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FBOX THB BBIQHT LEaAOT.

Received ÜLC.x9.L\

Desccndante of Hcnry Bríght. jr., who died at Walcilown, Mass., ¡n i636,lrc entítietl to hold scholarships in Harvard CoUcífe, cstab- lished In íSSo^udder Ihe will of

JONATH-AN BROWN BRIGHT of Waltham; Ma8s..withone half the income of this Legacy. Such descendants faiÜng, othcr persons are eligible to the scholarships. The will rcquires that this announcenient shall be madc in cvery book added to the ■^ Library under its provisions.

^ i»i

HISTORU ANTIGUA

TDEIA

CONQUISTA DE MÉXICO

POBSL

Lie. MANUEL OROZCO Y BERRA,

Vittb-pmiáetáb áb la SooiedAd de Qeografiay Eftadktk», Sodode número de 1a Academia Mexicana

]iidiTidii9 ooRCspondiente de laa Bealea Academlaa Bapa&ola y de la Historia» de Madrid;

Honorario de la Sociedad Arqneológifla de Cteiiiago de Ohile, Sociedad Geográfica

de Roma, Sociedad Arqueológica de Paria y Congreao internacional de

Americaniatae; Sodo de número de la Sociedad de Hietoria

Katnral, y Honorario de laa Sociedadea Minera,

Hmnboldty Andrea del Blo, Ice, ftc

n nrftQU istímu i misis i roa ma m sopino mnm ti u repcblicí ieucixi.

Saeilbo bajo el influjo de lo qne he viato, leído ó calculado, y aiempre buscando la yer- dad y la Justicia. Bespeto la religión, y sigo oonñadoporel camino del progreso que es la ley impuesta 4 la humanidad. Subordino mis Ideas A estos principios: Dios, la patria y la fa- milia.

Tomo S^;nndo.

^ MÉXICO.

TmXS&AIfíX DE GONZALO A. ESTETA, Btm Juan de Letran nim«r« 6

1880.

SA33H\.aír

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lílC 19

Está asegurada la propiedad literaria de la obra conforme á la ley.

Al décimo Congreso Constitucional de los Estados- Unidos Mexicanos^ en testimonio de 7'econocimiento, dedica este segundo volumen

El Autor.

LIBRO IV-

CAPÍTULO L

CALEKDABIO PRIlOTiyO.

Gaímdario aapotew, ---Periodos. --Jl}i8trilnicüm.---Laé Coeij.Ss el eal&ndario pri- mUieo,

SIGÚESE la cuenta ó Calendario de los días, meses y año» que tenían los indios en su antigüedad. ''Cuanto á lo primero» es de notar que el círculo del año que tenían los indios zapotecas era de 260 dias, los cuales acabados, tomaban á comenzar á contar hasta otros 260. Y así parece que no tenían término situado donde comenzar el año como nosotros tenemos» Este año tenía repartido entre si cuatro signos ó pía-' netas principales, en que cada uno tenía para 65 dias. Estos eaatro planetas cerrían por los dias del año, consecutivamente.

Y acabados los 65 dias en que el uno reinaba, entraba el otro.

Y pasados aquellos el tercero y el cuarto. Y luego tornaba á en- trar el primero. Y desta manera se acababa, y comenzaba el 9&Of feneciendo, como está dicho, en 260 dias. Llamaban así á todo el año junto, como á cada 65 dias, pije ó piye, esto es, tiempo ó dnracion de tiempo.

'ítem, cada planeta destos tenía divididos sus 65 dias en cinco partes: cada parte trece dias, á la cual llamaban cocij, tobicocij^ oomo decimos nosotros un mes ó un tiempo. Estos dias así te- nían cada uno su nombre propio. Y decían los indios que estos planetas causaban todas las cosas en la tierra; y así teníanlos

6

por dioses j llamábanlos cocijos 6 piídos, que quiere decir, gran- deSy y á estos ofrecían sus sacrificios y su sangre, sacándosela de diversas partes de su cuerpo, como de las orejas, del pico de la lengua, de los muslos y de otras partes. Y el orden que tenían era que mientras corrían los 66 del un planeta, sacrificaban á aquel, y cumplidos, al otro que entraba por aquel modo, y así por su orden hasta que tornaba á entrar el primero, &c. Y á es- tos les pedían todo lo que habían menester para su sustento.

"A cada dia de los trece, y á todos los 260, como hemos dicho,

' tenían puesto su nombrej. como parece abajo. Y destos dias y

signos, á unos tenían por buenos y á otros por aciagos y m'alos.

^'Estos dias y nombres servían para muchas cosas tocantes á la vida del hombre. Los primeros servían para los nacimientos, porque como tenia el nombre el dia, así llamaban al niño ó niña, que en el nacía. Y este era su principal nombre, aunque también tenían otro como adelante diremos. Servían también para los casamientos, porque cuando se habían de casar, habíase de ver eran para en uno. Porque para ello había de cuadrar el dia del nacimiento del uno con el del otro, conforme á la cuenta que ellos tenían. Lo cual averiguaban los letrados ó hechiceros, echando sus suertes.

'^Servían también para los agüeros, porque si encontraban con alguna cosa, de las que ellos tenían por agüeros, iban á ver el dia que era, para saber lo que les había de subceder. Servían también para los sueños, porque por allí sacaban lo que les ha* bía de subceder.

^'Servían también para las enfermedades, porque si caía enfer- mo niño ó adulto, iban á saber el dia que era, y si había de sanar ó no. Y esta ciencia no estaba en todos, sino en los que lo tenían por oficio, á los cuales llamaban colanij, esto es, echador de las fiestas, ó docto en ellas. Finalmente, por este camino, se regían y enderezaban sus actos y operaciones.

''Estos 260 dias que dijimos, dividíanlos los indios en veinte partes, ó tiempos, ó meses, que salen á 1<3 cada mes. Y para cada 13 dias destos, tepían aplicada una figura de animal, és á saber, ^^ila, mono, culebra, lagarto, venado, liebre, &c., los cuales pintaban todos metidos en todas las partes ó miembros de un venado, á donde pintaban las cabezas de cada uno de aquellos animales,. de manera que aquella figura del venado contenía en

todos estotros yeinte sigilos. Y oada uno de aquellos animales, que eran veinte, tenían trece nombres, y aunque todos estos tre- ce nombres eran en como una cosa, diferenciábanlos con . les añadir ó quitar letras, y con mudarles los números como parece adelante. Como si dijéramos: Pedro cuatro, y Perico cinco, y Pe* riquillo seis, y Perote- siete, y Pedrochote ocho; que todos signi- fican este nombre, Pedro, aunque en diferentes maneras; y esto por les mudar letras y números como aquí parece.

'Tios cuatro cocijos ó pitaos que arriba dijimos principales, se llftin^n por sus nombres propios desta manera: el primero quta ckitta; el segundo quía lana; el tercercT (^uta gdoo^ y el cuarto quía guüloo. En cada pueblo, conforme á su modo de hablar, añadían 7 quitaban algunas letras, asi á estos cuatro como á todos los demás. Los que tenían cuenta con estos signos, años, meses y' dias, eran los cdanijs^ sortílegos, ó hechiceros, al modo que nos- otros tenemos nuestro calendario, como todo consta por el ca- lendario siguiente.

"Sígnense los días del Cocijo quíachüla que son 66 dias.

Qviáchillay chága

1

Nelaba, xono

8

Paiáa^cáto

2

P<Qaqué9ay caá

9

Pélaala, cájo

3

Píllatela, chi j

10

Nelachi, taa

4

Neloo, chijblt<5bi

11

PedgQij, caayo ó gaayo

5

Pifiopija, Chijbicáto

12

Qaelána, xópa

6

Picigujj, Chijño

13

PillAchina, caache

7

KTi SEGUNDO COaJ.

Qniagneche; Chaga

1

Nichijlla, Xiiio

S

Palannaa, Cato

2

Peoláa. Caá o gaa *

9

Peoloo, Cayo

3

Pillaala. Chij

10

Calaxóo, Táaótápa

4

Lachi. Chijbitóbi

11

Peí lópa, Caayo ó gaayo

5

Pifiaze. Chijbitúpa

12

Qnalappe, Xópa

6

Pecelapa. Chij fio

13

PillA]a<5, Ca ache

7

EL TERCERO

COCIJ.

Qníachina, Chaga

1

Lache, Xono

8

Telápa, Gato

2

Pelanna, Caá ó gaa

9

Peolaque9ay Cayo

3

Peloo, Chij

10

Galatél la, Taa 6 tapa

4

Niioo, Chijbitóbi

11

Peí too, Caayo 6 gaayo

5

Pifiopa, Chijbitópa

12

Cualapija, Xopa

6

Pizaape, Chij fio

13

Pillaa, Caache

7

8

Eii ocASTo aoaa.

Qoíalao, Chaga

1

NiehinAy Xono

S

Pichi jUa, Cato 6 topa

2

Peolápa, Caá 6 gaa

9

Peolao, Cayo

3

Pmami9a, Chij

10

Laala, Tapa ó táa

4

Ketolla, Cfaijbitdbi

11

Peolache, Caayo ó gaayo

5

Pdfialoo, Chijbitópa

18

Qualazé Xopa

6

Pizopija, Chijfio

13

Pülalaima, Caache

7

ETi Quurro ooou.

Qoíaguis, Chága

1

Ndloo, Xono

; 8

Pelache, Cato 6 topa

2

Piohijlla, Caá 6 gaa

9

Pelaana, Cayo

3

Pilla Chij

10

Calaloo, Taa ó tapa

4

Laala, Chijbitdbi

11

Pexoo, Caayo 6 gaayo

5

Pinijohi, Ghijbitópa

12

Qualúpa, Xopa

6

Picio!, Chijfio

13

Pil lape, Caache

7

''Sígacnse los sesenta (sio) (1) días del segundo Cocijo quialdna

Qnelana, Chága

1

Keláa, Xóno

8

Pechina, Cato ó topa

2

Pilláche, Cáa 6 gaa

9

Pelápa, Cayo

3

Pillannáa, Chij

10

Cálequd9a, Taa 6 topa

4

Keloo, Chijbitobi

11

PeUfl la, Cayo ó gaayo

5

Pifiax(>o, Chijbito'pa

12

Qualoo, Xopa

6

Pizopa^ Chijno

13

Pillapija, Caache

7

EL SSaüNDO GOCIJ.

Qaegappe, Chaga Peoloo, Cato ó topa Peochijlla, f ayo o chóna Caláa, Taa ó tapa Pelaala, Cayo ó gaayo Qualiíache, Xopa Pillazí, Caache

Quicuija, Chága Peláa, Cato 6 t<5pa Peí lache, Cayo ó chuna Calannaa, Taa ó tapa Peí loo, Caayo 6 gaayo Qualaxoo, Xópa Pilopa, Caache

1 Neláana, Xono

8

2 Pichina, Caá ó gaa

9

3 Qualápa, Chij

10

4 P!11am9a, Chijbito'bi

li

5 Pi&atola, Chijbitdpa

12

6 Fecelóo, Chijfio

7

13

EL TEROEBO COGIJ.

1 Lape, Xóno

8

2 Peí loo, Caá 6 gaa

9

8 PillachiUa, Chij

10

4 Laa, Chijbitobi

11

5 Pifiela, Chijbitópa

12

C Piciquíchi, Chijfio

13

7

(1) Debe decir ^ sesenta y cinco.

SL GUABTO coca.

Quúoée, Chága

1

Calapija, Xdno

8

Patalazmaa, Cato ó topa

2

Qoaláa, Caá 6 gaa

9

Veochmh, Cayo

8

Pillache, Chij

10

Cala Upa, Taa 6 tapa

4

Pifiannáa, Chijbitóbi

11

Pelaqne^a, Caayo

5

Pifíaloo, ChijbifaSpa

12

Coatétta, Zopa

6

Picixóo, Chijfio

13

PiUaloo, Caache

7

SL QUINTO GOOU.

Qníegoppa, Chága

1

Caladj, Xóno

8

PeolápOy Cato ó topa

2

Pillalana, Caá ó gaa

9

Caloo, Cayo ó chona

3

PiUaohina, Chij

10

CalachillA. Taa ó tapa

4

Cálalápa, Chijbitóbi

11

Pél láa, Caayo ó gaayo

6

Piftaqae9a, Chijbitópa

12

6

Picitol la. Chij&o

13

Pilláchi, Caache

7

"Sígnense los sesenta y cinco días del Oocijo quiagoloo.

Qníagoloo, Chága 1

Peolapija, Cato 2

Peolaa. Cayo 3

Laáche. Taa ó tapa. 4 Qualauná. Caayo ó gaayo 5

PiUalao. Xópa 6

Kizoo. Caache 7

Keloppa. Xóno Pelápa. Gaa ó gaa PiUaloo. Chij Nichilla Chijbitóbi Pinij Chijbitópa Pizeela Chizfio

8 O 10 11 13 13

EL SEGUNDO GOGU.

Quíagneche Chaga 1

Pasee. Cato ó tó^a 2

Peolanna. Gayo ó chóna, 3

Galachina. Taa 6 tapa 4

Pelápa. Gaayo ó gaayo 5

QtialanÍ9a. Xópa 6

Píllatela. Caache 7

Neloo. Xóno 8

Pelapija. Gaa ó gaa 9

Pillaa. Ghij 10

Fillaache Chijbitóbi 11

Pifiofia Chijbicato ó topa 12

Peceloo Chijfio 18

EL TEBOER GOGU.

Quíazóo, Ghaga ó tobi Peí opa, Gato ó topa Peolape, Cayo ó ohóna Caloo, Tapa ó taa PechizUa, Caayo ó gaayo Piliaá, Xopa Pillaala, Gaache

1 2 3

4 5 6 7

Naláche, xópa Pecee, caá ó gaa Pillalana, Chiz ' Pillachina, Ghizbitóbi Calalála Chizbitopa Piniqueca, Chizfio

8

9 10 11 12 13

10

EL CCABTO coca.

Qoíatella. Chága

1

Nixóo, xóno

8

Peoláa, Gato/

2

Pelóppa, Oaa ó gaa

9

Peolapija, Gayo 6 chón^

3

Láppe, Chij

10

Caláa, Taa 6 tapa

4

Pifioloo, Ghijbitohi

11

Pelaáche, Caayo 6 gaayo

5

Pifiochijlla Chijbitópa

12

Qualannaa, xúpa

6

Quiciquij, Chijfio

13

Pillaloo, Caache

7

EL QUINTO COCIJ.

Quíagaéla, Ghaga 6 iShi

1

Netilla, xóno

8

Pdlaohe, Cato 6 t<5pa

2

Peí loo, Caá

9

Peorij, Gayo ó chóna

3

Pillapija, Chij

10

Calalana, Taa 6 tapa

4

Nél Ida Chijbitóbi

11

Pechina, Caayo ó gaayo

5

Pecceche Ghijfío

12

Qoalapa, Xópa

6

Pecennaa Cbijfio

13

Piniquefa, Caache

7

Sígnese el cuarto Cocijo principsl, á saber quía guillo.

Qníagnilloo, Chaga ó tobi

1

Nelála, Xóno

8

Pexóo Cato ó topa

2

Qualachi, Caá ó gaa

9

Pelópa, Cayo ó chóna

3

Pillazee, Chij

10

Láppe, Taa ó tapa

4

Naalapa Chizbitóbi

11

Peí loo, Gayo, 6 gaayo

5

Pifio, chijfla Chijbitópa

12

QnachijUa, xópu

6

Peelaba, Chijfio

13

Pilláa, Caache

7

KTi SEGUNDO COCIJ.

Qaíaniya, Ghaga

1

Neloo, xóno

8

Petóla, Cato

2

Pelaxoo, Caá.

9

Peoloo Cayo

3

Pillopa, Chij

10

Calapija, Taa 6 tapa

4

Tiáppe Chijbitóbi

11

Peí laa, Caayo d gaayo

r>

Pinoloo Chijbitópa

12

Qnaláohe, xupa

G

PechijUa Chijfio

13

Pillannaa, Caache

7

KTi TEBOERO COCIJ.

Qaíagoij, Chaga

1

Caeqne^a, xóno

8

Pelaala. Cato

2

Coatela, Caá ó gaa

9

Pillache Cayo

3

Pillalao, Chij

10

Calacij, Ta ó tapa

4

Calapija, Chijbitóbi

11

Pelána, Caayo

5

Pinij Chijbitópa

12

Qnallacoina, xópa

6

Pinieche Chijfio

13

PiUalápa Caache

7

11

KL CUARTO COCU.

Qníaqoifiaa, Chaga

1

Láa, xóno

8

Peoloo Cato

2

Peoláala, jCaa 6 gaa

9

Paolaxoo Cayo

8

PiUacfai, Chij

10

Galopa, Taa 6 tipa

4

Calazije Ohijbitóbi

U

Felappe, Caayo

5

Pifiolána, Chijbitópa

12

Pnialáo, xópa

6

Pecehijna Chijflo

13

Kichilla, Caache

7

RTi QUUTLO

coou.

Qoiúiq^Mt, Cfaága

1

Pifionaa, xóno

•8

Palaque^a, Cato

2

Peloo, Caá

0

Calatélla, Cayo

3

PiUaxoo, Chij

10

Peí loo, Taa ó tapa

4

Lóppa, Chijbitóbi

11

Pelapija, Caayo

5

Piñappe Chijbitópa

12

Püláa, xupa

6

Quícilóo, Chijfto

13

PiUaadie, Caache

7

"Conforme dios nombres sobredichos se llamaban los que na- cían, cada uno del nombre deldia. Y contábase el dia del medio hasta otro medio dia." (1)

Hemos copiado lo antecedente al pié de la letra, á fin de no quitarle su originalidad. La forma de este cómputo aparece bien sencilla. Cuatro divisiones principales consagradas á un numen 6 planeta, y dividida cada*una en cinco períodos de trece dias. lios factores son 4, 5 y 13, cuyo producto es doscientos sesenta, igual al que resulta de los 20 períodos de trece dias. Termina- do un período de 260 dias, sígnense sin intermisión otros perío- dos idénticos.

¿De cuál observación astronómica resultaba esta combinación? Nuestro ilustrado Gama, dice: (2) "Estas trecenas representa- ban los movimientos diarios de la luna, de Oriente á Poniente, desde que aparecía después de la conjunción, hasta pocos dias después del plenilunio; á cuyo intervalo de tiempo, en que se veía de noche sobre el horizonte, llamaban IxtozoUztU, ó desvelo, y desde que comenzaba á desaparecer de noche hasta cerca de la conjunción, en que se veía de dia en el cielo, nombraban (7o- chüizlHy ó sueño, por suponer que entonces dormía de noche."

(1) Arte en lengua Zapoteca, compuesto por el M! R. P. Fr. luán de Córdoba, de la orden de los Predicadores desta Nueva España. En México, en casa de Pedro Ba

'li. Afio de 1578. Me facilitó ti original el Sr. García Icazbalceta.

(2) Descripción de las dos piedras, primera parte, pág. 27.

12

En efecto, los moyirnientos de la luna dieron nacimiento á es- te sistema. De los dos factores que componen el período, deter- minó el 20 la numeración usada por aquellos pueblos; el 13 pro- vino de la mitad del tiempo que la luna es visible á la vista des- nuda, abstracción hecha de los dias en que desaparece poco antes y poco después de la conjunción. £1 producto 260 no re- presentaba exactamente diez lunaciones. El 26 se acerca más al valor de la revolución sideral de la luna, igual ahora á 27 dias j un tercio; pero el 13 es igual al número de las revoluciones side- rales contenidas en el año, no teniendo en cuenta el exceso que estas presentan. Los 260 dias representarían 9 y muy poco más de media revoluciones siderales; pero se comprende, que 28 pe- ríodos de 13 dias arrojan el producto 364, igual próximamente por la una parte á 13 revoluciones, y por la otra al año solar. Las diferencias, si les eran conocidas, debían estar sujetas á co- rrecciones después de transcurridos algunos períodos.

El calendario zapoteco aparece ser ritual, adivinatorio y civil. Sin duda alguna es la forma primitiva del cómputo del tiempo usada por los pueblos de Anáhuac. Los tzapoteca, de filiaciones etnográfica distinta de los nahoa y anteriores á éstos en las co- marcas australes, conservaron tenazmente su cuenta antigua, no obstante que los pueblos que los rodeaban y ^on los cuales es- taban en contacto, habían adoptado y se servían de las reformas introducidas por los tolteca.

CAPÍTULO n.

BL TONALAMATL.

TTnuUamatL— 'Origen.— 8iffna8,^Tabla de ¡os dia$ treeenalei.—Los veinte planetae ó dioeee prxTícipatee.—Loe símbolos de ¡a trecena.— Los señores 6 acompañados de la noeíifi, Tablas.— Segundos acompañados.— Las afees nocturneu. La adivinaeion, Los hjeehiceros. Primar periodo del Tonalamatl.— Cálculo de los periodos luna" res.— Bl planeta Venus.— El TonalamaÜ -encierra el cálculo de los movimientos de ¡a luna y de Venus.

CONSEBYABAN los méxica el calendario primitivo de qne acabamos de hablar, bien con algnnas corrrecoiones. In- Tentado no sabemos por cuál pueblo, sus distintas formas acu- san que sufrió varios retoques, ya para perfeccionar los cálculos, ja para adaptarlos á diversos intentos. Los nahoa llanmban á este cómputo Metztlapohualli, cuenta de la luna; Gemilhuitla- pohualliztli, cuenta de las fiestas ó dias rituales, j Tonalamatl, papel de los dias ó del sol. (1) En cuanto á origen, decían los méxica, que los inventores fueron Cipactonal j su mujer Oxo- moco, razón por la cual les ponían en medio de los libros en que las figuras estaban escritas. (2) Conforme áotra versión: ^'Dicen ''que como sus dioses vieron haber ya hombre criado en el mun- 'do, y no tener libro por donde se rigiese, estando en tierra de ''Cuernavaca, en cierta cueva dos personajes, marido y mujer, del número de los dioses, llamados por nombre él Oxomoco y ella Cipactonal, consultaron ambos á dos sobre ésto. Y pareció á la vieja sería bien tomar consejo con su nieto Quetzalcoatl, que

4t

(1) Gama» primera parte, pág. 25 y 45.

(2) Sahagtm, tom. 1; pág. 285.

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''era el ídolo de Cholula, dándole parte de su propósito. Pare* ''cióle bien su deseo, y la causa justa y razonable: de manera que "altercaron los tres sobre quien pondría la primera letra ó signo "del tal calendario. Y en fin, teniendo respeto á la vieja, acorda- "ron de le dar la mano en lo dicho. La cual andando buscando "qué pondría al principio del dicho calendario, topó en cierta "cosa llamada CipdciU, que la pintan á manera de sierpe, y dicen "andar en el agua, y que le hizo relación de su intento, rogindo- "le tuviese por bien ser puesta y asentada por primera letra ó "signo del tal calendario; y consintiendo en ello, pintáronla y "pusieron Ce CepacfUy que quiere decir "una sierpe." (1) Siguió- se el marido de la vieja, luego Quetzalcoatl, y así alternando prosiguieron hasta rematar la cuenta.

Como se advierte, por la dualidad que ya hemos notado en las divinidades mexica, se confunden los sexos de ambos esposos: en cuanto á lo demás, indudablemente que la primera leyenda se refiere á la invención del cómputo primitivo por Cipaetonal y su mujer Oxomoco, mientras la segunda tradición se contrae á la corrección que de este calendario inicial vino á hacer andando el tiempo Quetzalcoatl, con lo cual el trabajo quedó obra de los tres.

Constaba el Tonalamatl de un período de 260 dias. Veinte fi- guras repetidas se distribuían en igual número de trecenas, y de ambos factores 20x13 resultaba el producto 260.

Los* veinte signos son estos: 1, Cipactli, Aparece en las pintu- ras bajo diversas formas, según hemos visto en la palabra cipac^ y siempre como un ser fantástico, semejante si se quiere á un pez ó á un monstruo marino: en el Tonalamatl, primera trecenni sale de entre las aguas en figura parecida á la del cocodrilo. En cuanto á significado, le llaman espadarte ó peje espada, serpien- te, serpiente armada de arpones, el padre mi'perior á todos como dice Boturini, &c. En realidad es este un símbolo que se refiere á las tradiciones cosmogónicas, que trae consigo la idea de co- mienzo, principio, origen. Cipactli entra eu la formación de la palabra Cipactonal, compuesto que propiamente significa el prin- cipio de los dias, del sol ó de la luz. Cipactli recuerda el primer instante de la creación, ó según el sím]bolo del Tonalamieitl, el

(1) Mendieta, lib. II, cap. XIV.

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cf

15

pnnto en que las tierras salieron de las aguas, la formación de los continentes.

2. EhecaÜ, vienta El P. Yalades, (1) Clavigero y otros, ponen en lugar de este signo un rostro humano en actitud de soplar; HO es este un signo genuino. 3. Cciliy casa. 1. Ctteizpalin, la- gartija.— 5. CocUl ó Cohuatly culebra. 6. Miquiztli, muerte. 7. MaeaÜj YenvÁo. 8. IbcAtíf, coneja— 9. ^íZ, agua.— 10. ItzcuinÜi, perro. 11. Ozomottiy mono. 12. Malinaüi. Ck>nocemos repetida- mente el símbolo, el cual significa, según Ixtlilxochitl, la planta conocida por zacate dd carbonero, dura, áspera, fibrosa, que fresca sirre para formar las sacas del carbón, y para las sogas que las aseguran. 13. ^cotí, caña. 14 Oce/ofZ, tigre. 15. CWm/í/K, águi- la.— ^16. CozcacuauhiU, quiere decir, águila de collar ó con collar. Es una ave, de la cual dice Clavigero: (2) ''La especie de cozca- cuauMi es escasa y propia de los países calientes; tiene la ca- beza y los pies rojos, y el pico, blanco en su extremidad, y en él resto de color de sangre. 8u plumaje es pardo, excepto en el ^'cuello, y en las inmediaciones del pecho, donde es de un negro ''rojizo. Las alas son cenicientas en la parte inferior, y en la su- ''perior manchadas de negro y de leonado.'' Llámasele en México rey de los zopilotes. En lugar de este signo Boturini pone, ^'Teme- ÜatL Piedra usada en Indias para moler." (3) Como ya obserró Gama, no está autorizada por nadie semejante sustitución. 17. Ollin, ú OUin Tonoiiuhy (4) movimiento del sol. 18. Tecpatl^ pedernal. 19. Qiiiahuííl, lluvia. Malamente expresada en el P. Yalades y en Clavigero, por ufia nub» de la cual se desprenden gotas de agua: la verdadera escritura gráfica del signo es la ima- gen de Tlaloc, según se observa en las pinturas. 20. Xóchitl, flor. Nuestra lámina 16 presenta del núm. 1 al 20 los signos cual se encuentran en el Tonalamatl, (5) del 21 al 40 las variantes to-

(1) Khetórica Ghristiana, 1570, lám. en la pág. 100.

(2) Hiut. antigua, tom. 1, pág. 44.

(3) Idea de una nneya bist. pág. 45.

(4) Advertiremos á loe lectores que, por un error de imprenta, el día Ollin Mtá fnerñ de su lugar eu la lista de Gama, pág. 26.

(5) "EX Tonalamatl que á la vista tenemos es copia del mencionado por Boturini 6& el S XXX, niím. 2 de su Catálogo; el original pas¿ después á poder de Oama, j en segoida al de Mr. Aubin, quien lo hizo litografiar en París. <'Lith de J. Desportes i Flnst. Imp. desBourds Muets.'* .

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madas de otra copia de Tonalamatl que posetmos, j el 41 es la

figura diversa de Cipactli de este segundo MS.

Sobre estos veinte signos, en el orden invariable que les he- mos fijado, se deslizaban las triadecatérídas ó períodos trecena- les. Siendo ellos veinte, la primera trecena terminará en el signo décimo tercero Acatl; la segunda trecena empieza, pues, por Ocelotl, toma los siete signos sobrantes de los 20, vuelve de nue- vo al inicial Oipactli, y concluye en el sexto signo Miquiztli; la tercera trecena cemenzará entonces por Mazatl, y así sucesiva- mente hasta la última trecena, que vendrá exactamente á termi- nar con Xóchitl, dando fin al período entero.

TABLA DE LOS DÍAS TBEGENALES.

t n. zn. 17. 7. VI. 7ZL TUL xz. X ZL Z2X. zm

1. Oipactli. 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7

2. Ehecatl. 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8

3. Oalli. 3 10 4 11 6 12 6 13 7 1 8 2 9

4. Cuetzpalin. 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10

5. Cohuatl: 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11

6. Miquiztli 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 6 12

7. Mazatl. 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13

8. Tochtli. 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1

9. Atl. 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2.

10. ItzcuintU. 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3

11. Ozomatli. 11 5 10 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4

12. Malinalli. 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 6

13. Acatl. 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 14 Ocelotl. 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7

15. Cuauhtli. 2 9 3 10 4 11. 5 12 6 13 7 1 8

16. Oozcacuauhtli. 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9

17. Ollin. 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10

18. Tecpatl. 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11

19. Quiahuitl. 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12

20. Xóchitl. 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13

La adjanta tabla de loa dias trecenales nos presenta á prime- ra vista la combinación entera. Escritos á la izquierda los vein- te símbolos diurnos, las triadecatéridas se desarrollan sobre

11

ellos, bMia el ñá de lA Mlmáüíi Xm en que se eemplétik el pe- ifodo deSGO días. Se invierte q^e las yeinte trece&as oomienzan en aste orden:

1. CiiMeOL

G. Miquietii.

11. Oadffiatli.

16. CozbMmavhtlS.

2. OeelofL

7. Qoifthaitt.

IZ, Cutizpatiii.

17. AÜ. i

8. IfoaatL

•6. Malinalli .

Id.OUin.

16. EhacfttL

4. Xnchiti.

9. Cohaatl.

14. ItscuintU.

19, Otui«ktU.

5. AeatL

10. TecpetL

15. Oalli.

20. Tochtli.

lia última trecena, qne comenzó por Tochtli, termina naturalv mente en Xóchitl; de esta manera se forma el período armónico de 260 dias/producto de Ips 20 símbolos diamos por los 13 pe** riodos tre cénales. Si tomamos los números de orden que sn^esi- Tamente afectim á cada símbolo, resultará la serie:

La 2. 9. 3. 10. 4 11. 5. 12. 6. 18. 7. V

cayo primar termino es la uniclad, formándose -los términos si* gnientes por la adición de siete unidades, adoptando la diféren-^ m á trece, si la sama es major qne este numero.

!E^te carioso^ artificio conduce de In&goá luego á estas conclu- siones: 1* £b el período de 260 dias« ning^in signo está afecto dos veces can el mismo número de orden. 2* Dado un signo oon^ sn número trecenal, se determina inmediatamente la triadecá-' iárida á que corresponde y el lugar qtré otíupa en la serie ente- ra. 3' Dado un término aislado de la sárie, se completa toda ella hasta integrar los trece términos.

El periodo de 260 días es el propí6 del Tonalamatl; terminado imo se desarrolla otro en el espacio los tiempos' y otro y ottó" indefinidamente.' ^

El Tonalamail se? compone de yeinte pinturas. Oada nna de eUas llera, en la parte superior de la izcjuierda, nn cuádrete en <p» están pintadas nnasfigurasdeformes, con arreos ysímboloi^* fantásticos: "Estas representaban á los diiodes qxre adoraban los mexicanos, y les daban lugar preferente entre sus planetas y signos celestes, atribuyéndoles mayor y más extenso dominüo que Á los demás, poír no Hmitárselo á sólo nn dia, ó una noch^e,

sino á toda la trecena que respectiyamente les correspondía; 6

8

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'^sol^ 6 aooiapañadoB con otros do ]oñ misnloB pknetaA, figván^ ^'doles tambieB todog aquellos atoibutod.qoe les auponian*^ (1) i Estos señores principales ó planetas, según el orden que guairr dan en el Tonalamatl, son los siguientes: L Ce Cipactli, y Ehe- catl ó Quetzalcoatl, acompañados de Atl 6 Clalchiuheueje. -í— IL Titlacahuan ó Tezcatlipoca. III. Tescatlípoca con Tlatocao- celotl, 7 sej^n Cristóbal del Castillo, con Teotlamacazqui Iztla- catini IV Macuilxocliitl ó MacailxochiquetzalU. ^V Atl óChal- chiiihcueye. VI. Piltzintecutli y Tezauhteotl. VII. Hueitlaloc y Xopancallehueitlaloc. VTIL Ometochtli con Meichpochtli y XocbimeipoclitH. IX. Quetzalcoatl y Quetzalmalin. ^Xi Mitlan- tecutli y Teotlamacazqui. XL Tonatiuli con Tlatocaocelotl j Tlatocaxolotl. ^XH, Teonexquimilli, Tlazolteotl con TlaltecutlL ^XIIL La<) estrellas Teoiztactlaclipanqui y Qnetzalhuexolo- OuaiihtlL ^XIV. Nahui Ollin Toüatiuh, Chicaeí Malinalli y Pilt- sinteculitli, y según Castillo, Piltzintecahtli y Quetzalcoatl. XV. Teoyaotlatohua Huítzilopocbtli, con Teoyaomiqui. XVL Oílin Tonatiub Tlaloc, con Citlalinicue ó Citlalcueye XVII. Abuilteotl oon Quetzal huexoloouaubtlL ^XVIII. Piltzintecuhtli y Tlazol* teotl. ^XIX. Tlatocaocelotl y Xo<^iquetzalli.-*~XX. Tezauhteotl Huitzilopochtli oon el signo Teotecpatl. (2) No nos son oonoei-' dos todos los planetas representadoe por estos dioses; sabemos que Tezcatlipoca es la luna, Tooatiuh el sol, Quetzalcoatl el pía* neta Venus, Citlalinicue la Vía láctea, Teoiztactlacbpanqui la» oonstelaoion del eseorpion, Qcelotl la Osa Mayor. .. £1 resto de la pintura, por líneas borizontaleB y Tortioales, esÜ' diTidido en 62 partes» igual á 19x4 Xjae cuatro primeras oási*' Has verticales y las nueve inferiores están oeopadas por los sig- nos que ya tenemos explicados, ootrespondientes á la irecenai com^nzai^do la primera por Cipaotli, y las restantes en el orden que les tenemos asignado. Cada signo dominaba ó reÍAabá sobre ej día que ocupaba ex^ el periodo. Su influjo era admerso, fausto ó indi{¡erente,.segiip su propia significación» la trecena en que se le consultaba, el número de ^den de que iba afecto, la reunkai 6 enlace con loa otros signos.

(1) Owila, laa doB piedrtik p^. 88ie4,

(2) BofcoriBii OatOdiBo, pág. 66, ta« artM yliiwiM^ am^ m «a óltámt$r^

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Ijos trece compartímieiitoB inmediatos están oenpados potlos nneTe Dnéfiod, Señores 6 Acompañados de la noche, los cnálefl' ejerdian inütijo deoisivo darante la noche, si bien teniendo en caenta el símbolo diurno; se les suponía en mayor categoría que á áfitoa, distiDgméndolos con diTÍsasque expresaban su alta dig- nidad. "HacíaA los indios tanto ^precio da los nueve acompa- "nados» que les dajban, por autonon^asia, el título de QuecJtoUi, ^nombre de un pájaro de rica j hermosa pluma, que era entra ''¿lloB de mucha estimación, y tenían dedicado un mes enteró i ''gn non^re; era símbolo de los amantes, y lo in vopaban en ' los '^casamientos con epitalamios, como los antiguos romanos á Hi- •*meneo."(I)

Iios nueve acompañados son. 1. XiuhtecuUli Tletly compuesto de tieüf fuego; xihtdil, año ó yerba y tecuJiili, señor: el fue^o señor . del año ó de la yerba. 2. Tecpadlf pedernal. 3. Xpchitl, flor. 4. Cmteoil, diosa de los maizales.— ^5. Jiñqúiztli^ muerte.— 6. Atl^ " agua, simbolizada por la diosa Chalchiuhcueye. 7. Tlazotteoíl, la Venus deshonesta. 8. Tepeyollo&iy corazón del monte, porque le creían habitador del centro de las montañas. 9. Quiahuitl^ lluvia, expresada por el dios.Tlaloc.

Así los encontramos en el Tonalamatl y les escribe Gama; Bo- turini (2) les cambia, sin fundanlento, en esta forma: '1. XiuTi" ieucyohtux. Señor del año. 2. Itztetícyóhva, Señor del fuego. 3. PütztrUeucyohuaj señor de los niños. á. Cinteticyohua, señor del maíz. 5. Midardeucyoh'iia^ señor del infierno. 6. ChnlckihuiM^^ cueyohva^ señor del agua. 7. Tlazól/góhvxZy señor del amor des- honesto.— 8. T^peyóloyohua, señor de las entrañas de los montes. 9. ^íattíifetícyoÁMa, señor de las lluvias. ^Xiuhteucyohua, pri- mer símbolo nocturno se compone de Xiuhteuctlí, y del vocablo yohiut, que quiere decir noche, derivado de tlayohua, anochecer, y quiere decir, "Noche en que domina el Señor del Año.** Véanse los acompañados en la lámina 16, número 42 á 49, y lámina 17, n&nero 50.

Ijos acompañados á^ la noche no llevan número de orden; en la secuela que les hemos asignado, corren por petlodos sucési- TOB á la par de las trecenas, comenzando por que en principio de

(1) Oasna, primó» paita, pig. "80. (8) Idea da una nuava tdat, ptfg. 58.

•)

20

los primeros 260 días, ZioliteioahtU Tletl aoompana á Cipactli Para duróos cnenta.ezac^d^ la dÍ8tribQCÍQD,,oonsideremos la si- guiente tabla^ d0 los señores de la noche, respecto de las trecenas:

.

. 123á567e910ni2. 13U Ig 16 17 18 19 20.

I...... 1 6 9 4 8 3 7 2 6 15 9 á 8 3 7 2 6 15

n 2 616 9483 7 2 ¡5 15948 3. 726

m.... 372616948 3 7 2 6 1 6 948 3 1

TV. i.. 4 8 3 7 2 6 15 9 4 83 7 2 6 1 5' 9 4 8

V..... 5 9 4 8 3 72 6 1 5 9 4. 8 3T 26 159

71.... 6 1 5 9 4 8 3 7 2 6 15 9 4 8 3 7 2 6.1

Vn... 7 2 6 1 5 9 4 8 3 726159483 7 2

Yin.. 8 á 7 2 6 1 5 9 4 8 3 7 2 6 16 9 4 8 3

li.... 9 4 8 3 7 2 6 16 9 4 8 3 7 2.6 1 5 9 ,4'

X.. ... 1 5 .9 4 8 3 7 2 6 1 6 9 4 8 3 7 2 6 1 5 XI.... 2616 9 4 8372 61 6 9 4 8 3 7 2 6

Xn... 3 7 2 6 1 6 9'4 8 3 726169483 7

Xin.. 4 8 3 7*2 61 6 9 48372615948

Estos acompañados, que en el calendario civil se suceden in- variablemente en su ord^n,. sucesivo» en el Tonalamatl .están 4 veces cambiados de lugar^ porqu^ los sacerdotes así lo disponían piar^t concertarles con ans ritos j fiestas movibles. Bespecto (io; . oacda . aoomp^adoy unos e;itran.9Ólo una vez en la trecena, los oJiTOii dos veces. La serie. que forman es 1,..5^ 9, 4, 8, 3, 7, 2, 6, compuesta de nueve termino^^ ,diQ los cuales el prinierp es la uni- dad, j lo« siguientes se forman pojr la adición oonstante. de cua- tro unidades, quiti^udo nney^O, puando la su^ta^ es mayor» ijna 8<¿rie completa se desai:ri9lla en 9 .trepf^nas 6 sean, 117 dias. Dos , series completas se obtendrán á cabo d^ la décima octava treoe- . na, ó sean otros. 117 dias. ^^ las dos últimas trecenas los acom-- panados caben dos veces exactas y ocho fif^uras más. No. hay completa simetría. en el período die 260, y. la simetría es . el dis- tintivo de estos cálculos. Primero teníamos §6lo los factores 20 y,13;introducicl,o el nuevo factor 9> esto quiere decir qiie el pe-, ríodo completo es nueve veces 260 6 2,340 dias. La demostración es decisiva; en el Tonalamatl, el último acompañado .Tepeyplojtli va junto con Quiabuitl, (lám. 17, núm. 61) dando enj^ender que

81

en el Bigideif ée periodo "de 960, ei aoompafiado' lie Cipaetli üo era Xiierliteoabtli Tletl como ni prínéipio, sino el indicikl^ Qiliá- hváÚ. (í) Todos los fiueVe períodos de 260 tenían por iníeial ti signo Cipaetli; pero 0ns ^acompañados cambiarían en ésta forma:

( :

1. ZiulvIáosMi Ttoa 4. TlazoÜMtt 7. Onitoól

8. Quiahiiitt . M. $. Xoobltl

8. TepeyoUotU 6, lifiqaútii 9. T^cpaÜ

Entonces la disbrU)Qc|on de.todp^ los signos es armónica. El período 2,340 dias resníta jlgnaíinente dx 13x20, ó de. 20 pe- riodos completos d^ 117 dias* Hasto la conclusión de este pro- dncto/la combinación enteta no vólveiía á jler idéntica*

Todos los acompañados se 'expr^si^n eii 1^ pintara por caberas humanas/ con los a(ribiítos j arreos especiales de cada divini- dad, mas cambian de poíitínao los tcoloreó, con alguna frecuencia Ips atributos^ segtln lo. e:^ijé el slgni^c^p o inflaéncia que. seO(e8 atribuía.

Hemos !estu(}iado 'el orden de los acqmpáñadds sobre las tre- cenas, padei^oQ á 'examinarle respecto de los* 20 kignos. La tabla nos dice, que los acompañados caben dos vécéd 'sobre los 20 sig- nos, 7 doí^ efld^ entran tres veces en el período. La serie tp^e forman es tambie!n de nueve tenfiino&r, 1, 3, 6, 7, 9, 2, 4, 6^ 8,, és Aecir, los números impares y en'ségtiidaiotí pared: la serie se repite después indefinidamente jén la misí&a'fdriíja. Tomada la serie en xín término cualquiera, I3e domiiietá ttcilmente hasta sus nueve términos. Al terminar la notena' veintena concluye el período de loác acompañados^ és deóit, á Ids 180 dias; los SO restantes, para.lok 260, acal>abeñ la décima téx^céra veintena, por el signo Tepeyolotli como ántes^ ém{>ezandb la siguiente veinte- na ó segundó períoao de 260 por Quiahuitl; Sb tiene una nueta demostración de que el período del Tonalaioiatl es de 2,340 dias. La armonía d$ esté período mátimola dicen claramente tos 'nú- meros. Es el producto las cantidades eiguieñtesr260xd;'lí:7 X20; 180x13. El 260 igual á 13x20? el IfiO^igiíal á 20x9; el 117 iguala 9x13: * \

Las trece casas siguientes est£ú ocupadas por otra séiie de acompañados, los cuales servían para las adivináéiones y pífo-

(1) Gama, primera porte, pág. 33. v^'-

2i6$ticos. Gama, (1) síb ezpresarloe» dice qns tombiw eraii nue- TB;pero nosotros sobre la pin tux» hemos creído reoo&Qoer }í^ S%9i^nte6>— 1* Xinhteeuhtlí 171etL— 2. AtL 3. Miqtdztli^ i^[ To- natíah, el cual oeapa eonetaniemeate la.oaarta casa de la (^eoe* na. 5. TlazolteoÜ. 6. Teotlamacazqui. ^7. Xóchil. 8. Tlaloo. ^9. BheoatLn-lO. Centeoti* Yau colocados sobre las láminas, con frecnentee irastomoa en su ói^den sucesivo.

TABUk GENERAL DE LOS SEfiOBES DE Ul NOCHE.

I n III lY V VI vil vin ix x xi m <iii xiv xv xvi xwt xviii

1. Cipactli ...... 13679246dl 3 .5 7 92 4 6 Ú

2. Ehecatl 2 4 6 él 3 5 7 9 2 4-6 8 1 3 6 7 9

3. Callí ,,...3 5 7 924681 36 79246 8 1

4. Cuetzpallm..i'4 6 81 3 5 7 9 2 4 6 8 1 3' 6 7 9 2 r. Cobuatl...!.. 5 t 9 2 4 6 8 1 3 6 7 9 2 4 6 8 13 e: Miqaiztli . .'. , 6 8 i 3 67 9 2^ 6 8 1. 3 6 7 9 2 4 7. Mazatl. ...... 79246 81367924 68 136

a TochtlL 8136792463136 79 2 4 6

9. MI....' 9 2 4 6 8 1 3 6 7 9 2468 13 6 7

10. Itecuintli 1... 1 3 6 7 9 2 4 6 8 1 3 5 7 9 2 4 6 á IL OzamatlL.,.. 2468 1357 9 246, 8 13 6 79

12. Míalinftlll .... 35 7 92468 13579 24681

13. AcatK.....:. 4 6 8 13 5 7 9 2 4 6 8 13 6 7 9 2

14 Óc^iotl 6792468135 792 46813

16. Cuaahtli ».,, 6 8 1 3 5, 7 9 2 4 6 é 1 3 6 7 9 .2 4

16. Coacacuauhtli. 792 4 6 81367924 68135

17. Ollin. ,. 8 13579246 8 135 79 2

la Tecpatl 9 24 6 81367924681 36 7

19. Quiahuitl . . . . 135 7 9 2468135792 4 68

20. Xochia 246813579246813 6 79

Las lütimas trece casasestin llenas por diez ^^^^ noctiirnaai llevando en el pieo abierto una divinidad: no atinamos á dar el Áombre de estos pá^aro^ agoreros. . Beconóoenae ademas dos íe- coLM^ tecolote, buho, con el pico abierto en la forma de un rombo T vacío; representan á Cipaetonal y á Oxomoco, inventores de esta cueiQta, 4^ la astrologia y senoreí^ de ella. Por último^ en el

(1) Gama, loco dt, pág. 81.

cuimiAoie debajo del sol se non una marípoia noctarná, teniendo entre lee anteneeid dsoa Yohoalteaetli, señor de la neohe;nnmeá de los mmáaalsa que kan menester las tíofieblas, oomo los ladro^ ftes; merecía lef ereetcia especial á los hechiceros, y los astrólogos le safionían partiéiilar inflaenoia^n los pronósticos: reinaba por la noehe ^n eampafiía de loe seiores de loe^ioi^y dando á óstos la ]parta q«e éel «domíaio kt tocaba, por cuya raM& le pintaban á wees con doatrostroe: goeaba fiesta patticnlar con sacrificios li noche q«e se eontaba el signo Nahni Ollin, y todos los días del aftov al anodbeoer, le invocaban é inoensaban los sacerdotes del templo del sol.

Este; calendario era ritaal, astrológico j adivinatorio. Sólo le entendían los sacerdotes y los agoreros. Los tlamacazqni, dee- poes de arreglar, las fiestas, las. aaimciaban al pneblo para sn caropIimieiitOy al principio de cada trefcena, á semejanza de lo qne los sacerdotes romi^K>e practicaban en las calendas. Las persoaaa dedicadas á su estadio j práciioa se llamaban ionalpouhquif sor- tílego á hombre qtie dide4a>liaena'fentqra# El modo de proceder -era casi idéntico al de los astrólogos jndiciarios; con la hora dsl idia del nacimiento de vna persona acudían al libro adivinatorio; y conealtado el signo reinante, él estado que gaardabaa los pla^ netae y sn reciproco imfinjo, levantaban la-fignra> dedncían el horóscopo, prediciendo las virtudes y vicios deHndividuo, los sucesos que le estabam reservados en lo futuro. Daban este pro* BÓetioo escrito álos padres del infante, quienes les conservaban diligentemente, y después le entregaban á éste para qué le llevan Ja siempre consigo. El hado, sin embargo» no era inAesible oomo entre loe griegos, para quienes un heeho debía cumplirse aunque ne pusieran loe medios de evitarle; la mala predicción sólo ser* ^ á los móxioa de aviso saltidalile^ siQkuestoi que el sino podía ser contrarrestado, pov una educación acertada, por ofrendas y sacrificios i los dioses. De esta mabera^ el infeliz nacido en con^ dicicfneai aciiagas no debía ser de ptecision malo; la soledad ne le tenía como enemigo indefectible, 'mir&odole sólo como á un enfermo i quien se debiera atender y curar, (brande opinión go« naban entre el pueblO'los tona¡f(^hqmj (xa^o que se les tenía eil concepto de saber el porvenir.

Tras la ciencia adivinatoria venía el obligado cortejo ¡le nigrp» mantee, hechiceros, brujos, ¿c Loa heehieheros indios, de todos

dMptdcia^Qfl j ptmidgfBádcm, 9Ía /abiríga to las G«utti*6 euirb las IfuaUifis, míftu.aialikdóay Qsooudidos ea oonátante pngui eoikU oomumdad; ae Yeiiga)>iui dd. aquel daspegOi l^aoMiidó malaficioa aegun m particular .éútQuo^ó jsolioitfdoa poír paraooa < esfcraáa Qoatsa eniemigo pai:t¿o«l«u:..iSegaii.dl vttlgo^ podían tranaíoiapaaraé en todo géaarq do luúmalaa; ooaoeiaii ton conjaroB. j fiakbraik tp^icaa. HacíiA nsk eaoadtaimaatM por oaaároiiLo«kea«6gQÍi}a% Mi.qoe Trinaran ñigtxotí iaCftOütoai pw^euraudoá -todo trance .luseih tiirae á la eaud^ quieu debía $»r malaficiada ElagcedÁdo» |>ara Aefenderae» ponía oardcMi en puertaa y ventanas, y ai era aiUmoao daba contra el hechicero, le arrancaba los cabelloa la coróme Ua de la cabaaa y le d:ejaba líbre,.paea era indeleiliábla que aon aquello perecería: para esto era indispensable qne el hechicero no hubiera tomado algún objeto de la eaaai pues en semejanto (Saso $e aaJlYaba doila muerte. ..

> £1 sig^M) inicial^ £heQatl de lad^aiaocta^a txeoena, el Chi- enhnauhitaGuintli,. el Chiciihnauhialdiiialli y todaaJaaolu»as o4r t^ de los bignoa» eran.propiciaa : piara lo^rhechieei'os. Algunoa Ae éstoa, jnejor bandoleros, llamados temacpaJíMiqn^ tfptipmcQUOr huiique ó Mmistommey robaban .de ujta manena quei revela jel -gti^ fundo terror que infundían, ya pqr loa exceaoa que perpetraban, ya po)r la estúpida snperaticipn ¿ qud el pueblo estaba eiatr^ar d<t , Sei^njdoa iquinca q veinte» fotmaban la imigen.de Gecoatí 6 Quetaalcoatltáttes: ae habían pto:viato del brazo izquierdo^ d^ oodo ó la mano; daiuna jmuíec muerta enfel primer aliHubrantiienr koi tomado á hurto: cantanrto y bailando isadirijíaná la casaj^ile iban á asaltar^ Uevanda por delante uno ellos . con la taaágQtt, oiro eon elb^asso muerto puesto al-hombiro. Ijlegados, golpeaban 0Dn el brsflo mágico el anelo del patío y el umbral de la puerta de entripe bastabaaquallo^ para^qné loa halntanies fingieran dormir Tondandó, ó ae quedaran inmóvilea ooaK> aan^i^tecidost LoaJadror n»a>Qtteendiaa teas, reunían loa- víveres y ae- ponían . á -cíemerloe mk-ütp despacio; se entregaban á exeeaoa oon las mujeoes} apana^ ban los objetos de sa gusto,. hacíanlos lios, y sedaban á huir. Solo antonces< sabían despertarlos durmientes, á llorar y dar vocea. OestumJhrei extraña, que juáa parece conaeintida .qué impuesta. (1)

r

(1) Bespeotp del arte adivinatorio y de este caíendai^o, Táase pnnóipiúmente Sá- Itágtin, libilV, toto. t, {Míg. 282 hasta el Ihi. 'tVjYqüemaáa, Ub. % tspl XXX'VII.

36

- Entre los indígenas 7 dsses mrfaó» edncadas de los campos, consérranse alganas de estas ideas absurdas, de origen azteca 6 •de fnente española. El nahual es un indio viejo, de ojos enoendi- dos; sabe transformarse en perro lanudo^ negro j feo. La bruja convertida en una bola de fuego, vuela durante la noche, y pe- netra en las casas á ckupar la sangre de los niños pequenitos. lios bechicefos, forman figuras de trapo ó barro, les ponen una ' púa de maguey y las colocan en lugares ocultos ó en las grutas de los montes; de seguito, que la peraoiv contra quien el conjuro se prepara, sufrirá dolores agudos en el lugar señalado por la espina. Todavía algunos curanderos, como en los tiempos de los dioses, tratan al enfermo haciendo contorsiones extrañas, invo* can á los espíritus, poronuncian conjuros mágicos, soplan sobre el cuerpo, chupan la parte dolorida y de ella hacen que sacan espinas, gusanos ó piedrecillas. Los que dan bebedizos enferman é quien quieren, y si otros los curan, los pacientes arrojan obje- tos particulares, marañas de eabelkw, trozos de trenzas de mujer j muñecos de trapo. Las que hacen mal de ojo, con solo la vis- ta causan males á los niños, quítanles hermosura, salud y los hacen morir. Si de todo ello se separa lo que pica en sobrena- tural, por ser conocidamente falso y risible, queda en el fondo Alguna cosa que debía ser estudiada con atención. Conservanse «ntre herbolarios y curanderos noticias de las virtudes de las yerbas observadas por las antiguas tribus, y saben de ciertos venenos vegetales, capaces de producir fenómenos no bien estu- diados por la ciencia médica; yerbas y tosigps se dan á b/eber di- simuladamente, producen trastornos con cuya causa no se atina, síntomas fuera de las clá^fLcaciones admitidas, y éstos para el vulgo casos de maleficio, en verdad lo son emponzoñamiento. Tornemos al Tonalamati. Para darnos cuenta de ^^l formación, sigamos el desarrollo del primer período de 260 dia& Tendremos:

PBQfSIbi TBBCCSrA*

1. CipactU, XiahtoecüiÜi TletL

2. Bbeofta, TeopstL

3. CaUi, XMbiO.

5. Cohuatl. Mk|aÍBtti.

6. MiquiztH, A.^. ;.

7. láAKail, TUuEolteotL

8. Tochttt, Tepeyolotti.

9. AÜ, Qujahutt.

10. Itzcniíilli,; XIbíL

11. Ozomatli, Tecpfttt. .

12. MalttuBi, XoolütL

13. Aoati, OeatootL

BEOrablá. TBaCSBNA.

-1/

1. OoeloU, Híqttiztli, .

i. CoAahtli, Atl.

8. CozoacoáubÜl, nazolteotL

4. OlMn, TépeyoléUi >

& -^Teopat^ Qnílihmti .

6. QoiahuiU, TietU

7. Xóchitl, TeopatL

6. CipMU, XoohitL 9. Ehecatl, CeateotL

10. Calli, MiquizUL

11. CttetspaUiíi, AtL 13. CtJáaaU, TbHBok^oll 13. M^nisOi, TepvoloUx.

CTBGBftá. TBCBOBNA.

1. Mázatl, QoiaboitL

2. TocEtli, Heü.

3. Atl, Tdcpatf.

4. lUsoniBtli, Xoehid.

5. Of^matti, Oent0o41.

6. Kalizuült, MiqoktU.

7. Aoatl, AtL

8. Ooalotl, TlAzoUootL

9. GuanhÜi Tepeyolotli.

10. OózoacuaohtlS, QttiahtiitL

11. Onin, TML

12. TeopOl, Teeptti.. 18. Qulalmiü, XodbiÜ.

CüáXtk TBXCKNA*

1. Xóchitl, CenteoÜ.

2. Cipactliy MiquizÜi. ShtcaÜ, Xa

4. CíOU, TlamlteotL

5. CuAtJspalliii, XepejEolotli..

6. Oohiiatl, QuiahnitL

7. Miquiítli, Tlell.

8. liftzaü, TecpatL

9. Tochtli, Xóchitl.

10. Atl, Cenieotl.

11. Itcouintii, Jüquiítii.

12. OzoiüaÜi, AÜ.

18. HalinaUi, TlazoUeoti.

QVIHtA SBSOBMA.

1. Aoatl, Tepeyolotli.

2. OceloÜ, QuiahQiU. 8. Cuaahtli, Tleil.

4. OozcaooAuhtU. TéopftiL

5. OlUn^Xc^yO.

6. TecpaÜl CenteotL

7. Qmaliuití, Miqtii;^.

8. Xóchitl, AtL

9. Cipactli, TlazolteotL

10. BheoAtl, Tspeyolotli.

11. QaQí, Qtti«hiütl« 12w CuetjspiOUxv TlQtL 18. Coboatl, Tecpatl.

€SXTA TKJMtStÁ»

1. Miqaistü/ XDohUL

2. Mozatl, OenteotL

3. ToohtU,.UiqaistU.

4. Atl, AÜ.

5. Itzcuintli» TkzoiteetL

6. Oxonutli, TepejóhXli.

7. MalinaUi, QuahaitL

S. Aoatl, TIdtL

9. Ocelotl, TecpatL*

10. Coaahtli, Xóchitl

11. Coácaoaatihtli, Otnteotl.

12. OUin/HiqUBtU. 18. Tecpatl, AtL

V

^ftrpCA aSECBKA

QdMiiiHI, TIuiUmU. 2. Xqc^U,. TeíffjóUtíJá. 8. Cipactlíf Q¡i;yiabiritL

4. Ehecatlj Tlf^

5. CáOi, Teq^ma.,

6. Cm^p^Uíiii XochitL

7. Cohoaü, CenteotL

8. MiaiiisUL HíoviaUL

9. Mazad, AU. . r

10. Tochüi, Ttofolí«otJ.. ; : .

11. Atl, TepejroioOt- . ■"■' » 13. ItzcuiaU»,;<í«iah]iitL. 18. Ozomadi,.ll9t)k : , .

OCTAVA TB3M9U*

1. HaUnalU, TeopaO.

2. Acatl, XoolutL

8. Ooeiotl, Canteoú.

4. Coanhüi^ Miqmzdí.

5. Cozcaeoaahdi. AtL

6. Olliii, TUsoUeqOi

7. Tecpatly Tepeyoloüi.

8. QniahiiiA Qoiahiiill,.

9. XoclMÜ» TWtL

10. Cipacüi, Teep^V

11. EheMÚ,Xo0faítLt.

12. Cd)i, Centeotl.

13. Cuem«lUii|.JÍiqf9MÍ;

fiOTBNA TUBGEHA.

1. Cohuatl, AtL .

2. Mi<|ai^U, TlnKoltootL 8. l^sad, Tüpayoloüi.

4. ToohtlS» <íanliiatL

5. Atl, Tletl.

6. Itzcain^, Taep^

7. Ozomatli, Xocbid.

8. MilíliaUi, OemeotL

9. AcaÜ, Mi^^ÜS.

10. Ocelod, Ad.

11. Caaahdi, Tlaaotteod.

12. Cozcacoanbtli^ Tép^rolodL

13. OUin, Qsiabttid.

BftCXMUL TBBGXK A.

1. Teqpad^TIéU.

2. Qmahaid, TecpirtL a Xoohid, Xoobid. 4. Cipactli.CMiteod. 6. EhecaÜ, Ifiqvizaib

6. CaUi, Atl.

7. Cuetzpallin, Tlazokaotl.

8. Cohuatl, Tepeyólotü.

9. MkpáitSá, Qviahidd,

10. Mazad, Tletl

11. Tochdi, TMpaú.

12. Ad, Xoolófl.

13. lUBOtiindii. Centeofl.

UKSÉOQQCA ISEOBKA.

Qzomatli, MiqíiíztlL 2. Kalinalli» Ati 8. Aea^ TlaaolefK>ti

4. Ooaloa» Tepeyolodi.

5. Caaohdc, QniahmtL

6. Oozoaenaiilidi, Tlotl»

7. OUin, Tacpad.

8. Te^padi Xo^iú.

9. Qmahlitd, Oanieod»

10. Xochiii Miqoizdi.

11. Cipaotli, AtL

12. Eh6oad# TlaaolteoO.

13. OaDi, T4|p«f olodL

de

BÜÓDÍOIHA TIEtEOEHA.

1. Cnetep*11iii, QoüOraia

2. Cohoatl, Tleil.

8. Mlqu- ztli, T6ct>ftti.

4. ICAsatl.Xooliití..

5. To Mtli. Cttítaótt. e. Atl, Ifiiq^itíL

ItioaÍA¿ii|

8. OzóttstU, TlssoHeotl;

9. Malinalfi, IlijWTMotil

10. Acaü, QtúabultL.'

11. OoeloÜ, lletL

12. Cuanhtli, ^eéptiiL

18. CofldftealRilitiü, XóehKl.

DÉOnfATBRCERA TRECENA.

1. OUin, CoQteotiL

2. Tecpat\ Ifiqíüaffi. 8. Qniahv t , AtL

4. Xoobit Tlasolfcdotl.

5. Cipaotíi,T«peyolotli.

6. Ehaoatl, Quahiiitt.

7. CaUi-Tleti.

8. CnetzpálUn, Tcepáik

9. Cohnatl, Xoeliill

10. Miqnizili, CenteóÜ.

11. Mazatt, Kiqtiiztü

12. Tochtli, AtY.

18. Atl, TbjBolieotl

BÉOÍlCACnjARTA TBEÓENA.

1. Itzcaintli/ Tepeyolcítit

2. Ozomatli. Qoiahaitt. 8. MaünaUi Tleti.

4. Acatl, Teopaftl.

5. Oeaioü, XoehifcL

6. OaanhÜi/OentoOlL

7. Ck>zcacTiauhtli, MiquizÜi.

8. OUin.Atl.

9. Teopatl, TlazolteoilL

10. Qnahuiá, Tfi^piJyoldai.

11. Xochiii; QuiabmO.

12. OipactU, TleU. 18. Eheoaü, TeopatL

DÍOnCAQin»TA TBBOENA

1. CaBi, XoohUl.

2. CaaispalUa, Genteotí. 8. Cohuatl, Miqniztli

4. Miquizlli, AÜ.

5. Mazatl, Tlaeott^oAl.. .j

6. Toch^ TepeyolotU»

7. AÜ, QuiahuiÜ.

8. Itzouintli, TíéÚ^

9. OzomáÜi, T«cpatL

10. MalinalU, XocbitL

11. AcaO, CenteoÜ.. !

12. Ooeloil, MiqnizOi 18. CoanhÜi, Atil '

dAoMASEXTA nÍBCTNA.

Cozcacuanüi, TlaaolteotiL 2. OUin, TaprfolotU. 8. TecpaÜ, Qoiálniitt.

4. Qaiahtdll, tlaÚ.

5. Xookítl, TaepatL

6. CipaoOi, Xooliia

7. EhecaÜ, Canteott.

8. CáUi, Miquizüi.

9. CaetzpaUin, AÜ. ^

10. Cohaatl, Tlasoltéotl.

11. Miqútetli, TepejtííiMÍ

12. MazaÜ, QüiahtiHL 18. Tooiftfi^ TleÜ.

DÍCaUSÍSJMA TB9GEILL

1. Atí, Tecpatl

9. ItxciiÍBtIi,:XoehitL

a. OmumÚí, Ce&tootL

4. MaUkiAni, MiqoiitlL

5. AoaÜ, Atl.

6. Ocelotl, Tlázolteotl, T. Cnauhtíi, TcpeyolotU.

81 Cozeacnatibtii, Quiahititl. 9. Omii,Tleil.

10. TMpail» TaqpaU,

11. Qm«hiútl,XoehiftL

12. Xóchitl, Centeoa

13. Cipactliy Miquiztli.

BécnaOCTAYA XBECENA.

1.

ShecaÜ, AtL

8.

Atl, Centébtl.

s.

CaSi, TlazolteotL

9.

Itzcnintli, Idiqmztli.

&

CoetiiMilUn, Tepeyolotti.

10.

OzenmtU, AtL

4.

Cohnatl, QuiaboitiL

11.

MaUnalli, TlazolteotL

5.

Miquijitü, TleÜ.

12.

Acatl, Tepeyolotli.

6.

MazAtl, Tecpatl.

13.

OceloÜ^ Quiahuitl.

7. TochtK, XochitL

DÉCIHANOTEHA TBECENA.

1. Cuautli, Tlell.

Sl Gozcacaanhtiliy Tdcpafl.

8. OUin^Xodáa

4. Tecpatl, Cenieotl.

5. Quiahuitl^ Miquiztli,

6. Xóchitl, AtL

7. Cipactli, Hazolteótl.

8. Ehecatl, TepeyolotlL R.'CalU, Qniahaití.

10. Cnetepallin, Tl«li,.

11. .Cohua'L Tecpatl.

12. Miquiztli, XochitL

13. Mazatl^ CenteotL

YIGÉaiKA TBEGENA.

1. Tochtli, Míquiztlí.

8. Atl, AÜ,

S. ItiaDoinÚi, TlazoIteoU. .

4. Ozomatli, .Tepeyolotli.

5. MaUnalli, QuiahuitL

6. Acatl, TletL

7. Oodbil, Teepail.

8. Cuauhfli, XochitL

9. CosoaoaaohÜi, -Caniéotl. 10. OUia« MiquiztU, .

.11. Tecpatl, AtL

12. Quiahuiil, Tlazolte'ofl,

13. XbchitL Tepeyolotli.

!EiL el calendaría lanar prímitiyoy dos trecenas se dieron poi?. yalor dO: una revolución sideral; pequeña esta cantidad para su.. obj^to^ j mucho más respecto de la revolución sinódica, parece que se intentó como corrección dar cinco trecenas Ó 65 diasádoa lunaciones, cantidad que vino á separarse mucho del primer in- tento^ y á ser mayor de lo que se buscaba. En el Tonalamatl,. que conservaba supersticiosamente los antigu9s.nnaiBros misti-;^

eos, se introdujo el naéVo térmmo nueTé, <)0n el caal el cálenlo Be aproximaba á la yerdad. En efecto, no se operaba sobre el período 260, sino fiíobre niieye veces su valor ó sean fiJiiO días. La combinación numérica trago de precisión los perSodosde nue- ve trecenas ó 117 días, los cuáles sólo difieren dia é^ euátro lunaciones calculadas á 29,''£i dias cada una ó s.eai)[ 118. ¿Sería que aquellos astrónomos calculaban la revolución sinódica de la luna en 29/25, ó que se vieron urgidos á aceptar los resultados de la combinación de sus números sagrados? Esto segundo nos parece más seguro, quedando obligados á aplicar ciertas correc- ciones.

Los métodos qtie nos ^^curren para salir á la exactitud del cálculo, son éstos: 1/ Tomando 29 veces y media el período 117 resultan 3,451,5 dias, los cuales son iguales á 117 lunaciones. .2.* Multiplicando entre las cantidades 117 por 118,61 produc- to 13,806 es igual á 468 lunaciones ó sea 117x4: la cuarta parte de 13,806, es decir, 3,461,5. igual á 117 lunaciones. 3.' Y que va más conforme con sus números. El producto 2,340 de los factores 13x20 igual con 260, multiplicado por nueve, es igual á 117x20; y como cada período de 117 dias quiere representar cuatro luna- ciones, todo el producto querrá equivaler á ochenta lunaciones. Si al fin del período del Tonalamatl 2,340 Se intercalan 20 dias, cantidad igual á la de sus símbolos diurnos, resultan 2,360, igual á 80 lunaciones: 80 igual con 20x4 en consonancia con sus fac- tores constantes. Lo probable nos parece, que los períodos luna- res estaban arreglados por el valor de 80 lunaciopes.

El Tonalamatl no sólo era cuenta de la luna, sino también del planeta Yénus« Tomamos la autoridad del P. Motolinia, (1) co- piándola al pié de la letra, para no desfigurarla en un extracto. "Esta tabla que aquí se pone se puede llamar calendario de los indios de la Nueva España, el cual contaban por una estrella que en el otoño comienza á aparecer á las tardes al occidente, con muy clara y resplandeciente luz, puesto que el que tiene bueiía vista y la sabe buscar, la verá de medio dia adelante; llámase es- ta estrella Lucifer , y por otro nombre dice Sper, y deste notti-

CO Hist de Io8 Indios de Kaera España: predoso códice MS. en poder del Sr. V, Joaquín García Icazbalceta; mucho más copiosa qué él que \ió la lu2 piíblioa por los ooidados del mismo Sr. Gaiefa.

SI

bre y esfarella nnestra SpuJíaen ti^ tiempo tre U&inó Speria. Cómo ei sol ya abajando y haciendo los diás mam peqnenoB parece qne elb TaambiendO) á esta eansa «ada dia ya apáteeiendo tm poeo más alta, hasta tanto que la torna el éól 4, la alcanzar, j paear en el yeraao y estío y se viene á poner oon el sol» en cuya claridad se deja de ver, y este tíempo y dias qae apar«oe y sale la primera - T€z, y subo en alto, y se toma á perder y encubrir, énesta tierra son doscientos y sesenta dias, loe cuales están figurados y asen- tados en' calendario á tabla, y para que mejor se entienda pusi- mos esta figura ó tabla, en qudí hay doecieütas y sesenta casas, ' contadas de trece en trece y en veinte líneas que son veinte tre- ce, como si en una plana escribiésemos veinte renglones de trece letras, serían doscientas y sesenta letras; bien ansí van estas casas puestas y asentados los diaé en ellas, por orden, comen- xando el primero que es Cipactli y dice ce cipacíM^ un espadarte; ' dos viento%, orne éhecúü y ansí va discurriendo hasta acabar la ' primera línea en qne está trece casas; luego en la segunda línea se asienta, en catorce no dicen el nombre propio, y ansí va pro- cediendo y llegando al veinteno y -áltimo dia que es xnchitl,jio se dice veinte rosas cempual xuókifl sino siete rosas, chicóme xu- dUtfy porque es setena casa en la segunda linea trecenaria por ^ diyo respetp se dice siete flores, y no por respeto del numero veintenario de los nombres propios de los dias, como algo está dicho; yes de saber que aquestos doscientos y sesenta dias están tasados ansí en este número, porque tantos son los signos ó ha- doSy disposición de los planetas en que nacían los cuerpos hu- manos, según los filósofos 6 astrólogos de Anahuac, y no és nueva opinión entre estos de Anahuac, pues silbemos que en muchas naciones hay filósofos 6 sus escritos que la tienen^ . . . «

'H3umplidos estos doscientos y sesenta diás y los signos y pía-' netas de ellos, hemos de comentsdr á contar del principio que es'^ Cipsietli, é ir discurriendo de la misma manera hasta el fin, y an- * ai aoabada la tabla como está dicho, no hemos por respeto de esta cuenta de mirar en quá meií se acaba y cumple, é para sa- ber el oómputo del ano y curso del sol, que no es su cuenta, ni por su respeto se nombra y son los signoSi sino por contempla- ron de la estrella, ni nos admiremos. -A esta cuenta la llaman TimalpókuaUi^ que quiere decir, ouenla dei soly porque la inter- pretación é inteligencia de «ate vocaUe ea largo modo quiexe

32.

decir, cueota de planetas ó criaturas del cielo qae atimbran y' dan lass^ y no se entiende de sólo él planeta llamado sol, qué cuando bace luna decimos frte^^iona, esto es» qae da las y alambra la luna; de la estrella también dicen dUaUcmaf la estrella da cla- ridad, empero porqne da Inz y alambra, es más propio del sol qae de los otros planetas, caando lo bay dicen absolutamente tena. ^'Después del sol á esta estrella adoraban é bacían más sacri* ficios, qoA á otra criatura ningnna celestial ni terrenal. Después que se perdía en occidente, los astrólogos sabían él dia que pri- mero babía de volver á aparecer el oriental, (1) y para aquel primer dia aparejaban guerra, fiesta y sacrifiicsiosi y el señor da* ba un indio que sacrificaban luego por la mañana, como salía y. aparecía la es^trelia» y también bacían otras -muchas ceremonias, y sacrificios, y desde allí adelante, cada dia en saliendo, le ofre*»- cían incienso los ministros de los ídolos, y estaban levantados: esperando cuando saldría para le bacer reverencia y sacrificio sangre, é otros mucbos indios por su devoción hacíanlo mismo. . El más general sacrificio de todos era cuando, babía eclipsé de soV.ca entonces con gran temor todos, botnbres y mujeres, chi- cos y grandes y . se sacrificaban de las orejas ó de los braeos, y echaban la sangre con los dedos hacia el sol. Tomando á nues- tra estrella, en esta tíerrai tarda y se ve salir en el oriente otros > tantos dias como en el occidente, conviene á saber, otros doscien- tos y sesenta dias, otroS; dicen que trece dias más, que es una se- mana, que son .por todos doscientos y sesenta y tres dias. - Tam- ' bien taníaU' (2) con todos los dias que no parecía, oomo buenos astrólogos, y esto todo teníanlo en mucho los señores y la otra: ge^^. La causa y ra2^n porque contaban los dias por esta estre- lia que se hacia reverencia y sacrificio, era porque estos natura- les engañados pensabais ó creían^ que Uno de los principales de sos dioses illamado TopU<¿n» y ^or otro nombre Quetzalcoatl^ cuando murió y deste mmido partió, se tomó en aquella resplan- d^iente estrella."

_ Hasta aquí el MotoUnia, cuyas noticias so^n inápreeiables, ^> siapuesto que qqs conservan él' sentir de los astrónomos metical; jxQfi. No puede x^aber duda, jenoerrábaMC en el Tonalamaél los

(1) Xfeb0 dfdr, «1 piaoate (ftMmta]; d, si lado oriMitaL <^) Fiata a^'la fidjd)ril<eiioiito); ote eqvi^^

33

«

oilcalos combinados de los moTÍmientos de la lana y del planeta Yénns. Obligados los calculadores méxica por los números de sa aritmética, retenidos, en sus períodos cabalísticos, no hacían otra cosa que combinar los mismos términos, para salir' en períodos más ó menos largos á resultados precisos. Segnn los datos pun* tualizados por el docto franciscano, fijaban las diversas aparicio- nes de Yénus en 633 dias, es decir, en dos períodos de 260 más trece dias, ó sean 41 períodos trecenales. El término medio de dos conjunciones de Yénus está colocado en 584 dias; aquel nú- mero pecaba por demasiado corto. Pero ocurre esta observación; los nueve períodos del Tonalamatl arrojan la cifra 2,340; cuatro períodos medios de 584 son iguales á 2,336; á cabo de ese tiempo sólo resultaban para los méxica cuatro dias por más de diferen- cia. Ellos que conocían las variaciones del período, que obser- vaban el planeta j sabían predecir su aparecimiento como estrella matutina 6 vespertina, debían llevar sus tablas y saber hacer las correcciones convenientes en su Tonalamatl. Este cálculo, al pa-« recer inaólito, revela profundas nociones astronómicas.

CAPITULO ni.

GALENDABIO SOLAR.

El áia,'^Hora».'-Lo$ mé$e9,-' NemonUmL--'El año,-~Perio<h» treewialet.'^Lai »e- ñoreé 6 aaompatíadoé de ¡a noche.^Ciolas menores y ma^cr, ItiimtaXMsUm,, 06- wnacUmM, Gorreepondenda entre ¡os añae—DUcusian. Orden de loe meeee, Ckmoordanda entre ¡o» ame aeUeay juliano. Intereaiaeion, El súUmade Oama. Dieeusion, Fwma einguiar del calendario de Gama» Interealaeion, Fieeta eiolica' ^Principio del dia, Conóordaneia. ^Nuestro eietema,

CONTÁBASE el dia civil mexicano, de an orto del sol al orta sigaiente; práctica común á los persas, judíos, romanos, mu- chos pueblos de Oriente y conocido en el antiguo estilo babiló- nico. Ese espacio de tiempo se distinguía en dia propiamente dicho, llamado Tonatiuh^ sol; tonalli^ calor del sol, y era el inter- valo en que estaba el sol sobre el l^orizonte: había las voces Üa- coüij dia, cemihuiÜ^ espacio de un dia, poco usadas en las anota- ciones cronológicas. Al tiempo que el luminar permanecía de- bajo del horizonte, se decía yocdli ó yohtiaJli, noche. Llamábase al. orto del sol Iquiza Tonatiuh; al medio dia NepanÜa Tonatiuh; al ocaso Onaqui Tonatiuh; á la media noche YohuálnqparUla. Re- sultaban cuatro grandes divisiones en los dias iguales á las no- ches, de seis horas cada una; cada una de ellas se subdividía en do3 partes iguales, correspondientes á las nueve de la mañana, tres de la tarde, nueve de la noche, tres de la madrugada: en to-

r

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do ocho diyisioii69. Como durante el afio.mada el Talor del día y de la noche» se infiere que aquellas divisiones no siempre po- dían ser iguales, y que las horas á que aludimos eran horas des- iguales, ^^oramos si usaban de aparato para sustituir el relox ó la clepsidra; durante la luz marcaban el tiempo por el sol, se- ñalando el lugar del cielo en que el astro se encontraba y dicien- do iz teoU, aquí el dios; por la noche calculaban y se regían por las estrellas. (1)

Veinte diaa civiles componían un mes» nombrado metzüij luna; tal vez porque tres períodos de éstos eran iguales á dos lunacio- nes más un dia. Los veinte dias se expresaban con los mismos signos diumoB del ToiiiJ*matl y en el mismo orden.

L Cipaotii.

G. Miquista.

11. Osomatli.

16. CozcacnaolitlL

2, EheoatL

7. Mazatl.

13. Malinalli.

17. Ollin.

3. Gálli.

8. Tocbtii.

18. Aeafl.

18. Teopatl.

4. Cnetzpalin.

9. AÜ.

li. Ooelotl.

19. QniRhniti.

5. CohnatL

10. Itaouintii.

16. Owmhtli.

20. Xóchitl.

Los veinte dias de cada mes, cualquiera que fuera el signo inicial, se dividían en cuatro períodos de cinco dias, que servían para señalar el tumo á los tianquuáli 6 mercados. No debe dár- seles el nombre de semanas, pues no en todas partearse verifica- ba el mercado el misma día.

£1 Señor Núfien de la Yega» obispo de Chiapas, nos informa que entre los chiapanecas existía el recuerdo de la semana pro- piamente dicha. XXyiÜ. En muchos pueblos de las pro* '«YÍncias de esté obispado» dice, tienen pintados exi sus reporto- "rios 6 calendarios, siete negritos para hacer divinaciones y pro- ^'nósticoe, correspondientes á los siete dias de la semana comen- ''sándola por el viernes á contajr, como por los siete planetas los '^gentiles, y al que llaman üodahtmtox (que es el demonio, según "los indios dicen con].trece potestades), le tienen pintado en silla "y con astas en la cabeza como de carnero." (2)

Diez j ocho meses componían un aña Sus nombres cambiaban en diversos pueblos, introduciendo alguna confusión, que des- aparece con poner juntos los sinónimos. La escritura jeroglífica

(1) Gama, las dos piedma, pág. 18-14.

(2) Couititiicionaa dioeManaa^ ptfg. 9, eoL I.

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presenta también multitud de variantes, dimanadas de que los símbolos se refieren unas veoea á los* dioses, otras á las prácti- cas rituales ó á las costumbres.

L ItzcaUi, XochilhuitL Tenía lugar la fiesta á Xiuhtecuhtli Tletl, y una solemne al fuego de cuatro en cuatro años. Itzcalli lo tra- duce Yeytia por retoñar la yerba: Torquemada por resucitado 6 el de la resurrección. El interprete del Oódice Telleriano-Be- mense asegura que se hacía ''la fiesta del fuego, porque en tal ^'tiempo se calentaban los árboles para brotar. Fiesta de Fil- "quixtiu, la naturaleza humana que nunca se perdió en las veces que **se perdió el mundo" Nace de aquí, que el símbolo ^religioso es el dios del fuego; el civil un templo y junto un árbol retoñando. Glavigero traduce á Itzcalli, he aquí la casa^ y por eso en su ca- lendario pone una casa con la cabeza de un animal emima; in- terpretación y símbolo no van ajustados á la verdad. Itzcalli, para los intérpretes de los Códices Vaticano y Telleriano, quiere decir viveza y Imbilidad: en aquellos pueblos había costumbre que en principio de año tomaban las madres á sus hijos por la cabeza, les suspendían en alto y gritaban repetidas veces, itzcalli, itzcáüi, ''como si dijeran, aviva, aviva:" pretendían con ello que los dioses desataran y avivaran la inteligencia de los niños, y no como entiende Glavigero, que por este medio se procuraba dar- les grande estatura. En memoria de ésto se encuentra represen- tado el mes, por una figura mujeril teniendo un niño suspendido entre las manos. Xochilhuitl, de xochitl é UhuUl, fiasta ó un dia de la semana: fiesta de las flores.

n. Xilcnnanaliztli, AÜacahualoo, CuaJinülehuaf CihuaHhuitL Xilo- manaliztli, ofrenda de xiloít 6 jilotes; nombre usado por los de Tlaxcalla. Cuáhuitlehuay quemazón de los árboles: nombí^ perte- neciente á lugares fuera de México. Atlcahualco ó Atlacahualoo, nombre admitido por los mexicanos; según el P. León, detención de las aguas, y es la interpretación de todas que más nos satisfa- ce. Cihuailhuitl, fiesta de la mujer. El símbolo religioso es la imagen de Tlaloc y un árbol reverdeciendo, con el agua entre las raíces.

m. TlacaxipehualtzÜi, CohuaühuiÜ, Significa el primer nom- bre, desoUamiento de gentes, aludiendo á la fiesta celebrada en aquel mes. Gohuailhuitl, fiesta de la culebra. Símbolo religioso. Toteo armado en son de guerra, llevando vestida la piel de un

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hombre^ cuyas manos amarillas le cuelgan á la espalda. En otra pintura hemos visto, una piel humana y sobre ella nn macuá- huitl, un chimalli y una bandera.

rV. Tozozíontlu De tozoztli, síncopa de tozolizüi, derivado del verbo tozoa^ velar; con la terminación tcnüi de diminutivo, Tozoz- tontli, vela ó vigilia pequeña, porque en aquel mes velaba y ayu- naba la gente popular. Símbolo religioso, Centeotl llevando en las manos mazorcas de maíz tierno. En algún calendario se en- cuentra un pájaro herido por una púa de maguey; el ave es la tozoztli, pasagera en el Valle y que llegaba por aquel tiempo.

V. HueitozoztlL ConlapalabraAt^e/, grande; vela ó vigilia gran- de, por que entonces velaban y ayunaban el rey y los nobles. En el símbolo religioso se ve á Centeotl sobre una especie de andas, signiñcando que entonces tenía lugar su fiesta particular; en la otra pintura, ave y púa de mayores dimensiones.

VI. ToxccUiy Tepopochiiiliztlu De todas las interpretaciones dadas á la palabra toxcaU, la más genuina, á nuestro entender, es la dada por Gama, tomada del P. Acosta: ''una soga gruesa tor- cida de sartales de maíz tostado." Tepopochuiliztli, sahumerio. En el símbolo religioso se ve á Tezcatlipoca armado de escudo, saliéndole de los pies una serpiente; lleva los atributos como causador de males, de disturbios y de la guerra. Clavigero re- presenta el mes con una cabeza coronada con una guirnalda, y el sartal de maíces tostados. En otra parte vimos, el sartal de maíces y una hacha, recuerdo del sacrificio.

Vil. Utzálcucdizílu Comida de etzaUi; el etzall% conforme al P. Sahagun, era una especie de puches ó poleadas, que todos co- mían en su casa durante esta fiesta. ^1 intérprete del Cód. Vati- cano asegura, que en los templos cocían maíz en solo agua y lo repartían al pueblo; aumenta, que la fiesta se hacía en memoria de cuando la tierra fué destruida por el diluvio. En el símbolo religioso se descubre á Tlaloc, llevando en una mano una caña lograda de maíz, en la otra mano la olla en que se condimentaba el etzalli; grandes gotas de agua rodean la figura, expresando que en esta época está en su plenitud la estación de lluvias.

VIIL TecuilhuitzintU, Sahagun, Torquemada, el P. León, es- criben Tecuilhuitontli, sinónimo de Tecuilhuitzintli, que signi- fica, fiesta menor de los niños y caballeros. En el símbolo reji*

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gioso se descubre á Hnixtocihnatl, diosa de la sal, con sus atri- butos; en otros calendarios se encuentra nn signo particular del mes de pequeñas dimensiones, 6 un niño con los arreos de la nobleza.

IX. Htíeitecuühuitl Fiesta mayor de caballeros y señores; la principal del año, en que los nobles daban de comer álos pobres, haciendo fiesta á Xilonen, diosa de los jilotes (xilotl). En el ri- tual represéntase con la figura de un noble, teniendo en la mano el signo del mes. En los calendarios, éste y el anterior mes se escriben del mismo modo, con solo la diferencia de ser aquel de menores dimensiones.

X. MiccatthuttzMi, Tlaxochimaco. El primero era nombre usado por los de Tlaxcalla, y quiere decir, fiesta ó conmemora- ción pequeña de los difuntos. El nombre mexicano es Tlaxochi- maco, palabra que Torquemada interpreta, cuando son dadas y repartidas las flores; mientras Veytia dice, estera de flores. En la fiesta principal del mes, consagrada á Huitzilopochtli, la esta- tua de éste y de los demás dioses eran adornadas profusamente con flores. El símbolo religioso es la imagen de Huitzilopoobtli, sobre unas andas. En otros calendarios se advierte, bien un ca- dáver de niño, bien un copilli de pequeñas dimensiones.

XI. Hudmiccaühuiti, Xocohuetzi. La primera denominación era- la usads^ por los de Tlaxcalla, significando, fiesta mayor de los difuntos. Los méxica empleaban Xocohuetzi, que dice, cuando cae del árbol la fruta, cuando madura la fruta. El símbolo reli- gioso la figura de Huitzilopoohtli, oon el medio cuerpo inferior envuelto y ligado como un cadáver. En los otros calendarios los signos son iguales á los d^ mes anterior, aunque de mayores di- mensiones.

XIL OchpaniztUy TenaJitiatüiztlu Oohpaniztli, barredura, y por metáfora, escoba, porque entonces se barrían y limpiaban los templos, se aseaban los ornamentos de los dioses: se componían también calzadas y caminos, de lo cual venía la voz Tenahuati- liztli. El símbolo del mes es la diosa Toci ó Teotinan: en los otros calendarios es una escoba ó manojo de popotes, (popoü).

Xni. Fachtli, Teotleco. Pachtli, la parásita llamada vulgarmen- te heno (Fillandia usneoides). Teotleco, vuelta ó bajada de los dioses, porque suponían que durante el mes anterior habían es-

^

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todo faera de la ciudad. Llegaba el primero Tezcatlipoca, repre-- sentado por Tlamatzmcatl ó Titlacahnan, el penitente qne enga- ñó á Quetzalcoatl. El símbolo religioso es Tezcatlipoca, dejando tras las aguas 7, animoiando las calamidades del jelo: se es^ cribe «B otros calendarios con la fígnra del heno.

XIY. HueipachÜi^ Tepeükuitt Hueipachtli, pachtli grande. Te- peiUmitly fiesta de los montes. El símbolo religioso, un cerro con la imagen de Tlaloc y de las nnbes.

XY. Quechoílú Yejtia dice de esta ave ser el payo real; Tor- quemada, qne es el francolín ó flamenco; esto es la verdad, según lo confirma ClaTigero, 7 es cierto que por este tiempo llega á nuestros lagod. Símbolo religioso, el dios Mixcoatl : en otros ca- lendarios, el quecholli ó un manojo de plumas.

XYL Panquetzalixñi. Torquemada traduce, enarbolamiento de pendones ó banderas; Yeytia, banderas ó pendones de plumas. Hacíase fiesta á Huitzilopochtli como dios de la guerra; sobre cada casa ponían una banderita de papel, izaban la suya capita- nes y soldados, y se enarbolaba sobre el templo el gran están* darte del dios. Huitzilopochtli es el símbolo religioso; en otros calendarios, una bandera.

XVJUL. Aiemoztli* Torquemada interpreta, bajada del agua: Bo- tarini, ara de los dioses; Ixtlilxochitl, piedra ó ara del sacrificio; ' Teytia se decide por, diminución de las aguas. Los intérpretes de los Códices Telleriano y Yaticano dicen: "En este mes cele- ''braban la fiesta del abajamiento de las aguas del diluvio, y por ''esto le hacían fiesta; digo, cuando se descubrióla tierra ó cuan- "do ya estaba fuera del peligro del diluvio. Atemoztli quiere ''decir, abajamiento de las aguas, porque en este mes por mara- "villa llueve." Esto en realidad quiere decir, pues hacia esta época bajaba sensiblemente el nivel en las aguas de los lagos. £1 símbolo religioso, el agua descendiendo, con la imagen de Tlaloc, y análoga figura en otros calendarios.

XYIIL TitiÜ. Torquemada traduce, tiempo apretado; Boturi- ni, vientre ó nuestro vientre. Gama rechaza como falsa la inter- pretación de Boturini, y saca la suya del verbo titixia, rebuscar después de la cosecha. Yiene la palabra de la fiesta á Tlamate- cuhtli, señora vieja llamada también Tona, nuestra madre, y Coz- camiauh. El símbolo religioso, Mixcoatl, y Xochiquetzal inven- tora del tejido y del bordado, á quienes las obreras hacían fiesta

particular. En algunos calendarios se ve una mano^ reteniendo un objeto por medio de una cuerda. Ello lo explica el P. Saha- gun. *'E1 dia siguiente, dice, todos los populares hacían unas ta- ''legas como bolsas con unos cordeles atadi^, tan largas como ''un brazo: henchían aquellas talegas de cosas blandas, como !&- ''na, y llevábanlas escondidas debajo de las mantas, y á todas las ''mujeres que encontraban por la calle dábanlas de talegazos."

Año se dice xihuiü, yerba nueva, nombre que parece referirse á las observaciones rurales. Componíase, pues, de diez y ocho meses de á 20 dias, ó sean 360 dias útiles. Decimos útiles, por- que después del último mes se añadían cinco dias complemen- tarios llamados Nemontemi, aciagos, vanos, inútiles: á quienes en en ellos nacían se tenían por desdichados, diciendo al varón ne- moquichüiy á la hembra nencihuaüy hombre ó mujer infeliz. En es- tos cinco dias permanecía la gente ociosa; mas aunque no se con- taban para los trabajos particulares ni públicos, formaban parte de la distribución del año y entraban en los cálculos cronológi- cos. Se puede asegurar que había dos años, el civil y el astro- nómico.

TABLA GENERAL DE LOS DUS TBEOEI^ALES.

■w •• S> ^V ^M *? ■■•' ^^ yC ^^ !^ '^^ ¡S ^^ ^M ÜI ••

*^^>»^**><xx><SS8

1. CipacÜi. 1 8 2 9 3 10 4 11 6 12 6 13 7 1 8 2 9 8 10

2. Ehecatl. 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11

3. Calli 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 8 10 4 11 5 12

4. Óaetzpalin. 4 11 5 12 6 18 7 1 8 2 9 8 10 4 11 6 12 6 13

5. Cohaati, 5 12 6 13 7 1 8 2 9 8 10 4 11 5 12 6 13 7 1

6. Miquiztli. 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2

7. Mazatl. 718298 10 4 11 5 12 6 13 718293

8. Tocbtli. 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4

9. AÜ. 9 8 10 4 11 5 12 6 18 7 1 8 2 9 8 10 4 11 .5

10. ItzcoinÜi. 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 8 10 4 11 5 12 6

11. Ozomaüi. 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 G 13 7

12. Malinalli. 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8

13. Acatl. 13 718298 10 4 11 6 12 6 13 71829

14. Ooelotl. 1 8 2 9 8 10 4 11 6 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10

15. GoauhUi. 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11

16. Cozoaouauhtli. 3 10 4 11 5 12 G 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12

17. Onin. 4 11 6 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13

18. Tecpatl. 5 12 6 13 7 1 8 2 9 8 10 4 11 5 12 6 13 7 1

19. QoiahmtL 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2

20. Xóchitl. 718293 10 4 11 5 12 6 13 718293

r

41

Los períodos trecenales se deslizan por todos los días del año en forma idéntica que en el Tonalamatl. Gomo cada mes se com- pone de los yeinte símbolos diurnos, se infiere que todos los me- ses comienzan y acaban por los mismos signos; es decir, si el primer mes empieza por Cipactii, como en la tabla general, los diez y ocho meses tendrán por inicial á Oipactli, y por terminal á Xóchitl; mas si comienza por Itzcuintli, v. g., todos tendrán por inicial á Itzcuintli, y por terminal á Atl. Conocido un mes, todos son conocidos. Los cinco nemontemi tienen por inicial el mismo signo del mes y cuentan la cuarta parte de los símbolos diurnos. Para entenderse en medio de esta igualdad, que daría motivo á confusión, y para señalar y conocer un dia determinado del año, servían las triadecatéridas, porque de esta manera cada simbolo diurno iría afecto de distinto número de orden. En el Tonalamatl la serie de las trecenas combinadas con los días, cons- ta de trece términos; en la forma del año ó combinación de los meses con las triadecatéridas, la tabla arroja una nueva serie de diez y nueve términos, diez y ocho de los meses y uno de los nemontemi, en esta forma:

1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10;

en la cual se advierte que los trece primeros términos, serie del Tonalamatl, se completan con otros seis iguales á los primeros. Esta serie es constante: si se comienza por un término cualquie- ra, se le integra á los diez y nueve, siguiendo su forma inflexi- ble, V. g.

11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7.

Observando estos números se advierte que, trece son los ver- daderos términos de la serie, no siendo los seis restantes 'más de repetición de los primeros. En efecto, la serie entera termina al fin del décimo tercero mes en que lo piden 13 x 20=260, es decir, los períodos del Tonalamatl. Los cien dias siguientes para com- pletar loH 360 dias útiles del año, ó mejor dicho ciento cinco, in- cluyendo los nemontemi, estarán idénticamente distribuidos á los 105 primeros dias del año, así en signos como en números

de orden. De esta igualdad resulta gran confusión.

6

42

Para evitarla, se entrelazan los Acompañados 6 Señores de la noche. La serié perfecta, como yimos en la tabla del capítulo anterior, es:

1. 3. 6. 7. 9. 2. 4. 6. 8,

y se completa en 20x9=180 dias, en decir, en nueve meses, 20 X 9=180; en los siguientes nueve meses, se repetirán otra vez los acompañados en el mismo orden, formando dos periodos simétri- cos 2x180=360. Tres principios importantes resultan de aquí: I** Que los nemontemi carecen de acompañados; los signos diur- nos que les componen van sueltos sin interrumpir la simetría" del año. 2"* Los señores de la noche son invariables para todos los años; cada uno de éstos comienza por Xiuhtecuhtli Tletl, ter- ' minando al fin del noveno mes con Quiahuitl; comienza otra vez el décimo mes por Xiuhtecuhtli, para finalizar con Quiahuitl al fin de los 360 dias. 3"* Que las dos series de los dias trecenales y de los acompañados, combinadas entre sí, determinan que los cien dias últimos de la cuenta no puedan confundirse con los cien primeros, porque 'si llevan el mismo número de orden, no tienen el mismo acompañado. En efecto, el orden que guardaran en el año que comienza con Cipactli, será:

Primeros mués. ÚUimoH meteé,

»

1. Cipactli, Xiuhtdcuhtli. 1. CipacÜi, Quiahuitl. 6. CipaoÜi, XochitL 8. Cipactli» Tecpatl.

2. CipaotU, Miquiztli. 2. Cipactli, Centeotl. 9. Cipactli, Tlazolteoü. 9. Cipactli, AtL

8. Cipactli, Quiahuitl. 3. Cipactli, TepeyoloÜi.

El período trecenal no se amolda perfectamente sobre el año como el de los señores de la noche; tomados los 360 dias, se com- ponen de 27 trecenas y 9 números; tomados como se deben los 365 cabrán 28 períodos trecenales más una unidad. Resulta de aquí que todo año común acaba por el mismo número trecenal en que comienza.

De la falta de perfecta simetría en los meses, signos, diurnos y períodos trecenales; de advertir que los factores introducidos carecen de la armonía que en el Tonalamatl se nota, inferimos á priori, no ser exacta la forma que los autores atribuyeron al ca- lendario, mas dejando esto para la discusión, prosigamos nues- tro estudio.

48

Cincuenta j dos añoB componen un ciclo menor, nombrado Toxiuhmolpia, Xiuhmolpia, ^ Xiuhmolpilli, Xiohtlalpillii que quieren decir, atadura ó manojo de años. Dos ciclos menores componen uno mayor de ciento cuatro años llamado Cehuehne- tílixtli, una edad, nna vejez.

Para anotar y distinguir los años del cielo menor fueron to- mados los cuatro símbolos diurnos Tecpatl, Calli, Tochtli, AcatL Se les escogió de preferencia á otros, porque estaban enlazados con diferentes ideas.

L Recordaban los cuatro pasados soles cosmogónicos.

IL Representaban los cuatro elementos, fuego, tierra, aire y agua La doctrina de los cuatro elementos fué admitida en Eu- ropa y profesada en las escuelas hasta mediados del pasado siglo; antiquísima en los conocimientos humanos, Pitágoras la enseñó á sus discípulos tomándola de los sacerdotes de Baco, quienes á 8U tumo la sabían desde tiempos bien remotos. Los mexicanos admitían la teoría, y aun parece que aceptaban conclusiones se- mejantes á las de Diógenes Laercio: "De los puntos proceden '^ líneas, de las líneas las figuras planas; de éstas salen los ^sólidos; de los sólidos los cuerpos que tienen los cuatro ele- amentos, tierm^ ftgtia, aire y fuego. De estos cuatro elementos, "de su agitación y de sus cambios en todas las partes del uni- 'Verso, resulta el mundo animado, intelectual y esfórico." Los autores no están conformes en el símbolo de cada elemento, en- contrando estas opiniones:

Fusgo, Agua, Aire, Tierra.

Gemelli Careri Calli AoaÜ Tecpatl ToehÜi.

Botoxini (1) Tecpatl Acatl Tochtli ' CaUi

Ve7tíA(2) Tecpatl Acatl TochtH Calli

Aceptamos la versión de Veytia y de BoturinL m. Marcaban las cuatro estaciones. En esto igualmente en- contramos diferencias: helas aquí:

Gemelli da á la primavera elsímbolo Tochtli; al estío, Acatl; al otoño, Tecpatl; al invierno, Calli. Botarine dice que esto es ver-

(1) Idea de una una nueva hist. pág. 55.

(2) Veytía, Hist. antig. tom. 1, pág. 42.

u

dad para el año Toohtli; más que cambian en los demás años de esta manera. Año de Aoatl. Acatl, primavera; Tecpatl, estío; Oalli, otoño; Toohtli, invierno. ^Año de Tecpatl. Tecpatl, pri- mavera; CaUi, estío, Toohtli otoño; Acatl, invierno. Año de Oa* Ui. CaUi, primavera; Tochtli, estío; Acatl, otoño; Tecpatl, in- vierno. ly. Indicaban los cuatro puntos cardinales.

HOBTZ.

Mietlampa,

6ÜB.

Httitsítlampa.

Tlapéopeopa

ponhente. OihuaUcmpa

Gemelli TeopaU Boturíni TochÜi Sahagun (1) Tecpatl Torquemada (2) Tecpatl

TochtU Tecpatl TochtU ToohtU

Aoatl CaUi Acatl Acatl

CaUi AcaÜ. CalU OalU

Preferimos la opinión de Sahagun.

No todos los pueblos de Anáhuac comenzaban sus cómputos por el mismo signo inicial: empezaban los toltecas por Tecpatl, los de Teotihuacan por CaUi, los texcocanos por Acatl, los médi- ca por Tochtli: este último sistema es el que estudiamos. Los cuatro símbolos tenían este orden invariable; tochtli, acatl, tec- patl, oalli. Bepetidos sucesivamente recibían el período trece- nal, formando cuatro períodos de trece, de lo cual resulta 13x4 =52: cada período menor se nombraba tlcdpiüi, nudo ó atadura. Los cuatro tlal{)iUi, llevando también el número de orden en el cielo, quedarán así dispuestos:

Primer UalpiUi. Segundo tlaípOU Tercer ÜaXpüU Cuarto taípUU

1. ItoohtU

2. n aoatl

8. in tecpatl

4. IVcaUi

5. V tochtli

6. VI acatl

7. Vn tecpatl

8. YlIIoaUi

9. IXtochtU

10. X acaü

11. XI tMjpaÜ

12. Xn oaUi

13. Xm tochtU

14. I acaü

15. nteopatl

16. IHoaUi

17. IV tochtU

18. V acatl

19. VI tecpatl

ao. vn^aUi 21. vm toohtli

22. IX acatl

23. X tecpatl

24. XloaJU 25 XII tochtU 26. XII acaü

27. I tecpatl

28. noáUi

29. m toohtU

80. IVacatt

81. V tecpat 82.- VI oaUi 88. vn tochtU 84. vm acatl 35. IXteopaÜ 86. X oaUi

37. XI toohtU

88. xn aoatl

89. XlIItecpaÜ

40. IcaUi 4l'. n toohtli

42. m acatl

43. IV tecpatl

44. y caUi

45. VI toohtU

46. vn aoatl

47. Vin tecpatl.

48. IX caUi

49. X toohtU

50. XI acatl

51. Xntocpaü

52. XIII oaUi

(1) Tomo 2, pág. 266.

(2) Monarq. indiana, lib. X, cap. XXXVI.

45

Este es el orden satnral en el cielo. El artifioio en esta com- binación consiste en formar períodos iguales en qne cada sím* bolo yaya afecto de los números de la trecena, sin qne por ello puodan confundirse. Pongámoslos en esta otra forma:

1 tochtU

2acati

8 tecpaü

4oa]U

5 tochtU

6acfttl

Ttdopati

Scalli

9 tochüi

lOacaÜ

11 tecpatl

12calli

18 toclitU

1 acatl

2 tecpatl

8 calli

4 tochtli

5 acaÜ

6 tecpaü

rcalli

Stodhtíi

9acaÜ

10 teopatl

llcani

12toehUi

ISacftÜ

Iteopaü

SoaUi

3 tochtU

4acaÜ

6 tecpatl

GcaUi

7 tochüi

8 acatl

9 tecpaü

10 calli

11 tochüi

12 acatl

13 tecpatl

IcaUi^

2 tochüi

S acatl

4 tecpatl

6 calli

6 toehtiü

r-aoaü

8 tecpaü

OofúU

10 tochüi

11 acatl

13 tecpaü

13 calli

En las líneas horizontales se sigue la lectura de los años suce- 8ÍTOS del ciclo; las verticales arrojan la serie de trece térnví|ps por el orden que afecta á cada signo, serie idéntica en los cuatro periodos, aunque en cada uno comienza por distinto número. Leyendo en estas listas, encontramos: I"" Cada tlalpilli comienza 7 acaba por el mismo signo. 2"" En el período de 52 años, ningún signo Ya afecto dos veoes eon el mismo número trecenaL S"" In* dioado un año, se conoce á aual tlalpilli pertenece, j qaé núme- ro le toca en el orden de los 52 años.

El oido máximo de 104 años se compone de dos períodos si- métricos de 52.

La fiesta Recular del fuego nueyo se verificaba al terminar el ciclo menor, á la media noche del último nemontemi del año ma" ÜacUiomei Acatl, Esto fué en el estilo antiguo; pero en tiempos posteriores la atadura los años se hacía al fin del ce Tochtli, con lo cual propiamente la cuenta del ciclo empezaba por el ome Acatl, quedando por año postrero el ce Tochtli. Esta es la razón de que én las pinturas según son antiguas ó modernas, se en- cuentra el símbolo de la fiesta cíclica, unas veces junto al ce To- chÜi, otras unido al ome Acatl.

¿En cuál época fué trasladado el principio del ciclo del uno al otro signo? ^El intérprete del Códice Telleriano-Kemense dice:

46

''En este año (Ce Tochtli 1506) asaeteó Moimtezama á un hom- ''bre de esta manera: dicen los viejos que fué por aplacar á los "dioses, porque había doscientos años que siempre tenían ham- ''bre en el año de un conejo. En este año se solían atar los años, ''según su cuenta, j'porque les era año trabajoso, lo mudó Moun-- "tezuma á dos cañas. (1)" Sigue esta opinión el Sr. D. José Fer- nando Bamirez, describiendo el monumento cíclico y cronológico existente en el Museo Nacional (2).

No nos conformamos con la opinión del intérprete. Ocurre de luego á luego, si fuera cierta, que supuesto que Motecuhzoma n ordenó la corrección, hacienda trasladar la ftesta secular del ce Tochtli 1506 al ome Acatl 1507, única j exclusiyamente se ob- servaría el signo cíclico junto al ome Acatl 1507 acompañando en todos los demás casos al ce Tochtli. Mas ello no ocurre así: en la misma pintura del Códice Telleriano Ilemense, en el.Codex Vati- cano en la Historia sincrónica de Tepechpan, en la pintura Aubin, Aa, el signo crónico de la fiesta secualr acompaña al ome Acatl, prueba irrefragable de que la corrección tuvo lugar en tiempo an- tel4pr al asignado por el intérprete. Desde la primera lámina del Códice Mendocino se ve unido el mamalhuaetli al signo ome Acatl. Confrontando los Códices Telleriano-Bemense y Vaticano, ve- mos que el Xiutlalpilli acompaña al ce Tochitl 1246; falta en el siguiente ce Tochtli 1298, apareciendo por primera |vez junto al ome Acatl 1299. La autoridad de la pintura, por cierto bien resi>etable, contradice los dichos del intérprete, y establece que la repetida corrección se verificó el ome Acatl 1299.

Tenemos esta otra opinión de Gama. "Aunque los mexicanos "comenzaban su ciclo por el símbolo ce Tochtli, no lo ataban en "él, sino hasta el siguiente año ome Acatl, en el cuál hacían la "gran fiesta del fuego, que celebraban en honor de los dioses se« "culares, y duraban trece dias, como se dirá adelanta En todas "sus pinturas se ve el geroglífico de la atadura del ciclo sobre "el símbolo ome Acatl; y en todos sus anales y relaciones ma- "nuscritas expresamente refieren que este año lo ataban y saca* "ban el fuego nuevo. Mucho tiempo pasó sin que yo pudiera

(1) Explicación del Codex Telleriano Bemonais, lám. XXXV, Lord Eingaborong,

Tol. V. píg, 163.

(2) Deacripcion de cuatro láminaa monumentales, én la HistoriA de la Oonquisia de México por Prescott, edic. de Cimiplido, tom. II, pág. lOd-115; al fin del rol.

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'^encontrar la razón de esta, mntacios, hasta que llegó á mis "manos la Orónica Mexicana, escrita por D. Hernando Alvarado '*Tezozomoc:'por ella se riene en conocimiento de la cansa que '^toyieron para variar el orden de la cnenta que aprendieron de ''sus mayores los tnltecas (quienes comenzaban el ciclo por el ''símbolo ce Tecpatl) y de haber transferido la celebración de la "fiesta secular al año orne Aca^tL La época de los'mexicanos íné "la salida que hicieron de Aztlan, su patria, para venir á poblar 'las tierras de Anáhuac; y esta fué el año ce Tecpatl, correspon- "diente al 1064 de la era cristiana; mas como había corrido ya "la mayor parte de este año, y los subsecuentes gastaron en su "peregrinación sin hacer asiento hasta el año II Acatl 1087, que "llegaron á Tlalixco, por otro nombre Acahualtzinco, donde es- "tuVieron nueve años, en los cuales se incluyó el ce Tochtli, que "era principio de indicción, corrigieren el tiempo y comenzaron contar desde él su ciclo, por orden de Ohalchiuhtlatonac, que "era entonces su conductor; pero por respeto á su principal <^au- "dillo Huitssilopochtli, que después adoraron por dios de la gue- '^rra, transfirieron la fiesta del faego y la atadura de los años ó "xiuhmolpia, al siguiente ome Acatl, que era en el que había na- "ddo Huitzilopochtli, en el dia ce tecpatl de él, como asienta el "repetido autor (1). T en este lugar de Tlalixco ó Acahualtzinco 'iné d¿nde ataron de nuevo y por la primera vez la cuenta de "sus años, como lo expresa también Chimalpan y otros: (2) y en 'los subsecuentes ciclos y lugares donde los completaron, se "figura en sus pinturas el geroglífico de la atadura de ellos, que "es un manojo de yerbas atado, con los caracteres numéricos que "demuestran los que habían corrido, ó las fiestas del fuego nue- "vo que habían celebrado desde la que hicieron en Acahualtzin- "co 6 Tlalixco, el año ome Acatl, correspondiente al 1091 de la "era cristiana: de la misma manera lo asientan los autores indios "en sus manuscritos." (3)

(1) In oncan Cohoatepeo oncan quilpique, inin XiuhÜapoual ome Acatl; auoh oe Tecpatl in tonalli, ipan tlacatl in Huitzilopochtii Crónica mexicana citada por Bo- torini en el § 8, ntimero 2 de su Museo, que atribuye equivocadamente á Chimal- pain.

(2) Ome aoatl xihuitl, 1091 afios ipan in yancuican iccepa oncan quilpillico inin xinchtlaIi>ohual huehuetque Méxica, Azteca, Teochichimeda oncan in Tlalixco. Ci- tados por Boturini en los números 6 y 12 del mismo § 8.

(8) Gkuna, las dos piedras, primera parte, pág. 19.

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Si á nuestro turno no nos engañamos, la resolución del i>ro- blema se encuentra en una pintura mexicana bien conocida. (1) El nombre puesto al núm. 13 es Ilhuicatepec, interpretación á nuestro entender equivocada. Gompónese el grupo geroglífico (lámina 17 núm. 53), del símbolo de la noche, yoaUi ó yohuaUi, que puede también tomarse en la acepción de ciüallinf estrella ó es- trellas, ó de citlallo, estrellado; más no se debe leer ühuicatlf cie- lo, porque no es este su símbolo. Con el mímico tepeÜ que ahí se^ advierte, la lectura propia es Citlaltepec. Examinado el dibujo, sobre el nombre Citlaltepec se alza un cuerpo redondo, abulta- do hacia el medio, adelgazado en la parte superior simétrico j rematando en un copado manojo de yerbas; es el símbolo del cehuehuetiliztli ó período máximo de 104 años, compuesto de dos xiumolpilli, 6 ciclos menores de 52 años. Se le atravesa- do por una flecha por el medio con objeto de dividirle en sus dos componentes iguales. Al un extrema de la flecha se una yerba, xihuitl, símbolo del auo^ mientras en el extremo opuesto se observa el símbolo acafl, caña. Todo ello quiere decir, que es- tando en' Citlaltepec, la noche en que se cumplió un cehuehue* tiliztli, el principio del primer año de la xiuhmolpia fué trasla- dado al si^o Acatl, que desde entonces quedó por inicial del ciclo. Del cómputo cronológico que la estampa arroja, como eu otra parte veremos, resulta que el cambio tuvo lugar el orne acatl 1143.

Entre la época adoptada por Gama, 1091 y la adoptada por nosotros, 1143, existe la diferencia de un solo ciclo. Aquel res- petable autor y nosotros deberíamos salir acordes, supuesto que ambos nos referimos indudablemente á»la misma pintura; la dis- cordancia no puede provenir sino de la manera de concordar los signos cronográflcos, y juzgar en definitiva le dejaremos al juicio de los lectores. Con la autoridad de la pintura, á nuestro pare- cer irrecusable, fijamos el principio de la corrección en el año ome Acatl 1143.

Con ciclos colocados unos tras otros indefinidamente, pueden formarse tablas cronológicas de la extensión que se guste. No

(1) Cuadro histórica- jeroglífico de la peregrinación de las tribus aztecas que po- blaron el valle de M(íxico (Núm. 1). Acompañado ' de algunas explicaciones para su inteligencia, por D. José' Femando Bamirez, Conservador del Museo Nacional. £n el Atlas de García Cubas.

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ecmsiate la dificultad en estoy sino en que siendo iguales todos los ciclos, enunciando un año aislado no se puede acertar á re- ferirle al ciclo que corresponde. Ya fué hecha la observación por GlayijerOy y respondiéndole Gama dice» que en una pintura que dta^ están anotados los ciclos corridos entre dos acontecimien- tos correlatiyoSy y añade que los autores indios en sus pinturas históricas tenían cuidado de anotar los períodos completos tras- onrridos entre dos sucesos. Por nuestra parte podemos asegurar que tal anotación no hemos encontrado, y ni en la pintura á que 86 refiere Qama, que es la mencionada arriba de la peregrinación azteca: tampoco hemos logrado ver alguna señal por la cual se distinga un ciclo de otro, lo cual no prueba que en Terdad no la hubiera, cuando por el contrario creemos en la existencia de al- gan método expedito para allanar este embarazo. Lo cierto de toda certeza ed, que en las pinturas históricas y cronológicas i un tiempo, como que lleyan escritos de principio á fin todos los anos que la relación abarca, no hay necesidad de distinguir el uno del otro ciclo, ni existe motivo alguno para confundir un año con otro de su mismo nombre. La dificultad subsiste en las fechas aisladas de años, en las pinturas de imperfecta cronología.

CAPITULO IV.

DISCUSIÓN.

Los 1716869,— Forma del Calendario»— Diaa inici(iUes.—Intmv(üaeum»^^ComparaeÍon»

HASTA aquí hemos bosqü^ado el conjunto del BÍstema, ha- ciendo casi punto omiso de las dificultades; tiempo es ya de abordar ciertos problemas, procurando salir á resultados sa- tisfactorios. Sea el primero el relativo á los meses. Los autores están conformes en que son diez y ocho y en su orden sucosíto; pero varían al señalar el mes inicial del año. El interprete del Códice Vaticano, Sahagun, (1) Torquemada, (2) Vetancourt, (3) Fr. Martin de León (4) y Clavijero (5) se deciden por Atlacahual- co: el P. Duran, MS. admite á Cuauhtlitehua, que parece ser el mismo que el '.Cuahuitleloa de Sahagun. Gomara, (6) Gemelli Careri (7) y el P. Diego Valadés (8) colocan en primer lugar á TlacaxipehualiztlL Veytia (9) y los comentadores de las Cartas

(1) Ilist general toxn. 1, pág. 49 y sig.

(2) Monazq. Indiana, lib. X, oap. XXXIV. (8) Teatro mex. 2. * parto, trat 2, oap. VI.

(4) Camino del délo, foj. 96, vuelta.

(5) Hist antigua, tom. 1, pág. 267.

(6) Crónica, cap. CLXXXXI.

(7) Giro del Mondo, tom. 6, pág. 67.

(8) Bhetorica Christiana.

(9) Hist. antigua, tom. 1, pág. 121.

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de OorteSy (1) opiuan por Atemoztli. Gama, (2) pone á Tititl Itz- «allL De este problema se hÍ2o cargo Gama (3) resolviéndole de esta manera; las ruedas en que están pintados los diez y ocho meses, no tienen señal por donde pueda distinguirse el oomien« zo: ^'tomaron aquellos primeros historiadores el quemas lesaco- ^'modaba para dar principio al año, según la idea que tenían f or- "mada para comenzarlo." Nada definitivo sacamos de aqui; ade- lante daremos nuestra solución.

Segunda cuestión: ¿por cuál ó cuáles signos diurnos comenza- ban los diferentes años del ciclo? Esta se relaciona inmediata- mente con esta tercera tesis: ¿la forma del calendario azteca era una sola y constante, ó múltiple y variable? En efecto, si la for- ma era constante, fuese cual fuese el año del ciclo, comenzaría siempre por un signo del mismo nombre y terminaría igualmen- te por un símbolo constante; más si la forma era yariable, de ab- soluta necesidad todo debía cambiar en cada año. Partidarios de la unidad, aunque claramente no lo manifiestan, aparecen Saha- gon, Torquemada, Yetancourt, casi todos los escritores antiguos. Gama, el primero que discutió científicamente este sistema sos- tiene la forma única. ''Era, pues, dice, invariable, constante el "dia del carácter Ce CipactU para comenzar generalmente el "año de cualquier símbolo y número que fuese:" los cinco ne- ''montemi acababan siempre por el signo ce Cohuatl. (4) Sírvele de fundamento para su doctrina, lo siguiente: "Pero ahora añadi- éremos la autoridad de los mismos indios, que no dejan duda en "que todos los años indistintamente se empezaban á contar por "Cipactli. Cristóbal del Castillo, después de haber asentado las "20 trecenas, que llama semanas, dice, que acabadas de contar "éstas, que componen solamente 260 dias, para completar el año "de 365 dias, se añaden los otros 105, comenzando otra vez á "contar por Ce Cipactli: (5) de que se deduce, que éste era siem-

<1) En Lorenzana, lázn. de la pág. '¿.

(2) Las dos piedras, pág. 62.

(8) Las dos piedras, primeTa parte, pág. 46 y sig.

(i) Las dos piedras, pág. 28 á 80.

(5) Ca inieaao omaoio inio ceppa tezonqniza iz cempohualli semana maüactliomey

tonatiuli iz ceoen semana no cuel ooceppa itech pohoa iz oe Oipaoüi zan huel

ipan tami matlacpopualli ihuan ye pohualli tonatiuh. Auoh in oo iacica mochihna oc maenüpobualli ipan maoaiUi tonatiuh inie huel macice zilinit] in caztolpohTUÜli ipan yepohnaUi on maciorilli tonatiuh. Cap. 70 de su obra citada.

52

^'pre el primer día de cada año." (1) La (^onsecaenoia es inexac- ta y nos parece sacada muy á la lijera; lo que se infiere, porque eso dijo Oastillo, es, que acabado un período de 260 días, el pe- ríodo del Tonalamatl, inmediatnmente le sigue otro que también comienza por Oipaotli; mas como los años no contienen períodos completos de 260 dias, no todos |)ueden comenzar por el repe- tido signo Cipactli.

Ademas de quedar destruido el fundamento, ocurren aún estas observaciones. Todo sistema compuesto de diversos factores ó períodos, tiene por objeto alcanzar ciertos resultados por la com- binación y enlace de esos elementos, dentro de términos, fijados en general por el producto de los números admitidos, ó por un cálculo más ó menos artificioso. Inventar diversos períodos, re- lacionarlos y entretejerlos para salir á una sola forma y trunca, seria un contrasentido sin disculpa, ya que el objeto pudo alean» zarse de una manera más sencilla. Ifil calendario solar se deriva del Tonalamatl, simétrico y perfecto en su desarrollo; no es puea posible admitir, que los períodos de 260 días queden truncos, que las trecenas se mutilen, que ningún lugar tengan los diez y ocho meses, ni hagan papel alguno los cuatro símbolos anuales y los 62 años del ciclo. El calendario gregoriano, tipo de senci- llez, por la combinación de los dias de la semana, los bisiestos y la Pascua movible, da origen á 35 calendarios. (2) Nos decidi- mos por la forma múltiple, no inventando la teoría, ni sostenién- dola por peregrina supuesto que no es nueva, sino alentados por el ejemplo de respetables personas, que también estudiaron pro- fundizando en la materia.

A causa del influjo aciago que se suponía al signo Ce Tochtli, el principio del ciclo quedó trasladado al orne Acatl; este era, pues,' el año inicial del período cíclico, mientras el Ce Tochtli se convirtió en año final. Siendo el primer año orne Acatl, comen- zaba por ce Cipactli primer símbolo de los diurnos y principio de todo período de 260 dias; conforme á las reglas ya estableci- das, todos los meses empezarían por Cipactli y terminarían con Xochtli; los nemontemi tendrían también por inicial á Cipactli» contándose en seguida Echecatl, Calli, Cuetzpalin y Cohuatl; y

(1). Las dos piedras, pág. 69.

(2) Manuels-Boret. Théorie da Calendríer.

63

^mo ignalmente por regla general, todo año comienza y acaba por el mismo numero trecenal, el último nemontemi se contaría <!e Cohuad,

El siguiente año yei Tecpatl no vuelTe al inicial Cipactli como pretende Gama, sino que, siguiendo el desarrollo de los elemen- tos constitutiyos, empezará por el dia siguiente al en que termi- nó el ano anterior, con el número trecenal que le corresponde, es decir, por orne MiquiztlL Todos los meses comenzarán por Mi- quiztli y terminarán por Cobuatl, siendo los nemontemi Miquiz* tli, Mazatl, Tochtii, Atl, é Itzcuintli afecto con el trecenal dos.

El tercer año nahui Calli tendrá por inicial tres Ozomatli; co- rren los meses de Ozomatli á Itzcuintli, y serán los nemontemi Ozomatli,. Malinalli, Acatl, Ocelotl y Cuauhtli con el trecenal tres. En el cuarto año macuilli Tochtii, que empieza por cuatro Gozoacuaulitli, los meses se encierran entre Cozcaeuauhtli y Gaauhtli, contándose los nemontemi Cozcaeuauhtli, OUin, Tec- patl, Quiahuitl y Xochtli con el trecenal cuatro.

Como los dias del mes son veinte, y cinco se toman para los nemontemi, se infiere, que el quinto año chicuace Acatl vuelve á tener por dia inicial á Cipactli; el sexto año chicóme Tecpatl á Miquiztli; el sétimo año chicuei calli á Ozomatli; el octavo año chiconahui Tochtii á Cozcaeuauhtli, y asi hasta el fin del ciclo, aunque afecto con los números trecenales 5, 6, 7 hasta trece, pa- ra volver, en seguida al desarrollo de la trecena y terminar el ciclo con el ce Tochtii que tiene por inicial el dia trece Cozca- enaubtli. El ciclo entero asumirá esta forma, en el orden de los años y sus dias iniciales.

Primer tlalpilU,. Segundo tlalpiUí.

H AcatJ, 1 Cipactli. ni Tecpatl, 2 Miquiztli. rV Calli, 3 Ozomatli. y Tochtii, 4 Cozcacuaohtli. VI Acatl, 5 Cipactli. Vn Tecpatl, 6 Miquiztli. Vm CaUi, 7 Ozomatli.

IX Tochtii, 8 Cozcaeuauhtli.

X Acail, 9 Cipactli.

XI TecpatL 10 Miquiztli.

XII CaUi, 11 OzomatU.

XIII Tochtii, 12 CozcacuauhtU. I ActkÜ, 18 Cipactli.

II Tecpatl, 1 Miquiztli UI Calli, 2 OzomatU.

IV Tochtii, 3 Cozcaeuauhtli.

V Acatl, 4 Cipactli.

VI Tecpatl; 3 MiquiztU. vn Calli, 6 Ozomatli.

VIII Tochtii, 7 Cozcaeuauhtli,

IX Acatl, 8 Cipactli.

X Tecpatl, O MiquiztU.

XI CaUi, 10 OzomatU.

XII TochtU, 11 CozcacuauhtU. Xin Acatl, 12 CipactU.

I Tecpatl, 13 MiquiztU.

I

54

Tercer tíaipW.

II Calli, 1 Ozomatli.

in Tochtli, 2 Gozcacuauhtli.

rV AcaÜ, 3 Cipactli.

V Tecpatl, 4 Miqniztli.

VI Calli, 5 Ozomatli

Vn Tochtli*6 Gozcacuauhtli,

VIII Acati, 7 Cipaclli.

IX Tecpatl, 8 Miquiztli.

X Calli, 9 Ozomaüi.

XI TochÜi, 10 Cozcaoauauhtii.

XII AcaÜ, 11 Cipactli. Xin Tecpatl, 12 MiquizÜi. I Calli, 13 Ozomatli.

Cuarto tlalpOU,

II Tochtli, 1 Gozcacuauhtli. in Acatl, 2 Cipactli.

IV Tocpatl, 3 MiquizÜi.

V Calli, 4 Ozomatli.

VI Tochüi, 5 Gozcacnahtli. vn Acatl, 6 Cipactli.

VIII Tecpaü, 7 MiquizÜi.

IX Calli, 8 Ozomaili.

X TochÜi, 9 GozcacaauhÜi.

XI Acatl, 10 Cipactli.

XII Tecpail, 11 Miquiztli.

XIII Calli, 12 OzomaHi.

I TochÜi, 13 Gozcacuauhtli.

Del estudio de la tabla se desprenden las siguientes reglas ge* nerales: 1* Todo año Acatl tiene por dia inicial á Cipactli, Tec- patl á Miquiztli; Calli á Ozomatli; Tochtli á Cozcacuauhtli. 2* El número trecenal que afecta el dia inicial, es una unidad menor del número de orden que lleva el año en el ciclo; al año con or- dinal uno, corresponde el trecenal trece. 3* Los cuatro signos inciales de año, no presentan dos veces dentro del oiclo el mis- mo número trecenal. 4* Enunciado un año cualquiera se conoce inmediatamente cual es su dia inicial, con el número trecenal que le acompaña. 5' No existe el más liviano motivo de confusión. 6* Cada año tiene su calendario propio; son 52 las formas del calendario en el ciclo. Extraordinaria sencillez, en donde apa- recía una confusión inextricable.

Indicamos que esta idea no era nueva. Sigüenza (quien cons- ta hizo en la materia profundos estudios) á quien siguen Geme- Ui y Clavijero, (1) establece que el año Toobtli empieza por Ci- pactli, Acatl por Miquiztli; Tecpatl por Ozomatli, Calli por Coz- cacuauhtli; **dando siempre al signo del dia el mismo número del año." La regla sería completamente exacta cuando el ciclo comenzaba por Tochtli, y debe admitirse para todo el tiempo primitivo antes de la correcclou; mas pasado el principio del ci- clo al dos Acatl, la cuenta es. la que establecemos. Boturini (2),

(1) Hist. antig. tomo 1, pág. 268.

(2) Idea de una nueva hist. pág. 56.

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quiere que loa cuatro años Tochtli, Acatl, Teopatl, Oalli, tengan por iniciales los signos diamos del mismo nombre . Para esto sería preciso variar el orden admitido en los yeinte símbolos diurnos aceptando qne comenzaban, no por Cipactli como es la realidad, sino por Toohtli qne ocupa el octayo lugar. Yeytia sigue las doc- trinas de Boturiniy modificándolas y complicándolas con la aña- didura de los dias intercalares en los bisiestos. Gomo natural- mente se advierte, estos dos últimos sistemas carecen de funda- mento. Nuestro distinguido Gama, contradice estas opiniones; (1) mas aduce razones que militan contra su propio sistema.

Hemos establecido á priorí, que el calendario mexicano es de íormas múltiples. Admitiendo este sistema» todos los elementos numéricos, todos los factores que entran en los cálculos, se des- arrollan de una manera constante y simétrica. Los ^52 años del ciclo por los 360 dias útiles del año, componen 18,720 dias: cifra igual al período de 260 multiplicado por 72, número que á su Y6Z se compone de ocho veces la serie de los Señores de la no- che; igual al período trecenal repetido 1,440 veces igual con 936 veces el período de los símbolos diurnos; igual con 1040 veces los diez y ocho meses; igual con lOá de los períodos simétricos de 180 dias. Los 360 dias del año, igual á los 20 dias por los diez y ocho meses; igual á dos períodos de 180 dias, que son nueve meses ó la mitad del año. Los diez y ocho meses son dos veces los acompa- ñados de la noche. El ciclo de 52 años se compone de cuatro veees el período trecenal; los cuatro tlalpilli en que se divide son idénticos. Los trece años de 360 dias componen un total de 4,680; igual con el período de 260 dias multiplicado por los diez 7 ocho meses; igual -con 234 veces el período de I6s 20 símbolos diurnos. El calendario primitivo es el período de 260 dias; el período del Tonalamatl, multiplicado por nueve ó sean 2,340 dias, que caben exactamente dos veces en cada tlalpilli y ocho veces en el ciclo. Los nemontemi forman en cada tlalpilli el pe- ríodo primitivo de 65 dias y el de 260 en el ciclo entero. Hay completa armonía en la mezcla de estos elementos, que son los componentes del calendario primitivo y del Tonalamatl, relacio- nados de una manera ingeniosa para reunir en una sola cuenta los movimientos de la luna, de Venus y del sol.

(1) Las dos piedxaS; nota en la pág. 28.

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Los dos tipos más autorizados de calendarios fijos, que encon- tramos» son los siguientes :

GAMA. *

1 TitiÜ Itzoalli, 9 de Enero.

2 Itzcalli Xoohilhmtl; 29 de Eneío. 8 XüomanalizÜiy 18 de Febrero.

4 TlacazipehnBliztli, 10 de Marzo. 6 Tozoztontii, 80 de Marzo.

6 Haeytozoztli, 19 de AbrU.

7 Tozcatl, 9 de Mayo.

8 Etzacualiztli, 29 de Mayo.

9 Tecoilhuitontli, 18 de Jonio.

10 HueyteouilhiiiÜ, 8 de Julio.

11 MiocaiUiiiitx)ntli| 28 de Julio.

12 HueymiocaiUiuitl, 17 de Agosto.

13 OchpaniztU, G de Setiembre.

14 Paohtli, 26 de Setiembre. 16 HueypachÜi, 16 de Octubre.

16 Quecholli, 5 de KoTiembre.

17 PanquetzáUztli, 25 de Noriembre.

18 AtemozÜi, 15 de Diciembre.

NemanUmi. 4, 5, 6, 7, 8.de Enero.

SAHAGÜN.

1 AÜacahualco, 2 de Febrero.

2 Tlacaxipehualiztli, 22 de Febrero. 8 Tozoztontli, 14 de Marzo.

4 HueylozozÜi, 3 de AbrU.

5 Toxoaü, 23 de AbxiL

6 Etzacualiztli, 13 de Mayo.

7 Tecuilhuitontli, 2 de Junio.

8 Hueytecuilhnitl, 22 de Junio.

9 Tlazoohimaco, 12 de Julio.

10 Xooohuetzi, 1 de Agosto.

11 Ochpaniztli, 21 de Agosto.

12 Teotleoo, 10 de Setiembre.

13 Tepeilhoitl, 30 de Setiembre.

14 QueohoUi, 20 de Octubre.

15 PanquetzaliztU, 9 de Noviembre.

16 AtemozÜi, 29 de Noviembre.

17 Tititl, 19 de Diciembre.

18 Itzcalli, 8 de Enero.

Nemontemi. 28, 29, 30, 81 de Enero y 1 de Febrero.

El sistema de nuestro sabio anticuario Gama es el admitido actualmente en América y en Europa. Fundado en sagaces des- quisiciones; en el estudio comparado de los trabajos de los es- pañoles 7 de los indíjenas; con vista de las pinturas mexicanas; sostenido por buenos cálculos astronómicos, forma un cuerpo de doctrina respetable, ante el cual no se sostiene ninguno de los otros sistemas: sin embargo, Gama no tuvo conocimiento de Sa- hagun: Sahagun, el muy sabio y diligente investigador de nues- tras antigüedades, el trabajador docto é incansable, el que con- ferenció en Tlatelolco con los ancianos y entendidos acerca de la formación del calendario. Miramos los libros de Sahagnn y de Gama con profundo respeto; miedo, verdadero miedo nos embar- ga al tener que decir alguna cosa en contradicción con ellos, y si en la empresa de hacerlo nos metemos, es porque así lo te- nemos en la conciencia y en nombre del juez inflexible que se llama la ciencia. Acertando, quedaremos satisfechos solamente;

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8i nos engañamos, serrirános la derrota de oorrectivo y de en- señanza.

Antes de expresar nuestras objeciones consideremos todavía otros problemas. ¿El año mexicano se componía constantemente de 365 dias, ó variaba alguna vez para ajustarse al movimiento del sol? En este capítulo, como en todos, las opiniones son va- rias. La mayor parte de los autores hacen de ello punto omiso. Motolinia dice: (1) ''Los indios naturales de esta Nueva España, ''al tiempo que esta tierra se ganó y entraron en ella los españo- 'les, comenzaban su año en principios de Marzo; mas por no al- "canzar bisiesto van variando su año por todos los meses." En efecto^ según esta opinión, como se consideraba el año de 365 dias únicamente, y el año trópico sea un poco mayor, de donde yiene el año de 366 dias cada cuatro años, resultaría que el año mexicano era vago y comenzaba sucesivamente por todos los dias de los meses, hasta tornar 4 su principio en un lapso muy consi- derable de tiempo. "No alcanzaron estas gentes el bisiesto, di- "ce Torquemada, (2) y no es maravilla, pues Aristóteles ni Pla- ntón lo supieron, hasta que Julio Oesar atinó con éU Y por- "qae las seis horas que sobran á estos 365 dias no las conocie- "ron, por edto qo tenía fijeza el año, y no comenzaba con pun- "taalidad, como el nuestro, y así era en un dia ú otro, pero ''siempre casi á un tiempo." Yetancourt (3) profesa una opinión ambigua: "aunque no alcanzaron el bisiesto, dice, con todo en trece dias que gastaban en aliñar las casas, y en disponer la fies- ta del fuego nuevo, corrían trece bisiestos que hay en 52 años." Conforme á Sahagun, (4) á 10 del mes Itzcalli se hacía una fiesta al fuego bajo la imagen de Xiuhtecuhtli: "En esta fiesta 'ios años comunes no mataban á nadie; pero el año bisiesto, que "era de cuatro en cuatro años, mataban en esta fiesta cautivos y "esclavos." Adelante insiste diciendo: (5) "Otra fiesta hacían de "cuatro en cuatro años á honra del fuego, en la que ahujeraban , 'las orejas á todos los niños, y la llamaban Pillahuanaliztli, y en "esta fiesta es verosímil y hay conjeturas que hacían su bisiesto

(1) Hist. de los indiosp pág. 36.

(2) Monarquía indiana, lib. X, cap. XXXVI.

(3) Teatro mex. trat. 2, cap. V.

(4) Hist. general, tom. I. pág. 75. \J>) Tom. I, pág. 847-48.

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''contando seis dias de nemontemi." ^Escnohemos ahora al P. Dnrán^ MS: ''A todos es notorio, escribe, tener el año 365 dias» "los cuales dias j número repartido por 20 son 18 veintes y es- "tos eran los meses del año; pero los cinco dias que sobraban, ''teníanlos esta nación por dias aciagos, sin cuenta ni provecho; "así los dejaban en blanco sin ponerles figura ni cuenta, y asilos "llamaban nemontemi, que quiere decir, dias demasiados y sin "provecho, y estos venían á caer en fin de Febrero, á veinte y "cuatro de él, el dia del glorioso San Matías, cuando celebramos "el bisiesto, en el cual dia también ellos le celebraban." ^El P. Fr. Martin de León admite que el bisiesto era de cuatro en cua- tro años. (1) ^Boturini (2) escribe: "determinaron cada cuatro "años añadir un dia más, que recogiese las horas que se desper- "diciaban, lo que supongo ejecutaron contando dos veces uno de "los símbolos del último mes del año, á la manera de los roma- "nos, que uno y otro dia 24 y 25 de Febrero se llamaban bix seX" "io kalendas Martias" ^Veytia (3) sigue la doctrina de Boturini y agrega: "La mayor parte (de los autores), y los de mejor nota "asientan que se hacía (la intercalación), en el año del cuarto ca- "rácter caña, y ésto es lo más regular y conforme á so sistema." Sin duda que D. Garlos de Sigüenza y Góngora profesaba la doctrina de que la intercalación se hacía al fin del ciclo de 62 años, aumentando trece dias, supuesto que así lo afirma Gemelli Oareri y lo indica Yetancourt. A la misma escuela pertenece Clavigero: (4) "Pero lo más maravilloso de su computo, escribe, "y lo que ciertamente no parecerá verosímil á los lectores poco "iniciados en las antigüedades mexicanas es, que conociendo "ellos el exceso de algunas horas que había del año solar, con "respecto al civil, se sirvieron de dias intercalares para igualar- "los; pero con esta diferencia del método de Julio César en el "calendario romano, que no intercalaban un dia de cuatro en ^"cuatro años, sino trece dias, para no descuidar su número pri- "vilegiado, de 52 en 52 años, lo que vale lo mismo para el arre- "glo del tiempo." Carli escribe de los mexicanos: '^Su gran

(1) Camino del cielo, fol. 100.

(2) Idea de una nueya hist. pág. 137. (8) Hist. antigua, tom. I, pág. 110-20. (4) Hist. antigua, tom. 1, pág. 269.

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"siglo ó ciclo era de 52 anos, divididos en cuatro indicciones de '13 años cada una: al £n del ciclo añadían trece dias." (1) Pedro de los Bios^ comentador del Códice Vaticano^ nos enseña: ''ítem, %i ha da notare, che il loro bisesto andaya solo in qnattro let- '*tere, anni ó segni che sonó Canna, Pietra, Casa, e Coniglio, per- ''che come hanno bisesto delli giorni a fare di quattro in qnattro ''anni nn mese di qaelli cinqne giorni mor ti che aranzayano di "(dascnn anno, cosi ayeyano bisesto di anni, perche di cinquan- "tadae ^n cinqnantaane anni, che é una loro Et^, aggiungeyano "un anno, il qnale sempre yeniya in una di qaeste lettere o segni "perche come ognilettera o segno di questi yiginti habbia tredice "del sue genere che le seryano, verhi gratia^ (2)

León y Gama asegura que la intercalación era de doce dias 7 medio al fin de cada ciclo de 52 años, ó sean 23 dias al £n del ciclo mayor. (3) Más adelanto lo repite en estos términos: "Dije "aquellos doce ó trece dias, porque efectiyamente un año inter- "calaban 12, y otro 13 dias; ó lo que es lo mismo, doce y medio "días en cada uno, ó 25 en el doble período nombrado Cehue-

"hnetiliztli, que constaba de 104 años de manera, que to-

"dos los dias del primer ciclo, se contaban desde la media no- "che, y todos los del segundo, desde el medio dia." (4) Hum- boldt (5) sigue y explaya el sistema de Gama. "Arrojando una "mirada en general, dice, sobre las intercalaciones usadas por 'los diyersos pueblos, encontramos que los unos dejan acumu- "lar las horas hasta formar un dia entero, mientras que otros no "proceden á la intercalación hasta que las horas excedentes for- "man un período igual á una de las grandes diyisiones de su año. '^I primer método es el del año juliano; el segundo el de los "antiguos persas, quienes cada ciento yeinte años añadían á un "aoo de doce meses, un mes entero de treinta dias, de manera "que el mes intercalar recorría todo el año en 12 x 120 ó en 1,440 "años. Los mexicanos siguieron eyidentemente el sistema de los "persas; conseryaban el año yago hasta que las horas excedentes "formaban una semilunacion, y por consecuencia intercalaban

(1) LettareB américaines, tom. 2, pág. 158-59.

(2) KiiigEA)oroTigh, tom. 5, pág. 174-75.

(3) Las dos piedras, pig. 28. (i) Las dos piedras, pág. 52-58.

(5) Yues des OordiUéres, tom. n, pág. 59-60.

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*'trec6 dias en todas las ligaluras ó ciclos de 62-años. Besultaba ''de aquí, como antes tenemos observado, que cada ligaiura con-

"tenía -Ja-- ó 1,461 períodos pequeños de 13 dias."

Basta de autoridades; menos nos hubiéramos querido encon- trar 7 las apeteceríamos más conformes. Orientémonos en tanta confasion. ¿Era ó no conocido de los mexicanos el sistema de intercalación? lo era; quienes lo niegan no estudiaron 6 no en- tendieron bien el problema. Entonces, ¿la intercalación se veri- ficaba de cuatro en cuatro años ó hasta el fin del ciclo'menor? Bespondemos, que de entrambas maneras. Los mexicanos lleva- ban dos especies de calendario; el astronómico, y el religioso, civil ó ritual. (1) En el calendario astronómico, para atender al movimiento de los astros, la intercalación se hacía de cuatro en cuatro años, añadiendo un dia, según lo más probable al fin de los cinco nemontemi. A esta practicase refieren Sabagun y quie- nes le siguen, si bien se advierte que confunden y mezclan la * forma peculiar de esta cuenta astronómica con la del calendario civil. Este cómputo científico debía de tener forma particular, y por eso se pretende que el calendario civil era uno y fijo: confe- samos no conocer suficientemente las reglas que en su estructu- ra presidían. Tenía lugar la intercalación de 13 dias al fin del ciclo de 52 años, en el calendario civil. Este es el explicado por Gama, si bien le confunde á veces con el calendario astronómi- co; de esta mezcla resulta que alguna de sus proposiciones no sea verdadera.

Debemos ahora fijar bien la mente en que, la intercalación al fin del ciclo pasó por diversas correcciones. La primera de todas y más antigua es la que establece añadir 13 dias al fin del ciclo menor. Intercalar un dia cada cuatro años es lo mismo, en el re- sultado, que intercalar 13 dias cada 52 años. Por medio de esta corrección los méxica estaban al nivel del cómputo juliano, dan- do al año el valor medio de 365,'' 25. Iba esto conforme con sus elementos numéricos; en efecto, si se multiplican los 13 dias por las 24 horas de que se compone, obtendremos 312 horas, que di- vididas por los 52 años del ciclo, darán seis horas para cada año, ó un dia cada cuatro años. En esta cuenta el gran ciclo de 1,040 años, igual á 20 ciclos menores, está en consonancia con el ca-

(1) Olavigero, tom. 1, pág. 266, nota segunda. —Gama; pág. 62, &c.

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lendario primitivo de períodos de 260, pues tenemos 260x4= 1,040; los dias intercalares en este gran espacio de tiempo eran también 260=13x20. Siguiendo un sistema invariable el 1,040 era el gran ciclo simétrico; dividíase en cuatro períodos menores de 260, con 66 dias intercalares en cada uno, 13x5, 6 sean los períodos de 65 dias del jcalendario primitivo. A su vez los perío- dos de 260 se dividían en cinco ciclos menores 52x5, á cada uno de los cuales corresponden por fin 13 dias intercalares. Multi- plicando el valor del ano trópico 365,** 242,264 por 1,040, obten- dremos 379,85 V 954,560; multiplicándolos 365 dias del año az- teca por 1,040 7 uniendo al producto los 260 dias intercalares, tendremos 379,860^: restando una de otra las dos cifras, los 8,''045,440 expresarán la diferencia en más, que los mézica con- taban en su cómputo sobre el tiempo verdadero.

La siegunda coreccion es la aprendida por Gama de Cristóbal del Castillo: consiste en intercalar no 260 dias en el gran ciclo de 1,040 años, sino solo 250 dias; es decir, 25 dias en lugar de 26 en cada oehuehuetiliztli, ó sean trece días al fin de un ciclo me- nor, doce dias al fin del siguiente ciclo. Los períodos de 260 quedaban respecto de los dias intercalares en esta forma:

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De los cuatro períodos resultan iguales, el primero con el ter- cero, el segundo con el cuarto: en aquelos 63 dias en cada uno, en éstos solo 62. El número de dias en los 1,040 años, más los 250 intercalares, producen la suma 379,850; comparada con el tiempo verdadero 379,851,' 954,560^ la diferencia 1," 954,560, ó sean casi dos dias, sería el tiempo que de menos contaban los aztecas. Por este medio, el valor medio 365,250, se había disminuido á 365,240.

Nada tenemos que objetar á Gama porque sostenga este segun- do género de intercalación; vamos á exponer algunas observa- ciones acerca de ciertos principios, á nuestro entender, inexactos.

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Le vemos asentar, que se intercalaban doce y medio dias al fin de cada ciclo menor, procediendo de manera, ''que todos los dias ''del primer ciclo se contaban desde la media noche, y todos los *'del segundo desde el medio dia; pero lo terminaban & la media ''noche del dia 26 de Diciembre como antes." (1) Funda esta teoría en que la fiesta secular del fuego nuevo tenía lugar unas veces de dia, otras de noche; para prueba de lo primero invoca á Torquemada; para fundar que la solemnidad tenía también lu- gar de dia, recurre al P. Acosta de quien copia este párrafo: "Al "cabo de los cincuenta y dos años que se cerraba la rueda, usa- "ban de una ceremonia donosa, y era, que la última noche que- "braban caantas vasijas tenían, y apagaban cuantas luces tenían, diciendo, que en una de las ruedas había de fenecer el mundo, y que por ventura sería aquella en que se hallaban; y que pues "se había de acabar el mundo, no habían de guisar ni comer: que "para qué eran vasijas ni lumbre; y así se estaban toda la noche, "diciendo, que quizá no amanecería más, velando con gran aten- "cion todos, para ver si amanecía. En viendo que venía el dia, '"'tocaban muchos atambores y bocinas, y fiautas, y otros instru- "mentos de regocijo y alegría, diciendo que ya dios les alargaba "otro siglo, que eran 52 años, y comenzaban otra rueda. Sacaban "el dia que amanecía para principio de otro siglo, lumbre nue- "va, y compraban vasos de nuevo,~ollas, y todo lo necesario pa- "ra guisar de comer: y iban todos por lumbre nueva donde la "sacaba el sumo sacerdote, precediendo una solemnísima proce- "sion, en hacimiento de gracias.porque les había amanecido y "prorogádoles otro siglo (2)."

De las palabras, "sacaban el dia que amanecía para principio "de otro siglo, lumbre nueva," pudo tomar Gama la inducción que á su intento cuadraba; pero confunde que persona tan ver- sada en nuestras antigüedades, haya admitido una autoridad tan en abierta contradicción con todos los autores. Acosta da moti- vo á engañarse por descuido en la redacción; su párrafo mismo, sobre todo en la frase, "porque les había amanecido," manifies- ta que también él creía en que el fuego se sacaba de noche. Era creencia religiosa que el mundo debía acabarse al terminar uno

(1) Las dos piedras, pág. 58.

(2) Hist nat. y moral, lib. 6, cap. 2.

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de los ciólos menores; si al finalizar la noche del último nemon- temi la tierra quedaba en tinieblas, hombres y animales y todo perecería; mas si el sol radioso emprendía como siempre su car- so acostnmbraáo, señal era de qne el mnndo estaba salvado y go- aria de existencia por otros 52 años. Por esta creencia, el faego nneyo se sacaba sin excepción de noche: los fieles esperaban con ansiedad febril la salida del sol, y la ceremonia carecía de razón de ser practicada á la luz del medio dia, estando ya como esta* ba resuelto el problema de existencia. Era una innovación im- posible de ser consentida por el dogma religioso. Becuerdo dia- rio de la creencia era la alegre fiesta con que los sacerdotes cele- braban la salida del Tonatiuh, y en la misma se fundaba en contar el dia desde el orto del sol. En ninguna parte encontra- mosjiudioado que los dias se contasen, unos desde el medio dia, otros desde la media noche, cosa que resultaría contra el ritual 7 las costumbres: todos los dias civiles, sin excepción, principia- ban á la salida del astro luminoso.

La intercalación de 26 diasen el cehuehuetiliztli revela un gran paso dado hacia el verdadero conocimiento del tiempo, fundado nn duda alguna en muy atentas observaciones. Profundo pasmo produce en nosotros la tercera corrección, atestiguada de un mo- do irrecusable por una antigua pintura. ^'Examinando en Boma el Codex Borgiano de Yeletri, dice Humboldt, (1) he reconocido el curioso pasaje del cual infiere Fabrega, (*) que los mexicanos "conocieron la verdadera duración del año trópico. Escritos en "cuatro páginas se ven 20 ciclos de 62 años, ó sean 1040 años; al '^ de este gran periodo se observa el signo tocMi preceder in- "mediatamente en los geroglificos de los dias al cozcaciiauhili^ de 'lanera que están suprimidos los siete signos del agua, perro, "mono, malinalli, caña, tigre y águila. Supone el P. Fábrega en "su comentario MS., que esa omisión se refiere á una reforma "periódica de la intercalación juliana, supuesto qne la supresión "de ocho dias al fin de un periodo de 1040 años, por un método "ingenioso convierte un año de 365**, 250 en otro de 365^ 243, que "sólo es mayor que el verdadero, según las tablas de Mr. Delam- 'l>re, en 0^,0010 ó sean V 26.'' Guando se ha tenido la oportuni-

(1) Vues des Oordilléres, tom. 2, pág. 81.

{*) CkKL Borg. foL 48^63. Fábrega, MS. fol. k, p. 7.

*'dad de examinar gran número de pintaras geroglíficas de los ''mexicanos, y se ve el extremo cuidado con que están ejecuta- ''daSy hasta en los más pequeños pormenores^ no se puede admi- ''tir que la omisión de ocho términos en una serie periódica, se ''deba á la simple casualidad. La observación del P. Fábrega "merece ser consignada aquí, no porque sea probable que una "nación emplee efectivamente una reforma á su calendario des- "pues de los largos periodos de 1040 años, sino porque elMS. de "Yeletri parece probar que su autor tuvo conocimiento de la ver- "dadera durac:on del año. Si cuando los españoles llegaron á "México existía una intercalación de 25 días en 101 años, es de "suponer que esta intercalación más perfecta, había sido prece- "dida por la de 13 días en 52 años; la memoria de este método "antiguo se ha de haber conservado, y puede ser que el sacerdo- "te mexicano que compuso el ritual del Museo Borgiano, haya "querido indicar en su libro, un artificio de cálculo propio para "rectificar el antiguo calendario, sustrayendo siete diaa del gran "período de 20 ciclos. No se podrá juzgar de la verdad de esta "opinión, sino cuando hayan sido consultadas mayor número de "pinturas, así en América como en Europa; porque, no me can* "saré de repetirlo, cuanto hasta hoy sabemos del estado antiguo "del nuevo continente, nada es en comparación de lo que un dia "se descubrirá, si se llegan á reunir los materiales exparcidos "por ambos mundos, que han sobrevido á siglos de ignorancia y "de barbarie."

Humboldt desconfiar de sus propios ojos; prefiere dudará con- ceder superioridad á los bárbaros sobre los civilizados, en un punto difícil de observación astronómica.

El Códice Borgiatto expresa el tipo perfecto de la intercalación azteca. Los dias intercalares en el gran período simétrico no fue- ron 260, ni 250, sino 252. Los cuatro períodos quedaron igi}ales en esta forma:

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ó sean 63 dias en cada uno. Los dias en el ' gran oiclo de 1040 años, más los 252 intercalares, suman 379852; el tiempo verda- dero cnenta 379851', 954560; la resta O", 045440 6 V 5'» 2*, 6016, expresa la diferencia que al fin de 1040 años existía, entre el ver- dadero valor del año trópico y el adoptado por los sacerdotes astrónomos aztecas. Deberían transcorrir mny más de 23000 años para componer nn día. Maravilla tan grande perfección, que ha- bla mny alto en favor de los pueblos de Máxico. Descubierto por ellos, aprendido si se quiere de pueblos más antiguos, de to- das maneras este cálculo astronómico era muy más perfecto en el Nuevo que en el Antiguo Mundo.

La corrección no se hacia, como parece indicarlo Humboldt, al fin del gran ciclo de 1040 años; tenía lugar al fin de cada ciclo de 52, como consta en todos los autores, bastando para ello te- ner á la vista las tablas para saber, si debian intercalarse trece

6 doce dias. Al fin de cada ciclo se concordaban los calendarios astronómico y civil, á fin de hacerlos caminar concordes.

ün calendario de 365 dias con un dia intercalar cada cuatro aSos, sea cual fuere el número de los meses, se parece más en realidad al calendario juliano, que lo que pudiera semejarse al calendario egipcio, en el cual no existe intercalación alguna. De aquí el intento de concordar ambos cómputos, formulando el problema en estos términos, ¿el dia inicial del calendario nahoa á cual dia corresponde en el calendario juliano? En esta mate- ria, como en todas, luchamos contra la discordancia de los auto- res. En un antiguo MS. que parece pertenecer al P. Olmos, se dice que el calendario mexicano comenzaba á primero de Enero. Qama fija el nueve de Enero, en lo cual le sigue Humboldt. Tor* quemada el uno ó el dos de Febrero. "En el Tktelolco juntó ''muchos viejos dice Sahagun, (1) los más discretos que yo pude "haber y juntamente con los más hábiles de los colegiales se al- *'tercó esta materia por muchos dias, y todos ellos concluyeron **dxciendo que comentaha el afio d segundo dia de Febrero,'* Siguen el parecer del docto franciscano Yetancourt, Fr. Martin de León

7 Yeytia Los Códices Vaticano y Telleríano Bemense señalan el veinte y cuatro de Febrero. Acosta, á quien sigue Clavigero, el veinte y seis de Febrero. El P. Duran y el P. Yalades, el pri-

(1) Sahagvn, tomo 2 pág. 265.

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mero de Marzo. Motolinia, en principio de Marzo. Ixtlilxochitl, el veinte de Marzo. Gemelli Careri el diez de Abril. Esta cues- tión y la del orden de los meses son correlativas. Tomando cada quien diverso mes para comenzar el año, fuerza era hacer cambiar la fecha inicial. No es esta la áuica causa de error; consideraban el calendario azteca como de forma invariable; sin atender á que el problema era complexo y sin examinarle bajo todas sus fases, partían de un principio aislado, verdadero si se quiere, pero que aplicado como regla general debía salir á consecuencias ab- surdas.

Por otra parte, el objeto comparado tampo(*o tenía formas fijas. Refresquemos la memoria en cuanto al cómputo europeo. El ca- lendario romano, dejado á cargo de los pontífices, había llegado á la mayor confusión; para arreglarle, Julio César hizo venir de Alejandría al astrónomo Sosígenes, quien dando al año trópico el valor medio de 365,^25, dispuso que todos los años fuesen igua- les de 365 dias, y que para recoger las seis horas sobrantes, ca- da cuatro años se contasen 366 dias: este dia complementario se debía añadir al mes de Febrero, intercalándolo entre el 24 y el 25: el 24 en aquella cuenta se denominaba sexto-calendas, y á fin de no interrumpir el orden, al nuevo dia intercalar se dijo bis- sexto-caieíidas, de donde se deriva el nombre de bisiesto dado á todos los años de 366 dias. Llámase á esta reforma ji/Ztana, y ca- lendario juliano al dimanado de ella: comenzó á regir el año 44 antes de J. G.

El concilio de Nicea, celebrado el año 325 de la Era cristiana, fijó la Pascua por medio de una regla que consideraba que el equinoccio de primavera, tendría siempre lugar el 21 de Marzo. Pero como el valor dado al año juliano era de 365** 25 mientras el verdadero es 365*^242264, resultaba que el primero era mayor que el segundo 14" 8'; así es que transcurridos cuatro años, el equinoccio no ? erificaba á la misma hora, sino mucho más temprano 0,*'Ú30944 ó 44" 34 . Acumulada esta diferencia en los años, fué haciendo retrogradar el equinoccio del 21 de Marzo al 20y luego el 19, &c., de manera que en 1582, en que eran pasados 1257 desde el concilio de l!}icea, la diferencia se elevaba á 9"* 724, cayendo el equinoccio á 11 de Marzo, en lugar del 21. Para ob- viar este inconveniente, el pontífice Gregorio XIII» hizo nueva

67

reforma al calendario, conocida por réfori)ia gregoríana: quitó de pronto la diferencia de dias, determinando que el dia siguiente al 4 de Octubre 1582, no se contara cinco, sino quince de Octu- bre, y para prevenir el antiguo trastorno, se dieran reglas mas ajustadas para la cuenta de los años bisiestos. Según esto nues- tros cálculos solo tienen quj ver con el calendario juliano.

Esto supuesto comenzamos por relacionar los años. Esta em- presa es sencilla, supuesto que somos dueños de esta verdad his- tórica: El año 1519 en que D. Hemarído Cortés llegó d las playas de México contaban los naturales el ce Acatl de su cid^. Conforme con ello están los autores de nota, como Sahagan, Ixtlilxochitl, Acosta, Torquemada, Sigúenza, Boturini, Clavijero, Yeytia, Ga- ma &Q.: confírmanlo plenamente los Códices ^elleriano Remen- ee 7 Vaticano, la pintura sincrónica de Tepechpai/. y de México, la pintura publicada por Aubin, así como varios escritos de au- tores indios. Aceptando este punto de partida, todo el trabajo consiste en colocar el 1519 junto al ce acatl, y desarrollar para- lelamente la serie de los anos hacia arriba y abajo cuanto se quiera.

Para determinar el principio del ciclo tenemos esta autoridad. '*La última fiesta solemne que hicieron de este fuego nuevo, fué ^'el año 1507; hiciéronle con toda solemnidad porque no habian ''venido los españoles á esta tierra. El año de 1559 acabó la otra gavilla de años, que ellos llaman toxiuhmolpia: en esta no hicie- ron solemnidad pública, porque ya los españoles y religiosos estaban en esta tierra, de manera que este año de 1566, anda en quince años de la gavilla que corre." (1) Confirman las pin- turas este aserto contándose entre ellos el Códice Mendocino.

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Veamos si salen acordes estos datos.

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Pfitner UalpUU.

Segundo tíalpiUi

UmcuÜ, 1507. in iMjpati, 150S. IV oaUi, 1509. VtochÜi, 1510. VI acAtl, 1511. VntMspatl, 1512. Tmealli, 151S.

IX toohtli. 1514. II tocpati, 1520.

X a/caü, 1515. m caUi, 1521.

XI tMspaÜ, 1516. IV toohtU, 1522.

XII oaUi, 1517. V acatl, 1523. Xni tochtli, 1518. VI tecpatl, 1524. I acatl, 1519. VII «allí, 1525.

Vni tochtU, 1526.

IX acatl 1527.

X tecpatl, 1528. XIcalli, 1529. Xn toohtli, 1530. Xm acatl, 1581. I tecpatl 1582.

(1) Sahagun, tom. I, pág. 847.

68

Tercer UalpiUi Cuarto talpOU

II calli, 1533. IX teepati. 1640. II toehtU, 1546. IX calH, 1553.

m tochtli, 1534. X caUi, 1541. Jll aoaÜ, 1547. X tochtl, 1554.

IV aoatl, 1535, XI tochtli, 1542. .IV teopaU, 1548. XI aoaü, 1555.

V teopatl, 1536. XH aoatl, 1543. Y edli, 1549. XH toopail, 1556.

VI caUi, 1537. XIII tecpati, 1544. VI tocEtli, 1550. XIII ealU, 1557.

VII tochUi, 1538. I calli, 1545. VII aoaü, 1551. I tochtli, 1558. Vniacatí, 1539. ^ VIII tecpati, 1552.

La correspondencia, paes, es exacta. Adyertíremos una con- cordancia importante; los bisiestos julianos concurren constan- temente con los ai)t>s del símbolo Tecpatl

Para la relación entre los dias, admitamos solo las dos fechas más autorizadas; el 2 de Febrero de Sahagun, y el 9 de Enero de Gama. En ninguno de los dos sistemas la fecha del primer año inicial de ciclo podía quedar siempre la misma. Tomemos el caso más propicio, el del calendario astronómico, con la interca- lación cada cuatro años. En un primer ciclo, todos los años co- menzarían en efecto por 9 de Enero y terminarían el 8 de Enero supuesto que había trece dias intercalares como en el calendario juliano; en el segundo ciclo tendría igualmente la misma forma; pero como entonces el calendario azteca solo intercalaba doce dias, mientras el juliano conservaba los trece dias, resultaría un dia de diferencia, y el siguiente cehuehuetiliztli no comenzaría otra vez por nueve de Enero, sino por ocho. Se aumentaría la diferencia de un dia en cada ciclo en que se intercalaran sola- mente doce dias: por consecuencia, no es posible que los días iniciales de todos los ciclos sean de la misma fecha.

En el calendario civil resulta lo mismo, aunque en otra for- ma. "El año mexicano, dice Humboldt, (1) comenzaba en el pri- mer del año oduhmolpilli, por el dia que en el calendario grego- riano corresponde al 9¡de Enero. El quinto, el noveno y el dácimo ''tercero año del ciclo, empezaban respectivamente por el 8, 7 y '^6 de Enero; en cada año del signo tochüi perdían un dia los "mexicanos, y por efecto de esta retrogradacion, el año oalli de

(1) Vnee dee CordUléree, tom. 2, pág. 60. Resume lo que dice Gama, parte pri- mera, pág. 52 j 76.

.

69

"^ia cuarta indicción, comenzaba el 27 de Diciembre, j finalizaba ''en el solsticio Inyierno, el 21 de Diciembre, no teniendo en ''cuenta Ibs cinco dias inútiles ó complementarios. Besnlta de "aqni que el último de los Tiemontemi llamado cohuatl, culebra, y ''considerado como el dia más desgraciado, porque no pertenecia periodo alguno de trece dias, cajese al fin del ciclo en 26 de "Diciembre, y que los trece dias intercalares trajesen de nueyo "el principio del año al 9 de Enero."

Admitimos por bueno el cálculo y le tenemos por perfecto, en el supuesto de ser trece los dias intercalarios;^pero ¿podía suce- der lo mismo en el ciclo en que tocaba intercalar doce dias? En este se suprimía un dia; y el último dia del ciclo, con todo e in- tercalación, no podía volver al 8 de Enero, para que el siguiente ci<do comenzase á 9, sino que concurría con el 7 de Enero, y el ano siguiente tendría por inicial el 8 de Enero del calendario ju« liano. Otra observación: la pérdida del dia no tenía lugar en el signo tocftüi^ sino en el tecpatí, que es el que concurre con los años bisiestos, y la diferencia en el dia inicial del año se haría sentir en los años del símbolo cálli inmediato.

Establecido el sistema en la forma que hemos visto, nos dice Chima: (1) "Pero para concordar los datos de los españoles con los de los indios, en los tiempos anteriores á la corrección gre- goriana, es necesario tener cuenta, no solamente con los dias que habían retrocedido los indios, sino también con el error que tenía entonces el calendario de los españoles, y sumando am- "bas diferencias, se sabrá con precisión, el dia que corresponde." De esta regla fundamental parte para examinar algunas fechas, que asegura se resuelven en su cómputo, siendo imposibles en los demás. "Sea, por ejemplo, asegura en el lugar citado, .el dia 8 "de Noviembre de 1519, en que entró en México la armada es- pañola, que los mexicanos dicen haber sido en el mes nombra- do QnechoUi del año ce Acatl, primero de la segunda indicción "de su ciclo, en el cual habían omitido ya tres bisiestos, suman- "do pues, estos tres dias con la diferencia que hay entre 8 y 17 "de Noviembre que debían contar los españoles (por llevar co- ^'rridos entonces 9 dias completos, que componen los 4A minutos "que intercalaban de mías en cada bisexto, desde el año 325, en

(1) Las dos piedras, primera parte, § 45, pág. 76.

u

\

70

<'qae se celebró el sagrado concilio Niceno, hasta el 1600), la sa- "ma doce añadida al dia ocho concurrirá con el dia 20 del pro- pio mes; al cnal corresponde precisamente en los calendarios mexicanos el dia 16 del mes QaechoUi, nombrado 4 Cozca- "caauhtli. Pero aquel año ce Acatl habla empezado tres dias '^ántes del 9 de Enero: aunque el dia 16 del mes QuechoUi y 4 "Cozcacuauhtli coinciden con el 20 de Noviembre, se deben re- ''trotraer á 17 del mismo, que es el dia exacto que debían contar "los españoles, supuesta ya hecha la corrección que necesitaba "el calendario juliano de que entonces usaban.*'

Pasa á considerar la fecha de la prisión de Oaauhtemoc, fijada por los mexicanos en el año Yei Calli, mes Tlaxochimaco, dia ce Cohuatl, acompañado Atl, y relacionada con el 12 de Agosto 1521. Examina cómo no cuadra en ninguno de los ajenos siste- mas; y como lo mismo suceda en el suyo, entra en largas expli- caciones, divaga, y por último declara que la fecha no debe to- marse al pié de la letra. (1) "Hablando, pues, el primero, (Cris- "tóbal del Castillo) metafóricamente, dice, que se acabó la guerra: "perdió su dignidad é impetio GuauhtemotziD, y so destruyeron "los mexicanos y tlatilolcas, en aquel dia, que por sus efectos "debía contarse una culebra, cuyo acompañado fué el agua; en "el cual dijo el gran Tlalloc, qué cesaría de una y otra parte la "ominosa revolución de la guerra y que este fatal suceso fué en "el año, que en la cuenta de sus ciclos se enumeraba Yei Oalli, "tres casas. Esta es la genuina intrerpretacion que debe darse "al sentido metafórico que contienen las palabras que abajo van ' "asentadas. '' (2)

Este punto de la correspondencia es para nosotros el capital de la cuestión. Estamos absolutamente conformes en que deben llevarse en cuenta los bisiestos intercalados en el calendario ju- liano de cuatro en cuatro años, para añadirles en el calendario mexicano al fin de cada ciclo; pero nos parece complicado á la

(1) Las dos piedras, primera parte 1 48 al 5 1, pág. 79 á 83.

(2) Ca iniquao tzonquiz in necaliliztli. in noman in chimalli; izoeuli in teoatl tta- ebinolli inio poliohqae in Tenoohca, Tlatiloloa. Auch ca huel iqoao in on oalao T(k natioh, yehuatl ixcemilhtiitanalpohaalli: ca yehaaÜ iz ce Cohoatl iniqnecbol atl on> can tlatoa in Hoey Tlalloc moncahui (yaomalinaltezahuitl. Auch impan initla po- hnalli in xiutlalpohuatli, ca yei Calli in zihaitl. En el citado MS. cap. 50.

71

pAT de inútil andar bascando el tiempo verdadero que los espa- ñoles debían contar, haciendo la corrección de lo que el ano ci- TÍ1 juliano excedía al trópico. Existia en realidad nna diferencia en tiempo; el eqninoccio había retrogradado y no se verificaba el 21 de Marzo; pero esto, que debía apreciarse en los cálenlos astronómicos, nada tenía que ver con las fechas civiles. Cuando los castellanos contaban 8 de Noviembre, este dia y no otro nin- gano era en sus cómputos; no se le debe corregir como no se corrigen las fechas de aquella ópooa, permaneciendo siempre 8 de Noviembre: el viejo j el nuevo estilo solo han sobrevenido después de la corrección gregoriana, á fin de llevar la relación entre las datas comunes de los pueblos cristianos j de los que, como los Busos, conservan la antigua cuenta.

Has sea cual fuere la corrección que deba efectuarse, es ab- solutamente innegable^ queda fuera de toda controversia, que si se encuentra una fecha cierta del calendario azteca, que concuer- de con otra también cierta del calendario juliano seguido por los castellanos, ambas concurrirán en un solo j mismo dia. Si to- mado este punto de partida ambos calendarios se desarrollan paralelamente no cabrá la menor duda en que su relación será auténtica y verdadera, al menos en el año en que se ejecuta la confrontación. Este procedimiento vamos á emplear sin desalen- tarnos porque Gama diga, que el camino fué ya recorrido sin obtener resultado satisfactorio. La fecha escogida es precisa- mente la desechada por Gama. Yei CaU^ TlaxocMmaco, ce Co^ haüf acompañado AÜ, concuerda con 12 de Agostó 1521, Si de la comparación que emprendemos resulta un absurdo, la andamia- da vendrá al suelo por su propia gravedad; si sale conforme con los principios ya establecidos, el problema quedará resuelto y la verdadera estructura del calendario azteca quedará conocida.

CAPÍTULO V.

NUBSTRO SISTEMA.

Diicuiion deldta ttcúgido.—CaientUmo comparado para lú^l.-^Regku para la for- mación de un calendario cualquiera. —liafiegta dcUca. Culminación de las pUya- da». La intercalación.

ESTAMOS obligados á no dar nn paso sin entrar en nueva disensión: la fecha adoptada no está llana como parece. D. Hernando Cortés relata la prisión de Gaanhtemoc, así como la subsecuente entrevista, aumentando: '*E yo le animé, y le dije, ''que no tuviese temor ninguno; y así preso este señor, luego en ''ese punto cesó la guerra, á la cual plugo á Dios Nuestro Señor, "dar conclusión martes, dia de Santo Hipólito, que fueron trece "de Agosto de mil, y quinientos, y veinte y un años." (1) Bemal Díaz escribe: "Prendióse Guatemizy sus capitanes en 18 de Agos- "to, á hora de vísperas, dia de señor San Hipólito, año de 1521." (2) Por 3U parte. Gomara nos dice: "De la manera que dicho queda "ganó. Fernando Cortés á México Tenuchitlan, martes a trece de "Agosto, dia de San Hipólito, año de mil y quinientos y veinte "y uno: en remembranza de tan gran hecho y victoria, hacen ca- "da año semejante dia los de la ciudad, fiesta y procesión, en que "llevan el peudon con que se ganó." (3) En efecto esta costum- bre de sacar el pendón por la ciudad el dia de San Hipólito, tre-

(1) Cartas en Lorenzana, pág. 300.

(2) HÍ8t. Tordadera, cap. OLVI.

(8) Gomara, Crón. cap. CXXXXIII.

78

ce dd Agosto, tuyo lugar por primera vez en Mexioo, el año 1528 segon ooDsta por q1 cabildo del mismo mes. (1)

Torquemada (2) acepta qne la victoria fué á 13 de Agosto, auD- que despaes expresa: ''algunos dicen, que se ganó la ciudad el ''dia de Santa Clara; pero que por no estar entonces esta santa "en el calendario y tabla general del rezado, no la hallaron en "ella cuando quisieron notar el dia, j asi pasaron al inmediato "que se le sigue, donde están los benditos Santos Hipólito y Ca- "siano.'* (3) Yetancourt sigue opinión semejante escribiendo» "Vné esta victoria martes 13 de Agosto, dia de San Hipólito: ^'aunque hay quien diga, qué la prisión fué á doce sobre tarde y "la publicación de las paces á trece año de 1621." (4)

"Otra razón hubo, dice Gama, (5) para que se confundieran "más los españoles, y no llegaran á conocer la correspondencia "de los dias y meses de nuestro calendario con los de los indios "y es el dia que señalaron éstos de la toma de la ciudad. En to- adas las historias escritas por ellos, así de los autores conocidos 'como de los anónimos, se refiere esta data con el símbolo y.ca- '^ráctev numérico ce OohuatL Unos hacen también mención del "mes Tlaxochimaco." El mismo Gama, quien parece haber he- cho especial estudio acerca de este punto, menciona la historia de uno de los guerreros mexicanos que se hallaron en el cerco de México, y le sirve de guía la autoridad de Cristóbal del Cas- tillo, quien ''dice haber sido la prisión de Cuauhtemozin por la "tarde al ponerse el sol. Auh c% huel iquac in onccdac Tona- tiuhr (6)

"Rindiéronse los mexicanos, dice Sahagun (7) y departióse la guerra en la cuenta de los años que se dice ires casas, y eu la cuenta de los dias en el signo que se llama ce Ooatl'\

Perplejos nos dejaron estas encontradas versiones, fundadas co- mo estañen respetables autoridades. Meditando uu poco creemos

(1) Libros de Cabildo, 14 da Agosto 1528.

(2) MoQsrq. indiaoA, lib. IV, cftp. Gilí.

(3) Las dos piedras, pág. 80| nota.

(4) Teatro mexicano, trat. 2. cap. X. \Cy) Las dos piedras, pág. 79.

(6) Las dos piedras, pág. 81, nota.

(7) Hist. general, lib. XII, cap. XL, primera edición.

10

ce u

74

haber encontrado la soinoion del. problema. A hora de vísperas íaé en realidad la prisión de Oaauhtemoc, tras la caal tuyo lugar la entrevista con D. Hernando, de donde se siguió la rendición de los guerreros mexicanos; pero acercándose la noche y presen- tando el cielo aparatos de lluvia, los castellanos se retiraron á sus cuarteles, llevándose los prisioneros. ''Luego el dia siguien- ^te de mañana se pregonó la paz, y mandaron á los que estaban ^'acorralados que saliesen seguramente á sus casas á reposar y ''consolar.'* Este mismo dia se verificó segunda entrevista, en el mismo sitio en donde la del dia anterior, entre Oortós y los tres reyes vencidos, Cuauhtemoc de México, Goanacoch de Texcocó y Tetlepanquetzalin de Tlacopan, para concertar el rendimiento y la §(ujecion, con la entrega del oro que en la ciudad había, dándose orden en el modo que los señoríos quedaban y manera de recojer los tributos. (1) Las entrevistas fueron dos y no una sola. Cortés, de quien tomó Gomara, y andando, el tiempo Ber- nal Díaz, no menciona másTdel dia de la captura del rey; por un olvido, que nada tiene de extraño, omitió la segunda conferencia, ya por parecerle cosa de^poco momento, ya por no hacer más abultada su relación; cuenta su conversación con Cuauhtemoc, y sin percibir que algo se le quedaba por decir, fijó la fecha d«l 13 de Agosto en que se publicó la paz, sin advertir en que recaía sobre el dia de la prisión: era una inadvertencia y nada más. Mucho más puntuales los historiadores mexicanos, como que se trataba de hechos muy capitales en su historia, consignaron en sus anales los sucesos verdaderos, distinguiendo acertadamente los dos dias, con sus propias fechas, el de la cautividad del mo- narca, y el de la publicación de las paces: el primero fue lunes 12 de Agosto 1521, el segundo el martes 13 de Agosto, solemni- zado como dia verdadero del rendimiento de la ciudad y princi- pio de la dominación española en México.

Si al lector parecen livianas nuestras razones, vamos á darle nna demostración matemática. He aquí el calendario formado 1»ajo la base de que, lunes 12 "de Agosto 1521 era al mismo tiem- po ce Cohuatl acompañado Atl, del mes Tlaxochimaco. Coloca- das ambas fechas una delante de otra, desarrollamos simultánea-

(1) Sáhagan, lib. XII, oap. XLI de la segunda edic. oap. XL y XLI de la primera TofqQemada, lib. lY, oap. CII.

75

mente hacia arriba y háoia abajo los dos calendarios juliano y mexicano, y veamos á donde nos condncen.

ÁÉO YEI CALLI (tres CASAS). 1521.

Añ&jtUianc

J/oai p dia$ trtoena¡e$, I. ITZCAT.TJ.

«

fcwo. Hiéraole«

30

2 O'^omatli.

Xiuhtecuhtli Tktl

Jueyes .

31

3 Malinalli.

Tecpatl.

VébMTO. Viernes

1

4 Acatl.

Xóchitl.

Sábado

2

f) Ocelotl.

Centeotl.

Domingo

3

n Cuauhtli.

!^iquiz'lí.

Liínes

4

7 Cozcacuauhtlí.

Atl.

Martes

5

8 Ollin.

Tlazolteotl.

Miércoles

6

9 Tecpatl.

Tepeyollotli.

Juayes

7

10 Quiahuitl.

Quiahuitl.

ternes

S

11 Xóchitl.

Tletl.

Sábado

9

12 Cipactl).

Tecpatl.

Domingo

10

13 Ehecatl.

Xóchitl.

lüínes

11

1 Calli.

Centeotl.

Máries

12

2 Cuetzpallin.

Miquiztli.

Miércoles

13

3 Cohnatl.

Atl.

JnéTes

U

4 Miquiztli.

Tlazolteotl.

Viernes

15

5 Mazatl.

Tepeyollotli.

Sábado

16

6 Tochtli.

Quiahuitl.

Domingo

17

7 Atl.

Tletl.

Liines

18

8 Itzcointli.

Tecpatl.

II. ATLAOAHÜALOO.

Martes

19

9 Ozomatli.

Xóchitl.

Miércoles

20

10 Malinalli.

Centeotl.

Jueves

21

11 Acatl.

Miquiztli.

Viernes

22

12 Ocelotl.

Atl.

Sábado

23

13 Cuauhtli.

Tlazolteotl.

Domingo

24

1 Cozcacuauhtli.

Tepeyollotli.

Lunes

25

2 Ollin.

Quiahuitl.

M&rtes

26

3 Tecpatl.

Tetll.

Miércoles

27

4 Quiahuitl.

Tecpatl

76

Ifino.

Juérea

28

5 Xochtli

Xóchitl.

Víérne»

1

0 Cipactli.

Cenleotl.

Sábado

2

7 Ehecatl.

Miquiztli.

Domingo

3

8 Calli.

Atl.

Lunes

4

9 Cuetzpalin.

Tlazolteot!.

Mirtes

5

10 Cohuatl.

TepftyoUotlí

Miércoles

6

11 Miquiztli.

Quiahuitl.

Juéres

7

12 Mazatl.

Tletl.

Viérneri

S

13 Tochitl.

Tecpatl.

SU>ado

9

1 Atl.

Xóchitl.

Domingo

10

2 Itzcuintli.

Centeotl.

m. TLAOAXIPEHÜALIZTLI.

Lunes

11

3 Ozomatlí.

Miquiztli.

Martes

12

4 Mallinallí.

Atl.

Miércoles

13

5 Acall.

TUzolteoÜ.

Jueves

14

6 Ocelotl.

TepeyollotU

Viernes

15

7 CuauhUi.

Quiahuitl.

Sábado

16

8 Cozcacuauhtlí.

Tletl.

Domingo

17

9 Ollin.

Tecpatl.

Lunes

18

10 Tecpatl.

Xóchitl.

Martes

19

11 Quiahuitl.

Centeoti.

Miércoles

20

12 Xóchitl.

Miquiztli.

Jueves

21

13 Cipactli.

Atl.

Viernes

22

1 Ehecatl.

Tlazolteotl.

Sábado

23

2 Calli.

TepeyollotU

Domingo

24

3 Cuetzpalin.

Quiahuitl.

Lunes

25

4 Cohuatl.

Tletl.

Martes

26

5 Miquiztli.

Tecpatl.

Miércoles

27

6 Mazatl.

Xochtli.

'Jueves

28

7 Tochtli.

Centeotl.

Viernes

29

8 Atl.

Miqniztli.

Sábado

30

9 Itzcuintli.

Atl.

IV. TOZOSTONTU.

Abril.

Domingo

31

10 Ozomatii.

Tlazolteotl.

Lunes

1

11 Malinallí.

TepeyollotU

Martes

2

12 Acatl.

Quauhuitl.

Miércoles

3

13 Ocelotl.

Tletl.

Jueves

4

1 Cuauhtli.

Tecpatl.

Viernes

5

2 Cozcacuauhli.

Xóchitl.

77

Sábado

6

3 Ollin.

Centeotl.

Domiogo

7

4 Tecpatl.

Míqaiztli.

Lúnés

8

5 Quiahnitl.

All.

Martes

9

ñ Xóchitl.

Tlazolteotl.

Miércoles

10

7 Cipactli.

Tepeyollotli.

Jueves

11

8 Ehecatl.

Quiahaitl.

Viernes

13

9 Calli.

Tlctl.

S&bado

13

10 Cuetzpalin.

Tecpatl.

Domingo

14

11 Cohuatl.

Xóchitl.

Lunes

15

12 Miquiztli.

Centeotl.

Martes

16

13 Mazatl.

Miquiztli.

Miércoles

17

1 Tochtli.

Atl

Jaénes

IS

2 Atl.

Tlazolteotl

Viernes

19

3 Itzcuintli.

Tepeyollotli.

y. HT7EIT0Z0ZTLI.

I

Majo.

Sábado

20

4 Ozomatli.

Quahuitl.

Domingo

21

5 Malinalli.

Tletl.

L6nes

22

6 Acatl.

Tecpatl.

Martes

23

7 Ocelotl.

Xóchitl.

Miércoles

24

8 Cuauhtii.

Centeotl.

Jueves

25

9 Cozcacuauhtli.

Miquiztli.

Viernes

3C

10 Olliu.

Atl.

Sábado

27

11 Tecpatl.

Tlazolteotl.

Domingo

28

12 Quiahuitl.

Tepeyollotli

Lunes

29

13 Xóchitl.

Quiahuitl.

Martes

30

1 Cipactli.

Tletl.

Miércoles

1

2 Ehecatl.

Tecpatl.

Jueves

2

3 Calli.

Xóchitl.

Viernes

3

4 Cuetzpalin.

Centeotl.

Sábado

4

5 Cohuatl.

Miquiztli.

Domingo

5

6 Miquiztli.

Atl.

Lunes

6

7 Mazatl.

Tlazolteotl.

Martes

7

8 Tochtli.

Tepeyollotli

Miércoles

8

9 Atl.

Quiahuitl.

Joéves

9

10 Itzcuintli.

Tletl.

TL TOXGATL.

Viernes ¡O Sábado 11 Domingo 12

11 Ozomatil.

12 MalinalU. '13 Acatl.

Tecpatl. XrcbiU. Centeotl.

78

Lunes

13

1 Ocelotl.

Miquiztli.

Martes

14

2 Ouauhtli.

Atl.

Miércoles

15

3 Oozcacuaubtli.

Tlazolteotl.

Jueces

16

4 Ollin.

TepeyoUotli.

Viéroes

17

5 Tecpatl.

Quiahuitl.

Sábado

18

6 Qaiahuitl.

Tletl.

Domingo

19

7 Xóchitl.

Tecpatl.

L&nes

20

SCipactli.

Xóchitl.

Martes

21

9 Khecatl

Genteotl

Miércoles

22

10 Calli.

Miquiztli.

Juéres

23

11 Cuetzpalín.

Atl.

Viernes

24

12 Cohuatl.

Tlazolteotl.

Sábado

25

13 Miquiztli.

TepeyoUotli.

Domingo

26

1 Mazatl.

Qaiahuitl.

Lunes

27

2 Tochtli.

Tleil.

Martes

23

3 Atl.

Tecpatl.

Miércoles

29

4 Itzcuintli.

Xóchitl

TIL ETZACUALIZTLI.

Junio.

Juéres

30

5 Ozomatlí.

Centeotl.

Viernes

31

6 Malinalli.

Miquiztli.

Sábado

1

7 Acatl.

Atl.

Domingo

2

8 Ocelotl.

Tlazolteotl.

Lunes

3

9 Cuauhtli.

TepeyoUotli

Martes

4

li Cozcacuahtli.

Quiahuitl.

Miércoles

5

U Ollin.

TleÜ,

Juéres

6

12 Tecpatl.

Tecpatl-

Viernes

7

13 Quiahuitl.

Xóchitl.

Sábado

8

1 Xóchitl.

Centeotí:

Domingo

9

2 Cipactli.

Miquiztli.

Lunes

10

3 Ehecatl.

AU.

Martes

11

4 Calli.

TlazalteoU.

Miércoles

12

5 Cuetzpalin.

TepeyoUotU.

Jué?es

13

6 Cohuatl.

Quiahuitl.

Viernes

14

7 Miquiztli.

Tletl.

Sábado

15

H Mazatl.

TecpaU.

Domingo

16

9 Tochtli,

Xóchitl.

Lunes

17

10 Atl.

Centeotl.

MártM

18

11 Itzcuiatli.

Miquiztli.

TUL TE0üD:iHU1T01ITLI.

Miércoles 19 JuéTes 20

12 Ozomatli.

13 MalinalU.

Atl. Tlazolteotl.

79

Jalio.

ViérDef

31

1 Acatl.

Tepeyollotli.

Sábado

23

2 Ocelotl.

Quiabuitl.

Domingo

23

3 Cuanhtli.

Tletl.

Lunes

34

4 Cozcacuauhtli.

Tecpatl.

Mkrtei

25

5 Ollin.

Xóchitl.

MiércoUs

36

6 Tecpatl.

Cnteotl.e

Jué?es

27

7 Qaiahuitl.

Miquiztli.

Viernes

28

8 Xóchitl.

Atl.

Sábado

29

9 Cipactll

Tlazol teotl.

Domingo

30

10 Ehecatl.

Tepeyollotli.

Lunes

1

n Calli. .

Quiahuitl.

Martes

2

12 Cuetzpalin.

Tletl.

Miércoles

3

13 Cohuatl.

Tecpall.

Jueyes

4

1 Miquiztli.

Xóchitl.

Viernes

5

2 Mazatl.

Centeotl.

Sábado

6

3 Tochtli.

Miquiztli.

Domingo

7

4 Atl.

Atl.

Lunes

S

5 Itzcuintli.

TiazoUeotl.

IX. HUEITJBCUILHUITL.

Martes

9

6 Ozomatli,

t^epeyollotli.

Miércoles

10

7 Malinalli.

Quiahuitl.

Jueyes

11

8 Acatl.

Tletl

Viernes

13

9 Ocelotl.

Tecpatl.

Sábftdo

13

10 Cuauhtli.

Xóchitl.

Domingo

14

11 Cozcacua^ihtli.

Centeotl.

úLnes

15

12 Ollin.

Miquiztli.

Martes

16

13 Tecpatl.

Atl.

Miércoles

17

1 QuiahuitL

TiazoUeotl.

Jaéves

18

3 Xóchitl.

Tepeyollotli.

Viernes

19

3 Cipatli.

Quahuitl.

Sábado

M

4 Ehecatl.

Tletl.

Domingo

21

5 Calll

Tecpatl.

Lunes

22

6 Cuespalia.

Xóchitl.

Martes

23

7 CohaaU.

Centeotl.

Miércoles

24

8 Miqaístli.

Miquiztli.

Jueyes

25

9 Mavatl.

Atl

Viernes

26

10 Tochtli.

Tlazolteotl.

Sábado

27

11 Atl.

Tepeyollotli.

Domingo

38

12 Itzcuintli.

Quiabttítl.

Z. TLAXOOHIMÁOO.

Lunes Martes

29 30

13 Ozomatli. 1 Malinalli.

Tletl. Tecpatl.

m

Ajáoste.

Miércoles

31

2 Acatl.

Xóchitl.

Juéreé

1

3 Ocelotl.

Centeotl.

Viernes

2

4 Cuauhtlt.

Miquiztli.

Sábado

3

5 Cozcacuauhtli.

Atl. ,

Domingo

4

6 Ollin.

Tlazolteotl.

Lunes

6

7 Tecpatl.

Tepelloyotli.

Martes

6

8 Qulahuitl.

Qui^huitl.

Miércoles

7

9 Xóchitl.

Tletl.

Jueves

8

10 Cipactli.

Tecpatl.

Viernes

9

11 Ehecatl.

Xóchitl.

Sábado

JO

12Callí.

Centeotl.

Domingo

11

13 Cuetzpalin.

Miquiztli.

Lunes

13

1 Cohuaa.

AU.

Martes

13

2 Miquiztli.

Tlazolteotl.

Miéccoles

14

3 Mazatl.

Tepoyollotli.

Jueves

15

4 Tochllí.

Quiahuitl.

Viernes

16

5 Atl.

Tletl.

tSábado

17

6 Izcuintli.

Tecpatl,

XI. XOGOHÜBTZI.

Setbre.

Domingo

18

7 Ozomatli.

Xóchitl.

Lunes

19

8 Malinalli.

Centeotl.

Martes

20

9 Acatl.

Miquiztli.

Miércoles

21

10 Ocelotl.

Atl.

Jueves

22

11 Cnauhtli.

Tlazolteotl.

Viernes

23

12 Cozcacuauhtli.

TepeyoUotli.

Sábado

24

13 Ollin.

Quiahuitl.

Domingo

25

1 Tecpatl.

Tletl.

Lunes

26

2 Quiahuitl.

Tecpatl.

Martes

27

3 Xóchitl.

Xóchitl.

Miércoles

28

4 Cipactli.

Centeotl.

Jueves

29

5 Ehecatl.

Miquiztli.

Viernes

30

6 Calli.

Atl.

Sábado

31

7 Cuetzpalin.

Tlazolteotl.

Domingo

1

8 Cohuatl.

Tepeyollotli.

Lónes

2

9 Miquiztli.

Qaiah*iltl.

Martes

3

10 Mazatl.

Tletl.

Miércoles

4

11 Tochtíí.

Tecpatl.

Jueves

5

12 Atl.

Xóchitl.

Viernes

6

13 Itzcuintli.

Centeotl.

Xn. OOHPAKIZTLL

Sábado 7

Domingo 8

1 Ozomatli.

2 MallioaUi.

Miquiztli. Atl.

81

Lúnef

9

3 AcaU.

Tlszolteot].

If&rtef

10

4 Ocelotl.

TepeyoUotli.

Miércoles

11

5 CuauhÜt.

Qaiahuitl.

Joé?M

U

6 Coxcacttatthtli.

Tletl.

Viéraei

13

7 OUin.

TecpatL *

S&bado

14

8 Tecpatl.

Xóchitl.

Domingo

15

9 Quiahuitl.

CenteotL

Lunes

16

10 Xóchitl.

Miquiztli.

M&rtes

17

11 Cipactli.

AU.

Miércoles

18

12 Ehecaa.

Tlazolteotl.

Jné^es

19

13 Calli.

TepeyoUotli.

Viernes

9a

1 Caetzpaliii.

Qniabuitl.

Sábado

91

3 Cohuatl.

Tletl.

Domingo

23

3 Miquiztli.

TecpaU.

Lánes

33

4 Mazatl.

XechitL

Mirtos

H4

5 Tochtli.

CenteofL

Miércoles

25

6Atl.

Miquiztli.

Joéres

26

7 Itzcuintli.

zn. tboujeoo.

Atl.

Viernes

27

8 Ozomatli.

Tlazolteotl.

.S&bado

^

9 Malinalli.

TepeyoUotli.

Domingo

29

10 Acatl.

QuiauhuitL

Lunes*

30

11 Ocelotl;

Tíetl. '

Octakre. Martes

1

12 Cuauhtlí.

Tecpatl.

Miércoles

3

13 Cozcacuauhli.

Xóchitl.

JuéVes

3

1 OUin.

Centeotl^

Viernes

4

2 Tecpatl.

Miq,uiztli.

Sábado

5

3Quiahüífl/

Atl.

Domingo

6

4Xochiü. '• ' '

TfaiolteoÜ.

Lunes *

7

5 CipactH.

TepeyoUotli.

Martes

« 1

CEhecatl. .* *

Quiahuitl.

Miércoles

9

7 Calli.

Tíetl. ' *

Jueves

10'^

*

8 Cuetzpalio. '

Tecjpatl.

Viernes

11

9 Cohuatl^

Xóchitl:-"

Sábado '

12 '

10 Miquíltli.

Centeotl.

Domingo

13

11 Mazatl.

Miguiztn. '

Lunes

14 '

12Tochüi.' ■" . ; .

Atl.'^

Martes

15 .

ISAtl. . ' .

Tláíolteótl; •' '

Miércoles

1 16

1 Itzcumtli;

TepfeyoUofli.' '

•!siyr*iu£i^PitiiHk/i4'L •'

L.

Jueves

17 >

2 Ozomatli* '

Qushuitl. ' ^

Viernes

■W'^

dMalinalH.. > ; :

TletU c :i *; 11

88.

Sábado

19.

4 Acatl.

T«»cpatl.

DoifMAgO

2Q

5 Ocelotl.

Xóchitl.

Lunes

2L

6 Cuauhtli.

CfiteotU .

M&rtes

2?

7 QoKcacuauhtli..

Miquiztli»)

Miércol^

.23.

! 8 OÍliii.

Atl

Jueves

24,

9 TecpatL .

Tl»^Iteo(l«

Viernes

25 )

10 QuiahuitL

TepeyQllQtli«

Sábado

26..

11 Xóchitl.

Qvifthuitl.

Domingo

27

12 Cipactli,

T^etl.

Lunes

23i

13 EhecatU

Tecpatl»:

Manes .

29

1 Calli. :

Xocrhitl.

Miércoles

30

2Cuetspalin* .

CenteotL

Jueves

31

3 Cohuatl»

Miquiztli.

N^vbre. Viernes .

1

4 Miquiztli.

Atl

Sábado,

3

5 Mazatl.

TlacoUeod.

Domingo

3

6 Tochtli.}

T^eyolletli.

Lunes

4 '

7 Atl.

Quiahuitt .

Martes

^

8 ItzcuiatU.

Tletl.

4

X7. oracflot.TiT.

Miércolet

1 6

9 OzomatU.

Tecpatl.

JuévjQs

7

lOMalinaUi.

Xoohitl.

Viernes

8

11 Acatl.

CenteotL

Sábado

9i:

12 Ocelotl.

Miquiztli.

Domingo

10

13 CuauhtU,

Att.

Lunes

11

1 Cozoac^auhtli.)

TlazoUeotU

Martes

12

2 0llin.

TepeyollotU^

Miércoles

13

3 Tecpatl.

QiiiafauitL

Jueves

14

4 Quialmitl.

Tleü.

Viernes

w

S XochiÜ.

TecpatU

Sábado

xo

6 Cipactli.

Xóchitl.

Domingo

17

7Ehecatl.

Centeotl.

Lunes

18

S Calli.

MiquiztlL

Martes

19

9 CuetzpeUii«

Atl.

Miércolai

20

10 Cohuatl,

Tlasolteotl.

Jueves

n

11 Miquiztli.

Tepeyollotll.

Viémee

22

12 Mazatl.

Qui^uitL

Sábado

23

13 Tochüi.

Tletl.

Dorainfo

24

lAtL

Tecpatl.

Lunes

2$

2 ItzcutlkÜl.

Xóchitl.

XYL MjfflfflKDIIUSni

Martes. 26 Miércoles .97.

3 OzomatU.

4 Malinalli.

Cenfeotl. Miquiztli.

8S

Juayes

S8

5 AcatL

Atl.

Viernes

9f '

6 Ocelotl.

TlazoUeotL

Sábado

90

7 Cuauhai.

Tepeyollotli

Diebre* Domingo

1

8 CoTOMOMSilIfi.

QoJahuiU,

Lüxuts

S

9 OUin.

TlétlJ

Martes

»

10 Tecpatl.

Tecpatl

Miércoles

4

11 Qu¡fth«i«L

Xóchitl.

Juévvs

d

12 XocbiU.

Genteotl»

Viernes

e

13 Cipacaí.

Miquictli»

S«b&ao

7

1 Ehecatl.

Atl.

Domingo

8

2 Calli.

Tlazoltaotl.

Lunes

9

3 Cuetz^in.

TepeyolloUL

M&rtes

10

4 CohuaU.

QoiabaUl*

Miércoles

11

5 MiquisllL

Tletl.

Jnéres

12

6 MazatL

rDscpatl.

Viernes

18

7 Tochllú

Xóchil

[Sábado

14

8 Atl.

CénteotU

Domingo

15

9 Itzcttintlí/

MiquizUL

XVn. ÁTSliOBXVL

Lunes

18

10 Ozomatli.

Atl.

M&rtes

17

11 Malinalli.

Tlazolteotl.

Miércoles

18

12 AcatL

TtpeyoUotli,

Jueves

19

13 OcelotL

QniahaitL

Viernes

20

I Caauhtli.

Tletl.

Sábado

21

2 Cozcacuaahtli.

Tecpatl.

Domingo

22

3 OUin.

Xóchitl.

Lunes

23

4 Tecpatl.

Ceoteotl.

Martes

24

5 QiiiahuRL

MiqvistU.

Miércoles

2&

eXochitl.

AtL

JuéTCS

26

7 OipactU.

TlnolteoU.

Viernes

27

8 KhecatL

Tepejollotli.

Sábado

28

0 Oalli.

Ctniahuitl.

Domingo

20

10 Oaetzpaliii.

Tletl.

LCines

80

11 OoIraatL

Teepad.

Ifáitoi

81

12 MiqaiatlL

XochM.

Miércoles

1

la Mazatl.

Oenteotl.

Jué?es

3

1 Tochtií.

Miquiztli.

ViérnM

3

2 Atl.

AtL

Sibudt

4

a ItzeaiDtlL XVm. TITITL.

TbaoItMlL

Domingo

5

4 OanmattL

Tepeyottotll^

Lunes

8

SMaÜBallL

amMtl.

u

Ukttm

7

6 Acatt.

Tletl.

Miércolef

8

7 OceloÜ.

Tecpatl.

Jttéref

0

8 Cuanhtlí.

Xóchitl

Tiérnet

10

9 Coscseuahtti*

CeoteotL

Sábftdo

11

10 Ollin.

Miquiztli.

Domingo

13

11 TecpatU

Atl.

L6n«f

13

13 QuiahuitL

Tlazolteotl.

Martas

14

13 Xóchitl.

TepeyollotlL

Miércoles

15

1 Cipactli.

Quiahuitl.

Jueves

15

3 EhecatL

Xiuhtecuhtli Tlett.

Viérnet

17

3 CallL

Tecpatl.

Sábado

IS

4 Cuetzpalin.

Xóchitl.

Domingo

19

5 Cohuatl.

Centeotl.

Lunes

90

6 Miq^li.

7 Mazatl.

Miquiztli,

M&rtes

al

Atl.

Miércoles.

92

8 Tochtli.

TlazalteoU.

Juérea

23

9 Atl.

TepeyoUotlí

Viernes

24

10 ItzcQÍntli, MlBKOKTEaa.

Cuauhtli.

S&bado

25 11 Ozomatli.

Domingo

26 12 Malinalli.

Lunes

27 13 AcaÜ.

M&rtes

28 1 Ocelotl.

Miércoles

29 2 QuiahuitL

Examin6mo3.^El año tres Calli comienza con el dia inicial dos* Ozomatli. Todos los meses empiezan por Ozomatliy llevando el número trece nal de la serie respectiva: también los nemontemi tienen por principio el Ozomatli. El año comienza y acaba por el mismo número trecenal. Los acompañados se desarrollan for- mando dos series i ignales, qne terminan al fin del noveno y del decimoctavo mes. Todo resulta Begnn lo venimos indicando. T esto no puede ser una simple casualidad; porque es iínposibler admitir, que mezclados, relacionadoá j confundidos loa dias, los meses, los años, las trecenas, los acompañado^ salgan de una manera fortuita á un resultado claro, ordenado, bien dispuesto 7 entendible. Con esta pru6.1;)a irrecusable demostramos h, pos* teriori, cuanto habiamos avanzáclo á priori. Si así es exacto, que- da resuelto definitivamente el piroblpma, de cuál es el mes inicial del año, que tanto ha preocupado á los autores.

85

Besnmamos ahora las bases segtiras de naestro sistema^ no ma inoarrir en la falta de recaer eu repeticiones. Los dias del mes son Teinte en esta forma:

1 GipaotU.

6 HiqniztlL

11 OxomatU.

16 Co«oaoa«iblli«

8 EheoaÜ.

7 MazaÜ.

12 ICalinaUi.

17 0UÍ1U

S CaUi

a Tochtíi

13 AcatL

18 TecpatL

4 Oaetzpalin.

9 AÜ.

14 OoéloÜ.

19 QulahuitL

5 €k>hnatí.

lo ItKoointíi.

15 OoMihtii.

20XoehitL

En el orden en que les hemos colocado, cada grupo Ueya al frente los días por los cuales eomienaan ios'^anoHy é indican Um nemontemi correspondientes á los años del día inicial Oipi^ctlif Miqniztli^ Ozomatli j Oozcaooanhtli.

Los meses son diez j ocho; su nombre y la manera verdadam en que se suceden, es éste:

lltzcaDi

2 Atlaoaliaaleo.

3 TlBcaxipehaAliztli.

4 TozoztonÜi.

5 HaeytozozÜi S TozoatL

7 EtsamudizUi

8 Teotiilhiutoiiti.

9 HaeyteeailhmU.

10 Tlaxochimaoo.

11 Xoeohnei2á.

12 Oohpaoiztii.

13 Teotleco.

14 Tepoilhnití.

15 Qaeoh^m.

16 PanqnetsaÜBtlL

17 AtomosÜ!.

18 TitiU.

Como comprobación de que el año comenzaba por Itzoalli, te« nemos los dichos de los intérpretes de los Códices Vaticano j Telleriano-Bemenae, al referir la costumbre de tomar por la ca- beza á los niños y levantarles en alto gritando, itzcáUif üzcaUt^ aviva^ aviva. Otra congruencia señalaremos. "El Tlanquechol de ^os aztecas, que es la espátula color de rosa (Flatalea aiaia de ''Lineo), pasa todos los años, por el mes de Noviembre, de loa países setentrionales al Valle de México» por cuya causa los antiguos mexicanos dieron á su mes catorceno el nombxld de QuechoUi." (1) De paso haremos i^oiar, que la observación cabe en nuestro sistema mejor que en ningún otro, supuesto que nues- tro mes Quooholli, al que asignamos el decimoquinto lugar, oae integro dentro del mes de Noviembre.

Los signos para denotar los años son Tochtli, Acatl, Teepatl, CaUi, repetidos sucesivamente; marcados con los nunieros treoe-

át

u.

L D. J60M SKBehez, «I^Kijfcnraleca," toxn. 2, pág. 250.

86

'UáleB 7 repaFtidosen ebatiro Üalpilií, fosman el cido de S2 a&os^ como tenemos xlidia Guando el oido comebzaba por Toehtlí«.el día inicial de los años de este nombre .era GipactU; de loa de Acatl, Miqniztli, de los de Tecpatl, Ozematli, y de los de Oalli, Oozcacuaahtii; dando siempre al signo del dia el mismo número del auó. Mas después que el comienzo del ciclo fué trasladado al oipe AcaÜ, cambió la correspondencia en esta manera: al año Acatl pertenece Cipactli; al Tecpatl» Miqniztli; al Calli, Qzoma- Üi; al Tochtli, Cozcacanhtli; pero el número trecenal del dia ini- «iaty es una unidad menor qtie el número que afecta al año: áltño «^n 9I treoenal uno, corresponde el dia inicial oodl el núioeroire* cM. > Después de adoptada esta última oorrecoion» el orden de lo» años del ciclo, con sus dias .iniciales, quedó organizado en Mli^ 'inanera: '

Primer tlcOpCOi.

n AoatJ, 1 Cjpaotli. m Teopatl, 2 Miqniztli rV Csdii, 3 OzomiitlL y ToobtM, 4 Gozeacoauhtli. TI Aqi^I, ¿ C^ftoüi. Vn TecpaO, 6 lüqmztli. Vin Calli, 7 Ozomatíi

IX Tochtli, 8 GozcacaaiüitlL

X Acafl, 9 Opaetlt

na Teé^aü. 10 >f iqviztfi. Xli CíOli, 11 OfeomAtli, XIU Xoohdi, U CozcacojiTibai* I Acatl, 13 Cipftcüi.

H Calli, í Ozomafli.

tBí Tochtír, 3 OonyMiiá«üil2i.''

AfiaU, Cipaotíi

Y TocpaO, 4 MÁq^afztU.

VI Calli, 6 Ozomatii.

vn Tochtli, 6 Cozcfcctiftulitl^

Vm Acatl, rClpWlü.

IX Tecpaü, 8 MiqoiztlL

X Qüli, 9 Ozomatii.

XE Tochtli, 10 CoBcacuauhtjli XH Acatl, 11 Cipactli. ''

Zni Tecpaü, 12 Miquiztlí. I Calli, 13 OzomatlL

Séffunio tia^pOU,

U Tecpatl, 1 MiquizÜi. m Calli, 2 Ozomatii.

IV Tochtli, 3 CozcacuaohtlL

V Acatl, 4 Cipactli.

VX Tecpaü, 5 MiquiztU. vn Calli, 6 Ozomatii.

VIII Tochtli, 7 Cozcaouauhtli.

IX Acatl, 8 Cipactli

X Tecpatl, O Miqtii2ti!i. Xt CdUi, 10 OBomatiL

Xn Tdc^tli, 11 CozcaovanhOL XUI Acaü, 12 CipactU. I Tecpaü, 13 MiquizÜi.

OuQrto Uálpim.

n Tochtli, 1 Cozcácttfttthüi. m AcaÜ, 2 GipacÜJ.

IV Xqopail,d Miqniztli.

V Calli» 4 Ozomaüi

VI Tochüi, 6 Cozcacuahüi. vn Aoatí, C fcípactli. Vni Tecpatl, 7 MiquizOi

IX Calli, 6 Ozomatii

X ToohtU, 9 Cozoacnaohtli

XI Acatl, io Cipactli. Xn Tecpaü, 11 MiquizÜi. XTTT Calli, 12 Ozomatii

I TofdtfU» 18 .CoMMOMlitli

m

Ijo8 peziodos treoen&lM óittiAdáotiiiéridas ñe deslizan póf'^to- ébB los dias de los meses, de 'I os ññoñ^-j del ciclo, formando Icta periodos de 260 drae igtralee á 13x20. Oada nno de estos {rérío- dos eomie&aa ini^riablemente por nno Cípactli y termina' pót trece Xóchitl, Tepitiéndoee en la misma f briba haeta la dóndlM- moík del ciclo. Dentro d^ ¿ada periodo, cada signo de los días ^ afecto con nn ndmero treeénal, qne em sti tompleto desotróUo forma esta tíétié de trece términos:

L 8. 2. 9. 3. 10. 4 IL 6. 12. 6. la 7.

*

De donde se infiere, que dentro de estos períodos ftatodamen- tales, ningún signo diurno ya afecto dos yeces con el mismo nú- mero de orden.

Tomada la s^rie por un término Cualquiera, ae la completa íook loa términos anteriores^ ▼• (P*--

4 11. 5. 12, 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. a 10. , '

Lia cual dará en todos los casos, los números trecenales que aifectan un signo diurno cualquiera.

lios meses constan de 20 dias; todos, en uu año determinado^ comienzan y acaban por los mismas dias, aunque no con los tjdis- mos números trecenales. En loa años Aoatl, empiezan por Oi- pactli 7 acaban por Xóchitl; en los años Tecpatí, el dia inicial 68 Miqui¿tli j el final Cobuatl; 6n los Calli 3on^ reispectíyamenté 03K>matli é Itzcuintli, y por último en losToclitli, Oozcácuáuht|¡ y Oaaubtli. £1 dia inicial de los meses, afecto por los números trecenales, presentará ia serie conocida trece términos; mas eotno los meses son diez y ocho, l¿v' serié det año constará del mismo número d^ términoíi, ó mejor dicho, .diez y nueyé, té- Hiendo en cuenla que los nemontemi comienzan también por él dia inicial de los meses. La serie pot el signo diurno inicial de los meses de un año será:

1. 8. 2. 9.;3..i0. 4 11. ». 12. 6.13. 7. 1. & i 91 a 10.

No importa comenzar por un téñnino ctulqüietay tx»^^^ ^ BÓñe quedará Mei^a aiguienflo el orden inflexible/ y. gr.:

13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4 IL 6. 12. 6. 13. 7. 1 8. 1 9.

88

. JPa.aqní se infiere que los fcreqe primidros meaeiEi, que forman un período completo de 260 dias, no se pueden confundir entre fii; pero que I09. últimos cineo meses son la* repetición euoesivm de loe cinco primeros: el decimocuarto igual al primero^ el dá- oimqquinto igual al segundo^ ei décioioeexto igual al tercero, «1 déciipaosétimo igual al cuaar fco, el décimOctaro igual al quinta Para evitar la poa»f aaio^ que de aquí resultaría» sirven los due- ños señores ó acompañados de la nochei que son nueve:

1 }(liilitecithtH TletL

^CésAeoÚ.

7 TlazolteoÜ.

2 TecpatL

5 Miquiztli

8 TepeyolloilL

3X90^L

6Atl

S^QaSahuid.

Aunque en el calendario no llevan número de orden, nosotros «elo;hépftoS'pueeto para poder distinguirlos Mcilmeñte, supues- to que el número indicará el signo de que se trata. Los acom- pañados durante los trescientos sesenta días del año forman con los meses dos períodos completos de 180 días, 20x9. De aquí se sigu,e^ que los acompañados de los nueve primeras meses, son erectamente iguales á los de los nueve meses últimos; pero 00- mo los dias trecenales son diversos^ se seguirá, que durante el anó^ ningún signo diarno esté afecto con el mismo número d^ orden é idéntico acompañado. La forma de los señores de la no- ¿he es igual para todos los años; el primer dia, inicial va acom- pañado en el prim6r mes por Xiuhtepuitl Tletl, terminando' él noveno mes con Qaiabuitl; el décimo mes comenzará otra vez por !üiulitecuitl Tletl, finalizando el decimoctavo mes por Quiahuitl: los nemontemi no tienen acompañados. .Pe esta forma inflexible pe' saca cual es el acompañado por el cual e^omienza cada n;ies4e los diez j ocho del año: la serie qne arrojan copeta solo de nueve términos, repetidos los cuales darán el año entero. Los . signos Djocturnos inicíales de los diez 7 ocho meses, en todos los añoe sin excepción, serán: , , . .

1. a 5. 7* 9. 2. 4 6. a;s=l. 8. 5. 7. 9. 2-4. 6. 8.

. . En me^io de tantos períodos eomo se mezclai)^; relacionan y conjuntamente ee diesatrollan, presentando una inextricabto eonfasion, reina una sencillez admirable, una claridad cerdada-

89

nmente asombrosa: más &cil os formar un calendario azteca de un año onalqaiera que se pida, qne responder á la misma pre» gnnta respecto de un calendario de la misma fecha ya sea jaliaao 6 gregoriano. Las reglas apuntadas hasta aqní, sobran para nues- tro intento. Supongamos que se nos pide el calendario del uno AeatL Ocurriendo á la tabla del ciclo, el ce Acatl es el año déd- moteroero del primer tlalpilli; su dia inicial en el primer mes trece Cipactli; todos los meses comenzarán por Cipactli j termi- narán por Xóchitl; los números trecenales qoe afectaran á Ci- pactli en principio de cada uno de los meses y de los nemonte- mi, según la serie de los dias:

13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10. 4 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9-

De principio á fia de cada mes, se seguirá el orden de los nú- meros trecenales, sobre los yeinte dias del mes. Los nemoatemi serán: 9 Cipactli, 10 Ehecatl, 11, CUli, 12 Cuetzpalin, 13 Oohuatl: el año habrá terminado por el mismo número trecenal coa que comentó. Los .acompañados son invariables para todos los años*

Supongamos todavía, que se nos pide un mea determinado de cierto año, v. gr., el catcrceno mes del año dos Tecpatl. Dos Tec- patl, primer año del segando tlalpilli; catorceno del ciclo de 52 años; tiene por inicial uno Miquiztli, todos los años comenzarán porMiqaiztli y terminarán por Cohuatl; la serie de los dias tre- cenales es:

1. 8. 2. 9. 3. 10. 4. 11. 5. 12. 6. 13. 7. 1. 8. 2. 9. 3. 10.

Si de esta serie tomamos el catorceno término, y el mismo de la serie de los acompañados, tendremos:

XrV. TEPEILHUXTXi.

1 Miqmztii, QuiahuiO.

2 MazaÜf XiahtecahÜi.

3 Tochtü, TdCjpatL

4 AÜ, Xóchitl.

6 ItzoaintU, Ceatdofcl,

6 Ozomatii, MiqaizUi.

7 Malinalli, Atl.

8 Acatl, Tlazoltéotl.

9 Oeelotl, TapeyollotlL XOCuavhtU, QaUliiiitL

11 Cozoaotiatihtii, XinhtecnhtlL

12 Ollin, Tecpatl.

13 Ttocpatl, Xoohiti.

1 Qai^ultl, Centeotí. 2XoehUl, Miquiatü. .

3 OipaotU, Ati.

4 Ehtfoatl, TlazoltaoÜ.

6 Calli, TepeyoÜotll.

e Caetrpalia, QuiahuiÜ.

7 Cohnaill, Xiahtacmti.

12

90

De molde viene este ejemplo para patentizar cierta. di&reneia ■que tenemos estableíoida. El mes decimocuarto ee igaal al pri- nu^r mes, en cuanto al orden de los jüas y los números treoena- •l63 cambiando en los acampanados de la noche; en efecto, el pri- mer tármino de la Bérie de los dueños de la noche, no es el mis- mo que el decimocuarto y el termino nos confirma la regla general; el primer dia dpi ano coincide con Xiuhtecuitl TlétL Tendremos bajo estos conceptos:

1. rrzCALLL

1 MiquizÜi, Xiohtecahtli TletL 11 GozcacuauhÜi, Tecpatl.

2 Mazatl, TeopaÜ. 12 Ollin, Xóchitl.

8 Tocbtli, Xóchitl 13 Tecpatl, Centeotl.

4 Atl, Centeotl 1 QtdahoiÜ, MiqnizÜi.

I Itzoointii, Miquixtli. 2 Xóchitl, AtL

e OzomaÜi, xa 3 Gipaetli, Tlazolteotl.

7 Malinalli, TlazolteotL 4 Ehecatl, TepeyoUoÜi

é Acatl, Tepeyollotli. 5 ^alli, Quiahuitl.

9 Ooelotl, QuiahnitL 6 Cuetzpalln, XiuhtecuhtU. 10 Oaa«htli» Xinhtéeuhtli. 7 Cohuaü» Tecpatl.

Los dias de un mismo año no pueden, pues, confundirse; por* que aunque lleven el mismo número trecena!, les distingue el diverso , acompañado.

De la manera que se puede formar un mes determinado, se puede obtener un dia de un mes, ó encontrado el número trece- nal de un signo diurno, señalar los trecenales que le afectan to- do el año. . .

La fiesta secular ó cíclica en que se sacaba el fuego nuevo; te- nía lugar en los tiempos primitivos al fin del año XIII Oalli, úl- timo del cuarto tlalpilli y por eso el signo cronográfico acompa- ñaba al I Tochtli, indicando ser el primer año del ciclo. Después de hecha corrección, el símbolo del fuego nuevo fué traslada- do el II Acatl» verific^dpse la ceremonia al fin del I Tochtli, que del primer lugar del ciclo fué llevado al último. Terminado el año final del ciólo, entrados los cinco neñiontemi- los mexica- nos apagaban el fuego y rompían sus trastos y útelnsilios, pues el mundo había de acabarse, inútil era todo ello. La ceremo- nia de encender .el fuego sagrado, se hacía á la media noche del último nemontemi. Torquemada hablando de esta ceremonia, di*

81

ee: ''Llegados^ pneSj al IngBj; lurriba dicho, si no era el pnoto de 'teedia noche, aguardaban á que lo fuese, lo cual conocían en ^que las Pléyadas, que son las que noi^otroa llamamos Cabriliaa» ''«Ataban encumbradas enmedio d^l cielo; porque era el tiempo '^e este jubileo, cuando, en el año salen estas estrellas, coa el ''principio, de, la noche (1)." Adelante aumentad ^'y para la certi- "ficacipn^ de ésto, tomaban por señal el moTimienio de las Oabri- 'ülas,ó PléyadaSy la. noche de esta fiesta, que ellos llamaban "Toxiuhmolpim 1^ cji^l, (como decimos en otra parte) caía de tal "manera, qu^ la^, dichas Fleyadas ó Cabrillas, estaban enmedio "del cielo á la nyedia noches en respecto del horizonte mexicano, "que comunme^nte, es el mes Diciembre. Y en esta misma no^ "ehe sacaban el fuego. nue^o. (2)"

Estos asertos 4^1 escritor franciscano, no son, ni pueden ser yerdaderos. Si conforme á. su autoridad, el año comenzaba á uno 6 dos de Febrero, imposible resulta que finalizara en Diciembre. Ignalfiftente inexacta es la observación astronómica. Según loa cálenlos de mi buen amigo D. Francisco Jiméi^ez, en 1607, últi- mo ano en que tuvo lugar la fiesta solemne del fuego nuevo, la estrella Aldebaran (a. del Toro), tenía el 24 de Noviembre la ascención recta media de é^ 8^ j una declinación de 15^ 29' N.; en consecuencia, aquella noche pasó por el meridiano de México i las 12'' 2" de tiempo medio, con una distancia zenital de 3^ 51' & Así es que en Diciembre j mucho monos en Febrero, las Ca- brillas no podían estar "encumbradas enmedio del cielo," ni sa* lír al principio do la noche. Ya había hecho la observación Ga- ma» (3) quien fija el orto aorónico de las Pleyadas, en el horizonte de México, á las &" 25"* de la tarde del primero de Noviembre, j escribe: "pero una hora poco más ó menos, antes de la verdade- "ra media noche en que saca];>an el fuego j hacían el sacrificio ^'del cautivo, no era diferencia notable, mayormente cuando ellos "no observaban con insjtrumento alguno el tiempo en que llega* ''ban puntualmente al meridiano, ni «necesitaban de esta exacti- "tud para cumplir con su rito j ceremonia secular; bastándoles "tener el m/>vimiento de las Pleyadas» como una señal, qj^e á po- "eo más; o ^n^nos les* diese á conocer la media noche." En efecto^

(1) Monarq. indijana, IJb. X, cap. XXXIIL

(2) Loco cif.'cap, X,' <^«P. XXXVX

(3) Imb dos pUdntt, pág; SO^ uot* Mgttncbu

.92

las Pléyades servían, así como otras estrellas, para determinar la hora apetecida; pero ni el orto ni la culminación verdaderos entraban como elementos én la composición del calendario. La práctica, sin embargo, hace presumir, que la ceremonia de encen- der el fuego nuevo tuvo principio en una ¿poca en que las Pin- jadas se encontraban precisamente en el zenit á la media noche. Nacido el sol del siguiente ciclo, con la certeza deque el mun- do lograría de vida 62 anos más, los mexicanos empleaban los doce 6 trece dias intercalares en fiestas j regocijos, y en reponer sus muebles j utensilios. Esta intercalación tenía lugar al fin de cada ciclo, desarrollándose en el periodo de 260 años, igual con 62x5. Tenía lugar de esta manera. El valor del año trópica 365\ 242264, en los 62 años del ciclo, se convierte en 18992% 597728; los 365 dias del año azteca, eii los mismos 52 años, aña- didós los trece dias intercalares (rebordemos que la intercalación en el período de 260 años era, 13, 12, 13, 12, 13), suben á 18993'; Testando entre ambas cantidades, la diferencia 0^402272 ex- presará la fracción de dia que por más contaban en sus cálcalos los astrónomos aztecas. Al fin del segundo ciclo, el valor del tiempo verdadero quedaba siempre 18992''. 697728, pero para los aztecas, que sólo intercalaban doce dias, j que ademas óontaban con la fracción antedicha por más, el tiempo quedaba expresado por 18992*, 402272; por consiguiente la diferencia O*, 195456 ex- plica la fracción de dia que los mexicanos contaban de manos al fin de los 104 años. Al terminar el tercer ciclo, el tiempo verda- dero estaba expresado por la cifra 18992\ 597728, más la diferen - cia acabada de encontrar, es decir, 18992*, 793181; se intercalaban trece dias, en todo, 18993; la diferencia por más de 0^206816 es la sola subsistente al fin de los 156 años. En el cuarto ciclo el tiempo verdadero volvía á ser 18992^697728; los dias intercalares eran doce más la fracción acabada de encontrar, es decir, 18992% 206816; la diferencia en menos 0\ 390912 es la subsistente á los 208 años. Por último, en el quinto ciclo el tiempo verdadero es- tá representado por 18992^988640; se intercalaban trece dias, lo cual produce 18993% la diferencia por más 0^ 011360, es finalmen- te el tiempo en que los aztecas diferían de los verdaderos cálcu- los astronómicos, al fin del ciclo sagrado de 269 años. Al termi* nar cada uno de estos periodos se acumularía la misma diferencia hasta completar un dia en muchos millares de «nos.

CAPÍTULO TL , <

XL CALEKDABIO AfiTBONÓMICÓ.

I^utUo de partCd<i,^JB!l toütído de Infnemo.-^Oorreipondeneia enire lo» áku.^La ecrreeeion gregcriana. Táblaepmta loe afío$,—Bignoe y Hmbolae.-^ Tabla generad de earreípandeneia.

PARA terminar^ abordemos las últimas caestiones^ y princi- palmente la estrnctnra del calendario azteca en y en su relación con el calendario juliano. ¿Cuál era el punto astronómi- co que determinaba el ano? Según las mejores autoridades res- pendemos, que el solsticio de InTÍerno. Torquemada (1) nos in- forma: ''De tres fiestas que estos indios celebraban á los dioses '*de las lluvias, llamados Tlaloques; era la última ésta, que les ''hacfan en este mes sexto décimo, el cual corresponde á nuestro ''Diciembre, cuyo primer dia era el segundo del dicho Diciem- "bre. La razón de ordenarles esta fiesta era, kaber llegado el sol '*á lo más alto de su curso y carrera, que (como iodos saben), á "los veintiuno de este mes hace cursó, y vuelve á desandar lo an*» ''dado." Befiérese el cronista al mes AtemoztIi;ms^s debemos ad- yertir^ que admitiéndole que el año comienza á primero de Fe^ brero, el decimosexto mes empezará á.28 de Noviembre para terminaren 17 de' Diciembre, números que excluyen aquella conclusión.

No siempre se detuvo Torquemada á cpncprdar las contrAdic- ciones en que incurría, no obstante lo cual establece ¿Da verdad aseverando, que el mes Atemoztli comenzaba á dos y acababa á

(1) Monavq. indiana, lib^ X/ c(ip. XSLYHl,

t

veintiuno de Diciembre solsticio de Invierno. Esta buena auto- ridad, apoyada en las doctrinas de Cristóbal del Castillo, sirvió de base á Gama para la formación de su calendario. Toma por primer mes á Itzcalli, dándole por día inicial el 9 de Enero; for- ma el cómputo d^ los años llevando en cuenta el cambio intro- ducido por los dias intercalares, "hasta el último del ciclo, que "venía á coincidir su principio con el dia 27 (1) de Diciembre, y á "finalizar el último de los cinco dias nemontemi ene] 26 del mis- "mo Diciembre. Despreciados como iniítiles, en sentir de los in-. "dios, estos cinco dias, daban fin al ciclo ó último año de ól de "365 dias útiles, el 21 del mismo mbs/ qhe es el dia del solsticio "hiemal (2)." Pero á pesar de la doctrina, el año invariable de Ga- ma termina á 8 de lionero; comienza como debía por el mes Itz- calli, auAque en realidad adopta el Tititl, que para nosotros ea el último mes.

Admitimos como exacta la base del solsticio de Invierno, j que el mes Atemoztli tenía como términos el 2 y el 21 de Di- ciembre; pero discrepamos en que esta relación se dejase por es<- tableoer hasta el fin del ciólo. Nos fundamos, fuera de otros da« tos, esL que pT&nto tan cardinal se dejase de un^ manetra va^a, sU'- jeta á cambios. Eq cuanto á que^ mes. Atemoztli fuera el último del año, iito hay.razon para adoptarlo, estando ya demostrado lo contrario en lugar anterior. Esto supuesto, la verdadera forma del calendA^io y bu oorrespondeucia con el calendario juliano es esta:

I lizoalH, comienza á 16 de Enero;

n AÜAcahnaloo, 6 de Peinero.

m TUottzipehiialisIli, 25 de Febrero.

IV Toeo^lfOiitiú. 17 de Mano.

V HaeytozozÜi, ñ de AbriL

VI Toxcall, Q6 de Abril

Vn EtseeuallzUi, 16 de Majo, ym Teenilbvitontli, 5 de Junio. IX HniQjteoniUiaiti, 95> de JuniOh

X Tlazóchimaco, 15 de Julio.

XI Xooohueizi, 4 de Agosto.

XII Oehpanñtii, 94 de Agocto. Xin Teotieco, 13 de aetiembre.

XIV Tepeilhuid, 3 de Octubre.

XV QaechoUi, 23 de Octubre.

XVI Panquetsaliztli, V¿ de Koriembie. XVn Atemoztli, 2 de IMoiembre. XVm Tititl, 22 de Ploiembra.

Tititl terminaba á 10 de Enero; contábanse los nemontemi en :X1, 12, 13, 14 y 15; el inmediato 16 de Enerq principiaba el nue- ^Yo a5o«

(1) En lugar de 27 debe leerse, Teintiono.

(3) Las dos piedras, Téanse los párrafos 84, 35 j principalmente el 37.

96

Tal es la forma j correspondencia que nos resulta», así para. el calendario aptronómico como para el ritual; más eon esta defe- rencia. £1 calendario astronómico se desarrolla en la formar que tesemos establecida; pero como la intercalación se Teriñcaba de caatro en cuatro aiios, la correspondencia no se trastornaría res- pecto del calendario juliano» con el cual iría acorde. Esto, ^n embargo, solo tenía lugar durante lob ciclos en que se intercala- ban trece dias, pues en los ciclos en que esa misma intercalaéion consistía en doce dias, sobreviene un dia de diferencia, lo cual interrumpía la relación primera. En el período de 260 anos ^e intercalaban 63 dias en el sistema azteca^ mientras en el juliano esa misma cifra subía á 65; luego durante cada uno de los perio- dos místicos de 260 años, se introducía una diferencia constante de dos dias, la cual iría acumulándose indefinidamente. Aunque en el calendario ritual se hacía la intercalación al fin del ciclo, resultaría que éste j el astronómico yolvian á coincidir al termi- nar el ciclo, y ambos volvían á principiar en la misma fecha,' desapareciendo todas las desigualdades introducidas. En el ca- lendario astronómico todos los años del ciclo comenzarían en la misma fecha, la cual no cambiaría sino en los cidos en que la in* tercalacion fuese de doce dias, mientras en el calendario ritual se trastornaría un dia al cabo d,Q cada cuatro años.

La coxrespondencia verdadera ent;re los ealendaríos azteca y juliano, estaJblecida arriba, es á nuestro entender la exacta, te- niendo que llevar en cuenta los diaa de referencia introducidoif en el período de 260 años. De aquí resulta una deducción sin réplica; mientras que el cómputo de los mexicanos, por medio de sus correcciones, marcaba siempre el tiempo ^tronómico ver- daderoy el juliano se alejaba más y más del equinoccio de prima* . vera; había, pues, entre ambos una diferencia en tiempo.

¿Cuál era entonces esta diferencia? Si nuestro sistema es ciar* to, todos los puntos que imnoa estableciendo deben estas w. perfeoFtii armonía; la diferencia la^rrojacá c<;m evidencia la muea* tra dal calendario «uloptadik áote?, ^n U lOD^l el año yei Oalli oo^ menzó á 30 de Enero de 152L Para damoa oompleta cuenta íor«i mwpip9 el eido entero, indicMtdo la correspondesLoia de los «ños coi^ocine )ia tenesmos ya enccmlm^e f<m ejípreeioci del día inicial dece^^afio. Te^E^einos:

96

n Acatl 1S07, 3 de Febrero. in Tecpfttl 1508, 3 de Febrero. IV OaUi 1509, 3 de Febrero. ToohtU 1510, 2 de Febrero. VI Aoatl Iftl 1, 2 de Febrero. Vn Tecpatl 1512, 2 de Febrero. Vm CalU 1613, 1 de Febrero.

IX Tocfatli 1514, 1 de Febrero.

X AeaÜ 1615, 1 de Febrero.

XI Tecpatl J516, 1 de Febrero. Xn Calli J517, 81 de Enero. TTH TochtU 1518, 81 de Enera I Acatl 1519, 81 de Enero.

n Tecpatl J520| 81 de Enero, m CaUi 1521, 80 de Enero. IV Tochtli 1522, 80 de Enero. y AcaÜ 1523, 80 de Enero. VI TecpaÜ 1524, 80 de Enero. Vn Calli 1525. 29 de £^ero. YIII Tochtli 1526, 29 de £^ero.

IX Acatl, 1627, 29 de Enero.

X Tecpatl. 1528, 29 de Enero.

XI Calli 1529, 28 de Enero. Xn'Tochüi 1530, 28 de Enero. XIU Acatl 1531, 28 de Enero. I Tecpatl 1532, 28 de Enero.

n CalU 1588, 27 de Enero, m Tochtli 1534, 27 de Enera

IV AcaÜ, 1585, 27 de Enero.

V Tecpaa 1586, 27 de Enero.

VI Calli 1587, 26 de Enero.

VII Tochtli 158S, 26 de Enero, vm Acatl 1539, 26 de Enero.

IX Tecpatl l.'^40, 26 de Enero.

X CalH 1541, 25 de Enero.

XI TochtU 1542, 25 de Enero.

XII Acatl 1548, 25 de Enero. Xm Tecpatl 1544, 25 de Enero.

I CaUi 1545, 24 de Enero.

II TochiU 1546, 24 de Enera

III Acatl 1547, 24 de Enero.

IV Tecpatl 1548, 24 de Enero.

V CaUi 1549, 23 de Enero.

VI TochtU 1550, 23 de Enero.

VII AcaÜ 1551 28 de Enoo.

VIII Tecpatl 1552, 28 de Enero.

IX CaUi 1553, 22 de Enero.

X TochtU 1554, 22 de Enero.

XI AcaÜ 1555. 22 de Enero.

XII TecpaÜ, 1556, 22 de Enero. Xi II CaUi 15h7, 21 de Enero.

I TochtU 1558, 21 de Ebero.

Observando la tabla se desprenden estas conclusiones. Cuatro aSos consecutivos Calli, Tochtli, Acatl, Tecpatl llevan el mismo dia inicial; coiicurriendó con Tecpatl los bisiestos julianos, aun- que Tecpatl comienza por la misma fecha de los años anteriores, contando tin dia menos qtie el bisiesto, termina polr consecfuen- cia un día antes que éste, determinando que el Calli siguiente empiece un dia antes que el anterior de su nombre. * Lb, corres- pondencia entre el principio de los años cambia' un áia por cada bisiesto,' 6 séán trece variaciones en tinos ciclos, doce solamente enotro^.

'Supóttienído unoiclode trece * bisiestos, tendréiiicfsríll Acatl, inicial delecte, empezó -j^or ttes de Febreroj él áltimo año I Todhtli 1^58 comenzó por 21 de Enero, terminando el último de stts nemónteiíai en 20 de Enero de 1550; en la; noche de este dia debió tener lugar 1a>fi^stft'> cíclica del fdego nu^vo; siguiéndose Inegó lÉi4nt^^atAeÍdnide4é^ trece diai^; que B6 oMtaton del 21 de Enero al 2 de Febrero, de manera qué el intíiedib.to H Acatl

97

1£S9 empeló otra yez por tf«8 de Feto^ro. En uño de estos ci- ados no exietía difereiMÚa alifuna. No aconteoia lo mismo en los ciclos caja interoalacion ooostaba de doce días. Comenzando el n AcaÜ 6 3 de Febrero, el I Tochtli correría del 21 de Enero 1658 al 20 de Enero 1659; mas cottio se intercalaban solo doce dias, que se contarían del 21 de Enero al primero de Febrero, el siguiente 11 Acatl 1559 comens^aría, no á tres sino á dos de Fe- brero.

Be nos presenta esta dificultad; ¿el ciclo que Tangos examinan- do recibió trece ó doce dias intercalares? Besnelve el problema la autoridad que tanto nos preocupo del P. Sabagun^ quien ase- gura que consultado el caso por muchos dias en Tlatelolco, a8| cou los ancianos como con los estudiantes, todos concluyeron di- ciendo: que Comenzaba d ano d segundo dia de Fdyrero, Este dicho de muy grave peso, por dimanar en esta materia del P. Sahagnn j que cobra todavía mayor firmeza como resolución tomada en. una asamblea caracterizada, confirma plenamente nuestros aser- tos. En efecto, la concordancia del dos de Febrero se referia al ciclo en que tenía lugar la consulta, es decir al 11 Aeatl 1669. Ahora bien, el II Acatl 1607 concurrió con el tres de Febrero; solo recibió doce dias intercalares, porque si hubiera admitido trece, el siguiente ciclo habría empezado también á tres de Fe- brero; comei^zó por dos, no .queda duda alguna en que fueron so- lo doce los dias oompiementarios. Definitivamente podemos ase- gurar, que la intercalación en los cinco ciclos del periodo de 260 años fué esta:

n Acatl 1351, trece dias intercalares, principió á 4 de Febrero. H Acatl, 1403, doce dias intercalares, 4 de Febrero. H Acatl, 1465, trece dias intercalares, 3 de Febrero. n Acatl 1507, doce dias intercalares, 3 de Febrero. U Acatl 1559, trece dias intercalares, 2 de Febrero.

Todos Iqs períodos anteriores j posteriores guardarán el mis-r

mo orden, teniendo en cuenta, que como al principio y al fin de

cada período se reúnen dos ciclos de trece dias intercalares, tres

ciclos consecutivos tendrán el mismo dia inicial. Desde que el

principio del ciclo fué trasladado al II Acatl, siguiendo la co-

13

96

necoion deQaetzalooatly hastfl el oídlo en qne^ tnro lugar la eo- rieeoion gregoriana» el pcinoipTo de eadaeieló M:-

3

n Acatil 1091« treoe diae» 6 de Pebr^rp. . .

II Acatl 1143» doce dias» 6 da üebr^ro. II Acatl, 1195, trece días, 5 de febrero, II Acatl 1247, doce días. 5 de Febrero. II Acatl 1299, trece días, 4 de Febrero. II Acatl 1351, trece días, 4 de Febrero. It Acatl 1403, doce dias, 4 de Febrero. II Acatl 1455, trece días, 3 de Febrero. II Acatl 1507, doce dias, 3 de Febrero. ' II Acatl 1559, trece dias, 2 de Febrero.

« YéamoB esta otra demostración. Si nuestros cálenlos yan aoer* tedos, supuesto que el calendario azteca estaba ajustado al tiem* po astronómico, mientras el cómputo juliano se alejaba más y más de la exactitud, ambos deberán de coincidir en el mismo punto al verificarse la corrección gregoriana. Para ello seguire- nios la corresponde Dcia de los años astecas, acompañados de los anos de la Era vulgar j de su día iuicial. Tendremos:

n Aoatl ir>59, 2 de Febrero.

III TecpaÜ 1560, 2 de Febrero.

IV OaUi 1561, 1 de Febrero. Y ToohftU 1562, 1 de Febroro. VI Aoatl 1563, 1 de Febrero. Vn Tecpatl 1564, 1 de Febrero. ym CaUi 1565, SI de Enero.

IX ToohÜi 1566, 81 de Enero.

X Aoatl 1667, 3 1 de Enero. :

XI Teq^atl 1668, 81 de Enero. Xn Calli 1569, 80 de Enero. •gm TochÜi 1570, 80 de Enero.

I Acatl 1571, 30 de Enero.

II Tecpatl 1572, 30 de Enero.

III Calli 1573. 29 de Enero.

IV Toohtli 1574, 20 de Enero. Y Acaü 1575, 29 de Enero. YI Tecpatl 1576, 29 de Enero. VII OaUi 1577, 28 de Enero. YIII TochÜi 1578, 28 de Enero.

IX Aoatl, 1579, 28 de Enero.

X Tecpatl 1580, 28 de Enero.

XI CalH 1581 , 27 de Enero. xn ToohtU 1582, 27 de Enero.

Con el año XII Toobtli, decimoprimero del segundo Tlalpillí, en el sexto ciclo de la Era de México, coincidió el 1582 de la Era cristiana^ en que tuvo lugar la última corrección del calendario de las naciones civilizadas de Europa. En el ano 1582 aconteció el equinoccio de primavera á once de Marzo, diez dias antes de lo que debía, ya que el concilio de Nicea, celebrado en 325 tenía dispuesto que aquel fenómeno celeste concurriera siempre con el 21 de Marzo. Para quitar el error dispuso el papa Gregorio

XTTT, que el dia siguiente al juevefl 4 de Octubre, no se eontara ebcoi sino viernes quinos de Octubre.

Formemos ahora nuestro calendario azteca XII Toobtli, dán- dole la eorrespendenoia con el calendaiio juliano^ SI XI{ Toch- tlí llera por dia inicial el 11 OoseacuauhtlL La^s^ria de* loejsi* meros trecenales que afectan á Oosoaouauhtll al principio de los^ meses y de los nemontemit será:

IL 5. 12. 6. 13. 7. L a 2- 9. 3. 10. 4 11. 5, 12. 6. 13. 7.

El 11 Oozcacuauhtli, coincidió con el 27 de Enero, pero como Tamos á hacer la corrección verdadera^ teniendo en cuenta que habían pasado once dias intercalados de más en el calendario jolianoy que no lo habían sido en el azteca, j que se suprimía* ron diez dias mái en la corrección gregoriana, quedando redu- cido aquel año á 355 dias, á fin de no mutilar también nuestra euenta tenemos que Ueyar el principio del año al 6 de Enero. En este supuesto, tendremos:

I ItzoáUí, 6 de Enero.

n AÜacahualeo, 26 de Enero.

m TlaoaxipehoftKatli, 15 de Febrero.

IV Tozozt<xita, 7 de Manso.

V Hueyftozoztli, 27 de Marzo. YI Tozoatl, 10 de Abril

YU Etzaciudiztli, 6 de Majo.

Vm TeonilhiiitontU, 26 de Mayo. IZ HaejteeiiUhaítl( 15 de Junio.

X Tlazoobimaco, .5 de Jalio.

XI Xocobnetzi, 25 de JttUo

XII Ochpaniztli, 14 de Agosto.

XIII Teoüeoo, 8 de Setiembre.

XIT. TEFEILIIUITL.

Setbre^ Domingo

23

11 Cozcacuaubtii.

Quiahuitl.

Lún^s

24

12 OlUn.

XinhteonbtU Tletl .

Mártee

25

13 Tecpatl.

Tecpatl

Miércolef

26

1 Qniahuitl.

Xóchitl.

Juérree

27

a XochiÜ.

CenteoU,

Tiéroea

28

3 CipactlL

Miquizrlí.

Sábado

29

4 Ehecatl.

Atl.

Domingo

30

5 Calli.

-TlazolteotU

Octubre. Lunes

I

6 Cuetzpalin.

TcpeyoUotH.

Martes

2

7 Cohvatl.

Quiahuili.

Miércoles

3

8 MiqnizÜi.

Xiqbtecuhtii Tletl.

Jueves

4

9 MazatL

Tecpatl.

Vtéma

15

lOToehtIi,

Xoe/uU

Sábado

16

11 Atl.

Centeoil.

Domingo

17

12 Itzcuintli.

Miqoiztli.

•I

lift

LiiMS' 18 . 13 OtoMtlL Ari.

M&rtet 19 1 Malifaa}lí^ , , . TUzolteotl.

MiércoUs ;20 2 ÁcatL Tepcyollotli.

Ju^vea 21' ' 3 OceiJtl. ' ' ' QrtUÍióitr;

' rk/ñtií'^ ft ' «^CttittbHi. * i HuliteMihlliíTiiea!

%t QttMfiottil*28tde Oolnbre.* . . XVII -^ntozUi, 3.^ Qicd^^O^yf^.,

XVn Pnq<yfttorti«tli, If 4»' NoTÍaio^»,, . XyiI(Tiiitl> 22. de Dicitmbre.

nemonteM:'

E^ero. M&rté«

11

7 'Cozfeactrthtlí.

Miércoles

12

8 Ollin.

Jüéire» *

18

> 9 TecpaU.

ViérDef.

H .

í 10 Q.u¡ahu¡tl. .

Sábíftip .

15 .

11 Xóchitl.

El siguiente afio XIH Acatl, con su dia inicial doce Cipactli^ <K>inenzó por el domingo 16 de Enero 1583, fecha & cnal refe- rimos el verdadero comienzo del año azteca. De entonces acá, el calendario astronómico va igual y üo discrepa del gregoriano,, supuesto hacerse la intercalación de cuatro en cuatro años, res- pecto del calendario ritual babr4 <i^^ tener en cuenta los dias no intercalados para ajustar la correspondencia exacta. La supre- sión de los dias cayó en el XIY toes mexicano Tepeilboitl, y el Tiéraes 15 de Qctubre concurrió con'el dia diez Tochtli, acom- pañado de Xóchitl. Por úHimo todo año azteca ocupa Ias fech0.s' de un año gregoriano, desde el 16 de Enero hasta el 31 de Di- ciembre, y más los primeros quince dias del año siguiente; así un año mexicano podrá presentar, en ciertas fechas concordan- cias con dos años distintos, aunque sucesivos de nuestra cuenta cronológica.

Ponemos en seguida dos tablas de correspondencia entre los dias, ya para -los años comunes, ya para los bisiestos. Qrdena- das por los 20 dias del mes azteca, en la cabeza de las columnas se indican la relación con los meses del calendario juliano ó gre- goriano; sígnenselos nemontemi, y al fin una columna suple- mentaria para los casos en que fuere menester. Sabido un dia del año mexica, á primera vístase presentará la correspondencia entera. En ésta, cómo en las demás tablas, toda relación que se busque se lallará fácil y completamente, aplicando junto á la columna de la izqi^ierda listas móviles con los nombres de aque- llo que se desee confrontar.

» 101

En cnaAtoá los timbólos- pan -expresar los freinie días del nes, los números del 1 al 20 de nuestra lámina 16 les represen- tan, tomados del Tonalamatl; repetición de los mismos j sus Tañantes son los dibajos del 21 al 40, copiados de nn códice BiS*: de otra tercera pintara obtarimos el máméro 41,qae representa otra de las f orinas del CipacÜL Oorrett:del núm. 42 al 50 de la lám. 17, los sefiores 6 áoompañados de ia noáie, segnii les pie- ssnta el repetido Tonalamatl: el 61 indion la . manera de «lotar el fin de un periodo de 260 diaa y el principio del aiguiente. En eeantoal námero 52 as la maestra de on ciclo completo, segnn el sistema ántigno, teniadode la pintnra Aubin.

COBBESMHDXNCtá BB LOS BUS. AftO BISÚBSTO.

,-: B t>.' . .M- e S M" . M- s K c •►^ >.t>. t^

a

1 21 10 1 21 10 30 20 9 29 l9 8 28 17 7 27 16 6 26 16

2 22 11 2 22 11 1 21 10 30 20 9 29 18 8 28 17 7 27 16

3 23 12 3 23 12 2 22 11 1 21 10 30 19 9 29 18 8 28 17

4 24 13 4 24 13 3 23 12 2 22 11 31 20 10 30 19 9 29 18

5 25 14 5 25 14 4 24 13 3 23 12 1 21 11 31 20 10' 30 19

6 26 15 6 26 15 5 25 14 4 24 13 2 22 12 1 21 11 31 20

7 27 16 7 27 16 6 26 15 5 25 14 3 23 13 2 22' 12 1 21

8 28 17 8 28 17 7 27 16 6 26 15 4 24 14 3 23 13 2 22

9 29 18 9 29 18 8 28 17 7 27 16 5 25 15 4 24 14 3 23

10 30 19 10 30 19 9 29 18 8 28 17 6 26 16 ^ 25 15 4 24

11 31 20 11 31 20 10 30 1^ 9 29 18 7 27 17 ^ .16 5 25

1 21 11 31 20 10 80 19 8 28 18 7 27 17 6 26

2 22 12 1 21 11 31 20 9 29 19 8 28 18 7 2T

3 23 13 2 22 12 1 21 10 30 20 9 29 19 8 28

4 24 14 3 23 13 2 22 11 1 21 10 30 20 9 29

5 25 15 4 24 14 3 2S 12 2 22 11 1 21 10 30

6 26 16 5 25 16 4 24 13 3 23 J2 2 22 11 31

7 27 17 6 26 16 5 25 14 4 24 13 3 23 12 1

8 28 18 7 27 17 6 26 15 5 25 14 4 24 13 2

9 29 19 8 28 18 7 27 16 6 26 15 5 25 14 3

12

1 21 12

13

2 22 13

14

3 23 14

15

4 24 15

16

5 25 16

17

6 26 17

18

T 27 18

19

8 28 19

20

9 29 20

102 00BBB9vdMiMrau.'»rcBB um bu». áSo cowm.

1 31 10

'2 82. 11

1 '21 10 80 20

9 2CI 18 8 28 17

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9 29 18 10 30 19

9 29 18

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10 ÍO 19 11 81 20 10 00 19

9 29

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7 27 17

6 26

16

5 25

11 31420 42 1 21.

11 Jl 20

10 80

19

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7 27

17

6 26

12 1 21

13 2 22

12 1 21

11 31 20

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8 28

18

7 27

13* 2 122 14 3 23

13 2 22 12 1

21 10 30 20

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*

.16 «5 25.

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15 4.24 13 3 iZ

12, 2.22. Jl 31

I7i .6.26 18,. 7.27 17 6 26 16 5 25 U 4 24 13 3 23 12. 1

4;18. 7 27. 19 8i28:18. 7v27 17 6 26 15 5.25.14 4 24 13 2

ii9' 8 28 20. 9,29 19 8 28 .18 7.27 16 6 26,15 5.25 14^. 3

20. 9 121.10,80 20 9 29.19. 8.28 17. 7.. 27 16 & ?6 15; 4

»i

' Tenían también dignos para' expresar las divisiones' del tiem- f)0. Dift, en geneT*al, quedaba escrito jíor meSlo' nn cítcuUlIo con nn puntó' central y dividido en las cuatro fracbiones. que le distiuguían, núm. 54. El nies^ semejante úl dia. Helaba tas cua- tro divisiones que se le consideraban, núin. 55. El áño^ núm. '66, lomado de Ctavigero. !En cuanto, al ciclo, se escribía de diversas nia^eri^. Co^aideradq cómo' at4do o ipanojo. de yerbas, se le en- ene^tra bajo la forma del nupi. 57 4^^ ^^^^ Clavigero, ó bajo el númi 58 tomado de la peregrinación azteca. tJna pintura anti- gua nos da la representación granea de la manera de obtener el fuego frotandp los .maderos, núm. 59, de ][q goal viene á ser oomo

108

vn compendio el signo oronográfico, núm, 6Qs qae. se enouentra en los Códices Meudocino, TeUerii^io*BemM^ y Vaticano» El mismo ciclo se represanU.á Teces por la imigen del £aego, núnt 61, caal le tri^ Granados^ en bjib Tardes afaericaoss, 6 bi^ por su símbolo, num. 62, copi<ylo de V piedra descifrada por J)^ ' Alfredp Cha^ero. Todavía qaeda la variante num. 63, cual M a Hist. sinerónica de Tepechpan j de México, con au correlativa nu^. 61, de la paitara . A ubin,, en qn^ ^aparece con)0 un nndo o un ha^ de canas* £1 diüm^ 66, con el día en la par te n/a^ perior, la noch^ en la infe.rior,. significa el oscurecer ó'diando.sf tocfui Qn éLKorizoute la luz y.las tinieblits, según el^nalamail; los signos en sentido inverso darían idea del amanecer. El num. 66, copiado de\ Cod^ efe Mendoza, ^oi^ da no^ic^a da la ocupación astronómica de los sacerdotes, presentando uno áe ellos expian- do atentamente las estrellas durante la noche y siguiendo el cur- so de una determinada, para conocer el tiempo que servía á las prácticas religiosas. Del num., 67 al 84, lám. 18, representan los meses, según un antiguo MS. publicado en Paris; por último, el num. 85 presenta los nemontemi (1).

Tamos, i i^xffáuat este capítulo con una tabla de correspon- dencia entre- lo» añps mexicanos y ^e If ^ra vulgar, propia pajia coníront^ las épocas de nuestra historia antigua. £1 intento 90 es nuevo. £n al tom., III MS. del ramo de historia, en el AxcM^o general, se encuentra un artículo intitulado: "Cómputo cronológi- co de los iudio^ m,exicanos/' que se atribuye á D. Carlos de. 9i^ gúenza y Gón|;ora. - Le acompanauna tabla comprendiendo-d(BÍ ano 1186 al 1711« bien formad/^; se imprimió en la tercera serie de documei^tps paraja Historia iie México, pag. 227-24J3. f t

!Ea el mismo volumen MS. se encuentra: "Calendario indiano ^tnlteco, principiando desde la creación 4el mundo hasta el año ''de 1821, enfrontado con el europeo.". Comprende 4,160 años,

(1) Yéase relatiYAmente al calendario, Saliagan, tom. 1, pág. 49— I9d, 279—3^9; iom. 2, pág. 269-^265. Motolioia, teat. 1, eap. V. Tórquemada, lib. X, eap. XXXIU 7 cig. Acottá, Ub. Vi, Cflp. II. Gomara, pig. 429. Ijorenzana, pág. 2L GUtri^ofo, tom. 1, pág. 2(^— {&S8, 8U9— 415. Fr. Ififirtiñ ato León, fol. 95—100. Véyt&i, iom^'I, cap. y al XL Boturíni. pág. 44—59. GeipelU C^ren» tom. 6, cap. 5. León j Gaipa, Descripción de, las (los piedras, Ac. Granados, Tardes americanas, pág. 52y sig. p. jDozán, MS. E^ifemio Hendoea y Manuel A. Komoj Nociones de Cronología ünirer- mal, pág. 209-:-EVa. Yelancouri, trat. 2, pM. 2. Hamboldt, Vues des OordíB^NS, tmn. 1, pág. 832, tom. 2, (pág. 1, dtc, J^i, ^ «

lOé

y aunqae obra da Botarini no está ajustado á lo qti6 habevto* JogteiMster. Imprimióse en el TQlámen dicho de docamentos, p4g. 846-284 Antes de ásto, cuando en 1826 publicaba D. Carlos Biis- lamante su Chimalpaín, copiaba el "Calendario ttilteoó,** totn. 1| páf(. 193, trunco y ^slooado. En: Clavigero, tom. 1, pág. 400-3 s0 encuentra: "Años mexicanos. Desde la fundación hasta la con- "quista de México, con la correspondencia de los 'nuestro ca- *lendario." Tabla bien formada, abraza el periodo de 1,325 ¿ 1621. Finalmente en la obra de Veytia, tom. 1, p¿g. 305-18 se ha* Ban las 'fTablas cronológicas," que son exactas. Las que noso- tros ponemos abrazan el período de la era cristiana hasta 1582.

TABLA CBOKOLOalCA GEKEBAL:

AHos de Jtnusrinlo.

4 Calli 1

6 Tochtli 2 6aoatl 3

7 tecpatl 4 8oalU 6

9 tochtli 6 10 acatl 7 il tecpatl 8

12 ealH 9

13 tochtli 10 1 Acatl 11 a tecpatl 12

8 calli 13

4 tochtli 14 6 acatl 15

6 tecpatl 16

7 calli 17

8 tochtli 18

9 acatl 19

10 tecpatl 20

11 calli 21

12 tochtU 22

13 acatl 23

1 Tecpatl 24

2 calli

3 tochtli 26

4 acatl 27 6 tecpatl 28

6 calli 29

7 tochtli 30

8 acatl 31

9 tecpatl 32

10 calli 33

11 tochtli 84

12 acatl 35

13 tecpatl 36

1 Calli 37

2 tochtU 38

3 acatl 39

4 tecpatl 40

5 calli 41

6 tochtli 42

7 acatl 48

8 tecpatl 44

9 calli 45

10 tochtli 46

11 acatl 47

12 tecpatl 48 18 calli 49

1 Tochtli 60

2 acatl 61 3teepatl 62 4 calli 53

6 tochtli 84

6 acatl 56

7 tecpatl 66

8 calli 57

9 tochtli 58

10 acatl 69

11 tecpatl 60

12 calli 61

13 tochtli 62 1 Acatl 63

105

2 tecpatl 61 3caUi65 4toofatIi 06 5MaÜ67

6 tecpatl 68 7calli 69

8 toohtli 70

9 aeatl 71

10 tecpatl 72

11 calli 73

12 toohtli 74

13 aoatl 76

1 Tecpatl 76

2 calli 77

3 toohtli ?a 4acatl 79

5 tecpatl 80 caUi 81

7 tochtU 82

8 aoatl 8S

9 tecpatl

10 calli 85

11 toohtli 86

12 aoatl 87

13 tecpatl 88

1 Calli 89

2 tochtli 90

3 acatl 91

i tecpatl ^2

5 calli 93

6 tochtli 94

7 acatl 95

8 tecpatl 96

9 calli 97

10 tochtli 98

11 acatl 99

12 tecpatl 100

13 calli 101

1 Tochtli 102

2 acatl 103

3 tecpatl 104

4 calli 105

6 tochtU 106

6 acatl 107

7 tecpatl 108

8 calli 10»

9 toohtli 110

10 acatl 111

11 tecpatl 112

12 calli 113

13 tochtli 114

1 Acatl 115

2 tecpatl 116

3 calli 117

4 toohtli 118

5 acatl 119

6 tecpatl 120

7 oalli 121

8 tochtli 122

9 acatl 123

10 tecpatl 124

11 calli 125

12 toohtli }126

13 aoatl 127

1 Tecpatl 128

2 oalli 129

3 tochtli 130

4 acatl 131

5 tecpatl 132

6 calli 138

7 toohtli 134

8 acatl 185

9 tecpatl 136

10 calli 1S7

11 toohtli 136

12 acatl 189

13 tecpatl 140 1 Calli 141

2 toehüi 142

3 acatl 143

4 tecpatl 144

5 oalli 146

6 tochtli 146

7 aoatl Í47

8 tecpatl 148

9 oalli 149

10 tochtli 150

11 acatl 151

12 tecpatl 152

13 calli 163

1 Toohtli 154

2 acatl 156

3 tecpatl 156

4 oalli 157

5 tochtli 158

6 aoatl 169

7 tecpatl 160

8 calli 161

9 tochtli 162

10 aoatl 163

11 tecpatl 164

12 calli 165 18 tochtii 166

1 Aoatl 167

2 tecpatl 168

3 calli 169

4 toohtli 170

5 acatl 171

6 tecpatl 172

7 oalli 173

8 tochtli 174

9 acatl 175

10 teopatl 116

11 calli 177

12 toohtli 178

13 aoatl 179

1 Tecpatl 180 14

106

2 calli 161 : .

2 tecpatl 209

2 acatl 259

3 ioclitli ]i8S .

3 calli 221

3 tecpatl 260 . .

é aoatl 183

4 tochtii 282

4 0alliSSl

6 tecpntl '.

6 acatl 223

. 6 tochtii 262

6 calli 186 : *

6 tecpatl 224.

6 acatl 263

7 tochtii 186

. 7 calli 225

7 tecpatl 264

8 aoatl 187

8 tochtii ^26 :

8 calli 205

9 tecpatl 188

9 acatl 227 :.

9 tochtii 266

10 calli 180 '

10 tecpatV S)28-

< . 10 aoatl '267*.

11 tochtii 1ÍK>* i

11 calli; 229

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1 Calli .103

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2 calli 2313 .. ,

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3 tochüi 934

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4 tecpatl ,196. '

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4 tochtii 2X4-

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6 acatl 079.

6 tochtii 108

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10 tecpatl 280

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. : 11 tochtii 242 .

. .11 calli 281 :.

12 tecpatl.íXH, ,

12 acatl 243

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13 calli 205

13 tecpatl, 244' .

13 acatl 283

1 TochtU 206

1 calli 245 .

- 1 Tecpatl 284

2 acatV 207

2 tochtii 046

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3tec{iatl206

3 acatl 247 .

3 tochtii 286

4 calli 209

4 tecpatl ,2^1 .

4 acatl 287

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5 calli 249 .

5 tecpatl 288

6 acatl 211

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6 calli 289

7 tecpatl 212

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7 tochtii 290

8 calli 213 .

8 tecpatl 252

8 acatl 201

9 tochtii 214

9 calli 253 .

9 tecpatl 292

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4 10 tochtii 254

10 calli 283

11 tecpatl 1216 .

11 acatl-2d5

11 tochtii 2ft4

12 calli 217 .

12 tecpatl .256

12 acaÜ 295

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13 calli 257

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1 Tochtii, 258

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2 io«btli.98B 8seatl-fif9

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6 toohtlí Hftí 7«acatl8e3

8 ieopfttl sel

9 ealli 305

10 tochtli 306i llacatl607

12 teepatl 308

13 calUt809: . 1 Tochttt 810 SacattSll.'.'.

3 teepatl 313

4 ealli 813 .. 6 toohtUrj8M

6 acatl 815

7 tecpatt 316

8 ealli: 317:

9 toehtli atl8 10acatlt819<j

11 teepatl. S20 12calll331 . 13 toehtli .9^.

1 Acatl d2a

2 tecpatl^é-

3 eaia925

4 toohtli 326

5 acatl 327.

6 teepati<828

7 ealli ^

8 tochtli 330.

9 aoatl, 331 .

10 teepatl 332<

11 calU 833

12 toehtli^ 334

13 acatl 835

1 Teepatl 836

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2 «allí 887 . 8 toehtli 888

4 aeatl 889

5 teepatl .940

6 ealli ««1.:

7 toehtU 842

8 aoaU 843

9 teepatl 344

10 ealli:346

11 «oehtU;346 12aeat)847' 18 teepatl 848

1 Calti'649

2 toehtli 8SQ 8aoaa;S61 . 4 teepatl .8(2 : 6 ealli 893 6 toehtU 864 . 7aca(d355>

8 teepatl 9i6 -.

9 ealli >»»7.

10 toehtU 868 N

11 acaU 869

12 teepatl ,360

13 ealliSQl:

1 ToehtU 862

2 acatl aeS.

3 teepatl- 344

4 ealli.8^

5 tochtU 369-

6 acatl 867

7 teepatl 848 8ealUd69 . 9 tochtU ^70

10 acati 871

11 teepatl 372

12 ealli d7a

13 tochtU 374 1 Acatl 376

2 teepatl 876 8 ealli 377

4 toehtU 378

6 aeatV 379

' 6 teepatl 880

7 caUi 881

8 toehtli 282

9 acatl 883 10 teepatl'884

11 ealli- 886 12 toehtU 886

. 13 aeatl 367 . 1 TeepiOá 888 2eall>889

3 tochtlüSSO 4acatli881

6 teepatl '892i 6calU883

7 toohtli 894

8 acatl 305:

9 teepatl 896;.

10 ealli 897

11 toehtli-t98

12 acatl 899

13 teepatl,400

1 CaUi 401

2 tochtU !4(I2

3 acatl ém

4 teopatíl i404 . 6 ealli 406 :

6 toehtU -406- :

7 acatl 407

8 teepatl ;408 9caUi409 .

10 tochtU 410,

11 acatl 411

12 teepatl 412 13ealU413 .

1 TochUi 414

106

Sacad 415 3 tecpatl418 4ca1U417 '

5 toohtll 418

6 acad 419

7 tecpatl42a 8oaIli421

9 tocbtlt 423 10acatl4S3'

11 teopatl 484

12 calU 425 '

13 tochtli 426

1 Aoail 427

2 teq>atl 438

3 oalli 439

4 toohtU <aO 6 acatl 481

6 teopatl 483

7 caUi 483

8 toohtli 4S4

9 aoaiíl 435

10 tecpatl 436

11 calli 487 13 tochtii 438 13 acatl 439

1 Teopatl 440 2caUi441

3 toéhtli 443

4 acatl 448

6 tecpatl 444 6 oalli 445 T toobtli 446

8 acatl 44V

9 tecpatl 448

10 calli 449

11 tochtii 460 13 acail 451 13 tecpatl 453

1 Calli- 453

2 tochtii '454 3aoatI46d .

4 teopatl 456 :

5 calli 467! -

6 tochtii 468 >

7 acatl 4S9

8 tecpatl «60

9 oalli 461

10 tochtii 462

11 acatl 463

12 tecpatl 464

13 calli 466

1 Tochtii 466

2 acatl 467

8 tecpatl 468 4 oalli 469 6 tochtii 470 6 acatl 471 7^teopatl 473

8 calli 473

9 tochtii 474

10 acatl 476

11 tecpalA 476

12 calli 477

13 tochtii 478

1 Acatl 479

2 tecpatl 486

3 oalli 4ítl

4 tochtii 483

5 acatl 483

6 tecpatl 484

7 calli 485

8 tochtii 486

9 acatl 487

10 tecpatl 488

11 calli 489

12 toohtli 490

13 acatl 491

1 Tecpatl 492

2caUii98

3 tochtii 494

4 aoatl 405 ' ri

5 teopatl' 496

6 oalli 497

7 tochtii 498 8aoatI499' 9 tecpatl' 500

10 oalli 601

11 tochtii 503 13 soatl 603 13 teopatl 504

1 Calli 606 3 tochtii 606

3 acatl 607

4 tecpatl 606 6 oalli 600

6 tochÜi 610

7 acatl 511

8 teopatl 612

9 calli 613

10 toohtli 614

11 acatl 516 12teopaa516 18 calli 517

1 Tochili 618

2 aoatl 619

3 tecpatl 690

4 calli 521

6 toohtli 523

6 acatl 533

7 tecpatl' 534

8 oalU 636

9 toohtli 636

10 aoatl 537

11 tecpatl 533 13 oalli 5-29 13 tochtii 630

1 Acatl 631

190.

Sieepail643

2 a?atl 671

. 2 tochtli 610

SoaUiSaa

3 terpatl 672

3 acatl 611>

átocbtliSSl.

4 calli 578

4 tecpatl 6ia

5 aeatl 6t5

6 tochtli 674

6 calli 618'

6 tecpatl 586

6 acatl 575

6 tochtli 614

7 oalli 537

7 tecpatl 676'

7 acatl 616

8 iochtli 688.

8 calli 677 . . .

8 tecpatl 616

9acatl589;

9 tochtli STB

9 calli 617-

10 tecpatl 510

10 acatl 67»

10 tochtli 618

11 calli 641

11 tecpatl 680 >

11 acatl 619

12 tochtli 512 .

12 calli 68i .

12 tecpatl 620

13 acatl 54?

13 tochtli 582

13 calli 621

1 Tecpatl 54á

1 Acatl 588

1 Tochtli 632

2 calli 546

2 t«cpatl 684

2 acatl 628

8 tochtli 5á6

3 calli 686

3 tecpatl 624

4 acatl 547

4 tochtli 586

4 calli 626

5 tecpatl 548

. 6 acatl 587

6 tochtli 626

6 calli 640

6 tecpatl 688.

. . 6 acatl 627>

7 tochtli 650

7 calli 689 .

7 tecpatl 628

8 acatl 551

8 tochtli 690

8 calli 629

9 tecpatl 552

9 acatl 691

9 tochtli 680

10 calli 563

10 tecpatl 692

10 acutí 681

11 tochtli 664

11 calli 593

11 tecpatl 682

12 noatl 558

12 tochtli 694

12 calli 633

13 tecpatl 556

13 aeaU 695

13 tochtli 684

1 Calli 6S7

1 Tecpatl 696

1 Acatl 636

2 tochtli 568

. .2 calli 697 '

2 tecpatl 636

3 acatl 589

3 tochtli 698

3 calli 637

4 tecpatl 560

4 acatl 699

4 tochtU 638

5 calli 561

•; 6 tecpatl 600

6 acatl 6S8>

6 tochtli 662 .

6 calli 601.

6 tecpatl 640.

7 acatl 563

7 tochtli 602

7 calli 641

8 tecpatl 664

8 acatl 603

8 tochtli 642

9 calli 565

9 tecpatl 604

9 acatl 643

10 tochtli 666

10 calli 695

10 tecpatl 644

11 acatl 567

11 tochtli 606

11 calli 646

12 tecpatl 568

12 acatl 607

12 tochtli 646

13 calli 569

13 tecpatl 608

13 acatl 647

1 Tochtli 570

1 Calli C09

1 Tecpatl 648

106

2aeatl£l5 3 tecpatI416 4oa1U^7 5tocbtU.4Z8 .

6 acatl 419

7 tecpatl-48a 8oal1í4ai

9 tochtli 433

10 acatl 423-

11 teopatl 4M

12 calU 425

13 tochtli 426

1 Acatl 427

2 tecpati 428

3 calli 429

4 tochtl! <aO 6 acatl 481

6 tecpati 482 7oalli483

8 tochtli 484

9 acati 435

10 tecpati 486

11 calli 4S7

12 tochtli 438

13 acatl 439

1 Tecpati 440

2 calli 441

8 toóhtU 442 4 acatl 448 6 tecpati 444 6 calii 445 T tochtli 446

8 acatl 447

9 tecpati 448

10 calli 449

11 tochtli 460

12 acatl 461

13 tecpati 462 1 Calli 453

2 tochtli 154

3 acatl 465

4 tecpati 456 6calli45r-

6 tochtli 458'

7 acatl 459

8 tecpati «eO

9 calli 461

10 tochtli 462

11 acatl 463

12 tecpati 464

13 calli 466

1 Tochtli 460

2 acatl 467

3 tecpaU 468

4 calli 409' .

5 tochtli 470

6 acatl 471 7„tecpatl472

8 calli 473

9 tochtli 474

10 acatl 475

11 tecpati 476

12 calli 477

13 tochtli 478

1 Acatl 479

2 tecpati 486

3 calli 4^1

4 tochtli 482 6 acatl 483

6 tecpati 484

7 calli 485

8 tochtli 486

9 acatl 487

10 tecpati 488

11 calli 489

12 tochtli 490

13 acatl 491

1 Tecpati 492

2 calli 488

3 tochtli 494

4 acatl 405 ''

5 tecpati 496

6 calli '497

7 tochüi 498

8 acatl 499

9 tecpati' 500

10 calli 601

11 tochtli 502

12 acatl 503

13 tecpati S04

1 Calli 505

2 tochtlit 506

3 acati 6D7

4 tecpati 506 6 calli 600

6 tochüi 610

7 acatl 511

8 tecpati 512

9 calli 513

10 tochtli 514

11 acatl 515 12tecpaÜ516 13 calli 617

1 Tochili 518

2 acatl 519

3 tecpati 620

4 calli 521

5 tochtli 622

6 acatl 523

7 tecpati 524

8 calli 626

9 tochtli 626

10 acatl 527

11 tecpati 523

12 calli 629

13 tochtli 530 lAcátl531

IW.

S teepatí 643 ScalUSSa é tocbtli SSá.

5 acatl liS5

6 tocpatl 586

7 calli 537

8 tochtli 688.

9 acatl 589 i

10 tecpatl 610

11 calli 6a

12 tochtli Stí .

13 acatl 5á3

1 Tecpatl 644

2 calU 546

3 tochtli 546

4 acatl 547

5 tecpatl 548

6 calli 649:

7 tochtli 650

8 acatl 551

9 tecpatl 552

10 calli 668

11 tochtli 664

12 acatl 55S

13 tecpatl 656

1 Calli 657

2 tochtli 568

3 acatl 559

4 tecpatl 560

5 calli 561

6 tochtli 562 ,

7 acatl 663

8 tecpatl 664

9 caUi 665

10 tochtli 666

11 acatl 567

12 tecpatl 568

13 calli 569

1 ToohfcU 670

2 acatl 671

3 terpatl 6TS

4 calU 578 6toohUi6T4

6 acatl 575

7 tecpatl 676

8 calli 677 > .

9 tochtli 578 10 acatl 579 .

iU tecpatl 580 >

12 calU 58i '

13 tochtli 582

1 Acatl 583

2 tecpatl 584

3 calli 566

4 tocbtli 586

5 acatl 587

6 tecpatl 588. . 7 calli 689 .

8 tocbtli 590

9 acatl 591

10 tecpatl 592

11 calli 593

12 tochtli 594

13 acatl 695

1 Tecpatl 596 . . 2 calli 597 / - 3 tochtli 69&

4 acatl 699 •'. 6 tecpatl 600

6 calli 601

7 tochtli 602

8 acatl 603

9 tecpatl 604

10 calli 605

11 tochtli 606

12 acatl 607

13 tecpatl 608 1 Calli C09

. 2 tochtli 610 3 acatl 611'

- 4 tecpatl 612 6 calli 613 <

6 tochtli 614

7 acatl 515

8 tecpatl 616

9 calli 617

10 tochtli 618 <

11 acatl 619'

' 12 tecpatl 620 13 calli 621

- 1 Tocbtli 632

2 acatl 628

3 tecpatl 624

4 calli 626

6 tochtli 626

6 acatl 627'

7 tecpatl 628

8 calli 629

9 tocbtli 630

10 acatl 631

11 tecpatl 632 •12 calli 633

13 tocbtli 684

1 Acatl 635

2 tecpatl 636

3 calli 637

4 tochtli 638

6 acatl ^9>

. . 6 tecpatl 640.

7 calli 641

8 tochtli 642

9 acatl 643 10 tecpatl 644 n calli 645

12 tochtli 646

13 acatl 647

. 1 Tecpatl 648

112

2aoatl888 3 teopatl 88á é calli 885 6 toehtli 886

6 acatl 887

7 teopatl 888

8 calUí 889

9 toohtli 890

10 acatl 891

11 tecpatl 892 12oalli893 . 13 toobtli 89é

1 aoatl 895

2 tecpatl 896

3 calli 897

4 toehtli 898 6 acatl 899

6 tecpatl 900

7 calli 901

8 toehtli 902

9 acatl 903

10 tecpatl 90é

11 calli 905

12 toehtli 906

13 acatl 907

1 teopatl 908

2 calli 909

3 toehtli 910

4 acatl 911

6 tecpatl 912

6 calli 913

7 toehtli 9U

8 aoatl 915

9 tecpatl 916

10 calli 917

11 toehtli 918

12 acatl 919

13 teopatl 920 1 calli 921

2 toehtli ^2

3 aoatl 923

4 tecpatl 924

5 calli 925 .

6 toehtli 926

7 aoatl 927

8 teopatl 928

9 calli 92»

10 toehtli 980

11 acatl 931

12 tecpatl 932

13 calli 933

1 Toehtli 934

2 acatl 935

3 tecpatl 938

4 calli 937

6 toehtli 938

6 acatl 939

7 tecpatl 940

8 calli 941

9 toehtli 942

10 acatl 943

11 tecpatl 944 12caUi945 13 toehtli 946

1 Acatl 947

2 tecpatl 948

3 calli 949

4 toehtli 960

5 aoatl 951

6 tecpatl 952

7 calli 953

8 toehtli 954

9 acatl 955

10 tecpatl 956

11 calli 957

12 toohüi 958

13 acatl 959

1 Tecpatl 960

2 calli 961

3 toehtli 962

4 aoatl 968

6 tecpatl 964

6 calli 965

7 toehtli 966

8 aoatl 967

9 teopatl 968

10 calli 969

11 toohtli 970

12 aoatl 971

13 teopatl 972

1 Calli 973

2 toehtli 974

3 acatl 975

4 teopatl 976

5 oalli 977

6 toehtli 978

7 acatl 979

8 teopatl 980

9 oalli 981

10 toehtli 982

11 acatl 983

12 tecpatl 984

13 calli 985

1 Toehtli 986

2 acatl 967

3 tecpatl 988

4 oalli 969

' 5 toehtli 990

6 acatl 991 . 7 tecpatl 992

8 calli 993

9 toohtli 994

10 aoatl 995

11 tecpatl 996

12 calli 997

13 toehtli 998 1 Acatl 999

i:8

2 tecpatl 1000

3 ealli 1001

é tochtii 1002

5 acstl 1003

6 tecpatl 1004

7 oálli 1005

8 tochtii 1006

9 acatl 1007

10 tecpatl 1008

11 calli 1009

12 tochtii 1010

13 acatl 1011

1 Tecpatl 1012

2 calU 1013

3 tochtii 1014

4 acatl 1015

5 tecpatl 1016

6 calli 1017

7 tochtii 1018

8 acatl 1019

9 tecpatl 1020

10 calli 1021

11 tochtii 1022

12 acatl 1023

13 tecpatl 1024

1 Calli 1025

2 tochtii 1026

3 acatl 1027

4 tecpatl 1028

5 calli 1029

6 tochtii 1080

7 acatl 1031

8 tecpatl 1032

9 calli 1033

10 tochtii 1034

11 acatl 1035

12 tecpatl 1036

13 calli 1037

1 TochtU 1038

2 acall 1039

3 tecpatl 1040

4 calli 1041

5 toohtli 1042

6 acatl 1043

7 tecpatl 1044

8 calli 1015

9 toohtli 1016

10 aoHÜ 1017

11 tecpatl 1048

12 calli 1049

13 toohtli 1050

1 Acatl 1051

2 t«cpatl 1052

3 calli 1053

4 toohtli 1054

5 acatl 1055

6 tecpatl 1066

7 calli 1067

8 toohtli 1058

9 acatl 1059

10 tecpatl 1060

11 calli 1061

12 tochtii 1062

13 acntl 1063

1 Tecpatl 1064

2 calli 1065

3 tochtii 1066

4 acatl 1067

5 tecpatl 1068

6 calli 1069.

7 tochtii 1070

8 acatl 1071

9 teuspaÜ 1072

10 calli 1073

11 toohtU 1074

12 acatl 1075

13 tecpatl 1076 1 OaUi 1077

2 tochtU 1078

3 acatl 1079

4 teopatl 1080 6 oallt 1081

6 tochtii 1082

7 acatl 1083

8 tecpatl 1084

9 calli 1085

10 tochtii 1086

11 acatl 1087

12 teopatl 1088

13 calli 1089

1 Toohtli 1090

2 acatl 1091

3 teopatl 1092

4 calli 1093

6 tochtii 1(J94

6 acatl 1095

7 tecpatl 1096

8 calli 1097

9 toohtli 1098

10 acatl 1099

11 tecpatl 1100

12 calli 1101

13 toohtli 1102

1 Acatl 1103

2 teopatl 1104

3 calli 1105

4 toohtU 1106 6 acatl 1107

6 tecpatl 1108

7 oalli 1109

8 toohtli 1110

9 acatl 1111

10 teopatl 1112

11 oalli 1113

12 toohtli 1114

13 aoatl 1116

1 Tecpatl 1116 15

114

2 calli 1117

3 tochtli 111»

4 acail 1119

6 tecpatl 1120

6 callí 1121

7 tocLtli 1122

8 acaU 1123

9 tecpatl 1124

10 calli 1125

11 tochtli 1126

12 acatl 1127

13 tecpatl 1128

1 Galli 112d

2 tochtli 1130

3 acail 1131

4 tecpatl 1183

5 calli 1133

6 tochtii 1134

7 acatl 1135

8 tecpatl 1186

9 calli llb7

10 tochtli 1138

11 acatl 1139

12 tecpatl 1140

13 calli 1141

1 Tochtli 1142

2 acatl 1143

3 teopati 1144

4 calli 1145

5 tochtli 1146

6 acatl 1147

7 tecpatl 1148

8 calli 1149

9 tochtli 1150

10 acatl 1151

11 tecpatl 1152

12 calli 1153

13 tochtli 1154 1 acatl 1155

2 tecpatl 1156

3 calli 1157

4 tochtli 1158

5 acatl 1159

6 tecpatl 1160

7 calli 1161

8 tochtli 1162

9 acatl 1163

' 10 tecpatl 1164

11 calli 1165

12 tochtli 1166

13 acatl 1167

1 Tecpatl 1168

2 calli 1169

3 tochtli 1170

4 acatl 1171

6 tecpatl 1172

6 calli 1173

7 tochtli 1174

8 acatl 1175

9 tecpatl 1176

10 calli 1177

11 tochtli 1178

12 acatl 1179

13 tecpatl 1180

1 Calli 1181

2 tochth 1182

3 acatl 1183

4 tecpatl 1184

5 calli 1185

6 tochtli 1186

7 acatl 1187

8 tecpatl 1188

9 calli 1189

10 tochtli 1190

11 acatl 1191

12 tecpatl 1192

13 calli 1193

1 Tochtli 1194

2 acatl 1195

3 tecpatl 1196

4 calli 1197

5 tochtli 1198

6 acatl 1199

7 tecpatl 1200

8 calli 1201

9 tochtli 1202

10 acatl 1203

11 tecpatl 1204

12 calli 1205

13 tochtli 1206

1 Acatl 1207

2 tecpatl 1208

3 ovil i 1209

4 tochtli 1210 6 acatl 1211

6 tecp itl 1212

7 calli 1213

8 tochtli 1214

9 acatl 1215

10 tecpatl 1216

11 calli 1217

12 tochtli 1218

13 acatl 1219

1 Tecpatl 1220

2 calli 1221

3 tochtli 1222

4 acatl 1223

5 tecpatl 1224

6 calli 1225

7 tochtli 1226

8 acatl 1227

9 tecpatl 1228

10 calli 1229

11 tochtli 1230

12 acatl 1231

13 tecpatl 1232 1 Calli 1233

116

5IioolitU1284

3 acakl 1235

4 tecpatl 1236 6 calli 1237

6 tochtli 1288

7 acaü 1239

8 tecpatl 1240

9 calli 1241

10 tocbtli 12é2

11 acatl 1243

12 tecpatl 1244

13 calli 1M5

1 Tochldi 1246

2 acj.tl 1247

3 tecpatl 1248 .

4 calli 1249 .

5 toclitlí 1260 .

6 acatl 1251

7 tecpatl 1252

8 calU 1253

9 toclitli 1254

10 acatl 1255 *

11 tecpatl 1256

12 caUi 1257

13 tochtli 1268

1 Ao itl 1259

2 tecpatl 1260

3 calli 1261

4 tochtli 1262

5 acatl 1263

6 tecpatl 1264

7 calli 1265

8 tochtli 1266

9 acatl 1267

10 tecpatl 1268

11 calli 1269

12 tochtli 1270

13 acatl 1271

1 tecpatl 1272

«•

2 calli 1273

3 tochtli 1274

4 acatí 1276.

6 tecpaü 1276

6 calli 1277 .

7 tocbtlil278

8 acatl 1279

9 tecpatl 1280 . 10 calli 1281

: 11 tochtli 1282 1 12 acatl 1286 13 tecpatl 1264 lcaim283

2 tochtli 1286 .

3 acatl 1287

4 tecpatl 1288

5 calli 1289

6 tocbtK 1290

7 acatl 1291

8 tecpatl 1292

9 calli 1293

10 tochtli 1294

11 acatl 1296

12 tecpatl 1296

13 calli 1297

1 tochtli' 1298

2 acatl 1299

3 tecpatl 1300

4 calli 13101

6 tochtli 1302

6 acatl 1303

7 tecpail 1304

8 calli 1306

9 tochtli 1806

10 acatl 1807

11 tecpatl 1308

12 calU 1809'

. 13 tochtli 1310 1 acatl 1311

.- 2 tecpatl 1312 '.

3cami8l3 .

4 tochtli 1314 .. 6 acatl 1316 .• 6 tecpatl 1316 .

7 calü 1317 ,

. 8 tochtli 1318 . 9 acatl 1310

10 tecpatl 1320 . ' 11 calli 1S21 ' 12 tochtli 1322 . i

13 acatl 1328

1 tecpntl 1324

2 calli 1825

3 tochtli 1826

4 acatl 1327

6 tecpatl 1328 6 calli 1329 - 7 tochtli 1380

8 acatl 1331

9 tecpatl 1332

10 calli 1333

11 tochtli 1334 > 12 acatl 1335

13 tecpatl 1836

1 calU 1387

2 tochtli 1338

3 acatl 1339

4 tecpatl 1340 6 calli 1841

6 tochtli 1342

7 acatl 1843

8 tecpatl 1844

9 calli 1345

10 tochtli 1346

11 acatl 1347

12 tecpatl 1348 18 calli 1349

1 tochtli 1360 .

116

2 aoafl 10&1

8 teopaül -laS2 4 ealU 1B63 6tochtli':^54 6aoatíI355

7 teopatl 3d5&

8oaim:i35!r

9 toohtli ildSB

10 acatllS^

11 tecpatl 11360

12 oalli 1861

13 tochtU 1368 1 acatl 1393

a tecpatl 13Í64

3 oalli 1365 4tochtlil386 6 acatl 1867

6 teopatM368

7 oalli 1369

8 tocbtli 1*70

9 acatl 1371

10 teopatl 1372

11 calli 1373

12 tocbtli 1374

13 aoatl 1375

1 tecpatl 1376

2 oalli 1377

3 tochtli 1378

4 aoatl 1379

6 tecpatl 1380

6 oalli 1381

7 toohtli 1382

8 acatl 1883

9 teopatl 1384

10 calli 1385

11 tochtli 1386

12 aoatl 1337

13 teopatl 1388 1 oalli 1389

2 toohtlilSdO

3 aoatl 1361

4 teopafl:i$9B

5 oalli 1393

6 tocbtli 1394

7 acatnSidS

8 teopatí'13916 9oami397

10 tochtli 1398 llacatM3t99

12 tecpatl 1400

13 calli 1401

1 Tochtli 1402

2 aoatl 1408

3 tecpatl 1404

4 oalli 1405

6 tochtli 1406

6 acatl 1407

7 tecpatl 14018

8 calli 1409

9 tocbtli 1410 •10 acatl 1411

11 tecpatl 1412

12 calli 1413'

13 tochtli 1414

1 Acatl 1415

2 tecpatl 1416

3 calli 1417

4 tochtli 1418

5 acatl 1419

6 tecpatl Í4SÍ0

7 oalli 1421

8 tochtU 1422

9 acatl 1423

' 10 tecpatl 1424

11 oalli 1425

12 toohtli 1426 '

13 acatl 1427

1 Tecpaitl 1428

2 oalli Hm

3 toohtfííl430

4 acaÜ 1431

5 teopatl 1432

6 calli 1483

7 tochtli 1434

8 acatl 1435

9 teopatl 143S

10 oalli 1487

11 tochtU 143&

12 aoatl 1439

13 tecpatl 1440*

1 CaUi 1441

2 tochtli 1442

3 acatl 1413

4 tecpatl 1444

5 oalli 1445

6 tochtU 1446

7 acatl 1447

8 tecpatl 1448

9 calli 1449

10 toclttli 1450

11 acatl 1451

12 teopatl 14^

13 calli 1453

1 Tochtli 1464

2 acatl 1455

3 teopatl 1456

4 calli 1467

5 tochtU 1458

6 aoatl 1459

7 tecpatl 1460

8 calli 1461

9 tochtli 1462

10 acatl 1463

11 teopatl 1464

12 calU 1465

13 toohtti 1466 1 Aoatl 1467

117

2 teepaü Í468

3 caUi 1469 4toohtli 1470

5 auaÜ 1471

6 teepatl 1472 Toalli 1473

8 tochtli 1474

9 acatl 1475

10 teepaü 1476 U eaUi 1477

12 toohtU 1478

13 aoatl 1479

1 Teepatl 1480 a calli 1481

3 toohtli 1482

4 acatl 1483

5 teepatl 1484

6 calli 1486

7 toobtti 1486

8 aeatl 1487

9 teopati 1488 IDcaUi 1489

11 toohtU 1490

12 aoatl 1491 la teepatl 1492

1 Calli 14&Z a toohtU 1494

3 aoatl 1495

4 teepatl 1496) 6 oalU 1497

6 tpeUtK 1498 7- acaÜ 1499

8 teqpatl 1500

9 callt, 1501

10tQchtU1502

11 acaÜ 1603

12 teepatk 1504*

13 calU 1505

1 Tochtli 160d

2 aeatl 1507

3 teepatl 1508

4 caUi 1509

6 tochtii 1510

6 aeatl 1511

7 teepatl 1512

8 ealU 1513

9 tocbtli 1514

10 aeatl 1515

11 teepatl 1516

12 oalli 1517

13 toohtli 1518

1 Aeatl 1519

2 teepatl 1620

3ii»ini.l¿ai 4 toehüi 1522

5.aía»tL1523 6 teepatl 1524 7ealU1525 a toohtU 1526. 9 aeati 1627

10 teopail 1628

11 ealU 1629

12 tochtU 1530 13aeaU1531

1 Teepatl 1532

2 oalli 1533

3 toehtU 1534 4acatiil585

& teepatl 153^

6 oalli 1537

7 toohjüá 1538i a aoatl 1539 9teepaai54a

10 «aUi 151^1 U t9ohUi 1549 l2aoaf;L1543 )3 teop»t^ im \ OiaU154&

2 toehtU 1546

3 aoatl 1547

4 teepatl 1548

5 calli 1549

6 tochtli 1550

7 aeatl 1551

8 teepatl 1552

9 oalli 1553

10 tochtli 1554

11 acatl 1555

12 teepatl 1556

13 oaUi 1557

1 TochtU 1558

2 acatl 1559

3 teepatl 1560

4 oalli 1561

6 tochtU 1562

6 acatl 1563

7 taopatl: 1564 8.oalU ld6&

9 toohUi 166fr.

10 acatl 1587

11 teepatl 16«ft

12 oalli 1569

13 tochtü 1670^

1 Aoatl. 1571

2 teepatl 15721

3 «alU 1673

4 tochtU 1574 ^ aeatl 1575

8 teejpatl 1576

7 oaUi 1577

8 tochtU 1578

9 acatl 1579 io teepatl 1580 n «aUi 1581 ;2 to<;htU 1582

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CAPÍTULO

<^^ CALENDAHIO' MATA.

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' Xm ^n«» d&u <¿y^ ti^ni^^. —PeriáÍM iréoenmim,^^Cielo de 52 añ^i; kaiun. FW- mad/mM añc—InUwaíaeCon.'-Láe Bacáb.^JSéttcian de lee únoa.cífnioeiákt era vulgar. -^Loe AJkaU J[aiun,--€bmsfioind9neia ^re ¡m anas mojfdy ^téteea^^

Tabldr'óponológieek'

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NTES de entrar al examen del Calendario maya, ramos A co- piar'ciertas' nociones, qW^or i9stkr'contenidaB*en nn lib]K> raro, contentarán •licnriosidad:'''' '' •' '• r . ! . - '

'TTeníablibi^o^ cortesas de* árboles 6on nn bettin en blrtnto y perpetuo de 10 y 12 varas de larpfo, (Jné se cogfa!n doblándolos como un^' palmo, y 'én éstos piotabáh eon colores laquentade BUS añtís,l:i!? guerras, pestes, hUratíánes, inundaciones, hambtejy otros sucesos, y "óór uno de¿foB líbtóár'' que quité ¿t nnbs idóla- tras, VI y lBup!á¿ i^tíe^" á una parte llámáTbn MayaciirHl,'y á otra Ocua KttcKíll que quiere decir ibueiJtéísTepentinas, y'tíémííos en que loci' cúefVo^ se' entraron á^tictiaét Tos 'cadáveres *ek ías Casa&r. y la inunda cíóri'^fl ntiracan ffáiAdróí l2Íimveci7, anejijkbíoiide ár- boles. ^-TÚviertln noticia que el toWdfto* S6 afía dfe acafcar,- y qué avia gloria é infierno. Contntlb^^ í^ ^¿¿'¿or Lunad '3^5 dikft como nosotros también. Xíoiftáyoii' Araño solsl^ p¿r' meseii de

U9

Ttinte dias, con fiéis dias de oamcnlaces oorrespondiendo á mnw- iros mefies por este^órden:

4 f

"A 12 de ISüero Ilamaxon Ytax Vtuo Kin Ytobol Kin, por «ais Mm

A 1 de Febrero Qac que eAn sos

A *!2 de Febrero Ceh ' A 17 de Julio Poop

A )8 de Mar^ Mac ' A 6 de Agosto Voo

A 2 de Abril Kan Kin A 26 de Agoaro Qip

A 22 de Abril Muan A Id de Setiembre Qeo

A 12 de Mayo Paaz A 23 de Octubre Xul

A 1 de Junio Kayab A 14 de KoTÍembre Taax Ein

A 21 de Junio Gum Ku A 4 de Bieiembre Mobl

A 11 de Julio Vayeab, por otro nombra A 23 de Diciexábre Cbeen.

'^Esta qnenta de dif^z y cebo meses y los seis diás de canicu- lares son los mismos 365 de nuestro año solar; serTÍanles de mu* ebos útiles, y particularmente para saber los tiempos en que avían de rozar pus montes, y abrazarlos, y esperar las agnas^ j sembrar su trigo, maÍ2^ y las otras legumbres, que.siembrsun en diferentes tiempos. Y oomo nueR^tros labrAdoK:e0 en España ob- si^ryan tales y talos d.ias,y dizen Otubre hecha pan^ y cuhre^ y otros refrancilIoQ. Así ni más, ni menos usav^n, y usan estos Indios sos refr/incillos en etitos 18 meses, y seis dias (}e caniculares pa* ra sembrar, y mirar por su salud, y curarse como nosotros eft Verano, Entío, Otoño y Invierno. T aunque los primerps religie- sos, Santos y verdaderos Viñadores de lesu Cbristo, proeuraroB desterrar esta quenta, entendiendo que era supersticiosa p^ra usar de su ge^itilidad, no aprovecL,á, porque los m^a ^0 9abw por tradición de sus mayores. Y i;abiendo yo ¿sto; bi£e grai^dM diligencias por Faber la verdad, comunicando e^ta m^^;^ ria eóft Tin gran Religioso varón Apostólico, llamado Fr. Alonso Solana 7 con otro uo menos Ibimado Fr. Gaspar Nágera, grandes Minis- tros, y pr»*(licadores destos ludios: á los cuales se^uf, y sigo enf afirmar; que no és perjudicial esta quenta pnia la Chfistiandad destos In^lioR, antes útil como osla referido, para que sepan los tiempos. Otras muchas cosas de su gentilidad supiéramos, los Curas y Ministros, y por ellas como por símiles, ó refutándolas*» les predicáramos en su lenguaje propio, y natural. Pero los pri- meros Kííligiosos recogieron y quemaron estos libros inadverti- damente. Habla van" con el demonio, á quien llamavan Xíbilba, que quiere, decir el que se desaparece ó desvanece.

120

^'Deinai desto eont&van ras eras, y las assentaban I0» librar de veinte en veinte años, j por lustros quatro en qtiatro. -& primer año fijavan en el Oriente, llamánilole CvMiáb; el segando éá'el Ponieilie, el tercero en el Sur, el quarto en el Korte, ^y^es- to les servía de letr^ Dominical; y llegando estos lustros a cfnco que hazen veinte, años, Ilamavan Katun y ponían una piedra la- brada sobre otra piedra labrada fixada con cal y arena en las paredes de stts'teib|3flbs, 6 casas de los Sacerdotes; y ésto v¿ el dia de hoy eüios edifecios que tengo referido, y^ se poátó'i^r en las paredes* sobre, que edificaron las seldas los Heligiosos en el Convento desta Ciudad, que caen al Sur, qne son paredes y bobedas de los antiguos; y ésto hazían para memoria perpetua. En un pueblo que es de la Encomienda de mi madre, llamado Tiaíuatahtim^ que quiere decir, lugar donde se poiie una piedra' bbtada sobre otra: suerte qué este pueblo era como entre no- C>troB el arcbivo de Simancas; y el común lenguaje del ios paní decir tengo sesenta años, era oxppelnahil, tengo tres eras de años^ idest, tres piedrats, idest, sesenta años; y para dezir setenta, di^* ten Tanoochtu Campd, idest, tres eras y media, ó quatro eras mé^ líos media; y este-lenguaje y quenta aprendí para en mis sermo- nes hablarles con propiedad y á su gusto, (doctrina es de Beto- fieos adequarse con la capacidad del auditorio). Lo qual refiero etí prueva, que no eran tan bárbiaros ¿stos de Tucatan, como loÍ Caribes, Chichimeobs ó Choortales de otras Provincias." (1)

EDasta aquí la copia. El sistema que vamos á seguir y á eia* fiñiiar el del Sr. D. Pió l^erez, reputado actualmente como et Más exacto. (2) Le extractaremos, pondremos entre comillas leí ^e tomemos al pié de la letra.

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~ . (1) Infom« contra Idolomm Cultores del Obúpo de Yucatán, por el Dr. D. Té^ fso Sanchep de Aguilar. Impreeo en lEedxid 1639, 4. ® FoJivb S7-89. Cogottodo, ^Qsknria de Tneftthaa, lib. IV, cap. V, copia la relación de Sánchez de Aguilar, aunque introduciendo algunas Tariantes.

(2) Para el calendario maya, Tiíase: Belacion de las cosas de Yucatán sacada de lo ^tie escribid el Padre Fr. Oiego de Jjanda de la drden de San Francisco. Paris, 1864. Texto espaftol jr traducción francesa, pág. 202 á 822. B. Pió Pérez formó un primer aitíoulo, cujatraduooion inglesa aparece en los Incidente of trarel in Yucatán, h^ ^Obn L. Stephens, New York, 1847, tom. I, pág. 434-458. unos cuatro aAos das- pnea apareció segundo artículo en el Begistro Yucateco, tom. 3, pág. 281-89, S23-82| &ás abundante en doctrina que el anterior, si bien con falta de algunas tablas y deí afananaque para 1841 y 1842. Brasseur de Bourbourg. tomándole según afirma ñá.

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Xa estruotnra; del calendario maya es idéntieameiiie la rntema que la del méxíca; cambia como eii liataral en loa Boit)fb)-^s» j dJb' QDA maceraeBéuekil en la interoajAcien j eti loa períodos crono^ l<^icoa Coméiieémos por las8eiKM'j^ntMSt--''Al 4iallamfA>an Kití,* es decir, sol, j en esto se parecen á otras naciones qae Oiientaír' los días por sdlesí lo diridían en dos pattes naturales; á sabér,^ la noche y el tiempo eli qne aquel asbo está* sobre el boríflOn-'' '*te. £n éste distinguían 1& parte ^ncT antecede al nacimiento del' aol,; expresándola' mn las palalnras haeh JuUsícab, mny de mananA»' ó con de nujiihrckoó kin\ ant^ qae salga el sol» 6 eon la d#' ^yoi ahdhqjxe señala la madmgadiw Con la palabra Aoázoai desiji^ ^aban el tiempo que corre de la salida del sol al medio día; é* ''éste le llamaban chnn kih^ qne es eootraocion de ckumuo kini ''centro del dia ó medio dia, annqne en la actualidad désignatt ''con esta palabra las bo^as qtie se acercan al medio dia. Txdqp' kin llamaban la bora en que el sol dedina en el arco dinmo' aparentemente, esto es, á las tres de la tarde. OcnaMn es la en<-' "trada de la noche ó pnesta del sol. Para significar la tarde, di<- cen qne cuando refresca el sol y lo. expresan diciendo cu zítícl "¿tn. La noche es akub, su mitad ó media es ohumuk ahab^ y para "señalar el tanto del dia ó de la noche iiftermedio á los puntos* "dichos, señalan en el arco diamo del sol lo qne ^te ha corrido- ó correrá, y por la noche la salida ó estado de alguna estrella 6 planeta conocida" Veinte eran los dias, diyididos de cinco en cinco,, en esta for-*

4t

4* ■St

Kan

Mnlac

Gix ó hix

Canao

Chiecban

Oo

Mftn

Ajan ó aban

Quimi ó cimi

Cbuen

Quibócib

Imix

Bfauik

£b

Caban

Ik

Ijamat

Beta

Eda-Nab ó

eznab Akbal

BegÍHtro Yncateco, indtiyó el artículo en eíUbro del P. Landa, con traduockm frin- ceaa, pág. 366.418. No obsiaxite decine copia, pneenta el testo solablea rariaatea» por adidon ú omisión, lo cual no atinamoa á explicar. Acompafian la traducción id^ ganas notas del Sr. Brassemr, enderezadas prindpalmente á combatir el sistema da los katum, ó rectificar el sentído de algunas palabras: no deja de haber en ellas inez- actitudes y aun fabos testimoniofi. Del Begiistro Tucateco copió igualmente el Dfo* /'iozurio UmTezflal Híat. y da Geog . «1 árt istíttlado CronoJogía líUBataaa.

16

122

^Es necesario advertír qne la traánccion de estos nombres no '^8 tan íá¿i\ como pbdía considerarse, porqne la significación de ''algunos se lia perdido, ja porqne se hananticnado aya porque '*]as palabras se tomaron de nna lengaa ' erkra'ñft, 6 finalmente, ''porqne como no están en uso j sn escritura no está bien arre- ''glada á la pronunciación, tienen Tarios significados sin poderse "atinar el que tenían yerdaderstnente. 1. JTon, en la actualidad 'Isignifica el mecate hilo de henequén torcido. ^2. Chicehan^ si "fuera cAicAoTt se entendería pequeño, mas del modo escrito "es conocida su significación.^-^. QuintLt ó dmi, asi es el preterí-' *H¡o del verbo quimil, morirse; pero como es nombre, qni¿á signi- '%ca cosa distinta. 4. Maidk: es perdida su verdaderji acepción, "pero si se divide la expri>sion man-£¿, viento que pasa, quizá se 'entendería lo que faé.-^5. Larfiai: éste se ignorü'ló que -'debe "significar: entre los nombres de los dias que Boturii^i halló en '^OazMoa, se halla escrito Lamhát. 6. Midx\c:9^ halla igualmente "entre los del referido Chiapás; aunque si es raíz del Yerbal mu-

íuebát, pudiera entenderse por reunión 6 amontoriattiieuto. 7.

Oc: es lo que cabe en el hueco, de la mano encojida, formando 'Vjoncha, 8. C/¿t/«7í.* antiguamente ^ed<scía para significar tabla '^huefické: líambien hay un árbol llamado zaotíhvsnché ó chuenche '*blanco. ^9. '-B6, Se dióe perla escalera.— ^10. Been: también es "nombre ofaiapaneco* como los dichos anteriormente, y solo se "halla en el idioma maya el verbo beenfah, gastar con ecónomfa. "-^11. Oix ó Hix: etítá entre los de Cbiapas, en el uso actual se "encuentra el verbo hiixtah^ bajar toda la fruta de un árbol, qui- "tar todas las hojas de una rama, y el nombre iixcay, como an- "tiguamente se escribía, quesignifíca leviza ó dija, cuero de un "pez; y la palabra hihixí, áspero. 12, Meíi, artífice. 13. Quih 6 *'Cib, cera, iffela ó copA!é-»-^14. C^ban, de significación descbnoci- "da. 15. Edznab 6 -E'znoJ, del mismo modo desconocida. ^16.

Gav/oLCf iáem!— 4.7* Akau ó ájau, ^l rey ó el* período de 24 anos.

18. Imix: desconocido; solo por trasposición de alj^una letra po- "día entenderse ipaíz ímjn, 19. Ik, viento, aire.— 20. AkbaJ: des- "cónocido: también se halla entre los dias ehiapandcos escrito "Agfi-nal.*'

De estos veinte dias se formaban los meses. Mes se dice U, que también significa lupa: "en los manuscritos, antiguos se le "da el nombre de Uinoden singalar j üinahb en plural, á los diez

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123

''y ocho meses del año/hftoiendose extensiva esta denommacion ''ó palabriiy á la aérie y á cada uno de los nombres particaiares ''que señalan los Teinte dias que componen el mes. La voz Ui- 'Stoi me parece derivativa, y así, cuando procede de ü luna, en ''su primera significación, entonces indica ser lunación ó mes, y "enando se deriva de ÍTmes, significará las partes que de é\ di- "manan ó los dias que lo fovtnsu-'*

lios meses son diez y »oclio; el inicial se llama Pop; su orden aneesivó y su relación con el calendario juliano son los siguientes:

1 Pop prinoipüiba á 16 Julio

10 Yaax principiaba ¿ 12 de Enero

S Uo

tt

á 5 de Agosto

11 Zac

n

á 1 de Febrero

S23p

»9

á 25 de Agosto^

12 Qoek

ff

i. 21 da Febrero

4 Zodz

¿ 14 de Setiembre

18 Mao

99

á 13 de Marzo '

5 Zeoo

fi

á 4 de Octubre

14 Kankin

tf

á 2 de Abrü

e Xul

ff

á 24 de Octubre

15 Moan

»>

á 22 de Abril

7 Dzejazkin,,

á 13 de HoTiembre'

16 Pax

99

á 12 de Mayo

a Mol

á 8 de Diciembre .

, 17 Kayab

>l

¿ 1 de Junio

9 Deben

ft 23 deBic^embre

18 Cum)(ií

fl

á 21 de Junio

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'En la trádui^cion de estos nombres resultará lo mismo que en la de los dias, pues por ser alj^nnos t«n autignos ó tomadoade extraño idioma, no se sabe lo que significan, y los otros, tenien- do á veces dos aofipcion<»s, se ignora la cierta. 1. Pfyp, estera ó ««petate. 2. Üo, rana, ^3. Zip, soló hay un árbol linmado Zipché. *' L Zodz ó Ztyo, murciélagn.— 5v Zec, se ignora. 6. Xtd, t^rmi- ««no. "^ Dzeyaxkin 6 ¡yeyaxkiif, se ignora. 8. Mof, reunir, reeo- *^r, y mool significa garra do animal. ft Dchen 6 ók&it, pozo.— **10. Yaax, verdeó fezul, o de t/^^/íT/ primero, resultando sol de primavera. 11. Zgc^ blanco.— 12, Quek 6 6'cA,Vfínado.-*-18. Macy tapa; cerrar. 14 Kccfikin,f>o\ amftriHo: quizá porque en "este mes por las quemas de los montes rozados para séttibmr, el **8ol tf su luz éá amarilla por el humo de' la atmós^fera:— 15. Moan, •dignifica el dia nublado dií^pue.si?o á lloviísnar a ratoa.— 16>Í*ax', •instrumento de música. -¿-17. Cayah^ cauto. ^^18. Cnmkú, la fuí^r- ^t/& explosión como la de cañonazo lejano que se oye y al •^prineipio de laS aguas, producido qni^ por los pantanos que '■»« hienden al secarán, ó por explosión de un royo en*turho- '^adas distantes. También llámanse jun ku sonido ó ruido de ^•üios." . . .'

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124

Enooniramo» en el P. Landa (1) esta intetBsaitte noticia:-^ ''Tienen BU año perfecto cUs COO y LXV días y VI botas. Bhíi ''denlo en dos mameraa de meaes, loa unos de i-XXX días qne^ ae llaman. U^ que. qoínre decir Itma, la cual contaban desde qne* solía nnevar haetaqiie no parecía.'! ''Otra;manera de mesaa te*' "láam de á XX días, á \o,^ cuales llamaban- üincd»Un''Ekek; dea^- ''tos tenía el año entero XYUI^ y más los cinco días y seis ho*' "refs^ DestaBseis horas ae haeían cada cuatro años un dia, y así "tenían de cuatro en cuatro anoa el año de CCOItXYI dias;'* Notaremos solamente por ahora, que de los meses de treinta dias no encontramos noticia alguna en los otros calendarios.

El año hadb ae componía de los diez y ocho meses de á yeinte dias cada ano, los cuales formaban 360 diüs; para integrar cIti^ lor del año que contenía 365, se añadían cinco dias complemen* tarios llamados xtna haba kin, sin nombre. "También los llama- "ron tiayab 6 nayeebjaab] mas esta denominación tiene dos íq- "terpretaeiones^ porque la palabra iiayab puede derivarse del "nombre uay que significa cama, celda ó aposento, presumiendo "que los indios creyesen que en ellos descansase el año, ó salie- se el siguiente como de un depósito, conjetura que tiene en sa apoyo, el que en algunos manuscritoa se llamase u ndjaab ma- "dre del año^ ó uayab dchab. cama ó aposento de la creacioii. "También pueden derivarse del verbo uay que significa corroer con leches eáustioas de las plantas ú otras materias^ corrosivas y en apoyo de esta opinión algunos los llamaban u yail kiiv ó u ycLÜ haabf que se traduce lo doloroso ó trabajoso de los^ diaa 6 del año, porque creiaa que en ellos sobrevenían muertes repea« tinas, pestes; el que faesea mordidos por animales ponzoñosos devorados por las fierae, temiendo que si saltan al campo á "sus laborea ae les estacase un palo ó les sucediese cualqnáev ''otro género de desgracia."

Dase el nombre de semana ¿ los períodos trecenal^s; ¿stoa so deslizaban sobre todos lr>s dias de los meses y los eomplemen* tarios, como en el calendario azteca. Al día inicial del año se decía cueh hoab^ cargador del año. Como en su lugar vimos, ja que los dias eran v^nte» y trece loa números del periodo^ cada mes contendría una trecena ó triadecatérida más siete nrumeros;

(1) Belacion las cosas de Tacatas, pág. 202.

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1 Hna m wms

de 1 á $

Süaxaeibn

de 8 á 9

8 Ca in bolón

de 2 á 9

9 BoloDté ox

da 9 á 8

'8 Oxte lahum

de 8 á 10

10 Lahnnte caD

de 10 á 4

4 Can in bnlao

de 4 á 11

11 Bulucté

de 11 á 5

5Homlahcá

de 5 á 19

126

«ito determinaba que, como todos los meses comenzaban j con- elafan por los miamos signos diurnos, se distinguían los nnos de los otros por el numero ordinal qne les acompañaba. Los mayas cooocían esta caenta de su calendario á la cual llamaban buhcoc^ disponiéndola en esta forma.

ISLaheámoae de 12 á 6

6 üao te oxlahun de 6 á 13 18 Oslaban te nao de 13 á 7

7 Uno in han de 7 á 1 1 Han in Taxac de 1 á ^

8 Vazac in ca de 8 á 2

9 Ca in bolón de 2 á 9 9 Bolonté ox de 9 á 8 8 Oxté lahun de 8 i 10

Esta cuenta arroja la serie que habíamos encontrado en nnes- ira tabla de los días trecenales; 1, 8, 2, 9, 3, 10, 4, 11, 5, 12, 6, 13, 7, 1, 8, 2, 9, 3, 10, la cual se compone de solo trece términos pro- longándose á diez y nueve para que abrace los diez y ocbo me- ses y los dias sin nombre. Dado el día inicial del año con su número trecenal^ ó el inicial de un mes cualesquiera, la serio presenta inmediatamente los números trecenales que acompañan los dias iniciales de los demás meses y el principio de los cinco complementarios, en un año pretérito 6 futuro.

£1 Sr. Pérez, asi como Gama, tiene el número trece como sa- grado y dice: ''Es muy probable que los indios, antes de la co- ''rreccion de su cómpato usasen de neomenias para arreglar c^ ''carso natural del sol, señalando li cada neomenia veinte y seis "dias, que es poco más ó menos el tiempo en qne la luna se deja 'Ver sobre el horizonte en cada una de sus revoluciones. Dividie- '^ron este tiempo en dos trindecatéridas que les sirvieron de se- '^manaB señalando á la primera los trece primeros dias en que la "lana nueva se deja ver hasta la llena, y la segunda los otros "trece en qne decreciendo se ocultaba á la simple vista."

El ciclo de 52 años, katun, es el azteca. Los años se distin- guían por los nombres Kan, MnluCy Hix^ CattaCy que acompaña- dos del periodo trecena!, producían estas cuatro indicciones.

I Kan

I Muluo

IHix

ICaoao

CMnluc

nHix

II Canao

IIKan

iUHix

mCanoo

TU Kan

in líolao

126

lY Caoao

IV Kan

IV Muluc 1

IV Hix

VKan

V MuluQ

VHix

V Cauao

VI Muluc

VI Hix '

VI Cauao

VI Kan

VII Hix

VII Oiuao

VII Kin

VIIMuhic

VIII Oauae

VIII Kan

VIII Mnluo

VIII Hix

IXKau

IX Muluo

IXXix

IX Catiae

X Mnltic

XHix

X Cauac

XKftn

XI Hix

XlOaaao

XI Kan

XIMnlmo

XII 'Caoac

XTTKon

XII Molao

XUHi»

XIII Kan

XIII Maluo

Xn Hixl

XIII Ganao

tt

tt

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**Las cuatro incliccíones 6 semanas de años que resultan de la revolución particular de los dias iniciales desde el número 1 hasta el 13, cuyo conjuuto da la suma de 52 años, era lo que ''llamaban los indios un Katun, porque al fin de este período ce- lebraban grandes fiestas, y .levantaban un monumento eu el que colocaban una piedra atravesada, corao lo indica la palabra **^//-¿2í?i, para memoria y cuenta de los siglos ó katunes que pa- usaban. Debiendo notarse que hasta no completarse este perío- "do no yol vían á caer los dias iniciales eu los mismos números, "por lo cual con solo citarlos sabian á qué tantos del siglo esta- '*ban, ayudando á ésto la rueda ó cuadro en que los grababan "por medio de geroglíficos, y les servía para señalar sus dias "fastos y nefastos, las fiestas de sus templos, sus asuntos sacer- "dótales, y prediccioues sobre las temperaturas y fenómenos es- "tacionales."

En efecto, el año se componía de 28 períodos trecenales más un día, es decir terminaba con el mismo número trecenal que empezaba. El primer año del katun era I Kan, el cuál tenía por inicial el día Kan con el número 1; pasa los los meses, los dias complementarios serían Kan, Chichan, Quimi» Manit, Lamat el cual llevaría también el número trecenal uno. El siguiente año II Muluc comenzaría por el dos Muluc, sus dias complementarios son Muluc, Oc, Chuen, Eb, Been que a abando con el número dos, determina que el año III Hix empiece por el día Hix con el trecenal tres. Como las consideraciones son idénticas para todos los años, resulta esta regla general absoluta, todo año del katun lleva por inicial un dia de su mismo nombre, con un nú- mero trecenal del mismo valor que al año corresponde en el ci- clo. Así, esta forma variable, que viene á poner fuera de duda nuestro sistema de calendario azteca, es de la mayor sencillez»

127

Basta en realidad enoaciar un ano para formar inmediatamente el calendario qae le pertenece. Pronqnoíemos v. gr. III Mulao. I>iremo8 inmediatamente qne es el tercero de. la cuarta indio- eion, caadragéaimo segundo en A Jcatun; aa dia inicial es tres Mnlac; todos los meses comien;i¿iu cou Mnlue con loft dias trece- nales 3, 10, 4, 11, 6, 12. 6, 13^ 7, 1, 8, 2, 9, 3. 10, 4, 11, 5; los oomr plemantarios serán 12 iMulttc, 18 0(5, 1 Obuen, 2 Eb, 3 Been, lo que determina que el siguiente IV Hix empiece por el dia cua- tro Xix.

No celebraban los mayas la fiesta del fuego nueto. Cada ano^ en los dias complementarios, considerado."^ aciagos, hacían la fies- ta al dios Mam, abuelo. ''A este le traían y festejaban cou gran pompa y magnificencia el primer dia; en el segando se dismi-

lioia la solemnidad; el tercero lo bajaban del alt^r y le coloca- ''ban en medio del templo; el cuarto le ponían á los. umbrales ó "puertas del mismo; y el quinto liacían la ceremonia de echarle "y despedirlt» para que se iuese y pudiese principiar el año une- ''to en el siguiente que es el primer dia del mes Pop á 16 de "Julio."

Respecto de la intercalación asegura el Sr. Pérez, que los ma- ya conocían el bisiesto y ''sin duda alguna hacían la intercalar

cion, aunque del modo de verificarla no hayan dejado noticia

aJ/^una.*' Consultando después las opiniones de Yeytia y de Bo- turini se resuelve por la de este último, si bien no expresa si adopta la intercalación de cuatro en cuatro años, ó la de trece dias al fin del ciclo. La solución del problema la suministra el P. Xianda. Arriba copiamos el pasage en que dice qu^, de cuatro en cuatro años tenían él año de 366 dias. £n cuanto á la manera la deducimos de estas palabras, tornadas de la p¿g. 234. ''Con ''estos retruécanos y embarazosa cuenta es cosa de ver la libera- 'lidad con que los que saben cuentan y se entienden, y mucho ''de notar que salga siempre la letra que es dominical en el pri- ^'mero dia de su año, sin errar ni faltar, ni salir otra de las XX ''allí. Usaban también des te modo de contar para sacar des tas "letras cierto modo de contar que tenían para las edades y otras "cosas que aunque son para ellos curiosas, no nos hace^ aquí "macho al proposito; y por eso se quedarán sin decir que el ca- "rácter ó letra de que se cdmenzaba su cuenta de los dias ó ca- "lendario, se Uama Him-Imix, el cual no tiene día cierto ni seña-

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128

^lado ea que oaigs» Pbrqae omU uno le muda la propia onenta "y ooQ todo eso no falta el salir la letra que viene pordomÍDical ^'el primero del año qae se sigue.'*

El P. Lauda se confunde un poco. Los dias iniciales del año son Kan, Muluc, Hix 7 Cauaa Imiz es el décimo octavo de los dias, 7 por consecuencia el Hnm-Imix nunca podía dar principio á la cuenta del calendario* El Hun-Imix solo puede presentarse euando al signo Imix toque el número uno {htm^ uno) en la serie trecena!; de aquí que este dia fuera variable ^n los meses, se- gún el inicial que tenía el año. La intercalación, pues, se hacía de cuatro en cuatro años, 7 tenía lugar en el díaHan-Imix; 7 co- mo había dos dias del mismo nombre en el año, los sacerdotes sin duda tenían la facultad de añadir el dia intercalar al Imix que mejor cuadrara á las fiestas 7 ritualidades. El intercalar se repetía Hun-Imix« no recibiendo numero diverso trecenal, pues de otra manera se interrumpiría el orden estableckio, trastor- nándose los dias iniciales de los años. Calculamos que el año en que tenía lugar la intercalación era en el signo Oauac, porque es el cuarto de los signos del ciclo; como dia encabeza la cuarta quintena de que Imix forma parte; principalmente, porque el inicial de Kan principio del ciclo se trastornaría, si no se elimi- naría el dia que se ajustaba cada cuatro años por la aglomera*^ cion de las seis horas.

La identidad de los calendarios mézioa 7 ma7a no puede po- nerse en duda. La historia viene á comprobarlo: este cómputo fué el enseñado á los tolteca por Quetzalcoatl; cuando este legis- lador fué arrojado de Tollan, se refugió en Yucatán, en donde bajo el nombre de Kukulcan vino á predicar sus nuevas doctri- nas: á la destrucción del reino tolteca, los emigrados se dirigie- ron al Sur en busca de asilo, que encontraron en la península: el taumaturgo 7 sus discípulos llevaron allá su cómputp de los años. Los maTa conservaron invariable el conocimiento que recibie- ron. Dieron por valor al año trópico 366,*^ 25, 7 á fin de reoojer las seis horas sobrantes intercalaban un dia cada cuatro años: el calendario juliano al pié de la letra, con el cual iba en perfecta relación, alejándose ambos el mismo número de dias del verda- dero movimiento del sol. Los méxiea cambiaron; de los interca- lares cada cuatro años, 13 en el ciclo* pasaron á 25 en el ciclo máximoi 7 en seguida á la corrección del período de 260 años.

''Entre 1* mneliediii&bM 46 4io998 qva artí gente adoKaba^ di- ce al P. Landaí, pág. 206^ adoraban auatoo Uanadoa Baeab oada nao de aUoa* Setos decían éran^caairo JiamancM^ á ka enalea ^aso Dios «nando crió al mando á lae onalaro partos de ^1» aqa- tpatando el cielo no se eagreae. DeciaÁ también de estos Baoabes 4ne escaparon oaando el mando jaé del diluvio destrmdo. Ponan i eada \mo deatos otros nombres y senálanse oon elloÉ á la parte del mnndo que Dios le tenia puesto temendo el dalo, j apnS- pianle una de laa cuatro letras dominicales á Aj ÍIb paree en que está; y tienen saniJ^das las miseriaa 6 faUoea sucesos que decían habían de suceder en el año de cada uno deátosi y de las lateas con ellos." 'Xa primera» puea» de las letras dominicales dioe adelante pág. 208, es Kan» £1 ano qne esta latra servia ora -al mgúj&ro á^l JSFacoi que por otros nombres llaman Bobnü, Kandl, Baoab, Kan-^tioJitum, KanrxAcikab. A ésto señalaban la parto del medio día. Ija segunda letra es Mdve^ señalábanle al oriento, su año era agüero el Baoah que llaman OcmeieMif Chacoiy BaocA, Chac pauahUnn, Cha<HDÍlhchac La torcera letra es Ix. Su ano era agüero el Baoah que llaman Zaxs3Ani''Zacal"Bacab^ Zac-fiauoMun, Zao-mbchaCi señalábanle i la parto del Korto. La cuarto letra ea Cauac: su año era agüero el B&eab que llaman Momuekf Ehdr JSaoab, Sk-pauahiuñf Skxdíehc^ á esto señalaban á la parto del Paniento."

▲demás del ciclo de 52 años, hcditm, usaban de otro gran ciclo

de 312 años llamado ajau Icatun^ compuesto de trece períodos de

24 años. ''Cada período 6 ajau katun se dÍTÍdía en dos partos;

"ana de 20 años que era incluida en la rueda 6 cuadro, por lo

''que lo llamaban Amfmutnn Lamaitun 6 Lamaité; y la otra de oui^

''iro anos 4a significaban como pedestoldela antorior, y la tiio-

'laban Ghdt oc fcaiun, 6 Laíh oc iatun, que todo quiere decir pe^

''deatal' A estos cuatro años los consideraban como intor<3alares

'^j como no esiatonies, «(snayépidolos aciagos por esto, y 4J modo

''de loa cinco dias complementarios del año, los llamaban tomr

''bien n yaü hoab 6 años trabajosos." Esto ciclo era desconocido

á loa azteca; pero sin duda estaba relacionado con el cido de 62

años, supuesto que si el 312 resulto de 24x13, tam|)ien es igual

á6x52: el período initoroaiardelesmáiieadei^0afioa,8eirans*

ionio entra los ma^a en 312.

"Nadie duda que eatos períodosí époasa 6 edades, como las

17

180

^llamaron los esaritores €i0pafiolesrb>iiiiiTdii sn íiOBibre de' ajau '^iaBífuny porque «omenttbftá oontarse^desdé él dia c^aú ségruido, ^^^deios «áo8 que ptiñeipiabá» en Gaiutey señalándolod-óon 'elréáí^ '^eotí^o numeFO de la semana en que daiañ; mas eoioio tetmiña^ ^^am 24 en 24- años dichos periodos, jamás podían tener n^ t'^ieros coivelatiyoB y según an orden aritmético, sino con el si- ''gttienie: 13, 11, 9, 7, ^ 3, 1, 12, 10, 8, 6, 4, 2. Es probable que 'principió 'en> el número Í8 por haber acontecido en él algnn su*- ^oeso notable^ pnes después se contaban por el 8; y acabada la Moonqnisia de eata-penimnla propuso un escritor indio se co- ^^enzaseníá contar por el 11 sjau, porqüe^en él se verificó aque- '11a. Habiéndose dicho que el 13 ajau katun debió comenzat por ''un dia segundo del afio, precisamente fué éste el de 12 Gattác, t'^duodébimo de la primera indicción, cuyo segundo dia fué trece; •''él 11 ajau katUn en el 10 Oauac; y asi sucedí vamente en los de- '^mas períodos, siendo de notar que la secuela de los demás niá- ^'meros de ellos solo se encuentra de 24 en 24 años, lo ^ue acaba ''de cojQfirmar que este era su período y no el 20, como sigú- enos creyeron."

El punto de partida adoptado por el Sr. Pérez para relacionar los ajau 6 ahau katun con Jos afios de la era rulgaf , es que según las autoridades más respetables, el año 1392 concurrió con el 7 Cauac, cuyo segundó dia 8 Ahau dio principio á la serie. De aquí la formación de los dos ajau siguientes:

B Ahau Katun. 1494 VI Cauao

1392 VH Cauao 1893 vm' Kan ' ISMIXMtato 131 6.x Bix . . . Vmjl Oaoao 1897.Xn K^n 1898 'Xm MiüUó 189éIHÍi: . 14Q0JI.Cmo .

^i«oi m Kul

4402 lY Muluo 1103 V Hix

1405 Vn Kan

1406 ym Mñiao lK>7IX:Hk 14P8.XQ»ium. -

1410 XÍI ÚjÜvifi

1411 xm xix

14191 CüM 14l8pK»n

1414 m Molae

1415 IV Hix .

1416 y Cauao Í417, VI Kan ' 1418 ríl Malho'

ui9VniHix

liao. IX Cvmt im X Kan

1422 XI Molao

1423 Xn BQx 1434 zm Ootiao 1425 ISén ^426 n Moloo . 1427 m ^iz

1429 V Kan

1430 VI Mulno

1431 Vn 1483 Vm Cámó im Kan 1434 X Mi4ao 1435XI3ÍX 1436 xn Cáüae l487XIIIEa&

1438 I HiüiM

1439 HHix

6 Ahau Kaiun 1428 IV Ciniap

'^SumameDübe iti:ipbrtánte y ventroso era él uso. de esté oiólo^ *^ues cuando en las historias se citat^a: el B/ajau^tpor' ejemplo, y ^^deepiies de trascurridas dtrf» época» oón dif^eliiés aconieoi-

V I

131

««mientes, s^wolxia» á miar OMop presente el,T(Bte^áí^^mai:m]fmr "ponían pMM^os }o8 619 «notai que compoi;ií«Q ' el . qjglio > ó/wmiufk ^kaíun como, decíap* Im cü»8 se hacían de. yazáos ouq^o^í 7I^!11b- '^éndose al principio^ medio, 6 fin de la |á|)iQca, ó y^titanAofó "señalando loa anoa que de «lia habían paaado euaAdo el hedko "aconteció; peto la cita más^exacta que podían hacev/ eia dojig- "nando el ajam katmi, I99 a:^a que habían pasado, el . n(anBta 7 'fnombre del que se oootabay el mes, día 7 ae^iana en que se tB- "rificó el suceso."

El carléndario maya era arürid'yreligioBO; daba los tiempde pa- » siembras 7 ooscf chas; señalaba las fiestad; ayunos y péniteh- eias pedidos por el culto; también era adÍTÍnatório y astrológico, los días según su signo se dividían en felices, aciagos ó indlfe- Tentes, é influían buena 6 mala coiidicion, próspera 6 adVéMa fortuna en los nacidos en ellos.

Tratemos ahora de relacíonattacrcnolo^ maya con la azte- ca. P^ra lograrlo ÍPormaremos un katun ma;fa, comenzando por el inicial I Kan correspondiente A 1425 según la tabla antéri^, colocando á su lado el año méxioa que le cortespoínde ségun nuestras tablas geiierales. Tendíamos:

1^ I Ean 11 Oalli. 1449 YI Hix 3 Acatl.

1426 n Mnlao 12 1¿ehm. 1444 YQ Cauao 4 TeopatL

1427 m Hiz 13 AcatL 1446 Yin Ean 5 CallL

1428 lY Oanao 1 TecpatL 1446 H MÍilac 6 TochUL

1429 Y Kw^ iOaUí. 1447X2:ix7Ao«tL

1430 YI Mttlvo a.ToohtíL 1448 XI Oatwo 8 Toepail ,

1431 Yn Hix 4. AoAtt. 1449 XHKaa 9 OaUL

1432 Yin OitoiM 6 TkMpaAL 1460 Xm Maluo 10 TooktlL

1433 IX Kittii6 CWti: . ,: 1461 IHizllAfiatL 1434 X Slnlne 7 TedbtUí 1462 H Oamao 12 Teopfttl.

1436 XI 9 AoatL 1463 IH Kan 12 OaUL

1436 Xn CftiUM 9;Tdop«a 1464IY.MiÜaol ToehtlL

1437 XmEaa lOOaUt 1466 Y Xiv2 AcatL 1438 1-tfAlmo. 1} TMhUa. . 1466 YI Oaoao 3 Teo^. .

1439 U 9iz 12 A«atL , , ; 1467 YH Ean 4 OaUL

1440 m.ÓaTiAc 13 TffCpAtL 1468 YIH'Mtllno 6 TochtlL

1441 lY ÍKan 1 Calli- / 1469 IX Hix 6 AeatL

1442 Y Mi^ ^ I««))^ . 1460 X Omm-? Xeoitttl :

m

MWVIKtoSCiím. a^O Vtí Mirktc é'Toólrtfi. 1471 ^mi Xit 6 Aéittl. M79 IX Ofttxaé « TéopatL KTSXEanTCallL 1474 XI Mtttao B TfcclitH. 1476 Xlt Bix 9 Ac^tr 147B lEin Oftiiftc 10 Teqiaffl.

14ffll ÍKáñ 8 €&11i. %4SSÍ 2^ !ÉCtilnto dTodíQi. 1463 3DI «ix 39 ^cfttl. 1484 ÍCnuM 11 TPéopfttl. 1436 ÍI Eiin 12 OáHL .l4eé m Muhio 18 todifilL Is^xVdixlAoáitl. 24S8 y CáüBe 2 Tecpi^il.

Pe-aqn^ se (deipK0B4Att3M'«igiuaii4es ^oiiielwiobed. P^íM ca- nuoteres propios de ion años, Kah; cDnre0|)Onde áOaUii Mitku»^ ÜWhtIii JSkLá Acadj. OauAc ^ Té<spatl. £1 katun comii^tiz» pot el inigf^mo tercero año:del oiclo rueacioiwe qae empieaaea II Aoaif, 6 lo^qae eg lo mieino, el pxúicij^io del eido ¡a9teoa ooi&oide oon el trigésimo primero del maya. I>iOB aaos 4^. BÍf^o Oauae eoinci- 4eH egcaetameBjte etm los lHBÍestos:}<eliaíio0i y es^l básieeio -dé su ^n^y^ta La tabla general 4b o^rre^pondeadia reenltará de pro- Mgaivla en les ^olos antevioiíes y poeteri<^ee*

Para determinar los stioeeo&4e la historia de yiiioa(4MaL:p<N»e- mos la siguiente tabla gen^MÚ auponológlaa: pMra compendiar es- cogemos el período de los Aban katun^ «dividiendo los años en antes y despnes de iraestru era. Yán señaladosoon rxm, * :l9iBI.|>e- liodoB de 912 anos, ^eonensaado en el 13 AJiav.

Í^Oa ANTES DB JESUCBISTO.

793 yn CttoM s É^

769 T Omiiuif 6 AJAti 745]irC!MtstBé'á}ati 931 1 Caioao a JLJao *697 XnOftMollS A}aa

649 YlD;<C&«Aor»^JMi 62&'VII Ciábalo ^ÍAtjiui 601 IV GátiaaVSuAijM ' 677lIC!a«mfl-3áij«tt 653 XHE Oliaao lI&JAa 6a9ZlCaaa6l3'AJM 605IXOMMelOÍija« 481 ^VSiClMtac 8 ajan

467 y Oa«lio 6 ^}«a 433 WíÉOitaikí^á'Áym 409I(;ktt»4SÍJl^' *3dl^ l^iCmiMJXa Ajim 361 X 0*iia«( ^iiAjaa 337 yUt <3¿iiÑuiiÜ áj«« 313 yi (Stuam 9 4^' 289 IV'€$í;tím«-J^' - 265 It leíMAé 8 iija» < 241 £]2i'0a«ád lAjaii 217 XIOmmo IS Aj«a 198 IX CftBao m Ajaa 169 yn -Oáfofte 8 Ajan 146 T^GJ^MMio^^iA^

183

121 m Caoao 4 Ajan 97 1 CauM 2 Ajau ^3 Xn Cauao 19 Ajau

49 X Caoao 11 Ajaa 26 Yin Oanac 9 Ajan 1 YI Caaac 7 Ajau

AfiOS DE JX8ÜCBI8T0.

(L Vn Kan). 84 lY Caaao 6 Ajau 48 n Cauac 3 Ajau 72 Xn[ Oauao 1 Ajau 96 XI Oauac 12 Ajau 120 IX Oauac 10 Ajau 144 Yn Cauac 8 Ajau 168 Y Cauac 6 Ajau 192 m Cauac 4 Ajau 216 1 Cauac 2 Ajau «1S40 xn Cauac 13 Ajau 264 X Cauac 11 Ajau. 288 Ym Cauac 9 Ajau 312 YI CafiAo 7' A^ Sie lY €iauao 5 Ajtt« Ml^ II CiMae 9 Ajau 884 XZn Cauao 1 Ajau 40» XI Oattae 12 Ajau 432 r^ CauAC 10 Ajau 466 YH Catíac 8 Ajau 480 T Oauac t) Ajau 504 mCáli&cÉ' Ajau 628 I Oauac 2 Ajau «662 XP CJifiac 13 Ajau 676 X Ci^uito 11 Ajau 600 Yin Ofbuao 9 Ajau 624YI(>ffkc7Ajan 648 lY iQauao 6 Ájau : 672 n Oauac 3 Ajau ÍMXm«Ma0lAJM 7aOrXICMM»UAÍM 74419CaiM0.^ftAJMü 788 YS GéJmo ar#

792 Y Oauac 6 Ajau 816 m Oauac 4 Ajau 840 1 Cauac 2 Ajau «864 xn Oauac 13 Ajau 888 X Oauac 11 Ajau 912 Ym Oauac 9 Ajau 936 YI Cauac 7 Ajau 960 lY Oauac 6 Ajau 984 n Oauac 3 Ajau 1P08 Xni Oauac 1 Ajau 1032 XI Catiac 12 Ajau 100$ IX Oauac 10 Ajau 1080 Yn Oauao 8 Ajau 11»4 ¥ OÉKtac 6 Ajati 1128ineaQae4Ajatt 116t I Oauac 9 Ajau niT» xn Oauac Ajau ttO»X Oauac tlAjott 1224 Ym Oauac 9 Ajau 1248 Xt Oáuác 7 Ajau 1272 lY Oauac B A}ai« 1296 n C^uac 8 Ajau 1320 XTTT Oauac 1 AJatf ^ 1344 XI <3mM 12 Ajau 1368 Tfi Cauai^ 10 Ajau 1399 YIX OauM 8 Ajau

i-íaayqaiwf Ajan

1440mOanaci4Ajau 1464 1 Oauac 2 Ajau

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Teoti ytonal' ' '' tété'éttí tóicAtó TzontetííSÁíttf =>^ <jáiAi( * '^ ' '

NahnioUi " ''■ ' 'TWiflatí * ' ' '*^ - ' Mazatl '" '•' '• ' ISfeA ' ' *'í^''

CopiiAiib» «ft<Wttbáit>é«f8 ^^é de la ki(i4 ád liSl T^ %ÜÍ. soltamos: «i ¡éa. tigtMai W é^ake oTidentoMéxM 4<WAMltX4!áltíi- peada la%l^¿lrttfitt^ffe<¿xtts^ier iiitrodMi^btliii^Ml*^^^ eoBStaa eiill^dBi^nii íabiiMMÍÍ8 y el órdwí.4tM wteA 4b!btiye á las inieiales de las qnintenas. L&s meses eran diez y oeho, s|en»

i'.

las

do iambifi^ dÍTevao el dxdea de oaloaaoMiL y desoonóeidA alguui. de las Apelaoioiies*

Pimqnetasáliztli AtetnoEztli "

'XfV'*'i*p^^TtV

¡Tz^hjo Qaeehtilí

Tzincohu PaditU

' MlMBfMMSlhliiii

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Dos veces está repetido Qaecíiuli: el inicial es 1?ant<i^aezali^- Üi. Xios signos'^dé loft anos, son Tochtli^ Acatl, Tecpatt^ Calli: ^a' el ano 360' dias^ m¿s los cinco eoinplemeátarios Jimnontéifii^ (iiemontemi)i desgraciados ó inútiles, ^ada dice acerca de la in-^ tercalacion. (1).' ' . ' '.

.Sespéctp del calendario usado en el reino $,& Acolh^acaa te- nemos pocas noticias. Sabemos qap el año inicial de su ciclp Q'ft Acatl, de manera qtie el período de 62 años guardaba esta, forma:

lAcátl' UTebpail ' m Calíi' IVTooliíM V Acatl- '• VITecpatl Vn Cálii YHI To«hiH IX Aéail' XTecpvtL' XlOfelll ' XnToohtíi XTTT Aeátl '

T Tcfepht! •H-Oallí' In TD«litli IV'Adrtí VTfecpatl' '^Oíflli Vil íooKtíi ^VHI'Aoátl IX Técpati XOálli Xl'Tooli«i XHAcatl Xni^cpatt

lOaHi

nTóOMH >

THAeM

iVTftepirti"

VCftlíi '

VI'ToohUi

TTI Aibatl-' '

YSn TMptM^' TUS CalU .

IX CalK ' ' 'IX TóChfli

X'ToeimH XAcatt

•XI Acatl ' ■• H 'Técpatl

TH'TlMJpatl XnOiffi

XinealK XHETochtli

IToehtS

nAtwti

miPecpatl itGalli T^feehtli VlAyáitl ' VH Teepfttl

< (

••;.-* i

I

. El iiño iniokl 4«iioiiilo ttexoooaaoMetft él.<áSoÍB0k3t: cnmritoi áeL laáui» coa^ícKesfai «aipéaaba^poar ;To(ofaUi^ á -el «^otnio iéroNW) contMdo ddlll Aoati. I{Q9;diMimpiiiesdo:hikqiHbtM^ en el calendario de Meiztitlan^ se eontabaa pofr^JíBiaMi'liBcpBÜil fi>IMiiT3Q<&tlté' dé^mpdofl^jtt joada iééa tenía pa|rÍBÍ6JiaL«n dift^'e

Bémiamo iwim]>t0 yoMaieltntiiaeni iveee&tfl ignalvalíiqve^dl^anoi

'I '

(1> DesoipdondAkPnnriiidadaMeztitUApof Q^biielda QhaTM. 1. ^ de Oe- tabre de 1579. IfS. en poder M.(3v« P* iomípk^Qtva^ Iiwheliietii.

H99

ibft dal mdo. Bi el simeM» da ios meiesr é^m^eúm^amatám*- rios 7 manera de hacer la interpalaoion, el oómpato^de Texo^OD' se basaba sobre el de México. Bespeoto de la comparación con el calendario joJi^nOi admitimos* la fecha sena,1.a4a por L^ilÜxcH chitl; el pimev año del oido-eomensaba poVíSO de^ Marzo, b«H cando sin dada aqiieikAi astoínotnos el eq«teo«do de primaifwai En cnanto á los años no había diferencia algtma; correspondfsit igualmente i los años de. nnestra era^ snpnesto ane la diferencia soló óons^iía en el ^rcten corYelaiÍTO' de los oiclocr. : Co vamcb adaráiído: A cada uno de los autores que han salido á diverso sistema, les podemos señalar li^ razoh que les sirvió da fundamento; su error estriba en dos hechos principales, en haber estudiado el problema bajo todos sus aspectos, conten- t^dose con adoptar por únicos los pocos elementos qué á la vista tenían; achacar id calendario azteca que era precio de otros pueblos.

Aunqp^ ooui algunas varíi«ites( supuesto- ^aq* tenemos aán qf^e advertir goa los de Teotibu^mi comenzabas jBC ciclo por CaHí^ todo» loa pnebiqB de rafa naheansabaa cm Sfi Sf lendario lor miH moa nombce^ da los díaselos indios de Kico^agaa, segui|i Ovis-f do, (L) llam»hn\ á las 21 flestas/que al aft^. tintan Ayat, : Oedot^ Oate, C<moqif0afei OUin; Tufiei»^ QuiahuU^ SoóMt^ Cipat, Maé, Ca- li, QwM^foíy Ckmti Mmde, Miusqi^ iTo^fe, .^^ J|;féi|K, OpofMte,, JIfipkr Zina2, ^cnftx liafveiintepñufirBf palabras, atmyíe estr^opeadm^ no dejan duda a^rca de su Qr%en y en^pleo^ orifican IfM di|0 del mes, %iiora^o lo que AofitcT quiere decir, ni por qn^ oei|pp aquel lugar. .Breguntados Iqs indios por Fr. . Brsncisco Bc^adi' lia, *^n aüo {guanta tieoqpoi tiene entre vasoIrvB? Bespondi^. '"ron: Tiene diev cempuales, é qada eemrpual m veynte dias^ j efk» ''ta es nuestra cuenta 7 no por lunas." A este respecto el año dsibía éSBfln 20ft fcBis,. eosa que no •enteDAémósi átvibayendó^ la oaeoridad en qkb jaste pasaje 'qoedpK jQS^áíqM al le^gsoso móAm^

vo iiiteiioío»d0>inqiiürir«8tapunto^7a4^e.^lpt^ bf^iíimo' qtiécíai' contestas^ M >

Bes|»ecto da loBfHDebloa da «tivém JHaoicwetéogtáfieá^ asKa^

0raadb:loBimicteaa;-^^*9ayaiitraQstosi iadk>S[ ad^jues aalfoii4-

micos de grande conocimiento de estrellas, 7 por ellas del c6m-

(1) HJgt. nat. y gwwil Uc Ii^mt M»^ mspi 4

137

p«to de mm mñosé qoa apraiiáia deade nuamtm ea algimos liaa|é8, 7 iiommLÍB^w^0manM loñ nomhtúB da iedoa loa dkúi dal m», 411» 8M oan iantaidifarmcia^qva 40ft.iiiLgigfidiMDlioalávlotfaaaákui». BeparlBtt iui»^dai| peófeota de lar -vida en !<»iwart» y ddaí afioé». dando izíBoaF de eUoa» ¿ fada «na^de.Iaa cnatvo. paakaa deA muidb^ Otienie» Aquilón, Poiuente 7 Mediodía» 7 ooníonae á la^ pairfoi que aplican aqueHob- toaba: áñoa aei pxDmeteaipkaBftad jiet&pota- lea; i loa afioa dai Oriamke deaaaban pw fSsUloa 7 aalnéaUas; Á lea del N<Hrta ieiiÍbB'pcritturiaB;.áilaadíri Poaiente toanioa: paara la ge]tenciaii^7 maUaplieaeioii: de k»lwmbiwi, 7 feankoa pasa loa frnéea;«l Sur tenian pot nocivo de escaakros 7 aeeo» catorea, 7 obaarvaoi qaa deada aa geoiOídad ea loa teeee aSoii del Snr lea habim Taaidaiodoa gas tkalugoa de kaaelNreSr pestes 7 gaenras, 7 la piaUbaar eomo la boea da mi draf^oi» eehaado Usmas; y pa^ sadca leatwoaañeadd Snreoqpeaában'daaaeTola'edadpor et Orieatet 7 tlaaiorárdoee de Maráo 7 dáa del glorioso doetof Saü <3rq[ori<K dávaida dtaa 7 bobor.ineaaa daáTeiatofdiaa, 7otio máa de etaoo^ 7.á8te át eabadb onatonraaos oobui naastuo bisiesto lo Taiiakaa i seis díaa» por las seia hoiáaifae sobnuí eada «ao^ qaa nurili^sadaa por eeaiso aoos baoeit SA boraa que eansia día ea»' bal qoe aobrai kla d65^diaadeli aia aaaal 7 eatonoea UarnaAiatt en sa leagaa* Á aqpelloa aeia dias^ Mea aseagoado^ enátioo, y en esteinua babfaa de sembrar algaoas aásasutetas ¿para ^r por eHaa, oobio aoá aaestsaa eabañiselM la f erüíidad dsl ano, 7 oier<' io qne tienea algtfaoa taa, regalado eaie ooaociinieiiio qoe laa mam TOcea proveen la abmidaBoiade agaaa 6 aeqaedad de viea^ ioB^pas bft» de a^gniíeae.*' <1)

iioa de Deeaabtopeo oeMarabaa :1a fleftade ana difantoa, ^ea A meano mea de Kcfnaabte^ qae asiol Aaod^imo de an eómpa*» io de dieK>7 oeko meaes qae dan al ano, eaqMoaxido de dooa de Marzo, en qae dieron panto á an eqniaáoccio 7 estaéien del 8(^ianniriaWee&rB»diadala 6clSplftQ%.7ocA asa» páatoaqllie aaadSaa iloa días» dagalsaa an méaeíaiáüeo 7:Taiiable del eín*' ooydándole ácada eaaftiD aaós cómo á naeaho btssoato^ otm> día máa qne lo bacía de seis 7 era el último de sa año, 7 por es- ta Tsariedad le Uaaiabaa nMa peqaeao» deaooneertado 7 aobra de los demás, 7 no lo contabaií entre los diee 7 ocbo." (B)

O) Bnigoe, OéegrtESe» émdti^OáÉt lí, FáM, «ip.-'XXnn; fbf. )86 t. í%) BMgat» flflojntfflb diaari^flai^ U p«sK<sp»' WJI^t^ SOS y

18

188:

. l^tQg oalendarioe pxMeniáa la misma distríbuoion que el xioa» m^artátidose en el 8ietoma>d0vinte»»Uoton><delicaal'£ovmttii una ieroera olaae; loe días intesealaM^ aa ee afiadelí' <al c&n del wAo^ ni ee reoogenesloe méfle&ideLaio, ekio <|«é Mjantan á loe diáa c complenteniaff kw^ temando ^un' gfeapd de i éeie ^eii/ loe^ anoe bieieiftoÉ. - .*- * =..j \'\ ■^^\>.\ . . ^.. .u*-

Al míeme iSm]e&íperteneee«eledenda]áa.d^ Petan. Iia¿ w; .-é>\ *%\.mfíAá de conia^áe lo antigBo.qmei nskia^ aeí días, méaes y anoei como: de edadee j eeaer:qáé'edid^era^a.pz88ente (quapa* laeUos ana edad, solo iOQftfitaí de i«jivtalenbe)# j.qmi^profeoía ania sobre diebo ano y edad;'qáe:todoxonata de imbe tibuos de á qneoria lax^o 7: 'oomc' oinob^dedoe de aneko, de > cesteeaa'de

árboles hecluiB>4ol^^l<^d<M^^ lu^i^ 9Mindaí7'át>oi¡iáyá»anecade biombos^ ooib el .grosor eada.Uo}adel oastó de mi real de £ odia mexicano/ Estos ^rtán< piniadoe por^ una párie y^otra can;Tarie« dad de figárse y eáractéreáíi(de loe qnelesTsá^an también en sne aaitignallas los. indios iiiesdeaBOs)'qne indican no solo laqnenta de loa di^o8«diaa>i meses y a&es^ sino ]as edades y las pxopke-* sia^iqueenB Idoloá y.jBsmnlfldyreé le» ancmciaron, ó - por/mejer ' deeic el Pemenioi mediante el <)nltoqxié' en umi» piedras lep.iri*- boAnban. . Son laa.EdaQes en nráiáero treze: cada Edad tiene tu Xdolo distinto y su sacerdote con distinta propkeaía^de sncesos* Estas Edaiiee 4zeBe están repartidaa en ttesMí partes qtm diaiden á este Sejmo de Taioáian y cada JBdad.con- su ídolo, «aoerdqte y prdpheBÍa^ reyna en yna destas tvcM partesdnsia tien»,' según, la tienen repartido. Ko.pasga losaeiabree los idqpios^ sacarr> dotes, ni partes de la tierra» por no.áicleaiaí^^BKDqfneitengo.lie*' chor Tin tratado :deatÍMsu qnentÍMi antí)|[ttás,> oMi{tddas «ná di&veii- oias:y «xplieacioñes, fxú <fUd á^todoeieoBsie y -el.onrioso lo aprenda, qne sinmaeiiáa asedpiro'qpe'CaiPaiá cara nos pueden; '^eñderi les indios." (1) . ) * w. ^ . r;.r , . ^ .

Zja» pifin|eras3U)tícias^nede(eLdalendarib da Ohiapae nonoos-t nnis pártenédam al 6r« ObáspaD^íSV. Fteáeiebo N^mesdé la Yega;

(^)jfamosáeopiariaeint€gms:áfcideconségyarlea todo sninter^

' ... . ,

(1) . IMlacáae d# kf 4p$ eatiadá OÍA liifft á:l% oofiTow Cehaches Fr. vln^r^ de Ksea^fAo y J^pla^.^f^^ de ^yvmj 13 dd Djddxnb^ do^ 1695, ál 6 de Abril de 1696. MS.

(2) ConBt»faeipnee> dyq^pHBín dal Oi|íqpa4q ^.Oángifí^xm^ nita. 3d, § %SYfIL al numero 35/ ^XIXL D^áqtí tnosMa^ Bolmiai, Mea de a^eTAfaMi» pág.

189

'^línu 89 I XXYEIC En srachos pu^loB las protineias de este Obispado iiétete "pmtedob en etuí reportoriós, 6 oaléndairióet^ siete negrjfoff -pita hacer dÍTÍáaeioxiee, y pronóétiocHi correspóií* dientes 'é9da ildle'^diáe déltt beftiúa eoMenz&ndala p6r el vierHee áeónfar/ tóttó 'ptft'rlok firíMé planetaa loe gentiles, y ftl que llá-^' iñaii Ooslabttíiiox (qtie ^ él' demánio; ctegnh lee itídide dicen eoit - treee poieÉrtridéü) le iienen piniadó en silla y eon astas la ea- béza oomc^ iéí téáímfík): Tienen los indios ^an ' miéd<y al negro; porqne léis chm mléindtía de tino de rae piiniit^os ascendient- es de color éiSépitó¡ qne'ftté'gráñ gneiteador/y orüeUsimo; se^ gmi consta por un cuadernillo historiad antíqbísiinoy que én sti' idioma escrito para en nuestro poder. Los de Oschno, j de ottros pnebloa de los llatiod ipénéran hinofao al cfue llaman c Yálahau, tpie qniere decir ii^gro 'principal/ 6 sefior de négtoá: lo cnal pa- rece, qtte alude, at étdtodeOhns primogénito üham, de qnien afirman grarísinios doctores, qne por castígo de Dios se toltió^ negro, y túé con sns délácendfetttes poblador, y fundador de la ' Etiopía- Oriental, y Occidental También Teñeran como señor, y goarda del pueblo al ikdio, qíté basta boy llaman ' en algctnas pfOTtncias Oómcáriiufny alndieádo al parecer al cnalrl^ faijo de Ghatn, y en algtüiod pueblos' de Soi^Onueco se lia* asado, y usa este apellidd de Oham, y Ganan,' y por él conocen ál^ntíaé» fami-* lias de los'indioé, y al qnef llaman licour del pveblo, y guarda de él aígnificah- con el noidbre de CSíam. cnyos descendientes prüuitiToe tienen pties^ en sae calendarios les liomlires, y pin- tadoe en pc^lSüs figuras; con^diferéneiade los^^qtie fuieron total- mente geiiddlee'cóucariacterés raros, 'y de los 4né volvieron cristíanos:iienentÉÍmbieñ escrito- en sn idioma el animal, avé, 6. astro, 6 elemento, en- qnien cada uno adoraba' al demonio, y dis^"" trilrai^oS p<^diae aqnlftlloB prlmitivóÉi gentiles para señalarles con sn animtf por ángeles, qne dicen ser de ^arda á los chiqni*-' Ilo0qnenábeiL'''-'f'i' •" '•'' » ' f i . -

"Nihn. 83'glXSIE. Por cábesa del calendario está presto ett mío primitiva ifikiu e»lengnfe lattáa^'qüeiii^hífédfe Belo, nieto'

114-1»; té)4ift;iHkt aatigtt<taim. 1, p£g. tKyamfigeé>4 Uuíi Antigua; :tom. 1, péig. 5na^ 9. Pie ^f^r^,: ^>lea#nP Yn^íte^o. ^ifS ]|«(f ednpvUtiui notioias, 7 Ion aomivM de l<f» die^ y oeho m^s^n, . antes igaoná$8,'D. Em^terio J^jÁed», De^cnpr éUm geográfica del Departáis ento de CldapaB j Soooniuoo^ pablioada en libro laelto y en «I Bolétin de la' Bbo. dtf Gíéogr/. = ' ' 'i

derKdmirobt bimieto da Olma» y cwir^^' A|qtp49 Obm^^l 9Q«1 roboró la idolatríi^ entra iDsbabüoAkMi'y e^ld^^ 71 l^ig^.W 4ift. en loa cele])clM:ipe.t»M v^odé^xm» eet(.epvrai»toeVl^emkM^ Utíno de NuK> en Imo^ pera eoloeado úem^re en ifununér Ingv» j ml adoraeiQii al«d^ á.la ceiba, qae es sn-ácbolt q«a.ti(^iiw en ko^' laa plazav de aw'pnebloa ¿TÍeia^Jolaí eaea 4^ oelbi^^j deíhqp de ella baoea bw el^ccHone^ de ak^<#>.7 tee; eeAQMfa eo» bsa» oeroe» y tiexiea por mn^ .^^f^mia^o^ x^a^'^en laa^.vfl^^en dA^^^fHU,. ceiba soa por ¿biK^ viene oa linaje y^HíMift ffiwtiv W7 ^M^ gna la tíanea pintada^ 7 alganoa mae«tiaa negnakiataa grandes^ €jp/d se han ecmTevtído ha& espUaadp \o lóleiádQ^ 7 ^M ifmebw

»i

"Ndm. 31 § XSX Yotaa ep el lieireem gentUí qu^ aa<4 pmsto en el calendario^ y en* el coadernUb» bk^jee^eeeprjto idioma . de indioa va nombrando todos los parajes^, 7. paablos», donde esi- tATo, 7 hasta estes tieanpos en el de Teopisa ha beMdo g(»neri^ eion» qnei llaman de VoUinfsc dice apás» ^e ee el Sañor del PcJa hieoa, (que lU^nan TepanagMate),.«Kiie fiú la paiad grande (qna ea la Ibrre de Babel>t qme por mendatio de Koe sm abuelo se hi^ w desde la. tierra hasta el cielo, 7 qne él ea el priiner . boniÍNí% qne envió Pm>s á dividir, 7 repartir eatl^ tierra de Iss Indias, 7 qne: allí donde vio .la"*, pared grande ee.le dip ^ <^^ pueblo an diferente idioma: dice qne en Hnehtieta^ (qn^es pneblode Sdoo-« noaeo) esinvoi 7 qne aUípnso dantas, 7 nn tesoro chande en nna Gasa lóbrega, qne fabriíeó á soplosi 7 nom(bi^.seniHr% ooz^ tapia» ñas qne le gnardesen. Esta t^soto era de anas tinajas tapadaa con el misma bapro, 7. de nna pieaa doad^ estaban grabadas aja piedra l^safigniiss da los indina gentiles aiitÍ0cipStrqi|eesiian «o». eL calendario con obslnhihnitesi (qne son nnaa piedreeüas tarden macizas)» 7 otras i^ras snpers^ioiosaa» qne. iodo]jie sacó de nna cnevaí 7 lo entinig^ls misma india senpr% 7last«i|fí«ne0, ó guar- das de ella, 7 en la plaza de Hnehnetan se qnemaron pnbliesr mente enendo hicimos la visita de diahe proñ^i^ por el año de USl^lyá este Voten h> veners^^ mnobo todos los indi^ 7. en al*.

guna provincia le tienen por el corazón de los pneblos."

'^nm. 36 § XXXL Been,; es el tercie dMmo gentil del eden-f dario, en cnyo cnademiHa hi&ióiico escrito éa idioma infia ttae»

qne dejó escrito sn nombre en la piedra parada, qne es nn tíítló. que está en el pueblo de Comitlan, 7 en dicho cuadernillo va.

141

poiii€fiido STMci&tftmente, por geoerftcionM los xioml>res de los Hfíñoies prhnüivoB, j Mcendkiites antignos, las guerras <iite unos con otros tnvieroD, j. los soldados de cada parcialidad, 7 dice que Ghinax fa¿ gran guerrero, 7 así en todos los calendarios, 7 cnadernillos de figuras le pintan, con bandera en la mano, 7 re- mata B« historia diciendo, que murió ahorcado, 7 quemado por el nagual de otro gentil. También hace memoria de Lambat, que es el octaTOf;entil del calendario. De estos cuatro que son Yo- tan^ Lambaif Been 7 Chinax, se hace la cuenta por meses, 7 dias en los más de los calendarios, porque estos referidos debieron de ser los que más propagaron en estas provincias, 7 asi son los más celebrados, 7 venerados como santos para señalar los na* Eludes; 7 porque no se pierda entre los padres curas la memoria de los gentiles para predicar contra ellos, 7 sus supersticiones, se ponen aqui por el orden que están en sus calendarios corres- pondientes á las veinte generaciones de señores, según 7 como están en el orden siguiente: Hoz, (alias Ninus) Igh, Votan, Gha- nan, Abagh, Tox, Moxio, Lambáis Molo, (en otros Mulu), Elab, Batz, Euob, Been, Hix» Tzíquin, Chabiu, Chic, Chinax, Gahogh, Aghual.'*

Déjase entender^ que no estamos conformes con todas las apre- ciaciones en loa anteriores párrafos contenidas. Llámanos mu- cho la atención el período de siete dias empleado en los pronós- ticos^ adivinaciones, igual al de la semana, que se comenzaba á contar por el viernes. Ese pequeño período, foé conocido por la ma7or parte de los pueblos de} antiguo continente, j le tuvieron los egipcios, los asirios, los chinos 7 Ips hinducí desde la más -re- mota antigüedad. Esta reminiscencia curiosa no deb^ dejarse en olvido, pues junta á la de los meses de treinta dias de los ma7a, pudiera servir un tanto para fijar el origen del calendario.

Enseña el Sr. Yega^ que la cuenta de los meses 7 dias se' ha- cía por los cuatro signos Yptan, Lambat, Beén 7 Chinax; en efecto, eran los nombres de los años, 7 en la lista de los dias de- ben ser los iniciales de ios cuirtro quintiduos en que el me^ se dividía, según lo demuestra <el orden en que están escritos. Sin embargo, asegura que el principio de la cuenta está ocupada por MinttB, nombre transformado en Irnos, escrito ensu nómina Mox, lo caal no va conforme con el principio anterior. En nuestro eoncepto, Imoü es el dia intercalari haciettdo el mismo papel que

el Han Imix del calendario ma^a, por lo Qual va ají b^nii^ de Ifk liat^ siu ser por eso el inicial^ Segim ésto el orden d^ los Telóte días del mes es el siguiente:

Votan

Lambat

Been

€liimax

Ghanan

Molo ó Mulu

Hix

Oahogb

Abagh

Elab

Tzíquin

Anhual

Tox

Bata

Ohábin

Mox ó Imox.

Moxic

Bnob

Ohio

Igh

Según observa él Sr. Pineda varios de estos nombres pertene- cen á la lengua zotzil, significando toj\ pino ú ocote; chij, came- ro; aghualy hijo ó hija. El Sr. Pió Pere? dice: "¿Quién no en el segundo dia del mes cliiapeño .Ohanáti, si reduce á la escri- tura y á la pronunciación yucateca, (pues la equivale á la k cuando se pronuncia), es lo mismo que Kanan ó Kan, que todo significa una misma cosa, á saber, lo amarillo 6 este color? ¿Mu- luc én todo igual á Muluc, Aghual á Akbal ó Ak-ual como suele escribirse, Igb á Ik, Lambat lo mismo que á Lamat, Been j Hix iguales á Been 7 Hix^ con solo la trasposición de su orden? Todos estos datos y él que algunos nombres de los dias yucatecos no tie- nen significación conocida, inducen á creer que ambos calendarios tuvieron tm origen coioiun, solamente con la iñutacion qué los sa- cerdotes por sucesos particulares ú opiniones propias hicieron en ellos, y eL uso de nuestros peninsulares sancionó; dejando los otros por costumbre,. ó ^orqtíe les era conocida su significación, que al presente se ha olvidado/'

Los nomblres I03 meses, según el Sr. Pjineda:

Tzun

Olalti

Nichcum

1

Poin

Batzul )

Sisac

Huciasac

Moo

Tlol

Oqninajual Veh . . Elech '

Sbanvinquil Xchíbalyiuquil Toxibalvinquil Xcl^anibalvinquil .

Max Yaxquin

"AJgujQioq de estos nombres están eip^lepgua ¿s^tzili y los dsmi^

.se ignpra en.qqe lepgua 0^ haUap. Este <>alefi^¡darip..e^ religi^Bo,

pues arregla laa/^esta^ ostensibles y no; ostensibles de l<^aindi«

143

genas; y agríepla por indicar los tiempos en que deben hacerse las sementeras j las eosechas."

*Moc es el mes en que deben componerse las cercas, y OlaUi en el que se han de hacer las siembrast sea cual fuere el eatodo de la atmósfera; de manera que si se pierde por falta, ó pot ex- ceso de lluvias, 7^ no se haee en ningún otro mes, aun cuando el temperamento ó los riegos lo permüíaiu Veh: en este mes ao- brevienen las enfei^medades de las plantas, en particular un i»- secto que como el pulgpn las debilita y destruye; y en el de JElech los Tientos saludables que deben curarlas. Mas en el easo da no ser favorables, la pétdida ed segura en muchas plantas, como en la patata, que ya no florece ni da cosecha. Nichcum in- dica lá inflorecencia. Sbanvinquü la fecundación, y XcMbatvin- qtnl ToxibcdviTiquü y Yoxtbaivinquü los tres tiempos de la forma- ción del grano el de perla, el de leche, y el farináceo. Poin: en este xnes deben castrarse las colmenas, y levantarse las cosechas. Mux indica la proximidad del frío, y Yaxquin el tiempo de Pascua.'* No llamaran la atención estas' reglas al saber que, esté antiguo <»Jendario, está hoy en uso entre los indios de Ohíapas. .

Ijos diez y ocho lúeses; á 2D.dia8 cada uno, componen 360; pa- ra completar el ano aumentan después del ultimó mes los cinco días complementarios.' Oadá cuatro a&os aumentan el dia inteis calar á los dias iniciales, de manera que entonces son. seis: este método de intercaladion coloca esté cálendátib en la tercera de las especies que venimos observando, i .

Ck>nocían el ciclo de cincuenta y dos afios, disponiéndole en eata forma:

ITütan n Lambst mBeen IV Ohinax Y Votan . VI Lambat VHBeen VniChinax

IX Votan

X Lambat XIBeen

I Lambat IIBeen m Chinax

IV Votan

V Lambat Vlfl^en VIÍ Ohinax Vm Votan TX Lambat

X Been

XI Ohinax

I Been n Ohinax m Votan

IV Lambat

V Been

VI Ohinax Vn Votan VniLam^t

IX Been ;

X Ohinax

XI Votan

I Ohinax

n Votan

m £iambat . IV Been y Chinax VI Votan Vni^ambat Vin Been IZCUnax

X Votan

XI Lambat

XUjOhinaz XIIYotan XÜLambat XIIBeen Xm Votan XniLambat XHIBeea XHI Cbiiu»

Nada encontramos respecto del período treoenal; pero el Verle -i^lieado á la distiíibtidion del ciólo nos hace entender, qvte si- guiendo la segla f^eneral, se aplicaba también á los días de los -meses, como en los calendarios azteca y maya. Entonces seria -cierto, qne todos los anos tenían por inicial nn día de su mis- mo nombre, y con tm xiúmero treoenal idéntico «1 de orden qne aquel tenía en el cido. A nuestro entender, las expresiones del *Sr« Vega en que se refiere al demoniq Oozlahuntos con sns trece potestades, hacen alusión al período trecenal; representaría la pintura el número simbólico, encabezado por su signo principal.

Del calendario Michoacan alcanzamos noticias truncas. Te- semos en nuestro poder el MS. original de letra.de Boturini, qiie sinió á Yeytia para sus estudios (1) por desdicha no está com- pleto, comienza en 22 de Marzo y termina en 31 de Diciembre, faltándole el tiempo intermedio de V de Enero á 21 de MarsK). Apunta los nombres de catorce meses, el de los dias complemen- tarios, y pone la correspondencia con los dias de nuestro cóm- puto, añadiendo los dias de la semana señalados por las letras •dominicales. Según se advierte el dia inicial corresponde al 6 de Abril, y de cuando en cuando van anotadas algunas festivida- des cristianas entidioma latino, lengua en la4nial están escritos los meses deJ[nuestro calendaria Vamos á copiar tan curioso MS, hasta ahora inádito, dándole la Terdadera forma que debe tener y completándole en cuanto sea posible: conservamos al pió de la letr a la ortografía del original

L Inihacani. 18 tzonyabi

Abril. 6ynxichari 14yntzimbi

7ytichini 16 yn'ihihui

•8 yn rini 16 ynixotzini

'9ynpari ITyrichini

IfiynChon Í8ynyabi

lltyn'thahuí 19 yníjhanííii

I2yntzini WynoDon

(1) ^EEWi wtigiis, toní. l,qptfir^^7*

m

21ya.y^lW ..

23 ./Q beori M ysi tbaáti .

29 JSani ; IL Jfn Dehtiwu

26 yíi xicJIíiHvi

27 yiL chi»i, .

28 yn ripí . 2Qycpw

30 yn Chon, . Hayo. 1 y^ tbahvi

2jfttpijii

3 yp tj^noyabi

4 yn tzimbi

6 yjai ;xot%ÍQÍ

7 ypi cbim.

8 y ftbÍH

9 yn thanini.

10 yno JípH

11 yuyalbi

;10yiieUuui ;. 13:ypV<^i : 14 yja thaati

IIL fñij^fanifmi. 36 yp p(icbari

ISyATiui : 19 7?i'p«Lri.

21 Ji^ iliaJb)!!

22yA taÍPi :.

23 3|n teo»ya^

24 yn izinbji ^

25 nutMh^ "I 26yjBͻ4^t0Uii:

27 ynwWíí .

<-.

'I

: '

28 ya. jaVja*. 2B.yii Üamú

31 yn yalbí ; Jnnia l.yA eUtii^i- 2 ya«bori ; ' 3 yni^biw^i. i

4 yn bani ' IV. \fytíuriwí\iu S.ypaticláíwi, 6yxi.cVini 7 yp oriui . .\ ,

9 j/tt Í7/>Q»

10 y<i tl^aJ^^ í

11 y^ teipí ,,r

12 traopjrabi l|,yi>tsiiiiij^i. .. 14 y^ tiii¡\ui jl6 yiMXol^infi ; 16iy^i<íl^V^i . j

17 yí|bi¿ . 1

18 5PiitfeaiPÍri;:¿

19 jrw.Z)(^^; .:

20 ja. yaJbi .'1' 2Xj;upttppi.,:'

22 yín^^rí .-

23jym^baati ';

24 y«:,fiflWJtí. ; ¿

25j:íi.3íic}iaif 26 y;i ,<Aipj, -

;í7..yarÍMÍ W* 29j|ip.i^ri. t.

29sB^;i7/iW C 80 yi» JAfaikái)

Julio. lyrttew Y 2 y».*3oy^l?í

" 19

U6

f^ jnixotzlni

6 Tni^hini

7 yn yabiü '

8 yn thaniri

9 yno Don lO^yn yalbi 11 yaettani yta beorí

18 yoitliHati

14 yn Bani

VI. In iectUkolókuL

15 y ti xichari

16 yn chini

17 yn riui . IB fn parf

19 yn Ckon

20 yn thafaui

21 yn tsíni

22 yn tzonyabi 23^t2rinbi '

24 yn thihui

25 yuixoteitii

26 yniehinl

27 yn yabin

28 yn thaniri

29 yno Den

80 y n yelbin

81 ynettnni Agpñlc 1 yn beori

8 yn thaati 8 yn Bani f^II Imatúiohuk é yn xichari

6 yn ohini - 6^5[n ribi .

7 j^ parí 8'yñ' Ühén '- 9^yÉ[ f&ahtal

Setbre.

lOyntdni

11 yn tsoyabi

12 yn tasinbi

13 yn ihikui

14 ynixoteini Í5 yniohini

16 yn ybbin

17 ^n thaniri

18 yno Don

19 yn yulbin

20 ynetfeuni

21 yn baori

22 ynithaati

23 yn bani VIH Ittbaókaa. 24b yn xichari. 2Í5 yn ohini

26 yn rini

27 yn pari

28 yn Ohon

29 yn thahni

30 yn tzini

31 yn t2onyabi

1 yn tzinbi

2 yn ththui

3 ynixotzini

4 ynichini 6 yn yabin

6 yn thaniri

7 yno Don

8 yn yelb

9 ynettnni

10 yn beorí

11 ynithaati

12 yn *>---•

{hoKtqui,

13 yn xichá

14 yn chini ' 16 fe rini

i

16 yn paii

17 yn Cho/H

18 711 thfthui 19yiiidQÍ

20 jn t2on7iabi

21 yo tzinbi 2ft yn ihihui

23 ynizotzini

24 ynichini

25 yo yabin

26 yn thaniri Vt ynaDan 28yiiyelbÍ9 2ft ynettriiii 30 yn beori

Ootubre. 1 ynitbaati líyn Bani X In thaxiqui

3 yn xiohftrC '

4 yn «hini

5 yn riui

6 yn parí

7 yn Ghon

8 yn tbahni

9 yn tzini

10 yn tzoyabi

11 yn tzinbi

12 yn tíiihui

13 ynixotxini

14 ynidbini

15 yn yabin

16 yn tbaniri

17 yiu> Don -

18 yn yelbim

19 yttdttnni 20'jm baori 21yiiiihaiti ÍÜynJSani

. 23 yn xicbítfi

24 yn obini

25 yn rini

26 yn pari

27 In Chan

28 yn tbahoi

29 yn tsíni

30 yn tzonyabi

31 yn tzinbin Noybre. 1 yn ihihui

2 ynizotzini

3 ynichini '

4 yn yabi

5 yn than ñyno Don

7 yn yelbi

8 ynettnni

9 yn beori

10 yn thaati

11 yn hani

XIL In fhec\otahuu

12 yn xiehari

13 yn chini

14 yn rini

16 yn parí lid yn Chon

17 yn thahni

18 yn tzini

19 yn tzonyabi

20 yn tzinbi

21 yn thihui

22 ynixotzizu 98 yn cbini 24 yn yabin 25yntlumiri ÜBynóDon

27 ya yelbin

28 ynettnni 89 yn beorí

w

tílataAi . Dicbre. 1 bani :

XIIL In teyvhihiízifL

2 yn xiohati:

3 jn chipi . éynrini'

6 jn parí

7 yn thahnl

8 yn teini '

9 yn («onyabi

10 yn tdubitl

11 yn thihm

12 ynixoteini

13 yni^hini 14lyn ynbia'^

15 yn tiíaAÍri

16 'yvjQ Don

17 ya yanbin

18 ynittuni ; 19 beorí

20 ynithaatl

21 ynbam - XIV. In tho^Joitúhuu

22 yn ziohati

23 yn ehíni

24 y n riüi 25yoj)jftri' •26 yn Choñf * 27 yn thahui 28'yn tzini . 2fl:)rn t«onbftjí

30 tzurbise

31 ^7t tíiihin' Eneto. 3k yjaitotBirili-

2 yjaichiní :

S yn yabinTíl

7 yAéttim T ^

B yn beon r-

9 yniibaati '

lO^jynifiTd' i\'

11 yn tichad.<:

12 yn c^ini ' 13yntitti lárydrpaii. ;.*

15 €ho^ •'

16 3m (ha^ntL liyiítzinir '..

18 ^ynteonyaAli

19 yn tziikbi 20yniMkmt .

21 ymtotsint S2yni^ini .. 23{rtiyabin;

24 yn tbaaíii

25 ypú Dorh

26 yn yalbi »

27 yn ettunr;

28 yto beQví -^^

29 jTfiHbMtr SOTyn é^ní '

31 yl» ^úol^áiei! Febrero, liyn.cbini . * ^ yn riui

S^yilpayri <[ ét'yipOhon (i, 6 jra thft^jrut i

6 ytt teiú : \

7 ^ teonyttlf i ftyir.tziiibíír'

10 Jmítotffíiit

.U gteiAini ;,

\

1 1.-

UA

18 jn thániri 14 yno Don

ÍS*fé et^ni 17 yn beori IdyuithÍMát

fil yn «hipt .'Sfiyii riai 118 yi^ parí íáffnOhM : ^ yp tiíaliiii "96 791 tnni

2ypttotrini Syniekslá 4 jn jMú ¿yniihuiki .

Ty^Tolbi .8 ytt éttimi 9 ya beof i - 10 yuTtfaaati

I '

«AbriL

11 Bani

XVIIL

IS yn xichari 13 yn ohSni 14yfkríÉi 15 yn pari

17 yn tliaiiQi

18 ya isnni

. 19 yn iBonyAbi dD^jm ieiiibi ^ yn ¿AtAtt¿ 22 yttixofadai. 33 yniohini S4yA7afai SSytttbaiim

ÍH^yfko Den 97 yn yelbi 98ynattani !39'yn baori 30yniihaali >&! yn iami

in ttLayabvte. -

4

«4Éa**É

El ofiigiiiaVpfeadalii^«ÍKaiM« yUnfcnOT tarkaéeade esaritlix% qoe lMBMM.dejado.an siUMapéethtoa lagafaa:* dos Taceii as ab^ mMifcift brtofpáfiada la palabra yoa i^onieni^ata lonaá ya dUiai Pa eátár aaetitoi» ióa notnhwa Jíio Den^ Jk kmmir Indum^ ik.tíá* ÜMÍJO^á: lataa oofexa4a y 4 iraoBs autjiaeabH y di'rídir asaoiaaMn^ te loa diaa an cuatro quintidaos^ ialsríaAa aoa loa ioifOuQaÉi a¿ ómlué ra|iaiid<Ja aKaa^etanaa aiHoorde ioa aoo6:.e«éoao8a -ai Ar- dan wsdádavo da attoa eaaiaJüoiéaAes

160

Lio Boa laBani InOhon :Eii ThilK«|i

In yelbi . . . Id xicdi^i In thahoi luixpteini

Inneitimi In ebiiii In t2áni I^ichin^ .

In beorí lo.xioi Intasonjabi . Iny^io^

In thaaU I|\ pwr) . In tzíubin . :,{9 tbiiM

< i

No Be puede ftacttr sil usaban ó no del periodo i. trtoa&aL Los einoo oomplem«itartosno llevan nombre de dia»dis(in|g;lii¿ndos6 por sn apelaoion.coleotira In taayabiri, y por.una.figurá del sol, aigno genArioo. del dia: Inferimos de esto qne jsolo los S60 días látiles, formadas >del producto de los 18 meses. por los 20 días de eada uno, eran nominados, y que los cambios que dejbáan sobre* Teñir por loa bisiestos debían verificarse sobre Ips ineaes mis* jaos. En efecto^ notamos que debiendo ser /tkx i}^/» eMtticial del año, el calendario que tibiemos á la vista cocníensaipof In ¿cicia- rif sétimo en el áeden de los dias. Debe habeñiproiienido esto de que, al sobrevenir el bisiesto cada cuatro! aBM,ia «lelite de loa 860 dias no cae ezactaínente sobre los meses^ pues siendo enton- ces 361 tomará: los 969 nombres más el inicial* es deeir, n ^oñ* menso por /no •i>bn,«nnLfinalizará /ntfamniV. el .última' dia, sino que tomará 'también «1 inmediato Ino Dcn^ déáerminendo que el año siguiente émpieeeípor In ydbi. Por cadaifaiéíesto retrograda- rá un dia, y como aqití comienza el ano poriélaátimode los del mes, sacamos que el calendario .pertenece á un «ño que dista 24 . años, al manos, del inkial. La intercalación, ipnes, : debía tener lugar por el métoda azteca, aumentando al fln 4el wU^ los dias intercalares, trece ^ ciclo era de 62 años. jJ^n , pst^ i «upuesto, el dift inicial del ciclo no coincidía con el 6 dp..Al^il^^^|io con el 81 de Marza

Los autores que de este calendario hablan^ le llaman de Mi- éhoacan. Según las observaciones manuscritas del Sr. D. Fer- niROdo'&Mnives, qn» á la<-visto|tef nwcw»; janjpalflbii^s;acr oorliés- poifdea al idioma tamaqp^i mno al -maklátfliaoa/) jiq . obstante. ^Iqr. esál ^te cámputo era iri nttado en aquel; vámb^ i A^neo. . los , nsart* jlataiBea» cuando {nerón/ á.estkbLtVseffse aliará iAsisneiaa ^elrejr CBunaoo^ i llevaron esta cuenta ;del táemjiO| jqna^n* seguí d^iiitf

adoptada por los micboaMnesés^ V ;• ij. ;> fd . > i,,i ^¿ íj r.^i ^i

Uslo «8* lo que heao» sabido mMomioBBthomtí^ áA. js^mücMío*'^) Stt estudio nos convence deMtáiffiadíids de^ todos los^elMMnkMT.

qte cpyípoaeA lAr.^^üiMoion 4e los mtift«o»t|^Ml¿p% ^Jmíh% huñc, BÍBg9n9 Qin> babUU^ftad» á nu^yor pf^rlftcpton, { njyniiqBft xttTttU ffiejor el «stedo dn fidelaotp que a^oaMtiQns que MmOkt Uo «Éfti&to ezaeto- ^íofn^ds^ año: en -<4I<^ Bobif^p^iyMotí i im bmíquob aaierieaMfv* «« kiMroa AuperiorM i lus «íiátí^Mr j fpnr lopeaa ApAaibnado jiiieio paiMeri ««Ito e]i,D«e«fcra bpoi^ f^m^ iMto i^os iMHlifilM6iLUt MSM daaiM<íra pMiia^ paní q«9 .noi sltf» de dÍMulpa,- dopiaoKNl }a eigiiíii^teawtorMad, qfi&T^r ciexu io no M teebará de ipateÍAl.r^"Bl .eeUdo de aae. 4X>0!QdJOÍentot aatroaómieoe» diee ÍCr. Mjchel Cbéi^er habiendo loe iWPlíb eaaoé, ^l) pareoe deooiary ó müj noteblee medipa d^ iohft0r^aíDÍQik iSiiiia atingencia Inaudita en sus áTaIuaoi6ne8;iiel^aa eleaih ledo el talor del^b, no «elo n^dc^ae loll is^nimieflfdel tienipo da OÓBar,; sino muobo mejor .<)Ué la; SfUfoiie- ofiísvikl bi^Q. loe reirt nadoe de Franeiecol y de Chirlo^ nétodo: 4^ interqali^ eioB, Uetando en cuenta la fraocíon de dia^ua entra ^údm dusaí eton exacta del ano-tBo^eo, equivalía eo^ !eofia*diíieireniÁ^.|i.'<p*r tableddo por la reforma gregoriana; eeguné^ta ee intercalaban S4 día»- en <tien áfioei (2) loe aitéca interealaba^ 86 en :l% aSoer la diferencia ea .muy pequenab £1 ralor del aM ti»$picei M de 365 m^8 lafmcoion«repteeentadA por .6^ 48" 46.t eBt%firi^ceHM| de cerca de un cuarto de din por afio^ que^obliga 4rie4ef^*r iu| dia euéero 6 mupoílioetdieil desfnleftde cierto /petíodo» ifle- nnimeo wél ciüendario lntfodutÁdo.poiLJttI¡o.Géeardenn'^aartp#9c;M)iMl de dia» de mafnera-quei en loe tíempoe del Pap^ GHif^xiQ lUXk m faabÍA adelantado el: tiem))e dte^ dilMu Ja jeforma gir#^oi:ian# decretada en 1589^' por la oual ee.inieveala^ un dia cn4^. euatvft ante, ealyo Iob añdeeecuUurea en <|ue lia* ^M^p^on tÍMe l^ gar tsee veeee en cadií^^^uatro^ >anpone que. )a'freecípn\iee'.4<^'(f 48r 12*: el «fio medio.del .oabuBdaiHa|pQegoriaao.re0ultap<»^«v»^ Bii>7or en 23f ó sea un dia onMioml.4iPoli:ipaTe( \m ft^xiteMt él^ano m^dio aleaba tomiamalmQaten áfí"- é&r (^^ dA»tiifX)ic4«» en e£b medio )eatiiba4K)n{ottte'loedUonl0fte¿leb*4# derlo«'MÍ«6r nettee-del'Califíi.Alamon**'» ff/f -^ . i-.i i * ..\:>.^ •. . í. .t\

tio que be taos'diclM acética de lo9i2¿no¿kek9itMMtTüÉiduáeei(. d# kÉr náhoa, no ee '\o i^ue en reblidad^abíanf eino Ib ' q«e pmki

(t)'tieifexi4|«ñiéiiiO'ft«ttgd«m«r9iriaj'1864^t^ i-. , \< ^. /Jo

»fmnnii»ini, ^T«at»7ffate4Íii4nil0.éiQa ■'!■•' ^r .-^ '

Ui

étoiilliik.^ Eltos; <6éliid tódM lo» ^«i^M^^lbMiSilá ««t«t», ]»Má.tfofi' láP«flNle»^adillxi'dé'4M'éiLei^d6 ^déilé¿té«i íftó^ÉBM» aas MToltéibiíM é^é Mt*ttiiftwdtíWití)iá»aétoii pai» niédj^i el M^mpa. i^atodidb ¡Mf t^^^fiMÍ tth^ra bál]«tt;ób',*])áMtf6 ^«^lall t>#ffilí«it«ft ^M^AtfUi dst^ MVSfft^M^qíeíááT^báMd^ éHt Iw^Kothírtéiilim de te Ihbw: sm lipiirié^iil»ii0oloiMttf,^'^i^tb )^ destt reTolttdi<»;' la r«¿

l^kkridad ^ 4ÍIIISÍ fá;<^»>pétidttiMoií form&t dedneoloMB dite^

dhrMO^iaftJ producto ide Idi tectbí^eé^ 90 ftindiiaiéiik) cU m éí^ m6il^, 19-el iitám«^<«ttgMM3&4é( iM ptiá^páie^ dhrinii^MM y

<> {Bstef prit)i^r'p«rfi9d0<iMi(lkiitil^ eonsatvó ieoAcMMte^ en te lÉélnoiia déUán %tíbii0« Lód piieblw ti¿hMr le a|dieavon.«i í¿6^ ^ atíéüto de Veátitfi pof* Medí<í det tiaéM fiíctor mteire; hix¿€T0 de jM^eeabrea que píeisKlea á9a»!rehe,>delo9pktBetM ^ae ifiAujrea éCAiAlokm'eih eJ bedibre, el 'perfod]» qoed^ teamfomade <e» obb HtÁ^o de ftñUXdíM. 'Obtioordiir las .«pari0ii<sía9 celéatep de Metei M ^ l^c6Í!lu&tee¿itl ^n Ide del Httcleitlafiti dOíttalpnl, dieron íkU)^ i^tf á loé eaeerdcAeír 'pÉra^]^r<$fétfda(i aeditaeieitec, y ül .paeU« fita a^Mt fae oreéñdae tielígiMae del aategoniscáa y lab Mfbhae efttÉe IbiMtíLt&pttea y Qaetaakbatll ^^ E^de'ttiay aiitigtio/loa urieindoi en la éienda de loe aetraé, Ik^biaiii 'ftéf^ide aténliatoehte el <»ri^ del Toaattah pórlaesfen^ "ÍÍÁBÍh y Aja la iiéna eA i\ eediMdel mundos loa efok» y lostébexí* fée ftupeliorei» giMbaá 8cA)fe elta y la rodeaban. Bl mo^niteiitia flet*ip4dró 4e lÁXvtt etñk}^ ibtptaMA& en la ee«rt(Áira elmbólioii IRAt élé()^)Ktth«ri01fiiT. SstOB eftÉft^o motimienios adirartldoi j^f^kaas^flé'erafeádaa'qne eü»lervfl «di ^aMto, no «mnoiMi qpü déet2iMi|i(>néaapbrm«etf eni^ fijos al N. y ar& diél

•raedbl', 4 en^ kivgu^e aeiMo^iMeo to de^tevmraacion de loe soi»i Mlbiiyito4eá'eÍ^itl¿o6iO&( lía^nB^emelen edde laanttfaábViM 3J4ftr4áií>^nii ai(ii«ít^pt^ao'debe*pMee¿tereéd Ibe oM^ein^doteet basta fijar sobre el horizonte pnntos aparenta •eoi]l|ite.M0hm, pe9ar(date7tnisiai}á|iíntél;aolriM>*fodos'loS}dt^^ nÍ4S( pone $or lifejif ia«|»8dJigateS(al'2l 7 ni O»; nótMtt Ja deaviftcinn hastaí lA Ingar fijo hacia al N., sn retrogradacion hasta otro pnnto fijo ha- cia el S., el camino eeoáániid de ^ y ven, y por áltímo Mt dnta- oiondeesas evolacione8.«nLdnBiáBÍtea) ««^gno^el te«Éninnlb;4e

t6»

Chima, (ly <6*fttn ttrtfeafla^'lliléáfir éobre las rodsk íé Clmpült&peo, Aterminando íós solstibios y 'idqüitioecioa, él éc^ddr'por cotísé^ eiteneia, y la álibeecióú "tfó la metídiana: Qa© coboóían el Vetda-^ dero meridiano consta de las obserTaciooes dé'^n^b6tdt y de úfpíñOfiá^ trtéÉt^o^ <wto^atrfbta6; también 'fea tíékó^q^^ minaban poi* la somlrríí el paso del sol sobré el '-n^ístiio meridia- no, 7 sns dos trátísHós por él ¿ebit de la ciudad de lléxico.

Del eolfifticiódé estío ál;de invierno, pasan la estación de estío eon la dntttcióií 9Bfi Áias y otofio de 89,7, for tiíando nn total de 183,3 días; tenemos del solsticio de rñtiéfnó kt de estío, el invierno qne dnía^ 69 días, y la primaveTa ^,9, es dfecir, 181,9 dias. En teoría, ambas duraciones 'dé tíeúipo' debían ser ignales, y como el sol permanece como estacionario tinos pocos de dias en los puiító.^ solsticiales, los piimitívos observadores qne este cómputo compusieron, íiéñalaron éomo verdadero valot de aquel tiémp'o 180'dia8, númetos redondos. El período te- nía por iiftctorés, el fnhdametital' 20, élutimeró sagrado de los nneve pAauettis dérTonálamatl. iSbaflo kótar se compuso de dos veces el período de 180, ó sean 360 dtt^s: ijnedó dividido em dos fraeeibiieér ísifñétridas; t^nnpnéstk cüda xtítá de nneve partes de SDdias, en qné los acotbpañados 6 áéfiói^éád^i la noche dos vBces podían desarrollarse idénticamente: ¿obre 6siü tiniéi^n á aco- modarse loa trece námeros principales la ciencia adivinatoria, é introdncido el ntievo factor prodttjo los cnt^ésos'resnltados qnn nos son conocidos. Si afló solar qnedó' apoyado sobre él solsti- tíode invierno. . .,, .

'Bet^nerda el'BOO la división enfados del' círcnlo, conocida pcfr los antiguos ptieblos civilizados, y la del' afio devanas ^acióneSi oon sus tnésés de treinta días, correspondiente á ññ zodiaco de doce constelaciones. En la ciencianahoa, los* nneve signofs celes- tes parece que corresponden al arco del horizonte recorrido por él sol entre lórtrdpíbos, nda Vez de ida', oti^a de Vuelta: la' ¿is- íha divísioü'^ existía en el cfarsó diurno del astro, nné Ve signos para el día, otros nueve para la noche; nacía de aquí tln zodiaco de 18 signos, cada uno tos cuáles ocupaba un espacio de 20^ en él círculo níáximo: estos- é1rank>s diez y óciho 'meses W áiñSi. VhtA ajustar él afié al tíiovimiento verdadero del sol, fue-

% ajustar él añé al tíiovimiento verdadei

20

ellos el auo ^e ^lu^o de SGS^dia^, qaedaiidq Ipe siixiliarea opma^ pe|$adizoB, sin cabida ea ípajiemdoa,! 9Ín ^l i^4^ip benéfico, da IcMB ftignos eele9ie8« , , . . , ., . ,. ...

Ii<')s calcoladoxes naboa (qoiaiero^ concordar Ifm cómputoB de Uv Inniki de Y^nnAj del Tox)8tiu|[t.; eadecin relaoíoxiav loe calendar ríos de. 260 j de 36Q díaa* Np^da má^ liat^ral ijue bu^oar^ . por Uk mnltípUcacipn de los factores, el prodacjÜp de>)tro del cnal $e er- xDQnizaran; p^oeiélronee en preeeocia el StM j; el X3 primitiiroe, cqa el 9. ó más biea^jci dai>lQ 18. dandi^ lugar á. estos .períodos. (A) a0xX9=26á»(B|*2qxÍ3xa=^2a40, (O 2Qxl3xia-i690. (P).36a. x'260=9d60Ór (A) :eala novena parte 4e (^X. (C) v?xactttinent& igual con 4oa;yeiie|i. (B)v(D} .contiene .veint^ Y<»c§e,exac^a ^ (C) 7 cuarenta á (A). (0]¡, dividido por 360 da ppr cociente 13; diyir dido 260 produce 18; í^íi jí^cir, 13 p^riqdos ^piares,. .igeal. con.lS lona^res. Bajorestos elementcMi se desarroña^.f^ltiempoi ..

Presenta el añp^n^ anpn^álín qne no d^1»e8e^p^ee^en olyi-. do; respecto] del pj^rio¡dp 4ff^2^ dia8^.,f^lQ, eufnrta 360; p^ra el cómputo astronppoicoy.pa^a el arxegla 4^1, ano, trópico, tiei^e.365; cok un^casp ía diÍBíCgiQJ^jea iOO, ,en el.ptrp 105 :dias,- JEJ tla^lli contiene l3 anqs ^^p^etos ó jea^fi 36^ |iei:íodos .trec^^le^^, fu. decir, 47^ dias; igual coi|l IS^p^jíodos de 860» igual tcpn 18^ pe-, ríodos de 260;^ igua^^con (G), ru^ j65 j$ seA ^n cusirto dí^i ¡^60. 'En^ el ciclo nienor .compuesto d^;lf]ie;c^trotl^pilUytepenios =d8Q80;. iguaü oo^.52 peripj^os.de, 860 ^áspipo de260;de losi p^r ríodos trecenales 1460;' cuatro períodos completos de 4680, máa) un residuoi.de 260. J^i lp,a.£actor^e y, su^ pro^fitos ,8ie,i^l,a^san»^ mjdZclaAi p.7Pj4^^A (;oi3pbinapíope6 pieI:^S| r<:8ull^.9^dos fíjof^;. cons- tantei99epte reapare(«e.;e^.loia cájcnlos, j no:M; land^vi^enAo al-, gunp,paT^atri];)qir¡todo enO;á^U]:v.con9Íiert9 d,eWdo ala siinple.

c^sual¡d/v3., ,;••. * r.l. ....'. . ••; -o' . -• I :,. ,i

JBjl, cf^en^darío ^ssí^ ^;e|i)iiQaelenven,tp^; aparece snl^if^ndo

diversas niodifíca^.ionpa ^ ^ímbplp iniciaJ cb los sic^os^ en J^

cie})oia cQsp^ogQiMea^ fué el^tf^ppaijl; tecpatl^ el. símbolo 4^1rfaeg9.

arrojado del cíe lo» el, producto v de.Io&dipses.y de las di^a^jS^?'^

bre 1^ tiefrshr el qn^i^ dio/princijpip á, las ciencias ; Á ^^^ár^e^ el

Teoteqpatl^ el ^liofiaileXf ,ocupa^^ l^ar preferente ^ el Tpna|i|f^

matL Eu el dia ce Tecpatl fué criado el universo: aquel símbolo

sagrado quedó en abandono al terminar el cu^t9 4^ loa .soles

166

ODWK^nioos» yélpriiKñpio áelos oiolos oottenaá. á contain» per toohtli; «a ^deUntor 0I toohtUira hko de mal-afi^ro, j laiitedar n da los añoa 7 k fiMta aialica fiKirim taraaladada* al inmedíatQ oiii^aQati. í í . ' .;

JÜs^ cambios imtrodi4e?o]i profandasTariaeioDes en lareabrue*^ tora del ciólo. Los aaos teaiaQ al principio por signos técpail; callit iQohtii, acailt e^toa místeos signos^- presidiendo tecpaü^ disiiribQian los Yeint» dias del mes en U>8 cuatro qniniidnos^ loa sfsibolos anaos corriespondian i Iqs! diurnos, dá, manara gne et sño t^pall tañía por inicial el día teícpatU caUi á calli 4ca Cuan- do al aímbi^ iiiicíal del ciólo pasd de ieopatl á, tocbtli, el míticío CSipaotli QcxiípÁ el ppimer lug^ de loa dias, trastortiándoecf el ór.-* den p^miti^p; taopatl» caUi, iochtli 7 lacatí dejaron de ser iniciar le% pediendo su lugar á abroa diversos. CipacUi vino ¿.predomí* nar an el calendario sola^i como predominaba en el Tonalatnatl^ En el úlUmo oambío de ce tochtli al orne aCfkt]^ los sigBOfi inicia* les de, año no sufrieron trastorno; pero el períodp trecenal yincí i influir en el número de orden de que. estaban acompasados, at principio d^ los anos. ,>- .

Ht'chando una ojeada sobre Ipp pueblos civilizados al Sur del em,tipf(Dte americano, vemos que los astrónomos peruanos á se* mejaoza de )pf, azteca» seguían iQs.monrimieBtos. del sol, de 1$ lana 7 de. Venus. Aunque nq se. daban cuenta exaota del orden da:Ia.e3fera, servíanles los astros para computar el tiempo. Ll^ maban^ ^1 so) Inii; á la. luna, Qut7Za, diciendo á su coujunoioiimí^^r^ U, de. Icf^ ¡una; Y énuB er|i Cha^oa^eu decir crínit^ ó crespa, por la la? ^ue arr<^ja; entre ]as estrellas llamábanles la. atención las C^«. bf itlsA. l&n cuanto Á los mf dios prácticos de pbser^acion , es qur« ripso oír al.Inca.Qaroilaza "Cop .todaísu rusticidad alcaLZfin>m loa Incpusique el mpvim lento del sol se acaba en un.^ño, al cual llan^ar/op ^y^^f^mj ^ misma palabra^ sin mutación alguna, es y#r-. bp 7 signi^pS; atar, Jj^a. gente oomun contaba, por cosechas. .11-; cfomaron también loa solsticios, los . cuales dejaron escritos cou ij^ñales grandes 7 nptoriu que fueron ocbp torres que- labraron al O^enta 7 otrus pcho>f I Pppiente de Qoa^, j puestas <de cua^rpr «ft cuatro, do^ pequeñas de á tres estad9Si poco más ó menos di^ i4tQ^^a ine<3yi^da otri^ doA grai)def;.li^ik poqueñ|ks ataban de. 18, á20.piiso^ la un^de U otr^;:á loslfl4os ^tro tantp; espacio, estat, hfoí ka. pitrafi dof >ones grsn^esi qn^ eran xnupho n^7pres qup

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lasque en Espa&i^'servíaii atalayas, j eatas^ gtandes sef^iaii* de jgiuur lar y dw ari»o patla qtiede66tibríekéii m^jor las tortas pe^ quedas^ el especio iqde eniflre Ituí peqbeftae babíá, par áéríáé él e^l pasaba al salir y al ponerse, era el panto de los solstieidH. lana' nsiM tovres d«l Oriente ooi^eepoudíatt i'k« etras del Ptmiédte dfarl eoletieio Ternal fS htemal.^^Pam Wipifiearel solstioiose ponte ñ Ipca en oievta pvnto al salir ^\^\ j tA ponerse, y mitaba4' tet fe salíay se ponía por entibe las áee totireé peqneñksqM ésl»* ban al Oriente y al Poniente, laeónaAesycrdejé enpiá elañó Í660.*

^Contafon los meses por Innaey no porcina y aunque dieron al aflo dooé Innae, como el afto séltrkiteeda al lañaren once diae,- no sabiendo ajtistareimn6 eon el étro, tenían onenta^Km el te^^ TÍiniento del sol por los sdletieios, para ajastar el afló jr eónlafló' y no con les lunas. Dh ¿staníanera diticlían él uno del oir^; ri- giéndose por sna sembrados por el solar y no por el lunar; y aunque haya quien di^qne ajustaban el afioeoliar con el lunar, le engañaron en la relación; penqué si supieran ajustatlos fijaran los solsticios en los dias de k)S meses que sdn y no turieran ne- cesidad de estar mirando cada dia las torres para Yer el salir y. poneré el sol por derecho dellas."

'^También alcanzaron los equinoccios y los celebraban muelle. En el de Mar^^o cegaban los maizales del Otfzeo, con gran fiMM/ priocipahnente el de Ocdlcampafa, qué era como jardín del eoL En el de -Setiembre hacían una de las cuatro fiestas principales del sol, que llamaban Oitua Paymi. Para verificar el equiaoCoio- tenían, collimnas de piedra, riquísimamente labradas, puestas x en los patios 6 plazas que había en los templos del sol; cuya sombra obserraban cuidadosamente los sacerdotes. Tenían laa eortimnas piiestas en el céntimo de uu cerco rédoVidó muy grande qife tomaba todo el ancho de la plaza 6 patio; por medib del cerco echaban por hilo de Oriente á Poniente, una Hfh que pov larga experiencia sabían dónde habían de poner el un punto y el dtro. Por la sombra^quek columna hacía sóbrela raya, veían que el equinoccio se iba acércaiido; y cuándo la sombra toncaba raya de medió' á- me^, desde ^ué salía el fi6l háistá que se ponía, y que á medicí dla^bañaba la luz del sol toda la oolnuma en derredor', fidn hacer soáibrá á parte alguna, decien ^e> siqtiel dÜBi era él 'edtíin^flll.' EéfoiÉces'fl^ddraabsn laM^ eotumnito' éwai Ifoses y yéAfKñ' tñotfmtk y paulan ebbr* ellas la silla del sol jr

m

deoían qq^ fíqvifil día tfé a^c^taba elsol^tiii toda an lius datleno anilaao aobra 4%«6l)aa:Co)u«ia^& Porlo c^alaA particolaü adó?*. laban al aol aqoal dia eoa ikiajr'Orea oateniaoiotiaside^fieskas y la pi^seiUabaii ricas olraitdaaf' (1)

Segua el xaibmo ajator» aoataban Um atiaaes por lunas, Uamanr doáaiaboa Quüla; dividíatdea . ea dos mitades eojütadaa por la cvaeianke j mapgüiaijte .dtíi a4tro, y arrc^glaban. las semaiiafl por Jos cuatiias del aúsmo^ 2^ jfcsiúe«4o loadlas oqmbra parlácn*! Isr. lioames^a» .aa .«1^70 .4rdea ao vaín Asoaformea tgdoa los imiío* lasy aaUuoabail Baja^i, Pura Qpi«q«i« ó Caaiay^ Hátqja puony^ Ingalamo PacfaiqMictiyi ArÍKaa(|QÍt,>A.tmiQu^i]i Áydáprai^ Aacaj^ Ca^qoi^ Chagaagilar4PÍ9,.yapaq^lz, Coya J^'cbi» Orna Rajiai Pachai(|uiz, Aya .Mavea JBayiai; esto' fiQmaa4latiü:a . es la.. de

Balboa. , . ' . .

Loa chibcbasi dÍTÍdiaii el dia Sua- y la noche Za, en cuatro par-

•«,1 >.•■

tes; St*a .mena de la salida del sol al medio dia; Sua meca del medio dia^al ^oca^so; Zasca del ooaao á la media noj^be; Cag^ii de media noche al orto del sol. Tres áias formaban xina sen^ana, al c;ab9 de la cual babia un gran mercado en Tmimequ^. Diez semanas . cofnponlan ^Imes ó i^na.luna» llamado Suna, gran ca- mino» puf(jue .en la. lupa Uena tenía ji^ai; uq gran sacrificio en la plaza pública,, á la ci^ul iba desde cacla.pjiieblo un ca,miuo sina; fp^ arrancaba de la casa del tithüa ó jefe^de la tribu. El JSu9ia, sin embargo, no cojpeneaba Á contarse, de^^ela llena de Ja. luna» si^p desde el dia siguiente^ Los treinta dias de i;na lunación se contaban por los números At^, Bosa, Mica^ Moiyluca, iBisca,.Tai Gubupqua, 3^^bpza> Aca,ybchica, repetidos^ tf es veces: á CuU«p- gua de la prirpera §érie toca.ba el iJiltimt^ pua^to;á Hisca.de la segunda, coníuneion;¡á Mica, de la tercbra, el primer cuajrtQ j i Vbcbiliigka la ,luna llena-. Tres pequeños cicloateníai) paraaíre* ¿í»x el tieqapo; el añp.xúral de doce lunas .^uniacorrq^ondjfm* te de una estación, de lluyias 4 la inmediata; e\,zocarw6 ano .civil, compuesto de veinte sum; el ciclo astronán^ico ó., añp délos sa- joer.dc>ie?J, cuya duja<?ipfv.er¿íi de,.treii\tay siete au/ia. Estando dir .yidido^el apq.ru^al eif doce lunas, ^os xcques anadian al fin del ;terce^ anp, ,un tcjreex Jueía análogo .al jtm da los chinp^. . ,

(1) €húr«%ÍKe; OétoenHurióédél' 9étú, íib.' 2; t«p, d?.28; Ub. 3; éap. 22f, libi k, /9^. .2P. yé^^ tiimbúa Moaiespcp» SAemoÁfis «^bre al Poní»» p49. 6S y 101, . Acoco- ta, Üb. 6/ cap. 8^ Femández, HÍ8t. delí^ení, 2. " parto, lib. 3, cap. 10. Balboa, Bóst. del P«rti, cap. 9. Herrera» déo. 5, lib. 4, cap.^!»* . '' i- '^*

'^e igual manera qne^ enbé Im pueblos de rasa tártara, ¿1 eiolo de seaeota anoa, presidido po# doce ania&al^a, estaba divi- dido en cinco partes, así el ciólo de los Mayséas de veinte años de treinta j siete auna estaba dÍTÍdído én onatro pequemos cidoK de los cnales el primero cerraba en Aia<», elMgnndben ti&(Af/rfca, el tercero en ^MiíAtcAa Aúea j el cnabrto éingueta: representaban las cuatro estaciones del granda iib. Oada uno de estos ence^ rraba 187 lunas, correspondientes á qnince aSos ebinos j tibé« taños, y por consecuencia iguates á las verdaderas indiccionta usadas en tiempo de Constantino. Po:^ esta división d^ 00 j 15, se aproxima mucho más el calendario de los Muyscas al los pueblos del Asia oriental, que no el de los mexicanos qué contaba cíelos de cuatro veses trece ó ^2 años» Como cada afió rural de 12 y de 13 suna^ se distinguía por uno de los dies jero<» glíficos representados en la fig. 4, y las series de 10 y de 15 tér- minos tienen un divisor común, se sigue que las indicciones ter* minaban constantemente por los dos signos de la conjunción y de la oposición.'* '

''Al priacipio de cada indicción tenía Ingar un sacrificio, cuyas ceremonias bárbaras, según lo que sabemos, parece que tienen relación con las ideas astrológicas. La víctima humana se lla- maba guesa, errante, sin casa, y quihica, puerta, porque bu muer- te anunciaba, digamos asi, la entrada de otro nuevo ciclo de 185 lunas: sem^autes nombres recuerdan el Janua de los rotnános colocado en las puertas del ciclo, y al cual dedicó Numa el pri- mer mes del año, tanquam bioifites dei menaeni. (1) El gueaa ere un niño arrancado á la casa paterna, precisamente de un pueblo si- tuado en las llanuras llamadas Llanos de San Juan, que se es- tienden desde las laderas orientales de las Cordilleras hasta las márgenes del Guaviare: de este mismo país de Oriente había sa- lido Bochica, símbolo del sol, cuando por primera vez apareció entre los Muyscas. El gueaa era cuidado con mucho esmero en el templo del sol en Sogamozo, hasta los diess años de edad; en- tonces se le llevaba á pasear por los caminos hechos célebres por los milagros de Bochica, cuando ¿st« les recorría instruyen- do al pueblo. A la edad de quince años; cuando la víctima tenía un número de auna igual al de la indijocion del ciclo muyaca» se le inmolaba en una de agüellas plazas circulares, cuyo centró

(1) Macróbios, Hb. I, osp. IS. .

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oenpÁba titfa elevada oolamna. Iios peruanos óonociaa la obr serviioiaú gnnmónica: tenían gran Teneraoion por laá Columnas erigidas en la eindAd de Quito, porgue el sol, seguq su dicho, so eblocaba inmediatamente sobre la parte superior, y las sombras del gnomon eran más cortas* que eu el restó del imperio úe los Incas. Lo^ puntales y las columnas de los muyscits, representar das en muchas de sus esculturas, ¿no serrirían para observar la amplHúd de las sombras equinocciales -y solsticiales? El supues- to es tanto más verosímil, cuanto qtíe entre Ips diez signos de los meses encontramos dos vece^, en las ciír^^ tu y suhuza; u;na cuerda añadida á uo puntal, y que los mexicanos conocían el uso del gnomon de hilos.'* (1)

Comparando 'estos sistemas croüológicos con los del Norte, se advierte que soU diversos, presentando no obstante algunos pun- tos de sermejanza. Los peruanos y los azteca pretendían concor- dar las revoluciones de la luna, de Venus y del sol. La cuenta de los pueblos australes se buscaba en la luna, como en los tiem^ pos primitivos de los nahoa; contaban por meses lanares de treinta dias, de los cuales conservaban t(eminiscex)|pia los mayas. Los- chibchas al fin de su ciclo niáximo tenían su sacrificio hu- mano, parecido al de los méxica en su fiesta secular; el de éstos recuerda la fiesta del fuego que los hindus hacían en honra de Darma-Bajafa, aunque allá los devotos pasaban cantando y bai- lando sobre la lumbre que les quemaba los pies. (2) La víctima guesa eu su tiombre presenta la niisma idea de los nemontemi y de los dias complementarios de la península yucateca. Los días se suceden por series y los cómputos se desarrollan por el en- lace de los diversos términos* Se comprende que, en tiempos remotos, debieron ser mucho mayores los puntos de contacto.

Los pueblos civilizados, de México y Michoacan hasta Nica- ragua, patece que bebieron en la misma fuente. Cada uno puso nombre á lós meses y á los dias en su propio idioma; con peque- ñas variaciones es la misma la división del año, y se apartan en la intercalación parA ajustarlo á la marcha del sol. Los zapoteoa

(1) Humboldt, Vnes des Cordillires, tóm. U, pág. 2^-67. Eceqniel Vricoechea, llémwia iite» ]M«tisfM«aes NM^gndbd^ tora. IV, pág. 138.

(t) Xonno CeUda, HUk daiciip. f lUwttes ds las HUgtorfic^ iovL I, p^^. Mf«

m

89 Bey aran de t^dps, cotnsi^^Tafidq mt^oto el priwtiyp, pal^p^dfttíQ lunar; ei^ esto pi^n^o e^táu á la aíti^-a de 1qsi johilpchaf^ pf^^OQ <jue 5obr^ ell^^ no |j;vieroDi ií?flpio ÍHftdoeti[ipjaajde^Qiíjetzalcoat^ Jjos matlatzínci, üptrpducto^eB, a.epfifi. pre3upÍ5^f>,9,,,(ilel cajeníjía-; ríy en Micthua^í^^ 4e&ponocen ,el Rerípdo ^^exí^ií^J.^ (jp^^^ai^iX^ dfi f andamento al, có^pu^oj^^^^^ S¡n,d^t^^^^J^^^ toJf

teca lleTa.ron la i^l^ijppjft.9prreccÍQi^ de^eu (50JDpLputo^.c^Qnpló|gicQ ái Yucatán; p^ro los iiia^a^^pu9bJ,o m.Tf/antJ^iio^.tieuíf yp» a\^ ci^leii- dario conocido C5?p.pflS.;po;p|^re»^n^<?io»^J/58: de.ellqoj, ftíi^ .epí^baj?* go, algunos .sqn d^^^pngpfdqs en la lep^^uft^.lo^ -otirq?. pQrti^^c^ii á la de^Cliiap^s.^ Loí^ phippappp^^ flu<^ tap)bie?i.lia(Qe|q ala;rfJie de muy grande antigüedad, ofrecen la^ denpipj^n^i^f^e3 fia IpA dias.yidfi lo^ »ií^9^ sonf^op^e.Jíil^Qpi^apa^ria.y^ tomados del zotzil: ellos consejry^ron, para s^us adivinaciones «el periodo de fíiete dias, ignorado^ epja^ co^tun^bje^^jiíí ,1a* ^en;ip,f naciones., De esto¿ cortos datos nq pocjemos tonxar,ftui,damiento para de^ucir^ cual de iaq.uell<^9 pu^l^Joa fuá ^ el iuveníto.ir 4e\,pr^ naitivo sistema: la bís^oria uqs autpriea par» ^segu^ftr^ iq[ue .lo# tolteca son los autores ^e la fornia^noder^^a* ', i .;

* Entrando en lacuestipp de Q?:ígen, HuinboUU^(l) emijfe r^zot- nes concíiiy.ente,9 par^^asignar el Asia., Spm93^b^9lutaments.d/^ la misma opinión, tr^tái)dpse la ^P^.oft iPFi^útivA», PP^,^ .par^ la moderna, pretendíaos tener expli^juqioi^. dj,iíersa: sia ejQibairi' go, el ilusfire sabio no^ prestará susfelqcu^ntes.palabr.^s^ JA^^^ madas en extraqto, ya.jyl pié de la letra, j ^ eíl^ yi^ijíeino^ la^ humildes nuestras. :i .

lios nahoa contaban ^eldia desde^e^ .prto d^l ^pl,,, ctpnqo loa persas, los egipcios j babilonios, y lí^^^ayor party^ dja ÍQ^^pu^* blos asiáticos,, exceptuando ,,log .chinos. ,1,1^ dÍT^isi(jp^.del .día -^f^ ocho partes es propia de, los hindu^ j .de.l9p¡rfli|a%nofi ,J^e.la ee- mana de sietQ dias conservaban el recuerdo las tribus de Cbiapa y Xoconocnco. En el calendario l^ndu la^ fieslf^p^js^ij. Ip^igy^^ei^; los doce meses de treinta dias pe ^iv^den e,p dos (}i^nce:|^a^,^¿i4T miñosa j 08Gura/qxi9 comiénzala re^peipjjily^jgpip^Qte.^gprf la? lv>P9;f nueva' y llena. (2) * .

El medio de distinguir con signos los años del ciclo, es idén-

<!)• Vk6B4M.Coiüll¿iMj évUbleM la dbotiliM y% «vÉbndtf éA ^uHÁÚtoAo é» loft

mexioanos, ya del de log muyaoas. > ' .

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tico ftl empleado por hw ki&duB, tibetánoa, obinósv japobeset^ •iros poftbtoft aaiáticoa de raza tártara, quienes distisgueB loa BK869J los anee por aéríés periódicas con distintos térmiQok; kw yéinie aigooa nahoa recuerdan los yogas del almanaque aa- trologico de lioa bíndva/ añadidos á loe 28 dias de, los mokes liá« Bares. "Dal^n iírter^s particular los mexicanos i, los aeimteei- ffikhfcos Éucedídos en los Cuatro dias de los símbolos del cíelo; la misma superstieion se encuentra entre los persas, quienes para dar na aigikp á oada dia del mes Y^^^f^^'^^' anadian A loa 4ooe espíritus celeste» de los meses, 18 ministros de orden in^ferioT. Los mexicanos, tenían for feliz él dia que Ueyaba el signo del Afio, los persas distinguían los días presididos por el mismo án- gel que presidia el mes/'

Losnuére slpñoresó acompañados de la noche recuerdan los aneve ^rq.s astrológicos de los pueblos de Asia, quifffiea unían á los siete planetas visibles, dos dragones inVisibles que erati causa de loe edipses. Los oíaeo días complementarios del año persa se llamaban pendjeMdauxditieh, furtivos.

"Yamos á probar, como antes ofrecimos, que la analogía se muestra principalmente en la división del tiempo, en el empleo de series periódicas y en el ingenioso método, aunque embara- J9D8C) y complicado, de no designar por cifraslos diasdel aSo, si- no por signos astitológieos. Los tolteoas, piztecas, chiapanecas y otros puebloscde raaa' mexicana, contaban por ciclos de años, divididos en cuatro «períodos de trece; los chinos» japoneses, cal- Buicos, iBongdles, mantcbo^ y otras hordas tártaras, tieiren ci- elos dé 60 anos di^vididosén eipoo pequeños periodos de 12 años. Los paeblos da Asía,. así eomo los de América, tíeneü nombrtsfs pafletíonlares pava losados encerrados eh un ciclo; todaívía se di- esen Lassa y en NáDgasa<£ki, oomootto iifempo México, que éste ó: aquel acoro técimieato' tuvieron logar' en año del conejo, del tígré ó del perso. ' ]Ringuno de esos pueblos tenía uu nombre partíijalar para cada uno .dé los años del ciclo, phr lo'cual dg- bfanda recuarrir al artificio de la oorrespoindisnoiá de las serias periodieásJ Estas entre los mexicanos eiraa trece números y {cua- tro signos jeroglíficos; en los pueblos del Asia arriba nombrados, las series no eran de números, sino de signos correspondientes á las doce constelaciones del aodiapo y* por los nombres de' los

elementos, que considerados eomo macho y hembra ofrecen diez

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Mminof. Bl espíritu de estos métodos es el mismo en oró- nblc^ia de loe pueblos amerioanos y asiáticos, quedando la Ten- taja de la simplicidad de parte de los primeros. Para designar un japonés la época en qae un Daiaí subió al trono» no dice que faé el año cuma (caballo), del segundo período de doce afios, si- no que nombra el décimo noTeno año del cielo agua mncko^ oot- haJlo^ colocado entre los años metal hembra^ serpiente. Para darse idea olara de las seríes periódicas del calendario japonés, es pre- ciso recordar qne aquel pneblo» á semejanza del tibetano, caen- ta cinco elementos, á saber, la madera jfceao, el fnego yíno, la tie- rra toií^no, el metal ó plomo hcaañuo^ j el v^a midamo: cada ele- mento es macho 6 hembra, según se les señkden las salabas je 6 to, distincioií qne también se acostumbraba entre los egipcioa. Para distinguir los 60 años del cido, combinan los diez elenien- tos <5 principios terrestres, con los doce signos del zodiaco lla- mados signos celestes." (1)

"£1 uso de las series periódicas se encnentra también en Chi- na, en donde 10 kan combinados con 12 tcki sirven para designiir los dias 6 los años de los periodos de 60 dias ó de 60 años. En- tre los japoneses, los chinos y los meucano?, solo sirven las se- ries periódicas para distinguir 52 ó 60 años; por el contrario, los tibetanos han complicado de tal manera el artificio de las series, que tieuf n nombres para 192 y aun para 252 años. Al designar Y. g. la época memorable en que el gran Lhama Ean-ka-gnimb6, con el consentimiento del emperador- de la China, reunió los po- deres eclesiástico y secular, los habitiintes de lihassa citan el tAo fuego mascudinOf pdgaro, (me po ciaX del décimo cuarto eiolo transcurrido después del diluvio. Cuentan quince elementos; cinco del género masculino, cinco del femenino y cinco neutros; combinéndoles con los doce signos del zodiaco, dejando de nom- brar los primeros doce años del ciclo hastadespues de los signos celestes, sin unirles ningún elemento, obtienen denominaciones para 12xl6+12»192 años. Añadiendo 60 años designados por la combinación de los diez elementos masculinos y femeninos oon los doce signos del zodiaco, forman su gran cielo de 262 años.** (2)

(1) Taw dtt eotdiaMrefl, Wm. I, {Kg. 8S4.

CS) YnMim CoéáSBktkn; tom. I, pág. 990. '

'^zaminemos ahora, la a^if^ogía qae ofr^can las denoiQJnacip- nea de loa dias mexicanos con las de los signos del zodiapn tibj^ tanoy cíiino^ tártaro y mongol, la caal es palpable ep los ocho je- roglíficos aíl^ ctpacílif ocdoüy tochili^ oohuaÜ^ cuahutli ozomaili é ^-

"Atl^ >^gna, est^ frecuentemente designado por nn jeroglificó, cujas Hneaii paralelas 7 onduladas recuerdan el signo qtre ahora empleamos para designar el Acnario; primer Ue ó eatasterüi- mo del zodiaco chino, la ratacAov, también se encuentra frecuen- temente exprefrado bajo figura de agua. Aconteció un gran dilu- vio en tiempo del emperador Tchohueii-hia, j el signo celeste hiuen-hiao, que por su posición corresponde á Acuario, es el sím- bolo de aquel reinado. Así es qae, como lo observa el P. Souciet en bus indagaciones acerca de los ciclos Jf de los zodinoofr, la China y la Europa están de acuerdo en representar con nombres distintos, el signo que llanuimos amphora 6 aquaritis. Entre los pueblos occidentales, el agua que sale* del vaso del aquarius for- maba también una constelación particular, á la que pertenecen laa hermosas estrellas Fomahnvd y Deneh hxxtos, como lo prue- ban muchos pasajes de Aratus, de Geminus y del escoliasta de Germínicus."

*^Oipactli es un animal marino: este jeroglífico ofrece grande analogía con el Oapricornio, llamado por los hindus y otros pue- blos del Asia monstruo marino. El signo mexicano indica un ani- mal fabuloso, un cetáceo con la frente armada con nn cuerno: Gomara y Torquemada le dicen espadarte^ nombre con el que los españoles designan al narval, cuyo gran diente es c(»noe:do por cuerno de unicornio. Boturini toma este cuerno por un arpón y traduce la palabra cij)actli por serpiente armada de arjconesm <Sonio el signo no representa un animal real, natural es que su iorma vatié más que la de los otros signos: alguna ves el cuerno aparece como una prolongación del ocico, como en el famoeo pezcflcyona^iie, T^presentadoen lugar del pe:s austral Va o el Centre del Caprieomio en algunos planisferios indios; algunas Teces falta enteramente el eaemo. Observando las pinturas 7 los relieves antigaos se descubre lo mal que hicieron Taladla, Boturini y Cl'avigero» representáudo el pifitóer jeroglifico de los -dia» mexicanos como tiburón ó lagarto: M el C¿d. Borgianola 4>abesa del oipactli et semejante á la de un cocodrilo, y Soníimit

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'At^ éste nombre al diecimo signó del zodiaco indío^ que 63 núes-- tte Capricornio.** ,

*^Ocdotl, tif^re^ el jaguar (felis onza) de las regiones cálida? de

México; tochtli, conejo; ozomaUi, el mono hembra; üzcuintli perro;.

jqohvatl^ sier píente; p ttau/¿¿7í^ pájaro; soi| ^^tastoriamo que bajo lo?

.«i,i«mo3 nombres se pncuentran en el zodiaco tártaro y tibetano. ]^n .^^trpnomia china» ]a liebre no soio designa el cuarto («íe ó signo ' . ^^^^iacOjí sino que %& le mirii en la lunja^q^e d^sáe.la ópqca re* . 4fto,t^ jdel fe^n2(do4e ^ao .e^atabaffigu^a^aconiQ up di;$co,. dentro del

.cualJiubía una liebre. senjkada sobre. las patas traceras, dando ..TiieH{is á mi palo dentro de nn baso cual si es^taviera ocupada ■: ^ haoer nxai^tequillA; idea pueril que puede haíi^er nacido en las . estepas de la ^artari^y habita^a^ por pueblos paatores y en don- . der abundan las Uebres. El pigno ozqnwfli d^Xos n^exicanos co^ ^ ^e^ppnde. al lieau de los chinos, ^.petcl^i de los^j^antchous y al ^.prehotí de lp9 tibe taños; los tres npnibrpsde^gnan el mismo ani- .mal. Pracion parece 3er el signo /¿an?/ani.tan conocido en la mi- . biología d^Í03 indiis;.y la posición, del astro» 9olocadoen la mis-

.m^línea de los Oemelos y el, polo de la eclíptica, corresponde

exactamente al lugar que ocupa el signo en el zodii^'Q tártaro, ^l^ntre. Cájioe^ j: Toro. En el ciclo de los ^abes.se encuentran . .también mo^po; son las estrellas de la .constelaoion.delpan ma-

jyor,llamad,os.j^Z curúd §n elcatálpgp de Kazwiní^ JEnlroen eartos .^jioi;{^^Píce^, r^Bspecto del signo (?iw7í^q¿?í,.pp^ de la .^zquft tórrúú, .colocado entre las cpn^telacioAe^ dp los, pueblps , ip^i^go\es, ii^ftulichoas, ^tec^ay.toltecas, es pjjnto miiy impor- , ^ntie J}p EÓlq.pi^rfi I^ historia de la astronomía, sino también pa- [ ía U Í(;le ]^3 ^emigraciones de los pueblo^;;. .,._.,

V "iPfi 9igí^ iéf|fi^i'i^t^h pBrro^ nesppnde .aLadftepQPxUtii|KK signo del , . f^di^csp, tárti^Pk al %< ^ Ips tibati^np»; al ñobc\i á^ io» mant<^ous cy wlM d^,}os j^piipsQs.: I^Meaaiel^k.Gattlpil^iieeljjperri^ delzp-

z^¡HiPi\ÚQ;mtf^ñ l^'ifí^WlAq^ ¡i^ÁVík^ dtoirád;«i%^q'tío»9C^«; Áa (^nám ]d^. ^P%if ig4P^. im^ c^QmjieA^ieoíi. la;r4itft».i4^i»iiMi üsáces .Mtá .Ktí^iM^^W^^ Jkf^^ porrUA pexrp ci^ítarcQu» £ifitarA;k>»/xá^canDs^ •^^Uzí^ivMh^^f^fS^^c^W^^ vnofk feli4M|iiÓ9A(d(vsa> íUamiuba.

jií^AM^f <l^^u3(l^^.^n^^^ ^ otroitiempoi oiertod eaaidr'úpe* t4QHii^^9^í<^^W9<4^o <^il^ yBzpairtioip^laM (kl.pearro y di^Llobo, y

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que Hernández nos ha hecl^o conocer imperfectamente^ la rasa 4e asios animales conocidos bajo el noijibxa de xoloitzcuintli^ íUit cmtipozoíli, tepeitzcuinüi, yerosímilmen^ no ha sido ,destraida del todo, siendo probable, se haya ir^tírado á.loa ^opgi^ea xnás 99^^^ - nos y apartados, porque en la parte del^aís qae he recorrido nunca he oidq hablar da un perro salvaje, Ijo Gentil y Baill j co* metieron un error al decir, que ¡apalabra mecA/r, que clesigna nuestro camero, significa perro salvaje; esa palabra, de la leu- ' ^a sanskcrita, es el nombra válgar del cordero, encontrándose empleada mar poéticamente por un autor indio,, al describir el combate de los guerreros, diciendo^ *'qae sus cabezas erai^ do^ mecha (carneros), porsus brazos dos elefantes j por sus píeseos . nobles corceles." r i

'^La tabla aig}lielft^ contiene los ^ig;aoiddl zodiaco tártaro, j; los dias del calendario mexicano/* . /

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ZodU«Q d^ los tártiuroi ^Bunto^^ip. gpdyep á» lo» muTÍftapoe,

■*" ' i . . . »"^ -. ».

Pm#, tigrp. (. Ooe^/ílr tigrew

Ta^uifú, Jtiebre. , . TochUi, Jtiebce, ooofóck

Ifognit aerpiw^- . .OoAuajH.Hftriíieiite» ; .

Nohaíf perjco. ... ; . , J/spu^Vrí/tV {mrra

JTfJtfa, p.ájar9>,gaHi{ia.v . . í?íK<í*Wtí| páJAtfQ» ríguiíU^.

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**Sili inoluir Ib» jerolífloos agua,- «tí, y el mnñsítruo tM'riuAúí^'' pcuHU, qxMQ iam paFpabl&atit^lbgia'^ofrefceíi éoti'los c&taftteri^méS' de Aettai^io j C!apricomi(i, los seis fApfñn^ del' zodiaco tátiiáro qiMÍ '' 86 enooe&ttfan em él eatondari^ ifi(íthMvñd;'ík)nsQfic)eM^9pÜraRa*^^ eer extrettadaiUéftle probe^bW/^ué los puebles dé'ló9 Víoií conÜ-* t nente» tomancm «m ideá« asIrMágieaü Y^i^^k 'mid¿áA ftíénte;' tater ' razgos de semejnn^, "sbbi-e los 'ctiates<ii!r»T8fit¿b», 'úó ésfán toméir' doS'd« pinturas infórmete 6'Hleg¿ric&<r; qué Bé^ptetíbéná 9ér iuMr*'^ preiadaa «ártaú ehhAt^ú }M hipótésis'<](ae^e pretenda ^étabfó** ' eer. CoaisiritándD las obraa Mittpue9tei<i4éi^é'él prlübipló de confpitsla) potdfcJs autoras indh><»,7Vi^poi< Ic^ e^áftafés/todos'^ los cuales ignoraban hasta la existencia de un zodiaco tártaro, se descubre que en México, desdp el pi|^o«étim9 de naestrar-Qr^

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se Damaban los dias tigre, perro, mono, conejo, como ahora en to- dala Asia oriental se dan lo^ mismok nombres d loa a3(fs,'e a tibe- taño, tártaro, mantchon, mongol, 'baltñ^co, chinó, japonés, cores, y tín Itó lénfífütás Be Tonquíh' y de Coóhinchina.^ (1)

Hasta aqai la copiál ,Ño la proseguimos porf^iu'é sería preciso- tomar entero el precioso trabajo del sabio barón; bastÁ lo expues- to para adoptar la conclusión .de qué, el calendario meücanó tie- ne origen asiático. 'l>ébemo3 hacer estas salvasila semejans^a de ]o^ condisimientos cronológicos no establece para nosotros igual- dAl.dé raza, ni descendencia próxima de los americanos de los pnebliís asiáticos; significa solamente relaciones casuales, ó bus- cadas eutre ambos continentes. Éstas relaciones son muj auti- gna^t; pertenecen á la época remota dél calendarlo azteca, á su- form ioíon ptimitira, á la ementa de la luna, j tal vez a\iñ á la de^ Venus. ....

Sespecto de la época moderna, nuestra opinión es diferente*- La ultima-forma del balenáario es tolteca, introducida por el gran reformador Quetzalcoatl. Para nosotros, el hombre blanco 7 barbado es un misionero islandés. De este hecho, que nos pa* rece deonostrado, inlerimos que la estructura, el h^tento y el re- sultado del teléndario azteca, son idénticamente los mismos que los del calendario juliano: los mismos 365 dias en un i^o, con su día intercalar cada cuatro * años, como genuinatnente se ha con- servado en el calendario yucateco. Se pregnútaifá, si tal origen suponemos á la corrección de Quetzalcoatl, ¿por qué no se en-* eaapjU*a ^l periodo de siete dias de la semana, ni la división en doce n^eses, ni la duración de éstos? La respuesta nos parece ob- via» los tolteca tenían ya su almanaque propio, fundado en sas pe<- ríodos detenaiiiados, con sus facttores simbólicos consagrado» por las oostuDibret^ xeligipsas; no admitieron eómputo nuevo, si- np solo el cálculo que arreglaba al ano el movimiento del soL No podían convenirles los meaea desiguales de origen romano, ni las denominaciones, ni los miamos extranjeros^ para ellos sin sigaificado; sobre el mc4de que les era conocido fundieron los nuevos cálculos, que les parecieron más exactos que Ids suyos, y' da aquí sos ingeniosos esfuerzos para ooaoordar las stfraa astro-

O) T«M4i«OoráiIIM«, Um* IX, pág. 13 7 fig.

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lógícaii 20» 13, 9 7 el período de 260 dias, con los nuevos perio« dos de 360 y de 365, para salir á la combinación de los ciclos de 52 años: aprovechadas aquellas nociones por los astrónomos mé- xiea, resultaron las diversas intercalaciones que llevaron' el dilcnlo á tan sorprendente exactitud. En las dos épocas que nos- otros distinguimos en el calendario, en la remota vemos una oomnoicacion con Asia, en la moderna una comunicación con Enropf : el Mundo nuevo ha tenido relaciones con el Antiguo.

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LIBRO V.

CAPITULO L

Geoqbafia. ^Imperio mexicano.

SiUnmn y limiteñ.-^DUüiones poUUcas.Suaíitecapan.'-'Otomiei.'-'ToUmaca. JiíatlatziTioa,^ OeuatMa,^Provtnoía ds ln TeotldlpaTh. "ZotvUoUan.'-CíutlaUoa, TlahiUea.^Cohttixea,—' Topi ó tlapaneea, •^Jfuehco.—M'ísBteca.^ TradicUmeB» ChaUno», Oh-uehones y popolocos, Cuicateca --Mazateoa, Oh£nanteoa, TVa-' poUoa, Leyendoi, Chántales, Triqui». ffuavss, if ¿c». Zoques. CJdapa- neca.-'Xooonochoo.— Ouetlaeht¡an.--CoaU<ieoíUco. Provincias centrales.-^ VaUe áe México.-^ TlaxcáUa.-'O/ioloüan.'-fftíexoUinco.

CUANDO las haestes castellanas derrocaron los tronos de I09 soberanos del país de Anáhuac.el imperio de México era el mayor, principal y mis poderoso. Se extendía próximamente en tre los 20* 30' y 15^ de latitud Norte. Al N. los límites no estaban bien definidor, confinando por aquel rumbo con tribus broncas, sin domicilio fijo. Oünfinaba al O. con el reino de Tlacopan, y con el reino de Michhuacan en lindes que en su lu^ar señalare- mos y venían á terminar en la desembocadura del rio ZacatoUan. Al SO. y al S. eran suyas las costas del Pacífico hasta la remota provincia del Xoconoshco, cerca de Iqs 7* longitud E. Al NE. y B. le correspondían las playas del Golfo, desde una fracción del Huastecapan hasta la desembocadura del Coatzacoalco. Al E. ñ,^

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nilmetíte le sertfá de linde el mismo Coad^aeoftlcfo, y abruando la provincia de Ghiapan iba á terminar en el Xoconochco.

Dentro dééstfi |iérímetrb'lrrf guiar estaban cóoféñídnéi los rei- nos coligadhB de Tlaco'pan f ÁcoIlniíicaTr, el independiente festa- do de Metztittan, la llamada república de Tlaiteala y los'territo^ - ríos libres de Cholotlan'y dé' Saexotzihco. El resto estaba ocu- pado por variedad de tribus, en diverso estado de j^delanto so- cial anas de filiación nalioa,' otfas de diferentes troncos etnográ- ficoa Fuera* de los Itndes, al NE. vagaban tribus 'sdWajes; al NO. había algiiñós pequefio.4 señoríos, que decrecían en civilización á medida que se adelantaban á latitudes más boreales, é iban & terminar en'éofúoi'a t California. 'AI E. ee encontraba el eenoríó ' de Tabasco, y adélahtá la península Mayápan con sus seño- res independiéis tes: estos ^í^es, cas! de^sconbtídos &' los m^xli- ca, retíibíail el' nombre de Oóíolidalcd. '

Enumeremos laiifhúbus sometidas. EtHiixtecapan o'Cúexteca- pan se extendífi sobre la^ costas del tí-olCo, ocupando 'la parte S. . delEstado deTamauUpas, la N/de Veracru'z y la oriental de S. ' Luis Potosí; al Ni tenía los olives ¿alvaje3, al E. el xnar y 0# y S. tocaba con el señorío de MetztUían y, el reino de Aculhuá-. can. iPropíaménteaquoIlá tribu era libré;' inYadida'frecüeutemenf- . te por mexioa y acolliua, alguiíos de sus pueblos pagal)au el tri- buto, mientras 16^ áema^ Vivían exentos ele pacho.' Sej^up latra- ' diciou aquella gente llegíj ¿ la tierra viniendo eq'barcos por la* mar, razón por lo que a. provincia PSnuco llamaban Pau- tlan, í^anotlan, Pauóayan, lugar por dónde' pasan; decíante tam-.' bien Tnuacaj^líilpan, tíeri-a de bastimentos, y Xocbítlalp'an, tie- rra de ílorési. Üaciendo abusión & su tertilidad. .Üenían la cabeza ancha'y cliaba; los cabellos teñidos de 'coIorW <?omo amarillo ó colorado, íargos y tendidos á la espalda; lo3 dieuteáal^ugoíádos, * artificialmente acabados óii punta y teñidos ilerfro: vestían ¿a- lanamente; adornándose con plumas. Jpyas de oro y sus. piedras preciosas. Eran lapidarios, plateros y buenos teje(ior.es; de* su tierra venían los tejidos llámkdbs c&o?i/¿7/>iaíZí ó cefzó^cúácJUli/, mantas de múolios colo^re/j. Se liacían notables porque* andaban con BUS vergüenzas descubiertas,^ y s^ liQradab/in la nariz, en- sanchaban el abujero con líojas de palma, y ponían en el Horado'

un canutillo de oro dentro del cual atravesaban un plumaje co-

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Iprado* (1) lia leo^oaPmaxteM ó ouexteoa perjkeneod á la familia

Los oiomie^f en mc^xioano otpncaj, son antiqaísimoB en Aqálmats. Actualmente están derramadas por JdS E^^tadoa^de México, de Hidalgo j d^ San Lnis^ QQapan Qae^4^^^ 7 ^^ m;iyor parte de GofiDajoatOy 7 ae les^nouentratambiem Qn.üP.laxcaUf^j'Veraornz; en los tiempQs antiguos oonparon mayor extensión, supne$jbo ha- llarles mezclados con los totonaca y los tepeaua, cercanos í, los: h^a^^eca^ 7 que cie|4¡o9 pueblos de las llc^i^ras» oeap^d(»s por gentes de ot^a? ramas^ etnográficas, conservan i^uu nombres oto* míes: penetraron enel.mismf) Yalle .de Mexipo, viv^encjo todayía , en las ásperas montan^, que lo limitan há^ii> ^l !(• J^» Anterio- res, en nuestro cqnceptpi á las iuTasiqnea de las tribus naiboa, lo 'sonsin disputa á la.tplteca; cuando estos llegaron á establecer su monarqnía, pusieron su capital lo^a^'.qn lapo^lfhcipn pton^í de Mamenhi. De acuella épopa sin jdnda data, que Jos otonca lla- neros quedaran ¿dispersos ei^tre las nuevas tribus invasoras, ó fueran arrojados hacia las ipontanas, donde pudieron mante- nerse libres á favor de la fragosidad del terreno. . .

tios situados míis al K. conservaron siempre sn primitiva rus- tiquez; vagueaban por la tierra manteniéndose de la caza 7 de Tos frutos expon tan eos del suelo; los más australes al contacto de la civilización nahoa, se domesticaron un tanto 7 levantaron pué- . blos de cierta importancia, á los cuales fneron á perseguirles las armas de los m^xica. Aj¿ pertenecían al imperio los más hábiles 7 cercanos, mieutras los más distantes 7 broncos jamas receno- cieron 7ugo. Los mansos, como pueblos cazadores 7 montañe- ses, 8i bien se regían en cierta policía, estaban divididos en pe- queños señoríos; obedecían á unos mandones semejantes á los calpixque^ habiendo otros de ma7or categoría nombrados otonüa- macaojue: las palabras 'son mexicanas 7 pudieran corresponder á las autoridades puestas por los conquistadores. Sus dioses eran Yocipa, con t<)mpIo de paja, en el que oficiaba sacerdo- te mft7or dicho Tecutlato, asistido por ministros inferiores, 7 por jóvenes educados como en monasterio; hacían penitencias, sacá- banse sangre con puntas de mague7, ▼elAlt>an 7 tacaban los ins- trumentos sagrados: adoraban también á Otoutecutli su primer

|1) Sthagan, tom« 8, pág. 182.

m

conductor, & Xoxíppa y á Atetein. Decían Ünduhque & sus adi- TÍnbs. consültaado ct)n ellos bus lances de guerra j cosas del porrenir. ^ - . ^

Annqae sn priDcipat ocilpacfioñ eiftlá casa, caltiyaban la lie- n%^ si bfet) no aptoTechában cn^l debíérali las cosechas, pnes laegb qné los 'íratos comenzaban i preiien tarso los consnmfan con poca previsioD. - Sns ó^áS' eran litndiláes y de paja. YeStían los bomf)res páHdamente ,aañqne les echaba ^ cara sobrecar- garse de'áigeiFi íf adornos en manera ridítínia; nsaban bezotes y orejeras, dktingniéhdoso por el Talor y ftnnra de las piedtas los señores, fl^uerretos y gente commi:edrtábaíiso el cabellóla media cabnza de atriís muy Cortó, dej&iidólo én la ^arte delanteta cre- cido, á'Io cual llamaban pibcheqt». Las mujeres, de liinas á^e ra- paban la cabeza; de 'm62á«r, dejaban cirecer los cabellos sin pei- narlos, y solo citando ya habían sido madres se los componían; ridiculas en el Teistír Como los hiomhres eran apodadas por com- puestas; tibian zarcillos ú orejeras; se pintaban pecho y brazos de labores azules, haciéndolas permanentes juntando las carnes con lancetas; se emplumaban con plumas coloradas pies, piernas y brazos; afeitábanse el rostro '«ón el betutt amarillo llamado te^ ctnaAuiff; sobre el cual ipon^Eih rojo en las mejillas; teníanse los dientes de negro: laii viejas se cortaban un poto de pelo sobre la frente, atildándose cual si fueran mozas. BiiiTOs y valientes te- nían marcada propensión á la holganza. Lo^méxica tratándoles oomo eselávM les despreciaban, teniéndoles por toscos, torpes é inhíbiles: cuando los míézica reñían entre 6 apodivban á los ni- ños por poca capacidad les decían otomf. Bu su prístina exten- sión debían confinar al N. con las tribus bárbaras de los cuachi- chiles; al £. los ouexteca y totonaca; al S, los mazahua; al O. Ifíchhuacan (1) Hablaban lengua particular.

Los totonaca, en los Estados de Yerscmz y Puebla, sobre la costa del Golfo, confinaban antiguamente por el N. con los cuex- teca, por el O. y S. con los nahoa; antes debieron lindar con los otorafes, que todáTÍa se encuentran por ahí. El país es cálido y fárti!; dábanse bien los mantenimientos, produciéndose el liqui*

(1) Sahagnn, ton. 8; pÁg, .1S2«28* Clarigexo, ten». 1, pág. 4/ 96, MotolinU, epüM toUpiOTenioAl, pág. 9. TorqueioaclB, Ub. I, oap. XII, lilk til, oap. X y XXL Ala- gr», Hiflt de la CompaiUa de Jasas, tom. 2, pág. 168. Sspinosa, Ohronioa apoatóU- aa/Mrtffioa, pág. I^.

dámbar llamado xoohhcozoü j el algodón arbóreo dicho cuaüicaU. Yivíau loa ,habit u)tA3 ejü| polkia^-bajo eljio^^do de distintos ^^f ñores, sieado el priaoipal el de Cempoalla» cerca de la oosbf:.T08F, tíaq cp4 deceacia asi ]iQip^res,Q<xmaan):yere^y d^ coloras pied#- minantes aK)il 7 blanco:. er,a4 .blf ocpfw.de baenoa roatroa; a^veAta*- jados ofíQJi^leü de artea q^ef^aicas» '^iaüngnidoa ep el ^ntp j buenpü l^ailadpr^a con gracia, j liadqs m^n^M. .. ' , . .• .

Siguiendo sus tradicoionesj aaUeroade OUicomoztQc, ju^tpopu

lo^ xalpaneca^ divididos eif T^AP^i^ P^^ f!Í^lid^^'4fKir deJAndo ú Ipa chiolúmaca to^av^eun.^a^^eij^cjidxa^^^adoif eraadd4 lf¡ 9)iaQUi| . leik;<iaa».y vimeroniii pajr^j: ^ lao^uacan, de cuyas. piramidciif se dicen <}0^sf^aG^r.es,JSr9.fc^i;Qs.^oriqr^9q[i,(is ^sfo, últimp . porque . Jai pir,ámld«^ c.opyr^pq.pd^M.qiviUziciotí diatinjtajiaou mii^más: anti||U£^i. Pifigiiat^clpa del h^^v q uri;idqs ,pqr. fvlguA^ .c^iusa d»- «

jaron i^ TeotihQ^a9,.diiiÍ£(iandps^ á.A^R^itiptX^P^'^^^i^^r "^ . catlan, ^ el B^fcftdo de ,£i^i^bla)f p§s.i]:p(v}0 \iv^O ^^í^tfo lejg^uas adelaivte & unasaítasy ásperas. aiex^A^ pxte|nd^i\4a^e dei ahí hasta las cp^faas 4^ la mar. .... % r . . i

Iloa avecindados, en Mis^aibU^ao^p, jíaej^Q^i goberuadqa . por . nmeve^nofesy ^^a.ui\Ot,dj» ^<}s (^al^,fffi'}í^^o^-^^\ viír i^ miá^K)^ v de ochenta anos, Esto^ grades, arefo^dp^i.qo^cinppnti^mosad^ , mas ep Ips chichin^(^ ji ei^ lof» toli^ca. J^pi^ in4^<^A*á cr^i^r qiarey \ en aqa^^QSjtipi^poa^oontajpi^ul^S'r^i í|Usperriq4osiM;o- '

nológ^p^sv y ^q^e bie^n qife el a^uq f|i^;raxlf^ ift^por número de di^g. que 3,6$^ óqfie tjuviQrala mis^nc^ ó ja^QT.or 4urafúqni aimmerahaa bago 1% nji^ínft ^in^stía^á. todo^;!^» ^^^iF^ W®- cfbÍHi^. ^^ el pi^i^o- . do. Jil.pcifn^ jey^sefí^ipp Yin^acat}, qi|ÍM i9?u4ejitó á.Bu^ aub- ditps,en,pa? yji^Ji^q?^, l^iV}i«*^W ,PPPg??®Wí?iá:Jo^ vei^rte mos, de su,re\nfd)0 8q}>r^YÍnp»urc^;eri^<4 l^pbra^ued^^ oniafiqo anas^í y en seguida una pe8tiyi^j^i^v,p^ qa?í^.>s,p|^uartaR qued^kb^wx ; por los caizipoSj£{^iv. Bfp^li^ifra., ¥#é^{^i(l|no..9ix^;i^,a^ te^*mimiir at|s

ooheíxta.aíipft;, niEe^p^e.,en vn,jlf^#a5?9f^lí,,de§aFP^í'«ció|y i^o se fcur vomás.potjq^^py^^j. I . ... ^iy^;-,,i,^ ..-,-:. ' : •: Sucedióle su . hijo X^poii^^ji, en f^^uyp i(i^nu>p: l^s chl<»himacja ^ . pm4ieiítMQP^..W*?¥to Wo»fcft,eiv.9i^.lii^ ^^t^^t» de. la cwbe^??-'^. ra seis leguas, llamado Nepoalco. Los totonaca quisieron domes- tiear álos btoníbob cfaichimecasiuconftepfUirlo^ y 'faraute esto infi'ucltóso- trabajd'Mttrió-XíitóiftAtt.''l)^j5 prjrif sUceSftr & su hijo* Tenizfcli,'^quíen teniiento dos líérñaádos', dio á IcJiQacziatecutitli '

1*73

el señorío de MiahuatlaD, y á Itecnpiíiqm el de Tianqnizoltió ó Qai:ihnii7tlAii. Teni¿tli goberiró en paz Bvcediéndore tm hijo Pa- iiiD, y sin hacer cosa qtte de contar soá, aigtiiíroiise Nahtaacatl, Ithiialt^nnfeecahtlí qne 8ó«tnvo utia pp[ierra contra sus vecinos los de Tzanhtta é Iztacmaztitlai), y despnes Tlaixéhuateniztli y Ca- toxcan. Los dos hijos de este Nahuacatl é Ixeahnitl reinaron al principio juntos en el mayor concierto, mas habiéndose hecho traición doraé.^tica se pusieron en guerra, la nación se dividió en bandos, que después de recio pelear di6 por -resultado que loH príncipes se Iré tiraran á distintiía provincias y parte del pueblo 86 dispersara.

Aprovechando los disturbios los chíclrfttíeca se apoderaron del Totonacapan, tednjeron al pueblo á servidumbre y coronóse por rey Xihiíitfpopoca. Este, segiiii «firman, á los* tres años era va- ron perfecto; mago y encantador tomaba las formas qtie quería, comía corazones de hombres que sus H^übditos le daban en tri- buto; pronosticó la venida de los españoles, y por temor de ver- les desapareció y nunca más se supo de* él. Sucedióle Mótecuh- zoma, y á éste Ciíaiihtlachunna, en cuyo peinado te conquistaron los máxica, teniendo fin aquella mo^narqu^ De entonces queda- ron divididos en pequeños señoríos, sujetos al tíibut'o y á las exacciones del imperio. (1)

La lengua totonacá es particular, itaezclada de mexicano y ma- ya, principalráente con la primera (2). Esto para nosotros indica m contaoto mucho tiempo con los nahoa y con los cuxteca, ' vecinos ambos de la tribu: éste hecho y que su'tnonárquía con- taba unos Vni siglos 'dé duración, nos hace admitir que los to- tonacá eran muy antiguos en Anáhuac, anterioí^és no sólo á los clnchiniecá, sinóá sus antecesores los'tolteca. *

Los matíatjiziilca; reducidos hoy á Cbííró y tres pueblos más en Míchoacan, formabAn én ío anliggo un efetrfdo considerable, 8a priTrcIpal '.asiento era el valle de Tolocan; confinaban al Ñ, con los otomíes y los mazahua; ai E. con los otomíes; al g. con los cuitlateca, y al O. se internaban en Michhuacan hasta Inda- partipeo y Tiripitio.^Lá ciudad más importante era Tolocan,

(1) Aihiagtm, tomos, pág. I3l. 'Torquemada, líb. III, cap. ' iViii. ClavigerOy tom. I, pág: 6. . '

(2) Pimentel, Cuadro comparativo y déscríptívo de las lenguaa de Me'xico, tom» í, pág. 845.

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contáBdose piros señoríos. entre. loa oaales se i^umpraba el de Tenantzínco^ con los paeblos sijijetos de Atlatlauboo» Tenaagp, Calimajft, Tepemaxalco, Malinalco 7 Ocuilla. (1) Eucoutrában- se también matlatziaoa en Xalatlaco, Cua^htepec» Atlapnlco, Caaulnac, Ocoyoacae^ Tepehnexojocan, Cuaubpauoaja, Teote- nan o, Zoquitzinco, Xocbiacan Xiuhtepec, Cepajauhtla/ Tex- caltitlau, Tejapilcoy Temazcaltepec. (2) Aunque, agrie altores, los matlatzinca no estaban muj adelantados; cultivaban maíz» frijoles y huauhtU^ careciendo de la sal; vestíanse de hilo de ma* guey. Bioos, fuertes y valientes; eran grandes trabajadores 7 ca- mina a I mucho llevando cargas pesadas. [El dios principal de

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los de Tolocan se llamaba coltzin; hacían sacriccios humanos po. niendo la victima dentro de ui^a red, la cual r^torcían hasta qpe los huesos salían por las mayas; rociaban la 8anp;re delante del ídoloo He su historia poco se sabe. Cuando los mé:^ica empren- dieron su peregrinación los matlatziqca se les unieron en las> primeras joruadas, siendo una de las tribus despedidas por or- den de Huitzilopochtli. Tomaron entonces hdcia el S., encou- trándoles luego establecidos en el fértil valle d^ Tolocan: como ya dijimos antes, al mencionar los diversos nombre porque eran conocidos; solicitados como auxiliares en la guerra contra los tecos, penetraron en Michhuacan, donde se avecindaron en tie- rras regaladas por el rey Characu. No obstante su fiereza, fue- ron conquist dos por Af ayacatl y pagaban tributo . al imperio. Hablaban lengua particular, llamada Matlatzinca ó prinda. (3) Aunque bajo la autoridad antes citada hemos puesto á Ocuilla entre los pueblos matlatzinca sujetos á Teuatzineo, los de aque- lla población pertenecían á linaje diferente y hablaban lengua particular. '^Estos que se llaman ocuilteca viven en el distrijto ''de Toluca^ en tierras y térmixtbs suyos, son de la misma vida y ''costumbre de los de Toluca^ aunque su lenguaje es diferente: "usaban también, y muy mucho de los maleficios y hechizos." (4) En la Geografía de las lenguas de México consideramos el oooil-

(1) BeUcion de AtUtlaaoa, por elocnregildor Gsepar áé Solis: 1380. MS. «a po4«r del Sr. García leazbalceta.

(2) Eelacion del Arzobispado de Méxioo: MS. del Sr. García leazbalceta»

(3) Sahagan, tom. 8, pág. 128. Torquemada, lib. II. cap. 1. Clarigero, pág. 5 y 98. Baaalenqae, Crónica, lib. I, cap. XV. Beamnont, HS. lib. 1, cap. X.

(4) Sahagan, tom. 3, pág. 130.

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ieoa oomo de 1a familia matlatzinca; sía dada noa equivocamos j asi nos lo hace oompreudeír el 8r. Pimeatel (1), qaien ademas asegara que, eegao !o qae ha podido aineci<;aar el idioma queda «xtiugoido. Ita, clasiñcaciou la liicimoaaígaiendo gn^ves autori- dades. Esistáó en realidad la ien;:i;aa oouílkeca. Pues Fr. Juan Grijalva, enumerando las lenguas en que los religiosos predica- baoy dice: *'Ocouilteo.% que es lengua singular de aquel pueVilo, *y de solo echo yisitas que tenía sujetas á sí, j así somos solos 'Uos que la sabemoa" (2) Parece ser reaio de una de las tantas iribu<3 anteriores á h\H ic.vaci^nes nahoa^

Al N. del valle de México y al O. de los otomías^ se extendsa la provincia deaomiuada Teotlalpan ó tierra de los diose»^ por- que aquellas tierra'» estaban destinadas al sustento d^l culto: las principales cabeceras eran Tiz;iyocaú, Totcuahjooc;m« Sapotlao, Nauoalpa, Temazculapau, Taquixquiao, Apasio, Tetlapanalo- yau Hucipotla, Xilotziaco y Tezcatepeo, habitados por lo4 me- xicanos y otomíes mezclados. (3)

Tomando ahora la costa del Pacifico, la provincia mii distan- te en aquella direcciou era la de Zacatolan, encerrada entre líV co- rriente del rio del mismo nombre» las playaa del mar, y hacia el O. poco más ó menos el rio Iztapa. No nos atreveremos á ne.o^ar que al N. del ZacatoUan no hubiera alguna población sujeta á los méxica; pero evidentemente el reino de Coliman era indepeu- diente» y no tributaba al imperio como pretende Clavigero, eaga- ñado por la poblacioil de Coliman nombrada en la matricula de tributos. En la demarcación que vamos aeñalaudo &e habla ac- tualmente el mexicano por los indígenas; todavía en el último tercio del si^lo XYI existían pueblos con lenguas diferentes, hoy desaparecidaSé En los pueblos de Poehutla, Chepilla, Toliman y Xoohitlan se hablaba ix>limeco: en Iztapa y Pantla el parUeco; en Xiuhtla, AxAlo^ Ihuitlan, Huitalatlan Coahuayutlan y Coyu- quilla el ehumbía. (4) No podremos decir de estas hab*a) á qué funUia etnográfica pertenecían, aunque se puede asegurar que

(1) Cuadro desorip. y oompantiro de las lengiiat da Méxioo» tom. 8, pág, 94.

(2) Hiai. da la <Szden da Saa Agnatm, edad n, capí YIXI.

(8) Belaoion del arzobispado por D. Alcmao da Montufar: IdLS. del Sr. Jcazbal- cata.

{i) Belaeion de ZacatulA por al alcalde mayor fiamando de Vasconas: 1680. M8. aa poder del Sr. D. Joaquín García loasbalcete.

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a

8ti8 poseedores representaban Icmsi pneblos qaé oeupaban el

paÍ8« antes de presentarae las invasiones de ias tribos nahoas^ de terminadas háoia el NO. por el litoral del Pacífico.

Los cnitlabeoa confinaban al Nj con los matlatzinoa, al O. con . los tarascos y ZacatoUan; al S. con -el Pacífica; al E. con l'íis jx>- pi 7 cohnizoa. Maxaaltepecj sobre la costanera sa capital; (1) es* 'te pneble deBapareeió, fundándose más al N. la qne actnalmente ekiste. En 1580, segan el MS. da Hernando deVascones, se con- taban 28 pneblos én donde se hablaba la lengna cuitlateca: (2) hoy, segUD noticias fidedignas únicamente subsisten Ajachitían, S. Cristóbal y Polintla de la municipalidad de Ajnchitlan, dis- trito del mismonombí^, y Atojko, distrito y municipalidad de Teopan, Estado de Onerrero. El repetido Vaseotíes refiere que existían los idiomas tiatzihniskcoy tuzteco^ tlaeoiepekíía y ouyutuma^ teco, de los cuales qneda memoria, extinguidos por la fuerza expansiva del mexicano y del español. En cuanto á la etimolo- gía de la palabra cuitlatecatl, dice el Sr. Pimental: (3) **Oui(lafl •"significa exoremenio^ y asi está reconocido por todos los que lia- ^'blan mexicano, y poír Molina en su Yoeabulario; th.n es pospo- **flicion que equivale á lugar efe, así que OuiÜHtlan significa "lu- "gal? de excremento." De Ouitlatlan se deriva OuUIcUeonfiJ, (ecatl "es una variedad eufónica, 6 una alteración por cualquier otra "causa, de Üacail, persona ó gente, con que se marcan los nom- "bres nacionales/' Aunque la etimología aparece bien sacada, no nos atrevemos á admitirla confiadameat¿, antes de ver el nom- bre géroglífico. En verdad qa^cuitUM significa excremento; pe-

lo también es ejfiá&n^, que 'hay muchas palabras, en el mismo Tócabulariokie]ldDolina; llevando •la radical eziiffa,' que se apartan

' de aquel. significado: *^céiüücuiiey fnitamny mádiu».:" ^^cuitlamiz^ ÍUy león graiide y pardo:^' *^ Ouitiapan muladaT hombre penezo-

-fio y negligente," ^to., etc. Ko adinitimos qu^íUmsigúiñ^ue lu^ f($r defis, prepdsici<ki'ió posposición íZan significa, ''junto, entre,

' debajOj jüxta, apud, ad^ spb, subter, ínter:"; (4) com^expresaZz^ar: Cuitlatlan dice, junto al excremento, si su radical se refiere en

(1) Clavijero, tom. Iv'pií^.'lfl' ' '/ . . i . .

(2) Vide Geogr. de las lenguas, pág. 2S2. ' (8)Oaadrodeflcrip. .yoomparaÜTO^iom.. 1, pág, 89, . , {i) Arte de la lengua mexioaxia por Aldama y Guevara, § 388.

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realidad á esta acepción. Menos admitimos la siguiente etimolo- gía dada por el Sr. Pímentel: (1) ^^MaíkUzinco es nna palabra mexi- eana qne significa "lugarcito de las redes/' pues se compone de maSaUf red, y la particala tzinco '^qne expresa diminución." Tzin- 00 es reverencial y no diminutivo: (2) matlatzincatl, matlatzinca es un gentilicio formado de Matlatzinco; ya hemos dicho lo que significa tziTico en los nombres propios de lugar. El Sr. Pimen- tel incluyó la lengua cuiüateca eu la familia azteca, con el carác- ter de dudoso.

Los tlahuica formaban una pequeña provincia, cuya capital era Cuauhnahuac (Cuernavaca, Estado de Morelos); tenia al N. las montañas que cierran el Valle de México; al O. los matlatzin- ca; al S. los cohuixca; los lindes al E. indeterminados. Llamaban á la provincia Tlalnahuao, junto de la tierra; le correspondía ademas del territorio de Cuauhnahuac, Ayacapitztla llamada en lo antiguo Xihuitza capitzalanf "porque los señores que la gober- naban traían unos chalchihuites atravesados en las narices," y sns pueblos sujetos, (con la ortografía del MS. que consultamos), Epazulco, Atlahuimulco, Ecatepec, Zacatepec, Calalpa, Tetlicuy- Incan, Tecocuzpan, Tecaxeque, Ilucan, Zahuatlan, Suohitlan, Atlitec, Texcalcán, Zoquiapan, Achichipico y Apango. Los ha- bitantes hablaban nahoa; se les apodaba de inhábiles y toscos: el país producía algodón y abundancia de bastimentos. (3)

Los cohuixca confinaban al N. con los tlahuica y los matlat- rinca; al O. con los cuitlateca; al S. con el Pacifico; al E. con los tlapaneca y mixteca. Los pueblos principales de la provincia Guiaxa, según los encontramos ortografiados, son: Yohuala, Co- cula, Tlazmalaca,Mayanala, Oapa, Huitziltepec, Nuchtepec, Pil- eaya, Teticpac, Goatlan, Acuitlapan, Zacualpa, * Xahualcingo, Cttitlapilco, Coatepec, Tasco, Hueyiztucan, Atzialan, Tenango, Acamixtlahuacan, Tlamacaxapan, Tepecuacuilco, Techichilco, Teloloapan, Ichcateopan, Tetoltepeque, Oztunca, Capetlahua- yan, Alahuiztlan y Zicapuzalco. Los cohuixca hablaban mexica- no, mas en sus pueblos del N. se usaba también el matlatzinca,

(1) Cuadro descrip. y comparatÍTO, tom. 3, pág, 64.

(2) Vide la gramática de Aldama y Guevara, §§. 36, 42, 368.

(3) Sahagan, tom. 3, pág. 134. Eelacion de Acapiztla por el alcalde ii^yor Joan Gutiérrez de Liebana, 1580: MS. en poder ^ del Sr. D. Joaquín García Icazbaloeta. Clarigero, tom. 1, pág. 5.

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y en los del E. el choutali mencionándose igualmente el maUame, tuzteco, (exorne, mazateco e izcuco qu# ya desaparecieron. '*Estos coJiuixcas y tlapanecas, son unos que á uno solo llaman cohuix^ catl y tlapanecatl, y están poblados en Tepecuaouilco y Tlach-» ('malaca, y en la provincia de Chilapan, los cuales hablan len- "gua mexicana y son ricos." Se dividía en varios estados parti- culares como los de Tzompanco, Chílapan, y Teoitztla lioy Tis- tla. (1)

Los yope, yopi ó yopime, se extendían en lo antiguo á mayor extensión que la que ocupan actualmente: confinaban al N. y al O. qpn los cohuixca: al S. con la mar, y el E. con los mixteca: Acapulco caía dentro de su demarcación, así como Tepesuohe, Zalzapotla, Acatempa y Xiqaipila. (2) Actualmente se les en- cuentra reducidos á unos pueblos del distrito de Tlapa, Estado de Guerrero, mezclados con los mixteca y nahoa, bajo el nombre de Tlapaneca. "Estos yopimes y tlapanecas, son de los de la comarca de Topitzinoo, y Uámanles yopes porque su tierra se llama Yopitzinco, y llámanlos también tlapanecas que quiere *'decir hombres almagrados, porque se embijaban con color, y su "ídolo se llamaba Totectlatlauhquitezcatlipuca, quiere decir ido- "lo colorado, porque su ropa era deste color, y lo mesmo vestían "sus sacerdotes, y todos los de aquella comarca se embijaban "con color. Estos tales son ricos, hablan lengua diferente de la "de México, y son los que llaman propiamente tenimes, pínome, "chinquinie, choclionte, y á uno solo llaman pinotl-cTiochon. A estos "tales en general llaman tenime que quiere decir gente bárbara, y "son muy inhábiles, incapaces y toscos, y eran peores que los "otomíes, y vivían en tierras estériles y pobres, con grandes ne- "cesidades y en tierratj fragosas y ásperas; pero conocen las pie- "dras ricas y sus virtudes." (3)

Esta misma tribu es conocida bajo la denominación de chochos ó chucJiones en Oaxaca y Veracruz; popolocos en Puebla; tecos en Michoacan; tecoxines en ^bIíxco; pupulucas en Guatemala: do la

(1) Sahaguu, tom. S, pág. 135. GlaTigero, tom. 1, pág. 5. Belacion del Arzobis- pado, por D. Alonso do Montufar, MS. en poder del Sr. D. Joaquín García loaz- balceta. Belacion de Iguala por el corregidor Femando Alfonso de Estrada, 1579: MS. perteneciente al Sr. García loazbalceta.

/2) Belacion del arzobispado, porD. Alonso de Montufar, 1579. MS.

(3) Sahagun, tom. 3, pág. 135.

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fEanilia mixteca, debe haber penetrado al Anáhaao desde tiem- pos muy remotos, notándose los pedazos esparcidos agrandes distancias^ arrojados por las invaciones de la raza nahoa. El Sr. Fimentel, en su mnj importante trabajo, coloca el chnchon oon dos dialectos y el popoloco en la familia de lenguas mixteco-za- poteca. (1)

Bodeados por los mixtéeos y teniendo al S. el Pacífico se ha- llan los amácheos ó amusgos: en un MS. hemos encontrado que en Guatemala existen pueblos del mismo nombre. Corresponden al Estado de Guerrero, encontrándoles repartidos en 28 pobla- ciones. El Sr. Pimentel coloca elamuchco en la familia mixteco- zapoteca.

Confinaba el Mixtecapan^ al O. con los cohuixca y los tlapane- ca; al N. con los popoloea y los méxica; al E. con los cuicateca, tzapoteca y chatinos; al S. con el mar: ocupaban fracciones de los actuales Estados de Guerrero, Puebla y Oaxaca. Toda la tierra por ellos ocupada tomaba el nombre de Mixtecapan; lla- mábase Xicayan la parte comprendida entre Guerrero y Puebla. En los tiempos del imperio, y desde muy antigao, el país estaba diyidido en diversos señoríos más ó menos poderosos, de los coalas, los de Xicayan sufrían el yago de México, mientras los domas quedaban independientes.

Hablando Sahagun de la provincia y de la ocupada por los tzapoteoa, dice ser tierra fértil, amena y rica; dábase cacao, la rosa aromática teonacaztli, la iploxuchitl y la goma elástica ú ólli, i lo que deberá agregarse la nocheztU, grana; criábanse aves de rica pluma como el quetzaltofoü y muchos pájaros grandes y chi- cos; había cantidad de oro y plata, con piedras preciosas como turquesas y cTicdchihintl Como ademas abundasen los manteni- mientos, los méxica apellidaban al país Tlalocan, "que quiere decir, tierra de riquezas, y paraíso ierrenoiy "El trage de ellos era de diversas maneras, unos traían mantas, otros como unas laquetillas, y otros los maxtles con que cubrían sus vergüenzas: sus mujeres son grandes tejedoras y muy pulidas en hacer la- bores en la tela, y con razón lo son, pues son de tan buena y rica tierra. Traen imán, axorcas muy anchas de oro, y sartales de piedra á las muñecas, y joyeles de éstas y de qro al cuello:

(1) Ooadro compazativo y descriptíTO da las lenguas de México, pág. 468.

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traen también cotaras como los hombres; pero las de éñioB son más pulidas: usaban también cataras hechas de vUi, De éstos porque eran ricos y no les faltaba nada de lo neoesario, se decía que. eran hijos de Quetzalcoatl." (1) A propósito de esto último encontramos la tradición, de que al venir á establecerse Que- tzalcoatlá Cholollau, después de despedido de ToUan, envió á varios de sus sectarios & las provincias mixteca y tzapoteca^ loa cuales las civilizaron, construyendo allá los célebres palacios de Mietlan. (2)

Los tzapoteca estaban sin duda más adelantados que sus ve- cinos los mixteca, y por ello les apodaban con el nombre de mizfoguijxi, gatos salvajes, aludiendo á sus costumbres broncas y lo áspero de sus montañas.

Antes hemos puesto las ideas de estos pueblos acerca del principio del mundo y del hombre; no obstante ellas, la mayor parte de los mixteca creían, que sus projenitores tuvieron co* mienzo en dos árboles frondosos, crecidos á la orilla del arroyo junto al pueblo de Apuala; del uno salió un hombre, del otro la mujer, y de su consorcio la nación: (3) era un pueblo autócton que no sabía darse cuenta de su origen. Apuala en mixteco se dice yuiatnoho, rio donde salieron los señores, y yuta tnuhUy rio de los linajes. Los hijos de los hijos de los árboles se derrama- ron por la tierra dividiéndosela en cuatro partes: á la Mixteca alta dijeron nt^r/zn vui ñuhu '^que es cosa como divina y estimada^ ''del verbo yehe ñuhú, que es ser tenido y estimado. A la parte *'de los chuchones, llamaron, tocuijñuhu^ por la misma razón, y "tocuij mvdzavuiy que es chuchen mixteca, por la participación y '^comunicación que tienen con los mixtéeos y mucho parentesco. "A la parte que cae hacia Oaxaca tocuisi ñuhu, por ser también "tierra estimada; á la Mixttdca] baja pusieron nombre de ñuniñe^ "por ser tierra cálida, y toda aquella cordillera hasta Puctla que "es principio de la costa llamaron ñuñumay por las muchas nie- "blas que allí se ven ordinariamente, y por su espesura parece "humo, que en la lengua mixteca se llama ñuma. A la costa del "mar del Sur que se sigue á Puctla llamaron ñundaa, por ser tie-

(1) Sahagun, tom. 3, pág. 136. Clavigero, tom. 1, pág. 5 y 98.

(2) Torquemada, lib. III, cap. VII.

(3) Bargoa, Geográfica c^escripcion, segunda parte, cap. XXIIL

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^'rra llana, y ñuñama^ que es la caña del maíz, y ñundeui, porque ''se parece mejor en aquella tierra el horizonte que llaman sdha- **andeoui que quiere decir el pié del cielo." (1)

A la llegada de los mixteca, el pais estaba ocupado por los chuchones. D¿dase cuál^sea el primer asiento de los conquista- dores, asegurando unos que Sosola, los otros la áspera llanura entre Achiutla y Tilantongo; á todos rumbos levantaron fortale* zas cual si estuvieran amenazados de graves peligros. (2) Dicen las leyendas primitivas, que una de las partidas de los descen- dientes de los árboles, discurría por la tierra mandada por un valeroso capitán; penetrando en lo que después fué la Mixteca, no encontró enemigos á quien combatir; mas como el sol le mo- lestara con sus rayos luminosos, se figuró que el astro le defen- día el país, y enojado, embrazó el escudo, requirió el arco, y dis- parando sus saetas le dejó muerto. El bravo gorrero fué el pri- mer rey de Tilantongo, muy temido siempre y tenido en mucho por los señores comarcanos. (3) Tal vez sea este un mito que re- cuerda el culto del sol practicado por los antiguos moradores de la comarca, extinguido por los invasores mixteca.

Erigieron dos santuarios principales. El de Yanguitlan tenía un patriarca asistido de ministros inferiores; abajo de unos ce- rrillos había una capacísima gruta donde estaba el ídolo, al cual venían á hacer sacrificios y traer ofrendas lo.s habitantes de las llanuras. El primero en categoría era el construido sobre la as- perísima montaña de Achiuhtla. El pontífice que allí tenía su residencia era un verdadero oráculo; de los países más lejanos iban á consultarle acerca de sus negocios, á pedirle remedio y favor en. sus trabajos. Los sacerdotes para ser admitidos sufrían un año de áspero noviciado; jóvenes que nunca hubieran perdi- do BU pureza, pasaban el año velandc*, haciendo penitencia, en continuos oración y ayuno, ayudando en las cosas del culto á los ministros: su vida austera, limpia y ejemplar, llamaba la aten- ción de todos. La fama de los santos anacoretas llegaba hasta el mismo Motecuhzoma IL Cuando los castellanos desembar- carón sobre la costa, aquel suceso conmovió hondamente el Aná-

(1) Arte en lengua mixteca, por Fr. Antonio de ios Reyes: prólogo.

*

(2) Bnrgoa, geográfica descripción, cap. XXIII.

<

(3) Burgoa, geográfica deBcripcion, cap. XXXIII.

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hnac; preocupado aun más el monarca mexicano, envió comisa- rios á pedir la explicación del caso al pontífice de Achiuhtla; éste previno grandes rogativas, dispuso sacrificio solemne, y vestido con su trage sacerdotal, rodeado por el humo del incien- so, penetró solo al santuario: quienes fuera se quedaron oyeron voces 4ue decían repetidas veces, "que se acabó ya su señorío." Triste y ^acongojado salió el pontífice, dando aquella fatal nueva á los comisarios, (i)

Entre los dioses adorados en el santuario teníase por princi- pal el llamado Corazón del pueblo: "era una esmeralda tan grande "como un grueso pimiento de esta tierra, tenía labrado encima "una avecita ó pajarillo con grandísimo primor, y de arriba á "abajo enroscada una culebrilla^con el mismo arte, la piedra era "tan trasparente, que brillaba desde el fondo, donde parecía co- "mo la llama de una vela ardiendo; era antiquísima alhaja, que "no había memoria del principio de su culto y adoración." (2) La joya fué destruida por los religiosos dominicos, á fin de ata- jar la idolatría. Conceptuamos que pájaro y culebra no repre- sentaban otra cosa que el nombre de Quetzalcoatl, estando la- brada la piedra en su recuerdo.

De los pontífices de Achiutla quedó la fama de uno de los más principales. Grande y austero penitente era Dzahuidanda, sus virtudes le habían alcanzado la protección visible del dios. Cuan- do tenia necesidad de un ejercito, subíase á unas alturas vecinas á la montaña del santuario, llevando consigo un talego; recogido en santa oración sacudía después el talego del cual salían solda- dos en gran número, prevenidos con todas armas: disciplinados ahí salían en silencio para caer de improviso sobre la provincia que había de ser invadida. Uno de estos milagrosos ejércitos desbarató las tropas de los méxica, les persiguió hasta cerca de 8U capital, taló campos y sembrados, y en tanto aprieto puso á Motecuhzoma lE, que el altivo monarca pidió treguas, mandan- do en adelante embajadores y presentes al pontífice, pidiéndole consultase al corazón del pueblo. (3)

El pueblo de Teotzacualco, en los tiempos que roconocía por fleñor á Ocañana, veinte leones, traídos de Tilantongo, quedó su-

(1) Bnrgoa, g«ogr¿ficft descripoion, cap. XXm.

(2) Burgoa, geográfica descrípoion, cap. XXVIII. ($) Bnrgoa, geogrifíoa descripción, cap. XXVI.

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jeto á Motecnhzoma II, recibió guarnición mexicana y pagaba el tributo: estaba asentado en los montes de Yucanduza, sierra pin- tada. Los pueblos del Mixtecapan llevan comunmente dos nom- bres; mixteca el uno que le viene de la tribu que le habitaba, méxica el otr6 en recuerdo de la conquista. Amoltex>ec, cerro de amolUf era Yucumana, cerro de jabón; estaba sujeto al señor de Tututepec y le tributaba. "Hacia la parte del Sur, diez leguas del, '/tiene una muy gran sierra, en la coronilla de la cual está una "peña muy grande, y en ella hay una concavidad del tamaño de "una gran portada, y en lo alto de ella están tres manos esculpi- das coloradas, y así mismo cuatro ó cinco letras que parocen "griegas; dicen los naturales que antiguamente pasó por allí un "hombre y les predicó, y dejó allí aquellas señales; no saben dar "razón de lo que les dijo, y del pie de la peña mana ap^ua, á doü- "de hay una fuentecita de ella, la cual es muy buena." (1)

Los de Cuilapa, Coyolapan de la matrícula de tributos, com- batieron á los de Teotzapotlan, les vencieron exigiéndoles tribu- to, que le pagaban Mictla y Teticpac. (2)

De los pueblos llamados Peñoles, los deitzcuíntepec, Eztleta, Cnauhxolotecpac y Huictepec, son mixtéeos, Totomachapa y Eo- tepec chatinos: todos reconocían el señorío de México, y comba- tían al independiente señor de Tututepec. La cueva que está junto á Totomachapa, "tiene la boca de gran altara, que habrá diez estados á la cuiabre,'' mira al S. y corre hacia el N. andado como un cuarto de legua en el interior, no se le encontró tórmi- no. En tiempo de aguas sale por la boca un considerable arroyo. Los mixteca hacían allí sus sacrificios y de partes lejanas venían en multitud los peregrinos, á consultar á los dioses y pedirles agua para los sembrados (3).

Los Chatinos tienen al N. y O. á los mixteca, al E. los tzapote- ca, y al S. el Pacifico. Nada sabemos de ellos, sino que habitan en los departamentos del Centro y de Jamiltepec, Estado de

(1) Belacion de Teotzacualco y Amoltepeo, por el corregidor Hernando de Ger- Tintes: 15S0. MS. del Sr. García Icazbaloeta.

(2) Belaoion del Vicario de Chilapa, AgoBtin de Salazar: 1580. M. en poder del Sr. D. Joaqnin García Icazbalceta.

(3) Belacion del oorregidor Joan Lópea: 1579: MS. de la colección del Sr. García leasbaloeta.

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Oaxaca. Entre ésta tribu encontramos á los papabucos reduci- dos al pueblo de Elotepec, á los soltecos en el de Sola.

Los chochos ó chuchones, antiguos moradores del país, antes de la invasión de los mixteca, están hoy reducidos á diez y seis pueblos en el Estado do Oaxaca, encerrados á todos rumbos por BUS vencedores. De la misma filiación etnográfica son los cho- chos ó popolocos, que todavía subsisten en el Estado de Puebla mezclados en parte con mexicanos, que les rodean al O. N. y E., en parte con los puctecos que tienen al S. En lo antigut> forma- ban una de las provincias interiores del imperio, siendo sus principales ciudades Tecamaohalco y Quecholac; extendíanse hasta Coxcatlan y todavía en el siglo XYI se les veía en Tlaco- tepec, y en S. Salvador unidos con otomíes (1).

Sujetos también á México estaban los cuicateca: lindaban al N. con los mazateca, al O. y al S., con los mixteca, al E.* con los chimanteca y tzapoteca. La provincia de Cuicatlan tomaba su nombre de cidcatl, canto, ó de cuicani, cantor. La provincia de Mazatlan quedaba al N. de la anterior: su nombre debe derivar- se de mazatl, venado. La Chinahtla, con su capital del mismo nombre tenía al N. á los mexicanos, al O. los mazateca y cuica- teca al S. y al E. los tzapoteca. Los habitantes eran feroces y guerreros, combatían con lanzas de desmesurado tamaño, de las cuales usaban con destreza y seguridad; su idioma era gutural y áspero. Los chinanteca llamados también tenez, se mostraron desde muy temprano amigos de los castellanos. Estas tres frac- ciones corresponden actualmente al departamento de Teotitlan, Estado de Oaxaca. '

Los tzapoteca ó zapoteca confinaban al O. con los cuicateca, mixteca y cliatinqs; al N. con los chinanteca y los nalioa; al ,E. con los mixe, los zoques y los huave; al S. con el Pacífico. Este pueblo como su hermano el míxteco, era también autócton; ig- norando su origen, decía haber venido ya de animales bravos co- mo el león y el tigre, ya de los árboles, ya de escollos y peñas- cos. No conservaban memoria alguna del tiempo en que en el país se estallecieron, sabiéndose únicamente que allí eran antiquísi- mos. Nr se descubren ruinas antiguas, mirándose solo algunas

(1) Bclacion de Cuzcatlan por el corregidor Juan de Castafieda: 1580 MS. en po- der del Sr. Oiiivia Izcazbáloeta. Olarigero, tom. 1 pág. 6.

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obras de tierra ó piedras que parecen ser primitivas (1). Teotza- potlan teníase por capital siendo ésta el granero principal pa- ra el ejército, por lo cual se llamaba Loobvanna, lagar de man- tenimientos (2).

Mictlan, en mexicano infierm^ en tzapoteco Ljobaa, el centro del descanso» era un santuario celebre y panteón de los reyes de Teotzapotlan; sus primorosas ruinas duran todavía atestiguan- do el alto grado de civilización á que sus constructores llegaron. El edificio estaba situado en el centro de un valle sombrío ro- deado de montañas; en los tiempos de su mayor explendor com- poníase de cuatro compartimientos superiores, labrados curio- samente, á los cuales correspoiidían otros cuatro compartimien- tos inferiores escavados en la roca. De los , primeros uno servía de aposento al pontífice, otro á los sacerdotes, él tercero estaba destinado para el rey cuando venía, el cuarto para los señores que al santuario concurrían; la vivienda del pontífice estaba ade- rezada con más esmero que las demás, habiendo allí un trono le- Tantado compuesto de un alto cojín con espaldar de pieles de tigre, relleno de plumas menudas y yerba blanda, superior á to- dos los demás asientos de la cuadra, sin exceptuar el que al rey correspondía: los demás adornos en las cuatro cámaras consis- tían en esteras finas y pintadas, pieles curtidas, lienzos para abrigarse durante el sueño. De las inferiores, la cuadra del fren- te servía de santuario, estando los dioses colocados sobre una gran loza destinada á altar; la segunda la tenían consagrada pa- ra panteón de los pontífices, así como la tercera para los reyes: la cuarta, de la cual dicen ser muy espaciosa, escavada en la ro- ca por mucha distancia, sostenido el techo por hileras de colum- nas monolíticas, como los de la sala lo estaban, tenía de conti- nuo tapada la entrada con una gruesa loza. En aquel lóbrego espacio eran arrojados los cadáveres de las víctimas y do los ca- pitanes muertos en la guerra, á cuyo efecto eran traídos del lu- gar en que sucumbían, aun cuando fuese de muy lejos: devotos y penitentes había que demandaban morir allí, y una vez admitido el empeño, los sacerdotes tomaban la víctima, con particulares ceremonias la conducían á la entrada, quitaban la losa y despí-

(1) Burgoa, geográfica desoripoion, oap. XXXIX.

(2) Bnrgoa, geográfica descripciou, cap. XXXX.

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diéndose del mártir, volvían á cerrar la puerta dejándole ente- rrado vivo (1).

No tenemos datos^para formar juicio aoerca de su religión, pensamos que debía ser mezclada como la de los demás pueblos de Anáhuac, que estaba compuesta de doctrinas disímbolas per- tenecientes á épocas diversas. Füao significa dios: Voqui Cillaj XeetaOy Piyeexao, Chülatao, quiere decir, el señor increado, el que no tiene principio mJ^n'^Piíao-Cozaana, criador de los seres; Co- quiza-Chibatiya, Cozaanatao, el señor que sostiene y gobierna las cosas: al lado de estas '-palabras pertenecientes sin duda al más puro monoteismo, encontramos á Coqtii La(^ numen de las galli- nas; Pitao Xoo de los terremotos; ¿Co^aana de la pesca y de la caza; Gocobi de las mieses; Cociyo de las lluvias, etc., (2) mues- tra ya de un grosero politeismo. La religión de los méxica se ha- bía infiltrado entre ellos; conservaba los niimenes de su antigua creencia nacional; uniendo las prácticas del nuevo culto; sacában- se sangre de la lengua'y de otros lugares del cuerpo, y si bien oon mucha*menor frecuencia que sus maestros, en ocasiones so- lemnes sacrificaban víctimas humanas. Estas eran colocadas so- bre una gran losa,, descubríanles el pecho que les rompían para sacar palpitante el corazón, que tomado por el gran sacerdote le llevaba á la boca,"para ofrecerlo luego á los ídolos.

El pontífice llevaba el nombre de Huijatoo, grande atalaya 6 el que lo ve todo; decíanse los sacerdotes Copavitoo guarda de los dioses. (3) Estos ministros, más de una vida austera, guardaban castidad ejemplar: para evitar que cayesen en pecado, mutilaban desde niños á los consagrados al ministerio, los cuales servían en el templo en cortos años, hasta llegar á la categoría de sacer- dotes: estos niños se decían Bijana, dedicados á los dioses. (4) Era absoluto el pontífice, superior al rey y por él temido y res- petado; los pleveyos no le podían ver á la cara sin caer muertos por su atrevimiento; único medianero entre los hombres y los dioses, era el solo dispensador de gracias y beneficios: este per- sonaje trae el recuerdo del gran Lhama del Tibel, dios para los

(1) Burgo», geográfica decripcion, cap. UIL

(2) Vocabulario de la lengua zapoteca, hecho y recopilado por el M. B. padre fray Jvan de GórdoTa. México, 167S.

(3) Borgoa, geográfica descripción, cap. LXXIL

(4) Burgoa, gregráflca'defloripcion, eap. LYIII

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hombres, espíritu y oráoalo superior á todo. El pontífice no es- taba mutilado; nunca se unía á mujer; pero en ciertas fiestas le era permitido embriagarse, y entonces le llevaban solteras dis- tinguidas, que 6i salían madres eran cuidadas con esmero: si el fruto era varón, este sucedia al pontífice y nunca por elección, cual si quisiera seguirse la encarnación directa del primado.

iEln las ocasiones solemnes vestía una ropa blanca de algodón semejante á una alba, encima una como dialmática ó casulla la- brada con figuras de pájaros y fieras, en la cabeza una mitra de plumas, el calzado tejido con hilos de colores; el conjunto pre- senta cierto sabor oriental. Ceñudo y mesurado penetraba en el santuario: hacía acatamiento á los dioses y les sahumaba con el incienso; encarándose luego á ellos comenzaba á hablar entre dientes, y á medida que la oración seguía ó la inspiración llega- ba, se le veía estremecerse, temblar con sacudidas nerviosas, ha- cer visages, prorrumpir en palabras incoherentes y bramidos; los circunstantes le miraban con temor y asombro, hasta que vol- viendo del rapto decía á los fieles la voluntad de los dioses, bien pidiendo sacrificios, bien dando respuesta á las consultas que le hacían. (1) Era el espíritu de los dioses que hacía hablar á los. oráculos antiguos.

£1 enterramiento de los reyes tenía lugar con grande aparato. El cadáver estaba vestido de sus mejores ropas, adornado de plumas, joyas, collares de oro y piedras preciosa», en la mano izquierda el escudo, en la derecha un venablo; los acompañantes iban llorando; prorrunpiendo en lamentos y sollozos, y al com- pás de fúnebres instrumentos cantaban la vida y hazañas del ma- logrado señor; así conducían los despojos hasta la pira, recogían las cenizas poniéndolas en una urna, que colocaban en la cáma- ra del panteón. (2) Guando los méxica tomaron á Mictlan, desa- pareció el Httijatoo; sacerdotes y habitantes fueron traídos á Mé- xico para piorir en las aras de Huitzilopochtli.

El segundo santuario era el situado junto á Teotitlan, en la cumbre de la montaña coronada por la alta paña de Xaquija. El templo era antiquísimo y del ídolo allí reverenciado fingían ''su origen haber venido del cielo, en figura de ave, en una lu&ii-

(1) BurgoA geográfica de89ripcion, cap. Luí.

(2) Bnrgoa, loco oit.

i

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nosa constelación.'' ¿Referíase esto á la caída de algún aeréoli- to, presenciada por las tribus primitivas, recogido como el cuer- po de un dios precipitado de los cielos? El origen del culto per- díase en la noche de los tiempos; acudían los peregrinos de muy lejanas tierras á pedir remedio á sus necesidades, y el mismo ídolo daba las respuestas en acento formidable, desentonado y confuso, que no entendidas nunca por los fieles, eran explicadas por los sacerdotes como interpretes de la divinidad. (1)

El pueblo de Teticpao, llamado en zapoteco Zeetoba, otro se- pulcro, porque allí había un templo en donde se enterraba á los señores que de sangre real no tenían cabida en Mictlan; de más antiguo le decían Qaehuiquíjezaa, palacio de piedra, por el que levantaron sobre una gran losa para vivienda de los sacer- dotes. La vida futura la comprendía aquella nación á semejanza de griegos y romanos; eran los campos Elíseos, con sus jardines, aguas bullidoras, praderas fértiles, contento y satisfacción, con ferias y contrataciones, junto á una vida de juventud que no tur- baban los achaques de la vejez. (2) Esta pintura, por material ^ue sea, reposaba en la creencia de la inmortalidad del alma. En Consonancia con ella, el doceno mes de su calendario celebraban cada año la fiesta á sus difuntos; disponían en platos y jicaras gran cantidad de alimentos condimentados, que al cerrar la noche colocaban en mesas ó cañizos á la luz de las teas; las personas provectas de la familia se sentaban en cuclillas, con los ojos ba- jos sin mirar á las viandas por temor de que con su vístase ahu- yentaran las ánimas, rogando toda la noche á los huéspedes noc- turnos porque les alcanzasen de los dioses en cuya compañía vi- vían en el otro mundo, salud, buenos temporales y abundantes cosechas: estaban creídos en que las almas venían á gustar los manjares, que si bien permanecían era ya consumida la sustan- cia y esencia. Al siguiente día, sin probar lo más mínimo de la ofrenda, salían á repartirla á pobres ó forasteros, y si no les en- contraban la derramaban en lugares apartados; para ellos la co- mida aquella era bendita y sagrada, siendo gran pecado volver á tomarla una vez ofrecida á los difuntos. (3) También son estas costumbres aztecas.

(1) Burgoa, ibid. «

(2) Burgoa, geográfica descripción, oap. XXXYIII. (8) Burgoa, geográfica descripción, oap. LXXIV.

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Oaentan sus historias que un poderoso ejército méxica, enyia* ' do por Motecuhzoma II, atravezó el país, se apoderó de las tie* rras de los huares en Tecuantepec, conquisto á Xoconochco, in- ternándose triunfante en Cuaubtemallan. Reinaba á la sazón en Teotzapotlan el renombrado rey Cocijoesa, quien celoso del po- derío de su rival intentó atajarle los pasos; coligóse al efecto con el señor del Mixtecapan, del cual logró le diese veinte y «cuatro capitanías mandadas por otros tantos' esforzados guerreros, y reunido un poderoso ejercito marchó en busca de los contrarios. Se apoderó de los pueblos sometidos á México, dominó á los fe- roces mixes, desbarató las guarniciones del país de lo^ huave, entrando triunfante en Tecuantepec A la nueva de aquel descala- bro, el orgulloso monarca de los colhna envió á la venganza nu- merosísimas tropas, dando la orden á su general para no dar muerte al rebelde, sino traerle vivo á la capital para ser ejem- plarmente escarmentado. Supo Cocijoesa la tempestad que le amenazaba, y no pudiendo combatir en campo raso, se encasti- lló al otro lado del rio en la montaña que corre de Xalapa hasta una legua de Tecuantepec, construyendo muro y contramuro de lajas y peñas, abasteciéndose con víveres para un año; agua te- nía de algunos manantiales, ademas de lo cuál hizo construir ca- paces algibes* El ejercito de los mexica liego al pie de la forta- leza; mas no considerándose suficiente para dar el asalto, sentó sus reales al pió de la montaña, con intento de asediar el fuerte rindiéndolo por hambre. Durante la noche por senderos que les eran conocidos, los sitiados hacían salidas siempre costosas pa- ra los sitiadores; estos, escasos de vituallas, fatigados del servi- cios, maltratados porel clima, hacían esfuerzos inauditos por al- canzar algunas ventajas: en valde recibieron dos ó tres refuerzos, su brio quedó siempre quebrantado por la constancia y el arro- jo de los bárbaros. Los mexica estaban mermados en más de la mitad; con sus cráneos y huesos, los zapotecos habían construido* una especie de baluarte en la montaña, y perdida toda esperan- za, después de siete meses de asedio levantaron el campo, vi- niéndose á México á ocultar su derrota.

Temeroso Motscuhzoma del triunfante caudillo, ya que no pu- do vencerle, quizo atraerle por amistad; pactaron paces y alian- za, á condición que los zapoteca dí> jaran píiso frjinco por su te- nitorio á las tropas del imperio, y para sellarla, Cocijoesa casa-

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ría con una hija de Motecuhzoma^Uamada Copo de algodón^ her- mosa doncella muy amrada de su padre. Aceptado el consorcio^ estaba perplejo el tzapoteco ignorando cu&les serían las prendas de su prometida, ya que eraprobervial la astucia y mala del monarca culhua. Una tarde, estando bañándose Oocijoesa en el sitio que después se llamó el Charco de la marquesa, solo y reti- rados los sirvientes, vio aparecer delante de una moza de ra- ra belleza, de garbo y gentileza; turbado á su vista preguntóle: ¿qué quieres? ¿Quien eres? "To soy, respondió, hija del empera- dor Motecuhzoma, con quien trata de casarte, y aficionada de ta fama, pedí á mis dioses me trajeran á verte." Sacó en seguida ja- bón y jicara á usanza de su tierra, labó el cuerpo del prometido, platicaron de las bodas, con las prevenciones para ejecutarlas, y ella al despedirse mostró en la mano un gracioso lunar con bello, señal por la que los embajadores pudieran reconocerla ca- so de que su padre no quisiera entregarla, desapareció en se- guida.

Grandes y suntuosos fueron los regalos prevenidos, nobles y muchos los embajadores que á México vinieron de parte de Cdcijoe- za. Becibidos los presentes, oída la pretensión, Motecuhzoma presentó algunas de sus hijas á los embajadores, pidiéndoles es- cogieran entre ellas la que mejor les pareciese, mas no estaba en- tre ellas Copo de algodón; esta alzó disimuladamente la mano á componerse el pelo, descubrió el lunar, á cuya señal pidieron á aquella por su reina y señora; entregándola muy á su pesar el falaz rey. Conducida Copo de algodón en hombros de sus vasa- yos, festejada suntuosamente de posada en posada por todo el camino, llegó á Teotzapotlan, donde se verificaron los desposo- rio3. con variedad de regocijos y «araos, deslumbradores final los que pintan los cuentos de hadas. Leyendas infantiles de los pue- blos cemicivilizados, que hacen sonreír por candidas y bien sen- tidas.

Pasado algún tiempo, llegaron emisarios del emperador pi- diendo á su hija le descubriese los lugares donde tenía sus fuer- zas y depósitos de armas el rey zapoteca, pues & la sombra de la paz pensaba entrar con poderoso ejército en la tierra, á fin de vengar el reciente descalabro; Copo de algodón ofreció hacerlo, mas ayisó de ello á su esposo, y Cocijoesa tomó en seguida tales precauciones de defensa, que Motecuhzoma se vio obligado á

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desistir de su empeño. Mucho se amaron los desposaos siendo fruto Cocijopij, rayo del aire, quien siendo mancebo fue nombra- do rey de Tecuantepec. Cuando comenzaba á gobernar, poco tiempo antes de la venida de los castellanos, sus vasallos le pi- dieron inquiriese el significado de una pintura que en sus tie- rras había. ''Está en distancia de cuatro leguas de este sitio de "Tehuantepec, otro que llamaron Guixipecocha en su lengua, y "hoy es pueblo de la Magdalena, en el campo cerca de un arro- "yo, un peñasco de hasta quince o veinte ee^tados de alto, y oer- "ca de la cumbre una prodigiosa figura de tiempo inmemorable "de su antigüedad, y entre las peñas á distancia de doscientos pa- uses, se ve una estatua de un religioso, con hábito blanco como "el nuestro, sentado en una silla de espaldar, la capilla, puesta, *la mano en la mejilla, vuelto el rostro al lado derecho, y al "izquierdo una india con el traje y vestido que hoy usan de co- **bija ó manto blanco, cubierta hasta la cabeza, hincada de rodi- *llas como cuando en este tiempo se confiesan." Cocicopij acce- dió á la súplica, dirigiéndose al santuario que entonces había en la laguna llamada hoy de San Dionisio, donde se'adoraba al C07 razón dd reyno; revistióse las insignias sacerdotales, consultó al dioi, y después de mucho tiempo que el sacrificio duró, tornó á la muchedumbre que le esperaba diciendole con semblante tris- te y acongojado: "Hijos mios, lo que me ha respondido el gran "dios es, que se ha llegado ya el tiempo en que lo han de echar "de esta tierra, porque presto vendrán sus enemigos de donde "nace el sol, y serán unos hombres blancos, á cuyas fuerzas y "armas no han de poder resistir todos los reyes desta tierra." (1) Esta creencia, común á todos los pueblos de Anáhuac, determinó á los zapotecas á entregarse sin combatir á los castellanos.

Los zapoteca eran más civilizados que los mixteca. Usaban 'del calendario primitivo y no les era desconocida la escritura je- roglífica. Oonocían las virtudes medicinales y las aplicaciones útiles de las plantas, de las gomas y de los bálsamos; ^eran pri- morosos en el arte da fundir los metales, sobresaliendo en la construcción de dijes y adornos de oro y plata; sabían curtir con perfección las pieles, aplicándolas á sus pinturas, vestidos y usos domésticos: como arquitectos quedan todavía las ruinas de sus

(1) Burgoa, geográfica descripción, cap. LXXn.

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fortificaciones, palacios j templos. Llevaban por traje una á ma- nera de turca sin maiigas ni cuello, de algodón, pintada á su usan- za, que les llegaba á las rodillas, y á los principales hasta los pies; la gente menuda solo jtraía un maxtlatl para tapar sus ver- güenzas; dejaban crecer el pelo, se lo trenzaban y dejaban colgar á la espalda.

Bodeados por los zapoteca y confinando al S. con el Océano Pacifico, se encuentra una fracción de chontales (Estado de Oaxaca); era un pueblo bárbaro y feroz, rudo de costumbres, sin vestidos para cubrirse, sin habitaciones, muy atrazados en civi- lización. Al E. tenían á los triquis, tribu también salvaje, redu- cida hoy á cuatro pueblos.

Los huaves ocupan al presente las lagunas australes del iztmo de Tecpantepea Tienen al O. á los zapoteca; al N. á los zapoteca y á los zoques; al¿E. al Xoconochco;al S. el Pacífico, quedan redu- cidos á xsinco pueblos. Los indios de San Dionisio Tepehuazotlan llaman en su lengua Duicquialoi, mar superior, á la laguna más bo- real y Duicquialiai, mar inferior, á la más austral; dividen ésta en dos partes por una línea que juntaría]el canal de Santa Teresa con la boca barra, y nombran JDuicnamnlet, mar de Poniente, á la del O. y Duicnahiianot, mar de Oriente, á la del E.: dicen al Pacífico Nadamduic, mar grande, y las islas se conocen por Monapoatiac y NcUartiac. (1).

Los huaves ó huavi son originarios, según parece de Nicara- gua; sin saberse la causa, dejaron su país, fiando su vida á sud frágiles embarcaciones, costearon la mar rumbo al N., desem- barcando en las playas del iztmo. Aquel país estaba ocupado por los tnixes, quienes de buen grado cedieron las llanuras por estar acostumbrados á vivir en las montañas, ó bien fueron ven- cidos y rechazados á las alturas. Los huave se extendieron has- ta Tecuantepec y Xalapa, ocupando una gran extensión de tie- rras fértiles, donde vivían contentos y felices-, cultivando el sue- lo y haciendo de su nueva patria un vergel. Los méxica en el reinado de Motecuhzoma 11, conquistaron el país imponiéndole tributo; siguióse inmediatamente la invasión de los zapoteca al

(1) Beoonocimiento del iztmo de Tehuantepeo mandado practicar porD. José Qaray en los afioa 1842 y 1843. México, 1844. Pág. 7.

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mando de Oooijoesa, con cuyo motivo perdieron casi todo su te- rritorio, quedando reducidos á las islas de las lagunas.

En la isla donde boy se encuentra el pueblo de S. Dionisio del mar, hay un montecillo conteniendo una extensa gruta: era éste un santuario venerado de los zapoteca, consagrado á la divinidad que tenia por nombre, Alma y Corazón del reyno. Las paredes de la gruta estaban labradas, teniendo altares para los ídolos. Pensaban del Alma y Corazón del reyno que, cual otro gigante Atlas, sustentaba el mundo sobre sus hombros, y para que la comparación sea ' completa, decían que cuando vacilaba ó se meneaba, la tierra se extremecía con terremotos: de su poder dependían los buenos temporales, las victorias contra los ene- migos. (1)

Lindan los mixes al N. con los nahoa y los zapoteca; al O. en parte del S. con los mismos zapoteca; al S. y al E. con los zoques. Pueblo bárbaro, parece anterior á los zapoteca; en lo antiguo ocupó la tribu más amplio terreno, de parte del cual fué despo- seida, ya por los huave, ya por sus sempiternos enemigos los zapoteca. Cazadores valientes y atrevidos lidiaban contra las fie* ras de su montañoso país, ''de su naturaleza son arrogantes, al- "tivos de condición y cuerpo, y todo lo dice el tono de la voz "con que hablan siempre á gritos, y aunque los más atribuyen ''esta ruidosa articulación á su natural desmedido y enojoso, he "advertido que lo intratable de las sierras les ha hecho de cos- "tumbre natural la vocería> porque siendo los montes seguidos "nnos tras otros tenían en barrancas profundas sus habitaciones, "entre selvas que sacude el viento, y entre arroyos que se preci- "pitan en raudales, y de todo resulta tan confuso murmullo, que "era menester para entenderse hablar en sobreagudas con des- "entonado estruendo." (2) Estos intrépidos montañeses defen- dieron palmo á palmo su suelo contra sus más adelantados ve- cinos, y más de una vez triunfaron de los invasores blancos.

En cierto tiempo no determinado, los mixes estuvieron man- dados por un poderoso señor llamado Cóndoy, cuya residencia estaba en la serranía del Cempoaltepec, sobre unaeminencia ha- da el S. cerca del pueblo de Atitlan, en una gran gruta escondi-

(1) Bargoa, geográfica descripción, cap. 71, 72 j 75.

(2) Bnrgoa, Geográfica descripción, cap. LVI.

26

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da entre los riscos de la montaña. Condoy era on bravo guerra* roy miedo de sus enemigos y ante el cual los peñascos más alti- vos se humillaban inclinándose en señal de obediencia; salía de su madriguera al frente de sus mejores soldados^ llevando el ex* terminio y el saqueo á sus comarcanos. Oansados de sus depre- daciones aliáronse zapoteca y mixteca, desbarataron á los mero- deadoreSy logrando encerrar al jefe en la gruta de Atitlan, á cu- ya boca pusieron leña encendida, sofocando con el humo al ven- cido Oondoy. Si ésta es la versión de los vencedores, en contrario aseguran los mixes, que el Oondoy no tuvo padres, salía en edad perfecta de la gruta á gobernarlos y defenderlos, y no le mató el rey de Teotzapotlan, sino que cuando se hubo cansado de la guerra, acompañado de gran número de soldados llevando mu- cho oro y los despojos de sus enemigos, se entró por la cueva» tapó la puerta y se fué á provincias lejanas. Después tenían allí los mixes el sepulcro de sus señores y distinguidos capitanes (1).

La crónica dominicana que seguimos, refiere haciendo el elo- gio de Fr. Juan de Ojedo, visitador de los mixes, que subió á la cumbre de la montaña Oempoaltepec, '^y vido aquella cima que ^'descuella sobre las nubes, y tocó con sus manos la tierra me- ''morable de un peñasco con lo raso de una mesa que hace, y en ''él esculpidas dos plantas como si las esculpieran á cincel, con ''todos los músculos y forma de los dedos como si se imprimie- "ran en cera, y la tradición de los indios desde su gentilidad es, "que la tuvieron de sus mayores, y dejaron escritos en sus pieles "y caracteres, que un hombre blanco y anciano que vino de la "mar del Sur, con el hábito que pintan á los apóstoles, había Ue* "gado á estos mixes, y predicádoles en su lengua algunas cosas "del Dios verdadero que habían de adorar, y los naturales de es- "ta nación lo quisieron matar, y que subiéndose á aquella peña "dejó estampadas las huellas, y po le vieron más (2)*'

La tradición de la venida de hombres blancos y barbados la vemos derramada hasta los pueblos más australes; pero entre las naciones cercanas á la costa del Pacífico, el aparecimiento de la raza extrai^era fué por aquel Océano en contraposición á los méxica que la señalan por el Atlántico: en todos los casos, los

(1) Burgoa; geográfica desotipoioii, cap. LX. 7 LXI

(2) Bargoa, geográfica descripoioiiii oap. IX

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extranjeros Tienen ensañando nuevas doctrinas religiosas. Acaso ambas tradiciones, reunidas malamente en una sola por los es- critores, se refieran á la venida de distintos predicadores, perte* necientes los unos á Europa, los otros al Asia. La cruz de Hua- tulco también la trajo un hombre extranjero. Según los mixto- ca 'Meron venir por la mar, como si viniese del Perú, un hom- ^re anciano, blanco, con el traje que pintan á los apóstoles de ^túnica larga, ceñido y con manto, el cabello y barba larga, abra- ^sado con aquella cruz, y espantados del prodigio acudieron mu* '^chos á la playa á verle, y él los saludo muy benévolo y manso ''en su misma lengua natural, que es mixteca y algunos dias es- '^vo con ellos enseñándoles muchas cosas que no pudieron en- 'tender, que lo más de los dias y las noches se estaba hincado ''de rodillas, que comía muy poco, y cuando se quiso ir les dijo, "que les dejaba allí la señal de todo su remedio, y que la tuvíe- "sen con mucha veneración y respeto, que tiempo vendría en que "^es diese á entender el verdadero Dios y Señor del cielo." (1)

Oosa singular son las señales en las rocas de pies y manoSi es- tampadas de un modo milagroso. Las plantas impresas en el Oempoaltepec traen á la memoria las huellas de los pies de Bud- ha, en la parte superior de una elevada roca, llamada Pico Adán por cristianos y musulmanes, Samanhda por los cingaleses, en la isla de Seylan. "Esta señal pedrestre ó aripada^ data del ter- "cer viaje de Budha á Ceylan, snbió á las nubes elevándose so* '^re la montaña, la cual se levantó de su base, recibió en el aire 'la impresión del pié sagrado, y en seguida cayó en el lugar que "hoy ocupa." (2)

Los zoques se extienden por los actuales estados de Oaxaca, Ghiapas y Tabasco, lindan al N. con los mexicanos y los chonta- íes; al E. con los tzendales, zotziles y chiapanecos, al S. con Xo- conochco; al O. con los huaves, mixes y tzapoteca. "Los zoques "(en la actualidad) habitan la región montañosa del E. del itsmo "de Tehuantepec, desde el valle de Chicapa al S. hasta el rio del "Corte al N.: ocuparon primitivamente una provincia chica, si- "tuada en los confines de Tabasco, y fueron sometidos por la ex- "pedidon que llevó á Ghiapas Luis Marin. Se parecen en algu-

s

(1) Bnrsoa, geográfica desoripoion, cap. LXIX. *

(2) darel, histoire pütoreoque dM reUgions, tom. 1, pág. 382.

s

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''nos de sus rasgos á los mizes; pero son de formas más atlétioas» **j se les distingue fácilmente por lo marcadas que tienen las fac* "ciones, y la rara costumbre de afeitarse la corona de la cabeza. "Gustan desenfrenadamente de licores, son ordinarios y yulga- "res en sus modales pero son pacientes, sufridos é industriosos. "Cultivan grandes cantidades de naranjas deliciosas, maíz y ta* 'l)aco en los trechos de tierra abierta en la sierra, y tienen en to "do el itsmo una celebridad merecida los efectos que fabrican de ^'ixtle y de pita. Mentalmente son de una ignorancia lamentable^ "pues las ideas de la Divinidad y la religión son vagas é indefi- "nidas." (1)

Los chiapaneca tienen al N. los zoques y zotziles; al O. los zot- ziles; al S. el Xoconochco; al O. los zoques. Varias veces hemos mencionado esta tribu, sin disputa una de las más antiguas en Anáhuac; ellos en sus tradiciones se decían los primeros pobla- dores del Nuevo Mundo. De los autores, unos los hacen origi- narios de Nicaragua, diciendo que se situaron sobre el peñón ás* pero que está en la orilla del rio de Chi apa, manteniéndose siem- pre en guerra contra la guarnición mexicana de Zinacantlan. (2) Otros les hacen descender de los toltecas y de la familia de los kicheés. (3) Decían también que los primeros pobladores habían venido de la parte del Norte, y que, cuando llegaron á Soconus* co, se separaron, yendo los unos á habitar el país de Nicaragua^ y permaneciendo los otros en eT de Chiapan. Esta nación, según dicen los historiadores, no estaba gobernada por un rey, sino por dos jefes militares, nombrados por los sacerdotes. Así se mantuvieron hasta que los últimos reyes mexicanos les sometie- ron á aquella corona. Hacían el mismo uso de las pinturas que los mexicanos, y tenían el mismo modo de computar el tiempo; pero empleaban diferentes figuras que aquellos para represen- tar los años, los meses y los dias.*' (4) Sus principales ciudades eran Teochiapan, Tochtla, OliamuUa y Tzinacantlan; vivían con los quelenes cuya población principal se decía Teopixca.

La última provincia á este rumbo es la de Xoconochco, perte-

(1) El itsmo de Tehaantepec. Besultado del reconocimiento por el mayor J. B. Bamaxd; México, 1852. Fág. 285.

(2) Bemesal. Hist. de la provincia de Chiapa y Guatemala, lib. V, cap, XIIL

(3) Juarrofl, tom. II, p¿g. 64.

(4) ClaTÍgero, hist. antigua, tom. 1, pág. 99.

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neciente hoy al Estado de Ohiapas. En lo antiguo, el reino de ios mames se extendía por el partido de Guegüetenango, ana frac- oion del de Qaetzaltenango, y el Xoconochco, con su capital del mismo nombre. (1) Los mames era un pueblo antócton, que ha- bitó la provincia desde tiempos muy remotos; los olmeca llega- dos de la parte de México les redujeron á servidumbre; emigran- do una fracción de los vencidos á Guatemala. Quienes en Xoco- nochco quedaron fueron invadidos aún por los tolteca, empuñan- do el cetro del reino mame, uno de los hermanos de Nímaquiché. Este nuevo señorío sostuvo porfiadas guerras contra sus vecinos los kicheés, hasta que el rey de éstos, Kikab II, les derrotó, obli- gándales á ocultarse en los bosques. Ahuitzotl, octavo empera- dor de México, se apoderó del Xoconochco, quedando desde en- tonces sujeto al tributo. (2)

Yolviendo ahora á las costas del Golfo, hemos visto que por allí se encontraban los cuexteca y los totonacos. Entre éstos al O. y terminando en el actual rio de Alvarado, al E. se extendía la provincia de Cuetlachtlan: con su capital del mismo nombre (hoy Cotasta): la parte de la costa en donde desembarcaron los

castellanos y en donde actualmente está el puerto de Yeracruz,

se llamaba Chalchiuhcuecan. Entre la anterior y el rio Coatza- coalco corría la provincia de la misma denominación, última por aquel rumbo perteneciente al imperio.

En las dos anteriores provincias se hablaba lengua nahoa, co mo igualmente en otros pequeños señoríos que ocupaban la par- te central del país, de los. cuales eran los principales del otrQ la- do de las faldas del Popocatepec, Tepostlan, Yautepec, Huazte- pec, Chictla, Ytzocan, Acapetlayocan, Cuauhquechotlan, Tehua- can, Atlixco, etc., correspondientes hoy, unos al Estado de Pue- bla^ otros al de Merelos.

Todo el país estaba lleno de abundante población, cuidadosa- mente cultivado, con ricas ciudades y multiplicados villorrios. Bajo todos esos aspectos era superior el Yalle de México, centro de la civilización azteca, en donde no solo se alzaban las capi- tales de las principales monarquías, sino otras muchas ciudades de importancia. México Tenochtitlan, .capital del imperio, oou-

(1) Jaarros, tom. 2, pág, 9.

(2) Torqnemada, lib. III, cap. YTi. JoanoB, loeo oit

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paba el lugar que ahora; pero como las aguas del lago inradían una gran extensión^ la cindad estaba construida sobre una isla. Fuera de Tlacopan y de Texcoco, capitales de sus respectivos reinos, se contaban las ciudades florecientes de Chalco, Xochi- milco, Mizquic, Ouitlalluac, Itztapalapan y Ouaubtitlan, cabece- ras de otras tantas provincias conquistadas; Culhuacan, capital del extinguido reino de los colhua; Atzcapotzalco, que lo fué del reino tepaneca; Xaltocan, de una provincia otom!. Se veían ade- mas Otompa, Mexicatzinco^ Huitzilopccbco, Coyoliuacan, Aten- eo, Coatlichan, Huexotla, Chiauhtla, Acolma, Teotíbuacan, Izta- palocan, Tepetlaoztoc, Tepepolco, Tizayocan, Citlaltepec, Ooyo- tepec, Tzompanco, Tultitlan, Tetepanco, Ehecatepec, Tequix- quiac, &C. (1) Al N. ToUan, capital que fué de los tulteca, y más allá las ciudades de los otomíes, de IsCs cuales eran principales Xilotepec y Nopalla.

Dentro del imperio existían tres estados independientes. La llamada república de Tlaxcalla confinaba al O. con el reino de Acolbuacan; al S. con CboloUan y Huexotzinco, y el señorío de Tepeyacac, sujeto á México; al E. con provincias del imperio; al N. con los totonacos por la provincia de Zacatlan: su capital, Tlaxcalla. Sus límites corresponden casi exactamente á los del actual Estado de su nombre, pues por privilegios antiguos fue conservada la demarcación. Sus fronteras estaban guardadas por broncos otomies, atraídos á su territorio por la señoría.

CfholoUan, ciudad teocrática y libre, gozaba de corto terreno, perteneciéndole el sitio llamado Cuetlaxcoapan donde los espa- ñoles fundaron Puebla de los ángeles: es antiquísima, sin acer- tarse á saber quiénes fueron sus fundadores. La construcción de su gran pirámide se atribuye por la tradición al gigante Xelhua, lo que quiere decir, que pertenece á las naciones primitivas des- conocidas á los pueblos modelrnos. En la estampa de la peregri- nación azteca consta, que los chololteca se lea unieron; mas des- pedidos con las demás tribus, caminaron al S. viniendo á esta- blecerse en Cholollan, ya de muy antiguo fandada, de la cual tomaron nombre, en lugar de comunicarlo á la ciudad. Desde ñu tiempo primitivo aparece como un santuario venerado, Se dioses que no dejaron nombre; residencia por algún tiempo de

(1) OlATigero, tnm. 1, pág. i.

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Qaetzalcoatl, al maroharse el tanmatargo los sacerdotes le to- maron por patrono, adorándole como á dios del fáre: los cholol- teca eran de la familia nahoa» y bien por esta cansa, bien por el contacto de los méxica, adoptaron el cnlto general, con profasion de penitencias j sacrifióios. En los tiempos modernos se llama- ba Santuario de todos los dioses, acudiendo turbas de romeros de las provincias más remotas á pedir remedio á sus penas. La ciudad santa contaba tantos templos como dias el año, cada uno con dos ó tres altas torres, lo que bacía subir el número de ellas á cuatrocientas, descoyando entre todas las del templo mayor, lia afluencia de peregrinos y la aplicación de los sacerdotes de- terminaba que el número de sacrificios fuera grande; según afir- man, solo de niños perecían seis mil en cada ano.

Contaba la ciudad veinte mil casas de cal y canto, sin otras tantas repartidas por estancias y aldeas: las calles anchas y bue- nas; los templos blanqueados con cal ó yeso. Los habitantes andaban vestidos de algodoií, labrado con plumas y pelos de co- nejo, aunque por las leyes suntuarias los pobres solo usaban te- las de nequen; eran de buen tamaño y parecer; las mujeres tra- bajadoras y entendidas 6n sus haciendas; los hombres buenos mercadares, oficiales de todas ^rtes, sobresaliendo en la alfare- ría, que al dicho de los castellanos^ ''fué la loza tan hermosa y ''delicada, como la de Florencia en Italia." El gobierno era teo- crático, ejecutándose las cosas de la guerra por un capitán asis- tido por el consejo de seis nobles. Los españoles encontraron pobres mendicantes, que no eran permitidos en ningún otro lu- gar, y allí se toleraban por ser penitentes que venían en ro- mería. (1)

Huexotzinco estaba situado en las quebradas del Popocatepec, y fue trasladado al lugar que ahora ocupa por los religiosos franciscanos: (2) fue ciudad populosa, á la que se atribuyen cua- renta mil vecinos.

Tlaxcalla, OholoUan y Huexotzinco no debían su independen- cia al número ni al valor de- sus guerreros, sino al pacto de la guerra florida ó sagrada, según en su lugar veremos.

(1) Torqnemada, lib. m, oap. XIX.

(2) Toiqaemada, lib. m, cap. XX.

CAPITULO n.

TLA.COPAN. TEXCOCO.— SEÑORÍOS INDEPENDIENTES. JSeino T¡acapan,^Mazahiui.—Beino de Texeoco.^MttstiUcm.'-Reino de Mick-

huacan. Bdno de Colima,— Reirio de XaUxeo y pequeños eehorioe independientee^ Otamies. Iztacchiehimecá. —Ooras. -^Tepecanfis, Huióliolee. CoJoUanee. Caacanee. Tepehua 7ies. —Aeaxeeé, —SabcUbos, —Xixmee, Tebaca. Siruríoajf nu diferentes tribus,— CaMtae,^Pimae y sus divisiones.— SérCs.-^OpíUas y sus <tfine9. ^'California y sus gentes.

EL reino de Tlacopan, el más pequeño y de menor importan- cia de los coligados, se componía de algunas poblaciones tepaneca y de la provincia de los mazaliua; su capital Tlacopan, (hoy Tacuba), en la margen occidental del lago. Comunicábase con México por medio de una amplia calzada construida sobre las aguas. Los mazahua ó ma^ahui tienen al N. á los tarascos y otomíes; al E. los otomíes; al S. los otomíes y matlatzinca; al O. los tarascos: su lengua es de la familia otomí. La posición geo- gráfica de la tribu indica, que es contemporánea, ^\ no más an- tigua que su congénere.

Confinaba el reino de Texcoco al N. con el Huaxtecapan; al con Tlaxcallá, al S. con el Imperio de México; al O. con el la- go y con el imperio. Los lindes no estaban bien definidos en los dias de la conquista española, pues los reyes de México que pa- ra entonces se habían sobrepuesto á sus colegas, tomaban para

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lo que les conyenáa ooa desprecio de los tratados. Su exten- sión por otra parte yarió oon los tieo^pos, según fué imperio chi- ohimeca, proYÍncia sujeta á los tepaneca, reino de Acolhuacan.

Para darnos cuenta de lo que era en su último período, vamos i copiar dos documentos auténticos. El primero es una nómina de las poblaciones sujetas á Texcoco en los tiempos de Neza- hualoojotl y de Nezahualpilli, tomada de un antiguo MS. mexi- eanoy traducido del original por el Sr. P. José Fernando Bamí- re^i quien me franqueó una copia. Dice así:

"Las cabeceras que pertenecían al reino de Tetzcoco, eran:

Huexotlan

Coatlichan

Ghimalhuacan

Otompa

Teotihuacan

Tepetlaoztoc Ouauholiinanco Acolman Tepechpan

Chiauhtlan Chiulinauhtlan Tollantzinco Xicotepec

Tezojocan Tetzcoco Pantlan

"Pueblos que solo iban á servir á Tetzcoco:

Ooatepec

Iztlapalocan

Papalotlan

Xal tocan

Ahuate pee

Oztototicpac

Axapoclico

Aztaquemecan

Tizajocan

Tlallanapan

Tepepolco

Coyohuac

Oztotlatlauyan

Aohichilacachyocan

Tetliztacan

Tliltzapoapan

Tecpanmolanco

Tenchol

Xococapan

Tamazollan

Teocuauhtla

CbamoUan

Chicontepec

Teonochtlan

Teccizapan

Xocotitlan

Xocliimilco

Ahuatlan

Cozcat^cotlan

Ayacaclitepec

Tecatlan

Xicallanco

Patzoquitlan

Cauchicol

Tonallan

Temoac

Cozoquentla

Tlapalícbcatlan

Cihuatlan

Tlacotepec

Tziuhcoac

Macneztlan.

El segundo MS. que también debí á mi muy sentido amigo el Sr. Bamírez, es éste:

^*, y para que á Y, mag le conste que era la provincia de

'Tezcuco al tiempo que el dicho vro. capitán (Hernán Cortés) vi-

"no á esta nueva españa estaban debajo del dominio é señorío

26

i

202

''del dicho mi tio (Oacainaizin) 6 de la cibdad de Tezcnco los "pueblos y proyincias siguientes:

''Otúmba (Otompa) con su snbjeto qnestá en inra real ooroíÚL

'^Teipeapnlco Qon su snbjeto, &.

"Ahnatepeo Guanhtlantzinco Tiánqnilncan Tepetlaoztoc

''A^apnchclio Coatepec Iztapalnca

''Todos los sobredichos pneblos estaban señalados 6 dedica- ''dosr para el servicio^de la casa de dicho señor.

''Los pneblos que mis pasados ganaron por gnerra donde te- "nían renteros 6 tierras son los siguientes:

"T.ulancingo (Tollantzinco). En Ohaloo, cierta parte del que "está en yr. real corona.

*'Acoac. Tuchpa. En Ouauhnahuac, cierta parte del ques del "marques del Valle-

"Tlatlauhtepec. Tuchtepec. Toluca, cierta parte del <fuestá "encomendado al marques del Valle.

"Tlalcotzauhtitlan.

"Los pueblos donde tenían caballerías ganadas por sus per- "sonas:

* "En Azcaputzalco En Ouauhtitlan En Tepo^otlan "En Suchimilco En Taouba En Ecatepec "En Cnauhtiapa En Aticpac EnTaltiÜan "En Huacalco . En Ouyuacan En Ohicoloapa

"Los pueblos que partían los tributos entre México y Tezouco "y Tacuba son los siguientes:

"Goayxtlayuacan (Coaixtlahuacan). Ayli^apan (Ahuilitzapan). "Cuauhtuchco. Tepeaca (Tepeyacac). Ootlaxtlan (Cuetlachtlan).

"Los pueblos queran comarcanos & la dha cibdad de Tescuco "aubjetos que tributaban á la dha cibdad son los siguientes:

"Huexutla Tepechpa Papalotlan Xicotepeo

"Coatlichan Chiconauhtla Oempoallan Pahuatlan

"Chimalhuaoan Te^ayuca Oztoticpao Tlaoulultepeo

"Aeulma Tlalanapan Teutivuacan Papalotiopao.

"Todos estos dichos pueblos arriba contenidos solían ser sub- ^etds desta dha dbdad^de Tescuco é tenían en ella sus casas é

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''tributaban é obedecían al señor de Tescuco 7 no á otro alguna **6 como vino Tro capitán don hemando cortes nos quitó é des- "poseyó de todos los dichos pueblos 7 nos dexó tan solamente '% cabecera ques la cibdad de Tescuco con qiuitro subjetos que ''se llaman Yuexutla (Huexotla), Coatlicban, Chiauhtla, Te^ayu- ''ca é no más, &o. (1)

El re7no se decía de Acolhuacan, ''que es tanto como dbcir. "tierra 7 provincia de los bombres hombrudos» 7 por la misma "razón al lenguaje que generalmente en toda esta provincia ha- "blan llamaron AcolhuatlatolL" El cronista de quien tomamos estas palabras asegura, que en los tiempos de su gentilidad el reino, "corría prolongado desde el mar del Norte á la del Sur, "con todo lo que se comprende á la banda del Poniente hasta el "puerto de la Yeracruz, salvo la ciudad de Tlachcala 7 Huexo- "tzinco 7 de presente la tiene tan corta 7 estrecha que |no pasa "de diez leguas por lo más largo, 7 de travesía apenas tiene dos." (2) Evidentemente que la demarcación se refiere á los tiem- pos de los señores chichimeca, 7 ni para entonces abarcaba to- da la extensión indicada; mermáronse mucho los términos des- pués, 7 en la época de la conquista ocupaba el lugar que le se- ñalamos, correspondiente á una fracción del actual Estado de México 7 á una parte del de Hidalgo. Texcoco, la capital, esta- ba situada en la ribera del lago, tan importante como México, era ma7or que ésta en extensión, supuesto que Huexotla, Coa- tlichan 7 Ateneo estaban á ella tan unidas que eran como sus arrabales. (3) Le correspondían como pueblos importantes Otom- pan, Tepepolco, Ohiauhtla, Tetzo70can 7 Tepetlaostoc' La gru- ta de Cnauh7acac distante como una legua de Texcoco, en la

(1) "Sacado de xm memorial dirigido al rey por^"I>on hemando pimentel nex* '^aTvaloayittl, (Kezahoalooyotl) oaciqae y gobernador de la proyinoia de Tez-

"caco... .i. hijo legítimo de Cuanacotzi y nieto de Ne^avalpitzintli, sefiorea qae fae- "ron de la provincia de Tezouoo, &c., &c." El original no tiene fecha ni firma, ''mas es antiguo j, aegan parece, el Borrador del autor. Pertenece á los fragmen- **tos del mnaeo de Botorini, eonservados en el Museo, y se encuentra listado en él "Inyentario 2. ^ ntím. 26, del que formó D. Patricio Antonio López en 15 de Juli» ''de 1745, y cuyo original existe en el Archivo."- -Kota del Sr. D. José Femando Bamírez.

(2) Belaoion de Tezoooo escrita por Juan Bautista Pomar, descendiente de sus antiguos reyes 1582. MS. en poder de nuestro amigo el Sr. García Icazbalceta.

(8) dayigero, tom. 1, p¿g. 2.

«

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montaña, es tan capaz qne puede albergar oómodamente dos- cientos hombres, célebre por haber servido de habitación á los . chichimeca, así como otras varias que se encuentran en la co- marca (1). Pertenecían á Acolhuan

Gempoalla Tlaquilpa Tzacuala Tecpilpa

Huitznahuac Atlican Acxotla Tlalnexpa

Tecpa Coatepec Mexotxoc Tetzahuapan

Qaijahuac Nopalapan Tlatecomulco Necuametepeo

Ahuacuauhtitlan Hueytepec Tzapotlan

Pero Cempoalla, Tlaquüpa y Tecpilpa con los pueblos de su jurisdicción, pasaron á ser parte del imperio de México, acudién- dole con navajas para las macanas, j una canoa que en señal de tributo llevaban á la capital: Ahuitzotl les impuso la carga de tributar mantas, gallinas y todo género de volatería (2)

Epatzoyocan con sus barrios Tezcacohuac, Ouachalcac, Tza^ potla, Tepa, Oztotlatlauhco, Oztoyuca, Xala y Tochatlauhco, pertenecieron á Acolhuacan, y en el reinado de Itzcoatl queda- ron por mitad para México y Tezcoco, á fin de que tuvieran los imperiales navajas para sus macanas que en su ciudad no te- nían. En la época de Itzcoatl quedaron bajo el dominio de Mé* xico, Pachuea, Tzontepec y Temazcalapa, quedando para Texco- co los pueblos de Tetliztacan Tepechichilco, Tianquizmanalco y Cihuayuca (3).

Lastres monarquías coligadas, México, Texcoco, Tlacopan, dominaban sobre las provincias enumeradas; su territorio cons- tituía el Anáhuac propiamente dicho; representaban la civiliza- ción nahoa. Por medio de la conquista habían sujetado á su do- minio las tribus de diversa filiación etnográfica, entre las cuales habían infiltrado sus costumbres, &u saber y su culto; sus cono- cimientos eran la herencia recibida de los tolteca, y las tres na- ciones que fundaron los reinos, méxica, acolhua y tepaneca, que

(1) Juan B. Pomar, MS..

(2) Relación de Sempuhuala del corregidor Luis Obregon: 1580: MS. en poder del Sr. D. Joaquín Gharcía Icazbalceta.

(3) Belacion de Epazoynoa por el corregidor Luis Obregon: 158). Belacion de Teiliztaca por el corregidor Luis Obregon: 1580. MdS.. en poder del Sr. D. Joaquín Oardá loazbaloeta.

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de la misma cepa Tenían, no hicieron otra cosa que extenderlo»*

y mejorarlos.

A esta misma civilización correspondían algunos estados inde- pendientes. El señorío de Metztitlan (en el Estado actual de ]^i- dalgo) comprendía las provincias de Molanco, Malila, Tlanohinol- ticpac, Yamatlan, Atlihuetzian Xochicoatlan, Tianquiztenco> Hua- zalinco j Yahualica. Yahualica al E. era presidio j frontera contra los cuexteca, Xilitla al O. confinaba con los bárbaros chicbime- ca; terminaba al S. en Zacualtipan, al N. tenía las tribus salva- jes: era por este rumbo el término de los pueblos civilizados.

Pronterizo con Acolhuacan, entrambos se!,liicieron guerra casi continua.

''El nombre de Metztitlan proviene dicen los naturales, de qu& los primeros moradores desta provincia, cuando tuvieron guerras con las provincias circunvecinas, tenían costumbre de dar asal- tos en los enemigos las noches que hacía luna, 7 pQr maravilla daban batalla de dia, 7 así les llamaban los metztlitlaneca, que quiere decir, los de la luna. Otros dicen que el nombre de Metz- titlan tuvo origen de una luna pintada, que está en un cerro al- tísimo 7 agudo, 7 por la parte del Norte está de peña tajada, 7 en la misma pena está pintada una luna '7 un escudo con cinco pintas, á manera de d&dos, que parece cosa imposible que hom- bre humano ni con ningún artificio pudiera hacer aquella pintu- ra; 7 ansí los habitadores desta provincia en su principio llamar ron este lugar de Metztitlan, que quiere decir junto á la luna.'* (1)

Los habitantes hablaban el azteca, algo corrompido. La reli- gión era la mexicana, teniendo por dioses principales á Tezcatli- poca, Ometochtli 7 Hue7tonantzin: como dioses propios nom- braban las dos mujeres Aochitlachpan 7 Tecpaxoch 7 los cua- tro varones Ytzcuin, Hue7tecpatl, Tentemic, 7Nanacatltzatzi. Los- a7unos, penitencias 7 sacrificios eran los del derictual de Mé- xico. Dos grandes sacerdotes tenían en su templo principal, nom- brado Chicuei Aochitonal 7 Ghionei Ocelotl, los cuales caso de muerte eran electos por el señor. Estaban regidos por un jefe ó soberano, asistidos de dos ancianos para administrar justicias. Los nobles casaban con cuantas mujeres querían, la gente baja

(1) BeUcion da la proyincia de Metztitlan por el alcalde mayor Gabriel de ChATez: 1579. MS. del Sr. García Icazbalceta.

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solo podía tener una; mas á todos era permitido el rupedio por voluntad ó enojo. Las leyes, sin embargo, castigaban el adulte- rio, así como el homicidio, la delación y el falso testimonio: los prisioneros eran irremisiblemente' sacrificados. "Las armas de que usaban eran arcos y flechas de gran fuerza y certesisima puntería, varas tostadas, de braza y media de largo, con puntas de pedernal; tirábanse con unos sarmientos ó correderas, que lle- vaban más fuerza que una jara de una ballesta; espadas de palo con filo de navajas. Las armas defensivas eran rodelas de ca- nas macizas, que llaman otlatl, endidas y menudas, de medio de- do de ancho, atadas unas con otras muy fuertemente, un lienzo ó cañizo de largo á largo y otro atravesado; y por ser esta made- ra tan dura como hueso y llevar tortísima contestura, es bastan- te á reparar el tiro de una saeta de ballesta castellana. Oou es- tas rodelas se escudaban y defendían de las piedras, que con hondas se tiraban, que es una de las más dañosas armas ofensi- vas que usaban." (1)

Pasando ahora al !N0< encontramos el reino floreciente de Mi- chhuacan. Dejando para su lugar lo correspondiente á su histo- ria, fijaremos sus límites copiando lo que ya hemos dicho en otra parte. El P. Beaumont, que escribió en vista de los planos y de los documentos de les tarascos, asegura que: "Guando se descu- "brió por los cuatro españoles mencionados, Oaltzonzin rey de "Michoacan, era también señor y soberano de la provincia da "Xalisoo. Partía sus confines con los de México en Yxtlahuacan, "distrito de Tula, y de allí hasta la mar del Sur, exündiéndose "160 leguas, y desde la provincia de ÍSacatula atravesando hacia "el Norte hasta Zichu, más de 160 leguas, en 'cuyos términos se "incluían grandes poblaciones, como la ciudad y provincia de Mi- *'choacan^ y las de Zaoatula, la de Taximaroa, y los pueblos di- "chos de Avalos, é infinidad de otros abundantes de gente belico- "sa." (2) Da á estas posiciones cien leguas de E. á O. ciento cin- cuenta de N. á S., con 350 de circunferencia, entre los 17^ hasta cerca de los 22^ lat. N. Adelante pone como fronteras del reino y fortalezas, "Yuririapúndaro, Taximaroa ó Tlaximaloyan, Mará-

{!) BdBoion de Metztitlan. MS.

(2) CnSnioa de la proyincia de S. Pedzo y S. Pablo de Miohoaoan, por el B. P. Fr. Pablo de la Potísima Conoepoion Beanmo&i. MS. ea nuestro poder. Cap. 9.

"^ratío, Tflitáouaro, Aoámbaxo y Tzüiapéouaro. La capital era '^Izintzontzan ó Ghincila, dicha por los mexicanos Haiteiüdlla.*'

Ea el plano que á la obra acompaña está marcada la línea de ciróiinscripcion. Marcarían las fronteras Atoyac, Sapotan, Tete- la, Xochitlanj Outzamala, y hasta cerca de Tepecuacoillo 6 Ygna- la en el Estado de Guerrero; pasaría junto á Temasscaltepeo y el valle de Tolueai dejando dentro del perímetro á Tlalpujahua^ y Oontepec; comprende á Querétaro, Chamacuero, Toliman, Toli- manejoy Q. Miguel el Grande y Zichú; dejaría fuera el terreno ocupado por los chichimecas blancos; tomaría por Apaceo el curso del rio Tololotlan, y desviándose al N. tocaría en territorio del Estado de Durango, para concluir en la mar del Sur con el cur- so del rio Chiametla. Mucho de ésto es evidentemente falso, pues consta por el testimonio la historia que no todo aquello co- rrespondía al Michhuacan.

Boturini (1) copia la demarcación dada por Beaumont, sin otra diferencia que poner distrito de Tdnca, donde éste escribe distri" ío de Tula.

Beaumo^t y Boturini copiaron del siguiente documento, que nos proporcionó el Sr. D. José Fernando Bamirez. (2)

^Ttem si saben, que Don Francisco Tangajuan Padre de D. "Antonio Huitzimengari y Abuelo de dicho D. Constantino hi- '^o del dicho D. Antonio, se extendía y tenía á los términos con "la provincia de México nueve leguas de ella, ha^ta Yxtlahuacan, "que cae en el distrito de Toluca^ donde llegaron la gente de "guarnición de dicho D. Francisco Tangajuan, gran Cazontzin,y "desde dicho pueblo de Yxtlahuacan hasta la mar del Sur cien- "to y cincuenta leguas, y desde la provincia de Zacatula atrave- "sando acia el Norte hasta Sichú, que son másjde ciento y sesen- "ta leguas, en lo cual entran y se incluien muchos, y muy gran-

(1) Ide* de una nuera hiftom, pág 26 del Catálogo.

(2) **Notidas saoadae de una informaoion judicial, practicada en 1594; á pedimen- to de D. Conatantino Hnitaimengari, nieto de Caltarntzin, ifltimo rey de Miehoa- oea, oon el objeto de probar la extensión de ena dominios. La determinación genén- cade loa límitea, se encuentra en la siguiente pregunta del interrogatorio, absuelta de conformidad por los testigos. El documento que aquí se extracta es copia, no mwf eorreota, que sacó D. Ifariano VcTtia de la de Boturini, quien menciona su ori- ginal en el § XIY vúm. 8 del Catálogo de aa Mu$to Tndian4f\ Nota del 8r. Ba-

ao8

''des pueblos, qne hasta agora están poblados de mnobo núme- ''ro de gente como son la oindad y provincia de Michhuacan y ''la de Culima, y Zacatula, pueblos de Avalos, y todos los demás ^'pueblos contenidos en el Memorial firmado de dicho D. Oons- ''tantino, qne pide se maestra á los testigos para que digan lo "qne saben.'*

''Los pueblos de la corona real qne caen en el Obispado de Mi- chhnacan son los siguientes:

''Jlfichhuacan y sus barrios de la Laguna, Arimao, Ouiseo, Ca- ^'pula, Ginagua, Ghocándiro, Ouaníqueo, Guanajo, Xaso, Necotlan, ''Teremendo, Tiripitio, Tinguindin, Tlapalcatepec, Taimeo, Jn- cato, Zinapécuaro, Maravatío."

Vcareo

Tuzantla

Asuchitlan

Oirándaro

Ouayamco

Ghilchotla

Xacona

Tazazalca

Xilotlan

Xiquilpa

Liitlan

Tancítaro

Orirapúndaro

Águila

Estopila

Huitlan

Alima

Acauhtlan

Atliacapan

Gaxitlan

Ouzoatlan

Zacalpan

Escayamoca

Ecatlan

Quacoman

Guepantitlan

ümaíacatlan

Mitlan

Macuillititzaquala-

Pistlan (yan

Goscaouauhtlan

Motin

Maronta

Papatlan

Pomaro

Pasmona

Gomayahua

Petlazoneca

Tezoacan

Tlacoabayan

Tecolalpa

Tlaohinatla

Tamatla

Tepetitango

Tecoman

Tlacatipa

Tecoxhuaca

Tecociapan

Xolotlan

Xecotlapa

Xuluapa

L^tlahuacan

Yescatlan

Alimanxi

Alcozahuimitlanexo

Almoloya

Ghiapa

Epantlan

Guacatitlan

Nahualapa

Ocotlan

Tecocitlan el Tiejo

Xicotlan

Oztutla

Auatla

Ensaputlanexo

Gohuatlan ^

Gontlan

Goyre

Gihuitla

Otro Gihuitla

Ahuatlan

Ghacala

Cihucatlan

Ghipila

Mescalohu&can

Miquia

Pantla

909

FoohotlA

Ilinitlan

Chápala

Pnttlan

Ixtapa

Zazola

Quetzalapan

Aoliihnilí

Tzacnloo

Atlan

Haitlalotlaii

Cooula

Qnahqnatla

' Hnixtlan

Teoauztlatlan

Tohtotla

Lanava

Tepeqne

Tepolohico

ToIimaB

Tecohnatotla

Tecpan

Zozotlan

. Ooqtdxnatlan

Taloaoan

Azutla

Xocoiepeo

Tecomatlan

Atechoneala

Tozpa

Texoapan

Axalo

Tzapotlan

Tepetina

Qnixtlan

Tamazula

Ximalcota

Axmiqne

Pungarabato

Ihuitlan

Amaqueca

Cachan."

Yanstepeo

Atoyao

Si buscamos en nnestra carta general los pueblos que ann du- ran de la nómina acabada de copiar, no darán ni con mucho, la extensión asignada por Huitzimengari y por los dos autores que le copiaron, al reino de Miohhuacan.

Para irnos acercando á la verdad, aquí otro documento, de- bido igualmente al sabio D. Fernando Ramírez. ''Kómina es- tractada del ** Cuaderno de tasaciones fecho de ciertos Pueblos f'de la Provincia de Miphoacan por el Br. Ortega, Alcalde Ma-

"jor en ella. á pedimento del Lie. Benavente, Fiscal de Su

"Mi^estad de la Beal Audiencia." Bn miércoles 31 de^ Abril de 1528.

Golantia

Oolatla ó Coyuca Pungaravato* (a) Ta- •^ (zantla Dequ» (a) Asuchitlan Guaymeo Cuhseo Zinagua Guaviquaran Animaro Sicactan

Tepacatepeo

Amula

Tamazula

Tuehpa

Zapotlan

Avalos

Sindonguaro

Ohaudan

Quaraquio

Zirándaro

Tacándaro

Tucatl

Mazamitla

Xiquilpan

Guarachan

Cauayo

Tarecuato

Chilchotla

Artlaga

Tazazalca 6 Yragato

Tlatzan

Zacapo

27

sao

Farándero

Comanja

Vcareo

Tanoitaro

Vrbaya

Taimeo

Acámbaro

Gaaniqaéo

Guraandiro

Catzan

Capula

Mazamila

Tatzazalbo

Cavigaran

Lacacaguana

Iztapa

Vruapa

Canicaaran

Tepehuaoan

Oinagua

Tacambaro

Yorirapnanduro

Guaoana

Turicato

Cuiseo

Ohuíoáüdiro

Xaoona

Yuriragnadn^o

Chararo

Maravatio

Taximaróa

Indaparapeo

Tanchitaro

Teremendo

Jaso

Tíripitio

Nara&jau

Tamazalapaa-

Zaynla

Atoyao

Tancitata

Ohilnatia

Tzacoalpci

Cooula

Colima

Motín

''Sacado de la copia d». Yeytia j MSS. d^Bobtrimi, eitadoa en la nota de la nómina anterior."

El Sr. Lejarza asegara que el reino de MiokoMan^ "ecoUlnaba ''hacia al Oriente y medio dia eon loa dominios de toa mexieanos, ''y BapubHoa de Mablaleingo; por el Norte oon las tierras de Ips "obiüMmecas y por el Koroeeie oon otroe diyereoB eetados inde- ''pendientes.. Ixtlahuaoatt» Zicb4 OhapaUae» y el mar Fiacífi^o ■^eran como ka frontaBas» deeiereudo fieu limites por todos k^ "dos." (1)

"El reino de Miohuacan, dice Olavigero^ (2) que era el más eo- cidental de todos, confinaba por Levante y Mediodía con los do- minios ^e los Mexicanos; por el Norte con el país de loiiOhicki- mecos y otras naciones bárbaras, y hacia el Oeeidente» con b1 lago de Ghapallaín y con algunos estados independi^itee« La ca- pital Tzintzantzan, llamada por loa MexioaAOS Haiisitzillai es- taba situada á la orilla oriental del hermoso lago de F^acuaro. Había ademae otras ciudades importantes como las de Tirlfífeio, Zacapu y Tarecnato." . De estas autoridades comparadM y de la lectura atentado bus

(1) AnáÜBÍfl eitftcUstioo de la proTÍnoia de lÜohotean, por D. Jaan Joié Miurtllaes de Lejarza, México: 1^24.

(2) Hist. antigtta» lom; 1, pág. 1.

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atómaaa aseamos, qad el reino MMihiiao»Q confisáfa» al H ooa al reino de Tlacopan é imperio de México; ál N. £. ee e&te»- día kaata Zichú» al N. su líinile natural era el lago ^e Olu^aUo^ y al N. O. ieaía eatodos independientes; al S. oontaba algunos paebloe wi la provincia mexicana de ZaoatoUan, aunque el liada natnral &ra el rio Megcalta; al O. con el reúio de Oolimfe^ fooán* dolé de la costa del Pacifico la intermedia entre las fronteraa ét Colima j el rio Zaeatollan. Abarcaba el actual Estado da Mi^ cboacan, con fracciones de Qaerétaro j de Xalisco* La majot parte del territorio estaba ocupada por los tarascos, que hablan \ma lengua par|ieular; la parte N. E. estaba habitada por oto flftíes y por tribus ebichimeoas, en el centro y al E. vivinii los matlateinoa

El reino de Oolima confinaba al N. coa señoríos indepeúdiatt- tea; al E. y S. con el reino de Michiiuacan; al O. con el mar Pa^ (ttfieo. Tenía como subordinados en los tiempos de la conquista cuatro jefes; Zoma, rey de Xicotlán^ Gapaya» rey de Autlan; Mi- Bottaooya, rey de Tzapoizlan, y el señor de Zauyan ó Zayulaqulaa tMÍa capitanes de armas en PisicÜan, Tuxpam, Tamasula, Tsar potlan» Cocuis^ Teculutlan, Tzuohimiloo». Tuito^ Ohaoidan, Xi*- quilpan, Acatlaa, Ameca, Tzacnaloo, Tchaluta, y Amacueca (1). En toda aquella demarcación se hablaba la lengua nahoa» y todo d rráio comprendía el actual Estado de Oolima^ máa una frac- ción de Xalisoo.

Sasta aquí llegaba propiaiaente la oireunscripcion de los pua^ blos de civilisacion nahoa; en este espacio florecían las ciencias y Ita artes de los tolteca. Fijándonos ahorft en el amplio terri- torio que id N. se extiende, enoontraxemos dos divisiones bien abarcadas; la del O*, banda respectiyamenie estrecha á lo lar- goda las costas del Pacifico, ocupada por tribus qne sino eran dviUiaadas habían dado los primeros pasos en el camino del ade^ Unto, fijándose en la tierra de una manera permanente; la di- lision del N. £. ocupada por tribus broncas y vi^abundlb&

Al N. Oi la lengua nahoa se encuentra en Xalisco y hasta Si- aalba. Queda todaTÍa patente que las emigraciones de la inmen- áafaraiUaí nahuaü no solo pasaron por aquí, sino^e dejaron es-

(1) EOflUnia de la conqniíta de la Kaera Galioia esoríta por el Lie. D. liatíaa de la Mota Padilla. MévMO, 167D. Cap. XIL

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tableoimientos fijos; las relaciones qae la familia tiene oon los pvebloff del N. demuestran plenamente qne sti cuna quedaba ei» a^tiel rumbo. La conquista de aquellas rejones es anterior á la peregrinación de los mexica. De su biatoría no queda otra cosa que la tradición conservada por Pantecatl, hijo de Xonacatl, se<- ñor de Aoaponeta, recogida por .el P. Tello j copiada por Beau*- mont (1). Según ella los invasores eran oriundos del N.; estre- chados por las montanas penetraron en Sinaloa por Petlatan,. Cluliacan 7 Chiainetla, adelantando hasta Xalisoo, en cuyo terri- torio se extendieron hasta el lago de Ohapallan. Diez anos des- pués hubo una segunda invasión procedente también del remoto Chieonostoc que siguió la marcha por Oohuátlicamao, Matlaca- hualan, Panuco á los llanos de Chimf^lco ''que son los valles de *'la Puana, Xuchill, Nombre de Dios, donde están los pueblos 7 ^'IugareB'de Pipiolconic, Chimalcoi Matlacahualan, Cohuatlica- ''mac;" tomaron por Sain, Fresnillo, Truxillo, Yalparaiso, Zaca- tecas, Xerez 7 en el valle de Tuitlan fundaron la celebre ciudad «i^as ruinas ee conocen 1107 por de la Quemada: de ahí salieran á conquistar los valles de Tlaltenango, Teul, Xuchipila 7 TetE>- oaltiche. Ajsi, la invasión se había operado, no solo sobre los üs- tadoB de 8inaloa 7 Xalisco, sino sobre los de Durango 7 Zaca- tecas.

W país estaba ocupado pbr diversas tribus en estado salvaje, á las cuales dan los nombres de cazcanes 7 tepehuanes en Zaqb^ tecas 7 Durango, 7 para Xalisco cocas, tecuexes, choras, jecual- mes, gojoles,.tejoquines^ apócanecos, tza7ahueco3 ¿c, los cuales eran, cazadores, andamian desnudos 7 carecían de domicilio fijo. De los invadidos, los unos se mezclaron oon los vencedores, dan- do origen con sua diversas lenguas á la corrupción de la nahoa; los otros se retiraron, encastillaron 7 defendieron conservando su natural independencia. Los eoras ó choras se encerraron en las montañas del Na7arit, otros se refugiaron en' las serranías Tepic, Xora 7 Ahuacatlan. Donde los nahoa fundaron Teocalti- ohe vivían los teouixis, á quienes pertenecía la comarca en que ee fundaron Alitic, Xalostotitlan, Mexticatan, Yahualica, OJaootlan^ Teocaltitlan, Ixtlahuaean, Guacuala, Ocotic 7 Aoatie: "eatoa te* cueces llaman á los indios cocas de toda la provincia de Tonalan^

(1) Or($xdoa de Miehoaean. MS. Cap. 23. Mota Padült, cap. 1.

ai3

N

qae no eran de bu lengua tlaxomnlteoas." (1) Esioe tlaxomultecae hablaban lengtia partionlar y habitaban en Tlajomnlco. En la pro- TÍnoia de Zentíspac vivíanlos torames, y en la de Acaponeia, al N. los iepehuanes, al E. los ooras, y al S. confinando con los torames, los tzayahnecos ó ¿ayahuecos. De Jalostotitlan para Comanja vadeaban los chichimeca» probablemente de la familia de los ohi- diimeoas blancos ú otomíes. LosTecoxines» tecojines, tecoqninesi tenían bu principal asiento en el valle de Caotlan, donde aho* ra se encuentra Tepic, (2) y se extendían á la Magdalena, Anal- co» Hostotipaquillo y barrancas de Moehitiltic/ Estos .tecoxines eran los tecos de Michhuacan, de la familia popolocaí que juntos con los cazcanes habían penetrado hasta Ameca. (3) En sus re- laciones aseguran los religiosos franciscanos, que los ..conventos que fundaron en Oolotlan, Nostic y Chimaltitan/ le fueron en tierras pertenecientes á la familia de los teules chichimecas, que usaban el idioma propio llamado tepecano. Por último, existían los gojolea y los acaponecas, á los cuales nd sabemos dar colo- cación.

El nombre del actual Estado de Jalisco lo tomó del antiguo reino de Jalisco, cuya capital estaba asentada en un rincón de la ot^a parte del rio Seco, en el camino para Compostela, donde se notan aún algunps cimientos; en la actualidad es una corta po- blación, una y media legua al Sw O. de Tepic. Los. límites del rei- no, según el plano MS. de Beaumont, comenzarían en el rio Chi- la, dejarían dentro de Compostela y Tetitlan, avanzarían al E. hasta cerca de Xuohipila y Tlaltenaugo en Zacatecas, volve- rían al N. O. hasta alcanzar á Feyoton. en el Nayarit, y dejando fuera á Guazamota, terminaría en el rio de las Gañas, incluyen- do la provincia de Acaponeta. Semejante demarcación nos pa- rece exagerada; el señorío comprendía los pueblos de Túxpam, Guaynamota, Pochotitlan, Tepic, Huhichichila, Mecatan, Gua- ristemba, y Talcocotlan.

Cuando los castellanos invadieron la comarca fueron muy bien recibidos por la reina que entonces imperaba en Xalisco; con- iormándose con la dominación extranjera en virtud de la tradi-

(1) Beaumoni, Crónica de Miohoacan, oap. 21, al fin.

(2) Mota PadUla, cap. 23.

(3) Bflacion de Ameca por Antonio de Lejya: 1579. MS. del Sr. García IcasbaU 4oeto.

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tioñ entre ellos etistente de la venida de los hombres biaiMOS j b&rbados. En el centro del pueblo había un aUisiino ieoealli, al qué se snbía por sesenta gradas, de planta cuadrangular, encala* do y bruñido, con un bracero en cada ángulo, dispuestos los cua- tro de tal manera, que el incienso en ellos quemado cubría como con una nube el santuario superior. La reina condujo á los cas- tellanos al templo, en lo alto del cual estaban los sacerdotes ofi- ciando, asombrando % los TÍsitantes que un hermoso papagayo descendiera del templo y viniera á posarse manaamente en el liombro de la soberana. (1)

Ademas del reino de Xalisco existían algunos señoríos inde- pendientes. Tales eran los de Coynan, Zula y el de Ponzitlan con sus pueblos sujetos de Atotonilco el alto, Zapotlan, Tolotlan, Ayo, Aguacatlan, Ocotlan, Otatan, Jamay y Tolotlan. Seguían al Juanaoatlan, Zapotlanejo, Oolimilla, Tepatitlan, Teocualtitan, AfCatic, Matatlan, Ázcatlan, Teocuatitan, Mesquiquí, Tecualti^ tan, Jalostotitlan, Alitiqui. Al N. de Cüolima, estaba Tonalan con sus pueblos Tololotlan, Tlaquepaque, Cuescomatitlan, Coyula, Tetlan, Atemajac, Zalatitlan, Tetlan, Atemajac, Mesquitan, Oo- yutlan, Analco, Tateposco, Flajonralco. Quedaba adelante Zapo- pan con sus pueblos Cópala, Nestipac, Tepetitlan, Zoquipa, Oco- tilan, Tacotlan, Huentitlan, Tesistnn, Zcatan. En las cercanías del lago de Ohapalla se veían Tlayacapan, Cósala, Zapotitlan, Oyastan, Mexcalla, Tlalohichilco, Yxtlahuacan, Eczican, Tocóte- pee, Cajititlan, Axixia, Chapalla, Tizapan, Tala y Teuchitlan, Al O. quedaba Etzatlan con sus pueblos: al N. Juchitepec, y ade- lante Camotlan, Amatlan, Amatlan de Jora, Atenamica y otros va- rios.

Incuestionablemente que aquellos pueblos, aunque de filiación nahoá, estaban muy menos adelantados que los méxica; ademas, quedan pocas noticias suyas, pues no dejaron pinturas jeroglíñ- cas. Su religión era confusa y mezclada. Adoraban & Piltzintli; el dios niño, el cual se apareció á Cuanameti en las llanuras de Yxtlahuacan Nepantlatli; tenía la figura de niño, enseñando á sus devotos que había en el cielo un Dios creador de todas las cosas; el cielo era de plata, había muchos plumajes y piedras pre- ciosas, viviendo una señora que jamas envejecía, de la cual ha-

(1) Hoto Padilla, oap. XII Beanmont, cap 93.

216

bfam tomado éarne los hombres; á ese mismo niSo debían los eos y laefleelias para defenderse de bus enemigos. Piltzintli parece ser idéntSoo al Piltzinteeuhtli, dios de los nmos de los méxioa; era námen ptiooípal de los de Aoaponeta, cuya proyincia se dio de buen: grado á los españoles» por haberle oamplido la predio^ oion de qoe llegarían de donde nace el sol loa hombres blancos j barbados. (1)

PUtBÍntii ó Teopilt&antli era dioe de los temporales. Demás de él reeo&Odían aquellos pneblos á Herí, numen de la ciencia, el cual había pronosticado la llegada de los ccmqnisiadores blan** eos, y Nayarit representado con arco y flecha en las manos, dios de las batallas. (2) No quedan rastros de grandes teocalli que pudieran atestiguar la^grandeza de su culto; se menciona que te- nían sacerdotes, practicando los sacrificios humanos aunque en much^ menor escala que los méxica.

Sus armas ofensivas el arco, la flecha, la honda y macuahuitl: las defensiyas el chimalli: los señores y jefes entraban sin armas á la batalla, Ueyando solo un bastón en la mano con el que sa- cudían á los cobardes é inobedientes. Sus habitaciones eran de adobes: sus artes poco adelantadas consistían en tejidos grose- ros» curtir pieles, fabricar trastos de barro: el traje correspondía á su rusticidad y solo las mqjeres iban cubiertas honestamente. Cultiyabanmaíz, frijoles y calabazas.

En el pueblo de Tetlan, del señorío de Tonalá, había un numen llamado Tetlan, al cual representaban en ñgura de hombre, te- niendo una piedra en la mano; abogado era de los del pueblo, por cuya causa los moradores usaban como arma principal la honda y la piedra. En nuestro concepto, el nombré del uno y del otro tuvieron origen en un fenómeno natural, pues Tetlan, de fc^Z pie- dra, y con la preposición Han quiere decir, junto á la piedra. "A "la orilla del pueblo, en la parte oriental por donde pasa el arro- *llo existía un grande y grueso peñasco de cerca de tres varas de "elevación y dos y media de diámetro, sobre otros de menos mo- "le, apoyados en puntos diamantinos y en tan fiel paralelo y en "tal proporción y equilibrio, que tocada la piedra con un dedo "se movía, y aplicada la potencia de tres caballos permanecía

(1) Beanmant, Cixm. de Midiuaoan, cap. 23. M8.

(2) Moto Padilla, cap. l.

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'Inmóvil, no excluyendo esta potencia la de diez ó más/* El pue- blo de Tetlan, poco después de la conquista, fué trasladado á San José de Analco; la piedra quedó movible en su sitio, respe* tada por los dueños del predio, hasta que habiendo pasado á manos de un bárbaro propietario, por evitar el tráilisito de los curiosos, la destruyó en 1853 por medio de la pólvora. (1)

La» tribus nahoas, como antes hemos indicado, se extendieron también sobre los actuales estados de i^aacalientes y Zacate- cas, fundando los principales señoríos de Teul, Teocaltiche, Ilal- tenaiígo y Xuchipila, con otros de menor importancia como

Tenancingo

Mecatabasco

Apotzol

Moyahua

Nochistlan

Yahualica

Teocualtitan

Guacuala

Teponahuasco

Tuchitlan

Manalisco

Huejotitlan

Teooaltitanejo

Teocaltitan

Huejucar

Nostio

Xalpa

Jayagua ,

Metzquituta

Guixpalau *

Mesticatan

Tlacotlan

Ytztiahuacan

Ocotic

Contla

Suisquilco

Tepec

Meohoacanejo

Acasico

Tlahusagua

Mexquitio

Tenzonpa (2)

Siguiendo siempre la costa, el nahoa avanzaba hasta Sinaloa: subsiste ahí la población de Ouliacan ó sea Gulhuacan, cuyo nom* bre ha dado lugar á extraviadas conjeturas. Aquí terminaba la lengua propiamente dicha, debiendo advertirse, que el número de gente y su civilización iban]menguando á proporción que ocu- paban más altas latitudes.

Al E. de los pueblos que acabamos de enumerar, había otros que servían como de transición á las tirbús salvajes. Los prime- ros que se presentan son los otomíes, ya nombrados en el impe- rio de México; éstos también iban siendo más y más broncos á proporción que al N. avanzaban. Los no sujetos álos emperado- res de México ocupaban los actuales Estados de Qaerétaro y Ouanajuato, con una fracción de'S. Luis Potosí Confinaban al

(1) Mota Padilla, oap, VL En la nota pág. 42.

(2) Hilarión Bomero Gil, Memoria sobre loa deaoabrimientoa que loa eapafiolaa hicieron; ¿m^ Boletín déla Soo. de Geogr. tom. 8, pág. 493.

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N. con los pames j onaehiolifles; al O. oon los uahoa^ al S. com los. táraseos. En aquellas comarcas la triba estaba en nn estado incipiente de adelanto* Según sus creencias, los nacidos proce- dían de los dioses llamados Padre viejo j Madre viejai "y que ''éstos habían procedido de nnas oueyas questán en un pueblo "que 80 dice Ckiapa^ que agora tiene en encomienda Antonio de 'la Mota, hijo de conquistador, questá dos leguas del de Xilo* ''tepeo háeia el medio dia." (1) Llámase ahora el pueblo Ohiapa de Mota, en el Estado de México. ¿Será éste el célebre Ohico- moztoc de las tradiciones aztecas?

Las tribus bárbaras merodeaban sobre aquellos terrenos; aun- que de procedencia cuachiohíl las relaciones, les llaman ¿etaccAi- thimeca 6 chichimeca blancos. La denominación chichimeca pro<- piamente se refiere solo á la nación bárbara, de lengua particu- lar, que*del NO. vino á destruir el reino tolteca y con su unión con los acolhua dio nacimiento á la monarquía de Aculhnacan; en seguida el nombre de singular pasó á colectivo, pues los es- critores llamaron indiferentemente chichimeca á toda tribu sal- vaje, sin atender á su filiación etnográfica, ni al lugar de pro- cedencia.

Hemos visto que los choras ó coras quedaron encerrados en la sierra del Nayarit por la invasión nahoa; ésta misma redujo á los huioholas y á los oolotlanes ¿ estrechos límites al E. de los coras. Los tepecanos, al E. de los huicholas y de los coras, con- finaban al N. con los zacatecas y al S. oon loa cazcanos. Los teules ohichimecas 6 cazcanes lindaban al S. con los cocas y*tecuexes, al N. con los tepecanos y zacatecas; sus principales pueblos des- de el valle de Tlacotlan eran Xuchipila, valle y rio de Nochistlan, Tlalfbnango, Teocaltiche, Tenancingo, Talpa, Mecatabasco, Ja* yahuo, Hezquitituta^ Moyagua, Ouíxpalan, Apulco, Tenaynca, y otros. (2) £ki el pueblo de Tiuxl ó Teul, corrupción de teotl^ dios, tenían su principal adoratorio y fortaleza, ''nombrado en "todo el reino por estar en él el templo grande de los ídolos y ''casa de adoración, á donde todos los indios de diversas partes "ocurrían á éstos á cumplir sus votos y adorar sus dioses; esta-

(1) Beladon de Qnerétaio por el alcalde ¡xoftyor Hernando de Vargas: 1852. UB. del Sr. D, Joaquín García loazbalceta.

(2) Beauaont, cap. 22. Mota Padilla, oap. IX.

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''ba este pueblo delfTenli en 1& mesa que baoe una peca tajada "en la oiroanferenoiai con solo nna entrada por la que ae ñvibÍA ''por nmos esoiáenes grandes: sa población j asiento forkíaimo» "j en medio de la mesa,Ien una plaza bies, capas,* manaba una ''fuente de agua dulce^ la que se recogía en una alberca fabriea- ''da de pulidas piedras, j la circunferencia de la plaza ocupaban ''las casas de seis mil indios moradores." (1)

Los tepehuanes partían términos al N. con los taradiuauBuaes y condios; al £. con los irritílas y zacatecas^ al S. con los zacatecaa 7 los coras; ai^O. con los nahoa^ los xiximBSf acaxee y tebaoa» y otra Tez los nahoa: asi la tribu se «xtendia desde Ohihuabua, por Durango y Zacatecas, hasta conftnar con Xalixco. De (éstos ao dice que tenían las mismas costombres de los de Sinaloa, aumeCi*- tando en particular el P. Fonte lo siguiente acerca de los del piur^ tido de Ocotlau. "Estos ge&tiles guardan la ley natural con gran* "de exactitud. £1 hurto, la mentira» desonestidad est& muy lejos "de ellos. La§más ligera falta de recato ó muestra de liviaüdad "en las mujeres, será bastante para que abandoné el marido A "las casadas y para jamas casarse las doncellas. La embriaguea "no es tan común encestas gentes como en otras más ladinas, no "se ha encontrado entre ellos culto de algún dios, y aunque con- "servan de sus antepasados algunos ídolos, más es por curiosi- "dad ó por capricho, que^por motiro de religión. El más famo* '%o de estos ídolos era uno á quien llamaban Yamari, y había "dado el nombre á la principal de sus poblaciones. Era una pie* '*dra de cíhco palmosgde alto, la cabeza humana, el resto como "una columna, situada en lo más alto de un montecillo sobre que "está fundado el pueblo. Ofrecíanle los antiguos, flechas, olías "de barro, huesos de animales, flores y frutos." (2) Contradice* se el buen religioso, supuesto tener dioses que adoraban.

Las emigraciones nahoa dejajron huellas en aquella comarca. Cerca del Zape, "en la sima de la roca, nace una fuente, y al de* "rredor hallaron los padres muchos ídolos y fragmentos de oo- "lumnas al modo de las que usaban los mexicanos. En el ralle "observaron también algunas ruinas de edifídios, que les hicieron "creer que habían hecho allí asiento los mexicanos, en aquella fa-

(1) MoiB Padilla, cap. X.

(2) Alegre, Hisi de la Compaflía de Jesús, tom« 1, pág. 452.

219 '

*teo8&]ornatTa desde las regiones septentrionales que están cons*

"tantes en aits historias^*' (1) Nota el antor que los nombres de *

"Atotonilco/Ocotlan, y otros, son mexicanos y dice: "Cabando de-

'%mte de la iglesia que ahora se fabrica, se hallaron á cada paso

'•ollas bien tapadas con cenizps y huesos humanos, piedras de va-

**rios colores con que se embijan, metales y otras cosas, y lo que ;

'*lea causaba más admiración eran las estatuas y figuras que des-

''cubrían de varios animales. A mi me la causó ver una que pa-

**recía vivamente un religioso con su hábito, cerquillo y corona

"niiiy al propio. Y lo que he podido entender de indios muy vie-

'^09, es que pararon aquí los antiguos mexicanos que salieron '

**del Norte á poblar ese reino de Máxico, y no debieron de ser 1

''pocos, pues una media legua está llena de estos como sepul- j

"oros y ruinas de edificios y templos." (0)

liOfl'acaxees pertenecían á los actuales Estados de Durango y de Sinaloa; tenían al jI7. y al E. á los tepehuanes; al O. los teba- oa y los sabaibos; al S. los xiximes. Ocupaban la sierra llamada Topia, cuyo nombre se deriva de que una india vieja se convir- tió en piedra, en forma de jicara que ellos en su lengua llaman iopiaf y era adorada en el valle más ancho y bien poblado de aquella región. La palabra acaxee parece ser la mexicana acaxitl^ alberca, y topia corrupeion de ioptl% ídolo ó efigie de una divini- dad.

"Vivían los acaxees junto á los ojos y charcos de agua, en pe- quenas fracciones y sobre los picachos y mogotes difíciles de trepar, pues aunque eran de una misma nación y lengua, las ran- cherías se hacían entre continuada guerra; era la causa que por pequeño que fuera el agravio que alguno recibía, luego reco- gía á sus parientes y con ellos tomaba cumplida venganza; y á su turno este segundo obraba de la misma manera, y así nunca terminaba la querella. Iban á la guerra con todas ísus riquezas de tilmas, chalchihuites, plumería y armas. Estas consistían en arcos, flechas, carcaxes de pellejos de leones, lanzas de brazil colorado, y se adornaban con "una cola hecha de gamuzas teñi- "das negras, y sacadas unas tiras largas que salen de un espejo "redondo, puesta en una rodaja de palo tan grande, como un

(1) Alegre, Hist. déla Comp. tom. 1, pág. 415. *

(2) Loco cit., tom. 2, pág. 54.

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^'plato pequeño^ y esa asentada en el fin del espinazo, baja la- oo- ^'la hasta las corbas en un cordel con que van ceñidos." La mar cana llevaban atravesada como daga, la tilma atravesada por el pecho 7 la cara, las piernas y los brazos pintados ó embijadoei de amarillo ó de negro de ollin del comal con ceniza; el chimalli guarnecido de plumería, ''los cuales son como las vaseras de vi* drios y cálices con los cuales se revuelven y adargan metido todo el cuerpo debajo de ellos.'* En la mano izquierda tenían el arco y la lanza, con la derecha flechan^ y en cayendo hn enemi* gO| con una hacha pequeña le cortan la cabeza, y ésta se llevan si no pueden todo el cuerpo. En volviendo á sus tierrasi ''si traen algún cuerpo, media legua antes de llegar al puebloi para que las mujeres que ayunaban mientras iban á la guerra y las da- mas que Qstán en el pueblo les salgan á recibir; ellos esperan en un puesto que para ello tienen señalado, donde hay muchas ^'piedras lachas á manera.de canal, largas, de más de cuatro piéa j cubierta como albañal, por las cuales van metiendo los cuer- pos que traen, y dan á la£i mujeres las manos para que las lle- ven colgadas al cuello como nóminas." Llegados á sus casas que son de terrado y con puertas muy estrechas, junto al árbol de zapote que tienen en el patio (y al pié del cual dejaron una fle- cha ó un hueso de hombre muerto para que su ídolo les diese victoria) sobre una piedra lisa dejan la carne mientras la ponen á cocer; luego desmenuzan el cuerpo, cortándole por las coyon- turas y le ponen en dos ollas, teniendo cuidado del fuego dos vie- jos destinados al intento, durante toda la noche que los demás gastan en baile y regocijo con la cabeza del muerto en las ma- nos. A la mañana sacan los huesos mondos, que guardan en sus casas fuertes con las cabezas ó los cráneos en señal de sus victo- rias. La carne deshecha ya, la reyuelven con maiz ó frijolea co- cidos, y á cada uno de los que asistieron al baile dan su percipa en un cajete; la primera ración pertenece al ídolo y al guerrera vencedor, á quien hacen un agujero en el labio inferior en medio de la barba que pasa de un lado á otro, por el cual meten un hueso con un botón por dentro que sale de fuera como tres dedos» se hacen tantos agujeros cuantos hombres han matado.

Ayunan rigurosamente, y mientras dura, ni comen cosa oon sal, ni tocan persona, ni hacen nada, solo comen un poco de maís tostado ó pinole, que beben en una calabacilla que traen oolga-

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dft en señal del aynno: éste gnardan cuando ran i la guerra, 6 si Ten algnn xixime que son sus enemigos; cuando siembran, cose* ohan, pezcan 6 tienen devoción. Llaman á sus ídolos Tesaba y al principal Nejnncame, ^1 qne todo lo hace: elnémen protector de las sementeras era de forma de ponejo 6 venado, á fin de qne és- tos animales no las talaran; el qne onidaba de la caza de los sier* TOS, nnas grandes astas del mismo cuadrúpedo; una águila muer- ta era el dios de la volatería y un navajon de pedernal cuidaba de que las flechas no se descompusieran. Otros ídolos había eu figuras humanas ó solo las cabezas, entre las cuales había una ^ue ''era la cabeza de un hombre bien hecha, con un cucurucha "como de capilla de un fraile capuchino." Cuidaban de los dio- ses unos sacerdotes, que finjen tener el poder de sanar las en- fermedades por medio de cpnjuros, hablar con los ídolos y reme- diar las necesidades de la comunidad, por el imperio que tienen sobre los elementos.

''Tienen estos ídolos unos altares muy fijos, hechos de figura "circular, comenzando con un círculo muy pequeño, dp compás "de dos palmos, y sube una vara en alto, hecho de piedras Ua- "nas con barro y luego otro mayor que cerca aquel del mismo "altar, y luego otro y otro hasta ^[ue viene á ser un compás de "dos varas. lEn este altar tenían los ídolos y ofrecían las ofren- "das, y cuando no había otra cosa, ofrecían y ofrecen todavía "una hoja de árbol puesta una piedrecita encima; otras veces un "manojo de zacate, y encima la piedra para que no se vaya. En "las juntas de los caminos suelen tener un montón de piedra, en "el cual ponen un manojito de zacate y una piedra encima para no cansarse en el camino."

Comunmente andan desnudos; en la cintura llevan ceñida un cordel delgado, con flecos y borlas de un geme de largo y cuatro ó seis dedos de ancho en la parte delantera; cúbrense al- gunos con tilmas de algodón o pita sacada del maguey, teñidas algunas veces de azul, 6 de pieles adobadas. Se sientan sobre la planta del pié derecho, doblando la rodilla y poniendo el empei- ne del pié contra el suelo, causa por la cual tienen allí muchos callos. Conservan largo el cabello, cuidándolo con esmero y se lo trenzan con cintas blancas de algodón. Traen al cuello gran- des sartas de caracoles y conchas de algunos mariscos, j lo mis- mo en las muñecas de las manos: se agujeran la ternilla de la na-

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riz, 7 se oüelg^a con an oordo& una piedra verde de las que Ua- man ohalohihuites; llevan en* laa orejas muchos zarcilloa negvo0» cada uno con una cuenta blanca, ó arillos de plata, ó de oobxe "tan grandes como manillas, j en grandísima afrenta entraii ellos ''cuando alguna vez, estando borraclioa, íes desgarran las orejas." Traen algunos ligas en las píernasi hechas de las piernas de los venados que han muerto, y lo mismo en la garganta del pié, pov> que dicen que así trepan por las montanas con facilidad: cansán- dose se sangran de las piernas con una flecha aguda» practican- do lo mismo en Ih frente cerca de las cienes cuando les duele La cabeza.

Yendo de camino las mujeres llevan la carga en un cooostíe, que tiene la forma de un huacal angosto en lo bajo 7 ancho por acri- ba; en éstos va el bastimento, que es el maíz blanco en masorea, encima los utensilios para guisar 7 comer, 7 arriba de todo el niño ó niños envueltos en una tilma, que allí van durmiendo», á los lados van los papaga70s 7 las guacama7a8, que crian j cui- dan para tomarles las plumas 7 adornarse con ellas, 7 adamas pandjsn las pesuñas de los venados matados por el marido, en- sartadas en unos cañutos de caña, que con los huesos de los mis- mos cuadrúpedos van haciendo ruido como cascabeles: el hom* bre carga á la espalda los muchachos grandeciUoSi 7 en esta forma la pareja lleva toda su hacienda. Comen en los saminos. 7 en la guerra iln poco de maíz tostado, 7 como alguno derramas, si van muchos juntos les siguen los cuervos para comer el des- perdicio, 7 ésta era señal para descubriif que se acercaban

Es gente mediana de cuerpo, bien agestada 7 proporcioo^dtti de color no mu7 oscuro, 7 no se ra7an el rostro sino los de Uk provincia de Baimoa; son alegres 7 conversan con afabilidad 7 risa; ni son huraños, ni esquivos, * ni melancólicos, ni retirados, ni temerosos, sino atrevidos 7 mu7 liberales, que acostumbran poner á la puerta de su casa una olla de pinole, 7 de ella bebe todo el que pasa, sea propio ó extrañó. Qozan de buen eQtMuU- miento, prosiguen con tezon lo comenzado, 7 no les eran ágenos algunos rasgos caballerosos. Jugaban i la pelota i la manera de los méxica, 7 les era familiar el patoUi. (1) Nos hemos detenido

Aots«6flea«ll>io. Unrr. cUhút. jdogoogr.

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un tanto en la^desuspoion de eéte pndMo aa4ropó&gO| porque tÍMdo de filiaoíoii ihahoa^ sirva para comparar con los pueblos cmüzadoB de la misma raea.

De la misma familia aoaxee Mam los papudóé j los iecayos qae ▼ivian háeia al miiieral de Topia; (1) y loa baimoa» qne yiTÍan há- . da el N. Les coTrespondian también los 9(¿baibo8^ situados entre tebaea al ^. j los xiximes al Sur. (3)

Los xiximes tenían al N. á los aoaxeea al K y S. los tepekua- nes, al E. á los nahoa, al 8. los qaboa-y tepebuanes. Yiyían en el corazón de la sierra, en los puntos más escabrosos ¿intran- sitables.' Era sin comparación la tribu más bárbara y brutal; ene- miga jurada de los acaxees con quienes estaba en continua gue- rra. Más que ningunos otros salvajes, tenían la repugnante y atroi; costumbre de comer carne humana; y no solo era la de los prisioneros que en sus raanos caían, sino que, para proreer de 'sustento á su familia, salían á las montañas en busca de un aoa- xee como á cassa del renado: los huesos y Ins calaveras los colga- ban como trofeos en las paredes y puertas de sus habitaciones y en los árboles cercanos. En el traje y en las costumbres eran se- mejantes á sus vecinos: traían largo el cabello, trenzado con cin- tas de ^versos colores, usaban de las mbmas armas que aque- Bos, y hablaban lengua propia, aunque hermana de la acaxee.

Xios Tebojca^ de la familia las tribus acabadas de nombrar, q^aedaba al O. de los acaxee.*

En el actual Estado de Sinalóa, hacia el término del náhoa, siguen al N. muchas pequeñas tribus con nombres diferentes. Sobre el rio llamado hoy del Fuerte, comenzando por su origen en las montañas, se veían los einaloas que dieron nombre á la co- marca, y siguiendo al O. los tehnecos 6 tegtiecos, luego los zuaqves, y hasta tocar con el mar los ahornes. Los vacoregties 6 guazcwes vivían en las playas del Pacifico, sustentándose de la pesca; se decían venidos del N. en cuyo suelo colocaban el paraíso y la ha- bitación de las almas de los muertos, en cuya memoria, por un año entero, daban grandes gritos y sollosos, una hora antes de

(1) Alegre^ Hist. da U Oom. iom. 1. pág.879«

OD A1«SM^ Hírt» de U Oomp. t«mo 1, pá^ 43S. Viilt» d«l Obispado de Dozin- gr p«r «1 Ufano» S?. D. Pedio XamaMMi, Obupo do sa "DiáonéM, HS< ei^ podor del 8r. D. /ooé Fernando

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salir 7 de ponerse el sol. Los hatucarts^ qve eran cazadores; los comoporÍ8, también pescadores, ocupaban una península á siete leguas de Abóme; de carácter feroz 7 Valientes. Los zoes, tzoea ó iroe$, venidos del'N. junta con los abomeSTecinosdelossinaloas. Los huites brocoSy 7 desnudos vagabundos. Las pequeñas tribus de los (xxyrcftíiy nios^ ohveras^ gente bosal, oaJiuimetos resavidos 7 serranos, chicoratos 7 hasopoHy chicaras vecinos de los chícoratos» etc.

Según los autores que nos han servido de guía, (1) habitan es- ios bastos países muchas diferentes, aunque pocas numerosas naciones. Causan la diversidad el idioma, ó solo la situación de la ranchería, 7 frecuentemente solo la eiiemistad entre pueblos del mismo origen. Las chozas son de bejucos ó de carrizos en- tretejidos, sostenidos por horcones, con los techados de madera revocada con barro; en los pueblos de la Sierra, 7 en algún otro, había ademas dos grandes casas de piedra, en la una de las cua- les se recogían de noche los hombres 7 en la otra las mujeres, para estar espeditos ^os guerreros caso de una sorpresa. Para defenderse' de las inundaciones, formaban sobre los árboles más juntos una especie de tablados, con tierra encima, para poder eneender fuego. Las puertas de las casas eran mu7 bajas, 7* de- lante desellas había un cobertizo ó portal á cu7a sombra pasa- ban los calores del sol, '7 eu cu7a parte superipr ponían á secar los frutos. Cultivaban maíz, frijol «7 otras semillas groseras, sem- brándolas á corta distancia do sus chozas, recogiendo la cosecha á los tres meses: conocían la tuna, la pitahalla, 7 Tas frutas sil- vestresj^de éstas 7 del mague7 sacaban bebidas embriagantes para sus fiestas. La embriaguez no era vicio particular 7 vepr- gonzoso, sino público 7 autorizado; se ponía principalmente en ejercicio en las juntas en que se deliberaba la guerra 7 al salir á campaña. Al tomar de la guerra, plantaban en una lanza la ca- beza, brazo ó pié de los enemigos muertos, bailando al rededor al son de roncos atambores 7 descompasados gritos, añadiqndo cantos que tenían por asunto alabar á la nación 7 afrentar á los

Ci) Historia los trivmphos de nuestra Santa Fee entre gentes las más bárbaras j fieras del nuevo Orre; Conseguido por los soldados de la milicia de la Compañía de /esus en las Misiones de la prorincia de Nueya Espafia. Escrita por el P. Andrea Ferez de Bivas, Prorincial de la Nueva Espafia, natural de Oórdova. Madrid, 1<M5. —Alegre, Hist. ¿e la Comp. tom, 1, pág. 239-S5.

Tencidoa. Ooncorr^n a1 b^ile las jnsjereft y I^s.jóyenes; ieroiÜM^ 4o, Bolo lofinguerrdro&iomaban parte en las lib^oÍGiies y en- tor mar tabaco en ca£as delgadas ,y faraeoaB: famado el tabaop ,en compañía de nación diferente, nacía nna aliaoiza solemne;» caya transgresión se Tengaba craelmente. Sns armas el areo» la fler cha con ponzoña qne siendo fresca no coraba antídoto alganOi porras pesadas de madera, picas 6 chnzos de brazil; las defensi* Tas consistían en esendos ó adargas de cuero de caimán: pintá- banse rostro y cuerpo de colores brillantes» adornándose con plumas de guacamaya.

Gozaba particular estimación la TÍrginidad. En algunos pne* blos, las doncellas traían al cuello una concha^jciácar primorosa* mente labrada» señal de su condición, siendo muy grande afren- ta perderla antes del matrimonia Este se contraía solo con. el expreso consentimiento de los padres; á su presencia y á la de los parientes, quita el marido á la desposada la concha de las vírgenes. Se repudia á la mnjer por pretextos libianos, y solo los jefes pueden tener varias esposas: las doncellas caminan por los campos, de i|na en otra nación, sin temer el menor insulto. Hombres de trato infame había en Culiacan y en ChiameÜa, ca- sos se daban en Sinaloa, mas todos eran mirados con desprecio y. horror.

No reconocían gobierno ni ley; el poder de los jefes consistía en ciertas distinciones concedidas á su nobleza, y en la faealtad de couTopar á la tribu, para emprender guerra 6 concertar aliai^zA- La ancianidad gozaba de las prerrogativas de los no- bles; la edad y la sangre eran superiores al valor y la glpria mi- litar. Las mujeres se cubrían de la cintura abajo con lienzos de algodón; los hombres andaban de común del todo desnudos. Ja- neas reñían con los de su pueblo, ni con sus aliados; practicaban generosa hospitalidad con. propios y extraños, manos con los enemigos. El homicidio, el hurto, el engaño, el trato inicuo casi UQ tenía ejemplar entre: ellos; la carne humana la comían solo los pueblos 4e. la sierra». No t^ían altares ni ídolos, ni culto de ninguQa.claae^ y ^oio tenían : iniedo á, ciertos ándanos, especie de.paédieos, que gozaban reputación de heefaioeros. Su única oe^ remonia consiistiaienencender.una gran hogaeraen la plaza del pueblo, á cuyo rededor se áentabaa los guerreros y los ancianoSi

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famando cañas con tabaco; en medio de ttn profando silencio se levantaba el de mayor autoridad, pronunciando nn discurso conforme al objeto á que se habían reunido: el orador decía al principio 6on voz mesurada, dando lentamente vuelta & la pía- ssa; á medida que la importancia del asunto crecía, la voz era más fuerte, mayor la aceleración del paso, y en el silencio de la noche llegaba á oírse en todo el pueblo. Media hora 6 más du- raba la peroración, y terminada tomaba asiento el orador en medio de inumerables aplausos, convidándole con la pipa: otro ocupaba la estensa tribuna, y después otros, pasando así gran parte de la noche. Aquellas aremgas llenas de figuras y desaho- gos, que á los pue]^los civilizados parecerÍAu groseros, tenían la fuerza bastante para oonmorer el corazón de los salvajes, encen- diendo en su pecho el amor de la patria y la venganza contra el enemigo.

La mayor parte de estas naciones vivía á la orilla de los ríos^ para gozai; de agua y terrenos cultivables, en pequeños pueblos ó aldeas, apartados más ó menos según las comodidades de la tierra. Los habitadores de las montañas y de las marismas se sustentaban de caza, raíces, frutas silvestres, y bebían de las aguas estancadas; los de la costa gozaban del pescado, sirvién- doles de pan para comer el fresco, el que preparaban seco: no era este obstáculo para que alcanzaran salud y lai^a vida. Los Sinaloas eran de gran estatura, mayores que los americanos y aun los europeos, muy sueltos y líjeros. "Cuando llueve, si quie- '^ren defenderse' del agua, el remedio es coger- una macolla ma- "nojo de paja larga del oanipo. Este atan por lo alto, y sentándose '^el indio lo abre y pone sobre la ot^beza, de suerte que le cubra '^el cuerpo al rededor, y ese le sirve de capa aguadera, de techo, y ''casa 6 tienda de campo, anunqu 3 este lloviendo toda una noche. ''Esta es la defensa de la lluvia, y para la los soles fortísimos "desta tierra no La tienen mejor. Porque todo el reparo es incar "unos ramos de árboles en la arena, y sentarse, vivir y dormir á "esta sombra." El viento resisten en el cuerpo desnudo, y el abri- go coxitra los f rios del invierno consiste en encender candeladas, entre láa onales se acuestan sobre la arena. Para caminar en 1m noches destempladas. usan llevar en la mano un tizón, el cual aplican cerca del estómago para recibir el calor, Uerando todo

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el cnérpo i la inclemencia. ^'Esie^an pérégtinó g^eW de gente "es mnobo menor en número qne las labradoras, j con ial'modoí ^de TÍvit están inia contentos- que tiiTierán lósi haberes y pa- blados-Ael mnndo." (1)' Sas tradiciones están oolistaniefs éñ ase» gnrar su origen los países boreales j sus relaciones con loa naboa*

En^ritndo ya en Sonora, sobre la costa del mar rojo ó. de Cdr** tas, la primera na^^ion qué encontramos al S. del ' Bstado de lia cahito; di^dese en yaquis que viven orillas del rio Yaqni, Hiaqní, Taqnimi, y mayoe qne tienen sns pueblos sobi^e el rio Mayo.

Siguen al N. los pimas^ cuya lengua se llama pirma, oorat ^tjBtw^ me: en su lengua se llaman otama en singular, ohatoma en plural^ Divídensd en pimas altos y pimas bajos; los primeros vanear tei^ minar en la frontera con los Bstadoa-Unidos. De ía misma íá¿ milia son las tribus que llevan por 'nombres eobaipuria, 8cbaé, pó^ Üapiguas^ pioUos^ y los pápagos, pnpcAolria 6 papalotes: otras variase se enumerau, que hoy corresponden al vecino territorio.

Los sériSi á lo largo de la costa, están limitados al N. por los pimas, al O. por los pimas bajos y los ópatas, al S. por los ya* quis. £s la más pequeña de aquellas naciones, mas también ]m más cruel, la más falas y salvaje: b& preferido ser, exterminada á reducirse á vida política. Perezosos, indolentes, se entregan con [tanta pasioQ á laeníbriagueai,; que las madres dan con la boí» ca el aguardiente á los. niños más pequeños.- Son altos, biea for>- mados y las mujeres no carecen de belleza* Es proverbial ponzoña con que envenenan aus fleohaa, por su efecto moitíia- ro: componen el. jago venenoso con multitod de ingredientes, añadiendo al confeccionarlo fracturas supersticiosas. Perteneodn á esta tribu los salineros, tepocaSj guaymas y npdnguaymas*

Los ¿patas confinan al N. con los pimas altos y los apaches: al E. con la Taraumara; al S. con los pimas b^jps, al O. con los pimas y los séris. La lengua ópata se dice también ure, ore, te* güima, sonora. Se subdividen en ópatas tegüis, ópatas tegXlmasi j en ópatas cogüimaohis: (2) Pertenecen también á la misma &mi* lia los co7i¿Za, baiuct^s, sahvaHpas^Jdmens y gitasaves; les corres- ponden igualmente los endeves^ hegnes, hequis^ hebes, eudevas y ba^

(1) Pérez de Bívbb, tiempos de la fé, pág. 8t

(^^ Hotious estadürticafl de Sonora, por D. Franciaoo Yelasoo.

S28L

4^Ti^Ui>i tmidl>]^8iíom«0irT4))m i9l xwmrio ckJas iñl>i¥i a$I^»i

JbsÁgPja a]ga^f^mt6ÍODeiro9 <M^ por 6u fnrógemtprJ MotMAb^ |tetn% i;q!iiw'«9 ra l^ngf^a U«axui]>an tamo mM^ nuestro primea prinoipio, esperándole aún que Tolviera entre ellos cual i tenía o&ejBi|p;(m48 esto es solp nn« rejninisoepPbQJa de loi9( tiempqs mo- d^rníps» 4ii^. WliV^;s m> ,eAtepdier<^ bien los bim^os eatequisjM. Np :VQ9On0cjim dipsea j|i t^ian ídolos, altares» ni culto; algu-r nos ,aneijuios.<||Le,nni^ al ofieío de curanderos el de doctores y i9ágic9iB» e.mifi quienes, enseñaban algimas doctrinas» con supers- tf)9icru^s para dpmiuar los elementos y obligar á la naturaleza les c(íersl;ca^nto habían menester. Creían en la inmiortaUdad del al-

» *

miQk y en un juicio particular de }a$.ac«U)nes en la otara vida: sacfr- i^^ aguaros de los anipaales j de. los fenómenoa.naturales. Según e^t^ lUtímo no había ía}ta da religión que nunca falta por comple- to. sino .qp9 laa cteenoiaa se encontraban en estado incipiente.

No usaban tanto la embri^uoz como otras naciones» sacando sus bebidas fermentadas delonaíe, inezcal, tpna» y del sanco cuyo afecto duraba por rarios di^. Les eran comunes las reuniones jú>cturnas de las demás tribus» con, sus prolongadas arengas. Pi^ac- ticí banse los matrimonios de una manera singular. Puestos en hí- •lera los y las jóvenes qua se habían de desposar» en presencia de toda la tribu y á una señal echaban á huir las mujeres; á cierto iiempo.despi^es» preña otra señal, partían á, la carrera los hombres ^pazando una persecución que terminaba cuando cada cual se ha- biáapóderado de una^jóvenagarrándolapor la tetñla izquierda» es- ia:era su noria» bastando aquel acto para que ambos quedaran casados.

Becieh nacidos los tíiñós, con una espina les pican ^al rededor de los párpados, dejándoles impresos con tizne dos arcos de pun- iíos-negros, repitiendo la operación por el rostro y cuerpo con- forme "^ikn entrando en edad: los pimas tienen estas pintas como iñedio para realzar su hermosura. Oada niño 6 niña tienen su péH^ és decir ún hombre ó mujer respectiyamente de los p^ríen- -tes 6 extraños que á ello se ofrecen; dScen id infante cuáles son

(1) B^laoiones de SonorO; en loe ASS. del Aiehiro generáL

8118 óbligacionési tentándole el cuerpo y tlfándóTésf 3e bHzos 7 piernas, tros lo cual el jpérí queda identificado con el'xiino.

Enterraban á los muertos poniéndoles en ta sepultura sus ^^^^^^ tidós, ^inas; una porción de pinole 7 una olía de agua. Las mv ^rés por algunos diíUcontíbiióSy* recogían en una jicara la teclíé de sus pecbós, para irla^á verter 'sóBre él sépulóro de su bijo. .

Ecftfe los opáta {jírmci^álmenfe, ^ara que ún'mbzo fuera. pro- móVidó^át grado de guerrero, era ménestéVqúe hiciera* su noví* ciado' saliendo algunas Veces cóiitfa él enemigo; portándose cóh falor, él capitáb délpuel^^b probedla á darle el ^ádó. 'Reunidos los guerreros, escogía tm padrino quien ponía las xdanós so* bre los hombros del candidato; en ésta forma, el' capitán le di* zigla una plática acerca de* sus deberes, 7 sacando del óarcifi una jgarrá seca de águila, le arañaba basta bacér brotar sangtéf desdé él boinbro blasta ta muñeca de la mano, ño siguiendo lí« néás rectas sino ondoladás; laego sobre él péclio 7 después éh muslos 7 piernas: la prueba debía sufrirse sin dar la más míni- ma prueba de debilidad. Incorporado á los guerreros no ternu* ñabán sus trabajos; mientras ténfa el lugar manos antiguo tb« caba Velar de continuo, no se acercaba ala lumbre por 'más fría que fuera la ndcbe, 7 si dormía 6 intentaba acercarse i^l fué* go, le echaban agua, le denostaban '7 hacían que sufriera la ü¿- temperie sin murmurar. ^

Para salir á campaña se preparaban la noche anterior cóh una junta en que el, capitán recordaba á todos su deber 7 sus proe* US. Astutos 7 cautelosos cómo todos los salVajes, su principal intento era dar una sorpresa ó albazo; 7 logrado, en Tez de per- seguir al enemigo hasta destruirle, se contentaban ooneldespo* jo tomado, cortaban la cabellera á los muertos 7 con ellas baila- ban sobre él campo de batalla. Si derrotados,* vólTÍan á su pU/v- blo de noche 7 en silencio: si vencedores, salían las mujeres pre- cedidas de una yieja 7 de la esposa del capitán, saludaban á Jos guerreros, 7 mientras éstos colgando las armics á las j)uertas de sus casas se quedaban de espectadores, ellas tomaban la cabelle* ra, la pisaban, le echaban agua caliente 7 ceniza, bailando a>Is6ñ de las canciones que tienen compuestas al intento: á los prisio- neros, cualesquiera que fuera su sexo 7 edad, las viejas les que* xnaban el cuerpo con tizones, principalmente los muslos, hacién- doles bailar é impidiéndoles el dormir hasta que cafan ezténúiBk*

sao

dos. Lq0 ópatas acostumbraban traer la. mano de nnode sus enemigos, para revolver cou ella el pinole rq^één aquella cere- monia se ofrece á los danzantes (1).

. ^as i^ribus X)aIiforniá no tuvieron otra entrada ^ue por . el Korte, la forma de' la península las precisaba adelantar Üácia el B.,^de:mánéra' que las pás australes al llegar al término de la tierta debían perecer como prensadas por las demás; esto acpn* ie'ciocoñ \oA pérícues. quienes vinieron á peiderse en i3. José del Cabo. La parte media la ocuparon los guaicmaSy Gubdivididos en core», coñchá8¡ nchitas.y artjpa^. Vivieron en la parte boreallos cocfiimi¿% con.sua subtribus los cdués ^ñlos didués.

:- Aquellos pueblos encontraban en un estado lamentable da ¿trazo. Subdivididos en familias, no reconocían gobierno ni ley, pues el mando de sus jefes era precario y. solo para la guerra 6 la caza. No- tenían casas, ni trastos de barro, ni lienzos con que yestirse; abrigábanse como las fieras debajo de los árboles ó en las grutas; los bombres iban desnudos, las mujeres medio cu- biertas con bilos sacado» de las hojas de la palma, ó cañutos en- cartados de carrizo. Pesconocian la agricultura, manteniéndose con los frutos expontáneos de la tierra, animales, inmundas sa* bandijas y pieles secas^ sin embargo no comían carne humana, ni eltejoñ porque decían que se parecía al hombre. La escasez (de mantenimientos les hacia adoptar algunas prácticas asquero- sas: hartos de pitahayas cuaiMo era su tiempo, recojían después las pepitas arrojadas y no digeridas, para lavarlas con esmero, jtostarlas y comerlas de nuevo. Los del K. atan á .un cordel del- gado un pedazo de carne y en esta forma le tragan, después de dos 6 tres minutos*la extraen del estómago, tirando del cordel que ha quedado ''pendiente, y vuelven á mascar, tragar y sacar repetidas veces hasta que la carne se consume: algunas veces se juntan varias personas, y á Ia/:edonda va corriendo el bocado de uno en otro.

* .. Sus armas eran el arco de*cínco pies de largo, y la flecha con punta de {>edernal para guerra; madera dura para la caza: combatían' á sus enemigos de una manera desordenada, con gran- des alaridos, más^furia que valor; en batalla empleaban una

(1) Véanse pan las tiibua^^e Sonora los «scritos coatenidos en la Tercer sdiie dpptunvi^ pasa la historia de México: México 1859. ^

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espeeie de dardo y la poi^ra. Aunque en ciertas creencias reli* gíosas, no tenían ni ídolo ni al tai; ni culto externo, no obstante loenal tenían ideas confusas de algunas divinidades. No falta- han tampoco charlatanes que curaban las enfermedades con más empiritismo que ciencia, haciéndose pasar por magos que dispon BÍan de los elementos y conocían la suerte futura de los hom- be& Casábanse con una sola mujer, á excepción de los pericués gne eran polígamos; el marido tenía absoluta autoridad sobre su esposa. No amaban tanto á sus hijos que no mataran á los que 00 podían mantener, y las mujeres primerizas procuraban el ftborto, porque aquel niño no fuera débil y enfermizo. Antes de aquellos pueblos bárbaros vivieron en la California gentes más adelantadas. Entre los 27^ y 28^ lat se ven grutas en cuyas paredes se distinguen figuras de hombres con trages y adornos, y animales de aquella localidad y de otros que allí son desconocidos. En las cuevas y rocas lisas se distinguen pinturas de hombres, pescados, arcos, flechas, y ciertas rayas que seme- jan caracteres de escritura; los colores son amarillo, colorado. Tarde y negro. Estas pinturas se encuentran en los lugares más altos, por lo que los naturales juzgan ser obra do jigantes. En nn peñón altísimo hay una serie de manos estampadas de colo« rado: hacia Puzmo una cantidad de trazos remedando una ins* crípcion. *'Por más que se ha preguntado á los indios califor- i.

''nianos, qué significan las figuras, rayas y caracteres, no se ha ''podido conseguir razón alguna que satisfaga. Lo más que se ||

''ha averiguado por sus noticias, es que son de sus antepasados, i

^'y que los de hoy ignoran absolutamente la significación." (1)

«

. (1) Hístoda de la antigua 6 baja Oalifomia; obza p<$slama del P. IVanciseo Javier daTÍgero, de la Oompafiía de Jesos. Traducida del italiano por el Presbítero D. Ni- colás María de San Vioente. Méxioo: 1652L Coarta aéríe de dooomentos para la^biff- ioria de Máxioo, toxn. Y.

*»_»,■.

CAPEtÜLO rti.

f

Begion del l^. ^BsaioN áxjbtbml. ^Idioiüls.

rof.^ Tarahumarei."^ C<m^i08,—Apaoh€i,-^PieonM ó Jatumibm.-^ TamauUp^oot» JBáffian <MMtraL^Ah%uMboi,'-(JhantalM,--'lM^

mu tubtribwL^KiMi y 9U$ r^es.^TMottílea.-^TBenáaies.-^Mayai.'^ TtgaaapiUi mtbtribu9,^El noffuaUsmo.—Lenguat de M¿xieo»^Orden hUtórioo.—Famüia OtO' mi.—'FamiUamayayiUB ramaa.-^Fa/ifíiUa MixtóGO.'-Zapoteca.'-Farnüia mátí" ama y ius aflnei,— OhUMfnica.^Lenguai perdidat.

PASAMOS ahora á las regiones central j del NE. El primer pueblo que nombraremos será el pame: linda al N. con los pi« sones y janambres; al E. con los mismos y con los Iiuaxteca; al B. con los otomíes, al O. con los cuachichiles. Tribu salvaje, sus restos quedan aún en el Estado de San Luis Potosí. (1)

A la misma demarcación correspondieron los cuachichües, hoy extinguidos, que se extendían entre los irritilas y coahuiltecas al N.; los tamaulipecos, pisones y pames al E.; los otomíes al S.¡ los zacatecas al O. Los cuachichiles Tagueaban ademas por los

estados de Zacatecas y Goahuila, (2) bajo los nombres de guachis chües 6 guachichiles.

(1) sesiones da Bio Verde, iom. XXX de los HSS. del ArchÍTO general.

(2) Infonnaoion de los oonrentos, doefcrinsa j conTersiones que se han fnndado «n laprorincla de Zacatecas. Afio de 1602. MS. en el tom. XXXI de la oolecoioadel AxobiTO generaL

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' Ii08 saoftteoas lindaban alN. con los itritílasi al E. con loa im- illas y los enacliíchilss; al S. y al O. oon los pueblos de Xaliseo jlos tepéhnanes. Se extendían por Zacatecas, á cuyo ^ Estada -comunicaron su nombre, hasta Dnrango. Bl conista de la pfch ▼iñcia sacaiecana comprende en sn descrípción, no solo las tri- bm de la localidad, sino tainbién á todas lús barbaras qne esta- ban derramadas al N. y al E. Píntalas como absóintámeñté bíf- -baras, Tajp^mtindas, sin casas, abrígíndose durante el invierno en' las quebraduras de los montas y en las grutas; diestrísimoe tiradores de arco, viten de la casa y de los productos naturales de la tierra, comiendo las sabandijas más repugnantes. Gubdi- vididos en pequeñas parcialidades, se ha^n entre si guerra cons- tante; feroces y craeles, dan muerte á cuanto encuentran, infrin- giendo á sus victimas crueles tormentos; se complacen en comer la carne humana. A ios que se distinguen por valot ó agilidad, en muriendo, aunque sea de enfermedad asquerosa, se lo comen pa- ra adquirir por comunicación de la carne las cualidades del di- funto. Abandonfiox á los enfermos bajo un árbol, dejándole á la cabecera un poco de agua y algunas frutas silvestres, sin que vuelvan á acordarse de él padres ni parientes. 'Empleaban fie- chas con ponzoña.

No reconocen otra autoridad que la de sus capitanes, que son los más valientes. Son polígamos; en algunas tribus las mujeres son comunes, en otras no se reconoce parentezco y puede tomar- se á la madre, á la hermana ó á la hija: no hay ceremonia para el matrimonio, y la separación se ejecuta á voluntada Al nacer el primero de los hijos de una mujer, se reúnen los parientes y mu- chos convidados, dan á beber al padre una bebida compuesta con la raíz del peyot, que no solo embriaga sino que adormécela sensibilidad, le ponen sobre la piel de ún venado, y en seguida los circunstantes le sajan todo el cuerpo, con huesos afilados 6 dientes de animales, hasta dejarle hecho una lástima: ésto espa- ra que el niño herede el valor de su padre. Divertíanse con bai- les grotescos, cantos desacordes, instrumentos músicos compues- tos de troncos huecos; su goce principal es la embriaguez, sa- biendo confeccionar bebidas fermentadas. Salen á la guerra pin- tados los cuerpos, con dibujos de animales y sabandijas, adorna- da la cabeza con plumas de colores.

Suponen ciertas divinidades tutelares álos rios,fuentes, borá-

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les y pUntaa; Ust yerbas tienen virtud para dar ciertas cualida- des, 6 certeros tiros en la* caza ó victoria en la gnerra. Hay al- guna materialisiia, qne piensa que el hombre perece al morir: al- guqas adoran á los astros^ otras forman ídolos y les labran oasn- .<)bas pajizas en que abrigarlos; no ¿alta alguna que adora el fue- go, teniendo un sacerdote de8tinad6 á conservarle perpetuo. Fuer- tes, robustos, ágiles, gosan de un oído fino/de una vista perspi- caz, sabiendo seguir el rastro á sus enemi|^^por los campos cu- biertos de yerba, y sobre las piedras. Astutos, Cautelosos, des- confiados, lo muestran todo en sus tratos y relaciones; tienen g^an ingenio en proporoioaarse caza y pesca, por medio de pro- 'Cedimientos cariosos. (1)

Las tribus de lengua irrifAla se extendían entre los tobosos al N., los coaliuiltecos al E., los cuachichiles y zacatéeos al S., al O. los tepehuanes. Al N. quedaban los tóbo8¿8f con los conchos al O. y los coahuilteoos al E. Finalmente los coahuiltecos se ex- tendían hasta las fronteras actuales, con los E. ü., y aun más allá. Estas naciones estaban fraccionadas en multitud subtri- bus, y tanto que hemos encontrado hasta 148 nombres diversos. Los tobosos formaban un pueblo bárbaro y guerrero, que nunca dejo las armas de la mano, prefiriendo morir que reducirse á las misiones.

Extendíanse por los estados de Ooahuila y Nuevo León. Los menos broncos vivían junto á la lagaña de Tlahuclila. Eran há- biles, más bien hechos de talle y más dóciles que sus circunve- cinos; en exfremo tímidos y por eso muy dados á superstición. £1 fondo de su creencia la componía el miedo á los malos espí- ritus, llamados en su lengua CacJiinipnisAyer el polvo levantado en remolino por el viento, se arrojaban á tierra invocando, prac- ticando lo mismo por la noche cuando veían pasar por el cielo las exhalaciones; creían en los sueños; y para precaver de la IQuerte al padre ó á la madre enfermos, ahogaban al más peque- "ño de los hijos como víctima expiatoria. Pariendo la mujer, el ma- rido se metía á la cama, se abstenía por cinco 6 seis dias de car- ne y peces, por teinor de' que los animales no se dejaraii cojer en

(1) Chronica de la provincia de N. S. P. S. Francisco de Zacatecas: compuesta por el M. B. P, Fr. Joscph Arlegin. México, 1737. Tercera pa^te, cap. III al IX.

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Ja caza y la pesca: al terminar el tiempo Tenía un sacerdote^ y aac^dolet de la casa por la mano, conclnia el ayuno. Las cabe- xas de lo8¡ venados muertos guardaban para que les fuesen propi* jaÍAmBí el dueño de ellas moría, al cabo de^l ano los parientes las /^acaban de la casa al ^nocheceri con canto triste y lloroso, yendo !

al último de todos una anciana con la cabe^ del venado que se te- i

nía por principal, la cual. iban á colocar en una pira, sobre a]gur ABs flecbas; al derredor, papaban lanpcbe, la anciana llorando, cantando y bailando loa asistentes, hasta el amanecer que encen- dida la hoguera, la cabes^ quedaba reducida á cenizas, y sepul- tada 1^ memoria del difunto. Caohinipa era el autor de la muer- te, y estaban persuadidos de que si veían morir á sus parientes, ellos al punto morirían; por epo enterraban á sus enfermos an- tes que acabasen de morir. No guardaban ni recelaban sus don- 4)ellas, ni procuraban casar intactas sus mujeres, dejábanlas pues á su albeldrío, por lo que muchos años vivían en libertad, y des- pués de casadas, á su gusto dejaban un varón para tomar otro. A los muertos lloraban los parientes por algunos dias, cantando y bailando, en la mapana y en la tarde al deredor de la sepultu- ra dando grandes voces y alaridos, refiriendo las hazañas y bra- vezas del finado: pintábanse entonces el rostro como una cala- vera con Jágrimas en las mejillas, sin duda para tener estas fin- gidas, si en sus ojos no las encontraban verdaderas. (1)

Oefraremos hacia este rumbo^ elN. O., con la mención de los iarakumares con apaches al N., los conchos al E., los tepehuanes al S., al O. los pimas y otras pequeñas tribus. Los conchos con los tarahumares al O., al S. los tepehuanes; al E. los ooahuilte- cos; al N. nuestras fronteras actuales con los E. U. Por los ¿zpo- óhes tribu eubdividida, vagabunda y feroz. Los tres pueblos caían en términos del Estado de Coahuila. (2)

(1) P. Andrés Pérez de RÍTas, lib. X, ''de las misiones de Parras." Alegre Hist. de la Crnnp. tom. 1. Cuarta aáie de Docnmeotoa para la hiat. de México, tCHn. III j IV. Boeumentos para la historia de Coahuila, tom. XXIX de los MSS. del ArchiTO general Mota Padilla, cap. LXIX. Artículo * 'Misiones/* en el Diccionario üniTer- sal de Hist. y de Geogr. Tercera serie de documentos para la hist. de México, tom. 1, pág. 4S1 y sig.

(B) Cuarta sáriede doomnentoi, tom. IH, pág. 833 y sig. Tomo IV, pág. 02 y Mg. Visita del obispado de Dunmgo por el Sr. Tamaron. MS. en podjsr del Sr. I>« Joflé Femando Bamirez. V. Apaches en la Geogr, de las lenguas de México.

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En Tamanlipas, sobte la costa del Golf o, nos testa meáciobár

los pisones 6 janarnbreSf j tamanlipeóos, de los cuales sabemofs t>o« co que decir. SabdiTididos en peqaenas'ffábeiónés/cónttbmbrw

diferentes, mu j atracados eh oiTilisacioñ, A|>étiaí¡i áéinbrabah ál* gtinas semillas, 7 yiYÜAí en choísas de paltxs 7 zaéáte. ]^éstós slh embargo éiisten de haber idVido p6r álií i>néUós m&a cítíÍízIbI* dos. En el valle de Sania Bárbara, "sé Vén Ibnbbds vestigios ''pueblos anti(^os de indios qué éziáteh/habfi^ndáée éhcóntnído ''eütérrados dentro de las ruinas íclolos db'diférentes figuras 7 ''taíñáños, 7 hornos con cantidad céniíías de éüs sacrificios j "muchas ofrendas, qué había con sus ídolos coikio sálén ho7 en "el pafaje desta misicn, 7 otros á corta distancié, coligiéndole "haber dominado esta tierra otras Uácioíiea bárbaras, qtte las ''que se hallaron en la 'pacificación.'* (1)

Arrojando una mirada lijera sobre la región boreal que acaben mds de recorrer, encontramos que aquella 2óiia estaba ocupadk por tribus de la misma filiación 7 de divei'sos trohcos, en todos los estados sociales, desdé el próximo á la civilización nahoá» hasta la condición más primitiva 7 Salvaje. Al NE. los pueblos van dtsminn7endo en ntimero 7 en saber en proporción constan* te de S. á N., hasta terminar en los degradados californios 7 en los feroces apaches. La religión méxica, aparenté todavía en Xar- lisco, va cambiando hasta hallarse con tribus que no tienen cul- to aparente, ídolos ni altares, ni sacerdotes; sin embargo, no son ateos, supuesto que tiehen ideas acerca de ciertas divinidades que en el cielo moran, teniendo cuidado más 6 «nénos eeímerado de los hombres. Hacia el centro 7 én la región N]PS. viven tribus bárbaras 7 errantes: los pueblos que se fijaron á la tierra como agricultores ocupan menor cantidad de terreno, rénnen 7 agru- pan como bnscando las relaciones sociales, mientras los vaga- bundos que sacan su sustento de la caza 7 de los frutos del sue- lo, necesitan grandes espacios en que moverse, ocupando exten- sas comarcas á donde llevan la desolación sobx^ todos los sáres vivientes.

(1) Descripción general de la nuera colonia de Santander, 7 reladonea iadiyidoa- les en orden al reconocimiento é inspección de todoaa teirenoypneblOi y del' «na parte de la Sierra Qorda, por el teniente coronel de ingenieros 1). Agostin López de la Cámara alta, 1557. MS. en el Archivo generaL

Sobre la región central ee descubren ra^ae» den^ovtrandp I^ existencia de naciones civilizadas. '0a8a$ grandes en Ghihnana,, el Zape en Dnrango, la Quemada en Zacatecas» la ciudad de Ba- ñas en QiierétarOy parecen marcar una corriente de ciyilizacioqi anterior á la irrupción de las tribus broncas qup ocupaban aque* Has coscareas. Pero obserrando atentamente» se descubre» que todos esos monumentos no tienen caracteres idénticos» pertene* eiendo á distintas épocas y á diversos constmctores; no son obra de un solo pueblo» sino que marcan distintos centros de adelan*- ia Los arquitectos no dejaron historia» ni siquiera su nombre.

PasaxKios ya í la región austral Hemos dicho que el limite del imperio de México» sobre las costas del Golfo» estaba marcado por el rio Coatzacoalco. Entre éste y los chontales al Oriente se extendían los ahucdidoos, pueblo de filiación nahoa» brusco y aun- que agricultor poco entendido.

Los choiücdes moraban en el actual Estado de Tabasco. Los hemos encontrado esparcidos desde Guerrero y Oaxaca» y se adelantan hasta Guatemala. En Tabasco estaban encerrados en- tre los ahualulcos al el mar al N.» los mayas al E.» los zoques al S. Kada se sabe de ellos fuera de ser fuertes» guerreros, des- confiados» poco amigos de decir la^verdad» tenaces para guardar un secreto, y poco sociables. En mexicano chontdlli significa ex- tranjero ó forastero» dando á entender qne los nahoa les tenían como pueblo advenedizo. Hácese mension en Tabasco de nnos indios oUribes, qne venían de Guatemala» de los cuales solo sabe- mos que eran bárbaros.

En el vecino Estado de Cbiapas las tribus están agrupadas en pequeños espacios. Fuera de los pueblos mencionados al hablar del imperio de México, contenia otros» entonces independientes. Los laeanáonea, con su sub tribu los xoquinoes, vivían empeñola- dos en las montañas en la parte oriental de Ohiapas, corriendo hasta 1% Yerapaz en Guatemala. Los chañoháles, hablando una lengua mezclada de zotzil, cazdal» maya y trokek.

Los chotes, tribu avecindada de tiempos remotos en Guatema- la, que dividida tal vez por las irrupciones de los maya, la nna fracción mora al E. de Chiapas» la otra en Yerapaz. Son de ja misma familia los mapanea 6 ^yccdeSy quienes tenían al S. á los Choles, al E. y N. los itzáes-petenes» y a^ O. loa lacan^ones y xo-

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qninoes: (1) también eran 4^ su estirpe los manches ajoyas 6 axcyes y los chotes uchines. (2)

De \oH puntune se dice que se encontraban en los. alrededores del Palenque. /

' El Jcichéy quicTiéó^uÜateca es tronco de una familia numerosa do. lenguas, en su mayor parte derramda en Guatemala: en Cbiapas. podemos decir que tenía su límite oriental. Aunque la nación de los quicbées no nos pertenecía la actualidad, no será fuera de camino decir pocSs palabras acerca de su historia antigua.

Siguiendo al pié de la letra la autoridad de su. cronista el P. Ximenez, (3) los ki<sbée8 se gobernaron al principio por tres per- sonas nombradas Conachi, Beleheb-queh y Gvlel-ahau: habiendo adoptado después el sistema monárquico, ésta fué la genealogía de sus reyes.

I. Balam-quitzé, "tigre de risa dulce, ó de mucha risa mortífe^' ra como veneno. ''Este parece que fué el que inventó sacrificar "hombres al ídolo Tohil, según se dice en bus historias, y éste "hurtaba los hombres, y ésto es de los indios extraños que apre** "hendía, no de los propios, que fué el estilo general de todos "los indios." Beinó en Izmachi, "barbas de la cara," en donde comenzaron á labrar edificios. Tuvo por hijo á

II. Cocavib, "adorno fuerte ó que mpcho se adorna/* Hizo un viaje hacia Oriente, para recibir su reino del señor Hacxit.

IIL Balam-Conaché, "tigre de palo."

IV. Cotuha-ztayub, "cera de águila que oprime." Quedó divi- dida la tierra en veinte y cuatro señoríos; estos jefes eran como consejeros para disponer de la paz y de la guerra.

y. Cucumatz-Cotuha, "culebra fuerte, cara de águila." En su tiempo se revela.ron los de. Ilocab, marchó contra ellos^ les ven- ció y sacrificó los prisioneros. La^apital Izmachi fué trasladada á Cumarcacha, "casa vieja ó rancho apolillado," donde se fabri- có templo para los dioses. "Este mismo rey fuá el que. levantó "gente de guerra, y empezó á poner fronteras contra los enemi- gos, haciendo en aquestas fuertes, para defensa y refugio do los que estaban en fronteras,"

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"' (1) Vniagatiérre, el Peten.itzá, pág. 278. (2)* Vülagutíerre, pág. 160. fS) Lm historias del origen de los indios, p<g. 162 y sig.

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VI. Tepepnl-Ztayñl, "magestuoso, fuerte y delesnable como palo aKsado:"

VIL Qaicab-Cavizimah, "de mnchos brazos, y qne se adorna de puntas como lanzas ó zaetas." Le tenían por hechicero como & Cncnmatz.

Vm. Tepepnl-Ztaynl. En su reinado se insurreccionaron los cachíquiFés, levantando rey propio. "Comprendía todo aqueste "reino del Quiche, según se colige de las historias de ellos, des- . "de Soconusco, San Antonio, todo lo que hoy tienen los padres "franciscanos desde Quetzaltenango, Solóla, Totomicapan y Ati- "tan, que es la nación Sutuhil, todo el Cachiqüil que comprende "todos estos Sacatepeques, lo que tocaba al cacique de Zacapu- "Jas, y sin duda tocaba también la provincia de Verapaz, y por 'la similitud de las lenguas no hay duda que tocaban los zoziles "y tzendales de las Chiapas; porque aun estando divididos los "cachiquilei, fué mucha, cuando entraron los españolea. Ingente "que juntó el rey del Quichá, y no podía juntar tanta gente y "quedar todo tan poblado, después de tantos como murieron."

IX. Tecum-Tep^pul, "grandeza y magestad amontonada."

X. Vaxaquicaam y Quicab, "ocho mecates, brazo de luna ó de chile." En su reinado aconteció el Quiché-vinac. "Dicen que un indio del reino Tepan Guatemala, y aun dicen que era su hijo, era ^an brujo. Este se venía de noche á los edificios del Qnichó donde dormía el rey, y daba grandes aullidos y voces, diciéndale muchos baldones y oprobios al rey, llamándole mamacaixouj vie- jo agrio y amargo; aunque «naden que le decía Cutuha debía de ser por baldón, porque Cotuha fué mucho antes que so levanta- sen los de Ouatemala; y viéndose baldonado el rey y molestado 'de aquel brujo, llamó á los brujos que tenía y prometió grandes premios. Y ofreciéndose uno que había de crédito en este arte, salió en su busca, y topado con él y queriéndolo' coger, de nn salto se iba á otro cerro; pero lo mismo hacía el quiche, y si- guiéndolo de aqueste modo mucha distancia, lo hubo de apre- hender con mucho cuidado, porque los cordeles con que io ataba ; los quebraba. Y llegando á la presencia del rey, le hizo su aca- tamiento, y le dijo el rey, qne si él era el que daba gritos de no-, che, y díchole que sí, dijole; pues ahora rerás qué fiesta hace- mos contigo: y juntándose los señores, formó nn baile para;' celebrar la presa de aquel brujo, y tránísformándose en águilas,-

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leonea y tigreSi bailaban iodos arañando al pobre indio. Y es* tando ya para sacrifioarlo les dijo á todos y al rey: '^agnaírdad un "pocO) y oíd lo que os quiero deoir; sabed que ha de yenir tiem- "po en que desesperéis por las calamidades que os bao da so- '^breyenir y aqueste mama-caiason también ha de morir» y; sabed, ''niK)s hombres vestidos, no desnudos como vosotros, de pies á ''cabeza y armados, éstos han de ser unos hombres terribles y 'dueles, hijos de la Teja; quizás será esto mañana 6 pasado ma- ''ñaña, y destruirán todos estos edificios, y quedarán hechos ha- ''bitacion de lechuzas .y de gatos del monte, y cesará toda gran- ''deza de aquesta corte;" ''y habiendo dicho esto lo sacrificaron»" Obsérvese que no es esta otra que la tradición de los hom^ bres blancos, que vendrían á destruir los reinos indígeiías.

XI. Yucub-noh-cuyatepech, '^siote signos, porque este Noh ''significa un signo como los nuestros del zodiaco, adornado de ''argollas, porque este rey solía usar de aqueste adorno.'*

XIL Oxib-queh-beleheb-tzi, "tres venados y nueve perros." "Este era el que reinaba cuando vinieron los españoles, y quien 'les dio la guerra, y siendo cogido en la traición de que quería "matar á los españoles, fué quemado y puesto en su lugar el "hijo."

XTIL Tecun-Tepepul, último rey, bajo la dominación caste- Uaná*

El P. Jiménez, suponiendo cuarenta años de reynado á cada rey, coloca al principio á la monarquía hacia el año de 1054 de nuestra era, tiempo en que declinaba la opulencia de los mayas é iba á extinguirse en Anáhuao la monarquía tolteca.

Al E. de los zoques quedaban los tzotziles y los tzendales del Estado de Chiapas* Pueblos de la misma filiación etnográfica, son descendientes de los quelenes, pueblo antiguo que hace tiem* po desapareció..

La península de Yucatán estaba enteramente ocupada por los mayas. Daremos ^n sn lugai; lo que sabemos de su historia. Por ahora splo importa saber, que un señor supremo gobernaba el MayapAn, h&cía el. sigl^ XY, teniendo por capital la ciudad taw- bij^n de Mayapan; una revuelta i*edujo laiamilia , importante : da los Xim al señorio.de. Maní,, quedando subdivida el país en más do. cuarenta señoríos. Aquel fraccionamiento uq privó de toda sa premacía al rey de 'übsá^ coniiiderado siempre como el . prim^r^

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ni rompió la unidad nacional, pues legislación, costumbres y len- guaje continnaron sin mutación alguna.

Para aquella época, 6 poco después, una colonia maya fué & es- tablecerse á Yerapa^ sobre la laguna de Peten; los colonos to- maron el nombre de üzoex^ de petenes, y conforme se faeron es- parciendo á lo lejos tomaron distintos apellidos. Oasi junto al la- go habitaban los chatan itzctex, al N. y al N.E. los cóbooces; (1) los chañes más retirados al N., y sin poderles asignar un lugar fijo los chataes, pnqves, tutes, los chinamitas enemigos de los lac^ndo- nes> los tulunqvies 6 tirampies y los qtteaches 6 cheaques. Otras tri- bus hay de la misma familia, que ya quedan fuera de nuestro in- tento.

En aquellos pueblos había una creencia á la que los autores dan el nombre de nagiiálismo. En la inteligencia vulgar de las gentes de nuestros campos, el nagual es un indio viejo, desaliña- do, feo, de ojos redondos y colorados, que sabe transformarse en perro lanudo y sucio, para correr los campos haciendo daños y maleficios. El nagualismo deOhiapas era diverso. ''Los naguolis^ *'tas propagan su doctrina por medio de almanaques, en los cua- tíes están insertos los nombres propios de todos los naguales, "de las estrellas, de los elementos, de los pájaros, de bestias, "de peces y de reptiles, con observaciones aplicables á los me- ases 7 á los dias, á ñn de que los niños recien nacidos queden "dedicados al signo del calendario correspondiente al dia de su "nacimiento: precede á esta consagración una ceremonia, en que "los padres dan su consentimiento expreso, y se forma un pacto "explícito por medio del cual el niño se entrega á los naguales, '^tos designan la müpa 6 lugar donde deberá presentarse ala "edad de siete años, para ratificar su compromiso en presencia "de los naguales. Entonces le hacen renegar de Dios y de la Yír- "ei^^$ 7 advirtiéndole que no se espante ni haga la señal de la "cruz, abraza afectuosamente al nagual, quien por arte diabóli- "ca toma instantáneamente una figura espantosa y parece á 6 "encadenado. Aunque con frecuencia se presenta bajo el aspeo- "to de una bestia feroz, como león, tigre, etc., queda persuadido "el niño por una malicia infem al, que el nagual es un ángel en

(1) ViUagatiezre Soto-Mayor, Hist. de la oonqtdsta de la proTinoia Itzá. Primem parte, pág. 494.

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"viado por Dios para velar por el, protegerle, y que debe inro- "carle en todas las ocasiones que tenga necesidad de su ampa- í'ro."(l)

Se comprende de luego á luego que el almanaque á que se ha- ce referencia, es el adivinatorio ó Tonalamatl» usado entre los . pueblos civilizados mahoas para formar el horóscopo de los ni- ños j predecir su suerte futura, el signo del dia del nacimiento y el de los planetas reinantes, acompañaban por toda la vida, y su influjo, siendo maligno, solo podía contrastarse por medio de buenas obras. Suprimiendo la parte mentirosa y absurda do las transformaciones diabólicas, se comprende igualmente,, que los naguales no eran otros que los indios persistentes en sus antiguas idolatrías y costumbres, que buscaban y hacían oculta- . mente prosélitos, haciéndoles apostatar de las nuevas creencias. Lo ejecutaban bajo la sombra del artificio y del misterio, huyen- do del castigo de las autoridades cristianas. El nagualismo no era secta nueva, sino la; prosecución del culto primitivo y na- cionaL

Con algunas excepcioDes, los pueblos de la reglón austral co- rresponden á los civilizados: el estado social adelantada, se pro- longa hacia el E. por las naciones de filiación maya. Mas en es- ta comarca se observan dos fases absolutamente diversas. Los monumentos esparciados del Palenque á Quirigua y por la pe- nínsula áe Yucatán, atestiguan una civilización mucho más anti- gua, adelantada y perfecta, que la que ostentaban aquellos pue- blos en la época de la invasión de los hombres blancos. La se- gunda y última civilización tenía puntos de semejanza con la de los nahoa, resultado de comunicaciones en los tiempos moder- nos. La primera se podía considerar como extinguida, la segun- da, híbrida y mezclada, crecía en su desarrollo progresivo, aun- que menos artídtica que la anterior.

Pasando á otro orden de ideas, creemos que la verdadera fi- liación de los pueblos debe de preferencipk sacarse de los idio- mas que hablan y no de su religión y sus costumbres. Nosotros nos declaramos monogenistas; por consecuencia, aceptamos una lengua primitiva, la hablada por el primer par, padres del géne- ro humano. Entendemos la formación de los idiomas de una ma-

(1) El doctor Faul, Félix Cabrera. Antiquites americaiixes, pág. 208.

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ñera sencilla. Separada una familia en dos ó más fracciones, aun- qne todas ellas llevan el mismo lenga^ge, cada una deberá irlo modificando bajo la influencia de multitud de causas, físicas las unas, intelectuales las otras. Obraban el clima, el aspecto de la tienra^ los productos del suelo, ios animales amigos ó contrarios del hombre, las ocupaciones á que se entregue, y por último, fue- ra de otras yárias, la organización social, la perfección del cul* to, el estado de desarrollo intelectual que alcance en las artes j las ciencias. Se concibe que las hablas deben ser más broncas en sonidos bajo los yelos del polo que en el calor de los climas templados; los pueblos montañeses deben. tener un lenguaje más pobre en palabras que los habitantes de las llanuras; las tribus cazadoras y vagabundas no tienen un lenguaja tan elaborado co- mo los moradores de las ciudades: una es la lengua del bárbaro, otra la del hombre civilizado. Los cambios sobre viQuen de una manera lenta, gradual; se aceleran 6 retardan por causas al pa- recer imprevistas; se hacen unas veces en sentidos casi parale- los, ó más ó menos divergentes; pero siempre como elemento in- dispensable entra el tiempo, mayor ó menor según circunstancias que no siempre puede apreciar la observación.

Para los tiempos en que las familias estaban esparcidas por el globo, una de ellas se multiplica, crece; se extiende sobre una gran comarca, absorbiendo las pequeñas tribus que encuentra, ya porque las destruye ó porque se las asimila: se hace podero- sa y se establece borrando lo que no es de su especie; predomi- na durante una época más ó menos dilatada; mas luego se debi- lita, se fracciona, desaparece al fin cediendo el lugar á una nue- va evolución de la humanidad. Al subdividirse perdió la unidad nacional; las fracciones cambiaron por otro su nombre primitivo; al contacto de sus vecinos ó por voluntad propia cambian de dioses y de costumbres; pero sa idioma no le abandonan, y por grandes transformaciones que haya sufrido, avisa siempre el tronco de que procede, expresa de una manera terminante su fi« liacion.

Se deduce que las lengaas deben tener un orden rigoroso de sucesión; como el hombre tiene un ¡árbol genealógico no inte- rrumpido, como las naciones una cuenta cronológica sin laguna. Pero, la ciencia no conoce completo nada de esto. Faltan en lo absoluto datos para los tiempos antehistóricos; se procede á

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tientas j por conjeturas p^ra restablecer lo perdido en la noboe de los tiempos; se concibe que la cadena estuvo íntegra y perfee^ ta; pero ahora la encontramos rota en mil pedazos, que no sabe- mos colocar en sus respectivos lugares; faltan muchos eslabones que jamás atinaremos con cuántos sean, j que si les supiéramos reconstruir no sabríamos acomodar.

Nosotros personalmente ignoramos cuál es el orden sucesivo que guardan las lenguas de México; tendríamos por atrevimien- to imperdonable decir, ésta es la más antigua, aquella le siguió, ésta otra es la más moderna. Los esfuerzos de la ciencia logra- ron clasificarlas, agrupándolas por familias, y esto incuestiona- blemente admitimos y aceptamos. A falta de cosa, mejor, noso- tros vamos á colocarlas por orden histórico. Sin que se entienda que pretendemos prejuzgar cuestión alguna, los datos de nuestra historia antigua nos servirán de guía; los pueblos que primero se presentan serán por lo mismo los más antiguos, siguiéndoles en su orden los que aparezcan sucesivamente. Seguimos al pié de la letra la clasificación general hecha por el Sr. D. Francisco Pimentel. (1) El * indica que la clasificación es dudosa. Antes una salvedad. En mi geografía de las lenguas incluí un ensayo de clasificación de las mismas lenguas. Comencé por confesar que era del todo ignorante en la materia y añadí: *'Así pues, nada ''entiendo de sus sistemas gramaticales, ni de sus diccionarios; ''ni menos las he analizado y comparado. Las clasifiqué, siguien- ''do única y exclusivamente la autoridetd; es decir, adopté como "verdades demostradas las opiniones que los autores de las gra- "máticas asientan acerca del parentesco ó afinidad de las len- "guas; totúé por buenos, en la misma línea, los dichos de los mi- "sioneros, como versados que estuvieron y peritos que fueron "en los idiomas de los indígenas; creí en las respuestas que á "mis consultas dieron las personas que gozan reputación de ser "sabedoras en la materia." El Sr. Pimentel encontró que rectifi- 'ear en la sobre dicha clasificación, dirigiendo la censura contra mi Gomo se advierte, no tengo en ello la menor responsabili-

(1) Cmadro descriptÍTO y oomparaÜTO de las lengiUB indígenaade México, 6 tra- tado da filología mexicana por Fnmciaco PimenteL H ádco, 1874, 1875. Tom. 8. Capitulo cincnanta y ocho y dldmo. CatÜogo general y olaaiflceoion de las lengtiM indígenas de México.

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dad; respondan quienes aparezcan cnlpableSi que yo lo boj úni- camente por ignorancia, al admitir opiniones ajenas que no su- pe ayalorar.

Según nuestros conocimientos actuales, los ótomíes aparecen como los más antiguos en Anáhuac. Se eútreyee que la familia ocupó al N. un gran terreno; las inyasiones de otros pueblos les arrojaron de las llanuras para dejarles confinados en las mon- tañas, en donde yiyieron encastillados, mirando tranquilos pasar i sus pies la emigración de las tribus. Esta familia forma el cuarto orden del Sr. Pimentel, en esta forma:

"Lenguas cuusi-^nuynosildbicaa.

m

"XSX. Familia OthomL 'lOá El Othomíe ó Hiflahai. '105 El Serrano. "lOe El Mazahua. "107 El Pame con sus dialectos.

"108 El Jonaz ó Meco. (Acaso restos del antiguo Chiohime- *'eo, aegaa explico en el capítulo correspondiente.)"

Por datos feacie&tes históricos sigue la familia Maja, tercer orden del ^r. Pimentel,

"Lenguas patilosüábicaa stnUtíais.

"XV. Famüia Maya.

'W El Yncateco ó Maja

"81 El Punctuno

"88 El Lacandon ó Xoquinel

"OS El Peten ó Itzae

"34 El Ghañabal, Oomiteoo, Joeolabal

"85ElCholóMopan

"86 SI Ohorti 6 Chorte

"87 El Cakohi, Oaichi, Cachi, Cakgi

«88 El Ixil, Izü

"89 El Ooioh

"90 El Quiche, Ytlateoo

"91 El Zntnhil, Zatu£^, Atiteca, Zacapnla

246

"92 El Cachiquel, Cachiqml "93 El Tzotzil, Zotzil, Tzimanteco, Cinanteco «94 El Tzendal, Zendal "95 El Mame, Mem, Zaklohpakab "96 El Poconchi, Pocoman •'97 El Atche, Atchi "98 El Huaxteco con sns dialectos

*99 El Haitiano, Quizqneja ó Itis con sns afines el Cubano^ Boriqna y Jamaica."

"XVI. Familiu Ohontal. *100 El Chontal (Dudoso en sn carácter morfológico)

"XYII. Idiomas oriundos de Nicaragua.

^101 Huave, Huazonteca. (Dudoso respecto á la familia de lenguas de Nicaragua á que realmente pertenece).

^lOS El Ghiapaneco, afín del Nagrandan^ (dudoso en su carác* ter morfológico).

"XYIII. Familia Apache, rama de las lenguas Athapasca^

"103 El Apache fie que se conocen ocho dialectos (c. 56)

"a Apache N. Americano

"b Apache mexicano

"c Mimbreño (Coppermine)

"d Pinaleño

"e Navajo

"f Xicarilla ó Faraón

"g Lipan

"h Mescalero."

Corresponden á esta familia los pueblos de nuestra region^ austral, los de la América Central y los de las islas. AI N. deja- ron sobre la costa del Golfo á los Cuixteca; hacia nuestras fron- teras con los E. U., de la misma formación etnográfica, se pre- sentan los apaches. De esta procedencia, unas ramas son las constructoras del Palenque, de Uxmal y de Quirigua, ya extin- guidas, mientras las otras viven todavía la vida salvaje.

En nuestra enumeración toca su Ingar al segundo orden del Sr. PimenteL

247

^'Lengwis polisilábicas, polisintéticas de justa posición.

9

''Xm. Familia Mixteoo-Zapoteca. .

'*68 El Mixteoo dividido en once dialectos

''69 El Zapoteco con bub dialectos de que he citado ocho (c 37)

"70 El Chuchon, dos dialectos

"71 El Popoloco

"72 El Cuitlateco

"73 ÍEl Chatino

"74 El Papabnco

"75 El Ajnnsgo

"76 El Mazateco, dos dialectos

♦77 El Solteco

*78 El Chinanteco

"XIV. Familia Pirinda ó Matlatzinca. "79 El Pirinda ó Matlatzinca con sus dialectos."

Pertenecen á los pueblos civilizados de la región central, for- mando grupos separados por los nahoa.

Históricamente hablando, la familia más moderna la constitu- ye el primer orden del Sr. Pimentel.

"Lenguas polisilábicas polisintéticas de svb-flexion.

Grupo mexicano ópata.

"I. Familia mexicana.

"1 El mexicano ó náhuatl. Sus dialectos sod: ^

"a El Conchos

'Tt) El Sinaloense

♦c El Mazapil

"d El Jalisciense

"e El Ahualulco

"fía Pipil

"g El Niquiran

"*2 El Cuitlateco

"ü. Familia sonorense ú ópata-pima.

"3 El Opata, teguima ó tequima^ sonorense

"4 El Eudebe, heve ó hengue, dohme ó dohema, batuco

248

"6 El Jova, joval, ova

'^6 El Pima, nevóme,, ohotama ú otama, con sas dialeotos, siendo los más conocidos

"a El Teooripa

"b El Sabagui .

«7 El Tepehnan con sus dialectos

*'8 El Pápago ó papabicotan ^'9 á 12 El Yuma comprendiendo el Cachan, el Cocomaricopa ú opa, el Mojave ó mahao> el digneño ó Goñeili el Yavipaii ya- mipai, yampaio.

''*13 El Oajnenchei encapa ó jallicaamay

"U El Sobaipure

"15 El Julime

^16 El Tarahumar, con sns dialectos, entre ellos:

^'a El Yárogio ó Ohinipa

"b^El Guazápare

"c El Pachera

''17 El Oabita ó Sinaloa. Sns dialectos más conocidos: . "aElYaqni

*% El Mayo

"c El Tebneco ó znaqne "18 El Gnazave ó Yacoregne

"19 El Chora, Ohota, Oora del Nayaril ó Nayarita. También al Pima suelen llamar Cora, y este mismo nombre tiene nn idio- ma en la Baja California. El Nayarita cuenta tres dialectos:

"a El Mnntzicat

"b El Teacncitzin

""o El Ateanaca "20 El colotlan "21 El Tabar y sus dialectos "22 El Huichola *23 El Zacateco

"24 El Acaxee ó Topia, comprendiendo el Sabaibo, el Tebaca y el Xixime, este último de clasificación dudosa

m. Familia Comanche-Shoshone.

^'25 El Comanche con sus dialectos, llamado también Na uní, Paduca, Hietan ó Jetan "26 El Caigna 6 Kioway

2^(9

''27 El Shoshone ó Ohochone ^^28 El Wihinasht . *'29 El Vtah, Tutah ó yuta ''30 El Fah-ntah ó paynta "8l El Ohemegne 6 Oheme-huevi ^'3Í El Oahuillo 6 Oawio "38 El Kechi "34 El Nótela "35 El Eiflh ó Eij "36 El Femandeño "37 El Moquí

'OPerteneoen á la familia Shoslione otros varios idiomas qae se hablan en los Estados-ünidosi enya ennmeracion completa no corresponde al plan de mi obra, limitada á las lenguas ¿e México y á presentar algnnos ejemplos de las limítrofes que apa- rezcan i^es de aquellas. En otras obras se irán sucesivamente s^uiendo las analogías^^hasta su término en un tratado general.

"lY Familia Tejana ó Ooahuilteoa" "38 El Tejano ó Ooahuilteeo con sus dialectos

*V Familia KereS'Zuñi

'^39 El Keres ó Quera dividido en'tres dialectos Eiwomi ó Eioamcy Oochitemi ó Quime» Acoma y Acuco. ^'40 El Tesuque ó Tegua "41 El Taos, Piro, Suma, Picón "42 El Jemez, Taño, Peco "43 El Zuñi ó Cíbola

"YI FamiUa Mutzun "44 El Mutsun ^'45. El Rumsen. "46 El Achastli "47 El Soledad "48 El Costeño ó Costanos

"A la familia Mutsnn ó Bumsen pertenecen otros varios idio- mas de California, según Taylor, lo que es preciso tener presen- te cuando se trate de una clasificación general de las lenguas

32 ...vaül

250

amorioanas. Para mi objeto basta con lo que lie explicado sobre el Mutsnn en los capitnlos 22, 23 y 24."

"Vn Familia Quaicura

"49 El Gnaioara, Yaionra ó Monqni

"50 El Aripa

"61 El Vchita

"62 El Cora

"53 El Concho 6 Lanretano

" Vlll Familia Cochiní Laimon

''54 á 57 El cochiní dividido en cuatro dialectos, ó más bien lengaas hermanas, á saber, el Cadegonio y los idiomas usados en las piisiones de a Javier, S. Joaquín, y Santa María.'

"68 El Laimon ó Lajamon .^

"IX Familia Seri

"69 El Seri ó Ceri

"60 El Guaima ó Gayama

"61 El Vpanguaima

Familias independientes entre si y dd grupo mexicano-ópata,

"X Familia Tarasca

"62 El Tarasco

^63 El Chorotega de Nicaragua (muy dudosa su analogía con el Tarasco.)

"XI Familia Zoque-miie

"64 El Mixe con sus dialectos "66 El Zoque "66 El Tapijulapa

"Xn Familia Totonaca (idioma mezclado.) ."67 El Totonaco dividido en cuatro dialectos"

A estas familias corresponden los pueblos de tas regiones cen- tral 7 boreal; á los depositarios de la civilización tolteca; á tri- bus bárbaras y errantes aún no salidas del estado salvaje. Ex-

261

iiándense hacia el N, hasta muy altas latitudes, comprendiendo multitud de tribus en los E. ü. En América, como en Europa, el N. ha sido el almacigo del género humano. De allá han bajado, como impetuosos torrentes, esas emigraciones sucesiyas, que empujando hacia el S. á las tribus anteriores, han acabado por tomar su lugar después de largas series de choques y desasjbres. Béstanos mencionar á los chichimeca, que siguieron inmedia- tamente á los tolteca y fueron fundadores del reino de Acolhua can. De los autores, unos les hacen de procedencia nahoa, y otros de estirpe de los otomies: ambas opiniones resultan falsas^ pues los chichimeca hablaban lengua particular, que parece ha- berse extinguido. .Conforme á la autoridad de uno de nuestros principales cronistas. "De estos chichime^as unos había que se áecísk nahuü'^ichimecas, XíarnÁadose de nahoa y de chichimecas, porque hablaban algo de la lengua de los nahoa ó mexicanos y la suya propia chichimeca. Otros había que se decían otonchichime' eos, los cuales tenían este nombre de otomies y chichimecas, por- que haHában la lengua suya y la otoml Otros había que se llama- ban cvextecaohichimecas^ porque habUthan la lengua chichimeca y guaxteoa." (1)

uno de los cronistas de la nación dice: "De suerte que Tetz- cotl puede ser yerbo chichimeca. No se ha podido saber su ver- dadero significado, porque los chichimecas que primero le pusie- ron el nombre, no solo se han acabado, pero no hay memoria de su lengua, ni quien sepa interpretar los nombres de muchas co- sas que hasta ahora en aquella lengua se nombran, etc." (2)

Otro de los escritores nacionales escribe: '^Entró en la sucesión del imperio Techotlalatzin, aunque el menor de los hijos de Qui- natzin, por sus virtudes y haber estado siempre sujeto á la vo- luntad y gusto de su padre; y por haber sido el ama que le crió señora de la nación tulteca, natural de la ciudad que en aquel tiempo era de Culhuacan, llamada Fapaloxochitl, fué el primero que ti8Ó hablar la lengua náhuatl que ahora se llama mexicana, por-- que sus pasados nunca la usaron, y así mandó que todos los de la nación chichimeca la hablasen; en especial todos los que tuvie- sen oficios y cargos de república." (3) Torquemada sirve tam-

(1^ P. Bahagan, tom. 3, pág. 130.

(2) Bdlacion de Texcoco por Jaan B. Pomar. MS.

(S) IztlflxochiiU Hift« Chichimeca, cap. 18. MS.

253 bien de fandamento á nuestro propósito, (1)- así oomo el Sr.

>

menteL (2)

En nuestros estadios hamos encontrado los nombres de mu- chas lenguas perdidas, ademas- de la chiohimeca» de las amales no sabremos afirmar si eran iguales ó diversas de las conocidas. El catálogo es éste:

En Ohiápas el ccadcHf tróktk^ zotdem y qttden.

En Oaxaca el chantalenOf hitatiquemane, Ixcateco.

En Guerrero el ÜatzihuÍ8téco¡tmsteco, tiaootqpehua, cuyiUumateeOf ¿s- cuoo, maüame, texome^ tolimeca, chumbia, tiateoo, texcateco, camotecOf panleca^ tepuzleoo.

En México el macoaqxte.

En Guanajuato el guaxabana.

En Miohoacan el teoa, y dudosos di caeunioa j tequijana.

En Xalisco el ÜaacomvUeca^ tecueoce^ cocoj tepecano.

En Zacatecas el odotUm^ oaxcariy cuachichiL

Tamaulipas el óLive^ asanambre^ tantítulipeco.

En Nuevo León el hucdahuiaes.

9

En Coahuila el codhmUecd^ tobazo, irrüüa.

En Durango el cdcaru

En Sinaloa el huite^ mediotagndf táhuecat paccLéa^ zoe, baimena, vooronifTiiOf oahuimdOf ohuera, bOsopUf chicorato.

En Chihuahua eljuKm/e.

En Sonora el macoyahuy^ vayema, pvtima^ baiuroque^ tepararUO' na, tepáhtie.

En California el pericL

<!) Monnaiq. Indiana, lib, 1, oap. XIX.

<3) Cnadro deaoriptiTO y oomparaüTOy primen edidon, tom. 1, pág. 155.

SEGUNDA PARTE

y

EL HOMBRE PREHISTÓRICO

EN MÉXICO.

LIBRO I.

CAPITULO L

LA FAUNA Y EL HOMBRE PRIMITIVOS.

La paiótnUologia humana,^3u olffeto,—Pt^mifiarei,'^TabladéclaiiJUcMo^,--An' tígü0dad del eanUnenU amerkanc—Periodo gladai.'-La fauna jigante$ca.''Ma^ todott,-^ S¡dpha$. « Tapiru9.^»Eqwu, ^BM.-^OMon.'^CameHa» Uama, 8ui serofa. JBguui aaimu$.'-Ca9^&ridei OJtíemei^^Cmfnu AíM/rieanu^.'—FeUz atrox, -^Mtgatherium, ~* líploáon,^ 3£tga¡anw.—0¡ifptodan. ItgetUnUpotMoiU. T^- 9eiiKftíntlü'-JS:o¡MitmdntU,'-Ttoluchi»^Iíu0ara prófaian de fé. SI hombre Urdttirío de Oa¡Ufomia,-^Sl hombre de líatehee.—JSeito» en Ocueonade Ccúnty,^ Un la América del Sur.-^En la isla de Ouba.—En el Valle de Méxiee.-^En Jf#- Uae. En Sanara. Dedueeiane$. La AÜánUda terciaria Ináuedonee.

HAY una ciencia de reciente data, importante por sus trascen- dentales aplicaciones, y llena de inte'teB á la par que de curio- sidad. Llámase la Paleontología humana^ que según la definición de ELamj (1) es, la historia de ícw razas humanas cuyos despojos ó re- iquias perteneceii á los depósitos anteriores á' los dd período actual Bu ol>jeto naturalmente es, rastrear el principio del hombre sobre la tierra, y por medio de las obras de sus manos, recons- truir la historia, de la humanidad y^ su desarrollo intelectual, desde su i^paricion en nuestro planeta hasta los tiempos conoci- dos por la historia. De aquí los otros nombres aplicados á la

(l) Préoif á% Paleontologie hnmaine por le DooUur E. T. H«my. Farif 1870.

256

ciencia de prehistórica ó antehistórica, y también paleoarqneclogía 6 sea arqueología antigua ó primitiva: Quatrefagues quisiera que se adoptara la denominación de Paleoantrqpólogía, abarcando las ideas del estudio del hombre fósil y de sus obras. Apóyase sobre variadas ciencias, prestándole fundamento prin- . oipal la geología, y si en general sigue un método análogo al de ósta, de ella se diferencia, en que la paleontología humana es propiamente la historia particular del hombre, mientras la geo- logía lo es de ]fi, tierra por aquel habitada: ofrecen muchos pun- tos de contacto, mas no son la misma cosa.

Procede en sus indagaciones por un medio eficaz cuanto cien- tífico. Conocido un terreno, determinadas su fauna y su flora, si allí se encuentran rastros del hombre, se infiere que el sor inte- igente es contemporáneo de los animales y de (las plantas allí existentes, y que la antigüedad de todos debe medirse por la de la capa geológica quedes contiene.

De aquí nace que en las determinaciones de esta ciencia debe atenderse á tres caracteres principales. Carácter geológico ó de ' yacimiento, que consÍ8te,^no propiamente en la parte mineraló- gica, sino en la estratigráfica, ó sea la disposición afectada . por las capas, bancos ó estratos en su natural supersposicion. En esta materia juzga la^eología, los terrenos se sujetan á las cla- sificaciones por ella^ admitidas, y sus fallos no son apelables en lo que atañe á las edades respectivas^de las distintas formaeio- nes. Se subentiende, que la clasificación reposa sobre la integri- dad del yacimiento.

Carácter paleontológico. Según Vilanova (1),. *'se funda en la naturaleza de esos seres orgánicos, animales y plantas, que aca- rreados por las aguas ó habiendo perecido en su seno y deposi- tados en el fondo denlos mares ó lagos, después de sufrir un cam- bio á veces completo en su naturaleza primitiva, se presentan hoy como el elemento indispensable para determinar las sucesi- vas evoluciones que ha experiméntelo la tierra en su largí^ y pe- regrina historia. Cada terreno ofrece un conjunto de fósiles ve- getales y animales, ó en otros términos, una fauna y una flora, distinta de las anteriores ó posteriores."— Ayudan en esta sec-

«

(1) Origen, natoraleza j antigüedad del hombre, por el Doctor D. Juan Vilanova 7 Piara. Madrid, 1872.

f

257

cion los ramos relativos de la historia uatural, botánica, zoología ¿a, auxiliados poderosamente por la anatomía comparada. Ani- males y plantas se clasifican bajo las categorías de extinguidos, emigrados ó existentes.

Ca.rácter arqueológico, referido exclusivamente al hombre. Este puede manifestarse por su esqueleto ó por alguno de sus fragmentos. La antropología determina las diferentes razas, la capacidad moral los individuos, 7 la distribución del hombre en el globo terrestre. Los cráneos se clasifican por el índice ce- fálico,— sea la relación del diámetro transversal máximo^ con el diámetro antero-posterior, que se supone igual á 100. En su virtud, se llaman, siguiendo la clasificación de Broca, DóUcocefa" loa puros, ó propiamente dichos, aquellos en que la relación del- diámetro transversal respecto del antero-posterior no llega á 75; Subdolicocé/alos aquellos en que el índice oscila entre 75 y 77; Mesocé falos ú Ortocé/cdos aquellos en qué el índice marca de 77 á 80; de esta cifra á 85 Subtraquicé/alos, y por último, más allá de ^ 85 Braquicéfcdos puros." (1) t

Si no por sus despojos, el hombre se manifiesta por sus obras como armas, utensilios, productos de la industria, cerámica, di<« bnjo, escultura y construcciones que se refieren á la arquitectu- ra, como sepulcros, monumentos y ciudades. La arqueología so- brevigila esta sección, reúne los objetos, los ordena, los clasifica é infiere, después de maduras reflexiones, la cultura de los artí- fices, y el grado á que llegaron en la escala de la civilización.

Una tercera clase de manifestación la suministran, las huellas dejadas por el hombre lEíobre los huesos fósiles, ya rompiéndolos para aprovechar la médula, ya dejando sobre ellos señales de sus armas ál tiempo de dar la muerte á los animales, ó al separar de los despojos la carne y los tendones, £c. Prueba es esta suficien- te en su caso, si bien no se le tiene por tan satisfactoria como las otras.

La arqueología dividió al principio lasobras del hombre en dos grandes secciones, la una caracterizada por los metales, la otra por la falta de éstos. A medida que los descubrimientos fueron mayores se hizo indispensable otra clasificación; en consecuen-

(1) YiUmoTa, pág. 174.

33

268

cia, la edad primitiva ixxé subdividida en época de la piedra bru- ta ó del sílex, j en época de la piedra pulimentada, siguiendo la época del bronce, y la del hierro. Hasta entonces la presencia del hombre sólo había sido notada en los terrenos cuaternarios; descubierto después en los terciarios, ha tomado nueya forma la clasi&cacion, que, según Yilanova, (1) es ahora la.siguiente:

(1) F4g. 15S.

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Terminados estos pequeños preliminares, la primera cuestión qae naturalmente se presenta es la que atañe á la antigüedad del continente americano. Incompetentes nosotros para formu* lar un juicio acertado en la materia, ocurrimos á los peritos en ciencia, copiándoles sus doctrinas. En el presente caso pedi-^ remos sus acertados conocimientos & nuestro buen amigo el Sr. Barcena (1) .

''El conjunto de hechos que he referido en los capítulos ante* rieres, dice, y en uaa parte de éste, nos conducen á algunas hi* pótesis sobre el aspecto que presentaría durante el tiempq me- sozoico, y en una parle del que se siguió á éste, el lugar que hoy ocupa el territorio mexicano.

''En efecto, las rocas correspondientes al tiempo mesozoico se presentan en casi todos los Estados del país; y como están for-^ mados de sedimentos marinos, es claro que en el lugar que hoy se encuentran existieron las aguas del mar, cubriendo muy gran- des extensiones, y sólo habría entonces algunos islotes esparci- dos correspondientes en su mayor parte á las ramificaciones de las montañas rocallosas que, apoyándose en el N., se extendían hacia el S. E. formando el núcleo principal del continente ame- ricano.

"En la excelente obra de geología del profesor J. Dana se ver un mapa en que están señalados la tierra firme de este continen- te y el espacio ocupado por las aguas en el perív)do cretáceo.^ Los mares se extienden desde el Golfo mexicano y para el inte- rior del continente, en una dirección N. O.— S. E., pasando por el lugar que hoy ocupan nuestros Estados fronterizos. La hipó^ tesis hecha por aquel sabio profesor sobre la posición de los ma- res cretáceos en nuestro territorio, se confirma plenamente cou las obserraciones que he citado; y aun pueden extenderse los límites asignados á esos mares, prolongándoles del E. al O.^ uniendo las aguas del golfo con las del Pacífico, pues ademas de la evidencia que tenemos de que existen rocas mesozoicas en los Estados de Téracruz, Hidalgo, México, Morelos y Guerrero, ten-- go noticia de que.se encuentran también en Jalisco y Michoacan, principalmente en las montañas que forman las costas del Fací-

«

(1) Datos para el estudio de las rocas mesozoicas de México y sus fósiles caraote- xísticos por Mariano Barcena: Mázico, 1875. Fág. 33 y sig.

261

fioo; 7 aun he Visto algunas muestras de rocas cretáceas proce- dentes del último de los Estados mencionados. Mi maestro el Sr. D. Antonio del Castillo me ha informado también de que en las lozas que usan en Colima para las construcciones se ven nu- merosas impresiones de amonitas.

*'La figura adjunta es una copia del mapa del profesor Dana (Y. nuestra lám. núm. ) j en el cual he añadido la continuación del mar cretáceo en México, encerrando con puntos el espacio mar- todo por mi, y que las observaciones posteriores lo extenderán probablemente hacia el N.' del limite que hoy le señalo.

''En vista de estos hechos, deducimos fácilmente que al termi- nar el tiempo mesozoico había pocas tierras emergidas en esta parte del continente americano, y que las aguas marinas lo ocu- paban casi por completo, á lo menos en su parte central.

''Llegados á estas conclusiones, nos queda por determinar la época y el modo de formación de las montañas, que hoy vemos constituidas por los sedimentos de aquellos mares. La natura- leza de los fósiles que contienen y la de las rocas principales que sirvieron de agentes de levantamiento, nos marcan con mucha aproximación la época en que se formó una gran parte del terri- torio mexicano. Algunos de los fósiles citados nos demuestran que aquellos mares, en los cuales vivían, existieron al fin del pe- ríodo cretáceo; pero debemos creer que el levantamiento de las montañas que hoy forman los sedimentos de aquellos, se verificó ya en el período terciario, puesto que en esos agentes del levan- tamiento vemos á las rocas traquíticas que corresponden al tiem- po cenozoico. Al fin del cretáceo debieron ser los mares poco profundos en muchas partes, como lo indican algunos de los fó- siles referidos, y cuyos géneros se encuentran en los sedimentos de las aguas someras. Esos mares poco profundos serían muy cenagosos y estarían abundantemente provistos de animales, pues la caliza que depositaron sus aguas, es notoriamente fétida y debe contener muchas sustancias orgánicas.

''El primer fenómeno ígneo que ocasionó el levantamiento de los lechos de aquellos mares, debe haber sido terrible y simul- táneo, como puede deducirse por la magnitud y uniformidad de «US efectos. La dirección N. O. S. E. casi constante que presen- tan los planos de estratificación de esas rocas mesozoicas, indica que la dirección del movimiento fué igualmente en ese sentido*

262

circunstancia que también índica la dirección más general de las VBtas y galerías que se hallan en las mpn tañas en que me ocu-^ po. Las plegaduras y otros accidentes de contracción que pre- sentan los planos de estratificación, íaanifiestan que el impulso que sufrieron no fue solamente de abajo hacia arriba y en !a dirección referidia, sino también en sentido lateral, en el que fue- ron comprimidas fuertemente las rocas hasta que se doblaron,, formando las estratificaciones onduladas y en zig-zag de que hi- ce mención.

'^Buscando la dirección y causa de esas presiones, podemos-, supoiier, atendida la naturaleza de los agentes del leyantamiento, que el gran foco de morimiento existió en el lugar que hoy ocu- pa la cordillera de los Andes, y que las enormes masas traquíti- cas que allí se levantaron, invadieron .con sus ramificaciones una- gran extensión hacia el N. O., levantando y metamorfizando en- tonces los lechos marinos formados por las aguas cretáceas. Co- pio el centro de movimiento estaba hacia el S. E., y las masas que allí aparecieron eran de mayor importancia que sus ramifi- caciones, es de creerse que todo su impulso se dirigía en el mis^ mo sentido que hoy guarda la cordillera de los Andes, y hacia el N. O. del continente dónde la resistencia que ofrecían las gran- des masas paleozoicas que allí se encontraban, detenía aquel im« pulso, y de esto resultó esa compresión que los extremos del mismo continente ejercían sobre su parte media. La figura ge- neral del territorio de la America y la dirección del esqueleto montañoso que parte delN., atraviesa nuestra República y sigua hasta los Andes, pudieran apoyar las hipótesis anteriores. A esos mismos fenómenos se debe probablemente la constancia en la dirección de las resquebrajaduras que después ocuparon las sustancias metalíferas que formaron las vetas en las rocas sedi- mentarias, así como en la^ mismas masas porfídicas, que, encon- trándose en la parte media del continente, ^participaron de las presiones de los extremos, pues en muchas de las montañas de pórfido se encuentran criaderos metalíferos en nuestro país.

''Pasado ese primero y más importante cataclismo, siguieron otros que produjeron rocas pirogénicas y las sustancias que lle- naron las resquebrajaduras existentes en las masas levantadas al principio.

"En tan terribles cataclismos acabó la fauna antes existente r

' 263

7 al lado de las montañas quedaron grandes cayidades, en las que se depositaron las pocas agaas aisladas que quedaron de I09 mares 7 las que deben kaber formado algunos sedimentos ter- ciarios que se descubrirán probablemente en muchas partes de nuestro territorio.

'^Aunque tengo intención de hacer un estudio especial de las rocas cuaternarias, que también ocupan mu7 grandes extensio- nes en nuestro país, creo oportuno hacer aqui algunas obserra- ciones sobre su origen^ para dar una idea del tiempo 7 de la ma- nera en que se acabó de formar una gran parte del territorio de México, tal cual se observa actualmente.

^Si examinamos las grandes llanuras 7 la ma7or parte de los Talles que están encerrados en la inmensa red que forman las montañas mesozoicas 7 las terciarias de pórfido 7 basalto, vemos que los lechos que se hallan en aquellos están formados de de- tritus de las rocas de las edades citadas 7 también de materiales volcánicos de los correspondientes al tiempo cenozoico, 7 mu7 especialmente á su último período. Los sedimentos en que se hallan esos materiales son de origen lacustre, 7 por tanto pueden entreverse otroá dos grandes fenómenos verificados después de las escenas antes citadas, uno de ellos fué también plutóníco 7 el otro diluvial; el primero proporcionó muchos elementos con que terraplenarlos grandes huecos formados entre las montañas me- sozoicas 7 terciarias, 7 las aguas pluviales distribu7erpn esos ele- mentos, así como los que arrancaban de todas las rpcas de las cor- dilleras 7a formadas. Las a^as se depositaron enlas partes ba- jas, 7 nuestro territorio no presentaría entonces más que sus re- des montañosas 7 numerosos lagos entre los huecos que dejaban aquellas. Llegado este período de reposo, 7a fue posible la exis- tencia de los seres en esta parte de la América, 7 se^pobló por r|i:;as de animales, que, á juzgar por sus restos, que ho7 desente- rramos de los sedimentos posterciarios, serían de origen asiáti- co, aunque en el estado actual de nuestros conocimientos no . es posible determinar con exactitud su procedencia 7 si existieron puentes de comunicación entre el antiguo mundo 7 el moderno.

''Lo cierto es que en el período posterciario existió en México una fauna compuesta de animales colosales, 7 sus restos son análogos á los que se encuentran en los terrenos posterciarios de otras partes del mundo, que esa fauna se extngiuió por com-

961 '

ploto y SU8 despojos están depositados en los terrenos lacustres que son tan comunes en nuestro país."

El cuadro anterior, diseñado con mano maestra por el Sr. Bar* cena, aunque pequeño, basta para.nuestro intento: de él se dedu- ce una verdad coaquistada ya por la ciencia: el Nuevo Mundo, geológicamente hablando, es tan antiguo como el llamado Yiejo Mundo. En efecto, hacia el periodo medio terciario la parte bo- real del continente americano tenía casi la forma actual, con la flora y fauna propias de la época. (1)

En el período terciario se produjo un fenómeno curioso. La depresión de la temperatura determinó que los hielos boreales avanzaran de^ una manera permanente hasta los 42^ lat. N., pro- duciendo el período glacial Los efectos de los hielos se notan en América unos 10^ más al Sur que en Europa, de manara que los efectos fueron en nuestro continente más intensos: el frió al- canzó su máximum al fin del período terciario, prolongándose su acción por una gran parte del post-flioceno. (2) La extensión del fenómeno en América llama la atención, supuesto no existir mon- tañas cubiertas de nieve, como los Alpes, ni aun siquiera colinas de altura mayor que la media. En 1852 y en compañía del profe- sor M. James Hall,'examÍDÓ Sir Charles Lyell el terreno de tras- porte glacial y de las rocas erráticas del] Berkshire en Maosa- chussets, así como la comarca cercana á Nueva York á cerca de 210 kilómetros de la costa del Atlántico, en una latitud N. 42^ 35'. El terreno se ve atravesado por regueros de fragmentos de rocas desprenclidas, dispuestos en Ifieas rectas j paralelas, co- rriendo en esta forma á través de valles y colinas, en distancia de 8, 16, 32 kilómetros ymás'á veces. (3)

Dos fueron las épocas glaciales, ó al menos, durante aquel pro- longado período los hielos alcanzaron su mayor desarrollo, en seguida estrecharon sus límites sin desaparecer, avanzaron de nuevo, y disminuyeron por último hasta extinguirse. En el espa- cio invadido la vida se hizo imposible, perecieron las plantas, y

(1) Manoftl of Geologj, by James D. Dana. New Tork: 1875. Pag. 521.

(2) L' ancienneté de l'homme prouvee par la giologié et remarques sor lea theo- ries relatives á V origine des espéoes por Tariation, par Sir Charles Lyéll. París, 1870. Pag. 889.

(S) Lyell, r ancienneté de V homme, pág 393.

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los animales inTieron que emigrar al S. en busca de nn clima be- nigno.

Formado el continente^ la vida apareció representada por fau- na j flora totalmente desconocidas en nuestros tiempos. Bevela la ciencia que allá en el período posterciario, vivían en nuestro suelo mamíferos jigantescos de los cuales no tenemos idea al- guna, porque desaparecieron también en época lejana. Vamos á dar ligera idea de ellos, para noticia nuestros lectores, mejor en forma de relaciones históricas y arqueológicas, que afectan- do la científica.

Mastodon, Los indios de N. America, que vieron los huesos á orillas del Lago Salado, le llamaban Padre de ha bisontes; dijeron- le los naturalistas Animal del Ohio^ Elefante dd OhiOy j Mam" mootUh dd Ohio; Ourier le puso Mastodonte por la forma de los dientes. Este mamífero tenía próximamente la forma j la talla del elefante actual, aunque el cuerpo debía ser más alongado y los miembros más gruesos; estaba provisto de cuatro defensas, las dos menores en la mandíbula inferior, las dos mayores, muy prolongadas, en la superior. Es diverso del Mammouth ó Ele" ^has prímigenius. (2)

Los restos del Mastodon Americanus se encuentran esparcidos hacia la parte boreal de los E. U., y en la Carolina, Mississippi, Arkansas, Texas, en Ganada y Nova Scotia. (3)

En México quedan señales de su existencia en muchos luga- res. ''Se encuentran osamentas de mastodontes principalmente cerca de la hacienda de la Labor, aunque no hemos tenido la di- cha de recogerlas en estado que pudieran servir para clasificar la especie á que pertenecen. D. Manuel Olasagarre, persona ins- truida y de profundos conocimientos, propietario de la hacienda, posee un molar sacado de aquel terreno, y Mr. Bitchió, antes do marchar á Inglaterra, depositó en una casa de comercio dos es- queletos, el uno mayor, el otro de un individuo pequeño, los cua- les no pudimos ver por estar ausente el propietario. Propon- dríamos, sin embargo, llamar la especie cuyos numerosos restos encontramos en la Labor, Mastodon Ohapalensis, porque el ani- mal parece haber vivido y muerto en los lugares en donde se en- euentran sus despojos."

(2) La terre aTsnt le d^tige par Lotiia Fgmix, PariB, 1866. Pág. 81S y ñg.

(3) Dana, Oeology, pág. 567.

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"La diversidad de lugares de México en que se hallan osamen- tas de elefante, mastodonte y tapir (Estados de Jalisco, Guana* juato, México, Puebla, etc.,) su posición en los terrenos de alu- viones lacustres, generalmente poco lejanos del gran lago de Cha" pala, bacen creer que alguna gran invasión de las aguas hizo pe- recer aquellos animales. En efecto, todo el valle de México; las montanas de Fachuca hasta la mitad de su altura (515 metros so~ bre México) de depósitos arcillosos análogos á los formados por las aguas de los lagos de Texcoco, Chalco y S. Cristóbal; los va* lies de Actópan y de Ixmiquílpan; las pendientes del puerto de Zimapan: todo el Bajío, las llatiuras de León y do Lagos, las de Guadalajara y á un de Tepic (200 leguas al O. de México), {nre- sentan pruebas inequívocas de la antigua ocupación de las aguap, en las eflorescencias salinas de los llanos y de la ciudad do Gua- dalajara, del Bajío, del valle de Santiago, de las llanuras de Mé- xico (Iztapalapa, Texcoco, villa de Guadalupe, etc): pruebas son también, la superficie plana y los depósitos de aluvión que for- man el sue]p de aquellos valles; los numerosos lagos que ocupan aún algunas fracciones de los inmensos llanos extendidos entre las Cordilleras, todo lo cual da testimonio de una antigua y po-. derosa ocupación de las aguas. Las erupciones y la emisión de lavas cerraron grandes valles en donde se formaron estanques'á los cuales afluyeron las aguas, rotos después por causas análo- gas, por el levantamiento del terreno ó la fractura de las barre- ras/' (1)

^'Los aluviones cuaternarios texanos han suministrado muchos dientes y osamentas de Mastodon, Elephaa y Equm, y el difunto doctor Berlandier, (2) quien ejecutó una exploración muy com- pleta de la parte N. E. de México, tenía en su poder una colec- ción de muchos dientes[fósiles de elefante, que fueron comprados por un oficial del ejército de los E. U. Es pues muy probable que los exploradores descubran en los aluviones antiguos de los estados de Tamaulipas, Nr León, Coahuila y Yeracruz, restos de esas generaciones perdidas de animales jigantescos, que pobla- ron los dos hemisferios antes de la época actual." (3).

(1) Coup d' oeil Bur la Laguna de Chápala, par H. Galcotti,

(2) y. Diario de -viaje de la Comisión de Límites. México, 1850.

(8) Notes geológiques bus les frontieres entre le Mézique et les Etats-Ünis^ par ■M« J. Marcon. Arcbiyes de la Comission Scientífíque da Méxique. Tom. 2, pág. 75-

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''El Nuevo Mundo estuvo un tiempo habitado por dos especies de masiiodonte, y Cal vez por mayor número de esos enormes pro- boscidianos. Una de las especies, llamada Madodon Ohiotlcus ó Jtf. giganieti8y era propia de la América Se tentrional, donde se en- coentran sus reliquias desde el Oregon y Arkansas hasta el Ca- nadá. La.6egunda especie, distinguida de la precedente por al- gunas particularidades en la conformación de los dientes mola- res, ha sido descubierta en varias partes de la América del Sur, y recibió el nombre de Maatodon Andium. En fin, la mayor par- te de los paleontologistas piensan, que la mayor parte de las osa- mentas recogidas en las misitaas regiones, deben pertenecer á una tercera especie del mismo género designada bajo el nombre de Mastodon Humbcidtü. El fósil encontrado en Temazcaltepec no pertenece al M. Ohiaticus, y debe atribuirse á una de las dos es- pecies de la América meridional, probablemente al M. Andium; pero el fragmento de diente representado en el dibujo del coro- nel Dontrelaine es muy incompleto, y muy inciertos los caracte- res'en que reposa la distinción entre el M. Andium y el M, Hum- icidiü para poder decidir acerca de este punto. Sea lo que fue- re, el descubrimiento de estas reliquias en los alrededores de México suministra nueva prueba de la extensión de la antigua fauna de la América meridional, hasta mucho más allá del N. del istmo de Panamá, y de la separación existente en otro tiempo entre la fauna de México y la propia de la América setentrio-

nal. (1)

Mtphas. En los E. ü. existieron dos especies de elefantes, el E. Americany^ Dekay tan grande como el europeo, y en latitudes más boreales el elefante asiático B, primigenius. De S. á N. se extendían desde Georgia y Texas á México, mientras al O. se en- contraban en el Canadá, Oregon y California. Aparece que las especies fueron mas abundantes hacia el S. en el valle del Missi- ssippi, prefiriendo un clima más benigno que el E. primige-

bíus. (2) "La familia zoológica de la cual forman parte los elefantes,

está representada en la época actual por dos especies, propia la*^ una de África, habitadora la otra de la India y grandes islas ad- yacentes; pero durante los períodos geológicos precedentes esos

(1) Milne-Edwnrdg, Archives de la Commission Sientiflqne, tom. 2, pág. 218.

(2) Dana, Oeology, pág 566.

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jigantesoos mamíferos eran más namerosos y ocupaban una su- perñoie mucho más considerable del globo, eonstitujendo dos géneros muy distintos; el de los mastodontes, reconocibles en las gruesas taberosidades cónicas de que está erizada la super- ficie triturante de los dientes molares, y el de los elefantes en los cuales esos mismos dientes están guarnecidos de pequeñas crestas transversales formadas en las láminas de esmalte. Los mastodontes habitaron en Francia y otras partes de Europa; vi- TÍan también en gran número en la América del Norte; encon- trándose las osamentas en estado fósil desde la bahía del Eschs- oholtz hasta Texas. Hacia la mismlt época alimentaba la India muchas especies de elefante, y otro animal del mismo género organizado para resistir el frió de las regiones polares, el Mam^ motUh ó Elephas primigenius Ouyier que ocupaba la parte seten- trional de los dos hemisferios.

''ün descubrimiento debido al célebre viajero Alejandro de HumboÚlt, nos enseñó que en aquella época antediluviana los ele- fantes, propiamente dichos, se extendían más al Sur y habitaban en México. En efecto, Humboldt encontró cerca de la ciudad de México, en Huehuetoca, uu fragmento de diente molar^ que su amigo Cuvier reconoció haber pertenecido á un animal de aquel género, considerándolo el gran naturalista como proveniente del mammouth. Cierto número de reliquias análogas fueron encon- tradas recientemente en aquella parte central de América, en Texas y aun en Georgia, y el estudio atento de los fósiles hizo reconocer que pertenecían á una especie particular de elefante, muy distinta no sólo del mastodonte y del mammouth; sino también de todos los otros proboscidianos, sea de la época ao« tual, sea del período geológico anterior. M. Owen dio nombre á aquel mamífero fósil de Elepliaa Texiantisr-pQro otro hábil paleen* tologista, el difunto Mr. Falconer, le había hecho conocer pre* cedentemente bajo la denominación de ElephoLB Cólurnbi; y esta denominación debe prevalecer, supuesto que en cuestiones de es- ta clase decide el derecho de prioridad.

'^Así, el Nuevo Mundo, que en nuestro tiempo no posee nin- guna especie de la familia de los elefantes, contaba antiguamen- te al menos con tres representantes de éste tipo zoológico; el mastodonte, el mammouth ó E. primigenias y el elefante mexi- cano ó E. CólumbL Los dos primeros han sido objeto de profan-

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dos estadios; pero el Elepha9 Cdumbi está aún imperfectamente conocido, pues tenemos muy pocos datos acerca de su distribu* cion geográfica, y casi nada sabemos del conjunto de la fauna antediluviana de México, de la cual formaba parte este animal, El mastodonte y el mammouth de las regiones setentrionales. ¿Yiyían en la parte tropical de América al lado del E. Columbi 6 tenían dominios diferentes como sucede con los elefantes asiá- ticos? En un período más ó menos remoto en la historia del globo, ¿serían Máxico y la India los dos puntos extremos de una región zoológica, cuya porción media ha bajado al fondo del Océa- no Pacífico, á consecuencia de una oscilación de la costra terres- tre, como más tarde parece que se separaron las partes seten- trionales de América y de la Asia en que vivía el mammo- uth? (1)

Después de la publicación de la monografía del Dr. Falconer, otras dos especies de elefantes E. mirifuus y E. imperator^ Jban sido extraídas de las formaciones pliocenas del valle de Niobra- ra en Nebraska; pero podría muy bien suceder que una de ellas sea reconocida más tarde como idéntica al E. ColunibC" (2)

Nuestro suelo presenta multiplicadas reminiscencias acerca de la existencia de los elefantes. Según las doctrinas del S. Milne-Edwadrs, se encuentran despojos del elefante mexicano ó E. Cduníbi^ ademas de en Huehueloca, en la barranca de Begla cerca del Beal del Monte, hacienda de Salcedo en el valle de Toluca, en las orillas del lago de Chalco, en las colinas vecinas á Ghapultepec y en los alrededores de Puebla. El Dr. Weber (3) asegura que los restos se observan en gran abundancia en el es- tanque geográfico del Bio Bravo; en los Estados de Tamaulipas y de Nuevo León, siendo los puntos principales el rancho del Beparo cerca de Guajuco, la cantera de Guadalupe no lejos de Pesquería Chica, las cercanías de las aguas sulfurosas del Topo; al S. de Nuevo León entre Montemorelos y Linares, en el mis- mo Linares y en Monterrey. Nota el Sr. Weber que el pueblo menudo conoce aquellos fósiles por Tiuesos de jigaiites, empleán- doles en usos medicinales. Desde tiempos antiguos se enc^ntra-

(1) Milne-Edwardfl, ArohivdB de U Commisdcm Soientiflqae.

(2) LjeU, randennete de Thonune, pág. 483.

(S) Axohivei de la oommisBioa Soientifiqne, tom. 8, pág. 58.

'

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ron huesos jigantescos en Aclangatepec, cercanías de Tlaxcala, Texcoco, Toluca, Cnajimalpa, &c. Conocido es que se descubren en California en una colina inmediata á Kada-kaaman.

"Señalé en el terreno cretáceo del distrito de Sahuaripa, So- nora, en las vertientes de la Sierra Madre, numerosas grutas de las cuales sirvieron algunas de sepulcro á las antiguas poblacio- nes indias; es muy probable que aquellas cavernas encierren in- dicaciones de los tiempos prehistóricos: en las cercanías se en- cuentran osamentas fósiles de grandes animales, cq. las cuales las poblaciones locales ven todavía la prueba de. la existencia de una raza de jigantes. La Sierra Madre, en la vertiente ocupa- da por las poblaciones tarahumares, ofreco igualmente cavernas notables, habitadas algunas por las fracciones de aquella tribu que viv«ín en estado salvaje. En los aluviones de los alrededo- res de Chihuahua se han recogido dientbs de elefante, con indi- caciones de la presencia del hombro. Al S. O. de aquella ciudad, antes de llegar al Bolsón de Mapimí, se ven en el aluvión osa- mentas jigantescas, por lo cual aquella parte del territorio se llama llano de los Jigantes, A lo largo de la gran cadena es donde abundan principalmente los restos fósiles y las cavernas con osa- mentas y objetos humanos; recordaré las de Sestin, del Zape, y los aluviones auríferos. El oro, con restos de grandes elefantes. Más al S., en los alrededores de Durango, los resto? están mez- clados con Vestigios do hachas do hermosas dimensiones. Al pió do la Serranía de Zacatecas, en términos do la Cieneguilla, se encontró la cabeza entera con las defensas, de un elefante; en las cercanías se vieron accidentalmente instrumentas de piedra. La Sierra de Guanajuato ofrece interesantes indicios, primero en la cumbre del Cubilete, en sepulcros de carácter completamente primitivo; segundo en el lecho de los arroyos, que de las cañadas superiores salen á la de Mar£l, en donde se hallan numerosas hachas de diversos tamaños y algunas osamentas fósiles^ entre las cuales citaré el diente de un individuo del género hos. El va- lle de México fué también un acantonamiento primitivo; los al- rededores de Texcoco en particular ofrecen restos fósiles y ha- chas de silex muy notables." (1)

(1) E. GoilleminTanire, Arobiyesde la Commiaion Soientífique, tom. 8, pág. 408

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El capitán Nicolás (1) señala un yacimiento fosilífefo impor- tante en el cerro del Tecolote, y cercanías de Zacoalco, Estado de Jalisco. El coronel Doutrelaine (2) marca bajo el mismo pun- to de vista la hacienda de Canaleja, 14 k al N.E. de Toluca, Te- mazcaltepec, y el cerro de Juquila, distrito de Jamiltepec, Esta- do de Oaxaca, no Jejos de las costas del Pacífico. ^ Según las noticias que nos ha suministrado nuestro amigo el Sr. D. Mariano Barcena, son muy comunes en nuestro país los terrenos posterclarios de aluvión, compuestos principalmente de tobas, margas, Ac: su presencia repetida demuestra la unifor- midad y aun regularidad de los fenómenos que los produjeron. En esos depósitos posterciarios abundan los restos del masto- donte y principalmente los de elefante. Son notables en esta lí- nea, el rallo de Ameca, Estado de Jalisco, y los valles de S. Mar- tin, Cocula y Zacoalco con aquel relacionados; del primero saca- ron huesos muy bien conservados, remitidos á Europa pocos años há. Despojos semejantes ofrecen el valla de Aguascalientes y el llano del Tecuán i que estií relacionado.

TapWus. Llamáronle los españoles anta, danta, gran bestia; en las lenguas americanas le nombran tapiiy tapiíra, beorí, tlacaxo- lotl, Jiuaríarx, sacTia-vaccr, d'c. (3) En Auvernia, Francia, se en- cuentra el Tapirus élegans formando parte de la fauna pliocena de Europa; se halla fósil igualmente otro muy parecido al Ta- pirus ameñcainis, (4) Dana lo menciona fósil en los E. U., y Ga- leotti le encontró junto con el mastodonte y el elefante en los Estados do Jalisco, Guanajuato, México y Puebla. Una especie de tapir vivo todavía en Tehuantepec conocida por danta ó anta- burro, Tapirus terrestris. "Ocupa en gran numero el curso supe- "rior de les rios Ohicapa y Ostuta, no menos que todos los gun- "tos selváticos de la sierra en donde existen buenos pastos y "aguas abundantes. Las carnes de este animal son de un gusto "bastante agradable.*' (5) "Según los informes que recibí, dice

(1) ATchiTes de la Commision Scientíñque, tom. 2, pág. 215.

(2) Archiyes de la Commision Scientífiqne, tom. 3, pág. 410. (^3) ClaTigero, Hist. antigua, tom. 2, pág. 807.

(4) Precia de paleontología Humaine par le Docteur E. T. Hamy. Paría, 1870. Pág. 71 y 86.

(5) Reconocimiento del istmo de Tehuantepec en 1842 y 43. Londres, 1844 P»g. 102.

«

^'D. Antonio Peñafiel j Barranco, en la Cañada existe el tapiro, "Tapiriis americanus; aquí (Oaxaca) es conocido con el mismo ''nombre vulgar de anteburro como en Yeracruz; habita, según se "dice, los lugares pantanosos de este último Estado j los rios ''solitarios de las Mixtecas, en lugares pocas veces señalados por "la planta del hombre." (1)

Equus. "Los caballos, así como los bueyes, eran cosmopolitas, dice Hamj (2), en los primeros momentos del período posplio* ceno. Se les encuentra por todas partes con razas ó yariedades que algunas yeces recibieron nombres especialea {equtis adamüi" cus, piscenensis, Lasteti, (¿c,) entre los cuales hay uno muy nota- ble, nombrado plicidens por Mr. Owen, á causa de las complica- ciones que presenta su esmalte dental Casi ignoramos las rela- ciones que pueden existir entre los equídeos cuaternarios y nues- tros caballos domésticos, por lo cual es por ahora imposible fijarles su límite en el tiempo. En cuanto al límite en el espacio, sabemos, después de publicada la memoria de Mr. Bayle^ sobre la fauna de Monsourah, (3) que un caballo fósil títíó en Argelia. Dientes de estos solípedos se encuentran en España, Italia, Fran- cia, Bélgica, Alemania y aun el Norte. América poseyó muchas especies, que sensiblemente difieren de los caballos cuaternarios y recientes del Mundo antiguo. (4)

"Entre los fósiles traídos de Niobrara en 1858 por M. Hayden, describe el Dr. Leidy un rinoceronte tan parecido á la especie asiática, B. IndicuSy que le refirió á éste; pero nota, y es cosa muy singular, que la fauna pliocena de esta parte de la América del Norte, se aproxima mucho más á la fauna pospliocena y recien- te de Europa, que á la que ahora puebla el continente america- no." "Eesulta en verdad más y más evidente, que cuando que- ramos estudiar la geneaología de los cuadrúpedos extinguidos abundantes en el terreno de acarreo de las cavernas de Europa, será preciso buscar la principal fuente de indicaciones en las Américas del Norte y del Sur. Treinta años hace, si se hubieran buscado tipos fósiles para llenar una laguüa entre dos especies

(1) La IfaturaUzay penódico de la Sociedad de Historia Natural. Tozn. n, pág. 2S9. (2> Paleontología humaine, pág. 16S. (8) BoU. Soc. Géol, de Fr., 2». serie, i. XI, p. MS, 185é. (4) Cf . Ljell, Ane. 2. >* ed. pag. 485. -

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odo8 géneros d^ la MhU de ios. oaballoB, (es áfiéitj de Ih giran fa-

milia dé los SQlípedos)^ so ¿uláera emtdo aofidMite reunir, oaanfco posible fiierai los nkateruües'saminifiikrados {)or los contif nenies ;de Europa Amia j áírica.. ProbaUementé se pensaría; qne confo.itl detfcubvitQÍMtQ de Amárl/», ni al Norte ni el Sixt presentaron an represestiante títo deresta familia^ caballo, asno, cebra ó conaf^a» erít inálíMmácar más allá úel Ocámo la presen» cía de sus especia ^f<$sUes« (Cuánto ba dambiado ahora el pttn<* to de vista bajo el enal tomamos esta coestion! Mr Darwin desc^riiiel primevo los «restos de un caballo iÓsil en.su yiaje á la Amárioa del Sur/ y deépoes foercrir halladas -otims dos espe^ dea en ^1 mismo continente. Lo mismo aconteció en la América del Norte, en el solo valle de Nebraska, donde ál decir del Sré Leidy, babís redoijffido M. Hayden ana especie del caballo domés- tico, imposible de selr distinguida, encontraron despnes otros cinco géneros fÓ3Íles da solipedotí llamados Hip/^arioai, Froto* bippns, MQrycbippns, Hippochipns j Paralxppns. Es nn total de doce especies de cabállost perteneeientei á siete g&ieros (oom« prendido el Ancldlorium mismo de Nebraska), el descubierto en las fomacion«es terciarias j posterciarias de lote E. XJ." (1)

En las escavaciones del Teqttixqniac, con motivo de las obras del desugne, se eácontrarótooin cráneo^ mandíbalae inferiores y muelas áe caballo. •;Bxiste 'en di Mnseo 'Nacional nn diente , del efiMS ^fíHkñgenius, procedente iambien del Talle. El Sr. Barcena posiee HA mdlar mnyjbien conservado de 6fut», tomado en el Olí* var del Conde, cerca de Tacnbaya. Dana hJace meiMñon para los E.U. de i^baUoü mucho mayores qne los xmo3ernos¿

Bo8. '*Segan las observaqjiones y los hechos reóojidos^ dice «3 Dr. Bekfyt del^m^^^iolerir <qne en ojkrotíúsmpoexiatieiñni^nlos límites acta9les4f toa E.'U^ cmtroj áiuLoi^co especies del géne^- Tobo^f distas CDDlqsfKibreviveiel^af oTTiénca/iw, bisonte/' '^EliSbi ca^fibifrúnfiy .vistp rfósU en Big-Bdné^ ^k, difiere par forma del m^inep y li^ disposición de los cuernos delbidlálo j^.del bisante de los E. U." "El Bo9 lairi/ona Harlam^se háUdeaKsnitniol^; si parece al anroeh, JBes wus^ Cnvier , recójido á d¿illas del Bhím<^ El Boapayasii Dekaj, se halló en las ostilJae del MÍ8m«áppl'>(2):)

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T If.

(1) Syell, L'aaoi«mi«td de L'homme, ptfg. 48^ (3) Antiquítíes Amesicaines, pág. 92

85

I

S7«

Sftcáronse del tajo de TóqQixqaiab < (Dráneoe en disperso» estar dos^ defenBaa, miiedaa, inaodíbnlaB inleriores y hjámeros de buey, BosprisGus. OuilIenmi.FaraiTe aéfiála nn diente- del génbtt) beéi recogido p<»r él ea Oiiaiiajtiaíto./D.' Mariano' Báirwna indiea feth toa del mismo animálfen'^epaidtlah; Bstiulc^de Jaliaeo. Noeetla extraño^ en coneepto'deiifiebtroBAiatMaKetae^ delermiiiarlapre^ seneia del anroelí leátre.loa despojo» fóéileé de Tequixqtíiac. OQáS cabezas jde bo8 extraídma de aquél logar, -pai^ecen pertenecer á distiátas' espeóiea. Existen en el Mtieeo Daeional dos ekceleii*' tes ejemplares de esos «ranees, nnoMe -itís Males mide oerea de Taray níedia entre los extrranbs de loir lejes Imesosos de loa onémos, y mayor sería la Idngitiid si exiistieran los casqnillés oóroíeosqne'faLtan* t. .. ! . . r .

^ CHotoru lilamsdo Caroiífu en el OtaflrI»ir'l>arbita las regiones frías en ApaáDiea, Bnsia^ Bnecia, Nornegá; ImlUndosele en est»- (do fósil en la Alemania central y* basta Bélgióa»

CameUns Uama. En el Teqoixqniaei vertebrad oornioales, mtie» las y reato8/,de mandíbulas. El líaoia; 6 mo/oraucíímiáp camera del Pera, aotnalmente solo se encaenibra en Snr AmáricaL Nnes^ tro amigó .el Sr.;Lio. D. Alfredo Oharero* posee ¿Una -mandíbnla sacada de las lomas de Taonbay a.

8m*8or(^a. Cráneo y mixebis en eLTeqnlxqniac; Diee Ratime^ yer^ qne en la última parte del plé^íodo de piedüja» -habla -en En^ ropa dos.razaa^ del pnéroo domá^ico; la^ una, grande^ derivada del jabalí; otra, más pequeña, llamadn pueproo de 'ios pantanos. ¿W-éor^a j9iaitis¿nA {1}

Equua aaimta. JUandibiilas inferiores y famelasen^ el repetido Teqnixquiad * ^ - ' ' 'V. ^ - ' »

. MetndonálrémoB ta8^kn,>ootn<>'enlK»nti'a(lM tosSi -^.^ A ^ashoraidm Bhi^mis Fbster, gra» «diedor) \{uii tlélie' áfiñid«íd' éon el Oas^ €kmadein$Í8 Eúhl, y medía ><sasi ¿Itrco '{^tft. ^I31''0bnn» ¡^bienmnt«[ Haarlan,' cj[U0 igualaba si no 'eíee^d'^éfi' tamaño, al dervo irlandés lEU léoii jFVN» ^•^(xr \L. casi tan grande 6omo él lxritáÉdo6: osos dátersas' especies, &0. {^ -'- [ /JhgtUháAm' M:Anék^ propio de solo kmétí^

cm córrespénde.al ¿rdeá de los >JPereE0S08¡ ffira 'mucho, mayor

fl) LyeUi L'aiuñennete de rhoxmne, pág, SI. (2) l>W|t Oeology, pág.„567.

qtie todpfl loSs destentados actnalm^n^e existeAtesy snpnesto qnp uno de aus esqueletos mide 18 pies delfurgo, y su altara era dos 7 medio metros. Sus piernas .ofrecen, reunidoi^ I98 caraeto; res á» Igs pormigu^ros^/de. loaJ^^tons^y de los Chlamj fóxos, 7 gruesas 7 xoacizcs^ ix|áfi eran oolumnas para soportar el gran peso delindÍTiduo^que (5rganos de. locomoción; terminaban en gnin4e$ manoa, :axmik4aB de lai^fas garras* La cola, gruesa 7 dura, le serr TÍa da defensa^ 7 también de apoyo junto con las patas traseras, para ouanda levantaba y esgrimía las patas delanteras q las ocur paba eai Taacai^-H tierra. Manteníase de yerbas y de raíces, deaf- cubiriendo la estructura de sus diente9 molares que no era carní- voro. ''La orgaiiizapioA. auatomica de sus miembros denota una '^locomoción pesada, lenta y difícil, pero ofrecen el más solido ''sosten y mis admirablemente combinado para el peso de un "animal enorme. y sediantario, especie de. máquina viva para ora* "dar, casüiJfnóyil y de incalculable potencia," No es sólo parti- cular de Sur América} ya que el Megatherium mirábile L. ha sido encontrado en Georgifa, Skinddaway Island y Carolina del Sur. "£n los g;abínet€»9 de historia nati^ral de Madrid, y otra ciudad da España, se ven ires. esqueletos de Megi^tberium, llevados d^ 1& América del 8^ iin^o el ano 1789, de. las orillas del Luxan, á tres leguas de Bue^^oa Aires; oXx^ de Lemia en 1795, y el terce- ro del Paraguf^y, el .cual fué descrito por Bru: se dice que la ca- beza del fémur tii^ne 98 pplgadc^ de circunferencia." (1)

Myhdon. Perteneciente también 4 la familia de los perezosos. Han sido descritas tres especies, dos del Sur y una de N... Ame^ rica. Elxsquele^o deji ifíj^íoc^on ro&u^.t^ O.Tr^, mi4^ once pies de kurgo,. de man^a qiie^ el animal fué mucbp mayor qué el búfa- lo del .O. 1^1 norte ame];;ci^no,Jlfj(2oc2an Jarlaníf se encontró al Eb y al <X[ delrMiasissippi y ,en ^Ir QrQgou. (2) "Más pequeño quealM€fg4ib^^|n{,SQ diÍQren,c.iai de, éste, en la forma de lof dient(»s, que |io ^^ai^^^jmilare^^ni pree^epta^an xpolares de super- ficie ^gast^da-y plf n%,indicand)Ooqua el añimM se alimentaba de veigetale?» probablfeawnte da. b^jas y xQtoñ ^prnos. Como pre- fi0&t& ai i^SBiio j^^n^|q;pezu^as;y jgarrae' en cada pié| se ba creí-

(1) Figuer, Feíre avant le ÜAog^ -pág.' 877 j é^ Daii% Q^ogJtúP^' t^9- AntíqmUiB amerioainea, ptfg. 91. (S) Dana, Gaologjr, pig. ses.

. .. ».

é76

do qx^e formaba el paso entre los animales ongnicnlados á los ungulados. Se conocen tres especie?, las cnales rÍTÍañ én las Pampas de !Eíaenos Aires." (1)

Mégcücnix. **A indicación del' ílnstre Wasbington, ntío los primeros j niás distinguidos presidentes de la Bepifblica de Io9 E. IL, reconoció Mr. Jeflferson los restos de nn Perezoso jigan- tescOy encontrado en una caverna del Estado de Yirginia, del cual se vio después un esqueleto entero en el Mississippi, con los cartílagos adheridos todavía á los huesos, en buen estado de conservácronrJefferson llamó á esta esrpecie Megaloñix; Tie- ne grandes analogías con el Perezoso; excede su talla ú la de los bueyes más corpulentos; el hocico aguzado; las mandíbulas armadas dientes cilindricos; los remos anteriores mucho rñ&a largos que los posteriores; la articulación del ptó oblicua so- bre la pierna: dos dedos gruesos, cortos, armados uñas largas muy fuertes, el índice más débil, con una menos poderosa; la co- la fuerte y sólida. Tales son los rasgos principales del Megalo- ¿IX, de forma níínos pesada que el Megaterium." (2). Fuera de los lugares en N. América, que dan testimonio de este animal en Virginia, Greenbrier Óoíinty, y Big-Bone Ltnct sus restos se encuentran derramados en Sud América, desde xas Pampas has- ta el extremo de Magallanes. Becibió' el notnbre Megalonix por alusión á sus grades garras, tln cuarto género á fin de es- ta tribu, es el Scdidotherium^ del cual'se han obtenido siete esr- pecies en Sud América,. uns^ de ellas mayor que el Megalo-

w^A^) ^- ^ : *

, Glyptodon. 'u)el jgrpipo del ArmadiOo 6 DasyptcSy el género (j^lyptodon contiene muchas especies jiganteséáis.'- Estola anima- les tienen una concha semejante á la una tortuga; en el ^Olypt(^ don cfavipeSf Qwen, la longitud de la coi^óha, medida á lo largo de la curvatura; cuenta cinco p)ésr y la toial ^longitud haÉtá Iéí eitr^idad de íá cola;, ílueve pies." SI género VhímydfjtKerium contiene otras esü^cies acorazadas, tma ' de laS ¿nales és tan grande como un ^nocei^putCf y el génef&'PáShytJterímnóifoBáel tainaño tin tuey:"— (4) "Bl Glyptódon e<e paréód mticho'ií loé

(1) .9 ifiniOTr Ia Tem avanl le DáKuge, pág. 361. vi - . U

(2) Figuier, La terr© avant le Déluge, pág. 881. . ,. ^ , . .. .. ^j, ^ ^ . (8) Dana, Geology, 559. . , . " ./

(4) Dana, Geology, pág. 570.

?77

J)a8¡/pu8 6 1a,to^B. Contaba diez y seis dientes en cada mandí- Dola» cavadoa lateralmente eix dos atareos larg9s y prof andos qiie diyidían l^ superficie molar en tr^s porciones; de aqlií el nom- bre Gljptodon^. El. pié posterior- era macizo^ presen táxido dó8 falanges ungueales, ,cort^ y deprimidas; el animal estaba cu- bierto y protegido por una coraza, ó carapacho sólido, compues- to de placas^ qne vistas por la parte inferior parecen exagonales y están unidas por suturas dentadas, mientras en la cara supe- rior una especie de dobles rosetas." **El Cflyplodoñ davtpes vi- TÍa en las Papapas de Buenos Aires, y no media menos de dos metros de Ipi^itud.*' ''El Scfdatopleuron no se diferencia tanto del Glyptodon que pueda formarse con él género aparte, y es sin dudí^ especie de aquel. La diferencia entre ambos reposa en la estructura de la cola; en el primero es maciza, en el segundo es- tá compuesta de doce anillos. Por lo demas,jDrganízacion y há- bitos son los mismos: el Schistqpleuron como el Glyptodon, ét¿ herviboro, alimentándose de raíces y fragmentos vegetales.*' (1) Se había creido que el animal era propio de Sud América; aho- ra se hape preciso reformar esta opinión. De las escavaciones del Tequixquiac se han extraido los despojos del Cllyptodón^ clasificados y descritos por nuestros inteligentes ingenieros T). J'uan Nepomuceno Cuatáparó y D. Santiago Bamírez., Casi fin de su notable trabajo, dicen: ^Qoinparando esta especió con las estudiabas hasta ahora, á la que más se asemeja eS & I¿ ' descrita por Owen, encontrada en el piso sub-apepiño de 1&& Pampas de Buenps Aires, de la cual difiere por las dimensiones, la forma de la coi^cha^ los huesos de la cabeza y otros caracté» res; y en estas diferencias nos heiños fundado para considerarla como nuéya: y mientras no se averigüe estar ya conocida, pro- ponemos lo sea con el nombre de piexicand''' (2) Los restos vis- tos en Tequixqúiác parecen pertenecer á'dos ó más individuoi. . Nos ha comunicado él Sr. Barcena, que seguñ informes qué recibió^ hace algunos años sacaron á ínme():iácionéd die Mascota, Estado de Jalisco» una ^an concha fó^il, <|ue juagaban ser úp

(I) Figoier, La Terre aran l6 D<Üage; pág. dt5. '^ ' ^ >

(Sr) Desoripcion de tm iiDaxní^ero fósil de especie desconocida, perteneciente al ^

'-"■'• ': ,' I O, í -

ñero Qlyptodon, encontrado entre luá capas posi-tereiarias Teqmxqniacrdn el di

tñto de Znmpango: Mtfzko 1S75.

278

tortuga, 7 la cual se había separado en machas "piezas esquina-^ das. Mascota queda cercana á las costas del Pacífidó, en* donde ae encuentran grandes llanuras abundantes en resliós 'de paqoi** de^mos fósiles, y aunque de noticias tan Vagas nada se púedé dedacir, acaso sería esto una indicación de la antigua' existencia del Glyptodon en aquellas comarca^,

^o hemos visto mencionado el p.érro; el más fiel y antiguo compañero del hombre. |Durante edad 4^ piedra exi&rtió en £uropa una raza de talla mediana, y en la edad de bronce vivía el gran perro de caza. Los mexicanos distinguieron tres cuadra^ pedos domésticos con'el nombre de üzcuinÜi; palalbra traducida perro por los castellanos por la semejanza de aquellos oón este aiiimal. Abandonados unos por el hoiiíbté actual, extinguidos otros casi por completo, bien merece hacerse de ellos una ligera inencion.

ItzcuiniepotzoÜú De üzcuinÜi y tepalzotti, jorobado.-^^'Era del iltmano da un perro maltes y tenía la piel manchada de blanco^ leonado y negra La cabeza era pequeña con respecto ál cuerpo j parecía unida íntimamente á éste, por ser el pescuezo grueso 7 corto. Tenía la mirada suave, las orejas largas, la nari? con una promiiiencia considerable encima, y la cola tan pequeña, que apenas le llegaba á media pierna; pero lo más $ÍDgular en él era- pna joroba que le cogía desde el cúelld hasta el cuarto tracero. XSl pjaís en que más abundaba este cuadrúpedo era el reino d^ ^ilighoacan donde se llamaba JJiora.'* (1) '

T^f)eitzcu{ntlL "Ttaj en los cantones de Córdoba y Oirizaba, di- ce B. Antonio Peñafiel y Barranco, nn animal conocido con el Qombre de Tepeitzcuintli, que en mexicano significa perro del monte, designado con el de Tuza real en la Cemada Tlaoólula^ j en el Cayahual del Estado de Hidalgo; es él Ccdogeñus paca, j pertenece á la tribu de los Ca víanos del P. GervaiSs." ''Entre lofií cuadrúpedos peculiares de la tierra de Anáhuac,' cuya especie no 8C encuentra en la América meridional, ni en otros países» «apa* noles del Norte ^del Nuevo SÍundó, él célebre historiador Olavi- gero señala el Tepeitzcuintli, que ''es una fiera tan pequeña que ''no excede 4^1 tamaño«de un cachorro; pero tan atrevida que ^'aaom^te á los ciervos y tal vez los mata. Tiene el pelo largo^

(1) CS»TÍgero, hist antígiii, tom. I^ pág. 40.

079

"IaxK% taimbiett oolá» el cuerpo nagro, j la eabesa^ el oaello y ''fil. pecho blaneiM."— Esta ligera deacripoioii dEal sabio luBtoxia4 dpr mexicaBo so. co^^reapon^e de ningnaoi modo á lo qiie.se oono* ce en el Sstado de^Yera^iiz^xxael nombre de TepeiiscmnilL-** D..!FranoÍ8co Ciordero y Hojob hace del anixaal la sigaieBte clat aificaciojx: i*'La PacOf conocida Tulgarmente en algunos pontos de la BepubUca.con el nombre de TepeitzcuinÜi y en otros .con d de Ouahutvza, es nn cuadrúpedo que pertenece á la sétima fa* milÍ4ide los Boedores.(GaTÍdeoe)» á la primera tribu {Casianos) y ál género Co^Iegenus de Fr. Cnvier, el cual tiene por tipo el animal descrito antiguamente bajo el nombre de Cavia paea^ de* bicudo agregársele también el gén^o Oateopera de Haslon." (1) Xoloitíxsuinili "Es mayor que los dos precedentes, pues en al- gunos individuos, el cuerpo inide cuatro pies de largo. Tiene las orejas dere chas» el cuello grueso y la cola larga. Lo más singu* lar de este animal es estar privado enteramente de pelo; pues sólo tiene sobre el hocico algunas cerdas largas y retorcidas. -Todo su cuerpo está cubierto de una piel lisa, blanda, de color de ceniza, pero manchada en parte de negro y leonado. Estas tres e0p6cie8.de cuadrúpedos están extinguidas, ó cuando más sólo se conservan de ellas algunos individuos." (2)

Téchieki. ^El teckichi que también se llamaba aleo, era un cua- drápedo de México y de ot^os países de América que por ser de la figura de perro fué llamado así por los españoles. Era de ún ' aspecto melancólico, y enteramente mudo, de que tomó origen la iábulA de que los petrósdel mundo antiguo enmudecían, cuan- do eran trasportados al nuevo. Los mejicanos comían la oñmé del teehichi,y si hemos de dar á los españoles, que también la comieron, era gustosa y nutritiva^ Los españoles, después de la conquista de México, no teniendo todavía rebaños de ninguna especie, hacían la provisión para sus buques con ^Bxhe de estos enadrupedosi y asi extinguieron muy en breve la raza, aunque «ca muy numerosa." (8)

Algunos animjiles pudiéramos nombrar aun como osos jigan- tesoos, lobos, bestias semcgniites á la paartem que Mupaban las

(I) La KftIonleaBa, tom. II, pag.' 259.

P) ClftVigalo, likt Átigti% totn. 1, ptfg. 41.

cavernas del Srasil, y poces más. Así, la América ha visto apa- recer, multiplicarse y extmgnirse loa grandes mamíferos antidi- loTÍanos: de los aaímalas.iTÍT08 aún, cosmopolitas y svjetos al homhre, poseyó por lo ménoa el 4sabalIo^ el asno^ el boey ^y el puerco, desaparecidos en tiempos remotos, vueltos á traer por loa oastellaoos en el siglo XVX Las altas crestas de las montanas porfídicas y traquí ticas; los grandes lagos qne ocupaban las ouencas de los valles; la exhnberante y crecida flora distinta en parte de la actual; loa mamíferos jigantescos que se eitendían con tan extrañas figuras sobre el suelo, debían dar á loe paisajes de nuestro país una fisonomía grandiosa ei^trana» en totalidad diversa de la que en nuestros dias miramos. Én cierta época, el hombre, e} último ser salido de la creación y el más importante, presenciaba ya aquellas grandiosas esqenasieu el valle de Méxi- oo era contemporáneo de los animales que vivieron en el periodo po8t-teifciario«

Antes de exponer las noticias que hemos recogido acerca de la antigüedad del hombre en el Nuevo Mundo, necesitamos ha- cer nuestra profesión ds fe, en lo tocante á la cuestión del orí'» gen del hombre* Muchas hipótesis se han formulado acercada ella, y su pluralidad nos parece la prueba más patente de que la ciencia ignora por completo Jo que pretende resolver» ya que inventa sistemas contradictorios,, embrollados, conocidamente absurdos. Abrumada nds dejaron la cabeza Lamark y Darwin con las leyes de la j^erexicia y de la variabilidad; la cpArelaoion ' ^1 crecimiento con su reguladora la compensación; la competen- cia ó concurrencia por la vidla y la selección natural, Nps .hab maravillado las cj^istalizaciones rudimentarias de Mad« BoyCré. Nos asombramos de las cpnclusiones materialistas y ateas de Burm^ter. En ninguno de esos sistemas, y én otros más enconr traiuos )a verdad que de buena fe buscamos. Pareciérónnios los raciocinios, tan;ÍQge;iiiosos, ^omo faltos de fundamento para ser tomados por una demostración; lograron .divertir, cautivar á:TQr .oes la mente, sin que la rMon se rindi&ra, aunqoe.no estaba en- «QttstUlada en idea preconcebida ninguna: nos Iparéce que ae^baa gastado esfuerzos inauditos de ingenio, pretendiendo oscurecer la luz que á raudales brota de la verdad eterna. Ya .que sonaos incapaces para discutir, diremos sólo cuál es la abandera, en que nos hemos filiado como partidarios^' QrsíeiisoB, y rabitMal é intuí-

28i

tivameilto preferirnos^ (criquielFatiéa por orgullo, aunque ia razón no fea eientfóea)<'toaer nneetro origen 4e la pareja creada por Koe, á deaoen^r eli üiiea reeta ai tranareveal del orangotab, del eliitopanoeo*6'4ergorllla; preferimos poseer nna alma deste- llo de laDití^idad, á hombrear libretitente con la materifli sin sa^ ber qoé baoer nosotros* eh asta vida' 7 en la fatura. En suma: la Santa ProTÍdenoia creótÁi' hombre y traa mujer, de quíetiea desciende' el géneiy) baik^ano.

Entrando en la enameracion. de los heehos recogidos por la ciencia, oomenaaremos por California. Én el Congreso inter- nacional de 1867, M. Wiliam B. Blake, profesor de mineralogía j geología, llamó la atención acerca de las riqaezaj3j>rehistóríca8 de aqneUa comarca, en. qne^ los instrumentos de piedra se en* cuentrau reunidos con osamentas de mammonth y de mastodonte, en grandes aluviones cubiertos por una papa endurecidí^ d^ ce* nizas volcánicas, de doude se deducía la« existencia del hombre ánies de la época de actividad volcánica en aquel paía Tiempo después, cavando nn pozo cerca del campo de los Angeles, con- dado de Calaveras, fué encontrado un cráneo humano á 153 pies de profundidad, bajo un suelo cubierto por cinco ó seis c%- pas de. la cenizt^ endurecida llamada lava en California, alterusf- das con gravaa. M. Whitney, director del Geciogical Survey es- tablece que si ''la irrapcion derla gran masa de materiales vol- ^'cánicos en la vertiente. podidental déla SierraNevada, comenzó ^'en la época pUocena, continuó durante el post-pUoceno y tal "vez hasta en los tiempos moderiios/' (1) el cváneo del campo de loa Angela m^a antiguo qua aquellos diversos fenomenpfi eruptivos, «pertenecía á nuestra époc^ pliooena.** (2) . *

Según JBEamjF» ^^ carta que el profesor Whitney dirigía á M. Desor acerca de aquel desóubrimi^to, confirmaba la exiatenoia del hombre en lae costas del Pacífico^ '^en un tiempp en qua la vida vegekaly animal era enteramente diversa de la actual, y en una época en que se produjo una erocioA vertical de cerca doe ó tres mil pies (600 4 100 metros) én las rocas duras y oristaUr

(1) Bibl. Unir. Arch. So. Phyi. et Nat. Porrier 1867.

(2) Hamy» Paleontologie húmame, pág. 68. Origen, naturaleza y antigüedad del

«

hombre por el Dootar D. Joan Yilanora y Piera. Madrid, 1872.' Pág. 163, üana, Geology, pág. 678. - ^ .

36

sadfts." (1) De eftte hecho 4^njd^ot^ Humy y Yilanova la exUi«* teiusia del homl^re i^rpimp; más ocmo ead^asmito enonentea da preQÍaion,.co&taraneda^Qfi»fa^teii ditdM:ae han anfioitedoicpntira el descahriiQientOy pot nQ^eéiar autetíHeado pc^algim obflerra^ dor cieptífíoo: el , profesor J[e>ffiries •\yiiAa& aBegiina;qiievel:<$ráiueo Be parece mucho al de u^n ÍQdÍQ!modeiaio»yH»e objeta por á^timo que la edad de la la^a .no eatá bien ídetenQUiad&' (2) . ' i .

En 1857 fué presentado un fragmento di^'dráneo por O: Wkiií*^ low, encontrado en condiciones análoga» al anterldr; lo que pa* rocería confirmar la existencia del hombre terciai^io. Dana samí- aiafara la noticia. . . i , : ! ,

Para época posterior el liombre se revela de manera más cía- ra. Vilanova, toniando losdaton de Lyell, (8)' escribe: "Después de lo dicho parece oportuno decir alg^o acefrcá de algunos restos humanos encontrados en la' gran cuenca del Mississippi, en el lu* gar llamado Natchez, taüto más famosos, cnanto que han servi- do de dato para hacer valuaciones más ó menos aproximadas acerca del tiempo que se ha necesitado para formar el actual del- ta del Mississippi, cálculo- que se ele Va, según el Dr. Dówer, á 90,000 anos, y algunos siglos toas por Lyell. En Vicksbutgo exis- te una meseta formada de cieno diluvial, cubriendo el terreno terciario, observándose entre los desuna capa 6 depósito que al- canza á 44 metros de eispesor en Natchéz, formkda de grava com- puesta de grandes fragmentos de zoófitos silíceos y de pedazos de rocas paleozoicas, formación que pudiera pertenecer al período glacial. A 128 kilómetros al Sur de' Yicksburgó y en la misma orilla izquierda del rio, está situado J^atchez, continuándose has- ta allí y más arriba él cien6 superior que ocupa los 18 metrod de la parte alta de la costa. En ambos puntos se parece mucho di- cha formación al Loes del Bhin; 'así por los caractóres minera- lógicos, cuanto por la alternativa de capas estériles y ricas en fósiles. Entré éstos se cuentan gran nfimero de conchas terres- tres, pasando insensiblemente los horizontes que las contienen, á otros con moluscos fluviátiles. Figuran entre los primeros mu-

, Q) BaU. Seo. AnthTop., 1869, 2 s«r. t. IV (2) Duna, Oeology, pig. 578. (8) I/ttociexmete de rhomme, pág. 22Ó y 8¡g.

tíisa espeéies de Hétü:, EkliíjkíaSf PupaSy OydoatoTfuzs^ ¿e., y entre las 8ef{niidM Tarias' LinM!í6cí9,.PlafwrbUiJ^altuíinMy Fhytas y Cy^ éta»}niímBy otn» 'actaalmente viras en aquena.o<>marca."

"M etced á la ttcil desagregaoion da estei depósito dílnvial y á las cónVulsioned más 6 menos violentas' qne allí experimentó el terreno, efecto de los terremotos, se* han Carinado en dicha mese-* ta mnchos valles de erócion. En nno de estos barrancos, llamado dial HCammoüth, dónde snele alcanzarhasta 18 metros de profun- didad, se observa ttna capa- arcillosa inferior al cieno amarillo, eonténiendo hnesos de Masiodon hiotieusy una especie de Megah' ntxy algunas de bueyes y caballos, extiiogaidas unas, tivas según se cree otras, y asociado á estos «estos, el Sr. Didceson, del mis- mo Katchez, encontró un hueso humano de la p^vis, cuya tinta flegra y estado de conservación' parece ser igual al de los otros fósiles, procedentes todos de una capa que está á^ 9 metro» de profundidad.''

'después de hecha ésta descripción-, el mismo de quien la to- mamos dice, qtie mi^tras no se posean más datos relativos al verdadero yacimiento de dichos restos, y hasta que algún geólo- go experimentado lo atestigüe encontrando en su propio yaci- miento el resto humano, debe aplazarse toda opinión definitiva acerca de su antigüedad, y haciendo después la comparación en- tre el valle del Misiáissippi y el del 8omma, en Frapcia, se inclina creer que éste es más antiguo, futidát^dose principalmente en que mientras en América todas las conchas que contiene dicho depósito, aunque acompañiuido al mastodonte y Megalonix viven aán, en Abbeville se encuentra la drena flumincdi^^ que no hi^ Iñta ya en ningún rio de Europa. Por último, dibe el mismo, que siendo el antiguo Loeeíde Natchezanteriorá.latotalidiMil del del- ta moderno del Mississippi, el cual empezó sin dndaá formarse después ó durante el levantamiento que experimentó la cuenca puesta hoy á 69 metros sobre el nivel primitivo, si el huesa hu- mano de Natchez es realmente contemporáneo del Mastodonte y Megalonix, habiendo calculado él mismo eB 50,000 años el tiem- I>o transcurrido para que el delta se formara, fácil es compren- der que aquellos restos debían ser mucho más antiguos. Besul- tando de todo ello que si ulteriores descubrimientos vienen á confirmar el de que se trata, podrá considerarse el 4elta del Mi-

284

88Ís8Ípi como un cr(H[i6metro mucho mis segaro j ezactOi q^jfe los que se han tenido hasta ahora presentes en Borppa." (1) . . Notioia«i del hombre prehistórico ó de sns obisas encoatrapi<M» en las reláciorea de IwurquQÓlogos . J. D^snojer, />E6m d'efe- pJiaTit et cCindustrie humaine 4an3 íes olwviorM de Ick LuUmm (Yer-j milion Bay), ParS8/1867, Kock, Transact o/ the Acad, Science o/ Saint Zuia, 1857 (Oasconade-County): Wiliam P> SUke, Instnim merds en pierrede Ja CoHfofme, 1867 <TuolíüDane); y el repetido Ch. LyeU anministra précioeos datos acerca de lofst depósitos dq Nueva Orleans^ de los arrecifes coralinos de la Florida, en loa cuales ^'algunos fósiles humemos fueron encontrados por el con- ''de PonrtaliSf en un conglomerado calcáreo que hace parte de la *<fiérie de loa arrecilea: Agassijs 1 ^ supon^ 10^00 años de edad, ^^adoptaodo. su niodo de estimación a^rca de la Tclpcidad 4^ aor^eekutamieiltto de aq^ellM formacipnes.'' (2)

Befiere el Dr. Koch haber encontrado carbonea, reunidos 6 huesos de mastodonte 0n el valle de Osage en Missouri^ y tam- bién en el rio Pommede-ter)re, diea^ millas de su unión con el Os»*- ge. (3) '*Una de estas observaciones .^B la descripción hecha pojr el Dr. A C. Koch (4) del nmstodonte encontrado en Gasconada Ociunty {Misaouri), que parecía muerto á pedradas por los indion y queikiado después en parte/' El fuego^' dice, no fué ciertamen- te accidental; parece por el cdntrária haber sido encendido p<9 el hombre, y según las apariencias, con objeto de matar al mis«- mo animal, que no podía moveráe hundido en un lodazal. . •"

*S.. .Todos los huesos no consumidos por el f aego conservá#- ban su posición original, estaban rectos en el barro, y no pare- cía estuviesen descompuestos. Las porciones exteriores, por el contrario, habían sido en parte insumidas. •' •" '

*^.. ;.En medio las cenizas y de los huesos había un gran número pedazos de roca, traídos ciertamente de las orillas del rio 'Bonrbense^ para ser lanzadas al animal, porque la capa de barro de que acabo dé' hablar no contiene el canto más pequenez

i::

(1) Vilanova, antigüedad del hombre, pág. 230.

(2) L'ancieiüíete de Thomme, pág. 50. .

. (35 Daña,. Geology, píig. 078. . * ^ ^•

(4) Trans. óf the Academy soienoe of Si. libáis, 1857. I^ág. $1«

- f

II

986 ,

7 en la orilla del rio encontré rocas parecidas á los trozos, j es etidente qtie las fneron á toiáar de a^uel logar. . ."

^. . .Encontré iambien en medio, de Jas oeniz^bfi huesos y pie- dras, m^ettas r puntas de flsGha, una lanea de piedra y liachas también de piedra/' .^

^'^Afinna el mismo antor, qne eninn segundo 'easo eneontró mu- eiías flechas de piedra mezeladas álaosantenta de nnmasitodon* te/* una de las puntas de flechase encontraba bajo éí hueso del muslo del esqueleto, reposando 'éste sóbrcjr el arma, de manera que tío ptrdo ser coioeada después del-lmeísoy cosa que. observé ^pn mu(£o cuidado.. (1) .

- 6i del Norte pasamos al Suri '*En diversas^ par te& del litoral de Chile j- del tPeiúf sa distinguen capas eontemépdo abundan- tes conchas, todas específicaalente id^ticas á las que pululan to- davía en el'Paoíflco; En una capa de esta .especie^ en la isla de fian Lorenzo, cerca de Luúna^ encontró -Hr^ Parwin/:á nna altitud de 16 metros sobre.él mar, pedaaos de hilo de algodón, trénziM^ de junco y una mazorca de maíz, evidentemente depositados allí eon las conchas. A la misma altura, cm la vecina tierra ^rme,en- eontiró otros hechos caraotarísticoa para, comprobar su opinión, qoñ el antiguo leelú^ delmar había subido, tatnbiet en aquel lu- f|PY 26 metros^ después deKestabfocimiento de.la^ razi^p perua- nas. Esas.capaa de conchas se eneilésvtranigti^meiite en innu*" merables puntos i grandes alturas, .entiré los And^a de Chile^ el Perú y la costa, y hasta ahora.uo ise h4n obsc^rvado restos huma*- Bos. La ^conservación durante un tiempo . inde^uida dQ materiafi tan altersfblesi como él hilo, se.jsxptiéa par JlAifalta {Completa de lluvias ep el Perú; si las mismas materias ¡(lubieraA estado con- tenidas en las ai^naa pérmeabhts eip^rgidJis d^ un ñ? de Suro*- pát ó de otro ptflds eB que 11^ va. auoique sesi .4qrani$t ijn^. peque- ña parte del año, hubieran psobablebiente desaparecido deí to-

•da/'-(2). :.-... ,; . . .;\.. /;

- ..Yilanova dice:-r-"podemos añadir . que en. el dfcpartame;Q:to de -<3hiriqui, íal Nofte.del Estado.de Pan^4i ^^ encuentran sepul-

ems llamados Ouaca$t perten^entsp á .una ^aza ya extinguida, pafo muy sica y. poderwa» i i^efix, ff>x los objetos en oro y co-

(1) L'Homme ayant V hisioíre, par Sir. Jonli Labbook. Paria, 1867. Pág. 286. (3) LjaD, raneienenta de rbenuno, pág. 62. , .

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éstas, se han descQl>ierto en nnevas escavaciou^ y se }r& re qo^ nocido aquel carácter en la testara reciente. . "Sobrepuesta á la marga .se encuentra la toh^q^ne^ ,s$^an lo liemos hecho ya notar, cubre el suelo del Distrito en casi toda su extensión. "-^"£n los taludes qu^ coi^^titu^ren los* limites de anchura de esté tajo, en.las regiones,^ y Ó.» s^, ej:tieiíde la to- ba en capas horizontales» formando n^a estrAtificaci^n p^fecta* mente determinada." "Al través de dichas cap^s:y con inclina- ciones variables, se extienden unas grutas qou^ad^ por la cali' za cretácea, que suele extenderse entre las caras de la estratifi- c icion." "Estacr mazas, en.au superficie, presentan efloresi^en- cias y ampollas^ que dan al copj.uiito el aspecto globoso y esta-* lactífero de los depósitos marino^» y en las partes que no han estado á la acción de U iut^mperiei está en cpnpreciones más ó menos endurecidas." (1)

La formación pertenece al post-terciario: la marga contÍQn^ los fo^siles, que no han sido encontrados en la caliza, y esto for- ma el carácter geológico del yacimiento,

El carácter paleontológico lo auininistrai^ los restos allí eur contradosi pertenecientes en su ntiayor Qarte á ,loa órdenes de los desdentados, paquidermos y rumiante^;, (^lyptcdon^ Eleplias^ Equue, Equua aaimy^f Bos^ MachratKJienia, (JervuSi Su^-scrpfá, ¿c«

"Sedimentos modernos. ComprendeiQos ibpjp Qste^ título, gr$in- des depósitos d^ tierra arcillosa^ de i^^oolQr' bastante oscuro, debido probableinentQ la descomposipjon d^numqrosos res- tos da .plantas q^ie ánn bq, d^cúbren ^n ellas, cu^do^se.exa^ii- x^an con atejc^ciop,: e^ta form^c^oi^ Uegfi á ^ espesor ^asta de.,3(>^ metros^.está.earacterizada'por^na;inf^Qn^djad ^de cpuphasiósi- les, pertemeciqxxte^ á los j^c^cíosj Qast^^p*)¡j¿ifi^ í)el prinie^. óz;- iden sólo he^^ e;ic^ntradQ,un gónje^o^ Cido^ W^ eapecies^.oo- mo se sabe, son fluviátiles. Del segando órde^ son los, cuatro géneros resj^ante^ ^119 apareooví en ,lf^ CQlecQipn: u^no. terrestre/ ^M^ice, y los otros tres J^cjustoes Plavbrlns^^f^hf/eáey ÍAm^i^''— ''t>e estos ultimpp laii eonchas sen ^umerpsísim^i do^miinaAda ^gun^ rocas do tal manera, que c^l eolor osouro^^l terrena. se

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(1) Me^aoria pm la Carts ^eolégioa dal Diafcriio do Zviopan^^ la hugfm^ ten* inada por loa ingemarM dtmtnaB Joan K. OiuU|wi^ Toluca^

transforma en blanco." 'Tanto p^r esta circunstancia cnanto porque los G. Cyclas y Hélice se hallan hasta cierto punto lor ealizados en esta formación, debe deducirse que ésta fue lacus- tre, y que aquellos fueron trasportados mecínicamente por el Agua de los rios." (1)

Según el informe del ingeniero D. José Manzano, (2) cuatro 'especies de conchas de agua dulce han sido allí encontradas; dos unÍTalTas, Planorbía j UrnTieá; dos Tivalvas, Anoponta signa j Cydas, . '

Suministran el caarácter arqueológico. 'OBntre las conchas ma- rinas, dos especies, una univalva Strombus, la otra vivalva, pare- ce pertenecer á las myairas 6 i las solandceas; no es posible estu- diarla por estar cortada y agujerada, como para servir de ador- no.^— En cuanto á obras del hombre, ^'lo más notable que se ha encontrado es una jarra pequeña en forn^a elegante, una pi- pa, un jarro, un molcajete ó E^alero, un plato, una esfera de toba arenosa dura, ídolos pequeños y pedazos de loza." (3)

Por desgracia, no se indica en cuál de las capas fueron encon- trados estos objetos, para poderles asignar siquiera una edad xselativa.

Para el carácter antropológico tenemos: "Bestos orgánico^ humanos: de éstos hemos encontrado diferentes partes del es* qneleto; pero creo que sólo puede considerarse como íÓsil una mandíbula, éncontrada.en barro á seis'metros de profundidad; parece ser de individuo como de siete años, pues los dientes y muelas que deberían habet sustituido á los que están fuera de la mandíbula, están todos dentro de los alveolos." (4)

6egun los informes que hemos reoc^do de alguno de los in- genieros de las obras del Tequixquiao, la mandíbula humana fui encontrada en un lecho lacustre de formación reciente, y .no pmepba para el hombre del Yalle de México, una edad consi- derable.

Afortunadamente para la ciencia existe una prueba urecitsa- ble, auténticaí de la antigüedad del hombre en esta comarca.

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. ^1) |Cemoria;parft la óarta geol<$gica, pág. 21. ^8) Memoris dtl Biiaisteiiode Fomento, liédoo, 1670. Pág. 807.

(3) ItortoariH de Fomeiito, looo ét

(4) Memoria 4e Fonenlo, ibid ^^

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^*

290

En la formación post-teroiaria, en la capa de marga, de entre los restos fósiles que clan al yacimiento su carácter paleontoló» gico^ tomó uno de los ingenieros encargados de las obras, el hae- so sacro de un caballo, de talla 'superior á la de los caballos ac- tuales, en el misma e^tado fósil de los demás restos. Aprove*- cLandala figura natural, se le dio artificialmente, por medio de- un instrumento cortante, la forma de una cabeza de cuadrúpe- do, las orejas paradas y puntiagudas, hocico prolongado, la nariz con dos aberturas, Jos ojos redondos: el conjunto toma el* as- pecto análogo ai de un carnicero. ]Sste valioso despojo perte- nece; á la colección de nuestro amigo el.Sr .D. Alfredo Chavera, y ahor^ está en nuestro pod^er. Atora bien, la obra no puede ser, ni es producida por QasualiduJ; revela la presencia del hombre, armado de útiles duros que pudieran atacar el hueso, yx^ón pret^isiones de escultor intentando reproducir alguno de los animales que á la vista teuiji; la época del hueso y déla obra^ debe referirse al del yacimiento geológico y paleoñtológí- fiOp en donde fue recogido; resulta, pues, fuera de duda, que el hombre existía en el Yalle de Mésico Áuranie la época post- ^tj^rciaria, j eja contemporáneo d^ la fauna cuyos despojos árro- jan Ahora las escavacipñ'ós del Téquiiquiaa

Por lo g^ue valgan, aumentados las siguientes noticias. Ga- fando & ínmeoiáciones dq la fábrica de papel llamada de Pena Pobre, pepetradás dos*capis':de'lava divididas por una' delgada i^termQdiá. de tierra, fue encontrada la cabeza de un pequeño ídolo de t)pro copidó,. semejante por el dibujo í las obras de ce- rámica ajDtigua,|. y el cual estaba reunido á algunos huesos que los obreros dispersaron. ^ A nuestro entender,^ la presencia del hombre en aquel lugar fué anterior á^ las erupciones badálti<^áa del Pedregal de San J^i^gel eix el ,y alie, y sea cual fuere la edad que á éstas conceda la 'ciencia, siempre quedará por cierto qaé q1 hombre vivía, con ciejrtOg^radq de adelanto, en los tíempoB prehistóricos. / '

' ^Al ejecutad los rebajes en la barranca de Metlac, para el tra-» zo del camino de fierro, salieron dos cabe citas de barro cocido. Según la clasificación de nuestro entendido amigo el Sr. I>1 Ma* riano Barcena, yacían len toba caliza de la' época aibtttal, y eatc^ ban acompañadas de impresiones de 'hojas de una dicbtil^oñia, (¿qv^fffi?) Tenían las cabe citas la p'articÍEifairidad de ténat/ol

:costro teñido da negro, AmbAs pertenecen á la colecten del Si:;' ChaTero.

. "Ke siendo lq^ pequeños depósitos, s^ime^tarios .qne. poder mos llamar contemporáneos, 7 en la. mayor parte de los, cuales fie encuentra 019, la formación. (]^a se debe C9nsiderar como i|ir mediatamente anterior. á la volcánica^ es. la. au^ternari^ cif7Q.tif po, en Sonox^ ser encuentraren eLyaUe die;! Quiri^Oj. circuz^yala^ do todo ^1 por cadenas. de montañas independientes. .Es. uno d^ los más extensps.7<fkme;Q]Ct;3 de esta parte de. Sonora^ y eat^Mti^ do 18 leguas al ÑK de Alamos. £1 arroyo que lo .atraviesa Ixa arrastrado en sus diversas corrientes la^ capas, soperiore^i for- madas por los.de^tritus de las. montañas, y en los apoa de. 1847 ó 1848, época en que hubo una gran corriente, cavó más profun- damente dejando descubiertas papaa notables por sus restos fó- siles: siendo los que másll^aman la atención, colmillos. y costilla^ de elefantes jigantescos, y sobre todo, el mascar inferior, el for mur y la tibia de un individuo, de la especievbumana.- Dichos restos, que se conservaban en Alamos cómo objetos curiosos, so perdieron cuando en 1868 una creciente arrastró más de la ter- cera parte de aquella población. Según quien^Ios tenía, que era un médico francés D. Pedro Perron, el jigante de quien formaron parte debió téil6r'una estatura dos veces más grande que la' me- dia' actual; sietído mayor proporcionalmente la del elefante que ta de los la fauna actual. No son. esos los únicos fósiles que se han encontrado en ese valle y que se han perdido por falta de aprecio en las personas qvie los han encontrado; hay restos de otros animales que enriquecerían, no lo dudo, la geología del

país." (1) , . " ,

^Despueé de la ískxiñá jigantesca, la ciencia geológica ños pre- iStuteL al liombre. asigna ia época terciaria; y aquel se mani- fiesta en él'Nilevo Qontinénte por los cráneos de California; .en él an'tigtíopdrW huellas encontradas en Saint .Prest, Thenaj» Ponanee, &el' Así^ pbdéüios admitir Ia indicción de Hamyy Yi? lánova;^^l litombré-es tan- aobiguo América como en Europa^ En elYalld dO'M^oo'el ser inteligente se. rebela]|efi época

- .. . i . i ,"- '-í'. /i j. > ' ''1 - *' * # . . :. ^ : ' '

(1) Stunario estadístico del ramo de nfínería en el Distrito de HeunosillO; en el

períó¿a<50 intitoládb **^ Brót>a|;adór Indust^ial,*^ periódico ¿e Ú Sociedad znliieía

\

■< *'

post-ieroiaiJa; es ebntemporánéo de los mamíferos colosales de la fauna extinguida. En el Mando Ñnero, como en el viejo, ItanienmpUdo las diversas eTolnciónes geológicas 7 paleonto- lógicas qne forman la hiéttoria de unestro planeta; aquí, como álUy el hombte se esparce por el ierreno lial)itable9 mirando cam* biar 4as condiciones climatológicas, trasformárse la ffóra y la fanna. Nuestro mundo sólo tiene de rmevOj el nombre. Es un nombre impropio qtie le impuso en el siglo XYal ser descubier^ lo poT'Oistobal Oolon, quien restableció la comunicación cons» tante, ique en los ^mpos remotos babfa sido interrumpida por álgun olTÍdado cataclismo.

Haciendo deducciones de lo que llévameos referido, el bombee prébistórico de la ¿poca del mastodonte, usaba de laa armas de piedra; conocidas le eran el hacba j la lanza, babía adelantada basta emplear la flecba. Combatía á los jigantes mamíferos de la fauna extinguida, aprovecbando según aparece, el estado pre« cario en que el monstruo quedaba indefenso; si no es que, des- confiando de sus fuerzas, conducía & su terrible enemigo & tram- pas, de antemano preparadas. Es ya evidente qne sabía traspor- tar el fuego, baciéndolo servir á sus intentos.

En el Yalle, el bombfe post-terciario contemporáneo del gljp* . todon, sabe labrar el bueso, dándole forma determinada. Tiene el instinto de la escultura, sea cual fuere la perfección que á la obra se conceda» posee un instrumento cortante, .un cucbillo de piedra, el cual aplica á las mil cosas que nosotros no podelnoa señalar; pero que podremos deducir del valor de un útil de esta clase én nuestras costumbres actuales. - .

Antea de la época productora de laa sxiateriaa eruptivas que d^^rpn forma al pedregal de Qsok Aiaijgelj/el hombre^ 4x>ni)cía la pQr i:¿n4ca; el fragmento allí encongado pisesupo&e aJ^uBt adelanto e^ el art^ del alfaitpro. Se piiodo suponer q^e es4s figur^UiMs. ^4íei Itíguetea pura ninas; pero b\ s^ admite que «epr^ie^i^t^bop Ifl^ji 6 penaiies» debía existir ^ una t^€fgpnía 7 iun t^ 0úiOé^ Tgid* iÜQ repreienta los primer os. alb^ores desuna dñl^gfu^W* ; ., ^..

Presentase naturalmente el problema de la presencia del bom- bre en América, Fácil solución presenta en los sistemas que ^- ñuten, ^a los diversos eentros de creación, ja la proauc<uoa es? pontánea. Para nosotroSi que nos hamos. déoWadQ moAOgenisbu^

8^ erbra; tozul^iaa de pooa dififwltad» admitielidcí i páon h^/d/íti tUtnkiiuáoa eftiie q1 antiguo j el awto mondo.

£ü Isa fenna ao^nal de loe «oirntetea^ el Mimeho de B^hmg^ qiie separa al N. el Asía de le 4ijiiéi:iee».k6lado dwteie |MN ^ qoii8i4Biable del aoo^ noft basieriplMni e^pUioarelpeeo delliíMe* Ipife de acuella part« 4M »mdo á la iMéiefcrai Y eñib jm es ui BnpiMatoi4bsii»)rd0« pi^ee^itt teíbms UfiesbpiiMAdteAtoári^ eüá: Mnesoeido e^^ufNittoe 4fiae qi«* Ae» d^'oeíeMKeiiéBaa g< a^ ^»ii#flAe 4e e(Mimtíftoirp% 4^ libeedtdaak^iieBtaciilb jnaUdU^

Pe?» qI wteeelMi d^ BeliJWBg no albaoMái éspliaafa. el patods iM aoipialee ieckw. ^r e«il mUitro s«iadfavii«l» eLMA«Mird«í

^ mav^ferós ]»abitadoytede hbifoamUfitnUi jáAmmm Jk.yidB al i^rieo Ugectv eitadidüe ew «edáAs'dAJooeoiyaaMki ^^ata: tme dteJoe eebteMma'de lefpMLfp&nJkf ioilatéa daetir-famarderiif!!: gen? Habernos menester ofehMrnKCpMa.ife deBbBfeáeio¿.iÉdte 4íreofoa y aptoQpiadtls* ^ í ; .1

^ Adioitírloa eakáiaDdftdaeaila l^gfasa^MlikjQieiieiawiima) Iio«( hechos que nos liirten/da.ti'^te ^ jiartida «eoA.' iab^gal^leai Jotf oi6Mirftoe.atttídilaKÍeBíea. timenoi en aiaaflhro bantÍMnie« jaidíen* dfe Idih iDHanu» especies que loe:de Asia^^ .fitm^ 1 Emmüí ív>«^. eém parie laii^ología^ q^oela lotmkde íaetiehr^ MofAéJlmmi^ ana en isa disfinjliaa épeeafei paleoMoléKWífts^ aMftbtaAwv MvnfcMnT jeambi^áii'GlAtÍBinkmeiitéi anpqoejio ádTirtamoa laa diSwcénh dea stnorpoi^iiétfpds senmlááreai OranihacBáaolisnÁsplaéffiiMii ¿ BeptosiiMMMüIuvi díslóeado hi delitadaioestra^aali ghibc^ dejáibi dolé ñáp^MñJúiSármlbdB. latfi fobeectaoionai da laa safaíos¿.lÉiipi podido tener logar en los terrenos ermegidos: ¿sabemtóaialga lodifliíitieiipdoey da lasnravéladpitsaqifbieLleBdoidé Ifií aiares^aoa ]iaiim.'aLpsi4>Btersav ai^nUadtí?' ; k.:»

:fiaíaarded«ocÍBaes:tiaaa áleoaámuai^ hi tíémm^^lésfáktñfAtm casi á hi ¿aéegorf^d»dnÉM>frtnlOMiiie8^ fiéwdmiatia^bMmqpbiMail BfedBdvMB^ean;Bietfir(^/dekar efefsÉlea^'indfcftlsr naíteiaiitra UMBiM'iiá Aiq^rioB;. Bl dS^^páio ^l^ogd Mamisi4diehaafto atttMi]Ukié«ifci«^bnÉBeaaAmánriaddri^ JUkraeakE^'kiaatsAeaéíÉ cUiá AtUbtidaMMÍaraL 4)oitaaaM>aiW UidaMsé^faiÁlMmlda Uk Jlbra¿pid»a|i>Saá|n|D#a ¿i lisa la Atlántída de Platón. Beñere este sabio en el diálogo titulada Tííneo, haber sido informado pov i< tif». jlalai^mi» WjSW fc for

S9Í

S^pio teoiki^ kfl insfanioeíoiies de los 'tíí^ceiéoteBA^ %bíb, habéis le contado uno de loff'«tiekQlM qtte étt49Íglos -iteiootos eudti^ eftvn'gtÁneontttiente etf el Atlántíeo; tnjck 'habitantét habfan bbiAa MnquistoB en^Eoro^ai Bm tíetm iiérHnñdá, Éi?te á^conr 8MaeiÍeia'>de gráasNlea oaidN^lÍBinoB, desapareéis tragada por él Mttr en «n dia y lina noc&ei BbU tiefr» kaíbía sido meneiMadai isées flor elliiaforMidov atto!pe<rMa«oeU^i 4i«ftdo pdr Frocl^ - 1 .ForfiBdav>dÍKpQtaB bm «rigfaiad^ 4e tal ^relMiotL ' !Ki^Bla ChágéBM^ ^orlbricvt^imblfioo^AmbiUe^ Matto-^Bran, Wíímkk/tík admftaolá Peridoitto^ Aawttifwo i]>ltaffoéÜno>' Tegtaliiaio, Engelj, ' SberéKr'^l^oaí^^'or'V'Bvdb^ Ba pveJnJeíeido^r úl^

iibb opinipn üe per la'Uktiántida vaa líbttla ii^igjQa de crédito: ' 0dn máiiOB ioadavitaló» páflu pW verdadee : kÍ8ti5rica¿ algunos asertos d|e fiUradoto^ sin haterse aperetÜido^e^ette los erCtieoií^ Baora nosotvds^fkxelatoidp lossaiserdotos deSais, es el leraerdo jtaMioicnialdeiisflboí^erto^ypfattÍTOi ■'" "•' :

La geología viene demostrando ahora la'ésiBt^iioiar de lür '^ gran oontuMnie e]rel|AtMtiti«oj puente de- oóaranieacioniéiftre

la>EtDK>pa 7 la As^^rica. Cagamos* á/Qainy ^)¿^: r^ ii'^^baexitteMia de eoxMíiiisaaiones teinstres entre el Antigvo ; e) Maevo ACss^, eti 4p<>cas muy yem(»tas^ ha sido aranta de gfindM debatas^ desde el siglo XY» El:l?imeo y el Oritias ¡nos lia¿teaidgíelreM«rdpdé3inaiáe^ de eielo puro^

dnloe tiirug suelo fárül^ mayor que el' Asiay el AMca» y que se^ gimiFlatoy^ ludbía ooupadb^n otro tiempa el Ml^típo: los erC*» Bnínes de iúm iiidfgenas'lsrf attajercb 'la oóleñ i oeleste^ y en sen gaüaoiii^espantosl) düu▼io^.ldse ^ desapaiedeor la AUántida bajo lifa agfaaSiV 'i '- '' >..»us.i s ^(A ¡i i .v,

hsr defada^fMlla algp^ap : por ílos iBUtnerosos ü^bstáonlos i la nsTegacion se presentan 'etiiial|{»nss'^para^idel,igra]| ^afastíguair mtiL laí submersian de QBa'tievn^ .e«r^ = jneiíGiria bufido :saWs¿a)dél*ahddd|>er»Aartaidi^ i T i > *

o-ifSiOMCmaBmÍMi ttsi Asetes^* Ib AiaiMe%' &enn^sncaairsÉasi^ einrfidewlnsrjeomo tos tMltos del f^diíj fibosósque^ UiUaidkdd iíotiiro j^tair.gteánHesáii »e1so!onts.. IiofcfdeÍM|acsefct¿ét;l¿iaBfe Ubf ssearar ele texistenoá día Ajtlántídaí^ éroiwséntns ea áí* ^rdeliiio«og8|iisma|*las

9Mk

gado él cóntíneiBte amerieáno pot oaadio íb aqnelfla tienrrA» boy * desaparecida. Préíiíaióripa al -prij^oipio, merced i laa ideas in-; glesaa acerca del hmtdimetito y -leTaniaimeft^ paroialeB> l^ Atlájktida se traaformó en na ecmtíDMte euateni^rio; .pero jio* es éste del qae se trata: los trabajos recientes de los .pal^qn^olor. gistas, y de los geologoa americanos y franceses,- IwireTelad^ una Atíántida terciana^ basando su ei^is^noia en^ dntos precipsoSi; suministrados por ambaa cíeneíasran estos últimos tiem|K>a»"

^or imperfectos que se so^ngau» ImcdDoÉBia&tosr.pc^aaRt&n lógicos habían arrojado alguna, lus, sobra taa* osonra aaaatíoa» Así| el estudio de las coniAm tenñarias 3aloa& D«»í había: da* mostrado á M. Conrad» la identidad espeéífioa da ouMb námera' de eHas, como rénn», üeoeaidbs^ petoiietes, ▼«Aufeaa; faáiotorias^i Aé., con las conchas eorrespondieates cleria oapaa ífanosaaia ^1). Así también probó el examen oomparativo de los iasanlos^ quiSt gran número de especies yítcu todavía üoy, en ambas playaa dai OcéancaA.tlántico^ piresentando ligeins tariantea antiia .lag^Lsta^) rra ^ Alabama.'^ '(?)'' •-'•/• i

*^or otra parte, VM. Pbnel, Aymard, ¿¿ó.y descubrían los vei^ tebrados, cuyos afines fósiles ó ritos, no se -éniu^ntran sino én^ la contracosta deY Atlántico; eran los iJkdgdre&i enyda* eéngéife*^ res perj^enecen á'la Amóricá del Norte; los DtáUpkÍ9, qbe'aóníiai- contras tableinente los «ariaiíe^, ahora eiclusly¿^ én la^-Amérióa^ del Sur; los Oeofrypes, que ligan nuestros tbpbs á los (hnélylww de lofli E. 17.; los Archaorriya y los PáSaníemay que recuerdan laa formáis más características de la fáun« áníérícaifa; nh ta|>fr qaft^ es casi el Ameríoanué; un oso muy padecido al ' las ' Oordilt^ xas; un ine^qníherfon poco direrso del de Brasif, Acl (9) ' "^ ■'

^^f^les analogías que j^rpsiguen, en los goneroá y aun énlaé es-.

¡ C94^^* ji^utoriziEUi á I9S &oólogos^' á considerar como fitcités las no-

I municaciones; entre los dos continentes teclaños. Bl estudio da

las ^oras fósiles^ pern^ite descubrir las müsinas jiémejansas, ehtra

¡ los TCgetales del Aittiguo y del KuéTO Hu4do. ;T!SSL TTñger, (4)

I (9) ch. i^ín, ibi¿. i< «día: pág. 4ft. ' - ; i ri f

(S) Panel, op. oU. ptfffk 45, d4, S8, USftig, I - '~ :;

296

7 Pswald Heer (1) guiados por Ift botiniea, defiesáen la ekisten^ éia de im oontmente attántico tert^iarío. Snmiiñstrando la aoUL ^^exjdieaoionpIáQsibk que se puede iinaginar, la analogía de la **ñ9tA ndóceáá de la Exiropa oeafead y la fl(ira aetaal de la Aní^ rica órfttrtaL" <5fy' ^

Bor eiítinétiteii aatorálHetaa, HM. O^^tlottib.y de YerBénil, ataa^- ban de produoír'ett apojo ésta teoría vmá áéiñ6«bt¿ci¡xm gdOf^. lógica dérigtau peso. Si se isiimBk el btaoiMo laapa 4d Espafia^pu^ bUcMMhoi pOF ettoü el afloaníterior, (8) sedisifaigiieQ en aqiiella,pe- BÍiiáttla'ireadiuaaiiaoi depósitos teseíaBos ÍM»itrM« Se . utieo^ dtiel-miatD^xididaal sobre ¡gran; aparte de Oástttla la Niiera, Á% Twil asi la^Mlansriía» i Pixiliaen GiufdaUjára, y d^ .Calera, al a lauita»4A.lAeal^iLel rewí^de Y«lejieia;ioiid^ ^Si0i3l¡5^ kiléiae^ troB e& la mayor íongüíiiii * y íüíi de^ adiiolmra máxima» represen» tslidaiilia'aapeEflciédelúr m^nos QO^OOOkilódietfos cn^dra^QB;, Ál^N* ooápaalasgimdolagdieivrfario «o* p^te, oc^iiside^ra^le 4a flatri^iifc, átíJürwffyn y OasiiHa U Yieja» d^ade jiaa eercasj(a^ 4e) Manresa en Cataluña» hasta Salamanca y Zaiftpra .^fi c|l re^n^ dé, Jj0Qn, efíii^aaLocifiptnd de más dar 600 kil^n^ettoa, y,.un^ ami)litüad mddia de e^í .lÜjMÍL fiLteiceex lago intj^rmedio eptre los anterjio- t^ efttiaópos.eonsidBrsble y ^psti ^ situada eiv las px:oYÍQCÍas der T^rwLy f^^laltayod,' oq^ I80^196]dlómetix>^.de largo, y cerojai, da 20. de ancl^ Si á UnI 80,000 kilómetrQS cuadrado^ del lago de~ Castilla la Nqfta, se unen loa 60,000 ¿el catalan-castellai^p y loa ^^ 4p^d^' TevQel, seobtieM Ift knportante suma ^e.l454¡[)p^(^ iM^roff fiv4^!^ 9<oiij^qa, eu la península ibérica ^or ter* cifori^ laoof ^:#df ip^:el esD^Ejor dd este vAsto deposito lleg^y pasa de 3pí> pies ei|fl¡«qtosl^g^ v . . ^, -^rz

, *^9^ jpf^jí^TBMB^ de sedimentos de agua dulce» .d^t^ósUa^^a^ lejitament¿ en bapas bonaEomaies áe calcáreas arcillosas án^o-. gas ^ la^ de f&a^tHQwen, barros^ gypi^os,. pugin^ae cantos TOaa-^

i>gU4p.fal*6sis)i^i^ide uunenso^-nosi que nan t€&r<^do dus a^tiaB,

(1) o. Heer, Dio. Insekten Fai3iiader,t9rtiM||;eVpd|^ K^ivi^púmeii «a|;fr9atifS. Leipiig, 1847-5$, in. 4 o - no» tertiaria Mi^^, pOfX ^W^^m \9fi^Pk ^%T) P) Ch. Lydl, edío. teano, pá^^M^ -i: , .i ' -■:. ^. .. ... . ; /, ' :.,

(3) E. de VemevUSMerCMtomMM«,-g|riitBÍ«>oMA^ S "? edio. ParU» 1868, in-f oBo.

á9t

en aquellos gírandes estanqueB, durante an lapsa considerable de tiempo.

. '^ales rios snpotien por mismos grandes conlinentes, qtié énla reconstrucción de nuestro hemisferio en el pasado, no pne-* den ser colocados sino hacia el IfO. Las rocas antiguas de I09 Pirineos álN*.; los granitos y los genios de los montes Carpen'^ fánicbs; las masas . silnrianás de la Sierra Morena; los 'móñtétf Imcitanos^ de Sakmanca 7 Tiltafráirca, impedían el paso á las agnaa dnlbes. Af S.' j al Ú. fas depóritos téraarids marinod efe Andalacía y de Mnrcia, falencia y dtí Clatalnfia, formabail los( bordes de' un mediterráneo en qtre se precipitaban las agnas los lagos. Queda el KO; á dohde los geólogos irán á buscar las^ fuentes de los rios terciarios; el NO. en qne sin dtida se encon*' ttuba el Continente Atlántico; entre España, Irtanda' j los Es- tados Unidos,, sirrfendó de puente á las emigraciones niás <5^mé<>>' nos IdhtiEks Jla las pl^ntasi lúa ttnÜxiflles y del hombre, la* apoca terdflfcL^' '^ '• f -"• : ■•

'*QtLé hayáú seguido está ^a, ^egtm piensan MM. E. de Tér^' neüti y Collo'mb; qae prbdt^raii por medió de uña comnni*^ cación terrestre^^^utrela AméñiM yel'Asia Oriental, eomo qaie-^ retí MM. Asa Gray y Dlivier; (1^) que ta general timesen Itgar, 4S6tnó cree |1. Charles Dttrwin^ i^Yvot las partes setentrionáles del Antiguo y del Iffnevo Mnndó, ^reunidos casi cpntimiacnénter ''^or iiértas' qtte entonces podían servir de puentes, y ahora son ''yitransitáblés por el frio',^' poco iái{>orta ú la sotnoion dd pro*'

hi^iÁá.^ : ' *' /' '.*?'* ' '■' '■ '• '

Sai^tá áqní l|k dopiáíf fagamos AlgtMU reÜdxioiies. Démostra* dá: U etistenbiqi del^Iiómbre én áti6sfr<y éÁ^tiüenté ^áde fa-épo^* téréíaríá, lo enlatad &ace tídíitémpordñeo «c^él del Ti^jo ]ftm« ^; con* certeza ^e las ]^ríhiitíyas coiminieacfonés db^Amárite ooú E^dt^'á pói él ' E., con el A^ jlc^t él O., cambian cplñpletettien<í 1^ aspeci^ ias cneltioneB tantsi^go ifecfa^o oontrotéitidás, ^célréa déi'orí¿en délós'Ümericáiííos. En efeót», hújñ pasado i&* féci^tnenté de Asltt, Ifá^a dado Vaélta por ÍEÍfirdpá, sié)úiprd ¿íaíésk i^(^i^veiiká¿ú ^é'la; lk¿ft amdríóAiía Vielié dejos hútú:^

(^ dhl ÍHxim, Í^^QHg^e des .esp^ par sclfiótíóik natiírétfi^ d; «; édÍA:^£^&L íaili, Í66S, ín a>, piíg. 4*J.-0f. SdíSmper, ©¿L 6l pag. 98.' '

88

N.

39»

brea cercanos ^ la creación. Esta raza antiquísima es la propia del «meló, con au lenguaje, con su oiyilizacion peculiares. 3pa ociosas, ppr consecuencias las porfiadas ,di^pu);a9 acerca de ú los primitivoa pobladores fueron griegos,. jcarta^peaes« españoles ó iaraélitas: es aJbsurdoderivarlps pueblos- antiguos de I09 ipodelr^ nos. Las comparaciones de costumbres 7 lenguas, tomadas cqh* Dao argumentos para establecer los orígenes, son .igualmente ^u- pericas: ni se puede Babe;r cuál fué aquel idioma primitivo 911 BU prístina rudeza, ni sq atinará á descifrar el estado incipiente j rudimentaario de la primera ^nilia: no cab,e comparación en* tre lo.conocidp 7 lo ignorado. De entonces para abora transen* rrieion mndios siglos, en que. mil cambios se verificaron, perdis dps en la^pche de los tie^ipos.

.La c^estipA actjiual <)on8Íste, en ras^^ear;, cu^to , posible fuera, de cuál nianera vivió en I06 siglos repotos el ser inteligente; cómo se eztesulió sobre el oontinepite, por niedip de. las emi^a- dones, de las diferentes tribus; cuáles fueron los ^(P^os esf¡a'*. dos'de su civiUsaciojí dudante el tiempo,, ^^ducldos de íasi obras que á nuestro poder llegaron, juz^ndolas, ja bajo el aspecto do la aptitud prppia, ya bajo el influjo q^e l^ayau ejercido la imita- ción Q el enseñamiento, . La comparación 4e idiomas 7 oostum- . pres^será (^e inmenso proveclip, apliega á j(fi determinación de las Qomnnicaciones que los amerf^^os ha^an podidp tener cpi^ los pueblos, dj^l antiguo Mundo, deducieDdo si tuvieron lugas ái^tj^ 16 después de. rbtoí^ los puentes de comunicación. :

También la cuestión respecto de los animales cambia total* mefite, No se.^eguAtará abpra la causa de qu^ ^cíei^ta. clase de Ipa útiles no(Jhieriui:encp];itcadQ8. ^nAjpiérioa; mejor deberá in-r quirirselos Kiotivos que tr^ijeron suextermi|iu>...Éneatp cj^pítu- lo, ^ pu^de» .ap^tar fápilioenl^ laa. resp^si^cú Se comprenda

* que Jpaiprand^ mami&rpa ^ufflvib^eroi^ cuando te^n^ina^p.^ perípdp geoi^l^co á qw eorresiKÍpd^, 1^ faltaron Up cpndicio- Aefi jlfiológica^ /f que. les tenia f^sgetpa.^giSuprjdmp OÉÍlajBedor 4^1 ig^iiyeriip; 6 jn^J^ieQ^segjo^l^rc^eo,^^^^ á^sayarepjierp^ á.

<;maeenenqa deiUiÁW^ ^taeliamo díl^Tiat* ^BiL^Qnfmto 4 h^ cuadrúpedos cosmopolitas, propios de la Spoca actual, dismmu- yeron en los grandes trastornos eniptivpjEt, y upsi^^lPi^^^ll^^W^ ^^ft^P'^PP^^^i^^^^^^^T^^ y sacarles provecho, quedando

, abandonados al estado' si^^aje. pprécioron bajo las^gaixas de loi|

299

earniceros ó á los golpes de las tribas cazadoras. Los soles oos- mogónioos de los méxica son los recuerdos de las grandes catás- trofes: el Atonatinh de la invasión poderosa de las aguas; el He- tonatinh de la época de los inmensos trastornos Tolcánicos; el Tlaltonatinh de los moTÍmientos seismoldgicos producidos en la costra, terrestre por los embates del fuego central.

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CAPITULO n.

XL HOKBBK PBBHXSldBiaO.

no9.-~OonehaM y {ea/raiocki.-'Oobre.-~KUaoenmod^ troghdUoi.^Bkl'

don» 9o6ialM,'^Dt¥mn3^ ¡etUo da la humanidcuL

EL hombre es superior al bruto, en cuimtó se diferencia la in- teligencia del instinto. Llamamos instinto á 1¿ suma do conocimientos que del Creador recibió el animal, parasuoonser- yacion, defensa» reproducción, j para desempeñar el papel que tiene asignado en la creación. En todos los casos el instinto es completo; si parece, por ejemplo, inferior en el gusano que en el elefante, esto proviene de las diversas funiñones que tiene que ^cutar, mas no porque el gusano no esté dotado de los medios perfectos de atender á su emplSa El instinto es constante; ni cambia» ni se perfecciona. El gorrión actual fabrica su nido en la misma forma j de los mismos materiales que el primitiro; él peiTO ladra aun cuando se le críe apartado de sus iguales; la araña tejedora no inventa todavía diversa urdidumbre para su tela: todo el reino animal ha permanecido estacionario. El ani- mal sabe, no aprende. I>e la inteligencia forman parte el instinto y la facultad de la

abstracción. La inteligencia no pennanece estacionaria; cambia, 06 pnlimentay se desarrolla, se transforma de mil maneras dife- rentes. ^1 hombre sabe, aprende, é inventa. Las manifestacio- nes de la perfección física j moral del aér inteligente constitn- fBik sn cÍYÍlizacion. La perfecciones la le j impuesta por el Crea- dor á la humanidad.

La historia comienza enando los hombres adquieren- los me- dios adecuados para perpetuar los acontecimientos: antes, sólo puede existir la tradiei(^. Llamamos nosotros hombre prehistó- rico, al que existió antes de la historia, nuestra definición no preocupa ninguna idea religiosa. Para rastrear algo de los suce- sos pasados, á falta de los documentos escritos y de la tradición, quedan los monumentos grandes ó pequeños, obra del hombre, y en áltimo término las rcTelaciones de la ciencia.

Dice la relacícm bíblica, que el hombre vivía exento de pSna en un lugar delicioso; se hizo reo gustando la fruta del árbol prohibido 7«4b allí fué arrojado quedando sujetó i, comer el pan son el sudor de su rostro. Llámase á esto la maldición de Dios. Vué fina maldición digi^a de la Divinidad; supuesto que al colo- car al hombre en la alternativa de alimentarse ó morir, puso en la cabesa 7 en el corazón de éste la necesidad del trabajo, fuente de todo adelanto, germen de las obras útiles j grandes. Consi- deradlo bien; suprimid ^n et hombre ese móvil siempre rena- oíente, y será menos que la ftera- que impelida por el hámbVe tíme que ocuparse en poner acechanzas á su presa; menos que la planta sujeta á la tierra para sacar la savia: la inteligencia hu- biera quedado encasquillada en una roca.

8e infiere de la constitución humana, que buscar los produo- tos espontáneos del suelo fué su primera indeclinable ocupación. Kb sabemos salir de este dilema: ó^lOreador colocasu hechura ea época y lugar que hicieran iiñposible el perecimiettto del ser ndmade, antes que pudiera convertirse én Efedentario agricultor; dios primeros padree- de los pueblos, al encontrarse en el pi^ que fué üi cuna, eran ya poseedores de varios conocimientos. Bajo el primer aspecto, ^1 paraíso biblico resulta s6 sólo un pensamiento verdadero, élbo prelimdamente filosófico.

lias primaras reYeSadones de la paleontología huteana versan Morea del fuego y de las armas. Si se niega «er iaturtito, el usé áA fuego fué el msyof de los deseubiteieirtos Aél hoi&bre ptl^

mitíiYo. A nuestro entender, ni el inoendio de xm árbol por el rajo, ni la combustión producida por una reacción quiinica^ pudieron eneeñar á los rústicos de entonces, el aprovechar un elemento que devora ó daña cuanto toca; ha de haber sido indispensable la vida en una comarca atormentada por el fuego subterráneo^ en época de corta actividad. Tiempo mucho ha de haber tras- currido^ entre tomar la llama, saberla trasladar á otro sitio, con- servarla, 7 hacer el último supremo esfuerzo,, renovarla cuando por casualidad se extinguiera. Dueño el hoai^bre del fuego, había dado un paso jigantesco: era la modificadLon de los alimentos, el prinpipio de lac^ cpmodidades; calor p^ra defenderse de la intem- perie, luz para disipar las tinieblas; nacían lasartesf que produ- jeron los sólidos utensilios de barro, el ladrillo j la canoa. Cuan- do al pié del árbol copado, ó de la gruta nfbtural, ó en la informe chaza de ramas, que eran el abrigo de los descubridores, se puso el f uegQ^ contínuam'ente alimentado con leños qiie se retorcían chisporroteando, y al rededor, hombres, mujeres y^ niños se sen- taron á contemplar admirados, se hizo fijo y a]^otoao el hogav doméstico, se constituyó definitivamente la familia y en ^la^l elemento primero, de la swiedad. .' ^

Las armas significan li^ propia defensa, eo^^fara los animales epormes y bravos de las faunas antiguas. De, la ra^úr informe desgajada' del árbol^de los cantos arrojados pon lam^au), se. po- sa á la. hacha de ¡liedra, á la lanza ajrmada de un hueso penetran- te,, y n^^s tarde á la flecha, que ya presupone un madero clásico labrado» una cuerda retorcida de fibras vegetaiesi la correa saoa-^ da de una piel, ó los ten4oneB arranpados á un cuadrúpedo. £1 más inocente de los empleos dados alas armas. fué» el.de la.pro- jteccíon á la familia; siguióse la caza, matansa de los anímales por necesidad ó por codicia; sobrevinieron las <sontiendas en que se vertióla fiangiie humana^ cuando separadas las tribus se combatía^ ron para disputar qna parte deligua limpiai^iun c^mpoil^o dei^- tofkr 17odayía duran hoy» la cacaí empico' ^p los desocupados» '1a guerra de derecho iiq'usto de las na(Hones fuertes^ » ^ ^ "^ : •> ^,;jS^gi9Íéi;^se los i|tíies' aplvsa^l^ á i^,.ai;t^9^ los pn»4aeÍiQ0 de las diversa industrias^ más 4r^no8(#)S00S|!^d6 materi^Bs Daáaó menos <^Iicadp8>:<»^lormejfdgnHlQ. de adalan^a ^l^sai^íadp por iQft fttí$0i9A« Xras,^..necf|s^ÍD^seprespptarqnlo^¿tily.lo agca^ 4^^^: afilio: otifíl »e]Ci^i4atf 4igW 7 «49^990 PA^a ei£«Janaq|0b

pues el arte de bien parecer no era desconocido de las razas pt^- históricas, y la moda hizo las delicias de la mnjér desde los tiem- pos primitivos. . ,

De las obras del hombre, en México, no estamos aún en esta- do de dar cumplidas noticias* Si bajo el punto de vista artístico han sido juzgada^ con tino y se las conoceen su aspecto arqueo- lógico, fáltanles los caracteres esenciales geológico y |>aleontólo- gico para poderlas distribuir en series de clasificación. Este es- tudio, ahora incipiente, sólo podrá cumplirse en él porvenir pot los hombres científicos. Qarémos por nuestra parte cuanto nos sea posible; examinaremos aquéllas obras por sus diversas con^ diciones, y guiados por los ensañamientos de la historia podré- ' mos señalar /algunas diferenci&is. Descúbrese en general cuando pertenecen á distingos pueblos; se distingue por ellas ciertos gra- dos de adelanto, si bien (^frecen un tipo que puede llamarse naF- cioual. Los materiales empleados pueden dar cierta medida acer- ca de su antigüedad.

En Europa se distinguen dos grandes épocas: 1& I^eriodo de la piedra; 2* período de los metales. Subdivídese aquella, en pe- ríodo de la piedra bruta, y período de la piedra pulinientada. divide ésta ejx los períodos del bronce y del hierro. En México no se puede aplicar está clasificación. Sin duda alguna existió una época la piedra, bri^ta, á la cual siguió la de la piedra pu- lÍQientada; pqro .verdadera separación entre ambas no nos es conocida. De los mett^es^fué aésconocidoelhie)rro; existieron ^el cobre j ,el bronce. El. tiso de los metales, sin embargó, no extin- guió elídela piedrín; cuando aparecieron» en tiempo de una civi- lización adelantada, ^tuViérón sus aplicaciones prácticas, no obs- tante lo cual^subsistie^pn las. armas y los utensilios de piedra^ hasta jque fué extinguida la civilizacipn mexicaiía. De aquí nace, por ahora, está división: I"" Época de la piedra bruta, < ó primiti- va: 2*? Época ae'la piedra pulíiUentada, indefinida, mezolada con la presencia del cobre. Respecto de los materiales se presentáis tres divisiones bien margadas: 1^ El silex 6 pedernal, (ecpaü; íf' L^ obsidiana, ^itzíli; ^ Lfts ¿iedrscs' pulidas, teÜ. '

lElefiriéndose Hatiiy á los instrumentos de jiiedra; en el Yi^ó Mundo, en la edad del Mammón th, asigna como materiales de qué están formados, "la cuarcita, traquita, pholonita, ágata, obsidia- na^ tomadas casi siempre de las variedadea'del 'úl&x^ siendo los

usados más frecuentemente los bíUx pirámacos^ córneos j pas- poides." ^'Empezando por los instrumentos de piedra, dice Yila- nova, debemos notar la circunstancia de que la materia más co- munmente empleada por el hombre en todas las comarcas del mundo, en que hasta el presente se han encontrado, es el cuar- zo ámorjo ó pedernal, la cuarcita y la obsidiana; en tiempos pos- teriores echa mano de otras sustancias. ¿Habrá alguna razón que explique este hecho singular? Nosotros la encontramos: 1"* en ser estas rocas muy abundantes, en particular el pedernal: y 2"* en la propia estructura y fractura concoidea que las carac- ..teriza, en virtud de las cuales no debió ser difícil al hombre prí- miÜTO, apreciar el resultado de un golpe seco, <;on lo que' hoy se llama percutor, contra un pedazo cualquiera de dichas rocas/^

Adnñtida la presencia del hombre en el terreno terciario su- perior, en la época paleolítica, los restos de sus obras encon* tradas, se reducen á. útiles bruscos de pedernal, como cascos irregulares, flechas toscas, perforadores, &c (1) Entre nosotros nada existe de este período; si algo relativo ha sido visto, los curiosos no han sabido distinguirles, y como objetos de formas no bien definidas, fiíeron desechados <somo inservibles, cual pie- dras brutas sin significado alguno.

Nuestras observaciones nos dicen, que el silex fué empleado en México, desde los tiempos más remotos; pero como su uso fie prolongó hasta la época moderna, im|!>brta conocer los carao; iéres distintivos de las piezas antiguas. El silex, toma el color del depósito en que permaneció sepultado, presentando tintes amarillos de ocre, rojizo oscuro, gris, gris negruzco» blanco 6 blanco azulado; proviene de que la superficie ha sido descom!- jpuesta, en un espesor variable de 4 ^ 6 milímetros, formando la jpatinoj 6 sea la película, superficial de «Uíeato de cal. A veces se notan las dendritcLS, cristalizaciones superficiales, generalmente de óxidos mezclados de fierro, y de manganeso, de un gtis negruz- ¡QOf en figuras muy n^etnudafi arborecéntes, semejantes & ciertas plantas marinas.

Correspondientes á la época arqueolitica, en que el hombre ge manifiesta en el Yalle, tenemos bien definidas las hachas, los QUfChiUos y las flechas.

O) Aaftigaadid dtí liombM, p<g. 170*

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Gaiándonos por las formas ^más acentuadas, distinguiremos las hachas de sílex en primer Ingar, en las que llamaremos de corte. Presentan al un extremo pnnta más ó menos agnda, mien- tras al opuesto, terminan en filo en línea recta. A este tipo per- tenecen dos, "encontradas en Texcoco por M. J. Bowring, hace más de quince años; son de silex gris y casi de la misma forma. Mide la mayor 18 centímetros de longitud^ con un espesor má- ximo de sólo 8 milímetros;, están, hábilmente talladas por frac- turas concoidalos, con los bordes bastante cortantes, sobre to- do, hacia la punta, habiéndose obtenido el filo á golpes, y no por medio de raspaduras. Es la arma en su simplicidad pri- mitiva, labrada con la franca destreza de una mano ruda, pe- culiar de la edad primera; las análogas á esta arma, han sido encontradas en Europa, en los aluviones más antiguos, con los restos del hombre revelando su existencia en la jépoca cuater- naria (1)"

Las hachas de punta, presentan una aguda al un lado, termi- . nando en el contrapuesto en un'fílo más ó menos curvo. Le di- cen agesta forma ovalada, laceolada ó amigdaloidea, si bien las distinguen por laceolada larga si la punta es prolongada; laceola- da corta si la punta es menor; amigdaloidea si ambos extremos son curvos. (2) El primer tipo es común en Francia, Liglat^inpf, Bélgica, España, Tebas, Babilonia, Palestina y ^n el Hindostán; el segundo en Inglaterra, y el tercero en Inglaterra, Francia, España 6 Hindostán. Una hacha del tipo lanceolada larga, se sacó de la isla de Cozumel, Yucatán; está labrada á golpe y la patina de que está revestida, le dan carácter de grande antigüedad.

Estas armas son semejantes á las tj^adas actualmente por al* gunos salvajes de la Oceania. Indican cierto estado de adelanto, y sin duda fueron empleadas no sólo en la caza y en la guerra, sino también en cortar madera, para alimentar e^I fuego, ó para idgi^nos usos industriales.

Las láminas de silex para puntas de lanzas se pueden cl£i.sifi- car en tres formas principales. La lanceolada propiamente di-;,

(1) Ezpioration mináralogiqtie des regions mégicainos, par H. E. Qaülomin Ta- layne. París, 1869. Pág. 239.

(2) Hamy, pág. 184. Vilanova, pág. 219.

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cha, terminando en punta más ó menos aguda, mientras el ex« tremo opuesto es curvilíneo: el tipo es muy común en Europa. La triangular, en cuya parte inferior se nota un apéndice desti- nado á quedar fijo sobre el asta: la forma no es de las más co- munes. Las de doble punta, ó terminando en punta por ambos extremos: este tipo es el encontrado por Lartet y Christy en Langerie-Hante, y por H. de Fezry en Solutre. (1) Dos ejem- plares notables tenemos á la vista: el uno sacado del cerro de Texcotzinco cerca de Texcoco, mide 0,°^2i de largo, O,"* 070 en su mayor anchura, con O,™ 010 grueso; la figura fué obtenida por percucion así como los filos, siendo de regularidad per- fecta. El segundo fue hallado en la isla de Cozumel, hacién- dole importante la patina amarilla de ^cre de que está reves- tida.

Las armas no presentan dimensiones constantes, y aun la fi- gura cambia un tanto. Debe observarse, que las lanzas de doble punta sirvieron también como cuchillos, en cuyo caso se les acó- S.odabaun mango, que permitía manejarle ynsarla segunda punta cuando la primera estaba embotada.

Las flechas afectan comunmente la forma triangular más 6 menos prolongada, teniendo un apéndice para ser fijadas en el a^B. Las cortas son comunes en todos los países; las prolon- gadas son idénticas á las de Monte Govio y de Molia en la Li- guria. (2)

En su lugar respectivo dimos cuenta del uso que los mexicanos hacían de la obsidiana, itztli. La obsidiana de Pénjamo, segon nos dice el Sr. Barcena, parece que fué mtiy apreciada por los hombres prehistóricos, si ha de juzgarse por los objetos fabrica- dos de esta roca, vistos á largas distancias del yacimiento. En el valle de Ameca, Jalisco, en el lugar nombrado Lomas del tio Ayala, cerca de la hacienda del Cabezón, se encuentran restos humanos y con ellos unos pequeños objetos denominados botones, son discos casi circulares, con un horado que no corresponde al centro, pulidos por ambas caras, formados los bordes por perca- oion: servían para collares, pulseras y adornos.

De la manera en que Idñ méxica labraban la obsidiana, sacan

(1) Hamy, pág, 887.

(2) Hamy, pág. 18.

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lo8 esquimales sus trozos de sílex. '^Parece, dice Lubbock, (1) qae los fragmentos de obsidiana no se sacaban por percucion, sino por una fuerte presión; según Sir E. Belcher, (2) los esqui- nales emplean el mismo procedimiento en la fábrica de sus ins- trumentos de petrosilex. "Escogen, dice, una pieza de madera, ^'en la que labran una cavidad en forma de cuchara y colocan so» "bre ella el trozo de piedra que van á trabajar, luego oprimen "verticalmente sobre el borde, ahora de un lado, ahora del otro, ''hasta que á fuerza de arrancar pequeñas astillas dan á la piedra 'la figura de una lanza ó de una flecha, con los filos dentellados." El teniente Beckwith asegura, que tos indios de la América del N. emplean casi el mismo artificio,"

Los fragmentos de obsidiana se encuentran derramados por todo el país, indicando un uso general de la roca vitrea. En las comarcas remotas se hallan con frecuencia los núcleos, cosa que indica que los trozos eran llevados á lugares distantes para ser labrados, constituyendo un comercio de cierta importancia. En la isla de Cozumel, junto con las armas de silex, fué desenterra- do un núcleo, y en la península de Yucatán se encuentran flechas y figuras del mismo mineral. En Casas grandes del Oila, con tiestos de loza lindamente pintada de blanco, rojo y a2ul, se ven numerosos pedazos de flechas y lanzas, así como los fragmentos saltados al labrar los trozos. Tratándose de regiones mucho más lejanas, refiere Wilson, (3) según el informe dirigido á la Ame' rican Ethmologiccd Society por el Dr. Gerad Troost, que en los re- conocimientos por éste practicados en muchos sepulcros del Tennessee, fueron hallados lares, adornos y utensilios de ruda construcción íotmados de productos naturales, fuera de metales, abundando los objetos de obsidiana: esto, y descubrir conchas de los mares australes hizo inferir al observador, que la raza constructora era oriunda de alguna comarca tropical "MM. Squier y Davia aseguran, que en los túmulos del Mississippi se encuentran lado á lado, en el mismo lugar, cobre nativo del La- go superior, mica de los Alleghanies, conchas del Golfo y obsi-

(I) li'Homme avant lliistoiro, pág. Se.

f2j Trans. the Ethnologieal Sodetj. New. Ser. Yol. 1, ptf . 188. (8) Pxelúfltorio man, reaearohea ídU> ftba oiigtai ot tMÚMMÜmk m the oíd aad the New WoxkL Londoii, 1888. Pág. 141.

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diana de México." (1) Todavía hoy los Habitantes de la tierra del fuego usan flechas con punta de obsidiana. (2)

No hemos visto hachas de este material vitreo, sin duda por ser quebradizo; se le empleaba principalmente, como ya sabe- ZQOS^ en las navajas para el maxiuahuiüy las láminas en cuchillos, los fragmentos menores en lancetas, y era' común en las puntas de flecha de diversas figuras.

El período de la piedra pulimentada, llamado también neolí- tico, se distingue de los anteriores, en que armas y objetos no están formados á golpe sobre tnateriales de fractura franca, sino que son de rocas duras y vistosas, de formas elegantes, de su- perficie liflft y pulida, sin ser para ello obstáculo la textura del fósil. Generalmente recibieron empleos la diorita, piroxenita, anábolita; serpentina, el jade, la nefrita, el grupo de piedras de los pórfidos magnesianos, y de los feldespáticos y petrosilex. En México se dan ejemplares de estas materias primas, aunque lo- mas frecuente es el jade, el granito, la diorita, el jaspe, la piedra lidia, no siendo muy raro encontrar la serpentina.

Dividiremos las hachas de piedra pulida en dos secciones, de- corte, y de punta. Las hachas de corte, por regla general, pre- sentan un^Slo formado por dos caras, ya planas, ya más 6 menos curvas, inclinadas una sobre otra en un ángulo á veces de 45*^: el extremo opuesto, á veces plano, cambia mnch4,s veces en una superficie redondeada, más ó menos convexa. Por la punta tenía el uso de la íi¿rma, por el lado opuesto el de precutor ó martillo. El instrumento presenta doá variedades; en la primera, las caras- terminales son planas; en la segunda desapar3cen las aristas, y la figura' es curva sin llegar á cilindrica. A veces presentan una ranura destinada á recibir '^1 mangó. Hacha de corte de caras planas es el número 13, en diorita, de procedencia dudosa, aun- que mexicana. Hacha de corte curvo el námeró 14, en pórfido dorítico, sacado de la isla de Oozumel. ' '

Hacha coh ranura es el arma del numero 15, '^'figttada de pla- no y de perfil, procedente de la Oañada de Santa Ana,' cerca de* Guanajuato, que me fue regalada por el Dr. Vidal. Es un canto de diorita, destinado por su forma-para el empleo que se le' dio:

iX) Imbbook, L'Homme av«Dt rUstoira, {><{;. IS».'

<2) Lubbock, loco cit, pág. 442. .r ' . i .

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tina ranura para recibir el mango fué practicada en un lado de la hacha, y se obtuvo el corte por dos planos en bicel, encon- trándose en un ángulo de 65^. La arista es correcta, y los dos planos presentan tan hermoso pulimento que permiten ver la estractura cristalina de la roca." "En el número 16 copié una hacha sacada en el valle del Teul; es una arma de pórfido dor!- tico, más acabada y de forma más elegante que la de Guanajua- to. El lugar del mango está señalado por sólo un lado como en la precedente, el cual es uno de los caracteres de las armas pri- mitivas. No se distingue en ella parte alguna pulida." "El ar- ma enorme figurada por ambos lados en el número 17, mide 30 centímetros de largo. Todas sus caras están cortadas con per*- fecta regularidad; la ranura de encima pasa á los costados, el ■corte es agudo, y la arista muy rectilínea, fué obtenida por fric- ción en las dos caras. Esta masa, casi cilíndrico-cónica, es de diorita; fué sacada de los terrenos de la Cañada de Santa Ana, por el Dr. Dugues, quien tuvo la bondad de^regalármela." (1)

Colocamos en esta sección las hachas alongadas, que son de poco grueso, afectando la forma del fruto llamado mango de ma^ nila. Ejemplo cumplido de este tipo es el Hache azteque, copiada en las Vue^ dea CordíUéres, lámina XXVIII, y de la cual dice Humboldt: "Esta hacha de feldespato compacto, que pasa al verdadero jade de Saussure, está llena de jeroglíficos; la debo á la benevolencia del Sr. D. Manuel Andrés del Rio, profesor de mineralogía en el Colegio de Minería, y autor de un excelente tratado de oritognosia; la deposité en el gabinete del rey de Prusia en Berlin. El jade, el feldespato compacto (dichter fel- dspath), la piedra lidia y algunas variedades de basalto, son las sustancias minerales que así en los continentes como en las is- las de la mar del Sur, sirvieron á los pueblos salvajes y á los semicivilizados, de materiales primeros para sus hachas y oteas diversas armas defensivas. I)el mismo ínodo que griegos y ro- manos conservaron el uso del bronce mucho después de la in- troducción del hierro, aztecas y peruanos siguieron sirviéndose de las hachas de piedra, aun cuando el cobre y el bronce fuera entre ellos muy común. Nunca, en nuestras largas y frecuentes esGursiones por las Cordilleras de las dos Américas, pudimos des*

(1) Guillemin, Ezploration minenaógiqae, pág. 240 y sig.

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cubrir el jade en btl yacimiento, y cnanto más rara nos parece esta roca, tanto más nos admira la gran cantidad de hachas de jade que se encuentran en casi todos los lugares, otro tiempo habitados, en que se hacen excavaciones, desde el Ohio hasta las montañas de Chile." ^Wilson reproduce el dibujo de Hum- boldt bajo el titulo Engraved Aztec Hatched.

Las hachas de punta, son generalmente anligdaloides, ó se- mejantes á una almendra. Se encuentran en México primoro- so trabajo, siendo las más acabadas la de Palenque, Yucatán y Centro América. En formas más ó menos prolongadas, son idén- ticas á las de basalto en Francia, ó de dorita en Inglaterra, pu- blicadas en las BelíqidruB Aquitanice, por MM. Ed, Lartet y el H. Oristy, pág. 15; á las de diorita de la América del Sur, de las in- dias inglesas y de Francia, &a La igualdad es tan palpable, que había llamado la atención mucho antes de que á este estudio se consagrara particular empeño. ''Jussien, que reconoció algunas armas americanas, hachas, cuñas y flechas del Canadá, y de las islas caribes, estableció un notable paralelo entre estos instru- mentos, y los del Antiguo Mundo, cuando todavía gran número de personas instruidas, las tomaban á principio del siglo XYIIIy por piedras de rayo. En una Memoria leida en la Academia de las Ciencias, (1) año 1723, demostró que las piedras labradas con tanta paciencia por los americanos, y á falta de fierro, por ellos empleadas en armar sus flechas, y labrar la madera, son semejan- tes á las recogidas en nuestras comarcas; de donde inñere: "que ^'nuestro continente estuvo antiguamente habitado por salvajes, quienes las mismas necesidades, y la carencia del hierro, im- ^'pusieron la misma industria." Hechos inútiles sus instrumen- tos, fueron sepultados en grandes cantidades, allí se conserva- ron, y aquí las piedras caldas con los rayos." (2)

•La idea de Jussien, ha sido plenamente confirmada por el es- tudio, quedando reconocido que, bajo el aspecto de forma, de materiales y de empleo, las armas americanas son idénticas á las en gran número encontradas en Scandinavia, y muchas re- giones del Viejo Mundo. I^Puede explicarse esta semejanza, por-

(1) De Josfdeo, De Torigliie et de Fasage de pleires de foudre. (Mem. Acad. So. 1723, in4<?:, pág. 6.)

(2) Hamy, píg. 22. .

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que dadas las mismas condiciones, el hombre procede de la mis- ma manera en casos iguales. Ahora la respuesta no puede satis* facer, porque fuera de las semejanzas ya demostradas, es de no* iar, que las materias primas ó no se encuentran, 6 al menos no son comunes en los diversos países que presentan aquellas ar- mas, lo cuál prueba evidentemente comunicación entre los pue- blos, relaciones inmediatas y frecuentes. De este capítulo se toma argumento para deducir la unión de la América con Eu- ropa.

Según aparece en nuestras antiguas pinturas, las hachas de piedra recibían un mango de madera algo corvo, más grueso en la parte superior, que hacia la empuñadura, iguales en todo á las hachas célticas. (1) Evidentemente que en tiempos antiguos sirvió de arma en la caza y en la guerra; pero también es cierto, que en los tiempos históricos, pierde aquel empleo; y entre los pueblos de México, queda solamente aplicada á usos industria* les. Nuestro Museo Nacional guarda hachas de piedra con ranu- ra, de tales peso y dimenciones, que un hombre forzudo podría manejar con esfuerzo; pero las hachas modernas son cortas, al- gunas muy pequeñas é impropias por lo mismo para drenar, y algunas hay de una y dos pulgadas de largo. Estas ya no son hachas, eran cinceles empleados en labrar las piedras duras, obrando como perentores para el silex y la obsidiana. Muy ra- ras son las lanzas y flechas de piedra pulimentada; las. primeras easi siempre fueron de silex; las segundas de pedernal ó de ob" sídiana.

I/as rocas duras fueron empleadas para formar adornos. De los más primitivos son las cuentas, que ensartadas en hilos de plantas ó en tendones de animales servían de gargantillas, pulse- ras, pendientes, &e. Las más antiguas parecen ser pequeños cantos rodados, tomados de los rios, de cuarzo, diorita, feldes- pato, espato cklizo, &c,; así se infiere de la falta de unidad en la materia prima: de la figura globulosa é irregular al mismo tiem- po; de las quebraduras que las afean, estando en partes bien y en otras mal pulidas; en la desigualdad del tamaño: se buscaba en los cantos una forma adecuada, y el artífice no sabía labrar- los oon perfección. Hacia eljcentro de las caras más planas, Ue-

(1) V. Lnbbodc, looo. di. pág. 7a

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yan un horado, hecho oon un perforador cónico, supuesto serlo el taladro, j además la piessa era atacada por ambos lados con- trapuestos, porque el agujero tiene la forma de dos conos tocan* dose por el yértioe. Si se juzga por las impresiones que las pie- dras presentan; pudiera ser que se aplicaran sucesiyamente per- foradores de distintos gruesos, á los cuales se hacía obrar á gol- pes, moyiéndoles circularmente con la mano en cada esfuerzo, ayudándolo con agua y arena fria resistente. Las cuentas finas, eyidentemente más modernas, son de esmaragdita, feldesfato, rocas yerdes, y minerales reputados nobles en todos los países, teniéndose en mayor precio el chalchihuUl; la figura regular, lo acabado del bruñido y la bondad del material, las distingue las anteriores. El distintivo principal consiste, en ser oilíndrioo el taladro.

De las cuentas de barro cocido, las unas son lisas, pintadas de colores brillantes. Las finas son de mejor barro, y Ueyan en re- lieve labores y figuras, las cuales son á veces del mejor gusto. En su lugar dejamos ya dicho lo que los médica alcanzaron en las artes del alfarero y del jojista.

Los* hombres antiguos se adornaban también con bayas de al- gunas plantas, dientes y huesos de animales, conchas y caraco- les. Hemos visto que en las esoavaciones del Tequizquiac se en- contraron conchas de agua dulce y marinas, perforadas para servir de adornos. Caracoles marinos nos ha regalado el Sr. Bar- cena sacados de un túmulo en el Estado de Jalisco, y el mismo Sr. encontró ostras en los túmulos de la Sierra Gorda. Servían como collares ensartados en hilos, y según la forma que se lea daba en ciertos casos, suspendidos á cuerdas pequeñas al chocar lobunos contra los otros, debían hacer el ruido como de oasoabef- les. Los caracoles marinos que tenemos á la vista, núm. 19, están cortados por la voluta en una sección perpendicular al eje; en la parte superior llevan una ranura formada con un*raspador, por la cual se hacía la suspensión. Esto es en los alongados; en los . redondos ae ha buscado para el hilo una comunicación interior, raspando contra una piedra dura hasta formar dos agujeros. Llama la atención el núm. 20; es una rebanada. sacada por sec- ciones perpendiculares al eje, de un caracol marino; la limpieza del corte y lo pálido de las superficies, la hacen una pieza difí- cil para artistas que no usaban instrumentos de fierro. Conchi^

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tas y earacolitoB marinos hemos visto procedentes del Palenque y de Yucatán, tallados de nna manera primorosa, en líneas suti- les, cual si fueran beckas con útiles de acero, con dibujos repre- sentando flores, frutos, dioses, figuras fantásticas y tal vez ins- cripciones.

No acertamos á determinar cuál sea el primer metal que atra- jo la atención del homlbre primitivo; sin nociones de comercio, exento aun de codi(»a, los metales llamados ahora preciosos ca- recían de valor estimativo. Su atractivo no debía consistir en esto, sino en el brillo ó apariencia exterior, y condición indis* pensable debió ser en cada comarca, la abundancia de metal de- terminado y la resistencia que opusiera á dejarse trasformar por la mano del hombre. Oro y cobre se pusieron en primera línea. Aquel se recoge en forma de pepitas en los ríos y placeres, y debe haber sido visto desde muy temprano; más la pequenez de los granos, su dureza, la alta temperatura á que se funde, le han de haber hecho casi inútil en los primeros dias. Qaedó entonces el cobre, frecuentemente encontrado en estado nativo, en trozos considerables; maleable para recibir ciertas formas á golpes de martillo; que se presta con facilidad relativa á ser separado de su matriz; no se liquida á grandes temperaturas y es dócil para ser empleado en la industria. De tales condiciones es fácil en- tender, por qué el hombre prehistórico, en América y en Europa, dio la preferencia á este metal Nuestros pueblos primitivos consideraban el cobre como una variedad de piedra; al menos así lo da á entender, el nombre mexicano fepuxíli^ compuesto de la radical tetU piedra, y de ptiztecüi, cosa que se quiebra como pa- lo. En la lengua chippewa se dice ozahwabUc de ozah amarillo y taalíbik piedra.

La indicación mis antigua en América, respecto del laboreo del cobre, la suministran las minas del Lago Saperior en los E. XJ. "Siguiendo una depresión continua del suelo, dice Lu- bbock, (1) llegó al fin á una caverna, en la cual habían tomado cuarteles de invierno muchos puerco-espin* Apercibiendo las hue- llas de escavaciones artificiales, levantó las tierras acumuladas y descubrió no sólo una Veta de cobre, sino también gran cantidad de mazos y martillos de piedra pertenecientes á los aatigitos

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obreros. Las observaciones subsecaentes hicieron descubrir es- oa raciones antiguas de gran extensión, de 25 & 30 pies de pro- fundidad, derramadas en una superficie de muchas millas. Las tierras de ahí extraídas están arrojadas á los lados; los fosos se han azolvado gradualmente con materias vegetales, acumuladas en los siglos trascurridos desde que las minas fueron abandona- das, y sobre ellas brotaron los jigantes del bosque, vivieron y acabaron para convertirse en polvo. M. Kuapp, agente de las mi- nas de Minnesota, encontró 395 anillos en el tronco de un sabino crecido en un montón de tierra extraída de una mina antigua: M. Foster menciona el gran grueso y la edad de uu pino, crecido ^ \ y muerto después de^haber sido abandonadas aquellas obras; M.

O. Whitterley cita no sólo los árboles vivos ahora en los desier- tos foso?, algunos de los cuales cuentan más de trescientos años, y aumenta: "Se distinguen en el mismo lugar los troncos po- "dridos de una ó de varias generaciones precedentes, que fueron ''árboles llegados á total crecimiento, muertos luego de vejez." Asegura el mismo escritor en comunicación dirigida á la Asocia- ción Americana, para la junta de Montreal en 1857, que aquellas antiguas minas se extienden por 100 á 160 millas sobre el borde meridional del lago."

"En otra excavación se ei?contró una maza de cobre nativo, de más de seis toneladas de peso; reposaba sobre un sosten artifi- cial de encina negra, conservada en parte por la inmercion en el agua; al lado se encontraron muchos instrumentos y útiles de cobre, siendo los más comunes mazos y martillos de piedra, sa- cándose de un solo lugar diez carretadas. Ahí mismo existían ha- chas muy'grandes de^dioríta, propias para recibir el mango res- pectivo, y gruesas^mazas redondas de diorita como para servir de rodillos: en el interior tenían horados de algunas pulgadas de profundidad, sin[duda para recibir un trozo de madera, que mane- jadas por muchos hombres á la vez sirvieran de martinete para romper las rocas y las mazas de cobre. Algunas había rotas, y quedan sobre las piedras las señales de los golpes aplicados con ellas." '\

Los mineros del Lago Superior pertenecen á una raza desco- nocida. Se advierte que su industria estaba montada en grande escala: de hallarse los instrumentos y los artefactos en los mo- numentos al Sur d^ aquella localidad, se infiere que el uso del

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metal faélidoptadQ por varias naciones adelantadas en civiliza- ción, con las ciiale's mantenían los mineros frecuentes relaciones comerciales.

Dado el primer paso« conocer el metal y labrarle con instru- mentos de piedra, siguióse sujetarle al fuego, fundirle, vaciarle en moldes construidos al intento: vendría después tratar por el fuego el mineral, para separarle de la matriz, cuando no estaba en estado nativo, Ta dijimos lo (Jüe los mexica sabían hacer en esta materia, y cuan adelantadas estaban las artes del fundidor y del platero.

Es sentir común de los anticuarios, no haber precedido & la del bronce un^ época marcada del cobre; lo contrario aparece en América, hubo una época de cobre^^puro, á la cual siguió la liga.

Las antiguas razas americanas procedían de una manera aná- loga á las de Europa. Llámanse en Dinamarca kiokenmodingos (Kjokkeqmodingo) á ciertos montículos compuestos de millares de conchas de ostras, cardium y otros moluscos que sirvieron de alimento al hombre, mezclados con huesos de cuadrúpedos, aves y peces: colocados esos depósitos á lo largo de la costa de casi todas las islas danesas, se les tiene como monumentos de muy alta antigüedad. Lyell encontró y registró idénticos restos en Massachusetts y Georgia de los Estados Unidos. J. Wyman pu- blico una obra interesante acerca de estos mismos objetos intitu- lada Ají Account of some of the kjókkenrnoddtng or sJiell-heaps in Mai- ne and Massachusetts, Salem 1867. Existen también en la penín- sula de la Nueva Escocia á 29 leguas de Halifaz; en la Florida oriental. "En Fernandina y en los Bluffs de San Juan, dice Yi- 'lanova^ existen numerosos altozanos llamados en el país Shell- ''Heaps, muy análogos á los kiokenmodingos de Dinamarca, los "cuales, á juzgar por los instrumentos de piedra y hueso, por lo tosco de la cerámica y por otros indicios, deben ser obra de ra- zas muy antiguas y completamente extinguidas." Coutinho los ha descubierto en el Brasil y Mr. Darwin ha hecho la descrip- oion de los de la Tierra del fuego.

Tenemos indioaciones precisas de que en México, así como en Europa, hubo tiempo en que el.hombre prehistórico vivió en las cavernas, era troglodita. Si ciertas de nuestras grutas fueran exploradas» revelarían secretos arqueológioos no imaginados.

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Los pueblos primitivos montañeses, abrigados en las grandes cadenas de montanas, no tuvieron otro refugio, y allí han de ha- ber dejado Us señales de su existencia. La costumbre de vivir en las cuevas se prolonga hasta los tiempos históricos; los chi- chimecas la practicaron cuando hicieron su irrupción en el valle. La vida del troglodita fue general en America. Así lo dicen las cavernas íosilíferas exploradas en los E. U,, presentando aspec- to idéntico á las de Europa; así lo prueban las del Brasil, en don- de el Dr. Lund y Mr. Claussen encontraron los despojos del Scelidojherium, del Glyptodon y del Ghlamydotherium con otros carniceros extinguidos, con los restos de animales existentes aún en el continente, conchas del buHmus, molusco terrestre común á Sud América, y los esqueletos de una tribu contemporánea de aquella remota fauna.

Bajo el adelanto social la vidí> de los pueblos se ha dividido en cuatro categorías: 1' El estado salvaje, el cazador. 2* El pas- tor con su rebaño trashumante, la vida patriarcal. 3* EU agricul- tor, ó el hombre fijo á la tierra para demandarle el alimento. 4;* Las naciones constituidas ó el hombre de las ciudades. Esta cla- sificación no es adaptable á México; falta aquí el segundo termi- no ó la vida del pastor, pues no se encuentra rastro de que el hombre supiera sacar provecho de los animales útiles, sin duda por haberles extinguido.

Los objetos que hemos presentado, los monumentos que pa- samos á examinar, dicen claramente que el hombre americano se fué perfeccionando, pasando por todos los grados de civiliza- ción. De cuál manera tuvo lugar ese desarrollo gradual, no po- demos decirlo; las diversas fases de la civilización mexicana, por un fenómeno que como otros muchos le es peculiar, saltan de sú- bito á los ojos enteras y armadas, cual salió Minerva del cerebro de Júpiter. No podemos darnos cuenta cumplida de su cuna, de las causas que influyeron en su perfección, cómo ni cuándo cum- plieron sus ya pasadas evoluciones. Aquí están las obras, allí los monumentos; pero sin historia, sin siquiera el nombre del pueblo consti-uctor: es un cementerio en que las lápidas carecen de inscripciones, borradas por la corriente de los siglos.

Al afirmar la .mejora del^ombre. primitivo, no pretendemos decir' que todas las familias habitadoras del continente alcansa- ron la misma perfección. El desarrollo de la Üamauidad dépen-

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de, no sólo de su aptitud intelectual, sino de los objetos que la rodean, de mil condiciones que no siempre pueden ser bien apre- ciadas: La configuración de un país, sus accidentes climatológi- cos, determinan la vida y las costumbres de sus moradores. Aun en idénticas circunstaneias dos pueblos no progresan uniforme- mente; el carácter predonfinante en la familia, las necesidades á que consagra mayor cuidado, imprimen diverso rumbo á sus es- peculaciones: á veces, el nimio apego á las costumbres y el ho- rror al cambio, dan un sello de inmutabilidad & las naciones. En los tiempos de la conquista no todos los pueblos habían llegado al mismo grado de cultura. Hoy mismo, cnando casi toda la faz de la América está trasformada, en ciertas comarcas, se escu- chan los alaridos de los bárbaros, atacando al blanco con el mis- mo encarnizamiento que al mastodonte á al mammouth de los tiempos post-terciarios. El Viejo Mundo presenta el mismo fe- nómeno; mientras admira la cultura alcanzada por los pueblos europeos y algunos asiáticos, entristece contemplar el estado sal- vaje de las tribus de la África central, produciendo el mismo des- aliento la Oc^anía. Parece que, en materia de adelantos, el ge- nero humano está condenado al suplicio de Sísifo; llevar un pe- ñasco por la empinada ladera de una montaña, sin alcanzar ja- mas la cumbre.

Tras millares de anos, los actuales habitantes del globo pre- sentan marcadas semejanzas con los hombres prehistóricos. Ha- my equipara á los bárbaros del tiempo del mammouth con algu- nas tribus oceánicas, y estíiblece que las costumbres de los tro- gloditas son las mismas que las de los puebloá hiperbóreos ac- tuales, que tienen un reno congenere al que vivió en Francia, Suiza, &c. Siguiendo sus inducciones, tomadas alguna vez al pie de la letra, (1) el empleo de la piedra ha sido general y bajo las mismas formas, encontrándose por fbdas partes, entre los salva- jes de nuestros dias el percutor, cuchillos, punzones y flechas de sílex. De los útiles de hueso, el punzón de Eyzies está modifica- do apénp,s en la. O.ceanía; el hueso fusiforme déla misma esta-* cion, coloc0,3o oblicuamente en un astil, forma flecha del po- linesio; el arpón de cjieiites recurrentes en uno ó en ambos la-

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dos, existe entre los pescadores de la Ooeanía, de la América del Norte, de la Tierra del fuego, <&c. Los lapones, los esquimales, los tchoutcliis usan aún las armas y los útiles de las grutas y de loa abrigos de Yézere y de la Lesse; el cuchillo-sierra se fabrica en Laponia y en Groenlandia, como antes en Langerie-Hante ó en Saint'Martin ó Excidenil; el raspador de los esquimales es idén- tico á los de Eyzies y de la Magdalena; la punta de hueso del ti- po, de Aurignac, arma el hiderd del groenlandés. El arpón y el alisador del mismo Aurignac, son semejantes á los de los esqui- males; el arpón del tipo Eyzies tiene sus análogos en la indus- tria hiperbórea, y aun sustituido el hierro al hueso, conservan los instrumentos de pesca su forma primitiva.

'Tasando al estudip de los usos y de las costumbres de los pueblos del Norte, hallaremos las mismas analogías. Las princi- pales huellas dejadas por los trogloditas desde Aurignac hasta Chaleux, consisten en la gran cantidad de huesos fracturados pa- ra extraerles la médula; Morlot recuerda á este propósito, que ''entre los lapones y los groenlandeses la médula, caliente aún por el calor animal, es .para ellos cosa muy apetitosa, y bocado de distinción ofrecido á los extranjeros y á los empleados del go« bierno."

"Como los habitantes de nuestras grutas, los samoyedos rom- pen los cráneos para comer los sesos crudos, todavía humeantes; de esa materia cerebral forman los indios de América una legía para preparar as pieles.*'

"Ciertos esquimales hacen hervir sus líquidos con piedras ca- lentadas; hay fundamento para creer, como ya dijimos, que el mismo empleo tenían lo.s muchos cantos llevados de muy léjoa á las grutas, por los indígenas de la Europa occidental.''

"Según Kane, Parry y Boss, esos mismos esquimales produ- cen el fuego, ya por fricción como en Eyzies, ya por percucion con la pirita de hierro como en Chaleux.

"A las grutas cuaternarias en que sucesivamente fue ron acu- mulados tantos restos orgánicos, en mayor ó menor grado de descomposición, corresponden las habitaciones de invierno des- critas por Hans Egedes, verdaderos osarios donde están amon- tonadas las carnes crudas, la grasa de los mamíferos y de los pe- ces, y residuos de todas clas^ derramando un hedor insoporta- ble. En el NortSi como un tiempo en Franoiai colocan los sidvajes

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cerca del difunto sus utensilios, y también trozos de animales; pero cuando las zorras y los perros desentierran el cadáver, los naturales miran aquella profanación con la más amplia indiferen- cia. En las estaciones del Perigord frecuentemente andan dis- persos los huesos humanos; también los esquimales dejan con- fundidos cerca de sus cabanas los huesos del reno, del caballo, ¿c, con los de sus difuntos y los restos de los animales que les sirvieron de alimento."

"Así por los usos y las costumbres, como por el material in- dustrial y artístico, los hiperbóreos actuales son semejantes á los trogloditas cuaternarios de nuestro país, y ya establecimos que no se diferencian mucho entre si por sus caracteres anatómicos."

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CAPITULO in.

LOS MONUMENTOS. (REGIÓN BOREAL).

OoAOA grandes de Ghihtiahua.—Deacripeion.^ Carácter principal, los túmulos, Oléelos ericontrados. Examen, Los túmulos. Su generalidad, Antigüedad en Europa. En América. Posición del cadáver. Olletas enterrados en los túmu- los.— Signijicacion. En los túmulos de Casas grandes. Brazaletes de Conchas. Cerámica. Un aerolito. Metate [metlatQ.—Matt.^Alffodon.'^Coneideraeiones, BacMmba. —Babicora. —Jfazatlan. —Ruinas del Zape. Ciudad agrícola, Cñat- ehihuites.—Teul. Lago de Cliapala. Ciudades de canoas y de RanoA en la Sierra Oorda.—Aztalan en el Wisconsin. I'ío son los mexicanos los constructores de las ciudades.-' Cuatro manifestaciones de la dviUzadon del Thombre prehistórico en México.

EL rio llamado de Casas Grandes, en Chihuahua, corre en di- rección general S. á N., y recibiendo pequeños afluentes va á perderse en la salobre laguna de Guzman. A corta distancia de la orilla izquierda de la corriente se alzan algunas alturas irregulares, y á ellas paralelas, en el lado opuesto, se dilata la Sierra de la Escondida; dejan entre ambas un yalle, con anchu- ra media de 12 á 15 kilómetros. . Allí, en lat. N. 30° 20' 13", y long. O. de México 8^ 47' 7", se hallan las ruinas denominadas también de Casas Grandes.

Las construcciones principales están sobre la izquierda del rio, y consisten en el Vigía, (palabra que no debe preocupar el

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ánimo del lector» por ser de aplicación vnlgar y moderna), coló* cada en la altara más próxima á la corriente, iro2&o piramidal de tres pisos, de Im 25 de espesor cada uno, diatninujendo de aba- jo para arriba, con una escalera para subir á la plataforma su- perior, teniendo el conjunto un pensamiento semejante al domi- nante en los teocaUi mexicanos: es de piedra seca. Al pie de es- ta misma altura, en dirección OE. para el jio, sigue el llamado templo, edificio cuadrado de 100 metros, flanqueado el lado oriental por otros dos cuadrados de 60 metros: en el interior del primero se perciben paredes formando un laberinto, bastante complicado para detener el paso á los poco observadores.

'^Entre estas ruinas, dice Di Pedro García Conde, (1) se en- cuentrsin dos especies de habitaciones muy distintas: la primera consiste en un grupo de piedras construidas de tapia y exacta- mente orientadas, según los puntos cardinales: las masas de tie- rra son áh un tamaño desigual, pero colocadas con simetría, y descubren mucha habilidad en el arte de construirlas, por ha- ber durado un tiepapo que excede de trescientos años. Se reco- noce que este edificio ha tenido tres altos y una azotea, oon es- caleras exteriores y probablemente de madera. Este mismo gé- nero de construcciones se encuentra todavía en todos los pueblos de los indios independientes del Moqui al NO. del Estado. Las más de las piezas son muy estrechas, cbn las puertas tan pequ0- ñas y angostas, que parecen calabozos. Todavía existe en mu« chas partes el enjarre de las paredes^ cuya finura é igualdad de- tnueatran la inteligencia de los arquitectos. Éste edificio está cix;- cundadb á varias distancias de, montones de piedra sin ningunf^ regularidad, y varían en tamaño de cinco á die;z varas cuadra- das; jHay también vestigios de un canal que servía sin dada pa« ra conducir el agua de un ojo á las inmediaciones de, Im casas."

Aunque no conformes con las opinioees del Sr. PiaccíaC/ondei ¿cpiamós sus palabras para formar idea aproximada ^9, :|kquellaa ruinas. La construcción en los 'edificios es uniforme; las pase- deis, de cosa de un metro de 'espesor, están compuestas de trozos regulares 4e tierra 6 sean grandes adobes paralelepípedos, uni- dos con tm chñiéhto en que entra la arena; interior, y 'exterior- mente están reYOcadad oón^'tm estuco blanco, de grano finó, per-

(1) Edmjo «sUidbtfoo Mbi^ «1 Estado de Cháuáütia, Chfinahiu, 1B4% pto. f

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fectamente pnlido. Las piezas llevan las puertas en uno de los ángulos, recibiendo mayor claridad y ventilación por medio de ventanas, má» 1}ien tragaluces, circulares de O, ^ 25 de diámetro, abiertas y labtadas en piedras talladas, empotradas en los ma-* ros, únicas que recuerdan el arte del cantero: los aposentos es- tuvieron techados sobre vigas en azotea, y los suelos superior é inferior eran del estuco bruñido de las paredes.

Los materiales de. construcción, pueden servir en la clasifica- ción de los monumentos; pero en casas grandes, el ,tipo caracte- rístico está suministrado por los túmulos. Son éstos, montones artificiales de tierra, de piedra, ó de ambas cosas, de alturas diversas y forma conoide, conteniendo nn sepulcro, bien con uño ó varios esqueletos, según su caso, bien con cenizas suel- tas ó en una urna: dánles á estas obras diferentes nombres vulgares, llamándose en mexicano tlcdtetetli^ monton.de tierra. Para la descripción de los túmulos del lugar que estudiamos, oigamos á Guillemin Tarayne. (1) "En las tumbas, principal* mente, ban sido hallados los reatos de la industria antigua» Según el gran número de túmulos descubiertos por la erocion de las corrientes del rio, parece que era la costumbre depositar los muertos en la cercanía del agua, uso muy común en otros pue- blok Las tutn1}as ofirecén forma de cubas de piedra secti^ la séceíon horizontal de una elipse de 1°^ 50 en el diámetro mayor, nn metro en el menor, y lo mismo de altnra: . el cadáver está ' seíit&dó en cuclillas, envuelto en un lienzo tejido apretadamentei con fibras de un vegetal que recuerda el agave; al rededor de los despojos ñé encuentran vasos ú objetos de lá' predilección de) difunto, /cólü6 collares, brazaletes, alfarería^ &c. La t9rtuga y la lagartija, fueron sacadastámbien de las tunabas.*^ Siguiendo los aciertos de García Oonde, los.túínulos son muy numerosos, * por las orillas' dé' lós tíos dS Üásas gandes y Janos, en la extensión de'máé de veinte leguas de. largo y diez de ancho.

'Los objetos recogidos en aquella lopali4^d, so|i: hiMsliaiB d|| piedra pulida, metates, lienzo, idoUllps de barro,. ipasig^ cofan* ñes y finas^ collares de cpnchas, bra^al^t^ de hnaaq; Jf . jbpyc^^gi^ y la lagartija áe ooore,. y se n^enpi^^ un aerolito.

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''Las minas, dice Gaillemin, (1) no parecen sujetas á nn plaa regalar en sn disposición general; las construcciones están espaciadas á considerables distancias entre' sí^ constitajendo centros aislados, extendidos. á los lados del rio y sobre las mejores tierras, ocupando una superficie de 60 kilómetros caa« drados. Esa gran extensión indica el pensamiento de un pueblo agrícola, atendiendo mejor á estar próximos á sus sembradoSi que $ aglomerarse en un centro compacto, para oponer resisten- cia mayor á una invasión Parece que Ias habitaciones fueron construidas, para proteger á a:us habitantes contra sorpresas 6 ataques exteriores, pues son verdaderos puntos bastionados por la disposición de los edificios fianqueándose entre sí, y teniendo para fuera muy corto numero de aberturas. Esta ciudad, apa- rece antes que todo, haber sido i;n establecimiento agrícola^ habilitado de medios preventivos de defensa,"

Nos ponemos por primera vez frente & frente, ante las ruinas de una de nuestras ciudades antiguas, ihonton de escombros sin nom- bre, sin historia, formando las páginas confusas de una crónica presente sólo en la mente de Dios. Pero esas mismas suministran un testimonio irrecusable, del adelanto del hombre prehistóri- co. Salió del estado salvaje, pasó por la condición del cazador^ y fijado á la tierra para pedirle el pan cuotidiano por medio de la agricultura, se hizo ciudadano: la* familia fué primqro tribu^ y ahora se convierte en pueblo, tal vea en pación. Siempre la reunión de edificios formando una ciudad, presupone precisa- mente un pueblo más ó menos poderoso, uiii4o por las mismas necesidades, por idénticas cost]xmb]res, por creencias -«omunesj^ un gobierno máfi ó menos rudimental, categorías sociales, reglas ó leyes que se ajustan las acciones públicas; la arquitectura en cierto adelanto; artes correspondientes á las exigencias ó capri- cho^ de los moradores, ui^ gran desarrollo en la agricultura, con el donocimiento del gran cultivo para proveer al mantenipiiei^to de la multitud, en ot^ps qúeha.ceres ocupada; en fin, demuestra la traslorn^acion completa de aquella fracción del genero hu- mano, I^vaptada.de la condición salvaje, á la culta y civilizadaí^ Para formar una idea aproximada de lo que las ruinas de C^ sas grandes significan, vamos á ocuparnos en cada uno de los

Cl) Looo di., ptfg. 178.

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objetos allí encontrados; si nn tanto nos divagamos, será por una sola vez, j para servir de explicación en todos los casos análogos. Comenzamos por los túmulos.

"En Inglaterra, dice Lubbock, (1) se les puede ver sobre casi todas las colinas. Sólo en las Oreadas se estiman en más de dos mil los existentes; en Dinamarca son aún más abundantes; se les encuentra en toda Europa, desde las costas del Atlántico, basta las montañas del Owral, cubren las grandes estepas del Ásia^ desde las fronteras de Busia, hasta el Océano Pacífico, j de las llanuras de la Siberia, hasta, las del Indostan, en América se cuentan por millares y por decenas de millar; también se en* cuentran en África, donde las pirámides representan el desarro* Uo más admirable de la misma idea: así^ el mundo entero está sembrado de estas tumbas*"

"Tocante á la época á que pertenecen estos monumentos fu- nerarios, dice Yilanova,, (2) que siempre suponen un grado más de cultura, relativamente á la época del Beño, en la cual el hom- bre limita todas i^s construQoiones y enterramientos, á una gru- ta 6 caverna cerrada por medio de una loza puesta de canto; se £á disintido mucho^ así como respecto á la raza que levantó el Menhir, el Dolmen ó el Túmulo. Según el Sr. de Bosteten, hay motivos para creer que en las costas del Malabar, en el Indos- tan, hay que buscar el origen del Dólme, que fué levantado por pritnera vez por un pueblo, cuyas huellas . 6 vestigios, pueden todavía observarse,' deisde la Crimea hacia las regiones áel Nor- te, por la Silicia, el cual, desde SuiBcia y Dinamarca sígijiió las costas del mar del Norte y del Océano, extendiéndose hasta la Bretaña, donde debió haqer un gran alto, pasando por las 'islas ánglo-normandas, á Inglaterra, y bajando hasta los Pirineos y más acá, donde tantos restos dejó de su gran poder.'* ' "Algunos quieren vei^ en el vasco, el representante actual de ¿qttelia raza braquicéfalá ó de cabeza reaondead^y qae tantas analogías conserva con la de la época del iteno, opinión cdnfir- ñiada hasta cierto pui\to, por el idioma extrañp que ha conser- taido puro á través de los siglos, sin una sola raíz de las lenguas

(1) Pá«. ae.

)2} Oxígen, naturaleza j ántigfiedad del hombre, pág. 298.

926.

"Sea de esto lo que se quiera, lo cierto es que la manera da colocar los cadáveres en este nuevo modo de enterramiento, es decir, puestos en cuclillas ó doblados sobre mismos, es muy distinto del que usaba el hombre del Reno, y miiy análogo, por otra parte, al que se usaba en Oriente, de modo que lo más pro- bable es que una nueva raza procedente del Asia, introdujo en Europa esta costumbre. ¿Pero cuándo ocurrió esto? O en otros términos, ¿á qué época puede remontarse este acontecimiento, de los tiempos anteriores á la historia? Para responder á esta pregunta, debe consignarse, en primer lugar, que aquella raza no conocía el uso de los metales, porque de otro modo lo hubie- ra introducido en Europa, donde al menos los primitivos monu- mentos megalí ticos, no encierran sino instrumentos de la segun- da edad, de piedra."

"Ahora bien: el metal se usaba en Babilbnia y Nínive, y el hierro lo cita ya Moisés en el Deuteronomio y en el libro de los Jueces; y como quiera que las ciudades citadas remontan á dos mil años antes de nuestra Era, resulta que el pueblo de los Dól- menes debió invadir nuestro continente hace cinco ó seis mil años, época en la cual sin duda alguna no era conocido el metal en Oriente."

En América, la costumbre depositar los cadávores en los túmulos aparece como muy general, duró por un tiempo muy considerable, y marcó uno de los tipos de la civilización prehis- tórica. En los E. U., según Squier, los túmulos son innumerables» 'Tíecir que son innumerables, no es exageración en el sentido or- dinario de la palabra; se les puede bontar por millares, y por decenas de millar." En México, no obstante haber sido destrui- ' dos por centenares, ya para satisfacer una ociosa curiosidad, ya por instigaciones de la codicia, pues se supone haber en ellos tesoros ocultos, abundan en todas las regiones planas y montar ñosas. Se extienden á Centro América por el istmo de Panamá» pasan al Brasil y al Perú, continuando para regiones más aus- trales.

Evidentemente los túmulos de los E. U. tienen alguna reía- cion con los de Casan grandes. Describiendo Lyell aquellos, es- cribe: (1)— "Nadie sospechaba antes de las indagaciones cientí-

m Pág. 46.

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ficas de Squier y de Dayis, acerca de "los antiguos mouamentos del Valle del Mississippi," (1) que las llanuras de aquel rio, mu- elios siglos antes de que allí se esiablecieran los colonos f ranee- Bes é ingleses, hubieran estado ocupadas por una nación muy más avanzada las artes y mucho más antigua que los indios piel roja encontrados por los europeos. Existen en la cuenca del Missíssippi, y particularmente en ^1 valle del Ohio y de sus afluentes, centenares de túmulos qlie fueron los unos templos, estos puntos de observación ó de defensa, aquellos sepulcros; el pijeblo constructor desconocido, juzgando por los muchos crá- neos sacados de las 3epulturas; pertenec3 á la raza mexicana ó ^olteca. Algunas de esas obras de tierra son bastaatemente gran- des para contener en sn recinto de 20 á 40 hectáreas, y el volu- men dé uno de esos montículos fué apreciado en 550,000 metros cúbicos, de manera que cuatro de ellos compondrían nn volumen mayor que el de la gran pirámide de Egipto, que cuenta 2.000,000 de metros cúbicos. De muchos de ellos se han sacado vasijas, adornos esculpidos, diversos objetos de plata ó cobre, armas de piedra; siendo muchas de silex no pulido, de forma muy análoga á los antiguos instrumentos de silex encontrados cerca de Amiens y de otros puntos de Europa."

'*Claro es que los constructores de los túmulos del Ohio jbenían jrelaciones comerciales con los habitantes de regiones remotas, porque entre les objetos sepultados hay cobre nativo del Lago Superior, mica de los Allegliany8> conchas marinas del Golfo de México, y anfibolita de las montañas de aquel país."

"El número extraordinario de los túmulos prueba la larga duración de un período, durante el cual una población agrícola- y sedentaria hizo progresos considerables en la civilización, has- ta el punto de necesitar grandes templos para celebrar su culto, y extensas fortificaciones para defendjsrse de sus enemigos. Casi todos, los túmulos están circunscritos á los valles fértiles y lla- nuras de aluvión, y algunos al menos son tan antiguos, que los rios Avieron tiempo para corroer los terraplenes que los sostie- nen, y retirarse luego & más de un kilómetro. Cuando los prime- ros colonos penetraron en el valle del Ohio, encontraron aquella región ocupada por nn bosque espeso y allí los cazadores 'de piel

(!) Smithfloman Contribution, vol. I, 1847.

roja, que lo recorrían sin tenet residencia fija, y sin conserYar el menor recuerdo de sus más civilizados predecesores. El úná*> eo dato que se puede obtener para calcular el tiempo mínimum trascurrido desde que los túmulos fueron abandonados, se to* IDA de la edad y de la especie de los 4i'boles que crecen sobre algunas de aquellas obras de tierra; cuando en 18á2 visite á Ma* xietta, el Dr. Hildreth me llevó á uno de aquellos montículos y me enseñó el lugar donde había crecido un árbol, cuyo tronco al Ber cortado presentó 800 círculos de crecimiento anuaL El di- fimto general Harrison, presidente en 1841, versado en la cien- da, notó en una Memoria acerca de esta materia, que muchas generaciones de árboles deben haber vivido y perecido, antes de que los túmulos se cubrieran de la variedad de especies que os- tentaban cuando el hombre blanco los vio por la primera vez, y eran las mismas de las del bosque de las Cercanías. ''Podencos estar ciertos, dice Harrison, que mientras aquellirs obras de tie- rra sirvieron para algo, no se dejó crecer los árboles; pero cuan- do fueron abandonadas, como en toda tierra abierta nuevamente en el Ohio, debieron durante tiempo dar exclusivamente naci- miento á una ó dos especies de plantas, como la acacia amarilla, y el nogal blanco ó negro; cuando estos primeros ocupantes del suelo perecieron uno tras otro, probablemente debieron ser reemplazados por otras esencias, en virtud de la ley de agricul- tura que establece la sucesión periódica ^n las cosechas, y en seguida, después de gran número de siglos (tal vez millares de años), se pudo establecer la diversiclad notable de esencias que caracteriza el Norte de América, y es superior con mucho á lo que presentan bajo este aspecto los bosques europeos."

Acerca de la manera con que los esqueletos están colocados en los túmulos del Yiejo Mundo, dice Lubbock: (1) ''No puede dudarse, que durante el período neolítico de la edad de piedra, s e enterraba el cuerpo en posición sentado. En resumen, parece probable, aunque nada podemos afirmar positivamente, que en la Europa occidental, aquella posición del cadáver caracteriza la edad de piedra; la incineración la edadde bronce; mientras que, cuando el esqueleto está extendido, sin mucho titubear se- puede atribuir la tumba á la edad de fierro. Es preciso admitir tam-

ÍI) Pág.107

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bien, que las pruebas no son decisivas, recordando que dorante el período anglo-sajon, unas tríbns quemaban sus muertos, mientras otras los enterraban." ^No nos es posible pata México asignar una regla general, porque los autores se contradicen con frecuencia, y las esoavaciones de los túmulos no han sido ejecu- tadas con el cuidado apetecible. Aparece sí, como evidente, que la posición del difanto dentado en cuclillas, envuelto en un su- dario y ligado con cuerdas formando vueltas cpn cierta simetría es la más remota; recuerda la costumbre asiática, y las antiguas pinturas colocan así el cadáver en memoria de aquel hechct pri« mitivo.' Esta clase de enterramiento la podremos llamar por inhumación.

Ls^s naciones históricas procedían por medio de la incinera* cíon; es decir, quemaban sus muertos, y sepultaban las cenizas . en sepulcros; aunque no abandonaron por completo su antigua costumbre, de'Ho cual resulta que ea los tiempos modernos, se encuentran en las tumbas ya esqueletos, ya urnas cinerarias.

Existe otro uso que parece corresponder á una época interme- dia entre las anteriores; era quemado el cuerpo, y se conservaba el cráneo entre dos vasijas de barro. Este género mixto se en- cuentra practicado por el pueblo prehistórico que vivió en las orillas del lago de Chápala, y que, como veremos, habitó tam- bién en Teotihuacan y tal vez en otros lugares. El cuerpo, ten- dido horizontalmente, corresponde á la época de la dominación española.

Casi en todos los túmulos se encuentran diversos objetos co- locados al rededor de los ;despojos. Alguien pretende, que la ma- yor significación que á ello paede darse es, el hoj^ror profesado por las antigaas tribus á las cosas pertenecientes á su difunto, razón por la cual las sepultaban con su dueño; unos conceden ser una prueba de amor por ei muerto, 'y en algunos casos señal de distinción, sin importancia moral. Otros opinan, por fin, que debe referirse á un sentimiento religioso, á una creencia en la inmortalidad del alma, en una vida futura semejante á la aban- donada, en la cual eran menester los vestidos, las armas, los úti- les, y aún algunos alimentos para emprender el ignoto camino. Nos arrimamos á esta última opinión, juzgando de lo conocido á lo desconocido. Los pueblos históricos, que ya no levantaban túmulos, ponían, sin embargo, en los sepulcros joyas de valor.

»

qnemaban el cadáver oon bus más ricos trajes, le ponían en el labio una esmeralda par» servirle de corazón, sacrificaban escla- TQpy sirvientes, y le daban por indispensable compañero nn te- ¿kichi para sacarle á salvo de los tortuosos senderos del camino del otro mundo: todo ello reposaba en el dogma de la inmortali*- 'dad del espiritn, en la idea del castigo ó de la recompensa, se- gún el mérito de las acciones. Para nosotros, esta misma creen- ciia ú otra muj análoga entraba ja en las convicciones de los des- •conocidos constructores de los túmulos, de manera que les conr -cedemos una religión, nn culto, el sentimiento del alma impere» oedera, la distinción entre el espíritu y la materia, cosas & la verdad que hablan muy alto en favor de la cultura de aquella parte de la humanidad. A veces los objetos de oro colocados, en ios túmulos eran de gran valor: "yo ayudé, dice el conquistador anónimo, á sacar de una sepultura cosa de tres mil castella- nos." (1) Semejante testimonio apoya la codicia vulgar por los tesoros escondidos, y marca por quiénes y cuándo comenzaron á ser profanados los s^pnlcros actiguos.

Los objetos de los túmulos de Gasas grandes son: brazelete de hueso de búfalo, con un apéndice ancho agujerado para reci- bir un adorno colgante; collar de conchas marinas del golfo de California, ensartadas en un hilo de color oscuro, del mismo ori- gen que el tejido de las tumbas; brazelete para niño, compuesto de fedondelás formadas de conchas, retenidas por dos piedras la una roja y la otra azul, ésta parece artificial, recordando por el tinte y por el aspecto las piedras eacontradas en las tumbas de Egipto. (2) En cnanto á la cerámica, se sacan ollas de barró negro, con cuatro agujeros cerca del borde, contrapuestos de dos en dos para recibir una cuerda en forma de asa, colgar el traste 6 llevarlo á la mano. La cerámica fina es de un estilo correcto y elegante, pintada de negro, rojo y amarillo; los dibujos recuer- dan el carácter ciriaco. El arte del alfarero está representado de nn modo muy ventajoso, superior sin comparación al de tiempos mí& modernos.

Hicimos mención de la tortuga y de la lagartija de cobre, úni- ca indicación hasta ahora de los metales. "M. MüUer, director

(1) Colee, de docnm. para la Hist. de México. Tom. I, pág. 398.

(2) Guillemin Tañare, p<g. 178.

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de la .casa de moneda de Ghihnahna, hizo un descúbrinueuto muy importante en el gran templo. En una escavacion praotica- da.en una det las cámaras .del labeñnifOyápoca.profondidadyiipfi^ xedó una maza lenticular de hierro meteórico, de 60 centímeti^og de diámetro, cuidadosamente envuelta en una estofa .semejante á la empleada en enyolver los^cadáveres de las tumbas de aque- lla localidad. Este aerolito, ¿fué encontrado én aquel sitio ó traí- do de fuera? ¿los antiguos le verían dber? Cierto es que lo mira- ban como objeto extraordinario, y celebrarían .tal vea su caida como la muerte de un dios desconocido, al cual sepultaron en su templo. En todos tiempos han de haber sido asuntos de ideas supersticiosas, las mazas de hierro meteórico. tan abundantes en Chihuahua. Probablemente el uso del hierro hubiera comenza- domucho antes de la conquista de D. HJernando Cortés, así co- ma el del oro, de la plata, y del cobre nativo de los filones, si aquellos trazos no fueran objeto de superstición." (1)

Metate es voz de nuestro idioma, tomada de la palabra me- xicana metlaiL Es una piedra dura, labrada en íorma. de un pa- ralelógramo, la cara superior más ó menos cóncava, y sostenida por tres pi^, uno en la parte anterior, dos en la posterior; por medio de un rodillo de piedra, dura también, sirve para triturar el grano y formar la pasta destinada á la confección de las torti- llas ó pan de maíz. Este útil se encuentra por todas partes; pla- no las más veces y liso, muy cóncavo en Matlaltoyuca y en otros sitios; delgado, medio curvo y con labores en Centro América: (2) en Jalisco diferencia, pues lleva por tres lados, fuera del delan- tero, un reborde que sirve para que el moledor no salga más allá y la masa no se derrame por los costados. El metate encon- trado en Casas grandes nos llama la atención por ser de la mis- ma especie que los de Jalisco. Presenta la forma de un cajón, sin uno de los lados menores, sostenido por dos pies delanteros de menor altura que los dos pies traseros, quedando por conse- euencia incluido hacia adelante, en el sentido en que la pasta se desprende. (3)

(1) GKdllemin Tarayre, pág. 170.

(2) Nioaragua, his people, soenery, monomonts, &o. by E. G. Squier. New Torx, 1856. Vol. I, pág. 272.

(8) Bartlet'8 Fers. Kar., tom. 11, pág. 847 y sigs. Year Banoroft, The KaitveSía- MS, tom. lY, pág. 613»

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En nna escavacion practieada en las lomas de Tacubaya, á cna- iro metros de profundidad, ftieron sacados trastos groseros de barro, y tiná piedra oblonga, un tanto curva, sostenida por tres rn- "dimebtarios; eyidentemente era un metate primitivo, útil, inven- tado quién sabe- ctlantos siglos há, y que aún dtira en nuestras costnníibres, resistiendo los embates de la actual cÍTÍlÍ2acion Era casi idéntico al descrito por Zimmermann (1) bajo el nom- bre de molino primitivo, y del cual dice: ^*'M. Menard publicó én 1869 una Memoria para describir una piedra encontrada en Penchesteau, cerca de Nantes, en una tumba de la época de qne tratamos (edad de piedra): tenía sesenta centímetros de ancbu- ta, estaba ahuecada por un lado, y reconocíase claramente que fie usaba para trkurar los granos con una piedra redonda á pro** pósito para el objeta Eh la figura 132 (núm 21), representamos el molino primitivo de Penchasteau, según el modelo depositado en el'Museo de San Germán."

''Se comprende que uña piedra semejante bastase para la ope- ración, porque en la actualidad existen algunos pueblos salva- jes que emplean el mismo {Procedimiento."

"VéasQ ahora Jo que dice Livingstone en sus Exploraciones dd Zambese y de sus cruentes. (África Central).

"El molino de algunas tribus, como los Mcmgajns y los Maha-^ Jólos, se compone de una gran piedra de granito ó de sienita, de quince á diez y ocho piflgadas i^uadradas^ por cinco ó seis de gi'ueso, y de un pedazo de cuarzo 6 de otra roca igualmente duta del tamaño de medio ladrillo; uno de los lados de esa especie de muela es convexo, de modo que se adapta á un hueco practicado ta la piedra inmóvil. ^

"Guando la mujer tiene que moler, se arrodilla, coge con las dos manos la piedra convexa, la introduce en el hueco, hacÍ3ndo luego un movimiento análogo al del tahonero que amasa, y car-» ga sobre aquella con todo el peso de sm cuerpo para producir mayor presión. La piedra está inclinada por un lado para que Taya cayendo la harina en un paño dispuesto al efecto."

La descripción de Livingtone se puede aplicar á nuestras mo- lenderas actuales, así como á las primitivas de Penchasteau y de

(1) Origen del hatahn. Problemas y niaiaTillas de la natanleza. México, 1871« 1^. 901.

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las tribns americanas. Por poeo qae llame la atención esa pie-, dra labrada, viene á descubrir con solo sn presencia mil y mil cosas de la pasada edad. En efecto, revela el conocimiento del maíz, su cnltivo de ana manera constante, su empleo én la con* feccion del pan, 7 todos los pormenores de la vida sedentaria del agricultor. Gomo se advierte, esta gramínea formaba desde aquellos tiempos remotos. el fondo de la alimentación de los pueblos, que con el pimiento, los frijoles y el cacao, también muy antiguos en México, se conservaron hasta los tiempos bis* toricos. «

El uso del algodón es antiquísimo en América. Darwin, como dijimos, lo encontró jnnto con el maíz en la América del Sur, en un yacimiento de remota formación. Oomun es encontrar en tú- mulos y en escavaciones una especie de media esfera de barro cocido ó de piedra, lisa ó con adornos, con un taladro en sentí- ' do vertical; todos saben ser el pezón del huso (malaccUl), el cual recibía una varilla de madera dura pasada por el horado. Este invento servía para hilar el algodón, y demuestra evidentemente un nuevo y precioso ramo de industria.

El algodón era usado en la India desde la más remota anti- güedad. Herodoto menciona la planta con referencia á aquel país asegurando que los babilonios y los egipcios se vestían de lana, de lino y de cáñamo, de manera que no conocían el algodón* Según las noticias que consultamos, hasta poco antes de la era cristiana no se encuentra huella de la fábrica de telas de este textil en Persia, en Egipto, y en las riberas del Mediterráneo; el uso pasó á' Grecia y á Boma mucho tiempo después. La plan- ta fué aclimatada el siglo X en España, y hasta 1250 comenzó la industria algodonera en Barcelona. Es evidente que el hom- bre prehistórico europeo no tuvo conocimiento de esta materia prima.

Es muy digno de nota, qne los agricultores de Europa apren- dieron desde muy temprano el aprovechamiento del trigo, del centeno y del mijo, granos desconocidos en los alimentos de América; los americanos no tenían más] gramínea que el maíz, á su vez no sabida en Europa. De la misma forma y del tamaño de nuestro mcdacatl se hallan allá y principalmente en las pobla- dones lacustres de Suiza, los husos destinados también para hi-

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Iar;pero en aquellas estaciones se tejían la lana, el lino, el cá- namo, mientras aqní se sacaban los hilos del algodón, del agave y del pelo del conejo, cosas desconocidas de los europeos. El contraste es muy palpable, y se verifica precisamente en lo re- lativo al alimento y al vestido, asuntos de vital importancia para el hombre, y en conocimientos de interés propio que una vez aprendidos no se dan al olvido. La Atlántida terciaria, demos- trada por la ciencia, nos dio pié para admitir la comunicación entre América y Europa, la corroboramos con la identidad de las armas de piedra: atendiendo ahora á que los utensilios de cobre sólo guardan pocas semejanzas, y á las desemejanzas ab- solutas acabadas de notar, se puede aventurar con algún funda* mentó, que el puente de comunión se rompió antes de la época én que los hombres prehistóricos americanos y europeos pasa- ran del estado salvaje al del cultivador. Las comunicaciones con Asia, quedaron existentes todavía; de allí vino el cultivo del maís, del pimiento, del frijol, y del algodón; de allí son oriundos los túmulos y la inhumación del cadáver sentado en cuclillas; de allá proviene li varias costumbres y muchas ci'eenoias: las relacio- i^es con los pueblos asiáticos se prolongaran por tiempo ipdefi- nido, según iremos mirando, aunque el puente directo de comu- nicación desapareció, ''antes que el trigo se cultirase en el llano eentral del Asia."

Resumiendo las nociones esparcidas, podremos formular nues- tro juicio acerca de las ruinas de Gasas grandes. Corresponden los edificios á la edad remota de arquiteetnra d* las obras, de tierra amasada, y no er^ .desconocida por kis constructores la piedra tallada^ Tenía la ciudad por cenito principal el señalado per el Yigia y el Templo, y había otros lugares d^ población, como fórm»:ido un sistema de pequeñas alquerías sujetas á una cabecera. La ciudad existió por mucho tiempo; el necesario pa- ra que los túmulos cubrieran en tan considerable número el sue- lo, estando destinados como lo estaban á sólo los jefes, los sa- cerdotes principales y las gentes distinguidas. Dicen el templó y los idolillos, que había una religión politeista; creían en la in- mortalidad del alma y en la vida fui^i^ra, al colocar en. los túmu- los los nienttUos indiapensables en el .otro suindo. Bevelan los metates el cultivo del mtfLs; y é! empleo del gnmo an hacer pan. Hilaban y tejían las fibras nn textQ semq'añte al agave; ¿nó

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coDoeerían el algodón? resolverá este problema el encontrar 6 no el malacatl. Propiresaba el arte del alfarero y había vasijas de barro coman, para los quehaceres domésticos, otras finas, pinta- das y barnizadas de colorea brillantes y formas, airosas, con di- bujos de un género recordando el tzapoteco. Si es cierto, cual lo enuncia García Conde, el estar orientados los edificios, debemos conceder á aquel pueblo desconocido algunas nociones en la ciencia astronómica. Las armas de piedra, y los pocos objetos de cobre como de lujo, allí encontrados, señalan el principio» si se quiere, de la edad de los metales. Empleaban el hueso del bison- te, y fabricaban adoraos de conchas marinas: ¿indicarán estas la procedencia de^la nación de las costas de Calüornia, ^ serán so- lo la prueba del comercio mantenido por ella con los pueblos pescadores de Occidente? En suma, los moradores de Gasas grandes eran sedentarias y agrícolas^ muy adelantados en el ca^ mino de la civilización: ya aparecen extinguidos los animales compañeros del hombre, ó al menos no habían sabido domestir Carlos; se aprovechaban sí, de los despojos del búfalo. (1)

Coutinuamos nuestro xelato, por tanto tiempo interrumpido* En las inmediaciones del canon de Baehimba existe un cerro có- nico, con un parapeto de piedra, subiendo en espiral del pié á la cumbre. En Babinoora hay una serie de edificios bien conserva* dos, á lo largo de una corriente. Dícese haber muchas ruinasen la parte de la' Sierra Madre frecuentada por los eassadores tara- humares. Las cortas noticiad llegadas á nneiltro conooimientOi no nos permiten formar juicio acerca de aquéllod jnonumentoa

"En las inmediaciones de Matotlan, á corta profundidad en el aluvión, y en las orillas de láis lagunas que se extienden al Sur de la ciudad, se encn'enttan arihas de piedra como hachas y fle- chas, morteros (3) y reliquias de cuernos de oierv'os y de pira* guas.

(1) Véase luüntlM Cmü grandes de Cliih«áli«a» vadenas de loe AatOEta eitodos, JkjSíBgai, (D^BÍoAdtiilaJPfOiHiioia'delf. P. 5, Ftspciaoo de Zacatecas, parte se* gnadm oap. VI, . Qilm. 37.— Escudero, Notíoias estadis^. ^éí Estado de Cl^lia&luiaff pág. 234.~-AÍbum Mexicano, tom. I, pág. 37.4. ^Tom. V. del Bol. de la Soc. de Oe9grafía y Estadíistioa, Ensayo de Ckffcía Conde, pág. 106 y tágl

(B) XMÍoe maKioi<m(niortíérif9 áiben de sev MUluscOi; iaoktiHm, buAapuBamto cdnosTVdftft píed9^ ávrm éd^J^i^^io/ w)ff|^piaoipox te^i>t^.y ^enfcr^a pa^ n^ lai sálai^ de 0^- ea 9on^íj?o^eo ^ pj^t^. . ,

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^*£n el distrito de Sahuar^pa, Sonora, entre el Beal Viejo y

Ariyechi, encierran las cavernas restoa antiguos* £n el mismo distrito, cerca de Trinidrid, se encudnti^aQ momias indias ninj:

bien conservadas. Otras cavernas están revestidas por el inte* rior, de pintaras, acerca de las enales no conservan tradición al- guna los indios actuales;. se distiiignen délas pintaras modernas en tener los perfiles negroa» mientras ^tas están dil^ujadas com el ocre rojo de que acostumbran pintarse la cara las tribus del Norte." (1)

ílefieTe el P. Alegre (2) que en la misión del Zape, (Dnrangc^, encontraron los misioneros en la cima de una' roca domde brota una fuente, muchos ídolos y fragmentos de columnas, piedras de varios colores para embijarse, y en el valle ruinas de edificios. En otro higar añade (3) que. cavando el terreno para fabricar la iglesia, '^se hallaban á cada paso ollas bien tapadas con cenizas 7 huesos humanos, piedras de varios colorea con que se embijan, metates y otras cosas, y lo que les cansaba más: admiración eraa las estatuas y figuras que descubuian de varios animales:" una media legua está ocupada por aquellos vestigios. Siguiendo la relación de Gúillemin Tarayre: ''Oerca de Sestiu, conocido pot sus placeres de oro y situado hacia los 26'' lai, vi cavernas con vasos y otros objetos, denotando una civilización avanaada. Más. al Sur, en el valle del Zape y bajo los SS'^'lat., encontré los ^resh tos de lina extensa ciudad, ocupando toda la paorte desoubierii^ la anchura del mismo valle» La margen izquierda del xio que och rre hacia Sestin la determina una serie de colinas de pocá.aljbS'^ ra, prolongándose por la una parfe hasta la Sierra de Gmauace- vi, y por la otra hasta la ¡Kerra de Esoobat( la cumbre.de oada colina fué un centro de habitaeion^ mientras, se extienden al pié los terrenos cultivados: muy largo hubiera sido proceder al te- eonocimiento de aqúelloi^Jtenraplenee cae! iguales, y por eso mi limité á formar el pUano ^caotó da los- qué están á 700 metros al N. del raadho M Saáta Ana, á Blh^metros 4^1 Zape^"^

''Es tma sieriede terraipleBes xélamonados, formando terrados ezactamenie drientados, ycnyos boudes smlpeKioires los ienninaii

(i) ArdhivM, Ion. m, pife. «**. ^ '

(9) CM. de la Oomp. d6 JesoalTom. I, pág. 415.

(8) Loco eit, Tom. ü, pág. 54.— Bivaii, pág, 589.

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hileras de piedras fijas al saelo; cuatro de estos terrados limitan un patio cuadrado, en medio del cnal se indica nna pequeña construcción por piedras puestas en figura cuadrada; al E. de este primer patio hay dos terraplenes abarcando un espacio rec- tangular, cerrado por sólo tres lados. Becuerda esta disposición la de la antigua ciudad de Teotihuacan, en la que los terrados distribuidos en . el mismo orden, sirven de base á habitaciones construidas con materiales sólidos, mientras en el Zape parece qpesólo sustentaron casas de materiales lijeros, como los jacales ^ los indios de la Sierra. Por cada lado del edificio principal baja una rampla de dulce pendiente hasta el pié de la .colina, á los campos en que se cultiva como en otros tiempos el maíz. Las tierras están limitadas á 600 metros por un arroyo permanente de cierta importancia, que desciende de las altura^ de la Ciéne- ga de Escobar, y desagua en el rio del Zape. Las otras colinas del valle presentan grupos de terraplenes á veces mas extensos, dispuestos bajo la misma forma, pudiéndose avaluar -en 50 kilo-' metros cuadrados el espacio ocupado por aquellas construccio- nes. De otro género son los vestigios sobre la roca tubular que domina el pueblo del Zape, pues son restos de obras estableci- das sin orden, compuestas de piedras superpuestas, recordando las cabanas que en los terrenos pedregosos levantan los pastores del antiguo mundo: débense estos trabajos bárbaros á los indios oocoyomes; tribu salvaje ya extinguida, haciendo 8<$lo dos anos que una anciana,; último resto de aqtiella horda; murió en el Zape."

^^Alguuas cavernas, que sirvieron de refugio á esos pueblos» yacen en las orillad del rio^' al N. del Zape: se encuentran en ellas osamentas, cerámica grosera^ y flechas de silex"^ (1).

Meditando acerca de estos .d«to9¿ y descartando po?, modernas Ias obras barbaras de los cocoybmBS, descubrimos que a<lueUo« restos pertenecen ^ dos éprioas diversas*. Jliró columnbd viatá6 por los mísioperos jesuítas»: los idólijilofií. y las: reprasento&ibnes áe^ animales, y principalmente laa oeniflaar y loa hüeftoa humanos conservados en lab ollas,^ aénsan una raza diversa de la de CasM grandes, ó al menos costumbres profundamente modificadas, ya que á la inhumación en. el túmulo sigua la incin^acion y los des-

(1) Explorátion mi&6nilo{;iqQi»,' pág,a88» ,. . .: •;

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pojes coDserTados ea urnas fuueran^- Xios habitantes del Zape- estaban muy más adelantados que los de Casas grandes, y rela- tivamente eran más modernos. Los terraplenes descritos por Guillemin recuerdan bajo todos aspectos las construcciones de la misma clase {moundsj de los E. U.; r.l simple examen, dan la misma forma, idéntico sistema, igual destino: no parece sino que una fracción de la raza boreal se desprendió de su asiento pri- mitivo, para venir á dar muestras de su saber a las regiones aus- trales. A cálculo, basado en ciertas consideraciones, creemos que estos terraplenes son anteriores á las colinas.

Correspondiente al mismo Estado de Durango encontramos que el P. Arlegui vio con sus ojos huesos de jigantes, y entre Durango y San Juan del Bio una muela de muy grandes dimen- siones: (1) más adelaute repite la noticia de los jigantes. (2) En el terreno llamado la Breña, cerca d^ la ciudad de Durango, se encuentran muchas grutas subterráneas, formadas por las ampo- lladuras de aquella antigua formación volcánica; de aquellas ca- vernas sacó el Sr» D.. Fernando Eamírez algunos objetos de an- tigüedades, entre ellos una tortuguita, de media pulgadíi de diá- metro, de piedra dura perfectamente labrada. Notó el observador ' tres nombres dados á ciertos, lugares, que revelan tres lenguas borradas en aquella comarca, y que la niano de Dios ha espar- cido á largas distancias. (3)

Descúbrense ruinas desde las montañas de Chalchihuites has- ta el valle del Súchil. El pueblo que allí vivió sin dejar la menor seña .de su fisonomía, fue sin duda el descubridor y explotador de la veta de gemona llamada en mexicano cholchihuüL

Cerca del pueblo de San Juan del Teul (Zacatecas), quedan vestigios de una ciudad antigua, y á poca distancia una colina en cuya cumbre existió el templo de una divinidad muy reveren- ciada por los nayaritas. Aquellas ruinas pertenecen á un tiem- po remoto, cual lo atestiguan los restos allí encontrados^ sobre todo una hacha de piedra lidya, número 23, que no puede ser obra de los bárbaros cascanes y nayaritas. ''Sus- l^uenas propor-

(1) Chzonioa de Zacatecas, pág. 6. ^

(8) Opna ót. , pág. .67. «

(3}.NoUcia8 hifltárioas de Donogo, pág. 6— BoL de la Sao. de Geografía y Ettad., iom. V, pág. 10. j

43

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clones, lo fino del trabajo, la elegancia de la forma, denotan en el fabricante nn estado artístico avanzado, no alcanzado jamas por los teules ni los cascanes. £1 dibujo de esta arma notable, presenta nn filo cortante y curvilíneo, rematandt) en pnnta en la parte superior; lleva hacia el medio una ranura á la cual se adap- taba el mango; otra segunda aislaba la cabeza del arma á gaisa de masa, herizada de pitones, dos de los. cuales figuran los ojos, mientras un apéndice, en forma de hccico, completa la represen- tación de una cabeza de aiiimal." (1) Las tribus bárbaras mo- ' dernas ocuparon aquellas ruinas, las trasformaron al apropiár- selas, y es preciso separar lo que á entrambas épocas corres- ponde. (2)

Las ruinas principales de esta región son las llamadas de la Quemada, por estar situadas en tierras de la hacienda de este nombre, en el Estado de Zacatecafi: el Cerro de loa edificios que las contiene dista de la casa de aquella cinco kilómetros al N.E- En la cumbre de esta eminencia se destacan grandes construc- ciones consistentes en patios espaciosos, viviendas de diferentes clases, amplios pasadizos, y aquí y allá pirámides de diversos . tamaños, el todo en armonía con el plan atribuido ahora á loi8 constructores; en efecto, á juzgar por el conjunto, aquello parece ser el palacio del jefe de la comarca, con viviendas para sus ser- vidores iumejJiatos, un templo, varios altares piramidales y cá- maras para los sacerdotes, vigías ó atalayas sobre las mismas pirámides. Para resguardo de aquellos objetos privilegiados, una parte de la falda del cerro está revestida de mampostería, y lo demás defendido por una gruesa muralla, con su cindadela: esta circunstancia la hacía una 'plaza fuerte, prevenida contra toda acechanza, y capaz de cónteneruna gran multitud, ya para la ce- lebi^bion'de^ab fiestas religiosas p poiíticas, ya pata resistir un asalto Tin acédio.

'Buitíinistró la localidad los matelriálés de construcción: consis- ten en lajaá, ó sean lozas cortadas en superficie plana por el fren- ' te, colocadas en hiladas regulares, y unidas con un batro rojo

ft) GuiUemin Tarayre, pág. 221.

(2) Fragmentos del P. l^o; García Icazbaloeta, Doo., tom. 11^ pág. 363-8.— Los

copia Bdanmónt isu cróhioa áe ifiidMackn, y loó sigae ¿omero Gil, Bd. de^Ia Soou

de G«og., tom. YIII, pág. 497.

339

mezolado con zacate; *'hí argamasa tiene tal consistencia, dice en el articulo relativo el Diccionario Universal de Historia y de (Geografía, j los edificios están tan bien construidos, que sin du« da estarían casi intactos cuando los descubrieron los espauoles, y ha sido necesaria la barbarie de los primeros que colcmizaron aquellas comarcas para destruir de propósito tan graneles mo- namentos, á fin de encerrar bestias entre sus edificios y fo'mar cercas ó potreros con los materialt^s que de los mismos mona- pientos extraían." Derribados los techos no se sabe desde cuan* do, la intemperie descamado las paredes, revocadas en un tiempo con un oompuef^to semejante al de Oasas grandes.

A la derecha, ocupando la eítrenaidad austral de la plataforma, atrae la atención «u monumento notable: es un patio riictangu- lar, de 60 sobre 74 metros, limitado al S. y al O., por muros rec- tilíneos en talud de piedras secas, y al que se baja* por tres es- calones, prolongados en toda Ja longitud del lado N.; el cuarto lado al E., parece haber servido de peristilo á un monumento macizo. Una columna, todavía en pie, la basa de la que se alzaba

en la extremidad boreal, y una ó dos allf derribadas, permiten completar la serie de siete, tal vez ocho, que formaban la colum- nata exterior de aquel edificio, cayo destino parece hab ^r sido, el de uii teopan. La palabra temph es la más propia que pueda ocarrir para. darse cuenta de la impresión producida por aquel monumento: mide por dentro, 30 sobre 39^Qietros. Once co i.m- nas, todavía enhiestas, forman un rectángulo, que en los ejes mide 15 sobre. 26 metros, es eldiámetre de las columnas 1'" 80; 8on:GÍUn.drioá8;iainba5«B ni capiteles, y de altura, de 6^ 30:1a hileraopuesr^^áilaeAtra^, otieatk una coluteüa máis, cinco en Tes xle< cuatro. Esta disposición, quis pudiera c&ocar en el pla- no, nada tieob'de disparatado fiara el observador, que pene- trando al recinto, se colocara en el eje de entrada, en el lugar dond^ falta la oimétrica de la columiía décima primera; en efec- to, los intercolummios ÍMtonde tal tnanera calculadoH,^ que de^ aqhel pauto vieran las columnas de la segunda hilera, colo- cadas sÓBtenléndó de eje en eje, el mismo ángulo visual. Los muros, deigual'aléura alas pilasivasj tienen un espesor de 2 m 70p presentan una fiola^ entrada de diés( metros de ancho, pues la brcr' cha del ángulo N^K, es obra de un derrumbe." (1)

(1) GaiUexnin Taxayxe, pág. 192.

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Pe la pirámide sitnada á la entrada de la fortaleza, arranoau diversos camiDQS, visibles dojade no fueron destripados .en las tierras cultivadas^ entreQorta(k>s por vías trasversales^ dirigién- dose á las diversas alturas del valle, en las cuales se registran monumentos de menor importancia, casi del todo destruidos- Aquellos restos se extienden desde el Oerro de los Ediñcios, pa- T^ el Sur hasta Yillanuevay en distancia de 15 kilómetros, lle- nando el valle en toda su a,mplitud, de 12 jkilómetros.

^0 se descubren pinturas» geroglíficos, ni esculturas, luera de cinco culebras grabadas en hueco sobre una roca; alli, menos que en las otras ruinas, se encuentran objetos de arte, tal vez por es- tai: ocultos por los escombros. Se hallan poca cerámica, barros» metales, y hachas de piedra pulida. El núm. 24 '^es "de piedra dura^ cuarzosa, cortada en bisel por un lado, mientras por el otro presenta una cabeza que sirvió de martillo, á juzgar por lo gas- tado 7 las fracturas; tiene la ranura para recibir el mango. Fuó recogida también, una cuña de piedra lidja. Las flechas de silex son los objetos más comunes. Busque mucho tiempo en vano 1& obsidiana; recordando la predilección de las hormigas, en uno d^ los barrios del antiguo Teotihuacan, de cubrir sus hormi- gueros de fragmentos de obsidiana, no tardó en encontrar so-> bre ellos, trozos pequeños de la. roca vitrea." (1) En el Museo nacional, existen dos preciosos ejemplares en diorita, de hachas de. este .tipo: parece que son peculiares de esta región, no apa» recie^do las amigdaloideas sino en la regíqn austral. D. Luis de la Bosa, vio en la argamasa los olotes daljaaaíz." Solamente se ha hallado, pala!br^s del Dio* Univ., una tortuga de piedra, que pro- bablemente ^s serpentina; no hemos logrado verla; pero se nos asegura, que en la parte inferior de éUa, está esculpida una ca- ña, que como se sabe, es el símbolo Acatlf del calendario me- xicano."

•Inferimos de estos datos, que aquella comarca estaba ocupada por un mismo pueblo, disemíjiado en., el valle, ahupado en diver- sos ceptros, siendo el principal, llamémosle capital, el Oe^o de loe Edificios, re^dencia del jefe y,santaario del dios. Oolonia agrí- cola 7 sedentaria cultivaba» el maiz; temía, sin embargo, los ata*^ ques de tribus bárbaras ó naciones rivales enemigas, ya que la-

(1) Gaillemin Tarayre, pág. 216.

K

yantaba fortifioaciones.poderosas para hacer intespügnables sus GÍtidades. Adelantado en arqnitectúra sabe alzar la? columnas cttja réminitmeneia se enonentra por primera Tez en él Zape, annque el estilo es seco» severo, falto de ornamentación. Consagra parti- cular esmero á los caminos, por los cuales liga & la capiiÁl las poblaciones, dando á entender relaciones estrechas por mottro cte obedeekniento ó de comercia Aquella organización social estaba muy adelantada, se hacía sentir entre los subditos de un a^ mane- ta éScaz, j debía ser ün cnanto* despótica. No se puede juzgar éé las artes por ser póéas las reliquias encontradas; la tortuga debe de tener relación con las de Gasas grandes y de Huaxteca^ ya como símbolo religioso, ya como notación crónica; si se pudie- ra demostrar que el acatt era signo cronológico, se dedociría/el que eran ya poseedores de la ciencia del calendario. Es notable que en p1 Xorte hagan papel este mismo ahrmal y la lagartija. *'La colección mis notable de lagartijas y de tortugas, dice M. Laphan, descubierta hasta ahora, está á milla y media £il 6. O. del pueblo de Pewaukee. Consiste este grupo en siete tortugas, ddá lagartijas, cuatro terraplenes oblongos, y una de las escava- ciones notables á las cuales hemos aludido." (1) Pueden multi- plicarse las citas á este propósito. El templo, cerrado, aléjala comparación entre aquel culto y el de los pueblos históricos; el santuario desierto, la falta de esculturas, privan al observador de poder diístingtíír la figura de los dioses. El altar piramidal, visto por la primera vez en Casas grandes, y que s^ descubre también en el Norte, reaparece aquí, tomará mayores proporciones en la región central, y será el teocalH de los pueblos civilizados.' Líts so- las culebras aisladas grabadas en la roca, nada dicen todavía. ¿Serán una inscripción, una fecha, una divinidad? No lo sabembs; aquella anotación epigráfica recuerda qne la serpiente es un sig- no místico, común y muy frecuente entre los pueblos de Amórica y de Asia.

**E1 género de construcción empleado en la Quemada, dio Ouillemin, (2) suministra algunos datos interesantes acetca 'de los pu'eíblosqué aHí'hsbltatoñ. Aplicando las sabías' indicaciones aplicadas por íí. Violet-Ie-Ihió á la*j antigüedades fotografiadas

(1) liubbocfc, p*g. Í22fl.

(2) Exploration míiMtalosi^niei ptfg. Sil.

3i2

por M. Chamay, se enonentra en el coDJanto de constraociones recorridas, la prueba de lat existencia de una casta organüsadora 7 la indicaoíau da la sangre blanca como elemento dominador en ella, y también la presencia de una numerosa multitud servil, que baja podido emprender j.remataa: trabajos tan inmensos, ejecu- tados de una sola yez. La perfección en la albanileria» lod muros, las columnas, y más aún, la argamasa empleada. (sin cal, es ver- dad, porque faltaba en los alrededores) indican los caracteres tí- picos de las razas turanianas y finnicas; es decir, de los pueblos amarillos, como los obreros de aquellos grandes trabajos. La cas- ta directora pertenecía evidentemente á. la raza blaoca; el ariano Afinca su presencia en laforma del coUt, representando cabana de madera del berve blanco, en las construcciones en talud, todas de piedra seca, y en la sabia disposición de los edificios, concu- rriendo á la vez á las exigencias de la vida política y religiosa, y á las ingeniosas combinaciones* realizadas para la defensa." (1)

£1 extenso y hermoso lago de Chápala debe haber atraído á sus orillas á los hombres primitivos; lo prueban las restos que las olas depositan en las márgenes -de tipos «ntiguos y de seme- jantes á los de filiación nahoa- Allí ^e encuentrat) las cenizas de los difuntos con los cráneos conservados y enteros, género de enterramiento muy peculiar, pues reúne juntas la ialiumacion y la incineración. JSl estudio que ha de practicarse debe ser inte- ^gente, para distinguir la época remota de la histórica, pues en ambas vivieron ahí las tribus.

La Sierra Gorda de Querétaro contiene preciosas ruinas de eiudades fortifioidas. Poco tiempo hace fueron descubiertas, y las primeras noticias descriptivas las- debo manuscritas al Sr. Mariano Barcena. Dicen así:

''En las investigaciones que han hecho los paleontologistas para determinar con precisión la época en que apareció el hom-^ bre sobre la tierra, se han visto obligados á recurrir á la arqueo* logia á fin de caminar -con más seguridad en un problema de tan difícil resolución. En las montañas de la Sierra-Gorda existen numerosas ruinas de poblaciones, que fueron habitadas por loa antiguos moradores del país, y las cuales nos dedicamos á estu»

(l) YéaBd para las rninaa el art dd Dio. unir, de HisL j Qeogr., Quemad» ptuinaa de>-*Moaaioo Mixioano, iom. I, pég. 185 7 aíg.. Seo., fta, ¿ce.

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para ver si podíamos proporcionamos algan dato acerca de tan importante cuestión."

''A 4 leguas de £1 Doctor, se encuentra el Oerro de Canoas, masa calcárea de difícil acceso, bastante elevada y dirigida K. E. á S. O. La parte superior está terminada por una meseta espa- ciosa, donde se ven las ruinas de una serie de baluartes y forti- ficaciones, colocadas con una habilidad admirable, revelando la inteligencia guerrera de sus autores. Por el lado N. E. como á 12'" del principio de la meseta, se encuentran, las ruinas do la primera fortificación, de base cuadrada y s^uida de otras tres colocadas en serie á distancias muy cortas. A éstas siguen otras en la misma dirección, protegidas lateralmente por dos grandes fortines que ocupan una gran parte^ del perímetro de la. qaesetai y se terminan en Is^ direcciosi de un baluarte principal, que aun- que muy arruinado en la actualidad tiene cercado 12'° de altura. Siguiendo la línea de la meseta hacia el S. O., se presenta una gran plati^rma rectangular de 500 metros cuadrados de super- ficie.. Parece que este lugar es el que más^e cuidaba de* defender, porque ademas de estar resguardado por dos grandes fortines de 3 de altura, se notan á 3us lados las ruinas de una serie de ba- luartes pequeños y muy aproximados. Después de la plataforma

. siguen diversos grupos de fortificaciones de diversas altaras, si- tuadas de tal manera, que al mismo tiempo que protegen los ba- luartes del centro, se aproximan á los bordes de la meseta para defender los puntos más accesibles. Al entrar á la explanada del 4»rro, donde termina una rampa, ^stá colocado oblicuamente un

^gran fortín que domina todo el camino. El número de fortifica- ciones que puede cont^nse asciende á 45, y algunas de ellas con-

. servan en parte su figura. Uno de los baluartes, situado en el extremo S. O., se compone de un zócalo de 2"'50 de altura, que

.sostiene un muro en talud, coronado por. una saliente sobre §1 cual 86 apoya un torreón ya* arruinado; los demás baluartes que están menos conservados^ parecían tener formas aemejaQtes á la an- terior."

«

'^odas las fortificaciones están construidas con lajas calizas paralelipípedas, unidas por cimientos calcáreos y arcillosos. So- hKe las ruinas de dichas fortificaciones había crecido un hermosa bosque de encinas, que la mano de la ignorancia destruyó últi- mamente por medio del fuego. En uno de los baluartes princi-

su

pales se conserva nn tallo carbonizado, cuya sección horizontal tiene cerca de 1" de diámetro, que por el numero de zonas que es posible contatle puede asegurarse que tuvo más de trescien- tos anos de existencia. Las observaciones p^eológicas del terreno y la naturaleza del cimento con que están unidas las lajas cali- zas, demuestran claramente que estos constructores militares son relativamente recientes, pues el cimento está en pjran parte for- mado por una arcilla rojiza, idéntica á la que depositan actual- mente las aguas pluviales, y que provienen de la alteración de las ma^as de pórfido, así conio de las pizarras margosas."

"A tres leguas NO. de Canoas, están situados algunos cerfós; rodeando el pequeño valle está la ranchería de Ranas. En la ma- yor parte de estos cerros existen numerosas ruinas de poblacio- nes indígenas, que testifican la civilización y el gusto arquitectó- nico de sus habitantes. Sobre una eminencia, al N. del valle, Be ven los restos de una pirámide cuadrada, cuya base tiene 20 me- tros de lado. Se subía á ella por cuatro escaleras perfectamente orientadas, que conducían á la plataforma superior. Cer^a de la pirámide existen los vestigios de un gran sepulcro ó coesillo, que sólo guardaba un cadáver; tal vez de un personaje distinguido, como lo demuestran la magnitud del túmulo, ¿sí cómo la varie- dad de los accesorios encontrados junto á la osamenta, y consis- tían en conchas marinas, utensilios de barro, cuentas de espato calizo, &c. Al pié de e'sta colina está una encina frondosa, que los habitantes del lugar llaman el Árbol bendito, porque según la tradición, bajo su sombrk decía misa y explicaba la doctrina cris- tiana á los indígenas el P. Soriano, religioso dominico. El a!tai§ era tma roca calcárea, que domina grande espacia de terreno. •Próxibo á ella óstátin manantial circular de'Z metros de diáme- tro; sus aguas síon diáfanas y de sabor calcáreo : en ellas fueron bautizados los nuevos cristianos.'*

**Cerca de Ranas y por el rumbo de El Doctor; se ven numero- sos coesillos en los cuáles se* encuentran algunas cotíchas marintkB, que serían tal vez guardadas por los indígenas en memoria de sus peregrinaciones por las costas. A intnédiaciotíes de San Juan tíélBio, y ptiíJcípííM^t'e en las rhinis'fl.fe /S^n Selmétían, hay iiuchós cóeéktos ¿eáíéjáütfefe^ A 16^ aütéríoreá; ' Sóáteriiendo ídolos de esmarydiía y ótrBs objetos curiosos. Estos monumentos, que acreditaií la civilización 'de nuestros antepasados y sutnínistran

V

$45

á la historia preciosos datos, debían estar bajo el cuidado de nuestras sociedades, científicas, y en especial de U de Geogri^fia, Estadista é Historia, la c^nal debería (Solicitar del GVibierno (Su- premo una ley que garantizase su oonservaciob, é impusiese pe- nas á los que tratasen de destruirlos, cóitíO haoei) algunos de los habitantes de las inmediaciones de Canoas, qu^ han removido el terreno para semblar maíz, destruyendo gran pslrte de las mag- nificas fortificaciones que he mencionado."

El Estado de Guanajaato no presenta vestigios algnnog de im- portancia, respecto de grandes ciudades. ÉncaáiitrAuse en los carros de San Gregorio, en hacienda de Tupataro, alganas gru- tas que parecen ensanchadas por las manos del hombre. En las llanuras del Bajío suelen encontrarse alganos tumuloíí, qne bajo una espesa capa de cenifejí presentan esqueletos con la cabeza cu- bierta con un cajete ó braseriHo de barro, teniendo al lado Sé- chas, cuchillos, armas, collares de huesos de aves y piedrecillas lisas de calcedonia. (1) Beaumont menciona algunos objetos de MiohoacHm, que no aparecen de gran importancia, y L^jarza in- ^ca algunas ydcutm 6 sepulcros, una pirámide y un crimino. (2) En la sierra cerca de Deremendo, se descubrieron el año 1712 inmensas grutas deliiempo de la gentilidad, con recientes ofren- das de los serranos de aquellas comarcas. (9) Dícese que en las montañas de Santa María Jiquilpau se presentan ln§ ruinas de una ciudad, entre cuyos escombros se hallan ópalos y ventuti- nas muy bien labrados. (4)

En el Informe que D. Manuel Gutiérrez rindió al intendente de Gnadalajara á 19 de Abril de 1805, habla de vestigio» encon- trados á cada pasó en los montes, con figuras de piedra ó barro que parecen ídolos), hachas de ptédra, dardos de pedernal, mór- tdrillos'-para moler el maíz y algunos utensilios. Aparecen eñTo- ñalá las ruinas de una ciudad. Menciónanse las ruinas de larQn)e- mada, y se^ refiere con relación al P. Florencia, en su historia ¿tel santuario de Zapópan, que los .indios del valle de Baíid^n^as de- cían que, en. tiempos antiguos había llegado por la nlat ui^ vaf^on

' '(1) BOL «lela Soc. «« Geo^., tiiím;&,-pág, 7.-

(2) Análisis estadístico, pág. 166.

(3) YiUAsefiOr 7 Sancbes^ TlMirtio Bmarioasó, «egunda paité, pag. 70.

(4) Bol. de Im Boó. dd OeDgT.> segunda ^^a. iom. IT, pág. 569;

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llamado Matías ó Mateo, que había predicado la religión cristia- . na: como oomprobaoion del hecho, se veían algunas cruces en la sierra de Ohaoala, y cerca de. este lugar una crua bien labrada, teniendo esculpidas en la peaña ci )rtas letras desconocidas con puntillos que parecían hebreas ó ciriacas. (1) -

No obstante esta pobreza relativa, el Estado de Jalisco ha su- ministrado uno de. los objetos más curiosos en materia da arqueo- logía. E>9 un disco delgado, de cobre, de 0,"^28 de diámetro. Sacado de junto á un arroyo y de debajo de una roca cerca de Zapotlan, el tiempo ha destruido toda la parte central y aun una fracción de la circunferencia. A lo que se puede juzgar por lo que queda, es una imagen del sol, según lo indican las cuatro figuras seme- jantes á una A peculiares de estas representaciones, los cuatro . hacAS qne indican los manojos de ray(>e luminosos, y los ocho pfuntos numerales que anotan las divisiones diurnas. Dentro de tres circunferencias concéntricas se observan plumas, follajes, adornos caprichosos y dibujos-que por estar trancos no pueden .ser interpretados. Lo verdaderamente curioso del objeto e», que según se distingue por el reverso, fué atacado por med'o de un cincel golpeado con un martillo, lo cual indica muy gran te ade- lanto en el artífice constructor. Este disco y la medalla encon- trada por el capitán Dupaiz en el Palenque, son las dos únicas muestras de este género encontradas en México. Pieza tan im- portante fué donada al Museo Nacional, por el Sr. D. Mariano Barcena, quien me permitió sacar un dibujo. (2) . No tenemos otros datos parajussgar de las ruinas; por ellos apa* recerque Lis pueblos Gonstructoi*es corresponden á la época del túmulo y de la inhumación. Situados en la montana, rodeados sin duda de tribus broncas y belicosas, apuraron la ciencia de la castramentación en hacer inespugnables sus ciudades. Las con- chas marinas pueden indicar un comercio con los pueblos de la costa; su cerámica y los denias objetos revelan un buen adelanto en la civilización. No se podrá pronunciarla última. palabra has- ta adquirir mayores pormenores.

Edhaudo una ojeada general sobre esta región, encontramos en ella las ruinas de varias ciudades populosas, capitales tal vez

^i; BoL de la Soo. do Oeogr. iegunda époen, tom. m, pág. 277*80L (3) Véue AnslMjM Mnseo Nacranal, ^enu Sánobes, tom. i, pág. 895.

847

de naciones de cierta importancia. Laa huellas de estas civiliza- ciones extinguidas comienzan báciael N., en el territorio de los E. U. Allá los terraplenes {mounds), son jmuy numerosos en la parte central, disminuyen hacia el Atlántico, y«son rarcs en la América inglesa y al O. de las mpntañas Hocallosas* Los anti- cuarios americapoB dividen aquellas obras en recintos defensi- TOs ó fortificaciones» setos sagrados destinados al culto ó á otros objetos análogos, túmulos, terrados para los sacrificios, terra- plenes-templos, y tertaplenes-animales, por que las construccio- nes llevan la figura del hombre, de aves, de cuadrúpedos, &c. Bvidentemente aquellas construcciones estuvieroup habitadas, y dicen que la población era crecida; pero los edificios debían ser de materiales poco solidos, supuesto no registrarse las rtiiinas de los palacios, ú otras que semejaran aquellas reliquias á las de una ciudad. Las más importantes bajo este aspecto son las rui- nas de Aztalan. (1)' Este nombre, que debe corregirse por AzÜan^ fué dado al lugar por su descubridor Mr. Hyer, fundado en que Humboldt asienta ser los a^steca^ oriundos del Norte y haber sa- lido del sitio llamado Asilan: como se advierte, es bien liviano fundamento.

Siguiendo la descripción del Sr. Lapham, es un cuadrilátero irregular, cerrado por tres lados con una pared de tierra, no de ladrillos como algunos dicen, formando el cuarto lado el rio Bock, el muro del N. mide 631 pies, él del O. 1.419, y el del S. 700, dan- do un perímetro de 2.750 pies, con una superficie de diez y siete y medio acres cuadrados. "La pared de tierra se ensancha á la parte exterior, casi á distancias regulares, por túmulos (mounds) del mismo material; se les dice estribos ó bastiones, no obstanjbe ser evidente que nunca pudieron servir para ninguno de estos- objetos. La distancia de uno á otro, varía de 61 á95 pies, siendo escasamente mayor la distancia, que por térnxino medio es de 82 pies. Tienen cerca de 40 pies de diámetro, y de dos á cinco de altura. En la pared del N., y en mucha parte de la occidental, tienen la misma altura del muro inmediato; en la austral, y en la porción S. de la pared occidental, Ison más altos que el muro, y á cierta distancia aparecen como un arco de túmulos." En la

'1) The antíqnites ViTisconsíii, as snrreyed and deacribed by L A. Lapham, ci- vil engineer, WaahingtoD, 1865. Pág. 41.

8á8

parte interior, se oontieBen restos de paredes con apéndices co- mo las principales, y dos pirámides de dos pisos semejantes á las obras de este género.

Nada existe allí para juzgar aquellu ruinas, con el. mismo ca- rácter arquitectónico que el de las ciudades del Sur; nada f aera de las pequeñas pirámides, que asemeje aquello á las obras del atte aztecíu Lc#8 terraplenes nos parecen una modificación que no comprendemos, del empleo de los túmulos, y mejor diríamos que era- una especie de necrópolis, y no las murallas de una ciu- dad fortificada. Ignoramos si el uso de los túmulos vino de N. á S., ó fué el movimiento en sentido contrario; de todas maneras, nos atrereríamos á afirmar^ que la civilización allá manifesta- da, fué más rudimental, no llegó á la altura las estaciones australes.

Las ciudades, propiamente dichas, comienzan con las Casas grandes de las orillas del Oila» háola los 83^ lat. Ellas dan el tipo característico de las ruinas, acusando pueblos sedentarios muy más adelantados en el camino del progreso; construían de una ma- nera más sólida y perfecta, fortificaban como verdaderos ingenie- ros militares, levantaban grandes obras con reconocidos objetos

sociales.

G. de Berghes, levantó el plaiio de la . Quemada, el año 1833, dando á las ruinas el nombre de C'oatlicamac. Desde que Clavi-

gero publicó su obra, explicó el viaje de los mexicanos, señalando

como lugares de tránsito, en la peregrinación, el rio Colorado

hacia los 35^ lat.. Casas grandes del Gila, Casas grandes de Chi^ -

huahua; atravesando la Tarahumara, llegaron á Haeieolhuacan, el actual Caliacan de Sinaloa; Cbicomoztoc, que identiñpa con

las ruinas de la Quemada; del país do los zacatecas por Ameca, . Cucula, y Sayuía en Jalisco, á las provincias marítimas de Coli- ma y de Zacatula, para salir á Malinalco y por fin, á Tula: (1) Como se ve, se ÍBibarcaban en el itinerario todas las ruinas de im- portancia entonces conocidas. La razón de ello era clara: teni- do-por inconcuso, como lo es en realidad, que los mexicanos eran prigmafio's del Norte; presentes aquellas ruinas en la men- te del esarítor, relacionó ambas ideas, y asento que aquellas ciu- dades eran obra de los mexi, quienes durante su azaroso viaje, las

alzaron ó dejaron colonos que las fabricasen; la explicación era

•' ' * '

(1) Olayigero, tom. I, pág. 1C5 y siga.

ingeniosa cuanto plausible, y satisfizo por completo á los estu- diosos.de loa presentes tiempos. No sabemos si la idea es origi. nal de Clavigero; la hallamos igualmente en el P. Alegrey en otros autores, y aun se encuentran; de ella rastros en las creencias po- pulares, aun bajo la forma más absurda. "Es un hecho singular, . dice S^uier, (1) que el nombre y la fama del último emperador azteca, son queridos por los indios actuales, desde las orillas del Gila, hasta las del lago de Nicaragua; los pecos del Nuevo Méxi- co, y los indios de Nicaragua, abrigan aun la creencia de que Montezuma retornará algún dia, y restablecerá su antiguo impe- rio." Bien mirado, era más defendible que los, toltecas fueran los constructores de k>s edificios.

De entonces acá, la ciencia arqueológica, recibió nuevo en- sanche, se han logrado diversos e importantes descubrimientos, y aquel sistema, pulverizado pot la evidencia, no puede ser aho- ra sostenido. Las construcciones, en efecto, presentan puntos de semejanza con las aztecas; más ofrecen tales desemejanzas, que se aventura macho, fallando acerca de su identidad. Bazoixes por otra parte perentorias, alejan e^ta conclusión. Las emi- graciones de la gran familia nahoa, toltecas, colhuas, tepaue- cas, mexicanos, dejaron bien trazado su camino sobre la costa occidental, desde Sonora y Sinaloa, ppr Jalisco, hasta Guerrero; sus colonias abarcaron todo aquel aspacio, viniendo á plantar BUS principales establecimientos en el Valle, y extendiendo su lenguaje á los Estadq^ de México, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Yeracruz, llevando sus armas victoriosas más al Sur. Si algún grueso de eqiigrantes de esta filiación, vino por la parte central del país ó la región N.E., ninguna señal permanente dejó de su paso. ConsuU&ndo las pinturas jeroglíficas, es decir, los docu- mentos históricos auténticos de aquellos pueblos, colocan los lu- gares del itinerario en sitios conocidft, y si algunos están perdi. dos, los siguientes marcan el derrotero, sin autorizar en manera alguna el camino, por el rumbo de las ciudades arruinadas. En toda la superficie recorrida, no se encuentran ruinas de impor- tancia, que les puedan ser atribuidas á los emigrantes nahoas; ni podía ser, porque no se alzan grandes obras en el poco tiem-> po, contado en cada mansión» ni se atina la razón de emprender--

(1) Nioaeagoa, tom. H, pág. 85*

850

las con el propósito firme de abandonarlas: labraron sus gran* des edificios, en los sitios elegidos para su final asiento. La his« toria admite á los tolteoas, como los más civilizados; los mexica* nos, aparecen en sus principios un tanto salvajes; progresaron después de establecidos en las islas de la laguna al contacto del eaber de sus vecinos. Aun cuando los mexicanos hubieran trai«- do el rumbo marcado por Clavigeru, carecían casi en lo absolu- to, de los medios de fabricar tan grandes monumentos como los de Casas grandes y la Quemada. Por último, correspondiendo aquellas colonias á los pueblos históricos, adelantados hasta po* seer una escritura, hubieran durado hasta padecer la conquista española como tepanecas, colhuas y mexicanos, ó hubieran deja- do memoria suya como los toltecas. Al N. de las fronteras del imperio de México, los conquistadores blancos sólo encontraron tribus broncas y bárbaras, con las cuales ninguna relación te- nían las ruinas: los colonos europeos hallaron aquellos edificios cual ahora existen, sin tradición, sin pueblo á quien poder atri- buirlos.

Consideradas bajo todos sus aspectos aquellas ciudades, corres- ponden a la época prehistórica. No atinaremos á decir cuántos años precisos cuenta cada una; pero por sus tipos peculiares se les puede atribuir una antigüedad relativa. Clasifícanlas los tú- mulos, los terraplenes, las columnas y las fortificaciones; par- tiendo de esta base, existió primero Casas Grandes; después la ciudad aerícola del Zape; en seguida el mismo Zape en su se- gunda época, conjuntamente con la Quemada; al uttinio las ciu- dades de Canoas y de Ranas en Querétaro; tal vez reminiscen- cia de la misma Quemada. Nos fijamos de preferencia en estos caracteres, y no en los suministrados por los materiales de cons- trucción, porque éstos los determina la naturaleza de la coinarca. en que se alzan las obras; así, en Chihuahua no abunda la pie- dra, y por eso los edificios fueron fabricados principalmente tierra; contribuyó la laja para las paredes de los templos y de los palacios de la Quemada, y ese material impidió que allí tíe re- gistren estatuas ni bajo relieves. Admitidas cuatro épocas dis- tintas*, viene la necesidfeíd de admitir cuatro pueblos diversos, 6 uno mismo con las costumbres profundamente modificadas por el tiempo; de todas maneras, son cuatro manifestaciones muy mar- cadas de la civilización del hombre prehistórico en Mágico. Ca-

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da una de ellas da testimonio de un señorío poderoso, constitui- do, adelantado en las ciencias y en las artes, diversos bajo to- dos aspectos de los pueblos broncos no domesticados, posee dores después del país. No queda la menor razón suya; no haberse conservado siquiera la tradición, autoriza á pensar que á seme- jantes épocas de adelantos siguieron sucesivamente invaciones de pueblos salvajes, que destruyeron á I03 moradores ó los empu- jaron hacia otras comarcas, sin que los vencedores supieran ó quisieran sacar provecho de sus conquistas. Sería aventurado afirmar ser estos los únicos testimonios de la mejora del hombre en México; para llegar á esta altura debe haber pasado por multi- tud de tanteos, perdidos en los muchos siglos trascurridos, des- de su aparecimiento en América hasta los tientos históricos.

Advertiremos de nuevo, que poBsdenar el sistema de Clavigero, no nace de desatinada pjresuncion; a ello nos precisa la evidencia de los hechos» no conformes con las opiniones de aquel sabio es- critor. Nuestra historia adelanta sustituyendo á supuestos gra- tuitos, los acontecimientos verdaderos sostenidos por los docu- mentos. Se notará que en ciertos puntos hemos cambiado de pa- recer respecto de lo que hemos asentado en otros lugares; así es indispetisablé cuando el estudio perfecciona el saber, y nada ex- traño encontraremos, ser combatido á nuestrq turno por persona entendida y mejor informada.

CAPITULO IV.

I

LOS MONUMENTOS.— (BEGION CENTRAL).

Pueblos anteriores á la ^poca históriea.—Cmlieaaon Uapoteca.^ToUan.-^Teotihua- can.— Pirámides. ^Túmulos, -^Ciudadela.—Eazas.—CoTíítideraciímes.— Pirámide de C7iolollan.—Túmitlos de XiqtUpUoo.^CJula,— Monte Altan,— Zaac/iila.'-Bqio relieve singular..— Pirámide de PapanÜa —Pirfímide de Xochiealco.—Fartijicacio^ nes anttgips en el Estado de Veracrm.—T€oeáUi de Cuauhtochto.—Chalchiamula. ^Otras fartiJu<ieiones.--TeoGaUi de Teopant^pec.—'Los teocalUde Tehuantepec.— tuinas tzapoteoaa de Mietlan.— Instrumento músico de una costilla fósil de elefan- te.—La pipa.— Tabaco.—Su etimologia,—La pipa es anterior en el v(üle á los tiempos históricos,— Obseroaeian y conclusiones.

DAMOS el nombre de región central, al país comprendido entie los 21^ lat. y parte de los actuales Estados de Chia- pas 7 de Tabacco. Fuera de éste,Jio.sometido toc^TÍa al imperio, el resto de aquella comarca había caído bajo el poderío de loa señores de México, formando una porción de su patrimonio; a llevar hasta allá sus armas, llevaron sus costumbres, sus dioses, BU culto sangriento y los caracteres principales de su civilización* Los castellanos, que la encontraron enseñoreada de todos los pue- blos, la llamaron civilización mexicana, imponiendo una denomi- nación hasta cierto punto inexacta, porque quienes la trajeron al valle fueron los toltecas; de ellos aprendieron los acolhua> y de

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estos los ínexi: éstos últimos la perfeceionaKon j la proplagaron, si se quiere, mas no faerou. los inventores.

A la llegada de los tolteca á Tullan, es decir, al comenzar .pro*> piaz&ente I03 tiempos historiaos, el país estaba habitado por tri- bus anteriores^ que siu duda no eran las primitivas. Se encon- traban ya viviendo en las montañas que ahora todavía habi- tan á los broncos ótomíes, de lengua partionhtr, oon sus her- manas los mazahua; . los totonacos hablando un. idioma afín del mexicano; los huaxtecos de la faniilia etnográfica maya; los ul- mecas y xicu%lancas francamante nahoas; los mixtéeos y los tzapo- tecos de lengua extraña. Los tzapoteca tenían civilización propia; comparada con la t^>Ueca, parecen dimanar de la misma proce- denqia^ siendo muy semejante por la escritura, por el sistema de calendario, por el adelanto en la arquitectura y por la cerámica; pero atentamente examinadas se advierte presentar grandes de- semejanzas, provenidas de ciertos rasgos característicos, que pu- dieran llamarse nacionales. Fundada la escritura geroglífica ba- jo idénticos principios, la tzapoteca ofrece diverso dibujo, los objetos asumen otr^s formas convencionales, los colores son más chillantes, la distribución de los sucesos sigue otra marcha: á poco estudio no, es posible confundir un manuscrito mixteco con otiro tolteca, acolhua ó mexicano. Dieron á sus edificios cierta fisonomía particular, modificaron los signos de la anotación cro- nológica, y por lo qué atante á sus obras de cerámica, les hicie- ron tan ú^nicas qu labores y composición, que á priinera vista son reconocibles sus ídolos, sus adornos y sus umak funerarias. Los tzapotecas deben haber modificado sus conocimientos al contacto de los pueblos históricos; pero siempre es cierto que su civiliza-* cion precedió en el valle á la de los toltecas.

Al' fundar óstos su sesorío, en el Valle y en lugares muy ám* tantes al Sur, existían ya populosas éiudades, siendo las principa.^ les Chplloilan, Teotihuacan, y ToUantzinco. El mismo ToUan llftbia;sido ya fundado por los otomíes bajo el nombrada Mamen" ii,, (1) eoft el signifi<^ad6 déipudíh de múchagente, j los tolteeaa ser apoderaron del lu^ar, lo embellecieron, y lo hiciere»! capital de su reino.

Teotihuacan es nombre de la lengua mexicana» aí^ificandOi

*•'*•■

(1) Betanoovxt, Teatro meaduaio, 4. p. t 2^ aiítt* 148. . j

S54 _

36gan Betancourt, (i) lugar donde se adoran los dioses; Yeyti* (2) tracluce liabitacion de los dioses; nos atreTemos á deoir que íh pa- labra está formada de teoti, dios, la ligatura ti^ kua partioola de- notativa de posesión, y del afijo o^íh^ lugar: lugar de los poseédorcB de dioses] lugar de los que adoran dioses. Be todas maneras la eti« mologia confirma el aserto de ser aquella ciudad un reverenciado sautuarioy condición que puede explicar su existencia antehistó- rica, 7 su conservación durante las vicisitudes subsecuentes.

Los monumentos principales allí existentes, se dividen en lag pirámides, los túmulos, y la fortaleza. Las primeras llaman paiv ticuiarmente la atención. Consultando los autores de más nota^ parecec convenir en que la fabrica de esos monumentos se debe á los toltecas; Torquemada (3) se separa de la opinión común, y la atribuye á los totonacos. Lo.s toltecas no ievautaron obras do esta clase, y sabemos estar ya construidas cuando llegaron á Ta- llan. Dos pensamientos constantes bMlIuraos en nuestros escrito- res de historia antigua; amoldar á f aerza de ingenio la cronología mexicana en la biblica; desechar toda tribu anterior á las nacio- nes históricfiís, atribuyendo, por consecuencia, todas las ruinas de origen dudoso á los toltecas. De aquí la mayor parte de esas con- clusiones aventuradas, con que se extravian y dqslucen las gran, des prendas de hombres tan distinguidos como Torquemada^ Veytia y Clavigero.

Sirviendo de punto de partida la pirámide de la luna, 3íestU Itzacual^ 800 metros al Sur, se levanta la pirámide del sol, Tona^ tíuh lizacualf y 1,150 metros á ik parte austral de éste, se ven laa ruinas denominadas Ciudadola: numerosos túmulos rodean la pti- merá pirámide, formando una calle ó avenida llamada Miooaft; camino de los muertos; arrancaen el frente boreal del Meztli^pasa por delante d^lTonatiuh, y termina cer<^dela pequefia corriente ?ras la cqal se ialza la Cindadela. (4).

£1 Me2^1i Itzacual es ima pirán^ide cuadi^angular, en la base 130 na de N. á S., y 42ib de alturd» Con u^ pequeño errói^ los W dos están orientados signiendo los verdaderos: meridiano y parÁ» lelo^ , Estavo/íormada de cuatro pisos, de los caíales se distinga€^

' \2y Yfist. asitíguk de México, Metíteo, 18S6, Tom. I, pág. 247.

(3) MonaTq. Indiana, lib. III, cap. XVm.

(4) Yuea des oordiUereB,.téA)»i, pág. lOCL - ^

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ahora tres, presentando el aspeeto general de 'una colína, jada por los derrnmbes producidos por la intemperie^ y los cao»' tas j magueyes crecidos alli desde moclio tiempo há. La fábrica- es en capas sobrepuestas- de piedra y Iodo, toba volcánica (lepO' icUt)^ mezclada con tierra, y de basalto escorioso (tezantli), reraelto igualmente con lodo: la cara exterior lleva un revocado de cal y arena fina, bruñido con esmero. Conviene lo acabado de leer al Tonat'iuh Itzacnal, pirámide igualmente cuadrangular, 232^' de N. á 8., 224m de K á O., y 62^ de altura. (1)

"El grupo de las pirámides de TeotibuMcan, dice Humboldt (2) está en el valle de México, ocho leguas al N. O. la capital, en una llanura nombrada Micoail ó camino de los muertos. Obsér* vanse allí dos grandes pirámides (3) dedicadas al sol {T(ynatiuh) y á la \yín9í(MeüU)y rodeadas de muchos centenares de pequeñas pirámides, foriñando calles dirigidas exactamente de N. á S. y de' E. á O. De los dos grandes teocaUt, mide el uno 55 y el otro 44 metros de elevación perpendicular; la base del primero tiene 208°^ de largo, de donde resulta que elTonatiuh Itzacaal, según las medidas practic^idas por el 8r. Oteiza en 1803, es más alto que el Micerino 6 la tercera de las tres grandes pirámides de Diyzeh en Egipto, y la longitud de la base casi igual á la de Ce-* phrén. Las pir^ímides menores que rodean las casas del sol y de la lana, cuentan sólo de 9 á 10 m de elevación, y según la tradi*^ cion indígena, sirvieron de sepulcro á los jefes de las tribus. Al- rededor de Cho^s y de Micerino en Egipto, se distinguen tam- bién ocho pequeñas pirámides colocadas simétricamente, paralelas á las faces de las mayores. Los dos teocaHi de Teotihuacan tenían cuatro pisos principales, subdivididos cada una en escalones cu- yas aristas son todavía visibles: el núcleo es de barro revuelto con piedreoillas, y está revestido de una capa de f§zontli 6 amig- daloideá porosa. Esta construcción recuerda una de las pirámi- des egipcias de Sakhara, de seis pisos, y segan la relación de

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(1) l>iílerbu ettea medidas de las BeftUadas por Hatnboldt en su Ensayo polítfb^^ tOBL'I; pi^. 167.' <2> Memoria de ios teab^jós ejeoatados por la oomisidn Ciqatifloa de !^chiic8J

J«8ikfí*aéft5: R<g/3«. . ' ' : . ;.

[3] Esclaircissemeus de 11 Langlés aa Voyage de Norden, tom. III, pág. 827,

336

Poeocke (1) es un montón de cantos y de argamasa, revestido ez^ teriormente de piedras brotas. En U cnmbre de ios grandes ieo^ ai2K> mexicanos había dos estatuas cólosaleb del sol y de la Inna^ de piedra y con Mminas de oro, quitadas por los soldados de Oor- tés. Cuando el obispo Zumárraci^a, religioso franciscano, empren- dió dostruir lo relativo al culfco, á la historia y á las anbigñedades de los pueblos indígenas de America, hizo romper los ídolos de la'llanura de Micoátl. Se descubren aún lo3 restos de la escale- ra construida de grandes piedras talladas, que antiguamente conducía á la plataforma del teocaUi.^*

Es dudoso si las pirámides de Teotihuacan contienen alguna construcción central, pues aunque emprendidas en diversos tiem- pos algunas horadaciones, ninguna logró atravesar los mouumen- tas de manera conveniente: hace pensar -prir ia afirmativa el pozo vertical del Meztli Itzacual, cuadrado, de V^G por lado, revei3tidis^ las paredes de toba volcánica. Si de sepulcro no sirvieron, está pro* bado que fueron templos, consagrados en lo antiguo á divinida- des desconocidas, derribadas de sus altares por el sol y la luua, ya en los tiempos en que los toltecas establecieron su monarquía en Tollan. Consta de aquella época que los pueblos estaban muy adelantados en la astronomía, y como lugares eminentes, los tem* píos servían de observatorios astronómicos. En el Códice Men* docino se consigna ser nna de las ocupaciones de los sacerdotes observar los astros, ya para informarse de los fenómenos celes- tes, ya par i señalar las horas del culto. Servían también de for- talezas en los tiempos modernos, y Cortés relata la heroica de- fensa hecha por los mexicanos de su gran teocalli.

Así como en el N. son comunes los túmulos, se hallan también pirámides si bien de forma diversa de las mexicanas. Tales son *Oaíi construcciones de Nowark, el túmulo cerca de Florencia en Alabama, de 45 pies de altura, 440 de circunferencia en la base y 150 en la cara superior; el montículo todavía mayor sobre el rió Eotowan, también en Alabama, con circunferencia de 1,200 pies en la base, 140 en la cima, y más de 75 de altura; las obras de la embocadura del rio Scioto con más de 20 millas de longitud; el gran montículo de Selserstown (Mississippi) ocupando seis acres de tierra; la pirámide truncada de Cahókia de que yft hablamos*

(1) Toyage de Pooooke, edie. de Keucháta, 1752« Tom. I, ptfg- 147

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Todos eatos farabajpcr. 7 otros ji^ichos qne pudieran pier cUadoí^ Indican una población numerosa á la vez que sedentaria, pobla- ción á la cual no hubiera dado la caza loa el^meptoe necesarios, teniendo que sacar la mayor parte de sus recursos de la agricul- inr^, pjies se U^ calculado en un ^paía cubierto 4^ bosques^ que un cazador menester .oO»000 acres á su disposición para proveer á sus necesidades." No existien, dicen los Sres. Squier 7 Daíría, ni existía §1 siglo XVI una sola tribu india entre el Atlántico 7 el Pacifico, fuera de las naciones semiciyilizadas del Sur, que tu- vieran los medios de subíiiste^cia necesarios para aplicarse á obras de trabajo improductivo, 7 ni una sola que hubiera llegado iLtalesIf^do social, en. que se pudiera obligar al pueblo & em- prenderlas." (1) .... .

Los montones de tierra np parepen corresponder .todos á la misma época, ni estar aplicados & los mismos destinos. En los tumulps propiamente dichos hallan á veoes cajas de piedra labrada enperrando un cráneo: cuentas y adornos curiosos de berilo, serpentina, heliotropo 7 pbsidiana; pplyo de oro, anillos priniorosos 7 J07HS del mismo metal, va&ios 7 diversos objetos valiosos,, Otrp contenido es el de los túmulos del Camino de los muertos, pues son yerdaderos edifioios», cubiertos no se sabe cuándo, tal vez para preservarlos del tiempo ó de la profanaciou. Según relata el Sr. Alxnaraz, gefe de la Comisión de Pachuca, viíS en uno de ellos, "cuatro paredes cortándose «en ángulos rectos 7 iormando un cuadrado; están inclinada^, 7 dentro se encuentran unos escalone^ que le son paralelos; en la parte superior de és- tos nacen otras ciiatro p;irede9»igfi.almente inclinadas, contenien- . do un peqi^eno cuarto; creí que era un túmufo, aunque dudo jflioerca de su yerda<)ero objeto." El destino de estas construccio- nes no está averiguado, s} bie;i se advierte, desde (^ue fueron re- jconocidi^i^ por la Comisión fr^ancess^ que son obras superpues- tas correspondientes á.tres épopas.di^KersfS, dando testimonio de rina reimota antigiiedad, durante la cual se sucedieron diíerex^teb xazas con distintas pirilizaeipnes- , .

El moi^umeAtp conpcidp con el nombre de Cindadela, es de una x»)nstruc^ipn p/gqticulan, Cuai|rp m^rosf qué se cortan en áni^uIÓB xectos» -cierra^ por decirlo así, unouadrado casi perfecto. El es*

n, LabboclL'pág. 1'3 >.

AnaQ

uoo

pesor deles muros es de 80" y fat altura media de 10", con exeep- dqn del occideBtal que tiene 6"; los caras son como en la' i^inehe- fa de la pirámide anterior, con talad, dejando en la parte sope* rior nn plano horizontal. Sobre la ^muralla hay U tlaUeles coló* cados simétrieatnente, conforme se Te ^n el plano; 4 en él «lado Bar, 4 en el del N., 3 en el del K y. 3 en el del O. En el centra del monamento se encuentra ana peqneña pirámide de base caa- drangülar, dominando todo el edificio como lo haría actualmente en nuestras fortiñcaciones el caba]lero>alto:atinqae deteriorada, parece tuyo un piso ó escalón, conservando aún los Testigibs de la rampa que conducía á la parte superior, por el lado oriental. Tiene adherido en la cara occidental un tlaltel/ y se encuentra otro algo más distante hacia el mismo rumbo." (1) . '

Humboldt no menciona la Giüdadela. Sin duda algalia, este e^ un nombre vulgar impropio para designar el objeta Maroa ele 80** de ancho y 10" de altura constituyen una aberración él arfe militar de aquellos días, y f aera preciso suponer que el Terdadero parapeto no existe, y se alzaba* sobre la cara exterior de semejantes macizos. Supongo no haber sido examinado el mo-^ númentó con la merecida atencioh; acasGr* esos sólidos de tierra contengan encerrados edificios como los del caiñino de los muer* ios: en todo casó no lo creemos una fortificación. '

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El tipo principal de Teotihuacan son los túniulos asociados á las grandes pir4mides. Ambas coicas refieren á una ¿poca pre* histórica remota. La primiera manifestación en nuestro país se encuentra en Casafa' grandes; allí estáki juntos él túmulo y la pe- queña pirámide,, montones de tierra alzados plira distinguir los dos pensamientos predominantes' en aquellk sociedad, el altar y el sepulcro, la divinidad adoi^da, el ^y 6 el jefe respetado. "Se aómpfende queásí debió Béi al principió, porque altar y sepulcro ¿e cor tatí dimehsioties no exigían el dotíctrrso de gran úútneto de personas, y acusan la'^ivilíSQEkCion iií ci^^iénté. /^

Predominó' indisputabléiiiente la ide«refigio«^,ysiendo éjem-

ÍIo e\ pequeño altar, plegó á tomar desíñedidás proporciones en k.gráu pirámide, ya ^ai'á satisfacer él orgullo de'iih tuoülirdi, & contentar el gusto Üq píieblo ptDderpso. Está'ttttsfortnslcioh supone una nación grande, rica, agrícola; ñdoy adelantada en ci^

(1) Men. de PMhtioft, pág. 868.

TÍlizacioD^ constituida, mandada más 6 menos despótieamento^ Mn lina multitud resignada, trabajando en proyecho de sus amos, lo cnal nos induce & creer q^e ayquellos hombres estaban dividi- doe en castaa £>1 túmulo se extendió á todas p^i^tes; la pirámide 06* halla en pocos lugares, porque sólo corresponde á ciejpto gra- do de dÍYÍIizacion«

Llanyi la a^^cion que en las c^jas cinerarias apalre^Q^ splo el eráneo; le acompañan objetos precipsQp para declarar el perte- necer á personas prominentes. El beoho pudiera explicar por qué en aquellas ruinas se encuentran <;on profusión unas cabeoi- tas de barroi terminadas en un apéndice, destinadas á ser embur üdas sobre algún objeto; acaso el cuerpo de los difuntos s^ entria* gaba á las llamas, conservando únicamente la cabeza como parte principal d^l IlqjíA)^, y én ^as fosaasQ ponían las cabecitas para conmemorar la raza de cada quien. En. efecto, examinadas, verá- se que no están formadas ad libitum; á poco que se les pompare 80 da con ejemplares id^énticos, demostrandoque los artífices co- piaban de personas existenites. y. determinabas. Buscando en ya- rías eolecciones^en primer logar encontramos ciertos tipos primi- tiyos, acusados.por la cli^e del ^arro, por el dibujo y la ejhcucioiv Sin asignarle, órr^on oréi^ico, que solo p^ede. darle el terr&uo d9 donde se sacan^ sigqe.un tipo distingiiible pqr las dos protube- rancia? da la frente, y la |alta de pelo,, como si aquellos- indivi- duos acostumbraran rapa^rse- Con< la cabeza también U^, aun- que, con la frente anjcba^ ofrecen otrps una fo.rma redonda y bi^n proporcflonada» . Ticnefi estos ^guvii^es ¿lecciones semejante», la nariz abultada j* cbats>«lo8 labjo^ salient^Si los ojqs medio cerra- dos copio si se r^^r^B- personas, muertas; por eso* forma con- traste un tipo remedo de un individuo vivo expresando alegría: guéd;uile euja boca: y siqbrQ un 9J0 restps del cplorgrojo. ^on que astaba pintadq, Taialúen. rapados .i^parecei^^^gtinos;' pero llevan tres adornos al. medio y á.lps lados de la fraiite. IJuos llevan el pelo en una e8pjecíe,d<^ bandas, ^n f6«pa.pij;amidal, recogido en lar parte superior por ua larzo Qplg^nte á la izquierda; del mismo género sop aquellos. ^.qmd la n^pda. apsü^^co más exagerada. 0^- sérvase á yeces dispuesto el pelo en figura de tejado, con un ador- no sobrepuesto alrededor; tiene de muy singular el adorno so- t>fe los ojos, que si de fiempos^ modernos foera^ lo compararia- mos á grandes gafaa, 7 no pu^de ser odtrar ooaa que distintivo de

dignidad 6 de raza. El mismo distiutiVo ú& observa^ si bien el ejempIaV parece haber formado pftfrtede nna pipa, pues el ta%ó que tierii adherido no i^iiede ser confundido con et del pito o silbato.' Tipo egipfeió parece el' de unos con .la bandft,' sobré frente y las dos especies alas laterales; están bien niarcadas las orejas redondas, comunes á varias de éstas fippirits. Diátlíigue á no pocos la especie de turbante que lesCifie la' cabeza, y los lienzos que bajando por la mejilla cierrah debajo de la barba!, remedatído e! tocado del pueblo judío en ciéttá 'éjpóca,' ó el de algunas de las naciones asiáticas: casttalidád será ésta, pero coad- yuva il los indicios que hemos idd encontrando. Diverso " tipo ofre^ce cortado el pelo entre las sienes, en una moda muy cono- cida en los tiempos históricos, iisada t<^davfá por algunas razas. Varios adornos recuerdan él tipo egipcio, si bien fee hace precisó observar, que son fragmentos de diostsis. A" ^'oco' reflexionad hará patente, que los modelos exanliñados pertenecían unos á tipos conocidos, iníSntras los otros son complétAiufente extraños, Sd apartan totalmente de !<> registrado en los tiempos históricos. Poco importa hayamos dicho que son semejantes á lós'judios, á los asiáticos, ó á los egipcios; no áérán ellos bn verdad; perosiiem- pre queda plenamente demostrado, qué fhér'a ¿el período de las crónicas relatadas por las pinturas geroglífícas^ hubb pueblos cbii trages desconocidos, razas diversas de' las de los tiempos nboder* nos, civilizaciones manifestadas por obras no puestas en ^rádtU ca de tólteca, acólhua ó mexicanos. Teotihuacan es ntá ciudad singular; fundada en uii tiempo remoto, fuá teatro de tina civilt zacion muy adelantada; presto ablfigo á diféfénítes pueblos, pai4i los cuales fu¿ siempre un santtilltrio; N^iÓla^'étfngraciónesYeniditi del Norte, y se , rHóflificó bajo su influjo; subsistió dttrknte el pe- ríodo liislofico pasando poí diversas Vicisitudes, ^ queila íc&á en pié, perdida ¿ir i^rlmlliv|> hñportaucia, pflffá dat testinionio ¿té los siglos, qi;e. coUTo* tiü soplo 'jasaron* Sobre sus' venerable's y derruidos inOnuinéntóíBi; 'El tietbpd y Ibá hombres arralando los edíficip's, nb "han Jlodido toAavíá ¿o'ntals ptriíiiiáes;éláttar de/Hib 'divinidades sefá el^ujtimo qúó péVéÍc¿ én" lk'rtílnu*j(^enerat '(I).. '

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escrito aócrca.de las Firámides do Teotihuacan^ quién quiera ten^r ^ la Viflia. él catá- logo, conAtde^lí BáUroft; the^lTatíyé Báee«; i^itf/V/iN^; m, nota ír.

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Toca meuQitinar ahora la pirámide coQgénertade Chalollan, Ea^'» iado: de Puebla. "El teoaáli de Gholala» dios Haiaboldi, (1) oonar ia de^^íQQaibró'pifkDS de igual. alinra; pareee ^ue estuvo perfecta*" mente -orieotado i los caatoo ; puntos cardinales, .aunque <soibo las ariataa de los, pisos no están Visiblea, es difiéil reconocer la dirección primitiTa. fS^te. monumento piramidal mide una base mayor que la de todos los edificios del mismo género eneontrii^ dos en el antigua mundo: lo.medieoil ciiidí>do, asegurándome quA su altura perpendicular es de 51 metix>s» j la longitud de. los la* dos de la base 439 metros, Torquemad^vlé da 77^ BetancourtfiS, Glavigero £il; Béri^al Díaz, soldado de la expedición de Cortés, se entretuvo en oobtar los escalrxnea da las eacaleras jle loa teoca^ Ui, j encontró 114 en- el gran templo de Tenochtitlan» 117 en el de Tezonco, j 120 en el de Oholula. La base de ésta es dos ver ees mayor -que la de Oheops, y su aliura.escede muy poco ¿ de Micerino. Comparando laadimensioues.de la easadel sol Teotihuacan^ con las de la pirámide de Cholula» se advierte que el pueblo jBonsiructor de estos* notables monumento» tuvo úiteu«> cion de darles la misma altura, con las basasen relación de 1 á9L £n cuanto 4 la proporcion^ntre la bie^se y la altura, es diversa en los moDunientos^ En las tres grandes pirámides de Pjyzeh las alturas son á las bases oomo>. 1 á 1 7; la pirámide de Papiiñtia.de 1 á 1, 4; en la gran pSrámida de Teotihuacan como 1 á 3, 7; la de Cholula eomo 1 á 7, 8. Este último monumento está eonstrui*- do de adobes ixúmWi)^ akarnado» coa4;apa8 de barro. Me asegu* varón los indios cholultecos estar 'hueco el interior de> la pinámU de, y qué, cuando Cortés, estuvo la ciudad, sus antepasados ocultaron alli ^graik ünmero^ de ! guerreros para eaer improviso sobre I6s españoles; lqs> ihateriales de que está eonbtr nido el kó^ caüifjei sifeneío de ll>a histmdikloareB oontemporánebaí,' (3) bo^ ce¡n muy'.poed probable semé- jan te iasért^.*^ * i^

'•Siil embargo, no puedie. pónér&é en duda (inehab&i en el^iar- ierior de la piráibicb^asL ¡cómo en otros ¿aoca&Voavidadea'Conbi- derables para servir de sepulcroa á los ijadfgenas; una cirdüos- ihncia particular «lo puaío en olarcu fiiete* ú ociho años que fué cambiado el camino deíPobblá á Métiod, ^ué antes pasaba al 17^

(1) Tnes des cordillárefl, iom. 1, pág. lO-l.

(2) Cartas da Hernán CJQrtés» pág. SS ea Lorensana.

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de la pirámide: para alinear la vía se cortó el primer piso, de ma- nera'qae cosa de un octavo quedó aislado semejante á nn mon- ton de adobeá Ejeontando la obra se encontró en<|l interior nna oasa cuadrada, constraida de piedras, sostenida por vigas de ci** pros cHpresstis dvdicha: contenía dos cadáveres, ídolos en basalto* Y gran número de vasos barnizados y pintados artísticamente. Ko se dieron la pena de conservar los objetos; pero se asegura ha* ber visto con cuidado, qne la eaSa enbierta de adobes y de capas de barro, no tenía ninguna- sidida. . ; . Becooocimcslos restos de Ift casa subterránea, observando nua disposición particular en los adobes, que tendía á disminuir la presión sufrida por el techo: eomo los indígenas no sabían* construir bóvedas, colocaban hori- eontalmente f^randes' adobes de mbdo qne Ins superiores adelan* taban sobre los inferiores, resultando un ensáfidblado por gra- das, supliendo en cierta manera el arco gf^ticb, del cual se han hallado vestigios' en muchos edificios egipcios. Interesante sería oavar nna galería á través del teooalli de Oholula, para examinar la oonstrucoion interior; y admira no lo haya intentado el deseo de encontrar tesoros ocnltoe. '

Exiite aun 'Ctltre los indibs'cholultecos, diceHntnboldt en otro lugar, (I)' otra tradición muynotnble, éonformeá la cnai, la gran pirámide ño estuvo destinada ^riihitivamente al culto de Qne- t2alcoátl. A mi vuelta á Earopst, examinando en Boma los HS3' mexicanos de la Biblioteca del Yatieimo, que la misma tradi- €ácm se eiicnentra consignadav en el MS. de Pedro de los Bios, religioso Üomínicoi.qne en 1566, copió cuantas pinturas pudo ha- ber á las manos. '^Antes de la gran inúndadoÁ - (apackikftüiztiijf ^que ttiLvó Itigar ouiatro mil anos después de la\¿rQacibn del mnn* '^do, el páds.de Anáhnac estaba habitado*' pbr jigántes (2Vocnífl¿- **iaseque\ quienea no perecieron, quedaron traeformados en peces» **á exoepcioii de siete refugiados enj las eaveriías* Escurridas las 'agitas, ebjigante Xelhulk, apellidado el arquitecto, fuó á Gholo- 'Oían y eh ioieiDoria de la montaña* TlaloSi qute había servido de ''asilo á sus seis hermanos, constmyó^qna oclnmn» artificial en for» 'tea de pirámide: hiso fidnriear loa jtdobes en íla plrovineia de 'TUtlmáoalcD, al pió de la BieMrá de Oobotl; y p&ra tHtsportarlos

OholoUan, colocó una fila de hombres que se los pasaban de

* »

{1) Ibid. pág. m.

*^

'teano en mana Yiaron Iob dioses eon encga un edificio que debía ''alcanzar las nubes, é irritados contra la audacia de Xelhua, lahr ''saron fuego sobfie la. pirámide, peredberoa mncbos obreros^ no ''se prosigilio.la obra» y después faá consagrada á QastzalooatL"

"Esta histoiia, reeuerda las antiguas tradioi&Bes orientales» eonsignadasr por los hebreos en loe libros santos. <Eax tiempo de Oortés, los oholul tecos conservaban una piedra, que enyuelta en un globo de fn^^o, kabía caido.de las nubes en la oima de la -pi- rámide: éste aeroUto tenia la forma de sapo. Pava proban el P- Bios la alta antigüedad de la fábula de Xelbuat, observa estar contenida en un éantar entoDado por los Oholultecas en sus fias- tasy danzando alrededor del teocaUi, j que comenzaba por las pa- labras: Tálamo» Judulaez^ que no sqn de ninguna .de las lenguas actuales de M&LÍoo« En todas las partea del globo, en las Cor- dilleras, eoiáo en la isla de Sámobracia en ei, mar Egeo, se con*- sewan en los ritos religiosos, fragmentos de las lengaas primi*- tívas."

Según el Itf S. del corregidor Gtabriel de Bojas» . (1581), (1) la ciudad se llamaba Tullan C&olollan Tlaobiuhaltapec, signifiean* do esta última palabra; ''cerro hecho. á mano." Por lo iocante á qnísnes son los constructores de la pirámide, tarían los parece^ zes. Acabamos de Ter el del P. Bios, atribuyéndola á los jigan- tes, en imitación de la torre de Babel. Boturini, (2) asegura ser obra de los tulteoas, 7 que se llamaba antiguamente, segnn una pintura en su .poder, ^^^TkiUcati ChaJchihuaÜ onazia JEcaipetl^ que significa: Monumeanto^ ó piedra Preciosa deia NcMon' Ihtlteoa^ qm anda can sa serviz. buscando á la región AyreJ' Yejtia (8) la pone á caenta de los ulmecas, quienes, confoorme á su cronolo- gía, fundaron la eiudad.de OholoUany el< año* 8^979 ded . mxuidq, 19l7'de la Era Cristiana. Estálvacilacito dejunestra^ nosaberáe á dencift cierta, el' origen déla pir^imide, si biefa inethitÍYameoite ae«le supone muy ániigub». anterior áio$ tiempos historióos. A naestro entebder, el.pníeblo consiructor del monumento, poseía la misma oíiríilisacioa que la de los artífices de Teotihuacan^>i;al ^asfaerpn ambos 49CMiiasmp6ráDeÓ3: tombiah Ckolollan fué iin

Cl) Dica üñiV, ári. Ck^lolii. MB, en poder del 8r. JK Joaquín 'Qfttéía Ic«BSbah»ta. (2) IdM de «Qá ttMevá UsMiá géñetál IfMrfd, 1746. Bág. ItS^ m Hkt áalág. d0M4ís^oo/t6Í& I, IH^- 1<^.

sahtiíaTio ¥en6rado, aQi igualmente prédoxninaba la idea reli- giosa.

JBn su estado 'actual, la pirámide: presei^ta. el aspecto de una colina cabieirta de yerbas y de arbustos.' Destinada siempre al caito» fué temiplo de divinidades desconocidas en la época re* xnota^ en la liist^iea antigua tné t'^ocalli de Qnetzalcoatl; los mi* sioneros cristianos pusieron allí una cruz, derribada dos veces por el rayo; ahora sostiene una capilla consagrada á Nuestra Se* ñora de los Remedios. Olridábamos decir, que bácia^ el O.» freft* te á los cerros de Tecaxete, y Zapoteca, existen dos obras pris^ máticaí deiiominadas Aloozac ó Ixienenetly y Cerro de la Cru^ de 16^1^ de altara.

Los túmulos, en la región que vamos examinando, presentan dos marcadas diferencias. Los unos,- idénticos ¿ los de Casas Grandes, son de pequeñas proporciones, sirviendo de sepulcro á un solo cadáver. Los otros, de tipo, arqui^ectónibo notable, son mucho mayores, contienen una verdadera cámara sepulcral des- tinada á una familia, tal vez á nna dinastía; criptas que debieron servir para su objeto, durante varias generacnones.

Ejemplo de loe primeros, son ios túmulos de Xiquipileó, Es- tado de Méxica En Mayo 1873, fueron enriados á la Sociedad de Geografía y Estádistic», los objetos hallados en uno de ellos- Conservado del esqueleto sólo él cráneo, preseáta el aspecto . fó- sil, la frente es estrecha, la parte posterior.abultada, teniendo 1a forma redondeada de la raza braquicéfiila/ que en Eiiropa presen..^ ta tanta analogía, con la de la época del reno. Junto á losdespb- jos,.yaeían las mandíbulas fósiles de un carnicero, techiehi 6 cfígtsü^ y una vasija labrada en arenisca blanda, de la foi-ma más tosca j .primitíva. TbdK^ ello indica muy alta antigüedad.

Treá coartos der legua al K. de Cbila, (Mixieea/ Estado de Pás- bla), en el '«ferro de la Tortuga, hay una construcción piramidal de 20 varas de-altura,;(|e piedras labradas unidas con lodo^ y^re* vasti^a^e u«a capa de argamasa de cal, «I pió y en ei-^bgulO'NK* ^'pepmaneoe'un ^sepulcro subterráneo en forma de cruz^ revostír- «'do iiiteriórmente de piedi-zis labradas» unidas oon cal, y enlncr- ''das con mezcla blanca. La entrada está á la superficie del te- *'rreno, se baja en ól por seis escalones de vara y media de p]a- "no, que daúentradaá.runa plazuela cuadrUonga de unas dos ''varas de longitud, y vara y media de latitud, y de aitura fotr;as

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^dos vara»; diobaplazaela tiene en sns tres earás otros tantos ca- ^one^de vara y media de pibfundidad horizontal, y nna vara en ''¿nadro de cavidad. Ann se registran nnas osamentas linmanas. ''El cielo qne cobre esos sepulcros «añones es d^ nua mezida ^*mnj sólida de eal batida, del grne«o. algo menos de una cuarta. *^ÍM altura total de su profundidad sobre el nivel del terreno He* ''ga hasta tres varas y tres onartiú»." (1)

Este ejemplo de la seguyda clase difiere esencialmente del pri« mero. La eonstraecion en de piedras talladas, unidas con un mortero de ca); el monumento entero está resguardado con la misma argamasa; la cámara sepulcral no consta de piedras bru- tas, y se descubre el intento de formar los cielos á manera de bóveda: ya.es la obra pulida de ud arquitecto. Se diría al verlos que son los túmulos daneses, (2) aunque sin temor de errar, se

paede asegurar que, estos americanos revelan mayores gasto y adelanto.

Para nuestro objeto es inútil dar la descripciou completa de oada monumento, y basta con enunciar los caracteres principa- les; si el lector desea los pormenores, puede ocurrir á los libros especiales. Dos leguas al O. de Oaxaca^ sobre unas aUuras, se encuentran las fortificaciones de Monte Alvan; obra de los izo,- potecos.para defenderse de los mexicanoj»: encierran ciertos mo- numentos de feeha anterior. Por ejemplo, la. losa conmemorati- va allí existent % (3) grabada en bajo relieve, al parecer con sig- nos gráficos, es de un género de escritura completamente espe- cial, no tiene seme}anza con las figuras geroglíficas de las nacio- nes históricas; la forma, el dibujo, la distribución son absoluta- mente nuevos para nosotros, y. sólo le. encontramos referencia con las esculturas del Xochicalco. Allí mismo, sobre el punto más dominante^ se alza un túmulo de figura cónica, y 20 varas de altura; está atravesada por una galería recta de S. A N., de 26 varas de largo, 2 de ancho, y 2 y media do. elevación^ cerrado el eielo por una bóveda elíptica. A la izquierda.de la entrada, so- bre losas de una piedra dura pulida, hay esculpidas cinco figú-

(1) Amiquitíes Mezíeame& P*ri% 1834. Begittida «zpedidoa daL ofipituí Daptiz, lám. XVín, niÜD. 58 y 64.

(2) liabbodc, pág. S6.

(ft) Seguida «xpedickni da Dupaix, Um. XXI, niím. 54.

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ras humanas. De las cuatro primeras, tres están éiy pié, y la otHi sentada; compL^tamente desnudas, llevan en la cabeza uniiooaálo semejante al egipcio, que podrá ser distintivo de dignidad ó da raza, obesos j de fisonomía particular, no son nipueden ser me- xicanos como asegura Mr. Lenoir, siendo absolutamente falsa en teoría, suponiendo fueran allí enterrados los rejes de México* El quinto personaje está sentado; cábrele la cabeza una especie de casquete, del cual pende un cordón ,& la parte posterior, y se distingue sobre el rostro una especie de máscara: á la izquierda y encima de la figura, se ve un grupo geroglifico, que podrá ser un nombre ó una fecha. Bepetimos qne estos signos nos son com- pletamente extraños, y la preocupación no nos extravía, deben ser tomados como muestras de una escritura antiquísima, ante-* rior á las tros de que dan testimonio los monumentos de nuestro país. (1) . ^

Cerca de allí hay otro túmulo, atravesado por una galería en dirección ^. S. revestida de piedras artísticamente labradas, ce- rrada por losas en ángulo ó caballete á la manera de las bóve- das del Palenque. (2) ''Otra construi^cion se halla, y es la prin- "cipal en volumen, complicación, orden y proporción geometri- ^'ca. Consiste en una mole, túmulo ó cerro, fabricado artificial* "mente de piedra, arena, tierra y caL El plano exterior, ó la cir* ^'cunferencia, denota la base de un cono, y el de su interior ern- "cífero, ocupa en la mayor parte esta fábrica central,- lo interior ó el sólido total que debemos suponer vacío. En el centro se halla una vivienda, habitación, morada» ó capacidad de plano "cuadrilátero; de cada lado nace un brazo ó galeiiaque se dirige '*á los cuatro vientos cardinales. Esta habitación sepulcral, que "por tal la contemplo, está terminada ó coronada por un cielo "semiesférico ó cónico. La interior está revestido de piedras es- "cuadradas. «.Su altura vertical, desde el centro del plano hasta Is "cúspide del cdnOi diez varas, la plazuela seis varas en cuadra "cada Itiraza tiene de largo diez varaa, su altura dos varas y má** "dia, de aiicho vara y media. Los cielos son semicirculares y %n ''todo vestido de piedras escuadradas." (3) Estas obras, y otras pocas qne ajamos de mencionar, si* no. nos engañamos, dan tes-

(1) Seg. Exped. de Dupaix, lám. XXU á XXIY, niím. 56 a 71,

(2) ídem. lám. XXV, ntím. 72.

(8) Loco. dt. lam. XXVIIl, úiíin. 77.

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tímonio de un pneblo diverso del tzapoteco y del mixteeo, mnj ad<=^lautado en ciyilizAcion, con nocipnes a^trondmioas, y una es* eritnra primf^a, ahora desoonoeidA.

Cerca de Zaachil% antigua capital de los reyes iBapoteoos, hay mnliltad de taamloa oouicos, conteniendo osamentas humanas^ ídolos^ restos de oevámiea, y cosa muy digna de notar, ladrillos cocidos de garandes dimensiones: en la falda de uno de los moun^ mentos, sobre un peiíasoO) está grabada en hueco la planta de ua pié enorme. En nuestro concepto, el principal descubrimiento alli.Terifíoado consiste en una lámina conmemorativa, de piedra pesada y dura, tres cuartas de largo, una tercia ancho y tres pulgadas de grueso. Ocupa el centro una especie de altar, com- puesto de una barra sosteniendo una figura en líneas rectas, for* mando dibujos que recaerían las ventanas en forma de cruz del Palenque; encima hay un símbolo remedando el oe acaü de las anotaciones cronológicas de los mexicanos, y padece confirmarlo el circulo de arriba, que debe ser el numeral uno. A ambos lados del altar se hallau dos personajes; los cuatro tienen vuelto- el rostro al punto central, esb;tn desnudos, y sentados con las pier- nas cruzadas á la manera oriental; el tocado es diverso al usado por las'*nacioues de Anáhuae, notándose que la primera figura á la izquierda presenta una especie de turbante rematando en los hojas de una planta, diversa sí, pero tal vez en relación con la representada en el altar: la barba y el bigote del personaje acu- san |ina .costumbre totalmente diversa á la de las naciones ame- ricanas. El ave posada sobre la cabeza de la segunda figura, se. me ja más i ana paloma quezal cohbii reverenciado por los^me^ xi. £1 segnndo individuo á la derecha paipeée- empuñar una^espi*^ ga, que pudiera se?: la masoTca del maíz, ó bieii> el minhuaÜ te^ minal de' la planta; (1) Abstirdo sería lanzarse á los «spacios imar ginarioSipara desoifrarv ki Iápid«; creeinos,!BÍn embargo, que en lo absoluto es iáscripéion taapoteoa^ó mejicana; es de una civiliza* eion totalmente diversa, coa semejanzas' ala délos pueblos orien- tales. . ■'■•.. í '*' •■ » ^ ' . - í

£n la parroquia dd^l mÍHm»>!Zaaebila exísteotre^ fosas con ba- jos relieves; la mayor, simplemente ornamental, ofrece entre sus dibujos la especie de adormidera con qucrloa^piudbÑlos Qrién-

(0 Se^rmáa ezpcd. lánuA niíxxL 98.

ji

3fl8

te. representan el loto sagrado: bu las otras dos descabrimoa el género de escritura de M.oQtp Al van. (1)

De los objetos hallados en a<)>iielloa túmulos^ los unosson iza- potemos, los otros esencialmente diyersos. Llaman la atención estas palabras de Dopaíx: (2) '^Eu el mismo p;rupo dé* cerros le~ ▼antadüS ^^mano, se encontró en nn subterráneo ó -sepalcro y á poca profundidad, una hilera de calaveras puestas cada una en un plato de un tamaño regular, el que hará ver sui dibujo; tenien- do este plato otra cabecitp. artificial sin adornos ni orejas que ha* ce cuerpo (xni él: el cabello suelto ^tendido horizontalmente }iá- oia dtras/' Xta costumbre de conservar el cráneo la observi^mos ya en Chápala y en Teotihuacan. £1 pueblo de Za^ichila, ante-t rior sin duda á los tzapotecos» ¿sería de la misma raza, ó pro£e« saría las mismas costumbres de aquellos? ¿La& cabecitas de bai- rro tendrán el mismo objeto de distinguir las razas en Zaachila y en Teotihuacan?

Las pirámides no fueron sólo de tierra, existiendo dos ejem- plos notables délas de piedra labrada. La de Papan tía, 2 ie- gu&s al O. de la población del mismo nombre. Estado de Yera. cruz, fué descubierta por D. Diego Buiz en el paraje dicho en to« tonaco Tajin, rayo ó trueno. ''La pirámide de Papantla, dice Humboldt, (3) no. está, construida de adobes ó de barro mezclado con piedras y revestida de una capa de amigdaloidea, como laa pirámides de Cholula y d^ Teotihuacan; los materiales emplea- dor en ella consisteü de inmensas piedras porfiriticas talladas, uni^HS por medio de mezola. Menos noéable es el edificio por su tamaño que por su disposición, el sumo . pulimento de las pie- dras, y la regularidad del corte; la base es cuiadrada de 25 me- tros por lado, la aHura< perpendicular sólo llega á 16 ó 20 metros* Elimonumenbo, Qomo. todo^ ios teocalli mexicanos, se compone de varios pisos; se le distinguen seis y se oree; que el sétimo es- tá oculto por la vegetación jSK^un^nUda en la base. Una gran es-, olleta de 67 gradto conduce á la cima iruncada,; l«gar donde áo practicaban los sacrificios de víctimas humanas; á cada lado de la principal boy otra pequeña escáleray estando los revestimien-

(OlUd. lám. III, aiím. 101.

(2) Idam. lám. LIX, niíin. 113.

(8) Eani PoUtíque, pág. 274. . - . , .

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toB llenos de geroglifiooSi e^tre lus cuales eon reconocibles ser* pientea y cocodrilos esculpidos en relieve Cada piso presenta gran número da nichos cuadrados, distribuidos sistemáticamen- te; en el primero ^se cuentan.^ á cada lado, en el segundo 20, en el tercero 16; el total sube á 366 en el cuerpo de la pirámide, y á 12 en la escalera del E. El P. Márqpez supone que jdl número 378 se refiere al sistema de calendario de los mexicanos, y cree que en cada nicho estaba repetida una de las 20 figuras, que en el lenguaje geroglifico de los toltecas servían de símbolos para designar los dias del año común, y los intercalares al fin de los ciclos: en efecto, el año se componía de 18 meses de 20 dias, re- sultando 360, á los que, según el modo egipcio, se añadían los cinco intercalares ó nemontemi; la intercalación tenia lugar cada

52 años, aumentando al ciclo .13 dias, de donde resulta. . -.

360+6+13 = 378, signos simples ó compuestos de los dias del ca- lendario civil llamado cempohiiaUhuitl ó tonalpohtuíüi, para distin- guirlo del cemWiuiÜapohiiálizUi 6 calendario ritual, usado por los sacerdotes para indicar los tiempos de los sacrificios.'' ^Esta pi- rámide, que se dice obra de los totonacos, corresponde á los tiem- pos Históricos. (1) /

Seis leguas al 3. del antiguo Cuanhuahuac (Cuemavaca, Esta- do de Morelos), se encuentra una colina aislada, según las medi- das barométricas de Álzate, de 101 varas de altura sobre la super- ficie del suelo; la circunferencia inferior está rodeada de un pro- fundo y ancho ioso, y la falda dividida en aneo terraplenes de alturas desiguales, sost^iidós por cortinas de mamposteria, in- clinadas al KE., á fin de proporcionar escuxrimiento á las aguas pluvialea Sobre la caora superior se extiende un espacio cua- dxangular, según las medidas de Dupaix 89 varas de N. á S. y 102 de E. á O., señalado por un muro de 2 varas de alto y una da ancho, de grandes poedrM labradas á escuadra. Sn el centro se alzan loe restos de una pitámide cnadra&gular, 26 varas en la oanwdel K. y 22 en- la del E.: lo ahora existente es el primer cuerpo, compuesto de una basa en declive 6 tiilud, encima el fri- so yertical, terminando por una corniza saliente, construido el todo de piedras paralepípedas, de uno á cerca de dos metros de

(1) I>iic aotíolii Monimienti di aiohitettax» meancanai illiuteti da D. Sietro Mir-

qoaz, Soma, Presso fl Salomom, 180^.

47

370

largo, cortadas á escuadra, j tan finamehte pulidas que para unir- las no ha sido menester en muchas partes argamasa ni betún; so- bre las caras, donde no se hacen muy notables las junturas de las piedras, se distioguen grandes bajos relieves de hombres, ani- males, símbolos y dibujos ejecutados con primor, y según toda apariencia cuando los muros estaban terminados. (1) Diversos túmulos de piedra y tierra se observan al rededor del monumen- to, el cual parece haber estado pintado de bermellón.

En los dibujos de Castañeda se notan los^ restos de un segun- do cuerpo: refiere Álzate que cuando' visito las ruinas en 1777, se le informó, que pocos años antes aún todo el monumento estaba en pié, y había sido destruido porque los bárbaros dueños ó ad- ministradores de las haciendas de azúcar inmediatas, necesitan- do piedras, para sus hornillas, emprendieron una bandálica mu- tilación. Álzate restaura la pirámide, dando un dibujo en la lám. in, núm. 2; pero lo hizo á nuestro entender con tan poco tino, que sólo sirve para desorientar á los poco precavidos. El vulgo llama al lugar Xochicalco, de xochitl, flor; calli, casa, y el afijo de nombres geográficos oo, en; en la casa de floi^s: dícenle igual- mente Castillo de Xochicalco.

Eq la parte boreal de la colína, debajo del primer terrado, se halla la entrada á un subterráneo escavado en la roca viva,, con los pisos de mezcla pintados de almagre, las paredes reforzadas con mampostería y' encaladas, y los cielos sostenidos por bóve- das. Las galerías menores miden de anchó 0,"838 y de altura Im 666; la entrada franquea el paso á un pasadizo recto en di- rección N. S.; terminado por un espacio cilíndrieo, ahora des- truido, que servía de respiradero 6 ventilador á unos 4 metros de la entrada, corriendo de E. á O., arranca otra galería, en cu- yo teriúino se presentan á ella perpendiculares dos pasillos pe- queños, dando entrada á una. sala cuadrangular de unos 12 me- tros de largo por 10 de ancho, sostenida la bóveda por dos sie- sos pilares dejados aislados en la éBcavacion: en el angula iz- quierdo de la casa hay otro ventilador, de bóveda cónica en pie- dras talladas regular y científicamente.

* '.

(1) Vues des Cordilléres, tom. I, pág. 129 y sigs.— Primera expedición de Dupaix am. XXXI y XXXn, ndm, 83 á 86.— Deseripoion de las a&tígüedadss de Xoehioal- 00, por D. José Antonio Álzate. México, 1791.

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i

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Álzate j Dnpaix dicen ser mexicanos esta obra. Hnmboldt refiere la opinión de quienes la atribuyen á los toltecas; i>ero, co- mo juiciosamente observa, ''esta nación es para los anticuarios mexicanos, lo que los colonos pelasgos fueron por mucho tiem- po para los anticuarios de Italia; todo lo que se pierde en la no* che de los tiempos se atribuye á aquel pueblo, en el cual se cree encontrar los primeros gérmenes de la civilización.*' Véanse las láminas sin ideas preconcebidas; y fácilmente se notará que ni los relieves ni los geroglífícos, ni la arquitectura, ni los materia- les, ni la ornamentación, ni nada se parece á sus congéneres en- tre mexicanos y tzapotecos. En la parte subsistente del monu- mento se notan proporciones calculadas, formas correctas, con- junto grandioso. Las figuras humanas están sentadas con las piernas cruzadas á la manera oriental, mientras en las pinturas mexicanas están siempre en cuclillas. A lo que de pronto puede ocurrir, las dos figuras inferiores por el tocado, la posición y los . signos simbólicos que las acompañan parecen ser dioses; los dos cocodrilos de los extremos pudieran muy bien ser dragones fan- tásticos, arrojando fuego ó humo por las fauces: allí se ve tam- bién el terrible símbolo de la serpiente; común á pueblos ameri- cano y asiáticos. Los relieves del friso parecen referirse á una dinastía 6 serie de reyes 6 señores, con sus nombres geroglífícos; el del penúltimo hacia la derecha está compuesto de un peque- ño círculo dividido en cuatro partes iguales por un diámetro, y la mitad de un exágono; los mismos dos signos van repetidos en los otros nombres, acompañados* de caracteres ya iguales, ya di- versos. Salta á la rísta el intento de una éí^critura, vulgar ó mí« tica, sin punto alguno de contactó con las escrituras gráficas los pueblos históricos: si alguna relación existe, es con las escul- turas de Monte Alvan y de Zaachila, con las' cuales forma tipo particular.

Aquel era un templo consagrado á deidades desconocidas; en el subterráneo tenían lugar las iniciaciones ó la parte del culto prohibido á los profanos; los túmulos servían sepulcro á je- fes y sacerdotes, los terrados y murallas lo convertían en pode- rosa cindadela: era, pues, un santuario reverenciado, cuyos se- ñores temían los ataques de un pueblo pujante. Templo, sepul- cro, fortaleiza, tal vez observatorio astronómico, cumplía con sus múltiples oficios, á la manera del monumento de Beal Berith en

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ijenas de Canaam. Alrededor de la colina debió alzarse tina dudad populosa, metrópoli de una grau colonia. El pueblo ea- tuyo muy adelantado en ciyilizacioni á juzgar por lo ejecutado en en- la arquitectura y en las artes de ornato; la piedra de que es- tá cpnstruido el edificio no se encuentra en nftichas leguas á la redonda; las rocas labradas son de dimensiones colosales; mucho se sabía en materia de mecánica para trasportar esas moles de lugares distantes, subirlas a la cumbre de la colina, y colocarlas en el sitio requerido. En las pinturas egipcias se ve la muche- dumbre arrastrando sobre rodillos las grandes estatuas de Mem- mon, subiéndolas á las alturas donde han de colocarse por me- dio de rampas; aquí el procedimiento debió en parte ser idénti- co, y en lo demás venció la ciencia las dificultades que no es da- ble allanar á la sola fuerza bruta. Admira que sin instrumentos de hierro se puedan escavar galerías en la roca viva, y más aún revestir de mampostería las partes fiacas de la obra, formar co- lumnas para sostener la techumbre, hacer verdaderas bóvedas desconocidas á los mexics;nos, tallar piedras para dar á los res- piradores la forma cónica: aquellos arquiteotos en lo absoluto fueron aztecas, no pertenecieron á ninguna de las naciones his« tóricas. Entonces, ¿cuál es su nombre? ¿En qué época existió? ¿Por cuáles vicisitudes atravesó para perderse en la noche del olvido? A nada sabemos responder; presumimos que esa (¿vili- zacion procedía del Oriente, que existió en tiempos muy remo- tos; que desde entonces muchas hojas del libro de la vida se lle- naron con las evoluciones cumplidas por la humanidad; que una invasión bárbara derribó al dios del santuario, arrojó á los gue- rreros de la fortaleza, expulsó al rey del palacio, al pueblo de su metrópoH, cayendo todos bajo los golpes del conquistador ó hu- yendo delante de su empuje para incógnitas comarcas.

Quedan rastros de pirámides, teooallis y túmulos el jpaía montañoso del Estado de Yeracruz, entre el Cofre de Ferote y el Pico de Drizaba, encerrados en fortificaciones inaccesibles, den- tro de campo cercado por las márgenes acantiladas de los ríos y de las barrancas. Obras son^ generalmente hablando, de los pue- blos históricos; pero junto á los modernos hay otros edificios que por su carácter revelan pertenecer á distintas civilizaciones, que las tribus modernas encontraron ya fabricadas, y dejaron en pié por respeto á su antigüedad. Aqui y acullá asoman los túmulos»

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conteniendo \ok nnos esqueletos, trastos de loza, pnntas de fle- chas en obsidiana, j huesos que pai^ecen del huajolote (huexóloU) señalando una primera época, más moderna, sin embargo, que la de Casas grandes, y en que se encuentran vestigios de los anima- les domésticos; y los otros túmulos presentan urnas funerarias» con cenizas y huesos humanos calcinados.

"Hemos visitado, dice D. Carlos Sastorius, (1) algunas de estas fortificaciones antiguas en los cantones de Córdoba, Huatusco y Coatepec; algunas son casi inaccesibles, y su entrada se consigue sólo con escaleras y sogas. Tienen el carácter común, que á más de servir para la defensa, encierran un número de edificios des- tinados para el culto, teocallis y vestigios de edificios de mucha extensión, como viviendas, cuarteles, y tal vez palacios de los sacerdotes ó caciques. En algunas se encuentran manantiales y restos de estanques grandes, artificiales; en otras, cañeriiis de cal y canto^ para introducir el agua de manantiales distantes."

"En la cordillera de Matlaquahuitl ó del Gallego, sierra cal- cárea que corre de N. á S. desde el rio de Jamapa hasta San Joan de la Punta, existen varias, según el testimonio de cazadores que penetraron el monte espeso de la sierra, hallando grandes ruinas de piedra labrada, esculturas, &c., &0."

''En la falda oriental del volcan de Drizaba, en los espinazos

que bajan hacia los pueblos de Calcahualco y Apatlahua, hay dos castillos antiguos de que tengo noticia hace doce años, sin haber'

tenido oportunidad de visitarlos. Últimamente se. dio noticia en un diario de Jalapa, sobre el fortín de Calcahualco, que contiene, á más de fortificaciones, varias pirámides y un depósito de cadá- veres momificados."

"A tres leguas de Huatusco, en un despeñadero espantoso, en- tre dos barrancas, hay un castillo muy interesante, con torres y teocallis, parecidos á uno de aquellos de la Edad Media de Eurcpa."

Hasta aqui el Sr. Sartorius. Ignoramos cuál sea semejanza que pueda caber entre una fortificación azteca y las de la Edad Media europea. En el lugar del antiguo Cuauhtocheo (Huatusco),

(1) Fortifieaoiones antiguas, (Estado de VencnuB}. Boletín de la Soc. de Geog. j Estad. Segunda época. Tom. I, pág. 820.

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existía una pirámide de tres oaerpos, en piedra lábradaí con ana escalera hasta la plataforma superior, en la cual se alAha un santuario cerrado, sostenida la techumbre por tres pilastras; la forma recuerda las estructuras del Palenque, y las columnas ale- jan el monumento del carácter mexicano que pretende fijársele, una de las esculturas allí descubiertas, por la limpieza de eje- cución, el tipo del rostro, la regularidad de los ador úos, y lo ori ginal del objeto, vienen á confirmar el anterior aserto. Si en otro sitio hubiera sido encontrada la escultura, se le tomaría por una divinidad fecunda de la teogonia'egipcia, ó por uno de los mitos nebulosos del culto de Budha. (1). En tierras de la hacienda de San Antonio, cerca de Chalchicomula, hay una pirámide del gé- nero de la anterior, sólo que, cuando Dupaix la vi6, tenía de me- nos el santuario. (2)

De la fortaleza de Centla, orillas de la barranca de Chavastla, al N. de Huatusco, casi nada^queda en pié de sus pirámides, gran- des edificios de piedra labrada y prolongadas fortificaciones; ta- lado el terreno para formar sembrados de tabaco, fueron derri- badas las obras para formar las chozas de los plantadores y los corrales para las béstias.f Al N. de Centla, y en las reuniones de las barrancas de Xicuintla, Chistla y otras, hay varias fortifica- ciones sin faltarles pirámides y túmulos. ~ Plaza muy importante fué la de Tlacotepec, pues sus murallas, trabajadas con arte, se extienden por gran trecho cubriendo una ciudad populosa. En las dos fortificaciones llamadas de Palmillas, fuera de los restos de pirámides y viviendas, se noto un acueducto de cal y canto de más de una legua de extensión. Las ocho ó diez leguas cuadradas re- gadas por los arroyos que nacen entre los puel3los de Pozojapa y Jolutla, están cubiertas de ruinas; allí están las ile Calcahualco, y como á una legua al SE., en el fondo de una barranca, un gran monumento de piedra labrada, del que á la orilla del agua queda un fuerte muro sosteniendo una línea de columnas monolíticas á nueve pies de distancia una de otra. En el potrero de Cozoquitla abundan las pirámides y los túmulos; de uno de los menores, exa- minado por el Sr. Sartorius,*dice: "La construcción era bien ra- ra. El núcleo formaba una caja de dos varas de largo y una da

(1) Fjímera exped. de Dupaix, lám. IX y X, núm, 9 y 10.

(2) ídem. lÁxú, Xn, niim. 13.

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anchoy qae contenía nn esqueleto hnmano muy deBcompuesto, 7 onos trastos de barro (cajetes) como hoy los labran todavía loa indígenas de Talcomnlco. El contenido de estos eran puntas d& flechas de obsidiana y nnos huesos crurales de ave (huajolote)r La situación del esqueleto era de S. á N. La tapa de la caja era de lajas grandes, y todo el exterior tenía su revoque de mezcla fina. Sobre este núcleo se formó la pirámide toda de mezcla y piedra, pero en diferentes capas; así que cada una tenía su revo- que separado, y estos cuerpos correspondían á los escalones de la pirámide. Al Poniente no}faltó la escalera para subir á la pla- taforma." (1) En la hacienda de Tuzamapan, había ruinas im- ponentes por su belleza, según los antiguos refieren, y fueron arrazadas para tomar la piedra y construir el Puente del Bey, ahora Puente Nacional.

La zona de que acabamos de hablar, recuerda las fortificaciones esparcidas por las afluentes del Mississippi, si bien las de nues- tro país pertenecen á época de mayores adelantos, así en el arte de la guerra como en el de la cástrame litación. Parece que desde tiempos remotos aquellas montañas sirvieron de abrigo á ciertas tribus emigrantes, que en seguida tuvieron que defenderse con- tra las irrupciones de los pueblos, impulsados de N. á S. por el movimiento general

El tipo del teocalli es invariable, constando de diversos pisos superpuestos en diminución de abajo á arriba, rematando en una cara plana, á la que se sube poruña «'v^i-vr'rt; la re^^cla pí**""""' presenta excepciones dignas de notar. Cerca del pueblo de Teo- pantepec. Estado de Puebla, sobre una cumbre, se alza una pi- rámide de cuatro pisos, de piedras labradas á escuadra, unidas con cal; mide 18 varas de largo en la base y 24 de altura. La es- •alera corre por las caras laterales, dividida en cuatro fraccio- nes. (2) Poco más ó menos eu esta forma describe Clavigero el templo mayor de México, alejándose de la verdad por f andarse en la estampa de fantasía de la relación italiana del Conquistador anónimo.

Tres leguas al O. de Tehuantepec yacen las minas de una ciu- dad. Queda bien conservada una pirámide de cuatro cuerpos,

(1) Loco dt.

(2) Primen ezped. de Dupaiz. Lám. lü, mím. S.

Í76

orientada, de cal y canto, revestida por nna capa de mezda de cal, arena y almagre: tres escaleras lleran á la plataforma, la prin- cipal al O. y dos laterales al N. y al S. Sobre el segundo cuerpo fueron empotradas losas, dejando una cabeza saliente, formando cuatro hileras regulares, de cinco en cinco. Dupaix opina tenían el objeto '^de sostener teas encendidas, 6 cabezas humanas de los sacrificios;" paréoenos colegido por el número 20 de las losas en

, oada compartimiento, igual al de los días del mes, que más bien ae trata de perpetuar alguna cuenta del calendario como en la pirámide de Papantla, cosa que podía ponerse en claro sabiendo el total de losas en todas las caras. (1) Allí mismo hay otro teo- calli de forma semejante á un casco esférico, sosteniendo un se- gundo cuerpo paralepípedo; la escalera principal mira al Orien- te, y la acompañan dos laterales al N. y al S. Los materiales son idénticos á los del anterior, observando Dupaix que "El aspec- to que presenta el segundo alto es digno de nuestra admiración; vemos dos frisos paralelos con sus molduras cuadradas, las que encierran unas losas grandes de mármol blanco escuadradas, en- riquecidos de geroglíficos- en relieves, pero ya muy deteriora- dos/' Si los dibujos al pie de la estampa son copia de aquellos geroglíficos, sin temor de equivocarnos, se puedo asegurar, que fuera de los puntos, que pueden ser anotaciones numéricas, les signos son diversos de los mexicanos, tzapotecas jr palencanos,.y

. corresponden á los de Xochicalco. Parécenos también, que este teocalli es correlativo y complementario del anterior, estando destinados ambos á perpetuar el conocimiento del calendario usa- do por el pueblo constructor. Una tercera pirámide es do forma cónica, con ocho pisos, y por último, hay una cuarta construcción asumiendo la forma de un trozo de cilindro. (2)

Las ruinas de Mictlan están situadas en un país desolado y árido, 10 leguas al S. E. de Oaxaca, camino para Teliuantepec. Mictlan, en mexicano, contracción de midlanti^ significa infierno y también mansión de los muertos; la palabra tzapoteca que le corresponde es Yoopaa, que quiere decir tierra de sepiú^cros. Se- gún consta por las mejores autoridades, en aquel lugar se con-

(1) Tercera exped. Lám. III, niím. 6.

(2) Loco cit. Lám. V, niím. 8 y 9.

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servaban los restos de los principales teapotecos; los soberanos de aqnel país^ en ciertos tiempos presói^itos por la religión ó á la muerte de alf^nno de sns próximos parientes, se retiraban á este Ingar para entregarse á prácticas devotas y desahogar el dolor qne les atormentaba: una Orden de sacerdotes estaba encargada de los fúnebres aposentos, teniendo en ellos constante morada. Los palacios de Mictlan méreeeii este nombre en la parte qne tienen de habitacionies; en general son más bien templos, bajo nn tipo absolntamente diverso al de loa teocalli. La constrnc- don de las paredes consta de nn núcleo de tierra, al cna'l están pegadas peqneñas piedras cuadradas en forma de mosaico, lle- vando esculpidos adornos complicados y primorosos, en labores llamadas por los arquitectos grecas, meandros, laberintos y ara- béseos. Estas decoraciones de lineas armónicas y correctas se parecen- á las usadas en la Oran Grecia y entre los romanos, aun- que, como observa Humboldt, '^semejantes analogias nada prue- ban acerca de antiguas comunicaciones de los pueblos, pues en todas las zonas el hombre ha producido una repetición rítmica de las mismas formas, repetición constitutiva de lo que vaga* mente llamamos grecas, meandros y arabescos." Llama la aten- ción que en los grandes salones de los templos, quedan todavía enhiestas columnas de pórfido monolíticas, sin basa ni capitel, redondeadas en la parte superior, destinadas á sostener la te- chumbre. "LaS columnas, dice el repetido Humboldt, anuncian laánfancia del arte, y j^on las únicas que se hayan encontrado hasta ahora en América." Verdad era esta en los tiempos del sabio barón; ahora las columnas han sido vistas en otros monu- mentos.

Befíere la historia que Ahuitzotl, antecesor de Montecuhzoma I n, se apoderó dos veces de Mictlan; los sacerdotes de Yoopaa quedaron muertos en la batalla ó fueron conducidos á México para ser sacrificados en las aras de Huitzilopochtli; el hdyatao 6 pontífice desapareció con toda su familia, y los guerreros vence- dores quemaron y destruyeron los santuarios, según costumbre. De entonces data la ruina de templos y palacios, después no re- parados completamente por los tzapotecos. La destrucción, pues, corresponde á los tiempos históricos, y he aquí la razón de no conceder t aquellos monumentoe una gran antigüedad.

Sin embaído, nos ocurren algunas reflexiones contra menasje-

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378

te conclusión. El templo cerrado, gin más las qne la recibida por las pnertos formadas 'sobre pilastras macizas de piedra, parece ser un reflejo de las construcciones palenoanas, conjfirmando la semejanza el terrado que sostiene el templo y las escaleras que lo franquean. Las excavaciones subterráneas recuerdan á Xochi- calco, y la forma cruciforme, de aquellas criptas no pertenece en lo absoluto á la civilización azteca. La columna monolítica es propia del Zape de la Quemada, de algunos lugares en Yeracruz, y aquí viene á tener su mayor desarrollo. Falta el teocalli, y subsiste el túmulo en su mayor perfección. Todo ello nos hace congeturar que, como aconteció^ en Teotihuacan y en ChoIoUan, en Yoopaa existió un venerado santuario de los tiempos prehis- tóricos, del cual se apoderaron los tzapotecas al establecerse en la comarca, lo apropiaron á su culto dejando tal vez los antiguos dioses, reparando y embelleciendo las obras sin alterar el plan primitivo (1).

Procedente de Oaxaca hemos visto un objeto curioso. Es una costilla fósil de elefante; en el un extremo está bien esculpida la cabeza, ál parecer de una víbora, si bien hacen dudar las dos grandes orejas que la acompañan, y las dos manos terminadas en cuatro dedos, insertas inmediatamente sobre el cuello: el extre- mo opuesto lleva labores formando la cola del animal. La parte exterior convexa, esta dividida simétricamente por ranuras ver- ticales, dejando salientes redondos, mientras en el interior las incisiones son planas y en menor número. £1 fósil es antiquísi- mo; la obra moderna, y correspondiente á los tzapotecas históri- cos. Según las señales de fricción allí observadas, sirvió á no dudarlo de instrumento músico, raspando con palo ó hueso so- bre el saliente de las ranuras, ala manera practicada todavía hoy por los negros. La clasificación del reptil nos parece difícil, y no resolvemos decir sea del todo mítico ó fantástico. Álzate (2) menciona la culebra bimana traída de Tanoítaro, remitida por él al conde Buffon, y colocada por éste como intermedio entre la

(1) Margoía, Bol. de la Soo. de Qeogr., tom. VIL pág. 170.-— Mendieta, Hist eeles.^ pág. 89¿. Borgoa, Descripción geográfica, tom. ü, pág. 259. Humboldt, Vues des CordiUéres, tom. II, pág. 278. Essai politique, pág. 263.— Dapaíx, segun- da expedición.— La Ilnsteaeion meiioana, tom. n, pag. 493, Ae., &o., ftc

(2) Gaceta de literatura de 21 de Setiembre de 179a Kiim. 2, pág.. 18.

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culebra y la lagartija: hemos visto ejemplares de la misma espe- cie hallados en el Estado de Paebla, conservados en n^a botica de la ciudad: no sería extraño que vista por los tzapotecas aque- lla rareza, la quisieran perpetuar en su escultura. La culebra bimana, sin embargo, carece de orejas tan pronunciadas. Otra notable particularidad es, que la espina dorsal y las costillas van señaladas cual si el ahimal estuviera despojado de piel y de car- ne para enseñar el esqueleto desnudo: en el Museo nacional exis- ten un coyote y una vibora en piedra; aquel con los remos cual si fuera vivo y el cuerpo descarnado; ésta con los huesos desnu- dos de la espina, siguiendo ambos el mismo pensamiento. Na alcanzamos la significación de ello. Vimos también otro ejemplar idéntico, quebrado por el medio en costilla fósil de elefante, los dos ex^ la colección del Sr. Chavero.

Vamos á terminar lo relativo á esta región central, dando al- gunas noticias acerca de la pipa. Lubbock (1), refiriéndose á los E. U., asienta: "Las pipas son tal vez las muestras más carac- terísticas dé la antigua cerámica americana. Algunas constan de sólo la chimenea, semejantes á las pipas comunes, de las cuales difieren en carecer del tubo; aparentemente se aplicaban los la- bios directamente á la chimenea. Otras hay muy adornadas, y muchas representan monstruos ó animales como el castor, la nutria, el gato salvaje, el ciervo, el oso, el lobo, la pantera; el ratón, el opossum, la ardilla, la morsa, el águila, la lechuza, el cuervo, la golondrina, el perico, la zorra, el gallo salvaje y mu- chos otros. Lo más interesante es la copia de la morsa, de la cual se han encoQtrado siete en los terraplenes del Ohio, y no son es- culturas groseras acerca de las cuales pueda caber fácil engailo» ''la cabeza truncada, el hocico grueso semicircular, las narices singulares, el labio superior saliente y arrugado, los pies ó ale- tas propias, los bigotes notables, todo está claramente indicado y hace reconocer inmediatamente al animal." (2) La morsa se encjientra en nuestros dias más allá de las costas de la Florida, es decir, á mil millas de distancia."

No obstante no corresponder á los pueblos históricos del Va- lle, las pipas se encuentran con frecuencia en túmulos y escava-

(1) Pág. 208.

^2; Sqnier and IHitú, loeo di. pág. 262.

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ciones, asumiendo diferentes formas. De las que á la vista tene- mos, una, provenida de Oaxaca, de barro color de ocre oscuro, es casi idéntica á las modernas; la chimenea de gran tamaño y las dimensiones del tubo, indican que el tabaco se colocaba picado, y se aspiraba el humo chupando entre los labios. La sacada en

las obras del desagüe de Tequixquiac, es de barro negro con barniz rojo; el corto diámetro de la chimenea demuestra, que las

hojas de la planta se colocaban enrolladas como en el acayeü. La encontrada en Teotihuacan, parece corresponder á la misma cla- se. De procedencia desconocida son dos en pizarra; perfecta- mente trabajadas, formando grupos de hombrea y pájaros fan- tásticosi tienen un tipo especial que no creemos pertenezca al de ninguna de las naciones históricas: la chimenea es estrecha, dd manera que podría recibir más del extremo del rollo de las ho- jas; la parte del tubo termina en una cara plana, extensa, para no poderla meter en la boca, indicando que la punta de los labios se ponia en el agujero, y se aspiraba con fuerza el humo. La chi- menea de una de ellas, no es cilindrica, sino oval. £1 conoci- miento y el uso del tabaco en la región central, corresponden á los tiempos prehistóricos remotos; la pipa es anterior, con mu- cho, al establecimiento en el Valle, de las naciones de raza na- hoa, y las diverjas formas de las pipas acusan diferentes mane- ras de fumar; según las hojas de la planta, se colocaban enteras y enrolladas, ó deshechas: modas sacadas por diversos pueblos, 6 en tiempos apartados.

En el Museo Nacional se cbnservan diferentes tipos de pi- pas. Sacadas del rumbo de Aztcapotzalco, hay dos; la primera, de barro negro y barniz del mismo color, ofrece la chimenea en for- ma cilindrica muy prolongada, mientras la seguhda, de material idéntico á la del desagüe, es ancha en la parte media y más an- gosta á los extremos. Otras, pertenecientes al Valle, llevan la chi- menea casi esférica, aunque con ciertas variaciones en los ejem- plares. En general presentan pocos adornos, si bien se notan*al- gunos fragmentos de barro blanco y fino, con decoraciones de rostros y dibujos de buen gusto.

Terminamos el capítulo segundo, deduciendo por las armas, y los instrumentos de piedra y de hueso de los pueblos salvajes actuales, cuáles debían ser las costumbres de las tribus prehis- tóricas colocadas en idénticas condiciones. El método allá adop-

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todO| faé.proeeder de lo oonooido ¿ lo desconocido^ de lo menos á lo mia remoto. Aplicando alupra el mismo principio, trataremos de encontrar cnáles erap las ideas doxplnantes del hombre an- tehistórico en nuestro. yaSs, .manifestadas por las obras de su mano.

Nos parece evidente qne la humanidad entera, sobre todo en tiempos de poca cultura industrial, dirige el esfuerzo de su trabajo, á las cosas que le parecen útiles, y de las cuales saca ciertos provechos en consonancia con su modo de ser. La repe- tición constante de la misma obra, demuestra que corresponde á una idea dominante en el constructor, á una preocupación del entendimiento del pueblo, á quien pertenece, siguiendo un rum- bo constante. Así las armas primeras y primitivas, muestras de la existencia del hombre sobre el globo, nos revelan el estado salvaje de las familias, su idea predominante de reduplicar sus fuerzas, su necesidad de combatir contra los grandes mamíferos de la época cuaternaria y contra el hombre mismo, y proveer á su subsistencia, dando muerte á los animales. De aquí en último análisis, la significación dada á las armas de piedra bruta, de si- les no pulido, de las ideas de la guerra y de la caza. Este es el primer punto de partida conocido» que podemos señalar á los habitantes de México.

Pasando á los monumentos, repetidos por todas partes, guar- dando el mismo intento á tranrés de ciertas modificaciones, como elementos indispensables en todas las comarcas, aparecen las pi-* rámides y los túmulos. La pirámide consagrada á la diviifidad, y por consiguiente expresión de la idea religiosa; el túmulo des- tinado á venerar los despojos mortales del jef^ manifestación del estado social, del principio de autoridad. Ambas ideas corres- ponden á pueblos adelantados en civilización, enteramente age- ñas bajo esta forma á las tribus salvajes. Entre el punto de par- tida y éste de comparación, debe mediar un abismo; abismo de tiempo, abismo de vicisitudes sufridas por la humanidad y de tanteos desgraciados emprendidos por la inteligencia.

Para los tiempos del silex no podemos conceder otra organi- zación que la de la familia, y esta conocía el fuego. Su abrigo era el bosque, porque la tierra llana dejaba indefenso al hombre á la intemperie; [el bosque era la guarida de los animales, y de aquí el estado constante de peligro y de temor del ser humano*

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Yiviendo de los frutos espontáneos de la tierra, cada familia ha- bía menester un gran espacio de terreno para subsistir; así, pues, no podía ser numerosa, y á medida que aumentaba tenía que fraccionarse, marchando el excedente en busca de localidad pro- pia. El mando residía en el padre de la familia, como un embrión del principio de autoridad: el sentimiento religioso sólo era ru- dimentario, consistiendo en vagas aprehensiones, en la admira- ción 6 el miedo dimanados de la vista de los fenómenos meteo- rológicos 7 naturales, en el presentimiento de lo desconocido: la guerra no pasaba los límites del duelo personal.

De las segregaciones consecutivas nacieron dos órdenes de hechos. Consistió el primero en esparcirse el género humano; irradiando del centro primitivo y de los contros subsecuentes. Cada grupo se apartaba definitivamente la familia primordial, sin grandes lazos que romper al tiempo de la emigración, pronto se perdía la memoria de los unos para los otros; con el tiempo llegaban á ser completamente extraños, sin liga de ninguna es- pecie; entregado cada uno á la contemplación de diversos obje- tos, sujetos á distinta alimentación, á otro género de vida, adqui- rían diversas costumbres, se formaban distintas creencias, y acababan por diferenciarse cual si- nunca hubieran tenido punto alguno de contacto. El segando orden de hechos tuvo lugar en la lengua, cuyas trasfdrmácíones debieron aún ser muyeres. "El lenguaje de cada familia, dice Bagehot, (1) debió cambiar del de la faipilia de origen, á cabo de una 6 dos generaciones. Como no había literatur'a escrita, ni comunioaciones verbales, la lengua de cada una debía trasformarse, (la lengua de las comunidades de este género está siempre en trasformacion), siguiendo dírec^ clones diferentes. La una estaba sometida auna serie de causas, de acontecimientos, de relaciones diversas de la otra. Bien pron- to se produjeron diferencias importantes, y cuando se trata de hablar, lo qué los filólogos llaman diferencia de dialecto, fre- cuentemente equivale á una diíPerencia real y completa de idio- ma: todo'cambio seguido de pensamiento se hace imposible." En aquella época embrionaria, los idiomas no estaban sujetos aún á la gramática, y el diccionario era muy mezquino; se conci-

(1/ Lpis scienti^qnesduddveloppementdes nations parW. Bagehot. París, 1873. Pág. 156.

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be que Iob oambios podieron ser tales, que lenguas salidas del mismo ironeo no llegaran á oonyenir en las palabras primitiyas, ni en la gramátiea, ni en el diccionario.

Donde obraron cansas excepcionales y los medios de alimen- tación fnenm abundantes y permanentes, la familia pndo crecer en cierto Hmite. Los indiiidnos formaron nuevas familias que permanecieron unidas, y del conjunto resultó la tribu. La mayor reunión de hombres debió traer una gran modificación en las ideas; el lenguaje era común; la creencia religiosa se participaba en común, acrecida con las observaciones individuales comuni- cadas á la comunidad; la autoridad se extendía á más amplia es- fera de acción; la guerra, de personal, se hacía más ó menos co- lectiva. De entonces debe datar el pacto entre la religión y la autoridad, para prestarse mutuo auxilio. £1 jefe obligaba á los subordinados á acatar la creencia; esta defendía al jefe con todo su poder. La íaerza se rechaza con la fuerza, y en aquellas tri- bus todavía salvajes, el poder del jefe podía ser contestado; pero si el mando se ejercía á nombre de la religión, ya estuviera fun- dada en el reconocimiento de uno ó de muchos dioses, ya sólo en preocupaciones ó augurios, la- obediencia seria tranquila y el principió de autoridad {mdría fácilmente perpe.tuarse. Siempre que sobreviniera la colisión de dos tribus,^ vencería la más nu- merosa; en igualdad de número triunfaría la mejor armada en condiciones iguales, la más instruida, la mejor constituida social- mente. Dedos tribus disputándose la mistna comarca, ia una ' debía ser exterminada, supuesto que el isuelo no pudiera pro- veer á la subsistencia de entrambas. Se concibe cuan dilatado tiempo debió trascurrir para dar estos primeros pasos, siempre los más diñciles, y cuánta sangre debió derramarse, desapare- ciendo una tras otra multitud de tribus, sin dejar l'\ menor hue- lla sobre la hasr de la tierra.

El orden de progreso que vamos señalando para el hombre primitivo no es de pura imaginación; le fundamos en el estado que guardaban los pueblos de Anáhuac al tiempo de la conquis- ta española; en la organización encontrada por los misioneros en las distintas tribus salvajes. La secuela del progreso, como la vamos señalando, tampoco debe entenderse como cosa absoluta- mente fija; tomamos de la civilización los puntos más aparentes en el orden de su natural desarrollo, sin pretender por ello es-

88é

iablecer que los variados eleme^a conptitatívos da los pooblos no puedan combinaraa de n^l majoaras^ dando eu cada combina- ción resultados diferentes. La hnpianidad no. parece haber ca- minado á la perfección en línea ^ecia; ejecuta su marcha como en zig-zag, y no pocas veces eyidantemente retrocede.

La primera tribu cultivadora allanó la tierra á lo largo de al- gún raudal permanente. Sacando de la agricultura la parte prin- cipal de su subsistencia, se hizo sedentaria, y sólo una fracción de los individuos prosiguiió el ejercicio de la caza: esta nueva organización debilitó de pronto el espíritu gaerrero, y muchas tribus debieron sucumbir ante los salvajes al dar este paso im^ portante. Las que salieron airosas de la prueba cobraron sin du- da mayor vigor, y uniendo la perfección en las armas á los cono* cimientos alcanzados, se sobrepusieron á sus enemigos. Concu- rrieron á la guerra un mayor número de hombres al mando de un solo jefe; lan tribus vencidas no eran exterminadas, pues con* tando con alimentos suficientes, bastaba dar muerte á los guerre- ros, conservando á las mujeres y á los niños para incorporarlos á la colonia y acrecerla. Naturalmente se afirmaba y extendía el principio de autoridad. Junio al hogar doméstico y al amor de la lumbre se vivificábanlas oreaciones fantásticas, tenían cuerpo las relaciones maravillosas» y tomaba forma la creencia íntin^: del seno de la familia se ha de haber elevado la primera oracjUm & la Divinidad* Entonces principiaron l^s arteS; útiles; las ajvmaa de piedra^ pulimentada^ la cerámica tosca^ el metate la arquiteo* tura sólo podía producir chosas de ramas, de piedras amontonar das, de tierra mal compTiesta», obras insegura y endebles que no pudieron dejar huellas á su destrucción. Imperfecto como era aquel estado^ anunciaba la trasfori^acion 4^ la tribu en pueblp.

Tras una serie de generaciones» el pueblo se convierte^ eu na- ción. Esta nueva faz se manifiesta en el N. de nuestro país en Casas grandes. Allí están palpables, materializados, digamos así, los tres principios C9nstitutivos que vei^ipos persiguiendo. El altar de forma regular, de materiales escogidos, con un tipo par- ticular y propio que ya no desaparecerá. Encima había uha dei- dad imitativa ó simbólica,, en piedra, en madera ó en barro, re- presentando la imagen* de la idea concebida; y alguien cuida de aquel dios, y se encaxga de presentar las ofrendas, dirijir las pre- ces comunes, presidir al culto^ enseñar las doctrinas: junto al al-

.iar^y al nánufoi (NrtárAtél*«tóetdóteO fH íuijltilb'iio'édtfavó iiuií¿a •deféiñada á ^Morfftp lors dei»i^q}o9 d^ ift géiité cdmuñ; pí))cá,H ¿li- gíendo el ooBOanto-dd lia diOfiftmidád, dólb Hél levatitftti f]!Vadb o por f aerea pamobjeiM T«V«»6DcÍA;doé'pbt íntrltifúd^ '^ iúálóáli ima M>nvieddü armitf¡;ad& í5%l hábito^ del óbédeelaíietiCó á'tih po- der firme y sin contrftdíecion. Btidenfeibéirté aquálTá idea relí- gfidiai eno^rraba ia«l<)ho de stipet^eídsb/ hi7¿fattá^ él ptlnbip^ de antoftiááé era ^ar^^^déspótieo - y >irtí¿/l: StitAá ^ \6úí^i{¡6á dh ix»jf(hñ éstati láe artüaáí/ y tiparéééií también eh Iá3'ef^cá.rat^ibn68; la ^nerra diira,*t9l$h>'ei q^d ee^la'iñódíftéaid^l ^'!Láb aiWas 'sbn' de piedra pálida, a^ emplcia la obsidiana, t^' níota ulgttta co^a de iortifiéaeidtieü^ et láodKÍd6'bá<5ét la ^derra'é^pei^éMót)a)al con^ tacto de laft ideas '^ae^berío^anafl: aqtiélla pláía ee defiende íc^e -upa aanma entable, y qneda^^égnra etiaúdó él ^jár^itd se aleja -incm'8i<me« extraluti: La hiistoriá dicé'qñe éndémejantés éírcnñs- tancias ¡a8 tribafl bárbara» veriéida» qti^dán reducidíis á U feá- 'da^ritnd; el pa^blo máe ^elaniado tstf i^ü fuerza para domes- üoar al koiñkre oóisfc á laís bestias salvajeíii iinpbniáüdole ^el ytl- fp le fijaá la tierra, le alecciona, t^rfa en el 'él ']iíf>ito''del trabajo y de ia'discipifaiay ledonTÍet*teen hbmbret asf/las dós taáydres ñnrazoneircbl'g^Deto^hQi^atio, )áfjgaet¥á ylá esclaíViind, dírvie- toü ea 4os deeignios de la PtdVidendfa para Ih peVfebción y él . deeartoUo de la htóiiatódád. ^ .. .<

Del eüeerdefei del guerrero, <Íel eBeffaro, tomaron origen las eft«ia9:-idi^er crntédo iuétitaíble; él pérfdctb pá'fa eñt6nóéa.--«^na nación de ^eairtias ee'Vari^dá'yeompttesta; obtiene de ana 'manera praetieabte eir las «^edades primitivas cóópéráóibti cóástaüte de personas de o{niestos eara<st^é^/ cooperación qtié ^úÚb 4)pS^ eáaMbsedttMMs'^éstiiio de los ittáyBred hifañfod^dé la cí^lizit- Moa.^ 'JSti'lü^ idpoéa pñtnffiiVa es'patticalármenté^ téátUjoaa la di* ?i8ioiiL'e»tire'la ¡tosíaidélbd ^éj^t^ofr^ de^'lby'sáceíaotes; por -poco p#ptilai%s 4ae seá^f ho¡f'lá8}ei?ák][áíaá's^¿erdol!alé^,' 'es inii^ ' probabfe' «tlte'étaf én néikó ebiheítá^^Hi '^^léiícíia'pará trasmitirse á través de los siglos. En aqnella épooa no podía étistlifuna clá- -ae éntrela % ItM traba^óé de )si iírtelf^éncia^ no' ¡£ ' Condición -€le'éBthi ^r^éfgida ^flá ^eencia dé'qné qtiieh 4tiiera que ofen- diera á nno de sns miembros, sería indefectiblemente castigado por el cielo. En esta clase aparte los descnbti&ietftós se tiacían

eon lentitud, t con la misma se operaban cieñen progresos da

49

886

disciplina inteleotaaL Un» eomamdad' de eate gáieso/ .d^gmé^ riameate es impx'opia parai la g^e^cra» y la oreeneia que impide á los. ciudadanos dar muerta i lo&^eerddtes» no e».de prdveolio en ana guerra con el eztraiiKero; poeas naciones temen matar á los sacerdotes^e sus enemigos y m«olia8 oiviliaaoiones saeerdio- tales parecieron; sin dejar sus bmellasi ánte3 de haber* m^darado. Uni^ eivilizacion.de .esta das^ no se eftíngttiffá, .si ub* casta de guerreros le presta -su {«erza^y está obligada il defeid^rla; entóm* ees. aquella combinación tend^ muchas probabilidades de evife- iencia. La cabeza del salólo, dirigirá e}rbr,azo del soldado/' (1)

A la sombra de las ideas fundam^atidas, .ae mejorarán las an- .tiguas obrMJ^ de las mafioe y se inv^^ntarán otsrato i^tueyas. Por eso la ceráo^ic^ de las ruinas de Oasas Grandes Bs vistosa, sus obras en piedra» artiaticaSy apai;ecefi utenMli'^s antes descottoeidoíii y arrojan las primeras muestrits de los objetos de cobre como pa- ra referirse á la edad» de los metales.

"Ahora podemos darnos cuenta de en que» se em?pleaba el man- do antes de la historia, si así puede decirse^ Se empleaba, diga- mos asii en esAablecer su O0n^¿ei?0£a iotelectoal, costiUnbres con- tinuas y coherentes, en la preferencia deloisgoé^s unilotmes.á los violentos, en la facultad 4wab]e,de preferir coando era nece- sario el porvenir aj .presente, en .ecitableeer las condiciones preli- minares sin las cuales no puede com6n2ará existiría cívilisaeidn» y cuya falta acarrearía sm^jtárdida aun cuando habiera, principia- do. Carecía el hpmbre primitivo, así coi^o el sal¥aJ0actaaI,.dalM cuali4^^es.prelimi;n^res.ó z^ijecesa^ias; peTo aquel se- diferenciaba de éste,.^n qjacera capaz dqadqu^rir]ia3 y ^dueatse en C^lás, por- que suruati^ipalezi^-era a(Ln tiema y flexible^ y ítal vez, por ex<^afio que parezca^ las ci|t»nsi^nciaa exteriores {)e eran más favomibleB que lo so^.par^ el salvj^ ,de ^oy pi^f» ajkwizar la Oi^vjlizaoUiii. iSn fin» loi^.tiempQS jpE^14stó];icqs sefCmplesarc^ jen . haccQ eá^z al^hqinbre ^.^scribir 1^ lMf(torii^,,;e]iejaa]^T.algWiKir eosaque po- ^néV en ella, ciando -la ea9riJ9Íairf^r y podencos vev conv> todo.^Ub

" .Ajplic^'n^o laf mBf»¡i^\ ^iifvi^ dJ?dA^cil;^^)í(?||,Jque en la.edo- M^,^&^h4^M ÉW^ ^nbsiftí9,JÍagívVía'^ÍTO«r4^^ pri»-

:AKi '^^^'V^íffí^ "V f. -oí ',;. . " . ^^f.vu j) -. . ; .. > ■., 't . r

^ioade irntefída^.y uM^pOBo, ftabo^dtoadM etuA á 1m fltonoio* nes 'GÓDoedida^ al^ndtito de la tierra Pbv el oontrario, en IsQ^ia-^ X0ada,Cau<Huiy'BuiM» laafcves ideas ^redosmiaiitee resaUaai de nBa Btaneva acentuada. SI templo y el palaoio están protegidos por ¿lertoi» maraUas; loa tres objetos oonstrnidos bajo un - plan meditado ycientíáuso, ret^laá piieblü mny snperíor i todo lo ántes.exíetente. La Qoemada es ana TetdadenfantetiPÓpoli, que por medió eaminoe se nMe 4^ lo lejos oon; las eiadadea subóf- dinada^, llevaoido pov medios «xpeditoa 4 todas ellas la volnn- tad de nii jefe dáspo^ia» ayudado por km sacerdotes y obedecido -ciegamente per U'^ente mennda.

En la rejipon boreal encoaf^amos cuatro fases principales, de la civilizaoioB prehistórica; en esta oentrat, que vümos estudian- do, oreemos hallar otras tres manifestaéiones diversas. La pri- mera está representada por Xochiealoo, Monte Álvan y 2a^<^i- la, pareciendo ser la más antigua en e^te rumbo. El templo'y el palacio están, defendidos por fortificaciones como en la Quema- da; pero aquíy de piedras labradas á escuadra, esculpidas oon primor, revelan mayores adelantos; la arquitectura es eomplicni- da y científica, presentando, la bóveda desconocida á las demás naciones^ 'denlas obras de huí sacadas tía rostro y un adorno prismático ^nesalaragdita, existentes eu el Museo Nacional, son de ejacncion respéci»! de las lineas y del pulimento casi inimita- bles. Todo indica una nación civilisadá, superior bajo muchos aspectoa á^ los pMblos cuyos* nombres^asaron á la historia. He- mos Vieio^ ademas, juzgando por oomgwaeion, que aquella na« eion <teniaya<uiia csiA'itiira, y si bien ntf puede asegurarse i si eia aimbólicafó'íoiiáéica,''el selO'heióho deinuedi^a estar en aquel puá- ^fe bien significativo, on qde el hombi^ pi^tende fijar sus pensa- mientoa de unatmanei^a data y pénttanente/ .' Los túmulos 4e¥tamadosen^ todas 4iíréocí<^e8'aiesti}yiian bf- bessoidlí leraátado pequeños Tillorrios» de cabanas endebles, des- 'apaaréoidoa ain^dejat nonibré^ él' Maulero: del jefe fuá como^ísl ' sepulcro' de ti^ibu. fi^idetítemeute que los-tóinulosno dDrreé- pfNMteb á I4 misma ápéctt} ni á idántiioo desarrollo intelédiéúl] su- puesto que^ isbmohton de tieiíra íbárbaíro^db Siq^pilcOy^emejo- xa en el labraábiidé4osca pilBKfra,lpá^a^petfé«i(rik>»arié cif'Wiiafip- ia de cantería con galerías, bóvedas y bajo relieves. Llama muy mucho laüteáciOn'ol réeiodel oandsévo éaoontrikdp en 1* t^m-

^faj6.:pfMrUQii]Ai. cexflo'fltii^ia-de lod pueblMi abtifiiioft delrYáeja

<Miiftdo.-P;aira. loa ^{MÁop^fdl^.pésso íQ6l^9teíeilikli(&ifinil&-coiuiiff-

4ai$ipa de3úrio, yiUkaitcá^arla^ioimdácioÉas per-

ífias?twJan^e0Q&idb.la:ga«2da d^ losiMferos áiSink>;<la8t giiíe|$Q^

.dncttrgadrci&.al^OcyrTiQraeLéttidado da sq in^anao^ié-adQtfabah »en

Sici\il^ igual. cattO ieaían kn japimaaai^iJ^ «-elra rreo.dé nmanfe

^uim mataVa uu.|^QrM..£iiiira k>£km»:(Í9aBM(fim iiidiipwBBaWp

jfi» laa 9xeM)iuaaataru)iaii»er4aal'eiibll9k49ufaftoá¿»U7^

]p:co9a el difiuitd» pmea a4t^.'a8Í sb fM^dií^ui^aic eaBl otro.-xdim-

do el caudaloso Chicahnaliuapaa(Qj»n0T«iía||Qaii,!3r ^allaciMiii^e*

.jfo aeg^ro.en las. dífi^^nU^es do aquel. p^Ugraéo^fi^gec al fierro

.ara el guiada la pt^aYida^.: . : .ii :.:>.:. - i

. La seganda faz, d^ t^aDaioioa digAmoe. mí, «poci^Bpoiidieiita en

-ati principio ík )oa (iaaipos pjre}|iatáj'iaQf^:^aM.&a4^^'^^^¿*^^ vamelite kiatóricoa» la repipe^eutaa laagtaadtlsipkáteidéade Teo- Jáhuacan y de CholaU4#i>. Co^^fprqiáiidpiiotk él iiBaigalaaral Uamii* jooa pirámides á ^taa leoo^t^nDbfliQO^BraiaKi^e rigorpaamatt^ha- .blwdo no mareaoan tal n^mhvñ., puea loa<piapai dil^entea aoi qua m divideti y Ja superficie pUú^ aUpárM?! laadfiQ eLaapeeto de (tro2S08, afectando una :forma.{>ira|i^idaIi Beqia la^pcimeraobaaor- vacion sobre ser ctatio laaaec^toa e«^ qiip.esiáaMUiádidiiiíatt*-^^ Bámero cuatro dio^. Cbarel, (1) taí^fícei lar di?iak>0 de^aj^ko d]> ouatro estacioaea; l»del día au caateoiparteat haianatrQtfaaaade la luna; loa cual(rQpunto^<oardíaalea; l^acto^farq ialé]tia»boa;ílfta cuatro calidades .del<waspo» el ír«o» el oeX^f io aa&a yioi faéma- .'do; el'ouadxado ó |[>rímerá aup^<fieíe.»tariu¿nadar||v>rJí]iéaaipaíré8« £n:su sentido más lato^.el ouafldrQax;io;reprfl0eiMa:^Lainndd«ma- •ierial; de aquí laa.ouatrp eabeeaa d^ Bi^lutta, laa>oüatro arejasde Júpiter, los cuatro dioses tganii|las»kia<QiiatooudÍQflafibde«tinadas fkór loa. siamesas. y por ios giiiegoa paita yaW^n Icfaicaatraarin- oonea del mundo, los cu^trO.ingelea del mande^laareniittadadd- Idea del mando, las. cuatc0 fpantsB del .Qaoge^ loamiatisario«(jle 4aaba que vnaoea de lastetaa.da.lajYa^ilAdamla^ Ids iOuatií»qÍQs 'deUia&ertiQ» ¿cw ^L^a^neiusanos t^tlía»>vafteralÚQn pótaidáflM|- ^9p opi^trp) ^tffibuyündpla li^at pr^teanto aii;;}oa:ctt<iiilp9^'«i li(3 -^MoitoiaroAQlQgiifiaaiy.a^ < . ir. i

•11109 iliBtrirtt^«iwiaft4af nHatovavBvEbfd^ oil'/wm

^Íi£iñHitíM«ílá ¿btliis'dMeiimíeíi a^OUtis'efrafi^s, toma ida*^^

nfeh^yaé laTortMéz^ nól^t^obe pálf lictñáW^

na» í)0¥«éYlícy; díi^i^fttétiaer á^ó el yñiidípio réir^ósD eri 'eli)i:«-'- doAlttkirW/ 4'e^¿ á'^ ¿iftiibán müVeiü'aCloíf fós dlfos^db^ erfent)]!- : tás,'y;4flé'6Ó'fi^íiMW'e^e¿ád' él ^aó^ftote airi¿fa a«{-lád áeci<v

^AétaSMé í<¿it>if3J%b^'^0Ínaá£P;lá4éycUda misada que ásnap!'^

pi^ l9^¥é^s^da'«á¿DlaS yo^fo f^»Wfi!ca(9on; Pdéás'amaa^^^ liáli tiiÉíl'<¿y álTI? y^^^ YáKIé'^i^búaéalA pafeéióMal pHnci{^e, "«'un iBó«ú^a^ó'aiMIÍbgfttia(^,''^{ibé?fcña^'^ki£Sr' <!l6á^o$6^: todo Tó^'^alP' s6¥bil9¿l'i^ait)^Migtodb: íik liirfliMH ^nfitdiá eiitós áseWoi^ <%<aM)W«i1'a'>í&^0á«ii¿tfcf/'üMii^}ttd&a't^ no sacerdotal Así, aparece que las granÍ3^'|AMftiidés 'aótt bÜrb^ •de nn caito antiguo, común & naciones poderosas, arraigado pro* fundamente en la multitud.

La tercera faz de estas ciWlizaciones, se encuentra en las for- talezas del Estado de Yeracruz. Aparecen el túmulo y el pala- cio, es decir, doR aspectos de la misma idea, juntamente con la pirámide de diversos cuerpos: lo principal son las obras milita- res, haciendo inespugiiables lugares, fuertes de por sí, encerra- dos dentro de las márgenes acantiladas de profundas barrancas. Xia idea de la guerra, preocuponsasí exclusivamente á aquellos pueblos; poseedores de una organización social, y de un princi- pio religioso, es su afán defenderse de sus enemigos, poner tal irez un valladar á las irrupciones de las tribus, en su movimiento ae N. á a

En la somera relación antecedente, se descubre á los hom- bres prehistóricos, en todos los grados de su primitivo adelanto, desde el más rudimentario, hasta ser tal vez más perfecto que en los tiempos subsecuentes. Sin duda semejante progreso no Be cumplió sin contradicción. La barbarie de las tribus salvajes, los celos de los pueblos, igualmente adelantados, pusieron sórioa obstáculos al progreso, y no poeaa veces acarrearían la extinción

890 *

da ras98 entesas. Ija hq;imi¥i<iad oompf á precio de «nogre j de lagrimóla distancia qne ,av/^iaa en el cainina de la oiyiliwéiaiu . . Aqngne no ccfiiirepqpQndaii, á uipa señe ^rowAágM > exacta, jUs nii|uw..cojU>oada8 del septentrión jj. mediodi^ i^parecei tofnadas j OQi^ipnilisdas en co;ijanto(, 4^?f^ oiyilisBa^íon an,,geii4|nJr s^t^ia-. peid^ccionadp, signien¿^» el mnibo de las mis ^taa i las ip^A.ba*-' jas If^itudec^lOeogr^cas. 8ea;queinfliiyali^{drtilida4dal tenre<-\ no, lo Jbenigoo delclim% loiibandante de;las agi^ks, lo traap^r^nt^ , 7 iiennoBO'dar la. átiaósfera, el )ipmbrp parecer qae.ffii arrimf^ i^* £<(Qa4or, bi]Acando los rayos. directos del s<d4,pai» calentara. sul lonibre»^ |aa obras de sn mano j ^as cpncepeioneade intelqfea- eia. Eln el Viejo Mundo, las primitivas civilizaciones, se alsu^vQn « efi los paisca calientes, á las mirgenes da I9B g|!an4e8 rios, jcomo di Nilo y elJpliifrates, ^ESgrisy e) Indo 7 lel Q^istgi^ . I^ Améri- ea, 1^ dvilizaciones. históricas, madtirarqfq en Jasr cprnarfispr in> ier|rQpÍQades, á.](as oríUáade.lps gse^des Jajgos qiie . cubrieron ^1 s^elo, en la época cuaternaria. To^as ellas estaban besaidan so* bre los elementos primitivos^ Ja guerra» 4 prinei|^ relwiwo# T el príi^pio.de av^Hridiud .\

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fae Paiamae^^Ofteade la Vifla,'T-Wy^wa$.'--/3fiumnJ3^ ^Pirámide de KtüMaa^.-r'Sl CáraeoL-^Trfe fam de Jfik .emK^9ieh,^I$eámal^ '

COMPIl£NJ)E]yfOSe^,e/ltadil^;pp,d^^^ GhUpa^álA

frontera con G(iatemalii,ÍQolii7e94p;47^lW^ T 3opQni|Aeo* Pore^Ui' relaoj^ouados ^n loa áfi eater jr^giol^.taadrá9lailff>otíToa para tjiabla):; de Um mpiijmiwtperxl^ CS^ntro A^^ri^ 0:(tendiéi^^ non ht»^ Q9P!^p 7 Q^ii^lg^a, que ai ea^ liieri^ A^ gp!kUiti^ üla nneatra Bepúblioa, caen nataralmente en el dominio de nuestraa indagaoionea arqneológicaa.

Bntre los aotiooarioa enropéoa Heva el nombró Menbif nba piedra monoíftíea, tallada m&A 6 m&ios ifuatieanientei én 'posición Tertícal id lado de nn sepulcro: ai áite está compuesto también

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de grandes piedras, se deaomina Dolmen» y se llama Cromlech el sepulcro megalitico rodeado por una ó más hileras de piedras enhiestas ó Menhir. No tenemos idea de que en nnestro paía haya existido el Dolmen propiamente dicho, pareciéodonos en- denté la presencia del Menhir é igaalmente del Cromlech. aquí nuestras pruebas.

Dupaiz (1) menciona una piedra asentada en la roca, una legua al O. de Palenque, prismática, de cuyo verdadero primitivo ta- maño no puede darse cuenta por estar quebrada. Conforme á la tradición de los chiapaneca, Been fué uno de los veinte hombres ilustres, cuyrs nombres quedaron consignados en los dias de su calendario. "Been viajó por todo el Departamento, dice Pine- da (2), dejó señales diferentes en los puntos ó pueblos principa- les por donde pasaba, loé tuíááéWlbh^ qae existe hasta el dia, es una piedra parada, en figura de lengua ó de lanza, de dos y media ó tres vf^Mjd»;fa»rf^yvdofr4€QNñiWiieiui«h(S^n la cual es- cribió su nombre. Como á seis leguas, hicia el Poniente de la ojadadide Comiian^ «cette éel eiitopOiDoiikbrado ijúttté, se encuen-' t]tf^.unaique.«oaffMe'de*'iim«ripeÍ0ái sin itiida t^^t el^tráscuT^o del tiempo. Los JlidígeDM le iriMitéín flp¿teii¿bión,'qmMndo'se el sdm* bréro«y^el pafiuelo'de la cat9»M^y pty>stérttándosé'délánte^de éllá; le aAan' y ríegiín'eoü'<p{ttntás^y4oVei» «torosas, en t^mino^ de^en- cctaiMriie á^é«^ié Qhnioátoftdetferrii -^getáty-á tímkh de la des- conapoUieioii' de Vu^ellasr- toman tete ya Séca^, fmtán las sieáes odD^Ilas^ y húi Nevan ^eéíiié' twa reH<}tífá: Ún l«é 1)aciéiiSa& dé- Bm«ffi6«3r^BMnáVi8te,''en "¿tvallirdé^S^ otfad dos de

láwislka ágttfá: tto^lels tril^iH^Vadorácidl^, y ófmérva & su con- toiM^>n^ehoViftWt^xte^Mtetóttés ai^]%^ había

otra cerca del pueblo extinguido de Jíltepec, en el partido de Téí^iMiiéi l^ffÁ '(k^e^kíOÁ^^noM^ ^'dfa sá^vé dej

télW{tto>ft^s'i^nt(M'4«ill{yft*':^ MfeVeVédiós 4[ déte^li-^

Mirv^^ ééatfiá€í¿mpéSiÍiX^^^ eálbar aidtHiViÍé¿to» éír los f^asadbs^ tidtf^árfyé^d ^i«á^Mft^fúáeifáriá«''^bt9ii«(» dé'k^ ilúr ftie-'

i^ ««ittfáóS^ek^itf fadl'^d^^^

39%

tos de Copan, si bien aún más extraordinarios é inoomprppsibles¿

de,]iftj»iii^j«4ai%tfx>,bab^,idwa#r«id¡^^ U.pió^ 4e :

alteí»tíy W¿ífriftiB»a^ iW^^tiSf |]|í^.d«t»oalip«>Wi9 y.wediO' 4e : gl»fW<VidetftF;3f«íWda.q.i*ft^^^ «i^:»cai%4e q«<^ el tape/

74iipV^(pplif)«^ <^iM^LilÁ>bttb^^ l¡»i|djdf> ?jt l^p^oiAOJ J^ifo^va^ d^^^ ^ttT^^^A.iSííúg^n^'irTr^^i^ í^^pfwblpqíi^ Usia*

y^s^Á ^ hff^iftffk|í5pí4ji<i^í»i<>^ e^Cfog^i: laajHeáiww mar .

y9«P PJiMtígiii^^}¿l^^^cflRjWrif^f si jERW Gciitosó l^rgas,^ gnie^ 8«í9 4 fW8»<fc&#HÍ^¿»<ÍH¿»j«.^^4«*^ PWiW qpe»l»^ra»,i?andes;

--7f*^«s4ft e#^:«l^í<^t«^Up ¡ri »W»oat€ípbens.».VM*ios;por pri- .

Píur^ciffpii l9^ fiíftitwcip. /«^á^. ^ikWe# y,f«ánaB. ia^ligiWea.4^ ci3i^fi^^ ,tf^íS(]|í^qf.)^l)(^nipra49^; ,^. aizabp-.e^. billas: d^.^res»

pié^¿ ,9fleftfcw tLWfn^WPWf OT^iía^á *wafc¿oai>t^^iá4do^e^.de var- \ rip,j]ii^s^.^f9jryvdAíi(:f()«M^.^^ >

d^4;^ba4«í^»,3f,í€|<|#}^afl j^ l^a^ a»idp;l4^tUil^fM;e«tMiia«eA l%^i&pa4i^^9fí^QA^^qf)Alis4 9^;^b^ ,

En íilgu^iai^ jji^^q, ^/^tii^])4^,,)(^tai-A%.ba^^.4^ OM^ gModM , tí^fp^lqf^ fin^lop Ql^^lf)P,se)Yell.ír^^pa.4a^co^frtr^ílfiol>Ba y to»j,(;M^s%leBi4e¡fi4c;aÍtiiTfri wi^^w^ei^ ojor^jS/pfkttQKM iutenpiiiar* p^|df ^!^.^9f <^ .T^B^^>A<>« ;c^t4r^80|,ii^ij^iyipi.i^s^;pp^uchaa' i^ia^^ Rfl9!ÍrftfttfwÍ.^>. W»Sf^*í?«^ Jio^A.ir»ii^}%itfi^ .Spq *aii .

R?fllpefl^8^WMr<?pb»p?^aas,,fl\i^#o.p^edaf^^^ ff^atenidf t^i 0di^.

ta&y New Tork. 1884. Ineidente of trarel in Central Amerie*, ChUpas and Tuoa- ttfL New Yotk: 1846. A eatas edioionaa rag ttf eda|«.to. <iÉÉi^i«je4>#i4i*aa» :|>

aefcoal á U de TueaUBp iom. L pág. 201. .' r M , .,..>.: -. /

50

3^

fioio en que un' hombre ' pudiera morerAe; y atm^i^ se presenta la idea, hubieran servido para soportar tina 'eálaáda, no se'en-' eoéntran en ellas el menor vesiÍYf^o . « . . Eneietrán una Süperfieie de '409 pi¿s enadrados, é incomprensibles, ciómo kéü «a ttsb y ob^^ jeto» añaden mnoho al interés y á lalulmitácidn üin^irado por ias minas;" (1) - •' •'• •' •' ••'•"•■ ' ••' •'»''■

Otro monnm^ntO'dela m1smaí<^asé énlas raiiMU d¿ AüeiS. '4já lámina opuesta^ habla iodarf a Stepfaenár, <S) re{>reseiita «1 iáiiin- lo qnti ée Mza frcmte 4 frente de' la poerta de láhadendá, lláitía^ doel í^alamo. La subida; por el faido Sor, compone 'de uña amfplía eséalera- de ÍÍ7 ' püé Ittti^' k> qit» le d*- «n a8pe<^ de roda ^ndeza, igttd á las sn' especie qne-se^ en^t^entran en el pafe. Oada escalón mide enatrd pMs cilico pnlgadas de- larp^o j nn piá oinoo pnlf^as de alto. Laí platafelf toa- superior ésde 23S pies de laigo y'60 de anoho, y sobre ella se leyantaa'36 ^instes 6 columnas, en tfes líneas paralelas "de í tres, & disiatíéia cada tmá de 10 pies de N. á S. y 15 de R á Oi; tienen á 16 {fiéis de alto, y están formadaé de piedras diferentes de tinó á dos -piás de espesor: pocas *haii sido derribadas, aunqoo mnchais eareoen ya de la piedra superior. No existen tos ti gios de construcción 6 de techo, y si algtino exAstié deMa ser de madeta, aunque sería esto fuera de lugar ^ impropio, tratándóéé de tan fuerte estrñctura de piedras/' Stephens quedó maravillado de aquella obra cuyo objeto pudo comprender. TSó pretendenios{>esetrar el miste- rio; pero piedras rústicas, oolumnas de pie2as como las miliarias, columnas en alineamientos^ recntárdaniois CroraIeb&' europeos; y no estando destinados -á'éostefte^ ub edificio, podemos apdmitír, siquiera «da como- hipótesis, que eran recintos sagrados, en los cuales se practicaban los Titos dcúna^religión desconocida.

Las tuinfts de Quírigua en la Ameritía Oentral se componen de a^nas pirámides 'de tierra, c^ya lorma no ha sido bien ezami* nada todavía; le dan el principal carácter grandes piédtes talla- das monolíticas, con figuras y grupos gerdp^fieós^fi semejanza de tea de Oopan» ^^'Iios monumento^ éoti^miliyoreV qtíe los de Go* pan, pero están esculpidos en bajo relieve, son manos ricos en ctibnío y mis borradoa y carcooudos, pvobablettteate porpert««

41) 1bi}6 á Ymatent ton. H, ]Mís, S17. ' '

(2> YUje á Tuofttttn, tom. II, pág. 441. ' !

806'

ivMmépoekmiB Bntígatí. Una cosa es incladable, m9iñ6 sai grao smáBá;'f$itéiAó el sombre» deeoónoeída sti hk*

Oopan^ orillas del rib da su nombí^ *era tiaa gran dudad amu- rallada; ias Minias en la mátg^i» datagna abnseirtaD' aéii de se* senta á noventa pies de altura. Dentro del recinto se alsan pi- ráiMdas7 tttmolos^ Mstoa ediAmoa llamados peíais y tem- pkMy j fnigméiitóa ooloisaleaide eacaltora. El ti^o prineípal .de las vainaataé deiif a da ios ídolos 7 de loa altaras. Ooasisten los féoloa en piedfas'priamilioas moa^ítioaade' kasfe 19 'pies de ritavai éde frante yS da lada; «1 frente pnraseataertt altó relieve xmBf haágaii da Tsron aw pié; aLroetip^ yáÜAtt del anciano al jÓTSn^ oon<el pelo lanutada-yt oiqreMh) en guedejas lateMAei, ii bien cionbian á faeés, óttMeoí antaramente, teniendo encima adornos ooarpHeadoB da «a*tooado aompoteto de .plumajes, animalea j figuras sválbóUioas. UsTan éoUares, y en el busto un tariado TÓsiido, á^Tseea eonmedallones. Lasimaaods eslán- asentadas so-- breiel peaho>, ana las palaaa hacia afuera^ dejando Ids 'pulgiires á la vistan Una eapecia de táaica^con borlas cubre baata el mus^ le^ colgando por delaoie una banda eentral baata k>s piiís, recor- dando el maaeüañ deltragé meaiaano. Se nos antoja; ver un cal- son ajuatado' basta la rodlUa» mas si no es Terdad/«aU$ ^e notan adocnóa-oomodacncntasL Finalmeate, lospii^ están calsiEidoa con saadatiaa, muy samejantas á las da las esttMmas romanase la adad alámca. Una mujer se ' distíngua en* lea ídolos, dif eren-^ te da loa demss e* las enaguas^* basta las espiattlas, ' cnbieirtaa caaí u»a red. toinada' sacb maya «on una aueniaí' Ix^s cMtadoa yipavta poétorlor de < los «atmnlitos oiÉeceií Mbufjos eapricl^é-'* sos, figávas^ faumanaa en diyersas actitudes, baciéndity tai ves re^'^ IsfsUmá pasajes bistótioos 6 mitológicos, ó- bien ' taifas ide geroglíficos/deatinadas sin dada á deéir los nétnbres'ó atributos- de^- léti dioses '6 ide los béhles^ AquelloB'trbaia de 'oacuHura ba^ esn buen 'éllM9*0{''sa' les 'podría «/bjetat estÉfr 'aobrecargados da aldóniea|i i^ to'dekaS'lteT^en elfos guM^;armonía^ y en los^^^ en qUe^l eseilltbr fué sobrio^, üegifin á sef cle^áinteÉ.' Los coa»- tfuctoVes-Bé'^levafbn bíaMa artistas, y nada se puede pedir más deffoado á obreros que no disponían de instrumentos de bierro.

(1) Siepheos, Onteil Améric% tom. H, HS- ^^

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396^ >

Go^dOrprg^aoto; A^ lIi^eiirUiBapioft r«T6láiiiiiit|)tt€Ído aiBy.adelaBL*- - taióyf^{e».Ja|^jl^lu»AK|0s^i4típ0rk>iriá 0^ éák.^

Valle: si con semejantes x^aestrasde saber se insiste enllIaMSBti hág\í0^^/^ la^UQUafl^YMat^; r^^oU^úñi 9fílbwh diabela támbín páM apdli4f»rrJ94rblttw<4 loai^lMritoSjy^^^^ fos Igriegoftw^sAi^t^ote'

..^or io re$pci(^^ya^i(ra;lAiftiM(f^t'Cbim¿4el panto: Jb, Aioá Ifaut Sif()kí«qp^;<li)jse ^llMnoifétto^M el^dqeto más ^ *

n^>4%ajUlCMÍiojd^e«Mtlaii ^niOepuá 46 ukbwbáaé/i^^ Iio^alteies» lo^AiQi^mp 4tejli9ftídQÍQs»fíO$itltoft.4e;iuiitéto«lta|^ roca; tioBaá:

n^^^,#4i)ri»Q^iW«mM|&V/4iier^l«QS»* «ttAi aoi^^'^^^^'^^^' 7 ^^* cQpii4^cf iPcpn}^iwt<>8!de!WtsflciM%*iL()^^ on^

t«iélM^(}% jr'49iOtopaH«^0^ p^eda ^dá^yiiy^irse: Ig ioniía:^ diflerm e»,tr^.síl/plipi.a${)t!^tQi>j.$JA; duda aadaimiQ itiMa^ peiaoioii imii, el í4pW»A^<ito (k^tQiiiú^ 8etél:«f¡^.,fia^wetieiiri»ft 0d4»i ohatrb ^6bM, corito^ QA.la.pia«i4'rQi)a, ^Jbi)04uitiimafcfen.bA]oi4UMYe» uiii^^ cQ.ajeiiApik^!ai^;Q^%9saPr9MA lo.d^ El ^.

tar.'d^Jíq|«^fla[t]^ito tatdQ^sa¿lipi¿s;{ib«i kdo^ ómttra de altom»: e4tii]id<)^4ii)^i4ld«il9f^ai?d^«|>arftof^'€iB;4rala (P^poa gen>-\

gHfi9CH^,,rdl)^l4#]>daiSÍ^.4iidaftIf(ttaJaocmtfi^ la Hiato*

riikidQr^v^ pifdblQ flM9t#riQS€W;)»0hHadg^r^ ; r jt0^a^Mid.0.)^ -oaatro oama la^átis »MGítidaa ^adtro-perao^ Diiíj^xlaa ¿tos'deUKdo^aocidMiailiaMi las^prÍMMipalisjjafeftó jgno«. ris«rMjrmf^^l,^}Q86rf^ Yiii^t<9i.toLnb<) al^oAfto^imaltt.asjkiitiatiaa en^, pQmdM^ea^lii^^tó'negi^ifMi^»»: lasiOtrM 4!«^tl>rQa>jfigtirali Tan' diii^idM'P^r. iffMim) püirtea; .aj^j^iÍMida. eadft ^<UMk ¿ atf oaadilkv i IifMiPMiK>im]pepkfi>lM Qfité4iism^clM itocb la*> yÁtcnas 4}r«ffadMh

safepif^9it^¡ríi|it|te^i€|l<is .w»^^itfl»f^9i«drQglS&taa' ^i^a* .aQiif»d^vftd0%! rg<{Hff4tNttdc^.fa»f^MaÉft*flíelj»aft»^ x&em»,

b«^ ^rkM je0jr^>7^'}w sMrosB i^n, 4^111^ k(m]fa4iü» Aonetrniai» lof^

Ga4o; jll#t%p) ^d|(iíifmmw]imíi^ §mk<h^jum» 4ar>lQ« -iainMiiifil^fc

'pi^esent^a en Oftpfírñ/ ^ri otros Fugares; íósf ásütítb^ "pírítiM'jpal^s d^ qué ésóíuWifri enearfjá'B^ülks feitállafl, loé '^feYrfefr^Wy las ármaér la fálih' éJiahlútd de tóflóeÜleí fnaiatíé fi c^e*';llttó'ábti^l pwblo tío étk bafalUaor diiío éírtre^do S la-pas?; y-fkcrt^afe'sér ■dominaío.-* -" ' ' '■'• ^•- '* - '" '• ^ "^i •'"-»' i- ''-v >x'>'iM'>!ai

'Observaremos quQ'loá grandes' muros dé' la ciudad^ le' nacen tina plaza fuerte/ dispuesta parala*^ guerra. 'Áumériláreípo^ i la aescripcion del altar, ser aquellas figiitas áe íípó orieníát en to- ÍQ él conjuntó, üb sólo* por la mañera de ostár'sentadasi sino táni- Dien por el tocado en el cual sin esiuetzo se ye una especie ae turbante, ea los trages y adornos, en la oreja noraaaua por nxx Cuerpo cilindrico, en la fisonomía y fin toáoslos JDormenoresi'po- eos "monumentos del Nuevo Mundo lletáu lanacentuadoet sello

'M' '-'^l .'. í iii •- ; jr . ■;. i

de su origen' asiático. *

Las piedras rústicas j las^oolumjaas áptey ji^encip,u9.dnfl ,jpa)r^- oe que procedieron, á los moijplitq^ ^filpidos.de .jl^u^r¡jgi;a,y do Copan. Sin duda que estas obras no son hechur;a, de ,Í,of» ifi^odf- dores de las ciudades ar|rj;iina4a8 en .l¡!;uoi^t^%^:^iptj^i;q^ ¿p.pás . antiguo y fueron coaservadas por .J^^pp^to^. t^ppcpjPftjrrg^p^fli- den á la misma epooa^ y su grado de perfecoipu ^j^st^l>|e^e J^f ^if- cesión cronológica. Los «lonume^itop n^ono}ítÍQpai de.Ó^^jjRi^aajr de Copan son anterioras al Palenque, á Chioben ][tz^ y, ¡i^ U^np^^.

Los edificios en que'vaipos ¿ oouparpos^ipii^^f^V^tk^qJi^^Oftiit^- gQa p§culiare8„:qaq 1^ i^op comi;m^fri;Dos.pftrí«i3.i?fi¿^ifií4ea.tes constituyen. La un^ as la,pir4n^idp t^un^^a^^^s miQióídfiiYftUiiós pipos,.caadrai3[guJar u qblQ^ga^r6ve»tí4^de'p^ídrM^(^^►l>líi4»ftó de una oapa.de mezfila ó Qstuco, ^.vqeas pi^tf^4a 4^ IX>ift..4^.d^L8W)a- Bio^e^ va^iarble^; lina e^cali^ra de.g]7^4a&*d^ «4>Ql»m¿ Wp rPi9^ ^f^ ímplUj con p^^mwifx p fiin él,.ooBd^fie^¿U.pftTft s^o^gr^rde ,U pirámide, tefjpimuda.^n mja superficie ,pUM^ >'Bi3^3i^. .^t0i j^e ^alza el edi^cip) #^u^da parte; >?cwplefm«iu(^ri&.j^ la ^i^itm^t- <?iqn^ P»9Í invftripbleip^utp la pl^ áfi l^,«m.p9 .AH.pi^rl^lieló* gr^ijiQ..diyidi4o[ eu jdof <;<Mp.partimi^utoa pp]5 i»Ba^«ce¡d iiitecMo- j¿^la^arlap^á loa Jí¿9?f pjrjbcipipalef: 1q« m^taryj^ai píp4r^ ÍAhroda lI9'^íf]^AÍ^A yWei^arTÍ'^^iP^tra^^^.pl^^ftli^e ^fm (^94rüát4'

:.?^% fer¡n^^^p0j:¡)ii^ci^o3 de,,^J^^9»¡.fm'^mi^ iogmám

.998

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se, correspondientes 6 en posiciones diversas^ se» abren en la p%- red intermedia, quedando dividido el interior en cierto numero de cámaras» de una sola entrada cada w^ J Wfn Tentaaas ni tra- galuces. £n el exterior, los muros se lerantan vertiealmeate, mientras por el interior suben i, ploma hasta cierta altorf^, indi- nándose luego por. medio de hiladas sucesivas, avanzando una sobre otra, hasta aproximarse á distancia de. algunas pulgadas» cerrándose este espacio por losas que vienen á tener el oficio de una clave. Por este procedimiento quedaU formadas bóvedas con- la sección de un trapecio, aunque en algunos casos . arcos y b^ vedas asumen la forma triangular, pues los muros se tocan por la parte superior en un ángulo próximamente d^ 45^,^ esto deter- mina la forma* del terrado superior á dos aguas, con los laterales igualmente inclinados. Lo que cambia por completo, casi en ca- da caso, es la parte decorativa; la fachada,. siempre de piedra ta- llada ó de estuco, ofrece diversas labores, distintos objetos, cual si en cada, una se llevara la intención de relacionarla con el des- tino del edificio.

Las obras de este género resultan un tanto pesadas, aunque se les construiría así para resistir el empuje de los terremotos; os- curas, expuestas á la intemperie, á no admitirse que las puertas se cubrieran con cortinas durante la noche jen tiempos de vien- tos ó lluvias: las dimensiones les prestan, empero, un carácter de grandeea, y la decoración las hace aparecer artísticas y hermo- sas. Los <^jeitos allí encontrados, la distribución de las cámaras, determinan á creer que son templos; quedaba el santuario etí' él éentro del loiido, loa compartimientos inmediatos esfctfban des- tinados para las ofrendas, y el ccírredor contenía á los* fieles, tal vee sólo á los sacerdotes jr'á los iniciados, pues siendo-estrefchos no podían abrígar una muehedtimbre: sin dudü' el ¡iuebló a^is- tía-á'las' deremoéiais del culto desde el ^ió de las pirámides,^ ihi- raudo de lejos* lo qué se le permitía de los •misterios; La poca luffáquelüSBntráAas'del frente daban pá30,elést^r bilocado el altar y el áids éh él fondo raás sombrío, ^ós hace p^néár qtie •M* aquélla i^i^^imí^ había muóhti'de ¿tecretottárias prát^icá^dfii- bíM^de pá^Mr á)a claridad^ déla' luz ^t!fid!al7 y 'í^aralle¿án> al ndoéft había ^akdültades q¿e tenóerj fiüiSBbá'ptírTás^c^ ÍEidispemblératraí^SafH bé^^és^^ {eiíi^lb8;^!ós "^t^uéSds 'par^ ^OM déstí¿aé(oi^'ét«)1iísiyaméiitJ^'ti[ íd(ifó'í^á los dbjétos de ¿ffi-

r.

to; se concibe que envíos mayores teui&a h&bifcacion los sacerdo- tes, viviendo en una especie de x^munidad. ''

Esta clase edificios üon los más f recnente%; pero se ven otros, bigo las bases comunes de construcción, abj^rcan^o una gran su- per^cie y conl^eniendp p%tios interiores^, corredores, pasadizos, tonres, escaleras, ^c.: la distribución general no deja duda acer- ca de qup se trata :de pfilacios, de liabitaciones destinadas & los jefes supremos» á sus familias y, servidunxb3*e. Pocas constrac- clones difieren de las enunciadas^ calificiidas como afectas á reu- niones públicas, aunque no se comprende su objeto verdadero. , Sepultados, bajo la vectación tropical de Chiapas y de Yuca- tan» yse^u las pirámides sosteniendo las reliquias de templos y de, palacios; la superficie por ellas ocupada marca la exjbension de la ciudad primitiva|f»en la cual sólo se distinguen montopes de escombros ó tronos ojiutilados de estatuas inconrpletas. No se perciben las calles, pocas veces las plazas; no tropieza el pié con las casas de la gente menuda que debieron ocupar la llanura, pues de materiales poco sólidos, sus restos hau de estar confun- didos en el suelo de la actual pradera Observanse algunas ve- ces murallas de circunvalación, con apéndices (^ue hacen pensar en reductos^ y puertas de socorro. En un país como la penínsu- la yucateca donde escasean rios perennes y no abundan los ma- nantiales, la fa^ta de agua potable es el mayor estorbo á la reu- nión de un gr^ número d^ individuos; para obviar el ^nconve- nient^, los antiguos constructores approvachaban los pozos natu- rales, constrtií^^u reprei)aa ó aguadfis» y labraban en la rqca de- pósitos subterráneos para recoger las aguas pluviales y gua^/d^' lasjpa^a loatie^fppqa secos. Estas obr^ no las menos admira- bles^. de aqieeUa ^poca, áflff. un .tipo pecujliar á las ciudades» maravillas dpi arite^^bajp jQu^enqi^ier i^ipeptoi q^e> se lea considere*

Maprcadcia los puntos cofiunjes 4e semejanza», pasjE^mpf á denir pofc^ palsJbirasj ^a/^c^ 4)? cadaTuonumentpién parjticalar. .Exjyji- tísJ^^e^ las cm4« consistoi^ialfis df^ Ocppingq do§ lápidas. en. pie- dra, sacsd^^ de,3jQmlf^.rpn^lp,.dojiJeg^ cnyo nombire Qn lepgUA^wdal^Sfgi^i¿9a.^^^ (l);;Il^rese]ata ^.ij^ia un prisionero desnndo, los ojos cerrados, y sujetos los brazos á la espalda por cordeles: cúbtele la cintura una faja con las pun-

-► . . y .,'«■•■■ -^ ,

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<1) DnpaSx, tercera ezped. lám. VIII, ^i(m.,ld y ;I4. . . >;^ ^^ ., . .^

tocado es una especie áe gorro cóti'tmplumajer, y Ik^'^Arté infe- rior délas orejas esíí íiítrátteSáda |)or ana éintá, rbdfeitódrt el ¿ue- *!Io. La éegulida lápida coíitWne dbs' figurasí'seíitadtt la iiñá ééa •lai pierna» cruzadas; páraídála otra, y ¿uaí ésttíViéran en^cbn- versacion; cascos guerreros coA pitimas'y pi¿í)s'^de kVe,' ábfígáb las cai)fizas; ctíWtt su de^iÁdéi coú la ftijá de puiítfts bdlga^tes, •y hay en la orla dibujos (jué'ptídfe^n tonsairse ptír*^^eró^fficog. Las^ estatuas mutiladas Ofe6cnigo (ChiapaáV cát^deu de'^la cabeza, por lacual no fes ptiédé juagar ccnreiáctltud^ atttí^tíe puede asegurarse ser del todo difélrientea 3e^ laá de Gbpáín.''(l) Los templos guardan el tipo general (2) síu éiaíWt^ó -áéi ^^qt/é^la puerta termina en el arcó'itriangülar y la factáflíf éu éatá'60 carece de adornos; Dupaix observa cótrio ibuy sfa^tilár/ éiibóiitrárÉíe allí las dos úiicas pirámides éotnplefcas acabadaá eti Ci5í=í^íae', Supues- to el ser las demás trúnbadias. Steplien^ '(9) visitó támbieln flkj[^i- Uas ruinas, creyendo ver sbbí'e la puerta del santuario el globo alado de los tfeiliplbs egipcios. Observando felíáibujoí^'ni'paireáe 'bieh expresado el globo, estarían las alas en sentido inversb, y faltan las serpientes, símbolo del *trerftipby'*de lá^éferntdad. A nuestro viáta es una especie de trofeo compuesfo uif''e'sfcudo central, de un arco con su ctierda'y alguno de los ádóríioa da ' glumas para la cabeza; los puütos d¿Fmedio "podrían dbrrespoh- der^á tina fecha. Para bosót^^ÓH/ las rtinaaf 'de Oébtíngo' sólo oñ*e- «etí una reminiscencia dél^Bídéilque/'perlfenecefrá'eRáté tipo, añu- squé degenerado imperfecto, y son déíiémpós^muy pdstefibrés •almodélo. •■ "'''' '-^'-■■•' •.^•: --^íi-'ii'-r ^-^ ' *'/

Las ruinas ^del¿Páleñque toinán stí nombíe- del* piléHo^'Stimé- diato; ¿e ignora vérdádeita'défébaiíniEioion, 'peMi¿ÜI en la tíótÜe de los tiempoa con la dél pié\ñb}i¿húÍtUGtír''&tíñ^^ villas. LlámiímíodfiMS asf, porque en déápécHó'def'áefííáán^'d'e'per- fionas poco ifatítruidas^haVi "atraidb la át^enótoüi^el mundo cfe^- 'tiflcb, cantÍTando tadtote 7 dánSo momo á^-pKffttndits ia-v^Mi-

~ §6 (aserrarla t>«éf¿¿ta!^e& de dettiaVAiíeiÓB' ^kti tsl pKif Aéity 7 él

i; »-.>■ 1 •• ■! '•■ . 7 '. 'i ••'. .': R L > ' •■> .•'' ■■• •■ ■'■ «''iíf.lí ; '.r

(r) Dupaix, IcxSo oit. lam. IX, niíms. 15 y 16.

{7¡) DniMdZp ibid, lám. X, ntím. 17.

(3) Centoa América, tom.'n,<píg;Wft^^' ' "** '^^ " '''** ''''•''^ '^

M

templo. El palacio, IjxetA de los patíos interioresi las viviendas 7 los corredpreSi contiexie dos cosas peculiares: una, la torre cua- drada de cua^o pisos» con escaleras interiores, y servia parado- minar con la vista la llanura; la otra, las ventanas de diversas formas en las paredes intermedias, llamando la atención las de figu^ de cruz griega, de brazos iguales, y las deT ían, recordan- do la cruz con asa de las pinturas egipcias.

Palenque es la ciudad de los bajos, relieves y de las inscripcio- nes. En el palaciojí ya en los macizos al lado de las entradas, ya juiíto á las escaleras y en las capearas interiores, se presentan imágenes de hombres ó de mujeres, en estuco pintado ua tiempo de rojo ó sobre piedra; parecen cuadros alegóricos, acompañados de caractáres geroglíficos explicativos! Los templos muestran aún en, el santuario los objetos del culto, entallados en piedras duras, cpnlosjsacerdotes ó iniciadps, y en las paredes líneas ver- ticales de signos de i|na escritura curiosa» relatand!o, á no dudar- lo, los preceptos religiosos^ la leyenda mitológica, ó algún suceso histórico digiio de memoria-

Las figuras monstiniosaa egipcias ó hmdus, mexicanas ó tza- poteicas,, declaran inmediatamente su intento mítico y mitológi- co; pero la r^r^sentacion jiatural de objetos animados ó inani- mados iiecho^^jj^or los ¡decoradores de todos los países, Von re- trato de las persopise ^..de las cosas que les rodean, é impropio faera s^po^er qi^e copespondieran á ideales de tipos descono- cidos. Por esta rifi^on debemos admitir^ que las facciones y los bragas di^nj[ado9 ej^los relie ves^ son trages y facciones da la po- blación Jhal^dora de los monumentos. Dos rasgos distintivos pr0S9ntl^n^^^e^as cabezas; la prolongación posterior del crá- neo^ «elíjante á la practicada por algunos pueblos antiguos de Am4riea»jc!0Qp los peruanos, it^c.; la forma de' la nariz, q^uépor oon^rast^ in%ye eii hacer más aparante aq^lla prolongación. Esto 0egun^.l9 había notado ya DupaiiTj (1) diciendo en jen- 8PW* ijigénuof-T-''^ jaecesario advertir,., que sin embargo de la c^K'^^^9tj§/^ dibujo que en general , observamos en los dichos relieves^ no podx;eWs m^nos'^dé exU*anár eíper$l amanerado de loa JiqattffBp ime% deij^^ia oima do la cabeza hasta la extremiaaa i/^WW9V^^ ivV^W^ l^V^^. 9 cuaotanie dedrculo,.c^ntra él

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(1) L«DO«.iMí«««iSTTríS.' 'i<í

'«ja

Orden perenne ele la figura original; 7 para hacer más risible es- te fenomejiOy afectan presentarnos £iá vista unas^ narices des- medidas y perfiladas.' E^Vefd^d:'qné el perfil de ifna figura ütial- quie];a es más fáqjilde sflc^f qusW fiüénte; Coíño qtrieta ^úe sea, está porfía nos muchb^ qWp^nsar/ de manehí! ique las caras y laá vestiduras* aüuiiciaÍA ^na casta liotabvés' ^e8Con<iyicida de los historiadoras anti'gttóisf y íQbddTÍíoé/lá^qtie existía en áquélláís tiempos remotísimos d©. nuestras' eta^."* *

Notamos en las formad del óiíierpode¿hcrd0,'armonía'yWle2Á 'la ¿souótnía fuera hermosa'áin boca' abultada; dista mucho b1 cbnjuíito del tipo. apaéticaTiCt; y bielí* pudiera tolnati3é*í)qr el déla raza ártaña^* Pdr'Io^toóknlé á lanáriz/podisto éxpiica-

'cion. Cuándo él l4liil&teiti6^e/Pomenió Cóto'j^tó el Mtisre» y^rfcii- tecó délos padres*OAmáóhó¿; tupimos bcaáion díé estudiar -los olijelos eitr£^dos ti^ll^¿ble^qtie. Ojb^rvadas his'figtkfi^aflr hUmattas, sólo aíguna»^ osi^éntÁÁ I^ Cü^vii á&tattá isn'lbsTTelieVés; presentan las demás un órgano 'n'atfural. A4^ellás/al prrriiev eximen; ad- vierten (]^ue la partc^ saliente está sobrep'áeátai' éicpresándold in- teiicionalmente' las línéá^, desd^ lá^fi^üte'Ha^áSserca'' d^l ^lAre- ~mo de la nam, no dejando la^&etíóT'dtlda* iiiC€fñ!la'd6'su' ólSjfeto. í^ruebá és .ésta conclúy^ntd d& np^átarke ddooiá natural, s&o de un distintivQ, un ájSomo cciivéncib^ál psnrá táa¥cftfTÍtLa tribu, una r^?a ó tipa condjféip'u áqu^Uá sc/cfeá&ífc" '•' ^ ' '• ^ "

!En lo relativo, al tragé, sé.^r^áén^iñ/al aiériim/dúii ^'cádos. ; tuio .'párfecé' ^érténfeoet.'^'^^lafr dlteetí supéirioreit, y consiste en un 'lóca¿(á^ ¿ompifedlo ^ de jgóHrÓ^ 'éti¿^ tiintás', pFá- ¿áfi^: y adornos;* peildiéiiiré^''¿^' t^B'dr^áfe^, éólhiré^-íÉÍás é'^^m^- nos aíichos, y sartal: 4eci^^^

"cuentas y^b^r^ádos;; i^^W ei^ftií^'xlé'l/^ V]k(ltt«'iMmáé;^7 ' Ziui'4a1^á8 8eme]aate^á;'Í^'^¿'1i& ba1iatTriJC8<^órsÜ»é-.''fB{yQ«b'Ui8

oillo es el traje de la gente' menada; tocado ligero, collar, pulse- ras 7 el paño, enredado á la cintura, d or'pnwtwir onlgiWiliOOi ^

. CHertos .p»4!^loii6f m estofo par^oen representar dio9e8rvA.ta- \íb4ó^ de Tin ja^^9ffpiifi49^Q^ e^áix 9ei^iiadpa á ría maBera. orió^- tal ^bre .uu l}^npo ternunadp p^r doa oabesa&de Tin animai bx;ayo icpíf 9US[Cf^l(rq^y y aatriban^o; solure }m p^aa con gaitas, Paf;eeiHi diopf^8»porq\i^. abajo del rQlie¥drl^77sie^aa,<^e piedra» dasji¡^na4&Sf en niiestrp^i^qipüpeptP» ár^eibir las otr^ndas.. En lod temptos. ^xia- tf n dos olDJetQS notables, copaagradqaievi4enteinei)te, al ,Qultp« E}1 psincipaly iná.9.cQnoaidQ| por jl^abjir Us^madpSQbradame.nt^;|a a^en- ciop, es, el nombrado 2>p]r d«^lar,C!raZ| (l)*á cauaad^ que en el een- tro;del ];eííe^eaa distingue ^ji^nz^ latina fpn vario^ adorno^, á cada lado xtua fispir^^ en :pié e]»a<^ifarid de ofrendar, con. 1q9 trages quB ppdiera^ H^x.deXpH t^G^.4ot^g.AiÍa'Íqa^Wados,.7:oe^rr^4o elcuadrovgrandea ^|al^^aa■d^ gerogUi^pos. El ae^^dp réUeTei mencionado -8($lp por Stepbefns,. {9). difiere. d^l anterior Qn 99ten- ¿ar.en.el .ce(ntro la imágep d^aol, ^steinida 9o,bre,una.ie9ipecj)9 de andas por YJiejos aacerdoteg^ .se^^doa.á^on: Ijis piernas. cruzadp6| la?, cab^zaa reclinadas j, la^^.m^ojsfirn^e^.qn tierra,' onal siles agobiara eil^peso; los personajes rlafaerales^^ncU^ |aBftá8ticf¿,:?0jnj»i4vi de. escritura ge-

liogUfica... -..„. r ... . -f:" ,^ ;r; .1 ' , •, . . .:"..... 5? í

1^ ,p;wrtef decorativa,, jí^ ^u la? Raw.¿les# ja spbre laa ptiertoiS del subtemiieQ^bajo: d palí^c^o, ion; ^^rltí^ii^^^ : elegantes^' de If^eas gracipsá?^ con.pájaros^y cn^ri^qfií^Ht^sticpft Ja sei^flipnte ir^- pfi^^^ffi^rBj^ inga^"^, Joreay íl|?i^t9s,;p9ef tas^y l?bo;r^9 unidas, ' .Á?:m?mW#%W9oipa».(3;^Sic9^^^ ponías

??*»(» W<>ifyi,^f ?PÍtWf*vd?r los\p^ebJos -^ientftl^^^ :..,.., ; '. ; ' Qcüp^ij^nOs yaí!en..J^psppn3p^^ de Yucatán, ,co.

. menfaíi$mp§*fWl^ P^Í*^ll»4.#**«»Í!4»MHM«íte^wW^ JEn 4qs tipjíi-

pos dpi P;.J[4aíid«^íI« juxáinídea y>íi»Ai6w#;ieían^.í^ ó

flftOei afe«%- a^fdwfc^Jlg»i|a^ W^^

gcsa^^fo^lf^B de »#dBAtP^ca9a%^^ft PÍI*^ftiwÍ!icj|?4 J¿ ci^i^á.

primitiya era un santuario reverenciado, al que acudí antpeij^i- ^RQg-de JQ9. .JftgaKps.í(#íd^iíi}4«ff.: ftí|»ÍW^ ,eí> 9PBWft9>ffi[tres -«Ff »^ldtSg«^<M.destíié4<»|4:fli^^ dfiíPÍ^JRdel

(1) Dnpaiz, tercerA ezped. lám. XXXYI.— Stephens, Central América, tom. II,

(2^ Loco dfc. fr<Mitiflpieio. ' . ' * '^ ", " ' *

^8)I>upaix,Uniiiia8XXVyXXVIl. ., .. - . , .'f .i

4éí

legisladot y taimiatürgo ZamtkíL ' fii-^del Tado xitifitral de plaza^ tí¿ denomÍDaba ítzfttxiatttl, gnardaVá él eorazoñ y las oettiüalr^de Zamná, y sobre él está cohstrnMia'Ia parroqnia y 'el oonrento que 'fáé de religiosos írancis'cailos, fundado, segttn el P.- Lkndá, <1) el año 1545. La pirámide delN/llevaba et) lo antígnó el nóhibre de- kiáich'kakmó ó 861 con rostro^ por dépositaifse allí él rostro. Es el montiinento mayor de str clase en Itzamalyen todo Yucatán. El P. Landa, (2) qne lo rió pocos aSosdespnes de la conqnista, lo dea-

,' cribe de esta manera:— ^"Hay aqaf en Itúmal nn edificio entré los otros de tanta altura, qne espanta, el cnal i^e verá en esta figu- ra y en esta razón ella. Tiene 20 gradas de á mis de dós-biie- ' nos palinos de alto y ancho cada trno, y tenía más de den pi^ de

' largo. Son estas gradas de tíiñy grandes piedras labradas, aun- qne con el mncho tiempo 'y estar al agua, están ya feas y maltra- tadas. Tiéné déspnes labrado en turno como señala esta raya, (d te) redonda'labrada de cantería tina muy fnérte pared, á la cnal^

' coino estado y medio en alto sale nna caja de hermosas piedras todo á la redonda y desde ellas se torna despiíes á «égair la obr& Hasta igualar con la altnra de plaza qne se^ha($e después de la primera escalera. Después de la cual plaza> se hace otra buena

' placeta, y ellit algo pegado á la pared, está hecho un* cerra biex^ alto con su escalera ál tnediodía, donde caen las escaleras gran- des y encima está una hermosa 'capilla de cantería bien labrada. Yo subí en lo alto de ésta capilla, y coino Yucatán ertierra lla- na, sé ye desde ella tierra cuanto puede tista déánzar á xnara- ▼illa y se ve el mar." Sté^hené, (8)lá describe éít bretéíií palabras: ^os ó tres cuadras distante^ la plaza; 'dice, visible en todas

' sus grandes proporciones; -Ée alzaba más estbpendá las pi- ráíííides qué hü'biéralnos "fisto en el país, teñíendb q^izá de seis- dentóíEí ifsét&dénttik i>i^tf;de^)aigo^ póf Sesenta déüHttra, y en la

' ctiái créemoe, fuera de: diida, *se énciénMMüt com^trucciones in-

tenores. '•••;»•'*" ^-

'El templó del O.; éira él ooiiocido por Kab-íul; ^ano obradímjt.

^ «79ene unos^óscieátos pies kÍEi;o,í^trei]ltaáé alto, {lampar- te que caía al corral, (de la casa de la Sra. Méndez), estaba com-

(1) Loco eit pég. sao.

(2) Ibid. pág. 828. (8) YiBie á TQoataa, tom. n, ]pág. 435

1

406.

I^letemente arruinada; pero la que daba á la casa aparecía de xm -oabo Á otroy cubierta de colosales adornos en eaineo, maolios de los onales habían caído, y entre cuyos fragmentos se descubría una cabera gigantesca de siete pies; ocho pulgadas de altura, por siete pies de ancho. El fundamento de la oiv^ son piedras ealiéntes cubiertas de estuco; de la barba se prolonga una pie* dra de^fm pié seis pulgadas de largo, destinada tal vez para que- mar copal, como en una especie de altar. Era la vez primera que mirlamos: un adorno de esta dase en la parte exterior de estos monumentos. La severidad y la fiereza en la expresión, nos re- ^sósfdaban á los ídolos de Copan, y sus dimensiones colosales rela- eíonadas -con las de la gran pirámide, producían una impresión extraordinaria de grandeza,, (1) Stephens Uegá á Itzamal duran- te las'fiestas ^de^la Santa Oruz, y enmedio de aquella alegre ea- odna; no podía meaos volver los ojos ¿I los grandes túmulos, querdesooUaban sobre los techos de las casas/ y «qu cuyos ma^ texialés ha pido construida la ciudad entera, sin aparpeer ^ne ellos disndnuyan en sus colosales proporciones, estando desti- nados apareQtemente á subsistir, miéotoas las débiles. estructu* sÉs de 8Uf( más civilizados conquistadores, se reducirán á polvo. LcM pQ^ai noticias, hastiar ioas que' da Xucatau tenemos, colo- nial'la Sudación de la ciudad de Itaamal en los tiempos más an- tigupB^ aquellos monumentps, en rigor hablando, pertenecen á la 4%K>oa histórica; mas eomo las reladonés no saben decir el lombre'de los pueblos constructores,^ y corresponden propia- mente á los' tiempos oscuros, caben dentro del estudio que va- mos {nraeticando. Itzamal materializa la primitiva civilización delofa mfíijMt aparece ya formada, en cierto grado de robustez, ignorándose ^l camino seguido para llegar á semejante altura. SiULicaraciéres principales los suministran las obras piramidales; túmulos pa2ra encerrar los despojos de Zamná, se trasformaron por último en templos. Las pirámides allí asumen una construc- ««bu l^eouliar: nd son de tierra ni por pisos sucesivos como las de Teotükuaóan y QholoUan; de piedra y mésela^ presentan mayo-' feaanafegiaa con las pirámides de S^pto, si bien se apartan en

'"-'"■■ ¡ ' •. .. ...

<^ SteplMBi ^ufi^itax, tOQL 11/ pág. tói. Otro dibujo de la mianu oabei» se ea-

entütni en la obn intiinlada: Viewa anoitfntinoiiitiiiontiin Central Am^rioa» Ohiá- ¿pta and Tooatan hj Jt, CaÜMnrood. Azoh. Kaw Tock. 1SÍ4.

.'

406'

róV ÉiHinéádás^ llevando en la parle superior uña cáiá ^lana^para: sosteWf 'los edificios.' OübioTtaá de esítiicó las faak;'k>« ^ádi^rndS:' siguen ei ^tipo cclbsal de ¿ónslíucoion enleifá/ Oón ííiertdtt* ptmtos con'tacjó^oon las obras^ posterioréé, en nadA Híe ^tefijev Ébx éfntíargo, ala arqúiléctárá de OKíhén ó Utínil; descubrién- dose qii^ aquel era un pnéblo cRrérso grado de ¿iviHzéteión. Tatiibi'éá éía áverso de lo^ de Gbóiollatí y de Teotihtiícttb, bien tiene con éstos coinñn fiísónomfa de levantar grandes' mo- les, etígir sus templos, y fórtnar'ébn ellos los sanlttáltios mto»- vereñciadós. áriiuíteditn'a era c/e vera y'toóihitae^^^ ctíttlc<J*' frespóndíá á pueblos emqiíienés'dóiüiinaba' *el 'sentimiento i^eti-

¿foso,:. •; y'";; ' •'''^- ;''"'•' '• -•' •^- '•

tÜtíchen, Fe forma Aé'cTci^'hocáyyckehí, pozo} Ghiohén Ití», quíere^ééir, el poiso-áe^lós ítiabS- <Eas tuinas esttfci itfine&faKÍa»' á Ib' BAbiendá de aquel notnbre, ¿ivididas^or él oíamiiio' real- de TaYladblid'; ocu'pstn'dnás' dos millas extensión, si bien fnera

blas.'^^Nó éstá^codslfirfdd sobre titi'térifsiaó^rtifld8l^,'«kió (ri^l^ fierra fuá^éscayáda iA redtidbr pará^'daiíé- cierta *elé(Va<íd«5' el frente carece ' ádo^ñoV'mii^á m Év^itiidé 149ptéíí^pdl? 46/0^ ¿k¿há\Coñdñcóá1U''pkrte superior 4$ piéltde

Aáciro, toiiiplétaáiónté arruinada, y el' niSiüe^o'cfoios -dtf|Mrta- liíentóy t)ie2as,*es ffó díei foihb. '^ el extremo aüstáral hay itn» pt^rtá de\entrada i^krá' nna^ cStáurb^ én'la' ónal réi^n el- mém grande y m&s impenetrable íftisterio; ' tiene diez y ntievé pQ^0 de lar¿o, por ochó ¿íes seis pt!gíid!í¿3 dé' a^feho, y etif la piftved Sel fólidó/'ke ve otra ba3a;y eSÍréSíral puerta, cOB4¿irf<Jandü doo -otra pfé¿& las misthás'diiSien\^óÚés',' anuiré con ei^'iso "atiplémia ¿ílo*qú4 él antéñor/^El dintel 'á8'fc*ta pueítá'-es de píiedm, 7 la parte snpérior/^feátá escxflpido - éü' lftij¿ réliisVé ^duf dtbtijcv 9^^ por la t)Osiclóh'<itió guftlrdfc;h%.'aad«131ifoníb¥e=al'««^ los indios ilam'aü': AcáK»ilb7stgtíyfié^d(>i'«^6^4t8^ tn:*imiMBB/f porqué ^o péúefti^ándó la loW^ibo ^ 'i«<|«49a".>evteirib/i«ftt tan oscnra la.cfimara, que es muy dificil tomar la copia del di* bnjo. £stia. fué prláíéríi ve¿'qtie eñ^^údáktin én^cfnti^Mñttd ^e-

(1) 8tq>hfliw, TttOfttaa, tom. n, pág. 290.

407

roglíficoB A&iciilpidps en piedra, inouestionablemente del mismo tipo qne I09 de Cópaa^y, Palenque.- I/á fijara sentada parece es- - tár practicanáó algún ^tctó de^éncatítfei¿íe¿to'6 de culto* réligio- ' SO, o idolátrico, que^ pód^r ^eeíltí^ ^tfdefóct^Méménte'éipllca^ía• *'eI que escrifcé en las tínie't)ía¿*' '¿H^ íAerza 'fímóa puede atear aquellos monumentos y dejar patentes los secretos que enoie- rran, aunque jamás podrá desentrañar 1o¿ misterios contenidos en aquella escultura. (1) El Acaboiib, está sentado á la manera orientaí, -recordando' por ét trage, los medallones de Palenque; la nariz está prolongada, la pübta; cual éste fuera el dtstin- ^ tivó de la raza, alza la mano sobre ttña' Vasija, -conteniendo al*' parecer un alimento, y' su acción no deja'tráslutíír el intento d^l * escullóf. La escritura, *^yid^nteme!ntó es* calctiliforme; la ñtiftiU ' tectura coq la fachada sip| adornos; tddo dicel qde a(][üel inonú^ ^ mentó es cóngeiiere' con los del Paletl^ue, y por la éscíítura * también afin con Oopan. Así esta faz de la* civilización maíyá ^ parece iniciarse Con loa cQnocimietotM^dbsfmndidcs det^hiapás y de.Gnatemala; t ' -^ * * í ..

Xa Gcáatkláé Étonjás ^'es noiéibl^i* pl»r db hai^k ¿stado de c(m« servaeioD, la bello y ri^o de stia adórtib^J iVeíáU y Sos ^diís tiene de altura fftcháda, é6(á -treinta y aiib^^attttho'«l<ediBéio7preh secta dos t^e^izás- de ^ibvrjo ' delicadki y de bfMm¿{|ptt8tó. Se ven ' sobre -lá puerta Veinte peqneSes paquetee gero^Moos, eai cuatro ' hileras de cinco cada unaV arriba de lob cuales 9^ alza' la corniza ^ superior; sobre ellos se proyecta «nft'Knéá de íseis adornos re- cairros,"séme}antbs a los de la Ofiosadel Gkibeisado^ en üxmal, pareciéos ala toompa de nn jdlefuirte, y «n.el beatro del' espacio > superior, enbima de la p«ierla>*ettun molía pblooga hay los res* tos de lina fif^úr^ Bei^tAda^ adkyrnada la icabeaa. eoi) plumajes. Ei resto de los adomos'es de ese tipo p^cailiar,daraeterÍBtico.de las antipas ciiidades amerioañas, absotaiasaente^direrso delde nin- gnn otro pueblo con el cual pneda-eslítr el lector &iáiliarizbdo. Las plantas- tiopieales y las:enredade?^fhs;^|i^.i9n.l% pa^^ta supe- * rior;eréB9ea y í%úe eiáao sobi» la oorüissajeii £8|ito^, a^uimentaban ; ectraordm^riamente elefeüto pintQr/9GWH>d0 U.|i^legi^n);p ffcl^a- da." (2) Las Monjas sonde un carácter distinto del Acaboiib,

<1) Btephene, loco dt. pág 291. (2) Ibid, pág. 292.

4.'. * '

.'» . : .^> r^

I

408

corresponden ya al tipo de lo que llamaremos la edad de oro de aquellas constrncoiones armoniosas, artísticas, revelando qne los constraotores supieron alzarse hasta hábiles arquitectos y exquisitos decoradores: aquella fachada es de efecto agradable, de gusto acribado. (1) Estas diferencias dan razón á Btephens para asentar (2) que las ruinas de Chichen son magníficas. "Los edificios son amplios^ algunos en buen estado de conservación» aunque las fachadas en general no estaban tan prolijamente adornadas como las qne habíamos visto, parecían más antiguas y de escultura más ruda, si bien las cámaras contenían decora- ciones y objeto? nunca vistos por nosotros, extraordinariamente interesantes." £n efecto, los edificios no parecen corresponder á la misma data, y estudiados pueden dar idesi de la t^asformacion q^e la civilización palencana sufrió allí, para tomar el carácter propio de los itsaea

Las Monjas no están aíftlodM, oorresppndieAdo á un grupo, de edificios, ocupando una gran extensión. "Bajando de nuevo al piso inferior, al fin de la ala'de aquellas oonstrocciones, se en- cuentra él edificio llamado la Iglesia^ de 26 pies de frente, 11 de ancho y 81 de : altura, la coal por ser conxparativamente grande; aumenta el buen aspecto. Dividen la fachada tres carnizas, coa los espacios intermedios ornumentados ricamente, siendo la es- '^ cultura ruda aunque grandiosa. La decoración principal se en- cuentra sobre la puerta teniendo á ^^ada lado figuras sentadas, aunque desgraciadamente muy mutiladas. La porción encima de la segunda comiza, es sólo una pared ornamental, como laa qne üabíamos visto en Zayí y en Labná. ]Ql conjunto está bien conservado, y consiste el interior eft una sola piídza, un tiempo estucada, presentando en la parte superior de las paredes deba- jo del arco, huellas de una línea de medallones de estuco, conte- niendo nn tiempo geroglíficos." (3)

' ^'Dejando aquella aglomeración de construcciones^ tomando hacia el N. de las Monjas á distancia de cuatrocientos pies, ae alza el edificio más importante de Chichen por su (úntoresoa

(2) Oathenrood, lám. 21. Véanse 1m fotografías de Ohamaj.

(3) Ynoatan, tom. IL pág. 284. .... (1). Looo dt pág. SM.

409

apariencia, único en su género de los qiie habíamos yisto, excep- tuando el de Mayapan, aun más arruinado. Su forma circular lo hace conocer por el Caracol 6 escalera espiral, por su distribu- ción interior. Yace encima de dos terrados, el inferior de los cuales mide de K á S. 223 pies, y de E. á O. 150, todo bien pre- servado. Una escalera de 45 pies de ancho, con 20 escalones, su- be hasta la plataforma; á cada lado, formando como una balaus- trada, se ven los ouerpos enlazados de dos gigantescas serpien- tes, de tres pies de ancho, existentes todavía en varias porciones; entre las ruinas de la escalera vimos una de las cabezas gigan- tescas, terminando en lo bajo de los escalones.** *'La platt^^prma del segundo terrado, mide 80 pies de frente j. 55 de ancho, y tiene otra escalera de 42 pies de amplitud, con 16 escalones. £n el centro de ésto9, y contra la pared del terrado, permanecen los testos de un pedestal de seis pies de altura, el cual.probablemen- te sostuvo algún ídolo. En la plataforma, y á quince pies del último escalón, se alza el edificio, de 22 pies de diámetro, con cuatro pequeñas puertas hacia los lados cardinales. Gran por- ción de las partes. superior y laterales, han venido al suelo; so- bre la coruiza se eleva el techo, disminuyendo hasta acabar en punta; la altura, inclusos los terrados, es de unos 60 pies, y cuando estuvo completo, debía presentar una grandiosa aparien- da» aún en medio de los grandes edificios que lo rodean. Las puertas dan entrada á un corredor circular, de cinco pies de an- cho;.la pared interior tiene también cuatro puertas, en los puntos intermedios cardinales correspondientes al N. E., N. O., S.E. y S* O. Estas puertas dan entrada á un segundo corredor circular, de cuatro pies de ancho, y en el centro hay una masa circalívr, apa* rentemente de piedra sólida, de siete pies seis pulgadas de diá- metro, y én cierto lugar, á la altura de ocho pies del piso, hay una abertura cuadrangular, tapiada con piedras, que procuré destapar, suspendiendo la operación por ser ' peligrosa, á causa de que las ,piedra3 caían en el estrecho corredor: el techo vaci- laba adem&s, y uo pude averiguar á dónde conducía aquéllu aber- tura, suficiente para contener el rostro un hombre en pié, y ver el exterior desde lo alto. Las paredes de los corredores es* taban estucadas y adornadas con pinturas, cerradas con el arco triangular. Nuevo era el plano de este edificio, que en lugar áe

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esolareoer los seoretps hoy ignorados, arroja mayor oscuridad solare estas toísfGrióyiá'extrilctiiras/*''(^^ * ''/;.*.''

Á 420:piéá al'Sf. 'Ó: dóí Ckta&ol, sé'V¿ la Casa'Ooioradá, flam^^ da Phicháncliób, p'or los mayas. "Éí terrado 'sa1}r¿,(}ué descansTa,- es de 62 pí¿s de largo y 55.d'e anclíó; mide la estíaíera 20 pies' ancíAira: eredificío'cuentáíá'tííls de fícente; V 23 alfeostadb. *^ parte superior la córiii2£í; éstíí. ticamente" ¿domada* &aiiq[ite los' adornos se eñcuefatran mtíy^ésti'opéadó'3.''Sti3 ttes' puertafir* dan aun coríedol: del tdmáñó del edificio, y á Ib latgo déla pa- red iuteriót'derfondo/hay una piedtálabráda óbn tlia Hiera de geroglíficos.** (2) La esóri'tura es del generó 'de* Uttiúáda rál- culiforme. . \ * /' . ;; * / ' /'

Jjos noml)res á^ignad^s á Ids édífíciQs son ' éb^e'tíliá Vulgar, no debiendo próoctípár^eláliímó del leciof; por^eso Stephéiifei lla^ Gipnació ala cbnstrüociott de qüb Vamos 'á'Iíablar: 'HJónsis- t^ en dos inmensos muróá parálelos de 261 ptí^ de Urgb, iiteiufá de grueso, y á'di¿tan,óia''de l^O. 'A'cíenpiés delaettremidád^bo-; real, úiirando al espacio abierto entré' jod iuxtros, se alza sobre una' elevación 'ui^ édiábib de 33 pies de l^rgó óbíi una sola; pfe^a^ caido ei frente, y leyaiítadas de eútre Ids éscdíábro^ los restos de dos columpas cuida^osanlente llenas de esculturas; g^ctédá él* itr- terior descubierto, lleno desde el piso hasta el pido del atcój coii figuras en .bajo relieve, carpomidieU y borradas, En eíotfd értté^ mo,'y & cien píes áp df&táucia d^l tnismo. espado;* sb ve 'óitó edificio de J50 pi¿s largó, arruinado también, bfrefcién&oí'íoÉr' vestigios de otr^s dos.columna^ laicamente adprn^cts' con figuras esculpidas.en bajo relieve."— **En. el oentro'délós grandes ifauros ' de piedra, exactamente en ftr.ente una de otra 5^ á la jEtltura dct26 pi& del suelo, .están dos anillos macizos piedra^ oüatrb piéá de diáuxetro y un pie'iina pulgada 4e grueso; el diámetro del daro es de un pié siete pulgá^áé. En el borde de cada anillo es- ' tan esculpidas d9s serpientes entrelazadas/^ (3) St'¿p1iéns qhiere; ver en esta eg^tructurá un juego de pelota m.éiióanó. .' - »>

Eu núeatro' chen. es

(O nád. pág. 298. ,(2) Ipemphg. 800. .rv. , ,

(8) Pág. 808.

41L

m

S. áé\ muro órfental' del Gipnaoio, ' compueslo deudos eaenpcs ei unVsobré el piso^ et otro á 25 piás sobre el anteirirH': la obrnüsa de éste rei)rés6iita tina serie de tigres en bajo ve! ie ve. El oaerpo inferior ha perdido el frente, dejando al descñMeifo 'los rpítos* dos columnas ' llenas d;e figuras éséalpidas; la«ip.tredos dé. aqnella pieza están cubiertas enteramente -de figuras en bá.jó ce* liste, talíAdas con priiftor. (í) Los indina :llaman & aquello iika dánm de los antigme, y 'Stephens, no obsta^lei la» diferencias 'qa^ nota, las cotnpárfa'y encuentra Bemejitniesrá lais ¿guras de 'la pie- dra llamada en Méxix^de los'sacrifioi&s; sigiiiettdoenellolaiideci'. cobstante de sacar idénticos I09 trabajos^ maj^s y akteoas: 3u^ gando por el dibnjo dado^r el^nismo Stepfaestycd b^jo relie W: repfés'eáta algún ioonvénio ó fp^aieto entre guerrefós; por sraofao' <^ué la imagitiádon-se preocu^e^á trates de ksiertas.seisejsiizas' aparentes, qtte eíhtfam, á ip()í¿p estadio se- oónvehcerá el ánimo! ijüé liik a¥biádilrás, Ids ({aseos yplumajfeSylas avmas mismas ton.> diVeWasr de las iaiQÍiMtít&, dettaparaeiéndKy toda duda al ebntem* plát 'el' dibujen corree to^as propbreimies del cíierpo, y los ador-, nos Kmpios del ba^o reli^vb d<d Xfto!;

Sa ^sai^arécríio Ia*ésdiLlera pata átlbir al 'segundo cuerpo;' EL frente de ^te,édtii fl¿ste&ldo por'pil*aÁres -maGiisos, algnnod de- los* ouáles 'subsidien ^cttidadosamen^d ¿seuipídes. ''El dintel deja piiéria éJb'nna tIj^ de zapote ricamente labraba; las jambas eatin sentadas' en k^ ^escóiAbros^ presentando parte descubierta ^guras esculpidSfd oon rioós plumajes. Por aquí entramos á-unil' pieza interior, cctyas paTedesytecbumb re,: desdé él piso hasta et picó del át<^, ^stán * cubiertas de pinturas, reprssentandó en vivos y btilki^t&s colores, figuras humanas, batallas,- oasás, arbo- les y escenas AeiÉk Vidadom^tica, y muy .propia' en una de las. paredes una gran eanoa* El sentimiento de^ sorpred» ^ «aatisfae*». cibn probado á la vista de aquellos objetos, fué seguido, de úh; graá desagrado, potqtke todo está mutilado y deságcnrado: eb c(lr guñas "piíñee éPeslu^do está rotó, ev otras bay hendidut^as en los tnuroií; y aunque alguna^' fíguiias -e^n 'enteran, se ro|nt>e ve^s la conexión y el enlaoá Por mucho tíemípojestunfiíosi tita-i beando con W ff agmeotes! det j)kiinris qve .KabíflttiM«toMiUri^^ dojíquenos hacífqytlafdarte inipiíeñoa de f)eMar qud, en 0ite

(1) Pág.306.

c

a2

arte tan perecedero, los constraotoree oborígenea habían adelan* tado aún más que en la eseultára, y abora encontrábamos la pmeba de ser exacto nuestro pensamiento. Los colores son el iPBrde, amarillo, fojo, azul y un rojizo oscuro empleado invaria- blemente en las carnes." (1) Vuelve Stephens al tema de ser aque- llos dibujos mexicanos.

Oatherwood, quien hizo la copia de algunos de aquellos diba* jos, los ju^a de esta manera: '^Eu otro ramo de las artes indi- can mayor grado de cÍTÍIÍ2¡aéion que el que demuestran en la construcción de las pirámides y de los templos; me refiero al arte de pintar, á la preparación, mezcla y uso de los colores. En yer- dad que su pintara es muy superior á su escultura y á su arqui- tectura, y la aplicaban como los egipcios á la deooracion arqui- feotónica; en el contraste de los colores habían avanzado sobre lo que practicaban los mismos egipcios, aproximándose más al estilo manos severo de los fréseos de Pom.peya y de Hercula- no* «Mencionaré, siu' embargo^ que en una de las piezas de las oonrftrucoiones deXlIhichen Itzá, hay pinturas cubriendo todas las paredes del piso á la techumbre; tendrá la pieza (hablo por re- cuerdos) 25 piás de largo, 10 de ancho y 16 de alto. Las figuras miden de seis á ocho pulgadas, representando los asuntos más interesantes, relativos á la vida, á la animacitm y á la naturaleza: aquí se ven guerreros preparándose para el dombáte, aUá el ca- lor de la pelea» castillos atacados, defendidos y tomados; segui- dos de varios castigos militares, éstos forman una sección en la pared; más adelante las labores de la agricultura, plantando, se- gando y cosechando, con* el cultivo de flores y fritos; continúan escenas domesticas, y otras aparentemente de especie mitológi* ca, y en verdad que cada una de ellas suministra el conocimien- to íntimo de la vida de los indios allí pintados. Son tan multi- plicados los asuntos que no puede hacerse mención de todos, y tal el número de figuras y objetos, que* ni en un mes se pudieraa copiar; y ine dieron una muy alta opinión de la civilización de aquel pueblo, muy superior á la de los indios con quienes había tratado. Desdichadamente aquellas hermosas muestras del arte, se están destmyelido, y cada dia la irá aiimen,taiido.T

Tanto ó más que }as vistas de; las ruinas importaría la 0opi#.

(1) Pág. 31C.

«ompleta yáBsousta de aquellas pintatM; ncks eote^arían ^eli^yir da 7 costombres de un pueblo desaparecido, Hog/^Af^^i tax^ alto {(xádo editara. Dapaix mamona ootx eatiin^on laa putnras ú» Palenque; A kfque podemos vec w 1% l^AÍM ppblio^da por St^pbens, creemos que la paite superior represei^t^ '4 xm músi- oo> tocando nn inaiaramanta oompnéatQ de noi aro cari(X) coa tres cnerdas en lo alto, kerido por medio de xvx palo recuryo; la figu- ra lleya delante de la. boca el símbolo delca^to^da los geroglifi- eos meadcanos, el mismo que' se adrierte en la última figura á la derecha: es^ pues, nn músico a/oompaSado de personas can^dp en coro. En la segunda línea se ye una anciana metiendo 6. sa- cando dé una olla unas bolas de aUmento, que recuerdan los t^ males: la olla descansa sobre las piedras que entre los. aztecas formal>an elÚJecudlU ú hogar. Sigue otra vieja ocupada en moler; és '¿▼identeraénte él meÜaU el qué tiene deliúa?te, lo que indica, q1 «altivo del' máíz^ 7 el empleo del grano en los.alime^tos que fue- roi^ comunes á laa razas americanas del Sur. Las dps.figui^ si- gtiidntes conveman, aunque noa» compréndela intencfoB. £n el principio de. la tercera linea se trata/de la i|onsulta á:ima divini- ^•daá^'él aÁp^etó d^ ésta és.defortnei de un ani^o^l^ de maneifi que áqifél puebk) tenía símbolos terriblea, it^oos, se. ha^bía lanzado á la idolatiía, perdiendo la dóc^riba e^idtpfiAistaprediQí^f por Zamná. Signen ima guarreros combatiendo; sus armas' so^^lan- fias, qneíá la manera, ea qué están iomadaa podi^raajer. ^dos >óaeafía7ae, iiótándqsé qiBe:el del medio empw^nn^ especie de clafa armada púas, recordando. q1 fMowífíuitíí ó espada n^xi- "Cana tiempos más modernos. Las dos p^rim^r^ .figura^ de la -éuarta f faiea, hombre 7 mujéáí, son nsoánidcencia 4^ núa .costum- bre íntima practicada aún en algunas tribus d^. S^itnoi;^: Siigue un signo idáatico'al qué en la escritura m#zimna B^lw^.f^fichi' máCUy significa fi^erra ó batalla. Se rafier^ eyí4«A^ní/Bn|^ al 'cnadro siguiente; es nba gran canoa propia, de un pUf^)>)9 b^í- timo, los tripulantes acomodan en ella á im;a.tmijeri mientras xm hombre va precipitado de cabeza al mar, casas per canas áia cos- ta, 7 más distantes se perciben reocrridaaporalgsnos guerreros; es una espedicion pir&tíca, una irrupción en país enMaigo, )r el botin es trasportado á la canoa. Signifique un agravio bpcho á tierra lejana, ó un desembarco en la costa 7ucateca de. geiites desconocidas, la embarcación da idea de ciertas aven^raa marí-

tímas, 7 dé' ^e'en aq«^taí4$p(>4i Mtabfia adolantftáaB.iiuí

86 .encti^6<« nuil W la ^ra . queisirvq da .c)a.Yrf.al«nio;>e« Mr Tiosá, iSé Í9dl¿Fteé büíUaliitdt «ttire' los :<)ae predomiiuio ei r^o; jr<6l verde. ''Bl^eáent^iiiiá rtkda^figa*alituHBnar> rodeada, de /g^oo- glfddofe' qu^ i'Bfdadíablétnettte 'oHMitaiir sni fa¿Bioriá> tidWiSiO. pvig^- das d6 '4arga '|)0r' IS'de-'aiíehwa, Tenltaiiido Tel toSoi iBoioC* (L) PhitúrMy j;éÍH^lí¿d08 réftérén i Eíiifbá.la'^pbca d0:CfaMie&, A dos le|^aflí<4é'XtiI víó tattibi^iii; Stepbe&sidibiijesiqueh ie: jréoordj»- ron las pró<3Ssiotíés dd las: totubas dei^ebaap^) lUrbideipis- liáras' semejatíteá í }a^ áé £mie, (3) tai oaiaQr.ea Saj8i^a1[,.^é)/jí7 ■Talbota/{5)' ••' * - •'• -«f ■^' -n' •:- .• ,. 'c .. i I'.' t.l : t)í..ia*

El édifii^^ láás a^aréBto de .CUriokotí es al Oiatillo.. 8a. fliaUa\á 'distarla dé' 500 pies al- 90. del^i^oio, midktndoielteiímdQ^e S. á K 196 )s^^'lO ]^Igadas, yidé E.i^O. ilO^ jr^&diiííalÁumji^ lado oriental yr&áeútA^ÚQBi sscalsva 4e 81^ pías ¡dé smofaiara^ ji . fil N; otra de 45 ^bn '90 éséAlóQaeí^'aitpiái^ei^llaB.ae» Yfiii>dos «cim- asas colosales áe sé)^ietité oón b& bott^ábieütery^la lebgttad^llie-. TK €ja i^UtatoriM' supetlst de K. i B. ^tídnia J61/piés Jiiá áfi: & á Ó.; éledrfiléié, «u las^iaismaa üise^^dioheéi á8 y:^ (£(ó'j)tf44Íf!llo nótásófílátlKIi^Hértal^'lé^'dii^éB'de gx^

^eséiiV^dáél/ tttt b¿jo;t¿lié^é cJfifpiediniysps^^jd¡tfcndo^4a.^Sft$yqLa en]r&^ Vástído ^"¿dt^iíO^rééabrdaavelí]^^^ y<íU«íai¡t jj^^saúq^me ofreté ^o^*^ikÍÉéi'4«adt»dta3¡dé fep¿B 4;^p61gflidae ,díé/«l^«r#;.7 l^^él^'I^tflgatlaá {Kn* ladd;>oiúft ñWtio

'caráfl/iófj^feáiido- MMtísas vi^as^da 'iMpote, taUjkdMiprlft<MEfiS!f^ teenté oon ctikoSbd^ítí(á4iíoadoadüiajaís/aiiiú^^ cotóidotfp^''él-'lieiiíj^:'* (6)íjí^^ííó a » "í/- /-i ., 1; >;í , ; j j r. .»7(f dtephi^s ref#Éritié'-stitjaid6ii;0erai da ki|. íuímís «te ChÍAli9%i^n

* eata§^ltó»M7^'Y^iá'íteebinttrtiob'>uoaío^ t^egse^I:

est^ iglt(d«ídeá^iiO'lQ^r(av<a(ni8lmidar^eniÍA mis»na;¿{»p(oa, pcffflf e se^senl^m'^ffeMigbNf ¿eí iiamposíAivBxaosi aanqa^ iQ^iidieAii^-

"• ' .'h prMnj" r r't*') ... ai 1«, :• .so./.i -i t J/j-.ii;? *HTír .*;/*'»ru/ií xi

a iÉéj«r<eofts»wadiMqna^ii¿hfca?ite^^ íma^ el' aspeóte de

tmé^gran^áitft^ífjídad; ÍBAaAiAdeHMi»to^qtie4A-«ns ••^fieios. upoB eé&>¿M inejM^ad otM»;<{^J*%Mí]iÍ9fy«l0S'li«n^deilMbertara8- 'WniAú 4Biftr«.4M tí^ttpM^ ^m ^oénstmeoifotí/^ (1)'S& «leeto.t •éa <9fb0é^i^Jeta €tt»tfthen< qué^fer^léoíitUnc^ üen.üDs'ediicios eg.notfs Vee^ cMMv^' ieverii/MfMHooiiQfAiMd^ artl4ete)M^Jd|rtt|I08de8- «ündiMi 0ollr€M^ siilriitdi^iiiiéatrMP Ibr demiifll <Mnipíai4aiií iatUoraa de 'MV«adM^MMtmt4o6'4#iIyl•dtM;'lacáC^^ uiBtaa^no'.M: en

feéAdB tM MálMÍda 7 fWft«lf»:'¿o«irel^4iatoral admttirviÓBrobve- MTcte lae#l^«illiea»d€^*«OitMl|fij€Már<4^^ Id i^eqoeriáiir áais

'OÍJM)a**tartiW!as*j v-'i. ..:!.. ».M r -..-i -í^íí' .. ;., . ii , . . ..-^ .,

BeanM tlito* <|íie 'Ohklieii pireeeDÉá marcadi» analogías oón Btdctt^qiie: ^^ehsMSiiiiioi.óaeo «a >h|klla Eidwh. I^aataíMAdeieate nMAMT^se eiieti0ii;liríitt«ii 'ka tietiÍAi^deoiMkunidadidBl paefailode

^iflteAe^Qafito^úpiilkíká'éladadi iJesoaMai^lw^eídA&éíoaíisolM^

"DiiméDtaoiim «bilit>tt«UQhi y ftkáeéoia^t<oii fa^paiqtdwiwidadiqiie eliff8iito:<ll^Ub¿de'^e»]M^'ípMÉeiita4cfe adohMM^tédci»6¿iUaaBo d64áJ^ptttt3fl^4él^iKb jdtMbeí)>^) it^ ifit.pitfade

freAté|< jr^al' ^Ifi^úlimiUmaA iw^Mso^/i^ la. itaiiaíoii la láxtiiaovdi* 'riariii^i*yi€tt»>áé^iÉdoitw<a#4ftfli^ laií<M«urtinMÉÍMcwdaiOMi]iUr'4e&flilaiparte ttrfiHbr haatá' loto-

ittiaa^qbeMéi^f^isgfct^ite^'t^

e^iiÁaüMÍiiiifíifAá(4M^^ •««( lei4M^4# laroemn;"

pllóatfí»«i44abMí^éiiftMM^óK^«6 4M0tta^n¿ei^

'etíé9íí^íá&>é^titpT^^ 'Jpft»te'itil^rioivMp'«linMbiiaba> ila "^oÉÉtiiflá, áí Jiift^«btifií¿ltfá»4e4ic(b«r ptidaeiMadd tnik «ttetaftáAgfaáft^, -«iip«riw A4a'^teftte4tteibií«ie'T]hifltta.i>tAoo^^ eóiww-

.'bio laiitípítéHM» jittí^a i^oi4m )N^iMi»áe dovesi^d^ a^toíadml*

tidoffwiáwéototK^'lii^

liMa^Tri6lá>de«tea>coaoéidasí jCix^iiQedila ImUDárie,

Mde^imáMPf^0eB<fiMk«diaá^ iN^ «aaieépaeie^ae^ofreii-

'TdáxpraisMMbi|>ar Iloa:«Mb6i4oi^ ;rier

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(1) Pág. 828. '"*' -^ '" ' '

I ' (2) 9tepheii0, Tnofttan, tom. I^ oap. XVII, pág. 888: ' V { :

Los dinteles da las pooriM sea ide f^esM<¥Ígw de MCbdUra de zapote» lÜl.qae SteUpeofli arv«M¿ de miO de loK M^&sip», '"lepre- •senta una fignmíCa pié sobre «nii^espieiijbe; el yosteo'iestíL abona- do y caMomido; el tocado lo for«ia ftn^grfoi plumlkje» y el oarée- ter general áé la figuva y de ios adornos es al aniamoi^ue :e^ da las p«raoiiaíS representadas e& las pav^ Aqnel

jEaá el priíaier.t^bjeto por : nosotros daa^nbjerto, 0Qn ian notable semejansa en los detalle^ >y lelafiíoña&dQ tan edtareebamante^tlQs constructores de aquellas dístantoa eiudades." (l)í£k>brelas jafii<- baa de una^^pnerta existen ^io^ ipapoa tallados en piedra» (9) Re- presenta la primera un guerrero en pié, delante del:eiiial,ae.MrQ- dula una persona ornsando los braaos sobre el tpeobó^ Xiaaegun- da presenta un personaje ex^pié/y la.igMMarrodiUada delunle lexsfreoe úñaArma^ Iíios tocados y lob.vestidM son. idáiitioos 4 los palfineanás» y no deja dudí^ acerca de la iNunejanmla línea ^e eseritusahcalcmUforin^ colocada enlafaajad^l irelieve« Llaimwla ateneipn queí losr^üostros ostenten una naiía re^ta icaipinelongada a| iutfiaonto^ igual i la ya notada en 0]iijolm^en4a eai^a del.^'que escnbe en IsSiittmeUafr." ^4^ explicamos que ániXM^ifque la ña- fia aírqAéádá en pMtÜBa, sigttificÉndo. categoría <^ Ms4irpor w3ití9- cion/.podemosí ásegaran qua eato^potesoa |»i9o]m¿aciotir.toQÍaapti- caeion semcyanto; si se admitoe lacgumento^Mpftdi^ea anedkt que elpaeblo.de Obicüensel de^SabykstilTielxwnetaeímfa^c^^ ^1 palencanoi y aanq^del JBU4nio otigenf s^dif^^nciabw^eAi^piviQl^re ya que se dlstins^iian. por el aiomo^r>Ai(ffM$^6tpBiímrj:ym4^

PdLenque^ tomo h^mo^ repodo,' usau/el massOatl -mmw^JÍ^- mado por los jniigrasea;^ cpi»o otn> pnnto^ei Min^*an«H ^klcéMos que/ el 9ixm9k4jafm^ mencionada se ocokipoteite i^lmo ariiMf^ de punáw latei^Sitjr torminado ein nnlt cvOM^aar.redoAdiG^ .también «rnada de,pMtae(en.ia.Mina>ints«iáiMl^ae*ti^ ataa.de:€!lij(Cbe»i y el ^m^wníMia «otecsi ali^bien .niodíficado: és^»

, supuesto; qmej^Mtre»oeam<rfH de J^es tn«H>a4e;ohsidiaqsc ' í fScteéiinadíir iMitecradea se ^ levan tsi.^un are»,?) ffdftlá.püama

iorma^fle^los^demas^iBoi ja9a.ábertwa^d«Í]A)Mí<s^psaa^^

i da |i>nBtiQ;f<^ion»4M#kme ien au .0tond«m*>lLse^^JaáebWéocp]í^ su historia; pero en su de8oladÍMí3''lQled|identflelairt]üju^

(1) Locod*. pág. 40«. .. .^

(2) Ibid. pég. 412. »

417

lo rodean, «e alza oomó la orgiillosa memoria de algnn triunfo Tcmáfío; aeaso como el arco de Tito en la vía sagrada de Boma^ foé erigido para conmemorar algona viotoria so^re los enemi- gos/'(1)

Antes de terminat con lo relativo á estas minas, mencionaré* moe nn hecho notable. Sobre nüo de los grandes terraplenes con los escombros de dos edificios armiñados á la derecha la iz- qnierda, en el centro ''hay un cercado de piedra de 27 pies cua- drados de superficie y 7 de altura, como el que rodea la Picota en üxmal, y al examinarla encontramos que la base de las pie- dras estaba esculpida y llena de geroglíficos.'' El mismo objeto llamado Picota en Uzmal (2) fué visto sobre otra piTámide, y se encuentran otros semejantes, derramados en los patios ó en las caras superiores de los terrados. Según infiere 8 te phens y 'nos informan algunas personas, esas piedras cilindricas . enhiestas, tienen atingencia con el culto del phallus, reconocido por los pue- blos de Oriente. Los habitantes de Palenque practicaban el mis- mo culto, y pruebas evidentes tenemos encontradas en los figu- rines de barro y de piedra de aquella procedencia.

Xlabpak contiene un buen ejemplo de lo que en aquellos edi- ficios se llama camscen^adas, es decir, grandes macizos de piedra y mezcla, cuyo objeto aun no ha podido ser explicado. Dofs fren- tes opuestos ofrecen bajos relieves. '*£n estos lugares habia ba- jos relieves esculpidos, y exceptuando Palenque, era el sólo lugar en que durante nuestros viajes' los hubiéramos encontrado. Oa- minibamos en dirección del Palenque, aunque á gran distancia de él; era menos pedregoso el aspecto del país, y la vista deaque* líos relieves y el tamaño y la profusión de los adornos de estu- co nos hacían pensar que más allá de la superficie de la piedra calcárea, los consltuctores habían sujetado sus obras á los mate- riales que á la mario tenían, y por eso en Palenque en lugar de fabricar las fachadas de piedras labradas las decoraron con es- tuco, en los que 'pusieron más esmero por no tener los relie- ves;" (8) Sin duda por estar maltratados y confusos aquellos di- bujos, juzga Stephens ser inferiores á los del Palenque. Notamos

(1) Loco dt, pág. 899.

(2) Ibid. página» 887 y 89T:

(8) Stephens, Yacatan, tom. ü, cap. IX.

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en UQQ de loa cuadros, qiae la figltira no 6ólo tiene prolangada ia n^i^iz sinoreccurya haoia arciba; 01 ladíetinoion en aquellos pue- blos consiatia en estos adíanos, donosos debían de estar los no-* bles de aquella población. De todas maneras Chiclieny Kabah 7 Xlabpak parecen correepondec á la misma época en Yucatán/ y traer directamente bu civilización 4^ los moradores del Palenque. A pesar de la prevención con que un norte-americano mira las . cosas propias de los pieles rojas» Stephen^^n Yucatán marcha- ba de sorpresa en sorpresa» y tal vez» á pesar suyoi exclama re* petidas veces, que aquello.no lo imagiuaba, que nunca había yisto cosa semejante. La admiración, creció de punto en Uxmaly á fe con sobrada jitsticia. Aquella gran ciudad es una verdadera ma- ravilla, ya tío tome por la extensión de los terrados, y de los edi- ficios, ya se atienda al primor y á la limpieza de los adornos. De éstos nos dice el apreciable viajero: "£1 estilo y carácter de aque- llos adornos son absolutamente diversos de cuantos habiamog visto antes, ya en éste ya- en cualquier otro país; no tienen seme- janza alguna con los de Copan ó Palenque, pudiando tenerse co- mo únicos y peculiares. Entre los objetos inteligibles hay cua- drados y diamantea, con bustoe y seres humanos, cabezas de leppardo, y compuestos de hojas y ^ores, y de los dibujos cono- cidos en todas partes por ^reco^. Todos los adornos, sucediéndose unos á otros son diferentes, formando un conjunto extraordina- rio, rico y complexo; de efecto á la par grandioso y bello. La ejecución no es menos sorprendente y peculiar que el efecto ge- neral. No son superficies ó simples piedras representando cada ui>a por. separado un objeto entero, sino que cada adorno ó com- binación está formada sobre una piedra.separada, en la cual está entallada la parte que le corresponde y colocada después en su sitio sobre la pared. Cada piedra por es una ^queña fracdoiiy que colocada al lado de las otras, contribuye al todo, que sin ella quedaría incompleto. Tal vez debería llamarse con más propie- dad, mosaico esculpido." (1)

.•<<La casa del Gobernador es una de las más extensas 6 impor- tantes construcciones de Uxmal; está fabricada enteramente de piedra labrada, midiendo el frente 320 pies con 40 de ancho, la altura cerca de 26. La fachada tiene olice puertas y una en cada

(1) ptepheiis,10entral Amárioa, tomo II, pág. 421»

tí»

lado final; las piezas son estrechas, no excediendo en lo gefiexal de 12 pies, precisamente el espacio para colocar nna hamapa» Jo que. constituyó j constituye los lechos del país; algunos midan 60 pies de largo y 23 de altura: no aparecen en ellos decoraeio* nes interiores y carecen.de ventanas. La parte inferior del.edi'^ ficio es de piedra labrada plana, siendo la superior singularmen- te rica en adornos. Comprendiendo el frente, los costados y la parte posterior, cuenta 752 pies de acabados dibujos, en los cua- les quedan aún visibles las huellas del color. En todas las piezas se empleó el arco peculiar del país; los dinteles de la puerta son de madera; material más' costoso que la piedra, aunque manos duradero; desdichadamente se han destruido, y las obras que sustentaban han caido en algunos lugares, perdiéndose mucho de la belleza del edificio. El adorno sobre la puerta principal con- siste en una figura, sentada, de la cu^ quedan vestigios; el toca- do de plumajes está más entero, siendo desproporcionado pava el tamaño de la figura; á cada lado se ven barras paralóla» de pie- dra, entre las cuales se notan muy bien esculpidos geroglífioos. Tal vez 'fié quisieron; representar en la cornisa los repliegues de una serpiente, dando la vuelta y envolviendo todo el edificio. La Oasa del Gobernador se alza sobre tres terrados, el más bajo de 3 pies de altura, 250 de ancho y 575 de largo; el segundo de 20 pies de altura, 250 de ancho y 545 de largo;' el tercero de 19 pies de altura, 30 de ancho y 360 de largo: todos son de piedra y en regular estado de preservación." (1)

''Cerca del centro de la plataforma, á 80 pies del pié de la efl* > calera, hay un recinto cuadrado, compuesto de dos capas de pie- dra, en el que se alza en posición oblicua, cual si se estuviera cayendo ó hubiera ^ido trastornada por algún esfuerzo, una gran piedra cilindrica de ocho piésde altura sobre la tierra y cinco de diámetro; llama fuertemente la atención por sus extrañas é irre- gulares proporciones, sin relación con la regularidad y simetría de los objetos alrededor. Por su {flpcion aparente, indudable- . mente estaba destinada á algún uso importante, y relacionada con otros monumentos allí vistos, induce á creer que tiene atin- gencias con las ceremonias y ritos de aquel antiguo culto, que / existió entre las naciones orientales. Los indios llaman á la pie- /

(V) Oatherwood, pág. IS.^Stepheiui, Yucatán, tom I, cap. vm^ ptfg. 163 y aig.

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dÍM^'^La Pio6ta.*' (1) Ya Timos arriba presentar Kabah la misma vMiiiiisoeiieia.

A sesenta pies de la Picota había un túmulo circular de uno» seis pies de altura; esoaTado7por Siephens (2) á instancias del Sr. Otiira Carrillo, se eneontró dentro, á unos cuatro piás, un sólo tro- nzo de piedra esculpida, de tres pi^ dos pulgadas de largo j dos de altura. 'Tareoe que se quiso representar una doble cabeza de gato 6 de lince, y está entera, á eiccepcion de tener un poco quebrada una pata: la escultura es ruda." La figura á que el en- tendido viajero se refiere es idéntica al asiento ocupado por al- guna de las divinidades del Palenque (Y. Dupaix), y sin duda existió sobre el loino del animal bicéfalo algún dios de la estirpe de<los de aquella ciudad, üxmal con su picota, sus geroglífícos 7 esta piedra, se refiere también al Palenque, aunque indudable- mente de más lejos que Ohichen.

Sobre la gran plataforma del segundo terrado, en el ángulo N. O: existe la casa de las Tortugas, llamada así por una hilera de ellas entra los adornos de la cornisa. "Este edificio mide 94 pies de frente y 34 de ancho, contrastando fuertemente con la Oasa del Gobernador en dimensiones y adornos. No tiene las rioas y primorosas decoraciones de aquel; pero se distingue por la belleza y proporción de sus dimensiones, lo simple y severo de los adornos; nada tiene que raye en lo ininteligible ó grotesco, nada que choque al gusto más puro arquitectónico, aunque des- graciadamente se está delatruyendo." (3) Todos los edificios in- dicados y pocos más ya en ruinas, ocupan los terrados que sus- tentan la Oasa del Gk>bernadcr.

^ Lia Oasa de las Monjas se-leívanta también sobre tres terrados; eL inferior de 3 píos de altura y 20 de ancho; el segundo de 11 pMs por 45, y el tercero de 4 piás de alto y 5 de ancho á lodo el largo del edificio. El frente de óste mide 279 pies, de forma cua- . drangular y con un patio interior, al que da entrada una puerta 6- más bien xm arco. El pat|^resenta cuatro inmensas fachadas adornadas condpletamenti^e los más ricos y primorosos ador- noS) superiores á todos los de üxmal; mide 214 piós de ancho y

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(1) Siephens, Yacatan, tom. i; pág. ISl.

(2) Loco cit. pág. 18Z (S) {bid. pág. 186.

m

258 de largo. Ija -fachada más importauie es la de la is5qoi^fda< "Tiene 173 pies de largo, j se dijtiugue por dos serpientesvoloaft- les entrelazadas, que se extienden por todo el edificio, conteniendo los adornos/' (1) Jja cola de las serpientes termina como las -de los terribles animales llamados víboras de cascabel; la cabeza es la de nn dragón, con las fauces abiertas, asomando entre ella» un rostro humano. Sin duda alguna representan la Oihuacoatl

6 mujer culebra de los mexicanos, pintada de la misma manera en los geroglíficos aztecas, j tenida por iSstos como la- Eva ó pri- mera madre del género humano: curioso 6 importante es' encon- trar este mito en pueblos tan diversos y distantes» La facha- da á la derecha de la puerta es la más entera. "Es la más pura

7 fiíobria en dibujos, y descansa la vista con esta agradable com- binación de los complicados diseños de los otros frentes. El adorno sobre el centro de la puerta de entrada es el más impor- tante, complicado y peculiar al estilo empleado por los construc- tores, revelando sus mayores esfuerzos artísticos. Los adornos sobre las otras- puertas son menos sorprendentes, más simples y agradables. En el centro de ellos se ve una máspara con la len- ^a de fuera de la boca, y encima un complicado plumaje;, entre las barras horizontales hay una hilera de adornos de punta de dia- mante, visibles en ellos los restos de una pintura roja, y enjel término de cada barra una cabeza de serpiente con la boca abier- ta" (2)

En el centro de la Casa de las Monjas, se ve otra picota. Más bajos se alzap varios edificios muy arruinados, á una porción de Jos cuales dio Stephens el nombre de Casa de los Pájaros, por- que el adorno exterior se componía de plumas y pájaros ruda- mente esculpidos. 'fLa porción restante consiste en piezas muy anchas, dos de las cuales miden 63 pies de largo, 14 de ancho, j cerca de 20 de altura, siendo los más.anchos en üxmaL En.uno de ellos se ven los vestigios de ana pintura bien conservada,^ j en el otro hay un arpo qtíe es el que nías se aproximaá los prÍ9« cipios de ia estructura de clave en todas las ruinas. Esipuy sa« mej^te á los arcos primitivos, si así pu^dep llamarse, de Ipa

(1) StephtBi, TvMtan, Ioib. X, «ipu XIV, páf. dOt» ,

(S) Loeo elt. pág. SOS. \' ,

éttnscos y griegos, eomó seven en Arpiño, del reino de Ñapóles, y en TirjuB de Grecia.*' (1)

De estas construcciones se pasa á la casa del TJnano 6 del Adi- vino, colocada áobre el mayor terrado de los tJxmal, y desde cu- ya cima se descubre la ciudad entera; tiene 235 pies de largo, 155 de ancLo, su altura 88, é incluyendo el edificio 105: los extremos están redondeados, de manera que propiamente aquella no és una pirámide sino un trozo conoide. Se encuentran allí adornos primorosos, superiores á todos los detnas, "y aparecen sobre una pared en contraposición los emblemas de la vida y de la muerte, confirmando la creencia de existir allí el culto practicado por los egipcios y por todas las naciones orientales, que como hemos di- clío, prevalecía entre los de üxmal*' (2). Sobre el patio de aquel edificio se alza aún otra picota. '

De esta altura y pasando por la Oasa del Gobernador, se va ¿ la Casa de las Palomas. ''Mide 240*piés de largo el frente, y está muy arruinado; las piezas llenas de {escombros, y á lo largo del techo corre longitudinalmente ana oonstruccion de figuras pira- midales, semejantes i los frentes de algunas antiguas casas ho- landesas, de las cuales alguna queda entre nosotros, aunque ma- yores y más macizas. Son nueve construidas de piedra, d^ cerca de tres pies de grueso y con pequeñas aberturas oblongas, de las cuales toma el nombre el edificio, por semejar un palomar. To- das estuvieron cubiertas de figuras y adornos en estuco^ pexjna- ' meciendo todavía álgdiios fragmentos. En el centro hay un aroo de diez pies de ancho, y se pasa á un patio 180 pies de largo

7150 ancho, en cuyo centro, arrancada de su lugar, se ve la ' gran piedra tan frecuentemente mencionada, A derecha ¿izquier- da se distinguen dos hileras de edificios arruinados, así como en «1 fondo del patio, con otra puerta en él centro. Atravesando él 'bat^ó y entrando, por esté último. arco, ¿é laítibe por una escalera, ahora ai'ruinada, á btiro. patio de 100 pies de largo por 85 de an- 'Í6hd, con hilera^ de rumoES á los' lados,' y al éxtreaió tiii gran teó- ' ¿áili de 200 pies de largo,^ 120 de aúóho y cerca de 50 de altura. ' XTxiá aúchá éscalelra cóíidaoé' á parte superior, en la que 'se éii-

d) Ibid. pág. 31S. ^

ft) Id«m páf . 814.

c'« . •<.-•«.

^03

cmeatra un largo y estrecho edificio de lÓO pies por 90; drvldiab en tres compartimientos*' (1)

^^Ademas de esto existía 1^ Casa de la Vieja, completamente arroinadaé Soplando nna vez un viento fnette vimos los réstols de la pared del frente caer á sn empnje. Está á 400 6 600 pies la Casa del Gobernador, y toma el nombre de la estatua mutila* da de una vieja allí colocada." (2) ' -

No* son- estos los únicos vestigios en ütmnl; otros 'mnehqs existen en espera de otro inteligente observador. La ciudad se extendía por nna distancia mny considerable, y ai se atiende á qne por todas partes hay restos de obras hidráulicas, de excava- ciones en la roca para recoger el agua, se puede inferir sin des- confianza que allí habitó por muchos a£os una población inmen- sa^ gastando ({ran parte de sus f aerzas en la coinstrucción <3e templos y palacios.

Los arquitectos de XJxmal conocieron el - uso de la coluxrma, que también se encnentra en otras partes la península. En Kabah, por ejemplo, '^en dos de las puertas del edificio princi- pal vimos pilares, y fué la vez primera que los encontramos em- pleados en su uso legítimo, conforme á las reglas conocidas de arquitectura, es decir,' como soportes, lo cuál anadió gran iiite- ■res á laH novedades allí eta^contradas. E¡9os pilares no tenían úias de seis píes de altura, rudos y sin pulir, con trozos de piedras cuadradas por basas y capiteles, carecían de inagestad arquitec- tónica y de la grandeza que én' otros estilos acompaña la presen - ' eia de las columnas, porque carecían de justas proporciones; y «n efecto, estaban adaptadas á parte inferior del edificio. ' Los dinteleede las puertas eirán de piedra."^) En uno de lo^ edl- ficioe de Zayí, las columnas forman la enti^da princi{)ál, son re- dondas, esbeltas, adaptadas á su intento y con capiteles cuadra- dos en una forma casi perfecto; sobre la misma fachada se ven oolumnillas empotradas, con adornos terminales, y en el centro apareadas y de muy buen efecto. En otra de las construcciones, la fachada está compaeste de columnillas ocupando toda la al- tura del primer piso. (4) Del mismo género son las de las ruinas

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(1) Pág. 818. •*>' í- '

(2) Ibld. pág. 820. ' •' '3) StepheiM, Yacftten, iom. I, ]H^.1iéS. -^ ' •' *' ' : ^' " (4) Stephens, TnoAtan, tom. n, pág. 20 7 27. '• .:.:!• : *>>

del randia de Saonioté; (1) Iw de Sabaoché, (2) y Lal^ná. (3) Ea Kiaio ai columnaa cilindricas Ueyan^loa adornos teismitialeB y oentral^y est^n ínter cala,dab. oon bellos ador noa romboidales, dando á la fachada mu j b^o, aspecto. {4) . Mn Obunhuhu apara- oen solo I )s fastes cilindricos, sin basas ni capiteles, haciendo un efecto magnifico; (5) de esta espacie son los de Bolonohen {6!) y Sa ?akal. (7) Las hay también en Ghichen y en Tuluom.

Según puede inferirse de las nociones que nos restan acerca de las pirámides de Itzamal, aquellas .construcciones no todas deben de ser macizas. Así lo prueba al menos el Satun-Sat^ pecr dddero 6 Laberinto de Mazcanú, el cual es un terraplén conte- niendo en el. interior ana serie de habitaaionesi construidas de cal y canto, y cerradas por la bóveda peculiar del paLs. Ste- phens (8) le visitó detenidamentei.y en 18á7 formó plano eftaoio de la localidad D. Salvador Maria Bodrígueas.

No aparece hasta ahora que el tómalo propiamente dicho sea tan común en Yucatán como en las regiones can^tral y boreal de nuestro territorio. Sin embargo, encontramos esta curiosa men- ción en Stephens» (9) En la hacienda de San Franciscoi cerca cb Ticuly se escavó un túmulo compuesto *'de una estructura oua« drada, de piedra, de cuatro pies de altura, llena la parte supe- rior con tierra.y piedras unidas. Yacía en una milpa, á la mitad de la distancia de dos altas pirámides que evidentemente sostor vieron obras importantes, con las cuales parecía tener aquel in- mediata relación. Distinta de las construcciones qae la rodeaban, permanecía intaQta, sin que aparentemente hubiera sido removí- * da, desde qfie encima se pusieron las^píedras y la tierra.'* De»- tro fue hallado un cadáver, sin envoltura de ningo^na clase*, '^sie»* tado, con el rostro vuelto al oriente, las rodillas pegadas al estó- mago, los br^os doblados por loa cpdosi y las manos en el ouello.

(1) tooo oit pág. 86. ' , f í) Ibid. >í¿: 42. '

<«) PigB. 64 y fl«. .Í4> F<g. 73.

(5) Pag. 181.

(6) Pág. 14a

(7) Píg. 28S.

(8) 8tep1iMi% TuMlftB, tom. I, pág 8>S j tff^, 0) Looo oit pág. 2767 aig.

4K>Hio SQsieiiieiido la cabesuL" Fa¿ recogido tiii mstrttmeriio de jMtft de citttro, de dos pulf^as de largo, eon puatá^en tiu estre« -flio y Qu horado en el otri>, j íúé recoAo&ído por los indios ptír tma agnja. Bec igióse también na jarro ó cántaro ¿e barro bür- dOy tapado con nna piedra plana, vacío del todo. La posición del eadáver refiere aqael tnmnlo á los tiempos más antignoa, así co- mo los yasos desenterrados en aqnelta localidad la relaciónMi con Palenque. (!)

'*^Eú la baciénda de Eantnnll, á diez y 8ei¡^ leguas distante de la costa, existían Tarios túmulos, en nno los cuales, excavando para sacar piedras para construir, encontraron los indios un se- 'pnlcro con tres esqueletos, de los cuales, segün el cura, uno era de hombre, el sejuñdo de mujer j el otro de un niño, aunque desgraciadamente en tal estado de decadencia, que al recoñócef- los se hicieron polvo. A la cabecera de los esqueletos había dos grandes vasos de tierra cota, con tapaderas de lu mismo, y en nno de ellos una gran cilescion de adornos indígenas como cuen- tas, piedras y dos conchas esculpidas en bajo relieve, y muypei> fectas; el objeto representado en ambas es el mismo, y aunque diversos en los pormenores, son del mismo tipo que las figuras del vaso de Tical y de los esculpidos en las paredes de Ghichen. El otro vaso eitnbi completamente lleno con puntas de flecha no de silex.síno de obsidiana, y como no hay Yucatán volcanes de dónde ésta pudiera' tomarse, aquel descubrimiento prueba relaciones con las regiones volcánicas de Máxico. Fuera de ello, y de más interés é importancia que todo ello, encima de las fle- chas se encontraba un cortapluma con su cacha de cuerno:" (2) fKn duda que ese ^cortapluma no fué fabricado en el país, su- puesto que allí no era conocido el fierro; indica una relación con d antiguo mundo, y el tiempo más. cercano á que puede perte- necer es, al descubrimiento de las costas por los castellanoa. Tal vez éstos iroc'iron la navaja por oro, y como objeto cnri«>80 fné sepultada en la tumba con el cadáver del jefe poseedor.

Las ruinas de Mayapan existen en el rancho de San Joaquin» eorrespondieñte á la hacienda de Xcatiehacan, diez^eguas al SL

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(1) Pág. S75.

(I) Stopbaiik TvMliii, tom. IX. pág. Sil.

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de Herida. Ocapaunna eiremiferaiicia de trea : millaa, yeaUbi contenidas, dentro una cerca^ la aatigaa muralla ^que uiLtieBa^ po rodeaba la oindad. Los edificios no quedan enteroSi» y se hth ce .mención de sólo dos, como mejor oonser vados. ^'A corta diatas- cia de^ la hacienda, aunque invisible por tos árboles, se alza la gran pirámide que habiamos visto desde la Iglesia de Teeóh, á tres legnas de distancia; tiene 60 piás de altara y 100 piás ' cua- drados de base, y como los terrados de Palenque y.Uxmal, es una obra artificial construida sólidamente sobre lar Usaxura. Aunque tís^ de gran distancia sobre la copa de los árboles, estaba, t^n boscoso el campo que apenas se distinguía estando ya al pió, y la misma pirámide, aunque presentando sus pirimitiv^, propor- ciones^ estaba tan cubierta que más parecía una colina^' ¿notable 0Í' por su forma regular. Cuatro, grandes escaleras, cada una d^ 25 piós de anchura, dabau paso á una esplanada á seis piós de la cima:,e9ta esplanada, mide seis pies de ancho, y á cada lado una escalera para llegará la cima. Las escaleras estañen ruinas, han desaparecido los escalones, y trepamos apoyáiidpnos en las pie^ dras y en las ramas. La parte superior es una plataforma de pie- dra plana, sin ninguna estructura ni vestigios de .ella. Probable- mente era la gran pirámide de los sacrificios, donde el sacerdote, en presencia del pueblo reupido, arrancaba el coraron á las vic- timas humanas." (1) Según la tri^dicion, esta pirámide estaba coif* sagrada á Kukuloan, y aunque creemos un templo, pudiera ser que allí no tuvieron siempre lugar los sacrificios hunuinos. *

El segundo edificio se encuentra sobre una pirámide arruina- da de 30 pies de altura. "Es dificil decir cuál fuá la forma de la pirámide, aunque el edificio era circular. El exterior es de pie- dra plana, de 10 piós de altara hasta la cornisa inferior, y ,14 hasta la parte superior; la puer.^ mira al O. y ti(»n^,el dintel de piedra, l^a pa'red. exterior mide coinco pi^ de ,gr<;^9o¿ la p.uei;(fi .condacé á xin pasadizo .cii;cplar.de,,jtf/es piós de Hnphp, y.h^yiflP el centro una niasar sólida jciUj^dj;if^de.pi^dr%'MQ puerco ab^

tura de ningún ^&ero. ; E|, diámetro tot^l del ^di^pi^o es .de 25 'pies, así^ deduciendo el doble ancho de la

...... ... .,.:.. !»l?«íedydetR*8i,4iw,

el macizó interior es de nueve pies de espesor. Las paredes pre*

aentan cuatro ó cinco capas de estuco, con restos de pinturas, de

(1) BtmjMM^ Yucatán, lom. I, pág. Ui. ''i •*' ' » ^ ' •**' ' " ^^

iv-

J

y

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1m c«ftle8 quedan visiUefi el rojo, amArillo, azul y blanco. (1) Es- to edificio es semejante, annqne no idéntico^ al Caracol de Ohi- cben Ittái

Entre Ibá escombros se hallan piedras escnipidas; (2) algunas évidentetneDte son del tipo del Palenque y presentan semejanzas con Cliiclieh y Uxmal; pero otras, fuera de toda duda, son abso- Intame'áte de'nn género diverso y no pertenecen á la misma ci- TÜi^acion. Cierto es que sobre Mayapan se desataron los íiirores de la^aerra, siendo ésta la causa de que sus construcciones fue- ran demolidas: mus también es evidente, que otros lugares aso- lados también dejaron vestigios de 'mayor importancia, dejando en sus veBtigios'Ias señales de su pasada grandeza. Nada de esto último hay en Mayapán; fuera de ciertas obras' pertenecientes á una época antigua, artíértícas y bíeti formadas, lo demás es tela- tivamente mucho más atrasado, bien lejano por cierto d^I gusto primero: Evidentemente se distinguen íillf dos épocas distintas; segunda de atraso y decadencia. Los terraplenes son de me- nores dimensiones; los edificios menos sólidos; menos frecuentes 'la bóveda y el ar66, peculiares de aquella i^egion: la pirámide de Kukulcan difiere de sus congéneres, no sustenta templo ni pala- cio.'Mr. BrasSeur(3) encontró dos piedras labradas, con trazas evidentes de corresponder á la civilización palencana.

. Acerca de la antigüedad de los monumentos. de que acabamos de hablar, los autores le suponen una muy remota, adelantándo- se Dnpaix hasta admitir que pertenecen á los tiempos antedilu-

' víanos/ Sólo BtepHenSí que había confundido la^scritura calcu-

.liformecotí la mexicana, y uñó de los r^ljeves del Palenque cpn la piedra ttamada Calendario, opina de manera contraria, expre- sándose de este modo: ^*Me inclino á creer, que no existen

'soJ^cIeiftés pruebas para ádmiiir lá. gran. antigüedad asignada á estas ruinas; que 'no son obra ¿e un pueblo ^desaparecido, cuva nistoria no haya llegado a.nosptros^^sipo que, por el contrario,

'fundado e¿ las VeHexioii^sya hechas, infiero que fueron construi- das póir las razas habitadoras del país en los tiempos de la con-

^ (1) Loee eift. pág. lae.

(2) Pág. 184. .t íf .i. ... - . / ;•

(8) Ax«hivM de 1a Oonunlñon SdiuitfílqQe du M^néfti». .Tgüi %i9kk^r ' '

4S8

quista españolo, ó por algono da svs no muy remotos pr<3tt^ nitores/' (1)

El juez que debe dirimir esta ouestion, no son las opf^iQffCia particulares, sino. los documentos- históricos. Conforma al en que su lugar veremos, los f updadores de Itzamal llegaron á la penín- sula yucateca el primer año del 13 ajan, 697 antes de la Era Cris- tiana. Entre ^9 y 386 antes de Jesucristo, entraron los segw* dos pobladores, no haciéndose mención del reiiK>, de Chiohen Itzá, hasta el ajan corrido entre los años 73 y 50. Se hape refe- rencia i Uxmal, en el dos ajan, que comprende . á los añoa 528 á 651 de la Era Cristiana. Chiohen quedó destruido ¿ principios del siglo XL Estas fechas establecen la antigüedad relatira ,áfi las diversas ciudades, diciendo que Chiohen Itzá llevaba cinco siglos de abandonada antes del XVI. w que tuvo lugar la cojii- quista española.

Evidentemente los mayas, domeñados por Iqs castellanos» no construían de la misma manera que sus progeiiiitores. Bepresem* taban la civilización de Kukulcan, la que llevaron los tpltecas á su país, modiñcada por ¡último en sus relacioii^es eon los meixica. Nayapan, Maní, Tibolon, ofrecen reminiscencias de bellos edifi- cios^ aunque muy inferiores á los de Chiohen y Uxmal. En esta edad se notaba verdadera decadencia.

Para los mayas, los monumentos de los itzaes eri^i ruin^ 6 ignoraban la historia y aun el nombre de los arquitectos. El his- toriador de Yucatán nos dice: "Quienes fuesen (loa artífices) se ignora, ni los indios tienen tradición de ello.** (2^ En efecto, loe indios conocen aquellas obras bajo el nombre Xlab-pak; paredes de piedra, y preguntados acerca del origen, responden ToU^h uc/ien uincoob, son las casas de loa homb,res antiguos. En balde se fatiga Mr. Stephéns en hallar semíejanza ' entre los edificios vistos por Hernández de Córdova, Oríjalva, Hernán. Cortés y Bernal Díaz, con los de üxmal y Kabah; los que aquellos desea- bridores vieron llamaron . fuertemente su atención, porque er^ los mejores y más grandes de los que. hasta entonces .encontra- ban, mas no por ser comparables á los primeros restos que ban puesto admiración, aun en hombres que contra ellos abrigan las

(1) C«aURil AmeiiM, lom. II, pág. 449. (S) (MeoiMOk Ukw IV,

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mayores prevenciones. Nos hemos detenido á rectificar ^sta opi- nión, porque al hacer Mr. Stephens el inapreciable servicio de dar á conocer al mnndo sabio las riquezas arqueológicas de la América Central, Cbiapas j Yucatán, divulgó sus conclusion^v que con el peso de su autoridad pueden ser admitidas siu pouer^ . les correctivo alguno.

Hemos visto qué la región en que nos ocupamos, es absoluta- ^ mente diversa bajo todos aspectos de las otras dos. En ella cree* mos descubrir tres faces diferentes de civilizacioQ. La primera, por más remota, comenzó con los primeros pobladores de Yuca- tan. Dístínguense por sus grandes - pirámides de carácter colo- sal j rudo; una religión espiritualista, mezclada con el culto de los astros y del fuego. A ella pertenece el primitivo reino de It- zamal. Nada se sabe del origen del pueblo, poco de sus institu- ciones sociales: tiene un pié en la historia, otro en las tinieblas de lo pasado.

Cbichen Itzá representa la segunda faz. Es la edad de oro de los itzaes, la que indica mayor poderío y e3plendor: á ella co* rresponden las ciudades arruinadas de la península del mismo ti- po. Esta civilización es la más adelantada en America, sin que tema entrar en comparación con las primitivas etrusca, griega ó romana. Aquel pueblo era gran arquitecto, é inventó el ¡arco y la bóveda americanas; llegó á la escritura fonética, al conocimiento del calendario. Por mucho que sea el rigor con que se juzguen sus bellas artes, habrá de convenirse en que pueden servir de modelo á los demás pueblos del continente; originales, sin remi- niscencias marcadas de ajeno estilo, se hacen noiables en sus re- lieves de estuco, inimitables en sus piedras duras talladas, te- niendo en cuenta que carecían de instrumentos de hierro. La ánica muestra de estatua encontrada en Palenque (1) no corres- ponde á los relieves allí vistos; pesada, burda, con manos y pies casi rudimentarios, aprieta sobre el pecho un objeto que recuer- da los albogues romanos: viste un pantalón exótico, remedando el tocado al de las figuras egipcias. No es el trage ni la fisono- mía de la nación palencana, y acaso sea obra de pueblo diverso 7 más antiguó. Pintaban con más primor que esculpían* (2)

(1) stephens, Central America, tom. II, pág. Zi9, (i) Dapaiz, teioexa expedición, pág. 27.

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Procedentes del' Museo de los padres Oainaolxos, liemos con.- templado variados objetos que dan idea de las costumbres, y muy alta del grado de perfección á que había llegado la cerámica. Una. figura de muy fino barro blanco, desnuda con un modelado' dig- no de un escultor; rodéale la cintura el ex maya, cubriéndole la j^ cabeza una especie de sombrero de copa alt \. y ala angosta ple- gada como un fafalá: una semejante presciitan las pinturas de Chichen. Altarcillos de barro idénticos á los de Copan, con una pirámide en que se destacan tres cabezas simbólicas, que pare- cen representar la trinidad maya, ó el trimurti de los hindus. Figuras sentadas con las piernas cruzadas á la manera oriental, cubierta la espalda con una capa corta, diversa á la luenga ame- ricana, entregadas. al parecer á una tranquila contemplación, ala manera de los santones ó penitentes, tan comunes en la India» Tipos que recuerdan el culto del phallus. Preciosas hachas de roca verde de la edad de la piedra pulimentada; cuentas maci- zas con horados cónicos de los tiempos remotos, ó de bairo con labores complicadas. Vasos de tierra gris, ya cilindricos, ya de Variadas formas elegantes, llevando en relieve personajes, ins- cripciones geroglíficas, adornos del mejor gusto. Conchas y ca- racoles pequeños dibujados tan delicadamente cuíil si estuvie- ran entallados con el más delgado buril.

No abundan las arma<$; aquel pueblo cuidaba poco de conquifK tas, no alindaba con tribus enemigas, vivía entregado á las dul- zuras de la paz. La cruz y el sol son los objetos aparentes de sa culto, si bien aparecen testimonios de un variado politeismo. ven ofrendas hechas de niños, sin entreverse que Sean para uso sangriento, sino sólo para ponerlas bajo la protección del numen; nc encontramos datos para admitir en esta época los sacrificios humanos, ni nos hacen variar de opinión las reflexiones de Ste- phens acerca de los altares de Copan. Al considerar los pala- cios de los reyes y los templos de los dioses sustentados á tanta altura, mientras las chozas de la multitud cubrían la llanura al pié de las pirámides, no se puede menos de pensar que aquel . pueblo vivía en la más espantosa servidumbre; sacerdotes y no- bles se imponían á los plebeyos de una manera absoluta» distin- guiéndose hasta por ese adorno pegadizo á la nariz, que tan par- ticular hacía su fisonomía. Así se' comprende esa inmensa y ru-

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da labor de los terrados, emprendida á costa de los pecheros, sin más proyecho que la ostentación de los señores*

La tercera faz de la civilización la representa Mayapán. Ma- japan, que aparece fundada en la época de Uxmal, siendo una ciudad antigua, como lo atestiguan algunos de sus moDumentos. Kukulcan no fué su f andador; cuando el profeta llegó á la penín- sula, tiempo había que los reyes de Mayapan estaban confedera- dos con los de Chidien y de Uxmal. Destruidos estos reinos ha- cia el siglo XI, Kukulkan estableció en Mayapan la sede de un gobierno teocrático, de cuya época datan las construcciones mo- dernas. Destruida la antigua civilización, la nueva introdacida por Kukulkan, la llegada de los emigrados tolteca, las invasiones de tribus bárbaras, el trato con las guarniciones de los m¿xica atraidos por los Cocom, determinaron el estado en que aquellos pueblos se encontraban en la época de la conquista española. Mayapan marca, pues, la decadencia del arte arquitectónico de los itzaes; allí se introdujeron el culto politeísta, los sacrificios humanos, las costumbres nahoas; las semejanzas entre las civili- zaciones central y austral que antes no existían.

1 »

LIBRO II.

CAPITULO L

Comunicaciones con el Antiguo Mundo..

Canfigurcusíon actual de los amUnerUes.-^Oorríentss marinas. --Unidad de la raza americana. L09 patagones. Basa hiperbórea: los esguimdUs. Comunieaciones con el Asia. Negros en America.— Comunicaeúm con las islas. Idiomas.— Unidad y pluralidad de las lenguas americanas.-^ Lsn^ua nahoa.— Lenguas de la Polinesia. Civilieaeiml—Ofiolairia. El phaU'us.—El budohismo en América.— Bl Foü' Sang.

LA ciencia admite que hubo puentes de comunicación entre el Antiguo y el Nuevo Mundo; esos puentes se rompieron en época remota é ignorada, quedando separados los continentes, perdida la memoria de su antiguo trato. Busquemos si queda algún rastro ó recuerdo de comunicaciones posteriores, algunas de las cuales hayan podido influir en la civilización americana. Poniendo los ojos en un Mapamundi, advertiremos que lo lla- mado Yiejo Mundo es una reunión de tierras en que se encnen- . tran Europa^ África y Asia; la América queda sola, separada del otro continente por inmensos mares. El Nuevo Mundo se en- sancha hacia el N., y en sus más altas latitudes se aproxima á Europa por la costa oriental, al Asia por la occidental, corre des- pués prolongándose al Sur, se estrecha en Panamá, aumenta de nuevo asumiendo una forma triangular cuyo vértice inferior es el

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cabo de Hornos Es el aspecto nohial: no podemos afincar qiie siempre idéntico en el pasado, cyae será el mismoen lo íatató. :>.% '^América se aproxima al antiguo continente á ménos^e 6(XI^< leguas marinas de 20 al grado eenatorial, por tres punios: eiiisé' Escocia ó Noruega y la Groenlandia oriental; entre el cabo NO., de Islanda y las costas del Labrador; entre el África y el Brasik La pnmera distancia es casi la mitad de las otras dbs. Bl cánaL del Atlántico entre cabo Wrath en Escocia y Kniglitonbay (lat. 69^ 15') al S. de Scoresby Soand en la Groenlandia oriental,- tie» ne sólo 270 leguas de amplitud, encontrándose la Islanda intex*. media en esta travesía: es la distancia del Havre á Yarsovia». De Stadtland (62^ 7') en Noruega, el mismo punto de la Ghx^n>. landia oriental, se cuentan 280- leguas marinas. La llanura lon^' gítudinal del Atlántico que separa las dos grandes masas conti* nentales, al presentar' ángulos entrantes y salientes eorrespon- dientes, al menos entre 76^ N. y 30^ S., se ensancha ^ácia el pa- ralelo de España ó d»l cabo Finisterre en Terra Nova, donde mi* de 617 leguaa marinas. Se estrecha ^seguuda vez cerca del Ecua* dor, ei^tre África (costa de cabo Bozo .cerca del banco de Bissar» gos y Sierra Leona) y el cabo de §an Boque, La distancifi de? continente, á continente en direCQÍQn N£!'SO.« .sobre la cual se encuentran los islotes y los escollos de las Boseas, Fernando No- ronha, Pinedo de San Pedro y French Shoal, es de 510 leguas, suponiendo el cabo d^ Sierra Leona con el editan Sa^bine i^a Ipng. 15° 39' 24", y el cabo de San. Boque €«i long. 37o 37',26" se- gún él almirante Boussin y el hábil observador M. Giry. 1&. Plinto más próximif d^ África es probabletn#)it0 Ih punta Toiro, ocirca del pueblo d'd Bom- Jesús (lat. S. &^ 7-) mientras el saJlen-, ^te más oriental de América es da 2^ ó;3°.máa al 9.»entre.Bio JPa- raby lado Norte, y latadade'Peirnambuco. La ao<$hiia'a.deL4t<UÚQff. tico entre Sierra Leona y el Brasil, es como la distancia entre el Havre y Moscou, 6 mejor á Tenoslau en Busia. Las travesías tan conocidas del Mediterráneo nos suministran comparaciones más fáciles de ser entendidas: hay de Eseociaiá Groenlandia orien* tal (minimum de distancia), como de Gibraltar al eabo Bou; de África al Brasil, como de Gibraltar á Bengasi y á las eostfts dd la Cirenaica.'' (1)

(1) Hamboldt, Hiat. la 'géogiKiitía Ha KMtmri C^nOáaH. Trát. S. «to. M*

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Determina la posioion de las tierras, que las costas o^ientalea de América, den frente á las occidentüles de Europa, y Afric^, entre las cuales se extiende el Océano Atlántico; las costas occi- dentales de América, miran á las orientales de Asia^ quedando intermedio entre ambas, el Oceaao Pacífico. ''La extensión del Nuevo Continente, es inmensa en la parte boreal, dice Hum* boldt, (1) sobre todo más allá de los 60^ lat, en que el máxi- mum de amplitud continental de £. á O., del cabo del Principe de Galles á la tierra de Edam, ó si se prefiere un punto defcer- Biinado con mayor precisión astronómica, por el capitán Sabi- na, á Boseneath-Inlet en la Groenlandia oriental, es de 251<^¿ ó de 148^ 20^ En aquella altura los dos mundos se aproximan tanto hacia el de Asia, que sólo los separa un estrecho de 17^ leguas marinas de amplitud, (2) y los Tchoukches de Asíp« no obtante* su odio inveterado contra los esquimales del golfo de Eotzebue, pasan algunas veces á las coatas americanas."

"Cuando se considera atentamente la configuración extraor- dinaria del Asía, y esa cadena de islas que, casi sin interrupr cion, se prolonga de la península de Eamtchatka por las Kouri- les, Teso, el Japón, las Lieou-Kieon (Loo Chob), Formóse, laa Bachis y las Babuyanes á las Filipinas, de los 20^ á los 52^ lát., se concibe cómo ese largo reguero de islas, de tamaños diversos, que forman con el litoral del continente diversamente articula- do, cuatro Mediterráneos de much/is salidas, (los mares de Okhotak, déTaraikaí, del Japón y de la China,) debió excitar á los pueblos del continente, á formar relaciones comerciales, d-e colonización y de propaganda religiosa, con los habitan tel^ de ias islas con- trapuestas). Los profundos estudios en estos áítimos tiempos d^ Abel Bemusat, Klaproth y Siebold, acerca de la historia del Japón, de la China y de Corea, prueban la ínflueneía que sus re.

(1) Loco cU. pág. 58.

(2). Según las obseryacionea practicadas durante la expedición del Blossom (Bee- eliey, tom: 11. pág. 678,^ la amplitud del estrecho' de Behring está determinada por la í)08SDioo:del oajbo listen Aú, lat. 6#* S' te,'' longitud de Paría, 17tih 4* U'^j por la jdel oabo átü Príncipe Galles en América, lat 65* 33' 30/' long. 180» 19' 84.'' La ¿ífftftT>ftia entre ambos babos, es por oonsAcuencia, calculando ei^ el supuesto da seTi la tierra ssférica, de 52' 9/' 2, solamente. Oook creía que la amplitud del estrecho era de sólo cuarenta y cuatro millas. Casi al medio del oanal, se encuentran las islas da S»a XHofiotM (islaB.4# Kaasenteivii, JjMamkoM^ Fainri^ BoA)

laciones ejercieron en los progresos de la oiyilizacion» y en la extensión del budliismo/' (1)

Para nuestro objeto, deben tenerse en cuenta las corrientes máximas. Una de ellas, atravesando el Océano Indico, dobla el cabo de Buena Esperanza, sigue las costas occidentales de Áfri- ca; del litoral de Angola toma al N. £L, á través del Atántico*, hasta el cabo de San Boque en América, donde «e bifurca en dos ramales: el septentrional entra en el Golfo de México, tranforma en corriente oáiida, pasa cerca de la ]flori4a, sigue hasta las costas de Groenlandia, j al litoral de Europa. Inder pendientemeute del viento, que siendo propicio, puede acelerar la marcha en proporción á su ímpetu, se calcula que sola la co- rriente ecuatorial, hace caminar una embarcación á razón de quince leguas diarias, mientras la del Golfo arrastra con doble velocidad. "La corriente del Golfo, llevó una vez hasta la costa ^'de Escocia, los despojos de un buque de guerra, inglés, que f u4 "destruido por un incendio en las cercanías de Francia. Cerca «'del cabo López, en la costa occidental de África, naufragó otro "buque inglés, y la corriente ecuatorial llevó hacia el E., al Gol* "fo de México, y luego la del Golfo hacia Escocia, unos barrilea "de aceite, que formaban parte del cargamento. Las aguas, do «'Groenlandia, llevaron cierto dia.á las costas de Tenerife, ana ^'botella arrojada al mar, á algunas leguas de distancia de .la pun«> "ta meridional de, Groenlandia." Las corrientes combinadas coii los vientos constantes pueden traer embarcaciones de la Ocea? nía, á las costas del Ber u y de la California: nuestros abuelos:^ para ene ntrar, como decían, la vu^UaddFomeidej traer el g^ león d^ F^ipinas^ tenían que entnar.en la región de los vientos constantes, lo que indefectiblemente los condupía ^ las costas de California.

Ocupémonos primero de la raza americana, Sería un erxov adoptar las palabras de UUoa: "quien ha visto á nn indio, los hn Visto á todos." Humboldt (2) dice á este propósito: "Los. indios de Nt^va España, ^n general, se parecen á los del Canadá y la Florida, el Feru y el Br<asil, en el^eolor pscuro y pobrizo, los oa« bellos lacios y lisos, ^oca barba, cuerpo cargado, ojo prolongar.

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do con «1 extremo inclinado á las sienes, pómulos salientes, la- bios gruesos, y la dulce expresión de la boca; contrastando con la toitada sombría y severa. Fuera de la hiperbórea, la raza americana lam'etios nuraerosaV auuijtte ocupando el mayor es- pacio en el globo. En millón y medio de leguas- quadriulas, des- de las islas de la Tierra del fuego, el^io San Lorenzo .y el es- trecbo de Behring, sorprende á pvimera vista la semejanza de las facciones de lóS habitantes, se cree reconocer que toJos'des- ciohden dermistoo tronco, á pesar 'de la inmensa diferencia que los separa por lo^ idiomas. Sin"émbargo, rqñexionando atenta- mente en aquel aite' de íamiliA., se desctibre, al vivir mucho tiem- po entre los indígenas de América, qué los viajeros celebres ob- servando sólo á algunos individuos* en las costáíí, exagoraron sin- gularmente la' analogía de formas de las razas aaiericañas.^ '*' **El cültivó'intelectual, contribuye mucho á diversificar la fiso- lioinía propia de los pueblos bXrbaros, en la tribu y en la hor- da, más no en los individuos. Lo mismo se observa, fcomparando iÓÁ animalos donaesticos coh lok que viven en los bosques". Al Juzf^at los europeos acferca de la seniejáuzade las ra2:\s de piel inuy oácuta, están sujetos también á una ilusión particular: se pT*eocupnn con el tinte'tau diverso del liuestro, y 'la semejanza del colorido, hace desaparecer' á* sus .'ojos la diferencia' de tas facciones' iüdividualest él nuevo colono^ tiene dípc'itltácl en recó- ñocer & Ids' indígenas, porque se fija* manos en la expresión dulcé^ ifaélati cólica ó feroz del rostro, icjue en el color rojo cobrizp, y 6n Jí» cabellos negros, lustrosos, gruesos y, de tar manera lacios, que les creería constantemente mojados/''' '. , ' ' ^

''•Eú el retrato trazado por el excelente observador M.'.Volhéy,' '¿te los indios del Canadá, reconoce" Indudablemente & los pue- blos esparcidos por las praderas de los rios .Apure y .Carohy. Erifeteel mismb tifio en amb&s Amáricasj pero los europeos que- Han nkVegádd'dn los grandes tíos Orinoctf y Amatónás, y quié-. fies han' tenido motivo de ver mi gran námero de tribus someti- das al gobierno monástico lais misiones, habrán observado que raiza átnericaná presenta algunos pueblos táu esencialmente diversos entre s! por las facciones^ como las numerosas vacieda- des de la raza del Caucase^ los circasianos, moros y persas. La forma elevada de los paAiigones* habitentes del ettremo aosteal del nuevo continente, se encuentra^ pcff deóuílo lusíj en Im "Cáñ*

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bea habladores de las lUo^irAs desde el Delta del Orinoco liaQtc^ las fuentes del rio Blanco; pero que enorme difexencia en la,tat, Uí^la fisonomía j la constitución, físiepk de los caribes, (pueblos sin duda á<d los más robustos d^ Ja tierra» que ^o debeA cpafun-. dirse con los degenerados zamh)% llamados un tiempo oaribes en la isla de San Vicente,) y los cuerpos pecados dolo» indios chay- maa de la provincia de GomaBá: cnanto no difieren entreí^ los indios de Tlaxcala j los lipanes y chichimecos.de la parte septen- trional de Mexica"-

El mismo Humboldt nos dice en otro lugar. (1) "Las nacio- nes de América, excepto las veoinas al círculo polar, forman una Bola raza caracterizada por la confirmación del cráneo, el polor de la piel, rareza extremada de barbas y los cabellos lacios y li- sos. La raza americana tiane relaciones muy sensibles con los pu^ebloB mongoles en que se cuentan los descendientes > de los Hiong«nu, conocidos un tiempo Y^ojo el nombre de hunos, loa kalkas, los kalmukos'y los burattes. Prueban las observaciones recientes, que sólo los habitantes de Unalaska, sino tambiea ma<;;hos puoblos de la America meridional, indicau por los carac- teres osteológicos de la cabeza, uu paso déla raza americana á la mongola. Cuando hayan sido mejor estudiados los hombrea ozu- «TOS; del Africa,.y el enjambre de los pueblos habitado;res del inr torlqr. y del N. E. de Asia, designados vagamente por viajeros, sistemáticos bajo los nombres de tártaros y tschudes, aparece- rán menos aisladas las razas caucásica, mongola» americana, ma- laya y negra^ y se reconocerá en esto gran familia del género hu- mano, lun. sólo tipo orgánico, modificado por circunstancias, que. tal vez quedarán por siempre desconocidas."

''Aunque los pueblos indígeuas del n^avo continente estén uni- dos ppr relaciones íntimaa, ofrecen en sus facciones móviles, ei^ tinte más 6 m^ÓQOS oscuro y la altura del cuerpo, diferencias tan. notables .com9 Iqs árabes, los persas y los slavps, todos ellos de la.c^za caucásica. Las hordas que recorréis las ardientes llanu- ras de las regiones equÍQocoiales no tienen, sin embargo, la pi^L máp Primeara. qi|6 ^os mont^iñeses o los barritantes de las zonas tép- plada.Sy,pM porque, ^n 1^ especie humana^ asi como en. los. ani-r ]X^ail^;h|i>yff,cii^rta ép9¿.a de la Ti4a orgá^úcf^ más allá d& 1^ ouaX

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.68 casi nula la inflaencia del clima j del alimento, sea porque lit desviación del tipo primitivo no se hace sentir sino despnes de nna larga serie de siglos. También es verdad, qne todo concurro á probar que los americanos, lo mismo que los pueblos de raza mongola, tienen menor flexibilidad de organización que las de- mas naciones de Asia y Europa/*

Por último, el doctor americano Morton, en su Orania asienta: "A pesar de estas analogías, no se puede desconocer que exis- ten entre ellos diferencias tan marcadas como inexplicables, sien- do una de ellas el tinte de la piel, que por la influencia del aire j de la luz varía de una manera singular desde el color ordina* rio hasta el pardo osciiío, sin poder atribxrirse semejante varia- ción tan solo al clima. Sin embargo, estas son excepciones á las reglas generales, que en nada alteran la conformación física es* pecial de estos hombres. El americano nunca deja de serlo, j el caribe de formas atléticas, el raquítico chayma, el bronceado ha- bitante de California y el borroa de blanca tez, siempre pertene- cfen áia misma raza, & pesar de sus diferencias.**

La unidad de la raza americana no debe tomarse en un senti- do absoluto. Ahora tiene establecido la ciencia, que si es una verdad este principio, quiebran la regla general algunas notables modificaciones, provenidas por el clima, la alimentación, el gane- ro de vida, las costumbres &c., así como también, aunque en escala menor, los contactos que pueda haber habido con pueblos extraños por medio de comunicaciones casuales. La más impor- tante de las diferencias consiste en dos formas de cráneos reve- lando dos razas distintas, una más inteligente que otra, distin- guiéndose una muy antigua, tal vez primitiva, pasi idéntica por las condiciones osteológicas la óabeza ala raza habitadora de Europa en los tiempos prehistóricos. La observación tiene en cuenta las diformaeiones artificiales que algunos ptíeblos ameri- canos hacían sufrir & la cabeza de los niños, coíáó la que se ob- serva en los cráneos de las antiguas momias del Perú, con tantad analogías de forma con los relieves del Palenque.

La unidad de la raza americana es consecuencia forzosa de los hechos. Mientras existieron los puentes de comunicación entre los continentes, los pueblos pudieron mezclarse 7 modificarse; pero rotas las comunicaciones, la raza americana quedó aislada, tomó en todas sus ramas el mismo aire familia, 7 las éBféréb-

cías sólo pudieron 3er obra del tiempo y de las condiciones bio- lógicas.

La raza americana, conocida bajo el nombre genérico de in- dios, en la clasificación humana recibe la denominación de Baza roja. Tal denominación es defectuosa bajo el pnnto de vista et- nográfico, snpnesto que muchos de los pueblos colocados en es- te grupo nada tienen de rojo en el color. ''Los indios de Amóvi- ca se aproximan & la raza amarilla, propia de Asia, por los cabe- llos, generalmente negros, gruesos y lacios, la poca barba y el tinte que varía del amarillo al rojo cobrizo. Parte de ellos, por la pariz saliente y los ojos grandes y rasgados recuerdan raza blanca. La frente es may deprimida; pero ninguna otra raza tie- ne la parte posterior del cráneo irnís voluminosa, ni las órbitas mayores." (1)

Diremos ahora algunas palabras respecto de dertos pueblos de America. Los antiguos creían en los gigantes, y por contrapo- sición los griegos inventaron los pigmeos, entretenidos en pelear contra las grullas. Durante el siglo XYI'los gigantes volvieron á estar de moda, y entonces se suponía que de ellos había una nación entera en el nuevo contii^ente. He aquí el origen de aque- lla creencia. Relatando Pigaffetta, compañero de Magallanes, el descubrimiento del estrecho de este nombre, asegura que un ha- bitante de aquella costa pasó & bordo, y ''que su corpulencia y ''estatura eran tales, que sin violencia le apropiaban el distinti- vo de gigante: la cabeza de uno de nuestros medianos hombres ''no le llegaba más que á la cintura, y era grueso á proporción." Tbomas Caveudi íaX0Í)86) i > •■' los naturales de lejos y juzgando per la huella del pió, 18 pulgadas de largo, atribuyó á los hom^ bres 8| codos de altura; por esto puso al país Patagonia y á los indígenas paiagones. El almirante Yan Noort (1598) por relación de un muchacho, asegura que el país estaba habitado por cuatro naciones, tres do talla común, la otra do 10 á 12 piós de altura. El capitán holandés Sebaído de Weert (1598) vio en el estrechó siete canoas, coi^ salvajeisi de 10 á 11 piós de alto. El almiratttd Spilbergen (1614) guiado por la vista de un individuo observado en la costs» jv^ga que eira inayor que los naturales mencionados por PigjrfFetia. El capitán Shelvóck (1719) asegura— "Que lama-

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a) LesBacafllnmudnes, par Ixmis Flgnier. Paris, iST?. iNg. 465.

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"jot parte de la gente es áe ^statura ordinaria; pero q^ue» segnu '*Mr. Frezier, en la parte interior del continente hay una casta "de talla extraordinaria^ j qae probablemente fue informado por ' "testigos de ¥Íata de que algunos de ellos tenían de 9 á 10 pies de alto." £1 comandante Byron (1764:) refiriéndole al mismo ob- jeto escribe: ''Sa estatura era» tan extraordinaria, que adu sen* ^^tádos» así venían á ser. casi tan altos como el comandante en "pié." (1)

Nunca convino mejor el adagio, á luengos viajea, luengas ipen- tiras. La extraordinaria talla de los patagones ha ido disminu- yendo poco á poco ante la verdadera observación, no obstante cuanto asegura el P. Torrubia en su Gigantología impresa en 1756« D. Fernando Ibañez Bcheverría, quien en 1762 acompa- ñó á Buenos Aires al marqués de Yaldelirios, describiendo Jias regiones meridionales de América, dice: "¿Qué indios las habi- litan? No ciertamente los fabulosos patacones que, según se pre* ''tende, ocupan este distrito. Algunos testigos oculares que han '^vivido y comerciado con ellos, me han dado su exacta descrip* ."cion. Son de La misma talla que los españoles, y nunca he visto ^'alguno que tuviese más de dos varas y dos ó tres pulgadas/' £1 misionero Mr. Falker relata: ''Los paJiagones ó pueleches son ''un pueblo de gran talla; pero numia he oido hablar de esta ra- *'zá de gigantesi de que han hecho mención algunos viajeros, aun- ''que he visto los individuos, de diferentes hordas de loa indios meridionales." Loi^ capitanes Wallis y Oarteret (1766), les. midie- ron realmente y les dan seis. pies y de cinco á siete pulgadas de altara. Boagainville (1767) los midió igui^ente, coníormanidd con Wallis. (2) Según D. Antonio de Alcedo (3) los patagone» ó tirumenos, "nación bái:barade indios, que vive en los montes 6 "s^lvlbs de las tierras, Magallánicas al N. del Estrecho, y al Le- /'vánte del Beino de Chile, en la provincia llamada Chica, por '*la opinión más genei^almente recibidaí, son de más talla que la "¿om^, pero no gigantas." ''Los viajeros modernos, afirma Fi- ggiier, (4:) heun redjicido á:ju|kas proporoton^a los dichos délos

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(1) VUjerdelComáDdiiilWB/rob« J^^a¿^d,[17¡lf^« Ii^.:i^ . i

¿2) Hist de AsQérica por BX]¡bé^i¡poúf;e^niáem,íA2r. Tom. II, p^g. 7ft. ($) Diooionario geográfico-históiico de las Indios OcádenUlefl. Madrid 1788. (4) Les Baees JimiuitnM^ pág. 2& .:'-

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antiguos nategan tes; b1 nataralista francas Alcides d'Orbignj, hsk niedido f^ran número de patagoDes, y enoaentpa su talla media. de 1*» 73. Tul es el límite extremo de altura á que puede llegar la especie humana. En cuanto al limite de lo pequeño, lo sumi* nistta el pueblo de los boschímanes» habitantes del Sur de Áfri- ca; el viajero inglés BarroD, midió á todos los individuos de una ttibut j halló ser su talla de I°^31. Así, pues, la talla humana varia O™ 32, es decir, la diferencia entre tin patn^u y la de un. boschiman." J^n América, los dos extremos están representados por lo.4 patagones y los cbaymas*.

Pasemos ahora del Sur al Norte. ~-*''La rama hiperbórea, dice Figuier, (1) se compone de los diversos pueblos vecinos al círcu- lo polar ártico, ;tenieudo en genenil la talla pequeña y los carac* teres principales de lu raza angarilla. Denramados sobre una su* perfície inmensa, aunque poco numerosos, los pueblos de la raza hiperbórea, son nómades, y sólo tienen por animales domésticos perros y renos; se .üimentan cou los productos de la caza y de la pesca; aman apasionadamente los licores fuortos, y gozan de una civilización rudimental. Alguno de aquellos pueblos debería tal vez ser coloo<ido entre los de la rama mongólica, así como otros en la raza blanca, supuesto haber perdido, bajo la- influencia del clima y su modo de existencia, los caracteres de la raza ania" rilla. Como sea difícil crear una clasiñcacion adecuada, conser- Taramos los grupos admitidos por M. de Homalins de Haloy, quien establece siete familias entre los pueblos hiperbóreos, to- inando por base las afinidades del lenguaje, nombrándolas lapO" na, samoyedaf kamiadiudala^ esquimal^ ienisseiima, inkaghira y ko- riakaj'

Estos pueblos, sin duda alguna de origen común, se extienden ' por las regiones boreales de Europa, Asia y América. La familia ile los esquimales se encuentra en el Nuevo Mundo, desde la Groen* landia hasta el estrecho de Behring, siendo por el tipo absolut|i« mente diversa de la rama americana, pareciéndose loaocho á los pueblos de la Asia septentrional y á los mongoles. '^Eatre los as* qniiualea, la parte oseosa de la cabeza tosía una forma pirami-* dal más pronunciada que entre los mongoles de la parte superior de Asia» lo cual depende del estrechamiento li^teral del cráneo;

(1) Lm BaeeB homainet, pág. 238.

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tal signo de degradación, revela la inferioridad moral y sooial de aquellas pobres gentes. Tienen los ojos negros peqneños y sai* vajes sin yivacidad alguna, y entre los esquimales de Groenlan- dia la nariz es poco saliente, chica la boca, el labio inferior más grnesos qne el superior. Se ha visto en algunos barba muy abun- dante. Ordinariamente los cabellos son negros, algunas reces ru- bios, y siempre largos, gruesos y en desorden; el color claro, la talla no pasa de cinco piás, son pesados y con ^cierta propensíott á la obesidad." (1)

Zímmermann (2) coloca en la rama mongólica 6 turáuica, ''no •*8Ólo los mongoles propiamente dichos, ffis tártaros y los kal- "mukos, sino también los magyares en Europa; los chinos, los "japoneses y los habitantes de Kamlschatka, en el extremo orien- "tal de Asía; y en el Norte de América hasta Groenlandia, los "esquimales."

"Los esquimales de raza tártara se extienden desde Kolyma, al O. de Asia, en las costas del continente y en las islas hasta el golfo de Anady; en las islas del estrecho de Behring, las Aleu-- tianas, desde el promontorio de Aliaska, eu la costa setentrional á lo largo del mar, en las costas y en la bahía de Hudson y de Baffin hasta el estrecho deDavis. Se habla la misma lengaa des- de el cabo NE. de Asia, hasta la punta meridional de la antigua Groenlandia. El interpreto esquimal del capitán Pranklin, saca- do de las orillas de la desembocadura del Ohesfcerfield, compren- día los vocabularios compuestos por los misioneros de Labra- dor. (3)

"Los tschutschi habitan el país situado entre Kolyma y el es- trecho de Behring al N. de los kosiaks, se tienen por de origen americano eu razón de sus formas físicas, sus costumbres y su lenguaje semejante al de los indios de Norte America, mientras tienen poca afinidad con las tribus asiáticas sus veoiuas. Según el Capitán Cochra^e, "los tschutschi son de gran estatura, bien "hechos y vivos, de facciones fuertemente acentuadas y el color *Vle la piel algo oscuro. Se rapan la cabeza, se pintan algunas "partea del cuerpo, llevan gtandes pendientes en las otéjisj tíé

'Xí] Figuier, Haces hamaines, pág. 234^ (2) Bazafl humanas, México 1871. Pág. 409. (S) Ai^tíamttfs amérioaines, pág. 160. . . Oi .*.

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'Pristen como los indios. Aquel pueblo es salvaje y grosero; nada ''sabe aoeroa de su origen, del tíempo en que se estableció ''en el país, ni de las diversas naciones tártaras sujetas á Rusia, ''de las cuales no entiende la lengua. Su manera de expresarse, 'aunque eomprendida por los kosiaks, no tiene afinidad alguna oon los idiomas de Asia." (1)

No puede caber duda ninguna; entre Asia y América ha habi- do frecuentes comunicaciones, verificadas por el estrecho de Behring, paso todavía existente entre ambos continentes. ' Han tenido lugar verdaderas emigraciones, las de los pueblos borea- les asiáticos que bajo el nombre de esquimales vinieron á esta* Mecerse en nuestras regiones árticas. La emigración ha tenido también lugar de América para Asia. Los tschutsohi de filiación americana se encuentran sobre aquella costa, siendo tal vez cir- cunstancia no casual el habitar un lugar llamado Kolyma, idén- tico al Colima de nuestras costas occidentales, y palabra que no parece pertenecer á la lengua mexicana pura. Las emigraciones de los esquimales, sin embargo, deben pertenecer á una época comparativamente reciente, á aqaella en que asiáticos y ameri- canos tenían formado su tipo peculiar, que ya no cambiaron. Por ; otra parte, las tribus hiperbóreas han permanecido en las regio- nes frias sin mezclarse ni confandirse, conservando su carácter nacional, lo .que indica quo poco ó nada han influido en la for- mación de la raza americana. Esta existía de por si muchos si- glos antes sin duda, y los puntos de contacto que la ligan con las razas asiáticas estaban ya formados t>or relaciones mucho más antigaas.

Del paso que pre3enta el estrecho de Behring, tomaron fun- damento varios autores para resolver el debatido problema del ori^ea d3 la población americana. (2) Insuficiente, como hemoa apuntado par» explicar la presencia de los animales actuales y mucho menos de los extinguidos, se hace inútil también para señalar el origen deL hombre, que por la ciencia corresponde al período ieroisurio. Sirve sólo el sistema, para sostener las rela«>

(9) Bólodon del gran )^t<A»leihá BAtítóBk de Ift población de las Áni^^ricBs, é^., por «IF. Franeiaoo. Xavier Alexode Orno, ^.^^En México, Al&o de 1768.— Véanse las aiMctaáonea de OlaTigero, Ao. ^ .

ciones que en rdalidad liau etkktíilo eat/ve.lod'oontineAtea aaiáti^* oo y americano/

Sin ap^r taraos todavía de las razas, uod'har^mo.s esta pregun- ta: ¿existían negros en Améáoa? Algo dijicHoa.ya al habUr>del dios IxtUlton 7 de los soles cosmogónicos; aumentemos ahora algunas palabras.-^^'M. Eafiíiesque (1) es de parecer absoluto que Juiy nacióles negras pi^imiliiHis de Améiidcu Ha1>iendo ofrecido la Sociedad de Geografía de Paris, dice» nn premio para la me^ jor Memoria dobre' el origen de los negros de Asia, la remití el ano anterior dos trabajos; el uno trataba de los negros de Ada, donde demostrá la añnidad de sus lengua^» con las de los negros africanos j polinesios, así como con las do los bindus y de loa* chinos: el otro, relativo á las naciones negras establecidas antes del descabrimíeutd de Colon, en el cual me propuser probar, así su aKistenoia como la^s semejauz&s de leugaaje con los negros de África y d) Polinesia. «

'Tara machas personas es un hecho completamente nuevo la existencia de poblaciones negras americanas; para dar de oUaa alguna idea, voy á enumerar brevemente las tribus que han de*- .jado rastros evidentes en las dos Américas.

^'1* Los antiguos Garaolee de Haití, repi^esentados eomo una nación de bastías en los cantos históricos. -Y. Boman y Martur.

'*2* Los Gaiifui^iapis de las islas Caribes, llamados también caribes, negros ó guauinis, raza negra de la familia, caribe. Y^ Bochefort y Herrera.

''3^ Los Árguahys'Ast Catara, mencionados como casi negros, por García, en su obra sobre las Indias occidentales/ ' .

''4*^ Los Atoras^ negros de Baleigh ó yarur<is de los españoles, de color negrnsco ó pardo subido» existentes aún en las omllas del Orinoco: siis vedtos les. llaman monas»

^'5" Chaymas de laGuaynna, negros oscuposcomo los hotento* tea V* M. de HumboldL

''6^ Los Manjipas y Poi^cigis de Nierhoff, Ids Motayas Kuivet^ ¿ücí, ori(](inariós del Brasil» negros p4xdos e<>ii los cabrios, qr^^^r pos. y. Tespucio y Pigaffeta.

^'7^ Los Nigritas de P. Martyr en el istmo delDarien, ^xiifte^- tea aún en la provincia de Chpn, con el nomine de c^itfOinaSt^^ih

(1) Antiquités «mérieaínes, pág. iCS.

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na» 6 cMno^i' V. Mollien. Negros de tinte desagradable ó negros eolKrizos.

"8* Los de Popayan nombrados Manabi% con la piel negrnzoa, las fKccíones y el pelo de los negros. V. Stevenson.

"9*^LoH 6^twí6a5ye7ara9deTagn35galpa, cercado Honduras, lla- mados hoyZambos. V. Jnarroe, &c.

' "10. Los Bnulen ó Esteros de la Nueva Oalifornia, negros de «olor desagradable. V. Venegas, Langsdorf, &c.

**ll. Los indios negros encontrados por los españoles en la Lnisiana. V. la invasión de Soto.

"12. Los negros de ojos de luna, (raoón-eyed) y Muios, unos descubiertos en Panamá, los otros destruidos por los iroqueses. T. Bardon, Ac.

"Entre estas naciones, la lengua Yarura tiene cincuenta por (rientó de afinidad con la Gcinna, cuarenta por ciento con el A- flliantl ó el Pjinty de Guinea, y casi treinta y tres por ciento con las lenguas de Palah, Bornou y Congo en Africi. En Asia tiene una relación de treinta y nueve por ciento con los negros Sa- inang, y cnare'nta por ciento con los de Andamau, así como con lós de Au 4tralia y de la Nueva Holanda."

Pudiera objíít.vrse contra alguno de los ejemplos antes- eriun^ ciados; ser de origen reciente la formación de esas tribus, d-^bí- áa á la mezcla de sangre africana en el tiempo de la trata de es- clavos, como se nota en México con pnrte de la población en las costas de Veracruzy tierras del interior; paro esto nada tiene que ver con las fracciones existentes antes de la conquista es- j pañola. '

i Herrera (1) escribe estas palabrasf relatando el viaje de Colon

en 1493: **Dixo iambien que por aquel camino pensaba expe- rimentar lo qué'deoían los indios de la Española, que habían ido á ella de'la parte del S. y del SE., gente nt^g^a que traía los'hie- iTOs las azagayas de un metal que llamaban guanin\ del cual había enviado á los reyes, hecho el ensaye á donde se halló, que de treinta y dos partes, las diez y ocho eran de oro, y las seis de plata y las ocho de cobre."

^' E?rta gente* negra era diversa de los caribes de Jas Antillas me- . ñores llamados Canibales por Colon. 'Torma notable, dice

(1^ IMc. I, üb. m^eap. IX.

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Hamboldt, (1) de los voces Calina j CqlUnago; nombres qne se daban los caribes, de las cuales los eruditos (propter rabiem o%- BÍnam anthropophagorum gentis) formarou caaíbales para la- tinizarlas. G¿i.rcia, en sus sueños semíticos (Origen de los ameri- canos, piíg. 68) -deriva la palabra caníbal de Annibal y del fe- nicio. (Belat List, t 11, pág. 503; tom. III, pág. 537).

Eefíriendo Gomara (2) el descubrimiento de la mar del Sur, dice: ''Eotró Balboa en Quareca, no halló pan, ni oro, que lo habíau alzado antes de pelear; empero halló algunos esclayos negros del señor. Preguntó de donde los habían, y no le supie- ron decir ó entender, más de que había hombres de aquel cplor cerca de allí, con quienes tenían guerra muy ordinaria. Estos fueron los primeros negros que se vieron en Indias, y aun pien- so que no se han visto más."

De la presencia de los negros en América se infiere, para nosr otros, que han existido algunas comunicacioues en el África» La gran anchura que el Atlántico toma en aquellas latitudes, el atraso en la navegación de los habitantes de ambas costas con* trapuestas, excluye el supuesto de que semejantes comunicacip* .nes hayan sido meditadas, .teniéndose que admitir que fueron obra de. la casualidad, ayudada por los vientos y por las corrien- tes marinas. Consta de una manera evidente, que Pedro Alvares Cabral, con destinoá la ludia oriental, salió con: una armada di^ Lisboa á 9 de Marzo 1500; tocó en las islas de Cabo Verde, y to^ mando luego al O. para huir de las calmas de los mares de Gui- nea, fue arrebatado por los vientos hasta las costas del Brasil, descubriendo el continente americano a 22 de Abril, ^in pensar* lo, sin ser aquel su designio.

Salta á la vista esta observación* Cabral salió salvo de la bo* rrasca en buques bien construidos, provistos de bastimentos; la^ malas embarcaciones de los negros hubieran zozobrado, y supOt niendoque resistieran á las olas no llevábanlas vituallas sufi- cientes para la travesía. Concedemos; mas entre muchos naa« fragios se pudo presentar un caao feliz por circunstancias excep* clónales, y estos casos raros trajeron los negros á la América.

Todavía respecto de la raza, hemos visto que la presencia del

(i; Hiütoire de la géographie, tom. n, pág. 79.

(2) Hüit. de Indias, oap« ISJL « .

Ikombre en Cuba se refiere á una época muy autigua. Las comu- mcacioues entre las islas del Atlániáco y oon el. continente, son ¡imegables. Hablando Beaumont (1) de las costumbres de los indlQi de la Española, dice: ''No sacaban fuego con piedra de lumbre, habiéndolas^ muy buenas, en sus tierras, sino que cogían dos palos uno muy poroso y otro más duro; encajaban este den- tro del otro, y con suma presteza y violencia lo volteaban como quien hace chocolate, y con esta fuerte colisión sacaban fuegp» que se pegaba al palo poroso, como si fuera auna yesca. Con el fuego labraban sus canoas, y lo mismo hacen, como veréma^^i los naturales de las ludias Occidentales, que en esto, como c^si en todo, tienen las mismas costumbres que los de las islas. Quita- ban lo quemado oon una especie de piedra verde muy dura en forma de hacha, y enhuecaban el madero escogido para el efec- to. Se discurre mucho sobre esa pleára^ porque no se pudo en- contrar en toda la isla cantera donde se diese, y la opinión de algunos es, que venía del rio de las Amazonas, cuyo fango, ex- puesto al aire, se endurece y toma este color; pero la dificultad es asentar el como pudo llegar á las manos de estos naturales^ que no comercilEkban con nación alguna; y cómo podía venir tan- ta porción y tan de lejos ^ara el usp de esos pueblos. Como no ten:í^n hierro, no usaban otras armas que piedras, macanas y fle- chas. £1 modo de hablar en aquel país no era uniforme, csada provincia tenía su dialecto particular; pero la lengua que se ha- blaba en el centro de la isla era la cortesana y la más estimada^ que se entendía en las demás provincias. Estas lenguací no teníaK nada de bárbaro, pues por la dulzura de algunas de sus voces^ como canoa, hamaca, sabana,. <&c., que hemos adoptado en nues- tra lengua, se coiLoce. Se aprendían con facilidad, excepto uno ú, otro dialecto que costaba algún más trabajo saber su pronun^ ciaoion." ; . .

A lo que alcanzamos acerca de la constitución geológica de la^ islas, parece que en algún tiempo formaron parte del continen^^ te. Los productos del suelo eran iguales, y Ip^ antiguos isld^ ños usaban de^sbaoo, del maíz, del maguey, de la tuna, &o\ pa^ ra los mismos objetos que los continentaleiS. La raza era la i]úb->

(1) Crónica de Michoacan. Escrita por el B. P. Fr. Pablo Beaumont. Tom. 1, eap. 19. MS,

ma, laB costumbres muy detnejantes. Bi^n se advierte ser nn Cuento Valgar lo del fango del río Amazonas, si bíe» queda por cierto que aquellas rocas verdee, que en la isla no se encueiitraii> y que tan comunes eran en el continente empleadas en forma-de hachas, demuestran relaciones estrechas mójs ó menos antipraas* Bespecto de la lengua, la de fklgiinas islas al menos pertenecía á la familia maya, como el* haitiano, el quizqueja 6 itis, el cnbanOy el boriqua y el jamaica. (1) A la misma ¿Emilia etnográfica per*- f enecen los huasteca, los cuales, según la tradición, llegaron por la mar á nuestras costas orientales; tal vez en cierta época los pueblos de esta filiación hicieran algunos adelantos en el arte de navegar, por medio de los cuales pudieron invadir las islas, tocar en la costa de México é ir después á establecerse en la pe- nínsula de^ Yucatán. Los indios de la Española consei'vaban igual- mente la tradición, de que vendrían por Oriente loa hombres blancos y barbados*

Pasando ahora de las razas á las lenguas, pensamos que ellen** guaje es uno de los'priñcipales atributos del hombre. Algunos filósofos aventuran que los animales hablan. Lo aceptamos bajo el aspecto de expresar con gritos,- gruñidos , silbos, ¿c, las neoer sidades que los acosan ó Ias pasiones que los mueven; pero ¿esos sonidos están ajustados á las verdaderas condiciones de un len- guaje? ¿servirán en efecto para formar juicios acerca de las co- sas abstractas? A esto sólo pueden contestar los animales, y con ellos aun no nos ponemos en relaciones suficientes por medio de la lengua. Establécese por algunos pensadores una diferencia de? eísi va; eP hombre aprende á hablar, el bruto sabe hablar. Este tiene un idioma propio á cada especie, sin cainbio, sin modifioa- eior, siempre el mismo desde las primitivas geúet^áciones; aquel trasformasu habla, .la varíay perfecciona, la attmenta confor- me lo ha menester. El uno se expresa por instinto, el otro por estudio y aprendizaje. Én todos los paíf^es, una misma especie d^ perro ladra 4& tin^ manera idéntica; sea aislado de sus con- géneres desde el nacer, sea llevado de tino á otro continente, sea qü^ se le críe entre animales de especie diversa: él zéntzontle de cuatrocientas voces dará al viento sus cantos melodiosos, aún cuando esté empollado por una gallina. El hombre recien nacido^

(1) Pimentel, CnaAco descriptivo y comparatiro, tom. S, pág. 556«

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trasportado á ¡otra comarca, no hablará la lengua de bus padres ni la usada en el país de su nacimiento» si^io que aprenderá la que oiga, la que se le ensene; aislado y. solo invjentará la nífLnei:a de ponerse en comunicación con sus semejantes, conforme á lo que Tea ó escuche. Los niños, durante suj» primeros anos, inven- tan un lenguaje convencional tan sólo entendido por las madres. Sirve la palabra para expresar las ideas. El poder inventivo de la inteligencia humana es hasta ciarto punto indefinido; el ór-* gano de la articulación está construido de una manera maravi- llosa para producir sonidos; el hombre forma juicios distintos, aún al examinar las cosas bajo el mismo aspecto; la parte física 7 aún la moral se modifican con las condiciones biológicas: óstas, y otras más, entre las cuales no es la menos importante la del tiempo, son Jas causas determinantes, forzosas, de . la variación del lenguaje. Para permanecer cuenta como principales apoyos con la costumbre y la necesidad de darse á entender en la. fami- lia, en la tribu, en la nación. Si las lenguas progresan y se mejo- ran, también por causas que no siempre podemos comprender, las vemos ir en decaimiento y aún á veces perecer.' Si una fami- lia civilizada fuera llevada ai desierto,, olvidaría en más ó m^noa generaciones su saber, su lengua se haría pobre en cuanto tuvie« ra relación con las ideas perdidas y los objetos ausentes, varian-^ do en lo relativo á la nueva manera de ser.

Aproximativamente se cuentan* en Suropa seiscitotás, entre lenguas y dialectos; en América se hace subir las unas y los pttoa á mil ciento sesenta. En este total se contienen muchas hablas de origen coinun, que puedan ier agrupadas en familias. Sinem* bérgo^ existen lenguas tan disimboliÉt como el othomi y el nihoa^ incapaces de ser admitidos bajo la: misma clasificación, hay ricos, expresivos» con el sello de unscuidadosA pudiendo sostener paralelo con el latín y el gñego, llamadas por antonomasia lenjguas sijbias, maa tan^ien ven ottos pobres» biDUcos, dando testimónid de un' estado casi salvsje. A pesar de tales diferencias, los filólogos convienen eA qne todas las Jengoaa americanas preseijttan un tipo oornup^ ^ cmal «a eonsécuenfiia ío^ sosa de unidad de la rasa» .

I>ela pWaKcíadde lenguas, derivada sin duda ^ una «&!« dad primitiva» se infice que la^poblaéioaiMneivean» tivi6'<9iÉi

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constantemente fraccionada, sabdividida en tribus aisladas ó con pocas relaciones, en estado social cercano ál del salvaje. Elsas fraccionen nómades, subsistiendo de la caza' o^ de la peséá/éb&fi^ nadas á cotnárcas éú diversas condiciones geográficas y eiiiñatd^ lógicas, formaban las diversad hablas, tendiendo á sep^irafsénúíll ' y más del tronco comun^basfa hacerse completamente' extrañas.' entre sí. Las lenguas bien formadas pertenecen á los puoblos ci- vilizados; las brancas y radas corresponden á las ' tribus f^alvá- jes\ Si alguna presenta un idioma perfecto en contraste con su desarrollo intelectual, prueba que esa tribuun tiempo ffjrmópat- te de una nación adelantada, de la cual so separó^ para recaer éh el estado primitivo déla naturaleza. Para lo;5 idiamíis' absoluta- meíif e siií relación, es precisa admitir que por el tiempo, por la guerra constante que entre ínaütiénén las tribus, porla pes- te, la emigración, &c., perecieron las familias que conservaban las trasfbrmaciones intermedias. Sujijógá-'-fe élsistema^quo so quie- ra acerca de las lenguas, siempre qtíedará por evidente, que eh la actualidad no concusemos su géiVealogía'cornrpleta, faltando esa inmensa cadena mtíltitud de e^álábonesj que habcn imposibíe* la clasificación. Estos eslabonéis fiíltos, son !ásíéTi<^as perdSdaá, las cuales ofrece México- "no pócbsfejemjílóé.' -:

"Respecto de ios idioiiás, deberiiós "nÁtht a^gtinas' particuíárf- dades."Bii las costas >é'n las isla&'fle la llueva' California, ¿sí como más al N. desde lofs 43^'dé lát:,?iTistá la entrada ¿Jél ftfíh- cipeíOuiiletrtñ&en t30^ lat'i'dondQ' ¿^^ las ranbh^rías ée

loa6áqBÍiÍQaleaj'estáb>pbbláda¿ d«>s ttusas que ;difiet6iíí e'^endiivt- ' mealtó '^axa el lenpfUAje f '«1 cáráoter r Hadases' la una YiícnaÜ^ > nembié del ptíet ttAm¿do:iaKptcrpiMÉ¿itté J^o^tka7¿á tA otra >le- ^ di«en.'kÉu«U9M'(4í(MtíkAi;>'Am^ ^bcmentrfiín áí lo :l¿rf^ d^l >^ Miírfáfaaficoi^iáaiiM)drs6titi««í^l«lloi:fid^

lo^iilxttaodbcb^ i«t'^d8^i87', lir róstaesUí Maipáéait>or, i^s «qm^ J nad^s^&eranÁe.&^nQklti^eB ócupadolb ^ov-q^i» Alud^nis^'lb^ ,

lacStfiíia 4^BeIiting,' Ift-otrá^ mUA' biih(á'fde':ílti'tiiGfaiibfe:-estáii * 8e|iflri^M'pót4tnaí ri&abherla 'd^ ^68^«ii»ii¿Ie;s; dlcka-lsehi^HBakJ IitmJí^úgaMA^''e¡s^iaai''(Mki^^ Siga**

Uachmutzi y Kinaitzí, se parecen, é indtoKü^^rah ¿fibidoid^ícdn la*;

^1.

señalado primeramente por M. Haijxiboldti ^y en 8#gai4ft pot; Vater."

''Esa terminación de las palabras» ea tan^comun á las lengua* de los Eoluschi j de los ügaliacbmQtzíi ^que en 200 ypces presan* iadaa por M. Besanoff, un dozavo acab^ en Ü, Üi o tte.**

"M. Yater, (1) comparando los bocabúlariosi de las dos lepgUM con el mexicano, encontró en 200 palabras, qjie designan los. nuiik mos objetos, 26 polisílabos de la lexigua mesicanai teniend<^ tan. grande añnidad» que parecen derÍTados de. las .mismas raí<* ees.". (2) .. . .

Ahí, esa gran familia de lenguas afines del naboa, arrancan desde altas latitudes» se extiende en i;n ; gran < espacio bácia el; ITorté, invade en uQa muy gran extensipn nuestrp pais» alejando^ se al S., t asta Nicaragua.

Barton, aseguraba ein l/llt que los indios Mobawks, tienen ni»: dialecto casi enteramente tártaro. (3) '

Si por la forma actual díe tierras y aguas^ quisiéramos- datnoi cuenta exacta de la manera en^xjue hfinsido pobladas las.ínnuilier rabies i^las del Océano P|Eicífiao,.tal>Tez no «e^icontrariaviQs 'Ul^a hipótesis satisfactoria, pues tropezamos : con. la incipiente cultura de muchos de aquellos pueblos, y su ignorane|a de ;|a navegar cion; sin ,émbargo,.se ti^ne á la vi^taCiS^ he^bo evidente, , las ifnv las están habí tadívs. Verdadero compteí^ eJi.^tTPUK) actual ^d^» lotf) isleñps, en el gru^Q de la .sociefiad existen l^,i^rai8, ^^omparar l)les á los túmulos i^u^ropeos. y.ain^ic4«i/(^;,;!GL oapitan iCo<Ai( describe las estatuas colosales de.p^r^nde.la isla de* Pa^o^iaa^, seinejanties bajo algicvnos aspectos, 4 1^ d^;4Z.apaterp ex| Clentrpí Am.éripa, y que no ^OA 9^^^ de los habi^Qiesd^ jipy.^ Des^ábreter sgien Ujüf^ Yiíí# grÉa\^,s,piedrasique.reoiwfida« los^nxeJUi^íir^'Tp-

aáelarita^*,^^ i lo^.'^iv^a^ \)i0biÜftttt««idt;

la Oceania. <*\ ' .; . .

(2) Antiqnités américainati, pág. M,

(3) Antiqaidto amérieaines, pág. 46, .tlCT. : } ../ .'r«.'> ."• í^n*? 4*\-^' í

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cion asiática, nota Zimermmann c[ue '^Lob habitantes de Améri- ca, se distinguen apenas de los polinesios, en cnanto al color, la estatura y el cabello, 7 -ofrecen entre tan poca diferencia, que desde los primeros descubrimientos hasta nuestros dias, casi nunca so ha dudado* qii€ pertenecen todos á una raza única." (1) Esa comunidad de raza, se comprueba por medio del lenguaje. GkUatin, había obaerrado jala analogía de estructura, entre las lenguas americanas y las de la Polinesia, principalmente con las del Oi^on 7 el Gheroquee; la analogía existe- también respecto - de los idiomas de Sud América. ''A este propósito, nota el Bev. Bichara Gkirnett, que machas de las lenguas del continente ame* rioano, presentan uña analogía general, así con la familia poli- nesia como con las lenguas del Déccasn, en el método d^ distin- guir las varias modificaciones del tiempo, y añade: 'Todemos «^asegurar en términos generales, que el verbo sud^americano, se ''forma precisamente bajo los mismos principios que el del Ta- «'muí y de otras lenguas déla India austral, y consiste en una '^aie verbal, en un segundo elemento que define el modo de ac- ''don y de un tercero denotativo del sugeto 6 persona.'* Estos datos acerca de las relaciones filológicas entre las islas del ar- chipiélago de la Polinesia con él eontiñente americano y la Asia austral, se corroboran teniendo en cuenta las notables reliquias de escultura megalíiica, y de antiguas construcciones de piedra en las islas del Pacífico, notadas hace mucho tiempo por el ca- pitán Beechey, en algunas de las islas más cercanas á las costas dé- Ofailé* y del Perii, observadas recientemente en Bonabe y otrta i^las próximas á las costas asiáticas. Algunas de ellas se referían por stls caracteres generales á una emigración o<;eáni- ea, probablemente en una era de civilieacioñ insular, durante la OQat se. venflcarota empresas marftimas en una escala muy su- IMrier i'hMT emprendías por los modernos naTegantes mala-'

yo»." (2) ^ .

.- f«El ' profesor *H« &^ Wilson, en su edición Rig Veda Sarihita, aflM»ta cómo eoüa .especial, digna ser sabida, que en la época remota del más moderno de los Vedas, consta que los arias asíá- tiooe fueron un tiempo marineros y comeroiaiites: eon la péiíée*

(1) Bmh huuuuM, tup, y., ptfg. 896.

<!t) PlBéhiitorio man, by Dtaid^Waine^ LflMiM^ISes. "Pdg, 5M.

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cion de ambos empleo^» aqtiellos ayentoz^rioq im^ítíiivps pudie^ ron pasar prontamente á los grapog más cercanos de' islaa; 4e allí á los más remotos el paso bxé tan fácil como aUora puede s^r^ lo, y basta ecluar una ojeada sobre una oafta bidrpgráfíca del P^ eífico, para demostrar que« un bote, arrastrado algunos gradoaal S. de Pitcairn ó de las islas australes, puederser llevado por it^ fuerza de las corrientes, tomando el camino directo á las oostaa de Chile y del Perú» Pebe tenerse presento, que en las más prxen- tales de las islas polinesii^s, encontró el capitán ;Beechey las ea« tatúas colosales y los túmulos de piedras talladas, miicbas deellaa caídas y mutiladas; esas eatátuas eri^; sólo objeto de raga admi-^ ración, y no recibían culto de los naturales^ incapaces de 'haber fabrieado obras semejantes. Esculturas idénticas se yieion en, otras islas, ahora desiertas, indicando con otros rastros una an* tigua historia del todo diversa de la de las razas -actuales. Loa ayentureros, por el camino de la mar, pueden haber poblado el Sur del Nuevo, Mundo n^ucho tiempo antea que la0 latitudes al N. E. de Asia recibieran en sus inhospitelarias estepas los pri-^ meros nómades, y se abrieran paso por el estrecho al N. del Pa- cífico;" (1) ' . .

Bespecto de eemejanz^ en las lenguas, oigamoa finalmente á Humboldt: "Se prueba, .dice, por estudios hechos con minucioso cuidado, y por mótodos no seguidos antes en las etimologías, que existe un pequeño numero de palabras comunes á los dos conti- nentes. En 83 lenguas examinadas por MM. Barton y Yater, m han encontrado 170 voces, cuyas raíces parecen ser las mismas^ siendo fácil de convencerse que semejante analogía no es aeci- dental, porque no se funda únicamente, en la armonía, imitativa ó en la igualdad de conformacioiL de los tSrgaiiog que Ipiaae cfifi idénticos lo^ primeros sonidos articulados ppr los niños, i En 17Q palabras relacionadas entre si, tres quintosrecuerdan el mantchoii el tunguse> el mongol y el samoyeda, y loa otros dos quintos el celta, y el techude, el l^oo, elcofto y el congo: esas palabras fuer ron halladas comparando la totalidad de las, lenguas americana^ con las del antiguo .mundo, pues tpdavía no conloemos unidio» ma americano» que de preferencisiá otro, SfB refiera á un grupo d9 lenguas asiáticas, alrioanaa ó europeas. Lp.qo^ han «vaiuqfidp ñ^r

(1) Pr«h¡8toxienyüi, pi(8> ^1.

tos sabios, signienSo teorías abstractas, acerca ele pretendida pobreza de todas láS letrgttas americanas j 3e la extremada iin* perfección de sn sistema ntiÉnáríco, es tan aventurado como los ftsertos acerca de la' debilidad y de la estupidez de la especio lia- iJKiaña en el nuevo cobtinente, la pequeñ'ez la naturaleza viva y la degeneración de Itis. animales llevados del- uno' al otro con- tinente:" ^ " .<•.•.:■•...

En lo relativo á la civiHaíacion, lieinosbedhó notaren los luga- res respectivos, las grandes áualógfás que eristetí entre la'níexi- cáíía y \tíñ asiáticas; 'preseíttandó támbteiíi ÍA religión puntos muy 4ltaTcados do áetírejáñ^a'^ñtre Ta de los mejicanos y la Cristiana. Recordemos eii^cttatitó í* lái priiSierálo* qúípoá, la'escríttlra, el calendario prinritóvb, Ibs relieves^las creencias, Ac, Ad/tí^niendo que indicar algo más. Es aparente en ¿uestro país la ofiolatría. Laserpíente'figura bu las creencias teogónicas y cosmogónicas de los hindus, yes titi ínito eutre las naciones aibericanas del Norte al Sur, desde* los tiénlpds más temotos. Se le ve en Copan y 'en muchas de las ciudades arrc^iñadas, y es muy común én Mé- xico. La mujer serpiente figura entré las^ tradiciones asiáticas; en el buddhaismo Niuoua 6 Nsti-va, hermana y esposa de Po-hir tenía cuerpo de serpiente, cabeza buey y el cabello suelto; se la llamaba Niu-hi, y Niu-honng^ soberana de las vírgenes; Hoang-^ móü, madre soberana; y Pht-ming, la luz pacífica. (1) mismo símbolo, aunque con rostro humanó, se ve esculpido en UxmaT. Sabemos que la Cfhuacoatl ^Eva de los méxicá, no era otra cosa que el mismo mito. ^ - :

Antiguo entre los pueblos asiáticos era él culto del lingan y el yóiii, del phallus y del cteis. **El mundo animado del hombre, dice M. Creuzei*, xeiábiá de él ambois sexos, representados por el cielo xla tiertá; él cielo, principio fecundante; la tierra, fecun- dada,' mtijeril-y fuente humedad: todas las cosas salieroii ¿tela áliaiíza de estos principios. Las fuerzas vivificantes del cielo se concenti*an &a el sol, y la tiérta,' fija eternamente en el lugar qué ¿dipa; recibe las emanaciones del astro poderoso por medío'^é Ik'htn^/qtie derrama sdbre la tierra los gérmenes depositados por el sol én'stt'fécúhdó senó.'EI lingan es conjuntamente el í^ítn- lüolo y el iñistetió do éste pensamiento religioso. Los doce lin-

(1) ClATel, HiitoiM piitoiMqiid án nUgioni, tom. í^ p^gf. iU. *' '

m 9- w

gám déla C^dia» divididos ea zuasculínos y femeninos, en pLatlus 7 en cteis.nos dan Ibs doce dioses y las doce diosas de la Gre- ciíky es decir, al sol recorrieiido sns doée casas, y la luna sus fa- ^es análogas á través del zodiaco. ' / i

, ,'*É1 mismo símbolo^ con él misrbo mentido, se encuentra en*^íó- das las. religiones antiguas. En los.bajos relieves del templo prin- cipal de Tebas, en Egipto, ^e veía á Osiris desnudo, teniendo el phallus en la riianp derecíia, del qiie lanzaban los planetas y los iastrós representados por figuras humanas, dispuestas en el orden ^ue las esferas ocupan en el cielo. Xiamisma idea está ex- pir^saídja por el poeta Hesiodo, al atribuir al amor la creación d^l universo.. El plialliVs representa un papel importante en leyen- da de Osiris; est^ dios,' tomado frecuentemente por el sol, pereció víctima de laníalignidacl y de la ambición de su hermano Typhon, las tinieblas, la humedad y el frió, quien le tendió emboscadas y le asesinoL; fué su cuerpo despedazado, y dispersados los trozos. Isis, .esposa idé Osiris, es dec¡r,'la Itina, recogió los fragmentos á excapcion.del phallus arrojado por Typhon en el Nilo, con lo oiial el rio había sido fecundado, y éste, & su turno, derramaba la fd- cündidad en tierra por medio.de inundacigues periódicas/' (1) Estas preencias. absurdas parecen de la inventiva de pueblos ígnqrai^tes y desnudos. Como expresión de la fuerza fertilezante dérsol,, aquel símbolo se encuentra en láíj naciones americanas, y aun entre las salvajes. "En 1790 deiscubrió el médico Arthaut un phallus de mármol, en la caverna de Borgne en San^o Domin- go: tenía un agujero en ía parte inferior para llevarlo como adorr no' suspendido á un'cordoií. Desde la más reniota antigüedad se ponían un dije igual las mujeres Asia, de la Grecia y de Ita-» lia, y el cual uso está hoy todavía en vigor en algunos pueblos de Bretaña. Es. precisó colocar. entre los símbolos phálíicos la cruz con ajSa ó cruz de Osirio, que las señoras egipcias se sus- pendían ai cuollo. Eii fín, este tipo emblemático- fué consagrado por los sacerdotes arquitectos, y' Taá columnas'de ío's templois y las que aisladla se elevan at medio lóslcampos, deben consi- derarse como.'utros tantos phallus dedicados por ía4evocion del hombre á la íecundidád solar." (2) '

4 ♦. .' >.« .

(1) Clayel, Hiatoire pittorenque des )!«ligions, iom. I, pág. 7. (9) Glarel, Histoira pittorMque des religiom, tom. I, pág. 9.

456

Del género de las colamoas aisladas son los monamontos qne ea Uxmal y en otros lugares son llamados picotas. Entre los ol>* jetos sacados del Palenq^ue; repetimos haber visto algunos qns no dejan duda alguna acerca de su. destino.. No encontramos én las pinturas mexicanas cosa que corresponda exactamente ésta categoría, aunque se puede asegurar que una piedra tosca del cerro de lasNavajas, sirvió de culto i los montañeses primitiyos de aquel distrito, que labraban los lechos de obsidiana. Hemos Tisto pruebas fehacientes del mismo culto relativas al Perú.

Hepetidas veces hepios indicado ciertas semejanzas en la civi- lización americana con las asiáticas. L:ís semejanzas son palpa* bles, y no siempre podran explicarse por la casualidad. Para nosotros es una convicción que existieroq relaciones más ó menos estrechas entre ambos continentes; ¿pero cuándo, cómo se verifi- caron? Ko sabemos responder; sin embargo, haremos algunas indicaciones. . " .

En 1761, Hr. de Guignes publicaba una memoria bajo este, tí- tulo:— BechercJiea sur les navigations dea Chinoü du colé de TAmért* que et sur qudques peuples situis aus exlremité orientales de VAsie, (1) Establecía en ella, que durante el siglo* V., algunos monjes budhistas salidos de la China, después de una larga travesía ha- bían llegado á un país desconocido, al cual llamaron Fou-Sang^ en donde establecieron sus doctrinas. El Fou-Sang era la Amé- rica. I/a descripción del nuevo país la tomaba el autor de la pu- blicada en los grandes Anales de la China, intitulados Nan-Szu, debida á 'Ma'Touan-Lin, traducida por el mismo de Guignes y el profesor líeuman, y que nosotros tomamos del francés. Dice así:

"En el reinado de los Tsi, en el primer año del Origen eterno (499 de Jesucristo), un sacerdote budhista chino, que por nom- bre monástico tenía el de Hoei-Chin (compasión universal), vino del Fdu-sang al distrito de JSoukouang y á los distritos vecinos, 7 contó que el Foa-Saug está situado á cerca de 20,000 Ii, al K de Ta-han y del Imperio del Medie.**

"Aquel país produce muchos árboles Fou-Sang, cuyas hojas son parecidas á la% del árbol Twg (Pryanda cordata), mientras las yemas por el contrario, se páre.cen á Jas del bambú, y las comen

(1) MtfmoireadorAoad^miedet.Insóription, eldeiBdUai Loitres, 1 XXVÍn, pig. 503 7 8ig.

^7

los habitantes; el fnjito tiene forma de .pera, 9.miq.ue es rpjo^ De la corteza se fabrica uüa especie de tela^ qne les sir?e^ para y^a- tírse, y también ana especie de estofa adornada*"

"Las casas están construidas con vigas de^ ii^adej^» 8Íen49 4f^~ conocidas las plazas rodeadas de muros j fprti&cfidaSr" < *

"Los habitantes de aquel país tienen ^ca^^ctére9.par<ik Ja ^(sri^ tnra» j fabrican papel con la corteza del Foa-Sang. titintn armas, ni se hacen la guerra; pero con^ medio gpbemamieiital tienen una prisión del. Norte j otra del Sur. , X^ps culpables . da Jfáltas ligeras son encerrados «^n la prisión del 8ut, los culpable» de falfaE» grayes en la prisión del Norte; áé maneta que los. qvie pueden ^canzar gracia son encerrados en la prisión del ! Sur^^ y los otros en la del Norta Los hombres y las teujeres.aprisi^Mia- dos allí de por vida, tienen libertad para^casarse; pero los nífios nacidoe de aquellas uniones son .vendidos como esclava; <b)B muchachos á la edad de ocho años, las muchachas despuoa da cumplido su noveno año."

^Cuando un hombre de calidad se hace reo de crimen, se reú- nen en concejo en un lugar excavado, se derrama cenisui >ewi- bre el culpado y se despiden de él."

"Si el culpable pertenece á una clase inferior, sólo él es casti* gado; más si pertenece & Una clase superíor, la degradación ál- oanva á sus hijos y á sus nietos. Los culpables de la clase máa elevada son castigados hasta en su sétima generación/'

"El título del rey es Ichi: los nobles d& primera clase se nom- bran Toui4ou^ los de segunda pequeños Toui4ou, loa de la tercera

« j. "Cnando el soberano salé de su casa, va precedido de cuerpos

y de trompetas. Varía el color de sus vestidos según los años; son azules durante los diez primeros años del ciclo de diez años, rojos en los dos años siguieptes, amarillos durante el tercer pe- ríodo bisanual, rojos durante el Quartó, y negros durante el quinto.

''Los cuernos de los bueyes son de tal tamaño que pueden con- tener diez medidas (boisseaux), asi es que los habitantes encie- rran en ellos toda clase de objetos." I ...

"Los caballos, loa bueyes y los ciervos gou nocidos a los. pUr rrnajes (voitures).^"

' J

68

'4¿8

"Los bíerTOd son el ganado del país, y fabrican mant^equilla cofiíalecñe. . . .

"El árbol Fotí-Sáng tiene peras rojas todo ólañotlay ademas fiítoaíatías y cañas; estas TÍItimás sirven para preparar esteras."

•*No hayliiefío aquel país/ sino sólo cobre, oro y plata, los enales' oat^e^^n áé valdr y no sirven de moneda en las transac- tfkon&s. ^ ^ '.

[. ^^^Ooncluybnse losfnatYimonios' dele, matrera 'siguiente: qtíien Quiere casarse se construye nna ctitíañ& delante de la puelrta de 4l¿ tnqi'ada de lamnjer que pretende, y á mananay' tarde timpia y triegai el 6uek>rá cabo de un ano decide la pretendida; si se nié- gay^t Koiabre se retira; si consiente, iieiíé Ingar el jüatrimonio.^'

"A la muerte 4e sus parientes, los habitantes' del Fón-Bang •yonan durapte siete días: se lamentan durante cin<;ó dias si el dfttíflto es abuelo paterno ó materno, durante tres días sie^ bef- man^é hermana, tio ó tia. Durante ese tiempo se mantienen sentados de la mañana a la noche delante' de la fmágeil det dí- fonto, absortos en la oración, aunque sin llegar vestidos de due* lot Cuando, muere el rey, el hijo que le sucede permanek^e tres años sin ocuparse en los negocios del eatado."

"Antiguaoj^eute aquellos pueblos |io vivían coiiforme- £ las le- yes, de Buddba; pero aconteció que durante el segundo año de la ,Qran Inz de Song (458 antes de Jesu^^risto) que vinieron á aque^ país los mongas mendicantes del remo de Kípin (Samarcanda)^ derramaron la religión de Buddba y con ella los libros sagitados 7 las santas imiígenes. Enseñaron al pueblo las reglas de la vid» monástica y así cambiaron sus costumbres."

Elmonge que esto relata cuentíi^ también prodigios de un .país más oriental que el Fou-Sang, á distancia de mil ¿t, al cual llama el Reino de las mujeres. "Los habitíu^tes del reino' dice, son blancos, tienen el cuerpo velludo y cabellos que llegan hasta la tierra. A 4a segundado tercera luna Jas mujeres van á b^arse á un rio y se hacen grávidas; dan á luz á la sexta ó sétima luní^. En lugar de seno tienen detras.de la cabeza cabellos blanco^, de donde sale un licor que sirve, para aliriíentar á sus' hijos^ Se di- ce que ciéú dias después dal. nacimiento, los ni^os están capaces de andar, ]^,que parecen hombres hechos áJos tres o cuatro años, tiásmíu^erie^ huyen' á lii vista de un ' extranjero,' y son muy res- petuosas con sus esposos. Aquellos pueblos se alimentan con

459

tina plániñÉt' que' liene íbI guato y el olor de la sal, y qne, por está caúsá; lleva el noiübre planta salada; sua hojas se parecen á las déla planta 'llamada en chino Sie-Tiao, que es una especie de absiñtó.**- ' "^ ....

Según e] historiador chino Xii-Yen, que yivía al cqmenzar el siglo Vir, i^iPoti-lSang distaba de la China 44,000 fi há¿ia el E-; parfieudó la provincia de Leau-Torig, q.1 1^, de Pe-kíng, reco- rriendo l%dO0 U se llegaba ál Japón ó sea Niphon; siguiendo al K. estaiba piíá (J^ lú^Wen-chin á 7,000 li, á loa 5,000 Iia\ É. que- áabá él páíd Td-Hí^n, y por último á lo^ 20,000 /¿al E. que- daV¿, él 'Fou-Sarig..!Dé (íuignes identificaba los lugares en está forma: Eeao-Tong^ conpQido, la China; Niphon, conocido, el Ja- pon; Wen-chiJi, determinado, H i^á de Teso; Tá-fian^ determi- nado,'erRímt^chatka; Fou-Sang,determiivido, la California/ De donde, fuera ^ otros d^tos, las reláciones.'de los -chinos con America.

Klaproth, (1) distinguido orientalista prusiano, atacó en 1831 el trabajo' GÜígnes.. .Convenía en las fuentes; mis pasando 4 las determinapiÓDes de 'lugar,; admitía las los ires primeros^ y pretende qué 'Ta-Énn és la isla Krafto, y él Póú-Saug la cos- ta SE.' NiphónJ Por ¿onsecuencia, no había tal América. aquí, ádethas,' algunos sus argumentos. "La circunstancia de que tat)ia viñas y caballos, en el país de ÍFóu-áang, basta para probar cjiné érá una parte de la América, en la cual estos ,do3 objetos np fueron introdupidos por los* españoles sino después* del descubrimiento Cristóbal Colon en 1492." Las distan- cias en la ruta sobrepujan con mucho á la realidad; los chinos no tenían ningún medio para deteri^inar la longitud de.eus tra- Teaíafi por:lainiiar/'*^'/Laidenti(iaddel Ta^Haii eon'la isla de Ta- rakai (Jeso) demostrada una ve/, no permito buscar el pató de Pou-áang fen 'Aifa'éfíííá."-^**Sér¿L breciso desechar toda la relación del Fou-Sang como fabulosa, o encontrar un medio de. co^oif llalla <soQ l&iraalidad^y s&ríaf.Buponearitíexaata'ia divexíoton indi- cada por el viajero al E. Se puede presumir, qué se iiiarchaba en línea réttía aríErpara^aáar et estrechó de láPérpuse, yendp á

<1) ]Qaabto«pkaft>8iir lü^t^f ct» Foo-iSaPlpy mteáUotahi chais tsrt liv«M'<ibliK>lé et pris «om. ZXI,

f

11

la larga de la coata setexitrional de Yeso;^ pero<qtiQ Uegs^o^á la punta oriental de esta isla, se volvía al S. llegando de esta ma- nera á la parte SE. del Japón, qa^ era el país qae se llamaba Fou-Sang. En efecto, éste es uno de los antiguos nombres del imperio.

Contra Klaproth y en defensa de Guignes^ Iiau salido, en 1841 Friederich Nenman, profesor de lenguas orientales en la Uni- versidad de Munich; (1) M. de Parayey en 1844; (2) tKosé Feroz en 1862, (3) M. Gustave ó Eichthal en 1864; (4) el Dr. Godron ea 1868; (5) M. Charles G. Leland en 1875. (6) En sentido contra- rio escribieron el P. Hyacintbe, quien llama á le relación de Hoei-Chin "a conaummale hwmbug; en Octubre de 1870 el Dr. Betschneider, (7) y en 1875 M, Docien Adam. (8)

M. Lucíen Adam, el último de los campeones que han saltado á la palestra, resume la cuestión y la presenta bajo diversas fa- ses; vamos á seguirle en sus argumentaciones, permitiéndosenos hagamos, también nuestras observaciones.

!Kefíriéndose á la determinación de Ips lugares entre Leao- Tong y Fou-Sang, dice: "Estimo con MM, Neuman de Paravejt José Pérez, d*Eichtal, Godron y Leland, que sobre estos dos puntos De Guignes tiene razón contra Klaproth, y que en reali- dad conocieron los chinos, al menos desde el siglo VI, la exis- tencia del Nuevo Mundo, descubierto después el año 1,000 por el islandés Leif Erikson, en 1488 por Jean Cousin de Dieppe,]y en en 1492 por Cristóbal Colon,"

"Me apresuro á añadir, siguiendo al comandante Maury y al

T

(1) Le Réoit d'Hoei-Ghin avec oommentaires.

(2) li'Ain^ríqae boub le nom da pajB de Fou*SAog. ^An&aleg de Flüloeopbie ehré^ tienne, 8^. serie, iom. IX, 1844.

(3) M(ímoire sor les relatioDs defl anciens Amérioatta. aveoiea peaplea da TBii* rope, de TAsie et derAfrique, Bevue oriental^ et américaine, tom. VÜI, 186Sy pig. 162 r«ig.

(4) Des prigiaea aa&üoo-bOHdohiqaea da la. civUiaatUm aiui<rieaiiaá.--«Beva« ar* ohcQlogique(186Í7l865.) ' '

(jS\ une Missioa boudobiate en Amériqae, an Ve siéola de l'Era ahtetiaiiae.— AsuM^ les des Voyages (Setíembre 1868).

(6) Fuaang or the disoorery of America by Ghineae Baddhist priesta.

<7)M«BM>ria en el Chineas Beooider and misaionai^r jeracnal of Hoag^Kong,

(8) La Fon-San^. -^Compte-renda da Congrea iimtarpafcional^ea amérioaaialea» ^aiv ey» Paria, 1875. Tom« 1, pág. 144 y sig.

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eoronel Eennos, antiguo oficial de la marina de los K U., qne se ptiede ir de Ohina á América por las islas del Japón, las Eouri- leSy la costa de Eamtscbatka, las islas Aleontianas y Alaska, sin perder de vista la tierra sino por .algunas horas, y que por lo mis- mo el descubrimiento de América no presentaba á los marinos chinos ninguna dificultad seria." (P^g. 147.)

''Queda por saber si la descripción del Fou-Sang por Hoei- Chin se apliea á una porción cualquiera del continente america- no, con tal exactitud que debemos tener al monge chino como testigo de visuV*

A esta pregunta respondo sin vacilar, que sólo un muy peque- no número de los hechos referidos por Hoei-Chin, presentan un carácter verdaderamente americano; que los demás son de pura fantasía absurda, y que el conjunto de la relación no permite re- conocer al documento el valor de un testimonio digno de fe." (Pág. 161.)

En nuestro humilde concepto, estas conclusiones cambian el aspecto de la cuestión. M. Adam admite el descubrimiento de América hecho por los chinos, la introducción del buddhismo en nueBtrp continente, las demarcaciones geográficas de De Guig- Bes; lo que repugna por absurda es la relación del monge Hoei- Chin. Aquí debía terminar la cuestión, á no ocurrírsenos decir algunas palabras en defensa del mouge buddhista, siquiera sea para rectificar algunas ideas de nuestros contemporáneos.

La relación de Hbei-Chin, contiene dos partes: la descripción del Fou-43ang, en que aparece como testigo de visu; la noticia del Beino de las mujeres, en que se da por testigo de oidas. Esta se- gunda, en realidad, debe ser desechada en su mayor parte por absurda, á no ser que se admitan las explicaciones de'D. Jo^é Pérez, (1) que satisfacen en algunos puntos. De todas, maneras^ la relación no es más absurda que alguna contenida eii los viajes de Marco Polo, 6 en las de otros viajeros antiguos en que se pin* á los dragones, los pigmeos, el rey de los ciclopes, los hom- bres blemmye, labio pata sol, monocle, &c. Debemos atenernos ala primera narración.

Atacando los dichos del monge chino, dice M. Adam: "La fal- ta del fierro, el papel de corteza, la ausencia de monedas meta-

, r - '

(1) S«Tii« orienúto «i aaiááOMiit. tom. vm, pág. 187 j 68.

462

licas, son en efecto rasgos de la oívilizaciou americapa; pero e% , necesario advertir, que los mismos hechos se repica ^n la his- toria de otros muchos países situados al É.. de Ghina^ notable- mente ^n la de las islas Licou-'Khiou,*'--Bi^p^.gerp.cpí*respoude

la señal á América.

^^ . , . I , ,

"El ciclo de diez anos se usí^ba en el Perú; p^rq q1 Fpu-Sang no puede ser colocado pu la America, del rSur. ]y¡. LQlaqd, (jue no quiere perdf^r el beneficio del ciclo deceíi{il,^upoi>e.qU'e eu el si- glo V estaba habitado México por losi antecesores de. los perua- nos." (Páp;. 151.) Causa verdadera mará villa que argumentemos contra los dichos de uu hombre que existió hí^ce XIV siglos, to- mando por fuiulauíf nto .'lo que á muestra vislp, pasa, sin tener para el jfcietnpb intermedio historia, docui^entos,. edificios, ni tra- diciones: cuando todo está borrado, perdido eu lat jxocho de los tiem,pos, teniendo para dirigirse en Ja.iiirlagacion de los. hechos los pocos ráíJÍros que aquí y acullá se salvaron del olvido. Si tal 69 nuestro criterio para discurrir, .absolutamente nada debemos tener por verdadero, porque .en nuestragrCo.staSidelN. E.., al tiem- po de la .conquista* española, ijo h^bía Foii-Sang, ni J^uddUismo, ni civilizpiciqn, ni nada. ¿Y por eso podemos negar, que jfQ exis- tió ántps? ¿La,sco>sas quedaron estacionarias durante. ?¡.I siglos? ¿Sin tener evidencia podemos ne^ar lo q\ie cppista que J^gii^en di- . jo en su .tiempo j lujgai-, fuera de los caso^ en que sp.^ejjJite? di- chos sean contrarios. á los hechos a4niit¡clos?. No se opone. á la razan -que hubiera en el ÍJou-S^ng un cioljO de,<^ipp j^^pg^fy^ygaipk ellono es preciso suponer^ como q^uiere M. Í4olí>nd. qijp^ Jpí^.ai^te-^ cesores Aq 1o3 peruanos habitaran en jtfexico durante el siglp Y: ? el períoob decenal forma part^ de ]ok nutne|rajCion ^^^.-xQii^c^os.paQ- blos* Americanos. ..." - '

"Füéra estos cuatro hechos^ p^osiíjueM.'A^^ cua-ry

les los ^^ ^ " * ' '---' ''*'-—-- ^- - ^ "

timo

nááa^

sambs nuédtra ignorancia; meditando eTp^.saiVfC^e discutimos.

nada encontramos en la descripción de las costui^bre^ coAtr^^np

á la razpp, y aun, algo d^ lo allí referido ¿reW^

meianzas con los usos de los pueblos nistdricos. < -, .

Las objeciones que pudieran tener fundamento^ son las siguien- tes:—"En primer lagati el árbol Fon-Sang. descrito por el moa-

m

ge, no es en. lo absoluto el.magjci^y ó el gran aloes americ€kno/' (Pag, 151.)— ^n efecto, la descripción del mongo no corresponda en todas .sus partes al ágaye. Guiados los botánicos por la maU descripción del viajero, han creido ver en el árbol ya el HibiscuM Üosasinensi^, ya el IIilnscu$ SjuriacuSf ó la Dryanda cordata, vege- tales que no pertenecen a America. Perfectamente. Pero, por-» qiie no corre{$ppn(le ^deRcripcion al agave,, ¿se infiere que la re- lación, es falsa? ¿N9 podrá correspouder á otra planta? Los ame- ricanos sacaron telas de la corteza de varios árboles, y es biei» sabido que del maj^uey^ se apropiaba^ para e^te uso las fibr^, < no la corteza de que Cívrece propiamente: tiene epidermis. "íTp-. to respecto del árbol Fou-^a^g, que Hoei-Ching no menciónalas - largas púas que caracterizan el maguey, y n.ada dice del licor a^- coliólicó que se extrae .en Mókíco del corazón de la planta." (Piíg. 153.)— íío es el ¿gaye, es un árbol rque no conoce vos; aun cuíxndo del <'igave se tratara^, el monge nada podía mencÍQn9>r j^el pulque, porque e^ ipyexíif> muy poster,ior al siglo V.

"La zoología dpi moi^ge budílhista* «s tan incorrecta oomo.STi.. botánica, porque los carbaUos fueron impprtadoa de^Euro^^a en^ America ol siglo XVI, y e^ pabido que aj tiempo de Ja conquista .^ los Labitaiites del Nuevo .Mui^do no-iei^ífi^n bestias de carga .n>.. carruajes^ [voltures.] Los pretendidos. rebaños d\ cieryp-sonevi-' . denfemente rebaSos ele renos, Eu cua¡fttoá los br^oyes-ó biapnteg, . se eucontraron domésticos, no e^já-ífpíijiftdel Pacific^,. wdpi^do debía natup^lm^nte bjjfi(oar¿se ^l¡Fou-^apg,^inQ en el antógup rei- no <IeClJ^Qla,'QS decíii, en el ííueyp.Méxica.actual, en,<jíoud0 ías casasr están. copstruicWdj^ ladf^Uft j^ij^dos^ry en doAde. Ip^. ÍAdipft llamados pumos (siq) vivenfenrplazq.Sf jfúe^tesp^r^ d^fendeirse <^6. las incursiones de los rieles rojas. *'*^(Pág. 153.)

Se admite evidentemente que los ciervos son los renos. Se ad- mite igualmente la presencia del bisonte ó buey americano: ¿será razón suficiente que, porque en los tiempos modernos se le en- contró domesticado en el reino^de Cíbola, se niegue que en tiem- pos antiguos, XIY siglos hace, estuviera domesticado también en la costa del Pacífico, ó donde quiera que el Fou-Sang deba ser colocado? ¿La región en que hoy vive un animal determina^ do, excluye otra localidad para su existencia durante otra época distinta? El boa americanus está ahí, y nada tiene de contranata- ral que se le encontrara en estado doméstico en el Fon-Sang.

464

Bespectó del caballo, es evidentes que fué traído á América dd Etiropa, después de la conquista española; pero también es cier« to qué én ellínevo Mundo existieron muchas especies de caba- llos, que si bien quedaron extinguidas, no corresponden todas á la misma época antigua. En Ingar de desechar magistralmente el caballo del Fou-Sang, ¿no sería éste un dato precioso para fijar la época en que todavía vivían en América los últimos repre- sentantes de los solípedos? Se objetará, que si tal supuesto fuera admisible, las naciones civilizadas que del Norte vinieron, hu- bieran conservado el uso 6 la memoria del caballo; pero respón- deteos, que esas mismas naciones, que debieron conocer el bú- falo, íio conservaron del animal útil, ni el uso, ni el recuerdo.

Pensamos qun la palabra ^voitures,'' no corresponde len reali- dad á nuestra traducción ''carruajes;*' en nuestro concepto, sig- nifica un ingenio cualquiera de trasporte, como el trineo de loa esquimales, como las camas de madera que servían para condu- cir los grandes pesos. Las prisiones al Norte y al Sur, que pare* cen á M. Adam **contf Ueu;*^ las ceremonias para el matrinionio, las peiias aplicadas & los delincuentes de diversas categorías, que el mismo autor califica, *^ér todo imaginario y con el aollo de un absurdo manifiesto'* (pág. 154), á nosotros nos parecen admiai- bles, naturules, sili que tengan nada de extraordinario, y lo repe- timos^ él lector habrá notado ya muchas semejanzas en las cos- tumbres de loa pueblos amei^canos.

M: Adam tiene razón en no admitir á Quetzalcoatl como un personaje búddhico. No obstante, etisten, y hemos ido señalando en sud lugares respectivos, multitud de hechos que parecen deri- Tados áel buddhismo ó de alguna de las civilizaciones luiiátioas.

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CAPITULO n.

ooMimKUiCtoias ow xu txmévo vonok

If0m{HÍmmeiai,^Lo$fenieio§.^El mar de Sargato.—La América deioubierta por h$ /Meíoi.-^ Interipdon Grane^Oteek. -^Dighton WríUng Rock.-- Inmripeion Pamh^ en él BradL—InéoripoSan Téguila,'-HvÜramannaland,'--Loé piu jMUL— TVidawia QueUalooatL -^ Iíadoe,^Zo§^ hermanoé ZenL—Juan BéMnif,'-»^ AhñéQ 8anéké9,—Loé tártarcé^^Opiniona <{vMr«aff.*-Fú|;00 éomaiei.-^Reüéladó' %té del Jfwto Munda^'^JSeJlexienéé^---ünidad de la éMUaadon ameriearuu^Ccn»

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SI del contineote asiático Tolremos la vista al europeo, noa Damarán la atención ciertos hechos, que po por ser cono* cidos dejan de ser significativos. Indicaremos brevemente algu* nos de ellos. En Séneca, el trágico, se lee: (1)

; Yenient annis

Sfidcnla ^eri^, quibas Oocetuant Vincnla rejum lanet; et ingeiía Pateat telli^: Tjpbisqoe novoa DetciE^t Orbes» ineq sit terris Ultima Thnle.

Estas palabras pndiMau IcvnaiM por una irMdadmra prófeofa. Dfoese, qne tras largos siglos el Ooéstíiú romperá küs barreras^ mostrará nuevos orbes y Thule no será la última parte conocida

;í. í'

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de la tierra. Tliule, (1) llamada hoy Islandia, era la última parte del mundo conocida de los antigaos hacia el Norte. En Virgi- lio, (2) Eliano, (3) el geógrafo nubiano Edrisius y San Clemente, discípulo de los apóstoles (4) se hacen claras alusiones á la exis- tencia en el Océano de un continente hasta entonces desconoci- do. Pomponio Mela^ De situ orbía, representa la tierra dividida en dos continentes, uno de los cuales contiene la Europa, la Asia y la África, mientras el otro encierra á los Antichthones, prolon- gándose hasta los antípodas. La misma forma daba al mundo Marco Polo en la edad media. (5) Todas estas nos parecen re- miniscencias de un mundo que se pierde en el pasado, recuerdo yago de una idea que se borra más y más.

Arias Montano, GQue^^X^aíf^jYP^&^íÍP J otros, afíirmau que Li isla Española era el Ophir de donde Salomón sacaba oro, condu- ciéndole en s4i)srltóÍati*^£V}!H;telid^dd bt]^iuÍóÉr,rqülí él renombrado Ophir es el Perú. Ambas opiniones aparecen con poco funda- mentó.

»ia Via- jes notables: el primero bajo el mando de Atlas, hijo de^épCu- no; el segundo cuando fueron arrojados por una tempesta Kf^oBta AífrTca á lo más'Kjanb del Óé^¿nd AÍÍKúíico, *f )lí TfM k ün& ferin iila 'ál Orhe ía-^Df&íá; ffl ie^Séírf'iriítfs/tíeyn dé.&al¿lhori,' cxí¿ná6Íóis tirréncíá; 'desé^naienffeB d¡' l¿SÍ?éiiífi?ó^í fueron en busca del^ótó de O^Út^ '■ » ' ■^';" ''^^^ '' ' ""'■''' "'' ■"^"

M. Paul Gaffarel presentó al Cldif(i|r^6''d¿^ Americanistas de Nancy un precioso trabajo iiftítohcdó Pfil^UtiMS'éh 'Amé^iie, del cual vamos á tomar los d&b&ííV¡lí¡BÍtúp<ñikí/Ufd. - ^•r/o^'/

Los fenicios eran enten<MdoB'ynuer<í]¿dQ'i^B^ sólo

hacían viajes siguiendo las costlus^ del &ú^«^ó (K$¿del3<ÍL Sao que

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/8) Vari» HÍBtorii», IlbrX[I,.cap. 1«. , , .^n . . r . , . , , ^.,„., •'Ü) ÜHgkneñ; lib. II, cAp. 3. ,

(5) Histoire da del par Camflls FUunmarion. Paris, 1872. Pág. 806 y 8e9«

(6) Honiiiu. De ozígine geatitim americmainm, Ubé^mi^sftftf ft -^'^^^

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Nojarece.c.abe|Ji^d^enqAe,ppi^^^

"bañcos'de algas flotantesi y los griegos TWijo\fíiQt^jf^i^j^^f^ .di) sus relaciones., ^o^f^lA^f^i^mémM'^^Vmh^^^ '

para' D%egm- s% n9talja.,ei».a4^elíí)¿,'^rfij^|^ l^ fsón,íila .é».jfli

maramaci?, fs má^ expl^cit9,^^oda3íía; . "íi^s fe,ll^09S,<?^„í^^fía9j,eft- "triljé, . (juíina.vegaljaa íná^ .alia .de.W, colupiQjis^fJie Bt^r^ulef, "íne^'pn (Arrebatadas ppr aU|yieuto. 4^ ^!*^« J. *^iV?fiP9? 4^ ^aatio "^ia^ de mar^li^ ll.egarou á las .r-egi^nps d^siejrii,>i^ Jle^^ de ,t«|- "reci en 4onde eneoiít?:^rpp to^iqá^f ei|^,'a%n^c^'",.5}9ofe^t9, (6) 'eii ' 'fisiona í/e (^9 ^Ifintas^ f Ú*bU tsfcr»W<ín.4e, í^s -^ga:^, ■cuja.;fú>rzá^y:ta^^^^

. ''^j:^.'^M.^% }^. cpluif paa de.Hér<»ul^p^^^^ lí) q»ft,p»p«i^e,.alfaíf- "z& pirbpórÁ^onesr gigai)tes9asi as^ 0^1.9 grjteeq opmo Qn,el taq^n- "no.^ Avienu^ij (7),^a fin» en su tradi^i^don.del ^drip^9 de JSiinÜ-

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(1^ Compíe-rendú du Congres Intématiotlál des am^ríci|nÍJBteB, too). í^ p^. lOÍ. •(2)-'Pénñ (JiffareL "La rñer dii Bargassés, feuÉ'etln' la Soofet^ de g^ogra^íáe. Décembre 1872. ' .>T':.'.- '> •; . . . , v^

^; (i) Aristote, keteoí;,iI,^I.;?iy..., r , c..». „. .. (5) De mirabilibfis con^ultatiouibipt. ,£d Bi^t, p.. ^06. <é) téopidraste. tot: plant.' rv. 7 * * '* , ' ' * '"

;:iíñiipcri4^«M»m?C«tgitmft)tKnis fMqvBQi. ^ '. J I

Bio aulla late flf bra i^pellnnt ratexn» Sic segnuí htunor «quoiis pign stupet; Adjidt et ülad plturimam ínter gorgitei

Ezatare f aonrn, ^»obp^.ftklgvi^fnlb%'.\ n .; im: n t.,t •. ) '*•.

168

óotí, iñéUcióiia A Vat de Mtgñsso: ^£ne!má de' TftB oUs levantalL "ñtníié^ósaB ál|$ad/qtlé coh sa eslitedliamiéntó fottnan mil obsti- ^eálos.' NingttH sopló ifnjíéle la naré; laa bondaa permanecen itt- "^ótiles y peréKOdáB. Las algas estáti sembradas én gran canti- "^ad eti él abislíio^ y !fréctíéiíteúeiite detienen la marcha de las '^aves; á Itts ctíalés tétiéneá bomó \óh inncbó.** Los fenicios, pnes, ü^abodérbiíl et mat' Sargaso. ¿'Bealmente fueron detenidos en ^tú marchb por lacada de algas flotantes, 6 según su costambre 'éiagéVaron fob péli^prtís'de aqtteRa m^vegaeion para alejar á los Ijnqnés estráñ jetos? ' '

' 'Besp)Ek;td deí\^sc(AbTÍtti{(in'to de Am<$rica, aquí loa pasajes Ijne lo com'prTiebáb^'f o^adtfs del t^a1t>ajó de M. GaffareL (1) '*Dq0 'escritores ^riego^, él antdt anónimo del Tremado de las Maravi* Vé» y Dfodótd dé'Srcilia; han hablado ana grande isla, ver- dadero Continente situado ínáñ alUde las columnas de Héri^ales, muchas jomadaii naregación de la tierra firme, adonde los "fenicios fueron arrojados pót la tempestad. Gomo estos pasajes •jion muy curiosos, les dtarémos íntegros; he aquí él primero. ^'^fESn él mar qué se e)ctiénde más allá' de las columnas de Hercu- les, se cuenta que los cartagineses descubrieron una Isla de- 'iBÍerta. Bstaba éublerta de bosques de variadas esencias, surca- '8a por rios navég&bles, fecunda en productos de todo género y 'lejana en muchoé ¿lias' navegación. Atraídos los cartagineses ']^r' la fertilidad Üél suelo, hicieron á ella frecuentes viajes, y "jt'un algiinos establecieron ^llá; pero el senado de Cartago ame- '!na^ coii el dltimo suplicio á cuantos de ahí en adelante emigra- sen á aquella isla." Querían juntamente, detener la emigración ' qué tomaba grandes propoirciones, y reservarse en un caso des- graciado un retiro seguro."

^'Diódoro (2) éxpliéa en esiotf términos: '^A la parte de la Li- bja, hay una isla en alta mar, de considerable éxtensioh, y si- tuada en el Océano. Dista de la Libya mi]^^os días de navejpia- cion, y está sitioikda al Occidente. Si^ soelo^es lértU, ^montanDBO, poco llano, y de .grande beHeea. Bstá^tlrilvMadvpor rios navega- bles; hay numerosos jiai^ttes ^tttadm «fe toda espede de árbo- les, y vergeles regados por mentes de agua dulce. Hay casas de

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(9) Oomptd-rendu, tom« l,<'p<9* MUT,

(1) Diodore, ÜTre V. 1 19-20. Hoafer, 1 II,t^ tiM.

Mmpo Bontnouiaente wastraída^r. 7 ^m jiirdiiie? «t^Ují ^or^ap-r dos con abrigos oobierk>s de floxss; aquí j^a^^aii los l^abitantes .j^ esiioty gozaodoWoIijiptapaaiMilt^ de IfM bi^ii^sq^e l^aqanipiñii^ lef.. prodiga en abQQdf»ci% Jja vegíou naont^oe^ e^tá q^bi^^t^ 4^, espesos bosque 7 de abóles, ficatales 4>^. tpda e^peoi^; ^ ejübel][er oen la manñoa en l^ montonas^ I09 x^U^^ 7 nninerofa^. f^i^t^s^ r ifii una palabra, itpda If i^l^i está mnj b^A i^ega^ ¡^r jas agni^, dulces, que contribuyen no ^ólo al pU^r 4e I09 h%í)Uau<fe8«, si^^.^ á manieaenr^a la ssiliid 7 U f^^M * « l^l aire, es t»ji, f^wpM?: i áxs que los frutos d^ los ácboles j los demás p^oduQtpf^ Qrecea. abundailtemenie, 44rA)^<i^ U na#7ar p^rte djdji ai,ip# JBn fin» est^ ifh. la es tan hermosa» que más bien parece la pni^9Íoi^ ^e][vs de .^c» . dioses» que de los l^oaib^s. ,

'Tor causa de estar tan lejana del contin^n^, ^ 4^la í^ib^. ^a.i otro tiempo desconocida» 7 <^<$ descubierta 4:9 esta inax^eraf li>e|í^ de muy antiguo» hacían, los feí^cios u^. ^omerci^ iparitinw> ipiQr. extepso; establecieron mu^chat colonias ^ n laübya» 7 en los. paí-í, sea occidentales de Europa; BUSyeqEipró^ikS les salíaf:^ á .n^^rf^villa^ y Iiabiendo reunido grande^ riquezas» inte^^ro^ , na¥egar iná% alláde las columnas de B^reulesv en la^ ma^, que f^.llAmi^Oqéano»;

Mientas bogaban siguiendo laa cos^áa de la I^ibya, fueroi^^ arrojados por violentos vientos muy lejos en el Qp¿s>no; cpíi^ba^-k doe por la teinpestad durante muchos dias,^ abordaron: al fin ^ la. isla de que hemos hablado. Habiendo conocido la ^quezi^ de^ sueloy. comunicaron su descubrimiento '.á todo el tn^ndo¡ por est^^ rasBon los tyrrhenos^ que eran poderqfsqis en el mar» quisieron jiaxn* Inen ei^viar una colonia; perp se loa impidieron los cartagineses.. . Temían estos últimos» ppr una parte,! que g^n número de sus con- ciudadanosi atraidos por la belleza, de la risla, desertasen da la patria» j por, otra parte» la miraban cf>mp un.i^ilp^ capo de. que sucediera algqna desgracia ^ Qartago^pqrqiie siendo 4ueños^ de U mar» podían trasportarse con sus lamiliffcs ¿ la ifla^que q^e-*; daría ignorada bar a sus vencedores.'* , '

De esta isla piaravUtosa Mpntaigae (1) 7 Béókman^ (2) han 4i* chp» que jamás exisiid^ sü^o e^ la inMU^ij^^^^ ,^f^} filoaic{(b 7 del

pbam d'Moovd arac nos tanw umiítm.'* (S) BMknuii. CoBnMntmivaf «arlíf

7r. '.ii '•^ •» i;i r,-*^ TT Yf

¿(i^:f l¿8-b¿áífe6/bV^é tós'jgtjlcié tóá t¿a' ablft's' am'^íicánqS,'.' cifila^ ín'&¿iiííjíoné8|,'repntááa4' fenfciaé/y 'uo éncóñtráteío en. tod'(9éltb ifíizonés sáfí,¿ieil^es pá^ra'pforiuíiéiai; 3tí^l^íb.'áe^mtivó,|* r^sdoié opi'pxóií'eá estos tórmtáos: ''jÉ^dcóa'pró'BÍénias soíi íñáa ' "árt¿fes'así/téá:í íñeVeyn ína^or'Wciíiróril/ t^é'ild'kiil'es 'dV pro!"

"los argnmQntoB sólido^ qne nos faUíín"íóVfáví[iíV'y," qué ^Étír fez

'•kóa'pAtA Úeúi^r^^ '' ^'^; '";;'''/' ";'.' .■'''■^- ^ ;': ^"■'■;' 'V : ".' .

'ICbtaÓ p¿fi|to!S'la oñríósidáaj atioi^tó^árííúáós^tgTiifó^^

a^éVjji'Je '¿st¿'&át¿ríaf-Jtiíí^8-'de1iÍ3-de¿ctitóMÍéñt<>^ íe fó^ V-'

-••*'J>-'. L'_'.«__i ^i'_yi«'_> íi'_-i_.i-!* <»j^Li»^'í% >_Wj.^ L* "4*1 _ij<-'_'f-_ »::•.••'• ^"i¿ 'A *•'-•-

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ítas por Jrlutarco, y la.návégacionae JKutnymones, que en n^- a SQ relacionfin con nuestro onjéto. rlp áeguida, viene esta no- *

iramo^: ''La inscripción

montaña de Graye-Oreek, al O. de los Alleghanys, cerca de

(1) D4 jfi.«ia:'í4i'tít* f Ató^'itó &í¿,Ébné áiáBi.""-^" ' '•" ^^-^ '^ '^>

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nna priiuora impresioa en oera, (2) se hizo un m^ddéldád'en yé^^ Iftipíalf aM)bMKÍbi cnal oBtá grabadflilá ing<»rj;i>o|¿D^/%et ^ní^ac-

Báb^ Á.&m hm^ liobmhiacioii) so* i[)olb»:08ctffbi Les cktkc^^s gi»táiiginlpi|te,v^f<Bi3QÍ sin^jdnda'al -groaeW ii¿trtii¿fept€r- del ^M- lodarí ftt^ sauia^par^üó •redofil^at lo0tráKQ«, qt!^-0ón'Ie^blW %a»qi¿a'/pQbd^rafiiddoB.:Saípe2^6cto eensMP^aéíobi^; medita liec^' dnfav éi iftgihkartididh.d idii];«m<Mittm6ttta/^tf»ti pdr

SBtgeráiaBftikeia Bsaalai: !#él ei ionáb d^Mun ÍÍHmAo* Con fá'4&á- cripcíon fué exhumado un esqueleto, que aún Uevabatun k^fn^até^ tauii£eVbcft<e¡jpmdirasrtpxáo¿6aaay i^vníájy aollaTps^y¿^«éFilMi/de atetdk. iBor Hfir^inoptioirtogiyqcínoa, ad liiui^ocmtiiadb «gualménfó^ i|jÍftipá^íA(fiQ5ftotiia:és£árioa^ ofca/ornameptal «8ctilpidi^,> -alilllotf 4Q>]t^i^fiádl»^li¿Juiíág6n.in|orpiá de j^ hiimaiio; A. '{HíineVa* TOtac#W^M*:itn^Ia íxiae<i{MiÍ9iijAoi]ia iai^o^lx^Tsutada nLd¿s(m^

1iJk34a;pitt4^iW6t^»erjMito»«aiiMJi*. ' - ' » *'-, . •••' ->' ' ■: -''

-oVPmdm. fíQ!R.4^QÍ/r^.Ipa;C{vra()|¿rQs^ EiÜín^dlapnáatoi) en ivé9

lÍAf#S(|{|hfa]E^j^ij^(Ífi4% iutltilei9Íot^ lativab» ¿B;¿áAroa«L» 'mueba¿>

p«MÍsM> $f^(>0lpr^t«itfttt{i9eió á^dbMS laidi^KcftQioade laiascvip^ oionde Grave-Creek, porque en elIaenoontrA)}&{eiU|(iio, y tambreh:

9í»An^&r£4>^)o3.e];\ii}íltos ^u^J^.júAi^r^n^olqaJbta dfi:.fiHi lexáíneiip ei^|^da»aauff?dp tnr;rQHe$nocer,AU.^^9QnJii)|tQírtodQa lo» «caráota^' iaB ás;flWá^^«íiP9ÍfliVSpi?íítÍ<5|ip .X«iwrí.prof^apr(4e,habreoiei«fc «fl»?^*YW dfi Kft¥^t'?*^*.PWr9»l>%i<J»^.ÍWtf.»»>aJfab>9to:j| .®ftK%g5fl íí(ia.Ellft?¿^.q^ epti^^n4í?f>fj€4:,n^4TQ Id». AqtieBóBj

P.MM9ií»®a£?r WHqi,,atf»(Jjei?4p.4flpB;,ei^rt^^^ l^trtó. .ettín^

tado un alfabeto en una tumba. Jomard, (3) que compuso dos Memorias acerca de este asni^to, pretende .q^ue los caxactéres de Grave— Oreé^,'s¿n idénticos ¿'ló¡^ que usan los'^p.yar^av (!(» ^* ImMcA» 49Ai4lto» áiüp^Ñ' l^ahMi^ jrd^idQ da loa &DÍoióa: no 'titia-

(2) M. Soihwab. Baroe Arohéologiqtie. Fot. 1857. Mm, et á oet^e oooassion sur Tidioine libjen. . . . c- * . ''-' •>-'{

]

bea ea afirmaír tMibie% qnt k faMMnpmoQ da GnT^«Ored^ tía* ne origen fenkia"

. *'U. dd CAsteluau, (1) t>ié]»ift de la miama naaeía. M. Xaupea Qdiwab. (2) ¿a dado esta tradaodon: (3) '<Le ehef da reangn^ f^on qoi sei f endo, ensaite daña oes Ueú (oú daoé oakte He) a *!ñxÁ cea statates á jamáis.*' Es cierto qae 11 Opp^ pairtídacia ^'de la misma teoría^ da uaa tradaecion may diversa: ''Sépafta- ^e de oelui qai a 6tó assessiné ea oet eádrait. Puisae DiaOt ^poar le Teiiger, frapper son asaassin, an hu traaahant la aiaui^ '.Teziateaoe/' .¿Ajoaál de losi dos (úrieaialistas oreeiémos de pra* Isteneii^' (4)

Anaientamos^ que en el Congreso los ameriosiuataa de Maa- cji presentas L. Léiy— Btng, (6) naeVa tradaecion de loa oaxaeM-«' sefi de GraYe-*Graek, que ensayada por medio del hebreo, arrofá eata leyenda: Ce que ta dis, tu Timposes; tu briUea dans (ton^ ¿lan impétaenx, rapide (comme le) chamois.^ Dorante la ttesiiMt objetó el Sr. Godron, que el ciamoíi no Sítete en Américéi £ ky caal respondió el S. LéTy*-Bing, ''qne sin inoonVeniento se po- día snstitnür la palábiía duzmoiSf por ía de eaalqüiera fAsío atti** malrápido en la oarrerai*' Nos Agoramos qne nuestros léetóie% á la vista de las tres «raduccioáes, quedarán perplejos taal MMh' otros hemos quedado*

La Digkion Wrüthg Jí(xd&— ^Slstisilnada sobre la margen daré* oha de el Tanton Kiter (el Assonet ó Cohannet áe los indioi)¡ en el territorio de Berkeíéy» óondado de Bristol, Estado MaJB- áacknssetts, en los 41^ 45"^ 90" de lat. K. Es un tro20 errático da gneiss ó granito secandariOy que ¿iene casila forma de una pirá- mide tf aneada de 4" basé' sobre l^^^TO altura. Del lado del rio presenta plano indinado de cerca de 60,^ siendo párpnrii- en él vórtice» rojiza en el medié, vérdé en la base, una frádfará» qne se fe hizo hacia 1830, descubre' qhe su granó es gris clard

1 f

.(8) Dajftmoa ISÉ^ttiOiioeiMiASéilía' original ÍNsoáá»psn^qéa él IMor pm^ik pannUki, rin temor de qaa faeran matiladM. (4) Pmü Qtmeaá, WkmAmÉÉ te AÉiM«im«. Compfe-niids, toAk 1, pég Ui.

(fi) M. htfT^ing, mnVbamdp^kmm^á&Qmf^^teék, OsiS|iIíj i iSÜSi isiSi

4B1

lüi Olii'dtlimaiiaft le todaron de playa en playa; pdlidb poD wi firotamieolor 'dis limoliae aigloé, faé cólooido aobra la ooeka ameti- casa^ á doAfda dos veees pov día tiene todavía la mar £ «abrirla ciui raa ondas/ooma niia «ntigitaL aioiga (1)

La roca de Pi¿[bfofn preaenta uof üiaoripetoiieii oarscMreades* oeaoeidoii» ae<Mttpa&ida de figuraa da hombrea^ de áaimalea y da irignoa, oüya interpretación ha ejeroitado la pamenoia de lf)s me* qneólogos desde el siglo XYIL En 1680 sacó Danforthiio dibu*^ jo» ''jW indiob átioiajaoa ^ontarba como á aqoeUa roea re« faria una trad{ci<av iegaa la coal naa oaaa de madet a bab&BL; 'tnd«> do imoa boiabrea <q«e náyegaban aáhté el rio AsbosiiesA y amas*; batíaroii feliadieiúe contra loa indígenaa. ^Eato demaostar ''daramente» dide laaM Greesiwood^ diado por Miohael. Laá^ ^^ue loa ioldioA aneiáaoa boHaideraban eomo muy antigiia laiissr ^'ortpdon de Dighio^ rock, y que la atribaían á kombrea ^ rana «'«rtranjera.'* (2)

Nuevo dibujo iiaoó Ootton Mather» de Bcpion» en 1713# (9)qna' repitió Greenwood en 1730, ''aunque no copió sino las partea'qoe' Ilévabam la hadla cierta del tírabajo del hombre; se permitió» sin embargo, restituir las líneas dudosas, annqae indispensableSf ,a<»*« gnu ñf para oompletalr las figuras."

Seirel, pro&sor de^kngnáa oriantales, tomó tiof ia mx^ exaota e&1768, con vSsta de la cnül Wintrope escribía de Cambi&dgé (New Enj^nd) dl'djoeU)r^Hollia, entré otíras coaas lo signkinta: —«''PaVece/(' pesar dd la imperfécoioo de las lineas; que. i»e ipul^y sentan cuatro' figurad: 'dos & la derecha^ setteja&tes á la d^ túúi. mujer y de su hijo; dos á ta derecha, que casi éon.del imianó taW mano* En Ja paítte^ inferior, hacia el médi(>,8eitoazó groseramen- te la ftgura de iIa: cuadrúpedo con coiernt^s» Ninguna de eétaa ft^r guras i<|íarec^ ed la copia de las Fhikbophícal Tranaooticmp n. 33A^f :

^¿Trasdron Iciís indios estos cámotóresi para recordáis utí aacok* tecimiento memorable, ó sin otro objeto que divertir algunas de eaaa horas de.pf^o.daquertan^s teniasi? Si^empre será.Qioirtp.q^

(1> M. O. OnTier. SoodeDighton. OoBilptQ.reiUlaé iMi» 1#-P^ M9. ' \

(2> Aopona^ üHm^toftMtmk Iniwd|awin J^okéIi M^mim^M tb«i Bm. Htdwi

flieiy ot AntíqaittriM of London, toI Yin, I7»r,.pp. .^i, 2m*y-..Ql]S«rrMk«a mu Ha ^wtiNi-lwwritptloa, l^MRaael}ChariM¥dkaatgF {é3Baiáoh$fm,.Yia,,pé^ aoiK (3) MiehMl Loii, op. eí*; p, f Ua^ : i : ,r,>,

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la facilidad de la nayegadRÍXJÍia(rti|.Jlu:ro6a^ ^coius^eift^lA^ loB ^ae'*8«pGQMuiqae eop trabiajo <«8 lobm d^ ' rld» jfetíidfeg Yé&MÍBs dd l8Sc^o¿»i¡aBfd0;íilS}ar0Íui:<Jtixlsaieii'jdn ella bt»á' ÍMoriptfíoy ttáfiT' bisn ^^ro^ifíoa qaafaUábática» j lariettribttfeiiíá loÁ«bifiaft«^'6;^ l»§ápoiieáes4'^*(2)i ó-.. :.>.m : :{ Í1V7 i!; ' I *.: í-f í'vr.' ' .- - i^Matbiea ]. {f i^fiAde ^ua laiinsliripaibn dei Bi^t^it Bndk/ ei;aí obnridalaaáAlaáto^ y áep.remoiitaba al kiuí^^i oinisdó^bSDSx:Caam!«l teíoim c^hB^motí#o(dánio i]iv^Ujoidé'>Sadiosvvfrf d^-^ios^^tlaates^ ]faááo'paái A/ttifttca<xm*Dl^'0Ío d«t hao4v nn tñAadadelcomorólo/ 14st>ilaáaniot¿4níeljOeik«iia Soiperia-aii 4iMipB d^rFa^oaaMab:' jHsúho aa^9ÍAte»idd k^iSTUMbaobi <l^ lifr AtUntidav'íljdO&íasflqft' áfitefi de^a^esa liiilganiíi&ade^ueijloQ OÉ^racfcérea^&i U'roeift fiotíi" los del sistema numérico de los chinos, que se etíóilcieQitTaiíaiiHn'' l60iro«iafa¿i/ qoí^nea póír iibedioíddlo» ^lóbgOA Jes,vib]bíerMÍfle

¿JQoíDi^'da <^á]bQlmíafiráih áini^acíiitf i)iié da iatevi^oi¿ir!«&.dé; ocíg(tt^^iéiáoio|''Bi.dibqjoi]3dp«sen4iá imaasceDápagádat qti^fifaK. senté, y una tercera futura; parar «¡i^^Ueáriad'bproMQiTa^! diosas;- flaümale^^'pes00plllBj naide^y <iiiaittti> qaiez^ «áf íifai Boaroroda fantlt- flifv' hasta gaeár «sá«te?<>eraie8cena'^ fótaTa qph es^el regvesó'ST la/ patidÁr/^^) Eii-viata de las dtícbrlorái'pbdiefliMtdjgcir má'Mi Paúl; G«fl|hP«i:*«^f£siaa0xpl{caéioiie8 denotauítila ^wd «iitÜezade «é^ pi(0ikutipa#o poir^i^to soa^Iñen ^oai-ile». >A*f«a^ bat d#inÍMáádb,íG¿bidRi ««ridxtravíá.? (5). r.oL : .^.^ i-. / ' . . ;

iZlaJN»ead^ &iig<ti<m.há>dodb'mbti¥orpkriíi¿«dlMi9 skiráYagaii^ düsk Bol768^:px«di:¿attdoidi B»r.EárhfiiáliM'^ÍM¡beiáfáSaúík* tfiAft Tmmbc^li^ ji^bdriíadot'dé Cóntt^otloütjyde la^'A9áiil|lea''gé^ iMral del IMádo/iB6St«cv(^«Btii«M»pÍ^iM)li«.> Segaülniiilldi-

pp. 293, 297). et ptr Bafa, Ant, Amer. pp. 375, 376. (2) Miohael'li^r^ Qp.^oil<tt VSa,p:9^. '^^ »•• . . *: -■ .../f.» .r i/ ♦{<

-fA)»Oo9Mk>a4M|iBi^lfjM» pfi|0litt; suljaé M wátha^sve lA^BieadAiiodB»** air ftalltviwirt. vmi-1)pflS, W, WltóltJ M ' ••' K.to 1 '. .-.n./Tj.. /. .o V .

. W=14«9ftA10iidÉM 'Siwb «irliéUrÉppMi^ 4il^Aaiítf44M^4fo'-ltó BMit arani Ohristophe Colomb. P»ri8, Thcnrín, 18«^p.v|Sé('' 'i .^loJ ;v./'«;M ;&}

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Htní flélA'nte de jfbsue y siis^ israelitas^ y 1íá(>ieDCtD andado erran-

éli los caYacterés 'púfticgs grabados ¿^i m'ucl)^^ rx)cas» de Massa- cnUss^tt^/eTi la rVca con caráct^reB^femcm^^ ÍDighton, j *e¿la süjécidíi sucesiva 4e Ipi' indios: 'ÍE9 tos ^'eían,* pues,' losliíios de' Onam, y la AmeiricapertenQciáLala descenaencia de Japnet, aue

llAini

americanos. (1) DojCtrina exceiénte,,8ijio adoleciera de barbara, y ausurcia* . _ ^ . . .... ^ . - .

Jbnji 'íates y W"/móuI ton sostuvieron él *.orí¿en fenicio de la roca. (2)' .fit Coronel Chalés villencéy dr^purríadQ esita manera; -^*Iiá*'léngua alffonquipa.y él antiguó' scylhá-irlándes son idén-

Or de lá^Sibeifa y'pusférón* enjambrÁs de poblaciones Á la -^me- i^ca.**'— Mira los' caracteres del Digliton Kool: coínp idénticos $ los copiados poi'Síranlemberg de una piedra colocada. vertical-. mente cerca del rio Ienisel,.en 8iberia,-e mnere que la inecrip- Clon del Tanfou lue grabada por .un pueblo letrada que paso a^ Sioena a America: ^ese pueblo lue destrui,ao en parte por laa ¿anuea.lioraas*d¿ tártaros vagabundas que le' siauiefon" y fúé- ron Jos, padr^ de los ipdios salvajes. fiíctuales. (o) .. ^

*^ára Moreau de X^aihmartiñ,' en' 183^; era 'un fragmentó de la esfera celeste oriental, ó un tema astronómico que debía cumplir-

(1) Micliaellx>rt, jptta^^cfeí^9^,jpl,.,^^ ' "'^'*

Hi ÁbarigÜMl and (klUiM^^Mma^ |l«Mtarl<r^«é«Mo]|} 1«M>I«6. 't 1,^^* 8^i (8) Vdlanoey. Op. dt. Awhaologia. t.*«lríi). •>**«<».''' ^ " * '-' ■'^^-^^^ '.

06 á la medía noche del ^ de Diciembre, ¿poca jdel. aolatieio dt inyierao: Teiaen el dibajo machas conateUcionea j áan una fe*' cha astronómica. (1)

^'Schoolcraft emite ana opinión casi tan singular como la dCel coronel Yailancey. O^vi^ando qae los indios no conocían el nao del.fierro y ni aún de las piedras talladas qne dieron sn nombre á uno de los períodos de la historia del hombre, 7 que por con* secuencia les era imposible grabar sobre el granito inscripcionea semejantes & la del Tontón Biver,. creía el docto anticuarioi funr dado en la relación del jefe Chingwaok,. que la inscripción QOUr memoraba un combate entre dos tribus indias.** (¿)

Tomando las ideas diverso^rumbo. los anticuarios daneses Oh» Bafu y Fian Kagnnseo, reconocieron que se trataba de caráota* res rúnicos» refiriéndose la inscripción ¿ la mansión de loa islán*» deses €01 el Massachnssetts, de la núsma opinión se hicieron Le- le well y SL Gravier. (3) El trabajo de M. G, Qrayier, de donde tomamos la mayor parte de las anteriores mdicacioneSi .presen* ta^o al Congreso internacional americanistas4e Nai^oj^, (á) pa» rece ser el más. satisfactorio, ya ,qo^ de tanta como se^ ha. logra- do Yer en el Pighton Bockj^ nosotros sólo alcanzamos á distin- guir la mayor parte de los objetos señalados por el autor. Seguil él, figuras y caracteres s^ refieren á la mansión del islandés Thor- finn Karlsefn en el Vinland.

Nos parjdce un contr^entido buscar muy al ST. las pruebas del descubrimiento de América por los fenicios: si taleapruebas exia* ten, debísA encontrarse de preferencia en la América del Sur, i dpnde sin duda fueron arrojados aquellos navegan tes, según el^ tenor de la3 relaciones. Como para' responder ¿estas observación nes, algunos periódicos dieron la noticia en ISTS» qi^ un ^sdavo del Senhor AWes de Costa, había encontrado, en la hacienda da Ponto alto, cerca de Parahyba ^rasil), una piedra labrada & cín« cel, conteniendo una inscripción en carapt&res .desconocidos. El ' in^titut9 histórico encargó al 4brector Dr. liadislao NetV> la das*

(1) Moreau ám Dammártín, Pieirt dtf Taoton, aptid Joaxiud dt rinstiiot hlilo* iqme, t IX, Pmíb, 1888» pp. \4JML . i2) LubbocOc, L^Honune vnnt l^fabtdn, «mL Baibier, p: 998. (i) L0l«w«ll, Mékttoire sor te ttétm Xo^, p. SS^-^SkaTiei; IMoaaterta VJkmá-

f^i»>pwflw;KpqaM»a%iL IH» iisalmíi>iliá»lsisiwl»aiMi» - ^

tíh»cioíi de la piedca moiitimeiital, j cle8onl)rió li&ber sido eri- gida pot unos fenicios de Sidon, salidos del puerto de Azioiige- l>er; (Acaba) en el Mar Bojo, el año nueye 6 áiez del reinado de Híram» qnienés despnes de navegar doce mesea lunares por la cos- ta de Egipto (África), fueron arrojados por los Tientos á aquella tierra. La desctfpclon consiste en ocho renglones de caracteres {finidos, sin separación entre las palabras ni puntos Tócales, pu»- tualizando el número de las naTes, el de Hombres 7 mujeres, co- menzando y terminando por uña iuTocacion á Alonim Bolonuth, los dioses y Isa diosas. Hubo dos Hiram: el primero reinó entre los años 9Í30 y 947 tntes de Jesucristo; el segundo, que fué un dea* pota oscuro, entre 558 7 652: á este reinado de Hiram II, corres- ponde el Tiajé, 26* años después del sitio de Tiro por Nabucodo* nosor, 7 cuatro antes de Giro. (1)

' Bespecto de la inscripción Farahyba, dice M. Paul Gaffa- rel: (2) ^*^odoslos quehan tenido á disposición una copia del documento soni5asidel mismo parecer, 7 M. Schlottmann, último sabio que ha tn&tado la cuestión, no titubea en creer que es una tiueTa supercbería arqueológica. Kosotros tenemos de todo pun- ió la misma reserTa.''

Mucho tienipo bemos gastado en realidad, para salir á esta con- clusión: no existe todaTíá una prueba fehaciente de la mansión de los fenicios en América.

Varias inscripciones del género de las de QraTe-Creek 7 del Bighton Bock, han sido descubiertas en Korte América, de las cuales algunas han sido destrozadas. De las otras ignoramos si tienen explicación satieífactoria. ETidentemenie, las que presen- tan las huellas de los instrumentos de Berro, por más que se ig- nore su origen, no son obra de los indios actuales, ni tal Tez de BUS ^progenitores: puede admitirse qué pertenecen á naciones ex- trsñas a nuestro continente, que intencional o ea6ualmen|;e^ pu- sieron el pié en donde los monumentos se encuentran. 'En nuestro país teníamos noticia de una roca^ en e^ Estado de Jfaliiscó, (nibiertf^ de gerogtíficos extranoÍ9; mas cutoidQ ía Socie-

(1) Noto líoaclo de Bio de Janeiro. Inecription phenidenne de Para}i7ba.~Cf iBOüegr Lhemtiinélfuág, 1864; n. SCAKetlodie Phoeniziea in. Braeilien,-^BeTiM aStí^aíd du 81 ociolhre 1874. >

(2) Oompte renda, tom. I, pág. 126.

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áínéndánistás, M..'E/S£kuYoÍ3 CÍ) insi^ti^. ajrma(JQi3pnfimeyas.d(;v* crúmentos, en aamostw el establecimiento desuna cplonia,J4r'lw^- aéáa éñ America. Xja cplunia IIe^ii;9a el npft^ryp^qüp^HyíqcftPVWi^jfc- láticf^, estaría situaría frente el'Marl¿Ún(3[daJ98,ir}(inde^es^ ^ Ip qúe^noj corrjüsponde en la America del ís«'2>JlJx¡ij,eYO^|9rp^iQp^,

Jqnos qran cristisgaos^ yes ^n ropas teUc^as^^ i|^;|.|j^n,4el4drip y d^l éabaíÍQ, y ^aciáii!pro'cesioneSflIe'y^aidQ )}|i^déraj|^depplega^|t|i. Pkrá'dórrót^otár sus ^seijlos/ finencioua j^l ^e^vc^I^to Cluistü^q. Le Cíerq, quieb ¿lu'rante él. siglo ^XVIIIi viyiá.dopeañpfir/fitt ^ Ct»- pesia/a la orilla dereclia dp l^an Lorenzo^ y^^upontié ui^iQero^QB restos 'd^l ci'ls tonismo, ^1 cult9 de la^ornz j^ef|^ÚH3(^|}CÍf^t.d^ oración dpmiiiicál; j al jesuíta J9sápli-^]:an9oU Xía^tau, qui^ a^egü^á qye parálqs saNaj^sdelCanfi'dá^^l.cristif^isilic^erajD^ 1)ién^na recordación que úná nueva cre^iu^iai r s ,

^ ^'Hé aqtii lo qiie &q sabe^ aceita de la Gj^aud^Irliu^a^.dijp^M. £. BeaúYoi¿ ál tei'minár su trabajo; i^<>n nocípBes bien insufioif^a- ted pata nn'ai^untó tah interesante^ átmquei sm embargo^ sufi-

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(1) La dÍQ'cony^erte daJ^onyaofi Mondd par |l«f LdancUi^ et, l^^i^^ipfi^^MA^t'MM da OhriBtia^inné en Améríque áyánt Tan 1000, par M. £. Bet^uyQis. Gomptf.;^f^^a' tom. I, pág. 41 7 Big.

4WCI0I ukdi:KKyiuur!Qaf áfbltSíítíBVií Mand^f j- iixi& iatvüdurjcUon'il

4)bQ«,F$9í^«te6toblel(ídí»i A^aíleif jadelúté, Yobk ái lÓ8^Í8lábd6áe8Íl|i ¿g)^iyii«r4A bAbev ^^^(ftfbi.eDlOiel NQeyo'iMiBido}:pero «jlosrQerptf- 't»p(t^qfl^ lohaj^ab^^nK^ivdidc^.lppis.elpoqtrafio/Te&eTeiK loon rlli 'te%y^'CrMqiiMa»«9^x^nUilaukla'3r ea LAjBfterica!Laibíiior'8ÍdQHp9^- ^díditfflii|)or loi9')ftl«nflteM. h^tíúaeacid^ o(m que ifalataíDoiik ejtrtÁB ^(^td^8i:.6Sk AUáT;t>]HiHiiQbA4ef 1$ (|ie a!bsii*ldábt^za dice elpntor/Ma) li}9kotiadpiS!4ftbá8>4«i>if(^& SH:fr[-ÍJüBr(it'«b < drpojí* néibs. EhouFadó^ Ho»'Ulmiéia^9íMh iipr. Iqp .aaiimddrea 'do4o8' AltqaihecUú^'qjM'cfti

'.frtw?idtttorfi«tiifti^ll'Qi.".(JÍ)o.j .-. ' ^ .^. li •' '.•/♦.■' *^! ': -í"

ffljcmlúdwdeMft^^tt 4*109 ifllandefao preoedÍAcóii eirlrlandli*^ 4^ A«lár(Oat<era&'^»d^a» 0remHa« qtoipá»'predi«ap di crñrtifL-

.jiiáfs^ dfil|»a«eht><^ IO0; {áifaÍMi dálhavstf-el- xkomibre- de papas^l^ "No existen realmente en las Orcades, diceM. E. 'BeaiiTpÍB('l(B) orfla^ út la airftgfiai^oJ^ladÍQtf ceiia; peib aubqné Idñ^fmpcíi no 4i^arQn>d^84esideiioiaJDj^ l)ob efio suirómlnré dejó de contieirvaarsiB ^p'^;4e }a& iplae-dé Sapa TléSctdBb j! Papa stronaa^ asi eotto.ésL laaloeaUdadés dl^ Piplayv -Jordnl), qi»^ ^om^usV:^ bádá ISSOst iniólÁdá da fSfc^cia» haJs^t^ d^^ moa^ Pap^f teftiá^ ouya posicToaüip oooaMex TaíabieméniiaarSkétiatads rbay tres.ñfauff! qM veéaev- ái^á ^Qii'papáe; £afKi *«eoiltv(Pape7r«rt<M6)^;:!P¿9ÍÍK ttK2e^(Pápeyd8- tía), así cometa tm^ioibifiio' del iFapiL" !• I . : ' ' i >. < ]*!^QS>^,e^\»sS¡ilM''yXÑt9M: Itealidadea MúqodQ su áoiabredélos |^l|)aa^'lp jQ^jifitjOa^en tc^os -iiaa^íiermtf^ la .fií^&>rta ^(^riisgrid. D^ne«li^£báblar :de i^ aligaos liabitaiateafda las' Otdadesj loii fó^to ({fetí^jr-t loa iF^lMiérel a«a4or ! wáiámo) ASade:*4*'Sao8 papt» Viipa;<MSil]Iia]iad^aiiHizo^ deloayéstidd^'bl^iiepBy^eqiie seTÜh .V^tt*4o)BQjp kw^.bí^lecúíáMíocls,.pori^ todos loi

5!^Ql&aiáat«cQaj8o4'ilbiBAados ptipm; (9) todavid háj la lela .^^Uéira<a%.iiombxa/'-. .- ».♦ ■» /— •••• 1 •. - .'i".--

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(1) Saxonifl Gramatici Historia dAnica, práf., édit. de P. E. MuHar. Copenluigna. 1839, in40 t.L

. '^y CquÉp>M?éndfaí taBB>X^<g>:^9y rig^. t . -.

. (8) .^'Sst* 88 .én efcoto el Hástiokr eh,q«e tfe dxüplea la psStfJbtm papa en iH JPoífim JMtm [Tb^ An0qiie.i(tii|i;r^«nr3láZOJ''ci^iarf smada en antigiio IriAyá, publto»- da por la Sodedad proyindalJtíaofkDa^ [W^ri^q», lAM,i&-n4^:p. 49^ 81i][ Á^a».

'^stos sMrtos «stán perfeetam^iite^ i$<mef do ^iM lo ^^ne Alé IFiodlié refiere de loBpapM&njioB^áe saa obmsr Ouatido los ao- TCíegoft 86 eetabladevoii en Islanda, Lacia el ultimo Marto del si- ¿\o IX» '^existían allí eriatianosde los llaaiadoe fMp(i# pM los bo- '^egos; pero éstos se alejaron en seguida porque no querfati ''permanecer ]con los paganos; dejaron libros islandeseSi cafaipi^ **mn% 7 cruces, de lo caal se puede inferir qpe eran irlandeses»" Áxé en otra de sus obras, suministra casi las mismas }ndicacio- nesi 7 añade otras:— ''Antes que la Irlanda, dice, fuera coloniza- ''da por la Noruega, había en la isla de esos hombres que los no- "ruegos llaman papas; eran cristianos, y se piensa que tenían de "los países situados al O. del mar, porque se encontraron entré ''ellos libros irlandeses; campanas y cruces, 7 otros muchos ob- '^etos de que se puede inferir que eran hombres del Oeste. B»- "toe hallazgos fueron hechos en el E-, en PApe7 7 en Pap7l¿: por "los libros ingleses se descubre que había relación etfire aquer 'líos países."

Bespecto del descubrimiento de los islfindeses, es un hecho completamente averiguado acerca del.coal no cabe la menor cltt* da. Las tierras por ellos risitadas llevan en las sagas los siguieu* ites nombres: Hdlvland, país de peñascos, el Labrador. Maridando país llano 7 ondulado, que debe corresponder al Kuevo Bruns*» inek 7 á la Nueva Escocia, 6 á alguna de las costas septentrio- nales del golfo de Ban Lorenzo. Vinland, tierra de viñas, ahora los Estados de Bhode-Island 7 de Maesachussetts.

Hemos dado 7a noticia de los viajes emprendidos por los is- lándeses, tomándoles po)? fundamento para estableéer que QlM- izalcoatl había sido un misionero de aquella nucion. Iioe dates que ahora danios <i nuestros lectores vienen confintsando plenfr> mente aquella opinión. En efecto, no puede ponevse «n duda qué jiquellos misioneros oristáanos' era^ hombres bianeoa 7 barbar do^ vesüdes de. tvajes alares blancos, semejantes en todo al personaje histórico 7 mítico que tanto nos bu ooupaiflo. Otra nueva confirmación encontramos, no despreciable. Los sacerdo-

C '.

menta los pueblos eatólicos reserran la palabra ^is* ^efigaar ai'aobfinM^ontífioa, jr ao^«]0 fliicaaii<ipa*lúa^ en élaentub de «imple ntotitadoté, ainoea «IgvDallIiiigiiaa 7 bajoionafiorma mátiá meno» alterada: fffkffe, en üemaii; pope, e^rtm^páp, [audia-

tes mexicanos conseryaban el nombre de papas, lo mismo qne los misioneros islandeses, y el nombre, aunque ya explicado en su lugar, no puede achacarse á causa casual..

Para terminar estQ capitulo, vamos á mencipDar a^gui^os de loa principales viajes que tienen relaciop con América, emprendidos, antes del descubrimiento del inmoitial Qolon. l^tencióaase el via- je de los árabes almagrurinos, hacia 1147; perp en realidad fue emprendido al África. Más célebre es la expedición de MadoCí^ hijo segundo de Owen Guineth ó Gujnedd, príncipe de Nortb- Walles. Disgu3tado por guerras de sucesión, salió con sus par-, tidarios del puerto de Abergwilly en las costas de Irlanda, tomó al N. y fue á tocar en tierras desconocidas el año 1170. Dejó allí 120 personas, tornó á la patria pintando con vivos colores las be^ llezas de las tierras descubiertas, indujo á muchos de sus com- |>atriotas á seguirle, saliendo segunda vez al frente de diez na- ves, sin volverse á saber cosa de el. Piensan que esta colonia se estableció en Virginia (Estados-Uuidos) ó en la Florida, uq ^fal- tando quien asegure que en la Nueva España. (I) Budos ataques ba sufrido por los eruditos esta colonia welche, si bien encuen- tra también defensores acérrimos. (2) El poeta gallois Meredi- tho la celebró en sus versos el año 1477, quince años antes de la primera expedición de Colon.

De 1380 á 1404 se colocan los viajes de los hermanos venecia- nos Nicolo y Antonio Zeni. (3) Las tierras por ellos visitada?

(1) The Elistory of Walles, written GriginaU^^ in Biitiiiúi^ hj Caradoc of LhAnear*» van, engUflhed by Dr. Powel, Ae. London; 1774.

(2) Antíqnités américaineB, pág. 154.

(3) Según M. Beauvois» los viajes di^ los heimanosZeiülae^^ii publicados x>or vez primera bajo el título DeUo acoprimento deWisole 'Fríilanda^ Eslanda, JSnffrax^n^ da» EstoUlaná4 et Icaria^ faUo mito ü Polo Ártico da duñfratem Zmi M, Jíicoh ü K,iM, ÁntaniOf libró uno^ con un mapa, en seguida del DH ooinmemtarii del viaggi in Perma di M, Oaterino Zeno ü K. Yeniae, 1558,,peqael^ in-8 ^— Bepsoducádoen la colección J)eüe na/oigatiorU et viaggi de Eamutáo, tom. 2, Venecia, X606;*-j en .la Distertazione intomo, al aiaggi e scoperU setlentrionali di Nicoio ed AnimUo friúlM Zeni, por el cardenal 2urla, Venecia, laOS.r-TracLpaidos al latín por Job. Is. Póta- nos en su Mentm Daniearum hMori<$, ^stevdana. 1631| in f oL p. 705-763 en da. use por iT. H. Bredsdorff en Oranland* lUetorUké MCndeimaerker, tom. III, p. (1^9. 577. jlCfr. Brcmarques sur les voyages au Kord attribués aoz Yéoitiens Zem, |Mur C. C Zabrtmann, etuNcrdisk Tyduhnflfur OlcO^ndighfd^ toin. 11,. libro 1^^ Gopeoi- bagae 1333, in-S ^ -Bredsdóríf acerca de la carta más antigua conocida de laQfroen-^

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en America lian dado texto á los geógrafos para porfiadas con* tiendas.

El piloto polaco Juan Szkolny (Scolmns), quien en 1476 esta- ba al servicio del rej Cristian II de Dinamarca, descubrió las costas del Labrador, pasando delante de Noruega, Groenlandia y la Erislandia de los Zeni. (1)

''Según los anales de Baronio, continuados por Odoric Bay- naldi, los franceses de la Baja Bretaña descubrieron Terranoya y el Canadá, un siglo antes del viaje de Colon, j los primeros que hicieron aquel descubrimiento de vuelta á Europa lo comunica- ron á Juan I, rey de Portugal: afírmase también, que el piloto que de ello dio la primera noticia á Colon, fué uno de los bas* eos que fueron á Terranova, llamado Alonso Sánchez."

D. Martin Fernández Navarrete, (2) saliendo por la honra del ilustre Colon, cual si esto pudiera amenguar su fama, rectifica el hecho diciendo: ''La fábula de que un piloto de Huelva, llamar do Alonso Sánchez, navegando de España á las Canarias cerca del año 14S4, fué arrojado por una tormenta hasta la isla de San* toDomingo, y que volviendo á la Tercera comunicó á Colon su via* je y derrotero, la oyó contar el Inca Garcilaso á bu padre, que sir* TÍó á los Beyes Católicos, y á los contemporáneos de los prime* ros descubridores y conquistadores. (3) Del Inca la tomaron D. Bernardo Aldrete, Bodrigo Caro, D. Juan de Solórzano, D. Fei;# nando Bizarro y otros posteriores, (á) Francisco de Gomara y el P. Josef de Acosta refirieron el suceso sin citar al descubridor. (5) Gonzalo Fernández de Oviedo tuvo esta narración por falsa, 6

landk, en N&ríUsk iídMkiift iam. Til, libro 1, Copenh. 1835; p. 198.211, é iairo- dnecion á los viajes de los Zeni en Onm^ndB hid. Mindesm, tom. IFI, pág» 52S- 558: notas sobre sus yiafes, su yi^ay su mapa. Ibid; pág. 577-62á. G. Grayier, 22^ eotno. dsfÁmériqüó, pág. 134-211- '

(1) Htttnbdldt, Hist. de la géo^rttplüe, ton^. II, pág. 153. ' (9) Colección de IO0 vi^esy déBcubril^iento6 que hicieron por mar los espaftol^s desde ñnés del tígloXY, &. Madrid, 1835. Tom. 1, pág. XLYU.

(8) IfMsa OflorciL Coment. Beales, lib. 1, cap. .8.

(4) Aldrete/ Varias ^ AntigUed. de EspaRa, Ub. 4, cap. 17, p"\B67.— Caro. Antf- gÜed.'Ub. i,étip, 70, fól' 207 y.— Solórzano, Indiarom Jure, tom.l, lft>. t, cap. fi.- -. Piiarr», Vaibnes üitisUeS, del Naevo ttnndo, cap. 2.

(5) Gomar»; Uisl. dB laa Indiai, cap. 18. Aoosta, Hisi, i|at de Ips ladiiui , lOk l^

oap:i«. '

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por nn cuento que corría entre la gente vulgar. (1) Pudo ser asi respecto & la persona de Alonso Sánchez j á las círcanstancíail de su viaje; pero Fr. Bartolomé de las Casas, que tuvo á la vista unos libros de memorias, escritos por el mismo Cristóbal Colon, refiere que tratando en ellos de los indicios que había teuido de tierras al occidente por varios pilotos y marineros portugueses 7 castellanos, citaba entre otros á un Pedro Yelasco, vecino de Palos, que le afirmó en el monasterio de la Bdbida había parti- do del Fayal, y andado 150 leguas por la mar, descubriendo á la vuelta la isla de Flores; á un marinero tuerto que hallándose en el puerto de Santa María, y á otro gallego que estando en Murcia le hablaron de un viaje que habían hecho á Irlanda, y que des- viados de su derrota navegaron tanto al NO., que avistaron una tierra que imaginaron ser la Tartaria, y era Terranova ó la tie- rra de los Bacallaos; la cual fueron á reconocer en diversos tiem- pos dos hijos del capitán que descubrió la isla Tercera, llama- dos Miguel y Gaspar Cortereal, que se perdieron udo después del otro. Añade Casa?, que los primeros que faeron á descubrir y poblar la isla Española quienes el trató) habían oido á los naturales que pocos años antes que llegasen habían aportado allí otras hombres blancos y barbados como ellos. (2) Los vasconga- dos pretenden también haber descubierto un paisano suyo, que se llamaba Juan de Echaide, los bancos de Terranova, muchos án- ies que se conociese el Nuevo Mundo." (3)

Brerewood afirma que la América ha sido poblada por los tár- taros: (4) sus proposiciones absolutas no nos satisfacen.

"Gomara asegura, dice Humboldb, que en el siglo XVI se pre^ tendía haber encontrado en las costas de Qaivira y de Cíbola ^El dorado del México boreal, /isunto fabnloso de una antigua civilización) los fragmentos de una nave del Cathay. (5) En aque- llos tiempos tan Cercanos á la Edad Media, así como alguna ves en los nuestros, la credulidad interpreta hechos mal observados, para establecer sistemase La dispersión de la flota que Ehoubi.

(1) Oviedo, Hist. gen. de IndíM, lib. 2, oap. S. '

(2) Casas, Hist. de Ind, Ub. 1, cap. l^jU.

<8) Dicción, geog-hist tom. 1, p^. 83l. y^iom. Ü, pig. 8Í$. <4) Antiqtiitás am¿rioaineB,pág. 118. {5) Historia general de Indias, pág. 117.

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laí Khan, hermano de Manggon Elakban j fiuidador de la dinas- tía de los Yuan, ^nvip el ano 1281 para conqniBtar el Japón, hi- TO nacer las hipótesis por las cuales explican Beinhold Foster y M. Banking, los grandes cambios sobrevenidos en la civiliáacion j en el estado político del Perú. {1} Mo parece indubitable que los monumentos, la división del tiempoi las cosmogonías y ma- chos mitcfs disentidos en, mi obra. Monumens des peuples indigéiies de VAmá'iqve, ofrecen analogías palpables con Ihs ideas del Asia oriental» analogías que anuncian antiguas comunicaciones, y no 8on el simple resultado de la identidad de position en la que so encuentran los pueblos en la aurora de la* civilización. (2)

Las tradiciones del Perú, acerca de los gigantes, están confor- m^& al asegurar que éstos llegaron por el mar Pacíñco. "También cuentan I03 indios de lea y los de Arica, que solían antiguamen- te navegar á unas islas al Ponieoite, muy lejos, y la navegación era en unos cueros de lobo marino hinchados." (3)

Bespecto de viajes casuales, Plinio (4) recogió diversos ejem- plos de nautas en el .mundo antiguo^ llevados muy lejos de su destino y contra su voluntad, sin poder afirmarse* que los que menciona sean los únicos en su genero. Acosta (5) refiere, que pasando á las Indias vio las tierras de America quince dias des- pués de salido de las Canarias, debido á la fuerza de los vientos, lo cual le hace exclamar: "Así que me parece cosa muy verosí- ''mil, que hayan en tiempos pasados venido á Indias hombres "vencidos de la furia del viento, sin tener ellos tal pensamiento." Conocidas son las jsircunstanoiaa de} desOUbrímiento casual del ]3rasil, por ^Ivarez.Cabral. £^ evidentemente cierto que el año 183,3 fue arrastrada por la tempestad junco ohíno hást^ Ifts postas del Oregon; Washington Irving, que habló eoa los náu- fragos, da los pormenores del acontecimiento.

. (1) Hwtorieal BeiKazcbb« ob ihe oonqla^sl) of Pferq, Hezico ajoíd Bogotá in íIml th^rteenth century b7t]ieMoi]^;pl3,'1827, pág.-34-4l^ i^ obra está ínktmaxnente figada á la otra qne lleva 08te título: Besearches on the wars and sports of tli6 Mon- gola and Bomans, 1826. V .

(2) Histoire de la géographie, tom, 2^ pág., 6a. . ! . '

(8) Acosta, Híst nat. 7 mor^ Ub, I, oajj^f XIX

(4) Ub. n, cap. 69, y lib. VI, eap. 22.

<$) BSst ntt. 7 moral, lib. I, cap. ZD^ . ^

El Nuevo Mundo se lia fie bal^er.xairekdib al Ailtigitó, 'sanqbM T^oe& En tire los iu4ioioB qoe Cohm te]iia.acereá :de la exialáoh oiai de naeyas .tierraSi elinméra sa kijo.Dj íB'exikandbt ' (1) á quien .eQpíaS[erreray.(2) laáisignientea: Hibló IX. Orístóbialoon Martín Yüoe&te, práoticQ en :1a aavegaeioii las Azeiree, qnlen le afirmó que estbndo ái450 lej^paae al O. del óab^ide San Yicexxte, iomdjim madeXiGi labiiado aciki&oÍQsamente|< yunque no. eoa insérumenio 4* Jiiectow Pedro- Oorrea^ onsado cdn ia- kermEaiiii'dd'aui esposa» le -eertifioó kaWT}ata/OÍro. maderp^idenfiioa «o la:isla de Puerto SsAto, y. eañaft miy f^rueaas, '^que ep eadaóafin^o pudieran caber .faee liaualbfesda.agaa" no sabiéndose qúbi^en toda Europa hap- biese otras semejantes. Le oertífieaacon Iqs teoibos de las Aeorai^ que. cuando soplfib^n Tientos de^O. j lüT. 0^, llegaban, 4 las coataa de. las islas. Qraciosa.y.Faj^Ii .pinos desconocidos en aquellas j^artes. Jja mar arroji & laísla^.d^ Flqares dp£f cajdá^^^^^r /'que mosbr^ban,teji:^r las. caras muj ^cbas, y otro ge0to que tienen los oristianos/' "Otra yez se vieron dos canoas ó almadias, con o^aa moTedi:gBi, que pasandjO de una á otra isla, los debió 4c echar la fuerza del viento^ j. comp o^uñea^s^ hunden, yinieron 4 P^^^i^ ^ las 4lzoi;es." Todos esijo^indicloj^jf puchos ni^s ep que no se ha- ya paralo la. ataqcion^.faeronpQinpletamente i];i^tiles paralaf persogas yi^lgares qm na supieron, aprovechadlos; en manos del liombre de geuio^ deJÓs:Í3tóbal Cpíqu, produjeron el descubrimieiij' to del Nuevo Hundo.

Lot.bft^híe?. compilados aqai, loaque^^daria^Plidiex^amos aAo« eir» arrOjtfn esta eoni^lnaion «.^id^ntei biw^eiisítido z:elaoiones en«r tre el. fltntígno y el nuevo coptinent^./I^.^fi^s relaciones pooa4 eayiá)>p0rf0ciiaiinentis averiguadas; alf^u^nassontconfusad y dudosas, no eíieaaean las que llevan el signo de^ezageraciones sisten^áticat ¿de. pf conocida stiperdlierí a. Las^oinoínicaciones más autentioetf Boih las que se han verifioado pose loa lugares mis fáciles; pói: el l^prte^ que dio paso á los esquimales del Asia y no. opuso m^ barrera impenetrable á los navegautecreiiropeos. Se refi0reA4 tiempos hmís o menos- remotos; es natural que la^ másrrecieateA sean las claras y precisas, poique ya eaistian medios seguros pan

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iiy YJdadal AlmirMite, eq[». VIU.

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n perpetfB&r loá LeohoSf Biayor era el amor ala ciencia» los pae- falaa se oomHnieabaa con mayor frecuencia. Lo que eabemoff acerca de esta materia, no se puede admitir como el completo «njunto de todo lo^ aoaeeido; mocho ha de haber pasado desa- percibido, de macho no se llevó caenta en los tieiipos de atraso j de ignorancia. Las cómaBica^ioaes casuales son posibles, aun*, «(ue esto n6 sea argumento para suponerlas subsidiarias. Sin eiabaigo, multitud de ellas no han de haber dejado recuerdo, ym parq.tie los nautas arrastrados pcnr Tientos 7 cofrie&ies no ptfdl#- ton volverá su patria» ya porque aun cuando retomaroiK ww pláticas se. tomaron á fábula, ó no se aupo sacar provecho algtttté^ easo de concederles importancia. -^

Deinostradas 6 no, las comunicaciones han sido varia8,'y no con Un pueblo en particular, sino con pueblos de dhstintas cos- tumbres y religiones. Así lo prueban al manos los usos y las creencias religiosas de las naciones americanas. Be sostiene i¡n^ ésas prácticas, en apariénéia iguales, no significan relación al^^ na entre pueblos distintos, porque el hombre procede ' tiná manera idéntica en casos análogos, sea cual fuere la apoca en quQ viva y el país de residencia. Bzacta es la regla, mas no absoluta* El hombre, sin recurrir á copiar, inventa cnanto le es indispensa- ble para vivir, y dos pueblos Y. g., coincidirán entener' diose^ altares, sacriñcíos y preces, sin que por ello sus religiones ten- gan un origen común; pero si los dioses son de lois mismos maiíe- riales y formas, si el altar asumfe -el faoasmo aspecto, «i saeriftcios y preces entrañan los mismos intentoSi eutáuces no podrá méaoe de establecerse la filiaoton, aun tropseattdo con algunaa diferen** oías esenciales. Tampoco debe buscarse una identidad ab^ofantat en todos y cada uno de los elementos componentes de una idea» las semejanzas indican relaciones^ no identidad de rasa, y bien se comprende que las enseñanzas de esta manera alcanzada, se mo^ difican por las naoiones que las reciben. Los americanos poeeíaru ttna oivilieacion propia; al poneree en contacto con pueblos em^ inmos y ' recibir alg^n nuevo conocimiento, lo asimilaron á to que ya sabían, lo desfiguraron, digamos así, para darle el acqpeetd nacionaL

Si el estrecho de Behring es insuficiente pava explicar la pre- sencia de los animales en América, también' lo es tratándose de

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1a oiTilisaeioxi amerieana. Loa esqtdmaléiB 6atán moy atrasadoai mpénns alcanean las id^as más vadimentarias; no son ellos qnio- Bes pudieron enseñar á las nackMies del Sor los adelantados oo« nbehnieatos qne poseían. Pudiera suponerse que eayeron en aquel estado de atraso, después de haber pasado por cierto es¿ tado de adelanto; pero entonces les quedarían señales de su pa* sado saber, que no existeui 7 en Verdad de Tardad que las comar- cas'habitadas por los esquimales no fsola propias para el dessorvo* Uo de la civílisacioli. Grupos de perscmas insAmidaSy impulsadas por eausaá urgentes^ pudíeton ^renir de las pútes centrados del ▲sia,pa^are)esAredhO7deaceadM¿lospákeéintetiropÍ0ale8} fae* xa de ser el vikje casi imposible por demasiado lai*go y poligiosflv ^ sppu^a^ no p^de ei^^Hcar las ftcAables; semeíanBaB coa loa pueblos del Asia aastr^l y de la 0«eanía> no satiaiaoe reapecto de las. civilisqiciones del PeníL . Es . indispensable admitir^ como tesis general» que las comuoicaoiOnea aaiátioas tuvieron Ingftr» por el estrecho de JBebring» jcomo i tifar^ del inmenso Ocáaoo Pacífico, ...

Guando en loe tiempos primitítw existían puentes naturales de oomunioaéipn» debieron Teñftiarse verdaderas emigraciones; bembres, lenguas, eostumbreSi cÍTiHeaoion, animales, fueron ao* muiMa Por los pasos fácifes, restos de los antiguos puentes, las emigraciones quedaron reducidas á deistminadas tonas. Botas* por completo aquellas comunicaciones) la Jíamüia americana cesó do ornüarse con los pueblos ieKtvanos», aaukai<S su tipo peculiar, epnseryó paralen adelante sus condicione» an&tómioas y fisioló- gicas, su civilización propia y parjgicnlar.

Data de entonces la unidad de raza, de lengua y de conocí- nkientos. Aislados de los demás pueblos, los americanos se des* arrollaron; bajo sus pi^opios esfuerzos, modificándose bajo las influencias atmosféricas y topográficas, las condiciones biológi- cas y la perfección da la inteligencia. Hechas imposibles las re- laciones permanentes, las casuales quedaron reducida» á peque- nos grúipos de individuos. Por poco ilustrados que á éstos se suponga, dejaron siempre en los pueblos con los cuales se pusie- ron en^contactOj el germen de ciertos conocimientos. Si del gru- po £ormaba parte ui^ letrado, un sacerdate, por ejemplo/ lleno de la ciencia de la nación de donde procedía, unido saber & su

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partf otox e^^anj^nvá sa trajo y «as <;oii tambres, se abría eámi^ no .para t^niarseea^iiiaasifQ'/jr. si iiigeai<>' ly^qüerec no leiatia* bs|i».A6 levantaba al ^Dcaiabrad^ puesto de eivilizadoTt i>eoibieiif 4o 4el agradecimiento. di), los p«eUoa «álrajes loa lioradresr di*^

vinos* ••.".; t '. I •.. ' '.....' -. ' . .

Se infiere /qne^fiemejatote in&ijo*débia ser pncroial. logérkitókí en las 'creencias y eostriolbtles d6 nif pueblo, según las ei^tibs^ tannáas I obraría' más ó meaos* enéi^éamente sobre los p\tebto# veéinós; pero ñúnea se snstítiiiría püd»? ooilipleto alas' creeneiab f éostttmbres nacionales,' llegando al <^ábd ánüa trasformiDftitoj qué' le óomanieara eleello rnfiígeéiL Se-^Kolmeirvaclo, 'qne si \ok Sfiserioánoa eshivialron^ci eobtaciío'eon aÁü^tíeos j ensópeos, y de éstos recibleircm enseñanfza én 'ttíWÍe)4a trsbs,^ tr^idi^idnes^ edito, ifeo., no ooncábe'cómoles eran íctesconotíides 6 noprao* tioabanoiertoB-^nociniieatosal parecer* viilg3i;res,1itfÉds para \k vida 7 ptiífi^a de ponitivós adelanto^ La explicación e^ obtia. BasW para lo'primero la 4dotrina' oral j la aplicación de los mé^ todos artísticos conocidos de los discípulos; era indispensable para lo segando, apUoar la {Ho^cti^ái é materiales :tal vest das^o* |iOQÍdps<. . Una noción ustronónueái ae trasiáité.en.plátiósa, ae ^a 7 perpetua pote lo^ medios f^iíificos nanfe^lesi áqnieoes la ensenante aa reciben; pava^ ápirendíarjí pitar él Mentí, fuella detla-iKSoet •aidact de loa inaesstroa:BiJMj:<^ fohdidloriyrherhstq^ era ibdiapeiH aable el cHadero iñatíliieb. .>{);/. míi . •. . t

. Nos creeni<^si€iuio¥ifladoa'7á pk/ra aeéétarf eslks Goudtisiones:

Antes dé! 'descubrimiento de CHstóbalCólori, América liá fe^ nido relaciones con el Antiguó líu ¿do.* '"• . .

Los pueblos americanos fuvieroüsrf^civilizacion propia, <íon todos los caracteres' esenciales de drlf^fcalldiid, en la cual vi- faieron & injertarse las ideas de lafe civiliawiciones asiáticas por el Occidente, y más tarde las de la europea por el Oriiénte.

Termina aquí el estudio del hombre prehistórico en México, Se nos dirá que hemos propuesto muchas, problemas y resuelto pocosj que aventuramos siatemas no demostrados, que sostene- mps ilusiones ^n lugar de verdades.. Todo ellp puedj^ ser. Pero la culpa, más que de nosotros, és de la materia tnismfv Cuanto posible, fundamos nuestros asertos en las demostraciones de la ciencia, en las deducciones de la lógica; si aquella es todavía in-

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suñciente, si ésta se reciente de nuestra ignorancia, pecados son de los cuales no somos responsables. Asunto oscuro y dificulto- so, poco tratado aún entre nosotros, de precisión resultará un trabajo defectuoso al ponerle por primera vez la mano. Trunco como es, sirve de punto de partida; con datos suficientes, en me- jores condiciones que la nuestra respecto de corazón y de inteli- gencia, mis compatriotas darán la perfección que falta á mi po- bre labor. Harto de sinsabores, de penas y de afán, llevo gasta- dos basta aquí.

62

«.Avy.

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TERCERA PARTE

HISTORIA ANTIGUA.

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1

1

LIBRO I.

CAPITULO I.

Los Mayas.

Loi piffontm. ^JMta daioa cumpUdoi para la hütoria de la peninnda.—Stimoh^ ffia de la palabra Tucatan.—üódice Maya de D, PiePéreg.-^DatoecranMffÉoae,^ .Beeúifieaeioneei^Loe mecano eon toUeoa.—GiganUee.^Lak doe lénigraeianea. Unidad de la raga y de ¡a lengua maya.-^Zamná.^ Votan^^Dhereos crigenee d¿ la ' ,^hilieaoion auetroL Itaannal.'^Laagrandea pirámide$¿^^SeffundaenUgaeÍon,-*^€fht' t then-*Iteá,'^Uwial.^Ma¡fqpan,^ I>eet7i$eeíon de Chie^en-Jteá.-^IC'ukulkaiii,*^ Loe O^f^m.^Ck^fonieaeion de Ifaifapan.'''JJa mdñrápcU tomada por loe VUeee.

I OS pueblos de Anájioac oonaervaban anáníme tradieion, se* \ ^ gna la caa1> sos primeros progenitores fueron gigantes, 'dallóse eu la Memoria de los indios viejos, dice Fr. Gerónimo d^ Mendieia, (1) cuando fuero^ coaquistadps por los españoles, q^ae en esta Nueva España en tiempos pasados hubo gigantes» eóxnó es. cosa cierta. Porque en diversos tiempos^ después que esta tierra se gano, se han hallado huesos de hombres muy grande)E(. El P. Fr. Andrés de Olmos, tratando de esto), dice que A tío en México, en tiempo del virey D. Antonio de Mendoza, en su propio palacio, ciertos huesos del pié de un gigante, que tenían casi tjín palmo de alto: entiéndese de los cse8^elos de los dedos del pié. T yo me acuerdo que al virey D, Luis dé, Velas*

(1) Hist. EolAsUst. Indiana, Ub| n, fli|^ SU. ' ;. .

494

co, el TÍejo^ le llevaron otros huesos y muelas de terribles gi. gantes."

Cuando los castellanos penetraron en Tlaxcalla, preguntando á loa indios por sus progenitores^ éstos respondieron: ''que les habían dicho sus antecesores, que en los tiempos pasados, que había allí entre ellos poblados hombres y mujeres muy altos de cuerpo y de grandes huesos, qu3 porque eran muy malos y de malas maneras, que los mataron peleando con ellos, y otros que quedaron se murieron; é para que viésemos que tamaños é altos los cuerpos tenían, trujeron un hueso ó zancarrón de uno dellos^y era muy grueso, el altor del tamaño como un hombre de razona- ble estatura; y aquel zancarrón era desde la rodilla hasta la ca- dera: yo me medí con él y tenía tan gran altor como yo, puesto que soy de razonable cuerpo; y trujeron otros pedazos de huesos como el primero, mas estaban ya comidos y deshechos de la tierra; y todos nos espantamos de ver 'aquellos zancarronesi y tuvimos por cierto, haber habido gigantes en esta tierra." (1)

Invadía Ñuño do Guzman á Xalixco, y llegando á Tala, vi6 algunos pueblos abandonadod, y otros en ruinas; preguntando á los circunvecinos la causa, respondieron; ''que dos veces había estado poblado; la primera de gigantes que de las costas del Sur y Poniente habían venido, y eran hasta veintiuna 6. ventidbs personas, de cuerpos desmedidos, que lo más del día estaban ti- rados al sol, y acercándose á los poblados, los desamparaban los habitadores^ y abandonaban sus bastimentos de que se proveían^ y no hacían otro daño; que sólo había tres mujeres menores qup los hombres, y que poco á poco se fueron extinguiendo; y se h^ hecho verosímil; porque en el valle de I09 Cnicillos se ha^ diM- cubierto muchos huesos, éi parecer de hombres muy corpttleur tos, aunque hay quien diga ser 03amentas de peces y otros ani- males marítimos, con^o ballenas* que pudieron, caando gene- ral diluvio, haber, quedado en la tierra ^ tiempo que se i^ecógie- ron las aguas á su centro.'^ (2J Fr. .Gregorio García, da larga cuenta de I09 gigantes» diversos lugares. de sti obra. (8) .

^ I*

Cl) Pernal Diáz, Hist. 7erdaLra,.oap.XXÍyÍli; , . ' ,

(2) Hi8t. fio% c<^!q^pÍ8ta de la ^royincaa ^ la Hueya (Hlioiiy ^gc í>. ^^túis í% Mota l4dilla', cap. Vli. (8) Otigan délos indios del NaoT^lfiíaiB. .' (

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406

No sólo los indioa tenían aquella creencia, que también eria común á loa mismos castellanos. Entre loa muchos autores que pudiéramos citar, mencionaremos al distinguido natoralidta Her«* nández. (1) Acosta nos dice: (2) ^'Esta^do yo eo México, ano de ochenta y seis (1586), encontraron un gigante de estos enterrado en una heredad nuestra, que llamamos Jesús del Monte, y nos trajeron á mostrar una muela, que sin encarecimiento ^ería bien tan grande como un puño de hombre, y á esta proporción lo de- más, lo cual yo vi, y me maravillé de su disforme grandeza." Afir- ma Torquemada, (3) haber tenido á la vista una gran muela, y que existían muy grandes huesos en el convento de San Agus. tin. ''Y nadie se maraville, ni tenga por fábula lo que decimos de estos gigantes; porque hoy dia se hallan huesos de hombres de increíble grandeza, y la muela que en mi poder tuve, se sacó de una quijada, que ya como tierra se iba desmoronando y hacien- do ceniza; cuya cabeza, afirman muchos que la vieron, (de loa cuales son fray Gerónimo de Zarate, que era. predicador y minia- tro de los indios del principal convento de Tlaxcalla, y Diego Muño? Camargo, gobernador de los mismos indios, en. esta dicha provincia,) que era tan grande como una muy gran tinaja de las que sirven de vino en Castilla; la cual, aunque trabajaron mucho por sacarla entera, no pudieron, porque se deshacía y quebraba toda." Fr. José Arlegui, (4) escribe, que los primeros habitantes de Skcatecas^ después del diluvio, fueron gigantes, y lo funda en una muela sacada en el pueblo de San, Agustín, entre Duran- go y San Juan del Rio,

Nuestro ejrudito Clavi^^ro, tratando esta cuestioD, la resuelve en, estos t^minos: "Tono, dudo de su existencia, ni en aquel ''(México) ni en otro^ países del mundo; pero ni podemos adivi- "n« eltiempp .n qu, vivieron, aunque hay motivos para creerle^

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(1) -''Per multo gfg^fttitiim non Vnlgaris mgii!tú¿6iies'08ta, i^r^kÓBoe dles in- Ttnta Bnai, <nim mpiod T^MKOwaoi^itiim tpnd TaUociasuflo. Bmo 9atímk notiepn ««ni^ ^pftm ni ftd^.^eaft iUki a4 Bfic^ ^aegifeiQ «^t f«ifim nonn^ laUt fk .n^tfB- jodioii- ri mol^ Aeri no^p^ASQ, ante qi^m lacto V^jxy Adeo T^rmn esi atqne indubitatum qnod Plinias nosier dixít: natura yim átqae xnajestaífcem omnibos' momentet fldet

carere."

(2) Hiat. nat. j moral de lapi Indiaa.. lib. Vil, «ap. HI, , , ^ .

(8) Monarq. Indiana, lib. t, oap. XTtT.

(4) Ohxomca de la ProvinoU de N. 8. P. 3. tntLokéó^ £aeiittieÉr, úitpitíi

'^muy remoto, ni podemos creer qae baya una nación entera de ^'gigantes, como se han imaginado los citados antores, Bino al« '^gnnos individnoB extraordinariamente altos, de las naciones ''conocidas, ó de otras más antignas, que han desaparecido en* ''toramente." (1) Fundamentos de este aserto es el texto de la^ Sagrada Escritura, Gigantes erant super ten'omín diehus iíLis, Gen. yi, y los '^cráneos, huesos y esqueletos enteros de desmesurada '^tamaño, desenterrados en diversos tiempos y lugares en el te- "rritorio mexicano,'" vistos por Tarips autores; no púdiendo ser btiesos de elefante, como*quiere Mr. Sloane, porque aquello» despojos fueron hallados en su mayor parte en sepulcros, y ja- mas apareció "un esqueleto de hipopótamo, ni aun un colmillo "de elefante."

Hemos hecho esta narración, no para censurar á los distingui- dos escritores citados, pues sería estupido pedirles conocimien* tos distintos de los admitidos en sus tiempos, sino más bien, \>úr ra dar una de tantas muestras de las formas que revisten las ideas humanas, y como cambian y se trasformati. La creencia en los gigantes 'sacaba en México su principal fundamento, de los huesos desenterrados, que no púdiendo ser de grandes animales, que aquí no habían existido, de precisión pertenecían al hombre» Ahora reconoce la ciencia que los grandes mamíferos fueron co- munes en nuestro continente, y demuestra la anatomía compa- rada que esos despojos, tan frecuentemente encontrados, corres- ponden á los antiguos y gigantescos animales antediluTianos.

Idéntica doctrina, reposando sobre iguales fundamentos, er» admitida por todos los pueblos de Anrérica y de la ilustrada Europa. "Como ciertos huesos del elefante, dice .ífguier, (2) tienen alguna sétnejanss^ con los del hombre, so les ha tomado frecuentemente por huelgos humanos. En los primeros tiempos históricos, las grandes osamentas accidentalmente desenterra- das, pasaron :por, perjiei^eoer á los semidioaes ó á loahéi^oea, con- lirtíáidose después en gigantes. Hablamos ya del error, cometi- do jpórióls ^iego9, al tomat rótula de un elefante por la 49* ÍLi2¿L '% Ibs huesos' tan^bien de un élefaóie fósil debe attibuirse

(1) Hist.aiitigiut,ioiii. lVp<«f'^8>ytoin;'3,l^ág. 1»T. ". ; '^^

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el gigante de que habla Plinio, (1) descubierto por un terremoto. Al mismo origen debe referirse él pretendido cnerpo de Orejes;' ' de longitad de siete codos, (4 metros) descubierto en Tegea por los espartanos; (2) el de Asterio, hijo de Aj^ir, desctibierto en la isla Ladea, de diez codos de alto, segnn Páusanias; en 'fin, los grandes huesos hallados en la isla de Bodas, de que habla Phe- geou de Tralles." (8)

*'Llenar!anse yolámenes con la historia de los pretendidos gi- gantes encontrados en antiguos sepulcros, y esos volúmenes exis- ten, siendo mny numerosos en la literatnra de la Edad Media bajt> el titulo de Oiganfólogía. Todos los hechos más 6 meóos positivos, todas las relaciones verídicas d imaginarias encerradas en esas compilaciones, se pueden explicar por el descubrimien- to accidental de huesos de elefante, mejor que de cualquiera otro* de nuestra época ó^del mundo antiguo.^*

Considerable es el numero de las obras relativas á los gigan- tes, correspondientes & lajEdad Media y el Benaotmiento, apo- yadas en las autoridades, como dice Hamy, (4) de San Agustín, Boccaoio, Kircher, Lambecio, Chassanion de Monstreuil, Ges- ner, Valerias Odrdus, &c. "Para terminar, escribe, recordára- mos la molar humana de la dudad de Dios (lib. X, cap. 9), de la cual podría sacarse un centenar de dientesde un hombre común; el gigante de BeydeQ, cerca de Lucerna^ con talla 'de nueve codos; el esqueleto humano encontrado en Boma en, 1500, más alto^de- cían, que los maros de la ciudad; el coloso de Trapani; los gi- gantes de Amberes y de Bruselait, en fin, a^ceroa de los cuales dis- putaron largamente Chassanion y Yan Gorp, colOcdhdolos este úl- mo en su verdadero lugar, no como hombres de los tiempos antiguos, sino como elefantes. (6) El iósU paseado en toda Eu- ropa por el charlatán Mazayer, bajo ell^ombre de Teutobochus, rey de los cimbrios, era un mastodonte descubierto en Cháteau-^ Langon el año 1613: (6) Los huesos d^fe^td' animal encontra-'

(1) Lib. vn, cap. XVI.

(2) Plinio. loco cit; Aulo^Gelio, lib. XVÍ, cap. X.

(3) Ibegeou, Demirabü., cap. XVI. '

(4) TréÁB de Paléontologie hnmain«, pág. 20.

(5) Cf. Goropiua Becanufl, Origines AntíVwpian», í. IL-^l>e giganttbtíff chxtAa- qne reliquíis. . . .aathore J. Cassanione Mono«trolieiiÍBe. Baail», IdSO^ pet. in^.

(6) Tíffiot, Difieoiir Téritable cto la vie, de la mort et des ob da Qeant Tcftrtobc-

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,*

dos por M. Jouannet, báq 1832» en un granero d^ Bordeaux, figu* rán boy en galería paleontológica del Museo*^ (Axm. XI).

''Aunque en todos los pueblos de la tierra» dioe Huo^Wdt, (1) la ficción de los gigante^» de los titanes y d^ l(>^ cíclopen, pare- ce indicar el conflicto de Ips elementos ó el estiido del glol}o al . salir del caos, es indudable que eix las doft i^méricas han tenido grande influjo en su historia mitológica, los enormes esqueletos de animales fósiles derramados en su superficie. £n la punta de Santa Elena, al K de Goayaquili se hallan einormes despojos de cetáceos desconocidos; poif e^ las tradiciones peruanas afirman, que una colonia de giganta desembarcó en aquel lugar, en don* de mutuamente se destruyeron. Bu la Nueva Granada y en la Cordillera mexicana, abundan las osamentas de mastodonte y de elefante, pertenecientes á especies desaparecidas de la super- ficie del globo; por esQ también, la llanura que ¿2700 metros de altura se extiende de Suanoha á Santa de Bogotá, lleva el nombre de Campo de ha gigardes. Es muy probable que losulme» cas se vanagloriasen de haber combatido á los gigantes en las fértiles llanuras de Tlaxcalla, porque allí se encuentran dientes molares de elefante y de mastodonte, tomados por el pueblo en todo el país como dientes de hombres de estatura colosal/'

Hemos caminado hasta aquí casi en la oscuridad. Algunos des- tellos luminosos nos dejaron percibir aquí y acullá las formas in- distintas de algunos objetosj la antorcha de la ciencia no ha si- do suficiente para alumbrar, cual quisiéramos, las ¿pocas remo- tas, y si la curiosidad ha encontrado interesantes problemas en que ejercitarse, la inteligencia no queda plenamente satisfecha. Estamos y/^ en la aurora de nuestra historia. Tendremos prime- ro el crepúsculo, los hombres y las cosas no se mostrarán en to» da Su plenitud, pero sobrevendrá la luz y todo quedará alambra- do con la claridad meridiana:

Comenzamos nuestra labor por el pueblo más antiguo conocí-

cus &c. Lyon, 1613. -Véase acezcn de este desoabrimiento'y del proceso científico á qua dio lugar, Quesnay, Becherches critiques et historíques sur la chirugie eu Franco Parúl,. I7i4r viA, pág. 273 ^ síg,— Blai^villeí Bcho du monde savant, 1835, pág. ^4 —Ed. f'ourAÚ^tVañéUa.historiq^es et Uttóraires, tonLlX, pág. 241. (BiU. Elzevir

deJannet.) .; ^ . * ^ •. : *

(1) Yu^^es Ooidülére», tóm. II, pág. 125.

499

éo^ par los raárjafe; poriiúitiva historia de Yno&tan ós. tronca y ooifasa. Admira scoaejaniie deficiencia, pues los pueblos de la península eran verdaderamente civilizados, poseían ana escrita* 7a fon;éttc& para perpetuar las hazañas de sos héroes j loa tras-^ tornos de sus monarquías; sus aaeerdolíaa eran los historiógraSds délas ciadades, y á nnesfarassi.'tiempoa llegaron aIganos.de sus artistioos manuscritos. No explioa la falta de datos el auto de fe ejecutiado.por Fr. Diego de^Landa con todos los documentos que i las manos pftdo haber, porque la misma dastracoion fué ejecu- tada en México por los primeros misioneros» j. sin embargo, las relaciones antiguas fueron salvadas por sus dueños ó reparadas por los letrados en los tiempos subsecuentes. Allá también hubo escritores despaes de la conquista española; el mismo P. Landa reparo su error recogiendo las tradiciones antiguas, salvando del olvido el abecedario maya, dando la, explicación del calendario: de todo ello no resultaron materiales suficientes, porque los mon^ ges cronistas poco lograron recoger á pesar de sus porfiadas di* ligeucias. Nos parece que el mal viene de más antiguo. Los mar jas del ultimo período fueron los destructores de la primitiva d* vilizacion; ellos abandonaron los preciosos monumentos, acaba- ron de intento ó por descuido con los manuscritos. Los pGCOS que de estos documentos se salvaron no han sido descifrados todavía.

La península yucateca, perteneciente hoy á la Bepública Me* xieana, so llamaba en lengua maya» " Vlumü Cuz y Etd Ceh^ que "quiere decir^ tierra de pavos y venados, y que también la 11&* "man Peten, que quiere decir, isla." Preguntando por señas loa castellanos, "cómo era suya aquella tierra, respondieron, ci u "tJuzn, que quiere decir, dicen lo, y que los españoles la llama- "ron Yucatán^ y que esto se entendió de uno de los conquistado- "res viejos llamado Blas Hernández que fueron con el adelanta- ndo la primera vez." (1) El P. Lizana, (2) se conforma con la eti- mología antigua que ^a, la significación de tierra de pavos y ve- nadosi escribiendo u luumü cutz^ u luumil ceb. El MS. indígena traducido por el Sr. Pérez la nombra 6V¿acnoi;¿/a;i, considerando-

(1) BelacioQ de las cosas de Tticatan, sacada de lo que escribid el padre Fray Die- go de Landá, de la Orden de San Francisco. Pmblicada porel Abato Braasenr do Bonrbourg. Faris, 1864.— Fig. 6^.

(2) Loco Git pág. 818.

600

la eoma isla. Segnn Fr. Antonio de Boni^sftl, (1) de tres distinf» tas frases viene la palabra Tncatan. 1. Pitegnntando loa. sóida* dos de Hernández de Oárdova por nn gran paeblo cercano, loar indios respondieron tecktan^ iedetany no te entiendo, no. te fistien^ do. 2. Preguntaban los castellanos si había tfucOf de que se ha^ ce el pan octmbif j los naturales conteatacon Ylatli^ por el pueblo en que se producía. 3. Que inquiriendo los españoleada algunaa cosas, los indios decían TdoquÜan^ sefialando á un pueblo flufi nombrado. Eatas tres etimologías .oopáa Oogolludo^ (2) anmanr. tando, que Si bien en tiempo de la gentilidad la península no tenia un nombre comun^ cuando loseastellanos la descubrie- ron se nombraba Mayapan, esto es, el penden 6 la bandera .dq los majasé

. El entendido presbítero D. Qrescencio Carrillo, (3) ocm la au-. toridad del Códice chumayd^ admite como da buen origen maya la palabra Fetoaían. —«•''Estos recientes descubrimientos, dice, han hecho descifrar al punto la significación puesta en . el texto del nombre Yucatán ó YucaJpeteUt palabra compuesta de estas tres: Tu, Caly Peten. El vocablo Ya de la raíz u, que á más de luna y mes, significa como en este caso, perla, cuenta, rosario ó gargan- tilla. Gal significa, garganta ó cuello, y P^^ tierra; país ó cual-' quier región como isla, península, continente, etc. De modo que la palabra Yucatán ó Yucalpeten, expresa literalmente el bello nombre que los mayas quisieron darle á su tierra de ''La Perla die la garganta del continente." Hespecto del idioma, "la len- gua de Yucatán se llama Mayathan que quiere decir, lengua de maya." (4)

Siguiendo el ejemplo del Sr. Carrillo y adoptando en parte sus doctrinas, tomamos para fundar la cronología de la historia de Yucatán el MS. maya, que tradujo del mismo idioma el S. D. Pió Piárez, y dice al pió de la letra:

(1) Historia do la ^rorixlcia de S. Vicente de Chy&pa y Guatemala. Madrid, M.I>C.XIX, Ifb. V, cap. VII, n. 2.

>

(2) Historia de Tuoathan compuesta por el M. R. P. Pr. Diego López Gogolittdo. Madrid, 1688. Lib. segundo, cap. I.

C3) Manual de Historia y Geografía de la península de Tucatan por B. Crescencio Camilo. Mérida de Tucatan, 1868. Pág. 113-14, «n la ng^At (4) Landa, Beladon de laá oosas de Yaoatan, pág. 14. «^ - ,. .

.1

801

"■ iPriñcipáké ^fobáa dclakUoria aiMgua do Yucatán. (I)

^'H^ aquí \m iém da EAtimo» (^pocw) corridos desdé que M quitaron de la tierra y oaaa de NonoHial en que estaban los ona* teo Tntnl Xia al Oeddsnte de Zaina:

^. El país de «donde ráneron taé Tnlapan. .

''Cuatro katnnes emplearon en andar hasta qne llegaron aquí oon Hblon^OliantoK^f j > sus parsiales. Ouando salieron para fasta isla (península) se coptába el ajau, él 6% el 4"* y él 2"* sjau, Mto «s¿ que 81 áñfMrunpMoDn en caminar; porque en el pnmer ano del 13/ ajáu Ueí^aroiirá esta isla (peníbsula), y son por junto 81 anos los que anduvieron salidosde su país, y vinieroa á está iala (peuínsula) de dhaonoTÍtaa* rEstos'Scm los afiqs, 8L

''n. SU &* ajan» el &* sgan, el 2? qau IIaró Ahme<»i Tiitufadu: un año Ulanos deciento estuvieron en esto pais. OhacaoTilaii (Yucatán)* Loa afios son estos: 99 anos»

'HE.' Sucedió entonces que se- descubriese la prcMoeia de Zi*» j^üd^Oaan Bakhákl ó Btoealar. B14' ajan, el 2.* ajau, y 18.'' ajau, sesenta años, mandamsii ó gobernaron «n Ziya&«-Oaan, y luego bajaron aquL los años que gobernaban en lai provincia de Bacalar, se descubrió Ohiehen lisa, 60 años.

''lY. El 11.* ajan^ 9/ «gau, 7/ ajau, 6? ajau, 8? ajau^l? ajau, esto éSy ciento y veinte añoSi reinaron en Chichen Iteá, y se deepcUó ó destfcuyói yéndose á habitaren OLampotoni doncUi tuneron'ca^ fas los Itsaes, los hombres sagrados. Suma de los años 120.

^'Y. En el 6^ ajau se posesionaron del terreno Se Champoton; ci 4* ajau, el 2^ el Í3«, el IV, ú K el 7^ el 6í,.el 3^, el 1% el 12?, él 10?, y en el 8.% fué destruido y despoblado Champoton. Dos* cientos sesenta años haofa que reinaban en Champoton los Itxaeft

(i) si S. D. ÍPid 1?értk ^pió esto docámdiiCó en 'Maní, de im libro intitalAdo: CJd- hÉHí Baimí qke i^lM iávfm «i larufdiMrid; ttadojo del 11111^» al eipafiol, jr de- dIodU onitfaiá Mr. J<An L. StefAieniL ISHediatíngoido 'Twjeio norte4mie]ioa]io tas- da jo U xelftoion al inglés, pnblioándolA 090 el texto maya al frente en an 4íbm-Jncí- jtenti óftrawt in Tueatan^ toL n, Appekáh, pá^. 4^5-7-69. Tomada de la miams foeáte del 6r. Petes, el Bi. BráasKurde Bonxboarg, la tradujo al francés, jj^nblicán- data también con el texto inaya'en la Akaim<d§$e^ú9udé Ih^tUm^t JHeff^de L$m'* da, pág* 420—29. La tradi^o^ion Ofigfnal 7 boaaentarfoa del Sr. Pió PéioK» oo^él él Sr. OarfiUo en Manual de Historia y Geo^;rafíade ia península de Ynoatam, pég. 16—Í7f aamentandolas nidie%oioneli qne le, parecieron pata la mejor iñteligancia c^l SJMoAto. De la obra del Sr. Ottrillo cojamos nosotros.

cuando yol vieron en bnsoft desasoasás, y entonces fiafíaisoiiUoB Iteae^ algnnos Katunes (¿popiR)B>^ Jsojo^losi/aónteS'id^poyfeiklos. Eata es la suma de los a&es. 26(X^. i* .• 'j * •/. ^ >i A !• uiY',r.\.^\

'^VL El 6" ajan j 4"* ajaa;á'loivCii&r€niifai>a&es fvDhaiártoáas6tt^ iar sns moradas otrajez^y pi^irdi^rw ^ Ql^fimpo^» -^^1^ .4» la eTimad(^los^u9^»^0. .. , , . . , .»f.,í..í -i.ir •.:.,.' >•

''YII. £niaete]£aánb)d6l'2^a)a(u» s»9(ibló?4b«tiik)i¿)l}aihlkitten üxmal; el 3? ajan» el 18?» e¡L 11?, «1 9?,<eA 7?, eL5%< el 3- el li? y A 10? aJMii eetoee» doBetenio» ape6^4<Kohéqn«flr«n«a reinoqeu en^él» eon el gobernador 'de Okicliesl^Itzá y^él d»'2fiiysilpan.'<Lk<ñnina de loa «nos.es.est|^'2Q0 años.' "'L- !''t ivni... •«: p ¿cw r.>;.. N.

<• VnL ^ P libados los* Icatn^ee del 1^^ íiJWtf ; *¥• i^ijaií; 6^ AJiiü,i éá 8? fñé ren^^ 6 derrotado él' gebértiáÁbr Üeí Ohiiiien^BbsáJ por- cfaéeraeneüDfgb^de Hniifld~éél; ^;t]fberbádór de* la'fotiátez^ de Mayapan, ciudad murada; y^ ésto btMíédió'á'Otká^ib-icliaac; OMeben^ÜBá. 'Norenta nñoe efesMt trascnrtidoe <ÍMÍptMB'deí lá'úl- tim'acé^dca apiintabdá^* cnafidoisbcedióieaCó^^eáél ajan bajólos siete j^eivef dSifnayálpaneDses^noayQB noaobvéeison eefos; <Afazin-' teyuinOban» Téznnteoabí, Táxcal^J^ante^Miti Xtch-t-Yeone/ lis^ tecuat y Eakalte-Oai Sateia.de'los años, 9(1 '

•TEi ten este misníó período '6 htiún del 8"'ajau, Aieroná 3és- trulr al Irey UliSiil/ poríjue le liaría la guerra al rey de Izatnal TTlií/^Trece di^iODés ^ctnltíatientes' tenía, cuando Ibs 'disper- só Hii'nkc^eet, «para esreilrmentbi^roiii ia'^éhrá se obnclüyó en él ft^^ajao^álóS'SMt años. . '-r- "■^ \ ' . "'v ' '•'■•' ••

^''3Í.' é? aj¿u,'el'4^ ajáú, 2? ajaítf, 1** aj>u, íí* ajáu, fué irivadí- do <)br tes hombiés de Itzá y bu rey XTlihil, el terriéotio fórtiÓbado Mayalpan, porqtfó't«DÍatnutáUáB/y porque gobernaba en eo* mun el pueblo de aquella ciudad. Ochenta y tres años habían tras- onxrido y ^1 principio del ll?;9Ja^ fi;^é.deatj(^i4o MayiJpfku.p^r los señorea de los YiUses (^os que tenían ene ciudades en l^a parte mon^^ tsñosa); y también destrnidc^ TancaSi*de Mayalp^n: ¡SSafios^

'*XÍ. ETS*? ajaji jfue destruía^ íh 2k]ñXLy4L' aiau,,en el año 2."^ ajau pasaron pqr la prin^era Tez.jlo» españoles» qoe le pusieron el ncnabre de Yucatán á este pafs.^ Haefa 60 años que era destruida la fortalesa.

**XII. El 13^ ajau y ll* ajáu hubo' péate y virtieras en Ibs'.casl'' iillos. £n 13*? ajau murió AhjpuU cuando fyUab^i^ s^i^^añps fiarfti.

^03

que se acaba,ra. €^ 13? ajap. ^e con^ba,est& s^pp ú 0rie9te,(de la Baedaó Calendario maya},, y pfiíi^íjjlQ eu el 4*? Kan, el dia'18 del mea ¿ip^ el 9 Imix.áia én':qae murió Ahp^uU. y-par^que se sepa en i^úiaeros ^de lQs.íuap^ d^ la Era Cristiana) fue el año de 1536, se^e^ota 9inppá^ÍÉk^Q^tu^pciqfi,^áB\s^^^i^^ de Hayapao.

''XIH. Aún of^ bf^^ terpijx^Q el 11*^ . ajati, f^^i^ido > Uegairpfi

los espaífiílem hog^i^i^^Oi^W^fí^h^vi^^^^^^ mtJk9s),q\i^ d^l Q^im^ i%,y^\^iQv:fn^U]Jl^g$^^,^ :^ni q\ 9? jí,jw,ponien;aQ á

jüí^raasar. Ifi reUgi/?n.oásliÍA|V9^;f^;M(^epj&á^ ejlbatv-

tismo. En este mismo 9"* fláf^UrlJ^gP q1 Püina^r Obiaj^.TQxpbl^

{ ObsárFAS» 496)1» ^reiaakiíi-etoíifteiMí^ii ea'esée MB-^propi^mei^te no es Uña bistoiiW(^^9^nis%Biis4kiteflii>óp&&,'mi^ aiMPocáable por oiarto^ pneA^fija* la^unabirépciQaB tofeabMÉie limo^éédsA 4]it6& Fam* a}sat£9Eií)af ot^Qologla ídft:cisá» 4o^mei»tOi «a^ .preeiao.<ténér e(Q paeuto;!?^ Qto»»Latittor*aántileloi iS$ftiLill SOauda aada uno, olvidando los 4 del complemento, y que su verdadero valor<fi|i 24;.aig»iendo,eV «interna de fifa]ie?wUrio del Sc-PioPéi:^;^. nq oibs- tante l.Q.que 0n..cputrario diga I^ras^epr de^jpourb<^^gjj2? Qu^;!^ serie de }98 katupes no.efltá Sftí0xi4í> aw pi;qp¡ed$d^ j ^ P^?ci^<> integrarla (dji mucbcMS» <^o^ ^ S,fr- Pipt^^^d^» tradac^r del MB.^ tazo estas obpervacioj^e^ ,(X) pías ^1 ejesc^tar la <}ai;i:eccioD» 1^ v¿^; ñficó ajustando el.pf^lAjQ^pip. 4^1 opmp^tq ^\. fño.¡lM de la e^ ynl^r, deteniéndose a^,l^;f%opjúd£^i^oif}ii ^e.qi^e ^i^e ,toma el total de años 2328 que }fi, rej[/i9Íon, arroja, aerí^ 'Jtii^m^^^ ?^I9^.^ ''mente excesivo para cpnoo^^ arlo .popí l^.l^ÍB^f?j^.?i6f^?¥ÍA» Pl?^ "haría que la población detesta proyincpia fu^se quarenta años "más antigua qijie la fandaciojx.de.iílpina y áiin, diez j siete añps "anterior establecimiento de las Olimpiadas, lo que me parece "no probable/' (2) , .,,.,. .,, ,

El escrúpulo del Sr. F.ér^.;s..cfir6ce b^sta d^ apariencia ^e ípjxr d^rneuto, pues nad^ ^i^n^n que«ver oon.la historia de iYucfitaD, la fnndacjion de Boma si laé- Olimpiadas» Si el documento es digno de fe, domo nn la concede el Sr. Pérez, debe admitírsele en toda su integridad; falta literaria y muy grande sería mutilarle al an-

» 1

ri) tííaiiüal de iAtt. y ée géogr. da tuestan, pág. 19. (2) íiOoo dt, pág. 25. '

601

tojo de nn juicio arbitrario. Así lo siente el Sr. Carrillo, (1) quien asegura que se expone á errar persona que siga al Sr. Tétese Bajo estas bases Hacemos ^1 siguiente cómputo. (2) '

L Los emigrantes vivían en la tierra j casa de Nono-ual, en donde estaban los cuatro iDutulxin, al Occidente de Zuina: aquel país se llamaba Tnlapaa. Elnpréhdiferon su viaje en el 8^ ajan i(793 añoff antes de Jesncristo), caminaron los ajaú 8 6^^-4 % j en el primer año del 13, (697 antes de Jesucristo), llegaron á Ohacnovitan, que los villeros repntafban isfat, al mondo de Ho* lon-Okaiite-penj. Oami&aroh Oéanos.

n. Trascurrieron los ajan 13— 11—9-^7—6—8—1— 12— 10-« e— 1, hastaqne en el 2 ^an (Ii0»^-«8M antes de Jeanoristo) (3) llegó iümeicat Tatalxín. Como el «atoar no practea el año eaot otr da a;^n, las feehav queda» iiideoisaaen'24 aflos que forman el pe» xfodo. De la primera emigraóioa-mandada por fiolon-Chante^eiq Á la segunda acaudillada por Ahttiecat Tutnlxin, pasaron nnos dOOaños;

IIL Estos segundos emigrantes descubrieron provincia de Zijan-Óaan Bak-halal ó Bacalar, en donde gobernaron desde negada el S ajan (409— 384 antes Jesucristo), 13—11—9—7— -6—8—1—12—10—8—6—1 2, basta el 13 ajan (73—48 antes de Jesucristo), esto es, méía de un ajan katún completo, 6 sea xñás 812 años. Durante este período se fundó Chicben-Itzi.

IV. El reino de Cbicben^Itzá duró los ajan 11—9—7—^—3, hasta (][ue en el 1 ajan ^'sé despobló ó destruyó, jendose & habí- ^^tar en Champoton, donde tuvieron casas los Itzaes, los hombrea ^sagrado^" La duración de esta monarquía se cuenta, pues» del 11 ajan (49—24 antes de Jesucristo), hasta el 1 ajau (72—95 de la Era Cristiana), ó sean más de 120 anos.

V. Trascurrieron los ajau 12—10—8, hasta que en el 6*? (168—191) ee posesionaron del terreno de Champoton; siguieron los ajan 4— 2— 13— 11— 9— 7— 5— 3^1— 12— 10, y en el 8 (466-4T9), fuá destruido y despoblado Champoton. Más de 288 hacía que rei-

(1) Manual de hiat. j de geogr. de Tuoaftan, pág. 37.

(2) Véaae la aárie de loa ahau katan id fia del lib. IV cap. Y H, de la primera par*

ie. La aárie de loa ajan ea ealat IS-^lX-^^-n-ÍHí^-*-!— 1*-'1<>^*^-*®-^— *• (8) Téngaae preaente que éí primer niímero indica el principio del ajan, j el ae-

ignndo el ftn.

r

W5

Baban en^Cliaflipoion I09 ItsáM, cuando Toltieron en bnaoa de sus eafirai^, j exit6iic6d'{>a0ai>oii los Iteaea algunos kakQaoabqo loa montes despoMádos. >

YI. Paró el 6 ajan, 7 en el 4 (60Í*--527) toMan»^ asantar 8US moradas otra vez 7 perdieron á Obampoton. .

VIL AhcuitokTntuWü pobló áUimareii el í ajan (528-^ él y sus suce'sórés reinaron fcmtiamente oón los gobernadores ák Chiohen-ltzá y de Mayaípan, los ajan '2— 13— ll~>^-*--6— 8^ 1—12—10, esto es, 240 años, contado todo el 10 ajan (744--7eT).

TUL Pasados los ajan 8— 6— 4— 2— 13— ll--«^7— 5-^— 1-^ 12—10, en el 8 (1080— llOSyfn^ derrotado y vénoido Chacfidb- cbaab, gobernador de^Chiclien«Itzá, por Httttac-eel, goboñíador de fortaleza de Mayapan, qnien tenía bsjó sns ordenen los si#- te guerreros nombrados AhzinteyuM^han, Tetnnteenm, Taical, Pante-Mit, Xnch-Tecnt, Itztecnat y KakaKe-Oai

IX. En este mismo 8 ajan (1060—1108), Hnnao-eel, gobenu^ dor de Mayapan, destrnyó al rey ülmil aunque tenía trece diti«- siones de combatientes, porque hacia la guerra á Ulil, rey de Izamal.

X En el áiguiente 6 ajan (1104—1127), XJlmil, rey de los hom* bres de Itzá, iuradió el territorio de Mayapan. La guerra dur¿ los ajan 4—2—13, hast^ que al principio del }1 (1200—1228), "fué destruido Mayaípan por los señores de los ( Vitzes los que te- '^nían sus ciudades en la parte montañosa), y también fué des- 'fruido Tancah de Mayaípan.^

XL Trascurrieron los ajan 9 7-r-5— 3 1—12^0, basta el 8 (1392 1416,) en que faé destruido. MayapSA» (po^^ aegunda vez;) corrieron los ajan &--4¿ '^y en el año S? ajan, pasaron por la *' primera* vez los españoles, qué le pnsielron él hombre de Ya* ''catan, i este país." (1)

XXL En el 13 ajan (1488-1511) j el 11 ajan (151^—1535) bu- peste, y viruelas em los oasiiUos. "En 13- ajan <(1488-r-lfill) murió Ahpulá duando faltabain 8 años "^ara qtie se acabara el ISfí

(I) Bato oonmp9oáBbeám ^etm km mbm j^MmMMwm trntétj -Et 2 fcfsn nái ptátimo á la oonqninta espafiola, taé el corrid»ant»^l<Wi wám léé'i^láBt, y «brtí «n €** te período, ninguno de los deaoubrimientogí de los r^friipmfeii en k»eoSk«i .de Ysoa* ian. SI ajan q«« eorF^^kondoMelll (iMS-^lM6^>^ltfea^ 18 am«KÍ«c^ taqiie.ftié deiionbierta la América, y el oominente americano. ; /

64

006

a^Q. Se oontafaft68to'aSia«l'Oi:ieoÍ!9'(46 laBfoada 6 calendario ^BB^79¡}jr^jfemépiá en; él é? £mit »l 4ia IS.del m^úi J^íp el 9 Imix, día en que murió AhpuUy y para que se Bepa^n ttuxa¿roa.(d|^ Ips a3o»del|^era*iaflhi^ua).íué'el Qí&Qd«15S6y seswta aaos d^ la fortaleza de Ma3raiíaA.'í<.(l): !. . . . , , ,

/ ,jf3íiá»:UfifkWín^,^,;^vipTf\, f)^|ide .^l Sf- Oarrillo (?) qno Jl<^{mQ.]faj99Qi^lt(^...(^oeede]^ los hombres son

h^rinis^no? en la{&m^a kup;^p% P^P* deacendemps de los miii^- .nios p{|d^esf'p;^ain9pqi:qfi^ l|^i^g^as salieron de «n t^pncp común» tras^rridofst lo^ pig|p3t [ separ^a^ máf( jr.mák laa á^e^ ratíw t^mi^^f (^ pi|edf f^fg^arj;ah€^va; que talps; los íd^ioíi^M sean/:i^pitol^34 lieií^pídeipQstíf^QJbp^Jling nar

bóa.7'el4¥^ya,^nic^<exi&.ti^ pf^rep^^o .aljg^no; air^ ^^^^ ^^ aumenta )a.'di/^enpi^^^rOÍvilíza^ip^,lp^ distípios iienxpo y lugar en que ambas naciones florQ^ierp^, fie hapo insostenible el aserto de q^ me^a.ytqmoi^iseafitberipanos enlafanúlia etnográáca. Tan 4¥ÍdeAi;e noap/ireo^, estOy qneiuo in^btiinos. ' .;i]^QS príipGro|^.liabitaiiteí},.||e Yucatán, fueron gigantes. Las pruebas, como siempre, consisten en los grandes huesos sacados d^ Iqs sepi^lc^os, aumentándose como corroborantes, las garandes pir^midj^s de^ I^amal y dq otras partes de la península, la gran altara de Los escalones de aquellas escaleras, los bultos de me- dia talla en los bast^oijies^ del mismo Izamal, qué representan hombres mjay crecidos. (3) , . ^

(1) Esto i^lcysipn ^tá también eqradiL. En el 13 ajaú, no puede caber el afto )536, que precisamehié es él principio doT 9 ajáu. La dootrihade los á]au se tQñ()a, para sa confit>iitaoión'áonl^iiaotffulian60/en<^tie'^bfio 1892, ''el enal según todos los ''maautfciito^jy «I^^oi ^ éUpsap^gr^ulofie ei^ el t#stix]^oniq,4^.p> .^sme de Bur- "0iB, e^pfitor J co^uiaU<^^. ^ e»t^ p^íiysula, 7 cuyos escritos s^e han perdido» "fué el referido afto en el cual cay<$ 7 Cauaó^ j dio principio en su segundo dia e* "8 Ahau,'* (D. Pío Pérez, Cronología anti^a de Yucatán, §tX.)kñiese mismo § ÍX, se ñíioe ókVgo aOtO^: Ho^ Pérez; de^la lidúÁiéáél AhpnlB aqti( nombrados resolviendo qte ffié á );r fle BaUMÍibri: 1498, stfüpuest^' qu» el IS t^m cam^nfó en UisB, Bepíti^ lo mSfímp. ftl. hfíOW. e4#n^fÍB j4b1 i/LS^ >(Ma|in^ ^ hkt. y .de g;eQgr. de la peninsulA de Yucatán, pág. 27,) Pero el Sr.' Pérez, si no nos engaflamos, cayó en un error; la muerte de Ahpulá, no aconteció el sexto afio del 13 ajan, lo que da por bueno el afio 140^; flifto ^^cnaado flJtabÉa «Uafloa pwá qwfco áoaba» •! IS ajan/* coma asienta alMS,'lo «nal aoiooa cA^aeooMoiaftinloiett IMS4 ' (9> Uánaal-da tíiit y ds/geogr^ aap. IL (B) £Aada»^looo.eití pág. aaS^i^Hanreía, ideo. XV^ Kb. <m^ iy.--Gai!|ilk>> lft#

nnal de hiat. y de geog. pág, 78. « - r- .. .\ •>»

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De lis dos eonigracioxtes á que haee relwoiioUi ^MS. mnjBj laiprimara 7 más nnmepofiaa, se presentó : vpor la - parta ojccideii!* Uíf' miénkxBA Im sagtuida j m^s peqpena, tQTO Itigav por la costa oriental de la penínsabL Pbveataxaaoá, esloi.anlágao idéeíam al orienta Cen^ial, pequeña bajada^ 7 ál ^pcmmite, Nohenrial, la -grande biqada!; despdev dijeron al :E«> Likin, ^onde'se le*- Tanta el éoi satot^ nosotros^ ffidnoopeileLTerbo lihilj levantarse, aláarbe ó sabir, .7 deV nombre Kih, q«ie. signi&ea j»oI;" 7 al O., £/At^^tX eaida 6. final, del sol, 6 dondo'Se! asconde noso- 4í*oá (1) •'•■ t

Pernos TÍató qwd los primeros 7 más mmñtÓBtni ecnigra&tea^ mandados por Holon-chante-peuj, dejaron el país de:sn>reí^ideiD- eía» el afío 79S^ántés deJesnorisito^ •camitiaroii 9S;.kños$ fBÚ^ el ano 697, entraron por lea eóstaa oeoidcinit^&ed de iál penínsnlade Yncatab, á la cual llamaban Ohaonovitaniylrtspiítabattíflla. Acerca delpais depvoeedaneía'yidiosii notnbTamse Tntapao;7 sar laiie- na 7 casa de Neno^-iiai 4n qoe estaban loa ctiatK) Tntnl*Xitt al Occidente de 'ZnÍDa: El tumbo pov d<Mide llegaron á Yncatan; el nombre Talápañ, que es de la lengua nahoa, así como eLde Tu* tal«Xiii (Moil-xikky pájatapreeibso^) encontvar en la historia' da Héidco, hacia el Yalle, una tribu llamada nonobáaloa, ooa haícen pensar en que las tierriis en que estnTieron avecindados, fne« ron las del. Valle mismo 7 eus* cercanías. Además .de los cueste^ cade la familia ma7a, se dice que llegaron Ja cos4ia de 'Panuco por' la mar; (2) esta tribu, de una lengua que sólo* se habla •mu'» oho más al S., písreoe indicar el camino' seguido por el antiguo tronco día la familia; 7 más 'cuando 'encontitamos la r^míniscen'- ciay de que los ouixteoa penetraran alguna rez aV interior de-Iás tierras. Bespecto'^d^ la segunda e^mSgraeipn, las tradiciones aset gnran que era oriunda de la isla de Gúbaj- (8)^ SI bj^bla^ de los aborígenes de algunas dela^ Antillas, eomo el haitiano^, cubano, boriqúa 7 jamaica, pertenece igualmente á la familia maya. Es- to nos da luz para distinguir, que entre los siglos TlIIy V ín- ies de la era cristiana,, aa yerii^cab^u las emigraciones de las na-

(1) Uzana, I>07Ooi<mRrio Kbebtniflefitmi de ItamáL iISSS^enBrttasétirsIé'Bimr- boiücfi^ fég. 3(íe*rSM-r^Oogallaéo, nb. {IV, éap. Ml.^-Oangyto, UmanMk «U bÍBl. y de geog. pág. 71-*72. . . .1 :

C9) Sahagan, hist. genera] de las oooaa de Nuera Espafia, toaof; 3, peg; ISÜ.

(3) CJogoUudo, Hb. IV. cap. DI. 1 ' - -^ ' C i^ ' •'

dones mayaÉi, detarmhiadfts: de K. á S.» abarcñdo ees t¿Táiio» •aes, las islas y el contíBeaie. Aquellos pueblos debian estar adelaaiados en la oaTegacíocí, ya qne eii gran KÚmexo podiait trasladarse ¿ través de las aguas 'del golfb.

Los pobladores de Yucatán, pertenecen á la 'misma rama ei* ' nográñoa, y por esto podemos admitir la ; ooncldston'del Sr. Oa!- rrillo, (1) que no hay memoria de que en Yucatab, Iiubiese h»^ "bido ninguna raza diferente de la primera, ñi de ique ée hable ^^en toda ella, y aun en los lugares circubredaos, iotro i4iomá ''que el maya ó yucateco." El hecho verdadero, natural fy lági^ fio, excluye las imaginaciones á que han ocurrido loa autores- pa- ra explicarlo.

Con los emiglfantes vino un oéleíbre personaje -nokúbrado Zam* ná, Itzamná, Itzamatul, (2) que reunía los earaotéres de claeeF* dote, tivilizador, legislador y taumaturgo. *'fil nombré ,de Zam- ó Iteamná,- parece una contracción de la frase maya Jü» ocum, tocio 6 sustancia del cielo, ó de esta otra en péiméra persona ¥Uaen caan^ ésto es» "Yo soy el rocío ó la sustancia del cielo," y de la misma palabra Bz se derivó el nombre de Itsá y de Itzaos que se daban á miamos los primeros fundadores del impetio maya, que aportaron á Yucatán viniendo del Orienté y del Ockfi- dente. (3) Decíanle también Itemat^, el que recibe tj posee la gracia ó rocío, ó sudtanoia del cielo. Guando le {ifeguhtában €6» mo llamaba, respondía: Itzén-oaant Itzen mttdal^ yo soy el rocío del cieilo 6 la sustancia del cielo ó las ñtibes del cié la (4)

Estableció una monarquía y fu:ndó como capital la ciudad éb Itzamal, que quiere decir rocío diario ó sustaniéia ctiotidiana del cielo. Desde ahí gobernaba la nación, y no sólo era consultado por todos los pueblos para darles enieSaniza y dirimir sus con<t tiendas, sino .que sanaba los enfermosi resucitaba los muertos j predecía las coÉttS futuras. (5) ElSr. Carrillo, (6) admitiendo una

(1) >Mantiftl4« hkt y de geog. pig. 74.

(2) Cqgol)ado, lib. IV. onp. JII, dio. "Con las (gentes) delJOocidente vino. uno. qne era como Baoerdote sajo, llamado Zamná." El Sr. Carrillo, id oopiar este paos Je, (Ifannal de hist. y de geogr. pág. 118.) pone OríerUe en higfítádficcidenU,

(8) Cinülo, Minnal ds Iiiát y de geogr. pág. IIT.

(4) Lüanb» t^ad Bnaseitr» pági SSa— ^Cogonndo, üb^ IV. flup. vnL--<>cdBo^ Compendio de la hist de Tncatan, Mérida, 1871. Pág. 69.

(5) liMia» pág. S66. ^

Jfi) Manual de nisk y de geogr. de Toeatan, pág4^16»

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de las tuitas imagiiiaciones del Sr. Brasseur de^ourboiirg, &u-< pone qw JZaniiiá ó Itzamná, fuá mandado por su padre Votan á eiVüúsar aquella r.egion. (1) No nos atreTerémoa á aceptar seme^ í^te aáerto, que nos p^reoe desnudo da todo fundamento.

Lo po0o que sabemos de la historia de Votan, lo debemos al Sr. Nwez de la Vega.— ''Núm. 34, § XZX. Votqn es el tercera gentil, que está puesto en el Calendario, y en cuadernillo hísto-: rico escrito en idioma de indio, va nombrando todos los parajes j pueblos donde estuvo, y basta estos tiempos en el de. Teopisca ba habido generaciones que llaman de Vptanes: dice más, que es el señor del J^aJo hueco (que llaman Tepanaguaste), que vio la pa- r0d grande (que es la^orre de Babel), que por mandado de Noé su abuelo se hi^o desde la tierra hasta el cielo, y que él es el pri- mer hombre que. envió Dios á dividir y repartir esta tierra de Indias, y que allí donde yió la pared gran4e se le dio á cada pue- blo su diferente idioma; dice que en Huehuetan (que es pueblo de SpconupiQo), estuvo, y allí puso dantas y un tesoro grande en una casa lóbrega, que fabx:icp á soplos, y nombró Señora con ta- pianes que le guardasen. Este tesoro era de unas tiliajas tapadas ooin el mismo barro y de uns^ pieza donde estaban grabadas en piedra la figura de los indios gentiles antiguas, que están en el calendario con chalchihuites, (qaason unas piedras verdes ma* oizas), y otras figuras supersticiosas, que todo se sacó de una cueva, y lo entregó la misma india Señora y los tapianes ó guar- das de ella, y en la plaza de Haehuetan se quemaron publica- mente cuando hicimos la visita de dicha provincia por el auo de 1691: á este Votan lo veneran mucho tpdos los indios, y en algu-^ n^ provincia le tienen por el corazón de. los pueblos.

"Núm. 35. § XXXL Been es el tercio décimo gentil del Calen- dario, en cuyo cuadernillo histórico escrito en idioma indio, di^^ que dejó escrito svv nombre en ^a piedra paradaí que es un bitio que está en el pueblo de Comitlan, y en dicho cuadernillo va po^ niendo suscintamente por generaciones. 19a ;;io^]t}rif a do-.lpB «seno- res primitivos y ascendientes antiguos, los guerras qua unps:co^ otros tuvieron y Ipa soldacjos de cada parcialidad,^ dice que (7/u- nax fué gran guerrero^ y así, on, todci^ los palendarios y cuader-

(4) Cartas pa^ servir 46 iotro^ticoioa á H hf atoiift primitiva áe Im nacionOB eiti- lizadaB de la América Septentrional. Carta i^ nota 26, ' . . . .;....

da á la familia maya: (1) fi^ftnoa filólpg^^ la suponen diversa de la maya. De ana ó de oteSf i^VtfPdrA.res^llai qae las pueblos oons- tmetores no son hermaiKís^ jejltnogr^ficao^pte hi^blando. YoUn^ civilizador de CMapaa, 2><> a9..piMenta.p9r las oqstas del Ailáixti- oo, sino por las del PaCíQcfi; ;ba niBcesUado afcrayesar las aguas del grande Oaásüoo^ comQ.Btóor del pfdo btieco. La bistoria es tranca y confasa. La eras encontrada en el .templo como objeto de adoración, los velieTes>en los palacios, los adornos en las cons- tracciones, otras tnncbas congruencias dan á esta civilización cier- to sabor asiático, qae nos baoe adoptar la conclusión, por cierto no nueva, de que Votan es uu BuddliiL Di^Ipaa es la época á que esta civilÍ2!acion pertenece, aunque es muy antigua.

Al grupo de Copan y da Quirigua no podemos asignarle civi- lizador ni historia, aunque también pertenece á tiempos remo- tos. Ofrece en uno de sus altares una de las mejores pruebas de su contacto con el Asia. Debiendo su principio los tres grnpos á paeblos diversos, esto sirve pava explicar sus diferencias; sus semejanzas demuestran que estuvieron en contacto, sin acertarse á decir durante cuáles tiempos.

Terminada esfca nece3ari,a digresión, volvemos á nuestro asun- to. Muerto Zamn.á, Itzamná, It^mat-ul la gratitud popular le con- cedió los honores divinos. Sus restos faeron divididos en tres fracciones, sobre cada, una de las cuales ^, levantaron las inmen^ sas pirámides, que habiendo dado materiales de piedra y tierra para. las construcciones modernas, subsisten todavía en Itzamal, alendo en su especie las niayoi:e8 en. la península. El túmulo al O. de la plazaSoontenía la mano der.echa del profeta, llamándose por eso KalMdf noano obradox]^ t En el templo allí sustentado ofre- cían los fieles grandes limosnas, y tanta era la fama de los bene- ficios que se alcanzaban, que de las partes remotas de Tabasoo,, Ohiapas y Guatemala acudían en tropel los peregrinos. Tanto era el concurso de gentes, que del, pié de la pirámide arranchaban; cuatro amplias calfsadas hácia.los puntos cardinal^, qi^ atrave-» safasp la tierra de Yucatán basta sus cpnfines, prolongándose has- ta los países limítrofes; vestigios de estos caminos se encuen- intA todavía, recordando las antiguas vías romanas.

Sobre la cabeza se absaba la pirámide mayor de jtodas^ y es la

£1] Pimentél, Cuadro desoriptivo y oomparat« tcoo. III,. páp o56L

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colocada al N. de la plaza. Llamábase Kinich-Kahmó^ ''sol con rostro qae sus rayos eran de fuego." A este templo se acudía por remedio en tiempo de peste 6 de males- comunes. Hombres y mujeres traían ricos presentes; recibíanles los sacerdotes, y á la hora de medio dia, en presencia de la muchedumbre, bajaba el fu'^go Á quemar el sacrificio, al mismo tiempo que despendía vo- lando uua guacamaya de variados y lindos colores. Los sacerdo- tes decían al pueblo lo que sucedería respecto de la peste ó hambre.

Sobre el corazón y las cenizas iué alzado el túmulo sobre el cual descansa la parroquia actual, y el monasterio de los anti- guos franciscanos. Llamáronle Fp&pp-Hol-Chac, ''casa de las ca- bezas y rayos," porque allí moraban los sacerdotes, personajes venerados considerados como señores para dar castigos y recom- pensas, dignos de respeto y cuyas palabras no podían ponerse en duda. Su nombre era Ahkin^ derivado del verbo kingah, "sor- tear ó hechar suertes," porque los sacerdotes las echaban du- rante los sacrificios para augurar las respuestas á las preguntas - de los fieles.

**Otio cerro hay, que era casa y morada de un gran capitán que se llamaba líimpidoc, y éste está entre mediodía y ponien- te: si<^uifica el nombre de este capitán en castellano, "Capitán que tiene ejército de ocho mil pedernales," que eran los hierros de sus lanzas y flechas con que peleaban en sus guerras. Su ofi- cio deste era el major y esta gente servía de sujetar los vasallos y obligalles á que subtentasen al rey, ó ídolo y á los sacerdotes y pAra deff^nsa de todos los sujetos á este reyno y guarda de sus templos. Estos eran los oráculos más nombrados de ItzmcU^ 6 Jtzamal, que hoy llaman." (1)

Las instituciones religiosas enseñadas por Zamná se mantu- vieron eii los siglos subsecuentes. Los tres grandes santuarios primitivos en nuestro país Itzamal, CholoUan, Teotihuacan, se distinguen por sus grandes pirámides; el culto en aquellos luga- res practicado pasó á las siguientes generaciones, defendiendo los ftnoTmes templos las ciudades abrigadas á sus pies. Aparece que el mando supremo lo ejercíanlas clases de sacerdotes y gu6«

(1) liizana, apud Brasseur, pág. 356^64.— Oogollndo, lib. IV, cap. III y VIII.— Canillo. Manual de hist. y de geogr. c»p. VI.

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rrerosj aunque predominando aquellos; el pueblo debía ser es- clavo, aunque adelantado civilización, ya que podía consumir para ostentación de sus Jefes, la gran suma de 'trabajos y de gas- tos que representan las altivas pirámides: aquel estado social' debía ser Un tanto semejante al de los egipcios, en los tiempos de los Faraones de las grandes construcciones. Los símbolos de aquella fe son mitf s de un pueblo civilizado. El rocío celeste 6 gracia espiritual; la mano obradora, Ó una Providencia crea- , dora y cuiJailosa de su obra; el sol^ padre del calor, de la luz y de la fecundidad, produciendo el milagro diario de bajar sobre el holocausto á consumirle, lío era aquel el politeismo grosero admitido por la raza de los últimos siglos; luezcla de cierto es- piritualismo místico y del cfulto del fuego y del sol; presenta el verdadero saber de las religiones más adelantadas.

Mientras se as<^guraba y extendía él poderío de los seSores de Itzamal, nueva colonia al mandodeAlinlekatTutulxiu se presen- tó por la costa oriental de la península, entre los años 409-384 antes de Jesucristo. Los nombres geográficos comprueban la. relación histórica; los emigrantes se establecieron en la provin- cia de Ziyan-Caan Bakhalal, denominada hoy Bacalar. Nada se saba de la- historia de estos pobladores isleños, procedentes de las Antillas, fuera de que el gobierno por ellos establecido se ex- tendió hasta los años 73-48 antes de Jesucristo. Sin saberse á punto fijo la fecha, durante este periodo fué fundada la ciudad y el reino de Chichen-Itzá.

Chicheii Itzá, diez leguas al SE. de Itzamal, significa ''á orillas del pozo á(^ Itzá." No se introducía aún ningún elemento extran- jero; la ciudad tomaba la denominación de los itzaefi, nombre que los mayas se atribuían, conservando la radical iVs?, rocío ó sustan- cia del cielo, de donde procedían las palabras Itzamná ó Itza- mal. (1) Nada sabemos de la dinastía del nuevo reino, fuera de haberse destruido entre los años 72-95 de la era cristiana. Los itzaes ú hombres sagrados de allí salidos, se dirigieron tobre Chumpoton, en la costa occidental de la península; debieron en- contrar» serios obstáculos en la marcha, pues no pudieron' apode- rarse'del lugar sino hasta «ntre los años' 168-191. Duró el seño- río de Ohampoton hasta 456-479; los hombres sagrados yol vieron

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(1) Carrillp, Manual de hist. y de geógt, pig. 128.

entonces en buscada sns casas, Tiyieron algún tiempo en los mon- tes despoblados, hasta qije entre 50Í-527 recobraron á Chiv-benr Itzá. Esta narración desc^nada sólo deja entrever empañadas guerras, desastrosos conflictos, sin atinarse á entender cuáles eran, los elementos sociales que entre se combatían, X^os monumen- tos dicen, estat para entonces muy adelantada la civilización;' ya se levantaban las grandes ciudj^es, aparecían los lindos monu- mentos, primor de arquitex^tura, lo cual dimanaba del concurso de.lad artes y las ciencias.

Entre 628-551, Ahcuitolc Tutukiu fundó á Uxmal, al SO. delt- zamnl. El nombre Tutulxin, presentado por el jefe d^la segun- da emigración, no es patronímico, es de dignidad, significando ae^^ ñor ó príncipe. La regiou boreal de Tucaiin contaba, entóncea^ fuera del sanbuario de Itzamal, las tres monarquías de Caichea^ Itzá, de Uxmal, y de Mayapan que ya aparece fundada. Seguu ^1 decir del MS. las tres vivían en paz, ligadas en una especia de confederación.

La armonía duró siglos, durante los cuales aparece haber co- brado gran preponderancia el señoríp de Máyapun. JCntre 1080 *1103, gobernaba en la ciudad amurallada Hunac-eel: bin salxer- se la causa, declaró la guerra á Chacxib-cliaac, señor de Oiii<- cben-Itzá, y enviando contra él sus siete capitanes Aliziuteyut- Chan, Tezuntecum, Taxcal, Pante-Mit, Xuch-Vecut, Itztecuafc, y Eakalte-Cat, le venció y arrojó de la ciudad, acabando por se- gnnda Tez el señorío de Chiclieu-Itz:!. En aquel mismo ajan 1080-1103, el Señor de Mayapan, Hunac-eel, venció á ülmil, rey de los hombres de Itzá, aunque tenía trece divisiones de combatien- tes, porque hacía la guerra á Ulil, rey de Itzamal.

\El MS. maja calla los motivos porqiie fué destruido Chicben- Itzá; mas ''según dicen los antiguos de los indios, reinaron tree señores hermanos, los cuales, según se acuerdan haber oído á &u8 pasados, vinieron á aquella tierra de la parte del poniente y jun- taron en estos asientos gran población de pueblos y gentes, loa cuales rigieron algunos años en mucha paz j justicia. Eran muy honradores de su dios, y así edificaron muchos edificios y muy -galanos. '. . Estos señores dicen vivieron sin mujeres, y en muy grande honestidad, y todo el tiempo que vivieron así fueron muy estimados y obedecidos todos. Después, andando el tieihpOy ialtó el uno dellos, el cual se debió morir, aunque los indios ^i-

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cen salió por la parte de Bac-lialal de la tierra. Hizo la ausen- cia deste como quiera que ella fuese, tauta falta en los que des*» pues del rej];ían, que comenzaron Inego á ser en la república par* cíales 7 en sus costumbres tan deshonestos y desenfrenados qne el pueblo los vino á aborrecer en tal manera, que los mataron y se desbarataron y despoblaron, dejando los oñcios y el asiento Iiarto hermoso porque es cerca de la mar diez leguas." (1)

Poco más, poco menos, hacia esta época se presentó en YucaA tan el célebre personaje llamado Kukulcan, en concepto de los autores el mismo Quetzalcoatl, arrojado de ToUan, capital de los f olteca. Dicen de éJ, haber reinado en Chichen-Itzá y ser el fun- dador de Mayapan. (2) El MS. auténtico que seguimos, contra- dice en lo absoluto este segundo aserto, pues hemos yisto que Mayapan, 6 como escribe el documento para los tiempos anti- guos, Mayalpan, llevaba ya de existencia yarios siglos. Bespecto de lo primero, Kukulcan podrá haber vivido en Chichen-Itzá al tiempo de su ruina, mas no fué rey de allí, como no lo fuédeTo- Uan, constando su pretensión de establecer sus dogmas sin aspi- rar al supremo mando civil.

Cuando Kukulcan se presentó por la costa occidental, Yucatán ardía en guerras civiles. El predicador concilio los ánimos, res- tableció la concordia; sus doctrinas alcanzaron copioso fruto, sus sectarios aumentaron en tal manera, que de consentimiento co- mún de los hatab ó señores le señalaron á Mayapan para sede de su religión. Píntanle con los mismos caracteres que en Tollan le representan; justo, sin mujer ni hijos, pacífico, inteligente. Ense- nó á los maya las mismas creencias que á los tulteca. Dimana de aquí la adoración de la cruz encontrada en Yucatán; (3) la semejanza con los ritos cristianos; la predicción de la venida de los hombres blancos y barbados por la parte del oriente, y la destrucción de los señoríos profetizada por los sacerdotes ma- yas, (4) Con la predicación de Kukulcan ó Quetzalcoatl, á quien admitimos como un misionero islandés, desaparece por comple- to, como tenemos dicho, todo lo que estos hechos presentarían

(1) Landa, Beliu4<ni las' cosas de Ynoatacn, pág. 340.— Herrera, déb. IT, Hb^ X, .cap. II*. . (2) Landa, ¿.! YL— C/iniUo, Hañiua de bkt. oap. VII j VIII. .

(8) GogoUudo, lib. 1, oap 11. Lib. IV^ cap. tü., ' ' {i) Cogolludo, lib. H, cap. XF.

de extraordinario, j las snpiiestas profecías quedan reducidas á doctrinas aprendidas recordadas al pueblo por los sacerdotes. En la religión maya puso los fundamentos Zamná; KukuIcaBf segundo civilizador, yino á ingertar en ella sus doctrinas, siendo este el primer punto de contacto introdijioido entre las dos civi? lisaciones diversas de los mayas y da los tol teca.

'^Que este Eukalcan tornó ¿ poblar otra ciudad^ tratándolo ^n los señores naturales de la tierra en que el j ellos viviesen, j que allí viniesen todas las cosas y negocios, y que para esto elidiesen un asiento muy bueno ocho leguas más dentro enH tierra que donde está ahora Herida, quince ó diez y seis leguasr de la mar, y que allí cercaron de una muy ancha pared de pie- dra seca como medio cuarto de legua, dejando solas dos puertas angostas y la pared no muy alta, y que enmedio desta cerca hi- oieron sus templos y que al mayor, que es como el de Chichen- Itzá, llamaron Kukuloan, y que hicieron otro redondo con cua-» tro puertas, diferente de cuantos hay en aquella tierra y otros muchos á la redonda, juntos unos á otros, y que dentro desta eercado hicieron casas para los señores solos, entre los cuales re- partieron toda la tierra, dando pueblos á cada uno, conforme á la antigüedad de su linaje y ser de su persona, y que £ukulcan puso nombre á la ciudad, no del suyo, como hicieron los Itzaes en Chichen-Itzá que quiere decir el Po^so délos lizaeSf mas llamóla Mayapan, que quiere decir el Pendón de la maya, porque á la Ien«* gua de la tierra llaman Maya, y que los indios llaman Ichpa, que quiere decir Dentro de las Oeroas" (1)

- Insistimos en que Kukulcan no sacó de cimientos á Mayapan, sino que en. ella estableció el centro de su propaganda religiosa^ aprovechando los muros que hacían dar á la ciudad el título da amurallada. Las ruinas atestiguan ademas estos hechos, presen* tando en sus edificios las épocas diversas en que fueron consr traídos.

El orden establecido por el pontífice legislador, produjo. ua^ •estado floseci^nte, recordado amoit)sa2nente por la tradición; A Ifr sombí^ de la . pasi progresaron, las a;f tes y las cienciiis, logpraor do los pueblos las yentejas del reiiiado de. oro de Saturno. Eu^ IcuLeán vivió en gra^ armonía eon loa señores. cqngs^gadoS; eif

(1) Luida» Beladon, pág. 86.— Heneía, d^o. iy,.lil>. X, aap. {I.

\

SÍS

Mayapan,' y cuando tras aljB;ttnos años dejó tañó' establecido eir períeóta amistad/ae tornó ríói' el tíaminoatie había. venidt). De^ túvose en ChAmpoton, y efri ra^inorm^ finya, consrtrúyó deñtiro ^ la mar, á tiró de' piedra dé* Ja ribera, tíri edificio semejante ál-d© Ghiéhétt-Itzd,"?gttal tal Yé¿^ «MeTantador bajo su hómfetéieró Ma- yapnn. No se sriponjí^díelprófetav que andando 'eltiempo^faíé deificado -por el'h¿radediíáteWo ¿íoptiíar.^l) -• •' ' «^

Ausente el pontífice, léligrférron para gobernar' éñ'ltfayap^'tií^ féíe de lá^ caák do'Odcóm; la tñás noble y principal ó Ws ífea, ÍS 'étde'tr en la éfiídáS vfirió éíntónéeái Dentro de lóá muros 'íidlo ÉiáBrii las 'caRas Sei^lós'iaa'aerdbtes y de íos seño*¿»-cótl'ii[)3''tem«i plo^; iré dfspliso -^hé án'la ^xrteextéríót conHtruyeteeíh«*»bioi* das'las:gentes'de^í5err¡do, á^lóíide acuSiesen loft jj^ueblos'sujetósí cada áenhr'ó bátáb -tériía'Tin'.niayordomo, dislihgtiidQ "^t Btíá vara gorda jr larga llamada (Jaííícw, los «uále» se enteiídíáü coa los vasallo^, xécógíiendó de ellos el ttibtitó qúé^aVeéSfií^ daí)ají Cbni^istente en ares, maíz, sa?i pesca, 'éaza, ropa y demás* nedelsa- rios il ía vida. Llevaban allí á los mancoá y ciegos para sustea^ tarlós.' E'^s batab nombraban gobernadores para los pueblos <Jüé Ips estaban ¿ujolos, encargávidoles el buen tratamiento de k>6 pltbéyosy que loshicier^m trabajitr. Los batab estaban (>bÚgai¿> dos á visitar al Oírcom, acómpañrtrie y festejarleá fin 'de pasa} la vida eii regocijó y pasatiempo, ayudándole .en él despacho los nfegócios.* ' ' ^* ' - '•'

' 'El cuerpó'dü siace+dótes tenía uéó iupirém'o ' llamado Akkinr- Mai ó Ahau- Can-Mai, el sacerdote Ma! ó el gran sacerdote Ititíy reverenciado prófuiídamente por los batab, á quienes daba con- cejos y réspues^tásá-aus pregün^^as.^Kotenta bie^As/TÍvíendoda laá ofrendas de los fieles, de los rejgalos de los -señores y de los presentes de los sacerdotes de los pueblos. Sucedíanle en la^dig^ XítdMdi3Us'liijos;y parientes m^s cercanos/ oficiaba sólo eti los casos solemnes, y proveía de ministros á todos los puebloá ciencia yesi día eir Ídí>:GÍas^ sae^rddial, 16 tsüál 6^«dl¿at' los libros depila y estaba encargada de la «nseña^za. Lo«>kijoB de k>8 aa«- dérdbtés y los ise^^nndos 9# los batab, «ieraísn tolunfabd^ oompo^ fifan aquAllfi clase "privile^ada. Lk9cie¿da9Cultivadafiip0Fa4^^ Bós^ minisiíros éraii^ la cuenta ^nrc^ológica y del ealeudañc^ ^

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ritual con sus ceremonias, la "administración de sns sacramen^ tos," el arte adivinatorio y loa horóscopos, las profecías, la me- dicina para aliviar las dolencias, la historia y autigüedades, la lectara y la escritura y la aritmética: (1) en suma, "eran los de- positarios del saber.

Parece que aquellas innovaciones no se verificaban sin contra- dicción. El rey ülmil de los Itzaes, el mismo que había sido vencido por Hunac-eel en el ajau 1080 1113, invadió en el si- guiente ajau (11X4 1127) **el territorio fortificado de Mayapan, "porque tenía murallas, y Jporque gobernaba en común el pue- "blo de aquella ciudad." Prolongáronse las hostilidades, hasta que unidos los itzaes con los Vitzes ó montañeses, tomaron á Mayapan, destruyendo á sp^señgr/Iyaincaíi^ en el ajau 1200 1223.

Los pueblos civilizáclos de Yucátaií Ve habían establecido de preferencia hacia el N. Las emigraciones de las tribus quede México se desprendían para erSar,' pasaban por el camino tra- zado entre las costas del Pacífico y la prol,)ngacion de la cadena montañosa de los Andes, sin inquietar en lo más mínimo á los ^ayas. Entre las montañas y los límites de las comarcas ocupa- das'por los pueblos civilizados, se extendía un gran terreno.m- termedió ocupado por tribus de procedencia maya, en estado salvaje ó muy poco adelantadas. De aquella tierra subió labor- da invasora da Mayapan, apellidada en el MS. Yitzes ó monta- ñeses. * Sin duda que aquella irrupción hizo retrogradar la civi- lización de la ciudad vencida, preparando la época de decad^en- oia en que al fin cayó aquella metrópoli.

Pero la ciudad sagrada de /iyukulcan nd p^r^^ció. Fa&njdlD^él primer estrago, parece que lossal^ajes fie dokneiF^ticaron al con- tacto de las doctrinas del gran tegiálador, supuesto Ipiaber segui- do existiendo la dinastía de los Coooni, y. coátar^e todavía ^Bt yapap como capital de Ip, monarquía Cocom.sa llamaron .tpdo9 aquellos sobe ranosi biea .como nps parece, por^uj^ era i^ste el título de la supijema dignidad; ó ppr conservar. lel. nombre, de

familia.

ií' •'

í-,

(1) Lauda, Belaoion de las cosas do Ynoatan, { VIL— Herrera, dée. IV, lib. X,

CAPITULO II.

JJOB lUTAS.

*

Jfueoa in9€uí(m,-^Zoa tiaubUtts.—J>€tíruccion Ifaifapan,—J9uews ettadoi^—Co^ c<nne$,---Tutulonu,^CfMé8.^C<üamidadeg Profeeicu.^OerMmo de Águüar.-^ ChmaJo Chíerrerc^Epoeas de la hUtoria maya. ^Religión. ^Dio$ únuso.— Trini- dad.'-Oreaeümde¡hon^re.^B<mt¿9mo,'^Oonfeuon.-- Vida futura.— Diaae».— So- óerdotes.—Jf(mjcu.— Ofrendas y Boerifidas.'-Los Batab.—Leyes.—Armai y guó- rreroi. VetUdo. —MarUenimierUae, Pintura del cuerpo. Farsa ntes. CantOf músiea, baile.— Mercaderes jf moneda.— Tierras y su cultivo.- -Matrimonio.—Criaí^ 9a de las mujeres,— Deformación del crdneo.-^Oeremonias eon los d¿funt4}s.—Prác Heos y supersticiones»

NUEVA emigración se presentó perla parte del Sur, de hacia el rumbo de Chiapas. Del jefe Tatulxiu tomó la tribu el nombre de tutvlxius. Sin saberse de dónde eran, vaguearon cuarenta anos por los despoblados de la península, hasta llep^ar á las montañas^ diez leguas de Majapan, donde comenzaron á poblar y hacer bue- nos edificios. Yiyian quietamente sin enemistades ni pleitos; no usaban armas, empleando para la caza lazos y trampas, y ''tenían '^cierto arte de tirar varas con un palo grueso como tres dedos, '^agujerado hacia la tercia parte y largo seis palmos, j que con ^*él y unos cordeles tiraban fuerte y severamente." (1) Esta ar* ma recuerda el aÜaÜ de los móxica. Begíanse por leyes, ejecuta-

(l) LandAy Beladim de Xacaton, pag. 46.

mi

das ptiHimal mente. Al adultero mataban machucándole la cabeza oon una piedra, caso deiíjne no le perdonase el ofendido; la adúí- lera no tenía más pena de la infamia, entre ellos reputada por muy grave. El fóraador de doncella, moría á pedradas. Aquel •pueblo era en realidad civilizado, y de él asegnra Landa ''que hicieron muy buenos edificios en muchas partes." (1) El rumbo de proceden(»a, lo pooo que de sus costambres nos dic^, nos hace conjeturar que era una nación iniciada en la civilización tol- teca, empujada hacia el Sur por las irrupciones de los bárbaros chichimeca, verificadas en las tierras de México.

La condición pacífica de los tutulxins les atrajo el amor de sus vecinos, ^^os de Mayapan tomaron mucha amistad con ellos, y '^hol^aron que labrasen la tierra como natarales, y que así estos '^e Tutulxiu 86 sujetaron á las leyes de Mayapan, y así empa- '^rentaron unos coa otros, y que como el Señor Xiu de los tutul- '^ius era tal, vino ¿ser muy estimado de todos.'* (2) El Sr. Ca- milo, insistiendo en la' identidad de origen, admite ''que eran ''restos de la gran nación tulteca*" (3) Sin aceptar el fundamen- to, creemos admisible la opinión, y así vienen á explicarse las se- mejanzas entre las civilizaciones yucateca y mexicana, tan disím- bolas en las épocas anteriores.

La amistad de los tutulxiu aumentó en mucho el poderío de los Cocom, acrecentado con los años de prosperidad y paz, fruto déla alianza. XJuo de aquellos monarcas, soberbio con su- poderío,

codicioso de riquezas, pretendió establecer su dominio sobre los

pueblos vecinos. No fiando en las propias fuerzas, acudió á los gobernadores de las guarniciones méxica en Tabasoo y Xicala- nco, de los cuales obtuvo un grueso de tropas para defender á Mayapan. Auxiliado por los extranjeros, Oocbm tiranizó k\ pue- blo, hizo con escándalo esclavos en las provincias, cargando tan- to la mano en los excesos, que era insoportable. M'atáranle los oprimidos; mas los tutulxins nada podían contra los aguerridos

(1) El ^. Oarrino, Compendio blst. delTiidatan, pág.' SO, admite qn^ los ki*

ctcilkhM fandiuíoii eft Ik «iomla stmí oladad dtf Usmftl. Si hcmocí de dar ¿récfíto ál

IfF. maya, este tMito es inioeienSble. ' Oaando-eetar nadon llegó á la pebfnstila, üx-

mal eontaba varios éiglos de esUr fundada, 'y mtty bueti tleaipo<le haber aidd hasta

desirnida. ' j ..'•.. .-

(S) ÜMuda, t^á BnMMTÍip/f VmJ^Herrera, ááo, IV. W, X eip. ti. '

(3) OompéndiOidfftehM. -AeTboaCan. p4g.S8*¿«^¿ '''•'■li-

66

m

adymied|zo^;eraix ^ebjjies, loa[ 4?m4u^.p^6b}pB, j de pr<»Qto todos se«Qmefci^rojc^.al p^aado 3^ IJqco ¿pqp9.%prwdieron ^e.los .8ql4^Qs ^11 x)rgfuaizi^cíoj} inilitar|,I^f .¡bigpuiürpn^iaa armas QÍ^Aai- ]V^s,3f defensij'a^^^aiapíJpjp^ ... ...i

. 'í^'^^9M^^fil;C?o^9«?> siTce^di^nidjQteiofsqaü^ ^px pjipTQ^ conyéaiofi f¡on Ipa gohe^xm^pxp^. ,de.33abft8cq. j.^caih

íaftCQ, xjaetiq. ipás.^roRas.i^éyijqa^ Mf^apw^ Iflsfijiftdp^JSe moft- trjiroA'i]^sod.ei^tGSf é. in^gjip^tab^^^jr^uai.aGQ^Ui^J^r^ ^<HiJÍp6

.pueblos vencido?, ¿a: juíu^síí^ qp*»ip»1?e?4«?lpff ffla3[í^4.twar9P las armas comedí;?! ».Xido Iftgqo^-jc»^ A)í^ei)^4©ilf.lH?aía^HÍp»4í!^ ;l?n^/;^,Xutal-¡Kiu,,vi;uieB4o.:Í0S;dfp^%pu^^^ 4.,qplyí<5ar^Q jpajo su bimder^j. r^uS v^r^ci ^l^é3^tft,4^ Joa cftift^^ ^nflp.co^auí^a

¿ación por d^b^Uj^u^. s,^a,f^C2^b^í'4iMf^Pí^"4í9íj|^^^^^ debejét- .ci^o.mejor.orgajo,izadi?i los iaAj*S; ,t|Biiaiíftrp%,pQy.4pabfty^ter>8 trqp&s de O.opotn., Bn, balde lósf j:eíM^Qs de.^^^x^p^í^ sye^ ^Q08i;j[a- rop en Mayapai^ perseguido^; ^]i -y. ;^tíadís>,liívC.íu.dad Ju4: to- mada por asalto, quedando de3tTui^a?eil|k:y.f^fLn,tQ coxn^tepía.' Los .^iseros que.á.l^ dp^truocion escapt^non, flj^pQ^B^onsei.en todas direcciones, llevan^ los sa.cer/l^ptesitos libren^ de sijia. ciqnciasi. (1) .Aaí íterminaróutla |(^iadad j I^s instituciones ije .^^ukulcan en^I 8 ajau del cómputo maya, entre Icyaaños ^392— lil5. (2). ^ . f . : .^TruiDada.laix^trópoH sagrada^iloc^batab reoo oraron &u< prís- tina indep^nde^eia, quedando sub^ividvlb ^li P^íb en^ varÍQs,.S9- nprios.DQe^tre eUoa se atizaron trej^ jp^pincipale^ XiajEamíliaCg- >cqm rp^^epió ea >Iajapan,. perdienda,€ip^f]a> :vida la lia,QÍend^; )ia* ;bía; de* ^1)% un bijo é. la sazón en la tÍBr^t49 'Culijiaji.e.l cqal, sa- bedor'de la catástrofe, tornó ala península, fennió sü,srparienta8 y parcial^s^ Q intentó reeob)^ar 9U pexdi4&bQ):Qneia.',No|piid<;». lo- grarlo, ;aunque poróó con la^ armas^ <^ntentá];ido^a p\ fi,n con es-

(1) Landa, Relación de Yuofltaa, % yHI. .a^jcwra, ddc. IV, Uí>., X, o^p. 11. j .

j(2) Herrera fíjfi el «nceso, diciendo: *ij hairáque se despobló, según la puerta de

'*lb8 indios, hasta qVie llegaron los éaRtellanos á Yucatán, setenta afios." (Déc. IV,

lib. X, cap II.) Si el calculóse refiere al principio de la conquista, (irj27) resultará

.la dofitrufioipuen 14ff7: ai s^. iama <|el'dea(mbrimlentp .d« la«i cQstaa [idlTj.^iresqltará

. J-^í; oa amboa oasoaias/al mié dealcfBxtado Ab to^ámpvAoa CfigQUado.QecnbBc <ij

/'la acolaron eeisca de los aftps dei Seflor deil^SO (segua el oóaapnto de laa ecMeaide

*1oB indios] á loe 260 aftOB de sn fundación." (íá\k IV,aap. III.) Esta autoridad es

la más conforme con el MS. A la cuenta del P. Landa, quien escribía en 196<0.'"bá

CXXV afloa giiekiie d^biírat4*f (|%..6a>loieuali9glai^,el8noea9 á IMh'lbtU niama

cuenta signe el Sr. OaxriUo. (QompeoOio de la hím. 4e Yéiaten, pág. aZi)

f>0

táld^i^rgé ^ la ^proTincia de Zotuta^ t edífieatido poT capital la <3Ítidad da !Cibok>i> ( T^idQM)} que e¿ ' leDgáa maya sigDifiea^'i^ ytidos liemos^ ^pidái :!De losr doce eacerdótes da May^pan^ 'eliptiiíci- ^Ltenáa una^bija^la cual casó coa Ah Obel^eo^a también süc^t- diote 7* fbé iniciado poi «tí late^po eon laa cienpiaa de «u ^ás^^ ;raóibiíBiido cÍQrta esoríiurá aa la tabla- dalbrako^iEqmerólo/' Ala dfisime^ieiLxi&Ja'diiid^d^. SBtDBÉiDÓ oóa'Ioá BaceitLcxiea j los fielee £áüa la eoeta, hizo' asiento en Tícóoh». exteindieDdose Ittcffi^ á Ib {óoviaaia llaaiada>dé Aküiiobeló délos Oliele^/inyaleapital e^a JtaamaljTatQl-^XttiAe labró: lá-Bcteya ciudad de Mnni/ioanpHiidb Bk tórritcíñoi^cHio; Mani^qnieter-decir^* jD¡0sá jfa Ití ¿pooa delajéli- éífUid y: ffpaádeeuu Mmcaánto ÁloB.jeñioA de la gaarniQÍcii taóxicá, -se les périutio.iise ;ó.'qpedaise; thad^iendó - esdof^do lo ' segilíidoy se lea eoncediió poUar en la^pooTinciaide! Cannl, á eondieion de ÍBraaakaxi pnablos en que .Tdyiexati sóloÉi, sin pbderseauezQliar con loikfnayáaj Así peirmaaasaieron ibastáila segpiiidá gnénra coii Iob i^ástellanoBi (1) . .. >,''..[ .' ..

Estos SQ[ñDrío3i fruto de la desmembritciQn nacional, venían ex- presando laa.idé&s.]d>j:inbipakd d lós^trest.elémabios coostilutÍYós da aquella S9<;»edad<. L6s Gocom re|>rQ8(antában la idea extran- 'J9ra> comenzando én Knkttlcan^ . ter min ando en.losmexioa^era el ^lamento extraño introducido en la primitiva /civilización». JjQh ^ntúl-rXin, xecieb ivenidoa áda pienínsiíla, ee. convirtieron en el páciido 4a la ñscáoaifdidad^ Les Obeles,. asBojádoa del santuario de Mayapan, fueron á asentarse en el antiquísimo da Ibsamali así, dea;pnéS''dp.muc1ios siglosi se fundieron en iioo sólo los cul- •icís de Kukaban y. de Itaamná; etn aqnelias .fi^ándes piráhvideB jque Jbabían isabido resistir Ülas \iaÍ!«itnde6 de tahtes^^éneracione^.

. £1 éatádo<^deigtten:afifk hifix> perpetuo entre los batab^ sobre vV Djendoi multitud da cumbates xiscujroa sin ^)abida en la historia. jPooQ.ni&sdieiuii sjttu.pasó en aquella manera, y no obstante el rotínllm desaaoftíego, crecaó mucho la pobl^ion; y mejoró el ont- •tivci dela.tÍ0irrf^ .Aunque á medias, aquella era uiía ielicidad, disipada en un solo dia. Una noche» per inviaino^ comelisó & lais seis de la tarde un recio viento, que convertido en espantoso hu- racán, termjmó.á. iaaaátad del dia siguiente; todos los árboles

'' '•• •• .

(1) Lauda, apndBmBaear, { IX.— Herren^ déo. lY, lib. X,>Qtii, XIL'«*rCáftillo Gompendio de la Idat de Tueatan, leodon XOk •!"' -

8M

quedaron arrancados raíss, las oasas alias derribadas y 4ie«> iñadas por el f aego de los Jbogarea; la ¿aza muerta, los hómbv^ muy mermados. Los infelioes majas se dieron áteparar los de* sastres sufridos^ torasoiúrieñdo quines años en que lieedificáron sus papisas moradas, y lograron abundantes coaeehaáL £1 nltimo da estos años íaé el más fértil, y cuando iban á coger los frates^ se presentó nna peste de fiebres malignas, de las cuales pereoiaa los enfermos en yeinticuatro horas: tan grande fué la mortandad, que cantidad de panes quedaron abandonados en los campos ain haber quién les reeogiesai Otros diez y seis anos Tinieron bnenos, siguiéndose porfiadas guerras y tan desastrosas, qne al decúr im los autores, murieron en batallas ciento cincuenta mil hombres. (1)

Al malestar ñsico yino á unirse la inquietad moral. Los ago Teros ó profetas recordaban al pueblo los antiguos dichos de Ea- kulcan, acerca de la venida de los bombres blancos y barbados, la destrucción de los señoríos, la ruina de la patria. Oía el pae- blo con profundo terror las profecías concebidas en lenguaje rí^ mico y oscuro del sacerdote Patsdn Yaxun ChaUf del gran saoer- dote Na han Pech, de Ah Knkil Ckel, de Ah Na Pnc Tun, del gran sacerdote de Maní, el celebre Chilan Balam, y de algunos otros, asi antiguos como modernos. (2) Predicaban aquellas si- bilinas un Dios único, la desaparición de los impotentes ídolos, la presencia de los hombre bUncos armados de la cruz ó de la señal llamada vakomche^ ^^paloenhiesto de gran virtud ooatra los demonios." (3)

Causa natural reconocía que aquellas antiguas profecfas salis^ ran de nuevo á luz, pasando de booa^n boca. Hemos ^dicho an- tes, que Colon, durante su cuarto viaje, dio en la isla Gnanaja ^1502) con una gran canoa eoQQO galera, tripulada por indios de Yucatán: (4) al regresar, aqui»llos navegtfntes debieron «onW tatt maravillas que habían visto, entre ellas á losliombrés^blancosy barbados del Oriente, prometidos por Kukulcan. Nuevas notioiáS recibieron después, por medio de los mercadereSi de haberse es* tablecido los forasteros ^n, el .Darie&

(1) Lttnda, apud Brftsseur, 9 X.*>Hevréra, d¿b. IT, l(b. % <mp. IIL

(2) Cogolludo, lib. II, cap. XI.— Landa §. XI. (8> lAaad, pág. 64. ' i (O Henrara, déo. I, Ub. V, eap. U.

Poeos anos despnev los natarales de la peninsnla tavíeron en* tre ellos á los priioeros castellanos, cuando todavía no era ni aún sospechada la existencia de México por los hombres del Anti» gno Mnndb. Durante la gnerra del Darien, euoendidapor las pa- siones de Diego de Nicnesa y Vasco Náaez de Balboa, año 1511, salió nna pequeña carabela oon destino á Santo Domingo, llevan- do á Valdivia con otros compañeros, á fin de dar cuenta al almi- rante de lo que pasaba y entregar 20,000 ducados pertenecientes al rey. Cerca de Jamayoa se perdió la carabela en el bajo de las Víboras; arrojado al -agua el batel se entraron hasta veinte hom- bres, sin pan, agua ni aparejo, mirándose en tan gran necesioad, que bebían de lo que orinaban. Trece 6 catorce dias estuvieron em el mar, muriendo siete ú ocho hombres, hasta que cimento y las corrientes arrojaron á los náufragos á una costa desconocida» Yti<;atan. Tomada tierra, cayeron en manos de un batab que les hÍ2o prisioneros: á Valdivia y otros cuatro sacrificó á los ídolos y se los comió, encerrando á los demás en las jaulas de madera en que se poní<in á engordar lai^^íctimas. Los cautivos lograron romper la jaula, huyeron á tiento por los montes, teniendo la fortuna de caer en poder de un batab, enemigo del primero, lla- mado Ahkiu Cu tz.

Este los bi/o esclavos perdonándoles las vidas, tal vez por con- tradecir á su contrario. Siete eran las personas escapadas, de las cuales murieron de los malos tratamientos cinco, sobreviviendo únicamente dos» Qerónimo de Agnilar, natural de Ecija, que ha* bía recibido las órdenes sacerdotaleif) de Evangelio, y Qt)nzalo Guerrero, de oficio marinero.- Murió el batab Ahkin Cutz, suce- diéndole el nombrado Ahmay. Tres años vivió Aguilar en dura servidumbre, acarreando agua y leña, haciendo humildemente enanto su amo quería, sin alzar los ojos á mirar á las mujeres por temor de despertar celos en los hombres. Notado esto último por Ahmay, para probar la virtud del esclavo le puso en tentaciones con mujeres mozas, de las cuales salió victorioso. Enviáronle una vez á pescar en compañía una india hermosa de catorce anos: llegados á la playa, ella, como bien industriada que iba, col- gó una hamaca, é invitó ál blanco á que viniera á compartirla. Aguilar se apartó un tanto, encendió fuego contra el frío, hacién- dose sordo á las invitaciones de la hermosa,' quien unas vece^ le llamaba con palabras blandas y otras le .denostaba por no ser

y

6B6

hambre. Toruifáos de la éxpedióion, Ahmáy pregiíntó á la in^fia poi- el resnUado, delante de muehas gentes, ycomo elta dijera la. verdad,' él esclavo aiibió macho en: el condepto de su señor, quien desde entonces le confió casa' y ¿stmilia. Aguiiar resistía por sns órdenes sagradas, y porque había hecho juramento de no tener acceso con mujer infiel.

Ij i condición del blanco mejoró aún tomando parte en una ba-' talla contra un batab- enemigo de su amo¿ en la oual contribuyó eficaamente con su Talor y óoiisejos á obtener la yictoriá. .Poro estQ puso en peligro su vida. Loa batab circunvecinos pidieron que el esclavo fuera sacrificado á loé dioses por ser extranjero; por fortuna Ahmay no prestó su consentimiento. Pusieron ase- chanza<Íftontra la vida de Aguiiar, y siendo inútiles tomaron las armas para alcanzar intento por fuerza. Ahmay, considerán- dose débil para resistir, reunió en consejo á los principales de BU pueblo, de los cuales algunos opinaron, por entregar al eselaí-' ro: mas el batab lo rechazó, considerándolo como una debilidad- indigna de un guerrero. AprestánDüse al combate, teniendo la* gar una cruda batalla, dirigida por Aguiiar^ en la que por medio de una' celada bien dispuesta quedaron roiíos y desbaratados los enemigo^), aunque muy superiores en número, con gran gloria de Ahmay. Desde entóiices el generoso batab nd fue inquietado por nadie, logrando gran preponderancia entre los áeñores comarca- nos, grangeáudose Aguiiar grandes oonsidei^aoiones.

Respecto de Gotízalo Guerrerró, había pasado ánlanos del ba- tab* de Chetemal, en provincia de Bakhalal, llamado Naohan- chan; ayudó á su amo á ganar algunas batallas, con lo cual alcan- zó nombrad(ade valiente,' subiendo á los primeros puestos mili- tares; casó eon una aeñora principal, en quien tenia hijos, y adop- tando las Costumbres de la tierra tenía el cuerpo pintado, la» orejas horadadas, no distinguiéndose al primer aspecto de loS' mayas. (1) Nos hemos detenido en esta hiatori'a, porque puede servir de muestra para otros naufragios antiguos, y porique de e^tos dos hombres andando el tiempo, el uno sirvió de intérpre- te á D. Hernando Oortea, el otro fuá él motdr dé'la. guerm.que

los indios hicieron á Francisco Hernández de Córdova. (3)

'

(1) Gomara, Crónica de la N. E. cap. XIL-r-CogoHodo, lib. 1, cap. VH y VXII.^* Herrera, déo. H, lib. IV, cap. Vn y VIH.

(2) CojgoUudo, lib. 1, cap. Vni,

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lia iüTasion de Oórdova se yerificó él año 1517; al sífcntetit©,' 1518, invadió las costas Juan de Qrijálva, y todavía en 1519 'sfe presentó la armada de I>. Hernando: al siguiente año, 1520, asoló ' la península la peste de virnelas. M MS. con sn constante lacb^ nismo dice:— '*E1 13^ ajan (1488-1511) y 11 njau (1512-1535) hh- bo peste y viruelas en los castillos." I). Francisco de Mbntejo comenzó la conquista de la península él año 1527; mas aquella primera empresa fué desgraciada: emprendida de nuevo con vi^ gór por D. Francisco de Montejó, hijo, eñd537, se rfa por termi- nada en la batalla de San Bernabé á de Junio 15ál.

Siguiendo las doctrinas del Sr. Carrillo, (1) la historia anti- gua de Yucatán se divide en cuatro épocns principales. 1* Del' principio de la emigración y las instituciones establecidas por Zamná, hasta la fundación la monarquía de Chichen-Itzál 2* De los reyes de esta ciudad, á la llegada de Kukulcan ó Qué- tzalcoatl. 3* De Kukulcan á la destrucción de Mayapan. 4' De este acontecimiento al principio de la conquista española, en 1527. Por nuestra parte prolongaríamos esta última ópoca has- ta 1541.

Besumiendo nuestras doctrinas, la primera época se distingue por el legislador Zamná, su culto, sus instituciones y las gran- des pirámides de piedra: da el aspecto propio y genuino de aque- pueblo, lleva el sello primitivo y nacional. El principio deaque. lia civilización es desconocido, mas ya estaba adelantada cuan- do Zamná, Itzamhá, Itzamatul, daba la última mano á la organi- zación social, preparando con sus instituciones el porvenir de la nación. .

La segunda época es de marcados adelantos. Se robusteció el poderío de las monarquías; se vieron florecer laia artes en las maravillas de la arquitectura, y para prodncir los frutos artísti- cos y sociales para entonces notados, preciso era que los pueblos estuvieran ventajosamente constituidos. Se nota cierto elemento '- afifiático. Así lo dicen los níonumentos, el arte decorativo, los tra- jes representados en los bajo relieves, principalmente en Copan* y en Palenque, lod objetbs de uso, la cruz, algunas doctrinas re- ligiosas, &c., ¿a: del éoüjanto de estas observaciones, hemos in- ferido relacioneb con los wuebloft del Asia, determinadamente

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(1) Oom^endio de hwt. delucatan, pág.66.

con alguno que profesaba }a religión búddbica. La civilización en estos do9 períodos es absolutamente diversa de la de las na^ ciones de Anáhuao: ninj2;un punto de contacto tenía con los tol- teca, por raza, lengua, tiempo/ escritura, en fin, por nada.

En la tercera época comenzó la decadencia. Se inició con la presencia de Kukulcan y las nuevas doctrinas reformadoras^ A pesar de que el legislador era europeo 7 por consecuencia de una raza muy más adelantada que la americana; no obstante ir d.e entre los tolteca y haber sido seguido por ellos, su reforma fuó moral y no artística. Por eso Mayapan, perteneciendo por origen á la edad de oro del arte^ al ser recompuesta para metró- poli sagrada, quedó muy inferior á Chichen-Itzá, Uxmal y Pa- lenque. Destruido Tollan, gran numero de los emigrados de ella oriundos, se avecindaron en la península; llevando su civiliza- ción, fueron & modificar, á trasformar la maya. La consecuencia era natural; diversas como eran, al ponerse en contacto y pre- ponderar la nahoa, la sociedad y sus obras tomaron el tipo del pueblo influente, y en verdad de verdad que los tolteca no eran tan aventajados arquitectos como los itzaes. Los méxica lleva- dos por los Cocom á Mayapan, acabaron por introducir sus cos- tumbres, su culto, sus instituciones militares y sociales, coa los repuguantes sacrificios humanos antes desconocidos en Yucatán: entonces, todos estos elementos extraños se mezclaron en las creencias nacionales, dando por final resultado, perderse la pris- tina pureza de las doctrinas con las abonadas por la novedad Conservóse algo de lo predicado por Zamná, revuelto con las doc- trinas de Kukulcan y las politeistas, sangrientas y abigan'aJas de los mexica. En esta época si las civilizaciones maya y tol- teca presentan muchos puntos de contacto.

En la cuarta época, la irrupción de tribus extrañas acabo por determinar la mudanza. Aquellos pueblos trajeron al trato co- mún sus costumbres, y de su mezcla y de la de sus ideas, brota- ron los choques y contiendas sostenidas por los batab encontra- dos por los castellanos. El pueblo maya presentaba una arqui- tectura propia bien adelantada, algunas costumbres que le eran p.eculiares, Clareadas semejanzas con las naciones habitadoras, del Valle de México. En cnanto á los edificios primorosos del ;* pasado tiempo, eran ruinas abandonadas, de cuyos oonstructo- res nada sabían decir los degenerados herederos de los primiti-

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T03 imperios. Los mayas del siglo XYI eran pueblo cnlto^ mas no comparables á los de Chiohen Itíá y üxma^*

Bosquejaremos lo que erau los mayas á la llegada de los cas- tellanos. Comenzando por la religión, la de los mayas, así como la de los mexic», presenta marcadas semejanzas con el cristianis- mo, de donde los antigaos cronistas inferían con acierto que la religión católiai había sido predicada eu América. (1) Creían en un dios únicOj incorpóreo, por cuya razón no se le podía repre- sentar ni tenía imagen alguna: llamábase Hunab Ka, todas las cosas procedían de él, y tenía un hijo nombrado Hun Itzamná ó Yaxcocahmat. (2) Aquella deidad era conocida también por Noh -yum-Kab. Según indujo Fr. Bartolomé de las Casas, reconocían una trinidad compuesta de Izona, gran padre; Bacab, hijo del gran padre; Echuah, el espíritu. Bacal era hijo de la doncella Chiribias, quien tenía por madre á Ixchel. Bacab fué azotado, le pusieron una corona de espinas en la cabeza, y amarrado sobre un palo murió, aunque resucitado al tercer día subió al cielo con su padre: en seguida vino Cchuab, "y hartó la tierra de todo lo que había menester." Preguntados los indios cómo sabían esto, respondieron, "que los señores lo enseñaron á sus hijos, y asi ''descendía de mano en mano esta doctrina. Añrmaban que en el ^'tiempo antiguo vinieron á esta tierra veinte hombres, y el prin- "cipal de ellos se llamaba Cozas y que éstos mandaban que se ^'confesasen las gentes y que ayunasen." Ayunaban en efecto el viernes en memoria de la muerte de Bacab. (3)

''El hombre había sido formado de tierra y zacate ó pajas del- egadas, y que la carne y huesos se habían hecho de la tierra, y "el cabello, barba y vello que hay en el cuerpo, era de las pajas zacate con que se había mezclado la tierra." (4)

Muy particalares eran las ceremonias en su bautismo. Acos- tumbraban poner á los niños una cuenta blanca, pegada á los cabellos de la coronilla de la cabeza, y colgada de la cintura por un bilo delgado, una Conchita, que vexiía á descansar sobre la par- te honesta; ambas cosas no podían quitarse sin parecer muy mal,

(1) Cogoüado, Ub. IV, cap. VL— Torqnemaaa, lib. XV, oap. XUX.

(2) CogoUndo, lib. IV, cap. YL

(SyCftní^ hist apoIógéti)Bft.^IC6me8aI, lib. V, cap. VIL— Tovquemacla, lib. XV, cap. XLIX.-CogoUado, Ub. IV, cap. VL (4) CogoUadO; Ub. IV, cap. Vn.

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hasta pasado el bautismo, ceremonia que tenía lugar entre los tres 7 doce años, sin que pudieran casarse antes de pasar por ella. Dábasele el nombre de zihüy nacer de nuevo, palabra que compuesta con verbo, hacía caput-zihüy nacer de nuevo, en la acep- ción de Ihi palabra latina renaseor. IJno de los padres se hacía- cargo de la fiesta, daba aviso á los que aún tenían hijos por bau- tizar, j se concertaba con el sacerdote el dia que no faei*a acia- go: los padres y los oficiantes ayunaban tres días antes, abste- niéndose además de sus mujeres.

Llegada la fiesta, todos los neófitos acudían á la casa escogi- da, reuniéndose en una sala espaciosa, 6 bien en un patio limpio y regado con las hojas del árbol llamado cihom; colocados en hileras, se disponían los niños á un lado, las niñas al otro. Lle- gaba el sacerdote acompañado de cuatro ancianos oficiantes, que tenían por nombre Chaces; el sacerdote se sentaba sobre un ban- quillo, en el centro, y ellos en banquillos, en cada uno de los cuatro ángulos, cerrando el espacio por medio de unos cordeles, que en las manos tenían. Sobre est js cordeles, entrábanlos padres de los chicuelos que habían ayunado. Procedíase entonces á la purificación del lugar, ó sea á arrojar al mal espíritu. El sacer- dote ponía por orden, en la mano de los niños y niñas, un poco de maíz molido y unos granos de incienso, que ellos echaban en el braserillo que el oficiante empuñaba; acabados todos, daban á un hombre el braserillo, los cordeles que los chaces tenían en las manos, y un vaso con un poco de su vino, cosas que aquel debía sacar fuera de la población, dejarlas á distancia, y tornar sin haber bebido, ni volver la cara atrás. Con esto quedaba ex- pelido el demonio, y para acabar de limpiar el lugar, se barrían las hojas de cihom, regando con las del árbol nombrado copo.

El sacerdote vestía, ''un jaco de pluma colorado, y labrado de ''otras plumas de colores, y que le cuelgan de los extremos otras ^'plumas laicas, y una como coroza en la cabeza de las mismas '^plumas, y debajo del jáóo, muchos listones de algodón, hasta "el suelo como colas, y con un hisopo en la mano de un palo "corto muy labrado, y por barbas ó pelos del hisopo, ciertas co- alas de unas culebras qué son como' cascabeles.", (i.) Cada niña estaba acompañads^ de una mifjer ¿^iciaúai qui^/exá .^u madfinik}

(1) Landa, apnd. Brasseur, pág: 150. TU

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cada Diño del hombre sn padrino; los chaces Colocaban en la ca- beza de los baatizandos, un paño blanco preparado por la ma- dre de cada uno, j preguntando á los grandecillos «si habían co- metido pecado, los confesaban y apartaban á un lado. En el ma- yor recogimiento y silencio, el oficiante recitaba las oraciones, rociando con el hisopo empapado en la agua bendita. ''Esta ^'agua, hacían de ciertas flores y de cacao mojado, y desleído con "agua virgen, que ellos decían traido de los cóncavos de los ár- boles, 6 de los montes." (1) Sentábase acabada la bendición, y daba al promovedor de la fiesta un hueso, con €|1 cual iba y ama- gaba á cada neófito, nueve veces sobre la frente, mojaba líiegb el hueso en la agua bendita, y les untaba la frente, las facciones del rostro, entre los dedos de las manos y de los pies, sin pro- nunciar palabra.

Acabado esto, levantábase otra vez el sacerdote, quitaba los paños blancos de la cabeza, y otros que á la espalda llevaban con plumas de* un pájoro hermoso, y unos cacaos; cortaba con an cuchillo de piedra, la cuenta que los niños tenían; los ayu- dantes, con un manojo de flores y un tabaco, amagaban nueve veces á cada muchacho, tras lo cual les daban á oler las flores, y afumar el humazo. Recogían los presentes, que consistían pria- oipalmeñte en comida, daban un poco á los niños, y ofrecían un poco de bebida á los dioses, que apuraba sin descansar el mi- nistro llamado Cayom. Las muchachas se retiraban primero, cortando las madres el hilo que á la cintura retenía la conchi- lla, dando á entender que eran libres para casarse; los padres repartían presentes entre los circunstantes, terminando la fiesta con regocijos y un banquete. El promovedor, fuera de hacQr los gastos, ayunaba los nueve dias siguientes. Decíase á esta fiesta, Emkúy bajada de Dios. (2)

El nombre de quien instituyó esta ceremonia se descubre fá- cilmente: lo dicen las colas de la víbora que componían el hisopo y laa plumas ricas llevadas por los neófitos á la espalda. £ra Kukulcan, la serpiente de plumas *de qtietzalU, 6 plumas finas, el Quetzalcoatl de México. La institución del bautismo era general

(1) Landa, loco cit.

(2) Landa, apud. Brasseuí, 'f XXTI.— CogoUudo^ lib, ÍV Oñf^ 7^.— Bernegal, lib. V, cap. VII.— Herrera, d^o. IV, lib. X/cap. IV. '

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en Yacatan, y no parece Terdadero lo afirmado por algunos ao- toreSp (1) acerca de ^ue aquellos habitantes practicaran la cir- cuncisión. (2}

Tenían confesión auricular. En peligro de muerte invocaban con lágrimas á Kue, palabra convertida en Ku, Dios, en sentido abstracto, diciendo en alta voz sus pecados al sacerdote si pre- sente estaba, á los padres j madres, los casados el uno al otro: los parientes que jío presenciaban, acordaban al penitente las faltas omitidas. Confesábanse, no de los pecados de intención, fiino de los de hecho, como harto, homicidio, la carne, falso tes- timonio: no era falta la unión del señor con su esclava. Hacíase pública la confesión, para que los parientes oraran para alca.nzar la remisión; mas esto daba motivo á reyertas entre los cónyu- ges, si por acaso el enfermo convalecía. (3) Eq Nicaragua la con- fesión se hacía en secreto con el sacerdote, quien no revelaba los pecados, no encontrándose memoria del caso en el cual se hubie- ra faltado al secreto. En Chiapas la costumbre era semejante á la de Yucatán, aunque la confesión tenía lugar <^ada vez que las mujeres estaban próximas al alumbramiento, ó cuando hombres y mujeres querían casarse. A las mujeres confesaban otras mu- jeres, las cuales luego publicaban las faltas de la enferma, y de la novia decían delante de todos: Nuestra laja ha pecado^ dando todo ello motivo á disgustos y agravios. (4)

Creían en la inmortalidad del alma y por consecuencia en la ' vida futura, con castigo y recompensas. Los buenos iban á un lugar deleitable, de mucha dulzura, donde nada daba pena, abun- dante en comidas, en perpetuo descanso y holgura á la sombra del árbol Txxxché^ ceiba. El lugar de penas se llamaba Mitrud, en donde los demonios atormentaban las almas con grandes necesi- dades de hambre, frió, cansancio y tristeza: el principal de los demonios de aquel lugar era Hurüiau. El mal espíritu se decía Sxbilba,, el que se desaparece 6 desvanece. Para «Joanzar la glo- ria servían la confesión y las buenas obras; mas también la lo- graba quien moría ahorcado. Por eso oon pequeña ocasión de

(1) Pineda, lib. 2, cap. 8.— El Doctor lUacaa, vida de León X,^lib. 6, cap. 23, f

(2) CogoUndo, lib. IV, cap. VI.

(8; Landa, § XXVIL— CogoUudo, Ub. lY, oap, VII» (4) Bemesal, lib. TI, cap. XI» niím. 2.

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tristeza» trabajo ó enfermedad, tió íaltáBk cfcñhii aüorcásé, es- tando seguros de qne la diosa de la horca, Ixtab, venía por el al- ma para conducirla al paraíso. (1)

A estas ideas venían ¿juntarse las de un politeismo complica-. do. El dios principal era Kinchnhtzu, quien tenía por esposa á Ijo-'áml-^vok, inventora de tejer el algodón. Hijo del dios finico era Itzamná, autor de la escritura. Ix Kan-hoz era madre de otros dioses. Ixchebdyttx enseñó la pintura y el arte de las lat)ores en las telas. Presidían á la medicínala diosa Ixchdy Su com {bañero OU~hduntun. Numen del canto era Xodnbum^ j de la música y poesía Ah Kin Xooc, por otro nombre Pidimtea Para la guerra contaban á Kukulcan; á Eac npctcae, mirada de fuego, quién en la gaerra llevaba una rodela de fuego con que Re abroquelaba; Ah ^Tiuy hak que entraba á lu batalla en hombros de cuatro capita- nes. Sustentaban el cielo sobre los cuatro puntos cardinales, y •dirigían los vientos 2ac^i Bacah, Canal Bacab, Chacal Sacab, y Skd JBéoab. El gigante Okao inventó la agricultura, y por ello era se- ñor de los panes, truenos y relámpagos. Mtd Tum Tzec reinaba en los malos tiempos y sus dias eran aciagos. En la fiesta Vayeyáb ndoraban un palo, bajo el nombre de ifam, abuelo, que desprecia- ban en seguida.

Ted cuzam tenía las espinillas como una golondrina; Lahun^ -chaam tenía dientes disformes; Ahtubtun escupía piedras precio- sas; Aaxt convertía en flores á los indios que se labraban el cuer- po, "ídolos de los mercaderes, y éstos tenían uno de piedra en particular muy venerado. Habíalos de los caminantes, pescado- res, cazadores, de las milpas y otros que invocaban en los tiom- **pofl tempestuosos. Dios y diosa del vino, y uno antiquísimo de **un gran hechicero. Diosa de los que se ahorcaban, que decían '*se les aparecía. ídolo del amor, de las farsas, de los bailarines, ^'y otra infinidad de idolillos que ponían á las entradas de los "pueblos, en los caminos, en las escaleras de los templos y otras ^4>ftTtes." (2)

Los de Campeche adoraban á Kinchahauhnban, dios de las crueldades, sacrificándole víctimas humanas, y los Tihoó (Mó- rida))' i Ahohun cesan y á Vadom vJuián. El ídolo de Cozumel, que

(1) Landa, § XXXm.— CogoUlido, Ub. IV, oap. VU.

(2) CogoUndo, Ub. IV, oap. VIH.

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tenia una fleelia en la mano, se decía Ahhtdané 6 AlJivbMh, La dio* sa de las monjas, .bija de nn rey, se nombra];)a ZuJmy kok^ faego virgen, y á ella dedicaban las niñas. Tenían tambiek^ por dioses á sua reyes muertos, y á peces, culebras, tigres y otros animales. Aquellos ídolos eran pocos de piedra, algunos de madera» y .la. mayoría de barro; apreciaban tanto los de palo, que se heredaban como co^as de valor. (1)

Los templos eran muchos y suntuosos, y faera de los públi* eos, los. particulares tenían sus oratorios ó casas de oración* Loa santuarios principales, fuera del de Itzamal, ei:an el pozo de Chi« chen-Itzáy la isla de Oocumel ó Aouzamil, isla de las golondri- nes. A esta acudían multitud de peregrinos con ofrendas, ha* biendo caminos labrados por la península,, que venían á terminar en la costa occidental, á finrde hacer Mcrl la peregrinación, (2)

Los sacerdotes eran los depositarios de las ciencias; dividían* se propiamente en cuatro clases. Los Chüam Bedam^ conocedo-* res de la voluntad de los dioses, cuyas respuestas comunicaban al pueblo, por lo cual se les tenía en gran estima, aconteciendo que les llevaban en, hombros. Los Kin, hechiceros y médicos, que curaban las enfermedades con medicinas ó con suertes y adi* TÍnaciones. Los Chaces, que eran cuatro ancianos elegidos para servir de ayudantes en las fiestas. Los Nacon, de los cuales ha- bía dos clases; el Nacon perpetuo ó que abría el pecho á las víc- timas humanas, cuyo oficio se tenía por despreciable: el Nacon trienal, capitán en la guerra y destinado á ciertas fiestas princi- pales, empleo de mucha honra. (3) Los saceriotes de estos tem- '*plos traían vestidas unas ropas de mantas de algodón, largas y 'blancas, más que los otros que no lo eran, los cabellos cuanto ''podían crecidos y revueltos que nunca los peinaban, ni podían ''si no los cortaban, pprque los untaban con la sangre de los sa- "crificados; y así andaban tan sucios como se deja entender." (4)

Había recogimiento de hombres viviendo ¿'manera de monjes- Junto á los templos había aposentos destinados á ciertas donoe^

(1) CogoUadclib. IV, oap. VIIL^-Laada, §XXVn.

(2) Laada, § XXVIJ.-^Cogottiido, Uh. IV. oap VJI.— TerquemacU, Hb, IV; cap. IX.

(8) Landa, § XXVIT.

(4) CogoUudo, lib. IV, oap. Vil.

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Uas qnB ge dedicaban al culto. 2f ombrábase la fltperiora Ixnáocbí JSjcUun, la que está sabida én gaerta» la cual tenía cuidado del orden y moralidad de las virgenee. Semejantes á las Vestales, cuidaban del faego perpetuo que en loií templos se conservabaí 7 ai se apagaba» moría la que le tocaba. Si TÍolaba la castidad, también moría. Unas se manteniaín de por vida en el moDásterio, según stt voluntad; otras salían para casarseí previa licencia del sumo sacerdote. (1) ;

Para pedir amparo á los númenes, acudían á oraciones largas 7 devotas. Consistían sus ofrendad en comida, frutos, flores, y cuantos objetos parecían bien á su *piedad. Ayunaban según lo piBscribía* el ritual, absteoiéndose á veces de comer bocado en dos ó tres dias. .Los sacrificios eran del propio cuerpo, de ani- males, y en Iqs últimos tiempos, aprendido de los méxica, vícti- mas Lumanas. Los hombres se cortaban pedaoillos del exterior de la oreja, del cuerpo, ó de la parte superfina del sexo, para ofre- cerlo á los ídolos con la sangre; por ósta costumbre "se engañó ^'el historiador general de Indias, diciendo que se circuncida- ''ban." (2) Se agujeraban las mejillas, el labio inferior y la lengua á los lado59, pasando por los agujeros pajas más ó menos largas con grandísimo dolor. Juntábanse cuantos querían, y haciendo un agujero en el genital, pasaban la mayor cantidad de hilo que podían, con el cual quedaban unidos sin poder separarse; quien más sufría era tenido por más valiente. Oon la sangre untaban á los númenes. ,

Las mujeres no se sacaban sangre del cuerpo, ofreciendo sólo cuanto de la tierra podíbn, aves, peces y animales; de ello vivo para el sacrificio, muerto como ofrenda ó guisado para el consu* mo de los sacerdotes. Los sacnrifloios humanos aprendieron los maya de los méxica. (3) El sacrificio común se hacía por los cua* ^

tro c^iaces^ quienes tomaban a -la víctima por pies y manos, ten* dienddíla sobre la piedrfi, y el Nacon abría el pecho para arran- car el corazón, presentándole al sacerdote para ofrecer al ídolo. Si el sacrificio tenía lugar en lo alto del templo, el cadáver era despeñado por las escaleras abajo: en ciertas ocasiones era deso-

(1) Oogollndo, lib. IV, cap. 11.

(2) LendA, § XXVni.

(8) Hnren,e déo. IV, lib. X, cap. III.

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liado, tistidDdo la piel un sacerdote, como én la fiesta méziea Xípe. También tenían el sacrificio á flechazos. Aunque los maya habian aceptado esta bárbara costumbre, no la practicaban eii tan grande escala como las naciones de Anáhuac; las TÍctimas en proporción eran pocas, tomadas de entre los prisioneros de ciien* ta, de los esclavos comprados para el objeto, de los niños ofrecí^ dos por sus padres. Hombres, mujeres ó infantes eran vistos con grande reverencia, cuidándolos y engordándolos para que estn^ vieran sanos y gordos Oomían la carne del sacrificado como los méxica, dándole el mismo valor místico; fuera de este caso, aquel pueblo no era antropófago. (1)

Los señores ó batab eran déspotas, si bien su voluntad estaba sujeta por las costumbres y las leyes. Vivían de las sementeras que el pueblo les labraba en común; del tributo impuesto á loa vasallos; de una parte de la caza, de la pesca y de la sal que es- taban obligados á darle. El poder se heredaba de padres á hi- jos. Sí muerto el batab no dejaba heredero qapaz por ser niño^ el hermano mayor del difunto ó el más hábil subía al trono, te- niendo cuidado de educar á su sobrino; mas al llegar éste á la mayor edad, no le cedía el mando, sino que continuaba hasta mo- rir, siendo en realidad el verdadero soberano. Si el finado batab no tenía hermano, los sacerdotes y gente principal nombraban al regente. (2) Los demás hijos, hermanos del heredero, eran aca- tados y tenidos como señores. Los batab, ayudados por los no- bles, administraban justicia, disponiendo cuanto creían conve- niente para el orden de los pueblois. (3)

. Había jaulas de madera, como las de los méxica, que servían de cárcel para custodiar los presos y los destinadas al sacrificio. A los presos se les amarraban las manos á la espalda, poniéndoles al cuello una collera. Las penas se imponían sin remisión, no dándose apelación de las sentencias. Los prisioneros de guerra, si era gente menuda, quedaban hechos esclavos; si principales, se les sacrificaba, á no ser que se rescatasen. El adáltero, llevado á la casa del señor y en presencia de los principales, era atado á un

(1) Landa, § XXVIII.— CogoUudo, Ub. IV, cap. VII.— Herrera, déc. IV, lib.

cap. III.

(2) Landa. apad Brasaear, § XXIV.

(3) Landa, § XX.

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palo; si el marido le perdonaba quedaba libre, y si no, le niftebn- üaba la cabessa con nna piedra: á la mnjer dejabnn libré, que ha- cerlo así se tenia por grande infamia ^ara ella. Qaien cortonnpíá doncella, forjaba mnjer, ponía acechanzas A esposa ó hija, ó alia- Haba ttna éasa con intento deshonesto, tenía pena de muerte. Bl homicidio se pagaba con la yida, ó se daba un esclavo en pa- go; si el matador era menor de edad, quedaba hecho esclavo. El traidor y el incendiario, pena de muerte. El ladrón, por pequeño que el hurto fuese, quedaba por esclavo hasta que podía redi- mirse.

Los hijos de esclavos nacían esclavos; salían de servidumbre, redimiéndose 6 pasando á la clkse de tributarios. El que casaba con esclava, ó en ella tenía hijo, se hacía esclavo del dueño de aquella; lo mismo acontecía oon mujer que se casaba con escla- vo. Si poco después de la venta, moría el esclavo 6 huía sin en- contrársele, el vendedor devolvía una parte del precio. A los qué Tondaban las casas con designios sospechosos, les prendían por más 6 menos tiempo, según la gravedad de la sospecha, ó le cor- taban el cabello, que era gran afrenta. No se pedia juramento, pronunciándose grandes maldiciones contra quien fuera menti- roso. Nunca fue usado el castigo de azotes. Si el delincuente era algún señor, juntábanse los del pueblo, le prendían y labraban el rostro de la barba hasta la frente, lo cual se tenía por grande afrenta. La satisfacción de los delitos menores era con sangre 6 puñadas. Aun cuando se asegurs, de buena intención por igno- rancia 6 poca advertencia, de mala fe por poner defectos en los indios, para que apareciendo criminales ante la ley, so les pudie- ra hacer esclavos, no aparece probado que los mayas practicasen el pecado nefando. (1) Los jueces, nombrados por el señor def cada pueblo, oían á los litigantes, fallando inmediatamente; éstos' les hacían alpinos presentes que Servían como de honorarios.

Sus armas ofensivas consistían en arco, flechas armadas coa' punta de pedernal ó dientes agudos de pescados, lim^^ias y sin' ponzoña, lan:{as pequeñas con pedei^Uál, y hachas de cobre, de figura de las mésica, que así les servía de arma cómo de labrar madera. Las armas defensivas, rodtilas de cañas majadas, refor- zadas con pieles; jacos de algodón ó. pita [colchados, súfíóientea

(1] CogoUudo, Ub. IV,'cap. CV.^-Latta», J JÜCIII > itXX.

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para resistir, los golpes; alfn^noa oapitanes 6 principales traían mo^^ione^dQ madera, t.Iqs demás se adornaban, con piellejos de leones y tigres, plumas, y diiesji

El ej^rcítp contaba dos jefes. principaleai El t^no. perpetuo ¡jr cuyo o>£ioio se berodaba en la familia. El otro llamado ^ocon, da- raba por tres auOsS, y ade mas ,de mandar en la guerra debía ha^ eer la fiesta del mes Pax: en los tres años era. tenido en granjre- verencia, no se aoereaba ni á su propia mujer, no comía carne ai- no pescados é iguanas, no se embeodaba,, y las valijas de su ser- vicio conservaba aparte, para que mujeres no le sirviesen.

Oom poníase el ejército de cierta gente escogida que; en los pueblos había, llamada holcane.s, 1^ cual no recibía, soldado sino durante la guerra, y esto de quepta del capitán, q\iieu si de lo suyo np t^nía acudía, al pueblo . por auxilio. Si los /¿o/aa7M»« no bastaban al intento, se escogía la gente necesaria en la población. Salían á campaña precedidos de un gran estandarte; guerreros principales conducían en hombros á los númenes Kukulcan. Ka* kupacat, (Mirada de fuego) y Chuykak;. (El que prende fuego), marchaban en silencio, aunque á la hora del combate aiTojabau grandes gritos. Conocían murallas hechas de piedra, y fortifica- ciones pasajeras de madera 6 varas. Los gilerreros se pintaban cuerpo y rostro de varios colores, á fin de pouer miedo en los ene- migos, y después de la victoria quitaban & los .muertos la quija- da y limpia de la carne poníansela en el brazo. CompotiLuí la música guerrerp. el tunkvl ó iankul^ tambores, trompetas, silbatos, caracoles marinos, sonaja», flautas y una concha de tortuga re- picada con eljasta de un ciervo, (1)

Los mayas son bien dispuestos, altos y fuertes; algo estevados porque las madres acostumbraban llevar a sus hijos & horcaja- das en los cuadriles. Tenían á gala ser biscos, para lo cuid col* gabán á los niños del pelo un pegotillo que les Ueg iba al medio d^ las Olajas, y ellos alzando los ojos adquirían el estrabismo. Las frentes y cabezas tendían chatas, deformación que les hacían cuan- do chicos: no criban barbas, pues las madres les quemaban los rostros con paños caliente''. Se dejaban crecer el cabello, á excep- cipn de la parte superior de la cabeza en que se cortaban una es- pecie de corona. Bañábanle pon frecuencia; eran amigos de bue-

(1) Ltfida, §. XXIX.r-Cprríno, Mamúa de bist, pág. 16i.

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Bcmolocea^ fot lo cual ni^Aban maeho de flotas y ramilletes. Su Testielo ooQ8Í8lía en.UDa faja ancha llamada e:z; (el maxtlatl délos méxic i), vdvttelta ala cintura, j onyas puntas caían la una delan^ tetla otradetraa: estas puntas estaban labradas cariosamente de pluma ó labores de colores. Una mantalargay cnadrada, annda*^ da al .pecho 6 sobre Um Üotubres^ les servía de capa, y traían en los-piáa sandalias de cánamo ó cuero de venado seco 7 sin cur- tir, anudadas con correas. (1)

La base del alimento era el mafz, preparado ya en pan, ya en aioie, ya en diversas bebidas á-lá manera de los m^xica. Usaban también del cacao, coa el cual confeccionaban líquidos sabrosos j refi:igeraBtes. Conocían legumbres de diversas clases, y aunque carne comían poca, consumían la de los venados^y aves monteses que tomaban de la caza, y de las aves dom^BticttS que criaban muchas. Comian los hombres apartados de las mujeres, laván- dose al concluir manos y boca. Hacían del maíz bebidas fermen- tadas para sus bailes y ripgooijos. (2)

Tenían por gala y valentía labrarse los cuerpos. Para ello pin- taban Hobre la carne las labores qñe querían, y los oficiales que en ello entendían sajaban delicadamente sobre el contorno, po- niendo en las heridas cierta tierra negra ó carbón molido, con lo cual la pintura se hacía indeleble. Aquella labor se llevaba & ca- bo poco á poco, no sólo por ser el dolor mucho, sino porque á veces se encona|t»an y empodrecían las sajaduras. Ya sanos os- tentaban ¿guras de sierpes, águilas, aves, animales, con diferen- tes labores.

Gustaban de convites, ya en las fiestas religiosas, en las pú- blicas ó privadas, acabados casi siempre por embeodarse. "Ha- ^'cen el vino de miel y agua, y cierta raíz de. un árbol que para es- ''to criaban, con lo cual se hacía el vino fuerte y muy hediondo." Las mujeres hermosas escanciaban y presentaban de beber, vol- viendo el rostro hasta que les presentaban el vaso vacío. Gasta- ban en aquellas comidas cuanto nopodían, pues á veces daban [Nresentes á los comensales de mantas y otros objetos.

Ciertas de sus recreaciones eran muy donosas. Tenían ciertos larsanjtes, llamados Balzanif que representaban fábulas é histo-*

(1) Landa, §. XX.— Oogolludo, lib. IV, cap. V. (2; Lauda, $. XXL— CogoUado, Uh. IV, cap. V.

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rias auiigaasi decían chkAes t»ara barlar,- y 'motejaba» iSoiiF^caeift en ios superiores sus defectos y faltas: esoogiase para ello geai^ te chífstosay satírioa. Daban por metáfora el nombre da J3a/nu% ''al que es decidor y obotorrero, y remedan en sos líepreaeiiti»- ciones Á los pájaros."

Eran afectos á la música; cantabaü y bailaban á la manera da los méxica. £1 tunktU, es atabal de palo hueco, el teponojíli: ha^' bía un atambor, que se tañía con un palo que tenía la punta con una bola de goma elástica, que producía un sonido pesado y iris- te; t]K>mpetas de madera» delgadas; terminando por el un cabo en calabazas largas y retuertas; la concha limpia de^a tortuga, que golpeada con la palma de la mano arroja sonidos lágnbres: pitos y silbatos de caña ó de huesos de venado, caracoles giaa« des y flautas de caña.

El cantor principal que enseña el canto y en los bailes Ilev» el compás se llama Solpop, y es quien tiene á su cargo el tunkul^ Cantaban alabanzas á sus dioses, historias, fábulas y antiguallas»

En el baile llamado Cdomche 6 de las cañas, salían al medio de la rueda de los danzantes dos de ellos; él uno con un puñado de bohordos que se queda enhiesto; el otro que se pone en co- cliUas: al compás de danza y música, aquel tira con toda bu fuer- za los bohordos ó cañas á éste, quien con un palo pequeño se de- fiende desviando los tiros. Acabado el lance vuelven á la rueda y otrcs dos ocupan sus lugares. En un baile, representación de la guerra, se reunían hasta ochocientos bailarines con pequeñas banderas, haciendo evoluciones y acometidas sin faltar al com- páa Incansables en este ejercicio, perseveran dia y noche en el baile, llevándoles allí de comer y beber. Frecuentemente lóá hombres no danzaban junto con las mujeres. (1)

Los diversos númenes que adoraban, dan idea de las artes que sabían. Los carpinteros y alfareros constructr)res de ídolos, des- empeñaban su oficio con muy particulares ceremonias, ayunos y penitencias. Los médicos y cirujanos curaban con yerbas y emplastos, así como ensalmos y conjuros^ El gremio de mercar deres, considerado y numeroso, emprendía largos viajes á los paí- ses circunvecinos, á Tabasco y México, llevando de toda clase de mercaderías, sal y esclavos. El comercio se hacía por trueque,

(1) Landa, §. XXII.~-CogoUudo, lib^ IV, eap. V.

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ftnnqne conocían también cierta especie de moneda. Servían de ella, caentas de piedra finas que usaban por adorno, campanillas y cascabeles de cobre, conchas coloradas puestas en sartales, los granos del cacao, piedras preciosas j bachuelas de cobre que lle- Taban de Anáhuac En los contratos, sobre todo de esclavos, no mediaban escrituras; bastaba para darles validez que los contra- tantes bebiesen ante testigos. Mentía faera que alguien negara BU deuda; pagábala luego que podía, j caso de muerte del deú" dor, su mujer, bíjos y parientes, quedaban obligados á satisfaz cerla. (1)

Las tierras eran comunes, por lo cual carecían de lindes deter- minados, señalados sólo entre las provincias vecinas, ó cuando en algún terreno se habían sembrado fírboles frutales 6 cacao. Las tierras las hftcía sujas el primer ocupante, aunque á cada xnatrimonio se conce<lía un espacio de 20 medidas en largo y otras tantas de ancho, llamado hun-uinic. Comunes eran también las salinas encontradas á la orilla del mar. La labranza estaba poco adelantadla: entre Enero y Abril quemaban la yerba seca, y llegadas las lluvias venían con un taleguillo de grano y un palo puntiagudo; hacían un hoyo en el suelo, depositaban cinco ó seis granos de simiente, tapándolos con el mismo palo: el resto, has- ta la cosecha, quedaba á merced del tiempo. Beuníanse en gru- pos' hasta de 20 en 20, haciendo en comunidad la labor que les correspondía; en reuniones de 50 en 60 hacían también la caza y la elaboración de las salinas, repartiéndose amigablemente los productos, después de dar al señor lo que le correspondía. En- tre sí se mostraban amip;ables y dadivosos; concedían franca y desinteresada hospitalidad á los caminantes: nunca se presenta- ban, á sus señores sin llevar un regalo. (2)

Tenían mucha cuenta en observar el origen de sus linajes. El Bombre de los padres se perpetuaba en su descendencia maecu* lina, pues las hijas no le heredaban; los varones llevaban como nombre el del padre, y como apellido el de la madre, así qué el liijo de Chel y de Chan, se llamaba Na-Chel-Ohan. Por los nom- tees reconocían el^parentesco, evitando siempre el casarse eou persona del miateo origen.

(1) UodA, §• XXm.- Cogullndo, Ub. IV, cap. III. (S; IiMidA, §. XXIIL-'Oogcdkido, Ub. IV, Mp. III.

5ia

A la herencia no eran admitidas la» hembras, las cuales sólo recibían de los bienes una pequeña porción, á título de dádiva. Los hermanos repartíanse por partes iguales, quedando mejora- do el que había trabajado en allegar la hacienda. Si sólo que- daban mujeres, pasabau los bienes á poder de los deudos más cercanos. Poníase curador á los niños, y caidiban de c>nseryar el depósito que se les confiaba, hasta resiiúuirlo & la mayoría del tutoreado, haciendo la entrega delante de los señores y princi** pales, rebajando lo que habían gastado en la crianza. De los col- menares, sembrados de cacao, &c., nada devolvían, reputándose la cosecha, como la compensación de mantener el plantío. (1)

Casábanse á edad de veinte años. Los padres buscaban espo- . sas á sus hijos; pero era reputado vergonzoso, procuraran marido á sus hijas. Concertado el matrimonio^ dábase á la novia una es- - pecie de donas, consistentes en ve^^tido^i y cosas de poca sustan- cia; reunidos los parientes el dia señalado, que debía ser de Jbnen agüero, el sacerdote, en presencia de los suegros, hacía una larga plática dando á entender á los novios, convenirles aquella unión; sahumaba la casa para purificarla, y con ciertas oraciones bende- cida á los contrayentes, que ya quedaban casados. Tenía obliga* cion el marido, de servir cuatro ó cincQ años á su suegro; no cum- pliendo bien con el trabajo era arrojado de la casa, y su mujer era dada á otro, de lo cual se seguían graves escándalos. Los viudos se unían por voluntad, sin intervenir ceremonia alguna.

Casaban sólo con una muger. No podían contraer matrimonio con quien llevara el mismo nombre del padre del novio, con su madrasta, cuñadas, tías, por parte de la madre: con las demás parientas se unían aun cuando fueran primas hermanas. Duran- te el matrimonio, se exigía /de las mujeres que fueran fieles; la menor apariencia de infidelidad, traía pendenciad y disgustos que terminaban por el repudio. E^taa separaciones, ^ran fre- ouentes> y no obstaba para que do nuevo volvieran á qnirae, que la esposa hubiera vivido oon otro varón. Si al tiemp(T del repu- dio Iqs hijos eran pequeños, les llevaA^a la madre; ^ ei^an ^raii- d^^las hein^br^s «pertenecían 4 1a. esposa, los viS)ro<itoAl esposa' La facilidad más grande existia para tornaarse ó 4ej^r^et (SO.Loft;

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(1) Landa, § XXIV. } . 1 /. . .

(2) Landa, § XXV.-Herrw%, ^ ^Vv l¡b, XX, oap.IV. . : . »"..::,

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viudos no se casaban hasta después de un año, y haciendo lo contrario, se les tenía por destemplados, creyendo que por ello les sobrevendrían males, (1)

Las mujores de Yucatán, son bien formadas; de color claro, oscurecido despaes por el sol y los baños; algunas son bien her- mosas. No se pintaban el rostro, mas por p^nlanura, se hacían los dientes como sierra, lo cual practicaban alt^uuas viejas, limando con ciertas piedras y agua: horadábanse la ternilla de la nariz, poniendo en el horado, un pedacillo de ámbar; Traían pendien- tes en las orejas, y ae labraban el cuerpo de la cintura arriba, á excepción de ios senos, con labores más fínas^jue los hombres. Bañábanse con frecuencia en agua fria ó caliente, no guardando gran honestidad. Pintábanse de colorado como los hombres, po* niendo al co^or una goma oliente y pegajosa, llamada iztah-té, j pot medio de moldes con figuras, pintábanse pechos, bray.o8 y espalda, quedando olorosas y muy galanas, pues aquella unción les duraba muchos días. Cuidaban mucho del cabello, que se lo trenzaban y adornaban, distinguiéndose por el tocado, las don* celias de las casadas. Fuera de.la enagua, vestían una especie de saco largo y ancho, abierto por ambas partes, amarrado á la cin- tura; cuando iban de camino, usaban la manta de dormir, cu- briéndose la cabeza. (2)

Criaban á las mujeres en gran honestidad y recato. Volvían la espalda á los hombres cuando les encontraban, y lo mismo ha- cían cuando les daban de beber. Eran hacendosas, trabajadoras y granjeras, celosas, avisadas y corteses, de poco secreto, y no muy limpias en sus persogas y casas, aunque con frecuencia se bañaban. Devotas -y religiosas, no se sacaban sangre del cuerpo como los hombres, ni asistían á los sacrificios, salvo en cierta fiesta celebrada por lasr viejas. Acudían en. el alumbramiento á médicas que las asistían. con ensalmos, poniendo debajo de la «ama á la diosa I^cchel, abogada en aquel lance terrible. (3)

"Que las indias criaban 4 sus hijps en toda aspereza y desiiu-^ dez d,el m^ndo,, porque ík cuatro ó cinco dias nacida la criatura la poní;ii\ tendidita en oa l§cho pequie^ hecho de varillas, y alli'

(1) Landft, § XXVII.

(2) Landa, § XXXI.— Herrera, d^c. IV. lib. X, cap. IV.

(3) Landa, § XXXH.— Herrera, déc. IV. Ub. X, cap. IV. ' ' ^

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boca abajo le ponían enti^ dos vajillas la cabeza, la nna en el colodrillo j la otra en la frente; entre l^ta cuales se la apretaban reciamente, y le tenian allí padecieofdo. basta que acabados al- gunos dias le quedaba la cabes;^ Uaná ; amoldada como lo usa- ban todos ellos. Era tanta molestia j peligro de los niños pobres, que peligraban algunos, y el autor dosto vio agajerár- sele á uno la cabeza por detrás de la^ oreja?, y así debían haceor inuchos," (3)

Lloraban con gran lástima í sus difa&tos, de dia en silencio, de. noche con altos y dolorosos gritos: muchos días andaban l^is*^ tes, eutregados á abstinencias y-ayunos, especialmente el marido por la esposa. JSnvaelto el difunto en los sudarios^ llenábanle la boca del maíz molido llamado ¿01^677^, y piedras délas que usaban por moneda, á fin que no les faltase de comer en la otra vida. Enterrábanlos dentro ó á las espaldas de las casas, poniéndoles en la sepultura algnnos de sus dioses, si era sacerdote algunos de sus libros, si hechicero san piedras y hechizos. De común desamparaban y dejaban yerma la casa, á no ser que faera mu<- cha la familia, en cuyo caso se hacían compañía perdiendo el miedo al difunto.

Qaeniaban á los señores y gente principal, poniendo las ceni- zas en grandes vasijas, ó en estatuas huecas de barro. De per- sonas de menor dignidad quemaban parte del cuerpo, colocando las cenizas en una estatua de madera, la cual tenía un hueco en el colodrillo, que se tapaba con la piel de aquella parte que al difunto se quitaba: la figura se ponía 'entre los ídolos,' teniéndola en gran reverencia. "A los señores antiguos de Cocom habían ^'cortado las cabezas cuando murieron, y cocidas las limpiaron '*de la carne, y después aserraron la mitad de la coronilla para '^atras, dejando lo de adelante' con las quijadas y dientes; á estas '^nkedias calaveras suplieron lo que de carne les faltaba de cierto "betún y les dieron la perfección muy al propio de cuyos eran, "y los tenían con las estatuas de las cenizas, lo cual todo tenían ''en los oratorios de sus casas con sus ídolos en muy gran reve- ''renoia y acatamiento, y todos los días de sus fiestas y regoei- '^'os les hacían ofrendas de sus comidas para que no les faltasen

(8; Landa, § XXX.

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^«tt U otea vida» donde pensabaD deseansabaD sns almas y les '%proT6oliaban sos doiie&" (1)

Eran aaperstioiosos y creían en aiifaeros. Oreianen los ^neñois, iaitarpretándolos y aplioáudolos á I03 negocios que les preoca- pidbaa. £1 graznido del pájaro Uaniado Kípohch, tenían p&r mal presagio, oomo los oastellanos con la zorra y el onoltUo. Para np cansarse, los caminantes, cnando eaeneiibcaní nña gran piedra, le kaeen reitperenoia y ponen una: rama encima^ y oon otra rama se samiden 'las rodillas: eoande ee kk pneakaí del sol y la posada aon está distante, encajan noa piedra en el primer árbol qne éncnto- tran, á fin de qne el sol no desaparezca tan prestoi ó bien con el mismo objeto se arrancan alguna pestaña, soplándola hacia el astro laminoso.

En los eclipses de sol y de luna, hacen aballar á los perros, pellizcándoles cnerpo y orejas, y dan grandes golpes en tablas, bancos y puertas; decían que la luna muere y la picaba la espe- cie de hormiga llamada Xvlah Mientras el algodón estaba sem- bradoy no comían carne, para lograr una buena cosecha. Los cu- randeros curaban con ensalmos, y había hechiceros que coa pa- labras mágicas amansaban las víboras de cascabel, hasta tomar- las impunemente con la mano. No habitan las casas nuevas has- ta que el nigromante viene á purificar la morada, arrojando con sus conjuros á los malos espíritus.

Los sortílegos, para adivinar lo futuro ó descubrir lo oculto, echaban suertes con puñados de maíz, contando á pares y nones. Las hechiceras, con palabras cabalísticas, hacían abrir una £or antes de sazón, y la daban ó hacían oler, ó ponían debajo de la almohada de -la persona cayo amor querían; mas la interesada olía la rosa, perdía el juicio por algún tiempo, llamando á gran- des voces a quien era causa de su afición. Algunas mujeres so- lían dar bebedizos, con los cuales privaban de razón á quien pretendían hacer mal. Por agüero ahogabas á los perrillos sin pelo llamados tzone, que criaban para su comida y regalo, antes de gustarlos: esta práctica recuerda la abusión judaica vedada por el apóstol. Los de Cozumel tenían un baile particular en que flechaban un perrillo, al cual sacrificaban después; para pasar á la tierra firme hacían sacrificios y preces, invocando á los*dioses

<1) Laodft, § XXXUL— Heixez*, áíc IV, Ub. X, eap. IV.

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de las agaas. Loa pescadores de la proyincia de Titzimin haeían sacrificios á los dioses marinos en las cosiaB de Ohoacsa, antes de ayentnrarse á sus granjerias. (1)

Hernández de Corcova descubrió la isla á qae poso nom- bre de Mnjeresy por haber encontrado ahí los ídolos de las diosas de aquella tierra, Aixchdy Jxohebdiax^ Lóbumé é BAunieta^ vestí* das á la manera de laa indias. (8)

' Esto conocemos de los mayas, pueblo antiquísimo» de civUiaa- cion singular y muy adelantada en su origen, que cumplid una misteriosa evolución para venir en seguida á retroceder al con- tacto de las costumbres nahoa.

(1) CogoUndo, üb. IV, caprlV.

(2) Landa, § III.

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CAPITULO IIL

MiCHHUAOAN.

't>rigen,^La relajan del Petamutí.-^HiretiUeatcme.—Su muerU.'—Sieuvrancha y $u$ dswendientes.^La diata Xaratang(L—Tra9formacíon. Vrevap€ani y Paua-^ mims.-'Fundacian de Pátsxuaro.-^Muerte de Vretapeaniy Patuusume.—Faria- eurL^-Muerte del sacerdote Nacan. Muerte de Aramen. La hQa de Ohanshori, Jfuevo matrimonio de Tariacuri, Btripan y Tangaxockn, Cvratame. La profeeia de Tariacuri, Conquietoi, Higuangaje. Fundación en Ttsinteontean, Dedicación del Cu llamado Querétaro.^Muerte de OunUame,— Vuelve Tariacu- ri á Pátzeuaro, Conquista». Muerte de Tariacuri, Ditieion del reino entre Mi- ripanf Tangaxoan^é Higuangaje.— Linajee.

COMO ya sabemos, el reino de Michhuacan era independiente del imperio mexicano. Aunqae de la misma civilización na* lioa, etnográficamente no pertenecía á la misma lamilia, siendo el tarascoj el mexicano lenguas absolutamente diversas. No hay datos para fijar el tiempo en que la nación puso su asiento defi- nitivo en la comarca en que la encontramos, si bien calculamos que el hecho tuvo lugar en época un tanto remota, pues ya se la menciona en la estampa geroglífica de la peregrinación moxica. Consta que el país estaba ocupado por los tecos de la familia po- poloca, & los cuales redujo, mezclándose en seguida con ellos.

Acerca del origen de la tribu existe una leyenda, con dos va- riantes. Salidos los méxica de Chicomoztoc y prosiguiendo su camino, llegaron al lago de Pátzeuaro; «airando el sitio apacible

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7 alegre, rogaron á bu dios que si aquel no era el lugar que se^ les tenia destinado, permitiese al menos que una parte de loe^ emigrantes se quedase poblando la tierra. Concediólo Huitzilo- pochtli, dando en sueños & los sacerdotes la industria por la cual debían conseguirlo. Fué ésta, que entrándose á bañar al laga* una porción de hombres y de mujeres, quienes á la orilla queda- ron, tomaron todas las ropas de los bañadores, prosiguiendo ace- leradamente su marcha. Al salir del agua los robados, mirando* se desnudos, y pesarosos de la huida de sus compañeros, resol- vieron quedarse en la comarca. "Dividida la nación mexicaüa en "tres partes, la una quedó en Michoacan y po.bló aquella provin- '^cia, inventando lengua particular, para no ser tenidos ni cono- ácidos por mexicanos, agraviadas de la iiijuria que se les había ^'hecho en dejallos; y la otra parte quedando en Malinalco." (1)

Según la otra variante, viniendo en marcha todos juntos los méxica, unas cuadrillas se adelantaron hasta el rio Tololotlan, j no teniendo otra manera de pasar la corriente, formaron balsa» de troncos de árboles, unidos con los maxÜaily que les cubrían la» vergüenzas; era este todo su vestido, y como al pasar á la orilla opuesta había quedado inutilizado, para cubrirse pidieron d las mujeres sus huipilU; ellas quedaron entonces descubiertas de la* cintura arriba, eUos sólo tapados hasta los muslos^ deshonestos siempre y haciendo ruido con sus vergüenzas. Alcanzados por sus compañeros, fueron agriamente denostados por verlos tan desnudos, motivando la reconvención una ruptura, que dio por resultado que los privados de ropas se quedaran en Michuacan. (2)

Sea cual fuere la parte verdadera de esta tradición, siempre quedará por insostenible que una fracción de los méxica, por odio ó por cualesquier otros motivos, hayan cambiado de idioma de improviso y conjuntamente, hasta salir á una habla tan abso^ lutamente diversa de la que usaban. Bepetimps, tarascos y nahoa son de familia etnográfica diversa; las tribus tuvieron muy distin- to origen.

Respecto de la historia de a^uel pueblo, no quedan noticias muy antiguas, estando reducidas las que sabemos á una curiosa

(1) Doran, hist. délas Indias de Nueva Espafta. tom. 1, pág. 21.28. -~TezQzom<xv Crónica Mexicana, .MS.—Veytía, hist. antigua, tom. 2. pág. IOS.

(2) Mufioz Camargo, Hist. de Tlascalla« MS.— Veytía, hist antig. tom. 2, pág, IM^,.

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^relación moderna. (1) Habia una fiesta llamada Eguataoonscuaro, .6 de las flechas, en la caal se hacia justicia de los delincuentes, ililef^ado aquel dia^ el gran sacerdote llamado Petamuti, se yesiía ia eamiseta negra dicha ucatatarareqtteque; poníase al cuello unas tenacillas de oro, una guirnalda de hilo en la cabeza, con un tren- '2ado como mujer y un plumaje; á la espalda una calabaza con Carquesas engastadas, y un bordón ó lanza al hombro. En aquel •arreo se dirigía al patio del palacio del rey, en donde estaban teunidós señores y principales; el Angatactiri ó gobernador, los quejosos, y los reos llevando las manos atadas & la espalda ó su- jetos por el pescuezo con colleras. Sentado en asiento principal, •«1 Petamuti oía las querellas y sentenciaba de la mañana al me- ^io diaj á esta hora empuñaba su bordón y refería á la asamblea la historia de sus antepasados.

**Vosotros los del linaje de nuestro dios Curicaberi, que habéis ^*venido, los que os llamáis Eneami y üaca/uhireti, y los reyes lia- ^mados Vanacaze, todos los que tenéis este apellido, ya nos ha- bernos juntado todos aquí en uno, donde nuestro dios Tirepeme Curicaberi se quiere quejar de vosotros y lástima de sí. El empezó su señorío donde llegó al monte llamado Virucuarape- xo, monte cerca del pueblo de Zacapotacanendan; pues pasándo- se algunos dias comp llegó á aquel monte, supiéronlo los seño- ^res llamados Zizanbanacha, Estos que aquí nombro, eran seño- ^res de un pueblo llamado Naranjan, cerca desta cibdad." La relación duraba hasta la noche, oyendo todos atentos sin comer ni beber. (2] ,

En este exordio la historia de Michhuacan se abre, sin ningún antecedente, presentando á los Ziranbanacha ó Zíranbanecha, se-

(1) Belaoion délas oeremonias y ritos, población j gobierno de los indios de U pToyincia de Meohuaoan, heeha al Illmo. Sr. D. Antonio de Mendoza, virey y gober- nador de Nueva Espafia. Sacada del códice original C. IV. 5, existente en la Bi- bUoteca del Escorial por D. Florencio Janér. Madrid.... Copia de este MS. existía en Washington en la colección de Peter Forcé, y trxé la que ns<5 Brasseur de Boorboorg [Hist. des nations dvilisées duMexique, tom. 8, pág. 57, nota 6.] Oonserramos la ortografía de los nombres cual la encontramos en la impresión del original, muy di- I TStrsa por cierto de la adoptada por Brassenr.

, (2) Belaoion de Mechnaoan, pág. 125 y sig.

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ñores de Naranjau; el rey que á la sazón gobernaba se decía Zir^ cinziracamaro. De improviso se presentó una triba cazadora, mandada por Hire Ticatame, quien se apoderó del monte de Vi- ructiarapexo (1) en donde puso sobre un altar á su dios Curicabe" ru Mirando cerca á los de Naranjan, envióles emisarios, quienes lacónicamente dijeron: "Hireticatame quiere leña para los fogo- nes de CuricáberV* Según la costumbre de nuestros antiguos pueblos, demandar un servicio equivalía á pedir la sujeción y el tributo; si eljlieclio se efectuaba sin contradicción, señal era de admitir de grado el yugo; si se rehusaba, de necesidad seguía la guerra. De[dia<yíle noche los sacerdotes de Curicaberi ponían incienso en losjbraseros y fuegos sagrados, hacían las ceremonias* de la guerra é invocaban á los dioses de los montes llamados An- gamucaracha: se disponían al combate.

Zircinziracamaro no tenía fuerzas para defenderse, reunió á sus guerreros y les dijo: "Muy altamente ha sido engendrado Curi' cáberiy y con gran poder ha de conquistar la tierra. Aquí tenemos una hermana, Uevádsela'para que le haga mantas con que se abrí-- gue y comida que le ofrezca así como á Hiretiticatame, traerá le^ lia del monte para los fogones, y tendrá la estera y el hacha con que corta leña, pues de continuo anda por los montes invocanda á los Angamuoaracha para hacer flechas para la caza. Tomarále el arco cuando venga de la caza, hará mantas y comida para su marido Ticatanié y se pondrá á dormir al lado de Curicaberi para apartarle el frió y hacerle de comer. Diréis esto á HiretiticcUame^ porque ha de conquistar la tierra Ct¿nca6erí.*'-r-Partierori los mensajeros, y llegados delante de Ticalam les preguntó: ¿A que venís, hermanos? Respondieron éllos:--Tus hermanos llamados Zizanbanecha nos envían á tí, y te traemos esta señora que es su hermana, y le dieron la embajada. Respondió él: Esto que di- cen mis hermanos todo es muy bien; seáis bien venidos.

Hérítiticatame aceptó agradablemente el 'don, dio de comer á los mensajeros, les regaló mantas, y al despedirles les dijo: De- cid á vuestros señores que saben cómo mi gente anda por los montes trayendo leña para los altares, haciendo flechas y andan- do por el campo para dar de comer al sol, á los dioses celestes de las cuatro partes del mundo y á la madre CtverapaveH con los -

(1 ) Este nombre se encoeutra ortografiado Virínguaraupexo, Vrínguaranpexo,

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yenados qae flechamoB. Acontece qne lo8 venados heridos huyen 7 no los segoimos por ser noche; mas atamos algnnas ramas para sjggnir el rastro; mirad que no toméis los venados así flechadoSj porqne son para dar de comer á los dioses; juntaos^ avisaos unos Á otros de esto, y mirad que no los toméis porqne tendremos ren« cillas y reñiremos; cubrid los venados herido^ con ramas, y aun-^ que comeréis la carne para hacer salva & los dioses, no os llevéis los pellejos. Idos en buen hora.

De aquella nnion nació Sicuirandia. Tiempo después Ticatame flechó un venado, y no le acertando bien, huyó herido; puso so- bre el rastro algunas ramas y. se tomó á velar & los dioses. Al dia siguiente, siguiendo el rastro, encontró que el venado había muerto en la sementera de Quierecuaro cerca de Zacapo; pero la pieza no estaba ahí, porque siendo la fiesta de Vapanscuaro, que cae á 25 de Oetubre, habiendo salido las mujeres á buscar ma- zorcas de maíz, vieron al venado muerto, avisaron á los hombres, y éstos lo llevaron á la casa del señor llamado Zizamhcm. Siguien- do la huella, HiretUicafamen llegó al lugar en que estaban deso- llando al venado, y como no sabían estaban rompiendo el pelle- jo; enojóle esto, y reconvino y pidió la entrega de su propiedad; negáronse los de Zacapo bajo pretextó de haberle cazado ellos, mas Ticatame les enseñó su flecha que la pieza aún tenia en la herida. Siguióse un altercado en que Ticatame fue maltratado; pero como era águila Vacuseechay armó su arco, hirió en las es- paldas á uno, luego á otro, y se tornó á su casa.

Ouando Ticatame llegó á su morada, saludóle su mujer, y díjo- le: "Seáis bien venido, señor padre de Stcuirancha.'' Respondió el: ''Toma tu hato, y vete á.tu casa á tus hermanos, y no lleves á mi hijo Sicuiranchay que yo le tengo de llevarsiK>nmigo, que me quiero mudar á un lugar llamado Zichaxucuaro^ y llevaré allí á Curitíáberi; vete á tu casa." Beplicó la mujer: "¿Qué decís, se* ñor, por qué me tengo de ir?" Díjole TioaJtam^: "No sino que te has de ir, porque he flechado á tus hermanos." Dijo ella:— ¿Qué dices, por qué los flechaste, qué te hicieron? El respondió: "¿Qué me habían de hacer? No íaé más de que me llegaron á un venado, que les había avisado que no me tocasen á los vena- dos que yo flechase. Sube en la trox y entra dentro y saca á Cvr' Hcáberi, que le quiero llevar." Respondió la mujer: "Señor, yo no me quiero i^ á mis hermanos, mas contigo me tengo de ir* .

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¿Cómo no se hará hombre mi hijo Sicuiranoba, j qui^á me flecha* con los míos?" Dijo el marido: ''Sí, anda acá» yámonoa." Sa- cada el aroa donde estaba üurioaberi^ lióla Tioakumñ j se la pasQ á la espalda, la mnjer tomó el hijo á cuestas, y así bajaron el mon-' te: al llegar á Queréeuaroj dijo la esposa: "Señor, llevas á Vu- riccA&t^ en tu favor ó ayuda, ¿pues qu¿ será de mí? En mi casa «stá un dios llamado Vasoricuare (1) ¿no te esperarás aquí un po- co, y subiré hacia el monte, y tomaría siquiera alguna manta de mi dios, y la pondría en el arca para tener por dios y guardalla?" ''Sea así como dices, dijo Ticatame, que también ese dios que dices es muy liberal, y da de comer á los hombres." Fuese la mujer, subió el monte por un recuesto, y no sólo tomó la manta sino al mismo VasatHcuare; de vuelta al campo, viole, y dijo Tt- catafne: "Traele en buen hora, muy hermoso es; estén, aquí jun- tos ól y Guvicaberi'* Puestos juntos, en el arquilla los dioses, los viajeros llegaron á ZicaaxucMro, é hicieron sus casas y un Cu. (2)

Pasado tiempo, Sicuirancha era ya un guerrero. Los de Naran- jan, (3) recordando la injuria recibida, mandaron mensajeros, lle- vando por regalo un collar de oro y unos plumajes verdes, á Oresta, señor de Cumachen, para rogarle se uniese á ellos 6 inter* cediese con su dios Turestipeme para destruir á TicaJtame.

Aceptó Oresta, y juntos los guerreros se pusieron en celada junto al agua que está cerca del pueblo, en donde colocaron co- mo señal de guerra un madero todo emplumado. Muy de maña- na la esposa de Ticatame vino á la fuente por agua; los embosca- dos le saludaron en su lengua, que eran serranos, preguntándola si era ms^ire de Sicuiranclia; respondió que sí, y ellos la dijeron que eran sus hermanos y el intento que los traía contra Ticata- me. Como oyó aquello empezó á llorar fuertemente, arrojó el cán- taro y fuese. Al entrar á su casa llorando, díjole Ticatamen: ''¿Quién te ha hecho mal, madre de Sicuirancha? ¿Por que vienes'

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(1) Nombre ortografiado, máii adelante Vtuoneuare.

(2) Belaoion de Meohuacan, pág. 183—34.

(3) Braaseur, Hist. dea nationesciTilÍB^ea. tom, 3, pág. 58, dioB que Naxanjan es- taba flüaado á ooria diataaoia de la ribera boreal del lago de Pátooaaxo; no ea exacto. Karanjan, llamado hoy Naranja, se enenentra á poca diatanoia de la orilla aostial de la lagaña de Zacapu ó Tarejero. ^ohamiOUiKV, aegnn la relación, estaba en un lu- gar "pooo más de tres leguas de la cibdad de Meohueean." Pág. 184.

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así llorando?" Respondió ella: "Vienen mis hermanos, los que se llaman Zizanbanecha y los de üumachen,'^ "¿A que vienen? pre- guntó Ticaiamen." ''Dicen, respondió ella, que á probar conti- go, porque flechaste á sus hermanos." Dijo él: "Bien está, ven- gan y probarán mis flechas las que se llaman hurespjndi, que tienen los pedernales negros, y las que tienen los pedernales blancos y colorados, y amarillos, estas cuatro maneras tengo de flechas: probarán una de estas á ver á qué saben, y yo también probaré sus varas con que pelean, á ver á qué saben."

Llegados los Zizanbanecha, y asaltando la casa, Ticataine defen- dió la puerta á flechazos, dando muerte á cuantos intentaban pe- netrar; pero hacia el medio día agotó las flechas, y se defendía dando de palos con el arco: entonces arremetieron contra él, le mataron enclavándole con las varas, le sacaron muerto fuera de la casa, y pusieron fuego á ésta. La mujer lanzaba lastimeros gritos dando vueltas alredor de los muertos, mirando á su mari- do que estaba verdinegro de los golpes. En esta sazón llegó Si- cuirancha, que había estado cazando en el monte, y preguntó: "¡Ay, madre! ¿quién ha hecho esto?" Eespondió la madre: *'¿Quién había de hacer esto^ hijo, sino tu tio y tu abuelo? Ellos son los que lo hicieron." Dijo Sicuiranchá: "Bien, bien. ¿Lleván- se quizá á nuestro dios (Juricaberí?'* **Hijo, allá le llevan." ''Bien está, exclamó Sicuirancha, quiero ir allá también, y que me maten. ¿A quién tens^o de ver aquí?" Siouirancha se puso en persecución de los robaoores; mas estos habian sido ya castiga- dos con enfermedades por el dios, de manera que cuando aquel les alcanzó estaban caidos por el suelo como embriagados, ^t- cuirancha recobró á Curicaberi; tornando á su casa, abandonó el lugar, y vínose con toda su gente á situar en Vayameo, "lugar cerca de Santa Fee, la de la cibdad de Mechuacan." (1)

Sicuirancha hizo construir en Vayameo un Cu para Curicaberíf casas para los papas ó sacerdotes, hacía traer leña para el fuego sagrado, y entendía en las guerras del dios: murió y fué enterra- do al pié del ó templo. Sucedióle en aquel pequeño reino su hijo Paiuicunie, quien engendró á Vapeani su sucesor. Fbpeant tu- vo por hijo á Oaraiame, también rey. De manera que fueron cua- tro los señores de Vayameo; Sicuirancha^ Pauacume, Vapeani y

(I) Bdadonde MéchiuoMi, p<g. IS7,

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isleño. Después de estos mutuos obsequios, los ohiohimeca pre- guntaron por los objetos que á la vista tenían, recibiendo los siguientes informes. La isla sobre la cual se alzaba un gran 'era Xarájcuaro por otro nombre Varutaten hazicunn; el principal de los dioses se decía Hacuizecatapeme, su hermana Ptirnipecuxa- retí, y entre otros muchos Caroen, 'Miritexarenivari Chúumare y Tangaclmrani: el señor se nombraba üaricatén. La otra isla se nombraba Tiripitíkonto, VanquipeJiazicurin 6 Pa^andan; sus dio- ses principales ühurüiripeme, Vnazihireclia y su hermana Cama-- vaperí, el señor se llamaba Zuangua. (1) Los moradores de Pa- candan llevaban el nombre particular de tribu Huren de Tiechan- De todo ello sacaron los chichimeca Yacanze, que los isleños te- nían la misma lengua que ellos, con poca diferencia en algunos vocablos, y que aquellas tribus eran hermanas suyas y de la mis- ma sangre. (2)

Interrogado el pescador cómo se llamaba, respondió que Curi- paxavan. Preguntado si tenía alguna hija, dijo que no, porque él era ya viejo y su mujer mañera. Urgido con que le aseguraran que aquello era falso y que Guricáberi había de conquistar tie- rra, confesó que tenía una hija aunque pequeña y fea. ''No ha- ce al caso que sea pequeña, respondieron ellos, ve y traénosla, y "sácala acá fuera, y también nosotros nos subiremos al monte, "y mañana haremos flechas y esotro dia nos juntaremos aquí, ^'y nosotros, y hablaremos siempre aquí, y no lo sepa ninguna "Ta y tu mujer solos lo decid uno al otro." Separáronse, y al dia concertado vino á la orilla el pescador con su hija: mucho tiempo esperaron, y se creían ya engañados cuando los chichi- meca llegaron creyendo á su turno que el pescador no había si- do puntual. Yieron á la niña que no era grande, la tomaron, pre-

(1) El higo de Pátzouaro, en el Estado de Miohoacan, mide unas cinco leguas en 8U major extensión de NO. a SE., y unas catorce de circunferencia. En el interior se levantan cinco islas, Xanicho, Xarácuaro, Pacanda, que se cree haber sido una an tigua prisión de los tarascos, Yehuen y Tecuen.

(2) Brasseur, tom. 8, pág. 53 ,dice: "El más poderoso de sus jefes era el rey de las "islas de Pátascuaro, á quien se daba el título de El-Henditare, es decir, de Bellor ^'por excelencia." En la relación que seguimos encontramos esto, y antes bisa bailamos, que cuando los chichimeca llamaron al pescador, éste respondió: "JXn»- *'dUare9 que'quiere decir, ¿qué es, seftor?" (Beladon de Mechuaoaa, pág. 142.) Los nombres de los jefes de las islas hemos puesto arriba.

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riñiendo al padre que si eu semejante caso le preguntaban, res- pondiera, que habiendo salido la niñaá tierra por necesidad, los ebichimeca, qne en celada estaban á la orilla, la habían rohado.

Los Yacanaze tomaron á Cfiricabeñj trasladándose Tarimi- ebúndiro, que era nn barrio de Páfzcuaro; allí creció la muchacha de la laguna, casó con Panacume, el meaor de los hermanos, dan- do á luz un hijo que se llamó Tufiacun, Sabido esto por Cari- eaten^ señor de la isla de Xaracuaro, llamó al pescador á pregun- tarle por su hija; respondió él con la historia del robo, mas (7a- ricafen le replicó no tratarse de aquella mentira, sino de que fuera á convidar á los señorea chichimeca oara pasar a la isla, en don- de los honraría haciéndolos sacrificadores de los dioses. Guripri^ xaran atravesó las aguas en ku c:iuoa y vino & dar su mensaje, el cual fué aceptado inmediatarneíite. Vrevapeaní y Pca.iacnmc en- traron en la canoa, desembarcando en la isla con gran contento de los moradores; después de darles de comer, les cortaron los cabellos que tenían muy largos, hiciéronles unas entradas en las molleras, diéronles unas guirnaldas de hilo para la cabeza y nnas tenacillas de oro para el cuello, con lo que Paiiacume qnedÓ ins- talado por sacvificfidor en Xardciiaroy mientras Vrevapeani, de- sempeñaba las mismas funciones en CuacarixangcUien,

Pocos dias duró aquel estado de cosas. Tarapechachan.shori se- ñor de Curincuaro, (1) envió embajadores á üuncaien para que despidiese de la isla & los chiohimeca; no haciendo caso, recibió nueva embajada con el mismo objeto, é intimidado entonces el señor de Xaracuaro, quitó & los. dos sacrificadores bezotes y ore- jeras, tranzados y maxtles, y á empujones les echó á la tierra firme, así como & sus compañeros. Ellos se fueron á su asiento anterior de Tariinicliundiro^ tomaron á su dios, y se trasladaron al lugar mismo dePátzcuaro. Ahí encontraron las señales que su numen les había dado para fijarse definitivamente. Las peñas lla- madas Pelazecuay que debían servir de fundamento a los templos, puestas en aquel sitio por el diojf del infierno; una fuente de agua limpia, y unas piedras toscas como ídolos por labrar, y di- jeron:— "Ciertamente, aquí es, aquí dicen los dioses que estos

(1) Qnien paleografía este MS. del siglo XVI no asertó sin duda á descifrar bien la letra, pues este nombre, evidentemente de una sola y misma población, se halla ortografiado, Caringuaro, Corinquaro, Curinquaro, Carínguaro, &c.

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^'son losr dioses denlos chíchimecas, y aqaí se llama Pazc'/aro don- de está este asiento, mirad que esta piedra es la que se debe llamar Zirüacherenq^Ji^ j esta Facusecha, que es su hermano ma- jor, Y ^stft Tingarata^ y esta Mivecua ajeva, pues mirud que son cuatro estos dioses.'* Limpiaron el lugar cortando las matas j los árboles, levantando en seguida sus templos: decian que en aquel lugar y no en otro ninguno estaba la puerta del cielo, por donde descendían y subían los dioses. Cuando la cabecera se mudó á otra parte, permanecieron en aquel lugar (donde se pen- só hacer la catedral) tres templos con tres fogones ó fuegos per- petuos.

Pasando algunos dias, ühanshori de Ourincuaro^ mandó sus emisarios á los Vacanaze, pidiéndoles llevasen leña para alimen- tar el fuego de los dioses; ellos, que sabían lo que significaba el pedido, respondieron que acudirían con sus arcos. Provocada y aceptada así la guerra, se hicieron plumajes para las espaldas, de plumas de águila, banderas de plumas de gallinas, blancas, y al tercero dia señalado, acudieron al lugar llamado Atacuaho. Los de Ourincuaro no se hicieron esperar, trabándose hacia el medio dia un reñido combate, que aunque no decisivo, tuvo por resultado que los hermanos Vrevapeaiii y Patíocume, fueron he- ridos, retirándose en hombros de los suyos, á Pátzcuaro.

Ignorando los de GuríncuarOf si los señores chichimeca eran muertos de las heridas, llamaron á una vieja, mujer de Guruzapiy Á la cual dieron dos mantas de paga, y otras dos para regalar, á fin de que sirviese de espía. La vieja atravesó los yervazalee, mo- jada por el rocío, llegando á la media noche, á donde los Vacanace estaban á la sazón reunidos con los isleños que habían venido á visitarlos. La vieja, aunque desempeñó bien su cometido, fue re- conocida como emisario del enemigo, y despedida de la casa; pero los isleños, que conocieron á la mujer ser de Curinciiaro, se pen- saron que era trato doble de los chichimeca para hacerles daño, se levantaron apresuradamente, huyendo con sus señores, á las islas del lago.

Cuando loa heridos estuvieron sanos, temiendo los de Cuarin* cuaro, que los ofendidos tomaran venganza, determinaron ma- tarlos. Al efecto, se concertaron con los isleños, para que fueran á decirles, que estando tristes y apesaradas, las mujeres que los chichimeca habían dejado en Xaráouaro, fuesen por ellas para

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traerlas á sas casas; los de Cuarincuaro^ se emboscarían cerca de la orilla, j al llegar los engañados príncipes, les darían mnerte. A maravilla desempeñaron su papel los traidores; Vrevapeani j Pauacume, cayeron en la red; tiznáronse, se pusieron en la cabe- za las guirnaldas de cuero que usaban, la aljaba á la espalda, en- cima los jubones de guerra, y en las piernas unas pezuñas de ve- nado. Ya de partida, los sacerdotes Chupüam^ Nuviiuxn y Teca- cuay informados de la causa que la motivaba,, les hicieron adver- tir, que aquellas palabras no eran de los isleños, sino de los de üuríncuaro,,y por lo mismo pérfidas: insistiendo los príncipes en ir, los papas les aconsejaron llevaran buenos y ligeroá explora- dores para no dejarse sorprender. La advertencia era juiciosa. Al llegar los viajeros á Cazapuhacarucu^ como los corredores iban delante, pensaron los de (Jurincuaro^ que aquellas eran sus víc- timas, y alzáronse todos á una; viéronlos de lejos Vrevapeani y Panacunie, teniendo tiempo^ para volver salvos á sus casas.

Poco después, tornaron los isleños con el mismo mensaje, dán- dose por inocentes de la presencia de los de Ourinciíaro, en la celada, ofreciendo que á las mujeres traerían á un lugar cercano de la orilla del lago. Aquella vez, como la primera, el cebo de las mujeres hizo morder^el anzuelo á los chichimeca, vistiéronse co- mo antes, disponiéndose á partir; en balde los sacerdotes les hicie- ron ver el peligro, pues obstinados como siempre, sólo admitieron el consejo de llevar dobles corredores. Ninguna precaución fué suficiente: los de Curincuaro, divididos en tres celadas, dejaron pa- sar á los corredores, y á Vrevapiani, hasta la tercera; descubrién- dose entonces, y le flecharon hasta dejarle sin vida. Patiocume, más ligero, huyó á los suyos; mas alcanzado á la subida de un monte, fué también muerto, llevando los matadores el cadáver á reunirlo con el de su hermano.

Al saber los sacerdotes la triste nueva, tomaron un collar de oro llamado Cazaretagua, y unos plumajes, díiúgiéndose al lugar de la catástrofe. Encontraron por los suelos los cadáveres y á los isleños, mirándolos y dándoles punzadas con los remos. Los sacerdotes ofrecieron el rescate de los cuerpos, que los isleños no querían"uceptar, diciendo no ser ellos los autores del crimen; to- maron por fin el collar y los plumajes, entregando los despojos de los príncipes Vanacaze. Los rescatadores llevaron los cadá- veres á Pátzcuaro, los quemaron en el lugar del Pefazecua; pu-

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sieron las cenizas en dos ollas adornadas por faera, con másca- ras de oro y collares de turquesas, las ataviaron con pluma- jes verdes, enterrándolas al lúgubre sonido de las trompe- tas. (1)

Quedaban tres vastagos: Getaco y Aramert, hijos de Vrcoapeani, en edad juvenil; Tariacuri^ hijo de PaitacKiiie j de la hija del pes- cador, chiquito todavía, que no andaba con fuerza. Los tres her- manos andaban juntos, los dos mayores, entregados á los placeres, se embeodaban y daban á mujeres, y andaban llevando el niño á la espalda. Los sacerdotes Chupifan, Nuxivxin y Zetacy calculando sin duda, que de los jóvenes no podían sacar provecho, ée dedi- caron á educar al muchacho; con este objeto, hicieron retirar al lugar de Vacañavaro á Cetaco, y Aramen, y con Taniacuri, se fija- ron* en Pátzcuaro. Ahí, amonestaban al niño trajera leña para el fuego de Guricaberi, le enseñaban sus deberes de rey, y le incul- caban la venganza que debía tomar, por la muerte de su padre y SU3 parientes. Al principio, correspondió poco el alumno á la enseñanza de sus maestros; mas poco á poco fué entrando en ra- zón, mirándosele asiduo traer leña para el fuego, caza para dar de comer á los dioses celestes, á los de las cuatro partes del mundo, y al del infierno, disponiéndose también para la guerra.

ün poco crecido, ponía en los términos de sus enemigos la le- ña y ramas destinadas para el fuego, colocando encima una fle- cha en señal de desafío. Poco después, corrió el litoral del lago, arrojando de la ribera á los isleños, establecidos en varios luga- res, impidiendo la salida de los de Xardcuaro, á la tierra fir- me. (2) Guricaten, mirándose bloqueado en su isla, mandó á sus sacerdotes fuesen a Zurunban^ sacerdote de Xaratanga, para pe- dirle auxilio contra los chichimeca: Zurunban entró de buen grado en la liga^ nombrando al sacerdote Nacan, (3) á fin de concertarse con lo3 de GiírinciuirOy y pasar á la isla, para se- ñalar el tiempo y la manera decaer sobre el enemigo común. Al llegar Nacan á Siraueni, fué recibido por su señor GiiaracuHy quien informado del objeto del viaje, se mostró enemigo de los Vacanaze, y aun prometió juntar sus guerreros á los de la liga.

(1) Relaoion de Michoacan, 157—62.

(2) Eelacionde Michoacan, pág. 162—66.

(8) El nombre eaU ortografiado Naca y Nacan.

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Apenas salido el emisario, Guaraem'i, eavió un sacerdote á par- ti^ar lo qQe ae tramaba á Tariaoure; por oonsejo de éste, aquel mismo sacerdote partió á la isla á informarse de Nacan cuándo Ydlvería, y por cuál camino» pretextando que Cuaracuri le espe- raba para darle de comer. En efecto, Nacan yino á la casa de Cnnracuri oomo estaba conyenido, y comió copiosamente; pues- to en camino, Getaco y Aramen le aorprendieroi?, llev&ndole he- rido á* presencia de TariacHrL

Nacfin fae llevado al templo, y sacrificado á Curicaberi; coci- do el cadáver por Cuaraeuríf envió el cuerpo á los isleños, los bfazos con los hombros á los do Curinctuiro, y los muslos á Zu- runba% diciendo á todos ser loS despojos de. un esclavo de jfa- 7naeuri, que les enviaba para hacer la salva á los dioses. Los emisarios de Tartacwrí^ tuvieron üxt^ para dejar que Zurunban comiera la carne, avisándole después que Ho era de víctima in- molada, sino la de sn sacerdote Nacaru Aquella burla, agotó la paciencia del adorador de Xarcdanga^ quien envió á sus guerre- ros á las órdenes de su jefe Viana, para arrojar de Vacafuivaro á Cetaco y AraTnen^ quemar las trojes, destruir las sementeras, des- honrar á las mujeres y quitarles las ropas. Cumplido todo al , pió de la letra, los dos príncipes tuvieron que refugiarse en las tierras de Cuaracuri, pues Tariacuri, temiendo la furia del ene- . migo, había abandonado á I%tzcuaro, hasta que pasada la tor- menta, volvió á su mismo asiento. (1)

Áramen era joven y hermoso^ acudiendo una vez al tiánguez, ó mercado en Paroo, se encontró con la esposa de Caricaten, señor de la isla de Xárdcuaro; vióronse y amáronse. Desde entonces, ella atravesaba muchas veces las aguas del lago, el bajaba al mercado, y en secreto pasaban sus coloquios: no fue tan oculto su trato, que no lo supieran las mujeres de Xárdcuaro, lo divul- garan en una noche de embriaguez^ llegando á oidos de Carica- ten. Para vengar su injuria, mandó emisarios, que después de haber comido con bramen,. intentaron matarle; mas aunque re- cibió un flechazo en la espalda, pudo saltar una pared, huir, e ir á morir al pió de una encina. Los sicarios, habiendo perdido su víctima, tomaron á las hermanas de Arámai, atáronlas y llevá- ronlas á la isla. Garicaten, se enojó porque le presentaban aque-

Cl) Belacion de Mechuacan. pág. 167^82.

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lias mujeres, en lugar del seductor, y lleno de fordr) mandó sacri- fieárlas en el de Pícrítáten, arrojando^ lo» tmfk^t^ií las agtuM

del lago. (1) " ' . ' ^ ' '''^'^' '

Tariacuri, sintió mudho la muerta de su pTíinO/ y no pudiendo vengarla por entonces, se acercó cott ísus guerretoa á las tierras de Gurincuaro^ tomando asiento en el monte de Hoatapeoío. El anciano Chashort, mirándose amenazado,- ocm acuerdo de su fa* miiia, ofreció una de sus hijas por esposa al jefe ohichimeéa; aceptada la alianza, la paz quedó e^bleoida entre aínbas tri- bus. Mas aquella mujer era mala; tenía relaciones enminales, ibase sin licencia á ütirinctiai'o, y por último, desapareció de la casa. Tarzocz^W, fué á buscarla & la toorada de su suegro; pero, no pudo encontrarla porqué se liabia ocultado, y tornóse solo y enojado. Chcmskorif hizo f raer i su hija, le reconvino y enrió con su esposo; mas ella en el camino se emborrachó, cometió adulterio con XorapUiy Tarequezhigfltan^ entrando con^o confusa al hogar domestico. En la fiesta de Pui^eeotaguwt^Oy mientras Ta- riacuH fue éX ínoute á traer leña para Curicaheri, la infíel^espo- sa pasó la no^he con aquellos sus amigos, en retozo y embria- guez; al tornar el príncipe, la encontró dormida, ' sucia del vino, en desorden los vestidos, tiznado el busto y el rostro. Pruebas sobradas eran aquéllas de su infidelidad, mas el esposo no quiso matarla, por no indisponerse con Ctianskoii.

La pena trastornó el ánimo de Tariacuriy entregándose con ardor á traer lefia á Guricaberiy descuidando el descanso y la co- mida; con el trabajo y el pesar, estaban consumidas las fuerzas, pálido y flaco, estaba próximo á espirar. Notólo una tía suya, quien compadecida, le dio alimento por engaño, aconsejándole después, se dirigiera á Zurunban, el sacerdote de Xaraíanga, pa- ra obtener una nueva esposa. Siguiendo el medio acertado de la anciana, Tariacuri, (2) se dirigió al adorador de la diosa, quien le dio dos hijas suyas, mucho número de mujeres que las sirvie- ran, con un gran regalo de ropas y alhajas. Cuando la adúltertf vio entrar las nuevas mujeres en casa, moríase de celos, huyó á su pueblo de Ourinouaro, y nunca más volvió. (3)

(1) Belacion de Mechuacan, pág. 182—84.

(2) Bepetidas veceB se eucuentra eu la relaciou, Oariacuri por Tariacurí.

(3) Béladon de Mechuacan, pág. 185—204.

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Ofendido Gharishari por el desairo qa^ había recibido en su hija, pues la creía inocente/ hizo ataviar 4 sus sacerdotes^ ^tpmiá á su dios líureridequevecaraf y viniendo á ffocUaropexo quito del templo d Guncdberi, apartándole á un lado j colocando en lu- gar al 'numen cíe Corincuaro; se apodiard de íos esclavos a^áre* jados para la fiesia de Sicidndir% sacrificándolos & Hurendeque- vecára. El jefe chichimeca abandono el lugar, dirigiéndose con su gente á Vrexo, donde forufíó un Cií de céspedes para Curicor- beru Sabiéndolo los guerreros de Curincuaro, vinieron con objeto de destruir el Cu; mas fueron completamente derrotados, per- diendo multitud de prisioneros, que fueron sacrificados por las mujeres, corriendo la sangre como arroyo hasta el pié del templo, y luego por el patio: las cAbezas puestas en varales da- ban gran sombra. Aquella victoria dio gran fama á Tariacuri, sometiendo en seguida á Vacapu, Zurumu hucapeo y Santaiigd por la fuerza ó sometimiento voluntario* (1) .

Según la costumbre de aquellos pueblos, siendo muy anciano el señor, elegían por jefe & su hijo, y reinaba aunque su padre no hubiese muerto. ChauBhori estaba ya eHi aquel caso, por lo cual los de Curiacuaro alzaron por rey á Vrescua. Luego que se vio en el poder, mandó á sus viejos con mensaje á Tariaciiri para decirle, que habiendo hecho una expedición á Occidente, envia- ra para el dios Vrendequevecara, plumajea largos verdes, plumas ricas, collares de turquesas, plata y oro. lios mensajeros fueron bien recibidos por Tariacmi, quien en lugar de los objetos pe- didos les entregó flechas de diversos colores, con pedernales . blancos, negros, amarillos y colorados, explicándoles que aque- llos eran los plumajes y alhajas pedidas. Vrescua les pedia el tributo, Tariacuri les declaraba la guerra. Vrcscua se rió de lo que llamaba locura de los chichimeca, rompiendo con desprecio las flechas; mas Chanslíori le advirtió, que mejor fuera haberse- las puesto al dios, para precaverse de la divinidad á que estaban dedicadas.

Los isleños andaban entonces en guerra civil. Los de la isla Pacanda7i destruyeron su pueblo á los isleños llamados Hurende- tiecJia, quienes viéndose destruidos vinieron á pedir socorro á" Tariacuri. Este vino con sus guerreros al monte de Arizirinda;

<1) Belacion Mechoacan, pág. 205-9.

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al verle tau cerca; los de Curínctiaro y los isleños, qaa se habían apoderado de Pátzcuaro, huyeron los unos á su pueblo, los otros al lago, entrando viotoriosos á su antigua capital.

mujer adultera había dejado á Tariacuri un hijo llamado Curaíame; siendo éste de alguna edad, fué enviado á Curincuaro para que se educase, encargándole su padre se ejercitase en el servicio de los dioses y no se emborrachase; mas el muchacho era de mala Índole y se entregaba álos vicios. Afligido. Tariac^rt por verse con tan mal sucesor, no hacía sino pensar é indagar del paradero de sus sobrinos Hirepan y Tangaxoaiu ICran éstos hijos de Ce taco y Aramen, los cuales muertos, y siendo el tiempo en que los chichimeca estaban perseguidos, tuvieron .que andar errantes por diferentes pueblos, en unión de una hermana y la viuda de Cetaco; estando en la mayor miseria, comían los mu- chachos de las raíces y frutos que pisados estaban por los sue- los en los mercados. Admitidos por caridad en la casa de algu- nos parientes, fueron sucesivamente despedidos por ocuparse más de la caza y del servjcio de los dioses que de las faenas do* mésticas. De pueblo en pueblo se acercaron á Pátzcuaro, en donde fueron notados al traer leña para Curicaheri por los sa- cerdotes GhúpUanif Tecacua y Nuriuan; advertido Tariacuri qui- so ver á los jóvenes, mas habían desaparecido. Al reir del alba los sacerdotes fueron & Pareo por toda la familia, trajéronla, sien- do recibida con muestras de ternura por Tariacuri: después de agasajarlos les puso en YaiuicuitÍ7*o, donde hizo casas para. Ios- papas veladores y templo para los dioses. (1)

Tariacuri, sabiendo que su hijo Curatame, se perdía en Corin^ cuaro, lo hizo traer á Xaramu, donde le puso un Cii, y casa en que velasen los papas; pero el mancebo no hacía más, que em- borracharse y bailar desatentado por su habitación. Llegada la fiesta de Pureootaciutro, el insensato mancebo convidó á su pa- dre para ir á yisitarlo, y éste ocurrió, llevándole grandes regalos como señor. Aunque Curatame le recibió con atención, comen- zada la plática y pretendiendo el poder, arremetió con Tariacuri, asiéndole por la garganta y dándole dos golpes contra la pared. £1 ofendido padre se retiró con sus regalos; mas Curatamey uniendo la usurpación á la irreverencia, se apoderó de Páizcua-

(1) Relación de Mechoacan, pág. 214-22.

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rOf daolarándose jefe. Tariacuri ae retiró al barrio nombrada Otdú^ mieairas JSRripan j Tangaxoan, andaban por los n^utee érajendo leña para los cues.

)Pasado nn ano, Curatame convidó á nna fiesta á su padre 2b- rtacuri y á sns primos JSiripan y Tangim>o(,n; mas éstos no qui- sieron asistir, decidiéndose á celebrar la solemnidad cada cpal por sn parie. Andando por el campo* acertaron á verse, mas co- mo se tuvieron por enemigos, Tariacuri emprendía la fuga. Sa- lidos del engaño se 4ÍBron la bienvenida^ si^aiendo nna comida frugal y amistosa. Levantados los manjares, Tariacuri hizo re- tirar alas mujeres, y una vez seguro de l^ intenciones deMiri- pan y de Tangaxoan y de su enemistad con CurcUameriy abrióles •BU pacho revelándoles las cosas del porvenir. Becordolea las mi- serias y persecuciones por las cuales habían pasado los Vacanaxe; pasando la vista por los señoríos de sus enemigos, fué ad virtien- do que en todos habían muerto, ó quedado sin. mando los apti- guos jefes; habíanles sustituido jóvepQS que traían guerras in- 'testinas por apoderarse del mando» . estando divididas las fami- lias y las tribus; aquellos débiles guerreaddres estaban corrom- pidos por los vicios y la crápula ^ no podrían defenderse; Curi- caheri los había entregada en manos de loa chichimepa* "Si ^'decis verdad que no quex-ei^ ir á laa fiestas 4^ mi hijo, oídme: ''vosotros, señores, tres señores habéis de 6er«, fiiripan será se- ñor de una parte, y Taiigaxpan en otra^y mi.hjjp menor llama- 'do Higuangaje en otra parte." Higmngaje era hijq de la nueva esposa y á la sa^pn era sacrifígador. Acabada, la larga qonferen- «eia, Hiripan y Tangaxoan se tornaron á sn asiento, á la casa de -ios papas á hacer vela y oración. (1)

Algunos dias después, los isleños de Cayumeo mandaron por «emisario á Zapiuaiame, proponiendo á TaiHacuri se?r admitidos •entre los chichimeca; aceptada la proposición, hombres, mujeres, ancianos y niños, se embarcaron en sus canoas trayendo en la proa á sus dioses Oaroo'iichaya Nurite^ Xaranaua^ Varichuuacua- re Tangachurani. No huyeron tan de secreto que sus enemigos no los persiguieran; mas socorridos por los Vaca^axe, que los ea^ peraban en la orilla y soltaron f^^ohas contra loa perse^guidorea, .•salieron salvos á tierra, .situándo.se en Atería. Desde entonces

..(l) Belacion de MechoaoaOi pág. 222-23S,

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SRHpan y Tdngaxocín se dldron á conquistar It^ riberas del lago de t^átzcnáro, y úo bóñténtos cou ocupar los terrenos para la ca* za» mirando que eran buenas las tierral de donde después fue Tzintzonfzan, con tnafis tráido aQ' ífdiwijdu sembraron sus semen-: tetas, añadiendo también seiíibtados de Yrijolés. (ly ^

Irritado Cumíame pot aquellas Hazañas, íñándó éim'isarios á su padre diciándole; que sieúdo verdadero séuor, se le sometie^ ran sus primos; dálría por empleo á Birxpan que le sacara el ori- nal, á Tangaxoán que le tuviera la taza cií&ndo bebiese. Tarior curi envió los men-$ajeros á ambos jóvenes, quienes rojos de ira al oir la embajada, respondieron con desabrimiento. Pai*tidos los mensajeros, Hiripan jr Tangaxoán atravesaron el lago en sus cá* noas, viniendo á consultar con Tariacuri^ quien no sólo aprobó 8a conducta, sino que les dio á su hijo Higicangaje para que los acompañase en sus correrías.

Pasado tiempo, Tartacuri dijo á sus sobrinos é hijo: **To os '^quiero dar una parte de Curícaberi, que es una navaja de las ''que tiene consigo, y esta pondréis en mantas, j la llevareis allá ^ ^j á tssta traeréis vuestra leña, y hareisle un rancho y un altar donde pondréis esta navaja." Ellos la tomaron, pasaron el lago^ levantando en Tzintzontzan una trox para la navaja, un' Cu con casa para los papas que ITamatan del Águila, Cuando todo es tu* ▼o acabado vinieron á ver á Tartacuri; pero éste se enojó gran- demente porque habían hecho templo cuando no tenían órdéD para ello, y tomando el arco los flechara, si de presto ellos no hubieran huido. Después se sosegó el irritado jefe reflexionan- do:— ''¿Qué tengo de decir? que mis hijos no tienen culpa, que ''no lo hicieron de su autoridad, sino que yoles di aquella piedra.^

Entonces para hacer la dedicación del nuevo templo ocurrió á una malevolencia. Era costumbre, cuando moría el señor, matar algunas personas para!][que le hicieran compañía y servicio en el otro mundo; los cadáveres ponían en la sepultura y encima el del jefe, llamando aquello su estrado y cama. Tartacuri llamó á los papas: "Pues ve, Chupitan, le dijo, al señor de la isla de Pla- ^exndan, llamado Barapame, díle que ya somos viejos y cansa- ^doS) y que queremos ya ir al dios del infierno; pues que dónde "tomaremos á la partida gente que llevemos con nosotros para

<i) Belaoion de Mechotcan, pág. 21^9-24^.

se?

''AMatro Mtmdo» y diráald .<me.$eiítl«4oiid6 ha de ser la pelea» '^en una aeiveiiiera d^ laaie.^^rde, 4 ila^ribaraf y ftue «i; jo jo^ta^ '.troiiUiá >Qf^ sayos, i|ii»í»9ii.0llm ^w.murierQn sevin 971 oapaajr '^estrado para mi jniiertVy.y sijí) ta^jtare .4^ los mios que iam* "bien será estrado para sa muerta. Qu^ d<Mide los habernos de "Uevar á la partidW : ,

Ckupitan fué á PacaMchn eou el ^neuBaje á Barapeme, quien se afligió pensando que iba; ¿ perder i^ sus subditos; por miedo ó por eostumbps . olreció mandar al Ipgi^r desqtuado oieu guerre- ros, auuqne arrepentido después mandó aviso de que sólo serían sesenta. Llegado el dia convenido» los . F^/oa/iase se emboscaron en la orilla; al llegat los de Pí^ocmdan se alzaron de improviso coa grandes gritos, cautivando á todos, llevándoselos con gran raido y cantando. Cuarenta mandaron á Pátzcuaro para sacrifi* cor á CuricaherU los otros veinte trajeron al nuevo Cu llamado QueretarOf sacrificándolos para hacer con ellos la dedicación. (1)

Concertados TarUicuH^ sus sobrinos á hijo, enviaron al papa Ckupitan con mensaje á Curajtamey pidiéndole ayuda contra los de Xaracuaro y Faoandan. £J1 jefe usurpador de PcUzcuaro túvolo por bien. Se bañó, hizo vela por la noche en la casa de los pa- pas, y en amaneciendo se puso el carcax á la espalda, una tira de cuero de tigre como guirnalda en la cabeza» con cascfibeles de víboras que le colgaban por las sienes, un collar de huesos de pescados de la mar; atravesó el. lago rodeado de sus criados, sen- tado en una silla en la canoa, con una manta puesj;a de plumas de pata. Siripan, Tangaxoan é Higuangaje saliéronle á recibir to- dos tiznados, con sus insignias de valientes guerreros. Llevado Curatame al aposento que le tenían destinado, quitáronle el car- cax y dieron de comer; según costumbre del desarreglado prin- cipe, pidió nno y se lo dieron; cuatro tazas tomó y otras cuatro, acabando por emborracharse. Todavía pedía de beber, y cuando llevaba la taza á la boca, Tangaxoan sacó una porra que llevaba oculta y le dio un golpe en la garganta que le hizo caer de bru- ces; repitió los golpes, hasta que CmrUame quedó tendido en el suelo, ensangrentados los plumajes, un brazo á una parte y otro á otra. Alborotóse la servidumbre, mas Tangaocoan la sosegó di- ciéndole que aquello no iba con ellos, siendo cosa que sólo ata-

(1) Relación de Mechoaean, pág. 245.2G4.

66a

¿ía á Io3 señores. "Y pasarte la lugmia los mensajeros j dije* ^'roB á Tariacurí' **iM sobri&os nos enrían i qae te hioiásembs ^'saber que riñeron con Curaíemié." Dl^éS Tariaeuri: ''¿Maláron- 'le?" Dijeron ellos: ''Si, señor.** Díjdles Tariaeuri: ^'¿Quíén le ma- "to?" Dijeron ellos: «ranjfoxaon le mató." Dijo Tariaeuri: ''Va- cílente hombre es: muera el bellaoo Injariosoy bien hideroni ^'echadle en la laguna." T eeháronle en la laguna, y tornaron á "traer lena para los cues, y vínose Tariaeuri á su primer asiento "de Patzcuaro, donde estaba su hi¡o' Curatamé por señor.*' (1)

La diosa Xaratanga apareció en sueños á Tangaxoatiyj Curioa- herí, á Hiripin; ambas divinidades les prometieron que' llegarían á ser señores. Los númenes estaban en su favor, de manera que la diosa Abir%mme hizo un prodigio, para hacer huir de su pue- blo á Zinzurd, señor de Iziparamucu^ Aquello fué el preliminar de un gran triunfo, pues faé tomado el pueblo de Tariaran, quema- do y destruido; cautivado su señor Huiacha con todas sus muje- res y riquezas, y llevado & Pdtzcuaro le sacrificaron en unión de muchos de los suyos. Fuertes ya los Facaiteze con sus triunfo^, y con el auxilio de sus amigos y aliados, se derramaron por to- do el Michhuacan extendiendo á lo lejos su dominio. Divididos en peqaeños señoríos, los invadidos no podían resistir,- huyendo en todas direcciones, llevando sus tesoros y sus dioses. Los chi- chimeca tomaban de aquellas rique^s las plumas, dejando para los dioses el oro que creían ser excremento del sol, la plata ex- cremento de la luna, y las piedras preciosas:*

A la mitad do aquellas conquistas murió TarukcurL Según ós- te lo tenía determinado, el reino quedó dividido en tres fraccio- nes: la primera, con su t^j Hxguancfqje, tuvo por cabdeera ÁPáíz- cuaro; de la segunda fue señor Tangaxoan^ quien puso su capital en Tzintzonfzan; la tercera tuvo por jefe á Hiripan con la ciudad principal de Cuyacan. Hecha la partición, de consumo prosi- guieron las conquistas extendiéndolas :i lo lejos, procurando de- tener Á los fugitivos, darles asiento en los pueblos, estableciendo orden y la antigua disciplina, nombrando nuevos señores en lu- gar de los quitados por la guerra. (2)

Aquellos tres reinos no duraron largo tiempo separados. Hí-

(1) RdUeion de Mechuaoan, pág. 257.

(2) Relación de Mechoaoan, pág. 273-281.

669

ripan, señor de Oajacan, (1) dejó al morir un hijo llamado Tica- tame, quien faé durante su vida rey; mas á su muerte aquel seño- río quedó bajo el dominio de los reyes de Tsintzontzan. Sin em- bargo, Ticatame tuvo un hijo nombrado Tucuruan^ quien á su vez enjendró á Paguengata. En Cuyaoan estaba el dios Curicaberi^ ''que era aquella piedra que deoían que era el mismo CurioaberV* En el reino de Pátzcuaro, Higuangaje tuvo muchos hijos, mas siendo malos porque se emborrachaban y mataban á las gentes con navajas, les mandó matar á todos. Sucedióle un hijo nom- brado también Higuangaje, á quien quitó la vida un rayo; por es- ta causa fué deificado, puesto en unas de las islas del lago,. per- maneciendo ahí hasta que los oastelianos saoaron los despojos con los tesoros que les acompañaban. Tangaxoan tuvo entre otros hijos á Zizispanducuare, quien quitó á Ticatame al dios Ciiri- caberi, le llevó á Tzintzonizan y colocó los tesoros del numen par- te en las islas, parte en su propia casa. ZizUpandcuniare reunió bajo BU cetro las tres monarquías, (2) se defendió contra los me- xica^ que destruyeron á Taximaroa^ extendió sus conquistas en diroccion de Colirna y Zacatula^ y fue un gran señor* Sucedióle Zuangua^ gran guerreador también, quien igualmente ensanchó por la conquista su patrimonio. Siguió Tangaxoan II, por oti^o nombre ZincicJta; á instigación de su hermano Timaje hizo ma- tar á sus heriaanos bajo pretexto de que se le querían alzar con el reino: gobernaba cni^ndo llegaron los castellanos. (3)

(1) Hoy Cojuca ó Cuyacau, á la orilla del rio de Im Balzafi,

{2) Belacion de Mechuacan, pág. 13.

(3) Relación de Mechuacan, pág. 292-03. Esta es la narración que hemos forma- do, siguiendo el documento original, narración bien diversa en muchos puntos d^ la publicada por el Sr. Brasseur de Bourbourg (Tom. 8, pi^g. r>l j sig.) Impreso él antes MS. anda en manos de todos; comparando pueden los lectores saber de oa- parte está la mayor fidelidad.

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CAPITULO IV

MICHHÜACAN.

Oharaeu,-^Gu«rras óorUra Unméxica.—PródigüM anunciando ia wnida de tó$ cade- üan^s.^Zuanffua. Moetecuhzoma pide eooarro á loe taraeeos.'^Zimidh'é Tanga- xoan,Saer{fleioé de ¡09 embc^aáoree fnéxica,-^Cvoüigaci(m.^IÍ<mibre8,'^lUUgian. '^Dioeee.^Fieeta de tas prinUeiaí de ¡08 campa8,—8ae^rUfte$,'-CferarqtUa eaeer* daUU,^8acHfie(oé huma9u>e,^Antropofagia,-^Prúfteia.-^OrffanÍ9aeian íoeiaL'^ líobUta^^Qftmioé y eargoe.-^El Catond.'^Sertieioe de m eaea.— Suettion,'^ Muerte y exequiae.-^BleeGion y proeiamaóion.-^CertmMiia de ia guerra.^ChnUnr- ffeiite9,^Arma$.'~-Üombate8,^Eipia8.--Oaiutiúo$,'^JBhBé^ui^ he muertoe en la gtietra.^'Leyes y penas.^-'IfambrandetU^ de Ide eeñeree.^M'atrimíníio.-^Eepudia, —lyajee,— Artes meednicas. PttUura en madera. Moeaico de plumas,

HEMOS establecido la historia de Michhuacau por la relación que juzgamos más auténtica; pocas noticias aparecen en al* gnnos autores, que como complemento aumentaremos aquí. Según una versión: ''Diez 7 nueve monarcas contó, (Michliuacan) desde HuahtizUzicatziii hasta OaUzotzin 6 Ginzica. (1) No dice los nombres, ni el orden sucesivo de esos reyes, pareciendonos exótico el ape- llido del primer monarca. El cronista de Michhuacan, (2) escribe: ''Sólo sabemos de

''tres de sus reyes, que representa el pendón donde están las

(1) Tardes americanas. Sácalas á luz el M. R. P. Fr. Josepb Joaquín Granado». México, 1778; Pág. 184.

(2) Crónica de la provincia de los Santos Apóstoles B. Pedro j S. Pablo de Mi- ohoaoan» porFr. Pablo de la Purísima Concepción Baatitnottt.Iib. l,cap. Vni.

671

^ármás del señorío de la cindad de Tzinizuntzan, que sou el rey' "Ohigtíanga, y el rey Sinsipha Taiiguajuan; y que liubo otto Ua- *'mado Characa 6 Boyífiño, según .una relación antigua que cita "el venerable paidre Basalenque, y se mencionar A en el capituló "X." (1) La relación indicada fué escrita en lengua piriñda por uno de los primeros indios bautizados. Beinando Charácu, inva- dieron el reino los tecos, gente de lengua popoloca de la misma estirpe que los de iTecamachalco y Tecoac, quienes ayudados por ot^as tribus, se presentaron por el Occidente. No contando el r^y con fuerzas suficientes para reprimir á sus contrarios, ocu- rrió á los matlatzinca, nación belicosa, enemiga de I03 méxiofet,- porque llevaban con impaciencia su yugo: seis capitanías de gue- rreros salieron de Tollocan, presentáronse á Characu y recibidas órdenes se pusieron en campaña. Ayudóles la fortuna, muchos enemigos quedaron muertos en los campos, fueron los sobrevi-^ vientes escarmentados, tornando Tos vencedores á pedir el pre* mío de sus servicios. Diéroules tierras en que se avecindaran, con el gravamen de servir en la guerra cuando fueran requeridos; escogieron los términos enti*e Teripitio é Indaparapeo; las fami- lias nobles fundaron á Charo, las de menos calidad á Undameo*,- la gente menuda se extendió por los altos^ que en tiempos mo- dernos se llamaron de Jesús y Santa María. (2) No acertamos á saber quién fué Characu, á, no ser que lo identifiquemos con Zi^ zispandacuare, á quien se le llamara el Niño al principio de su reinado.

Méxica y tarascos fueron constantes enemigos, sin que todo el poder del imperio fuera parte para apoderarse de Michhuacan. Axayacatl marchó con poderoso ejército contra los tarascos; asen- tó su campo en términos de Tlaximayolan, y después de dos dias de encarnizada combate en que pereció la ñor de los guerreros, Ouachic y Otomitl, tuvo que retirarse huyendo su capital. (3) En el reinado de Motecuhzoma II, fué cautivado el valeroso gue- rrero Tlahuicole, á quien se dio el mando de un poderoso ejérci- to con orden de invadir el reino de Michhuacan. El intrépido general llevó sus guerreros sobre las fronteras, extendiendo sus

(1) Basalanque, Cróiiic. S. Nicolás Tolent. aug. de Michoacon, cap. 15, lib. 1.

(2) Crdnioa de Michoaoan, por Beaamont, lib, 1, cap. X', MB. (S) Doran, hiai. de las Indias de N. £., oap. XXXVII.

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correrías por Tlacomalojan, Mararatío, Acámbaro y Tzinapé- cuaro, 7 aunque^ no pudo tomar Us plazas ni yencer d loa.tarai-^ eos, qnitóles cuantioso despojo» con algunos prisipneros. (1) Máa que TÍctoria, aquella expedición faé descalabro. Para, vengarse Moteouhzoma previno muy cuantioso ejército, dando orden á sus generales de no descansar hasta alcanzar el vencimiento. Yién- dose amagados los tarascos de peligro tan grande y no' teniendo suficientes fuerzas que oponer á los contrarios, ocurrieron á un ardid; reunieron copiosos mantenimientos de comida y bebidas fermentadas, que pusieron á lo largo de la línea ocupada por los méxica. Comenzada la batalla, tras liviana resistencia, huyeron los michhuaca en la dirección convenida, siguiéndoles con ardor los vencedores; mas cuando estos llegaron á la vista de las vian- das, cesaron la persecucipn, entregándose á comer muy de pro- pósito, de hambrientos ó de seguros. Cuando estuvieron hartos y embriagados, los tarascos cayeron muy de pensado sobre ellos^ matando la mayor parte, cautivando a muchos. (2) Muy más san- grienta fué aquella rota que la primera.

Pasaron estos últimos acontecimientos en el reinado de Zuan- gua, llamado también Tzihuanga.. Poco tiempo después comen- zaron los prodigios precursores de la venida de los castellanos. Por cuatro años continuos los templos se hendían, no obstante que de nuevo los cerraban, cayéndose las piedras de alto á bajo, sin razón conocida. Papas y devotos tenían sueños en que los dioses se les aparecían pronosticándoles males próximos á veri- ficarse. Vigxú, señor de Ycareo, tenía entre otras una manceba, á quien la diosa Ctterabaperi sacó de su casa una noche; llevóla el numen primero por el camino de México, después por el de Araro, sacó una jicara que traía atada á las enaguas; la lavó, pu- so dentro agua con una simiente j^blanca, y dándole á beber la despidió diciéndole quién la había de llevar en adelante. Yendo por el camino que la diosa le señaló, encontró una águila con una gran berruga en la frente, que erizaba las plumas, silbaba, y de- cía ser el dios Ciiricaberí: ''sube aquí encima de mis alas, la di- jo, y no tengas miedo de caer." Obedeció la mujer, que sobre tan extraña cabalgadura fué trasportada al pié de la montaña de Xa-

(1) Torquemada, Ub. 2, cap. LXXXII.— Glavigero, hist. ani., tom. 1 pág« 204.

{2) Beaamont, Orón, de Micho^can, Ub. 1, cap. X, MS,

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573

naota liíicario, y levantada después en lo alto. Con asombro dis- tinguió que los dioses estaban congregados, entiznados todos, con sus guirnaldas de trébol y' demás insignias, sentados, coíi muchos manjares, diversas maneras de vino tinto y blanco de maguey, de ciruelas y de miel. "Dijo el águila & la mujer: ''sien- "tate aquí y verás lo que pasare;" obedeció y estuvo atenta. Es- taba Curitacaheri, el mensajero de los dioses, con su hermano Ti- ripainectiarencha, Curicaheri^ la madre de los dioses Ciutravaperij Xnraíanga, Hurendecicavecaro^ Querenclcuxngapeii, todos los dioses de la mano derecha y de la mano izquierda, Tiripamecuarencha al- zó la voz recordando al congreso los tiempos pasados, y cómo es- taban prestos á venir nuevos hombres que todo lo existente des- truirían, sin dejarlos cues, ni los fogones, ni levantar más humo. Terminó su discurso diciendo: "T tií, mujer, que estás aquí, que "nos oyes, publica esto y háganselo saber a! rey que nos tiene á "todos en cargo, Zuangua.r Los dioses se retiraron limpiándose las lágrimas.

Pasó eato al reir del alba, y al terminar la visión era de noche, encontrándose la mujer sola al pie de una encina, sin otro obje- to delante que un gran peñasco. Tomó por el monte, cantando, hasta que á la media noche fue descubierta por los papas de la diosa Cuerahaperi, á quienes refirió cuanto había visto. Ellos tu- . vieron el sueño por grande agüero, hicieron sus ceremonias, de- terminando avisarlo al rey: puestos en camino, llegando á Árata- cuaro encontraron á Zuangua, que estaba borracho. T)iéronle la relación, que no le maravilló mucho, puesto que á su turno con- tó á los sacerdotes, como estando un pescador en una balsa pes- cando con anzuelo, picó un gran bagre, saliendo luego del rio un caimán que arrastró al pescador al fondo de las aguas, aquel dios caimán hizo la misma predicción al pescador, sacándole luego fuera del rio para ir á dar aviso á Zuangua. (1)

Cuando los castellanos, al mando de D. Hernando Cortés, hi- cieron pié en las costas del imperio y dieron á conocer su deter- minación de penetrar hasta la capital del Anáhuac, Motecuhzo- ma envió una embajada compuesta de diez personas principales con ricos presentes de turquesas y chaícJiihuitl, plumajes verdes, diez rodelas con cercos de oro, maxtlatl y mantas finas. Llegados

(1) Relación de Mechuacan, pág. 67—75.

57é

Taximaroa, el gobernador deaqnella frontera lea dio paso has- ta Tziützotzan, en donde fueron recibidos por Zuangua, hablando- les por mectió del nahuatlato 6 intérprete Nuri tan. Los embaja- dores expusieron la llegada de los hombres blancpSjclescribieron

.sus airmas y los animales desoónociaos sobre que Tenían caballe- ros, mencionaron los combates contra ellos tenidos; terminando jQon pedir socorro de gente á fin de exterminar á los invasores. Beceloso Zuangna de los mexica, para cerciorarse de la verdad •de los hechos que le habían relatado, previa consulta de su con- sejo, determinó que los embajadores volvieran á México acom-

, panados de cuatro intérpretes, los cuales deberían informarle de lo que con sus ojos vieran. (1)

Mientras los Michuaoa quedaban inquietosi haciendo conjetu- ras acerca de los blancos y de sus caballos, explicándoselo todo wpor las antiguas trasformaoiones de sus dioses, loa mensajeros y

' nahuatlatos tornaron á México. Embarcados en canoa entraron á la ciudad de noche, los intérpretes dijeron á Motecuhzoma, que mientras se aprestaban las tropas que en socorro debían venir, .ellos traían encargo de cerciorarse con sus ojos de cuanto á su señor había sido contado. El emperador los regalo ampliamente y en seguida fueron llevados por el lago hasta Texcoco, subidos en un alto monte, mostráronles desde allí las llanuras de Ti^xca- Ua en que á la sazón estaban los extranjeros. De vuelta á Méxi- co, Motequhzoma les hizo comprender la necesidad de destruir á ios intrusos, uniendo las fuerzas de las monarquías poderosas de Anáhuac, supuesto que su división acarrearía la pérdida de una tras otra. Esto relataron, y Zuangua, siguiendo el aviso egoísta que predominó en todos los señores indios, no envió el socorro pedido. (2) Cada uno pensaba en que los forasteros des- truirían á sus enemigos, dejándoles á ellos libres y vengados; ca- so de guerra, cada uno se salvaría con sus propias fuerzas: así los invasores vencieron sucesivamonte las pequeñas fracciones, ca- yendo en la misma servidumbre los mal aconsejados príncipes. Las viruelas traídas por un esclavo negro de la "armada de Panfilo de Narvaez, se habían derramado por los pueblos cau- .sando horribles estragos; de la costa penetró la peste al interior,

(1) Relación de Mcchoacan, pág. 75-- 78.

(2) Relación de Mechoacan, pág. 78—83.

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t

iuvadió á Méxieo, adelantándose después al Korte multiplicando sus YÍctimas en todas las poblaciones.. £;a Michhnaoan, el asola- dor azote hizo sucumbir á los papas principales, perecieron mu- clios de los más nobles señores, y el mismo anciapo cfiz^ci Zuan- gua perdió la vida. Reunidos los ancianos entraron ^n consulta para alzar nuevo rej, y dirigiéndose á Zizincba Ta^i^axoan, el mayor de los hijos del difunto, le dijeron: "Señor, rey. ¿Oómo ^ha de quedar 0sta casa desierta y anublada? Mirad que daré- ^mos pena á nuestro dios Curicaberu Algunos dias haz traer le- ^'ña para los cues." Respondió Zizincha: "No digáis esto, viejos. ''Sean mis hermanos menoreb, y yo seré como padre de ellos, ó ^'séalo el señor de Cuyacan llamado Paguingatik" Dijóronie: *'¿Qué dices, señor? Ser tienes señor. ¿Quieres que te quiten el "señorío tus hermanos menores? Tu eres el mayor.*' Dijo el oa- zonci después de importunado: "Sea como decis, viejos, yo os "quiero obedecer; quizá no lo haré bien; ruegoos que no me ha- "gais mal, mas mansamente apartadme del señorio. Mirad que "no habernos de estar callando. Óid lo que dicen de la gente que "viene, que no sabemos qué gente es; quizá naserán muchos dias "Ibs que tengo de tener este cargo.'* Así quedó por señor, man* dando matar á sus hermanos, á pretexto de que le ofendían con sus mujeres, y trataban de quitarle el señorío. (1)

Cuando la multitud estaba todavía en el duelo del viejo cazón- ci, llegaron otros diez embajadores mésica de parte de Ouitla- huac, hecho saber á Zizincha, dijo: "Llevadlos á las casas del po« "bre de mi padre," y lleváronlos y dijótonles: "Seáis bien veni- "dos, no está aquí el cazonci que es ido á holgarse." Envió el "hijo del cazonci á llamar á los señores, y dijo: "¿Qué haremos á esto "que vienen los mexicanos? No sabemos qué es el mensaje que "traen, vayan tras mi padre á decillo allá, á donde va al infierno; "decídselo que se aparejen, que se paren fuertes, que es la cos- "tumbre así." Y hiciéronselo saber á los mexicanos, y dijeron: "Baste que lo hamaifdado el señor, ciertamente que habernos de "ir, nosotfbs tenemos la culpa, ó presto mándelo, no hay donde "nos vamos: nosotros mismos nos venimos á la muerte." Y com- "pusiéronlos como solían componer á los cativos, y sacrificáron- "los en el Cu de Curicaberi y de Xaratanga, diciendo que iban

(1) Rekc. de Mechoacan, pág. 8-1—85.

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"con BU mensaje al cazonci muerto: decian que les trajeron ar- omas de las qtze tomaron á los españoles, y ofreciéronlas en sns '*cues á sus dioses." (1)

Esta relación aceptamos por verdadera, como más auténtica» no obstante lo que escribe Éoturini. (2) Dice que Cuauhtemoc, pidiendo de nuevo socorro, mandó embajadas al gran txUzontzin Tangajuan^ quien inmediatamente mandó juntar en los llanos di- chos de Avalos, cien mil guerreros tarascos y cien mil teochichi- mecos. En aquella sazón murió uaa hermana del monarca, la cual velada cuatro dias en un sótano del templo mayor, resucitó mandando llamar á Taugajuan: di jóle que no con venia dar soco» rro á los mexicanos, porque la gente extranjera que les hacía la guerra había de ser señora de toda la tierra, sobre la cual do- minaría la santa ley que traerían.. *'Ypara mfís evidente testimo- *'nio, el dia de la feria principal vería por la región de} aire venir ''de la parte del Oriente un mancebo con una luz en la una ma- "no, y en la otra una espada, que era la arma que esta nación re- ''cien venida usaba, y pasando por encima de la ciudad, iría á ^'ponerse por la de Occidente; y habiendo sucedido todo á la le- "tra, el rey prestó entera fe á estas y demás cosas que le dijo su ^'hermana, dejó las armas despidiendo á sus soldados, y recibió "de paz en su reino á los españoles.** En todas las naciones, aún en las más civilizadas, á las grandes catástrofes, al decir del vul- go, precedieron extraordinarios prodigios; de esas leyendas, las unas fueron inventadas a posiet^ori, las otras contienen hechos reales, que revestidos de fantásticos arreos, se acomodaron al propósito de la preocupación pública.

La conquista del reino de Michhuacan sale fuera de los lími- tes del cuadro que nos hemos trazado, por lo cual, suspendiendo la relación histórica,, pasamos á la civilización. Míclihuacan, co- mo vimos en los nombres gentilicios, es nombre de la lengua me- xicana; ignoramos cuál era el propio de aquel reino en el idioma de sus naturales. Eespecto del nombre de la nación, habiéndose presentado tres españoles en Tzíntzontzan, después de la con- quista de .México, al tornarse, "llevaron dos indias consigo que "le pidieron al cazonci de sus parientas, y por el camino juntá-

(1) Belac. Hechoaoan, pág. 84. (3) Catálogo del Museo Indiano, § XIV.

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'^banse con ellas y llamaban los indios qne iban con ellas á los ^'españoles tc^aacuCf que quiere decir en su lengua yernos, y de "allí ellos después empezáronles & poner este nombre á los in- '*dios» y en lugar de llamarlos tarascue, llamáronlos tarascos^ el "cual nombre tienen agora y las mujeres tarascas." (1) En con- firmación aducimos esta autoridad: ^'Y los castellanos la dieron "este nombre, porque cuando entraron en este reino, los indios "principales les daban sus hijas, y tarascue es tanto como yerno, "y de aquí quedó la tierra de los tarascos y la lengua tarasca" (2) Este apellido, pues, es invención de los castellanos, aplicado des* pues de la conquista de México. Ellos en su idioma se decían Eaearni y Cacaj)uirdi; (3) aunque hemos ya observado en la rela- ción, qué cada una de las tribus tenia nombre diverso, que per- dieron al sujetarse al cetro de los reyes Yacanaze.

La deidad principal era Tucapacha^ dios único, creador de to- das las cosas, dispensador de la vida y de la muerte, de los buenos y malos temporales: invocábanle en sus tribulaciones, mirando al cielo entendiendo que ahí estaba. Creían en la in- mortalidad del alma, la vida f atura, el cielo, el juicio final y el fin del mundo. Tupacluí hizo de barro un hombre y una mujer, los cuales, entrándose á bañar, se deshicieron en el agua: entonces Tupacha los volvió á formar de ceniza y de algunos metales, que- dando fuertes y siendo los progenitores del genero humano. Hu- bo un diluvio que destruyó todos los seres; salváronse en un madero como arca, el sacerdote Tezpi, su mujer é hijos, con dife- rentes animales y semillas. Menguando el agua, Tezpi soltó un zopilote, el cual se entretuvo con los cuerpos muertos; otros pá- jaros envió que tampoco volvieron, hasta que el tzintzon, colibrí, retornó trayendo en el pico una ramilla. (4) En todo ello no pueden menos de verse las doctrinas cristianas.

Mezcladas á estas ideas encontramos el culto del sol, de la luna, del fuego, y de los dioses de las cuatro partes del mundo, de los de lamanoderechay de la izquierda, todo lo cual se refiere á la astro- latriayá mitos astronómicos. Cuando los chichimecas Vacanaze

(1) Belacion Mechoacan, pág. 86.

(2) Herrera, dco. m, lib. m, oap. IX. Boaiiuijut, Uü; 1, cap. VIL MS. (8) Relación de Hechoaoan, pág. 128.

<4) Herrera, déc. m, lib. III, cap. X.

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llegaron á Miohoacan, traían á su dios CuHcaberi^ que parece era una piedra; al hacerse dueiio del país, ésta quedó como prin- cipal divinidad, la cual tenía en la isla Apvpato consagrado un tesoro de diez arcas de plata fina en rodelas, mitras para las víctimas y plumajes verdes. (1) Las tribus invadidas tenían cada cual su dios particular, aunque hermanos de Curtcuberi; así ve- mos en el pueblo de Curínciiaro achurin al dios Vndebecuabecara, en PeclicUaro á Tirepeniextigapeti; en Harauco á Tinpeme Turup- ten; qh Pareo & Tiripeme CaJieH, Xaratanga, diosa, tenía ja tem- plos y papas ó sacerdotes; (2) reunido el reino bajo los Vacana- ze, ésta quedó como la segunda divinidad y en compañía de su hijo Manovapa, tenía también consagrado tesoro en ApupcUo, puesto ahí per los antecesores del cazoncL En Xanicho había otro tesoro de plata, mitras llamadas angartUi y tortas dichas curín- da, dedicado á la luna por Zuangua. (3)

Curitacaheri^ mensajero de los dioses, y su hermano Tiripame* cttarencJia, la diosa Guei^avaperi^ madre de los dioses, á la cual sa- crificaban victimas, echando los corazones en las fuentes terma- les de Araro) los vapores que de ella se desprendían decían que formaban las nubes que estaban & cargo de la diosa, la cual las enviaba al Oriente, su morada. Se introducía en las gentes, po- niendo ánimo en ellas para ser sacrificadas. '^Era tenida en mucho ''en toda esta provincia y nombrada en todas sus fábulas y ora- ''ciones, y decían que era madre de todos los dioses de la tierra ''y que ella los envió á morar á las tierras, dándoles mieses y se- "millas que trujesen. Tenía sus aves en el pueblo de Avaro y ''otros pueblos, y su ídolo principal en un que está en el pue- "blo de Cinapeauaro, encima de un cerro en donde parece hoy "dia derribado, y decía la gente que esta diosa enviaba las " hambres á la tierra." (4)

En 2%aoapu había un gran dios á quien tenían por autor y prin- cipio de los bienes; ofrecíanle las primicias de las mieses, incienso, mantas, joyas, esteras, floras, cuanto precioso tenían y víctimas hu- manas. En aquel templo asistía el gran sacerdote llamado CurU

(1) Belac, de Mechoacan, pág. 97.

(2) Belacion de ^íechoactfQ, pág. 140. (8) Belacion de Mechoaoan, pág. 97.-98. (4) Belae. de Meohocan, pág. 19.— 21.

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nacauerí, á quien Veneraba el pneblo como á co&a celeste. En la fiesta anual celebrada para ofrecer las primicias de los campos, el cazonci salía de Tzíntznntzan atravesando el lago hasta Tzi- rondaro, ahí tomaba la tierra firme, siguiendo por una calzada limpia y bien compuesta; llegado al santuario, poníase de rodi- llas delante del sacerdote, le besaba la mano y entregaba los magníficos regalos destinados al dios: nobles y pecheros hacían aquellas humildes rcTerencias, ofrendando cada quien según sus facultades. *'Era el ídolo descomunal, que ostentaba con singula- t'res adornos su fiereza, y cada joya que orlaba su vestidura co- rrespondía un haz de condenados de los que le ofrecían en sa- crificio." (1)

Los templos ó eran semejantes & los de los méxica; junto á ellos estaban las viviendas de los sacerdotes, quienes velaban por la noche haciendo oración y manteniendo el fuego sagrado. Hemos visto que el culto de los dioses lo simbolizaban, en la preocupación de traer lena para los fogones. Los sacerdotes pre- dicaban al pueblo, poniéndole gran espanto para seguir sus doc- trinas, pidiéndole entera sumisión á sus mandatos; todos tenían que conformarse, porque el cazonci los apremiaba. ''Traían los cabellos largos, y coronas abiertas en la cabeza como los de la iglesia católica, y guirnaldas de fluecos colorado^' (2) Para el sacrificio salían atezados de negro, enmarañados los ca- bellos, ceñida á la frente una cinta de cuero, rodelas de plu- mas en las manos y vestiduras blancas labradas de negro. (3)

"En cada 6 templo había un sacerdote mayor, como obispo, "diputado sobre los otros sacerdotes: llamaban á, todos estos "sacerdotes ciira^ que quiere decir abuelo, y todos eran casados, y veníanles por linaje estos oficios, y sabían las historias de sus dioses y sus fiestas." (4) Infiérese de esto, que formaban una verdadera casta sacerdotal. Dividíanse en una gerarquía per- fecta. El sacerdote supremo ó pontífice era el Petamntt, que re- sidía en Tzintzuntzan: los curítiecha eran loa predicadores, en- jcargados también de traer la leña; los cimcUacha ó curipecha po-

(1) Beaomont, Crón. de Michoacan, lib. T. cap. VI ÍL MS.

(2) Herrera, déc. UI, lib. III, cap. X.

(3) Beaomont, CnSn. de Michoacan, lib. í, cap. VIH. MS.

(4) Belac. de Mechoacan, pág. 21.

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nían incienso en los braseros y traían ramas y juncia para las fiestas: los tímecha, que llevaban cargando á los dioses en las vba- tallas; los axamiedia ó sacrifícadores á cuya dignidt^d correspon- dian el cazonci y los señores; los opitiecha 6 encargados de tener asegurada la víctima por manos y pies; los pasariecha, sacrista- nes y guardas de los dioses; los hatapatiecha^ que venían, cantando delante de los cautivos que traían de la guerra; los quiquiecha que llevaban arrastrando al cadáver de la víctima, y ponían la cabeza eu los varales; los hirijyacha, encargados de hacer las ora- ciones y conjuros propiciatorios pava la guerra, los cuales eje-^ cutaban en los templos, junto á los fuegos que allí ardían, con los olores llamados andaningua. Había también atabaleros, toca- dores de bocinas y cornetas. (1)

Kespecto de las víctimas humanas, encontramos que al dios T'oras^ ''sacriñcaban culebras, aves y conejea, y no los hombres, ''aunque fuesen cautivos, porque se servían de ellos como de es- ''clavos." (2) Si tal acontecía en el culto de este numen, no pa- saba lo mismo con las otras divinidades. La relación que nos sirve de guía, hablando de las costumbres s^guida^ de la guerra, dice textualmente: "y entraban en las casas, y cativaban todas las "mujeres y muchachos y viejos y viejas y ponían fuego á las ca- "sas despueg de haber dado sacomano al pueblo, y tomaban "ocho mil cativos aquella vez, ó diez y seis mil, y ponían miedo "grande en los enemigos, y traían todos estos cativos á la cib- "dad de Mechoacan, donde los sacrificaban en los cues de CuH-' "caberi y Xaratanga, y los otros dioses que tenían allí en la cib- "dad y por la provincia, y guardaban los mochadlos y criaban- "los para su servicio para hacer sus sementeras, los viejos y "viejas y los niños de cuna y los heridos sacrificaban antes que "se partiesen en los términos de sus enemigos, y cocían aque- "lias carnes, y comíanselas.'* (3) Consta además, que los sacerdo- tes comían los corazones de las víctimas, abandonando el cadá- ver al pueblo: resulta^ pues que los sacrificios eran frecuentes y nu- merosos, y que los michhuaca se entregaban á la antropofagia en mayor escala que los méxioa. Los sacrificios tenían lugar idén-

(l)Sdlac. de Meohoacan, pág. 21—22.

(2) P. Sahagnn. tom. ?, pig. 188.

(3) Belac. de Meohoaoan. pág. d5.

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tióaméhte como entre los demás pueblos, tomando U víctima por pies 7 manos, tendiéndola sobre la piedra y arrancándole el^ corazón: las cabezas conservaban en unos varales. En la fiesta de SicuindirOy los hauripicipeclia bailaban vestidos los pellejos de los esclavos sacrificados. (1)

Sin duda que los chicbimecayacanaze, al penetrar en Micliliua- can, encontraron ya establecida entre los aborígenes la costum- bre de los sacrificios humanos. Los sacerdotes que educaban á Trt>7«c?ír¿, le decían, inculcándole la venganza que había de tomar por la muerte de su padre: ''mira que sacrifican en la isla de la '^laguna. ... en Pacandan también sacrifican. ... en Curincua- "ro. ... en Cumaclien, ... en Zacapu y en Zizabaren que es Na- rarijan," (2)

Michhuacan tuvo también su profeta que vaticinara la venida de una nueva doctrina. Bajo el reinado de Zuangua vivió en Eronffarícnaro (lugar donde se está en atalaya ó espectacion) un gran ¿ficerdote, acreditado por su profunda sabiduría, justificada conducta e irreprensible justicia, al cual tributaba el pueblo el más profundo respeto, consultándole en sus dudas, y acatándole en sus resoluciones. Entre otras ceremonias instituyó la llama- da Pevanscuaro, semejante á la cristiana del nacimiento de N. S. Jesucristo, y la de Tzitácuaremciuiro imitando la Eesurreccion. 'T creyeron tanto las profecías que les hacía de que presto ven- "dría quien les enseñase la verdad de lo que debían creer y ado- ^'rar, y las exhortaciones de que se mostrasen dóciles á ella, que "según afirmaron varios indios, que habían sido sus subnlter- ''nos en el ministerio, este fué el motivo de que con tan grande "prontitud y facilidad se admitiera la religión cristiana, en una "nación que no conserva con menos tenacidad que las demás In- "dianas; las costumbres y tradiciones de sus mayores." (3)

Michhuacan contenía tribus de distinto origen etnográfico. La población principal formábanla los tarascos; los otomles y cier- tas tribus broncas llamadas chichimeca ocupaban la frontera NE.; al O. y al 8. vivían familias de lengua mexicana; hacia el

(1) Bdac. de Mechoaotn, pág 20.

(2) KeUcion de Mechoacan. pág. 163.

(3) F. Bamivw, Jiuniita, Hist. del Colegio de Paizotuvo, citado por Moreno, vi- daa de D. Vasco de Qoixoga, pág. 28^— Beaumont, Cn$xL lib. 1, cap. Xlt. 1ÍI8.

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centro y E. se habían aveeindado los matlatzinea. Sajetq á un sólo cetro por Zirispandacaare, el reina estalla dÍTÍdido en cna- tro provincias, correspondientes á las fronteras principales, re- gida cada una por un gobernador, de sólo menor gerarquía que el cazoncí. Cada pueblo tenía un señor llamado carachaoapacha^ nombrado por el rey, y cuidaba de que sus subordinados traje- sen leña para los cues y acudiesen á la guerra cuando fuesen lla- mados. Eran nobles, así como los acharclia, que de continuo acompañaban al cazoncí y le tenían palacio. Los ocambecha reco- gían los tributos y hacían ejecutar las obras piiblicas, bajo la vi- gilancia de un superintendente mayor.

Aparece que todo estaba organizado como por gremios, en la mejor policía. El pirovaque vandari tenía cargo de recoger las mantas, algodón, y esteras del tributo, para repartirlo en las ne- cesidades comunes. El tareta vaxatari superior de los mayordo- mos que cuidaban de las sementeras del cazoncí, con otro en- cargado de la construcción de las casas, y renovación de los cues- El cacari, diputado sobre los canteros y pedreros: cada uno de éstos se entiende que era el superior, al que seguían empleados inferiores. El guavicoti ó cazador mayor; el curuhapindi que en* tendía en la caza de patos para sacriñcar á Xaratanga; el varunv superior de los pescadores con red; y el taranta, de los pescado* res de anzuelo. El cávaspaii recogía las semillas; el atari 6 ta- bernero mayor; el cuzuri, pellejero y zapatero; el usguarecuru guardador de los plumajes. Cuidotba de los montes el piicurigua^ ri; de los tambores y bailes el curimjim; de la ropa el cheregue^ cuauri; de los arcos y flechas el guatiicoguauni; del maíz el guen- que; de las canoas el hicharuta vandari; con el barquero mayor elparicuti Jefe de los espías de guerra, jefe de los mensajeros y correos, vaxanoti Todos estos oficios se tenían por^suceaíon, pa- sando de padres á hijos ó hermanos, aunque nombrados por el cazoncí. (1)

Ademas había encargados de dar de comier á las águilas de la pajarera real, á los leones y adives, y á un lobo y á un tigre que cuando eran grandes los flechaban y ponían otros chicos; un en- cargado de los médicos, de los labradores de jicaras {uraniaiari), de los pintores (chumcJia)y délos alfareros {incazicnaví)^ de los que

(1) AelAC de M«ohoMAD, pág. 13-18. . .

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hacían flores y guirnaldas para la cabeza, de los mercaderes que buscaban por. rescate oro, plumas y piedras preciosas. Los va- lientes guerreros, caballeros del cazonci, se llamaban guanga- riecha^ distinguiéndose con bezotes de oro ó turquesas u orejeras de oro. (1) .

£1 rey ó señor principal llevaba el título de cazoncL Encon- tramos ortografiada palabra Calzontfdy Caltzontziii, Caczdtzin, &. Según' la versión de Herrera, cuando Zinzicha vino á México á dar obediencia & Cortés, mientras sus nobles venían ricamente ataviados, él traía vestidos humildes y plebeyos, los mézica, apo- dándole por ser su enemigo y venir de su voluntad á rendirse, 'le 'llamaron alpargate viejo, y este nombre se le quedó para siem- "pre, sin que jamas le llamasen otro." (2) Dicese también que le dijeron CaUzoivtzi^ que significa, él que nunca se quitó el cahadoy porque jamas rijidió homenaje al emperador de México, quitán- dose el calzado como era costumbre: (d) En nuestro concepto, Cazoncí es el verdadero título de dignidad; los mexicanos, por encono y desprecio, jugando con la palabra, formaron Caczoltzhu introduciendo la radical de eactli^ zapato, el diminutivo despre- ciativo; y el tzin reverencial.

El cazoncí era absoluto, y aparece que solo se sujetaba á ciertos ministros de su religión; dueño de vidas y haciendas, los vasa- llos le tributaban cuanto tenían, dándole mujeres é hijos si era su buen querer. Así el pueblo estaba sujeto á estado servil, vi- viendo en la más espantosa servidumbre. La condición de los nobles y señores era más llevadera, aunque no exenta de veja- ciones, pues acudían al servicio del rey y hacíanla guerra luego que para ello eran requeridos. (4)

£1 servicio de la casa de cazoncí se hadía exclusivamente por mujeres; de ellas tenía un gran número hijas de principales ópa- rientas suyas, las cuales fuera de las faenas domésticas no te- nían otra obligación que salir á danzar en las fiestas con el rey^ preparar las ofrendas de pan y de mantas para Curtcaberí, pues eran reputadas como esposas del dios. Encerradas en una especie

(1) Kelacion de Meehoaoan, pág. 18.

(2) Herrera, déc. JH, lib. IH, cap. Vm.

(3) Moreno, Tida de D. Vasco de Qníroga, pág. 27, nota.

(4) Herrera, déc. XI J, lib. ni,<cap. X.—Beanmont, lib. 1, cap. VIII. MS.

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serrallo, bajo la gnarda de un anciano, serrian á bu dueño des- nudas de la cintura arrlBá. Si alguna disgustaba al amo, éste la daba en casamiento á algún noble, quien con aquel relieve que- daba satisfecho.

La irej'i era la señora principal de todas, y como la esposa na- tural del cazonci; la guardadora de sus joyas se decía chuperipatt; le servía de beber la atari; le hacía las salsas la iyamati; guar- daba las mantas la sigiiapuuvi; vigilaba á las esclavas la paca- penme; la guardadora de las mantas de los dioses la gnapimeoia. Esto fuera de las camareras que le daban de vestir, de las que hacían de pajes, cocineras, hacedoras de pan de maíz, limpiado- ras de las alhajas, cuidadoras de las semillas, del calzado, de la pesca y de otras menudencias. La principal que vigilaba á la ser- vidumbre, se llamaba guataperi.

Dueños era 11 do numerosos esclavos, ya de las familias de los muchachos que fueron cautivados en la guerra y perdonados del sacrificio, ya de los que se vendíam en tiempo de hambre, eran condenados por las leyes ó se compraban á los mercaderes; és- tos labraban las sementeras y hacían el servicio doméstico. En- traban también en aquella ser\^idumbre los vandonzxcuarecha^ que recitaban fábulas y cuentos, y truhanes que decían guerras y pa- satiempos.

De aquel trato íntimo con las mujeres resultaban muchos hi- jos; luego que alguno nacía se le daba & criar poniéndole casa particular, á la cual acudían los parientes de la muJ6r cuyo hijo era, dándoles el cazonci esclavas y esclavos de los no sacrifica- dos que se llamaban iei^pacuaebacclicL (1)

En materia de sucesión acostumbrábase que cuando el cazonci era anciano, uno de sus hijos comenzaba á mandar para indus* triarse en las cosas do gobierno, y era el rey á la muerte de su padre: caso contrario, sucedía el hijo nombrado por el monarca antes de morir. (2)

Enfermando el cazonci, curábanle sus médicos que eran muchos, y arreciando la enfermedad enviaban por los médicos de' mayor fama del reino; declarado el achaque incurable, se participaba á

(1) Belaa de MeohuAcan pán^. 22-24.

(2) Belao. de Mechoaoan, pág. 55.— Zurita, Sumaría relación de los seAoree de Hueva Espafia. MS.— Torquemada, íib. Xt, cap, XVlTI.

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todoi^ ios gobernadores, señores y nobles, los cuales venían in- mediatamente con sus presentes; teniáidose por traidores á quie- nes no a^tdían, sahidando al enfermó aún cuando estuviese muy á cabo, foda aquella corte estaba con gran silencio en el patio, delante de tin portal en que estaban la silla é insignias del señor- Muerto el oazonc!, los del patio alzaban gran grito llorando aquel lance fatal, se abrían las puertas de la cámara procediéndose á disponer el cadáver; lavábanle, poníanle una camisa fina, sanda- lias de cuero de venado muy labradas, al cuello unos huesos de pescado, cascabeles de oro en las piernas, collares y pulseras de turquesas, orejeras y brazaletes de oro, un bezote fino y en la cabeza un rico plumaje. Sobre un alto estrado hacian una cama gruesa con muchas mantas de colores, sobre la cual ponían al ataviado difunto, tapándole con otras mantas, cual si estuviera durmiendo; encima ponían un bulto, con su cabeza y cuerpo, ata- viado de la misma^manera que' el muerto, tan parecido á él que la vista se engañaba: entonces entraban las mujeres de la casa real, llorando con lastimeros gritos, lo cual duraba por buen es- pacio.

El nuevo cazoncí señalaba las personas que debían acompañar al finado al otro mundo: eran siete de sus esposas cada una con oficio particular en la asistencia doméstica, y más de cuarenta servidores entre los cuales iban platero, cazador, remero, ataba- lero, barrendero, portero, &c., y uno de los médicos que asistie- ron á la cabecera: no se permitía ser de la comitiva á ningún criado, si no era de los determinados. Lavaban á todos, ponían- les mantas blancas, y daban á cada uno los objetos que habían de conducir. Todo el cortejo se teñía el rostro de. amarillo, po- niéndose en la cabeza guirnaldas de trébol. A la media noche, los hijos del difunto y los grandes señores tomaban en hombros los despojos; en dos hileras procesionalmente precedían los des- tinados á la compañía real, en seguida los nobles, los guerreros distinguidos, al fioal el féretro; alumbraban con gruesos hacho- nes .de tea, tocaban trompetas y tañían huesos de caimanes y con- chas de tortugas, entonando á ese compás un antiguo cantar en que se decían loores y alabanzas del señor; los de delante iban barriendo el suelo y decían: ''Señor, por aquí has de ir, mira no pierdas el camino.'*

Acompañada por la multitud, la procesión se dirigía al templo

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mayor, daba cuatro vueltas al rededor de una gran pira de le£o6 de pino de antemano preparada, colocando encima de ésta los despojos; al son del canto y de la música, se . ponía f Q^go á la pira, y mientras ardía achocaban con parras á los ini^ces ser* YÍdores del muerto, á los cuales emborrachaban de antemano, enterrándoles con lo que conducían á la espalda d^l templo de Curicaberi. Al amanecer recogían las cenizas y huesecillos que habían quedado, junto con los metales derretido^; colocábi^os en una manta, formando nuevo bulto, al cual ponían una máscara de turquesa y adornos de plata y oro como el principio. Hecho un ancho sepulcro & los pies de la escalera del de Curicabe- ri, le tapizaban con esteras finas, ponían una cama de madera sobre la cual colocaban el bulto de las cenizas encerrado en una tinaja mirando hacia Oriente, llenando el resto con rópieis, alha- jas, armas, utensilios y buena provisión de comida y bebida. Ce- rraban el sepulcro con vigas, poniendo encim^ varas para formar techo, echándole tierra para cubrirlo.

Los asistentes se retiraban: bañábanse primero para que la enfermedad no se les pegara, yéndose en seguida al palacio; ahí recibían un poco 'de algodón para limpiarse el rostro, y una abun- dante comida; terminada, todos los comensales permanecían sen- tados, cabizbajos y tristes. Cinco dias duraba el duelo general, y durante este tiempo no había mercado, ni se encendía lumbre en las casas, ni se molía maíz, ni andaban las gentes por las ca- lles: sólo los señores y los nobles iban una noche á la casa de los papas á tener oración y vela. (1)

Al dia siguiente de sepultado el cazoncí, juntábanse los gober- nadores y señores, principales, ancianos y valientes hombres, á conferenciar acerca de quien debería ocupar el trono. Aunque esto estaba ya determinado, aquel congreso prooeclía como si fuera li- bre, fijándose en el heredero legítimo; hecha la elección, iban.á comunicarla al agraciado, quien rehusaba la honra, señalando personas más dignas que él; excusábanse 1ch3 aludidos, insistían los electores, y sólo á cabo de cinco dias de importunidades se dabatpor vencido el electo, aceptando como á la fuerza el codi- ciado trono. El dia señalado iba el sacerdote principal con toda

(1) Belac. de Mechoacan, pág. 55— 59.— Torquemada, Kb. XIII, cap. XLVT.^ Beaumont, CnSn. de Michoacan, lib, 1, cap. IX. MS« ^

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la nobleza á la casa en que vivía el nnevo rey; saludábale el pon* tifioe con el nombre de guanga 6 valiente, diciendole: '^Señor^ por venimos para qne entres en la casa de tu padre." Respon- día: ^'Pláceme de ir, abuelo." Poníase una guirnalda de cuero de tigre en la cabeza, carcax con flechas, pulsera de cuero de cuatro dedos de ancho, manillas de enero de venado en el pelo, pezuñas de ciervo en las piernas; formábase una procesión en que iban delante el pontífice con diez de los sacerdotes mayores, detras el rey y en seguida la nobleza y señores del reino; el pueblo agru- pado abría calle para que el cortejo pasara, dando alegres voces. Llegados al patio del palacio real, los sacerdotes le saludaban con el titulo de guangitapagito, equivalente á majestad, tomando asiento en una silla colocada en el portal.

Rodeado de los guerreros y nobleza el cazoncí, levantábase el pontífice pronunciando con voz grave un discurso, en que incul- caba á los concurrentes la obligación en que estaban de ser fieles al nuevo rey, obedientes á sus mandatos, prontos á ejecutar cuan- to se les mandara, pues el rey estaba en lugar de Curicaberi. Cuando había terminado el pontífice, tomaba la palabra alguno de los grandes dignatarios, y así por su orden pasaban el dia en aquellos razonamientos. A la postre se ponía en pié el monarca, y más que agradecía amenazaba á los señores con ^la muerte, si faltaban á sus deberes. Terminaba aquel acto con un convite general.

En la noche iba á velar con los papas de Curicaberi; á la me- dia noche hacían los sacerdotes la ceremonia de la guerra: al amanecer, con gran séquito de sacerdotes y dignatarios, iba por leña para ofrecer al fuego sagrado. Vuelto al palacio, sentado en la silla real, daba nuevo banquete á los señores; terminando, car da gobernador de provincia ó señor del pueblo, presentaba su regalo en señal de trfl^uto, retirándose cada quien á su demarca^ cion para hacer saber á los subditos la feliz noticia.

Pocos días después los papas ouritiecJta se repartían por el rei- no .pidieAdo leña para los fogones; reunida á los diez días y amon- tonada en el patio del templo mayor, el cazoncí iba de, nuevo k velar> y el Idripati hacía la ceremonia de la guerra. Al tercero dia, daba orden á los guerreros vacuaocechoj águilas, de salir á campaña, enviando sus mensajeros y correos por todas la^ pro-

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^iacias; él mismo se ponía en campaña dos días después, diri- giéndose á la frolitera de Cuinaeho, para hacer ciento ó ciento veinte cautivos. Estos y los prisioneros hechos en las fronteras, •eran sacrificados & la diosa Cnerabapañf á los dioses celestes de las cuatrQ partes del mundo, del infierno, á Guricaberi y señores sus hermanos, á la diosa Xaratanga, dioses primogénitos, y á los llamados Nirahanecha. Con estos actos quedaba reconocido como cazoncí. Daba premios & los guerreros que habían cautivado pri- sioneros, y entrándose á su casa tomaba por esposas las mujeres ' que habían sido de su padre, mientras le llevaban las hijas de los nobles y señores. (1)

Para salir & campaña hacíase primero la ceremonia de la gue- rra. Por la fiesta de Anziñascuoro mandaba traer el cazoncí leña para los Cues, y en la vigilia estaba toda puesta en rimeros en el patio del templo. El papa lEripati, cinco sacrifícadores y cinco cm- ritieclm, hacían pelotillas de olores llamados andaningua; poníanlas sobre una raja de encina, y cuando estaban comcluidas las metían en calabazas que los (inimeoha llevaban á la espalda, colocándo- las en las puertas de las casas de los sacerdotes. A la media no- che tocaban sus cornetas en lo alto de los cues, observaban una estrella que ignoramos cuál sea, y encendían un gran fuego. El Hxripaii se acercaba al fogón, tomaba de las pelotillas olorosas y decía: "Tu, dios del fuego, que apareciste enmedio de las ca- nsas de los papas, quizá no tiene virtud esta leña que habemos traído para los cues, y estos oloi'es que tenemos aquí para dar- te: recíbelos que te nombran primeramente Mahaiia de oro, *'y á tí, Uredecudbecara, dios del lucero^ y á que tienes la cara ^^bermeja, mira que con grita trajo la gente esta leña para tí.*' En seguida nombraba los enemigos del reino, principiando por México, diciendo: **Tu, señor, que tienes la gente de tal pueblo *'en cargo, recibe estos olores y deja alguno de los vasallos para ^'que tomemos en las guerras."' Venían entonces los papas cuiri^ pecha y con muchas ceremonias ponían de*los olores en llama, pidiendo á los dioses diesen enfermedad en los pueblos que iban á conquistar, con esta oración. ^'¡Oh dioses del quinto cielo! ¿Có- ''mo no ños oiréis de donde estáis? Porque vosotros solofií sois ''reyes y señores, vosotros solos limpiáis las lágrimas de los po-

U] Eelac. de Mechoacan, pág. 60—66.

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''bres." Estas mismas palabras repetía á las cuatro partes deF mondo y al infierno. (1)

Dos XK)ohes se repetía la ceremonia, arrojando las balas de olo- res al faego, termii^adaa que eran las oraciones: caando el Hiri- pati practicaba esto en T2Ínt;iK>iitZAn, repetían lo nüsmo los hiru- pacha en todas las provincias. Llegada la fiesta de Anziñascna- ro, el c^aoncí mandaba á los correos llamados baxaréocha ftiesei> alas provincias á. pedir la gei^te de gnerra; en cada pueblo el se* ñor reunía<el número de soldados que le tocaba; en la noobe se hacía aún la ceromonia de la guerra, y se disponía á la maarcba llevando los papas ¿mitt¿eo/¿rt cargados i los dioses tutelares de la población. Cada uno de aquellos coi^tiugéntes iba provisto de las armas y alimentos necesarios, sin permitir en su compañía mujer de ninguna especie.

Las armas euau ^rcos, flechas, hondas, porras gruesas de en- cina, poniendo á algunas de ellas gi> la cabeza púas de cobre: los hombres valientes iban armados da unas varas recias, y en la punta un gancho. Las armas .defensiívas, consistían en rodelas adornadas de plumas blancas de f^arssa, dedicadas á Curicaberi, ó de plumas rojas de^papagayo ó de taintzones, según la catego- ría del guerrero. El oomun de los soldados, usaba un jubón de pita de maguey; los^distinguidos por valientes, jubón de algo- don, y los jef0& y señores lo mismo, aunque adornado de plu- mas ricas: pintábanse rostro y cuerpo de colorado, negro ó ama- rillo. Sus pendones y estandartes eran labrados de plumas fi- nas, con mucho primor. Su música militar caracoles, bocinas, y otros instrumentos destinados á producir pavoroso ruido.

Reunidos los contiDgentes de todos los pueblos, distribuíanse en la forma que disponía el general en jele: ^'poníase en la cabe- ''2a un gran plumaje de plumas verdes, y una rodela muy gran- ''de de plata, á las espaldas, y su .carcax de cuero de tigre, y 'unas orejeras de oro, y unos brazaletes de oro, y su jubón de al- "godón eiicarnado, y un mástil arpado de cuero por los lomos, y "cascabeles de oro por las piernas, y un cuero de tigre en la "muñeca, de cuatro dedos de ancho, y tomaba su arco en la ma- "no." (2) En aquel arreo, sentábase en una silla, y rodeado da

(1) Belao. de M«oboaoa&, pág. 2&— 27.

(2) Adac. de MeobMcan, pá^ 30.

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rñUB capitanes y de los sacerdotes de Guricaberi y Xaralanga, di- ^rigia un largo discurso á sus subordinados, recordándoles sus deberes de soldado, y las penas en que incurrían no cumpliendo* los. Acabado el discurso, seguían bajo el mismo tema los seño- res de Cuyacan, Pátzcuaro y Xaeona. Dispuesto el plan de ata- que, enviábanse espías á observar al enemigo, 6 reconocer las poblaciones: Uevabaa una bolicae de ios olores que habían ser- vido para la ceremonia de la guerra, plumas águila, y dos fle- chas ensangrentadas, todo lo cual ponían cautelosamente, ya en una sementera cercana, ya junto al Cu ó la casa del señor del pue- blo. Era éste un hechüso, para vencer á los contraríos. De regre- so al campo, daban los informes apetecidos, y pintaban con ra- yas en el suelo, la traza del pueblo.

Llevaban la vanguardia, los hombres valientes de Tzintzon- tzan, seguidos de los papas que iban cargando á Curícaberi y Xa- ratanga, en pos de los cuales, formados en dos hileras, se veía á los sacerdotes conductores de los dioses mayores. Los corredo- res ó tropas ligeras^ estaban acompañados por su dios particu- lar, llamado Pungaranohcu Combatían en desorden, arrojando fe- roces gritos; más que concierto, aquello era confusión y ruido. Consistía el principal intento, en hacer prisioneros para el sa- •crificioy recibiendo señaladas recompensa los guerreros que se distiguíau por hazañas señaladas, ó por haber tomado el mayor número de cajitivos. Á estos les ataban las bocas con unos cueros, á manera de jáquima de las bestias, para impedirles dar voces. Daban batallas en campo abierto, usaado de común de celadas, á las que eran atraídos los contrarios por las tropas ligeras. Si una plaza se defendía, caso de ser tomada era saqueada^ reduci- da á cenizas, los habitantes pasados á cuchillo: los pueblos que se entregaban sin resistencia, eran recibidos como hermanos.

Los prisioneros, tapada la boca con los cueros, amarrado al pescuezo un manojo de cañas recias y largas, eran conduci- dos a Tzintzontzan. En la puerta de la ciudad, había dos alta- res,, en que los papas colocaban á los dioses; los sacerdotes cu- ritiecJuí y opitiecha^ con una calabaza á la espalda, y xina lanza al hombro, salían al encuentro de los cautivos, dábanles la bien venida, y cantando, los llevaban á la presencia del cazqpcí, dán- doles en seguida de comer. Metíanlos después en la cái'c^lnom- brada Curiwequero, donde los atendían y engordaban, hasta He-

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X

gaf la fiesta en que habían de ser sacrificados. Hemos visto que á las majeres, niños, viejos y viejas, mataban para comerse las carnes. (1)

8i algún señor moría en la guerra, poníase triste el cazón cí, y decía: "por este mataron los dioses de los nuestros, por pro- abarnos como mantenimientos/' Las viudas de los muertos en la guerra, mesábanse los cabellos, dando grandes gritos; después formaban unos bultos' de mantas, con sus cabezas, cubriéndolos con otras mantas, cual si hubieran fallecido de muerte natural; llevábanlos ea seguida al templo, colocándolos junto á los fogo- neS| poniéndoles su arco y flecha, plumajes colorados, guirnal- das de cuero, con muchas ofrendas de pan y vino: al sonido de las cometas y caracoles, quemaba cada familia el bulto que le correspondía, recogiendo las cenizas, que guardaba en una olla» que era enterrada con el arco y las flechas. La viuda se retira- ba á su casa á proseguir el duelo, sus parientes le decían: "está "y vive en esta casa algUEos dias, y está viuda algunos días, mi- '^ando como va tu marido camino, y no te cases.*' (2)

Leyes y penas, eran inmoderadas por crueles. Si algún prin- cipal tomaba alguna de las mujeres del cazoncí, moría por ello, así como sus mujeres, hijos, parientes y cuantos en su casa es- taban, confiscándole además sus bienes y sementeras. A los no- bles, por delitos no muy graves poníanlos en la cárcel; por de mayor entidad, los degradaban y desterraban, y á su mujer dejá- banla desnuda, quitándola las enaguas. Al hechicero rompían la boca con navajas, arrastrábanlo vivo, y lo mataban cubriéndo- lo de piedras. Si hermano 6 hijo del cazoncf no vivía con deco- ro; era condenado á muerte, asi como las amas que le criaron, ayos que le cuidaron y criados que le servían, confiscando toda su hacienda. Al forzador de mujer, rompían la boca hasta las orejas, y después 16 empalaban. £1 primer hurto, se perdonaba, previa una gran reprensión; al segundo,- el ladrón era despeña- do,-dejando que su cuerpo fuera comido por las aves del cielo. El homicda no tenía pena señalada, porque el crimen se come- tía rarísima vez.

(1) Belac. de Mechoacan, pág. 28— 36.— Herrera, déc. IIT, lib. III, cap. X.— BMumont crón. de ^tíohoaoaIIf lib. 1, cap. VIIT. MS.

(2) Belac. de Mechoacan, pág. 37.

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Los gobernadores y señores de los pueblos conocían de loe delitos, mandaban prender al delincuente, hacían las informa- ciones necesarias de viva voz; ayerignado el hecho, remitía el reo al sacerdote mayor quien le presentaba al oazonci para que pronunciara la sentencia. A veces por orden del cazoncí iba un mensajero llamado vaxanoti, prendía á la persona que le deaig* naba, le quitaba las insignias y daba la muerte con una porra: en ocasiones esta justicia se encargaba Á }o9 sacerdotes. Los mi- nistros principales de aquella magistratura Uevabaf^.en la mano una vara negra como de ébano, gorda y con plumaje colores en el ^^^tremo superior, con unas pedrezuelas que sonabanfcomo cas- cabeles; cu£(p;ido pasaban, los hombres salítin de sua casas para acompañarlpa. <1) ,

Cuando moría algún señor de un pi^eblo^ ^us hermanos y pa- rientes venían á ver al cafsoncí trayendo el bezote d^ 070, los bra- zaletes^ collares y orejeras de turquesa^, insignias del señorío: presentados ante el rey, dábanle noticia*del fallecimiento, pi- diéndole nombrara á quien debía suceder, escogía al que pare- cía más discreto, el que tiene ma9 tristezas omisigo^ Qdgun su manera de expresarse;, dábale nuevas insignias, xegalospara el «graciado y su mujer, y en compaüía de uno de los papas curitiecha le vol- vía á su pueblo. Llegados á éste, ayuntada toda la gente» el C2i- ritieclia daba á entender cómo aquella persona había sido nom*" brada por el cazoncí, la obligación que tenía de regir en justicia, y cómo todpa debían obedecerlo y respetarlo. £1 señor, los an- cianos, la gente menuda, tpmaban la palabra sucesivamente, re- cordando los recíprocos deberes, terminando la^ arengas con un convite: así quedaba el agraciado metido en el señorío. Cuatro dias y cuatro nophes asistía al templo haciendo oración con los papas; después, seguido de sus vasallos, iba á traer leña para les fogones, y despedía al curitiecho^ colmándolo de regalos. Aquel papa retornaba á TzintzQntzan, dando cuenta de lo ejecutado al sacerdote mayor, quien lo comunicaba al cazoncí: "Sea ansi» de- ''da este, pruebe á ver> si no le hiciere bien, quitalle hemos del '^oficio, y probará otro en su lugar á ver como lo hace." (2)

(i) BelAc. de Meohoaoan, pág. 38-39.— Herrén, déc. ?II, lib. ni, oap. X.-^Betn- mont, Cr^n. de Michoaoan, lib. 1, cftp. VIII. MS. (2) Bdaeion de Mechoaoan, pág. 40-44,

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En aqnel reino era ooatumbre ' la poligamia. El soberano pa- saba la YÍda.^n uii volnptnoao serrallo. Los Dobles tenian á vein- te mujeres j ánu m&s, y daban una en premio á los capitanes que en la guerra se distinguían, oosa que ellos tenían á grande honra. (1) Verificábase el matrimonio sin el consentimiento de las mujeres. Si el cazón que ria casar álgaua desús hijas, la hacía ataviar lujosamente, le daba una comitiva de mujeres que llevaban en cestillas y petacas las ropas y alhajas de la novia/^ llamando á los papas curiliecha, encargaba principalmente ¿ uno. llevara aquella mujer á la casa de maridó. Prevenido es- te, adornada la casa, reunidos todos los parientes, al llegar el sacerdote tomaban todos asiento, dejando eoinedio á los despo- sados. Tomando la p^abra el curitiecJia decía: ''He aquí ésik "señora que envía el rey, yo os la traigo, no riñáis, sed buenos "casados, bañaos el uno al otro," y seguía inculciíndóles sus de- rechos conyugales. Contestaba el marido aceptando, dando las gracias por el favor, prometiendo obediencia y ayuda al reyí terminaba el consorcio con un convite. Bastaba que el cazonc: lo determinara, para que un noble tomara por esposa la mujer que se le señalaba. (2)

Los nobles se casaban con sus parientas, no tomando jamas mujeres que no fueran de su linaje. En estos enlaces precedía pedir á la hija de un señor, y una vez otorgada, era enviada á la casa de su futuro esposo, con cierto acompañamiento de hem- bras llevando las ropas y alhajas; intervenían los sacerdotes para hacer las amonestaciones usuales, terminando la ceremonia por el convite de costumbre. Los plebeyos concertaban sus ma- trimonios por medio de sus parientes, sin que en ello intervinie- ran los papas. Los que se unían por amores se concertaban en- tre sí, sin dar aviso á sus padres. A veces dasde chiquita estaba la mujer prometida á determinada persona: en esté caso, elhoin- bre tomaba por esposa á la suegra, y cuando la hija crecía en- traba en posesión de ella. Casábanse también con sus cuñadas, habiendo muerto sus maridos, pespues de terminado el matri- monio y estando la mujer en la casa, antes de consumar el vín- culo, el hombre iba cuatro dias por leña para los fogones, mién-

(1) Herrera, dác III, lib. III, cap. X.

[21 Belao. de Mechoaoan, pág. éfi-i?.

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tras la hembra barría la morada j parte del camino por donde áebía volver el marido; aquello era como oración para ser buenos casados. La noclie qué se linían, si eran nobles, puestos en el lecho los cubrían con las ropas las criadas; si plebeyos, la mujer tapaba ál varón, entrando después á compartir el lecho común. (1)

Solo tenían prohibido para contraer matrimonio, los padres con los hijos, los hermanos entre sí, el sobrino con la tia. Sus- citadas diferencias en el matrimonio hasta el punto que los cón- yuge? quisieran separarse, ocurrían por primera vez al petamuti exponiéndole sus quejas; el sacerdote los amonestaba vivieran en paz^ recordábales que ya tenían casa é hijos, despidiéndolos para irse juntos. Intentada de nuevo la demanda, & la tercera vez el pontífice pronunciaba la separación diciendo: "Ya voso- ''tros queréis dejar ser casados, dejaos pues, ¿á quién lo ha- ''^l^is de decir, pues tantas ^eces os habéis quejado?" El varón tomaba otra esposa, sin que esto obstara para que la antigua si- guiera en la casa, pues no podía ser abandonada; la cogía en adulterio, quejábase al petamuti^ quien la mandaba matar. Si la culpa era del marido, porque se divertía con otras iñújeres, los padres de la esposa se la quitaban para darle otro esposo. Si después del segundo matrimonio no vivían em paz, echábanlos en la cárcel y no podían separarse. La mujer que entre todas quería ganar él atnor y preferencia del esposo, ocurría á los sor- tílegos llamados xurimecha; éstos tomaban dos granos de maíz y una jicara llena de agua; si arrojados los granos en el agua se limndian juntos al fondo, señal era de que por siempre estarían unidos; si uno de los granos sobrenadaba y el otro se sumergía^ daba á entender que el varón prefería á otra esposa. (2)

Los michhuaca eran robustos, bien formados, valientes y be- licosos, grandes tiradores de arco y fiecha, diestros en el manejo de las armas. Vestían á semejanza de los méxica: algunos prin- cipales traían una especie de túnica larga hasta media pierna, la capa 6 manta cuadrada anudada sobre uno ú otro hombro, cacüi ó sandalias de cuero, retenidas con correas anudadas al tobillo; los plebeyos usaban el maxtlatl ó pañetes para tapar sus ver*

[1] Belae. de Mechotoan, pág. 47-63.— Torquenada, lib. Xm, cap. VII.— Beaa- mont, CrózL de Miohoaoan, lib. I. cap. Vm. MS. [2] Belao. de Meohoacan, pág. 58-55.

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güeBjsaSi con mantas de hilos groseros. 'Tías indias y los DQ.a^* ''natas traían el pelo levantado y amarrado alrededor de la ca- "beza, formando varias trenzas con cordones de algodón de di* "versos colores: los demás de la plebe traían el pelo snelto con "nna ú otra plnma en la cabeza." Tejían las ropas de algodón, nnas blancas, negras otras/ de variados y hermosos colores; adornábanlos con hilos de pelo de conejo de nna manera mi;y carioca.

Labraban de la enea preciosas esteras que les servían de es- trados, alfombras y camas. Curtían cueros de toda especie da animales, dejándoles ó no el pelo, aplicados en los usos domés- ticos ó en los zapatos de los nobles, pintados con mucho arte. Sacaban cuchillos, navajas, y otros instrumentos cortantes y pun- zantes, de la obsidiana llamada por ellos tzinapu. Lós alfareros construían las vasijas y vasos, paralas diferentes necesidades de la vida, y los carpinteros tallaban de madera, jicaras, bateas, y ciertos vasos llamados tecomates. Los canteros labrabaii las piedras unas con otras, pues carecían instrumentos de íiie* rro, formando figuras de mucho primor. Carpinte]:os y entalla- dores, manejaban la madera con hachas de cobre: lo$ Iapi4arib8 pulían las piedras preciosas restregándolas con cierta arena, de ellos conocida. Sabían dar al cobre la dureza ^I liierrb, jr epn estos útiles trabajaban como si fueran de hierro.

Sobresalían en la pintura y barniz que daban á la madera,' que á pesar del uso, se conservaban frescos y brillantes, distinguién- dose entre todas las bateas de Perivan y de Cocüpaó. Xuréntó el ingenio tarasco las cosas singulares de pluma, "con sus mismos ''nativos colores,' asentado de la misma manera que lo hacen en "un lienzo, los más diestros pintores, con delicados pinceles. So* "lían en su gentilidad formar de estas plumas, aves, animales, "hombres, capas y mantas para cubrirse, vestiduras para sus "sacerdotes y dioses, coronas, mitras y rodelas, mosqueadores, "con otros curiosos objetos que le sugería su imaginación. Es- ''tas plumas eran v9»rdes^as^;iÁefi^^U|^ pardas, ama-

"rillas, negras y blancas, no teñidas por indastria, sino como las "crían las aves, que c<^ían y mantenían vivas al intento, valién- "dose hasta do los más mínimos pajarillos. El modo de engas- 'tar las plumas, era cortarlas muy menudas; y en lienzo de ma- "guey, que es la planta de la tierra, con cola muy templada»

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^iban orfciB^nizaBdo las plnmas que arrancaban de uno á otro p¿« '^jarp mnerio, con nnas pinzas, y pegándolas á la penca ó tabla: /'se valían de sns nativos colores para dar las sombras j demás "necesarios primores que 'caben en el arte, según pedía la ima- . ''gicacion que querían pintar» Cada partícula se ponía de por sí, *'con tal presteza, que seguían la línea y círculo del bosquejo, y la ''iluminación formaba en la pintura una vistosa primavera. De 'las plumas de estos y otros pájaros, hacían» estos indios sus "plumajes, y unas imágenes de pluma tan particulares, princi- "palmente en Pátzcuaro, que seguu refiere Acosta, se admiró el "señor Felipe ÍI, de tres estampas que dio á su hijo Felipe III, ''su maestro: la misma admiración causo al Papa Sixto Y, un cua- ''dro de K. P. S. Francisco, que enviaron á Su Santidad, hecho "de plumas por los indios tarascos" (1)

La civilización de Michhuacan, era del mismo género que la de México; menos sombrío y sangriento el culto, más atrasada ef las ^iejicias. A p^^ar de la incontestable necesidad de la escri- tura, nos llama la atención que los tarascos no le consagraran grap caidadOf j aun barruntamos que la dejaban en olvido. Na* da dicen los autores Q,cerca los documentos gerog1ífico3,.ni al- g^nz^os de ellos han llegado á nuestros días, y las pinturas de que hace mención Beau|nont, juzgando por las que á su obra acom- pa^Qi son representaciones materiales de los hechos, dibujos y np e^eritara, temiendo que sea obra exclusiva de pintores poste- riores i[ la oof^quista.

' ^- 'y--' í .' •. * .

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FIN BBX. 1<01H> SECnnDO.

(1) Beatimont, Ción. cto MiohoMan, Ub. 1, o«p. VICL MS.

,

ÍNDICE.

LIBEO OUABTO.

PUginas.

OapIttjlo i, Calendario primitivo. Calendario zapoteco^ Pe^ riodos^ Distribución^ Los Cocijy Es el calendario primitivo. 5

CapItülo II, £1 tonalamatl. Tonolamaily Origen^ Signos^, Tabla d&.lós dios trecenales^ Los veinte planetas ó dioses principales-^ Las símbolos de la trecena^ Los señores 4 aeom* paitados de la noche^ Tablas^ Segundos acompañados^ La0 aves nocturnas^ La adivinación, Los hechiceros^ Primer periodo del Tonalamatl, Cálculo de los periodos lunares^ El planeta Venus, El TonalamaÜ encierra el cálculo de los movimientos de la luna y de Venus 13

CAPlTmiO III, Calendario solar. El dia, Horas, Los meses^^ . Nemontemi, El año. Periodos trecenales, Los señores ó acompañados de la noche. Ciclos menores y mayor, ínter* colación. Observaciones, Correspondencia entre losjuños. Discusión, Orden de los meses. Concordancia entre los años

698

PáginM.

azteca y juliano^ Intercalación^ El sistema de Gama^ Dis- cusión^ Forma singular del calendario de Gatna^ Interca- lacion^ Fiesta cíclica^ Principio del dia^ Concordancia^ Nuestro sistema 34

Capítulo IV, Díscubíod. Los meses. Forma dd calendario^ Dios iniciales, Irde^'caladon, Comparación 60

Capítulo V, Nuestro sistema. Discusión déldia escogido, Ca- lendario comparado para 1521, Reglas para la/ormadon de un calendario cualquiera, Lajiesta cíclica. Culminación de las piéyadas. La intercalación 72

Capítulo VI, El calendario astron^ico. Punto de partida. El solsticio de Invierno, Qorresponjdencia éntrelos dias, La co- rreccion gregoriana, TaMas para los años, Signos y símbolos. Tabla ge7iei*al de con^espondencia 93

Capítulo VII, Calendario maya. M dia y stis divisiones, Dios dd mes, Los meses, Meses de treinta días. El año, Loh dnoo dias sin nombre. Periodos treoenales. Ciclo de 62 años, katun. Formación del año, IniercaJacion, Los Bacab, Belacion de los años con los déla era vrdgar, Los Ahau Katun, Corresponden- da entre los años maya y aüeca, Ta!üa cronológuxL' 118

Capítulo VIII, Varios calendarios. Calendario de MetztiÜan, D^ Cvlhuncan, De Nicaragua, De la Sílxteca, De Tecuante* pee, En el Peten Bzá, En Chiapas y Soconusco, Período de siete dias, Cál^ndanio MaÜabinca^ y de MiMuaoan, Periodos aS" ttOHÓmióosi Cambios, Calendario dd Perú, Cdendixrto loe Ohñohas, Comparaciones, Origen, Dos ^oocckspar0dúah»ida^ fio kzteoai Origen íisiátioo, Contactó europeo. >«'<»...« 134

LIB»0 QUDSrEO.

CAa^froto I, Geografía, Imperio Mexioato»— ^ien^'on y lip^ tes, Divisiones pdítioas,Huas(épaoan, Otomíes, Totcnaoa, il<^- Uaieinca* Oadlteoa. Provincia de la Il^Mp^n, \JZacaióUat^ OitUUifeca, Tiahuioa, Cohuixca, Topi ó Uapanecn, Muchco, Mtaieixitf Tradicioms, Chatinos, Ckuchones y pf^fcHocos, Cui-

699

Páginas.

eateca, Mazateca^ Ohinanteca, I\sapoteca, Leyendas, Ohóníah^^ ' Tftquis, Huave% Mtx€% Zaqties, Chiopaneca, Xoconockcr^, Que- Üachilan, Coatzoacoalco, Provinciaa centrales, Valle de MheA^' oOf Tlaxccdla, CkoloUan, Huexotzinco ^ 168

Capítulo II, Tlacopan, Texcooo, Señoríos independiantes; R^rvo de Tlacopan, Mazahua, Reino de Texcoco, MetztiHan, Reino de Michhuacan, Reino de Cofima, Reino de Xalixco y ' pequeños señoHos independientes, Otomies, Iztachichimeca, Co' ras, Tepecanoft, SuichoJes, Cclotíanes, üazcanes, Tepelmanes^ Acaxes, Sabaibos, Xiximes, Tebaca, Sinalóa y sus diferentes** tribus. Cahitas, Pimas y sus divisiones, Séris, Ópatas y sus afines, California y sus gentes HOO

Capítulo III, Región del NE., Región Austral, Idiomas. Pames, Cucachichiles, Zacatecas, Irrítitas, Tobosos, (jcáhuiUe- coSf Lajuneros, Tarahumares, Conchos, Apaclies, Pizones ó ja- nambres, Tamaulipecos, Región austral, AliuaMcos, Chxynta- les, Locándonos, Chañábales, Choles y sus subtribus, Ktchés y' sus reye% TzotzVes, Tzendales, Mayas, Ytzaca y zus subtribus^ El naguállsmo. Lenguas de Méxvo, Orden histórico. Familia Otómi, Familia maya y sus ramas. Familia Mixtea, Zapote^ teca, Famüia mexicana y sus afines, ChicJiimeca, Lenguas per^ didas 232

SEGUNDA PARTE, EL HOMBRE PREWSTORICQ EN MÉXICO.

LIBRO PRIMERO.

Capítulo I, La fánña y el hombre primitivos. La paleonto^ logóla humawt. Su objeto. Preliminares, TaUa de clásifícacum. Antigüedad dd continente americano. Periodo glacial, LáfaU'- na gigantesca, Mastodón, ElepJias, Tapirus, Equns, Bos, ' ^to^ ton, XíaméUas lloMa, Bifs scrofa, Equus asimus, Caétotide»

600

Págiaas.

OMenaes^ Oervus Americanua, Félix atrox, Megath^ivm, My* lodqfn^ Megodonia^ Olyptodon, Jlzcuintepof^tíi, TepeüzcuinÜi, XókjltfscuinUif Techichiy Nuestra profesión d&fé^ El hombre ter- » ciaríp de California, El hombre de Naíchez, Beatos en Gasco- na fe Oouniy, En la América del Sur, En la isla de Cuha, En el Falle de México, En MtÜac, En Sonora^ Deducciones, La

AÜántida terciaria. Inducciones 255

Capítulo II, El hombre prehistórico. Necesidad del traba- jo, Elfuejo, Las armas, Divison, El Süex, Hachas, Lanzas, Flechas, Ohúdlana, Piedra pulimenfadd, Sachas, Cuentas y adornos, Conchas y caracoles. Cobre, Kiokenmtídingos, Los tro- gloditas. Divisiones sociales^ Desarrollo lento de la humanidad, 300

Capítulo III, Los monumentos, (Región Boreal).— Casas gran- dea, de Chihuahua, Descripción, Carácter principal, los túmu- los, Objetos encontrados, Examen, Los túmulos, Su generali- dad, Antigüedad en Europa, En América, Posición dd cadá- ver. Objetos enterrados en los túmulos, Significación, En los tú- mulos di Casas grandes, Brazaletes de Conchas, Cerámica, Un aerolito, Metate [metlatl], Maíz, Algodón, Consideraciones, Ba- chimba, Babicord, MazaÜañ, Ruinas del Zape, Ciudad agríco* la. Chalchihuites, Tetd^ Lago de Chapola,, Ciudades de ca- noas y de Bañas en la Sierra Gorda, Aztalan en d Wisconsin, No son los mexioanoB los constructores de las ciudades. Cuatro manifestaciones de la civilización del hombre prehistórico en México 320

Capítulo IV, Los monumentos, (Región Central). Pueblos anteriores á la época histórica, Civilización tzapoteca, Tollun, TeoUhuacan, Pirámides, Túmidos, Ciudadela, Bazas, Considje^ ract'mjes. Pirámide de Clioldlan, Túmulos de XiquipUco, Chi- la. Monte Alvan, Zaachila, Bajo relieve singular. Pirámide de PapanJtla, Pirámide de Xochicalco, Fortificaciones antiguas en el Estado de Veracruz, TeocaUi de CuaulUochto, Chalchicomvn la, Otras fortificacioiies, TeocaUi de Teopaníepec, Los teocjlli

, de Téhuantepec, Buinas tzapotecas de Mictlan, Instrumento músico de una costilla/ósü de elefante. La pipa, Tabaco, Su etimología, La pipa es anferior en d vaUe á los tiempos hiato- . ru»if Observación y oandusiones 862

6Q1

^ « -J t^ «

Capítulo V, Los monumentos, (Región Austral). Men/iir^ Bélmen^ Cromlech, Menkir de Chiapas, Cromlech de Sihó, de Chichea Itzá y de Ahé,' QMiiftgm, (Ajyw?» Rasgos generales á los monumentos de Ckiapas y YuccUan, Rasgos particulares, OoodngOy Palenque, Escritura cálcviifcrme. Es absduiamenie diversa de la mexicana, Rzamal, Sus pirámides, Chichen liza, Monumentos: Aoahaiib; Vasa d^ lasi, flfoi^ofi^ la ilglesifi, el CarQr cd; CJáe^uÉnáiób 6 Caéa CohrajdU^, Xtol, Finturas, M Casti- llo, Kabah, Xlabpak, UmusiHf Pctsff^ael Oób^rnad^yLa Piooj ia, CoBddeh» To9ttugaa,\La€asa,delas Mo^ijfiSf, Casa ^lo^ Pájaros, Ca»a dd JSr^na ó44 Adipipp, Gasa de las Palomas, Oasade.la l^i^ ColmniAa^ Sai\iv]^j¿fa¿^ ^úrnti^» M^yapan, PtréñAds dk Kuladcan^ El CaviBicol^ Tref/aímde la civiliza-; doñ,Réainalidíríliíbci$n\iait^^ UxmrJ,,la edad

*

de oro, Mapapan!, la dec^denfiiq^ ,,,.. ^,y. ,.. 391

' , L[BRO' áEGUNDO.

« «

0APfr6i/> I, Ooi&upiQftoiones cop q1 Ajiti^ao ]^aiido.--6'or;/r- guradónqelwl de,hs eontínfipUsiiJoYrient^ marinas^ Unidad de la rosta amefkana, J^ patagones^ liuza hiperbórea: los esqui- males, CommioaoiQnei^coT^el Asia, Negros en América, Comu- nioadon cenias id^^ Idioma», Unidad y pluralidad de las lengua» ameríoámLíi Le^ffua nahoa^ Lenguas de. la Polinesia, Civilización, jQfiolati'íu, El phoUus, Ell^udoliismo en Ainérica, IHf\^mg.,....,,^.,.,\,.. :...., ........ 432

Oapétülo n, Co]]^UQÍc^<?i26i^.con.pÍ ^t^uo Mundo, Remí- niséenéiás, Las/eMcu>^, El inar de^ Sargazo, ha América des- úub{erta'parJi9sf(ilfÍQÍgs; Ix\s^ipcifin di^ tírq,ye-(Jr^h, ptgfiton Writín^ jSo^ fiimipoion de M,av^^^l>c^ en el Jirasil, Jiiscrip- ohn'deTeqiUlá,'B!^r§maflinqhpid, ¿^ Toduuíd Qnt- tzaleóaílXM^hCf ítositeriiumos íZ^ni, Jm^ Szkolnjf^ Alomó fían- cK&iilLos tártatoSi Opiniones diyxf6as„ .Vicijvs.^affif^lés, Re re- lacione» dd Nwvo llfyifulfí^^Refieañone^,^ Uni(ToJ d^fa círifizn- ^ don américana\ G(¡^M^iow^' T. .,...,.. . 456

602

TERCERA PARTE, HISFORIA ANTIGUA.

lilBBO PBCMBBO.

túfítDMB.

(h^PíTüLO I, Los Majas. Los gigantes^ Falta de dato» cumplú dos para la historia de la peninMidai Eiimólogia de ia palabra Yucatán^ Códice maya de D. Pió /Vrear, Datos crcnMgicos^ Sectt/lcacioneSf Loé' maya na son toUeon, OiganteSf Las dos émigracionesy Unidactde la raza ydeta lengua maya, Zamnd, Votan^ diversos orígenes á/e^ cirSúnoíem anatrci, Útamoi, Lbís grandes pirámides^ Segunda emigración, Chicha^JStxá^ Uxnud, Mayapan, Déstruócum de Okichenr-Jtzá, Kúcktdhan, Las dh ooMy Organización de Mayapan, La meírápoli 4amadá par lo^ Vitzes 498

OáPÍTXTLO II, Los JllAyaa.— Nueva invasión, los tutulxius. Des- trucción de Mayapan, Nuevos estados, Cocomes, Tutulxius, Cheles, Calamidades, Profecías, Oeróninio de 'AguHar, Goma» lo Outrrero, Épocas ck la historia maya, Bdigion, Dios úni-^ 00, Trinidad, Oreadon dd hombre. Bautismo, Confesión, Vida futura. Dioses, Sacerdotes, Monjas, Ofrendas y sacrificioSf Los Batab, Leyes, Armas y guerreros, Vestido, Mantenimientos, Pintura ¿d cuerpo. Farsantes, Canto, música, ¿otfe; Mercada res y moneda. Tierras y su cultivo. Matrimonio, Crianza de las mujeres, Deformación dd cráneo. Ceremonias con los d^un^ ios. Prácticas y superHidones i ........ . 690

Obpítülo m, Miohhaacan. Origen, La relación dd Petamu- ti, Hiretiticatame, Su muerte, Sicuirancha y sus desoendien^ les. La diosa Xarata^kga, Trasformacion, Vrevapeaniy Pauor eume. Fundación de Pdtzcuaro, Muerte de Vrevapeani y Paua» cume, Fariacuri, Muerte dd sacerdote Naccm, Muerte de Ara* men. La hija de Chanshori, Nuevo matrimonio de TariacfUri, Hiripan y Tangaocoan, Curatame, La profecía de IVtnacvrH Ccynquistas, Mguangaje, Fundación de Txintsonimn, Dedica- don dd llamado Querétaro, Muerte de Ouratame^ Vudve Tariacuri á Pátxeuaro, Conquistas, Muerte de Tariacuri, Di^

603

PágillML

visión del reino entre Hiripan, Tanffoxoan i Jliguangaje, lA- nqjes 647

Gapítuu) IYi Michhaaoan. Characu, Querrás contra los méxi- caj Prodigios anunciando la venida deloscastéUanoSf Zuangua^ Modtecuhxoma pide socorro á los tarascos^ Zimücha^ Tanga- woan^ Sacrificios de los embajadores méoHcaf CivÜizacion, Nom- bres, Bdigion, Dioses, Fiesta de lasprimidas de los campos, Sacerdotes, Oerarquía sacerdotal. Sacrificios humanos, Antro- pqfagia, Frcfecifi, Orga$iixacion sodal, Nóbieza, Gremios y cairgo^ El Cazoncí, Servicios de su casa, Sucesión, Muerte y tsaequias, Ekodon y prodamadon, Ceremonia de la guerra, Oontingenfes, Armas, Combates, Espías, Cautivos, Exequias parios muertos en la guerrcL, Leyes y penas. Nombramiento de los señores. Matrimonio, Repudio, Trajes, Artes mecánicas, Pintura en madera. Mosaico de plumas 670

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