  que  se  llamaba  Coroco- 
to,  (Pedro  Mártir  explica  que  era  hecho  de  algodón,  y 
que  los  que  nacian  con  alguna  señal  en  la  cabeza  se 
tenían  por  sus  hijos).  Durante  una  guerra  los  enemigos 
quemaron  la  casa  de  Corocoto  y  este  se  fué  á  tiro  de 
arbaleta  cerca  de  donde  había  agua.  Se  cuenta  que  ba- 
jaba á  divertirse  con  las  mujeres.  Murió  Guamoreto,  y 
el  semi  pasó  al  poder  de  otro  casique  y  siguió  jugando 
con  las  mujeres.  Aseguran  que  le  nacieron  en  la  cabeza 
dos  coronas;  por  lo  que  suponen  que  son  sus  hijos  los 
que  la  tienen.  Este -semi  fue  de  otro  casique  llamado 
Guabancx  y  el  lugar  se  dijo  Glacaba,   [Yacaba]. 

aHubo  semi  que  se  llamó  Epilegiiaanita,  [así  lo  lla- 
ma P,  Mártir:  un  texto  dice  Opigielquoiúran  que  es  vi- 
sible errata]  de  otro  personaje  nombrado  Cauauan  Yo- 
bana,  que  tenia  gran  número  de  subditos,  JEpüeguaa- 
nita  tenia  cuatro  patas  como  un  perro;  era  de  madera 
y  salía  de  noche  de  casa  para  los  bosques  á  donde  se 
le  iba  á  buscar,  lo  que  no  impedía  que  se  volviera  á  los 
bosques.  Dicen  que  cuando  llegaron  los  cristianos  se 
escapó  y  se  arrojó  á  un  lago,  hasta  cuya  orilla  fue  se- 
guido, se  hundió  en  el  y  no  se  lia  sabido  mas  de  él. 
Como  me  lo  contaron  así  yo  lo  cuento. 

"XXIII.  De  otro  semi  llamado  Guabancex.  Este 
semi  Guabancex,  se  hallaba  en  territorio  de  un  casique 
entre  los  mas  distinguidos  llamado  Aumatex:  es  hem- 
bra y  le  acompañan  dos  semis.  [Pedro  Mártir  agrega 
que  Corocoto  estaba  atado  al  techo  de  la  casa   y  se  sol- 


—  IS1  — 

taba  para  sus  aventuras:  que  el  semi  hembra  de  már- 
mol ó  piedra  con  formas  de  mujer  tenia  dos  muehachos 
(')  semis,  como  sus  mensajeros,  teniendo  el  uno  un  es- 
pecial cuidado  de  las  aguas,  y  el  otro  de  convocar  á  Ins 
semis  en  los  casos  necesarios].  Cuando  (luabancex  se 
incomoda  muévelas  aguas  y  los  vientos  y  derriba  las 
casas  y  arranca  los  árboles.  Es  el  semi  hembra  hecho 
de  piedra  del  país;  los  otros  dos  que  le  acompañan  se 
llaman  (¡uatauba  (Guatagua)  y  es  el  mensagero  de 
Gruabancex  para  llevar  sus  órdenes  á  los  otros  semis. 
para  que  le  ayuden  á  hacer  mucho  viento  y  agua;  el 
otro  se  dice  Caotrisqitie  [Kafinesque  llama  á  uno  (hia- 
taba,  y  Pregonero  al  otro,  y  dice  son  hijos  de  Atabex  y 
Guatancex:  m&8  pregonero  es  voz  castellana  y  lo  de  la 
genealogía  acaso  suposición]:  Caotrisquie  recoge  las 
aguas  de  las  montañas  y  las  vierte  donde  trastornen  ;i 
la  tierra.  Todo  lo  creen  firmemente. 

' '  XXIV.  Lo  que  creen  del  semi  Famgamol  [debe 
ser  TaragabaoL  como  escribe  Rafinesquc,  ó  mejor 
( i  uarayoneT]. 

"Este  es  semi  de  un  gran  casique  de  la  Española, 
al  que  se  atribuyen  diferentes  nombres  y  fué  encon- 
trado del  modo  que  vais  á  oir:  un  dia,  en  tiempos  ante- 
riores al  descubrimiento,  encontraron  en  una  cacería  ¿i 
un  animal  desconocido  tras  el  que  corrieron:  cayó  en 
un  foso  y  allí  notaron  que  era  el  tronco  de  un  árbol 
que  les  habia  parecido  animado.  El  cazador  corrió  ¿i 
casa  de  su  principal  que  era  casique  y  padre  de  Gma- 
raymel  á  quien  avisó  de  lo  ocurrido.  Decían  que  el  ído- 
lo salia  muchas  veces  de  casa,  volviendo  á  las  cercanías 
y  no  al  lugar  de  donde  salia.  El  padre  y  el  hijo  citados 
lo  restituían  á  su  casa  y  hasta  ie  ataron  y  colocaron 
dentro  de  un  saco;  y  todo  era  inútil  para  detenerlo.  Es- 
tos pobres  ignorantes  lo  creen  cierto. 

"XA'V.  De  lo  que  dijeron  dos  de  los  principales 
casiqúes  de  la,  Española,  llamados  uno  Gasiuatyiel,  pa- 
dre del  dicho  Quarionel,  y  el  otro  (ruamanacoel.  |  Kali- 
nesque  escribe  Vasi-Baguel,   que  quiere  decir   sefíor 


— 182  — 
Baguel  ].  Es  un  gran  señor  que  creen  vive  en  el  cielo, 
y  que  al  comenzar  esta  relación  se  dijo  Caicihú,  el  que 
tuvo  dias  de  ayuno  y  abstinencia,  que  estas  gentes  acos- 
tumbran: al  efecto  se  encierran  seis  ó  siete  dias  sin 
comer  nada  más  que  el  jugo  de  las  yerbas  con  que  so 
lavan;  luego  empiezan  lentamente  á  alimentarse.  A 
causa  de  la  debilidad  en  que  caen  en  los  dias  de  absti- 
nencia, que  influye  en  su  cabeza,  relatan  visiones  de 
su  fantasía  conforme  á  sus  deseos.  Prepáranse  con  es- 
tos ayunos  cuando  quieren  saber  algo  futuro:  si-  ven- 
cerán los  enemigos;  si  tendrán  riquezas.  También 
aseguran  que  su  casique  habló  con  Yocauuagama  [Yo- 
caguagama]  y  éste  le  dijo  que  después  de  su  muerte 
los  que  de  el  viniesen  no  gozarían  mucho  tiempo  del 
poder;  porque  vendrían  al  país  gentes  vestidas  que  los 
subyugarían  y  harían  morir  de  hambre.  Ellos  pensa- 
ban si  serían  los  caníbales,  bien  que  estos  no  hacían 
más  que  robarles  y  huir;  ahora  están  persuadidos  que 
los  semis  hablaban  del  Almirante  y  de  los  que  con  él 
trajo." 

Aquí  termina  en  lo  correspondiente  á  la  antigüedad 
india,  la  relación  de  Pane:  en  las  notas  que  he  puesto 
entreparéntesis  y  al  pié  de  las  páginas,  he  procurado 
dar  claridad  á  los  conceptos.  En  los  artículos  espe- 
ciales que  completan  este  trabajo,  consignaré  las  razo- 
nes que  me  han  hecho  preferir  las  formas  ortográficas 
de  las  palabras. 

En  el  resto  del  capítulo  XXV  continúa  Pane  refi- 
riendo los  sucesos  de  su  misión  en  la  Maddalena-ad  una 
forteza  la  qualfece  fabricar  D.  Cristóbal  Colombo;  en 
ella  sólo  se  refieren  á  nuestro  propósito  las  frases  que 
recuerda  de  un  indio  al  morir:  Dio  Aboriadacha;  que 
quiere  decir  "soy  siervo  de  Dios."  En  cuanto  á  nom- 
bres indios,  dice  que  Guanaoucanel  (hijo  de  Guanane- 
chin)  tenia  servidores  y  favoritos  que  llamaban  Giahn- 
nanarici.  Agrega  que  íué  mandado  á  la  provincia  Ma- 
roni  [Macorif]  cerca  de  Guarionex,  y  como  que  se  ha- 
bla otra  lengua,  llevó  á  uno  de  dichos  favoritos,  que  se 


—  183  — 
habla  convertido,  y  al  P.  Juan   Pergognone   [l>urgui- 
ílon]  con  Juan  Mateo,  el  primero  que  recibió  el  bautis- 
mo en  la  Española.  No  hay  después  más  nombre  indio 
que  Manlatíw,  que  lo  era  de  un  casique. 

El  capítulo  XXVI  contiene  numerosas  relaciones 
de  milagrosas  imágenes  y  el  progreso  del  cristianismo. 
La  sencillez  del  narrador  es  grande;  pero  tal  su  fe  y  su 
entusiasmo  al  consagrar  su  obra  al  servicio  de  Dios, 
que  le  pide  que^sino  le  agrada  lo  prive  de  la  inteligen- 
cia. "Piaccia  á  Nostre  Signore"  "si  esto  torna  in 
giovamento  é  servicio  suo"  "darme  la  gracia  de  la 
perseverancia de  otro  modo — k'tolgalmi  lo  inte- 
lecto." 

Macho  hubiera  sentido  haber  publicado  estos  estu- 
dios antes  de  haber  examinado  el  Vocabulario  Políglota 
de  Hervás,  cuyas  demás  obras  conocía  en  las  ediciones 
españolas.  Lo  tenia  encargado  á  mis  amigos  de  Euro- 
pa y  tanto  el  inolvidable  I).  Domingo  del  Monto,  como 
Mr.  Kencdy,  tuvieron  la  bondad  de  hacer  exquisitas 
diligencias  en  su  busca.  Del  Monte  llegó  á  escribirme 
que  creía  que  no  se  hubiera  publicado;  yo  le  mande' 
copia  de  un  párrafo  en  que  el  mismo  Hervás  la  citaba. 
Al  fin  en  Nueva  York  pude  consultar  la  obra,  la  edición 
aparte,  puesto  que  sea  el  tomo  19  de  la  colección  de 
Cesena  según  el  Dr.  Rojas.  El  ejemplar  que  existe  en 
la  Biblioteca  de  Astor  en  Nueva  York,  es  también  im- 
preso en  Cesena,  y  su  título  Vocabulario  políglota  coi 
prolegominlsopra  depiu  C  L  lingue ópera  del  Aba- 
te 1).  Lorenzo  Hervás  &.  &.  Cesena  MDQCLXXXVIL 
En  4?  mayor  español,  con  247  páginas. 

Los  prolegómenos  llegan  á  la  página  161,  y  el  voca- 
bulario empieza  desde  ahí  y  llega  al  fin  del  libro.  En 
la  primera  parte  habla  con  admirable  acierto  de  la  for- 
mación de  las  lenguas,  sus  afinidades,  la  onomatopeya 
en  los  sonidos  de  las  palabras,  sus  correcciones  y  mo- 
dificaciones. En  el  vocabulario  comienza  por  ñolas  para 
descubrir  la  primitiva  significación  de  las  palabras;  so 
principia  por  vocea  americanas:  coloca  en  columnas  las 


— 184  — 
palabras;  primero  el  significado,  luego  la  que  va  á  inter- 
pretar; por  ejemplo: 

Lengua.  Agua,  Alma.  Animal. 


Araucana.  co.  am.  pulli.  lihue.      iruri. 

Continúa  su  viage  por  la  América  Meridional;  sigue 
por  la  Central  y  Septentrional,  y  pasa  por  las  demás 
partes  del  mundo,  para  terminar  en  África.  Ilustra  su 
apéndice  con  trabajos  análogos;  pero  nada  hay  que 
pueda  ser  práctico  ni  utilizable  para  las  Antillas  y  los 
tainos. 


.  ♦  ♦ 


—  is: 


Sección  segunda. 


VOCABULARIOS. 


Lista  enciclopédico  alfabética  de  los  nombres  histórico*  de  las  tradi- 
ciones c  idioma  de  los  indios  fainos  ó  pacíficos.  (*) 

A. 

.1.— Partícula  que  denota  cualidad  ó  posesión. 

Ababcy. — Es  una  especie  de  naranja  de  i  as  Antillas,  según 
Larouse  en  su  Gran  Diccionario. 

Ababaya.— Lo  mismo  que  papaya,  dice  Descourtiitz,  en  las 
islas  menores. 

Abana.— Con  esta  palabra  principia  la  oración  dominical  tra- 
ducida al  árabe  y  corresponde  á  Abin,  Abun,  en  siriaco;  Aluna  en 
etiópico;  Bab  en  rhétieo;  Babú  en  dialecto  sárdico.  Mithridates. 
Anno  MDLV.  Figure  excudebat  Fuoschoverus. 

Abanatam.— El  P.  Fr,  Pablo  de  la  Concepción  llamó  así  el 
puerto  de  Carenas.— "Y  ahora  de  la  Habana  capaz  y  hermoso,  y 
á  veinte  leguas  de  Matanzas."— Crónica  de  la  provincia  de  los  ¡San  tos- 
Apóstoles  San  Pedro  y  San  Pablo,  1. 1-  pág.  534  ó  tomo  XV  de  laBi 
blioteca  Histórica  de  La  Iberia  (México.) 

Abana. ^-Herrera  en  su  Descriptío  Indtac  Occidentalís,  íbl.  (í, 
(1022)  escribe  Abana  al  hablar  déla  ciudad,  y  puerto  de  Síntc 
Chrístoffel  de  Abana;  y  del  Abana  dice  en  otro  lugar:  pero  Síntc  es 
errata  por  San*  Ordoñezde  Ceballos  en  las  adiciones,  fol.  6.  con- 
funde su  relato  llamando  isla  de  la  Bacana  á  Cuba  y  escribe  con 
IT  y  v  la  palabra  habana. 

Áhcin.— Tres,  tercero. 

Ahijas. — Rio  de  Santo  Domingo. 


(*)    Las  palabras  que  no  se  encuentren  en  esta  lista,  especialmente  do  Cub 
'lian  en  las  socoiono*  3?  ó  4?. 

i:; 


—  186  — 

Abo. — Gefe,  superior. 

Ac— Oree  Brasseur  de  Bourboug  que  ¡significa  en  taino  cerdo: 
pero  no  habia  cerdos  en  las  Antillas,  Según  Rafinesque  cosa  sa- 
grada. 

Ácana, — Árbol  de  construcción  que  produce  una  fruta  seme- 
jante al  sapote.  (*) 

Acaraira,— El  ave  que  se  conoce  por  caraira  y  que  Noda  que, 
ria  que  se  le  restituyese  esa  forma  como  ¿i  Mairen  su  tormi nación' 
en  »,  en  la  descripción  de  este  pueblo  y  partido. 
Achiacabo. — Abuelo;  narguti  en  Eyeri. 

Achioto,  Achiote. — Planta  tintoria  con  la  que  se  pintaban  los 
indios  que  decian  á  esto  veetirse,  en  especial  los  varones  para  los 
guasábaras  ó  combates.  Es  la  bija  llamada  también  onoto. 

Acuba. — El  sapote,  pero  debe  ser  en  este  caso  asúba:  aunque 
Braseur  de  Bourboug  escribe  acaba,  Oviedo  dice  azuba.  García 
escribe  acuba  y  dice  que  es  el  zapote  mamey  de  Haití. 

Acul. — Palabra  haitiana  que  designa  un  puerto  que  los  fran 
ceses  se  empeñaron  en  sustituirla  por  otras,  pero  sin  conseguirlo. 
Los  españoles  que  lo  descubrieron  no  podían  persuadir  á  los  natu- 
rales de  que  eran  hombres  como  ellos:  besaban  la  tierra  por  donde 
caminaban  y  se  despojaban  de  cuanto  tenían  para  regalarles.  En 
21  de  Diciembre  de  1492  lo  visitó  Colon  y  lo  llamó  San  Tomas,  En 
él  desembarcó  el  general  Leclerc  en  1802,  cuando  pretendía  Fran- 
cia reconquistar  al  país.  La  bahía  donde  está  el  pueblo  lleva  tam- 
bién el  nombre  de  Acul. 

Acuzaman. — Lo  mismo  que  calman  (véase  esta  palabra.) 
Adamani. — Hoy  dice  el  Sr.  Pérez  en  sus  Fantaéku  que  es  la 
isla  de  Saona. 

Agapito. — Yeáse  apíto. 

Age,  ajes,  axes. — La  mayor  parte  de  los  escritores  de  nuestras 
cosas  americanas,  han  creído  que  el  age,  aje  ó  axe,  ene  de  los 
tres  modos  se  ha  escrito,  es  el  ñame-,  pero  basta  leer  la  descrip- 
ción de  Pedro  Mártir  para  salir  de  ese  error.  Lo  extraño  es  para 
mí  que  en  él  se  haya  incurrido.  Solo  el  modo  de  sembrarlo  que 
explica,  contiaria  la  suposición.  Se  sembraban  los  ages,  como 
las  batatas,  lo  mismo  que  ahora,  de  sus  tallos  que  nuestros  cam- 
pesinos llaman  guías  muy  acertadamente.  El  ñame  de  pequeños 
tubérculos  ó  hijos;  que  rodean  al  principal.  Oviedo  dice  que  bl 
age  y  la  batata  se  parecen  entre  sí  como  las  variedades  de  la 
manzana.  Oviedo  no  gustaba  de  ñame  y  dice  de  él:  "fruta  ex- 
tranjera que  vino  con  esta  mala  casta  de  los  negros."  Es,  pues, 
evidente  que  vino  de  Guinea;  no  es  el  age.  En  la  lengua  de  An- 
gola, ñame  significa  raíz  comestible,  como  lo  trae  Prevost  en  su 
eolecc.  de  viages,  pág.  34  del  t,  5. 

Lo  que  sí  es  cierto  es  que  lo  que   ahora  llamamos   boniatos 


(¥)    Las  clasificaciones  citutificias  de  los  objetos  descritos  se  colocan   en  la 
sección  de  nomlres  usuales  en  Cuba,  si  se  conservan. 


—  187  — 
v  otros  malamente  buniatos,  y  más  mal  moni-utos,  y  peor  muñía- 
los, son  los  ages  tan  parecidos  á  las  batatas,  como  que  sou  con- 
vólvulos» Oviedo  y  Pedro  Mártir  no  los  confunden:  dice  Oviedo 
que  son  seis  las  clases  de  batatas  y  la  mejor  se  llama  anigua- 
mar,  Pedro  Mártir  cree  que  son  infinitas  las  variedades  de  los 
ages,  pero  la  mejor  se  llama  anigmmar.  "Ages  species  innuine 
rasunf,  dice:  y  nombra  los  siguientes:  guaganax  blanco  por 
dentro  y  fuera;  guarágiiey  violado  fuera  y  candido  dentro;  sa- 
sábelos  (sasabeyos)  rojo  por  fuera:  squíbetcs,  blanco  dentro  y 
fuera;  tuna  rojo  dentro  y  fuera;  kobos,  amarillos;  atlbunisix,  vio- 
lado con  carne  blanca;  anigua  mar ,  lo  mismo;  guacabacoca :, 
blanco,  de  piel  adentro  rojo,  y  dice  que  aún  quedan  muchas 
más. 

En  el  diario  de  viajes  de  Colon  publicado  por  Navarrete, 
1  de  Noviembre  de  1401»,  primer  viaje,  principia  á  tomar  cuer- 
po el  error  que  combato:  ''Estas  tierras  son  muy  fértiles:  ellos 
las  tienen  llenas  de  mames,"  confundió  la  raiz,  "como  zanahoria 
que  tienen  sabor  de  castañas,"  con  los  ñames  de  África.  El  1\ 
Las  Casas  pone  una  nota  así:  "Los  ages  ó  batatas  son  éstas." 
Navarrete  agregó,  que  Oviedo  distinguió  los  ages  de  las  bata- 
tas que  son  más  pardas  y  mejores." 

En  nota  al  dia  13  de  Diciembre,  afirma  Navarrete:  "Ma- 
mes ó  ñames  eran  los  ages,  especie  de  batatas]1  y  cita  las  relacio- 
nes de  los  dias  10  y  21  del  mismo.  Todo  esto  prueba  lo  antiguo 
del  error;  pero  Colon  habla  en  el  texto  de  la  planta  de  que  se 
hacía  el  pan  ó  casabe  que  sabia  cuando  asado  á  castañaj  de 
figura  de  grandes  rábanos,  y  dice  que  se  siembra  de  ramillos  y 
así  se  cultiva,  y  en  nada  de  eso  se  refiere  al  ñame.  El  almi 
rante  confundía  á  la  yuca  y  al  boniato,  de  hoy;  era  muy  discul- 
pable. Que  él  dijese  que  el  age  se  encontraba  en  África,  "diz 
<iue  se  encuentra  en  Guinea"  porque  también  se  halla  allí  la 
yuca  con  el  nombre  de  mandiolc.  El  Dr.  Chanca  también  llama 
al  age  un  nabo,  "que  es  como  nabo,"  y  cuyo  buen  sabor  encomia, 
y  que  los  caribes  "lo  llamaban  nabi  y  los  indios  haje",  escribe  con 
//  la  palabra. 

No  es  posible  que  se  aplique  al  ñame  la  variedad  de  colores 
que  se  encuentran  en  los  ages  ó  boniatos.  Esto  no  quita  que  hu- 
biera otros  ñames  hasta  silvestres  en  las  Antillas,  como  lo  asegura 
Córdovaen  su  Memoria  sobre  Puerto  Rico,  y  especialmente  en  esta 
isla  y  las  Vieques  [página  295,  edición  de  Nadrid  de  1838.  |  Abad 
en  la  Historia  de  la  misma  lo  supone  indígena,  como  casi  todos 
los  escritores  modernos. 

Eran  las  antillas  muy  ricas  en  raices  alimenticias  y  locouseí 
van  hasta  sus  tradiciones.  Cuenta  Pedro  Mártir  en  sus  Décadas, 
que  los  primeros  habitantes  de  ellas  decían  (pie  sus  antepasados 
vivían  exclusivamente  de  raices,  palmas  y  magueyes,  y  enumera 
ba:  "El  guagéijaro,  tubérculo  de  la  tierra,  el  redondo  es  mejor: 
el  guarros  como  pastinaca;  cibalos  conio  nueces;  cabalóos  como 
cebollas;  macaones  semejante;  y  muchas  otras  raices. 


—  188  — 

jSo  debían  ser  muy  nutritivas  y  apreciables  estas  raíces  cuan- 
do se  estima  como  uu  gran  progreso  Ja  invención  de  la  yuca  y  el 
medio  de  sembrarla,  que  se  atribuye  á  un  boitio  ó  sacerdote,  [véa- 
se Hoh>to.\ 

El  anciano  encontró  el  cangro  a  orillas  de  un  rio  y  lo  cultivo 
"éx  agres  ti  fecit  hortcnsen"  pero  morían  los  que  la  comían  cru- 
da; la  asaron  y  fué  menos  mortífera;  hasta  que  descubrió  que  para 
utilizarla  debía  exprimir  su  jugo  y  cocerlo  y  hacerlo  casabe:  "eo 
modo,  dice  Pedro  Mártir,  exicata,  conditaque  in  eazaby."  El  se- 
ñor Pichnrdo  cree,  como  los  más,  que  el  ñame  es  el  antiguo  age, 
describe  sus  variedades  y  dice  que  hay  un  ñame  simarron  ó  sil- 
vestre: no  lo  he  visto  y  acaso  sea  una  jiquima  ó  jicama  que  si 
presenta  tubérculos  muy  parecidos,  es  una  leguminosa  que  he  usa 
entre  las  mandas  en  la  Habana  con  el  nombre  de  volador.  Es  co- 
mún en  algunos  bosques,  por  serlo  en  Madruga,  tal  vez  se  llame 
la  Jicama  uno  de  los  lugares  más  cercanos  al  pueblo. 

La  raiz  que  lleva  el  nombre  de  y  ame  en  Surinam  se  desigua 
por  los  indios  con  el  de  teyes:  por  la  descripción  que  de  ella  hacen 
entre  otros  el  Dr.  Fermín  (JDescrip.  de  Surinam.  pág.  147,  t.  Io)  no 
es  otra  cosa  que  una  especie  de  malanga.  uEs,  dice,  una  clase 
de  remolacha  que  pide  tierra  de  mucha  calidad . . .  su  tfiel  es  bas- 
tante áspera  y  ruda,  desigual,  cubierta  de  filamentos  de  un  color 
violado  que  tira  á  negro.  Cocida  ó  cruda,  tiene  un  color  blanco 
y  sucio  que  á  veces  tiende  al  color  de  carne:  sus  hojas  son  largas 
anchas  y terminan  en  punta el  tallo  que  produce  la  planta  lle- 
va unas  espigas  con  ñores  pequeñas  de  figura  de  campana  cuyo 
pistilo  se  cambia  en  una  pequeña  silicua  llena  de  granos  negros, 
pequeños,  también  para  la  reproducción  y  una  vez  plantado  se 
receje  mucho,  etc.'1  Por  lo  visto  esto  no  anuncia  lo  que  aquí  lla- 
mamos ñame,  y  sí  parece  una  malanga.  La  más  grande,  la  lla- 
mada Manca,  produce  uu  gran  tubérculo  que  hasta  en  el  sabor, 
después  de  cocida  tiene  la  insipidez  del  ñame,  aunque  por  su  for- 
ma exterior  nadie  podrá  confundir  esas  diferentes  raices.  En  la 
célebre  obra  mística  de  Malón  de  Chaide,  la  Conversión  de  la  Mag- 
dalena, ¡pág.  378,  en  la  edición  de  líivadeneira]  dice  así:  "Es  la 
vejez  un  hospital  de  enfermedades;  allí  la  reuma  le  ahoga;  la  des- 
tilación de  la  tos;  la  melancolía  se  seca;  la  gota  le  pone  grillos;  la 
ijada  le  enclava;  el  riñon  le  hace  dar  gritos,  y  tiene  hasta  que  cu- 
rar de  sus  ajesP  Y  no  es  errata  porque  se  repite  en  otras  edicio- 
nes, hé  aquí  una  significación  bien  diversa  de  la  semejante  en  hai- 
tiano ó  antillano.  En  castellano,  no  sólo  tendría  esa  significación, 
sino  que,  escrito  con  «r,  am%  ó  a.rones  eran  unos  estantes  para  li- 
bros, cuadrados  hasta  el  techo  de  las  casas  con  uu  eje  fexe]  inte- 
rior para  que  girasen  circularmente,  de  modo  que  ei  que  necesita- 
ba un  libro,  sin  variar  de  posición  lo  encontraba  haciendo  girar 
el  axc:  se  aplicaba  el  sistema  á  bib  iotecas,  y  ahora  recientemente 
ha  sido  objeto  de  patente  de  invención,  la  idea  aplicada  á  estantes 
para  libros,  girando  en  la  misma  forma,  poro  sin  fijarse  en  el  te- 
cho un    extremo  del  ave.  Para  más  noticias  puede  acudirse  á  la 


—  189—      , 
página  252  y  siguientes  de  las  instructivas   Memorias  <U  la  Real 
Academia  de  buenas  letras  de  Barcelona  [1758]* 

Usase  la  palabra  once,  aunque  rara  vez  como  achaque  ó  en- 
fermedad: en  nuestros  dias  la  trae  Ferrer  del  Rio  al  ocuparse  del 
conde  Superunda  en  la  Historia  de  (Jarlos  III.  -J  narros  en  su 
Historia  de  Guatemala,  en  la  descripción  de  la  provincia  de 
Vera  Paz:  "se  coge  el  adisosc,  el  age  \  otras  drogas." — (Tomo  I" 
p*g.31.) 

Losanotadoresdelacolece.de  Documentos  del  Archivo  de 
Indias  han  ido  más  allá:  sospechan  sin  fundamento  que  age  sea 
palabra  castellana:  "acaso  por  ajete  salsa  de  ajos"  pero  los  indios 
no  conocían  los  ajos  y  usaban  por  estimulante  análogo  el  ají  6  axi. 
El  Sr.  Poey  en  nota  á  un  pasaje  que  tradujo  de  Pedro  Mártir,  di- 
ce que  los  indios  aplicaban  la  palabra  también  á  los  frutos, 

J.  Everhard  en  su  disertación  latina,  sobre  el  solanum  tubero- 
som,  L,  que  fué  premiada  en  1825  por  la  Academia  liheno-Trajecti- 
na;  dice  al  hablar  del  boniato  de  quien  omite  este  nombre:  "íiis- 
panis  vocatur  batatas,  camotes,  ages  (pág.  1)  prelatio.)  Los  espa- 
ñoles solo  han  aceptado  el  nombre  de  batatas  en  Europa;  de  ca- 
motes en  México,  y  de  age*  al  principio  del  descubrimiento;  y 
cuando  escribían  cu  latín,  usaban  de  la  x  para  evitar  que  se  pro- 
nuncie ayos  que  es  el  sonido  de  la  j  en  latín  en  esapalabra:  Ever- 
hard no  ha  tenido  esto  presente;  pero  acertó  en  el  parentesco  bo- 
tánico del  age  y  la  batata. 

Es  cosa  notable  la  confusión  de  los  europeos  en  la  determina- 
ción de  plantas  americanas:  lo  prueba  esto  mismo,  pues  un  espe- 
cialista como  Everhard  se  equivoca  respecto  de  la, papa]  y  poste- 
riormente (1858)  el  Sr.  Martínez  López  en  el  Diccionario  español- 
francés  en  que  es  responsable  de  la  parte  española,  dice:  "Bata- 
ta... patata,,  pome  de  terre,  igname.  Planta.  Se  confunde  el 
boniato,  la  batata  con  la  papa,  con  el  ñame,  y  para  completar  la 
vaguedad,  con  el  nombre  genérico  de  planta. 

Agoreros.  -  Son  frutos  silvestres  de  Cuba,  que  por  lo  que  dice 
el  Obispo  Las  Casas,  eran  especie  de  pitahayas-,  cuando  es  rojo  se 
llama  yaguaraba  ó  yaguaaraja:  los  agoreros  son  verdes.  En  la  cla- 
sificación botánica  de  esos  cardones,  el  que  produce  un  fruto  ver- 
de amarilloso  y  finalmente  amarillo  al  pasar  de  su  madurez,  es  el 
que  me  figuro  que  se  llama  agorero.  Por  la  descripción  así  me  lo 
parece:  cactus  jl  age!  I/o  r  mis.  Se  extiende,  con  raices  laterales,  casi 
siempre  aéreas  por  cercas  y  riscos. 

Agua,—  El  Sr.  Richard,  según  dice  el  Sr.  de  la  Torre,  obser 
va  que  los  indios  mezclaban   lá  palabra  agua  en  casi   todos  los 
nombres  de  riosy  pueblos  inmediatos  á  ellos. 

Aguacate.— La  semejanza  de  este  nombre  con  el  que  se  le  dá 
en  México  ha  hecho  concebir  dudas  de  si  seria  éste  derivado  de 
aquel  ó  vice  versa.  Según  el  Museo  Mejicano  t.  I.,  pág,  17:  "Esto 
fruto  lleva  el  nombre  de  aohuicate  entre  los  caribes;  ahocahuitle  en 
mexicano  y  palta  en  el  Perú.  Para  Bello,  el  distinguido  cantor 
de  la  naturaleza  americana,  es  el  fruto  verde  el  que  lleva  ese  poní 


.     —  190  — 
feíie;  verde  palta.  En  Cuba  se  llaman  aún  aguacates  tanto  el   que 
madura  con  color  verde,  como  el  que  se  pone  morado. 

Aguají  caldo  claro — en  Sto,  Domingo  (García) 

Aguamany.—TZs  el  nombre  de  un  rio  de  Puerto-Rico.  Es  de 
advertir  que  aunque  la  mayor  parte  de  las  poblaciones  de  Puer- 
to-Rico son  tan  recientes  que  solo  dos  se  fundaron  en  el  siglo 
XVI,  casi  todos  los  nombres  de  pueblos  y  barrios  conservan  por 
mitad  los  indígenas,  tomados  casi  siempre  de  los  ríos  y 
quebradas  ó  sean  confluentes  á  ellos.  Ninguna  colonia  moderna 
conserva  más  nombres  primitivos  que  las  topográficas  de  las  An- 
tillas españolas. 

Aguas. — Según  los  adicionadores  del  gran  Diccionario  de  Mo- 
ren son  las  om-aguas.  El  Padre  Acuña  citado  por  La  Marti  nier, 
en  su  JHctionaire  Geograpliíque,  cree  que  es  una  calumnia  de  los 
portugueses  para  disculpar  su  conducta,  que  los  supongan  antro 
pófagos;  y  sin  embargo  conviene  en  que  hay  algún  caribe  que  se 
come  á  los  enemigos. 

Agüeyband. — A  güey  naba.— (¿efe  indígena  de  Borinquen  (Puer- 
to-Rico), á  quien  llama  Buriehena  Pedro  Mártir;  al  casique 
denomina  Gomara  Agueibana.  Recibió,  dice,  á  Juan  Ponce,  se 
convirtió  con  su  familia  al  cristianismo,  y  le  regaló  á  una  herma- 
na para  concubina,  cosa  que  observa  el  Padre  Gomara,  que  era  la 
costumbre.  Agüeybana  llevó  á  Ponce  á  las  Minas  de  los  Bios 
Manatuahon  y  Sébuco  [Cébuco]  que  corrían  sobre  arenas  de  oro. 

Era  segundo  casique  de  ese  nombre  Agüeybana  y  el  principal 
de  la  tierra:  parece  que  en  las  antillas  mayores  había  esa  esj)ecie 
de  federación  en  que  se  reconoce  un  gefe  superior  ó  principal.  Es- 
to lo  confirman  las  palabras  de  los  conquistadores  y  cronistas 
primitivos  que  hablan  de  gefes  principales  y  casiques  simplemen- 
te. A  Anacaona  acompañaron  más  de  300  en  su  visita  á  los  espa- 
ñoles (véase  Anacaona.)  Cuando  tuvieron  lugar  los  repartimientos, 
(véase  Anaboria)  se  concedió  el  casique  y  parte  de  sus  subditos  á 
un  Encomendero,  cosa  que  no  pudo  resistir  la  amistad  de  Agüey- 
bana ofrecida  antes:  quiso  conspirar  y  lo  hizo  (Oviedo)  convocan- 
do á  los  casiques  para  combinar  el  medio  de  oponerse  á  seres  que 
se  creían  inmortales,  Entonces  se  acordó  averiguar  bien  el  supues-. 
toj  y  se  encomendó  al  casique  Broyoan  [este  nombre  es  uno  de  los 
más  estropeados  por  los  escritores,  en  especial  por  Gomara] .  Uno 
de  los  historiadores  primitivos  dice  que  se  señaló  como  prueba 
atentar  á  la  vida  de  un  joven  dicho  Salcedo:  pero  los  más  convie- 
nen en  que  se  acordó  matar  al  primero  que  se  ofreciera  al  paso  en 
su  buena  ó  mala  ventura.  Tocóle  la  mala  ventura  al  citado  Salcedo 
y  lo  hicieron  sin  violencia,  como  quien  tanto  dudaba  del  éxito.  Le 
pusieron  en  hombros  para  pasar  el  rio  Guarabo,  y  allí  le  sumergie- 
ron hasta  que  perdió  la  respiración.  Ya  muerto  le  pedían  perdón 
por  haberlo  dejado  caer  involuntariamente  en  el  agua:  solo  á  los 
tres  días,  y  cuando  empezaba  á  corromperse,  pudieron  creer  que 
estaba  difunto.  Luego  que  tal  cosa  descubiieron,  ya  emx)ezaron 
á  aprestarse  para  la  guerra.    Detuvo  sus  primeras  manifestado 


—  101  — 
nes  de  hecho  (véase  .1  i  mamo)  el  valiente  Diego  de  Salazar,  que 
contribuye)  luego  al  triunfo  de  los  suyos.  Según  la  versión  del 
Padre  Abad,  los  caribes  auxiliaron  á  los  portoriqueños  contra  los 
españoles,  aunque  otros  no  los  mencionan.  Eran,  si  los  auxiliaron, 
llamados  flecheros  que  usaban  pestíferas  las  Hechas  como  lla- 
maba (i ornara  á  esas  armas  en  que  ponían  el  ponzoñoso  curare, 
imitando  los  del  continente:  á  "yerba  pestífera  y  sin  remedio",  es 
la  frase  del  capitán  Cortés. 

(íuarionex  y  los  demás  casiques  se  sublevaron  atacando  á  los 
á  los  españoles  que  estaban  muy  desapercibidos  y  conliados,  y  no 
por  falta  de  aviso:  era  una  confianza  necia  la  de  Cristóbal  de  So- 
tomayor  que  gobernaba;  una  hermanado  Agiieybaná  su  mance- 
ba, le  dio  aviso;  habiendo  González  sospechado  lo  que  se  tra- 
maba, se  embijó  ó  se  pintó  de  rojo,  y  estuvo  y  bailó  en  el  areito  de 
(a  guerra  que  celebraron  los  casiques.  Despertó  de  su  letargo  en 
apretadas  circunstancias,  y  acudieron  á  su  auxilio  el  valeroso  Sa- 
lazar,  y  por  último,  los  hombres  que  vinieron  en  socorro  de  los 
españoles,  á  petición  del  Gobernador  de  Puerto  luco  Juan  Ponce. 
Murió  Agiieibaná  (1511)  derribado  por  el  tiro  de  un  arcabuz 
(pie  le  disparó  Juan  de  León,  y  desde  esa  época  no  hubo  trastor- 
no de  indios  ni  se  peleó  más  que  con  los  caribes,  que  intentaban 
hacer  sus  correrías  en  la  isla.  En  esa  guerra  se  hizo  célebre  Be- 
cerrillo, perro  que  retrata  menudamente  el  clérigo  Gomara  expre- 
sando la  rareza  de  sus  instintos  y  conocimiento.  Tenía  señalada 
paga  en  el  presupuesto,  que  tomaba  su  dueño. 

Éntrelos  casiques  que  se  señalaron  en  la  rebelión  de  Agiiai- 
bandj  la  historia  cuenta  á  Mabadomaca,  que  á  la  cabeza  de  000 
hombres  desafió  á  siu  contrarios;  pero  fuéle  mal  en  el  reto,  que 
lo  aceptó  el  invencible  y  formidable  S alazar.  Los  escritores  mo- 
dernos portoriqueños  prefieren  llamar  Agüeinabá  al  que  Oviedo 
y  otros  dijeron  Ag'úeybana. 

Agiieycs  charcas  de  agua  según  el  Sr.Galvan:  ¿serán  jagüeyes^ 
Agujas. — D.  Tomás  Pió  Betancourt  ha  escrito  la  Historia  de 
Puerto  Príncipe,  de  que  conozco  dos  ediciones  en  la  Habana,  La 
de  1839  inserta  en  la  Memoria  de  Ja  Real  Sociedad  Económica  (to- 
mo VIII,^  y  la  que  ha  hecho  el  Dr.  Cowley  en  s'u  colección  de 
historiadas  tomo  III.  En  esa  obra  habla  de  la  aguja.'1 — Usaban 
(los  indios)  por  adorno  unas  guirnaldas  que  se  ponían  en  la  cabe- 
za compuestas  de  huesos  de  un  pez  que  llamaban  aguja.  En  la 
primera  edición  cita  Betancourt  á  Herrera,  D.  I.  pag.  266,  cuya 
referencia  no  es  exacta.  En  la  segunda  edición  suprimen  las 
autoridades. 

Aguti,  uguchi,  liufi,  utia,  india,  (fuemí,  cltnui,  (¡uinujes,  guubini- 
unina,  cori,  mohuy. — Todos  esos  nombres  ha  recogido  Raflnesque, 
y  daban  los  dialectos  de  las  Antillas  á  sus  pequeños  cuadrúpedos. 
El  Sr,  Poey  en  sus  excelentes  Memorias  sobre  la  Historia  Sutural 
de  la  Isla  de  Cuba,  dice:  "El  perro  mudo  es  el  oso  lavanilero  |ur- 
suslotor,  proeyon  lotor,  -mapuche  en  Méjico  y  racoon  en  Florida.) 
El  córi,  es  nuestro  curiel,   fSus  procelaria   Líu,  caria,  oobaya. 


—  192  — 
Margr.  cavia  apcrm  (¡m.);  el  queml  es  nuestra  hulla  conga,  (capro- 
mis  Fournieri  Des.)  El  guabiniquinar  de  Oviedo  es  nuestra  hutía 
carabalí.  Caprornis  Poey,  Oro.,  jwehensibilw,  Poep. );  errónea- 
mente descrito  en  cuanto  al  color  por  Poepin.  El  agutí  es  el  mu- 
saguti  Lito,  Basiprocto  6  chloronis  agutis  de  los  autores  modernos. 
El  acucM  es  también  un  Dasiprocto,  cavia,  Acushy  Gm. 

El  pilori  y  otros  no  lo  determina  Poey;  espera  estudios  que  lo 
coloquen  entre  los  hutías  ó  en'  nuevas  especies  de  las  clasificadas. 
Véase  dichas  Memorias,  pág.  31 1.  I. 

Oviedo  habla  con  distinción  distribuyendo  en  Cuba  y  Haití 
los  cuadrúpedos:  para  la  isla  de  Cuba  y  Haití  el  perro  mudo,  el 
cori,  la  utia,  á  el  quemi  y  molmy,  para  Cúbaselo  el  agre  y  guamini- 
quinax  ó  guaminiquinar:  el  primer  nombre  lo  usa  Las  Casas,  el  se- 
gundo Oviedo,  que  á  veces  dice  guabiniquinax.    (Véase  Hutías.) 

Ahia,  baba,  haMa. —  En  dialecto  eyeri  significa  antecesor, 
padre. 

Áhiacauo-guaroco  (el)  Ayauamaco. — Con  estos  dos  nombres  se 
determina  uno  de  los  personajes  de  la  leyenda  del  Padre  Román, 
al  continuar  la  relación  de  lo  sucedido  á  los  hermanos  que  huian 
de  la  casa  de  Yaya,  por  habérseles  roto  la  higuera  ó  calabaza  don- 
de se  guardábanlos  huesos  de  su  hijo.  Llegaron  á  casa  de  Basa- 
mañoco  y  exclamaron:  ahiacauo  guarocoel,  es  decir,  conocemos  al 
que  es  nuestro  abuelo.  Dimiban  caracaracoel  viendo  á  sus  her- 
manos entró  para  ver  si  había  casabe.  Caracaracoel  ya  dentro 
de  la  casa  de  Ayauamaco.  (Ahiacauo)  le  pidió  casabe  y  este  se 
puso  la  mano  en  la  nariz,  le  pegó  con  un  guauguio  lleno  de  cojioba. 
Lo  que  quiere  decir  que  dio  con  un  talego  lleno  de  polvo  de  taba- 
co. Era  el  que  aspiraban  por  un  canuto  ó  tubo  de  medio  brazo 
de  largo,  cuyo  extremo,  ponen  en  la  nariz. 

Caracaracoel  se  volvió  á  sus  hermanos  y  le  contó  lo  ocurrido: 
le  examinaron  el  lugar  donde  recibió  el  golpe,  que  tenía  muy  hin- 
chado, y  tomando  una  manaia  lo  abrieron  y  saltó  una  tortuga 
hembra  y  viva.  Fabricaron  casa  y  cuidaron  de  la  tortuga,  cojioba 
escrito  aquí  así  está  en  lugar  de  cojoba  ó  cohoba,  que  es  la  forma 
española  con  que  se  reproduce  la  voz  de  los  naturales.  En  ol 
mismo  texto,  en  lugar  de  Basamanaco  se  dice  una  vez  Bayamico. 
Como  el  texto  original  no  existe  y  yo  encuentro  en  su  versión  en 
italiano  esas  contradicciones,  ni  aiín  me  es  lícita  la  conjetura,  pe- 
ro Bayamicocl  sería  más  indiano,  como  que  diría  el  hijo  de  Baya- 
mico. 

Ahiacau. — Por  lo  que  se  dice  en  el  artículo  anterior  esta  pala- 
bra también  significa  abuelo. 

Alba,  baidrama,  buja. — Semi  de  Haití  que  fué  quemado  en 
guerra;  y  que  hacían  creer  los  sacerdotes  que  pedia  yuca  y  cosas 
de  Comer  á  los  que  cuidaban  su  casa.  El  Sr.  Brasseur  de  Bourboug 
cree  que  sea  Dios  de  la  guerra  y  del  mal.  [Véase  -Bonito  J 

Aioupas. — Las  barracas  y  espacios  que  ocupan  donde  tenían 
las  pieles  ó  cueros  de  sus  cacerías  los  bucaneros.  El  nombre 
aioupas  pasó  de  los  españoles  á  aquellos   aventureros.   • 'Origina- 


—  198  — 

riamente^  venía  de  los  naturales* del  país  (Santo  Domingo*)  Así 
lo  vemos  en  Oharlevoix,  Msf.  de  tía  uto  Dontiiu/o,  pag.  fifify  t.  .'5. 

A.isso,  (Áiszo).— Vegetal  semejante  ;i  la  siempreviva,  que 
figura  en  las  tradiciones  en  la  historia  del  descubrimiento  de  la 
yuca. 

Ajijiji.--VA  miado  Parra  escribía  asi  en  1398  {Protocolo  de  An- 
tigüedades por  1).  J.  J.  García),  al  hablar  del  ají-fju<(<juao:  el  texto 
coya  ortografía  arregló  el  editor  deeia  axi-xixi. 

Ají,  <u'¡. — Picante.  Fruto  de  una  planta  que  usaban  mneho 
los  indios  en  lugar  de  pimienta.  Hay  variedades,  y  la  mas  ardiente 

i  guayuo,  rojo,  como  cuentas  de  coral,  sobre  lustrosas  y  verdes 
hojas:  precioso  arbusto  pequeño.  |  Gaeipcum,  Bacoatmmi\ 

Á.rí.  Se  usa  en  otras  partes  de  América  para  designar  un  me- 
dicamento: es  un  ungüento  que  se  hacia  en  Amellan  con  la  sangre 
de  un  gusano  (así  dice)  y  con  leche  de  un  árbol  llamado  sácalo  en- 
chos  montes.  Colección  de  Documentos  Inéditos  del  Archivo  de  lu- 
días,  pág.  310  del  t.  IX,  en  donde  se  indican  pormenores  para  su 
aplicación. 

Ajiaco. — Parece  que  este  nombre  indica  el  estimulante,  y 
apreciado  ají  que  entraba  en  su  composición:  el  Padre  Charle voix 
lo  llama  iracas:  (Véase  Iracas).  Los  indios  erau  parcos  en  sns  co- 
midas, y  predominaban  en  sus  alimentos  los  granos,  como  el  mais 
y  las  raices.  Qne  el  ajiaco  en  Cuba  se  dice  así  por  el  ají  que  lo 
condimenta  lo  dijo  las  Casas  según  La  Torre:  ''llamado  así  por  el" 
ají  con  que  lo  condimentan  (Casas  1ÍL  y  24),  Siempre  rica pág.  239 
t.  I.  Entre  las  cosas  más  repugnantes  para  los  europeos  comían  las 
larvas  criadas  en  los  restos  de  las  palmas  al  podrirse;  que  he  visto 
en  troncos  averiados  de  jobos.  El  vulgo  las  llama  gusanos,  pero 
son  larvas  de  copeteros  las  mayores  de  su  género;  inmenso  escara- 
bajo que  llamó  ya  rhinoccros  el  mismo  historiador  Charlevoix. 
También  comían  con  delicia  los  panales,  tostados,  de  los  huevos 
(pie  sacaban  de  los  hormigueros,  bibija/fucros,  (véase  la  Secc.  3*) 
los  que  comen  caracoles  y  ostiones  crudos  no  debían  hacer  ascos  a 
las  larvas,  que  probé  Charlevoix,  pues  dice  que  son  en  efecto  "una 
grasa  dulce  y  agradable." 

Albcbora,,  albeborael. — Padre  é  hijo  que  introdujeron  el  ¡juanin 
ó  uso  de  los  f/uaninis  entre  los  de  Haití:  (véase  Üua<ioniona.) 

Alburquerqnc, — El  primer  repartidor  particular  de  indios  fue 
Rodrigo  de  Alburquerque:  consiguió  por  medio  de  dádivas  despo- 
jar á  L>.  Diego  Colon  de  esa  atribución.  Quintana  lo  llamó  "codi- 
cioso y  sin  vergüenza."  Las  Casas,  "un  tirano."  (Véase  (¡uaibona.) 
Cuando  vino  en  1  r>  1  I  apenas  quedaban  indios:  cu  L508  habia  re- 
partidos G0,000, 

afraz. —  Dice  el  Sr.  Garcia  que  es  voz  indígina  cu  llaíi:  no 
os  sino  española  del  árabe  Alcantar,  como  dice  el  insigne  elimo 
legista  Diez  en  su  Diccionario  de  origines  de  las  lenguas  romanas. 
Aleo. —  Es  el  nombre  del  perro  mudo  de  (pie  antes  ge  ha  habla 
do.  ULguii.)  Si  es  un  oso,  como  quiere  l'oey,  también  comían  :<»r 
ros   los   tiéndanos,  y    ¡¡error,   los    conquistadores,    lo   que   ayu 


—  194  — 
dó  á  su  desaparición  en  las  Antillas.  Herrera  halló  pueblos  más 
civilizados  al  subir  el  rio  Meta  en  el  continente,  pero  que  se  ali- 
mentaban de  perros  mudos:  murió  herido  por  una  flecha  envene- 
nada con  curare.  Cita  estos  hechos  Humboldt  en  su  Viaje  alas 
Regiones  Equinociales. 

Alfaro. — Fue  D.  Martin  Alfaro  un  indio  de  la  familia  del  casique 
Baoruco:  cristiano  y.  jefe  de  los  parciales  de  Enriquillo,  el  casique 
de  Haití.  Cuando  el  jefe  español  Barrionuevo  llevó  al  casique  ale- 
jado en  los  montes,  la  carta  del  Emperador  Carlos  V.  que  lo  deci- 
dió á  volver  á  su  obediencia,  se  apresuró  á  mandar  á  su  recibo 
una  comisión  que  precedía  Alfaro:  Barrionuevo  no  tuvo  espera, 
sino  que  subió  á  las  escabrosas  sienas  en  cuyo  terreno  vivía  Don 
Enrique,  dirigido  por  el  comisionado.  Lo  molesto  del  camino,  los 
espinos  y  zarzas  molestaron  al  jefe  europeo,  D.  Enrique  llevó  á 
mal  y  se  lo  manifestó  á  Alfaro,  el  que  no  hubiera  preparado  el 
tránsito  cómodo  á  quien  venía  en  nombre  de  tan  gran  monarca  como 
era  el  español.  (1) 

Alguacil  del  campo» — Este  empleo  fué  creado  en   Santo  Do- 
mingo en  1515,  y  tenía  por  objeto  perseguir  á  los   naturales  que 
huían  del  servicio.  En  el  ejercicio  de  su  profesión   tuvo  que  em- 
plear  los  perro*  de  busca.  Lebreles,   que  luego  han  figurado  en 
mayor  escala:  por  ejemplo  en  Jamaica  contra  los  negros  simarro- 
nes,  dirigidos  por  los  ranchadores  del  Bejucal,   pedidos  por  el  go- 
bierno inglés  á  fines  del  siglo  XVIII,  gobernando  la  isla  de  Cuba 
el  insigne  D.  Luis  de  las  Casas.  [Véase  Protector  de  Indios.  \ 
Almiquí. — En  Bayamo  y  Holguin  se  llama  así  al  ácana. 
Aimamon. — Casique  de  Borinquen  que  tomó  el   nombre  de 
casique  Salazar.  (Véase  Solazar.) 
Am-an. — El  agua. 
Ama. — El  agua. 
Arnaco. — Lecho  colgado  que  usaban  los  indios  y  que  han  adop- 
tado los  descendientes  de  europeos  con  el  nombre  de  hamacas.  El 
padre  Las  Casas  dice  amaza,  pero  lo  creo  errata:  eran  por  lo  regu- 
lar de  algodón,  pendientes  de  cordones  llamados  hieos,   que  aún 
pronuncian  jicos  los  guajiros.  También  se  hacían  de  filamentos  del 
maguey  y  de  otras  sustancias. 
AmaceL — Rio  en  Haití. 

A  maguey.— Provincia  de  Haití.  Es  notable  el  número  de  locali- 
dades que  principian  con  a  en  ese  país,  como  se  verá  en  el  articu- 
lo; bastaría  citar  á  los  menos  históricos  Amayano,  Arabo,  A  ra- 
in acoa,  Atibunico,  Asuey,  Ayggeroa. 

Amayauna. — Cueva  mitológica  que  figura  en  las  tradiciones 
de  las  Antillas.  |  Véase  llaiti.] 

América. — Entre  las  etimologías  de  la  palabra  América  se  ha 
hecho  derivar  de  una  voz  indígena  del  grupo  relacionado  con  los 


(1)  Las  palabras  españolas  que  se  incluyen,  ó  las  adoptaron  los  indios  ó  pertene- 
cen á  personajes  hechos  históricos  de  los  dias  y  de  la  colonización  ó  destrucción 
de  la  raza. 


—  195  — 
tainos.  El  escritor  Constancio  en  su  recomendable  Historia  del 
Brasil  lo  impugna  con  razón  como  extravagante.  Fué  M.  Lue- 
coh  quien  creyó  que  venía  de  marica,  que  en  lengua  tupi  significa 
linceo,  con  referencia  á  los  buques  que  trajeron  los  europeos.  Al 
impugnar  esa  etimología  lo  hace  de  la  sujwsiciou,  para  él,  de  que  se 
le  diera  ese  nombre  por  Américo  Vespucio,  que  también  se  supo- 
nía descubridor.  Cree  que  el  nuevo  inundo  fué  descubierto  en  época 
en  que  las  hombres  se  mudaban  los  nombres  en  griego  y  latin: 
Schawartzerde  so  llamó  Mel  a  ncton, ^tiervn  prieta);  así  juzgó  que 
en  América  se  deriva  de  meiro,  separar  en  griego,  con  el  aumen- 
tativo a-  y  la  terminación  gaia  tierra:  amcr'njaia,  tierra  de  ultra- 
mar; ó  de  mirios,  mucho,  grande,  muy  extenso  y  muy  distante. 
Tara  sostener  su  opinión,  dice  que  ni  españoles  ni  portugueses 
pudieron  darle  el  nombre  de  una  persona  apenas  conocida-,  ante- 
poniéndola á  los  ilustres  de  Oabral  ,  Ojeda,  Pinzón ,  Solis 
y  Balboa.  uLa  opinión  generalmente  admitida  que  atribuye  el 
nombre,  concluye,  á  Américo  Vespucio  no  tiene  fundamento." 

Más  tarde  ha  escrito  Julio  Marión  sobre  esta  etimología  se 
parándose  de  la  común  creencia:  véase  el  Correo  de  Nueva-  York, 
número  3,  segunda  serie.  Pero  la  verdad  histórica  es  que  la  pri- 
mera tierra  que  sollamó  América,  fué  la  provincia  del  Brasil,  que 
acaso  el  primer  documento  oficial  fué  el  nombramiento  hecho  por 
Juan  III  (1530)  de  Martin  Alfonso,  como  gobernador  de  la  Améri- 
ca Lusitana,  tierras  brasílicas.  (Constancio,  pág.  8,  título  I.  Hist. 
de  Brasil,)  Tierra  del  Brasil  dicha  América  la  llamó  el  Burguiñon 
.1  uan  de  Lery  en  su  muy  curiosa  Historia  de  un  viaje,  de  que  se 
han  hecho  varias  ediciones,  tengo  á  la  vista  la  5a,  que  preparó  el 
autor  en  1611. 

El  x^rimer  libro  que  llamó  América  al  nuevo  mundo  fué  el 
titulado  Cosmographiae  Introductio,  publicado  en  Saint  Dio  en 
1507;  fué  su  autor  Martin  Waldzceemueller  que  conforme  á  la 
manía  de  la  época,  tradujo  su  nombre  y  apellido  en  latin  Marti- 
n us  Hilacomilus.  Leclerc  ha  copiado  de  la  Biblioteca  Americana 
Vetustísima,  notable  publicación  (Nueva-York,  1874)  la  historia 
y  variaciones  de  este  libro  (pág.  100,  Biblioteca  Americana.) 

Como  observa  y  prueba  Varnhageu  eu  sus  curiosas  investi- 
gaciones sobre  los  viages  de  Américo  Vespucio  fué  la  prensa,  la 
imx>renta,  quien  favoreció  y  divulgó  su  nombre,  repitiéndolo  eu 
todas  las  ediciones  que  se  hicieron  inmediatamente  de  sus  cuatro 
viages  eu  diversas  lenguas  y  formas:  no  queda  duda  que  fué  pen- 
samiento de  Waldzeemuellcr  poner  el  nombre  de  América  al 
mundo  nuevo:  x>ero  la  idea  no  hubiera  ocurrido,  agrega,  "sí  las 
cartas  de  Vespucio  no  se  hubieran  propagado  más  que  las  de  Co 
Ion  por  medio  de  la  imprenta;  esa  idea  no  se  hubiera  propagado 
sin  la  reproducción  por  la  imprenta  de  los  dos  opúsculos  titulados: 
Cosmographiae  introductio  y  Globus  Mundi  deelaratio  que  la  adop- 
taron y  poco  tiempo  después,  lo  extendieron  por  todas  partes."  Al 
gunas  páginas  del  elogio  de  Américo  Vespucio.  Cap.  VIL  pág.  24.) 
Menos  entusiastas  por  Vespucio  sus  dos  biógrafos   Eduardo    Les 


—  196  — 
tery  Andrés  Foster  [The  Ufe  and  voyages  of  Americ  Vespuciw,  4  a 
cda  New-Haven  1853 j  no  creen  que  fuese  general  el  uso  de  Hu- 
mar América  el  nuevo  inundo,  sino  hasta  15SI  luego  que  Ortelío 
publicó  su  Theatrum  orbis,  y  aún  después  (1612)  no  fué  general  la 
adopción,  pues  citaá  Ensl,  Pitta,  Barbosa  y  otros.  Copia  en  no- 
ta á  los  citados  escritores  portugueses,  que  aseguran  que  el  nom- 
bro de  ¡Santa  Cruz  se  cambió  en  América  y  luego  en  Brasil  upor 
ter  demarcado  as  térras  6  costas  marítimas  della  Amerigo  Vespu- 
e i,  insigne  cosmógrafo;  é  últimamente  Brazil  pelo  produoao  de 
madeira  que  ten  cor  de  brazas.'' 

Por  último,  reproduzco  un  párrafo  de  la  American  Bevuir 
(Revista  Americana  de  Abril  de  1S21):  ula  fortuna  del  nombre  de 
América  no  deja  de  ser  singular  como  prueba  de  las  humanas  ve- 
leidades: perteneció  primero  á  una  pequeña  provincia;  luego  se 
dio  al  continente  del  Sur;  ahora  se  aplica  á  todo  el  Nuevo  Mun- 
do  y  hasta  á  nuestra  joven  y  floreciente  república P 

En  1854  publique  mis  estudios  sobre  el  nombre  de  u  América^ 
dado  al  Nuevo  Mundo,  eií  donde  se  encuentran  otras  indicaciones: 
vieron  la  luz  en  los  Anales  de  la,  IL  Junta  de  Fomento  Oto*,  del  ci- 
tado año. 

Amcyro. — Nombre  de  uu  casique  de  Jamaica,  según  Diego 
Méndez  (1536)  en  su  testamento. 

Amina. — Eio  tributario  del  Yaque  en  Haití. 

An. — Masculino. 

Ana. — Flor:  la  palabra  entra  en  composición  en  significación 
de  cosa  principal  á  mi  juicio,  ó  centro.  Cuba-ana-can  significa  el 
centro  de  Cuba.  Creo  íiatinesque  que  la  misma  palabra  ana  es 
compuesta  de  la  preposición  de  que  se  escribe  a  en  concepto  de 
pertenencia  ó  calidad,  y  así  ana  será  equivalente  á  de  la  flor.  Se- 
rá extensiva  á  todo  lo  que  en  castellano  consideremos  como  el  co- 
razón, el  centro,  la  entraña  de  una  cosa. 

Anaboria,  Boria,  Naboría. — Anaboria  significa  del  trabajo, 
hombre  trabajador;  Boria  es  el  trabajo  y  naboría  el  trabajar  sin 
la  calificación  a.  Durante  la  duración  de  los  repartimientos  se 
"llaman  allá  en  Indias  naborías  á  los  indios  que  tienen  los  espa- 
ñoles en  sus  casas,  que  están  registrados  por  indios  de  los  casi- 
ques/'  .Documentos  Inéditos  del  Archivo  de  Indias  etc.,  pág.  18  t. 
1.  No  hay  mucha  exactitud  en  esta  explicación,  pero  es  cierto 
que  todos  los  indios  al  servicio  dedicados  tuv.ierou  ese  nombre  en 
algunas  tierras  de  Indias  y  en  especial  en  Cuba.  En  Haití  tenian 
ese  nombre,  que  allí  boria  es  el  trabajo.  No  habia  esclavos  en- 
tre los  indios,  y  la  organización  del  trabajo  era  una  especie  de  co- 
munismo. Los  dos  italianos  más  distinguidos,  Colon  y  Vespucio, 
fueron  los  primeros  que  quisieron  hacerlos  esclavos,  y  merced  á 
los  instintos  cristianos  de  Isabel  no  lo  consiguieron,  pues  desapro- 
bó la  conducta  del  primero.  Varios  sacerdotes  españoles  comba- 
tieron hasta  los  repartimientos;  pero  la  ciencia  de  la  época  no  ra- 
yaba más  arriba  de  lo  que  enseñó  Aristóteles:  el  sabio  Doctor  Se- 
púlveda  quería  restaurar  la  filosofía  aristotélica  en  su  pureza:  y 


—  1!)7  — 
tradujo  on  latín  el  original  griego,  y  defendía  el  género  do  escla* 
vitad  que  su  maestro  fundaba  en  los  grados  de  la  inteligencia:  ora 

esclavista  a!  estilo  de  Ksí  aginia,  y  nada  mas  lógico  en  su  creen 
cia:  pero  esa  esclavitud  griega  que  chocaba  con  la  redención  cris- 
tiana, jamás  tuvo  más  sabio  ó  ilustre  campeen.  No  obstante,  los 
menos  sabios,  los  sacerdotes  cristianos,  cu  especial  el  veneraMe 
Las  Casas,  vencieron  en  una  cuestión  que  tuvo  que  empeñarse. 
La  esclavitud  personal  repelida,  dio  origen  ala  organización  de 
las  encomiendas  ó  repartimientos;  cuya  última  forma,  las  reduccio- 
nes ó  misiones,  serán  la  honra  de  la  humanidad.  Aunque  en  los 
repartimientos  no  excluyeran  los  c<tsiques  prevaleció  el  nombre  de 
naborías  en  las  Antillas,  aún  en  la  servidumbre  doméstica  de  los 
indios. 

En  el  continente  se  llamaron  yanacona*  y  mitayos,  según  que 
ios  encomenderos  fueran  dueños  de  todo  el  trabajo  de  sus  enco- 
mendados ó  de  una  parte  de  él.  La  palabra  mita/yo  se  ha  tenido 
por  de  origen  español,  por  derivarla  de  mitad:  así  lo  he  visto  en 
un  artículo  del. señor  Martin  de  Mousi. 

La  conveniencia  do  los  habitantes  fué  casi  siempre  hostil  á 
las  benéficas  leyes  de  la  metrópoli:  así  es  que  lograron  inutilizar - 
á  menudo.  Limitándonos  á  las  Antillas  y  en  especial  á  Cuba, 
so  vé  por  las  cartas  do  sus  gobernadores  que  se  declaraban  escla 
vos  á  los  indios  que  se  huían  á  los  bosques  y  se  consignaban  á  sus 
aprensores.  Esto  dio  origen  á  un  gran  número  de  especuladores 
que  se  denominaron  recojedores.  Uanchadores  se  llamaron  luego,  y 
la  primera  vez  que  he  visto  usada  esa  palabra  es  en  un  documen- 
to de  1540  (Historia  de  Cuba  por  Sagra,  .pág.  48,  t.  II.)  El  único 
encomendero  que  aumentó  el  número  de  sus  asignados  fué  Ma- 
nuel de  Pojas  que no  debían  pasar  de  300  según  los  repartos 

(Sagra  pág.  87,)  Como  se  puede  ver  en  la  correspondencia  de 
Gonzalo  Guzman  con  el  Emperador,  así  como  la  de  sus  oficiales, 
decían  en  17  de  Marzo  de  1528  que  había  dos  meses  que  una  par- 
tida de  30  á  40  indios  se  habia  levantado  de  Bayamo  á  Puerto 
Príncipe  "que  pronto  los  dominarían,  pues  siempre  ha  habido  cua- 
drillas de  españoles  de  esta  Isla  que  los  aprisionen  por  sólo  el  que 
se  les  permita  hacerlos  esclavos;  pero  ya  piden  salario." 

En  Haití  nacieron  los  repartimientos  de  los  indios,  de  allí 
pasaron  á  Cuba  y  luego  al  continente:  se  notaron  los  abusos  en 
todas  partes.  El  venerable  Las  Casas  tuvo  encomienda  en  Cuba; 
pero  fué  el  primero  que  comenzó  la  cruzada  contra  los  abusos  v 
las  formas  que  tenian:  otros  le  siguieron  y  sus  esfuerzos  consi- 
guieron la,  promulgación  de  las  Leyes  Nueras.  No  solo  los  seglares 
abusaron  de  las  encomiendas,  que  frailes  y  aun  Jesuítas  fueron 
señalados  por  los  contemporáneos  como  explotadores  de  los  in- 
dios, olvidando  sus  deberes  cristianos.  Prescot  en  sus  notas  á  la 
conquista  del  Perú  [cap.  VII,  libro  I  V|,  copia  las  palabras  de  un 
contemporáneo  (1543)  L.  Santoya,  en  que  decia  que  los  encomen- 
dados á  mercedarios  y  dominicos  los  empleaba*  en  grangorías  sin 
doctrinarios:  el  Arzobispo  do  Méjico  lyorenzami  no  solo    reconoce 


—  198  — 

estas  coreabas  (pág.  52  á  85,  pastorales  y  edictos,  Méjico  1770)  de 
los  conventuales,  xuincipalmente  de  los  Jesuítas,  que  corcobas  las 
llamaba  el  venerable  Arzobispo,  sino  que  tuvo  que  combatir  el 
que  aun  después  no  se  les  dejase  el  domingo,  pues  con  el  nombre 
defama  los  empleaban  la  mayor  parte  del  día  contra  los  cánones 
y  preceptos  divinos. 

Si  liubo  personas  que  se  opusieron  á  las  encomiendas  por  sus 
abusos,  otras  y  los  más,  como  interesados,  la  defendieron.  Eu  uu 
libro  escrito  por  Bartolomé  de  Albornoz,  estudiante  de  Tal  a  vera 
(Arte  de  contractos,  Valencia  1537)  cy*e  lia  reimpreso  el  barón  de 
Juras  Reales,  se  hacia  la  apología  más  completa.  Aparte  las  ine- 
xactitudes históricas  sobre  el  descubrimiento,  y  de  reconocer  co- 
mo derecho  de  gentes  las  encomiendas,  conviene  en  que  Hernán 
Cortés  llevó  á  México  el  sistema  de  repartimientos  que  se  usaba 
en  Cuba  por  los  españoles  á  reserva  de  la  aprobación  del  Rey. 
Fué  á  su  parecer  el  sistema  mejor  ideado  para  doctrinar  á  los  idó- 
latras y  apartarlos  de  sus  vicios;  pero  uu  clérigo,  decia,  llamado 
Casas  comenzó  á  hablar  contra  las  encomiendas  y  consiguió  de 
los  extranjeros  que  rodeaban  al  Emperador,  con  su  hábitoysi 
vehemencia  que  se  dictasen  las  leyes  que  las  prohibieron.  El  es- 
critor pone  en  duda  hasta  los  conocimientos  que  se  atribuían  al 
clérigo  que  pudo  asistir  como  los  bancos  á  la  Universidad;  y  ya 
Obispo,  para  deprimir  su  virtud  se  dice  que  renunció  á  una  mi- 
tra. Ño  obstante,  reconoce  que  hubo  abusos  notables  por  otros 
motivos:  los  empleados  se  repartían  los  indios  aún  estando  au- 
sentes, se  co asignaban  indios  á  residentes  en  la  península  y  se 
alquilaban  ó  subarrendaban  por  gruesas  sumas. 

Sin  dar  al  venerable  Las  Casas  completo  asentimiento  en  sus 
declamaciones,  se  reconoce  el  fundamento  de  ellas  en  los  casos 
que  hoy  son  históricos,  tales  como  la  conducta  de  Vasco  Porcayo 
de  Figueroa,  que  ha  dejado  larga  sucesión  en  Cuba.  Era  joven  y 
en  las  ideas  de  la  época  son  horribles  los  medios  de  corrección 
que  el  mismo  relata  en  la  causa  que  le  hizo  formar  el  gobierno: 
tenían  los  indios  el  vicio  de  comer  tierra  que  los  diezmaba,  y  con 
la  buena  intención  de  corregirlo  adoptó  el  medio  de  castrarlos, 
con  más  horribles  accesorios.  Aún  se  hará  á  estos  hechos  referen- 
cia en  este  artículo. 

La  forma  de  las  concesiones  era  la  siguiente:  "Por  la  presente 
se  encomienda  en  nombre  de  Su  Alteza  en  vos  D.  1S¡ .  ÍT..  el  señor 
y  naturales  de  la  parte  (ó  tal  cuadrilla  de  indios)  para  que  os  sir- 
váis de  ellos  en  vuestros  aprovechamientos  y  grangerías,  confor- 
me á  la  tasación  que  está  hecha  ó  hiciere,  y  con  que  le  industriéis 
en  las  cosas  de  nuestra  Santa  Fé  católica,  con  lo  cual  descarga  la 
comisión  de  la  Alteza  y  nña."  Luego  hubo  en  las  Antillas  un  re- 
partidor [Véase  Alburqnerque.]  Las  tasaciones  consistían  en  el 
tiempo  que  debia  darse  á  los  indios  para  sus  propios  menesteres, 
consagrándose  todo  lo  demás  á  lo  concesionarios. 

Sensible  es  que  los  repartimientos  de  indios  en  Cuba  fueran 
célebres  por  los  abusos.  Ya  dije  que  el  gobierno  mandó  formar 


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causa  a  Vasco  Torcallo:  tenia  28  años  de  edad  y  no  consta  la 
pena  que  se  le  impuso.  En  lo  que  se  conserva  de  la  causa  existe 
el  interrogatorio  que  le  hicieron  evacuar  los  oidores  de  la  Au- 
diencia de  la  Española  y  de  él  aparece  confesado,  no  como  delito, 
sino  como  medio  de  contenerla  propensión  de  la  (jcofobía  ó  vicio 
de  comer  tierra  que  (declaraba  en  1522)  habia  hecho  cortar  los  les- 
tes ó  compañones  á  tres  indios  enfermos  y  los  quemó  después',  á  un 
muchacho  con  el  mismo  vicio  hizo  que  el  mismo  se  castrase  y  co- 
miese los  compañones  envueltos  en  tierra;  á  otros  quemó  la  boca. 
Para  evitar  semejantes  escesos  no  es  estraño  que  en  las  provisio- 
nes de  14  de  Setiembre  de  152G,  se  dijese  que  en  lo  tocante  á  Cuba 
era  grande  el  abuso  y  no  habla  lugar  á  dilaciones. 

La  autoridad  suprema  dictó  leyes  que  los  interesados  no 
cumplían  en  Cuba:  Guzman,  á  quien  se  le  prohibía  repartir  in- 
dios como  repartidor,  lo  hizo  como  justicia.  No  me  extraña  que 
hubiera  alzamientos  de  indios  que  se  apalencasen,  como  los  que 
capitaneaba  Guama.  La  resistencia  de  los  interesados  habitantes 
y  empleados  de  la  isla  estuvo  en  lucha  abierta,  pero  sin  tradu- 
cirse en  rebelión  como  en  la  América  Meridional  contra  las  nue- 
ras leyes.  Guama  vagó  por  los  bosques  diez  años  hasta  que  lo 
mató  Manuel  Hojas  que  lo  batió  con  sus  indios  y  sus  negros,  con 
algunos  blancos.  Este  liojas  tuvo  su  encomienda  en  el  pueblo 
de  (Uianabacoa,  prueba  de  que  existia  antes  de  que  en  él  f¡e  reco- 
jieran  los  indios  vagantes,  de  que  se  habla  en  otra  parte.  Se  pre- 
vino que  no  pasasen  de  300  los  indios  de  cada  encomienda,  pero 
no  siempre  se  observó  esta  ley.  Los  abusos  eran  muchos,  y  cuan- 
do se  reunieron"  los  procuradores  de  las  villas  de  la  isla  Fernan- 
dina  [1540]  para,  el  procomún  de  la  tierra,  hicieron  constar  que  ya 
eran  muy  pocos  los  vecinos  que  tenían  12  ó  15  indios  arriba. 

Los  males  y  los  bienes  ocasionados  por  los  repartimientos 
fueron  discutidos  por  las  generaciones  posteriores.  Osorio  conde- 
nó los  repartimientos  hechos  á  seglares  ocasionados  á  robos  y  es- 
torsiones,  porque  no  solían  estar  dotados  de  indios  los  empleados; 
quería  que  la  civilización  y  doctrina  se  encomendase  á  religiosos 
de  las  órdenes  y  congregaciones  regulares.  Ya  hemos  visto  que 
otros  lo  impugnaban,  y  al  suprimir  los  Jesuítas  hasta  se  exage- 
raban los  inconvenientes.  El  repartimiento  fué,  á  juicio  del  distin- 
guido magistrado  Campomanes  una  necesidad  de  la  época. 

Las  mitas  en  el  servicio  de  minas  subsistieron  hasta  1812  en 
que  lo  prohibieron  las  Cortes:  el  diputado  por  Guayaquil  D.  José 
.Joaquín  Olmedo  les  dedicó  dos  magníficos  discursos,  el  primero 
en  12  de  Agosto  de  escaño  en  que  explicaron  los  padecimientos  de 
los  indios  por  su  permanencia:  pintó  con  pasión  como  correspon- 
día á  su  alma  de  poeta  un  cuadro  dolorido;  sus  oraciones  se  reim- 
primieron en  Londres  con  entusiastas  elogios  por  Vicente  Koca 
fuerte.  En  las  mitas  se  paga  un  salario  al  mitayo  conforme  á  las 
leyes,  pero  eran  víctimas  los  indios  de  los  explotadores  que  sabían 
libertarse  de-  parte  la  prestación  pagando  en  especies,  no  en  di 
ñero. 


—  200  — 

El  nombre  de  naboría  con  que  se  distinguían  los  indios  mer- 
cenarios, fué  porque  ya  he  dicho  que  borla  es  el  trabajo;  pero  no 
no  terminaré  este  artículo  sin  agregar  que  Kafinesque  en  sus  inge- 
niosos anales  de  Haití,  cree  que  las  naborías  eran  resto  de  una 
tribu  vencida  por  los  tainos,  y  la  tenían  á  su  servicio:  también 
crwa  que  los  boitios,  médicos  y  sacerdotes  eran  una  tribu  como  la 
de  Leví:  de  manera  que  eran  tres  casias  ó  tribus  asociadas  ala 
época  del  descubrimiento.  ISTo  hay  fundamento  para  aceptar  esas 
suposiciones, 

Anacaona. — Flor — de — Oro:  así  se  llamó  la  bella  haitiana 
esposa  de  Caonabó,  hermana  de  Bohequio,  (jlcuclno,  escribe  Pe- 
dro Mártir):  poetisa  inspirada  y  oradora  elocuente,  según  los  cro- 
nistas; ha  dejado  entre  estos  fama  por  sus  espléndidas  fiestas; 
hasta  Oviedo,  poco  celebrador,  la  encomia  bajo  esos  conceptos. 

En  su  entusiasmo  por  los  españoles,  admiraba  su  civilización, 
con  varoniles  razones  preguntaba  por  qué  abandonaban  tantas 
cosas  su|)eriores  en  busca  de  la  rusticidad  de  Haití.  La  crónica 
contemporánea  la  describe  en  todo  su  esplendor  en  el  recibimiento 
que  hizo,  ya  viuda  de  Caonabó,  á  los  gefes  europeos.  Sabiendo  que 
el  Gobernador  venia  por  los  tributos  al  casicazgo  de  Bohequio 
Anacaona  (Anachaona  escribe  Pedro  Mártir)  en  Jaragua  que  go 
bernaba  de  hecho,  por  su  superior  inteligencia,  salió  con  su  dicho 
hermano  á  recibir  lujosamente  acompañada  al  gobernador  á  algu- 
nas millas  de  distancia. 

iban  por  delante  hombres  y  mujeres  cantando  y  bailando: 
luego  venían  los  casiques  en  ligeras  andas  que  cargaban  seis  in- 
dios, todos  desnudos  menos  en  la  parte  que  debe  ocultar  el  pudor. 
Seguía  Anacaona  también  desnuda  de  todo  el  cuerpo,  aunque  cu- 
bierta de  sutilísima  tela  de  algodón  de  varios  colores  lo  que  la  de- 
cencia recomendaba  ocultar.  La  piel  de  todo  el  cuerpo  pintada  de 
ñores  rosadas  y  azules;  la  cabeza,  el  cuello  y  brazos  ceñidos  con 
guirnaldas  de  olorosas  llores  naturales  blancas  y  también  azules. 
En  su  rostro  se  veia  que  era  una  señora:  "mostraba  ser  señora.", 

Al  encontrar  al  Gobernador,  se  apearon  de  las  andas  y  le  hi- 
cieron reverencia  acompañándole  en  su  tránsito  hacia  el  pueblo. 
Allí  estaban  reunidos  los  contingentes  en  algodón,  y  otras  espe 
cies  de  ciento  treinta  casiques,  con  una  gran  cantidad  de  pesca- 
dos, hutías,  casabe,  higuanas  bien  preparadas,  es  decir,    ahuma 
dasj  era  su  presente  ó  regalo. 

Llegada  la  hora  de  la  cena,  fué  servida  con  abundancia  gran- 
dísima; por  primera  vez  comieron  los  españoles  la  carne  de  higua- 
na, que  por  sus  formas  llamaban  los  europeos  "asquerosa  ser- 
piente." La  mesa  consistía  en  una  grande  tela  de  algodón  de  coló 
res  extendida  en  el  suelo  á  cuyo  alrededor  se  calocaron  cojines 
formados  de  yerbas  odoríferas,  uno  para  cada  convidado:  por 
servilletas  se  ponían  y  renovaban  hojas  apropiadas  para  limpiarse 
las  manos.  No  dicen  ios  cronistas  si  eran  hojas  de  caisímou,  pero 
las  he  visto  usar  y  he  usado  en  almuerzos  campestres  con  yuagiros 
en  las  felices  pascuas  de  Alquízar  y  la  Canoa. 


—  201  — 

llizo  los  honores  de  la  fiesta  la  delicadísima  Anacaona,  que 
obsequió  al  gobernador  de  la  manera  más  cordial,  encantada  de 
poderlo  hacer  con  persona  tan  recomendable,  enamorada  del  país 
que  producia  hombres  tan  bellos:  se  sucedian  los  platos  de  varios 
manjares,  pero  llegó  el  momento  de  servir  el  plato  supremo:  la 
h iguana:  el  supremo  manjar  de  los  isleños.  Anacaona  cortó  una 
parte  de  la  cola  y  con  su  propia  mano  puso  en  la  del  gobernador 
la  extraña  fineza:  probóla  con  repugnancia  el  español  y  le  pareció 
tan  bien,  que  todos  los  demás  comieron  y  hubo  quien  la  compara- 
se á  los  mejores  faisanes  y  perdices. 

Minucioso  estuvo  el  cronista  que  me  sirve  de  guía  en  conser- 
var hasta  los  pormenores  culinarios  del  regio  festín.  El  Gober- 
nador comprendió  que  parte  de  la  bondad  del  plato  supremo,  de- 
bía consistir  en  su  preparación  y  quiso  que  se  le  explicase.  Dí- 
jose  que  se  colocaba  en  una  vasija  de  barro,  bien  limpia  de  sus 
intestinos;  con  agua  y  ají  suficiente,  que  esta  es  la  pimienta  del 
país.  Se  cuece  con  leña,  parece  que  usaban  el  carbón  también; 
pero  debe  evitarse  el  humo;  sin  más  grasa  que  la  propia.  Los 
huevos  son  muy  apreciados  y  un  alimento  que  se  conserva  por 
varios  dias. 

Terminada  la  comida  fué  llevado  el  gobernador  á  un  aposen- 
to en  que  estaba  su  lecho:  era  una  hamaca  de  algodón  de  muchos 
colores  adornada  con  guirnaldas  de  flores  olorosas:  acompañóle 
Anacaona,  que  luego  que  lo  vio  desnudar  y  colocar  en  la  hamaca 
se  retiró  á  dormir  con  sus  criadas. 

En  la  relación  de  esa  jornada  se  encuentran  los  recuerdos  de 
algunos  muebles  domésticos:  los  tesoros  de  Anacaona  lo  consti- 
tuían los  vasos,  platos,  fuentes  y  utensilios  semejantes,  hechos  de 
una  madera  muy  negra,  con  exquisitas  labores  y  figuras  talladas 
ó  grabadas  por  los  indios  de  Guanabá,  que  está  al  poniente  de  la 
Española.  Usaban  vasijas  de  barro  cocido  para  las  cocinas,  y 
otros  jarros;  y  fué  luego  ejercicio  de  los  indios  cristianos  desde 
los  búcaros  mejicanos  á  las  tinajas,  jarros  y  demás  que  se  conser- 
vaban casi  hasta  estos  últimos  tiempos  en  las  alfarerías  de  Gua 
nabacoa.    Con  los  indios  fué  desapareciendo  esa  industria. 

La  fiesta  se  prolongó  con  la  visita  de  la  reina  y  su  comitiva 
al  bergantín,  á  donde  se  condujeron  sesenta  platos  y  catorce  es- 
caños de  la  dicha  madera,  preciosamente  pintados,  que  regaló 
antes  al  gobernador.  Una  descarga  de  la  artillería  derribó  de  el 
susto  al  suelo  á  los  visitantes  y  la  reina  cayó  en  brazos  del  Go- 
bernador como  muerta. 

Allí  fué  el  admirarse  la  reina  que  creia  expontáneo  el  movi- 
miento del  barco,  pues  no  veia  remeros  que  lo  impulsasen  sobre 
el  agua.  Anacaona  llevada  de  la  mano  por  el  gobernador,  le  su 
plicaba  se  demorase  algunos  dias  ó  le  permitiera  que  lo  acompa- 
ñase á  España.  ¡Tal  impresión  hacía  en  la  inteligencia  de  la  poe 
tisa  tanta  muestra  de  superioridad!  Las  palabras  del  gobernador 
correspondían  á  la  benevolencia  de  la  reina,  que  abandonó  pesa - 
rosa  el  buque  para  volver  á  sus  estados,  llevando  á  trueque  de 

15 


—  202  — 

sus  obsequios,  regalos  de  los  objetos  europeos,  para  los  indios  de 
mucho  valor,  como  las  más  ricas  prendas. 

Fué  en  otro  festin  de  súbito  aprisionada  Anacaona,  que  ha 
venido  á  ser  en  la  historia  americana  el  tipo  del  infortunio,  de  la 
belleza,  de  la  gracia  y  de  la  inteligencia  .haitiana:  llámala  Herre- 
ra, prudente,  graciosa,  y  afecta  á  los  españoles.  Aprisionáronla 
Diego  Velazquez  y  Diego  Mejía  por  orden  del  Comendador.  Ana- 
caona dio  su  hija  en  matrimonio  á  Hernando  Guevara.  Sucedió 
á  su  hermano  en  el  Oasicazgo  en  que  gobernaba  ella  de  hecho;  y 
encontró  su  ruina  cuando  salia  á  recibir  á  Nicolás  Ovando  con 
mayor  pompa,  pues  la  acompañaban  trescientos  casiques.  Tro- 
cáronse en  duelo  las  alegrías  y  en  tristes  endechas  los  plañidores 
areitos.  Fué  una  injusticia  según  lo  expone  Herrera.  Nicolás 
Ovando  hizo  ejecutar  á  Anacaona  con  varios  pretextos:  la  reina 
católica  no  sólo  desaprobó,  sino  que  produjo  en  ella  gran  senti- 
miento su  muerte.  A  lo  cruel  del  suceso  contribuyeron  sus  cir- 
cunstancias. Ovando  ordenó  que  los  suyos  embistiesen  á  diestro  y 
siniestro,  destruyendo  cuanto  pudiesen,  cuando  el  pusiera  su  ma- 
no sobre  la  cruz  del  hábito.  Así  fué  que  al  dar  la  señal  comenzó 
el  ataque:  prendieron  y  ataron  á  Anacaona,  para  luego  ejecutar- 
la ahorcándola;  le  dieron  fuego  á  los  edificios  con  los  casiques 
dentro;  y  los  indios  se  desbandaron  y  huyeron. 

Guaoracuyá,  sobrino  de  Anacaona,  se  metió  en  las  sierras  de 
Baurúco;  y  se  levantó  la  provincia  de  Guanabá  y  la  de  Hanigua- 
yagá;  pero  nada  pudo  resistir  á  las  armas  españolas  dirigidas  por 
Diego  Velazquez,  Los  que  pudieron  escapar  en  canoas  se  trasla- 
daron á  la  isla  de  Guanabá,  ocho  leguas  de  Haití. 

Anamuya.— liio  de  Santo  Domingo. 

Ananá. — Es  el  nombre  de  la  pina:  la^or  de  los  frutos,  la  rei- 
na de  las  frutas.  Oree  Mr.  Edwards  (Hist.  of  the  West  Indias; 
cap.  IV,  libro  I,)  que  el  nombre  indio  de  la  pina  en  las  Antillas 
es/aw— polo— mié  y  que  es  del  Este  la  voz  ananá)  pero  se  equivo- 
ca porque  fan—polo—  mié  suena  á  cosa  de  África.  Pedro  Mártir 
refiere  en  sus  décadas  que  de  las  pinas  enviadas  por  Colon,  sólo 
una  llegó  comible  á  España,  y  el  rey  le  dio  á  probar  de  ella:     "Ex 

iis  ego  pomis    minimi  comedí caeteri  ex  longa  navigatione 

putrefactis". 

Anaiboa. — La  flor  de  la  harina  de  la  yuca  con  lo  que  se  hacía 
por  los  españoles,  mezclada  con  leche,  un  manjar  blanco.  En 
otro  lugar  se  verá  lo  que  hacían  los  indios  con  la  harina  y  con  el 
jugo  de  la  yuca.  Cree  el  Sr.  García  que  anaiboa  es  el  jugo  de  la 
yuca* 

Anahí.— Enemigo,  en  Eyeri. 

Andarax.— (Véase  Ayre). 

Ande».— Estas  montañas  enormes  de  América  derivan  su  nom- 
bre de  anta — anti,  cobre:  encierran  minas  de  este  metal  que  tem- 
plaban los  indios  como  el  acero:  "Barthe,  Bemte  Oriental  et  Ameri- 
catnv  tom.  1,  pág.  83. 

Anignamar, — [Véase  Age.] 


—  203  — 

Anigua. — Purpúreo. 

Anigajia.    Territorio  de  Jaragua,  Haití. 

Aníguayagua.— "Sobrenombre  de  Higuey."  [García]*  Según 
el  Sr.  Ángulo  lo  mismo  que  Jaragua. 

Anón. — Árbol  y  fruta  que  aún  conservan  el  nombre:  le  llama 
ban  los  indios  annona  (Las  Casas.) 

Anoto.  La  bija  con  que  se  pintaban  los  indios  de  las  Anti- 
llas; también  balaban  ese  nombre  los  Yaos  del  continente  y  lo 
usaban  como  los  Aricuri  de  Guayana.  Eran  cinco  las  naciones 
que  colindaban,  yaoos,  caribes,  araguas,  mayí  y  manacones. 
[Véase  la  voz  aricuri  del  suplemento  de  Moreri  y  en  este  libro  la 
palabra  Aragua,  en  que  se  vé  el  parentesco  de  estas  tribus  con  los 
tainos.] 

Antillas.  En  una  biblioteca  de  San  Marcos,  en  Yenecia,  ha- 
bía un  mapa  ó  carta  formada  por  Andrés  Bianco,  donde  figura  el 
nombre  de  la  i.  Antilla,  la  del  Brasil  y  la  Mar  de  Satanacio.  En 
otro  mapa  de  1492  figura  también  la  Antílla  y  fué  dirigido  por 
Martin  Behem,  \uMemoriasde  la  Real  /Sociedad  Económica  de  la 
Habana,  pág.  41,  t.  VIII;  1839.]  En  la  narración  de  los  viajes  de 
Américo  Vespucio  se  lee:  "Antigüe  insulam  quam  pancis  nuper 
ab  annis  &  Columbus  discuperit"  refiriéndose  á  Santo  Domingo. 
Vespucio  escribe  la  palabra  Antilla  con  la  forma  italiana  como 
conservó  otras  modernas  en  su  mal  latín.  Véase  la  nota  del  se- 
ñor ISavarrete  pág.  261  tom.  3o  de  su  Colección  de  viajes,  siempre- 
indignado  contra  Vespucio. 

Según  Bosi  en  sus  apéndices  á  la  vida  de  Colon,  la  isla  Anti- 
lla es  la  que  llamaron  los  portugueses  de  Siete  Iglesias,  que  supo- 
nía Toscanelli  en  sus  cartas  á  Colon  que  estaba  situada  en  paraje 
distinto  del  que  ocupan  las  islas  que  hoy  se  distinguen  por  ese 
vocablo.  Ese  nombre  era  reminiscencia  de  la  Atlántida.  La  aser- 
ción de  Tiraboschi  de  que  en  1439  se  hizo  la  carta  de  Andrés 
Bianco  es  un  error,  pues  debe  leerse  1436. 

Es  singular  que  se  llamase,  antilla  á  la  mujer  de  mala  con 
ducta  en  el  Bajo  Imperio;  y  antillare  su  vergonzoso  ejercicio. 

En  cuanto  á  la  designación  geográfica  todos  los  escritores 
han  copiado  una  aserción  fiel  á  la  tradición.  Toscanelli  la  recordó 
á  Fernando  Martínez,  canónigo  de  Lisboa,  en  su  carta  de  25  de 
Junio  de  1474:  en  esta  le  decía:  "desde  la  isla  AntiUa,  que  cono- 
céis con  el  nombre  de  Siete  Iglesias,  hasta  Cipango  {el  Japona 
se  cuentan  diez  espacios  ó  '3,050  millas  ó  sean  225  leguas."  Esto 
solo  basta  para  probar  que  no  fueron  nuestras  Antillas  las  enton- 
ces designadas.  Prevaleció  la  suposición  de  Vespucio  como  se  ha 
sobrepuesto  su  nombre  de  Américo  á  todos  los  otros:  fortuna,  y 
nada  más. 

Terminada  la  parte  histórica  á  vueltas  de  conjeturas,  aún  es 
más  arbitraria  la  etimológica.  Los  que  han  querido  buscarla  en  la 
lengua  haitiana,  no  han  hecho  más  que  un  esfuerzo  ingenioso  sin 
ningunfuntlamento:  es,  pues,  una  suposición  curiosa  el  decir  que 
se  deriva  de  ante — c—illr  hijos  de  los  Andes.  Con  la  propia  razón 


—  204  — 
podía  decir  que  ante  significa  cobre  y  la  terminación  ílli,  que  sig- 
nifica hijos,  darían  por  significado  hijos  del  cobre,  atendiendo   á 
las  minas  que  contienen  ese  metal,  expecialmente  en  Cuba. 

Los  españoles  vacilaron  en  el  nombre  que  habían  de  darles  en 
expecial:  islas  del  mar  Océano  de  las  Indias,  era  la  designación 
oficial;  algunos  quisieron  llamarlas  Atlánticas.  El  célebre  Solór- 
zano  decía:  "que  Cuba  y  Habana,  la  Española,  la  Boriquena,  la 
Jamaica  y  otras  que  llaman  de  Barlovento:*'  son  las  que  Platón 
pone  delante  de  la  Atlántida  (lib.  Io,  cap.  2,  pag.  7,  Derecho  In- 
diano.) 

La  población  de  las  islas  Antillas  y  las  Lucayas  que  eran  de 
la  misma  raza,  se  calculó  con  diversidad  exagerándose  como  en 
todo  país  sin  estadística.  Rafinesque  dio  á  Haití  1.200,000  habi- 
tantes, 600,000  á  Cuba,  100,000  á  Puerto  Rico;  G0,000  á  Jamaica. 
Las  Lucayas  tenían  40,000:  pero  si  hay  exageración  en  los  prime- 
ros guarismos,  hay  disminución  en  el  último,  pues  se  sacaron  de 
ellas  más  de  40,000  esclavos  que  dieron  ocasión  á  medidas  prohi- 
bitivas. (Yéase  Lucayas.)  En  otra  parte  se  determina  más  este 
particular  (Véase  Tainos.) 

El  Padre  Murillo  al  hablar  de  las  islas  de  América  dice:  Las 
primeras  que  debemos  describir  son  las  Antillas  ó  Ante — islas, 
dichas  así  por  hallarse  antes  de  llegar  á  la  tierra  firme  de  Amé- 
rica." 

Así  como  fué  Horn  el  más  profundo  y  notable  investigador 
de  las  lenguas  americanas  en  el  siglo  XVII,  iniciador  de  todos 
los  sistemas  sobre  sus  orígenes,  así  fué  de  los  primeros  geógrafos 
elementistas  que  en  su  "Georg  1  Horn  IOrbis  Imperans"  (Leisip 
1668)  al  exponer  el  cuadro  de  la  América  dijo:  VII.  Insule  Haití, 
Cuba,  Jamaica,  Boriquen  suos  habuerunt  reguíos."  Enumera  los 
régulos  principales  que  en  1490  tenía  Haití,  y  se  lamenta  de  la 
destrucción  de  sus  habitadores. 

Andar ax. — ( Véase  Ayre.) 

Añaneo. — (Véase  Boyaca.) 

Aobara. — Lo  mismo  que  Corojo  én  Borinquen. 

El  Padre  Abad  dice  aovara  y  corozo,  pero  ni  la  v  ni  la  z  son 
tainas:  la  forma  primitiva  con  que  se  escribió  la  palabra  corojo, 
fué  coroxo. 

Apito — a. — (Véase  Atabex.) 

Aragua,  Araguac,  Arawach,  Arouages,  Aragnaco. — Esta  na- 
ción india  de  que  tantas  veces  se  habla  en  la  primera  parte  de 
esta  obra,  es  el  tipo  del  indio  pacífico,  amigo  del  progreso  por  su 
empeño  de  vivir  tranquilo  y  en  armonía  con  los  blancos.  Las  pala- 
bras que  encabezan  este  artículo  no  es  en  ninguna  de  sus  formas 
que  le  dan  los  extranjeros,  la  que  usan  para  designarse  ellos  mis- 
mos. Locono  en  plural  ó  Lo<o,  (Loko,)  en  singular  son  los  que  apli- 
can á  su  pueblo  ó  á  sus  pueblos,  y  así  se  llaman.  Los  españoles 
le  dicen  Araguas  y  dan  otros  nombres  á  este  análogos,  porque  se 
deriva  de  Arua  el  Caguar,  un  animal  que  habita  los  mismos  luga- 
res: así  lo  dice  el  Reverendo  Brett,  á  quien  cito  más  adelante. 


—  205  — 
('asi  todos  los  salvajes  se  creen  los  únicos  seres  humanos  y  sus 
nombres  expresan  esa  pretensión,  aunque  la  geografía  los  acepte 
con  impropiedad,  por  las  equivocaciones  de  los  viajeros,  poco  co- 
nocedores ó  ignorantes  de  sus  lenguas.  Lo  observa  el  mismo  mi- 
sionero al  hablar  de  la  misión  Arawack. 

En  los  Actos  de  los  Apóstoles  publicados  en  1872,  en  Nueva 
York;  en  los  vocabularios  de  idiomas  de  la  Cayena  inglesa  (British 
Colonial  Librory  t.  V),  se  encuentra  la  prueba  de  la  facilidad  y 
presteza  con  que  se  adulteran  las  lenguas  de  los  indios.  En  esos 
lagares  encontramos  á  bala  por  disparo  de  fusil;  casaco  (casaca) 
por  piel  ó  cubierta;  aracabusa  por  arcabuz  ó  cañón;  cúlvara  por 
pólvora;  secaruco  por  azúcar.  El  catálogo  que  las  contiene  no  pasa 
de  ochenta  y  dos  palabras. 

De  la  lengua  taina  sólo  vemos  estos  rastros  españolizando  la 
pronunciación:  Konoko,  conuco,  que  allí  significa  selva;  seeba  siba 
piedra;  eiveida  igüeida,  igüera,  güira. 

En  los  A  dos  de  los  Apóstoles  se  lee  K aba  (Cuba)  Kabá  ya 
aislada  ya  aglutinadamente  á  usanza  india. 

En  el  capítulo  III  vers.  6o  se  halla  la  palabra  plata  en  la  acep- 
ción castellana  y  Karaculli  (caracoli)  por  el  oro.  Los  genuinos 
nombres  de  las  nacionalidades  quedarán  extinguidos  como  sus 
individuos,  por  donde  razas  más  civilizadas  los  sustituyen.  No 
obstante,  algunos  misioneros  llaman  loJco  al  idioma  de  los  araguas. 

El  Eeverendo  Guillermo  H.  Brett  en  The  Indian  Tribus  oj 
(iuiana  (1852]  cree  (pág.  335)  que  es  probable  que  la  población  de 
las  Antillas  tuvo  relaciones  con  esta  nación  antes  de  que  la  pose- 
yeran los  caribes  aiin  tratándose  de  las  menores,  con  la  que  se 
han  mezclado.  El  Reverendo  Brett  casi  un  siglo  después  que  el 
ilustre  Hervás,  encontró  ese  hecho  histórico  en  las  huellas  del 
lenguage;  y  aún  extraña  que  Irving  no  hubiera  llamado  la  aten- 
ción sobre  ello.  Brett  en  solo  las  palabras  que  trae  aquel  en  la 
vida  de  ColoUj  encuentra  la  prueba  de  su  presunción. 

La  palabra  siba  en  el  lenguage  de  Haití  significa  piedra  (Ir- 
virg's  Columbus,  book  VI.  ch.  5)  Cibao  es  un  territorio  de  la  isla 
que  se  deriva  de  aquella  palabra  y  expresa  lo  mismo  que  roca. 
Los  araguas  llaman  á  la  piedra  siba  y  síbao  &  un  lugar  roquero  en 
Demarara.  Bohío  es  un  nombre  que  los  cubanos  daban  á  Haití,  á 
su  población  [Book  IV.  ch.  4.];  y  se  dá  á  las  casas  según  el  mis- 
mo. Los  araguas  dicen  por  abreviar  Bohyo,  de  Baivhuyaho  muchas 
casas,  aplicable  á  donde  hay  muchas  habitaciones  de  seres  hu- 
manos." 

"Por  la  palabra  Cubanacan  fué  designada  una  provincia  inte- 
rior en  Cuba,  porque  nacan  significa  centro  (Book  4  ch.  3);  los 
araguas  usan  de  la  palabra  anaco,  en  el  mismo  sentido:  anahahon 
quiere  decir  en  el  medio." 

uAxi)  Ají. — Es  el  nombre  de  la  pimienta  de  los  indios  que  los 
españoles  supieron  que  era  importada  (Book  V.  c.  2).  Los  araguas 
llaman  aci  ó  achí  (así  se  pronuncia  la  c  en  las  palabras,  según  se 
observa  en  otra  parte." 


—  206  — 

"Guana.Se  encontró  este  reptil  en  las  islas,  primero  le  lla- 
maron con  ese  nombre.  Los  araguas  lo  llaman  yuana  (y — uaná.)" 

"Los  isleños  creian  en  un  Dios  sirperior  pero  invocaban  dei 
dades  inferiores.  Los  Scmis  6  Zemís  eran  su  nombre  y  el  sacerdote 
butío.  Los  araguas  llaman  semi — cici  ( semi— chichi)  á  sus  hechice- 
ros y  parece  derivado  de  cerní. 

El  mismo  misionero  observa  refiriéndose  á  Oviedo  y  a  Irving 
la  semejanza  de  ritos,  ceremonias  y.  usos  entre  las  islas  y  los  arn- 
guas.  Dice  que  la  palabra  Mama  (dos)  qne  se  usa  entre  los  caribes 
de  la  Dominica,  es  una  palabra  de  los  araguas.  Cree  que  no  es 
exacta  la  identidad  de  los  caribes  y  araguas  con  lenguas  diversas 
pero  están  mezclados  en  algunos  lugares  por  lo  que  antes  indica. 

Los  caribes  del  continente  aun  se  conservan  así  como  muestra 
en  laGuayana:  el  sabio  Peschel  dice:  "La  Guayana  está  principal- 
mente ocupada  por  dos  pueblos ...  los  araguas,  ó  pueblo  harina 
(flour)  así  llamado  por  relación  á  su  invención  de  preparar  la 
que  hacen  de  yuca  (tapioca),  y  los  caribes  (erróneamente  llama- 
dos caraibes,  desde  la  centuria  17°)  á  los  que  atribuyen  los  espa- 
ñoles todo  cuanto  era  odioso  hasta  hacer  notoria  su  barbaridad, 
mientras  la  experiencia  de  A.  Humbolodt  y  los  hermanos  Schom- 
burg  los  figuran  como  un  pueblo  de  incorrupta  raza  lleno  de  im- 
pulsos generosos. 

Arcabuco. — Camino  cubierto  de  árboles.  En  las  Actas  del  Ca- 
bildo de  la  Habana  del  siglo  XVI  se  usa  de  la  palabra  arcabuco 
por  camino  oculto,  cerrado  de  árboles:  asi  se  acordó  entre  otras  co- 
sas, que  los  negros  horros  y  los  indios  cerrasen  el  camino  hacia  la 
playa,  para  que  no  vinieran  los  enemigos  por  el  arcabuco. 

Arcabucos. — "Montes  á  que  llaman  arcabucos,  con  mucha  ar- 
boleda alrededor."  Palabras  del  Ldo.  Figueroa  en  la  nota  91  déla 
"Historia  de  Puerto  Rico,  del  Padre  Abad,  publicada  por  el  señor 
Acosta." 

Aramaquiquc. — Punto  de  Jamaica  34  leguas  de  Maima.  Véa- 
se Maima. 

Arcabuquillos. — Usa  esta  palabra  en  el  sentido  que  los  dos 
artículos  anteriores  Juan  Rodríguez  Paula,  en  su  curiosísimo 
Carnero  de  Bogotá  pag.  14G. 

Arcabuto. — Lo  mismo  que  arcabucos. 

Arecibo. — Villa  de  Puerto  Rico  á  la  orilla  Norte,  de  las  más 
antiguas. 

Areito,  areyto.  —  Cantares  acompañados  de  bailes  en  que  re- 
cordaban sus  tradicciones  y  celebraban  sus  fiestas  y  ritos  los  in- 
dios de  las  Antillas:  y  se  llamaban  batocos  en  algunas  otras  partes. 

Areito  cristiano. — El  primer  areito  hecho  por  los  indios  de 
Cuba  [Herrera]  con  argumento  europeo,  fue  el  Areito  de  Nuestra 
Señora  la  madre  de  Jesús.  (Véase  el  Cacique  Comendador.) 

Arepa.— Especie  de  torta  ó  pan  hecho  de  maiz  con  cuyo  nom- 
bre lo  conocen  los  indios  meridionales. 

La  arepa  de  Santo  Domingo  (Life  in  St.  Domingo,  pág.  147) 
no  se  parece  á  la  de  Cuba:  se  mezcla  maiz  tierno'  con  coco  de  agua 


—  L>07  — 
y  se  amasa  con  miel  y  envuelto  en  hojas  de  plátano  se  pone  al  hor- 
no el  amasijo. 

Arijano, — Extranjero  en  Haití:  el  Sr.  Pérez  en  sus  Fantasías 
Indígenas.  [Véase  Guachinango.] 

Arimaisí.— Sierras  fragosas  donde  se  amparaban  los  indios 
alzados  que  cita  Manuel  Rojas  en  1532  en  carta  al  Emperador, 

Aresibo. — Casique  del  lugar  que  ahora  ocupa  la  villa  de  este 
nombre,  que  fué  dado  en  encomienda  al  secretario  Conchillos 
en  1515. 

Ar'tmao. — Rio  á  media  legua  de  Jagua,  en  la  Isla  de  Cuba,  á 
tlonde  envió  Yelazquez  á  buscar  oro. 

Asua. — Se  llama  así  en  el  continente  americano  auna  bebida 
que  hacen  de  maiz  fermentado  como  la  sambumbia  de  la  miel  de 
Cuba:  también  se  escribía  azua.  La  bebida  hecha  con  yuca  se  lla- 
maba mar/ato;  y  si  de  maiz  nacido,  joba.  Todos  estos  nombres  los 
consiguió  Guillermo  Martes  en  su  descripción  de  Jaén  y  su  dis- 
trito provincia  de  Quito.  Docum.  inéditos  del  archivo  de  Indias 
tomo  í). 

Atl.  Auuque  esta  palabra  no  es  antillana,  entra  en  la  com- 
posición de  otras  hoy  usadas;  se  habla  de  ella  en  la  primera  par- 
te, y  no  ocupa  mucho  lugar  para  que  se  suprima  por  impertinen- 
te. Significa  agua  en  la  lengua  escandinava  y  figura  en 
muchas  composiciones  sin  alterarse.  El  monte  Atlas  que 
que  la  mitología  clásica  convierte  en  columna  del  Cielo,  aunque 
de  origen  griego  puede  por  su  significación  de  agua  soportar 

el  aire,    el    fuego,   el    cielo Atlántico  se    llama  una  parte 

del  mar,  un  océano;  Atla  es  una  ciudad  antigua  americana.  Mr. 
Rosni  de  quien  son  estas  ideas  (líevue  Americaine,  núm.  Io  segun- 
da serie)  hace  una  incursión  en  la  arqueología  comparada  y  en- 
cuentra en  el  Oro  egipcio,  el  signo  de  agua  fértil  que  también 
figura  en  las  ruinas  americanas.  Nuestro  Gomara  hace  alusión  á 
la  palabra  Atl,  al  hablar  de  la  Atlántída  que  supone  parte  de  los 
preliminares  de  la  Historia  de  las  Indias  Occidentales. 

At,  ata,  atu. — Primero,  sólo,  único. 

Atabeoc,  Atabci,  Atabeira.  Ataba. — El  nombre  Atabe.r,  es  Dios 
grande,  principal  divinidad  de  los  cubanos.  Los  diferentes  nom- 
bres dados  á  ese  Ser  Supremo  en  Haití,  son  según  Ralinesque 
solo  atributos  en  el  dialecto  de  los  hombres  y  el  de  las  mujeres 
que  él  cree  conservados  por  Pedro  Mártir  y  el  Padre  Román. 

Román.  Mártir.  Significa. 


l.Atabei  Atabeira  Único  Ser. 

2.  Jemao  Mamona  Eterno, 

3.  Guaca  ó  Apito  Guaca-rapito  Infinito. 

1.  Agapito  ó  Liella  Lidia  Omni  pote  ni 

5.  Zuimaco  Guimazoa  Invisible. 


—  208  — 
En  Cuba  se  llama  Atabex.   Como  eran  masculino  ó  femenino, 
variaban  como  sigue: 

Koman  Iocahuna  Guamaaroca 

Mártir  Iocauna  Guamaonocon. 

En  Cuba  Iocahuna  Guamaoxocoti. 

En  Jamaica  Iocahuma  

EnBorinquen  Iacana  Guamanomocon. 

Oviedo  escribe  Yovcma  y  Guamamona  y  otros  Yovavaghama  y 
Guamochyna. 

Dejo  los  nombres  con  z  y  con  v  como  los  escriben  esos  auto- 
res, aunque  no  son  sonidos  indios.  (Véase  loeahu-Vagua-Mao- 
roco.) 

Atabina. — El  primero  de  los  cinco  progenitores  de  Iocauna  y 
Guamacon:  los  otros  fueron  Mamona,  Guacarapito,  Liella  y  Gui 
maoan.    (Véase  Haití,) 

Atliebeane-nequena. — La  viuda  hermosa  que  se  enterraba  viva 
en  el  sepulcro  de  su  marido  (Oviedo).  A  veces  se  la  obligaba:  así 
sucedió  en  el  entierro  de  Beliequio  (Bib.  Hist.  de  Puerto  Rico,  por 
Tapia,  pág.  60.  Pedro  Mártir  la  llama  Guanahatabenequena.  (Véa- 
se esta  palabra.) 

Aiibunico. — Uno  de  los  cuatro  rios  mayores  de  Haití,  confor- 
me escribe  Pedro  Mártir.    (Véase  Hatibunico.) 

Atibuniex.    (Véase  Ages.) 

Auc,  yac- guaca.  Significan  cosa,  santa  según  Rafinesque.  Por 
esto  tal  vez  llamarían  los  españoles  Palo  Santo  al  Guayacan. 

Augen.    Fruta  indígena  de  Santo  Domingo  según  Ángulo. 

Aumatex.    (Véase  Guabanex.) 

Aura.  Esta  ave  carnívora  lleva  en  chileno  el  nombre  de  jóle 
(  Vultur  Jola)  según  Molina  uSagio  sulla,  Hist.  Naturalle,  pág. 
265:"  y  es  en  México  conforme  á  su  descripción  el  sopilote,  aunque 
no  son  idénticas  á  la  antillana. 

Ausubos.    Barrio  de  Puerto  Rico.  (Véase  Macana. ) 

Auyama.    Calabaza  en  Haití,  la  común  comestible. 

Auama.    Especie  de  cangrejo  (Prevost.) 

Axi.  Esta  es  la  forma  con  que  se  escribió  al  principio  la  pa- 
labra: Acosta  dice  que  así  la  llevaron  los  españoles  á  otras  par- 
tes de  la  primera  tierra  de  islas  que  conquistaron  al  resto  de  las 
Indias  Occidentales  (Historia  Natural  y  Moral  pág.  60,  Barcelona 
1591.) 

Ay-Ay.  Isla  de  las  tradiciones  Indias,  que  se  cree  sea  ahora 
Santa  Cruz.    Hay  hay  escribe  Pedro  Mártir. 

Aybonito.  Puebio  de  Puerto  Rico  de  los  más  recientes,  si- 
tuado en  localidad  tan  fresca  que  se  experimentan  escarchas,  y 
cree  el  Sr.  Córdova  que  es  aparente  para  el  cultivo  de  muchas 
plantas  de  Europa. 

Ayre.  Uno  de  los  cuadrúpedos  que  describe  Oviedo  con  al 
guna  indeterminación.  El  señor  Pichardo  sospecha  fuese  el  Al- 
miquí  (ex  Poey).    Este  naturalista  en  nota  á  su  memoria  sobre  el 


—  209  — 
dicho  animal  se  inclina  á  adoptar  la  sospecha  de  Pichardo  qne 
cree  niuv  sagaz.  El  autor  áoi  Diccionario  Provincial  Cubano  citado, 
piensa  que  el  nombre  de  ayre  puesto  por  los  españoles,  fué 
por  tener  la  cabeza  en  movimiento  continuo  como  las  personas  que 
padecen  de  aire.  Oviedo  lo  describe  como  de  color  pardo  rubio; 
t  n  nía  fío  de  conejo  y  duro  de  comer.    (Véase  Agutí.) 

A  :i«(.  Nombre  que  aún  se  conserva  en  la  república  domini- 
cana, siendo  uno  de  sus  municipios  ó  comunes:  fué  territorio  in- 
dio y  en  el  se  fundó  la.  ciudad  de  Azua  de  Compostela,  en  donde 
estuvo  de  escribano  Hernán  Cortes  antes  de  ser  encomendero  en 
Cuba. 

Azuba.     Planta  de  las  Antillas  según  Oviedo.  (Véase  Acula  ) 

B. 

La  letra  b  se  ha  confundido  con  la  v  y  aun  con  la  u  por  los 
europeos,  y  creo  que  las  pocas/  que  se  conservan  son  efecto  de  la 
corrupción  de  otros  sonidos  antillanos.  La  palabra  botuto  que  se 
escribe  y  pronuncia  así  en  donde  todavía  hay  indios  en  la  Améri- 
ca Meridional,  la  han  convertido  en  fotuto  en  Cuba. 

Ba. — Padre  en  Eyeri. 

Baba,  Giaga,  ó  Yaga,  Boina,  Cova. — Cueva,  caverna,  antro:  me 
parece  que  los  extranjeros  han  tomado  a  cova  por  voz  india  y  juz- 
go que  es  patente  su  origen  español,  tan  antiguo  como  Covadonga. 

Haba. — Asi  llaman  los  indios  de  la  Guayana  aún  a  los  padres 
misioneros.  La  duplicación  de  la  palabra  indica  aumento  de  res- 
peto y  como  abolengo. 

Babarí. — Un  rio  cerca  de  Santo  Domingo. 

Babeque* — Según  Herrera  así  llamaban  los  indios  pacíficos  la 
Tierra  ñrme  ó  Caribana. 

¡labor  ico.—  Región  de  sibao. 

JUtbururo. — Sierra  de  Mariel  en  Santo  Domingo. 

Babiayas,  Bambíayas. — El  ave  conocido  por  Flamenco. 

Baca  nao. — En  el  desembarcadero  de  este  rio  12  leguas  á  bar- 
lovento de  Cuba,  hay  pesquerías  de  tanta  abundancia  que  ni  red, 
ni  naza,  ni  anzuelo  se  necesita,  pues  en  corrales  so  encierra  todo 
el  pez  que  se  quiere.    (Mensagero  Semanal  pág.  143  vol.  3?  18,30). 

Baconato.    Planta  (García]. 

Bagua, — En  la  Española  el  mar:  "no  digo  Baygua  por  que 
baygua  es  aquel  bar  basco  con  que  toman  mucho  pescado,  según 
tengo  dicho,  sino  bagua  que  es  el  nombre  de  la  mar  en  esta  isla." 
(Oviedo.) 

I  laguán  ¡moho. — Provincia  de  Haití  en  donde  se  conocían  con 
la  inicial  B  otras:  Bahabon,  Bainoa,  Bayohaiqua,  Baoruco. 

Ilaítabo. — (Veáse  Camoteia. ) 

Jlahama. — Una  de  las  islas  Lacayas,  que  da  su  nombre  al  ca- 
nal vecino. 

Bahareqtie. — Casa  ó  edificio  entre  los  indios,  parece  que  es  el 
de  menos  importancia  ó  más  humilde,  como  lo  confirma  la  tradi- 

16 


—  210  — 

eion  que  supone  al  bohío  de  más  categoría  arquitectónica  sin  lle- 
gar al  canei. 

Bahiajá. — Puerto  de  Santo  Domingo  (Pto.  Del  fin.) 

Bahoboní.— -(Véase  Camotela.) 

Barrancoli. — "Ave  indígena."  (fía reía.) 

Baidrama. — (Véase  Aiba.) 

Basiagua. — Lengua  de  Haití. 

Baigua,  baygua. — Bejuco  que  empleaban  los  indios  para  em- 
briagar á  los  peces  y  tomarlos:  lo  usaban  como  ahora  suele  em- 
plearse el  maguey  en  lugares  en  que  el  agua  no  es  corriente,  co- 
mo en  represas.  Él  pez  se  aletarga  y  sale  8 "flor  de  agua.  Se  acos- 
tumbra en  algunas  provincias  de  Cuba  emplear  cuaba*  ó  antor- 
chas para  pescar  deslumbraudo  ti  los  peces,  á  los  que  ma'an  ¡í  ma- 
chetazos ó  con  macanas:  ¿será  esto  de  origen  indio?    ■ 

Baino. — Montaña  ó  altura. 

Bainoa, — Provincia  haitiana  que  contiene  las  regiones  que  se 
expresan  en  el  artículo  Haití.  Comprendía  una  extensión  triple 
que  la  de  otras  provincias.  También  es  conocida  en  la  topografía 
cubana  la  palabra,  como  se  verá  en  su  lugar, 

Baitoa.— "Madera  de  construcción."  [García.] 

Balo  habao. — Lira,  rabel. — Sobrenombre  de  Bohito  .'>'.' 

Bairoa. — Rio  de  Puerto-Rico  que  desagua  en  rio  Grande, — 
barrio  en  la  misma  isla:  (Véase  Gambo;  \ 

Bajabonico. — Rio  dominicano. 

Bajuan.— Rio  de  Haití. 

Bal, — Lo  flotante,  flotar. 

Balta. — "Tuna"  en  santo  Domingo  [García'.] 

Batana, — Mar  en  Eyeri. 

Balza. — No  es  palabra  haitiana  aunque  la  crea  así  Rafines- 
que.  Los  indios  del  Darían  la  llaman  Pucró  según  los  Sres.  Juan 
y  Ulloa. 

Banana. — El  plátano  que  supone  Oviedo  traído  de  Ganarías, 
á  Santo  Domingo:  el  nombre  de  plátano  nada  tiene  que  hacer  con 
el  árbol  clásico  que  lo  llevó  antes  del  descubrimiento  de  América. 
Acaso  se  deriva  aquí  áepalatano  con  que  lo  conocen  los  galibis. 
De  cualquier  modo,  tiene  que  creerse  que  habia  plátanos  en  Amé- 
rica donde  se  designa  con  las  voces  banana,  bacove  y  otras:  puede 
ser  que  los  de  más  dimensión  los  llevaran  de  Canarias.  Los  gali- 
bis,  le  llaman  también  balatana  en  la  confusión  que  hacen  de  la  b 
y  p.  Todavía  hay  más:  bananos,  plátanos  6  plántanos  dice  Me  Ai 
llebrune  en  sus  adiciones  á  ülloa,  que  es  fruto  que  se  llamaba 
amusa  por  los  indios  y  que  de  esta  palabra,  suprimida  la  alian 
tomado  los  botánicos  la  de  Musa  para  su  nomenclatura  científica. 
En  obras  inglesas  se  usa  la  palabra plantan  como  algunos  campe- 
sinos en  Cuba;  plantario  en  el  mercado  de  Nueva  York  se  llaman 
plantan»,  con  »,  á  los  grandes  que  se  destinan  á  la  cocina,  y  ha 
naaos  á  Jos  que  se  usan  como  fruta  allá  como  en  Cuba. 

Banda  ( Véase  Ñame.) 

Baní. — Provincia  de  Cuba.   En  esta  sección  solo  pongo  las 


—  211  — 
provincias  de  los  siete  ó  más  reinos  de  Cuba,  y  los  nombres  his- 
i  mieos:  dejo  pura  otra  sección  los  nombres  topográficos,  de  vege- 
tales etc.  La  provincia  de  Baní  estaba  en  la  parte  oriental  aun- 
que  en  la  occidental  se  cree  que  Bañes  territorio  sea  una  corrup- 
ción de  aquella  palabra.  En  Haití  hay  un  rio  en  el  camino  de 
A  sita  á  la  ciudad  de  Santo  Domingo;  y  hoy  una  municipalidad 
con  el  propio  nombre. 

Barbacoa. — Piso  alto,  tablado  sobre  horcones  hecho  en  las 
casas  en  que  dejaban  sin  paredes  ó  sin  cubrir  los  intersticios  de 
horcón  á  horcón:  casas  exentas  las  llaman  aún  en  las  haciendas 
de  crianza  en  la  isla  donde  se  conservan  |1838],  En  los  dialectos 
indios  se  llama  nehera  y  aún  hay  otras  palabras  que  expresan  la 
misma  idea.  Hacían  esas  casas  por  lo  regular  donde  temían  inun- 
daciones de  los  rios.  Hay  una  población  en  Popayan  llamada 
Barbacoas,  donde  la  palabra  tiene  la  misma  significación  de  casa 
alta  sobre  horcones:  en  este  sentido  usa  la  palabra  Frederinau  en 
('oro:  pag.  193  (de  la  colección  de  Ternaux)  tomo  Io,  Iíumboldt 
dice  «i ue  también  significa  banco,  al  hablar  del  cocodrilo  del  Uri- 
tuca.  También  se  llama  barbacoa  el  aparato  <|iie  se  forma  para 
ahumar  las  carnes  ó  tasajos  de  cerdo. 

Bassa  manaco.— (Véase  Ahicauo.) 

Batatas, — Oviedo  considera  las  batatas  aliñes  délos  ages  ó  de 
actuales  boniatos  (Véase  Ages);  y  se  conocían  seis  variedades: 
anitjaamar,  atibuuier,  guataco,  guacara,  cayea  y  guananagax:  la 
primera  es  la  mejor.  Con  el  nombre  de  batatas  había  en  Tierra 
Firme  tres  variedades  que  determina  Pisón  como  cosas  distintas 
del  ñame.  (Véase  Ñame.)  Que  son  los  ages  lo  mismo  que  las  bata- 
tas lo  dice  Herrera,  pues  expresó  "batatas  ó  ages  como  zanaho- 
rias é>  turnios  de  tierra:  comíanlos  crudos  en  sus  necesidades  los 
españoles." 

Batea. — En  la  colección  de  Documentos  Inéditos  de  los  Archi- 
vos de  Indias,  se  describen  estas  vasijas  ó  bandejas  de  madera  al 
determinar  los  objetos  necesarios  á  la  vida  de  los  indios  en  las 
encomiendas  ó  comunidades  en  que  á  estos  querían  constituirse 
para  sacar  oro  de  los  rios.  Era  un  utensilio,  un  trebejo  doméstico 
aplicable  á  recojer  arenas  auríferas,  como  cualesquiera  otra  cosa; 
mueble  que  hoy  conocen  los  cubanos.  Se  formaban  de  nna  sola 
pieza  en  figura  de  fuente  ó  bandeja:  ahora  por  extensión  se  lla- 
man bateas  de  tarar  las  formadas  con  duelas. 

Batey, — Plaza  en  que  se  jugaban  los  batos, 

Batoco, — [Véase  areito,] 

Batos. — El  juego  de  la  pelota:  es  singular  (pícese  mismo  nom- 
bre figure  en  los  orígenes  de  la  lengua  española  aunque  en  otra 
significación:  bato  era  una  medida  de  dos  modios  y  un  congio.  El 
modio  pesaba  más  de  II  libras;  el  coligió  12.  Villar,  JI¡.s(<>r¡<< 
General  de  Jí/.v/m^t  continuada  por  Ghebard,  t.  2,  pág.  LM7. 

Bato, — La  pelota  misma  con  (pie  se  jugaba  cu  los  batos,  de 
que  eran  aventajados  jugadores  los  isleños. 


—  212  — 

Banta.    Pió  de  Puerto  Pico  y  partido  rural  de  Cuba. 

Baya.     Calabaza  ó  güiro. 

Bayg  a .     [  Véase  Baigua.  J 

Bayacu.—  Dice  el  Sr.  García  que  es  lucero  del  dia. 

Bayaonda.  Nombre  de  la  pica-pica  [ruimosa  urens]  en  Santo 
Domingo.    Destcourtilz  t.  2,  pág.  40.     Voyages  W  un  Naturalist. 

Bayagan.    Kio  de  Puerto  luco  en  la  jurisdicción  de  Ponce. 

Bayaguana.  Ayuntamiento  hoy  en  Haití,  antes  pueblo  de 
indios.    Provincia  de  Higuey. 

Bayahd.  Pueblo  destruido  con  el  de  Yaguana  en  1606  en 
Santo  Domingo,  con  cuyos  restos  se  fundó  el  anterior  en  un  lugar 
de  indios. 

Bayamo.  Provincia  india  de  Cuba.  Yelazquez  la  fundó  con 
el  nombre  de  San  Salvador,  en  memoria  de  haber  vencido  en  esta 
provincia  á  Hatuey.  Fué  la  segunda  población  española  en  la  is- 
la de  Cuba;  parece  que  donde  está  hoy  Yara  estuvo  el  asiento 
primitivo  fia  Torre].  Luego  se  trasladó  á  lugar  de  indios,  cuyo 
nombre  no  ha  predominado;  era  muy  poblado,  porque  al  presentar- 
se Panfilo  de  Narvaez  por  primera  vez,  fué  atacado  mientras  dor- 
mía por  un  ejército  de  7,000  hombres  repentinamente,  para  sor- 
prenderle y  á  los  suyos.  Fué  el  caso  que  se  combinaron  para 
caer  sobre  los  españoles  desapercibidos,  y  dividieron  en  dos  cuer- 
pos su  ejército:  estaban  durmiendo  los  españoles  y  sin  la  falta  de 
concierto  de  los  asaltantes,  pues  sólo  atacó  la  mitad  del  grueso 
de  ellos,  hubieran  vencido.  Pero  más  que  todo  los  salvó  del  pe- 
ligro la  ignorancia  de  los  indios.  Herido. Narvaez  de  una  pedra- 
da, y  atendido,  fué  animado,  aconsejado  y  ayudado  para  que  mon- 
tase en  su  yegua  que  allí  estaba:  un  fraile  franciscano  le  ayudó  á 
ensillarla  y  le  puso  un  collar  de  cascabeles:  así  ataviada  montó, 
en  camisa,  Narvaez,  y  acometió  á  los  indios.  Al  verse  atacar  los 
indios  por  aquel  monstruoso  ser  que  tanto  ruido  hacía,  aunque 
eran  cascabeles,  pusieron  en  los  pies  su  esperanza  de  salvación  y 
se  dieron  á  huir,  en  espantoso  desorden,  y  así  continuaron,  no 
creyéndose  seguros  hasta  verse  en  el  Camagüey,  para  donde  se 
retiraron. 

Bayamon.—- Departamento  de  Puerto  Pico. 

Bayamoneito*  —Hato  en  la  misma  Isla.  Yéase  la  sección  3? 

Bayaquitiri.  Provincia  de  Cuba  que  algunos  escriben  Baya- 
tiquirí)  y  conforme  dice  el  señor  la  Torre,  se  ha  confundido  por 
Herrera.  Estaba  entre  Macaca  y  Maisí.  También  se  le  ha  lla- 
mado Bayatiqueri,  y  efectivamente  Herrera  dice  que  los  indios 
llamaban  así  á  la  punta  que  Colon  Alpha  et  Omega;  pero 
no  á  la  punta  sino  á  un  territorio  puso  el  Almirante  el  nombre 
griego,  pues  designó  á  la  punta  con  su  nombre  indígena  de  Maisí. 

Bayoquc. — Es  el  pañiznelo  que  cubre  á  la  mujer  la  parte  pu- 
denda y  cae  como  de  una  faja;  así  lo  nombra  el  Padre  Simón  y 
ahora  le  dá  Codazzi  otro  nombre:  guayuco. 


—  213  — 

Bayú, — Significa  lugar  ó  reunión  obscena.  Cree  el  señor 
Pichaido  que  es  voz  india. 

Bayuca* — Provincia  de  Cuba. 

Becerrillo, — [Véase  Agucibaná,] 

Bei na. — (Véase  Baba.) 

Behcquio,  Beuehio,  Behechío-Anacauchona.  —  VA  casique  conoci- 
do por  los  primitivos  escritores  por  estos  nombres,  siendo  el  terce- 
ro el  que  le  consagra  Pedro  Mártir;  se  hallaba  en  guerra  con  los 
otros  al  llegar  Colon  en  su  segundo  viaje  á  Haití.  Era  potente  y 
reinaba  en  Jar  agua,  y  era  superior  de  muchos  caciques.  Los  espa- 
ñoles iban  en  su  busca  para  exigirle  contribuciones  de  que  él  se 
asombró,  creyendo  que  ellos  solo  buscaban  oro:  ''¿cómo  quieres 
que  te  pague  cuando  en  mis  muchos  dominios  no  se  coje  el  oro?" 
Cuando  se  le  explicó  que  era  oro  lo  que  lo  valía,  no  tuvo  dificul- 
tad en  contestar  "que  daría  lo  que  se  pidiera. " 

Pasó  el  adelantado  á  la  población,  según  el  texto  latino  de 
las  décadas  de  Pedro  Mártir  y  á  donde  residía  Behequio,  y  allí 
fué  recibido  con  grandes  demostraciones  y  fiestas.  Parécele  al  di- 
cho cronista  que  debia  describir  dos  con  especialidad  ínter  cadera 
spectacuia:  dos  dignas  de  memoria  entre  aquellas  gentes  desnudas. 
1  )e  esos  espectáculos  fué  el  primero  una  representación  ó  baile 
compuesto  de  oO  mujeres  del  rey,  unas  aún  vírgenes,  completa- 
mente desnudas,  y  las  que  habían  dormido  con  el  rey  cubiertas 
solo  de  las  partes  vergonzosas  para  el  pudor.  Eran  extraños  y  mí- 
micos los  bailes:  molti  lontana  del  danzare  nostro,  dice  la  traducción 
italiana  de  Venecia.  Llevaban  palmas  en  las  diestras,  suelto  el  ca- 
bello solo  recojido  por  la  frente.  El  rey  dirigía  el  espectáculo  de 
canto  y  baile.  Las  bailadoras  ofrecían  sus  presentes  ó  palmas  de 
rodillas  al  jefe  español.  "Hermosísimas  mujeres  como  las  dríadas 
ó  ninfas  de  las  fuentes  de  que  las  fábulas  antiguas  nos  hablan." 

Terminada  la  función  se  sirvió  la  comida,  y  luego  se  retiraron 
encontrando  hamacas  tendidas  para  que  durmieran.  Al  siguiente 
dia  fueron  conducidos  á  una  casa  como  teatro  (sibí  loco  theatrl 
construunt)  en  el  cual  representaron  otros  bailes  [choreas  et  salta- 
ñones]  y  cantos;  y  esto  concluido  dividieron  en  cuerpos  como  dejejér- 
cito  por  dos  puntos  que  daban  á  la  planicie,  todo  al  mandato  del 
rey,  y  se  entregaron  á  juegos  bélicos,  troicos,  como  cañas.  Aquel 
simulacro  de  combate  pronto  ofreció  cuatro  muertos,  y  muchos  he- 
ridos por  consecuencia,  y  á  ruego  de  los  españoles  no  hubo  más, 
suspendiéndose  la  fiesta.  El  tercer  dia  fué  el  de  la  traslación  del 
algodón  entregado  en  la  Isabela.  Entre  los  nombres  dados  al  ca- 
sique creo  que  es  el  más  concreto  el  de  Behequio, 

Behique.— El  sacerdote  en  Cuba.  Entre  las  rarezas  humanas 
se  cuenta  por  Herrera,  que  el  behique  cubano  que  acompañaba  en 
vida  ai  casique,  y  Herrera  lo  llama  su  capellán,  se  daba  muerte 
al  fallecer  a< piel  y  se  enterrabas  juntos. 

Bei, — Existencia. 

Beira, —  Existiendo. 

Urjas, — Rio  de  Puerto-lvico:  (Véase  Uuayo,) 


_  214  — 
IhjHcal. — Rio  de  Paerto-Rico:  (Véase  Guayo  y  la  secc.  ;>H) 
Bejuco,  bijuvo. — Planta  trepadora,  liana:  pero  se  dá  en  espe- 
cial este  nombre  á  los  que  suplían  las  cuerdas  y  sogas  entre  los 
indios.  Se  llaman  bejuquillos  unas  sierpes  muy  delgadas  de  Amé- 
rica en  los  Andes  según  Ulloa. 

Bejuco. — Rio  de  Puerto-Rico:  (Véase  Mayagucz.) 

Beltran. — Fray  Luis,  beatificado  por  sus  virtudes,  al  pasar 
por  Cuba  predijo  que  los  "200.000  indios  que  entonces  contenia," 
serian  exterminados  por  los  tratamientos  de  que  eran  víctimas;  y 
como  esta  predicación  fué  por  los  años  de  1555  á  L559,  época  de 
ida  y  vuelta  del  santo,  esto  contradice  á  Gomara,  que  supone  que 
en  1553  ya  no  habia  indios.  Han  llamado  la  atención  estos  datos 
al  célebre  Humboldt,  y  cita  á  Juan  de  Marieta  en  la  llist.  de  los 
Santos  de  España,  lib.  Vil,  pág.  171,  y  á  El  Patriota  Americano, 
t.  2,  yúg;.  51. 
•     Bcm. — Dos  ó  segundo. 

BcorL — Es  cuadrúpedo  americano  que  no  se  conocía  en  las 
Antillas,  y  se  equivocó  el  Sr.  Amador  de  los  Rios  en  el  índice  de 
Oviedo,  cuando  llama  haitiana  y  cubana  á  la  palabra.  Antes  co- 
metió ese  error  el  abate  Bourboug. 

Berdecia. — 1). .Lope,  según  el  Sr.  Cruz,  es  el  nombre  del  cas- 
tellano que  persiguió  y  más  parte  tuvo  en  el  suceso  trágico  de 
Hatuey.  (Véase  Casicanú.) 

BeniKJo.— ¥i\  Juan  e). — Fraile  lego  del  orden  de  San  Fran- 
cisco, que  luego  que  supo  el  descubrimiento  de  América,  obtuvo 
licencia  de  sus  superiores  para  venir  á  predicar  á  Haití.  Era  de 
pocos  alcances  intelectuales,  pero  hizo  cuanto  pudo  á  juicio  de 
Torquemada  en  unión  del  Padre  Juan  de  Ferin,  ambos  de  Picar- 
día ó  Borgoña,  pues  al  Bermejo  se  decia  también  el  Bur guiñón. 
Estos  dos  legos  y  el  Padre  Román  Pane  (véase  ese  artículo)  fue- 
ron los  que  singularmente  se  dedicaron  íi  entenderse  con  los 
indios;  los  únicos  que  pudieron  dar  á  Colon  noticias  de  sus 
antecedentes,  ritos  y  tradiciones.  Al  abandono  de  los  demás 
atribuye  el  dicho  historiador  hasta  la  pronta  desaparición 
de  los  indios,  que  el  celo  de  los  eclesiásticos  conservó  en  Méjico  y 
en  otras  partes. 

Ilesuchi. — Castañeda  en  su  viaje  á  Cibola  usa  de  esa  palabra 
por  bejuco  (pág.  327,  edic.  de  Ternaux  Compans);  pero  más  la  es- 
tropea Federman  cuando  escribe  Weschuco. 

BL—VitU. 

Biantcx. — Casique  de  Jaragua,  residía  cerca  de  donde  nace 
el  rio  Nisao. 

Bibi. — Mujer.  (Véase  Inuya.J 

BibL— Barrio  de  Puerto-Rico  en  Utuado. 

Itihao. — Plantas  cuyas  hojas  se  aplicaban  á  usos  domésticos 
y  á  techos. 

Bijuco. — Corrupción  de  bejuca. 

Vriminiquinax. — Lo  mismo  que  Guaminiquuui.r. 

Yrimini. — Isla  pequeña  de  las  Lucayas  donde  se  suponían  la 


—  215  — 
fuente  fabulosa  que  rejuvenecía  á  los  que  en  ella,  se  bañaban. 
(Véase  Santarán.) 

Hipa. — Nombre  de  la  buba,    (Véase  Buay tiara.) 

lio. — Elevado,  alto. 

Boa, — Habitación,  residencia. 

Boba. — Culebra  de  Iiorinquen;  culebra  de  la  América  Meri 
dional. — Rio  de  ¡Santo  Domingo. 

Boeabana. — Rio  formado  délos  Toas  en  Puerto-Rico,  que 
desemboca  con  aquel  nombre  en  el  mar. 

Bocina.— Piedra  grande,— (García.) 

Bocu8. — Ilio  de  Santo  Dominga. 

lU)<iviai>l.—  \h\  ave,  un  pájaro,  y  dice  líafinesque  que  se  llama 
Jpis  en  Cuba  y  era  nombre  de  un  mortal  que  figura  en  la  velación 
de  Román  Pane:  Giahubal-Boguiach 

¡!nl/ a, — Anciano. 

Bohío. — Los  indios  de  Guanahaní  daban  el  nombre  de  bohío 
á  Santo  Domingo.  Cree  el  Sr.  Gnridi  que  solo  se  llamaba  así  la 
parte  septentrional  y  que  significaba  Señora  del  oro.  Me  parece 
que  significaba  lugar  con  casas,  poblado.  Es  lo  que  significa  en 
la  lengua  arayua,  y  en  Cuba  es  sinónimo  de  casa,  que  cuando  era 
circular  se  decia  caney. 

Bohío,  bay. — Casa  habitación:  (Vean  Caney.) 

Bohiqne. — El  Obispo  Las  Casas  llama  así  (ilist.  Apologé- 
tica pág.  436)  al  sacerdote  indio,  que  otras  veces  llama  behique, 
especialmente  en  Cuba.  Acaso  sea  bohiqne  el  genuino  nombre  y 
behique  una  sustitución  de  la  o  por  e,  ó  errata. 

Bohito. — íiaíinesque  en  sus  fantásticos  pero  ingeniosos  Anua- 
les de  Haití,  narra  los  beneficios  hechos  por  los  civilizadores 
liohito  1°,  L>0  y  :5o.— -(Números  44,  45  y  40).  Según  ó1,  Bohito  1?, 
llegó  á  Haití  yá  Cuba,  sacerdote,  legislador  y  maestro:  Pedro 
Mártir  le  denomina  Boition;  introdujo  el  cultivo  del  campo  y 
enseñó  á  hacer  el  casabe:  dividió  la  Xacion  en  tres  rangos  ó  castas: 
Tainos  ó  nobles;  Bohitos  ó  sacerdotes;  y  Anaborias  ó  trabajadores. 
Pontífice  y  legislador  estableció  el  culto,  señaló  las  fiestas  sagra- 
das, fomentó  la  enseñanza,  las  escuelas,  dice  Kañnesque.  Declaró 
el  uso  déla  tierra  común  como  la  luz  y  el  agua.  Supone  que 
hubo  tres  Pollitos  civilizadores  de  Haití  y  de  Cuba;  pero  que  es 
difícil  distinguir  lo  que  cada  uno  hizo. — Que  vinieron  del  Este  o 
de  América;  que  sus  nombres  se  deletrean  con  variedad  en  los 
dialectos:  Buhnti,  Boitio,  Boyeto  <fe,  y  equivale  á  Uoyez.  Poyes, 
Biazas,  Payes  en  la  America  del  Sur.—  Piachos  de  Taraanaca, 
Eauti  de  Dabaiba,  Papes  de  la  América  Cení  ral,  lioquica  de  Las 
Moscas. — Bohíto  2o  ó  Puhuitihu  (viejo  eminente)  mejoró  el  país: 
introdujo  la  medicina,  los  encantos,  el  uso  del  algodón,  las  sagra- 
das yerbas  yueyo  y  zoquen,  ó  sea  soquen.  —  Pollito  3?  o  Haio-kabao 
(mar-lira)  fué  el  último  de  los  civilizadores.  Introdujo  la  música, 
pero  supongo  que  Raíluesque  habla  de  la  instrumenta],  pues  í;i 
danza  y  areitos  los  ha  atribuido  ya  al  primer  Bohito,  al  fundar  el 
culto.    Tal  ve/  fué  t-1  inventor  del  bahao,   rabel  o   tiple  de  ires 


—  210  — 
cuerdas  que  llamaron  también  jalao;  pero  el  escritor  entusiasma- 
do le  atribuye  la  invención  de  sagrados  instrumentos,  y  agrega 
probablemente  (probably)  los  ritos  de  la  trinidad  de  la  India  y  la 
Maya:  el  trimurti:  Bugía  (Buya),  Alba  y  Braidama  en  el  semi  de 
la  guerra.  Diserta  sobre  los  nombres  de  las  trinidades  del  Nuevo 
Mundo  y  del  viejo:  y  acaba  por  suponer,  que  no  es  más  que  supo- 
sición, que  también  trajo  á  Haití  probablemente  los  Mayorijes; 
pero  no  tiene  presente  que  hay  Macurijes  que  si  se  acuerda  los 
hace  traer  por  Bohito  3°  Es  singular  que  Buthyta  significara 
.sacerdote  que  sacrificaba  bueyes  según  Planto,  y  trae  el  Diccio- 
nario de  Valbuena  por  Martínez  López. 

Bohito,  na,  boh,  beh,  bohique. — Son  palabras  con  que  se  desig- 
na al  hombre  viejo.  Desde  luego  na  es  una  subrogación  de  la  u 
en  lugar  de  la  ba,  pues  se  pronuncia  ba. 

Boitío,  boíto* — Médico. 

Bmtion. — Boitio  escrito  por  Pedro  Mártir. 

Boinael. — Uno  de  los  semis  que  habitan  en  la  cueva  lobuna 
Boina;  el  otro  es  Maroi.  Pedro  Mártir  los  llama  Binthaitel  y 
Marohu. 

Bojío. — Según  Garcia  significaba  casa  grande,  gran  país,  y 
se  dio  á  Haití  ese  nombre. 

Bojoti. — Especie  de  culebras  de  las  boas  en  el  Brasil  según 
Larouse  en  su  gran  Diccionario.  ¿No  tendrá  parentesco  esta  pa- 
labra con  lo  que  se  aplica  á  la  variedad  llamada  en  Cuba  jubo, 
que  difiere  del  majá  (boa)  en  tamaño  y  color?  , 

Bohuiti,  Buhuitihu*—(Vé&se  Bohito.) 

Bonao. — Casique  superior. 

Bondas.— "Fruta  silvestre.'7  Haití.  (García.) 

Boniamá. — Variedad  de  las  pinas  en  las  Antillas  que  es  esto- 
posa  según  Oviedo  y  no  es  la  mejor  de  las  ananás.'— Rafinesque 
citando  á  otro  lo  supone  sinónimo  úefanpolini,  pero  este  nom- 
bre no  es  indio.    (Véase  Ananá.) 

Boniata. — Nombre  de  la  yuca  dulce  que  no  es  venenosa  y  de 
esto  se  habla  en  el  siguiente  artículo.  La  yuca  á  gria  es  induda- 
blemente venenosa  en  sus  jugos.  El  ilustre  mexicano  Álzate 
(Qmzeta  de  Literatura  de  México,  níim.  13  de  1791  pág.  100,)  sos- 
tiene que  la  yuca  de  México  que  llama  Guacamote  no  es  venenosa: 
cree  que  por  eso  no  lo  son  las  de  las  islas  occidentales  de  América. 
No  concibe  que  por  una  simple  cocción  pierda  su  veneno  el  líquido 
y  es  que  yo  supongo  que  habla  de  la  boniata  que  no  mata,  como 
escribió  nuestro  Cronista,  preciso  es  convenir  que  el  sabio  Álzate 
era  enemigo  de  reconocer  cualidades  venenosas  en  las  plantas, 
pues  antes  (1788  pág.  33  núm.  4.)  "En  Nueva  España  dice:  "nos 
alimentamos  con  plantas  y  frutos  que  deberían  deputarse  como 
venenosos  si  la  legislación  de  la  Botánica  fuese  cierta,  y  cita  el 
costomate,  tomate  galtomate  que  se  comen  á  pasto. 

Boniato. — Así  se  llama  ahora  el  age  ó  batata,  de  Cuba,  con 
terminación  masculina:  se  equivoca  el  Sr.  Amador  de  los  Kios 
cuaLdo  dice  en  las  notas  ó  adiciones  á  Oviedo,  que  el  boniato  de 


—  217  — 

la  yuca  que  se  llame  boniata.~Se  dice  bunuilo  y  aun  mú- 
ñalo; pero  estas  son  alteraciones  hechas  por  los  españoles  que  en 
algunas  provincias  convierten  la  o  en  a.  En  !/«  iV7m  periódico 
de  la  Habana  [pág.  332]  publiqué  sobre  este  particular  un  artícu- 
lo en  que  contradije  la  opinión  de  los  que  suponían  (pie  no  era 
india  la  palabra  y  provenia  de  bunia  y  por  supuesto  de  Boma. — 
Es  verdad  que»Valbuena  dice  que  lo  que  llama  Coluraela  bunia 
es  el  bunion  de  Pliuio;  pero  Plinio  no  dijo  ial  cosa  y  conserva 
hasta  ia  división  de  esas  raices:   "Naporum   duas  differentias  in 

inedecina quod  bunion  vocat." — "Alterum    gemís    boniada 

appelatur  et  raphanum  et  ñapo  simile.  Historia  Natural  X\ 
v.  XI." — Focid  en  su  Biblioteca,  en  el  extracto  de  la  obra  de  Aga- 
tarchides,  sobre  el  mar  Kojo,  expone:  "toman  los  bárbaros  una 
yerba  que  nace  en  los  valles  sombríos,  dura  y  (pie  tiene  una  raíz 
nabiforme  llamada  por  ellos  buniade  [capítulo  213.  J  La  palabra 
bunia  no  es  por  lo  tanto  latina. — Los  médicos  españoles  que  han 
traducido  ó  comentado  á  Dioscórides  no  han  dado  importancia  á 
a  la  raíz  alimenticia  del  bunio  como  alimento,  lie  aquí  lo  que  di- 
cen dándole  todos  un  origen  no  latino. 

El  Dr.  Laguna  enseña  que  el  bunio  se  llama  así  del  griego 
bunion  en  italiano  na  roñe  selvático.  Dioscórides  lo  describe  y  al 
falso  bunio  como  una  planta  parecida  al  apio,  al  culantro  y  el 
eneldo. —  El  Dr.  Rivera  en  el  mismo  lugar  que  anota  presenta 
una  sinonimia  más  extensa:  Bunion,  trigonion,  philtrooles  en 
griego;  thiphenges  los  egipcios;  napus  silcester  bunium  y  bunios 
silvestres  los  latinos;  exupera  matricali,  herculanea  los  italia- 
nos; nabo  salvaje  y  bunio  los  castellanos.  (Pedacio  Dioscórides, 
anotado  1.  2.  pág.  120.)  sus  aplicaciones  son  médicas  y  nada  se 
indica  de  sus  cualidades  alimenticias.  Las  láminas  que  ilustran 
el  texto  no  tiene  relación  con  el  boniato  de  las  Antillas  aunque 
lo  comieran  salvajes. 

La  palabra  boniato  es  para  mí  completamente  indiana,  aun- 
que ni  se  aplicaba  al  age;  ni  tenia  terminación  masculina.  Ovie- 
do pág.  2G2,  cap.  2  de  su  Historia  de  las  Indias  dice  boniata: 
"Hay  alguna  (yuca)  que  llaman  boniata,  que  es  como  la  de  Tie- 
rra luirme,  y  es  cierto  debe  haber  venido  de  allá."— Esa  clase  de 
yuca  no  es  venenosa  y  se  come  asada:  "la  boniata  es  yuca  que  no 
mata.'' 

El  expresado  quid  pro  quo  no  es  único;  el  Dr.  Fermín,  por 
ejemplo,  en  su  Viaje  á  Suriuam  dá  el  nombre  'le  yame  al  teje  de 
esos  indios;  tan  lejos  de  ser  ñame  como  éste  de  ser  a-ge  como  otros 
europeos  han  creído  y  segurado. 

Bonao, — Territorio  y  casicaxgo  en  Santo  Domingo  y  boy  uno 
de  sus  comunes  ó  municipios. 

I>e;/m>.— Oasique  de  este  nombre  que  dio  á  la  provincia  de 
su  mando  el  de  los  conquistadores,  asi  como  á  uno  de  los  prime- 
ros Inertes  que  construyeron. 

Baguel. — Reí  de  Haití.    (Véase Taino.) 
Barahona. — Puerto  en  Sanio  Domingo. 


—  218  — 

Borla. — El  trabajo.  * 

Borinquen. — Puerto-Rico,  de  las  grandes  Antillas,  cuya  his- 
toria ha  escrito  D.  Iñigo  Abad  de  orden  del  Exorno.  Sr.  Conde 
de  Floridablanca  y  se  publicó  en  1789:  la  primera  de  su  especie 
por  escritor  nacional  en  los  tiempos  modernos,  y  la  tengo  presen- 
te para  redactar  este  artículo.  Cuando  en  10  de  noviembre  de 
1493  fondeó  Colon  en  la  Bahía  que  se  llamó  de  Puerto  de  la 
Aguada,  se  quedó  sorprendido  con  los  suyos  al  encontrarse  ante 
una  población  numerosa,  cuyas  casas  de  madera  cubiertas  con 
palmas,  de  terreros  y  miradores  de  cañas  dejaban  en  el  centro 
una  plaza  espaciosa  de  donde  salía  un  camino  ancho,  recto  y  lla- 
no hasta  la  playa  á  sus  lados  enverjados  de  madera  con  flores  y 
enramadas:  al  extremo  del  camino  se  veia  un  extenso  tablado  do 
minando  el  mar  y  casi  sobre  él,  cubierto  de  cañas,  flores  y  yerbas 
como  las  glorietas  de  España  en  los  jardines;  apesar  de  la  admi- 
ración que  causó  á  los  descubridores  se  olvidaron  de  la  isla  hasta 
que  volvió  á  ella  Ponce. 

Los  isleños  de  Puerto  Rico,  auuque  más  belicosos  que  los  de-, 
más,  ni  eran  crueles,  ni  antropófagos,  ni  semejantes  en  sus  cos- 
tumbres á  los  habitantes  de  las  islas  menores.  Eran  indolentes 
y  flojos  para  lo  que  no  eran  bailes,  cacerías  y  pescas  en  que  se 
divertían.    El  campo  lo  cultivaban  las  mujeres. 

Las  mujeres  casadas  llevaban  un  delantal  que  no  pasaba  de 
media  pierna;  y  las  mujeres  de  los  casiques  solían  usarlo  hasta 
los  tobillos.  En  lo  visto  se  nota  alguna  diferencia  de  las  naguas 
de  Cuba,  Haití  y  Costa  firme,  pues  rodeaba  el  cuerpo  al  talle  y  el 
Padre  Abad  solo  habla  de  delantal  ó  del antad illa.  Para  jugar  á 
la  pelota  se  despojaban  de  este  traje. 

Eran  polígamos  en  especial  los  casiques.  Sus  ocupaciones 
principales  eran  la  agricultura,  hablo  de  las  mujeres;  los  queha- 
ceres y  atenciones  domésticas  y  el  adorno  de  sus  maridos  á  quie- 
nes pintaban  y  trenzaban  los  cabellos:  parece  que  los  estila!  >an 
largos  á  diferencia  de  los  cubanos  y  haitianos  en  su  mayor  parte. 

Los  hombres  casados  iban  en  busca  de  oro  á  los  ríos  como 
los  demás,  pero  se  abstenían  de  la  cohabitación  y  trato  mujeril 
antes  para  que  no  se  les  turbara  la  vista.  No  se  casaban  los  pa- 
rientes en  primer  grado. 

Sus  casas  ó  buxioj  así  lo  escribe  el  Padre  Abad,  eran  seme- 
jante á  los  demás  de  las  Antillas  (Véase  Bohío,  Caney,  Boa  &) 
Los  muebles  como  en  Cuba  de  madera  y  del  totumo  para  vasija. 
Para  navegar  usaban  las  conoas  y  cayvyos.  Los  casiques  distri- 
buyan las  cargas  de  la  caza  y  pesca  entre  sus  subditos  arbitria- 
mente:  sus  mandatos  se  creían  inspirados  por  un  semi  que  hacían 
hablar  por  sus  agoreros  y  médicos.  Su  inteligencia  limitada  per- 
mitía que  los  engañasen  escondiéndose  detrás  de  los  ídolos  y  ha- 
ciéndoles hablar,  porque  ellos  hablaban  anunciando  los  sucesos 
futuros  que  sino  se  cumplían  consistía  en  que  el  semi  variaba  de 
parecer. 

Los  distritos  de  la  isla  los  gobernaban  casiques,   pero  habia 


—  219  — 

un  jefe  principal;  lo  fué  Agiieibaná  ó  Agueynabá  que  los  tenia 

subordinados. 

Les  hombres  solteros  y  las  doncellas  andaban  enteramente 
desnudos.  Aquellos  se  pintaban  con  varias  materias  todo  el 
cuerpo  formando  figuras  horribles,  cuando  se  presentaban  en  sus 
expediciones  guerreras.  La  pintura  se  consideraba  en  esas 
gentes  como  el  vestido  y  efectivamente  sino  los  cubría  les  evitaba 
por  lo  menos  de  las  picaduras  de  insectos  y  hasta  cierto  punto  de 
las  molestias  atmosféricas.  En  esa  pintura  se  hacia  ostentación 
de  genio  inventivo  y  era  la  especie  de  lujo  que  se  desplegaba  en 
las  costumbres. —  Los  casiques  llevaban  algunos  coronas  de  plu- 
mas, alhajas  de  oro  colgadas  hasta  en  las  mejillas,  caracoles, 
conchas,  pedrexuelas  y  el  retrato  ó  efigie  de  su  semi  titular  y  sus 
armas  Hechas,  arco  y  macana.  Sus  canoas  y  cayucos  no  tenían 
quilla  por  lo  que  se  volteaban  á  menudo. 

La  religión  era  singular:  sus  actos  parecían  dirijidos  no  al 
espíritu  bueno,  sino  al  malo.  Esos  seres  invisibles  de  que  nos 
habla  el  Padre  Abad,  y  ese  raro  culto  consagrado  al  miedo,  lo 
encontramos  explicado  en  el  Orinoco  Ilustrado  del  Padre  Gumilla. 
Dios  es  bueno  y  no  necesita  que  ganemos  su  protección;  el  Diablo 
es  malo  y  es  preciso  adorarle  para  que  no  perjudique.  El  culto 
consistía  en  lo  material  en  sus  humillaciones,  postración  genufle- 
xiones y  en  echar  un  polvo  especial  (Véase  Cohobá)  en  la  cabeza 
de  sus  ídolos  con  formas  tradicionales:  guardaban  los  simulacros 
en  a  dora  torios. 

Sus  bailes  ó  areitos  eran  }  roíanos  ó  sacros:  ó  relaciones  de 
sus  tradiciones,  historia  ó  manifestaciones  religiosas  y  ejercicio 
de  la  medicina.  La  música  que  les  acompañaba  era  el  tambor, 
la  maraca  y  el  calabazo  que  aún  hoy  se  usa  en  el  campo. — En 
esos  bailes  se  emborrachaban  con  chicha  y  sahumerios  de  tabaco. 
— Llamaban  batos  al  juego  de  pelota  y  hamacas  á  unas  camas  he- 
chas de  heniquen  ó  majagua,  en  donde  pasaban  la  vida  fumando. 
]So  tenían  moneda  ni  signos  de  valor  y  su  comercio  se  reducía  al 
cambio  ó  trueque  sin  discernimiento  mercantil. 

Los  borinqueños  eran  mas  aguerridos  que  los  otros  tainos,  co- 
mo que  sufrían  mas  de  los  caribes  flecheros  antropófagos:  todavía 
en  1528  desembarcaron  con  500  y  so  llevaron  varios  vecinos,  de 
estos  á  Cristóbal  Guzman,  que  sufrió  entre  ellos  cruelísima 
muerte. 

Eran  los  indios  corpulentos:  se  aplastaban  la  cabeza  por  de- 
lante y  por  detrás,  como  los  cubanos,  tenían  picados  ó  dañados 
los  dientes  por  lo  general,  y  aunque  haraganes,  no  lo  eran  las 
mujeres,  pues  hemos  visto  que  había  notable  cultivo  en  el  campo, 
que  les  estaba  encomendado,  como  lo  describen  los  españoles  en 
1509,  era  una  estensa  huerta. 

Llevaban  semis  colgados  al  cuello  cuya  descripción  ha  con 
servado  J).  Julián  Acosta:  eran  de  piedra  (cuarzo  cenicienlo  con 
vetas  negras)  cuidadosamente  ejecutados;  la  cabeza  disforme, 
cuerpo   y  extremos   encogidos;    una  figura  humana  en   cuclillas. 


—  220  — 
El  que  examinó  Acosta  pesaba  7  onzas  (2  hectógramos.)-— Exis- 
tían machos  ídolos  borinqueños  en  el  Museo  de  Artillería  de  San 
Juan  de  Puerto-Bico;  en  el  gabinete  particular  que  recojió  don 
Jorge  Lalimer  y  en  otras  partes;  violes  el  propio  Acosta,  quien 
dice  que  aunque  varían  en  tamaño  y  clase  de  piedra  unas  margo- 
sas y  otras  calizas  ofrecen  la  misma  disposición  y  figura.  Heme  jan 
una  serpiente  enroscada  con  semblante  ó  cara  humana.  Son 
todos  pulimentadas:  lo  oran  con  un  instrumento  de  silex  de  .'>  á 
70  centímetros  deque~se  encuentran  muchos  ejemplares  en  Ponoe. 
— Los  utensilios  de  piedra  para  usos  domésticos  eran  pilones, 
vasijas  y  objetos  análogos:  pero  usaban  del  barro  de  alfarero 
como  en  Cuba,  y  tenían  cazuelas  y  vasijas,  algunas  de  formas 
caprichosas.  Atravesaba  el  país  el  segundo  período  de  la  edad 
de  piedra,  como  lo  observa  el  citado  escritor:  según  he  indicado 
en  otra  parte,  se  conservan  en  Puerto-Pico  muchos  nombres 
indios  en  la  topografía;  y  en  los  de  sus  poblaciones  es  singular 
que  habiendo  solo  dos  fundadas  en  el  siglo  XVI  (la  capital  y  la 
Germán)  lo  tengan  la  siguiente:  Coamo,  Guainabo,  (luayama, 
Manatí,  TJtuado,  Toabaja,  Toa-alta,  Yauco,  Mayagues,  Bayamon, 
Caysy,  Oaguas,  Arecibó,  llumacao,  Yabucoa,  Ñáguabo,  Coroza!, 
Luquillo,  Mannabo,  Camuy,  Gurabo,  Moriviví,  Moca,  Ay bonito, 
Sabana  (del  Palmar.)— De  los  58  pueblos  que  numera  el  Sr.  Cor- 
do  va  he  extractado  estos  nombres   (IV 

Borinquen. — Punta  en  Puerto  Eico,  ángulo  2ff.  O.  E.  de  la 
isla. 

Borinqueños. — Cangrejos  de  tierra  ó  monte  en  Puerto-  Pico: 
dí-cese  que  se  asujuatan  ó  cnsiguatan,  (jomo  escribe  el  Sr.  Córdova, 
agregando  que  ocasiona  este  mal  el  fruto  de  manzanillo. 

Botio. — Valle  en  Haití  (García)  y  significa  gran  montaña. 

Botuto. — La  trompeta  sagrada  de  los  indios  de  las  orillas  del 
Orinoco:  es  la  palabra  americana  que  precedió  á  nuestro  fotuto 
hecho  del  cobo  ó  caracol  de  mar  ó  tritón. — Gumilla  y  todos  los 
misioneros  escriben  botuto. 

BouhL—Is\a>  ó  tierra,  según  Ilrasseur  de  Bonrboug;  para  mí 
significa  lugar  habitado  ó  con  casas. 

Boya.  —Lugar  de  Haití  que  sirvió  de  asilo  á  Enriquillo  y  á 
100  indios  que  con  el  se  levantaron  en  la  época  de  Carlos  V. — 
(Véase  Enriquillo.)  Poya  es  en  el  dia  común  ó  ayuntamiento  de 
Santo  Domingo. 

Boyes. — Sacerdote  en  Eyeri. 

Boynca.— Isla  á  25  leguas  de  Haití,  llamada-  también  Añancoj 
en  donde  se  suponía  existía  una  noble  fuente  que  daba  la  juven- 
tud, cuya  fábula  ha  conservado  Pedro-Mártir  de  Anglería. 


(1)  En  el  informe  do  Air.  Masón,  incluso  en  el  anual  do  la  Sociedad  Snúthso- 
niami  de  1S7G,  se  ven  descritos  y  copiados  en  láminas  los  numerosos  efectos  de 
este  museo:  las  piedras  mammííbrmes,  los  collares  de  piedras  y  otros  utensilio,;  de 
aplicación  desconocida  son  muchas:  de  sólo  los  collares  hay  treinta  y  cinco. 


o*)!  

Brayas. — Por  la  relación  del  padre  Las  Casas  en  donde  está 
osa  palabra,  me  figuro  que  es  errata  y  debe  decir  biayas,  comió  en 
otro  lugar  llama  al  flamenco. 

Brayoan.—  Indio  de    Barinqnon  qne.se  propuso  averiguar  si 

{pañoles  eran  mortales:  (Véase  Agücband.  ' 

Huyú.—  Cosa  nueva. 

Buaynara,  hipas,  taynas. — Así  se  llamaban  las  bubas  por  los 
indios  de  la  Española  según  Ruiz  Díaz  déla  Isla  (1634)  citado 
por  Gapmani  ( (Cuestiones  criticas  sobre  varios  punios,  pág.  161.) 
Largamente  se  ha  disentido  sobre  el  origen  del  mal  venéreo,  pa- 
ra cava  designación  lia  predominado  el  nombre  de  sífilis.  Caos 
han  creído  que  el  mal  era.  desconocido  en  Europa  hasta  el  des- 
cubrimiento de  América:  otros  sostienen  lo  contrario  y  alguno 
luí  creído  que  si  bien  las  bubas  se  llevaron  de  Haití  á  España, 
fueron  desconocidas  en  Indias  antes  de  la  venida  de  los  españo- 
les, Al  hablar  de  las  propiedades  del  Guayaran,  decía  el  sabio 
jesuíta  Murillo:  "es  remedio  contra  bubas,  mal  contagioso  que  So 
trajo  de  las  Indias  á  España,  aunque  en  indias  no  so  conoció  has- 
ta (pie  fueron  los  españoles.  Eran  unos  granos  que  nacían  en  el 
cuerpo,  con  dolores,  de  que  morían  rabiando  según  Herrera." — 
(Geog.  Histórica  libro  IX,  cap.  I,  pág.  33.) 

Pero  esta  descripción  de  la  sífilis  en  esa  forma  se  encontraba 
cu  África  con  tal  frecuencia,  que  apenas  venia  un  cargamento  de 
bozales  sin  ella,  y  aun  el  claro  de  buba,  que  por  lo  regular  apare- 
ce en  los  pies.  Esto  nos  haría  encontrar  en  África  el  origen  del 
mal,  de  donde  vinieron  otros  á  consecuencia  de  los  descubrimien- 
tos portugueses. 

En  cuanto  ¿i  los  nombres  usados  por  los  indios,  llaman  la 
atención  las  palabras  taina  y  hipa:  la  primera  significa  buena, 
¡' oble,  y  es  como  se  llamaban  asimismo  las  naturales  de  las  Anti 
lias  mayores:  hipa  puede  ser  una  errata  (3  corrupción  de  jipa  ó 
xipa.  Todavía  hemos  oido  llamar  en  los  campos  al  hablar  de  un 
enfermo  muy  pálido  jipato;  se  ha  aplicado  la  palabra  álos  campos 
«pie  palidecen  por  exceso  de  agua,  por  ejemplo:  "el  maix  estñ 
jipato  porque  se  ha  cnfjuaehamado." 

En  la  extensa  y  erudita  disertación  del  Padre  Sarmiento  que 
ha  publicado  mi  discípulo  y  amigo  Reinóso  [D.  Alvaro],  se  dan 
otros  nombres  á  las  buhas  con  referencia  ai  mismo  Ruiz  Diaz  de 
la  Isla:  llámalas  f/uj/uoras,  ¡tipas,  taibas,  ¡cas.  Como  en  donde 
Gapmani  escribe  Buaynara  el  Padre  dice  gúynara;  donde  aquel 
hipa,  este  hipa  (que  se  accrcaj/jM,  que  es  lo  queme  parece)  (véase 
llipa])  el  primer  vocablo  antes  expresado,  taina,  no  parece  conve- 
niente á  la  significación  que  aquí  se  le  daría,  acaso  taiba  que  lo 
sustituye  sea  el  verdadero,  y  el  Padre  Sarmiento  agrega  Uta,  que 
es  un  nombre  más  de  los  que  bien  ó  mal  representados  habia 
(•opiado  Capmani. 

Hay  en  las  etimologías  raras  coincidencias:  la  palabra  sipliilis 
significa  en  griego  diforme  si  se  deriva  de  siphlos,  pero  se  cree 
(pie  sea  de  sípalos,  brido:    Marchi,  (Diccionario  Etimológico)  \  jno 


222 

es  notable  el  parecido  entre  si  palos  y  jipatos?  Es  también  de 
advertirse  que  en  Galicia,  como  lo  observa  el  Padre  Sarmiento, 
las  viruelas  se  llaman  boas,  y  que  esta  palabra  es  latina  según 
dice,  y  significa  una  serpiente  ó  culebra,  que  se  asemeja  á  búa  y 
que  para  él  todo  es  uno. 

Iviiiz  Díaz  no  fíjalas  fuentes  de  donde  toma  sus  noticias,  pero 
tuvo  á  su  cargo  en  el  hospital  sifilítico  las  bubas  que  aterrorizaban 
aquella  época;  solo  por  ironía  pudieron  tener  el  nombre  de  tainas: 
y  los  demás  indios,  ¿por  qué  no  se  extendieron  con  la  enfermedad 
por  la  Europa!    Es  que  el  mal  ya  existía. 

Bl  mas  notable  y  vehemente  defensor  de  la  América  ha  sido 
el  Padre  Sánchez  Velarde,  nacido  en  Santo  Domingo,  en  la  Amé- 
rica vindicada  de  la  calumnia  de  haber  sido  la  madre  del  mal 
venéreo.  Habia  escrito  antes  una  obra  titulada  Valor  de  la  isla 
española:  tenia  reputación  de  orador  sagrado  y  dio  á  la  estampa 
dos  tomos  de  buenos  sermones,  imprimió  su  vindicación  en  1785, 
sirviéndole  de  guia  la  disertación  sobre  el  mismo  objeto  del  meji- 
cano Clavijero.  Valyerde  se  disculpa  al  ocuparse  de  un  asunto 
que  parece  impropio  de  su  profesión;  y  se  escuda  con  los  Benedic* 
tinos  Gal  me  t  y  Sarmiento,  que  le  dieron  el  ejemplo.  Luego  se 
acuerda  de  Peijóo.  Lo  que  todos  dijeron,  y  aún  los  extranjeros, 
no  convenció  a  Don  Antonio  Capmani  (pie  publicó  [1808J  un  dis- 
curso (question)  para  probar  que  es  americano  el  mal:  es  la  III  de 
sus  sabias  y  eruditas  cuestiones  que  cito  al  principio. 

Después  no  conozco  obra  especial  española;  pero  ya  no  debe 
haber  duda  sobre  la  antigüedad  de  la  sífilis  en  Europa,  pues  se 
han  encontrado  obras  escritas  é  impresas  con  fechas  anteriores  al 
descubrimiento  de  América  y  á  la  época  en  que  se  supone  de  su 
introducción.  Capmani  quería  resolver  la  dificultad  antes,  di- 
ciendo que  eran  erratas;  pero  esto  no  puede  suponerse  de  los 
manuscritos.  En  nuestro  siglo  se  ha  anunciado  la  venta  de  uno 
de  Oilibertus  Anglieus  denominado  Compendium  Medicinae  (Sur 
pean  velin  du  13°  siecle.  Prix  300  fr.  5o  catalogue  Schawabe, 
número  11  place  de  la  Bourse  á  Paris  52.)  El  manuscrito  hecho 
en  negro  y  rojo  se  calificó  de  muy  interesante  para  la  medicina  y 
su  historia,  por  que  Gilibert  hablado  la  sífilis  [libro  V|  loque 
prueba  que  la  enfermedad  no  viene  de  América.  Recomienda 
liara  su  curación  las  aguas  sulfurosas  de  Bath  en  Inglaterra. 

Aquí  no  hay  cajista  á  quién  atribuir  el  error,  ni  puede  hacer- 
se lo  que  Mr.  Autruc  que  al  tener  en  cuenta  el  testimonio  de 
Fulgosio,  escritor  de  aquella  época,  que  cree  que  el  mal  de  las 
bubas  viene  de  Etiopía,  á  cuyo  parecer  se  adhiere  Sydenhan,  dice 
tal  vez  puso  Etiopía  por  América.  [Clavijero  Historia  de  Méjico 
tomo  2,  pág.  439.] 

La  palabra  buba,  según  los  académicos  de  la  Lengua,  provie- 
ne de  Asturias:  en  esa  i^alabra  se  copia  un  refrán  que  dice: — "el 
que  tiene  la  búa  ese  la  estruja"  y  de  esa  misma  forma  se  lee  en  bis 
colecciones  de  refrane«  antiguos  (Refranes  (¡losados  del  Comenda- 
dor.)— Lérida  1621;  pero  en  la  edición  de  1801  en  Madrid  se  varió: 


223 

se  puso  uba  donde  se  leía  búa.  lvs  probable  que  la  alteración  se 
perpetúe  y  falte  esa  autoridad  filológica,  por  ser  un  refrán  cosa 
que  indica  autoridad  y  tiempo. 

La  palabra  buba  era  antigua:  Capmani  la  cree  castellana 
aunque  para  indicar  toda  pupa  6  grano.  Si  lo  dice  no  lo  prueba. 
No  solo  se  encontraba  en  la  lengua  sino  en  la  filosofía  vulgar,  en 
los  refranes.  Que  esa  forma  la  más  gráfica  se  habla  corrompido 
y  se  decia  búa:  búa  \  no  buha  dijo  el  refrán,  y  búa  escribe  Oviedo 
la  primera  vez  que  usa  de  la  palabra  al  ocuparse  de  la  enfer- 
medad. 

Fué  Oviedo  el  primero  que  atribuyó  el  mal  á  la  América:  sin 
acusarlo  de  embustero  como  el  venerable  Las  Casas  lo  hace;  de 
calumniador  como  Clavijero  y  Valverde,  y  Sarmiento,  q  e  tam- 
poco lo  trata  bien,  es  una  verdad  innegable  que  las  techas  de  la 
vuelta  de  los  españoles  á  Europa  están  en  contradicción  con  su 
propósito. 

El  testimonio  de  Gilberto  Anglico,  que  ahora,  hago  valer,  es 
decisivo:  floreció  en  principios  del  siglo  XIII  reinando  en  su  país 
Juan;  Valverde  hizo  otra  referencia  no  menos  tangible:  el  edicto 
del  Parlamento  de  París  de  6  de  Marzo  de  149t>,  en  que  deter- 
mínala peste  sifilítica  como  reinante  desde  dos  arios  á  aquella  fe- 
cha. Desde  Enero  ó  Febrero  de  1404,  en  cuyo  tiempo  aún  no 
habían  vuelto  ni  el  Padre  Boil,  ni  Margarit  á  quienes  atribuye 
Paw  la  introducción  del  mal  en  Barcelona.  Oviedo  (cap.  14 
lib.  4)  lijó  esa  vuelta  en  149fí.  Clavijero  citando  á  Fulgosio  des- 
de 141)2  se  comenzó  á  sufrir  el  mal  en  Italia;  Torella  asegura  que 
lo  fué  en  Auvernia  (Francia)  en  1493;  León  Africano,  que  los 
judíos  desterrados  de  España  llevaron  el  gálico  á  Berbería.  El 
poeta  Pacilo  Máximo,  de  Anoli,  describió  la  enfermedad  que  pa- 
decía en  1479,  y  son  exactamente  los  síntomas  ocasionados  por 
sus  excesos.  El  Padre  Clavijero  no  traduce  los  versos,  pero  su 
continuador  en  la  defensa,  Valverde,  lo  hace  de  un  párrafo  que 
los  califica  del  Dice,  histórico  que  dice:  "La  enfermedad  venérea 
está  tan  bien  pintada  en  estas  poesías,  que  no  deja  lagar  á  duda, 
«pie  no  estuviera  inficionada  la  Europa  antes  del  viaje  de  Cris- 
tóbal Colon pues  nuestro  escritor  hace  mención    del 

mal  en  1481),  será  forzoso  adoptar  la  opinión  de  los  que  miran  la 
introducción  de  esta  enfermedad  como  una  epidemia  que  reinó 
en  aquel  tiempo." 

Hasta  entrando  en  el  terreno  délas  malas  intenciones,  acu- 
saron los  apologistas  de  América  á  Paw  y  los  diccionaristas  que 
combatían;  á  Oviedo  más  directamente  de  ambicioso.  Decia  este 
que  allí  donde  estaba  el  mal  habia  Dios  puesto  el  remedio  en  el 
Guayacan  ó  Palo  Sanio  de  Haití  y  vendía  mucho  de  él,  con  reci- 
ñas y  preparaciones:  pero  si  el  mal  existía  en  América,  la  Histo- 
ria demuestra  que  se  conocía  en  Europa  y  que  no  fué  de  Santo 
Domingo  al  Viejo  Mundo. 

Los  extranjeros  que  recientemente  se  han  ocupado  del  asun- 
to, Mr.  Dufour,  hademostrado.de  una  manera  indudable  la  anti 


güedad  del  mal  desde  los  tiempos  más  remotos  (Historia  de  la 
Prostitution  pág.  331  y  siguientes  tomo  4.) 

Es  curioso  leer  la  sede  de  nombres  del  mal;  y  es  singular 
que  hayan  todos  desaparecido,  quedando  el  que  le  dio  un  escritor 
de  obras  inventivas:  Frascator.  Pura  las  exigencias  de  una  fá- 
bula poética  supone  al  pastor  Syphile  víctima  del  mal  de  que  lo 
hace  sufrir  por  haber  ofendido  á  las  dioses,  lió  aquí  el  origen 
del  nombre:  el  mismo  Dufour  cita  con  encomio  á  Paracelso  cuan- 
do se  ocupó  de  la  forma  epidémica  que  tuvo  la  enfermedad  en  el 
siglo  XV. 

No  concluiremos  sin  copiar  lo  que  dice  Solórzano  sobre  el 
particular.    (PoUiiea  Indiana  libro  1,  cap.  4  par.  14.)    "Diga  lo 

que  quiera  Scalígero queda  asimismo  por  ridiculo  Salta-en 

banco  (Saltibanco\ Trujano  Bocalini,  que  pudo  negar  estas  exce- 
lencias (las  de  Indias)  dice  las  contrapone  el  mal  que  llaman 
Francés  ó  Bubático,  que  presupone  por  llano,  que  pasó   á  el  de 

este  Nuevo  Mundo siendo  así,  que  no  lo  es  sino  muy 

incierto  y  dudoso,  y  que  antes  comunica  palos,  y  yerbas  drogas 
para  su  cura,  de  que  hay  libros  y  tratados  particulares.-' 

Bacana. — Rio  de  Puerto-Rico  que  nace  en  litado,  y  es  barrio 
de  un  pueblo:  (Veáse  Mayagües.) 

Búcaro. — "Ave  indígena" — (García). 

Bucarabon. — Barrio  del  pueblo  Cangrejos  de  Puerto-Rico. 

Buhaí,  buhutí,  bohito  boliíque,  behique,  boiíion,  boutí,  buntio,  bo- 
yrto.- -Sacerdote,  medico,  en  los  diferentes  dialectos  de  las  Antillas. 

¡íuhuytihu.—  Sacerdote  superior,  alto  sacerdote. 

Bml  ó  lioil — El  Padre  Boil,  catalán,  vino  con  otros  religio- 
sos en  el  segundo  vi  age  de  Colon  para  catequizar  á  los  indios. 
Según  Torquemada  entre  los  eclesiásticos  y  Colon,  ó  sea  Boil  y  Co- 
lon, hubo  continuas  diferencias  y  disgustos  por  dos  años,  sin  pro- 
vecho de  la  cristiandad.  El  Padre  Boil  quería  mejor  .trato  para  los 
naturales  y  usaba  de  la  autoridad  apostólica  para  conseguirlo;  y 
mientras  Boil  ejercitaba  sus  armas  espirituales.  Colon  las  comba- 
tía privándole  de  la  comida,  y  aún  á  sus  parciales,  con  el  achaque 
de  que  no  obedecían  á  su  jefe.  Ei  Gobierno  Supremo  llamó  á  los 
dos.  Según  Murillo,  el  monje  de  la  orden  de  San  Benito  trajo  en 
una  expedición  12  clérigos,  y  uno  de  ellos  fué  Las  Casas.  Poco 
adelantaron  en  la  doctrina  los  indios,  que  descuidaron  por  aten- 
der á  sus  intereses, .según  el  propio  Torquemada. 

Bulos. —  Casas  fijas  en  el  pueblo  de  los  Corazones  (Relación 
¡I  naufragios  de  Cabeza  de  Baca  pág.  250.) 

Buja, — Véase  Aiba. 

Bujios. — Así  suele  escribirse  y  pronunciarse  la  palabra  Bohío 
que  significa  casa:  como  Buhíos  en  Florida  según  se  ve  antes:  tam- 
bién se  llama  BaMo  una  isla.  En  el  Brasil  se  dicen  buxios  á  unos 
monos,  estos  buxios  los  cojian  los  indios,  según  dice  el  célebre 
Viera,  con  cocos  abiertos  en  donde  metían  la  mano  para  cojer  el 
cebo  que  les  ponían,  pero  no  teniendo  instinto  para  soltarle,  que 
daban  presos. 


Bimicún.— (Véase  cibúj 

Búlioo. — Lo  mismo  que  jabado,  según  una  lista  de  voces  que 
conservo  inédita,  ignorando  su  autor 

I  ¡único. — En  el  informativo  sobre  los  servicios  de  I).  Cristó- 
bal Sotolongo,  que  cito  en  el  artículo  Cuba,  se  halla  un  lugar  lla- 
mado Búnico  cerca  del  rio  Jatíbonico. 

Burén. — Aparato  ó  utensilio  para  cocinar  las  tortas  de  cata- 
be:  "piedra,  dice  Oviedo,  de  todos  conocida." 

Hurón. — Lo  mismo  que  Tiburón. 

Untos. — Significa  árbol, 

/iuutios.—  VA'n  en  la  Española  el  nombre  de  los  médicos  que 
usaban  de  artificios  para  hacer  creer  á  los  enfermos  que  le  saca- 
ban el  mal:  (Véase  Haití.) 

Itu.cíos. — Así  escribe  el  I 'adre  Abad  la  palabra  bohío  en  l>o- 
r¡  nquen. 

Un  ya.— El  abate  lirasseur  de  Bourbourg  cree  que  esta  pala- 
bra significa  cosa  y  espíritu  bueno,  y  yo  me  figuro  lo  contrario, 
pues  si  buya  es  cosa  buena  no  fuera  Mabuya  el  Diablo.  Ma  es  una 
partícula  afija  que  indica  grandeza,  y  por  eso  unido  á  buya  para 
alimentar  su  significación,  es  gran  mal.  En  otras  partes  buya 
significa  culebra. 

O. 

No  suenan  las  combinaciones  ce,  ci  en  nada  de  lo  que  queda 
de  las  Antillas.  Nuestro  naturalista  Poey,  y  al  mismo  tiempo  co- 
nocedor profundo  del  castellano,  ha  conservado  en  lo  escrito  ci- 
guatera, ceyba  y  en  otras  palabras  por  que  asi  lo  hace  la  Acade- 
mia, (El  Artista,  t.  2.pág.  103)  "aunque  no  cecearon  los  indios".  Por 
ese  respeto,  que  no  es  histórico,  le  imitaré;  pondré  en  esta  sección 
esas  corrupciones  andaluzas  que  no  hemos  conservado  sus  des- 
cendientes, que  por  el  contrario  seguimos  hasta  el  extremo  opues- 
to el  ejemplo  indígena,  alterando  los  sonidos  castellanos  de  esas 
combinaciones,  y  las  de  la  z.  Todos  las  palabras  escritas  con  c  y 
c,  en  las  expresadas  combinaciones,  en  cuanto  á  las  últimas  le- 
tras, siempre  deben  escribirse  con  s,  como  ahora  se  pronuncian 
por  los  criollos,  y  por  los  indios  que  las  usan.  Véase  la  palabra 
Aragua:  es  verdad  que  en  esta  lengua  se  ve  escrito  ce,  ci,  pero  se 
pronuncia  ¿i  lo  italiano,  che,  chi;  cerní  cid,  se  dice:  chemí,  chichi, 
el  adivino.  Por  eso  Mr.  Schomburgk  hasta  suprime  la  o  y,  usa  la  A-, 
y  advierte  (pie  la  c,  conserva  sólo  aquellos  sonidos.  Aún  en  otras 
lenguas  indias,  la  z,  ni  la  c,  ante  las  vocales,  la  primera  ante  sólo 
c,  i,  ni  l;i  segunda  se  parecen  al  español:  lo  mismo  (pie  Nájeraque 
Huir,  lo  misino  los  otomies,  que  los  botocudos;  entre  los  salvajes, 
([iie  los  medio  civilizados  mexicanos,  las  pronuncian  de  distinto 
modo:  Brasseur  de  liourboiig  ni  aún  pretende  explicar  la  diferen- 
cia, sino  que  asegura,  (t.  I.  pág.  El X  "llisloirc  des  Nations,  X), 
que  siempre  pronuncian  la  c,  como  s.v  En  cnanto  al  uso  de  la  <•  \ 
z  por  «,  ó  por  el  contrario,  dice  el  sabio  humanista  1).  Juan  de 

1S 


-- re- 
inarte: "Dos  célebres  provincias  que  han  dado  á  nuestra  lengua 
autores  excelentes,  la  andaluza  y  valenciana,  padecen  el  general 
defecto  de  confundir  y  equivocar,  especialmente  en  la  pronuncia» 
cion,  las  dicciones:  la  primera  pronunciando  c,  ó  z,  como  s,  ó  al 
contrario,  la  8,  como  £,  y  dando  á  la  //,  fuerza  dé  x  6  j-  y,  la  se- 
gunda con  perpetuo  seseo  lo  mismo  la  c  y  la  s  ó  *,  sin  perdonar  al 
nombre  de  su  patria,  ni  al  suyo  j)ropio." 

Ca. — Tierra,  suelo,  seco,— (Véase  Cayos.) 

Cabaicos.  —Cebollas,  bulbo  vegetal;  también  macaones. 

Cabaioes.—Dohe,  ser  lo  mismo  que  el  anterior:  eran  raíces  de 
que  se  alimentaban  los  indios  antes  de  que  Bohito  inveníase  el 
casabe. — Véase  Ages,) 

Cabau. — Montaña  de  Haití, 

Cabao. — Provincia  del  cacicazgo  de  Magua. 

Cabayoes. — Otra  forma  de  la  misma  palabra  cabaicos. 

Cabuya. — Cuerda  ó  cordel  que  formaban  de  majagua,  man- 
quen, pita,  ó  con  otras  sustancias  textiles. — " Cabuyas   son  unas 

pencas  como  la  cavila hay  dos  maneras  dello  cabuya  y  nequen 

(heniquen) ambos  son  vocablos  de.  esta  isla   española.^ — Las 

Casas,  Hist.  pág.  315,  tomo  II. 

Cacacubana,  Cahagusí,  Cahonao,  Caisimú,  6  Coizimú,  Cañaba- 
coa,  Cayabo— Regiones  de  Haití  cuya  inicial  es  c. 

Cacata.—  TJna,  araña  grande  de  la  Española:  ¿será  la  araña 
peluda  de  Cuba? 

Cacabuya. — Especie  de  serpiente  del  Brasil.  (Laraousse.) 

Cacheo* — Fruta  haitiana.  (García.) 

Cachimán. — El  marañon,  [árbol]  según  Descourtalizt. 

Cacique,  (cauque) — Jefe  ó  príncipe  en  las  Antillas:  es  un  er- 
ror de  Larousse  en  su  Gran  Diccionario,  el  decir,  que  esta  palabra 
caribe  se  daba  ti  los  príncipes  del  Perú,  México  y  otras  comarcas, 
pues  los  españoles  la  llevaron  á  esos  p  najes,  desde  Haití;  en  don- 
de únicamente,  y  en  las  Antillas,  fué  usada,  Si  hemos  de  creer  los 
cronistas  de  la  época  del  descubrimiento,  el  gobierno  de  los  tai- 
nos, era  admirable  por  lo  humano  y  ordenado.  El  venerable  Las 
Casas,  el  célebre  Pedro  Mártir  de  Angleria,  nos  dicen  «pie  las  for- 
mas monárquicas,  principalmente  en  las  islas  mayores  y  las  I.  a  ya- 
cas, estaban  templadas  con  tanta  bondad  y  piadosa  moralidad, 
que  era  desconocida  la  soberbia.  Amaban  á  sus  príncipes  entra- 
ñablemente y  su  profundísimo  respeto,  no  los  privaba  de  un  tra- 
to familiar  y  de  una  llaneza  tan  extraordinaria,  que  hasta  se  sen 
taban  á  la  misma  mesa,  y  metían  Ja  mano  en  el  plato  en  que  co- 
mían. Alguno  de  esos  cronistas  asegura  el  hecho  como  testigo. 
El  padre  Torquemada,  que  más  que  otros  se  entretuvo  en  consig- 
nar estos  pormenores,  y  recojerlos  de  los  primitivos  escritores,  los 
trae  por  extenso  en  la  Monarquía  Indiana. 

La  difícil  cuestión  de  la  comunidad  de  bienes,  estaba  práctica- 
mente resuelta:  todos  trabajaban  en  sus  conucos,  pero  nadie  saina 
lo  que  significaba  lo  mió,  lo  tuyo.  "El  oficio  de  los  reyes,  [habla 
de  los  lucayosj  dice  Torquemada,  es  el  de  los  reyes  de  las  abejas, 


—  227  — 
que  oo  es  mñs  que  tener  cuenta  y  cuidado  do  cada  uno  de  los  súb" 
ditos,  como  si  por  aventura  fueran  hijos  de  un  padre:  el  mayordo- 
mo de  todos.  Tenia  encargo  de  mandar  á  cada  uno  de  por  sí,  y  á 
todos  juntos,  (jne  lucieran  sus  sementeras  .y  labranzas  en  el  cam- 
po, para  tener  pan  que  comer,  y  fueran  á  cazar  y  pezcar,  todo  lo 
cual  tenían  en  dicho  rey,  y  él  lo  repartía.  Lo  mismo  hacían  en 
todas  las  demás  cosas  en  que  tenían  necesidad."' 

"Cosa  maravillosa  que  estos  vocablos  mió  y  tuyo  y  otros  se- 
mejantes que  huelen  á  particular  posesión  y  dominio,  no  se  expre- 
sasen, no  se  oyeran  jamás  entre  aquellos  isleños,  ni  los  conocie- 
ron: de  donde  se  sigue  creer  el  admirable  y  pacííico  gobierno  de 
los  señores  que  gobernaban,  pues  no  habia  cosa  que  lo  impidiese, 
siendo  el  interés  de  las  posesiones  y  dominios,  la  más  ordinaria  y 

frecuente  causa,  de  las  disensiones  y  alborotos jSo  tenían  con 

tiendas  ni  litigios,  contentándose  con  la  posesión   común.     Todo 
esto  refiere  Pedro  Mártir,  en  la  7a  Década." 

El  gobierno  que  se  describe  de  las  Lacayas,  era  el  mismo  é> 
semejante  en  las  islas  mayores,  comarcanas.  A  ser  ciertos  estos 
pormenores,  y  no  hay  datos  para  negarlo,  tendríamos  el  fenóme- 
no ile  que  en  América  se  anticipé  entre  los  naturales,  el  régimen 
de  comunidad  que  ensayaron  después  el  obispo  Quiroga  en  México 
y  los  Jesuítas  en  el  Paraguay. 

Los  casiques  solían  emplear  la  superstición  en  sus  actos,  sc- 
mi-sacerdotales,  pues  dírijian  las  ñestas  y  hasta  tenían  el  privile- 
gio de  tocar  el  tambor,  de  que  se  habló  en  otra  parte  en  los  Arei- 
tos.  Cuenta  Oarlí  (Lettres  sur  VAmerique  p.  112,  t.  I.)  que,  "un  ca- 
sique  de  las  islas  queriendo  imponer  al  pueblo,  fácilmente  imagi- 
nó comunicar  con  un  tubo  ó  trompa  el  lugar  donde  estaba  su  ídolo. 
Un  confidente  hablaba  por  él,  y  hacia  creer  que  las  palabras  sa- 
lían del  ídolo." 

Casique  debe  escribirse  como  se  pronuncia,  casique,  pero  desde 
muy  al  principio  se  escribió  con  c,  siendo  oq invocado  hasta  el  ori- 
gen de  la  palabra,  por  uno  de  nuestros  maestros  en  la  lengua 
castellana,  el  laborioso  y  entendido  Covarrubias  [Tesoro  de  la  len- 
gua castellana,  1673,]  u(kicique,  escribió,  vale  en  tanto  en  lengua 
Mexicana,  como  señor  de  vasallos."  Tero  si  es  notoria  equivoca- 
ción hacer  mexicana  la  palabra,  es  curioso  y  modesto  lo  que  agre- 
ga: "puedo  traer  origen  del  verbo  hebreo  chaza&q  [fortitudo]  for- 
tín, de  donde  puede  dezir  cazique:  con  todo  esto  yo  me  remito  á  los 
que  tienen  noticia  de  la  lengua." 

Caciques  de  Cuba. — Se  conservó  con  ese  título  el  recuerdo  de 
su  origen  á  D.  Alonso  Rodríguez,  casado  con  D!.1  María  Ma-Cuba, 
naturales  de  la  Isla  de  Cuba,  (pie  se  quedaron  á  vivir  con  los  i 
pañoles,  desde  el  principio,  y  que  fueron  luego  el  núcleo  de  la 
fundación  del  Caney.  D.  L.  A.  Baralt,  ha  conservado  de  esos 
antepasados,  cariosas  memorias.  Fueron  personas  notables,  asi 
como  1). MTircos  Rodríguez,  que  lo  heredó  y  lo  mismo  I>.  Alonso 
que  1).  Marcos,  obtuvieron  el  título  de  casiques  y  comandantes  de 
las  Milicias.    Los  poetas  \lc  Santiago  <le  (juba,  han  solido  cantar 


—  228  ~- 
á  la  mujer  del  casique  de  Cuba,  pero  le  han  suprimido  la  primera 
sílaba  ü/íf,  al  nombre,  que  ha  quedado  sólo  Cuba.  Ma  significaba 
en  siboney  grande)  pero,  en  este  caso,  puede  ser  la  contracción  de 
mamá  ó  madre  que  usaban  mucho  los  campesinos  en  la  isla:  Mar 
rancha,  Ma*Kosario  etc.  Los  prosistas  más  ajustados  á  la  ver- 
dad, dicen  que,  Ma-Cuba,  "era  bajetona,  gruesa,  y  mal  parecida 
de  físico."  (Baralt.) 

En  una  composición  que  se  publicó  en  el  Indicador  constitu- 
cional, (Habana  18  de  Julio  de  1820)  se  Labia  de  la  Gasica  de  Cu- 
ba y  se  pone  esta  nota:  "Según  la  tradición  inmemorial,  Cuba  era 
el  nolnbre  de  la  cósica  de  la  parte  oriental".  "Firma  la  poesía  El 
cubano  liberal"  y  se  titula  uAl  glorioso  apresuramiento  de  la  ciudad 
de  Santiago  de  Cuba,  por  la  Constitución.1'' 

Cacique  de  Haití. — En  los  últimos  tiempos  de  la  conquista,  es 
te  fue  el  título  de  uno  de  los  descendientes  del  casique  de  Bauru- 
co.  Era  un  joven  indio  educado  por  los  religiosos  de  la  orden  de 
San  Francisco,  con  la  escrupulosidad  y  celo  que  les  tenia  reco- 
mendado la  Keina  Católica,  respecto  á  los  naturales.  Genera- 
lizadas las  encomiendas,  fue  dado  en  un  repartimiento  el  mance- 
bo, ya  educado  y  casado,  á  un  español  llamado  Valenzuela,  á 
quien  sirvió  resignado  con  fidelidad;  pero  un  hijo  del  encomende- 
ro le  fué  intolerable  por  su  mal  proceder,  y  hasta  el  extremo  de 
pretender  los  favores  de  la  mujer  del  indio,  que  en  el  bautismo 
tenia  el  nombre  de  D.  Enrique.  Corría  el  año  de  1517  cuando  can- 
sado de  sufrir  se  alzó  metiéndose  en  los  bosques;  al  año  se  halló 
acompañado  de  más  de  300  compañeros  á  quienes  enseñó  el  ma- 
nejo de  las  armas  y  disciplinó  de  una  manera,  que  acreditó  la  su- 
perioridad de  su  carácter.  Fueron  vanas  las  tentativas  que  se 
realizaron  para  reducir  á  los  alzados.  Las  ventajas  de  D.  Enrique 
ó  Enriquilio,  como  otros  le  llamaban;  sus  actos  de  generosidad;  su 
moderación  y  amabilidad  le  ganaron  simpatías  y  prosélitos,  y  de 
aquellas  hasta  entre  sus  enemigos:  por  el  ejemplo,  tenían  sus  par 
cíales  encerrados  en  una  casa  á  81  españoles,  á  quienes  querían 
quemar  en  ella;  pero  el  jefe  se  opuso,  y  les  perdonó,  libertándolos 
de  tal  peligro.  Su  administración  hacia  reinar  la  abundancia  y 
ella  le  atraía  subordinados,  entre  otros,  negros:  todo  hizo  conce- 
bir serios  temores,  y  se  acordó  emplear  otras  medidas,  pues  eran 
inútiles  las  de  la  fuerza,  y  se  nombró  de  enviado  al  Padre  líemy, 
francés,  que  había  sido  su  maestro:  los  soldados  le  recibieron  mal; 
lo  despojaron  de  sus  trajes,  y  tenían  aviesas  intenciones.  Estaba 
por  fortuna  de  él  cerca  D.  Enrique,  que  corrió  hacia  su  maestro, 
lo  abrazó,  le  hizo  devolver  sus  hábitos,  pero  los  habían  despeda- 
zado los  indios.  A  pesar  de  que  las  atenciones  del  casique  rebel- 
de, pudieron  compensar  el  mal  recibimiento  de  sus  parciales,  es 
verdad  que  el  padre  volvió  sin  arreglo,  ni  esperanzas  de  sumisión 
ni  condiciones,  contestándole  que  para  que  no  hubiera  guerra  no 
la  iniciaran  los  blancos,  pues  ellos  no  hacían  más  que  defenderse: 
que  de  esto  dependía  la  paz.  Es  cierto  que  jamás  acometió  él 
primero. 


ooo, 

Bn  1538  fué*  atacado  el  Baoraco,  (sierras,)  por  tres  divisio- 
nes; pero  I).  Enrique  se  retiró  á  la  parte  más  inaccesible  sin  que 
se  lo  pudiesen  impedir.  El  Gobernador,  ]).  Sebastian  Ramírez, 
hecho  oargo  del  mando  quiso  poner  remedio  á  un  peligro  que  se 
prolongaba,  y  nombró  á  un  hidalgo  de  Ledesma,  del  tiempo  de 
Colon,  llamado  San  Miguel,  vecino  de  lionas,  para  que,  con  150 
hombres,  sujetasen  al  alzado.  Siguiólo  de  montana  en  Montaña, 
y  tan  de  cerca,  (pie  un  día  pudieron  hablarse  los  dos  jefes  en  un 
barranco  ó  hendidura  profunda,  do  dos  montañas.  Allí,  concerta- 
ron una  tregua,  y  tuvieron  varias  conferencias:  faltó  á  ella  San 
Miguel  y  creyó  I).  Enrique  que  iba  á  ser  embestido:  sin  embargo, 
dispuso  que  se  diera  la  comida  preparada;  que  se  le  disculpara 
con  un  pretexto  plausible;  que  se  entregara  una  cantidad  de  oro; 
que  se  protestase  el  deseo  de  vivir  en  paz. 

Hasta  1539,  no  terminó  esta  situación:  en  ese  año  un  comisio- 
nado del  Emperador,  con  una  carta  suya  dirigida  á  D,  Enrique, 
abrió  las  negociaciones:  llamábase  Barrionuevo.  Alhagado  el  in- 
dio con  tal  mensaje,  y  ayudado  por  sus  deseos  de  vivir  en  paz,  se 
hizo  ésta  con  grandes  demostraciones  de  alegría.  Desconfiaba, 
sin  embargo,  I).  Enrique  se  cumplieran  los  capítulos  de  ella;  pe- 
ro se  le  conservaron  religiosamente,  habiendo  sido  declarado 
príncipe  de  su  nación,  conservándosele  á  el  y  sus  sucesores  el  títu- 
lo de  Casique  de  líaití,  con  amplias  facultades  de  gobierno  y  fa- 
cultad de  castigar  ó  resolver  en  primera  instancia  los  asuntos  álos 
suyos.  Eran  cerca  de  4,000  las  personas  que  se  le  habían  unido  en 
Boya;  más  á  los  cuatro  ó  cinco  años  se  le  habían  separado  muchos, 
y  reducido  á  tan  corto  número,  que  le  parecía  imposible  al  Padre 
Charlcvoix.  Acompañó  á  Barrionuevo  Martin  Alfaro,  (Véase.  Al- 
faro,)  pariente  de  I).  Enrique.  Estuvo  siempre  con  éste,  y  le  si- 
guió á  Boya  J)a  Mentía,  la  mujer  del  casique,  principal  causa  de 
su  rebelión.  Antes  del  bautismo.  D.  Enrique  se  llamó  Guarocuya. 

Cacicana. — En  un  fragmento  publicado  por  el  Sr.  Cruz  (La 
Guirnalda  núm.  4o)  se  dice  que  Casicana  fué  nieto  de  Ilatuey,  é 
hijo  natural,  de  Panfilo  Narvaez.  No  se  si  el  parentesco  será  par- 
te de  la  leyenda  tradicional  que  quiso  conservar  Cruz. 

Caco.— Cacao,  según  Brasseur  de  Bourboug, 

Qaeugia, — Cacao  conforme  al  Padre  Román,  que  llama  Ana- 
mcugia  á  la  flor  del  cacao.  Los  granos  del  cacao  se  usaban  en  Mé- 
xico como  moneda  menuda:  y  aunque  se  prohibió  en  1527,  so  tuvo 
(pie  permitir  en  1526,  vista  la  tenacidad  del  pueblo  en  admitir  su 
uso  (lirevoort,  The  Magazin  of  American  History,  pág.  «>-*>o,  Junio 
de  L878.)  Cuando  II umboldt  estuvo  en  México  todavía,  usaba  el 
pueblo  esa  moneda  á  razón  de  64  granos  por  medio  real.  En  las 
Antillas  no  liabia  tal  costumbre  al  descubrirse:  la  moneda  pro- 
vincial que  se  usó  fué  el  oro  nativo  con  mareas  impresas  de  su  va 
lor.  Pedro  Mártir  eu  la  5*  y  81  décadas  habla*  de  los  granos  del 
cacao  como  moneda.  [Brevoort,  en  el  periódico  citado. | 

Caguana, — Sitio  en  Puerto  Rico  en  donde  está  la  cuera  de  los 
muertos,. 


—  230  — 

Caguanábo.~ Sitio  de  Haití. 

Caguane, — Caracol  pequeño  de  donde  se  llama  gavilán  ('«(jua- 
nero a  una  ave  e  pajaro  de  Cuba. 

(Jaguaní. — Es  un  lago  de  la  Española  que  luego  se  llamó  de 
Enriquiilo,  A  O.  de  Neiba.  Tiene  Unjo  y  reflujo  como  el  mar,  y  un 
islote  de  dos  leguas  de  largo  y  cuatro  de  anclio:  mide  18  leguas  el 
lago  en  circunferencia.  En  dicho  islote  se  refugió  el  casique 
Ouarocuya  á  quien  bautizaron  y  educaron  los  españoles  con  «'1 
nombre  de  Enrique,  de  quien  se  ha  hablado  antes. 

Cagiiairán.—~Eri  algunas  parte*  de  Cuba,  el  ácana:  el  colector 
práctico  (Jiménez  le  llama  caguirdn  y  no  los  confunde.  En  otra 
sección  me  ocupo  de  los  árboles  con  nombres  indios.  (Véase  Al- 
miqíií.) 

Caguarama.  —  Territorio  haitiano. 

('aguaya. — Sitio  en  Santo  Domingo. 

Gaguág. — Puerto  de  Jamaica  al  ¿forte. 

Gaguabam.— Lugar,  sitio  en  Santo  Domingo. 

Gaguesá  —Fruto  silvestre  en  Santo  Domingo. 

Gaíwnao. — (Véase  Gamoteia.) 

Cahuey. —asombre  de  un  papagayo  que  se  domesticaba  por 
los  indios.  Tienen  dos  pies  y  medio  de  largo:  viven  como  las  ga- 
llinas al  rededor  de  las  casas  de  sus  dueños.  Colon  es  el  primero 
que  escribió  sobre  esta  costumbre  india  de  criar  en  vez  de  gallinas 
esos  seres  tan  distintos  Humboldt  los  vio  en  otras  tierras  ameri- 
canas y  los  describe  como  magnífica  especie  de  papagayos  ó  aras 
en  sus  viajes  en  las  regiones  equinociales,  lib.  VII,  cap.  XXI. 

Caica. —Ln  cotorra  de  cabeza  negra  común  en  Güayana.  (La- 
rousse.) 

Galguan, — [Véase  Daiguan i  j 

Gaihabo. — Provincia  india  en  Haití  contigua  á  lluhaho,  cuyas 
regiones  se  enumeran  en  el  artículo  Haití, 

Calman. — Dice  Larousse  que  es  corrupción  de  acuyaman,  que 
es  genuino  caribe.  (Véase  Cayman. 

Caimito. — Árbol  frutal  de  Cuba:  es  singular  que  en  Jamaica 
se  conserven,  como  en  las  otras  colonias  inglesas,  tan  pocos  nom- 
bres indígenas  en  los  frutos  de  uso  común:  llaman  al  caimito  star 
aple  (manzana  estrella)  y  en  esta  forma  de  composición  el  mamón 
es  custard-aple  y  así  de  las  demás. 

Caimoni. — "Fruta  silvestre."  (García.) 

Caizihu. — Gran  señor  haitiano.  [Véase  GuaniacaeoeL] 

Caizimum. — Frente  de  una  casa:  nombre  de  provincia  en 
Haití:  se  escribe  también  con  supresión  de  la  m,  eaizimú. 

Cajas, — Provincia  de  ISanto  Domingo. 

Cajaya. — "Tiburón"  Haití  (García.) 

Calaguala. — Vegetal  venenoso  en  Cuba,  especialmente  para 
los  perros.  Hay  en  las  Regiones  Andinas  una  tribu  de  indios  se- 
mejantes á  los  gitanos  de  Europa  por  sus  formas  sociales  que  se 
llaman  Callaguaya.  Azpiazu  en  su  obra  con  el  título  aquí  indica- 
do antes,  trae  esa  noticia.  §.  X.  Es  curioso  que  ese  pueblo  erran- 


—  231  — 
te  lleve  un  nombre  tan  parecido  á  va-yaya,  que  es  una  mariposa  en 
Cuba. 

Calalú. — Según  E&afinesque,  significa  un  cocido  ó  sopa:  hoy  es 
un  guiso  compuesto  de  hojas  de  malanga  y  oíros  vegetales  entre 
salsa  y  potaje. 

Calumet. — No  es  palabra  antillana,  pero  la  lian  usado  cómo 
tal  los  cubanos  poetas  ó  poetas  cubanos.  Qalanot  cu  vascuence  .\ 
Icalano*  cu  griego  significan  el  tubo  de  cañuela,  parte  (Je  la  pipa, 
que  es  lo  que  quiere  decir  calumet. 

Camocho. — Apellido  de  un  indio  cristiano  enviado  por  el  en- 
tonces Ldo.  Las  (Jasas  para  apaciguar  á  sus  paisanos,  aconseján- 
doles que  volvieran  ti  sus  casas,  donde  serian  bien  recibidos. 

Camagüei)  Camagüey, — Populoso  distrito  indígena  en  Cuba, 
un  pueblo  del  mismo  nombre,  50  leguas  de  Bayamo.  La  (pie  hoy 
es  ciudad  de  Puerto  Principe,  se  fundó  orillas  del  mar  y  luego  se 
trasladó  á  Caonao;  y  en  1516  á  Camagüey,  que  era  el  pueblo  indio 
más  extenso.  En  L534  su  población  de  españoles  ó  vecinos  era,  de 
i!)  á  20,  según  carta  de  Manuel  Pojas  que  publicó  D.  Ramón  de 
la  Sagra.  Esta  antigua  provincia  ha  conservado  unas  que  otras 
huellas  indígenas  y  tradiciones  sociales  de  los  primeros  días  de 
I  ¡i  colonización. 

Después  del  tumulto  de  Bayamo  (Véase  Éayamo)  dispuso 
Velazquez,  que  Panfilo  de  Narvaez  pasase  á  Camagüey  con  el 
Padre  Las  Casas  y  bajo  la  dirección  de  éste  lo  visitase  y  conti- 
nuase un  viaje  de  exploración  por  la  isla;  y  les  dio  100  hombres 
de  escolta:  Crijalva  quedó  en  Bayamo  donde  el  mismo  Las  Casas 
había  tranquilizado  y  recibido  á  los  indios  alzados.  Estos  se  le 
presentaron  ai  clérigo,  ofreciéndoles  sus  tesoros  que  consistían  en 
surtas  de  cuentecillas  que  estimaban  como  alhajas  preciosas.  La 
llegada  de  los  españoles  á  Camagüey  fué  un  suceso  pací  íleo  co- 
mo podia  esperarse  de  la  índole  del  protector  de  los  indios:  para 
evitar  abusos,  se  dispuso  que  los  españoles  y  8U8  ludios  de  Jamai- 
ca y  su  séquito  ocupasen  una  parte  de  la  población,  sin  mezclarse 
en  lo  reservado  á  los  naturales:  estos  llevaban  á  sus  hijos  al  Pino. 
Las  Casas  para  que  los  doctrinase  y  bautizase  y  se  valia  para  la 
predicación  de  interpretes  españoles  que  ya  sabían  la  lengua  in- 
dia. -Cuál  fué  el  porvenir  de  los  Camagüeyanos,  no  es  objeto  do 
este  libro. 

Qaman toe— Según  Larousse,  es  una  especie  del  mfrnioo  (pie 
puede  comerse  sin  la  previa  extracción  del  jugo  venenoso.  Camote 
se  Huma  en  Méjico  al  boniato  y  boniato  se  llamaba  la  yuca  blanca 
en  Cuba. 

C<( marcó. —  VA  Sr.  i).  Joaquín  de  Miranda  v  Madariaga  en  su 
interesante  memoria  sobre  la  isla  de  Pinos,  que  conservo  manus- 
crita, y  firmada  por  é!,  dice  que  el  nombre  indio  de  la  Isla  de  Pi- 
nos,  que  llamaron  Evangelista  los  españoles,  era  Comarcó. 

Camaréto.— Una  variedad  de  boniato  ó  uae  en  Cuba, 

Camaya. — Lo  misino  que  Guacamaya* 

Camayoa. — El  pecado  nefando. 


.     (JamUjuamo. — "Pez  áe  rio". — Santo  Domingo   [García], 

Camoís. — En  lugar  de  bananas:  ¿pero  no  se  referirá  al  boniato 
que  como  hemos  visto  antes  se  llama  camote  en  Méjico? 

Camoteia. — Isleta  donde  se  edificó  la  primera  casa  de  la  emi- 
gración Matiniana  en  la  parte  llamada  Cahanao  entre  los  márge- 
nes del  rio  Baháboni,  en  sus  aguas:  lugar  frecuentado  de  los  in- 
dios como  tierra  sagrada;  y  como  dice  Pedre  Mártir:  "como  es  pa- 
ra nosotros  Jerusalen;  para  los  mahometanos  le  Meca;  para  los  de 
las  Fortunadas  en  la  gran  Canaria  Tyrina  sobre  su  alta  roca. 

Camarreo. — Nombre  que  tenían  los  cayos  tfe  los  Jardines  y 
Jardinillos  en  las  costas  del  Sur  de  Cuba. 

Camba. — Sitio  en  Haiti. 

Cambao. — Rio  de  Haiti. 

Canabacoa. — "Provincia  de  Magua."  Haiti. 

Can. — Es  como  ligero,  el  pez. 

Canareo. — Pueblo  donde  residió  el  venerable  Las  Casas  y  el 
piadoso  Pedro  de  la  Rentería,  á  orillas  del  Arimao.  Camarreo 
suelen  algunos  llamarlo  y  D.  Alejo  II.  Lanier  preferia  esta  forma. 
Según  Diaz  del  Castillo,  fué  pueblo  de  indios,  y  la  Torrre  cree  que 
no  es  exacto  lo  que  dice  Las  Casas  de  que  estaba  á  las  orillas  del 
Arimao.  Lanier  elevó  aquí  un  recuerdo  ó  pequeño  monumento  á 
la  memoria  del  obispo  de  Chiapa,  No  liay  duda  de  que  en  el  pueblo 
de  indias  llamado  Cañar eo  cerca  del  puerto  de  Jagua  y  de  la  ciu- 
dad de  Trinidad  que  fundó  Velazques,  se  concedió  encomienda  al 
Ldo.  Casas  y  Pedro  Rentería:  que  con  buen  golpe  de  indios  se  en- 
tregaron á  las  expeculaciones  de  la  época;  pero  luego  se  conven- 
cieron de  los  peligros  para  el  alma,  de  seguir  explotando  los  indios 
en  su  provecho,  renunciaron  el  repartimiento;  y  fueron  los  prime- 
ros que  repugnaron  las  encomiendas.  La  vida  entera  del  que  fué 
luego  fraile  de  los  Padres  Predicadores  de  Santo  Domingo  de 
Guzman,  luego  obispo  y  siempre  protector  y  defensor  de  los  in- 
dios, sostuvo  el  combate,  consiguiendo  ser  oido  del  Gobierno  Su- 
premo en  tan  difícil  lucha  como  lo  es  la  de  los  intereses  materia- 
les. 

Canarí. — Dice  el  poeta  Dominicano  Pérez  que  significa  vasija 
de  barro  en  Haití:  según  Rochefort  es  en  las  islas  menores  el 
mismo  objeto,  y  escribe  anary. 

Camuy. — Pueblo  ó  partido  de  Puerta  Rico  en  la  parte  íf.  pró- 
ximo á  la  costa,  y  barrio  del  mismo;  también  un  rio.  . 

Caney.—  La  principal  acepsion,  lo  general  de  esta  palabra  es 
casa  círcídar,  habitación  de  Jefes  del  país  en  cuyo  concepto  se  ha 
llamado  palacio  i>or  algún  americanista.  El  Padre  Julián  llama 
caneyes  á  todas  las  chozas  de  los  indios  de  Cartagena  en  la  Perla 
de  la  América  y  que  los  misioneros  contaron  21,000  caneyes  á  los 
indios  tepes  en  una  población  que  debían  calcularse  por  otras 
tantas  familias  [pág.  252].  Lleva  también  este  nombre  un  pue- 
blo de  naturales  de  Cuba  á  2  leguas  de  la  ciudad  de  Santiago: 
De  este  pueblo  habla  Larousse  en  su  Gran  Diccionario:  dice  que 
se  llama  San  Luis  del  Caney,  que  está  á  G  kilóms.  do   Santiago  y 


—  233  — 

que  era  el  único  punto  en  que  so  conservaba  raza  india;  que  en 
isi  i  se  declararon  extinguidos  Los  privilegios  que  como  á  natura- 
les ooncedió  Dona  Isabel  la  Católica  á  los  indios  do  América;  que 
los  mil  habitantes  que  tenía  quedaron  eon fundidos  con  los  demás 
del  país  respecto  de  derechos  y  obligacianes.  Los  caneyes  (edili- 
eios)  tenían  una  claraboya  ó  torrecilla  para  que  saliera  el  humo  y 
entrara  la  luz. 

Caneyes-arriba. — Población  numerosa  de  indios:  apesar  de  la 
emigración  que  sufrieron  esta  población  y  (Juaicabana,  todavía 
quedaron  bastantes  en  número,  en  especial  los  que  se  tenían  por 
hidalgos  conforme  á  varias  cédulas  reales,  como  descendientes  de 
casiques,  propietarios  de  haciendas,  y  qué  se  honraban  con  su  as- 
cendencia; hasta  unes  del  siglo  XVI I  y  aun  á  mediados  del  XVIII 
hubo  compañías  de  milicias  de  naturales  en  Caneyes-arriba,  como 
en  Caneyes-abajo.  Los  restos  de  esos  tipos,  ya  confundidas  las  ra- 
zas, se  veian  en  la  parroquia  de  San  Juan  y  ermita  de  Santa  Ana 
frecuentados  por  los  indios  de  Caneyes  y  Guaicabana,  Los  in- 
dios de  JSan  Juan  y  de  Santa  Ana  los  llamaban  los  bayameses  que 
ocupaban  otros  barrios,  como  los  del  Camagüey  indios  de  las  ori- 
llas á  los  que  en  ellas  vivían. 

Gánci. — Creen  algunos  que  eran  las  casas  más  grandes  en 
que  vivían  los  casiques:  dos  cosas  me  parecen  verosímiles:  la  Ia, 
(pie  si  e*s  cierto  sería  Cansí  y  no  con  cj  y  la  2a,-  que  puede  ser 
corrupción  de  Caney  convertida  e  en  s, 

Canoa, — El  bajel  formado  de  una  sola  pieza  de  un  árbol  en 
que  solían  colocarse  hasta  GO  personas:  almadías  las  llamó  Colon; 
y  con  ellas  se  viajaba  por  todo  el  archipiélago  caribe  y  se  tenían 
relaciones  con  el  continente  y  en  especial  con  los  yuatiaos  ó  her- 
manos, los  (jalibisj  por  ejemplo.  Un  escritor  americano  antiguo  y 
poco  citado,  Llaguno  Zapata,  sostiene  aunque  equivocadamente, 
y  cree  que  la  palabra  no  es  india,  pero  es  efectivamente  antillana, 
pues  se  usaba  en  las  islas  mayores  y  aun  en  las  menores:  la  ma- 
yor (pie  vio  Colon  fué  en  Cuba  y  tenia  95  palmos;  otra  en  Haití 
de  25  bancos.  Para  viajes  dilatados  poníanles  una  especio  de 
toldo:  así  las  usaban  los  (pie  hacían  el  tráfico  entre  Yucatán  y  las 
Cuanajas.  Se  labraban  con  fuego.  Barquetes  de  una  pieza  se 
llaman  en  el  tomo  7o  de  la  Colección  de  Documentos  Inéditos  etc. 

El  citado  Llaguno  Zapata,  cree  que  la  Real  Academia  de  la 
Lengua  erró  al  seguir  la  autoridad  de  Garivay,  de  quien  copió, 
pues  nunca  "fué  americana  la  palabra  Canoa."  En  la  lengua 
italiana  se  dice  Canoa,  Caneca  ó  Cantina,  según  se  suponía  á  la 
bodega  ó  cueva  subterránea  donde  se  guardaba  el  vino.  Se  figu- 
ra que  Colon  les  imso  aquel  nombre  y  de  todos  adoptados,  se  per 
petúa;  que  en  francés  se  encuentra  también  y  que  trae  su  origen 
de  Carras  y  no-as.  (Preliminares  á  las  Memorias  de  América  Me- 
ridional pág.  166»)  Los  diccionarios  que  cita,  de  Yenemni  y  Jbn 
bert  son  modernos,  y  aun  el  de  Joubert  se  refiere  al  uso  une  hacen 
los  salcayes  (palabra   eanot.)     Ahora  es  indudable  su  procedencia 

americana  como  la  de  piragna,  canojcanoua:  más  razón  habría  para 


—  234  — 

decir  que  caica  era -arábigo  y  que  parece  hermano  enerto  de  cayuco. 

También  se  dá  el  nombre  de  canoa  al  mismo  objeto  aplicado 
á  usos  domésticos,  sirviendo  para  llenarlas  de  agua  por  caso  para 
abrevaderos. 

Canoa. — En  el  continente  también  se  llama  canoa  el  bajel  in- 
dio, aunque  se  suele  usar  de  la  palabra  seiba,  ó  piragua.  Sin  que 
por  lo  dicho  dejen  de  llamar  seiba  al  árbol.  Gumilla  trae  otras 
palabras  cubanas  allí  usadas,  como  bija  ó  bixa,  embijado,  macana, 
cabuya,  jobo,  caimán,  yuca,  papagayo,  achote. 

Canoua. — Lo  mismo  que  canoa  en  las  autillas  menores. 

Cao. — Ave  negrísima. 

Caoban. — Así  escriben  la  palabra  caoba,  refiriéndose  al  árbol, 
Las  Casas  y  Oviedo. 

Caona,  Cauní. — El  oro. 

Caonabo. — Significa  lluvia  de  oro,  según  Scomburgk. 

Caonabo,  Caonao,  Caonaboa. — De  esas  maneras  se  escribe  el 
nombre  del  célebre  casique  que  para  unos  era  lluvia  de  oro,  para 
otros  casa  de  oro  en  romance.  Fué  preso  por  Hojeda  durante  el 
segundo  viaje  de  Colon  á  Haití,  en  donde  halló  que  se  habían  su- 
blevados los  indios  por  una  parte  y  estaban  inquietos  por  lo  de 
más,  destruido  el  establecimiento  que  antes  había  formado.  Se- 
gún las  crónicas,  Caonabo  resistía  la  dominación  española  abier- 
tamente y  con  astucias.  Cuando  llegó  Colon  aparentó  sentimien- 
tos pacíficos  y  que  salía  á  su  encuentro  voluntariamente.  Ya 
preso,  pensó  noclie  y  dia  en  libertarse,  según  dice  Pedro  Mártir, 
Quiso  hacer  creer  que  no  se  debían  atribuir  á  él  los  malos  efectos 
de  la  ausencia  del  Almirante,  sino  á  que  los  montes  Sibaos  de  sus 
estados  estaban  llenos  de  enemigos  de  los  españoles,  infestados  de 
los  vecinos  territorios,  y  que  por  allí  debían  construir  algunos 
presidios  ó  fortificaciones.  Mientras  tanto  tenía  comunicaciones 
con  su  hermano  pue  lo  sustituía  y  le  habia  dado  orden  de  que  ex- 
terminase á  los  invasores.  Hojeda  con  tales  noticias,  y  sabedor  de 
sus  celadas,  reunió  todo  el  golpe  que  pudo  de  los  suyos  y  atacó  á 
más  de  500  indios  que  venían  armados  de  flechas  de  perdenal  "di 
pieltre  acuttisime;"  divididos  en  cuatro  escuadones  embistió  el 
español  con  sus  armas  y  caballos,  con  las  ventajas  de  estar  en  una 
llanura:  fueron  derrotados  los  indios,  que  pidieron  la  paz  y  entre- 
garon al  casique  hermano  de  Caonabo,  á  quien  habia  sucedido 
como  sustituto. 

Los  cinco  principales  jefes  de  la  Española  pretendían  echar 
de  sus  tierras  á  los  recien  venidos,  y  éstos  contaban  con  la  fideli- 
dad de  Guac'anagarí,  rey  de  Marien:  Caonabo,  como  le  llama 
Herrera,  ó  Caunaboa  como  escribe  Pedro  Mártir,  era  el  más  pode- 
roso rey  de  la  Isla,  que  gobernaba  en  Maguana  y  tenia  tres  her- 
manos también  potentes.  Ya  hemos  dicho  el  resultado,  pero  pa- 
ra prender  antes  á  Caonabo,  medió  la  astucia.  Los  indios  esti- 
maban como  cosa  del  cielo  los  metales  traídos  de  Europa  y  apre- 
ciaban más  el  latón  que  el  oro. — El  Almirante  dispuso  que  se  en- 
gañase el  casique  ofreciéndole  un  presente:  le  habia  pedido  una 


—  235  — 
campana,  porque  hablaba^  y  la  llamaba  Turey}  como  á  los  demás 
metales.  Encargóse  de  hacerlo  Hojeda.— Los  españoles  á  la  pa- 
labra Turey  agregaron  de  Vizcaya  y  asi  decían  Turey  de  Vizcaya 
a  los  grillos  y  le  enviaron  un  par  de  ellos  con  dos  esposas  para  li- 
gar las  manos,  lustrosísimas  de  puro  pulidas.  Los  indios  admi- 
rados del  regalo,  y  extrañando  la  bajada  que  venia  á  caballo, 
avisaron  al  casique  anunciando  á  los  guaminiquiní  como  los  lla- 
maban. Recibióles  agasajólos  el  rey  besándoles  los  ojos  a  los  em- 
bajadores. Dispuso  Hojeda,  otros  escriben  Ojeda,  que  Caonabo 
se  bañara  en  el  rio  Yoqui  para  presenciar  la  ceremonia  que  él  le 
decía  se  verificaba  en  Españacon  sus  reyes:  luego  le  puso  los  gri- 
llos y  las  esposas  y  lo  hizo  montar  á  caballo  para  pasearlo,  separó- 
se cuanto  pudo  de  los  otros  indios,  rodeando  al  casique  hombres 
á  caballo,  caballeros  castellanos,  y  acelerando  el  paso  lo  llevó  asi 
al  Almirante,  quien  lo  mandó  poner  en  un  barco  para  remitirlo  á 
España  con  otros  indios;  pero  todos  murieron  en  una  grau  tor- 
menta que  les  sobrevino  (1494). — Según  otra  relación  que  adopta 
la  versión  italiana  del  sumario  de  Pedro  Mártir,  los  presos  mu- 
rieron de  melancolía  en  el  tránsito.  La  primera  versión  está  con- 
forme con  Herrera,  y  Las  Casas  á  quien  explotó,  y  aun  en  la  Des- 
truyeion  de  los  Indios,  Las  Casas,  dice  que  el  casique  Caonabo  no 
se  dignó  en  su  resentimiento  ni  contestar  al  Almirante  los  salu- 
dos estando  en  la  prisión;  y  sí  á  Hojeda,  porque  aquel  le  mandó  á 
engañar  sin  peligros  de  su  persona. 

Las  montruas  de  Sibao  y  la  vega  de  Maguana  se  tranquiliza- 
ron en  donde  reinaba  el  casique  aprisionado,  que  algunos  suponen 
de  origen  caribe,  aunque  no  es  dudoso  que  era  extranjero. — En  el 
artículo  Haití,  se  habla  do  los  otros  reyes:  fué  la  última  Da  Inés 
de  Guayabacoa,  que  fué  bautizada  y  gobernaba  en  Guayabacoa. 

(Jaonaba..-—  Personaje  déla  leyenda  del  señor  Cruz  (La  Guir- 
nalda, número  0,  1841)  cuyo  nombre  aplicó  á  una  hija  de  Hatuey. 

Caonao. — Pueblo  indio  á  pocas  millas  de  Camaguey.  Habia 
otro  cerca  de  Jagua:  sus  nombres  figuran  unidos  á  los  de  los  con- 
quistadores. Al  que  llegó  ISTarvaez,  de  ese  nombre,  con  su  gente 
después  de  presenciar  una  de  las  repugnantes  escenas  de  la  paci- 
licacion  de  Cubaj  era  uno  de  los  más  grandes:  tres  leguas  antes 
del  rio  del  mismo  nombre,  allí  en  el  puerto  en  donde  se  halla  un 
arroyo  con  piedras  de  amolar,  afiaron  sus  espadas  los  soldados 
mientras  preparaban  el  almuerzo:  uno  sacó  la  espada  sin  que  se 
supiera  el  motivo  y  embistió  á  los  indios  que  estaban  en  el  batey 
sentados  en  cuclillas,  contemplando  y  admirando  los  nuevos  ob- 
jetos que  veían,— Siguieron  otros  soldados  el  ejemplo,  acaso  cre- 
yendo trabada  la  lucha  (pie  nadie  pretendió  comenzar  por  parte 
de  los  indios,  que  eran  sobre  2,000.  El  que  señala  esto  en- 
cuentro dice  que  eran  tantos,  (pie  so  contaban  hasta  500  indios 
en  una  sola  casa  del supracitado  pueblo,  Las  Casas  y  otros  de 
los  compatriotas  no  pudieron  impedir  esta  horrorosa  matanza; 
pero  aquel  consiguió  que  sé  fuesen  presentando  los  indios,  pues 
todos  huyeron  á  los  cayos  del  Jardín  de  la  Reina.     Los  espa rióles 


—  23G  — 
se- vieron  en  necesidad  por  algún  tiempo  de  dedicar  los  indios  ja- 
maiquinos que  traían  á  sembrar  yuca  para  alimentarse.     Volvie- 
ron á  los  hogares  todos  los  que  quedaron  con  vida. 

Capúes. — Quebrada  de  rio  en  Puerto  Eico  (Veáse  Jacana.) 

Capron. — Este  era  el  nombre  del  lugar  de  la  residencia  de 
Mayobanéx,  por  cuyo  motivo  le  llamaron  los  españoles  el  casi- 
que  Cabrón. 

Car.— Alto,  excelente. 

Caracol. — Puerto  de  llaiti,  á  quien  llamaron  Puerto  Peal  los 
descubridores  y  que  equivocadamente  sitúa  en  Cuba  el  Padre 
Puente  en  su  Diario  Histórico,  á  lo  que  hice  referencia  en  El  Co- 
librí de  la  Habana. 

Caracol. — Es  nombre  hoy  aplicado  á  la  concha  de  varios  mo- 
luscos, á  las  formas  enroscadas  de  varios  objetos;  pero  en  Haití 
significaba  una  enfermedad  de  los  habitantes,  semejante  á  la  sar- 
na que  les  ponía  ásperas  y  poco  resbaladizas  las  manos.  Para 
Eaninesque,  comentando  al  Padre  Eonian,  es  una  tribu  sujeta  al 
servicio  de  los  Tainos,  pero  el  mismo  Padre  Eoman  dice  que  es 
una  enfermedad.  En  Costa  Eica  y  la  América  Meridional,  es  una 
composición  metálica  de  oro,  más  brillante  que  la  tumbaga.— Pe- 
ro parece  que  la  acepción  do  la  palabra  era  significar  lo  áspero 
y  duro,  pues  los  hombres  llamados  caracoles,  eran  de  manos  áspe- 
ras y  rudas,  únicos  que  lograron  atrapar  los  seres  misteriosos  de 
que  se  formaron  las  mujeres,  merced  al  pájaro  Inrirc,  ó  carpinte- 
ro. Los  moluscos  terrestres  casi  todos  de  figura  de  columnas  sa- 
lomónicas irregulares,  es  la  gráfica  expresión  plástica  de  esa  as 
pereza. 

Caracoli— car  acorte. — En  esta  forma  carnearle,  so  encuentra 
usada  como  un  dije  que  colgaban  las  mujeres  indias  de  la  nariz, 
en  los  pueblos  que  rodeaban  la  ciudad  de  Santa  Ana:  (Colecc.  de 
Docamcntos  inéditos  pág,  390,  t.  3.)  esto  me  hace  presumir  que  sea 
una  corrupción  de  caracoli  y  que  esa  y  otras  palabras  que  usan 
los  indios  de  la  América  Meridional  vinieran  á  las  Antülas  de  allí; 
— en  el  mismo  tomo  citado  se  leen  tabaguc,  chicha,  yaguas,  ají, 
barbacoa,  bija  y  casique. — En  las  Antillas  caracoli  es  la  cosa  y  la 
material  de  qué  se  compone:  una  mezcla  de  oro,  cobre  y  plata  que 
se  traía  de  Tierra  Firme:  eran  joyas  y  dijes  que  nunca  se  empaña- 
ban y  no  se  han  podido  imitar.  Generalmente  los  colgaban  de  las 
orejas  y  de  la  nariz  en  láminas  delgadas. 

Caracoli/. — Así  llamaban  una  especie  de  media  luna  ó  patena 
de  plata  que  llevan  los  jefes  indios.  Stademan,  Ñarrative  etc.,  pa- 
gina 403. 

También  lo  usaban  en  Cuba.  (Véase  Guaijamaca.J 

Caraguao. — "Sitio  de  San  José  de  la  Mata."  Santo  Domingo. 

Carahate. — Esta  palabra  es  el  nombre  de  un  pueblo  de  Cuba; 
(véase  Cuba)  pero  como  observa  Gallatin,  los  nombres  se  convier- 
ten en  verbos  muy  á  menudo  en  las  lenguas  indias;  escrita  en  la 
forma  más  aceptada  hoy  (véase  AraguaJ  Karahatc  ó  Karajate  es 
un  verbo  entre  los  caribes  de  las  islas  menores,  que  significa  en- 


—  237  — 
¡iciidno'. — En  l;i  traducción  del  Evangelio  de  San  Mateo  se  lee  mu- 
chas veces  en  la  generación  de  Adam  hasta  Jesucristo. 

Estaba  situado  el  pueblo  en  donde  hoy  Sagua  la  Grande;  y 
la  población,  como  en  Venezuela,  formada  en  el  agua  sobro  hor- 
cones. Se  nombra  en  la  historia  porque  en  dicho  lugar  fueron  en- 
tregadas á  los  espanulesdos  mujeres  de  su  nación  Mue  salvaron 
con  con  un  hombre,  hacia  mucho  tiempo,  de  ser  asesinados  en  el 
punto  llamado  la  Matanza: — pidiólas  por  sus  mensajeros  Las  (Ja- 
sas, y  allí  le  llevaron  en  el  acto  al  bohío  ó  barbacoa  que  ocupaban 
en  la  hospitalaria  Carahate  bien  adentro  del  agua.  Venían  desnu- 
dos y  como  no  pareciera  al  español,  les  recomendó  Las  Casas  que 
á  su  vuelta  lo  recojeria  recomendándolo, — A  Carahate  han  con- 
vertido en  Cara  Harta  menos  feliz  que  Carajatas  que  prevaleció, 

Caraibes. — "Los  Caraibes  y  los  Arrouages  (araguas)  son  las 
dos  naciones  principales,  rivales  de  esta  parte  de  la  América  Me- 
ridional"— dice  Dan  xión  Lavayese  (véase  guajiros "Es  preci- 
so, agrega,  mirar  á  los  arrouages,  los  guárannos  y  guajiros  del 
Rio  Hacha  como  descendientes  de  la  nación  caribe se  aseme- 
ja á  los  cherokis  y  á  los  crik la  raza  caribe  es  idéntica  á  la  de 

los  indios  deTlascala/1 

Respecto  del  origen  de  los  caribes  (véase  Caribes)  hay  la  mis- 
ma confusión  que  respecto  do  los  demás  indios:  después  que  en 
América  se  han  descubierts  osamentas  fósiles  del  hombre  prehis- 
tórico y  de  grandes  cuadrúpedos,  hasta  en  Cuba,  la  vacilación 
científica  es  mayor:  ¿fueron  ó  vinieron  los  hombres  de  América? 
En  1876  ha  publicado  eu  Viena  el  señor  Varnhagen  un 'folleto  en 
que  se  do  una  procedencia  cumun  á  los  egipcios  y  caribes  ameri- 
canos: también  Kennedy,  como  se  ha  visto  antes  (primera  parte- 
de  esta  obra)  los  trae  de  África.  El  escritor  más  reciente  hasta 
descubre  las  huellas  de  una  antigua  emigración  en  América,  la 
de  los  Tupís.  Ya  en  1864  so  ocupó  Brasseur  de  Bourbourg  en 
averiguar  si  habia  fuentes  misteriosas  para  América  en  los  monu- 
mentos egipcios  y  de  la  historia  primitiva  del  viejo  mundo  en  los 
monumentos  americanos. 

El  nombre  caraibe  lo  lleva  en  el  Brasil  el  sacerdote;  y  el 
elegante  historiador  Moke,  presenta  esto  hecho  como  prueba  de 
que  los  caribes  ocuparon  el  país,  y  que  los  ritos  religiosos  de  esos 
sacerdotes  conservan  el  culto  olvidado  luego  por  los  caribes. 

Caraniatexio. — Casique  de  Haití. — (Véase  Haití.) 

Carota  ó  Karata. — El  maguey. 

Cares. — Pueblo  que,  según  Éckestein,  tuvo  gran  poder  en 
Europa,  Asia  y  África;  y  que  según  Brasseur  do  Bourbourg,  lo 
tuvo  igualmente  en  América  de  que  proviene  d  nombre  de  Cari- 
be, Caracas,  <(-,  lo  han  llamado  también  Carlos. — 

Cari. — Significa,  homlrrc. 

Cariacos. —  Pueblo  indio  que,  según  Herrera,  fué  deelarado 
caribe.  . 

Cariari. — Pueblo  pacífico  que  entendía  la  lengua  de  los  0<f- 
ríacos:  pacífico  y  taino  es  una  misma  cosa, 


—  23S  — 

Carib.~A8Í  se  llama  el  ají  para  distinguirle  del  pimiento 
dulce. 

Caribana. — Nombre  de  Tierra  Firme  (Década  II.  15.  2.)  Tam- 
bién debe  verse  lo  que  se  dice  en  la  palabra  Babegue. 

Caribata**- Provincia  de  Marien. 

Caribes, — Dice  Ilumboldt  que  la  primera  vez  que  se  usó  esa 
palabra  fué  en  una  carta  de  Pedro  Mártir  de  Anglería  y  se  deriva 
de  Calina  y  de  Caripana  por  transformación  de  la  l  y  p  en  r  y  b. 
Respecto  do  los  instintos  feroces  y  antropófagos  que  se  les  atribu- 
ye, es  cosa  discutible;  pero  desde  lm*go  muy  exajsrada  en  los  ca- 
ribes. Se  comia  carne  humana  en  el  Xuovo  Mundo,  como  se  co- 
mía antes  en  el  antiguo,  y  se  solía  comer  entre  las  tribus  que  no 
tenian  la  costumbre  de  comerse  álos  enemigos  y  sus  mujeres  cri- 
minales] por  veneración  á  sus  mayores  tenian  algunos  la  extra van- 
cia  de  comer  un  pedacito  de  su  carne  momificada  y  pulverizada  r. 
lo  que  hacían  también  con  las  personas  queridas  que  perdían.  Pe- 
ro los  escitas,  mesagitas,  hacían  lo  mismo  que  los  habitantes  de  las 
Antillas  menores.  Ilumboldt  dice:  "El  indio  de  Haití  hub  era 
creído  faltar  á  la  memoria  de  sus  parientes,  si  no  hubiera  echado 
en  sus  bebidas  una  porcioncilla  del  cuerpo  seco  v  reducido  á  pol- 
vo."— 

Los  caribes  del  continente,  dice  Ilumboldt,  de  que  proceden 
los  de  las  islas,  tienen  horror  de  comerse  á  sus  enemigos.  Cree 
el  mismo  autor  que  sólo  existia  esa  costumbre  entre  los  de  las  is- 
las menores,  que  han  hecho  sinónimas  las  palabra  earibej  caníbal. 
Piensa,  sin  embargo,  que  hay  exajeracion,  nacida  de  errores  de 
ios  primeros  viajeros:  esa  barbaridad  fué  epidémica  en  el  siglo 
XIII  en  Egipto,  en  donde  se  extendió  el  gusto  por  la  carne  hu- 
mana, prefiniéndose  la  do  los  médicos.  Ilumboldt  copia  lo  que 
sobre  esa  mala  manía  escribió  el  contemporáneo  Abd  Allatid  en 
su  relación  de  Egipto. 

En  guaraní  la  palabra  caribe  significa  guerrero,  y  yo  me  figu- 
ro que  en  las  Antillas  significaba  lo  mismo,  'con  referencia  á  in- 
dios extranjeros. 

Caribe.—  Altura,  según  se  vé  en  Laet. 

Carica. — Lengua,  carica  língua:  es  el  nombre  que  dieron  los 
antiguos  á  la  lengua  en  los  países  para  ellos  bárbaros  in  univer- 
sum,  dice  Gesnero  ( Mithrídatcs  pág.  14.)  citando  el  lib,  14  de  Es- 
trabón  y  á  Homero  que  dice  llamó  á  los  cares  barbarófonos;  no 
porque  la  lengua  de  Caria  fuese  brevísima,  sino  por  otros  motivos. 

Camos. — Indios  que  encontró  Scheindel  en  su  Viaje  Curioso  en 
la  América.  Los  que  llevaban  ese  nombre  en  Asia  los  describe 
Marenni  (I popoli  antichi  é  moderni,  pág.  80) — "Estos  pueblos  se 
creían  autoctones  (lo  mismo  que  los  americanos,  observo)  habita- 
ban la  extremidad  del  Asia  menor  cerca  del  mar  y  en  las  islas  ve- 
cinas (como  los  caribes  del  continente  é  islas  de  América,  agrego): 
á  ellos  se  mezclaban  algunas  tribus  de  otros  venidos  de  fuera. 
Eran  subditos  del  imperio  de  Asiría  en  el  siglo  XII  antes  de  Cris- 
to,   Dieron  hospedaje  á  una  colonia  de  helenos  dorios,  por  lo  que 


—  239  — 

una  parte  de  su  territorio  so  llamó  Dórida,  y  luego  Pentápolis  por 
las  cinco  ciudades  que  enumeraron;  mientras  otra  colonia  de  ju- 
nios so  establecía  al  Norte,  Existieron  como  nación  solamente 
hasta  los  520  años  a.  de  O.  Entonces  la  gobernaban  reyes: 
después  estuvieron  sujetos  á  loslidios,  persas,  maeedoniosy  sirios 
y  al  fin  en  <>1  años  a.  de  O.  sometidos  coa  o  aquellos  á  los 
romanos." 

Carnaboc. —  En  las  adiciones  al  Diccionario  deMoreri  artículo 
Anacaona,  se  llama  Carnaboc  á  Caonabo:  me  parece  errata. 

Carracho. — Se  llama  en  Puerto-Rico  á  lo  que  en  Cuba  cala- 
bazo: instrumento  con  que  allá  se  acompaña  el  sanduro,  que  creo 
sea  nuestro  buscapié.  El  calabazo  no  es  una  maruga  que  acompa- 
ña los  bailes  del  campo  y  que  lia  solido  figurar  en  las  ciudades,  en 
las  altas  sociedades,  en  la  danza  criolla  al  lado  de  los  timbales 
El  calabazo  se  forma  de  una  variedad  enorme  del  güiro  blanco,  se 
le  hacen  surcos  trasversales  que  se  endurecen  cuando  seca  y  se 
produce  el  sonido  por  el  roce  de  una  tablilla,  por  lo  que  los  gua- 
jiros decían  que  rascan  el  calabazo. — Carrasca  se  llama  en  Cauca 
y  se  supone  africano. 

Carrrapa. — El  palma  cristi  (Stedeman). 

Caruqueira, — Isla  caribe  de  las  Antillas  que  hoy  se  llama 
Guadalupe:  figura  con  aquel  nombre  ó  Carucueira  en  la  historia 
de  las  invacíones  de  Borinqueño  Pedro  Mártir  escribe  Caraqueira. 

Casa  Blanca.— >Así  se  llamó  en  Puerto-Rico  la  casa  que  fabri- 
co Ponce  de  León  en  1525;  y  fué  la  primera  de  su  especie,  albergue 
por  mucho  tiempo  de  los- gobernadores:  Casa  Blanca  llaman  en  la 
vecina  república  Anglo-amcricana  á  la  habitación  de  sus  presi- 
dentes en  Washington.  En  las  estadísticas  de  Puerto  líico  hasta 
nuestros  dias  se  llamau  bojíos  las  habitaciones  pobremente  edifica- 
das con  materiales  menos  durables.  [Véase  loque  trae  en  sus 
Memorias  el  señor  Córdova.] 

Casa  de  Piedra.— El  primero  que  hizo  casado  piedra  al  estilo 
de  España  en  América,  fué  Francisco  Garay,  según  dice  Murillo. 

Casabe. — Lo  mismo  que  cuac  y  maru  en  los  dialectos  es  el  pan 
de  las  Antillas  y  pan  le  llaman  los  europeos  al  describirlo: —y  con 
el  mismo  nombre  que  hoy  en  Cuba,  so  conoce  en  varias  partes  de 
la  América;  allí  donde  aun  conservan  los  naturales  la  lengua  pri- 
mitiva. Aunque  so  ha  dicho  por  algunos  que  se  hacia  antes  de 
los  ages  y  ñames  y  de  la  yuca,  creo  que  esto  consiste  en  la  algaba 
ría  de  esos  nombres  que  han  formado  los  europeos  al  determinar 
los  mismos  objetos  que  analizaban:  hoy  sólo  se  hace  de  yuca  agria 
o  prieta,  cuyo  jugo  es  venenoso  y  casi  es  imposible  que  se  saque 
la  sustancia  semi  leñosa,  que  constituye  al  casabe  de  aquellas  otras 
raices,  ni  exprimidas  con  algún  encantado  Sibuoan, —  Érala  yuca 
muy  abundante  en  las  Antillas,  y  por  consiguiente  en  Cuba:  como 
observa  Herrera,  una  carga,  que  eran  dos  arrobas  ó  50  libras,  ser- 
via de  sustento  á  un  indio  un  mes.  En  los  dias  ue  la  conquista 
escaseó  la  yuca  por  consecuencia  del  abandono  del  campo  hecho 
por  les,  indios:  entonces  se  buscaron  las  raices  análogas  silvestres, 


—  240  — 
como  se  vé  en  los  Documentos  Inéditos  publicados  recientemente. 
— El  Gudyaro  ó  guaiaros,  fué  uno,  y  para  usarlo  se  dejaba  antes 
podrir:  "Había  algunos  cristianos  que  no  teniendo  ccúzáhí  para 
dar  á  sus  indios  coxian  otras  raices  que  Uaman  huaiaro,  que  son 
unas  raices  montesinas,  las  cuales  rayadas  para  se  hacer  pan,  que 
se  pueda  comer,  es  menester  que  primero  se  pudran  y  se  hinche 
de  gusanos  y  entonces  se  puede  comer  sin  que  mate,  y  deste  pan, 
sin  otro  cosa  alguna,  mantenían  los  iudios  para  ahorrar  costo  que 
en  el  cazabí  se  podia  hacer."  (Colección  de  Documentos  Inéditos, 
pág.  410.  t.  7.) 

El  Sr.  Cerón  ha  determinado  todos  los  productos  de  la  yuca 
pero  llevan  nombres  iudios:  el  casabe,  cuaque,  cipapa,  cabía,  vicú, 
cachui,  paya  y  vua  paya.  (Industria  Forestal  agrícola  art.  yuca. 
Son  voces  indígenas  de  la  America  Meridional. 

Casabillo. — Diminutivo  formado  por  los  criollos  para  designar 
el  lugar  en  que  sale  en  el  cuerpo  humano  una  berruga  ó  cosa 
parecida  redonda  y  blanca,  por  cuyos  motivos  le  ha  parecido  bien 
comparado  con  el  casabe. 

Casaisaco, — Parásito  regularmente  en  las  palmas:  tiene  hojas 
anchas  y  grandes  con  innervaciones  moradas  ó  rojas. 

Casey. — Eio  de  Puerto  Kico. 

Casibajagua,  Caxibaxagua. — La  cueva  más  profunda  (la  otra 
era  Amayauna)  en  donde  tenia  encerrados  Guagoniana á  los  hom- 
bres; en  la  otra  estaban  las  mujeres  y  los  niños.  Ambas  cuevas 
se  hallan  en  la  provincia  de  Caimana. — La  cueva  más  grande  es 
de  donde  salió  el  genero  humano. 

Casiguaguas. — líio  que  ahora  llaman  los  poetas  Almendares 
y  surtía  de  aguas  á  la  Habana. 

Casic,  Casique,  Caxiun. — Señor,  ó  rey. 

Casimba. — El  Sr,  Pichardo  cree  esta  palabra  de  origen  Afri- 
cano: es  una  cabidad  donde  se  conserva  el  agua.  Me  parece  voz 
americana  y  existe  en  el  Brasil  entre  las  de  la  lengua  general. 

Catauro,  Cataure. — Bolsa  ó  cesto  hecho  de  yagua  que  se  lla- 
ma catauli  en  las  islas  menores  en  donde  tienen  otros  nombres  los 
objetos  análogos,  según  la  materia  de  que  se  forman. 

Catei,  Catey. — La  variedad  más  pequeña  de  los  papagayos  en 
las  provincias  de  Cuba,  menos  en  la  Habana. — En  Santo  Domin- 
go es  también  nombre  de  una  de  las  variedades  de  las  palmas, 
¡según  dice  el  Sr.  Guridi. 

Catibía. — La  sustancia  que  deja  la  yuca  después  de  rayada 
y  espriinida  con  la  cuísa,  y  cuando  ha  perdido  todo  el  jugo  ó  nai- 
boa. Con  la  catibía  se  hace  un  dulce  en  la  Habana  (mata  ham- 
bre) pero  no  de  la  yuca  agria,  sino  con  la  antigua  boniata  que 
no  mata,  como  dijo  Oviedo.  Según  el  Sr.  García  es  en  Santo  Do- 
mingo una  raíz  alimenticia. 

Cansí. — El  bohio  habitado  por  casiques  según  el  Sr.  Amador 
de  los  Bios;  véase  cancí. 

Cautío. — Los  indios  de  Cuba  hablaban  de  una  tierra  que  lla- 
maron Cantío,  que  por  las  señas  supusieron  los  españoles  que  era 


*  _  241  — 
Morida.  tío  fundaron  en  esto  los  quo  han  hablado  luego  de  rela- 
ciones entre  el  contiuente  y  las  islas.  Lo  único  que  hay  de  cierto 
ea  que  el  reverendo  Las  Casas,  dice  que  había  tradición  entre  los 
naturales  de  que  existía  en  Cantío  una  fuente  que  daba  la  juven- 
tud al  que  tomaba  de  sus  aguas;  que  era  un  continente  al  Norte 
de  las  islas  esa  tierra  cubierto  de  oro  y  por  donde  corría  un  rio  que 
luego  1  amaron  Jordán,  con  aquella  maravillosa  propiedad;  pero 
según  la  leyenda,  fueron  allá,  había  algunos  anos,  varios  cubanos 
que  no  volvieron,  y  esto  confirmaba  los  hechos,  pues  iba  bien  cuan- 
do allá  se  quedaban.     (Véase  tantarán.) 

Cauta. — Tiene  dos  significaciones:  ó  es  la  sima  ó  lugar  en  que 
están  en  Santo  Domingo  las  cuevas  mitológicas  de  la  creación  del 
hombre,  ó  es  la  piedra  que  cubría  la  entrada. 

Cauto. — Rio  el  mayor  de  Cuba,  jUe  riega  la  jurisdicción  de 
Bayamo. 

Cáncana. — Cedro;  ¿cúrbana? 

(■aya,  caí,  cate,  caicos.  Árbol  en  Haití  la  última  palabra;  las 
otras  son  cayos  de  tierra,  altura  ó  promontorio  en  ella. 

Cay  aba. — Lengua  de  Haití, 

Gayaeoa. — Reina  de  Haiti,  (Veáse  Higueyj.—La.s  Casas  lla- 
ma Cayaeoa  *  una  provincia  de  Haiti.  Es  pueblo  en  Pto.  Rico  y 
nombre  de  casique  en  Santo  Domingo  (Veáse  Inés. ) 

Cayaf/ua yo.—  Provincia  india  de  Cuba. 

Cayajabos.  —Nombre  que  aún  se  da  en  la  parte  oriental  de 
Cuba  á  lo  que  en  la  occidental  se  llaman  mates.  Ed  Guayana  se 
conocen  por  cay  aliar  as  á  unos  indios  gente  del  bosque  que  han  sido 
rechazados  del  territorio.     fBews  Hist.  del  Brasil  pág.  235.) 

Cayarima. — Las  nalgas,  tratándose  de  seres  humanos. 

Cayco.  —(Veáse  Batatas. )  Caico  en  centro  América  significa, 
alpargata  ó  sandalia:  Mongomery,  iv.  Narrativo  pág.  159. 

Cayguani. —  Provincia  que  linda  con  Baoruco  en  Haiti. 

Cayman. — El  cocodrilo  de  América. 

Cayo.  -En  lengua  yucaya  significaba  isla:  asi  lo  dice  Las  Ca- 
sas citado  por  Bello  en  el  Repertor-o  Americano  pág.  199  tomó  3? 
'•Lucayos  asi  llaman  las  gentes  de  estas  pequeñas  islas,  que  quie- 
re decir  casi  moradores  de  myos;  porque  cayos  en  esta  lengua  son 
islas."— No  obstante  parece  que  el  nombre  de  yucayos  ó  lúea  y  os 
proviene  de  la  blancura  que  distingue  á  esas  islas  rodeadas  de 
arena  blanquecina:  y  yuca  significa  blanco  cuando  no  se  aplica  á 
la  raiz  que  tiene  el  nombre. 

Cayos,  Joya,  Kaya,  Hay,  Guaca,— Tierras. 

Cayuco. — Pequeño  bajel  de  una  pieza  para  cruzar  los  rios;   la 
canoa  era  para  pescar  en  las  costas,  la  piragua  para   más   lejanos 
viajes  y  la  de  guerra  de  mayores  dimensiones,  pues  contenia  has 
ta  50  hombres. 

Cayey.—  Sierra  en  Puerto-Rico. 

Cazaví,  CazabL— El  casabe  escrito  en  diferentes  formas  por 
los  españoles. 


—.212  —       * 

Cébano,  scbano. — Río  aurífero  en  Borinqucn,  que  explotaron 
los  conquistadores. 

Ceboruco,  Seboruco.— "Así  se  dicen,  escribía  Díaz  del  Castillo* 
(Conqnista  de  Nueva  España,  cap.  VI)  unas  piedras  con  unas  pun. 
tas  que  salen  de  ellas  que  pasan  las  plantas  de  los  pies." — Tam- 
bién se  lia  llamado  8 ¡harneo. 

Ceiba  Seiba. — Con  c  escribió  el  Padre  Acosta  la  palabra  sei- 
ba, lo  copió  de  el  la  Academia;  pero  en  los  antiguos  documentos 
de  Cuba  se  leia  con  s  hasta  en  la  inscripción  puesCa  en  la  lápida 
para  perpetuar  la  memoria  de  la  primera  misa  en  la  Habana:  ár- 
bol seiba  frondosa.  Yalmont  de  Bomareen  su  Diccionario  cree  que 
es  voz  indígena  del  Senegal,  conocida  antes  de  descubrirse  Cuba: 
y  efectivamente  escrita  con  c  no  es  la  seiba  americana  Con  s  se 
escribe  en  otros  puntos  de  América.  (Véase  Canoa.)  El  Sr.  Noda 
en  los  Anales  de  la  Real  Junta  de  Fomento  y  Memorias  de  la  Socie- 
dad- Económica  de  la  Habana,  art.  Marien,  sostiene  que  debe  escri- 
birse con  *,  y  con  c  significa  cosa  distinta. 

Cemi,  Semi,  CJiemin,  Zemi. — De  torios  estos  modos  se  encuen- 
tra escrita  la  palabra  que  se  aplicaba  á  los  ídolos  de  los  indios: 
unos  los  llamaron  dioses,  otros  genios*,  otros  ángeles  en  su  concep- 
to castellano;. pero  eran  en  realidad  simulacros  de  la  religión  no 
definida,  pero  que  parece  que  tenia  idea  de  un  Dios  superior  y 
que  todos  los  demás  eran  auxiliares  de  sü  providencia.  La  pro- 
nunciación de  las  letras  z  y  e  en  las  combinaciones  za,  ce,  ci,  zo,  zu 
es  de  origen  español  á  estas  palabras:  las  escriben  los  misioneros 
modernos  de  las  tribus  de  la  Guayana  con  s,  como  senil,  siba,  etc. 
(Brett  The  Indian  Tribus.)  Chalevoix  escribía  Seibo  aunque  la  lla- 
maba lugar  español. — Esos  semis,  dioses  ó  seres  subalternos  que 
habitaban  en  la  tierra,  tenían  sus  devotos  especiales;  como  ellos 
sus  protegidos,  á  quienes  hablaban  los  sacerdotes  que  hacían  creer 
al  pueblo  que  eran  esos  seres  sobrenaturales  los  que  les  dirigían 
la  palabra.  Los  tenían  los  particulares  como  los  antiguos  penates; 
y  los  casiques  perpetuaban  el  culto  de  sus  semis  favoritos  con 
gran  veneración:  eran  amuletos  religiosos,  objetos  adorables.  Las 
sibas  ó  piedras;  los  troncos  de  arbole*  de  ciertas  formas;  el  algo- 
don  en  muñecos  caprichosos  con  huellas  de  todas  clases 
de  seres.  Las.piedras  de  los  casiques  se  suponían  sacadas  del 
mar;  eran  el  recurso  de  las  grandes  necesidades:  tres  eran  las  pie- 
dras veneradas  de  los  casiques,  (Véase  Turey).  En  Haití,  en  Bo- 
rinqucn y  en  Cuba  se  han  encontrado  objetos  de  alfarería  ó  barro 
que  se  suponían  ídolos,  como  lo  he  indicado  al  hablar  de  los  res- 
tos materiales  que  han  dejado  los  tainos.  En  la  costa  Norte  de  Sa- 
maná  se  han  hallado  algunos  de  pedernal;  en  la  jurisdicción  de 
San  Francisco  de  Macoris  se  encontró  uuo  parecido  al  que  regaló 
el  Sr.  Eodriguez  Ferré**  á  la  Universidad  de  la  Habana,  ya  des- 
cripto.  En  las  cuevas  de  Puerto  Kico  hay  gran  número  de  dibujos 
y  restos  de  que  me  ha  hablado  el  Sr.  Stanislas  (D.  Andrés)  mi 
amigo  y  colaborador  en  el  periodismo  cubano.  ¿Con  qué  instru-' 
ineptos  se  hacían  esos  objetos  de  pedernal  ó  sílice?  Acaso  eran 


—  243  — 
traídos  del  continente;  acaso  eran  obras  de  poblaciones  extingui- 
das.— No  todos  dan  el  carácter  de  seres  subalternos  á  los  scmisj  el 
Sr.  Amador  de  los  Rios,  sin  decir  el  fundamento,  cree  que  cemi  es 
el  ser  supremo  en  Cuba  y  Haití;  pero  no  es  exacto:  eran  seres  co- 
mo en  otras  islas,  si  hemos  do  creer  á  Colon  y  al  venerable  Las 
Casas.  Se  suponían  de  uno  ú  otro  sexo  y  ¿i  veces  se  rej>resentaban 
solo  en  forma  femenina. 

Ccp ipi. —Arroyo  en  que  estuvo,  según  Las  Casas,  uno  de  los 
tres  mejores  ingenios  do  Santo  Domingo. 

Cliacucy.—liio  continente  de  Carmí,  Santo  Domingo. 
Chamarreta. — El  Padre  Julián  dice  que  los  indios  guajiros  en 
la  provincia  de  Santa  Marta,   visten  una  media  camisa  que  lla- 
man chamarreta:  (Perla  de  América,  pág.  190.) 

Chaguala. — Los  poetas  cubanos  han  vestido  á  Cuba  con  cha- 
gualas de  oro:  el  Padre  Simón  dice  que  es  adorno  que  se  ponia  en 
el  cuello  y  se  usaba  en  el  vecino  continente. 

Chalí, — Alegría,  delicia,  bienestar. — Jardín  en  Eyerí. 
Chapetón. — Significa  hombre  de  lejanas  tierras  y  es  palabra 
haitiana  sengun  el  Padre  Mier  (Historia  déla  Revolución  de  Méxi- 
co, pág.. 539,  tomo  2?)  De  ahí  trae  origen  el  llamarse  chaquetones 
en  la  América  meridional  á  los  españoles;  UÍloa  habla  de  la  cha- 
petonada, enfermedad  que  daba  á  los  recién  llegados,  que' me  pa- 
rece que  es  la  fiebre  amarilla,  que  aun  no  se  conocía  en  la  Isla  de 
Cuba  y  llevaba  ese  otro  nombre  en  el  continente  meridional. 

Chapapote. — Betún  mineral  con  que  adobaron  ó  calafatearon 
los  españoles  los  buques  en  el  Puerto  de  Carenas,  hoy  Habana. 

Chaqué- Chaquc. — Es  una  frase  que  significa:  Toma  y  daca 
(Las  Casas.) 

ChcmL — Pronunciase  Qucmí  (Véase  Agutí.) 
Chcmí. — En  lugar  de  Cemi  debe  pronunciarse  al  estilo  moder- 
no como  si  un  italiano  leyese  la  palabra  cemi:  de  otro  modo  no  se 
distinguiría  de  la  anterior,  que  es  cuadrúpedo. 
Chi. — Vivo,  activo. 
Ghia.~( Véase  Yubccayguaya.) 

Chiapa. — "Famil  a  etnográfica,  dice  Marínese.  (Véase  Garios 
de  la  variedad  americana,  raza  amarilla  ó  mongólica  ú  oriental 
del  antiguo  mundo.  Comprende  pueblos  que  pertenecen  al  Me- 
diodía de  Columbia  en  la  América  Septentrional  y  á  la  América 
Meridional,  esparcidos  en  México,  Guatemala,  Antillas,  Venezue- 
la, Nueva  Granada  y  Guyana,  así  como  los  Tzendales,  los  Mos- 
quitos, los  Cachiquiees,  los  Caroilcs,  Tamanacos,  etc."  El  autor 
no  presenta  los  fundamentos  de  su  creencia,  ni  aun  dice  por  que 
llama  cha/pienses  é>  chiapeños  á  tantos  y  tan  diversos  pueblos  en 
que  comprende  á  los  antillanos. 

Chica. —  Danza  indígena,  Haití,  (García.) 
Chicha. — Nombre  de  la  bebida   hecha   con   maíz   fermentado 
en  Santo  Domingo   |Perez|;    lo   mismo   so  llama  en  Cuba  y  en  la 
América  Meridional,  como  en  la  nación  saliba  del  continente.  El 


—  244  — 
Sr.  Amador  de  los  llios  confunde  la  chicha  con  la  Sambumbia ,  los 
indios  no  tenían  azúcar. 

Gímala. — Parece  que  ese  nombre  se  daba  á  los  árboles  en  ge- 
neral. 

Chinchorro.— So  llamaba  así  en  Cuba  una  red  hecha  para  pes- 
car: en  el  Orinoco  es  la  hamaca  grosera  para  gente  pobre:  se  lla- 
ma hamaca  la  más  fina.  Según  Gumilla,  usa  es  os  nombres  la  na 
cion  Saliba. 

Chipiona.— Población  cercana  á  Yaguaramas. 

Chivl,  Chili,  Ibar. — Pueblo,  hombres. 

Chojoba,  Cojoba.  —Tabaco  escrito  con  ch,  pero  que  se  pronun- 
ciaba como  ít. 

Chucha. — No  sé  que  sea  nombre  antillano,  aunque  se  use  en 
Cuba  como  expresión  familiar  que  se  aplica  á  las  que  se  llaman 
María  de  Jesús;  en  Panamá  se  dice  así  á  las  almejas;  con  termi- 
nación masculina  es  látigo;  y  por  corrupción  de  una  palabra  in- 
glesa son  los  desviadores  de  los  caminos  de  hierro. 

Ghuc,  *liue  — Cojer,  tomar,  tener. 

Chu,  Chuq. — Nombre  que  dieron  los  indios  á  los  cascabeles, 
acaso  por  onomatopeya. 

Ghuran. — Mujer  en  Eyeri. 

Giba,  Siba. — Piedra. 

Cibas,  Sibas.— Cuentas. 

Gibaios,  Sibaios. — Tubérculos  alimenticios  en  forma  de  nue- 
ces. |  Véase  Ajes] 

Giban, — Provincia  en  Cuba  que  soñó  Colon,  donde  los  hom- 
bres tenían  rabo. 

Gibao,  Sibao.  Provincia  y  puerto:  en  aquella  abundaba  el 
oro,  y  por  ser  montañosa  y  pedregosa  se  llamó  Sibao.  Creyó  Co- 
lon que  era  Cipanga  y  el  Padre  Charlevoix  p  ne  la  palabra  Ci- 
panga,  siguiendo  á  Pedro  Mártir,  como  nombre  indígena  en  la 
parte  de  Haití.  Sibao  era  también  un  Rio  que  corría  por  arenas 
auríferas.  Observó  Descourtilts  que  si  se  descompone  el  no  bre 
[t.  2.  pág.  420 1  de  etimología  céltica  se  encontraría  Ki-bc-aour, 
que  significa  las  montañas  de  oro;  pero  no  es  celta  el  origen  ni  le 
veo  mucha  precisión  eufónica. 

Cibaguara.    Lugar,  sitio,  en  la  isla  de  Santo  Domingo. 

Cibano. — Es  lo  mismo  que  S>bao,  provincia  montañosa  desde 
cuyas  alturas  descienden  rios  con  arenas  de  oro  como  el  Yuna, 
At ¡bonico ,  Tachen  y  Naiba . . . 

C>bayo.— Lo  mismo  que.  Sibaio,  tubérculo  ó  raiz  que,  con  las 
llamadas  Caboyes,  güáyero  y  ot  os,  sir  ieron  de  alimento  á  los  in- 
dios primitivos.     [Véase  Haití]. 

Cihrí,  Sibrí.  -Rio  de  Haití  «pie  cita  Las  Casas  como  á  Bumi- 
cún  y     oatrimecum. 

i  bonetes,  Siboneyes,  Zibunelles.-- Esta  palabra  escrita  de 
esos  diferentes  modos  eutre  los  que  debe,  prevalecer  la  escrita 
con  s  y  con  ?/,  se  ha  aplicado  á  los  indios  de  Cuba.  La  ha  con- 
servado el  venerable  Las  Casas  y  la  han  repetido  los  demás.  Eran 


—  215-*- 
U>8  cubanos  de  muy  buenas  formas,  según  lo  dicen  todos  los  cro- 
nistas y  se  consigna  en  la  primera  parte  do  esta  obra  al  hablar 
de  los  caracteres  físicos  de  los  indios.  En  Cuba  como  en  Haití 
llevaban  los  hombres  el  cabello  cortado  y  echado  hacia  atrás  de 
las  orejas  y  pocos  lo  usaban  largo  y  en  trenzas,  Así  como  Ana- 
caona se  pintaba  flores  rojas  y  azules  en  el  cuerpo  para  hermo- 
searse más  á  los  ojos  de  sus  contemporáneos;  se  cubrían  el  cuerpo 
los  guerreros,  y  para  aparecer  feroces  en  la  guerra  con  el  rojo  co- 
lor de  la  bija  y  el  negro  de  l&jagua,  que  aún  hoy  se  puede  usar 
como  tinta.  Las  habitaciones  eran  como  en  Haití  bohíos,  cane- 
barbacoas  y  de  estas  habia  poblaciones  enteras  en  el  agua 
en  Ságua.     [Véase  Qarahate]. 

Los  siboneyes  no  mataban  á  los  prisioneros,  ni  eran  antropó- 
fagos: no  tenían  más  armas  que  flechas,  macanas  y  lanzas  de 
madera  dura,  y  sin  más  adiciones  muchas  veces,  pues  las  puntas 
eran  por  lo  regular  de  la  misma  madera  sin  metal,  ni  pedernal. 
Los  de  otra  forma  se  limitaban  á  tener  un  hu  so  de  pescado.  Los 
Jefes  llevaban  de  dia  sus  adornos  característicos  de  plumas;  de 
noche  como  señal  de  dirección  un  cocuyo  ó  un  collar  de  ello-.  Sus 
costumbres  y  creencias  eran  sencillas  y  puras:  en  cuanto  á  religión 
tenían  ideas  de  un  ser  supremo,  de  la  inmortalidad  del  alma,  co- 
mo es  de  suponerse  no  bien  definidas.  Hay  quien  diga  que  ado- 
raban til  Sol.  Los  sacerdotes  eran  médicos  simultáneamente  y  se 
llamaban  achiques.  En  sus  formas  sociales  ó  políticas  me  pare- 
cen exajerados,  y  lo  digo  en  otra  parte;  las  noticias  que  nos  tras- 
miten los  que  creen  que  se  daban  tratamientos  de  Majestad,  Se- 
ñoría y  otros  que  apenas  comenzaban  á  introducirse  en  aque- 
lla éj  oca,  alterándose  costumbres  menos  Orientales  en  Euro- 
pa. El  deseo  de  buscar  semejanzas  entre  la  Europa  y  las 
indias  no  puede  llevarse  hasta  ponerse  en  contradicción  con  otras 
instituciones  más  prácticas  y  populares.  El  cronista  que  consi- 
deró á  los  reyes  de  las  Antillas  como  ai  de  las  abejas,  y  habló  de 
los  consejos  de  los  ancianos  á  la  sombra  de  los  árboles  y  del  ca- 
rácter comunista  de  esa  sociedad  pacífica  y  sin  orgullo,  ha  dado 
las  pruebas  contra  esas  pretensiones  aristocráticas. 

Bñ  los  artículos  Arcitos,  Batey,  Batos  y  otros  se  ha  dicho  lo 
concerniente  á  las  costumbres  sociales  y  hasta  religiosas  comunes 
á  las  grandes  Antillas  y  las  Lucayas.  Su  agricultura  se  limitaba 
al  cultivo  del  maiz  y  raices  de  que  hacían  casabe  ó  comían  en 
otras  fo  mas.  Sus  labranzas  se  llamaban  conucos.  Cuidaban  de 
las  frutas  y  en  especial  de  las  ananás  ó  pinas.  La  pesca  les  pro- 
porcionaba gran  parte  de  sus  alimentos;  y  tenían  grandes  cerca- 
dos de  rejas  que  daban  paso  al  agua  en  las  costas  para  la  cria  de 
tortugas,  lisas,  cangiejos  y  otros  animales  marítimos.  Eran,  por 
lo  tanto,  picicultores.  '[Véase  G  Herrera  en  el  viaje  que  narra  de 
Ocampo.]  El  maiz  se  hacía  producir  en  rozas  del  campo  cuyos 
despojos  ó  brusca  quedarla  en  la  tierra  ó  se  quem  baj  en  seguida 
con  una  coa  se  habrían  agujeros  en  que  echaban  los  granos.  Las 
siembras  de  raíces  se  hacían  en  montones,  como   hoy   los   ñames, 


— -24G  — 
pero  más  grandes;  por.montones  se  designaba  la  extencion  de  las 
labranzas  en  los  primeros  siglos  de  la  dominación  de  los   españo- 
les, así  como  se  introdujo  en  los  cabildos  el  arelde  para  la  medida 
del  ?  eso. 

Las  manufacturas  eran  i^ocas:  tejidos  de  algodón  para  la  na 
goas,  redes  para  hamacas  de  algodón  y  chinchorros  de  heniquen; 
coyas  ó  cabuyas  »e  majagua,  guarna  y  corojo;  jabas,  sibucanes, 
jabucos,  canastos  de  bejuco,  palma  yarey;  cosas  de  alfarería  ca- 
zuelas, jarros,  canaris  y  talismanes  ó  semis.  En  las  cartas  del 
gobernador  de  Cuba,  Velazquez,  publicadas  por  D.  Eamon  de  la 
Sagra  se  consignan  los  nombres  de  muchas  provincias  ó  casicaz- 
gos  de  los  Siboneyes.  D.  José  Ma  de  la  Torre  ha  hecho  el  primer 
trabajo  sobre  esos  nombres  y  aun  trazado,  aunque  arbitrariamen- 
te los  limites  de  esos  territorios,  fundándose  en  los  únicos  datos 
posibles  á  las  conjeturas:  según  él,  tenía  Cuba  antigua  más  del 
triple  de  las  provincias  determinadas  antes  de  que  él  escribiera: 
dijo  que  hasta  entonces  eran  nueve  y  él  enumera  30.  (Yéase  lo  que 
sobre  el  mismo  asunto  dice  Poey  en  el  artículo  Cuba  de  esta  obra). 

No  es  opinión  sin  tropiezos  que  se  llamaran  siboneyes  los  cu- 
banos; consta  de  documentos  auténticos  contemporáne  s  que  se 
daba  ese  nombre  convertida  la  s  en  ,~,  la  o  en  «,  Zibuneyes  y  aún 
Zibunelles  á  una  tribu  semejante  á  las  que  poblaban  los  Jardines 
y  servían  de  criados  álos  demás:  (Veáse  Guanacahateycs.J 

Cibucán,  Cibucán,  Sibucan. — Talego  hecho  de  modo  que  con 
él  se  expremia  la  yuca  rayada  para  hacer  el  casabe. 

Cibuqueira.—  Ulü  habitada  por  los  caribes,  que  envenenaban 
las  fichas  como  los  del  continente;  con  el  curare:  también  eran 
caribes  los  habitantes  de  las  otras  islas  menores  y  aún  se  les  su- 
ponía cu  parte  de  Borinque  .,  Tuna,  Guarina  y  que  lo  eran  los  ci- 
gayos  de  Jlaiti.  Caonabo  e  marido  de  li  bella  Anacaona,  se  su- 
ponía caribe.N  (Véase  Caonabo J.  Sibuqueira  se  escribía  Gibucuei- 
ra  por  algunos. 

Ciénaga,  Ciénega,  Ciénaga. — -Se  conserva  la  palabra  en  el  mis- 
mo sentido  que  la  usaron  los  indios:  en  la  Perla  de  América  escri- 
be el  Padre  Julián  con  s,  la  palabra  ipág.  240.) 

Qiffua. — Molusco  queda,  según  Poey,  nombre  á  una  enferme- 
dad. 

Ciguai. — Provincia  de  Aragua,  Haití. 

Ciguatera. — Enfermedad  en  los  peces  y  algunos  crustáceos, 
como  el  borinqueño  de  Puerto-Kico. 

Ciguayo. — Asi  llamaban  á  un  casi^ue  haitiano  que  se  rebeló 
contra  los  españoles  animado  por  el  ejemplo  de  Enriquillo.  Aun- 
que andaba  en  cueros,  dice  el  Padre  Las  Casas,  •  como  los  demás 
indios  se  armó  con  una  lanza  española  y  cree  que  con  una  espada: 
peleó  valerosamente  con  obra  de  10  ó  12  indios  contra  los  españo- 
les, y  murió  á  sus  manos.  Entonces  otro  indio,  el  terrible  Tama- 
yo,  continuó  peleando  lo  mismo,  pero  en  su  impotencia,  tuvo 
el  propio  fin. 

Cimarrón,  Shnarron,— Término  haitiano  según  el  Padre  Mier. 


—  247  — 
(Historia  de  la  Revolución  Mexicana  t.  1.  pág.  ir»  i.)  Los  indios  de  las 
Antillas  menores  llamaban  marrón  como  un  equivalente  á  salvaje 
pero  solo  lo  aplicaban  álos  anímalos  y  frutas  silvestres  (lioclie- 
t'orl,  palabra  Sauvagé).  Significa  según  Edwatlrs  (App.  .'i.  Ilist, 
qf  \Y.  Iridies,)  para  los  hispano  americanos,  y  cita  á  Long,  ¡www- 
ííor  de  cerdos.  Marrano  dice,  es  en  español  el  ¡echón;  y  en  la 
Ene  clopedia  art.  Marón  se  lee:  "Se  llamsn  marrons  en  las  islas 
francesas  los  negros  fugitivos.  Viene  de  la  palabra  simarron  que 
es  un  mono.  Creyeron  los  españoles  no  honrar  con  otro  nombre 
los  desgraciados  esclavos  fugitivos  que  llamarles  monos,  porque 
hnian  al  bosq  e  como  esos  animales  de  donde  saliau  para  bnscar 
las  frutas  de  ios  lugares  cercanos.'7  L  i  primer*  vez  que  he  visto 
la  palabra  simarron  fué  aplicada  á  los  indios  en  las  relaci  ;nes  de 
Velazquez  y  sus  contemporáneos:  nació  en  las  Antillas  y  dobia 
ser  indígena  no  siendo  castellana.  En  el  Diccionario  de  la  lengua 
española,  por  una  sociedad  de  literatos  se  lee  que  es  una  palabra 
<iue  se  usa  en  America;  el  excelente  Diccionario  portugués-francés 
de  laRouquette  entre  los  aumentados  ¿i  otros  vocabularios,,  se  en- 
cuentra Cimarrao  y  se  advierte  que  se  usa  en  América  para  deter- 
minar como  calificativo  á  los  hombres  y  animales  que  viven  en  los 
bosques:  como  casi  todas  las  palabras  aceptadas  por  los  europeos, 
en  1 1  época,  tiene  que  ser  antillana. 

Los  franceses  é  ingleses  usan  de  la  palabra  marrón  como  cor- 
rupción de  cimarrón  también  en  sus  colonias'  americanas  No 
obstante,  Michel  en  sus  curiosas  publicaciones  {Hist.  dos  Races 
Maudites  pág.  9G  t,  2)  dice  hablando  de  los  Marrones  de  V  Auverg- 

ne n  podemos  agregar  que  el  nombre  de  marrón,  que  se  aplica 

a  los  negros  huidos,  ó  á  los  que  ejercen,  industrias  ilícitas,  no  tie- 
ne otro  origen  que  el  nombre  de  los  desgraciados  marrones  que 
vivían  en  los  lugares  escarpados  y  se  rodeaban  del  misterio  para 
entregarse  alas  prácticas  judaicas  mucho  más  que  cristianas." 
Sin  embargo,  el  erudito  historiador  duda  de  que  hubiera  esos  ma- 
rrones como  los  describen  Francisco  Dralet  y  Laubouraliniese,  es- 
critores de  nuestros  <Ii«s,  que  son  los  únicos  que  aseguran  el  hecho 
La  palabra  marrano  y  marrana  castellanas,  llevadas  á  Francia, 
se  aplicaban  á,  los  recien  convertid  s,  en  especial  á  los  persegui- 
dos judíos  t  »n  hediondos  como  despreciables  para  los  europeos  en 
la  edad  media.  La  legislación  española  coloca  entre  las  injurias 
graves  esa  palabra  dirijida  á  un  cristiano.  Duchan  ge  no  cree  que 
Marrón  se  derive  de  marrano.  (Marani  et  Marranos  Qlom/rium 
Mediae  et  Infimae  Latínitatis  t.  VII.)  Sostiene  que  los  marrones, 
(marrones  6  marranea)  eran  ciertos  habitantes  de  los  Alpes  de  Ma- 
rronea  Aguilonari provincia  nomeu  trawise  oúginem,  Marrón  en 
el  sentido  de  huido  es  indudablemente  derivado  de  simarron  y 
tiene  tanta  relación  con  marrano  como  con  castaña  que  llaman 
marrón  los  franceses.  Los  filibusteros  tomaron  la  palabra  marrón 
en  el  sentido  de  huido  cuando  la  conocieron  en  las  Islas;  pero  ellos 
creian  que  era  palabra,  española  que  (pieria  decir  bestia  silvestre 
o  salvaje  (Oexmolin  llist.  des  aceni '  Jilibiistier  pág.    llí>   t.  I.)      El 


—  248  — 
Ldo.  Bartolomé  Ortiz  al  dar  cuenta  de  una  sublevación  en  30  de 
Marzo  de  1539,  decía  al  Consejo  de  Indias,  de  naturales  de  Cuba, 
"y  pintándose  caras  y  cuerpos  se  disimularon  cimarrones.  Eran 
21  y  ya  se  han  ajusticiciado  13.  Asi  se  seguirá."  La  ciudad  de 
Santiago  en  22  de  Abril  de  1540  al  emperador  decia:  ' -convendrá 
que  V.  M.  en  cada  ano  eche  de  sisa  300  pesos  para  acabar  con  los 
cimarrones»  De  lo  contrario  podrían  ayuntarse  los  indios  man- 
sos con  los  cimarrones  y  con  ellos  algnnos  negros  de  mala  inten- 
ción como  han  ayuntado  seis  ó  siete  negros  que  están  presos  por 
ello."  (Anales  y  Memorias,  Habana,  secc.  írist.  publicada  por  el 
Sr.  Pezuela.) 

La  traducción  castellana  de  las  Cartas  de  las  Misiones  pág. 
130  tomo  12  (Madrid)  dice:  "El  término  Marrón,  cuya  etimología 
no  está  bien  conocida  en  la  misma  isla  (de  Haití)  viene  de  la  pa- 
labra española  simarron,  que  quiere  decir  mono,  se  sabe  que  se 
retiran  estos  animales  á  los  bosques,  no  salen  de  ellos  sino  para 
echarse  furtivamente  sobre  los  frutos  que  se  hallan  en  la  Vecin 
dad  de  sus  madrigueras,  y  en  ellas  hacen  grande  estrago;  dieron 
los  primeros  españoles,  que  vinieron  á  las  Islas  este  nombre  á  los 
esclavos  fugitivos,  y  con  el  tiempo  pasó  á  las  colonias  francesas. 

Gimú,  Zimú. — Esta  palabra  se  escribió  así  y  aun  con  c,  y  sig 
nifica  cabeza,  frente,  pico. 

Cinato,  Zinato. — Como  la  anterior,  también  solía  escribirse 
con  c,  significa  ira,  furia,  molestia  grave. 

(Jipanga  ó  Gibaría,  -Eeg  on  de  oro.  Algunos  escritores  como 
Charlevoix  y  aún  nuestro  Poey,  han  aceptado  el  nombre  de  Ci- 
panga  como  el  dado  por  los  naturales  á  Haití  en  su  región  monta- 
ñosa, Pedro  Mártir  dice  que  efectivamente:  "Quisqueya  y  Haití 
fueron  sus  antiguos  nombres.  Gipanga  también:  por  la  región  mon- 
tañosa y  aurífera  los  más  dan  á  toda  la  isla  ese  nombre:  como 
nuestros  poetas  llaman  Lacio  á  toda  Italia,  tomando  la  parte  por 
el  todo."  Pero  yo  creo  que  Pedro  Mártir  reprodujo  el  rumor  de  la 
época:  Creyó  Colon  que  Santo  Domingo  eraCipango,  isla  descri- 
ta x>or  Marco  Polo,  rica  de  oro  y  sin  otro  fundamento,  no  *olo  le 
dio  el  nombre,  sino  supuso  que  todos  se  lo  daban.  La  suposición  se 
amplía  llamando  otpangi  á  los  habitantes  de  Matinino.  Son  los 
sueños  del  genio  perpetuados  por  sus  admiradore  :  es  uno  de  los 
sueños  de  Colon  mal  explicados  en  sus  descubrimientos  que  ha 
csnservado  Pedro  Mártir;  el  cura  Bernaldez,  otros  como  los  de 
Ofir  y  Ornofay.  El  mismo  Charlevoix,  que  no  contradice  el  aser- 
to, agrega  que  debia  advertir:  "Que  ha  encontrado  á  Pedro  Már- 
tir poco  exacto,  siendo  su  historia  cartas  que  escribía  sóbrelos 
primeros  rumores  que  corrían  en  la  corte  donde  estaba." 

Co.— Suelo  fértil,  cosa  comestible,  fruto.  Como  la  duplicación 
es  un  aumentativo,  coco  será  fruto  alto,  grande  ó  elevado.  Significa 
agua  en  araucano. 

Coa. — Fuente:  instrumento  consistente  en  un  palo  endurecido 
por  la  punta  por  medio  del  fuego:  era  peculiar  á  los  agricultores, 
para  suplir  el  arado.  En  significación  de  fuente  es  sinómima  de 


—  210  — 
maca  v  mía».  Como  terminación  es  muy  usual  en  las  islas  y  el  con- 
tinente meridional:  significa  en  vascuence  de:  así  Cuinanacoa  se- 
na de  dimana:  |  Véase  la  nota  a  la  pág.  32,  lib.  II.  cap.  VI  de  los 
Viages  Intertropicales  de  Ilumboldt.J  Esta  terminación  tan  común 
en  la  lengua  siboney  es  también  vizcaína  para  Mr.  Dauxion  La- 
vaysse,  y  en  sus  Viages  refiere  que  fueron  los  vizcaínos  los  que  á 
Cnmaná  agregaron  la  final  coa  que  significa  pertenencia  de  algu- 
na cosa.  En  los  escritos  déla  época  so  señalan  entre  los  instru- 
mentos de  (pie  usaban  los  indios  en  sus  rudas  tareas  y  que  debían 
prohibirse  á  la  coa  y  al  hacha  de  piedra:  "que  ni  en  minas  ni  en  ha- 
cienda, ni  en  ninguna  cosa  trabajen  los  indios  con  coas  de  palo, 
que  son  unos  palos  do  puntas  agudas  que  ellos  usaban  para  ca- 
var  con  que  ahora  les  hacen  los  españoles  trabajar,  y  otras 

hachas  de  piedra porque  puesto  que  ellos  los  usaban  era  por 

no  alcanzar  otras  herramientas lo  que  ahora  hacen  en  una  se- 
mana hacían  ellos  en  dos  y  tres  meses porque  se  quebrantan 

los  cuerpos  y  se  muelen  los  hígados."   (Documentos   inéditos,  pág. 
58,  t.  7.J 

Goagualcjc  —  "Planta  silvestre,"-- -Haití.  (García, ; 

Cotfi.— Joya,  gala. 

Coaiba.  —Celeste? 

Goamo.—  Tilla  de  Puerto  Rico,  costa  Sur,  tres  leguas  del  mar, 
y  también  un  rio. 

Goamú.  Isla  en  que  dice  Colon  habia  mucho  oro,  allí  llamado 
Tuob;  como  en  la  isla  Matinino,  que  sólo  habitaban  mujeres:  en 
Santo  Domingo  era  Gaona,  y  en  San  Salvador  nozay. 

Goatrimcciím. — (Véase  <  tbú.) 

Goatrischie. — El  semi,  compañero  de  Quabanex  y  (¡uataba. 
(Véase  (Juabanex.) 

Goatris,  Yara,  Yario. — Agujero,  hueco. 

Goay,  Goaybay. — Lugar  en  dónele  se  reunían  los  muertos  en  la, 
isla  de  Haití,  en  Sor  aya.  Allí  comían  un  fruto  que  les  estaba 
consagrado.  Según  la  descripción  de  él  por  Herrera  era  el  ma- 
mey de  Santo  Domingo:  Pedro  Mártir  dice  que  la  Guanaba  "coto- 
ne  símiles'7  y  á  este  siguen  otros.  Ouabaza  la  llama  el  Padre  Ro- 
mán Pane.  Los  muertos  podían  tomar  las  formas  humanas  con 
todos  los  miembros  menos  el  ombligo,  do  modo,  que  cuando  se 
metía  en  la  hamaca  de  un  indio,  bastaba  buscar  el  lugar  donde 
solía  tener  el  ombligo,  y  si  no  lo  tenía,  era  un  aparecido:  esto 
evitaba  el  chasco  que  era  consiguiente  al  que  sin  advertirlo  creía 
tener  en  brazos  una  hermosa  mujer,  y  se  le  desaparecía  cuando 
menos  se  esperaba, 

Codftaco. — Lugar  correspondiente  al  easique  Agüeibaná,   lia 
mado  el  easique  mayor,  en  la  costa  Sur  de  Uorinquen,  en  donde 
fué  derrotado  por  Ponce:  toma  el  nombre  de  un  rio  que  lo  cruza. 
Fué  la  primera  acción  después  de  la  rebelión  do  los  indios. 

Cobre. — Dice  Gil  González,  citado  por  Murillo,  que  todo  el 
cobro  empleado  en  piezas  de  artillería  en  la  Habana  y  en  las  in- 
dias, fuera  del  llevado  a  España,  se  sacó  de  las  minas  de  Cuba. 


—  250  — 

Coba.—  Gruta:  ¿no  será  corrupción  de  cueva?  Por  cueva  se 
pone  baba,  vara,  giaya,  beina  y  podrán  significar  lo  que  antes,  ca- 
verna, furnia,  gruta  con  la  misma  razón  que  cuera. 

Cobo. — Caracol  de  mar. 

Cobiií. — Rio  de  Puerto  Rico  que  riega  la  jurisdicción  de  Xa- 
guabo. 

Corao. — Barrio  del  pueblo  ó  partido  de  Quebradiila  en  Puer- 
to Rico. 

Cochio.— Vestido  del  hombre. 

Cocos,  Coquillas. — Los  frutos  de  las  palmas  en  las  Antillas:  la 
primera  palabra  se  aplica  en  Cuba  á  los  escoteros  ó  sus  frutos;  la 
segunda  se  usa  en  Puerto  Rico. 

Cocuyo.  -  Insecto  luminoso,  en  otras  partes  conocido  por  los 
nombres  de  cuinix,  siebas,  cucuyos  y  locuyos. 

Cohiba,  Cojiba,  Cojoba,  Cojioba,  Cohob.—  Tabaco,  según  los 
cronistas  de  Indias:  esta  era  la  planta;  y  el  tabaco  no  solo  el  ins- 
trumento con  que  se  hacían  las  ahumadas  sino  las  hojas  torcidas 
que  hoy  llevan  ese  nombre  en  Cuba  y  el  de  cigarros  en  otras  par- 
tes. Era  planta  muy  apreciada  en  sus  prácticas  religiosas  y  en  la 
medicina,  así  como  para  los  placeres.  Convertido  en  polvo  figura 
en  un  suceso  de  su  mitología.  (Véase  la  relación  del  Pa  iré  Pane, 
sección  Ia  de  este  libro,  2a  parte.)  En  sus  ritos  sagrados  era  el  in- 
cienso que  quemaban  á  los  seniis;  sus  casiques  y  sacerdotes  se 
embriagaban  con  sus  ahumadas  y  hasta  el  jugo  de  la  planta:  el 
médico  la  empleaba  en  sus  sortilegios  y  purificaciones  Era  el  más 
usado  de  sus  purgantes.  El  nombre  tabaco  que  hoy  aplican  los  eu- 
ropeos á  la  planta,  lo  usaron  los  indios  para  llamar  como  he  indi 
cado  el  miemo  objeto  que  estos  llaman  cigarro,  si  bien  en  Cuba 
siguen  llamándose  como  lo  dijeron  los  indios.  La  primera  vez  que 
habló  Colon  de  esta  yerba,  no  dice  más,  si  no  que  eran  hojas  secas 
odoríferas  que  llevaba  un  indio  en  una  piragua  [15  de  Octubre  de 
1402]  en  Exuma,  una  de  las  Bahamas;  creyó  que  debían  tener 
mucho  valor,  pues  se  las  presentaban  como  regalo  en  Guanana- 
ní.  La  explicación  de  los  tizones  que  llevaban  encendidos  los  in- 
dios de  Boechio  (Haití)  hecha  por  el  obispo  Las  Casas,  demuestra 
que  los  tales  tizones  eran  tabacos  al  uso  perpetuado  hasta  ahora, 
es  decir,  envolviendo  una  hoja  (capa)  sobre  un  manojo  comprimi- 
do [la  tripa]  como  se  ve  en  la  frase  del  obispo:  á  modo  de  mosquete 
de  papel  hecho  por  los  muchachos  en  las  pascuas.  Es  exactamen- 
te el  tabaco  torcido  generalizado  y  con  un  valor  que  no  pudo  sos- 
pechar Colon  habia  de  ser  mucho  mayor  que  el  que  le  atribuía n 
los  indios.  Aprovecharon  esc  feo  vicio  los  europeos  y  el  mismo  es- 
critor dice:  "Españoles  conocí  yo  en  esta  Isla  Española  que  los 
acostumbraron  á  tomar,  que  siendo  reprendidos  por  ello  diciéndo- 
les  que  aquello  era  vicio,  respondían  que  no  era  de  su  mano  de- 
jarlos de  tomar."  Y  es  lo  más  singular  que  los  indios  usaban  el 
tabaco  también  como  nosotros  en  polvo:  en  tabacos  torcidos,  en 
pipas  y  además  de  mascarlo,  en  los  tubos  que  describe,  Oviedo  de 
íorma  especial.  De  lo  primero  es  testimonio  el  que  exparcian  en 


—  251  — 
sos adoratorios:  en  estos  tenían  una  mesa  ó  cosa  parecida,  redon- 
da en  que  ponían  mucho  potro  do  tabaco  y  con  él  cubrían  á  su  Be- 
mi  la  cabeza  en  los  actos  de  adoración,  y  no  escaseaban  el  que 
sorbían  por  la  nariz  hasta  embriagarse:  así  lo  cuenta  Colon  en  su 
Diario;  lo  repite  Herrera  en  su  Descripción  de  las  Indias  Occiden- 
tales, París  1660,  refiriéndose  al  año  1496.  Es  para  mí  indudable 
que  lo  fumaban  torcido  como  abora,  y  no  solamente  por  medio  del 
tubo  ú  horquilla  citada  que  era  su  pipa.  En  pipas  lo  fumaban 
y  basta  se  ba  reproducido  la  horquilla  que  dio  ¿i  luz  Oviedo,  y 
acabo  de  citar  á  que  se  daba  el  nombre  de  tabaco:  y  hay  quien  ha 
repetido,  que  no  á  la  hoja,  sino  al  instrumento  dieron  el  nombre 
actual.  Cuando  López  de  Gomara  dice  que  los  sacerdotes  comían 
tabaco  para  prepararse,  acaso  no  hacían  más  que  masticarlo:  otra 
cosa  es  cuando  hacían  una  preparación  sus  médicos  para  purgar- 
se ellos  y  sus  enfermos.  El  tabaco  se  ha  encontrado  con  diferen- 
tes nombres  en  toda  la  América;  dado  el  hombre  ¿i  usarlo  de  la 
misma  manera;  empleado  como  entretenimiento  de  placer;  y  como 
una  yerba  grata  á  los  dioses  que  entraban  en  los  elementos  de  sus 
ritos.  Luciano  Bosni  ha  escrito  una  serie  de  artículos  sobre  el  ta- 
baco y  sus  accesorios.  (Bevue  American  t.  II  n.  6  y  siguientes)  en- 
tre los  indígenas  de  América  en  donde  los  curiosos  podían  hallar 
lo  que  no  atañe  á  los  antillanos. 

Coi  ó  Cuí. — Es  un  bastidor  de  madera  cuadrilongo  ó  cuadra- 
do, con  una  red  ó  lienzo  y  se  cuelga  de  los  techos  en  las  casas 
exentas  en  Cuba  especialmente  en  haciendas  de  crianza.  Seda 
ese  nombre  á  las  camas  de  niños  hechas  de  esa  forma  en  las  ca- 
sas de  campo. 

Coiba.—  Otro  nombre  del  tabaco.  En  tanto  Doringo,  cuando 
es  en  rama, 

Cole-sibí. — Piedras  ensartadas  que  usaban  los  indios  como 
brazaletes  de  cuentas. 

Ciguatera.— 8q  atribuye  desde  1582  (La  América  níím.  1,  año 
IX)  á  que  come  el  pez  el  fruto  del  manzanillo,  y  el  pescado  ci- 
guato que  no  mata  ai  que  lo  come,  le  hace  perder  el  pelo:— -"y  si 
no  mueren  peíanse." 

Colon.—- Cristóbal  nacido  en  Genova  de  la  familia  de  Colom 
bo,  cuyo  apellido  alteró  él  mismo:  no  debe  figurar  en  este  libro  si- 
no como  el  descubridor  de  las  Antillas  Mayores  en  1492,  pues  que 
de  ellas  se  trata. 

Desde  que  quiso  hacer  del  ilustre  marino  un  Santo  el  abate 
lioselly  de  Lorgues,  los  que  son  poco  amigos  de  celestes  leyen- 
das, se  han  empeñado  en  buscar  defectos  al  hombre,  que  ha  sido 
antes  elogiado  con  entusiasmo.  Hay  una  escuela  crítica  america- 
na que  sigue  de  lejos  las  alemanas  en  la  reconstrucción  de  la  his- 
toria, Wilson  y  A.  Goodrich  la  representan  achicando  y  disminu- 
yendo lo  que  creen  misticismo  y  exageraciones.  Goodrich  ha  escrito 
una  Vida  de  (Jolón  que  es  una  acusación  apasionada,  en  la  que 
consigue  demostrar  que  el  libro  del  abate  francés  prueba,  que  en 
moral  como  en  física  el  ángulo  de  reflexión,   es  igual    al  «le  iu 


cidencia.  De  Colon  quedan  las  ruinas  de  su  casa  en  Santo  Domin- 
go (1)  y  se  disputan  las  cenizas  la  Habana  y  Santo  Domingo. 
Hasta  en  la  Sociedad  de  Americanistas  se  han  lanzado  alusiones 
contra  la  lealtad  de  carácter  del  Gcnovés. 

Colon  Diego. — Indio  yucayo  de  Guanahaní  fué  á  España 
con  Colon,  y  habiendo  aprendido  el  castellano,  le  sirvió  de  lengua 
(intérprete  en  Cuba:)  por  lo  que  aparece  do  sus  relaciones  el  yuca- 
yo habló  d  los  cubanos  en  su  misma  lengua  que  era  una  para  ellos  y 
el  intérprete,  pero  se  encontró  con  gentes  con  quienes  tuvo  que 
hablar  por  señas,  y  esto  le  sucedió  por  la  costa  del. Sur.  conforme 
se  alejaba  de  Trinidad  á  Sagua  en  que  el  dialecto  se  separaba  de 
la  lengua  común  y  era  apenas  comprendido  de  Diego.  Hay  que 
desconfiar  dé  todo  lo  que  creyó  el  Almirante  y  nos  relata  sobre 
esas  partes,  más  iluso  que  en  otras  con  sus  sueños  reflejando  á 
Marco  Polo. 

Cojui.  -  Cuadrúpedo  indígena.  (García.) 

Comején,  Comixen. — Insecto  que  destruye  las  maderas  y  sus- 
tancias vegetales. 

Comendador,  El  Casique. — Un  casique  de  la  Isla  de  C  uba 
adoptó  el  nombre  de  Comendador  al  bautizarse,  porque  quiso  lle- 
var el  del  gobernador  Comendador  Mayor  de  Alcántara,  y  digo 
X>arece,  porque  ni  el  venerable  Las  Casas,  que  es  el  que  dá  más 
noticias  sobre  esto  lo  afirma,  sospechando  que  tal  vez  le  pusiera 
ese  nombre  algún  clérigo  le  los  que  venian  de  Tierra  Firme  afi- 
cionado al  Comendador:  pero  la  celebridad  histórica  del  nombre 
de  El  Casique  Comendador  se  lo  ha  dado  la  relación  del  Bachiller 
Encizo  que  refleja  las  ideas  religiosas  de  la  época.  Dice  ésto  que 
en  el  Cabo  Cruz  hubo  un  casique  que  se  bautizó  y  hacía  llamar 
Comendador:  que  un  marinero  naufragó  en  aquellas  costas,  fué 
curado  allí  y  fabricó  una  casita  cerca  del  bohío  del  casique  y  en 
ella  tenia  una. estampa  do  la  Santa  María.  El  devoto  náufrago  ex- 
plicó al  indio  el  significado  de  aquella  imagen;  y  los  indios  con  su 
casique  se  acostumbraron  á  invocarla  y  repetir  por  las  tardes  la 
salutación  angélica:  la  colocaron  en  un  altar  con  adornos  de  algo- 
don;  y  experimentaron  su  protección  en  sus  querellas  con  otros 
indios.  Encizo  refiere  los  milagros  que  se  realizaron;  el  Padre 
Las  Casas  manifiesta  que  se  hicieron  areitos  ó  composiciones  poé- 
ticas que  cantaban  en  su  lengua,  acaso  por  serles  difí  ii  aprender 
'le  coro  toda  la  oración  angélica;   Pedro  Mártir  escribió  sobre  el 


[lj  El  palacio  del  Almirante  cuyas  ruinas  existen  en  Santo  Domingo,  que' lia 
reproducido  en  lámina  ilustrativa  en  1801  Guillermin  y  que  han  publicado  después 
entre  otros  Cuartón  y  Hazard  ni  fué  de  D.  Cristóbal  ni  este  le  habitó.  La  constru- 
yó su  hijo  Diego.  Para  que  ni  en  esto  haya  una  sola  opinión, ^c  ve  en  la  nota  de 
Cuartón  citando  á  Ardouiu,  que  le  construyó  de  1494  á  1496:  lo  que  no  puede  sor 
porque  en  esta  focha,  no  era  ni  gobernador,  ni  almirante  aún  D.  diego.  Habló  Val 
verde  do  una  casa  hecha  por  D.  Diego  del  lado  derecho  del  Ozama,  donde  ahora, 
está  la  ciudad  que  fué  trasladada  después  del  huracán  de  1502;  neo  Ardonin  quo 
las  ruinas  están  del  lado  izquierdo  "sur  la  rive  gancho  de  1'  Ozama."  Son  pues  do .-: 
las  casas  do  los  Colonos  tio  y  sobrino,  ó  se  han  confundido  en  la   "casa  do  >olon."' 


—  Im- 
propio asunto  al  Pontífice.  En  la  gentilidad  fué  el  oasique  de  Ma- 
caca. (Véase  CueibiL) 

Comisen. — Otra  forma  en  qtte  se  escribió  comején. 

Qomoteya. — Lugar  en  qne  según  las  tradiciones  haitianas  se 
edificó  la  primera  casa. 

Gonel.— Bey  de  Haití. 

Oomwco.— Huerto,  labranza.  Hoy  huerto  de  esclavos  en  Cu- 
ba  (1868:)  y  en  las  haciendas  el  lagar  donde  se  siembran  los  vege- 
tales que  producen  lo  que  pro vincialmente  1  lámanse  viandas. 

( '<)¡H'i. — Árbol  de  que  sacaban  pez  ó  resina  los  indios  para  sus 
batos  ó  pelotas  y  otros  usos.  Los  cristianos  emplearon  sus  hojas 
como  papel  para  escribir,  hiriendo  su  superficie  con  un  punzón, 
y  luego  so  ennegrecía  lo  escrito  como  si  fuera  tinta.  Habiendo 
remitido  un  español  tres  hutías  cocinadas  á  un  amigo  con  un  es- 
clavo indio  y  una  hoja  en  que  le  describia  el  presente,  el  indio  se 
comió  dos  y  entregó  sol^  una;  pero  como  el  sujeto  lo  reconviniera 
con  la  carta,  pues  eran  tres;  y  su  amo  lo  castigó,  circuló  entro  los 
indios  la  noticia  que  las  hojas  del  copey,  otra  vez  so  lee  cotoy  de- 
cían á  los  cristianos  lo  que  pasaba:  ellos  determinaron  no  hablar 
donde  les  oyese:  el  copey  es  resina,  parecida  al  copal:  los  botan  i- 

i  laman  al  árbol  Clusia  alba. 

Coqui. — Anixnalcjo  de  lugares  pantanosos,  de  cauto  monóton  ) 
y  constante  (Tapia.) 

Corí.— El  curie1.  Por  la  descripción  quo  hace  Pisón  del  Cabla 
Gobaya,  de  la  América  Meridional  parece  el  curiel:  la  figura  que 
ilustra  esa  explicación  la  continua,  aunque  dice  quo  son  dos  var  e- 
dades  que  se  distinguen  por  el  tamaño.  (Véase  Agutí.) 

Córbana. — Lo  mismo  que  Cúrbana. 

Corocoto. — El  semi- protector  del  casique  Guauareto,  de  quien 
se  suponían  hijos  los  niños  quo  nacian  con  coronas  ó  apéndices  en 
la  cabeza. 

Gorozal. — Pueblo  interior  de  Puerto  Pico. 

Coro.— Véase  Janjau. 

Cotáí. —Según  Pisón,  corrupción  do  agutí.  ¿Xo  será  utíaf 
Acuti  dice  Clavijero. 

Coíubama,  Cotubanama. — Oasique  gigantesco  que  residía  en 
Higuey  en  la  isla  de  Haití  (isla  de  Higucy  dice  Priest,  adjunta  á 
la  Española).  Tenia  tres  pies  de  anchura  en  las  espaldas;  su  arco 
para  las  Hechas  no  lo  podía  levantar  fácilmente  un  hombre;  sus 
dardos  eran  troncos  de  árboles  con  puntas  de  hueso  do  pescado. 
Solo  se  le  pudo  cojer  por  medio  de  la  astucia  y  valor  de  Juan  Ló- 
pez en  la  lucha  con  el  gigante  en  que  hubiera  sido  vencido;  pero 
que  socorrido  por  sus  compañeros  pudieron  prender  al  casique  y 
lo  ahorcaroon  en  seguida.  Cotubanama  se  había  distinguido  por 
su  bravura:  vencido  por  primera  vez  pide  la  paz  á  Juan  Esquive! 
y  toma  su  nombre:  es  decir  que  se  declaró  yuaiiao  suyo  ó  berma 
no.  Vuelto  á  encender  la  guerra  la  prolongó  por  mucho  tiempo, 
pero  se  vio  en  la  necesidad  de  huir  con  su  familia  á  la  isla  de  Sao 
na,  en  donde  fué  descubierto.   La  lucha  del   indio  fué  la  última 


—  254  — 

prueba  de  su  valor,  pues  ya  teuieutlo  cortadas  las  dos  manos 
oprimía  cou  peligro  de  muerte  cou  sus  brazos  al  contrario  y  lo  abo- 
gaba contra  el  suelo.— -La  orden  de  aborcarlo  la  dio  Ovando. 

Cotuí. — Lugar  en  Haití  á  10  lenguas  de  la  ciudad  de  Santo 
Domingo,  en  donde  por  haber  mucho  cobro  se  estableció  la  prime- 
ra caSa  de  acuñación  de  moneda  en  Indias.  Dispúsose  en  1530  y  se 
fundó  en  1536.  Cuando  se  comenzó  á  acuñar  la  moneda  de  cobre 
en  Nueva  España,  dice  el  Padre  Torquemada,  que  era  un  tipo  se- 
mejante á  los  de  España  y  Santo  Domingo:  pero  las  monedas  de 
cobre  no  gustaban  á  los  mexicanos.  Tampoco  agradaron  á  los  an- 
tillanos, ó  por  lo  menos  no  se  perpetuaron;  duró  poco  en  Cotuí 
la  acuñación  de  esas  monedas  pues  así  se  deduce  de  los  documen- 
tos de  la  época  {Documentos  inéditos  del  archivo  de  Indias,  pági- 
na 14  t.  1°| 

Cotoy. — (Véase  Copey, 

Cotuy. — Barrio  de  San  Germán  en  Puerto-Kico. 
Com, — Vasija  que  se  hace  con  la  mitad  de  una  güira  ó  Mbue- 
ra.    Según  Bocheíbrt,  significa  la  güira  en  las  islas  menores  pero 
su  mitad  para  usarla  como  plato  se  dice  touba  (toba  con  ortogra- 
fía española);  si  es  para  beber  se  dice  dita.    (Véase  Ditas.) 

Couroumon. — El  genio  ó  semi  de  las  tempestades,  como  Hu- 
racán. 

Cova. — (Véase  Baba.) 
Coy  aba.—  Paraíso. 

Coyba. — Provincia  de  Tierra  Firme  en  que  se  hablaba  la  len- 
gua que  en  Cuba. 

Coyarcs. — Altas  palmas  que  producen  palmiche  amarillo,  me- 
nos grueso  que  las  reales.    Las  hay  en  Puerto-Kico.    (Tapiaj. 

Cremación. — Si  no  era  usada  la  cremación  de  los  cadáveres 
en  las  Antillas,  dice  por  lo  menos  til  Padre  Charlevoix,  que  dise- 
caban hasta  dejar  como  momias  á  las  personas  principales.  Con- 
servaban los  huesos,  y  estas  prácticas  pudieron  dar  origen  á  que 
se  creyese  más  general  la  antropofagia  ai  encontrarse  esos  restos 
en  los  bohíos. 

Cu. — No  me  parece  voz  haitiana  en  significación  del  templo, 
como  quieren  algunos,  aunque  sea  americana.  Cu  se  usa  como 
pronombre,  él,  ello,  ellos,  suyo,  etc.,  y  como  verbo,  estar,   dentro, 

ayudar Vocabulatre  maya /raneáis  en  el  Archve  de  la  ¡Socic- 

té  Americain  t.  Io  (1875).  Cu,  templo,  Sahagun  publicado  por 
Bustamente,  pág.  3  t.  Ia  1820.  Cues.  Hay  templos  en  México  á 
quien  llaman  cues  que  tienen  cierta  torre  toda  ciega.  {Relación 
del  Ldo.  Zuazo  publicada  por  el  Sr.  Izcábalceta).  Rafinesque 
primero  y  Brasseur  de  Bourboug  después,  han  colocado  en  sus 
estudios  esta  palabra  en  significación  de  templo  en  Santo  Domin- 
go: el  escritor  inglés  siguió  una  referencia  de  Acosta;  el  francés  le 
copió.  Y  digo  referencia  por  lo  que  dice  Acostar  "Le  llamaban 
los  españoles  el  cu  [al  templo  en  México |  y  decían  ser  vocablo  toma- 
do de  los  isleños  de  Santo  Domingo  ó  de  Cuba,  como  otros  muchos 
que  se  usan  y  no  son  ni  de  España,  ni  de  otra  lengua  que  hoy  día 


se  usa  en  Indias  como  el  Maíz,  Chicha,  Yaquiano,  Chapetón  y 
otros  tales/'  No  han  tenido  más  fundamento  los  escritores  poste- 
riores: Cu,  lugar  de  adoración,  pero  no  antillano:  "Fueron  los  es- 
pañoles los  que  importaron  en  México  de  las  antillas  esta  palabra 
para  designarlos  templos.  (Dávila  Padilla,  Historiador  de  la 
provincia  de  Santiago  do  México.  Broce:  Ternaux  Compans,  t.  12 
pag.  5  de  sus  Vayages  ct  relations. 

Cuaba. — La  madera  del  jiquí  hecha  astillas  y  rajas,  arde  como, 
antorchas;  se  llama  cuaba  y  cuabear  el  acto  de  emplearlos  en  la 
pesca  de  Majacas,  anguilas  y  animales  de  ríos.  Entro  los  Shan- 
gallas  de  África  se  llama  Ruaba  un  árbol  que  produce  una  flor  de- 
nominada Carot  de  color  rojo  de  fuego:  en  su  lengua  se  llama  así 
al  sol.  Bruce  citado  por  Cometan  fCivilizationes  inconnues.J 
Comarca  en  Haití  y  una  laguna  en  Tuerto -Rico:  [Véase  Maruu- 
gueyes. ) 

Cuacara.— caverna  de  Haití  cerca  del  rio  Alaja, 

Cuanto. — liio  de  Puerto-Kico,  cuyas  aguas  son  calientes  y 
1  nielen  á  azufre.    La  América  núm.  Ia  año  IX  (18G5.] 

Cuancl  — Laguna  en  Santo  Domingo,  en  Bahoruco. 

Cuamo. — Población  en  que  había  en  1582,  20  españoles  y 
nombraba  sus  alcaldes  el  gobernador.  La  América  Io  año  IX  (18G5) 

CucnrclL — Montaña  en  Santo  Domingo. 

Cuaja.  —Rio  de  Santo  Domingo. 

Cuái/o. — "Rio  tributario  del  Jaina." 

Cuba. — Al  Sr.  Noda  le  pareció  que  la  voz  Cuba  significa pais\ 
tierra:  no  manifiesta  sin  embargo,  el  fundamento  de  esa  asevera- 
ción. Herrera  dice  que  se  llamaba  también  Bayaquitirí  por  los 
indios  (Década  1*\*  La  signiíícacion  de  la  palabra  no  está  de 
terminada  y  denota  que  sus  naturales  no  eran  conocidoe  en  Haiti- 
con  otro  nombre  que  el  de  cibuneyes  ó  ciboneyes,  [siboneyes)  según 
Las  Casas;  y  también  se  ha  querido  recientemente  buscar  la  etimo- 
logía do  la  palabra  en  el  amor  á  las  pedrerías  y  cuentas  de  sus 
indios,  porque  roca  y  piedra  se  llaman  siba;~ no  se  lee  en  las  cró- 
nicas que  se  denominase  á  la  tierra  Üiboncy.  No  fue  sólo  la  isla 
la  llamada  Cuba,  sino  que  se  Ice  el  mismo  nombre  aplicado  á  un 
rio  y  á  una  población,  como  puede  leerse  en  el  Diccionario  de  Geo- 
grafía antigua  de  la  Isla,  del  Sr.  de  la  Torre.  Según  D,  Francisco 
Javier  de  la  Cruz  {Álbum  del  Yucayo],  que  escribió  también  des- 
pués, dio  ala  tierra  de  los  Siboneyes  30  provincias,  que  serán  ó 
no  provincias,  pero  son  nombres  tomados  de  documentos  auténti- 
cos, y  que  no  pueden  ser  los  únicos,  pues  como  lo  observo  1).  Fe 
lipe  Poey,  más  tarde  se  cita  aquí,  debieron  ennumerarse  otros  mu- 
chos no  conservados  por  los  cronistas.  Hasta  ahora  se  han  re- 
producido por  los  escritores  citados:  Maisí,  Baracoa,  Bayaquitirí, 
Ságua,  Boyuca,  Macaca,  ( i uaranayabo,  Barajagua,  l.am,  Mania- 
bon,  Cay  aguayo,  Maguana,  Maige,  Gaimayu,  Bayamo,  Cneiba, 
Guaímaros,  Camagüey,  Ornofai,  Magon,  Gaamuhaya,  Sabaneque, 
Jágua,  Anamana,  Cnbanacan,  Macuriges,  ¿abana,  Marión,  Gua 
niguanico  y  Guanacabibes. 


—  25G  — 

Habia  federaciones  cual  en  Haití,  pues  como  observa  Las  Ca- 
sas, tuvo  tres  lenguas,  y  un  rey  poderoso  Ermí  las  costumbres 
de  sus  habitantes  parecidas  á  las  de  las  otras  islas  mayores,  aun- 
que se  les  suponían  más  racionales,  es  decir  más  complacientes  y 
dispuestos  para  las  nuevas  ideas  ó  civilización  europea.  A  pesar 
de  esa  semejanza,  se  diferenciaban  en  algunos  casos  respecto  de 
trages  ó  adornos,  que  vestidos  habia  pocos  que  examinar  [-Véase 
Anacaona,  Borinquen  y  Haití.)  Creían  en  unj  ser  supremo,  hay 
quien  dice  que  adoraban  al  sol;  aceptaban  las  penas  y  recompen- 
sas en  la  otra  vida  (Véase  Omofai).  Se  componía  su  culto  de  sen- 
cillas demostraciones;  sus  sémis  eran  idénticos  á  los  de  Santo  Do- 
mingo; sus  sacerdotes  se  llamaban  beldqucs.  Vivían  de  la  pesca, 
pisicultura  en  grandes  corrales  de  tortugas,  como  Borinquen  y 
TTaití,  también  de  la  agricultura  (Véase  Baigua,  Gnaicon,  Sibone- 
yes).  ITabia  la  creencia  de  que  se  airaban  los  dioses  contra  los 
tibios  y  los  indiferentes  y  hacían  sacrificios,  es  decir,  ofrendas 
á  los  dioses  airados  contra  la  conducta  de  sus  adoradores. 

Cuba  no  ha  dejado  ruinas  numerosas  que  estudiar;  en  sus 
campos  se  han  encontrado  ídolos  semejantes  y  á  veces  idénticos  á 
los  que  nos  juntan  de  Haití,  huesos  antiquísimos  en  alguaas  cue- 
vas; cadaveras  prolongadas  por  el  a  te  de  que  he  hablado  en  el 
cap.  XIII  de  la  Ia  parte;  huellas  caribes;  y  sencillas  construccio- , 
nes  destruidas  por  el  tiem  o  como  la  que  fué  objeto  de  mucha  cu- 
riosidad y  de  histórico  interés,  luego  que  dio  á  la  estampa  la  no- 
ticia de  su  hallazgo  mi  amigo  D.  Miguel  Eodriguez  Ferrer. 

1).  Andrés  Poey  presentó  á  la  Sociedad  de  Arqueología  Ame- 
ricana una  memoria  sobre  Antigüedades  Cubanas  la  que  tradujo 
del  inglés  D.  J.  de  J.  Q.  García  é  insertó  en  la  Revista  de  Ja  Ha- 
bana (t.  4o  pág.  12  y  siguientes)  ilustró  la  memoria  una  lámina  en 
que  trazó  7  ídolos  ó  semis  encontrados  en  Cuba  y  Santo  Domin- 
go. La  semejanza  de  los  semis  de  barro  es  tal,  que  basta  tener  á 
ía  vista  el  plano  curioso  en  que  los  colocó  Charlevoix  en  su  Histo- 
ria de  Santo  Domingo  y  cotejarlos  con  los  publicados  por  Poey 
para  el  más  completo  convencimiento. 

En  18  de  Mayo  de  1852,  halló  el  Sr.  Rodríguez  Ferrer  en  la  es 
tancia  flguarabó  el  ídolo  más  notable  en  Cuba:  se  encuentra  aho- 
ra en  el  Museo  de  la  Universidad  de  la  Habana.  Es  de  piedra 
negra  muy  pulimentada  y  figura  un  cuadrúpedo  sentado  sóbre- 
los cuartos  posteriores  á  manera  de  perro;  pesa  2  arrobas  y  2  on- 
zas, tiene  o  pies  de  altura.  Los  otros  dos  objetos  también  reco- 
gidos por  el  mismo  Sr.  Eodriguez  en  el  propio  punto  f Departa- 
mento Oriental]  es  uno  de  piedra  dura  rojo-parda  y  de  defícil  cía 
sifieacion,  aunque  se  aproxima  en  su  figura  (i  un  pescado;  la  otra 
es  de  barro  cocido,  una  caratona  que  si  quiere  ser  humana,  más 
parece  de  mono.  El  Sr.  Poey  observa  que  las  tales  formas  son 
las  más  comunes,  comn  ya  la  indicó  Walton  al  hablar  de  les  res- 
tos haitianos:  esto  le  hace  pensar  que  si  no  habia  monos  en  las 
antillas  mayores,  esos  restos  tenían  que  ser  extranjeros  hechos 
por  pueblos  que  los  conocían.   Pero  acaso  esas  formas  son  casua- 


les,  aparentes  que  han  querido  reproducir  los  pensamientos  de 
imaginaciones  acaloradas  con  imágenes  poco  agradables. 

Bl  Sr.  Poey  copia  varios  ídolos  (pie  publicó  Waltou,  se 
gun  lie  dicho  antes:  W  aitón  cree  que  representa  uno,  los  ór 
ganos  sexuales  (lingam  y  yonL)  El  traductor  le  agrega  las  figuras 
de  Oharlevoix  que  grabó  í)7  Anville  de  orden  del  Rey  de  Francia 
en  1 731 .  Vo  no  veo  representado  el  falo;  el  órgano  femenino  sí  se 
ve  en  otros:  el  culi  o  á  la  fuerza  creadora  era  común  á  ambas  lu- 
dias; vino  o  fue  del  Asia  á  la  América;  pero  en  las  Antillas  hasta 
Dios,  es  madre,  Atabeira  fué  la  primera,  causa.  Se  descompone  así: 
Ata  primer;  beira  ser:  en  Cuba  el  nombre  del  semi  masculino  era 
A  tabee  ( )  gamos  al  Obispo  de  Ohiapa  para  quien  sólo  la  macera-- 
cion  y  ayuno  riguroso  de  los  indios  de  (Juba  de  sus  beJiiques:  "era 
indicio  y  engaño  de  idolatría  y  no  otro  que  alcanzáramos."  (Las 
Casas) "En  Cuba,  ningún  ídolo  hallamos,  ni  ofrecían  sacri- 
ficios,, más  de  aquellos  ayunos,  y  de  las  mieses  que  cojian  cierta 
parte  y  no  ceremonias,  sino  aquellas  Cohobas  con  (pie  cuasi  se 
embriagaban  Los  más  limpios  de  estos,  pues  eran  la  simplísima, 
gente  de  las  Lacayas,  ninguna  señal  de  idolatría  ni  creencia  ni 
mala  ni  buena." 

Además  de  esos  restos  también  se  consignaron  los  recuerdos 
de  oíros  en  la  citada  memoria:  en  1850  D.  Ensebio  Jiménez,  ve- 
cino de  Morón,  á  cinco  millas  de  la  población,  se  encontró  con 
unas  ruinas  dentro  de  un  bosquecillo  de  limones.  El  terreno  era, 
algo  elevado  formando  una  eminencia  oval,  con  un  hueco  profun- 
do al  pié.  Se  removió  la  tierra  y  se  encontraron  utensilios,  restos 
indígenas,  de  madera,  piedra  y  barro.  Poey  recibió  ile  Jiménez 
varios  de  esos  restas  y  un  ídolo:  yo  no  se  que  se  hicieran  nuevas 
investigaciones.  Se  presumió  (pie  fuera  el  sepulcro  de  algún 
casique. 

En  los  trabajos  especiales  que  se  han  hecho  sobre  algunos 
territorios  de  la  Isla,  tampoco  se  han  hallado  noticias  sobre  anti- 
güedades; el  autor  de  la  Historia  de  Puerto-Príncipe  nos  dice  que 
eu  Bayamo  se  conservaba  un  dujoy  que  perteneció  á  un  casique 
en  poder  de  una  de  las  familias  del  país.  La  frajiiidad  de  los 
objetos  de  barro  explica  su  desaparición. 

No  repetiré  aquí  lo  (pie  se  expresa  en  otros  lugares,  dada  la 
semejanza  de  todos  los  indios  de  las  Antillas  mayores.  Los  úl- 
timos indios  en  forma  de  tribu  de  (pie  nos  habla  la  historia  do 
Cuba,  fueron  los  macurijes,  que  se  aparecieron  rebelados  en  el  si 
glo  XVII,  y  fueron  dominados  y  conquistados  por  I).  Cristóbal 
de  Sotolongo,  como  consta  de  un  documento  que  luego  describo 
en  este  artículo.  Mu  la  organización  civil  figuran  en  la  parte  oc- 
cidental los  de  G-uanabacoa  (Véase  Quanabacoa)  mandados  reco 
jer  en  loo l;  en  la  parte  oriental  todavía  hasta  nuestros  dias  se 
conservaban  sus  descendientes  en  el  Caney  o  San  Luis  de  los  Ca- 
neyes y  en  JiguanU  En  Ouaisaba  o  Caneyes  Abajo  también  snb 
sisiian  por  la  protección  de  las  leyes.  Tenían  milicias  de  las  cua- 
les eran  jefes  sus  principales  vecinos.     El  Caney  o  sea,  San  Luis, 


•  —  25S  — 
¡se  fundó  en  1514  por  los  indios  de  Cuba  para  que  vivieran  civili- 
zados y  con  policía.  Su  casique  se  bautizó  coa  el  nombre  de  D. 
Alonso  Rodríguez,  y  estaba  casado  con  Da  María  Ma  Oubá.  El 
último  casique  fué  Marcos  Rodrigue/,  que  ova  capitán  de  las  Mi- 
licias y  falleció  en  1658.  En  cuanto  á  Jiguaní,  se  pobló  en  1*01  por 
la  cesión  que  hizo  de  la  hacienda  de  su  nombre  Miguel  Rodríguez 
para  que  allí  se  reunieran  los  indios  dispersos,  él  era  natural, 
para  que  tuvieran  tierras  de  qué  disponer. 

Durante  el  régimen  de  encomiendas  hasta  1554,  o  sea  el  go- 
bierno de  Masáriegos  antes  perpetuado  contra  las  órdenes  metro- 
politanas por  los  habitantes  que  lo  explotaban,  hubo  continuos 
levantamientos  y  así  alzados  cobraron  fama  por  sus  excursiones 
v  vandalismo:  los  hubo  en  la  Vuelta  de  Abajo  y  en  la  oriental: 
Guama,  á  la  cabeza  de  50  indios,  fué  el  terror  del  campo.  Desde 
1530  comenzó  á  modificarse  el  régimen  de  las  encomiendas  y 
entonces  fueron  los  indios  acercándose  á  las  poblaciones  y  á  vi- 
vir ásn  alrededor  en  los  barrios  extramuros:  todavía  en  L838  co- 
nocí, especialmente  en  los  arrabales  de  Puerto -Principe  seres  de- 
signados con  el  nombre  de  indios  de  las  orillas,  que  me  parecía 
que  conservaban  el  tipo  indio  casi  puro.  (Véase  Encomiendas  en 
la  palabra  Anaboria.J 

Además  del  famoso  Guama,  hubo  otro  indio  que  recorría  pos- 
teriormente la  Vuelta  de  Abajo;  pero  el  último  cuya  indi  vidual  i 
dad  ha -figurado,  en  nuestra  tierra,  es  un  ente  anónimo.  El 
Indio  Bravo,  que  apareció  en  1800  cerca  de  Puerto-Príncipe,  fué 
el  terror  del  territorio  y  de  él  se  contaban  terribles  cosas,  dignas 
de  Han  de  Islandia-,  asesino  y  antropófago;  para  satisfacer  su 
extraño  gusto  se  robaba  los  niños.  El  Ayuntamiento  ofreció  un 
premio  ai  que  lo  prendiese  ó  matara.  Después  de  tres  años  de 
consternación  (1803)  cesó  de  aflijir  al  vecindario:  lo  mataron  don 
Agustín  Arias  y  D,  Serapio  Céspedes  que  le  quitaron  al  niño  José 
María  Alvarez  que  se  había  robado  un  dia  antes.  Todo  esto 
consta  de  los  anales  camagiieyanos  y  puede  verse  en  les  Apuntes 
para  la  Historia  de  la  Isla  de  Cuba  que  recojieron  los  Sres.  Cruz 
Castellanos  .y  C.  Jesús  Araugo  (1843). 

Recordaré  algunas  costumbres  de  esa  raza,  hoy  por  el  tiempo 
confundida  con  las  que  sucesivamente  han  ocupado  el  país. 

Es  notable  que  la  desnudez  de  los  indios  solteros  no  fuese 
repugnante  en  mayor  grado  que  lo  fué  á  los  europeos,  que  por 
primera  vez  la  presenciaban.  Americo  Vespucio  en  sus  relacio- 
ne*, atribuye  á  las  formas  de  los  indios,  una  parte  de  la  impresión 
poco  deshonesta  que  se  debia  esperi mentar:  uy  aunque  andan 
desnudos,  están  colocadas  sus  vergüenzas  entre  los  muslos  en  tal 
disposición  que  no  aparecen  á  la  vista,  además  que  la  parte  ante- 
rior llamada  empeine,  está  dispuesta  por  la  naturaleza  de  suerte 
que  nada  se  ve."  Agrega  que  la  vista  de  esas  cosas  la  misma 
impresión  hace  que  á  nosotros  la  vista  de  la  boca  ó  de  la  nariz. 
(En  el  t.  3?  de  la  Colección  de  Navarretc,)  De  Lery  uno  de  los 
primeros  escritores  de  las  cosas  americanas,  dice  "que  la  des 


—  259  — 
nudez  de  las  mujeres  americanas  tiene  méuos  atractivo  que4  Jos 
artificios  de  las  europeas."  [Sistoire  de  P  Amerigue  pág.  131 
odie,  de  Ginebra  de  1  <»  1 1  |  Daba  lugar  esa  costumbre  de  andar 
desnados  en  ocasión  á  singulares  excesos;  como  todo  su  cuerpo 
era  como  la  cara,  según  la  expresión  que  se  hizo  vulgar  en  Méjico, 
observó  el  mismo  Yespucio  que  ejecutaban  acciones  para  nosotros 
inmundas  y  desvergonzadas  pero  no  lúbricas.  El  texto  latino 
pudiera  servir  para  este  lugar,  pero  nos  parece  nimio  no  usar  de 
la  traducción  de  Navarrete,  puesto  que  sólo  se  trata  de  inconvr 
nieucias  (pie  no  tocan  á  la  honestidad  en  su  esencia.  "Son  muy 
limpios  y  aseados  de  su  persona  por  las  muchas  veces  que  sé  la- 
van, y  cuando  les  acontece  algún  menester  mayor  (con perdón  sea 
dicho)  ponen  toda  diligencia  en  no  ser  vistos  de  nadie:  pero  todo 
lo  (pie  en  esto  son  honestos,  tanto  se  manifiestan  asquerosos  ,\ 
desvergonzados  así  hombres  como  mujeres  en  su  menester  menor 
porque  no  pocas  veces  sucedió  que  lo  hicieron  á  nuestra  presencia 
y  estando  en  conversación  con  nosotros." 

Usaban  trajes  y  adornos  que  les  eran  peculiares.  Según  el 
cura  Bernaldez,  los  indios  que  se  presentaron  á  Colon,  deseosos 
de  irse  con  él,  en  la  parte  occidental  de  Cuba  iban  engalanados 
ricamente,  á  su  manera,  uno  como  alférez  llevaba  uu  sayo  de  plu- 
mas coloradas  y  una  bandera  blanca  en  la  mano:  él  y  sus  demás 
compañeros,  traían  pintadas  las  caras,  y  unos  como  jugetes  que 
tañían;  y  plumas,  una  cada  cual,  blancas  sobre  las  cabezas,  como 
celadas.  Sóbrela  frente  unas  tablillas  redondas  como  platos 
pintados  de  la  misma  manera.  Otros  dos  indios  con  diferentes 
misturas  traían  trompetas  de  palo  muy  labradas,  y  pájaros  y  otras 
sutilezas  con  sombreros  de  palma  blancos,  al  pescuezo  una  joya  de 
arambre,  de  una  isla  que  hay  en  aquella  comarca  que  se  llama 
Guaní,  como  una  flor  del  tamaño  de  un  plato:  parecia  oro  de  8 
quilates;  pendiente  un  sartal  de  cuentas  gordas  de  piedra  de  mar- 
mol de  gran  precio,  colgando  del  cuello  y  cabeza  una  guirnalda 
<¡e  piedras  menudas  verdes  y  coloradas;  una  joya  grande  sobre  la 
frente  y  tabletas  de  oro  y  piedras  pequeñas  en  las  orejas.  La 
cintura  la  ceñían,  aunque  desnudos,  con  sarta  de  cuentas  verdes 
como  las  guirnaldas.  Traían  dice:  "en  los  jubones  como  los  anti- 
guos trances;  los  otros  dos  como  aquellos  encada  una  pierna  como 
ahorcas,  también  de  algodón  abajo  de  las  rodillas.  La  hija,  la 
más  hermosa,  no  llevaba  más  (pié  como  nná  sarta  de  cuentas  ne 
gras  menudas  en  la  cabeza.*1  (Véase  Nagua  y  Anacaona  en  donde 
sé  habla  de  adornos.) 

Aunque  ajuicio  de  los  conquistadores,  entre  ellos  Diego  Ye 
lazquez,  los  isleños  do  Cuba  eran  más  civiUzabUs al  nuevo  elemen- 
to europeo,  (pie  los  demás  isleños,  no  todos  eran  iguales.  Como 
en  Haití,  había  Verdaderos  salvajes  rudos  y  agrestes:  en  estas 
condiciones  descollaban  los  dd  extremo  occidental,  (pie  hasta 
tenían  dialecto  de  difícil  comprensión  para,  los  tainos.  Se  llama- 
ban Guanacabibc8. 

El  comunismo  también  reinaba,  en  Cuba:  los    indios    trabaja- 


—  200  — 

biin  la  tierra  en  común:  ios  jóvenes  iban  al  campo  al  cultivo,  y  los 
ancianos,  que  eran-  los  que  gobernaban,  se  quedaban  bajo  la 
sombra  de  los  bosques  en  ocio  material.  Cada  cual  tomaba  lo 
que  necesitaba,  ora  por  que  lo  permitía  la  abundancia  que  para 
todos  habia,  ó  porque  creían  que  el  uso  de  la  tierra,  como  la 
luz  y  el  aire,  eran  para  todos.     (Véase  Haití  y  Anáboria.J 

Kespecto  déla  geografía  antigua  de  Cuba  y  de  las  otras  islas, 
escribí  varios  artículos  en  los  periódicos  de  la  Habana,  desde  18 10, 
casi  siempre  ocupáudome  de  los  trabojos  de  mis  compatriotas:  en 
el  ruimer  número  del  Faro  Industrial  de  la  Habana  28  de  Noviem- 
bre de  1841,  que  tengo  á  la  vista,  bable  de  los  de  mi  amigo  y 
pariente  D.  José  Maria  de  la  Torre.  Con  este  motivo  agregué  al- 
gunos datos  á  sus  aserciones,  para  aumentar  el  caudal  de  sus  no- 
ticias.   Voy  á  reproducir  aquí,  lo  concerniente  á  antiguallas. 

"Las  reflexiones  que  hace  el  joven  autor  en  el  documento  á 
que  se  refiere  y  que  indica  que  la  ciudad  de  la  Iladana  estuvo 
fundada  en  la  boca  de  la  Chorrera,  ó  Casiguagas,  se  robustecen 
con  un  documento  que  por  más  de  un  motivo  debe  ser  apreciadle 
al  señor  do  la  Torre,  como  el  autor  de  este  artículo.  En  el 
informativo,  hecho  por  Diego  Sotolongo,  hijo  de  Diego  el  viejo, 
que  conservo,  aunque  sumamente  apolillado,  para  que  S.  M.  le 
concediese  la  facultad  de  erigir  un  mayorazgo  de  20,000  ducados, 
se  léc  una  declaración  del  capitán  Ginés  de  Rojas  Manrique,  ve- 
cino déla  ciudad,  en  cuyo  segundo  particular  expone  que,  tanto 
Diego  el  viejo,  natural  de  Madrid,  como  otros  que  cita,  fueron  po- 
bladores" y  vecinos  en  esta  Isla,  de  los  pueblos  viejos  que  llamaron 
Llabucna  y  el  do  la  boca  de  la  Chorrera:  y  es  testigo  de  vista  de 
ojos  y  no  de  referencia,  como  se  decia  por  ese  tiempo:  la  declara- 
ción tiene  la  fecha  de  13  de  Febrero  de  1603.  Si  la  palabra  Lla- 
bucna no  es  un  error  del  escribiente,  (como  lo  creo,)  he  ahí  otro 
pueblo  desconocido,  pero  parece  que  quiso  ponerse  Habana:  el 
pueblo  viejo  en  la  boca  de  la  Chorrera,  no  queda  duda  que  exis- 
tió, aún  suponiéndose  que  se  aluda  al  primer  asiento  de  la  banda 
del  Sur. 

"En  el  propio  expediente  hay  una  refutación  del  error  de 
Charlevoix,  que  impugna  de  la  Torre.  Creía  Charlevoix,  que  Ja- 
l ¡bonico  se  deriva  de  Hatobonieo  y  que  por  el  vicio  de  pronuncia- 
ción, se  adulteró  la  palabra:  en  el  citado  documento,  se  vé  Jati- 
búnieo,  en  los  días  de  los  conquistadores,  advirtiendo  que  el  vicio 
andaluz,  que  tanto  se  nota  en  nuestros  campos,  y  á  que  alude 
Charlevoix,  no  podia  atribuirse  á  un  madrileño  como  Solo 
longo,  ni  sus  hijos  que,  de  su  boca,  aprendieron  la  lengua  de  Cas- 
tilla. De  este  modo  agregué  un  hecho  á  la  presunción  del  joven 
letrado;  y  otro  en  la  declaración  de  Sebastian  González,  vecino 
de  Guanabacoa,  que  vino  á  estas  Indias  con  D.  Juan  de  Tejeda, 
maestre  de  campo  que  gobernó  la  Isla,  y  presentó  Ambrosio  de 
'Soto,  regidor  de  la  Habana,  en  ampliación  del  informativo  do  su 
abuelo,  que  nos  da  la  noticia  de  que  existió  un  pueblo  de  indios 
caribes,  que  se  posesionó  del  llamado  Jatibúnico,  que  conquistó  con 


-^Ol- 
ios suyos  Cristóbal  de  Sotolougó,  sobre  cuyo  acontecimiento  vio 
el  testigo  Cédula  Real  de  Felipe  IL  dándole  gracias  y  haciéndole 
mercedes.  En  otra  declaración  se  expone  la  localidad  del  pueblo: 
es  la  misma  antedicha  por  Ginés  de  Rojas  Manrique,  más  anti- 
cuo, diciendo  que  el  pueblo  estabaá  la  banda  del  Sur  orillas  del 
rio  Bunico, 

-•Nada  hemos  visto  semejante  al  trabajo  del  joven  de  la  Tor- 
re; empero,  ya  que  de  esto  se  ocupa,  no  sabemos  hasta  qué  x^unto 
pudiera  convenir  (pie  se  procurase  el  mapa  de  que  sólo  sabemos 
el  título:  .Mapa  general  de  las  ludias  Occidentales  con  los  nom- 
bres de  las  tierras  en  indio  que  tenían  al  tiempo  de  la  conquista 
los  españoles;  en  pliego  grande."  "Otro  con  los  nombres  que 
hoy  tienen  delineados  ambos  em  forma  de  corazón  según  Ja  mente 
de  Antonio  de  Herrera  y  otros  cosmógrafos,  grabados  bajo  la  di 
reccionde  Guillermo  de  Lisie.1' — Trac  la  noticia  la  Biblioteca  de 
Tinelo.  Según  testimonio  de  Herrera  en  sus  décadas,  Diego  Ve- 
lazquez  hizo  un  mapa  con  los  rios,  puertos,  &,  de  la  Isla,  que  re- 
mitió á  España." 

[asta  aquí  los  párrafos  del  artículo  del  Faro  Industrial  de  la 
Uabena. 

Dn  la  curiosa  obra  del  doctor  l'ricoecliea  titulada  Mapoteca 
cohmbiana,  descñbe  un  plano  de  Cuba  de  1566,  publicado  por 
1\  B  (ertelli)  en  el  cual  se  encuentra  la  nota  que  traduzco  del  ita 
liano:  "La  Isla  de  Cuba  es  más  septentrional  que  la  Española  y 
es  m  íy  abundante  en  azúcar  [sucaro\  algodón  y  otras  cosas  seme- 
jantes.... produce  mucho  trigo  indiano  que  los  del  pais  llaman 
maiz,  el  pueblo  de  la  Isla  es  más  humano  y  apacible  que  el  de  la 

Española:  tiene  mucho  betún  y  brea  que  produce  una  fuente 

es  muy  templado  el  clima  y  está  situada  y  configurada  como  se 
ve". —  Urieoehoa  no  pone  los  planos  y  mapas  que  describe  y  sólo 
podemos  deducir  de  la  nota  lo  que  expresa  y  ei¡  especial,  (pie  era 
cosa  general  y  reconocida  que  los  isleños  de  Cuba  aventajaban  á 
los  demás  naturales  de  Indias  en  prendas  y  dotes  morales. 

Y  ex  istia  una  tribu  de  indios  en  la  provincia  de  la  Habana 
actual  en  el  siglo  XVII  que  era  de  áspera  condición,  acaso  de  los 
macoríx  de  Haití,  pues  es  sabido  que  se  trasladaron  muchos  de 
sus  naturales  á  Cuba  huyendo  de.su  pais.  En  el  expediente  cita- 
do so  les  llama  caribes;  caribes  llamó  Noda  á  los  de  Marión,  des 
pues  de  mi  polémica,  contradiciendo  el  origen  Maya;  pero  vinie- 
ron los  macuriges  de  otra  parte  é>  do,  afuera  de  la    Isla    (todos  los 

testigos  usan  la  frase  "vinieron  y   se   apoderaron"1 "remane- 

eian")  y  ocuparon  la  margen  del  rio  Bunico  en  el  territorio  de 
Jatibunico 

No  pudo  llenar  Noda  sus  propósitos  de  escribir  sóbrela  I  lis 
torií  Cuba:  públicos  y  conocidos  son  los  recomendables  y  satistae 
torios  trabajos  del  señor  Pieliardo,  consignados  en  planos  y  libios; 
del  i  aturalista  distinguido  en  Ambos  ¡Mundos  mi  compañero,  mi 
colega,  mi  amigo,  I).  Felipe  Pocy:  del  que  lo  futí  de  ambos.  1).  Jo- 
sé María  de  la  Torre;  del  Académico  IVzuela;  del  explotador    lío 


—  262  — 
driguez  Ferrer  que  agitó  á  los  contemporáneos  coii  el  noble  entu- 
siasmo de  una  alma  llena  fó  en  el  porvenir  de  la  ciencia  y  de  la 
humanidad:  de  todos  ellos  tengo  plácidos  y  amistosos  recuerdos 
por  las  horas  en  que  hemos  departido  sobre  asuntos  cubanos,  y  uo 
he  olvidado  citarlos  en  este  trabajo.  Para  poner  un  fin  á  este  ar- 
ticulo voy  á  copiar  de  una  obra  de  Poey  unos  párrafos,  pero 
perfectamente  concebidos  para  dar  una  idea  completa  de  la  Géo- 
(/rafia  antigua  de  Cuba.  Del  Comprendió  ole  la  geografía  de  la 
isla  de  Cuba  (8il  edición)  copio  lo  siguiente: 

Provincias. — Guanacabibcs,  hacia  el  cabo  de  San  Antonio. — 
Guaniguanico,  por  donde  tiene  su  mayor  altura  la  cordillera  de 
los  Órganos. — Marien,  hoy  fflariel. — Rabana. — Maeorixes,  hoy  Ma- 
curijes. — Hanamana  ó  Añam,  por  la  Ciénaga  de  Zapata. — Sabana 
ó  Sabanaque,  á  lo  largo  de  la  costa  septentrional  por  Cárdenas, 
San  Juan  de  los  Bemedios,  Santa-Clara  y  Sancti-Spíritus.— Cuba- 
nacan,  en  el  centro,  por  las  inmediaciones  de  la  villa  de  Santa- 
Clara. — Jagua,— Guamuhayaj  entre  Jagua  y  Trinidad. — Mogón,  al 
E.  de  Trinidad. — Ornofay,  más  ai  E.  por  donde  desemboca  el  rio 
de  Jatibonico  del  Sud. — Camagüey,  jurisdicción  de  Puerto-Prínc» 
pe. — Guáimaro,  más  al  E.  de  la  costa  del  Sud. — Cayaguayo,  Boyv- 
ca,)  Maniabon,  Bani,  costa  del  N.  desde  Nuevitas  hasta  Ñipe. — 
Sagua,  Baracoa,  Mam,  siguiendo  dicha  costa  hacia  el  E. — Baya- 
quitiri,  costa  del  S.,  por  (Juantánaino  y  Cuba. — Macaca,  por  el  ca- 
llo de  Cruz. — Guacanayabo,  hoy  jurisdicción  de  Manzanillo. — Cuei- 
bá,  i)or  las  Tunas. — Bayamo,-  Maiye,  Maguónos,  Guaimaya,  Bara- 
jagita,  en  la  parte  central  que  corre  desde  Bayamo  hasta  Ni]  \ 

PtTEBLOS. — Mayanabo,  hoy  Marianao. —  Yucayo,  hoy  Matan- 
zas.— Hanamañá,  lo  mismo  que  Hanábana — Caraliate,  que  los  es- 
pañoles escribieron  Casa-harta,  en  las  inmediaciones  de  Sierra- 
Morena. — Sabana,  hoy  San  Juan  délos  Remedios. — Canarco,  en- 
ire  la  bahía  de  Jagua  y  I  rio  Árimao. —  Caortao,  donde  existió 
primitivamente  Puerto-Príncipe.  GamagUey,  hoy  Puerto-Prínci- 
pe.— Manicanao  en  la  jurisdicción  de  Bayamo. — Bani,  inmediato 
á  la  bahía  de  Bañes,  departamento  oriental. — Macaca,  Cueibá,Ba- 
rajagua,  en  la  provincia  de  su  nombre. — Otros  pueblos  que  ex  s- 
tian  en  tiempo  del  descubrimiento,  se  han  conservado  con  su 
mismo  nombre  hasta  el  dia,  y  son  Guanahacoa,  Caonao,  Guáimaro, 
Bayamo,  Ji guaní  y  Caney. 

Cabos,  puntas  y  costas.— Cabo  de  Guauiguanico,  hoy  <le, 
San  Antonio. — Punta  Cubana  hoy  de  Lucrecia. — Punta  Serafín, 
hoy  punta  Gorda.— Cabo  de  Alfa  y  Omega,  lo  mismo  que  cabo  de 
Maisí.— Costa  de  Malamanó,  hoy  Batabanó, 

Mares,  puertos  y  bahías. — Puerto  de  Carenas,  hoy  de  la, 
Habana, — Mar  de  Nuestra  Señora,  al  X.  de  Cayo-Romano.-—  Ba- 
hía de  Santa  Catalina,  hoy  del  Sabinal — Puerto  Santo,  por  otro 
nombre  Baracoa. — Puerto  de  Palmas,  hoy  puerto  Escondido,  en 
el  departamento  oriental.— Puerto  Grande,  ó  de  Guanta  ñamo. — 
Puerto  de  Guacanayabo,  hoy  Manzanillo.— Puerto  de  Vasco  Por 
callo,  hoy  Santa  Cruz. 


—  20>i  — 

Uios. —  ICii  los  ríos  está  la,  mayor  riqueza  de  los  nombres  in  • 
dios  que  la  Geografía  nos  ha  conservado,  de  acuerdo  con  la  tra- 
diccion.  Los  que  siguen  han  tenido  antiguamente  otros  nombres: 
Caiyuanabo,  hoy  San  Diego. — Casiguaguas,  hoy  la  Chorrera,  ocre,;» 
déla  Habana. — Rio  de  los  mares,  hoy  Caunao,  frente  al  Cayo 
Romano. — San  Salvador,  hoy  Rio  Máximo, — Cantó,  hoy  Cauto. — 
Onicajinal,  hoy  Mayabeque  ó  Güines," 

Islas  Y  C ayos.- "Isla  Evangelista,  ho\  isla  de  Pinos. —  Los 
Jardines  del  Rey  que  se  distinguen  aun  en  el  dia  del  grupo  de 
rayos  donde  está  Cayo-Romano. —  Los  Jardines  de  la  lieino,  hoy 
Laberinto  de  las  doce  leguas,  cuyo  grupo  occidental  llevaba  anti- 
guamente el  nombre  de  Isla  de  Santa-Marta — Los*  Canarreos, 
hoy  Jardines  y  JardiniHos." 

¡Si  admitiéramos  las  exageradas  suposiciones  del  Obispo  Al- 
mendaria  en  sus  cartas,  tendríamos  que  decir  que  fueron  destrui- 
dos los  indios  antes  de  su  época;  pero  la  historia  nos  prueba  que 
eso  no  es  verdad.  (Véase  (¡uaisabana,  JIotyuin,  Jigüaní,  y  Ti- 
yuiaboj.  Según  el  obispo  de  díscola  lama,  en  1612  al  hacer  sn 
visita  sólo  quedaban  en  la  ciudad  de  Cuba  una  docena  de  indios 
naturales;  mezclados  con  los  250  habitantes  que  entonces  había, 
.  y  negros,  con  aquellos.  En  Bayamo  que  contaba  con 
L500  sin  determinar  los  indios  pero  en  proporción  deben  suponer- 
se más  que  en  Cuba.  En  Camagüey  y  Santi-Spíritu,  de  300  y 
200  habitantes  media  docena,  de  seis  á  siete  indios.  En  Trinidad 
cree  que  habia  una  población  de  150  aunas,  y  esos  habitantes 
mestizos  casi  todos  de  negros  é  Indios:  á  Guanabacoa  de  170  ha- 
bitantes de  ellos  50  indios.  La  creencia  general  fundada  es  que 
hasta  el  siglo  XIX  llegaron  los  restos  de  la  raza  pura  al  Caney, 
Jiguaní  y  Tiguiábo. 

Cubana. — Región  de  Haití  en  que  se  hablaba  dialecto  espe 
cial,  según  Pedro  Mártir.— Nombre  indio  del  cabo  Lucrecia  en 
Cuba.  Cabo  á  quien  también  se  Humó  Campana  en  la  Isla  de 
(Juba. 

V.  abanaran. — Provincia  india  á  la  mitad  de  Cuba,  según  Las 
Casas.  Situada  al  Xorte  de  Jagua.  La  palabra  quiere  decir 
<-nitro:  naüau  significa  el  medio:  la  situación  de  la  provincia  así 
llamada  y  sus  límites  no  es  cosa  averiguada  y  sobre  que  discuten 
las  opiniones  emitidas.  El  venérame  Las  Casas  la  supone,  co- 
mo digo,  en  la  costa  del  Norte. 

('libaba. — Lengua  de  Haití. 

Cubaho. — (Véase  Haití.) 

<7tt&aya.—"Sitio"— Haití,— (Garcia.) 

Cubao. — Territorio  de  Magua  en  Haití. 

Cuch  i  ya  ya.  —  ( Vé  1  se  Q  naca  y  u  m  be. ) 

Gurí — á—Mari — ó— Plantas  antillanas  que  nombra  Oviedo. 

Cucubano. — El  Padre  Iñigo  dice  que  oucubano  es  lo  mismo 
(pie  cucuyo  en  Borínquen. 

Gxicato. — (Véase  Jucato.) 

Cucuy, — También  se  llama  asi  al  cucuyo  6  cocuyo,   Es  nombre 


—  204  — 
de  un  casique  que  cita  Ruinboldt,  de  quien  se  contaba  que  des- 
pués de  otros  placeres  en  su  serrallo,  engordaba  á  sus  mujeres 
para  comérselas,  este  indio  dio  su  nombre  á  la  sierra  del 
Oucwy  en  la  isla  San  Joséj  y  el  Sr.  Miehelena  ( Exploración  oficial 
pág.  402  18G7)  trató  á  su  hijo,  que  se  reía  de  las  fábulas  que  creyó 
el  viajero  citado,  pues  no  solo  era  supuesta  la  antropofagia  de  su 
ascendiente  sino  la  de  los  indios  pavitas  á  cuyo  casique  le  atribuían 
el  mismo  vicio.  "A  carcajadas  sereyó,  nos  dice  Miehelena,  cuando 
le  referí  lo  que  se  dijo  de  su  padre;  y  le  preguntaba  si  también 

habia  comido  carne  de  sus  mujeres y  no  solamente  lo  negó, 

sino  que  me  aseguró  que  ni  en  aquellos  tiempos,  ni  nunca  los  in- 
dios habían  comido  carne  humana." 

Cucuyos, — (Véase  Locuyos.) 

Cuchi. — Halcón. 

Cueybá. — Población  india  de  Cuba  en  que  veneraban  los  in- 
dios la  virgen  María,  (Véase  Comendador)  Esta  provincia  estaba 
en  el  distrito  de  Hobabo  donde  hubo  mina  de  oro  y  allí  se  rebe- 
láronlos negros  trabajadores  que  tuvo  Velazquez  que  aquietar 
conteniendo  á  los  alzados,  enviándolcs  arrañúiadores  contra  ellos: 
es  la  primera  vez  que  se  lee  esta  palabra  de  un  ejercicio  que  dura 
hasta  nuestros  dias.  Dista  30  leguas  de  Bayamo  y  fué  refugio 
de  Ojeda  y  sus  compañeros  en  su  naufragio:  El  casique  de  Ouei- 
ha  fué  también  devoto  de  la  virgen  María,  por  que  Ojeda  lo  doe- 
írinó  en  las  creencias  cristianas  (Hist.  de  Cuba  por  Guiteras  pá- 
gina 242)  y  á  tal  punto  se  adhirieron  á  su  culto  que  \Id.  pág.  200) 
al  pasar  por  Cueiba,  Narvaez  y  Las  Casas,  se  huyó  el  casique  con 
su  imagen  para  que  no  se  la  llevasen  los  españoles,  por  lo  que 
continuaron  sin  demorarse  en  su  viaje  al  Camagüey  para  evitar 
un  trastorno. 

Cuheii. — Agua  corriente,  ola,  estrecho:  [Véase  Niguen.] 

CuL — "Vasija  hecha  con  medio  higüero". — (García,) 

Cuiba.— Son  las  Tunas  en  Cuba  según  la  relación  de  Alonso 
de  Ojeda.  Lo  cita  el  Sr,  Rodríguez  Ferrer  {Naturaleza  y  Civili- 
zación, pág.  7.) 

Cuiníx. — Mosca,  cocuyo  en  algunos  dialectos. 

Cusía, — Utensilio  de  madera  con  que  se  oprimía  á.  la  yuca 
rayada  ó  catibía  para  hacer  el  casabe  y  ha  caido  del  jibe. 

Cujc.  —Vara  delgada  de  madera  empleada  en  Cuba  en  los 
< •  ¡layados  de  los  techos  y  para  el  embarrado  de  las  paredes,  que 
se  cubrían  y  cubren  con  una  mezcla  de  barro  y  pajas  por  lo  co- 
mún de  espartil'o. 

Gulaona. — Cabuya  en  los  dialectos. 

Culponcas.— Sandalias  de  lienzo  en  Haití:  así  lo  dice  un  autor 
desconocido  (incerto  autore)  en  la  obra  de  Rebus  uestis  Ferdinandi 
Cortesíí  que  ha  publicado  el  Sr.  Icazbalceta,  "Culponcas  (aliter 
líneas  soleas)  pedites  iñducent," 

Aunque  los  otros  cronistas  no  hablan  del  calzado  indio,  pa- 
rece que  á  ocasiones  solían  usurlo.  El  Padre  Simón  en  la  tercera 
parte  de  sus  Noticias  Historiales,  dice  que  los  urabaes  para  pre- 


—  2G5  — 
ser\  arsc  del  calor  do  la  tierra,  tenían  unos  pedazos  de  cuero  ata- 
das con  cordelejos,  como  las  a. barcas  de  Cuenca:  llamábanse  cam- 
ha  reas. 

Cu  maya:  a. — Rio  dominicano. 

Cupcinicú. — l'n  cuartón  do  Guisa. 

Gurbana.—ün  vegetal  ó  árbol  de  que  se  dará  la  clasificación 
en  otra  parte. 

Cunta. — Ave  (Véase  la  secc.  3:l) 

Cusí-— i  Insano  y  probablemente  las  larvas  qne  lo  parecen  ti 
primera  vista.    Es  voz  más  usada  on  Jamaica. 

Ciijo  ó  cuxo. — Fueg  •. 

(Unja. — Otra  planta  antillana  qne  nombra  Oviedo. 

Cuyo.  -  También  está  escrito  cvjo:  tal  vez  sea  esta  la  verda 
dora  pronunciación  y  ortografía,  si  se  atiende  á  que  cocuyo  es  un 
insecto  luminoso  y  que  todas  las  palabras  indias  se  descomponen 
«mi  elememos  significativos. 

IK 

Daca,  Daclta. — Esta  palabra  es  considerada  como  la  expre- 
sión ó  significación  de  la  acción  que  indica  el  ser  ó  la  existencia: 
si  no  es  el  verbo  ser,  lo  suplía.  El  Padre  Pane  escribe  daclia;  Las 
O&s&adaca. 

Da// i w.s\— Población  en  Borinquen,  fundada  por  Diego  Colon, 
que  destruyeron  los  caribes  invasores. 

fraguado. — Barrio  de  Puerto  Rico. —(Véase  Demajagua*) 

Daguay, — Pió  de  Puerto  Pico  que  con  Carey  fertilizan  a 
Añasco. 

Daguíta. — Cordel  como  bramante. — (Véase  Daguiya  en  la 
sección  3fl) 

Dahabon,  Daxabon,  Laxahon. — Poblado  do  Haití  sobre  €hia- 
l apaña,  y  un  rio  tributario  del  Yaque. 

Daiguani. — Montes  de  Haití,  que  con  los  llamados  Caiguani, 
servían  de  cuenca  á  un  valle  de  107  millas  do  largo  y  25  de  ancho 
cerca  del  valle  de  Maguana,  donde  estaba  el  lago  del  casique  Ca 
ramatexio. 

Damajagua. — Nombre  que  dá  Oviedo  á  la  majagua. 

Demajagua. — Barrio  do  Puerto  Rico  que  con  el  de  tteiho  a\  ri 
ba  y  Daguado,  conservan  nombres  indios 

Dundos.— Esta  palabra  designa  en  Haití  á  los  negros  aíric;t 
nos  ladinos  en  general:  en  Cuba  no  hay  palabra  especial.  No  sé  si 
dandos  tiene  procedencia  haitiana,  pero  me  inclino  á  creerlo  por 
que  la  tienen  cimarrón,  chapetón  y  otras  que  se  refieren  á  las  per 
sonas  que  no  pertenecían  á  la  sociedad  india.  La  veo  en  la  histo- 
ria do  Santo  Domingo  del  Padre  Charle voix,  pág.  ?>62  y  350,  t.  I. 
No  dice  Charlevoix  si  es  indígena,  pero  no  es  extraño:  cuando 
habla  de  alguna  población  que  tuvo  nombre  indio  la  llama  es 
palióla. 

Daufías. —  Vnimalejo  á  modo  d<i  conejo  <|iin  «lio  nombre  á  l:i 


—  2GG  — 
población  de  Autías,  según  se  lee  en  una  descripción  de  Puerto 
Rico  hecha  en  1582  que  publicó  La  América:  me  parece  erra  por 
hutías. 

Demora.— So  ha  creido,  y  se  ha  creído  mal,  que  demora  equi- 
valía á  casa,  ( Documentos  Inéditos,  pág.  41,  t.  7;)  como  fué  tam- 
bién un  error  creer  que  batea  es  un  instrumento  de  uso  particular 
para  cojer  oro  en  los  rios.  En  el  mismo  libro  (pág.  415)  se  copian 
las  siguientes  palabras  que  explican  lo  que  sollama  demora.  "De- 
mora acá  llaman  el  tiempo  en  el  servicio  del  oro  trabajándoles  (á 
los  indios)  reciamente  ó  dándoles  tan  flacos  mantenimientos,  que 
de  ciento  que  les  daban  de  servicio  acaecía  no  volver  sesenta  ó 
más  ó  menos,  seguu  eran  mejor  ó  peor  tratados." 

J)tf£fl.— Para  el  fomento  del  cristianismo  convinieron  los  reyes 
católicos  en  crear  tres  obispados  en  las  partes  más  pobladas  y  lo 
eran  al  concebirse  el  pensamiento,  ¡Taragua,  Lares  de  Ouahama  y 
la  Concepción  de  la  Vega.  La  muerto  de  la  Eeina  Católica  hizo 
demorar  este  asunto,  y  en  1511  volvió  á  ocuparse  de  61  Fernando; 
pero  ya  habían  perdido  su  importancia  parte  de  esas  poblaciones, 
y  Julio  III  aprobó  al  Padre  García  de  Padilla  para  la  silla  de 
Santo  Domingo;  al  Dr.  Pedro  Deza  para  Concepción  y  al  Ldo. 
Alfonso  Manso  para  San  Juan  de  Puerto  Eico.  Fueron  los  prime- 
ros obispos  del  Nuevo  Mundo.  No  tomaron  posesión  inmediata- 
mente: el  de  Santo  Domingo  murió  en  España  ya  consagrado;  va- 
rios accidentes  retardaron  la  llegada  de  los  otros  dos:  de  ello  se 
lamenta  el  historiador  Touron,  que  siempre  recomienda  la  influen- 
cia del  clero  en  el  bien  de  los  indios. 

Di. — Ahora,  dia. 

Díagoni, — Montes  de  la  provincia  de  Bainoa,  de  donde  saca- 
han  los  indios  la  sal  gemina  cuando  escaseaba  la  marítima. 

Dicayagua.— Provincia  de  Higuey,  en  Haití. 

Diaeanan. — La  yuca  más  productiva  en  rendimientos. 

Diaz- 31iguel.— Joven  aragonés  que  á  causa  de  un,  duelo  se 
refugió  en  un  pueblo  indio  á  la  embocadura  del  Osama,  donde 
gobernaba  una  mujer  que  se  enamoró  de  61.  Le  propuso  que  los  es- 
pañoles fundasen  allí  uno  de  los  pueblos  ó  establecimientos.  Diaz 
se  aventuró  á  volver  con  el  proyecto  á  los  suyos  y  se  encontró 
afortunadamente  restablecido  á  su  contrario;  y  muy  bien  recibido 
por  Bartolomé  Colon,  que  se  alegró  mucho  de  la,  oferta  de  la  casi- 
ca.  Se  trazó  el  plan  de  una  ciudad  (1496)  y  so  llamó  Nueva  Isabe- 
la: dióle  el  nombre  Cristóbal  Colon  y  agrega  Charlevoix:  "pero  o! 
de  Santo  Domingo  ha  prevalecido  y  no  se  está  de  acuerdo  sobre 
su  origen.''— Lo  más  verosímil  para  ól  es  que  tomó  el  nombre  de 
la  iglesia  del  Santo  Patriarca  que  se  construyó  en  ella.  Diaz  casó 
con  lá  india  que  se  llamó  doña  Catalina,  fué  más  tarde  alcalde  y 
gobernador  de  Puerto  Rico;  remitido  jreso  á  España,  vino  re- 
puesto a  Santo  Domingo,  y  no  dice  más  la  historia. 

Diahacas,  guabinas,  dallaos,  cajes  [cajes]  mojarras. — Al  hablar 
do .la  gran  variedad  de  ríceos  en  las  Antillas  el  E.  Padre  Las 


—  267  — 
jas  enumera  todos  esos  que  llevau  nombres  indios  y  prescinde 
de  los  que  se  designan  con  nombres  castellanos. 

Diáhutía. — Lo  mismo  que  yahutía. — En  Puerto  luco  yautía. 

El  señor  Córdova  infiero  que  la  variedad  no  blanca  sea  la  camota 

.  do  .Méjico,  y  la  blanca  el  ocumo  de  Caracas.     No  acierta  en  su  in 

(ereucia  respecto  del  camote  que  es  nuestro  age¡  batata  ó  boniato. 

Tero  sí  es  cierto  que  se  llama  malango  en  Puerto  Kico  una  especie 

de  yautia  (pie  crece  dentro  de  rios  y  quebrados alimento  de 

puercos. — En  Cuba  unos  escribían  diáhutía,  otros  yautía,  pero  la 
generalidad  ahora  llama  malangas  ¿i  las  tres  variedades  comesti- 
bles del  Sr.  Córdova,  y  a  esa  que  crece  cu  los  arroyos  también  en 
Cuba.  Abunda  en  la  Vuelta  de  Abajo  en  donde  la  sembraban  los 
cultivadores  franceses  en  las  empinadas  sierras  en  que  cultivaban 
el  cale,  para  impedir  los  deslaves  do  las  aguas,  y  dar  frescura  á  la 
poquísima  capa  vegetal  del  terreno. 

Dimiban  Caracaracol. — Personaje  semimítico.  [Véase  Itabo 
Tanltuana.\ 

Dio  Aboriadacha. — Frase  que  dice  el  Padre  Tañe  significa 
¿ksoy  siervo  de  Dios." 

Dioumbas. — Las  cauciones  coreográficas  de  los  tainos  do  Hai- 
tí: cree  el  Sr.  Guridi  que  tumba  con  que  se  llámala  danza  en  San- 
to Domingo  procede  de  aquella. 

Diumba.—Líi  danza,  según  se  lee  en  recientes  poesías  de  do- 
minicanos. (Pérez.) 

Digo—  Añil,  como  presumo  RafinesquC:  yerba  que  emplea- 
ban para  lavar  y  lavarse,  los  indios. 

hiluvio.—  líabia  en  Cuba  noticia  del  diluvio  y  era  casi  gene- 
ral en  América:  no  mo  parece  muy  comprobada  esta  tradición, 
por  lo  menos  en  cuanto  á  Cuba.  Yo  he  buscado  el  origen  de  la  no- 
ticia y  solo  encuentro  la  relación  hecha  por  los  cronistas  de  un 
aserto  de  Gabriel  Cabrera,  que  lo  oyó  á  un  indio  do  sesenta  años 
[Monarquía  Indiana,  lib.  11,  cap.  10,  pág.  577 1  y  es  la  siguiente: 
kíLos    indios    de    la    Isla    de    Cuba  dicen  que  tuvieron  conocí 
miento,  que  habiau  sido  el  cielo    y    las  otras  cosas  creados,  y 
decían  que  por  tres  personas,  y  que  la  una  vino  por  tal  parte  3 
las  otras  dos  de  otras,  y  tuvieron  gran  noticia  del  diluyio,    y  que 
se  habia  perdido  el  mundo  por  mucha  agua,  y  decian  los  viejos 
de  más  de  70  años  y  80  (luego  ai  principio  que  estuvieron  los 
nuestros  en  la  Isla)  que  un  viejo  sabiondo  que  habia  do  veuir  e! 
diluvio  construyó  una  gran  nao  y  se  metió  en  ella  con  su  casa  y 
muchos  animales  y  envió  un  cuervo  y  no  volvió  porquo  se  puso  á 
comer  los  cuerpos  muertos;  y  después  envió  una  paloma  la  cual 
volvió  cantando  y  trajo  una  rama  con  hojas  que  parecia  hobo  (jo- 
bo) pero  no  ora  hobo;  el  cual  viejo  salió  del  navio  ó  hizo  vino  de 
parras  monteses  y  se  embriagó,  y  teniendo  dos  hijos  uno  se  rió  y 
dijo  al  otro:  echémonos  con  él;  pero  que  el  otro  lo  riñó  y  cubrió  al 
padre  y  que  de  aquel  habían  procedido  los  do  aquellas  tierras  3 
al  otro  dio  bendición." — Mo  hay  ni  verosimilitud  en  el  relato. 
Dondon* — Distrito  de  Haití  en  donde  so  encuentran  cerca  del 


—  2G8  — 
cabo  Francés  las  cuevas  do  donde  salieron  los  hombres   quo  rc;i 
lizaron  los  sucesos  que  uos  lia  conservado  el  Padre  Pane.    Tiene 
la  más  notable  150  piós  de  profundidad;  su  catrada,  aunque  an- 
gosta, la  compara  Prcvost  á  una  puerta  de  cochera:  por  una  cía 
ravoya  recibía  la  luz  y  por  allí  salieron  el  sol  y  la  luna  (Véase 
Haití.)    Aun  se  registran  en  sus  antros  y  bóvedas  figuras  escul- 
pidas ó  grabadas. 

JDosa.—  Eios  trailutario  del  Jaina,  Llallí. 

Duchos,  duela,  (hijos. — Con  estos  distintos  nombres  se  Uauía 
ban  los  asientos  do  que  usaban  los  indios  en  forma  de  animales, 
con  ojos  y  orejas  do  oro  algunas  veces.      Don  Tomás  Pió  Betan 
eourt  en  su  Historia  de  Pucrto-Primipc,  dice:  que  Don  Pedro  de 
Parrado  y  Pardo  en  su  libro  genealógico  de  familias  de  Bayaino, 
escrito  en  1775,  llamó  dujo  a  uno  de  esos  asientos  que  conservaba 
Doña  Concepción  Guerra  y  habia  pertenecido  al  casiquo  de  Ba- 
yaino.   Duxos  escribió  el  Padro  Simón  hablando  do  los  do  Tierra 
Pirme;  y  duJw  escribe  Oviedo  describiendo  el  banco  ó  asiento  que 
llaman  así  en  N  caragua.    Como  los  españoles  andaluces  cscri 
bian  con  h  la  palabra  que  pronunciaban  con  /  y  era  idéntica  en 
este  caso  la  h  y  la  j}  me  parece  quo  dujo  es  nombre  genuino 
indiano. 

Buey. —  Barrio  de  San  Germán  y  es  nombre  de  un  rio  en 
Puerto  ÉiOo  y  en  Santo  Domingo. 

Duilieymqiicn. —  Eio  abuadanto  ó  lia,  nombre  propio  (le 
persona. 

Duigli-niniqucn. — liico  en  manantiales  ó  corrientes  (Pedro 
Mártir.) 

Duhos,  Duytk. — Ortografía  del  dujo  en  Beünesque. 

Dup'u — Espíritu. 

JE. 

La  letra  do  que  voy  á  ocuparme  no  ofrece  diñeultades  en  los  so- 
nidos continent  les,  como  dicen  los  escritores  ingleses,  Hender- 
son  en  su  gjamática  del  moslcito,  Schomburgk  en  sus  trabajos  so- 
bre G  uayaua  y  otros  aceptando  la  ortogralía  italiana  ó  española 
en  las  vocales  no  ofrecen  dificultad;  pero  téngase  en  cuenta  que 
varia  en  la  pronunciación  inglesa  en  que  casi  siempre  es  i  afin- 
qúese escribe  c. 

Ei  ó  tei. — Existencia. 

El—lli — Quali.  —  Hijo,  hijos,  niños  y  aúü  tribu. 

Elin. — El  sol  en  Haití,  según  lo  dice  el  dominicauo  Pérez  en 
sus  fantasías  indígenas. 

Etor. — Elmaiz  verde,  tierno  que  comían  crudo  los  indios  co- 
mo fruta. 

Embijes j  embijados. — Así  llamaron  los  españoles  á  los  indios 
que  se  pintaban  con  bija  y  zumo  de  jagua  y  aiin  otros  colores 
(Véase  Anacaona  i  para  parecer  espantables  en  la  guerra.  El  lí- 
quido en  que  disolvían  los  colores  era  el  aceito  de  Palma-Cristi 
ó  carrapat. 


—  200  — 
¡.'majagua.— llio  de  Euerto-Bico  que  entra  en  el  Caüaonito. 

^majagual. — Rio  de  Puerto-Rico. — (Véaso  Guayo). 

Encomiendas. — En  el  artículo  Anaboria  se  lia  explicado  lo 
concerniente  a  repartimientos  de  indios;  más  la  idea  ó  pensamien- 
to de  la  explotación  en  bcuelicio  individual,  tuvo  origen  en  1499, 
siendo  impotente  el  Almirante  para  impedirlo.  (Irán  número  de 
parciales  del  rebelde  Roldan,  autorizados  por  este,  se  repartieron 
( ierras  en  Bonao,  en  la  Vega  Real  y  en  Santiago:  entonces  "obli- 
a  los  casiques  vecinos  á  que  so  las  cultivasen  sus  subditos:77 
aquí  se  tuvo  la  idea  de  los  repartimientos  de  indios.  (Touron, 
ífist.  General  eP  Amerique,  t.  1,  pág.  92). 

Engombe. — Casique  que  nombra  el  Sr.  Ángulo. 

Enriquillo.— Este  diminutivo  cristiano  de  Enrique*,  fué  usado 
por  los  contemporáneos  del  casique  Guarocuya  que  se  refugió  en 
el  lago' Caguán  i  (Véase  la  palabra)  que  por  trece  anos  esquivó  el 
poder  invasor.  El  general  Barrio  Nuevo  por  orden  del  Empera 
dor  Carlos  V.,  le  propuso  un  tratado  de  rendición  y  de  paz  que 
lúe  aceptado.  Se  le  ofreció  un  lugar  ¿i  oi)  leguas  de  la  capital  lla- 
mado Boya  donde  podia  retirarse  con  sus  indios,  libres  todos  des 
de  luego.  En  Boya  se  reunieron  1,000  indios  con  que  aún  conta- 
ba.    |  Véase  Casique  de  Haití.) 

Epilegaiita, — Figura  de  madera  cu  forma  de  cuadrúpedo  que 
recibía  culto  en  las  selvas  á  donde  se  dice  huia  y  de  quien  se  ha- 
bló en  otra  parte  (semis):  habia  uno  do  piedra  en  forma  de  mu- 
jer,   i  Véase  Haití.) 

Éracra.— Casa,  una  palabra  genérica  que  indica  kabiL  -ion 
(Oviedo.) 

Espirita. — Alma.  En  esa  acepción  tcnian  alguna  idea  del  alma. 
creían  en  Ja  inmortalidad  de  una  singular  manera,  pues  pensaban 
que  solo  eran  inmortales  sus  príucipes  y  sus  grandes,  y  se  les  tri- 
butaban honores  fúnebres  en  aniversarios  por  sus  sucesores. 

X o  tenían  signo  para  la  idea,  como  no  sea  goies.  En  cuanto 
á  dupi  que  copio  antes  no  trae  más  explicación  que  la  allí  dada. 

Estatuas.—  Hacían  los  indios  estatuas  de  maderas  huecas,  en 
que  ponían  los  huesos  de  sus  antepasados  (reyes  ó  señores),  y  to- 
maban stís  nombres.  Los  sacerdotes  se  valían  de  esas  circuns- 
tancias para  haeer  supercherías  y  responder  por  los  difuntos. 
(Las  Casas,  pág.  135,  t.  v,  de  su  Historia). 

Eximia.— Isla  de  las  Bahamas  en  donde  vio  el  Almirante  Co- 
lon, el  tabaco  (pie  hoy  conoce  todo  el  mundo. 

EyerL — Xombre  de  un  pueblo  de  Borinqucn,  en  cuj  a.  lengua, 
dialecto  taino,  se  llama  así  á  los  hombres. 

No  creo  que  existo  en  la  lengua  taina;  si  que  ios  viajeros  han 
confundido  su  sonido  con  el  de  la  t  y  la  //.    Tongo,  sin   embaí 
las  palabras  que  han  esculo  con  aquella  letra. 


—  270  — 

Faena. — Según  el  obispo  Lorenzana,  significa  la  cantidad  de 
trábalo  que  se  imponía  á  los  indios. 

Faragauacl. — Semí  del  casique  Guáralo,  padre  de  Guaraioel. 
Este  ídolo  fué  encontrado  en  una  cacería:  los  indios  perseguían  á 
un  animal  que  cayó  en  una  sima,  y  al  examinarlo  se  encontraron 
con  un  tronco  de  apariencia  de  árbol;  pero  con  vida  y  movimiento. 
Lo  adoraron;  pero  se  huía.  Lo  metieron  dentro  de  un  saco,  y  no 
por  eso  lograron  que  no  se  fuese  teniendo  que  vigilarlo.  Me  pa- 
rece  errata  el  uso  de  la/ en  la  obra  del  Padre  Román;  Bafiucsuue 
escribe  Taraguabael,  aunque  con  v,  y  parece  más  correcto. 

Faua. — Nombre  que  dio  el  Almirante  á  una  supuesta  tierra 
'de  Cuba  y  que  vio  en  sus  sueños  orientales,  por  interpretaciones 
del  capitán  de  la  Finta:  éste  decia  que  Cuba  era  ciudad  y  que 
aquella  tierra  continuaba  en  continente  firme;  "que  va  mucho  al 
norte  y  tiene  guerra  con  el  Gran  Can,  al  que  llamaban  Cauri  y  su 
tierra  ó  ciudad  Eava." — Muy  oscuros  andaban  todos  por  no  en 
tender  á  los  indios,  decia  Las  Casas. 

Fásoles. — Frijoles  (Oviedo).  Fejoe,  dijo  Colon,  y  la  Academia 
acepta  la  segunda  forma  como  voz  provincial  En  Él  Intermedia 
río,  1. IV,  página  301  1867)  se  dan  etimologías  de  la  palabra  deri- 
vándola de  fayottes,  fayots,  de  las  latinas  f aseólas,  óphascolus;  pe 
ro  también  se  acudo  al  género  picaresco  por  sus  efectos  digestí 
vos.  lioquefort  dice  que  fiayo nlc  es  forma  leonesa  que  remeda  ó 
re  ucrda  el  flageóle!,  con  cuyo  nombre  familiar  so  dcsigua  el 
harlcot. 

Flg aero. — ( Véase  Fag ua.) 
f  huracano. — Eenzoni  escribe  así  la  palabra  huracán  (pág.   18 
<!el  Mondo  Novo)  y  dice  que  así  lo  llamaban    los    españoles: 
furacano. 

Fiiracán. — Dice  Bafinesqtte,  que  es  ei  nombre  en  Eycri  de 
huracán. 

Furrídi. — ^Nebuloso,  tempestuoso.  ¿Será  i  y  no/ la  letra  ini- 
cial?   ¿No  se  referirá  á  tureyf 

Fuzidi. — En  lugar  úafuridí  ófurioidi.  Como  observa  el  sa- 
bio Humboldt,  los  criollos  han  cambiado  las  letras  de  la  voz  hai- 
tiana Biliao  haciendo  de  la  b  una  v  y  de  la  h  una  /.  Conste  que 
la  han  convertido  amñfao:  "conforme  á  la  pronunciación  casto 
llana."—  (Véase  la  nota  del  capítulo  VII,  lib.  2,  de  los  Viages 
Fquinocialcs.)  El  hecho  me  autoriza  para  que  pueda  ser  que  fu- 
ridt,  sea  huridí  ó  tur i 'di ', 


El  sonido  de  la  g  es  enteramente  igual  ai  español;  pero  como 
hubo  muchos  que  emplearon  la  ortografía  italiana,  so  halla  la 
combinación  gia  por  ya  en  algunos  nombres. 

Gabuba. — "Planta  Silvestre,"  Haití.  (García.) 

Gala. — Sitio  do  Santo  Domingo. 

Gagüey. — Por  la  descripción  do  Oviedo,  es  el  jagüey  macho  de 


—  271  — 
los  labradores  de  Cuba.  Oviedo  lo  describo,  pág.  302,  t.  1°  de  la 
Historia. 

Gandul — indio  de  guerra,  según  Oviedo. 

Qarábo. — Pueblo  en  el  centro  do  Puerto  Pico,  entre  sus  ba  • 
rrioa    aparecen  nombres  indios.  Jagua,  Turabo  y  Pairoa. 

Garábuia.Sitlo  en  Santo  Domingo. 

Giba. — Es  una  planta  en  Ouba,  cuya  simiente  es  muy  gusto- 
sa para  las  palomas,  significa  brazo,  en  lengua  del  Brasil.  (Véase 
;i  Laet,  en  sus  notas  á  Grocio.) 

Gibaros.*— Montaraces,  según  Pane 

(¡inaudiana. — Sitio  do  Seibo  en  Santo  Domingo.  (García.) 

Giahubanasl  — Favoritos,  familiares. 

Goanin. — Oro  bajo  de  cierto  color  muy  apreciado, en  la  Es- 
pañola, según  notas  del  Padre  Las  Casas,  á  la  relación  del  primer 
viaje  de  Col  n. 

Goeiz,  Opcycm — Espíritu  malo:  el  Padre  Boman  Pane  dice 
otra  cosa,  que  traslado  en  la  palabro  ( ¡perito,  y  es  opuesta  á  Pa- 
íinesque:  supone  que  goeiz  ?s  el  alma  del  hombre  vivo,  mientras 
llama  con  otro  nombre  los  aparecidos,  las  almas  en  pena  ó  en 
gloria  de  los  cristianos. 

Gosqni,  Goschi. — La  primer  palabra  creo  que  es  reminiscen- 
cia de  gosque,  y  la  segunda  de  la  ortografía  italiana:  sin  embargo, 
se  ha  aplicado  al  perro  mudo  de  las  Antillas  por  algunos  escrito- 
res. Observa  el  Padre  Charlevoix,  que  solo  ha  leido  ese  nombre 
en  las  Memorias  del  misionero  monsieur  Pers,  en  las  que  escribió 
sobre  Santo  Domingo. 

Goyorí. — Dulce  de  ajonjolí  en  Pemedios,  en  oirás  partes  ale- 
lí ría.  * 

(¡rana. — Palma  Peal  en  Porinquen. 

drillo. — Era  el  apellido  de  un  genovés  que  residía  en  Espa- 
ña, entregado  al  comercio  de  esclavos  do  África,  negros,  antes  de 
que  se  introdujera  el  sistsma  de  concesiones  y  contratas.  "Antes 
que  Francia  ni  Inglaterra  tuviesen  asiento,  este  asiento  público  ó 
vigilado  lo  tuvieron  los  particulares,  negociantes  del  comercio  de 

Andalucía Entre  los  que  tuvieron  esta  negociación,  fué  más 

afortunado  un  genovés  de  apellido  Grillo,  que  continuó  muchos 
anos y  con  él  se  hizo  una  poderosa  casa." — Ulloa,  Restableci- 
miento de  las  fábricas,  fraileo  y  comercio  de  España  L>a  parte,  capí 
tnlo  4,  t.  2? 

(rita. — Artículo  demostrativo  como  lo  advirtió  Pedro  Mártir, 
en  las  lenguas  de  las  Antillas,  y  so  encuentra  en  otros  paises 
americanos.  Es  en  lengua  chilena  el  mais:  "Sagio  ¡sulla  Storia 
naturale  del  Chili?  j»:ig.  128.  Según  la  página  siguiente  del  mismo 
autor,  conservan  allí  el  mais  de  dos  maneras  en  el  invierno:  ó  le 
dan  una  corta  cocción  y  le  llaman  ahuchoca,  ó  le  dejan  crudo:  del 
primero  usan  como  menestra,  y  del  segundo  forman  una  especio 
do  cerveza  muy  agradable.  (Véase  Chicha.) 

Por  lo  que  hace  el  artículo  gua,  observa  también  Pedro  Már- 
tir, que  son  pocos  los  reyes  que  no  lo  tienen  con  su  nombre. 


—  272  — 

Gua,  (jilc,  gu. — En  lengua  goagira  significa  nuestro. 

Guaba. — Provincia  y  rio  de  Maguan  a  en  Haití. 

Guabá. — Araña,  común  en  Samaná.  Único  insecto  venenoso 
en  Puerto  Rico  que,  según  el  Sr,  Córdova,  se  cura  como  antídoto, 
felicísimo  con  el  bejuco  de  Guano.  Memoria,  pág.  189.  (Madrid, 
1888.) 

Guababo.—Iiey  de  Haití.  (Véase  Taino.) 

Guaban-iniquin. — Rey  de  Haití. 

Guabanimo. — Rio  de  Haití. 

Gnabatico. — Rio  de  Haití. 

Guabanséx. — El  semi  de  uno  de  los  easiques  más  distingui- 
dos, llamado  Aumatéx.  Es  la  divinidad  del  género  femenino,  que 
acompaña  á  otros  dos  semis,  y  Brasseur  de  Bourborg  quiere  que 
sea  no  a  trinidad,  la  del  libro  sagrado  de  los  Quichés,  Guabanséx, 
Guatanbay  CoatriscMc  (Gua-trix-que)  que  representaba  á  Hura  - 
can,  que  preside  las  nubes,  el  rayo  y  la  tempestad.  Los  dos  semis 
haitianos  tenían  por  ejercicio,  el  uno  reunir  y  el  otro  gobernarlas 
aguas:  Guabanséx  suele  incomodarse  y  entonces  son  las  inundacio- 
nes, en  consecuencia,  tala  los  campos  amaneando  los  árboles  y 
los  edificios.  El  dios  femenino,  ó  hembra,  es  de  piedra  del  pais,  y 
de  los  otros  dos  solo  sabemos  que  se  llamaban  Guatanba  y  üoa- 
trlscliic. 

Guabaza. — Eruto  que,  según  el  bermitaño  Pane,  comían  los 
muertos  encoayTxiy. 

Guabiníquinar. — (Véase  Agutí.) 

Guabonito.—N  ombve  de  la  mujer  misteriosa  que  dio  á  (iua- 
goniaua  las  sibas  y  guaninos  de  que  habla  su  historia. 

Guaca  ó  Apito,  Guacarapito. — Atributos  do  Dios.  (Véase  A  ta  • 
hcx.  Significa  santo  la  palabra  guaca. 

Guaca. — ( Véase  Auc.) 

Guacabacaca. — Raiz.  (Véase  Ages.) 

Guacacoa. — Nombre  indígena  de  la  dagniya,  (Lagetta  Única- 
ria)  según  el  Sr.  Rafael  Madrigal,  que  se  ocupaba  en  Cuba  en 
1860  en  el  estudio  do  las  plantas  textiles.  Por  su  poca  elasticidad, 
en  dirección  longitudinal,  la  preferían  los  agrimensores  en  ando 
usaban  cuerdas  para  medir. 

Guacaca.—  Raiz.  (Véase  Ages  6  Patatas. ) 

Guacanamarí, — De  esta  manera  está  escrito:  es  un  pariente  de 
( í  uacanamarí,  (Guaeanarí?:)  en  el  segundo  viaje  de  Colon,  le  dijo: 
uQue  el  rey  do  Cuonabó  y  de  Mayrení"  eran  los  que  habían  des- 
truido el  establecimiento  español  y  dádoles  muerte." 

Guacariiarillo.—-AsíUamñl  Pedro  Mártir  al  casique  de  Guaca 
uari. 

Guacara ca. — Una  variedad  del  age. 

Guacanayabo. — Provincia  cubana  y  puerto  de  esc  nombre. 

Guacayarima. — La  última  región  occidental  de  Haití,  cuyos 
h abitantes,  dice  Pedro  Mártir,  vivían  en  las  cavernas  de  los  mon- 
tes, contentos  con  frutos  silvestres;  sin  morada  fija,  como  en  la 
edad  del  oro;  y  se  asegura  que  carecen  de  idioma:  nos  certo  ajinii 


idiomate  carcre.  Ademas  de  la  Guaoayarínia,  había  con  la  inicial 
■  ■,  las  siguientes:  Guahabba,  Guahagua^  Quanama-j  <iuar«J>o,  Gua- 
rico  y  Qtuarizaca, 

(iuacoua.v, —  Ivs  un  bálsamo  que  sacaban  los  indios  de  una 
planta,  según  Oviedo.  (Historia  t.  l?,  pág.  390;) 

Quaauranao. — En  escrituras  antiguas  se  leeeste  nombre  en 
lugar  de  Bacuraiiao,  que  prevalece:  en  una  de  las  cláusulas  del 
testamento  de  Pedro  Redondo  Villegas,  casado  con  la  hija  de 
Anión  Recio, en  la  96,  ano  de  1611,  ante  Juan (íuilisasti,  á los  5  de 
Agosto,  asi  llamó  lo  que  ahora  se  denomina  aún  Baeuraiiao.  Tam- 
bién en  Haití  unos  lian  dicho  Bagpniana  y  otros  (¡uagouiana  aun 
personaje  fabuloso,  y  en  la  última  forma  lo  trae  el  Padre  Pane. 

Guacha. — El  indio  soltero  que  paga  con  dificultad  el  tributo: 
ha  venido  del  continente,  pero  tiene  aspecto  taino,  y  lo  es  en  la 
palabra. 

Guachamx. — Lo  que  está  debajo  de!  agua-abatido  por  ella: 
cmjuaelia  ruada  la  siembra. 

Guacoancjo. — Madera  dominicana,  según  (lalvan.  (Quisque- 
ya.) 

Guadiya. — Significa  lugar  de  flores  <>  jai-din;  en  lengua  de 
ítorinquen  (Abad.) 

Guadoguinaccs. — Animales  del  tamaño  de  liebres,  que  servían 
de  alimento  á  Pizarro,  según  se  lee  en  la  Colección  de  Viajes,  tr«u 
d acción,  impresa,  en  Madrid  hasta  1791,  en  1*8  tomos  en  4? 

Guajiqueros.— Los  indios  del  Guagica  en  Honduras,  que  no 
deben  confundirse  con  los  guagiros  de  otras  partes. 

Guagiro, — Supone  el  Sr.  Noda  que  era  el  significado  de  la 
palabra  el  de  un  rango  social  inferior  al  del  casique,  y  lo  aplica  á 
los  naturales  de  la  Vuelta  de  Abajo:  Oviedo,  dice,  que  es  sinóni- 
mo de  casique  en  Tierra  Firme.  (Sumario,  cap.  x.)  Guajiros  se  lla- 
man en  Cuba  los  habitantes  del  campo  y  no  les  gusta  el  apodo, 
acaso  porque  lo  atribuyan  á  una  acusación  de  rusticidad.  Si  gua 
es  un  artículo,  tal  vez  parezca  compuesta  la  palabra  de  gua  y  (jí- 
baro: perro*  (jíbaros,  cochinos  (jíbaros,  se  llaman  en  Cuba  los 
silvestres;  y  (jibaro  en  Puerto  Pico  al  hombre  campesino. 
(Véase  la  Secc.  3a), Hay  una  nación  de  goagiros:  La  i\oa ji- 
ra: si  se  cree  al  Padre  Simón,  eran:  "gente  desnuda  de  todo, 
hasta  las  partes  de  la  honestidad  que  también  traían  des- 
cubiertas hombres  y  mujeres,  salteadores  y  vagamundos,  sin  po 
blaciones  ni  hogares  conocidos,  pues  andan,  como  dicen  á  noche 
y  mesón,*'  viven  bajo  los  árboles  y  no  cultivan  las  tierras,  "hol- 
gazanes por  bastarle  para  su  sustento  las  frutas  dé  loa  árboles 
que  son  muchas."  El  Padre  Simón  reconoce  su  valor  que  eOStó 
i  an>:  "y  no  ha  habido  quien  les  haya  puesto  coyundas  de  sumi- 
s  on."'  (N"ot.  Historiales.)  1).  Antonio  Julián  forma,  de  esa  nación 
mejor  concepto:  la  caliüca  de  valiente  como  su  antecesor,  pero  de 
muy  civil  con  los  extranjeros  con  quienes  comercia:  que  han 
adoptado  el  servicio  de  los  caballos  de  que  tienen  velocísimos, 
llamados  aguilillas)  no  fueron  conquistados  y  aunque  cree  que 


—  274  — 
los  no  reducidos  andan  como  nuestro  padre  en  el  Paraíso, 
se  visten  cuando  bajan  á  sus  tratos  y  describe  el  traje.  Le 
parecía  su  lengua  sonora  y  una  de  las  mejores  de  América. 
Desgraciadamente  no  presenta  más  muestra  de  ello  que  la  pala- 
bra nape  con  que  llamaban  al  padre.  Historia  de  la  Provincia  de 
Santa  M arta,  Disc.  III  y  siguientes.)  Consérvase  esa  nación  en 
nuestros  dias  y  se  le  suponen  1S,000  almas  entre  Venezuela  y 
Colombia:  son  laboriosos  ganaderos,  según  Codazzi.  ( Resumen  de 
la  Geog.  de  Ven.,  pág.  25G.) 

Al  publicar  Ternaux  Compans  el  manuscrito  del  sumario  de 
Oviedo,  que  antes  lie  citado,  y  perteneció  á  Muñoz,  en  los  ISouve- 
lles  Anuales  des  Yoyages  se  anota  la  palabra  guagiro,  "así:  pero  es- 
ta palabra  la  han  adoptado  de  los  caribes,"  Los  amagas,  arrou 
ges  ó  arroualcasis  (formas  diversas  de  una  palabra  como  lo  adver- 
tido en  otro  artículo;)  los  galibís  ó  galibitos-  los  guahiros  ó  goagl 
ros  me  parecen  tribus  de  ia  bella  nación  caraxbc?  Esas  son  pa- 
labras, con  excepción  de  lo  que  agrego  entre  paréntesis  de  Daou 
xión  Lavayse,  Yoyaye  aux  iles  L.  t.  Io,  pág.  287. 

Guacanubié. — Indio  catecúmeno  que  cuidaba  un  oratorio  es- 
pañol, de  donde  se  robaron  hasta  las  hostias  consagradas  Guario- 
nex,  y  los  suyos  que  escondieron  en  un  conuco  de  sus  labranzas  y 
aquel  y  sus  cómplices  fueron  quemados. 

Se  lee  Guaycanabú  en  otros  escritores  como  Muñoz  que  cita 
al  Padre  Pane,  (Véase  Guaycanabú.) 

Guacanagabá. — Casique  déla  isla  de  Haití  que  huyó  al  apro 
ximarse  Colon,  creyendo  que  eran  caribes  los  europeos,  pero  de- 
sengañado de  sn  error  fué  un  gran  amigo  y  fiel  aliado  del  Almi- 
rante. Lloró  en  las  desventuras  de  sus  nuevos  amigos  y  quiso 
evitárselas,  y  combatió  con  ellos  contra  Caonabo.  Hospedó  á  los 
españoles  en  su  propia  casa,  en  la  mejor  de  las  suyas;  recibió  la 
primera  vez  á  Colon  con  cierta  solemnidad  enviándole  un  mensa, 
je  con  su  hermano:  formó  un  estrado  en  su  casa,  alfombrado  con 
yaguas  ó  camisas  de  palma  como  eneros  de  buey,  como  dice  Herre- 
ra. Hizo  sentar  al  Almirante  en  una  silla  muy  bella  de  bajo  es- 
paldar linda  y  reluciente  y  le  colgó  una  gran  patena  de  oro  al 
cuello:  esa  plancha  ó  patena  parece  ser  lo  que  leo  en  otros  luga- 
res que  era  señal  de  supremacía  ó  majestad.  En  sus  estados 
permitió  fundar  una  fortaleza  y  fueron  brazos  indios  los  emplea- 
dos y  se  erigió  la  villa  de  la  Navidad.  Estando  en  ella  el  Almi- 
rante [30  de  diciembre)  se  presentaron  cinco  casiques  dependien- 
tes de  Guacanagarí  con  coronas  en  las  cabezas  y  colocados  en  la 
sala  y  estrado  ya  dichos,  puso  aquel  la  suya  en  la  cabeza  del 
Almirante  y  cada  cual  le  regaló  una  plancha  de  oro  no  fundida 
porque  no  sabian  hacerlo,  si  no  hecha  á  martillo  ó  sea  por  la  pre- 
sión de  dos  piedras.  En  ese  dia  el  Almirante  puso  su  capa  al 
casique  le  calzó  borzeguíes  y  colgó  al  cuello  un  collar  de  varia- 
das cuentas  y  colocó  uua  sortija  de  plata  en  un  dedo:  con  lo  que 
quedaron  muy  contentos.  Por  él  supo  en  su  segundo  viaje  Colon 
los  destrozos  hechos  durante  su  ausencia.  Murió  de  tristeza. 


—  275  — 

Algunos  escriben  Guacanacoric  como  el  barón  Emilio  Ñau  en 
mi  Jlistona  de  los  caciques  de  Haití. —  Guacanavillo,  dice  Pedro 
Mártir  de  Auglería. 

Guagoníana. — Este  nombre  haitiano  se  lia  escrito  de  diferen- 
te forma  pomo  otros  muchos:  Vagoniana,  por  ejemplo.  El  Padre 
Sarmiento,  de  los  pocos  que  conservaban  la  vida  del  Almirante, 
por  su  hijo  I).  Fernando,  usa  de  la  ortografía  que  aquí:  GuagoniOi- 
tta,  según  expresó  el  hermano  Román.  Me  parece  preferible  la 
palabra  escrita  con  </,  y  no  Vagonia/na  como  otros  muchos,  entre 
ellos  los  redactores  de  la  Eevue  des  Races  Latines.  En  la  relación 
del  citado  Román  Pane  se  lee  GuaGionana,  Gna-h'm-hana,  estas 
formas  son  más  indianas  «pie  Vagoniana,  que  puede  ser  un  error 
por  la  semejanza  de  la  pronunciación  ua,  en  nada  semejante  á  la 
sílaba  ha.  La  traducción  italiana  de  la  relación  ha  debido  aumen- 
tar los  errores  del  original  no  estando  lija  la  ortografía  por  los  es- 
panoles:  entonces  se  escribió  Betagua  y  luego  prevaleció  sin  ra- 
zón Veragua,  Consignaré  aquí  lo  concerniente  al  personaje  Gua- 
goniana.  Es  un  ser  qnc  figura  en  la  Cosmogonía  haitiana  á  que 
se  llama  padre- de  los  hombres.  Según  la  relación,  precedió  ni 
diluvio  de  yaya  ó  giagia,  que  es  la  forma  italiana  con  que  allí  se 
suele  escribir.  Después  de  explicar  el  nacimiento  del  sol  y  la  la- 
na y  las  cuevas  de  donde  salieron,  dice  el  hermitaüo:  que  Guagn- 
alona  dijo  á  Griadrunama  que  fuera  á  buscar  la  yerba  que  llama- 
lían  digo,  con  la  que  se  limpiaban  cuando  se  querían  lavar.  (Pe- 
dro Mártir  supone  que  era  su  hijo.)  Sorprendióle  el  sol  y  fué  con- 
vertido en  pájaro,  que  cauta  por  Ja  mañana  como  el  sinsonte,  y  se 
nombró  GahuOa-Bagiacl,  es  decir,  hijo  de  Giahübagia.  Mr. 
Jírasseur  Bourbong  cree  que  esta  palabra  última  es  otra  forma  de 
Gaugugiona,  y  asi  se  conforma  con  la  versión  de  Pedro  Mártir  que 
le  llama  hijo  de  Guagugiona.  Al  advertir  la  tardanza  en  volver 
del  enviado  por  la  yerba,  salió  de  la  cueva  para  ver  en  lo  que 
consistía.  Indignado  al  notar  que  los  enviados  no  volvían  (el  tex- 
to habla  aquí  en  plural)  con  el  digo,  invitó  á  las  mujeres  á  dejar 
la  cueva  y  á  sus  hijos  y  maridos,  llevando  solo  la  yerba,  pues  ha- 
bían de  volver  de  otros  paises  con  muchas  joyas.  No  fueron  sor- 
dos al  llamamiento  y  salieron  dirigiéndose  á  M  a  ti  ni  no  (hoy  Marti- 
nica) llamada  Gn aniñe.  Los  niños  quedaron  á  orillas  de  un  rio  ó 
arroyo  en  donde  al  experimentar  la  sensación  del  hambre  clama- 
ron por  sus  madres:  toa!  toa!  llorando  como  era  consiguiente, 
fueron  convertidos  en  animales  parecidos  á  pequeños  enanos,  en 
ranas  que  se  conocen  con  el  nombre  de  toa. 

Guagoniana  no  se  contentó  con  dejar  sin  mujeres  á  los  sayos, 
sino  que  también  se  llevó  engañados  en  ese  tiempo  á  las  del  casi 
que  Anacacugia  (liov  del  cacao,  que  eso  signiñeaba.)  Acompaño 
le  éste  en  una  canoa  y  le  paseó  por  mar,  y  así  entretenidos  le  hizo 
asomar  al  borde  para  que  viera  un  lindo  caracol  marino,  un  cobo, 
y  al  hacerlo  lo  levanto  por  los  pies  y  le  anoió  al  agua,  y  86  llc\<> 
para  sí  las  mujeres,  dejo*  las  anteriores  solas  cu  Matinino  donde 
siguieron  viviendo  asi,  y  no  las  molestaban  los  hombres,  obser 


van  una  existencia,  como  se  dice  de  las  Amazonas,  basta  la  veni 
da  de  los  Europeos. 

Qcuagoniana  volvió  á  la  montaña de  Cauta  de  donde  había 
robado  las  moeres,  pe*o  se  cuenta  que  estando  en  la  región 
á  donde  se  había  ido,  notó  que  había  dejado  una  mujer  en  el  mar, 
de  que  recibió  gran  pesar;  luego  buscó  un  gran  número  de  baña- 
dores  que  lo  sanasen  y  limpiasen  de  las  úlceras  de  que  estaba  cu- 
bierto (el  hermitaño  lioman  califica  de  mal  francés  a  esas  úlceras, 
cosa  que  impugnó  el  Padre  Sarmiento  y  de  una  manera  victorio- 
sa, que  por  extenso  he  referido  en  otra  parte.)  Se  colocó  en  una 
guanara  (lugar  escondido)  y  allí  se  curó.  Qtuabanito,  que  así  so 
llamaba  la  mujer,  se  despidió  con  acuerdo  de  Guagoniana  que  se 
llama  en  lo  sucesivo  Biberosi-Guahagiona  (Guagoniana)  regalán- 
dole la  mujer,  muchas  guanmes  y  ¿ibas  para  que  las  usase  ligadas 
a  los  brazos.  Aunque guanin  es  un  metal  de  cierta  composición,  ya 
explicada  en  este  libro,  también  se  daba  ese  nombre  á  joyuelas 
del  tamaño  de  un  florín  que  llevaban  los  naturales  colgados  como 
dijes  de  las  orejas.  Así  es  que  se  atribuye  la  invención  del  uso 
de  los  guaninas  a  Guabonito,  que  ya  conocemos;  á  Abeboraei  y  su 
padre  Albebora  y  Guagoniana. 

Quedóse  en  el  pais  Guagoniana  con  su  padre  Jña  una  y  ll\a- 
ili-guanin,  que  quiere  4ecír  los  hijos  [ili|  dé  Mia  una,  que  quiso 
llamarse  Guanin  en  lo  adelante,  f  Véase  Inrire  Gahuuaiel.)  Las 
deduciones  que  de  esta  leyenda  hace  Baíinesque,  son  que  con  ella 
descubre  la  demostración  de  una  dinastía  de  Ilia-una  ó  77 i  o  na, 
que  supone  enlazar  con  las  tribus  pelásgieas  de  los  aonasójonws, 
aunque  sin  más  fundamento  que  el  encuentro  frecuente  de  los  ra- 
dicales ion,  en,  ana  que  se  usa  en  los  nombres  chinos  á  menudo. 

Guagua. — Las  palabras  Nicaragua,  Managua  y  otras  de 
la  America  Central  me  hicieron  recorrer  las  obras  do  Squier  The 
States  of  Central  América. — No  he  hallado  en  vocabularios  que 
contiene,  que  no  recuerdan  el  idioma  taino:  más  que  la  palabra 
guagua,  tan  usada  hoy,  que  si gnifiea  muchacho  ó  .niño;  la  voz  ha- 
rana  que  ha  recogido  Galindo  (pág.  250),  que  so  usa  por  mar  y  es 
corrupción  de  balaua  de  los  dialectos  de  Cuba  y  Antillas:  pero  los 
caribes  de  esos  lugares  (pág.  580)  han  sido  llevados  en  1790  de  la 
isla  de  San  Vicente  por  el  gobierno  inglés:  mezclados  allí  negros 
6  indios  han  producido  los  caribes  negros'  (pie  pretenden  algunos 
que  son  indígenas. — En  lengua  maya  significa  viento,  compañero, 
semejante.  [Señor  Hojas]. 

También  significa;  caña  hueca  con  lengüeta  y  agujero  que 
lanza  sonidos  roncos  y  fúnebres.  López,  Los  caribes  de  Venezuela, 
pág.  278,  t.  I. 

Guaguasí.— Significa,  según  dice  el  Sr.  García,  en  Santo  Do 
mingo:  "Yagua  nueva.77 

Guagua.— Según  el  Ldo.  Al  mansa,  es  una  planta  con  virtudes 
medicinales  (Véase  Macusci.) 

Guahabd. — Provincia  de  Haití  que  se  alzó  cuando  se  dio 
muerte  a  la-  reina  Anacaona.—  Se  conoce  con  el  mismo  nombre  á  la 


tribu  que  habitaba  en  las  cuevas  de  esa  isla,  de  las  gentes  más  fe- 
roces y  más  salvajes.  j 

Guato* — Cancro  o  cangrejo  acuático  terrestre  del  Brasil.  (Vea 
se  (iiieyes.J 

Guaibd. — Significa  lia,  va,  vaya. 

Guaibona. — Apellido  indio  de  don  Andrés  Guaibona  que  to- 
mó aquel  nombre  al  hacerse  cristiano.  Era  casiquo  en  Santo 
Domingo.  Nombrado  Albín querque  repartidor  de  indios  por  la 
Corte,  dio  á  don  Andrés  al  escudero  pobre  Ñuño  do  (inzuían  en 
encomienda  con  un  naitano  ó  nitaino  Juan  de  Barona  y  veinte  y 
dos  mujeres  de  servicio  y  diez  y  seis  indios;  más  dos  naborais  de 
casa,  varios  ancianos  y  cinco  niños.  Se  los  entregó  para  que  los 
empleara  en  sus  agencias  y  grartgerías  por  su  vida  y  la  de  sus  hi- 
jos. Las  Casas,  que  copia  la  concesión,  se  indigna  de  que  un  rey 
con  sus  nobles  que  poseia  40  (KM)  subditos,  se  entregara  á  un  pobre 
escudero:  clama  por  el  remedio,  pues  siendo  cristiano,  y  aún  no 
siéndolo,  era  mejor  que  el  encomendero, —En  estas  cédulas  se  vé 
que  naitano  y  nitaino  eran  palabras  que  expresaban  grados  civi- 
les y  que  como  lie  dicho  en  su  lugar,  taino  solo  significa  noble  en 
el  concepto  de  bueno. 

>ea. — Tal  vez  guaira:  carátula  con  ojos  y  orejas  de  oro. 

Guaicán. — Era  el  nombre  que  daban  los  indios  al  pez  que  de- 
nominaban reverso  los  españoles,  y  que  les  servia  para  pescar, 
porque  atados  por  la  cola  se  adherían  á  las  tortugas  y  otras  pre- 
sas, (pie  no  soltaban;  prestaban'  así  un  servicio  útil. 

Guaimayana. — Provincia  de  Cuba  cerca  de  Bayamo. 

( 1  uairíía-Jüs  un  lugar  do  Puerto  Príncipe.  Es  palabra  también 
délos  indios  de  Costa  Eirmc  de  que  lian  derivado  los  españoles  la 
voz  ( 1  uiana  ó  Cuayana  y  los  franceses  la  Cayenne.  Dice  Dauxion 
Lcvayse  que  el  idioma  marcitano,  de  donde  procede,  se  extendía 
hacia  el  Ecuador,  como  la  lengua  caribe  en  las  orillas  de  Esequi- 
bo  y  las  de  Magdalena,  Nosotros  tenemos  la  voz  guanina,  guabi- 
na y  otras  muy  parecidas. 

Guainabo. — Pueblo  de  Puerto-Rico,  que  tiene  entre  sus  bar- 
rios  á  Guarayuea,  Guainabo  y  Mamey,  con  otros  que  no  llevan 
nombres  indios. 

Gnairioner. — Cas  i  que  que  se  unió  á  Agücinabá  cuando  se  a - 
zó  oo  guerra  contra  ios  españoles. 

Guainamoca, — Sitio  en  Santo  Domingo  en  Jarabacoa. 

( \úaira. — Nombre  que  lleva  en  Cuba  la  vela  triangular  de  l;i 
pequeña  embarcación  llamada  Guairo,  Según  Lact,  palabra  pe- 
ruana (notas  á  Hugo  Crocio)  y  copia  en  prueba:  "El  que  es  me- 
tal rico,  habla  el  Padre  Acosta,  se  beneficia  en  aquellos  hornillos 
que  llaman  guairas? — Poro  es  palabra  que  existe,  mas  cerca,  de 
nosotros  como  nombre  de  pais:    ha  Guaira, 

Guaira. — Barrio  pequeño.    [  Véuse  l¡i  Sección  Tercera.] 

Guaisabaua,  Caney,  Jiguaní,  Guavf.— -[Véase  Cuba,) 

Guaijabon. — Lomado-  grandísima,  altura  cu  la,  Vuelta  Abajo 
en  Cuba  conocida  por  Pan  de  Gnaijabon^    Nada  dice  que   u<>  es 


—  27S  — 
Guajaibon  como  se  escribe  por  corrupción  si  no  coino  aquí  se  lee. 
(.. Mem.  de  la  Sociedad  Ucón.  pág.  140,  t.  17).    Está  lo  leguas  al 
poniente  de  la  Habana. 

Giiajaba. — Isleta  en  el  jardín  del  Rey  (Cuba)  y  archipiélago 
donde  está  Cayo  Roinauo  (Urrutia).     Planta  medicinal  (Haiti.) 

Guajai. — Territorio  Haitiano  en  que  gobernaba  Hátuey  antes 
de  venir  á  Cuba;  y  partido  y  población  rural  en  esta  isla  que  se 
lia  convertido  en  Wajai,  por  las  razones  que  se  quiso  mudar  en 
v  la  b  de  Habana  aún  que  no  se  lia  perpetuado  el  error  ortográfi- 
co si  no  en  los  extranjeros. 

Guajarajio. — Salvajes  de  la  América  Meridional  que  tienen 
que  ser  parientes  en  el  nombre  de  los  antillanos. 

Guajataca. — Barrio  del  partido  de  Camy,  en  Puerto-Rico. 

Guajaibon* — Arroyo  que  corre  la  falda  de  la  sierra  de  Guana- 
jay  no  lejos  de  Marien. 

Guaijimico. — Sitio  en  Santo  Domingo. 

Guaíi. — [Véase  EL) 

Guama.— Barrio  de  San  Germán,  en  Puerto-Rico. — Significa 
señor, — Hay  un  árbol  de  este  nombre  que  sustituye  á  la  majagua 
en  la  cordelería;  pero  tiene  mucha  menos  flexibilidad. — Además 
de  ser  el  nombre  de  un  indio  que  capitaneó  en  Cuba  la  última  al- 
teración de  naturales,  hubo  otro,  su  tocayo,  en  Haití,  que  murió 
en  los  dias  de  la  conquista,  peleando,  amparándose  de  los  bosques 
de  aquella  isla. — También  dice  Rafinesque  que  guama  si  guiñea 
maestro. 

Guamacayo. — "Rio  trinitario  del  Camí." — Sto.   Domingo. 

Guamo. — Sin  acento  final  significa  en  lengua  goagira  con  no- 
sotros. 

Guamaicú.—  líltcx(i  coelgo?'en  portugués,  según  Pisón. 

Guamanacod. — Los  dias  de  la  conquista  fueron  vaticinados 
en  Haití,  según  sus  tradiciones,  por  dos  casiques  llamados  Gua 
manacocl  y  Casmael,  padre  éste  de  Guarionex.  Llamóse  el  se- 
gundo también  Caiziuel  y  después  de  una  abstinencia  ó  ayuno  de 
tres  dias,  recibió  la  revelación  que  fué  materia  de  uno  de  los  arei- 
tos  más  célebres.  Según  esa  revelación  ,después  de  su  muerte  ven- 
drían gentes  'vestidas  que  los  matarían  de  hambre  y  subyugarían: 
al  principio  creyeron  que  serian  los  caribes,  pero  luego  conocieron 
que  se  referia  á  los  españoles  con  cuyas  señales  y  el  ser  vestidos, 
coincidían  en  el  vaticinio. 

Guamaní. — Barrio  de  Puerto-Rico.  (Véase  Jobos).  Rio  fér- 
til que  riega  á  Guayana  y  sale  al  Puerto- Jobos. 

,  G uamaaroca,  Gaamaonocon,  Guamaoxocoll,  Guamanomoca, 
Guamamona  Giiamoquina.  Nombres  de  la  diosa  ó  dios  femenino 
de  los  tainos.    (Véase  Atabex.J 

Guamaya. — Provincia  y  pueblo  de  Cuba. 

Guamiqíiina. — Jefe  blanco,  nombre  que  dieron  á  Colon  en 
Haití.    (Pérez.) 

Guamiquinax.—lMS  Casas,  (Véase  Agutí. j 

Guamo. — Tocar  el  guamo  significa  en  Bayamo  sonar  el  fotu- 


to.     Eista  palabra  parece  onoinatopéyiea.    En  la  América  Meri- 
dional se  llama  botuto  según  el  autor  de  las  Escenas  y  vistas  de 

■i  (¡es,  Mr.  P.  Marcoy. 

Guamueo. — Provincia  de  Marien  enSanto  Domingo. 

Guanuma. — Lugar  ó  sitio  en  Santo  Domingo. 

Qtuamujaya. — Provincia  en  Cubanacan:  también  se  escribe 
Guamuhaya. 

Guana. — En  la  Jamaica  se  llama  así  la  higuana  ó  galliwasK: 
los  negros  las  cogían  por  la  noche  hasta  en  sus  bohíos  donde  se 
entraban,  y  aunque  su  mordida  no  era  venenosa,  sí  molesta  por- 
que no  soltaban  la  presa:  para  matarlos  les  introducían  una  paja 
por  la  nariz  y  luego  que  echaban  unas  gotas  de  sangre  espiraban. 
Tienen  los  huevos  cubiertos  de  una  membrana.  Había  muchos 
en  Jamaica  si  hemos  de  creer  la  historia  de  Jamaica  que  tradujo 
del  inglés  M***  y  publicó  en  Londres  en  1775  Xouvel,  en  dos 
tomos. 

Guana. — Lagartija. — Herrera  escribe  ¿«ana:  la  iguana  ó  hi- 
guana es  una  especie  que  comían  los  indios  y  de  la  que  se  habla 
en  el  artículo  que  precede. 

Gutanamoea.—Vn  lugar  de  Santo  Domingo,  sitio. 

Guanabá. — Isla  á  ocho  leguas  de  Haití,  célebre  por  sus  exqui- 
sitas obras  de  mano,  (Véase  Anacaona)  en  donde  se  refugiaron 
los  indios  que  escaparon  perseguidos  por  Ovando  como  subalter- 
no de  Velazquez.  Pedro  Mártir  hace  mención  de  los  esmerados 
utensilios  de  mesa  que  allí  hacían  de  madera  negrísima  y  brillante. 
¿Serian  de  ébano? — También  es  nombre  de  una  ave.  (Véasela 
Secc ion  Tercera ) . 

Guanabacoa. — Pueblo  de  indios  cerca  déla  Habana,  que  uni- 
do al  de  Tarraco  constituyeron  lo  que  es  hoy  villa  de  Guanaba- 
coa,  en  donde  recojieron  los  indios  que  vagaban  por  estas  partes 
de  occidente:  en  esa  villa  se  conservó  hasta  nuestros  dias  la  fama 
de  dos  industrias  indígenas,  la  alfarería  enjarres  para  agua,  muy 
apreciados,  y  del  mejor  casabe.  Fueron  famosos  sus  machetes  de 
cinta  y  el  temple  de  sus  hojas  allí  forjados  por  sus  mismos  habi- 
tadores. Según  el  señor  Nuñez  de  Villavicencio,  el  nombre  indio 
significa  lugar  de  muchas  aguas.  Antes  de  que  se  mandasen  reu- 
nir los  indios  en  ese  punto  llevaba  el  mismo  nomine  y  sus  natu- 
rales fueron  repartidos  como  los  demás:  300  indios  de  Gnanaba- 
coa  tenia  encomendados  Manuel  de  Pojas,  Teniente  Gobernador 
de  la  Isla.  (Memorias  de  la  Sociedad  Económica,  pág.  117,  t.  x\, 
1812.)  La  recolección  de  indios  se  hizo  en  la  época  de  Ma/ariegos 
(1576).  En  Guanabacoa  comenzaron  á  criarse  las  abejas  de  Flori- 
da: dice  Ulloa  que  varias  familias  emigradas  las  trajeron  y  solo 
algunas  colmenas  fueron  las  traídas  y  se  multiplicaron  á  punto 
de  esparcirse  pronto  por  las  montañas. 

Guanábana* — Este  fruto  valioso  y  apreciado  suponían  alga 
nos  que  es  el  que  las  tradiciones  indias  determinaban  como  el  al  i 
mentó  de  los  muertos  en  las  reuniones  que  tenian  por  las  noches. 
Otros  le  atribulan  la  preferencia  al  mamey.  (Véase  Coibay*)   Me 


—-280  — 
parece  que  la  celebrada   Guar abana  de   redro   Mártir  es   esta 
fruta. 

Guanabo. — liio  en  Borinquen  en  donde  allegaron  los  indios  al 
joven  Salcedo  para  averiguar  si  eran  ó  no  mortales  los  españoles. 
— Es  también  nombre  do  territorio  de  Cuba. — Según  la  Historia 
de  los  Viajes  (edic.  trad.  en  Madrid,  pág.  156,  t.  tlS)  es  denomina- 
ción del  árbol  llamado  por  los  franceses  carrosolier, — La  parte 
<jue  hoy  se  llama  Gonairc  en  Haití  al  oriente  de  Leogane,  se  lla- 
mó Guanabo. 

Gnanaboa. — Territorio  de  Jamaica,  notable,  según  Sloane, 
por  su  excelente  cacao. 

Guanaca. — Ave  indígena. — (García.) 

GuanaeaMbes. — Provincia  de  Cuba  habitada  por  la  tribu  mas 
bárbara,  al  Occidente:  semejante  á  la  de  Guaceayarima,  en  Haití, 
(pie  decían  los  españoles  que  ni  hablaban.  (Véase  Guaccayarima.) 

Guanahatebeyes. — Indios  que  estaban  en  lo  interior  de  Cuba, 
''dentro  de  Cuba,"  los  cuales  eran  salvajes,  que  no  trataban  con 
los  otros  indios,  vivían  en  cuevas  y  no  salían  de  ellas  sino  para  ir 
á  pescar;  y  se  agrega:  "otros  hay  que  llaman  Zibuneyes,  que  los 
indios  de  la  misma  isla  tienen  por  sirvientes,  y  así  son  casi  todos 
los  de  los  dichos  jardines  (de  la  Reina  y  del  Rey.") — (Documentos 
inéditos,  pág.  35,  t.  7.) 

Guanahatabenequena. — La  esposa  de  Behequio  que  se  enterró 
viva  con  él  cuando  aquel  murió.  Era  hermana  política  de  Anacao- 
na, bellísima,  que  no  tenia  u/ual:  unullam  ín  universa  ínsula  ha- 
buisse pulchritudinem.v  dijo  Pedro  Mártir,  (Dec.  3,  libro  IX.) 

Gaauacaric. — ( Véase  Manicatex. ) 

GuanaJiani. — Primera  isla  descubierta  por  el  Almirante  Co- 
lon á  quien  llamó  San  ¡Salvador,  del  grupo  de  las  Lucayas.  Las 
Casas  dice:  "Guanahaní,  la  ultima  sílaba  aguda,  que  en  las  cartas 

se  pinta  llamada  Triango,  como  ignorantes  los  pintores tiene 

la  dicha  isla  la  figura  de  una  haba." — Ilist.  Apolog.  t.  v.  pág.  241.) 
En  la  América  Ilustrada  de  Nueva  York,  que  luego  reprodujo  El 
A tentó,  aprovechando  mi  visita  á  las  Bahamas,  hablé  de  la  isla 
del  Gato.  Bancheero,  que  ha  publicado  un  mapa  de  los  viajes  de 
Colon  en  que  puso  su  derrotero,  se  decide  por  los  que  creen  que 
es  la  Isla  del  Gato. — Huyeron  de  los  españoles  los  insulares  á  to- 
da carrera,  dice  Charlevoix,  al  verlos  ponerse  á  escribir  el  acta 
de  posesión:  creían  que  echaban  sortilegios  sobre  ellos  y  la  is- 
la; fué  preciso  aplacarlos  persuadiéndoles,  como  pudieron  de  lo 
contrario. 

Guanajas. — Cuando  Colon  visitó  en  su  cuarto  viaje  estas  is- 
las, se  encontró  allí  con  una  canoa,  que  es  un  dato  útilísimo  para 
conocer  el  estado  comercial  y  las  comunicaciones  incipientes  de  la 
tierra.  Tenia  la  canoa  el  largo  de  una  galera  y  ocho  pies  de  ancho. 
En  el  centro  se  habia  construido  una  tienda  con  petates  y  bajo  ella 
se  hallaban  los  hijos,  las  mujeres  y  mercancías  que  conducían:  te- 
gidos  de  algodón  bordados,  camisas  sin  mangas,  almaizares  ó 
bandas  para  cubrir  los  hombres  lo  que  debe  ocultarse;  espadas 


—  881  — 
de  madera  ó  macanas  con  ido  de  guijarro  alados  con  hilos  y  uni- 
dos con  pez,  etc.  Sus  víveres  consistían  en  pan  do  inais,  raices  y 
chicha.  Dijeron  ;i  Colon  (1520)  que  venían  de  Oriente.  Parece  que 
los  habitantes  de  Yucatán  comunicaban  por  mar  á  bastante  dis 
banoia  (Ternanx  Compans  t.  10,  pág.  21).  Esta  isla  en  Honduras 
no  solo  se  parece  á  la  Guana  ¡a  en  Cuba,  sino  que,  como  se  verá, 
tígura  en  su  historia  social. 

Uuanijabo. — Barrio  de  San  (¡crinan  en  Puerto  Rico  y  de 
Mayagüez. 

Guanajos. — Los  últimos  esclavos  indios  en  Cuba  se  llamaron 
indios  guanajos.  {Memorias  de  la  Sociedad,  pág.  42,  t.  1?.,  ano 
1854.)  *  Con  esa  denominación  se  encuentran  en  las  actas  del  ca 
bildo  de  la  Habana.  Fue  permitido  perseguir  indios  caribes  pa- 
ra esclavizarlos:  de  ellos  se  surtían  suponiéndolos  todos  de  las  is- 
las Guauajas  descubiertas,  como  se  dice  antes,  en  su  cuarto  via- 
je por  Colon.  Cuando  se  trató  de  conquistar  á  México  fué  uno 
de  los  proyectos  para  llevar  á  cabo  el  propósito,  pagar  los  gastos 
con  el  precio  de  los  indios  (juana [jos,  como  los  llama  Diaz  del  Cas- 
tillo, que  repugnó  el  arbitrio,  no  creyendo  moral  que  se  esclavi- 
zaran indios  libres:  el  buen  sol  lado  no  tuvo  imitadores.  Con  el 
achaque  de  que  eran  caribes  fueron  declarados  esclavizables  los 
guanajos  y  luego  como  guanajos  fueron  esclavos  otros  indios, 
mientras  pudieron  explotarlos. — El  Golfo  Dulce  se  llamó  de  los 
<  \  uanajos,  según  Moren  (Suplemento.) 

Guanana. — Nombre  dado  por  los  indígenas,  según  el  Sr.  Pi- 
chardo,  al  guacalote. 

Quananagax. — Véase  (Ages  y  Batatas.) 

Guananalá. — Por  la  descripción  de  Pedro  Mártir,  es  el  anón. 

Guana  má,  Guariaga — Comarcas  de  la  provincia  de  Caisimú 
(•Caisimon?)  que  decían  los  indios  que  tenían  fuentes,  cuyas 
aguas  superficiales  eran  gratas  al  paladar,  siendo  amargas  las 
del  fondo. 

Guanamento' — Montaña  de  Haití.  (Véase  Taino.) 

Guananicato. — Pueblo  haitiano  en  el  departamento  moderno 
do  Maridaron. 

Guanava. — El  fruto  derivado  de  ana,  flor.  (Véase  Inas.) 

Guanavima. — Eruto  del  corozo.     [García.] 

G  uanaca. — Nombre  indio  de  Jamaica,  según  Pedro  Mártir. 

Guaoconel. — Casiquede  Macorix  de  Abajo. 

Guacanayabo. — Provincia  y  puerto  de  Cuba. 

Guananiquin.—  El  padre  de  Guanaoconcl. 

Guane. — Miel  en  Cuaima,  uanean  Tamanaco.  En  Cuba  existe 
el  nombre,  tomo  el  dato  de  una  nota  de  Ilumboldt,  respecto  de  su 
significado.  Eemates  de  Guane. 

( i  uanc.— Significa  en  goagiro,  con  acento  final,  uno. 

< \  uancha.— Ensenada  en  Pucrto-líico. 

Guan  Guan. — Una  islita. 

Guanguio.-* Saco  ó  alforja  que  llevaban  lleno  do  polvo  de  ta- 
baco, cojahay  los  indios  de  Haití. 


—  282  — 

Guaní. — Es  el  sunsún  ó  colibrí  llamado  tominejo,  de  tomin,  por 
su  pequenez.  Guanumby  era  en  el  Brasil  el  mensajero  que  trae  y 
lleva  las  almas.  (Almmróguarany,  Romance  brasileiro,  t.  2?,  nota 
á  la  pág.  292.)  En  el  Perú  se  le  dice  quende  se  tenia  la  preocupa» 
eion  de  creer  que  renacia  como  el  fabuloso  Fénix  á  los  seis  meses 
de  muerto;  pero  Marcuell  lo  atribuye  á  una  especie  de  sueño:  sus 
pítimas  son  muy  estimadas  de  los  colla*.  En  La  Siempreviva,  t.  1°, 
pág.  54,  y  antes  en  1793  en  el  Mercurio  Peruano  se  insertaron  no- 
ticias sobre  el  colibrí  americano.  Hombre,  varón.  (Véase  Hito.) 
El  Padre  Bernaldez,  cita  con  ese  nombre  una  especie  de  Seda  en 
Cuba. 

Cttidniea, — Puerto  en  Borinquen  al  Nordeste  á  5¿  leguas  del 
punto  de  Águila.  También  es  barrio  de  San  Germán. 

Gnaniguanico. — Parece  serla  misma  provincia  de  Guanahaca 
vives,  por  más  occidental  y  salvaje  entre  las  conocidas  eu  Cuba- 
Los  que  menos  las  suponen,  si  no  confundidas,  colindantes.  Equi- 
vocóse el  cronista  que  á  Gnaniguanico  llamó  Haniguanica.  Cabo 
Guaniguanico,  boy  San  Antonio. — Territorio  en  Cuba  ó  partido 
rural. 

Guanima. — Puerto  que  cita  Velazquez   en  sus  cartas;   hoy 
Guanímar,  según  de  la  Torre.  Es  también  nombre  de  una  isla, 
nombre  por  su  semejanza  al  oro. 

Guanime.— Según  un  suelto  publicado  el  14  de  Junio  de  1868 
en  El  País,  es  una  composición  de  plátano  como  el  mofongo,  ó 
pasteles  y  tostones. 

Gwowiw.— Oro  de  baja  ley.  [Véase  Goanin.] 

Guanina* — Planta  con  flor  amarilla  de  que  tal  vez  tome  el 
nombre  por  su  semejanza  al  oro. 

Guanines. — Joyas,  objetos  de  guanin.  Herrera  dice  que  po- 
nían por  hierro  de  sus  azagayas,  un  metal  llamado  guanin,  el  cual 
mandó  Colon  á  los  Reyes  Católicos,  y  hecho  analizar,  se  compo- 
nía de  32  partes,  18  de  oro,  0  de  plata  y  8  de  cobre- 

Guaninos. — Tablillas  de  oricalco  ó  nácar  (pie  con  las  sibas  sa- 
gradas, semejante  al  mármol,  dio  á  Guagoniana  la  mujer  que  en- 
contró, según  la  leyenda  ya  explicada:  estos  talismanes  los  con- 
servaban los  casique*  con  esmero  extraordinario. 

Guaniquique. — El  bejuco  llamado  de  canasto  en  la  parte  oc- 
cidental de  Cuba  y  lleva  aquel  nombre  en  la  parte  oriental.  Lo 
llama  Guaniqueque  D.  Tomás  Betancourt.  El  Sr.  Ossa  trae  el 
nombre  indígena  también  en  su  Flora  Cubana,  pero  con  una  síla- 
ba menos  Guaniquí. 

Guano. — Barrio  de  Puerto  Rico.  (Véase  Mayagüez.)  Es  tam- 
bién árbol  de  la  propia  Isla  que  se  saca  lana  para  hacer  colchónos 
con  corta  diferencia  de  la  manera  del  seibo.  Se  llama  guano  en 
Cuba  la  fronda  seca  de  la  palma  con  que  se  cobijan  las  casas  rus- 
ticas. 

Guamema. — Rio  de  Haití. 

Quao* — (Véase  la  palabra  en  la  Sección  8a) 


—  283  — 

(Jtiutom.— Casique  sobrino  de  Anacaona:  murió  por  liabcr.se 
herido  con  una  Hecha  envenenada, 

Giwomíwí/o.— Casique  en  Haití,  sobrino  de  Anacaona,  que 
huyó  á  Bauruco;  y  se  alzó  contra  los  dominadores  cuando  ejecuta- 
ron á  aquella  y  fué  aprendido  y  á  su  vez  ahorcado  en  Bonao. 

Guanaraiba.— Mangle,  según  Descourtilz:  es  el  mangle  negro. 

Guapaito.— "Sitio  de  coluí."— Sto.  Domingo. 

Guara.— Es  árbol  en  Cuba,  (Véase  la  sección  3*)  pero  sigui- 
iica  en  lengua  aimaraca  repitiéndola  "Quara — Guara"  cruz,  y  so- 
lo guara  estrellas.  Guaraguará  es  cruz  de  las  estrellas.  (Aspia- 
¿n  Regiones  And  ñas.)  Al  hablar  de  varios  signos  celeste  cita  á 
Ja  cruz  del  sud  y  dice  que  así  la  llaman  los  indios. 

G  uara, — Es  un  pájaro  bermejo.  Significa,  plam,  lugar.  Con 
las  pl urnas  de  esa  ave  adornan  en  el  Brasil  las  maracas;  según  el 
Padre  Viera  en  la  Historia  de  lo  Futuro. 

Qmrabay.— El  Río  Grande  en  Santo  Doinigo. 

QuareL-r-Siu  acento  final,  un  árbol,  y  con  él,  prenda  de  oro, 
en  goagiro. 

( ¡  uarabo. — (Véase  Tayabon). 

Huaraca,  Guaracayea,  Guarahaya. — (Véase  Batata). 

Girara.— Fusta  ó  látigo  en  goagiro. 

( i  uaraca. — (Véase  Ajes*) 

Guaragua. — El  color  verde. 

Guara  guei. — (Véase  Ajes,  j 

Guaraguoa. — El  gavilán  (Oviedo  ) 

Guarayome. — Rey  de  Haití. 

Guarayunbe. — Población  de  lágrimas:  asi  llama  Escalante  un 
pueblo  sujeto  al  casique  Calos  de  Florida.     Cuchiyaga  era  el  otro. 

Guareao* — "Ave  indígena." — Santo  Domingo.     (García.) 

Guarico. — Pueblo  de  Borinquen  y  otro  en  Haití. 

G  uarionéx,  el  semi  del  casique  padre  de  Guarionéx. — Conta- 
ron al  Almirante  que  un  semi  del  padre  del  casique  Guarionéx  ha- 
bía predicho  su  llegada  y  que  después  de  su  muerte  sucederían 
graudes  acontecimientos:  antes  se  habia  puesto  á  ayunar  por  cin- 
co ó  seis  dias,  sin  tomar  más  alimento  para  no  morirse  que  una 
yerba;  disciplinóse  reciamente,  incensó  á  sus  ídolos  con  grandes 
zahumerios  y  consiguió  saber  que  dentro  de  pocos  años  vendrían 
unos  hombres  barbudos  y  vestidos,  que  de  un  solo  golpe  dividi- 
rían á  un  semejante  por  el  medio;  que  destruirían  los  semis  ó  dio- 
ses; que  cautivarían  á  los  indios  enseñoreándose  del  pais.  Era 
el  asunto  de  un  areito  tristísimo.  He  hablado  de  ésto  en  otro  lu- 
gar conforme  á  la  explicación  del  P.  Román;  pero  lo  que  aho- 
ra extracto  es  del  P.  Torquemada,  que  no  está  en  todo  con- 
forme: en  esta  tradición  se  habla  de  hombres  barbudos  que  de  un 
mandoble  dividían  á  un  sor  humano  y  esas  señas  no  podían  refe- 
rirse á  los  caribes  sin  ha r has,  ni  tilles  fuerzas  en  sus  armas  y  según 
antes  vimos  los  tainos  creyeron  al  principio  que  eran  los  caribes 
los  futuros  invasores. 

Guarionéx.— Casique  de  la  Vega  Real  en  llait!  que  en  unión 


—  284  — 
do  Manicatéx  favoreció  á  los  europeos  suministrando  recursos 
mientras  duró  la  escasez  de  víveres,  causada  por  el  abandono  de 
los  cultivos  llevado  á  cabo  por  los  indios  para  privar  del  sustento 
a  los  invasores.  La  conjuración  fué  especialmente  tramada  en  los 
montes  donde  había  oro.  Tuvieron  sus  intermitencias  las  rela- 
ciones de  Colon  y  los  indios  y  hasta  Guarionex  las  tuvo  volvién- 
dole la  espalda  desde  que  retornó  á  España:  en  la  segunda  veni- 
da del  Almirante  se  reconcilió  por  algún  tiempo,  Los  indios,  no 
obstante,  cuando  se  causaron  do  sufrir  se  revelaron  nombrando 
de  jefe  á  Guarionex  contra  la  voluntad  de  este.  Descubierta  la 
conspiración  fueron  de  improviso  muchos  presos.  El  Gobernador 
solo  hizo  llevar  á  la  Concepción  á  Guarionex  y  á  14  presos.  Pre- 
sentáronse más  de  5,000  personas  pidiendo  á  sus  amigos  y  deudos; 
el  ruido  de  sus  voces  extremecian  la  tierra  dejando  en  abandono  el 
cultivo  y  sus  quehaceres:  temiendo  las  resultas  de  la  escasez  se 
creyó  más  politico  solo  castigar  á  dos  y  poner  en  libertad  á  Gua- 
rinox  y  los  demás,  aparentando  su  deseo  de  conciliación  con  pre- 
sentes que  le  hicieron.  Los  indios  se  llevaron  cargado  sob  e  sus 
espaldas  á  los  casíques  y  hubo  algunos  dias  de  paz.  El  Almiran- 
te era  respetado  por  los  insulares. 

Volvió  el  Almirante  á  España  y  á  su  torno  ala  Española  en- 
contró desordenada  1*  isla  y  en  abierta  rebelión  á  los  indios;  á 
Guarionex  auxiliado  de  los  siguayos.  (Véase  Manicatéx.)  Toda, 
via  era  más  gravo  el  desacuerdo  de  Eoldan  con  el  hermano  de 
Colon  [1496]  aquel  informaba  á  los  Eeyes  que  Colon  era  un  tirano 
usurpador;  y  Colon  a  su  vez  daba  cuenta  á  su  regreso  con  los  de- 
sórdenes ocurridos  y  muy  desfavorables  á  Eoldan,  su  antigua  he- 
chura. De  momento  Colon  mandó  á  su  hermano  contra  los  in- 
dios alzados  rebeldes  que  en  número  de  0.000,  desnudos,  pero  con 
sus  armas  habituales  y  pintados  de  varios  colores,  los  esperaban; 
procurando  impedir  el  avance  de  los  españoles,  con  flechas  y  pie- 
dras. Habiendo  los  españoles  atacado  por  la  espalda  con  sus  ca- 
ballos, los  desbarataron  sin  que  quisieran  los  indios  luego  soste- 
ner á  los  casiques  que  se  retiraron  á  los  bosques:  allí  los  descu 
brieron  unos  españoles  que  cazaban  hutías.  Presos  los  casiques 
y  sus  familias,  se  rindieron  los  pueblos  al  Almirante. 

La  forma  con  que  debían  pagar  los  indios  en  lo  sucesivo  las 
contribuciones  luego  que  terminaron  los  esfuerzos  finales  de  Ma- 
nicatéx, Guarinex  y  Cotubanama  fué  general:  solo  la  esquivó  Be- 
hequio.  (Véase  esta  palabra.)  El  gobierno  local  mandó  que  se 
exhibiera  una  cantidad  en  oro  ó  en  algodón,  y  para  conseguí r 
mejor  su  objeto,  convocó  el  Almirante  á  una  junta  de  los  casiques 
celebrando  una  especie  de  acuerdo.  En  los  territorios  en  que  ha- 
bía oro  pagarían  cada  tres  meses  una  cantidad  de  oro,  donde 
no;  25  libras  de  algodón;  y  Manicatéx  á  quien  miraron  como  el 
principal  de  los  rebeldes,  150  pesos  en  oro,  cada  tres  lunas. 
Comprometieron,  los  indios  de  Sibao  á  pagarles  esa  medida,  más 
el  convenio  no  pudo  cumplirse  por  la  misma  miseria  á  que  habia 


—  285  — 
venido  el  pais  en   la  carestía  artificial  que  los  indios  Habían 
formado. 

Ofrecióse  en  su  lugar  hacer  cultivar  á  los  subditos  25  leguas 
<le  tierra  á  lo  largo  con  la  anchara  razonable  para  sembrar  trigo 
ú  otros  granos  que  escaseaban  y  no  tes  fué  aceptado.  Entonces 
tomaron  los  indios  la  resolución  de  no  trabajar  y  hasta  darse  la 
muerto  antes  (141).").) 

Para  conocimiento  más  detenido  é  histórico  del  verdadero 
motivo  de  la  primera  rebelión  de  Guarionéx,  véase  la  palabra 
Barahona,  y  aun  á  líosely  de  Lorgues  en  su  historia  del  Almen- 
dare 

Guarionéx  murió  ahogado  á  bordo  de  un  buque  frente  á  San- 
to Domingo,  con  el  comendador  Bobadilla  y  otros  pasajeros,  en- 
tre los  cuales  estaba  el  malquerido  Eoldan,  fué  el  ano  1502.  Hubo 
otro  casique  Guarionéx,  en  Puerto  Rico,  Véase  Jígüeinabá. 

Guarigucu.—Niríi  ó  ven  á  ver.  (Véase  O  camá\. 

Guarisaca. — Isla  dentro  de  nn  lago  en  Santo  Domingo  en  que 
tenían  los  indios  la  industria  de  secar  los  pescados  para  Conser- 
varlos como  alimentos. 

Guaroa.—  Aprender,  conocer;  conocimiento. — Casique  sobri- 
no de  Anacaona. 

Guarocuya, — (Véase  Enrriquillo.)  Siendo  aquel  su  nombre 
indio. 

Guasabacoa. —  (Véase  Caneyes-arriba.) — Planta  en  Haití 
(García.) 

Guasábara,  Guázabara. — Alboroto,  somaten,  guerra. 

Guásima,  Guazuma. — Tomaban  los  indios  dos  pedazos  de  la 
madera  de  árbol  llamado  Guásima  y  con  el  uno  frotaban  como 
taladrando  el  otro  con  mucha  fuerza,  puesto  el  un  pedazo  entre 
los  pies  y  el  aserrin  que  saiia  se  encendia  como  yesca;  y  ésta  es 
la  industria  conque  se  procuraban  el  fuego.  [Las  Casas,  Historia 
pág.  325.  t.  v.]  Aunque,  como  se  acaba  de  ver,  cree  el  Padre 
Las  Casas  que  era  de  guásima  la  madera  conque  hacian  fuego 
los  indios  de  Haití,  Charle voix  dice  que  uno  de  los  pedazos  era 
madera  más  compacta  y  se  usaba  como  el  molinillo  del  chocolate: 
"a  peupres  comme  on  brace  le  chocolat." 

Guasuma,  en  Haití. — Rio  en  Puerto-Rico,  en  Ponee.  Lo  ha\ 
del  mismo  nombre  en  Cuba. 

Guásimas, — En  esta  forma  son  las  raices  del  árbol  á  que  eran 
muy  aficionados- los  cerdos  introducidos  por  los  españeles.  (Her- 
rera). A  mi  me  parece  que  lo  que  buscaban  los  ceñios  hozando 
sobre  las  raices,  eran  los  frutos  que  cubren  el  suelo  cuando  caen 
ya  maduras  ó  casi  secas 

Guasinoel. — Rey  de  Haití. 

Guataca  ó  Guahataca.—Wio  de  la  isla  de  Puerto-Rico.  (Véa- 
se la  lección  3a) 

Guatajaca. — Rio  de  Puerto-Rico. 

Guatauba, — [Véase  G  uabanex. ) 


—  280  — 

Guatao. — Isla  de  las  Yucayas.  Partido  rural  con  pueblo  en 
Cuba. 

Guataca.— Ilio  de  Puerto  Rico.   La  América,  1°,  ano  IX.) 

Guatanana.—( Véase  Dajabon .) 

Gnaitiaos.— Indios  considerados  como  hermanos  ó  amigos:  la 
palabra  se  modificó  por  los  conquistadores  cuando  se  mandó  por 
la  Corte  que  solo  fuesen  esclavizados  los  caribes  antropófagos 
(1522):  entonces  el  Ldo.  Figueroa  declaró  guaitiaos,  es  decir,  no 
sujetos  á  esclavitud  los  que  enumeró,  f  Ratínesque  cree  que  eran 
Jas  tribus  araucas)  que  no  eran  antropófagos:  Haitianos,  Cubanos 
Borinqueños,  Jamaiquinos,  Cáiris  de  las  islas,  Araucas,  Guyana, 
Cubagua  (Paraconas]  Orinoco  y  algún  otro. 

Guatidos. — Es  palabra  que  creo  corrompida  de  la  anterior, 
que  se  ve  usada  en  el  mismo  sentido  en  la  relación  que  lucieron 
ai  Cardenal  Cisneros  los  Padres  Gerónimos  sobre  Santo  Domingo 

Guatiguama. — Casique  que  hizo  morir  en  la  Margarita  á  10 
españoles:  Colon  le  declaró  la  guerra  donde  murieron  muchos  indios 
le  tomó  500  prisioneros  que  mandó  como  esclavos  á  Castilla  en  14 
de  Febrero  de  1495,  en  4  uavios.  Los  Reyes  dispusieron  venderles 
pero  antes  de  realizarse  consultaron  con  teólogos,  se  revocó  el 
mandato  declarando  injusta  la  servidumbre  de  los  indios.  (Xa- 
varrete,  Introduce,  á  la  Colecc.  de  viajes.) 

Guatiguaná.— Casique  de  Haití  que  murió  peleando  con  los 
españoles  su  cadáver  fué  echado  á  un  rio.  Las  Casas  le  llaman 
casique  de  Magdalena  y  censura  la  Hist.  de  D,  Fernando  Colon 
sobre  lo  que  de  él  se  dice. 

Guatiní. — (Véase  Tocororo.)    (Sección  o:!) 

Guavd. — Así  he  visto  descrito  un  fruto  que  supongo  la  gua- 
yaba. El  Padre  Acosta  lo  confunde  con  la  ocagua  ó  jagua,  que  es 
otra  cosa. 

Guavas. — Apesar  de  que  los  extranjeros  usan  de  la  palabra 
guaca  como  sinónimo  de  guayaba,  la  explicación  que  de  ella  hace 
y  la  descripción  de  la  fruta  del  venerable  Las  Casas,  me  hace 
creer  que  es  el  mamoncillo  de  Cuba,  y  lleva  aquel  nombre  en  Santo 
Domingo. 

Guavc. —  bejuco,  bejuco  mediciual,  según  el  Licenciado 
Almanza. 

Guavato. — Rio  de  Puerto  Eico  que  mezcla  sus  aguas  con  el 
Bocaba  y  con  el  Matón. 

Guaxcri.->Se¡Tior. — (Véase  O  cama.) 

Guaocito, — Se  llama  al  casique  en  algunas  partes  de  Tierra 
Firme.    [Oviedo.] 

Guayaba,  guajaba. — Árbol  y  fruto  de  ese  nombre  en  las  An- 
tillas.— Es  el  arayguazu  y  el  ibabiraba  de  Pisón  en  el  Brasil. 

Guayabin. — En  Santo  Domingo  es  un  municipio  moderno  que 
allí  llaman  común. 

Guaya. — Nombre  del  goagiro  varón,  la  hembra  es  auaurc  ó 
Ituarica. 


—  287  — 

Guayabo. — Suele  llamarse  así  al  árbol  que  produce  las  gua- 
yabas.—Es  también  un  rio  de  Puerto  Rico. 

Guayae,  Guayacan.— Árbol  que  se  conocía  por  Palo  ¿Santo  en- 
i  re  loa  europeos,  ora  por  traducción,  como  supongo,  de  indio,  ora 
por  los  maravillosos  efectos  que  se  le  atribuían.  Yo  alcancé  las 
jarras  de  guayaran  donde  purificaban  mis  abuelos  el  agua  que 
bebían. 

Guayabaeoa,  Doña  Inés — Hste  era  el  nombre  que  adoptó  al 
bautizarse  la  reina  de  Guayabacoa:  fué  la  última  que  sobrevivió 
de  los  cinco  monarcas  ó  jefes  que  encontraron  los  descubridores 
en  Haití. 

Guayacarima. — Tribu  de  indios  salvajes  como  los  de  Amiya- 
y  alema  y  Sabana. 

Guayagas. — Raices  que  nacen  entre  los  tajos  y  de  que  forma- 
ban casabe.  (Las  Casas,  pág.  201,  Historia  t.  5).  En  la  isla  de 
Saoua  se  rayaban  y  formaban  pelotas  y  cuando  están  negras  se 
cuecen  y  comen  y  si  las  comen  antes  de  esa  fermentación  mueren 
luego  los  que  las  usan. 

Guayama. — Puerto  de  Boriuquen:  rio  y  pueblo  situado  en  la 
costa  sur  á  un  cuarto  de  legua  de  la  costa. 

Guayaros. — Como  rabanillos,  raíz  que  se  comía  asada,  según 
Las  Casas. 

Guáyeros — guayara.  — Raiz  tuberculosa  silvestre  y  comestible. 
I'aíinesque  la  compara  á  la  chirivia,  aúnqua  de  hojas  muy 
elegantes. 

"  Gnayai}utca.—(  Wayamaca).  Es  el  nombre  de  la  higuana  en- 
tre los  indios  de  Surinam.  (Stedeman  Narratircofajire  yeares 
etc.  1. 1,  página  1GS). 

Lo  mismo  que  Guayayuco,  rio  según  dice  el  Sr.  Ángulo 

Guáymaro. — Provincia  de  indios  de  Cuba. — Pueblo  del  mis- 
mo nombre.  En  Cost  i  Firme  se  liace  un  zahumerio  para  declarar 
la  guerra,  con  ese  nombre  (Oviedo);  y  hay  un  árbol  Guaywaro 
que  produce  unas  semillas  que  se  comen  como  garbanzos. 

Gvayegan. — Fl  hongo  ó  flor  de  humedad. 

Guayíca. — "Raiz,  comestible,  guáyiga,"    (García). 

Guayo. — Rio  de  Puerto  Rico,  uno  de  los  26  que  riegan  á  Ad - 
juntas  cuyos  nombres  indios  se  expresan  en  sus  lugares. 

Guayanai\—  (Véase  Age). 

Guáyanos-, — Rio  de  Pue/to-Rico. 

Guayanilla. — Puerto  sur  de  lJorinquen  \  rio  de  su  nombre. 

Gtrayú. — Es  el  nombre  del  goagiro  en  la  Península  dría,  (loa 
-ira. 

Guayabas. — Guerrero  en  lengua  goagira. 

Guaya. — Significa  en  lengua  goagira  nosotros  (pronombre 
personal)  y  entra  en  la  composición  de  voces  americanas,  exis- 
tiendo en  Cuba  con  terminación  masculina,  c;on  otra  significación. 

Guayaaut. — Según  se  lee  en  La  América  núin.  1",  año    1  \,  el 
palo  llamado  guaya  can  se  usaba  contra  bubas,  pero  se  llevaba  co 
mo  tintorio  á  Flandes  en  1582;  mientras  el  palo  sano  (santo?)  se 


—  28S  — 
tiene  al  efecto  como  más  medicinal.    [Véase  la  Sección  Tercera |. 

Guayayuco. — Es  el  rio  que  ahora  se  llama  Artibonito,  según 
el  señor  Guridi,  que  dice  que  también  llevó  el  nombre  de  Joca 
hasta  las  cercanías  de  Pánica. 

Guayamico. — "Nombre  indio  do  Artibonito." — (García). 

Guaycabanú. — El  primer  haitiano  que  recibió  el  bautismo  con 
el  nombre  do  Juan  Mateo,  |  Muñoz,  Historia  del  Nuevo  Mundo, 
lib,  VI,  par.  8).  Fué  bautizado  en  149G:  el  mejor  de  los  discípulos 
del  Padre  Pane. 

Guayamuco. — Eio  de  Haití. 

Guayayuca. — "Sobre  nombre  de  Arti bonito". — [García |. 

Guaygua. — Gente  que  vive  de  saltear,  según  el  Padre  Simón. 

Guayégaro. — Tubérculo  alimenticio. 

Guayuco. — Tejido  de  las  hebras  de  la  palma  moriche  con  que 
cubren  su  honestidad  los  indios  caribes  de  Venezuela. — Faldeta 
que  cubre  á  los  indios  lo  que  su  honestidad  exije:  los  toparitos  lo 
cubren  con  un  pedazo  de  güira  ó  tapara.  López,  Los  Indios  Ca- 
ribes, t.  1,  pág.  275.    (Véase  Boyoque.) 

GuMba. — Pueblo  llamado  Gunába  de  Lares  en  Puerto-Kico, 
en  donde  redujo  y  persuadió  Enrique  á  Tamayo  que  lo  siguiera, 
para  evitar  los  males  que  habría  sufrido  de  los  españoles. 

Guasábara. — La  guerra.  Ya  he  dicho  que  tanto  esta  como 
otras  palabras  escritas  con  s,  se  deben  escribir  con  s  como  so  pro- 
nuncian: los  alborotos,  los  hechos  de  armas.  Esta  palabra  se 
halla  adoptada  por  el  Padre  Simón  como  si  fuera  española:  tiene 
algo  de  onomotopeya.  Dice  Juan  Eodriguez  Eresle  |  Véase  Arca- 
buquillo)  que  no  es  la  guerra  si  no  el  grito  do  guerra  lo  que 
expresa. 

Guenibiis.—XGTbii  de  Puerto-Rico  [La  América]:  me  parece  el 
revienta  caballo. 

Guey.— Concha.  También  significa  en  los  dialectos  un  color 
que  se  dice  tuna  en  general. 

Gueyes.  —Cangrejos  borinqueños. 
■     Gueyo. — Yerba  santa:  (Véase  Bohito). — Se  usaba  por  los  mé- 
dicos y  sacerdotes  como  vomitivo  en  los  enfermos  y  sus  asis- 
tentes. 

G  ¡libia. — Playa  en  Santo  Domingo. 

Guia. — Hermano  en  lengua  guamaca, 

Guin. — Hermano  en  lengua  guamaca:  guatiao  en  las  Antillas. 
.   Güin. — Es  el  pedúnculo  seco  de  la  caña,  sosten  de  su  flor; 
significa  en  lengua  goagira  agua.    ¿Tendrá  relación  con  el  terri- 
torio de  Güines?  ¿y  con  güin  de  los  guamacos? 

Guiabara. — Uva  caleta. — También  lo  lio  visto  escrito  gulahar, 
( ) viedo  escribe  guiabara. 

Guirápita. — hombre  que  dan  los  guaranís  ¿i  un  pájaro  que 
por  su  descripción  me  parece  el  cardenal.  La  palabra  tiene  en 
lengua  de  Haití  diversa  acepción.  No  hay  voz  taina  que  ten- 
ga esa  completa  forma:  rápita,  apila  y  virita  en  significación 
de  infinita,  según  Rafinesque,  es  lo  que  he  encontrado. 


—  289  — 

(¡¡Uro. — Es  el  iruto  do  la  güira:  es  especial  que  en  esta  planta 
B6  cambia  el  género  de  nn  modo  diverso  á  la  generalidad;  el  gua- 
yabo produce  guayabas;  el  naranjo  naranjas,  etc.  Se  llama  güiro 
con  preferencia  al  que  se  hace  para  la  música,  de  una  planta  ras- 
( rcra;  el  glítro  aquí  en  Cuba  es  la  maraca  en  Puerto-Rico,  un  ins- 
trumento lleno  de  pedrezuelas  que  se  hace  con  la  güira  ci marro 
na,  ó  en  lugar  de  piedras  pequeños  mates  con  un  palo  que  la  atra- 
viesa por  mango:  el  calabazo  es  otra  cosa,  pues  se  rasca  con  una 
tablilla  y  suena  por  las  istrias  hechas  al  filtro  macho  exterior- 
mente.    Ambos  acompañan  al  tiple  ó  la  guitarra. 

(hiisima.— Sitio  de  Santo  Domingo. 

(¡umanacoel. — Rey  de  Haití. 

(huida. — El  volador  en  Puerto-Rico.— Jicama  en  Cuba. 

Ouynara. — Las  bubas,  según  el  Padre  Sarmilento,  que  amal 
Buayuara  Capmaui. — Este  copia  del  profesor  Ruiz  Diaz  como 
sinónima  á  hipas,  taguas  é  icas:  véase  Buayuara. 

II. 

No  se  comprende  cómo  los  españoles  y  los  demás  europeos 
han  escrito  con  h  las  palabras  indias,  cuando  ni  suena  en  español 
sino  por  vicio  andaluz.  Decia  el  ilustre  canario  D.  Juan  Iriarte 
"que  había  hecho  el  oficio  de  veinteicuatro  del  alfabeto,  ironía  al 
oficio  municipal  (veinteicuatro)  que  sirvió  poco  más  ó  menos  con 
la  h  que  "únicamente  ha  podido  alcanzar  del  uso  el  permiso  para 
intervenir  en  las  dicciones  cha,  che,  chi,  cito,  chu,  de  donde  parece 
le  vino  el  nombre. 

Ha. — Significa  si. 

Haba. — Sinólnico  dejaba — saco  de  guano  de  yarey. 

Habana, — Provincia  de  Cuba:  ciudad  fundada  en  la  costa  sur 
(1515)  y  luego  trasladada  á  la  embocadura  del  rio  de  Marianao  ó 
sus  cercanías  (pueblo  viejo)  y  definitivamente  al  puerto  de  Care- 
nas. En  1502  obtuvo  el  título  de  ciudad.— Territorio  compuesto 
de  muchos  señores  indios,  que  ocupaba  de  la  una  á  la  otra  banda 
de  la  Isla,  cuando  se  presentó  en  ella  Panfilo  de  Narvaez,  huyen- 
do los  indios  temerosos  por  los  sucesos  de  Bayamo.  Se  llamaba  el 
casique  Yaguacayo,  quien  recibió  favorable  el  mensaje  que  le  en- 
vió el  Pudre  Las  Casas  para  que  saliera  á  recibir  á  ios  españoles, 
y  les  entregase  el  prisionero  español  que  sabia  conservaban  (véase 
Carah  ata.)  Sosegáronse  y  salieron  á  recibirá  los  españoles  con 
Ñarvaez  y  Las  Casas,  con  20  ó  21  señores  y  300  de  séquito,  car 
gados  con  trozos  de  tortugas  y  otros  presentes. — El  señor  Noda 
(pie  hasta  copia  el  despacho  que  el  Padre  Las  Casas  dirigió  al 
casique,  guagiros  y  nitainos,  advierte  que  es  la  última  vez  que  ha- 
blan de  guagiros  originarios  los  cronistas  del  pais.  La  villa  de  la 
1 1  abana,  luego  ciudad,  la  fundó  Velazquez  con  el  nombre  de  San 
Cristóbal:  los  ingleses  y  los  estraugeros  escriben  con  v  la  palabra. 
En  uno  de  los  apéndices  á  mis  Apuntes   para    la    Historia   de  las 


—  290  — 

Letras  y  de  la  Instrucción  Pública  de  la  Isla  de  Cuba,  he  publicado 
lo  relativo  á  esas  variantes. 

'•  Habaguanex. — Según  la  carta  de  Velazquez  de  1?  de  Abril 
de  1514  á  S.  A.  (Apéndice  á  la  Hist.  del  señor  Sagra)  se  llama 
así  á  un  casique  que  tenia  al  prisionero  español  García  Mexía.  y 
lo  entregó  saliendo  á  recibir  á  los  españoles  á  diez  leguas  del  pue- 
blo, orillas  de  un  rio,  con  50  indios  cargados  de  tortugas,  desde 
donde,  con  gran  placer,  se  fueron  al  pueblo  del  casique  costa  del 
]Srorte  á  esperar  el  bergantín  enviado  á  bojear  la  isla.  El  mismo 
Velazquez  llama  principal,  délos  pueblos  de  la  provincia,  á  (Ju- 
yacayéx.  no  le  llama  Tuayaeageo  como  el  cronista  anterior. 

liabas. —  Plural  de  liuba  ó  jaba.  No  solo  se  hacian  estos  cestos 
ó  sacos  de  yarey,  sino  de  bihai,  que  creyeron  algunos  que  eran  los 
tallos  de  ciertas  plantas. 

Habao. — Instrumento  músico  á  modo  de  rabel  ó  tiple. 

Haguay  ó  liagüey. — Como  depósito  de  aguas.  (Véase  Jagüe- 
yes.)— Es  también  nombre  de  un  árbol  del  que  ha  dicho  mi  amigo 
Delio: 

"El  jagüey,  mudo  emblema 

De  vil  ingratitud  nace  humillado,  etc.'7 

Hagueygabon. — Lago  dentro  del  cual  se  halla  la  isla  Guar  ¿ca- 
ca que  habitaban  pescadores  dedicados  á  su  ejercicio  exclusiva- 
mente: lo  llamaron  luego  Gasino  los  españoles. 

Iláiba.  — Bio  al  mediodía  de  Haití  de  los  cuatro  que  como 
principales  describe  Pedro  Mártir. 

Rale. — Benzoni  escribe  así  el  nombre  aje,  que  dice  ser  serne 
jante  á  la  batata. 

Haití. — La  primera  en  tiempo  y  de  las  más  importantes  co- 
lonias de  las  Indias  occidentales,  metrópoli  por  mucho  tiempo  del 
Nuevo  Mundo.  Voy  á  escribir  este  artículo  teniendo  á  la  vista 
aunque  sin  olvidar  otras  fuentes,  una  obra  italiana  casi  contem- 
poránea, en  cuanto  hace  referencia  al  modo  de  ser  de  los  indios; 
se  titula  la  obra:  Sumario  de  la  genérale  Historia  de  V  Indie  Occ- 
dentalí  cavato  da  libri  scriti  del  signor  I).  Pietro  Martíre,  del  Con- 
siglio  delle  Indie  dellú  Macstd  de  imperadore,  e  da  molti  altra  par- 
ticulari  relatione. — 1534,  in  Venegia. — Difiere  la  narración  de  al- 
gunas de  las  tradiciones  hasta  aqui  expuestas  y  aún  del  relato 
del  Padre  Román  Pane;  no  es  una  traducción  literal  de  obras  de 
Pedro  Mártir  si  bien  es  suyo  el  fondo  de  las  ideas:  yo  narro  á  mi 
vez  sin  dejar  de  ocurrir  á  las  Décadas  del  propio  autor  y  á  otros 
puntos  como  dije  para  ofrecer  un  conjunto  de  noticias  en  que  aca- 
so, y  sin  acaso,  se  tiene  que  incurrir  en  repeticiones. 

Contaban  los  naturales  que  la  isla  de  Matinina  estaba  de  an- 
tiguo poblada:  que  se  encendió  allí  una  guerra  civil,  por  lo  (pie 
muchas  jiersoiias  de  la  facción  más  débil  se  fugaron  con  sus  fami- 
lias en  canoas  á  Haití:  desembarcaron  en  Vahouua,  cerca  del  rio 
Bahoboni  que  rodea  la  isleta  Camoteya,  en  la  cual  es  fama  se  cons- 
truyó la  primera  casa,  la  que  conservaron  los  indios  con  gran  ve- 


—  291  — 
neracion,  y  á  donde  Inician  peregrinaciones  periódicas  para  visi- 
(arla  como  lugar  sanio.  Al  ver  la  vasta  extensión  de  la  isla,  cre- 
yeron que  era  cuanto  había  de  tierra  en  el  mundo  y  como  en 
su  lengua  todo  se  decia.  quisqueij  la  llamaron  Quisqueya.  Así  lo 
explican  algunos  historiadores  según  Prevost.  (Hist.  délos  viajes, 
*,  pág.  66,)  Esto  que  no  está  de  acuerdo  con  la  relación  de  Ta- 
ñe, que  conocía  y  conservó  el  mismo  Pedro  Mártir,  no  le  parece 
bien  á  Charlevoix,  (Historia  de  Santo  Domingo,  t.  1,  i^ág.  5.) — 
También  se  suponía  que  al  recorrer  los  recien  venidos  la  isla  y 
sus  asperezas  y  montes,  le  denominaron  Haití,  que  significa  áspe- 
ro; y  en  recuerdo  de  las  montañas  de  Matutino  llamadas  Cipangi, 
la  dijeron  Cipango. — En  verdad  que  con  razón  se  alarmó  el  histo- 
riador francos  con  el  nombre  de  Cipango,  liijo  legítimo  de  las  ilu- 
siones del  Almirante  en  sus  sueños  con  Marco  Polo.  Es  una  de  las 
ligerezas  históricas  del  entusiasta  italiano,  No  hubo  tales  Cipangi, 
ni  Vi  pango  en  las  Indias  occidentales. 

En  el  lib,  7o,  década  3*,  expone  Pedro  Mártir  el  nombre  de 
las  regiones  de  cada  reino  ó  provincia. 

En  Caisimú  enumera  á  lligney,  llazóa,  Macorix,  Caicóa, 
Guaiága,  Guanamá,  Reyré,  Jaguá,  Aramaná,  Arabo,  Baguani- 
máho  y  los  ásperos  montes  haitianos.  Las  acentuaciones  que  re- 
produzco son  del  autor  en  la  loable  costumbre  que  tuvo  de  po- 
nerlas. 

Buhábo. — tiene  las  regiones  Xamána,  Canabacóa,  Cuhábo,  y 
muchos  que  no  recuerda. 

Caiabo — tiene  á  Magua  Cacacabáua,  siendo  sus  habitantes 
Macoryxes  los  que  más  se  distinguieron  en  la  elegancia  de  la 
lengua  general  de  Haití.  Cubana  y  Baiohaigua  son  regiones  con 
lenguas  distintas  de  las  otras.  Dahabón,  Cybaho,  Manapalu,  Co- 
toy  son  también  regiones.  En  Mahaitu  están  los  montes  llazúa  y 
Neibaimáo. 

En  Bianisoa  se  encuentran  las  regiones  Maguána,  Yagohaiá- 
co,  Bauríico,  Daliágua,  Artibuní  llamado  asi  por  el  rio,  Caunóa, 
Buiaisí,  Duhabonici  Maiaguarití,  Marieu,  Guaríco,  Amaguéi, 
Xarágua,  Yaguana,  Aticí,  Maccacina,  Guahábba  Anniceri,  Azzu- 
rí,  Yáqui,  Ilonorúco,  Diaguo,  Camaic,  Neibaimáo. 

En  Guacanarima,  en  la  última  provincia,  habia  estas  regiones: 
Manicaráo,  Guahágua,  Taquenazábo,  Nimáca,  Bainoa  (menor  (pie 
la  otra  del  mismo  nombre),  Cahayusí,  Zamasí,  Manabaxáo,  Zabá- 
na,  Habacóa  y  Ayqueróa. — Luego  se  detiene  en  indicarlas  parti- 
cularidades deesas  regiones  cuyas  z  y  c  he  respetado  hasta  en  la 
palabra  Zahána. 

Los  escritores  siguientes,;Charlcvoix  y  Prevost,  hacen  la  di  vi 
sion  por  reinos  ó  lo  que  es  lo  mismo,  por  confederaciones,  c*n  don- 
de habia  un  casique  principal  y  muchos  de  segundo  orden.  Toma 
ron  SUS  nombres  de  las  regiones   en  que   residían  los  monarcas  o 
.¡'•íes  principales.  Estos  eran   Magua,  que  quiere  decir  Eeino  del 
llano,  y  lo  llamaron  los  europeos  Vega,  Real,   donde  Residía  Gua 
rionexj  Marieu,  de  que  ora  jefe  Guacanagan  y  residía  en  el  Cabo: 


—  292  — 
Maguaría,  que  comprendía  á  Síbao  y  toda  la  corriente  del  Hatibo- 
nic,  cuyo  rey  era  Caonabo;  Jar  agua,  el  más  elegante  y  civil  que 
gobernaba  Behequio,  hermano  de  Anacaona;  é  Higuey,  el  más  be 
licoso  como  vecino  de  los  caribes.  La  reina  Oayacoa  abrazó  el  cris- 
tianismo y  sus  estados  pasaron  á  Cotubama  basta  su  muerte. 

Don  José  Gabriel  García  divide  en  casicazgos  mayores  y  me- 
nores á  que  llama  nitainos  y  determina  el  número  de  éstos,  sus 
límites  y  extensión  topográfica  (Compendio  de  la  Historia  de  San- 
to Domingo,  1879);  pero  la  autoridad  que  cita  es  el  barón  de 
Ñau  (Historie  des  casiques  <V  Haití):  se  comprende  que  es  una  des- 
signacion  formada  sobre  un  mapa  actual,  como  lo  prueba  la  mez- 
cla de  voces  indias,  españolas  y  francesas  y  aun  los  nombres  de 
Santos  cristianos  que  existen  en  singular  consorcio. 

•No  todos  los  habitantes  de  Haití  se  encontraban  en  el  mismo 
estado  de  civilización,  sin  embargo,  entendían  la  lengua  general 
de  las  Antillas  mayores  y  Yucayas,  como  lo  dice  Las  Casas  (His- 
toria, pág.  435,  tomo  5o)  una  lengua  universal  y  tenían  tres  dialec- 
tos.— Los  indios  de  Guanacahibes  de  Cuba,  más  selváticos,  pues 
vivían  en  cuevas  huyendo  del  trató  humano,  en  rústica  behetría, 
si»  leyes  ni  gobierno.  No  eran  antropófagos,  y  lo  acreditó  que  es- 
tando en  una  ocasión  distraídos  unos  cristianos  de  paseo  para  ver 
unas  labranzas  en  un  ameno  valle  que  cultivaban,  arrebató  uno 
de  sus  ligerísimos  y  robustos  salvajes  á  un  niño  siendo  imposible 
alcanzailo,  aunque  para  lograrlo  se  empleaban  perros;  el  salvaje 
luego  que  se  persuadió  de  que  no  podía  ser  alcanzado,  dejó  al 
niño  ileso  á  unos  pastores  de  quienes  lo  recojieron  sus  padres.  El 
autor  que  cuenta  el  suceso  dice  que  nada  tiene  de  extraño  é 
increíble  que  hubieran  en  aquel  tiempo  esos  salvajes  en  ludias, 
cuando  en  Hibernia,  que  es  del  reino  de  Inglaterra,  habitaban  en 
los  bosques  en  idénticas  condiciones  seres  que  no  habían  podido 
dominar  las  otras  gentes,  sus  víctimas. 

Decían  los  antiguos  habitantes  de  la  isla,  y  solían  vivir  110  y 
120  años,  que  los  primitivos  habitantes  se  sustentaban  de  yerbas; 
eran  como  cebollas  ó  trufas,  pero  que  un  viejo  (Véase  BohitoJ  les 
enseñó  á  cultivar  la  yuca,  los  ajes  ó  batatas.  Los  europeos  en- 
contraron á  los  habitantes  de  Haití,  como  los  demás  antillanos, 
de  natural  sencillísimo  y  bueno.  Eran  holgazanes  como  todos 
los  que  tienen  pocas  necesidades  y  vivían  de  frutos  y  de  la  pesca. 
No  obstante,  no  descuidaron  las  tierras  aunque  con  rudos  instru- 
mentos: hachas  de  piedra,  coas  de  madera  endurecida  por  el  fue- 
go: éste  que  entonces  se  llamaba  uno  de  los  elementos,  era  el  prin- 
cipal auxiliar  del  indio  para  preparar  el  terreno,  hacía  sus  canoas 
y  demás  utensilios.  En  el  reino  de  Jaraguá  en  donde  llovía  poco 
se  traían  á  los  conucos  el  agua  necesaria  de  regadío  por  medio  de 
canalizos.  No  eran,  pues,  tan  perezosos  y  holgazanes  por  lo  vis- 
to y  se  comprende  que  no  podían  serlo,  teniendo  que  mantenerse 
sus  numerosos  habitantes,  que  según  el  más  bajo  de  los  cálculos 
eran  de  900,000  al  descubrirse  la  isla. 

Entre  las  costumbres  del  pais  se  encontró  observada  la  de  la 


—  293  — 
India  Oriental,  que  exijo  el  sacrificio  de  la  vida  á  las  viadas  de 
easiques  que  fallecen  en  el  poder:  no  se  quemaban  pero  se  enter- 
raban vivas  de  una  manera  horrible,  porque  se  ponía  en  disposi- 
ción de  que  vivieran  algún  tiempo  en  la  huesa  que  se  les  prepara- 
ba. (Véase  Cuba.)  Se  enterraban  sus  mujeres  y  si  no  se  ofrecían 
voluntariamente,  dice  Oviedo  que  las  enterraban  por  fuerza. 
Cuando  murió  Behequio  dispuso  que  se  enterrasen  con  él  sus 
mujeres;  pero  se  consiguió  que  sólo  fuese  una  y  se  disputó  esa 
elección  la  bella  entre  las  bellas  de  Haití,  la  fiel  Guanahatabene- 
quena,  se  enterró  ataviada  con  todos  sus  adornos  y  con  un  vaso 
de  agua,  casabe,  maiz  y  yuca. 

El  hijo  primogénito  del  casique  sucedía  á  su  padre  (Oviedo); 
si  moría  sin  hijos  le  sucedía  el  hijo  ó  hija  de  su  hermana  con  ex- 
clusión de  su  hermano,  porque  consideraban  más  seguro  el  pa- 
rentesco de  la  una  que  del  otro.  Cuando  nacía  á  un  casique  un 
hijo  todas  las  mujeres  entraban  á  saludrrlo  dirigiéndole  alguna 
palabra  lisonjera  relativa  al  alumbramiento.  Si  era  varón  ó  hem- 
bra se  hacían  esfuerzos  para  celebrarlos  contribuyendo  con  obje- 
tos agradables  y  con  abundantes  flores  en  el  segundo  caso.  Be- 
hequio, el  mejor  cantor  de  los  areitos,  el  poeta  más  popular,  tuvo 
así  varios  nombres:  tureyguajobin,  rey  resplandeciente,  como  el 
oro;  estarei  ó  starei,  flamante  como  estrella;  huibo,  alto  ó  altitud; 
(Uheyniquai  rio  abundante  ó  rico.  Era  preciso  repetir  esos  dicta- 
dos según  el  orden  que  se  señalaba,  pues  el  olvido  de  algún  re- 
quisito sujetaba  al  subdito  á  un  castigo. 

En  cuanto  á  creencias  religiosas  y  su  culto,  como  era  seme- 
jante en  su  mayor  parte  al  do  las  demás  antillas,  me  limitaré  á 
exponer  generalidades  dejando  las  diferencias  para  artículos  es- 
peciales. El  Almirante  en  su  segundo  viaje  dispuso  que  nn  reli- 
gioso del  Orden  de  San  Gerónimo  Fr.  Román  Pane  recojiera  esas 
tradiciones:  santo  varón  que  fué  acaso  el  primer  europeo  que 
aprendió  la  lengua  antillana. 

Los  mismos  que  han  traducido  ai  P.  Román  han  cometi- 
do equivocaciones  haciendo  varones  á  seres  femeninos  en  su  sen- 
cilla mitología  y  á  la  inversa.  Luego  han  venido  los  interpreta- 
dores como  Brasseur  de  Bourbong  y  Rafinesque:  este  explica  la 
diferencia  de  nombres  dados  á  Dios  en  significación  de  atributos: 
apesar  de  que  en  su  lugar  he  copiado  lo  que  dice,  no  me  parece 
muy  exacto.  Era  tal  la  sencillez  india  que  yo  no  encuentro  ex- 
traño que  supusieran  femenina  á  la  primera  causa  para  concebir- 
la más  fértil  y  fecunda:  Atahcira  era  la  madre  de  los  dioses  prin- 
cipales á  quienes  reverenciaban  por  medio  de  los  semis.  [Véase 
Atabeira,  Atabex.'] 

Los  cronistas  no  conservan  indicio  alguno  de  (pie  dieran  ibrnias 
al  Dios  Supremo:  Pedro  Mártir  confirma  la  suposición  de  que  era 
la  fecundidad  la  representación  de  la  primer»  cansa:  el  sexo  fe 
menino  en  vez  áoXfalo  de  los  europeos,  era,  lo  más  notable  del 
semi  ó  simulacro.  Ese  ídolo  con  formas  de,  mujer  os  de  mármol; 
y  los  dos  ministros  que  cumplen  sus  mandatos  tienen  grandes 


—  294  — 
atribuciones:  p'arecen  muchachos  y  es  uno  el  que  le  sirve  de  pre- 
gonero y  convoca  á  los  serais  para  que  traigan  los  vientos,  las 
lluvias,  etc.;  el  otro  recoge  las  aguas  en  las  montañas  para  ferti- 
lizar las  siembras.  Para  obtener  sus  servios  es  preciso  que  el 
hombre  haga  ofrendas  á  la  mujer  representada  por  el  órgano  que 
la  distingue  de  los  hombres  principalmente. 

Las  forma  de  los  ídolos,  su  matrria,  eran  caprichosos  y  varia- 
dos: raices,  yucas,  muñecos  de  algodón  y  aún  se  cree  que  los  gro- 
seros objetos  de  barro  cocido  con  figuras  de  hicoteas,  earatonas 
espantables,  lagartos  y  otros  auineu¿&ua  eran  semis  domésticos, 
sino  talismanes  misteriosos.  Tenían  adoratorios,  pues  se  dice 
que  los  casiques  tocaban  el  tambor  ellos  mismos  en  sus  ritos  y  se 
embriagaban  con  las  densas  ahumadas  del  cojoba,  mas  comun- 
mente llamado  cojiba  en  Cuba  fia  planta  del  tabaco:]  el  casique 
cae  en  el  eueloy  cuando  comienza  á  volver  en  sí,  le  dá  gracias  á 
su  semi  protector  y  ya  sosegado  cuenta  las  revelaciones  que  ha 
recibido  ó  lo  que  ha  soñado  ó  lo  que  supone  haber  sucedido. 

Cada  casique  tiene  un  protector  en  su  semi  i>articular:  en  las 
letras  respectivas  he  indicado  los  nombres  de  los  pocos  que  nos 
han  conservado  los  escritores  de  la  época. 

Los  Boitios  eran  los  maestros  de  los  hijos  de  los  casiques  y 
señores:  enseñaban  los  areitos  ó  tradiciones  y  se  acompañaban  de 
música  y  baile:  entonces  se  llamaban  tequinas.  Llevaban  el  com- 
pás aunque  tocaban  el  tambor  los  casiques  y  principales  en  las 
fiestas.  Sus  crónicas  están  consignadas  en  sus  cantares  que  com 
servan  en  la  memoria  los  sacerdotes.  Entre  ellos  habia  uno  que 
se  habia  adulterado  después  de  la  llegada  de  los  europeos,  como 
decía  un  misionero  español  respecto  de  las  tradiciones  de  Centro 
América.  Los  cronistas  dicen  efectivamente  (Véase  Guario?iex) 
que  en  ese  areito  se  anunció  en  profecía  la  venida  de  los  españo- 
les.— Muchos  años  antes  de  la  venida  de  los  españoles  el  casique 
padre  de  Guarionex  habia  descrito  todo  lo  que  habia  de  suceder 
pintándoles  el  uso  de  sus  armas  y  trajes,  ceremonias  y  culto  que 
habia  de  prevalecer.  Hizo  iguales  manifestaciones  otro  casique 
también  anónimo  y  todo  esto  es  lo  menos  creíble  del  areito  forma  - 
do  por  los  indios  seguramente  á  posteriori  sobre  los  rumores  an- 
tiguos. 

Según  el  Padre  Pane  los  haitianos  se  creían  autoctones,  y  es 
lo  que  debia  ser,  contra  los  cronistas  que  dicen  que  vinieron  de 
Matinino;  y  lo  que  es  más  suponían  que  el  sol  y  la  luna  salieron 
de  sus  cavernas  como  las  transformaciones  de  los  Grandes  Cari- 
bes de  que  ya  hablé  en  la  primera  parte  de  esta  obra.  Las  cuevas 
hasta  se  conocen  en  sus  nombres  con  los  de  los  semis  Binthoitel 
y  Marahu  esculpidos  en  ellas;  y  no  menos  aquella  de  que  salió  el 
género  humano  encerrado  por  el  sol.  (Véase  Caxibajaguaj  Ama- 
y  auna.)  Más  enlazada  la  narración  que  la  desparramada  en  ca- 
pítulos por  Pane  el  sol  figuraba  como  un  poder  que  puso  de  guar- 
dia de  sus  preceptos  á  Macocael  (Machochael)  que  pagó  su  des- 
cuido siendo  convertido  en  roca,  que  se  enseña  hasta  nuestros 


—  295  — 

(lias  á  la  boca  do  la  cueva.  Otros  hombres  deseosos  de  ver  los 
alrededores  de  la  cueva,  salían  de  noche,  pero  también  les  "sor- 
prendió el  dia,  es  decir,  el  sol,  y  fueron  convertidos  en  tobos,  que 
Pedro  Mártir  creyó  mirabolanos. 

T no  do  los  encerrados  á  quien  se  da  un  carácter  extraordi- 
nario por  la  confusión  de  las  tradiciones  según  Pedro  Mártir,  es 
el  que  hemos  conocido  en  el  artículo  Guagoniana  padre  de  mu- 
chos hijos,  mandó  á  uno  que  saliese  fuera  y  fué  cambiado  en  rui- 
señor por  el  sol  y  canta  todas  las  noctíes  pidiendo  á  su  padre  por 
todo  el  año.  Las  tradiciones  más  ordenadas  que  la  confusa  nar- 
ración del  Padre  Román  y  que  sus  malaventuradas  traducciones, 
dan  más  neta  idea  de  la  superioridad  del  sol  y  del  pecado  que 
castigó  de  los  transgresores  de  sus  preceptos.  Lo  que  se  llama 
extracto  ó  relación  de  Pane  no  contiene  todo  lo  que  leemos  en 
Pedro  Mártir  y  otros:  hay  en  aquel  y  estos  un  mandato  expreso 
del  sol,  quebrantado  por  los  hombres;  Guagoniana  sale  en  busca 
de  su  hijo;  lo  suceden  varias  cosas  y  luego  es  perdodado  por  el 
sol;  encontró  en  una  cueva  y  no  en  el  fondo  del  mar  á  la  mujer 
encantadora  que  lo  enfermó  y  se  curó  luego:  con  peligro  de  algu- 
na repetición  yo  he  debido  consignar  todo  esto. 

Los  hombres  que  quedaron  en  las  cuevas  salieron  de  noche 
para  lavarse  en  los  hitabos,  poectas  de  agua  de  lluvia:  y  vieron  su- 
bir aquellos  animales  que  se  les  pare  ieron  á  las  mujeres  de  que 
fueron  despojados  ó  se  convirtieron  en  ranas,  por  los  árboles 
como  hormigas  y  aunque  quisieron  cojerlas,  se  les  iban  y  desliza- 
ban como  anguilas.  Entonces  se  acudió  al  consejo  que  dio  el 
viejo  y  cuenta  Pane  y  he  referido,  y  pudieron  atrapar  á  cuatro  y 
sus  hijos  ya  lograron  vivir  á  la  luz  del  dia.  Guagoniana  fué  án 
íes  perdonado  por  el  sol  y  pudo  continuar  las  aventuras;  tuvo  los 
amores  con  el  ser  misterioso  que  inventa,  la  mujer  de  '  la  cueva, 
el  uso  de  las  sibas  preciosas  y  guaninos  célebres  que  fueron  talis- 
manes perpetuados  después.  * 

Si  el  sol  salió  y  la  luna  de  una  cueva;  los  mares,  las  ballenas 
y  peces  de  un  calabazo  ó  güiro  (Véase  Yaya).  No  explica  eí  Pa- 
dre Pane  el  lugar  donde  puso  la  güira  Yaya  con  el  cadáver  de  su 
único  hijo,  pero  se  agrega  que  fué  en  un  monte  cerc  i  <le  su  habi- 
tación, con  respeto  religioso;  pero  un  dia  quiso  examinarlo  y  fué 
grande  su  sorpresa  al  ver  salir  ballenas  y  grandes  peces  del  cala- 
bazo. La  historia  de  los  cuatro  mellizos  es  igual  en  todos  ios  re- 
cuerdos: rompióse  el  recipiente  y  se  formaron  los  mares  poblados 
de  peces  y  las  islas  tal  como  están  hoy. 

Los  hombres  no  morían  del  todo:  suponían  ana,  existencia  ul- 
terior que  les  permitía  tomar  sus  formas  antiguas  y  venir  al  mun- 
do por  las  noches.  Esta  idea  confusa  de  la  inmortalidad  ana  era 
relativa:  en  las  palabras  en  (pie  se  habla  de-  espíritu  lie  procu- 
rado lijar  lo  que  queda  «le  esas  creencias  para  la  Historia.  V  tan 
confusa  era  la  idea  formada,  que  para  exponerla  supusieron  <im* 
se  reunían  (Véase  Dondon)  en  el  campo  y  comían  frutos  quo  les 
estaban  consagrados:  unos  dicen  que  guanábana! 


—  29G  — 
amarillos  y  aún  por  la  relación  del  Padre  Las  Casas  pudiéramos 
creer  que  eran  lo  que  en  Cuba  llamamos  mamoncillos. — Aunque 
los  muertos  podian  tomar  las  formas  de  los  miembros  todos,  les 
estaba  prohibido  el  uso  del  ombligo:  recuérdenlo  mis  lectores  y 
que  para  evitar  quid  pro  quo  no  había  más  remedio  que  poner  la 
mano  allí  donde  solia  estar  el  ombligo  y  evitar  los  males  de  un 
descuido  evitando  el  hechizo  y  daño. 

En  el  artículo  Behiques,  Boitio  y  sus  análogos,  se  ha  hablado 
de  las  supersticiones  y  artificios  de  los  sacerdotes. 

Mr,  Schomburgk  Revista  de  la  Habana,  pág.  38,  t.  4o,  tradue 
cion  del  Sr.  García  en  vista  de  los  trabajos  hechos  de  piedra  que 
se  hallaron  en  Haití  tanto  en  cuevas  como  en  el  Cercado  de  los  In- 
dios próximo  á  Maguana,  cree  que  precedieron  á  las  razas 
pacíficas  que  encontraron  allí  los  españoles  que  vinieron  del  con- 
tinente del  Sur.  Los  nombres  de  los  rios,  árboles  y  los  que  se  con- 
servan de  Haití,  le  hacen  creer  "que  la  nación  que  daba  sus  nom- 
bres era  idéntica  á  la  caribe  y  araguaca  de  la  Guayana." — Esto  es 
una  confirmación  más  que  acredita  el  origen  que  supongo  á  los 
tainos  ó  pueblos  pacíficos  de  las  Antillas. 

Mr.  J,  C.  Muller,  en  su  Historia  de  las  Religiones  Primitivas 
Americanas  (Basilea  1867)  dice:  "Conviene  saber  que  Schomburgk 
ha  encontrado  en  Haití  en  las  cercanías  de  San  Juan  de  Man  gua- 
na, un  inmenso  círculo  de  2,770  pies  de  circunferencia  y  21  pies  de 
ancho  formado  de  bloques  de  granito  colocados  en  orden.  Las  pie 
dras  que  están  artísticamente  unidas  á  otras  parecen  por  su  puli- 
mento haber  sido  recojidas  en  la  orilla  del  rio.  Casi  en  el  centró 
del  círculo  hay  una  piedra  de  cinco  pies  siete  pulgadas,  en  parte 
enclavada  en  su  suelo  y  que  verosímilmente  estaba  en  el  centro  y 
ha  sido  arrancada  de  allí.  No  es  posible  dejar  de  conocer  tiene  se- 
ñales de  haber  sido  cortada  á  mano  y  que  se  trató  de  representar 
una  figura  humana.  Schomburgk  juzga  con  razón  que  éste  debia 
ser  el  ídolo  á  quien  estaba  dedicado '  el  sagrado  recinto  formado 
por  aquel  gigantesco  círculo ;  pero  que  sin  embargo  no  era  de  atri- 
buirse aquella  obra  á  los  indios  que  allí  encontró  Colon,  sino  á 
una  raza  civilizada  anterior.  (Francfort  convercsahon  sblatt  Ma- 
yo 8  de  1852.") — He  copiado  lo  que  antecede  de  nna  traducción 
inédita  castellana  de  la  obra  de  Muller,  como  lo  cito:  el  título  en 
alemán  es  Qeschuhte  des  Amerikanesclien  Urveligienen. 

El  estado  de  las  artes  era  muy  atrasado  en  las  Antillas:  si  se 
exceptúa  la  máscara  ó  caratona  con  ojos  de  oro  que  regaló  Gua- 
nacari  á  Colon;  los  dnjos  y  guaninos,  y  las  vasijas  á  que  se  hace 
referencia  al  hablar  de  Anacaona,  todo  lo  demás  era  patriarcal  y 
primitivo.  En  sus  sepulturas  ponían  figuras  de  animales  y  de 
otros  objetos  que  ahora  se  disputa  si  son  restos  que  corresponden 
ó  no  á  los  pueblos  que  hallaron  los  europeos.  Las  piedras  labra- 
das ó  sibas  que  tenían  los  casiques,  no  son  datos  que  hagan  cam- 
biar de  opinión  respecto  del  atraso  de  la  época  que  atravesaban. 

La  más  complicada  muestra  de  sus  adelantos  músicos  eran 
los  jábaos  ó  rabeles  que  en  Borinquen  tenían  tres  cuerdas;  y  la 


—  1>!)7  — 
marimba,  si  es  indio  el  nombre.  En  medicina,  aparte  sus  preocu- 
paciones y  charlatanismo,  carecían  de  instrumentos  quirúrjicos: 
sus  lancetas  para  las  sangrías  por  vía  de  sacrificio  á  la  divinidad 
o  para  curarse,  eran  las  púas  del  maguey.  Se  sangraban  de  los  lo- 
mos y  pantorrillas.  Los  españoles  prohibieron  las  sangrías  (pie 
comprendieron  (pie  eran  una  superstición  de  su  culto. 

Va  he  dicho  que  eran  polígamos:  aunque  no  podian  contar 
mas  que  hasta  diez  eu  aritmética,  pasaban  de  ese  número  las  mu- 
jeres de  los  casiques  y  de  los  magnates. 

Su  ajiaco,  composición  culinaria,  era  un  totum  revolutum  don- 
de predominaba  el  ají,  de  que  toma  el  nombre. — Comían  los  hue- 
vos de  las  bibijaguas,  las  hermosas  larvas  de  grandes  coleópteros 
que  el  vulgo  llama  {/úsanos  y  se  encuentran  en  las  maderas  blan- 
cas poco  consistentes  al  empezar  a  descomponerse. — Parece  que 
los  comían  crudos,  y  en  otro  lugar  me  ocupo  de  algunos  pormeno- 
res y  comparaciones.  Las  hutías  las  cocían  los  indios  sin  destri- 
parlas, según  Las  Casas:  así  corno  los  pajarillos  los  cordo- 
veses. 

Las  nociones  culinarias  de  los  cubanos  y  haitianos  las  ha 
completado  Labat  con  los  viajeros  franceses  muchos  años  des- 
pués, escribiendo  sobre  el  origen,  carácter  y  usos  de  los  caribes: 
"Su  modo  de  guisar  es  enristrar  la  vianda  á  pedazos  en  un  asa- 
dorcillo  de  madera  (pie  plantan  en  tierra  delante  del  fuego,  y 
cuando  está  cocido  por  un  lado,  le  vuelven  simplemente  por  otro. 
Si  es  ave  de  algún  tamaño,  como  papagayo,  gallina  ó  paloma,  la 
echan  al  fuego  siu  tomarse  el  trabajo  de  pelarla  ni  sacarle  el 
vientre,  y  no  bien  se  ha  quemado  la  pluma,  cuando  la  cubren 
con  ceniza  y  carbones  para  dejarla  cocer  de  este  modo.  Sacándola 
después  quitan  con  facilidad  una  costra  que  las  plumas  y  la  piel 
han  formado  sobre  la  carne;  sacan  las  tripas  y  buche,  y  comen  lo 
demás  sin  otro  requisito.  Su  ejemplo  me  ha  hecho  comer  muchas 
veces  de  este  asado  y  siempre  lo  he  encontrado  tierno,  lleno  de 
jugo  y  muy  delicado." 

Con  excepción  de  los  cangrejos,  que  comían  cocidos  en  agua, 
sin  sal,  todo  lo  comían  seco  ó  asado. — La  salsa  común  la  hacían 
conjugo  de  yuca  cocido  con  agrio  de  limón,  quebrando  muchos 
ajíes  en  ella. — (Hist,  g.  de  los  viajes,  lib.  Vil,  pág.  40  y  41,  t.  28, 
trad.  de  Terracina.) 

Los  primeros  indios  prisioneros  que  llevaron  de  Santo  Do- 
mingo á  España,  fueron  los  esclavos  que  mandó  Colon  en  Mí)  1  y 
de  que  hablo  en  su  lugar. 

llanigagía. — División  de  Jaragua.  (Ángulo.) 

I  lañan. — El  anón  escrito  por  Oviedo. 

lian  y  guayaba. — Provincia  haitiana. 

Raripo. — Nombre  de  un  utensilio  con  que   se  Inicia  el  pan  en 
la  América  Meridional,  que  me  parece  pariente-  de-   arepa,  que  es 
un  pan  do  maiz  conocido  aun  en  Cuba.    E31  casique  (íuantar  tenia 
uno  de  oro  y  una  piedra  verde  de  mi  ¡cinc.    Lo  dice  Lope  de  \ rai  ¡ 
lias  en  su  relación  sobre   Nueva  Córdoba. 

27 


—  208  — 
llatibonico. — Dos  rios  liay  en  Cuba,  y  en  Haití  otro,  que  lle- 
van este  nombre.     Se    lia  escrito  también  Jatibonico  y  Jati- 
bunico. 

Hdtiey. — Provincia  bellísima  por  su  vegetación   que  riega  el 
Hatibonia.  (Las  Casas,  t.  v,  pág.  269.) 

Hatuey,  Jahatuey,  Icabuey,  Jacahuey. — todos  estos  nombres 
dá  Velazquez  en  sus  cartas  oficiales  al  casique  dominicano  que 
aprisionó  y  que  mandó  ejecutar  en  Cuba.  Reinaba  en  Guanabá 
de  donde  se  trasladó  á  Cuba  con  los  suyos,  huyendo  de  la  domi- 
nación española  que  habia  resistido  con  tenacidad.  Creiá  «pie 
los  españoles  adoraban  al  oro  y  dispuso  que  se  le  dedicasen  Wei- 
tos  para  aplacarlo;  que  serecojiera  todo  el  (pie  se  encontrase  y  se 
echase  at  rio.  No  obstante  todo  esto  hizo  retirar  á  puntos  leja- 
nos á  las  mujeres  y  los  niños  y  formó  un  plan  de  res'stencia  per- 
judicial á  los  invasores,  pues  era  una  combinación  de  guerrillas  y 
sorpresas  que  tuvo  inquietos  y  alarmados  íi  los  conquistadores; 
pero  los  casiques  que  le  ofrecieron  auxilios  no  vinieron  en  su  ayu- 
da y  desmembrado  de  fuerzas  tuvo  al  fin  que  desfallecer  y  fué 
aprendido  y  conducido  á  Velazquez.  El  suplicio  de  Hatuey  le  pa- 
reció necesario  al  Adelantado  y  mandólo  llevar  á  cabo.  El  vene- 
rable Las  Casas  ha  conservado  las  palabras  que  coronaron  la  vida 
del  indio  con  un  carácter  histórico,  que  la  posteridad  ha  repetido, 
desde  que  Eaynal  las  insertó  en  su  célebre  Historia  de  Ambas 
Lidias. — Nuestro  historiador  cubano  Valdés,  las  coló  ó  (1811)  eu 
su  obra,  Hatuey  es  un  nombre  popular  en  la  America,  como  la 
representación  última  del  patriotismo  indígena,  luchando  con  los 
que  habían  de  perpetuarse  sobre  sus  ruinas.  É  casique  de  Gua- 
nabá murió  quemado  en  1512,  después  de  haber  lucharlo  sin  ex  i 
te;  pero  aún  dejó  quien  conservase  su  espíritu,  y  como  se  ve  en 
las  cartas  de  Velazquez  tuvo  sus  rezagos  la  guerra  (pie  sos- 
tuvo. 

Hauenne. — Como  si  dijera  Havenne. — Así  llama  Drake  á  la 
Habana.  Voyage  du  sieur  Drach,  pág.  25,  edit.  Aubry. — uLe  tresor 
des  Fieces  vares  ou  medites..  París  1855."— Por  ese  estilo  es  la 
errata  del  copista  en  el  expediente  que  se  cita  en  el  Faro  Iftdus- 
trial  |  N*  1?  de  Noviembre  de  1841)  art.  Geografía  Antigua.  Las 
erratas  sobre  América  son  comunes  aún  en  obras  de  excelentes 
críticos.  En  el  tomo  2,  pág.  539  de  la  excelente  F  asa  yo  de  una 
Biblioteca  Española  de  Gallardo,  correctísima  por  su  autor  y  sus 
adicionadores,  se  lee: 

"D.  Carlos  Suen  gobernador  de  América." 

Es  Sucre  y  no  Suen,  de  quien  son  sucesores  los  marqueses 
de  San  Felipe  y  Santiago  desde  el  3?  de  ese  título  y  el  Gran  Ma- 
riscal de  Ayacucho  José  Antonio  Sucre;  y  existen  muchos  deudos 
en  Cuba. 

Hay. — (Véase  Cayo.) 

Hayna. — Ocho  leguas  ó  nueve  de  Santo  Domingo.,  dice  Las 
Casas  que  está  este  rio;  y  de  la  otra  parte  de  él  se  hallaban  las 
minas  nuevas,  descubiertas  por  una  india. 


—  299  — 
Ilai/idi.  —  De  este  modo  aumenta  Torquemada  el  catálogo  de 
los  nombres  dados  &  Ilatuey.  Es,  según  él,  de  un  señor  indio 
(l.MO)  que  noticioso  de  que  los  españoles  iban  á  Cuba,  "llenó  un 
cesto  de  oro  y  lo  dedicó  un  arcitos";  pero  es  sin  duda  Hn- 
tuey. 

Hee. — "Gefo,  soberano,"  según  el  Sr.   (Jarcia  cu  la  isla  de 
Haití. 

Henequén. — Según  Rafinesque,  es  palabra  que  significa  cu- 
chillo y  cortar:  nos  parece  tanto  mas  equivocado,  cuanto  que  aún 
se  conserva  la  palabra  en  el  mismo  sentido  que  lo  dieron  los  cro- 
nistas. Es  material  textil  sacado  del  maguey  para  hacer  hama- 
cas, chinchorros  y  redes  en  que  so  distinguió  Borinquen, — Oviedo 
que  lo  llama  henequén,  y  heniquen,  que  es  como  se  dice  en  Cuba, 
distinguía  estado  la  cabuya,  en  que  es  de  hoja  mas  delgada:  lo 
que  induciría  á  creer  que  los  indios  no  llamaban  heniquen  á  la 
sustancia  textil,  sino  á  la  planta  que  la  producía. 

///. — Flor  dé  una  liana  llamada  jlor  de  hi  hasta  nuestros 
dias. 

Uibahasue. — Monte  de  Haití.    (Véase  Imizuí.j 
Jlibiz. — El  venerable  Las  Casas,  que  tan  exacto  era  en  la 
acentuación  prosódica  de  las  palabras  indias,  no  temia  á  la  z  que 
usaba  sin  mucho  escrúpulo,  hibiz  está  usado  por  él  como   sinóni- 
mo del  jibe  de  Cuba:  se  refiere  á  Haití.  — (T.  v.  pág.  311.) 

'  Hicaco. — Se  ha  confundide  por  Rafinesque  el  jobo,  el  caimito 
y  el  hicaco:  ningún  antillano  puede  cometer  ese  error.  [Véase  la 
sección  3*] 

Ricos. — Los  cordones  de  algodón  ó  de  otra  materia  de 
que  se  colgaban  las  hamacas.  Significa  también  cordel,  hilo, 
torzal. 

Hicotea,  icotea. — Tortuga  terrestre  por  ser  el  rio  y  no  el  mar 
el  lugar  en  donde  pasa  su  vida  de  anfibio.  "Las  madres  de  las 
bubas  en  los  que  las  comían" — dice  Las  Casas  (T.  v,  pág.  279.) 
Lo  que  demuestra  que  se  las  tenia  por  mal  sanas. 

Hicunca,  IRa-r/ua-ili  Guanin. — Padre  é  hijo  que  figuran  en 
la  leyenda  de  Guagoniana. 

Higua. — Monte  dominicano, 

Higuacd. — Cotorra  con  la  cabeza  blanca  ó  una  mancha  blan 
ca  en  ella.    (Las  Casas.) 

1 1  ¡(/nana. — (Véase  Iguana.) 

l\i(/uanama.S(5gim  Las  Casas  una  reina  anciana  de  Haití  cu 
II iguey  á quien  ahorcaron.  Es  noticia  que  trae  la  Breve  Des- 
trucción, 

Kiyuanamota. —  La  hija  de  Caonabo  y  de  Anacaona,  tenia 
amores  con  un  español  llamado  Hernando  Guevara,  á  quien  en- 
carceló y  multó  Roldan,  por  razón  i\v  esos  amores:  cuando  aque- 
lla supo  que  su  amanté  había  fallecido  acaso  á  consecuencia  dé 
sus  sufrimientos,  quedó  en  tal  estado  de  desesperación,  que  lo 
produjo  la  muerte. 

Higuanu— Este  pueblo  de  indios  de  Cuba,  que  aún  existe, 


—  300  — 
conserva  muchos  descendientes  de    sus  fundadores.     Iwane  es 
como  lo  escribe  Edwards,  (Hist.  ofthe  W.  Indi-es)  1.  caí),  I»  en  hi 
nota.)     Es  que  se  pronuncia  conforme  á  la  ortografía  inglesa: 
Iguani. 

Higucy, — El  más  aguerrido  de  los  indios  de  Haití  en  sus  en- 
cuentros con  los  caribes.  La  reina  Cayacoa,  como  dije,  abrazó  el 
cristianismo;  pero  sus  estados  pasaron  á  Cotubamana,  casi- 
que  poderoso,  hasta  que  se  destruyó  en  la  Península  de  Sa- 
ín ana. 

Higuera,  hibuera. — La  güira  en  Cuba,  que  es  una  corrupción 
de  aquella  palabra. — Hi — hijo — huerca  de  la  tierra,  según  Raii- 
nesque . 

Himini  ójimini. — El  aguinaldo  blanco  que  cubre  los  campos 
en  Diciembre:  así  lo  llama  D.  Pió  Betancourt. 

Hinclia, — Provincia  de  Santo  Domingo  en  la  división  in- 
dígena. 

Hio. — Región,  lugar. 

Hipa. — Buba  según  el  Padre  Sarmiento,  hipa  conforme  á 
Capmani.  Me  parece  mejor  hipa  enfermedad,  palidez  del  doliente. 
Jipa  debe  ser  la  raiz  de  jipato. 

Hiqui. — El  que  ¿quién?  aquí. — Un  árbol  muy  duro.  De  ahí  la 
frase:  aduro  como  jiquí." 

Hito. — Hombre,  y  también  se  dice  guaní,  cari,  magua. 

Hoaxacan,  hoajacan, — Dice  e,l  Padre  Sarmiento  que  éste  es  el 
nombre  del  árbol  que  se  aplica  á  la  curación  de  las  bubas;  que  el 
guayacan  es  una  variedad  que  es  el  que  propiamente  tiene  la  efi- 
cacia, es  el  verdadero  palo  santo.  Ruiz  Diaz  lo  denomina  palo  sa- 
no y  no  santo;  pero  santo  es  lo  que  significa  la  palabra,  Recomién 
dase  el  que  nace  en  Puerto  Rico.  Ouayac,  guayaco  le  dicen  los 
franceses. 

Hababo. —Lo  mismo  que  Jobabo,  rio  y  territorio  de  Cuba. 

Habas. — Amarillo. 

Hobin. — Cobre. 

Hobo. — Árbol  y  fruto  que  conservra  el  nombre  todavía:  es  his- 
tórico en  Haití  por  las  leyendas:  además  de  lo  que  hemos  visto 
en  otros  capítulos  Priest,  refiriéndose  á  Clavijero  (Amer.  Antíqui- 
tes,  pág.  200)  pone  en  boca  de  los  indios  viejos  de  Cuba  la  tradi- 
ción del  diluvio  de  Noé,  y  dice  que  la  paloma  que  volvió  al  arca  ó 
gran  canoa,  trajo  en  el  pico  una  rama  de  hobo.  El  mismo  repite  la 
relación  de  la  embriaguez  y  la  maldición  del  hijo  que  se  burló  del 
padre  viejo:  y  que  los  indios  se  suponen  los  descendientes  del  hijo 
burlón,  y  que  los  europeos  descienden  del  otro, 

Hobos. — Frutos  muy  apreciados  de  la  planta  ya  nombrada. — 
Sino  es  errata  de  imprenta,  se  llaman  horios  en  Costa  Firme,  según 
Herrera. — Una  especie  de  ajes  que  lleva  ese  nombre  por  su  se- 
mejanza á  las  ciruelas  del  hobo,  probablemente  por  tener  el  color 
amarillo. 

Holguin. — Este  pueblo  se  formó  paulatinamente  con  los  in- 
dios que  á  él  vinieron  de  Caneyes  y  Guaisabana,  sin.  que  estos  se 


—  301  — 
despoblasen:  Holguin  comenzó  por  la  agrupación  de  irnos  pocos 
al  rededor  de  la  iglesia,  á  consecuencia  de  las  medidas  sobre  re- 
partimientos y  restos  de  sublevados  contra  ellos;  pero  era  tan  pro- 
lífloa  la  raza,  que  al  visitar  en  la  inspección  de  ordenanza  la  villa 
en  1711»  I),  finan  Muñoz,  regidor  del  Bayaino,  encontró  que  solo 
una  familia  cuyo  tronco  ririu,  tenia  185  descendientes  naturales,  y 
de  afinidad  por  enlace.  El  tronco  era  la  Era  de  Holguin  de  la  fa- 
milia Nicree. 

Homo. — "Provincia  allá  donde  agora  está  el  pueblo  de  Trini- 
dail."— (Relación  de  Diego  Méndez,) 

Mu. — Alto,  elevado, — hace  oficio  de  adjetivo. 

liuacani. — Este  es  el  nombre  del  pescador  amigo  de  Guago- 
niana,  aunque  lo  olvida  Pedro  Mártir,  que  fué  convertido  en  rui- 
señor, y  por  cuya  muerte  hizo  salir  de  la  cueva  á  mujeres  y 
niños, 

\\ narco. — Nombre  de  un  casiqne  de  Jamaica  según  el  testa 
mentó  de  Diego  Méndez  (1536). 

Kubabo.— Entre  montes. — Provincia  haitiana  contigua  á  la 
oriental  llamada  Caisimú. 

Ruca. — En  la  Vida  y  viajes  de  Antérico  Vespucw,  por  Lester 
v  Foster  (New  Jlaven  1853)  esserita  en  inglés,  dicen:  "No  tienen 
(los  caníbales)  granos  ni  trigo,  usan  de  la  raiz  de  una  planta 
de  que  sacan  harina  á  que  llaman  linca  (supongo  que  sea 
yuca))  la  harina  de  otra  planta  se  nombra  lcazabi;  y  de  otra 
ignami." 

Huarahua,  guaragua. — Verdura. 

Jluibo. — Altura,  elevación,  montaña,  cabeza. 

lluhuicc. — Lugar  de  donde  pedia  un  intérprete  el  Padre  Ko- 
nian,  pues  sabian  las  dos  leguas  de  la  isla  de  Haití. 

Huiou.—YA.  sol. — El  ser  que  rodeado  de  relámpagos  salia  de 
las  cavernas  para  ocultarse  en  el  cielo  (turey).  (Archives  de  la  So- 
cicté  Amer.  1875,  pág,  368.) — Los  cubanos  adoraban  al  sol:  espe- 
raban la  salida  del  sol  en  las  orillas  de  los  rios,  y  saludaban  su 
aparición  con  reverencias,  lavándose  las  manos  y  la  cara  en  las 
aguas:  así  lo  dijeron  al  Almirante  por  medio  de  su  intérprete. 

Huma. — Tínico, 

Iíumacao. — Casique  de  Boniquen  rebelde  por  muchos  años. — 
Rio  y  población  de  Puerto  Eico,  á  la  costa  S.  E.  á  una  legua  de  la 
playa.  De  sus  barrios  tienen  nombres  indios  Mubú  y  Jagüeyes.  Es 
también  puerto. 

¡Inmuta. — liio  de  Puerto  Kico. 

Huracán. — En  la  primera  parte  de  esta  obra  se  ha  hablado  de 
lo  que  significa  esa  palabra.  En  el  mes  de  junio  de  l  KM  experi- 
mentaron los  españoles  el  primer  temporal  de  este  genero,  des- 
pués de  la  prisión  de  Caonabo.  Entonces  supieron  lo  que  era  un 
huracán  de  las  Antillas.  Sintióse  al  medio  dia  mnelio  y  furioso 
viento  de  la  parte  de  levante  arrastrando  gran  cantidad  de  nubes 
y  encontrándose  con  otro  viento  de  poniente  con  las  misma  condi- 
ciones hicieron  estragos  inauditos.  La  oscuridad  igualaba  a  la  de 


—  302  — 
la  noche,  aclarándose  por  las  ráfagas  de  los  relámpagos,  acom- 
pañados de  estampidos  de  truenos.  Arrancaba  el  viento  y 
arrojaba  los  árboles  y  objetos  á  grandes  distancias;  trastornándose 
la  superficie  de  la  tierra.  El  ruido  de  la  tempestad  era  horro- 
roso: los  hombres  solo  hallaban  seguridad  en  las  cavernas.  Las 
tres  naves  de  Colon  fueron  rotas  y  averiadas,  y  tuvo  que  sus- 
pender su  viaje  á  Europa,  mientras  construía  tres  caravelas.  Los 
indios  atribuían  el  huracán  á  castigo  del  cielo  por  la  tiranía  de  los 
descubridores.  Pasados  algunos  dias  ana  no  se  podía  hablar  sin 
espanto  de  las  tres  horas  que  duró  el  huracán,  sin  recordar  otro 
semejante. 

Hurrica. — El  diablo,  según  el  escritor  inglés  que  cita  Descour- 
tiltz,  (pág.  358,  t.  2.)  Un  historiador  inglés  que  antes  citamos  en 
su  historia  de  Jamaica,  dice  que  en  su  lengua  hurrica  es  el  diablo 
y  por  eso  de  él  se  deriba  la  palabra  huracán. 

llutí,  utía,  hutía,  jutía. — Formas  de  nombre  que  se  convesa 
con  su  significación  hutía. — En  el  artículo  Agutí  he  tratado  de  las 
batías  como  de  los  demás  cuadrúpedos  indígenas  de  Cuba  y  las 
Antillas.  Para  ilustración  copio  lo  que  de  ellas  dice  el  venerable 
Las  Casas:  "Eran  cuatro  especies:  una  se  llamaba  queiní,  la  últi- 
ma luenga,  eran  las  mayores  y  más  duras;  la  otra  especie  era  las 
que  llamaban  hutías  la  penúltima  luenga,  la  que  llamaban  mohies 
la  primera  sílaba  luenga;  la  cuarta  eran  como  gazapitos  que  lla- 
maban curies  la  misma  sílaba  también  luenga,  los  cuales  eran  muy 
sanos  y  delicadísimos." — Luego  habla  de  los  perros  mudos  que  no 
servían  más  que  para  comer  y  que  sólo  gruñían. 

Huytacu. — (Vea se  Yubceayguaya. ) 

Tiyens. — El  zumo  de  la  yuca  agria,  según  el  propio  Las  Ca- 
sas: venenoso,  pero  que  cocido  lo  usaban  como  vinagre  los  indios 
sin  inconveniente. 


I. 


La  Jno  ofrece  más  tropiezo  que  el  uso  de  la  vocal  como  con- 
sonante y  delante  de  las  vocales:  en  este  libro  conservo  muy  po- 
cas de  esas  libertades  ortográficas,  prefiriendo  el  empleo  de  la 
consonante  casi  siempre.  Así  sólo  en  casos  en  que  dudo  si  se 
pronunciaba  como  vocal,  acaso  por  equivocación  mia,  como  laiael, 
que  lo  he  visto  casi  siempre  escrito  así. 

2. — Partícula  que  expresa  la  acción  de  la  vida  (Brasseur  de 
Bourbouh;)— artículo  el  (Rafinesque.)—  J,  7¿¿,  hin,  %i,  ni}  li—  artí- 
culos indicativos,  el,  etc. 

labano — Guaiabano. — Guanábana. 

laia. — Significa  tierra. 

Iba. — Pueblo.  (Brasseur  de  Bourboug.) 

Ibar. — (Yéase  Chibí.) 

Ibano. — Sitio  en  Santo  Domingo. 

Jg iiamo. — Rio  haitiano. 


—  803  — 

\<ju(i)hu(v. — Provincia  do  Manen— Santo  Domingo. 

[guayagau. — "Sobre  nombre  de  Higuei." — [García.] 

laiael. — El  hijo  de  Iaia:  personaje  de  quien  ya  lie  hablado. 
Eh  la  Reme  Americaine  (pág.  319,  t".  II,)  se  lee  otra  versión  por 
Oharancey:  según  este  americanista,  las  brasileros  y  antillanos 
creían  que  al  principio  no  había  mar.  Decían  que  un  hombre  lla- 
mado [ata,  Jaia  6  O  iaia  tuvo  un  hijo:  Iata-el. — Quiso  este  hijo 
matarlo,  es  decir,  matar  á  su  padre,  y  éste  lo  desterró,  por  lo  que 
murió  á  los  cuatro  meses.  Sigue  en  lo  demás  la  historia  de  la  ca- 
labaza, aunque  determina  (pie  colgó  la  ras ij a  con  el  cadáver,  del 
techo  de  su  casa.  Llegaron  luego  los  cuatro  gemelos  de  una  mu- 
jer que  se  nombra  Itaba— -Tanhuana— que  murió  en  el  parto,  ha- 
biéndosele extraído  del  vientre  abriéndoselo.  En  la  continuación 
no  hay  más  novedad  que  el  autor  francés  llama  cónico  al  conuco  de 
Iaia. — El  mismo  Oharancey  llama  á  Iaia,  A§ia-el  y  Giáia-el. 
Otros  en  lugar  de  Itaba  llaman  itíba.— la  madre  de  los   gemelos. 

Idioma. — Variedad  de  la  ananás. 

lea. — Uno  de  los  nombres  dados  á  los  granos  de  las  babas 
que  conserva  Sarmiento, 

icagud. — Sitio  de  Higuei. — Santo  Domingo. 

icanf  Guaicán. — Un  pez  que  llamaron  remoro   los  españoles. 

Icota,  Icotea. — lia  conservado  la  misma  significación  pero 
con  forma  distinta:  hicotea,  y  el  pueblo  la  llama  jicotea.  (Ilcmys 
rugosa)  el  macho;  (II.  decumta)  la  hembra. 

lemao. — Es  uno  de  los  títulos  dados  á  Dios:  Raünesque  cree 
(pie  son  sus  atributos. 

Igi  aya  bongbe. — Principio  de  una  canción  popular  que  se 
conserva  en  Haití,  de  un  areito  que  cito  en  otra  parte:  lo  escribe 
así  el  señor  Guridi  y  dice  que  es  un  estribillo  indio  que  significa 
"primero  muerto  que  siervo."  Otro  escritor  posterior,  escribe  la 
palabra  bombe  con  m  y  g  como  está  escrita  en  la  primen  parte  de 
esta  obra  en  el  areito  de  Anacaona, 

[guana. — Es  el  animal  llamado  higuana  en  Cuba,  pero  escribe 
con  aquella  ortografía  la  palabra1  Pisón  al  describir  la  de  Costa 
Firme.  La  mayor  parte  de  los  escritores  se  empeñaron  en  hacer 
una  sierpe  al  inocente  animal  que  comparó  con  perros  llenera  y 
á  quien  dotó  de  alas  Vespucio.  Era  no  obstante  regalado  ali- 
mento de  los  indios  y  los  españoles  las  compraron  á  buenos  fai- 
sanes en  el  sabor.  (Véase  Anacaona,)  en  cuya  mesa  se  sirvieron 
por  primera  vez  á  los  europeos. 

íguana-bo. — Iguana  grande,  literalmente  li igua uo-riejo. 

Mi. — Mijos,  plural  de  el. 

1  mas. — Alimento. 

\n. —  Hembra,  femenino. 

iiiaba. — Gua-inába. — Guayaba. 

Inabon. — Rio  de  raerlo  Rico,  jurisdicción  de  Pouce. 

\iu(s. — El  fruto. 

inacu. — Mujer  en  Kyori. 

indios. — En  la  primera  paite  se  han  extractado  lo. las  las  opi- 


—  304  — 

niones  sobre  el  origen  de  los  indios;  pero  aquí  hay  que  advertir 
que  la  palabra  indio  proviene  del  error  de  creerse  en  Asia  Colon  al 
descubrir  la  América,  que  llegó  hasta  usar  el  título  de  Almirante 
del  Asia  en  sus  comunicaciones  con  los  Magistrados  de  Genova. 
(Véase  Ómnibus  almanaco  ligure,  año  184G.  pág.  120.  [1]  Los  culti- 
vadores de  las  ciencias  antropológica  y  etnológica  procuraron 
hasta  el  presente  siglo  defender  la  unidad  de  la  especie,  traer  del 
Asia  al  hombre  americano,  ó  cuando  menos,  del  mundo  antiguo, 
A  las  confucciones  antiguas,  han  sucedido  más  serios,  pero  no 
más  decisivos  estudios.  «Mr.  G.  Morton  ha  dedicado  muy  inten- 
siva atención  al  examen  de  los  cráneos,  como  presidente  de  la 
Academia  de  Ciencias  de  Filadelfla:  su  Crania  Americana  no  es 
su  única  obra  sino  que  suya  es  otra  la  titulada  Inquiry  into  the 
distintlcc  characteristics  of  the  aboriginal  races  of  Americana.  Pa- 
ra él  es  una  raza  la  americana  esencialmente  distinta  de  la  cau- 
casiana y  de  las  demás.  Cree,  sí,  en  la  unidad  de  la  americana, 
á  pesar  de  sus  variedades  en  las  tribus.  Ha  consignado  un  he- 
cho curioso:  las  dimensiones  de  los  cráneos  de  las  tribus  más  in- 
teligentes ofrecen  un  cerebro  más  pequeño  que  el  de  las  bárbaras. 
En  los  toltecas  77  pulgadas  cúbicas,  84  en  las  otras.  Sus  estu- 
dios los  han  continuado  y  lleva  *siete  ediciones  la  obra  llamada 
Types  ofmanlcínd  (1854,)  JSTott,  autor  de  ella  con  Gliddon  ha  pu- 
blicado además  Indigenous  Races  y  la  han  acompañado  con  The 
Cranial  caracteristics  of  the  races  ofmen.  Morton  ha  hecho  estu- 
dios comparativos  con  relación  á  razas  africanas:  se  puso  en  rela- 
ciones con  Poey  (D.  Felipe)  y  por  conducto  de  este  avacuamos  to- 
dos los  aficionados  al  estudio  del  hombre,  oportunamente,  el  inte- 
rrogatorio circular  de  que  aún  conservo  la  copia  que  me  entregó, 
con  mis  respuestas. — Ya  he  citado  la  expléndida  obra  de  School- 
craft  con  el  título  de  Historia  de  las  tribus  indias  que  llegó  á  cinco 
enormes  infolios  y  he  aludido  á  otras  muchas.  De  todas  ellas  y 
del  estudio  del  hombre  preadamita  americano,  se  deduce  una  ver- 
dad innegable  que  ha  formulado  Agacis  y  cito  antes:  América  no 
es  el  nuevo  mundo,  sino  acaso  mas  antiguo  que  el  que  lleva  ese 
nombre. 


[1)     Firmó  así: 

"El  almirante  mayor  del  Oeeauo  y  virey  y  gobernador  de  las  Jislas  y  tierra 
firme  del  Asia  y  de  las  Indias  por  el  rey  y  por  la  reina  mis  señores  y  su  capitán 
general  del  mar  y  su  consejero— y  enseguida  su  antefirma  y  nombre. 

S. 
S.  A.  S. 
X.  M.  Y. 
XPOFEREÍÍS." 

En  las  cartas  de  Indias  be  lia  publicado  en  nota  una  curiosa  disertación  sobre  las 
firmas  de  Colon;  que  ha  traducido  al  inglés  la  revista  americana  The  Magazine  of 
American  Histor y {Enero  de  1883)  poniendo  al  fin  uu  facsímile  de  los  manuscrito.*. 


—  3Q5  — 
\lr.   Bfoke  se  ocupa  de  la  clasificación  tle  las  razas  ame 
i  -¡(ranas:   sigue  á  D'Obigny  y   á  Humboldt,  pero  no  olvida  las 
fuentes  originales  do  esos  conocimientos.  Aunque  su  historia 
principia  por  la  raza  pacífica  de  las  Antillas,  porque  por  ellas  em- 
pezaron sus  viajes  los  europeos,  trazados  grandes  cuadros:  Amé 
rica  Meridional  y  del  Norte.  Ocupan  el  primer  lugar  los  caribes, 
desde  el  Amazonas  al  Mar  Caribe;  siguen  los  brasileros  y  todos  los 
demás,  eu  especial  los  peruanos.  En  la  parte  del  Norte  figuran 
los  indios  pacíficos  en  las  Antillas,  de  bellas  formas  como  los  ca- 
ribes, y  comienza  por  los  algonquinos  en  el  continente,  los  pue- 
blos dispersos,  las  naciones  civilizadas  (México  y  Centro  Améri- 
ca hasta  Nicaragua).  La  verdad  es  que  la  clasificación  del  hom- 
bre americano  de  D'Obigny  se  reduce  (i  la  región  meridional:  en 
ella  encuentra  tres  razas  á  pesar  de  sus  caracteres  comunes:  la 
brasilera,  la  pampeana  y  la  peruana.  lia  caribe  la  confunde  con 
la  brasilera.  Para  el  escritor  belga  de  esta  Historia,  esas  varieda- 
des siquier  razas  todas  vienen  de  Asia.    Por  las  huellas  del  leu 
guaje  ó  fueron  ó  vinieron;  pero  es  visible  el  parentesco,  aun  cuan- 
do se  mezclasen  con  otras  familias  antoctonas. 

Hoy  se  han  profundizado  en  los  Estados-Unidos  aun  más  que 
en  Europa,  los  estudios  prehistóricos;  así  lo  acaba  de  publicar  el 
Marqués  de  Nadaillac.  Sin  que  todos  acepten  las  nuevas  teorías 
hay  quienes  defiende  aun  la  unidad  especial  de  Morton,  popula- 
rizada por  Agassiz,  y  los  que  exajeran  el  americanismo  hasta  pre- 
tender que  todo  sea  procedencia  americana;  otros  sostienen  las 
revelaciones  religiosas  y  son  los  menos;  quienes  siguen  el  movi- 
miento europeo  considerando  insostenible  la  unidad  de  la  especie 
humana;  algunos  y  éstos  progresan,  están  por  la  evolución  de  la 
naturaleza  en  las  especies.  No  faltan  contradictores  á  los  que  si- 
gilen 4  Darwin,  y  se  lia  usado  entre  otras  razones  la  de  que  el 
hombre  no  es  antocton  en  América,  porque  en  ella  no  hay  mo- 
nos (antropoides  6  catirrinos)  eslabón  para  su  enlace  entre  los 
géneros.  Se  ha  discutido  si  en  América  también  procede  el 
liombro  de  un  animal  inferior:  un  orador  ha  hablado  en  1881, 
Mr.  Miller  (The  Theory  of  Evolution)  en  Eiladelfia,  ante  una  reu- 
nión del  Colegio  de  Farmacia,  con  filial  ternura  de  sus  ante 
pasados  los  tiburones:  nuestros  antepasados  remotos  los  tiburones  y 
recorre  todos  los  estados  de  la  evolución  hasta  la  célula  primi- 
tiva. 

Haeckel,  uno  de  los  pensadores  más  profundos,  cree  que  la 
especie  americana  es  distinta  [Homo  amerieauus]:  es  la  í)a  de  las 
12  especies  humanas  en  que  distribuye  él   el   género  Nomo  (11 /.s 
toire  <!<■  la  CreatUm^  pág.  609.) 

Las  obras  de  Urancorft  sobre  Las  Bazas  Primitivas]  los  Esta- 
dios del  Instituto  Smithtionano  reunidos  en  prodigioso  número,  \ 
las  investigaciones  de  los  últimos  tiempos  pueden  graduarse  en 
los  resultados  que  ofrecen  dos  excelentes  libros:  The  Nort  Ameri- 
cana of  Antiqnity,  por  J*  T,  Short,  Neisr-York  1880,  v  ÜAmeriquc 
Prchistoriifuv,  por  el  Marqués  de  Nadaillac. 


—  306  — 
Inés. — La  mujer  del  easique  Cayacoa  luego  que  recibió  el  bau- 
tismo murió  poco  después  en  el  seno  del  cristianismo. 

Infante  — Fr.  Juan,  y  Er.  Juan  de  Solórzano,  del  Orden  de  la 
Merced,  redención  de  cautivos,  acompañaron  á  Colon  en  su  pri- 
mer viaje.  Lo  dice  así  el  Padre  Morales  en  el  sermón  que  predi- 
có en  24  de  Octubro  de  1831,  con  el  título  de  Paneg ir ico  á  la  San- 
tísima Virgen  fundadora  del  Orden,  y  cita  a  D.  José  Trejo  in  vit 
Christ.     Colon  y  á  otros. 

Inima. — La  esposa  de  Guacanari,  que  murió  de  dolor,  de  ce- 
los y  pesar. 

Inrire — Cahuuaiel. — Estos  son  los  nombres  del  pájaro  llama- 
do en  Cuba  carpintero  y  que  han  supuesto  Xoda  y  otros  que 
se  habian  perdido.  (Véase  Guagoniana.)  Los  hombres  de  la  isla 
se  quedaron  sin  mujeres  y  estaban  deseosos  de  adquirirlas:  y  he- 
mos visto  en  la  primera  parte  de  esta  obra  al  hablar  de  las  tradi 
ciones  indias,  de  la  manera  que  ha  conservado  Pedro  Mártir  la 
tradición  del  importante  servicio  hecho  á  la  humanidad  por  el 
carpintero,  dotando  de  mujeres  al  género  humano.  (Véase  Yaya- 
ma  y  AMacauq  Guarocoel*']  Según  el  Padre  Concepción  (llist. 
Gen.  ne  Philipinas,  cap.  Io  pág.  297  t,  1?,  Manila  1788]  el  carpin- 
tero ó  herrero,  que  describe,  "ave  admirable,  se  llama  Palalaco  ó 
Batata. — También  la  mitología  antigua  consagró  el  carpintero  á 
los  dioses.  En  las  notas  escritas  por  Carlos  Stuart  Stanford  á 
los  fastos  de  Ovidio  (pág.  113,  edic.  de  1831,  Dublin)  dice  que  el 
pájaro  Picus  fué  llamado  así  de  Picus,  hermano  de  Fauno,  que  lo 
cambió  Circe  en  pájaro  i>ara  contenerlo  en  sus  propósitos  ó  impe- 
dírselos. Otros  deriban  la  palabra  de  un  verbo  griego  que  signiíi 
ca  pegar.  Según  Plutarco  los  gemelos  Rómulo  y  Remo  fueron  ali- 
mentados por  una  loba  y  un  carpintero  (Woodpeekir):  si  la  loba 
amamantaba,  el  pica-verde  traia  alimentos.  El  carpintero  fue  con 
sagrado  á  Marte  y  de  aquí  el  nombre  mar  tía.  A  esa  fábula  se  re 
i  i  ere  Ovidio:  Martia  picus  avis.. . 

Inoa. — Rio  de  Haití. 

\nuya,  hita,  iti,  bibi. — Mujer,  esposa. 

Inara,  Uamy,  churon. — Mujer  en  Eyeri. 

lo. — La  vida  por  excelencia,  Dios. 

íobobaba. — Así  llama  Herrera  la  cueva  de  donde  salieron  el 
sol  y  la  luna,  según  los  haitianos. 

locahuma,  locana,  lovana,  locarayhama. — Dios  masculino  de 
los  tainos  en  diferentes  dialectos  ó  lugares:  [Véase  Atabe  e.\ 

Ipire. — Nombre  que  se  dá  al  flamenco  además  de  bümbaya. 

\pis. — Pájaro:  parece  que  es  la  voz  general. 

Ipis. — (Véase  Boguial.) 

It  ó  ito. — Hombre,  masculino. 

Itaba — Tahuana, —  La  madre  de  J)im,'bdii—Caracaracol.  — 
(Véase  laiael.) 

Itabo, — Charco  ó  poza  de  agaa  dulce:  también  se  dice  l itabo 
y  prefiere  esta  forma  el  señor  Noda  ( cartas  á  ¡Silvia,  XXI.)  Lleva 
el  nombre  de  itabo  el  del  agua  trasparente  en   las  sierras  y  cam- 


—  307  — 
posen  donde  permanece  mucho  tiempo;  hasta  en  la  temporada  de 
las  secas.  El  Sr.  Piehardo  sospecha  que  fuese  el  nombre  de  las  la- 
gunas en  el  país. 

[ti.— (Véase  Inuya.) 

[uoayeques. — " así  llamaron   sus   pueblos   los   indios." — 

(  Documentos  inédit,   t.  7,  pág.  415). 

lumayaí,  i/uwai/ei.— Provincia  en  donde  está  "el  puerto  que 
se  llama  del  Principe,  que  es  casi  en  medio  de  la  isla." — (Docu- 
mentos inéditos  ote.  pág.  31,  t:  1?) 

1:7,  m.-T-Ojos. 

.1. 

Muchas  de  las  palabras  escritas  con  j  que  voy  á  colocar  aqui, 
han  sido  escritas  con  h,  por  manera  que  si  está  de  más  en  la  len- 
gua taina,  aquella  es  de  un  uso  frecuente  y  necesario,  á  veces  sus- 
tituido por  (i  ante  e,  i  y  con  x  ante  todas  las  vocales. — He  indicado 
ya  los  motivos  históricos  de  esas  confusiones. 

Jaba, — Lo  mismo  que  haba:  suelo  verse  con  v. 

Jábacoa. — Kio  de  Tuerto  lilao:  hacienda  en  Cuba;  la  palabra 
significa  fuente  de  tajaba. 

Jabial. — Cuando  se  fundó  la  ciudad  de  Trinidad,  se  dividió 
en  barrios  que  conservaron  los  nombres  de  Jabial  y  Jibabúnico: 
se  continuaron  llamando  así  hasta  que  se  adoptó  la  idea  de  enu- 
merarlos desde  1  á(3.  (Memorias  de  la  8.  Econ.  pág.  366,  t,  14, 1812). 

Jucagua. — Kio  de  Puerto  Rico. 

Jacana.  —Quebrada  ó  rio  de  Puerto-Rico  de  la  jurisdicion  de 
Yabucoa,  que  cuenta  además  á  Tabanucos,  Capaes  y  Yuca. 

Jácitba. — Rio  tributario  del  Yaquí  en  Sto.  Domingo. 

Jagua. — Puerto  y  provincia  indias:  en  cuanto  al  puerto  decía 
el  obispo  Las  Casas:  "no  creo  que  pueda  haber  otro  mejor  *eu  el 
mundo." — Hay  en  Puerto-Rico  rio  y  barrio  [Véase  Gambo]  de 
este  nombre. — Es  el  de  una  fruta  y  árbol  de  cualidades  medicina- 
les que  también  celebra  el  obispo  de  Chiax>a,  con  su  natural  exa- 
jeracion,  como  deliciosa,  ai  paladar. 

Jagual, — Punto  en  que  hay  .muchos  jaguas.  En  Puerto-Rico 
una  sierra  al  Sur  de  Aresibo. 

Jagüey, — Árbol  de  que  se  ha  hablado  antes.  [Véase  lia 
guay], — Es  un  barrio  del  partido  de  la  Aguada  en  Puerto-Rico; 
con  el  aditamento  de  Qrande,  Jagüey  Grande,  hacienda  y  terri- 
torio en  Cuba. — Jagüey  ó  Xagiiey  es  también  lo  mismo  que  algibe 
(Las  ('asas).  Esos  algibes  indios  eran  inmensos:  Las  Casas  des- 
cribe uno  (pág.  260,  tom.  V)  como  de  media  legua  de  extensión 
con  una  boca  de  tres  á  cuatro  palmos  con  cuarenta  brazas  de  hon- 
do en  la  isla  Saona. 

Jagüey, — De  la  Jagüey  era,  el  surtidero  de  agua  de  la    liaba 
na,  del  rio  Luyanó  antes  de  que  se  formase  la  zanja  que  la  trajo 
de  Almeudares.    El  más  antiguo  cronista  [1598J   Parra  lo  ha 
consignado  en  su  descripción  de  la  Habana.     Es  notable  que  \y*\ 
ga  femenino  á  Jagüey  y  llame-  así  la,  Jagüey  al  Luyauo 


—  308  — 

Jayücyeé. — "Así  llamaban  en  Haití  las  balsas  de  agua  llove- 
diza y  otras  aguas  gruesas," — El  Licenciado  Alonso  Zuazo  en  las 
cartas  que  escribió  en  22  de  Enero  de  1518.— Lo  cita  y  le  copia  el 
señor  Quintana  en  los  apéndices  á  la  vida  de  Las  Casas.  Al  uso 
de  sus  aguas  atribuye  el  Licenciado  la  mortandad  de  indios  que 
se  imputaba  á  los  encomenderos  que  los  separaban  de  sus  aguadas 
y  territorios. — Así  también  en  plural  se  conocen  las  cucb illas  de 
Jagüeyes  de  Puerto-Rico  y  sus  barrios,    (Véase  Humacao.) 

Jaibas. — Escribe  xaybas  esta  palabra  el  venerable  Las  Casas. 
— Es  animal  acuático  crustáceo  muy  conocido  aún  hoy  en  Cuba. 

Jaibon. — Rio  de  Santo  Domingo. 

Jaina. — Rio  de  Haití  que  el  barón  Ñau  hace  desembocar  en 
la  bahía  de  Samaná  siendo  así  que,  como  observa  el  señor  Gu- 
ridi,  sale  por  el  Sur,  y  Samaná  está  al  Norte. 

Jaircl. — Un  bejuco  de  una  leguminosa. 

Jala, — Sitio  inmediato  á  Santo  Domingo. 

Jamaica. — Abundancia  de  aguas  y  manantiales  dice  esta  pa- 
labra  según  los  señores  Arosarena  y  Baudry  en  su  informe  ni 
Real  Consulado,  [pág.  35].  Es  una  de  las  islas  mayores  que  des- 
cubrió el  Almirante  á  su  vuelta  del  continente  meridional,  y  la 
llamó  Santiago:  de  todas  las  islas  mayores  fué  la  más  desgracia- 
da, porque  desapareció  por  completo  la  raza  indígena  y  por 
eso  conservaba  pocos  nombres  indígenas  que  acaba  de  borrar  la 
dominación  inglesa. — Al  descubrirse— "Estaba  la  isla  de  Jamai- 
ca dividida  en  dos  reinos"  (Rañnesque).  La  labranza  se  hacía 
en  común  como  en  los  demás  islas,  siendo  muy  reputados  sus  ca- 
siques  así  como  sus  bonitos  ó  sacerdotes  ó  behiques  que  eran  jue- 
ces y  médicos.  Esta  cualidad  de  jueces  no  la  reúnen  en  las  otras 
islas  á  sus  otras  profesiones. 

Torquemada  en  su  Monarquía  Indiana  ofrece  un  cuadro  algo 
cargado  á  mi  juicio  de  la  felicidad  patriarcal  de  este  pueblo  que 
desconocía  el  mió  y  lo  tuyo:  donde  casi  no  habia  propiedad  pri- 
vada. Paréceseme  á  Tácito  que  habla  de  los  germanos  con  igual 
entusiasmo  y  tal  vez  con  el  propio  criterio.  Convienen  es  verdad 
todos  en  que  era  pacífico  y  paternal  el  gobierno  y  esto  lo  probaba, 
que  es  observación  del  mismo  Torquemada,  la  gran  población 
que  contenían  las  Antillas  c*si  desprovistas  de  armas  y  defensas. 
Era,  pues,  la  edad  de  oro  allí  realizada  y  parecían  sueños  de  la 
poesía  para  el  bueno  del  cronista. 

Colon  descubrió  en  1401  á  esta  isla;  y  ocho  años  después  fué 
arrojado  á  ella  por  un  huracán:  aunque  conocido  de  momento  por 
los  naturales  entraron  en  sospechas  y  le  suspendieron  los  auxilios 
con  lo  que  quedó  reducido  á  grandes  apuros,  que  expresó  en  una 
carta  donde  desaparece  el  hombre  de  la  leyenda,  y  es  la  mejor 
impugnancia  de  los  delirantes  y  poéticos  conceptos  de  Roselly  de 
Lorgues.  Los  indios  enfurecidos  cometieron  algunos  excesos: 
anuncióles  para  impedir  su  continuación  un  eclipse,  suponiendo 
les  que  era  una  muestra  de  la  indignación  del  cielo  contra  los  na- 
turales por  su  hostilidad.    Realizado  el    anuncio,  se  trausforma- 


—  301)  — 
ron  cu  súplicas  los  actos  de  hostilidad  y  varió  la  conducta  de  los 
indios,  con  lo  que  cesó  el  eclipse  y  volvió  á  verse  la  hv¿  del  sol. 
La  luna  obedecía  al  Almirante  á,  los  ojos  de  los  indios. 

Las  costumbres  de  estos,  su  religión  y  hasta  los  animales  que 
poblaban  á  Jamaica,  eran,  como  sus  lenguas,  análogos  ó  iguales  á 
las  otras  Antillas  hermanas.  Erau  más  civilizados  que  los  cubanos 
cu  todo  lo  conserniente  á  obras  de  manos,  entalladuras  en  espe 
cial.  En  una  nota  puesta  á  la  carta  escrita  de  Jamaica  por  Colon 
se  Ico:  uDebe  absolutamente  creerse  que  sea  Jamaica  y  no  Jamai- 
ca el  nombre  de  esta  isla  en  el  original  español  aunque  parezca 
extraña  esa  denominación.  Es  un  hecho  que  Colon  arribó  á  una 
isla  llamada  por  los  naturales  Jamaica  pero  como  él  dice  llamada 
por  los  cosmógrafos  Tana  mayor  (Cap,  15  uLas  navegaciones  del 
del  Rey  de  España  de  la  isla  y  tierras  nuevamente  descubiertas*  Ve- 
necia  1504.) 

Los  habitantes  de  Jamaica  fueron  los  más  desconfiados  de 
los  indios  con  sus  nuevo  huéspedes:  para  el  comercio  ó  rescate  to- 
maron precauciones  que  degeneraron  en  hostilidades:  sin  la  astu- 
cia del  Almirante  y  la  oportunidad  del  eclipse,  hubiera  perecido 
con  los  suyos.  Aún  al  oir  el  vaticinio  se  burlaron  y  sólo  le  creyeron 
ii  1  oscurecerse  el  cielo:  entonces  pidieron  gracia. 

La  destrucción  de  indios  fué  tan  rápida  ó  más  que  en  las  otras 
Antillas,  porque  los  repartidos  ó  encomendados  se  trasladaron  á 
Haití  y  Cuba  y  aún  á  otras  partes  "cuyos  tesoros  se  pagaban 
en  sangre''  dice  Moke.  Mr.  Thevet  reüriéndosc  al  año  de  1555. 
decia:  "ya  no  hay  indios  en  Jamaica"  y  no  muchos  en  la  Españo- 
la "no  se  encuentran  más  que  en  dos  ó  tres  cantones.'7 

Acaso  persiguió  á  Jamaica  el  mal  hado  que  al  descubridor  y 
sus  descendientes.  Jamaica  que  fué  Abadía,  la  primera  de  Indias, 
que  se  concedió  al  italiano  Pedro  Mártir  de  Angleria,  que  la  gozó 
desde  España;  que  luego  fué  el  marquesado  de  Jamaica  concedi- 
do á.  los  hijos  de  Colon  tras  luengo  y  lastimoso  pleito  en  que  se  les 
quería  privar  del  fruto  del  trabajo  del  descubridor,  y  no  cumplirle 
las  ofertas  hechas.  Obedeciendo  á  una  fatalidad  que  no  puede 
explicar  la  historia,  ni  la  abadía,  ni  el  marquesado  subsistieron,  y 
ni  aún  cubre  la  bandera  de  Castilla  aquellas  tierras:  ni  apenas 
queda  alguna  palabra  que  recuerde  á  los  primitivos  dueños  Crom- 
vvell  en  1G85  envió  una  grande  armada  á,  conquistar  á  Santo  Do 
mingo  en  donde  nada  pudo  conseguir;  pero  tomó  alguuos  puertos 
en  Jamaica,  y  tras  una  lucha  de  quince  años  la  lograron  los  ingle- 
ees  conquistar  [Murillo].  Es  notable  que  fuese  el  Protector  el 
queconcibiesc  el  proyecto  y  Guillermo  Penn  el  (píelo  ejecutase 
para  luego  figurar  en  la  historia  como  uno  de  los  fundadores 
del  poder  anglosajón  en  la  que  es  hoy  República  de  los  Estados 
Unidos. 

Jánico, —  Lugar  cu  Santo  Domingo,  hoy  es  la  jurisdicción  de 
José  de  las  Matas. 

Ja  jabí  (\;i\abi). — Una  especie  de  cotorra  de  Haití  muy  inquie- 
ta y  traviesa.  fL;is  Casas/. 


—  ;jlO  — 

r/c<f/?í^. — lili  más  septentrional  délos  cuatro  ríos  principales  de 
Haití  que  le  señala  Pedro  Mártir. 

Jarabacoa. — Territorio  en  Santo  Domingo  próximo  á  la  Vega. 

Jaragua. — El  reino  de  Jaragua  era  reputado  como  másadela- 
tado  y  alegante  de  Haití.  Era  su  poseedor  Behcquio,  hermano  de 
la  poetisa  Anacaona. — Había  un  lago  del  mismo  nombre  á  quien 
señalaba  Oviedo  18  leguas  en  1515  cuando  lo  visitó,  aunque  ahora 
tenga  la  verdad  que  roducirlo  á  muchas  menos. — (Véase  Deza.) 

Jaruco. — "Puerto  de  la  banda  del  Norte  [Cuba]  segun  Diaz 
''el  Castillo  ocho  leguas  de  San  Oistoval...  que  llamaban  así  los 
indios." — Este  pasaje  es  importante  para  la  historia  de  Cuba,  aten- 
dida la  fecha  en  que  se  escribió.— Hoy  es  ciudad. 

Jaca. — (Véase  Guayayuco.) 

Jaojao,  Jaujau  (xauxau). — Pan  blanco  que  se  hacía  de  las  rai- 
ces llamadas  itavex,  dracoman — imbaja,  tabaja  ó  coro.  Extraído  el 
zumo  se  !pasaba  la  pasta  ó  residuo  por  un  burén  ysalia  el  pan. 
(Revue  Espagnole  ct  Portug,  tomo  1?,  significa  torta  grande  (Véase 
Labnsa. 

Jaya. — Tierra  ó  isla. — Kaya,  cayos,  hay,   guacu.  También  tie 
nen  otras  acepciones. — Java  es  el  nombre  de  un  ser  poderoso  de 
la  leyenda  de  Haití  sinónimo  de  laia. 

Jayá. — (Véase  Yuna.) 

Jayuya. — Un  cerro  en  Tuerto  Pico  donde  nace  el  rio  luabon- 

Jcjencs. — La  especie  más  pequeña  de  los  mosquitos  cuyas  va- 
riedades comprenden  desde  éste  casi  microscopio  hasta  los  lanceros 
y  zancudos  que  molestaron  á  los  descubridores  y  siguen  haciéndo- 
lo á  sus  descendientes. 

Jibabúco. — (Véase  Jabia.) 

Jícaros,  Xibaros,  Gibaros. — Pueblo  de  la  América  meridional. 
Según  las  Cartas  edificantes  á  que  se  relieren  los  adicionadores 
del  Diccionario  de  Morery,  eran  tan  bárbaros  que  los  españoles 
que  querían  doctrinarlos  se  vieron  en  la  necesidad  de  abandonar 
la  población  de  Sograma  que  con  aquel  objeto  habían  realizado  en 
las  montañas  inaccesibles  que  habitan. — Hice  el  Padre  Murillo 
que  los  criollos  y  mestizos  de  la  Española,  Puerto  Kico  y  otras 
islas  se  llaman  gibaros)  parece  que  sólo  ha  j)revalecido  ese  nom- 
bre, si  antes  fué  general,   en   Puerto  Pico,    en  el  campo. 

Jicaco. — Sinónimo  de  liicaco  y  por  consiguiente  de  icaco,  co- 
mo fruto. — Quebradura  ó  rio  de  Puerto  Pico  Seiba,  Tabanucos  y 
Piragua  que  riegan  la  jurisdicción  de  Patillas. 

Jicayá. — Ek)  de  Santo  Domingo. 

Jicara. — Aunque  el  señor  $oda  le  parece  sinónimo  de  higue- 
ra á  mi  me  parece  cosa  bien  diferente  y  palabra  no  oriunda  de 
Haití. 

Jigua. — En  composición  kologanjigua, — dedos,  en  Guamaca. 

Jiguani. — Oréese  que  fué  pueblo  de  indios:  lo  histórico  es  que 
el  indio  Miguel  Rodríguez  cedió  un  terreno  para  pueblo  y  se  edi- 
iieó;  pero  la  Real  Audiencia  de  Cuba  les  negó  posteriormente  el 
derecho  y  privilegio  de  naturaleza,  como  lo  trae  en  su  relación  el 


—  311  — 
señor  La  Torre.  Pero  llámese  pueblo  ó  agrupación,  fueron  indios 
que  habitaron  un  terreno  cedido  por  un  indio  y  no  por  el  gobier- 
no, que  señaló  á  los  naturales  do  aquella  parte  terrenos  al  Norte 
del  Bayamo;  como  en  la  parto  occidental  las  haciendas  de  la  Ca- 
noa y  algunas  otras.  El  Presbítero  Jerez  fué  ei  que  indicó  á  Ro- 
dríguez que  hiciera  la  concesión  de  los  terrenos  de  ó  i  guaní  -arri- 
ba para  que  se  poblasen  y  entonces  el  gobierno  lo  declaró  pueblo 
de  indios,  bajo  la  descendencia  del  Protector  de  indios  de  Bayamo, 
Aunque  sea  cierto  como  es  de  suponerse  (pie  haya  auto  acordado 
<pie  declaro  lo  contrario,  la  historia  demuestra  que  fué  pueblo  de 
indios  fundado  en  terrenos  que  concedió  no  el  gobierno,  sino  un 
particular  á  sus  compatriotas  de  raza. — Ei  señor '  Noda  sospecha 
(pie  Jiguaní  puede  signiíiicar  Rio-dcl-An<jet . 

Jiguabo. — Pueblo  en  donde  aún  había  indios  puros  en  la  Isla 
de  Cuba  en  el  Siglo  XIX. 

Jiconí. — Montana  en  Santo  Domingo. 

Jinia. — Rio  de  Haití. 

Jipatia. — Resfriado,  (Valverde). 

Jiña, — Fruta  silvestre,  (García). 

J  i  maní. — Loma  en  Santo  Domingo. 

Jipato. — Amarilloso,  pálido,  por  enfermedad:  hipa  |o  xipáj  es 
la  raíz  y  con  ese  nombre  se  ha  querido  americanizar  la  sífilis.  Se- 
gún Valverde  acaso  se  contundió  la  jipatía  con  la  sífilis  por  los 
contemporáneos,  atribuyendo  á  Margarit  x^or  los  síntomas  que  des- 
criben otra  enfermedad  distinta;  los  que  expone  se  le  parecen  al 
P,  Valverde  á  la  jipatía. — (América  vindicada  de  haber  sido  madre 
del  mal  venéreo.) 

'fio. — País,  (García). 

Jóbaba. — Koro-vara. — Cueva  de  los  padres  de  donde  salieron 
los  hombres.    (Rafinesque). 

Jobo  dulce. — Barrio  del  partido  de  Aguada  en  Puerto  Rico. 

Jobos. — Es  también  un  barrio  de  Guayama,  como  V aniel  y 
Guamaní.  Puerto  de  Borinque  Guayama..  Jobos  es  sinónimo  de 
kobos,  que  confundieron  los  españoles  con  inirabolams 

Jobabo. — Rio  de  la  provincia  de  Caribá  en  las  minas  de  Joba 
bo  (pie  ahora  se  pronuncia  así  y  se  escribía  antes  Robaba. 

Jojoto. — El  boniato  viejo  y  pasado,  ó  enfermo:  estonces  enju- 
to y  seco. 

Jobosí. —  Es  nombre  qué  se  ha  dado  alguna  vez  al  perro  mu- 
do, que  los  había  en  (Juba  y  Santo  Domingo.  El  señor  Guridi  lo 
usa  escrito  con  z. 

Jovava  Boina. — Cueva,  de  donde  salió  el  sol  \  traduce 
Rafinesque,  Jehová  solar.  Paul  llama,  al  sol  ¡loriad  y  El  es 
hijo. 

Josibí. — Cuadrúpedo  en  Santo  Domingo.  (García.) 

Jovana,  Jobana. — Lo  mismo  que  Tooahuma. 

./acato,  ( 1  acato. —  Bolsa  ó  saco. 

Julos. —  Perros  mudos  de  Haití,  muy  lides  pero  sin  voz.  {Be~ 
vue  T8sj>agn¡  Portutf.,  í.  1") 


—  312  — 
Jucuna. — tino  de  los  cuatro  grandes  ríos  de  Haití,    (llalli  es- 
cribe y  acentúa  Pedro  Mártir,) 

Iv. 

Esta  letra  que  debia  figurar  en  toda  las  combinaciones  con 
las  vocales,  en  el  sonido  de  </,  como  lo  lia  lieclio  Schombnrgrli  en 
las  lenguas  de  Guayana,  apenas  se  lia  conservado  en  las  voces 
que  nos  quedan  de  los  tainos. 

Karapat. — Es  el  piojillo  de  las  aves,  según  Deseourtilz,  (pág. 
371,  t.  2  de  los  Viajes.) 

Kaya,  Khaya. — Lo  mismo  que  cayos,  tierras. 

Kuca. — Debe  ser  yuca,  y  por  error  de  letra  se  lee  en  las  cartas 
de  Vespució,  pág.  37,  edic.  de  Florencia,  por  Oanobay  (1811)  <¿el 
loro  comune  uso  e  mangiare  usano  una  radice  de  un  atbore,  della 
cuale  fauno  fariña  ed  6  assai  buona  et  la  chiamano  Kucaet  altre 
le  cliiamano  cazabí  et  altre  ignamí."  Como  se  vé,  aquesta  todo 
mezclado  y  confundido. 

L. 

Labuya. — Pueblo  en  Eyeri. 

Labusa  (Lebisa). — Todavía  llaman  en  Puerto  Príncipe  guázu- 
ma  aunque  pronuncian  como  s  la  z  que  escriben,  y  no  guáeima,  co- 
mo en  el  occidente:  sucede  así  con  lebisa  que  lo  vemos  escrito  de 
los  dos  modos.  "Unos  cueros  de  pescados  pegados  á  una  piedra 
sobre  la  que  rayaban  la  yuca."  Este  aparato  lo  describe  Las  Ca- 
sas (pág.  312,  t.  Y  de  su  Historia.)  Las  tortas  de  casabe  que  con 
él  liacian  se  llamaba  JZauxau;  con  piedras  comunes  hacían  tortas 
más  grandes  para  mantenimiento  común.  Llamaban  labuza  ó  le- 
bisa al  instrumento  y  á  los  cueros  con  que  se  hacían. 

Lambi. — Caracol  de  mar,  que  contiene  un  gran  molusco  que 
aún  se  conie  en  las  Bahamas:  la  concha  sirve  de  instrumento  so- 
noro, que  es  el  fotuto.    (Véase  Guamo). 

Lares  de  Guama. — (Beza.) 

Laruna. — Árbol  cuyas  hojas  son  blancas  por  la  parte  inferior 
sinónimo  de  y  agruma. 

Lerin. — [Véase  JÁren  y  Yantas.] 

Li. — El,  lo,  ello. 

Liar i . — Mujer  en  Eyeri. 

Libón. — "Bio  tributario  de  Artibonico." — Haití, 

Libuza. — Lebisa. 

Liela. — Título  de  Dios  que  supone  Eafinesquo  análogo  á  El  y 
á  Cielo:  es  sinónimo  de  sida.  (Véase  Atabex.) 

Ligua/ni. — Territorio  de  Jamaica,  luego  hato,  célebre  por  el 
número  de  ganados  que  criaba,  pues  en  cuatro  meses,  dice  Lecf- 
gewicke,  que  los  soldados  ingleses  mataron  20000  reses. 

Liren,  lairen,  yeren.  —Son  nombres  diversos  de  la  misma  co- 
sa, que  es  una  raiz  comestible,  de  una  maranta.  Cree  que  son  pa- 
tatas especiales  Brasseur  de  Bourborg,  pero  se  equivoca. 


Li8081  xureles,  pargos,  mojarras,  cazones.— Son  los  uombres 
coa  que  principia  el   Padre   Las  ('asas  su  enumeración  de  peces 

antillanos.  En  cnanto  á  las  lisas,  dice  Herrera  que  había  infinitas 
(escribía  con  c  la  palabra  Uvas  Jen  Cuba,  especialmente  en  Sagú  a, 
como  en  la  Española,  en  Puerto  Rico  y  en  otras  palles  en  donde 
las  tenían  en  grandes  corrales,  según  dije  antes  de  las  tortugas, 
Bate  sistema  de  tener  depósitos  de  peces  en  Cuba  se  conservo 
hasta  principios  del  siglo  wni,  aunque  se  limitó  el  derecho  á  los 
que  obtenían  la  exclusiva  explotación. 

Lisey. — Rio  en  Haití. 

Loouyos. — Lo  misino  (pie  cocuyos  ó  cucuyos.  Es  singular  loque 
sucedió  en  el  siglo  pasado  sobre  el  nombre  de  este  luminoso  esca- 
rabajo. En  el  interesante  periódico  publicado  en  Madrid  con  el  tí- 
tulo de  Variedades,  al  principio  del  siglo  actual,  en  donde  se  pu- 
blicaron artículos  de  Quintana,  acaso  los  primeros  que  escribía, 
se,  insertó  la  Historia  del  Cocuyo,  ó  su  noticia  descriptiva.  (Nu- 
mero XVIil).  Fué  el  caso  aludido  (pie  un  escritor  francés  tradu- 
ciendo a  Herrera,  donde  dice:  "Tomábanles  de  noche  con  tizones, 
porque  acudían  á  la  lumbre  y  llamándoles  por  su  nombre  acudían 
y  son  tan  torpes  que  en  cayendo  no  se  podían  levantar."  El  tra- 
ductor creyó  que  la  palabra  acudían  era  el  nombre  del  insecto  y 
no  un  verbo  castellano:  llamó,  pues,  acudían  á  los  cocuyos  y  el 
nombre  pasó  al  Diccionario  de  Mr.  Eouretier,  de  la  Academia 
Francesa;  al  Dice,  de  Trevoux;  al  de  Historia  natural  de  Valmont 
de  Bomare,  etc.,  etc.  Al  publicar  la  Academia  Española  su  Dice, 
de  1770  hizo  la  advertencia  y  sustituyó  á  Acudían  el  Locuyos  de 
Herrera.  Las  Variedades  al  ocuparse  de  este  quíd-pro-quo  censura 
al  autor  de  la  carta  de  Paracuellos  la  dureza  con  que  trata  al 
francés  de  la  equivocación:  y  dice  que  mejor  hubiera  sido  que  el 
censor  superase  á  Herrera  con  una  buena  descripción  que  aun  no 
se  había  hecho  después  de  aquel  insigne  escritor.  Hé  aquí  expli- 
cado el  supuesto  insecto  Acudían  que  llevó  por  algún  tiempo  el 
cocuyo  y  ha  pasado  al  panteón  de  las  razas  extinguidas. 

Loma  del  Indio. — Así  se  llama  una  eminencia  próxima  á 
(luanabacoa.  Dicen  que  la  habitaba  un  indio  llamado  Jusepe  Bi- 
chat,  en  donde  fundó  una  ermita.  Allí  se  le  apareció  Jesucristo 
y  comenzó  á  hacer  milagros  adorado  por  su  íiel  servidor.  Es  el 
origen  de  la  imagen  del  Señor  del  Votosí  que  se  venera  en  Guana 
bacoa:  los  R.  P.  Dominicos  creen  que  conservan  en  su  iglesia  la. 
efigie  aparecida  y  otros  creen  que  está  en  la  actual  ermita  del 
Potosí:  aíío  1665.  Yo  me  ocupé  de  este  asunto  en  la  biografía  que 
escribí  del  Vadre  Santo,  que  se  ha  reimpreso  varias  veces. 

\i')'íh¡Ho. — En  los  tiempos  «de  la*oonquista  de  Borinquen  se 
llamó  asi  \\n  monte  en  donde  se  escondía  un  casique  (pie  privaba 
del  sosiego  á  los  invasores,  y  con  continuas  revueltas  iba  y  venia 
á  la  montaña  en  donde  se  ocultaba. 

\  Atrenzo  (Diego).  —Canónigo  de  Cabo  Verde  qué,  según  una 
descripción  hecha  de  la  Isla  de  Puerto  Etico  en  L582.  [La  América 
núm.  1  del  año  IX)  fué  el  que  llevó  á  la,  isla,   las  gallinas  guineas 


—  314  — 

y  los  cocos  (año  1549)  y  ensenó  á  usar  los  ingenios  de  agua  para 
moler  caña. 

\¡uca. — Lo  mismo  que  yuca,  como  raiz  y  significando  blancura. 
Liucayos  ó  Yucayos. — "Se  llamaban  de  los  indios  lacayos  las 
islas  que  están  al  Norte  de  San  Juan.  la  Española  y  Cuba,  que 
ninguna  está  poblada  de  castellanos  y  se  llaman  así  de  únala  más 
septentrional  que  se  denomina  hucayonerjue  ó  Yucayoncguc,'7  a  en 
ya  parte  occidental  está  situada  la  isla  de  Bahama  de  que  toma 
nombre  el  canal  entre  ella  y  Florida  y  los  Mimbres  (bajos  do  los 
"Mimbres  dice  el  impreso)  en  donde  es  tanto  el  ímpetu  de  las  aguas 
que  apenas  pueden  dominarlo  las  naves  en  dirección  al  Bóreas, . . 
Los  bajos  del  Bimini  se  llaman  así  porque  en  medio  de  ellos  está 

Bimini,  con  cinco  leguas  de  largo y  fué  la  que  indujeron  á 

poblar  á  Juan  Ponce  de  León Abaco  de  doce  leguas  en  medio 

del  bajío;  Ciguateo  de  veinticinco  leguas;  Cenateo  pequeña;  (Utmu 
ma  de  quince  leguas,  y  junto  á  ella  Guanaharií  primera  tierra  que 
descubrió  Colon  á  quien  denominó  San  Salvador  [y  á  lo  que  dice  el 
P.  Muxillo,  agrego  yo  para  la  cuestión  histórica,  que  "la  trae  de- 
lineada Mallet"]  Turna  6  Isabela  veinte  leguas;  Yumito  quince  le- 
guas; Samaná  siete  leguas  de  travesía  entre  Yumito  y  Guanímú; 
Triángulo  ocho  lenguas  de  largo;  Tabaque  de  diez  leguas;  Mira- 
poreros  tres  islitas;  Mayaguana  veinte  lenguas;  Y nagua  diez  le- 
guas; los  Caicos  isla  de  cinco  leguas,  y  al  Norte  Ilamaná  y  Qomi- 
ba;  Macarey  cercado  de  bajíos,  y  Abreojo,  bajío  de  quince  leguas.'7 
(Herrera  Novas  Orbis  [1622]  cap.  III,  f,  7  y  vuelta.)  Sólo  he  su- 
primido los  grados. 

Los  lucayos  tenían  pobladas  todas  las  islas,  cosa  que  ni  la 
dominación  española,  ni  la  inglesa  posterior,  han  podido  reponer: 
son  por  millares  las  islas  y  los  cayos  de  las  que  hoy  se  llaman  las 
Bahainas.  Cuando  estuve  en  Nassau  es  1870  á  1871  tome  datos 
estadísticos  oficiales,  de  los  cuales  resultó  que  había  24  islas  (><>! 
cayos  2,387  arrecifes.  De  las  19  islas  pobladas,  las  mayores,  la 
menor  de  milla  y  media,  en  una  superficie  de  4,424  millas,  era  muy 
desigual  la  densidad  de  la  población:  en  todas  las  19  citadas  islas 
habia  35,287  habitantes,  y  era  inapreciable  por  la  exigüedad  lo 
del  resto.  No  se  hacia  en  lo  publico  diferencia  de  colores  ni  razas, 
pero  era  una  cosa  notoria  que  habia  una  tercera  parte  sólo  de 
blancos.  Los  indios  tenían  habitadas  y  conocí an  por  sus  nombres 
á  más  de  cien  islas  y  cayos  y,  según  Herrera,  de  ellas  extrajeron 
los  españoles  más  de  4Ó,00()  indios  como  esclavos  para  otras  colo- 
nias. Cuando  el  Ldo.  Figueroa  demostró  que  no  eran  caribes,  ya 
fue  tarde;  el  venerable  Las  Casas  fundado  en  que  eran  indios  pa- 
cíficos, tainos,  acusó  á  los  jueces  de  la  Española  que  consentían 
los  saltos  que  hacían  en  ellas  para  proveerse  de  esclavos  los  es - 
panules.  Era,  como  ya  hemos  «lidio,  de  la  misma  raza'  que  los  de 
las  islas  mayores. 

Zuqnillo.—Es  el  nombre  que  ha  prevalecido  en  Puerto  Pico 
en  lugar  de  Loquillo.  Hay  un  rio  así  llamado 


—  315  — 

M. 
Ma. — (¡raudo,  ancho. 

Madobomaca. — Gasique  de  Borinqueu  que  se  señaló  en  la  re- 
belión de  Agúeinabá. 

Mabú. — Barrio  de  Puerto  Bico.  (Véase  llumaco.J 
Mabuya. — Espíritu  malo.  El  diablo:  también  mapoyá.  Lagar- 
tija de  las  nocturnas  ó  salamanquesas. 

Maca. — La  cotorra  en  Cuba  y  Aragua.  La  fuente.  Macama- 
guaua  es  frase:  Xo  está  aquí.  (B.  de  BourbongO 

Macaban. — "Rio  tributario  del  Yaqui" — Santo  Domingo. 

Macaca. — Poblado  y  puerto  de  Cuba:  era  también  provincia: 
allí  desembarcó  Ojeda.  Estaba  cerca  deBayamo  y  aun  creen  al- 
gunos que  en  esa  provincia  estuvo  primero  Bayamo:  y  plagada  de 
hormigas  abandonó  ese  sitio  y  se  trasladó  á  donde  hoy  existe. 
Contra  esta  tradición  esta  el  Ldo.  La  Torre,  por  razones  de  lo- 
calidad que  expresa. 

Macaco. — Cotorra . 

Macaguaro. — Planta  en  Santo  Domingo,  (García.) 

Macabuca. — Sin  cuidado,  alegre. 

Macao.— Crustáceo,  fpagurus  grauulatus). — En  Santo  Domin- 
go una  punta  de  la  Isla. — Cree  el  Sr.  Gunlaeho  que  hay  de  aque- 
llos crustáceos  terrestres  y  marítimos. 

Macaones. — Tubérculos  alimenticios,  (Véase  Ages.) 

Macocacl. — El  guardián  de  las  cuevas  en  que  se  encerró  Gua- 
goniana  con  los  hombres  y  fué  convertido  en  roca  por  haberse 
descuidado  en  su  empleo  y  dejado  infringir  los  preceptos  del  sol. 

Macana. — Arma  ofensiva  formada  de  madera  dura,  y  aun  es- 
pinas, y  pedernales  incrustados,  como  clava  que  usaban  los  indios 
Se  conserva  en  Cuba  respecto  de  los  bastones  gruesos  del  campo. 

Macana. — Nombre  indio  de  un  barrio  de  Peñuelas,  Puerto  Ei- 
co, que  tiene  el  mismo  origen  que  los  siguientes:  Jagua,  Ausabos, 
Seiba  y  Táyaba. 

Macamca.— Provincia  de  Haití  y  además  con  la  propia  ini- 
cial: Macorix,  Maya,  Mayaguarita,  Manahabo,  Mauabqjao,  Ma- 
nen, Mabicarao. 

Macanea. — Cuchilla  de  Macanea  en  Puerto  liico. 

Macagua. — Un  árbol. 

Macaguaniga. — Eio  de  la  provincia  de  Baracoa  que  citan  los 
cronistas  y  aun  conservan  su  nombre. 

Macaones. --(Vésase  Cabaicos.) 

Maco. — Un  caracol  de  cuya  concha  usan  las  mujeres  para  ali- 
sar sus  costuras  y  bordados.  El  Sr.  Pichardo  dice  que  se  dá  esc 
nombre  en  otras  partes  al  sapo  y  á  un  árbol. 

Macayaí — Montaña  dominicana. 

Macoan. — Yerba  que  comían  los  haitianos  antes  de  conocer 
la  yuca. 

Macorix. —  Provincia  de  la,  isla-  de  Haití.— Se  llamo  asi  tam- 
bién una  fuente. 


—  316  — 

Macuaque. — Rio  tributario  del  Macorix,  Santo  Domingo. 

MacuseL— Planta  que  según  el  Lelo.  Pedro  Nolasco  de  Al- 
mauza  que  recomienda  el  Chimó,,  extracto  de  tabaco,  es  semejan- 
te en  las  hojas  al  Guaguí  y  es  parásita.  Tiene  á  su  parecer  y  con- 
forme su  práctica  virtudes  para  curar  envejecidas  enfermedades. 
(Gaceta  de  Puerto  Rico  4  de  Agosto  de  1841.) 

Ma-Cubck — Mujer  del  Casique  que  fundó  el  pueblo  de  Caney. 

Macurabo. — Barrio  de  San  Germán  en  Puerto  Rico. 

Macuriges,  indios. — En  un  expediente  formado  sobre  reduc- 
ción de  indios  se  llaman  maou  riges  los  reducidos  por  varios  caudi- 
llos de  las  primitivas  familias  de  la  Habana.  Es  hoy  territorio 
en  Cuba  y  en  ella  existe  el  condado  de  Macuriges  cuyo  título  se 
dio  á  D.  Lorenzo  Montalvo. 

Maga. — Árbol  que  en  1582  se  destinaba  para  muebles  en  Pto. 
Rico,  que  tira  á  negro  y  echaba  grandes  flores  de  color  de  rosa. 
(La  América  año  1805,  núm.  1°) 

Maga,. — Caoba  de  Borinqueu.     ¿Será  el  anterior? 

Magua. — Negación,  no,  según  dice  Brasseur  de  Bourboug. 
En  Cuba  es  voz  usual  magua;  y  acaso  sea  indígena  puesto  que 
indica  desencanto,  desconcierto,  chasco:  "tengo  magua  de  que  no 
haya  resultado  tal  cosa,"  y  aun  se  ove  el  verbo  maguar,  porque 
hay  personas  que  se  maguan  ó  han  manguado.  (Véase  Daíguasi.) 
"Tierra  llana,"  según  García. — Perder  en  lengua  goagira. 

Magua. — Vega,  llanura  significa  la  palabra,  pero  en  especial 
se  llamó  así  la  llanura  en  que  estaba  uno  de  los  reinos  de  Haití, 
cuyo  pueblo  principal  se  deuominó  Maguana. 

Magua,  La. — Areito  de  la  Magua  eran  los  bailes  del  reino  de 
Marionex.  Este  enseñó  á  Mayobanex  esos  bailes  y  fué  una  de 
las  razones  que  alegó  para  no  entregarlo  á  los  españoles.  (Véase 
Mayobanex.] 

Mag  naca. — [  Vé  ase  Yun  a . ) 

Maguacoquio,  Maguacocliios.  —  1&\  hombre  vestido:  así  llamaron 
á  los  europeos  y  con  aquel  nombre  profetizó  Guainaonocon  la  ve- 
nida de  los  españoles,  en  el  areito  que  cantaban  los  haitianos  y 
contenían  las  tradiciones  de  los  casi qu es. 

Maguana.  La  provincia  de  Sibao  y  corriente  de  Atibonico. 
(Véase  Cao  nabo.] 

Maguanos^ — Es  provincia  de  Cuba  cercana  á  Macaca. 

Maguei,  Magueheik. — Planta  textil  cuyo  nombre  conservaron 
aplicada  á  una  planta  de  las  agaves.  También  se  dio  ese  nomine 
en  México  á  la  planta  y  á  la  tierra  sembrada  de  magueyes.  (Zu- 
rita pág.  87,  t.  11  Les  voy  ages  etc.  de  Ternaux  Compan.)  De  ma- 
nera que  en  las  Antillas  era  ó  la  planta  de  que  se  saca  el  heniquen 
ó  pita,  ó  el  tambor  de  madera  hueca  que  se  tocaba  con  un  palo  y 
ya  queda  descrito,  y  conducían  los  casiques  y  tocaban  en  los  arei- 
tos  á  cuyo  compás  bailaban  y  cantaban  los  concurrentes. 

Magueyes.  —Barrio  de  Ponce  en  Puerto  Rico  que  además  con- 
servan á  Tibes,  Bayagan,  Guano,  Sabanetas,  Bucaná  y  Bejo  blan- 
co. 


—  317  — 

M.agon  y  Ornofay. — Lagares  que  cita  Colon,  pero  que  debió 
ser  ana  de  sus  ilusiones  de  hallarse  en  la  India  Oriental:  la  carta 
de  Toseanelli  que  copia  el  Señor  Navarrete,  le  habla  de  Mogón  ó 
Mango  y  Catay  y  Quisay.  La  geografía  antigua  de  Cuba  tiene 
que  ocuparse  de  estas  palabras  eu  beneficio  de  (a  verdad  histórica 
pero  negando  la  exactitud  filológica. 

Maguayo. —  Barrio  de  Cangrejos  en  Puerto  Rico. 

Ma'haiton. — Monte  de  Haití. 

Mahiz,  maiZy  maize,  maci,  maiji,  min/z,  maici. — En  todas  esas 
formas  se  ha  escrito  el  nombre  niais.  Maiji  lo  llama  deBry.  (País. 
9,  America  libro  1,  cap.  XVI,  pág.  195),  pero  de  Bry  copia  la  His- 
toria Natural  y  Moral  del  I*.  Acostar,  que  escribió  los  primeros  li- 
bros en  latín  y  tradujo  él  mismo  luego  al  castellano.  DeBry  según 
su  costumbre,  y  la  que  más  tarde  siguió  su  viuda,  no  pone  el  nom- 
bre de  Acosta  en  el  libro:  pero  Acosta  escribía  maíz,  y  Acosta  tuvo 
la  suerte  de  ser  elegido  por  la  Academia  para  trasladar  á  su  diccio- 
nario el  maiz,  la  ceiba  etc.,  autorizando  así  el  uso  de  la  z  y  de  la  c. 
(  asi  todos  los  extranjeros  escriben  mais  conservando  la  pronun- 
ciación india:  los  franceses  han  tenido  que  usar  de  la  diéresis  pa- 
ra no  pronunciar  mes.  Los  portugueses  escriben  así  la  palabra 
mais  y  la  acentúan  en  la  última:  mais,  que  es  como  se  pronuncia 
por  todos  menos  por  algunos  mexicanos  que  dicen  máis,  \)ov  la 
misma  razón  que  los  vizcaínos  pronuncian  páis  por  país.  Los  bra- 
sileros lo  llaman  pyryf  porque  como  observa  Benzoni,  mais  es  hai- 
tiano. Larramendi  cree  que  la  palabra  mais  la  impusieron  los 
vascongados  a  la  planta,  porque  al  ver  la  mazorca  con  tantos 
granos  la  denominaron  maiz,  porque  esta  palabra  es  en  vascuen- 
sc  lo  misme  que  mucho  en  castellano;  pero  Oviedo,  como  otros,  di- 
ce que  es  voz  americana  de  Haití,  si  bien  se  pronunciaba  mais  i, 
lo  que  ratifica  su  editor  en  el  índice  de  la  Historia.  Yo  publiqué 
en  el  Faro  Industrial  de  la  Habana,  un  artículo  sobre  filología 
acerca  de  esta  palabra.  Se  llamó  en  Europa  grano  turco.  "Traje- 
ronle  desde  Indias  la  primera  vez  á  Guipúzcoa;  y  lo  trajo  Gonza 
lo  Percaistegui." — Larramendi  Corografía  de  Guipúzcoa. 

Mahogani.  —Según  Herrera,  es  el  nombre  que  se  daba,  por  al- 
gunos á  la  caoba:  ha  prevalecido  aquel  entre  extranjeros. 

Maima. — Lugar  en  que  residió  en  Jamaica  Colon  cuando  Die- 
go Méndez  fué  en  una  canoa  á  Santo  Domingo  en  busca  de  socor- 
ros y  los  mandó.  (Testamento  del  dicho  Méndez,  L538.)  Notas  de  la. 
traducción  inglesa  del  Cap.  Mayor,  (Selet  letters,  of  C.  Colombus,) 

M.aic(. — lia,  punta  Oriental  de  Cuba  parte  de  la  provincia,  de 
ese  nombre.   En  ella,  se  posesionió  llatiie.v,  (Véase  Hatuey.J 

Mairení. — "Cacique  subalterno.11  [(Jarcia. | 

Maíz. — Una  de  las  formas  de  que  se  ha  asado  para  expresar 
ese  grano.  Mártir  de  Angieria  notó  que  los  granos  del  mais  eran 
blancos  cuando  está  tierno  y  que  son  negrísimos  cuando  está  ma 
dura.  El  Sr.  Poey  piensa  que  el  cultivo  parece  que  los  lia  vuelto 
rubios:  acaso  fué  mala  observación  del  cronista  o  examino  una 
variedad,  no  el  común. 


—  318  — 
Maiabon  ó  Mai/abon.— Aunque  existe  un  hato  llamado  Maya- 
bon}  fué  nombre  de  uua  provincia  cercana  á  Bayamot, 

Matea. — Yuca  en  los  dialectos,  si  guiñea  así  misino  bosque. 
Mal  nía. — Pueblo  de  Jamaica,  cerca  de  lo  que  ahora  se  llama 
bahía  de  Santa  Ana. 

Maineni — Jete  haitiano  que  se  mató  arrojándose  sobre  uua 
roca  por  no  ser  preso  por  sus  enemigos. 

Mdkmauau. — Instrumento  de  música  como  tambor.  (Ii.  de  T». 
ü&aisi. — Es  lo  mismo  que  Maici  escrito  con  el  sonido  indio. 
Maijjc.—  Provincia  de  Cuba;  que  por  inferencias  coloca  el  Sr. 
L%  Torre  entre  Guaiinuya  y  Bayamo. 

Majafjua,  Mahagua,  Demajagua. — Planta  textil  y  de  construc 
cion.  (Véase  la  sec.  oa)  Hay  un  barrio  en  Puerto  Pico.  [Véase 
Maunaba.}    Una  hacienda  y  territorio  en  Cuba, 

Ma/ibacoa. — "Planta  silvestre  en  Santo  Domingo.'1    (García.) 
Majá. — Es  estar  triste  en  la  lengua  guajira:   ¡najúa  en   Cuba 
un  pescadillo,  la  menor  de  las  sardinas  que  se  comen. 
Mamá. — Madre. 

Mamey, — Es  nombre  indio  de  dos  especies  de  frutales:  ma- 
mey amarillo  ó  de  Santo  Domingo,  y  coíoiado.  Es  singular  que 
su  sílaba  segunda  mey,  me'i  es  nombre  de  la  fruta  del  árbol  del 
Pan  en  Talmata,  Si  ma  significa  grande  ¿no  será  ma-mey  lo  mis- 
mo que  frvita-granüe%  Es  el  fruto  más  grande  de  Indias  si  se  ex- 
ceptúa algunas  guanábanas.  El  nombre  asiático  lo  he  visto  en  la 
Ecvue  Moderne  (pág,  318,  año  1867,  t.  5°)  Los  terrenos  de  Haití 
i tácia  el  Cayo  Tiburón  están  cubiertos  de  mameyes,  y  por  eso  co- 
locaron allí  los  indios  el  Paraíso,  por  creer  que  era  el  alimento  de 
los  muertos:  otros  decían  que  era  la  guanábana.  (Pedro  Mártir, 
entre  estos.)  La  semilla  del  mamey  colorado  que  se  llama  ¿apote 
en  Centro  América  es  un  ramo  de  comercio  Como  comestible  y  se 
llama  sapuyol.  [Juarros,  Jlist.  de  Guatemala  t.  I,  pág.  17.] 

Mambí. — Está  palabra  se  conserva  en  Santo  Domingo  y  so 
vulgarizó  durante  la  última  guerra  con  España  y  pasó  á  Cuba 
aplicada  á  los  insurrectos,  cu  doude  publicaron  éstos  un  periódi- 
co con  ese  nombre.  En  el  diccionario  de  la  lengua  brasílica  del 
Sr.  Pranea,  (pág.  97  j  he  encontrado  la  palabra,  que  significa  oreja: 
Coino  se  llaman  orejanos  á  los  animales  simarrones  de  crianza  en 
Cuba  antes  en  Santo  Domingo,  por  no  tener  cortes  ó  señales  en 
las  orejas,  acaso  de  ahí  provenga  el  nombre  suponiendo  á  mambí 
la  significación  del  Brasil.  En  algún  diccionario  español  so  lla- 
ma mabís  cierto  alimento.  (Véase  .Lambí).  Los  que  en  Cuba  han 
Usado  esa  palabra,  creen  que  es  un  árbol  silvestre  de  Santo  Do- 
mingo, ramoso  donde  se  ocultaban  los  dominicanos  y  hacían  fue- 
go. D.  Antonio  González  escribió  un  folleto  Los  Mambises  (187  i 
Madrid)  y  dice  que  son  varias  las  etimologías  de  la  palabra:  para 
uuos  es  el  nombre  'con  que  se  llamaban  los  indios  rebelados  con 
ira  los  casiques  que  se  ocultaban  en  los  bosques:  otros  que  el  nom  - 
bre  de  un  pájaro  acaso  corrupción  de  malvís,  que  jamás  sale  del 
bosque;  otros  que  es  compuesto  de  man  hombre  y  bis  dos  veces 


—  319  — 
Esta  última  os  la  monos  sos  temible  para  mí,  aunque  el  escritor  es 
paüol  hasta  nombra  á  los  que  le  dieron  estas  explicaciones  oslan 
do  prisionero  durante  la  guerra  oivil  terminada. 

Mam  i. — Pequeña  bahía  de  Jamaica  cerca  de  donde  estuvo 
Nueva  Sevilla,  destruida  por  una  revuelta  dé  naturales.  Así  lian 
I  rastornado  la  palabra  mamey. 

Mamona. — Eterno,  título  dado  á  Dios,  según  Pedro  Mártir. 

Mana, — Moviéndose,  movimiento. 

Mañoca, — Una  variedad  de  las  palmas. 

Manacuá. — Comarca  dominicana. 

Mámele. — Palma  dominicana.  (García ). 

Managua. — Palabra  que  se  encuentra'en  América,  y  aun  en 
África;  un  fruto  muy  apreciado  en  Santo  Domingo,  según  Oviedo; 
territorio  en  Cuba  en  donde  hay  pueblo;  quiero  decir:  ¿qnién  esl 
en  lengua  rifeña  en  África. 

Manaínneos. — Bateas  formadas  de  las  yaguas  ó  vestiduras 
del  racimo  de  la  palma  y  ora  el  tipo  do  medida  do  los  naturales, 
según  Oviedo.  En  Cuba,  ¿será  sinónimo  imnaguaoot  (Véase  la 
sección  oa) 

Manatí. — Este  conocido  animal  lo  recuarda  la  histoiiu  de  la, 
conquista  por  las  circunstancias  de  que  habiendo  pescado  uno  pe- 
queño los  indios  del  valle  dcMatax  ó  de  Caramatex  allí  lo  hizo  es- 
te alimentar  con  pan  ymais  y  con  yuca:  venia  á  tomar  el  alimento 
cuando  se  le  llevaba;  era  tan  manso  que  permitía  se  montaran  en 
él  y  pasaba  de  un  lado  á  otro  á  los  indios.  Allí  vivió  hasta  que  en 
un  huracán  fué  arrebatado,  lanzado  al  mar  y  no  se  volvió  á  ver. 
El  lago  se  llamaba  Maguana  donde  tenia  su  palacio  Caramatex 
con  infinitas  habitaciones:  usaba  las  mejores  redes,  siempre  diver- 
tido en  la  pescará  ese  lago  fué  donde  hizo  llevar  el  pequeño  ma- 
natí, objeto  de  la  admiración  luego  por  su  mansedumbre  y  domés- 
t  icacion,  Salia  cuando  se  lo  llamaba,  sacando  la  cabeza  fuera  del 
lago. — 'Pueblo  y  rio  caudaloso  de  la  costa  oriental  de  Puerto  Rico. 

Manato. — Lo  mismo  que  manatí:  suponen  los  anotadores  de 
los  Documentos  inéditos  del  Archivo  de  ludías  (pág.  442  t.  \)  que 
es  derivación  de  mano,  por  tener  el  manatí  solo  dos  manos  delan- 
teras. No  me  parece  muy  á  mano  la  derivación.  |  Véase  Mato*] 

Manga  nagua. — Sitio  de  Santo  Domingo. 

Manicato. — Significa  esforzado,  según  Oviedo;  aunque  Las 
Casas  niega  la  ocasión  en  que  usa  esa  palabra  el  cronista.  Era 
también  nombre  de  un  hijo  del  casique  Caonabo. 

Maniel. — Valle  do  UaitL cerca  de  Pañí  [parte  española.] 

Maniatué. —  Tu  casique  cuyo  nombre  trae  el  Paire  Paño  al 
bu  do  su  relación. 

ManatUábon. — Rio  aurífero  de  Borinqueií,  que  enseñó  a  los 
españoles  Agueybana . 

Manaia — Cuchilla  de  piedra:  con  ella  abrieron  la  espalda  a 
Cara  car  acoel  cuando  le  sacaron  la  tortuga  hembra,  También  se 
escribe  Manaya. 

Manaia  Tiunel. — Casique  que  reinaba,  en  e!  lugar  donde  esta* 


—  320  — 
la  cueva,  de  Yobanaboina  de  donde  salieron  el  sol  y  la  luna.   Ma- 
niquineq  lo  llama  Pedro  Mártir;  escrito  á  la  italiana  ManicMnecJr, 
y  el  Padre  Pane  Oiououana  ala  misma  cueva  escribiendo  á  la  pro- 
venza!  con  u  en  lugar  de  b. 

Manga. Territorio  de  Sibao,  Haití. 

Mangad. — Oasicazgo  en  Haití. 

Mangle. — Árbol  de  las  playas  de  Cuba  sobre  cuyas  raices  dor- 
mían los  españoles.  (Herrera.)  Las  raices  forman  efectivamente 
cercados  que  se  elevan  del  suelo  á  altura  conveniente. 

Maní,  Manní. — Fruto  que  se  recoje  debajo  de  la  tierra:  caca- 
huet  en  México  y  en  Valencia  donde  se  ha  generalizado  su  uso: 
Pea-nut  en  los  Estados-Unidos  donde  se  hace  muchísimo  consu- 
mo. Las  Casas  dice  que  es  ni  más  ni  menos  que  la  avellana  sin 
cascara.  Manobí  se  llama  en  el  Brasil.  "Es  bastante  notable,  dice 
llumboldt  que  el  nombre  maní  que  oí  en  boca  de  los  indios  gali  • 
bis,  se  haya  encontrado  en  Ja  vita  á  300  lenguas  de  la  Guayana 
francesa,"  La  palabra  maní  es  sánscrita  en  sentido  de  joya:  el  bi 
bliófilo  Jacob.  (Enigmes  et  DecouvcrU,  pag.  342)  trae  un  verso  de 
una  oración  que  traduce: 

"Oiri  mani  padmi  houin!" 
¡O!  la  joya  en  el  lotus,  amen." 

t 

Atañí  es  lo  mismo  que  señor  en  Angola;  maní— maní  es  una 
especie  de  batata  en  Filipinas  (Prevost  y  Diaz  Arenas)  Una  le- 
yenda del  Brasil  dice  que  Mani  era  el  nombre  de  una  linda  joven 
en  cuya  sepultura  nació  la  planta  que  lleva  el  nombre  ahora.  Aun 
hay  otra  planta  de  que  habla  Bompland  que  lleva  ese  nombre  y 
cree  que  es  la  moronobea  coccínea. 

Manatibel. — Nombre  de  un  casique  antillano. 

Manicarao. — La  primera  encomienda  de  indios  que  eoncedió 
Velazquez  á  Hernán  Cortés,  vecino  de  Santiago  en  Baracoa,  com- 
pañero de  Juan  Xaarez,  su  cuñado.  Cortés  se  ocupaba,  como 
subalterno  de  Miguel  de  Pasamonte  de  los  Quintos  del  Rey.  Fué 
el  primero  que  en  Cuba  crió  ganados  poblando  haciendas  y  estan- 
cias: sacó  mucho  oro  y  se  hizo  pronto  muy  rico,  su  inteligencia 
era  vasta  y  muy  dispuesta,  hasta  para  la  dirección  de  edificios, 
pues  lo  acreditó  en  los  de  la  fundición  y  casa-hospital.  La  histo- 
ria se  hizo  luego  cargo  de  sus  hazañas  para  presentárnosle  como 
uno  de  los  más  grandes  capitanes  y  conquistadores. 

Manicanao. — Parece  que  es  el  mismo  Maricanao,  pues  no  hay 
otro  nombre  por  es  rumbo  que  indican  las  crónicas. 

Manicatex,  Manicatexio. — Según  unos  general  en  jefe,  según 
los  más  casique,  hermano  de  Caonabo,  Figura  su  nombre  en  las 
crónicas  al  lado  de  Guarionex  como  auxiliares  de  los  españoles 
hasta  contribuyendo  á  su  manutención  con  casabe  y  bastimentos 
en  la  escasez  que  produjo  el  voluntario  abandono  de  los  campos 
de  labranza  por  los  indios  (1494 ).  Luego  aparece  como  hostil  des- 
pués de  la  prisión  de  Caonabo  su  hermano  á  la  cabeza  de  100  hom- 


—  321  — 

brea  para  vengarlo.  Saliólo  al  encuentro  el  Almirante  con  1200 
infantes,  20  cabadlos  y  20  perros.  (Toaron),  avisó  a  (Juaconaric 
para  (pie  lo  acompañase  cómo  lo  hizo.  Vencieron  los  españoles 
v  fueron  condenados  los  vencidos  á  trabajos  forzados  y  300  se  en 
viaron  como  esclavos  á  España.  (Hist.  general,  pág.  40,  fc.'l?) 
Indignóse  la  Reina  ó  hizo  volver  libres  á  los  indios  á  su  país".  No 
quedó  tranquila  la  colonia:  Manicatex  se  retiró  ú  los  montes  y  Gua- 
rionex  lo  siguió:  pero  Manicatex  transigió  al  fin  y  pagó  á  Roldan 
su  tributo  ó  contribución,  porque  este  jefe  español  lo  alhagó  para 
hacerle  esperar  que  volvería  sus  armas  contra  el  gobierno  del  Al- 
mirante. 101  hecho  fué  el  siguiente:  Francisco  Roldan  Ximenez 
fué  nombrado  alcalde  mayor  por  Colon  para  el  gobierno  de  la  Is- 
la en  su  ausencia,  quedando  de  adelantado  su  hermano  D.  Barto- 
lomé, y  castellano  D.  Diego.  Contando  con  los  enemigos  del  Al- 
mirante en  la  Corte,  lleno  de  ambición  presumiendo  que  aquel  no 
volvería,  concibió  la  idea  de  apoderarse  de  los  dos  hermanos.  Su- 
piéronlo los  gobernantes,  pero  les  pareció  bien  el  disimulo:  encer- 
róse D.  Diego  en  el  Castillo  en  la  Isabela  y  dióse  una  comisión  á 
Roldan  para  alejarlo.  Guarionex  demoraba  el  pago  del  tributo  y 
fué  elegido  Roldan  para  que  lo  fuera  á  exijir  á  la  cabeza  de  fuerza 
competente,  Pero  luego  se  verificó  el  antiguo  adagio  de  que  fué  á 
entregar  á  la  iglesia  en  las  manos  de  Lutero.  Roldan  se  acercó  a 
Manicatex  en  son  de  aliado;  relajó  la  disciplina;  y  hostilizó  abier- 
tamente ti  D.  Bartolomé.  En  esas  circunstancias  llegó  de  Cádiz 
Pero  Fernandez  Coronel,  con  recursos  y  víveres;  y  apesar  de  ser 
parcial  de  los  Ooloues  y  traer  nuevas  favorables,  Roldan  continuo 
diciendo  á  los  indios  que  Colon  abusaba  del  poder  y  que  él  los  iba 
á  libertar,  y  de  los  tributos  que  él  mismo  cobraba  sin  embargo. 
Concibieron  los  indios  las  esperanzas  da  sacudir  el  yugo,  pero 
luego  comprendieron  que  no  lograrían  más  que  variar  de  dueños. 
<  ¡uacanaric,  que  fué  con  sus  soldados  y  había  ayudado  á  los  espa- 
ñoles en  Marien,  no  pudo  soportar  el  odio  de  los  suyos,  ni  quiso 
esperar  más  ayudando  á  los  opresores:  también  se  fué  al  campo 
en  donde  murió  miserablemente.    Manicatex  hizo  algo  más. 

Roldan  mientras  tanto  trataba  de  paces  con  el  gobierno  legí- 
timo en  su  ambiciosa  actitud,  pero  sin  aceptar  condiciones:  el  go- 
bierno creyó  que  no  debia  alentar  la  insubordinación  y  peligros, 
consintiéndola  retirada  de  Guarionex:  lo  hizo  perseguir.  Gua- 
rionex habia  sido  recibido  por  el  Casique  Mayobanex,  que  lo  era 
de  los  Siguayos  hacia  donde  estaba  el  casique  Cabrón.  La  con- 
ducto de  Mayobanex  amparando  á  Marionex  fue  muy  digna,  al 
oponerse  á  la  entrega  de  su  huésped,  y  lo  fueron  hasta  las  formas 
con  (pie  lechazo  la  exigencia.  Los  principales  de  los  indios  no 
concebían  posible  la  resistencia  y  decían  al  rey  que  se  comprome- 
tía y  aun  arruinaba  sin  esperanza  de  salvar  á  Guarionex.  Des 
pues  de  agotar  el  adelantado  los  medios  de  conciliación  acometió 
á  los  indios,  que  apenas  se  presentaron  los  castellanos,  cuando  se 
vieron  poseídos  de  tal  terror  que  desbaratados  v  dispersos  los  n;i 
tárales  dejaron  abandonados  y  solos  á  los  casiques.  Doce  horn- 
eo 


—  322  — 

bres  mandados  por  D.  Bartolomé  los  recogieron  sin  resistencia  y 
á  sus  familias  y  vencidos  y  vencedores  tomaron  el  camino  de  La 
Concepción.    En  la  numerosa  copia  de  prisioneros  sobresalía  la 
bellísima  hija  de  Mayobanex;   venia  casada  con  un  señor  muy 
apreciado:  el  adelantado  se  la  envió  sin  ninguna  retribución.  Los 
transportes  de  gratitud  del  esposo  fueron  grandes  y  se  presentó 
con  seis  mil  hombres  de  los  suyos,  con  coas  para  una  siembra  de 
pan  para  los  españoles,  realizando  en  pocas  semanas  lo  (pie  mi- 
llares de  mercenarios  no  hubieran  hecho:  lo  hicieron  tal  que  valia 
30,090  ducados.     En  cuanto  á  la  entrega  de  Mayobonex  se  man- 
tuvo inexorable  D.  Bartolomé  y  fué  ejecutado  (1498]  en  la  ciudad 
de  Santo  Domingo.    El  inquieto  y  ambicioso  Roldan,  que  tanto 
contribuyó  á  las  revueltas  de  los  indios  en  su  provecho  y  dio  mo- 
vimiento é  impulso  más  adelante  á  las  desgracias  de  Colon,  al  fin 
entró  en  tratos  y  fué  restablecido  en  su  destino  aunque  siguió  in- 
trigando contra  el  Almirante.  La  Providencia  se  encargó  de  po- 
ner término  á  sus  iniquidades,  pues  pereció  ahogado  (1502)  y  con 
él  se  perdieron  21  buques  cargados  de  riquezas  y  el  infeliz  Gua- 
rionex  á  quien  se  remitía  á  España.    Ya  neófito  se  negó  lia  reci- 
bir el  bautismo  por  el  disgusto  pue  le  causó  la  conducta  que  veia 
observar  á  los  conquistadores,  habiendo  desechado  sus  buenos  y 
primitivos  propósitos  de  hacerse  cristiano.    A  la  poca  apetecible 
gloria  de  Eoldan  de  ser  el  proto-rebelde  español  en  Indias,  á  su 
desastrado  y  merecido  fin,  hay  que  agregar  que  fué  el  primero  á 
quien  ocurrió  él  pensamiento  de  las  encomiendas  (Véase  Enco- 
miendas),   El  reino  de  Manicatex  que  llevaba  este  nombre,  esta- 
ba sobre  el  rio  Yaqui.    Manicautex  escribe  el  hijo  del  Almirante. 
Manoguayabo.~ Sitio  de  Santo  Domingo. 
Mañov. — La  raíz  de  la  yuca  que  llaman  manioc  los  extranje- 
ros, mandioca  los  portugueses:  pero  no  es  palabra  haitiana  aun- 
que la  confundan  los  que  no  la  atribuyen  á  Angola,   como   puede 
verse  en  la  colección  de  viajes  del  abate  Prevost, 
Mao. — Rio  en  Haití. 
Maonocoii. — Atributo  de  la  Divinidad. 

Mapú. — Se  ha  confundido  la  lana  de  la  seiba  con  el  algodón: 
creo  que  los  que  dicen  que  es  especié  de  seda  ó  de  algodón  el 
mapiíj  lo  equivocan  con  la  seiba,  de  que  le  hacen  otro  sinónimo, 
si  es  cierto  que  el  algodón  se  llam-*  saroney,  y  me  tundo  además 
en  que  el  abate  Brasseur  de  Bourboug  que  pone  simplemente 
mapa,  algodonero,  copiando  á  Raíinesque,  pero  convirtiendo  en  a 
la  n  final:  Rafinesque  cita  á  Edward,  corno  autoridad  para  el  caso 
pero  agregado  como  sinónimo  á  seiba,  si  bien  escrito  con  z. 

Mct^m^,— "Raiz  nutritiva" — (García.)  Fruta  según  Ángulo 
de  Santo  Domingo. 

Maqueterie,  Guayana  (Machete rie.) — Nombre  de  un  casique 
señor  de  Coibai  en  la  parte  de  la  isU  de  Santo  Domingo,  llamada 
Soraya:  lugar  de  los  muertos  porque  vienen  á  él  como  se  explica 
en  otras  partes.  Dicho  casique  fué  el  primero  que  lo  ocupó,  se- 
gún el  P.  Román. 


—  323  — 

Maraca.— Lo  mismo  que  maruga,  hecha  del  güiro  ó  calabazo 
con  pe&rezuelas  y  un  mango  para  agitarle:  conserva  ese  nombre 
en  Puerto  Rico  y  en  Ja  América  Meridional  se  hace  extensivo  ala 
güira  [Crescentia  enjute]  el  nombre  de  maraca  [Sr.  Rojas.  J 

Marañan. — Se  llama  en  la  Habana  uua  fruta  que  en  Haití  y 
las  otras  Antillas  es  pajuil.  Maraüon  es  palabra  compuesta  de 
marany-abbo  resina,  y  marón  rio  (Copaivííeraofíicinales,)  [Biblioth 
Univ,  de  Geneve,  ¿15,  año  de  1838).  Tal  vez  la  palabra  marum 
monte,  de  donde  se  deriva  el  nombre  del  rio  Marañon  traiga  su 
origen  del  gran  número  de  árboles  del  venenoso  Manzanillo. 

Marche. — Nombre  del  casique  encomendado  á  Roldan,  en  cu- 
ya estancia  se  reunió  con  los  suyos  para  hacer  la  oposición  al  her- 
mano de  Colon. 

Mari-á. — Planta  que  escribe  así  Oviedo  para  que  se  pronun- 
cie de  esa  manera  y  sitúa  en  las  Antillas. 

Marte», — Es  el  nombre  correcto  de  un  pueblo  de  Cuba  que  se 
escribe  y  pronuncia  Mariel.  También  ligura  en  Haití  como  reino: 
el  señor  Ñoda  sostiene  la  n  en  la  palabra  respecto  de  Cuba  y  no 
hay  duda  que  es  como  se  describe  esa  voz.  El  jefe  haitiano  resi- 
día en  el  Cabo  y  se  llamó  Guacanagaric,  Guacanagarixy  Guacana- 
gatillo  por  los  españoles. 

Marike. — Maíz  en  lengua  goagira. 

Marinan. — "Ipsi  apellant  podicum:  insulae  podicum  vocant." 
— Hay  en  Cuba  una  hacienda  ó  lugar  en  la  Vuelta  Abajo,  llama- 
da así,  aunque  algunos  lo  llaman  Maniman. 

Marimba. — La  Revuc.  Espag.  Portug.  t.  Io,  llama  así  á  un  ins- 
trumento músico  en  Haití:  consiste  en  un  tronco  que  está  hueco, 
al  que  se  le  abre  una  boca  en  el  medio  y  sobre  la  abertura  se  co- 
locan juncos,  láminas  de  oro,  láminas  delgadas  de  carey:  sacaban 
de  este  instrumento  sones  dulces  y  melancólicos  con  que  acompa- 
ñaban sus  cantares.  La  que  usan  los  africanos  es  menos  compli- 
cada. 

MaroJiu,  Maroya,  Mona,  Marois. — Semi  que  representa  á  la 
luna,  a  quien  Pedro  Mártir  dá  el  primer  nombre. 
Maru  coac.— En  los  dialectos,  casabe.  (B.  de  B.) 
Marungueyes. — Laguna  en  Puerto  Rico,  que,  como  Coaba, 
conservan  los  nombres  indios  en  el  territorio  de  Fajardo. 
Matabanalj  Patabaual. — Terreno  cenagoso, 
Matamanó, — Territorio  indio   en  Cuba,  hoy  Batabanó;  pero 
que  se  debe  decir  Matamanó:  lo  trae  el  señor  Noda  (pág.  551),  t.  <>, 
Mem.  de  la  8.  Económica.) — Sin  embargo  el  que  ahora  es  pueblo  \ 
puerto  de  Batabanó  se  lee  escrito  con  b  inicial  en  las  actas  del 
Ayuntamiento  do  la  Habana. 

Matinino. — Isla  en  que  colocó  Guagoniana  las  mujeres  cuan 
do  por  la  muerte  de  un  amigo  suyo  las  sacó  do  las  cuevas. 

Mato,  Matum. — Generoso:  asi  nombraban  los  indios  al  masa 
tí  doméstico  del  higo  de  Guarabo,  que  se  llamó  del  Manatí  y  salía 
ó  sacaba  del  agua  la  cabeza  al  oií  eso  nombre.    Con  esto  motivo 
decia  Oviedo:  "tiene  solo  dos  manos  ó  brazos  cerca  (lo  la  cabeaa 


—  324  — 

cortos  é  por  esso  los  christianos  le  llamaban  manatí." — Impugnó 
el  aserfco  Pedro  Mártir,  que  hace  también  la  relación:  llama  Gua* 
niaba  al  susodicho  lago.  De  lo  escrito  por  Oviedo  tomaron  la  eti- 
mología que  impugnó  en  el  artículo  manatí,  los  coleccionadores  de 
los  documentos  inéditos. — Las  palabras  indias  mato,  matum  signi- 
fican también  manso,  blando,  doméstico. 

Matute. — Palabra  que  se  conserva  en  otro  sentido,  pertenece 
á  los  dialectos. — En  envoltorio  hecho  de  yagua  ó  cosa  parecida: 
por  lo  común  se  llama  matul  y  por  corrupción  mayor  matulo.  Se 
aplica  aun  en  Cuba  en  el  campo  á  los  bultos  de  tabaco. 

Maunabo. — Pueblo  de  la  costa.  Está  una  legua  del  mar  en 
Puerto  Pico.  Entre  sus  barrios  se  encuentra  Majagua.  Es  también 
rio. 

islaviaca — Sitio  en   Santo  Domingo. 

Maviatué. — Casique  en  Sto.  Domingo  que  mostró  deseo  de  ser 
cristianojy  prefirieron  al  territorio  los  misioneros  Eomau  y  el  Bor- 
goñon. 

Maya,  Moyana* — No,  nada,  malo. — En  algunos  lugares  de 
Cuba  es  una  planta  textil  que  en  el  occidente]se  denomina  pina  de 
ratón. — El  Padre  Simón  dice  que  los  indios  del  continente  llama- 
ban maya  al  perro  mudo,  "bueno  de  comer." 

Mayobanex.—  Casique  á  quien  llamaban  el  cabrón  los  españo- 
les por  que  vivia  en  un  lugar  conocido  por  Capron. — Era  señor  y 
geíe  de  los  siguayos  de  Haití,  que  eran  valientes  y  llevaban  el  ca- 
bello largo  como  los  caribes:  recibió  á  Guarionex  y  á  su  familia 
(Véase  Municatex)  cuando  abandonó  la  Vega  por  no  revelarse 
contra  los  españoles  que  divididos  en  partidarios  de  Poldan  y  del 
Gobierno  local  los  empujaban  á  hostilizar  á  sus  rivales,  y  ambos 
eran  perjudiciales  á  los  indios.  Eué  tan  fiel  á  los  deberes  de  la 
hospitalidad,  que  jamás  consintió  en  entregar  sus  huéspedes  á  los 
españoles.  Abandonado  por  sus  vasallos  tuvo  que  amparar- 
se de  los  bosques  en  donde  vagaba  (Juarionex  con  sus  amigos: 
pronto  fué  descubierto  y  en  el  artículo  Manicátex  puede  leerse  lo 
demás. 

Mayábeque.—- Rio  y  hacienda  en  Cuba:  por  corrupción  Manir 
beque. 

Mayagóex.— Casique  de  Boriuquen  donde  está  ahora  Maya- 
giiez, 

Mayagiicz.— Pueblo  y  puerto  al  Oeste  de  Borinque. 
Mayanamaca. — No,    lo    que  no    es,  nada.— No    está    aquí. 
(B.deB.) 

Mayanabo. — Es  el  nombre  con  que  los  ancianos,  cuando  el  que 
esto  escribe  no  lo  era,  llamaban  á  Marianao.  De  este  pueblo  y 
los  demás  de  temporada,  escribí  joven  un  artículo,  que  ha  poco 
tieinoo  se  ha  reimpreso  por  nota  en  la  obra  sobre  la  Habana  del 
Señor  Ferrer: — Así,  Mayanabo,  se  encuentra  escrito  el  nombre  del 
pueblo  cerca  de  la  Habana  en  documentos  antiguos  en  los  archi  • 
vos.  Si  es  el  verdarero  nombre  es  menos  fundada  la  arbitraria  eti- 


—  325  — 

mología  que  supone  la  pérdida  de  ana  nao  que  teuía  una  mujer 
llamada  Marta,  para  descubrir  el  origen  de  la  palabra. 

Mayaban. — Provincia  de  Cuba:  hoy  hato  y  territorio  próximo 
¡i  Saneti  Spíritus. 

Mayáne. — Lo  mismo  que  bueno  cu  taino  y  lo  propio  que  nihili 
según  Pedro  Mártir  de  Angleria:  traducción  de  algunos  fragmen- 
tos de  sus  Décadas,  por  el  señor  Poey. 

Mayaya. — Xonibre  indio  del  Eio  Blanco  de  Haití. 

Maj/iio. — Nuestro  tordo  negro  con  cobijas  amarillas,  se  llama 
en  guaraní  quiruhúnis,  según  Asara. 

Mayoh  uaoá n. — El  tambor  sagrado  de  los  haitianos,  que  se  oía 
á  media  legua  de  distancia,  y  al  que  llama  maguey  Pedro  Mártir. 
Con  el  primer  nombre  se  habla  de  él  en  la  relación  del  hermitaño 
Pane. 

May  orí. — Provincia  india  en  Haití. 

Maynerí,— Casique  do  Haití  á  quien  acusaron  los  indios  á  Co- 
lon en  su  seguudo  viaje  como  autor  de  la  muerte  de  les  españoles 
que  liabia  dejado  en  Santo  Domingo. 

Mencía  (Doña.) — Mujer  del  célebre  casique  Enriquillo,  el  Ca- 
sique de  Haití.  Según  el  señor  Galvan  era  hija  de  Higuanota  á 
quien  llama  Higamota, 

Mi. — Mió  y  á  veces  su. 

Mieabon,  Michabon.—El  genio  de  las  aguas. 

Minas.— Las  primeras  minas  se  descubrieron  en  15onao,  en 
Haití,  y  les  puso  Colon  el  nombre  de  San  Cristóbal  (Murillo.) 

Mini. — Fuente. — Bimini,  fuente  de  la  existencia. — (Véase 
Coa.) 

Mírabolanos. — Creyó  Pedro  Mártir,  y  lo  dice  Oviedo,  que  esos 
árboles  fuerou  los  que  suponían  los  haitianos  sirvieron  de  sosten 
á  ciertos  animales  que  los  subían  y  bajaban  de  los  cuales  resulta- 
ron algunas  mujeres; — (Véase  Inriri)  pero  el  mismo  Oviedo  ase- 
gura que  eran  jobos  ú  hobos. 

Miraguano. — Sustancia  vegetal  de  que  se  llenan  almohadas  y 
colchones  (Trina-Parviflora)¿  Laguna,  sabana  y  balisa  en  Santo 
Domingo.  De  la  especie  de  palmas  á  que  pertenece  el  miragua- 
no hay  variedades. 

M  isas. — Las  primeras  misas  celebradas  en  Indias  son  notables: 
la  dicha  en  edificio  consagrado  al  efecto  la  realizó  el  R. 
Padre  Juan  Pérez  de  Marchena,  guardián  de  la  Rávida,  el  pro- 
tector del  Almirante,  (Véase  Pérez). — La  primera  misa  do  orde- 
nado en  América  la  cantó  el  Ldo.  Las  Casas  en  Santo  Domingo, 
1510.  (Murillo.) 

Mitaino. — Noble. 

MoJiaha. — Provincia  cubana  cerca  de  IJayamo,  según  Velaz- 
quez. 

Mohuy. — [Véase  A gutí.~] 

Movíala. — Sangre,  rojo', 

Mona. —  La  lima  fE). 

Monas. — Cara  de  monas  viejas  regañadas^  dice  el  1\   Las  Ga« 


_32G  — 

sas  que  tenían  los  ídolos  ó  semis  de  madera  de  Haití:  allí  no  ha- 
bía monas  y  es  que  las  caras  de  las  viejas  son  inclinadas  á  esa 
apariencia. 

Moniatos,  buniatos. — Corrupción  de  boniato.  [Véase  la  pala- 
bra.] Mr.  Villebrune  en  sus  observaciones  y  adiciones  á  Ulloa  di- 
ce que  es  eljatropha  manioth  de  Lineo,  que  es  la  yuca  do  que  se 
forma  el  casabe.  [Véase  la  Sección  3a] 

Montesino. — Así  como  Roldan  fué  el  iniciador  del  pensamien- 
to de  repartirse  los  indios  los  conquistadores,  así  fné  el  primer 
opositor  á  sus  abusos  y  formas  el  P.  Fr.  Antonio  J/ontesino  y  su 
compañero,  santos  religiosos  (TouronJ,  F.  Pedro  de  Córdoba  1511. 
Los  RR,  PP.  á  cuya  orden  pertenecían  siempre  fueron  hostiles  á 
los  repartimientos,  por  eso  ingresó  en  esa  religión  el  insigne  y  ve- 
nerable Las  Casas,  de  quien  se  habla  en  otra  parte.  La  Audien- 
cia de  Santo  Domingo  desaprobó,  como  es  de  suponer  la  predica- 
ción de  los  dominicos,  que  no  imitaban  los  franciscanos  ni  luego 
los  jesuítas.  Fué  condenado  .Montesino  á  retractarse;  y  en  un  se- 
gundo discurso  dijo  que,  sin  retirar  sus  ideas,  comprendía  que  los 
magistrados  le  prohibieran  discutirlas,  y  respetaba  su  mandato; 
que  las  personas  á  quienes  su  celo  podia  haber  mortificado  lo  per- 
donasen, que  á  nadie  quería  ofender.  En  esencia  fué  una  ratifi- 
cación. Los  que  quieran  seguir  la  historia  de  esas  controversias, 
pueden  ver  en  Oviedo  el  espíritu  franciscano;  y  lo  que  decían  los 
dominicos  en  la  Historia  de  América  de  Touron,  el  pormenor 
de  una  riña  en  que  se  sobrepone  la  prudencia  y  templanza  del  go- 
bierno supremo. 

Moroco. — Pueblo  de  Puerto  Rico. 

Morrocoú — "Testaceo  indígena,"  dice  el  Sr.  García  refiriéndo- 
se a  Santo  Domingo. 

Morrocoyo. — Debe  ser  el  animal  anterior  que  lleva  este  nom 
bre  en  Cuba  y  es  común,  lis  una  jicotea  terrestre  que  pasa  una 
vida  singular,  casi  sin  variar  de  punto  de  residencia,  de  lento  an- 
dar y  torpes  movimientos,  sin  embargo  de  lo  que  dice  el  señor 
García  es  dudoso  que  sea  voz  indígena. 

Moríche. — Especie  de  palma  que  según  la  tradición  de  los  in- 
dios del  continente  meridional,  sirvió  al  Creador  j)ara  la  forma- 
ción del  género  humano:  efectivamente  Dios  arrojaba  frutos  ó  pal- 
miche de  esa  planta  y  cada  grano  era  un  hombre  ó  una  mujer. 

Muguacana. — "Planta  silvestre." — Haití.    (García.) 

Mucuras, — Calabazos  en  donde  recojian  los  indios  el  jugo  de 
los  cocos,  arrancando  los  racimos  nuevos  para  hacer  aguardiente 
ó  un  fermento  que  lo  parecía. 

Mucar  abones. — Barrio  Toa  alta  en  Puerto  Rico. 

1  wr. 

N.  ó  ni. — Artículo  el,  la. 

iVa.— * Sílaba  muy  frecuente  en  muchas  voces  de  las  Antillas: 
ana,  Guauabacoa,  Managua  y  otras  muchas.     "¿Puede  haber  mis- 


torio  oii  Jos  nombres  de  ríos,  deoia  ol  respetable  Jovellaiiox  a,  I 'o 
sada,  que  empiezan  con  Naá  Xoí  Después  de  nueve  ejemplos 
agrega:  Mr.  Cour  de  Gibelin  pretende  que  la  sílaba  na  significa 

agua,  cosa  perteneciente  á  ella Pero  nuestro  lamoso  Astarloa 

entiende  que  significa  cosa  llana,  lisa,  sin  huecos  ni  prominencia* . . 
¿quien  de  los  dos  tendrá  razón?  averigüelo  Vargas."  En  la  ion 
gna  sibonoy,  »a,  dicen  los  americanistas,  significa  eosa. 

X<(b¿.—FA  Dr.  Chanca  en  la  célebre  carta  en  que  describe  el 
segando  viaje  de  Colon,  dice  que  es  este  el  nombre  del  age  entre 
los  caribes,  y  encomia  al  age,  que  también  llamaban  al  age  los  an- 
tillanos como  mvg  cordial  fruto  en  los  términos  que  habló  Oviedo 
de  la  batata  ó  boniato  después. 

Nabima,  Guanabima. — Fruto  de  la  palma  corojo. 
N abono,  Guanabono. — Lo  mismo  que  guanábana. 
Naboría.  —Trabajador,  el  hombre  industrial.    En  la  época 
posterior  á  la  conquista  ora  el  indio  consignado  á  un  encomende- 
ro.    (Véase  Anaboría.) 

Xacan. — Según  Yrviug  significa  lo  mejor,  pero  realmente 
quiere  decir  medio,  interior,  mitad.  Oubanacan  es  el  medio,  lo 
interior  de  Cuba. 

Nae,  Nahe.— -Remo,  como  pagaya. paye, 
Xagua. — Rio  de  Santo  Domingo.  (García.) 
Naguabo. — Puerto,  rio,  pueblo  situado  al  E.  de  la  isla  de  Pto. 
Rico,  cerca  de  Luquillo. 

Naguas. — Oviedo,  Encizo  y  los  cronistas  sus  contemporáneos, 
hablan  de  este  traje  de  indias.  Copian  á  Encizo:  "usan  las  mu- 
jeres unas  que  llaman  naguas  hechas  de  manera  que  las  toman 

del  cinto  á  la  rodilla,  y  las  vírgenes  andan  como  nacen y  si  no 

tienen  naguas  ponen  una  hoja  atada  con  cuerdas  de  algodón  con 
que  se  cubren  su  vergüenza,  y  llaman  á  aquella  hoja  pampanilla." 
Parece  que  en  ciertas  clases  esa  pampanilla  era  objeto  de  lujo  por 
sus  labores,  y  no  era  esa  forma  de  cubrirse  indicio  de  escasez  de 
recursos.  Cuenta  el  cura  Bernaldez  que  entre  los  indios  que  qui- 
sieron irse  con  el  Almirante:  "la  mujer  del  casique  estaba  desnu- 
da y  muy  aderezada  de  cuentas  y  tabletas,  y  solo  cubierto un 

solo  lugar que  de  una  cosilla  de  algodón  no  mayor  que  una  ho- 
ja de  naranjo;  tenia  tapado.  La  hija  tenia  un  cordón  del  que  pen- 
día una  cosa  de  hechura  de  yedra,  de  piedras  verdes  y  coloradas 
pegadas  sobre  algodón:  el  cordón  era  de  piedras  negras  muy  me 
nudas,"  Eran  las  naguas  el  vestido  de  las  indias  de  Cuba,  San- 
to Domingo  y  tierra  firme:  en  Borinquen  solo  se  cubrían  por  «le- 
íante, según  se  deduce  de  la  relación  de  Fr.  Iñigo  Abad. 

Xahes. — He  dicho  que  es  lo  mismo  que  Nacs  en  osa  palabra: 
ulos  reinos  de  las  canoas  que  son  palas  luengas  y  las  cabezas  co- 
mo muleta  de  cojo,  dice  Oviedo.     Les  servía  de  timón.1' 
Nania. — Alma,  corazón  (IS.) 
Naiba. — Rio  aurífero  de  Haití.  [Véase  (Mam»] 
Naiboa. — El  jugo  sacado  do  la  yuca,  do  que  se  hace  la  entibia 
6  el  casabe.     Es  veneno  estando  crudo. 


—  328  — 

Naitano,  nitaino. — (Véase  Quaibona.) 

Naniqui,  nanichr.—Cor&zon,  espíritu  nanico* 

Nanigogigo. — Espíritu  de  órdeu  inferior  de  los  guaicuras  en 
relación  con  el  pájaro  macollan.  (Denis),  La  palabra  ñañigo  con 
que  los  negros  criollos  de  Cuba  han  designado  una  asociación  que 
se  exhibía  en  los  dias  de  Eeyes  entre  los  DiabUtos,  ¿tendrá  algu- 
na relación  con  la  palabra  nauigógigoft  (Véase  Ñañigo,  3*  Sección.) 

Nara,  Guanara. — Lugar  oculto,  retirado,  al  otro  lado. 

Naragua. — Bahía  de  Enriquillo. 

Nanguti. — Abuelo.  [E.J 

Nasci. — Isaac,  Natural  de  Surinam,  de  donde  jamás  salió, 
escribió  un  diccionario  de  la  lengua  galibí,  y  pretendía  probar  que 
todos  sus  sustantivos  eran  hebreos.  A.  los  treinta  años  era  un  li- 
terato profundo  que  corregía  faltas  históricas  á  Boulanger.  Sabia 
el  árabe,  hebreo  y  caldeo;  hablaba  y  escribía  las  lenguas  moder- 
nas, sin  más  maestros  que  su  genio.  (Malouet  Mem.  sur  les  Coló- 
nies,  t.  3,  pág.  52.) 

Navorias* — Así  escribe  Fredeman  la  palabra  naboría,,  pág. 
187, 1. 1. 

Nayajuco. — Eio  al  N.  Es  de  cabo  Mangón,  Santo  Domingo, 

Neiba.— "Provincia  de  Maguana"  Haití,  (García.; 

Neibo. — Ahora  se  llama  así  un  común  ó  municipio  en  Santo 
Domingo.  Eio  de  la  misma  isla  que  nace  en  los  montes  Sibayos. 

Neibaimao,  ninaco,  nizas* — Provincias  haitianas. 

Nenequin. — Primogénito. 

Neníquen. — Primogénito. 

Neqtum. — Tela  fabricada  ó  cosida  con  el  hilo  de  maguey  ó 
ixtli,  Veitia  citado  por  Ternaux  Compans,  1. 12.  pág.  50  Voy  ages. 
Ni,  mi,  mo. — Mi,  yo,  mió. 

M. — Cosa,  Pueblo  según  el  Sr.  García. 

Niames. — "Pan  de  ni  ames  que  son  unas  raices  como  rábanos 
grandes,'7  Colon.  No  solo  niames,  sino  ames,  y  niame  se  ha  escrito 
al  hablar  de  la  yuca.  (Véase  Ages,  Yames.) 

NiantL — Nada  en  Eyeri,  cosa  pequeñas,  sinónimo  de  nigua. 

Nicao. — (Véase  Ho Iguin . ) 

Nicú — Sospecha  el  Sr.  Noda  que  esta  palabra  es  equivalente 
á  rio. 

Nitit — Provincia  ó  tierra  populosa. 

JSfivee. — (Véase  Holguin.) 

Mquen. — Eio,  fuente  que  anega,  torrente.  En  Cuba  es  sinóni- 
mo de  siniquen,  cuiten,  y  agua  según  Eaftnesque;  pero  yo  creo  que 
esta  última  palabra  es  española,  y  dicho  escritor,  poco  conocedor 
del  castellano,  la  aceptó  como  á  pregonero,  al  hablar  de  los  semis 
como  haitiano  ó  antillano. 

Nigua. — Eio  de  Santo  Domingo.— Frutilla  silvestre.  Significa 
cosa  pequeña  y  por  esto  se  dá  con  preferencia  al  insecto  que  lleva 
su  nombre.  En  Eyeri  niante  como  nada.  El  Padre  Molina  hace 
una  curiosa  observación  sobre  el  uso  de  la  palabra  nigua  por  los 
chilenos:  estos  no  llaman  solamente  nigua  á  la  pulga  penetrante 


—  3$  — 
(pules  penetraus)  sino  á  toda  e'ase  de  insectos.  Es  inexacto  el 
juicio  de  1  riloa,]de  que  las  niguas  se  engendran  en  tod-ss  las  costas. 

Nigagua. — Sitio  en  Santo  Domingo. 

Nih  iwtit. — (í  tierrero  (E.) 

Nima-nima—Altarñ,  montaña,  según  cree  el  Sr.  Noda,  bien 
que  no  expone  el  fundamento. 

Nin, — (iiianin.  metal. 

M  tai  no. — Eran  y  se  llamaban  nitainos,  Ijs  principales  como 
centuriones  y  decuriones  ó  jurados,  que  teñan  debajo  de  su  corre- 
jimiento  otros  muchos.  (Las  Casas.)  El  Sr.  Noda  considera  esa 
palabra  como  sinónimo  ó  equivalente  á  noble,  taino.  Taino!  Tai- 
no! gritaban  los  indios,  para  distinguir  los  caribes  ó  extranjeros 
antropófagos,  y  si  algo  quería  esto  decir,  era  que  ellos  eran  ino- 
fensivos, buenos.  Los  cronistas  no  usaron  de  la  calificación  de 
noble,  sino  en  su  significación  filosófica  y  no  gerárq nica:  eran  no- 
bles porque  eran  buenos  los  indios  tainos.  Yernos,  pues,  qué  era 
preciso  agregarles  la  sílaba  Ni  para  expresar  un  orden  político  y 
no  heráldico:  el,Sr.  García  dice  que  significa  también  gran  provin- 
cia, buena  provincia  y  montaña. 

Aizao-Ximo. — Rio  de  Haití. 

Nonck — Rio  tributario  del  Cama  de  Haití. 

Nonun. — La  luna. 

Xozay.—E\  oro  en  Guanahaní.  (Véase  Coanin.) 

Nuctt-qtcile,  Nucu-  chile. —  Padre  (E.) 

O. 

Decía  1).  Antonio  Bastero,  que  era  catalán  y  de  los  más  eru- 
ditos escritores  provenzales,  que  la  o  tenía  parentesco  con  la  ú: 
harto  lo  desmuestrau  los  gallegos  y  catalanes  al  hablar  el  Caste- 
llano. No  sabemos,  pues,  si  los  cambios  de  maboya  y  mabuya  y 
otras  o  por  u  tendrán  por  origen  ese  parentesco,  (pie  no  ha  perdo- 
nado ni  la  voz  siboney  convertida  en  zihuney. 

0, — Indica  esta  letra  semejanza  [B.  de  B.] 

Ob. — Cobre,  amarillo?; 

Ocama, — Significa  mira. — En  la  palabra  llayna  indiqué  que 
una  de  las  frases  más  largas  que  se  conservaban  de  la  lengua 
taina,  es  la  que  expresó  una  india  (pie  trabajando  en  una  mina 
encontró  el  trozo  de  oro  nativo  más  grande  de  que  hay  noticia. 
La  frase  es  esta: 

Ocania  guaxeri  guarinquen  caona  yari. 

Ooama. — Oyes,  guaxcri,  señor,  guarinquen,  mira  ó  ven  á  ver, 
caona  yari,  el  joyel  ó  piedra  de  oro,  caona  llamaban  al  oro.  (Las 
Cagas,  tlittt.  pág.  21,  tomo  3.)  Para  celebrar  el  hallazgo  sirvieron 
un  cerdo  asado  sobre  el  inmenso  y  rico  plato  que  ningún  rey  tuvo 
más  rico,  y  dijo  Las  Casas:  «ojalá  le  hayan  dado  un  bocado  a  tu 
india,  del  cochino.» 

Ocoa. —  Puerto,  río  de  Haití  en  donde  locaban  las  Ilotas  de  hi 
dias.  Es  ahora  uno  de  los  comunes  o  municipios  de  Slo  Domingo. 


—  330  — 

Ocon. — El  inundo,  la  tierra. 

Oconuco.  —Barrio  de  San  Germán  en  Puerto  Kico. 

Ojota. — Calzado  como  alpargata:  parece  palabra  del  conti- 
nente. 

Onicajinal. — Es  el  nombre  indio  que  se  cree  que  sea  del  rio 
Mayabeque,  pues  solo  Gomara  le  da  aquel  nombre  á  cuya  orilla 
fundó  Velaquez  la  primitiva  villa  de  la  Habana. 

Onoto. — Sinónimo  de  bija:  la  parte  colorante  de  rocou.  Lleva 
el  nombre  entre  los  caribes  del  continente  y  lo  llaman  así  los  de 
Panapana  que  encontró  Humboldt  en  el  Puerto  de  la  Enramada. 
(América  Meridional.) 

Opijilcuonirán. — El  semi  á  quien  Pedro  Mártir  llama  Epile- 
yuaníta. 

Operito. — Aparecido,  fantasma  de  un  hombre  sin  ombligo. 

Opio» — El  alma  después  de  su  muerte:  lo  mismo  que  apoyen, 
en  galibí  mabuya  (Véase  Goiez.) 

Oquij  ochi. — El  Tigre  (B,  de  B.);  pero  ¿hubo  tigres  en  Cuba? 
¿habia  tapires,  como  se  traduce  en  otra  parte  por  dicho  señor? 

Oráculos. — También  creyeron  los  indios  en  oráculos:  y  en  la 
Antillas  no  faltaron  supercherías.  Cuenta  Colon  que  hacían  unas 
estatuas  huecas  en  que  colocaban  los  huesos  de  personajes,  y  da- 
ban á  la  estatua  el  nombre  de  aquel  cuyos  huesos  eran.  Que  tales 
habia  en  donde  cabia  un  hombre  que  contestaba  escondido  á  las 
preguntas  que  se  le  hacían;  y  cuando  esto  no  podían,  se  servían 
de  tubos  y  cerbatanas:  con  esas  artes  engañaban  á  los  naturales; 
pero  como  dice  á  propósito  Torquemada,  «como  los  españoles  no 
fácilmente  se  asombran  de  gritos  de  fantasma»  dándole  con  el 
pié  derribaban  los  ídolos  y  descubrían  el  artificio - 

Ornofay. — Provincia  que  solo  ha  existido  en  la  cabeza  de  Co- 
lon, fundado  en  lo  poco  que  entendía  la  relaciones  que  le  hacían. 
La  descripción  de  la  provincia  de  Ornofay  es  una  de  las  más  arbi 
trarias:  el  cura  Bernaldez  ó  sea  Andrés  Bernal  ha  conservado  en 
su  narración  sobre  el  viaje  de  Colon  muchas  noticias  que  por  mi- 
nuciosas no  se  hallan  en  los  cronistas.  En  esta  descripción  se  en- 
cuentra la  noticia  de  los  hombres  que  usaban  tánicas  blancas;  la 
del  casique  santo  que  también  andaba  vestido;  las  de  unos  hom- 
bres con  rabos,  por  cuya  causa  y  para  ocultarlos  se  ponían  esas 
ropas.  Como  es  de  suponerse,  tales  noticias  nunca  se  comfirma- 
ron. 

No  es  menos  notable  la  sorpresa  con  que  oyeron  los  españoles 
hablar  allí  de  la  otra  vida  y  las  penas  y  recompensas  futuras  al 
anciano  casique  de  Ornofay,  que  presenció  la  primera  misa  á  ori- 
llas del  río  á  quien  llamó  de  Alisas  el  Admirante  y  lo  dice  el  buen 
cura.  En  la  relación  del  P.  Bernal  se  alambicó  más  la  metafí- 
sica con  exfuerzos  que  no  ponen  los  demás  escritores  en  boca  del 
pobre  indio:  por  los  mismo  aquello  de  que  el  alma  es  la  que  sien- 
te cuando  se  impresiona  el  cuerpo  para  los  sentidos:  el  alma  era 
lo  que  se  dolia.  No,  eso  no  lo  dicen  los  indios.  Siendo  yo  presiden- 
te de  la  Sección  de  Educación,  á  cuyo  cargo  corría  la  Academia 


—  231  — 
de  Dibi\jo  y  Pintura  de  S.  Alejandro,  señalé  para  unas  oposicio- 
nes, como  tenia,  ese  cuadro  de  la  primera  misa:  desempeñóla  bien 
el  distinguido  Antonio  Leclerc  aunque  algo  á  la  francesa  por  los 
tipos  y  pormenores:  es  decir,  que  descuidó  los  últimos  en  la  ver- 
dad de  algunos  trajes,  tales  como  los  ornamentos  del  celebrante. 

Magon  y  Ornofay  son  partes  del  Colon  de  la  leyenda.  En  el 
segando  viaje  de  Colon,  ni  se  mienta  la  provincia  de  Ornofay,  ni 
de  Magon.  Tampoco  la  nombra  Urrutia,  apesar  de  su  lujo  de 
erudición.  Solo  se  ven  en  el  cura  Bernaldez  amigo  del  Almiran- 
te, desde  que  lo  conoció  en  Sevilla  vendiendo  mapas  y  estampas. 
Sonábale  al  Almirante  cipango  cuando  oia  sibao;  y  en  Cuba  cuan- 
do no  era  Catay  todavía,  quería  enviar  mensajeros  al  rey  y  señor 
de  aquella  gran  tierra  en  que  había  grandes  mercaderes.  Para  él 
I  laití  era  Ophir.  Hay  en  el  grande  hombre  dos  seres:  el  de  la  le- 
yenda como  lo  pinta  Eoselly  de  Lorgues;  el  de  la  historia  qne  ha 
procurado  lijar  Emilio  Deschame. 

Oro.— Del  primer  oro  llevado  á  España  de  las  Antillas,  por 
Colon,  dispuso  el  rey  se  diera  á  la  iglesia  de  Toledo  un  pedazo  de 
1*0.000  escudos,  con  que  se  hizo  la  custodia  para  el  Sacramento;  y 
otro  enviaron  á  Alejandro  VI.  (Murillo:)  en  la  Española  se  halló 
un  grano  de  oro  tan  mostruoso,  que  nunca  vieron"  los  vivos  joya 
tal.  Los  españoles  mataron  y  dividiendo  un  cerdo  para  comer, 
jactándose  de  haber  comido  en  un  plato  tan  rico  que  no  lo  tuvo 
ningún  rey. 

Ouroua.  (Urua) — Las  de  Guayana  llaman  ni  aura  así:  Oruba 
los  brasileños,  Descourtiltz,  pág.  243  t.  Io 

Oruabo. — Rio  del  Puerto  Rico  que  desemboca  en  el  Sur. 

Osaa.— -"Madera  de  construcción"  (Garcia.) 

Ozama. — Rio  de  Haití  á  quien  se  le  ha  variado   en  z  la  s. 

JP. 

Se  encuentra  usada  la  p  por  la  b:  mabuya  y  mapuya.  Es  más 
frecuente  el  de  la  v.  por  b.  ¡Es  decir  que  teniendo  el  provenzal  un 
sonido  parecido  ó  semejante,  ha  debido  ser  confundido  por  el  que 
primero  escribió  los  nombres  de  los  indios,  que  fué  un  catalán  y 
varios  extranjeros,  entre  ellos  italianos  que,  como  observa  D.  An- 
tonio Bastero,  así  los  escribían  en  códices  antiguos:  uporregioue 
della  semiglianza."  Pero  el  sonido  indígena  era  el  de  b  en  esos  ca- 
sos, como  lo  prueba  que  es  el  que  ha  prevalecido.  El  de  la  p  no 
se  ha  confundido  en  los  siguientes  nombres. 

Pagaya. — Remo,  aunque  también  se  llama  nahe. 

Papaya. — Árbol  ó  planta  frutal.  (Véase  la  sección  3!) 

Palabe.— Sitio  en  Santo  Domingo. 

Pagé8. — Lo  mismo  que  pagaya. 

Pampanilla,  —(Véase  Naguas*) 

Pan.— >Hacian  en  jamáioa  el  pan,  no  sólo  de  yuca  (casabe), 
sino  de  plátano  y  fíame:  en  I7r>i  todavía,  dice  el  autor  citado  en 
♦•i  artículo  Guana,  qne  no  había  casa  cu  Jamaica  que  no  tuviera 


—  332  — 
un  horno  do  cocer  pan  de  trigo,  pero  preferían  al  que  forman  de 
los  vegetales  del  pais. 

I-\z //<!.  —  Apellido  del  liermitafio  Román,  á  quien  casi  siempre 
se  citaba  por  el  nombre.  Según  el  P.  Torqucmada  fué  un  catalán 
muy  celoso  por  el  progreso  de  la  religión,  y  muy  simple  y  limita- 
do de  intelijencia.  Toda  su  ciencia  religiosa  se  limitó  á  ensenar  la 
doctrina  cristiana  en  las  cosas  más  sencillas  y  las  oraciones  á  los 
indios:  pero  aun  así  el  y  otros  dos  legos,  como  él,  que  nunca  usó  los 
hábitos  con  más  carácter  que  el  de  liermitafio,  fueron  los  únicos 
que  aprendieron  la  lengua  de  los  indios,  y  de  ellos,  y  principal- 
mente déla  relación  hecha  por  el  primero,  se  valió  Colon  para 
dar  á  los  reyes  una  idea  de  los  ritos  y  religión  de  los  indígenas. 
Laméntase  de  este  abandono  el  célebre  Torqucmada  y  atribuye 
á  él  el  flaco  suceso  de  los  primeros  sacerdotes  enviados  para  la 
enseñanza  de  los  naturales, 

Las  Casas  llama  al  Padre  Pane  el  lego  Ramón,  y  cree 
que  solo  sabia  el  liermitafio  una  de  las  tres  lenguas  de  Haití,  la 
más  pobre  que  era  la  usada  en  Macorix  de  Abajo;  agrega  que  era 
catalán  y  que  hablaba  mal  el  castellano;  y  que  los  otros  eran  ex 
tranjeros.  JD.  Antonio  Del-Monte  dice  que  el  verdadero  nombre 
de  este  lego  era  Ramón  Ponce  (Hist.  de  Santo  Domingo.) 

Papaisio. — Ave  de  San  Thomó  y  la  Española  que  solo  pone 
un  huevo.  (Oviedo.) 

Paraca. — Cotorra. 

Paya. — Una  ensenada  en  Haití. 

Payaba. — (Véase  Yuna) 

Piragua. — (Véase  Canoa.)  Es  el  nombre  de  una  quebrada  de 
Puerto  Rico.  (Véase  Jicaco.) 

Pitahaya. — Cactus  que  produce  frutas  comestibles  |  Véase  la 
3?  sección.]  Así  se  denomina  un  barrio  de  Puerto  Rico.  (Véase 
Luquillo) 

Protector  de  ludios. — Así  como  los  habitantes  de  Sto.  Domin- 
go en  1515  crearon  el  Alguacil  del  campo  para  perseguir  y  recqjer 
á  los  fugitivos  que  excusaban  ó  repelían  el  trabajo  y  aun  se  suici- 
daba por  libertarse  de  el;  así  el  sabio  estadista  y  gran  gobernan- 
te cardenal  Cisneros  fundó  la  bella  institución  de  defensor  ó  Pro- 
tector de  los  Indios.  La  lucha  del  gobierno  contra  los  explotadores 
que  no  rcpetaban  vínculos  sociales,  ni  caridad  cristiana,  ni  las 
prohibiciones  legales.  El' destino  se  creó  para  el  hombre  más  hu- 
mano de  la  época  que  ha  inmortalizado  su  nombre  en  la  historia 
hasta  por  sue  exageraciones  cuando  de  caridad  se  trataba.  En  las 
conversaciones  con  Las  Casas  tuvo  ocasión  el  insigue  Cardenal, 
para  darle  el  destino,  pues  en  ellas  descubrió:  sólido  y  extenso  ge- 
nio; firmeza  de  alma  y  elevada  sentimiento;  celo,  piedad  y  erudi- 
ción; y  no  ignoraba  que  los  insulares  le  eran  queridos,  y  él  muy 
querido  y  respetado  de  ios  pueblos  sobro  los  cuales  conservó 
siempre  el  mayor  ascendiente.  jTouron,  | 

Pérez  Ala  rellena.—-  Apellidos  del  R.  Padre  Fr.  Juan,  del  or- 
den de  San  Francisco,  prior  del  convento  de  la  Rábida  en  España: 


OOQ  

fué  decidido  protector  de  Colon  á  quien  hospedó  en  su  convento, 
y  a  su  hijo.  Este  sacerdote  promovió  cuanto  había  a  su  alcance, 
y  hasta  impidió  que  dejase  el  servicio  de  España  en  una  de  las 
('lindadas  veleidades  del  ya  fatigado  pretendiente.  Pasó  á  Amé- 
rica con  el  Almirante  y  fué  el  primero  que  celebró  el  sacrilicio  de 
la  misa  en  América,  edificó  templo  para  el  culto,  (Muidlo  ) 

Peojuio.— Eran  tortas  que  se  vendían  en  la  Habana  en  el  si- 
glo XVI,  confecionadas  por  los  indios,    ¿^No  será  el  xaoxao'l 

Perionas. — Los  flamencos  en  Puerto  Rico.    (Abad.) 

Pesquisor. — El  primer  Pesquisor  que  vino  á  América  fué 
nombrado  en  í)  de  Abril  de  1405,  y  se  llamó  Juan  de  Aguado,  era 
repostero  de  la  reina.  Le  debió  su  nombramiento  á  las  quejas 
del  P.  Boyl,  catalán,  y  alas  murmuraciones  del  P.  Pedro  Marga- 
rita aragonés.  La  Reina  recibió  muy  bien  á  Colon  en  su  segundo 
viaje,  y  después  prohibió  que  pasasen  á  Indias  los  que  no  fuesen 
castellanos.  Se  atribuyó  esta  determinación  no  solo  á  la  gloria 
de  Castilla,  sino  á  dar  satisfacción  al  Almirante  sobre  la  conduc- 
ta é  informes  del  P.  Boyl  y  Margarit,  el  primero  catalán  y  el  otro 
vasallo  de  la  corona  de  Aragón.1'  (Prcvost  traduc.  de  Terracina 
pág.  Í295,  lib,  5,  t.  XV.) 

Pira.— É\  cogollo  de  la  palma  (palmito)  que  se  come  cocido 
como  la  mejor  col. 

Pijirigua.— Nod*  cree  que  significa  basura,  arrabal.  Me  pa- 
rece pile  alude  á  reunión  de  gente  pequeña  ó  de  poco  valor,  deri- 
vado de  pijirfita  6  bijirita,  que  es  una  avecilla  que  llamamos  así, 
ó  mariposa.  Por  eso  se  designaban  de  ese  modo  barrios  ó  subur- 
bios en  algunos  pueblos,  como  en  el  Cerro  cerca  de  la  Habana, 
alejado  del  centro  y  del  movimiento  elegante  y  veraniego. 

Pijirigua. — Llama  Azara  á  un  pájaro  que  creo  es  el  arriero,  y 
también  pirinita. 

Pilori. — Según  Koquefort,  es  el  nombre  déla  rata  almizclada 
de  las  Antillas  menores. 

Pitios  ó  pitias. — Hechiceros  según  se  lee  en  los  Amales  de  la 
B.  Junta  de  Fomento,  pág.  354,  t  Io  18G7. 

Pitirre. — Este  pájaro  se  llama  según  Azara  pipire  en  Santo 
Domingo;  titiri  en  Cayena;  suiciri  en  Guaraní.  Es  como  se  ve 
ono-matopeyieo  en  su  canto:  el  tirannus  de  los  ornitólogos. 

Plátano. — No  es  india  la  palabra,  pero  la  coloco  aquí  por 
consignar  un  error  y  encontrar  el  origen  de  los  que  creían  que 
nuestro  plátano  es  el  árbol  del  bien  y  del  mal  del  Paraíso.  "Gar- 
cía atribuye  la  opinión  de  que  el  árbol  musa  era  el  del  bien  y  del 
mal,  á  un  religioso  de  San  Francisco. . . ."  y  Nieremberg  (1643) 
de  quien  son  esas  palabras  confiesa  que  no  deja  de  tener  color  los 
que  pensaron  ser  la  higuera  índica:  pero  si  se  refiere  al  plátano 
árbol,  hay  una  confusión.  De  todos  modos  no  es  original  el  pen 
Sarniento  de  Mier  sobre  el  particular. 

Popoto. — La  ilor  del  plátano  que  pende  como  una.  gran  ma 
/orea,  que  luego  80  abre  y  queda  al  ftll  como  eje   del  racimo,      lvs 

voz  dominicana, 


—  334  — 
Pu. — Purpurea  ó  rojo  encendido. 

<^- 

Quemi.  —  Uiio  de  los  cuadrúpedos  de  Haití. — (Véase  Agutí.) 

Quepa. — Mundo,  universo. 

Quiabon. — "Rio  que  desagua  en  la  costa  del  Sur  de  Sto.  Do- 
miugo." 

Quíbey. — Azul  ó  violeta  en  los  dialectos;  tuna  en  lengua  ge- 
neral. En  Eyeri  significa  purpúreo  según  Krasseur  de  Bonr- 
boug.  En  Cuba  una  planta  que  se  conoce  vulgarmente  por  re- 
vienta caballo,  y  tiene  fama  de  venenosa,   (Véase  la  3a  sección.) 

Quinigua. — Rio  dominicano. 

Quinos. — Lo  mismo  que  t  equinos, 

Quis. — Todo. 

Quisqueya. — La  isla  de  Haití  por  creer  sus  habitantes  primi- 
tivos que  era  toda  la  tierra.  Encuentra  Rafinesque  en  la  palabra 
Coátris-guía  la  significación  de  caverna  completa  aludiendo  á  las 
cuevas  sagradas.  Pero  no  me  parece  muy  completa  la  aplicación 
la  semi  que  llevaba  ese  nombre. 

Quisquí. — El  todo. 

Ra.~ Lo  mismo  que  guara:  un  lugar,  nacimiento. 

Robu. — Retoño,  hijo.  (Eyeri.) 

Raqui. — Purpúreo  ó  rojo.  Lo  mismo  que  anigua. 

Rahen. — En  Eyeri  lo  mismo  que  hija. 

Raima. — Fresco,  por  lo  que  gua  ratina  es  también  lo  verde. 

Rápita,  apita,  birita. — Títulos  dados  á  Dios  como  ser  infinito, 
que  Rafinesque  supone  semejantes  al  latin  veritas. 

Reiti. — Se  ha  usado  en  lugar  de  areitos.    Realidad,  ritos. 

Ri. — Masculino. 

Ris,  achioto. — Embijado,  rojo. 
.Roldan.. — (Véase  Manicata.)  • 

Ro(}i,  Rozi,  berosi  \rosi  debe  ser  siempre  lo  escrito  de  otro 
modo.]  Amor,  cariño;  cariñoso,  objeto  amado. 


Por  lo  que  se  lee  en  los  encabezamientos  de  las  letras  0  y  z, 
creemos  que  todas  las  palabras  indias  deben  escribirse  con  s,  aun 
cuando  se  escriban  por  el  uso  con  otra  ortografía  por  capricho  de 
los  europeos.  M  aun  para  el  castellano  se  perciben  esos  sonidos 
en  el  hablar  antillano,  ni  se  encuentra  en  los  pocos  restos  de  in- 
dios de  Guayana  y  sus  vecinos,  á  que  se  alleganotras  razones  que 
se  verán  en  sus  casos. 

Sobaco. — Un  pez  que  dice  el  Sr.  Pichardo  que  otros  llaman 
sobaco. 


—  ooo  — 

sábalo  — lUirño  de  Mayagüez  en  Puerto  Rico. 

Sabana. — Planice  ó  llanura.  Hay  quien  cree  que  no  es  pala* 
bra  india  sino  corrupción  de  sabana  ó  sávana,  que  es  española. 
Covarrubias  en  su  Tesoro  de  la  lengua  castellana,  usa  el  plural  y 
dice:  "son  unos  lienzos  de  dos  piernas  y  media  ó  tres,  entre  los 
cuales  nos  acostamos  en  la  cama."  Mariana  trae  varias  etimolo- 
gías, una  de  los  godos  y  la  que  viene  del  griego  sabanni,  "pannus 
asperior  defricandis  a  balneo  corporibus  accomodatns."  Pero  en 
el  sentido  de  terreno  y  no  esdrújula  se  lee  sabana,  vaha  na  y  zata- 
ña  de  los  primitivos  cronistas  de  Indias.  Se  llamaba  así  a  una 
extensión  grande  en  Cuba,  que  luego  aceptaron  los  españoles 
cuando  la  declararon  sinónimo  de  hato  como  una  medida  superficial 
( Véase  la  sección  3a)  El  erudito  Noda  ha  hecho  observar  |  Dio  rio 
de  la  Habana,  14  de  Agosto  de  1840,]  que  la  palabra  es  de  Cuba, 
Haití  y  aun  Florida  en  el  dicho  sentido:  que  los  seminóles  tienen 
sabana;  y  en  Georgia  existe  la  ciudad  de  Sabana  ó  Savana,  que 
es  el  numbre  indio  de  la  Pradera.  Pictet  Tablean  fies  Estast  Unis 
1 7í)5.  Demuéstrase  que  es  un  error  de  Bergnes,  que  tradujo  ¿i 
Buftbn,  quien  supone  que  la  etimología  de  sabana,  que  pronuncia 
sábana,  consiste  en  la  tierra  que  se  cubre  de  aguas  y  entonces 
parece  una  sábana. 

Sabana,  Sabanequc. — Provincia  cubana  á  venticinco  leguas 
del  rio  Cauuao,  con  pueblo  de  ese  nombre.  Hay  un  rio  en  Puer- 
to Rico  y  un  barrio,  aquel  costa  Norte:  sobre  este  véase  Lnqnillo. 
El  pueblo  indio  de  Cuba,  Sabaneque,  lo  cita  Velazquez  en  su  cé- 
lebre carta.  El  Sabana  cerca  de  San  Juan  de  los  Remedios,  te- 
nia los  edificios  sobre  horcones  en  el  agua. 

Sabanas. — En  el  Nte  de  América  se  llaman  sabanas  (savanes) 
los  bosques  resinosos:  en  las  islas  de  la  tierra  firme  de  América 
Meridional  la  palabra  sabana  designa  una  pradera.  Voyagcs  et 
travaux  des  Mis.  de  la  comp.  de  Jesús,  pág,  107. 

Sabanetas. — Pequeñas  sabanas.  Hay  un  barrio  en  Puerto 
Rico.    (Véase  Mayagüez.) 

Sablao.—Se  hacia  un  casabe  muy  delgado  con  este  nombre, 
de  la  yuca  más  trabajada.  "Esta  raíz  se  apura  más  para  ello," 
decía  el  Ldo.  Echagoin  en  su  relación  á  Felipe  II. 

Sacón.' zachon. — Era  una  planta  que  también  se  llamaba  quegio 
decia  el  Pi  Pane  que  tenia  hojas  como  el  basilisco.  EL  abate  Bras 
se, ir  cree  que  es  acimum. 

Solazar. — El  casique  de  Borinquen  llamado  cu  su  lengua  Ai- 
maman:  tomó  el  nombre  español  por  una  hazaña  singular  de  Die- 
go Salazar  cuando  la  conjuración  de  Agueynaba  o  Agüevbaná 
prendió  Airnaman,  á  un  joven  hijo  de  Pedro  Suarez,  al  que  hizo 
atar  á  un  árbol  para  que  lo  matase,  como  premio,  al  que  ganase 
un  partido  de  pelota.  Avísesele  á  Diego  Salazar,  vecino  de  So 
tomayor,  y  solo  con  el  indio  que  le  (lió  el  aviso,  su  espada  en  la 
mano  y  su  rodela  se  presentó  en  el  lugar  de  la  escena  y  desvára- 
te á  más  de  trescientos  convidados,  que  se  esparcieron;  y  corto 
las  ligaduras  al  preso.     <  'uando  se  retiraba  lo  hizo  detener  Aima- 


—  33G  — 
man  y  le  dijo  que  queda  ser  su  amigo:  sus  subditos  gritaron  viva 
¡viva  el  easique  Salazar!  y  según  la  costumbre  en  que"  cambian 
Jos  nombres  los  amigos,  se  llamó  en  lo  sucesivo  así. 

Saltos, — Se  llamaban  saltos  [asaltos]  las  expediciones  de  Jos 
españoles  á  los  yucayos  en  busca  de  indígenas  que  esclavizaban. 
Sacaron  más  de  40000  basta  que  el  Ldo.  Eigueroa  probó  que  no 
eran  caribes  flecheros,    (Herrera,  t.  Io,  pág.  189  Déc.) 

Sama. — Isla  de  las  pequeñas  que  rodean  Haití,  es  histórica 
porque  en  ella  fué  devorado  un  easique  por  uno  de  los  perros  de 
presa  que  llevaron  los  españoles.  Este  hecho;  que  uuos  supusie- 
ron casual  y  otros  no,  diciendo  los  primeros  que  quiso  ser  chanza 
por  a.sastar  al  indio,  quedó  sin  castigo  á  pesar  de  las  quejas  que 
se  elevaron  á  Bobadilla,  en  consecuencia  y  para  vengarlo  se  le- 
vantó el  easique  de  Higuey,  empezando  la  sublevación  por  la 
muerte  de  ocho  españoles  desapercibidos. 

Samand. — Célebre  península  de  Haití,  hasta  por  haberse  en- 
cargado de  ella  una  colonización  Semi  oficial  americana,  es  decir 
de  los  Estados  Unidos  del  Norte. 

Sambas. — Las  encargadas  de  cantar  en  los  areitos.  (Edgar,  La 
Selve.) 

Sambumbia. — Una  bebida  fermentada  hecha  con  miel  y  seme- 
jante á  la  chicha,  se  ha  usado  con  ese  nombre  que  no  es  español, 
desde  tiempo  inmemoriable. 

Sánate. — Bio  en  Santo  Domingo.  (García.) 

Santardn. — El  sabio  Murillo  en  su  Geografía  llistórka,  t.  98, 
pág.  34G,  dice:  "Bimimi  es  de  cinco  leguas  de  largo.  La  descu- 
brió Juan  Pérez  Ortulia  en  1512  enviado  por  Juan  Ponce  de  León 

que  deseaba  averiguar en  especial  la  fuente  Santardn,  que  se 

gan  los  indios  volvia'á  los  hombres  de  viejos  en  mozos."  La  preo- 
cupación existente  en  las  Antillas  sobre  la  fuente  maravillosa,  no 
fué  so'o  creída  de  Ponce  de  León  y  los  soldados,  sino  que  los  lite 
ratos  de  la  época  como  Pedro  Mártir  de  Angleria,  que  escribía  á 
León  X  en  una  de  sus  cartas  [Opus  epistolarum,  P.  M.  Angleria]: 
"Entre  las  islas  situadas  al  Norte  de  la  Española  á  cerca  de  325 
leguas  de  distancia,  hay  una  al  decir  de  los  que  la  han  ido  á  bus- 
car en  que  corre  una  fuente  inacabable,  de  tan  maravillosa  virtud 
que  cuando  se  bebe  el  agua  devuelve  á  los  viejos  su  juventud. 
Debo  suplicar  á  vuestra  Santidad  que  no  vaya  á  creer  que  este 
es  un  cuento  sin  fundamento,  porque  es  tal  la  creencia  que  se  en- 
cuentra esparcida  no  solo  en  el  pueblo  sino  entre  hombres,  que 
por  su  educación  y  su  fortuna  están  fuera  del  alcance,  lo  vulgari- 
zan y  lo  creen  con  toda  fé;  pero  si  me  pedís  opinión  os  responde- 
ré que  por  mí,  yo  no  puedo  atribuir  á  la  naturaleza  tal  poder,  pe- 
ro bien  puede  Dios  reservarlo  para  probar  el  corazón  de  los  hom- 
bres." (Véase  Cantío.) 

Saometo.—(YénsQ  Lucayas) 

Saona,  Sayona. — "Según  García  es  fruta  silvestre"  de  la 
isla  de  Haití. 

Sarobey. — El  algodón  en  Haití,  según  el  Sr.  Pérez. 


Saraguei. — "Planta  silvestre,"  (García)  en  Cuba  rompe  sara- 

Sasabeyos,  ¿(cubetos. — ( V é¿ se  A  ges, ) 

Sayajd. — Lugar  de  indios'  en  Bayamo  donde  habitaron  Jos  de 
Caneyesarriba.  (Gaceta  de  Puerto  Príncipe  de  IV  de  Julio  de  1S47.) 

Scbano.—{  Véase  Oébano], 

Sebucán,  Sibucan. — Manga  larga  y  extrecha  formada  de  teji- 
dos muy  finos,  donde  se  exprime  la  yuca.  (López  pag.  284,  t.  í.  de 
Los  caribes  de  Venezuela,  ¡ 

Seckon,  secón. — Fiebre,  calor  [escribe  Zechonon,  legiones  liafi- 
nesque.J 

Seiba,  ceiba,  zeiba, — Árbol  gigantesco  cuya  lana  en  la  semilla 
la  ha  hecho  confundir  eou  el  algodón,  y  llamaban  mapa  (Edwar- 
drs.)  Eu  el  Diario  de  la  Habana  8  de  Junio  de  1839,  se  dijo  que 
la  palabra  ceiba,  no  era  indiana  porque  se  conocía  en  el  Senegal 
untes  del  descubrimiento  de  América,  según  Valmont  de  Bomare 
en  su  Diccionario.  En  otra  parte  se  explica  esc.  supuesto  anacro- 
nismo. Quebrada  de  Puerto-Rico.  (Véase  Jicaco.)  Barrio  de 
Puerto  Rico.    [Véase  Demajagua*) 

Seibo. — Barrio  de  Vega-bajo  en  Puerto  Rico,  y  rio.  Fué  ciu- 
dad española  en  Santo  Domingo.  Nombre  del  lugar  en  que  fun- 
dó Esquive!  en  1502  un  pueblo,  allí  donde  se  reúnen  las  aguas  del 
Seibo  y  el  puerto  de  Soco. 

Semil. — Quebrada  que  entra  en  el  rio  luabou  eu  Puerto  Rico. 

Sereutma.—Se  supone  un  tratamiento  equivalente  á  los  que  se 
usan  en  Europa,  tal  como  Serenísima,  Podrá  significar  grandeza 
como  en  las  formas  latinas  prestantisime,  sapicntísime;  pero  no 
acepto  esos  tratamientos  gerárquicos  que  han  comenzado  en  gúa- 
xotm  (usted)  y  llegan  á  la  majestad:  son  delirios  de  los  viajeros  en 
pueblos  casi  infautiles. 

Seboruco. — [Véase  Ceboruco.] 

Serra,  guL — Trocar  ó  cambiar  (Oviedo.) 

Si,  c¿\— Ese,  él,  esto. 

Siba,  sibas,  sibaios,  sibao.— (Véase  Ciba,  Gibas,,)  Piedras, 
rocas. 

Siboroco,  seboruco,— -Parece  que  así  se  llamaba  el  predegal  ó 
las  piehras  que  aún  llevan  ese  nombre,  y  que  seboruco  es  corrup- 
ción; según  Koda  es  una  errata  la  palabra  scroruco  en  El  Patriota 
Americano,  que  luego  reprodujeron  Valdés  y  llumboldt.  {Memo- 
ria* de  Ja  Sociedad  Económica,  título  17,  pág.  142  en  una  nota.) 

Siboyti, —Serpiente  enorme  del  Brasil  que  puede  tragarse  un 
ternero.  (Jhonson,  Historia  de  los  piratas  ingleses,  cap.  1 1.) 

Sibuco. — líio  de  Borinquen  que  descubrió  Agüeibaná  ¡i  Pon- 
ce  como  uno  de  los  productores  de  oro  eu  sus  ¡nonas.  (Véase  Mu 
naborí.)  También  es  puerto. 

Secón, — (Véase  Zccliou.) 

Sida, — Licia. 

Siénatja.— Pantano.    (Jerea  de  los  Chindas  hay  un  país  Ua 


—  338  — 

mado  así  en  el  Continente.  (Véase  á  Julián  en  la  Perla  de  Amé- 
rica).   Rio  de  Puerto  Rico.    [Véase  Guayo.) 

SocatoJ&n.  Puerto  Rico  se  llaman  socatos  Jos  boniatos  que  en 
Cuba  se  dicen  jojotos.  En  Cuba  la  voz  socatos  ó  soeatas  se  aplica 
alas  maderas  qae  han  perdido  su  consistencia,  aunque  conserven 
sus  fuerzas  exteriores. 

Soraya. — Es  el  poniente. 

Sorombí. — Un  pequeño  pato  de  bellísimos  colores:  escribe  zo- 
rombí  el  Sr.  Pérez,  y  yo  creo  que  es  nuestro  huyuyo. 

Squibetes. — (Véase  Ages,  Pedro  Mártir.) 

¡Stareij  huibo. — Estrella. 

Siarey. — Estrella, 

tSuibaja. — f  Vé  ase  Xauxau.  \ 

T. 

Tobara. — "Arroyo  que  entra  en  Neiva.w — Haití. 

Tubucan. — Especie  de  yuca  más  blanca  en  las  ramas  que  las 
otras.    ^Oviedo.) 

Tabaco. — En  la  palabra  cohiba  se  ha  hecho  notar  que  tabacos 
era  el  nombre  que  usaron  los  indios  para  el  uso  de  esa  hoja,  hoy 
de  general  conocimiento:  hacer  tabacos  eran  sus  zahumerios:  taba- 
co el  instrumento  absorvente  cuya  figura  nos  ha  conservado  Ovie- 
do; y  según  LaMartinere  es  el  nombre  del  instrumento  conque 
en  las  Islas  de  Tabago  y  Granada  fuman  electo,  que  es  como 
allí  se  llama  la  planta.  En  Santo  Domingo,  pipas,  cachimbas  se- 
gún el  Sr.  García. 

Tabanuco. — Quebrada  de  Puerto  Rico.  (Véase  J ácana  y  Ji 
caco.)    Goma  incorruptible  de  la  misma  isla. 

Taina. — (Véase  Buaynaras.) 

Taino,  nitaino,  mitaino. — Noble,  bueno;  hay  quien  le  dá  sig- 
lieaeion  gerárquica.  La  verdad  es  que  los  indios  pacíficos  se  lla- 
maban tainos  y  los  españoles  en  el  contraste  con  los  flecheros, 
malos,  los  llamaron  buenos.  Es  probable  que  descendiesen  de  lo.s 
araguacos,  ó  aruacos  ó  de  las  tribus  del  continente  meridional  á 
que  llamaban  guatiaos  ó  hermanos.  Los  lucayos  y  los  antillanos 
de  las  islas  mayores  se  entendían  aunque  tenían  dialectos;  lijando 
hasta  tres  lenguas  en  solo  Haití  el  célebre  Las  Casas.  En  Cuba 
se  hablaron  dos  lenguas:  una  áspera  y  grosera  en  Guouiguanic  , 
otra  más  civil  y  sonora.  En  Haití  se  llamaban  cay  aba,  cubaba  y 
baicagua:  „no  se  referirían  á  Cuba  y  Borinquen  \as  dos  últimas? 
El  dialecto  Eyeri  predominó  en  Puerto  Rico:  todos  tenían  enlace 
y  tal  vez  origen  en  el  aragua. 

S.  Mery  (1787)  encontró  en  Guanaminto  una  piedra  cubierta 
de  geroglíficos  y  en  otra  parte  figuras  grabadas  en  serpentina  y 
muchas  esculturas  en  las  cuevas:  Eerrer  del  Rio  recojió  en  Cuba 
otras  antigüedades  de  que  hemos  hablado  en  los  artículos  Cuba, 
Haití  etc.,  y  en  el  caí).  XIII  de  esta  obra  en  su  primera  parte. 
Aquí  voy  á  dar  una  idea  de  los  tainos  emo  nación,   y  conservar 


—  339  — 

lo  que  pueda  de  su  cronología.  Nuestro  principal  guía  os  el  in- 
geuioso  Rafiuesque,  y  acepto  sus  conjeturas  fundadas  en  la  rela- 
ción que  he  traducido  (sec.  1"  de  la  2il  parte)  del  ermitaño  Ro- 
mán Tañe.  El  comentador  lija  épocas  como  el  año  1150  para 
situar  la  de  las  guerras  civiles.  Supone  que  el  gran  rey  Ba- 
gual (Caxibaguel)  tuvo  por  sucesores  Guamanacoel,   Guarionel 

Guabaininiquin,  Guababo,  Conel,  Carametex,  Guaramatex 

y  que  en  la  guerra  con  los  españoles,  reinaba  Gúarionex.  Desde 
tiempo  inmemorial,  el  gran  rey  del  valle  de  Maguana  parece  que 
fué  cabeza  y  centro  de  organización  de  los  casicazgos  que  liabia. 
Los  cinco  reinoe  de  Haití  comprendieron  muchas  provincias  y  ca- 
siques.  (Véase  Haití.) 

En  Cuba  liabia  siete  reinos  según  el  citado  escritor  ( véase 
Cuña,  (Kboneyes,  Siboncycs),  apesar  de  que  otros  escriben  distinta 
cosa  adoptando  la  suposición  de  un  casique  para  cada  una  de  las 
muchas  provincias,  cuyos  nombres  conserva  la  crónica.  De  los 
reinas  de  Cuba  cree  que  Camagüey  es  probablemente  procedente 
de  Coinayagua.  Son:  Maicí,  Bayamo,  Cueibá,  Camagüey,  Sagua 
Macaca,  y  Guaniguanico  ó  Ilaniguanico. 

La  isla  de  Jamaica  (Véase  Jamaica)  tenia  dos  reinos. — Buri- 
quen,  Borinquen  ó  Buquena  (Buchena),  tenia  un  reino J compuesto 
ne  veintiséis  casicazgos.  Las  Yucayas  ó  Lucayas,  Yuaguas,  Ama- 
na, Siguateo,  Bahama,  Bimini,Yuma,  Guanahani,  Saometo,  Aba- 
co, etc.,  eran  cosicazgos  que  dependían  del  Jefe  de  Saometo. 

Los  tainos  estuvieron  en  continuas  guerras  con  los  caribes 
(repito  que  para  mí  eran  los  extranjeros)  de  las  islas  menores.  La 
población  de  los  pueblos  tainos  ó  pacíficos  ha  sido  bien  calificada 
por  el  moderno  Monk,  á  quien  cito  en  otra  parte.  El  cálculo  de 
Bafinesque  no  obstante  es  el  siguiente; 

Haití 1.200.000  habitantes. 

Cuba 600.000         „ 

Borinquen 100.000         ,. 

Jamaica 60.000         „ 

Yucayas 40.000  „ 


2.000.000 


En  el  artículo  Antillas  se  ba  hablado  de  este  cómputo:  á  mi 
me  parece  diminuto  respecto  de  las  Yucayas,  porque  habiéndose 
extraído  en  los  saltos  (Véase  Saltos)  más  de  40.000  indios,  aun 
quedó  alguna  población  cuando  se  prohibió  hacerlos  esclavos. 

Apesar  de  sus  luchas  y  resistencia,  los  caribes,  cáribas  y  cá- 
nimas  hacían  irrupciones  devastadoras  en  esos  países:  aun  ocupa- 
ron á  Curuqueira  (Guadalupe):  Matinino  (Martinica),  Liamaca 
(Antigua),  Lian mui ga,  (San  Cristóbal),  Bayaruco  [San  Vicente], 
Beguía  (Granada),  etc.,  llamados  colectivamente  eaHaguO)  islas 
de  los  (¡alibis. 

Las  invasiones  de  los  caribes  se  repelían,  poro  eran  más  t'rc 
cuentes  en  las  playas  de  Borinquen  hasta,  con  el  fin  de  robar  hom 


—  340  — 

bies  y  niños  para  comérselo*:  esta  era  por  lómenos  la  creencia  de 
los  habitantes.  Cuando  aparecían  en  las  playas  de  Haití  se  en- 
cendian  candeladas,  hogueras  que  anunciaban  el  peligro.  Las 
comarcas  de  Higuey  y  Caisimú  se  hicieron  por  esas  lachas  guerre- 
ras, y  adoptaron  el  uso  de  envenenar  sus  Hechas.  En  las  demás 
usaban  macanas,  dardos  y  lanzas  de  madera  endurecida  al  niego. 

También  eran  invadidos  los  calíanos  y  sus  playas  eran  desola- 
das, por  lo  cual  construyeron  su  pueblos  al  interior.  Eran  llama- 
dos canibas  y  carinas  (caníbales),  y  consiguieron  establecerse  al 
Sudoeste  de  Baracoa.    (Ratinesque.) 

Jamaica  usaba  flechas  y  eran  más  valientes,  por  lo  mismo  fué 
más  respetada  de  los  flecheros.  Los  lacayos  no  fueron  molestados 
á  lo  que  parece,  pues  tuvieron  alianza  y  ocupaban  en  prenda  de 
ella  la  isla  de  Ayay. 

En  cuanto  á  la  crónica  posterior  al  descubrimiento  hasta  la 
consolidación  del  coloniagc  y  extinción  del  elemento  indio,  he 
colocado  en  sus  lugares  respectivos  todos  los  nombres  indios  ó 
con  ellos  relacionados  estrechamente,  aunque  españoles  que  pne 
den  ligar  la  tradición  oral  á  la  historia.  Con  este  criterio,  que  es 
el  particular,  el  único  posible,  vamos  á  lijar  algunas  épocas  que 
tomo  de  Kañnesquo  en  sus  Anales,  que  ya  he  tenido  ocasión  de 
estimar. 

Beroica  fué  rey  de  Jamaica  por  los  anos  de  1420,  y  fundó  una 
dinastía  que  tuvo  dos  sucesores,  Ben -Beroica  y  Ábemberoica, 
como  si  dijéramos  Bembcroica  1°  y  2o  En  1503  reinaban  Araeyao 
y  Huareo  al  Este  y  Oeste  de  la  isla. 

Hacia  1450  hasta  1480,  Guaramatex  fué  el  gran  casique  en 
Haití,  en  Managua  residente  en  Bainoa. 

En  1460  hasta  1494,  fué  Cayacoa  rey  de  Caisimú  ó  de  Higuey, 
falleciendo  en  la  última  fecha. 

En  1470  ocuparon  muchos  caribes  la  península  de  Samaná,  y 
los  dos  hermanos  Caonabo  y  Manicatex,  con  Mayabonex  rey  de 
los  Mayoris,  los  recibieron  en  alianza.  Conquistaron  á  Dahabon, 
Sibaho  (Zibaho)  y  Manababo.  Caonabo,  (véase  este  nombre)  fué 
célebre  y  casó  con  la  hermosa  Anac  ona,  hermana  del  rey  de 
Ja  ragua, 

Por  escaño  de  1475,  Beuechio  fué  rey  de  Guacarima  y  hasta 
1500  residió  en  Jaragua.  Contaba  32  caciques  subditos;  tenia  30 
mujeres  en  su  harem,  de  que  era  la  favorita  Guanahata.  Era 
ostentoso  en  sus  títulos  y  Pedro  Mártir  de  Anglería  conserva  los 
de  tureiyiia-hobin,  stareihuibo,  dugh-sineciuen. 

En  1480  sucedió  Guarionex  á  Guaramatex  en  el  gran  reino  de 
Haití. 

En  1480  nja  el  viaje  de  los  indios  cubanos  á.  Cautió  (Florida) 
en  busca  de  la  fuente  que  daba  juventud  perpetua  á  los  (pie  en 
ella  se  bañaban.  (Véase  Santóran.)  Visitaron  las  islas  Pola, 
Mártires, ios  cayos  y  la  nación  Colas.  Según  Herrera  se  estable- 
cieron en  Abaibo,  población  cubana  en  Florida.  Las  comunica- 
ciones entre  Cuba  y  Florida  se  suponen  frecuentes. 


—  841  — 

Piensa  Uafinesque  que  el  nombre  Golas  sen  acaso  derivado  de 
caracoleSy  que  es  haitiano:  yivian  después  (1760)   muí  sus  deseen- 

dientes  cuando  volvieron  á  Cuba. 

En  1400  hubo  una  guerra  en  Ouba  entre  Cavila,  rey  déla 
nación  cami,  y  el  rey  de  Colba  en  la  comarca  U  if;m,  cuya  capital 
fué  Fava.  Toda  esta  historia  no  tiene  mas  fundamento  que  la 
narración  de  Colon,  cuando  soñaba  que  entendía  sin  intérpretes  á 
los  cubanos.  Queriendo  Ratiuesque  aumentar  esas  noticias  de 
cuya  veracidad  no  sospecha,  cree  que  Cami  es  Camagüey,  pueblo 
extranjero  en  Cuba. 

No;  Colon  no  escribía  historia  sino  novela.  En  su  primer 
viaje  iba  tras  las  huellas  de  sus  maestros  en  pos  del  Asia:  buscaba 
el  camino  mas  corto.  En  un  Diario  (30  de  Octubre)*  cuando  no 
tenia  aún  interprete,  dijo  do  otra  guerra:  (pe'  ! ¡>s  naturales  la 
tenían  con  el  gran  Kan  á  quien  llaman  Cami  y  »  *u  tierra  ó  ciudad 
Vaha.  El  jueves  1"  de  Noviembre  dice  que  al  gran  Kan  llamaron 
Carilla  y  lSafan  á  la  provincia.  El  comentador  americano  qim 
sabe  que  no  hay  tal  Kan,  explica  (i  su  manera  que  no  es  aceptable 
ese  pasaje,  que  es  pura  y  simplemente  nna  de  las  alucinaciones 
de  Colon,  que  pretendía  entender  Jo  que  le  decían  los  indios  y  eso 
fué  causa  de  verdaderas  algarabías,  como  lo  anota  el  ingenuo 
venerable  Las  Casas. 

'/airona* — Según  Julián,  se  llama  así  á  la  fragua  ú  horno  en 
( 'osta-Firme. 

Tajá. — Ave  perteneciente  á  la  especie  mas  pequeña  de  los 
carpinteros:  se  llama  en  otros  puntos  pico-verde.  [Véase  Jaijami, 
Inri  re.'] 

Talavera, — Bernardino,  fue  el  primer  filibustero  de  América. 
Viéndose  acosado  de  deudas  y  teniendo  que  parar  por  ellas  en  la 
cárcel,  se  ausentó  con  otros  7()  de  su  clase,  así  dice  el  Padre  Simón 
en  su  primera  Noticia  historial  de  las  conquistas  de  Tierra  Firme, 
y  se  robaron  uft  barco  genovés  que  por  acaso  estaba  en  punta  de 
Tiburón;  como  el  que  malas  manas  luí,  tarde  ó  nunca  las  perderá 
falté)  luego  á  sus  pactos  con  Ojeda,  cuando  éste  so  hizo  á  la  vela 
para  Santo  Domingo  con  Talavera  y  casi  los  70  de  sus  compañe- 
ros. La  chusma  dio  el  mando  á  Talavera,  pero  éste  arribó  con  su 
gente  á  Cuba,  perdida  la  dirección  do  Haití;  mas  luego  so  quedó 
en  Jamaica  flf>01J.  Temían  el  robo  allí  perpetrado;  sin  embargo, 
súpolo  el  Almirante  y  lo  hizo  ahorcar  en  Santo  Domingo,  Fué, 
pues,  el  primero  de  su  especio  de  que  se  conserva  noticia. 

Tale. — El  montón  (pie  hacían  los  naturales  para  sembrar  la 
yuca.  [Castil  o,  Conquista  de  Nueva  España,  cap*  6.1 

Tamayo. — Casiquc  rebelde  á  los  españoles.   (Vé;ise  Qiguayo.) 

Tameme,— Indio  cargador.  (Carta  de  Velazquez  de  I  "de  Abril 
de  1511.)  Se  usaba,  en  Nimva  España  con  la  adición  de  una  /:  lia 
meme. 

Tanama. — Rio  de  Puerto  Rico.  (Véase  Quayo.) 

Taquenábaso, — Territorio  de  Haití. 

7Vrr. —  I   m  lago  de  la  Española,  que  después  se  ha  llamado  de 


—  342  — 

otros  modos:  es  poco  inénos  extenso  que  Caguaní.   [Véase  este  iil- 
timo  nombro.] 

Taracol,  Tarácelas* — Cangrejos. 
/         Taragara. — Uno  de  los  dos  semis  de  que  se  habla  antes.  (Véa- 
se Epileguanita.) 

Tarare. — Montaña  en  Haití. 

Tarraco. — Pueblo  indio  hoy  absorvido  por  Guanabacoa:  es 
nombre  vascuense.  Esta  semejanza  y  otras  con  las  lenguas  ame- 
ricanas y  el  vizcaíno,  son  .más  aparentes  que  reales,  se^uu  G. 
IXumboldt. — "Un  examen  serio  las  hace  aparecer  menos  numero 
sas  y  menos  extrañas."  (Los  Primitivos  Habitantes  de  España 
[18791  párg,  184.) 

Táyaba. — Velazquez  escribe  Tabaya:  es  un  rio  que  cruza  por 
Trinidad;  pero  va  prevalencio  en  el  uso  el  nombre  que  también  se 
le  da  de  Gaurabo. 

Tayaboa. — Rio  de  Puerto  Rico.  (Véase  Macana.) 

Tayba — Buba.  (Véase  Guyaora.) 

Tayuyo. — Es  una  especie  de  pastel  hecho  de  maiz  cubierto 
con  hojas  verdes  de  plátano  ó  las  telas,  entre  las  tánicas  que  cu- 
bren la  espiga  ó  mazorca  del  mismo  maiz.  En  guaraní  dice  Azara 
que  tuyuyú  es  nombre  de  un  pájaro  y  que  significa  barro  ama- 
rillo. 

Teburun,  Tiburón. — Nombre  indio,  según  Pedro  Mártir,  del 
animal  marítimo  que  conserva  esa  misma  denominación,  común 
en  las  aguas  del  mar  caribe,  especialmente  en  los  pueatos. 

Tei,  Tey. — Se  supone  que  significa  ser. 

Tequina. — Maeslro,  director  del  areito,  profesor  que  enseñaba 
las  tradiciones  á  los  hijos  de  los  casiques. 

Templos. — Tenian  casa  solo  para  que  cada  casique,  separada 
de  la  población,  la  tuviese  sin  otra  cosa  ni  objeto  que  colocar  al- 
gunas imágenes  de  madera  labradas  en  relieve  que  ellos  llaman 
semis  para  sus  ceremonias  y  oraciones.  [Historia  del  Sig.  D.  Fer- 
nando Golombo,  edic.  de  Milán,  pág.  494.] 

Ti,  Te. — Tuyo,  tu,  vos.  Según  el  Sr.  García,  tierra  en  Santo 
Domingo.  La  interpretación  anterior,  de  extranjeros,  puede  no  ser 
exacta  por  haberla  confundido  con  las  voces  castellanas  en  esa 
forma. 

Tiao.— Hermano,  me  parece:  bueno,  según  Rafinesque. 

Tiba.— Señor:  es  voz  del  continente.  El  Sr.  Noda  la  cree  cu- 
bana. ♦ 

Tibes. — Barrio  de  Puerto  Rico.  (Véase  Mayagüez.) 

Tibey. — Planta  venenosa  que  se  conoce  ahora  con  el  nembre 
de  revienta  caballo.  Algunos  creen  que  significa  uno  de  tos  colores, 
y  de  ello  se  habla  antes. 

Tiburón. — Dice  el  Sr.  García  que  significa  ti,  tierra;  hurón, 
pez. — Tiburón  es,  pues,  pez  de  tierra  según  el  Sr.  García. 

Ticlietu,  tiqneta. — Lo  mismo  que  tihu  en  los  dialectos. 

Tihu. — Alto,  eminente,  faerte,  excelente. 

Tihui,  liuibo,  baino,  sibao,  liaití. — Alturas,  pedregoso,  montaña 


-  m  — 

Tina, — "Montana  de,  la  cadena  central,"  de  Santo  Domingo 

^(¡arcía.) 

Ti  ni  mu, — Rio  de  la  Isla  de  Cuba.  (Puerto-Príncipe. ) 
Tinin. — Apellido  con  (pie  fué  conocido  el  lego  burguiñon 
Fray  .Juan.  Fray  Juan  de  Tinini,  vino  á  Haití  con  Fray  Juan  de 
Bermejo,  y  fué  uno  de  los  tres  que  se  citan  en  el  artículo  Pane, 
cpie  se  dedicaron  á  predicar  la  religión  cristiana  á  los  indios, 
aprendiendo  sus  lenguas  con  pocos  elementos  y  escasa  autoridad, 
no  siendo  diáconos  ni  menos  sacerdotes.  El  historiador  Torque- 
mada  á  quien  debemos  esas  noticias,  como  otras  muchas,  dice  á 
este  propósito:  "asi  de  ruines  principios  se  siguieron  malos  medios 
y  peores  bienes.77 — Esto  alude  al  contraste  que  hacia  el  celo  de 
esos  legos  con  los  sacerdotes  enviados  en  el  segundo  viaje  de  Co 
Ion,  según  lo  expresa  el  mismo  autor  copiado  antes. 

To.— Noble. 

Toa, — llana:  este  animal  tuvo  ese  nombre  porque  fueron  con- 
vertidos en  ranas  los  niños  que  sacó  Cluagouiana  de  la  cueva,  que 
gritaban  ¡toa!  ¡toa!  cerca  del  rio  de  Haití  en  que  se  verificó  el 
cambio:  ellos  pedían  de  comer,  tenían  hambre,  y  parece  que  toa 
era  el  nombre  de  los  órganos  de  la  lactancia  en  la  inujej.—  Rio 
bastante  caudaloso  en  Cuba  en  territorio  de  Baracoa:  en  su  vecin- 
dad residió  Hatuey. — btro  del  mismo  nombre  hay  en  Puerto  Rico 
en  la  costa  Xorte,  con  pueblos  que  llevan  los  de  Toa  alta  y  Toa 
baja. 

Toatua. — " Planta  medicinal.'7  (García.) 

Tobaco. — Lo  mismo  que  tabaco. 

Toca, — Reposo,  tranquilízate. 

Tocketa  ( toqu eta) . — Mucho. 

Tocoró. — Así  llama  Parra,  el  cronista  que  cité  en  Juyüey,  al 
tocororo. 

Tocorós. — El  señor  Pérez  en  sus  poesías  anota  que  es  un  ave 
de  vistosas  plumas:  me  figuro  que  sea  el  tocororo  que  los  cubanos 
llamaban  guatiní. — (Véase  la  sección  3a) 

Tocubanamá. — Eué  casique  de  Haití  que  no  pudieron  sujetar 
los  españoles:  fué  preciso  prenderlo  estando  refugiado  en  Saona  y 
lo  llevaron  á  Santo  Domingo,  en  donde  fué  ahorcado. 

Tocuma. — Totuma:  fruta  silvestre. — Santo  Domingo  ((Jarcia.) 

Tomayoit. — Capitán  indio  que  acompañó  á  Enriquillo  y  fué 
muy  perjudicial  á  los  españoles:  se  entregó  al  hacerse  la  paz  v 
recibió  el  bautismo  (1533). 

Tobago, — Una  isla. 

Tona. — Me  parece  que  esta  palabra  que  ha  explicado  cu  la 
leyenda  de  (íuagoniana  Rafinesque  copiándola  dé  otro,  es  una 
errata:  se  escribió  toa  por  el  Padre  Román  seguramente,  pues 
Pedro  Mártir  de  Angleria  escribe  foa}  pero  el  traductor  italiano, 
ó  el  impresor  (pie  no  lo  entendió  bien,  puso  tona.  Los  que  le 
siguieron  convirtieron  en  su  "jpetites  animaux  ó  maniere  üé  Xains 
que  se  nombran  tonas'— y  por  último  Rafinesque  creyó  que  eran 
vulpejas  ú  opposinns.     La  autoridad  del  de  Anglena   es  aquí  irre- 


—  344  — 

futable:  son  pues  ranas,  toas,  y  no  vulpejas,  que  no  hay  en  Santo 
Domingo  los  animales  de  que  habla  la  leyenda.  Las  palabras 
copiadas  en  francés  son  de  Brasséur  de  Bourboug,  que  dice  que 
toa  significa  mamá.  (Véase  Toa.) 

Torolisco. — Yerva  conocida  por  rabo  de  zorra. 

TotL — Pájaro  conocido  en  Cuba,  cuyo  nombre  conserva;  y  se- 
gn  Azara  también  se  llama  en  guaraní  choní. 

Totuma.— Nuestra  güira  en  Puerto  Rico. — Según  el  señor 
Noda  significa  cabeza  en  el  idioma  cubano.  Es  verdad  que  vulgar- 
mente se  le  da  ese  nombre,  pero  me  parece  (pie  por  analogía  al 
fruto,  para  hablar  de  una  cabeza  llena,  pero  no  de  ideas.  Los 
mejicanos  dicen  por  la  propia  semejanza  tecomate  al  que  supenen 
vacio  do  ideas  yes  alusión  á  los  güiros  grandes. 

Topa. — En  lugar  de  toza,  cuando  está  ahuecado  para  que  sir- 
va de  abrevadero  á  los  animales. 

Tuana. — Debe  ser  errata  este  nombre  que  pone  en  notas  á  las 
cartas  de  Vespucio  su  admirador  Canovay.  El  dice:  "la  serpiente 
Tuana  de  que  se  habla  por  Ramucio," — Éamucio,  t.  3?,  pág.  130, 
llama  tuana  á  la  iguana,  el  animal  que  describe  Vespucio  que 
considera  ÍSTavarrete  como  uno  de  sus  absurdos.  Está  sin  duda 
mal  descrita;  pero  otros  que  no  son  Vespucio  ¡llamaron  especie  de 
sierpe  á  la  iguana. 

Tabaya.  Tubaga. — Planta  americana  que  otros  llama  tuatúa, 

Tucubia. — Este  es  nombre  dado  á  la  yuca  en  la  Dominica. 
(Documentos  inéditos,  pág.  185,  t.  4?)  ¿Será  catibía*!  Pero  el  señor 
Torres  de  Mendoza,  que  lo  anota,  no  da  luga  rá  esa  interpretación: 
él  dice  que  el  casabe  es  extrac  por  los  indios  del  magnoc,  de  la  ca- 
tubia  ó  yuca  y  otras  raices. 

Tuird, — Lo  mismo  que  semi,  otros  creen  que  es  el  diablo. 
[Véase  Mabuya]  En  este  sentido  dieron  su  nombre  los  indios  á  los 
cristianos  españoles.  (Oviedo.) 

Tuigarao*—~E\  nombre  que  dieron  á  las  viruelas  los  indios, 
según  Gomara,  citado  por  el  P.  Sarmiento,  significa  gran  lepra; 
pero  á  mí  me  parece  que  se  refiere  á  quemaduras,  por  las  huellas 
que  quedan. 

TíííwZ^o.—Oasique  anciano  muerto  en  los  bosques  durante  la 
conquista  de  los  españoles. 

Tuna.— Cactus  que  produce  los  higos  de  ludias. — Color  rojo 
en  los  ages.-^-liio  de  Puerto  Rico  en  la  costa  del  Norte — Pobla- 
ción de  Puerto  Eico  (La  Isabela). 

Tuuna. — Asi  escribe  Pedro  Mártir  la  variedad  del  age  de  co- 
lor morado.  Parece  que  es  exacta  la  significación  del  color  y  se  re- 
pité  en  la  tuna  que  llamamos  brava  ó  espinosa:  así  liobo  ó  jobo  es 
el  amarillo,  fruto  y  color;  y  el  cobre  hoTrin. — Azul  cerúleo. — Y  es 
especie  de  age. — Tal  vez  sea  el  mismo  tuna. 

Tunshol-o.— Bohio  en  Eyeri. 

Tuoh. — Colon  escribió  que  así  llamaban  al  oro  algunos  indios 
de  las  Antillas  por  su  color  amarillo  y  en  otras  al  cobre:  pero  en 


—  'm:>  — 
los  que  nos  lia  dejado  Pedro  Mártir,  se  le  llama  hopin   (Véase 
Ooanw.) 

Turaba. —  Rio  de  Puerto  Rieo  que  desagua  en  Rio  Grande. 
Barrio  de  la  misma  isla  (Véase  Guarabo.) 

'Vurciyuq. — Luz,  brillante/. 

TureiguahoMn. — Más  brillante  que  e¡  oro. 

Túreiná. —  Luciente. 

Tureí/.— VA  ciclo. 

Tur icid t. — (Véase   Furieidi.) 

TuruqueiraCeyre  y  Ayay.—Uh&8  islas  caribes  besriales."  (Dr. 
Chanca.) 

Tuyra. — Lo  misino  que  Tuirá. 

V. 

En  la  letra  B  se  ha  dicho  lo  que  creo  respecto  del  uso  de  la  V 
por  los  indios  antillanos,  que  fué  ninguno.  Como  observa  el  señor 
l riarte,  de  los  más  ilustres  académicos  de  la  Lengua,  para  notar 
los  errores  de  escribir  con  una  ó  con  otra  letra  palabras  do  muy 
diverso  sentido  se  necesita  de  la  vista,  pues  no  alcanza  á  ello  el 
oido:  "por  tener  en  nuestra  lengua  la  V.  consonante  el  mismo  so- 
nido que  la  Z»,  suena  a  la  vista,  no  al  oido." 

No  obstante  pondré  las  palabras  que  se  han  escrito  indebida 
o  arbitrariamente  con  v  entre  los  siguientes. 

Uaná  ó  gua-nana, — Fruta  que  cita  y  no  describe  el  señor  Bra- 
sseur  de  Bourboug:  dice  especie  de  fruta. 

Uaquiano. — Según  Acosta,  significa  mal  compañero,  y  Rali- 
nesque  lo  compara  á  paquiano  en  Sicilia. 

Uara,  uara. — "Tú:  tratamiento  familiar."  (García.) 

Ubano, — Sitio  en  Santo  Domingo. 

Carneara,  Uaraura, — Ejército:  yo  creo  que  es  corrupción  ó 
errata  de  guasábara. 

/  bec- Líbele. — Arriba,  en  Eyeri- 

Ubey. — Abajo,  de  fuera  (Ey.) 

Uiens-uieiis.—  Según  el  Sr.  Guridi,  es  usual  esa  palabra  reii 
riéudose  á  los  apalencados  en  Bohuruco,  en  cuyas  sierras  ha.\ 
"hordas  estúpidas"  de  eeres  humanos  que  huían  de  la  esclavitud. 
Oreo  que  son  descendientes  de  africanos,  que  en  ellas  buscaron 
asilo.  No  se  explica  la  etimología  de  la  palabra,  que  no  me  pa- 
rece india. 

Uieques. — Isla  de  Vieques  á  tres  leguas  de  Puerto  Rico  don 
de  se  recojo  el  ñame  cimarrón  para  alimentarse  sus  vecinos,    |  Es- 
te ñame  será  la  jicama  ó  el  volador  de  Cuba? 

/  jtamej. — (Véase  Uxtamex.) 

Uxtamex — Casiqueó  señor  que  residía  en  Sibao,  que  envió 
1G000  auxiliares. 

Uracañ,  ¡Trican, — Huracán,  tempestad.  Según  el  Sr,  García 
también  so  dice  Uracana  en  Santo  Domingo. 

Unicaan,— Vagamundo, 


—  346  — 
Umalcua. — Vagar  (Eyeri), 

Usábon. — Rio  de  Puerto  Rico  que  desagua  en  Rio  (i raudo  de 
Oayey. 

Uta. — Puente. 

Utias.  —Hutía  ó  jutía,  uno  de  los  cuadrúpedos  de  las  Antillas 
forma  de  ratón  y  tamaño  de  conejo  que  en  otro  lugar  he  descrito. 
Hoy  predomina  en  el  uso  escribir  hutía.  Nieremberg  adoptó  la 
primera  forma:  "Las  utias,  animales  de  Indias  de  que  abunda- 
ba la  isla  española,  dice  Antonio  de  Herrera  en  su  Historia  de 
Indias,  que  ya  han  perecido."'  (Nieremberg,  Curiosa  y  oculta  fi- 
losofía, pág.  5,  cop.  Io)  Lo  que  ha  perecido  es  el  perro  mudo. 
Utuado. — Pueblo  de  Puerto  Rico. 

Uxmatex. — Oapitau  general  en  toda  la  tierra  de  Üaonabo,  se 
gnu  Oviedo:  muy  valiente  y  tan  feo  como  valiente  que  era  "vizco 
ó  visojo." — Oviedo  dedica  un  capítulo  á  baldar  de  los  capitanes 
tuertos  que  ha  habido  en  un  lugar  distinta), 

VejuqníWos, — Así  escribe  el  Sr.  Fuentes  y  (ruzman    (Historia 
de  Guatemala,  t  I,  pág.  303):  el  Sr.  1).  Justo  Zaragoza,   dice  que 
es  un  frijol  de  enradera:  no  me  parece  que  es  un  dolichos  sino  el 
bejuco  cubauo  tal  vez  aplicado  y  adulterada  la  b  á  alguna  eme 
dadora. 

Veycosi. — Dice  el  Dr.  lírrutia  que  se  hacía  una  bebida  así  lla- 
mada con  agua  que  deja  almidón  de  la  yuca.  Se  conservó  su  uso 
mucho  tiempo  y  lo  adoptaron  los  bucaneros.  El  autor  de  los  Pi- 
ratas de  América  por  error  le  llamó  veycon  y  su  traductor  español 
lo  repitió:  así  se  perpectuó  la  errata  en  Inglaterra  y  España. 

Wica. — Es  ortografía  inglesa  ¡¿¡juica]  y  en  caribe  significa 
hijo,  según  Mr.  Young,  que  recojió  en  Tabágo  algunos  nombres 
caribes:  y  este  y  los  siguientes,  (An  historical  survey  of  Bryan  Ed 
icords,  pág.  292)  tienen  huellas  tainas:  halané,  mar;  torta,  agua; 
cazada!,  viento;  guatagüi,  warawi  rayo;  güégüi,  wewee,  data  padre. 


Los  escritores  españoles;  y  principalmente  los  que  escribían 
en  latin,  tuvieron  que  adoptar  la  x  en  el  sonido  de  la/  para  evi- 
tar que  esta  reprodujese  la  pronunciación  latina  y  se  leyese  como 
si  se  escribiese  con  y. 

Xacagua. — Rio  de  Puerto  Rico  en  cuya  ribera  habitaban  los 
españoles  en  1582  y  eran  robados  de  los  caribes.  [América  número 
L?,  1805.] 

XagiUL — Fruta:  jagua. 

Xaguaguaira. — Región  de  Haití. 

Xamaica. — Así  escribió  Pedro  Mártir,  y  decia.que  significa- 
ba comarca  de  abundantes  frutos.  Oldmixon  y  otros  se  equivocan 
en  derivar  ese  nombre  indio  de  James  (Jaime  ó  Santiago)  que  di- 
cen le  puso  Colon:  es  claro  que  siendo  ingleses,  corno  si  fueran  ca 
talanes,  sería  Jaime  traducción  ó  corrupción  de  Santiago:  pero 
con  erratas  v  todo,  el  mismo  Colon  llamó  Jamaica:  á  la  isla. 

v  7 


—  317  — 

Xamarar. — Agotar  el  agua  do  las  minas. 

Kagücy, —Jagüey. 

'X.aman. — Territorio  de  Haití. — Xamaná  escribe  el  Dr.  Chanca, 
provincia  qnc  sigue  á  Haití  y  le  signe  Bohío  y  desde  esta  escribía. 

Xarag-ua* — (Véase  Jaragua.) 

Xauxau. — Especie  do  casabe  hecho  de  la  ilor  de  él  "que  en 
aquellas  partes  (la  española)  se  precia,  y  yo  preciaría  más  uu 
pedazo  de  pan  por  duro  y  moreno  que  fuese  (Acosta.)  Otro  lo 
explica  (Véase  jaujáu)  de  otro  modo,  y  hay  quien  no  le  llama  sino 
galleta  ó  torta  hecha  de  age  ó  ñame,  lo  que  era  lo  raro  y  especial, 
pues  se  hacía  de  yuca.  La  cita  referente  á  Colon  de  este  asunto 
en  que  se  escribe  ákes  por  ajes  debe  ser  errata. 

Xa  xahes. — "Pajarillos  pequeños  con  los  codillos  y  sobacos  co- 
lorados y  ellos  verdes.-' — (Oviedo.) 

Xixen.— Jején. 

X  ohos. — Jobos. 

X  uca to. — (Véase  Juca to.). 

Xvlos. —  (  Véase  Julos.) 

Xvmuren. — "Que  los  indios  no  xumuren" — es  recomendación 
contra  la  ociosidad  india,  que  se  iáo  en  la  pág.  9  del  apéndice  de 
documentos  de  la  Historia  de  Sagra:  no  sé  lo  que  significa.  ¿Sera, 
xamarar,  agotar  el  agua  de  las  minas?  ¿Será  errata  de  no  mur- 
murenf 

Xutola. — Planta  que  se  dedica  á  los  parturientes, 

Xus. — Adjetivo  que  parece  significa  todo. — (Brasscur  de  Bor- 
boug,)  escríbelo  con  z. 

Y. 

Y. — Planta  muy  verde  y  fresca:  es  una  liana  ó  enredadera. 
En  alguna  parte  he  leido  que  se  aplica  al  lavado  como  el  jabón, 
aunque  los  españolee  y  sus  descendientes  no  se  han  cuidado  de 
esa  planta. 

Yahiní. — Madera  de  construcción  eu  Santo  Domingo. 

Yahon. — "Rio  tributario  del  Y  una"  en  Santo  Domingo. 

Yabucoa. — Pueblo  en  la  parte  Sur  de  la  isla  Puerto  Pico  á 
una  legua  del  mar. 

Yac,  yacan. — Santo. 

Yaco. — "Sitio  de  San  Cristóbal/'  Santo  Domingo, 

Yachen. — (Véase  Cibano.) 

\ ragohayuco, — Región  hái  lia  na. 

Yagua,  yaguas* — Así  se  llaman  especialmente  las  partes  de 
la  palma  que  denominaron  los  descubridores  camisas  de  palma. 
Los  indios  las  aplicaban  á  muchos  usos  que  se  conservan  en  el 
campo:  para  tabiques,  tedios,  puertas,  estrados,  catauros  o  vasi 
jas,  para  empacar  frutos  que  llamamos  lerdos,  como  en  el  tabaco. 
Ks  ó  son  el  pendneulo  <lo  la  penca  ó  fronde,  do  la  palma  que  cae 
con  ella  al  miniar  la  planta.  (Véase  Borinqitm}, —  Dice  el  Abate 
Brasscur  de  Bourboug,  que  significa,  rcslido;  pero  es  un  ciro:-  \u\ 
cido  do  la  analogía  que  encontraron  lo  *  españoles  eutre  la  cam 


_._  348  — 
del  hombre  y  la  yagua. — Eu  Puerto  Rico  se  llama  yagua  la  palma 
y  á  lo  que  cu  Cuba  yaguas,  si  bien  á  la  que  se  desprende  al  abrir* 
se  el  racimo  de  frutos  se  le  dice  allí  figueros,  que  me  parece  co- 
rrupción de  higuera,  por  servir  de  vasija  si  se  quiere. — Yagua  os 
el  nombre  de  dos  rio  en  Santo  Domingo. 

Yahubias. — Raiz  comestible.  (Véase  Tanta,) 

Yaguacaico. —Ciisique,  de  la  Habana  [Véase  esta  palabra  últi- 
tima;  Guayacarex.] 

Yaguana — Golfo  que  hoy  se  llama  Leogane  en  Haití.  (Véase 
Bayalul.)— -Fué  ciudad  de  Haití. 

Yaguanabo. — Rio  en  Santo  Domingo. 

Yaguaraba,  yaguaralia. — [Véase  Agoreros.}  En  lajnovincia  do 
Yaraguas. 

Yagua-ramas. —  Paeblo  de  indios  de  que  se  dice  que  fué  párro- 
co el  Ldo.  Las  Casas:  el  Pro.  D.  José  Ramón  de  la  Paz  Morejon, 
que  lo  fué  después,  hizo  recojer  algunos  restos  antiguos  contempo- 
ráneos de  la  conquista:  acicates  enormes,  frenos,  espuelas  inmen- 
sas, restos  de  vasijas  de  barro  y  otros  objetos  análogos  que  tuvo 
ocasión  de  examinar,  bondad  de  mostrarlos  á  los  amgos  déla 
Historia.  Se  depositaron  en  el  antiguo  museo  de  la  Sociedad 
Económica  parte  de  esas  reliquias. 

Yaguar  aparo. — Territorio,  sitio,  haitiano. 

Yaguasit. — La  ensistura  del  ramo  de  palmiche  que  forma  una 
especie  de  vaiya.    (Val verde). 

Yaguatc. — Rio  tributario  del  Nisao.  —  Santo  Domiugo. 

Yagueyes  (¿Jagüeyes?) — Pozos  ó  depósitos  de  aguas  entre 
rocas,  como  para  las  necesidades  de  diez  personas,  según  se 
explica  en  las  diligencias  formadas  sobre  el  cumplimiento  de  lo 
mandado  por  Carlos  V,  respecto  de  Enriquillo  con  el  fin  de  termi- 
nar con  él  un  concierto  de  paz. 

Yagüica. — Lugar  de  la  comarca  de  Bruyoan,  donde  so  dio  una 
batalla  durante  la  sublevación  de  Agüeinabá 

Yautía. — Raiz  hoy  llamada  malanga,  que  es  la  indígena. 

Yates,  Yallahs  (pronunciado  YaI-lahs). — Lugares  en  Jamaica 
que  si  parecen  palabras  indias,  son  corrupciones  de  un  apellido 
castellano:  Ayala.  Asi  se  nombraba  un  gran  hato  que  existia 
antes,  y  establecieron  los  españoles:  lo  deduzco  de  lo  que  leo  en 
Edwards.  (Libro  11,  cap.  11  de  la  Hist.  of  W.  Indias). 

Yamaía. — Común  ó  Ayuntamiento  de  Santo  Domingo  hoy. 

Yamasa. — Rio  de  Haití. 

Yame  en  Jamaica,  y  en  los  países  que  se  habla  inglés,  es  una 
variedad  de  la  malanga  blanca,  que  en  Surinam  llaman  Ignamc 
los  europeos  y  teje  los  naturales.  ¿Quien  sabe  si  yame  es  voz 
india  que  se  ha  confundido  con  ñame  que  es  africana  no  lo  parece 
sin  embargo? 

Ya  ñique. ~ll\o  tributario  del  Yaque. 

Yantas. — Me  parece  errata  en  la  Historia  Apologética  del 
Rev.  Las  (Jasas  (t.  4°,  pág.  300)  por  poner  yautws—  dice  que  es 
hoja  á  modo  de  cólj  y  habla  de  lerenes  y  que  hay  otra  raiz  comí- 


—  U<)  — 
ble  llamada  yahubia»,     Parece  que  Se  decían   yanta*  alas   hojas 
de  los  yereues  (maranta)  más  anchas  que  las  de  col.  (Las  Casas.) 

Yahubias. — Raíz  comestible,  como  se  lee  en  el  artículo  que 
precede. 

Yaque. — Lago  de  Haití  y  rio. 

Yaque. — Rio  de  Haití.  Entre  este  rio  y  el  de  Neiba  fundó 
Ovando  la  ciudad  de  Buenaventura,  donde  en  1506  habia  una 
tundición  de  oro  que  solia  labrar  de  110  á  120  rail  marcos,  según 
Charlevoix.  Este  rio  tiene  entre  sus  afluentes  ranchos  con  nom- 
bre indio:  Bao  ó  Sibao,  Auibaje,  Tacagua,  Amina,  Mao,  Gurabo, 
Qniesigna,  Jacabo,  Macagua,  Macabon. 

Yaquino. — Provincia  de  Taraqna.— -Santo  Domingo. 

Yara, — Significa  fin  ó  cola  en  lengua  Tala.  (Josiah  Pifest 
Amcricaín  Antiquities,  pág.  310,  citando  á  Rafhíosquc.) — Rio  de 
Cuba  en  cuyas  márgenes  fué  preso  el  casique  llaluey;  y  en  Yara 
se  inició  la  revolución  de  Cuba  (1868)  que  se  terminó  en  el  gobier- 
no del  memorable  y  afortunado  General  Martínez  Campos  en 
1878. — La  palabra  que  en  otras  lenguas  tiene  la  significación  ya 
dicha,  expresaba  en  antillano  la  idea  de  hueco  ó  agujero.  (Véase 
f>ayamo.)—Yara  en  Cuba  tiene  otras  significaciones. 

Yara, — (Véase  Coatrlr.) 

Yaraví. — Canto  ó  canción,  según  el  señor  Pérez. 

Yarayarasc. — Significa  áspero  en  lengua  goajira. 

Yare, — El  jugo  de  la  yuca. 

Yariy  yario,  yaru. — Significa  como  yará  agujero.— Joyel, 
piedra  de  oro. 

Y  a  rima.  —Remate  ó  cola,  estremidad. 

Y  abruma. — Asi  llama  Las  Casas  la  y  agrura  a.  (Sección  3*) 

Y  agruma. — (  Véase  Secc.  3a) 

Yarmta, — Caña,  bambú  ^Herrera);  ¿pero  no  serán  las  ramas 
huecas  de  la  yagrumá? — Árbol  en  Santo  Domingo, 
Xarif/á. — |  Véase  Haití.] 
Yarica. — Laguna  y  rio  en  Santo  Domingo. 

Y  asnal.  —Islas  al  ÍT,  E.  de  Saraaná. 
Yauco,— Bio  de  Puerto-Rico. 
\autia. — La  malanga  indígena. 

Yautilia. — En  una  obra  americana,  [Life  in  Santo  Domingo, 
1863,1  se  leo  la  palabra  que  parece  Ütmiñütivó  de  yauiía,  como 
usual  en  el  país. 

Yaurc!, — Rio  de  Puerto-Rico  que  desemboca  en  el  Puerto  de 
Arroyo. —  Barrio  do  la  misma  isla.  (Véase  Jobos.) 

Yaurúma. — Dice  Noda  que  así  debe  escribirse,  y  no  yagrumn, 
el  nombre  de  este  árbol:  yitruuta  escribe  Oviedo. 

Yaya. — |  Véase  Baba.'] 

Yaya,yaia. — Nombre  de  uu  indígena  de  Ihiid  que  ligara  en 
primer  término  en  la  leyenda  do  ese  país.— |  Véase  Giaia,]  —  Árbol 

de  que  se  hacen  los  rujrs. 

Yayagua, — Bio  de  Puerto  Rico.— (Véase  Guayo,)— 


—  350  — 

Rayales. — Pia  de  Puerto  Pico. — Significa  en  Cuba  lugar  de 
muchas  yayas. 

\  oyania. — La  mejor  de  las  pinas,  según  Oviedo. — En  otras 
partes  el  pajaro  llamado  carpintero.  El  célebre  d'Orbigni  observa 
que  todas  las  naciones  americanas  dan  un  nombre  especial  al 
pájaro  conocido  en  Cuba  con  el  nombre  español  de  carpintero; 
que  á  todas  Jiizo  que  lo  observasen  6  les  atrajo  la  atención;  figu- 
rando en  la  mitología  antillana  en  la  formación  de  la  mujer:  entre 
esos  nombres  coloca  el  deyayama,  pero  como  queda  dicho,  ¡si&'iii- 
íica  otra  cosa:  la  pina.  Hada  dice  d'Orbigni  del  Perú:  allí  se 
llama  el  carpintero  cargacli:  y  es  singular  que  se  crea  conveniente 
quemar  sus  plumas  en  sacrificio  para  sacar  á  las  mujeres  de  sus 
trances  en  los  partos:  ¿qué  analogía  tendrá  este  rito  con  la  creen- 
cia caribe  en  la  creación  dé  la  mujer  en  las  Antillas?— "Usan  sus 
pininas  para  zahumerios  para  impedir  los  abortos  y  facilitar  los 
partos  {Mercurio  Peruano  de  29  de  Marzo  de  1774,)  (Véase  Inri 
ri,  y  Tajá.) 

%ay guama* — Pueblo  de  cien  vecinos,  uno  de  los  antiguos 
puertos  de  Haití.   (Documentos  inéditos,) 

Vavayagua. — Cantón  del  reino  de  Higuey. 

Ycgan. — Seta,  hongo,  ílor  de  humedad. — El  agárico  lunigo 
(guayegan.) 

Ycrenes — Lcreues. 

Yerbas. — Los  indios  de  Higuey  y  sus  colindantes  de  la  costa, 
envenenaban  con  yerbas  sus  flechas.  La  razón  aparece  en  el  ar- 
tículo Tainos. 

Ymumi,  imizui, — Erio. — Montes  que  recuerda  Podro  Mártir 
corno  á  Hybahasuo. 

Yohana. — Título  dado  á  Dios. — También  joviana. 

Yobana  Boinia. — Cueva  mitológica  de  Haití.  Se  escribió  otras 
veces  Tovana  Boinia. 

Yocahuna. — Como  Yobana.  (Véase  Atabcx.)  Parece  que  Yoca- 
huna  suena  á  buen  Dios. 

Yocahu-bao.ua  (vagua)  Maorocoti. — El  obispo  Las  Casas  dice 
que  así  se  llamaba  al  Dios  fínico  conocido  por  los  haitianos,  á  pe-* 
sar  de  sus  otras  supersticiones  (Historia,  pág.  415,  t.  5o) — El  nom- 
bre que  del  mismo  conserva  Pedro  Mártires  Yocauna-Gua-Mao- 
nacen.  Pero  hace  dos  de  uno.  Los  traductores  del  ermitaño  Paue 
ó  sus  trastornadores,  le  hacen  decir  Yocaliura-Gua-Maorocon.  Es 
muy  difícil  fijar  hoy  lo  que  debe  leerse;  pero  prefiero  el  testimonio 
de  Las  Casas  que  solo  difiere  de  Pane  en  lo  final  de  la  palabra  y 
Maoroco  es  la  luna  en  otro  sentido.  Este  dice  era  hijo  de  Atabcr, 
su  madre,  y  tenia  un  hermano  llamado  Guaca. 

La  idee  de  que  no  hay  efecto  sin  causa,  hizo  á  los  indios  su- 
poner á  un  Dios  madre:  cinco  nombres  se  conservan  refiriéndose 
á  Dios  y  no  son  iguales  á  los  otros  que  hemos  citado.  Para  Bafi- 
nesque  expresan  propiedades  ó  atributos.  Si  sobra  ingenio  no  hay 
mucha  exactitud  en  este  pensamiento.  Atabe'*,  Atabcx,  Aiabcira. 
son  los  nombres  dados  cu  Cuba  y  Haití  á  la  madre  Dios;  según  lo 


—  351  — 
que  he  extractado  de  Hora  en  la  parte  preliminar,  eso  nombro  se 
descompone  así:  At7  principio;  beira.  madre.  Lo  que  es  punto  de- 
cidido es  que  todos  esos  nombres  se  referían  á  un  Dios  madre  ó 
uu  Dios  padre.    Para  Román  ese  Dios  que  creían  los  indios  sobre 

res  inferiores  era  femenino,  un  Dios  hembra;  para  Pedro 
Mártir  ora  un  Dios,  un  Dios  masculino.  Pero  masculino  ó  íemeni- 

•  creia  que  habla  Un  hijo  que  vivit  en  el  sol  muy  poderoso, 
que  tenia  dos  nombres  y  esos  dos  nombres  tampoco  se  conservan 
sin  oscuridad,  pues  las  dos  fuentes  indicadas  les  dan  diversos, 
tíaíinesque  lia  reunido  las  variantes  y  ha  querido  traducir  sus  sig- 
nificaciones,   I  Té  aquí  lo  que  dice: 


STAÍUN  ROMÁN. 

SUCfUN  P.  MÁRTIR. 

SIGNIFICACIÓN. 

1   Atabe  i 
1'  Jemao 
'<'>  Guacas  Api (o 
'    A  pifo  ó  siella 
5  Si/ i  maco  [Zuimaco] 

A  lab  eirá 

llamona 

Guaca-rapilo 

Siella 

Guimazoa 

1  'nico  ser. 
Eterno; 
Infinito. 
Omnipotente. 

invisible. 

Los  dos  nombres  dados  al  otro  dios,  ' 

variaban  en  los  di  alee- 

tos.  También  significan  atributos,  como  por  ejemplo,  Guama-ocon, 
señor  del  mundo.  Los  variantes  son  los  siguientes: 


FUENTES. 


PRIMER  KOMBRE.   SEGUNDO  NOMBRE. 


Román 
Mártir 

Eu  Cuba 
En  Jamaica 
En  Borinquen 
Oviedo 
Varios 


Yocáhuna 

Yocauna 

Yocáhuna 

Yocáhuna 

Yacan  a 
Yobana 
Yocabayhama 


(íuamaorocon. 
(¡uamaonocon. 
(iuainaoxoeoti, 

(¡uamanoinocon, 
Gúamamona. 

(luamoquina. 


ltaíincsquc  compara  estos  nombres  con  los  de  otras  naciones 
v  encuentra  muchas  analogías  y  hasta  estrechas  semejanzas. 

V raeas. — Yerbas  que  usaban  los  indios  en  las  comidas  y  aun 
que  el  Sr.  La  Torre  al  hablar  del  agiaco  lo  considera  sinónimo. 
Oviedo  lo  distingue.  El  anotador  de  este  dice   qué  son  yerbas  en 
general;  pero  creo  que  solo  son  las  comestibles  como  las  de  la  ma- 
langa. 

Y  ■Uaná. — La  iguana. 

Xvbecnyguaya—i'ltia  —  lluijlaea. — La  Eva  de  los  indios  de  la 
América  Meridional.  Fué  convertida  en  murciélago  por  el  mal 
(pie  hizo;  se  casó  con  el  sol  y  solo  sale  de  noche:  otra  variedad,  la 
casa  (ton  el  diablo.  Danxion  Livaysseno  dice  que  sea  creencia  cu- 
bana, pero  el  nombre  se  parece  tatito  á  los  de  las  islas,  que,  por 
eso  lo  coloco  aquí  advirtiendolo. 

m. — (Véase  \ uea).  —  \l\o  v\\  Haití. 


Ypatcjc.  —Es  una  especie  de  yuca. 

Yuca,  tuca. — Mandioca  se  llama  la  yuca  en  el  Brasil,  pero  en 
las  Antillas  lleva  un  nombre  que  supongo  que  en  lo  general  se 
aplica  á  la  blancura.  No  eran  una  sola  su  naturaleza  y  formas: 
además  de  las  boníatas  liabia  otras;  hasta  seis  variedades  solo  en 
la  Española,  según  Oviedo:  itwpcx  que  echa  unos  frutos  como 
manzanitas  y  es  de  las  buenas;  diacaman,  la  mejor  de  todas;  nuba- 
ya,  tabaya  y  coro,  esta  tiene  los  astiliejos  colorados,  y  la  última  os 
tabacan,  que  tiene  las  ramas  más  blancas  que  las  otras. — Las  va- 
riedades dulces  tienen  raices  comestibles;  la  agria  se  destina  á  la 
fabricación  de  casabe.  (Véase  Casabe,  Catibía,  Sibucanj  Guayo.) — 
Era  base  con  el  maiz,  de  la  alimentación  vegetal  en  ias  Antillas 
y  parte  del  continente  americano:  su  tallo  aun  conserva  el  nom- 
bre de  cangre.  Los  indios  cultivaban  las  dos  variedades  que  aun 
ahora  se  cosechan:  la  prieta  y  la  blanca.  Sacaban  de  la  agria  el 
casabe  y  guardaban  de  ella  una  preparación  harinosa  que  llama- 
ban mañoc  en  Puerto  Eico,  según  dice  Oórdova.  Sigue  siendo  la 
catibía  la  base  del  mata-hambre  en  la  Habana,  el  almidón  y  el  ca- 
mbe. Del  jugo  preparado  se  hacia  vinagre:  crudo  el  de  la  yuca 
agria  era  venenoso  para  hombres  y  animales:  se  llama  yare  en  el 
continente.  (Véase  Naibona.) 

La  mandioca  del  Brasil  tiene  también  variedades.  En  la  Cró- 
nica do  Campanilla  do  listado  do  Brasil  pág.  150,  se  enumeran  las 
principales:  mandijibuzo,  mandijibimana,  mandijibiya,  inaudiji- 
ruzo,  apitiuba,  aipij;  y  aun  se  indican  otros  diversos  nombres. 
Además  del  easabe  hacen  beijús  delgados  como  obleas  ó  barqui 
líos:  aipins  como  bolas  "que  sobrepujan  en  buen  sabor  al  pan 
fresco'7  según  Maghanes  de  Gondayo  en  su  Historia  de  la  Provin- 
cia de  Santa  Cruz,  cap,  5? 

Yucabia. — La  planta  no  separada  de  la  raíz  ó  yuca.  (Las 
Casas.) 

Yoeahiujudina.—\^\  semi  que  anuncióla  venida  de  los  españo- 
les á  Haití. 

Yuya.—  Quebrada  de  Puerto  Eico.  ]  Véase  Tacana.'] 

Yueaba. — Tubérculo  que  se  comia  cocido  como  espinaca:  del 
tamaño  de  zanahoria.  (Las  Casas.)  Y  dice  que  se  parece  a  la 
batata,  crece  como  la  calabaza,  pero  no  es  puvescente  ni  en  tallos 
ni  en  hojas, 

Yucay,—^ Parra,  á  quien  se  cita  en  la  palabra  ají-jijí,  escribía 
yucay  en  vez  de  yuca.  El  señor  Cruz  al  hablar  de  Yucayo,  nom- 
bre de  Matanzas  entre  los  indios,  cree  que  seria  por  las  siembras 
de  yuca  que  se  hacían:  sijfué  usual  la  palabra  yucay,  es  más  gráfi- 
co el  origen, 

Yucayo. — Es  sinónimo  de  tuca  yo:  yuca,  además  de  la  planta, 
significa  blanco.  Acaso  los  blanquísimos  arenales  de  las  Baha- 
mas  le  dieron  nombre  á  esas  islas. 

Yucayequcs. — Pueblo  ó  población.  (Documentos,  pág.  41o,  t.  7) 

Yucuyagua. — En  la  carta  latina  que  imprimió  el  señor  Quin- 
tana en  el  Apéndice  de  la  vida  de  Las  Casas,  se  vé  la  aplicación 


—  353  — 
de  osa  palabra  á  los  indios  esclavizados  en  Santo  Domingo:  "va- 
le mas  dejar  in  suis  native  locis,  quw  dictunur  Yucayaguas,  aún 
sin  ser  cristianos."  Sino  es  una  errata  la  palabra  yucuyaguas, 
pues  puede  referirse  á  las  islas  Yucayos  de  que  se  tomaban  indios 
para  esclavos.  * 

Yueayo. — Así  se  llamó  Matanzas  y  ha  vulgarizado  aquel  nom- 
bre indio  el  apreciable  Álbum  del  Yueayo  de  1848.  El  laborioso 
escritor  matancero  D.  Francisco  Javier  de  la  Cruz,  en  su  Tratado 
de  geografía  antigua  y  moderna  de  Cuba,  dice  que  Yueayo  se  lla- 
maba el  pueblo  y  los  españoles  contemporáneos  de  Las  Casas, 
dieron  el  nombre  de  Matanzas  á  su  bahía.  Atribuye  este  nombre 
á  varias  causas,  y  como  observa  el  señor  Alfonso  en  sus  Memorias 
refiriéndose  á  estudios  de  D.  Ignacio  María  de  Acosta,  el  nombre 
le  viene  de  que  allí  se  hacia  la  matanza  de  cerdos  para  abastecer 
la  tropa.  Cerca  del  pueblo  estaba  la  estancia  del  Adelantado 
Velazquez  de  Ayllon. 

Yncuyagua. — "Ranchería."    (Calvan.) 

Yumuri. — Eio  que  cruza  la  ciudad  de  Matanzas;  para  algnnos 
es  palabra  corrompida  del  español,  "yo  morí";  pero  el  señor  Pi- 
chardo  y  el  señor  Alfonso  (historiadores  de  Matanzas)  demuestran 
que  es  voz  indígena  y  que  es  el  nombre  de  otro  rio  también  en  la 
parte  Oriental. — El  último  cita  á  Barcia  qae  asegura  que  Yumurí, 
es  nombre  del  oso  hormiguero  en  la  America  Meridional  y  signi- 
üca  boca  chica,  es  también  nombre  de  un  estrecho  entre  el  comi- 
nente  y  la  isla  de  Santa  Catalina  en  Buenos  Aires. 

Yuna. — Rio  de  Haití  cuyas  riveras  ocuparon  los  guerreros  de 
Caonabo  siguayos.  Tiene  afluentes  con  nombres  indios:  Camú,  Yu- 
boa,  Maguaca,  Jayá,  Payabo,  Guabá  y  Yucu. 

Yunque. — Vértice  de  la  sierra  Yuquillo  en  Puerto  Rico,  que 
se  puede  ver  desde  22  leguas  de  distancia. 

Ya  ruma. — (Véase  Yaruma.) 

Z. 

La  letra  z  es  un  sonido  que  no  se  encuentra  en  la  mayoría  de 
las  lenguas  indias:  á  lo  dicho  sobre  el  sonido  análogo  de  la  c  debo 
agregar  que  la  lengua  nativa  del  Padre  Pane  y  de  los  extranjeros 
sus  colegas,  como  ya  lo  observó  Las  Casas  respecto  del  primero 
los  confundieron. — La  z  se  pronunciaba  en  el  provenzal,  lo  mismo 
que  en  catalán  hasta  de  cuatro  modos.  (Grusca  Provenzal,  por 
Bastero,  pág.  144  y  siguientes.)  Pero  tenia  el  sonido  de  la  s  en 
primer  lugar:  "en  el  provensal  tiene  solamente  el  sonido  sutil  y 
medio  (pie  hemos  señalado  á  la  8  en  rosa  y  de  la  última  en  espo- 
sa: qae  es  el  modo  con  que  hoy  pronuncia  los  griegos  l  (zita) 
zel,  zelador,  etc.,  y  llamaba  Salviati  z  simple." — Ese  es  uno  de  los 
orígenes  de  la  introducción  de  la  figura  do  la  z  que  no  pronuncia 
ban  ni  los  indios  ni  los  mismos  que  la  usaban,  á  excepción  de  los 
andaluces  que  casi  siempre  cecean.  Tenemos  (pie  poner  aquí  las 
palabras  que  se  han   escrito  indebidamente  con  s,  como   liemos 


—  354  — 

hecho  en  las  demás  corrupciones    y    alteraciones  de  otras  letras. 

Zababeyes. — Especie  de  age. 

Zacon. — (Véase  Sacón.) 

Zdbcina. — (Véase  Sabana.) 

Zagay.—  Pico,  bastón:  es  probablemente  corrupción  de  aza- 
gaya. 

Zechon. — ( V  éase ;  Secón. ) 

Zembí. — "Sabana  en  Cibao."— [García.] 

Zemes. — Plural  de  zemi. 

Zcmies. — Plural  de  zemim.  (Véase  Semu) — Nombre  de  unos 
indios  en  la  relación  de  Ulrich  Schmidel,  pág.  203  de  su  Viaje 
Curioso. 

Ziba. — Piedra. 

Zibao. — Pedregoso. 

Zibuneyes. — uIndios  que  los  naturales  de  la  Isla  de  Cuba  tie- 
nen por  sirvientes  y  así  en  casi  todas  los  de  los  jardines."  (Docu- 
mentos inéditos,  pág,  35,  t.  7. 

Zimn.— Cabeza,  frente,  principio. 

Zieva. — Mosca. 

Zinato. — Airado. 

Zievas. — Coyucos  en  dialectos. 

Ziniquin. — (Véase  Niquen.) 

Zoclien. — Yerva  sagrada.  (Véase  Bohito.) 

Zuruquia* — Lugar  en  Santo  Domingo  en  que  habia  unos  ana- 
des  blanquísimos  ó  negros,  doméstico,  menos  que  anzares.  (El  I)r. 
Chanca.) 


— '  355 


Sección    Tercera. 


Palabras  usuales  en  Cuba  de  origen  indio,  sus  diversas  acep- 
ciones en  los  departamentos:  vegetales,  animales,  rios,  pue- 
blos, lugares  y  objetos.  (1) 


Lo,  the  poor  Lidian!" 


Pope. 


•  •  Parece  ordenado  por  la  Providen- 
cia, con  poética  justicia,  que  muhkas 
razas  bue  han  sido  conquistadas  ó 
exterminadas  por  invasores  extranje- 
ros, pueden,  no  obstante,  sobrevivir 
por  los  nombres  de  los  objetos  princi- 
pales que  constituían  su  nativo  suelo." 

De  Verc:  Americanismos:  The 
Englis  of  tlie  New  World. — I 


Son  muchos  los  nombres  do 
árboles,  rios  y  lugares  que  nos 
lian  quedado:  hay  en  ellos  com- 
binaciones fijas  que  indican  cla- 
ramente un  significado  que  no 
ha  llegado  casi  nunca  á  noso- 
tros. La  sílaba  gua  se  encuentra 
á  principio,  medio  y  fin.  Hemos 
dicho  en  la  palabra  gua  lo  que 
se  ha  ocurrido  á  los  americanis- 
tas; coa  es  otra  que  significa  por 
sí  sola  el  principal  instrumento 
de  labranza,  pero  entra  en  com- 
binaciones como  en  coabal;  al 
final,  como  en  Guanabacoa,  se 
supone  que  significaba  algo  que 
indicaba  pertenencia. — La  ter- 


minación abo  es  muy  frecuente, 
y  como  se  conoce  el  significado 
de  algunos  nombres  á  que  se  fi- 
ja, se  trasluce  en  ello  algo  que 
indica  abundancia:  Jiquiaibo, 
Ho&abo,  GuanafoOj  ¿no  signifi- 
carían lugar  en  qu<s  abundan 
jiquíes,  jobos,  guanos,  etc.?  Mi 
ilustrado  contradictor,  que  co- 
pio en  el  cap.  IX  de  la  Sección 
Preliminar,  hizo  algunas  infe- 
rencias que  allí  pueden  verse. 
Aba. — Dice  el  Sr.  Fernandez 
que  es  un  arbusto  de  la  Isla  de 
Pinos  que  tiene  concepto  de 
medicinal  aplicándose  sus  hojas 
á  la  parálisis 


(1)     La  Topografía  del  Sr.  Pichardo  y  el  Diccionario  (ieográjioo  del  Sr.  Peine, 
la,  se  han  tenido  presentes  para  hacer  lo  más  completa  posible  esta  nomenclatura 
sin  omitir  otras  muchas  fuentes.    Para  la  launa  de  Cuba  y  demás  secciones  de  his 
loria  natural,  he  tenido  á  la  vinta  á  especialistas  hasta  los  recientes  y  actual- 
bajos  de  mis  queridos  discípulos  ^^w.  Reinoso  á  vilaró. 


356 


Abey. — Se  conocen  con  este 
nombre  dos  árboles  con  el  adi- 
mamento,  que  es  muy  usual  en 
Cuba,  de  macho  y  hembra.  Las 
maderas  son  íítiles  y  el  llamado 
hembra  tiene  una  resiua  pur- 
gante- El  Sr.  Ossa  no  dio  nom- 
bre á  las  dos  clases:  su  clasifi- 
cación fué  poepigia  excelsa.  El 
Sr.  Fernandez  copia  la  que  cla- 
sifica al  macho  y  á  la  hembra: 
[Jacaranda  ccerulea  y  poepigia 
cxcelsaJ] 

Abonuco. — Rodeta  de  lienzo, 
lana  ó  pajas  que  usan  los  car- 
gadores en  la  cabeza  para  hacer 
más  cómodo  su  ejercicio  —Otros 
dicen  bobuco  ó  babnnaco. 

Abuje. — Insecto  que  se  cria 
en  las  yerbas  de  las  cercanías 
de  Holguin,  que  se  adhiere  á  los 
seres  animados  y  aun  se  intro- 
duce en  la  piel  del  hombre.  Lo 
hay  en  Haití.  Dice  el  señor  Pi- 
chardo  que  algunos  le  llaman 
babuje. 

Ácana. — Árbol  cuya  madera 
de  construcción,  durísima,  es  de 
un  color  rojo  como  almagre  y 
ennegrece  con  los  años.  Se  con- 
sidera incorruptible  en  buenas 
condiciones.  (Bassia  albensis 
Gris). — Hay  una  hacienda  de 
su  nombre. 

Achiote.—. En  Puerto  Rico  se 
llama  así  á  la  bija  de  Cuba. 

Achote. — En  el  departamento 
Oriental  es  lo  mismo  que  bija 
en  la  Habana.     (Bija  orellana.) 

Agabama.— Rio. 

Aguacate. — Este  nombre,  co 
nio  hemos  visto  en  la  otra  sec- 
ción, para  unos  es  de  origen  ca- 
ribe y  para  otros  mexicano.  Lo 
que  se  llama  aguacatillo  (Laurus 
borbonia)  solo  se  asemeja  en  las 


hoj  as  ai  frutal ,     (Persea  gra  t  is 
sima). — Hay  en  Cuba  pueblo  y 
hacienda  del  Agacuate:  y  tam- 
bién un  rio  que  lo  cruza.   (1.) 

Aguají. — Pez  parecido  á  la 
cherna. 

Aguará. — Hacienda  y  rio. 

Agüinado. — Color  de  güin. 

Aji. — Se  solia  escribir  axi. — 
Se  conserva  el  nombre  y  las 
aplicaciones  del  ají  especial- 
mente en  el  campo.  (Capsicum.) 

Ajir-guaguao. — El  más  bello 
por  sus  formas  y  frutos  de  los 
ajíes,  como  el  más  picante:  es 
sin  duda  indígena,  aunque  no  lo 
sean  las  demás  variedades:  en- 
tra como  elemento  indispensa- 
ble en  todo  buen  agiaco.  (Cap- 
sicum microcarpum.) 

Aji  (árbol  del). — Lo  cita  el  se- 
ñor Fernandez  como  bueno  pa- 
ra carpintería  rural. 

Ají  (monte  de). — Es  como  sue- 
na una  de  las  montañas  que  se 
llaman  montes  en  la  Isla. 

Ajiaco. — Manjar  de  que  se  ha 
hablado  en  la  Sección  Segunda. 
El  señor  Pichardo  explica  la 
composición  y  aún  sus  especies. 

Ajotarse. — Significa  abochor- 
narse, en  la  parte  Oriental  de 
Cuba:  me  parece  efectivamente 
de  origen  indio. 

Almiqui. — Es  nombre  de  un 
árbol  que  en  otras  partes  de  la 
Isla  se  llama  ácana.  En  la  obra 
del  memorable  señor  Ossa  se 
clasifica  entre  los  achras  y  es 
el  Achras  almiqui. 

Almiqui  (animal.) — El  señor 
Poey  propuso  que  se  diera  eso 
nombre  al  soldenon  paradojo  de 
Brandt,  llamado  por  unos  tejón 
y  por  otros  tacuache:  pero  el  se- 
ñor Gunlach,    cree  que    es  el 


(1)    Lo  mismo  que    el    Sr.    Pichardo,  llamó  pueble  toda*   agrupación  de  habi- 
tantes; hacienda  toda  referencia  ó  superficie  de  rerreno.  (Véase  Sabana.) 


—  357  — 


que  llamaban  aírelos  indios  en 
época  de  los  conquistadores  en 
el  descubrimiento:  cita  al  señor 
Pichardo  que  juzga  que  es  el 
que  describe  con  este  nombre  y 
"parece  que  sea  acertado."  El 
almiqui  es  el  solcdodon  cubano, 
y  el  mapiache  es  clprocyon  lotor 

Amasabo. — Hacienda. 

Amiquí.—D.  José  María  Fer- 
nandez y  Jiménez,  laborioso  co- 
lector de  los  nombres  vulgares 
de  nuestros  árboles,  llama  ami- 
qui  á  uno  "cuya  madera  es  de 
color  de  ácana  muy  subido." — 
El  no  era  botánico  y  no  clasifi- 
có la  planta,  ni  copió  la  clasifi- 
cación agena,  así  es  que  me  pa- 
rece el  mismo  almiqui  descrito, 
suprimiendo  la  /. 

j  [  n  da  ras.  —  Jutía,  ( caprom  is 
mclannrus.) 

Anamá. — Hacienda. 

Anamú. — Un  arbusto.  {Poli- 
veerios  octandra.] 

Anchon.—lfin  la  designación 
topográfica  se  conservan  varios 
ancones  en  Cuba.  En  la  lengua 
goajira  significa  chico. 

Ancón. — Una  hacienda. 

Anón. — Árbol  frutal.  {Anno- 
na  squamosa. ) 

Antejo. — Planta  que  solo  se 
nombra,  sin  más  explicaciones. 

Arabo.  —  Árbol  aplicable  á 
construcciones  rurales.  [Erytli- 
rbphilum  arabo.) 

Amigan. — Un  árbol. 

Aralejo. — Es  planta  que  dice 
el  señor  Fernandez  que  es  útil 
para  la  carpintería. 

Arepa. — Lo  dicho  en  la  Sec 
cion  anterior. 

Ariguanabo. — Hacienda,  rio, 
vaquería. 

Arique. — La  tira  que  se  hace 
do  la  yagua  verde,  ó  después  de 
humedocida  si  está  seca,  para 
usarla  como  cordel. 


Arimao.—  Rio,  hacienda,  pue- 
blo. 

Atabaiba. —  Lirio;  árbol  que 
lleva  aquel  nombre  en  Santo 
Domingo. 

Ateje. — Árbol  cuyo  fruto  pa- 
recido á  la  cereza  es  alimento 
de  muchos  animales.  El  obser- 
vador práctico  Fernandez,  ha- 
bla de  las  variedades  del  ateje 
que  considera  como  cordias  y 
cita  ocho  variedades  y  luego  el 
atejillo.  El  ateje  más  común 
es  el  cordia  cóllococa. 

Ahuyama. — Calabaza  en  Sto. 
Domingo. 

Aura. — El  ave  descrita  por 
Oviedo,  de  que  se  hab'a  en  la 
segunda  sección.  [Gathartes  au- 
ra.] 

Auras  (Las). — Hacienda. 

Ansubo. — Lo  mismo  que  áca- 
na en  Puerto  Rico.  El  Sr.  Cór- 
dova  encomia  la  rectitud  de  su 
tallo,  sus  buenas  condiciones 
para  hacer  tejamaní;  el  Sr.  Fer- 
nandez solo  le  coloca  en  Cuba 
entre  las  maderas  buenas  para 
carpintería. 

Ay. — ün  rio  y  pueblo. 

A yábacanel.  —  Un  árbol. 

Ayúa.— Es  palabra  que  los 
que  afectan  finura  en  la  dicción 
entre  los  labriegos,  convierten 
en  ayuda.  El  señor  Fernandez 
cree  que  de  las  siete  especies, 
como  las  llama,  son  cinco  exóti- 
cas y  que  la  indígena  es  la  de- 
signada por  ayiia  macho  (Xan 
thophilum  caribeum)  y  la  hem- 
bra (X  grandifolium.)  No  ex- 
pone sus  fundamentos.  Otra 
clasificación  considera  más  mi- 
tológicamente al  árbol,  pues  lo 
dedica  á  Hércules  (X  clava 
Iíercnlis.)  Efl  Puerto  Rico  se 
llama  emito, 

Aijabadia. —  Árbol.  (A'antho- 
philumbalua.) 


358  — 
B. 


Babajaguara. — Hacienda. 

Babíney.  —  Lodazal.  —  Y  es 
nombre  de  varias  haciendas. 

Babujal. — Espíritu  malo  que 
toma  la  íbrma  de  lagarto  y  se 
introduce  sin  saber  por  dónde 
en  el  cuerpo  humano  y  sale  si 
se  invoca  el  espíritu  bueno.  Es 
una  tradicin  india.  Para  apre- 
surar la  salida  se  recomiendan 
unos  latigazos.  He  escrito  so- 
bre esto  en  el  Faro  Industrial. 

Babujales. — Una  laguna. 

Bacagüe. — Árbol  de  que  solo 
dice  el  señor  Fernandez  que  sir- 
ve para  bajos  techos  y  carpin- 
tería rural. 

Bacajama. — Un  rio. 

Bacán. — Así  se  llama  en  la 
provincia  oriental  al  tamal,  que 
es  como  se  designa  en  la  Haba- 
na, tomado  de  México,  al  pas- 
tel de  harina  de  maíz  y  carne. 

Bacona. — Árbol  cuya  madera 
se  aplica  á  construcciones  y  es 
"amarillo  verdoso," 

Baconao. — Una  hacienda. 

Bacuey. — Un  bejuco. 

Bacunagua.  —Hacienda  y  rio. 

Bacunayagua. — Hacienda ,  rio 
y  puerto. 

Bacanabaca. — Hacienda. 

J?tra£ra?mo.-^Hacienda,  pue- 
blo, rio  y  puerto. 

Bagá. — Es  un  árbol  que  sue- 
le llamarse  palo  bobo. — Me  figu- 
ro que  se  le  dá  este  nombre  por 
su  flojedad,  frajilidad  y  ligere- 
za que  lo  caracterizan:  en  las 
bahías,  en  terrenos  pantanosos, 
tiene  el  aspecto  del  pedúnculo 
de  las  flores  del  maguey,  en  que 
se  asientan  las  navajas  de  afei- 
tar en  el  campo  y  aún  se  le  dá 
la  misma  aplicación.  (Annona 
palustrisj—TI&y  un  pueblo,  una 


:  Lacienda  y  puerto  con  ese  mis- 
!  monombre. 

Bagaes. — Hacienda  y  laguna. 

Bagasal. — Hacienda. 

Baguano. —  Hacienda,  rio  y 
|  monte. 

Bayama  6  Bajama. — Canal  y 

1    b    ;!<•(>. 

Baiquiri. — Hacienda  y  rio. 

Bajareque. — Choza  ínfima  co- 
mo antes.  Bafinesque  trae  ci 
tando  á  Muñoz  la  palabra  Bo- 
harque  por  equivalente;  pero 
me  parece  errata  de  bajareque 
trastornado  por  la  pronneiacion. 

Baja. — Hacienda. 

Balsa. — "Un  golpe  de  palos 
amarrados  y    compuestos  con 
los  cuales  se  pasa  por  .un  rio." 
i  Vargas  Machuca  Milicia  y  des- 
cripción de  las  Indias  (Madrid 
;  1599).    Es, indiana  la  palabra 
í  aunque  no  sea  taina. 

Bajonao.— Pez  marítimo. 

Bamburanao. — Hacien  da. 

Bainoa. — Hacienda  y  pueblo. 

Bajurayabo  ó  Gaajurayabo. — 
Hacienda. 

Bamita. — Hacienda. 

Banabacoa. — Hacienda. 

Banagüiscs  ó  Managiiises. — 
Hacienda. 

Banao.-—  Hacienda  y  monte. 

Bánes  ó  Bani. — Hacienda  po- 
blación. 

Banito.  —  Españolizaoion  de 
Bani. — Una  hacienda. 

Baracoa. — Pueblo  y  puerto — 
Es  nombre  también  de  un  beju- 
co, 

Baracutey — El  natural  de  Ba- 
racoa en  Cuba;  en  la  parte  occi- 
dental el  solitario,  el  huérfano, 
el  único,  el  pichón  quo  está  sólo 
en  el  nido  en  que  debia  haber 
dos  ó  más. 


—  369 


Barajagua, — l :  na  hacienda. 

Barbacoa. — En  el  mismo  sen- 
tido ya  explicado. — Es  nombre 
de  una  hacienda. 

liaría. — Cuenta  el  señor  Fer- 
nandez tres  variedades  que  con- 
servaban el  mismo  nombre  cien- 
tífico (Cordia  guascathoides)  y 
la  que  llama  carbonera  no  la  de- 
termina. 

Bariari. — Hacienda,  rio  puer- 
to. 

Báuta. — Hacienda,  pueblo  y 
puerto. 

Batabanó. — Hacienda,  pueblo 
y  puerto. 

Batea. — Lo  mismo  que  se  ha 
dado  á  conooer  que  usaban  los 
indios:  pero  se  han  hecho  ex- 
tensivas á  las  bateas  hechas 
con  duelas  y  zunchos  de  hierro 
que  se  emplean  en  el  lavado  de 
la  ropa. 

Bauta. — Hacienda. 

Baya. — Bivalvo  que  se  en 
cuentra  en  los  manglares,  pare- 
cide  á  la  almeja. 

Bayabá. — Cordel  más  grueso 
que  la  cabuya  en  Bayaino. 

Bayabon, — Hacienda. 

Bayabonito. — Hacienda.— Di- 
minutivo de  Bayabon  españoli- 
zado. 

Bayamo. — Pueblo  y  rio. 

Bayajá. — Un  barrio  indio  del 
Bayamo. 

Bayataho. — Hacienda. 

lia  yaya  6  bayoya. — En  la  cos- 
ta del  norte  un  lagarto  que  se 
llama  iguana  en  las  sierras  de 
Camoa.  Perrito  de  sierra  del 
vulgo:  lesosephalus  vi  (tatas  de 
(íunlanch. 

Bayito.— -Árbol  común  en  la 
Vuelta  de  Abajo.  (/lemianthus). 

Bayate. — Hacienda,  rio  puer- 
to. 
Bayúa  6  Banyua. — Es  árbol 


de  construcción.   [Tobimá  mar- 

ginata.  Des.) 

Bejucal,— Hocicuda,  rio,  pue- 
blo. 

Bembú. — Una  yerba  en  Cuba, 
que  se  llama  brava  en  la  parte 
occidental. 

Bejuco. — Como  lo  usaron  los 
indios:  se  conserva. 

Biajaca-biajaiba. —  Peces ,  el 
primero  de  agua  dulce,  y  el  se- 
gundo de  mar:  del  primero  se 
hacen  salazones  en  las  provin  - 
cias,  antes  Departamento  Cen- 
tral. 

Biajaias.  (Las)  —Hacienda  y 
rio. 

Biajaba. —  Pez  (Lutjanus  sy 
nagris),  es  abundante. 

Biajaní. — La  tojosa,  paloma. 
(Chamalpeliapasserina }. 

Biaga. — Hacienda  y  monte! 

Bimanasí. — Hacionda. 

Bibijagua. — La  hormiga  de- 
vastadora que  ataca  á  las  plan- 
tas y  cuyos  huevos  fueron  rega- 
lado manjar  de  los  naturales  ó 
indígenas. 

Bibijaguas  [Las]. — Pueblo  y 
puerto, 

Bibona. — Según  el  señor  Fer- 
nandez, suele  llamarse  palo  de 
cachimba.  [Sciado philum  Jac- 
quimi.  Gris.] 

Bicana.  —Hacienda. 

Bija. — Se  conserva  en  la  par- 
te occidental  la  significación 
que  tenía  entre  los  indios.  Se 
dice  anoto  y  achioto  en  las  pro- 
vincias del  centro  y  oriente  de 
Cuba.  El  señor  Fernandez  es- 
cribe achote.  (  Bija  O  reí  lana.) 

Bija  (La). —  Hacienda  y  rio. 

Bijabo. — Hacienda. 

P>ija(jua.—Avh<)\  silvestre  me- 
dicinal. 

Bijará, — Hacienda  y  rio. 

Bija  guara. —  \)\  señor  Fernan- 
dez nos  habla  de  tres  varieda- 


—  aco- 


des. (Golubrina  ferruginosa.  G. 
recticulata.  G.  asiática.)  Los 
curanderos  le  atribuyen  cuali- 
dades maravillosas  para  ciertas 
enfermedades. 

Bijurei. — Hacienda. 

Biriji.— Árbol  cuyo  fruto  co- 
me el  cerdo.  (Eugenia  bucifolia.) 

Biragua. — Laguna. 

Bijirita. — Pájaro  pequeño: — 
(silvia.)  (Véase  Bijirita.) 

Bita.—  Puerto. 

Bojío,  bohío,  buhío,  bujío. — Es 
la  acepción  primitiva  de  casa 
rústica  y  pequeña  que  habitan 
por  lo  regular  los  negros.  Si  no 
están  sobre  horcones,  como  los 
de  los  indios,  se  agrega  de  vava 
en  tierra. 

Boma. -Hacienda,  rio,  puerto. 

Bomimii. — Árbol  resinoso,  de 
construcción. 

Bonasí.— Pez  que  dicen  es 
propenso  á  la  siguatera:  tanto 
este  pez  como  el  aquaji  del  gé 
ñero  Trisotropis,  son  propensos 
á  dicho  mal. 

Boniato.— Además  de  desig- 
narse con  este  nombre  á  los  an- 


tiguos ajes,  (1)  hay  tres  árboles 
con  los  nombres  de  B.  laurel, 
B.  amarillo,  B.  sigua.  El  señor 
Fernandez  dice  que  correspon- 
den á  tres  clasificaciones  cien  tí  • 
ficas:  Nectandra  orco  daphnex; 
N.  alba  y  Lauras  martinicensis.) 
Otros  clasifican  de  modo  diver- 
so: (Ranfonia  canesens.) 

Boyuca. — Voz  que  llama  anti- 
gua el  Sr.  Pichardo  en  su  lista 
topográfica. 

Brusca, — En  Cuba  la  mani- 
gua ó  yerbas  secas  á  que  por  lo 
regular  se  da  fuego  en  el  cam- 
po. En  Santo  Domingo  un  ar 
busto,  según  Valverde:  el  señor 
García  lo  llama  arbusto  silves- 
tre también;  pero  acaso  no  sea 
palabra  india  sino  corrupción 
de  la  brusca,  que  se  aplicaba  en 
España  á  la  vid  silvestre  ó  uva 
cimarrona  de  Cuba. 

Buniato. — Yoz  corrompida  de 
boniato  y  que  lleva  aún  una 
hacienda.  ( "Véase  Boniato  en  la 
Sección  anterior.) 

Burén. — Usada  en  el  sentido 
explicado  en  la  Sección  anterior 
y  con  el  propio  destino. 


Cabacú. — Hacienda. 
Gabayon.  —  Hacienda,     tío, 
monte. 

Cabalonga.  —  Es  un  vegetal 
que  produce  un  fruto  que  era 
considerado  como  un  amuleto: 
que  lo  colgaban  al  cuello  en 
preservación  del  aire:  es  de  for- 
ma de  almendra,  y  abierto  se 
asemeja  el  interior  á  Conchitas 
marinas.  No  sé  si  él  vegetal  se 
llamaba  así  entre  los  indios  ó  si 


será  de  importación  el  nombre 
y  la  preocupación. 

Cabaniguan* — Hacienda. 

Gabarnao. — Hacienda. 

Gábima. — Árbol  de  mucha  re- 
sistencia. (  Verticiliara  acumina- 
ta).  Dice  el  Sr.  Pichardo  que  es 
más  común  en  Haití. 

Gabónico. — Hacienda,  rio  y 
punta. 

Cabuya.— Como  entre  los  in- 
dios. 

Cacao. -Hacienda.  Árbol  {Titeo 


(1)  La  Real  Academia  de  las  Ciencias  de  Madrid  ha  aprobado  mi  Disquisi- 
ción sobre  el  age  y  la  batata  de  Cuba.  Es,  pues,  el  boniato  el  age  de  los  indí- 
genas.   (1883 J 


36J 


broma  canto).   (Véase    Seco.  4*) 

('acarrales.  — Hacienda  y 
monto. 

Cacarajicaras.  —  Hacienda  y 
monte. 

CwyHvot.— Hacienda. 

Cacuja. — La  nata  de  la  leche 
en  liayamo. 

(  agacuao. —  Hacienda. 

Caji. — Pez  de  la  familia  Per- 
8tdi: — ( Lutjam úss  cagi.) 

Oagio. —  Hacienda. 

Caguaguan. — Rio. 

Caguairán. —  Como  lo  observa 
el  señor  Pichardo,  es  nombre 
(]iie  no  se  usa  en  el  departamen- 
to occidental,  y  en  los  demás  se 
confunde  con  con  el  quiebraha- 
cha y  el  ácana.  El  señor  Poey 
cree  que  es  H,  floribunda  de  Be- 
taneourt.  |  Véase  Caiguaráii.'] 

Caguama. — Animal  cuya  con- 
cha se  parece  al  carey.  (Chelo^ 
nia  caguamu  ce p  halo.) 

Cag  ua  m  o, — Hacienda. 

Caguara. — Concha  del  mar  en 
la  parte  oriental. 

Caguancro. — El  gavilán  que 
llaman  caracolero.  [Rostramus 
social  is.\ 

Cag aate. — Es  el  nombre  de 
una  gramínea  de  prados  natu- 
rales; y  de  un  árbol  que  llama 
caguato  el  Sr.  Fernandez. 

Cag  uaibas. — Haci  enda , 

Caguajosa.—  Fruta  favorita  de 
los  sinsontes,  es  usado  en  Ba- 
yamo;  la  produce  la  pasionaria 
(pie  tiene  aquel  nombre. 

Cag  ua  nete. — La  mota  de  algo- 
don  encendida  que  suele  usarse 
en  bromas  para  asustarlas  per- 
sonas dormidas. 

Caguanes,  [Los].— Punta  y 
puerto. 

( 1ag  nasa  i. — Hacienda . 

Caguaso.  —  Planta  acuática. 
(Caree  sea  bella) -Vial  hacienda. 


Caguayo.—  Higuana  de  los  fo- 
sos y  Juirede. 

Cag'úeybajo. — Hacienda. 

Caguaso.  —  Lagarto  de  La 
y  amo. 

Caguaso  (  Verba  de.)— Planta 
la  pradera,  que  sólo  comen  lo  i 
animales  en  grandes  secas  en 
que  no  encuentran  otras. 

Caibarieii. — Puerto  y  pueblo. 

( foicaje. — 11  acienda. 

Caiguanabo.—  Hacienda. 

Ca  ¿guará  n ,  Cag  uaí  rá  n. — A  de  - 
más  de  un  árbol,  se  llaman  así 
los  huevos  de  cangrejos  en  al- 
gunos lugares  de  Oriente. 

Calman — El  gran  reptil  seme- 
jante al  cocodrilo,  con  quien  se 
confunde.  Hay  dos.  (C.  Rombi- 
fer  y  C.  Accutus.) 

Caimanes.  —  Laguna,  rio  y 
cayo. 

Caimiabos. — Hacienda. 

Caimítal.— Es  palabra  espa- 
ñolizada, que  signiftea  lugar  de 
caimitos.  Es  también  nombre 
de  una  hacienda. 

Caimito. — Es  uro  de  los  fru- 
tales más  apreciables:  sus  hojas 
verdes  en  el  limbo  superior  son 
de  un  aterciopelado  carmelita 
en  el  inferior.  Hay  una  varie- 
dad de  menos  aprecio  y  sólo  se- 
mejante en  las  hojas.  (Chryso 
phillumc,  L.)  C  cloviformea, 
Lam]  El  segundo  lo  especifica 
la  forma  de  aceitunas  de  sus 
pequeños  frutos.  Hay  hacienda 
de  este  nombre  con  rio,  pueblo 
y  puerto. 

Cairijc. — 1 1  acienda. 

Cairo. — Torzal  de  algodón; 
pábilo  en  la  parte  occidental, 

Caisimú. — Monte:  en  su  ori- 
gen frente,  cabeza,  altura.  Bu 
Bayamo  un  vegetal  parecido  a 
la  verbena,  que  es  venenoso. 

Caisimon.  —  Verba  de  hojas 
anchas,    casi  arbusto,  que  usan 


Í62 


los  guajiros  colocar  cu  la  cabe- 
za para  templar  los  rayos  del 
sol,  dentro  del  sombrero.  Ségun 
el  Sr,  La  Ossa,  lo  hay  especial 
en  Cuba  y  es  el  gvper  pelétúm. 
{Flora  Habanense,  pag.  18.) 
Gajarbana. — Mon  te . 
Cqjialcs. — Rio. 

Gqjima/ya. — Rio. — Rabia   cer- 
ca de  Ñipe. 
Gajio, — Hacienda,  rio,  puerto. 
Gajisel. — Eacienda. 
Gajobabo. — Hacienda. 
Gajuil. — Marafíon  en  la  parte 
occidental. 
Gqjuuaguas. — Hacienda,    rio. 
Galaguala. — Planta  aplicada 
á  usos  caseros.  [Polipodium  phi- 
liiides];  otros  le  dan  diversa  cla- 
sificación, (P.  adiaut ¡forma.) 

Calalú.— (Iniso  con  hojas' de 
malanga. 

Galamara. — Madera  dura  que 
puede  emplearse,  según  el  Sr. 
Fernandez,  en  carpintería. 

Gama. — Paloma  llamada  boye- 
ro en  la  Habana.  [Véase  Ga- 
meto.] 

G  arnaco — Paloma. 
Camagua.- Arbusto  muy  abun- 
dante por  Macurijes  (G Hacama- 
ri Waíleneis.)  El  Sr.  Fernandez 
dice  que  hay  árbol  do  madera 
dura  con  el  mismo  nombre. 
Camaguasí. — Hacienda. 
Camay  üey. — Hacienda,    mon 
te.  (Véase  la  Seguuda  Sección.) 
Camagaira. — Árbol   útil  para 
la  carpintería.  (Fernandez). 
Camaján. — Hacienda,. 
Camajuaní.  —  Hacienda,    rio. 
monte. 
Camajen.— Hacienda,  rio. 
Camalotc.— Planta    en   terre- 
nos pantanosos.  (Giperus  art'icu- 
latus.) 

Camao. — Lo  mismo  que  cama. 
Columba  montiana). 


Camareto. — Ui 
dades  existentes 


y  no. 

sierras. 

rio. 


a  de  las  va  rio - 
dol  boniato. 

(Jamar/oca.  —  Hacienda,    rio, 
¡  pueblo,  y  los   montes   llamados 
de  C  amar  loca. 

Camboa. — Rio. 

Camasun. — Hacienda 

Camoa. — Hacienda , 

Camujiro. — Haciend; 

Ganduaeoa.  —Rio. 

Canabo.-^llio. 

Canarreo.— V oz  anticuada  de 
lugar. 

Canasí. — Hacienda,  rio,  pue- 
blo y  punta.  Los  célebres  Arcos. 

Caney. — Pueblo.  En  las  lorias 
de  éste  se  llamaban  caneicitos 
los  ventorrillos,  y  se  hizo  la  voz 
extensiva  á  los  demás  lugares 
en  la  parte  oriental. 

Caney  de  los  muertos. — Lugar 
en  que  se  suponen  restos  huma- 
nos: especie ¿te  túmulo  ó  monte- 
cilio. 

Cangre. — Hacienda  y  el  tallo 
germinador  déla  yuca. 

Cansí  nar. — Dice  el  Sr.  Pi- 
chardo  que  esta  hacienda  se  lia 
mó  en  lo  antiguo  eaneisnar. 

Canoa.— No  sola  se  llama  así 
la  que  usaron  los  indios  (Véase 
la  Sección  Segunda),  sino  se 
aplica  generalmente  á  las  abre- 
vaderos de  las  ñucas  rusticas 
donde  no  los  hay  naturales.  Se 
forman  de  seibas  ú  otros  mate 
riales,  y  cuando  se  deja  al  tron- 
co ahuecado  la  corteza  de  la 
seiba,  germina  sus  yemas  y  se 
forma  uw  bosqueeillo  que  con- 
serva la  frescura  del  agua  y 
siempre  verde  al  recipiente  de 
ella.  He  visto  muy  cerca  de  la 
Habana  una  canoa  de  esa  for- 
ma. Es  nombre  de  una  hacien- 
da que  fué  de  las  mereedadas  á 
los  naturales  de  Guanal >acoa. 

Caitoitas. —Rio.  Es  diminuti- 
vo españolizado  de  canoa. 


_  363 


Caoba. — Se  usa  on  el  sentido 
que  en  su  origen,  Es  sin  dispu- 
to uno  de  los  árboles  más  em- 
pleados en  la  fabricación  de 
muebles.  El  Sr.  Fernandez  oree 
que  la  mejor  del  mundo  se  ha- 
lla en  ('abo  Francés  en  la  isla 
de  Pinos.  (Swieiania  m&Jwgani). 
Hay  otros  árboles  (pie  llaman 
caobas,  según  el  autor,  pero  no  I 
son  de  la  misma  especie:  ade- 
más hay  una  caobilla  [Crotu* 
lucidus]. 

Caobas  (Las) — Hacienda. 

Caobabo. —  Hacienda. 

Gaóbülas. —  Hacienda,  pueblo, 
rio.  Es  palabra,  como  otras,  ci- 
tadas, españolizada. 

( )apá, — Es  nombre  que  se  con- 
serva, en  Santo  Domingo,  en 
Puerto  Rico  ven  Cuba;  pero  no 
so  aplica  á  ios  mismos  objetos. 
En  Puerto  líico  se  llama  capá  á 
la  baria. de  Cuba  {Cor día  geras- 
rhantoides).  En  Cuba  trae  el  Sr. 
Fernandez  dos  plantas  con  el 
nombre  decapa:  blanco  y  prieto. 
[Bqrronía  alba)  (Cordia  Cantus). 
pero  luego  en  los  árboles  de 
Puerto  Rico  determina  que  es 
prieto  el  que  allí  es  nuestro  ba- 
ria y  dice  que  se  conoce  con  el 
mismo  nombre  de  capá  los  que 
enumera  en  Cuba  y  además  el 
capá  sabanero. 

Cao— Ave  [Corvunacicus]  Gris 

<  'traca  .  —  Composición  de 
maiz  que  se  parece  á  la  tortilla 
de  San  Rafael  (Bayamo.) 

Caracatey. — Pájaro  crepuscu  - 
lar,  rrequeté.  [Gaprimulgus  caioli- 
nensis.~]  El  Sr.  Vilaró  dice  que  el 
caracatey  es  el  chordeües  minor  y 
como  el  guabaico  del  género  C"- 
primulgus. 

Caracusri. —  Pueblo. 

Caraira» — Caraira  es  un. ave 
rapaz  diurna.  (Polyborus  Aik/u- 
bonis):  el  Sr.  Noda  dice  que  de- 


be llamarse  Acaraira,  {Memorias 
de  la  Sociedad  'Económica  dc\a 
Habana,  21  serie,  t.  I,  pág.  .'501, 
L859).  También  se  dice  así  á  la 
matraca  en  el  centro  de  la  Isla. 
(Véase  Corroto.) 

CarapacMbci.  —  Hacienda  y 
punta. 

Carajatas. —  Hacienda,  puer- 
to. (Véase  ia  palabra  en  la  Sec- 
ción Segunda  ) 

( 'arbajosa. — Monte. 

(jarragúao, — Pueblo.  Barrio 
antiguo  de  los  suburbios  de  la 
I  Cabana.  Una  ave  de  las  rapaces 
en  Oriente.  {Acciper  Gunlachi.) 

Carckillo.  —  Diminutivo  de 
carey:    variedad  de  ese   animal. 

Carey. — La  tortuga  que  pro- 
duce la  preciosa  concha  que  lle- 
va ese  nombre.  (Chclonia  r  ir  ga- 
ta.) (Carcttaimbricatu,)  Ade- 
más de  los  quelonios  de  esa  rao- 
menclatura  hay  un  árbol  y  un 
bejuco  con  la  misma  denomina- 
ción. Es  el  árbol  de  cortas  di- 
mensiones cuya  madera  tiene 
apariencia  de  carey,  y  se  aplica 
á  bastones.  (Curutclla  ameri- 
cana.) El  bejuco  es  el  que  se 
emplea  en  ligaduras  como  otros 
de  sus  formas. 

Cariaco.— Se  dá  ahora  este 
nombre  á  nn  bailo  do  la  plebe, 
poco  Usado  según  el  señor  Pi- 
chardo,  en  que  suena,  las  chan- 
cletas llevando  el  compás,  dán- 
dose con  los  calcañales  en  las 
nalgas. 

Caricato. — Una  sopa  hecha 
con  imítanos:  Vulgar;  no  india, 
según  creo. 

Ctiro. — Los  huevos  de  los 
cangrejos  en  Cuba. 

Catacubá. — Una  ave  pequeña 
en  el  departamento  oriental. 

( )asape. — En  el  mismo  sentido 
<pie  lo  usaban  los  indios  el  pan 
de  yuca-  Se  dá  el  nombre  a  una 


excrecencia  blanca  que  suele 
salir  en  la  cara.  Hay  un  pez  en 
nuestros  mares  con  ese  nombre. 

Cascorro. — Rio  y  pueblo- 

Casitacoa. — Hacienda  y  rio. 

Casiguas. — Hacienda. 

Casimba. — En  el  mismo  senti- 
do anotado  en  la  Sección  Se- 
gunda, 

Catibax. — Hacienda  y  puerto. 

Catey. — Pequeño  papagayo; 
periquito  en  la  Habana.  (Psitá- 
cus  gnayanensis.) 

Catibo. — Una  culebrita  anfi- 
bia. 

Cuajan. — Una  hacienda. 

Caunabaco. — Hacienda  y  rio. 

Caumau. — Hacienda. 

Caunao  ó  Caunau.—  Hacienda 
rio  y  pueblo. 

Caunabaco. — Hacienda. 

Caureje. — liio. 

Cautillo.  —Diminutivo  deCau- 
to.  Es  hacienda. 

Cauto.— (Cauto  antiguo.)  El 
mayor  rio  de  Cuba  con  puerto 
y  desembarcadero. 

Oayagüeyes. — Hacienda. 

Cayajabos.— Es  nombre  de  ha- 
cienda, pueblo  y  rio.  Es  tam- 
bién el  de  los  granos  ó  semillas 
llamados  mates  en  occidente. 

Cayajana. — Hacienda. 

Cay  aguí. —Hacienda. 

Cayama. — Ave  acuática,  ce- 
nic  enta,  más  pequeña  que  el 
ánade.  ( Tantalus  loculator.) 

Cacamos.— Hacienda. 

Cayumbo. — Un  junco  en  Ba- 
yamo,  en  otras  partes  taycun 

Cayaya. — Es  el  fruto  de  la 
planta  llamada  nigua  en  la  par- 
te occidental  y  que  debe  haber 
tomado  este  nombre  del  insec- 
to penetrante,  que  se  designa 
así  en  su  completo  estado  de 
crecimiento  en  el  cuerpo  huma- 
no, con  la  bolsa  llena  de  hueve- 
cilios  que  lo  rodea. 


¡64  — 

I  -  Cayuco. — En  la  acepción   pri- 
¡  mii'iva.  Caico  en  arábigo  siguí- 
!  ca  pequeña  embarcación. 
.  Cigua. — Véase  Sigua. 

Cimarrón. — En  el  mismo  sen- 
tido expresado  en  la  Sección 
Segunda.  "Comen  los  indios 
frutos  silvestres  que  llaman  ci- 
marrones. Vargas  Machuca  Mi- 
licia y  Descripción  de  las  Indias: 
pág.  137  vuelta. 

Coy  ojito. — Haciendu,  rio  di- 
minutivo de  Covojo. 

Coyojo.— Hacienda  y  rio. 

Cobo. — Es  el  caracol  maríti- 
mo que  sirve  de  fotuto  ó  guamo 
en  la  parte  occidental,  se  usa  el 
primer  nombre  y  en  las  demás 
el  segundo.  Aún  se  llama  así 
en  las  Bahamas:  de  las  poquí- 
simas palabras  indias  que  se 
oyen  en  las  colonias  occidenta- 
les de  Indias  en  el  extranjero. 
Un  cayo. 

Coco. — Árbol  frutal,  Coccus 
nucífera. — Una  ave,  un  puerto  y 
cayo. 

Cocoyitquin  ó  Cccuyuquin .— Ha- 
cienda y  rio. 

Copinua. — Véase  jurel. 

Cocuyo  ó  cucuyo. — Es  palabra 
aceptada  por  la  lengua  españo- 
la en  la  significación  del  objeto 
luminoso  que  expresa.  Dos  ár- 
boles cita  el  señor  Fernandez 
con  la  propia  denominación  de 
cocuyo.  (Bumiha  nigra.  Bumilia 
retusalba.)  A  la  segunda  varie- 
dad agrega  en  la  voz  vulgar  el 
aditamento  de  Cocuyo  de  saba- 
na. 

Cójate. — Flauta  cuya,  raíz  se 
aplica  á  usos  medicinales.  ( Amo- 
mum  tyrsoideam  crectum.)  (Een- 
calmia  ocidentalis.  Gris.) 

Cojoba  ó  Palo  de  hierro  .-Quie- 
brahacha en  Cuba.     (Copaifera 
h imenae  fo  lia  li.) 

Cojol. — Lo  cita  sin  mas  expli- 


— -M5.— 


caciones  como  un  árbol  en  Ou- 
b:i,  el  señor  Fernandez. 
Oojotal. —  tina  hacienda; 

Cojín ú(t. —  Tu  pez  parecido  al 
sibí  fPichardo.) 

Cojímar. — Hacienda,  pueblo, 
rio  y  puerto. 

Conuco. — En  el  sentido  <jne 
los  indios,  pero  reducido  a  las 
siembras  de  los  nsgros  y  á  las 
llamadas  viandas,  conuco  de 
viandas. 

Corojo! '. — Hacienda,  panto  y 
monte.  Significa  la  palabra  que 
tiene  terminación  española:  reu- 
nión de  corojos. 

Corojito. — Hacienda. 

Corojo. — Palma  cubierta  de 
púas  y  de  una  forma  especial. 
(G00CU8  crispatus.) 

Copey. — La  misma  planta  que 
servia  para  hacer  pelotas  á  los 
naturales:  boy  los  curanderos  le 
atribuyen  grandes  virtudes  me- 
dicinales á  la  histórica  resina 
que  empleaban  los  naturales. 
(( )lu8ia  rosea,  C.  minor,  C.  alba.) 

( 'orral. — (Véase  Sabana.) 

Corasí. — Especie  de  mosquito 
de  los  mas  molestos  á  la  huma- 
nidad. 

Corúa. — Especie  de  pato  sil- 
vestre. {Phala  crocorax  florida- 
ñus).  Es  ave  de  paso. 

Cotuba.— La  telilla  que  cubre 
la  semilla  del  maiz  en  cada 
grano. 

Cotunto. — El  sijú  en  la  parte 
oriental.  (Gymnoglaux  Law- 
renci.) 

Cuaba. — Árbol  de  donde  toma 
nombre  el  terreno  de  cuaba L 
cuaba  blanca  y  amarilla  (Ami- 
rt/s  siflrafica)  [Leuoo  crotón 
Wrigktiij  (Iris.]  Las  tiras  ó 
rajas  de  que  se  sirven  para  an- 
torchas de  labriegos,  y  para 
cuabear  ó  pescaren  la  provincia 
(b'l  crudo,     lina  hacienda. 


Cuabahjo. — Hacienda.  ( >tra 
forma  española  del  diminutivo. 

Cor  roto. — Matraca  en  la  par- 
te oriental. 

( ¡najará. — Árbol. 

Cuajani.— Es  un  árbol  cuyo 
fruto  es  venenoso.  [Brumviia 
Fallida.) 

Cuba. — Pueblo,  isla. 

Cubana. — Antigua. 

Cubatei. — Hacienda. 

Cubainicú.  —  Vegetal  cuyas 
hojas  pulverizadas  se  ponen  en 
las  llagas  para  curarlas. 

Cubito. —  Hacienda,  pueblo, 
monte. 

Cucubá. — Es  el  sijú  de  palos 
huecos  de  occidente;  el  cotunto 
del  Bayamo  en  donde  recojí  al- 
gunas tradiciones  que  publique 
en  el  Aguinaldo  Habanero  del 
Sr.  Costales. 

Gucubam. — Árbol  de  Puerto 
Rico. 

Cueibá.  —  Hacienda.  (Anti- 
guo.) 

Cujabd. — Rio, 

Cvjabo. — Hacienda. 

Cuje. — En  la  misma  acepción 
que  los  indios.  Hay  un  árbol,  lo 
describe  el  señor  Fernandez, 
que  por  esa  flexibilidad  y  las 
formas  rectas  de  su  tallo  y  rá 
mas  se  llama  cuje:  se  aplica  á  las 
casas  de  embarrado  para  formar 
las  paredes  y  para  cruzar  los 
techos  que  reciben  el  guano  y 
yaguas. 

Cují. — El  árbol  (pie  produce 
la  aroma  amarilla  (mimosa  Jame- 
ciana  odorota.)  Se  hacia  de  sus 
semillas  aún  verdes  una  negrí- 
sima tinta  que  usaron  nuestros 
abuelos  para  escribir. 

Ctnna?KVja</ua.  —Hacienda  rio, 

puerto. 
CmKKjua. — Hacienda. 
( )uneira, —  Hacienda. 

Cumien  nu . — Canal,  estero. 


—  306 


Cupaimecú. — liio. 

Qupey. — En  Puerto  Rico  es  el 
copey  de  Cuba,  en  donde  le  lla- 
man algunos  también  copey. 
Hacienda. 

Guramagücy . — Uno  de  los  be 
jucos  mas  conocidos.  (Cynan- 
chum.)  El  Sr.  Morales  determi- 
na tres  variedades.  "(O.  mariti- 
mnn.)  (O.  tuberosum.)  (C.  Crispí- 
(lo  ruin.) 

Curajaya. — Hacienda,  puerto. 

Curasao. — Punta.  Uno  de  los 
antiguos  suburbios  de  la  Ha- 
bana. 

Cúrbana. — Árbol  cuya  corteza 
se  parece  en  el  olor  á  la  canela. 
(Caricia  alba}.  (Winteriana  al- 
ba.) 

Cúrcuma. — Dice  el  Sr.  Sagra 
que  es  y  eren,  y  lo  impugna  el 
Sr.  Pichardo. 

Gurujeyes.—  Parásitos,  que  sue- 
len distinguirse  por  la  belleza 
de  sus  ñores.  (Tillandria.) 

('uriana. — Punta. 

Curiel. — Véase  Secc.  anterior 
cor  l 

Curricán. — Cordel  de  los  pes- 
cadores para  poner  el  anzuelo. 

Curujey. — Plantas  parásitas 
de  diferentes  formas. 

Cusubé, — En  el  misino  sentido 
explicado  en  la  otra  sección. 

Cutara. — ¿Será  el  nombre  del 
calzado  entre  los  indios?  Así  se 
llama  .al  chanclo  en  Cuba,  y  á 
lo  que  chancleta  en  la  Habana. 

Cuyaguateje. — Kio  y    puerto. 

Cuyag uaneque. — Haci en d a  y 
puerto. 

Cuyaguayo. — (Antiguo.) 

Cuyují. — Piedra  durísima  de 
que  sehan  hecho  pavimentos 
en  las  calles  en  la  Habana  [ca- 
lle de  Bernaza]  y  en  Guanaba- 
coa. 

Chambas. — Hacienda. 

Chamico. — Arbustos  cuyas  ho- 


jas y  ñores  se  aplican  en  la  me- 
dicina. (Datura  Stramoninm.) 

Champola. —  Refresco    hecho 
con  la  fruta  de  la  guanábana  en 
la  parte  oriental:  allí  se  llama 
garapiña  el  refresco  de  almen 
dras. 

Changüí. — Baile  humilde:  se 
parece  á  Cangni,  que  en  grnani- 
ní  significa  flojo)  y  un  pájaro, 
&V¿uu  Azara. 

Chayóte. — Enredadera  que 
produce  los  frutos  hortenses  de 
ese  nombre  que  no  sé  si  es  indí- 
gena, pero  que  es  indio  sin  du- 
da. (Scchium  cdiilc.) 

Chayo.— Planta  poco  común. 
(Jatropa  urens.) 

Charamusca. — Se  llama  así  en 
Cuba  á  lo  que  brusca  en  la  par- 
te occidental. 

Chicha. — En  Cuba  se  designa 
de  ese  modo  la  garapiña  de  la 
Habana,  que  se  hace  con  casca- 


ras de  piiia  y  azúcar,  fermen- 
tadas. 

Chichinguaco. — El  pájaro  que 
se  dice  Toti  timonel,  por  la  for- 
ma vertical  de  su  cola.  [Quisca- 
lus  baristus.'] 

Chimó. — Medicamento  hecho 
con  hojas  de  tabaco,  cascaras 
de  plátano  verde  y  otros  ingre- 
dientes, según  el  Sr.  Pichardo, 
que  se  usa  como  anti-espasmó- 
dico. 

Chochito. — Lo  mismo  que  bi- 
jirita: no  se  usa  en  la  parte 
occidental. 

Chipojo. — El  camaleón  deja 
Habana:  en  las  otras  provincias 
se  llama  camaleón  á  un  animal 
que  tiene  la  apariencia,  según 
lo  explican,  de  un  palo  ó  made- 
ro seco. 

Chacó.— Laguna. 

Choncholí.—  El  totí  en  la  par 
te  oriental.  (Quiscalus.) 


;u; 


Chote,— En  las  otras  islas  y 
olí  la  parte  oriental,  es  el  cha* 
voto. 


Chubascos! — A  los  "aguace- 
ros llaman  chubascos)*1  eíi  Puerto 
Pico,  dice  Fr.  Iñigo  Abad, 


», 


Dagame. — Rs  el  nombre  de  nn 
árbol.  (Calicophilluin  candidissi- 

mton.) 
Dajábó. — Hacienda. 

Daguiya. — Árbol  de  que  con- 
serva ese  nombre,  aunque  se 
designa  con  el  de  (juana  en  al- 
gunas partes  de  la  Isla.  (Véase 
Guana.)  Son  exquisitas  las  ca- 
pas de  su  corteza  interior  de  que 
se  han  hecho  objetos  de  vestir 
que  han  figurado  en  nuestras 
pobres  exposiciones  industria- 
les. (Lageta  lintearia).  Hay  de 
su  nombre  un  monte.  El  Señor 
García  dice  que  su  nombre  in- 
dígena es  dahili. 


Dajao. — Es  un  pez  de  agua 

dulce.  (Agonostomus  montícola.) 
— Hacienda  y  rio. 

Damajayabo. — Hacienda 

Damují. — Pió. 

Dayaniguas  .  —  Hacienda    y 
puerto. 

Dauniya. — Hacienda. 

Demajagua.  —  Árbol.  ( Véase 
Majagua.)  Hacienda,  rio. 

Demajagua!. —Lugar  poblado 
de  majagua.  Hacienda,  rio. 

DíbiMbí. — Es  el    guatapaná. 

Díctamo  — Planta  que  se  apli- 
ca á  remedios  caseros:  una  lla- 
maron itamo  rea!.  (Origanum 
Diciamum.) 


E. 

Embijar.  —  Pintar     con     hi-     significa  ponerlos  en  la  hamaca. 
ja,  EscmábraL— ÍJaciend*,  mon- 

Enjicar.— Derivada  úc  jico,  y     te  y  sierra. 


<M 


Gayantes. — Punta. 

Qegenes. — Hacienda,  mosqui- 
tos. 

(itbaro. — Silvestre  si  se  habla 
de  animales*  los  guajiros  en 
Puerto  Pico. 

GóngóH. —  Árbol 
Uico. 

(¡ua. — Rio,  hacienda. 

(íuubau.—Ei  árbol  (píese  lla- 
ma cabo  <lc  Itálica  en  la  parte  oc- 
cidental de  Cuba,  en  las  otras 
provincias. 

Guabá, — Sospecha  el  Sr.  Pi- 
chardo  que  es  la  arana  peluda. 

Guabairo.- Ave  de  paso.  (Véa- 
se caracatey.) 


Guabajc. — Pió. 

Guabasiabitó. — Hacienda. 

(i  uabasiaba .  —  WiU'U'mhi  y  rio. 

Guabauo. — Árbol  de  carpin- 
tería. 

Quábatuaba.— Hacienda  y  rio. 
dé     Puerto  Guabinas,  —    Peces    de    agua 

dulce,  [Phih/phus  dormitator.) 
Hacienda,  punta. 

Guabico. —  Árbol  sin  explica- 
ción especial. 

Guabiro. —  Ultimo  mate  que 
se  pierde  en  el  juego. 

Gnaca.-  Lugar  en  que  se   es 
conde  ó  deposita  algo. 

Guacabina. — La  res  de  distin* 


368 


ta  hacienda  que  se  une  á  la  do 
tacion  extraña. 

Guacabibo. — Hacienda  y  rio. 

G  uacabo. — Hacienda. 

Guacamayabo. — Antigua. 

Guacamayas.  -Hacienda  mon- 
te. 

Guacanayabo. — Hacienda. 

Guacaica. — El  pájaro  llamado 
arriero  en  la  Habana,  [tiauro- 
tkera  Merlini.) 

Guaraeoa. —  Esta  planta  ha 
obtenido  cierta  celebridad  por- 
que los  antiguos  agrimensores 
la  preferían  j)ara  usar  su  corte- 
za en  la  formación  de  los  corde- 
les de  medir:  sedecia  que  era  la 
menos  susceptible  de  encojer  ó 
estirarse  en  diferentes  condicio- 
nes atmosféricas.  Es  mucho  más 
blanca  que  la  majagua.  (JDap- 
tepsis  guacacoa  W.  E.) 

Guacalote. — Es  palabra  que 
alguno  cree  mexicana:  produce 
una  semilla  de  dureza  córnea  de 
que  vi  formodos  dijes  en  la  Ex- 
posición de  187G  en  los  Estados 
Unidos,  extraídos  de  la  Florida, 
así  como  los  encarnados  mates. 
Lo  singular  es  que  el  guacalote 
se  llama  mate  en  las  provincias, 
menos  en  la  occidental  de  Cuba 
en  donde  se  le  llama  guacalote. 
(Véase  Guanana.) 

G Hacamari.-*-  Árbol .  (  Walle- 
nía  Gliviflora). 

Guacamayo  .  —  Ave  preciosa 
género  ara-,  la  más  grande  de  su 
especie.   [Macrocercus  tricolor.] 

Guacanacúm. — Hacienda. 

Guaco. — Dos  bejucos  (muca- 
ma): es  palabra  del  continente 
meridional. — Rio  en  Santo  Do- 
mingo. 

Guáchara. — Pez  pequeño.  Di- 
ce el  Sr.  Pichardo  que  se  signi- 
fica en  estilo  vulgar  mentiroso. 

Guáchere. — Golpe  en  la  oreja 
con  los  dedos.  (Pichardo.) 


Guachinango. Se  llamaba  así 
á  los  mexicanos  en  el  Departa- 
mento occidental:  en  el  central 
parece  que  tuvo  una  sigíicacion 
más  bélica ,  pues  se  habla 
bla  de  haberse  armado  los  vete- 
ranos, guachinangos  y  volunta- 
rios en  cierta  ocasión  en  Villa- 
clara.  (Véase  la  Historia  de  Vi- 
Hadara  por  el  Sr.  González.) — 
En  las  frases  familiares  siguí  ü- 
ca  apacible,  zalamero:  es  muy 
guachinango.  Según  Diaz  del 
Castillo,  es  voz  indígena  en  Cu 
ba,  que  significa  extranjero. 

Guagragiie. — Árbol.  (Eugen \a 
Barnensis.    Jaca.) 

Guagua. — Es  i>alabra  muy 
usual  de  la  Habana,  en  donde 
el  pueblo  la  aplica  á  varios  ob  • 
jetos.  Vivir  de  guagua,  que  es 
vivir  de  balde;  ir  en  guagua, 
que  es  ir  en  ómnibus-,  le  cayó  la 
guagua,  que  es  desgraciado  al- 
guien, aludiendo  al  insecto  que 
destruye  los  naranjos  á  que  dio 
ese  nombre  su  mucho  número  y 
pequenez.  Es  indudablemente 
de  origen  indio,  pues  en  Vene- 
zuela, en  donde  se  hablaba  el 
caribe  afin  del  cubano,  se  dice: 
"Leer  de  guasgua  ó  guasgua; 
vivir  de  guasgua  son  modismos 
venezolanos  que  equivalen  á 
leer  de  prestado,  vivir  de  pres- 
tado.1''— (Rojas,  pág.  99  de  sus 
Estudios  Indígenas.)  Solo  hay 
una  s  de  más  en  la  palabra. 

iyuaguasl. — Árbol  que  produ- 
ce una  resina  que  es  purgante. 
(Latia  apétala.) — Hay  una  ha- 
cienda. 

Quag uí. --Planta  indígena  cul- 
tivada en  las  Bahamas,  donde 
se  llama  yam  ai  que  se  exporta 
de  Jamaica  (Véase  en  la  Sección 
Segunda  Yam)  para  los  Estados 
Unidos.  La  malanga  amarilla 
se  designa  en  Nassau  por  la  pa- 


—  369 


labra  edi  que  86  escribe  á  la  in- 
glesa adde.  El  señor  Pichardo 
croe  que  las  malangas  do  Cuba 
son  el  guagui  y  la  yahutia  y  las 
otras  han  venido  de  África, 

G  uaibacoa. — 1  laeienda, 

Guaicamar. —  Hacienda  mon- 
te. 

( i  uáy  carne. — Hacienda. 

G ua  ¡jabón. —  Monte. 

G uaiboso. — Quejumbroso.  No 
se  usa  en  la  parte  occidental  de 
la  Isla. 

Guainia. — En  algunas  partes 
el  pájaro  llamado  mayito. 

Gua  i  ¡Íntico. — Kio. 

Guáimaro. — Pueblo  y  rio. 

( i  ñaniaya. — Antiguo. 

G uainobo* — Hacienda,  puerto 
y  cayo. 

( }  uaguibá. — I  laeienda. 

Guaira. — Vela  de  un  buque 
pequeño  llamado  G  uairo. 

G  ua  i raje. —  Planta  (Eugenia 
axillaris)  cuya  madera  blanca 
es  durísima. 

G  najaba. — Canal  y  cayo. 

(¡najábales. — llacienda. 

Guajabana. — Hacinda  y  mon- 
te. 

Guajabartci. — Hacienda  y  rio. 

( i  uajacabo. — Hacienda. 

Guajai  (Wajai,  JJbajai  son 
corrupciones  de  la  dicha  pala- 
bra.)— Pueblo,  partido. 

( 1  uajaíbow — Hacienda. 

Gvajamon.  —  Color  amarillo 
pálido,  especialmente  en  los  ca- 
ballos. 

Guajaca.  —  Planta  parásita 
(pie  se  usa  como  la  lana  para 
lien  a  i*  colchones.  [  Tillandria  us- 
neoitles  \ 

G  najará. — Es  árbol  (pie  el 
señor  l<Yrnandez  cali  tica  do  po- 
co conocido. 

Guaginal. — Hacienda. 

(1  najen.  —La  sustancia  de  que 
se  forman  las  flores  de  humedad 


li  hongos  en  las  maderas  podri- 
das, (pie  so  aplican  á  restañar 
la  sangro  de  las  heridas. 

Guajiro. —  En   Cuba  hombre 
de  campó, 

Guajarayabo  ó  Faju  rayaba. — 
Hacienda. 
( i  uajuruyabo.—llíivieuda. 
( 1  uajurey. — ]  laeienda. 
Guama. — Árbol  de  que  hay 
dos  variedades.    [Longoearpus 
tenax,  L.  Latí/ bita.)—  Agrega  el 
señor  Fernandez  el  guarna  bobo 
y  llama  á  la  majagua  de  Cuba 
guaina  de  soga  (Longoearpus  ce- 
rícea.) — Hay  una  hacienda  y  un 
rio  que  conservan  ese  nombre, 
que  lo  fué   también  de  indios 
célebres. 

G  uamaca.— Árbol  do  carpin- 
tería. 

Guamaearo. — llacienda. 
Guamao. — Es  árbol  enya  ma- 
dera es  resistente  á  la  humedad. 
(Longocarpus  V.) 

G  uantacao.— Hacienda  y  rio. 
G  uamaja  les. — II  acienda. 
Guamica. — Paloma    [Pctissu- 
ra  GaroUnensis.] 

Guamo.—  Caracol  marino  que 
sirve  de  trompa. 

Guana. — Así  so  llama  la  da- 
guiya  en  la  parte  oriental.  El 
señor  Sauvalle  la  coloca  en  su 
obra,  con  la  clasificación  de  una 
Thimelcecease  .  (  Linodendrou 
Lageta,  Gris.)  Este  árbol  naco 
expontáneamento  oon  especiali- 
dad en  las  antiguas  provincias 
del  centro  y  de  oriento.  Su  cor 
toza  se  exportó  en  1868  para 
Bremen  y  llamburgo  donde  lle- 
gó á  obtener,  como  sustancia 
textil,  de  30  á  10  pesos  por  i<¡ 
kilogramos.  ( Fl  Ingenio, $.  L48, 
núm.  12,  Habana  1878.)— Kl  Si. 
V.,  autor  del  articulo,  dice  que 
aun  la  corteza  que  se  excluye 

puede  suplir  al  cáñamo  v   heni 


—  3^ 

quéli  para  cnerdas  y  tejidos 
groseros.  Se  separan  tres  cla- 
ses délas  capas  interiores. para 
tejidos  linos.  [Véase  la  Sección 

¡Segunda.) 

Vxuamutas. — Hacienda  y  pue- 
blo. 

Guanabá. — Ave  muy  chillona 
especialmente  en  los  crepúscu- 
los de  la  tarde:  zancudo  (Nicti- 
corax).  Hay  dos  variedades,  la 
violácea  y  la  vulgar. 

Guanabacoa.  —  Hacienda  de 
naturales  y  pueblo. 

(Guanábana. — Una  de  las  fru- 
tas más  conocidas  en  Cuba:  tie- 
nen lama  de  ser  más  dulces, 
aunque  no  tan  grandes  las  de 
rto.  Kico.  (Almona  muricata.) 
— También  hay  un  pueblo  con 
este  nombre. 

Guanábano. — Hacienda. 

Guanábano. — Hacienda. 

Guabanito.  — Haciei  i  da. 

G uanabü¿- Hacienda,  pueblo 
y  puerto.— ÍEn  Santo  Domingo 
un  aisla. 

Guanacaje. — Hacienda,  rio. 

Guandii  ó  Gandú. — Arbusto 
cuya  simiente  se  usa  como  los 
chícharos.  (Cytisus  cajan.J 

Guamabar, — Hacienda. 

Guanaj a.t— Hacici ida,  pueblo, 
puerto. 

Guanajacaibes.—r  Antiguo. 

Guanacajai. — Hacienda,  rio, 
pueblo. 

Guanajayabo. — Hacienda  y  la- 
guna. 

Guanqjibc, — Hacienda. 

Guanajo. — Una  ave  domesti- 
ca que  se  llamó  gallo  turco  en 
Europa  y  conserva  en  inglés  el 
nombre  de  turquey.  Vulgarmen- 
te se  dice  guanajo  al  hombre 
simple. 

Guanamaguilla. — Hacienda. 

Guanamon.— Hacienda,  lago, 
puerto. 


0  — 

(i  uanantt. — Ave  acuática. [A.n- 
ser  hiperboreus.]  Dice  el  señor 
Picliardo  que  es  también  el 
nombre,  indígena  del  guacalotc. 
Hay  una  hacienda  asi  llamada, 
y  pueblo. 

Giíahaní. — Planta  de  que  no 
trae  mas  clasificación  el  señor 
Fernandez. 

( 1  uananicú. — Hacienda.    . 

( 1  u'anara. — La  paloma  rabiclie 
conserva  ese  nombre  en  el  De- 
partamento oriental  y  que  creo 
significa  el  retiro,  la  retirada: 
gua,  el,  y  nara,  retiro,  escondri- 
jo, lugar  oculto.  La  gente  preo- 
cupada del  vulgo  tiene  por  mal 
agüero  la  existencia  de  una 
avecilla  como  esa  en  las  casas  y 
quién  sabe  si  tiene  relación  con 
el  nombre  indio. 

<  I  uanaroca. — Laguna . 

( luanayara. — Rio,  monte. 

Guanayú. — Hacienda  y  rio. 

Guandül. — Mas  generalmente 
gandú  en  la  parte  occidental;  en 
las  demás  conserva  el  nombre 
primero,  una  planta. 

Gúandambil. — Laguna. 

Guane.  —  Hacienda,  pueblo, 
rio,  puerto. 

Guanci. — Pueblo. 

Guaní. — liio.  El  sunsún  de 
Occidente  que  en  otras  provin- 
cias se  llama  sumbete:  es  el  coli- 
brí, (TroeJtilos)  de  que  hay  va- 
riedades. 

Guaninaguas. — Hacienda. 

GuaniguL — Planta  que  dice 
el  Sr.  Fernandez  se  usa  en  l.i 
formación  de  arcos  de  barril. 
Lo  llama  bejuco.  [Rivina  octan- 
dra.  Ex  Ossa.]  Es  el  bejuco  de 
canasta. 

Guaniquiquí. — Una  amaran  1 a. 
(Chamisoa  altíssima   11.  B,  K  ) 

Guanica. — Paloma  rabtehe  en 
algunas  partes. 

G  a  nig  uanico . — H  ac  i  e  1 1  d  a . 


—  371  — 


Guanunar.- 
Quanillas,- 


-llacienda. 

Hacienda. 


Guanima. — Hacienda,  puerto 


-Yerba     lie  Monda. 
•.Monte  que  acá 


y  cayo. 

Guanina. 
{Castia.) 

Guaniguinal. 
so  tenga  origen  de  haber  sido 
lugar  en  que  se  encontraban 
muchos  guaniquijes,  cuyo  nom- 
bro y  raza  han  desaparecido 
ahora. 

Guaní  nicú. — Hacienda  y  rio. 

Guano. — Una  palma.  (Cha- 
mercppsJ)  —  Las  frondes  ó  pencas 
de  la  palma  con  que  se  cubren 
las  casas  del  campo. 

Guanimqr. — Hacienda. 

Guanos. — Puerto. 
•  Guantánamo. — Hacienda,  rio 
y  puerto. 

Guao. — Árbol  cuyo  jugo  y 
sombra  suelen  ser  dañosas  á  los 
hombres,  El  bello  color  de  sus 
hojas  rizadas  en  los  extremos 
de  los  limbos,  su  roja  madera  y 
el  azulado  tinte  de  su  corteza 
forman  un  todo  que  aléjala  idea 
del  peligro:  es  una  reproducción 
del  hipócrita.  \  Gommocladia 
d  entufa.]  El  señor  Fernandez 
cita  el  guao  de  costa.  Además 
hay  un  bejuco.  (Eupatorium.) 
Fué  árbol  que  conoció  Oviedo  y 
conserva  el  nombre.  En  Ama- 
tlan  se  encuentra  un  árbol  con 
las  cualidades  que  el  guao  ó 
manzanilla,  en  cuanto  á  los  que 
se  duermen  á  su  sombra  ó  están 
al  alcance  de  su  leche:  se  llama 
yagualachí,  según  las  crónicas, 
y  se  cita  en  la  pág.  211,  t.  IX, 
de  los  Documentos  inéditos  del 
Archivo  de  ludias. 

(/naos  (Los). — I [acienda. 

Guara, — Árbol     común     que 

crece  rápidamente  en  las  rozas 

de  los  montes  y  hace  mucha 

brusca,  de   quien  dice   el  scfior 


I  Fernandez  que  son  variedades 
todas  las  -'eupanias  de  la  misma 
familia  de  la  sapindáceas." — 
[Cupania  glabra.] — Hay  barrio 
y  pueblo  con  esa  denominación. 
( í  uaraguarí. — Hacienda. 
( x  ua  raba,  guara  iba. —  Es  el 
Caprimulgus  ó  querequete,  se- 
gún D.  Andrés  Poey. 

Guara guoa. — Se  llama  así  en 
Puerto-Rico  al  árbol  que  en  la 
Habana  se  denomina  cabo  de 
h  a  ch  a  (Guaren-trichiloidcs.J — 
También  se  llama  así  en  Santo 
Domingo  á  una  ave  de  rapiña  y 
en  nuestra  parte  oriental:  en 
otras  gavilán.  (Buteo.) 

Guaraná. — Planta  silvestre . 
[llibiscits  guaraná.'] 

Guaracabuya. —  Planta  utili- 
zarle en  su  madera.  (Poinciana, 
pulcherrima.) — Hay  un  cabo  ó 
punta  de  ese  nombre. 
Guar  aguar  t. — Punta. 
Guaraguao. — Lo  mismo   que 
carragua,  ave.     Un  barrio. 
Guarajal. — Laguna. 
Guaramanao. — Haciend  a. 
( x  uar ano. — Rio  .—Árbol  cuy  a  s 
hojas  se  aplican    en  la  parte 
oriental  como  papel  de  lija. 
Guarcas, — Hacienda  y  rio. 
Guar  eirá. — Hacienda  y  rio. 
Guarimínicu. — En  Cuba  per- 
sona humilde  que  vive  por  las 
orillas  ó   arrabales. 

Guarico. — Especie    de    gavi- 
lán. (Aramus  Guar  auna). 
G  uaco. — Rio  y  pueblo. 
Guasa. — Pez  en   Cuba    y  las 
Bahamas  donde  se  llama  Few 
Fish  ó  pez  judio,  (pie  posa  cen- 
tenares de  libras.  (Promcrops 
Guasa.) — Arbolen  Puerto  Pico- 
Rio  en  Santo  Domingo. 
Guas<(s  (Las). — Kio. 
( \  uasdbara  ,  —  Que    s¡gniiic;i 
guerra;   se   conserva  aplicado  (\ 
un  árbol  de   Puerto  RjcQ, 


372 


( 1  uasabacoa. — Puerto. 

( i  Masábalo .  —  Rana  pequeña» 
muy  chillona.  (Pichardo.) 

(i  uusamacú. — La  guna. 

Guasasa.  —  Nombre  de  una 
mosca  muy  pequeña, 

G uasasas — Hacienda,  puerto. 

Guásima, — Es  un  árbol  «pie 
se  denomina  así  en  la  provincia 
occidental  y  en  otras  guásuma. 
Hay  variedades:  la  guásima  co- 
mún Guásuma  tomentosa}  la  guá 
sima  brava  y  hasta  cinco  más. 

Guásimas. — Hacienda  pueblo 
y  puerto. 

Gua  simal  ó  Guasumal.—  Lu- 
gar de  muchas  guásimas,. — Ha- 
cienda, puerto. 

Gasumilla. — Hacienda. 

Guata. — En  Bayamo  se  usa 
esta  palabra  familiarmente  en 
lugar  de  mentira. 

Guata. — Hacienda. 

Guataca. — Según  el  señor  Pi 
chardo,  la  oreja  grande  y  tosca 
y  es  así  como  se  usa  familiar- 
mente; pero  ha  aceptado  ese 
nombre  la  industria  agrícola 
aplicándola  á  un  instrumento 
para  el  cultivo.  Se  ha  formado 
el  verbo  guataquear,  con  ella. 

Guatao. — Pueblo. 

Guatapaná  ó  dibidibí. — Árbol 
cuya  resina  se  cree  venenosa  y 
cuyas  semillas  se  aplican  á  tin- 
tes.— Nombre  de  un  rio  en  Sto. 
Domingo. 

Guatini.— Tocororo,  según  D. 
Desiderio  Herrara, 

Guauro.  — Bejuco  empleado 
en  remedios  caseros. 

Guaya. — Monte. 

Guayaba. — Se  conserva  en  la, 
misma  acepción  que  la  usaban 
los  indios:  árbol  frutal  y  fruto. 
Hay  muchas  variedades  espe- 
cialmente en  los  colores  de  Jo 
interior  del  ñuto.  [Psidmm  |>¿- 
rifervm,  P.  pomiferum.] 


Guayabal. — Campo  con  mu- 
chas guayabas.  —  Hacienda  y 
pueblo. 

Guayabo.-  Por  concordancia 
española  de  la  palabra  árbol,  se 
llama  así  al  que  produce  las 
guayabas.  —  Hay  una  laguna 
del  mismo  nombre. 

Guayabos. — Rio  y  lago. 

Guayabacan. — Árbol  de  Puer- 
to Rico. 

Guayabito.  —  Animal  roedor. 
(Mus  masculus.) 

Guayacan. — Lo  mismo  que  en 
la  época  primitiva:  aún  se  ha- 
cen vasijas  para  agua  en  reco- 
mendación de  sus  virtudes  y  se 
aplica  á  utensilios  domésticos 
(pilones).  Es  empleado  en  la 
carpintería  para  obras  perma- 
nentes. (Guayacum  ofñicinalcs). 
Hay  además  un  guayacan  blan- 
co y  un  guayaconcillo  que  no 
tienen  la  reputación  que  el  prie 
to. — Hay  una  hacienda  con  es- 
te nombre. 

G?í«;7k?0>i.— Pececillo  de  agua 
dulce  que  se  llama  guajacon  en 
la  parte  occidental. 

G uay acanabo. --TJ na  hacienda. 

Guay acamar. — Hacienda. 

Guáy  carne.  — Hacienda. 

Guayarimis. — Hacienda. 

Guayito.  —  Fruta  rosada  en 
racimos,  que  buscan  los  paja- 
ros.  Nombre  usual  en  Bayamo, 

Guayo. — Se  aplica  al  mismo 
objeto  con  que  lo  usaron  los  in- 
dios; pero  en  la  parte  occiden- 
tal se  llama  rayo  y  ha  variado 
de  forma  y  sustancia,  pues  se 
hacen  de  hoja  de  lata;  los  ver- 
daderos guayos  son  de  madera 
y  pedrezuelas  capaces  de  rayar 
la  yuca.  Una  planta  lleva  el 
mismo  nombre.  (Cretia  bourrie- 
ra.) 

Gueyba. — Hacienda. 

Guey  sabana. ^Aliic'mnhii  rio. 


Giiiqui. — Árbol. 

Güije.—  KÍ(>. 

Güín, —  El  pedúnculo  de  ja 
florescencia  de  la  caña  llamada 
de  Castilla,  cuando  está  seco. 
Su  color  amarilloso  y  tintes  lia 
dado  á  la  lengua  vulgar  el  co- 
lor agüinado,  especialmente  tra- 
tándose de  caballos. 

Güines. —  Hacienda,  pueblo  y 
rio. 

Güinía, — Hacienda  y  punta. 
G  ni  mira. —  Hacienda, 
Giiiníao, — Hacienda. 
Güira.— Lo  mismo  que  higue- 


ra o  hibaera  en  su  origen.    Hoy 

se  conoce  con  el  nombre  de  güi- 
ra varias  plantas:  más  ó  menos 
grandes  sus  frutos,  por  lo  regu 
lar  se  llaman  vulgar  y  simple- 
mente güira  á  la  mayor,  y  ci- 
marrona á  la  pequeña.  {Oblon 
(ja  cresecntia  cucarbitina]  eres- 
cent  ¡a  cujete.) 

( 1  üirabo. — Hacienda. 

Güiro, — Hacienda,  rio  puerto 

Guisas  o. — Yerba  de  fruto  es- 
pinoso [Triumfeta]  que  no  sé  si 
es  indígena  en  su  momencla- 
tura. 

Gunagua. —  jLunte. 


II. 


Habana.  —  Conocido  puerto, 
provincia  y  nombre  de  la  capi- 
tal de  Cuba. 

Hacienda. — Esta  palabra,  ha. 
sido  aceptada  como  expresión 
de  medida  superíicial:  es  el 
nombre  genérico  que  he  adop- 
tado, siguiendo  al  Sr.  Pickardo 
para  determinar  las  que  incluye 
esta  lista.  Los  específicos  son 
hatos  y  corrales  que  soliau  lla- 
marse sabanas  y  sitios,  (Véase 
Sabana.) 

Haignan. — Hacienda. 

Hale]!. — Árbol,  cuya  corteza 
es  antiescorbútica. 

llanábana.—  Hacienda,  rio  y 
pueblo. 

Eanabanilla. — Ilio. 

Hatibonico,  flatibonieo, —  Va 
rios  rios. 

Rayabacana, — Espinoso  vege- 


tal que  se  aplica  á  usos  veteri- 
narios. (Pera  oppositifollia.) 

Hayajabito,  —  Planta,  cuyos 
usos  desconozco. 

Huyuyo, — Ave  de  los  A  na  li- 
des. (Aixphinia.) 

Hicacos. — Península,  punta  y 
hacienda. 

Hicotea,  Icotea,  Jicotca.—Xvd- 
se  icotca  en  la  anterior  Sección. 

Higuana.  —  Punta.  (Véase 
Iguana*) 

11  ig  u  ey. — ( Vé  ase  Jig  ucy.) 

Hobo. — El  jobo,  cuya  forma 
predominaba  en  la  escritura. 

Hocuma. — Lo  mismo  (pie  jo- 
cuma. 

Iliuntcú. — Hacienda. 

Hutía. — En  el  mismo  sentido 
<pie  la  usaron  los  naturales,  en 
toda  la  Isla. 


Icaco. — Árbol  (pie  produce  el 
(rulo  de  su  nombre,  usado  en 
¡las  confiterías  y  dulcerías.  [6V¿- 
jsobálanus  ícclco.)  Lo  hay  rojo 
amarillento  y  negro.  El  negro 
peludo  do  Quba,  dice  el  señor 


Fernandez,  (pie  lo  come  el  cer- 
do. El  negro  semejante  al  rojo 
lo  lie  visto  en  abundancia  en 
Providencia  cercado  Nassau. 

Z<7wamc.-*-Alvarez  Cabra!  di- 
ce del  ignarae  del  Brasil  que  es 


374 


raíz,  el  pan  que  se  come.  Ií*i- 
musio.  t.  I,  pág.  líil.  Vespucio 
en  su  primera  carta  liace  la  mis- 
ma descripción.  (Véase  Haca.) 
líe  visto  en  Nueva  York  llamar 
y  ames  de  California  ó  Jamaica  á 
Malangas  blancas.  Vespucio  es- 
cribe otras  veces  iname:  llama 
canibí  al  casabe  y  le  agrega  alas 
á  la  iguana:  fué  mal  observador. 

íguanio. — Pió  dominicano. 

Iguana.  —  La  pronunciación 
lia  acabado  por  fijar  esta  forma 
que  algunos  al  escribir  han  al- 
ternado (on  la  histórica  7¿,  pero 
se  debió  escribir  así  porque  de- 
bió aspirarse  al  ver  que  los  cro- 


nistas la  llaman  higuana,  y  al' 
gimo  jiguana.  Hay  cinco  espe- 
cies de  higuanas.  La  mayor 
alcanza  próximamente  5  pies 
(Ciclura  casinataj.  A  ellas  per- 
tenece el  caguayo  y  el  bayoyo. 

Iguanabo- — Hacienda. 

Iguanojo. — Rio.  punta. 

Ignara,  —  Haciend  a. 

/  7  as. — Hacienda. 

Ing  uñosos. — Hacienda. 

Itabo. — En  el  mismo  concep- 
to que  los  naturales  el  agua  es 
tancada  y  limpia,  á  diferencia 
de  babincy,  que  es  turbia-  Hay 
hacienda  y  rio  que  así  se  llama. 


Jaba. — Ha  predominado  en  la 
pronunciación  la  aspiración  de 
la  h  de  haba,  ^>ero  sin  variar  de 
significación. 

Jabaco. — Hacienda. 
Jobillo,  Jucan. — Hacienda. 

Jabí— El  quiebrahacha. 

Jobillo*— Es  un  diminutivo  á 
ha  española,  si  se  escribe  .como 
lo  hace  el  Sr.  Fernandez:  pavo 
se  pronuncia  jabiyo,  que  acaso 
sea  el  verdadero  nombre:  se 
aplica  á  dos  árboles,  el  jabiyo 
prieto  y  el  blanco  {llura  crepis- 
tans):  dice  el  Sr.  Fernandez  que 
el  aserrín  de  estas  plantas  irri- 
ta la  nariz  al  que  lo  sorbe,  de 
un  modo  particular. 

Jabuco. — Es  una  especie  di; 
jaba,  hecha  con  bejucos  de  ca- 
nastos, y  no  de  palma  como  la 
jaba:  tiene  más  profundidad  que 
la  jaba,  y  es  más  estrecho  por 
la  boca;  cuando  no  se  destina- 
ba para  conducir  huevos,  como 
angarillas,  que  entonces  era  la 
media  carga  de  una  bestia. 

Jacan. — Puerto  y  "monte. 

Jacana.— Árbol  de  Pto.  Rico,  I 


notable  por  su  frondosidad  y  el 
tamaño  de  sus  hojas,  que  sue- 
len medir  pié  y  medio  de  largo. 

Jaco.— Tortuga,  en  Pto.  Prín- 
cipe: dicen  algunos  que  es  el 
macho. 

Jagna.-^-YA  mismo  frutal  que 
prefería  á  la  dulcísima  breva 
entre  las  frutas  el  virtuoso  Las 
Casas.  (Gcnipa  Americana.)  En 
la  Costa  hay  otro  árbol  que  lle- 
va el  nombre.  (Gardenia.) -Mag- 
uí dea  bahía  y  puerto  al  Sur, 
también  elogiado  por  el  mismo 
obispo  cronista-hacienda  y  pue- 
blo. 

Jaguajay, — Puerto. 

Jaguay. — Arbusto,  cuya  ma- 
dera se  usa  en  ebanisterías  ó 
carpinterías  de  muebles,  según 
el  señor  Fernandez. 

Jaguajaguita.  — Madre  blanca 
con  pintas  negras,  (¿si  será 
la  espuela  de  caballero,  en  la 
parte  occidental? 

Jagüey. — Está  descrita  en  la 
Sección  Segunda:  se  llama  ma- 
tapalo en  Puerto  Pico,  aludien- 
do á  que  nace  parásita  sobre  el 


375  — 


árbol  que  luego  aboga.  Hay  ha- 
cienda v  laguna  de  su  nombre. 
\  ftriedadea  más  conocidas 
son  él  jagüey  hembra  (Ficua  hi- 
dica)  el  macho  (Ficus  radnla.) 
as  dimidiata,  en  Presas.] 

Jagüel/. —  Mosquito  zancudo 
blanco  y  negro.  (Bayamo.) 

<J<((juirito. — Hacienda. 

Jagüeyes — Hacienda. 

Jagüica. — Hacienda. 

Jaiba. — Crustáceo  de  que  se 
habló  ya  por  los  cronistas:  Véa- 
se la  Sección  Segunda.)  Tuerto 

Jáibo, — Hacienda  y  rio. 

Jaiguan. — Hacienda. 

daimanita.  —  Rio,  pueblo  y 
puerto. 

«  la  imayabo. — I  i  acienda. 

Jaimiquí. — Algunos  pronun- 
cian así  este  nombre  de  árbol: 
Almiquíj  lo  que  indica  que  se 
escribirla  con  h  6  con  j.  (Achras 
jaimiqui,  Ossa.) 

Jamaica,  (La  Isla  de). — En 
Cuba  una   hacienda. — Caserío. 

Jamao. — Jicotea  (E?nys  Jamao) 
cuya  descripción  puede  verse 
en  la  página  120  á  128  del  Re- 
pertorio del  Sr.  Poey  (IX  Felipe.) 

Janasí. — Árbol,  que  dice  el 
Sr.  Fernandez  se  asa  como  el 
cedro. 

Jaiael. — Significa  lo  que  se 
explica  en  la  sección  segunda, 
perO  el  nombre  se  conserva  en 
un  bejuco  que  sirve  para  atar 
los  maderos  en  las  cercas:  su 
fruto  sirve  para  tinta. 

Jara.— Árbol  abundante  cu 
üienfuegos  y  Camarones. 

Jarahiiina. — |  Véase  Jarabaea- 
ña.) 

Jaragua.  —  Hacienda.  Árbol 
común  en  Baracoa.  (Phialcan- 
ihus.) 

Jaretgüíca. —  Hacienda. 

Jarico, — El  macho  de  l,i  jico- 
tea   p.h  la  parte  orienta!,  según 


allí  so  cree,  pero  es,  como  se  ha 
advertido  una  variedad:  [Emis 
Engata.] 

Jaruco. — Hacienda,  rio,  punta, 
puerto.  Se  conoció  desde  los 
primeros  tiempos.  (Véase  la 
segunda  sección.) 

Jala, — Nombre  de  una  -palma; 
también  de  un  árbol,  según  el 
señor  Fernandez.  La  palma.es- 
tá  clasificada.  (Chameros  Jata.) 
Jaüa. — Árbol  á  quién  da  cele- 
bridad la  belleza  de  los  basto 
nes  qne  so  labran  de  su  madera. 
Hay  hacienda  y  puerto  de  su 
nombre. 

JatiaL— Hacienda. 
Jatibonico.—llio,  monte.  Árbol 
cuya  madera  color  castaño  be 
toado  se  aplica  á  bastones. 

Jayabacoam — Árbol  de  buena 
madera  y  poco  tamaño. 

Jayabacaná,—\i\  .árbol  que  lle- 
va este  nombre  con  el  adita- 
mento de  amarillo,  es  según  se 
explica  Jarabaína  en  Cuba. 

Jayajabico.—V\'M\U\.    ( { V abri- 
ría red  ¿nata.) 
Jayao,-— E.s  un  pez. 
Jayun.— Junco  en  terrenos  ce- 
nagosos. 

Jején. — Mosquitos  de  los  mas 
numerosos  en  las  playas  y  de 
los  mas  molestos:  casi  invisible 
y  de  esa  pequenez  aludirá  el 
proverbio  aplicado  al  hombre 
sabichoso:  "sabe  hasta  donde  el 
jején  pone  el  huevio  " 

Jequí  ójiqui. — Árbol,  (Véase 
Jigui.) 

Jequia.  —  Arbusto  silvestre, 
cuyas  flores  amarillas  come  el 
sinsonte. 

Jequüete  ó  Jiquilcíc.  -  Algodón 
cimarrón. 

Jequüiry.  — (Peonía).    Bejuco 
de  uso  en  la  terapéutica,    legre- 
minosa.  (Abras  precatorius.) 
./m,  — Arbusto  de  quien  se  su- 


ponía  la  fábula  que  nacía  de  las 
abispas:  la  hay  brava  y  blanca, 
por  ser  más  espinosa  la  prime- 
ra, (Cassía  ramiflora  y  C.  alba). 
Es  nombre  de  una  hacienda. 

Jíabaco. — Hacienda,  tío. 

Jibá. — Planta,  que  ofrece  sus 
frutos  á  los  pájaros.  (Erythroxi- 
lum  brebipes,  Ex  Ossa.) 

Jibara.  —  Hacienda,  pueblo, 
puerto,  laguna. 

Jibacoa, — Hacienda,  pueblo, 
puerto,  rio. 

Jibaro,  Gíbaro. — Los  animales 
que  de  domésticos  se  hacen  sel- 
váticos como  los  cerdos,  perros, 
etc.  En  Puerto  Rico  se  aplica  á 
los  hombres  de  campo,  como  en 
Cuba  se  les  dice  guajiros. 

Jibara. — Hacienda. 

Jibe, — Un  cedazo  que  se  for- 
ma de  palma,  aunque  se  hace 
extensivos  á  los  demás:  es  el 
hibc  de  los  indios.  Hay  hacien- 
da do  ese  nombre. 

Jicama. — La  planta  llamada 
también  jiquima.  {Phaseolus  tu- 
berosus.)  El  volador  vulgar. — 
Loma  en  Madruga. 

Jicaras.— Es  palabra  mexica- 
na. Hay  una  hacienda. 

Jicare. — El  Sr.  Fernandez  da 
ese  nombre  á  un  árbol  de  que 
vio  muchos  por  Sagua  la 
Grande. 

Jicotea. — El  quelonio  que  se 
cita  en  la  sección  segunda. 
(Emis  de  ensata.)  Hay  una  ha- 
cienda. 

Jigua. — Nombre  de  una  plan- 
ta cuya  madera  se  usa  en  mue- 
blajes. 

Jiguagua. — Otros  dicen  ¡Sigua* 
guai  pez  común. 

Ji  guaní. — Hacienda,  rio,  pue- 
blo. 

Jigüe. — Se  conserva  lá  memo- 
ria de  esos  seres  misteriosos  de 
las   aguas  que  se  presentan   en 


ÍG  — 

|  la  forma  de  indios  pequeños, 
con  el  pelo  crecido,  que  mata- 
ban con  mirar  á  los  pasajeros. 
Frecuentaban  el  charco  ó  lagu- 
na de  María  Luisa  en  Bayamo. 
Hoy  conservan  este  nombro 
un  árbol  y  una  hacienda  y  mon- 
te. Escribí  una  leyenda  con  el 
objeto  de  conservar  la  tradición. 

Jigüy. — Mosquito  parecido  al 
jején.  Una  hacienda,  rio,  puerto. 

Jigitcra. — Lo  mismo  que  güi- 
ra, en  la  parte  occidental. 

Jejira, —  Punta.  Especie  de 
tuna  ó  cacto  que  da  el  nombre 
á  aquella. 

Jimagua. — Se  da  este  nombre 
á  los  gemelos.  Es  el  de  una  ha- 
cienda y  puerto. 

Jimaguayá. — Hacienda. 

Jimaguayabo.  —  Hacienda  y 
puerto. 

Jiminú — Hacienda. 

Jiqui. — Desígnase  con  este 
nombre  á  algunas  pl antas.  Ji- 
qui de  ley,  común,  hediondo. 
(Bumelia  nigra.) 

Jiguabo.  —  Hacienda,  rio  y 
puerto. 

Jiguana. — Véase  Jurel. 

Jiquibú. —  Hacienda,    monte. 

Jiquima!. — Hacienda. 

Jobo. — Es  voz  india  que  se  ha 
aceptado  por  los  españoles  des- 
de el  principio.  No  así  los  ing  e- 
ses  que  lo  llaman  en  las  Baha- 
mas  ciruela  de  cocltínos  (Hog 
plum)  y  á  la  ciruela  que  llama- 
mos campechana^  no  sé  porqué, 
ciruela  de  cochino  esjuiñola  (iSpa- 
nish  hog  plum.)  Hay  variedades. 
(Spondias  graveolus,  8,  luctea, 
S.  mirabolanus.)—Ilíiy  hacienda 
y  monte  del  Jobo. 

Joa. — Puerto. 

Jobaba. — Hacienda,  puerto. 

Jobero.  —Color  mezclado  de 
blanco  y  negro. 

Jobito. — Hacienda. 


Jobo  ni — Hacienda. 
Joca. — Hacienda. 

Jocú.— Pez  que  se  reputa  pro- 
penso á  la  Biguatera, 

Joc nina.—  Son  tres  los  árboles 
que  llevan  esta  momcnclatura: 
el  prieto,  el  blanco  y  el  amari- 
llo.—  (Sideroxilón  mastichoden- 
<lmm.  S.palidum.  8,  salta [folia, 
finí mela  8a  1  ic tfo lia .) 

Jojó¿ — Hacienda,  rio  v  puer- 
to. 

Juabum. — Árbol  poco  aprove- 
chado. 

J libaban. — Árbol  cuyo  fruto 
es  semejante  ai  palmito  [Baya- 
ino], — Se  usa  en  los  utensilios  y 
y  los  instrumentos  para  carpin- 
tería. (Triehília  spondioides.) 

Jubanicú. — Rio. 

J  uca. — Hacienda. 

Jucaibama.— Hacienda. 

Jncaral— -Hacienda. 

Jácaro. — Árbol  muy  resisten- 
te ¿i  la  humedad  y  empleado  en 
pilotaje  por  ser  prop  o  para  es- 
tacas:  lo  hay  prieto  ó  bravo, 


común  y  de  mastelero.  El  prie- 
to es  el  más  resistente  y  dura- 
ble. (Bucida  Intcero.  B.  capiíata) 
Se  cuentu  una  hacienda,  rio  y 
puerto  con  esa  denominación. 
Por  pasar  por  la  hacienda  un 
camino  de  hierro  se  le  dá  el 
mismo  nombre. 

Jtimagua.  -  Hacienda. 

Jumarú. — Rio. 

Jíirel-'Pez  de  la  familia  do  la 
'  jiguana,  cojima  y  sibí. 

Jurubaira. — Árbol    de  cons 
truccion  y  sirve  su  fruto  para 
I  alimento  de  cerdos. 

Juraguá. — Hacienda . 

Jurumú. — Hacienda. 

Jururú. — Hacienda. 

Jutla. — Se  conserva  la  pro- 
nunciación y  el  nombre  por  //  u- 
ña.  (Yéase  la  sección  segunda.) 
Hay  un  cayo  Jutía. 

Sutininí. — Hacienda. 

Jutiuisi. — Hacienda  y  monte. 

JutinL — Hacienda,  rio  y  puer- 
to. 

Jum, — Árbol  de  Puerto  Rico. 


L, 


habanco.— -De  la  familia  de 
los  anátides,  ave  inmigrante 
( Ma reca  americana) . 

Lacunagua. — Hacienda. 

Libisa  ó  Lebisa. —  Pez  cay  a 
piel  seca  y  áspera  sirve  para  pu- 
lir. Del  pez  ha  tomado  el  nom- 
bre de  papel  de  lebisa  el  pre- 
parado que  se  usa  en  la  carpin- 
tería.— El  árbol  lebisa  es  llama- 
do laurel  blanco  en  Cuba,  es 
muy  apreciado  en  el  empleo  de 


I  instrumentos  de  labranza  y  tiro 
en  el  campo.  (AerodÁquidiumja- 
maicense.) 

Luyanó.-~\l\o  y  pueblo,  boy 
barriada  déla  Habana.— Este 
nombre  ha  sido  convertido  en 
Ligado  por  los  extranjeros/  en 
sus  tratados  de  geografía,  que 
luego  han  copiado  algunos   es 

i  pañoles.  De  ese  rio  se  surtió  de 
aguas  la  villa  antea  de  que  la 
ciudad  trajese  las  de  Alinenda 
res  ó  OasiffUagnas. 


IVI. 


Mabaí. — Hacienda  y  rio. 
Mabú— En  Puerto  Rico    Be 
llama  así  una  planta:  bijaragua 


en  Cuba. — (Oólubrina  reclínala.) 

Maboa. — Árbol  de  que  so  e\ 

trae  la  leche  por  su  color  y  apa 


—  378  — 


riencia  de  que  Iiacen  la  liga  los 
cazadores,  llamada  de  pájaros: 
en  la  parte  occidental  se  usa  la 
leche  del  jagüey. — Etimológica- 
mente significa  gran  casa—ma, 
grande;  boa,  habitación.  Estos 
árboles  se  distinguen  por  su 
localizacion:  de  sábana  y  de 
monte  (Carnerario,  latifolia.  Ca- 
rnerario augustifolio.)  Los  cam- 
pesinos á  la  liga  llaman  liria. — 
Hay  hacienda  de  Maboa. 

Mabujabo.— Hacienda. 

Mabujina. — Hacienda. 

Mabuya. — Una  lagartija  bien 
fea:  se  llamó  así  al  diablo. — 
Hoy  hacienda. 

Maca.— Hacienda  y  rio. 

Macabí.— Se  designa  así  un 
pez  muy  espinoso  que  prefieren 
los  negros  de  las  Bahamas  para 
sus  guisos.  Los  descontentos  de 
Puerto  Kico  dieron  á  uno  de 
sus  jefes  españoles  el  nombre 
de  Oran  Macabí. 

Macaca.— Hacienda,  rio. 

Macagua. — Llevan  dos  árbo- 
les esta  denominación:  oscuro  y 
amarillo.  ( Pseudolmedia  spurea. 
Gris.  Pseudolmedia.) 

Macagua. — Hacienda. 

Macaguato. — Hacienda. 

Macaguainea . — An  ti  guo. 

Macambo.  Hacienda,  rio  y 
puerto. 

Macota.    Hacienda. 

Macao.  El  pez  soldado,  que 
se  introduce  en  las  conchas  va- 
cías. 

Maco.  Hacienda,  puerto.— 
Es  también  nombre  de  árbol. 
(Ardíria  micliranta.)  Caracol 
que  usan  las  mujeres  para  sus 
costuras,  como  planchas. 

Macurije.  Es  nombre  ahora 
de  un  árbol  cuyas  hojas  y  frutos 
apetecen  los  ganados.  [Ratania 
Apetale.  Gris.  Cupania  opossiti- 
folia.] 


Macurijes.    Hacienda. 
Macusey.    Bejuco  ó  parásita 
que  por  lo  regular  vejeta  en  las 
palmas.  (Fernandez.) 
Macattbo.    Hacienda. 
Macuto.    ( Véase  Matute.)    . 
Maganujos.    Dice  el   Sr.  Pi- 
chardo  que  es  nombre  de  un 
árbol  poco  conocido. 
Magantiya.    Hacienda. 
Magarabomba  ó  Mayar  abom- 
ba.   Hacienda. 

Mogón.    Antiguo    y   fantás- 
tico. 

Magua.    Es  palabra  usual  en 
sentido  de  desconsuelo,  disgus- 
¡  to  por  una  esperanza  burlada, 
Í  por  ejemplo.  Hay  puerto  con  el 
nombre  de  Magua. 
Maguabo.    Hacienda. 
Maguacan.    Árbol  de    quien 
no  se  dice  nada  notable. 
Maguaiun.    Antiguo. 
Maguarayo,.    Rio. 
Maguey.    Lo  mismo    que  su 
origen.    (Véase  la  sección  se- 
i  gunda.) 

Magueyes.    Hacienda. 
Magiiiyar. — Hacienda   y  cié- 
|  naga.— Á  pesar  de  pronunciarse 
'  así,  se  escribe  magüillar. 

Magilira. — Etimológicamente 
¡  significaría  gran  güira',  pero  por 
una  de  esas  ironías  de  las  len- 
guas que  hace  rabón  al  que  no 
tiene  rabo,  se  aplica  á  la  mas 
pequeña  de  las  güiras.  ( Crescen- 
\  tía  cucurbitina.J — Según  dice  el 
I  Sr.  Fernandez,  es  la  que  más 
i  virtu  es  antiespasmódicas  tiene 
I  y  lo  cree  así  el  vulgo. 

Maitío. — Hacienda  y  rio. 
Mais. — El  grano  y  planta  que 
lleva  ese  nombre  en  el  mundo. 
Una  hacienda. — Pedro  Mártir 
escribe  en  sus  Décadas  con  s  y 
con  z  esta  palabra;  y  en  el  índi- 
|  ce  pone:   mais,  radix;   maizium, 


379 


frumenti  f/entts,  maizins,  panes. 
Lo  primero  es  visible  error. 
Maisi. — Hacienda,  rio,  punta. 

Malyl.— Antiguo. 
Majá. — Culebras  de  las  Anti- 
llas mayores  (boa);  la  variedad 
de  menos  corpulencia  se  llama 
jubo.  La  primera  (cpigrcte  angu- 
Ufer)  suele  pasar  de  siete  varas; 
elnt&o,  cuatro  pies  ó  menos  (dro- 
míen»  anguliffer):  hay  de  estos 
cinco  especies.  El  catibo  (tropi- 
domotus  cubcnsis)  es  anñbio  y 
hay  otra  especie. 

Majagua ,  Dem  ajagu  a. — Son 
varias  las  plantas  que  llevan  la 
denominación  de  mayagua  y  ma 
ja  guilla, — Pero  la  que  ántess  se 
deeia  demajagua  ó  majagua:  se 
conserva  con  ambos  nombres.  La 
que  vulgarmente  se  llama  macho 
produce  la  materia  pitra  corde- 
lejía;  la  hembra  que  solo  pnede 
utilizarse  de  las  ramas  ó  vásta- 
los es  menos  útil. — (Hibiscm  ti- 
liaceus.  H.  clatus.  Belotia  graefo- 
lia) — Hay  hacienda  y  rio  de  Ma- 
jagua. 

Majaja. — An  tiguo. 

Majano. — Hay  hacienda  y 
puerto. 

Ma jay ora. — Eio. 

Majibacoa. — Hacienda  y  rio. 

Majuau. — Hacienda. 

Malanga. — No  es  cubana:  lo 
que  ahora  se  llama  así,  la  ama- 
rilla, es  la  yautia. 

Maniacas* — Hacienda. 

M  a  naja . — Hacienda. 

Manjúa. — Pequeñísimas  sar- 
dinas muy  usuales  en  las  mesas 
criollas. — El  señor  Pichardo  di- 
ce que  crece  hasta  mayor  tama- 
ño, y  que  algunos  creen  que  es 
el  mismo  manjuarí. — Me  parece 
á  mi  crcncia  vulgar  csfn. 

Majuanayagua. — Hacienda. 

Mamey. — Bl  mismo  frutal  co- 
nocido desde  el  principio  de  la 


colonización:  aunque  diversos, 
hay  un  nombre  sólo  para  deno- 
minarlos. El  amarillo  que  es  el 
que  apreciaban  los  indios  (Mo- 
mea americana)  y  el  colorado 
(Liécuma  mammosa.) 

Mamey. — Hacienda. 

Mamoa.—  Árbol  que  produce 
muy  útil  madera. 

Manabunba. — Un  rio  zanja. 

Manaca. — Hacienda. 

Managua.  —  Hacienda,  rio, 
pueblo.  — Las  tetas  de  Mana- 
gua, de  celebridad  náutica. 

Managuaco. —  Hacienda. —  El 
animal  que  tiene  manchas  blan  - 
cas,  y  el  pió. 

Managuana. — Hacienda.— Co- 
marca en  Haití. 

Managüiscs  ó  Banayüiscs, — 
Hacienda. 

Managüita. — Hacienda. 

Manaja. — Hacienda. 

Manajú — Es  un  árbol  más  co- 
nocido por  su  resina.  (Rheedia 
cristata.)  Cris.)— Se  aplicaba  á 
las  angarillas  ó  grandes  jubucos 
paaa  cargar  casabe  y  se  hace 
estensivo  á  otras  cargas. 

Manajai  ó  Manayuai. —  Ha- 
cienda, laguna. 

Manatí.— El  mismo  cetáceo 
herbiboro  que  conocían  los  indios 
con  ese  nombre. — Su  piel  ó  tue- 
ro curtido  de  que  se  hacen  bas- 
tones, mangos  un  inolvidable 
instrumento  de  humillación  , 
y  otros  objetos.  (Manattus  au*- 
tralís.) — Es  nombre  de  rio. 

Manantuabo. — Hacienda. 

Mangle. — Se  ha  dado  eso  nom- 
bre á  las  plantas  que  llevaban 
esa  designación  por  los  indios: 
hoy  es  mayor  el  número  de  va 
riedades,  pues  se  buscan  con  sus 
hojas  como  curtientes.  Hay  man 
gle  amarillo,  blanco,  negros,  co- 
lorado y  de  uña.  (Ganocarpua 
rucémoste  Avicenia* nítida:  A.  ni 


—  380 


I  ida,  Go  no  tarpus  erecta;  Rizoplto- 
na)  Rizopho na  mangle.) — Hay  un 
lagar  con  ese  nombre:  Pauta 
Mangle» 

M  antear  agua.— J  l  .adeuda . 

Manicanao.  —Antiguo. 

M  animaní. — Rio,  canal. 

Manigua 8. 7— l¡o  misino  que  te- 
rreno breñoso  ó  breñas.-— Ha- 
cienda. 

Maninje. — He  llama  de  esta 
juanera  un  árbol  (Cupania  oposi- 
tifolia.) — Abunda  en  Guanabo. 
Comen  los  attima  es  sus  hojas  y 
frutos. 

.  Manjuaríes. — Es  un  pez  de 
que  lia  hecho  especiales  estu- 
dios nuestro  Toe}'. — Hacienda 

y  rio. 

Mao. — Hacienda. 
Maralí. — Hacienda,  rio,  puer- 
to. 

Maraguan. — Hacienda. 

María. — Árbol  de  Puerto  Éi- 
co. — Es  el  ocuje  de  Cuba. 

Marien. — Hacienda,  rio,  pue- 
blo y  puerto;  generalmente  Ma- 
riel. 

Maza, — Resina  que  se  saca  de 
un  árbol  que  así  se  desigua. — 
Lo  escribe  eos  z  el  .Sr.  Fernau- 
dez.  Conocida  en  la  parte  Orien- 
tal. 

Masatí. — Rio  -que  es  atiente 
del  de  Jiaraeo. 

Masgiiiro. — La  escia-viosa,  en 
Oriente  de  Cuba. 

Masío.—  Plantas  de  las  lagu- 
nas, que  la  suele  cegar.  Espada- 
ña. Hacienda,  laguna,  y  puer- 
to. (Tipha  LatifoHa  L.) 


Mata.— Hacienda, 


rio. 


Matabanó. — A  hora  Botábame; 

Malagua. — Hacienda,  y  rio. 

Matagnar. — Rio. 

'Mate— (Véase  Cayajabo.)  Ade- 
más, es  nombre  de' un  árbol. 
(Tobinia  tertiata.  De*,) 


Matuango. — E  l  a  gai  ta  caí  ina  n , 
(Árdea.) 

Mato. — Hacienda. 

Matufie}/.—  Rejuco,  que  se  usa 
para  las  canastas  y  jabucos. 

Maya. — Se  usa  ^ara  designar 
i  a  pina  de  ratón  de  Occidente, 
en  las  otras  provincias.  (Brome- 
liapinguin.)  Hacienda,  laguna 
y  punta. 

Mayaba. — Hacienda 

Mayabeque. — Hacienda,  rio  y 
puerto. 

Mayaban. — Hacienda  y  rio. 

Mayanabo. — Hoy  Marianao , 
pueblo,  rio  y  ensenada. 

May  aquel. — Hacienda. 

MayarL—  Hacienda,  rio,  pue 
blo. 

Mayajigua.  Hacienda  y  pue 
blo. 

Mayito.  Pájaro  denominado 
solibio  en  Bayamo.  (leterus  hu- 
meralis.)  Maisíto  en  el  interior. 

Mayo.  Ave  en  la  sub  familia 
de  los  cassicinos:  los  distingue 
Vilaró  en  solibio  y  toti. 

Micaró. — Mon  te . 

Mije. — Árbol  de  carpintería, 
I  cuyo  fruto  se  come  con  azúcar, 
I  como  los  berry  en  los  Estados 
|  Unidos.  Es  varia  la  forma  con 
¡que  suele  escribirse  y  pronun- 
!  ciarse,  pues  unos  dicen  miji  y 
otros  acentúan  el  final  mije.  La 
corteza  se  parece  á  la  del  gua- 
yabo. 

Mijial. — Hacienda. 

Míguielo.— Hacienda. 

Moa. — Hacienda,  rio,  pueblo, 
cayo. 

•  Moca.—  Es  en  Puerto  Rico  lo 
que  es  ]ayaba  en  Cuba.  (Ard'ira 
racemosa.) 

Moniato. — Corrupción  de  bo- 
niato. Es  el  nombre  de  un  árbol 
que  perpetuará  ese  error.  2í"o 
obstante,  el  sabio  San  val  le  lo 
l  ¡ama  Boniato,  y  otros  escrito 


JSl  — 


res  educados,  que  no  son  vulgo. 
(Waltesia  Glabra.  Car.) 

Moruro. — Hay  dos  árboles 
con  osa  designación,  con  pro- 
piedades picarescamente  astrin- 
gentes para  el  vulgo,  que  hu- 
bieran apreciado  las  dueñas 
remendadoras  de  honras,  de 
Quevedo.     (Petophorum    adna- 


tutu.)   (Acacia   Utoralis,    Wild.) 

Motembo. — Hacienda. 

limara. — En  Cuba  el  seboru- 
co. Voz  usada  en  Puerto  Kico. 
Fr.  Iñigo  Al  id,  hablando  de  las 
comidas  de  la  gente  pobre,  dice: 
"después  de  ella  cada  uno  loma 
una  miivara  ó  calabazo  de  agua/ 

Motembo. — Hacienda. 


TV, 


algu 
el 


•  Nabaoo. — Arbusto,  según  el 
Sr.  Pichardo;  árbol  de  carpin- 
tería,  según  el  Sr.    Fernandez. 

( Faramea  odoratíssima). 

X (dboa. — En   el  centro 
nos   campesinos  llaman   asi 
mantillo  ó  tierra  vegetal. 

Xa  jasa. — Hacienda  rio,  mon- 
te. Él  ilustre  cubaro  Gaspar 
lietaucourt  (Jisneros,  tenia  eu 
su  país,  Camagüey,  el  apodo  de 
Xajasa.  por  ser  dueño  de  una 
quinta  de  ese  nombre:  él  se  en- 
mascaró con  el  de  El  Lugareño. 
De  su  memoria  debe  todo  con 
servarse, hasta  esos  pormenores. 


Xauyin. —  Hacienda. 

Xanyú.  -•  fia  c  ion  da  y  rio. 

Xeiba. — H  •»  Hernia. 

Niabo. — Hacienda. 

Xibaron.—  Hacienda. 

Xigua.—llio.  Arbusto,  cuya 
fruta  es  muy  buscada  por  los 
pájaros.  [Tóurnéfortiá  hirsuiis- 
sima,  Ossa.) 

X ¿güero. —Lugar  en  que  hay 
mucha  nigua,  hacienda,  rio. 

Ximanima.  Hacienda    y 

puerto. 

Xipe. — Magnífico  puerto,  ha- 
cienda. 


sr. 


Same.— Él  legítimo  ñame  no 
es  indígena  eu  Cuba:  el  señor 
Sauvalle  habla  do  una  nueva 
especie  encontrada  en  la  loma 
del  Retiro,  que  llama  ñame  si- 
marrón  (D.  Scorpioidea.)  Los 
voladores  gundá  de  Puerto 
liieo  los  describe  mejor  que 
nadie  el  Sr.  Grousordi,  que 
los  encontró  en  los  bosques: 
i g/ia me  honda  en  Haití  y  honda 
en  Santo  Domiugo,  según  el 
Sr.  Pichardo,  que  dice  que  es 
gundá  en    Puerto   Rico*    El  ro 


lador  silvestre  autes  y  ahora, 
no  es  el  ñame  do  África 
I),  alata  D.  \  ñame  morado  ] 
ni  el  mapuey  (D.  Sativa,)  que  es 
blanco  interiormente. 

Xáñigo. — Es  palabra  vulgar, 
pero  no  la  creemos  india,  se  tía 
bla  de  ella  en  otra  parte.  En 
la  historia  de  los  ñañigos  impre- 
sa en  la  Habana  en  lSSü,  se 
dice  (pie  esta  institución  proce- 
de de  la  nación  Ga rabal i  appa¡ 
y  su  verdadera  forma  Xarigui- 
tú  a. 


Ocujal, —  Espafiolizacion 
ocuje,  Hacienda, 


O. 

llfi  OcÜje.  —  Vulgarmente     hay 

ocuje  macho  y  hembra:    se  atri 


—  382 


buyen  á  su  resina,  virtudes  ex- 
traordinarias para  soldar  rotu- 
ras humanas.  (Calophülum  ca- 
laba, Jacq.)  Existe  hacienda  y 
rio  que  se  denominan  de  Ocujc, 
{Los  Ocujes.] 

Ojoto, — Raiz  dañada   por  el 


tiempo  en  las  que  son  comesti- 
bles: cerca  de  la  Habana  se 
llama  jojoto,  el  boniato  pasado 
de  sazón  ó  inútil  para  el  uso. 

Onicajinal. — Kio,  cuyo    nom- 
bre sólo  usan  los  poetas. 


P. 


Papaya. — Es  el  nombre  indio 
que  se  conserva  á  una  planta, 
que  designan  por  otros  menos 
propios,  que  pretenden  ser  mas 
castos,  dando  á  la  malicia  vul- 
gar más  atención  que  la  debida: 
1  lámanla  fruta  bomba,  y  al  árbol 
el  lechoso.  Papaya  dijeron  los 
indios  y  la  ciencia  lo  tiene  adop- 
tado, {Carica  Papaya.)  Hay  va- 
riedades y  la  de  menos  dimen- 
siones se  dice  simarrona.  Con 
frecuencia  se  ven  plantas  de  su 
especie  con  ramos  de  ñores  que 
no  fructifican  y  se  llamaa  ma- 
chos. Hay  un  punto  llamado  de 
la  Papaya.  En  una  obra  de 
AVaring  sobre  las  plantas  de  la 
India,  se  encuentran  aplicados 
á  esta  fruta  los  siguientes  nom- 
bres: Papaw  tree,  Papayah,  Pa- 
paiydy  Pappauyí,  Boppay,  Pap- 
paya,  Papaya,  Papayí,  Pepoi:  en 
Bengala,  Gunarate  é  Illas,  fue 
llevada  de  América  por  los  por 
tugueses,  según  De  Candolle,  y 
yo  explico  por  la  facilidad  de 
su  cultivo  y  la  prontitud  de  su 
crecimiento,  esa  difusión  de  la 
misma  palabra  en  tan  diversas 
formas. 

Papayal. — Hacienda  y  rio. 

Pajuil. — En  Puerto  llico  el 
marañon.  Pavo  Eeai  en  la  pro- 
vincia oriental. 

Pataban. — Árbol,  que  se  ve 
con  frecuencia  en  los  pataban  a- 
les  de  que  tomó  origen,  (Lagu- 
n  va  l aria  racemosa .) 


megada 


Patabanal. — Tierra 
|  y  con  árboles. 

Pacabanao. — Puerto. 

Patao — Pez  que  describe  mi- 
nuciosamente el  Sr.  Pichardo. 

Petaca. — Utensilio  donde  se 
lleva  el  tabaco:  tiene  otros  sig- 
nificados análogos. 

Pijopo. — Árbol. 

Peniquinichc. — Puerto,  punta. 

Perico.—  Aunque  palabra  es- 
pañola, se  llama  así  la  cotorra 
en  Oriente,  (Psitacus.) 

Pipián.-—  Hacienda,  rio,  pue- 
blo. 

Pitaahaya, — Dos  plantas  de 
que  se  ha  hecho  mención  en  la 
segunda  sección.  {Cactus  pita 
haya.)  La  llama  árbol  el  Sr.  Fer- 
nandez y  no  habla  de  lo  más  co- 
munes en  Cuba.  La  de  fruto 
amarillo  verdoso.  (O.  flagelifor- 
mis',)  la  de  fruto  rojizo.  (0.  gran- 
diflora.) Por  lo  que  dice  La 
América  número  1?,  año  IX, 
(1865)  se  llama  'pitahaya  íi  la 
que  tiene  carne  blanca,  encar- 
nada por  fuera  con  muchas  pe- 
pitas, suave  fruta  aunque  coléri- 
ca." Las  pepitas  le  sabían  á 
mastuerzo  al  que  las  describe. 

Pitajayas. — Canal. 

Pitajoni. — Frutal  pequeño  cu- 
yo fruto  parece  ál  limón  (peque- 
ño) ó  guayabita.  \Eaudia  latifo 
lia.] 

Pitajonal. — Hacienda. 

Ponasí.  —  Planta  medicinal 
por  sus  hojas  y  flores;   cuando 


—  3s;>  — 


ora  licito  el  trauco  do  esclavos 
de  África  estuvo  muy  en  voga 
por  la  propiedad  que  tienen  sus 
lociones  para  curar  la  sarna  do 
que  venían    plagados  los    in- 


felices negros.   (Duhamelia  pa- 
tena.) 

Pinuco.— Rio. 

Purial. — Hacienda. 

Purió* — Árbol  silvestre. 


<* 


Quibey.- Yerba;  (¿soturna, gran- 
diñora.)  Vulgarmente  revienta 
caballo  (Crebiata  cabalco)  planta 
venenosa.  (Lobelia  longiflora.) 

Quimbamba, —  Lugar  lejano, 
quimbamba  del  silencio;  es  pala- 
bra y  frase  vulgar:  la  palabra 
no  es  española  y  será  acaso  ar- 


bitraria, pero  muy  usual  en  la 
provincia  oriental.  El  Sr.  Pi 
chardo  cree  que  se  refiere  á 
Bámbara,  territorio  africano:  y 
que  debe  decirse  quimbámbara. 
no  sé  porqué. 
Quibicán. — Hacienda  y  pueblo 
Quibijan. — Rio  y  puerto. 


Sobaco, — Un  pez. 

Sabana—Y  sus  derivados  es- 
tán en  uso  general,  pero  tiene 
varias  significaciones. 

Sabanas  y  sitios.— La,  palabra 
sabana  fué  adoptada  por  los  es- 
panoles  en  la  Isla  de  Cuba  para 
designar  las  grandes  praderas 
de  pasto  natural:  llamaron  si- 
tios y  aun  estancias  á  los  que 
ofrecian  menos  extensión,  y  por 
último,  conucos  á  las  cultivados 
de  maiz  y  de  raices  ó  viandas. 
Cuando  se  merced aron  los  ter- 
renos para  poblar,  es  decir, 
criar  ganados,  se  einpleó  la  voz 
sabana  si  era  para  ganado  va- 
cuno ó  caballar  y  si  para  cer- 
dos, sitios.  Luego  se  introdu- 
jeron los  equivalentes  de  hatos 
ó  corrales,  prevaleciendo  al  fin 
el  hato  para  las  sabanas  y  el  cor- 
ral para  los  sitios,  que  adoptó 
el  Ayuntamiento  de  la  Habana, 
y  lijó  las  costumbres  y  la  ley. 
(Véase  el  capitulo  iíl,  titulado 
Mercedes  y  medidas,  pág.  1~*  de 
mi  Vrontuario  de  Agricultura 
(Jenerat  para  él  uso  de  los  la- 
bradores y  hacendados   cubano 8.) 


Son  muchos  los  lugares  que  lle- 
van los  nombres  de  sabanas  y 
sabanillas. 

Sabanazo.— Hacienda . 

Sabaneque. — Antigua. 

Sabanilla. — Hacienda  pueblo. 

Sabícú. — Árbol  muy  aprecia- 
ble  para  las  construcciones,  es- 
pecialmente navales.  (Mimosa 
odo rotissima — Acacia  formosa . ) 

Sagua. — Hacienda  río,  pueblo 
puerto. 

Sahumdya.-~-Se  llama  la  ma> 
languilla  por  otros  {Achenias 
cubensis  ,Schatt).  No  es  por  lo 
visto  corrupción  de  Zahumerio, 
sino  voz  cubana. 

Saibubo. — Hacienda. 

Sama. — Hacienda . 

Sambumbia. — La  palabra  no 
sé  si  es  indígena  ó  cubana:  se 
llama  asi  aún  al  fermento  de  la 
miel  con  agua.  De  seguro  no 
conocieron  los  indios  uno  de  los 
ingredientes  que  produce  la  ca- 
ña; pero  tampoco  la,  hojo  de  la- 
ta de  que  hoy  se  hacen  los  gua- 
yos.— Al  establecerse  en  17(>.~> 
una  contribución  sobre  la  sam- 
bumbia He  1»'  llamó  fntcanaa. 


384 


Sao, — Extensión  corta  de  ter- 
reno dentro  de  un  monte  ó  ro- 
deado de  árboles  salteados  en 
terrenos  áridos  cubierta  de  pra- 
dos naturales  ó  manigua  poco 
elevada.  Es  nombre  de  una 
hacienda.  En  lengua  goajira, 
sobre. 

Saraguamacan. — Eio. 

Sa va m  ayuyon. — Ave  acuática,  i 
que  se  caza  al  vuelo  ó  sobre  el 
agua,  gmes  no  se  la  ve  por  otra 
parte.     Aunque  todos   pronun-  j 
cian  como  aquí  lo  escribo,  todos  ¡ 
lo  escriben  zaramagullón.     (Co- 
limbus  dominicensis):  Hay  otras 
variedades. 

Sara. — Rio,  cayo,  puerto. 

¿Sebiya. — Sino  es  corrupción 
de  Sevilla,  es  el  nombre  indio 
de  un  ave. 

Seboruco. — Clase  de  piedra 
caliza  que  se  ha  explicado  en  la 
sección  segunda.  Bio,  punta. 

Seiba. — Conserva  su  propia 
significación  aplicada  al  árbol 
gigantesco  de  nuestros  bosques, 
( Bridendrom  anfractuosum)  Ha- 
cienda y  pueblo. 

Scibabo. — Hacienda  y  rio. 

Seibon. — Es  nombre  de  uno  ó 
más  lugares  y  de  una  planta 
que  se  asemeja  á  la  seiba ,  su 
corteza  es  aplicable  al  cordaje. 
( V achira  cmargina ta. ) 

Seibon  de  Cuba. — Se  denomi- 
na corcho  en  Puerto-Rico. 

Senserení. — Yerba  que  se  usa 
pttra  hacer  refrescos  y  se  em- 
plea en  usos  domésticos  en  Pto. 
Principe.  (Hibiscus  sabdarifja.) 

Serensé.. — Harina  gruesa  de 
maíz  en  Cuba  y  royan  en  la  Ha- 
bano. 

Ser  enseren.  —  Bebida  que  se 
vendía  en  la  Habana  en  las  ta- 
bernas desde  los  di  as  de  su  fun- 
dación, hasta  el  siglo  XVJTI. 


Sesi  ó  Jesi. — Pez  parecido  al 
pargo. 

Síbanacan. — Hacienda. 

S'tbanicú. — Pueblo. 

Sibariini  y\ — Puerto. 

Sibí. — (Véase  Jurel.) 

Sibítuiti. — Jnguete  que  usan 
los  .muchachos  en  Bayaino,  y 
forman  con  dos  tablitas  ponién- 
dole papel  o  cosa  flexible  entre 
ellas,  para  producir  el  ruido. 

Sibucan. — Usual  por  macuto 
pequeño. 

Sigua. — Hacienda,  Planta  de 
que  se  hacen  bellos  bastones: 
propia  para  obras  de  ebaniste- 
ría. (Neetandra  C¡gua.)  [Latir us 
mártinicensis.']  [Oectandra  san- 
guinea  B.)  Es  también  una  con- 
cha marina.  (Turbo  Pica.) 

Siguapa .-Ave  nocturna  y  ere 
puscular  y  vespertina.  Otros  la 
llaman  síjú,  se  conserva  la  pa- 
labra aplicada  al  mismo  objeto. 
[Véase  Sijú.~\  [Otus  siguapa], — 
Hacienda,  puerto  y  cayo.  Lagu- 
na en  Haití. 

Siguanea.  —  Se  conserva  el 
nombre,  pero  se  cree  que  se 
aplicó  antes  á  isla  de  Pinos: 
ahora  es  una  punta,  un  puerto, 
una  laguna  y  un  rio.  En  Haití 
costa. 

Siguanei. — Hacienda,  monte. 

Siguaraga.  —  Yerba,  que  se 
aplica  en  lociones  en  el  reuma- 
tismo: vulgar  en  Bayamo.    La 
semejanza  eufónica  de  este  nom 
bre  y  el  de  bijaraya,  me  hace 
sospechar  que  se  confundan  co- 
mo en  sn  aplicación.    El  seílor 
Fernandez  escribe   Ctguaralla. 
(Vorteria  glabra,  Gris.)  (Trfchi- 
lla  glabra.) 
Siguato.—Biiíermó  de  sigua- 
!  tera:  esa  enfermedad  que  causa. 
\  el  pescado  en  Cuba  no  está  es- 
|  clarecida  en  cuanto  á  su  origen. 
El  ilustrado  icteólogoD.  Felipe 


—  385  — 


Poey  se  lia  ocupado  do  este 
asunto  nías  que  nadie,  excitado 
a  veces  por  el  Ayuntamiento  dé- 
la Habana,  Hay  un  rio  con  el 
designa  nombre. 

Sijú. — A  dos  aves  se  llama 
asi  y  á  una  también  Siguapa. 
Sijú  cuco  (eotunto).  (Véase  Sijú 
platanero,  (Glaneidium  sijú.) 

Simú. — Hacienda. 

Socato. — En  las  maderas  y  los 
frutos  significa  que  se  empieza 
á  perder  ó  inutilizar:   me  pare- 


ce que  proviene  do  las  Canarias: 
zoca  que  dejo  explicado. 

Soconuco. — No  sé  si  será  cor- 
rupción de  soconusco,  pero  lo 
dudo.  Hacienda. 

Sajó. — Hacienda . 

Solibio. ~E\  mayito  en  la  par- 
te oriental. 

Súchel. — Árbol  del  lirio  ó  su 
flor:  es  el  lirio  árbol:  me  parece 
que  súchil  es  mexicano. 

Súrbana. —  Yerba.  (Panicum 
color  atum.  ] 


T. 


Tabaco. — Se  ha  conservado  el 
nombre  en  Cuba  aplicado  al  ro- 
llo hecho  para  fumar,  que  se  di- 
ce cigarro  en  otras  partes:  se 
conoce  con  el  mismo  nombre  la 
planta  en  todo  el  mundo. 

Tabaiba. — En  Cuba,  Santia- 
go, el  lirio  blanco.  [Plumería 
alba.) 

Tabanuco. — Es  nombre  del  ár- 
bol que  en  Cuba  llaman  Azuca- 
rero, (llduvigia  balsamifera.) 

Tabacon. —  Árbol  de  Puerto 
Rico. 

Tacaiban. — Monte. 

Tacamaca. — Haciend  a. 

Tacajó. — Hacienda  y  rio. 

Taco. — Hacienda  y  puerto. 

Tacotaco. — Rio  y  pueblo. 

Tagua, — Hacienda. 

Tagua-tagua. —  Árbol  silves- 
tre, cuya  madera,  se  parece  al 
ébano,  pues  es  casi  negra, 

Tarasco,— Hacienda  y  rio. 

Taguayaba. — Hacienda. 

Tahaguas. — Hacienda . 

Tai  simú. — Rio. 

Taita. — Es  usual  en  el  cam- 
po, generalmente  para  llamar  al 
padre.  La  creen  indígena  los 
señores  Pichardo  y  Santacilia, 
y  éttte  ha  escrito  sobre  el  asun- 
to  especialmente.    [Véase   el 


apéndice  sobre  palabras  que 
pasan  por  indígenas  y  proceden 
de  otras  partes].  A  los  negros 
ancianos  se  llama  taita;  Taita 
Tomás  se  tradujo  al  Tío  Tomás, 
por  un  cubano. 

Tana.— Hacienda,  rio  y  pue- 
blo. 

Tánamo. —  Hacienda,  rio  y 
punta. 

Tarará. — Rio  y  punta. 

Taraco  ó  Tarraco.  —  Barrio 
hoy  en  Guanabacoa. 

Tarar  acó, —Un  lirio  cuya  Hor 
lleva  como  la  planta  ese  nom- 
bre. 

Tacuacha.  — Mentira. 

Tatagua.  —La  mariposa  gran- 
de nocturna,  que  llaman  brujas 
en  la  Habana:  lleva* el  primer 
nombre  en  las  otras  provincias. 

Tayabacoa. — Rio. 

Tengue. —Un  árbol .  ( Foepp  i 
g'xa  procera.)  (Acacia  tengue). 

Tesico. — Puerto. 

Ti. — Hacienda  y  rio. 

Tibe. — Piedra  azulosa,  (pie  se 
usa  para  afilar  instrumentos. 

Tibisi. — Planta,  que  suple  al 
mimbre,  aunque  mas  gruesa. 
[Bamburia  minor).  Un  arroyo 
do  la  Vuelta.  Abajo  (pie  pasa 
por  la  loma  de  ese  nombre  y  el 


—  386  — 


excafetal,  Esperanza  que  fué  de 
D,  Carlos  Govin. 

Tibisial— Hacienda  y  rio. 

Tínima. — Hacienda  y  rio. 

Tiguabo. — Pueblo. 

Tinguaro.  —  Hacienda.  Es 
nombre  que  ha  debido  venir  de 
Canarias. 

Tionucú  ó  Tüinucii. — Hacien- 
da y  rio. 

Toa. — No  á  la  rana,  si  á  una 
hacienda  se  aplica  este  nombre, 
a  un  rio,  y  á  un  monte. 

Tocoloro. — Tocororo:  la  más 
bella  de  las  aves  de  Cuba  por  su 
colores:  se  llama  así  en  el  de- 
partamento oriental. 


Torolico. — El  rabo  de  la  zorra 
en  la  parte  oriental. 

Totuma. — Güira  en  Puerto  lu- 
co. (Crcscentia  cujete.) 

Trincayo. — En  Bayanío  el  gu- 
sarapo. 

Tuá  tuá. — Yerba  que  se  llama 
frailecillo  en  otras  partes. 

TuabaqueL — Monte. 

Tábano. — Tabaco  torcido  en 
Santo  Domingo. 

TucunL — Hacienda, 

Tuna. — Conserva  el  nombre 
la  planta  que  produce  el  fruto 
rojo  vulgar  por  tuna  vrava  de 
todos  conocidos.  (Cactus.) 


Uhimaco. — Hacienda,  rio. 
Unique. — Hacienda. 


XJ. 


V. 


Urabo. — Haciend  a . 
Ugao.—  Hacienda. 


Viajaca. — Dos  haciendas  en 
que  ha  j>redominado  la  v  en  la 
escritura:  (bíajaca.) 

Vijurcy  Por  bijurcy,  hacienda. 


Víja. — Ha  sucedido  en  esta 
hacienda  lo  mismo. 

Tivanasu  —  Hacienda.  Bib  a  - 
nasL 


Yaba. — Árbol  de  buena  ma- 
dera que  se  aplica  á  constru- 
cciones. •  Es  bello  en  especial 
en  su  juventud,  por  los  cambian- 
tes de  sus  pimpollos.  Se  dice  que 
el  humo  de  su  combustión  daña 
á  los  ojos  y  que  causa  ceguera. 
(Ardira  incrmis.)  Hay  una  ha- 
cienda. 

Yábüla.— Abundante  vegetal 
en  Sagua  la  Grande,  de  que 
hace  elogios  el  señor  Fernandez. 
Produce  frutos  en  forma  de  hi- 
gos de  los  que  dice  el  mismo  se- 
ñor qne  contienen  mucho  aceite 
y  encendida  una— "sola  semilla 
pelada  que  contiene,  da  una  luz 


más  fuerte  que  una  vela  de  ex- 
perma." 

Yabason. — Hacienda  y  rio. 

Yabil. — Hacienda. 

Ydbuna. — Hacienda. 

Yabvnales. — Hacienda. 

Yagua. — Se  con  ocia  esta  pa- 
labra en  su  primitivo  acepción, 
la  camisa,  como  antes  dijeron, 
de  la  palma;  pero  se  da  también 
á  nna  planta  de  que  habla  el 
señor  Fernandez. 

Yaguas. — Hacienda. 

Yaguasa. — Ave  de  los  Anaíi- 
des.  (Dcndrocygna  arbórea.) 

Yaguabo. — Kio,  Hacienda. 

Yaguana  l. — Haci  en  d  a . 


—  387 


Yaguarama  ó  Yantar  aguas, — 
Hacienda,  rio,  pueblo. 

Yamaraguas. — Hoy  no  sólo 
en  el  concepto  antiguo,  sino  co- 
mo designación  de  una  hacien- 
da y  rio. 

Yaguana. — Jvio. 

Yaguasas. — Hacienda.—  Aves 
acuáticas.  (Anas  arbóreas.) 

Yaguanico.— Hacienda. 

Yag'úcL — Hacienda,  rio. 

Yagrama. — Árbol  con  la  divi- 
sión Vulgar  de  macho  y  hembra. 
Sus  hojas  son  blancas  en  el  lim- 
bo inferior:  su  tallos  huecos  sir- 
ven á  los  negros  para  sus  instru- 
mentos de  viento.  (Panax  undu- 
lata.) 

Yaimay. — Árbol  de  grande 
aceptación  para  horconadura. 
(11.  paniculata.) 

Yaigua. — Es  el  apelativo  de 
una  planta  que  escribe  Llaigua 
el  señor  Fernandez,  qero  que 
á  nadie  pronuncia  así. 

Yaití. — Vegei  ales  conocidos 
por  yaití  macho  y  hembra:  útiles 
para  la  carpintería  (Excecaria 
lucida.) — Hay  rio  de  Yaití. 

Yamagua. — Hacienda   y  rio. 

Yamanes.—  Vegetal  espinoso. 

Yamao.  —  También  escribe 
j Jamao ,  Lamagua  el  Sr.  Fer- 
nandez: algunos  dicen  que  el 
fruto  de  este  árbol  es  el  contra- 
veneno del  goao:  así  lo  creen 
los  hombres  del  campo.  [Gua- 
recí thrichüoides.) 

Yamagücy. —  Árbol  conocido 
de  esta  manera  y  otro  con  el 
nombre  de  yamagücy  de  tres 
hojas.  (Belaria  mucronata.  Gris* 
Pictetia  angustifolia.    ( í  ris.) 

Yamaguabo.—TIiMi'mn]  a . 

Yamanigiiíde. — Rio  y  puerto. 

Yamaqúcyk'— Hacienda. 

Yana.— Laguna,  puerto,  bo- 
ca.—  Un  árbol,  ((fonocarpm 
erectus.} 


Y  and. —  J 'lauta.  (  Ximmia 
americana). 

Yanilla  [  Yaniya?  )  —  Vege- 
tal: tiene  una  madera  á  propó- 
sito para  cajas,  y  se  la  ha  agre- 
gado eso  distintivo:  yanilla  de 
caja  ó  caja  yanilla.  Se  hacían 
baúles,  cajas,  etc.  ( Smidelía 
communia;  8.  macrocarpa.) 

Yao. — Un  rio. 

Yáguima. — Hacienda. 

Yara. — Hacienda,  rio,  pueblo. 

Yarayabo. — Hacienda,  rio. 

I  araguana. — Hacienda.  Una 
variedad  de  la  palma  en  la  par- 
te oriental. 

Yarayó. — Rio. 

Yareniquen, — Haciend  a. 

Yarey. — Una  variedad  de  la 
palma.  Pueblo,  puerto,  punta. 
— La  paja  de  que  se  hacen  los 
serones,  sombreros  y  jabas. 
(Chamerops  yarey.) 

Yareyes. — Hacienda. 

Yareral.  — Hacienda. 

Yaribaco. — Hacienda. 

Yarigua. — Hacienda,  rio. 

Yaruga. — Árbol  de  la  paite 
oriental  de  Cuba, 

Yata. — Una  palma. 

Yateras. — Hacienda  y  rio. 

Yaterita. — Hacienda  y  rio. 

Yaya. — Se  conserva  no  con  el 
primitivo  significado,  sino  para 
señalar  este  árbol:  los  vegetales 
ó  variedades  muy  conocidos  en 
toda  la  isla  por  la  rectitud  de 
sus  tallos  ó  cujes  muy  usados  en 
las  casas  del  campo  en  encuja- 
das y  en  los  techos.  (Oxandra 
virgata.  TJvaria  ncglccta.  Mou- 
ririaMirtilloides.  Monriria  acata 
Gris]  Yaya  en  lengua  goajiro, 
significa  aquí. 

Yayabacoa. — .Hacienda. 

Yayal. — Hacienda. 

Yayabito. — Vegetal.  [  (Jolubri 
na  reclinata,~] 

Yijiaraccs.—  Hacienda, 


—  388  — 


Yguanabo. — Hacienda. 

Yúa  — Lo  nombra  el  Sr.  Fer- 
nandez como  vina  especie  de 
árbol,  pero  es  el  nombre  de  ayúa 
mal  pronunciado,  que  ha  logra- 
do perpetuarse  en  algunos  pa- 
rajes de  la  Isla. 

Yuca* — Conserva  su  primer 
significado  y  es  nombre  de  ha- 
cienda. Plantas  comunes  hoy 
con  los  nombres  de  yuca  dulce 
{J atropa  manioc)  y  agria  {Toxi- 
cum  manioc.) 


Yucayo.  —  Hacienda.  Los 
poetas  suelen  usar  esta  palabra 
en  un  sentido  originario,  y  aún 
algunos  escritores  aficionados  á 
la  historia.  Hay  un  libro  muy 
interesante,  el  Álbum  del  Yu- 
cayo. 

Yuquiya— -Planta.  ( Cúrcuma 
longa.) 

Yumurí. — Hacienda  y  rio. 

Yuraguano.  —  Variedad  de 
palmas.  (Chamcrops  cintillarum) 
Punta. 


SECCIÓN    CUARTA. 

APÉNDICES. 

(A.) 

Lista  délas  palabras  indígenas  de  Cuba  [C],  Jamaica  [J.] 
y  las  Lucayas  [L.]  recogidas  por  Bafinesque  de  los 
cronistas  y  viajeros. 


Tierra,  Comarca,  Katos,  L., 
X<m,  J.,  JSlacan,  Guaca.  O. 

Isla,  cay  a,  L.,  cayo,  C,  caic,  J. 

Extranjero,    Guachinango,    O. 

Casa,  Bohío,  C. 

Remora,  Revés,  C. 

Perdiz,  Ltzas.  C.  [Esta  siguí 
iicacion  que  copia,  dice  de 
Ocamqo,  es  una  equivocación, 
pues  ni  hay  perdices  en  Cuba 
ni  la  lisa  es  un  ave,  sino  pez.] 

Flamenco,  Babiayas,  C. 

Papagayo,  Maxa,  C.,  Maca», 
J.,  (En  Cuba  maxa,  majá']  no -se 
aplica  sino  á  la  mayor  de  sus 
culebras  ú  ofidianos.y 

Conejo,  Usías.  Hutía,  Quina - 
xes,  C,  Hutía,  L. 

Opuntia,  Tuna,  C. 

Señor,  Príncipe,  Guarní,  O, 

Cacao,  Cacao,  C. 


Sacerdote,  Behique,  Bohique, 
C.  y  L. 

Pío,  Agua,  C.  La  palabra  es 
española  y  no  muy  segura  su 
aplicación]. 

Trigo,  grano,  May  si,  C. 

Pan,  zabi,  C. 

Dios,  Yocahuna,  Guama-cotí, 
Guama-exocotio,  C. 

Supremo,  uno,  Attabex,  C. 

Alma,  Dupi,  J. 

Vida,  Bi,  C.  y  L. 

Fuente,  Mini,  C.  y  L. 

Madera,  bosque,  Maica,  J. 

Cedro,  cauvana,  C. 

Perro,  Aleo,  C.  (No  es  exacto, 
Véase  Aleo  en  la  primera  sec- 
ción de  la  segunda  parte). 

Cocodrilo,  Caimán,  [C.  Escri- 
be Cay  aman). 

Bolsa,  cuento,  J. 


—  389  — 


Cocuyo,  Locuyos,  C.  Zievas,  L. 

Noble,  To,  Mato,  O. 

Cascara,  cubierta,  concha, 
cohobos,  C. 

Guayacan,  Gnacu-m,  C. 

Colorado,  ifoí,  C. 

Gusano,  c««»,  J.  [También 
trae  por  indígena  la  palabra 
piojo,  como  usada  en  Jamaica; 
pero  es  un  error.) 

Rey,  Caxicus,  C. 

Dentro,  lliqul,  Xacan,  C. 


Oro,  Nucay,  C.  y  L.  (Co- 
lon.) 

Ñames,  Yames,  Ñames,  C. — 
Pone  Yames  porque  escribe  en 
inglés. 

La  última  palabra,  que  supo- 
ne de  origen  cubana,  es  uleros 
y  á  mi  me  parece  hasta  ubi  de 
origen  español,  por  la  semejan- 
za de  las  uvas  de  España,  que 
aplicaban  los  europeos  á  los  ob- 
jetos del  país. 


Fragmentos  de  la  lengua  ó  dialecto  Eyeri  de  Borinquen.  (E.) 
Dialecto  de  las  mujeres  caribes,  según  la  diferencia  que 
observa  Boche fort. 


Tierra,  Kati,  E.  Ca,  Ay,  B. 

Noble,  Difamo,  B, 

Dios,  Yocana,  Guama-nomo- 
con,  B. 

Culebra,  Boba,  B.  (La  palabra 
boba  no  me  parece  indígena.  Es 
palabra  castellana  y  por  lo  ino- 
fensivo del  animal  se  le  aplicó 
por  los  españoles.) 

Nublado.  Furz'uli,  B.  (En  otra 
parte  he  dicho  que  no  la  acepto.) 

Caoba,  Maga,  B. 

Manzanilla,  Manzanila,  B. 

Arbo!  algodón,  Ceiba,  B. 

Violeta,  Qaibey,  B. 

Plátano,  Camois,  E. 

Coco,  Coquillas,  B, 

Guayacan,  Guaye,  B. 

Puerco,  Saine,  B.  (No  se  co- 
nocía el  animal  y  no  puede  ser 
original  ó  primitivo  el  nombre.) 

Bote,  Piraguas,  B. 

Leña,  árbol,  arco,  Chima - 
la,E. 

Ángel,  Chcmin,  ángeles,  Che- 
miquem,  E, 
Espíritu,  Opoyun,  E. 
Luna,  Mona,  Kati,  E- 
Tempestad,  TJragan,  E. 
Sangre,  Moinalu,  E. 
Cielo  ó  arriba,  Ubeó,  E, 


Hombre.  Eycri,  hombres,  Eyc- 
rium,  E. 

Mujer,  litara,  Mujeres,  Ina- 
yura,  E. 

Enemigo,  AJcani,  E. 

Casa,  TuJwnocOy'E. 

Pequenez,  Nianti,  E.  ¿No  será 
el  niente  italiano? 

Choza,  tulionoco,  E. 

Bote,  Canoa,  Payes,  E. 

Jardín,  Chali,  E. 

Guerra,  Nihuche,  E. 

Padre,  Baba,  Nucu-chílli,  E. 

Madre,  Bibi,  Nucu-churon,  E . 

Abuelo,  Naryuti,  E, 

Mujer,  Liani,  E. 

Hijo,  Eahe,  E. 

Hija,  Bahen,  E. 

ei,  m,  n. 

Corazón,  Nanichi,  E. 
Vasallo,  Labuyu,  E. 
Mar,  Bálana,  E. 
Cama,  Nekera,  E. 
Sol,  Kachi,  Cochi,  E. 
Moneda,  Agucat,  E. 
Palma,  Caico,  E. 
Colorado,  Pu,  E. 
Pueblo,  Ibas,  P>.  Cabres,  E. 
Sacerdote,  Hoye:,  E, 
Diablo,  Mabuya,  B. 
Tunantes,  vagabundos,  r»/r 
fctea,  B. 


-390  — 

(B.) 


Algunas  analogías  de  la  lengua  Tupi  del  Brasil  con  la  de  las 
Antillas  mayores. 


Aba,  criatura,    persona,   na-  j 
cion,  familia,  ¿Quién?,  ¿Cual1?  A  ¡ 
veces  se  usa  como  diminutivo 
en  los  nombres   derivados  de 
verbos,  por  ejemplo:  A-u,  comer, 
hace  q-u-aba. 

Ananá,  pina. 

Andirá,  murciélago. 

Ara,  dia,  hora,  ocasión,  tiem- 
po, mundo.  (Se  encuentra  en 
muchas  palabras,  como  guara.) 

Boya,  culebra.  (Se  asemeja  á 
buyo  é  mabuya.) 

Cacau,  Cacao. 

Carai-carai,  gaáilan.  (Caraira 
se  dice  en  Cuba.) 

Caraiba,  árbol  de  cascara 
amarga. 

Cobo7  en  cualquier  parte. 

Cocoi,  caer  la  fruta. 

Cuy  eirá,  de  lo  que  hacen  jica- 
ras, (ascuyas)  los  indios. 

Giba,  cabeza. 

Goanamá,  ave. 


Guara,  el  habitante  de  un  lu- 
gar determinado. 

(ruaja,  rio,  cangrejo  del  mar 
qu«  nunca  sale  de  él. 

Guajajóvas,  indios  del  Mará 
ñon. 

Guará,  ave. 

Guaraná,  cebolla,  (sijú). 

Guarina,  bestia,  jíbaro, 

Guaruma,  árbol, 

Guaxima,  arbusto,  que  usan 
los  lavanderos  para  blanquear 
la  ropa. 

Güira,  ave,  pájaro. 

Jabao,  ausentar,  huir,  esca 
par. 

Jequí,  aparato  para  pescar, 
de  modo  que  entré  el  pez  y  no 
pueda  voltearse  para  salir. 

Maya,  madre,  es  voz  tomada 
del  portugués  maé. 

Mayábé,  como,  que. 

Taba,  aldea.   Ytaba,  su  aldea. 

Vitabo,  nadador. 


(O.) 


Etimología  de  varias  palabras 
usuales  en  Cuba  no  españolas, 
traídas  de  las  otras  regiones 
americanas  y  de  las  islas  For- 
tunadas. 

Achote. — Aunque  para  algu- 
gunos  es  indígina  en  Cuba  por- 
que tal  vez  es  más  antigua  en 
las  Antillas  que  la  conquista  di- 
ce el  señor  Kojas  que  se  deriva 
de  Achiolt  mexicano. — El  señor 
Eufemio  Mendoza  (Apuntes  pa- 
ra un  catálogo  de  palabras  mexi- 
canas en  español,  pág.  15),  dice 
que  Achiolt  ó  Aquiolt,  significa 


A,  agua;  guiolt  vastago  de  ma- 
guey. 

Aguacate. — Sin  embargo  de  lo 
que  he  dicho  en  los  artículos 
que  le  he  consignado,  los  que 
creen  que  es  palabra  de  origen 
mexicano  dicen  que  es  su  raíz 
Ahuacaguahuilt:  asilo  escribe  el 
señor  Boj  as,  que  usa  de  esa  for- 
ma en  todas  las  palabras  que 
expresan  árbol  ó  frutal  y  lo  com 
prenden:  en  esta  palabra  la  es- 
pecie es  ahuacalt.  También  el 
señor  Mendoza  cree  que  sea  de 
origen    inexica    en    cuya    len- 


—  ;)9i  — 


gua  significa  testículos  (pág.15.) 

Anaeah  uita. — Palabra  mejica- 
na que  designa  una  planta:  ár- 
l>ol  del  papel. 

Apasote. — Palabra  mexicana 
que  aquí  en  Cuba  señala  una 
yerba  medicinal.  Epazote  ó  Ipa- 
:otc;  pero  que  significa  frij ol  en- 
marañado, de  elt,  frijol,  y  pazo- 
tie,  cosa  enmarañada.  (Men- 
doza. ) 

Acoquinar. —  Dominar  en  el 
sentido  común.  Cree  el  Sr.  Men- 
doza que  Monatu  se  equivoca 
en  suponer  que  es  del  verbo  co- 
auinare,  y  sí  del  mexicano  acó- 
(¡ueatza,  duplicar  el  trabajo. 

Arepa.— Cree  mi  amigo  el  Sr. 
Arístides  Rojas,  en  sus  aprecia- 
bles  Estudios  Indígenas,  que  vie- 
ne de  Erepa,  que  en  cumanago- 
to  significa  maíz — literalmente 
significa  varacaña.  Es  palabra 
usual  en  Cuba  hoy  y  de  tiempo 
inmemorial  figura  en  los  archi- 
vos del  Ayuntamiento  entre  los 
comestibles.  Hoy  se  conoce, 
aunque  va  escaseando,  una  es- 
pecie de  masa  de  maíz  con  este 
nombre. 

Atol. — Tiene  su  origen  en  el 
mexicano  atolli,  hecho  con  maís, 
aunque  en  Cuba  no  es  sólo  el  de 
maís  sino  de  otras  sustancias. 
Etimológicamente,  es  Alt,  agua 
taolli,  maís. 

Bagaso. — El  residuo  de  la  ca- 
ña después  de  exprimida;  el  de 
cualesquiera  fruto  después  de 
extraídos  los  jugos.  Es  voz  que 
algunos  suponen  que  es  oriunda 
de  de  gabazo-,  pero  en  la  obra 
del  célebre  Yieira,  Arte  tk  /ar- 
lar, se  lee  en  la  edición  do  ÍSLM 
hecha  en  Londres,  pág.  L21. 
"Bagaso  de  aceituna — como  un 
tributo  que  se  pagaba  en  Portu- 
gal y  en  España, — nos  viene  de 


las  Canarias  con  la  caña  de  azú- 
car. 

Buca re. — Palabra  car aq u e ñ a 
para  designar  un  árbol  que  pro- 
teje  con  su  sombra  el  cacao. 

Butaca. — Es  de  origen  de  los 
indios  palenques  que  al  asiento 
llaman  pataca:  eran  vecinos  de 
los  Amanayotas,  observa  el  Sr. 
Rojas. — Los  ancianos  en  Cuba 
llamaban  campechanas  esas  có- 
modas sillas. 

Cacalote. — Palabra  usada  en 
frases  familiares:  se  le  fué  un 
cacalote;  es  decir,  un  disparate. 
En  México  es  un  cuero  que  ex- 
tendido estalla  con  estrépito 
(Clavijero)  y  según  otros  (Men- 
doza) es  el  cuervo. 

Cacalote. —  Se  llama  así  un 
dulce  de  rosas  de  mais  con  miel. 
De  México. 

Cacao. — Se  deriva  de  Caca- 
huaguahuilt  mexicano. 

Cdlaguala. — Dice  el  señor  Ro - 
jas  que  es  de  origen  quechua: 
Kallahualla. 

Chamico. — Planta  de  Guate- 
mala, según  Fuentes  v  Guzman 
(Hist.  t.  1.  p.  342.) 

Chapalear.  —  Andar  dentro 
del  agua;  el  ruido  que  se  forma. 
De  chapallan,  lugar  empapado 
(Mendoza). 

Chapapote.  —  Betún  mineral 
que  se  deriva  del  azteca  Chapa - 
}jotli  (Ternaux.) 

Chayóte. — Deriva  de  cliavotl, 
mexicano. 

Chema, — Nombre  de  un  pee 
de  Canaria» 

Chichicaste.  —  Ortiga    ameri 
cana:  su  origen  es  azteca: 
chieaolte. 

Chinchal. — j No  se  derivará 
de  Chincual'  La  etmologia  es 
muy  alarmante:  tzinco)  ano:  alt. 
agua. 

CV/o/íf._ Se  usa  porrabe/a  cu 


—  392 


lo  familiar  y  significa  cara  en- 
tre los  viejos  peeos  en  Méjico. 
(Los  Gringos,  pág.  157.) 

Coconete.— Chico,  pequeño,de 
conelt.    Hijo  ó  niño. 

Chocolate. — Viene  del  mexi- 
cano xocolalt,  que  significa  llo- 
rar agua:  xocol,  llorar,  alt, 
agua. 

La  etimología  de  la  palabra 
chocolate  no  es  iinica.  El  Padre 
Gage.  Nonvelle  Belation  conte- 
uant  les  cogayes  (1625  y  siguien- 
tes). Asusterdam  1721)  dice: 
del  mido  que  hace  el  agua  en 
el  baso,  como  chocó,  chocóchocó} 
cuando  se  bate  con  el  molenillo 
(pág.  136  t.) 

Cócoras.— Se  ha  traído  de  Mé- 
xico: allí  se  llaman  cócoras  los 
que  molestan  con  sos  burlas  y 
sus  chanzas  y  en  el  teatro  son 
los  aplaudidores  ó  silvadores 
(claqueurs). — En  Cuba  significa 
también  en  el  estilo  vulgar  mo- 
lestia: tengo  cócora,  en  español 
se  usa  encocorar  por  molestia 
(Bretón.)  í4Me  fastidian,  me 
encocoran." — Es  palabra  portu- 
guesa en  plural — cócoras — agru- 
p.amiento. 

Cucaracha. — Este  molesto  y 
destructor  insecto  se  supone 
que  lleva  el  nombre  quechua: — 
kulmracha. — Dice  Oviedo  que  se 
llaman  bétulas  en  Andalucía, 
hablando  délas  cucarachas. 

Culantro. — Se  dice  de  origen 
quechua  Culantro,  que  todos  co- 
nocemos en  Cuba» 

Fotuto. ^-(YénsQ  Gamo)* — Pa- 
rece traída  de  la  América  Me- 
ridional de  la  voz  bututo — la /y 
la  b  se  sustituyen  con  facilidad 
en  todas  las  lenguas. 

Fufú. — El  Sr.  Ai  I),  cree  que 
proviene  defood,  food:  se  usa  en 
sierra  Leona  lo  mismo  que  en 
Cuba  i>ara  indicar  un  amacijo 


de  ñame;  en  Cauca  según  el  se- 
ñor Yfiaacs  (María)  es  de  pláta- 
no. 

Gachupín. — Es  una  culebra  ó 
víbora,  y  la  aplicaron  los  mexi- 
canos á  los  españoles.  Cree  el 
señor  D.  F.  Ramírez  que  ni  es 
mexicana  ni  es  injuriosa:  lo  con- 
tradice el  señor  Mendoza. 

Gambusino. — Pescar  ó  cojer 
gambusinos  equivalía  á  una  bro- 
ma de  los  campesinos  á  los  vi- 
llanos [gentes  de  villa)  que  ve- 
nían por  primera  vez  al  campo : 
suponíanles  que  debían  madru- 
gar mucho  para  esta  caza,  que 
era  una  simple  burla.  Es  pala- 
bra traída  de  México  á  mi  juicio 
pues  así  se  llaman  los  buscado- 
res de  oro  casi  siempre  engaña- 
dos por  la  esperanza.  [Véase 
á  Ferry,  Voyage  et  Aventuras 
au  Mexique,  pág.  146.] 

Gofio.-* Harina  de  maiz  tosta- 
do.   Canaria. 

Gnacal. — Es  palabra  muy 
usual  y  se  aplica  á  grandes  re- 
cipientes p  ira  losa,  Es  de  orí 
gen  mexicano. 

Guacamole. — Es  caribe  para 
el  señor  Rojas. — Ensalada  de 
aguacate.  ¿Vendrá  del  Guau- 
camott  mexicano? 

Guacalote. — En  la  sección  an- 
terior se  explica  su  significado 
y  se  cree  que  la  palabra  es  me- 
xicana para  el  señor  Pichardo. 

Guaco.— Dice  el  señor  Rojas 
que  es  de  origen  caribe. 

Guachinango. -^-Gontva,  lo  di- 
cho por  Diaz  del  Castillo,  hay 
quien  dice  que  proviene  de  la 
voz  guaxinango  mexicana.  La 
actual  inteligencia  es  la  de  apli- 
carla á  los  naturales  de  México, 

Guájete  por  guájete. — Frase 
vulgar  por  expresar  que  se  dá 
lo  uno  por  o  otro:  guaje  en  Mé- 
jico significa  calabaza,  (Lizardi). 


393 


Guaracha. — Cacle  o  sandalia 
en  mexicano  (Lizardi.) 

Guarapo. — Se  supone  de  orí- 
gen  quechua  por  el  señor  Kojas: 
Uñara])  u. 

Guateque, — ¿Xo  to  derivará 
do  guatatiboa,  convite  en  la  Go- 
mera * 

Huyuyo. — Es  nombre  de  un 
pato  pequeño  en  Cuba:  los  cu- 
managotos  decían  ¡luiri-Huiri. 

JacaZ.rCh.oza,  mexicana.  (Xa- 
chati.) 

Jicama. — Parece  derivada  de 
Xicama  i  /,  me  x  Lean  a . 

Jicara. — La  vasija  formada 
del  fondo  de  una  güira  [guage] 
en  México.  Se  llama  en  mexica- 
no Xicallé  que  es  la  güira  gran- 
de. 

Maguey. — Cree  el  señor  Ho- 
jas que  es  de  origen  azteca:  ya 
lie  dicho  lo  que  alcanzó  en  otros 
lugares. 

Mecate. — Cuerda  ó  cordel  [me- 
xicano.] 

Múeara. — En  cumanagoto  va- 
sija ó  tinaja.— Se  conserva  en 
Puerto  Rico,  (Véase  la  sección 
tercera.) 

Nene. — En  Cuba  el  niño  y  en 
sentido  irónico  el  nene ,  hom- 
bre atendible,  notable.  En  Mé- 
xico significa  el  sexo  femenino 
en  su  órgano.  Se  llama  nenelt 
\  Lizardi )  todo  juguete  de  niños 
y  al  hombre  cobarde  y  despre- 
ciable. 

Nopal. —  Del  mexicano  ñopa- 
//¿—árbol  que  produce  la  tuna 
ó  higo  chumbo. 

Patilla.— (¿Paita?)—  Es  pa- 
labra española,  pero  se  usa  en 
racrío  Uico  para  nombrar  la 
sandía  que  en  Cumanagoto  tie- 
ne el  nombre  Paita  y  los  cari- 
bes la  llaman  Batüa. 

Petaca. — Cofre  de  estera.  (IV- 
ttacalli,  mexicano.) 


Petate,— Estera  (mexicano.  | 

Pita. — Se  dice  por  el  Sr.  Ro- 
jas que  desciende  del  quechua; 
pero  otros  creen  que.  es  cana- 
ria.— Nombre  que  se  dá  á  sus- 
tancias textiles  vegetales  (pie 
se  extraen  regularmente  del  ma- 
guey: así  se  llama  también  la 
del  eorojo. 

Pucha. — Es  palabra  provin- 
cial, pero  tan  admitida,  que  de 
ella  usó  un  distinguido  cubano 
en  un  discurso  académico  en  la 
Universidad  de  la  Habana  en 
185G.  La  Revista  Universitaria 
(Madrid)  núrn.  89,  segunda  épo- 
ca, le  puso  esta  nota:  '-Voz  pro- 
vincial que  significa  manojo  ó 
ramillete."— Es  lo  segundo  y 
bastaba. — No  se  usa  en  México, 
según  se  leo  en  el  Almanaque 
14°  de  Abraham  López  (1852 ) 
que  publicó  la  lista  de  voces 
vulgares,  y  sin  embargo,  la  for- 
mación de  la  palabra  parece 
yucateca:  Puche  significa  en 
en  lengua  maya  espinoso,  plato 
preparado,  (D.  Eufemio  Men 
doza.) 

Socato — Zocato. — La  fruta  da- 
ñada por  el  bicho  en  Méjico;  y 
así  no  se  sabe  si  fué  de  Cuba 
por  analogía  ó  si  vino  de  Méxi- 
co; puede,  como  he  indicado  an- 
tes, ser  de  origen  canario.  (Véa- 
se la  sección  anterior.) 

Soyate.— "Sacar  el  soyate"  es 
apurar  lo  que  se  pretende.  Pi- 
chardo  lo  escribe  con  11;  pero  a 
mi  me  parece  que  viene  de  80 
yate  mexicano. 

Sinsonte.-Corvapcioü  del  me- 
xicano seutsonllle.  E\  guatemal- 
teo  Puentes  y  Guzman  dice  que 

"sesoutle  declara  que  ¿iene  un 
sontle  de  voces  que  son  400  di 
lerencias."  Historia  de  Guate- 
mala, (.  2?,  pág.  L3Í, 

Tacuache.  —  Asi     ha     solido 


89 


—  394  — 


nombrarse  en  Cuba  al  alquimí 
( PoeyJ  pero  es  voz  mexicana. 

Taganana* — Así  se  llama  en 
las  cercanías  de  la  Habana  una 
cueva  y  es  un  territorio  en  Ca- 
narias. 

Tahona. — Piedra  de  molino, 
como  en  Canarias. 

Taita. — Pickardo  la  cree  indí- 
gena de  Cuba.  Boj  as  de  otras 
partes  de  América;  pero  puede 
derivarse  del  vascuence  respec- 
to de  la  lengua  castellana.  Ai ta, 
padre;  Aita  Aita,  abuelo.  Aun 
hoy  se  usa,  como  puede  verse 
en  la  leyenda  El  Gavan  inserta 
en  el  último  número  de  La 
América,  de  1807. — En  lengua 
goajira,  tata  es  padre. 

TamaZ.-Composicion  de  maíz 
que  liemos  aprendido  á  comer  y 
á  nombrar  de  los  mexicanos. 

Tecomate. — Por  los  años  de 
1821  hasta  poco  después,  oí  á 
una  familia  mexicana  llamar  así 
á  los  criollos.  Significa  güirio 
pequeña.  Está  en  desuso. 

Timbiriche. — Se  llamaron  así 
las  barbacoas  colgantes,  las 
construcciones  ligeras  y  provi- 
sionales: los  marinos  la  aplican 
á  las  camas  que  se  forman  en 


los  buques  costeros  que  no  están 
en  los  camarotes.  Según  El 
País  (de  30  de  Abril  de  L868) 
se  llaman  así  las  camas  forma- 
das fuera  de  las  cámaras  en  los 
vapores  costeros. 

Tinguaro. — En  Cuba  una  lo- 
calidad, un  ingenio.  En  las 
Fortunadas  el  nombre  de  un 
general  guancbe. 

Tomate. — Se  dice  que  provie- 
ne del  mexicano  tomatl. — Espe- 
cie de  solanea  cuyo  fruto  es 
para  el  P.  Álzate  /'Véase  Bo 
niato)  una  de  las  contradiccio- 
nes botánicas,  pues  no  es  vene- 
nosa. 

Totuma. — Dice  el  señor  Pojas 
que  se  deriva  de  totum,  vaso, 
jicara  del  cumanagoto. — Se  usa 
en  Puerto  Rico  por  la  güira. 

Zapote  ó  Sapote. — Viene  del 
mexicano  cochiztzapol. — El  sa- 
pote en  Puerto  Rico  y  Cama- 
güey  se  dice  níspero. 

Zoca. — En  agricultura  la  caña 
de  azúcar  cuando  está  en  cir- 
cunstancias especiales  después 
del  corte  y  vuelve  á  cosecharse. 
Viuo  de  Canarias,  como  lo  de- 
muestro en  mi  Historia  del 
Azúcar. 


(I>.) 


Entre  las  fiestas  realizadas 
en  1839  en  la  Habana,  con  mo- 
tivo de  la  instalación  de  la  Real 
Audiencia  Pretorial,  hubo  dos 
bailes  de  máscaras,  y  en  la  se- 
gunda noche  (11  de  Abril)  re- 
corrió las  calles  y  bailó  en  el 
Teatro  de  Tacón  una  comparsa 
compuesta  de  varias  provincias 
de  España,  y  entre  los  arago- 
neses, asturianos,  etc.,  apare- 
cieron varios  indios  represen- 
tando á  Cuba.  Fué  este  pensa- 
miento que  realizaron  los  Pro- 


curadores del  Tribunal.  Las 
loas  las  pronunciaba  ante  las 
autoridades  una  niña  de  13 
años,  vestida  de  Artrea,  pero 
el  jefe  de  la  comparsa  de  in- 
dios recitó  ,  en  lengua  indí- 
gena, un  discurso  que  se  re- 
partió en  castellano,  como  las 
demás  composiciones.  No  oí  la 
arenga,  porque  no  estuve  en  la 
mascarada  ó  serenata,  aunque 
asistí  á  la  procesión  del  Sello, 
comisionado  por  la  Real  Socie- 
dad Económica  de  que  era  Se- 


395  — 


si  se  pronuncia- 
mai/a  en   que  se 


cretano:  no  se 
ría  en  lengua 

escribió:  por  el  error  en  que  en- 
tonces Be  estaba;  pero  con  ese 
error  y  todo,  08  histórico  que 
aquí  se  consérvela  arenga,  como 
recuerdo  de  la  última  repre- 
sentación material  de  una  raza 
estinguida  por  completo  como 
tal,  y  cuyos  restos  se  bailan 
mezclados  con  las  razas  prepon- 
derantes que  los  absorvieron. 
"Traducción  del  discurso  que 
pron nució  uno  de  los  indios  que 
formaba  parte  de  la  comparsa, 
en  la  serenata  dada  al  Excelen- 
tísimo  Sr.  Presidente  y  demás 
señores  que  componen  la  Au- 
diencia Pretorial,  por  los  Pro- 
curadores de  la  misma:'1 

"Ciento  y   veinte  y  seis  mil 
ochenta  veces  lia  venido  para 
nosotros  el  rocío  de  la  noche, 
desde  aquel  dia  en  que  los  blan- 
cos enviados  por  Fernando  é 
Isabel  pisaron  el  país  de  Cama- 
<l'úcy.  Nuestras  tribus  se  alar- 
maron al  ruidoso  estruendo  de 
tan  extraños  huéspedes.   Onio- 
fay,  Guáimaro,  Mogón,  Cubana- 
can,   ¡Sabanearle  y  Hanábana  á 
tan  inaudita  novedad  hicieron 
marchar  sus  guerreros;  pero  los 
valientes  Guama  y  Marien  pron- 
to guardaron  sus  hondas  y  sus 
Hechas    convencidos     de    que 
aquellos  hombres  raros  los  arro- 
jaba el  cielo  para  nuestro  con- 
suelo y  provecho.  Fijaron   los 
blancos  su  residencia  en  la  tie- 
rra de  Matabanó  y  mas  adelante 
por  su  conveniencia  vinieron  á 
este    abrigado    puerto    donde 
Eabaguaney  recibe  los  mensaje- 
ros de  Isabel  con   júbilo  y  con- 


tento. Debajo  de  una  copiosa 
ceiba  fronteriza  á  la  marina  ha- 
cen sus  primeras  ceremonias  de 
religión  y  presentes  los  hijos 
de  Guaicananut  y  Guanaco  je 
juran  obediencia  al  brillante 
pendón  de  Castilla.  Los  naita- 
nos  españoles  nos  regalan  cibas 
y  chuchues,  y  hospedados  como 
hermanos  en  los  bohíos,  les  ce 
dimos  las  hamacas-,  partimos 
con  ellos  nuestros  mariscos, 
tortas  y  hutías,  ofreciendo  ante 
el  cerní  de  la  ventura  ser  fieles 
al  poderoso  Eey  de  la  conquis- 
ta. Jamás  fuimos  perjuros:  paz, 
unión  y  fraternidad  ha  sido 
|  nuestra  divisa  y  con  ella  hemos 
í  sabido  adquirir  la  opulencia  y 
el  esplendor  que  disfrutamos. 
¡  Faltaba  á  nuestro  bienestar  un 
I  Tribunal  Superior  de  Justicia 
1  que  de  cerca  nos  oyese  y  conso- 
S  lase,  y  al  instalarse  hoy  este 
santuario,  compuesto  de  dignos 
y  beneméritos  ministros,  recibe, 
Habana,  el  galardón  que  mere- 
ces, y  marca  este  dia  en  tu  his- 
toria como  el  más  grande  y  di- 
choso. 

"Indios,  pues,  somos  felices; 
imploremos  al  misterioso  genio 
de  los  bosques  por  la  Keina 
Nuestra  Señora,  por  las  autori- 
dades que  nos  mandan,  nunca 
olvidando  que  españoles  y  cu- 
banos son  una  misma  cosa." 

Para  esta  arenga  se  reunió 
todo  lo  que  entonces  constituía 
el  credo  maya,  en  que  brilla  la 
falta  de  crítica.  La  lengua  has 
ta  la  algarabía  tradicional  de  la 
misa,  dicha  bajo  una  seiba,  he- 
cho que  si  existió,  fué  en  Care- 
nas mucho  tiempo  después, 


l-^IIN", 


—  397 


ÍNDICE. 


Congreso  Internacional  de  Americanistas. — Secre- 
taría         6 

Memoria  á  que  se  refiere  la  anterior  comunicación'.        7 

Primera  parte. — Estudios  preliminares  y  comparar 
tivos 

( Japítulo  I. — Del  origen  de  los  indios  occidentales.      11 

Cap.  II. — Caracteres  físicos  de  los  indios,  y  si  fué 
antidiluviano  el  pueblo  que  construyó  el  Pa- 
lenque.      26 

Cap.  III. — Escritores  españoles. — Indios  de  los  Es- 
tados Unidos. — Investigaciones  recientes.  ,_  . .     38 

Cap.  IV. — Comunicaciones  inter-occeánicas  despue's 

de  la  venida  de  Jesucristo 56 

Cap.  V. — Los   indios   de   Yucatán  no   poblaron  á 

Cuba 63 

Cap.  VI.: — Tradiciones  denlas  Antjllas. — Deduccio- 
nes geológicas. — Codex  Chicm  ¡popoca 74 

Cap.  VIL — Tradiciones  caribes  de*  continente. ...     83 

Cap.  VIII. — Huellas  de  una  extensa  lengua  meri- 
dional.— Caribe  Tamanaco,  Guayana  y  otros 
estudios 03 

Cap.  IX. — Las  descripciones  geográficas  como  mo- 
numentos de  orígenes. — Antropología. — Estu- 
dios propios  y  ágenos  sobre  Cuba. — Error  de- 
mostrado      105 


Cap.  X. — Mas  estudios  en  Cuba  sobre  su  lengua.,.    1  17 
Cap.  XI. — Carácter  polisintético  de  la   lengua  ame- 
ricanas     123 


398 


Cap.  XII. — Resto  de  dialectos. — Restauración  in- 
tentada por  Rafinesque 135 

Cap.  XIII. — Restos   materiales 146 

Cap.  XIV. — Cráneos  naturalmente  prolongados  de 

otras  épocas  prehistóricas 156 

Segunda  parte. — Sección  primera  — Relación  sobre 
las  antigüedades  de  los  indios  hecha  por  man- 
dato de  Colon  porel  hermano  Pane 165 

Sección  segunda. — Vocabularios. — Lista  enciclopé- 
dica alfabética  de  los  nombres  históricos,  de 
las  tradiciones  é  idiomas  de  los  indios  tainos. .   185 

Sección  tercera.— Palabras  usuales  en  Cuba  de  orí- 
gen  indio,  sus  diversas  acepciones  en  los  de- 
partamentos: vegetales,  animales,  rios,  pueblos, 
lugares  y  objetos 355 

Sección  cuarta. — Apéndices. — A.  B.  C.  D 388 


—  .¡9!> 


ERRATAS    FRINCIPALEá 


higinas 

UNÍAS.   " 

IHl'E. 

DEN  DECIR. 

185 

14 

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Tiguri 

186 

Nota 

citutificias 

científicas 

193 

29 

copeteros 

coleópteros 

232 

37 

a  liar  y 

cañar  y 

242 

(i 

s  iba  ruco 

siboruco 

261 

última. 

explotador 

explorador 

290 

12 

h  aba 

haba 

300 

31 

]  I  ababo 

JIobabo 

32 

Habas 

Robas 

211 

44 

Paul 

Pane 

353 

31 

Yuruma 

Yagrurna 

361 

34  (c.  2,) 

chrysoplíllume  L.  C  Cloriforme. 

chaysophiluM  Caimito. — Choycophi- 
lum  oüvaeforma. 

368 

34  (c.la) 

Cliv  ¡flora 

Olusiaefolia  Gris ) 

371 

40  (c.  2:l) 

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